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¿Qué es la hidrogeología?

La hidrogeología o hidrología subterránea es, según Mijailov, la ciencia que estudia el origen y
la formación de las aguas subterráneas, sus formas de yacimiento, difusión, movimiento,
régimen y reservas, interacción con los suelos y rocas, su estado (líquido, sólido y gaseoso) y
propiedades (físicas, químicas, bacteriológicas y radiactivas); así como las condiciones que
determinan las medidas de su aprovechamiento, regulación y evacuación. Es, por tanto, una
de las ramas más complejas de la geología. Basta ver el índice del libro Hidrología subterránea
de E. Custodio y M. R. Llamas, obra cumbre de la hidrogeología en castellano, publicado en
1975 y plenamente vigente en la actualidad, para confirmar su complejidad.

Históricamente la utilización del agua subterránea está ligada a la evolución de las sociedades
en los albores de la humanidad, ya que se necesitaban dotes de observación e interpretación
de la naturaleza para encontrar agua con la que sobrevivir. La combinación de necesidad de
disponer de fácil acceso al agua subterránea y el in- genio humano le llevó a captar
manantiales y desarrollar métodos de construcción de pozos y galerías. En Persia
aparecieron los qanats —un tipo de galerías o minas de agua— en el 1000 a. C.; con la ruta de
la Seda esta técnica llegó hasta China. Por otra parte, los celtas y los griegos utilizaban
determinados manantiales como lugares sagra- dos pero fueron los romanos quienes
desarrollaron las técnicas de captación de aguas y creación de infraestructuras (acueductos,
embalses) que, a su vez mejoraron los árabes. Sin embargo, no es hasta 1836 cuando se
establece la hidrogeología moderna como ciencia, con la publicación por parte del francés
Henry Darcy del libro Les fontaines publiques de la ville de Dijon donde establecía la ley
matemática —Ley de Darcy— que rige el flujo subterráneo y supone la piedra angular de esta
ciencia.

Pero ¿qué es un hidrogeólogo? No existe una titulación universitaria como tal. Se estudia
hidrogeología en algunas carreras universitarias como, entre otras, Ciencias Geológicas,
Ingeniería de Minas o Ingeniería Forestal. Pero también hay muchos profesionales que, por
experiencia en su trabajo, se autodenominan hidrogeólogos. Así podemos encontrar
hidrogeólogos con las más diversas titulaciones medias y superiores: geólogos, ingenieros de
minas, ingenieros forestales, ingenieros industriales, ingenieros geólogos, químicos,
farmacéuticos, licenciados en Ciencias Ambientales, geógrafos, físicos, ingenieros técnicos de
minas, de obras públicas o biólogos, entre otros. No es difícil comprender el motivo: cada una
de las titulaciones estudia alguno de los aspectos científicos que conforman un todo que es la
hidrogeología; así, los biólogos están más relacionados con el estudio del suelo y de la
contaminación por microorganismos, los farmacéuticos con los análisis de agua y sus
metodologías de determinación o los físicos con la aplicación de la geofísica a la
hidrogeología. Así, un hidrogeólogo debe manejar conocimientos de geología estructural,
estratigrafía, fotogeología, cartografía geológica, pero también de climatología, hidrografía,
química analítica e isotópica, hidráulica, matemáticas avanzadas, métodos de perforación y de
construcción, economía, legislación, etc. El hidrogeólogo es un auténtico hombre-orquesta de
la geología.
También influye el conocimiento específico del medio litológico. La hidrogeología en rocas
inconsolidadas, karstificadas o fracturadas se puede estudiar con metodologías específicas y
herramientas desarrolladas para cada una de ellas.

No obstante, obtener una titulación propia como experto en hidrogeología se consigue en la


actualidad en el curso de especialización que imparte en Barcelona la Fundación Centro
Internacional de Hidrología Subterránea, Curso Internacional de Hidrología subterránea,
conocido coloquialmente como “el Custodio” en referencia a uno de sus principales
profesores, y director durante décadas el eminente científico, doctor Emilio Custodio Gimena.
Dicho curso, asociado con la Universitat Politécnica de Catalunya, lleva 43 ediciones y desde
hace ocho años también se puede realizar on-line, en colaboración con diversos centros
geográficos de apoyo, como, por ejemplo, la Universidad Complutense de Madrid.

Anteriormente existían otros cursos de especialización de gran tradición, como el Máster en


Hidrología Subterránea impartido por el ITGE-ETSIIM o el Curso de especialización en
Hidrogeología “Noel Llopis”, impartido en la Universidad Complutense desde 1967 a 2001, y
que alcanzó 35 ediciones y formó a 752 hidrogeólogos de diversas nacionalidades, quedando
bruscamente interrumpido con la muerte de su director, su alma mater y motor del mismo, el
doctor José Ramón Peláez.

Por último, mencionar que el ICOG en su titulación profesional recoge la posibilidad de


obtener el título de Geólogo Profesional especialidad en Hidrogeología, con una experiencia
probada de cinco años.

El trabajo que realiza

Heterogeneidad es la palabra que define el trabajo del hidrogeólogo. Se podría diagnosticar


como alguien que sufre de trastorno de identidad disociativo o más corrientemente,
personalidad múltiple. Las principales personalidades desarrolladas son las relacionadas con el
medio ambiente, los estudios de carácter regional, la exploración, geotecnia, planificación,
patrimonio o investigación, entre otras.

El hidrogeólogo encuentra su nicho laboral en la administración pública y en la empresa


privada. En el primer caso el hidrogeólogo suele localizarse en la administración hidráulica —
estatal o autonómica— así como en organismos autónomos como el IGME, aunque también
en la universidad. En la empresa privada forma parte de la plantilla de grandes empresas
consultoras, o bien puede trabajar en pequeñas consultoras o como profesional autónomo,
atendiendo a la elaboración de informes y estudios locales.
El hidrogeólogo, el medio ambiente y la protección del recurso

El hidrogeólogo ambiental estudia las posibles afecciones a las aguas subterráneas por parte
de la actividad antrópica. Evalúa los contaminantes de carácter puntual o difuso que pueden
verterse directa o indirectamente sobre el acuífero, de manera controlada o incontrolada.
Pero también contempla el impacto que pueden tener las diversas actividades antrópicas,
como obras civiles, explotaciones mineras, etc.

Figura 1. Vertido de purines en Murcia (foto: M. Martínez)

Por ello la labor del hidrogeólogo pasa por realizar los estudios hidrogeológicos orientados a
establecer si existe o no afección y la manera de corregir o mitigar sus efectos. Generalmente
son trabajos solicitados por la Administración por lo que los clientes son empresas y
particulares que los precisan para iniciar o continuar su actividad. Según el RD 606/2003
Reglamento del Dominio Público Hidráulico (RDPH), en su artículo 257 la Autoridad Hidráulica
exige un estudio hidrogeológico previo para evitar que sustancias peligrosas o acciones puedan
afectar al acuífero, para autorizar su depósito o eliminar las sustancias peligrosas. Estos
estudios deben estar suscritos por un técnico competente, el hidrogeólogo. A su vez, el
Organismo de Cuenca podrá solicitar informe al Instituto Geológico y Minero de España. Así se
tienen las dos caras de la moneda a nivel laboral: el hidrogeólogo consultor, que trabaja para
el sector privado y el hidrogeólogo de la Administración, que debe priorizar la protección de
los acuíferos. Es posible que no exista siempre una sintonía entre ambos.

Se elaboran informes hidrogeológicos sobre los vertidos procedentes de instalaciones


ganaderas, depuradoras, industrias de todo tipo (alimentarias, químicas, etc.), o vertederos,
entre otros. Pero ¿qué debe contemplar uno de estos estudios? Según el artículo 258 del RD
606/2003, debe contener un mínimo de características hidrogeológicas de zonas afectadas,
poder depurador del suelo y subsuelo, riesgo de contaminación y alteración de aguas
subterráneas y si es una solución adecuada para el medio ambiente.

Pero en muchas ocasiones estos informes tratan de justificar, mediante una metodología más
o menos adecuada, la inocuidad del vertido. No obstante, en la Administración es frecuente
recibir informes incompletos que son rechazados con el consiguiente gasto para el particular
por lo que es recomendable emplear a hidrogeólogos profesionales y experimentados que
elaboren informes adecuados (figura 1).

La Directiva Europea Marco del Agua, elaborada por la Unión Europea en el año 2000 y su
transposición a la legislación española suponen un gran impulso laboral para los
hidrogeólogos, ya que además de la necesidad de caracterización de las masas de agua
subterránea y la protección de ecosistemas relacionados con las mismas, contempla la
obligatoriedad de elaborar perímetros de protección para captaciones que suministran agua
de origen subterráneo a más de 50 habitantes. Este último aspecto es importante en el Estado
español ya que según el Libro Blanco del Agua Subterránea de 1995 la población que emplea
agua subterránea para el abastecimiento se cifra en 12.000.000 de habitantes, aunque si
consideramos los núcleos urbanos, un 70 por ciento de términos municipales inferiores a
20.000 habitantes se abastecen de agua subterránea.

El hidrogeólogo es el profesional más adecuado, si no el único, para llevarlo a cabo. Los


perímetros de protección en cantidad y calidad de las aguas subterráneas son figuras no
normalizadas que contemplan la protección y la restricción de actividades en una superficie en
la que se moviliza el agua subterránea que se extrae por una captación. Se emplean criterios
de delimitación hidrogeológicos y físicos (radio de influencia de la propia captación o tiempo
de tránsito de un potencial contaminante hasta la captación). Para evitar restricciones
innecesarias, los técnicos suelen zonificar los perímetros en zonas de restricción absoluta,
máxima y moderada, variando en las mismas el tipo de actividad restringida. También se
elaboran perímetros para captaciones de aguas minerales naturales y balnearios para proteger
al recurso hídrico.

Otra actividad relacionada con el medio ambiente es la estimación de la vulnerabilidad de los


acuíferos mediante la utilización de métodos hidrogeológicos, estadísticos, matemáticos o
paramétricos, siendo éstos los más utilizados por su relativa sencillez. Con los métodos
paramétricos se obtienen índices numéricos y se estiman tanto la vulnerabilidad asociada al
acuífero —vulnerabilidad intrínseca— como la condicionada por el tipo de contaminante —
vulnerabilidad específica—. Con estos índices se realizan mapas, recogiendo los intervalos en
que la vulnerabilidad es muy baja, baja, moderada, alta o muy alta, con el fin de orientar al
gestor de la ordenación del territorio.

También estos métodos paramétricos se han utilizado específicamente para evaluar el riesgo a
la contaminación y la vulnerabilidad de los acuíferos de vertederos y grandes obras lineales,
como oleoductos (Martínez et al., 1999). Asimismo, esta metodología se utiliza para evaluar la
contaminación difusa, principalmente la intrusión marina y el contenido en nitra- tos. Es
preciso conocer su extensión e incidencia para realizar una adecuada planificación.

Existen nuevos campos en los que el hidrogeólogo puede encontrar acomodo laboral: técnicas
de descontaminación de acuíferos, de incremento de recursos hídricos, apoyo a las
administraciones privadas (comunidades de usuarios) o el asesoramiento en el tema de las
aguas minerales.

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