Sunteți pe pagina 1din 22

| 349

analecta polit. | Vol. 4 | No. 5 | PP. 349-370


| julio-diciembre | 2013 | ISSN: 2027-7458 | Medellín- Colombia

Reflexiones
sobre el discurso
del desarrollo
en América Latina
Thoughts on the discourse of
development in Latin-America

DAVID ROLDÁN ALZATE


Politólogo de la Universidad Nacional de Colombia; Comu-
nicador Social-Periodista de la Universidad de Antioquia; Es-
pecialista en Estudios Internacionales por la Universidad de
Antioquia; Candidato a Magister en Relaciones Internaciona-
les de la Universidad de Buenos Aires. Miembro del grupo de
Investigación en Comunicación Digital y Discurso Académico
Recibido: de la Fundación Universitaria Católica del Norte. Dirección
6 de mayo de 2013 de investigación e innovaciones tecnológicas. Medellín - Co-
Aprobado:
27 de mayo de 2013 lombia. Correo electrónico droldana@ucn.edu.co
350 | David Roldán Alzate

Resumen
El discurso del desarrollo ha sido sujeto del cambio político, económico y social de
los últimos 70 años. Con la incursión de las nuevas tecnologías de la información y la
comunicación se han incrementado las percepciones y acepciones de un modo ideal
de desarrollo, ahora vinculadas directamente con el interés de la sostenibilidad y la
promoción de la democracia como modelo político imperante. El desarrollo continúa
y continuará siendo el paradigma ideológico para plantear políticas públicas en todo el
mundo, pasando por encima de los modelos políticos más o menos democráticos, tal
como lo demuestra la evidencia histórica. Es un concepto mediado por el poder, por
intereses y por premisas de comportamiento sociopolítico, que tiene tanto de ancho
como lenguajes disponibles para interpretarlo.

Palabras clave:
Desarrollo; América Latina; tecnologías de la comunicación; desarrollo sustentable;
teoría política.
 

Abstract
The discourse of development has been linked to political, economic and social change
of the last 70 years. With the appearing of Information and Communication Tech-
nologies, the number of perceptions of an ideal way of development has increased,
which are now directly linked to the interest of sustainability and the advertising of
democracy. Development continues, and will continue, to be the ideological paradigm
to suggest the public policies around the world, ignoring all the so-called democratic
models, as it is evidenced by history. It is a concept dependent on the power, interests
and socio-political behavioral premises, which are as wide as the available languages to
interpret such a concept.

Key words:
Development; Latin-America, communication technology, sustainable development,
political theory.

Analecta política | Vol. 4 | No. 5 | julio-diciembre 2013


Reflexiones sobre el discurso del desarrollo en América Latina | 351

Introducción
El desarrollo es el concepto político, económico y social, con el cual se ha carac-
terizado a las sociedades en todo el mundo, desde el fin de la Segunda Guerra
Mundial. El tipo ideal del desarrollo es que con él se ha estructurado un orden
mundial nuevo que tiene a Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, como los
modelos que se han de seguir en política social por parte de los demás países que
han tenido un crecimiento económico e industrial alto y que ha permitido altos
niveles de calidad de vida de sus pobladores. Ese tipo ideal ha fracasado en las
últimas dos décadas: la promesa de una irrigación de la riqueza desde los ricos a
los pobres se incumplió por problemas estructurales en la institucionalización del
capitalismo y la globalización.

Este artículo hace parte del proyecto de investigación “Análisis crítico del dis-
curso del desarrollo: Antioquia en la web 2.0”, del grupo de investigación Co-
municación digital y discurso académico, de la Fundación Universitaria Católica
del Norte. El objetivo de este proyecto es analizar críticamente el discurso del
desarrollo en los medios electrónicos que se usan en Antioquia. La primera parte
del proyecto es este artículo, que consiste, precisamente, en dejar las bases teóricas
actuales, comprender que es un concepto en permanente cambio y que merece
una actualización desde todos los puntos de vista disciplinar. En este artículo el
foco es la comunicación digital enlazada con la ciencia política.

El objetivo de este artículo es revisar el viejo concepto de desarrollo presente


en la literatura publicada, principalmente por autores latinoamericanos desde el
año 2007 hasta el 2012. Las rutas temáticas para abordar ese concepto son la
comunicación para el desarrollo, internet y la web 2.0 como nuevo escenario
revolucionario de interacción social y otros temas fundamentales de las ciencias
sociales como la identidad, el institucionalismo y el capital social en la consoli-
dación política del mismo desarrollo. La metodología examinada en esas rutas
temáticas, y del mismo concepto de desarrollo, es el análisis crítico del discurso.

En la primera parte del texto se comprende el análisis crítico del discurso


como una metodología para dar respuesta a los problemas actuales del desarrollo,
así como a las alternativas discursivas que se observan desde la comunicación para
el desarrollo, el desarrollo endógeno y el desarrollo sostenible. Teun Van Dijk
continúa siendo uno de los autores más prolíficos en los estudios del discurso y
presenta una justificación adecuada de estas nuevas metodologías:

julio-diciembre 2013 | Vol. 4 | No. 5 | Analecta política


352 | David Roldán Alzate

La investigación crítica del discurso parte del concepto de análisis crítico. Un aná-
lisis crítico tiene como objetivo fundamental evidenciar, a través del análisis del
discurso, problemas sociales y políticos. No es nuestro interés ocuparnos de apli-
car un modelo o una teoría o validar un paradigma, nuestro interés es evidenciar
los problemas sociales como el poder y la desigualdad a través del discurso. (…)
Considero que es mucho más importante analizar problemas, como el racismo, la
desigualdad, el gobierno y la autoridad, las ideologías; problemas que pueden pa-
recer muy pragmáticos pero que son igualmente teóricos. (Van Dijk, 1994, p. 2)

Con el interés de evidenciar las carencias del desarrollo como concepto eco-
nómico y político, aparece la intención de proponer aquellos nuevos paradigmas
teóricos que están modificando la agenda política y el discurso de las instituciones
públicas y privadas, especialmente en América Latina. De esa forma, posterior-
mente, se aborda el desarrollo como concepto en perspectiva histórica, para com-
prender el desarrollo sostenible como discurso que está determinando el nuevo
rumbo de las políticas públicas en materia social y económica.

En la segunda parte, se plantea una observación general del concepto desarro-


llo, desde su carácter económico, ético y político. Luego, se somete ese concepto
al análisis crítico del discurso, lo que permite plantear la pregunta ¿cuál es el
carácter lingüístico del desarrollo? A partir de varios autores se explica cómo ese
carácter lingüístico es el que conduce a la permanencia en el tiempo del discurso
del desarrollo en la agenda política de los Estados. Posteriormente, como elemen-
to especial, se analiza la nueva agenda del desarrollo, en la cual aparece el asunto
de desarrollo sostenible, nueva ramificación del discurso que es tomada por los
nuevos actores del panorama político (sujetos, sociedad civil, ONG), que hacen
una reelaboración de la agenda política, si se quiere, con temas que se imponen
a los gobiernos, en lo que podría expresarse como una nueva forma de relación
política, ya no de subordinación entre gobernantes y gobernados vertical sino
horizontal. Aquí aparecen las nuevas formas de participación política ligadas a los
medios de comunicación digital, como la herramienta que favorece la emergencia
de esas nuevas formas de relación.

El artículo busca actualizar el estado del arte del discurso del desarrollo en
América Latina, y tuvo como metodología el análisis de bibliografía publicada en
bases de datos reconocidas por Colciencias. Se tuvieron en cuenta textos escritos
desde 2005, pero sólo publicados desde 2007. La amplitud de la muestra respon-
de a la necesidad de encontrar la más amplia gama de estudios e interpretaciones
sobre el fenómeno social y político del desarrollo en la región latinoamericana.

Analecta política | Vol. 4 | No. 5 | julio-diciembre 2013


Reflexiones sobre el discurso del desarrollo en América Latina | 353

Relevancia de los análisis discursivos


El Tercer debate
El campo intelectual y la investigación son espacios de lucha y egos. Fundamental-
mente se trata de un juego de argumentación histórico para dar cuenta, de forma
más o menos clara, de las realidades a las que se somete la especie humana. La epis-
temología busca identificar esas formas de trabajo en ciencias, en el caso particular
de las ciencias sociales. El positivismo y el empirismo analítico son las dos grandes
ramas en las que se crea conocimiento, formalmente, desde la época de la Ilustración.

Esta explicación es necesaria antes de pensar en el estudio del desarrollo como


discurso. Los análisis discursivos empezaron a cobrar importancia en la comu-
nidad académica después de un largo proceso de pruebas y errores, críticas a los
modelos cualitativos, fracasos del unanimismo que se identificaba en las metodo-
logías cuantitativas y, no en pocas ocasiones, a las presiones políticas sobre la inter-
pretación de los lenguajes y los discursos por parte de aquellos que han detentado
el poder. Sólo desde finales de la década de 1970 se acude a la instauración de un
tercer debate, propiciado muchas décadas anteriores por la Escuela de Frankfurt:

Lo que se conoce como el Tercer debate es producto de la convergencia de varios


desarrollos en el área de filosofía del conocimiento. El Tercer Debate se alimen-
ta de las críticas radicales formuladas tanto al positivismo como a los enfoques
empírico-analíticos desde varios ángulos. George y Cambpbell citan como fuentes
principales de dichas críticas las publicaciones tardías de Wittgenstein, los aportes
de Peter Winch, de Thomas Kuhn, de la teoría crítica de la Escuela de Fráncfort
(Hirkheimer, Adorno, Marcuse y Habermas) y de autores posmodernos como
Foucault, Derrida, Lyotard y Lacan.

A pesar de sus particularidades y diferencias, tales autores habrían contribuido a la


generación de una nueva agenda de debate, con especial énfasis en: a) una crítica
a las aproximaciones positivistas y empíricas en sus pretensiones de conocimiento
que efectivamente refleja/explica la realidad social; b) un rechazo a la constitución
de toda fundación independientemente para juzgar la acción social. Se cuestiona
aquí la búsqueda de una neutralidad valorativa y de una objetividad por parte de
las aproximaciones científicas, no solamente como algo imposible, sino como algo
que revierte inevitablemente en una manipulación ideológica. De ahí que cono-
cimiento, historia, cultura y relaciones de poder están íntimamente ligados entre
sí, y toda separación no es más que un ocultamiento arbitrario de sus vínculos; c)
en conexión con lo anterior, se presta especial atención al lenguaje, a los discursos,

julio-diciembre 2013 | Vol. 4 | No. 5 | Analecta política


354 | David Roldán Alzate

a la construcción lingüística de la realidad; d) finalmente, se resalta lo que atañe


a la constitución de identidades y significados en todas sus formas. (Campbell &
George, 1990, p. 270)

Con todo, las pretensiones de comprender el lenguaje, los discursos y la cons-


trucción lingüística de la realidad, es un que comprende tanto al positivismo
clásico como a las posturas empíricas. El trabajo de estudiar textos, de ver sus
interacciones con una perspectiva crítica, constituye el sentido de éste y otros
análisis críticos del discurso.

En la comunidad que estudia las ciencias sociales existe cierto cansancio con
las posturas clásicas, realistas, empiristas y racionalistas. A partir de ese cansancio
aparecen las lecturas posmodernistas, o de la posmodernidad1, que son llamadas
con más precisión “teorías críticas”. La particularidad de estas lecturas de la rea-
lidad es que parten de la versión de “los oprimidos”, o los que históricamente
habían quedado por fuera de los relatos sobre la política y la economía. En esos es-
pacios aparecen las nuevas lecturas del desarrollo, versiones críticas a la economía
clásica y al modelo de desarrollo impuesto por las potencias occidentales después
de la Segunda Guerra Mundial.

Naturalmente esas lecturas no corresponden únicamente a lo económico. La


cultura, las ciencias exactas, la política y la ecología, entre otros temas, están íntima-
mente determinados por las nuevas lecturas críticas, toda vez que los sectores que
las profesan han logrado protagonismos en los sistemas de poder nacional e inter-
nacional. Ese poder no sólo se ha logrado por la capacidad de estas porciones de
población para hacerse oír, sino, sobre todo, por la crisis de los modelos económicos
y políticos dirigidos por las élites y por el cambio cultural que implicó la entrada de
la tecnología (la posibilidad de todos para participar), en todos los niveles sociales.

El desarrollo, con sus efectos positivos y negativos, es un concepto enriqueci-


do por esa tendencia global y su relación con la modernidad es indisoluble:

A semejanza de la teoría crítica, los enfoques posmodernos constituyen una reac-


ción frente a las narrativas de la modernidad; en especial, frente a la herencia de la
Ilustración y su postulación de la razón como herramienta para develar verdades y
alcanzar la felicidad. La ciencia y la tecnología han llegado a encarnar el límite de
las potencialidades humanas en materia de control de las condiciones del medio

1 Giddens sostiene que no hay una posmodernidad sino que se viven unos efectos finales de la
modernidad.

Analecta política | Vol. 4 | No. 5 | julio-diciembre 2013


Reflexiones sobre el discurso del desarrollo en América Latina | 355

ambiente. Ello ha permitido afianzar cada vez más la creencia de que el hombre
es dueño de su propio destino y que su suerte depende cada vez menos de fuerzas
aleatorias o misteriosas.

La crítica formulada por el posmodernismo no se limita a que la promesa de


emancipación humana a través de la razón no se ha cumplido (lo que se evidencia,
entre otros, con dos guerras mundiales, continuos conflictos bélicos en el mundo,
demasiada tecnología al servicio de la industria armamentista, alarmantes niveles
de pobreza, hambrunas, etcétera). Frente a los inocultables avances de la ciencia,
se trata de mostrar también la otra cara de la modernidad. Una modernidad que
ha sido instrumental para el sometimiento de sociedades menos desarrolladas.
El avance de la razón se muestra también en su cara avasallante, en términos de
imposición de estándares de civilización en el ámbito global, a expensas de los
particularismos y las expresiones locales. No se trata de romantizar el pasado ni de
brindar versiones idealizadas de todo lo que parezca tradicional y local. Sin embar-
go, el posmodernismo busca promover una sensibilidad frente a ese otro lado del
progreso: intenta alentar y oír a las voces disidentes, y en esto quizás no se plantea
una crítica muy original. (Nasi, 1998)

Crisis del concepto “Desarrollo”


Los fracasos del desarrollo económico, en el contexto de una desbordada urbani-
zación, de un crecimiento de población exponencial, directamente proporcional
a los niveles de pobreza en la mayor parte del mundo, ponen a la humanidad en
un entorno mucho peor que el que enfrentó en la década de 1950, época cruzada
por un conjunto de acontecimientos (discursivos), en la cual se instauró institu-
cionalmente el modelo de desarrollo económico, y en los años 1970, cuando se
trató de modificar, con un efecto mucho más perverso que el inicial con la “déca-
da perdida” en América Latina, de los años 1980.

A partir de la década de 1990, el problema del desarrollo ha ido migrando


de la esfera económica a la discusión política y ética sobre el individuo, el medio
ambiente y la sociedad. Nuevos fenómenos discursivos impulsados por una masa
crítica de medios de comunicación alternativos que se valen de la imaginación
y la tecnología digital, que emergen de las comunidades subdesarrolladas, crean
simbolismos que lentamente van minando la vieja agenda política y simbólica de
los medios masivos que dominaron en Occidente.

Para que esto ocurriera fue necesario el estallido de múltiples conflictos so-
ciopolíticos en todo el mundo que llevaron a la humanidad -ante la caída en el

julio-diciembre 2013 | Vol. 4 | No. 5 | Analecta política


356 | David Roldán Alzate

protagonismo del Estado-nación, encarnada en la sociedad civil y en los Orga-


nismos Internacionales que la visibilizaban-, a una sensación de desesperanza y
desconfianza de las alternativas económicas para solucionar las fallas de la política
neoliberal. No por esto el sistema financiero mundial se detuvo, ni tampoco el
protagonismo del modelo de desarrollo de la economía neoclásica; por el contra-
rio, se acentuó y se condujo a la gran crisis financiera y económica que se vive
desde 2008, lo que reveló, entre otras grandes consecuencias, un nuevo escenario
internacional con nuevos líderes2.

Como lo presenta Charles Tilly en Grandes estructuras, procesos amplios, com-


paraciones enormes, los cambios políticos internacionales se dan en largos periodos
de tiempo y no se logran de forma inmediata. Más que a un cambio en el modelo
de desarrollo económico, el mundo asiste a cambios simbólicos y discursivos que
nutren la nueva política internacional. Las TIC y la web 2.0, convierten, día tras
día, a lo ambiental, lo local y la comunicación para el desarrollo en los temas
fundamentales sobre los cuales se ejecutan políticas.

Ese cambio es de larga duración en el contexto nacional e internacional. La


alternativa de cambio proviene de los nuevos discursos emergentes, del posicio-
namiento que tienen estos discursos en la mentalidad de los ciudadanos que,
arropados por las relativas condiciones de democracia, pueden tomar decisiones
políticas en la mayoría de los países. La encrucijada histórica está entre la necesi-
dad de solucionar -sobre la marcha de los acontecimientos-, las distorsiones del
modelo desarrollista y evitar conflictos internacionales para promover estrategias
globales de cambio económico, pero, sobre todo, simbólico y discursivo desde las
altas esferas del poder mundial.

El carácter lingüístico y semántico del desarrollo


Es necesario hacer la aproximación a las características generales del discurso del
desarrollo y considerar que los fenómenos políticos que han causado ese discurso
emergen de la influencia simbólica de los medios de comunicación occidentales.
Así mismo, todas las consecuencias históricas, sociológicas, culturales y econó-
micas, producto de la instauración del desarrollo en las políticas públicas de los
Estados e internacionalmente, han sido posible gracias al poder comunicacional
y simbólico otorgado por los medios de comunicación.

2 Entiéndase por nuevos líderes la mención hecha por la empresa calificadora de riesgo fi-
nanciero Goldman Sachs a Brasil, Rusia, India y China -BRIC-, países que tienen condiciones
geoestratégicas y económicas suficientes para determinar el rumbo de la economía mundial.

Analecta política | Vol. 4 | No. 5 | julio-diciembre 2013


Reflexiones sobre el discurso del desarrollo en América Latina | 357

El asunto del significado en el discurso del desarrollo: Jäger


En el caso del discurso del desarrollo, aparecen palabras clave como “pobreza”,
“marginalidad”, “subdesarrollo”, “violencia”, “desarrollo humano”, “Producto In-
terno Bruto”, que son indicadores validados nacional e internacionalmente. A pe-
sar de que estos indicadores traten sobre la vida de los seres humanos de un deter-
minado territorio, no se indaga por los elementos cualitativos que los determinan,
pero sí la destinación de presupuestos y programas gubernamentales, entre otros.
A partir de esos índices (y no de historias de vida por ejemplo que hablen de las
cualidades de la pobreza), se reproduce la situación social en la que se encuentra
un Estado o una localidad, por lo cual se configura una imagen simbólica repetida
en los medios masivos y en la web 2.0.

(...) toda realidad significativa existe para nosotros por el hecho de que la hagamos
significativa, o por el hecho de que nuestros antepasados o nuestros vecinos le ha-
yan asignado algún significado que todavía resulta importante para nosotros (...),
todo aquello a lo que asignamos un significado es real para nosotros de una cierta
manera debido a que existe un cuándo y cómo para el significado que presenta a
nuestros ojos. (Jäger, 2001, p. 74)

Las condiciones de vida de los habitantes han sido catalogadas por organi-
zaciones de diverso tipo, desde la administración pública hasta las asociaciones
comunitarias, con epítetos históricos significativos, ligados al discurso del desa-
rrollo. La “realidad significativa” que ha sido transmitida generación tras genera-
ción, desde los periodos de industrialización y urbanización en la segunda mitad
del siglo XX, se han enfocado en el Producto Interno Bruto3 y tiene que ver con
la forma como evolucionaron socialmente alrededor de conceptos como pobreza
y exclusión. Esto se ha reproducido sistemáticamente en los medios de comunica-
ción como el tema de principal interés. De esa manera el significado de territorio
está ligado íntimamente con los discursos que han implicado la generación de un
tipo particular de discurso del desarrollo impuesto por los más beneficiados del
crecimiento económico.

Pero en esta situación resulta pertinente hacer la pregunta sobre el fin último
del análisis crítico del discurso del desarrollo: apoyados en Van Dijk puede afir-

3 “(...) al iniciarse el siglo XXI el evidente fracaso en América Latina de la economía basada en el
mercado autorregulado trajo de nueva cuenta a la agenda nacional e internacional los proble-
mas del desarrollo, aunque ahora se pone en duda si reducirlo exclusivamente al crecimiento
del PIBpc sea suficiente para permitir a nuestras naciones superar su condición dependiente
y subdesarrollada (...)”. (Ornelas, 2012).

julio-diciembre 2013 | Vol. 4 | No. 5 | Analecta política


358 | David Roldán Alzate

marse que se trata de saber cómo contribuye el discurso en la reproducción de la


desigualdad y la injusticia social y establece quiénes tienen acceso a estructuras
discursivas y de comunicación aceptables y legitimadas por la sociedad (Van Dijk,
1994, p. 3). La posibilidad de observar los puntos focales que determinan el sim-
bolismo del poder desde el discurso, constituye la primera etapa para el cambio
político, un fenómeno de crucial interés para las ciencias sociales.

Pero la reproducción de la desigualdad obedece a un ejercicio permanente de


legitimación de la dominación y el poder. Para ello, la caracterización del poder
que hace el mismo Van Dijk es ilustrativa:

El poder de las elites es un poder discursivo, pues a través de la comunicación se


produce lo que se denomina una manufacturación del consenso: se trata de un
control discursivo de los actos lingüísticos por medio de la persuasión, la manera
más moderna y última de ejercer el poder. Los actos son intenciones y controlando
las intenciones se controlan a su vez los actos. Existe entonces un control mental
a través del discurso. Es muy interesante llegar a la conclusión de que los actos de
la gente, en general, son actos discursivos. (1994, p. 4)

La emergencia del discurso del desarrollo, la producción


societal y el poder
La producción societal de significado sobre la cual se ha edificado la sociabi-
lidad en las sociedades subdesarrolladas, tiene como componentes discursivos un
aislamiento de lo urbano y lo rural de forma simbólica, por medio de dicotomías
como nacional/local, igual a atrasado/adelantado, o desarrollado/subdesarrolla-
do, y de forma material con la concepción del carácter industrial de la economía
capitalista eminentemente urbana –ligado socialmente a la riqueza y al progreso,
desligado de la producción de bienes primarios que se da en el campo rural–, lo
que se ha comprendido socialmente como el medio de producción ligado a la po-
breza y al atraso-. Lo social como tal, en el presente caso de estudio, está marcado
por ese tipo de dicotomías claramente definidas históricamente, entre lo urbano
y lo rural, lo industrial y lo agropecuario.

Por “lo discursivo” no entiendo nada que en un sentido estricto se relacione con
los textos, sino el conjunto de los fenómenos de la producción societal de signifi-
cado sobre el que, como tal, se basa una sociedad. La cuestión no es que conside-
remos que lo discursivo es un plano o una dimensión de lo social, sino que es algo
que tiene el mismo significado que lo social como tal (...), por consiguiente, lo no
discursivo no es lo opuesto de lo discursivo, como si tuviésemos que vérnoslas con

Analecta política | Vol. 4 | No. 5 | julio-diciembre 2013


Reflexiones sobre el discurso del desarrollo en América Latina | 359

dos planos diferentes, porque no hay nada societal que se encuentre determinado
al margen de lo discursivo. La historia y la sociedad son por consiguiente un texto
inacabado. (Laclau, 1981, p. 176, citado por Jäger, 2001, p. 74)

En esa concepción de la historia y la sociedad aparece el discurso como el


vehículo del poder. El discurso es conocimiento, aprehensión de la realidad y
difusión en el espacio social a través de medios que funcionan cíclicamente (en
lo que Foucault denomina dispositivos)4, lo que permite la emergencia de temas,
conceptos y formas de poder legitimados. Lo relevante en el asunto del desarrollo
es ver que, históricamente, las fórmulas de crecimiento económico se institucio-
nalizaron desde la teoría, desde el conocimiento, pasando por la esfera política
y llegando a las relaciones sociales, comunitarias y familiares más simples, y se
entendió como la verdad declarada para los países no industrializados.

(...) Los discursos ejercen el poder porque transportan un saber con el que se nutre
la conciencia colectiva e individual. Este conocimiento emergente es la base de la
acción individual y colectiva, así como el fundamento de la acción formativa que
moldea la realidad. (Jäger, 2001, p. 69)

Con todo, la instauración del discurso del desarrollo en América Latina


aparece como un acontecimiento «lógico” y “ético”, imposible de evadir porque
se justificaba desde varios puntos de vista: de un lado, partía de la demostración
de su eficacia en los países que habían logrado la industrialización y, del otro, pre-
sentaba la modernidad de los países industrializados como una meta para alcanzar
por medio de alternativas para la superación de los problemas en la calidad de
vida de las personas “subdesarrolladas” y, en tercer lugar, se imponía ante discur-
sos locales, que se obnubilaban con las promesas del desarrollo.

4 “Los discursos no son fenómenos que tengan una existencia independiente. Constituyen ele-
mentos -y son el requisito previo- de la existencia de los llamados dispositivos. Un dispositivo
es el contexto, en constante evolución, de elementos de conocimiento contenidos en el habla
y en el pensamiento -en la acción y en la materialización-. Para visualizar el concepto de dis-
positivo en forma de figura, imaginemos un triángulo, o mejor, un círculo que vaya rotando
con el transcurso del tiempo (historia) y que posea tres “puntos centrales de tránsito, o esta-
ciones de tránsito”. Estos puntos son los siguientes:
Las prácticas discursivas que vehiculan el conocimiento primario.
Las acciones, entendidas como prácticas no discursivas, que son elementos en que, en cual-
quier caso, vehiculan conocimiento, que se ven precedidos de conocimiento y que están
constantemente acompañados de conocimiento.
Las manifestaciones y las materializaciones que representan las materializaciones de las prác-
ticas discursivas realizadas a través de prácticas no discursivas, razón por la cual la existencia
de manifestaciones (“objetos”) sobrevive únicamente gracias a las prácticas discursivas y no
discursivas (...)”. (Jäger, 2001, pp. 96-97).

julio-diciembre 2013 | Vol. 4 | No. 5 | Analecta política


360 | David Roldán Alzate

(...) El concepto de desarrollo, al actuar como punto nodal en el discurso políti-


co, constituyó el centro de definición de políticas económicas que buscaron imi-
tar el arquetipo del desarrollo industrial de los países occidentales. Con ello, este
término tuvo un empleo tan extendido que fue vaciando su contenido original
convirtiéndose en un significante flotante en el discurso político convencional. En
su momento, nadie estuvo en desacuerdo en encauzar los esfuerzos hacia el desa-
rrollo, igual que ahora, que existe poca oposición a la idea de la sustentabilidad
(Gutiérrez & González, 2010, p. 21).

Desde estos conceptos, se plantea una perspectiva de análisis desde la com-


prensión del poder implícito en el discurso, de la potencia que el mismo alcanza
por la repetición de su significado, de su valoración social, que lo hace perdurable
en el tiempo, estable y contundente. La contundencia del discurso del desarrollo
es evidente en los alcances que ha tenido para la formulación y continuidad de
políticas públicas en toda América Latina durante los últimos sesenta años.

Desarrollo como concepto y significado


Manufactura del consenso y/o establecimiento del modelo
económico
Las personas han asignado valores y significados al desarrollo a partir de la
experiencia sociohistórica, permanentemente y establecidos por el curso de las re-
laciones de poder que lo han permitido. De este modo, la permanencia del sig-
nificado del desarrollo, ha sido posible por el otorgamiento de significados que le
dan las organizaciones sociales, el Estado, la Iglesia, entre otras instituciones, a esa
forma de interpretar el deber ser de la vida de los ciudadanos (es decir, los ciudada-
nos como objetos del desarrollo, como “objetos a desarrollar” y no como “sujetos
del desarrollo”, en otras palabras, creadores de desarrollo). De esta manera, ha sido
poco lo que se ha transformado del significado inicial de desarrollo, planteado a
mediados del siglo XX y repetido desde los centros hegemónicos de poder.

(...) la realidad es significativa y existe en la forma en que existe únicamente en la


medida en que la gente, que se halla en todos los casos vinculada o “entretejida”
con los discursos (sociohistóricos), y que está constituida por ellos, le haya asig-
nado y siga asignándole un significado. De no producirse esto último, los objetos
cambiarían o perderían su significado. En el mejor de los casos, es posible recons-
truir el significado original como un primer significado que ha quedado enmara-
ñado con otros significados o que ha dejado de existir (...). (Jäger, 2001, p. 77)

Analecta política | Vol. 4 | No. 5 | julio-diciembre 2013


Reflexiones sobre el discurso del desarrollo en América Latina | 361

El discurso sociohistórico del desarrollo estuvo forzado por una tensión fuerte
entre la teoría y la realidad histórica. En la década de 1980 el mundo atendió ató-
nitamente una crisis casi absoluta del modelo neoliberal basado en la acumulación
de excedentes. Con esto se debilitó el Estado de Bienestar que entendía al individuo
como una persona libre pero protegida y se pasó a un nuevo Estado que comprendía
al hombre como una carga que debía solventar. Técnicamente esa nueva concepción
de individuo se analizó desde la economía con el epíteto de las Necesidades Básicas
Insatisfechas. Como se ha mencionado, estos cambios estructurales en las políticas
públicas estuvieron reforzados desde el poder simbólico y comunicacional de los me-
dios de comunicación, en su mayoría, cercanos al Estado. Era evidente La univocidad
en la interpretación del ser humano para la sociedad. De la misma forma, aparecen
otras versiones del desarrollo, como el humano según Amartya Sen y el sustentable.

El fenómeno que es necesario destacar es que la evolución del discurso del


desarrollo en el contexto de la crisis del capitalismo, dejaba a los países pobres
sin posibilidades de variar el modelo. El condicionamiento político y económico
era tal, que el marco comunicacional de las relaciones internacionales no admitía
nada distinto a los dictados de los que detentaban estados industrializados, y así
ocurrió posteriormente en el Consenso de Washington. Quizá la década de 1980
deja más en claro que ninguna otra, cómo la forma de dominación económica
del capitalismo se traslada al campo simbólico y comunicacional por medio del
discurso que fue legitimado por los gobiernos nacionales y las élites económicas
de los países pobres, sobre todo en América Latina.

A lo anterior, se sumó el contexto político de la Guerra fría en el que era invia-


ble cualquier discurso contestatario a las leyes de apertura al libre mercado, a pesar
de la realidad histórica de exclusión social y pobreza que se estaba gestando, y que
hoy se padece. El carácter institucional (statuo quo) que alcanzaron las recetas de
los organismos internacionales, ligado a la práctica de una democracia desigual
pero funcional para los intereses de los capitalistas, ha permitido que se sostengan
bajos niveles de ingreso en la mayoría de la población. Después de la década de
1980 el lenguaje del discurso varió con el objetivo de legitimar esas nuevas institu-
ciones: se pasó de los Estados “subdesarrollados” a Estados “en vías de desarrollo”.
Actualmente la denominación más importante es la de Estados emergentes. En
esta medida, hay cambios en el significado de la pobreza, pero en el fondo las con-
diciones de vida de la mayoría de los habitantes permanece en decadencia.

Después de que se logran instaurar las políticas de control fiscal y privatiza-


ción, que significaban el compromiso de los Estados por lograr el desarrollo de
sus pueblos se establecen

julio-diciembre 2013 | Vol. 4 | No. 5 | Analecta política


362 | David Roldán Alzate

Las políticas neoliberales que constituyen el regreso de la concepción neoclásica5


atribuyendo a las leyes del mercado el papel central en la asignación de los recursos
para el óptimo funcionamiento de la economía. Esta transición del descenso del
keynesianismo y la valoración humanista a la emergencia del neoliberalismo y la
valoración individualista y consumista, expresó en los hechos una nueva correla-
ción de fuerzas político-sociales donde prevalece la hegemonía del capital finan-
ciero y su proyecto de liberalización global potenciada por las tecnologías de la
información. (Gutiérrez & González, 2010, p. 104)

Con hechos globales como la caída del comunismo, el acontecimiento discursi-


vo del desarrollo económico, basado en el capitalismo,6 era irreversible. Retoman-
do la tesis de Van Dijk, según la cual se manufacturó el consenso de que los países
deberían abrir sus fronteras al capital internacional, acoger el mercado financiero,
desregular los mercados para evitar las distorsiones que ocasiona el Estado, con
la consecuencia de cifras de pobreza superior al 50% de la población en regiones
como América Latina y con repercusiones aún peores como la quiebra del mismo
sistema financiero internacional de 2008 en adelante. El consenso (materializado
en el Consenso de Washington), fue más bien una imposición de medidas desde
los países industrializados para mantener cierta estabilidad económica y política
global. Los países pobres no contaban con más alternativas que ésta.

5 Las características de la teoría neoclásica, que edificaron el moderno discurso neoliberal han
sido: los neoclásicos, Withman Rostow y las etapas del desarrollo - tendencia evolucionista: 1.
La sociedad tradicional - agricultura - América Latina, 2. El establecimiento a las condiciones
previas al impulso inicial, 3. El despegue - Sudeste Asiático - Corea - Singapur - Brasil - México,
4. El camino a la madurez, 5.La etapa de consumo de masas; (Gutiérrez & González, 2010: 29).
6 La promesa del capitalismo permaneció en el tiempo cobijada por las élites políticas en los
países pobres. Esa pobreza estaba cargada de un significado lógico, sensiblemente legítimo
frente a otros modelos como el socialista que evidenciaba fracasos en la mayor parte de
sistemas políticos donde fue implantado: “La clave del proceso es el uso que se hace de la
plusvalía capitalista. En la medida en que se reinvierte, creándose nuevo capital, el sector
capitalista se expande absorbiendo mayor cantidad de personas procedentes del sector de
subsistencia, en el sector de empleo capitalista. La plusvalía se hace entonces más amplia y la
formación de capital, también; este proceso continúa hasta que desaparezca el excedente de
mano de obra” (1960, p. 640); es decir, hasta que la economía de subsistencia sea reabsorbida
por la economía capitalista. (Gutiérrez & González, 2010, p. 27).

Analecta política | Vol. 4 | No. 5 | julio-diciembre 2013


Reflexiones sobre el discurso del desarrollo en América Latina | 363

La emergencia del desarrollo sustentable7


Los procesos históricos y sociales condujeron a la emergencia de nuevos discur-
sos del desarrollo, en gran medida contestatarios de la primera versión ligada
únicamente al crecimiento económico. Los dos elementos diferenciadores han
sido la protección del medio ambiente como recurso escaso y la recuperación
de la identidad cultural de lo local. Este nuevo proceso ha ido de la mano de la
institucionalización de nuevos actores globales y locales, apoyada, a su vez, en el
aprovechamiento de las TIC para su posicionamiento.

Así, se generan nuevos consensos acerca de la defensa del medio ambiente y


del individuo, como discursos legitimados en todo el mundo. De esta manera, si
el consenso manufacturado por los Estados y la banca multilateral en las décadas
de 1970 y 1980 fue el del desarrollo económico neoliberal, desde la segunda
mitad de la década de 1990, hasta la fecha, se acude a una transición en la cual el
consenso manufacturado se da entre la sociedad civil8, el Estado y los individuos
de forma particular. Ello se ha permitido por el uso de los medios de comuni-
cación electrónicos en los que se rompe la univocidad de los medios masivos de
información, que primó durante todo el siglo XX, pasando a las múltiples voces
que se presentan en los nuevos medios digitales.

7 El desarrollo sustentable se estableció conceptualmente en 1987, y se adoptó en forma oficial


en 1992, como un nuevo paradigma para la sociedad al establecer una política de alcance global
y considerar el medio ambiente y el desarrollo. La definición más aceptada es la propuesta por
la Comisión Mundial para el Medio Ambiente y Desarrollo (Cmmad), publicada en el Informe
Brundtland (Brundtland, 1987, p. 43): Desarrollo sustentable es aquel desarrollo que satisface
las necesidades del presente, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para
satisfacer las propias, e implica dos conceptos fundamentales: 1) El concepto de necesidades,
especialmente las necesidades de los pobres del mundo [...]; y 2) La idea de restricciones im-
puestas por el estado actual de la tecnología, de la organización social y de la capacidad del
medio ambiente para satisfacer las necesidades presentes y futuras” (Salcedo, 2012).
8 Para Jürgen Habermas “la sociedad civil tiene dos componentes principales: por un lado, el
conjunto de instituciones que definen y defienden los derechos individuales, políticos y so-
ciales de los ciudadanos y que propician su libre asociación, la posibilidad de defenderse de
la acción estratégica del poder y del mercado y la viabilidad de la intervención ciudadana en
la operación misma del sistema; por otra parte, estaría el conjunto de movimientos sociales
que continuamente plantean nuevos principios y valores, nuevas demandas sociales, así como
vigilar la aplicación efectiva de los derechos ya otorgados. Así, la sociedad civil contiene un
elemento institucional definido básicamente por la estructura de derechos de los estados de
bienestar contemporáneos, y un elemento activo, transformador, constituido por los nuevos
movimientos sociales” (Polo, 2011). Comúnmente se relaciona con los gremios sindicales, de
pequeños productores, ONG con diversos intereses ideológicos, de grupo, de género, racia-
les, entre otros.

julio-diciembre 2013 | Vol. 4 | No. 5 | Analecta política


364 | David Roldán Alzate

Década de 1990: la manufacturación del consenso


mundial sobre la protección del medio ambiente
Nuevamente, invocando los conceptos de análisis discursivo, la destrucción del
medio ambiente, como consecuencia del accionar de la industria para el beneficio
humano, o también como producto de las guerras, se fue convirtiendo en un
fenómeno ético irrenunciable en la política. La asunción de este nuevo discurso
no se dio repentinamente y dependió de no pocos estudios sobre la destrucción
del medio ambiente y la contaminación en las principales ciudades del mundo.
El valor de la tierra como medio de producción estaba por encima de cualquier
consideración distinta a la económica:

(...) en las formulaciones teóricas sobre el desarrollo hasta los años setenta, el me-
dio ambiente fue reducido a la condición de materia prima de los procesos pro-
ductivos; esto es, como recurso natural, como base material del proceso de desa-
rrollo, sin que también esta sustantiva función derivara, al menos al principio, en
políticas de uso racional y de conservación pensando en el largo plazo. (Gutiérrez
& González, 2010, p. 23)

Este nuevo escenario estaba enmarcado, ni más ni menos que en una nueva
concepción del desarrollo. La adaptación de esa concepción ha sufrido variacio-
nes sustanciales, y aunque se comprende como políticamente viable, es económi-
camente inviable con respecto a los intereses de los capitalistas y a las necesidades
de un mundo más urgido de alimentos y de energía. Pero más allá de ello, la
continuidad del modelo consumista y el incremento de la población mundial
con capacidad adquisitiva, han hecho aún más incompatible el consenso sobre
la protección del medio ambiente, con la realidad de contaminación creciente en
ciudades cada vez más densamente pobladas.

Tal como lo explican Gutiérrez y González, las nuevas preocupaciones sociales


coparon todo el espectro discursivo, por lo que constituía el impacto ambiental
de la expansión industrial del siglo XX:

En forma paralela a este proceso de construcción de las teorías del desarrollo co-
menzaban a expresarse un conjunto de preocupaciones sociales por la destruc-
ción del medio ambiente, tanto a consecuencia del conflicto bélico, como por los
procesos de industrialización que cobraban dimensiones inéditas. Surgían así los
primeros elementos de lo que después constituiría una teoría política verde que
tendría repercusiones en los más diversos ámbitos, desde los epistemológicos hasta
los estratégicos. En efecto, la aparición de los temas ambientales en la esfera públi-

Analecta política | Vol. 4 | No. 5 | julio-diciembre 2013


Reflexiones sobre el discurso del desarrollo en América Latina | 365

ca dotó de nuevos sentidos tanto a la acción política como a la concepción de la


calidad de vida, convirtiéndose en un campo de fuerza que ha influido múltiples
espacios de lo social (...). (Gutiérrez &González, 2010, p. 23)

No obstante lo señalado, hay una lectura internacional que ha impedido la


proyección política del discurso ambientalista y se explica de la siguiente manera:
cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, las potencias mundiales acordaron
un discurso de desarrollo que permitiera el crecimiento económico homogéneo
en todo el mundo, por medio de la industrialización y modernización institucio-
nal. Eso se formalizó en el marco de la ONU, como un compromiso cumplido
por todos, que constituiría el nuevo escenario internacional. Ahora bien, con el
tema del ambiente, la falta de compromisos de las potencias para la reducción de
emisiones de gases de efecto invernadero, la ausencia de los mayores países conta-
minantes en tratados como el Protocolo de Kioto, o la ausencia en las conferen-
cias ambientales de Rio de Janeiro, han impedido la consolidación de las políticas
públicas ligadas al desarrollo sustentable.

Desde las relaciones internacionales ese fenómeno se entiende como el producto


de choques de intereses económicos y políticos de las potencias. El momento históri-
co de la Guerra fría mostraba bipolaridad del poder mundial, hegemonía capitalista
por parte de Estados Unidos y Europa Occidental, mientras que el momento actual
está determinado por la multipolaridad de poder mundial, con un fuerte protago-
nismo de las grandes potencias demográficas, agrícolas, energéticas e industriales
como China, India, Brasil y Rusia, sobre Estados Unidos, Europa y Japón que tam-
bién buscan la supervivencia política y económica de sus respectivos sistemas.

Formalización de las principales instituciones


del desarrollo sustentable, Cumbre de Rio de 1992

No obstante la crítica internacional sobre la falta de compromisos con el ambien-


te, existe la institucionalidad internacional sobre lo sustentable y es la esperanza
que tienen los países del mundo –principalmente los más pobres–, de armonizar
intereses económicos con sustentabilidad, desarrollo local y endógeno, protección
de derechos humanos, entre otros nuevos conceptos. La principal preocupación
surgió de los fracasos de años anteriores porque, a pesar del avance superficial
en cuanto a cuestiones científicas y técnicas, permaneció la cuestión del medio
ambiente en el plano político y se fueron agravando, entre otros problemas am-
bientales, el agotamiento del ozono, el calentamiento de la Tierra y la degradación
de los bosques (ONU, 1997).

julio-diciembre 2013 | Vol. 4 | No. 5 | Analecta política


366 | David Roldán Alzate

En Río, (en 1992), 172 gobiernos, incluidos 108 Jefes de Estado y de Gobierno,
aprobaron tres grandes acuerdos que habrían de regir la labor futura: el Programa
21, un plan de acción mundial para promover el desarrollo sostenible; la Declara-
ción de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, un conjunto de principios
en los que se definían los derechos civiles y obligaciones de los Estados, y una
Declaración de principios relativos a los bosques, serie de directrices para la orde-
nación más sostenible de los bosques en el mundo.
La Declaración de los principios para la ordenación sostenible de los bosques,
que no tiene fuerza jurídica obligatoria, constituyó el “primer consenso mundial”
sobre la cuestión. En la Declaración se dispone, fundamentalmente, que todos los
países, en especial los países desarrollados, deberían esforzarse por reverdecer la
Tierra mediante la reforestación y la conservación forestal; que los Estados tienen
derecho a desarrollar sus bosques conforme a sus necesidades socioeconómicas, y
que deben aportarse a los países en desarrollo recursos financieros destinados con-
cretamente a establecer programas de conservación forestal con miras a promover
una política económica y social de sustitución. (ONU, 1997)9

Sólo desde 1992, la institucionalización del tema ambiental se convirtió en


discurso político, público y legitimado. El consenso se edificó y ha sido replicado
por múltiples medios de comunicación, en la mayoría de las ocasiones, como ini-
ciativa de la sociedad civil, pero no como responsabilidad directa de los Estados.
Con la emergencia de los medios de comunicación alternativos y de Internet, par-
te del fenómeno de la globalización fue posible que organizaciones ambientalistas
en todo el mundo impusieran la agenda de la sustentabilidad.

En este punto es necesario hacer una reflexión sobre las características del ac-
tual escenario global y los actores que participan de la manufactura del consenso
sobre el desarrollo sustentable. El nuevo escenario internacional, caracterizado
por la interdependencia entre el conjunto de nuevas potencias, demuestra la via-
bilidad del capitalismo, de la globalización y de la sustentabilidad. La evidencia
empírica demuestra que para las potencias emergentes (BRIC)10, el asunto del

9 Tomado de documento en línea: “Cumbre para la tierra +5”, 1997, disponible en: http://www.
un.org/spanish/conferences/cumbre&5.htm
10 “La sigla BRIC representa a los cuatro mayores países emergentes: Brasil, Rusia, India y China.
El término surge a partir de un informe realizado en 2001 por Goldman Sachs (uno de los gru-
pos de inversión más grandes del mundo), que sugería que estas cuatros economías podrían
superar en el futuro a las principales de Occidente. Según este informe, para el año 2050, so-
lamente dos economías: EE.UU. y Japón, superarían al grupo BRIC. Estos cuatro países suman
la mitad de la población mundial, el 23% del PBI del mundo y más del 40% de la superficie del
planeta” (Corvalán, Del Barco, Del Barco, 2012).

Analecta política | Vol. 4 | No. 5 | julio-diciembre 2013


Reflexiones sobre el discurso del desarrollo en América Latina | 367

desarrollo equivale a incrementar la riqueza del Estado, solucionar paulatinamen-


te los problemas estructurales de pobreza y desigualdad. Pero las exigencias de
esa riqueza, basada en el comercio exterior, son más fuertes y permanentes, sobre
todo en cuanto al cumplimiento de normas ambientales y sociales.

El paradigma de la modernidad ha cambiado de protagonistas y de discur-


sos. Apareció la sociedad civil y el interés por el individuo como contrapeso de
un Estado que no alcanzó a cumplir las promesas de bienestar a sus nacionales.
Ha variado en la estructura de relaciones que lo determina, es decir, que es más
sofisticado y complejo, de ahí la posibilidad de que emerjan múltiples debates e
intereses sobre el desarrollo y que la manufacturación del consenso sobre la sus-
tentabilidad sea igualmente compleja.

Pero, antes de pensar que está en declive, –en palabras de Kuhn–, “está siendo
sometido a las erosiones de las pruebas, de las verificaciones empíricas, que des-
cubren carencias y debilidades e inician el período de asalto por parte de quienes
buscan el liderazgo en el sistema” (1962), fenómenos internacionales como Bra-
sil, Rusia, India y China –BRICs– y la sociedad civil de la mano del discurso de
la sustentabilidad, demuestran que la modernidad y la globalización están en el
punto más alto y dinámico de intercambios materiales, simbólicos y discursivos
entre sociedades de todo el mundo.

En otras palabras, una transición histórica, donde el cambio de actores es


predominante. La viabilidad de los discursos alternativos del desarrollo está en la
posibilidad de que esos nuevos actores (la sociedad civil, las ONG, los agentes que
usan la comunicación para el desarrollo, los organismos internacionales), puedan
imponer la nueva agenda de sustentabilidad, de forma permanente, de la mano
del tradicional discurso del desarrollo económico. También, los tipos de comuni-
cación actuales reflejan nuevas dinámicas sociales, nuevas formas de participación
política, de socialización, de interacción social, nuevos rasgos psicológicos que
son la materia fundamental de los nuevos estudios en ciencias sociales.

La mixtura de modelos, el turismo sustentable


Los actores económicos han visto oportunidades de apropiarse del discurso
de la sustentabilidad, para generar oportunidades de negocio como el turismo
sustentable, o discursos políticos innovadores que han tenido eco en América
Latina como el desarrollo endógeno y el desarrollo local. En cuanto al primero,
su relación con el turismo es la materialización económica de una forma de de-

julio-diciembre 2013 | Vol. 4 | No. 5 | Analecta política


368 | David Roldán Alzate

sarrollo que permite agregar el interés por el medio ambiente con el crecimiento
económico. Según Patricia Salcedo:

En la búsqueda de un paradigma de desarrollo sustentable, la economía ecológica,


también conocida como teoría del desarrollo humano o economía del bienestar
natural, juega un papel relevante al ser la ciencia de la gestión de la sustentabilidad
que evalúa la insustentabilidad. Su enfoque principal está en la sustentabilidad de
las interacciones que se dan entre los subsistemas económicos y el macrosistema
natural. Donde la sustentabilidad se entiende como la capacidad de la humanidad
para vivir dentro de los límites ambientales. La economía ecológica estudia las re-
laciones entre el sistema natural y los subsistemas social y económico, incluyendo
los conflictos entre el crecimiento económico y los límites físicos y biológicos de
los ecosistemas, debido a que la carga ambiental de la economía aumenta con el
consumo y el crecimiento demográfico. (Salcedo, 2012)

La legitimación de estos nuevos discursos está dada por nuevos conocimien-


tos incorporados en el dispositivo del discurso del desarrollo. En las dos últimas
décadas el acontecimiento discursivo más importante en lo global, ha sido el posi-
cionamiento de dos conceptos: los derechos humanos y el desarrollo sustentable.
Ambos conceptos casi siempre van unidos, legitimados simbólicamente como las
reivindicaciones que tiene la humanidad, después del desencanto de la promesa
incumplida del desarrollo económico. Como es natural en la dinámica de los
discursos, los derechos humanos y el desarrollo sustentable han sido tomados
por nuevos actores políticos y económicos que se han aprovechado de ellos para
instaurar nuevas políticas y estrategias.

La preocupación por el ambiente aparece por cambios sustanciales en la forma


de vida de las poblaciones. La superpoblación urbana y la consecuente contami-
nación producida por la segunda revolución industrial, han impuesto cierta culpa
sobre las sociedades que se manifiesta en un interés por proteger el entorno.

Conclusión
El desarrollo es un legitimador político de Estados, individuos y de la sociedad
en general. El primero lo toma como el término obligado para la implantación
de políticas públicas de todos los órdenes. No obstante, ya no lo puede hacer de
forma deliberada, debe escuchar a los ciudadanos sus impresiones sobre el tipo

Analecta política | Vol. 4 | No. 5 | julio-diciembre 2013


Reflexiones sobre el discurso del desarrollo en América Latina | 369

de desarrollo que prefieren. Ese proceso se ha logrado por la expansión de los


medios de comunicación digital en todo el mundo; sin embargo, no deja de ser
un incompleto, parcial y adolorido. En la mayor parte de los países de América
Latina los niveles de vida siguen siendo bajos, a pesar de las mejoras que se han
obtenido en la satisfacción de necesidades básicas. Esa situación ha perpetuado
la inestabilidad política de gobiernos o, lo peor, la instauración de regímenes po-
pulistas que desangran el régimen fiscal de los Estados, haciéndolos insostenibles
en el largo plazo.

Las erradas decisiones de política económica han conducido hacia la desin-


dustrialización en la mayoría de países y la ausencia de instituciones modernas y
trasparentes, ha atrasado la construcción de infraestructuras necesarias para hacer
más competitivas las economías. El régimen es contradictorio porque se amplían
las fronteras para buscar mercados en la globalización, pero se restringe el desa-
rrollo nacional y local, que queda a merced de regímenes políticos corruptos,
premodernos y aislados.

Las nuevas promesas están ceñidas al desarrollo sustentable y al desarrollo lo-


cal. Esos son nuevos elementos discursivos que legitiman las agendas políticas de
todos los gobernantes de forma obligada. La pregunta necesaria es, ¿cuáles son las
condiciones institucionales necesarias para que el desarrollo sustentable y el desa-
rrollo sostenible –del cual además hacen parte la sociedad civil y los individuos- se
postergue en el largo plazo, se consolide en proyectos adecuados y claros?

La respuesta está en lo político, en la capacidad que tengan las sociedades para


reformular sus proyectos de identidad sobre el territorio. No deja de ser la tarea
histórica incumplida para la cual se requieren liderazgos modernos, con personas
que conozcan en realidad, y con carácter técnico, las potencialidades que tienen
los Estados para insertarse en los mercados internacionales. La respuesta difícil-
mente puede ser el populismo porque genera inequidades entre el poder popular
y los usuarios del asistencialismo.

Por lo pronto, el discurso estará lejos de la realidad. Los planes de desarrollo


seguirán siendo recetas bien delineadas pero totalmente ajenas a la realidad de los
sistemas de toma de decisión. Los esfuerzos que han dado resultado en localidades
de América Latina (el caso de Medellín puede ser importante por haber logrado
una reducción sustancial del analfabetismo y la desnutrición infantil, o Porto Ale-
gre en Brasil, con el programa de Bolsa Familia del Gobierno Federal), ha partido
precisamente de iniciativas sociales, más que de proyectos populistas.

julio-diciembre 2013 | Vol. 4 | No. 5 | Analecta política


370 | David Roldán Alzate

Referencias
Campbell, D., & George, J. (1990). Patterns of dissent and the celebration of difference:
Critical social theory and International Relations. International Studies Quarterly, 34,
295 – 310.
Corvalán, D., Del Barco, M. & Del Barco, M. (2011). Potencias emergentes: Brics y su
relación con América Latina. Centro Argentino de Estudios Internacionales, Working
Paper #59, Programa Asia Pacífico. Recuperado de: http://www.caei.com.ar/es/pro-
gramas/asia/59.pdf
Gutiérrez, E. & González, E. (2010). De las teorías del desarrollo al desarrollo sustentable.
México D.F: Siglo XXI Editores/Universidad Autónoma de Nuevo León.
Jäger, S. (2003). Entre la teoría, el método y la política: la ubicación de los enfoques
relacionados con el ACD3. Discurso y conocimiento: aspectos teóricos y metodo-
lógicos de la crítica del discurso y del análisis de dispositivos. En Meyer, M. (Ed.),
Métodos de Análisis Crítico del Discurso. Barcelona: Gedisa.
Kuhn, T. (1962). The Structure of Scientific Revolutions. Chicago (IL): The University of
Chicago Press.
Nasi, C. (1998). Relaciones Internacionales, Evolución teórica y surgimiento del tercer
debate. Bogotá D.C.: Editorial Universidad Nacional de Colombia.
Ornelas, J. (2012). Volver al desarrollo. Revista Problemas del Desarrollo, 168, pp. 7-35.
Polo, L. Líderes Comunitarios y Sociedad Civil. (2011). Recuperado de: http://www.
untechoparamipais.org/Material_ELLC/MARTES/Coloquio%20Lideres%20Comuni-
tarios%20y%20Sociedad%20Civil/LIDERES%20COMUNITARIOS%20Y%20SOCIE-
DAD%20CIVIL.pdf
Salcedo, M. & San Martín, F. (2012). Turismo y Sustentabilidad: Paradigma del desarro-
llo entre lo tradicional y lo alternativo. Gestión y estrategia, 41, pp. 71-86.
Tilly, C. (1991). Grandes Estructuras, Procesos amplios, comparaciones enormes. Madrid:
Alianza Editorial.
Van Dijk, T. (1994, 15 de Enero). Análisis crítico del discurso. Recuperado de: http://
acreditacion.unillanos.edu.co/contenidos/dis_ambientes_metodos_pedagogicos/
Memoria1/analisi_critico_discurso.pdf

Analecta política | Vol. 4 | No. 5 | julio-diciembre 2013

S-ar putea să vă placă și