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LA VERDAD Y LA MEMORIA:

Controversias en la imagen de
Hildebrando Pérez Huarancca

Mark R. Cox

www.pasacalle.pe

―1―
I Edición: junio 2012

Tiraje: 500 ejemplares

© Mark R. Cox, 2012


markrcox@charter.net

© Editorial Pasacalle EIRL


RUC 20515674471
Jr. Bella Unión 672 SMP Lima 31
Telf. 955855206
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www.pasacalle.pe

Editor responsable: Javier Garvich


Portada Pasacalle: Imagen digital de Marca

Hecho el Depósito Legal


en la Biblioteca Nacional del Perú
Reg. Nº 2012-07337

Impreso en HV Editorial Gráfica SRL


RUC 20513294493
Jr. Ica 386, Lima 1.

―2―
Mark R. Cox

La Verdad y la
Memoria:
Controversias
en la imagen
de Hildebrando
Pérez Huarancca

―3―
The first casualty, when war comes, is truth.

La primera víctima, cuando llega


una guerra, es la verdad.

Hiram Johnson (1866-1945), gobernador


y senador de California, EEUU

Among the calamities of war may be justly


numbered the diminution of the love of truth,
by the falsehoods which interest dictates
and credulity encourages.

Entre las calamidades de la guerra pueden


justamente incluirse la disminución del amor
a la verdad, por las falsedades que el interés
dicta y la credulidad promueve.

Dr. Samuel Johnson (1709-1784)

―4―
Introducción

Hildebrando Pérez Huarancca publicó poca obra


narrativa, pero ocupa un lugar distinguido en el ca-
non literario peruano. Igual que Manuel Scorza, su
obra tuvo una influencia fundamental en la narrati-
va peruana post-arguediana, a lo que hoy se llama
la narrativa andina. A pesar de su impacto e impor-
tancia literaria, para muchas personas es más cono-
cido por su vida fuera del ámbito literario. Sin em-
bargo, buena parte de este conocimiento se basa
en información errónea.
Al igual que muchas personas, me he pregun-
tado cómo el escritor y profesor universitario Hil-
debrando Pérez Huarancca pudo convertirse en el
cabecilla de la masacre de Lucanamarca. Sus ami-
gos y familiares me han insistido que ese día no se
encontraba en ese lugar y que no pudo ser capaz de
cometer tal atrocidad. Sin embargo, como muchas
personas, yo pensaba que las investigaciones ha-
bían probado su culpabilidad. Se cita con frecuen-
cia estos dos párrafos en la página 38 del tomo VII
del informe final de la Comisión de la Verdad y Re-
conciliación:

Con relación al responsable de ejecutar esta de-


cisión del PCP-SL, los testimonios obtenidos sindican
directamente a Hildebrando Pérez Huarancca como

―5―
responsable del ataque del 3 de abril de 1983. Los
testigos entrevistados por la CVR identifican con
este nombre al líder senderista y lo describen de la
siguiente manera: “[...] estaba uniformado de militar,
llevaba dos pistolas, blanquiñoso, mestizo, de ojos vi-
vos, pelo lacio, de 1.70 m de estatura aproximada,
nariz aguileña, voz resonante como de mando mili-
tar, agarrado, no era gordo, era un profesor”.37
Asimismo, estas mismas fuentes afirman que Hil-
debrando Pérez Huarancca fue la persona que orga-
nizó la masacre de Lucanamarca en las localidades
de Totos y Espite,38 y que el día de la masacre fue
reconocido a pesar de llevar pasamontañas: “[...] el
que dirigía todo en general era Hildebrando Pérez
Huarancca [...] es de Vilcanchos, es profesor que
anda por aquí, la gente conoce, es alto, flaco, mesti-
zo, estaba con pasamontañas”.39

Muchas personas citan estos dos párrafos y lue-


go se preguntan cómo fue posible. Me di cuenta
de un problema grave cuando miré en detalle las
notas a pie 37 y 39. Hay una entrevista por la CVR y
una por la COMISEDH, pero es con el mismo testi-
go. En vez de varios testigos, la acusación de la CVR
se basa en el testimonio de una sola persona. La
descripción en el primer párrafo de Pérez Huaranc-
ca como uniformado de militar no se refiere al día
que ocurrió la masacre, sino meses antes. La cita
en el segundo párrafo es del mismo testigo, pero
en la entrevista él dice claramente que no estuvo
en Lucanamarca el día de la masacre. La cita es lo
que él había escuchado de otros. En un juicio con-
tra un maestro acusado de pertenecer a Sendero
Luminoso y de haber participado en la masacre, el

―6―
único testimonio contra él es del mismo testigo y
los jueces lo descartan. Es increíble que la CVR y el
gobierno hayan acusado a Hildebrando Pérez Hua-
rancca de encabezar la masacre basados solo en el
testimonio de un hombre que ni se encontraba en
Lucanamarca ese día.
Al hacer la investigación para este estudio, he
encontrado errores, omisiones o pura especulación
por parte de la CVR, los gobiernos, organizaciones
de derechos humanos, militares, la prensa, críticos
literarios, y en los documentos de Sendero Lumino-
so para el Megaproceso solo lo mencionan como
uno de los acusados. Este estudio es un esfuerzo
por analizar las acusaciones y rumores acerca de
Hildebrando Pérez Huarancca. Sin duda, hay per-
sonas que conocen mayores detalles de su vida y
su muerte, y espero que este libro sirva para con-
vencerlos de dar sus testimonios. No niego su afi-
liación al PCP-SL, pero sí creo que no hay pruebas
contundentes de su participación en la masacre de
Lucanamarca. Al publicar este libro espero 1) que el
gobierno vuelva a investigar el caso y decida si hay
evidencia o no, 2) que se proporcione la informa-
ción a su familia de dónde está enterrado, 3) que
los estudios sobre Hildebrando Pérez Huarancca
dejen de difundir información errónea, 4) que los
estudios acerca de ese período tan doloroso no se
pierdan en rumores y falta de información, y 5) que
se resuelvan los casos de los acusados tan pronto
como sea posible.1

1
Por ejemplo, el general EP (r) Juan Rivero Lazo no ha sido sentenciado
aunque se encuentra preso hace más de once años.

―7―
Un resultado de la guerra interna que azotó
al Perú en los años ochenta y noventa ha sido la
creación de varias imágenes exageradas acerca
de personas involucradas en la subversión. En el
libro “Gonzalo”: el mito (1990), Julio Roldán ana-
liza muchos de los mitos y rumores propagados
por la prensa y el público sobre Abimael Guzmán
Reinoso, el Presidente Gonzalo y el líder indiscutido
del Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso
(PCP-SL). Roldán señala que la prensa había anun-
ciado su captura o que estaba herido por lo menos
unas veinte veces. Y unas cincuenta veces que ha-
bía muerto. Pero también hay historias que narran
cómo Guzmán se había convertido en pájaro, ser-
piente o piedra para escapar de las fuerzas del or-
den. E incluso hubo testimonios que creían que era
la realización del mito del Inkarrí (pp 112-13). La
distribución del video “Zorba el griego” (apelativo
popular del conocido video sobre una celebración
de la cúpula maoísta donde Guzmán y otros danzan
el célebre sirtaki) y su captura le quitaron mucho
del misterio sobre Abimael Guzmán.
Edith Lagos es otro ejemplo de esta mitificación.
Cuando miles de ayacuchanos asistieron a su fune-
ral en 1982, surgió la idea de que era una de las
principales líderes del PCP-SL, pero hoy ya es cono-
cido que ella no tenía un rango muy alto.
Hildebrando Pérez Huarancca consiguió fama al
publicar su libro de cuentos Los ilegítimos (1980) y
recibir una recepción crítica favorable. Al ser arres-
tado en enero de 1982 bajo la acusación de perte-
necer al PCP-SL, llegó a tener más notoriedad aun,
la cual aumentó cuando fue uno de los prisioneros

―8―
que escapó del CRAS2 el 2 de marzo de 1982. Ade-
más, terminó siendo acusado de encabezar la ma-
tanza en el distrito de Santiago de Lucanamarca el
3 de abril de 1983. Según la fuente, allí murieron
de 67 a más de 100 personas.3 Ahora, se le conoce
como escritor y líder de la masacre de Lucanamar-
ca. Sin embargo, en el llamado Megaproceso solo
los autores intelectuales fueron enjuiciados y en-
contrados culpables. Sin embargo, de las personas
acusadas de participación directa en la matanza, un
hombre fue absuelto, se retiró a una mujer de la
lista de los acusados por confirmarse su muerte y
ninguno de los otros acusados ha tenido un juicio.
Se afirma que la primera víctima en una guerra
es la verdad. Al analizar diversos estudios, artículos
e informes acerca de la guerra interna, es obvio que
el caos de la guerra ha impedido que se llegue a la
verdad completa y que haya muchos rumores sin
fundamento. Propongo que no hay ninguna prueba
de la participación de Hildebrando Pérez Huaranc-
ca en la masacre de Lucanamarca y que su papel en
la guerra interna fue mínimo. Él escribió todos los
cuentos para Los ilegítimos antes de 1975, el año
en que ganó el concurso “José María Arguedas”.
Sin embargo, algunos lectores interpretan dichos
cuentos como si fueran un comentario directo y
anticipado sobre una guerra que apenas comenza-
ría varios años después. En este estudio analizaré

2
CRAS significa Centro de Reclusión y Adaptación Social.
3
Varían los números. La Comisión de la Verdad y Reconciliación pone
el número a 69, pero con frecuencia aparece el número 67 también,
mientras que Abimael Guzmán lo pone cerca de 80 y el General José
Rolando Valdivia Dueñas estima 105.

―9―
la vida de Hildebrando Pérez Huarancca y su aporte
a la literatura peruana antes de enfocarme en las
acusaciones y rumores acerca de su participación
en el PCP-SL.

― 10 ―
Vida y muerte de
Hildebrando Pérez Huarancca

Hildebrando Pérez Huarancca nació en la comu-


nidad de Espite, Ayacucho, en 1946, y, según nume-
rosas fuentes, habría muerto en los años ochenta;
algunas de ellas señalan su deceso en julio de 1984.
Fue profesor de Lengua y Literatura en la Univer-
sidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga y la
Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle (La
Cantuta). Colaboró con el grupo literario Narra-
ción. En 1975 su colección de cuentos Los ilegítimos
ganó el primer premio del concurso “José María
Arguedas”, patrocinado por la Asociación Univer-
sitaria Nisei del Perú (aunque solo se publicó muy
posteriormente, en 1980). En febrero de 1978 fue a
trabajar a China como profesor, y volvió en octubre
de 1980 a Ayacucho para enseñar en la Universidad
Nacional de San Cristóbal de Huamanga. En enero
de 1982 fue arrestado con la acusación de pertene-
cer al PCP-SL. Ya para mediados de febrero tenía el
permiso legal para su liberación, pero, por demo-
ras burocráticas, todavía estaba en la cárcel el 2 de
marzo cuando las fuerzas subversivas atacaron el
CRAS de Huamanga y él logró huir. No hay duda de
que se unió a las fuerzas senderistas. Lo que está en
debate serían sus motivos, por qué lo hizo, su posi-
ción dentro del grupo subversivo y en qué acciones
armadas participó.

― 11 ―
Diversas fuentes coinciden en que falleció antes
de mediados de los años ochenta y, señaladamente
algunas, en 1984. Tomás G. Escajadillo menciona
algunos rumores que se encontraba en Francia en
la época de su deceso, pero cree que murió en la
guerra (“Hildebrando Pérez Huarancca” p. 87).4 En
El cuento peruano: 1980-1989 Ricardo González Vi-
gil también opina que murió en los años ochenta
(p. 328). El narrador Roberto Reyes Tarazona, en su
crónica “Testimonio”, relata cuando Hildebrando
Pérez Huarancca lo visitó y se quedó con su familia.
Mirando los detalles de aquel testimonio, es obvio
que dicha visita ocurrió en 1983. Sobre su muerte,
comenta:

No volví a verlo y poco después de un año me lle-


gó la noticia de su muerte en combate, en la región
donde operaba. Lo raro es que, a pesar de su nivel de
mando, su caída no fue difundida en ninguno de los
medios de comunicación de entonces, como era de
esperar. Con los años, eso ha provocado más de una
vez rumores acerca de su reaparición aquí y allá. Ru-
mores a los que no presto la más mínima atención,
porque la noticia de su muerte, en su momento, pro-
vino de fuentes irreprochables, y los detalles de su
caída en combate, si bien eran algo extraños, eran
tan específicos que no dejaban lugar a dudas (p. 25).

Reyes Tarazona señala la muerte en 1984 y ese


año coincide con otras fuentes. En el libro En honor
a la verdad, un soldado afirma que lo vio muerto:
“Cuando revisamos los cadáveres nos dimos con la
sorpresa que uno de estos era el de Hildebrando

4
También, véase su La narrativa indigenista peruana, pp. 163-69.

― 12 ―
Pérez Huarancca, (c) Medina, el de la masacre de
Lucanamarca” (84).5 Este testimonio viene de la se-
gunda sección del libro que cubre las acciones de
1983-1985. Un preso senderista afirma que murió
en julio de 1984, poco después de volver de un
viaje a Lima. Hubo un enfrentamiento con los mi-
litares, y una bala le alcanzó la cabeza, matándolo.
Al retirarse los militares, sus compañeros lo ente-
rraron en una tumba improvisada. Si se cree esta
versión, quizá explique por qué no hubo ninguna
noticia sobre su muerte.
El escritor Dante Castro Arrasco detalla una his-
toria similar. Argumenta que Hildebrando Pérez
Huarancca no pertenecía a SL antes de su arresto
en enero de 1982, pero al ocurrir el asalto al CRAS
de Huamanga tuvo que formar parte de él:

“(Hildebrando Pérez), como sabes, fue liberado


por el ataque senderista al CRAS de Ayacucho. Desde
allí, sólo tenía un camino viable para salvar el pelle-
jo. Tuvo que guardarse sus discrepancias ideológicas
con el fundamentalismo gonzalista y tomar por ese
único camino de supervivencia. No podía dar marcha
atrás, nuevamente a la sala de torturas o a la ejecu-
ción extrajudicial. Se afilió a SL y se convirtió en uno
de sus mejores cuadros de combate” (En Faverón, “El
destino de Pérez Huarancca”).

En esta versión, su hijo había muerto en las filas


de Sendero Luminoso e Hildebrando Pérez Hua-
rancca comenzó a descuidarse:

5
La nota a pie dice que la entrevista O022 se realizó el 5 de agosto del
2009.

― 13 ―
Sucede que (Hildebrando) hizo todo lo posible
para que su hijo de 15 años no fuese arrastrado por
el torbellino de violencia, pero el muchacho se me-
tió a SL y escaló posiciones hasta que lo mataron en
un combate.6 Las semanas siguientes, (Hildebran-
do) empezó a descuidar sus medidas de seguridad,
a echarse unos tragos y a actuar como si buscase
quien le diera muerte. Sentimientos de culpa, ganas
de reunirse con su hijo, etc., son cosas que imagino
han pasado por su cabeza. No tardó en caer en una
emboscada. Murió sin ser hecho prisionero, según
me cuentan” (En Faverón, “El destino de Pérez Hua-
rancca”).

Sus familiares y algunos amigos cuentan una


historia similar en la que huía de las fuerzas del or-
den y le alcanzó una bala en la cabeza. Un misterio
es el por qué no salió ninguna noticia de su muerte
y por qué el PCP-SL nunca notificó a la familia de su
muerte. Aunque hay y habrá rumores, lo más pro-
bable es que haya muerto en combate en 1984.

6
En las dedicatorias de Crónica de músicos y diablos (Lima: PEISA,
1999), Gregorio Martínez escribe sobre el hijo de HPH: “En memoria
de Iván Pérez Vallejo”.

― 14 ―
Hildebrando Pérez Huarancca
y el campo literario

La crítica literaria varía bastante. Tomás G. Es-


cajadillo y Silvia Nagy lo ubican en la corriente
neoindigenista. El artículo breve de José Iztueta
da un panorama de su obra. En mi tesis doctoral,
Violence and Relations of Power in Andean-Based
Peruvian Narrative since 1980 (1995) (La violencia
y las relaciones del poder en la narrativa peruana
andina desde 1980), dedico un capítulo a La tumba
del relámpago, de Manuel Scorza, y Los ilegítimos.
Mi lectura de la novela de Scorza es la búsqueda
de una nueva praxis revolucionaria, y de Los ilegíti-
mos es la lucha fracasada del campesinado contra
un sistema que lo oprime y un futuro posible para
el campesinado. Tenemos también un artículo de
Alexandra Hibbett enfocado en cómo el libro trata
la injusticia.7
Pérez Huarancca ha sido también inspiración
de personajes y debates literarios. En 1989, Luis
Nieto Degregori publica el cuento, “Vísperas”,8 que

7
En el apéndice se encuentra la bibliografía de estas obras.
8
El cuento se publica en su colección de cuentos Como cuando está-
bamos vivos, Lima: El zorro de abajo ediciones, 1989, y en su libro Con
los ojos para siempre abiertos, Lima: El zorro de abajo ediciones, 1990.
Aparece en las siguientes antologías: El cuento peruano: 1980-1989,
Ricardo González Vigil, Ed., Lima: Copé, 1997; El cuento peruano en los
años de violencia, Mark R. Cox, Ed., Lima: Editorial San Marcos, 2000, y
Toda la sangre: Antología de cuentos peruanos sobre la violencia políti-
ca, Gustavo Faverón Patriau, Ed., Lima, Matalamanga, 2006.

― 15 ―
gira en torno a Amadeo, un profesor universitario
y escritor frustrado. Le tiene celos a otro profesor
universitario: el escritor ―publicado y premiado―
Grimaldo Rojas Huarcaya, personaje notoriamente
inspirado en la vida y los rumores acerca de Hil-
debrando Pérez Huarancca. En 1990 dicho cuento
suscitó un debate entre el autor y Dante Castro
Arrasco.
Años más tarde, en 2004, Julián Pérez Huaranc-
ca ―el hermano menor de Hildebrando Pérez Hua-
rancca― ganó el premio de novela Federico Villa-
rreal con su novela Retablo, en la cual un personaje
se llama Grimaldo Medina Huarcaya, igualmente
inspirado en su ya difunto hermano. En las páginas
siguientes analizaremos los dos personajes inspira-
dos por Hildebrando Pérez Huarancca.
En mayo de 1990 Luis Nieto Degregori responde
en la revista Unicornio a un artículo de Dante Cas-
tro de la misma publicación sobre la violencia y la
narrativa.9 En “Los Andes en llamas” Dante Castro
hace un análisis de esta narrativa y los desafíos:

Mención aparte merece la narrativa de Luis Nieto


Degregori, no solamente por su calidad sino por el
oscuro punto de vista en que sitúa la situación aya-
cuchana. Lucho Nieto ha publicado Harta cerveza y
harta bala (Lima, 1987) y La joven que subió al cielo
(1988), pero donde penosamente incurre en asuntos
de poca ética es en su colección de cuentos Como
cuando estábamos vivos, con la narración testimo-

9
Dante Castro, “Los Andes en llamas”, Unicornio, mayo de 1990, y Luis
Nieto Degregori, “Incendio en un vaso de agua”, Unicornio, 32 (28 de
mayo de 1990): 16-17. Los mismos textos aparecen en Sasachakuy
tiempo: memoria y pervivencia, Mark R. Cox, Ed., Lima: Pasacalle,
2010.

― 16 ―
nial “Vísperas”, hecha esta última con los mismos
demonios de rencor que descalifican a Vargas Llosa,
Luis Nieto pierde imagen al denigrar a otro narrador
de mucha calidad, Hildebrando Pérez Huarancca,
mediante el relato mencionado. No le fue necesario
colocar el nombre del recordado Hildebrando, sino
que fabricó un personaje: Grimaldo Rojas Huarcaya,
en el cual el lector puede identificar al desaparecido
cuentista ayacuchano (Sasachakuy tiempo p. 16).

Respondiendo al ensayo de Castro, Nieto Degre-


gori escribe los siguientes párrafos:

En su recuento de autores que han abordado el


tema de la violencia, Dante Castro señala que mi na-
rrativa merece mención aparte, entre otras razones
porque la embarro (“incurro en asuntos de poca éti-
ca”, según sus propias palabras) cuando, en el cuento
“Vísperas” toco el tema de la actitud del escritor y
del intelectual ante Sendero. Aquí vienen al caso un
par de aclaraciones: en primer lugar, no denigro a Hil-
debrando Pérez Huarancca, de quien me hice amigo
por el año 80, cuando trabajamos juntos en la Uni-
versidad de Huamanga, aunque sí es cierto que este
escritor es el prototipo de mi personaje. Me he visto
muchas veces en el trance de aclarar a inexpertos
lectores que el escritor crea sus personajes en base a
personas de carne y hueso, generalmente de su en-
torno, sin que esto signifique que esté retratando a
estas personas con el solo cuidado de cambiarles de
nombre. Es la primera vez que tengo que aclarar esto
a un escritor.
En segundo lugar, lo poco ético al abordar el tema
de Sendero es no tomar posición ante los actos de
barbarie de este grupo armado (tan o más genoci-
da que las fuerzas del orden cuando éstas cometen
excesos) o decir que uno no comparte ni las ideas ni
los métodos de lucha de los senderistas pero, al re-
crearlos en la literatura, pintarlos de tal manera que

― 17 ―
el lector termina identificándose precisamente con
ellos (Sasachakuy tiempo, p. 21).10

Mientras Castro cree que no es ético la forma


como Nieto Degregori escribe sobre el personaje
inspirado por Pérez Huarancca, Nieto Degregori
cree que es una peor violación de la ética no tomar
una posición en contra de Sendero. Sostiene que
lo que hace es explorar “el tema de la actitud del
escritor y del intelectual ante Sendero”.
Sostengo que una lectura cuidadosa del cuen-
to “Vísperas” revela un análisis del campo de la
producción literaria peruana y lo que años después
se llamaría las divisiones entre escritores andinos y
criollos. Amadeo es un profesor universitario de in-
glés y un escritor frustrado. Es costeño, tiene víncu-
los con Estados Unidos, cree en una literatura tra-
dicional en español estándar, demuestra un desdén
hacia la narrativa serrana, y es un fracaso como es-
critor. El primer párrafo está lleno de descripciones
de Amadeo y sus ideas: “El fracaso”, “frustrado”,
“inutilidad”, “nos rendimos”, “nos dejamos arras-
trar por la corriente” y “Abandonarse” (Nieto, Con
los ojos abiertos para siempre 69). Solo, entregado
al trago, resentido y con un desprecio por la na-
rrativa andina, podría representar una perspectiva

10
Por otro lado, la idea de la necesidad de tomar una posición aparece
en el artículo “La narrativa sobre la guerra: apuntes iniciales”, por la
Asociación Literaria Nueva Crónica, compuesto por presos políticos y
ex-presos. Describen tres clases de narrativa de este tipo, y la tercera
es la literatura del “justo medio”, donde los escritores pretenden ser
imparciales, pero no toman una “verdadera posición por el pueblo y
su destino” (Sasachakuy tiempo 69). En mi ensayo “Dos perspectivas
literarias opuestas: Dante Castro y el Grupo Literario Nueva Crónica”,
entro en esta diferencia de opiniones en más detalle (Sasachakuy
tiempo, pp. 118-133).

― 18 ―
literaria criolla. En contraste, Grimaldo Rojas Huar-
caya, el personaje inspirado por Hildebrando Pérez
Huarancca, tiene una trayectoria muy diferente:
es de la sierra, ha vivido en China, escribe con un
lenguaje poético que refleja la oralidad serrana. A
diferencia de Amadeo, es un escritor exitoso. Mien-
tras Amadeo critica la sintaxis y el lenguaje de na-
rradores andinos, Grimaldo lo ve como una reno-
vación de una tradición. Amadeo considera que su
colega es un escritor de segunda o tercera catego-
ría, y ha ganado reconocimiento por haberse unido
a los subversivos. Sin embargo, contradice esta idea
cuando dos críticos literarios de renombre, uno
peruano y el otro alemán, conocen la obra de Gri-
maldo y la tienen en buena estima. Durante todo
el cuento la crítica y los insultos hacia Grimaldo
vienen de Amadeo, un costeño influenciado por el
mundo occidental, con un desprecio hacia la sierra
y resentido por su fracaso como escritor. En cam-
bio, siempre hay una respuesta en el cuento para
contradecir las ideas negativas que tiene Amadeo
hacia Grimaldo. En el contexto de las diferencias
entre andinos y criollos, Grimaldo se ve como uno
de los innovadores de la narrativa andina. Se puede
cuestionar la ética de basar un personaje en una
persona histórica, como hace Dante Castro, pero el
cuento “Vísperas” pinta una imagen muy positiva
de Grimaldo como escritor (y por extensión de la
narrativa andina), mientras que Amadeo es un cos-
teño con una perspectiva muy diferente de la lite-
ratura, pero en la práctica es un escritor fracasado.
La otra obra que tiene un personaje inspirado
por Hildebrando Pérez Huarancca es, como adelan-
tamos, la novela Retablo, escrita por su hermano

― 19 ―
Julián Pérez, quien además es autor de tres colec-
ciones de cuentos y cuatro novelas, casi todos ellos
tratando el tema de la guerra interna.11 Como una
reacción al personaje Grimaldo Rojas Huarcaya del
cuento de Nieto Degregori, el personaje en Retablo
se llama Grimaldo Medina Huarcaya (quizá el ape-
llido Medina se refiera a uno de los noms de guerre
atribuidos a Pérez Huarancca). Compleja y rica, la
novela se encuentra entre las mejores acerca de la
guerra interna.
La novela abarca generaciones de la familia
Medina y su desafío de proteger Pumaranra, su
pueblo, de una familia rica y sus aliados de Luca-
namarca.12 Grimaldo Medina Huarcaya es un buen
estudiante que llega a ser profesor, se vuelve mu-
jeriego después de sufrir una humillación por una
estudiante rica de Huamanga y es como un padre
y madre para sus hermanos menores. Se convierte
en un mando subversivo y considera que sigue la
lucha de su padre y su abuelo contra los ricos que
explotan a los pobres. A diferencia de Hildebrando
Pérez Huarancca, quien pasó tiempo en la China y
escapó del CRAS en 1982, estos detalles no figuran

11
Uno de los mejores y más prolíficos autores sobre la guerra inter-
na, ha publicado las colecciones de cuentos Tikanka, Lima: Retama,
1989, Transeúntes, 2a ed. Lima: Labrusa, 1990; Papel de viento, Lima:
Editorial San Marcos, 2000, y las novelas Fuego y ocaso, Lima: Edito-
rial San Marcos, 1998, Retablo, Lima: UNFV, 2004, El fantasma que te
desgarra, Lima: Altazor, 2007, y Resto que no cesa de insistir, Atalaya
Editores, 2011.
12
Varias fuentes en este estudio indican que parte de la barbarie en
la masacre de Lucanamarca provino de represalias personales. Sin
embargo, la novela no toca el tema de la masacre, ni menos alguna
participación por parte del personaje Grimaldo.

― 20 ―
en la novela, pero ―obviamente― hay que recor-
dar que Grimaldo es un personaje de ficción.
Las dos obras que tienen personajes inspirados
por Hildebrando Pérez Huarancca son similares en
tener una perspectiva externa de él, describirlo
como una persona que se preocupa por los otros,
y, al fin y al cabo, un personaje desconocido y lleno
de misterio. El hecho que Hildebrando se haya con-
vertido en referencia literaria, además de su pro-
pia obra, dice mucho de la influencia que definiti-
vamente tiene cuando (no solamente) la literatura
aborda el tema del conflicto armado interno.

― 21 ―
El fácil ejercicio de sindicar:
Las acusaciones contra
Hildebrando Pérez Huarancca

Un ejemplo de la confusión reinante en los pri-


meros años de la guerra es la declaración el 18 de
agosto de 1983 por el ministro del Interior, Luis
Pércovich Roca, que los ideólogos principales del
Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso
eran Abimael Guzmán, Luis Kawata, Osmán Moro-
te, Hildebrando Pérez y Antonio Díaz Martínez (Ro-
jas Samanez, p. 289). Como se sabe ahora, las tres
personas principales eran Abimael Guzmán, Augus-
ta de la Torre y Elena Iparraguirre. Proponer que
Pérez Huarancca fuera una las personas principales
de Sendero Luminoso y hasta uno de sus ideólogos
principales no se sustenta en ninguna otra fuente.
Tampoco la Comisión de la Verdad y Reconciliación
(CVR) lo menciona como ideólogo.
Además, hay bastante documentación que Luis
Kawata se alejó del grupo, aunque sufrió dos de-
tenciones breves entre 1980 y 1988 (DESCO I, pp
68-83). Según un reportaje de la revista Caretas del
27 de junio de 1988, ubicaron a Luis Kawata en Ica,
donde enseñaba (“El club de Kawata” 16-17, 74).
Hay más información sobre su alejamiento del PCP-
SL en “Shining Path’s Stalin and Troksky”, por Gus-
tavo Gorriti.
Aunque Hildebrando Pérez Huarancca, al igual
que casi todos los afiliados con la Universidad Na-

― 22 ―
cional de San Cristóbal de Huamanga, conocía a
muchos de los que lucharían en la guerra interna,
varias fuentes de familiares, amigos y participantes
en la subversión han manifestado que en los años
setenta se alejó de ese grupo, culminando así su
estancia en China. En los años sesenta y setenta
casi todas las personas viajaron a China por razones
económicas, no por instrucción para la gue- rrilla.
Miembros del grupo literario Narración que ense-
ñaron en China incluyen a Miguel Gutiérrez (y su
esposa Vilma Aguilar), Oswaldo Reynoso y Juan Mo-
rillo. Hildebrando Pérez Huarancca se llevó a China
a su esposa e hija y se quedó allí desde febrero de
1978 hasta octubre de 1980. Si, como postulan sus
acusadores, fuera uno de los principales líderes del
PCP-SL, ¿por qué habría ido a China justo cuando se
planeaba el inicio de la lucha armada?
Como se verá, especialmente en los primeros
años del conflicto, hay mucha información errónea
y bastante confusión sobre quiénes estaban con el
PCP-SL y qué papeles jugaban dentro de esa orga-
nización.
El informe La masacre de Lucanamarca (Ayacu-
cho 1983) de la Comisión de la Verdad y Reconci-
liación contiene varias aseveraciones acerca de
Hildebrando Pérez Huarancca que carecen tanto de
fundamento como de fuente mencionada o incluso
rigor. Por ejemplo, declara que “La violencia política
en el departamento de Ayacucho se inició el día 18
de mayo del año 1980” (8). Como se sabe, no fue el
18 de mayo, sino el 17. Incluso acusan al propio Hil-
debrando Pérez Huarancca de haber encabezado la
quema de ánforas en Chuschi: “Ha sido sindicado
como jefe de la columna senderista que realizó el

― 23 ―
atentado en Chuschi el 17 de mayo de 1980” (46).
No cita ninguna fuente para esta acusación ni expli-
ca cómo él pudiera haber liderado esa acción mien-
tras se encontraba en China hasta octubre de 1980.
El mismo informe lo ubica en Madrid e incluso
sostiene que desde 1992 vivía en París. Una ten-
dencia por lo menos curiosa de la CVR es tomar
una sola fuente o un solo testimonio y cambiarlo
al plural. Por ejemplo, un artículo en la revista Sí
propone que estuvo en Madrid, y la CVR convierte
esta fuente en plural: “Algunas publicaciones afir-
man que Hildebrando Pérez Huarancca fue visto
en Madrid en 1986” (p. 46).13 No explica cómo un
artículo en la revista Sí pasa a citarse como “algunas
publicaciones”. Es más, la CVR sostiene que todavía
vive y se encuentra en Europa:

El 3 de marzo de 1982 fugó del CRAS de Hua-


manga y a partir de entonces se desempeñó como el
responsable de Sendero Luminoso en el Comité Zo-
nal Cangallo Víctor Fajardo hasta el año 1987. A par-
tir de ese año se le conocería con el seudónimo de
“Carlos”. La última información que posee la DINCO-
TE es que a partir de 1992, Pérez Huarancca estaría
trabajando en la ciudad de París (Francia) con Maxi-
miliano Durán Araujo la organización de propaganda
de Sendero Luminoso llamada “Sol Perú” (pp. 45-46)

Es probable que esta información haya venido


de Executive Intelligence Review, una revista de la
organización de Lyndon H. LaRouche, Jr., un nor-
teamericano que encabeza un controvertido y po-

La nota a pie cita una sola fuente: “86 Revista Sí, Año 2, No 53, pági-
13

nas 30, 31 y 32”.

― 24 ―
lémico grupo de la periferia política estadouniden-
se. En el artículo “RIM: Narco-Terrorist Merchants
of Death” (Movimiento Revolucionario Internacio-
nalista: vendedores narcoterroristas de la muerte)
postula que “Sendero Luminoso se integró en las
operaciones terroristas basadas en Europa en no-
viembre de 1985, cuando dos líderes senderistas,
Maximiliano Durand Araujo e Hildebrando Pérez
Huaranca (sic) viajaron a París, Bruselas, y Libia
como parte de una delegación del RIM”.14 En el mis-
mo número de la revista, el artículo “Shining Path:
Core of the RIM Project” (Sendero Luminoso: Cen-
tro del Proyecto RIM) lo ubica en Europa, haciendo
“agitación y propaganda en los círculos culturales,
por medio de varios grupos musicales de folklore y
teatro, encabezado por Hildebrando Pérez Huaran-
co (sic)”.
Sin embargo, este artículo está repleto de dis-
torsiones y errores. Por ejemplo, manifiesta que
Sendero Luminoso colgó un perro de una farola (nó-
tese el singular), y Edith Lagos encabezó el ataque
al CRAS en Huamanga en 1982 y murió en la batalla
(era una prisionera dentro de la prisión, escapó y
murió unos meses después). Entre las personas y
organizaciones que apoyan o defienden a Sende-
ro Luminoso, dicho artículo menciona al historia-
dor Pablo Macera, a grupos de derechos humanos
como Amnistía Internacional, al gobierno británico,
al Instituto de Estudios Peruanos, al antropólogo
Carlos Iván Degregori, al politólogo norteamerica-
no David Scott Palmer (quien incluso trabajó para

14
Todas las traducciones del inglés al castellano son de mi autoría.

― 25 ―
el Departamento de Estado), y al periódico La Re-
pública. Como se ve, con tantos errores es difícil
tomar en serio los dos estudios del Executive Inte-
lligence Review y mucho más difícil su insistencia
que Hildebrando Pérez Huarancca esté en Europa,
especialmente porque casi toda la información in-
dica que murió en 1984.
Por desgracia, este tipo de errores y rumores
comienza a transformarse en “verdades” que se
repiten una y otra vez hasta que se sedimentan en
la historia “oficial”. Pensándolo al revés, unos sos-
tendrían que la historia “oficial” propala errores y
rumores para modelar la opinión pública con sus
“verdades”.
Cuando algunas personas encuentran informa-
ción errónea y la citan, como en los dos artículos
en el Executive Intelligence Review, dicha informa-
ción errónea e incluso tendenciosa adquiere cier-
ta credibilidad fortaleciendo en parte los rumores
sin prueba sobre una persona. En su blog Lapicero
Digital, el 24 de agosto del 2008, el economista y
analista Silvio Rendón publica el ensayo “No estaba
muerto. ¿Estaba en Francia?”. Cita los dos artícu-
los mencionados en el párrafo anterior y termina
el ensayo con esta preocupante conclusión: “La de
EIR suena a una versión a tomarse en cuenta”. Así,
sin una necesaria lectura crítica que uno supondría,
apoya información errónea de un grupo con una
credibilidad casi nula en Estados Unidos y, desgra-
ciadamente, promueve muchos errores y distorsio-
nes.
El 31 de agosto de 2008, el crítico literario y co-
nocido bloguero Gustavo Faverón Patriau responde
a Rendón con “¿Pérez Huarancca en París? Habría

― 26 ―
vivido en Francia después de Lucanamarca”. Termi-
na su ensayo con estos dos párrafos:

Quien lea completos los artículos notará el ma-


cartismo de algunas acusaciones (se habla del IEP,
de Amnistía Internacional y hasta de Pablo Macera
como mentores o defensores de Sendero Luminoso),
pero también verá que los datos fácticos sobre la or-
ganización y su accionar a nivel internacional están
bastante ajustados a lo que se ha podido comprobar
posteriormente.
Siendo esto así, cabe preguntarse: si es verdad
que Hildebrando Pérez Huarancca emigró a París en
1985, y permaneció allí como agitador en los cuadros
internacionales de Sendero Luminoso, ¿estará toda-
vía en Francia o en algún lugar de Europa?

Aunque Faverón admite una falta de objetividad


en los artículos, no le da la importancia debida a
sus graves errores y más bien termina dándole una
credibilidad que hemos evidenciado como inmere-
cida. Como blogueros de referencia, dejan la puer-
ta abierta a que se repitan los mismos errores y si-
gan extendiendo lo que, en el menor de los casos,
resulta abierta desinformación.

― 27 ―
Acápite kafkiano:
La confusión de Hildebrando Pérez
Huarancca con otras personas

Hay dos escritores que se llaman Hildebrando


Pérez. Hildebrando Pérez Grande nació en Lima en
1941, es profesor universitario y poeta, y ganador
del Premio Casa de las Américas en 1978. Como
mencionamos líneas arriba, Hildebrando Pérez
Huarancca nació en Espite, Ayacucho, en 1946, y
fue profesor universitario, cuentista y cronista. Para
añadir al caos, a veces han usado los dos apellidos
y a veces no. Por ejemplo, en la primera edición de
Los ilegítimos se lee Hildebrando Pérez Huarancca
en la tapa y la contratapa, pero en la espina del li-
bro dice Hildebrando Pérez H., igual como aparece
en el libro Luchas del magisterio: De Mariátegui al
SUTEP. Se encuentra un ejemplo de esta confusión
en la bibliografía anotada de John M. Bennett. La
cita biográfica es así: “Pérez, Hildebrando, Aguar-
diente y otros cuentos, La Habana: Casa de las Amé-
ricas, 1978. 77 pp.” (207). Pues no, es un libro de
poesía, y el título correcto es Aguardiente y otros
cantares. La anotación es “Poetry by one of SL’s
theoreticians” (Poesía por uno de los teóricos de
SL) (p. 207). No solo confunde a los dos escritores,
sino repite la acusación del ministro del Interior,
Luis Pércovich Roca, que Hildebrando Pérez Hua-
rancca fue uno de los cinco ideólogos de Sendero
Luminoso.

― 28 ―
Hildebrando Pérez Grande pasó tiempo en Fran-
cia y fue corresponsal de Cambio. El 16 de octubre
de 1986 sale una entrevista suya con el crítico lite-
rario francés Roland Forgues, con el título “Un mito
muy cómodo: Sendero se ha convertido en la de-
sesperación de la derecha y la mala conciencia de
la izquierda”. Su pie de autor es “Hildebrando Pé-
rez desde Francia” (18). Aunque el autor es Hilde-
brando Pérez Grande, es fácil comprender por qué
hay confusión entre los dos escritores Hildebrando
Pérez y que unos creen que era el “Huarancca” que
estaba en Europa en vez de el “Grande”.
Otro desafío es que en la guerra interna todos
los participantes del movimiento subversivo usa-
ban seudónimos (“nombres de masa”, como se
conocía dentro de la organización), en muchos ca-
sos más de uno, y era muy difícil saber la identidad
verdadera de una persona. La estructura de célu-
las de Sendero Luminoso era tal que los miembros
sabían la identidad de muy pocas personas puesto
que así era más fácil mantener la integridad de la
organización y evitar infiltraciones (hay que recor-
dar también que, en el otro bando, miembros de
las fuerzas del orden también utilizaban seudóni-
mos). Abimael Guzmán era Álvaro y Gonzalo. Los
seudónimos atribuidos a Pérez Huarancca incluyen
Horacio, Medina, y Carlos.
Al igual que algunas personas lo han confundido
con Hildebrando Pérez Grande, también ha existi-
do una confusión entre Claudio Bellido Huaytalla,
camarada Caszely, e Hildebrando Pérez Huarancca.
En el libro Ayacucho: testimonio de un soldado,
el general Roberto Clemente Noel Moral culpa a
Pérez Huarancca de la matanza de Lucanamarca:

― 29 ―
Desde la provincia de Lucanas el profesor de la
Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga,
Hedilbrando (sic) Pérez H., responsable militar del
movimiento subversivo en la provincia de Cangallo,
reinicia el 02 de abril de 1983 sus acostumbrados
actos criminales, y esta vez contra la comunidad de
Santiago de Lucanamarca, para cometer la masacre
más grande que se registra en la historia de la vida
andina del Perú (hecho descrito y divulgado por la
revista Caretas) (66).

Se notará que no solamente se equivoca con la


fecha (el 3 de abril en vez del 2 de abril), escribe
mal el nombre Hildebrando, y nunca aclara cuá-
les eran “sus acostumbrados actos criminales”. Un
error más grave, como apunta el periodista Ricardo
Uceda, es que el general Noel y muchos militares
confundieron a Hildebrando Pérez Huarancca con
otra persona:

Claudio Bellido Huaytalla era el principal jefe mi-


litar de la zona central. Al comienzo, como se revela
en el libro de Noel, los militares creyeron que Hil-
debrando Pérez Huarancca conducía la guerrilla en
Cangallo, y le atribuyeron el seudónimo de Caszelly.
Pero después se centraron en Bellido, buscándolo
incansablemente desde 1984 (Muerte en el Penta-
gonito, p. 116).15

En la página web “Foro Militar General” hay


una sección con el título “La guerra contra Sende-

15
Uceda afirma que en 1986 los militares mataron a Bellido (116). La
Comisión Permanente de Historia del Ejército también escribe que
cayó en un enfrentamiento en octubre de 1986 (121-22). De los once
testimonios del sur central de Ayacucho de la Defensoría del Pueblo
sobre Bellido, dos dicen que falleció en 1984 (201549 y 202706), dos
en 1986 (201171 y 201443), y uno en 1988 (201289).

― 30 ―
ro Luminoso: Perú, 1980-¿2000?” donde un forista
confunde a Hildebrando Pérez Huarancca con Clau-
dio Bellido Huaytalla, camarada Caszely. El forista
“Grumo” mezcla el nombre y los apellidos de los
dos:
E[n] los años 80, existia en ayacucho un subversi-
vo denominado Casely (Hildebrando bellido Huaran-
ca, creo). Era una leyenda de la zona. Tenía sangre de
pescado, y muchas veces llegaba a las bases hacién-
dose pasar como soldado, asesinaba al centinela y
se llevaba su fusil. Tenia tan[t]a osadía que cuenta la
leyenda urbana que el JPM16 de Ayacucho, luego de
una reunión, al recoger su gorra, encontró una rosa
con la leyenda “Hay una corona que te espera....Ca-
sely” (35).

Sobre su muerte, dice: “Faltó mencionar en la


CVR la matanza del año 86. Luego que el camarada-
Casely (Hildebrando Bellido Huaranca) fuera muer-
to en un enfrentamiento con las Fuerzas Armadas,
el mando militar fue descabezado” (10).17
Hay más testimonios del sur central de Ayacu-
cho en los archivos de la Defensoría del Pueblo
que mencionan a Bellido en lugar de Pérez Hua-
rancca. Uceda, la Comisión Permanente de Historia
del Ejército y dos testimonios de los archivos de la
Defensoría afirman que Bellido murió en 1986, y
otras fechas en testimonios indican 1988 y 1984.

16
Jefe político-militar.
17
En una comunicación de correo electrónico del antropólogo Carlos
Iván Degregori, en medio de su lucha con el cáncer, tuvo la gentileza de
escribirme estas líneas el 16 de octubre del 2010: “Lo de Hildebrando
Pérez fue siempre complicado, durante la CVR simplemente no hubo
tiempo para llegar a descubrir el misterio. Tampoco lo hizo del todo
Ricardo Uceda”.

― 31 ―
Otra fuente sostiene que Claudio Bellido Huaytalla
falleció a finales de 1982. Con varias fuentes que
insisten que murió en 1982, 1984, 1986 o 1988,
es evidente que alguien (o varios) se equivocan y
tienen mala información. Los ejemplos del general
Noel y de la página de discusión militar indican, por
lo menos, una confusión de dos personas y la difi-
cultad que tenía el gobierno y otros de saber contra
quiénes luchaba.
Otras fuentes muestran a Víctor Quispe Palo-
mino, el líder subversivo actual en el VRAE (Valle
de los Ríos Apurímac y Ene), como el responsable
de la matanza. En la misma página web, bajo el
foro “Fuerzas Armadas del Perú” (p.157) “Jandres”
menciona el artículo “Un ejército de menores con-
tra Sendero Luminoso”, del periódico español El
Mundo. Propone en dicho artículo que el que en-
cabezó la masacre fue “Víctor Quispe Palomino,
alias ‘José’, ejecutor de la matanza de Lucanamarca
(1983), en la que 69 campesinos fueron asesinados
a machetazos por Sendero Luminoso”. El programa
televisivo “Punto Final” lo entrevistó y admitió que
en Lucanamarca fue “combatiente”, pero no “co-
mando” (“Entrevista Camarada José dirigente VRAE
2da. parte”). En un artículo del 30 de junio de 2009,
el diario La Voz de Huamanga dice que el ataque
a Lucanamarca “fue comandado por Víctor Quis-
pe Palomino, hoy conocido como camarada ‘José’”
(“100 mil soles entregó PIRC para Sacsamarca y Lu-
canamarca”).
Como se ha visto, hay mucha información erró-
nea acerca de Hildebrando Pérez Huarancca. Se le
confunde con Hildebrando Pérez Grande y Claudio
Bellido Huaytalla, se le acusa de encabezar la que-

― 32 ―
ma de ánforas en Chuschi mientras él se encontra-
ba en China y se sabe ahora que no fue uno de los
ideólogos principales de Sendero Luminoso. Unas
fuentes culpan a Víctor Quispe Palomino de la ma-
tanza de Lucanamarca. Las fuentes que lo ubican
en Europa son bastante dudosas o lo confunden
con otra persona, mientras que las versiones de su
muerte ―la más probable, que acaeció en 1984―
tienen bastante más fundamento.

― 33 ―
En la guerra:
Su arresto y escape del
CRAS de Huamanga

Entre enero y marzo de 1982, la vida cambió ra-


dicalmente para Hildebrando Pérez Huarancca. En
enero de 1982 se encontraron en su casa a Jimmy
Rousell Wensjoe Mantilla y a Carlos Vidal Alcántara
Chávez,18 acusados de pertenecer a Sendero Lumi-
noso, y la policía arrestó tanto a Pérez Huarancca
como a su esposa, Teófila Vallejo. Según Tomás G.
Escajadillo, esto generó “una energética protesta”
por los escritores que participaban en el I Simpo-
sio Nacional de Narrativa Peruana, el cual tomaba
lugar en Huamanga a fines de enero de 1982 (“Hil-
debrando Pérez Huarancca” p. 87).
En el informe de la CVR Ejecuciones arbitrarias
en el hospital de Ayacucho (Huamanga 1982) se en-
cuentran un testimonio y una resolución legal que
documentan que no había pruebas contra Pérez
Huarancca y que, por tanto, se ordenó su libertad.
En su entrevista con la CVR, Rosa María Villarán de
la Puente, pareja de Jimmy Rousell Wensjoe Manti-
lla y directora del movimiento ciudadano “Para que
no se repita”, sostiene que él viajó a Huamanga por
un asunto de artesanía (58). Ella le muestra al en-

18
Estos dos serían ejecutados por la Guardia Republicana en el hospital
de Ayacucho después del ataque al CRAS, el 2 de marzo de 1982.

― 34 ―
trevistador un documento fechado el 15 de febrero
de 1982 para que se dé libertad a su pareja, a Pérez
Huarancca y a su esposa Teófila Vallejo (57). Dicho
documento aparece al final del informe:

Que, habiéndose rendido sus declaraciones ins-


tructivas los inculpados Rusell Wensjoe Mantilla, Hil-
debrando Pérez Huarancca, Teófila Vallejo Rodríguez
de Pérez, en la instrucción que se les sigue por deli-
tos de Terrorismo y otros, fluye de todo lo actuado
que contra los citados inculpados no existen (sic) nin-
gún cargo concreto de responsabilidad en los delitos
instruidos hecho que se manifiesta de la descripción
fáctica del Atestado Policial, y actuados Judiciales ...
LEVANTESE la orden de Detención Provisional de los
inculpados Rusell Wensjoe Mantilla, Hildebrando Pé-
rez Huarancca, Teófila Vallejo Rodríguez de Pérez y
póngales en inmediata Libertad (192).

Si no fuera por demoras administrativas, Hil-


debrando Pérez Huarancca no habría estado en el
CRAS el 2 de marzo.
Aunque algunas personas seguramente saben
cuál es la verdad, las opiniones varían sobre en qué
momento se une a la subversión, si era simpatizan-
te o militante, y si estaba de acuerdo o no con la
política subversiva del PCP-SL. Lo que sí se sabe es
que escapó del CRAS el 2 de marzo de 1982 y se
unió a la subversión. Como ya se ha mencionado,
el escritor Dante Castro opina que Pérez Huarancca
no estaba con Sendero Luminoso, pero tuvo pocas
opciones al encontrarse con la decisión de huir o
quedarse en la cárcel:

Tuvo que guardarse sus discrepancias ideológicas


con el fundamentalismo gonzalista y tomar por ese

― 35 ―
único camino de supervivencia. No podía dar marcha
atrás, nuevamente a la sala de torturas o a la ejecu-
ción extrajudicial. Se afilió a SL y se convirtió en uno
de sus mejores cuadros de combate (En Faverón, “El
destino de Pérez Huarancca”).

Lo esencial es que él terminó combatiendo en


las filas del PCP- SL, pero aún hoy la confusión se
sigue centrando en su papel, en su rango dentro de
dicha organización y en las acciones que empren-
dió.

― 36 ―
El caso Lucanamarca:
¿Dónde estaba Hildebrando
Pérez Huarancca el 3 de abril de
1983?

Existen diferentes versiones sobre el paradero


de Hildebrando Pérez Huarancca el 3 de abril de
1983, e incluyen que se encontraba en Cangallo o
en Lima, o simplemente no estaba en Lucanamarca
ese día. En el testimonio que hizo Roberto Reyes
Tarazona en el libro Pachaticray, ubica a Pérez Hua-
rancca en Lima en 1983 para tener una operación a
los ojos. Comienza su testimonio diciendo que ha-
cía veinte años recibió una llamada telefónica. Ya
que escribió el testimonio en 2003, se refiere al año
1983.19
Estaba en Lima para una operación a la vista
(22). Reyes no recuerda el mes en que fue a Lima.
Según otra fuente, Pérez Huarancca habría estado
en Lima poco antes de su muerte en julio de 1984.
En el cuento “Vísperas”, por Luis Nieto Degregori,
el personaje Grimaldo se inspira en la figura de Hil-
debrando Pérez Huarancca. Nieto Degregori ense-
ñaba en Ayacucho con Pérez Huarancca y, aunque
es una obra de ficción, algunas partes del cuento

19
Fui el editor de Pachaticray. Aunque es obvio que el visitante en el
testimonio es Hildebrando Pérez Huarancca, Roberto Reyes Tarazona
me ha confirmado que se trata de él.

― 37 ―
coinciden con información publicada y de conver-
saciones. En el cuento se le describe cuando se en-
contraba en la prisión: “Se quejó del estómago y de
que le había recrudecido ―eso era evidente―una
molestia crónica que tenía en los ojos” (Con los ojos
para siempre 74). Si estuviera en Lima, Cangallo, u
otro lugar, veremos que no hay ningún testigo pre-
sente el día de la masacre que lo ubique en Luca-
namarca.

― 38 ―
Lucanamarca:
Los testimonios

Con pocas excepciones, casi todos los testimo-


nios, estudios e informes sobre la guerra interna
mencionan a Hildebrando Pérez Huarancca en dos
contextos: su escape del CRAS el 2 de marzo de
1982 y su presunta participación y liderazgo en la
matanza en el distrito de Santiago de Lucanamarca
el 3 de abril de 1983. Hildebrando Pérez Huarancca
aparece seis veces en los nueve tomos de la CVR:
que él y otros habían sido capturados y estaban en
el CRAS (Tomo II, p. 104), hay cuatro menciones de
él como el mando en la matanza en el distrito de
Santiago de Lucanamarca (Tomo VII, p. 38), y apa-
rece con el seudónimo de Horacio como el mando
en Lucanamarca (Tomo V, p. 64). Se lo halla una vez
en Hatun Willakuy: Versión abreviada del informe
final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación
como preso en el CRAS (p. 117). Solo señala a Pérez
Huarancca como preso en el CRAS de Huamanga
en los dos volúmenes de DESCO, Violencia política
en el Perú 1980-1988 (78). En el estudio de la Co-
misión Permanente de Historia del Ejército, En ho-
nor a la verdad (2010), nombran dos veces a Pérez
Huarancca en el contexto del asalto al CRAS (58) y
en un testimonio donde un soldado dice haberlo
visto muerto y lo caracterizó como “el de la masa-
cre de Lucanamarca” (84). Este testimonio es del
2009, años después de la publicación del informe

― 39 ―
final de la CVR. No figura en el estudio de dos vo-
lúmenes del coronel (PNP) Benedicto Jiménez Bac-
ca, y el general Noel lo menciona con el nombre de
“Hedilbrando” en el contexto de mando militar en
la masacre de Lucanamarca (66.) Se destaca que no
hay más testimonios ni estudios sobre su papel en
otras actividades subversivas.
Varían mucho los estimados del número de
muertos en la matanza. La CVR estima sesenta y
nueve, pero en los nueve tomos de su informe final
no es consistente, con 67 muertos (Tomo I p. 88,
Tomo IV p. 53, y Tomo V p. 63), en la misma pági-
na citan 67 y 80 muertos (Tomo IV pp. 37 y 57), y
80 muertos (Tomo IV p. 337). En la “Entrevista del
Siglo” Abimael Guzmán dice que fallecieron más
de ochenta. Otros estimados incluyen “más de 40
campesinos” por un grupo militar (ADDCOT, El te-
rrorismo en el Perú, 7), 105 campesinos por el ge-
neral José Rolando Valdivia Dueñas (pp. 82 y 125),
y 80 muertos por DESCO (Vol. I, 99-100). Preocupa
que el estudio que debió haber sido el más serio,
el de la Comisión de la Verdad y Reconciliación,
estima 67, 69 y 80 muertos. Le quita un poco de
legitimidad la falta de consistencia y de rigor, pues
se cuestiona la precisión y la confiabilidad de sus
informes.
Después de las noticias de la masacre en Luca-
namarca, a pesar de las protestas de otros perio-
distas, solo se permitió ir al equipo periodístico de
la revista Caretas. Mario Cueto Cárdenas cita un co-
municado al respeto:

El Colegio de Periodistas denuncia ante la opi-


nión pública, una vez más, las medidas discrimina-

― 40 ―
torias del jefe de la Zona de Emergencia. El general
Noel negó las solicitudes de los medios de comuni-
cación de Lima y Ayacucho para que les permitiera
trasladarse en helicópteros a la comunidad de Luca-
namarca. Sin embargo, autorizó que periodistas de la
revista Caretas volaran en helicóptero a esa misma
localidad, estableciendo nuevamente en Ayacucho
una política de privilegio informativo inconstitucio-
nal (Ayacucho: Prensa y violencia 65).

El estudio de DESCO también comenta la limi-


tación a la prensa:

El 7 de abril, el Gral. Roberto Clemente Noel Mo-


ral, jefe del Comando Político Militar en Ayacucho,
prohíbe a periodistas de Associated Press el viaje a
las comunidades de Lucanamarca y Huancasancos,
a las cuales querían llegar para recabar información
sobre los hechos relacionados con las acciones sen-
deristas (Violencia política en el Perú 1980-1988 I,
99-100).

Así, siendo el único representante de la prensa


al que habían permitido ir a Lucanamarca, llama la
atención observar que en los dos números de Ca-
retas después de la matanza en Lucanamarca, los
números 743 y 744, no haya ninguna mención de
Hildebrando Pérez Huarancca.

― 41 ―
Ayacucho 1983:
El contexto de la guerra interna

Frente a la poca presencia del Estado peruano


en Ayacucho hasta finales de diciembre de 1982, el
PCP-SL desarrolló y expandió su área de influencia,
quitándole espacio a las fuerzas policiales. Con la
llegada de las Fuerzas Armadas, el gobierno modifi-
có su política y cambió el curso y la naturaleza de la
guerra. Además, los conflictos entre comunidades,
así como las rivalidades e intrigas de individuos e
instituciones que habían ejercido poder antes de la
guerra interna, contribuyeron a elevar aun más el
alto nivel de violencia en la zona (CVR Tomo VII 37).
En cuanto a lo ocurrido el trágico día de la masacre,
la Comisión de la Verdad y Reconciliación lo descri-
be así:

La CVR ha podido determinar que desde las pri-


meras horas del domingo 3 de abril de 1983, aproxi-
madamente sesenta miembros del PCP-SL, armados
con hachas, machetes, cuchillos y armas de fuego,
iniciaron un ataque a lo largo de un trayecto que
comprendió las zonas de Yanaccollpa, Ataccara, Lla-
cchua, Muylacruz, culminando en el pueblo de Lu-
canamarca, todas ellas pertenecientes al distrito de
Santiago de Lucanamarca, provincia de Huancasan-
cos, Ayacucho. Como consecuencia de la demencial
incursión senderista, 69 campesinos fueron brutal-
mente asesinados (Tomo VII 37).

― 42 ―
Dada la importancia de Lucanamarca como par-
te de la guerra y su importancia en el Megaproce-
so, han aparecido varios documentos que exploran
este caso desde una perspectiva subversiva. Algo
que llama la atención es que hay poca mención
de Pérez Huarancca y de los otros acusados por
su participación directa en la masacre. Su énfasis
se centra en hacer una distinción entre el lideraz-
go del PCP-SL y los participantes en la matanza, y
poner un contexto más amplio de las acciones en
la guerra. En la llamada “Entrevista del Siglo”, Abi-
mael Guzmán trata de clarificar las acciones, y en el
documento Breves notas aclaratorias acerca de los
tergiversados hechos de Lucanamarca en la guerra
popular en el Perú hay un análisis más detallado del
caso.
En la “Entrevista del Siglo” (1988), Abimael Guz-
mán destaca la acción de Lucanamarca, y afirma
que la Dirección Central planificó la acción, pero
echa la culpa a los participantes mismos por la
crueldad y los excesos:

Frente al uso de mesnadas y la acción militar


reaccionaria respondimos contundentemente con
una acción: Lucanamarca, ni ellos ni nosotros la ol-
vidamos, claro, porque ahí vieron una respuesta que
no se imaginaron, ahí fueron aniquilados más de 80,
eso es lo real; y lo decimos, ahí hubo exceso, como
se analizara en el año 83, pero toda cosa en la vida
tiene dos aspectos: nuestro problema era un golpe
contundente para sofrenarlos, para hacerles com-
prender que la cosa no era tan fácil; en algunas oca-
siones, como en ésa, fue la propia Dirección Central
la que planificó la acción y dispuso las cosas, así ha
sido. Ahí lo principal es que les dimos un golpe con-
tundente y los sofrenamos y entendieron que esta-

― 43 ―
ban con otro tipo de combatientes del pueblo, que
no éramos los que ellos antes habían combatido,
eso es lo que entendieron; el exceso es el aspecto
negativo. Entendiendo la guerra y basándonos en
lo que dice Lenin, teniendo en cuenta a Clausewitz,
en la guerra la masa en el combate puede rebasar y
expresar todo su odio, el profundo sentimiento de
odio de clase, de repudio, de condena que tiene,
ésa fue la raíz; esto ha sido explicado por Lenin, bien
claramente explicado. Pueden cometerse excesos, el
problema es llegar hasta un punto y no pasarlo por-
que si lo sobrepasas te desvías; es como un ángulo,
hasta cierto grado puede abrirse, más allá no. Si a las
masas les vamos a dar un conjunto de restricciones,
exigencias y prohibiciones, en el fondo no queremos
que las aguas se desborden; y lo que necesitábamos
era que las aguas se desbordaran, que el huayco en-
trara, seguros de que cuando entra arrasa pero luego
vuelve a su cauce. Reitero, esto está explicado por
Lenin perfectamente; y así es como entendemos ese
exceso. Pero, insisto, ahí lo principal fue hacerles en-
tender que éramos un hueso duro de roer, y que es-
tábamos dispuestos a todo, a todo (“Entrevista con el
Presidente Gonzalo”).

Como se ve, el discurso es muy repetitivo y di-


dáctico para poner énfasis en la importancia de la
respuesta del PCP-SL. Se repiten muchas palabras
y expresiones. En una oración trata de explicar de
dos o tres maneras la misma idea de que fue una
lección para el gobierno y que no eran como la
guerrilla de los años sesenta: “respondimos con-
tundentemente con una acción: Lucanamarca”,
“vieron una respuesta que no se imaginaron”, “un
golpe contundente para sofrenarlos”, “para hacer-
les comprender que la cosa no era tan fácil”, “Ahí
lo principal es que les dimos un golpe contundente

― 44 ―
y los sofrenamos”, “entendieron que estaban con
otro tipo de combatientes del pueblo”, “no éra-
mos los que ellos antes habían combatido”, “ahí
lo principal fue hacerles entender que éramos un
hueso duro de roer”, y “que estábamos dispuestos
a todo, a todo”.
Entonces, la lección o el escarmiento es la razón
principal para la acción. Subraya la importancia de
la acción en declarar que la Dirección Central “pla-
nificó” y “dispuso” cómo iba a ser. Con la excep-
ción de la tercera persona singular para describir
la Dirección Central, usa la primera persona plural
para hablar del PCP-SL. Hay un contraste con los
del partido (la primera persona plural) y los que ha-
bían participado en la matanza (la tercera persona
singular y plural). La primera oración es compleja,
de varios renglones, e inserta en medio de ella que
“hubo exceso”. La segunda oración reitera la im-
portancia de la acción y termina con “el exceso es
el aspecto negativo”. Luego, basándose en Lenin y
Clausewitz, dice que las masas pueden excederse.
En el párrafo usa “exceso” o “excesos” cuatro ve-
ces. Ya explicado que existe la posibilidad de que
las masas puedan sobrepasar lo pedido, dice que
querían un impacto llamativo. Hecha esta distin-
ción entre la dirección y las masas, vuelve a reiterar
en la última oración, esta vez con la primera per-
sona singular (“insisto”), que “lo principal” era dar
el mensaje de ser “un hueso duro de roer”, y, con
repetición “estábamos dispuestos a todo, a todo”.
Cuando habla de las “mesnadas”, las fuerzas del or-
den, y el gobierno peruano, usa la tercera persona
plural. Querían enviarles el mensaje que eran gue-
rrilleros diferentes.

― 45 ―
Es curioso que el análisis del 8 de abril de 1983
por la Embajada de Estados Unidos coincida con
algunos de los puntos que hace Abimael Guzmán
en la entrevista. En el cable se habla de varios
factores para que la acción fuera tan cruenta. Se-
ñalan la pasión, rivalidades entre comunidades,
la justicia fuera de las instituciones del gobierno,
las tensiones por la presencia y luego la falta de
presencia de las fuerzas del orden, y problemas
de comunicación entre la dirección y la gente
que implementa las acciones. Concluyen que era
posible que la acción ocurriera sin el control del
liderazgo subversivo y que muchos de los subver-
sivos, varios adolescentes, estaban motivados por
la emoción, el miedo, y el oportunismo (State De-
partment “Peruvian Terrorism Turns Bloodier, but
not Necessarily According to Plan”, 8 de abril de
abril.)
El documento Breves notas aclaratorias acerca
de los tergiversados hechos de Lucanamarca en la
guerra popular en el Perú. (Documento para en-
tregarlo a la Sala Penal Nacional como parte de la
Defensa Judicial en el “Megaproceso”), del 2006,
agrega más detalle desde la perspectiva del PCP-SL.
Varias veces insisten en la importancia de poner Lu-
canamarca en un contexto mayor:

El problema de fondo, el hecho político y mili-


tar que el Estado peruano y la llamada Comisión
de la Verdad ocultan, tuercen y falsean de manera
premeditada por interés y posición de clase contra-
rrevolucionaria, es el proceso de restablecimiento
del viejo poder que la fuerza armada ha preparado
y desenvuelto a través de esos supuestos “levanta-
mientos campesinos” que nos (sic) son sino la acción

― 46 ―
contrarrevolucionaria genocida de mesnadas enca-
bezadas por la ralea de viejas autoridades, lacayos y
otros ligados al gamonalismo derribados del poder,
ya que la lucha de clases y fuerza de resistencia de
los explotadores derrocados, ante el surgimiento del
Nuevo Poder se hizo encarnizada en grado sumo,
pues se sirven de las ventajas de la fuerza de la cos-
tumbre y las tradiciones de la vieja sociedad, de la
larga experiencia del Estado en el manejo militar, de
la economía, el Poder. Y como contraparte, el PCP ha
desenvuelto una respuesta para sofrenarlo, un con-
trarrestablecimiento del Nuevo Poder perdido, a tra-
vés de una heroica guerra popular del campesinado
principalmente pobre, defendiendo, desarrollando y
construyendo los Comités Populares y Bases de Apo-
yo, proceso en el que como un aspecto negativo se
han presentado limitaciones, errores y excesos como
hechos aislados, pero jamás como política del Parti-
do. Sólo viendo dentro de este marco histórico de la
guerra se puede entender correctamente los hechos.
Reducirlo a un conjunto de hechos de una supues-
ta “rebelión” campesina contra la guerra popular es
encubrir la verdad histórica para exculpar la política
genocida del Estado y las Fuerzas Armadas (31-32).

Este contexto, según ellos, es que con la entra-


da de las Fuerzas Armadas cambió la guerra. Antes,
con solo el accionar de las varias ramas de la policía,
el PCP-SL estaba ampliando su área de acción, pero
con la llegada de las Fuerzas Armadas en diciem-
bre de 1982 tuvieron que modificar su táctica.
Algunos líderes del PCP-SL se reunieron en las
primeras semanas de 1983 y acordaron una acción
en Lucanamarca (53-54). Describen la acción en
Lucanamarca como defensiva, contra la política del
gobierno y las Fuerzas Armadas de reestablecer el
viejo orden (60).

― 47 ―
Como se ha visto en la “Entrevista del Siglo” y
las citas del párrafo anterior, hay una insistencia en
la necesidad de un golpe contra Lucanamarca y, a
su vez, un distanciamiento del liderazgo del PCP-SL
con quienes perpetraron la masacre, llamando ex-
cesos a dichas acciones y negándolas como política
del Partido:

Los combatientes de la guerrilla eran esencial-


mente campesinos pobres, constituían las fuerzas or-
ganizadas del Comité Cangallo-Fajardo que el Partido
dispuso convergieran para dar un golpe contundente
a las mesnadas de Lucanamarca, las más activas y
agresivas de la zona que servían al plan genocida que
las Fuerzas Armadas y mesnadas perpetraban impu-
nemente y con total carta blanca, actuando con una
crueldad inaudita y entre cuyas víctimas figuraban
los propios familiares de algunos combatientes, que
fueron quemados vivos, otros destrozados, molidos
a hachazos, pedradas, etc., entonces se puede enten-
der el profundo odio que sentían hacia las mesnadas
y sería la causa objetiva de por qué se presentó como
un hecho aislado y exceso al extremismo militarista
(Breves notas 61).

Como dijo la Embajada de EEUU, el PCP-SL dice


que los “excesos” se deben a emociones y pasiones
en vez de ser una política del Partido. Sin embar-
go, la dirigencia repite que solo ordenó la acción
pero no la ejecutó: “La manera de dirigir de la Di-
rección Central del PCP, ubicada a cientos de kiló-
metros de distancia, era estableciendo la política,
los planes estratégicos-operativos, es lo que se hizo
en el CCA2520 del 83, cómo se plasme escapaba a

20
Comité Central Ampliado.

― 48 ―
la Dirección, porque atañía a la responsabilidad es-
pecífica de quienes aplicaron” (Breves notas P. 54).
La crítica ante la insistencia de la Dirección de que
ellos decidieron la acción pero no son responsables
por los “excesos” es que crea una separación entre
el liderazgo del Partido y los campesinos pobres;
pone en duda la capacidad de la Dirección de dirigir
y ser parte de las masas; y expresa el deseo de dar
un escarmiento contundente pero no excesivo, una
línea casi imposible de separar.
Otra fuerte crítica en este documento se dirige
a las actuaciones del Estado peruano y la Comisión
de la Verdad y Reconciliación para construir su ver-
sión de los hechos.

En el caso específico de Lucanamarca [la CVR]


recogió sólo los testimonios de la parte de la mes-
nada y los familiares de los fallecidos el 3 de abril,
los editó de acuerdo a cómo le convenía, e ignoró los
de la parte contraria, silenciando todo el genocidio
que las Fuerzas Armadas y mesnadas hacían desde
comienzos del año 83 en la zona y luego continuaron
(72-73).

Como se ha visto, el informe de la CVR sobre Lu-


canamarca sí tiene limitaciones. Pero por otro lado,
el mencionado documento del PCP-SL ―con sus
ciento veinte páginas― no tiene ninguna mención
de Hildebrando Pérez Huarancca, sino el énfasis
está en la defensa de los líderes.

― 49 ―
El Megaproceso y la CVR:
Acusaciones y hechos

La base de la acusación de la participación de


Hildebrando Pérez Huarancca como líder de la ma-
sacre de Lucanamarca viene principalmente de las
investigaciones y los informes de la Comisión de la
Verdad y Reconciliación, pero jamás ha llegado a un
juicio y jamás lo han encontrado culpable. Sin em-
bargo, muchas personas han aceptado las conclu-
siones de la CVR sobre el caso sin investigar a fondo
el caso y su evolución. Solo una persona acusada
de participación directa en la masacre de Lucana-
marca, Rómulo Misaico Evanan, llegó a un juicio y
fue absuelto en el Megaproceso. Como se verá, el
testigo que acusó a Pérez Huarancca de participar
directamente en la masacre es el mismo que acusó
a Rómulo Misaico Evanan de pertenecer al PCP-SL,
y en el caso de este, los jueces escribieron que no
hubo ninguna evidencia para respaldar su testimo-
nio. También en esta sección veremos cómo hubo
una transformación de testimonios y resúmenes
para llegar a la discutible acusación hecha por una
sola persona que establece que Hildebrando Pérez
Huarancca fuera culpable de encabezar la masacre.
El informe más detallado de la CVR se llama La
Masacre de Lucanamarca (Ayacucho, 1983) y en él
se plantea el caso usado contra Hildebrando Pérez
Huarancca en el informe final de nueve tomos de la
CVR y en el Megaproceso.

― 50 ―
Sigamos los pasos que usaron para construir
la acusación. Primero, plantean que Hildebran-
do Pérez Huarancca encabezó la matanza: “Según
la información obtenida, este ataque de Sendero
Luminoso estuvo liderado por Hildebrando Pérez
Huarancca, natural de Espite, formado en las aulas
de la Universidad San Cristóbal de Huamanga, ex
profesor del Colegio los Andes en Huancasancos y
uno de los primeros líderes senderistas en la zona”
(7). Sin embargo, no provee ninguna fuente ni nin-
gún testimonio que fue profesor en el Colegio los
Andes, y no aparece en los informes finales.21
La acusación del mismo estudio de la CVR con-
tra Pérez Huarancca depende casi exclusivamente
de dos entrevistas con Teófanes Allccahuamán Víl-
chez, quien se sabe que no estuvo en Lucanamarca
el día de la matanza. En la primera entrevista habla
de cómo conoció a Hildebrando Pérez Huarancca
en 1982 y en la segunda cuenta lo que le dicen
otros. De la primera entrevista escriben esto:

Con relación al responsable de ejecutar esta de-


cisión de Sendero Luminoso, los testimonios obte-
nidos sindican directamente a la persona de Hilde-
brando Pérez Huarancca como líder del ataque del
3 de abril de 1983. En ese sentido, la Comisión de
la Verdad y Reconciliación recogió el testimonio de
Teófanes Allccahuamán Vílchez, quien afirmó que
en octubre de 1982 lo conoció personalmente, en
circunstancias en que los senderistas se encontraban
en Lucanamarca y preguntó por el nombre del líder
del grupo subversivo a Rómulo Misaico Evanan ―

21
Otro error se encuentra cuando dicen que la guerra comenzó en
Chuschi el 18 de mayo de 1980. Se sabe que fue el 17 de mayo.

― 51 ―
miembro de Sendero Luminoso cuyo paradero se
desconoce actualmente―, quien le refirió que se
trataba de Hildebrando Pérez Huarancca. El testigo
describió al líder senderista de la siguiente manera:
“...estaba uniformado de militar, llevaba dos
pistolas, blanquiñoso, mestizo, de ojos vivos,
pelo lacio, de 1.70 m de estatura aproximada,
nariz aguileña, voz resonante como de mando
militar, agarrado, no era gordo, era un profe-
sor...” (16-17). (Subrayado mío)

Como veremos, “los testimonios obtenidos”


que ubican a Hildebrando Pérez Huarancca en
Lucanamarca el 3 de abril son las dos entrevistas
con Teófanes Allccahuamán Vílchez. Este preguntó
quién era ese hombre y Rómulo Misaico Evanan
le respondió que era Hildebrando Pérez Huaranc-
ca. La CVR describe este intercambio de palabras
como que Teófanes Allccahuamán Vílchez conocía
personalmente a Pérez Huarancca. Además acusa
a Rómulo Misaico Evanan de “miembro de Sendero
Luminoso”. En el Megaproceso absolvieron a Ró-
mulo Misaico Evanan de participación en la matan-
za. La descripción física se refiere a la persona que
dice que conoció en octubre de 1982, no en el día
de la matanza.
Veamos el caso en el Megaproceso ―donde ab-
solvieron a Rómulo Misaico Evanan― y luego las
acusaciones en el informe detallado de la CVR. Los
abogados de la defensa de Rómulo Misaico Evanan
critican a la CVR por recoger testimonios sin tener
presente un intérprete quechua, “lo que ha tergi-
versado dichas versiones” (“Abimael Guzmán Rei-
noso y otros” 228). Sostienen que no hay pruebas

― 52 ―
que estuviera con Sendero o que participara en la
matanza, añadiendo que, en vez de ser participante,
fue víctima, perdiendo a familiares y forzado a vivir
en la clandestinidad. Otras pruebas y testimonios
afirman que él se quedó en la comunidad después
de la matanza. Aparece en fotos de la revista Care-
tas cuando llega el general Clemente Noel, y otras
fotos después de la masacre y durante los funera-
les (228-30). La acusación del testimonio del mismo
Teófanes Allccahuamán Vílchez dice: “Respecto de
Rómulo Misaico indicó que obligó a muchos jóve-
nes a integrarse a las filas de Sendero Luminoso
tratando también de obligar al deponente, agregó
que los familiares del acusado fueron asesinados
en venganza porque éste traicionó a Sendero Lu-
minoso” (230). La conclusión en el Megaproceso es
que la única acusación de su pertenencia a la sub-
versión viene de Teófanes Allccahuamán Vílchez y
que no hay ninguna evidencia que haya participado
en la masacre. Por eso dicen que no existen prue-
bas suficientes y lo absuelven:

Ante la única sindicación del testigo Teófanes


Allcahuamán Vílchez en cuanto a que el procesado
fuera militante de Sendero Luminoso, no existiendo
otro medio de prueba o indicio relacionado con su
participación en los hechos que se le imputan, nos
encontramos frente a una insuficiencia probatoria,
pues con solo ese elemento de cargo no se logra
desvirtuar la presunción de inocencia que constitu-
cionalmente le asiste al procesado Rómulo Misaico
Evanan, por lo que es del caso absolverlo de la acu-
sación fiscal (231).

― 53 ―
Como resultado, en el Megaproceso el testimo-
nio de Teófanes Allcahuamán Vílchez es insuficiente
para encontrar culpable a Rómulo Misaico Evanan.
En la apelación de las sentencias del Megaproce-
so, el único testigo contra él es Teófanes Allcahua-
mán Vílchez: “La Sala Superior considera que con
relación al encausado Misaico Evanan, sólo existe
la sindicación directa de Teófanes Allcahuamán Vil-
chez en relación a su pertenencia a la agrupación
Sendero Luminoso, más (sic) no a su participación
en los homicidios perpetrados” (Corte Suprema de
Justicia 131). Luego mencionan a dos testigos más
que sólo saben de su supuesta afiliación con los
subversivos por otros: “se advierte que sólo saben
por referencias de la presunta vinculación del sen-
tenciado Misaico Evanan con la organización terro-
rista PCP-SL” (133). La conclusión de la Sala Supre-
ma es que no hay evidencia:

La Sala Suprema considera que no existen prue-


bas suficientes que enerven la presunción de ino-
cencia del encausado Misaico Evanan. El dicho in-
criminatorio de un testigo debe corroborarse con
otros elementos indiciarios para crear convicción de
responsabilidad. En el presente caso, el dicho de un
poblador sobre la pertenencia del encausado a la or-
ganización terrorista Sendero Luminoso, no aparece
complementado con otros medios probatorios, por
lo que la sentencia absolutoria se encuentra arregla-
da a ley (133).

Igual que en el caso contra Rómulo Misaico Eva-


nan, veremos que el único testimonio contra Hilde-
brando Pérez Huarancca viene del mismo testigo,
Teófanes Allcahuamán Vílchez.

― 54 ―
Volviendo a la acusación original que aparece
en La Masacre de Lucanamarca (Ayacucho, 1983)
se notan muchos errores:

Existen varios testimonios que sindican a Ró-


mulo Misaico Evanan como uno de los militantes de
Sendero Luminoso en Lucanamarca que trabajaba
directamente con el líder local Olegario Curitomay
y que incluso conocía personalmente al líder del
Comité Zonal Cangallo-Fajardo Hildebrando Pérez
Huarancca. Al igual que Gilber Curitomay, Rómulo
Misaico Evanan huyó después del enfrentamien-
to con el Ejército en febrero de 1983 y la posterior
persecución a los líderes locales en Lucanamarca. Al
momento de los hechos, Misaico Evanan ya no tenía
presencia pública entre los pobladores (49) (subra-
yado mío).

Como señalamos antes, nuevamente notamos


cómo en unos textos de la CVR un solo testimonio
se convierte en plural. En el Megaproceso solo hay
un testigo, Teófanes Allcahuamán Vílchez, que lo
acusa de ser senderista. Cuando escriben “conocía
personalmente” se refiere a que le respondió a la
pregunta de quién era ese hombre diciendo que
era Hildebrando Pérez Huarancca. El Megaproce-
so dice claramente que Rómulo Misaico Evanan no
huyó. Dado que la CVR basa su caso contra Pérez
Huarancca en los testimonios de Teófanes Allca-
huamán Vílchez, cuyo testimonio fue descartado
por el Megaproceso y la apelación, la acusación ha
de ser puesta razonablemente en duda e incluso
sugiere la dificultad de un juicio contra Hildebrando
Pérez Huarancca por el caso de Lucanamarca.
Ahora, miremos los cambios de los párrafos
originales citados arriba de La Masacre de Luca-

― 55 ―
namarca (Ayacucho, 1983) de la CVR y veamos su
transformación en el informe final en el Tomo VII.
Lo tachado con una línea indica palabras borradas y
entre paréntesis se pone cambios de palabras.

Con relación al responsable de ejecutar esta deci-


sión de Sendero Luminoso [del PCP-SL], los testimo-
nios obtenidos sindican directamente a la persona
de Hildebrando Pérez Huarancca como líder [respon-
sable] del ataque del 3 de abril de 1983. En ese senti-
do, la Comisión de la Verdad y Reconciliación recogió
el testimonio de Teófanes Allcca- huamán Vílchez,
quien afirmó que en octubre de 1982 lo conoció per-
sonalmente, en circunstancias en que los senderistas
se encontraban en Lucanamarca y preguntó por el
nombre del líder del grupo subversivo a Rómulo Mi-
saico Evanan ―miembro de Sendero Luminoso cuyo
paradero se desconoce actualmente―, quien le refi-
rió que se trataba de Hildebrando Pérez Huarancca.
El testigo describió al líder senderista [Los testigos
entrevistados por la CVR identifican con este nom-
bre al líder senderista y lo describen] de la siguiente
manera:
“... estaba uniformado de militar, llevaba dos pis-
tolas, blanquiñoso, mestizo, de ojos vivos, pelo lacio,
de 1.70 m de estatura aproximada, nariz aguileña,
voz resonante como de mando militar, agarrado, no
era gordo, era un profesor...” (16-17).

Aunque muchos de los cambios son menores,


llama la atención que se borre que la descripción
de un supuesto Hildebrando Pérez Huarancca viene
de octubre de 1982, y no del 3 de abril de 1983.
Como en el caso anterior, el testigo se convierte
en los testigos. A lo mejor es mala redacción, pero
muchos lectores van a entender esta redacción
como la descripción de Pérez Huarancca el 3 de

― 56 ―
abril de 1983. El lector no sabe que la descripción
es de un año anterior, que solo hay un testigo, y que
el testigo ni estaba en Lucanamarca ese trágico día.
Al comparar el próximo testimonio en La Masa-
cre de Lucanamarca (Ayacucho, 1983) de la CVR y
su informe final en el Tomo VII, se notan muchas
diferencias. Aquí se encuentra lo publicado en el
primer informe:

Este mismo testigo manifestó ante COMISEDH,


que el día de la masacre Hildebrando Pérez Huaranc-
ca fue reconocido a pesar de llevar pasamontañas:
“... el que dirigía todo en general era Hildebrando
Pérez Huarancca... es de Vilcanchos, es profesor que
ando (sic) por aquí, la gente conoce, es alto, flaco,
mestizo, estaba con pasamontañas y era medio na-
rizoncito...” (17)

En el Tomo VII se escribe así:

Asimismo, estas mismas fuentes afirman que Hil-


debrando Pérez Huarancca fue la persona que orga-
nizó la masacre de Lucanamarca en las localidades de
Totos y Espite, y que el día de la masacre fue recono-
cido a pesar de llevar pasamontañas: “[...] el que diri-
gía todo en general era Hildebrando Pérez Huarancca
[...] es de Vilcanchos, es profesor que anda por aquí,
la gente conoce, es alto, flaco, mestizo, estaba con
pasamontañas” (38).

“Este mismo testigo” se convierte en “estas mis-


mas fuentes”, otra vez cambiando del singular al
plural. En vez del pasivo “fue reconocido” se pone
el verbo activo “afirma”. También se quita “era me-
dio narizoncito” quizá porque no tiene lógica si usa-
ba pasamontañas.

― 57 ―
La descripción física de los dos párrafos del
Tomo VII varía mucho, pero no es la peor equivoca-
ción. Se notan muchas diferencias entre los dos tes-
timonios: “blanquiñoso, mestizo” a “mestizo”, “de
1.70 m de estatura aproximada” a “alto”, y “agarra-
do, no era gordo” a “flaco”. Sin duda, el error ga-
rrafal es que no mencionan que Teófanes Allcahua-
mán Vílchez no estuvo en Lucanamarca el día de la
masacre. No estuvo. Peor aun es que La Masacre
de Lucanamarca (Ayacucho, 1983) deja pensar que
el testigo estaba el mismo día de la masacre aun-
que el testimonio mismo se incluye en el informe.
En la entrevista en La Masacre de Lucanamarca
(Ayacucho, 1983), él dice claramente que no estu-
vo, pero, a pesar de no haber estado, el entrevis-
tador le pide que provea información, y luego se
pone esta información en el informe como si fuera
de un testigo directo. Teófanes Allcahuamán Víl-
chez dice que “yo regreso plenamente ya cuando
esta (sic) en marcha, en Cangallo ocurre la masacre
de 03 de abril de 1983 (03-04-83), al día siguien-
te llego cuando ya había ocurrido todo” (118). El
en- trevistador le pregunta, “¿Usted no ha estado
el día de la masacre?”, y él responde: “No, no, no
estu- ve” (La Masacre de Lucanamarca 118). Luego
el entrevistador le dice: “Si bien usted no estuvo
acá, tal vez nos puede confirmar algunos datos que
la gente pudo haberlo contado” (123). Al usar esta
información de lo que dijo una persona y presentar
esta información como si fuera de un testigo direc-
to y sin ninguna corroboración es, al menos, una
indicación de falta de seriedad.
Esta es la interacción que citan como “las mis-
mas fuentes”:

― 58 ―
P. ¿lo que dirigía todo?
R. El que dirigía todo en general era Gildebrando
Pérez huarancca
P. ¿de donde era Totos, Paras?
R. es de Vilcanchos, pero es profesor que ando
por aquí, la gente conoce, es alto, flaco mestizo esta-
ba con pasamontaña y era medio narizoncito (124).

Como se nota con la evolución de estos dos pá-


rrafos, muchos lectores creen que hay más de un
testigo directo ese día, pero, incluso con estos cam-
bios, hay contradicciones entre los dos testimonios
en cuanto a su estado físico.
El escritor Dante Castro, quien además estudió
Derecho en la Pontificia Universidad Católica del
Perú, analiza los dos párrafos del Tomo VII, p. 38, y
emplea la misma lógica jurídica que llevó a la abso-
lución del caso contra Rómulo Misaico Evanan. En
los dos casos es el mismo testigo, Teófanes Allca-
huamán Vílchez.

Como puede notar cualquier lector, se repite dos


veces que el supuesto Hildebrando Pérez Huarancca,
en Lucanamarca, durante la masacre, estaba con pa-
samontañas. Admiro realmente a los Superman an-
dinos, quienes tienen supervisión y no les hace daño
la kriptonita.
Uno describe su contextura física como “agarra-
do” y otro dice que era flaco.
¿En qué quedamos?
Con esta falta de solidez de los testimonios, Hil-
debrando Pérez Huarancca se habría salvado de sen-
tencias usando a un simple abogado de oficio.
Dudo mucho que Hildebrando Pérez Huarancca
sea el responsable de la muerte de niños, quienes
aparentemente fueron asesinados por la turba o mes-
nada (En Faverón, “El destino de Pérez Huarancca”).

― 59 ―
Respondiendo a una crítica de la lógica, Castro
explica que, según la ley,

NO me baso en la lógica en abstracto, sino en la


lógica jurídica y en la hermenéutica del Derecho. In-
dudablemente no se trata de demostrar la inocencia
de Hildebrando Pérez Huarancca, sino la fragilidad
de los testimonios de la CVR en su caso. Eso, para
quienes venimos de la profesión llamada Derecho,
es significativo a nivel judicial. En síntesis, cualquier
abogado, incluso uno de oficio, puede impugnar la
acusación basándose en la fragilidad de testimonios
inverosímiles y contradictorios. Es suficiente para lle-
var a un supuesto reo en cárcel Hildebrando Pérez
Huarancca afuera del penal. Pero Hildebrando ya no
está entre los vivos (En Faverón, “El destino de Pérez
Huarancca”).

Lamentablemente, el análisis de Dante Castro es


la excepción y suele ser más habitual la repetición
de lo que dice la CVR, como en el artículo publica-
do en La República por Enrique Patriau, “Sendero,
Misterio: El escritor de Sendero”. Cita el párrafo
que describe a Pérez Huarancca uniformado como
militar y escribe: “Así lo recuerdan varios testigos
de la matanza de Lucanamarca, entrevistados por
la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR)”.
Como se ve, una interpretación normal es pensar,
como dice en el informe, que hubo “varios testi-
gos”, aunque, en realidad, hay uno. Entonces, en su
artículo, la cita de una descripción de un supuesto
Hildebrando Pérez Huarancca en octubre de 1982
por la CVR para muchos lo condena. En el octavo
párrafo hace un resumen de una versión del escri-
tor Dante Castro Arrasco, pero no resiste añadir
algo más:

― 60 ―
Cuenta Castro que Pérez Huarancca, para salvar
su vida, debió “guardarse” sus discrepancias ideoló-
gicas con Sendero, convirtiéndose así en uno de sus
mejores cuadros de combate. Y Lucanamarca fue su
prueba de fuego. (Énfasis mío).

La primera oración es un buen resumen de lo


que escribe Castro, pero en ningún momento dice
lo que aparece en la segunda oración. Es una buena
retórica, pero pone palabras en la boca de Dante
Castro que él no dijo nunca.
Otro artículo de La República, “Lucanamarca
despierta y habla contra Sendero; Abimael calla”,
por Flor Huilca el 9 de enero del 2005, también re-
pite lo que dice la CVR y está plagado de errores.
Como en el otro artículo, ella cita, de los dos párra-
fos de los supuestos testigos, una descripción sin
pasamontañas y otra con pasamontañas. Incluso, al
mencionar que unos miembros del grupo literario
Narración son “Oswaldo Reinoso y Roberto Reyes
Retamar” la periodista equivoca el apellido del au-
tor de En Octubre no hay milagros (normalmente
se escribe su apellido con “y”, Reynoso) y además
confunde al escritor Roberto Reyes Tarazona (y
efectivamente miembro del grupo Narración) con
un desconocido Roberto Reyes Retamar. Al final del
artículo escribe que “matan al alcalde Gualberto
Tocas”. Fue atacado, pero sobrevivió y fue uno de
los testigos contra Abimael Guzmán en el Mega-
proceso. Su apellido paterno es “Tacas” en vez de
“Tocas”.
Volvamos al estudio La Masacre de Lucanamar-
ca (Ayacucho, 1983) para ver los otros testimonios
recogidos. Después de citar los dos testimonios de

― 61 ―
Teófanes Allcahuamán Vílchez, mencionan el testi-
monio de otro que tampoco estuvo ese día: “Del
mismo modo, el testigo Demetrio Quincho Huan-
cahuari manifestó ante COMISEDH que los comu-
neros tienen conocimiento que Hildebrando Pérez
Huarancca fue la persona que organizó la masacre
de Lucanamarca en las localidades de Totos y Espi-
te, lugar este último donde residía habitualmente
el líder senderista” (17). (Énfasis mío). Nótese que
usan “tienen conocimiento” y “organizó” pero no
mencionan su ausencia de Lucanamarca ese día. En
su entrevista, incluida en el mismo documento, él
fue con otros a Huancasancos a pedir ayuda (110).
En el intercambio de palabras que sigue, no lo pue-
de ubicar en Lucanamarca y especula:

P. Los senderistas como han reaccionado.


R. Justamente por eso pues, viene la amenaza o
sea la venganza que se han organizado en Totos, en
Espite, en Espite estaba el líder de Sendero luminoso,
Hildebrando Pérez Huarancca, Hildebrando según
dice que se ha fugado del Perú al extranjero o se ha-
brá venido
P. El ha venido alguna vez.
R. Él seguramente ha encabezado la masacre
P. Más antes ha venido él
R. Bueno como yo no frecuentaba, yo pasaba es-
quivándome, yo no era partido del sendero, yo me
quitaba el cuerpo (106). (Subrayados míos).

Como se ha notado en varias ocasiones, el tes-


tigo basa su testimonio en la información de otras
personas ―“según dice” y “seguramente ha en-
cabezado” ―, pero no puede ubicarlo en Lucana-
marca ese día y tiene que recurrir a información de
otros.

― 62 ―
Otros dos testimonios ubican a Hildebrando
Pérez Huarancca en Espite, la comunidad donde
nació, pero no son testigos de su presencia en Lu-
canamarca:

Sobre la presencia de Hildebrando Pérez Hua-


rancca en Espite, el testigo César Gutiérrez Araujo ha
declarado ante la Comisión de la Verdad y Reconci-
liación que en esta localidad había un catedrático lla-
mado Hildebrando Pérez Huarancca, oriundo del lu-
gar, que era de Sendero Luminoso y que movilizaba a
los senderistas en la zona. Respecto a la matanza de
Lucanamarca, refirió que las huellas de los subversi-
vos se dirigían hacia Espite. En igual sentido, Paulina
Gálvez Licas refirió que en el año 1982 miembros de
Sendero Luminoso al mando de Félix Huarancca in-
gresaron al distrito de Paras y la obligaron a caminar
cargando a su pequeña hija hasta el anexo de Espite.
Una vez en esta localidad, fue presentada ante Hilde-
brando Pérez Huarancca, quien la condenó a muerte,
pero un vecino de Paras intervino ante el líder sende-
rista y evitó que le dieran muerte (44). (Énfasis mío).

Mientras nadie niega su pertenencia a Sendero


Luminoso, eso en sí no es ninguna prueba de su
participación y su presencia en la masacre de Luca-
namarca. Nótese que las huellas iban a Espite, pero
no hay ninguna mención de la participación de Pé-
rez Huarancca.
Con estos testimonios la CVR llega a la conclu-
sión que Hildebrando Pérez Huarancca encabezó la
matanza de Lucanamarca. Luego, el informe vuelve
al testimonio de Teófanes Allccahuamán Vílchez:

Durante la visita a Lucanamarca realizada por la


Comisión de la Verdad y Reconciliación el 10 de mar-
zo del 2003, el testigo Teófanes Allccahuamán Víl-

― 63 ―
chez declaró haber estado en presencia del líder de
la Fuerza Principal de Sendero Luminoso en la zona,
a quien identificó como Hildebrando Pérez Huaranc-
ca por indicación de un vecino de Lucanamarca in-
tegrado a la organización subversiva. Asimismo, el
citado testigo reconoció al final de la entrevista la fo-
tografía de Hildebrando Pérez Huarancca que le fue-
ra mostrada, la que indicó corresponde a la misma
persona que conoció en Lucanamarca como líder de
Sendero Luminoso (La Masacre de Lucanamarca 45).
(Subrayas mías).

Nótese que se repite la historia de que Rómulo


Misaico Evanan (“un vecino”) es la persona, según
el testimonio, quien le dijo en octubre de 1982 que
el líder era Hildebrando Pérez Huarancca. El testi-
go acusa a Rómulo Misaico Evanan de pertenecer a
Sendero, pero en el Megaproceso y en la apelación
descartan el testimonio y absuelven al acusado. El
testigo afirma haber conocido a Pérez Huarancca,
pero no dice en ningún momento que él estuvo el
día de la masacre. No se niega la afiliación de Hil-
debrando Pérez Huarancca a SL, pero el informe es
sobre su supuesta participación en la masacre.
El próximo párrafo del informe contiene muchos
errores y no hay ninguna documentación para res-
paldar sus acusaciones:

La Dirección Nacional Contra el Terrorismo de la


Policía Nacional del Perú (DINCOTE) tiene registrado
a Hildebrando Pérez Huarancca como uno de los lí-
deres de Sendero Luminoso. Los datos refieren que
Pérez Huarancca era profesor de Lengua y Literatura
en la Universidad San Cristóbal de Huamanga hasta
1982, año en que fue detenido por delito de terro-
rismo. El 3 de marzo de 1982 fugó del CRAS de Hua-
manga y a partir de entonces se desempeñó como

― 64 ―
el responsable de Sendero Luminoso en el Comité
Zonal Cangallo Víctor Fajardo hasta el año 1987. A
partir de ese año se le conocería con el seudónimo
de “Carlos”. La última información que posee la DIN-
COTE es que a partir de 1992 Pérez Huarancca es-
taría trabajando en la ciudad de París (Francia) con
Maximiliano Duran Arauja la organización de propa-
ganda de Sendero Luminoso llamada “Sol Perú” (45-
46). (Subrayas mías).

La fecha con la cual la CVR normalmente aso-


cia el ataque al CRAS es el 2 de marzo, no el 3 de
marzo. Según varias fuentes ya citadas, Hildebran-
do Pérez Huarancca habría muerto en 1984. Como
se ha discutido antes, es sumamente difícil ubicar
a personas, las de las FFAA o del PCP-SL por seudó-
nimos, porque, especialmente en el último caso, la
organización se basaba en el conocimiento limita-
do de los participantes del grupo. La sugerencia de
que Pérez Huarancca está en Francia desde 1992
quizá venga de los informes ya citados de la revista
de Lyndon LaRouche. A menos que haya informa-
ción mucho más clara que sustente la aserción que
estuvo como jefe hasta 1987 y que después se fue
a Francia, todo esto es pura especulación y, franca-
mente, debilita el informe. Pero además el informe
cita más especulaciones que han aparecido en pe-
riódicos y revistas:

De acuerdo con la información periodística dis-


ponible, Hildebrando Pérez Huarancca es natural del
distrito de Espite, provincia de Víctor Fajardo (Aya-
cucho) y se formó como profesor y escritor en la
Universidad San Cristóbal de Huamanga. Ha sido sin-
dicado como jefe de la columna senderista que rea-
lizó el atentado en Chuschi el 17 de mayo de 1980,

― 65 ―
fue apresado y luego fugó del CRAS de Huamanga
en 1982 junto a Edith Lagos. Asimismo, se le señala
como líder de la masacre de Lucanamarca. Algunas
publicaciones afirman que Hildebrando Pérez Hua-
rancca fue visto en Madrid en 1986 (46).

Repetimos, la acusación de su participación en


la quema de ánforas en Chuschi no tiene ninguna
fuente e ignora que estuvo en China hasta octubre
de 1980. La fuente de su participación como líder
de la masacre en Lucanamarca viene del semana-
rio Domingo del periódico La República, del 11 de
agosto del 2002. “Algunas publicaciones”, según la
nota a pie, es de la revista Sí. Nuevamente, preocu-
pa cómo con frecuencia el singular cambia al plural
en los textos de la CVR. Según la cronología de los
dos últimos párrafos citados, Pérez Huarancca ha-
bría viajado a Madrid en 1986. Luego habría vuelto
para ser jefe del Comité Zonal Cangallo Víctor Fajar-
do en 1987. Posteriormente se habría ido a París,
donde dicen que aún permanece. Todo esto, por
supuesto, ocurrió después de su fallecimiento en
1984.
En un estudio posterior, Lucanamarca: memo-
rias de nuestro pueblo (2007), de Carola Falconí,
Edilberto Jiménez y Giovanni Alfaro, hay mencio-
nes de Hildebrando Pérez Huarancca, pero, como
se ha visto, los testimonios normalmente o son
de personas que no estaban el día de la matanza
o mencionan información proporcionada por otras
personas. Un ejemplo es este testimonio de una
persona que no lo conocía:

― 66 ―
Mencionan que entre 1981, 1982 habría venido
Hildebrando Pérez Huarancca, nosotros no lo cono-
cíamos, de repente vendría. Pero nos enteramos
que Pérez Huarancca, era comando de este sector.
A Hildebrando lo conocíamos sólo por nombre no
más, hablaban que era responsable de acá, con otro
nombre le decían, venía de un sitio especialmente
y tenía que ver con los policías, él era responsable
de esta zona (Entrevista a poblador de Santiago de
Lucanamarca, 57 años). (Énfasis mío).

Hay una mezcla de la tercera persona plural y


la primera persona plural. La información viene de
ellos: “Mencionan”, “hablaban” y “con otro nombre
le decían”. En el “nosotros” pone énfasis el testigo
en la falta de conocimiento de los lugareños: “no-
sotros no lo conocíamos”, “nos enteramos” (otra
vez por otros), y “lo conocíamos sólo por nombre
no más”. A pesar de solo tener información de
otros, y poniendo énfasis en su desconocimiento
de Hildebrando Pérez Huarancca, el testigo llega
a la conclusión de que “él era responsable de esta
zona”. Falta lógica reconocer un desconocimiento,
agregar información suministrada por otros y llegar
a la conclusión que era el responsable. ¿Puede sos-
tenerse esta afirmación? Por último, este testimo-
nio no dice nada de su participación en la matanza.
En otro testimonio, nótese el uso del verbo “de-
cir” tres veces en la tercera persona: “Dicen que
Hildebrando estuvo en la casa de su papá (en Es-
pite); ‘Curacha’ desapareció desde entonces, dice
que estuvo junto con Hildebrando, era el brazo
derecho de él. El día de la matanza dicen que vino
Hildebrando, ‘Curacha’ y Echaqaya, esos eran ca-
bezas” (poblador 52 años) (120).

― 67 ―
Otro declarante fue herido en la masacre, y se
enteró de la información acerca de Hildebrando Pé-
rez Huarancca después de regresar del hospital, es
decir, información proveniente de otras personas:

Hildebrando Pérez Huarancca hizo la venganza


por la muerte de Olegario, por los senderistas muer-
tos hicieron la matanza en Lucanamarca. Huarancca
es de Espite, algo de eso me habló acá cuando ha
venido como jefe... Todo eso me enteré cuando re-
gresé, yo estaba en el hospital porque me hirieron,
no he muerto en la masacre del 3 de abril. Por eso
los militares también han ido a Espite en busca de los
terroristas; una familia de Espite que conocía pobre-
citos aparecieron de luto llorando y decían que los
militares habían hecho muertes en Espite. Dijeron
que el líder era un gringo, el que ha dirigido la ma-
sacre. Yo no he visto nada, como estuve herido en
el hospital en Ayacucho, ya después me enteré que
habían bombardeado a Espite, eso dijeron. Después
de la masacre, han ido desde Ayacucho mismo, todo
dice que han estado rebuscando (Entrevista a po-
blador de Santiago de Lucanamarca, 65 años) (124).
(Énfasis míos).

En Lucanamarca: memorias de nuestro pueblo,


al igual que otros estudios, hemos visto que casi
toda la evidencia es de segunda o tercera mano y
no hay ningún testigo directo que estuviera ese día
y viera a Hildebrando Pérez Huarancca.
Y sin embargo, los medios siguen repitiendo
hasta la saciedad que Hildebrando Pérez Huarancca
será recordado como el verdugo de Lucanamarca,
el perpetrador de una de las peores matanzas de la
historia republicana.

― 68 ―
Conclusiones

La vida de Hildebrando Pérez Huarancca fas-


cina a muchas personas porque no se sabe si esta-
ba involucrado en Sendero Luminoso antes de su
arresto, por qué fugó de la cárcel de Huamanga,
qué habría hecho después, y qué papel ejerció en
el PCP-SL. Espero que este estudio sea un aporte
para que las autoridades vuelvan a examinar el caso
contra Hildebrando Pérez Huarancca. Si hay eviden-
cia contra él, que se demuestre. Es mi esperanza
ferviente que las personas que hayan conocido o
que sepan algo de Hildebrando Pérez Huarancca se
animen a contar los sucesos. Aun más importante
es que la familia se entere dónde está enterrado
para darle cristiana sepultura. Ya con el pasar del
tiempo es posible tener un poco más de claridad
de una época muy caótica y violenta y aclarar una
historia que todavía se escribe.
La memoria y la reconciliación necesitan de la
verdad. ¿Habrá verdad, memoria y reconciliación
con Hildebrando Pérez Huarancca?

― 69 ―
Agradecimientos

Este libro no habría sido posible sin la ayuda de mu-


chas personas. Hay demasiadas para nombrarlas indivi-
dualmente, pero me han ayudado mucho en aprender
y tener una mejor perspectiva del Perú. Además de ser
un buen amigo, Ricardo Vírhuez ha jugado un papel muy
importante en la publicación de mis últimos cuatro li-
bros. Mis padres John y Catherine Selby, y mi hermano
Tony Cox, siempre me han respaldado y mucho de lo que
soy se debe a ellos. Agradezco el apoyo y el cariño de
mis suegros Mauro Álvarez Portocarrero y Flor Higashi
de Álvarez, y de mi cuñado Alan Álvarez. Una especial
mención para mi esposa Silvia, quien me apoya en todo.
Mis hijos Michael y Jeremy me dan mucha alegría y me
recuerdan cuán buena y preciosa es la vida. A pesar de
tanta ayuda, debo recalcar que cualquier error recae en
mi persona.

― 70 ―
Obras citadas

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― 75 ―
Apéndice

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Reyes Tarazona, Roberto, Ed. Nueva Crónica. Cuento
social peruano 1950-1990 (Selección y prólogo de Ro-
berto Reyes Tarazona). Lima: Editorial Colmillo Blanco,
1990. (“Pascual Gutiérez ha muerto”)

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Datos del Autor

Mark R. Cox es profesor principal


de literatura latinoamericana y
de literatura peruana en Presby-
terian College, Carolina del Sur,
Estados Unidos. Es jefe del depar-
tamento de Lenguas Extranjeras
Modernas y director del pro-
grama de Estudios Latinamerica-
nos. Sus áreas de interés incluyen
las expresiones culturales acerca
de la guerra interna armada de
los años ochenta y noventa, y
la narrativa andina peruana pu-
blicada desde 1980. Ha editado
cuatro libros sobre este tema: las
dos antologías El cuento peruano
en los años de violencia (2000),
y Cincuenta años de narrativa
andina: desde los años 50 hasta
el presente (2004); Pachaticray:
Testimonios y ensayos sobre la
violencia política y la cultura
peruana desde 1980 (2004),
y Sasachakuy Tiempo (2010).
foto: ricardo virhuez

En 2008 publicó “Bibliografía


anotada de la ficción narrativa
peruana sobre la guerra interna
de los años ochenta y noventa
(Con un estudio previo)” con 306
cuentos y 68 novelas por 165
escritores en el número 68 de la
Revista de Crítica Literaria Latino-
americana.

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www.pasacalle.pe

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