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La Discriminación y el Racismo en Guatemala*

El racismo y la discriminación racial constituyen una ofensa a la dignidad humana y


menoscaban el reconocimiento, goce y ejercicio de los derechos fundamentales de la persona.

El racismo es la valoración generalizada y definitiva de unas diferencias, biológicas o


culturales, reales o imaginarias, en provecho de uno o varios grupos y en detrimento de otros,
con el fin de justificar una agresión y un sistema de dominación». Puede expresarse como
prácticas, imaginarios o ideologías, y expandirse a todo el campo social. Puede proceder de
una clase social o de un grupo étnico. También puede provenir de las instituciones o del
Estado, en cuyo caso se habla de «racismo de Estado»[1].

La Discriminación por su parte, es la materialización del racismo, traducida en hechos,


acciones y actitudes de preferencia y distinción que excluyen y restringen el ejercicio pleno
de uno o varios derechos debidamente establecidos, por motivo de género, etario,
discapacidad, religión, por tener una ascendencia o por pertenecer a un pueblo indígena, entre
otros. Tales hechos y acciones, anula y/o menoscaba el reconocimiento, goce o ejercicio de
los derechos humanos y libertades fundamentales. Niega la igualdad de oportunidades,
favorece a unos y perjudica a otros.

La construcción del Estado guatemalteco, desde una visión historicista ha pasado por dos
momentos bien definidos, a saber: 1) el Estado colonial y; 2) en su vida independiente, el
Estado republicano, versión no concluida por cierto. Como Estado colonial, respondió a la
condición de dominio que le imprimió la metrópoli, desde el punto de vista de la explotación
y del manejo de la dominación política y social, con los privilegios que una situación de esa
naturaleza acarrea; lo que no podía ser de otra forma, pues la corona y el grupo dominante,
aprovecharon para su beneficio el derecho de conquista: explotar económicamente, excluir
socialmente y sojuzgar políticamente. Se sientan así, las bases de la exclusión y de la
discriminación racial en Guatemala[2].

El racismo y la discriminación racial constituyen una ofensa a la dignidad humana y


menoscaban el reconocimiento, goce y ejercicios de los derechos fundamentales[3] de la
persona. Se interrelaciona estrechamente con la estructura del Estado, sus instituciones y
prácticas. Sigue siendo una ideología que sustenta y promueve el sistema de dominación
hacia los pueblos indígenas y sigue siendo el motor reproductor principal de la desigualdad,
exclusión y discriminación hacia los pueblos. Por ello, el Comité para la Eliminación del
Racismo y la Discriminación Racial, recomendó en referencia a la discriminación estructural,
que la condición de pobreza y exclusión social afectan de manera intensa a los Pueblos
Indígenas y recomienda la adopción de medidas especiales o de acciones afirmativas para
romper el vínculo entre pobreza y racismo.

La desigualdad es el efecto del racismo y la discriminación racial hacia los pueblos indígenas,
los cuales se reflejan en los altos índices de desnutrición crónica, analfabetismo, pobreza, y
la falta de acceso a los servicios de salud. Esta problemática se acentúa particularmente en
los departamentos con mayor porcentaje de población indígena: Sololá, Huehuetenango, El
Quiché, Alta y Baja Verapaz.
En Guatemala persisten brechas desfavorables entre los pueblos indígenas y no indígenas en
cuanto al acceso a servicios públicos, la esperanza de vida, educación, desarrollo,
infraestructura, salario entre otras, que constituyen claramente una manifestación de la
discriminación y el racismo hacia los pueblos indígenas, a pesar de la aprobación y existencia
de instrumentos nacionales e internacionales favorables a los derechos de los de pueblos
indígenas.

Por ello, la Asamblea General de las Naciones Unidas, en la Resolución 34/24 (1979)
Proclamó a partir del 21 de marzo la Semana de solidaridad con los pueblos que luchan
contra el racismo y la discriminación racial, considerando que a nivel mundial el racismo
y la discriminación racial son las causas de los conflictos entre los seres humanos que
conviven en un mismo Estado y que son originarios de diferentes culturas.

La Celebración de la Semana de la Solidaridad en Guatemala, se fundamenta en el Acuerdo


Gubernativo 126-2004, que declara el 21 de marzo de cada año “Día Nacional de la
Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial” y establece la semana de
solidaridad con los pueblos que luchan contra el Racismo y la Discriminación Racial,
comprendida del 21 al 28 de marzo de cada año. La Comisión Presidencial contra la
Discriminación y el Racismo –CODISRA- es la encargada de organizar todas las actividades
conmemorativas al respecto.

No obstante, esta ardua tarea, no solamente es responsabilidad de la CODISRA, sino es


responsabilidad de la sociedad en su conjunto. Y para ello, es importante que tengamos una
dosis de tolerancia y un amplio criterio para reconocer las necesidades más profundas que
tenemos como nación, y que tenemos que tener una actitud dialógica para unificar criterios
y esfuerzos para afrontar de forma positiva los problemas del racismo y la discriminación
racial.

Como pueblos tenemos que acercarnos a estos problemas para buscarles una solución. Somos
un país donde convergen diversas culturas, diversas visiones y por tanto, diversos aportes,
expresiones y filosofías de vida, que deben ser reconocidas y respetadas por igual, así como
promocionarse en aras de su propio desarrollo, sin afectar su esencia como tal. Para esta
inmensa tarea, es importante reestructurar el sistema educativo para que responda a la
realidad social del país. Así como implementar programas de prevención de la discriminación
racial, tal y como lo estipula la Ley de Promoción Educativa contra la discriminación (decreto
No. 81-2002), que mandata para su desarrollo e implementación, al Ministerio de Educación
y Ministerio de Cultura y Deportes y a todos los ministerios e instituciones del ejecutivo.

En ese sentido, el Día Nacional de la Eliminación de todas las formas de Discriminación


Racial y la semana de Solidaridad con los Pueblos que luchan contra el Racismo y la
Discriminación Racial, es un tema de importancia nacional para que reflexionemos, sobre
nuestro papel en esta lucha, para la garantía de la dignidad, la justicia y el desarrollo, basado
en el respeto y el ejercicio pleno de los derechos políticos, culturales, económicos y sociales
de los pueblos que cohabitan el territorio guatemalteco. ¿Qué papel jugamos como agentes
de cambio y qué papel juega la comunidad académica, las universidades y los centros
educativos? ¿Será que los contenidos de nuestros cursos, transforman mentalidad, actitudes
y genera una dosis de tolerancia en nuestros estudiantes? ¡Reflexionemos! ¿Qué actitud
tomamos al momento de tener a una o varias personas indígenas en nuestro salón de clase?
¿Las tratamos de la misma forma que a las otras que no son indígenas? ¿Estará presente ese
eje de multiculturalidad y de género en el plan estratégico de la Universidad, en nuestros
contenidos para trasformar esta realidad? Son muchas las preguntas que nos podemos y
debemos plantear, no solo con ocasión de esta semana, sino todo el tiempo.

Impulsar el debate sobre el fenómeno del racismo y la discriminación racial en busca de la


convivencia armónica y respeto a las diferencias sociales, así como dialogar sobre los retos
y desafíos, que presenta la incidencia de las nuevas formas del racismo y la discriminación
racial en nuestra institución será la dosis para afrontar de forma positiva su prevención y
erradicación desde la Universidad como una institución social transformadora de
mentalidades y actitudes, porque nosotros estamos forjando profesionales que estarán al
servicio de la sociedad.

A manera de conclusión entonces, se puede decir que el racismo se relaciona estrechamente


con el Estado, sus instituciones y sus prácticas y genera el 3.3% de la pérdida del PIB
anualmente y 0.83% menos en el crecimiento económico. Por lo tanto, genera exclusión,
desnutrición, pobreza y pocos años de esperanza vida para las personas sujetos del racismo.

Finalmente, se reitera que “toda doctrina de superioridad racial es científicamente falsa,


moralmente condenable, socialmente injusta, peligrosa y debe rechazarse”

Cordialmente invitados e invitadas para que se suban a este barco de lucha por la dignidad,
la justicia, el desarrollo de los pueblos y por tanto, un legado para las futuras generaciones.

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