Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
ISBN: 978-607-02-9911-7
Presentación
Debate teórico
ejemplos del mismo Aristóteles ilustran en cada caso lo dicho y las explica-
ciones sobre la naturaleza de la retórica aclaran el sentido factitivo.
Ramírez Vidal considera que la crítica de Platón a la retórica de su
tiempo desde los puntos de vista ontológico (no es un arte sino una prácti-
ca), epistemológico (se basa en verosímiles no en verdades) y ético (es una
mercancía), es completamente justificable a partir de un criterio filosófico.
El filósofo no refuta la retórica de manera total, sino sólo aquella de carác-
ter político de los maestros de su época, en sustitución de la cual muestra
en sus diálogos otros modelos de retórica, de manera particular en el Fedro,
donde presenta, en sus grandes directrices, la teoría de una retórica holísti-
ca, basada en el método de las divisiones y uniones y cuyo fin es conducir las
almas hacia el bien. En el pasaje Fedro 271a-272b, Platón muestra los ele-
mentos en que radica la fuerza de los discursos (λόγου δύναμις), que son el
conocimiento (1) de las almas de los hombres, (2) de los tipos de discursos
y (3) de la influencia que ejercen ciertos tipos de discursos en determinadas
almas.
En “La fuerza retórica: clave del acontecer de lo público político”,
dedicado a la memoria de H. Beristáin, J. Derrida y a la resistencia del
discurso zapatista, Ana María Martínez de la Escalera trata de la fuerza
del discurso en su dimensión inventiva, calificada como la “invención para
mejor de lo público”, que no se conforma con aceptar lo público como un
espacio controlado, sino que ejercita su vocación crítica y de resistencia en
la toma de la palabra, y en el derecho y deber de réplica histórica y política.
Invención pública que puede manifestarse desde lugares de enunciación/
postulación heterogéneos, como el discurso de las humanidades críticas y
el de los activismos sociales, y que apuesta por el debate horizontal entre
ambos. A esta modalidad inventiva de la fuerza del discurso (inventora
de relaciones, de memorias de los oprimidos, de nuevas voces críticas),
Martínez de la Escalera la llama, recordando a Beristáin, eficacia enfática
o énfasis realizativo.
María Alejandra Vitale reflexiona sobre la idea de fuerza del discurso
tal como puede ser pensada en la tradición retórica a partir de los traba-
jos de López Eire, revisitada desde la pragmática inaugurada por Austin
y heredada por Searle y Ducrot, y finalmente sobre uno de los efectos es-
pecíficos de dicha fuerza: la posibilidad de constituir comunidades dis-
cursivas. En una segunda parte del trabajo analiza este efecto en un caso
específico: las estrategias persuasivas empleadas en el año de 1976 por la
7
ramírez, lindig y santiago
Aplicaciones
sino también por los efectos de veracidad que logra producir en los lec-
tores, frente a la otra opción que tenía de explicar su contenido más que
reproducirlos. El autor rechaza la disyuntiva sobre la autenticidad o no de
los discursos referidos y opta por una posibilidad intermedia: los discursos
fueron realmente pronunciados y Tucídides trató de reproducirlos lo más
fielmente posible, pero en general no de manera literal, independiente-
mente de las lagunas, imprecisiones u obscuridades en que podía incurrir
el historiador. En este caso resulta interesante que los historiadores aten-
dieran en particular a las formas de persuasión que los actores en la guerra
empleaban para persuadir a sus destinatarios, precisamente porque en ese
elemento se fundamentaba en gran medida la fuerza de persuasión, más
que la propia verdad de los hechos.
En “La prosopopeya de las leyes como remate en la argumentación
retórico-filosófica del Critón de Platón”, Rómulo Ramírez Daza y García
explica cómo el Sócrates platónico se ve imposibilitado para persuadir a
su interlocutor Critón de someterse ante el imperio de la ley y afrontar
la muerte a la que un tribunal popular lo ha condenado injustamente,
bajo la premisa de que no se debe actuar injustamente ante una injusticia.
Al no poder persuadirlo, Sócrates recurre a un último mecanismo, con-
tundente y definitivo, el de la prosopopeya de las leyes, mediante el cual
las propias Leyes toman la palabra y amonestan directamente al filósofo,
advirtiéndole que no podrá sino someterse a ellas y morir en obediencia a
la condena de muerte que le ha sido impuesta.
En su trabajo, Carolina Ponce hace un análisis de la obra de Baudri
de Bourgueil (ca. 1060-1130) titulada A la condesa Adela, una extensa
epístola de 1368 versos, organizados en dísticos elegiacos, y compuesta
por una serie de écfrasis que describen los tapices, las pinturas y mosaicos
que revestían la habitación de Adela, hija de Guillermo el Conquistador
y esposa de Esteban Enrique, conde de Blois-Champagne. En su análisis,
Ponce hace énfasis en la riqueza literaria de esta obra, en la que se entrete-
jen tres tipos de géneros, pues, así como hay partes claramente líricas, en
las que Baudri emplea la retórica característica de las epístolas de Ovidio,
también se encuentran otras de carácter didáctico, en las que el poeta, al
presentar el universo completo, demuestra su enorme erudición y logra
transmitir una breve pero completa enciclopedia de los saberes de su tiem-
po, y, finalmente, están las partes donde el poeta describe las gestas de
Guillermo el Conquistador, que ofrecen los elementos propios de la epo-
10
presentación
peya. Para Ponce, es evidente que Baudri, al escribir esta epístola, recibió
influencias desde dos frentes: el cristiano, representado entonces por la
severa reforma gregoriana, y el clásico, ejercido sobre todo por la lectura de
Ovidio. Después del detallado análisis de la estructura de la epístola, cuya
principal fuerza reside en el uso de la écfrasis, Ponce concluye que con una
carta en verso tan extensa y rica en imágenes Baudri había logrado trans-
formar la literatura en un instrumento de apoyo a la dominación política
y al sostenimiento de un estado, al alabar a través de la poesía la invasión y
la conquista de los normandos en la isla británica.
Fernández Cozman toma como base el Tratado de la argumentación.
La nueva retórica de Perelman y Olbrechts-Tyteca, para analizar la fuerza
de la argumentación que se manifiesta en el poema “La araña” de César
Vallejo (1892-1938) y descubrir cómo el locutor emplea determinados
argumentos para convencer al alocutario de que acepte su tesis en torno a
la solidaridad y a la sana convivencia entre los seres humanos. A partir de
su análisis, Fernández demuestra que para conseguir la aceptación de tal
tesis, Vallejo puso, sin duda, un cuidado especial en el orden y presenta-
ción de los datos en su poema, es decir, en una progresión temática lógica:
primero, el locutor evidencia una situación marcada por la proximidad de
la muerte; después, gracias al uso de mecanismos argumentativos, explica
con minuciosidad las características de la araña como personaje y, final-
mente, concluye con la expresión de solidaridad hacia la araña que va a
morir, con la intención de persuadir al alocutario.
En “Mandela orador o la fuerza de la palabra”, Philippe-Joseph Sa-
lazar analiza la fuerza inaugural del discurso pronunciado por Nelson
Mandela el 24 de mayo de 1994, en el Parlamento sudafricano recién
constituido, que contribuyó a la fundación de la nueva nación como un
espacio político de conciliación de las diferencias. Conciliación lograda,
según ha sostenido Salazar, mediante un ejercicio de homonoia y no de
homología. Esta distinción es tomada de B. Cassin y explica la tensionali-
dad política entre una “concordia de las mentes”, que respeta la pluralidad
y las diferencias, y una “concordia de las palabras” que, empleada por los
políticos, crea una apariencia de acuerdo o bien de desacuerdo que hace
invisibles las diferencias. El discurso de Mandela se analiza para mostrar
cómo, en un acto performativo, se funda la Nación sudafricana naciente
después del apartheid.
Citlalli Bayardi, por su parte, busca demostrar que la fuerza discursiva
11
ramírez, lindig y santiago
12
índice de términos relativos a la fuerza del discurso
14
índice de términos relativos a la fuerza del discurso
15
ramírez, lindig y santiago
17
I. Debate teórico
¿dónde situamos, hoy, la fuerza del discurso?
1
Las citas se localizan al comienzo de esta breve y muy conocida obra en la que el
autor recoge el contenido de un seminario dictado en 1964-1965 en la Escuela de Al-
tos Estudios de París y donde declara que se sintió prácticamente obligado a publicar las
notas de clase ante la completa inexistencia (al menos en francés) de un manual que se
ocupara de este tema (Barthes 1970).
21
raúl dorra zech
observaría que las tres primeras “prácticas” señaladas por Barthes tienen
no sólo un orden y un estatuto sino una propiedad diferentes de las de
las otras, cuya asociación es relativamente caótica. De estas otras tres, la
última, la “práctica lúdica”, nos saca de la llamada “retórica de invención”
y nos lleva a la “retórica de uso”, lo cual no carece de interés puesto que
supone otras formas de adquisición de las estrategias discursivas, y nos
instala en otros espacios de interacción social. Por ejemplo, las “alusio-
nes eróticas u obscenas” no se aprenden en la clase sino, como diría Du
Marsais, se aprenden en el mercado, o, como diría cualquier observador,
se aprenden en la calle y, ahí sí, antes y ahora, el discurso adquiere todo
su poder. Sería, en efecto, muy importante estudiar cómo se organiza y
distribuye la fuerza del discurso en estas formas subversivas del habla y es
extraño que el propio Barthes no lo haya hecho.
De cualquier modo, y en razón de lo que me interesará destacar en
la presente exposición, tampoco yo me detendré ahora —ello quedará
para un futuro trabajo— en este aspecto intensivo del discurso. Pero si
comienzo evocando el listado con el que Barthes empieza su “ayuda-me-
moria”, es porque me interesa destacar que él implica la afirmación de que
la retórica se dice y se entiende de varias maneras. Esta última afirmación
parece obvia y que, sin embargo, continuamente pasamos por alto. Así,
resulta frecuente que se hable de la retórica sin distinguir en qué mo-
mento dejamos de verla como arte y la consideramos como enseñanza o
como disciplina teórica. Por ejemplo, cuando se pone de un mismo lado
a Aristóteles con Cicerón y Quintiliano, cosa tan frecuente, se incurré
en la indiscriminación porque, de hecho, se ve en como si fueran una, las
tres “prácticas” señaladas por Barthes en la primera mitad de su listado:
ciencia, arte y enseñanza. Pero, cuando se llega aun más lejos y se afirma,
como hace Jesús González Bedoya en el prólogo a la edición española
de Traité de l’argumentation, que Chaïm Perleman es el Cicerón del si-
glo xx y unos párrafos más adelante se agrega que su Tratado permite
que Perelman, “sin incurrir en exageración”, sea valorado “como uno de
los tres grandes de la retórica al lado de Aristóteles y de Quintiliano”2 se
está recurriendo a un énfasis retórico que más bien obnubila el campo de
2
En los hechos, al mencionar este Tratado se suele mencionar sólo el nombre de Pe-
relman. La omisión del segundo nombre de autor no necesariamente obedece a un gesto de
economía. En efecto, al parecer, la colaboración de Lucie Olbrechts-Tyteca no fue mucho
22
¿dónde situamos, hoy, la fuerza del discurso?
más allá de la discutible selección de los fragmentos literarios utilizados para ilustrar los
diferentes tipos de argumentación referidos en la obra (Perelman 1989, p. 18).
23
raúl dorra zech
3
La Retórica, en efecto, puede ser leída como una aplicación de las reflexiones que no
sólo provienen de reflexiones previas hechas por Aristóteles en el campo de la argumenta-
ción sino también en el de la ética (Perelman 1989, p. 35).
4
Al llamar “procuradores” a los oradores, Perelman parece estar pensando en la retó-
rica forense (1989, p. 38).
24
¿dónde situamos, hoy, la fuerza del discurso?
5
Esta clasificación de las figuras hecha por Fontanier se localiza en el Chapitre II, p.
221 (1968).
6
Hemos consultado el libro de Gómez Hermosilla en la edición hecha por Glem en
Buenos Aires, en 1943. Para esta edición colaboró Vicente Salva, quien redactó el prólogo
e insertó un par de apéndices.
26
¿dónde situamos, hoy, la fuerza del discurso?
Ya que los integrantes del Grupo μ eligieron esa letra griega para identifi-
carse con estas dos figuras, habrían sin duda contestado negativamente a
esta pregunta. Sin embargo, una de las aportaciones más esclarecedoras
y, si se quiere, más atrevidas de la Rhétorique générale es haber mostrado
que la metáfora es —o al menos puede ser vista como— el resultado de
dos sinécdoques, una particularizante, incluyente, y otra generalizante,
integradora. ¿Ello querría decir que la sinécdoque abraza a la metáfora?
Carezco de seguridad para responder esta pregunta pero de lo que sí estoy
seguro es que no evoco el dictamen de Gómez Hermosilla para restarle
brillo al gran esfuerzo intelectual hecho a mediados del siglo xx y al cual
tanto le debemos, o al menos le debo yo, sino que lo evoco para avanzar en
la pregunta sobre la tan mentada restauración retórica.
Si prestamos atención a quienes se han ocupado con más énfasis del
estudio de las figuras, veremos que han sido lingüistas o teóricos de la
literatura con fuerte formación lingüística, y que la Rhétorique générale
podría muy bien ser vista en parte como una aplicación y en parte como
una expansión de los postulados de la Sémantique structurale de Greimas.
En efecto, el mayor logro del meticuloso estudio del Grupo μ fue pro-
bablemente haber ordenado y sistematizado de manera más simple (hoy
diríamos más elegante) y homogénea el campo de las figuras corrigiendo,
si queremos decirlo así, el Manual de Fontanier. Pero el Grupo μ obtuvo
lo que obtuvo trabajando con un método rigurosamente lingüístico que
mucho se benefició con el avance del estudio de las unidades sémicas. El
Grupo μ, más que corregir a Fontanier, limpió de malezas el campo donde
éste había trabajado, pero lo hizo con un propósito científico, no didácti-
co como el que animó a Fontanier. Así, los avances en el conocimiento de
las figuras retóricas iniciados en la primera mitad del siglo xx fueron un
avance del conocimiento desinteresado, un avance de la lingüística que, al
hacerse cargo de un vasto y rico campo de procesos verbales, llevo por un
lado a adoptar una mirada esclarecedora —aunque también distanciada—
sobre la retórica en su aspecto elocutivo y, por el otro, a un más preciso
conocimiento de la lengua tanto en su dimensión semiótica como en su
potencia expresiva. Aquí no habría, entonces, una restauración de la re-
tórica sino un claro enriquecimiento de la lingüística que dio lugar a una
sólida teoría del discurso. También —y éste no es un dato menor— tal es-
tudio de las figuras del discurso se expandió en la postulación de retóricas
no verbales, lo que compensó la restricción de la retórica clásica al aspecto
27
raúl dorra zech
7
Esta obra recoge el contenido de un curso extraordinario dictado en 1942 en la
Facultad de Filosofía y Letras de la unam.
28
¿dónde situamos, hoy, la fuerza del discurso?
29
raúl dorra zech
8
Alfonso Reyes ya observa este cambio de visión acerca del efecto de elocuencia en la
inhibición verbal de Per Vermudoz, el adalid del Cid Campeador (Dorra 2008).
9
Sin nombre en el original griego, la crítica española ha dado a conocer este texto con
el título convencional de “La pasión”. Los versos citados, con que se inicia el poema, han
sido tomados de la versión de Aurora Luque publicada en 2004 por la editorial madrileña
El acantilado. Hay, por cierto, innumerables versiones de este poema, el que mejor se ha
conservado de los manuscritos que recogen la poesía de Safo.
30
¿dónde situamos, hoy, la fuerza del discurso?
31
raúl dorra zech
Bibliografía
32
la noción aristotélica de ΔΥΝΑΜΙΣ
1
Arist. Rh. 1354a6-7: οἱ μὲν εἰκῇ ταῦτα δρῶσιν, οἱ δὲ διὰ συνήθειαν ἀπὸ ἕξεως, “unos lo
hacen al azar, otros por costumbre originada de un hábito”.
2
Arist. Rh. 1354a12: οἱ τὰς τέχνας τῶν λόγων συντιθέντες.
33
arturo e. ramírez trejo
3
Arist. Rh. 1355b10-12: οὐ τὸ πεῖσαι ἔργον αὐτῆς, ἀλλὰ τὸ ἰδεῖν τὰ ὑπάρχοντα πιθανὰ
περὶ ἕκαστον.
4
Gorgias, Encomio de Helena, Fr. 11.1-2 ΔΚ: Κόσμος πόλει μὲν εὐανδρία, σώματι δὲ
κάλλος, ψυχῆι δὲ σοφία, πράγματι δὲ ἀρετή, λόγωι δὲ ἀλήθεια.
5
Gorgias, Encomio de Helena, Fr. 11.10: αἱ γὰρ ἔνθεοι διὰ λόγων ἐπωιδαὶ ἐπαγωγοὶ
ἡδονῆς, ἀπαγωγοὶ λύπης γίνονται· συγγινομένη γὰρ τῆι δόξηι τῆς ψυχῆς ἡ δύναμις τῆς ἐπωιδῆς
ἔθελξε καὶ ἔπεισε καὶ μετέστησεν αὐτὴν γοητείαι.
6
Gorgias, Encomio de Helena, Fr. 11.14: τὸν αὐτὸν δὲ λόγον ἔχει ἥ τε τοῦ λόγου δύναμις
πρὸς τὴν τῆς ψυχῆς τάξιν ἥ τε τῶν φαρμάκων τάξις πρὸς τὴν τῶν σωμάτων φύσιν.
7
Pl. Grg. 447b9-c4: ἀλλ’ ἆρα ἐθελήσειεν ἂν ἡμῖν διαλεχθῆναι; βούλομαι γὰρ πυθέσθαι
παρ’ αὐτοῦ τίς ἡ δύναμις τῆς τέχνης τοῦ ἀνδρός, καὶ τί ἐστιν ὃ ἐπαγγέλλεταί τε καὶ διδάσκει.
34
la noción aristotélica de ΔΥΝΑΜΙΣ
Vale la pena recordar el elogio que el propio Isócrates hace del λόγος
(logos), que se ha traducido como discurso, porque el texto alude tanto al
interno o mental como al externo o pronunciado, y se destacan también
los elementos del discurso retórico. Este texto es como un epígrafe ante-
cedente de la Retórica de Aristóteles. Isócrates en el Nicocles 5-9, dirigido
al rey de Salamina en la costa oriental de Chipre, hacia 372 a. C., escribía:
8
Isócr. Antid. 15: Πρὸ πολλοῦ δ’ ἂν ἐποιησάμην οὕτως αὐτὸν νομίζειν εἶναί με δεινὸν
ὥσπερ ἐν ὑμῖν εἴρηκεν· οὐ γὰρ ἄν ποτέ μοι πράγματα παρέχειν ἐπεχείρησεν. Νῦν δὲ λέγει μὲν
ὡς ἐγὼ τοὺς ἥττους λόγους κρείττους δύναμαι ποιεῖν, τοσοῦτον δέ μου καταπεφρόνηκεν ὥστ’
αὐτὸς ψευδόμενος ἐμοῦ τἀληθῆ λέγοντος ἐλπίζει ῥᾳδίως ἐπικρατήσειν.
35
arturo e. ramírez trejo
36
la noción aristotélica de ΔΥΝΑΜΙΣ
9
Arist. Metaph. 1019a15-20: Δύναμις λέγεται ἡ μὲν ἀρχὴ κινήσεως ἢ μεταβολῆς ἡ ἐν
ἑτέρῳ ἢ ᾗ ἕτερον, οἷον ἡ οἰκοδομικὴ δύναμίς ἐστιν ἣ οὐχ ὑπάρχει ἐν τῷ οἰκοδομουμένῳ, ἀλλ’ ἡ
ἰατρικὴ δύναμις οὖσα ὑπάρχοι ἂν ἐν τῷ ἰατρευομένῳ, ἀλλ’ οὐχ ᾗ ἰατρευόμενος. ἡ μὲν οὖν ὅλως
ἀρχὴ μεταβολῆς ἢ κινήσεως λέγεται δύναμις ἐν ἑτέρῳ ἢ ᾗ ἕτερον, ἡ δ’ ὑφ’ ἑτέρου ἢ ᾗ ἕτερον.
10
Arist. Metaph. 1046a9-11: […] δ’ ὅσαι μὲν ὁμωνύμως λέγονται δυνάμεις […] ὅσαι
δὲ πρὸς τὸ αὐτὸ εἶδος, πᾶσαι ἀρχαί τινές εἰσι, καὶ πρὸς πρώτην μίαν λέγονται, ἥ ἐστιν ἀρχὴ
μεταβολῆς ἐν ἄλλῳ ἢ ᾗ ἄλλο.
11
Arist. Metaph. 1046a9-11: […] δ’ ὅσαι μὲν ὁμωνύμως λέγονται δυνάμεις […] ὅσαι
δὲ πρὸς τὸ αὐτὸ εἶδος, πᾶσαι ἀρχαί τινές εἰσι, καὶ πρὸς πρώτην μίαν λέγονται, ἥ ἐστιν ἀρχὴ
μεταβολῆς ἐν ἄλλῳ ἢ ᾗ ἄλλο.
37
arturo e. ramírez trejo
12
Arist. Ph. 202a13-16: Καὶ τὸ ἀπορούμενον δὲ φανερόν, ὅτι ἐστὶν ἡ κίνησις ἐν τῷ
κινητῷ· ἐντελέχεια γάρ ἐστι τούτου [καὶ] ὑπὸ τοῦ κινητικοῦ. καὶ ἡ τοῦ κινητικοῦ δὲ ἐνέργεια
οὐκ ἄλλη ἐστίν· δεῖ μὲν γὰρ εἶναι ἐντελέχειαν ἀμφοῖν.
13
Arist. Metaph. 1050a7-10: ἅπαν ἐπ’ ἀρχὴν βαδίζει τὸ γιγνόμενον καὶ τέλος (ἀρχὴ γὰρ
τὸ οὗ ἕνεκα, τοῦ τέλους δὲ ἕνεκα ἡ γένεσις), τέλος δ’ ἡ ἐνέργεια, καὶ τούτου χάριν ἡ δύναμις
λαμβάνεται.
14
Arist. Metaph. 1050a21-23: τὸ γὰρ ἔργον τέλος, ἡ δὲ ἐνέργεια τὸ ἔργον, διὸ καὶ
τοὔνομα ἐνέργεια λέγεται κατὰ τὸ ἔργον καὶ συντείνει πρὸς τὴν ἐντελέχειαν.
15
Arist. Metaph. 1050a23-28: ἐπεὶ δ’ ἐστὶ τῶν μὲν ἔσχατον ἡ χρῆσις (οἷον ὄψεως ἡ
ὅρασις, καὶ οὐθὲν γίγνεται παρὰ ταύτην ἕτερον ἀπὸ τῆς ὄψεως), ἀπ’ ἐνίων δὲ γίγνεταί τι (οἷον
ἀπὸ τῆς οἰκοδομικῆς οἰκία παρὰ τὴν οἰκοδόμησιν), ὅμως οὐθὲν ἧττον ἔνθα μὲν τέλος, ἔνθα δὲ
μᾶλλον τέλος τῆς δυνάμεώς ἐστιν·
38
la noción aristotélica de ΔΥΝΑΜΙΣ
16
Arist. Metaph. 1050a31-36: ἡ ἐνέργεια ἐν τῷ ποιουμένῳ ἐστίν [...] (καὶ ὅλως ἡ κίνησις
ἐν τῷ κινουμένῳ)· ὅσων δὲ μὴ ἔστιν ἄλλο τι ἔργον παρὰ τὴν ἐνέργειαν, ἐν αὐτοῖς ὑπάρχει ἡ
ἐνέργεια (οἷον ἡ ὅρασις ἐν τῷ ὁρῶντι […] καὶ ἡ ζωὴ ἐν τῇ ψυχῇ.
17
Arist. Metaph. 1050a31-36: ἡ ἐνέργεια ἐν τῷ ποιουμένῳ ἐστίν [...] (καὶ ὅλως ἡ κίνησις
ἐν τῷ κινουμένῳ)· ὅσων δὲ μὴ ἔστιν ἄλλο τι ἔργον παρὰ τὴν ἐνέργειαν, ἐν αὐτοῖς ὑπάρχει ἡ
ἐνέργεια (οἷον ἡ ὅρασις ἐν τῷ ὁρῶντι […] καὶ ἡ ζωὴ ἐν τῇ ψυχῇ.
39
arturo e. ramírez trejo
Universalidad de la retórica
40
la noción aristotélica de ΔΥΝΑΜΙΣ
18
Arist. Rh. 1354a1-6: ἡ ῥητορική ἐστιν ἀντίστροφος τῇ διαλεκτικῇ: ἀμφότεραι γὰρ
περὶ τοιούτων τινῶν εἰσιν ἃ κοινὰ τρόπον τινὰ ἁπάντων ἐστὶ γνωρίζειν καὶ οὐδεμιᾶς ἐπιστήμης
ἀφωρισμένης: διὸ καὶ πάντες τρόπον τινὰ μετέχουσιν ἀμφοῖν: πάντες γὰρ μέχρι τινὸς καὶ
ἐξετάζειν καὶ ὑπέχειν λόγον καὶ ἀπολογεῖσθαι καὶ κατηγορεῖν ἐγχειροῦσιν.
19
Arist. Rh. 1354b33.
20
Arist. Rh. 1354a24-25: οὐ γὰρ δεῖ τὸν δικαστὴν διαστρέφειν εἰς ὀργὴν προάγοντας ἢ
φθόνον ἢ ἔλεον. 1354b10-11: ὥστε μηκέτι δύνασθαι θεωρεῖν ἱκανῶς τὸ ἀληθές, ἀλλ᾽ ἐπισκοτεῖν
41
arturo e. ramírez trejo
hacia un juicio (κρίσις) por parte de la razón. “De manera que, como dice
Aristóteles, no se necesita otra cosa sino que quede demostrado que así es,
como dice el que aconseja”.21 Así pues, en este marco de la razón y de lo ver-
dadero se ubica la retórica, que, como consejera, con su discurso encamina
hacia el juicio o decisión (κρίσις). He ahí la razón por la cual la retórica, al
igual que la dialéctica, es universal por naturaleza: porque todo hombre
puede alcanzar lo verdadero (τὸ ἀληθές) y lo semejante a lo verdadero (τὸ
ὅμοιον τῷ ἀληθεῖ) u opinión común (τὰ ἔνδοξα). Dice Aristóteles:
τῇ κρίσει τὸ ἴδιον ἡδὺ ἢ λυπηρόν. 1354b34-1355a2: ὥστε πρὸς τὸ αὑτῶν σκοπούμενοι καὶ
πρὸς χάριν ἀκροώμενοι διδόασι τοῖς ἀμφισβητοῦσιν, ἀλλ᾽ οὐ κρίνουσιν.
21
Arist. Rh. 1354b30-31: ὥστ᾽ οὐδὲν ἄλλο δεῖ πλὴν ἀποδεῖξαι ὅτι οὕτως ἔχει ὥς φησιν
ὁ συμβουλεύων.
22
Arist. Rh. 1355a14-18: τό τε γὰρ ἀληθὲς καὶ τὸ ὅμοιον τῷ ἀληθεῖ τῆς αὐτῆς ἐστι
δυνάμεως ἰδεῖν, ἅμα δὲ καὶ οἱ ἄνθρωποι πρὸς τὸ ἀληθὲς πεφύκασιν ἱκανῶς καὶ τὰ πλείω
τυγχάνουσι τῆς ἀληθείας: διὸ πρὸς τὰ ἔνδοξα στοχαστικῶς ἔχειν τοῦ ὁμοίως ἔχοντος καὶ πρὸς
τὴν ἀλήθειάν ἐστιν.
42
la noción aristotélica de ΔΥΝΑΜΙΣ
23
Arist. Rh. 1355b31-34: ἡ δὲ ῥητορικὴ περὶ τοῦ δοθέντος ὡς εἰπεῖν δοκεῖ δύνασθαι
θεωρεῖν τὸ πιθανόν, διὸ καί φαμεν αὐτὴν οὐ περί τι γένος ἴδιον ἀφωρισμένον ἔχειν τὸ τεχνικόν.
24
Arist. Rh. 1355b8-13): ὅτι μὲν οὖν οὐκ ἔστιν οὐθενός τινος γένους ἀφωρισμένου ἡ
ῥητορική, ἀλλὰ καθάπερ ἡ διαλεκτική, καὶ ὅτι χρήσιμος, φανερόν, καὶ ὅτι οὐ τὸ πεῖσαι ἔργον
αὐτῆς, ἀλλὰ τὸ ἰδεῖν τὰ ὑπάρχοντα πιθανὰ περὶ ἕκαστον.
25
Arist. Rh. 1355b15-19: πρὸς δὲ τούτοις ὅτι τῆς αὐτῆς τό τε πιθανὸν καὶ τὸ φαινόμενον
ἰδεῖν πιθανόν, ὥσπερ καὶ ἐπὶ τῆς διαλεκτικῆς συλλογισμόν τε καὶ φαινόμενον συλλογισμόν.
43
arturo e. ramírez trejo
26
Arist. Rh. 1377b22.
27
Arist. Rh. 1377b22-24: (καὶ γὰρ τὰς συμβουλὰς κρίνουσι καὶ ἡ δίκη κρίσις ἐστίν).
28
Arist. Rh. 1391b7-19: ἐπεὶ δὲ ἡ τῶν πιθανῶν λόγων χρῆσις πρὸς κρίσιν ἐστί […] (οὐδὲν
γὰρ ἧττον κριτὴς ὁ εἷς: ὃν γὰρ δεῖ πεῖσαι, οὗτός ἐστιν ὡς εἰπεῖν ἁπλῶς κριτής) […] (ὥσπερ γὰρ
πρὸς κριτὴν τὸν θεωρὸν ὁ λόγος συνέστηκεν[…]).
29
Arist. Rh. 1355b25-29: ἔστω δὴ ἡ ῥητορικὴ δύναμις περὶ ἕκαστον τοῦ θεωρῆσαι τὸ
ἐνδεχόμενον πιθανόν. τοῦτο γὰρ οὐδεμιᾶς ἑτέρας ἐστὶ τέχνης ἔργον.
30
Arist. Rh. 1356a33-36: περὶ οὐδενὸς γὰρ ὡρισμένου οὐδετέρα αὐτῶν ἐστιν ἐπιστήμη
πῶς ἔχει, ἀλλὰ δυνάμεις τινὲς τοῦ πορίσαι λόγους.
44
la noción aristotélica de ΔΥΝΑΜΙΣ
31
Arist. Rh. 1359b12-16: ὅσῳ δ᾽ ἄν τις ἢ τὴν διαλεκτικὴν ἢ ταύτην μὴ καθάπερ ἂν
δυνάμεις ἀλλ᾽ ἐπιστήμας πειρᾶται κατασκευάζειν, λήσεται τὴν φύσιν αὐτῶν ἀφανίσας τῷ
μεταβαίνειν ἐπισκευάζων εἰς ἐπιστήμας ὑποκειμένων τινῶν πραγμάτων, ἀλλὰ μὴ μόνον λόγων.
32
Arist. Rh. 1356b232: ἐπεὶ γὰρ τὸ πιθανὸν τινὶ πιθανόν ἐστι, καὶ τὸ μὲν εὐθὺς ὑπάρχει
δι᾽ αὑτὸ πιθανὸν καὶ πιστὸν τὸ δὲ τῷ δείκνυσθαι δοκεῖν διὰ τοιούτων.
33
Arist. Rh. 1358a36b8: ἔστιν δὲ τῆς ῥητορικῆς εἴδη τρία τὸν ἀριθμόν: τοσοῦτοι γὰρ
καὶ οἱ ἀκροαταὶ τῶν λόγων ὑπάρχουσιν ὄντες. σύγκειται μὲν γὰρ ἐκ τριῶν ὁ λόγος, ἔκ τε τοῦ
λέγοντος καὶ περὶ οὗ λέγει καὶ πρὸς ὅν, καὶ τὸ τέλος πρὸς τοῦτόν ἐστιν, λέγω δὲ τὸν ἀκροατήν.
ἀνάγκη δὲ τὸν ἀκροατὴν ἢ θεωρὸν εἶναι ἢ κριτήν, κριτὴν δὲ ἢ τῶν γεγενημένων ἢ τῶν μελλόντων.
ἔστιν δ᾽ ὁ μὲν περὶ τῶν μελλόντων κρίνων ὁ ἐκκλησιαστής, ὁ δὲ περὶ τῶν γεγενημένων [οἷον] ὁ
δικαστής, ὁ δὲ περὶ τῆς δυνάμεως ὁ θεωρός, ὥστ᾽ ἐξ ἀνάγκης ἂν εἴη τρία γένη τῶν λόγων τῶν
ῥητορικῶν, συμβουλευτικόν, δικανικόν, ἐπιδεικτικόν.
45
arturo e. ramírez trejo
34
Arist. Rh. 1359a37-b3: ἀλλὰ δῆλον ὅτι περὶ ὅσων ἐστὶν τὸ βουλεύεσθαι. τοιαῦτα δ᾽
ἐστὶν ὅσα πέφυκεν ἀνάγεσθαι εἰς ἡμᾶς, καὶ ὧν ἡ ἀρχὴ τῆς γενέσεως ἐφ᾽ ἡμῖν ἐστιν.
35
Arist. Rh. 1391b7-12: ἐπεὶ δὲ ἡ τῶν πιθανῶν λόγων χρῆσις πρὸς κρίσιν ἐστί (περὶ ὧν
γὰρ ἴσμεν καὶ κεκρίκαμεν οὐδὲν ἔτι δεῖ λόγου).
36
Arist. Rh. 1359a.32: ὅσα ἐνδέχεται καὶ γενέσθαι καὶ μή.
37
Arist. Rh. 1354a.16: ὅπερ ἐστὶ σῶμα τῆς πίστεως.
38
Arist. Rh. 1355a3-9: ἐπεὶ δὲ φανερόν ἐστιν ὅτι ἡ μὲν ἔντεχνος μέθοδος περὶ τὰς πίστεις
ἐστίν, ἡ δὲ πίστις ἀπόδειξίς τις (τότε γὰρ πιστεύομεν μάλιστα ὅταν ἀποδεδεῖχθαι ὑπολάβωμεν),
ἔστι δ᾽ ἀπόδειξις ῥητορικὴ ἐνθύμημα, καὶ ἔστι τοῦτο ὡς εἰπεῖν ἁπλῶς κυριώτατον τῶν πίστεων,
τὸ δ᾽ ἐνθύμημα συλλογισμός τις.
39
Arist. Rh. 1355a27-29: ἀλλ᾽ ἀνάγκη διὰ τῶν κοινῶν ποιεῖσθαι τὰς πίστεις καὶ τοὺς
λόγους. Rhet. 1393a28: ἡ γὰρ γνώμη μέρος ἐνθυμήματός ἐστιν.
46
la noción aristotélica de ΔΥΝΑΜΙΣ
las premisas acerca de estas cosas. Pues las pruebas y las cosas verosímiles
y los indicios son las premisas retóricas. El silogismo, en efecto es total-
mente a partir de las premisas, y el entimema es un silogismo constituido
a partir de las premisas dichas”.40
b) Los tópicos son muestra de la importancia del oyente en la retó-
rica: “y, además de esto, de ella es el hacer ver tanto lo persuasivo como
lo que parece persuasivo”.41 Y lo persuasivo es persuasivo no en sí mismo,
sino para alguien42 y ese alguien es el oyente a quien ni siquiera es necesa-
rio decírselo, sino hacer que lo tome en cuenta: “ni siquiera es necesario
decirlo, porque el mismo oyente lo añade […] pues todos lo saben”.43 Los
oyentes hasta se alegran cuando escuchan lo que ya antes han entendido
(1395b2-6), y no hay que argumentar asumiendo todo (1395b25: οὔτε
πάντα δεῖ λαµβάνοντας συνάγειν). He ahí, pues, la importancia del tópico
en la argumentación retórica: a partir de lo que el oyente de antemano ad-
mite, él mismo se persuade, elaborando en su mente su propio argumento:
ἐνθύμημα.
Aristóteles plasma así lo subjetivo, no de la retórica como tal, sino de
la persuasión, pues se desarrolla en el interior del oyente del discurso, que
es el sujeto de la persuasión. El Estagirita comprendió que, si lo persuasi-
vo es persuasivo para alguien, lo verosímil no es tal en sí mismo, sino en
la mente del oyente. De manera que las proposiciones persuasivas en la
argumentación retórica se relacionan entre sí en cuanto a lo verosímil y
lo persuasivo, en el discurso interno del oyente, que no necesita que to-
das sean explícitas en el discurso oral, pues él en su silencio configura el
entimema por el que se persuade y elige o decide una conducta conforme
a la verdad de lo verosímil. Y así resulta realidad lo que dice en la Ética a
40
Arist. Rh. 1359a6-10: φανερὸν δὲ ἐκ τῶν εἰρημένων ὅτι ἀνάγκη περὶ τούτων ἔχειν
πρῶτον τὰς προτάσεις: τὰ γὰρ τεκμήρια καὶ τὰ εἰκότα καὶ τὰ σημεῖα προτάσεις εἰσὶν ῥητορικαί:
ὅλως μὲν γὰρ συλλογισμὸς ἐκ προτάσεών ἐστιν, τὸ δ᾽ ἐνθύμημα συλλογισμός ἐστι συνεστηκὼς
ἐκ τῶν εἰρημένων προτάσεων.
41
Arist. Rh. 1355b15-16: πρὸς δὲ τούτοις ὅτι τῆς αὐτῆς τό τε πιθανὸν καὶ τὸ φαινόµενον
ἰδεῖν πιθανόν.
42
Arist. Rh. 1356b28: ἐπεὶ γὰρ τὸ πιθανὸν τινὶ πιθανόν ἐστι.
43
Arist. Rh. 1357a18: οὐδὲ δεῖ λέγειν· αὐτὸς γὰρ τοῦτο προςτίθησιν ὁ ἀκροατής […]
γιγνώσκουσι γὰρ πάντες.
47
arturo e. ramírez trejo
Conclusión
44
Arist. EN. 1140a9-10: ταὐτὸν ἂν εἴη τέχνη καὶ ἕξις µετὰ λόγου ἀληθοῦς ποιητική.
45
Arist. Rh. 1405b12: ποιεῖν τὸ πρᾶγμα πρὸ ὀμμάτων.
46
Arist. Rh. 1411b25: λέγω δὴ πρὸ ὀμμάτων ταῦτα ποιεῖν ὅσα ἐνεργοῦντα σημαίνει.
47
Arist. Rh. 1411a26: τοῦτο γὰρ μεταφορὰ καὶ πρὸ ὀμμάτων.
48
Arist. Po. 1457b6 – 7: µετα- φορὰ δέ ἐστιν ὀνόµατος ἀλλοτρίου ἐπιφορὰ.
49
Arist. Po. 1457b16-19: τὸ δὲ ἀνάλογον λέγω, ὅταν ὁµοίως ἔχῃ τὸ δεύτερον πρὸς τὸ
πρῶτον καὶ τὸ τέταρτον πρὸς τὸ τρίτον· ἐρεῖ γὰρ ἀντὶ τοῦ δευτέρου τὸ τέταρτον ἢ ἀντὶ τοῦ
τετάρτου τὸ δεύτερον.
50
Arist. Po. 1457b23-25: ὃ γῆρας πρὸς βίον, καὶ ἑσπέρα πρὸς ἡµέραν· ἐρεῖ τοίνυν τὴν
ἑσπέραν γῆρας ἡµέρας.
48
la noción aristotélica de ΔΥΝΑΜΙΣ
nos abre el horizonte para el estudio y la práctica del más noble arte en el
mundo del conocimiento y de la convivencia humana.
Bibliografía
49
ΛΟΓΟΥ ΔΥΝΑΜΙΣ en platón, fedro 271A-272B
en el diálogo Sofista indica que los maestros sólo buscaban ganar dinero,
obtener un provecho monetario aprovechándose de los incautos.1
Se puede observar que, desde un punto de vista filosófico, Platón te-
nía toda la razón, pero los rétores o maestros de retórica de su tiempo no
eran filósofos ni teóricos, sino hombres prácticos dedicados a la enseñanza
de aquello en lo que eran expertos: la política. Su propósito era formar
ciudadanos capaces de encontrar las mejores soluciones a los problemas de
la ciudad y capaces también de llevar a cabo acciones exitosas, como la ges-
tión pública y el comando del ejército. Para lograrlo, los maestros debían
dotar a sus discípulos de una gran cantidad de conocimientos prácticos
recurriendo a las enseñanzas de los poetas, en particular de Homero, y a
los antepasados como modelos de comportamiento ético. A ello se debía
que fueran importantes en su instrucción político-retórica la poesía, la
historia local o familiar y el conocimiento de las constituciones, que abar-
caba tanto los poderes constituidos como las costumbres y las prácticas
sociales y religiosas. El cálculo, la geometría y las demás ciencias eran sólo
propedéuticas.
Platón busca cambiar esa situación y hacer de la retórica un instru-
mento de la filosofía y un objeto de estudio de la filosofía. No existe pro-
piamente un conflicto entre filosofía y retórica, sino entre retórica política
y retórica filosófica. Al reformar y sistematizar la retórica de su tiempo,
1
Entre numerosos estudios sobre este asunto, puede consultarse el resumen de Barilli
1979, pp. 10-14, que subraya la oposición entre epistēme y doxa. Kennedy (1963, p. 14),
observa que Platón desarrolló la crítica de la retórica a tal punto que “él es el más famoso
y exhaustivo enemigo de la retórica” (cf. pp. 15-17). Ijsseling (1976, p. 7) afirma que “el
conflicto entre retórica y filosofía llegó a su punto más alto con Platón. Su actitud en rela-
ción con la retórica fue claramente negativa y en muchos aspectos incluso declaradamente
hostil”. Una exposición mucho más favorable a una relación positiva entre retórica y filo-
sofía, en Platón, se encuentra en Pernot (2016, pp. 72-83), quien afirma (p. 79): “Platón
hizo entender a los filósofos que la retórica les concernía, y por esta razón no hay una sola
escuela filosófica en la Antigüedad que no se haya ocupado de la retórica; Platón hizo
comprender a los rétores que la filosofía les concernía, y por ello las nociones y las pro-
blemáticas filosóficas están presentes en el pensamiento de numerosos oradores y en las
prescripciones de numerosos tratados de retórica. La obra platónica instaura un diálogo
entre filosofía y retórica, y este diálogo es una característica fundamental en toda la historia
de la retórica antigua”.
52
ΛΟΓΟΥ ΔΥΝΑΜΙΣ en platón, fedro 271A-272B
2
Cf. Cole 1991, pp. 28 y 29, quien señala que Platón y Aristóteles fueron los funda-
dores tanto de la retórica como de la filosofía.
3
Yunis (1996, pp. 117-236) elabora un minucioso análisis de la retórica política en
los diálogos platónicos. De la p. 117 a la 171 trata fundamentalmente sobre el diálogo
Gorgias; de la 172 a la 210, sobre el Fedro, y de la 211 a la 236, sobre las Leyes. Al interior de
estos bloques Yunis aborda otras obras: la Carta séptima en las pp. 161-162; la República,
162-171.
4
Cf. Yunis 1996, p. 235: “distancia filosófica que Platón ha recorrido desde el agrio
rechazo de la retórica en el Gorgias a la creación de un nuevo género retórico de discurso
jurídico y político en las Leyes es inmensa”.
53
gerardo ramírez vidal
5
Kennedy (1963, p. 16) observa lo siguiente: “Aunque Platón negaba que la retórica
tal como era en su tiempo fuera un arte, estaba preparado, incluso en el Gorgias, para ad-
mitir la posibilidad de una verdadera retórica (504d5 ss.), esto es, de una que demostrara
la verdad absoluta con base en verdaderos principios. Esta posibilidad la desarrolló años
después en el Fedro […]”.
6
Cf. Méndez Aguirre 2007, pp. 79-97, aunque el autor describe la retórica en la Re-
pública a partir de consideraciones éticas y teóricas, no desde el punto de vista político-
práctico.
7
Hermias 1901, p. 8, ll. 16-21.
54
ΛΟΓΟΥ ΔΥΝΑΜΙΣ en platón, fedro 271A-272B
Fed. —Querido Sócrates, lo que oí sobre este asunto es así, que para
llegar a ser orador no es necesario aprender qué es lo justo en verdad,
sino las opiniones de la gente que va a juzgar, ni lo que es bueno o no-
ble en verdad, sino sólo lo que parece serlo. En efecto, la persuasión
se da a partir de estas cosas, mas no de la verdad.9
8
Sobre una descripción general de este diálogo, cf. Kennedy 1994, pp. 39-43, y Ken-
nedy 1963, pp. 74-79.
9
Pl. Phdr. 259e7-260a4: Οὑτωσὶ περὶ τούτου ἀκήκοα, ὦ φίλε Σώκρατες, οὐκ εἶναι
ἀνάγκην τῷ μέλλοντι ῥήτορι ἔσεσθαι τὰ τῷ ὄντι δίκαια μανθάνειν ἀλλὰ τὰ δόξαντ᾽ ἂν πλήθει
οἵπερ δικάσουσιν, οὐδὲ τὰ ὄντως ἀγαθὰ ἢ καλὰ ἀλλ᾽ ὅσα δόξει· ἐκ γὰρ τούτων εἶναι τὸ πείθειν
ἀλλ᾽ οὐκ ἐκ τῆς ἀληθείας. Las traducciones son mías.
55
gerardo ramírez vidal
10
Pl. Phdr. 260e5-7: τοῦ δὲ λέγειν, φησὶν ὁ Λάκων, ἔτυμος τέχνη ἄνευ τοῦ ἀληθείας
ἧφθαι οὔτ’ ἔστιν οὔτε μή ποτε ὕστερον γένηται.
11
Pl. Phdr. 261a7-b2: ΣΩ. Ἆρ’ οὖν οὐ τὸ μὲν ὅλον ἡ ῥητορικὴ ἂν εἴη τέχνη ψυχαγωγία
τις διὰ λόγων, οὐ μόνον ἐν δικαστηρίοις καὶ ὅσοι ἄλλοι δημόσιοι σύλλογοι, ἀλλὰ καὶ ἐν ἰδίοις,
ἡ αὐτὴ σμικρῶν τε καὶ μεγάλων πέρι, καὶ οὐδὲν ἐντιμότερον τό γε ὀρθὸν περὶ σπουδαῖα ἢ περὶ
φαῦλα γιγνόμενον;
12
Sobre este pasaje, cf. Yunis 1996, pp. 201-207, donde reenvía a otros estudios y
señala el sentido ritual de la psycagōgía y la importancia de la psicología para el discurso
público.
56
ΛΟΓΟΥ ΔΥΝΑΜΙΣ en platón, fedro 271A-272B
13
Pl. Phdr. 261c10-d4: ΣΩ. Οὐκοῦν ὁ τέχνῃ τοῦτο δρῶν ποιήσει φανῆναι τὸ αὐτὸ τοῖς
αὐτοῖς τοτὲ μὲν δίκαιον, ὅταν δὲ βούληται, ἄδικον; [...] Καὶ ἐν δημηγορίᾳ δὴ τῇ πόλει δοκεῖν τὰ
αὐτὰ τοτὲ μὲν ἀγαθά, τοτὲ δ’ αὖ τἀναντία; “Sócrates: ¿Entonces, quien hace esto con arte,
no hará que una misma cosa unas veces parezca justa a las mismas personas, y otras injusta,
si así lo quiere? ¿Y en el discurso deliberativo [no hará] que las mismas cosas parezcan a la
ciudad unas veces buenas y otras lo contrario?”.
14
Pl. Phdr. 261d6-8: ΣΩ. Τὸν οὖν Ἐλεατικὸν Παλαμήδην λέγοντα οὐκ ἴσμεν τέχνῃ,
ὥστε φαίνεσθαι τοῖς ἀκούουσι τὰ αὐτὰ ὅμοια καὶ ἀνόμοια, καὶ ἓν καὶ πολλά, μένοντά τε αὖ καὶ
φερόμενα; “Sócrates: ¿Entonces, no sabemos que el Palamedes eleático habla con tal arte
que hace que las mismas cosas parezcan a quienes escuchan iguales o diferentes, una sola o
muchas, inmóviles y móviles?”. El pasaje parece referirse al ámbito filosófico, pues los fines
57
gerardo ramírez vidal
indicados son los temas abordados por la escuela eleática: el uno y lo múltiple, lo igual y lo
diferente y lo inmóvil y lo móvil. Por ello, para la mayoría de los estudiosos no parece haber
duda de que nos encontramos en el ámbito de la filosofía eleática, ni de que τὸν Ἐλεατικὸν
Παλαμήδην es una clara referencia a Zenón o al propio Parménides. Sin embargo, es muy
probable que el pasaje platónico no haga referencia a los filósofos de Elea (Ἐλεατικὸν, de
Ἐλέα, o Velia, en Italia), sino al maestro de retórica Alcidamante de Elaia > Elea (Ἐλαιτήν,
de Ἐλαια, Asia Menor), y por tanto debería suponerse un error en la tradición manuscrita.
La base para presuponer que se trataba de Elaia y no de Elea, se encuentra en Quintiliano
quien, al hacer una reseña sumaria de los primeros rétores, menciona también quem Pa-
lameden Plato appellat, Alcidamas Elaites. Claramente se entiende que el autor latino se
refiere al pasaje de Platón, aunque se ha supuesto algún error o alguna referencia a una obra
perdida del filósofo. Otro argumento a favor de la lectura Ἐλαιτήν es que Platón se está refi-
riendo a las artes retóricas, menciona al rétor Palamedes (τέχνῃ), atributo poco apropiado a
Zenón o a Parménides. Por último, habrá que recordar que Alcidamante escribió una obra
intitulada Odiseo contra Palamedes por traición.
15
Pl. Phdr. 261d10-e4: ΣΩ. Οὐκ ἄρα μόνον περὶ δικαστήριά τέ ἐστιν ἡ ἀντιλογικὴ καὶ
περὶ δημηγορίαν, ἀλλ’, ὡς ἔοικε, περὶ πάντα τὰ λεγόμενα μία τις τέχνη, εἴπερ ἔστιν, αὕτη ἂν εἴη,
ᾗ τις οἷός τ’ ἔσται πᾶν παντὶ ὁμοιοῦν τῶν δυνατῶν καὶ οἷς δυνατόν, καὶ ἄλλου ὁμοιοῦντος καὶ
ἀποκρυπτομένου εἰς φῶς ἄγειν, “Sócrates: Entonces, se da la controversia no sólo en torno a
los tribunales y las asambleas, sino que, según parece, en torno a los discursos en su totali-
dad una y la misma arte habría, si existe, aquella por la cual uno es capaz de hacer igual todo
con todo en la medida de lo posible y con quienes sea posible, y llevar a la luz todo, cuando
algún otro hace igual y de manera oculta”.
16
Se refiere expresamente al método de Lisias y Trasímaco (Pl. Phdr. 269d7-8).
58
ΛΟΓΟΥ ΔΥΝΑΜΙΣ en platón, fedro 271A-272B
17
Pl. Phdr. 268a2: […] ἴδωμεν, τίνα καὶ πότ’ ἔχει τὴν τῆς τέχνης δύναμιν. Traduzco
δύναμις como “fuerza”. Aunque de manera más estricta la palabra significa ‘facultad’ o ‘po-
tencia’, la ‘fuerza’ es una facultad específica de los animales, como en Pl. Prot. 321d8, donde
se dice que Epimeteo confirió a unos animales ‘fuerza mas no velocidad’ (τοῖς μὲν ἰσχὺν
ἄνευ τάχους).
18
Pl. Phdr. 269c9: τὴν τοῦ τῷ ὄντι ῥητορικοῦ τε καὶ πιθανοῦ τέχνην πῶς καὶ πόθεν ἄν
τις δύναιτο πορίσασθαι.
19
Pl. Phdr. 270b7-9: τῇ δὲ λόγους τε καὶ ἐπιτηδεύσεις νομίμους πειθὼ ἣν ἂν βούλῃ καὶ
ἀρετὴν παραδώσειν.
59
gerardo ramírez vidal
20
Yunis (1996, pp. 203-207) cita en extenso ambas descripciones y estudia algunos
elementos de ambas.
60
ΛΟΓΟΥ ΔΥΝΑΜΙΣ en platón, fedro 271A-272B
61
gerardo ramírez vidal
Bibliografía
a. fuentes
b. estudios
62
la fuerza retórica
Dedicatoria
1
A la “fuerza” se la nombra confirmando su estatuto de acontecimiento del decir-
hacer (fuerza/resistencia) del discurso. Cabría preguntarse: ¿fuerza de qué?, ¿sobre qué
o quién se ejerce o aplica?, ¿dónde se ejerce, cómo se ejecuta o se dispone?, pues su inter-
pretación moderna deja atrás la caracterización de potencia (en la estructura aristotélica
potencia-acto) para insistir en el carácter activo, de paso al acto psicoanalítico e histórico,
de activación o reactivación de alguna invención pasado o perteneciente a otra tradición, a
otra lengua, de acontecimiento de las fuerzas.
2
Este trabajo fue realizado en el marco del proyecto dgapa-papime pe-400214.
3
Dice Antun Kojtom Lam que entre los pueblos mayas de Tenejapa el Ch’ulel, la
fuerza, tiene cinco características o fases de desenvolvimiento: La 1ª fase del ch’ulel es el
“Ch’ulel como conciencia”. Él habla de la conciencia sobre el entorno. La conciencia va a se
63
ana maría martínez de la escalera
***
construya con relación a la edad. Se enseña desde la edad temprana y tiene que ver con el
respeto (no dañar, observar, no jugar con lo que dañe a la vida). Tiene también que ver con
auto cuidarse. La 2ª fase del ch’ulel es el “L’ab como dualidad”. Está vinculado a los otros
seres y consiste en la relación: hombre/mujer, la raíz de la que proviene la vida que es la
energía que viene de ti y se comparte con el otro. “Nunca olvides tu raíz que te da la vida y
vive en ti. Nunca olvides de dónde vienes, de dónde eres, quién eres”. Hay algo conectado
más allá de los ancestros. Las raíces hablan del reconocimiento de los ancestros y se pue-
den tejer, son mutables. La vitalidad se comparte con el ch’ulel. Es una energía a través de
la que fluyen los cuatro elementos que son el agua (la sangre), el fuego (sol), la tierra (el
cuerpo) y el viento (aliento). Con la tierra vuelve a fluir la energía. La 3ª fase del ch’ulel son
los seres de luz, “el Poslom”, donde se utilizan fuerzas sobrenaturales que tienen que ver
con el manejo de las energías. El chamanismo se relaciona con la transferencia de energía
de los animales, los pájaros, los jaguares. Hay personas que logran entender el manejo de
todas las formas de fuerza. Los brujos, por ejemplo, son transformadores de bolas de luces,
los chamanes o iloles tienen ese Toyol —momento energético elevado. El Toyem conoce
los manejos de energía. Pueden ser los rezadores a la tierra: ojos de agua, bocas de cerros, a
la milpa, o al cuerpo humano. También pueden ser los hombres y mujeres de conocimiento
que conocen de los calendarios, los curanderos. Son los elevados, la dualidad que observa el
universo, lee las estrellas y parte del respeto, del escullar la boca, abrir la orejera, formar la
lengua. Esta fase puede desarrollar vinculaciones de energía, compartir energía con anima-
les en trece niveles. Los hombres y mujeres de conocimiento se alimentan solarmente: pue-
den curar o dañar poderosamente. La 4ª fase son “los padres-madres”. La energía matriz, el
ch’ulel donde se desintegra la materia corporal, puede ser visible o invisible. Pasa a formar
parte de la dualidad padre-madre. Conjuntan esa dualidad energética donde se recoge la
vida (en el plano de los muertos) —el mundo de los muertos. La 5ª fase tiene que ver con
el “ch’ulel naturaleza”. Conjunto de pájaros, árboles, animales, piedras, que tienen ch’ulel,
o vitalidad que reencarna en nosotros y nosotros en ella. Tomado del diálogo oral entre el
citado y la Dra. María Isabel Pérez Enríquez, invitada en el proyecto papime: “Formación
en humanidades” 2014-2016.
64
la fuerza retórica
4
Tiempo de crisis, tiempo en que se deben dar respuestas a las demandas de los que
han sido desprovistos de dignidad y de derechos.
5
El pensamiento ha de ser sin condición, sin coartada; su única guía lo que la singu-
laridad de cada investigación indique (Derrida 2002).
6
El espectro es lo que está a la vez vivo y muerto, activo e inactivo, esperando para re-
activarse. En el terreno social o de la memoria histórico-política es la demanda de justicia.
Se vincula al perdón y por lo tanto a los procesos de reconstrucción de la democracia tras
una dictadura y a las posibles modalidades de reconciliación (Derrida 1995).
7
Dice Detienne que la isegoría y la isonomía realizan la democracia en la polis griega.
Emerge la segunda, según el mismo autor, de la igualdad entre los guerreros quienes, a través
del mismo derecho al botín de guerra, actualizan su igual relación ante el centro sagrado del
poder, verificando su cualidad de homoioi (semejantes en relación con el centro del poder
o soberanía). La primera es la que interesará a los rétores pues hace referencia al derecho de
65
ana maría martínez de la escalera
toma de la palabra de los homoioi Mediante un ritual tan minucioso como el del reparto
del botín, los iguales toman sucesivamente la palabra situándose en el centro del círculo de
escuchas, si es un asunto común, o en el límite de la circunferencia si es un asunto íntimo,
personal (Detienne 1981, pp. 87-147).
8
El otro es siempre anterior al discurso y a la conversación; su anterioridad es más
bien ética; con él nos une o vincula una responsabilidad irrenunciable (Levinas 1993).
66
la fuerza retórica
9
Recuérdese el carácter figural de la filosofía de la historia benjaminiana; a ese res-
pecto la tradición de los oprimidos es la expresión o sintagma figurativo de lo subyugado
en la historia; son tanto las víctimas de violencia letal, sus dolientes, como todos los seres
humanos que han sufrido, hasta ahora en silencio, algún tipo de ejercicio de la dominación
y que toman a su cargo la débil fuerza mesiánica: poderosa y profundamente frágil a la vez
(Benjamin 1967, pp. 43-52).
67
ana maría martínez de la escalera
sin sujeto. Estas fuerzas florecen sobre todo ante oportunidades singula-
res de reflexión y crítica, en momentos específicos de crisis del sentido o
la interpretación. Dichas oportunidades pueden tipificarse como “casos”
desde los cuales elaborar “estrategias jurídicas de resistencia” y “clínicas de
debate”. Nuestra colega Lourdes Enríquez10 ha ejemplificado admirable-
mente la reconfiguración de categorías jurídicas esgrimidas en la defen-
sa de los derechos de las víctimas de la injusticia. También lo ha hecho a
través de nuevas modalidades de presentación oportuna (kairológica) de
las pruebas demostrativas (Aristóteles, Retórica I368a) o necesarias y na-
turales (gran cuestión en tiempos aristotélicos y en los nuestros: ¿semeion
o tekmerion?)11 con las cuales visibilizar exclusiones de ideas y personas, o
problemas en las prácticas de derechos y, sobre todo, para la conformación
de la tradición de las luchas histórico-sociales o tradición de los oprimidos
como Benjamin nombró.12 Esta fuerza diferencial o, mejor dicho, estas
fuerzas sin amo como son las de la retórica pueden asombrosamente ense-
ñarse como lo ha sabido desde siempre la antigüedad clásica europea y, en
particular, la retórica y la sofística. Estas fuerzas retóricas del hacer/decir
quizás posean, según observaba con energía Helena Beristáin, una eficacia
enfática, un énfasis realizativo que las distingue y a la vez las asemeja, sean
voluntarias o involuntarias desde la perspectiva de los hablantes indivi-
duales.
¿Qué figura o tropo no exhibe en la infinidad de ejemplos o casos una
eficacia enfática feliz o catastrófica? Eficacia no terminal, no gobernada
por una lógica funcional sino dirigida a la realización del decir-hacer o del
quehacer del decir público —pues fuera de lo público no es segura esta efi-
cacia: por ejemplo, en el discurso dogmático— sobre las modalidades de
producción del sentido del discurso colectivo y sobre los cuerpos mismos
de los agentes de intercambios discursivos y no discursivos y, por ende,
sobre “los cuerpos de saber” de la gente (saberes sobre la historia, sobre los
10
Las estrategias exigen una práctica constante de las modalidades de argumentación
y de recursos tropológicos siempre singulares (Enríquez 2014).
11
Véase a Carlo Ginzburg y su lectura cruzada de la cuestión en Aristóteles y en Tucí-
dides (Ginzburg 2000, pp. 47-63).
12
En lugar de hablar de una lengua de los oprimidos o sojuzgados hablaríamos de
“saberes” ejercidos mediante estrategias de resistencia puestas a discusión, experiencia por
lo tanto.
68
la fuerza retórica
13
El estatuto —estado y regulación— del énfasis en el discurso en circulación, o bien
en su situación pública, pertenece a la vida activa (Arendt [1958] 1993, pp. 21-36) de los
individuos y sus relaciones de intercambio; razón por la cual la fuerza enfática propia de
figuras, tropos, operaciones y demás modos de la retoricidad (De Man) involuntaria, pues
la lengua se resiste, es, ante todo, actividad del discurso, su acontecer social en medio de
circunstancias. (No es ya necesario sino inútil y peligroso para la lectura crítica oponer el
contenido de lo dicho a su expresión, y su distinción posee solamente valor analítico-ins-
trumental) (Arendt 1958, pp. 21-36; De Man 1990, pp. 11-38; De Man 1979, pp. 3-19).
14
El pensamiento retórico nietzscheano, durante mucho tiempo señalado como or-
todoxo, se descubre hace no muchos años, como innovador y emergencia de una retórica
otra o neorretórica.
69
ana maría martínez de la escalera
15
En 1996 López Eire impartió un curso dentro de los trabajos del proyecto de retó-
rica dgapa in401195 coordinado por la doctora Beristáin. En ese marco el investigador
afirmó que “la retórica es hija de la democracia y el derecho” (9) y los hablantes se conducen
como ciudadanos de los que puede esperarse tomas de decisión igualmente ciudadanas,
que afecten a todos y que se produzcan como resultado de una actividad de interpretación
del logos de los otros (López Eire 1996, pp. 9-41).
16
Se refiere a correspondencias entre un nombre o sustantivo y la realidad (cosas,
seres y sus relaciones) a la que nombra.
70
la fuerza retórica
71
ana maría martínez de la escalera
Bibliografía
1
Está basado en resultados del proyecto ubacyt 20020120200039 “El Archivo de
la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (dipba). Un caso
de comunidad discursiva”, financiado por la Universidad de Buenos Aires y del que soy
directora.
2
Coordinación Federal fue creada en 1948 como una Dirección dentro de la estruc-
tura de la Policía Federal, fundada en 1943. A partir de los años sesenta, su categoría fue
elevada a la Superintendencia y su tarea se subordinó a la Doctrina de la Seguridad Nacio-
nal (García 1991), de modo que su función de mantenimiento del orden socio-político
y la seguridad del Estado fue reformulada para enfocarla en la llamada “lucha contra la
subversión”. Véase Rodríguez (2008).
3
Mesa Doctrina, SN titulado “Apuntes del Régimen Administrativo”.
73
maría alejandra vitale
4
Este edificio y este archivo pueden ser considerados, en términos de Pierre Nora
(1997) lieux de mémoire.
74
la fuerza del discurso
5
Esta concepción ha sido retomada en la actualidad por la retórica neosofística. Véase
a McComiskey (2002).
75
maría alejandra vitale
6
Frente al convencer, el persuadir no se limita a la adhesión racional, parte de lo
verosímil, llama a la acción y se dirige a un auditorio particular (el convencer apuntaría al
auditorio universal).
76
la fuerza del discurso
7
Austin afirma que este subtipo es difícil de definir y que incluye actos demasiado
numerosos e importantes. El filósofo incorpora a su vez a argumentar en un subgrupo
de los actos expositivos, junto con postular, deducir, omitir deliberadamente y destacar (en
este último caso usa signos de interrogación para expresar su duda sobre la corrección de
su inclusión).
77
maría alejandra vitale
8
Otros descriptores son: 4) Las “cadenas genéricas” constituidas por las sucesivas
elaboraciones de una misma “materia semántica” que se efectúan bajo formas genéricas
distintas. 5) Las condiciones de acceso a los géneros internos (confidencial, reservado, pú-
blico…). 6) La existencia y el rol de instancias institucionales de evaluación, de normaliza-
ción o de control, variables que afectan a los géneros discursivos. 7) Las cadenas genéricas
externas (transmisión), a considerar en función del “grado de alejamiento” en relación a la
comunidad fuente. 8) El estatuto y la localización de los productores (internos o exterio-
res) de los textos. 9) Su especialización o polivalencia genérica. 10) Los destinatarios de los
géneros externos y el uso previsto de estos textos. 11) El estatuto de mercancía de los textos
producidos en un marco genérico dado.
9
Otros género es la Carta o gráfico de la situación, registro gráfico de la actividad que
se encuentra en desarrollo.
78
la fuerza del discurso
El arte de mandar
10
Para un análisis de las regulaciones sobre la escritura de los informes de inteligencia
en la dipba, véase a Vitale (2013).
79
maría alejandra vitale
11
La dipba también construyó un ethos experto, en este caso concibiendo la Inteli-
gencia como una disciplina científica que implica la regulación de la práctica de la escritura
y la normalización de la terminología. Véase a Vitale (2014).
81
maría alejandra vitale
12
De modo coherente, el artículo 151 del Régimen de Disciplina de Coordinación
Federal explicita: “El deber de obediencia al superior en las órdenes del servicio se cumple
en todo tiempo y lugar”.
82
la fuerza del discurso
A modo de conclusión
Bibliografía
83
maría alejandra vitale
84
la violencia del discurso
1
Me refiero al trabajo del grupo de investigación que actualmente lleva el nombre de
“Formación en humanidades. La importancia del debate crítico-interdisciplinario desde la
alteridad” papime 400214 (dgapa/unam), y que da continuidad a una serie de investiga-
ciones interdisciplinarias que se remontan al año de 1999 y que se han dedicado a la crítica
de las formas socio-históricas de la exclusión desde el campo problemático de la alteridad.
Este texto fue escrito en el marco de dicho proyecto.
86
la violencia del discurso
2
En el sentido que le diera Foucault en el año de 1976. Se trata del saber histórico
de las luchas que se hace posible mediante la conjunción de un ejercicio de erudición o de
lectura crítica de textos especializados y un ejercicio de escucha atenta de los saberes de la
gente o saberes sometidos: “llamaremos, si ustedes quieren genealogía al acoplamiento de
los conocimientos eruditos y las memorias locales, acoplamiento que permite la constitu-
ción de un saber histórico de las luchas y la utilización de ese saber en las tácticas actuales”
(Foucault 2000, p. 22).
87
erika lindig cisneros
3
Por ejemplo, el criterio de lengua. Este año, el Programa “México, nación multicul-
tural” ofrece becas a estudiantes indígenas y entre sus requisitos incluye a) ser miembro
de un pueblo originario y b) Ser, preferentemente, hablante de una lengua indígena. Los
programas de posgrado del conacyt para mujeres indígenas solicitan un documento que
acredite su origen étnico, expedido por la autoridad municipal del lugar de origen de la
aspirante, y que especifique la lengua indígena que habla.
88
la violencia del discurso
4
La noción de iterabilidad fue propuesta por Derrida al inicio de la década de los
años setenta del siglo pasado como una herramienta crítica contra una teoría de la comu-
nicación, de herencia empirista, que definía la comunicación como la mera transmisión de
un sentido, de un sentido único y completamente determinable. Frente a esta definición y a
partir de una lectura crítica del pragmatismo inglés, Derrida propuso que la iterabilidad es
una condición de todo acto de habla, que vincula la repetición del sentido y de los efectos
performativos del acto con la posibilidad de aparición de lo nuevo (sentido y efectos) en
cada acto singular (Derrida 2010, p. 356). Si las figuras del discurso como el ‘indio’ invocan
a la vez que realizan una serie de relaciones de dominación, su iterabilidad implica que cada
uno de sus usos singulares constituye la ocasión para repetir (reforzar o reinscribir la fuerza
de) una de estas relaciones, pero también la ocasión de emergencia de lo otro o de lo nuevo,
un nuevo uso crítico y también una nueva práctica de resistencia: una nueva relación.
89
erika lindig cisneros
5
Y no en la política, que es la tesis que Foucault sostiene en “Defender la sociedad”.
Respecto al racismo biológico, habría que considerar que de acuerdo con la genealogía fou-
caultiana se trata de una invención de mediados del siglo xix, que aparece cuando la noción
de raza es apropiada por el Estado, tomando en préstamo ciertos significados de la biología
y la medicina, y el Estado se constituye como protector de la integridad, la superioridad y
la pureza de la raza de los ciudadanos. El tema de la “pureza de raza” sustituye así al de la
“lucha de razas” de los siglos xvi y xvii, que provenía, siempre de acuerdo con Foucault,
de un discurso contrahistórico que se posicionaba en contra de las leyes y de la soberanía
90
la violencia del discurso
(Foucault 2000, pp. 67-83). Aníbal Quijano, por otra parte y haciendo una historia distinta,
sostiene que el racismo es una invención estrictamente colonial. La idea de raza en su sentido
moderno, de acuerdo con Quijano, no tiene historia conocida antes de la conquista de Amé-
rica: habiéndose originado probablemente como referencia a las diferencias fenotípicas entre
conquistadores y conquistados se constituyó después como referencia a supuestas estructu-
ras biológicas diferenciales entre esos grupos. Las relaciones sociales se habrían fundado en
dicha idea y así se construyeron nuevas identidades sociales: indios, negros y mestizos y se
redefinieron otras como español, portugués y europeo, adquiriendo connotaciones raciales.
Y en la medida en que las relaciones sociales que estaban configurándose eran relaciones de
dominación, tales identidades fueron asociadas a las jerarquías, lugares y roles sociales corres-
pondientes, como constitutivas de ellas y, en consecuencia, al patrón de dominación colonial
que se imponía. Este patrón perdurará hasta nuestros días, siempre de acuerdo con Quija-
no, ya que “ha demostrado ser el más eficaz y perdurable instrumento de dominación social
universal, pues de él pasó a depender inclusive otro igualmente universal, pero más antiguo,
el inter-sexual o de género: los pueblos conquistados y dominados fueron situados en una
posición natural de inferioridad y, en consecuencia, también sus rasgos fenotípicos, así como
sus descubrimientos mentales y culturales. De ese modo, [la] raza se convirtió en el primer
criterio fundamental para la distribución de la población mundial en los rangos, lugares y
roles en la estructura de poder de la nueva sociedad. En otros términos, en el modo básico
de clasificación social universal de la población mundial” (Quijano 2000, pp. 346-347). La
estructura colonial del poder que perdura hasta nuestros días se funda así, según Quijano, en
el racismo. Puede advertirse la similitud entre las posturas de Bonfil y de Quijano.
91
erika lindig cisneros
6
“Se denomina indios o indígenas a los descendientes de los habitantes nativos de
América —a quienes los descubridores españoles, por creer que habían llegado a las Indias,
llamaron indios— que conservan algunas características de sus antepasados en virtud de
las cuales se hallan situados económica y socialmente en un plano de inferioridad frente
al resto de la población, y que, ordinariamente, se distinguen por hablar las lenguas de sus
antepasados, hecho que determina el que éstas también sean llamadas lenguas indígenas”. Y
más adelante agregan “fundamentalmente, la calidad de indio la da el hecho de que el suje-
to así denominado es el hombre de más fácil explotación dentro del sistema; lo demás, aun-
que también distintivo y retardador, es secundario” (citado en Bonfil 1972, pp. 109-110).
92
la violencia del discurso
Bibliografía
94
la violencia del discurso
95
caricatura y persuasión
CARICATURA Y PERSUASIÓN
COMO PARTE DEL HUMOR POLÍTICO
97
anna maría fernández poncela
1
Si bien hay quien diferencia ‘argumentar’, ‘convencer’, ‘persuadir’ y ‘seducir’, aquí
consideramos para los efectos de este trabajo que todos estos conceptos están en el campo
semántico de la intención de ‘influir’.
98
caricatura y persuasión
catura política gráfica no iban a tener esos mismos propósitos? Quien crea
y transmite el mensaje no intenta ni apuesta por convencer de la verdad.
Es más, lejos quedaron los argumentos —hablando de argumen-
tos— de que la publicidad engaña, las encuestas manipulan, los políticos
compran. Hoy se habla del poder de elección del receptor, de agencia y
conciencia. Pero, en fin, la caricatura política ¿qué hace? O sería más co-
rrecto decir: ¿qué intención, propósito y objetivos albergan sus creadores
—caricaturista— y transmisores —publicación?
En estas páginas aventuramos una respuesta, nos acaricia el dolor y la
amargura de la realidad, momentáneamente pensamos, aunque tal vez y
a la larga la acreciente. Nos hace sonreír o reír, triunfa el placer que diría
Freud (2008), luego nos abandona. Nos aporta puntos de vista diferen-
tes o complicidades similares, son posturas críticas, pequeñas rebeliones,
grandes introspecciones. Además de todo eso, se trata de una opinión
que busca ser creída, compartida, interiorizada, una visión del mundo
que quiere inseminarse a través de la introyección, de la cual además deri-
van en ocasiones acciones, a largo o mediano plazo, desde mantener una
ideología hasta votar o no. En resumen, se tensa —convence— y acto
seguido se destensa —cuando se remueve la energía física, mental y emo-
cional con la risa. Todo un ejercicio para el cuerpo, la mente y, quizás,
también el alma. Qué mejor convencimiento que a través de la emoción
que promueve la memoria y de la risa que fomenta el recuerdo, pero eso
sería ahondar en el mundo emocional en cuestión que nos desviaría de los
objetivos de este trabajo.
Hoy las ciencias sociales apuntan al giro cultural y al giro emocional,
y ¿cuáles son los componentes principales de un chiste político?, ¿de qué
se vale una caricatura política? De la cultura no nos podemos salir (Butler
2007); las emociones ya nos han alcanzado (Fernández Poncela 2011, pp.
315-339) o habría que decir que siempre han estado ahí. Así, cultura y
emoción se entrelazan hábil, invisible y silenciosamente en el humor po-
lítico: cultura, emoción y, añadimos en este trabajo, intención persuasiva.
99
anna maría fernández poncela
101
anna maría fernández poncela
Por regular que resulte una fisonomía, por armoniosas que se supon-
gan sus líneas y por ágiles que resulten sus movimientos, jamás es
enteramente perfecto su equilibrio. Siempre se desprenderá de ella
la indicación de un hábito que se anuncia, el esbozo de un posible
102
caricatura y persuasión
105
anna maría fernández poncela
Conclusiones
poder suficiente como para derribar a algún gobierno, cambiar una línea
política o desencadenar una revolución” (Infante Yupanqui 2008, p. 263),
más bien “el humor es una forma de conciencia en donde el público puede
mirarse” (Infante Yupanqui 2008, p. 268).
En fin, muchas cosas más se podrían decir sobre el tema que nos ocu-
pa en estas páginas, sin embargo, nos gustaría concluir con la idea de que
la caricatura política, a veces irónica, en ocasiones amarga, siempre hu-
morística, expone y remarca el conflicto político, la amoralidad social y la
mediocridad de liderazgos, mientras denigran pero hace sonreír, convence
y tensa problemáticas toda vez que suelta o relaja tensiones culturales, po-
líticas, emocionales y físicas a través de la risa o la sonrisa. Como se dijo en
un inicio y se defiende en este texto, airear la vida, provocar una sonrisa,
contribuir a una carcajada son regalos que hay que apreciar para la salud en
todos los aspectos, más allá que lo que la inspire sea el absurdo y la incon-
gruencia, la deslealtad y la mentira, el autoengaño y la injusticia.
La caricatura política lo relativiza todo, y todo es objeto del deseo in-
saciable del humor; así, indirectamente y sin querer, nos recuerda que la
vida es una gran broma cósmica, como dice Osho (2006), y aquí añadimos
que la política pareciera a veces una gran burla cósmica.
Bibliografía
111
anna maría fernández poncela
112
caricatura y persuasión
113
retórica e interdisciplinariedad
RETÓRICA E INTERDISCIPLINARIEDAD.
UN APUNTE PARA LAS CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN
Introducción
1
No es en absoluto aberrante que todas las disciplinas deberían referirse, nominal-
mente, como ciencias (en plural). Así, diríamos ‘ciencias de la economía’, ‘ciencias de la
política’, ‘ciencias de la psicología’, ‘ciencias del lenguaje’, ‘ciencias de la historia’, ‘ciencias de
la antropología’, etc., para indicar su inexorable carácter interdisciplinario.
2
Una reflexión más detallada sobre este aspecto: González Domínguez 2010.
3
Como la define un autor como Bruno Ollivier 2007.
4
Un error frecuente es confundir la retórica con la sofística. Esta última se vale de la
técnica de la retórica, pero carece de toda justificación ética, ya que el sujeto hablante sólo
pretende persuadir a pesar de saber que miente o porque su discurso no ofrece suficientes
argumentos, no necesariamente éticos, sino también de otro orden.
5
Lo que puede considerarse ya como un consenso. Véase Bautier 1994, Breton 1996,
Danblon 2005, González Domínguez 2009, 2013.
117
carlos gonzález domínguez
6
Es fácil notar que Saussure exagera en su afirmación. No es posible observar un ob-
jeto de estudio ‘ya dado de antemano’; se requiere un trabajo previo de génesis perceptiva
venida de diversas necesidades físico-económico-político-intelectual-cultural. Lo que en
el vocabulario de Piaget sería ontogénesis de los fenómenos 1967.
7
Las cursivas son nuestras.
8
El interés instrumental de la ciencia como lo identifica Habermas 1976.
118
retórica e interdisciplinariedad
En Las palabras y las cosas (1997), Michel Foucault pone en evidencia ‘la
voluntad de saber’ y los ‘umbrales epistemológicos’ con los que las disci-
plinas proceden para su delimitación y usos sociales. Estos umbrales y esa
voluntad de saber no son inocuos y terminan por configurar una idea de
hombre y de la naturaleza que, en definitiva, no deben concebirse como la
esencia de los objetos. La inestabilidad del comportamiento del hombre
como sujeto histórico no permite un tratamiento específico desde algu-
na disciplina en particular. Por el contrario, las disciplinas en cuanto tales
construyen una idea de hombre, convocando ‘umbrales epistemológicos’
que satisfacen ‘la voluntad de saber’ de una sociedad históricamente dada.
Definitivamente, ninguna episteme sería capaz de construir en sí los ob-
jetos de la realidad de forma absoluta y definitiva. Las epistemes, en tan-
to que sistemas científicos, validan sus presupuestos epistemológicos con
respecto a los objetos de estudio que construyen. Pero, más delicadas, las
ideologías aparentan ser perspectivas científicas que tratan de ‘confeccio-
nar’ la realidad, no los objetos científicamente construidos. Dentro de las
cc hay casos muy evidentes que producen conceptos tales como ‘sociedad
de la información’, ‘sociedad del saber o del conocimiento’, ‘comunicación
organizacional’, ‘mercadotecnia’, ‘imagología’, que prácticamente usurpan
la cientificidad, al pasar como conceptos científicos, cuando en realidad
son racionalidades que pretenden modelar o confeccionar aspectos de la
sociedad-realidad.
En este contexto, no hay que olvidar entonces que toda ciencia no
emerge como esperando su objeto de estudio; por el contrario, construirlo
es un principio epistemológico de las ciencias. Las ciencias —en plural—
son instituciones que nacen en momentos históricos bien determinados,
9
Ante las graves crisis de la democracia, podemos decir hoy que la ausencia de la re-
tórica en la práctica política es reveladora de dicha crisis, como lo fue su ausencia en ciertos
periodos del Imperio romano y de su estigmatización durante la Revolución francesa.
119
carlos gonzález domínguez
10
Emitir una frase sería el modelo original de la retoricidad humana. Basta recordar
el significado etimológico de la palabra rétor: ‘orador’.
121
carlos gonzález domínguez
11
Decimos comprensión y no explicación, para ser fieles al reconocimiento interpreta-
tivo de las ciencias del hombre y diferenciar el procedimiento explicativo de las ciencias de
la naturaleza. Es justamente la reflexión de Whilhelm Dilthey (1980).
12
Una interesante crítica de la comunicación como ideología se encuentra en Côté
1998.
123
carlos gonzález domínguez
124
retórica e interdisciplinariedad
Conclusiones
De acuerdo con lo que hemos dicho hasta aquí, es fácil observar que este
otro lado de la comunicación, el de aprender a comunicar, depende de la
conciencia que se tenga del reconocimiento de la complejidad del fenó-
meno. Por esto, aquellas universidades que tratan la comunicación como
cuestión solamente de técnica no enseñan que todo sujeto hablante es un
sujeto social, político, cultural e histórico. Por lo tanto, la universidad
tiene la enorme responsabilidad de poner atención en cómo el desarrollo
humano se produce en la práctica de la comunicación. Por supuesto que,
13
La definición del hombre en Aristóteles: libro I de Política (2000).
125
carlos gonzález domínguez
Bibliografía
127
carlos gonzález domínguez
128
II. Aplicaciones
los discursos: una modalidad del lógos
Introducción
1
Cf. Tucídides, HGP I, 20-22. Por motivos de brevedad en este artículo, se citará la
obra de Tucídides “Historia de la guerra del Peloponeso” con las siglas HGP. Además, he
tenido siempre a la mano el TLG (Thesaurus Linguae Graecae), para confrontar la traduc-
ción española con el texto griego original.
131
francisco josé casas restrepo
ni según me parecía, sino sólo sobre aquellos en los que estuve pre-
sente o, yendo a buscarlos a otras fuentes con cuanta exactitud era
posible en cada caso (Tucídides, HGP I, 22).2
2
Las expresiones entre corchetes son mías y se atienen a las observaciones llevadas
a cabo por Parry (1981, pp. 8 ss.), quien establece sentidos múltiples y complejos de estas
dos categorías.
3
West 1973, pp. 7-15; Iglesias Zoido 1995, pp. 159-162; Iglesias Zoido 2006, pp. 4-5.
132
los discursos: una modalidad del lógos
juicios, etc. Todos ellos suman, en total, ciento cuarenta y uno, según el
escrutinio exhaustivo que lleva a cabo el propio West (1973, pp. 7-15).
La inclusión de discursos en su obra no hace a Tucídides, ni mu-
cho menos, original desde el punto de vista literario. Los textos más anti-
guos de la literatura griega muestran el uso abundante de discursos como
forma de reproducir lo dicho por los distintos personajes —ya fueran
hombres, semi-dioses o dioses— de manera más vívida, fresca y real. Los
discursos son, además, una modalidad literaria oral bastante emotiva, con
inmensas posibilidades mnemotécnicas.4 Se presentan en la literatura grie-
ga, pero también con asombrosos paralelismos y similitudes, en otras tradi-
ciones literarias muy diversas entre sí, tanto anteriores como posteriores. El
uso del discurso —como forma de transmisión o como elemento literario—
se prolongará incluso cuando la literatura escrita y la cultura letrada se hayan
consolidado y pierdan el lazo que las ataba a la oralidad inicial, aunque la
ruptura entre escritura y oralidad no llegará a producirse nunca de forma
total (Havelock 1995, pp. 42-45).
Justamente por la importancia, cantidad y extensión de los discursos
—que hacen de la Historia de la guerra del Peloponeso una obra singular,
un tratado extenso y único de ese género ‘discursivo’—,5 Tucídides no re-
quiere justificar su empleo; de otra forma, su misma obra sería impensa-
ble sin los discursos (West 1973; Westlake 1973). No obstante (Nicolai
2003, pp. 263, 275-285), minimiza la herencia oral de Tucídides, acentúa
el predominio de las técnicas de la escritura en su obra y resalta la elabora-
ción original del historiador (Tucídides, HGP I, 20, 1 y 3; 21, 1, 22, 2-4).
Además, esta obra también constituye, un corpus retórico inigualable que
muestra entrelazadas de forma inseparable la política, la guerra y el poder.6
4
Cf. Tucídides, HGP I, 22, 1, quien, no obstante, menciona la dificultad que ha teni-
do para recordar las palabras exactas pronunciadas por los actores de la guerra o, incluso, su
sentido global. Esta operación parece haberle supuesto a Tucídides un esfuerzo monumen-
tal, mayor que aquel empleado en la recopilación, filtrado, tratamiento y redacción de los
hechos acaecidos durante la guerra. Cf. al respecto Tucídides, HGP I, 21; 22, 2-4; Strauss
(2006, pp. 236-238).
5
Tucídides, HGP I, 22, 1; Woodruff 1996, pp. 118-120.
6
Knox 1990b; Tucídides, HGP, I, 73-86, 120-124, 140 y ss.; II, 11, 35-46, 60-64, 87,
89; III, 9-14, 37-48, 53-67; IV, 17-20, 59-64, 85-87; V, 85-113; VI, 9-23, 33-40, 76-87,
89-92; VII, 11-15, 61-68.
133
francisco josé casas restrepo
7
Tucídides, HGP III, 37-40 y 42-48; V, 45-46; VI, 9-14 y 16-18; 47-48.
134
los discursos: una modalidad del lógos
De otro lado, los discursos pueden incluso ser más engañosos que los
hechos: bajo la apariencia de fidelidad a lo dicho, existe en ellos una po-
sibilidad mayor de ocultar la verdad, unida a la correlativa imposibilidad
de comprobar las palabras “verdaderamente dichas” por aquellos que las
pronunciaron. Así, “los discursos pueden ser engañosos no sólo a causa
de la mala memoria y la parcialidad de los oradores; también es posible
que tengan la intención de ser engañosos” (Strauss 2006, pp. 238). No
obstante, su reproducción directa es mejor y, por supuesto, preferible a su
reproducción indirecta o de segunda mano, la cual redoblaría la posibi-
lidad de que fuesen poco fiables o engañosos. Ocurriría así una situación
similar a aquella presentada con los hechos, poco fiables cuando son co-
nocidos a través de un testigo indirecto, el cual asegura —a su vez— ha-
berlos escuchado de otros testigos que declaran haber visto y vivido tales
hechos.
Es pertinente entonces, que nos formulemos la pregunta sobre por
qué Tucídides se inclina por el testimonio directo (autopsía) en el cam-
po de los discursos; por qué su afán por escuchar ‘lo dicho’ de labios de
aquellos que lo pronunciaron y, si es posible, en el momento en el cual
lo pronunciaron. Esta pregunta, planteada de forma muy peculiar por
Strauss, proporciona también una respuesta que explica las intenciones de
Tucídides cuando emplea los discursos en su obra y concede así a los pro-
tagonistas la posibilidad de ‘hablar’ por sí mismos:
¿Qué es lo que logran los discursos que el informe más perfecto acerca
de los discursos no podría haber logrado? Un informe tal nos habría
revelado la intención del discurso[...]. Lo que aún nos faltaría es la
presencia del orador: al escucharlo, no lo veríamos; no estaríamos
expuestos a él, afectados por él, tal vez hechizados por él. Los in-
formes más perfectos de Tucídides acerca de los discursos serían parte
del discurso de Tucídides como todas sus otras partes; no veríamos
la peculiaridad del discurso de Tucídides; y seríamos expuestos sólo a
Tucídides (Strauss 2006, pp. 238).
8
Este autor se refiere en este artículo no sólo a los discursos, sino a la totalidad de la
obra de Tucídides.
137
francisco josé casas restrepo
9
Las cursivas son mías; las expresiones en cursiva entre paréntesis, se refieren a dis-
tintas denominaciones asignadas de forma pareada a cada uno de los dos aspectos de los
discursos, respectivamente por (Garrity 1998, pp. 364-373; Hammond 1973, pp. 49-50 e
Iglesias Zoido 1995, p. 26.
138
los discursos: una modalidad del lógos
Bibliografía
10
El mayor defensor y propagandista del “carácter científico” de la obra tucidídea
durante el último siglo ha sido Cochrane 1929. Esta obra, que hizo carrera, está hoy franca-
mente desmentida a la luz de los múltiples datos y conocimientos que poseemos sobre Tu-
cídides y su obra, en particular, y sobre la disciplina histórica en la Antigüedad, en general.
139
francisco josé casas restrepo
140
los discursos: una modalidad del lógos
141
aspectos de la técnica retórica
1
La retórica como material de estudio teórico sobre la elocuencia judicial en el siglo v
ya es presentada por Platón cuando enuncia una lista de maestros encargados de dicha tarea
como Eveno de Paros (poeta y sofista del siglo v citado por Aristóteles en Retórica 1370a
ss.), Tisias (sofista fundador de la retórica, citado por Platón en Fedro 273a ss), Gorgias y
demás. Cf. Pernot 1993, pp. 43 ss. Por otra parte, cuando la perspectiva es filosófica se tiene
la intención de resaltar finalidades y deficiencias en el empleo de la retórica. Cf. Beristáin
y Ramírez Vidal 2010, pp. 7 ss.
143
ana bertha nova
La práctica retórica que Gorgias recrea con fines específicos sobre un acon-
tecimiento que podría haber ocurrido en época2 remota, ejemplifica que
el pasado servía para el aprendizaje del presente, circunstancia que sería
un error pasar por alto. La acusación contra Palamedes habría sucedido
cientos de años antes de que el ejercicio fuese presentado, transmitido a los
helenos por tradición oral. Gorgias llevó a su auditorio un suceso con la in-
tención de dejar huella de los hechos que daban forma a su propio mundo.
En este caso, vale la pena tener presente que no se conoce con certeza ni la
acusación contra Palamedes ni las circunstancias del litigio. La riqueza del
discurso de Gorgias está bien sustentada en un probable acto que no estaba
presente en la narrativa fundacional helena, la Ilíada,3 lo que no disminui-
ría fuerza ni riqueza a la defensa que él preparó para un acusado (Palame-
des) que simboliza un carácter digno de recuerdo entre los hombres.
Este deshonroso acontecimiento tendría eco en toda la tradición he-
lena, lo que facilitaría perspectivas didácticas con diferentes fines. En este
caso, Gorgias resalta el punto de vista de Palamedes, el acusado, más que
las razones que podría haber presentado el acusador, Odiseo. En la litera-
tura posterior puede observarse la reflexión intelectual que se generó so-
bre un acontecimiento tan rico y de consecuencias tan significativas para
los griegos. El tratamiento que se ha hecho de la cuestión ha propiciado
que ese caso sea un clásico de la evolución intelectual del hombre.
Por otra parte, no está fuera de duda la atribución de esta defensa a
Gorgias.4 Aunque la elaboración de discursos de este tipo era común en la
Atenas de su tiempo,5 no disminuye la importancia de este imprescindible
2
La Ilíada, atribuida a Homero (siglo viii a. C.), narra la guerra de Troya, que posi-
blemente sucedió en el siglo xii a.C. Véase Vermeer 2005.
3
No se debe pasar por alto el hecho de que Palamedes nunca fue mencionado en la
Ilíada, pero sí lo mencionó Platón como un hábil orador en Fedro 267c ss
4
La defensa de Palamedes es anterior a la defensa de Sócrates; se podría observar
la influencia de la sofística en el diálogo platónico, cuando Sócrates afirma que no teme a la
muerte, porque se reuniría con personajes reconocidos entre los griegos, como Palamedes
(Apología 41a-41b).
5
La evolución de la retórica es necesaria para precisar el sentido del término. En el si-
glo v a.C. tiene una connotación que diferirá de la del iv a.C. Cf. Vianello, Aquino López,
Galaz y Ramírez Vidal 2004, pp. 15 ss.
144
aspectos de la técnica retórica
6
No se entiende qué se quiere decir con atribuir a Palamedes la invención del núme-
ro. Cf. Platón, República 522d1 ss.
7
Se le adjudican invenciones inverosímiles. Cf. Platón, Leyes 677d ss.
8
Se le consideró como el fundador de los discursos de afirmación y negación sobre un
mismo asunto. Cf. Plátón, Fedro 261b ss.
145
ana bertha nova
9
El género que maneja aquí Gorgias es el de ejercitación didáctica de género judicial.
Cf. Tapia Zuñiga 1980, p. xxxii.
146
aspectos de la técnica retórica
10
Artilugio argumentativo disyuntivo, estrategia que confundía al oyente intencio-
nalmente para generarle emoción. Cf. Gorgias, Fragmentos 5.
148
aspectos de la técnica retórica
hombre libre llevar a cabo semejante acción. ¿Un hombre libre de estirpe
reconocida y admirada desearía algo superior a ello? En respuesta, el apo-
logista señala que semejante ambición sólo arrastraría a la esclavitud a un
hombre libre que, por linaje, era aristócrata; sostiene que las consecuen-
cias nefastas para un hombre de su linaje son varias y diversas, y agrega que
considerar su acción como un error llevado por la avaricia sería también
impensable en alguien que había vivido en la mesura, que tenía dominio
sobre sí mismo y que no se procuraba placeres ni excesos considerados
propios de un esclavo.
Muestra de manera directa estas afirmaciones y señala que el honor
era una de las mayores riquezas que poseía el heleno libre y que no po-
dría comprarse con nada. Además, pone de testigos a sus propios jueces
a quienes se consideraba sabios y con la capacidad de discernir lo justo de
lo injusto, lo verdadero de lo falso, lo bueno de lo malo. Aunado al aspec-
to moral, expone qué significarían para un hombre libre, sujeto a la ley
que imperaba entre los helenos, las consecuencias de semejante acto, pues
afirma que, al ser un traidor, se convertiría en un enemigo de los suyos,
de la ley, de la justicia, de las divinidades que veneraba, por transgredir
todo aquello que lo cobijaba como un hombre libre. ¿Qué hombre libre
en las circunstancias de Palamedes se infligiría semejante afrenta? ¿Se trai-
cionaría a sí mismo, al clan, a la Hélade, a los amigos, a los antepasados, a
las tumbas de los suyos, a todo lo que lo conformaba como un heleno de
excelencia moral, que contaba con la confianza de los demás?
En esta segunda parte de la argumentación echa mano de los rasgos
que la tradición había expuesto como propios de aquellos primeros hom-
bres que construyeron la grandeza de Grecia, de quienes los helenos se sen-
tían orgullosos y a quienes solían presentar como ejemplo ante los demás.
Conclusión general
152
aspectos de la técnica retórica
Bibliografía
fuentes
estudios
153
la prosopopeya de las leyes
1
Sobre la prosopopeya, cf. infra, p. 161.
155
rómulo ramírez daza y garcía
propia vida (como expone en la Apología) y bajo las que quiso regir su pro-
pia muerte (como expone en el Critón).
Este ensayo permite ver cómo Platón se apoya en ese recurso retórico
para construir, en su primera etapa, el universo que constituye su visión
filosófico-política, desarrollada plenamente en la República, el Político y
las Leyes. Me apegaré al siguiente esquema: planteamiento; Δικαιοσύνη en
su ausencia y en su presencia; prosopopeya; hermenéutica de la prosopope-
ya de las leyes, y valoración final.
Planteamiento
2
Esto puede verse claramente a la luz de la vida de Sócrates. Primero, cuando, en su
calidad de miembro de la Comisión Pritana, instancia mediadora de la Asamblea Popular
establecida tras la batalla naval de las arginusas, defendió el derecho de juicio de los gene-
rales acusados, haciendo cumplir la ley, a pesar de la presión que los demás ejercían sobre él
para conseguir su apoyo. Segundo, cuando enfrentó solo a los Treinta Tiranos por negarse
a aprehender a León de Salamina y conducirlo a una muerte injusta. Tercero, cuando mos-
tró su patriotismo como soldado voluntario en tres campañas militares: Potidea, Anfípolis
y Delio. Por último, el acto más justo y heroico de todos: cuando murió por los derechos
de los demás, acatando las leyes, ya que sólo ellas —pensaba— podían lograr el bien común
por encima del bien particular (aun cuando se tratase de su propia vida). Por ello, en Sócra-
tes la justicia tiene varios ámbitos de acción, pero todos ellos tienen su génesis en lo moral
y su cumplimiento en las acciones políticas.
156
la prosopopeya de las leyes
3
Para los diálogos de Platón utilizo las siguientes traducciones: para el Critón, la ver-
sión castellana de García Yagüe (1972); para Lisis, Emilio Lledó (1997); para la República,
Eggers Lan (1998); para la Retórica de Aristóteles, Antonio Tovar (1999); para De cae-
lo, Miguel Candel (2008); para los Ejercicios Preparatorios de Elio Teón, Laurent Pernot
(2013); para las Instituciones Oratorias de Quintiliano, Gerhard Hortet (2006); para los
Fragmentos de Heráclito, Luis Farré (1982); para Vida, opiniones y sentencias de los filósofos
más ilustres de Diógenes Laercio, Ortiz y Sanz (2008).
4
Platón mismo fue testigo de dichas adversidades y, por ende, su comprensión de
la justicia está en reacción y en vinculación directa al contexto que vivió: en Atenas y en
Siracusa. Por lo menos destacan tres datos (dos previos al Critón, y uno muy posterior) que
permiten entender, en parte, su visión política, que es una respuesta frente a esa realidad:
primero, el deslinde familiar con dos de sus tíos (Cármides y Critias) que en sus prácticas
políticas eran injustos, y formaban parte del gobierno de los Treinta Tiranos. Segundo, la
injusta condena a muerte por cicuta de su maestro Sócrates, por perseguir altos ideales y
oponerse a la necedad y al vicio. Tercero, su propia venta como esclavo por parte de sus
enemigos de la corte siracusana. Por Sócrates mismo, Platón tiene una visión altamente
moral de la justicia.
5
La crítica suele presentar estudios pareados sobre estos dos diálogos, tanto por la ma-
teria común como por la proximidad temporal de ambas obras. Véase al respecto la edición
de Burnet (1979).
157
rómulo ramírez daza y garcía
Por ello J. Adam (1888, p. 3) afirma: “to my mind the Crito is one of the
finest of Plato’s minor dialogues, breathing the most exalted morality”.
El diálogo trata de la argumentación que Sócrates ofrece a su amigo
de la infancia y de toda la vida, Critón,6 de que por ningún motivo se puede
ir en contra de las leyes, pues ellas aseguran el bien común de la ciudad. Es,
en el fondo, una justificación moral y política de por qué Sócrates actuó
como actuó. Las razones que ofrece a sus discípulos y amigos, representa-
dos simbólicamente en la figura de Critón, son, en particular, las que Pla-
tón mismo da a los suyos, en un acto de consolación compartida, pues, ante
el desconsuelo por la muerte del maestro, en un principio parecía que éste
había actuado de manera trágica y voluntaria —incluso injusta— sobre sí
mismo y sobre los demás, abandonando, con su sumisión al legalismo, a las
personas que le profesaban cariño.
El diálogo tiene dos finalidades. La primera es dar razón de la sabia
actitud socrática en un régimen imperfecto, pero en vías de perfección,
según la visión y la mentalidad de Sócrates, y el sacrificio que eso supone,
incluso la condena a muerte. La segunda es dar consuelo filosófico (es de-
cir, con razones) a quienes sufrían por la trágica pérdida del maestro, a la
vez que exhortaba a la consumación de un acto de heroísmo respecto al
espíritu universal que deben guardar las leyes. El Critón es, por ello, a la par
que la primera consolatio per Philosophiam, el primer protréptico jurídico,
al ser la primer justificación moral de la primacía que la justicia tiene por
6
Parece que Critón fue el mejor amigo de Sócrates. Ya el mismo Diógenes Laercio
(II 13), dice: “Critón Ateniense fue sumamente afecto a Sócrates, y cuidó tanto de él que
nunca sufrió le faltase nada de lo necesario” (2008, p. 166). Según Luri (2004, p. 99-100):
“Critón se afilió por completo a las filas del socratismo. Tenía la misma edad que Sócrates,
era de su mismo démos y fue su amigo desde la infancia, haciéndose seguidor suyo poste-
riormente junto con sus hijos [...] Gracias a la larga fidelidad de su amistad compartió con
Sócrates la intimidad de sus momentos finales [...] En las últimas horas de la vida de su
amigo se ocupa de que uno de sus servidores acompañe a Jantipa; ayuda a Sócrates cuando
se retira para darse un último baño; es él quien recibe directamente la última y enigmática
recomendación del filósofo: ‘Critón, le debemos un gallo a Asclepio’. Finalmente es él tam-
bién quien le cierra los ojos y la boca”. Platón muestra esa cercanía: “con pocos seguidores
de Sócrates tiene Platón esta detallada delicadeza [...] este texto <el diálogo homónimo>
transmite algo que va más allá del mero documento y que se acerca al homenaje de una
amistad” (Luri 2004, p. 102, cf. también pp. 25, 100). Sobre la ayuda sin límites que Critón
otorgó a Sócrates, cf. Demetrio de Bizancio, fr. 162 Jacoby (Luri 2004, p. 24).
158
la prosopopeya de las leyes
Desde el principio del diálogo se deja claro que la justicia es algo que ejer-
cen los justos y que cualquier ciudadano debería temer a las censuras, así
como gozar de las alabanzas de los justos, porque sólo éstos saben ponderar
las acciones, calibrar los problemas y dar soluciones sopesadas y concienzu-
das (Cri. 47d). Por tanto, para saber lo que es la virtud hay que ver quién
la ejerce. El justo es, pues, el entendido que sabe cómo debemos compor-
tarnos, pues sabe cómo deben ser las cosas, a diferencia de lo que la mayoría
quiera o desee (Cri. 47b-c), tesis que comparten Sócrates, Platón y Aristó-
teles. En relación con los dos primeros, por sus posturas intelectualistas,
quizás sea redundante decir que sólo el sabio puede ser justo y seguir al
más entendido es como seguir a la justicia misma, dado que es el que sabe
alejarse de la iniquidad (Cri. 48a).
La injusticia todo lo corrompe. Así, vivir de manera honesta, buena y
justa es una y la misma cosa, y lo justo es aquello a lo que debemos tender
(Cri. 48b) como lo dicta la recta razón y la moral. Internamente debemos
sufrir lo que sea, con tal de no obrar con injusticia (Cri. 48d), pues más
vale vivir bien que el mero vivir (Cri. 48b).
La justicia está entonces por encima de todo parecer subjetivo, dado
que es universal: “tanto si el vulgo lo afirma como si lo niega, tanto si he-
mos de sufrir una suerte más dura que la presente como si hemos de tener
una más halagüeña, pese a quien le pese, el cometer injusticia es malo y ver-
gonzoso” (Cri. 49b). Por eso sufrir injusticia no autoriza al que la padece
a cometerla, dado que el principio dice: “en ningún caso se debe cometer
injusticia” (Cri. 49b). Dañar a otro que me daña en nada se diferencia de
ser injusto (Cri. 49c-d). Esto es algo muy original, pues se contrapone al
sentir tradicional del hombre griego, para quien hacer bien a los amigos
implicaba hacer mal a los enemigos propios, y también a los enemigos de
los amigos (Cri. 49b).7
7
Esto siempre y cuando se percaten de quiénes son sus amigos y de quiénes sus enemi-
gos, pues: “muchos son los que aman a los que les son enemigos y odian, por el contrario, a
159
rómulo ramírez daza y garcía
los que les son amigos, y son, así, amigos de sus enemigos y enemigos de sus amigos” (Pla-
tón 1997b, 213a-b). El Lisis permite también entender la amistad entre Sócrates y Critón,
pues es el primer texto donde Platón habla ex professo de la amistad, y la primera obra de
Occidente sobre este tema. En el Critón no hay un tratamiento de la amistad como tal. Si
se quisiera abordar el tema de la amistad en Platón, tendríamos que tomar ambos diálogos.
El Critón, por la proximidad especial de Critón con Sócrates; y el Lisis, por el abordaje
dialéctico en sí mismo en términos formales del paradigma o idea de la amistad.
8
Hay muchos recursos que tienen el poder de persuasión dada la imperfección del
oyente, como decía Aristóteles, y como lo expuso Quintiliano en sus Instituciones Oratorias
II 15 § 6, cuando dice: “también el dinero persuade y también la influencia, la autoridad
y la posición social de aquel que habla o, en última instancia, el aspecto mismo, sin ayuda
de la voz, como cuando el recuerdo de los méritos de alguna persona, una apariencia que
inspira lástima o una extraordinaria belleza deciden el veredicto” (2006, p. 163).
160
la prosopopeya de las leyes
Prosopopeya
9
Viene del verbo ἠθοποιέω que significa: “I. Mould the character of a person; II. Ex-
press or delineate character” (Liddell-Scottt-Jones 1996, p. 766).
10
Viene de la voz ‘μετάγω’ que significa: “trasladar, cambiar de dirección o de camino”
(Pabón 2005, p. 389).
11
Cf. Pernot 2013, p. 255; Beristáin 2010, p. 312. Según Pernot (2013, p. 256), per-
sonae fictio consiste en “hacer hablar a [...] una abstracción”.
161
rómulo ramírez daza y garcía
ran hablar mejor que en la vida real, pero siendo ellos mismos [...]
Asimismo, es conveniente que los declamadores pongan la máxima
atención en cómo interpretar a cada persona [...], la prosopopeya,
que yo incluyo entre los discursos deliberativos, porque sólo difiere
de éstos en que requiere de la representación de un papel [...] y se pre-
sentan bajo los nombres de ciertos personajes [...] En tales casos, nos
servimos frecuentemente de discursos inventados que atribuimos a
personajes [...] se suelen proponer temas ficticios para discursos deli-
berativos muy parecidos a las controversias.
Según Pernot (2013, pp. 247 y 255) “êthopoiia, prosôpopoiia —lat. ad-
locutio, sermocinatio [...] es una translatio, reemplazo del término propio
por un término imaginado, que responde a una comparación”. Esta figura
de pensamiento y recurso argumental “consiste en atribuir a las cosas in-
animadas o abstractas, acciones y cualidades propias de seres animados, o
a los seres irracionales las del hombre” (rae 2001, p. 1848a), como aquí
pasa con las leyes, a las que Sócrates dota de una personificación casi hu-
mana o sobrehumana, por razón de que gobiernan la vida de los hom-
bres.12 Beristáin precisa: “esta metáfora de un tipo especial denominada
‘metáfora sensibilizadora’, prosopopeya o personificación o metagoge, en
virtud de que lo no humano se humaniza, lo inanimado se anima (como
ocurre siempre con la metáfora mitológica)” (2010, p. 312). Como resu-
men, podemos decir, en palabras de Benjamín Jarnés (1964, pp. 242-243):
12
Sobre la prosopopeya como ilustración política de las leyes en la constitución de la
polis, cf. Dyson (1978, p. 427): “the manner in which the ensuing argument is presented,
for the ‘Laws and the Commonwealth’ are personified and put their case in the address
which Socrates imagines them making to him. But Plato does here not undertake any sys-
tematic analysis which might support the personification. Rather he implies its validity
by a selection of personal relationships which he uses to illustrate the one which exists
between citizen and state”.
162
la prosopopeya de las leyes
13
Dyson (1978, p. 428) dice al respecto: “It was a well-established conviction that
the prosperity of a state depends on general obediente to law on the part of the citizens,
and the claim was made that one law-breaker could have a devastating effect on the securi-
ty of the whole. Plato holds a similar position in the Laws, without any rhetorical exagge-
ration such as there is perhaps in the Crito”.
163
rómulo ramírez daza y garcía
14
En relación con Homero, Heráclito dice lo siguiente: “todo lo que hemos visto y
apresado, lo soltamos; mas lo que no hemos visto ni apresado, lo llevamos con nosotros”
(Heráclito, fr. 56), cf. Colli, quien explica esta misma idea en el capítulo titulado: “El desa-
fío del enigma” (2000, pp. 51-61).
164
la prosopopeya de las leyes
Dinos Sócrates, ¿qué piensas hacer? ¿verdad que con lo que te pro-
pones llevar a cabo intentas destruirnos a nosotras, las leyes, y a la
ciudad entera en lo que está de su parte?, ¿o tal vez te parece posible
que siga existiendo, que no se venga abajo aquella ciudad en la cual
no tienen fuerza alguna las sentencias pronunciadas, sino que pier-
den su autoridad y son aniquiladas por obra de los particulares […]?
(Cri. 50b).
15
En sentido preciso lo expresó ya Heráclito, cuando dijo: “El pueblo debe luchar por
la ley como por sus murallas” (Heráclito, fr. 44).
165
rómulo ramírez daza y garcía
vistas, las leyes, según Platón son nuestras progenitoras y nodrizas. Cada
ciudadano tiene un grado diferente de compromiso para con ellas. Moral
y legalmente no todos los ciudadanos tienen los mismos cargos ni las mis-
mas responsabilidades (en los administradores de justicia y los sabios su
deber es mayor).
Violar o quebrantar la ley en beneplácito de los particulares nunca
podrá traer beneficios generales. Por ello, no obedecer a la ley se puede de-
finir como injusticia. No hay que estimar nada por encima de la justicia, y
nada diferente a ella nos debe persuadir; sólo así tendremos una vida recta
y buena, según Sócrates nos enseña. Ciertamente hay que distinguir entre
la justicia siempre presente de las leyes, y la justicia o injusticia aplicada por
los hombres que se dicen sus intérpretes.
Así, devolver injusticia por injusticia recibida es algo visceral, vergon-
zoso y dañino para la ciudad y todos los que viven bajo su égida, inclu-
yéndose uno mismo y los seres amados. Así pues, el beneficio propio en
detrimento de los demás es algo intolerable, y debe ser castigado con todo
el peso de la ley por su carácter injusto. En cambio, quien recibe injusticia
de los hombres y responde con justicia, se eleva por encima de lo común y
trasciende ética y virtuosamente, semejándose a la divinidad.
Valoración final
16
“Sacerdotes de la diosa Cibeles que, en estado de alucinación, creían escuchar a
veces las flautas de los acompañantes de la diosa” (García Yagüe 1974, p. 45).
166
la prosopopeya de las leyes
17
Cf. Gómez (2001).
18
En el diálogo Critón aparecen dos maneras de argumentación: la manera dialéctica,
que tanto ensaya Platón por acceder a la verdad, y que al acto identifica como método de la
filosofía; y la manera retórica, como en las figuras que utiliza —como la que acabamos de
estudiar— o sus mitos, que esgrime en apoyo de sus tesis dialécticas. Esto quiere decir que
la retórica está al servicio de la dialéctica.
168
la prosopopeya de las leyes
Platón enjuicia a sus conciudadanos por estar tan ciegos ante la virtud
y tener la mente embotada que los lleva a creer que es inútil un discurso
teórico sobre la perfección interior que radica en el alma, como el que
Sócrates pronunciaba.
Más allá de la muy efectiva retórica socrática no escrita o la platóni-
ca escrita, el respeto a las leyes por parte de Sócrates contiene una doble
enseñanza, una socrática y la otra platónica. La socrática consiste en una
verdadera inmolación optimista por la mejora del derecho positivo de su
ciudad a la que amaba, y a través de ella al género humano en su conjunto,
mediante un castigo ejemplar sufrido en su propia carne; es el recurso al
mal menor como sacrificio o inmolación por un bien mayor. La platónica,
a su vez, estriba en el respeto a la ley por virtud de la justicia, en aras de
su universalidad, pensada y vivenciada en la plasmación particular de su
propia vida, en términos de participación.
Bibliografía
169
rómulo ramírez daza y garcía
Liddel, H.; R. Scott y H. Jones (1996). A Greek- English Lexicon. Oxford: Cla-
rendon Press-Oxford University Press.
Navarro, J. (2008). Diccionario de figuras retóricas. México: Universidad Autó-
noma de Zacatecas.
Pabón, J. (2005). Diccionario Manual Griego. Barcelona: Vox.
Plato (1888). Platonis Crito. With Introduction, Notes and Appendix. Cambrid-
ge: Cambridge University Press.
— (1972). “Critón. Traducción, preámbulo y notas”, en Platón. Critón. Buenos
Aires: Aguilar.
Platón (1992). Cartas. Traducción de J. Zaragoza y P. Gómez Cardó. Madrid:
Gredos, vol. VII: 485-531.
— (1997a). “Critón”, en traducción de J. Calonge Ruiz, Diálogos.. Madrid: Gre-
dos, vol. I: 187-211.
— (1997b). “Lisis”, en traducción de E. Lledó Íñigo, Diálogos. Madrid: Gredos,
vol. I: 278-316.
— (1998). “República” en traducción de C. Eggers Lan, Diálogos. Madrid: Gre-
dos, vol. IV.
Sthepanus, E. (1578). ΠΛΑΤΩΝΟΣ ΑΠΑΝΤΑ ΤΑ ΣΟΖΟΜΕΝΑ. Platonis nis opera
quae extant omnia, vol. I: 43-54.
Quintiliano, M. F. (2006). Sobre la enseñanza de la oratoria. Traducción de C.
Gerhard Hortet. México: unam.
Real Academia Española (2001). Diccionario de la lengua española. Madrid:
Espasa-Calpe.
estudios
170
la prosopopeya de las leyes
Graham, D. (2003). “La psicología moral de Sócrates”. Theoría. Revista del Co-
legio de Filosofía, 14-15: 53-69.
López Eire, A. (2002). “Retórica y lenguaje”, en El abismo del lenguaje. México:
unam.
Luri, G. (2004). Guía para no entender a Sócrates (Reconstrucción de la atopía
socrática). Madrid: Trotta.
— (2011). Introducción al vocabulario de Platón. Sevilla: Fundación ecoem.
Pernot, L. (2013). La retórica en Grecia y Roma. Traducción de K. Castañeda
Barrera y O. Hernández Trujillo. México: unam.
Tovar, A. (1956). Un libro sobre Platón. Madrid: Espasa-Calpe.
171
la écfrasis y la cultura clásica
Lo anterior fue posible a partir de 1066, año en que tuvo lugar la ba-
talla de Hastings en la que Guillermo demostró sus enormes capacidades
de líder militar y político; sin embargo, para poder llegar a este punto que
transformó la faz de una buena parte del medievo occidental, antes Gui-
llermo, siendo sólo duque de la Normandía francesa, tuvo que maquinar
un intrincado juego político para reclamar la corona de Eduardo el Con-
fesor, con la que obtendría el gobierno real del mundo anglosajón, ya que
Haroldo, conde de Wessex había sido coronado como sucesor de Eduardo.
Justamente los acontecimientos que corresponden a este suceso fueron
narrados por diversos historiadores y cronistas de la época, pero además
fueron tema de una amplia literatura que se expresó en diversos géneros
poéticos, en la que destaca en primer lugar la obra de Baudri de Bourgueil
titulada A la condesa Adela (Adelae Comitissae) y que es una extensa epís-
tola de 1368 versos, organizados en dísticos elegiacos, y compuesta por una
serie de écfrasis que describen los tapices y las pinturas y mosaicos que re-
vestían la habitación de Adela, hija de Guillermo el Conquistador y esposa
de Esteban Enrique, conde de Blois-Champagne.
Ahora bien, la riqueza literaria de esta obra surge de la libertad que
ejerce Baudri para unir y entretejer partes con tres tipos de géneros, pues
se encuentran aquellas que son claramente líricas, en las que emplea la re-
tórica característica de las epístolas de Ovidio. Otras de valor didáctico
donde se encarga de hacer la presentación del universo completo; en éstas
demuestra su enorme erudición, ya que se trata de una breve pero comple-
ta enciclopedia de los saberes de su tiempo. Y un tercer género que ofrece
todos los elementos propios de la epopeya, en las partes donde describe las
acciones que realizó Guillermo el Conquistador.
La erudición que demuestra la obra de Baudri de Bourgueil expone
el canon con el que se formaban los estudiosos de fines el siglo xi y prin-
cipios del xii, porque de ahí se deduce que su generación, a la que perte-
necen Marbodo, Hidelberto de Lavardin, Godofredo de Reims y otros, es
la iniciadora del gran movimiento que se ha llamado el Renacimiento del
siglo xii, que parte de la “escuela de Loira”,1 y que posteriormente fruc-
1
Muchos investigadores se oponen a emplear conceptos como “escuela de Loire” y
“escuela de Chartres”, pero cabe decir que este término fue creado originalmente como el
“círculo de Loire” —creado por Brikmann (1924, pp. 46-61) y tomado después por los
historiadores de la literatura, entre ellos Bezzola (1966, pp. 366-391) que lo emplea en
174
la écfrasis y la cultura clásica
1966 para “designar la corriente literaria que tuvo como centro a la escuela catedralicia de
Angers” (Tilliete 1998, pp. xxxiv).
2
Esta figura, llamada también interpretatio, fue estudiada en las poéticas posteriores
a Baudri, y era una de las formas para realizar la amplificación de los textos. Geoffroi de
Vinsauf en su Poetria nova (c.1210) la presenta así: […] Si facis amplum,/ hoc primo procede
gradu: sententia cum sit/ unica, non uno veniat contenta paratu,/ sed variet vestes et mutato-
ria sumat; /sub verbis aliis praesumpta resume; repone/ pluribus in clausis unum; multiplice
forma/ dissimuletur idem; varius sit et tamen idem. “Si amplificas, procede con este primer
paso: aunque sea una sola sentencia, que no quede contenta con un solo atavío sino que
varíe de vestido y asuma otros de repuesto; reasume lo antes asumido bajo otras palabras;
repite una cosa en varias cláusulas; que se disimule lo mismo con formas múltiples, sea
variado y sin embargo lo mismo” (De Vinsauf 2000, p. 9, vv. 219-225).
175
carolina ponce hernández
punto que, si bien los imita, también puede trascenderlos y reproducir sus
textos en nuevas creaciones literarias que estén acordes con su época (bas-
te revisar las epístolas de Paris a Helena y de Helena a Paris de Baudri para
constatar tanto la fuente ovidiana como la diferencia de creación literaria
y de manejo retórico).
El lenguaje poético y la retórica de Baudri también difieren de los de la
época carolingia y de los de la segunda mitad del siglo xii; por una parte, en
relación con lo primero, hay mucho más material de la Antigüedad, y, por
otra parte, ofrece los antecedentes de la poesía posterior de los goliardos
o de Bernardo Silvestre o de Alan de Lille; en este sentido es uno de los
eslabones distintivos del desarrollo de la tradición clásica, sin olvidar que
en Baudri la materia clásica antigua se encuentra renovada, transformada
y a veces reescrita.
Su retórica y su poética contienen una especie de tensión entre el em-
pleo de los argumentos y las figuras. Ante los distintos tipos de versifica-
ciones rítmicas medievales, la tensión se establece por la necesidad de una
reelaboración del hexámetro y del dístico elegiaco que sea propia y apta
para sus lectores y para su momento histórico.
Baudri eligió la epístola literaria como la forma más elevada de su poe-
sía, y esto se debe a que junto con Marbodo se encargó de volver a poner en
el tapete de la creación literaria las Heroidas de Ovidio, que son sin duda
fuente principal de la estructuración retórica que nutre sus propias cartas,
aunque al mismo tiempo están impregnadas de una ideología, unas cir-
cunstancias históricas-políticas, unos personajes que son totalmente con-
secuencia de su visión del mundo.
Se ha dicho que de estás influencias ovidianas surge lo que se ha llama-
do el Ovidio moralizado, pero, si analizamos los poemas de Baudri nos pre-
guntaríamos ¿qué tan moralizado está Ovidio? En Baudri están presentes
el amor, el humor, el gusto, la ironía, el llanto y la tristeza de Ovidio, porque
hay que enfatizar que fue justamente la generación de Baudri y de Marbo-
do, quien posiblemente fue su maestro y con seguridad fue su compañero
en las letras, la que inicio la aetas ovidiana en la llamada “escuela de Loire”.
Que esto fue una empresa considerable lo prueba la fuerte oposición
y la crítica que recibieron de algunos autores como Hugo el Primado, y de
centros conservadores como las escuelas de Amiens y Reims. Lo menos que
puede decirse de tales críticas es que los clásicos y especialmente Ovidio
eran vistos con extrema sospecha.
176
la écfrasis y la cultura clásica
178
la écfrasis y la cultura clásica
3
Sin duda, Baudri tomó estas recurrencias de las Metamorfosis de Ovidio.
4
Es un eco de Ovidio (Metamorfosis II, 5: Materiam superabat opus).
179
carolina ponce hernández
5
Este es un acierto de Baudri que recuerda como eco el final de las Metamorfosis de
Ovidio, donde la aparición del cometa Halley sirve para establecer la divinización de Julio
César.
180
la écfrasis y la cultura clásica
Discurso 1a parte
vv. 265-285. El discurso inicia con una interrogación retórica que deja
en suspenso la respuesta; dice: “Por qué, próceres nuestros, les he lla-
mado aquí, enseguida lo expondré”, pero en lugar de exponer la causa,
entra en una larga narración y argumentación que van perfectamente
entretejidas y en la que escuchamos a Guillermo lo siguiente:
1) “Han regresado los embajadores que yo mismo dirigí ha poco a
pedir los reinos Anglos para mí, a mí me corresponden por suce-
sión de consanguinidad los reinos anglos, desde el momento que
estos reinos carecen de rey”. Se nota la construcción firme basada
en las repeticiones o geminaciones de los términos, “los reinos
Anglos para mí […] a mí me corresponden los reinos Anglos”, que
además se encuentran en quiasmo.
Justamente en ese momento, los reinos carecen de rey porque
acababa de morir Eduardo el Confesor; y según la información
que nos transmiten los cronistas, tanto ingleses como norman-
dos, parece ser que Eduardo el Confesor, tío abuelo de Guiller-
mo, había decidido que Guillermo, hasta ese momento llamado
el Bastardo, fuera su sucesor.
2) Recurre Guillermo a una analepsis: “además el rey, pariente mío,
me hizo su heredero cuando vivía y así lo puso en sus escritos”.
De esta analepsis pasa al presente histórico para contar que los
embajadores vienen a verlo y “ellos juran que los reinos deben ser
para mí” (michi debita regna, v. 273), “y nosotros hemos creído
en la fe prometida” (Pollicita fidei, v.274). Como puede obser-
varse, Guillermo utiliza los argumentos de la herencia que por
escrito le dejó el rey, documentos que son argumentos sine arte,
pero de enorme fuerza probatoria, a los cuales añade los juramen-
tos y la fe prometida, que son a su vez dos argumentos de carácter
político-jurídico que derivan de la antigüedad clásica a partir del
ius iurandum y los pactos de fe.
3) Continúa Guillermo “nosotros los normandos —yo Guillermo—
ordenamos apresurar a nuestros embajadores para que llevaran
nuestros pactos (foedera nostra, v. 276) al rey, pero lo encontraron
muerto.”
En esta parte Guillermo maneja otro argumento de carácter
político-jurídico para defender su posición, son precisamente los
pactos que también han sido heredados de la antigüedad roma-
na. Además, en toda esta sección Guillermo ha jugado adecuada-
181
carolina ponce hernández
7) “En las cosas dudosas se pregunta qué debe hacerse, egregios pró-
ceres, yo no sólo no dudo, no dudo qué haré.” Nuevamente se da
una geminación, una repetición por contacto, el “no dudo” que
sirve para pintar el carácter decidido, propio del líder cuya imagen
nos presenta Baudri: Guillermo, quien continúa:
182
la écfrasis y la cultura clásica
183
carolina ponce hernández
6
Y que han reconocido varios estudiosos, entre ellos Monika Otter (2002).
184
la écfrasis y la cultura clásica
186
la écfrasis y la cultura clásica
Bibliografía
Baldricus B. (1998). Carmina. Texte établi, traduit et commenté par J.-Y. Ti-
lliete. París: Le Belles Lettres.
— (2002). Carmina 2. Texte établi, traduit et commenté par J.-Y. Tilliete. París:
Le Belles Lettres.
Barral I Altet, X. (1987). “Poesíe et iconographie: un pavement du xiie siè-
cle décrit par Baudri de Bourgueil”, Dumberton Oaks Papers, vol. 41 (Studies
on Art an Archaeology in Honor of Ernst Kizinger on His Seventy-Fifth Bir-
thday: 41-54).
Bezzola, R. R. (1966). Les origins et la formation de la littérature courtoisse en
Occident (500-1200), t. 2. París: H. Champion: 366-391.
Bond, G. A. (1986). “Iocus amoris: The poetry of Baudri of Bourgueil and the
formation of the Ovidian subculture”. Traditio, 42: 143-193.
Brikmann, H. (1924). “Anfange lateinischer Liebesdichtung im Mittelalter”.
Neophilologus: 49-61.
Browe, S. G. (2011). “Introduction”, en Gender, Power, and Persona in the Poetry
of Baudri of Bourgueil. Toronto: Centre for Medieval Studies University of
Toronto: 1-17 (Thesis for the degree of Doctor in Philosophy).
De Vinsauf, G. (2000). La poética nueva. Traducción de C. Ponce Hernández.
México: unam (Bitácora de Retórica 8).
Le Goff, J. (1971). La baja edad media. México: Siglo XXI Editores (Historia
universal, vol. 11).
Morris, M. (2012). The Norman Conquest. Gran Bretaña: Windmill Books.
Otter, M. (2002). “Baudri of Bourgueil to Countess Adela”, The Journal of Me-
dieval Latin. Turnhout: Brepols: 60-141.
Palazón Mayoral, Ma. R. (2010). “¿El discurso literario refiere? La función
referencial de los relatos literarios”, en H. Beristáin y G. Ramírez Vidal (eds.).
187
carolina ponce hernández
188
la nueva retórica de chaïm perelman
Leamos el poema:
190
la nueva retórica de chaïm perelman
La tesis del locutor, en “La araña”, “es que el individuo tiene que expresar
sentimientos de solidaridad ante los seres vivos que van a morir” (Fernán-
dez Cozman 2014, p. 68). El texto se estructura en tres partes: un exordio
(conformado por los tres versos iniciales) que expone el tema sobre el cual
se va a fundamentar un determinado punto de vista; una argumentación
impregnada de componentes narrativos (estrofas 2, 3, 4 y la 5 con exclu-
sión del último verso) y una peroración que está constituida por el verso
final.
En lo que concierne al orden y presentación de los datos, puedo afir-
mar que la progresión temática indica que, primero, el locutor evidencia
una situación marcada por la proximidad de la muerte, después explica
con minuciosidad las características de la araña como personaje y emplea
mecanismos argumentativos, los cuales son sustentados a partir de detalles
narrativos. Finalmente, concluye con la expresión de solidaridad hacia la
191
camilo fernández cozman
194
la nueva retórica de chaïm perelman
La cosmovisión y la solidaridad
He afirmado que la tesis del locutor radica en que el ser humano tendría
que manifestar un profundo sentimiento de solidaridad frente a los se-
res vivos que van a cruzar el umbral de la muerte. Para sustentar dicha
tesis, el hablante emplea recursos figurativos y argumentativos de la más
variada prosapia. Se trata de una argumentación enmarcada en el ámbito
del género epidíctico. Como dicen Perelman y Olbrechts-Tyteca, “la ar-
gumentación del discurso epidíctico se propone acrecentar la intensidad
de la adhesión a ciertos valores, de los que quizás no se duda cuando se los
analiza aisladamente, pero que podrían no prevalecer sobre otros valores
que entrarían en contacto con ellos” (Perelman y Olbrechts-Tyteca 1989,
p. 99)
Michel Foucault (1979, 1983) afirma que las secuelas del poder de-
jan sus rastros en el cuerpo del sujeto que se halla sometido a un complejo
juego de relaciones estratégicas dirigido por los grupos hegemónicos que
buscan imponer una determinada concepción del saber y excluir otras
que permanecerán fuera del concierto de la sociedad oficial. Pienso que los
grupos de poder hegemónico han excluido el principio de solidaridad con
195
camilo fernández cozman
Bibliografía
197
mandela orador o la fuerza de la palabra
Philippe-Joseph Salazar
University of Cape Town, Sudáfrica
1
Apoyo de la National Research Foundation of South Africa (GUN91989). Toda opi-
nión, así como los descubrimientos, las conclusiones y las recomendaciones expresados en
este trabajo corresponden exclusivamente al autor, por lo que la nrf no tiene responsabili-
dad alguna al respecto. La traducción es de Clara Tilve.
199
philippe-joseph salazar
Bibliografía
205
fundamentos para persuadir a indígenas mexicanos
1
En el presente trabajo se emplea la edición de Miguel León-Portilla, 1985; sin em-
bargo todas las traducciones del náhuatl al castellano son de la autora. Cuando se anotan
determinadas líneas éstas se refieren a la presentación que hace León-Portilla del texto. En
adelante las referencias a Coloquios y doctrina cristiana se abreviarán CyDCh.
207
citlalli bayardi landeros
cidos como los indígenas pláticos, de quienes no cita nombres. Este colec-
tivo indígena, exalumnos y ancianos sabios, es responsable de la versión en
náhuatl de CyDCh, mientras que la dispuesta en castellano corresponde a
Sahagún.
La sección rescatada del manuscrito original se compone de cuaren-
ta y un folios escritos por ambas caras y recrea a manera de diálogo los
encuentros evangelizadores iniciales entre los primeros doce franciscanos
que llegaron a tierras mexicanas en 1524 y un grupo de indígenas princi-
pales y sacerdotes de la más alta jerarquía, sobrevivientes de la guerra de
conquista.
En el “Prólogo” Sahagún escribió los cuatro fundamentos empleados
por los primeros doce franciscanos para llevar a cabo su labor evangeli-
zadora. El primer fundamento fue explicar a los indígenas que el motivo
de su llegada era convertirlos a la fe cristiana, y que tal era el mandato del
papa Adriano VI, personalidad distinguida como sumo sacerdote, vicario
de Dios y máxima autoridad, incluso por encima del propio rey de España,
Carlos V. El segundo fundamento fue señalar que el objetivo de la evange-
lización era la salvación del alma de los indígenas y que en ello no mediaba
ningún interés económico. En el tercer fundamento se declaró el origen
divino de la doctrina cristiana y en el cuarto, se proclamó el reino de Dios
y se aseguró que estaba en el cielo y en la tierra, en el cielo era regido por
Dios y en la tierra, por el papa en Roma, y que el reino de Dios en la tierra
se llamaba Santa Iglesia Católica.
Estos cuatro fundamentos forman parte del esquema occidental del
programa evangelizador franciscano, sin embargo, en la base de estos prin-
cipios se encuentra un elemento fundamental: persuadir a los indígenas
para que abjurasen de sus dioses prehispánicos. Para 1564, la idolatría era
una práctica común, aunque ejercida en la clandestinidad. En ese sentido,
CyDCh fue un documento didáctico dirigido a la población indígena na-
hua, que requería ser instruida en la doctrina cristiana, pero que primero
debía abandonar sus antiguas deidades.
Al interior de la obra el discurso cobra vitalidad y fuerza de una ma-
nera asombrosa y particular, sobre todo en la versión en náhuatl, donde se
observa un desafiante esfuerzo intelectual por parte del colectivo indígena
encaminado a exponer los fundamentos de la conversión así como la doc-
trina cristiana con un estilo indiano, más allá de las simples formas.
208
fundamentos para persuadir a indígenas mexicanos
2
Las citas en náhuatl fuera de los fragmentos tienen la grafía del náhuatl actual, los
fragmentos, por su parte, mantienen la paleografía directa del texto original. En el caso de
ompeua, por ejemplo, es la grafía actual de vmpeva, usada en el siglo xvi cuando la letra “v”
corresponde tanto al fonema /o/ como al /u/.
209
citlalli bayardi landeros
210
fundamentos para persuadir a indígenas mexicanos
Garibay acuñó el término difrasismo (1987, p. 19) para designar la presencia de dos
3
metáforas pareadas que expresan un pensamiento simbólico; cada una, no obstante, suele
aportar elementos que aluden a una “composición dual”, en palabras de López Austin, de
aquello que designan (2003, pp. 143-170). En general, se trata de dos elementos lingüísti-
cos que no son meros ornamentos y cuyos significantes completan un “núcleo conceptual”
(Montes de Oca 2004, pp. 32-46).
211
citlalli bayardi landeros
212
fundamentos para persuadir a indígenas mexicanos
213
citlalli bayardi landeros
Bibliografía
214
índice
ÍNDICE
Presentación
Gerardo Ramírez Vidal, Erika Lindig Cisneros,
María de Lourdes Santiago Martínez . . . . . . . . 5
i. Debate teórico
La violencia del discurso. Para una crítica del vocabulario del racismo
Erika Lindig Cisneros . . . . . . . . . . . . . . 85
215
la fuerza del discurso
Retórica e interdisciplinariedad.
Un apunte para las ciencias de la comunicación
Carlos González Domínguez . . . . . . . . . . . 115
iI. Aplicaciones
216
la fuerza
del discurso,