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Pasos del Alma

por Astral

Octubre 2003.

Disclaimers: Esta historia y todos sus personajes son de mi autoría, por lo que queda prohibido
su uso sin mi autorización. Gracias.
Comentarios: Para quien haya leído ‘Todos Saben Que Te Amo’, ‘Pasos del Alma’ es su
continuación. Por lo mismo, si no has leído esa historia, te sugiero que comiences por ella.

Primera Parte

Salió de un cálido sueño para despertar a la realidad. Sus párpados aún cerrados se negaban a
mostrar el par de ojos azules ocultos tras ellos. Se acurrucó entre las sábanas y cubrió su cabeza
con el cobertor, intentando impedir que los rayos del sol matinal que ingresaban através de la
ventana llegaran hasta su rostro. Aquietó lo más posible su cuerpo, deseando caer en el sueño
nuevamente, pero un molesto sonido comenzó a retumbar en sus oídos sin cesar.

Malditos pájaros

De pronto una imagen llegó a su mente, era una imagen hermosa, la del sueño que estaba
teniendo hace sólo algunos minutos atrás, sólo que no era un sueño, era un recuerdo, una
realidad, su realidad.

Su cabeza se asomó por entre el cobertor, su cabello oscuro revuelto, sus párpados por fin se
comenzaron a abrir lentamente dejando ver un hermoso par de azules ojos, una sonrisa comenzó
a nacer en ese rostro, y pareció quedarse impresa eternamente en él. Pestañeó varias veces
intentando despabilarse completamente, no fuera a ser que aún estuviera soñando. Censuró de
inmediato ese pensamiento pesimista. Los pájaros ya no le molestaban en lo más mínimo, hasta
agradable comenzó a parecerle su cantar. Sacó un brazo y observó atentamente la palma de su
mano, apretó los dedos y volvió a cerrar los ojos intentando remembrar la sensación de la mano
de Gabriela en la suya. Llevó su palma hacia su nariz, la restregó por su rostro, sus dedos
llegaron a sus labios, su cuerpo comenzó a caer en un estado de completa y total euforia. La
sonrisa se ensanchó aún más si es que aquello era posible, se lamió los labios intentando
encontrar algún rastro del sabor de Gabriela aún en ellos. Agarró la almohada y se cubrió con ella
la cara sofocando los gritos de alegría que salían de su garganta, mientras pataleaba como una
criatura en el colchón.

Me ama, ella me ama, Gabriela... mi Gabby... ¿Habrá despertado ya?

Un deseo inmenso de verla en ese mismo momento comenzó a invadir todo su ser, creciendo
hasta convertirse prácticamente en una obsesión. Miró la hora, el reloj marcaba las 8 : 20 am.
Recordó con una sonrisa la aversión que Gabriela le tenía a levantarse temprano. Pero eran tantos
sus deseos de verla, de oír por lo menos su voz, el teléfono estaba apenas a centímetros de su
alcance, sólo debía marcar unos cuantos números para oír el dulce sonido de su voz... Se retuvo,
la dejaría dormir unos minutos más.

Sólo hasta las 9 eh, no podré resistir más que eso.... ¿¿Y si se arrepintió?? ¿¿Y si se lo pensó
mejor??

El sólo pensamiento de esa posibilidad hizo que sus ojos se nublaran, sacudió su cabeza. Los
recuerdos del día anterior llegaron a su mente nuevamente, los tenía tan claros y patentes en cada
fibra de su ser como si los estuviera viviendo en ese mismo instante, veía las escenas sucederse
una tras otra, mientras volvía a sentir su corazón salírsele por la boca, todas las sensaciones,
todos los sentimientos, las palabras que se dijeron, los besos que compartieron, cada segundo
pasado con Gabriela volvía a su mente junto al sentimiento más dulce que había sentido en toda
su vida. El que pensó que sería el peor día de su vida, terminó conviertiéndose en el mejor.

Salió por fin de la cama, todo le parecía hermoso, hasta las frías baldosas del baño en contacto
con sus pies le parecieron perfectas. Abrió la llave de la ducha y dejó el agua caer por su piel. La
sonrisa aún intacta en su rostro, no mostraba la menor intención de querer menguar. Comenzó a
tararear una canción.

¿¿Yo cantando?? qué ridícula soy... hum... pero soy una ridícula feliz...

Salió por fin del baño con una toalla azul enrollada en su cabello y una bata blanca cubriendo su
cuerpo. Le echó una mirada al reloj nuevamente, marcaba las 8: 40, volvió a mirar el teléfono,
por un momento le pareció oírle diciéndole "marca su número..." "marca su número..." Alzó una
ceja.

¿Qué mierda? ¿ahora tengo complejo de Alicia en el país de las maravillas?

Se dirigió a la cocina, preparó su café matinal, agarró una marraqueta, pero enseguida la
devolvió a su lugar, su estómago estaba demasiado apretado como para tener espacio para
ninguna comida. Tomó el control remoto y encendió el televisor sin molestarse en cambiar de
canal.
¿¿Es que no hay más gente en este país que siempre invitan a los mismos a estos malditos
matinales??

Un grupo heterogéneo de personas apoderadas de la pantalla, heterogéneas exteriormente,


diferentes edades y peinados, pero iguales en su intención de figurar, de eso Xenia estaba segura.
De repente agarró el hilo de la conversación, hablaban del tema como si hubieran estado en la
piel de las personas de quienes estaban opinando. Y de pronto vio una imagen de ella misma en
la pantalla, casi escupió el café, luego otra de Gabriela, una sonrisa nació en su rostro pero se
borró de inmediato al percatarse de la situación.

- Es lógico que este par hizo todo lo posible por ser las figuritas del reality, incluso haciéndose
pasar por gays. -Decía uno de los tipos.
- No estoy de acuerdo con eso, más bien yo pienso que el mismo canal les pidió que lo hicieran,
un montaje de ese tipo les iba a traer un rating monstruoso, y así fue. -Decía otra.
- En realidad yo creo que los jóvenes de hoy en día quieren experimentar todo tipo de cosas, y
eso es obviamente lo que estas dos chicas Celia y Sabrina quisieron hacer. -Dijo un señor.
- Xenia y Gabriela. -Corrigió uno de los conductores.
- Bueno, la gente cree que se enamoraron, incluso hay fuentes bastante fidedignas que aseguran
que ya viven juntas y que están planeando adoptar una guagüita. -Acotó seriamente la
conductora.
- Hijos míos, sea como sea el señor siempre perdona a sus hijos, todo tipo de desviaciones tienen
cura, lo que estas jovencitas necesitan es el apoyo y el amor de sus padres y...
- ¡¡Suficiente!! ¡¿Qué mierda se creen todos ustedes malditos ignorantes especulando sobre
nosotras?! ¿rating? ¿montaje? ¿figuritas? mírense ustedes primero hijosdeputa, pero ¿¿qué se han
creído?? qué van a saber ustedes nada sobre nosotras, qué pueden saber ustedes algo sobre el
amor...

Apagó el televisor de sopetón y lanzó lejos el control remoto y casi le da con él a un vidrio. Sus
manos empuñadas y el rostro rojo de cólera, se dejó caer en el sofá mientras intentaba calmarse
aspirando hondamente.

Gabby... ¿lo habrá visto? ¿es esto lo que nos espera acaso? ¿un grupo de imbéciles sintiéndose
con el derecho de hablar sobre nosotras?

Volvió a mirar la hora, el reloj marcaba las 9:05, se paseó nerviosamente delante del teléfono
mientras no le quitaba los ojos de encima decidiendo si llamarla o no.

No voy a dejar que nadie nos arruine estos momento Gabriela, te lo juro...

*******
Sus verdes ojos recorrieron el interior del refrigerador intentando decidirse entre un yogur de
frutilla o uno de piña. Luego de algunos segundos de pasear su mirada entre ambos envases,
cerró la puerta sin nada en sus manos. Extraordinariamente no sentía hambre, y si había llegado
hasta la cocina, era simplemente porque se sentía incapaz de estar un segundo más sin moverse
del mismo lugar. La noche anterior la había pasado prácticamente en vela, dándose mil vueltas
sin poder pegar un ojo. Pero este insomnio no era el típico y maldito insomnio en que por más
que se concentra una en intentar dormir menos lo consigue. Éste era diferente, estaba lleno de
imágenes, de olores, de sabores, de sensaciones, recuerdos tan claros en su mente y en todo su
ser que varias veces se descubrió a sí misma sonriendo ampliamente, o incluso dando grititos de
alegría que ahogaba rápidamente bajo la almohada, por temor de despertar a todos en la casa.

Regresó a su habitación, se sentó en la cama, pero al segundo volvió a pararse, miró la hora, eran
las 9: 15, le dio una fugaz mirada a su teléfono celular, y recordó que lo tenía apagado, entonces
lo tomó rápidamente y lo encendió con una sensación de nerviosismo recorriendo su cuerpo. 7
llamadas perdidas, y un mensaje de texto. Un gesto de fastidio cruzó su rostro al reconocer el
número de esas llamadas, finalmente abrió el mensaje y su rostro se iluminó completamente.

"Bns dias ¿cmo drmst? anche soñe cntg, no me prgunts q.. :p, t llamare dntr d 1 hora + o -,
1beso... TQ..."

Leyó por segunda vez el mensaje, y una tercera, y la emoción que le había producido y toda la
euforia y esa electricidad que sentía recorrer su cuerpo no desaparecían. Se tendió sobre la cama,
aún con el celular en sus manos, y sin siquiera pensarlo lo besó y lo apretó fuerte contra su
pecho.

Xenia... ¿soñó conmigo? ¿qué habrá soñado? que no te pregunte ¿eh? ya sabes lo persistente
que puedo llegar a ser, no te me vas a escapar tan fácilmente...

Volvió a oprimir el teléfono fuertemente contra su pecho, luego de leer una vez más el mensaje.
Pero en ese instante sonó y Gabriela dio un salto por la sorpresa. El corazón casi se le salió por la
boca.

¿¿Ya pasó una hora?? ¿es posible perder toda noción del tiempo cuando uno está...? cuando se
siente algo... vamos Gabby dilo, cuando se está enamorada...

Por fin miró el nombre de la persona que la estaba llamando, y no era precisamente Xenia...

- ¿Aló?
- ¿Gabby?
- No, no soy, número equivocado.
- ¡¡Espera!!
- ¿Sí? -Dijo girando los ojos.
- ¿Cómo estás?
- Muy bien. -No pudo ignorar la imagen del rostro de Xenia llegar a su mente al oír esa pregunta,
mientras una sonrisa se formaba en sus labios. Y ¿tú?
- Me alegro, yo estoy bien, pero... te he extrañado mucho...
- Qué te puedo decir...
- No tienes que decirme nada. Te vi en la tele, no me perdí ningún capítulo, hasta te grabé y
todo...
- Pablo, dime qué quieres, no tengo mucho tiempo para hablar ahora.
- Necesito verte, me porté como un imbécil ese día, lo sé, yo... ¿podríamos vernos?
- ¿Vernos? ¿para qué?
- Porque tenemos que hablar, dejamos las cosas a medias y...
- No dejamos nada a medias, yo te ofrecí mi amistad y no quisiste, lo siento mucho pero tengo
cosas que hacer ahora. El hastío iba imprimiéndose notablemente en su voz.
- Pero... bueno, te volveré a llamar más tarde o mañana.
- Chao.
- Chao Gabby, te mando un be...

Antes de que terminara de hablar Gabriela ya había cortado la comunicación.

Tan bien que había comenzado el día...

Volvió a mirar el mensaje de Xenia y de inmediato olvidó la conversación que acababa de tener.
En ese momento la puerta se abrió y entró su hermana.

- ¿¿¿Qué haces tú levantada tan temprano un día festivo??? ¿te sientes bien? -Catalina dijo con
una exagerada mueca de sorpresa en su rostro. Era una jovencita de 15 años, de la misma
estatura de su hermana, de cabello castaño claro y ojos color miel. Era la única hermana de
Gabriela.
- No exageres, el día está precioso ¿no crees? quería aprovecharlo bien -Dijo Gabriela sonriendo.
- Y ¿qué onda que estás tan sonriente mirando ese teléfono? te llamó Anthony Kiedis ¿o qué?
- No seas entrometida Cata, y cuántas veces te he dicho que primero se golpea antes de entrar.
-Dijo agitando el dedo índice en dirección a su hermana.
- Lo hice y luego entré. -Catalina se encogió de hombros.
- Primero debes esperar a que te digan que pases, o si no, es lo mismo.
- Ay no seas cuática, además somos hermanas, te he visto desnuda cientos de veces, y no creo
que metas a ningún chico aquí durante la noche como para que te pille en alguna situación
comprometedora, o chica... -La jovencita dijo mirando a su hermana con una pícara sonrisa en su
rostro. A propósito cómo está tu "amiguita Xenia" supongo que la habrás visto.
- ¿Xenia? -Gabriela sintió como un rubor comenzaba a subir por la blanca piel de su rostro.
- Sí, Xenia, tu amorcito del reality. Supongo que no la habrás dejado irse a Canadá ¿¿o sí??
- No se va a ir. -Gabriela le dio la espalda a su hermana mientras ordenaba cualquier cosa que
pillara fuera de lugar.
- ¿No se va a ir? ¿¿por tí?? -Gabriela adivinaba la sonrisa en el rostro de su hermana sin
necesidad de verla. Qué romántico... Sí que la tienes agarrada a la Xenia, al menos tienes buen
gusto, si decidiste que ahora te gustan las minas, por lo menos que eligas una que esté linda.
Aunque vas a tener una tarea difícil alejando a los jotes que se le acerquen, pobre de tí.
- Déjate de hablar tonterías Catalina, y ándate, tengo cosas que hacer. -Gabriela sintió una
repentina punzada en su estómago al oír lo último que le estaba diciendo la adolescente.

¿Jotes? No, a Xenia no le interesa nadie más, ella jamás haría algo que pudiera dañarme...
- Ya, no te pongas celosa antes de tiempo, nadie ha dicho que Xenia sea infiel, o sea la Carla y el
Andrés todo el rato lanzándosele, pero ella ahí firme, no les dio jamás bola. Además a ella
también le va a tocar difícil, a tí igual siempre te andan rondando los chicos, como tu ex pololito
Pablo por ejemplo, que entre nos, me cae pésimo, y se la ha pasado llamándote.
- ¿¡Llamó para la casa!? ¿qué dijo? -Gabriela se giró hacia su hermana con cara de pregunta.
- Anda lloriqueando por tí, que te quiere, que te extraña, que te va a recuperar. Ayer que no
estabas me dio la lata como por una hora entera. -Una mueca de desagrado cruzó las facciones de
la chica más joven. A propósito ¿dónde estuviste? dijo que tenías el celular apagado.
- ¿Ayer? -Gabriela nuevamente se giró dándole la espalda a su hermana, mientras volvía a sentir
los colores subiendo por su rostro, pero al recordar el día anterior, no pudo censurar una amplia
sonrisa.
- ¿Gabby? a ver a ver ¿qué es eso? ¿una sonrisita? Primero te retiras del reality y andas como una
zombi sin hablar con nadie y encerrada en tu pieza todo el santo día, y de un día para otro andas
con una sonrisota pintada y hasta temprano te levantas un día festivo -Catalina intentaba ver el
rostro de su hermana que hacía esfuerzos en vano por echar a la molesta jovencita.
- Ya no inventes Cata, y lárgate, son ideas tuyas.
- ¡¡Estuviste con Xenia ayer...!! -Dijo luego de meditar unos segundos. No me mientas Gabriela,
¿¿¿qué paso??? ¿¿¿se besaron??? ¡¡¡cuentame!!! por favor, anda hermanita linda de mi alma y mi
corazón.
- ¡Largo! -Gabriela agarró de un brazo a su hermana y la echó de la habitación. Al cerrar la
puerta un suspiro escapó de su garganta mientras ya no luchaba por contener su sonrisa.
- Lo oí Gabriela, estás suspirando. -La voz burlesca de la adolescente llegó desde el otro lado de
la puerta.
- ¡Largo! pesada.

*******

¿Habrá leido mi mensaje? mejor esperar a que se me pase la bronca por estos imbéciles

Xenia terminó de secarse el cabello mientras oía algo de música. No había vuelto a encender el
televisor por miedo a encontrarse con comentarios y especulaciones igual o más desagradables
que los anteriores acerca de su relación con Gabriela. El hecho de que la gente se diera la libertad
de hablar sobre ella no le molestaba tanto como que hablaran de Gabriela. Si bien era cierto que
ya no eran solamente amigas y que habían iniciado una relación mucho más profunda, aunque no
le pusieran nombre ni nada por el estilo, Gabriela no estaba habituada a que se dirigieran a ella
con epítetos como "tortillera" "gay" o "lesbiana" y Xenia sabía que iba a ser difícil para la chica
más joven asimilar todo eso. Gabriela había aceptado sus sentimientos, y Xenia sabía que no se
sentía culpable por ellos, ambas estaban juntas en un mismo camino de ahora en adelante y no
permitirían que nadie se interpusiera entre ellas de ninguna forma.

Una canción comenzó a sonar, la había oído muchas veces, pero esta vez le sonó muy diferente a
las anteriores. De pronto el teléfono sonó y Xenia dio un respingo.

¿¿Gabriela?? ¿será ella? ¿qué le digo? ¿y si me quedo muda como una imbécil?

- ¿Aló? -Dijo luego de calmarse y tranquilizar su voz en la medida que le fue posible.
- Xenia ¿qué es eso de que no viajas? ¿estás bien? tu padrastro me dijo que llamaste tarde anoche
y le dijiste me quedo en Chile, luego diste un grito y cortaste. -La voz de su madre sonaba
preocupada al otro lado de la línea.
- Hola madre, pues eso que no me voy, estoy bien no te preocupes, y Jorge no es mi padrastro, es
tu marido, lo más cercano que conozco a un padre es un viejo maldito que nos dejó cuando tenía
menos de dos años ¿recuerdas?
- Xenia ¿por qué tienes que ser siempre así? Jorge te quiere mucho, como si fueras su hija igual
que tus hermanastros.
- Madre, jamás he vivido con él, apenas sabe nada sobre mí ¿cómo me iba a querer como un
padre? y no son mis hermanastros, son los hijos de él, no tienen nada que ver conmigo.
- Contigo no se puede hija, sólo llamaba para saber si estás bien, me alegro mucho de que no te
vayas. Jorge me pidió que te invitara a comer hoy con nosotros, está preocupado por lo que se
anda diciendo sobre tí, ya sabes que eres... bueno, esa cochinada que te están inventando. - Dijo
su madre bajando la voz. Jorge quiere darte algunos consejos
- Por favor madre, Jorge no está preocupado por mí, está preocupado por sí mismo, y lo que
puedan decir de él, el hombre es un maldito militar ¿crees que le conviene a él que en su círculo
se hable que la "sobrina" de su señora esposa tiene fama de tortillera? porque eso es lo que dice
que soy ¿verdad? tu sobrina, claro, no le conviene tampoco que sepan que tú tuviste una hija
soltera a los 18 años de edad con un hombre que mantenía una doble vida ¿cierto?
- ¡¡¡Cállate insolente!!!
- ¿Sabes madre? la verdad no es sinónimo de insolencia. A mí no me importa que tu respetado
esposo diga lo que quiera sobre mí, y le niegue a medio mundo que soy tu hija, pero ¿tú madre?
¿cómo te sentirías tú si yo te negara? -Un largo silencio.
- Xenia... no sé de qué estás hablando
- ¡Nada! El viejo miserable de mi padre por lo menos nos llenó de dinero, el cual harto bien que
lo aprovechaste con todos los hombres que conociste hasta que te encontraste uno viudo de
buena posición económica que te ofreciera matrimonio. Pero ¿tú? no sólo me niegas, sino que
durante toda mi maldita vida no me diste nada que me sirviera, ni amor, ni consejos, ni ninguna
mierda.
- Era joven Xenia, no sabía lo que estaba haciendo.
- La juventud tampoco es sinónimo de deficiencia mental, a los 18 años sabes perfectamente bien
donde estás parada, ¿y después? cuando cumpliste 20 y 25 y 30, acaso ¿algo cambió?
- Bueno Xenia entonces te esperamos, Jorge está aquí conmigo ahora. -La voz de su madre se oía
suave y sumisa.
- Adiós madre. -Xenia colgó con furia el teléfono.

Mierda, maldita vieja... malditos todos.... Gabriela... Gabby necesito verte... eres lo único lindo
que he tenido en la vida, lo único puro...
*******

- Gabriela tu padre y yo necesitamos hablar contigo. -Sus padres la estaban mirando con una
expresión completamente falsa de tranquilidad.
- ¿Tiene que ser ahora? iba a comprar por aquí cerca y....
- Ahora Gabriela, has estado toda la semana encerrada en tu habitación y no has querido hablar
con nosotros, hoy lo harás. -La voz de su madre sonó dura.
- Ok. -Dijo resignándose.
- ¿Qué es lo que pasó dentro de esa casa que toda la gente anda hablando sobre tí? -La expresión
de tranquilidad se convirtió en una de severidad en el rostro de su madre, mientras que la
presencia de su padre la apoyaba con toda la "imponencia de su hombría".
- Te refieres a lo que andan diciendo supongo ¿no? -Gabriela aspiró profundamente mientras sus
ojos se alzaban directamente hacia los de su madre.
- Exactamente.

Si se los dijera aquí y ahora mismo ¿qué pasaría?

- Pasó lo que vieron por la tele, nada más ni nada menos. -Gabriela estaba intentando mantenerse
lo más serena posible. No era aún el momento de decírselos, si lo hacía, todo se iba a estropear,
su felicidad, su ilusión, todo lo hermoso que estaba sintiendo, y era demasiado bueno para
perderlo.
- La gente anda diciendo que tú... que esa muchacha es... - una mueca de asco cruzó las facciones
de su madre- que no le gustan los hombres y que intentó meterte sus cosas en la cabeza y lavarte
el cerebro -Su madre la miraba fijamente.
- Se llama Xenia, y ella jamás intentó lavarme el cerebro ni nada, todo lo contrario, Xenia es una
excelente persona que jamás le intentaría imponer a otra sus pensamientos, ella me acepta tal
cual soy y fue mi único apoyo allí adentro. -Le dolió la mueca de su madre al referirse a Xenia.
Además la gente no dice que me intentó lavar el cerebro, sino que estamos...
- ¡¡No te atrevas a decirlo!! Y acaso dijiste ¿Acepta? ¿quieres decir que mantienes contacto con
ella?
- Sí, y lo seguiré manteniendo, le guste a quien le guste y le pese a quien le pese ¿estamos?
- No mientras vivas en esta casa Gabriela ¿queda claro? No estamos para que ninguna hija
nuestra ande en la boca de todos por el rumor de que es... lo que tú ya sabes.
- Lesbiana, no te morirás por decirlo, ni el cielo se vendrá abajo tampoco.
- Mijita, o sea ¿tú nos aseguras que entre Xenia y tú existe sólo una amistad? porque si es así no
veo por qué tendríamos que prohibirle nada -Su padre fue golpeado por la dura mirada de su
esposa al pronunciar esa última oración. Se encogió de hombros.
- Escuchen, Xenia y yo somos amigas, eso es todo, si me prohiben verla, la gente terminará
enterándose de eso, y será peor porque ya no tendrían ni la menor duda de que los rumores son
ciertos después de todo. -Su madre pareció meditar eso último.
- No vendrá a meterse a esta casa nunca ¿oíste? no entiendo por qué la gente aseguraría algo así,
si no tienen una prueba sobre ello.
- Porque a la gente le gusta inventar cosas, no les basta con su propia y aburrida vida, así que
necesitan inventarse un mundo aparte fuera de sus propias vidas para entretenerse y que a la vez
no les perjudique directamente.

Soy una maldita cobarde, perdóname Xenia...

- ¿Pasa algo malo? -La voz de su hermana menor la sacó del dolor que estaba sintiendo.
- Nada hijita, no pasa nada, sólo conversábamos aquí con tu hermana. -Su padre decía con una
nerviosa sonrisa en su rostro.
- No estarán interrogándola por los rumores que andan corriendo ¿verdad? no me digan que es
eso, no me desilucionen por favor, o sea, dos excelentes padres como lo han sido ustedes, dos
personas que nos han entregado todo el amor del mundo, cómo podrían haber engendrado una
persona con... -Catalina bajó la voz y se acercó al oído de sus padres- problemas sexuales, eso es
hereditario ¿sabían?
- No hija ¿cómo se te ocurre que vamos a creer esos estúpidos rumores? sólo comentábamos con
tu hermana de como había sido su mes ahí dentro, eso es todo. -Su madre dijo con una fingida
sonrisa a su hija menor. Y gracias por esos halagos, tan linda mi niña. -La mujer abrazó
cariñosamente a Catalina.
- Qué alivio entonces mamita ya me había asustado, además me encantaría que Gabriela trajera
aquí a Xenia, es una persona tan interesante ¿creen que podríamos invitarla uno de estos días? así
me queda claro que ustedes no dudan de su buena labor como padres de sus dos hijitas queridas
-La adolescente miraba con una exagerada mueca de inocencia a sus dos progenitores.
- Claro mi tesoro, por supuesto, uno de estos días vamos a invitar a esa muchacha a la casa.
-Decía su padre.

Catalina le guiñó un ojo a Gabriela, quien no pudo censurar una pequeña sonrisa en su rostro por
la ayuda que acababa de recibir de su hermana.

Quién diría que esta pendeja iba a salir más persuasiva que yo misma, debe ser que como ando
en las nubes no me salió mi acostumbrado elocuente discurso

Finalmente sus padres desistieron de seguir con su interrogatorio y dejaron a Gabriela en paz.
Ésta se dispuso a salir por la puerta con sus llaves en la mano.

- ¿Cómo estuvo la salvadita que te hice hermanita?


- Cata gracias... o sea yo... - Gabriela comenzó a sentirse incómoda. Por algún motivo su
hermana estaba muy a gusto con la situación.
- Nah no digas nada, para eso soy tu hermana, aunque me vas a tener que contar qué pasó ayer
entre Xenia y tú ¿oíste?
- No pasó nada Catalina, ya basta con eso por favor. -Gabriela intentó salir a la calle.
- Está bien, no te voy a obligar tampoco a soltarme todo, cuando te sientas lista para decírmelo,
tú me lo dices ¿vale? -Gabriela abrió la boca con la intención de decir algo, pero su hermana se
dio media vuelta y se fue del lugar.

Ésta sí que es moderna...

Salió finalmente hacia la calle, se sentía observada por la gente, pero intentó mantenerse lo más
tranquila posible, seguramente sólo sería un tiempo y luego ya todos olvidarían que la habían
visto en la televisión y todo lo que había ocurrido. El ser el centro de atención le molestaba, pero
lo que realmente le estaba angustiando era el tener que negar a Xenia, el no poder gritarles a
todos a la cara lo que sentía por ella, lo que había pasado, que su camino estaba con otra mujer, y
que era lo más hermoso que le había pasado en la vida, que era algo puro y bueno, y que
cualquier habladuría de la gente, no era más que la ignorancia de no haber vivido un amor así.
Un amor, maldita sea ¿por qué cresta todos tenían que llamarlo de cualquier otra forma, pero
nadie se daba cuenta que se reducía al amor simplemente...?

Xenia... ¿qué estarás haciendo ahora? ha pasado más de una hora y aún no me llamas... te
necesito ahora conmigo... no voy a dejar que nadie nos quite nuestra felicidad ¿oíste? nadie...

*******

La vio acercarse, su cabello rubio al viento, unos jeans azules y una polerita blanca, su corazón
comenzó a latir fuerte y su estómago comenzó a apretarse como cada vez que estaba ante la
presencia de esa criatura que a sus ojos era sencillamente la perfección misma. Apenas distinguía
sus dulces facciones desde esa distancia, una sonrisa nació en sus labios, mientras se frotaba las
manos con nerviosismo. Cada vez su rostro se iba haciendo más y más nítido. Ya no sentía dolor,
ni rabia, ni ningún sentimiento angustiante ni negativo, todo era perfecto, todo era hermoso y
estaba lleno de colores, colores alegres y vivos, aún cuando los colores oscuros siempre fueron
sus predilectos. Gabriela llenaba su vida de colores claros y brillantes, aromas dulces y
pacificadoras, y visiones de una vida con un futuro hermoso, donde no existían padres ausentes,
ni madres desnaturalizadas, ni personas apuntándola con el dedo, o queriendo tomar ventaja de
ella. Eran Gabriela y ella y el mundo podía irse a la mierda, no le importaba nada más que su
Gabriela...

La vio mirando su celular, y distinguió claramente como una mueca de desilución cruzó por su
rostro, estaba ya a corta distancia. Entonces advirtió cómo Gabriela comenzaba a inquietarse, a
mirar a su alrededor, y se dio cuenta de que era capaz de sentir su mirada.

Tomó su propio celular y marcó el número de Gabriela, mientras no despegaba la vista de la


chica rubia a pocos metros de su auto. Gabriela miró rápidamente su teléfono y Xenia vio
claramente una amplia sonrisa formarse en ese hermoso rostro, no pudo reprimir la felicidad
creciendo en su interior al saber que Gabriela estaba esperando su llamada y se alegraba por ello.
Pero, aún no contestaba, en vez de eso vio como daba pequeños saltitos, miraba al cielo, se
rascaba la frente y volvía a mirar el celular en su mano, como decidiendo si contestar o no.

¿Está nerviosa? Vamos mi niña, déjame oír tu voz, ya no aguanto más...

- ¿Xenia? -Su voz tan dulce como siempre llegó tímida a sus oídos.
- Hola... ¿cómo estás?
- Bien, yo... estoy bien sí, ¿y tú? Podía oír su voz salir de unos sonrientes labios mientras la veía
efectivamente sonriendo, a la vez que continuaba sin estarse quieta, moviendo las piernas sin
cesar. Xenia sonreía al ver todo eso, su corazón lleno de alegría sentía que se le salía del pecho.
- Extrañándote... -Un silencio al otro lado del teléfono, mientras veía como Gabriela retiraba el
celular por un momento de su oreja apretándolo contra su pecho y ahogaba un grito mientras
agitaba su mano en el aire.
- Yo también te extraño... necesito verte... -Su voz bajó notablemente al decir la última frase,
sonó dulce y con una gran fuerza a la vez, la urgencia patente en el sonido de su voz. Xenia no
tuvo la menor duda de que estaba siendo completamente honesta.
- Veamonos entonces....
- ¿A qué hora?
- Ahora mismo ¿qué estás haciendo?
- Estoy en la calle, fui a comprar una cosita y estoy apunto de entrar a mi casa.
- Lo sé...
- ¿¿Lo sabes??
- Sí, lo sé, y también sé que llevas puesto unos jeans azules y una polera blanca que no te había
visto nunca.
- ¡Xenia! -Vio como Gabriela comenzaba a mirar para todos lados desesperadamente.
- Ahí, por ahí, casi, ahí justo ¿me ves?
- ¡Sí! veo tu auto... -Una sonrisa en el rostro de Gabriela mientras sus ojos verdes la miraban
directamente aunque prácticamente no podía ver através del vidrio.
- Ven ahora... por favor... Gabriela... necesito verte ¿puedes salir?

Vio como la chica más joven comenzaba a acercarse lentamente, una sonrisa en su rostro, pero
de pronto la vio sobresaltarse, se volteó hacia la puerta de su casa, y entró por ella.

¿Qué pasó?

Xenia comenzó a inquietarse al verla perderse tras la puerta de su casa. A los 5 minutos su
teléfono sonó, lo contestó enseguida, sólo segundos después se acordó de los nervios, pero era
tarde, ya estaba oyendo nuevamente la voz de Gabriela al otro lado.

- Xenia, espérame 5 minutos y salgo ¿ok? no te vayas a ir... te quiero ¡muack! -La comunicación
se cortó enseguida y Xenia quedó con una sonrisa la cual sin mirarse al espejo ya sabía que le
estaba dando un aire de tonta enamorada.

¿Irme? tendría que estar estúpida para irme y no esperarte...

*******

Salió por la puerta trasera de su casa, cruzó la calle y prácticamente gateando se acercó al lugar
donde estaba estacionado el auto de Xenia. Desde esa distancia una música llegó a sus oídos. Su
corazón comenzó a acelerarse al divisar el oscuro cabello de Xenia, casi fue capaz de percibir el
aroma que emanaba de éste y que tantas veces tuvo la oportunidad de sentir al estar cerca de la
chica. Gabriela sabía... era completamente conciente de las muchas veces que buscó cualquier
pretexto para aproximarse a la morena, de tocarla si era posible. Ya estaba cayendo en un estado
de casi desesperación por volver a ver esa mirada, esos azules ojos llenando su alma.

¿Qué le digo? ¿¿y si me quedo en blanco??

Las imágenes del día anterior volvieron a su mente, su sonrisa también volvió, borrando ese
lapso de temor que acababa de golpearla.

Oyó la voz de Xenia, era casi imperceptible para sus oídos, pero de todas formas lograba oírla,
tenía la voz preciosa, Gabriela jamás la había oído cantar antes.

- Nunca me dijiste que cantabas. -Vio a Xenia dar un respingo al oír repentinamente su voz
sacándola de su canturreo. El volumen de la música fue bajada rápidamente.
- Gabby... - Oyó su voz sonar dulce, con una mezcla de alegría y nerviosismo, a la vez que era
golpeada por esos hermosos ojos azules. Esperó que la ansiedad la paralizara, que le impidiera
construir cualquier frase coherente, pero en vez de eso sintió una gran paz inundándola
completamente, sus pies parecieron dejar el pavimento por unos segundos, se sintió levitar, se
sintió liviana, serena y eufórica a la vez, sencillamente feliz.
- Xenia... -Su propia voz sonó llena de ternura mientras sentía su sonrisa ampliarse como
reflejando la sonrisa que se ensanchaba en el rostro de Xenia.

Gabriela se dirigió hacia la puerta, y se sentó junto a la chica más alta que no le quitaba los ojos
de encima. Un pequeño rubor nació en sus mejillas. Una vez acomodada en el asiento volvió a
dirigir su mirada hacia la joven que estaba a su lado. Su cabello negro brillante como siempre,
unos pantalones de tela delgada y color azul, y una polera negra, el asiento acomodado de tal
forma que sus largas piernas pudieran tener el espacio suficiente que necesitaban.

Se quedaron mirando con la sonrisa intacta en sus rostros, Gabriela sintió la mano de Xenia en la
suya, cuánto había extrañado esa sensación, esa seguridad, ese sentimiento de estar completa con
ella.

- Te he extrañado tanto... - Vio como Xenia avanzaba poco a poco la distancia que las separaba,
ella misma estaba avanzando sin darse cuenta, sus ojos clavados en el rostro de la morena, sus
ojos... sus labios... eran hipnóticos, oía que le decían cosas, aunque eso era imposible, ¿quién dijo
que los sentimientos no eran capaces de superar cualquier imposibilidad, cualquier límite,
cualquier regla...?
- Xenia... aquí no, nos pueden ver -Gabriela rompió el momento al temer que alguien pudiera
verlas. Percibió un leve gesto de dolor cruzando por los ojos de Xenia, casi sintió deseos de
llorar al provocar ese sentimiento.

Lo siento Xenia... perdóname...

- Entiendo, no te preocupes -Xenia cubrió sus ojos con sus lentes de sol privándola del
espectáculo de ver esos hermosos ojos, que para ella ahora eran suyos, le pertenecían tanto y más
que a Xenia misma.
- Xenia... lo siento... yo... cresta, salgamos de aquí por favor, donde no halla tanta gente.
-Gabriela aventuró su mirada hacia Xenia, ésta estaba concentrada mirando al frente, mientras el
automóvil comenzaba a moverse.

¿Siempre va a ser así? ¿Todo escondido? ¿Lejos de las miradas de la gente? ¿por qué tiene que
ser tan difícil? qué cresta es lo tan terrible acerca de dos personas que se quieren...

*******

El aire le daba en el rostro mientras hacía flotar su rubio cabello fuera de la ventanilla. Sus
brazos apoyados en el marco y su mejilla descansando sobre ellos. Xenia observó a Gabriela en
esa posición, era como una niña pequeña, siempre sonriendo, con actitudes que aveces rayaban
en infantiles. Ella era así natural, simple, sin todas esas malditas composturas que guardan las
personas cuando dejan de ser legalmente niños, sin toda esa maldita compostura que ella misma
mantenía casi todo el tiempo. Ella era tierna, honesta, no meditaba en como iba a reaccionar,
simplemente lo hacía, pero todo eso no quería decir que no fuese una persona madura, con ideas
claras y un gran mundo interior. Cada una de esas virtudes Xenia las había ido amando cada día
que había compartido junto a ella, cada hora, cada minuto y segundo pasado con Gabriela.

Estaban lejos de la ciudad, y de la gente, ya nisiquiera se distinguían casas ni automóviles.


Gabriela se volteó hacia Xenia cuando sintió la mano de ésta posándose sobre su hombro.

- ¿Nos detenemos? -Xenia no contestó, sólo se limitó a sonreírle, mientras le acariciaba


suavemente un brazo.
- Estamos bastante lejos ya ¿no crees?
- En realidad sí. -Una sonrisa en el rostro de Gabriela, Xenia vio como comenzaba a ponerse
nerviosa, era incapaz de disimular cualquier sentimiento. ¿Quién canta esta canción? -Le subió al
volumen a la radio.
- Gabriela... -Xenia le tomó una mano, por fin vio sus ojos verdes viéndola a la cara. Ven aquí.
- Quítate esos lentes Xenia, no puedo ver tus ojos, eso me pone nerviosa.
- Quítamelos tú si quieres, yo tengo las manos ocupadas.

Gabriela se acercó alzó sus manos y le quitó los lentes despacio como temiendo hacerle algún
daño, o temiendo quizá que repentinamente Xenia se hubiera convertido en Cíclope de los
Xmen. Gabriela se quedó mirándola así de cerca.

- Me encantan tus ojos, son los más hermosos que he visto en toda mi vida. -Gabriela decía con
los suyos llenos de emoción.
- Tú eres lo más hermoso que yo he visto en toda mi vida. -Xenia contestó dulcemente.
- Xenia...
- Abrázame ¿quieres? necesito que me abraces ahora... -Gabriela no se hizo esperar se aferró a la
chica más alta mientras sentía su corazón latir con fuerza.

Xenia casi sintió ganas de llorar. Era increíble lo que le hacía sentir. La tenía ahí en sus brazos,
podía oler su cabello, su piel, sentirla, era mágico.

- Te quiero... -Oyó en su oído a Gabriela susurrando. Cerró los ojos con fuerza y simplemente se
entregó a esa sensación de estarle dando toda su vida, su alma, su corazón a esa persona,
mientras la abrazaba fuertemente y se aferraba en la medida que su cuerpo le permitía al de
Gabriela.

Sintió un pequeño beso en su mejilla, tan dulce y tierno que la hizo sonreír. Sentía el aliento de
Gabriela en su rostro, sus labios se entreabieron instantáneamente y por fin sintió los labios de
Gabriela en los suyos nuevamente besándola. La apretó más contra sí, si es que eso era posible,
mientras que el beso dejaba de ser únicamente tierno. Su boca buscó el cuello de Gabriela sin
siquiera pensarlo, mientras que sus manos acariciaban la espalda de ésta. Su piel era deliciosa,
tan suave, tan tersa, oyó un gemido casi imperceptible salir de la garganta de Gabriela, y de
pronto sus brazos dejaron de sentirla entre ellos.

- ¡¡Ah que no me alcanzas!! -Cuando por fin enfocó la mirada, Gabriela estaba fuera del
automóvil y corría ya a una distancia bastante considerable entre pasto, maleza y árboles.

Escapándose... ¿Acaso hice algo malo? ¿la asusté?

- ¡Oye! ¡vuelve aquí! -Xenia salió corriendo detrás de ella, mientras que oía la risa de la chica
más joven mucho más adelante que ella.
- Qué lenta eres Xenia, con esas piernas tuyas deberías ser capaz de dar pasos más largos. -La
vocecita burlesca de Gabriela llevaba a sus oídos
- Ya vas a ver cuando te atrape. -Xenia le gritaba.
- Uy mira como tiemblo, a esa velocidad me vas a alcanzar de aquí a una semana más.

*******

- ¡Te tengo! -Sintió los brazos de Xenia alrededor de su cintura, mientras que ambas caían al
suelo. Gabriela se fijó en como la morena cuidaba de ser ella quien recibiera el impacto en su
cuerpo.
- Me tienes. -Gabriela dijo entre risas.

Se quedaron ahí tiradas entre el pasto mientras respiraban agitadamente luego de esa carrera. Los
brazos de Xenia aún alrededor de su cintura, su cabeza descansando en su hombro. Estuvieron en
esa posición varios minutos sin decir nada.

- ¿Te asusté? -Oyó la voz de Xenia cerca de su oído, sonaba un tanto titubeante.
- ¿Por qué me lo preguntas? -Gabriela sabía a qué se refería, pero quería estar segura primero.
- Porque saliste así corriendo mientras estábamos... besándonos.
- Lo siento... son tonterías mías, no me asustaste, jamás podrías asustarme Xenia, fue una
reacción solamente. -Gabriela se giró hacia la morena hasta quedar mirándola de frente.
- ¿De verdad? -Sus ojos azules escudriñaban su rostro intentando decidir si estaba diciéndole o
no la verdad.
- De verdad... -Le dio un pequeño beso en los labios mientras que le sonreía, vio como la
expresión de Xenia se suavizaba y sus ojos volvían a estar serenos.
- Yo jamás haría nada que te dañara ¿lo sabes verdad? nunca te obligaría a nada que tú no
quisieras.
- Lo sé, no has hecho nada malo Xenia, es que yo soy un poco... -Gabriela esquivó la mirada de
la morena. ...o sea jamás había besado a otra mujer antes que tú. -Xenia sonrió. Ni sentido
atracción por una antes... y tú me haces sentir cosas que nunca había sentido... -Xenia sentía la
ternura llenando su corazón- ...no me gustaría defraudarte, no saber cómo... no tengo
experiencia, y con chicos...
-¡¡¡No!!! no me digas, no quiero saber, por favor, eso guárdatelo, ya tuve suficiente con que me
hablaras de ese miserable de tu ex -Xenia se tapaba los oídos. -Gabriela sonrió ante tal reacción.
- Xenia... iba a decir que con chicos tampoco -Un rubor comenzó a subir por las mejillas de la
chica más joven mientras que esperaba la respuesta de la morena.
- Quieres decir que eres... -Xenia la miró con los ojos llenos de sorpresa mientras que esperaba
que ella completara la frase.
- Sí, soy virgen, no sólo soy virgen, sino que soy una santurrona ¿entiendes? Carla tenía algo de
razón después de todo, nisiquiera he pasado de unos simples besos.
- Gabby... -Xenia no pudo censurar una amplia sonrisa naciendo en su rostro.
- No te burles Xenia.
- No me sonrío porque me esté burlando, es de alegría. -Levantó la cabeza de Gabriela buscando
que la mirara a los ojos. Eres preciosa ¿lo sabes? Eres lo más tierno que he visto en mi vida....
- ¿Y tú? -A Xenia se le borró la sonrisa al instante.
- ¿Yo? -Se puso de pie y caminó un poco alejándose de Gabriela.
- ¡Hey! no te escapes -Gabriela se incorporó rápidamente- yo te conté sobre mí, lo justo es que tú
también confíes en mí.
- ¿Qué quieres saber?
- Ya sabes... que si tu ya...
- Sí, yo ya. -Gabriela sintió un dolor creciendo en su corazón

Vamos Gabriela que tú seas una santurrona no quiere decir que todo el mundo deba serlo, por
la cresta, ella no tendría por qué haberse guardado para tí o algo así ¡estúpida!.

- ¿Cuándo? -La pregunta escapó de su boca antes que pudiera contenerla.


- Hace mucho. Desde pequeña tuve la libertad de hacer lo que se me viniera en gana ¿entiendes?
no tenía padre ni madre que me pusieran horarios de llegada, ni que me obligaran a algo, ni nada
de nada.
- Entiendo, Xenia no tienes que decirme nada, son tus cosas, fue una estupidez preguntarte, lo
que a mí me concierne es lo que pase de ahora en adelante en tu vida, el pasado es pasado.
- Gracias por eso. -Xenia miró por fin a los ojos de Gabriela.
- Y ¿te has enamorado de muchas personas? -La pregunta volvió a escaparse de su boca antes de
poder retenerla.
- Sólo de una... -Gabriela miró a esos ojos azules sin querer realmente saber el nombre de esa
maldita- de tí...

De mí... ¿sólo de mí? Xenia...

Volvieron a besarse, esta vez nadie intentó escaparse. Xenia no iba a pasar el límite hasta que
Gabriela estuviera lista para ello, y para que ella misma lo estuviera, iban a ir paso a paso, tenían
todo el tiempo del mundo, las cosas estaban perfectas tal como habían sucedido hasta ahora.

*******

- ¿Xenia?
- ¿Sí?
- ¿Es cierto que Carla se te lanzaba a cada rato? ¿Acaso...? -Gabriela dirigió sus ojos verdes a los
azules con aire de pregunta en su rostro.
- A ésa ni me la nombres... pero sí, es cierto. -Xenia vio como la chica más joven la observaba
inquisitivamente. ¿Qué? -Dijo la morena alzando una ceja. ¿Por qué me miras así? ¿¡No creerás
que entre ella y yo...!?
- No sé, tú dímelo.
- No puedo creer que me preguntes eso Gabriela ¡No!
- Qué alivio... eso sí que creo que no lo hubiera podido soportar. -Gabriela se llevó una mano al
pecho con una exagerada mueca de alivio.
- Gabriela escucha. -Xenia dejó de caminar y tomó a Gabriela de los hombros mientras la miraba
seriamente. Nunca he estado con una mujer ¿entiendes? sólo con hombres. -Una mueca de asco
cruzó el rostro de Xenia. O sea no he pasado de unos simples besos y bastante pocos si te
interesa saber, hasta hace poco tiempo atrás aún no me daba cuenta o no aceptaba mi sexualidad.
Así que si tú tienes miedo a defraudarme, yo tengo exactamente el mismo temor.
- ¡Xenia! -Una amplia sonrisa nació en el rostro de la chica rubia.
- ¡Oye! no te burles
- No me sonrío porque me esté burlando, es de alegría.
- Qué bien recuerdas mis palabra eh -Xenia también sonrió.
- Y tú las mías.
- ¿No tienes hambre? son más de las 3 de la tarde. -Xenia dijo mirando su reloj.
- Yo siempre tengo hambre, pero al estar contigo se me olvida. -La morena sonrió.
- Vámonos entonces. -Tomó la mano de Gabriela y juntas se dirigieron hacia el automóvil.
- ¿Sabes Xenia? si nunca antes has.. bueno, has dormido con una chica, quiere decir que yo seré
la única en tu vida ya que no pienso dejarte escapar.

La única en mi vida... eso suena lindo...

- ¿Estás asumiendo que tú y yo vamos a...? -Xenia vio los colores subiendo por las mejillas de
Gabriela.
- ¡¡Yo no he dicho nada de eso!! -Gabriela volvió a salir corriendo como una condenada.
- Sí lo dijiste, lo dijiste ¡no me lo niegues! -Xenia le gritaba a corta distancia.
- No no y no.
- Sí, lo dijiste, y lo sabes... -Gabriela se vio atrapada entre los brazos de Xenia, los ojos azules
clavados en los suyos.
- ¿Sabes qué es lo que estoy asumiendo ahora?
- ¿Qué?
- Qué tú vas a agachar tu cabecita y me vas a dar un besito. -Gabriela la estaba mirando con una
sonrisa pícara en su rostro, su nariz se arrugaba tan tiernamente.
- ¿Un besito? ¿ah sí? -Xenia alzó una ceja. Y ¿dónde?
- ¿Dónde quieres tú?
- Ah no, tú estás asumiendo lo del beso, así que tú pides el lugar. -Xenia se cruzó de brazos
mientras esperaba la respuesta.
- Aquí. -Gabriela se apuntó la mejilla con el dedo.
- ¿¿Ahí?? -Xenia la miró con una cómica mueca en el rostro.
- Sí, aquí ¿ves?
- Bueno... -Xenia se encogió de hombros, inclinó la cabeza y acercó sus labios a la mejilla de
Gabriela, quien en ese momento giró la cara y atrapó los labios de la morena en los suyos.
- Gracias... -Gabriela le dedicó una sonrisita, se dio media vuelta y esperó a que Xenia le quitara
el seguro a la puerta.

Cómo puedes ser tan linda...

- ¿Dónde vamos ahora? queremos comer algo ¿verdad? elige, un lugar ¿público o privado?
- Privado. -Gabriela dijo sin meditar la respuesta.
- ¿Mi departamento?
- Tu departamento...

Segunda Parte

- Bienvenida a mi humilde hogar. -Xenia dijo mientras le hacía un gesto a Gabriela invitándola a
ingresar a su departamento.
- ¡Qué lindo! me encanta, Xenia. -Gabriela observaba atentamente cada rincón al que sus ojos
tenían la posibilidad de llegar.
- ¿Te gusta? no es la gran cosa en realidad. -Xenia dijo alzando una ceja.
- Es tu hogar, tuyo, yo no tengo nada. -Decía Gabriela agitando las manos.
- Bueno, en realidad no es mío mío, fue un obsequio de mi queridísimo padre, el viejo tiene
plata, es su forma de limpiarse la conciencia, pero como la señora tiene su hogar con su bien
constituida familia, me lo pasó a mí, en realidad está a mi nombre, pero estoy juntando dinero
para comprárselo, no quiero nada regalado.
- ¿Hace cuánto que no ves a tu padre Xenia? -La morena meditó un momento la respuesta.
- Ya no me acuerdo cuántos años, no sé, no me interesa tener contacto con ese señor. -Xenia dejó
la sala y volvió al minuto con un vaso de coca cola. Se lo extendió a Gabriela.
- Gracias, uy y con tres hielitos ¿recuerdas mis gustos? -La rubia dijo con una sonrisa en el
rostro, sus ojos verdes brillaban de felicidad cuando veía cualquier pequeño detalle de parte de
Xenia.
- Claro que me acuerdo... ¿qué creías? ¿que jamás te prestaba atención o algo así? -La chica más
joven se encogió de hombros. Gabriela mírame t e q u i e r o , todo lo que te guste y todo lo que
me digas es importante para mí... -Gabriela sólo se quedó viendo esos hermosos ojos azules,
mientras no podía borrar la sonrisa de su rostro.
- Yo también te quiero... -Sostuvieron la mirada.
- Bueno, si no nos ponemos en acción ahora mismo, jamás llegaremos a comer.
- ¿Nos ponemos? ¿¿dijiste nos??
- Eso me pareció a mi que dije.
- Y yo que pensé que yo era la invitada, a los invitados se les sirven ¿sabes? a tí te toca cocinar
solita.
- ¿¿¡Dices que yo tendré que hacer todo sola!??
- Exacto, tú sola. -Dijo la chica más joven apuntando a Xenia con un dedo.
- Y ¿qué podría hacer yo para convencerte de que me ayudaras aunque sea un poco? -Xenia le
estaba dedicando la mejor cara de cordero degollado que le era posible mostrar. Gabriela giró los
ojos al techo con su ya conocida mueca meditabunda para Xenia.
- Dejarme entrar en tu habitación y registrar todo lo que yo quiera. -Dijo con una sonrisita pícara.
- Voy a cocinar yo sola. -Xenia se puso seria, se dio media vuelta y se dirigió a la cocina.
- ¡¡Xenia!! ¿tanto te molesta que vean tu cuarto?
- No fue eso lo que dijiste, dijiste registrar todo lo que tú quieras, no sólo mirar alrededor. -Xenia
se asomó desde la cocina elevando una ceja.
- Bueno, ¿me dejas mirar tu habitación? y con eso me conformo ¿¿puedo?? -Xenia pareció
meditárselo un segundo.
- Puedes...

Xenia le hizo un gesto a la chica de ojos verdes para que la siguiera, la morena abrió la puerta y
dejó pasar a Gabriela al interior, ésta casi no pestañeaba mirando todo alrededor. Era una
habitación de tamaño mediano, las paredes pintadas de color azul claro como el resto del
departamento, la cama cubierta con un cobertor negro, una alfombra gris, un televisor, un closet
y un computador.

- ¡¡Tienes computador!! tienes internet ¿verdad?


- No, no tengo - Dijo Xenia encogiéndose de hombros.
- ¿¿¿Qué??? tienes un computador y ¿no tienes internet? entonces ¿¿para qué demonios te
sirve??
- Para nada, me lo gané en una rifa, tengo buena suerte en el juego, ya sabes lo que dicen "buena
suerte en el juego y mala suerte en el amor" así era yo, supongo que a partir de ahora nunca más
volveré a ganarme nada...

Gabriela se la quedó mirando, eran inevitables las caras de amor y de ternura que reflejaban sus
rostros al mirarse.
- Era broma, sí lo uso, pero el internet es sólo para enviar mails importantes y esas cosas, no para
andar por ahí chateando o metiéndome en páginas pornos, así que es de línea telefónica y pago
por lo que navego, "el típico eslogan".
- ¡Hey! yo uso mucho internet y no me ando metiendo a páginas pornos. -Xenia sonrió mientras
veía el dedo de Gabriela agitándose peligrosamente cerca de su rostro.
- Por otro lado, tampoco necesitaba suerte para los juegos, yo me fabrico mi propia suerte, y en
cuanto al amor nunca la tuve y ahí sí que no hay forma de fabricarla, así que esa parte sí era
cierta...

¿Xenia piensa que tiene suerte por mí? espero no defraudarte nunca...

- ¿Y? ¿qué te parece mi habitación?


- No sé... le falta algo, está muy apagada, le faltan colores, algo de brillo.
- No me gustan los colores, a mí me gusta tal y como está. -Dijo Xenia encogiéndose de
hombros.
- A ver, ven para acá. -Gabriela la agarró de una mano y la condujo cerca de la cama.
- ¿Me llevas a la cama? -Dijo la morena con una sonrisita maliciosa en el rostro.
- Algo así. -Respondió Gabriela reproduciendo la misma sonrisa en su rostro.
- Bueno, por mí no hay problemas, pero pensé que habías dicho que...
- Ya cállate, no me quieras tentar y quédate ahí.
- Y ¿para qué mierda me voy a quedar aquí parada como estúpida? -La morena estaba alzando
una ceja, mientras se cruzaba de brazos.
- Bueno Xenia, cada uno se para como quiere o como puede.
- ¡¡Oye!!
- No te muevas, quédate ahí, ahora sí que sí, ¿ves? ahí está lo que le faltaba a tu habitación para
darle brillo, tú...

Xenia se abalanzó sobre Gabriela la tomó de la cintura le dio un pequeño beso y la abrazó fuerte.

- Linda... Pero yo creo que tú le darías más brillo que yo, ven para acá. -La agarró de una mano y
la dirigió a donde estaba ella hace unos segundos.
- Se ve cómoda ¿puedo? -Gabriela presionó la palma de su mano en el colchón.
- Puedes, y si quieres hasta te metes dentro, a mí no me molesta. -Xenia sonreía mientras
observaba a Gabriela tendiéndose sobre la cama.
- Mmm se ve y está cómoda, creo que voy a dormir un ratito, después de todo anoche no pegué
un ojo pensando en tí... -Se puso de lado acurrucándose mientras mantenía los ojos cerrados y
percibía el aroma de Xenia impregnado en el cobertor.
- ¿Estuviste pensando en mí anoche? -Gabriela sintió la voz de Xenia cerca. -Abrió los ojos y la
vio hincada en el suelo a su lado observándola de cerca con la mejilla apoyada sobre sus brazos
cruzados sobre la cama.
- Sí, estuve pensando en tí, en lo que pasó ayer. -Estiró la mano y agarró en ella la de Xenia para
luego volver a cerrar los ojos.
- También yo, en la mañana cuando desperté pensé que había sido un sueño, pero no... -Gabriela
volvió a abrir sus verdes ojos al sentir la mano de Xenia acariciando su mejilla suavemente.
- Ven aquí. -Gabriela hizo el espacio suficiente para que Xenia se acostara a su lado, ésta
obedeció enseguida.
- ¿Te acuerdas cuando dormimos juntas esa noche? -La voz de la morena se oía suave mientras la
miraba tiernamente.
- Claro que me acuerdo, jamás creí que me dejarías meterme en tu cama.
- Pensé que me iba a morir contigo tan cerca...
- Creo que fue ahí cuando ya no pude seguir negándome más lo que sentía por tí, aunque intenté
seguir haciéndome la sorda, tonta...
- Te quiero Gabriela, no sabes lo que me haces sentir... -La mano de Xenia se deslizó por la
espalda de Gabriela mientras que la mano de ésta acariciaba el oscuro cabello de la morena.
- Ni tú sabes lo que me haces sentir a mí... -Sus labios se juntaron, cada vez que se besaban
sentían que se les iba el alma en ello.

La mano de Xenia viajó hacia la cintura de la chica rubia y su cuerpo dio un respingo.

- ¿Qué pasa? ¿tus cosquillas? -Dijo la morena susurrando cerca de la oreja de Gabriela.
- Sí, mis cosquillas, malditas inoportunas.
- Intenta no pensar en ellas...
- Créeme Xenia, no es en ellas en lo que estoy pensando.

Xenia se separó un segundo la miró con una pequeña sonrisa en el rostro, para enseguida volver
a esos labios que le era imposible dejar de besar. Gabriela se giró dejando su espalda descansar
sobre la cama, mientras que los labios de Xenia llegaban a su cuello y sentía húmedos besos en
él. Ya nisiquiera se le pasó por la cabeza la idea de salir escapando, y aunque lo hubiera pensado,
le era imposible sencillamente, ya estaba entregada al momento, y su cabeza había pasado a un
segundo plano.

*******

- Me encanta tu cuello, Gabby... me encantas tú entera... -Decía Xenia entre besos.


- Y a mí me encanta que lo beses Xenia... -La morena sintió las manos de Gabriela acariciando su
espalda. Ouch...
- ¿Qué pasó? ¿te hice daño? -Xenia la miró asustada.
- No te asustes, es sólo que me dolió un poquito.
- Lo siento...
- No mi amor, no pasa nada...
- ¿Me dijiste mi amor? -Xenia miró a esos hermosos ojos verdes observándola con ternura.
- Sí, eso es lo que eres, mi amor... -Xenia sintió que su corazón no le cabía en el pecho.
- Nunca me lo dijeron antes, no con un sentimiento real...
- Pues yo te lo diré todas las veces que quieras, y siempre será con un sentimiento real...
- Gabby... -Xenia se aferró fuertemente al cuerpo de Gabriela acurrucándose a su lado mientras
que apoyaba su cabeza en el estómago de ésta.
- Xenia... -La morena sintió la mano de la chica más joven acariciando su cabellera.
Así se quedaron por quién sabe cuantos minutos.
- Y ¿de quién es este ombliguito tan bonito adornado con un aro? -Xenia alzó sus azules y
sonrientes ojos hacia el rostro de Gabriela.
- Mío. -Gabriela dijo con una sonrisita casi infantil en el rostro.
- ¿¿Tuyo?? y yo que pensé que era mío... -Dijo la morena con una mueca de desilución en el
rostro, mientras apoyaba su mentón en el estómago de Gabriela.
- De las dos, tuyo y mío.
- Ah, así está mejor, a mí ya me había dado penita, ¿puedo besarlo entonces si es mío también?
- No sé, supongo que tendrás que arriesgarte a besarlo. -Vio los risueños ojos de Gabriela
asintiendo.
- Me gustan los riesgos. -Xenia acercó sus labios al estómago de Gabriela y besó su superficie
suavemente, ésta dio un salto mientras intentaba ahogar unas risitas.
- Me haces cosquillas Xenia ¡¡ya!! -Gabriela se reía mientras intentaba zafarse de los brazos de
Xenia. Yo no soy de fierro.
- No, no quiero salirme de aquí, dijiste que era mío también.
- ¡Por favor Xenia, me estás matando!. -La rubia se retorcía mientras reía a carcajadas.
- No quiero matarte, sólo darte besitos, muac muac muac. - Gabriela poco a poco se fue
acostumbrando al contacto hasta conseguir ignorar las cosquillas por completo.
- Me encanta verte así Xenia. -Xenia sintió los dedos de Gabriela enredándose en su cabello.
- ¿Verme dándote besitos en el ombligo dices? -La morena alzó los azules ojos hacia los verdes
que la miraban con cariño.
- No, así de juguetona, relajada, sonriendo.
- Eres tú la que me hace ser así, tú eres la responsable. -Xenia dejó su labor de dar besos y se
acomodó junto a Gabriela mientras la miraba a los ojos y acariciaba suavemente su cintura.
- Te quiero...
- Yo también te quiero, y también a ese ombliguito tuyo. -Dijo la morena pasando suavemente su
dedo pulgar alrededor y por sobre el piercing.
- Nunca me dijiste si en realidad te gusta como se me ve.
- ¿No te lo dije? -Xenia miró a la chica de ojos verdes alzando una ceja mientras echaba hacia
atrás la cabeza. Tienes razón, probablemente si te decía que te quedaba muy sexy podías
asustarte.
- ¿Crees que se me ve sexy? -Gabriela preguntó con un aire de coqueteo.
- No sólo creo que se te ve sexy el piercing, sino que tú completa lo eres. -Gabriela sonrió.
- Yo también creo que tú eres muy sexy, eres preciosa, ¿lo sabes verdad? tu altura, tus ojos, tu
cabello, esa imponencia que tiene tu presencia, me hace querer estar siempre a tu lado, besarte...
tocarte...
- Hazlo entonces... -Sus labios se volvieron a juntar pero en ese momento el estómago de
Gabriela intervino.
- Perdón... -La chica más joven se ruborizó hasta las raíces del pelo.
- ¡Olvidamos el almuerzo! -Dijo la morena sorprendida. Pobre mi niña, y tú muerta de hambre.
-Miró con ternura a Gabriela. Vamos. -Se paró de la cama y le extendió una mano a la chica más
joven.
- Maldito estómago.
- Yo también tengo hambre en realidad ¿qué hora es? -Le echó una mirada al reloj. ¡Son las 6 de
la tarde y tú sin comer nada desde el desayuno!
- En realidad tampoco desayuné nada hoy...
- ¿Cómo que no desayunaste? ¿Gabriela has estado todo el día sin comer? ¿estás loca?
- Es que no pude comer nada en la mañana, tenía el estómago apretado... -Bajo la vista
avergonzada.
- ¿Por qué? -Los ojos de Xenia se suavizaron.
- Por tí...
- Mi niña...
- Y tú, ¿desayunaste mucho? -Xenia meditó la respuesta.
- Sólo un café, supongo que también tenía el estómago apretado. -Gabriela le sonrió tiernamente.
- Linda...
- Tú linda...
- ¡Oye! ¡¿quién es ésa?! -Los ojos de Gabriela se posaron en una pequeña fotografía que había
sobre el velador.
- ¿Quién?
- Ésa. -Dijo la chica rubia con ojos enfadados mientras apuntaba hacia la imagen.
- No es nadie, es sólo una actriz.
- Sí, ya veo que es una actriz, la conozco bastante bien.
- ¿Entonces para qué me lo preguntas?
- Estoy tratando de que me expliques por qué cresta tienes una fotografía de Liv Tyler al lado de
tu cama.
- Porque admiro su trabajo como actriz, entonces me inspira, eso es.
- Primero tú no eres actriz que yo sepa, así que no quiero imaginarme en qué demonios te inspira,
y segundo no te creo nada de nada que admires su trabajo como actriz, mentirosa, embustera. -
Gabriela tenía el ceño fruncido y agitaba el dedo delante del rostro de Xenia sin cesar.
- ¿¿Me estás haciendo una escena de celos por Liv Tyler??
- Nadie ha dicho que son celos. - La chica de ojos verdes le hizo un exagerado desprecio a Xenia.

Qué lindos sus celos...

- A mí me parece que sí ¿ya pasaron? -Xenia sonreía ante la reacción de Gabriela. Vamos es sólo
un autoadhesivo que me dieron cuando fui a ver la película, nisiquiera me acordaba que estaba
ahí, imagínate que ahí se había quedado junto a todos los muebles.
- No, no pasaron, no quiero que mi... o sea que tú tengas fotos de chicas en tu habitación Xenia
¿oíste?
- ¿Mi qué...? -Los ojos de Xenia se suavizaron mientras esperaba la respuesta.
- Mi nada, y no me cambies la conversación Xenia, te exijo que quites la foto de esa fea ahora
mismo ¿estamos?
- ¿¿En realidad crees que es fea??. -Xenia estaba intentando disimular su sonrisa.
- No me provoques Xenia ¿oíste? no me provoques...
- Bueno, yo no me quedo sin foto, o sea no pienso quitar nada.
- ¿Ah no? atente a las consecuencias entonces.
- No, y no me amenaces eh. -Dijo la morena alzando una ceja. Pero, lo que puedo ofrecerte es un
trueque.
- ¿De qué trueque me estás hablando?
- Te cambio esa foto por una tuya ¿qué te parece? -El ceño se deshizo enseguida y se convirtió en
una sonrisa.
- Me parece bien... la próxima vez que nos veamos tendrás mi foto, ahora me llevaré ésta por
adelantado. -Dicho y hecho agarró la foto rápidamente y se la guardó antes que Xenia pudiera
hacer ningún intento por rescatarla
- Bueno... qué se le va a hacer. -Xenia dijo resignada. En realidad no estás celosa de Liv Tyler ¿o
sí?
- ¿Celosa yo? no me hagas reír.
- Bueno entonces asunto arreglado. -Xenia la besó en la frente, la tomó de la mano y la sacó de la
habitación. Vamos a comer algo.
- Xenia si tú vas a tener una foto mía, y créeme que la tendrás sin falta la próxima vez que nos
veamos, yo también quiero una tuya, la que te tomé aún no la he mandado a revelar, apropósito
me debes el que te tome varias más por meterme contigo en la piscina.
- ¿Quieres una foto mía? m está difícil jamás me saco fotos, déjame pensar si tengo alguna por
ahí y te la paso ¿ya?
- Ya, pero no creas que lo voy a olvidar eh, yo no salgo de este departamente sin una foto tuya.
- Te la daré, te la daré.
- ¿Crees que Liv Tyler es más linda que yo? -Preguntó Gabriela con el tono más casual que fue
capaz de reproducir su voz.
- No sólo no creo que ella sea más linda que tú, sino que creo que nadie es más linda que tú. -Se
quedaron viendo.
- ¿Me lo prometes? -Gabriela la estaba mirando con sus acostumbradas caritas de ternura.
- Con todo mi corazón....

*******

- ¿Lista? -Xenia asomó la cabeza desde la cocina.


- Lista. -Gabriela estaba sentada erguida en una silla frente a la mesa.
- Sólo son tallarines, algo simple y rápido, espero que te gusten.
- ¡Me encantan las pastas! los tallarines son mis favoritos, trae Xenia, trae ¿te ayudo?
- ¡No! tú eres la invitada, yo te sirvo.
- Pero quedamos en que si veía tu habitación te ayudaría, y nisiquiera me dejaste cocinar, por lo
menos déjame ayudarte a traer los platos.
- Es cierto, pero salí ganando yo al dejarte ver mi habitación. -Xenia se volvió a perder dentro de
la cocina, mientras Gabriela sonreía ante esta última frase.

No puedo creer que sea tan tierna, siempre supe que lo era en el fondo, pero no tanto...

- Ahí tienes ¿ves qué facil? ah olvidé el vino ¿quieres verdad? -Xenia la miraba con cara de
pregunta.
- No me gusta mucho el alcohol, pero creo que ésta es una ocasión más que especial ¿cierto?
- Cierto... -Xenia le dio un pequeño beso en los labios y se volvió a perder por la puerta de la
cocina, para volver a los pocos segundos con una botella de vino tinto y dos copas.
- ¡Qué rico! Xenia, o sea probé varias veces tu comida, pero nunca te quedó tan rico antes ¿por
qué? -Gabriela se saboreaba mientras atacaba los tallarines con su tenedor.
- Una porque no me interesaba cocinar para toda esa gente, y otra porque antes no era feliz.
- Y ¿ahora lo eres? -Gabriela la miraba atentamente.
- Como nunca antes. -Contestó mirándola profundamente.
- No puedo creer lo tierna que eres Xenia, me encanta, eres tan dulce...
- No lo soy tanto, sólo contigo. -Gabriela vio un pequeño rubor subiendo por las mejillas de
chica de ojos azules.
- Como quieras.
- ¿Te sirvo? -Gabriela asintió y Xenia llenó su copa de vino.
- Brindemos Xenia.
- ¿Por qué?
- Por nosotras, por todo lo lindo que estamos viviendo.
- Salud por nosotras entonces...
- Por nuestro amor...
- Por nuestro amor... -Las copas chocaron entre sí, y ambas le dieron un gran sorbo a su vino.
- Está bueno.
- A ver ¿qué estás haciendo? -Dijo la morena alzando una ceja.
- Comiendo ¿qué más?
- Gabriela así no se comen los tallarines, bueno es cosa tuya en realidad.
- ¿¿Ah no?? ¿Y cómo entonces? -La rubia le hablaba con la boca llena.
- Así mira, agarras dos o tres fideos con un diente del tenedor entonces los llevas al borde del
plato y los enrollas ¿ves qué sencillo? -Xenia hacía la maniobra lentamente.
- Pero así jamás terminaré de comer y tengo hambre. -Dijo Gabriela intentando enrollar los
tallarines en el tenedor.
- Mira es fácil, a ver. -Xenia se paró de su silla y se puso detrás de Gabriela mientras tomaba la
mano de la chica más joven en la suya. Eso, agarramos dos tallarines, los llevamos aquí y los
enrollamos, ¿ves?
- Ya, parece que ya entendí, a ver si me sale a mi solita. -En ese momento una musica llegó a los
oídos de ambas.
- ¿Qué es eso? -Dijo Xenia alzando una ceja.
- Mi celular, tiene la musiquita de los Red Hot. -Dijo Gabriela con una sonrisa. Espera, ¿dónde lo
dejé? -Dijo mirando para todos lados.
- Sí, me sonaba bastante. Allá, mira, allá está. -Xenia le indicó con la mano.
- Ah sí, te tengo. ¿Qué número es éste? no lo conozco, a ver... ¿Aló?
Xenia la observaba con el celular en la oreja prestando atención a lo que le decían, se veía tan
hermosa como se veía haciendo cualquier cosa.
- ¿Qué quieres? estoy ocupada ___________ no _________dije que no -Gabriela le dio una
pequeña mirada a Xenia y vio que ésta la estaba observando atentamente, se alejó un poco.
Luego __________ no sé ___________ no sé dije ________ chao.
-¿Quién era?
- Un... amigo. -Dijo sentándose nuevamente frente a su plato sin darle la cara a la morena.
- Parece que están un poco peleados.
- No, son ideas tuyas.
- A ver, ¿por qué no te estoy creyendo eso? -Estaba sintiendo los ojos de Xenia clavados en su
rostro, denuevo tuvo la sensación de que la chica era capaz de leer su mente.
- Era Pablo. -Dijo Gabriela sin mirar a Xenia.
- ¿¡Aún te llama ese imbécil!? ¿Qué mierda quería?
- Nada Xenia, sólo saludarme.
- ¿Saludarte? a mi no me pareció eso. -Gabriela levantó por fin la mirada y vio los ojos furiosos
de Xenia.
- Xenia... yo le digo que no me llame, pero insiste, se va a aburrir tarde o temprano de que yo le
de las cortadas, tranquila... -Gabriela posó su mano sobre la de la morena.
- Lo siento... se me pasó la mano, no tengo ningún derecho, es que... o sea...
- Está bien Xenia, tienes derecho a saber quien me llama o quien me deja de llamar, sobretodo si
es alguien con quien yo he...
- No lo digas mejor...
- Bueno, pero debes saber que yo jamás haría nada a tus espaldas ¿confías en mí?
- Sí, confío, es sólo que me da rabia...
- Xenia, yo estoy contigo ahora, y planeo seguir estándolo, no nos hagamos mala sangre por un
imbécil que no significa nada para mí, yo te amo a tí, es contigo con quien quiero estar... -Xenia
la miró con los ojos llenos de emoción.

Qué linda poniénse celosa...

- Lo sé, eres la persona más honesta que he conocido en toda mi vida, olvidémonos de esto y
sigamos comiendo mejor.
- Sí.
- Bueno, ya estamos a mano tú celosa de la actriz ésa y yo de ese maldito hijodeputa. -Su puño se
tensó.
- Definitivamente eres más hermosa que él Xenia, por si te interesa saberlo. -Vio a la morena
sonriendo.

Nunca podría engañarte Xenia, eres lo mejor que me ha pasado en la vida...

*******

- ¿Por qué te tienes que ir tan temprano? -Xenia le decía a Gabriela con cara de desilución
mientras le acariciaba una mano.
- Porque mañana me toca trabajar, dejé botada a mi tía por más de un mes, lo siento...
- En realidad yo igual tengo que hacer unas cosas mañana.
- ¿Qué cosas? oye y ¿qué pasó con tu local?
- Lo devolví, porque ya que me iba a ir. -Gabriela bajó la cabeza. Tengo que buscarme otro
ahora, aunque estoy harta de andar marcando gente en realidad. -Gabriela sonrió. Me voy a
buscar otro trabajo, me aburro haciendo lo mismo siempre, eso sólo lo he hecho porque se me
dio la oportunidad.
- Pero una no puede andar tomando cualquier oportunidad que se le ofrece tampoco, yo soy más
por la opción de hacer lo que a una le gusta solamente.
- Ya sabes que yo soy más práctica, de todas formas tengo mis ahorros, la plata del pasaje que no
usé. -Gabriela sonrió. Yo no gasto mucho. Además hago traducciones de vez en cuando, una que
otra clase de inglés particular, y me llaman bastante de agencias para hacer de intérprete, en fin.
- ¿¿Hablas inglés?? -Dijo Gabriela sorprendida.
- Yes i do.
- ¿Por qué no me lo habías dicho?
- Porque me ibas hacer hablar y lo odio.
- ¿Lo odias? debes estar bromeando, yo apenas se eso de "that is the window" "this is the pencil"
- Xenia sonrió. - Gracias a dios que existe internet y ahí se encuentra una con las canciones
traducidas ¿dónde aprendiste?
- Mi queridísima madre me metió a un colegio inglés, lleno de cuicos, pensó que si tenía una
buena educación reemplazaría en parte sus reiteradas ausencias, aunque jamás me tomó ni un
cuaderno. -Xenia se encogió de hombros. Le sacó hasta el alma al viejo ése mientras pudo, a mí
nunca me faltó nada material, en fin una cosa por otra. -Xenia se quedó pensando un momento
como remembrando algo. Qué mal lo pasé en esa mierda de colegio, y bueno obligada a
aprender, después de todo para algo sirvió.
- ¿Existe la posibilidad que alguna vez sepa todo de tí? ya que a cada rato me sales con cosas
nuevas, que si hablas inglés, que si te gusta dibujar, que si te gusta la... -Una mueca de desagrado
cruzó las facciones de Gabriela- ...Liv Tyler, que cocinas ricos los tallarines, que eres una
persona increíblemente tierna.... y que....
- ¿Y qué...?
- Besas muy bien....
- ¿Lo hago?
- Lo haces... -Se besaron.
- ¿No cambiaste de opinión?
- Todo lo contrario.
- Me alegro.
- ¿Me vas a traducir muchas canciones? -Xenia giró los ojos.
- Todas las que quieras.
- Y ¿me dirías algo en inglés?. -Gabriela dijo con ojos suplicantes.
- What do you want me to say?
- ¿¡Qué!?
- Que ¿qué quieres que diga?.
- No sé, lo que tú quieras, algo lindo...

Xenia se acercó al oído de Gabriela y susurró en él

- You are the best thing that ever happened to me.


- ¿¡Qué!? No entendí nada pero sonó precioso uyyy me encanta oírte hablar inglés Xenia ¿qué
significa? - Gabriela la miraba con cara de pregunta mientras que sus ojitos brillaban de
entusiasmo.
- Averígualo por tí misma.
- Escríbemelo.
- Espera por aquí tengo una hoja. Toma. -Xenia le extendió un pequeño papel luego de escribir
en él la frase.
- Tú eres o estás... -Gabriela alzó sus ojos sin entender. Esto me recuerda a nuestro método de
conversación ultrasecreto, cuando leí el papel que me dejaste ese día cuando te fuiste casi me
morí con lo que me hiciste sentir, mi corazón bum bum bum. -Los ojos verdes de Gabriela
brillaron emocionados, mientras la chica se tocaba el pecho. -Xenia sonrió con ternura.
- No lo leas ahora, busca su significado en tu casa ¿ya?
- Lo haré, ya me voy entonces.
- Querrás decir que ya nos vamos, porque yo te voy a ir a dejar.
- No es necesario Xenia, no me demoro nada en llegar a mi casa, tomo una micro y ya.
- Absolutamente no, nos vamos las dos, fin de la discusión.
- Ok, vamos entonces. -Gabriela sonrió mientras tomaba la mano de Xenia y ambas se dirigían
hacia la puerta.
- Espera, ven aquí, una vez allá afuera no podré tocarte. -Gabriela se volteó y se abrazó a Xenia,
mientras se ponía en puntas de pies para llegar hasta sus labios.
- ¿De qué te estás sonriendo?
- Te ves tierna alzándote así en la punta de tus pies.
- ¡Hey! no te burles de mí por ser baja.
- No me burlo de tí por eso, es sólo que te ves tierna, en realidad siempre te ves tierna. -Xenia
inclinó nuevamente su cabeza y buscó los labios de Gabriela una vez más, quien dejó de
rezongar al instante.

Tierna más que tierna

*******

- ¿Te veré mañana? -Los ojos azules de Xenia esperaban la respuesta expectantes y casi
suplicantes.
- En la hora de almuerzo tengo libre y después de las 8.
- ¿En la noche entonces? te voy a estar llamando durante el día ¿sí?
- Ok, estaré esperando tu llamado, se me pasó el día volando, ojalá no se hubiera acabado
nunca...
- Lo mismo digo. -Xenia sacó la cabeza por la ventanilla del auto, pero recordó que no podían
hacer nada en público. Te quiero, no lo olvides...
- Te quiero... llámame, cuídate, piensa en mí.
- Pienso en tí cada segundo... un beso, que duermas bien. -Apenas se rozaron sus manos antes
que Gabriela desapareciera por el interior de su casa, Xenia partió en su auto, mientras una
angustia iba creciendo en su interior.

Gabriela cerró la puerta de su casa y se quedó por algunos minutos apoyada en ella, mientras la
sonrisa no desaparecía de su rostro.

- ¿Qué haces ahí parada sonriendo como gil? -La voz de su hermana llegó a sus oídos.
- Nada hermanita, sólo mirando un rato el techo, le falta un poco de pintura ¿ves? -Tomó a
Catalina de un hombro mientras ésta intentaba encontrar dónde demonios le hacía falta la
pintura.
- ¿¿¡Qué es eso!??
- ¿Qué es qué? -Gabriela se sobresaltó ante el grito de su hermana.
- Eso que tienes ahí, no me digas que también te hace falta pintura a tí, porque que yo sepa la piel
no anda cambiando de colores así como así en ciertos sectores.
- ¿Qué tengo? -Catalina agarró a Gabriela de un brazo y la dirigió hacia el primer espejo en el
que se pudiera mirar.
- ¡Eso! eso tienes. -La adolescente agarró la cara de Gabriela bruscamente la giró un poco hacia
la derecha, tiró el rubio cabello hacia un lado y le mostró una mancha de color violeta en la
blanca piel de su cuello.
- Ay dios mío. -Gabriela se ruborizó al instante.
- Ay dios mío, sí, algo así debes haber dicho cuando te lo hicieron. -Una sonrisa burlona
adornaba el rostro de su hermana menor.
- ¿Qué pasa? -Gabriela y Catalina se sobresaltaron al oír la voz de su padre detrás de ellas.
- ¡Nada! -Dijeron ambas al unísono, mientras que Gabriela se llevaba disimuladamente la mano
al cuello como si se estuviera rascando.
- Ah son ustedes, Gabriela ¿cómo estaba tu amiga?
- ¿Mi amiga? ah sí, bien, muy bien, sí, perfectamente bien, lo pasamos muy bien.
- No te imaginas cuanto... -Dijo Catalina entre dientes, enseguida recibió un codazo de Gabriela.
- Bueno yo ya me voy a dormir, ¿no le van a dar las buenas noches a su madre?
- No, a menos que sea daltónica y no vea los tonos violetas. -Gabriela le dio una mirada asesina a
Catalina.
- ¿Qué dices mijita?
- Nada papito que yo sí voy a darle las buenas noches a mamá, pero mi hermanita aquí presente
la pobre está tan cansada después de su ajetreado día, que ya ve la cama. La ha visto todo el día.
-Murmuró la última frase. Recibió otro codazo.
- Bueno, hasta mañana entonces cariño. -El señor un hombre de mediana edad, con un gran
parecido físico a Catalina, se acercó a Gabriela le dio un cariñoso abrazo y la besó en la frente.
- Hasta mañana. -Gabriela salió corriendo hacia su habitación.

¡¡Xenia!! y ahora cómo cresta me tapo esto.

Gabriela comenzó a darse mil vueltas mientras buscaba algo con qué cubrirse la mancha violeta
que estaba acentuada en su cuello. Agarró un frasquito de base de maquillaje, pero sólo
conseguía resaltarla aún más. Intentó ponerse un parche curita, pero iba a ser peor ya que alguien
podía preguntarle qué le había pasado. Tomó un pañuelo y se lo puso, era o morirse del calor o
lucirlo con todo orgullo, se decidió por la primera opción.

- Ahora niégamelo a ver, niégalo niégalo. -Catalina entro de improviso mientras lucía una amplia
sonrisa.
- ¡Catalina! por la cresta hasta cuando llegas y entras ¡fuera! -Gabriela dijo enojada mientras se
ajustaba el pañuelo cuidando de que su hermana no volviera a ver la mancha.
- Me iré una vez que admitas que estuviste con Xenia y que ella hizo eso ahí. -La adolescente le
indicó con un dedo hacia el cuello.
- ¿Por qué insistes en eso? -Gabriela encendió el computador.
- Porque lo sé, porque soy tu hermana y te conozco, te vi Gabriela, te vi por la tele como la
mirabas, como ella te miraba a tí, como estuviste toda esa semana después de volver. Mira, los
otros podrán tener aún sus dudas, pero yo no. -Gabriela dirigió sus verdes ojos hacia los de su
hermana y la vio seria como pocas veces la había visto antes.
- Y si yo te dijera que sí es cierto, y no quiere decir que esté confirmando nada ¿qué dirías?
- Que si tú eres feliz yo soy feliz por tí. Mira, yo sé que para tí soy sólo una pendeja molestosa, y
lo admito, o sea, ya sé que te saco tu ropa sin permiso, que soy metiche, que entro sin golpear,
pero algo que aprendí de tí fue a tener ideas propias, y no te voy a juzgar porque estés enamorada
de otra chica, todo lo contrario. Bueno ahora me voy. -Catalina hizo ademán de salir por la
puerta.
- Espera Cata.
- ¿Sí?
- Es verdad. -Gabriela bajó la mirada, casi arrepintiéndose de haberlo dicho.
- Viste que no era tan difícil admitirlo hermanita, entonces ¿eres...?
- No sé si soy o no soy, no me interesa analizar mi sexualidad, lo único que me importa es que yo
quiero a Xenia y ella me quiere a mí, que me siento bien con ella, me hace sentir cosas que nunca
sentí con otra persona ¿entiendes? y no es algo solamente físico, es algo interior, ella me llena el
alma...
- Hermanita... tan profunda ella. -Dijo Catalina sonriendo. Ven pa' acá pava. -La agarró y la
apretujó fuerte.
- Ay ya Catalina, no seas tan brusca, ¿cómo cresta es que tienes tanta fuerza? mocosa pesada.
- Debe ser que has de estar muy cansada después del diíta que pasaste hoy. -Gabriela vio a su
hermana menor sonriendo ampliamente.
- Suficiente, córtala con eso, no pasó nada.
- Tanto como nada, no, porque si no, no tendrías que estar usando ese pañuelo en tu pescuecito.
- ¡Ya! antipática, no más que esto quiero decir.
- Bueno ya, me vas a tener que presentar a la Xenia ¿oíste? es medio famosa y todo.
- Si le pides un autógrafo es capaz de agarrarte del cuello ¿sabes? -Gabriela comenzó a sonreír
visiblemente más relajada.
- Qué autógrafo ni qué ocho cuartos, lo que quiero saber es si tiene algún hermanito que me
presente, o sea así alto, moreno y de ojos azules.
- ¡Cata!
- ¿Qué? -Dijo la adolescente encogiéndose de hombros.
- Si alguna vez sucediera la remota posibilidad de que tú y Xenia estuvieran en un mismo
espacio físico, te prohibo, y escúchame bien, te prohibo que le preguntes si tiene un hermano
¿oíste? -Gabriela agitaba un dedo cerca del rostro de Catalina mientras la miraba severamente.
- ¿Y qué tanto? ¿qué es lo tan terrible?
- Nada, sólo te advierto eso Catalina, promete que jamás le vas a preguntar eso.
- Lo prometo, lo prometo, ya qué colorienta. -La chica más joven decía mientras miraba a su
hermana mayor con cara de no entender nada. ¿¿Y?? -Una sonrisa pícara comenzó a formarse en
su rostro mientras subía y bajaba ambas cejas.
- ¿Y qué? -Gabriela comenzó a sonreir ante el cómico gesto de su hermana.
- ¿Cómo da los besitos la Xenia? ¿es así como medio agresiva como cuando le daba la furia y
agarraba del cuello al Andrés? o ¿es más tierna cuando están las dos solitas?
- En realidad... -Gabriela comenzó a recordar los momentos pasados con Xenia mientras que una
sonrisa se formaba en sus labios- ...ella es así como.... -de repente se dio cuenta de lo que estaba
haciendo. Y ¿que cresta tengo que decirte nada a tí? mocosa metiche, ya ándate que quiero
dormir, ya te dije demasiado. -Gabriela agarró a su hermana de un brazo y la dirigió hacia la
puerta.
- Pero Gabby, hermanita de mi corazón y de mi alma, no me dejes con la duda, anda no seas
malita, tan bien que íbamos. -Catalina le decía con ojos suplicantes.
- ¡No! y ya vete, lo digo en serio.
- Sólo quiero saber si es que Xenia besa bien o mal, voy a dar por hecho de que besa mal ya que
no me dices. Además si no fuera por mí no la habrías conocido nunca, piénsalo, si yo no te
hubiera retado a que te metieras al reality, nada de Xenia ¿ves? malagradecida -Se encogió de
hombros y se dispuso a salir por la puerta.
- ¡¡Bien!! ¿ok? besa increíblemente bien ¿estás contenta? -Empujó a la jovencita fuera de su
habitación y cerró la puerta en sus narices.
- Gracias. -Oyó las risitas de su hermana al otro lado de la puerta. Hasta mañana hermanita, te
estás ablandando.

Gabriela se sentó frente al computador, mientras sonreía y negaba con la cabeza. Buscó el papel
en que Xenia había escrito la frase en inglés, la puso sobre el escritorio y abrió la página de un
traductor, tipeó las palabras, le dio al botón de traducir y enseguida obtuvo el significado.

"Tú eres lo mejor que me sucedió jamás"

*******

Xenia aparcó su automóvil en el estacionamiento del supermercado. Cerró la puerta y salió de su


auto extraordinariamente con una sonrisa en el rostro. Nunca había sido una fanática de ir de
compras de ningún tipo, pero esta vez era diferente, todo era distinto ahora que tenía alguien a su
lado, alguien a quien amar y quien la amara también. Se armó con un carrito, miró la hora en su
muñeca marcaba las 9 pm en punto, aún le quedaba algo de tiempo antes de que cerraran. Se
dirigió con su acostumbrado paso firme y seguro hacia el interior del supermercado apesar de
estar agotada, las luces encandilaron un poco sus ojos, y la hicieron despabilar, ahogó un bostezo
con su mano.

¿Qué es lo que dice Gabriela que pasa cuando uno bosteza? ah sí, que una se traga un demonio,
mi niña... ahora voy a tener que estornudar para expulsarlos, qué libros leerá me pregunto yo...

Comenzó a recorrer los pasillos, había una cantidad de gente considerable, pero sin llegar a ser
una multitud, lo cual Xenia agradeció. Llegó al sector de los lácteos, dejó caer en el carro cuanto
necesitaba, se freno frente a los yogures.

¿Le gustan los yogures me dijo? no, fue que se los come de pura maña y que siempre los deja a
la mitad.

Se acercó a las frutas, sacó uva, duraznos, una sandía. De pronto alguien le habló.

- Tú eres la de la tele ¿verdad? te llamas Xenia, ¿me podrías dar tu autógrafo?. -Xenia bajó la
vista y un niño de unos 12 años la estaba observando atentamente mientras le extendía un papel y
una lapicera con una sonrisa pintada en el rostro.
- No niño, me estás confundiendo, yo no soy ésa.
- Perdón, ahora que te miro bien tienes razón, tú estás demasiado sonriente para ser ella, chao.
-Miró al niño alejarse y su sonrisa se ensanchó aún más.

Con que ¿demasiado sonriente? ¿la gente pidiéndome autógrafos? esto es ridículo, Gabriela se
va a reír cuando le cuente...

Algunos minutos más tarde, luego de haber llenado su carrito de bebidas, paquetes de arroz,
shampoos etc. lo justo y necesario que necesitaba, y haber recibido la mirada curiosa de varias
personas, su paciencia comenzó a llegar a un límite. Intentaba dar con el pasillo de las golosinas,
pero no lo encontraba ya que no tenía la costumbre de visitarlo.

Aquí estás, a ver veamos, pingüinos ¿dónde hay pingüinos? allá los veo.

Se acercó y lanzó varios paquetes de color azul a su carro, mientras sonreía recordando el gusto
de Gabriela por ellos, también uno que otro paquete de galletas, y chocolates.

Listo.

Se dirigió hacia las cajas y vio a alguien observándola insistentemente.

- ¿Qué mierda miras?


- A tí ¿por qué? -Un muchacho de unos 18 años no le quitaba los ojos de encima.
- Porque me molesta. -Dijo Xenia entrecerrando peligrosamente los párpados.
- Ya no te vayas a alterar, no me gustaría que te diera uno de tus ataques de furia conmigo.
- Entonces deja de mirar y piérdete.
- ¿Sabes? aún no me decido, o sea marimacho no eres porque no tienes esas actitudes, ya sabes.
-El chico hizo gestos toscos con sus manos y piernas.

Xenia intentaba ignorarlo.

- Por mí te puedes ir a la mierda con tus indecisiones, a mí no me interesan.


- Entonces dime tú ¿se te quema o no el arroz?

Hijodeputa

- Vamos Xenia, no te cuesta nada sacarme de esta duda que me está matando, eres o no eres, es
sencillo, sólo dime sí o no, y de paso me dices si ya te comiste a la Gabriela.

Hasta ahí llegó su paciencia se volteó con los ojos enfurecidos, agarró al muchacho del cuello de
la camisa mientras lo asesinaba con la mirada.

- Estoy tranquilamente intentando comprar algo aquí ¿ves? ¿podrías tener la maldita amabilidad
de dejarme en paz si no quieres que te rompa ahora mismo tu estúpida cara y la deje peor de lo
que ya está? -El chico la miró asustado y salió corriendo del lugar, mientras miraba hacia atrás.
Así me gusta, nada mejor como una subida de adrenalina -Pensó sacudiéndose las manos. Claro
que esto no se lo vamos a contar a ella... veamos ¿qué me faltaba? nada, creo que ya está todo.

- ¡Te veía siempre en la tele!. -Escuchaba que le decían por ahí. ¡Me encantan tus ojos! -Oía
desde otro lado. ¡Dile a Gabby que la amo! -Le llegaba desde otro sector.

Sacó su dinero para pagar, el cajero un hombre joven no le quitaba los ojos de encima mientras
pasaba uno por uno todos los productos.

- Señorita, mi hijo es fanático suyo y...


- No le voy a firmar ningún autógrafo, así que olvídelo. -Dijo Xenia seriamente.
- Está bien, supongo que sólo estará feliz con que le cuente que la vi. -Xenia quien ya había
perdido todo rastro de sonrisa en su rostro hizo esfuerzos sobre humanos para sonreírle un poco
al hombre que al menos había sido el más educado de todos.

Llegó con una gran mueca de fastidio en el rostro hacia el lugar donde había dejado su auto. Se
dispuso a abrir la puerta pero sintió una presencia a su lado, se volteó rápidamente y ahí se
encontró con una joven observándola atentamente. Xenia miró sus manos y estaban temblando
tanto que temió que le estuviera dando un ataque.

- ¿Estás bien? -Le dijo alzando una ceja.


- Ssssí, nnnno, sisiiii.
- ¿Sí o no? -Su voz reflejando la poca paciencia que le quedaba.
- ¡Sí! hola... yo me llamo, yo soy... -La mandíbula de Xenia comenzó a apretarse. - Cristina... y te
quería decir que....
- Escucha no tengo tiempo, si me vas a decir algo, dilo ya.
- Que gracias por todo lo que hiciste por mí, gracias a tí ahora soy capaz de aceptar mi
sexualidad sin sentirme culpable por ello, gracias a tí y a Gabriela aprendí que no es algo malo
sino que muy lindo.

Xenia se quedó mirándola intentando decidir si había oído bien o mal, definitivamente no era un
insulto lo que estaba recibiendo, así que no correspondían golpes ni miradas asesinas en este
caso.

- De nada, creo... -La chica la miraba sonriendo tontamente mientras prácticamente babeaba.
- Toma esto, es mi nombre y mi número de teléfono por si alguna vez quieres... o sea si alguna
vez necesitas... tú sabes... -Le extendió un papel a Xenia. Ésta no sabía si recibirlo o no.
- Sabes que no te voy a llamar ¿o no?
- Lo sé, sólo seré feliz con que lo recibas. -Xenia la miró un segundo mientras la chica se ponía
más y más nerviosa, finalmente accedió a recibirlo. Gracias. -La joven se alejó y cada un
segundo se volteaba a mirar a Xenia.

¿Qué mierda fue eso?

Finalmente Xenia logró ingresar a su automóvil después de lanzar las bolsas en el asiento trasero.
Cerró la puerta con fuerza se dispuso a partir y antes de hacerlo oyó que le gritaban desde lejos.

- ¡¡Te amo Xenia!! eres la mejor. -La chica le dijo esto y salió corriendo como una condenada
mientras se reía y gritaba estúpidamente.

Ésta sí que está loca, ¿le cuento o no a Gabriela?

*******

Gabriela ingresó a su habitación con su pijama rojo mientras se cepillaba los dientes, le echó una
mirada a su celular, no tenía mensajes ni llamadas perdidas. Una gesto de desilución cruzó por su
rostro. Volvió a entrar al baño y salió sin su cepillo de dientes. Se sentó frente al computador que
aún estaba encendido. Volvió a leer la traducción de la frase que Xenia le había dicho en inglés,
sonrió, ya se había habituado a esa sensación de mariposas en el estómago, de sentir que se le
apretaba y que apenas podía respirar cuando estaba con Xenia o cuando se encontraba con
cualquier cosa relacionada con ella.

Escribió la contraseña de su correo electrónico, se paró de la silla mientras la página terminaba


de cargar, y encendió el equipo de música, buscó entre sus cds pero no se decidía por ninguno,
finalmente buscó alguna emisora radial y la dejó en la primera que sintonizó. Volvió a su lugar
frente al monitor y sus verdes ojos se pasearon por la bandeja de entrada. Tenía 5 mensajes sin
leer, 3 de propaganda y dos de personas conocidas. Abrió el primero, era un mensaje de una
amiga suya a quien no veía hace más de un mes, entre otras cosas le preguntaba lo que todos
estaban empeñados en indagar últimamente, aunque por algún motivo siempre terminaban
planteándole la pregunta en negativo, como si en realidad no esperaran que pudiera ser cierto.

Cresta... hasta cuándo, sería más sencillo si se los gritara a todos y ya, mm me pregunto si a
Xenia le estará pasando lo mismo, no hablamos de eso hoy...

Respondió el mail, intentando no contestar nada concretamente. Le dolía tener la obligación de


decir que no a algo que era cierto, pero era difícil, incluso tuvo la tentación de dejarlo entrever
sin decirlo en realidad, para que así sacaran las conclusiones que quisieran y dejaran de molestar,
después de todo, eso era lo que habían hecho todo este tiempo.

¿En realidad tanto se nos notaba...?

Abrió el segundo mail, ya sabía de quién era y no tenía ni el más mínimo deseo de saber qué
tenía que decirle aquella persona, pero qué se le iba a hacer, nunca se sabe cuando puede ser algo
importante, como que se fuera del país o por lo menos se mudara de ciudad a una bien lejana,
Chilito es angosto pero bastante largo.

Pablo, lo nuestro ya se terminó, ahora tengo pareja, espero que no me busques más.
Gabriela.

Acercó el cursor al botón de envío, pero se retuvo a la mitad. Qué pasaría si él insistía en saber
quién era esa persona a quien ella se había referido en el mail, qué pasaría si llamaba a su casa y
preguntaba con quién estaba saliendo y finalmente sus padres volvieran con el interrogatorio y
sus intentos de prohibirle cosas. No quería tener que dar explicaciones, no quería tener que negar
a Xenia, no quería tener que intentar que la gente viera algo que jamás podrían ver en realidad si
no lo estaban sintiendo en sus corazones. Borró el mail y optó por no contestarle nada, como le
había dicho antes a Xenia, tarde o temprano el chico se iba a aburrir y no volvería a molestar.

Se dispuso a cerrar su correo electrónico e irse a dormir, mientras que esperaba al aviso de
apagar, echó su cabeza hacia atrás, escucho la melodía que llegaba a sus oídos, era una canción
romántica que inmediatamente le recordo a Xenia. Era inevitable, cualquier cosa le recordaba a
ella, incluso las cosas que nada tenían que ver con la chica. Si veía algo azul, sus ojos
instantáneamente se le venían a la mente, si veía algo negro, su cabello, cualquier frase le
recordaba las conversaciones que habían tenido, era algo obsesivo.

Observó la fotografía que había conseguido ese día, Xenia tan seria como cuando recién la había
conocido, sin embargo era una foto hermosa, ella no estaba mirando a la cámara, parecía como si
nisiquiera se hubiera percatado que la habían fotografiado, sus ojos azules entrecerrados
protegiéndose de los rayos solares que claramente se veían cayendo sobre su rostro. Gabriela se
preguntó quién le había tomado esa fotografía, sintió rabia, celos de no haber sido ella quien lo
hubiera hecho, celos de no haber estado presente en su vida en ese momento, de no haber estado
desde el comienzo de sus días con esa persona que ahora era más importante que el mismo aire
que respiraba, sin exagerar, porque sólo una hora de estar separada de ella ya le parecía un siglo,
60 minutos apenas de no ver esos ojos observándola y ya sentía que le costaba respirar. ¿Por qué
le había llevado 19 largos años encontrarla?

Besó la fotografía, la miró por un minuto entero, por dos, quién sabe por cuantos... la guardó con
cuidado dentro de un libro, lamentablemente no podía dejarla a la vista de los entrometidos que
llegarían preguntando. Apagó la luz e intentó atraer el sueño, pero no lo conseguía, las imágenes
del día pasado con Xenia se sucedían una y otra vez, con la misma fuerza que la noche anterior.
Encendió nuevamente la luz, abrió el libro y volvió a observar la foto.

Ya Gabby, déjate de andar en las nubes ¿qué pensaría Xenia si supiera en realidad todo lo que
pienso en ella...? ¿Pensará ella en mí?

En ese momento su celular sonó. Lo tomó con su ya acostumbrado sobresalto, no por la sorpresa
del sonido, sino por la posibilidad de que fuera algo de Xenia. Y efectivamente lo era.
"Pase x el supr,t vas a reir cuand t cuent,ya voy llgand a casa,q durmas bien,1 bso en tu
ombliguito, TQ..."

Gabriela sonrió.

En realidad piensa en mí...


*******

Extendió su mano y le subió el volumen a la radio mientras se ponía a cantar primero despacio
para luego hacerlo a todo pulmón.

¿Qué mierda me ha dado ultimamente con pasármela cantando?

Subió la ventanilla del auto, la noche comenzaba a ponerse algo más fría, le fue inevitable pensar
en lo mucho más cálida que estaría con Gabriela a su lado, pero qué se le iba a hacer, ambas
tenían vidas por separado y no podían estar todo el tiempo juntas, por más que a Xenia le gustara
esa idea.

¿Ya se habrá dormido?

Llegó a la curva donde el taxi se le había atravesado aquel día, estaba cerca ya del edificio, se
sonrió al recordar aquellos momentos una vez más, nisiquiera se acordó de su auto, simplemente
lo dejó ahí tirado y si no le habían sacado una multa real era simplemente porque el policía
estaba fascinado de haber sido parte del encuentro de ambas.

¿Y si va con el cuento a los medios? Yo voy con el cuento de que él andaba juntando parejas del
mismo sexo usando el "nombre de la ley", ja no se va a atrever.

Salió de su auto y se dirigió con las manos cargadas hacia la entrada del edificio, de pronto sonó
su celular, rápidamente dejó las bolsas en el suelo, y se dispuso a leer el mensaje de texto.

"Me muero x sabr q paso en el super. Ya se q signfc tu frase...me stoy snriend...ya t


extraño...TQ..."

Xenia sonrió mientras regresaba el teléfono a su bolsillo, pero en ese momento sonó nuevamente.
Volvió a leer en él.

"¡Me djast 1 huella en el cuell!advna q..t prohib volvr ahi...bueno en realidd no t prohib, solo tn
+ cuidad... :p "

Mierda ¡¿¿le hice un chupón??! ahora ¿qué va a pensar?

Su rostro se sonrojó levemente.

Que me encanta su cuello, eso va a pensar.

- Xenia... Xenia... Xenia... tan linda como siempre ¿me has extrañado? -Una bastante conocida
voz llegó a sus oídos haciéndola sobresaltarse, se volteó rápidamente.
- ¡¿¿Qué mierda haces aquí??! -Carla la estaba mirando con su acostumbrada sonrisa lasciva,
mientras la recorría de pies a cabeza con sus marrones ojos.
- ¿Es ésa la forma de saludar a una amiguita, Xenia?
- Tú no eres ninguna amiga, y ahora lárgate voy a entrar.
- ¿Me creerías si te dijera que iba pasando por aquí y me encontré contigo sin querer? ya sabes lo
chico que es el mundo.
- ¿¡Me estás siguiendo!?
- Ay Xenia ¿crees que yo tengo la paciencia para dármelas de detective privado? -Se apuntaba
con el dedo a sí misma. No sabes lo sencillo que es hacer cantar a un hombre cuando lo tienes...
bueno tú sabes, no te quiero hacer sonrojar ya que aún te empeñas por explotar tu lado santurrón,
como te iba diciendo mi queridísima Xenia, la gente de la tele no es la excepción.
- Te vas a largar de aquí y no vas a volver más -Xenia se acercó peligrosamente a la peliroja,
mientras ésta no dejaba de sonreír. ¿Estoy siendo clara?
- No tanto en realidad, quizá si te acercas un poquito más aquí te pueda oír mejor. -Carla lanzaba
carcajadas burlescas mientras no se despegaba del lado de Xenia.
- Maldita...
- Uy Xenia ¿así me agradeces lo que hice por tí? y yo que venía por mi pago. -Se miró las uñas
mientras una de sus manos descansaba en su cintura.
- ¿Qué mierda se supone que hiciste por mí?
- Ayudarte con tu rubita querida, si no le hubiera dicho sobre "tus tendencias" -Dijo la última
frase bajando la voz. Esta es la hora que todavía estarías muriendo y penando por ella, qué
patético... -Una mueca de fastidio cruzó por sus facciones.
- Tú no me has ayudado en nada, tu única maldita intención fue dañarla a ella y a mí, ahora
lárgate. -Xenia se dispuso a ingresar por el edificio.
- No tan rápido darling -Xenia sintió los dedos de Carla aferrándose a su brazo. Está bien lo
admito lo hice por joderlas, pero, aún así te resultó para mejor, eso no lo puedes negar.
- ¿Qué mierda quieres Carla?
- Qué quiero... qué quiero, la eterna pregunta. -Decía la peliroja mirando al cielo. Lo mismo de
siempre darling, ni más ni menos. -Carla se acercó a Xenia cuyo rostro estaba absolutamente
tenso. Y tú me lo vas a dar ¿captas?
- Ya me aburrí de oír tu maldita voz y ver tu asquerosa presencia, me largo, por mí puedes
quedarte toda la noche aquí esperando por algo que jamás vas a obtener.
- No estés tan segura cariñito, yo siempre obtengo lo que quiero, cueste lo que cueste, y tú... -La
apuntó con un dedo- no serás la excepción, ahora me voy bye. -Se dio media vuelta y comenzó a
alejarse del lugar mientras que le soplaba besos a Xenia haciendo empalagosos movimientos con
sus manos y cuerpo.

No lo puedo creer, cuando mejor estoy aparece esta maldita hija de puta.

Tercera Parte

- ¡Aléjate de mi cuello Xenia! no tienes idea de como lo dejaste -Gabriela se escudaba tras sus
brazos mientras que Xenia se le acercaba peligrosamente.
- Prometo que no lo vuelvo a hacer, lo juro. -La morena se llevó una mano al pecho, mientras
que elevaba la otra y le enseñaba la palma a Gabriela solemnemente, e intentaba disimular su
evidente sonrisa.
- No sé Xenia, ¿acaso tienes idea de lo terrible que es andar con un pañuelo en pleno verano?
-Vio a Xenia haciendo una cómica mueca mientras meditaba si en realidad había usado o no el
pañuelo.
- Creo que no, pero una vez me pegué tan pero tan fuerte en una pierna que me quedó un
hematoma de este tamaño y no me lo cubrí. -La morena reproducía el tamaño del moretón en su
pierna, mientras la miraba seriamente.
- Xenia ¿qué cresta tiene que ver un hematoma producido por un golpe con un chupón en el
cuello? -Gabriela agitaba sus manos en el aire.
- ¿Que tienen el mismo principio? Una acumulación de sangre ¿o algo así?
- Te estás poniendo demasiado creativa para tus respuestas, creo que no me está conviniendo que
te juntes tanto conmigo.
- ¿Ah no? ¿dices que quizá tengamos que alejarnos un poco así no me influencias tanto?
- No fue eso lo que dije, no me tergiverses las palabras ¿o acaso es tu forma de pedirme que nos
alejemos un poco? -Gabriela sintió como sus labios formaban un puchero sin siquiera pensarlo.
- No me haga pucheros mi niña, apenas logro estar un instante sin tí y tú me sales con que si
acaso te estoy pidiendo que nos alejemos...
- ¿De verdad me extrañas? -La voz de Gabriela se suavizó mientras esperaba la respuesta de
Xenia.
- Tanto que me duele aquí. -Vio a la morena llevarse una mano al pecho.
- A mí también me duele cuando no estás conmigo, es como si me faltara el aire y me cuesta
respirar.
- Ven aquí. -Tomó a Gabriela de una mano y la sentó sobre sus piernas mientras que su espalda
descansaba en el respaldo del sofá. ¿Puedo ver? -Acercó sus dedos al pañuelo ajustado en el
cuello de Gabriela
- ¡No! me da vergüenza.
- ¿Cómo te va a dar vergüenza? yo misma lo hice ¿recuerdas? -Una pequeña sonrisa nació en los
labios de Xenia.
- De todas formas me da vergüenza, así que no lo vas a ver ¿oíste?
- ¿Por favor?
- No, y no me pongas esa cara.
- ¿Por favor me dejas? -Le dio un pequeño besito en la mejilla mientras que acariciaba su mano y
le hablaba suavemente.
- No, córtala Xenia.
- Déjame verlo ¿sí? me vas a dejar ¿verdad? -Vio esos ojos azules mirándola suplicantes y le fue
imposible negarse.
- Ok. -Se quitó el pañuelo y dejó a la vista la mancha violeta.
- Uy qué grande ¿¿yo hice eso??
- ¿Quién más? -Gabriela la miró con fastidio.
- Lo siento... -Dijo Xenia mirándola un tanto avergonzada. ¿Te duele?
- No, me dolió cuando lo hiciste, no ahora.
- Y si le doy un besito ¿crees que se borrará más rápido? -La morena acercó sus labios a la piel, y
la chica más joven se alejó de inmediato.
- Con cuidado eh, no te vayas a entusiasmar. -Advirtió levantando un dedo.
- Sólo lo voy a besar muy despacio, así mira... ¿te hago daño? -Gabriela negó con la cabeza.
¿Crees que disminuya si froto mi nariz en él?
- No, pero hazlo de todas formas -La voz de Gabriela sonaba grave mientras que abrazaba a
Xenia por el cuello.
- Me encanta tu olor ¿qué perfume usas?
- No es perfume, es una esencia.
- ¿De sándalo?
- ¿¿Cómo supiste?? ¿reconoces el olor?
- Hay una canción que cuando la escucho me hace pensar instantáneamente en tí, por eso lo
supuse.
- ¿Cuál es?
- Ésta... -Xenia se acercó al oído de Gabriela mientras la abrazaba fuerte y apretaba la mano de
ésta en la suya, y le comenzó a cantar suavemente.

She can't tell me that all of the love songs have been written
(Ella no me puede decir que todas las canciones de amor han sido escritas)
'cause she's never been in love with you before.
(porque nunca ha estado enamorada de tí antes)
Your skin smells lovely like sandalwood.
(Tu piel huele exquisita como el sándalo)
Your hair falls soft like animals.
(Tu cabello cae suave como el de animal)
I'm tryin' to keep cool, but everyone likes you.
(Estoy intentando mantenerme tranquila, pero le gustas a todos)
I want to kiss the back of your neck,
(Quiero besar tu nuca)
the top of your spine where your hair hits
(La parte superior de tu espina donde golpea tu cabello)
and gnaw on your fingertips and fall asleep
(y morder la punta de tus dedos y dormirme)
I'll talk you to sleep.
(Te hablaré para dormir)
But I'll be the one, and I will have chosen.
(Pero seré la elegida, y habré elegido)
I'm trying to keep cool, but everyone here likes you
(Estoy intentando mantenerme tranquila, pero le gustas a todos aquí)
I'm not the only one.
(No soy la única)
Your skin smells lovely like sandalwood.
(Tu piel huele exquisita como el sándalo)
Your hair falls soft like animals
(Tu cabello cae suave como el de animal)
and nothing else matters to me.
(Y nada más me importa)
She can't tell me that all of the love songs have been written
(Ella no me puede decir que todas las canciones de amor han sido escritas)
'cause she's never been in love with you before.
(Porque nunca ha estado enamorada de tí antes)
In love with you before.
(Enamorada de tí antes)
Your hand
(Tu mano)
so hot
(tan caliente)
burns a hole in my hand
(quema un agujero en mi mano)
I wanted to show you.
(quería mostrarte)

*******

- Xenia...
- ¿M?
- No sé el significado de lo que me cantaste, pero me hizo sentir cosas...
- ¿Qué cosas?
- Cosas nada más, como ganas de hacer esto...

Xenia sintió los labios de Gabriela en los suyos besándola primero suavemente como la chica
acostumbraba, rozar sus labios con los suyos, tocarlos con sus dedos, separarse un poco y mirarla
de cerca con sus ojos verdes llenos de ternura. Y a Xenia no le quedaba más que sonreír como
idiota ante semejante rostro que se le antojaba inmaculado, que parecía tener un aura, que
brillaba con una luz interior que sus ojos no percibían mas sí su corazón.

- Me gustan esas cosas...


- ¿Quieres que continúe con estas cosas entonces? -Gabriela la estaba mirando con sus ojitos
risueños y algo de picardía en ellos, le hablaba suavemente, despacio, susurrando.
- Quiero...

Entonces Xenia sintió como la chica más joven se apegaba más a su cuerpo y dejaba el suyo
descansar sobre ella mientras que continuaba besándola cada vez con más pasión. Sintió su
lengua rozando sus labios, entonces su boca se abrió más para darle paso en su interior, y ésta
enseguida aceptó esa invitación. La estaba besando con toda su alma como nunca antes. Xenia
casi no podía respirar, nisiquiera recordaba ya dónde estaba sentada, o si acaso estaba parada, o
acostada, o siquiera si estaba en ese lugar.

Gabriela pasó una de sus piernas por encima de Xenia y quedó a horcajadas sobre ella mientras
continuaba con sus besos. Sus labios comenzaron a recorrer su mandíbula y se hicieron camino
hasta su cuello. Xenia mantenía los ojos cerrados mientras se entregaba a la sensación del cuerpo
de Gabriela sobre el suyo, era increíble el efecto que provocaba en sus sentidos, la abrazaba tan
firmemente como las fuerzas que tenía en ese momento se lo permitían. Sentía los labios cálidos
de Gabriela en su garganta obsequiándole miles de emociones que jamás hubiera podido
describir con palabras. No supo como sus manos se hicieron espacio por entre la tela de la polera
de Gabriela hasta quedar en contacto directo con la piel de su espalda. Sintió un pequeño
estremecimiento de la chica de ojos verdes, que se separó un segundo sólo para volver a hundir
sus labios en su cuello. Entonces de su garganta comenzaron a salir suaves gemidos que le era
imposible controlar, a la ves que oía otros cerca de su oído, escapar de la garganta de Gabriela.

- Xenia... te amo...te quiero tanto... -Oía entre jadeos, entonces de pronto sintió que
prácticamente se le desgarraba el cuello de la polera mientras Gabriela se hacía paso hacia su
clavícula.
- Tranquila... -Xenia apenas sacaba la voz.

Percibió las manos de Gabriela colarse hábilmente por su ropa hacia su espalda para luego notar
como su sostén se aflojaba. Gabriela se sobresaltó, la sintió soltarse de sus brazos mientras
dejaba de sentir el peso de su cuerpo. Abrió los ojos y la vio alejarse rápidamente de su lado,
mientras intentaba recuperar el aliento y veía como la chica respiraba con dificultad mientras la
miraba con los ojos desorbitados.

- Yo... Xenia lo siento... no sé qué me pasó. -Tartamudeaba, mientras se tocaba la frente.


- No pasa nada, tranquila, ven. -Xenia intentaba calmarla, mientras sentía que su corazón
palpitaba a mil por hora.
- No, es mejor que me quede aquí. -Levantó las manos escudándose tras ellas, en ese momento
su celular comenzó a sonar, provocando un tremendo salto en el cuerpo de Gabriela.
- Es tu celular. -Vio a la chica buscar nerviosamente su celular dentro de su mochila, sus manos
temblaban tanto que apenas era capaz de abrir el cierre. Por fin llegó hasta él, aún sonaba, miró
el número y se sobresaltó aún más, le dio una fugaz mirada a Xenia mientras dudaba si contestar
o no.
- ¿Aló? __________ Sí sí mamá __________ No, estoy con una amiga. -Miró nuevamente a
Xenia, sólo para escapar de inmediato de sus ojos. No sé ___________ Bueno ____________ Sí,
no se me va a olvidar ____________ No es nada, es que me vine corriendo hasta aquí
___________ Ok, chao ____________ Yo también.
- ¿Estás bien?
- No sé cómo estoy, un poco confundida.
- ¿Por qué? ¿yo te confundo? -Xenia buscaba su mirada pero los verdes se le escabullían.
- No eres tú Xenia, soy yo, o sea es todo, nisiquiera me di cuenta de lo que estaba haciendo.
- Siéntate aquí, prometo no tocarte. -Gabriela la miró casi con dolor.
- Cada vez que estamos cerca siento cosas que jamás sentí antes en mi vida, pero tengo miedo,
no sé cómo...
- Lo estabas haciendo muy bien. -Percibió una pequeña y tímida sonrisa en el rostro de Gabriela
- No sé por qué me asusto tanto. -Se golpeó la frente con el dorso de su mano. Estamos ahí y
nisiquiera pienso en lo que hago, es mi cuerpo que responde solo, pero cuando se entromete mi
cabeza algo pasa, Xenia yo... me muero por hacer el amor contigo. -Xenia sonrió al oír esa
confesión.
- También yo... -Le tomó la mano.
- Pero sé que aún no es el momento, no quiero volver a hacerte esto, no es justo para tí, soy una
estúpida, lo siento tanto Xenia.
- No lo sientas, yo entiendo, no quiero que sientas que te estoy presionando, yo también tengo
miedo.
- No me estás presionando, fui yo la que empezó esto.
- Pero fui yo la que te cantó al oído, así que es en parte culpa de ambas.
- Gracias por tu comprensión, prometo intentar no volver a lanzarme así encima tuyo para luego
dejarte a la mitad. -El sonrojo fue mayúsculo. Xenia sonrió.
En ese momento el celular volvió a sonar, Gabriela dio un respingo nuevamente.
- ¿Aló? ___________ ¿¿¡Qué!?? ___________ ¿Cómo que no te acordaste? ____________ Cata
sabes lo importante que es para mí ____________ ¡¿¿En dos semanas??¡ _____________ Si no
las consigo no pienso hablarte nunca más en toda mi vida ¿oíste?
- ¿Qué pasa? -Xenia preguntó una vez que Gabriela había colgado el teléfono.
- Vamos Xenia, tienes que acompañarme ahora ya.
- ¿Dónde? -Gabriela ya la estaba halando de un brazo dirigiéndola hacia la puerta.
- A comprar entradas para el concierto de los Red Hot, vienen en dos semanas, y esta pendeja de
mierda no me había dicho que están a la venta hace como un mes.
- ¿Cómo que en dos semanas? no es posible que avisen y pongan en venta las entradas en tan
poco tiempo.
- Están cerrando la gira del By the Way y están cumpliendo 20 años de carrera y vienen otra vez
para acá, lo que pasa es que se había suspendido el concierto, y supongo que finalmente vienen,
pero ya había devuelto la entrada, y yo sin enterarme de nada metida ahí ¿qué clase de fan soy?
-Decía amargamente.
- ¿Una fan que está locamente enamorada de una alta morena y de ojos azules cuyo nombre
comienza con X?
- Tienes toda la razón. -Gabriela miró a Xenia con ternura le dio un pequeño beso y volvió a la
desesperación. Pero ¡vamos vamos que me quedo sin entradas!.
- ¿No me esperarías a que me diera una ducha...?
- ¡¡No!!

Xenia apenas alcanzó a componerse un poco la ropa y el cabello a buscar algo de dinero y sus
llaves antes que Gabriela la terminara de sacar a empujones por la puerta.

*******

- ¿¿Dices que esta chica te dio su número de teléfono y te agradeció por ayudarla a aceptar su
sexualidad??
- No que yo solita la ayudé, sino que las dos, tú y yo ¿qué te parece? -Xenia le hablaba a
Gabriela mientras se concentraba en manejar.
- Increíble. -Dijo la chica de ojos verdes moviendo la cabeza sorprendida. Bueno, pero a mí
también me tocaron cosas parecidas, le di mi autógrafo a un montón de personas, ayy Xenia es
tan divertido, me preguntaban por tí, aunque yo sólo me sonreía.
- ¿¿Les diste tu autógrafo?? -Dijo Xenia alzando una ceja.
- Sí ¿por qué? ¿tú no acaso?
- Por supuesto que no, esas cosas no van conmigo, lo sabes, además no sé por qué alguien
querría tener un pedazo de papel con un montón de rayas, es patético.
- Bueno sí, pero es entretenido, me quedé conversando con varias personas, y todos me querían
dar abrazos y tomarme las manos y...
- ¿Cómo es eso de que te abrazaron? ¿quién mierda te abrazó y te tomó las manos? -Xenia la
miró enojada.
- Xenia no te pases rollos, era en forma amistosa. -De repente miró a la morena con cara de
pregunta. ¿Golpeaste a alguien?
- ¿Qué? ¿por qué me preguntas eso? -Xenia se concentró en el camino mientras sentía los ojos de
Gabriela estudiando sus facciones atentamente.
- Porque conociéndote y sabiendo cómo se me acercó a mí la gente, no me cuesta nada pensar
que a más de alguno le llegó algún golpe o al menos un empujón, si intentó acercarse a tí.
- ¿Dónde me dijiste que era? ¿En cuál mall?
- Xenia me estás cambiando la conversación, no puedo creerlo ¿a quién golpeaste? ¡no me digas
que fue a algún viejito por favor!.
- ¡No! no fue a ningún viejito, fue un estúpido que me estaba molestando, y nisiquiera lo golpeé,
solamente lo amenacé.
- Bueno, por lo menos. -Dijo aliviada. En ése es. -Le indicó con el dedo.
- Allá vamos.
- Xenia estoy tan entusiasmada, me muero por verlos denuevo en vivo ya han dado tres
conciertos aquí, o sea en Santiago.
- Y ¿con quién se supone que vas a ir?
- ¿¡Cómo que con quién!? es una broma ¿verdad? contigo obviamente.
- ¿¡Conmigo!?
- A menos que prefieras que me busque algún amigo que me acompañe, no sé, quizá podría
llamar a José, tal vez él me quiere acompañar. -Se llevó un dedo al mentón. O hasta Pablo.
-Gabriela vio la furia formándose en el rostro de Xenia.
Ya te tengo.
- ¿Cuándo vamos al famoso concierto?
- No estoy segura, esta mocosa no me dio ningún detalle.
- Aquí vamos, sabes que la gente nos va a mirar ¿verdad? -Xenia observó con preocupación a
Gabriela. Sólo quiero que estés conciente de eso, tú mantente tranquila, que no te vean nerviosa
ni nada, o si no les darás más de qué hablar.
- Entiendo, podemos con esto, vamos. -Gabriela tomó la mano de Xenia pero la soltó al instante
al recordar que no podrían darse el lujo de hacer algo tan simple como eso. -Bajó la cabeza
sintiendo tristeza, rabia, una mezcla de emociones.
- Lo siento... sabes que no podremos hacer cosas tan sencillas como tomarnos de la mano en
público, siento ser la causante de eso. -Xenia bajó la mirada con la tristeza patente en su rostro.
- ¡No Xenia! no me digas eso por la cresta, las dos estamos en esto, tú no me metiste en nada,
deja de pensar así, yo te amo, siempre te he amado, tú estabas en mi camino, eres mi destino
Xenia, no dejemos que la gente se interponga entre nosotras.
- Vamos. -Xenia le sonrió a Gabriela y juntas salieron del automóvil. Iba a ser la primera vez que
se mostrarían realmente en público juntas.
*******

- ¿Estás bien? -Xenia observó cada movimiento de Gabriela mientras que ésta salía del
automóvil.
- Sí Xenia, estoy bien, cuídate, te quiero... -Podía leer la angustia en sus ojos verdes, eran
definitivamente las ventanas de su alma, y no sabían mentir, eran demasiado transparentes.
- Te quiero, que descanses. -Xenia oyó su propia voz emitiendo una mezcla de emociones. Hizo
partir el automóvil una vez que vio a Gabriela perderse por la puerta de su casa.

Tenía rabia, tristeza, impotencia, una serie de sentimientos que atormentaban su cabeza, y que
continuaron haciéndolo durante todo el viaje. Le dio un golpe al volante mientras esperaba que la
luz cambiara a verde. Finalmente llegó a su destino. Caminó hasta su departamento sin prestar
atención alrededor.

Le dio vuelta a la llave y abrió la puerta de su departamento, pero antes de entrar en él, sintió una
presencia detrás suyo, se volteó rápidamente y antes que se diera cuenta Carla estaba abriéndose
camino hacia el interior del lugar.

- Hola darling no me vayas a dejar afuera, ya llevo demasiado tiempo esperando para que me des
con la puerta en las narices. -Vio a la peliroja pararse en mitad de la sala mientras que
inspeccionaba alrededor con su habitual soltura de cuerpo.
- ¿Qué mierda crees que estás haciendo? sal inmediatamente. -Xenia sintió la furia subiendo por
su rostro hasta sus sienes.
- Te vengo a visitar Xenia ¿qué más iba a ser? -Se giró hacia la morena. Ya no te quedes ahí
parada y ven a hacerme compañía, esa puerta abierta me está dando frío. -La peliroja se abrazó a
sí misma mientras frotaba sus brazos. Y necesito algo de calor ¿me lo darías? -Ladeó la cabeza
mientras miraba a Xenia provocativamente.
- Por la mierda qué tengo que hacer para que dejes de molestarme ¡que te largues te dije! -Xenia
se acercó hacia la chica y la agarró de un brazo mientras la arrastraba hacia la puerta.
- No tan rápido cariño, si estoy aquí es por un motivo ¿no quieres saber cuál? creo que te va a
interesar.
- No me interesan tus putos motivos ¡fuera! -Los párpados de Xenia estaban cerrándose
peligrosamente mientras que su tono de su voz bajaba al mismo tiempo.
- Xenia de mi corazón ¿no te dan curiosidad las cosas? -Decía la peliroja mientras abría los ojos
dándole énfasis a sus palabras. ¿no te carcome por dentro el deseo de saber algo que es
desconocido para tí?
- Si tiene que ver contigo me importa una mierda, ahora te vas -La agarró de un brazo y la
empujó por la puerta para luego cerrarla de golpe.
-¡Xenia! si yo fuera tú abriría esa puerta, tengo algo aquí que te va a interesar, tiene que ver con
tu adorada rubita. -Bajó la voz mientras decía la última frase. Xenia abrió nuevamente la puerta.
- Si te atreves tan sólo pensar en hacerle algún daño a Gabriela, te juro... -Xenia se acercó al
rostro de Carla hasta que sus narices estaban tocándose, sus ojos azules clavados en los
marrones, mientras que agarraba a la chica por la mandíbula- ....que te mato ¿estoy siendo clara?
- Casi clara, quizá si ladeas un poco tu cabecita y te acercas más, terminaría de entender. -La
peliroja intentó tocar los labios de Xenia con los suyos, pero la firme mano de Xenia le impidió
tal cercanía.
- Ni siquiera te atrevas a intentarlo. -Xenia la dejó sentada en el suelo de un empujón.
- ¿Sabes Xenia? tú y yo somos más compatibles de lo que piensas... -Se acercó gateando hacia
los pies de Xenia mientras que alzaba sus ojos hacia los azules. A tí te gusta dominar y a mi me
gusta que me dominen.
- Maldita loca asquerosa.
- Insúltame todo lo que quieras y más, ya sabes lo que eso me va a provocar. -Carla le sonreía
con una fingida cara de inocencia.
- ¿Qué mierda quieres a cambio de no ver tu asquerosa cara nunca más?
- ¿Quieres que te lo grafique? porque yo preferiría que lo hiciéramos y ya.
- Métetelo en tu maldita cabeza, no va a pasar nada entre tú y yo, ¡nada!
- Sí, va a pasar, tú y yo vamos a hacer todo lo que se me venga en gana ¿cómo hago para
dejártelo claro darling? -La peliroja giró los ojos para luego volver a posarlos en los de Xenia. Si
tú no me das lo que quiero tu Gabita va a pagar las consecuencias ¿captas?
- No le vas a tocar ni un pelo a Gabriela, maldita hijadeputa. -Xenia se abalanzó sobre Carla con
la mandíbula apretada de furia mientras que temblaba conteniendo las ganas de romperle la cara.
- Es verdad, en eso tienes razón, nadie habló de tocarle nada a la niña ésa, ése es tu trabajo. -La
miró de pies a cabeza. Por mí te la sigues cogiendo por el resto de tu vida tú solita, a mí no me va
ni me viene ¿captas?
- Puedes inventarle lo que quieras sobre mí, ella no te va a creer.
- Tampoco es eso darling, es tan simple como esto, o me das lo que quiero o voy donde sus
queridísimos papitos y les doy esto. -Sacó una fotografía de uno de sus bolsillos la miró con una
gran sonrisa en el rostro le dio un empalagoso beso y se la lanzó a Xenia. ¿Crees que les gustaría
ver esa escenita? -Xenia miró la imagen.

Hijadeputa.

-No cariño, no te alteres bonita -Le agarró el rostro a Xenia, ésta le sacó la mano de un
manotazo. Es sencillo -Dijo la peliroja sobándose la mano, mientras gesticulaba un exagerado
"au" que más que haberle dolido parecía haberle fascinado. Si obtengo lo que quiero, tus
suegritos no se enteran de nada y todos tan felices como siempre. Ahí te dejo para que lo pienses,
y veas que hasta buenita soy. -Juntó sus manos con una fingida cara de inocencia mientras giraba
los ojos al cielo. Xenia la vio alejarse y antes de perderse de vista se volteó. -Te dije que siempre
obtengo lo que quiero... -Desapareció por las escaleras, y reapareció al segundo -Ah y no tienes
mucho tiempo. -Le guiñó un ojo y se fue finalmente.

*******

Gabriela se sentó frente al computador mientras que esperaba algún mensaje de texto o un
llamado de Xenia. Miró la hora, el reloj marcaba las 23:15. Revisó su bandeja de entrada, los
acostumbrados mails de propaganda hacían el 50% de su total correspondencia. Recorrió con la
mirada su lista de contactos del mensajero instantáneo, varias personas en línea, pero todos
bloqueados, no tenía deseos de contestar la misma pregunta cientos de veces, ni mucho menos
tener que negar aquello que tanto le dolía negar.

Se paró de su silla y fue hasta la cocina, allí abrió el refrigerador, sus verdes ojos recorrieron el
interior buscando algo de su gusto, nada la terminaba por convencer. Era increíble como
últimamente habían disminuído sus ansias de comer tanto.

Debe ser Xenia que me llena, era ella lo que me hacía falta.

Por fin volvió a su habitación con un pocillo de helado de chocolate.

Tampoco es para tanto un poco de heladito no le hace mal a nadie.

Regresó a su lugar frente a la pantalla, alguien la había agregado a su lista de contactos, se llevó
una gran cucharada de helado a la boca, mientras decidía si aceptarlo o no. Quien quiera que
fuera, no era una persona conocida, y tenía ganas de hablar con alguien que no supiera quién era
ella, desahogarse un poco. Finalmente optó por la primera alternativa. Llevó el cursor hasta el
botón de aceptar, enseguida apareció un contacto más en su lista, la persona estaba en línea, por
lo tanto veía su nick en color verde. Esperó un momento a ver si le hablaba, pero nada, en ese
momento su celular sonó. Se puso de pie de un salto en busca de él.

"Ests bien?yo extrañndt,qisier str cntg ahora¿xq no t vienes para aca y dormims junts?promt no
tocrt. TQ..."

Sonrió ante tal propuesta, y hasta consideró la posibilidad, lo más probable era que Xenia lo
dijera en broma ya que sabía que eso no iba a ocurrir, pero las bromas siempre tienen algo de
cierto. En ese momento se sobresaltó al oír una musiquita mientras que una ventana de
conversación se abría en su pantalla.

- Hola :)
- Hola ¿nos conocemos?
- mm quizás...

¿Quizás? ¿y si es alguien que me conoce y se está haciendo pasar por desconocido? bueno ya
veremos.

- ¿Cómo te llamas? ¿eres chico o chica?


- Prefiero guardarme mi nombre hasta asegurarme que seas de confianza, soy chica.
- Entiendo... bueno un poco ¿cómo diste con mi dirección?
- Me llegó entre muchas en un mail.
- M ok ¿de dónde eres?
- De Chile ¿y tú?
- También, soy de Viña ¿y tú?
- De Viña igual ¿por qué estás triste? ¿tienes una pena de amor o algo así?
- ¿Por qué crees que estoy triste? -Gabriela se quedó mirando la pregunta, mientras que una
cucharada llena de helado se perdía dentro de su boca.
- No lo creo, sólo lo sentí, quizá me halla equivocado.
- Bueno, algo de razón tienes, pero no es pena de amor, yo de amor ando muy bien la verdad (L)
- ¿En serio? ¿o sea estás pololeando?
- Sí, desde hace poquito, sólo días, pero nos conocimos hace más de un mes.
- ¿Eres feliz con esta persona?
- No sólo soy feliz, soy plena, es muy especial... además es la persona más hermosa que he visto
en mi vida, parece estrella de cine :P
- ¿Le amas?

¿Le amas? ¿por qué no especifica un género? eso es raro aquí, pero me gusta, no da por hecho
que es un hombre quizás... ojalá todos fueran iguales

- Con todo mi corazón (L)


- Yo también te amo (L)...

¿Yo también te amo? ¿qué?

- ¿¿¡Xenia!??
- Sí, a menos que tengas otra polola por ahi... :(
- ¡Xenia! malvada ¿¿por qué no me dijiste??
- Lo siento, quería decírtelo, pero era demasiado tentador ver qué podrías decirme :$ ¿me
perdonas (F) ?
- No sé, voy a tener que pensármelo... -Gabriela comenzó a sonreír mientras miraba la pantalla.
- ¿Si te doy un besito?
- No me conviene perdonarte por sólo un beso, además un beso virtual no me sirve mucho...
- ¿Y si te lo quedo debiendo?
- No sé... déjame meditarlo... ok, ya lo medité, te perdono a cambio de un beso que me voy a
cobrar la próxima vez que nos veamos
- Gracias mi niña... yo sabía que serías indulgente con tu Xenia :)
- ¿Eres mía de verdad?
- Completamente... y ¿tú? ¿eres mía?
- Enterita tuya ¿nos pertenecemos entonces?
- Para siempre...
- Te quiero...
- Yo más...
- No, yo muchísimo más...
- ¡Yo más! yo te quiero hasta el infinito y más aún.
- Pero yo te quiero hasta el infinito del infinito y más todavía.
- Ven para acá Gabby... mi cama es amplia, cabemos las dos, prometo que no te toco, sólo te
miraré...
- Qué más quisiera yo, pero ya sabes que por más que me lo proponga no puedo no tocarte,
además luego ¿qué le digo a mis padres cuando me pregunten dónde pasé la noche?
- Tienes razón... :( me estoy muriendo ya sin tí... si mañana amanezco muerta tendrás la certeza
de que la gente sí puede llegar a morirse de amor...
- Linda, preciosa.
- Tú linda preciosa, hermosa, la más hermosa de todas las personas de este mundo y todos los
mundos que existan.
- Ya me estoy meditando eso de irme para allá... *-) ¿todavía está en pie la invitación?
- ¡¡¡Sí!!! Yo te voy a buscar altiro, ya voy saliendo.
- No mi amor... lo siento... :( fue un impulso.
- Me dijiste mi amor otra vez... no tienes idea lo que siento cuando me lo dices...
- ¿Qué sientes?
- Mi corazón palpita muy rápido... siento que se me sale por la boca... y siento ganas de gritar...
- Te amo Xenia...
- Te amo Gabby....

*******

Observó la pantalla, el diálogo que hasta el momento habían mantenido, era cierto, cada vez que
la llamaba así, sentía que su corazón no resistiría con tantas palpitaciones. Estaba sonriendo
como una boba, ya había prácticamente olvidado la desagradable visita de Carla, y la gente
murmurando a sus espaldas cuando se mostraron juntas en público, las ganas que sintió de
golpearlos a todos para que no les quedaran más ganas de entrometerse en lo que no les
importaba. Ya nada de esos sentimientos negativos sentía, todo lo malo desaparecía cuando
estaba con Gabriela, todo era perfecto junto a ella.

- ¿Sigues ahí? -Leyó la pregunta de Gabriela.


- Sí, aún aquí, sólo miraba tu te amo.
- Y yo el tuyo.
- ¿Gabby?
- ¿Sí?
- ¿Estás triste por la forma en que la gente nos miraba?
- No es eso Xenia, o sea me molesta, pero no es eso lo que me duele más.
- Y ¿qué es entonces lo que te puso triste?
- No poder tomarte de la mano... no poder besarte en público... y que todos supieran que estamos
juntas, que yo Gabriela conseguí a una persona tan maravillosa así como tú... y que todos se
mueran de la envidia.
- La que he conseguido a la persona más maravillosa y especial del mundo soy yo Gabriela y
debes saber eso, aveces siento que no te merezco.
- Tú no te valoras lo suficiente, si no fueras especial yo no sentiría lo que siento por tí, no quiero
que me digas eso de que no me mereces nunca más, eso me duele aún más que cualquier otra
cosa...
- ¿Nunca has tenido dudas sobre nosotras? ¿de lo que sientes? sabes todo lo que nos va a costar...
-Xenia miró su pregunta y se arrepintió enseguida de haberla hecho, no podría soportar que le
contestara afirmativamente. Esperó la respuesta, pero no la recibía, un minuto, dos minutos,
nada. Comenzó a preocuparse. ¿Estás ahí? -Seguía sin obtener respuesta. Su teléfono comenzó a
sonar, mientras no quitaba la vista de la pantalla esperando la contestación de Gabriela, estiró la
mano y agarró el teléfono, miró el número, era Gabriela.

- ¿Aló?
- Eso sí que me dolió Xenia... jamás pensé que me preguntarías eso -Oía la voz de la chica
verdaderamente angustiada.
- Pero Gabby... o sea, sólo fue una pregunta.
- No fue sólo una pregunta, son tus dudas Xenia, el que tú las tengas no quiere decir que yo las
tenga, no puedo creer que me dijeras eso...
- Gabby... no, no tengo dudas, sólo temor de estarte...
- No te atrevas a decirlo, no Xenia, si lo vuelves a decir me voy a poner a llorar, apenas estoy
conteniéndome aquí.
- Perdóname... fue una estupidez, lo siento, no lo volveré a decir más. -Xenia comenzó a
afligirse.
- No se trata de que lo digas o no lo digas, sino que lo pienses o no, Xenia yo elegí estar contigo
porque te amo, si hubiera tenido dudas ¿crees que te habría dicho lo que siento? ¿te gustaría que
yo dudara de tu amor?
- Es que no es es lo mismo...
- ¿Por qué? ¿porque me dijiste que eres gay y yo no te he dicho que yo lo sea? por la cresta
Xenia, pensé que habíamos dicho que nos amábamos más allá de la sexualidad, que era por las
personas que somos simplemente, independientemente de todos esos malditos límites del cuerpo,
¿acaso me mentiste?
- ¡¡No!! era cierto, es cierto, mierda... lo siento Gabriela, olvida que te lo pregunté, sé que me
quieres igual que yo a tí.
- ¿Sabes? voy a colgar ahora y me voy a desconectar, no quiero seguir hablando por hoy, te
quiero aunque lo dudes... chao.
- ¡Gabby!

Mierda, cómo puedo ser tan estúpida, sabes que esas cosas la dañan, ¡idiota!.

Golpeó el escritorio con su puño, mientras apretaba su mandíbula y veía que Gabriela ya no
estaba conectada.

- Ouch.

Agarró rápidamente su celular y se dispuso a escribirle un mensaje de texto.

*******

Gabriela se despidió con un abrazo de la señora que la miraba sonriente. Había quedado feliz con
la respuesta que le había dado el tarot acerca de su relación amorosa.
- Por qué no te vas ¿ya? hemos tenido un montón de clientes hoy, bueno desde que eres famosa
se nos llena esto, no me puedo quejar. -Su tía una mujer de 45 años, de estatura mediana y ojos
verdes como los suyos la miraba con cariño mientras que clasificaba por colores las velas.
- No sé ¿vas a estar bien con todas estas personas?
- Claro que sí, además no estás como para leer cartas hoy. -Gabriela se la quedó mirando. ¿Qué?
no me mires así, te conozco más de lo que tú crees, tus ojitos son transparentes ¿sabes? Ya vete,
yo estaré bien, dale un abrazo a tu tía favorita y luego desaparece de mi vista.
- Gracias. -Le sonrió a su tía le dio un fuerte abrazo agarró su mochila y salió de la tienda.

Atrás quedaron las velas aromáticas y el incienso de frutilla que casi terminaba de consumirse
cuando Gabriela salió del lugar. No quiso mirar alrededor, sabía que la gente la estaba
observando y no estaba de humor para firmar autógrafos ni decirles siquiera hola. En su lugar
caminó lo más rápido posible.

¿Por qué cresta nunca me compré lentes de sol?

Sacó su celular no tenía ninguna llamada perdida, ni nuevos mensajes de texto, solamente el que
había leído por la mañana, lo releyó.

"Perdón... TQ"

Pasó por una heladería, en realidad no tenía ganas de comer nada, de todas formas ingresó al
lugar. Adentro estaba fresco muy luminoso e increíblemente no había mucha gente. Repasó con
la mirada los diferentes sabores intentando decidirse por alguno.

- Pensé que sólo comías de chocolate. -Se sobresaltó al oír la conocida voz, giró la cabeza de
inmediato y se encontró con esos impresionantes azules que ya tantas veces había mirado, en los
cuales tantas veces se había perdido. No pudo reprimir una pequeña sonrisa formándose en sus
labios.
- Sólo quería variar por hoy. -Bajó un segundo la mirada, sólo para alzarla nuevamente y
quedarse viendo a la persona a su lado.
- ¿Todavía estás enojada conmigo? -La voz de Xenia se suavizó al hacer la pregunta mientras
que no le quitaba los ojos de encima.
- No estaba enojada contigo Xenia, sólo me dolió lo que me dijiste. -Gabriela bajó la vista
nuevamente.
- ¿Ya se decidieron por un sabor? -Ambas giraron la cabeza hacia el jovencito que las miraba con
una gran sonrisa.
- Sí, yo de chocolate.
- De lúcuma y menta. -Dijo Xenia sonriendo mientras miraba a Gabriela. El joven se alejó aún
con la sonrisa en su rostro.
- Entonces ¿me perdonas? -Xenia se concentró en mirar una de sus manos.
- Sabes que sí. -Rozó apenas la mano de Xenia, ésta enseguida alzó sus ojos hacia los suyos
mientras que sonreían dulcemente.
- Vámonos de aquí. -Dijo Xenia, mientras que tomaba esa mano que ya se alejaba de la suya.
- Pero ¿Y los helados?
- Los llevamos. -Miró al muchacho que ya les acercaba ambos barquillos. ¿Dónde pago?
- La caja está por allá señorita.
- Gracias. -Xenia recibió los helados, se los pasó a Gabriela y pagó por ellos.
- Los próximos helados los invito yo eh. -Gabriela se llevo una cucharadita a la boca. ¡Qué rico!
- No está mal supongo, vamos dejé el auto por aquí cerca. -Gabriela siguió a Xenia mientras que
ninguna de las dos prestaba atención a las personas que las miraban al pasar.
- ¿Cómo me encontraste?
- No fue casualidad si eso estás pensando, hace como una hora que te estaba esperando, pasé
varias veces por fuera de la tienda, estabas concentrada atendiendo gente.
- ¿¿Una hora?? Xenia tú no tienes tanta paciencia.
- Pero contigo sí, y me hubiera quedado más horas si hubiese sido necesario.
- Xenia...

*******

- Xenia baja la velocidad vas muy rápido, y cómete este helado que se está derritiendo.
- Me gusta la velocidad, mucho más que el helado.
- Abre la boca. -Xenia obedeció mientras que no apartaba la mirada del camino. Gabriela le
metió una cucharada a la boca. Eso es ¿ves qué rico?
- Dame un beso.
- ¿Estás loca? estás manejando, luego chocamos.
- Soy capaz de manejar hasta con los ojos cerrados, vamos dame un beso, sólo uno. -Xenia miró
un segundo a Gabriela que dudaba si hacerlo o no, finalmente accedió y le dio un piquito a la
morena.
- ¿Ves? aunque quedé con gusto a poco ¿otro?

Gabriela se acercó nuevamente esta vez sus labios permanecieron unidos por más tiempo.

- Tienes los labios heladitos, se siente rico. -Dijo Gabriela saboreándose. ¿Dónde vamos Xenia?
- Por ahí. Mira, busca ahí dentro, hay algo para tí. -Xenia le indicó con un dedo hacia el lugar.
- ¿Algo para mí? ¿qué es? -Gabriela la miró con entusiasmo
- Velo por tí misma. -Gabriela abrió la guantera y buscó dentro lo que podría ser para ella.
- ¿Esto? ¿qué es?
- Lee. -Xenia miró a la chica rubia sentada a su lado mientras que ésta leía atentamente lo que el
plástico decía.
- ¡¡¡Xenia!!! ¿¿cómo las conseguiste?? -Gabriela la estaba mirando con la felicidad impresa en su
rostro, sus ojos sonrientes la hacían ver tan hermosa.
- Conozco a una que otra persona influyente.
- ¡¡¡Xenia!!! -Gabriela se abalanzó sobre la morena y le plantó un tremendo beso olvidándose
por completo de que estaban en plena carretera.
- ¡Cuidado Gabriela! no es que me molesten estas muestras tan efusivas de afecto, pero ¿me las
darías cuando nos bajáramos del auto?
- Oops perdón.
- Está bien, te ves preciosa cuando tienes esas reacciones de felicidad.
- Xenia no puedo creer que te hallas conseguido credenciales para el concierto ¿¿esto quiere
decir que voy a poder hablar con ellos?? -Gabriela miró a la morena mientras que ésta fingía
meditar la respuesta. ¡Ya Xenia!
- Sí, vas a poder hablar con ellos, pero probablemente sólo sea 1 minuto, tampoco te entusiasmes
¿ya? -Xenia miró a Gabriela quien tenía una sonrisa pintada en el rostro mientras que sus ojos
brillaban del entusiasmo.
- ¿Que no me entusiasme? Xenia no tienes idea lo que esto significa para mí, hablar con los Red
Hot, o sea, dios mío, y ¿¿si me quedo en blanco?? -Sus ojos la miraron asustados. Espera, yo no
hablo inglés ¿¿cómo se supone que me comunique??
- Tranquila, a lo más podrás decirles hola y eso te lo van a entender, de todas formas y si tenemos
la oportunidad yo te hago de intérprete.
- Xenia ¿por qué haces estas cosas por mí? eres tan tierna... -Xenia dirigió su mirada hacia la
chica más joven cuyos ojos estaban llenos de dulzura.
- Porque te quiero, y porque me encantan esas reacciones tuyas. -Se detuvieron en una luz roja.
Ven aquí. -Xenia pasó su mano por la nuca de Gabriela atrayéndola hacia sí, con la intención de
darle un pequeño beso, pero en vez de eso el beso se alargó por varios segundos más hasta que
ambas empezaron a oír bocinas.
- Oops.
- ¡Ya por la mierda, ya voy!. -Xenia sacó la cabeza por la ventanilla mientras que miraba con
odio a los choferes imprudentes. Gabriela comenzó a reír con ganas, mientras veía la cara de
furia de Xenia. Esta gente no tiene ni un poco de paciencia.
- Xenia cuando te enojas te ves hermosa. -Gabriela apoyó su cabeza en el hombro de Xenia
mientras que la miraba con amor.
- Ya no te burles y dame otro besito.
- Todos los que quieras...

*******

- Vamos déjate caer, no te va a pasar nada. -Xenia intentaba persuadir a Gabriela que se lanzaran
rodando duna abajo.
- ¡No! me da miedo, quédate ahí no te me acerques. -Gabriela corría como una condenada
intentando escapar de la morena, mientras que sus pies se hundían en la arena y le impedían
avanzar a la velocidad que intentaba hacerlo.
- Te tengo, me voy a dejar caer, sólo cierra los ojos. -Estaban en la cima y Xenia se balanceaba
amenazando con dejarse caer mientras que Gabriela hacía esfuerzos en vano por soltarse de sus
brazos.
- ¡No Xenia por favor!. -Gabriela abrió los ojos y miró con el temor patente en ellos hacia los de
Xenia.
- Ya, si sólo estoy bromeando, tranquila. -La chica de ojos azules plantó firme los pies en la arena
mientras que miraba a Gabriela en sus brazos con sus ojitos verdes abiertos como platos. Confías
en mi ¿verdad? no tienes que tener nunca miedo conmigo a tu lado, jamás dejaría que nada malo
te pasara.
- Lo sé, pero sabes lo miedosa que soy, y claro que confío en tí, te confiaría hasta mi vida.
- Qué bueno, porque yo daría la mía por tí si fuera necesario. -Vio a Gabriela sonriendo
dulcemente.
- Mira Xenia quédate ahí, siéntate, voy a bajar.
- ¿¿Te vas a lanzar sola??
- ¿Estás loca? voy a bajar así sentada y de a poquitito ¿ves? -Xenia sonrió mientras veía a la
chica rubia bajar lentamente, con el trasero pegado a la arena. ¡Ayyyy me caigo!. -Xenia se paró
con la intención de ir corriendo hacia el lugar donde estaba Gabriela mientras sus ojos se abrían
con sorpresa.
- Era broma. -Vio la sonrisita traviesa en su blanco rostro. Tú quédate ahí, no te muevas. -Le hizo
señas con las manos para que se quedara en el mismo lugar.
- ¿Qué vas a hacer allá abajo? -Xenia alzó la voz hacia Gabriela que se veía más pequeña a esa
distancia.
- Cierra los ojos Xenia. -La morena obedeció. No mires hasta que yo te diga.
- Ya, ya los cerré.
- ¡Ahora Xenia! mira. -Abrió los ojos y vio a Gabriela ascendiendo nuevamente con una sonrisa
en el rostro mientras le indicaba con un dedo hacia el lugar donde segundos antes había estado
parada. Leyó en la arena escrito en grande y dentro de un gran corazón.

"Xenia y Gabriela"

- ¿Te gusta? -Sintió el calor del cuerpo de Gabriela a su lado mientras que la veía sonriéndole
dulcemente.
- Me encanta...
- ¡Mira Xenia! la puesta de sol. -Ambas miraron al frente, el sol bajando lentamente mientras que
el cielo y el mar se volvían rojos.
- Te ves hermosa con esos colores en tu rostro, mira tus ojos parece que cambian de color.
- También los tuyos.
- Se están borrando nuestros nombres en la arena. -Xenia observó como poco a poco iban
desapareciendo las letras.
- El viento podrá borrar nuestros nombres, pero nada ni nadie podrá llevarse jamás el amor que
siento por tí.
- ¿Para siempre juntas...? -Xenia observó a Gabriela quien estaba concentrada en el escenario de
colores que tenían en frente.
- Para siempre juntas... -Recibió la mirada de la chica a su lado, sus ojos verdes acariciando los
suyos.

Se quedaron viendo el sol ya perdiéndose por el horizonte mientras que mantenían sus manos
tomadas firmemente y sus cuerpos estaban lo más juntos posibles refugiándose del frío viento
que ya comenzaba a soplar con más intensidad.

Cuarta Parte
- Detesto las reuniones familiares ¿viene mucha gente hoy?
- ¿Quieres números? o sea cómo te lo explico mi últimamente ausente hermanita, no sólo viene
mucha gente, sino que vienen todos, y cuando digo todos, me refiero al sentido literal de la
palabra ¿cachai? -Gabriela miró con pesar a su hermana quien no despegaba los ojos de sus uñas
las cuales estaba pintando de color rosado.
- Ay no Cata, dime que es mentira ¡¿quieres decir que voy a tener que dar como 20 besos, sin
contar los de despedida?!
- Sí hermanita, lo cual quiere decir que vas a tener los microbios de 20 clases distintas de babas
pegoteadas en tu carita. -Catalina alzó su rostro hacia una afligida Gabriela mientras sonreía
ampliamente.
- No es necesario que seas tan gráfica. -Una mueca de asco cruzó las facciones de la chica rubia.
- Bueno ya que cierta hermanita mía no me da detalles íntimos de su relación amorosa, no me
queda otra que ser gráfica con otras cosas, me tranquiliza un poco esta curiosidad que me está
matando. Además no le hagas tanto asco a las babas que harto te gustan las de Xenia -Gabriela le
dio un empujón. Ay gil hiciste que me pintara un dedo.
- Por boca suelta, además Xenia no es ninguna babosa, no sé con quiénes te andarás besuqueando
tú para tener esa imagen de un beso. -Gabriela puso un disco en el equipo de música.
- ¿Ah no? entonces ¿sí me contarás los detalles íntimos? -Catalina quitó la concentración que
tenía puesta en sus uñas y dirigió ésta hacia su hermana mayor quien se disponía a escuchar la
canción que comenzaba ya a sonar.
- ¡No! y déjame oír esta canción que me encanta.
- ¿Y quién canta esta porquería? hasta para la música te estás poniendo pava.
- No es ninguna porquería ¿oíste? -Gabriela agitaba un dedo delante del rostro de la adolescente.
- Quita ese dedo, tengo contadas las veces que me has dado con él en un ojo. -Le dio un
manotazo. ¿Y por qué pones esa cara de gil?
- Es que esta canción me trae recuerdos, ya cállate, sh.
- ¿Recuerdos? ¿del día más aburrido de tu vida o qué?
- Por la cresta Catalina ¿por qué tienes que ser tan parlanchina?
- Acaso ¿yo te reclamo por qué últimamente andas en las nubes? por lo menos yo he sido
siempre parlanchina en cambio tú de un día para el otro, todo el día en la luna, y con cara de
pava mirando a un punto fijo donde no hay ninguna cosa interesante que ver.
- Ya se acaba la canción y yo sin escuchar nada, la voy a volver a poner.
- Uy yo me arranco de aquí, luego me quedo dormida, chao. -Gabriela vio a Catalina dirigirse
hacia la puerta de su habitación, mientras que agitaba las manos en el aire y luego se soplaba las
uñas una por una.
- Eso es mejor, ándate y me dejas a mí escuchar mi tema solita.
- Uy tu tema, ya me quedó claro, te lo dedico tu amorcito.
- ¿Qué amorcito? -Ambas se sobresaltaron al ver a su madre entrando al cuarto en ese momento.
- Nada mamá es esta niña que inventa cosas, no le hagas caso.
- ¿Qué amorcito Catalina? -La señora comenzó a preguntar inquisitivamente a su hija menor
mientras que ésta comenzaba a ponerse un tanto nerviosa.
- Pablo madre, es un tema que me dedicó mientras estábamos juntos, se lo comenté a la Cata y
todavía se burla de mí por eso.

Perdóname Xenia...
-No entiendo por qué no haces un intento con ese chico, a mí me parece que es un niño decente,
estudioso y muy buen mozo, es un gran partido, piénsatelo Gabriela.

Olvidaste mencionar que es repelente, odioso, apestoso.

- Ni siquiera lo conoces, el que sea estudioso y buen mozo, según tú, no lo convierte
instantáneamente en una buena persona ¿Y decente? quién sabe cual será tu definición de
decente.
- Luego te vas a arrepentir Gabriela, bueno allá tú, pero sería bueno que te buscaras a alguien
pronto, así de una vez por todas la gente deja de hablar cosas sobre tí.
- No me interesa lo que la gente diga sobre mí, mientras yo sea feliz con... -Alcanzó a frenarse al
recibir la mirada de su madre- ...migo misma estando o no con alguna persona.
- Bueno, bajen pronto niñas que los tíos y abuelitos ya están llegando. -La mujer desapareció
detrás de la puerta. Catalina miró con cara de inocencia a Gabriela quien la estaba asesinando
con la mirada.
- Mejor no digas nada Catalina...

*******

Xenia se disponía a salir de su departamento cuando el teléfono sonó, meditó la posibilidad de no


contestar, lo cual significaría que probablemente de todas formas la llamarían a su celular, así
que sería lo mismo. También podía ser Gabriela, aunque eso era un poco improbable ya que para
esa hora seguramente se encontraría entre su querendona y empalagosa familia contándole los
más íntimos detalles de su estadía en el reality. Xenia sonrió ante esa imagen, Gabriela con sus
risueños ojos dándole énfasis a sus palabras con sus manos y gestos.

- ¿Aló?
- Hola Xenia, todavía estamos esperando que te des una vuelta por la casa para conversar el tema
ése, por favor hazte el tiempo de venir hoy.
- Hola madre ¿cómo has estado? yo muy bien, muchas gracias.
- Preocupada por tí, Jorge sigue preguntándome por ese asunto que andan comentando, y
queremos hablar contigo.
- No me interesa hablar sobre eso con ustedes, por lo menos podrías tener la amabilidad de
decirme que te gustaría verme o algo así, ya sabes esas cosas que dicen las madres, sintiéndolas
por supuesto...
- Mira Xenia, no me cambies el tema, o tú vienes para acá o nosotros vamos para alla ¿qué
prefieres? -Xenia imagino un agradable momento entre ella y Gabriela siendo interrumpido por
su madre y su apestosa familia.
- Esta bien madre, pero hoy no puedo, estaré todo el día ocupada.
- ¿Cuándo entonces?
- No sé, yo te llamo y te digo.
- ¿Cuándo Xenia?
Mierda

- La próxima semana.
- Está bien, pero si no vienes para la próxima semana como dices, tu padrastro y yo te haremos
una visita ¿estamos?
- Te repito que él no es mi padrastro, y si dices que me quiere como tal voy a vomitar, otra cosa
¿qué mierda se supone que quiere él decirme? ¿me va a enseñar a cuadrarme o gastará su
precioso tiempo en contarme su experiencia de ser un potencial asesino? porque que yo sepa él
no tiene ningún maldito derecho de decirme nada. Ahora si me disculpas madre tengo cosas que
hacer.
- No puedo creer que hallas dicho eso ¿sabes lo que sentiría Jorge si te oyera llamarlo así? él que
daría su vida por la paz del país en el que vives. -Xenia giró los ojos con una mueca de fastidio
en el rostro mientras que oía la voz de su madre lloriqueando al otro lado del teléfono.
- Ay por favor ¿de qué paz me estás hablando? ¿sabes? mejor dejémoslo hasta aquí, la próxima
semana voy, ya que no me queda más remedio. Chao madre.
- Chao hija, y que Dios te perdone por decirle esas cosas a tu madre.

Xenia inspiró profundo intentando calmarse, pero no hubo caso, le dio una patada al primer
objeto que encontró a su alcance que resultó ser el sofá mientras intentaba ahogar el grito de
furia que se escapaba de su garganta.

Gabby éste será un largo día, cómo me gustaría pasarlo contigo...

*******

- Todo eso que nos has contado Gabriela es muy entretenido y se ve que lo pasaste muy bien,
pero no podemos dejar de preguntar sobre eso que andan diciendo ¿verdad familia? -Gabriela
dejó de mascar un segundo su comida al oír la pregunta de su tío, el hermano mayor de su padre.
- ¿Qué cosa?
- Eso, acláranos Gabby por qué andan diciendo eso de tí. -Gabriela miró fugazmente a su primo
un chico de 13 años que la miraba sonriente mientras la animaba a hablar. -Comenzó a ponerse
nerviosa.

Vamos Gabby que no te agarren los nervios, tú segura como dice Xenia, y sólo sonríe.

- Eso es lo que hace la gente, habla.


- Anda Gabby queremos escucharlo de tu boca, mientras no nos digas que no es cierto,
seguiremos dudando. -Su prima, una joven de 25 años la miraba con una mueca de incredulidad
en el rostro.
- No tengo nada que decir. -Sintió la mirada de su madre en ese momento, no se atrevió a dirigir
sus ojos hacia ella, sabía muy bien con qué cara se encontraría.
- Ya dejen a la niña, ella sabrá si contesta o no ¿verdad mijita linda? -Su abuela materna la
miraba con el cariño impreso en sus ancianos ojos, mientras que le sonreía dulcemente. Gabriela
le devolvió la sonrisa mientras que la abrazaba afectuosamente y no entendía cómo su madre
había salido tan diferente a todo el resto de su familia.
- Así se dice mamita, estoy de acuerdo con eso, ya déjenla comer en paz. -Su tía más cercana le
guiñó disimuladamente un ojo mientras que se empeñaba en cambiar el tema y sacar la atención
que todos tenían puesta en Gabriela en ese momento.
- Yo no pienso moverme de esta casa mientras no escuche de su boca desmentir esos rumores.
-Su otro tío, hermano de su padre la miraba fijamente mientras esperaba alguna reacción de la
chica rubia. Oye hermano no me digas que son ciertos ¿tu hija te salió un poquito marimacho?
-Gabriela observó a su padre poniéndose tenso, mientras que ella misma sentía que las sienes
comenzaban a palpitarle más de la cuenta y se iba sintiendo bastante descompuesta. Eso sería
raro porque siendo tú el único hombre de esta casa, debería haberte salido femenina ¿o no?
- Gabriela no responde bajo presiones, obviamente son falsos esos rumores, fue una asquerosa
artimaña que usó el canal para atraer rating, ahora por favor cambiemos de tema. -Su madre
terminó su oración queriendo parecer lo más serena posible, le dio una mirada a Gabriela
intentando que la apoyara en eso.
- Para empezar yo no tengo por qué contestarle nada a nadie, mucho menos con el tono burlesco
con el que me lo están preguntando. Con respecto a ser "marimacho" no es la palabra para definir
a una persona que siente amor por otra del mismo sexo, no seas ignorante, además yo no le salí a
nadie de ninguna forma, ya que a nadie le pertenezco. Preocúpense de sus propios asuntos, que
por lo que veo no han de ser muy atractivos ya que se dieron la molestia de reunirse aquí más de
20 personas que no encuentran otro tema más interesante del cual hablar que no sea la sexualidad
de uno de los miembros de la familia. Ahora con el permiso de todos me retiro, porque tengo
cosas más importantes que hacer que seguir escuchando sus aburridos tópicos. -Sintió la mirada
aterrada de su madre y su padre, adivinó la amplia sonrisa en el rostro de su hermana, y no quiso
ni imaginarse como la estaban mirando el resto de los presentes. Abuelita, tías, primos... -Se
dirigió a su familia materna, excepto a su madre y les dedicó una sonrisa, eran los únicos que no
la habían acosado a preguntas- ...nos vemos.
- Chao Gabriela -Oyó a unos cuantos contestarle mientras se perdía dentro de la casa y sentía las
miradas clavadas en su espalda de varios pares de ojos que estaban en el jardín.

Por la cresta, ahora sí que se me va a armar la grande.

*******

Xenia lanzó las llaves en la mesa mientras se dejaba caer en el sofá con el cansancio evidente en
su rostro. Encendió el equipo de música esperando haber dejado algún cd con música que fuera
perfecta para ese momento.

¿Qué estará haciendo en este momento...?


Se paró del sofá y se dirigió a la cocina para ver si encontraba cualquier cosa que comer que ya
estuviera preparada. Demasiado pedir, aparte de fruta y cosas envasadas que no eran de su
agrado, no halló nada más. Sacó un pingüino de los que había comprado para cuando Gabriela se
antojara de comer estando allí y le dió una gran mordida.

Se dispuso a tomar una ducha para relajarse de su ajetreado día. No encontró jabón.

Por favor que halla, que halla.

Por fin dio con todo lo que le hacía falta, se metió con los objetos al baño mientras tarareaba una
melodía que no recordaba dónde la había oído pero que había sido incapaz de olvidarla y volvía
una y otra vez a repetirla en su cabeza. Antes de cerrar la puerta el timbre sonó. Xenia alzó una
ceja intentando adivinar quién demonios podía ser.

¿¿Mi madre?? no por favor que sea cualquier persona menos mi madre, pensándolo bien
cualquier otro excepto Carla.

No le había dicho a Gabriela sobre las visitas que había recibido, y mucho menos le había
comentado acerca del chantaje que ésta le estaba haciendo. Prefería pensar que la chica se
aburriría de perseguirla, y que tarde o temprano dejaría de acosarla. Por ningún motivo quería
que Gabriela se preocupara por nada, menos que tuviera el temor que sus padres pudiesen
enterarse de lo suyo.

Se dirigió a la puerta, maldiciéndose por no haber instalado nunca un ojo de buey, hizo un apunte
mental de comprarse uno lo más pronto posible. Pegó la oreja a la madera, pero nada, intentó ver
por las rendijas y menos. Por fin se rindió y abrió la puerta con una mueca de fastidio en el rostro
esperándose lo peor.

- Siento haber venido sin avisar. -Su rostro se iluminó completamente al ver a la persona que
estaba parada frente a ella en ese momento.
- ¡Gabby! -Fue incapaz de reprimir una gran sonrisa en su rostro, su corazón palpitando
rápidamente mientras veía a la chica mirándola con una pequeña sonrisa en sus labios, aunque
alcanzó a percibir algo de tristeza en sus ojos también. Los conocía demasiado bien ya, para no
reconocer cada emoción que emitían estos.
- ¿No interrumpo? -Vio su mirada dirigirse al interior del departamento como temiendo encontrar
a alguien más dentro.
- ¿¿Interrumpir?? ¿estás loca? llegas en el momento preciso, entra entra, qué estúpida, no te he
hecho pasar. -La tomó de una mano y la condujo dentro del lugar.
- ¿De verdad Xenia? porque no me gusta ser inoportuna.
- Ya córtala con eso y ven aquí ¿es que acaso voy a tener que esperar mucho tiempo más para
que decidas darme un beso? -Xenia vio una sonrisa creciendo en el hermoso rostro de Gabriela
mientras que la chica se iba acercando hacia ella hasta sentir su cuerpo abrazándola y alzándose
en puntas de pies para alcanzar sus labios con los suyos.
- Cómo he extrañado esto. -Dijo Xenia una vez que sus rostros se hubieron separado.
- Y yo.
- ¿Estás bien? no, no es ésa la pregunta correcta ¿qué paso? -Xenia comenzó a sentir
preocupación al sentirla tan cabizbaja.
- Sí, bueno, o sea...
- ¿Por qué estás aquí? no es que me moleste, porque todo lo contrario, pero pensé que estarías
hasta tarde con tu familia. -Xenia estudió el rostro de Gabriela, mientras que veía cómo ésta
reaccionaba ante la palabra "familia". ¿Pasó algo con ellos?
- Sí, Xenia. -Gabriela bajó la mirada mientras que se acariciaba una mano con la otra.
- ¿Qué paso? -Xenia comenzó a ponerse nerviosa.
- Me acosaron a preguntas sobre lo que tú ya sabes. -Gabriela alzó sus verdes ojos y miró un
tanto angustiada a la morena. No fueron tanto las preguntas Xenia, es el tono festivo con el que
las hacen, como si fuera un absurdo, como si fuera un chiste ¿entiendes?
- Lo sé, no sé qué decirte porque siempre nos vamos a encontrar con este tipo de gente Gabriela,
y ellos jamás van a entender nada. -Xenia la abrazó mientras que comenzaba a sentir la rabia
subiendo hasta su cabeza.

Ella podía con cualquiera de esas cosas y a la mierda con todo, pero ¿Gabriela? ¿sería capaz de
resistir todo eso? sobretodo porque hasta el momento sólo eran rumores ¿qué pasaría si llegaran
a enterarse de que era cierto? la imagen de Carla y su fotografía golperon su cabeza.

- ¿Sabes Xenia? ya me siento mucho mejor, no quiero más hablar de ellos por hoy, vine aquí
porque necesitaba estar contigo, sólo tú y yo. -Gabriela puso su cabeza en el hombro de Xenia
mientras que sus ojos verdes la miraban con amor.
- Sólo tú y yo... -Besó su frente mientras se quedaban así por largo rato sin hablar. Xenia sentía
una paz en su ser cuando la tenía así de cerca, una paz que no encontraba ni en los golpes que
había dado cuando la rabia la cegaba, ni cuando se fumaba todos los cigarros que sus pulmones
podían resistir cuando se sentía ansiosa de algo que nisiquiera sabía que era.

- Te extrañé.
- Y yo, ¿sabes? cuando tocaste el timbre iba a darme una ducha ¿me esperarías un ratito mientras
lo hago? no me tardo nada.
- Claro Xenia ¿por qué te ibas a duchar? ¿venías llegando de algún lado? -Xenia comenzó a
turbarse.
- Sí, es que ando viendo unos trabajos, luego te cuento. -Besó su frente y se dispuso a dirigirse al
baño nuevamente.
- ¿Desde qué hora no comes?
- ¿Cómo sabes que no he comido? -Xenia la miró sorprendida.
- Porque te conozco. -Gabriela le sonrió.
- Desde hace varias horas, aunque me comí un pingüino recién, si quieres en el refri hay, los
compré para tí.
- Linda. -Vio sus ojitos verdes brillando de felicidad. Xenia sabía que Gabriela amaba esos
pequeños detalles, ciertamente no tanto como ella misma disfrutaba dándoselos.
- Tú linda. -Le lanzó un beso y se perdió por la puerta del baño.

*******
Sus curiosos ojos viajaban por cada rincón al cual eran capaces de llegar sentada en el sofá de la
sala de Xenia. No habían muchos muebles allí, ni muchos colores tampoco. Una gran cantidad de
cds, los cuales se paró a examinar, se encontró con varios que ella misma había oído, la mayoría
en inglés. Abrió la bandeja del estéreo para ver cuál había estado oyendo, se encontró con el que
ella misma le había obsequiado semanas atrás. Una sonrisa se apoderó de su rostro. Se sentía tan
bien en ese lugar, Xenia le estaba dando la libertad de ver lo que quisiera, eso significaba que
confiaba en ella, que nada le estaba ocultando.

De pronto la imagen de Xenia comenzó a meterse en su cabeza, la imagen de Xenia dándose una
ducha, la veía tan claramente en su cabeza que comenzó a convertirse en una obsesión, intentaba
pensar en otra cosa, pero no había caso, una y otra vez volvía. Las gotas de agua en su piel
tostada, su desnuda piel tostada. Xenia pasando el jabón por sus hombros, su negro cabello
pegado a su cráneo mientras mantiene los ojos cerrados y el agua se desliza por su cuerpo. Un
rubor comenzó a subir por sus mejillas. Se dirigió hacia la cocina intentando sacudir todos esos
pensamientos, porque si continuaba con ellos, sabía que era capaz de terminar irrumpiendo por la
puerta del baño y saciar todos sus deseos de verla desnuda. No era como que nunca se la hubiera
imaginado, pero tenerla tan cerca con sólo una pared separándolas no estaba ayudando mucho.

Vamos Gabby piensa en otra cosa, piensa en otra cosa.

Comenzó a pelar papas y más papas, mientras que empezaba a sentir una gran sed,
afortunadamente había coca cola en el refrigerador, y hasta hielo, gracias al cielo había.

Se volvió a dirigir hacia la sala, caminó alrededor, no había ninguna fotografía en ningún lugar.
Sintió la tentación de meterse a la habitación de Xenia, ver si encontraba la foto que le había
dado, pero se contuvo. En vez de eso tomó un montón de revistas que encontró por ahí y regresó
a la cocina. Repasó las páginas, eran revistas de cosméticos, encontró uno que otro lápiz labial
que fue de su agrado, y hasta un color de tintura de pelo que le gustó.

Creo que voy a cambiarme el tono del cabello uno de estos días.

De pronto su mirada se concentró en un delineador de ojos, por algún motivo le estaba gustando
más de la cuenta, pasó la página, pero no hubo caso, volvió a él, se apoyó en la pared mientras
observaba de cerca la fotografía de los ojos con el tono en él. Sus ojos se abrieron enormes
mientras una idea se aclaraba en su cabeza.

Espera un momento...

La puerta del baño se abrió en ese momento y Xenia salió con una toalla azul cubriendo su
cuerpo, dejando a la vista sus hombros y piernas.

Gabriela alzó la vista y olvidó al instante la revista y la fotografía, mientras que la imagen de
Xenia duchándose retornó a su cabeza, los colores volvieron a subir por sus mejillas mientras
veía una pequeña sonrisa formarse en el rostro de la morena, a la vez que una de sus cejas se
alzaba provocativamente. Gabriela sonrió tímidamente mientras quitaba la mirada de la chica
más alta.

- Me voy a poner algo de ropa y vuelvo enseguida ¿qué estás haciendo? hay olor a fritura.
- Son papitas fritas, espero que te gusten, porque a mí me encantan.
- Sí, me gustan y estoy que me muero de hambre. -Hizo ademán de entrar en su habitación,
mientras Gabriela regresó su mirada hacia ella al darse la vuelta, de pronto recordó la fotografía.
- Espera Xenia ¿qué significa esto? -Salió corriendo de la cocina y se acercó a la morena,
enseguida se arrepintió de haberlo hecho, comenzó a sentir el olor que se desprendía de la piel de
Xenia, una que otra gota aún en sus hombros, sus ojos azules mirándola, esperando a lo que
quería decirle. El rubor en su rostro se multiplicó por diez mientras que hacía lo posible por no
desviar la mirada de su rostro.
- ¿Eso? -Xenia comenzó a confundirse, y a sonrojarse también. O sea, una revista de cosméticos
creo, no sé, llegó con la correspondencia.
- Sí Xenia ya veo que es una revista de cosméticos, lo que yo pregunto es por esta foto ¿te fijas?
ésta. -Gabriela apuntó con el dedo hacia ella.
- No sé de qué hablas. -Dijo Xenia intentando mantener su rostro impasible. Gabriela comenzó a
ponerse nerviosa nuevamente por la cercanía de Xenia envuelta apenas en una toalla.
- ¿Sabes Xenia? mejor ponte la ropa y luego me dices por qué cresta estoy viendo tus ojos en
esta revista, me estás volviendo loca con esa toalla ahí. -Xenia sonrió mientras se dirigía hacia su
habitación y cerraba la puerta tras ella.

Ya relájate Gabby, respira, eso es...

*******

- Mucho mejor, bueno no tan mejor, pero más práctico, ahora ven aquí. -Xenia sintió los dedos
de Gabriela aferrándose a su muñeca mientras que era dirigida hacia una silla.
- No, aquí no, mejor vamos al sofá, es más cómodo.
- Ok, donde tú quieras siempre y cuando me expliques esto.
- No sé qué es lo que te llama tanto la atención de ese delineador de ojos, está bonito, si quieres
te lo regalo. -Comenzó a sentirse nerviosa y lo inevitable acercándose.
- La foto Xenia, deja de hacerte la tonta, estos son tus ojos, sería capaz de reconocerlos en
cualquier parte, y no sólo estos son tus ojos, sino que estos otros aquí son tus labios, y no me he
detenido a seguir viendo la revista, porque quizá con qué otra cosa me voy a encontrar.
- O sea... -Vio los ojos de Gabriela fijos en los suyos y supo que ya no había forma de negarlo. Sí
son mis ojos y esos son mis labios, qué linda como me reconoces. -Acarició una mejilla de
Gabriela le arrebató la revista de las manos y la lanzó lejos mientras se acercaba para besarla.
- ¡Xenia! basta ¿¿eres modelo??
- ¡¡No!! -La miró indignada.
- Sí Xenia reconócelo, además qué tiene de malo, estoy viendo una foto tuya en una revista, eso
es ser modelo.
- ¡¡Sólo de catálogos!!
- Tremenda diferencia, ahora cuéntame esto, mira ya estoy resignada a que me voy a encontrar
con sorpresas sobre tí todo el tiempo, primero que si trabajas en una tienda de tatuajes, luego que
dibujas, después que hablas inglés, ahora con que eres modelo de catálogos ¿luego qué será?
- Nada más, eso es todo. -Dijo Xenia.
- ¿Desde cuándo trabajas en esto?
- Desde que tenía como 16 años, ya no sé.
- ¿Por qué demonios me lo ocultaste? -Xenia miró a Gabriela quien la estaba viendo con cara de
reproche.
- Porque me daba vergüenza, lo más fácil era que te dijera que tatuaba solamente, no era tan
vergonzoso, y lo del inglés ya te dije que era para que no me hicieras hablar.
- Eres tremenda Xenia, te juro que no te entiendo, pero bueno no vamos a entrar en discusiones,
quiero los detalles de esto.
- ¿Cuáles detalles?
- ¿Trabajas para una agencia? ¿qué clase de fotos te sacas? ¿qué tan seguido lo haces?
- Está bien. Un día iba por la calle se me acercó una tipa y me dijo que era de una agencia de
modelos que necesitaban gente con mis características físicas, me dio un número para que la
llamara si estaba interesada. Yo me reí en su cara, pero luego necesitaba dinero porque quería ser
independiente, y esto lo pagaban muy bien y sólo tenía que ponerme para la foto y bueno, la
llamé, fui al lugar, les advertí que sólo me haría fotos para catálogos y que nunca mostraría mi
rostro completo en una foto ni partes íntimas tampoco, estuvieron de acuerdo y aquí estamos. Es
un trabajo sencillo, aunque cansan las sesiones de foto, pero no tengo horarios de oficina ni de
comercio y lo hago cada vez que me llaman.
- Para empezar tienes toda la pinta de modelo, te guste o no, eres hermosa físicamente y lo sabes,
creo que confundes el ser linda físicamente con ser hueca y eso no es una regla, segundo me
parece interesante, tercero quiero tener todas las revistas en las que hallas salido, y cuarto quiero
que me prometas que no volverás a ocultarme nada más. -Xenia miró a Gabriela con toda la
intención de prometérselo, pero la imagen de Carla y su maldita foto apareció en sus
pensamientos nuevamente, finalmente optó por prometer y seguir confiando en que nada malo
pasaría.
- Lo prometo.
- Gracias, ahora vamos a comer las papitas fritas que te hice ¿qué te parece? -Vio los ojos
risueños de Gabriela, olvidando las mentiras y las preocupaciones.
- Me parece genial. -Gabriela corrió hacia la cocina para salir al segundo con una fuente llena en
una mano, y una botella de coca cola en la otra, las dejó sobre la mesa cerca de Xenia, volvió a
perderse dentro de la cocina y volvió con vasos y hielo.
- ¿Buscamos una película en la tele?
- Bueno, pero ahora ven aquí de una vez por todas, y estate quieta. -Xenia le estiró una mano a
Gabriela mientras la miraba tendida en el sofá.
- Sí, mi modelo favorita y la más linda del mundo. -Xenia giró los ojos para luego darle una
mirada de fastidio a Gabriela que se instaló a su lado y apoyó su cabeza en su pecho, el fastidio
se borró enseguida.

*******
- ¡Xenia! estoy nerviosa, me muero de los nervios, mira como me tiemblan las manos. -Gabriela
vio como Xenia le sonreía mientras que se ponía de lado y apoyaba su cabeza en el respaldo del
asiento del bus y se la quedaba viendo.
- Tranquila, vamos a un concierto, no a dar un examen. -Xenia tomó su mano y la besó
dulcemente.
- Tienes razón, pero de todas formas estoy nerviosa. -Gabriela dirigió la mirada através de la
ventanilla del último asiento, donde ambas decidieron pasar el resto del viaje.
- Pensé que me habías dicho que habías estado ya en tres conciertos, parece como si no supieras
a lo que vas.
- Xenia tenemos credenciales, voy a verlos de cerca, nunca los he visto de cerca, bueno tú no
sabes lo que es idolatrar a alguien.
- Sí lo sé... -Vio a Xenia mirándola intensamente. Sonrió.
- ¿Por qué se demora tanto este bus? -Gabriela comenzó a mirar la hora en la muñeca de Xenia.
- Gabriela cálmate son las 9 de la mañana, el concierto es a las 9 de la noche, no entiendo por
qué nos vinimos tan temprano, deberíamos haber venido en mi auto mejor ¿no crees?
- No, no quiero que te canses de manejar, además luego ¿dónde lo estacionas? mejor así, en bus.
- Bueno, como quieras y ahora cálmate.
- Te pasé a tí las entradas ¿verdad? yo tengo las credenciales ¿estás segura que no quieres que te
devuelva el dinero de la tuya? después de todo sólo vienes para acompañarme a mí.
- Ya deja de preguntarme eso una y otra vez, yo también voy a disfrutar del concierto. -Vio el
rostro de Xenia acercándose al suyo, sus ojos se cerraron, pero enseguida se abrieron.
- No Xenia, aquí no, está lleno de gente nos pueden ver. -Xenia abrió sus azules ojos, asomó la
cabeza por el pasillo del bus y miró adelante, en realidad no estaba lleno y las últimas personas
estaban sentadas como tres asientos más adelante de ellas.
- Están todos durmiendo, vamos, tranquila. -Volvió a hacer el intento, pero Gabriela se iba
alejando. Xenia abrió los ojos para encontrarse a Gabriela hincada en el asiento observando hacia
adelante. Ya, te va a gustar, es emocionante tener el temor de que te pueden pillar. -Una sonrisa
pícara se formó en el rostro de Xenia, mientras que sus ojos brillaban maliciosamente.
- Mmm. -Una sonrisa igual de pícara que la de la morena nació en el suyo. Se besaron, sus ojos
cerrados, las manos tomadas mientras que el bus seguía su camino hacia Santiago la capital de
Chile donde sería llevado a cabo el concierto.

De pronto la puerta del baño se abrió y ambas dieron un salto. Gabriela abrió los ojos asustada
para encontrarse a un señor mirándola como decidiendo si había visto bien o mal. El señor no
dijo nada sólo se perdió tras la puerta.

- Oops. -Xenia la miró con una amplia sonrisa en el rostro mientras que se aguantaba la risa.
- ¡Xenia! -Gabriela abría los ojos mientras le daba un empujón a la morena. ¿¿No que estaban
todos durmiendo??
- ¿Qué culpa tengo yo que halla gente con el sueño liviano? -Xenia se encogió de hombros,
mientras se comenzaba a reír de buena gana ahogando las carcajadas en el hombro de la chica
rubia.
- Xenia luego si nos echan del bus será por tu culpa. -Gabriela le agitaba un dedo delante del
rostro mientras que comenzaba a reírse también. Después de todo ¿qué tenía de malo? que la
gente despertara de una vez por todas y viera la realidad, de que hay un montón de parejas del
mismo sexo que se aman y tienen todo el derecho de vivir su amor con la misma libertad que
cualquier otra pareja.
- Que se atrevan a intentarlo. -Los párpados de Xenia comenzaron a entrecerrarse con la furia
que sintió al imaginarse eso.
- Ya Xenia, nadie nos está echando, ahora ¿en qué estábamos? -Xenia sonrió mientras buscaba
los labios de Gabriela con los suyos.
- ¿Qué te parece si nos metemos juntas al baño? eso sería excitante, el bus moviéndose, el
espacio pequeño, el temor de que alguien se de cuenta. -Xenia le susurraba en el oído para luego
mirarla con una sonrisa maliciosa en el rostro.
- Ni se te ocurra Xenia, nisiquiera lo pienses.
- Sólo decía. -Se encogió de hombros. De todas formas la invitación seguirá en pie. -Le dio una
mirada coqueta con sus ojos azules brillando, para luego relajarse en el asiento, y cerrar sus ojos,
sin dejar de sonreír. Gabriela la observó meditando la posibilidad.
- Eres terrible...

*******

- ¿¿Pretendes que nos quedemos fuera del estadio a pleno rayo de sol por las próximas 10
horas?? ¿Para qué demonios entonces me conseguí las credenciales?
- ¡Xenia! no le pongas tanto, 10 horas no es mucho, se van a pasar volando, bueno no tanto, pero
tarde o temprano tiene que llegar la hora.
- No Gabriela, nos vamos a insolar y deshidratar allí, vamos a aprovechar de dar una vuelta y
volvemos más tarde.
- Pero Xenia, y si luego no llegamos ¿y si nos perdemos? -Gabriela estaba parada enfrente suyo
vestida con una polera roja con un gran símbolo de Red Hot Chili Peppers estampado, y una
gorra negra con un ají bordado en el medio.
- Tengo perfecto sentido de la orientación, tú tranquila, si estás conmigo llegamos a la hora y
agarramos el mejor puesto.
- Bueno, pero si nos perdemos y no llegamos te mato ¿oíste?
- Gabriela. -Xenia la miró con cara de sorpresa. ¿Tengo que comenzar a preocuparme por esas
muestras de agresión tuyas?
- Chistosa... -La miró con fastidio. Pero me alegra que continúes recordando tan bien mis
palabras. -Sonrió satisfecha.
- Para que veas. ¿Dónde te gustaría ir?
- A ver, a ver. -Gabriela se estaba golpeando el mentón con un dedo mientras meditaba dónde le
gustaría ir. Xenia esto me parece extraño, tú queriendo mezclarte entre la multitud.
- En la multitud nos mezclaremos cuando empiece el concierto, eso sí que será multitud.
- Lo sé, pero vamos, quiero andar en metro, eso también es excitante ¿no crees? -Gabriela la
miró con una sonrisita coqueta en el rostro.
- Gabriela ¿estuviste viendo negocios riesgosos? -Xenia observó a la chica más joven alzando
una ceja.
- Sí, en realidad sí, Tom Cruise sale tan lindo en esa película.
- ¡Oye! quiero que dejes eso de andar encontrando a los actores lindos, yo no le veo nada
especial a ése. -Xenia la miró enfadada.
- Ya no te enojes mi amor, tú sabes que tú eres más hermosa que todos esos juntos. Además no
soy yo la que tiene fotos de Liv Tyler en su pieza.
- Otra vez con lo mismo, tenía, tú me la quitaste ¿recuerdas? además no sé por qué tengo la
sospecha de que tú tienes posters de estos en la tuya ¿o me equivoco? -Xenia agarró la polera de
la chica rubia enseñándosela.
- No sé de qué hablas Xenia. -Gabriela miró al frente mientras ponía cara de inocencia.
- Sí como no... -La morena salió disparada hacia un lado al recibir un empujón de Gabriela con
su hombro.
- ¡Oye! -Se lo devolvió controlando su fuerza, de lo contrario Gabriela hubiera terminado
estampada contra la pared.

Comenzaron a reír mientras que se miraban y continuaban caminando hacia donde sus pies las
llevaran, tenían las próximas 10 horas para estar juntas y hacer lo que quisieran.

- ¿Me podrían dar su autógrafo? -Xenia miró al hombre de mediana edad que paseaba su mirada
entre ambas con ojos de adoración mientras que le extendía una hoja de papel y un lápiz a
Gabriela.
- Claro ¿cuál es tu nombre?
- Jaime -Dijo él, Gabriela hizo un garabato en la hoja y se la devolvió al tipo, el cuál se la
extendió enseguida a Xenia esperando que ésta repitiera el procedimiento. Gabriela miró a la
morena mientras intentaba contener la risa.
- Vamos Xenia, un autógrafo ¿qué te cuesta?. -Xenia giró sus ojos hacia ella mientras que le
hacía gestos de fastidio.
- Está bien. -La chica de ojos azules prácticamente le arrebató el pedazo de papel al hombre y
garabateó cualquier cosa en él, luego se la devolvió más hastiada aún que antes, mientras sentía
los risueños ojos de Gabriela seguir sus movimientos.
- Gracias, sabía que eran pareja, espero que estén juntas por mucho tiempo más, chao. -Lo vieron
alejarse feliz de la vida.
- ¿Viste Xenia? no es tan terrible dar autógrafos.
- No puedo creer que acabo de hacer lo que hice. -Xenia comenzó a caminar mientras movía su
cabeza de un lado a otro y se cubría los ojos con sus lentes de sol.
- Ya Xenia, si es divertido, hiciste feliz a alguien con una tontería, y además recibimos sus
buenos deseos para nuestra relación. -Gabriela corrió para alcanzar a la morena y la tomó de un
brazo.
- No necesitamos de sus buenos deseos para que nuestra relación siga funcionando.
- ¿Sabes Xenia? en eso tienes razón.

*******
- Ya Gabriela no quiero seguir caminando, estoy cansada y aburrida de que me miren, estoy
comenzando a arrepentirme de haberte propuesto esta vueltecita ¿no tienes hambre? van a ser las
2 de la tarde.
- La verdad es que sí tengo bastante, mira entremos aquí, tengo ganas de comer empanadas.
- Oye ¿no se te olvida un pequeño detalle?
- ¿Cuál? -Gabriela miró a Xenia extrañada.
- "La cebolla"
- Guacala, de pino no, de queso.
- Ah bueno, así sí. -Gabriela le sonrió.

Ingresaron al lugar, pidieron sus empanadas de queso, unos jugos y se relajaron. A los veinte
minutos disfrutaban de una agradable conversación en la mesa más apartada que pudieron hallar,
mientras saboreaban la comida.

- ¿Sabes? no sé si te vaya a gustar esto, pero hay alguien que sabe de lo nuestro. -Gabriela miró a
Xenia mientras esperaba una reacción de su parte.
- ¿¿Qué?? ¿quién? -Xenia la miró sorprendida.
- Mi hermana, o sea en realidad se lo confirmé, ella lo sabía y me hablaba como si fuera un
hecho de que tú y yo... bueno, lo que ya sabes... Y me insistía y me insistía, además se ha portado
muy bien conmigo, ella está feliz.

¿¿Será posible que todavía me cueste decirlo??

- ¿Me estás diciendo que tu hermana de 15 años sabe sobre lo nuestro y lo aprueba? -Xenia la
miró alzando una ceja.
- Exacto, no sólo lo aprueba, le gusta, tú le caes bien, te encuentra interesante o no se qué. -Le
dio un sorbo a su jugo. La verdad es que yo también me sorprendí con la reacción que tuvo.
- Es bastante raro en realidad, pero me gusta, una adolescente más sensata que cualquier adulto.
-Xenia sonrió
- Es cierto, el problema ahora es que está empeñada en querer conocerte, yo le dije que no, pero
me insiste, es terrible la niña ésa, cuando empieza a hablar no hay poder humano que la pare.
- ¿Habla más que tú? -Xenia miró a la chica más joven sonriendo mientras le daba un mordisco a
su empanada.
- Chistosa. -Le dedicó una mirada de fastidio a Xenia. Bueno ¿te molesta que se lo halla dicho?
- ¿Molestarme? ¿es una broma? me encanta que se lo hallas dicho, tú puedes decírselo a quien
quieras, yo estaré feliz.
- ¿De verdad?
- De verdad.
- ¿Qué hay de tí? ¿alguien lo sabe?
- Mi madre anda molestándome, quiere que vaya a su casa, para que su maridito y ella me den un
discurso, voy a tener que ir porque amenazó de hacerme una visita si no lo hacía.
- ¿En realidad es tan mala la relación que tienen? ¿por qué no intentas acercarte a tu madre?
- Gabriela no es que la relación sea mala, es que sencillamente no existe, ella jamás me dio amor
de madre, y ahora pretende venir a dárselas de mamita del año fingiendo que se preocupa por mí
cuando lo único que le importa es no manchar el nombre de su maldito esposo. -Xenia le dio un
golpe a la mesa mientras que miraba con furia hacia un punto fijo.
- Tranquila. -Gabriela tomó su mano mientras que miraba a la morena a los ojos. Xenia se calmó
enseguida ante aquel gesto.
- Lo siento, es que me da rabia, yo quiero que me dejen vivir tranquila, no quiero que me
interroguen ni se metan en lo que no les importa.
- ¿Y tu padre Xenia? ¿nunca intentaste un acercamiento con él?
- Menos con ese viejo maldito, no lo necesito ni a él ni a mi madre, sólo a tí... -Gabriela vio los
ojos de Xenia suavizándose mientras la miraba diréctamente a los suyos, sonrió.
- Y yo a tí...

*******

- Vamos Gabby entremos al cine, son apenas las 3 : 00 de la tarde, me niego a seguir caminando,
además esta ciudad me está mareando. -La chica más joven comenzó a sacar cuentas mientras
observaba el rostro sonriente de Xenia
- ¿Por qué tanta felicidad por entrar al cine? ¿eres una fanática o qué? -Gabriela la miraba
inquisitivamente.
- No, pero dentro está oscurito y seguramente no hay casi nadie a esta hora ¿no te suena
agradable?. -Los azules ojos de Xenia brillaban pícaramente.
- ¿Qué estás planeando? -Gabriela comenzó a sonreír.
- ¿¿Yo?? nada, sólo un cómodo asiento, nada de sol, nada de gente observando. ¡Ya! vamos
-Xenia agarró a Gabriela de un brazo y la arrastró adentro ¿o tienes miedo? -Se giró hacia la
chica más joven mientras ésta continuaba sonriendo y se dejaba dirigir.
- ¿¿Miedo yo?? ni en sueños, vamos. -Gabriela comenzó a empujar a Xenia esta vez. Eligió al
azar cualquier película y pidió dos entradas.
- Calma Gabby, cualquiera diría que estás ansiosa por llevarme a lo oscurito.
- Ya cállate, la idea fue tuya.
- Pero tú también quieres. -Xenia se volteó hacia ella con una divertida mueca en el rostro
mientras que abría la puerta de la sala número 2.
- ¿Sabes lo que quiero Xenia? -La morena oyó la voz de Gabriela mientras que apenas distinguía
su silueta en la oscuridad.
- ¿Qué?
- Esto. -Xenia sintió que Gabriela la empujaba suavemente contra la pared para luego sentir sus
labios rozando los suyos apenas, sus manos instantáneamente la tomaron de la cintura
atrapándola y acercándola aún más a su cuerpo. ¿Te gusta? -Le susurraba.
- Mucho... -Le respondía Xenia mientras que sus labios continuaban rozándose, sin llegar a
besarse más profundamente.

En ese momento la puerta se abrió, y ambas se separaron al instante y fingieron estar caminando
hacia los asientos. La pareja que entraba las sobrepasó sin siquiera prestarles demasiada
atención.

- Dios mío ya nos han cachado dos veces, Xenia contrólate. -Le dio un empujón a la morena.
- ¿¿Cómo que contrólate?? fuiste tú pilla.
- ¿¿¿Yo???
- Sí, tú, y ven aquí.
- No, mejor sentémonos de una vez. -Agarró de la mano a Xenia y se dispusieron a sentarse en la
última fila. Tal como lo habían pensado la sala estaba prácticamente vacía.

La película ya había comenzado, nisiquiera sabían de qué era, pero ya estaban allí. Xenia
intentaba concentrarse en lo que estaba sucediendo en la pantalla y agarrar el hilo de la historia,
pero no había caso, sentía a Gabriela sentada junto a ella a milímetros de distancia, la miraba de
reojo , y la veía atenta al frente, aún en la oscuridad podía ver el color de sus ojos, su cabello
tomado en una cola de caballo. Se había quitado la polera Red Hot para quedarse con una de
color rojo que dejaba los hombros descubiertos.

- ¿Quieres cabritas?
- No, Xenia gracias estoy bien así, mira se está poniendo buena la película. -Sintió la mano de
Gabriela buscar la suya, sus dedos se entrelazaron.

Xenia comenzó a acercarse más y más, hasta apoyar su cabeza en el hombro de la chica más
joven. Gabriela giró su rostro y la besó en la frente. Sentía su suave piel en contacto con su
mejilla, su olor era irresistible. Sin pensarlo sus labios empezaron a besar su cuello. Gabriela
continuó atenta a la pantalla mientras Xenia intensificaba los besos. La miró un segundo, ahora
estaba ella con los ojos cerrados y sus labios se habían entreabierto, sus manos aún tomadas, la
morena sintió como Gabriela la apretaba con más fuerza, pronto logró que se girara hacia su
cuerpo y se abrazara a ella mientras que seguía besándola, llegó hasta el lóbulo de su oreja,
Gabriela sólo se dejaba hacer, oyó como su respiración se agitaba.

- Xenia... Xenia... basta. -Le decía mientras respiraba dificultuosamente.


- ¿Por qué...? ¿no te gusta...? -Le susurraba en el oído.
- Porque me gusta es que te pido que pares.

Xenia buscó sus labios y la besó profundamente mientras que sentía como Gabriela intentaba
reunir la fuerza de voluntad suficiente como para no seguir correspondiendo a sus besos. Sus
manos se colaron por entre su polera, acariciaban su piel tersa, rozaban su sostén, era tan sencillo
meterse por entre esa tela y llegar hasta sus pechos, se moría de ganas de tocarla, de no tener
ningún límite.

- Por favor Xenia, para, para ahora. -Xenia obedeció por fin al sentirse incapaz ella misma de
seguir conteniéndose ni un segundo más.
- Lo siento... -Observó el perfil de Gabriela nuevamente, sus labios entreabiertos aún, su
respiración agitada. ¿Estás bien?
- Sí, estaré bien. -La miró y se acercó a su oído. ¿Te das cuenta lo difícil que se nos está haciendo
la cercanía?
- ¿Eso es bueno o malo?
- Es bueno, pero mis temores siguen siendo los mismos...
- Lo sé, es por eso que te digo que lo siento, aveces me es imposible reprimir las ganas que tengo
de tocarte.
- Y a mí... -Gabriela tomó la mano de Xenia y la llevó hasta sus labios, la besó dulcemente y
luego la dejó descansar en su regazo mientras la sostenía en la suya, volvió a concentrarse en la
pantalla. Xenia intentó hacer lo mismo.

Demasiado difícil...

*******

- ¡Xenia está lleno de gente! mira. -Gabriela lucía nuevamente su polera Red Hot y su gorrita con
el ají. Le había sido imposible convencer a Xenia que llevara el mismo atuendo.
- Vamos por aquí. -La tomó de una mano y la dirigió hacia otro lugar.
- ¿Dónde vamos?
- Por aquí, debe estar por comenzar la prueba de sonido ¿quieres verla no?
- ¡¡¡Sí!!! -Xenia sonrió ante el entusiasmo de Gabriela.
- Tenemos credenciales. -Xenia mostró ambas y un chico alto y musculoso las dejó pasar.
- Gracias. -Dijo Gabriela sonriéndole ampliamente al joven. Éste nisiquiera la miró.
- ¿De verdad Xenia? ¿los vamos a ver ahora?
- Sí, pero nada de desmayamientos ¿ok? intenta controlarte por favor.
- Lo voy a intentar Xenia, mi corazón está palpitando mucho.
- Tranquila. -Se sentaron por ahí en las gradas, el escenario estaba prácticamente montado, era
enorme, una batería se distinguía en el fondo y mucha gente alrededor.

Estuvieron como media hora sentadas esperando, conversando de diversos temas, el sol seguía
quemando. De pronto comenzó a sonar el celular de Xenia, lo sacó de su bolsillo, miró el
número, era desconocido, hizo ademán de volver a guardárselo.

- Contesta, podría ser algo importante Xenia, si es privado te vas para allá a mí no me importa.
-Gabriela seguía observando con sus ojos completamente entusiasmados hacia el escenario
esperando que en cualquier momento apareciera la banda.
- ¿Aló? -Xenia contestó finalmente. ¿Aló? -Repitió.
- Xenia cariñito ¿cómo estás? -Se sobresaltó al oír la voz de Carla al otro lado del teléfono.
- ¿Qué mierda? -Se llevó la mano a la frente mientras intentaba controlarse, miró a Gabriela, ésta
seguía con la mirada atenta en el escenario.
- Darling te llamaba porque ya extraño escuchar esa sexy voz tuya ¿Has extrañado tú la mía?
-Oía la voz de Carla sonando tan sensual que llegaba a ser irritante.
- Ándate a la mierda...
- No..no.. no.. si tú cortas yo llamo al celular de tu adorada Gabita ¿captas? -Rió burlesca. ¿Por
qué estás tan nerviosa nena? ohh... no me digas, ella está ahí contigo ¿verdad? -Su voz bajó
varios tonos, mientras alargaba las sílabas de la última palabra.
- ¿Qué quieres?
- Asegurarme de que no se te olvide nuestro trato, tú me das lo que te pido y tu preciosa Gabita
no sufre las consecuencias del desprecio de sus padres, tú sabes bien acerca de eso ¿verdad? la
gente apuntándola con el dedo, llamándola tortillera, degenerada, enferma, incluyendo toda su
familia, no queremos eso ¿o sí?
- Hijadeputa, te vas a arrepentir ¿oíste?
- No Xenia de mi corazón, no te me pongas agresiva, piensa en ella, mírala ahí delante tuyo ¿te
está mirando? -Xenia observó el perfil de Gabriela , su rostro sonriente, era tan inocente. La
chica eligió ese momento para voltearse hacia Xenia, mientras le sonreía dulcemente y la miraba
con los ojos radiantes de felicidad. Mira esos ojos verdes preciosos, esa carita con rasgos
infantiles, la forma en que te mira, toda la confianza que tiene en tí ¿acaso quieres ser la causa
del rechazo de su familia?
- Si haces algo, cualquier cosa en contra de ella, te voy a matar ¿me entendiste? te mato maldita.
-Xenia sentía su mandíbula tensa, sus párpados peligrosamente entrecerrados, sus sienes
palpitando, mientras sus dedos se apretaban conviertiéndose en puños. Vio que la expresión de
Gabriela cambiaba a una de preocupación.
- ¿Pasa algo malo? -Preguntó Gabriela. Xenia negó con la cabeza.
- ¿Entonces Xenia? ¿tengo tu confirmación?
- Déjame en paz -Dijo mientras sentía náuseas.
- Para que veas que sigo siendo paciente preciosa, te daré aún más tiempo para que te decidas,
sabes que finalmente accederás.
- Sigue esperando.
- Sígueme hablando Xenia, tu voz me excita ¿sabes dónde tengo la mano ahora? estoy bajando
por mi vientre, puedo sentir la suavidad de mi conchita ¿te gustaría sentirla Xenia? me voy a
comer la tuya hasta hartarme...
- Maldita asquerosa. -Cortó la comunicación.
Xenia regresó al lado de Gabriela aún con la sangre hirviéndole de rabia, intentó disimular en la
medida que le fue posible.
- Xenia ¿estás bien? -Gabriela la miraba preocupada. ¿Quién era?
- Sí, bien bien, nada, sólo me llamaban de la agencia, me necesitan para el lunes.
- Ah ok. -Dijo Gabriela, sin convencerse del todo. ¡¡¡Xenia!!! ¡¡¡ahí están!!! mira ¡¡¡es Chad!!! y
¡¡¡ahí está Flea!!! y ¡¡¡y John!!! y ¡¡¡Anthony!!!
- Sí, ahí están, disfrútalos. -Xenia sonrió intentando olvidar a la maldita de Carla.
- ¡¡¡Mira Xenia!!! están tocando "If you have to ask". -Gabriela le apuntaba al escenario con su
rostro completamente iluminado de felicidad, casi lloraba de alegría, Xenia poco a poco se fue
calmando y se comenzó a divertir con la prueba de sonido.

*******

Habían pasado las horas restantes de la tarde. Xenia había olvidado ya el desagradable llamado
que había recibido de Carla. Gabriela estaba tan rebosante de alegría y había quedado tan
fascinada por ver a su banda, que no había hablado por dos horas enteras después que ellos
dejaron el escenario. Xenia agradeció esa falta de comunicación, ya que seguramente la chica
hubiera sido capaz de ver que algo le sucedía.
El lugar estaba ya repleto de gente, todos en la cancha. Xenia y Gabriela estaban junto a muchas
otras personas en unas gradas cerca del escenario. El grupo telonero ya se había bajado del
escenario y ahora sólo restaba esperar para que el verdadero espectáculo comenzara.

- ¿Quieres que te compre una bebida? -Gabriela oyó la voz de Xenia preguntándole.
- La verdad estoy muerta de sed, perdóname Xenia si no he hablado mucho todo este rato, pero
es que estoy muy emocionada.
- No te preocupes mi niña, disfruta todo lo que quieras. Iré por las bebidas, espérame aquí.

Xenia se paró buscando alguna persona que vendiera. Gabriela la observó, se veía tan distinta
entre la gente, siempre destacaba, tan alta, tan hermosa. Se sintió orgullosa de que esa mujer
fuera su pareja.

Xenia regresó a su lado al cabo de un par de minutos con una sonrisa en el rostro y dos vasos de
coca cola, le entregó uno a Gabriela y comenzó a beber del otro ella misma.

- Eres hermosa ¿te lo he dicho? -Gabriela le dijo a la morena al oído.


- No en las últimas 5 horas, es más, hoy sólo tienes ojos para ellos. -Gabriela vio como Xenia le
apuntaba con el mentón hacia el escenario.
- No, a ellos los quiero mucho, lo reconozco, pero mi amor eres tú ¿lo sabes verdad?
- Lo sé. -Se apoyaron la una en la otra, y se tomaron de las manos, aprovechando que la gente no
les prestaba atención y la oscuridad predominaba.
- ¿Faltará mucho para que comience?
- Son las 9 ya, debe estar por comenzar en cualquier momento, escucha, después que termine nos
vamos a meter por allí ¿ves? ellos se quedarán firmando autógrafos y sacándose fotos con la
gente por un rato, espero que los de seguridad no nos pongan ningún problema.
- ¡¡Qué nervios!!
- Mira se apagan las luces otra vez, creo que ya se viene.
- ¡¡Sí!! ¡¡ya!!.

Comenzó a sonar la música, los cuatro músicos se apoderaron del escenario. Hubo una
exclamación al unísono cuando sonó el primer acorde del bajo. Gabriela no cabía en su piel de la
felicidad, estaban a pocos metros, y se veían perfectamente hasta los rasgos de las cuatro
personas.

- ¡¡Es by the way!! ¡¡Xenia!! ¡¡esto es genial!!. -La morena le sonrió mientras que se movían al
compás de la música y Gabriela cantaba a todo pulmón.

*******

- Xenia no puedo creer lo que acaba de pasarme, me siento extraña ¿no estaré soñando?
- A ver comprobemos. -Xenia la tomó y la besó.
- No, creo que no es un sueño.
- ¿Puede apurarse un poco? -Xenia miraba hacia afuera del taxi mientras que apresuraba al
conductor.
- Voy lo más rápido que puedo.
- ¿Qué pasa Xenia?
- El último bus sale a las 11: 30, creo que estuvimos demasiado tiempo con tus Red Hot, espero
que lleguemos a la hora.
- ¿¿Y si no llegamos?? -Gabriela preguntó asustada.
- Obligadas a dormir en el banquito de una plaza, no te preocupes yo te abrazo para quitarte el
frío.
- Xenia no estarás hablando en serio ¿verdad? o sea algún bus tendrá que salir más tarde.
- No, el último es a las 11: 30 y luego no hay ningún otro. -El taxi paró, Xenia le pagó al chofer
se bajaron y salieron corriendo hacia el terminal de buses.
- ¿El bus para Viña cuál es?
- Acaba de salir. -Xenia miró para el lugar donde le indicaban, no había ningún bus. Corrieron a
todo lo que sus piernas daban haciendo el intento de alcanzarlo, Xenia silvó, Gabriela gritó,
nada. Se devolvieron corriendo hacia la ventanilla.
- ¿Hay algún otro bus?
- Ése era el último, hasta mañana no sale otro.
- ¡¿Qué?! Xenia ¿¡qué vamos a hacer!?
- Tranquila. -Xenia observaba para todos lados pensando qué hacer. Algún conocido, no tenía a
nadie en Santiago.
- ¿Xenia qué vamos a hacer?
- A ver, no tengo ningún conocido ¿tú? -Gabriela negó con la cabeza. Tendremos que buscar un
lugar donde pasar la noche.
- ¿¡Qué!? -Gabriela la miró aterrada. ¿qué lugar?
- No sé, a ver veamos en una guía de teléfonos el lugar más cercano, tú tranquila, por mientras
llama a tu casa si quieres para que avises.
- Oh oh.

*******

- ¿¿¡Un motel!??
- Es lo más cercano que había, lo siento. -Gabriela la estaba mirando asustada.
- Xenia ¿¿vamos a pasar la noche en un motel??
- Me temo que sí ¿llamaste a tu casa?
- Sí, y no le gustó nada a mi madre. Vamos a dormir en piezas separadas ¿verdad?
- ¿Estás loca? Gabriela tranquilízate no te voy a hacer nada ¿me tienes miedo?
- No te tengo miedo a tí, nos tengo miedo a nosotras. -Xenia sonrió.

Xenia se encargó de todo mientras que Gabriela intentaba cubrirse la cara, con las mejillas
sonrojadas a más no poder.
- Pieza 7 ¿te gusta? -Xenia le mostró una llave.
- Mi número favorito. -Se dirigieron hacia la habitación.
- Mira no está tan mal esto. -Observaron alrededor, una habitación bastante pequeña, con
televisor, teléfono, y baño.
- ¿Has estado antes en un motel? -Gabriela miró a Xenia estudiando su rostro. ¿Sabes? mejor no
me digas, no quiero saber.
- Bueno y ¿cómo lo pasaste hoy? -Xenia se recostó en la cama mientras que buscaba algo de
comer en la mochila.
- Xenia fue increíble. Conversé con ellos. -Gabriela agitaba las manos en el aire mientras sonreía
ampliamente. ¿Sabes? cuando nos estabas sacando esa foto Flea me preguntó quién eras tú,
resulta que habla bastante español, y ¿sabes lo que le dije?
- ¿Qué? -Xenia la miraba con interés mientras se relajaba.
- Que eras mi pareja, y él sonrió y dijo que nos veíamos muy bien juntas.
- ¿En serio? -Xenia sonrió.
- Sí, y fue tan liberador decirlo así. -Gabriela se quedó viendo un punto fijo mientras suspiraba y
recordaba los momentos vividos. De repente sintió los ojos de Xenia en su rostro, dirigió su
mirada hacia ella, la estaba observando fijamente, con la cabeza un tanto ladeada y un brazo
detrás de la nuca.
- Ven aquí. -Gabriela vio cómo la morena extendía su mano hacia ella.
- ¿Sabes Xenia? voy a ir a darme una ducha, estoy muerta, de ahí te veo. -Xenia movió la cabeza
sonriendo mientras veía a Gabriela escapándose hacia el baño.

Al cabo de 15 minutos apareció nuevamente en la habitación. Xenia sonrió al verla visiblemente


más relajada y con su sonrisa aún intacta en sus labios.

- Ahora me toca a mí, regreso enseguida. -Xenia se perdió dentro del baño, mientras que
Gabriela la observaba atentamente.

Dios mío, piensa Gabby, toda la noche con Xenia, la mujer que amas en la misma cama ¿¿qué
voy a hacer??

Xenia ingresó nuevamente a la habitación al cabo de 10 minutos, Gabriela estaba viendo


televisión, mientras comía ramitas acostada bajo el cobertor. Dirigió su mirada hacia la chica
alta. Se quedaron mirando.

- Gabriela sé que tienes miedo, no te voy a pedir nada, no voy a intentar nada, por favor relájate.
- Lo siento Xenia, no sé por qué me pongo tan estúpida.
- Tranquila, sólo vamos a dormir en la misma cama, pero no te tocaré. -Xenia levantó el cobertor
y se metió dentro intentando mantenerse lo más lejos posible del cuerpo de la chica más joven.
Se quitó los pantalones y quedó en ropa interior, arriba se dejó la polera.
- Quiero que me toques Xenia, ése es el problema... -Xenia la miró, Gabriela estaba observando
el techo.
- ¿Quieres que te toque...? -Xenia dijo dudando si es que había oído bien, mientras veía los ojos
de Gabriela dirigiéndose directamente hacia los suyos.
- Sí... -Gabriela se acercó lentamente hacia Xenia quien la estaba mirando intensamente.
*******

- ¿Estás segura...? -Xenia sintió el cuerpo de Gabriela junto al suyo, sentía sus piernas desnudas
rozando las suyas, mientras que su corazón comenzaba a latir fuerte.
- No... no lo estoy.
- ¿Entonces...? -Xenia sentía su propia voz sonar varios tonos más bajos.
- No estoy pensando con la cabeza Xenia, no la llames por favor, deja que me deje llevar.
- Sólo estoy intentando asegurarme de que no te sientes presionada por mí.
- Xenia yo lo deseo ¿y tú...?

La tenía tan cerca, no había nada ni nadie que pudiera interrumpirlas en ese momento. Gabriela
la estaba mirando con sus ojos dulces, y una leve sonrisa en su hermoso rostro, invitándola a
cruzar esa pequeña barrera que habían tenido entre ambas hasta el momento.

La amaba, sentía que la amaba como a nada en el mundo, y más que cualquier otra cosa en ese
momento la deseaba, tocarla, besarla, sentir su piel, no tener ningún límite, amarla simplemente.

Se puso de lado mientras continuaba mirándola a los ojos, sentía la tensión en el cuerpo de
Gabriela, temía que en cualquier momento se asustara y se le escabullera como tantas otras
veces. Posó su mano en su mejilla y la acarició suavemente con su pulgar, era tan suave, tan
delicada. Percibió como los dedos de Gabriela se deslizaban através de su cabello, sentía la
electricidad en cada fibra de su ser. Entonces cerró los ojos y la abrazó fuerte mientras que se
sentía abrazada con la misma intensidad, podía oír la respiración de Gabriela junto a su oído. Sus
manos viajaron hasta su cintura, hacia el borde de las ropas de Gabriela, sus dedos rozando su
piel mientras que tocaban la tela sin decidirse si dejarla puesta o quitársela de una vez. Se separó
un segundo mientras miraba el rostro de la chica, sus ojos cerrados, sus labios entreabiertos, sin
ponerle ninguna resistencia, se dejaba hacer, la tenía allí sólo para ella. Se aferró a la polera
finalmente y comenzó a subirla lentamente, mientras que Gabriela abría los ojos y le ayudaba en
la tarea arqueando su espalda, finalmente salió por su cabeza y la miró ahí, sólo cubierta con su
ropa interior, era de color blanco. Por un momento la percibió tan pura, tan niña, tan hermosa que
tuvo miedo de tocarla, de hacerle algún daño, no quería hacer las cosas mal, nisiquiera sabía bien
qué hacer, comenzó a temblar. Sintió la mano de Gabriela tomando la suya, se sentía torpe y
nerviosa.

- Tranquila. -Oyó la voz de Gabriela casi imperceptible, llevó sus azules ojos a los verdes que la
miraban esperando a que hiciera algo.
- Gabby yo... - Comenzó a tartamudear.
- Tranquila -Repitió ella, mientras que la atraía hacia sí. Necesito sentirte Xenia... -La oyó
susurrándole en el oído, mientras que sentía que estaba siendo despojada de sus polera, levantó
los brazos y la dejó salir por su cabeza.

Su cuerpo comenzó a reaccionar ante el contacto de su piel con la de Gabriela, ya no coordinaba


bien los pensamientos. Se puso sobre ella y comenzó a besarla, su cuerpo estaba tan sensible que
las caricias llegaban a ser dolorosas. Hundió sus labios en la clavícula de la chica más joven
mientras que la oía gemir suavemente, sus manos comenzaron a recorrer su cuerpo sin tocar aún
ninguna parte sensible, a la vez que sentía las manos de Gabriela viajar por el suyo tímidamente.

De pronto se separó por un momento, y miró su rostro, seguía tan puro como siempre, sólo que
en sus facciones podía adivinar que la chica estaba sintiendo su mismo deseo. Un pensamiento
extraño se empezó a meter en su cabeza, lo quiso sacudir, pero le era imposible, se iba haciendo
más y más nítido.

- ¿Qué pasa? -Oyó a Gabriela hablando dificultuosamente, mientras que había abierto los ojos y
la miraba extrañada.
- Nada yo... -Volvió a intentar reprimir aquellos pensamientos, pero no tenía éxito.

La imagen de Carla y su maldito chantaje, la fotografía, Gabriela sufriendo el rechazo de su


familia, la mentira... La volvió a mirar ahí, la seguía deseando tanto que dolía. Se separó
abruptamente, mientras respiraba con dificultad.

- ¿Qué pasa Xenia? ¿estás bien? -Sentía los ojos asustados de la chica.
- Yo... lo siento Gabby... no puedo.
- ¿Por qué? -Gabriela la estaba mirando casi con dolor.
- No estoy lista, perdóname, te quiero tanto... es sólo que ahora no puedo, abrázame. -La chica
obedeció. La apretó fuerte contra su cuerpo.
- ¿Hice algo malo? -Oía su vocecita temerosa.
- No mi niña, soy yo, no eres tú. ¿Puedes sólo...? ¿Podemos sólo quedarnos así y dormir...?
- Sí mi amor... no pasa nada, sólo durmamos, está bien así...
- No me sueltes Gabby...
- No lo haré... -Sintió a Gabriela separándose un momento y la vio estirar el brazo y apagar la
luz, sólo para volver a aferrarse a su cuerpo. Cerró los ojos intentando que todo su temor
desapareciera.
- Te quiero...
- También yo...
- Gabby prométeme que nunca me vas a dejar pase lo que pase.

Lo prometo... -Sintió los labios de Gabriela besando su frente y comenzó a relajarse poco a poco
mientras sentía la calma volver nuevamente, el cansancio fue llegando lentamente a su cuerpo,
hasta que todo pensamiento bueno y malo se esfumó por completo, para convertirse simplemente
en sueños.

Quinta Parte
- ¿Cata es realmente necesario esto?
- ¿Hasta cuándo chucha me vas a preguntar lo mismo? ya te dije que sí, además me lo merezco.
- No sé... -Gabriela miraba nerviosa alrededor, mientras que su hermana la observaba sonriente.
- Qué cuática eres hermanita, o sea está bien, Xenia es la persona que quieres, la que te tiene en
las nubes, la que te hace suspirar bla bla bla, pero tampoco es una diosa o algo parecido, como
para que te de tanto miedo presentármela, no soy tan bruta como para decirle algo fuera de lugar
si es eso lo que tanto te preocupa. ¿Gabby? ¡Gabriela! planeta tierra llamando a Gabriela,
conteste Gabriela. -Catalina siguió el camino de la mirada de Gabriela, y se encontró con una
chica morena de ojos azules devolviéndole la misma mirada a su hermana mayor.
- Compórtate Catalina ¿oíste? -Le advirtió a la jovencita, antes que Xenia llegara al lado de
ambas.
- Uy, deberías verte la cara de gil que tienes en este momento, bueno, tu minita no lo hace nada
de mal tampoco.
- Hola. -Gabriela le sonreía a Xenia, mientras que ésta le dedicaba la misma sonrisa, dudaron si
darse un beso o no, finalmente optaron por uno en la mejilla.
- Hola...
- Por mí no se preocupen, a mí no me molesta si se besan. -Ambas miraron a la adolescente,
quien estaba observando atentamente a Xenia.
- Catalina... -Le dijo Gabriela entre dientes.
- ¡¿Qué?!
- Lo siento Xenia, es que esta niña insistió tanto.
- Está bien, a mí no me molesta.
- ¡Oye! ¿qué te crees? hazte a un lado -Catalina miró enojada a su hermana mayor. Hola Xenia
-Se dirigió a la morena con una gran sonrisa en el rostro- gusto en conocerte, yo soy tu cuñada
Catalina. -La agarró y le dio un sonoro beso en la mejilla.
- Hola, igualmente. -Xenia le dio una mirada a Gabriela alzándo una ceja, ésta comenzó a sonreír
en respuesta.
- ¿Y para dónde vamos a ir? no nos vamos a quedar todo el día paradas aquí como mensas ¿o sí?
-Catalina comenzó a caminar delante de Xenia y Gabriela, quienes intercambiaban miradas
sonriendo.
- Te dije que era insoportable, disculpa Xenia, prometo deshacerme de ella pronto.
- No te preocupes, quizá pueda enterarme de alguna información interesante sobre tí. -Xenia
acarició sutilmente el hombro de Gabriela, y siguió a la jovencita mientras sonreía ampliamente.
- ¿Cómo es eso de información sobre mí? -Gabriela caminó tras de ella, mirándola un tanto
asustada.
- Oye Catalina y dime cómo es Gabriela en la casa.
- Mira cuñadita, mi hermanita es medio pava, pero yo te puedo contar una que otra cosa
interesante sobre ella, tú pregunta y yo contesto.
- ¡Catalina!
- La verdad es que sí tengo una pregunta, dime Catalina. -Gabriela vio a Xenia dándole una
mirada, para luego volcar su atención en la chica, quien esperaba atenta por la pregunta de la
morena. Gabriela ¿tiene alguna foto, o poster, o algo así de algún cantante o actor en su pieza?
- ¡Claro! si tiene lleno de posters de los Red Hot, unos grandotes así, y uno cerca de su cama de
Anthony Kiedis con un puro calcetín tapándole sus partes íntimas.
- Así que un puro calcetín... -Xenia miró a Gabriela entrecerrando los párpados, luego se acercó a
ella con los brazos cruzados.
- Xenia, uy qué curioso eso ¿verdad? -Gabriela sonreía inocentemente.
- ¿Cómo fue eso que me dijiste de que no querías fotos de feas en mi habitación? ¿Sabes Gabby?
te voy a cambiar todos esos posters tuyos por una foto mía ¿no te parece lo bastante justo?
- Bueno....

Esta va a ser una tarde muy larga...

*******

- Ésta cuando guagua era gordita ¿sabías Xenia? tenía así unos cachetitos, yo te voy a mostrar
una foto. -Catalina sonreía mientras se llevaba una cucharada de helado a la boca. Y otra de
cuando tenía como 2 años y está pilucha saltando arriba de la cama, te vas a reír. -Gabriela
miraba a su hermana con la mandíbula apoyada en la palma de su mano, resignada a que era
imposible callarle la boca.
- ¿Sí? -Xenia sonreía divertida, mirando la expresión de fastidio de la chica rubia.
- Sí, y ¿sabes? el otro día entré a la pieza de la Gabby y la caché con tu foto en su mano y le
estaba dando besos. Está tan enamorada la pobrecita.
- ¿Con mi foto? -Xenia sonrió aún más, mientras a Gabriela se le subían todos los colores a la
cara.
- Basta Catalina, te estás pasando. -Le advirtió levantando el dedo índice.
- Y eso no es todo, otro día también entré y estaba durmiendo, ya sabes lo dormilona que es,
entonces yo le hablé para que despertara, pero nada, así que me acerqué y le hablé en el oído, y
¿sabes lo que me dijo?. "No hagas eso Xenia, quita tu mano de ahí..." -Catalina imitaba la voz de
su hermana. Y se reía y todo...
- Suficiente Catalina nos vamos. -Gabriela se puso de pie enfadada, para luego agarrar a su
hermana menor del brazo, y comenzar a tironearla con toda la intención de arrebatársela a la
silla.
- Ya Gabby no te enojes, déjala que siga hablando. -Xenia sonreía ampliamente, a la vez que
observaba a Gabriela frunciendo el ceño, mientras se dejaba caer en la silla nuevamente.
- Sí, claro como a tí te conviene... pero la que está pasando vergüenzas soy yo.
- Oye Xenia quería preguntarte una cosa ¿tú por casualidad tienes algún...? ¡Ouch! -Gabriela le
dio tremendo puntapié por debajo de la mesa mientras que la fulminaba con la mirada. Que si
¿tienes algún... algún otro vicio aparte del cigarro? bueno otro que dejar digo, sí, eso.
- ¿Otro vicio? -Xenia buscó la mirada de Gabriela y sonrió, mientras que la chica más joven
dejaba de fruncir el ceño y sonreía también. Sí, tengo un vicio, pero no lo pienso dejar nunca, es
uno bueno...
- Ay si se van a poner romanticonas y todo eso, voy a aprovechar de ir al baño porque estoy que
me meo. -Catalina se paró de la silla y se perdió entre la gente, para alivio de Gabriela quien ya
no soportaba sus ocurriencias ni por un segundo más.
- La voy a matar Xenia, ya no la soporto.
- No te enojes, a mí me pareció tierno lo de la foto y todo lo demás, linda... -Xenia le lanzó un
beso a Gabriela.
- Tú linda, y ya no te rías que me da vergüenza. -Gabriela se tapaba la cara visiblemente
avergonzada.
- Hola Gabriela, qué casualidad encontrarte aquí. -Gabriela dio un salto, alzó la mirada y vio
parado junto a la mesa donde ellas estaban sentadas, a Pablo observándola sin saber si sonreír o
permanecer serio.
- ¿Pablo?

Xenia sintió una punzada en el estómago al oír ese nombre, alzó sus ojos azules hacia el rostro
del joven, mientras que sus párpados se entrecerraban y sus puños se tensaban.

- ¿Por qué no has devuelto mis llamadas ni mis mails? -El chico no despegaba los ojos de
Gabriela. Xenia vio cómo la joven comenzaba a ponerse nerviosa y le dirigía una fugaz mirada a
ella.
- Pablo ¿por qué no hablamos en otro momento? estoy ocupada aquí por si no te das cuenta. -El
chico dirigió su atención hacia Xenia, quien lo estaba prácticamente asesinando con los ojos, y se
la quedó mirando como intentando asegurarse de que estaba viendo bien.
- ¿Ella es...?
- Sí, yo soy... -La voz de Xenia se oía grave y peligrosa. Gabriela la miró asustada.
- ¿Eres Xenia entonces?
- La misma.
- Pablo por favor, te llamo más tarde ¿quieres? -Gabriela le estaba suplicando con la mirada que
se retirara, pero el tipo no le hacía caso.
- ¿Sabes Gabby? no deberías andar paseándote con Xenia por aquí. Sin ofender, en realidad me
da gusto conocerte. -Dijo la última frase dirigiéndose a la morena. Pero con todos los rumores
que andan, no creo que sea bueno para tí, no es que yo crea esa ridiculez, me pareció patético
desde el primer momento en el que lo oí. -Xenia no se aguantaba las ganas de agarrarlo del
cuello. Gabriela estaba adivinando sus intenciones.
- ¿Por qué ridiculez? -Gabriela dijo siendo incapaz de retener las palabras en su boca. Xenia
sonrió satisfecha.
- Vamos Gabby o sea ¿tú una lesbiana? por favor. Tus padres no deben estar contentos con eso.
-Xenia observó la reacción de Gabriela, no quería entrometerse, porque probablemente
terminaría con el puño metido en la mandíbula del muchacho, y no quería someter a la chica a tal
espectáculo en frente de tanta gente. Porque Xenia es tu amiga ¿verdad? -El chico miraba
fijamente a Gabriela. Es tu amiga ¿cierto?
- Sí, lo es. -Gabriela bajó la mirada sin atreverse a observar a Xenia.
- Lo sabía. -Dijo el joven sonriendo.

Xenia sintió que su estómago se hundía, como si le hubieran dado un golpe repentinamente. De
pronto toda la rabia que sentía por el joven desapareció y se convirtió sólo en un nudo en la
garganta por lo que Gabriela acababa de decir. Nisiquiera la miró, no hubiera podido soportarlo,
se hubiera echado a llorar probablemente.

- Me tengo que ir. -Dijo, poniéndose de pie abruptamente.


- Pero... ¡Xenia! -Gabriela observó a la morena perdiéndose entre la gente, sin siquiera voltearse
a mirarla, se paralizó por varios segundos.
- ¿Qué paso? -Catalina llegó en ese momento.
- Chao Pablo, vamos Cata. -Agarró a su hermana de la muñeca y la arrastró consigo. No me
busques más ¿oíste? -Se giró y le dijo al muchacho.
- ¿Qué paso Gabriela? -Catalina preguntaba sin entender nada, mientras era obligada a caminar
rápidamente entre la multitud.
- Es Xenia... ¡por la cresta! ¿la ves?
- No ¿qué pasa?
- Cresta Cata. -Gabriela se llevó una mano a la frente con desesperación. La negué, la negué
delante de ella, y a ese imbécil que no me importa nada.
- ¿¿¡La negaste!?? ¿Por qué?
- No sé, me confundí, pensé en nuestros padres, no sé que me pasó, quise sacárme la pregunta de
la manera más sencilla, y ella sólo se paró y se fue. Soy una imbécil.
- Claro que lo eres, imagínate cómo se habrá sentido ella.

Gabriela miró para todos lados sintiendo la angustia en su corazón, Xenia no estaba por ninguna
parte.

*******

- Gabriela ¿estás bien?


- Déjame tranquila Catalina.
- No te voy a dejar tranquila, yo nunca te dejo tranquila cuando me lo pides, no voy a comenzar
ahora. -Su hermana menor se metió a su habitación como siempre lo hacía, como Pedro por su
casa.
- Por favor...
- Gabriela ¿qué pasa? mírame ¿estás llorando?
- ¿Qué cresta quieres? déjame, maldita sea. -Gabriela miró a su hermana con furia, mientras se
secaba las lágrimas, e intentaba echarla sin éxito.
- ¿Hace cuántos días que no la ves?
- Cuatro días, no me contesta el teléfono, no me responde los mensajes de texto, ni los mails, fui
a su departamento y no me abre la puerta. -Gabriela sollozaba amargamente.
- Pero ¿cómo? o sea...
- No tienes que decir nada Cata, además ninguna cosa que digas me va a quitar la pena.
- Pero anda e instálate ahí afuera hasta que te abra, tarde o temprano tendrá que salir o entrar.
- Pero si no me quiere ver no la puedo obligar.
- Va a tener que querer no más, está bien, acepto que te equivocaste, te comportaste como una
estúpida e insensible y metiste la pata hasta el fondo...
- Suficiente Cata...
- Pero nadie es perfecto, ustedes dos tienen una relación, no puede ella desaparecer así como así,
tú mereces poder darle una explicación.
- ¿Y qué explicación le voy a dar? si lo que hice lo hice delante de ella. -Gabriela comenzó a
llorar nuevamente.
- Lo que me dijiste a mí, que pensaste en los papás, que te dio miedo que el gil ése fuera a abrir
la boca, ella debe estar pensando que lo hiciste porque él te importa.
- Le digo que no fue así en cada mail que le envío, pero nada. ¿Qué hago? ¿y si no me quiere
volver a ver nunca más?
- Primero, a mí me parece una exageración, o sea, no creo que por lo que dijiste simplemente te
de la cortada, creo que hay algo más ahí, y segundo, está demasiado enamorada de tí como para
dejarte ir.
- ¿En serio lo crees? -Gabriela preguntó sonriendo levemente, mientras se sonaba sonoramente.
- Claro que sí, vi como se miraban el par de pavas ese día, claro hasta que llegó el Pablito y cagó
todo.
- A ése ni me lo nombres...
- Bueno entonces ¿vas a seguir llorando como María Magdalena hasta que no te queden
lágrimas? o ¿vas a ir a instalarte afuera de su departamento hasta que la Xenia haga su aparición?
oye tengo una hermana pava ¿pero cobarde? no po', a dónde la viste...
- Tienes razón Cata, mañana mismo voy a pararme desde temprano fuera de su departamento
hasta que me abra la puerta.
- Así se habla, y ahora anda a lavarte esa cara porque estás horrible.
- Pesada...
- Lo sé. -Catalina le sonrió ampliamente a su hermana mayor y se perdió detrás de la puerta.

*******

Xenia miró su teléfono celular, tenía 10 llamadas perdidas, todas de Gabriela. Hacía cuatro días
que no la llamaba ni contestaba a sus llamados, no sabía muy bien por qué lo hacía, no sabía muy
bien qué sentía, ni por qué le había dolido tanto lo que había sucedido. Bueno, sí lo sabía en
realidad, pero también estaba conciente de que no había sido tan grave. Pero, era el hecho de que
la hubiera negado a ese maldito lo que no había podido soportar, no le importaba si la negaba con
sus padres ¿pero con él? ¿por qué?

La extrañaba tanto que era insoportable, no sabía cuántos días más podría continuar sin verla,
pero tampoco estaba segura de cuántos días más tendrían que pasar para que el dolor
desapareciera por completo.

Sin casi pensarlo tomó su teléfono y marcó el número de la casa de Gabriela, quizá con suerte
ella contestara.

- ¿Aló? -Su voz sonó al otro lado de la línea. Su corazón comenzó a latir fuerte mientras que se
contenía las ganas de decirle algo, que la quería, que la extrañaba, que fuera a verla... ¿Aló?
-Volvió a oír, esta vez notó en el tono de voz de Gabriela cierto grado de reconocimiento. ¿Eres
tú...? -Xenia permaneció en silencio. ¿Xenia, eres tú...? por favor respóndeme, te necesito tanto...
-Xenia sintió las lágrimas escapando de sus ojos, fue incapaz de contenerlas. Cortó la
comunicación.
Se pasó el dorso de la mano por los ojos, apesar de que siempre había sido una persona
orgullosa, no era ése el motivo por el cual no le había dicho nada a Gabriela. Sabía que si le
hablaba, terminaría reprochándole lo sucedido, y sabía en su interior que no podía poner a la
chica en esa situación, no podía presionarla a que le contara a la gente la relación que mantenían,
era demasiado pronto.

Su celular sonó, era Gabriela, finalmente luego de algunos segundos de acercar y alejar
innumerables veces su dedo a la tecla del teléfono, lo contestó.

- ¿Xenia? Xenia por dios, me contestaste por fin...


- Sí.
- ¿Tú llamaste recién...?
- Sí, yo...
- ¿Por qué no me has respondido Xenia? no tienes idea de todo lo que he sufrido sin tí... -Sintió
su voz quebrándose al otro lado de la línea.
- Gabriela todavía no por favor... dame unos días.
- ¿Por qué Xenia? al menos dime si quieres seguir estando conmigo...
- Nunca he pensado lo contrario Gabriela, es sólo que todavía me duele... por favor... yo te voy a
llamar.
- Xenia... perdóname por favor, no fue mi intención, no quise... yo te quiero tanto, te amo...
- Lo sé, yo te voy a llamar, ahora voy a cortar, cuídate...
- Xenia...

Se golpeó la frente con el teléfono.

- ¡Mierda! ¿¡por qué tiene que ser tan difícil!?

El timbre sonó en ese momento, no quería abrir, no deseaba ver a nadie. La persona al otro lado
de la puerta seguía insistiendo, era insoportable. Finalmente se paró del sofá hecha una furia, y
abrió la puerta con el rostro encendido de rabia.

- Xenia darling ¿querías dejarme afuera? eso no se le hace a Carlita. -Carla estaba plantada fuera
de su departamento con sus habituales vestimentas negras que poco dejaban a la imaginación, su
cabello rojo planchado, y una sonrisa en el rostro.
- Lo único que me faltaba. Mira si vas a seguir con tu maldita idea de querer acostarte conmigo,
puedes irte por donde viniste, porque primero muerta antes que tocarte ni un maldito pelo.
- O sea ¿decidiste al fin que le ibas a arruinar la vida a tu Gabita? me extraña Xenia, la verdad es
que pensé que hasta medio enamorada estabas, aunque entre nos, no sé qué le ves a esa niña.
-Dijo acercándosele. Debe ser tan inexperta la pobre, que no debe saber ni cómo ni dónde tocarte
¿o tú ya te encargaste de enseñarle bien?
- Lárgate Carla, no estoy de humor.
- Uy cariñito ¿de verdad andas bajoneada? no te preocupes bonita, Carla te va a subir el ánimo,
hazte a un lado y déjame pasar.
- Eres una maldita ¿sabes? ¿por qué te empeñas en querer cagarnos la vida?
- No.. no.. no.. Xenia, no me ofendas. -Dijo llevándose una mano al pecho fingiendo dolor. No
quiero cagarles la vida, sólo quiero que la pasemos bien un rato tú y yo, y luego te dejaré en paz,
es sencillo, y puedes tener la certeza de que yo jamás me repito el plato, eso sería tan aburrido...
¿captas? -Terminó la frase haciendo un gesto de fastidio. Piénsalo Xenia, sólo una vez, y tu
Gabita no sufrirá las consecuencias.
- ¿Dices que una vez y nos dejas en paz a Gabriela y a mí?
- Sí... Eso dije. -Carla comenzó a acercarse a Xenia mientras recorría su cuerpo de pies a cabeza
con la mirada.

Xenia observó a la chica delante suyo mirándola con esos malditos ojos lascivos, y esa sonrisa
entre cruel y burlesca, se hizo a un lado y la dejó pasar.

- Así me gusta Xenia, sabía que tarde o temprano accederías, ven aquí, yo no muerdo... mucho.
-Agarró a Xenia de una mano y la empujó al sofá. Después de todo sí te importa la rubia.

Xenia observó a Carla llevándose una mano a la cremallera de su minúsculo vestido, para dejarlo
caer a sus pies y quedarse completamente desnuda delante de ella, se agachó un segundo tomó la
ropa en sus manos y se la lanzó a Xenia. La peliroja hizo ademán de hincarse delante de la
morena, pero ésta se paró al instante, y quedó frente a ella, mientras la miraba directamente a los
ojos. Llevó su mano hacia su mandíbula y la tomó con fuerza, un gesto de placer cruzó las
facciones de Carla, Xenia presionó aún más fuerte, mientras la hacía avanzar hacia atrás, oía a la
peliroja gimiendo exageradamente, mientras se dejaba hacer. Carla sintió la pared fría hacer
contacto con su piel.

- Desnúdate Xenia, quiero verte.


- ¿Quieres verme? -Xenia se acercó a su rostro hasta que sus narices estuvieron casi tocándose,
mientras le hablaba suavemente. Carla se estaba mordiendo los labios mientras intentaba llegar a
los de Xenia.
- Sí, quiero verte, ahora.
- Pues ve esto. -Xenia giró el rostro de Carla hacia la derecha, abrió la ventana que estaba justo
ahí y lanzó su vestido por ella, luego la agarró de un brazo, y la sacó de un empujón por la
puerta.

No supo cuántos minutos estuvo oyendo los gritos histéricos de Carla llegar desde el otro lado de
la puerta, amenazándola, diciéndole que ella se lo había buscado, y cuanta cosa había. No quiso
ni imaginarse los reclamos de los vecinos al día siguiente.

*******

Gabriela se quedó viendo la puerta del departamento de Xenia, sin decidirse si tocar o no. Aún
cuando Xenia le había dicho que ella misma la llamaría, no fue capaz de soportar ni un minuto
más la espera, sencillamente se le había hecho imposible. Levantó su mano y la acercó titubeante
hacia la madera, le dio el impulso suficiente para dar los golpes, pero se arrepintió a mitad de
camino. Comenzó a pasearse de un lado a otro, mientras inspiraba hondamente y miraba el
número de la puerta cada vez que pasaba frente a ella.

Finalmente reunió el valor suficiente, se irguió intentando darse seguridad, volvió a levantar su
mano y en vez de golpear decidió tocar el timbre. Mientras más pasaban los segundos, más
nerviosa se iba poniendo, la tentación de salir escapando comenzó a rondar por su cabeza,
finalmente la puerta se abrió.

Xenia estaba más seria que nunca antes. Cuando la conoció casi nunca sonreía, y siempre
mantenía esa actitud segura, sus ojos fríos, provocando una barrera entre ella y el resto de las
personas. Pero, poco a poco Gabriela había ido traspasando todo eso, llegando a hacerla sonreír a
menudo. Ahora, el que mantuviera aquella expresión le parecía algo extraño, prácticamente
sobrenatural en Xenia, al menos cuando estaban juntas.

Gabriela buscó alguna emoción en el hermoso rostro de la morena, no la encontró, o tal vez
estaba demasiado nerviosa como para ver esos pequeños detalles, demasiado inmersa en sus
propias emociones, como para sentir las de Xenia. Bajó la vista escapando de aquellos ojos
azules que la estaban atravesando con la mirada. Casi la sintió ajena a su vida, y apenas fue
capaz de contener las lágrimas dentro de sus ojos al sentir aquello.

- Lo siento Xenia... perdóname por favor... -Por fin percibió un movimiento en el cuerpo de
Xenia y levantó su mirada, con la esperanza de que ahora encontraría alguna emoción en ella.
- Pasa... -Xenia se hizo a un lado, y dejó el espacio suficiente como para que Gabriela ingresara
hacia el departamento.

Gabriela se plantó en medio de la sala, temerosa de hacer cualquier movimiento. Miró alrededor
quizá esperando encontrar algo en qué concentrarse, algo que tuviera que ver directamente con
Xenia, que no fuera la propia chica.

- Xenia yo...
- No me digas nada Gabriela... no tienes que pedirme perdón. -Oía la voz de la morena sonar
grave, notó muchas emociones en ella, tristeza, rabia y amor, el amor no había cambiado, seguía
ahí, y al percibirlo en su voz, Gabriela comenzó a reunir el valor suficiente que necesitaba para
poder mirar a Xenia a los ojos.
- Tengo que decírtelo, no sabes los días que he pasado pensando en la estupidez que hice...
- Gabriela ven aquí. -Se giró hacia la morena, y Xenia la miró directamente a los ojos, casi sintió
que era abofeteada por ellos, eran tan increíblemente expresivos, tan llenos de energía, como si
Xenia guardara el alma en ellos.

Gabriela se acercó a la chica más alta, mientras que no dejaba de mirarla, sentía tantas emociones
dentro, lo mal que se sentía por no haberle gritado simplemente al muchacho que eran pareja y
que se amaban, la angustia que había sentido esos cuatro días sin saber nada de ella, el vacío que
sentía en su alma al no tenerla cerca, el amor que sentía por ella simplemente, amor, a eso se
reducían todas sus emociones.

- Perdóname Xenia...
- Déjate de repetir eso, no es lo que quiero oír, siéntate, ¿quieres tomar algo?
- No, no quiero tomar nada, quiero saber si... -Finalmente Gabriela se sentó en el sofá y Xenia se
sentó en la mesita, frente a ella.
- Entiendo lo que pasó, y sé por qué lo hiciste, el punto es saber si tú sabes por qué me sentí
como me sentí. -Gabriela volvió a mirar a sus ojos azules.
- Porque te negué a alguien que nisiquiera tiene que ver algo en mi vida...
- El asunto Gabriela, es que toda mi vida me han negado, mi madre, mi padre, mis medios
hermanos por parte de padre a quienes jamás he visto me niegan, porque sencillamente no saben
que existo. Yo aprendí a vivir así, y más que dolor, me causa rabia, porque mi madre nisiquiera
es capaz de reconocer que lo hace.
- Xenia yo... -Gabriela comenzó a sentir un nudo en la garganta, las lágrimas amenazando por
salir, y sabía muy bien que sería incapaz de contenerlas.
- Cuando te conocí, tú.. todo tu ser era tan diferente a todos, me hiciste sonreír por cosas simples,
me diste la esperanza de que había gente que valía la pena, y esa persona eras tú. Te amé por
cada pequeña sonrisa que me dedicaste, por cada caricia, por cada empujón, y dedo que me
agitabas en el rostro, por cada ceño que me frunciste, por cada vez que me dijiste Xenia, porque
cada vez que hacías esas cosas yo sabía, y sentía aquí dentro que eran sinceras, que no me pedías
nada a cambio, que lo hacías porque lo sentías así simplemente. Por todo eso te amo Gabriela,
por quien soy cuando estoy contigo, por quien soy por tenerte en mi vida.
- Xenia... -Gabriela sentía las lágrimas rodando por sus mejillas ya completamente incapaz de
frenarlas. Estiró sus manos intentando tomar las de Xenia en las suyas.
- Espera... si me tocas no podré seguir hablando. -Gabriela retiró sus manos. Me dolió que me
llamaras tu amiga, porque me hiciste sentir temor, me hiciste dudar de todo lo nuestro, me hiciste
regresar a esos malos recuerdos de todas esas cosas con mi familia, es por eso que reaccioné así.
No tienes que pedirme perdón, ni explicarme por qué lo hiciste, yo no quiero que pienses que
quiero que se lo grites a todos, por favor no quiero que pienses eso.
- No lo hago Xenia, yo... ven aquí por favor necesito abrazarte, ya no lo soporto.

Gabriela extendió sus brazos y Xenia dejó la mesa donde estaba sentada, se hincó en el suelo y
puso su cabeza en el regazo de Gabriela mientras que se aferraba a su cuerpo y comenzaba a
llorar como una criatura. Gabriela la apretó fuerte, todo lo que más podía, mientras que besaba su
negro cabello y le pedía perdón una y otra vez por lo que había hecho.

- Perdóname Xenia, te amo tanto... quiero estar siempre contigo, darte mi cariño, hacerte feliz
con todo lo que pueda... -Le decía mientras no paraba de llorar. No quiero defraudarte nunca, no
quiero que sufras por mi culpa. Tengo miedo y lo reconozco, pero jamás he dudado sobre lo que
siento por tí, mi temor es porque no sé que nos espera, pero no me importa mientras estemos
juntas.
- Toda nuestra vida tendremos que luchar por nuestro amor Gabby, no me importa si se lo ocultas
a la gente, lo entiendo, yo tampoco se lo he dicho a nadie, lo único que te pido es que jamás me
niegues tu amor, es lo único que me importa, que no me niegues tu amor... -Xenia levantó su
rostro hacia el de Gabriela. Se miraron un segundo y Xenia lo volvió a hundir en el regazo de la
chica más joven, mientras que ella apoyaba su cabeza en la de Xenia, sus llantos se iban
calmando. Se quedaron en esa posición por una hora entera sin decir nada, simplemente
sintiéndose luego de sacar afuera sus temores y sentimientos, simplemente se quedaron juntas.
*******

Xenia se movió levemente, se sentía relajada, tranquila. Percibió a Gabriela retirando su cabeza
de sobre la suya, entonces la miró, se miraron, se sonrieron. La morena se paró delante suyo.

- ¿Quieres tomar algo? ¿una coca cola con tres hielos? -Vio la sonrisa en el rostro de Gabriela,
sus ojos brillaban hermosos, se veían tan puros.
- Sí, por favor. -Se enderezó y apoyó su espalda en el respaldo del sofá.
- Voy por ella. -Se dirigió hacia la cocina.
- Voy al baño Xenia. -Oyó que le gritaba Gabriela desde la sala.
- Claro.

Sacó dos vasos, dejó caer los cubitos de hielo dentro de ellos, y los llenó de la bebida, mientras
que se sentía feliz, como si todo estuviera en su lugar, como si todo estuviera perfecto. Gabriela
en su departamento, ella sirviéndole bebida, era todo sencillamente perfecto. Sonrió.

Salió de la cocina equilibrando los vasos, los cuales había llenado demasiado por tener su mente
en otro lugar, y no concentrarse en lo que estaba haciendo. En ese momento, Gabriela que venía
saliendo del baño se le atravesó peligrosamente. Paró en seco, levantó los brazos intentando que
no se derramara el líquido. Gabriela la miró con sus ojos llenos de sorpresa. Se quedaron
mirando, lo más normal hubiera sido que se largaran a reír simplemente, o que saliera de sus
bocas alguna exclamación de sorpresa, pero no fue eso lo que Xenia sintió.

Se vio ahí con los brazos suspendidos en el aire, Gabriela mirándola, sus ojos verdes tan
hermosos, brillando tanto como siempre. Por algún motivo su respiración comenzó a oírse
entrecortada, por algún motivo la de Gabriela comenzó a oírse de la misma forma. Xenia dejó los
vasos en el lugar más cercano que pudo, se abalanzó sobre Gabriela mientras que ésta hacía lo
mismo, y comenzó a besarla con una mezcla de ternura y pasión. Sentía algo tan grande en su
interior que no podía explicar, una euforia que le llegaba a la garganta y que contenía mediante
pequeñas y agitadas respiraciones. Una sonrisa en su rostro, una sonrisa en el de Gabriela.

Gabriela se aferró a su cuerpo mientras se alzaba en la punta de sus pies y correspondía a sus
besos con igual intensidad, sintió sus dedos clavándose en su espalda, como si quisiera rasgar su
piel através de su ropa. Xenia no se dio cuenta en qué momento dejaron la sala para llegar a su
habitación, tampoco supo en qué momento sus manos dejaron de sentir la tela de su ropa para
sentir directamente la suave piel de Gabriela, ni en qué momento Gabriela traspasó la barrera de
su propia ropa para comenzar a acariciar su piel. Xenia cerró los ojos porque le era imposible
soportar tantas emociones juntas y encima ver la imagen de quien las estaba provocando, cerró
los ojos porque sintió que sería incapaz de ver tanta belleza frente a sí, cerró los ojos porque
pensó que sería más fácil de esa manera aceptar que todo era un sueño si efectivamente resultara
que lo fuese.

Pero no fue así, apesar de tener cerrados sus ojos, continuó sintiendo la piel de Gabriela bajo sus
manos y siguió sintiendo los dedos de Gabriela rozando la piel de su espalda. Xenia no supo en
qué momento despojó a Gabriela de toda esa ropa que la cubría, ni tampoco supo en qué
momento, ni cómo Gabriela le quitó la suya, que ya se le estaba haciendo insoportable sobre su
piel.

Entonces abrió los ojos lentamente, temerosa, como si fuera una niña que estuviera apunto de ver
y descubrir algo que le fuera prohibido, como si fuese una niña espiando entre los regalos de
navidad que sus padres han escondido en el cajón más alto. Abrió sus azules ojos, y la vio ahí
delante suyo. Su cabello rubio, sus ojos verdes como siempre tan hermosos, tan puros, tan dulces
y bondadosos, sus hombros delicados, su piel tan blanca. Estaban tomadas de las manos. Xenia
la miró así, tan perfecta en toda su desnudez, sus pechos tan hermosos, tan redondos, adivinó la
suavidad de ellos aún sin tocarlos, su cintura estrecha que tantas veces había visto, pero que
jamás había podido apreciar en su totalidad, sin toda esa ropa encima. Su escaso y rubio vello
púbico cubriendo su parte más íntima, con la cual tantas veces Xenia había soñado, no como algo
morboso, no como algo netamente sexual, sino como algo hermoso y dulce a lo cual algún día
tenía la esperanza de poder llegar. Sus caderas delgadas, sus muslos firmes, sus piernas torneadas
las cuales hubiera sido capaz de reconocer entre millones de pares de piernas, porque eran
sencillamante únicas. Xenia la miraba y no podía creer que la tenía ahí delante, sin ninguna
barrera ya más que su propio sentimiento de ser demasiado poco para esa criatura, de no ser lo
suficientemente buena para ella.

Volvió a mirar a sus ojos, por un segundo temió ver algún arrepentimiento en ellos, algún pudor,
pero no, los ojos de Gabriela estaban haciendo el mismo recorrido através de su cuerpo, mientras
que aún estaban tomadas de la mano. Pensó en sentir vergüenza, pero no la encontró en ningún
resquicio de su ser, pensó en sentir miedo a ese momento, a lo que iba a suceder, pero tampoco
percibió ninguno. Había comenzado todo en forma perfecta, y continuaba siendo todo perfecto.

Xenia se dejó observar, le permitió que la viera así tal cual era ella, sin nada que la cubriera, sin
nada que le impidiera observarla con toda la libertad que quisiera. Sentía su corazón palpitando,
sentía que había olvidado de cómo se respiraba, tenía ganas de gritar, de saltar, pero se dio cuenta
finalmente qué simplemente tenía ganas de amarla, de darle todo su amor, su alma.

Xenia se acercó lentamente hacia Gabriela, la abrazó fuerte, sentía su cuerpo cálido, sentía su
corazón palpitando tan fuerte como el suyo. Se acercó a su oído y le dijo que la amaba, oyó a
Gabriela diciéndole que la amaba también. Volvió a cerrar los ojos y dejó que su cuerpo
decidiera qué hacer, que sus manos decidieran dónde querían acariciar y cómo acariciar, decidió
que su instinto la guiara en ese momento que tantas veces soñó, pero que nunca fue capaz
siquiera de llegar a pensar que sería tan perfectamente hermoso.

No se dio cuenta como se encontró en la cama, ni en qué momento su boca comenzó a besar toda
su piel, a sentir en sus labios lugares que jamás soñó besar, a sentir cosas que nunca sintió. Todo
se mezclaba en su ser, las caricias, el aroma, la sensación, perdió todo control de su mente y de
su cuerpo, ya no sabía si estaba acariciando o si estaba siendo acariciada, ya no sabía si era ella
misma o era la otra persona, ya nisiquiera sabía si realmente existía en esta vida, o se había
muerto y estaba en el cielo, no sabía nada, ni le importaba saber nada, sólo la sentía pegada a
ella, y supo que la vida era más hermosa de lo que jamás llegó a imaginar, que era feliz, que
estaba todo simplemente perfecto con Gabriela ahí, que era suya y ella era de ella, que se
pertenecían, que siempre lo habían hecho y que siempre sería así.

*******

Gabriela salió de su sueño, comenzó a moverse lentamente mientras sentía una agradable
sensación de paz en su interior. Sonrió, por algún motivo sonreía, pronto el por qué de aquella
sonrisa empezó a aclararse en su cabeza, y sí que eran razones suficientes como para salir de la
cama y ponerse a correr alrededor de la habitación. Pero no lo hizo, en vez de eso, estiró su brazo
y buscó con él el cuerpo de Xenia a su lado, aún sin abrir los ojos. Cuando se rindió en su
búsqueda, sus párpados dejaron ver sus verdes ojos, miró alrededor, Xenia no estaba en la
habitación, sintió frío y recordó que estaba desnuda, sonrió con una mezcla de timidez y alegría
ante el recuerdo del por qué estaba así. Se llevó las manos al rostro, cubriéndoselo con ellas,
mientras ahogaba su risa y los pequeños gritos que salían de su garganta. Se relajó nuevamente
en la cama, mientras miraba al techo y no podía borrar la sonrisa de su boca, se mordía el labio
inferior, volvía a taparse la cara con las manos y a ahogar gritos.
Finalmente se sentó en la cama, cubriéndose con las sábanas, sus ojos se posaron en una hoja de
block descansando cerca suyo, estiró su brazo y se apoderó de ella, la miró de cerca. Era un
dibujo de ella misma durmiendo. Estaba de costado, con la cabeza apoyada sobre la almohada, su
cabello cayendo por sus hombros y cubriendo justo sus pechos donde la sábana no alcanzaba a
llegar, uno de sus brazos yacía cerca de su rostro sin llegar a cubrirlo, estaba profundamente
dormida. Gabriela intentó imaginar a Xenia dibujándola ¿cuánto tiempo había estado
observándola mientras dormía? sonrió ante el pensamiento de una concentrada Xenia deslizando
el lápiz por la superficie de la hoja, amaba mirarla cuando ponía todos sus sentidos en algo,
sobretodo cuando dibujaba. De pronto sintió la necesidad de verla nuevamente ¿dónde estaría?

Se cubrió con las sábanas y salió de la cama, mientras agudizaba el oído intentando adivinar
dónde se encontraba Xenia, finalmente se dirigió al baño. Comenzó a oír el agua de la ducha
corriendo, la puerta estaba abierta, era la costumbre de Xenia de vivir sola, que era innecesario
echarle llave a las puertas, o ¿sería acaso el deseo de que Gabriela entrara al lugar si es que
despertaba en ese momento? Sonrió ante aquel pensamiento.

Ingresó al baño, las baldosas frías del piso la hicieron dar un respingo. Había mucho vapor
dentro, no distinguía bien, por fin se acostumbró a la bruma, se acercó a la ducha, y observó
através del vidrio, podía distinguir la silueta de Xenia dentro, sin ver sus contornos definidos,
pero lograba percibir la forma en que deslizaba el jabón por su cuerpo, en ese momento hubiera
dado cualquier cosa por ser ese jabón. Entonces su mano se elevó y fue dibujando con su dedo en
el aire la silueta del cuerpo de Xenia, aunque ésta al cambiar constantemente de posición, le
impedía seguir su ritmo.

Gabriela se acercó aún más al vidrio que las estaba separando en ese momento, estaba
empañado, acercó su dedo y lo deslizó por él, escribió una frase al revés.
"oreiuq et"

Vio a Xenia advirtiendo su presencia, no podía ver su rostro casi, pero adivinaba sus ojos al leer.
De pronto vio otra frase aparecer en el vidrio.

"Te adoro"

Rápidamente fue desapareciendo, pero estuvo el tiempo suficiente para que alcanzara a leerla.
Alzó su dedo nuevamente y volvió a escribir.

"etraseb rop oreum em"

Entonces Xenia escribió.

"Me muero por tocarte"

Acercó su dedo una vez más y escribió

"oma et"

"Y yo"

Entonces puso la palma de su mano sobre el vidrio, y vio la palma de Xenia pegarse al vidrio
también justo al otro lado de la suya. La puerta se abrió lentamente, y pudo verla ahí desnuda,
mientras las gotas de agua caían por su piel. Se despojó sin siquiera pensarlo de las sábanas que
aún la cubrían. Vio a Xenia sonriéndole dulcemente mientras que le extendía la mano, la tomó en
la suya y entró con Xenia, mientras que las frases escritas ya habían desaparecido completamente
del vidrio, mas no de sus corazones.

*******

- ¿Cómo te sientes? -Xenia estaba observando a Gabriela, quien se estaba comiendo una galletita
con chips de chocolate, mientras no podía quitarse la sonrisa del rostro.
- Como si hubiera vuelto a nacer. -Gabriela dijo, mientras sonreía también, su nariz se arrugaba
cuando estaba pensando en algo pícaro. ¿Y tú?
- Yo me siento de la misma forma. -Xenia estiró su mano y la posó sobre la de la chica más
joven.
- No es que quiera traer malos recuerdos ni nada de eso Xenia, pero ¿qué hiciste estos últimos
días? -Gabriela la miraba atentamente. Estaba tan hermosa esa mañana, su cabello aún húmedo,
parecía más oscuro de lo normal, sus ojos verdes brillaban aún más que antes, si es que aquello
era posible. Xenia se la quedó mirando mientras sonreía levemente.
- ¿De qué te sonríes?
- Sonrío porque estoy feliz.
- Yo también. -Vio a Gabriela acercándosele para luego sentir sus cálidos labios sobre los suyos.
- Quédate aquí. -Xenia no la dejó ir, hizo que se sentara en una de sus rodillas mientras que la
abrazaba fuerte.
- Jamás pensé que podría sentir algo igual en mi vida, Xenia. -Sintió la voz de Gabriela
susurrando cerca de su oído, mientras que se aferraba a ella.
- Tampoco yo.
- Me encantó el dibujo que hiciste de mí.
- A mí me gusta más el original. -Oyó unas leves risitas de Gabriela en respuesta. Pero quise
guardar esa imagen tuya durmiendo tan plácidamente, no sabes lo hermosa que te ves...
- Linda...
- Tú linda...
- ¿Entonces? ¿qué hiciste estos últimos días?
- Extrañarte, ir a algunas sesiones de foto, extrañarte, hacer de traductora de un viejo de una
empresa de exportaciones de fruta en una reunión con unos gringos, extrañarte, intentar persuadir
a mi madre de que no se viniera a meter aquí porque finalmente iría a su casa, extrañarte, dibujar
un poco para relajarme, extrañarte y seguirte extrañando. Eso más o menos.
- O sea ¿se podría decir que pensaste un poquito en mí verdad? -Xenia sonrió.
- Sí, se podría decir eso.
- ¿Puedo ver los dibujos que hiciste?
- Me deshago de la mayoría, no me gusta conservarlos, sólo lo hago para distraerme, pero guardé
uno que me gusta.
- ¿Me dejas verlo? -Xenia esperó a que Gabriela se separara de su cuerpo y se paró de la silla,
volvió enseguida con una hoja de block en sus manos.
- No es nada del otro mundo, pero ahí tienes.

Gabriela se quedó mirando el dibujo, podía distinguir una especie de edificación, como una
fortaleza que estaba en llamas, en las ventanas se veían claramente las llamas saliendo, estaba
entre un bosque, lo curioso era que Xenia había pegado algunas hojas y malezas sobre el papel.

- ¿Qué significa Xenia?


- No sé que significa, el punto es que por algún motivo cuando muevo estas hojas y el edificio
aparece me hace sentir tranquila, yo qué se.
- Es intrigante, creo que la fortaleza eres tú y las llamas es cómo te sientes interiormente, o cómo
te sentías en el momento en que lo dibujaste, el fuego es símbolo de espiritualidad también, el
que esté en un bosque medio oculto creo que es tu relación con el mundo ¿no crees? ellos no
saben sobre tí, y quizá el tanto ocultarte te hace temer perderte a tí misma, es por eso que al
mover las hojas y que el edificio aparezca a la vista te da tranquilidad, porque estás conforme
con quien eres. -Xenia se la quedó mirando.
- Sí, creo que eso es, nunca pienso lo que dibujo, sólo dejo que mi mano haga lo que quiera.
- ¿Para todo eres igual? -Gabriela le estaba sonriendo.
- ¿Tú qué crees? -Respondió la morena sonriendo también.
- Creo que tus manos son capaces de hacer cosas maravillosas.
- Eso es curioso, porque yo opino lo mismo de las tuyas. -Se quedaron mirando y Xenia sabía
muy bien que si no quitaba sus ojos de los de Gabriela en ese mismo instante sería incapaz de
salir de ese departamento. Sabes, es mejor que no me hagas pensar en eso porque tengo que salir,
por más que me duela en el alma, ahora mismo.
- ¡No! me niego rotundamente, no quiero... -Gabriela la estaba agarrando de una mano y no la
soltaba.
- Gabby por favor, sólo serán unas pocas horas, por favor te lo suplico, si no me sueltas no podré
salir.
- Está bien, pero a mí me toca trabajar hoy, y no nos podremos ver hasta la tarde ¿cómo se
supone que esté todas estas horas sin verte? -Xenia sonrió.
- Estaré pensando en tí. -Xenia la besó suavemente en los labios y le acarició la mejilla.
- Y yo en tí...
- Ahora vamos, yo te llevo a tu casa para que te cambies y luego te llevo a tu trabajo ¿sí?
- No Xenia, no es necesario, te puedes atrasar.
- Si me atraso se aguantan, dicen que yo los hago vender más. -Dijo sonriendo.
- ¿Sabes Xenia? eso es cierto, con esos ojos tuyos la gente debe quedar como hipnotizada, y debe
correr a comprar los delineadores, sombras y rímels esos, yo lo haría por lo menos.
- Sí, pero tú no te comparas con nadie más, además sólo bromeaba, que si me atraso no me
llaman más y punto, hay miles esperando por sonreírle a la cámara.
- Esto es terrible... me voy a morir todo este día sin tí.
- Gabriela por favor. -Xenia la tironeaba hacia la puerta.
- Sí sí, el deber nos llama, vamos...
- Linda.
- Tú linda. ¡No! no quiero, me niego, quedémonos aquí y nos hacemos las enfermas ¿qué te
parece? -Gabriela se colgó del cuello de Xenia, mientras ésta se moría por ceder a esos deseos.
- Gabby... -Sintió las manos de la chica colarse por entre su ropa y ya no se pudo resistir, se le
olvidó la hora, las fotos, la responsabilidad y todo.

*******

- Gabriela ¿dónde crees que vas? -Alzó la vista y se encontró con su madre mirándola
seriamente.

oh oh ahora sí que se me arma.

- Voy a salir por ahí. -Gabriela sonrió, fingiendo no percatarse de la tirantez de su madre hacia
ella, le dio un beso en la mejilla y se dispuso a salir por la puerta.
- No tan rápido. -Sintió que la tomaban de un brazo y le impedían avanzar.
- ¿Qué pasa?
- Tu padre y yo queremos hablar contigo, ven. -No le quedó más remedio que acatar sus órdenes.
- Mijita, hace tiempo que ya no compartes con tu familia, casi no te vemos. -Su padre la miraba
con preocupación.
- Anoche no llegaste a dormir a la casa, ya van dos noches que no llegas en menos de un mes
¿dónde se supone que te quedaste?
- En la casa de una amiga, es que se nos pasó la hora... conversando. -Gabriela rehuyó la mirada
de su madre, que parecía estar adivinando lo que pasaba por su cabeza.
- ¿Cuál amiga?
- No la conoces...
- ¿Cómo se llama?

Gabriela la miró por algunos segundos, si inventaba un nombre significaba que ¿volvería a negar
a Xenia?

- Xenia, con Xenia.


- ¡¿¿Qué??! Gabriela ¿qué te dije sobre ella?
- Por la cresta, yo no voy a dejar de verla por lo que hable la gente ¿que no entienden que no me
interesa?
- No seas grosera, y no puedo creer que no te importe lo que hablan de tí, los rumores siguen,
nadie me pregunta nada, pero me miran como si yo fuera mala madre o algo así. Y el otro día ¿no
crees que se te pasó la mano con lo que le dijiste a tus tíos?
- A ellos se les pasó la mano ¿qué querías? ¿que me quedara sin decir nada mientras que me
venían con todas sus estupideces? -Gabriela agitaba las manos en el aire, mientras que miraba a
su madre y comenzaba a llegar al límite de su molestia. Lo siento papá pero tus hermanos se
comportan como imbéciles aveces. -Se dirigió a su padre, éste no dijo nada.
- Dile algo. -Su madre miraba indignada a su marido.
- ¿Qué quieres que le diga? tiene razón. -Se encongió de hombros.
- No quiero que te juntes más con esa mujer, Gabriela te lo suplico, me dijiste que eran amigas y
te creo. -Gabriela bajó la cabeza, comenzaba a sentirse mal. Pero no confío en ella, ella te puede
inducir a cosas malas, cosas que no están bien.
- ¿Cosas que no están bien? ¿cosas que son malas? por favor madre, cada uno hace lo que quiere,
y nadie obliga a hacer nada a nadie, si yo quisiera hacer algo lo haría porque quiero y punto
¿acaso crees que soy una marioneta o algo así? la única que está queriendo obligarme a hacer
algo que no quiero eres tú. -Gabriela vio a su madre mirándola desconcertada.
- Gabriela entiende, soy tu madre y me preocupo por tí, quiero lo mejor para tí, y ¿qué es eso de
que si quisieras hacer algo lo harías? ¿¡acaso has hecho algo!? por favor, si estás confundida con
algo dímelo. -Gabriela vio la preocupación en los ojos de su madre, no dudaba eso, pero estaba
tan equivocada la pobre, no tenía idea, quería hacer bien su rol de madre, pero ¿cómo podría
hacerle entender lo que sentía por Xenia? imposible...
- Lo sé, pero yo no voy a dejar de ver a Xenia porque tú lo quieras así, y no estoy confundida con
nada, ahora me voy. -Le dio un beso a su padre, luego uno a su madre y se dispuso a salir por la
puerta.
- No puedo obligarte a nada ya que eres mayor de edad, pero no voy a permitir que cualquiera
venga a pervertirte ¿oíste Gabriela? mucho menos mientras vivas bajo nuestro mismo techo.
- No puedo creer que hallas dicho eso ¿pervertirme? por favor, ya me voy, chao. -Salió dando un
portazo.

*******
Gabriela salió hacia la calle, las cosas se estaban complicando. ¿Cuánto tiempo más seguiría
ocultándole a sus padres su relación con Xenia? por una parte le atormentaba tener que hacerlo,
pero lo que más angustia le causaba era tener que seguir negándola, era eso lo que más le dolía,
mucho más que el pensar en qué harían sus padres si realmente tuvieran la certeza de lo que
había entre ellas.

Pero más allá de lo difícil que resultaba todo, estaban Xenia y ella, el amor que se tenían, y todo
lo lindo que habían vivido hasta ese día, incluyendo la noche anterior. Gabriela había sonreído
tanto durante todo ese día que la mandibula le dolía cuando dejaba de hacerlo. Su tía le había
preguntado qué le ocurría, en realidad Gabriela suponía que la mujer lo sabía, sólo que no se lo
iba a preguntar directamente, porque era una persona respetuosa y esperaría a que ella misma se
lo contara. Sabía que tendría su apoyo, porque era alguien que no veía ni juzgaba a la gente por
sólo una parte de su vida, y tampoco lo haría con ella al saber que amaba a otra mujer.

- Pero qué nena tan bonita caminando solita por la calle, no te vayan a raptar.

Gabriela se volteó hacia la voz y se encontró de frente con Carla quien le sonreía
provocativamente, se sobresaltó al verla tan repentinamente, de todas las personas que esperaba
encontrarse la que menos hubiera querido era precisamente Carla.

- ¿Qué cresta haces aquí? -Gabriela le dijo frunciendo el ceño.


- No hagas eso darling, te van a salir arrugas, y a mí me gustas así con la piel tersa. -Acercó su
mano hacia la mejilla de Gabriela, ésta la retiró de un manotazo.
- ¿Qué quieres? -Continuó caminando.
- Pero qué agresiva te has puesto Gabita ¿se te pegó de Xenia? claro tantas horas juntas ha hecho
que adquieras sus mismos hábitos, aunque la cara de santurrona la sigues teniendo, no te
preocupes.
- ¿Qué quieres?
- ¿¡Qué quiero!? ¿¡qué quiero!? ¿viste? igualita a la morena.
- ¿Qué se supone que significa eso? -Gabriela se giró hacia la peliroja.
- Qué te puedo decir cariño, al comienzo Xenia me decía lo mismo ¿qué quieres Carla? ¿qué
mierda quieres? -Dijo imitando la voz de Xenia. Pero al final como siempre supe que sería, dejó
de preguntar ¿captas?.
- ¿Qué estás insinuando? -Gabriela comenzaba a ponerse nerviosa.
- Tú sabes a lo que me refiero darling, que como todas Xenia cayó ¿captas? -Carla se comenzó a
reír como una loca en la cara de Gabriela.
- Eso no es cierto maldita. -Gabriela la miró indignada y reanudó su marcha, mientras sentía la
furia subir hasta su cabeza.
- No seas tan confiada chiquita, Xenia no es una santa, y tú lo sabes, acaso ¿nunca te has
preguntado a quiénes mete a su departamento?
- ¿Quién te dijo que vivía en un departamento?
- Nadie me lo dijo, yo lo vi por mí misma.
- No es verdad, y ya déjame en paz.
- ¿Ah no? entonces ¿cómo es que sé que el departamento de Xenia está pintado de azul, y tiene
un sofá negro, y una ventana al lado derecho? -Carla movía las manos indicando en qué lugar se
hallaba cada cosa.
- Eso no significa nada.
- Bueno, como quieras, tú si quieres te la sigues cogiendo, pero ten presente que yo ya lo he
hecho antes. -Carla se reía a carcajadas. Bueno darling ya me voy, no te quito más tiempo que ya
debes estar loca por ver a Xenia, después de todo tú y yo sabemos bien lo que hace y cómo lo
hace ¿cierto?

Vio a Carla guiñándole un ojo mientras se alejaba. De pronto vio todo negro ¿y si fuese cierto?
¿cómo es que Carla sabía el color del departamento de Xenia? ¿por qué hablaba con tanta
seguridad?

Xenia ¿acaso...?

Caminó hecha una furia, y tomó el primer bus que pasó. Las sienes le palpitaban, su sonrisa se
había borrado, no podía creer que fuera cierto, tenía que preguntárselo a Xenia, no podía ser
verdad.

*******

- Al fin llegas, no hallaba la hora de tenerte aquí conmigo y...


- ¿¡Es cierto Xenia!? -Gabriela la estaba mirando con una cara completamente diferente a la que
había visto en ella esa mañana.
- ¿Pasa algo malo? -Xenia comenzó a preocuparse, intentó tomar su mano pero ésta la esquivó.
- Tú dímelo Xenia.
- ¿Qué cosa? ¿qué pasa? Entra ¿piensas quedarte ahí parada?
- Dime Xenia por la cresta, porque no comprendo cómo pudiste haberme hecho esto. -Gabriela
no se movía del lugar y miraba a Xenia con una mirada que nunca antes le había dedicado.
- ¡¿Qué fue lo que te hice?!
- Carla me lo dijo, me dijo que tú y ella... -Gabriela dejó de hablar antes de terminar la oración.
Xenia la vio bajando la cabeza.
- ¿¿Qué te dijo esa maldita?? ¡¿¿te hizo algo??! -Xenia le agarró la cara, y la obligó a mirarla a
los ojos, mientras la rabia comenzaba cegarla. Ven para acá. -La tomó de una mano y la metió al
departamento.
- Dime si es cierto Xenia, por favor...
- ¿¿¡Qué te dijo!?? ¿¿¡Qué te hizo!??
- No me hizo nada, me dijo que habías caído, que te habías metido con ella. -Gabriela se largó a
llorar.
- ¡¡¿¿Qué??!! ¡¡¡Maldita hijadeputa!!! -Xenia se llevó una mano a la frente furiosa, mientras sus
puños se tensaban. Eso no es cierto Gabriela, es una maldita mentira que inventó ella ¡¡no es
verdad!! ¿¿acaso le creíste?? no puedo creer esto ¿¿¿por qué mierda le podrías creer a esa
imbécil???
- ¿¡¡Por qué cresta sabe ella de qué color es tu departamento!!?

Xenia se quedó muda al momento, era cierto, Carla lo había visto con sus propios ojos, había
estado allí sólo el día anterior, antes que Gabriela llegara. ¿Cómo iba a explicar eso? ¿cómo
hacerle entender que se lo había ocultado sólo por evitarle la preocupación?

Mierda...

- Xenia ¿por qué cresta sabe Carla detalles sobre tu departamento? ¿ha estado aquí?
- Sí. -Dijo Xenia finalmente. Sintió el dolor en los ojos de Gabriela, se le hizo insoportable el
pensamiento de saber que la estaba haciendo sufrir.
- Entonces es verdad... -Gabriela hizo ademán de salir por la puerta.
- ¡¡¡No!!! yo no me he acostado con ella, primero muerta. Déjame explicártelo Gabriela, por
favor. -La tomó de un brazo impidiendo que siguiera avanzando. Gabriela no podía con la fuerza
de Xenia, se quedó estática.
- Dime...
- No, hasta que me digas que me crees, Gabriela no puedo creer que dudes de mí.
- ¿Y qué querías? -Gabriela la miró con sus ojitos verdes llenos de lágrimas.
- Por favor dime que me crees. -Xenia la abrazó fuerte, le dolía que desconfiara de ella. Por
favor... por favor...
- Te creo...
- Vino aquí un día, comenzó con sus asquerosidades, luego me lanzó una foto donde salíamos tú
y yo besándonos, no sé cómo no nos dimos cuenta cuando la tomó, estábamos allí afuera, y me
amenazó de que si no le daba lo que ella quería iba con tus padres y se la mostraba ¿entiendes?
desde ese día ha estado acosándome, viene para acá, me llama por teléfono. Ayer antes que tú
llegaras estuvo aquí, me dijo que era la última oportunidad que me daba, yo la dejé entrar, ella se
quitó su vestido...
- ¿¿¡Se quitó el vestido!?? -Gabriela la miró enojada.
- Lo siento... ¡¡pero no la miré ni nada!! el asunto es que la agarré y le tiré el vestido por la
ventana y la saqué de un empujón de aquí. Supongo que fue su pequeña venganza el ir contigo e
inventarte eso. Eso es todo.
- ¿Por qué no me lo dijiste Xenia?
- Porque no quería que te preocuparas, no quería que esa maldita nos arruinara lo lindo que
hemos estado viviendo estas semanas, pensé que finalmente se aburriría, y ahora sale con esto...
- Entiendo Xenia, pero debiste decírmelo, las dos estamos en esto, no solamente tú, prométeme
que nunca más me vas a ocultar algo así.
- Te lo prometo, y tú prométeme que nunca más vas a desconfiar de mí, yo sería incapaz
Gabriela... sería incapaz de engañarte, de causarte un daño así, nunca... oíste, nunca pienses eso...
- Lo siento...
- Yo también lo siento... ¿Qué vamos a hacer con lo de esa...?
- Nada Xenia, lo que tenga que ser será. Ahora lo mejor que podemos hacer es olvidarnos de ella,
no quiero saber nada de sus manipulaciones, es peor de lo que pensé.
- Tienes razón, lo que tenga que ser será. Ahora ¿me vas a seguir negando ese beso?. -Xenia vio
una sonrisa naciendo en el rostro de Gabriela.
- Jamás te negaría uno...
*******

- Gabriela por favor déjate de zapear canales, me estoy mareando. -Gabriela armada del control
remoto, se paseaba por todas las señales de televisión, sin encontrar nada de su agrado.
- Es que no encuentro nada bueno que ver ¿no tienes alguna película de esas bien buenas por ahí?
- A ver déjame pensar, no... creo que no.
- Sabes, mejor vemos mtv un rato y ya, aunque no sea tan bueno como antes ¿no lo crees?
cuando estaban todos los vjs, y habían buenos programas como Hora Prima y Conexión... una
vez el Alfredo Levín leyó una carta mía al aire.
- ¿Dices que enviabas cartas a mtv? -Xenia la miraba alzando una ceja.
- Sólo una, y además era chica. Ya no te rías pesada. -Gabriela le empezó a dar empujones a
Xenia.
- Oye, no te pongas agresiva.
- Uy qué miedo, mira como tiemblo con esas miradas tuyas, no me intimidan nada de nada.
- ¿Así que no te intimidan nada? asume las consecuencias entonces. -Xenia agarró a Gabriela
fuerte entre sus brazos mientras ésta hacia esfuerzos en vano por soltarse.
- Ya Xenia ¡me rindo! ¡me rindo! -Gabriela se reía a carcajadas.
- ¡Acepta que te intimidan mis miradas entonces!
- ¡Está bien! lo acepto... lo acepto, son tan intimidantes como el primer día que te vi, pero ¿sabes
qué?
- ¿Qué? -Dijo Xenia aflojando el agarre y mirando a Gabriela de frente con una pequeña sonrisa
de triunfo en su rostro.
- Aunque sean intimidantes, aunque puedas dar las miradas más frías del mundo, yo siempre seré
capaz de ver la calidez en ellas, y todo lo hermoso de tu ser reflejado en tu mirada. -Xenia se la
quedó mirando.
- ¿¿Por qué eres tan linda?? -La morena sonreía mientras la tenía aún entre sus brazos.
- Porque sí... -Se encogió de hombros, se alzó en la punta de sus pies, y le dio un pequeño beso a
Xenia.

En ese momento el timbre sonó.

- Yo voy. -Gabriela salió corriendo hacia la puerta antes que Xenia pudiera retenerla. Abrió la
puerta.
- Buenas noches, aquí está su pi...
- ¿¿José??
- ¿La pizza? -Xenia llegó a su lado y vio a José parado en la puerta con la caja de pizza que
habían ordenado, en sus manos.
- Hola Gabriela... hola Xenia. -José estaba paseando una extraña mirada entre ambas.
- ¡¡José!! no te quedes ahí y dame un abrazo. -Gabriela se abalanzó sobre el chico, pero antes que
lo pudiera tocar, éste se hizo a un lado.
- Me tengo que ir. -Le estiró la caja a Xenia, e hizo ademán de retirarse.
- El dinero. -Xenia le extendió los billetes, el chico se dio media vuelta y se fue sin siquiera
esperar la propina.
- ¿Qué le pasa? -Gabriela miró extrañada a Xenia.
- Lo que a todos, supongo que no le habrá agradado mucho lo que hablan sobre tú y yo, y creo
que ahora para él habrá dejado de ser un simple rumor, nos acaba de ver juntas en mi
departamento ¿qué querías? el tipo está enamorado de tí.
- ¿¿¿Cómo lo sabes??? -Gabriela abrió los ojos con sorpresa.
- Porque vi como te miraba, y porque vi cuando se te declaró. -Una mueca de fastidio cruzó las
facciones de Xenia. - No me quiero acordar de eso. -Sacudió la imagen de su cabeza.
- ¿Cómo que viste?
- Bueno, iba pasando por ahí ese día, no sé, y vi, aunque él me había venido pidiendo consejos
antes, me costó un mundo contenerme y no agarrarlo del cuello. -Gabriela sonrió.
- A mí me pasó algo parecido cuando Andrés me dijo que quería contigo, y encima el muy
imbécil se sentía tan seguro, me dio una rabia... Luego entendí que más que enojo por las
palabras vulgares que utilizó, era que me ponía celosa el pensamiento de que tuvieras algo con
cualquier otra persona que no fuera yo...
- Linda. -Xenia le lanzó un beso.
- Tú linda. -Gabriela sonrió. Pero no entiendo la reacción de José.
- Mira, él en parte se debe sentir dolido porque no obtuvo lo que deseaba de tí, y además ahora
comprobó que es cierto lo que dicen de nosotras, bueno, no vio nada del otro mundo, pero seguro
en su cabeza es así. Es probable que esa misma reacción la tenga gente en la que tú confías y
gente que dice quererte Gabby, si es que se enteran de todo.
- Lo sé, pero no lo comprendo, yo sigo siendo la misma persona.
- No para ellos.
- ¿Sabes Xenia? en el fondo será mejor, porque así sabré quien me quiere por ser como soy
simplemente, por la persona que soy y no porque una parte de mi vida que nisiquiera les afecta
en algo no les agrada, qué tontería es eso ¿verdad?
- Verdad.
- Te quiero...
- Y yo a tí...

*******

- Mira ahí tienes ¿ves? esta gente se empeña en hacer videos mareadores. -Xenia decía mientras
le daba un mordisco a su trozo de pizza.
- Bueno ahora que lo dices, tienes razón con éste, marea bastante, pero no el anterior, el anterior
era muy bueno. -Gabriela miraba la pantalla mientras que le daba un sorbo a su vaso de coca
cola.
- ¿¿Muy bueno?? insisto en que ambos son irritantes, ¿que no pueden usar otros colores que no
sean esos? ya cámbialo.
- Enojona, si sigues con esos ataques de furia pronto comenzaras a sufrir de colon irritable.
Resulta que tu espíritu es incapaz de soportar esos desequilibrios emocionales y se convierten en
enfermedades ¿entiendes? así que modérate.
- Pero si dejo de enfurecerme, voy a cambiar, seré otra persona ¿en realidad te gustaría que fuera
diferente? -Gabriela meditó esas palabras.
- No, no me gustaría... te quiero así como eres, tienes razón continúa con tus ataques de furia,
además te ves linda.
- ¿¿Linda?? ¿Aunque te mire así? -Xenia fingió un gesto de enojo en su rostro. Gabriela asintió
sonriendo. ¿Aunque entrecierre los ojos así? -Gabriela asintió nuevamente.
- Aunque hagas lo que hagas eres linda, más que linda, preciosa, tan preciosa que me haces sentir
cositas aquí. -Gabriela se llevo una mano al estómago.
- ¿Te hago sentir cosas en tu guatita?
- Sí, muchas cosas, mariposas. Y aquí también siento. -Gabriela se llevó una mano al corazón.
- ¿Qué sientes ahí? -Xenia la miraba dulcemente.
- Que me palpita mucho el corazón, muy rápido cuando te veo, y cuando estás cerca mío...
- El mío también palpita mucho, y también tengo mariposas, no sólo cuando te veo y te siento
cerca, cuando pienso en tí también...
- Te amo Xenia...
- Te amo Gabriela... -Se quedaron mirando profundamente. Y cuando le doy besitos a tu
ombliguito ¿sientes cosas también? -Xenia se hincó en el suelo mientras que atacaba el estómago
de Gabriela a besos.
- ¡Sí! cosquillitas, y otras cosas también.... -Gabriela reía.
- ¿Qué otras cosas...? -Xenia no cedía en sus besos.
- Cositas ricas...
- ¿Ricas nada más o muy ricas? -Xenia seguía hincada delante de Gabriela, y alzaba sus ojos
azules a los verdes cuando le decía cosas.
- Muy ricas...
- ¿Qué tan muy ricas?
- ¿Tienes muchas ganas de seguir comiendo pizza Xenia...?
- No tanto, en realidad preferiría comerte a tí enterita a besos.
- Hazlo entonces, porque esas cosas muy ricas de las que te hablé y que estoy sintiendo ahora,
son más de lo que puedo soportar... Ven aquí. -Gabriela le hizo un gesto a Xenia con el dedo para
que se acercara.
- ¿Así está bien? -La morena hundió sus labios en el cuello de Gabriela mientras ésta cerraba los
ojos y se entregaba a la sensación.

Sí... así está... muy muy bien...

Sexta Parte

La vida está llena de elecciones, distintos caminos a seguir, diferentes metas a las que aspirar.
Cada movimiento que hacemos nos lleva a algún lugar, cada decisión que tomamos tiene una
consecuencia. Ese lugar, esa decisión, puede significar nuestro triunfo, o nuestro fracaso, o
sencillamente el hacernos creer que no sirvió de nada, lo cual no puede estar más lejos de la
verdad.

Hay caminos más largos y hay otros más cortos; hay algunos más difíciles y otros más sencillos.
Podemos equivocarnos, podemos acertar, incluso ni lo uno, ni lo otro; en fin, nunca tenemos la
certeza. Sea como sea, y llamemos con el nombre que llamemos a estas elecciones; se reducen
sólo a dos cosas; a las que hacemos con el corazón y a las que hacemos con la cabeza.

Ella había elegido con su corazón, cuando aceptó que amaba a Xenia, no estaba pensando con la
cabeza, lo hacía con su corazón. Pero, en su vida familiar continuaba mostrando a la misma, la
misma de siempre. Gabriela estaba viviendo dos caminos en uno; uno elegido con el corazón, y
el otro con la cabeza.

El primero, muchas veces le había resultado difícil, hasta la había hecho llorar; porque no tenía
un referente en que apoyarse, no tenía ninguna cosa que le asegurase nada en lo absoluto. Sin
embargo, se sentía tan llena, su alma tan infinitamente completa, que no necesitaba
comprobantes, ni ninguna cosa que le garantizara nada de nada; porque simplemente tenía el
éxito en sus manos, que era el amor de Xenia, y su presencia en su vida. El segundo camino, le
hacía todo más sencillo, no tenía que dar explicaciones; porque para el exterior todo estaba
correctamente ubicado donde correspondía, era lo normal, era lo que todos querían de ella ¿Pero,
interiormente? una historia completamente diferente, era lo que pasaba en su interior.

¿Había una posibilidad de juntar esos dos caminos? La elección ya estaba hecha, ya estaba
tomada, y se estaba viviendo através de ella; pero la imagen hacia el mundo, era una imagen
falsa, de algo que ya no existía más, de algo que no era su realidad ¿Qué era lo que se debía
hacer? ¿Continuar simplemente con esa imagen engañosa, y seguir viviendo interiormente con lo
real? o ¿finalmente, unir ambas partes, y convertirlas en una sola? ¿en una con el alma?

*******

Era domingo, el sol resplandecía, y sus rayos penetraban por la ventana de la sala. Allí sentadas,
cuatro personas, una familia, cuatro personas y un perro, la familia perfecta.

- Gabby ¿me harías el favor de abrir esta correspondencia por mí, por favor? las promociones, y
cosas que no sirvan las tiras, el resto me lo guardas para verlo después. -Su padre le pidió, con su
acostumbrada amabilidad, mientras volvía a volcar su atención en los titulares del periódico.
- ¿Cuándo va a ser el día que veas tus propias cosas? podría haber algo privado. -Increpó la
madre.
- Si hay algo privado ella no lo leerá ¿cierto, mijita?
- Cierto papá. -Dijo Gabriela sonriendo, y bajó su mirada hacia los sobres que tenía ya entre sus
manos, los cuales se disponía a abrir en ese momento.
- Ella no lo irá a leer, pero yo sí. -Advirtió Catalina, quien estaba jugando con el perro en sus
brazos.

Los abrió uno a uno; efectivamente, había una que otra promoción, se encontró hasta con una
tarjeta de felicitación por el cumpleaños de su padre, que todavía no llegaba.
Entonces, sus ojos llegaron a un sobre que no tenía remitente. Frunció el ceño, mientras lo
examinaba con atención, buscando algún nombre escrito con letras pequeñas, tal vez; pero, no
halló nada, sólo la dirección, y el nombre de sus padre en él. Finalmente, lo abrió, con cuidado,
como temiendo encontrarse con una bomba o algo que la dañara. Lo primero que tuvo a la vista,
fue el borde de una fotografía, la cual agarró entre sus dedos, y la fue sacando poco a poco, hasta
que estuvo completa frente a su mirada. Y allí, estaba una imagen demasiado familiar, Xenia y
ella besándose en los labios; su primer reflejo, le provocó el movimiento involuntario de cubrir la
foto bajo sus manos, mientras su corazón daba un vuelco. Carla, era el nombre que faltaba en ese
remitente, que por las razones obvias no estaba escrito en ese sobre.

Gabriela miró alrededor, como temiendo que sin haberse dado cuenta, alguno de sus padres se
hubiese parado en ese momento, y hubiera visto la fotografía que sostenía en sus manos. Pero no
fue así, todo seguía en orden, igual que hace algunos segundos; su padre leyendo el periódico, su
madre tejiendo quién sabe qué cosa, su hermana menor acariciando al perro. Los miró a todos, y
a cada uno de ellos; los amaba, pero de pronto, se sintió, y se vio a sí misma ajena a ese cuadro;
no pertenecía, no formaba parte, ya no. Acaso ¿alguna vez lo había hecho realmente?

Regresó su mirada a la fotografía, una vez más, esta vez prestando más atención en los detalles;
allí estaban ambas, sus labios apenas se estaban tocando, pero se tocaban al fin y al cabo, sus
manos estaban tomadas, y se veía claramente la sonrisa en ambos rostros. Gabriela sonrió ante la
imagen, sonrió ante el recuerdo de ella, y ante el sentimiento patente en su ser, de lo que había
sentido en ese momento, lo que sentía cada vez que esa escena se repetía, y que ciertamente lo
había estado haciendo reiteradas veces, las últimas semanas.

Volvió a levantar la vista; su padre le sonrió, por sólo un segundo, tan sólo para retornar a su
lectura; su madre comenzó a cantar una canción, probablemente de su época, ya que a Gabriela
no le sonó para nada conocida; su hermana le hablaba en lenguaje infantil al perro, mientras que
intentaba hacerlo caminar en dos patas.

Nuevamente bajó sus ojos hacia la imagen; sonrió, sonrió ampliamente; encontraba paz en esa
fotografía, encontraba verdad en esa imagen, encontraba su vida y su verdad en esas dos
personas que eran Xenia y Gabriela tomadas de la mano y besándose. Entonces, supo, y lo sintió
en ese momento; que nadie jamás podría impedirle estar al lado de esa mujer; supo con certeza,
que cualquiera podría apuntarla con el dedo, tratarla de desviada, o con el epíteto que se le
antojara; y jamás podría cambiar, borrar, ni arrancar el sentimiento que tenía por esa persona, ni
tampoco impedir que estuvieran juntas, ni mucho menos obligarla a vivir una vida, para la cual
no estaba destinada, la cual no sentía en su corazón, en su alma, en todo su espíritu.

- Es verdad. -Dijo, sin siquiera pensar en las palabras que estaban saliendo por su boca.
- ¿Qué cosa mijita? -Su padre preguntó, sin quitar sus ojos de las líneas del periódico, mientras
se acomodaba los antejos que se habían deslizado por su nariz.
- Es verdad, papás, Cata... -Le sonrió a esta última, quien levantó la mirada un tanto confundida.
- ¿De qué hablas Gabriela? -Su madre por fin dejó el tejido a un lado, y la miró a la cara; su
padre fue el siguiente, Catalina ya la estaba observando desde antes.
Se puso de pie, su corazón comenzó a latir fuerte, y sus piernas temblaban, mas ignoró todo eso,
no le interesaba, no le iban a impedir, sus emociones, frenar aquel momento.

- Lo que la gente piensa y dice, es verdad... -Percibió el impacto en los ojos de su madre; sabía
que lo estaba comenzando a comprender, sabía que su intuición de mujer, y de madre, se lo
estaba gritando fuerte, como lo había hecho siempre, después de todo; pero, igualmente sabía
que no le iba a ser tan sencillo, porque tendría que alzar su voz, y decirlo con todas sus letras.
- ¿Qué quieres decir con eso, Gabriela?
- Quiero decir, que Xenia no es mi amiga solamente. -Clavó su mirada en los ojos de su madre,
que parecían rogarle que no siguiera, que callara, que no continuase; pero lo hizo. - Xenia es mi
pareja, y estoy enamorada de ella. -No bajó la mirada, porque estaba siendo completamente
honesta, no desvió sus ojos, porque no tenía nada de qué avergonzarse.

Nadie dijo nada, nisiquiera Catalina que acostumbraba a decir cualquier cosa que se le pasara por
la cabeza, estuvieran en la situación que estuvieran.

- Es una broma ¿verdad? -Su madre dijo finalmente, con voz casi suplicante.
- No es una broma, es cierto, es tan real como que yo soy tu hija, y en este momento me estás
viendo.
- No puede ser... -Su madre se puso de pie, dándole la espalda, su padre abandonó el sillón,
también y posó una mano en el hombro de su mujer. Catalina sólo miraba, sin siquiera sonreírse.
- Sí, puede ser, porque lo es.
- Catalina, ándate a tu pieza. -Le ordenó a la jovencita.

Gabriela dirigió su mirada hacia ella, y le pidió que obedeciera, que era mejor si no estaba allí.
Ésta se puso de pie en seguida, y al pasar por su lado, le puso una mano en el hombro, gesto, que
Gabriela agradeció, y que extrañamente le dio un impulso para continuar con aquello.

- Escuchen, si van a decirme algo, díganlo ahora. -Gabriela dijo, mientras seguía los
movimientos de sus padres, y permanecía parada en medio de la sala.
- Gabriela... -Su madre se volteó hacia ella, veía sus manos temblando tanto, que temió que le
estuviera dando un ataque, la miraba como si nunca la hubiera visto en su vida, como si de
repente la viera diferente, distinta, extraña. Su padre la estaba observando con una mirada
bastante similar. No te preocupes, tú tranquila, todo va a salir bien, mañana mismo vamos a
buscar un psicólogo, es sólo una etapa, una confusión, hija.
- ¿¡De qué estás hablando!? -Gabriela comenzó a alterarse. No es ninguna confusión, te lo estoy
diciendo porque estoy segura.
- No... no, eso no está bien, eso es malo, eso es una equivocación, tú eres una jovencita y te
tienes que enamorar de un jovencito, alguien bueno para tí; vas a ver como dentro de unas
semanas, vas a estar muy bien, y vas a olvidar todo esto, no te preocupes hija, nosotros te vamos
a apoyar en todo.
- Madre, estoy intentando decirte que Xenia y yo estamos juntas ¿entiendes? no es ninguna
equivocación, no es ninguna enfermedad ¿puedes entender eso?
- ¡No! la que no entiende eres tú. -Se le acercó con el rostro desencajado, mientras la miraba de
una manera que Gabriela jamás había visto, y su voz se quebraba. No puedes... estás enferma, es
un trastorno de tu edad. ¡Tú! dile algo. -Se dirigió a su marido, alzando la voz.
- Gabriela ¿desde cuándo? -Preguntó él.
- Miren, no voy a entrar en detalles, ni tampoco les estoy dando una explicación, sólo les estoy
diciendo la verdad, mi verdad porque estoy harta de tener que ocultarlo; no voy a negar a Xenia
nunca más, porque eso sería como negarme a mí misma. La amo, no espero que lo entiendan,
nisiquiera que lo acepten, pero yo seguiré siendo su hija, la misma persona de siempre, la misma.

Los ojos de su madre parecían no comprender ni una palabra, ni tampoco ella parecía tener nada
que decir. La vio acercándole las manos a sus brazos como queriendo agarrarla, pero se retuvo a
la mitad.

- ¡No es verdad, no es verdad! no, tú eres buena, siempre fuiste una niñita limpia y decente, te
enseñamos desde chiquitita a comportarte bien, a ser buena, siempre te dimos todo nuestro amor;
es esa mujer, es esa Xenia, ella es una pervertida, te metió cosas en la cabeza, ella es sucia, es
una mala persona; pero, tú tranquila mi niña, mañana vamos a buscar un psicólogo, y todo va a
estar bien. -Intentó abrazar a Gabriela, pero ésta la quitó de un manotazo.
- Nunca... nunca te atrevas a llamarla así ¿oíste? -Gabriela decía, mientras agitaba un dedo
delante del rostro de su madre, con una expresión de completa indignación. Nunca digas algo así
de Xenia, ella es lo más hermoso que me ha pasado en la vida ¿oyeron? lo más lindo. -Gabriela
sintió la furia llegar a sus puños; pensó en la que Xenia, sentía tantas veces, y finalmente la
comprendió; porque jamás se había sentido así antes, nunca se había sentido más ofendida en la
vida, como en ese mismo momento ante las palabras de su madre hacia Xenia. Se dio media
vuelta y salió dando un portazo.

*******

- Aquí estoy, y no tengo mucho tiempo. -Su madre la miraba como si viera algo diferente en ella,
algo fuera de lugar.
- Hola, hija. -Le dio un beso en la mejilla, el cual Xenia hizo lo posible por esquivar, y la hizo
pasar.
- ¿Qué me miras tanto? -Xenia preguntó, alzando una ceja.
- No sé, estás como diferente ¿te hiciste algo en el pelo?
- No.
- Debe ser que estás más grande desde la última vez que te vi.
- Madre, tengo veintiún años, dejé de crecer hace bastante tiempo ya.
- Jorge va a llegar en cualquier momento; tus hermanastros te dejaron muchos besos y abrazos,
no se pudieron quedar. -Su madre dijo, mientras evitaba la mirada de Xenia.
- Puedes decirlo, se largaron cuando supieron que yo venía, a mí no me interesa. -Se encogió de
hombros. ¿Por qué siempre tienes que inventar cosas?
- ¿Y, Xenia? ¿cómo te ha ido? -Preguntó, cambiando el tema.

Miró a su madre, era parecida a ella, sus ojos los había heredado de ella, su boca, quién sabe
cuántas cosas más, su cabello era lacio también, pero más claro que el suyo; aunque para esas
alturas de la vida probablemente se lo teñía ya. Pero, más allá del parecido físico, no había nada
ya, que la conectase con ella; el tiempo de ambas había terminado hace mucho; si es que algún
día en realidad había comenzado.

- Bien, muy bien ¿y a tí?


- Bien, ya sabes, Jorge y yo somos muy felices.
- No me importa cómo está Jorge, te pregunté por tí. -Vio la mirada aterrada de su madre,
dirigirse hacia la puerta, como temiendo que su esposo hubiera llegado en ese momento, y
hubiese alcanzado a oír las palabras salidas de su boca.
- ¿Quieres tomar algo? -Le ofreció, mientras intentaba sonreír.
- No, quiero que me digas lo que quieres decirme, luego me iré. -Xenia dijo, sin un ápice de
dulzura en el tono de su voz.
- Cuando llegue Jorge, él te dira...
- No me importa Jorge, maldita sea ¿es que no puedes decir ninguna maldita frase sin nombrarlo
a él?
- Baja la voz, por favor Xenia. -Rogó, mientras la miraba con rostro de súplica.
- ¿Por qué le tienes tanto miedo? -Preguntó mientras escudriñaba con atención su rostro.
- No le tengo miedo, es sólo que...
- Xenia, tanto tiempo sin verte, al fin te dignas a venir a ver a tu madre. -Giró su cabeza, para
encontrarse a Jorge; un hombre alto, y moreno, caminando hacia ellas, con la soltura de saberse
dueño de esa casa, y de todo lo que había en ella, incluyendo personas. Pero mujer, sírvele algo a
esta niña; vamos al comedor, pasa Xenia.
- No vengo a hacer vida social, vine porque me quieren decir algo, aquí estoy, díganmelo y me
iré. -Xenia dijo secamente, mientras miraba fijamente al hombre, y comenzaba a sentir unos
incipientes deseos de darle un buen golpe.
- Xenia, sigues tan antisocial como siempre. -Dijo echándole una mirada que no fue capaz de
sostener más de dos segundos. Te dije mujer que tenías que cuidarle las juntas a esta muchachita
¿no ves ese aire rebelde que tiene? estos jovenes necesitan mano dura desde pequeños, como yo
hice con mis hijos, y ahí lo ves.
- Sí, ahí los ves, tres cuerpos, un solo pensamiento, el tuyo. -Xenia dijo, y el hombre pareció
tomarlo como un cumplido.
- No me dijiste que esta niñita tenía pasta de poeta. -Dijo riendo, mientras su madre sonreía
nerviosa.
- Díganme lo que tengan que decirme, ahora. -El tono de voz de Xenia sonó grave, y a mandato
en equella última palabra.
- A ver, a ver ¿qué tonito es ese? en mi casa no jovencita, aquí hay reglas, y tú no le vas a hablar
así a tu madre. -Elevó un dedo amenazante, fue todo lo que bastó para agotar la paciencia de
Xenia.
- Por favor... ¿qué te crees? ¿que estamos en la milicia? despierta y mira la realidad, eres un
pobre hombre, que nisiquiera tiene un pensamiento propio, tienes el cerebro lavado. Ahora di lo
que tengas que decir y me voy. -Xenia dijo, mientras su mandíbula se tensaba, y sus puños no lo
hacían menos.
- ¡¡Insolente!! -El hombre levantó la mano con la intención de golpearla, y antes que pudiera
siquiera pensar en acercar la mano hacia Xenia; ésta se la estaba torciendo, y el pobre individuo
estaba hincado en el suelo, lloriqueando como una criatura.
- Nisiquiera lo pienses. -Le dijo, mientras lo fulminaba con la mirada. ¿Esto es lo que te hace a tí
madre? ¿te golpea? ¿qué mierda haces aquí con esto? míralo ¿estás con él porque te alimenta?
me das pena. -Le dijo, para finalmente soltarle la mano al hombre, quien se la agarró
desesperadamente, mientras la miraba con temor.
- ¡¡Xenia por favor!! -Gritó su madre, intentando alejar a la morena de su marido. Jamás me ha
puesto un dedo encima.
- Aunque no te halla golpeado nunca, te domina ¿que, no te importa que te traten como si no
tuvieras cerebro? míralo, no es un dios, es un imbécil cualquiera que se apoya en gritos y
órdenes, porque sencillamente está vacío, y no tiene nada que aportarle a la vida de nadie, ni a la
de sus hijos, ni a la tuya.
- ¡¡¡Sal de mi casa ahora mismo!!! -Jorge gritaba, con el rostro rojo de ira.
- Mira madre, quieres saber si lo que dicen es cierto. Sí, lo es. Soy gay, y estoy enamorada de
Gabriela, que es esa chica rubia que has visto en la tele ¿Y sabes qué? ella me ha dado mucho
más de lo que tú nunca fuiste capaz de darme; todo el amor, toda la ternura, la calma, la
encuentro en ella; querías que te lo dijera y ahí está, ahora me voy. -Terminó de decir
tranquilamente, para luego hacer ademán de salir de aquel lugar, del cual nada más haber
llegado, ya quería largarse. - Ah, y toma, por si quieres vivir una vida más digna, ahí tienes, eso
te va a servir como un comienzo, es el pago por el departamento en el que vivo, y no le debo
nada a nadie.

Sacó un cheque donde se leía una cantidad considerable de dinero, y se lo extendió a su madre.
Nisiquiera se giró a ver ni caras ni reacciones, sencillamente salió por la puerta, sabiendo que
jamás volvería a pisar esa casa.

*******

Xenia se dejó caer en el sofá de la sala de su departamento, intentando calmarse, tratando de


olvidar el desagradable momento que había pasado sólo unos minutos atrás. ¿Por qué su madre
tenía que ser como era? ¿por qué tuvo siquiera la pequeña esperanza que algo hubiera cambiado?
Lanzó un cojín contra la pared, con furia, para luego sacar la fotografía de Gabriela, que siempre
llevaba consigo donde quiera que fuera, era la única forma de terminar por encontrar su paz;
mirando su rostro.

Tomó el teléfono, y marcó el número, deseando que Gabriela estuviera a su lado en ese
momento. No respondió. Marcó el número de su casa, esperando tener la suerte de que contestara
ella. Al tercer toque, una voz que definitivamente no era la de Gabriela, se oyó al otro lado de la
línea.

- ¿Aló?
- ¿Cata eres tú?
- ¿Xenia? -Dijo la jovencita, susurrando.
- ¿Qué pasa? ¿hay gente alrededor?
- No, pero podrían bajar en cualquier momento.
- Gabriela no me contesta su teléfono ¿está por ahí?
- No, no está, y no sabemos dónde anda tampoco, salió hace como una hora.
- ¿Por qué hablas con ese tono? ¿¡le pasó algo malo!? -Xenia se puso de pie brúscamente,
abandonando el sofá, mientras comenzaba a preocuparse.
- ¿Estás sentada? porque si no, es mejor que te sientes ahora.
- ¿¿¡Qué paso Catalina!?? habla.
- Lo supieron todo...
- ¿Quiénes supieron qué cosa? -Xenia ya quería agarrar a Catalina del cuello, porque no decía
nunca lo que tenía que decir.
- Los papás, Xenia, supieron lo tuyo y Gabriela, quedó la grande, mi mamá está llorando,
lamentándose de qué fue lo que hizo mal, y mi papá no dice nada, sólo la consuela.
- ¡¿¿Dónde está Gabriela??! -Xenia comenzó a pasearse, mientras el corazón le latía a mil por
hora, pensando en qué estaría sintiendo Gabriela en ese momento.
- No sé, sólo salió dando un portazo, a mí me echaron antes, sólo pude oír de lejitos lo que
hablaban, se puso fea la cosa Xenia, búscala y encuéntrala.
- ¿Dónde puede estar, Catalina? ¿tienes alguna idea? -Xenia se llevó una mano a la frente,
sintiéndose verdaderamente desesperada.
- No, lo siento.
- Bueno, gracias, chao.

Cortó, agarró las llaves de su auto, y salió corriendo a dónde ni siquiera ella lo sabía.

Diez minutos más tarde, se encontraba en el interior de su automóvil, con sus manos fuertemente
aferradas al volante, sin darse cuenta, de la presión que estaba causando, y que más que hacerle
daño al objeto, se lo estaba haciendo a ella misma, mientras que tenía la esperanza de que
Gabriela apareciera mágicamente delante de sus ojos.

Piensa Xenia, maldita sea, ¿dónde puede haber ido?

Miraba para todos lados, mientras continuaba manejando sin prestarle mucha atención al camino,
y por poco choca con un automóvil delante de ella, situación evitada por sus rápidos reflejos.

Pensaba, y volvía pensar, revisando imagenes en su mente, de todos los lugares a dónde Gabriela
acostumbrara a ir. Y de pronto, pareció iluminarse una idea en su cabeza, sonrió, y apretó más el
acelerador, mientras se dirigía a un lugar específico.

Tiene que estar por aquí...

*******

Caminó lentamente, mientras sus pies se hundían en la arena. El aroma del mar la rodeaba,
filtrándose por su nariz, dándole la sensación de estar fuera de ese lugar, de no estar caminando
por ahí realmente, de ser una ilusión, o sólo la imagen de un sueño. Giró la cabeza hacia la
izquierda al oír voces de niños, riendo y gritando. La playa se encontraba llena de gente, todos
felices tomando el sol, y bañándose en el mar. Alguien se acercó, y le pidió un autógrafo, ella
sólo sonrió, y por primera vez se negó a darlo; no era el momento más oportuno.

Por fin llegó donde la playa parecía terminar, entonces se alejó del mar, mientras sentía en sus
pies el calor de la arena, que se iba haciendo más intenso a medida que se iba alejando de la
orilla. Alzó uno de sus pies, y comenzó a subir por los escalones de una roída escalera, que
encontró por ahí, y en la cual se sentó, sacudiendo sus pies del exceso de arena, mientras que
constantemente pasaba gente por su lado; cubrió sus pies nuevamente con sus sandalias, se puso
de pie, y sacudió su ropa, para en seguida continuar caminando por la acera. El mar seguía
acompañándola, se veía hermoso con esas tonalidades verdosas, y ese constante movimiento que
a ratos la hacía marearse y perder el equilibrio.

Pensó en Xenia, pensó en su familia, pensó en ella misma, y en todos ellos juntos; pero eso era
imposible, esas tres partes eran imposibles de unir, era absurdo siquiera pensar e imaginar la
imagen de ellos en la misma escena. Levantó una pierna, y se dio el impulso suficiente como
para subir sobre un pequeño muro, pisó con cuidado sobre una roca, luego la que estaba a su
lado, y se sentó finalmente en una de ellas, la más perfecta que encontró, aquella que le
pertenecía.

Observó un momento el mar, su movimiento, su inmensidad, luego apoyó la frente en sus


rodillas, las cuales estaban dobladas, y las abrazó ocultando su rostro en ellas. Cerró los ojos,
mientras intentaba escapar de cualquier pensamiento, de cualquier recuerdo de lo que había
sucedido, pero, era imposible; no podía dejar la mente en blanco, siempre había un pensamiento,
una imagen, cualquier cosa, y siempre entre esas imágenes estaba Xenia, jamás faltaba, desde
que la había conocido, siempre estaba presente.

De pronto sintió un suave roce en su espalda, por una milésima de segundo se sobresaltó, era la
costumbre de constantemente pensar en la posibilidad de que la gente te quiere hacer algún daño;
pero ese sentimiento desapareció enseguida. Nisiquiera tuvo la necesidad de voltearse a ver,
porque sabía perfectamente, quien estaba junto a ella en ese instante, sin necesidad de observar
su rostro, sin tener que comprobarlo con sus ojos. Tampoco preguntó el por qué estaba ahí con
ella en ese momento, ni cómo había sido que la había encontrado, sin siquiera saber, ni tener una
idea de dónde podría estar. Las cosas entre ellas sucedían así, pasaban porque tenían que pasar, y
no se podían evitar, tampoco se forzaban, porque no era de esa forma como funcionaba con ellas.

Finalmente levantó su cabeza del refugio de sus brazos, pero, no miró a la persona a su lado,
simplemente extendió sus brazos y los enrolló en el cuello de Xenia. Por fin sintió paz, por fin se
sintió segura, por fin se sintió en casa. Xenia ciertamente, no era ninguna edificación, tampoco
era un grupo de gente, nisiquiera era un ser humano. No, no era eso. Xenia era algo diferente a
todas las nombradas antes, diferente a todo lo que se podía imaginar; no era, ni la había conocido
nunca, sencillamente la había recuperado. Quién sabe cuánto tiempo la había tenido perdida,
quién sabe cuánto tiempo había estado ella perdida para Xenia, quién sabe cuánto tiempo estuvo
muerta; porque sólo cuando la vio por primera vez, con esos ojos, fue cuando realmente sintió
que había comenzado a vivir, había comenzado a respirar; antes nunca había estado viva, porque
no existía más que en la fantasía e ilusión de lo que quisieron hacer de ella; mas no podía respirar
sin Xenia a su lado, y nunca lo podría hacer sin ella.

No supieron el tiempo que estuvieron así, aferrándose la una a la otra; y a Gabriela no le hubiera
importado estar así la vida entera; en ese momento el mundo podría haber dejado de girar, o
incluso el cielo podría haberse venido abajo, y le hubiera dado completamente igual, porque
estaba donde tenía que estar, y con quién debía que estar.

- Gabby... -Oyó la voz de Xenia susurrando en su oído. Yo...


- Estoy bien, Xenia, ahora estoy bien...
- ¿Qué fue lo que pasó? ¿acaso Carla...?
- No... no Xenia, no fue ella.
- ¿Entonces?
- Ella envió la fotografía, pero yo la vi primero, yo abrí el sobre y la vi, y yo decidí decírselos,
Carla no tuvo nada que ver.
- ¿Por qué Gabby...? Yo no quería que pensaras que....
- No fue por eso Xenia, no fue porque me estuvieras presionando, no fue por lo que pasó ese día,
ni porque me sentí en la obligación de hacerlo.
- ¿Entonces...?

Se despegaron finalmente, y se quedaron viendo a los ojos, azules y verdes fundiéndose como
tantas veces lo habían hecho, como tantas veces lo harían.

- Lo sentí, aquí dentro, sentí que era el momento, que no quería seguir callándomelo. -Gabriela
miró al frente concentrándose en el movimiento del mar, mientras que Xenia observaba su perfil.
Ellos estaban ahí, los tres, era un cuadro perfecto, ellos se sentían perfectos, lo pude percibir;
pero yo no, yo estaba ajena a ellos, yo no pertenecía ¿y sabes por qué, Xenia?
- ¿Por qué?
- Porque yo no soy perfecta mientras no esté contigo a mi lado, porque sin tí no estoy completa,
porque si no les decía quienes somos, estaba viviendo una mentira en la cual ya no estaba
dispuesta a seguir viviendo, ni por la tranquilidad de mi familia, ni por la tranquilidad mía. Era lo
que tenía que hacer, y lo hice.
- Gabby... -Sintió la mano de Xenia apretando la suya fuerte, y qué bien se sentía aquello, como
si ella borrase todos sus males, todos sus sufrimientos, todo lo que atormentaba su calma.
- No sé qué va a pasar ahora, ellos están empeñados en que tengo un problema psicológico, o no
sé qué cosa, es su problema, yo sé cómo siento y lo que siento, fui sincera; a ellos supongo que
les va a costar más tiempo aceptarlo.
- ¿Quieres que vamos a mi departamento? allá te sentirás más tranquila.
- No Xenia, yo... sólo quiero caminar un rato más, tú vete, necesito pensar un poco más, prometo
que te llamaré más tarde ¿sí?
- Sí. -Le acarició suavemente la mejilla. Tú... cualquier cosa llámame por favor. -Se miraron a los
ojos. Xenia le dio un beso en la frente, y comenzó a alejarse.
- No te preocupes. -Gabriela la tranquilizó, para luego dirigir su atención hacia el mar, una vez
más.
- ¿Gabby? -Gabriela se volteó hacia la morena, quien estaba parada a unos pocos metros de
distancia, mirándola con sus hermosos ojos azules, brillaban, y le hablaban... Gabriela fue capaz
de oír con los suyos lo que le estaban diciendo. - Te estaré esperando... -Dijo finalmente, y se fue
caminando lentamente sin volver a mirar atrás.

*******

Pasaron las horas. Xenia recostada en su cama, intentando no pensar en nada, tratando de no
pensar en qué les depararía el futuro de ahora en adelante; de alguna forma las cosas tendrían que
cambiar, no podían seguir siendo iguales, no ahora que la familia de Gabriela sabía la verdad, no
ahora que su madre sabía la verdad. No pensaba en ella misma, lo que ella tenía no se podía
llamar familia, pero la de Gabriela sí. Xenia sabía que eran personas buenas, y que la querían.
Casi sintió rabia al pensar en que alguien más la amaba; Gabriela era suya, de ella, y ella vivía
para amarla, y vivía para ser amada por ella. No le importaba su madre, no le importaba su padre
que nunca estuvo; sólo Gabriela y lo que pasaría de ahora en adelante.

Abandonó la cama, y fue hasta la cocina, buscó algo que tomar, cualquier cosa, sólo encontró un
jugo de piña; no había ido de compras últimamente, hizo un apunte mental de hacerlo al día
siguiente. Caminó hasta la sala, y se dejó caer en el sofá, mientras encendía el televisor, para
luego comenzar a zapear canales, como Gabriela acostumbraba a hacer; sonrió ante el
pensamiento de la chica rubia, concentrándose en la pantalla con el ceño fruncido, mientras
pasaba rápidamente canales sin ver nada. Le dio un sorbo a su jugo, sin ganas, y apagó el
televisor, para encender el equipo de música. Apoyó su cabeza en el respaldo del sofá sintiéndose
agobiada, apesar que ya era entrada la noche, hacía mucho calor aún.

Fue hasta su habitación y amarró su cabello en una cola de caballo, intentando apaciguar un poco
el calor que sentía. Volvió a relajarse en el sofá mientras una agradable melodía llegaba hasta sus
oídos.

Pensó en Gabriela una vez más, en realidad era incorrecto decir que había pensado en ella,
porque sencillamente no había ni un minuto en el que su imagen dejara su cabeza, no había ni un
instante en que no la sintiera, que no la percibiera. Ella estaba siempre a su lado, y vivía con ella
en un lugar donde el resto no tenía acceso, en un lugar que nadie más podía ver, ni conocer;
porque les estaba prohibida la entrada, ellas existían juntas en su sentimiento.

Se sobresaltó al oír golpes en la puerta. En un segundo estaba parada en sus pies abriendo la
puerta; miró al exterior y allí estaba ella... Su cabeza gacha, su cabello rubio tomado
descuidadamente en un moño. Alzó sus ojos verdes, y la hizo sonreír; también quiso llorar, y
quiso aferrarse a ella por el resto de su vida; eran tantas las cosas que sentía al verla, que apenas
podía resistir sus emociones.

- ¿Aún me estás esperando...? -Su voz sonaba tan dulce como siempre, haciendo que se le
erizaran todos, y cada uno de los vellos de su cuerpo.
- ¿Por qué tardaste tanto...?
- El taxi se quedó en pana, de lo contrario hubiera estado aquí mucho antes.
- Más vale tarde que nunca dicen...
- Lo sé, pero cuando se trata de tí, prefiero que sea lo antes posible...
- También yo... ¿Te sientes bien? -Xenia extendió su brazo, ofreciéndole su mano a Gabriela.
- Espera un momento, Xenia, mi corazón está latiendo mucho.
- ¿Más que de costumbre?
- Comenzará a latir aún más cuando me toques.
- ¿Quieres que lo haga ahora?
- No... aún no, déjame grabar este momento en mi mente.
- ¿Crees que ya se habrá grabado?
- Ya casi...
- ¿Ahora?
- Sí.... ahora.

Xenia avanzó la distancia que las separaba, la tomó entre sus brazos, la besó dulcemente, la miró
directamente a sus verdes ojos, y le sonrió, mientras que su corazón latía desbocado; una serie de
imagenes llegaron a su cabeza, pero fueron tantas, y pasaron tan rápido que fue incapaz siquiera
de percatarse de una sola.

- ¿Estás segura? -Xenia asintió.


- ¿Estás segura? -Gabriela asintió.

Xenia tomó las maletas, mientras su corazón no dejaba de golpear en su pecho, dejó a Gabriela
pasar delante de ella, y luego siguió sus pasos; dejó las maletas en el piso, cerró la puerta,
mientras que veía a Gabriela avanzando hacia el centro de la sala. Xenia sintió tantas cosas, que
hubiera sido incapaz de describirlas con palabras; pero todo aquello se resumía en una sola.
Amor. Su amor que estaba parada frente a ella, y que estaba decidiendo comenzar una vida con
ella, las dos juntas, sólo las dos y nadie más. Entrelazaron los dedos de una mano, mientras que
se miraban de frente; Gabriela fue la primera en hablar, y esas palabras fueron todo lo que
necesitaron, para saber dentro de sus corazones que todo estaba bien, que todo estaba
sencillamente perfecto.

- ¿Para siempre juntas...?


- Para siempre juntas...

Fin

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