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Organización Centro de
de las Naciones Unidas Patrimonio Mundial
para la Educación, de la UNESCO
la Ciencia y la Cultura
Artesanos de arquitectura de tierra
en América Latina y el Caribe
La técnica, la tradición oral y formas de transmisión del oficio

Taller organizado por la Oficina de la UNESCO en México, en colaboración con el


Centro del Patrimonio Mundial UNESCO, auspiciado por Fondos Extra-presupues-
tarios Españoles y apoyado por la Secretaría de Turismo del Estado de Tlaxcala

24 – 26 de septiembre de 2009
Tlaxcala, Tlaxcala, México

Hotel de la Loma
Av. Guerrero No. 58, Col. Centro, Tlaxcala, Tlaxcala, México.

Con el apoyo del


NIO MUN
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PATRIM

Organización Centro de
de las Naciones Unidas Patrimonio Mundial
para la Educación, de la UNESCO
la Ciencia y la Cultura
Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe: La técnica, la tradición oral y formas de
transmisión del oficio.

Taller coordinado por la Oficina de la UNESCO en México, en colaboración con el Centro del Patrimonio
Mundial UNESCO, auspiciado por Fondos Extra-presupuestarios Españoles y apoyado por la Secretaría de
Turismo del Estado de Tlaxcala.

D.R. © Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura


Oficina de la UNESCO en México, 2009

Oficina de la UNESCO en México


Av. Presidente Masaryk.
No. 526, 3er piso, Colonia Polanco
CP 11560, México, D.F.
e-mail: mexico@unesco.org

Director del Centro de Patrimonio Mundial UNESCO: Francesco Bandarin


Representante y Directora de la UNESCO en México: Katherine Grigsby
Jefa de Sección de América Latina y el Caribe, CPM UNESCO: Nuria Sanz
Dirección del proyecto: Ciro Caraballo Perichi
Coordinación editorial: Niklas Schulze
Edición: Luis Fernando Guerrero Baca
Diseño y formación: Elisa Orozco
Corrección: Georgina Rodriguez Palacios y Carlos García Méndez
Traducción: Babel International Translators y Daniel Guerra
fotografía de portada: María Micaela Leal
TEXTOS: Katherine Grigsby; Nuria Sanz; Niklas Schulze; Luis Fernando Guerrero Baca; María Victoria Castro
Rojas; Juan Manuel Chávez Chávez; Fernando Rodríguez Romo; Eduardo Gamboa.

ISBN: Pendiente

Hecho en México

Las opiniones expresadas en este libro son responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente
la postura oficial de la UNESCO. Del mismo modo, las denominaciones empleadas y la presentación del
material en esta publicación no implican en absoluto la expresión de ninguna opinión por parte de la
UNESCO acerca de la condición jurídica de ningún país, territorio, ciudad o área, de sus autoridades o de
sus límites o fronteras.
Índice

Presentación 5
Katherine Grigsby
Representante y Directora de la Oficina de la UNESCO en México

Prólogo 7
Nuria Sanz (Jefa de Sección de América Latina y el Caribe, CPM UNESCO)
Arquitectura de tierra: Introducción y objetivos del taller 11
Niklas Schulze (UNESCO México)
La entrevista y la presentación de los maestros artesanos 21

Tradición constructiva con tierra 27


Luis Fernando Guerrero
La oralidad y su importancia en la transmisión de técnicas y valores 49
Victoria Castro
Los retos para la arquitectura de tierra y el camino hacia el futuro 67
Juan Manuel Chávez
Las tradiciones de la arquitectura de tierra en un mundo cambiante 75
Fernando Rodríguez
Un estudio de caso: La zona arqueológica de Paquimé 89
Eduardo Gamboa
Conclusiones del taller y elementos para un Plan de Acción para 97
la arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
(en español e inglés)
Recopilados por Luis Fernando Guerrero y Niklas Schulze
Resúmenes (en español e inglés) y datos curriculares de los autores 111

Referencias y sitios web consultados 125

Anexos
Programa 129

Lista de participantes 131


Presentación

E l uso de la tierra cruda como material de construcción de habitaciones humanas


es tan antiguo como la sedentarización de las sociedades. Con este material se ha
construido a lo largo de la historia tanto espacios para habitar como para adorar a los
dioses. Muchas técnicas, adaptadas a los materiales de cada región y continente han
sobrevivido a pesar del proceso de abandono, incluso procesos de desprestigio sanita-
rio y estructural, de estas prácticas constructivas.
Son ya cientos los monumentos y conjuntos construidos en tierra los que forman
parte de la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, desde centros urbanos vivos,
como la zona histórica de Sana´a en Yemen, hasta restos urbanos prehispánicos, como
los de Paquimé en México, o el conjunto arqueológico de Chan Chan en el Perú. La
Katherine Grigsby,
Representante y Directora conservación de estos monumentos es un reto de carácter técnico, pero también una
de la Oficina de la UNESCO oportunidad para revalorar socialmente las técnicas de construcción en tierra y, en
en México
particular, la habilidad y la herencia de sus hacedores.
La Oficina y Representación de la UNESCO en México ha venido colaborando en Amé-
rica Latina con el Centro del Patrimonio Mundial en la realización de talleres de valoración
social de estas técnicas, así como de su contenido inmaterial. En el año 2007 se organizó
el proyecto “Casas de Barro: Historias de Vida” en Coro, Venezuela, ciudad declarada Pa-
trimonio Mundial en 1993, que con su puerto, La Vela, cuentan con el conjunto arquitec-
tónico de barro más importante de la Cuenca del Caribe. Entre las recomendaciones re-
sultantes del proyecto estaba la preparación de un encuentro internacional de artesanos
de la región, a fin de intercambiar reflexiones sobre el papel del artesano en los oficios
patrimoniales, sobre el futuro de la técnica tradicional y sobre los valores inmateriales
vinculados a los procesos y materiales de la construcción con tierra.
Para dar continuidad a este proceso, se organizó el taller “Artesanos de arquitectura
de tierra en América Latina y el Caribe: La técnica, la tradición oral y formas de trans-
misión del oficio”, realizado del 24 al 26 de septiembre de 2009 en Tlaxcala, Tlaxcala,
México. Dicho evento fue diseñado por la Oficina de la UNESCO en México, en cola-
boración con el Centro del Patrimonio Mundial de la UNESCO, auspiciado por Fondos
Extra-presupuestarios Españoles y apoyado por la Secretaría de Turismo del Estado de
Tlaxcala. En el taller participaron ocho maestros artesanos provenientes de Venezuela,
Ecuador, Cuba, Perú y México, así como especialistas en las técnicas de la construcción
en barro en la región, antropólogos y restauradores. Se espera que las conclusiones del
taller aporten elementos que apoyen la elaboración y práctica de un Plan de Acción
para la protección y conservación de elementos de arquitectura de tierra incluidos en
sitios inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial en América Latina y el Caribe, las
técnicas tradicionales de la arquitectura de tierra y sus implicaciones como patri-
monio cultural con contenidos inmateriales.
La UNESCO México agradece el apoyo de todas las personas que con su traba-
jo hicieron posible este taller y espera que los resultados, reunidos en la presente
publicación, sirvan en el futuro como referente para la unificación de los enfoques
de la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural
(1972), de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial
(2003) y de la Convención sobre la protección y la promoción de la diversidad de
las expresiones culturales (2005).
Prólogo

S iendo el barro un material y una forma de expresión ancestral, no parecería difícil


justificar nuestro interés por el tema y su práctica, pues de los 890 sitios hoy inscri-
tos en la Lista del Patrimonio Mundial, más de 100 han argumentado su valor universal
excepcional gracias a los procesos, técnicas y paisajes en los que el barro ha jugado un
papel fundamental al acompañar el genio creativo humano con el correr del tiempo. Se
trata de un material de valor excepcional universal, que exhibe su magisterio a través de
una enorme variedad de ejemplos elocuentes, situados en todo el mundo.
Una proporción significativa de la población mundial vive, trabaja y ora en moradas y
edificios construidos en tierra. Se trata de un material que no es menor, ni por su calidad
Nuria Sanz, constructiva, ni por su capacidad de aplicación. La tierra da respuesta a las cambiantes
Jefa de Sección de América condiciones del contexto de vida y propone respuestas innovadoras cuando los reque-
Latina y el Caribe del Centro
de Patrimonio Mundial
rimientos culturales mutan y nuevas complejidades sociales aparecen. Su versatilidad
de la UNESCO le permite evolucionar desde fórmulas de uso primitivas, bien sea como testimonio de
la grandeza de civilizaciones desaparecidas o de lugares que no han cesado de hacer
evolucionar sus formas de habitar hasta hoy, en una permanente transformación de las
pautas de construcción, de diseño y de concepción espacial, curiosamente recurrentes
en las más distanciadas esquinas del orbe.
Durante largos años la arquitectura académica alejó de su discurso toda una enorme
práctica técnica y social de construcción con materiales de tierra. Quizá todos los que
nos hemos aventurado en bibliografías sobre el tema encontramos en la exposición Ar-
quitectura sin Arquitectos, celebrada en el MOMA de Nueva York en el año 1964, un pun-
to de inflexión a esta tendencia. Dicha manifestación sirvió para revelar cuán importante
resultaba desviar la proyección de la mirada y concentrar la atención en lo vernáculo y
en la tradición para encontrar un espacio de análisis e investigación desde el cual poder
acompañar a la ortodoxia. Desde entonces la tradición popular y todo su bagaje de sa-
beres, de materiales y de tecnologías de construcción en tierra no han dejado de estar
presentes en la disciplina arquitectónica.
La cultura constructiva en tierra entró en desuso en muchos lugares de América Lati-
na y el Caribe y dicho abandono se convirtió en un punto de quiebre en los procesos de
evolución y permanencia de las construcciones y sus oficios.
La realización de esta reunión nace de la voluntad de contribuir a la preservación de
un valor tradicional/universal excepcional recurriendo a la mano, al tacto, a la capacidad y
8 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

a la generosidad de contar, de hacer saber y de hacer querer al barro, en primera persona,


sin utilizar el plural mayestático de una publicación sin autor o editor.
La arquitectura vernácula ha permitido durante siglos que el diseño y la construcción
se ejecutasen a la vez y de la mano de los que habitaban esos espacios, con patrones
diseñados por decenas de generaciones que ensayaron lo que hoy queda acumulado
como testimonio. En esta publicación el uso de la tierra cruda cobra forma de valor cultu-
ral de un oficio, a través de una metodología de apropiación social.
Queremos focalizar nuestra atención a un mundo patrimonial en el que las prácticas
de conservación no pueden detenerse en los procesos de experimentación de laborato-
rio. La arquitectura de tierra participa de una especie de cotidianidad ancestral, de subsis-
tencia y cambios sostenidos por la sabiduría de repetir y con ello consagrar, día a día, una
práctica en la que los especialistas pueden también leer destrezas técnicas.
Cualquier lectura diacrónica permite comprobar cómo la sofisticación de los saberes
de la arquitectura en tierra da respuesta ajustada a los cambios de la historia del medio-
ambiente construido, sin desconocer los valores culturales preexistentes que lo configu-
ran. La construcción arquitectónica en tierra, además de ser aceptada como patrimonio,
no puede ser entendida sino como proyecto. Las prácticas constructivas en tierra repro-
ducen manufacturas en un ejercicio de finalizar “a medias” algo que se sabe efímero, y
que se concluye con la necesidad de prever su mantenimiento regular, casi cotidiano. Se
trata de formas constructivas sin punto final.
A pesar de los esfuerzos desplegados para preservar lo esencial de esta arquitectura,
la situación sigue siendo crítica en el mundo. Los medios puestos a disposición para la
conservación resultan actualmente insuficientes frente a problemas de toda índole, a
saber: abandono, cambio climático, explosión demográfica, fragmentación de las estruc-
turas socioeconómicas tradicionales, fragilidad de la economía local, ausencia de infraes-
tructuras de base, emigración, consideraciones sociales y culturales, etc…
De la tierra, como material de construcción, se sigue hablando poco en las clases de
formación de arquitectos o ingenieros. No se la considera incluida dentro de los mate-
riales nobles, a pesar de que ha dado buenas muestras de ser un material confiable a la
hora de resolver exitosamente los objetivos habitacionales para los que fuera utilizada.
Se trata de una materia mínima, básica, próxima, aparentemente sin secretos de utiliza-
ción. Pareciera que con poco esfuerzo y poca maña se pudieran conseguir trabazones
óptimas entre los elementos constructivos, soluciones fáciles para completar remates de
las esquinas, remedios para preparar los amarres entre vanos, o la voluntad de repetir la
ceremonia anual de revocar los muros.

Hemos querido convocar los testimonios directos de los artesanos que se consideran
aprendices después de veinte años de oficio. Estas páginas tienen una voluntad testi-
monial: demostrar que las ventajas técnicas de la arquitectura de tierra, sincopadas con
prácticas culturales propias de su realidad socio-económica, son un binomio posible y
la única garantía de futuro del valor excepcional de muchos sitios inscritos en la lista de
Patrimonio Mundial.
Prólogo 9

Se trata de una herramienta para maestros constructores, para profesionales, para


expertos en conservación de arquitectura en tierra, pero especialmente recomendada
para las comunidades del barro en América Latina y Caribe, ya que se puede encontrar
en estas páginas las claves para descifrar el alma cultural del espacio de lo propio, de lo
íntimo de una práctica patrimonial.
Las reflexiones preliminares reflejan además la necesidad de un reencuentro cultural
con el material de tierra en tantos otros lugares de la región latinoamericana donde es
urgente acabar con el silencio de una práctica que, gracias a estas páginas, se redescubre
y redefine a través del contacto directo con los maestros de la tierra. Las arqueologías
prehispánicas y las arquitecturas vernáculas de la región son igualmente deudoras del
saber hacer de un material sin edad. Se trata de un material con enorme capacidad de
expresar identidad, que provee de respuestas de calidad por la nobleza de su plasticidad,
tanto en palacios como en el caso de Chan Chan (Perú), como en la arquitectura tradicio-
nal contemporánea en Quebrada de Humahuaca (Argentina).
Somos conscientes de la necesidad urgente de crear todos los vasos comunicantes
necesarios entre las prácticas tradicionales de construcción y prácticas tradicionales de
conservación, ahora que todavía es posible no inventar recetas de laboratorio, ahora que
aún no necesitamos un técnico que decodifique un saber sin narrador. Somos realistas
al confirmar que nuestra Región va a contribuir de forma sustantiva a la pervivencia y
especialmente a la valoración de la capacidad de los artesanos y de su voluntad solidaria
de dar respuesta a la necesidad cultural de construir nuestras formas de habitar.
Nuestra contribución se presenta con vocación de estímulo al mensajero, al hacedor
de formas de sentir y vivir un lugar y por el que todavía no hemos trabajado suficiente
como para incluir su práctica en las agendas técnicas y políticas proclives a desarrollar
nuestra conciencia ecológica.

Intentamos en esta ocasión contribuir a:


• potenciar el valor personal del saber hacer y comprender cuáles son los problemas que
amenazan la trasmisión;
• identificar cuáles serían los medios apropiados que conlleven la conservación susten-
table de lo construido, no sólo de las técnicas, sino especialmente de las capacidades y
del reconocimiento de los portadores de los saberes necesarios;
• desarrollar un número de proyectos piloto para los sitios de la Lista Tentativa de acuer-
do a lo discutido en este y en otros talleres previos en la Región, que generen formas de
cooperación y comunicación entre artesanos;
• desarrollar orientaciones técnicas para la valoración (y no sólo la revitalización de una
técnica) de los saberes;
• asegurar reconocimiento patrimonial a los mensajeros del saber.

El Centro de Patrimonio Mundial de UNESCO va a continuar respaldando decidida-


mente las actividades que generen formas de transmisión efectiva de los testimonios
personales de las artes de la construcción de tierra y a contribuir con ello a una reflexión
internacional en curso, en el marco del Programa Patrimonio Mundial sobre Arquitectura
de Tierra (2007-2017).
Arquitectura de tierra:
Introducción y objetivos del taller
Niklas Schulze (UNESCO México)

D esde los tiempos más remotos los humanos aprovecharon refugios naturales para
abrigarse de las manifestaciones climáticas, el frío, el viento, la lluvia, el calor, el
sol, y/o ataques de animales u otros humanos. El deseo de mejorar estos primeros
resguardos naturales y de extender su movilidad a regiones donde no los había, hizo a
los humanos modificar su ambiente para construir habitaciones de un amplio espectro
de diferentes materiales: piedras, materiales vegetales (por ejemplo hojas y madera),
pieles y huesos, tierra y nieve. Las primeras moradas eran temporales y se podían cons-
truir y/o transportar fácilmente para permitir el modo de vida móvil de los cazadores-
recolectores. Con el cambio a un modo de vida sedentario, que en muchas regiones
del mundo estaba vinculado con la introducción de la agricultura y la domesticación de
animales, las habitaciones tenían que satisfacer nuevas y más complejas necesidades.
Estas primeras casas podían construirse con una mayor inversión de trabajo y material,
porque no tenían que ser abandonadas con tanta frecuencia. Las necesidades básicas
de protección contra el ambiente fueron complementadas con necesidades sociales,
que reflejaban el aumento de complejidad de las comunidades humanas en términos
de jerarquías y diferenciación de funciones.
La gran diversidad de culturas, organizaciones sociales y contextos ambientales que
habitaban los humanos llevó a una infinidad de diferentes soluciones constructivas
para la creación de las moradas. Las diferencias se pueden observar en las formas,
tamaños, ubicaciones, orientaciones, técnicas constructivas y materiales utilizados. La
manera de construir nunca corresponde solamente a un aspecto de la vida humana,
sean las condiciones ambientales, los materiales disponibles, la organización social o
las creencias, sino siempre a una mezcla de todos estos factores.
Tenemos que reconocer la ausencia de relaciones monocausales y la existencia
de una gran pluralidad de expresiones arquitectónicas. No obstante, existen algunas
constantes en esta diversidad que se manifiestan tanto en diferentes zonas geográficas
y climáticas como en diferentes momentos cronológicos. El uso de tierra cruda para
la construcción es uno de estos elementos: se ha empleado para construir refugios
temporales desde tiempos primigenios y se sigue utilizando hoy en día. El mapa de
distribución de usos arquitectónicos de tierra cruda, presentes y pasados, muestra la
gran gama de adaptaciones de este material a las necesidades de diferentes contextos
culturales y ambientales (Fig. 1).
12 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

Patrimonio Mundial y tierra


La importancia para la vida humana y la variabilidad de la arquitectura de tierra se ven
reflejadas en la presencia de sitios y monumentos de este material en la Lista del Pa-
trimonio Mundial.
La Convención sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y natural fomen-
ta entre los Estados Partes el compromiso de “identificar, proteger, conservar, rehabi-
litar y transmitir a las generaciones futuras el patrimonio cultural y natural situado en
su territorio” (UNESCO 1972, Art. 4). Para ser inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial,
que une los mejores o más representativos ejemplos del patrimonio natural y cultural
del mundo (las ‘Joyas de la Corona’), un bien debe tener un valor excepcional univer-
sal bajo por lo menos uno de los diez criterios de inscripción (UNESCO 2005, párr. 77)
y cumplir con la condición de autenticidad y/o integridad. Además, el bien tiene que
satisfacer los requerimientos de protección legal nacional y es preciso que cuente con
mecanismos operativos de manejo y gestión, preferentemente participativos (UNESCO
2005, párr. 78–109). El porqué de los esfuerzos exigidos de los Estados Partes se explica
en la Convención: “… el deterioro o la desaparición de un bien del patrimonio cultural
y natural constituye un empobrecimiento nefasto del patrimonio de todos los pueblos
del mundo”, y “… ciertos bienes del patrimonio cultural y natural presentan un interés
excepcional que exige se conserven como elementos del patrimonio mundial de la
humanidad entera” (ver UNESCO 1972, Preámbulo).
La decisión última sobre la inclusión de un bien en la Lista, y en su caso el retiro
de la Lista, reside en el Comité del Patrimonio Mundial, conformado por 21 Estados
Partes. Hoy la Convención es uno de los instrumentos legales internacionales para la
protección de patrimonio más exitosos del mundo, con 186 Estados Partes y 890 sitios
inscritos en la Lista, localizados en 148 Estados Partes. Eso incluye 689 bienes cultura-
les, 176 bienes naturales y 25 bienes mixtos. La región América Latina y el Caribe está
representada con 121 bienes ubicados en 25 Estados Partes.
Fig. 1. Distribución de
arquitectura de tierra presente
y pasado (www.terracruda.com).
Introducción y objetivos del taller 13

En 2007 se identificaron 106 bienes culturales (16% de los 660 sitios culturales ins-
critos en la Lista en este momento) en más de 35 Estados Partes de la Convención
que están parcialmente o totalmente construidos de tierra (ver http://whc.unesco.org/
en/earthen-architecture). Los bienes pertenecen principalmente a dos grupos: sitios
arqueológicos y ciudades históricas. Se pueden detectar muchos diferentes estilos y
técnicas arquitectónicas que fueron empleadas en la construcción de los edificios: en
Bam, Iran (Bam y su paisaje cultural, 2007), se edificó una ciudad con fortificaciones (Fig.
2); los Dogones en Mali (Acantilado de Bandiagara país de los Dogones, 1989) constru-
yen sus pueblos con los característicos graneros con tejado de paja (Fig. 3); los pobla-
dores de Shibam, el “Manhattan del desierto”, en Yemen (Antigua ciudad amurallada
de Shibam, 1982), construyen edificios con alturas casi llegando a 30 metros (Fig. 4); en
Djenné, Mali (Antiguos pueblos de Djenné, 1988), se encuentra una mezquita que es el
edificio de adobe más grande del mundo (Fig. 5); y en Fujian, China (Fujian Tulou, 2008)
se construyeron tulous (habitaciones-fortalezas) donde viven hasta 800 personas en un
edificio (Fig. 6). En Europa, muchas de las casas con muros de entramado de madera
en las ciudades históricas tienen elementos de arquitectura de tierra.

Fig. 2. Bam y su paisaje


cultural, Irán, 2007
(Foto: Martin Gray).

Fig. 3. Acantilado de
Bandiagara (país de los
Dogones), Mali, 1989
(Foto: Martin Gray).
14 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

Fig. 4. Antigua ciudad


amurallada de Shibam,
Yemen, 1982
(Foto: UNESCO, Maria Gropa).

Fig. 5. Antiguos pueblos


de Djenné, Mali, 1988
(Foto: UNESCO, Francesco
Bandarin).

Fig. 6. Fujian Tulou,


China, 2008
(Foto: UNESCO, Liu Feng).
Introducción y objetivos del taller 15

También la lista de sitios nombrados Patrimonio Mundial en América Latina y el Cari-


be (Tabla 1) representa el amplio espectro de diferentes expresiones de la arquitectura
de tierra que existen.
Sólo en la región de América Latina y el Caribe fueron 11 los países que inscribieron
34 sitios (casi un tercio del total mundial) construidos de tierra o con elementos ar-
quitectónicos importantes de este material. Estos números subrayan la trascendencia
del tema de la arquitectura de tierra en el contexto de la conservación del patrimonio
cultural mundial.

Tabla 1. Listado de bienes inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial construidos de tierra o con elementos arqui-
tectónicos importantes de este material (incluyendo bienes inscritos hasta 2009)1
BOLIVIA
1987 Ciudad de Potosí
1991 Ciudad Histórica de Sucre
BRASIL
1980 Ciudad Histórica de Ouro Preto
1982 Centro Histórico de la ciudad de Olinda
1985 Centro Histórico de Salvador de Bahía
1985 Santuario de Bom Jesus do Congonhas
1997 Centro Histórico de Sao Luis
1999 Centro Histórico de la Ciudad de Diamantina
2001 Centro Histórico de la Ciudad de Goias
COSTA RICA
1999 Área de Conservación de Guanacaste
CUBA
1982 Ciudad Antigua de la Habana y su Sistema de Fortificaciones
1988 Trinidad y el Valle de los Ingenios
2008 Centro Histórico de Camagüey
ECUADOR
1978 Ciudad de Quito
1999 Centro Histórico de Santa Ana de los Ríos de Cuenca
EL SALVADOR
1993 Sitio Arqueológico de Joya del Cerén
GUATEMALA
1979 Antigua Guatemala
MÉXICO
1987 Centro Histórico de la Ciudad de México y Xochimilco
1987 Ciudad Prehispánica de Teotihuacan
1987 Centro Histórico de Oaxaca y Zona arqueológica de Monte Albán
1987 Centro Histórico de Puebla
1988 Ciudad Histórica de Guanajuato y Minas Adyacentes
1991 Centro Histórico de Morelia

1
La lista hasta 2004 ha sido elaborada por los socios de Terra en colaboración con: Hubert Guillaud, Hugo Houben, Alejandro Alva, Raymundo Rodri-
gues, Fernando Pinto, José María Sastre, Kumito Shimotsuma, Carolina Castellanos (ver www.international.icomos.org/18thapril/18abril2004-4.
htm). El sitio posterior a 2004 ha sido incluido por los autores.
16 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

1993 Centro Histórico de Zacatecas


1996 Zona de Monumentos Históricos de Querétaro
1998 Zona Arqueológica de Paquimé, Casas Grandes
1998 Zona de Monumentos Históricos de Tlacotalpan
1999 Zona de Monumentos Arqueológicos de Xochicalco
PERÚ
1983 Ciudad de Cusco
1986 Zona Arqueológica de Chan Chan
1988, 1991 Centro Histórico de Lima
1994 Líneas y Geoglifos de Nasca y de Pampas
URUGUAY
1995 Barrio histórico de la Ciudad de Colonia del Sacramento
VENEZUELA
1993 Coro y su puerto

Fig. 7. Pirámide del Sol, Ciudad


Prehispánica de Teotihuacan,
México, 1987.

Fig. 8. Coro y su puerto,


1993, Venezuela.
Introducción y objetivos del taller 17

La lista incluye sitios arqueológicos como Teotihuacan, México (Ciudad Prehispánica


de Teotihuacan, 1987), que tiene una pirámide cuyo relleno de cuerpo consiste de ado-
bes (Fig. 7); y Paquimé, México, uno de los sitios más importantes de arquitectura de
tierra (ver artículo de Eduardo Gamboa en esta publicación), y ciudades históricas como
Coro, Venezuela (Coro y su puerto, 1993, inscrito en la Lista de Patrimonio Mundial en
Peligro en 2005), con arquitectura habitacional (Fig. 8).
El uso de tierra cruda para la construcción en contextos geográficos, climáticos, cul-
turales y cronológicos tan variados es expresión de las ventajas que el material ofrece
en términos de economía, versatilidad, adaptabilidad a diferentes zonas climáticas, y
facilidad de construcción.
Aun así, en muchas partes del mundo el adobe fue asociado con la pobreza y la
insalubridad y está siendo paulatinamente reemplazado por el concreto que llegó a
significar “progreso” y “riqueza”. Además, los edificios de tierra necesitan constante
mantenimiento que mucha gente hoy no quiere o no puede brindar, sea por falta de
tiempo, disposición, conocimiento o, en algunas regiones, de materias primas.

La conservación y protección del patrimonio de tierra


Los muros de tierra cruda en contextos arqueológicos presentan muchas veces serios
problemas de detección, dado que el material del muro es muy parecido al material
terroso de su contexto. Aun identificados, muchas veces resulta difícil determinar qué
técnica constructiva ha sido utilizada, por un lado debido al a veces pobre estado de
conservación, y la falta de experiencia de muchos arqueólogos con este tipo de mate-
rial. Estos hechos probablemente causaron la pérdida de mucha información arqueo-
lógica a lo largo de los años (ver Piesbergen, 2007). Sin embargo, una vez excavados,
la preservación de los vestigios arqueológicos, en la mayoría de los casos, solamente
requiere de la conservación material en un ambiente controlable.
La situación que se presenta en las ciudades históricas, donde las edificaciones
todavía están siendo habitadas o usadas, es más compleja aun. Los edificios no deben
perder su valor patrimonial, por un lado, y tienen que funcionar en la vida moderna
de su contexto, por otro. Esta situación, muchas veces percibida como contradictoria,
es un reto para la conservación. Los edificios de tierra presentan una amplia gama de
patologías y necesitan constante atención y cuidado. Esta atención es la que establece
una relación directa entre la conservación del edificio y la conservación de la técnica.
Aquí los maestros artesanos son agentes esenciales.
A lo largo del tiempo se perdieron muchas edificaciones de tierra porque fueron
destruidas para hacer espacio para edificios modernos, o porque cayeron en desuso y
se derrumbaron por falta de mantenimiento. La pérdida, sin embargo, no solamente es
material. También las técnicas de trabajo del material, la terminología con la que se des-
criben los materiales y procesos y las creencias y rituales que acompañan el trabajo y
lo llenan de sentido, se van perdiendo paulatinamente. La falta de interés y apropiación
de este patrimonio milenario son igual de destructivos que las influencias climáticas
que erosionan los materiales. Por eso, los esfuerzos de conservación del patrimonio
en tierra no solamente tienen que enfocarse en la parte material, sino también en la
dimensión social e inmaterial.
18 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

En las dos últimas décadas se ha despertado un renovado interés en el barro y las


técnicas de su uso. Eso se debe a la necesidad de entender el material y sus propieda-
des para poder conservar sitios arqueológicos, monumentos o conjuntos de edificios
construidos de tierra. Esta tendencia se ve reflejada en el gran número de organizacio-
nes que están involucradas en actividades de investigación y conservación relaciona-
das con el tema, por ejemplo:
• CRATerre - Ecole d’Architecture de Grenoble
• ICCROM - Terra project
• Getty Conservation Institute- Terra project
• ICOMOS - ISCEAH
• UNESCO – Earthen Architecture Programme
Por otro lado, porque algunas de las propiedades del material son codiciadas en el
contexto moderno (por ejemplo su bajo impacto ambiental, el bajo costo y su versati-
lidad), existen muchas organizaciones dedicadas a revitalizar y modernizar el uso de la
tierra como material de construcción (ver www.dachverband-lehm.de/gb/07_links/07-2_
links_resources.htm) y cada vez hay más ejemplos de intentos de combinar los estilos
modernos con el material tradicional (Fig. 9).
Sin embargo, no ha habido todavía muchas acciones para rescatar el patrimonio
cultural inmaterial que acompaña la preparación del material y la construcción de los
edificios en procesos tradicionales.

Fig. 9. Oaxaca Escuela de Artes


Plásticas, Taller de Arquitectura -
Mauricio Rocha (ver http://www.
eartharchitecture.org/index.php?/
archives/1039-Oaxaca-School-of-
Plastic-Arts-by-Mauricio-Rocha.
html).
Introducción y objetivos del taller 19

El taller
A partir de esta reflexión la Oficina de la UNESCO en México organizó, en colaboración
con el Centro del Patrimonio Mundial – UNESCO, auspiciado por Fondos Extra-presupues-
tarios Españoles y apoyado por la Secretaría de Turismo del Estado de Tlaxcala, el taller
“Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe: La técnica, la tradición
oral y formas de transmisión del oficio”. El taller se llevó a cabo en Tlaxcala, Tlaxcala,
México, del 24 al 26 de septiembre de 2009, con la finalidad de promocionar el rescate y
la salvaguardia de las técnicas tradicionales de arquitectura de tierra, así como valorar el
importante patrimonio inmaterial contenido en ellas (ver programa en Anexo I).
Se espera que a través de la valoración de las prácticas, las materias primas, y los
rituales y creencias asociadas al proceso, a largo plazo, se pueda lograr un reposicio-
namiento social del uso del barro en la arquitectura en América Latina y el Caribe.
Además, se buscó identificar elementos para un “Plan de Acción” con enfoque en la
conservación y promoción del patrimonio de tierra con sus aspectos inmateriales, a
nivel de la región América Latina y el Caribe.

Estrategia de implementación
Para alcanzar los objetivos arriba detallados se propuso llevar a cabo un intercambio de ex-
periencias de maestros artesanos a nivel regional, en particular relacionados con conjuntos
y sitios declarados Patrimonio Mundial o inscritos en la lista tentativa de un Estado Parte.
El evento de tres días de duración reunió a ocho maestros artesanos2 de la arquitec-
tura de tierra, con práctica de alrededor de 20 años en el oficio, con cinco expertos con
experiencia en investigación de técnicas tradicionales de arquitectura de tierra, proce-
dentes de Cuba, Venezuela, Perú, Ecuador, Chile y México. Representantes de las autori-
dades locales y nacionales mexicanas, de ICOMOS México y participantes de diferentes
áreas de trabajo interesados en la temática (por ejemplo restauradores, antropólogos y
arqueólogos) completaron la convocatoria (ver lista de participantes en Anexo II).
Previo a la reunión en México los expertos elaboraron breves artículos incluidos en
esta publicación, en los que dieron una visión de conjunto de las técnicas y construccio-
nes en América Latina y el Caribe (Luis Fernando Guerrero, México), resaltaron los aspec-
tos simbólicos y rituales de los materiales y de las construcciones (Victoria Castro, Chile),
subrayaron a necesidad de facilitar la viabilidad social y económica de la conservación de
las edificaciones de tierra (Juan Manuel Chávez, México), y enfatizaron la importancia de
proteger los yacimientos de las materias primas (Fernando Rodríguez, Venezuela). Ade-
más se incluyó un estudio de caso de un sitio arqueológico de tierra, Paquimé en México
(Eduardo Gamboa).
Asimismo, se realizaron entrevistas –registradas en video– con los maestros artesa-
nos de la arquitectura de tierra en sus respectivos países. Las entrevistas siguieron un
mismo guión y muestran a los artesanos en diferentes lugares relacionados con su tra-
bajo. El video que se elaboró con base en las entrevistas sirvió como punto de partida
para las discusiones del encuentro. En las entrevistas los artesanos hacen referencia a
las diferentes técnicas usadas, ventajas y desventajas del uso del material tierra para la

2
Por razones de salud un maestro artesano no podía participar
20 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

construcción, la manera de transmisión del oficio, la vigencia del material y de las téc-
nicas en el siglo XXI, los apoyos brindados por los gobiernos a la arquitectura de tierra
y los rituales y creencias que acompañan el trabajo, entre otras.
En mesas de trabajo con todos los participantes se elaboraron observaciones sobre
diferentes aspectos de la temática que al final se incluyeron en un listado de elementos
para un Plan de Acción para América Latina y el Caribe.
La información generada en el taller se está distribuyendo a las instituciones per-
tinentes. En el futuro será necesario retomar los elementos de acción identificados
en el taller para elaborar un Plan de Acción operativo en conjunto con las instancias
decidoras de los países de la región de América Latina y el Caribe. La arquitectura de
tierra cruda con su gran variedad de expresiones arquitectónicas y sus elementos in-
materiales puede, además, servir como punto de cristalización para el trabajo con las
tres convenciones culturales de la UNESCO mencionadas por Katherine Grigsby, Direc-
tora de la UNESCO México: la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial
Cultural y Natural (1972), la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural
Inmaterial (2003) y la Convención sobre la protección y la promoción de la diversidad
de las expresiones culturales (2005).
La entrevista y la presentación
de los maestros artesanos

En preparación del taller sobre los aspectos inmateriales de la arquitectura de tierra en


América Latina y el Caribe se realizaron entrevistas con los maestros artesanos en sus
respectivos lugares de trabajo o sus casas. Las entrevistas fueron conducidas y gra-
badas en video por los expertos invitados a la reunión o con el apoyo de instituciones
en los países. El guión de las preguntas de las entrevistas, reproducido aquí abajo, fue
el mismo para todos los maestros artesanos. Los entrevistadores tenían la libertad de
modificar las preguntas para adecuarlas a los contextos.
Los ocho maestros artesanos de Cuba, Venezuela, Ecuador, Perú y México que fue-
ron entrevistados, se presentan al final de esta sección.

Guión de las entrevistas:


1A. ¿Cuánto tiempo tiene trabajando en la fabricación de adobes?
1B. ¿Cuánto tiempo tiene trabajando en la construcción de edificios de barro?
2. ¿Sabe desde hace cuánto tiempo se construye con tierra en su localidad?
3. ¿Qué edificios antiguos hechos con este material conoce?
4. ¿Cuántos maestros que dominan estas técnicas tradicionales de tierra activos co-
noce usted y cuantos viven en su comunidad?
5. ¿Cuáles son las principales ventajas que a su modo de ver tienen las casas cons-
truidas con técnicas a base de tierra?
6. ¿Cuáles son las principales desventajas de este tipo de casas?
7. ¿A las personas de la comunidad les gusta vivir en casas de tierra?
8. ¿La gente de la comunidad quiere conservar las casas de tierra?
9. ¿A cuántos aprendices ha enseñado usted su oficio?
10. ¿Qué medidas considera usted que deberían tomar el gobierno y las comunidades
en conjunto para conservar este tipo de viviendas y divulgar estas técnicas tradi-
cionales?
11. ¿Cómo se imagina usted el futuro de las construcciones de barro?
12. ¿Considera usted que estas técnicas tienen vigencia aún en el siglo XXI y por
qué?
13. ¿Nos podría explicar los pasos que usted sigue en su trabajo?
14. ¿Existen facilidades para conseguir la materia prima para hacer este tipo de cons-
trucciones?
15. ¿Dónde y cómo aprendió el oficio y quiénes fueron sus maestros?
22 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

16. ¿Ha recibido algún tipo de apoyo del gobierno para mejorar su forma de trabajar?
17A. ¿Aproximadamente cuántos adobes fabrica a la semana, en qué temporadas y
quiénes son sus principales clientes?
17B. ¿Aproximadamente en cuántas construcciones de casas de barro ha participado?
18A. ¿Cuántos adobes producía hace veinte años y cuántos el año pasado?
18B. ¿Cuántos casas construyó hace veinte años y cuántas el año pasado?
19. ¿Considera usted que actualmente en su comunidad el número de maestros que
dominan estas técnicas tradicionales en tierra es suficiente?
20. ¿Qué beneficios le ha dado el tener este oficio?
21. ¿Qué dificultades trae trabajar en este oficio?
22. ¿Nos podría contar alguna leyenda que tenga que ver con las construcciones de
barro?
23. ¿Usted practica algún ritual durante su trabajo? ¿Usted se los ha enseñado o
enseña a sus aprendices?
24. ¿Los materiales usados, su procesamiento o las construcciones finales tienen
significado simbólico?
23

Nombre: Nicolás Rafael Ponce Sánchez


Nacionalidad: Cubana
Año de
nacimiento:
1937

Domicilio: Trinidad, Cuba

“Anteriormente los conocimientos míos eran prácticos


totalmente. Hoy tengo parte práctica y tengo parte cien-
tífica a través de los compañeros que trabajan junto con-
migo, que me han apoyado en este sentido.”
(Nicolás Rafael Ponce Sánchez)

Nombre: Jesús Coello Chirinos


Nacionalidad: Venezolana
Año de
nacimiento:
1929

Domicilio: Coro, Venezuela

“[La] técnica del barro, … no la vamos a dejar decaer, por-


que si la dejamos decaer, se pierde el patrimonio.”
(Jesús Coello Chirinos)
24 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

Clever Gerardo Plaza Vele (der.)


Nombres:
Miguel Antonio Plaza Plaza (izq.)
Nacionalidad: Ecuatoriana
Año de
nacimiento:
1978

Domicilio: El Valle, Cuenca, Ecuador

“El significado simbólico de hacer una casa de tierra, de


adobe es, como se dice antiguamente, estar cerca de la Pa-
chamama, la Madre Tierra.”
(Clever Gerardo Plaza Vele)

Nombre: Eleno Villacorta Valencia


Nacionalidad: Peruana
Año de
nacimiento:
1968

Domicilio: Distrito de Santiago, Provincia de Cusco, Perú

“Veinte años ya trabajo. Mis papás, mis abuelos eran maestros que
trabajaban en mi pueblo, mi comunidad. Yo aprendí a trabajar con
adobe, y siempre sí estoy trabajando con adobe, hasta llegando a ser
un maestro. Nuestros antepasados más viejos, hasta los Incas, habían
construido con adobe. Nosotros seguimos trabajando con adobe.”
(Eleno Villacorta Valencia)

Nombre: Joel Torres Rodríguez


Nacionalidad: Mexicana
Año de
nacimiento:
1957

Domicilio: Jantetelco, Morelos, México

“[En una casa de adobe] hay un ambiente fresco donde hay


calor, y donde hay frío hay un ambiente templado. Y otra de
las ventajas es que no fácilmente un temblor lo va a tirar.
Si uno tiene cuidado de protegerlo, no hay desventaja. …
Si lo protegemos, pues, dura por lo menos ciento cincuenta
años.”
(Joel Torres Rodríguez)
25

Nombre: Calixto Marcos Bermeo


Nacionalidad: Mexicana
Año de
nacimiento:
1937
Domicilio: Loc. San Andrés Calpan, Puebla, México

“Cuando la luna está tierna, [la tierra] no sirve [para cons-


trucción] porque se agujera mucho. Lo come un animal que no-
sotros les llamamos tlapipiyol, es una mosquita. […] Pasando
cuatro, cinco días de que nace la luna ya puedo trabajar … lo
que conviene más es de octubre para delante, […] hasta marzo
todavía, si no llueve.”
(Calixto Marcos Bermeo)

Nombre: Jesús Orozco Loya


Nacionalidad: Mexicana
Año de
nacimiento:
1963

Domicilio: Ejido Ojos Azules, Mpio. Carichic,


Chihuahua, México

“La principal ventaja es que el material aquí lo tenemos.


Tenemos aquí todos los recursos para hacer el adobe. Aquí
lo conseguimos de la misma tierra. No tenemos que salir a
otra parte a buscarlo.”
(Jesús Orozco Loya)

Nombre: Armando Becerra Cárdenas


Nacionalidad: Mexicana
Año de
nacimiento:
1973
Domicilio: Rancho de Peña, Mpio de General
Trias, Chihuahua, México

“El problema es que la gente ya no quiere construir adobes


por la cuestión de que los bancos no financian casas de ado-
be y no hay préstamos, y por eso se ven en desventaja y a
veces hasta cierto punto [la tierra] se ve desplazada con los
otros materiales modernos.”
(Armando Becerra Cárdenas)
Tradición constructiva con tierra
Luis Fernando Guerrero Baca

La arquitectura de tierra que se encuentra presente en las diversas regiones que con-
forman América Latina fue conocida y cultivada desde épocas muy antiguas por la
mayoría de las civilizaciones prehispánicas, tal como lo evidencian los restos arqueoló-
gicos y los testimonios dejados por los cronistas del siglo XVI.
Después, los conocimientos arquitectónicos traídos por los conquistadores espa-
ñoles se fundieron con esta cultura constructiva nativa, habiendo sido enriquecidos
además, con el intercambio desarrollado durante el proceso de colonización, cuando la
mano de obra especializada en la edificación en determinadas regiones, era trasladada
a las zonas en las que se establecían nuevos poblados.
La sabiduría edilicia del uso del barro crudo era un patrimonio común que susten-
taba la generación de todo tipo de edificios públicos y privados. Misiones, colegios,
conventos, presidios, haciendas, hospitales, mercados, plazas de toros y desde luego,
la mayor parte de la vivienda, fue edificada haciendo uso de esta tecnología construc-
tiva que aprovechaba de manera plenamente racional los recursos que le ofrecía el
entorno natural. Además, estas edificaciones respondían de modo eficaz a las condi-
ciones climáticas de la mayor parte de las regiones del continente, al generar espacios
confortables gracias a la inercia térmica que poseen los muros, pisos y techos de tierra,
la cual permite mantener estable la temperatura interna de los locales.
La construcción con tierra permaneció casi sin cambios durante toda la época vi-
rreinal. Inclusive durante el siglo XIX y principios del XX, cuando que se empezaron a
desarrollar nuevas tecnologías constructivas y a producirse géneros de edificios que
no tenían precedente, los sistemas constructivos de tierra fueron adaptados de manera
muy apropiada a la llamada “modernidad”. Todavía es posible ver en muy buen estado
de conservación haciendas, teatros, cines, bancos, estaciones de ferrocarril, fábricas,
grandes almacenes y edificios habitacionales en los que se fundió de forma muy com-
patible la técnica constructiva tradicional con los sistemas emergentes.
No fue sino hasta mediados del siglo XX cuando, por diversas razones de tipo
ideológico y económico, la arquitectura de barro crudo empezó a decaer para ser
sustituida por materiales comerciales de origen industrializado, con lo que entró en
crisis una cultura constructiva de probada eficiencia y continuidad milenaria.
Afortunadamente, en años recientes se ha manifestado un renovado interés por
esta arquitectura, gracias a la valoración de sus cualidades ecológicas. Esto ha permi-
tido que se desarrollen proyectos en los que se combina la sabiduría ancestral con los
28 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

criterios y tecnologías del diseño sustentable, lo que abre un camino para su proyec-
ción a futuro.

La tecnología y el entorno geográfico


Las principales técnicas constructivas térreas utilizadas en la época prehispánica en
América Latina fueron la tierra compactada, el barro moldeado, el bajareque y el adobe.
Tanto las crónicas escritas en la época virreinal como los restos arqueológicos que
se han analizado dan cuenta de que en muchos sitios prehispánicos, los núcleos de las
plataformas ceremoniales contenían capas superpuestas de tierra compactada, confi-
nadas con muros y taludes de piedra que a veces permanecía como acabado final o
bien podía estar recubierto con arcillas estabilizadas para darle mayor resistencia o con
argamasas hechas de cal y arena.
La técnica conocida como barro moldeado, es decir vaciado en estado plástico den-
tro de moldes o cimbras, fue el sistema que permitía la construcción de estructuras
prácticamente monolíticas. Para evitar la retracción del barro en su proceso de secado,
este material era combinado con piedras durante el “colado”. Para las partes bajas de
los muros se usaban piedras de mayor tamaño y conforme la cimbra se elevaba para
conformar las paredes una vez que el barro fraguaba, las dimensiones de las rocas iban
disminuyendo progresivamente.
Ejemplos destacados de esta técnica los encontramos en muchas de las estructuras
que se localizan en las llamadas “casas en acantilado” presentes en el sur de los Estados
Unidos y el norte de México, especialmente en la Sierra Madre Occidental. Uno de los
ejemplos más destacados de la aplicación de esta técnica lo constituye la zona arqueoló-
gica de Paquimé, único sitio mexicano hecho completamente con tierra que se encuentra
inscrito en la Lista de Patrimonio Mundial. El sistema de barro moldeado se combinaba
con las otras técnicas constructivas de tierra cruda, dependiendo de la época de construc-
ción así como de la función de los locales que se conformaban o adecuaban (Fig. 1).

Fig. 1. Casas en acantilado en


Huápoca, Chihuahua, México.
Tradición constructiva con tierra 29

Debido a las dificultades técnicas que implicaba y a la relativa lentitud de los pro-
cesos de elaboración de los muros este procedimiento constructivo cayó en desuso a
consecuencia del desarrollo de la edificación masiva con adobe que tuvo lugar a partir
de la conquista.
El manejo del bajareque, bahareque o quincha como se le conoce en diversas par-
tes de nuestro continente, estuvo destinado a la configuración de las viviendas de la
mayoría de la población tanto de emplazamientos rurales como urbanos. En este caso,
el barro crudo permitía cerrar los vacíos existentes entre las varas o carrizos que con-
figuraban la estructura portante de los muros, además de proporcionarles un espesor
mayor a fin de confinar mejor los espacios habitables. En muchos sitios a lo largo de
la Cordillera Andina la quincha no sólo servía para hacer muros sino que con ellas se
conformaban entrepisos y cubiertas.
Por su parte, el adobe se empleaba en general para la edificación de muros de
algunos adoratorios y viviendas de los estratos sociales más elevados. Sin embar-
go, en sitios donde la organización social lo permitía, se edificaron los núcleos de
basamentos ceremoniales, solamente con mamposterías de adobe. Casos notables
de este proceso constructivo los encontramos en la pirámides mexicanas del Sol en
Teotihuacán, el templo mayor de Cholula o el Calvario, en Mitla, así como las Huacas
peruanas de Moche, Túcume, Tomaval, Pachacamac y Chan Chan, por sólo nombrar
algunos ejemplos.
El sistema de techo más común, sobre todo en regiones donde las lluvias son fre-
cuentes e intensas, era de tipo inclinado con una, dos y cuatro vertientes, soportadas
por armaduras de madera y recubiertas finalmente con paja u hojas de palma.
En cambio, en sitios con menor régimen pluvial, se construían techos de terrado
soportados por estructuras de madera en combinación con otros materiales vegetales.
Estos sistemas de cubiertas se realizaban colocando tierra, apisonándola y humede-
ciéndola por capas, hasta que el techo adquiría el espesor y resistencia adecuados
para dar estabilidad a los muros y aislar a los locales de las condiciones climáticas ex-
teriores. En algunas zonas, en vez de los estratos de tierra, se aplicaban capas de barro
en estado plástico, a veces combinado con paja, lo que permitía utilizar estructuras
portantes de madera con dimensiones mucho menores, al tratarse de una sistema más
ligero. En ambos casos las cubiertas eran sensiblemente planas y solamente recibían
una leve pendiente para permitir el desalojo de la escasa agua de lluvia.
El barro crudo también era frecuentemente utilizado como mortero aglutinante de
mamposterías de piedra, así como material para recubrimiento protector de los muros,
sobre los que era aplicado a mano o con la ayuda de una llana.
Las aportaciones que los conquistadores españoles hicieron a la edificación con ba-
rro crudo se relacionan con el manejo de nuevas herramientas, la distribución espacial
de la arquitectura y sobre todo, la introducción de sistemas estructurales desconocidos
en nuestro continente, tales como los arcos, bóvedas y cúpulas, asociados a los siste-
mas de apoyo estático como los refuerzos de esquina y los contrafuertes.
Sin embargo, parece ser que los medios de transformación de la materia prima,
la organización del trabajo y los sistemas constructivos prehispánicos sufrieron po-
cas adecuaciones durante la época virreinal. Las comunidades locales conocían a la
30 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

perfección los materiales de su emplazamiento y sabían dónde encontrar las tierras y


especies vegetales más apropiadas para edificar con barro crudo.
La localización geográfica de los sistemas constructivos ancestrales que han perma-
necido hasta nuestros días es relativamente compleja, ya que está en función tanto de la
latitud de los sitios como de su altitud sobre el nivel del mar, además de la disponibilidad
de materias primas adecuadas. Por ello resulta difícil plantear una zonificación precisa.
De manera general podemos decir que las construcciones de bajareque están dis-
tribuidas principalmente en zonas climáticas de trópico húmedo en las que es posible
localizar recursos vegetales que permitan su estructuración y con los que se crean
espacios en los que la ventilación es la estrategia de control bioclimático que mejor
desempeño logra. Se trata de edificios que debido a la relativamente corta durabilidad
de sus componentes constructivos, requieren ser reparados con mayor frecuencia que
las otras técnicas. No obstante, resulta notable la permanencia a través de los siglos
de sus esquemas estructurales y distributivos, los cuales se han mantenido inalterados
desde épocas muy remotas. Este es el caso por ejemplo de la vivienda maya, cuya
forma, dimensiones, orientación y distribución espacial han subsistido por milenios (De
Pierrebourg, 2003: 236) (Fig. 2).

Fig. 2. Vivienda maya


en Yucatán, México.

En segundo lugar, el adobe es la técnica de construcción con tierra que tiene ma-
yor impacto y trascendencia. Es posible localizar este tipo de estructuras lo mismo en
regiones montañosas que en valles y planicies, al igual que en sitios extremadamente
calurosos o fríos. Incluso en zonas húmedas o marcadamente sísmicas en las que se
pensaría que resulta altamente vulnerable, las comunidades locales fueron capaces de
desarrollar sistemas constructivos complejos, plenamente adaptados, que han logrado
resistir a los embates de la naturaleza.
En tercer lugar, como ya se mencionó, la edificación a base de barro moldeado
prácticamente ha desaparecido y sólo se encuentra formando parte de vestigios ar-
queológicos.
Tradición constructiva con tierra 31

Finalmente, en lo que se refiere a la técnica edilicia de la tierra compactada se pre-


sentan dos casos. El primero es el de las cubiertas de terrado que, como ya se explicó,
se utilizan todavía en sitios de clima seco.
El segundo caso tiene relación con la tradición constructiva conocida como tapia
o tapial, la cual consiste en la edificación de muros a partir de la superposición de
bloques de tierra que es compactada in situ dentro de cajones o cimbras. Esta técnica
ha tenido una gran difusión desde épocas remotas en muchas partes del mundo, y
desde luego los conquistadores europeos la dominaban cuando llegaron a América,
ya que la emplearon para edificar importantes estructuras lo mismo en las Antillas,
que en Brasil, Venezuela, Colombia, Chile, Argentina y Perú, aunque hay que aclarar
que en estos últimos casos la técnica ya era conocida por las culturas prehispánicas
andinas.

Presente y porvenir del uso de la tierra


Un aspecto fundamental inherente a la edificación con barro crudo y consecuentemen-
te a sus procesos de conservación, es su vulnerabilidad material. La diversidad de com-
portamientos de los componentes de la tierra y sus relaciones proporcionales conlleva
desequilibrios en la durabilidad de las estructuras. Mientras que hay edificios que han
permanecido con un sorprendente estado de conservación por mucho tiempo, existen
otros que de un año a otro presentan fuertes efectos de deterioro como resultado de
la acción del medio ambiente.
Por una parte, debemos reconocer que la tierra utilizada como material constructivo
es altamente sensible al agua ya sea aquella que se absorbe del suelo por capilaridad,
la que entra por sus poros como vapor, la que impacta su superficie en forma de lluvia o
la que, como resultado de descensos fuertes de temperatura, se congela en su interior.
El problema se complica cuando inciden de manera conjunta la abrasión eólica, hídrica
y mecánica.
Otra de las debilidades de las estructuras térreas se debe a la baja resistencia a la
compresión, flexión y tracción que presentan, si se les compara con materiales tales
como la piedra, el ladrillo o la madera.
Pero esta vulnerabilidad del material ha sido sabiamente resuelta por las distintas
tradiciones constructivas, gracias al desarrollo de cuatro estrategias, las cuales adquie-
ren un notable significado cultural, pues han sido el sustento de la permanencia de la
arquitectura.
Primeramente se presenta lo que se conoce como los procesos de estabilización de
la tierra. Se trata de la incorporación de aditivos que le confieren un comportamiento
más estable al suelo. Históricamente se han utilizado para estos fines la cal, la paja, el
estiércol del ganado, diferentes tipos de grasas, así como las savias y extractos de dis-
tintos vegetales, especialmente de las cactáceas.
En segundo lugar se encuentran los procedimientos para la transformación del sue-
lo natural en material constructivo. Los procesos de extracción de la tierra, épocas
propicias, mecanismos de hidratación, tiempo de elaboración, cuidados para el manejo,
herramientas utilizadas, dimensiones constructivas, entre muchos otros factores, confi-
guran métodos de trabajo que sirven como normas de control de calidad.
32 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

En tercer término, en cada sitio se ha diseñado y adecuado lo que se conoce


como sistemas constructivos, es decir, combinaciones apropiadas de materiales que,
a pesar de sus limitaciones individuales, cuando actúan de manera conjunta trabajan
como redes en la que cada componente es auxiliado por sus vecinos, dando como
resultado una colaboración sistémica con alta resistencia y flexibilidad. Los edificios
tradicionales poseen una serie de relaciones materiales y dimensionales que permi-
ten que la relativamente baja resistencia de sus elementos, sea subsanada gracias al
trabajo colectivo de las piezas, asociado al uso de componentes hechos con mate-
riales compatibles localizados en puntos críticos de las estructuras. Las esquinas, los
recubrimientos, las cimentaciones, los dinteles, techos y entrepisos, son áreas que
han sido diseñadas de manera especial, ya que sirven como articulación de esfuerzos
y soporte de agentes externos.
Por último, la arquitectura vernácula, siempre ha sido dependiente de acciones de
mantenimiento periódico. La protección superficial asociada a la oportuna sustitución
de componentes dañados ha garantizado la permanencia secular de los edificios y
conjuntos urbanos hechos con barro crudo.
En este punto vale la pena detenerse para aclarar el hecho de que esta arquitectura
no sólo pertenece al medio rural. Un número muy destacado de ciudades latinoameri-
canas, muchas de las cuales han sido reconocidas como patrimonio a escala nacional
o mundial, conservan gran cantidad de viviendas de tierra. Este hecho resulta relevante
debido a que valores tales como su tipología de fachadas, relaciones de vanos y maci-
zos, altura de paramentos, dimensiones de las ventanas, densidad de ocupación entre
muchos otros factores, se derivan justamente del hecho de que los inmuebles fue-
ron elaborados con tierra. Ciudades patrimoniales tales como Antigua Guatemala, Ca-
magüey, Cienfuegos, Coro, Cuenca, Cuzco, Diamantina, Goiás, Guanajuato, La Habana,
Lima, Trinidad, Morelia, Oaxaca, Ouro Preto, Potosí, Puebla, Querétaro, Quito, San Miguel
de Allende, Santa Cruz de Mompox, Santo Domingo o Sucre, evidencian la importancia
que juega la arquitectura de tierra cruda dentro de los tejidos urbanos.

Fig. 3. Viviendas urbanas de


adobe en Guanajuato, México.
Tradición constructiva con tierra 33

Empero, a pesar de los valores patrimoniales de las estructuras de tierra, durante la


segunda parte del siglo XX, lamentablemente estas estrategias se vieron interrumpidas,
con lo que se rompió la cadena cultural que las mantuvo vigentes por milenios.
Las comunidades tradicionales empezaron a considerar que la construcción con
barro crudo era insegura e insalubre, y que se oponía a la idea de progreso a la que ellos
aspiraban. Por ello, los edificios vernáculos e históricos de tierra fueron paulatinamen-
te alterados mediante la introducción de estructuras incompatibles, o definitivamente
demolidos para reemplazarse por construcciones elaboradas con materiales industria-
lizados los cuales, a pesar de su alto costo y su desvinculación con las condiciones
ecológicas locales, empezaron a adquirir un creciente prestigio social.
Así, la cantidad de viviendas vernáculas que se construyen en la actualidad ha dis-
minuido de manera drástica durante las últimas tres décadas. Hay regiones en las que
definitivamente no se construye ya con tierra.
Esta pérdida de la tradición ha resultado especialmente grave debido a que, por des-
gracia, nunca existió un interés académico por su estudio y documentación, de modo
que se ha ido borrando sin dejar huella.
En las escuelas de arquitectura, ingeniería y construcción, la edificación vernácula
no ha formado parte de la currícula universitaria, y han sido pocos los profesores e
investigadores interesados en estos temas. Este desinterés generalizado lógicamente
trae como consecuencia una falta de actividades académicas que documenten, carac-
tericen y realicen publicaciones en torno a esta arquitectura.
Dentro de este panorama, es necesario destacar el desarrollo de notables esfuerzos
que desde los años setenta se han realizado en la investigación, docencia y edifica-
ción con tierra, algunas instituciones nacionales tales como el Centro Barro, el CITAR
y el CRIATiC de Argentina; el CEPED de Brasil; INVIPASTO y la Universidad Nacional de
Colombia; Tierra Nueva de Chile; FUNDASAL de El Salvador; FUNHABIT y TECNOVIVA
de Ecuador; CONESCAL, la UNAM, la UAT y la UAM de México; la Pontificia Universidad
Católica del Perú; CTA de Paraguay y la Fundación Tierra de Uruguay (Pereira, 1995).
También se tiene que reconocer la labor que instituciones tales como el ICRROM
que en colaboración con el Instituto Getty, Craterre y organismos latinoamericanos,
generaron los cursos PAT que en los años noventa permitieron la capacitación espe-
cializada de profesionales dedicados a la conservación del patrimonio construido con
tierra en nuestro continente.
Finalmente es digno de resaltar el papel que han jugado los proyectos CYTED que
dieron como fruto las actividades de HABITERRA y PROTERRA como gestores de redes
de intercambio académico y de experiencias en torno al diseño y construcción con
tierra en Iberoamérica y cuyas labores han continuado por más de una década.
Sin embargo, a pesar de estos loables esfuerzos, es necesario aceptar que el nú-
mero de textos que abordan de manera integral a estas temáticas sigue siendo muy
reducido y, aunque recientemente se han generado artículos y ponencias sobre temas
específicos de esta tipología constructiva, casi todos se centran en la generación de
nuevos desarrollos tecnológicos en los que prácticamente no se contempla la edifica-
ción vernácula. Además, estos trabajos desafortunadamente cuentan con escasa difu-
sión y no se ha conseguido sistematizar su divulgación.
34 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

Del mismo modo, los organismos gubernamentales encargados de la edificación


de vivienda, infraestructura y equipamiento, en muy pocos países han contemplado en
sus planes y proyectos, el uso de la tierra como material constructivo. Las instituciones
financieras tampoco fomentan la edificación con barro crudo ni la conservación de los
edificios existentes, pues no consideran que se trate de inversiones rentables.
No se cuenta con programas de apoyo gubernamental para la conservación y cons-
trucción tradicional con tierra ni para el estudio y preservación de los conocimientos
relacionados con estas actividades. Existe muy poco interés por este ámbito debido a
que las entidades gubernamentales han perdido la confianza en estas técnicas atávicas
y prefieren el uso de materiales industrializados que ofrecen una “garantía de durabili-
dad” y una baja demanda de mantenimiento.
Por otra parte, resulta comprensible que en las campañas de desprestigio basadas
en la “imagen anticuada” de los materiales históricos o de su supuestamente corta
durabilidad, sea promovida por las empresas que se dedican a la fabricación y venta de
productos industrializados.
Estos insumos son más fáciles de presupuestar e incluir en los esquemas de ad-
ministración de obras que se manejan en provincias, departamentos, estados y muni-
cipios. Consecuentemente, el gasto presupuestado en un año promueve la obtención
de recursos en años subsecuentes, de manera que nadie se interesa por el manejo de
materiales que no tienen un valor de cambio definido, como sucede con la tierra y los
vegetales asociados con los sistemas constructivos tradicionales.
Se ha vuelto casi una actividad cotidiana el reparto de láminas galvanizadas así
como bloques y sacos de cemento por parte de diferentes instancias gubernamentales
a las comunidades más desfavorecidas económicamente.
Estos fenómenos lógicamente influyen también en el gusto de los propios usua-
rios que demandan la construcción de viviendas. Muy pocas personas en la actualidad
desean vivir en casas de tierra, y en especial los jóvenes se muestran deseosos por
construir sus casas “de material”, para demostrar su ascenso socioeconómico y su
salto a la modernidad.
Los conocimientos relacionados con la construcción con tierra han sufrido una muta-
ción a través de los años. En la antigüedad, la selección de suelos y su conversión en ma-
teriales constructivos, asociados a los procesos de mantenimiento y conservación, eran
de dominio público. En el contexto rural, donde la vida del campesino tenía fluctuaciones
que se relacionaban con el cambio de las estaciones, había un tiempo para sembrar, otro
para cosechar, otro para almacenar el grano y otro para descansar haciendo adobes.
En la mayoría de las regiones geográficas, entre finales del otoño y el principio de
la primavera, cuando las actividades agrícolas demandaban menos tiempo de trabajo,
varias horas del día se destinaban a la selección de barros y elaboración de adobes,
los cuales adquirían una calidad muy apropiada debido a las condiciones secas del am-
biente. Era también momento para hacer reparaciones en los locales o el resto de los
componentes del espacio habitable. Pero actualmente, ser un artesano dedicado a la
elaboración de materiales constructivos térreos o a edificar con ellos, genera escasos
beneficios económicos o sociales. Incluso hay personas que se avergüenzan cuando se
les pregunta si saben construir con barro.
Tradición constructiva con tierra 35

Fig. 4. Maestro adobero


enseñando su labor en un taller
infantil, San Isidro, Durango,
México.

Como comenta Ruz (2006:54-55) para el caso de México:


Más allá de los servicios con que cuenten las viviendas, un punto destacable
es que habitar en una casa ‘típica’ es para muchos de los vecinos sinónimo de
atraso y pobreza, cuando no de ‘indianidad’, en tanto que hacerlo en una ‘mo-
derna’ es marcador indudable de prestigio. No está por demás mencionar que
en lo anterior han jugado un papel primordial tanto los afanes comerciales de
quienes manejan el rubro de la construcción, como las políticas gubernamen-
tales en ese campo (íntimamente ligadas en muchos casos a los intereses eco-
nómicos), que han privilegiado la erección de edificios, monumentos y áreas
habitacionales, por lo común sin tomar en cuenta su armonía con el paisaje,
y mucho menos las características culturales de los pobladores de la zona. En
este sentido, la acción de salvaguarda del ente responsable (el Instituto Na-
cional de Antropología e Historia) es prácticamente nula. La destrucción del
patrimonio arquitectónico —en particular en las cabeceras municipales— es
brutal, acelerado y continuo, lo cual atenta no sólo contra el potencial turístico
de la región sino, hecho sin duda más importante, también contra la memoria
histórica plasmada en las construcciones.
Estos factores han provocado que la arquitectura térrea casi desaparezca como una
práctica tradicional socialmente compartida.
Paradójicamente, cuando se cuestiona a los moradores de estas viviendas acerca de
las ventajas de los edificios de barro crudo, existe una clara conciencia sobre sus cualida-
des térmicas y acústicas. Se reconoce que son casas que resultan más frescas en verano
y tibias en invierno, a diferencia de las edificadas con materiales industrializados.
En este sentido hay que llamar la atención hacia un fenómeno interesante que se
ha ido generalizando y que, en cierta medida, ha ayudado a evitar que, por lo menos en
algunas regiones, la construcción con adobe desaparezca por completo. Se trata de un
gusto creciente entre sectores sociales de clase media alta o de familias de extranjeros,
36 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

de construir “casas de campo” con materiales “rústicos”, ya sea por una visión idílica
del pasado o por un genuino interés por vivir en espacios con cualidades bioclimáticas.
Este proceso ha crecido en poblados turísticos y colonias para vacacionar donde se
construyen obras singulares recuperando algunas tradiciones locales.
Se sabe que las estructuras térreas son altamente sustentables, como ha sido reco-
nocido tanto por las culturas que las han seguido utilizando desde su origen, como por
aquellos constructores y arquitectos contemporáneos que han percibido los valores
que otorga desde el punto de vista de la ecología.
Se trata de estructuras hechas con uno de los compuestos que más abunda en la
naturaleza, que fácilmente se puede transformar en material constructivo, construir
con él y reparar. Es económico y contribuye a la conservación del paisaje al ser armóni-
co física y visualmente con él. Evita el uso de sistemas artificiales de acondicionamiento
de aire al mantener estable la temperatura de los locales. No consume energéticos ni
produce emisiones contaminantes en ninguna de las etapas de su elaboración. Es to-
talmente reciclable y cuando termina su vida útil como material constructivo, se integra
plenamente al medio natural sin generar residuos.
Justamente en esta línea se presenta un campo de oportunidad para la revaloración
de la tierra como material constructivo, la cual puede incidir en la conservación material
de las estructuras patrimoniales, antiguas y vernáculas, así como en la recuperación de
las técnicas tradicionales de edificación.

Fig. 5. Viviendas contemporá-


neas de adobe. San Miguel de
Allende, Guanajuato, México.

Cosmovisión y cultura constructiva


Las estrategias de estabilización, procesamiento, diseño y mantenimiento de los inmue-
bles de tierra fueron transmitidas a partir de la experiencia directa desde la antigüedad.
Son prácticamente inexistentes los tratados que detallen por escrito instrucciones o es-
pecificaciones para la construcción con tierra. El empleo del barro crudo era tan frecuen-
te y conocido por toda la población que parecía innecesaria la redacción de documentos
que sirvieran como guía para los constructores.
Tradición constructiva con tierra 37

Los procesos de edificación y aprendizaje se mantuvieron casi inalterados a través de


los siglos y lograron trascender a los diversos cambios de estilo y movimientos sociales y
económicos que ha sufrido América Latina a lo largo de su historia.
Resulta sorprendente percibir la semejanza entre la edificación que se realizaba con
tierra en el siglo XVI y la que todavía a mediados del siglo XX era frecuente en las po-
blaciones rurales de casi todo el continente. El espesor de los muros, la altura y claros
de los locales, las proporciones de las ventanas, las relaciones entre vanos y macizos,
entre muchos otros factores, permanecieron inalterados gracias a la eficiencia con que
se aprovechaban las materias primas y a la manera en que satisfacían las necesidades
de sus habitantes.
Las comunidades tradicionales aprendieron a dominar una serie de datos y medios
para identificar los materiales de su región, ya que a través de la enseñanza directa de
“usos y costumbres”, han ubicado los bancos de materiales apropiados y desarrollado
parámetros para reconocer su calidad, así como métodos convenientes para su manejo.
Un constructor vernáculo puede decir si un suelo es apto con solamente ver su color
o su textura. Al apretar y romper entre sus dedos un terrón sabe si determinada tierra
puede utilizarse sola o si será necesario combinarla con otros ingredientes para poder
transformarla en un material constructivo viable.
Por desgracia, esta información resulta difícil de transmitir a personas que no cuen-
ten con la experiencia que otorga la vivencia de un sitio determinado. Son conocimien-
tos muy complejos para ser verbalizados y generalizados pues están referidos a condi-
ciones contextuales específicas.
Y, como si este hecho no fuese suficientemente complicado, la mayor parte de estos
saberes se entretejen con conocimientos místicos derivados de la ancestral búsqueda
de convivencia del hombre con la naturaleza. Los saberes mágicos conforman el “núcleo
duro” de muchas de las creencias religiosas y mecanismos de aprovechamiento de las
fuerzas naturales y objetos que conforman el entorno.
Los rituales conforman el esqueleto de los grupos humanos, ya que son el ‘lugar
del consentimiento tácito’, del cual las sucesivas generaciones se van asiendo para
lograr una identidad simbólica familiar y colectiva que mantiene su consistencia y
su durabilidad. La reproducción de una identidad grupal requiere procesos simbó-
licos infatigablemente repetidos que constituyen los detalles del ceremonial, pues
continuar siendo una comunidad exige exactitud y perseverancia en las tradicio-
nes. (Jáuregui, 2004: 32)
Un ejemplo destacado de estos procesos lo encontramos en un texto escrito en 1629
por Hernando Ruíz de Alarcón, llamado Tratado de las supersticiones de los naturales
de esta Nueva España, en donde se incluye una explicación muy detallada del método
tradicional para la obtención y transformación de la cal.
Como sabemos, entre los diversos usos domésticos del hidróxido de calcio, destaca
su papel desde tiempo inmemorial, como parte de los procesos de edificación y conser-
vación de la arquitectura de tierra. Esta substancia que se obtiene de la calcinación de
piedras calizas en hornos, en combinaciones apropiadas con agua permite generar pastas
que funcionan como estabilizante de suelos, adobes o tapiales, además de que es la base
de morteros y pinturas que en muchas regiones permiten generar superficies protectoras
38 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

de las estructuras térreas. La cal ha sido un material invaluable para el desarrollo de la


arquitectura en casi todo el mundo por su función aglutinante y decorativa, pero para el
caso de la arquitectura de tierra, en ciertas condiciones climáticas, ha sido el único medio
para su permanencia hasta nuestros días (Guerrero, 2005: 133).

Fig. 6. Uso prehispánico de la


cal para la protección de adobes.
Tizatlán, Tlaxcala, México.

La transformación de materiales inertes como las rocas o las conchas marinas en


una substancia tan versátil como la cal a partir de la incineración, seguramente debió
parecer un proceso totalmente sobrenatural a los ojos de las culturas ancestrales. Es
por ello que implicaba el desarrollo de ritos en los que se mezclaba la magia con el
simbolismo asociado al control de los elementos de la naturaleza.
Los maestros de hacer cal y armar los hornos, para que en todo haya supers-
tición, cortan la madera usando también de conjuro y entran hablando con
el hacha como se sigue: “A ti digo, chichimeco bermejo, que aquí está el sa-
cerdote para quemar y consumir este árbol; ¿Qué se te alcanza, chichimeco
bermejo? Con esto e de dar vida o engendrar a mi hermana la mujer blanca
(la cal). Tú, hacha, no has de cudiciar los sacerdotes que traigo conmigo (por
herir por las manos y pies y los dedos), que no tienen sangre ni color, yo soy el
que lo mando, el príncipe de los encantos.”
Habiendo cortado la madera, empiezan a armar el horno poniendo por fun-
damento la leña, la cual conjuran primero diciendo: “Ven aquí genio, cuya
dicha consiste en las aguas; tiéndete en mi encantado horno de cal, allí te has
de convertir en humo y niebla; con esto se engendrará y nacerá mi hermana la
mujer blanca (la cal)”
Después de puesto el primer lecho de leña, conjuran luego la piedra para po-
nerla diciendo: “Ven tú mi hermana la muerte, que aquí has de revivir y nacer;
este efecto harán en ti mis criados bebiéndote y comiéndote (q.d. quemándote),
yo lo ordeno así, el príncipe de los encantos”
Tradición constructiva con tierra 39

Habiendo con este orden, armado el horno, compuesta ya la leña y piedras para
darle fuego, conjuran al fuego mandándole, aunque con respeto, que haga bien
su oficio: “Ven en mi ayuda tú mi padre cuatro cañas ardiendo con cabellos
rubios (por las llamas); tú que eres la madre y el padre de los dioses. Ya puedes
venir, que ya truje mi estera de rosas: en ella te has de sentar pero no para estar
de asiento, que has de pasar y has de comer y beber y te has de volver presto
para que presto se engendre y nazca la mujer blanca; para esto te esperan mis
criados, no lo manda quien quiera, yo el príncipe de los encantos.”
En poniendo el fuego para que surta su efecto y no se ahogue, sino que
fácilmente penetre todo el horno y salga a lo alto, conjuran el viento dicien-
do así: “Ea, ya ven mi hermana, la verde mujer, ve a dar priesa para que
se dé mucha priesa mi padre las cuatro cañas encendidas. Ven ya tú, verde
viento, ve a dar priesa a mi padre las cuatro cañas encendidas, en que em-
perezan; hazle que se dé prisa para que se engendre y nazca la mujer blanca
y acatemos su rostro.”
Con esto prosigue el darle fuego, y para más obligar y certificar sus
conjuros, usaban bailar alrededor del horno, y de camino beber hasta que
de borrachos y cansados se quedaban todos dormidos. (Ruíz de Alarcón en
Séjourné, 1985: 12-14)
En muchas comunidades indígenas todavía se practican ceremonias especiales
cuando se construye una casa. Generalmente, estos ritos siguen la cosmovisión pre-
hispánica en la que se ofrecen objetos y se recrean rituales a la naturaleza para poder
contar con su apoyo.
Desde la época virreinal estas creencias se fundieron sincréticamente con la re-
ligión católica, y han llegado hasta nuestros días como un conjunto coherente en el
que altares, cruces, santos y vírgenes ocupan el lugar de los dioses ancestrales.
A pesar de la singularidad de los ritos que realizan las diversas comunidades de origen
ancestral, subyacen en ellas muchos aspectos que les son comunes. El trabajo cooperati-
vo, la petición de permisos, las acciones de agradecimiento, los sacrificios de animales, las
abstinencias, las fiestas, la comida especial, la música y la danza, se manifiestan de una u
otra manera en estos procesos de interrelación del hombre con la naturaleza cuando se
realiza una construcción, especialmente si se trata de la vivienda (Jáuregui, 2004: 9,10).
A continuación se hace un breve recuento de algunos rituales que todavía se prac-
tican en algunas regiones de fuerte raigambre indígena de México.
En el poblado de San Pedro Chenalhó, Chiapas, al sur del país, los constructores
acostumbran cortar la madera en luna llena con la creencia de que dura más. Cuando
terminan la obra, el dueño invita a todos los miembros de la comunidad que lo ayuda-
ron en la obra, a compartir un guajolote guisado. Antes de comer, vierten un poco de
caldo en la base de cada poste, mientras pronuncian peticiones para la seguridad de
la casa y sus dueños. En seguida, un anciano enciende la primera fogata en el centro
de la casa. La fiesta termina en un banquete, en el que comparten abundante comida y
bebida hasta el amanecer (www.uv.mx/Popularte/Esp/scriptphp.php?sid=518).
También en Chiapas, pero en la comunidad de la etnia tzeltal de Cancuc, el dueño
se encarga todos los días de dar una comida sencilla a sus colaboradores. Cuando han
40 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

terminado las paredes y les falta traer la paja para hacer el techo, les prepara un cerdo. Al
terminar de techar la casa se coloca una cruz ante la cual la esposa debe rezar tres días,
y no puede tener contacto con su esposo, porque podría enfermarse o morir. (Ibid)
En la misma región los chamulas igualmente construyen sus casas colectivamente.
Unos amigos traen la madera para las paredes y los techos, otros el zacate y el ba-
rro para los muros. El grupo recibe como agradecimiento alimentación y aguardiente
durante los días de trabajo. Cinco personas pueden construir una casa en ocho días
(Moya, 1984:119).
Para aplacar a los espíritus de la tierra, los chamulas deben ofrecer incienso,
velas y un ron claro de destilación casera llamado pos. Los dioses aceptan esas
ofrendas y premian generosamente a los indios por su devoción: cada vivienda,
pozo, redil, maizal, escuela o carretera, es un regalo de los espíritus de la tierra
en agradecimiento por los humildes presentes de los hombres. Pero si las ofrendas
fueran mezquinas o insuficientes, podrían ocurrir varias desgracias: quizá se des-
plome la escuela o alguien se caiga al pozo. (Rachum, 1991: 78)
En el pueblo de Yalalag, Oaxaca, en el sur de la República Mexicana, el dueño pone
cuatro cruces pequeñas de pino, salpicadas con sangre de pollo, para que protejan la casa
y sus habitantes de envidias o brujería. Después, el dueño invita a todos sus colaboradores
a compartir diversos platillos de la comida tradicional (Universidad de Veracruz, 2008).
Del mismo modo, en la comunidad mixe también en Oaxaca, el residente de una
casa recién construida hace una gran fiesta como agradecimiento a todos los que par-
ticiparon en la obra, ofreciendo comida especial y abundante tepache. Antes de comer,
se mata un guajolote o un gallo y parte de su sangre se usa para salpicar el piso y de
este modo “pedirle permiso” a la tierra, mientras que el resto se mezcla con pinole para
hacer una ofrenda que se entierra en el centro de la vivienda (Ibid).
Evon Z. Vogt en su libro Ofrenda para los dioses, rituales chinantecos de casa y cam-
po, (citado por Moya, 1984:117) cuenta de manera detallada los complejos ritos que se
llevan a cabo cuando se construye una casa en esta comunidad tradicional oaxaqueña.
Explica que el proceso comienza desde el otoño cuando se corta la madera y el zacate,
que se dejan secar hasta la primavera, momento propicio para la edificación.
Cuando las paredes están terminadas y se arma la estructura de madera del techo,
los trabajadores cuelgan de la viga central una cuerda larga de la que sujetan por las
patas a cuatro pollos. Después, las aves son degolladas y sus cabezas se entierran en
el centro del piso, mientras las mujeres cocinan los pollos. La unión de las vigas de la
armadura del techo es “alimentada” salpicándole caldo de pollo y aguardiente, mientras
los trabajadores comen los pollos y beben aguardiente también.
Una vez que la casa es terminada se lleva a cabo otra ceremonia, pero esta vez
presidida por un chamán que busca “compensar” al Señor de la Tierra y a los dioses
ancestrales para que le den un alma propia a la casa. El ritual al que se invita a toda la
familia extensa del nuevo habitante de la casa, empieza con la colocación de una cruz
en el patio. Se clava de manera que quede paralela a los dos lados sin puertas de la
casa, y situada de tal modo que las plegarias ante ella se dirijan hacia el oriente. Mien-
tras el chamán reza, se ofrecen velas y se quema copal en el brasero, al tiempo que se
esparcen agujas de pino delante de la casa.
Tradición constructiva con tierra 41

Luego se lleva a cabo otro sacrificio, pero esta vez de un grupo de gallos y gallinas
igual al número y sexo de los futuros habitantes de la casa. Se degüellan y su sangre se
vierte en un agujero en el centro de la casa.
Las aves se despluman con agua hirviendo para prepararlas y comerlas; las cabe-
zas y las plumas se entierran junto con la sangre. Entonces el chamán sahúma al
gallo negro, torciéndole el cuello lo mata y echa sobre él un trago de aguardiente
y un puñado de tierra. Después lo entierra entero en el hoyo del centro con la ca-
beza hacia el ponien­te, al igual que la posición de enterramiento de los niños sin
bautizar. La tierra se apisona exactamente como cuando se entierra una persona,
luego se planta una cruz de madera de unos 30 centímetros de altura. Después de
un largo rogatorio a los dioses, (…) el chamán encabeza una procesión, en sen-
tido contrario a las agujas del reloj, a cada una de las cuatro esquinas, donde se
plantan tres puntas de pino del mazo que sostiene el dueño de la casa y se adorna
con geranios rojos. El chamán planta y enciende velas y reza en cada una de los
rincones. También vierte caldo de pollo y aguardiente en los cuatro postes de las
esquinas y en el centro de las cuatro paredes. (Moya, 1984:118)
Llama la atención la similitud de estas referencias etnográficas con la reseña que
realizó el cronista Diego Muñoz Camargo entre 1577 y 1585 acerca de la Provincia de
Tlaxcala, al centro de México. En ella el autor menciona que:
Este mismo rito se tenía, cuando uno acababa de labrar una casa y nueva-
mente se entraba a vivir en ella; porque decían que, cuando se entraban a
vivir en las casas recién acabadas, y si antes no las encomendaban al dios de
las casas, que gozaban poco de ellas los que las habitaban, y que morían. Y,
por este respecto, al tiempo que las acababan, y queriéndolas habitar, hacían
grandes bailes y banquetes, y convidaban gran copia de gentes, conforme a la
calidad de la persona que hacía la fiesta. Y por esta orden, se guardaba este
rito desde el mayor hasta el menor; y duraban las fiestas siete u ocho días.
(Muñoz, 2000: 201)
La mayoría de los ritos están vinculados con fenómenos de su entorno geográfi-
co. Las sociedades de origen milenario tienen como raíz de su tradición una serie de
creencias mágicas que antes de que se concibieran como dioses, estaban en relación
directa con las fuerzas de la naturaleza. Por esta razón es posible encontrar explicacio-
nes totalmente pragmáticas en la celebración de ciertos ritos en los que se seleccionan
materiales, se deciden fechas de labor o se emplazan las estructuras con orientaciones
topográficas y solares precisas.
La ventilación, el vínculo con el agua, los flujos energéticos o la influencia de la luna,
tienen una relación efectiva con fenómenos físicos y químicos que pueden incidir en la
conservación o deterioro de los materiales o sistemas constructivos. Lógicamente, si no
se cuida el cumplimiento de determinados pasos de los procedimientos heredados, se
presentan problemas que están asociados a fenómenos naturales.
Para los ch’oles, (grupo étnico del sureste mexicano) la tierra no se concibe
como una mercancía, como un objeto de propiedad individual, pues representa
algo distinto a una posesión, es algo vital, es una madre que da la vida. Ellos
se piensan como sus hijos, es sustento y territorio. La tierra es un ser vivo que
42 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

continuamente está relacionándose con los hombres, que ofrece pero también
exige. Mediante ritos ceremoniales se rinde culto a la tierra. La cueva o un
manantial son los puntos para pedir desde allí lluvias o buenas cosechas. Pero
para pedir se deben llevar acabo ciertas prácticas, como rezos, velas, comidas,
aguardiente o el sacrificio de animales. Igualmente, si el favor se pide a los
santos católicos se realizan promesas, como asistir a una peregrinación, arre-
glar el santuario o dar limosnas. De acuerdo con este pensamiento, la tierra no
pertenece a los humanos. Es un ser vivo del cual nos proveemos todos los seres
que en ella habitamos. (Alejos, 2007: 32)
A pesar de la evidente riqueza de estos rituales y de muchos otros que seguramen-
te se conservan en el resto de las comunidades rurales de América Latina y el Caribe,
lamentablemente se les ha prestado poca atención por parte de los investigadores,
especialmente en lo que se refiere al tema de la construcción con barro crudo.
Se cuenta con algunas menciones en documentos desarrollados principalmente por
sociólogos y antropólogos, pero desde luego es un campo prácticamente virgen en la
región. El constructor tradicional que maneja la tierra no ha sido tomado en cuenta, y sus
conocimientos paulatinamente se van desdibujando y alterando hasta que son finalmen-
te olvidados.
A pesar de la profundidad de las investigaciones realizadas en las diversas pobla-
ciones indígenas y del nivel de aportación de los temas antropológicos estudiados, las
referencias a cuestiones rituales se centran en aspectos relacionados con las celebra-
ciones de nacimientos, matrimonios, defunciones y los ciclos agrícolas. Las tradiciones
de la edificación en general, y del uso de la tierra en particular, desafortunadamente
han sido escasamente documentadas.
Una mención especial en este ámbito merece el libro mexicano titulado El cuezco-
mate de Morelos. Simbolismo de una troje tradicional, en el que su autor, Oscar Alpu-
che, se dio a la tarea de desarrollar una profunda investigación documental y de campo
acerca de un tipo de estructuras de tierra que tienen singulares valores patrimoniales,
ya que han pervivido físicamente, y en asociación con su tradición constructiva, desde
la época prehispánica. Este texto es clave tanto para entender la cosmogonía que fun-
damenta la edificación con tierra en la región central de la República Mexicana, como
para identificar la relación con el medio natural y cultural en que se desarrollaron.
Los cuescomates son graneros que se construyen sobre una base circular de mam-
postería de piedra que se divide en cuatro cuadrantes por un par de canales que se
cruzan en su eje y que sirven como ventilación. Sobre esta base se levanta un gran
recipiente en forma de olla que se edifica progresivamente con una mezcla de paja y
barro crudo, y cuya boca, localizada en la parte superior, se protege con una especie de
falda hecha con bandas perimetrales de zacate.
Este cuerpo finalmente es cubierto por un techo cónico, hecho también con haces de
zacate atados a una estructura de madera. Este techo posee una ventana por la que, con
la ayuda de una escalera de mano, se vacía el grano que será conservado en su interior.
Para sacar gradualmente el maíz, la parte baja del recipiente presenta un orificio de diez
o doce centímetros de diámetro, que se tapa con palos u olotes.
Alpuche (2008: 223) explica que además de la función específica de estos depósitos
Tradición constructiva con tierra 43

de grano, las actividades rituales prehispánicas y su herencia actual, hacen del cuesco-
mate un espacio sagrado que simboliza al árbol cósmico: “lugar de origen del maíz” en
el que se “encuentran represen­tadas las regiones verticales del cosmos: inframundo,
tierra y cielo, orientado a los cuatro rumbos del cosmos”.
El autor considera además que “su olla puede representar el útero materno, también el
tron­co del árbol cósmico, el cuerpo ventral de Cipactli o la cueva” y que “el soporte circular
de la estructura del techo y la misma es­tructura parecen contener atributos de Ehécatl (ad-
vocación del dios del viento) y pueden simbolizar la separación cielo-tierra, y con ello hacer
alusión al mito de la diosa Tlaltecutli y la constitución de la Tierra” (2008: 224).

Fig. 7. Cuescomate característico


del estado de Morelos, México.

Se trata entonces de un elemento arquitectónico cuya fuerza va más allá de su sola


utilidad como almacén, ya que alude a una de las deidades más antiguas en los ritos de
las civilizaciones agrícolas, la representación de la Madre Tierra, la diosa que cuida que
no le falte el sustento a los hombres.
Sin embargo, a pesar de los diversos valores patrimoniales de los cuescomates,
en la gran mayoría de los poblados en torno a la Sierra Nevada en el centro México,
región en la que hasta hace veinte o treinta años se conservaban en gran cantidad, ya
se han dejado de elaborar. Aquellos que todavía se conservan y se siguen utilizando
para su función original, han sido fuertemente modificados por la inclusión de techos
totalmente incompatibles, realizados con materiales y sistemas constructivos de origen
industrializado.
Un caso destacable es el del poblado de Chalcatzingo, Morelos, donde afortunada-
mente sobrevive la cultura constructiva de los cuescomates y se sigue transmitiendo
generacionalmente tanto el proceso de su edificación, así como algunos datos acerca
44 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

de los ritos asociados a sus funciones. Incluso en este sitio se ha generado una nueva
tradición que consiste en la construcción de modelos a escala que son comercializados
como piezas de artesanía.

Valoración de la sabiduría constructiva


Cuando se habla de la conservación del patrimonio construido, normalmente pensa-
mos en la serie de edificaciones que son estimadas importantes por su antigüedad,
su dimensión, la densidad de su ornamentación, la riqueza de sus materiales o la po-
pularidad de sus autores. Bajo esta misma lógica, la sociedad generalmente no juzga
valiosos a los inmuebles que fueron edificados en fechas recientes, con materiales
sencillos, de autoría anónima, de modestas dimensiones y que además, forman parte
de su cotidianidad.
En esta categoría se encuentran las estructuras tradicionales hechas de barro crudo
que, a pesar de que han constituido el refugio de las sociedades antiguas de todo el
orbe, y en las que sigue viviendo más de una tercera parte de la población mundial, no
son consideradas como bienes dignos de ser preservados para el futuro.
Por esta razón, lamentablemente tampoco se valora la sabiduría de las personas
que, a través de los siglos, han recibido y transmitido de generación en generación sus
conocimientos constructivos, por lo que en la actualidad esta cultura se encuentra en
vías de extinción.
Para lograr una apropiada conservación de ambos recursos culturales, y especialmen-
te aquellos que están vinculados con sitios que han sido reconocidos como Patrimonio
de la Humanidad, es indispensable trabajar de manera paralela en varios frentes.
Por una parte se requiere continuar profundizando las actividades de investigación
científica acerca de la composición y comportamiento de los materiales térreos.
El conocimiento que se tiene sobre materiales históricos tales como las rocas, cales,
maderas, metales o el vidrio, es bastante preciso. Asimismo, las pruebas de consolida-
ción o mantenimiento de estos componentes constructivos tienen límites de compor-
tamiento relativamente estables, por lo que se cuenta con información que permite
predecir con notable certeza sus resultados y posibilita su aplicación en otros casos.
Sin embargo, aunque se han hecho notables avances en la caracterización de la tie-
rra utilizada como material constructivo, a consecuencia de la diversidad compositiva
de los suelos de cada localidad, la información aún resulta muy limitada.
La tierra de una determinada zona es muy diferente a la de sitios vecinos. Inclu-
sive, en un mismo terreno a profundidades determinadas, se pueden localizar estratos
con diversos tipos de arcillas y relaciones proporcionales de sus componentes.
La variedad de arcillas, limos y arenas que es posible encontrar en la naturaleza y,
sobre todo, la infinidad de niveles de relaciones granulométricas que resultan de sus
combinaciones, generan materiales con tal singularidad que es casi imposible estable-
cer parámetros de comportamiento comparables.
Uno de los problemas a los que se enfrentan los profesionales encargados de la
conservación de sitios patrimoniales construidos con tierra se deriva justamente de
esta inconsistencia, la cual se complica todavía más con la diversidad de pruebas y
experiencias que se han desarrollado en diferentes centros de investigación. La canti-
Tradición constructiva con tierra 45

dad de variables que se involucran en los casos documentados y publicados en foros


académicos, como resultado lógico de las particularidades de cada sitio y de las condi-
ciones en que se encuentra en la actualidad, limitan la posibilidad de verificar en otras
localidades la validez de los hallazgos. Es así que una substancia consolidante que en
cierta concentración tuvo buenos resultados en un determinado lugar, puede no fun-
cionar o incluso llegar a ser nociva en otras estructuras patrimoniales.
De ahí las dificultades que presenta la generación de normas para tratar de estan-
darizar el manejo y consolidación de la tierra utilizada como material constructivo, pero
también, la importancia del conocimiento directo que los artesanos tienen acerca de
los materiales locales con los que han trabajado toda su vida.
El valor patrimonial que posee la sabiduría constructiva de los constructores radica
precisamente en el hecho de que se trata de una herencia viva que, a pesar de las al-
teraciones que ha sufrido con el correr de los siglos y de las aportaciones de diferentes
fuentes, mantiene una relación esencial con el sitio en que se ha desarrollado.
Por ello, la segunda vía sobre la que habrá que actuar para la preservación del pa-
trimonio térreo consiste en el desarrollo de acciones de registro, sistematización y di-
fusión de los conocimientos tradicionales, para que sean valorados como patrimonio
inmaterial, y conservados adecuadamente.
Resulta imperativa la elaboración de actividades académicas que vinculen la do-
cumentación y recuperación tanto de los inmuebles patrimoniales de tierra, como
de la cultura de sus constructores. El decreciente número de artesanos que todavía
construyen con tierra, en muy poco tiempo será casi nulo y el legado histórico que
conforma el patrimonio intangible de sus conocimientos constructivos se va a perder
para siempre.
Es indispensable identificar las prácticas para poderlas valorar y posteriormente
plantear acciones para su preservación. Algunas de ellas se pueden conservar en for-
matos gráficos, en narraciones orales o en descripciones escritas. Sin embargo, no pue-
de perderse de vista el necesario vínculo que debe existir con la comunidad heredera
de su saber.
Desde luego, la condición ideal sería la continuidad de las prácticas y el aprendizaje
directo de generación en generación, pero en la mayor parte de los casos estos proce-
sos ya no resultan viables debido a que los cambios socioeconómicos o la migración,
han alterado definitivamente las condiciones demográficas que permitían esta transfe-
rencia generacional.
Es en estas circunstancias donde se tienen que plantear alternativas de preserva-
ción de saberes y transferencias de tecnologías con base en esquemas diferentes a los
de su transmisión histórica. El desarrollo de talleres es un camino que permite conden-
sar la información sin que se pierda el carácter práctico que la caracteriza.
En estos talleres se ha de promover la participación de ancianos que sirvan como
maestros de los temas presentados, adultos que se dedican a la construcción y, funda-
mentalmente, niños y jóvenes que serán los futuros herederos de esta cultura.
Además, los datos generados a partir de investigaciones documentales o estudios
experimentales deben ser enriquecidos con los conocimientos derivados de la conti-
nuidad de las tradiciones, ya que han demostrado su efectividad en la práctica local.
46 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

Esto necesariamente implica invertir la lógica de la investigación científica que se ha


seguido en la mayoría de los casos. En lugar de tratar de buscar comportamientos
ideales de los materiales con el fin de poder aplicarlos en todo sitio, se ha de partir de
la búsqueda de la caracterización de los diversos casos.
En tercer lugar, con esta fusión de conocimientos se podrán ejecutar acciones bien

Fig. 8. Taller de estabilización de


pisos de tierra con cal.
La Vinata, Michoacán, México.

sustentadas de restauración y conservación de edificios emblemáticos construidos con


tierra. Las intervenciones apropiadas en este patrimonio histórico obviamente ayudan a
su permanencia física, pero de manera paralela influyen en la percepción que se tiene
acerca de sus virtudes.
En este sentido nuevamente se vuelve clave la participación de los propios moradores
de las comunidades vecinas a los sitios históricos como constructores y conservadores.
Se tiene que buscar la manera de recuperar la conexión perdida entre la sociedad y
su herencia cultural. Las entidades encargadas de la conservación patrimonial han de
ser más sensibles en este campo pues justamente su forma de trabajo y sus limitacio-
nes normativas han provocado que los herederos se distancien de su patrimonio y que,
al no poderlo tocar ni participar en su mantenimiento, lo sientan ajeno.
En la actualidad la comunidad se ha vuelto sólo espectadora de lo que se hace con
su patrimonio. Se espera que los gobiernos realicen “acciones de conservación” como
si se tratara de un servicio público más, siendo que bien podrían llevarse a cabo labores
conjuntas, de manera que se aproveche tanto la mano de obra como la sabiduría local,
y permitiendo que la gente se apropie realmente de su patrimonio.
Finalmente, es necesario hacer campañas para que se reconozcan de manera sus-
tentada, tanto la vulnerabilidad como las cualidades de las viviendas tradicionales de
barro crudo.
El desprestigio que sufre la construcción vernácula se explica en parte por el aban-
Tradición constructiva con tierra 47

dono de la cultura del mantenimiento que ha permitido que los edificios se deterioren.
Lamentablemente, las comunidades han perdido de vista esta “falla humana” y se culpa
a los materiales constructivos por compararlos con los de origen industrial que teórica-
mente requieren menos intervenciones periódicas. Sin embargo, la realidad es que son
productos que, por resultar incompatibles con las estructuras históricas, duran menos,
por lo que tienen que ser repuestos y en poco tiempo se ingresa en la cadena de de-
pendencia y consumo comercial en la que está envuelta la sociedad actual.
Sería muy apropiada la gestión de acciones para crear edificios nuevos tanto de
vivienda como de obra pública, que pueden ser detonantes de su valoración, espe-
cialmente si se cuenta con el apoyo del saber y el trabajo de los artesanos locales.
La recuperación de las técnicas tradicionales implica la revaloración del rol social del
constructor como protector y transmisor de la cultura.
Estas obras modernas lógicamente han de ser concebidas para funcionar adecua-
damente en las condiciones de cada emplazamiento y, de ser necesario, podrán in-
corporar conceptos de tecnología y diseño que ayuden a superar limitaciones de los
sistemas históricos y que además les proveerán de un sello moderno. Con un mínimo
de ajustes compositivos es posible dar a las nuevas edificaciones una imagen contem-
poránea, sin sacrificar su carácter identitario ni su adecuación a las condiciones físico-
climáticas de cada localidad.
De esta manera, se abre la posibilidad de la incorporación respetuosa a las tradicio-
nes de los avances científicos y técnicos, y, al mismo tiempo, del enriquecimiento de las
nuevas tecnologías con la sabiduría histórica.
El reposicionamiento social del uso del barro como material apto para la edificación,
necesariamente pasa por una valoración objetiva de sus ventajas y limitaciones, de
manera que se haga ver a las comunidades herederas de la tradición constructiva que
es posible hacer viviendas tan “modernas” y confortables como las que se construyen
con los materiales industrializados a los que se han ido acostumbrando. Además, las
nuevas estructuras de tierra tendrán cualidades ecológicas que ningún otro material
posee y sobre todo, se integrarán al desarrollo de una cultura de origen milenario que
sigue viva.
Para poder prever un futuro para la arquitectura de tierra, es necesario preservar
tanto sus manifestaciones materiales, como los ritos y conocimientos asociados a la
tradición de su elaboración, pues ambos inciden en el desarrollo sustentable de los
pueblos. La conservación del patrimonio sólo tiene sentido si sirve para elevar la calidad
de vida de las comunidades que lo han heredado.
La oralidad y su importancia en la
transmisión de técnicas y valores
Victoria Castro

A nivel mundial, desde los tiempos más antiguos de la historia humana, recurrir a los
testimonios orales de los pueblos, ha sido fuente de producción y transmisión de cono-
cimientos. Es por eso que hoy en día, la historia oral es uno de los métodos cualitativos
“de la investigación sociohistórica contemporánea” (Aceves, 1993:19). La encuesta oral
nos permite penetrar en esferas inaccesibles del quehacer humano y sin duda ofrece
las posibilidades de construir una historia no menos rica que la escrita (Raphaël, 1980;
Joutard, 1980; Aron- Schnapper, 1980); nos permite comprender y valorar el testimonio
de los expertos, trabajadores, artífices y sabios; el mundo de los saberes tradicionales,
de sus rutinas y habilidades prácticas, que son enseñadas de generación en generación
con el gesto y la palabra; las relaciones de intercambio de saberes y emociones que se
dan a través de los actos del habla (Perez-Taylor, 2006: 112; 65).
En este contexto, la memoria colectiva remite al patrimonio material e inmaterial
que encontramos en un tiempo a la vez sagrado e histórico, en los espacios de signifi-
cación simbólica que mantienen un orden cotidiano como práctica social, que denotan
los principios de continuidad que unen pasado y presente. Pues en el mundo de la
filosofía y la sabiduría de raíces ancestrales, experienciado y vivido, ninguna esfera de
la realidad existe por separado.
Así, las diferentes dimensiones del saber, se interdigitan: la práctica social, su expe-
riencia, la forma de hacer las cosas y muy especialmente el significado que cada so-
ciedad le otorga y que está constituido por una forma de concebir el mundo integrada-
mente; la oralidad implica comunicación a través de las relaciones sociales cotidianas;
es didáctica y aunque no represente la hegemonía cultural en boga, es la depositaria de
los saberes reunidos bajo múltiples experiencias, que trasuntan voces desde conjun-
tos sociales específicos: comunidades, especialistas tradicionales locales o regionales;
microhistorias.
Las narraciones orales son dinámicas y a menudo fluidas; dan cuenta del sustra-
to estructural de los saberes trasmitidos, pero muy especialmente también de sus
cambios. En este caso, la memoria actúa como un “proceso de selección” (Portelli,
1993:199), depositaria de aquellos elementos esenciales que resguardan patrimonio
tanto tangible como intangible, no obstante las transformaciones y adecuaciones que
en el tiempo sufre todo proceso cultural.
Entre los muchos aportes que la oralidad puede entregar a las generaciones futuras
a través de conversaciones, historias de vida, entrevistas y otras técnicas de la meto-
50 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

dología cualitativa, están los saberes sobre tecnologías tradicionales entre los que se
cuentan la arquitectura del barro, de gran expresión a nivel mundial y en América tam-
bién muy representada desde tiempos precolombinos.
Ya se trate de arquitectura pública o de la vivienda, la arqueología nos ha enseñado
que mito y rito, por tanto, espacio y tiempo, están indisolublemente ligados al concep-
to de habitar y a las prácticas sociales que permiten su existencia. No es de extrañar
entonces que encontremos ceremonias asociadas al inicio y al término de las edifi-
caciones, como una forma de sacralizar estos espacios construidos. Por el contrario,
habitualmente el mito no es evidente, por decirlo así, “no se ve”. Pero se puede apreciar
su actualización en los ritos y en la oralidad asociada, que van de la mano de estos
saberes. Son inseparables.

Arquitectura y construcción
Los edificios precolombinos se construyeron de materiales vegetales, de piedras, de
tierra y a menudo de una combinación de estos, por ejemplo juncos trenzados, esteras
de fibra o paja, y otros materiales perecederos, normalmente de origen local; las es-
tructuras de carácter monumental se edificaron en piedra o adobe o una combinación
de ambos materiales. Las técnicas precolombinas en esta materia fueron sencillas. La
mayor parte de las estructuras se construían con el sistema de pilastra y dintel o de
vigas horizontales sin arcos, aunque la cultura Chavín del Perú y la Maya de Meso-
américa emplearon el arco falso o bóveda de piedra salediza. Las herramientas fueron
preferentemente de piedra.
Las culturas precolombinas desarrollaron dos tipologías urbanas diferentes. Una fue
el centro ceremonial, de estructura compleja constituida principalmente por edificios
religiosos y administrativos que se construían alrededor de plazas y que carecía de vi-
viendas y calles. Se cree que en estos centros vivieron los gobernantes y religiosos con
su corte, mientras que la mayoría de la población residía en granjas pequeñas, en una
zona suburbana circundante.
La otra tipología, similar a lo que conocemos actualmente como ciudades, tenía ca-
lles que separaban las residencias de las diferentes clases sociales, así como templos y
edificios administrativos orientados hacia la plaza central. Los proyectos arqueológicos
recientes que estudian los trazados en emplazamientos mesoamericanos, ponen de
manifiesto que lo que se creía eran centros ceremoniales, albergaban poblaciones de
diferente estatus social del centro a la periferia, como en las ciudades actuales. Tanto
los complejos ceremoniales como las ciudades servían como centros religiosos, guber-
namentales y comerciales. El comercio y el intercambio no sólo eran importantes para
el suministro de bienes de prestigio, sino también como medio de transmisión de ideas
y técnicas, así como de formas y motivos artísticos (Ayarza, 2007).
En el mundo precolombino y en los pueblos originarios descendientes de estos, la
naturaleza se concibe sacralizada. Por tanto, el espacio, los materiales para construir,
la imitación de los elementos de la naturaleza o la inspiración en ellos son conspicuos.
Dos casos muy evidentes son la pirámide de La Venta y la pirámide de Cuicuilco, que
imitan la forma de los cerros, elemento sagrado tanto en Mesoamérica como en Andi-
noamérica hasta el presente etnográfico.
La oralidad y su importancia en la transmisión de técnicas y valores 51

Fig. 1. Pirámide de Cuicuilco,


Ciudad de México.

En México, Tlacaxip’ehualiztli, el segundo mes del calendario de 365 días, era el


inicio de la estación seca, de la sedentarización y de la fundación de la ciudad; en
esta veintena tenían lugar las grandes ceremonias de fundación o de inauguración de
edificios y monumentos (Graulich, 1990). Tanto en Teotihuacan como en Tula, se han
encontrado incensarios asociados a las fundaciones de las edificaciones, que sin duda
estuvieron vinculados a rituales de inicios de la construcción.
Más aún, sabemos que a las pirámides mesoamericanas se les podía agregar la
construcción de un nuevo edificio sobre el anterior, cada 52 años, período en el que,
según su filosofía, se renovaba el mundo. En otras latitudes, se construía sobre los ci-
mientos de casas ya en desuso, como en Bolivia.
En el presente, se conoce de la existencia de viviendas formales en América, que se
remontan al menos a los años 3750 años a.C., en Chilca, costa centro sur peruana, des-
cubiertas en la década de los años sesenta; en cuanto a la arquitectura monumental,
hay registros desde el 3500 a.C. en Andinoamérica, tan compleja y desarrollada que sin
duda tiene antecedentes previos.
La arquitectura en barro se inició muy tempranamente; una plaza circular precolom-
bina construida hace unos 5500 años atrás, ha sido considerada como la más antigua de
Perú, en el complejo arqueológico de Sechín Bajo, a unos 400 kilómetros al norte de Lima.
El templo circular, de diez metros de diámetro y levantado con piedra y adobe, pertenece
a la primera de las tres etapas constructivas del complejo arqueológico de Sechín Bajo,
situado en la sierra de la localidad de Casma, en el departamento de Ancash, norte del
Perú. En esa monumental estructura, los arqueólogos encontraron un friso en alto relieve
que mostraba la figura de un degollador (http://www.elpais.com/articulo/internacional/
Piedra/adobe/templo/antiguo/Peru/elpepuint/20080225elpepuint_4/Tes), un icono re-
presentado en diferentes culturas de Andinoamérica en tiempos precolombinos. Cono-
cemos asimismo el famoso sitio de Caral, descubierto en 1994, en el valle del río Supe a
182 kilómetros de Lima, un complejo construido en piedra que denota una planificación
urbana hacia los 2900 a.C.
Mucho antes del magnífico templo ceremonial de Chavín de Huantar, se había cons-
truido en los Andes Centrales una cantidad impresionante de centros ceremoniales en
barro o piedra, especialmente en la costa, y también en tierras altas (Donnan, 1985; Lum-
breras, 1999).
52 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

Ejemplos más tardíos en los Andes Centrales son las Huacas del Sol y La Luna. Am-
bas construcciones constituyen los monumentos más impresionantes de los centros
ceremoniales, administrativos y políticos de la cultura Moche, que dominó los valles de
la costa del norte del Perú entre los 200 y 800 d.C. La Huaca del Sol se muestra como
una magnífica pirámide y con sus 43 metros, está entre las más altas de América. Se
estima que su construcción fue realizada con aproximadamente 70 millones de ado-
bes. La Huaca de la Luna, a tan sólo 500 metros de la del Sol, está compuesta por una
sucesión de templos edificados en diferentes periodos. Es una pirámide trunca que
alcanza hasta 25 metros de altura. En este centro político Moche se han descubierto en
las últimas décadas grandes murales polícromos en los que aparece el rostro de una
deidad conocida en tiempos más tardíos como Ai Apaec, con atributos del personaje
del sacrificador (Uceda, 1994, 2003; http://www.templosperu.blogspot.com).

Fig. 2. Murales de la Huaca


de la Luna, Perú.

En la costa sur del Perú otro gran centro ceremonial de adobe fue construido
entre los 300 y 400 a.C. que comprende 22 conjuntos en alrededor de 24 kilómetros
cuadrados. Se trata de Kawachi en el valle de Nasca (http://inc.perucultural.org.pe/
proy1.shtml ).
A corta distancia de la ciudad de Trujillo se encuentra Chan Chan, la más grande
ciudadela de adobe de la América prehispánica, que representa parte de la complejidad
de la sociedad Chimú. Está compuesta por un sistema laberíntico de pasajes, de pirámi-
des truncas, plazas, viviendas, talleres, murallas y excelentes caminos.
A través de los estudios se ha hecho evidente que en la Huaca de la Luna las pintu-
ras murales representan ritos sacrificiales y posiblemente también mitos vinculados a
su deidad, Ai- Apaec. Asimismo, las tracerías de adobe existentes en los paramentos de
Chan Chan representan el universo de significación vinculado al mar por parte de esta
sociedad, asociando economía y cosmovisión en estas narraciones visuales.
La oralidad y su importancia en la transmisión de técnicas y valores 53

Como síntesis me ha parecido significativa la siguiente reflexión, a propósito de los


trabajos de restauración en Chan Chan y la tecnología del barro:
En el área andina las primeras evidencias de uso de adobes como elemento de
edificación datan del año 3000 a.C. y, si bien no tienen la antigüedad de otras
partes del mundo, su tecnología es resultado de un desarrollo independiente
del proceso cultural de los andes Centrales. Los adobes más antiguos de forma
hemiesférica o redonda se hicieron sin molde; mientras que los más tardíos, de
forma cuadrangular o rectangular, en moldes de caña. Por lo general, la tierra
utilizada en su confección contiene como agentes de cohesión arcilla, materia-
les orgánicos fibrosos, desperdicios domésticos, conchas partidas, destinados
a mejorar su propiedad mecánica y resistencia a la humedad. Los añadidos
fibrosos más comunes son paja y lana de camélidos. El uso de estiércol, san-
gre y algunos elementos de origen vegetal se encuentra especialmente en los
morteros de buena calidad, destinados al revoque y enlucido de las paredes.
Posiblemente se usó también una sustancia como la hasta hoy empleada por
los indígenas de la sierra, quienes cortan rebanadas de cactus y las dejan re-
mojando en agua limpia hasta que suelten su savia, de naturaleza discoidal.
De esta manera se obtiene un aguagoma que se mezcla con el barro o se utiliza
para desleer las tierras para el enlucido o pintura. Al respecto el testimonio del
cronista Juan de Betanzos es bastante esclarecedor:
“Para que la mezcla que había de llevar en el enlucido de las casas, ansí
por de dentro como por de fuera, pégase bien y no se resquebrajase, mandó
(Inca Yupanqui) que trajesen para aquel tiempo mucha cantidad de unos car-
dones que ellos llaman aguacolla quisca, con el sumo de los cuales fuesen
untadas las tales paredes”(Betanzos).
La conclusión general es que en la estabilización del barro de las allpa
pirca (tapia), quincha, ticapirca (pared de adobes) los antiguos peruanos utili-
zaron taninos, proteínas y azúcares, lo que por otro lado sugiere experimentar
mediante pruebas geotécnicas nuevas posibilidades, a fin de conocer las pro-
piedades de sus materiales de construcción, su proceso de desintegración y de
características estructurales, y también recurrir a la praxis tradicional para
conocer el papel desempeñado por los aditivos de origen orgánico y determi-
nar si pueden utilizarse moléculas de cadenas largas de hidratos de carbono
como medio de mejorar los materiales en futuros trabajos de restauración.
(Ravinés, 1980:345-346)
El área centro sur andina comprende los territorios del extremo sur del Perú, Bolivia,
Norte Grande de Chile y Noroeste Argentino. En estos espacios, se tiene noticias que
hacia los 1300 a.C., poblaciones Wankarani del Altiplano Meridional de Bolivia cercanas
al lago Poopo, estaban construyendo viviendas de patrón subcircular, con ofrendas fun-
dacionales de camélidos en algunas estructuras (Ayala, 2001:19). Antes que ellos, hacia
el 2000 a.C., otras poblaciones en el entorno también construían montículos en cuya
cima se edificaron estructuras con paredes de adobe o “tepes”, que son bloques de
barro arcilloso con abundante paja, que se cortan y sacan del suelo, dándoles la forma
de un pequeño adobe.
54 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

También en el altiplano en torno al lago Titicaca, la sociedad Pukara, en la vertiente


occidental del lago, construye un gran complejo ceremonial en el que destacan sus
edificaciones de planta rectangular en U, con cimientos de piedra y muros de adobe,
hacia los 500 a.C. (Mujica, 1997).

Tulor, Salar de Atacama, Norte de Chile


La Aldea de Tulor, ubicada entre el sector homónimo y el Ayllu de Coyo, es una aldea pre-
hispánica, construida con bloques curvos de barro, modelados en el sitio. Ésta se presen-
ta como un conglomerado compuesto por 22 sitios circulares y construcciones mixtas
hasta completar un total de 106, con un muro perimetral que servía de protección, y en
la cual vivieron alrededor de 200 habitantes probable-
mente entre los años 800 a.C. y 300 d.C. (Bahamondez
y Muñoz, 1997). Gran parte de esta aldea está sepulta-
da bajo arena, sin embargo existe un sector excavado.
Está compuesta por una serie de estructuras circulares
interconectadas entre sí y que poseían diversos usos y
funciones de acuerdo a las actividades cotidianas que
se desarrollaban en su interior.
Esta aldea corresponde a uno de los sitios arqueo-
lógicos sedentarios más antiguos del Norte de Chile,
cuya arquitectura comparte muchas similitudes con
las culturas precolombinas de los Andes Centro-Sur,
Wankarani en Bolivia, Guatacondo en los Valles Occi-
dentales del norte de Chile y Alamito en el noroeste
argentino. El intenso intercambio de productos llevado
a cabo por los habitantes de Tulor se ve claramente en
los desechos arqueológicos observables hoy en día: gran cantidad de cuentas hechas Fig. 3. Aldea de Tulor

en conchas del pacífico, plumas de aves tropicales, cerámicas intrusivas y otros bienes (400 a.C - 300 d.C),
San Pedro de Atacama,
culturales reflejan el alto grado de movilidad articulado por estas poblaciones y su impor- Chile (Foto: Fernando
tante rol de intermediadores entre las culturas del Área Centro-Sur Andina. Maldonado Roi).
En este sentido, sin lugar a dudas, este sitio, debió haberse constituido durante el
inicio de la era cristiana en un importante puerto de tráfico e intercambio de bienes que
a través del caravaneo de llamas permitía integrar un amplio territorio, hoy enclavado en
medio de los parajes más hostiles de este lado del planeta: Desierto y Puna de Atacama.
Sin embargo, uno de los procesos sociales mejor documentados en este sitio guar-
da relación con la consolidación de un nuevo modo de vida más productor que depre-
dador de los recursos naturales del entorno. Esto se complementaba con la arraigada
tradición de pastoreo que durante milenios acompañó a los atacameños, con innova-
doras experiencias agrícolas. Las aguas del río San Pedro, en esa época desaguaban
naturalmente en las inmediaciones del sitio, facilitando el desarrollo del sedentarismo
(Cárdenas, 2009). Tulor sintetiza experiencia y conocimiento de las “cualidades térmi-
cas, plásticas y estéticas del barro” (Adán y Urbina, 2007).
La oralidad y su importancia en la transmisión de técnicas y valores 55

Likan, en Toconce y Pukara de Turi en la Región río Loa Superior,


tierras altas de Antofagasta
Hacia los 900 d.C. en todo el altiplano sur andino se empieza a construir un tipo de arqui-
tectura funeraria conocida como chullpa. Se trata de estructuras en forma de torreones,
con un vano a media altura del muro y a menudo un piso emplantillado. Pueden ser de
adobe o piedra. En Toconce (850–1210 d. C), ámbito de quebradas altas de la vertiente
occidental circumpuneña, estas estructuras no fueron ocupadas para depositar cuerpos
en forma definitiva, sino como depósitos de ofrendas vinculadas al culto a los ancestros.
Especialmente significativo es el hecho de que los vanos de estas estructuras están
preferentemente orientados hacia grandes cerros a los que actualmente los lugareños
veneran y dirigen sus plegarias, pues allí habitan sus ascendientes y divinidades.

Fig. 4. Chulpas en Bolivia.

Fig. 5. Kallanka Turi


En toda esta región se ha comprobado que las estructuras rituales actualmente en
(3000msnm), región río
Loa superior, Chile (Foto:
uso por los pobladores, como capillas cementerios y plazas ceremoniales, están orien-
Fernando Maldonado Roi). tadas hacia estos mismos cerros (Aldunate, 2003). Es a través de la oralidad como ellos
expresan su agradecimiento, temor y reverencia hacia estas
deidades tutelares de los cerros que proveen a los seres hu-
manos de lo necesario para la reproducción de la vida.
Asociadas a la arquitectura se encuentran los waki1 que
son ofrendas, a veces formalizadas como estructuras pe-
queñas de piedra denominadas “cajitas”. La mayoría de las
veces, estas ofrendas se encuentran bajo el suelo de recin-
tos habitacionales o en los cimientos y constituyeron ofren-
das fundacionales en la época prehispánica.
En la misma región, kilómetros aguas abajo de Toconce,
se encuentra la localidad de Turi, en donde se emplaza el
pukara del mismo nombre (900-1500 d.C.). Este asentamien-
to fue intervenido por el Inka en su emplazamiento central,
en donde, bajo su dominio, se construyó una kallanka de
adobe (Castro, 1992). El pukara tiene 17,000 metros cuadra-
1
En el presente, continua vigente el “waki”, como una ofrenda utilizada a lo largo de las ceremonias del ca-
lendario económico ceremonial (Castro, 1997).
56 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

dos intramuros y en muchas de sus estructuras se exhumaron ofrendas enterradas bajo


el piso de las habitaciones, que representarían ritos fundacionales.
Uno de estos hallazgos entregó un contexto de huesos de mandíbulas y metapodios
de camélidos que presenta una configuración que remite a los principios de la dualidad
andina. También en la kallanka, se encuentra un waki en los cimientos de uno de sus vér-
tices. Esta ofrenda estaba compuesta por el cráneo de un hombre joven, sin deformación
artificial ni huella de haber sido decapitado, lo que sugeriría un entierro postmortem del
cráneo separado del cuerpo. Tenía pintura roja y hojas de coca que fueron elementos
recurrentes en las ofrendas de tiempo incaico (Aldunate, 2003). Estos rituales de sacra-
lización para las edificaciones, reafirman el vínculo con los ancestros y los principios es-
tructuradores del mundo andino.

Los rituales y la religiosidad en el presente etnográfico2


En casi toda la zona andina materiales como el barro y las piedras son fundamentales
para la construcción de casas y cercos. Si bien la mayoría de las edificaciones se ha-
cen con adobes, hay otras formas. El tapial es una técnica usada por las comunidades
de los alrededores de Cajamarca, Sierra norte del Perú; consiste en la elaboración de
muros que intercalan piedras y capas de barro mezclado con paja. En algunas comu-
nidades de las alturas aún es posible encontrar viviendas con muros de tapial y techos
de madera cubierta con paja o ichu.3 Esta forma de construcción es un legado ances-
tral; las casas y muros así construidos se encuentran en diálogo con el entorno natural
(http://www.arteperu.org.pe).
La vivienda aymara en el altiplano del norte grande de Chile es la uta. Consiste
en varias piezas construidas como módulos independientes; cocina, dormitorios, des-
pensas. Se trata de una construcción rectangular con techo a dos aguas. La puerta se
encuentra en el lado más largo, mirando al oriente para recibir los tempranos rayos del
sol. No tiene ventanas como un modo de protegerse del frío.
La construcción es de adobes, sobre una base de piedras y sin otros ligantes
que el barro mezclado con greda. Las vigas que sostienen el techo son de palos
de keñua el árbol de la cordillera, cuya madera es tan dura (Polylepis incana)
que no penetran los clavos, de modo que los palos se amarran con tiras de
cuero mojados que al secar se encogen y afirman las piezas en su lugar. Sobre
los palos se colocan planchas de barro y paja, luego sigue una capa de paja
menuda y finalmente la capa de paja brava pegada con barro con que el techo
resiste lluvias y nevadas, vientos y heladas, y ofrece a la vez abrigo y frescura
contra el sol inclemente de la cordillera.
El sello del techo, que es donde converge la paja brava, es un montículo de
barro con una cruz de madera que se encuentra en el centro de la viga superior

2
Girault (1988: 431-437) entre otros autores, ofrece una valiosa síntesis sobre los rituales durante la cons-
trucción de una casa en la región andina y su significación.
3
El vocablo quechua ichu, es un término genérico para nombrar a las pajas de altura. Sin embargo, la
población andina distingue cada una de las especies con su nombre propio y su uso. Por ejemplo, los
habitantes de Toconce (tierras altas del norte de Chile, Región de Antofagasta) coinciden al considerar la
paja iro (Festuca chrysophylla) como la más apropiada para techar, debido a que es la única especie que
posee las propiedades de impermeabilización y duración requeridas (Aldunate, 1981:210).
La oralidad y su importancia en la transmisión de técnicas y valores 57

que protege contra todo mal. Dos flores de lana, adornan el interior del techo,
una a la altura de la puerta y otra al lado opuesto, lo que se debe a que la casa
es considerada como persona. La “señora casa” recibe sahumerios, “libacio-
nes” y otras ofrendas para expresar el respeto y cariño de los habitantes hacia
ella. La casa abriga, cría, da origen a la vida y es como una madre, es parte de
la Madre tierra y la matriz de la nueva vida. El principal material de construc-
ción es tierra, es decir, parte de la Pachamama. (Van Kessel, 1996: 58)

En todo el mundo andino, el techado de la casa es una ceremonia ineludible, con


una estructura común y variantes según diferentes comunidades en otros lugares de
este vasto territorio. En el momento que la nueva unidad familiar decide independizar-
se, se inicia la construcción de la vivienda, tarea en la que es usual obtener la colabora-
ción de los parientes más directos (hermanos y cuñados).

Fig. 6. Vivienda aymara en


Cariquima, norte de Chile.

Una vez que esta etapa ha concluido, viene la ceremonia del techado, tarea colecti-
va que congrega no sólo a los familiares y la “parentela”, sino también a gran parte de
los habitantes de la localidad (Castro y Martínez, 1997: 93).
En Caspana (pueblo alto andino de la región de Antofagasta, en Chile), durante los
meses de septiembre a marzo, se realizan los rituales de techado. Ello se debe a que es
la mejor época para recolectar las pajas adecuadas, cortadera (Cortaderia atacamen-
sis) y paja brava o ichu, (Festuca chrysophilla), que son más abundantes y tiernas y, por
otro lado, porque el barro empleado como adhesivo, en invierno es muy helado, lo que
dificulta su manipulación. Mientras las mujeres cocinan o “chancan” la paja brava, gol-
peando la raíz con una piedra para limpiarla, los hombres forman montones con la paja,
los untan con barro y se los entregan a quienes están sobre los tijerales del techo a dos
58 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

aguas. La técnica constructiva empleada es poner primero una corrida de cortadera,


colocándola en capas alternadas (hacia arriba y hacia abajo), todo untado con barro
arcilloso en la base y encima de estas capas, se pone la otra paja (Délano, 1982:52-55).
Una vez terminado el techado se inicia el ritual de la colocación de la cruz, forrada en
lana roja, sobre el techo de la casa. En las casas de las estancias ubicadas a orillas del río
Loa, las cruces, también con lanas rojas y papel de colores recortado uniendo los brazos,
se colocan al interior de las piezas, colgando del techo y en los dinteles de las puertas.
Sobre el techo se coloca una cruz de madera, que no siempre tiene adornos y que ge-
neralmente está inclinada, dando siempre la sensación de estar cayéndose. Las cruces
serían sacadas del techo el 3 de mayo, Día de la Cruz, para “vestirlas” nuevamente con las
lanas, oportunidad en que son nuevamente asperjadas con alcohol (Délano, 1982:52-55;
Castro y Martínez, 1997: 93).
Después de haber colocado la cruz, en Caspana se coloca también la illa, una “ama-
rra tejida a telar por la dueña de casa, de varios colores y que tiene prendida en ella
algunas monedas” (Délano, 1982:54). Previo a la colocación de la illa, que se pone en la
viga central, se realiza una quema ritual de chicha de maíz, vino y coca, en un brasero.
Se rocía con estos elementos a la illa y se ofrenda asimismo a la Pachamama, orando y
deseando buenos augurios. La illa debe proteger a los ocupantes de la casa contra los
malos espíritus y atraer la buena suerte.
Por último, terminada esta etapa, los asistentes lanzan al techo pequeños dardos
con lanas de color, que quedan prendidos y son llamados “arañas”. Su función aparente
es alejar a los insectos molestos, lo que no deja de llamarnos la atención dado el bajo
número de insectos existentes en esos pisos ecológicos. Todo el ritual finaliza con un
Fig. 7. Ceremonia de inicio
baile (Délano, 1982:55).
de las obras de restauración del
En Toconce, comunidad distante unos pocos kilómetros hacia el noreste, los colabo- templo de San Lorenzo
radores e invitados acuden a comer a la nueva casa una vez concluido el techado. La de Tarapacá, norte de Chile.
mesa es presidida por un yatiri; 4 los dueños
extienden sobre la mesa mote de maíz y po-
nen frente al yatiri dos platos de greda. Antes
de comenzar la comida, el yatiri deposita una
cucharada de comida en el plato a su izquier-
da, con la mano izquierda; luego, repite el
mismo acto en el plato a la derecha y con la
mano derecha; lo mismo hacen todos los co-
mensales; después se sirve un plato de comi-
da y se realiza la misma ceremonia; continúa
un plato de pataska5 y el consiguiente ritual.
Al concluir la comida los invitados se retiran
de la mesa. Los dos platos de greda, llenos
ya de comida también son retirados: el de la

4
Vocablo aymara para designar al especialista indígena que sabe las costumbres y las palabras para las
ceremonias de sacralización.
5
Comida tradicional usada en las ceremonias. Consiste en caldo con maíz, habas, carne de llama, papas
y quínoa.
La oralidad y su importancia en la transmisión de técnicas y valores 59

derecha será enterrado en una esquina de la vivienda inaugurada y el de la izquierda será


lanzado al fuego, para “las almas” (Gómez, 1980:25), es decir los ancestros.
El inventario de objetos rituales destinados a la protección del hogar puede ser
bastante más amplio que lo anotado hasta aquí. En el interior de algunas casas de pas-
tores del río Loa hemos visto también fetos de llamas nonatas colgados del techo. Nos
parece evidente que todo este sistema de significación ritual y el uso de los símbolos
mencionados, esconde aspectos mucho más complejos y elaborados que la mera evi-
tación de las fuerzas negativas (Castro y Martínez, 1997: 94).

Lirima, pastores altoandinos de la Provincia de Tarapacá, Chile


Un estudio (Contreras, 1974: 26) sobre la arquitectura tradicional realizado en Lirima,
destaca el adobe y detalla su fabricación y los conocimientos locales:
El artesano –que aquí es un pastor– conoce bien la dosificación de los ingredien-
tes del barro por empirismo puro u observación directa y tradición multicentenaria. Es
perfectamente posible justificar técnicamente cada una de las dosis, que varían de un
lugar a otro. Por ejemplo, la calidad fibrosa de la paja determina su resistencia unitaria
al esfuerzo de tracción.
La publicación se explaya en la elaboración de las tacta o planchas de techumbre,
hechas de barro y paja, que aíslan la vivienda y sirven de soporte al techado final con
paja brava. Naturalmente la construcción va acompañada de los rituales, ofrendas y
celebración, propias del mundo andino.
Queda suficientemente claro que la construcción de una casa andina es una prácti-
ca ritual. En algunos casos son construidas en minka, en la que familiares y otros miem-
bros de la comunidad se ayudan mutuamente. Al terminar el techo se realiza una gran
fiesta que en Andahuaylas es llamada Wasi wasi y en Cajamarca Pararaico (sierra norte
peruana). La celebración es con música, baile y chicha. La parte central de la fiesta es el
momento en que los padrinos ofrecen cruces de fierro para proteger la casa de malos
espíritus o brujerías. Los pobladores de Cusco y Puno (sur del Perú) colocan dos toritos6
de arcilla encima de los techos, como símbolo de armonía y fertilidad. En medio de los
dos toritos ponen una pequeña cruz de madera para la protección del hogar.
En los Andes, jugar a la construcción de casa no sólo es un hábito de los niños
sino también de los adultos. En la celebración del Señor de Qoyllurrit´i (realizada en la
provincia de Ocongate, Cusco), la fiesta indígena más grande de los Américas, miles
de peregrinos rinden culto al sol, los apus,7 y al Cristo aparecido en las rocas. También
juegan a la construcción en la simulación llamada Pucllana Pata. El ritual consiste en la
construcción de miniaturas de piedra de casas y terrenos que desean adquirir o vender.
Luego realizan con profunda solemnidad las bendiciones e inauguraciones de estas
casas para que los apus y la Pachamama les ayuden a materializar sus deseos (www.
arteperu.org.pe).8 Esta misma práctica asociada con juegos sobre visitas a una casa

6
Confeccionados en el pueblo de Pucara.
7
Apu es uno de los nombres que se le da a los cerros tutelares que son sagrados. Más al sur reciben el
nombre de Mallku y en regiones del norte andino el nombre de Wamani.
8
Para otras regiones del Perú en relación a las ceremonias actuales de la construcción de la casa (Morote,
1988: 309-321).
60 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

imaginaria, lo he observado y participado en la gran fiesta mariana de la Virgen de Urku-


piña en Cochabamba. Se espera que estos ritos sean propiciatorios para la adquisición,
construcción o alhajamiento de una vivienda.

Conocimiento y práctica de una tradición oral. Qaqachaka, Oruro,


Bolivia
Este aporte es sin duda el registro más completo de patrimonio intangible sobre la casa,
desplegado en casi cien páginas de relato escrito en el libro titulado Hacia un orden
andino de las cosas.9 En el primer capítulo de este libro, La Casa de Adobes y Piedras
del Inka, Denise Arnold nos introduce al concepto de la significación de la “casa como
cosmos”, considerado como un texto cultural en el cual se involucra tanto la tarea
práctica de construir una casa, como las recitaciones y el ritual, las canciones, juegos y
especialmente la compleja serie de ch’allas10 que la acompañan.
En el transcurso de la edificación de una casa, los aymaras reconstruyen su visión
cosmológica y la misma casa se convierte en una representación del cosmos, una me-
táfora del cerro mundo, un axis mundi.11 Se explicita asimismo la tarea de construir una
casa como un arte de la memoria, ya que se trata de una cultura, como en todos nues-
tros ejemplos, predominantemente oral; la casa, es un compendio ordenado del saber
cultural y social; hay épocas exactas de cuando construirla y los pobladores recuerdan
los diferentes componentes de sus casas en la fiesta de tatan pirqa “construir la pared”
y luego en la fiesta colectiva principal que ocurre al poner el techo, siempre recordando
sus ancestros míticos e históricos (Arnold, 1992: 37-38).
Un tercer eje estudiado y analizado por esta autora se refiere a la casa como un
espacio animado y recipiente de la abundancia, “a través de la cual se recicla continua-
mente la riqueza en forma de productos alimenticios, ganado, gente y plata” (Arnold,
1992: 37-38).
En definitiva, la casa, es una fuente generadora de vida. Es “mucho más que la mera
materialidad de la piedra y el adobe. Para los aymara es el kunturmamani thapa, el nido
del cóndor–halcón, el espíritu protector de la familia y el hogar” (Albó, 1990: 93). Al con-
cluir la edificación de la casa kunturmamani vive y es preciso considerarlo siempre en
las ofrendas y rogativas junto a uywiri, el criador, protector de los productos agrícolas y
de los animales de la familia (Fernández, 1997: 79).

9
Publicado en 1992 por Denise Arnold, arquitecta y antropóloga, Juan de Dios Yapita, lingüista y originario
de Qalamaya y Don Domingo Jiménez de Aymaya.
10
Las ch’allas son esenciales para todo tipo de ritual en Andinoamérica. Se trata fundamentalmente de una
libación que implica verter (o rociar con la punta de los dedos), una porción de líquido sobre o hacia un
altar sagrado u otra deidad que se convierte en el canal a través del cual las posteriores ch’allas alcan-
zan a seres más distantes. Esta acción se conforma además con la emisión de palabras que se dedican
explícitamente a una deidad específica. Una bebida se convierte así en un tipo de ofrenda, entre muchas
otras (Abercrombie, 1993:139; Monast ,1972: 158).
11
Según Arnold (1992: 35-36), existen muchas similitudes entre el simbolismo de la casa aymara y el de la
casa quiché en la región Maya (1992: 34). Los mayas actualmente viven en casas muy parecidas a las de
sus ancestros, con paredes construidas de caña, barro y techos de paja. Es el legado de una tradición que
no ha sido superada por la manifiesta y agravada situación social de los grupos indígenas en buena parte
de América Central.
La oralidad y su importancia en la transmisión de técnicas y valores 61

Machas, norte de Potosí, Bolivia


Terminada la construcción de la casa, se mata un corderito blanco12 y se recoge su
sangre en dos fuentes en las cuales se han colocado tres hojas de coca.
Se agrega q’uwa (planta ceremonial que se usa para sahumar13 a las fuentes) y cada
una de las cuatro esquinas (iskinas) de la casa se rocía con esta sangre. Se dice que las tres
hojas de coca son para fijar la sangre en las esquinas. Con la carne de cordero se prepara
una comida con maíz cocido y ají. Se mastica coca. Entonces comienzan las libaciones. Se
ch’alla o liba para cada una de las partes de la casa: se saluda a las piedras de los cimien-
tos y de las esquinas como Inka mayku (jefe inca); al barro como a torta t’alla (señora torta,
la compañera del Inka); la puerta aleros vigas, todos reciben sus brindis; también el piso
(pampa) al que se llama Pachamama (tierra madre). Luego dos hombres trepan al techo
aparentando ser un par de pájaros; hacen una imitación de nido y pelean. Estos hombres
se arrancan pedazos de vestido y quienes están en el suelo cambian estos pedazos por
piedras blancas. Estas piedras se introducen en la casa como si fueran dinero. Mientras
tanto, otros hombres pretenden ser un par de ardillas y se preocupan de transportar las
pertenencias del dueño de la casa y de su señora a la vivienda. En lo sucesivo y en con-
textos rituales la casa ya concluida se llamará thapa (nido). El término es apropiado ya que
en una connotación distinta se considera a las parejas humanas y especialmente a los ge-
melos, como pájaros. En síntesis en el techo se representan dos pájaros (del aire) y abajo
una pareja de ardillas (de la tierra), lo que conduce a un modelo cuatripartito incorporado
al ritual (Platt, 1975: 16-17), sin duda, al menos desde épocas incaicas.
En Achacachi, provincia de Omasuyus, Bolivia, después de comer, el dueño de la casa
va pasando de invitado en invitado, ofreciendo alcohol y hojas de coca.14 Cada invitado
desea buena suerte a quienes vivirán en la casa; mojan sus hojas de coca en el alcohol y
rocía con ellas las paredes, los rincones y el piso, diciendo: “demos coca para que la mas-
que al espíritu protector… la casa nos alberga a nosotros y nos cuida” (Allen, 1972: 45).

Chipayas, Oruro, lago Coipasa, Bolivia


La vivienda rural es la más antigua y se denomina phutuku. Tiene una forma
cónica semejante a una colmena y se ubica en lugares de pastoreo. Esta vivien-
da se construye en su totalidad con tepes sin hacer diferencia entre la pared y
el techo. Cuenta con una pequeña puerta ubicada al este y no lleva ventanas. El
tepe es un bloque de tierra y raíces de una gramínea que abunda en la región.
Este bloque es extraído del suelo; sus medidas aproximadas son de 43 centíme-
tros. de largo por 40 centímetros de ancho y un alto de 12 centímetros.
El segundo tipo de vivienda o Wallichi Koya es también de forma circular có-
nica diferenciándose de las otras en el techado. Los muros son igualmente de

12
En otros lugares de la puna, cuando la casa está concluida se trae y degüella una llama negra dentro de
la casa; su sangre se recibe en un recipiente y se reparte a todas las personas invitadas en una porción,
para asperjar en todas las habitaciones y paredes (Aranguren, 1975:123).
13
El concepto de koa, koya, koba o wirakoa en los Andes, integra varios arbustos resinosos y aromáticos de
las familias Compuestas y Solanáceas cuyo humo es ofrendado a las divinidades durante las ceremonias
tradicionales (Villagrán, 2004: 108).
14
Santa hoja o tabaquito verde son conceptos que aluden también a la hoja de coca, vegetal infaltable en
las ceremonias andinas (Villagrán, 2004:103-106).
62 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

tepe, la cubierta es de paja sostenida sobre arcos de thola;15 cuenta con una
puerta pequeña hacia el este y no lleva ventanas.
Todas las actividades desde la construcción de una vivienda, el cambio de esta-
ción, la siembra, etc. son acompañadas por una serie de rituales específicos.
Las viviendas son construidas por sus propios dueños y la ayuda de algunos
vecinos. Este tipo de construcción es una tradición que pasa de generación en
generación por lo que la habilidad de los chipayas es ampliamente reconocida
en los pueblos vecinos.
El arquitecto Jorge de la Zerda en su libro Los Chipayas: modeladores del
espacio describe muy claramente la construcción y la elección de materiales
para estas viviendas:
“En el caso de los tepes, se elige primeramente un buen pasto de raíces grue-
sas y maduras, con el fin de garantizar la durabilidad. Luego se traza una
doble curva en el pasto, con azadón. Los cortes en sentido transversal dan la
forma precisa a los tepes, mediante certeros y limpios golpes de azadón. Segui-
damente se procede a la extracción, traslado y apilado de los tepes, hasta que
se considere que están lo suficientemente secos para la construcción (unos diez
días)” (Zerda, 1993).
[Entonces se puede proceder a la construcción, previa realización de la ch’alla.]
Como paso siguiente se realiza el replanteo de la construcción en el lugar que
fue elegido por los futuros habitantes. “El tamaño de la habitación se calcula
por ‘brazadas’ sobre una cuerda (hay viviendas de más de 4m. de diámetro),
y se procede a marcar sobre el terreno; se determina el punto central, y se va
trazando el círculo con la cuerda tensa (a manera de compás), con lo que se
dimensiona la futura morada (...) Habiendo nivelado el terreno se procede a
levantar los muros de tepes que se depositan directamente sobre el suelo uno a
continuación del otro (...) Son colocados con las raíces hacia arriba y el pasto
abajo (...) Guiándose por el círculo trazado previamente, se levanta, fila por
fila la pared curvilínea, cual arandela o anillo que se va estrechando, mediante
la técnica de la bóveda ‘por avance’, hasta una altura de 2.20 m. aproximada-
mente, donde ya se percibe la forma parabólica, característica de la vivienda
chipaya” (Zerda, 1993). Cabe recalcar que no utilizan ningún tipo de ligante
entre los bloques, las juntas se realizan en seco.

Fig. 8. Vivienda
Chipaya, Bolivia.

15
Thola, etnocategoría para designar genéricamente a los arbustos (Villagrán, 2004:52).
La oralidad y su importancia en la transmisión de técnicas y valores 63

“La última fila, es de un bloque más ancho (de unos 45 centímetros) y funciona
como una especie de pequeño alero” (Zerda, 1993). Durante el proceso de
levantamiento de los muros se deja un espacio trapezoidal destinado para la
puerta, “el dintel será hecho de bolillos de madera rolliza, o se usa lo que se
pueda encontrar y cumpla su función” (Zerda, 1993).
La vivienda urbana o wallichi Koya [el segundo tipo de vivienda], tiene una
cubierta de paja en forma de cúpula, la cual está sostenida por una estructura,
formada por arcos o nervios de thola. Estos se forman uniendo fuertemente las
ramas de thola con cuerdas de paja brava, trenzadas previamente. Luego se
fijan por sus extremos, en los orificios del muro hechos con anterioridad y se
amarran solidariamente unos con otros (en los cruces), conformando de esta
manera el esqueleto portante.
Luego se cubre éste, con una ‘lámina’ de arcilla y paja, llamada en aymara tac-
ta y en lengua chipaya wara, que es fabricada en el suelo anteriormente. Esta
lámina es de forma circular y para facilitar el traslado hasta el techo, se corta
en partes de forma trapezoidal. Encima de la wara se coloca paja brava, como
protección contra el agua de lluvia. A su vez la paja se sujeta por encima con
una chipa o red trenzada con el mismo material; paja brava, como precaución
contra los fuertes vientos. En la actualidad esta malla se ha simplificado, redu-
ciéndose a una cuerda que es colocada en el lado oeste de la cúpula, ya que los
vientos que vienen de la costa del Pacífico son los más fuertes” (Zerda, 1993).
Para evitar que la lluvia o el viento penetren por las juntas que quedaron entre
los bloques, se procede a revocar los muros con arcilla, tarea que se realiza
totalmente a mano sin la ayuda de ninguna herramienta.
La puerta de acceso a la vivienda es de madera de cactus, que se trae de lejos.
El vano de la puerta se encuentra a unos 40 centímetros del nivel del suelo para
evitar el ingreso del agua en caso de inundaciones. La altura total del vano es
de 1,20 metros como máximo, de modo que es preciso agacharse para ingresar
en la vivienda, la puerta es pequeña para evitar el ingreso del frío y provocar
el enfriamiento de la vivienda en su interior. La conclusión de una vivienda se
festeja con otra ch’alla para agradecer a los mallkus por la nueva vivienda y
reconocer a los compañeros por su cooperación.
La vivienda chipaya posee la estabilidad y firmeza necesaria para su fin y para
el territorio donde se encuentra. Toda la estructura es portante, capaz de sos-
tener su propio peso y las inclemencias del viento y la lluvia, únicos factores de
destrucción. Para prevenir las inundaciones que traen las lluvias, los chipayas
construyen sus casas sobre una plataforma de 30 centímetros de altura y el
vano de la puerta se encuentra a unos 40 centímetros del suelo; igualmente,
trabajan en el encauzamiento del río, con obras de drenaje y la construcción de
una gran muralla de tepes para evitar que el agua penetre en el poblado.
“Todo este conjunto de materiales, procedimientos, instrumentos, capacidad
y fuerza humanas, constituyen una técnica verdaderamente original e imagi-
nativa” (Zerda, 1993: 83). Podemos decir que los habitantes de Chipaya, con
un poco de ingenio y habilidad (voluntad creativa) lograron construir sus vi-
64 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

viendas con lo que la naturaleza les proporcionó, teniendo como resultado una
solución acertada.
La construcción de toda vivienda debe comenzar por la Ch’alla. Los futuros
habitantes de la vivienda, sus familiares y los ayudantes realizan una ceremo-
nia acompañada de alcohol, cigarro y coca. Antes de emprender la edificación
se comparte un momento de reflexión donde se pide que el trabajo se realice sin
ningún percance. Posteriormente, el estreno de la vivienda también es motivo
de una pequeña fiesta en señal de agradecimiento a los mallkus y a los compa-
ñeros que ayudaron en la construcción. Estos ritos son muy importantes para
los chipayas porque les brindan seguridad y sobre todo protección en su nueva
vivienda. (Hennings, 2004)

Amazonía ecuatoriana, mitos


La casa es la unidad mínima de la sociedad Achuar. Contrariamente a otras sociedades
de América, los Achuar no despliegan ritos de inicio o de término de sus viviendas. Sin
embargo es en una de las pocas sociedades en donde encontramos fragmentos de
mitos que aluden a un papel central de la casa en relación al vínculo entre la tierra y el
cielo, por ejemplo:
Etsa (“sol”), durante su existencia terrestre, mata a Ajaimp (“glotón”: caníbal) y que-
ma su casa. En realidad Aijamp no está muerto, y aparentemente sin sentir rencor, pide
a Etsa que le ayude a reconstruir su casa; Etsa acepta y, mientras está inclinado sobre el
hoyo que cavaba para hincar los pilares paeni, Ajaimp lo traspasa con uno de esos pila-
res y lo clava así en el suelo. Entonces Etsa pide al paeni que se ahueque y luego trepa
por el interior del ya hueco pilar, alcanza su extremo superior y llega al cielo en donde
se transforma en sol (Descola, 1996: 173). De este modo la casa se constituye en una
vía de paso hacia dos universos: cielo y mundo subterráneo, de enorme significación en
la vida de los pueblos indoamericanos.
Para concluir, hacemos nuestra la reflexión de Trujillo (1995), quien escribe casi tex-
tualmente que, entre los esfuerzos por establecer niveles de eficacia en la aplicación al
cuidado ambiental de diversos principios científicos, se ha otorgado un lugar privilegia-
do a los contenidos del saber tradicional de los pueblos originarios de América.
Sin embargo, no se ha planteado un método adecuado para lograr una síntesis satis-
factoria entre los principios científicos y estos contenidos ni se ha profundizado en los
alcances de los saberes tradicionales. El lenguaje simbólico, bajo esta interpretación,
se transforma en un código de registros nemotécnicos, propios de sociedades corpo-
rativas, depositarias de textos orales de origen antiguo. Y de hecho, aunque es visible
el acervo de producción etnográfica contemporánea que refuerza el conocimiento de
tales culturas, aún buena parte de los estudios etnográficos que merecen tal calificati-
vo, no parten generalmente del aprendizaje de la lengua de la cultura a estudiarse; de
hecho, muchos de estos pueblos ya han perdido su lengua.
De esta manera, estos registros, aunque son considerados como fuentes valiosas
de primera mano, no aportan los datos suficientes como para permitir profundizaciones
mayores en los saberes culturales y sus estructuras cognoscitivas.
La oralidad y su importancia en la transmisión de técnicas y valores 65

Por otra parte, resulta innegable que en la mayoría de las actuales poblaciones de
base indígena, este conjunto de conocimientos va perdiéndose de forma acelerada. Sea
por la dominancia de las formas de educación oficiales, sea por las exigencias del proce-
so de “cristianización” o, inclusive, por los derroteros de la modernización agraria y cam-
pesina, los perfiles de las culturas tradicionales se encuentran profundamente alterados.
Una de las constataciones más importantes para los propósitos de esta reflexión
es la persistencia de la división entre culturas escritas y orales. Independientemente
del hecho de que se encuentren disponibles registros de las lenguas indias, es preciso
señalar que la gran mayoría de sus poblaciones no utilizan la escritura como recurso
comunicacional.
Desde este punto de vista, nos encontramos entonces frente a culturas que, por
tradición, se mantienen dentro de los límites de la “oralidad”. Aunque en los hechos
se han conducido esfuerzos importantes para “alfabetizar” a las poblaciones indias, a
lo largo de los últimos diez o quince años, la gran mayoría de estos grupos de filiación
lingüística indoamericana, permanece inmersa dentro de los límites de la comunica-
ción oral. Este fenómeno no se refiere únicamente al hecho de que estas poblaciones
mantienen registros comunicacionales en los que las formas “orales” son las dominan-
tes sino también a la vigencia de algunos comportamientos societales vinculados al
recurso de la “oralidad”.
Entre las sociedades indias, los límites de la comunicación social encuentran su
límite en los espacios de identidad étnica. Su lengua sirve para fines de comunicación
intraétnica; las formas de comunicación interétnica recurren a la lengua de identidad
de la “nación” o a las “linguas francas”, vigentes en amplios espacios geográficos.
El carácter sagrado del orden de lo natural constituye un punto de partida notable
para comprender los contextos cósmicos dentro de los cuales se construye el universo
del lenguaje simbólico como expresión del saber. De todas maneras, para el conjunto
de los pueblos americanos, el orden de lo natural adquiere un sentido sagrado que en
lo cotidiano se manifiesta en los atributos religiosos de las actividades humanas apli-
cadas a diferentes esferas de la realidad. Tan sagrado es el acto de roturar y sembrar
del hombre andino como el acto de la cacería o la pesca medidos por los respectivos
rituales para los hombres de culturas costeras o selváticas (Trujillo, 1995).
La sola constatación de que para estas formas de concebir el mundo no existe una
separación entre el mundo natural y cultural debiera bastar para abrir nuestra sensibi-
lidad a observar, aprender y respetar.
Los retos para la arquitectura de
tierra y el camino hacia el futuro
Juan Manuel Chávez Chávez

Casi tan antigua es la construcción a base de tierra como la necesidad del hombre
de protegerse de la intemperie y, muy probablemente, la primera forma racional de
construcción.
Se estima que a nivel mundial más de la mitad de la humanidad vive en arquitec-
tura de tierra, pero aun así, no es un panorama positivo a menos que se actúe con
prontitud para la preservación de este sistema constructivo, tomando en cuenta que
hace apenas aproximadamente 250 años1 la humanidad vivía en casas de tierra o de
otros materiales que la misma naturaleza le brindaba, sin necesidad de un proceso
industrial determinado.
En el presente documento se enlista una serie de problemas y soluciones con vi-
sión de futuro, para lograr la continuidad de la arquitectura de tierra en Latinoamérica
y el mundo, tomando como enfoque los cuatro principios del desarrollo sostenible:
economía, sociedad, medio ambiente y gobernabilidad, a fin de dar pauta a la discu-
sión de los temas, con miras a llegar a un planteamiento que nos garantice la subsis-
tencia de esta práctica.

La edificación con tierra en nuestros días


En la actualidad existe un gran desorden en los esquemas y procedimientos con los
que se manejan las urbes y la construcción, desde los procesos del desarrollo urbano
y los cambios que sufren diariamente las ciudades, hasta la edificación misma de un
inmueble público o una vivienda en particular.
La llegada del Movimiento Moderno trajo consigo pensamientos que refutaban la
historia, junto con la negación a nuestras raíces y los procedimientos de hacer ciudad y
de construir, lo cual en muy pocos años nos ha llevado –en todo el mundo y en especial
en Latinoamérica– a sufrir una gran pérdida de los conocimientos y prácticas tradicio-
nales en la construcción y el desarrollo inmobiliario.
Por esa misma razón es de suma importancia ponerse a pensar, planear y actuar,
sobre una serie de aspectos urbanos y de construcción, para no llegar en pocos años a
un punto en el que ya no se pueda dar marcha atrás.
En este caso se tratará principalmente el tema de la construcción de viviendas ya
que ello representa la mayor parte del total de edificaciones en el mundo. Se habla

1
La invención del hormigón armado se suele atribuir al constructor William Wilkinson, quien solicitó en
1854 la patente de un sistema que incluía armaduras de hierro para la mejora de la construcción de
viviendas, almacenes y otros edificios resistentes al fuego.
68 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

principalmente de los beneficios que trae consigo la construcción a base de tierra y


la manera en que es posible garantizar su permanencia y potencialización en la forma
cotidiana de construcción en las ciudades.
Entendemos por arquitectura de tierra: “aquella modalidad de construcción donde
interviene como materia prima constructiva el barro en sus diferentes aplicaciones,
procesado a través de una amplia gama de tecnologías tradicionales o innovadoras,
bien solo, bien mezclado, sometido al calor del sol, prensado, tratado de diferentes
formas” (ICVA, 1999).
El tema nos vierte una serie de cuestionamientos que se pretende responder, pero
también dar pauta a que los estudiosos del tema generen muchos más. ¿Existe real-
mente la oportunidad de cambiar una dinámica en las formas de construcción habita-
cional que se vive desde hace aproximadamente seis décadas? ¿Qué cambios deberán
suscitarse para que esta dinámica de la construcción a base de tierra se pueda dar?
¿Cuáles son esos cambios que debe haber con respecto a la construcción y a sus
materiales? ¿De quién debe ser el interés por promover estos cambios necesarios?
¿Cómo se puede garantizar que las tradiciones que lleva consigo el interés de edificar
con tierra no se pierdan, en especial para la construcción o autoconstrucción de vivien-
da, para ser heredadas a las próximas generaciones?

Fig. 1. Vivienda tradicional de


adobe en Chihuahua.

Estas sencillas preguntas nos generan la hipótesis de que no solamente es factible


una variación en los procesos constructivos empezando desde su materia prima, sino
que se debe dar un cambio forzoso, para evitar llegar en pocos años a una situación
caótica que ya no tenga reversa, tomando en cuenta que la construcción repercute
directamente en aspectos económicos, sociales y ambientales.
Estas transformaciones han de ser impulsadas en un principio por los mismos estu-
diosos y personas convencidas de que debe generarse el cambio, para así convencer
a los gobernantes, empresarios, ingenieros, arquitectos, constructores y a toda la so-
Los retos para la arquitectura de tierra y el camino hacia el futuro 69

ciedad, en modificar sus hábitos en la construcción (donde le sea posible) así como la
forma de hacerse de una vivienda digna, según sea el caso.
No se pretende enlistar ni promover los beneficios que trae consigo la construcción
de arquitectura de tierra sino intenta plantear algunos problemas como la pérdida de
la tradición que le aqueja y las posibles soluciones que se le pueden dar a la misma,
partiendo de la perspectiva de los factores del desarrollo sostenible.
Estos beneficios de la arquitectura de tierra ya están en la conciencia de la mayoría
de las personas que en cierta forma tienen que ver con la construcción, aunque sólo
sea valorada por aquellas que realmente la conocen a fondo.
Maestros artesanos de diferentes puntos del estado de Chihuahua, al norte de
México, que fueron entrevistados2 coinciden en que los principales beneficios de la
arquitectura de tierra son: primero, lo económico de su construcción y, segundo, los
beneficios ambientales que conlleva desde su fabricación hasta su ocupación.
Indudablemente los materiales para la edificación con tierra son los más baratos
que existen para construir (si no es que no tiene costo alguno), así como lo necesario
para lograr la sensación de confort en sus habitantes. Al construir con tierra no sólo se
está ahorrando en recursos monetarios sino también en los naturales.
Haciendo el cálculo comparativo entre los tres principales materiales para cons-
trucción de vivienda en México y Latinoamérica, se puede detectar que la edificación
con adobe es aproximadamente un 27% más barata que con block de cemento y hasta
un 35% más económica que con ladrillo. Estos datos toman en cuenta la compra de
adobes, ya que si estos son fabricados por el propio constructor la diferencia de precio
alcanzaría hasta el 80%.
Además, la construcción con adobe duplica o triplica el espesor de los muros cons-
truidos con block o ladrillo, lo que genera importantes ahorros de energía para mante-
ner sus espacios con la temperatura de confort de quienes los habitan.
Desafortunadamente la problemática económica de la arquitectura de tierra va más
allá de la conceptualización del ahorro en su edificación. El problema más fuerte es su des-
valorización en el mercado inmobiliario y por ende, en el valor patrimonial de las familias.
Equivocadamente en México y en la mayoría de los países Latinoamericanos un
inmueble de adobe es considerado sin valor comercial y, aunque esto esté cambiando
y los bancos comienzan a autorizar créditos en la adquisición de viviendas de adobe,
las personas prefieren construir su casa con ladrillo o block de cemento para así poder
poseer un inmueble con “valor”. En este sentido los gobiernos deben actualizar sus
parámetros de valores catastrales y así impulsar a las instituciones bancarias a realizar
más préstamos ya sea para la construcción o para la adquisición de viviendas fabrica-
das a base de tierra.
Pero, el mayor problema de la desvalorización de esta arquitectura no es de tipo
económico sino social. Los propios maestros artesanos dedicados a la fabricación de
adobes o a su edificación, y que residen en ciudades o poblaciones grandes, habitan en
casas hechas de materiales industriales como lo es el ladrillo o el block, lo que demues-

2
Entrevistas realizadas a maestros artesanos con más de 20 años de dedicarse a la fabricación de adobes
o construcción con tierra, como parte de los trabajos del encuentro “Artesanos de arquitectura de tierra
en América Latina y el Caribe: La técnica, la tradición oral y formas de transmisión del oficio”, 2009.
70 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

tra que aún cuando estén convencidos de los beneficios del adobe, el propio “sistema”
los encamina hacia la vivienda convencional.
Asimismo, la arquitectura de tierra es desvalorizada por los sectores de la población
con mayor poder adquisitivo, tachándola como arquitectura para “pobres” o insalubre,
lo que demuestra su ignorancia hacia tan noble material.

Fig. 2. Destrucciones en
la ciudad de Chihuahua.

“Tradicionalmente, la tecnología de la construcción con barro refleja una imagen


de uso intensivo de mano de obra que la hace atractiva sólo a los muy pobres (que la
utilizan sin intermediarios) o a los muy ricos –esnobs que lo ven como una moda biocli-
mática– (que pueden pagar por ella)” (ICVA, 1999).
De este modo se presenta la paradoja de que el adobe es una opción para casas de
campo de personas adineradas o idealistas, o bien para comunidades marginadas prin-
cipalmente en las áreas rurales, donde por desgracia la situación comienza a cambiar
al introducirse construcciones de materiales industrializados, elaboradas con estilos
arquitectónicos totalmente ajenos a las tradiciones locales.

Los caminos a transitar


La solución al problema económico de la arquitectura de tierra debe venir acompa-
ñada de una fuerte campaña de incursión de los procesos, técnicas y conocimiento
para su aplicación en el diseño y la construcción, dentro de las instituciones educa-
tivas, fondos de investigación y centros comunitarios. Sólo con el conocimiento de
un panorama tendencial de lo que puede ocurrir a nivel global, en caso de no haber
cambios en nuestras formas de hacer desarrollos habitacionales y de los beneficios,
técnicas y posibilidades de mejoramiento tecnológico, podemos garantizar la subsis-
tencia de la arquitectura de tierra.
Asimismo, se debe convencer a las asociaciones, organismos y grupos sin fines de
lucro enfocados en la construcción de vivienda (como por ejemplo “Hábitat para la Huma-
nidad”), de que utilicen la tierra como materia prima en sus proyectos, en lugar del ladrillo
o block que es lo que más usan.
Los retos para la arquitectura de tierra y el camino hacia el futuro 71

Otro factor de suma importancia y tal vez el menos explorado en relación a la cons-
trucción, es el ambiental. Hablar de construcción, en especial de tipo habitacional, es
hablar de necesidades, de mercado inmobiliario, de créditos bancarios, de comunida-
des, de preferencias sociales, etc. Mientras que con respecto al tema ambiental nos
limitamos a hablar de planeación urbana, ordenamiento territorial, áreas verdes para
donación, entre otras cosas, se deja de lado la importancia que tiene la cantidad de
energía utilizada y de contaminación que genera la fabricación de materiales de cons-
trucción, en especial, de aquellos que vinieron a sustituir la arquitectura de tierra.
Hoy en día la fabricación de ladrillos, tejas y otros productos de arcilla cocidos
se ha convertido en un problema ecológico en muchas ciudades de la Repú-
blica Mexicana debido al tipo de combustibles que se utilizan para la cocción
de esos productos: leña, llantas, madera, acumuladores, plásticos o textiles,
entre otros, que al ser incinerados, emiten una gran cantidad de gases a la
atmósfera, como monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, bióxido de azufre
y partículas sólidas. (Gómez, 2007)
La fabricación de ladrillos, blocks, cemento, yeso, varilla, acero, aluminio, espuma
de poliuretano, acabados y pinturas, conlleva un elevado consumo de energéticos no
renovables, como los derivados del petróleo o minerales que para su obtención crean
un perjuicio irreparable en el medio ambiente y su contexto inmediato.
Si bien todos estos materiales tienen ventajas tales como la facilidad de adquisición
en el mercado, así como durabilidad y facilidad de manejo para diseños caprichosos
o de gran escala, además de ser más costosos de inicio, se convierten en factores de
mayor gasto energético y económico, en comparación de una construcción en tierra.
Es por ello que urge continuar con el estudio e industrialización de los materiales ne-
cesarios para la arquitectura de tierra, para así poder competir con estos otros materiales.
Existen muy buenos ejemplos de esta industrialización en algunos países como Colom-
bia,3 Chile, Alemania, Nueva Zelandia y Australia por mencionar algunos de los cuales se
pueden retomar las ideas o promover las técnicas innovadoras ya establecidas.
La tecnología del barro parece haber entrado (…) en una nueva fase de refres-
cado y revisión no sólo de su manejo y tecnología constructiva sino también
en su capacidad para expresar la forma arquitectónica y en su valorización
colectiva como elemento de prestigio dentro de la vida urbana en la que ha
comenzado a participar con renovados bríos. (ICVA, 1999)
Propuestas económicas, sociales y ambientales muy difícilmente pueden repercutir
por sí solas; para que una dinámica de trascendencia se dé con relación a garantizar la
subsistencia de las técnicas y prácticas de la arquitectura de tierra, es necesario incluir-
la en el devenir diario de diversos ámbitos de la sociedad en especial de los tomadores
de decisión. A empresarios, gobernantes o políticos, les corresponde una parte de la
búsqueda de soluciones. Los empresarios inmobiliarios pueden promover el uso de
la tierra como material constructivo donde les sea posible. Los diferentes niveles de
3
Desde hace al menos cuarenta años se utiliza en Colombia la tecnología de bloques de tierra comprimida
(BTC) conocida como CINVA-RAM en la construcción de edificaciones de bajo costo de uso popular. Este
conocimiento tecnológico ha sido largamente divulgado por institutos de investigación a través de diver-
sos tipos de publicaciones como los desarrollados por los proyectos PROTERRA y Habiterra apoyados por
el Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (CYTED).
72 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

gobierno pueden participar en la incorporación de las prácticas tradicionales en sus


institutos de vivienda, en los instrumentos de ley y en la valorización económica de la
construcción a base de tierra dentro de sus valores catastrales.

Fig. 3. Oficinas del Gobierno


Municipal de Jiménez,
Tamaulipas, hechas con bloques
de tierra comprimida.

La supervivencia de la arquitectura tradicional, por desgracia, ya no está en ma-


nos de los depositarios de su sabiduría y la inercia del cambio amenaza con extin-
guirla. (Guerrero, 1994: 59)
Otra medida muy importante que deberían tomar los gobiernos de los países La-
tinoamericanos para crear conciencia sobre la importancia en la preservación de la
práctica relacionada a la construcción con tierra así como de la conservación de las
estructuras patrimoniales existentes, es el incluir en los planes de estudio desde nivel
primaria el tema referente al patrimonio cultural incluyendo las prácticas tradiciona-
les de edificación, ya que sin una conciencia, valoración y un sentido de pertenencia
colectivo hacia estas técnicas tradicionales de construcción resulta casi imposible su
preservación.
Los países Latinoamericanos (así como todas las naciones) deben verse obliga-
dos a poner más interés en el estudio, desarrollo tecnológico, promoción y puesta
en práctica de los procesos tradicionales de construcción como es en este caso la
arquitectura de tierra, sobre todo en las construcciones de pequeña escala como lo
es la vivienda.
Muchos son los obstáculos que se presentan para que la práctica de la arquitectura
en tierra retome valor dentro de la sociedad principalmente y sobre todo, aquellas per-
sonas involucradas en la construcción desde el albañil común, hasta los contratistas y
legisladores, mas no es algo imposible, es más fácil conservar el patrimonio intangible
que el tangible, una leyenda, una tradición oral, un bailable, etc., está más a la mano de
cualquier persona de poder ser conservado que una escultura, pintura, traza urbana o
inmueble patrimonial.
Y es aquí donde hace falta el impulso para que esta dinámica de conservación se dé
desde el gasto económico, con esfuerzo y labor social. Se debe dar, principalmente, con
Los retos para la arquitectura de tierra y el camino hacia el futuro 73

la intención de generar un estado de conciencia a nivel Latinoamérica y mundial, sobre


la importancia que tiene la aplicación y transmisión de técnicas y prácticas tradicionales
de la arquitectura de la tierra a nuevas generaciones. Corresponde a los maestros arte-
sanos no romper tan invaluable sabiduría transmitiendo las enseñanzas legendarias que
les fueron enseñadas por sus padres y abuelos a sus hijos y nietos, así como al mayor
número de persona que les sea posible.
Corresponde a los investigadores tomar como tema de estudio las técnicas de la ar-
quitectura de tierra para desarrollar tecnologías que logren hacer eficiente la producción
de los materiales requeridos en la construcción de arquitectura de tierra así como confe-
rir una mayor resistencia a estos materiales.
Corresponde a las universidades (en especial a las escuelas de arquitectura) incorpo-
rar en sus planes de estudio asignaturas que tengan que ver con la construcción a base
de tierra cruda.
Corresponde a los empresarios tener la visión de que la conservación de la arqui-
tectura de tierra, así como del patrimonio cultural, bien manejados, traerán beneficios
importantísimos para la sociedad y su propio patrimonio.
Corresponde a los gobiernos incluir el tema de la conservación del patrimonio cultu-
ral, especialmente la arquitectura de tierra, como un asunto prioritario en los planes de
estudio de la educación básica; revalorar el precio de las fincas construidas con tierra;
promover la construcción de viviendas de tierra en los institutos de vivienda pertenecien-
tes al gobierno y, por último, apoyar toda su corresponsabilidad en instrumentos legales
para dar solidez y transcendencia a sus iniciativas.
Corresponde a los cuerpos colegiados, grupos especializados y organismos no gu-
bernamentales con interés en el desarrollo sostenible de las ciudades y la sociedad, el
presionar, instruir y promover que cada quien haga lo que le corresponde.
Corresponde a la sociedad en general estar a la espera de saber sobre el tema, cono-
cerlo, amarlo y practicarlo.

Fig. 4. Talleres de conservación


de arquitectura de tierra con
participación comunitaria.
Las tradiciones de la arquitectura
de tierra en un mundo cambiante
Fernando Rodríguez Romo

La vigencia de la tierra como material de construcción dejó de ser polémica hace ya


bastante tiempo, al menos en el mundo desarrollado; en el resto del planeta nunca ha
dejado de utilizarse, ni ha sido cuestionada su eficiencia. Ese renacer de las técnicas
constructivas vinculadas al uso de la tierra en muchos lugares donde habían sido sus-
tituidas y olvidadas, tuvo múltiples razones. Baste sólo mencionar que es el material de
construcción más abundante y por tanto económico, el cual está muy lejos de amena-
zar con agotarse.
La tecnología asociada a la arquitectura de tierra, a consecuencia del debilitamiento de
muchos modelos irracionales en conflicto con la sostenibilidad, dejó de ser un tema vincu-
lado sólo a la conservación, para retomar su rol primitivo, esencialmente utilitario y econó-
mico, a partir del reconocimiento de una solución que siempre estuvo allí. Este proceso no
significó censurar técnicas y materiales de construcción contemporáneos de amplísima
variedad y aplicaciones que han permitido logros impresionantes, a la par de brindar solu-
ciones imposibles de obtener con las técnicas y materiales tradicionales de construcción,
en particular la tierra. Se trató de la valorización de toda una tradición constructiva que, en
gran medida, había sido menospreciada y asociada a precariedad y atraso.
En gran parte del planeta estas técnicas ancestrales han permanecido puras, aso-
ciadas a la tradición oral, mitos, leyendas, prácticas heredadas y, sobre todo, a una
probada eficiencia en la solución de las necesidades constructivas locales. Pero, hay
que aceptar que en algunos excesos, desafortunadamente se ha incurrido en malas
prácticas en la aplicación constructiva de la tierra, con resultados nada favorables, que
por desconocimiento de su esencia han conducido a su combinación con materiales
incompatibles. Así ha sucedido al incorporar indiscriminadamente materiales, concep-
tos y prácticas contemporáneas, como se evidencia con el caso quizás más notable,
aunque no el único, que ha sido el empleo del cemento portland.
Se debe reconocer que no todo es bondad en el uso constructivo de la tierra, exis-
ten también carencias y debilidades que si no se consideran, pueden llevar a fracasos
y pérdidas económicas y patrimoniales. Se trata de considerar en su justo valor una
herencia constructiva que no ha perdido vigencia en la solución de múltiples necesida-
des, pero que no puede resolver la variada problemática contemporánea. Se requiere
reconocer la esencia de la sabiduría acumulada por múltiples generaciones y adecuarla
a situaciones locales, específicas y cambiantes, sin pretender ir más allá de sus posibi-
lidades y rango de eficiencia.
76 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

Los conceptos mutantes


Desde las primeras acciones constructivas del hombre, en todo sitio, han primado y
condicionado los resultados, aquellos conocidos conceptos de material local y técnica
apropiada. El aprovechar y dar aplicación constructiva a materiales que abundan y
se encuentran en el entorno inmediato, utilizándolos mediante modos y técnicas que
satisfagan las condiciones ambientales y culturales de las diferentes sociedades es,
de modo apretado, una definición de esos conceptos ancestrales y de total vigencia,
máximo ejemplo de la racionalidad humana.
Ello ha propiciado que sea la tierra el material de construcción más empleado, lo
cual sigue siendo válido hoy, en esa gran parte del planeta a donde no han llegado ele-
mentos distorsionantes a la racionalidad de estos criterios.
Los conceptos de material local y técnica apropiada, comenzaron a alterarse en los
momentos donde la facilidad de comunicación y transporte empezaron a modificar
el criterio de “local”; cuando aparecieron nuevos materiales producto del desarrollo
industrial que supuesta, o realmente, solucionaban todos los problemas constructivos.
Eran tiempos en que se pensaba que los recursos energéticos eran ilimitados, no se
apreciaban aún daños ambientales con sus consecuencias y la población era mucho
menor. Pero la consideración de lo local hoy es distinta, al igual que sucede con la no-
ción de técnica apropiada; esto no es bueno ni malo, sólo diferente, y si nos ajustamos
a la esencia de ambos conceptos, diríamos que es válido.
Si nos atenemos a las realidades actuales, muchos materiales que otrora eran abun-
dantes, ya no lo son, a excepción de la tierra que sigue siendo ilimitada en disponibili-
dad y continúa siendo local, en la acepción más remota del término. Sin embargo, en
las tipologías constructivas donde se usa la tierra, su uso va acompañado de otros
materiales que localmente se hacen escasos y, ocasionalmente críticos, siendo espe-
cialmente notable el caso de la madera.
Esto significa que la tierra sigue teniendo vigencia como material local, pero otros
recursos asociados estrechamente a sus tecnologías, han perdido (o están en rápido
proceso de perder) las peculiaridades que los hacen locales. Ello ha llevado a la susti-
tución de las tecnologías de la tierra por otras que no satisfacen con igual eficiencia un
importante número de necesidades y, a su vez, no poseen su probada sostenibilidad.
Se han tomado opciones de sustitución de algunos de esos materiales por otros que
resulten asequibles, pero en gran medida han resultado incompatibles por no satisfacer
algunas exigencias que fueron desconocidas o pasadas por alto; igualmente se han
tenido buenos resultados cuando se ha buscado la razón técnica de la solución tradi-
cional y se ha adecuado a las realidades actuales.
Las demandas de las tecnologías de la tierra fueron satisfechas desde tiempos remo-
tos por la sabiduría popular y los conocimientos acumulados de muchas generaciones
mediante un proceso de ensayo error –asociados con tradiciones y ceremonias– muchas
de las cuales llevaban todo el simbolismo de la tierra como madre de todo lo vivo. Sin em-
bargo, si hurgamos en muchas de esas expresiones populares se encuentran respuestas
técnicas muy bien adaptadas a las necesidades de la tierra en su aplicación como mate-
rial de construcción; hoy se trata de no banalizar o considerar innecesaria alguna de esas
tradiciones y, al contrario, buscar las necesidades técnicas que las motivaron.
Las tradiciones de la arquitectura de tierra en un mundo cambiante 77

Ante la certeza que toda tradición es sabia, es necesario mantener la esencia de


esos procedimientos técnicos muchas veces encerrados en expresiones populares de
muy diversas características, los cuales nos sirven para lograr la adecuada aplicación
de las tecnologías edilicias que emplean la tierra como material de construcción; su
conocimiento nos permite la continuidad de la técnica o la correcta adecuación a nue-
vas realidades producto de las transformaciones del medio local. Sobre estos aspectos
teóricos se mostrarán algunas experiencias obtenidas en la aplicación práctica de los
mismos, así como problemas aún no resueltos que deberán ser abordados con una do-
ble mirada, el manejo de las necesidades y realidades contemporáneas en la búsqueda
respetuosa de las enseñanzas del pasado.

Antecedentes del conjunto urbano de Coro y La Vela


El conjunto histórico de Coro y el Puerto de La Vela, al norte de Venezuela, fue incluido en
la Lista del Patrimonio Mundial como ejemplo de la utilización de la tierra en la solución
constructiva de las necesidades específicas de esa sociedad, de acuerdo a sus condicio-
nes ambientales y económicas. Si bien ambos conjuntos han sido considerados siempre
una unidad político-cultural y económica, hay diferencias cronológicas que se dieron en
su desarrollo, así como en la jerarquía económica existente de Coro por sobre La Vela,
donde ésta última prestaba los servicios de puerto al anterior. Ello se manifestó en las di-
ferencias constructivas, urbanas y arquitectónicas que se aprecian en ambos conjuntos,
reflejo, a su vez, de la mencionada y meritoria adecuación a las condiciones existentes.
Allí la tierra se utilizó en dos diferentes técnicas constructivas de muros, el adobe
y el bahareque, ambas ajustadas a las condiciones locales; en Coro hubo un empleo
predominante de la técnica del adobe; en cambio, en La Vela se utilizó la técnica del
bahareque de modo más extenso. En ambos sitios, existen suelos marcadamente ar-
cillosos, específicamente con arcillas del tipo vermiculita en estratos muy profundos.
Es precisamente esta característica la que llevó a seleccionar al adobe y el bahareque
como tecnologías apropiadas al uso de la tierra local, y no la de la tapia que se ajusta
a suelos con menor contenido de arcilla. El espacio que separa ambos conjuntos es de
unos pocos kilómetros, por lo cual no existen diferencias apreciables en las condicio-
nes climáticas ni en la flora local.
En La Vela se presenta un manto freático alto y salino, motivado por su ubicación en
el borde de costa, mientras que en Coro el manto de arcilla es más profundo.
Las patologías que se han presentado en ambos conjuntos se han producido en
gran medida por modificaciones importantes del entorno urbano y por alteraciones de
origen climático.
En el año 2006 se inició un plan masivo de intervención del conjunto de Coro y La
Vela, donde se venía presentando un progresivo deterioro de sus valores, que motivó
su inclusión en la Lista de Patrimonio en Peligro. Dicho Plan Integral buscaba en su
ámbito físico frenar el degrado del conjunto, atacando tanto las manifestaciones de de-
terioro como las causas del mismo, siendo la deficiente infraestructura urbana una de
sus principales razones. Un conjunto edificado sobre un manto de arcillas expansivas,
donde existe una red de infraestructura urbana deficiente y obsoleta es una combina-
ción detonante de múltiples procesos de deterioro. Por ello se acometió inicialmente
78 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

un plan de rehabilitación de redes, sobre todo de drenajes, unido a la rehabilitación de


las edificaciones. Al tratarse de patologías que se repetían en muchas edificaciones fue
posible tipificar procedimientos y técnicas de intervención.

Fig. 1. Arquitectura de adobe


en Coro, Venezuela.

Experiencias de un plan de intervención


Es en el aspecto de la intervención en un conjunto extenso de edificaciones, donde se
desea hacer énfasis, toda vez que se presentan condiciones muy distintas a aquellas
que ocurren en intervenciones puntuales. Hay importantes diferencias de enfoque en-
tre ambas acciones, sobre todo en el tema económico y social, el cual está presente
en todas las escalas de intervención, pero es en el caso de acciones masivas donde
cobra especial importancia debido a la cuantía de los recursos necesarios, así como a
los trastornos y cambios, positivos o negativos, que pueden ocasionar en la vida social
del conjunto intervenido.
A su vez, si a la problemática anterior se le suman aspectos no menos importantes
como escasez de la mano de obra capacitada y portadora de todas las tradiciones
constructivas del sitio, así como la dificultad en la obtención de algunos de los materia-
les que tradicionalmente se han utilizado en las construcciones del conjunto, se abren
frentes de acción con gran complejidad, a corto y largo plazo, los que tendrían una
solución mucho más sencilla en intervenciones puntuales.
El conjunto de Coro y La Vela presenta las condiciones esbozadas anteriormente,
proporcionales a la magnitud del sitio. No se abordarán todas las experiencias y accio-
nes emprendidas en tan amplio frente, sólo se expresarán aquellos aspectos vincula-
dos a la tradición en general, y constructiva en específico, de un conjunto urbano y la
sociedad que le da vida, los cuales deben ser considerados en cualquier plan de inter-
vención. Como se ha señalado, hay una estrecha vinculación entre las tradiciones lo-
cales y las variantes constructivas específicas, definidas principalmente en la mano de
Las tradiciones de la arquitectura de tierra en un mundo cambiante 79

obra, las características de los materiales locales, su forma de empleo y las patologías
más frecuentes. Todo ello debe ser respetado y estudiado para entender las necesida-
des constructivas y ambientales que satisfacen, analizar su posibilidad actual y decidir
las variantes obligadas, siempre apegadas a la esencia tradicional.

Fig. 2. Arquitectura de bajareque


en La Vela.

La mano de obra
En el caso estudiado se presentaba el problema de escasez de mano de obra, no ajeno
al de otros muchos sitios, sobre todo cuando se trata de acometer un plan masivo que
requiere no sólo de calidad de la mano de obra, sino además de cantidad. Se necesita de
operarios imbuidos y duchos en las tradiciones constructivas locales, lo cual en la mayoría
de los casos es deficitario. El rescate de esos pocos exponentes de la tradición constructi-
va es tarea obligada, para ello se requiere revalorizar socialmente su papel, brindarles las
posibilidades de ejercer dignamente sus habilidades y promover planes de capacitación
donde puedan formar el relevo que reciba esa sabiduría acumulada. Siempre ha existido
la formación de artesanos y operarios mediante la acción del maestro del oficio sobre un
grupo de aprendices. De hecho, en los oficios vinculados a la construcción se mantiene,
pero solamente con el enfoque de técnicas y materiales contemporáneos. En este caso
se trata de imbuir a esos aprendices del respeto al pasado, apreciar y descifrar los valores
de las tradiciones constructivas. Todas éstas son tareas de ejecución permanente y a lar-
go plazo, las cuales se iniciaron en el caso presentado en una forma orientada y tutelada,
pero deben ser continuadas en el futuro de modo espontáneo, fluido, sin necesidad de la
tutela de instituciones: sencillamente, como siempre fue.

Los materiales del sitio


En toda localidad donde ha tenido predominio el empleo de las tecnologías de la tierra,
ésta ha presentado particularidades y coincidencias en el empleo de materiales com-
80 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

plementarios. En el caso de América Latina y el Caribe, por razones de clima y flora, la


tierra se vio complementada por el uso de la madera en diferentes variantes, así como
otros materiales de origen vegetal, ello llevó a la formación de tradiciones constructivas
asociadas a épocas del año, cosechas, ciclos lunares y festividades religiosas, entre
otras. Las particularidades constructivas de cada localidad se ajustaban a las caracte-
rísticas específicas de los suelos y las especies vegetales del entorno. Esto se vinculaba
perfectamente al concepto de material local, ya que en la mayor parte de la región
dichos materiales eran abundantes y variados.
Es en este aspecto donde en mayor medida se presentan actualmente dificultades,
sobre todo cuando se trata de planes masivos donde hay necesidad de grandes canti-
dades de materiales hoy casi inexistentes. Se debe pensar en la introducción presente
y sobre todo futura, de materiales alternativos que cumplan satisfactoriamente los re-
quisitos técnicos de los tradicionales, de fácil obtención, costos razonables y que no
produzcan incompatibilidades a mediano ni largo plazo; no es posible encontrar dichos
sustitutos si no se conocen las razones que motivaron la tradición constructiva local.
Se señalan a continuación algunas prácticas constructivas tradicionales utilizadas en
el conjunto de Coro y La Vela, los motivos de su empleo y las dificultades que se presen-
tan para la obtención de algunos materiales, planteándose sustituciones apropiadas.

La madera y fibras vegetales


Es requisito tradicional para el corte de todas las especies vegetales que sea durante el
ciclo lunar de menguante; es una práctica común a fin de lograr una adecuada durabi-
lidad de la madera u otro material vegetal. En algunos sitios se ha violado esa práctica
ancestral, al considerar que tiene una razón mística, sin real incidencia en la calidad
del producto; los resultados han sido desfavorables. La real justificación de la práctica
se encuentra en que las especies vegetales tienen ciclos de ascenso y descenso de
los nutrientes, vinculados a los ciclos lunares. Es en el período de menguante cuando
se encuentran en la planta en menor proporción esos nutrientes ricos en azúcares y
almidones, tan apetecibles para los insectos xilófagos y especies de hongos que atacan
los materiales vegetales en busca de alimento. Ignorar esta realidad, conocida desde
siempre por la sabiduría popular, ha llevado a pérdidas importantes.
Las características de los suelos de Coro y La Vela con altísima proporción de arcilla
han motivado una gran parte de las tradiciones y prácticas constructivas específicas
que allí se han dado, vinculadas a la marcada retracción que se produce en el material,
solucionada principalmente con la adición de fibras vegetales. En este caso la tradición
local ha sido la siguiente:
• La tierra a ser utilizada se extrae de un hueco en el terreno, se amasa con agua y se
deja en reposo en el propio sitio;
• Se añade fibra vegetal. En este caso la tradición recomienda la hierba “conejera” que
es una especie local, cada vez más escasa, que presenta fibras finas y alargadas; su
corte se realiza en luna menguante;
• Se amasa el barro con la hierba durante repetidos ciclos de amasado y reposo a fin de
lograr macerar y desmenuzar la hierba y así alcanzar una mejor distribución y finura
de la fibra. Esa fibra así dispuesta y distribuida de modo homogéneo en la masa logra
Las tradiciones de la arquitectura de tierra en un mundo cambiante 81

tomar las fuertes retracciones que se producirán en ese barro tan rico en arcilla
cuando pierda por evaporación la humedad en exceso.
Cualquier fibra alternativa que sea necesaria introdu-
cir en el futuro deberá cumplir con los requisitos de des-
menuzarse y obtener una distribución homogénea, fina y
extensa en la masa de barro.
Existe la práctica tradicional para los revoques emplea-
dos en el recubrimiento de los muros y la parte interior de
los techos –llamado localmente “pañote”–, y que consiste
en añadir estiércol de equinos –“cagajón”–, previamente
secado y desmenuzado, a la masa básica y descrita ante-
riormente. La razón de esta práctica es que el excremento
de estas especies animales tiene gran cantidad de fibra
muy fina, producto de la digestión parcial de la hierba con
la que se alimentan.
Es en los revoques donde se dan retracciones más
acentuadas y se requiere para contrarrestarlo de mayor
contenido de fibra fina, para lo cual no basta la hierba ma-
cerada descrita anteriormente. Es obvio que este material
actualmente es muy deficitario por la reducción de los
rebaños de burros, tan abundantes en la región en otras
épocas, se trata entonces de un material local que dejó
de serlo. La necesidad técnica de reducir las retracciones
en los revoques aún existe. Sería un grave error anularla
mediante el empleo de morteros de otros materiales dife-
Fig. 3. Proceso de trabajo
del barro. rentes al barro, los cuales han traído incompatibilidades y malos resultados en breve
plazo, tal como ya ha ocurrido en el conjunto de Coro y La Vela, así como en otros mu-
chos lugares donde se construye con tipologías de tierra. Nuevamente se presenta la
problemática de buscar y obtener un material alternativo, que cumpla los requisitos
de aportar microfibras a la masa de barro.
Para el cubrimiento de la estructura de techo, sobre el cual se coloca el acabado
de cubierta se ha utilizado con mayor frecuencia la madera de cardón. Se trata de una
cactácea de abundancia local, la cual lleva un proceso de extracción un tanto difícil y
posteriormente, de limpieza y secado. Si bien todavía hay una relativa abundancia de
esta especie, se ha reducido notablemente su presencia en la zona cercana; a su vez,
por resultar poco redituable su extracción y procesamiento, hay poca disponibilidad
de la misma. Ello ha llevado a muchos propietarios de viviendas a tomar soluciones
alternativas en los techos con materiales contemporáneos mucho más pesados, con
resultados poco favorables aun en el corto plazo.
La madera es el material más deficitario de los empleados en las tecnologías de
tierra. Durante el proceso de construcción de estos conjuntos era un material abun-
dante y obtenido en lugares cercanos, local en suma; la zona montañosa al sur de
Coro brindaba variadas especies maderables que permitían levantar estas edificacio-
nes a costos razonables. Son múltiples los empleos de la madera en el conjunto de
82 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

edificaciones; en el uso estructural-constructivo se utilizaban troncos de madera dura


sin escuadrar para ser usados como horcones en los muros de bahareque, piezas
escuadradas colocadas como columnas, vigas soleras perfiladas o no.
La madera también era, al igual que en cualquier otro sitio, el material de uso
obligado para los cerramientos de vanos y dinteles. En cuanto a las estructuras de
techos, las soluciones más frecuentes fueron las armaduras de par e hilera, y en
menor medida, de par y nudillo, generalmente realizadas con troncos sin escuadrar.
Predominan los techos utilitarios y básicos, sólo en algunas casas que manifestaban
una mayor jerarquía económica en su época, aparecen techos con piezas de madera
escuadradas y algunas tallas, decoración pictórica u otros refinamientos formales.
En todos los casos se trataba de especies maderables, conocidas y locales, con un
buen desempeño en cuanto a capacidades mecánicas y la resistencia natural a insec-
tos xilófagos. Eran cortadas en la fase lunar de menguante, troncos descortezados y
secados por medios naturales, y sobre todo, a bajo costo. Hoy la realidad es otra: la
deforestación amenaza la vida de la montaña y obliga a prohibir la extracción de es-
pecies maderables, lo cual lleva en el mejor de los casos, a traer madera de especies
desconocidas en cuanto al desempeño específico, de sitios cada vez más lejanos, sin
tener garantía en cuanto al momento del corte efectuado y tratamiento posterior y
sobre todo, a un costo prohibitivo; resulta evidente que es una situación crítica y con
tendencia a empeorar.
El buen desempeño de estos techos tradicionales se encuentra, además del uso
de los materiales locales, en su sencilla construcción, en un mantenimiento simple y
poco costoso, en su poco peso, lo cual es cónsono con la baja resistencia a la com-
presión de los muros de tierra y también a un mejor comportamiento ante la acción
de los sismos. Son techos que han presentado un adecuado funcionamiento ante el
clima local y cualquier solución alternativa que sea inevitable introducir en el futuro,
deberá cumplir rigurosamente con estas condicionantes.

Los áridos, las cales y los materiales cerámicos


En el grupo de otros materiales integrantes de los sistemas constructivos de tierra
se encuentran: los áridos, necesarios para morteros; la cal como aglomerante y base
de las pinturas; materiales cerámicos en forma de ladrillos, losas y tejas, que dan
satisfacción a las variadas necesidades constructivas de las edificaciones y que no
pueden ser abarcadas con el uso de la tierra.
Las arenas de uso constructivo en cualquier localidad han sido extraídas de yaci-
mientos del entorno cercano, generalmente en remansos de corrientes fluviales. Son
utilizadas en la preparación de los morteros de asiento o recubrimientos, base de pa-
vimentos y usos similares. Al margen de la mejor o peor calidad que puedan presen-
tar esas arenas, en cuanto a granulometría y contaminantes, la tradición constructiva
ha sabido utilizarlas adecuadamente, obteniendo los mejores resultados.
El caso de Coro y La Vela no escapa de esa constante, aunque, al igual que en
otros muchos lugares, ha comenzado un proceso de alteración de esa tradición. Las
corrientes fluviales han tenido importantes transformaciones en cuanto a caudales y
contaminación; la deforestación de las cuencas y el vertido de sustancias contami-
Las tradiciones de la arquitectura de tierra en un mundo cambiante 83

nantes a los cauces han motivado que esas corrientes vean mermado sensiblemente
su caudal a la par de graves daños a la pureza de las aguas. Las arenas se ven afec-
tadas por esa situación pues se reducen sus volúmenes, se contaminan y alteran su
granulometría y características constructivas. Se comienza a recurrir a otras arenas,
naturales o artificiales, de las cuales no hay experiencias previas y se producen alte-
raciones en los resultados de las prácticas constructivas tradicionales. Nuevamente
la incidencia de alteraciones en el medio natural se refleja directamente en resulta-
dos constructivos y la modificación de tradiciones.
La cal, al igual que los materiales cerámicos, tradicionalmente han sido produci-
dos localmente; las materias primas, piedra caliza y arcilla, respectivamente, se en-
cuentran en cualquier localidad. La presencia de caleras y tejares artesanales era algo
muy común. Estos talleres utilizaban generalmente hornos de leña y tenían una pro-
ducción estable y unas cualidades, mejores o peores, pero conocidas. Esta constante
se repetía en el conjunto de Coro y La Vela, donde existe la mencionada abundancia
de arcillas, y también yacimientos de una roca caliza, conocida localmente como
“piedra azul”, de buenas condiciones para la fabricación de cal. Esos talleres artesa-
nales, tradicionales y de productos conocidos, han desaparecido casi en su totalidad
principalmente a consecuencia de la escasez y precio de la leña, que no les permite
competir con los productos similares de procedencia industrial, a pesar de ser traí-
dos desde lugares distantes. El resultado actual es el empleo de tejas y losas de tipo
industrial con dimensiones y formas diferentes a las tradicionales y precios altos. Aún
existe una oferta reducida de productos artesanales, pero también tienen elevados
precios por causa del combustible de leña.
Con la cal ocurre otro tanto, se está utilizando cal en polvo de procedencia in-
dustrial, de la cual no hay garantía de estabilidad de cualidades, a la vez que toda la
rica tradición de control en el proceso de apagado y maduración de las cales se va
perdiendo o alterando, en desmedro de la calidad de los resultados constructivos. Ello
conduce a que muchos propietarios de viviendas, en reparaciones o ampliaciones,
utilicen cemento portland porque cuesta menos que la cal, sin conocer los graves
problemas que presentarán sus inmuebles en el futuro. A su vez, las pinturas tradi-
cionales de cal, que son las compatibles y adecuadas a las superficies de los muros
de tierra, son sustituidas por pinturas industriales sintéticas que tienen una acción
sellante sobre las superficies, alterando todo el funcionamiento climático de las tec-
nologías de tierra.
Una solución a mediano plazo a esta problemática puede ser la promoción gu-
bernamental a la creación de nuevos talleres artesanales, aprovechando la presencia
actual en la zona de un nuevo servicio de suministro de gas industrial que daría la
energía a los hornos en sustitución de la leña, de modo que se retome la producción
local de cal y productos cerámicos con cualidades estables y conocidas, a precios
competitivos con los similares industriales.
84 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

Fig. 4. Fachada pintada con cal.

Las alteraciones urbanas


Los conjuntos urbanos tradicionales han tenido importantes transformaciones, no sólo
en cuanto a la alteración de las edificaciones tradicionales o la introducción de obras nue-
vas, sino también en sustituciones de pavimentos y superficies en general, la construc-
ción de nuevas redes de servicio, la modificación e incremento del tránsito vehicular y los
cambios de niveles, entre otras. En cuanto a las edificaciones tradicionales han aparecido
nuevas y lógicas necesidades de equipamientos de servicios, los cuales no siempre han
sido satisfechos del modo apropiado. Se han producido inevitables cambios de tradicio-
nes y formas de vida que repercuten en las condiciones de las viviendas o viceversa. Esos
cambios en el medio urbano han provocado modificaciones en el régimen de humedad
de los suelos, alteraciones en el comportamiento climático de las viviendas y finalmente,
nuevas patologías en las edificaciones, resultantes de esta suma detonante de factores.
Las tipologías constructivas de la tierra son especialmente vulnerables y débiles
ante los cambios en su medio de implantación o en sus condiciones propias; en el caso
de Coro y La Vela donde los suelos existentes son de arcillas expansivas la situación se
hace especialmente crítica. No se trata de congelar un modo de vida o las edificaciones
que lo hacen posible negando el desarrollo de nuevas necesidades y demandas, se
requiere que esas modificaciones se realicen sin producir incompatibilidades con las
edificaciones, adaptándose a las características propias de estas tecnologías sin tomar
estereotipos y modelos ajenos. Un ejemplo típico es la tendencia de ranurar los muros
de tierra para empotrar nuevas instalaciones, según el modelo habitual en paramentos
de materiales contemporáneos.

Las tradiciones de conservación


La realización de labores de conservación, preventivas o correctivas, oportunas, fre-
cuentes, sencillas y poco costosas forma parte del espíritu de las tipologías construc-
Las tradiciones de la arquitectura de tierra en un mundo cambiante 85

tivas tradicionales, y las de tierra no son la excepción. Por tratarse de tecnologías ade-
cuadas ejecutadas con materiales locales, la mano de obra y los materiales han estado
siempre disponibles y a bajos costos, de modo que tradicionalmente se han mantenido
las edificaciones en óptimas condiciones sin que esto implicara gastos excesivos.
Los muros de tierra son muy eficientes pero débiles ante cualquier alteración de al-
guno de sus sistemas de protección, tales como las cubiertas y aleros, los revestimien-
tos, los sobrecimientos y cualquier otro medio que los proteja, principalmente ante la
humedad; desprendimientos del revoque, infiltraciones desde la cubierta, insuficiencia
o daño en los aleros, drenaje deficitario, salpicado frecuente de agua en la parte inferior
y tantas otras formas que propician el deterioro, pueden ser controladas, y siempre lo
fueron, sin mayores complicaciones, con una acción oportuna. Esto se conoce y ha
formado parte de una tradición, en la cual han estado imbuidas las comunidades de los
conjuntos construidos con tipologías tradicionales.
Hay una tradición muy extendida en las sociedades vinculadas a las tecnologías
constructivas de la tierra u otras similares, de realizar las labores de conservación de
modo rutinario, sin gran trascendencia, como algo natural, necesario y que cuesta poco,
casi siempre asociado cíclicamente a la preparación ante festividades tales como la
navidad o las fiestas patronales. Eran periodos donde se hacía limpieza general, se
pintaban muros y carpintería pero, previamente, se hacían las pequeñas reparaciones
de puertas y ventanas y los desconchados en los revoques. Igualmente, siempre en
estos lugares habían unos personajes bien conocidos que hacían las correcciones en
los techos, eran personas que sabían caminar sobre los tejados sin romper las tejas y
sustituían las piezas partidas o acomodaban las que estaban fuera de sitio, de modo tal
que se corregían a tiempo las goteras y cualquier otro desperfecto, antes que dieran
inicio a los procesos de deterioro propios de estas tipologías.
Una gran parte de estas tradiciones se han perdido o alterado, en gran medida a
consecuencia de la influencia de conceptos manejados en las tipologías constructivas
contemporáneas, para las que –de modo real o ficticio– se considera que se requiere
poco o ningún mantenimiento. Se piensa que son tareas costosas, que las edificaciones
pueden esperar sin problemas por las reparaciones hasta que se puedan hacer, y otras
creencias del mismo tipo, totalmente ajenas a aquellas marcadas por la tradición.
Esto se ha venido presentando en el caso de Coro y La Vela donde la iniciativa de re-
parar oportunamente y del modo adecuado, ha tenido que venir de acciones oficiales y
no de los propietarios. A su vez, han tenido que introducirse en las obras elementos de
prevención que encarecen y alteran algunas prácticas tradicionales, como sucede con
la colocación de manto asfáltico bajo las tejas a fin de evitar las goteras que surgirán,
cuando inevitablemente se dañen o corran algunas tejas y no sean reparadas a tiempo
por parte de los propietarios.

Los elementos para un plan de acción


Se han expresado algunas consideraciones que deben ser tomadas en cuenta cuando
se elabora y ejecuta un plan de acción sobre conjuntos que se han edificado utilizan-
do las tipologías constructivas de la tierra. Las mismas, son fruto de una experiencia
concreta, pero son trasladables a otros muchos escenarios a partir de la consideración
86 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

que los principios tecnológicos son los mismos y, sobre todo, los conceptos que las
sustentan no varían. Debe entenderse, y así se ha señalado, que cuando hablamos de
plan de acción hay que considerar la masividad de la tarea, lo cual implica cuantía de
los recursos económicos, pero aun así, muchas veces no basta con tener los montos
suficientes porque las materias primas están agotadas o en proceso de serlo. Se insiste
que cuando realizamos acciones de tipo puntual siempre es posible acometerlas, a ma-
yor o menor costo, pero si se dispone de un presupuesto adecuado podremos realizar
la intervención con todo rigor y ortodoxia. En el caso de intervención masiva, sin dejar a
un lado el rigor en cuanto a la búsqueda de buenos resultados, los problemas son otros
y los recursos económicos son sólo una parte del mismo.
Se establece a continuación, a modo de resumen, una generalización de los as-
pectos concretos que se han señalado y se consideran válidos en otros planes de
acción sobre sitios de Patrimonio Mundial con arquitectura de tierra en América La-
tina y el Caribe, en particular, o sobre otros muchos conjuntos menos conocidos,
pero no menos importantes, que están absurdamente perdiendo su razón de ser, la
sostenibilidad.
• La vigencia de los conceptos. La tierra sigue siendo el material de construcción más
económico y abundante. Se consideran válidos actualmente los conceptos de mate-
rial local y técnica apropiada, sólo que deben ser reconsiderados algunos materiales
locales que han dejado o están camino de serlo y la incidencia que esto tiene sobre
las técnicas apropiadas.
• La validez de las tradiciones. Es necesario mantener vivas todas las expresiones de
cultura popular vinculadas a los procesos constructivos tradicionales; investigarlas y
documentarlas a fin de encontrar su vínculo con necesidades técnicas muy concre-
tas de cada sitio.
• Las debilidades constructivas de la tierra. No es bueno considerar sólo las bondades
y ventajas de la tierra como material de construcción. Existen también debilidades e
incompatibilidades con otros materiales que es necesario conocer y respetar.
• El uso constructivo con otros materiales. En todo plan o programa de acción es
necesario tener presente que las tipologías constructivas de la tierra requieren de
otros materiales, principalmente de origen vegetal, sin los cuales no es posible el
uso apropiado de la tierra. Se debe contemplar la recuperación sostenible de fuentes
de obtención de esos materiales y/o el uso de materiales alternativos totalmente
compatibles, que actúen bajo similares principios técnicos. Todo plan de acción debe
contemplar en sus alcances las medidas de corrección ambiental.
• Los planes masivos de intervención. El enfoque de programas para intervención en
edificaciones aisladas es diferente al que debe seguirse en planes sobre conjuntos.
El problema no es sólo de mayores recursos económicos, sino también de otros
muchos recursos imposibles de obtener.
• La mano de obra. Las necesidades cualitativas y cuantitativas de mano de obra obli-
gan a establecer planes de formación tutelados inicialmente. Deben crearse condi-
ciones para que el proceso se produzca posteriormente del modo tradicional.
• Los materiales locales. En aquellos casos en que aún es posible, se deben crear
condiciones para reactivar la producción de los materiales deficitarios que se utilizan
Las tradiciones de la arquitectura de tierra en un mundo cambiante 87

junto a la tierra en sus tipologías constructivas, previendo la sostenibilidad del recur-


so primario.
• Los controles urbanos. Para el caso de conjuntos construidos con tipologías de tierra
son especialmente importantes los controles y la planificación urbana, porque una
gran parte de las patologías actuales son derivadas de alteraciones urbanas y la de-
ficiente gestión pública.
• Las tradiciones de conservación. Debe enfatizarse, y lograr, una adecuada divulga-
ción sobre la vulnerabilidad de las edificaciones de tierra y la necesidad de realizar
las tareas de conservación de modo oportuno, cíclico y permanente.

Fig. 5. Artesanos trabajando


en la construcción con tierra.
Un estudio de caso: La zona
arqueológica de Paquimé
Eduardo Gamboa Carrera

Paquimé fue inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1998, su ins-
cripción reforzó sustancialmente la necesidad de proteger y preservar los vestigios
de un pueblo de las culturas del desierto que floreció en el noroeste del Estado de
Chihuahua; en estos pueblos las casas se construyeron con tierra batida y vaciada en
cimbras de madera para hacer los muros de casas de hasta cuatro pisos de altura. A
esta técnica se le llama encofrado, técnica con la que construyeron en el sitio, alrededor
del año 1250 de nuestra era Las Casas Grandes que en el siglo XVI se darían a conocer
con el nombre de Paquimé. El lugar que se describió como “una gran ciudad, con casas
como palacios de columnas con acequias y patios empedrados…” lo que en realidad
fue la morada de los clanes líderes que gobernaron el sistema regional de asentamien-
to que se extiende por más de trescientos kilómetros a través de la montaña, los valles
y desiertos de la parte meridional del nicho eco geográfico conocido como el “Desierto
Chihuahuense”.

Fig. 1. Entre las creencias


del Pueblo Hopi, Palátkwapi
significaba Casa Colorada,
nombre mítico de Paquimé.
90 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

La tradición constructiva se remonta hacia el año 900 de nuestra era con la cons-
trucción de pequeñas aldeas de casas semi subterráneas construidas en fosas con
techos de varas y ramas recubiertas con lodo. Paulatinamente estos diseños de casas y
aldeas fueron sustituidos con nuevas villas, más grandes y con casas de cuatro paredes
y techos de vigas que lograban sostener hasta cuatro pisos de altura. Los cuartos más
sencillos tienen sólo cuatro muros, aunque hay cuartos hechos hasta con dieciséis
muros. Los edificios incluyen alcobas, habitaciones, cocina y estufas de por lo menos
ocho estilos diferentes.

Fig. 2. Los edificios


habitacionales de Paquimé fueron
construidos con tierra batida y
madera, alcanzaron hasta cuatro
pisos de altura y albergaron cerca
de tres mil habitantes hacia el año
1200 d.C.

En esta época las casas integraron novedosos sistemas constructivos que repre-
sentaron el pico más alto de la tradición edilicia del uso de la tierra como materia prima
básica. Aunque todavía se construyen pueblos con casas de adobe, ninguno en Améri-
ca del Norte ha sido tan magnificente como Paquimé. Hay cuartos que miden hasta se-
senta y cuatro metros cuadrados, con techos sostenidos por pilares y trabes de madera
que sostienen entrepisos de viguería con terrados. Algunos de estos cuartos fueron
usados como bodegas para almacenar granos, pieles, mantas, concha, metates, ollas.
Entre los diseños más destacados y significativos en la arquitectura destacan las
puertas con formas en “T” que se encuentran por todos los cuartos y pasillos inte-
riores de las casas. Se dice que este diseño favorece la ventilación al interior aunque
el diseño tiene un contenido más simbólico que funcional. La circulación dentro de
las casas se llevaba a cabo mediante pasillos contiguos a las habitaciones o a través
de hileras de puertas que comunicaban largas cadenas de cuartos. Se ascendía a
los pisos superiores de la casa a través de escaleras verticales así como mediante
rampas que ascendían de niveles colocadas estratégicamente en los extremos de los
conjuntos.
Un estudio de caso: La zona arqueológica de Paquimé 91

Fig. 3. La puerta en “T” es uno


de los diseños mas emblemáticos
de la arquitectura de los pueblos
del desierto.

Entre las costumbres funerarias se encuentran aquellas encontradas por los ar-
queólogos que consisten en el enterramiento de sus muertos debajo de los pisos de
estos cuartos. Personajes masculinos, femeninos e infantes, acompañados algunas ve-
ces con objetos personales como prendas de vestir, adornos, instrumentos de trabajo,
artículos del hogar y alimentos. Hoy en día se especula que entre los pueblos del de-
sierto se practicaba el canibalismo. Una de las ofrendas más importantes encontradas
en Paquimé se localizó en uno de los pequeños cuartos del Montículo Central conocido
como el Montículo de las Ofrendas.
La cerámica, uno de los objetos más significativos de esta cultura, ha trascendido
hasta nuestros días convirtiéndose en modelo de inspiración para las comunidades
Fig. 4. Hacia el año 1200 d.C. la
de artistas plásticos y artesanos de la región. Durante la época prehispánica, en Pa-
milenaria tradición alfarera de los
Pueblos alcanzó el clímax de sus quimé, las tradiciones de estilos y formas de las vasijas de cerámica procedían de los
diseños y colores, en Paquimé. pueblos del desierto que vivieron en los hoy estados de Arizona y Nuevo México. Las
vasijas monocromas, negras, cafés y naranjas, con decoraciones en el cuerpo, a ve-
ces empleando una uña para decorarla o también con la ayuda de finos instrumentos
que permitían integrar sencillas líneas o hendiduras en la decoración, proliferaron por
todas partes entre los estados de Arizona, Nuevo México y Chihuahua alrededor del
año 1200.
No fue sino después de este momento que la cerámica de Paquimé floreció abun-
dantemente en formas y diseños: Se modelaron formas de animales del área rivereña,
hombres y mujeres de la localidad y en su decoración se manifiesta un lenguaje simbó-
lico de inigualable belleza y misterio.
Hacia finales del siglo XIX algunos viajeros europeos comenzaron a visitar estas
tierras con fines científicos. Bandelier primero y después Lumholtz, visitaron Paquimé.
El primero tiene una visión regional de los pueblos del desierto, mientras que Lumholtz
92 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

es más particularista y realiza un viaje de conocimiento por la Sierra Madre Occidental,


Paquimé se localiza justo al pie del flanco oriental de esta cordillera.

Fig. 5. John Russell


Bartlett dibujó un cróquis
de Paquimé en 1852.

Durante el siglo XX la región fue objeto de una búsqueda incansable de sitios y


vestigios de la cultura por parte de los arqueólogos norteamericanos que desarrollaron
ya un siglo de investigaciones para entender y explicar el fenómeno histórico y social
que aquí sucedió. Las discusiones teóricas abordan temas acerca de las costumbres
migratorias de estos pueblos, sus costumbres funerarias, sus viviendas, sus sistemas
agrícolas, sus relaciones políticas y su función política, por ser el centro de población
localizado más al sur de los pueblos y por sus posibles contactos con los imperios
mesoamericanos que dominaban el continente. Estos estudios han producido cono-
cimiento desde diferentes perspectivas explicativas y poco a poco van conformando
un acervo de información documental importante, entre estos estudios se encuentran
libros famosos como Casas Grandes: A Fallen Trading Center of the Gran Chichimeca
del Arqlgo. Charles Di Peso, quien con un fondo de la Fundación Amerind realizó las
investigaciones más importantes en el sitio en 1956.

Fig. 6. Reconstrucción
figurativa de Paquimé
dibujado por Bartlett
(1852).
Un estudio de caso: La zona arqueológica de Paquimé 93

La selección de Paquimé como el lugar mencionado por los españoles, rivalizó con
otros sitios de la región que también fueron grandes pueblos, entre ellos Navacoyame
localizado escasamente a treinta kilómetros al sureste. A diferencia de este sitio, además
de las Casas Grandes, Paquimé tiene importantes plazas y edificios públicos o ceremo-
niales, estos últimos difieren de las construcciones de tierra ya que son templos edifi-
cados con núcleos de tierra depositada y amontonada, delimitada por paramentos de
mampostería de piedra. Las plantas arquitectónicas de estos edificios representan seres
de la naturaleza, tanto animales como astros, entre ellos podemos distinguir al juego de
pelota que representa una tradición completamente mesoamericana y de ahí las hipó-
tesis de los arqueólogos en torno a las relaciones entre Paquimé y Mesoamérica. Los
demás edificios son más de carácter totémico: Venus, serpientes, aves, entre otros. Los
clanes de los pueblos seleccionan de la naturaleza a sus deidades a las que les atribuyen
poderes sobrenaturales que emplean para ayudarlos a aprovechar los recursos de la
naturaleza y transformarlos para su beneficio.
Hay también en Paquimé un sistema de torres de comunicación que mantienen un
contacto en línea directa con la ciudad. Este sistema consistía en señales de humo trans-
mitidas a través de los picos de las montañas por todo el horizonte por valles y montañas
del sistema regional. En las Casas Grandes había diversas actividades productivas, una de
ellas es la crianza de guacamayas; la estructura conocida como “La Casa de las Guaca-
mayas” obtiene su nombre de esta actividad. En una de sus plazas interiores se instalaron
Fig. 7. El sistema de acequias
pequeñas jaulas, cajones hechos con paredes de tierra batida y puertas de piedra en for-
que surten de agua a Paquimé
dieron un gran confort al ma de tapón, en las que se mantenía a las aves en condiciones más cálidas. Su plumaje y
asentamiento. sobre todo su carisma tenían una gran demanda en las ceremonias religiosas.
Las plazas se encuentran enmarcadas por los edi-
ficios habitacionales y religiosos, por ejemplo, la plaza
central se encuentra enmarcada hacia el norte por una
“cancha de juego de pelota”, el Montículo de las Ofren-
das y un Conjunto Habitacional. Al Este, la Casa de la
Noria, al Sur, la Casa de los Muertos y al Oeste La Casa
de las Guacamayas.
Por otra parte la Plaza Sur se encuentra enmarcada al
Norte por el Portal de Pilares, acceso principal de la Casa
de Los Pilares, la más grande y magnificente de todas las
casas de Paquimé, al Sur por otro juego de pelota y al Oes-
te por otro conjunto habitacional.
La subsistencia se basaba en la agricultura que había
alcanzado un amplio desarrollo en la tecnología hidráu-
lica, sustentado a su vez en un sistema de retención de
agua y suelo mediante terrazas en arroyos y laderas, así
como la construcción de presas, bordos, acueductos y
canales a lo largo de kilómetros de tierras de aluvión de
los valles del Río Casas Grandes.
La sociedad que vivió en Paquimé se organizó sobre
la base de los trabajadores agrícolas quienes garantiza-
94 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

ban la producción mínima para la subsistencia. La canasta básica contenía maíz, chile,
frijol y calabaza, además se recolectaban frutos de la tierra, se cazaba y pescaba. Otra
de las actividades en Paquimé consistía en comercializar sal con los pueblos del nores-
te en Samalayuca además de controlar las minas de caolín en las montañas y el tráfico
de turquesa. Estos mismos trabajadores contribuían con trabajo en la edificación de las
Casas Grandes.
En la pirámide social el siguiente peldaño pertenecía a los artesanos y comercian-
tes, quienes con sus actividades mantuvieron una intensa actividad comercial con ob-
jetos de adorno personal elaborados con materiales exóticos provenientes de tierras
lejanas, conchas del mar pacífico y turquesa de Nuevo México; el siguiente peldaño
pertenecía a la organización política religiosa, Sacerdotes, Consejeros, Guerreros, los
carismáticos Jugadores de Pelota, Princesas y en la parte más alta de la pirámide social
se encontraba el Señor y la Señora, gobernantes legitimados a través del linaje y clan
correspondiente.
En la actualidad, los vestigios de esa cultura son un valioso patrimonio de la hu-
manidad, reconocido local y mundialmente, inspirador del arte contemporáneo por el
cual trasciende cientos de años después. Su conservación es un compromiso histórico
con nuestros antepasados y con nuestros descendientes; su historia, su abandono, su Fig. 8. Excavaciones
olvido, fueron sus principales factores de destrucción, hoy el clima, el intemperismo, arqueológicas en 1956 descubren
la Casa de las Guacamayas. En
la acción humana, la flora y fauna nociva, las adecuaciones para sus nuevos usos son
la foto se pueden observar los
sus principales factores de deterioro. Ante esta situación y con el objeto de conservar nichos donde las criaban, también
esta zona tan importante, el Instituto Nacional de Antropología e Historia ha realizado hechos de barro.
esfuerzos monumentales para su preservación.
Inicialmente podemos mencionar aquellos documen-
tos básicos que legitiman en gran medida la protección
del bien, por ejemplo la documentación que conformó
el expediente técnico para su declaración como Patri-
monio Cultural de México, luego la documentación del
expediente técnico que se conformó para la inscripción
del bien en la Lista del Patrimonio Mundial y del equipa-
miento que representó la necesidad de hacer visitable
un monumento arqueológico tan frágil en su materiali-
dad. Esto implicó la elaboración de planos descriptivos
del bien, establecimiento de su extensión, protección
física y legal.
El área núcleo, 72 hectáreas del bien, se encuentra físi-
camente protegida y el total de la zona declarada como patrimonio nacional corresponde
a 142 hectáreas, existe un decreto presidencial expedido en el Diario Oficial sobre la
protección de este lugar como un Patrimonio Cultural de México. Por su parte, el Instituto
Nacional de Antropología e Historia vigila desde 1946, las 24 horas del día, los 365 días del
año el sitio, que está equipado con un museo de sitio y todos los servicios.
Inspecciones físicas y trabajo de campo para arqueólogos y restauradores es cosa co-
tidiana, en el afán de conservar los vestigios arqueológicos de los muros de tierra batida
en Paquimé, hemos recurrido a establecer indicadores sobre las causas y efectos de los
Un estudio de caso: La zona arqueológica de Paquimé 95

agentes del deterioro que destruyen actualmente los muros restantes del bien; el princi-
pal factor de deterioro es el agua, los drenajes originales ya no funcionan igual. Ya sea por
la erosión y destrucción que causan las lluvias torrenciales del desierto en los muros, o
por la absorción de agua que sufren los muros en la base después del encharcamiento en
el interior de un cuarto que alguna vez tuvo una techumbre y ahora no la tiene. Los efec-
tos son muchos: pérdida de elementos en vanos, pérdida de material en muros, cárcavas
de escurrimientos, humedad en la base de los muros y encharcamientos.

Fig. 9. La foto muestra como los


trabajadores aplican una capa de
sacrificio en los muros para su
conservación mediante la técnica
de “zarpeo”.

Cada año la temporada de lluvias comienza en junio y se extiende hasta finales


de agosto. Aunado a este factor se encuentran las plantas parásitas que crecen con
la humedad, en la base y en las cabeceras de los muros. Por otra parte se presenta el
problema de los animales que anidan en la zona, algunos en las plazas y otros en los
muros; en las plazas son comunes los correcaminos y roedores como los topos, en el
interior de los cuartos hay ratones, lagartijas, pájaros, gatos, arañas venenosas, cama-
leones y serpientes.
En la historia de las intervenciones para conservar Paquimé nos encontramos con
diversas técnicas empleadas tanto para devolver al sitio su significado cultural como
para conservar su materialidad sin alterar su apariencia original. Aunque ambas accio-
nes se encuentran dentro del marco de actividades que sufre cualquier sitio del mundo
tanto para su presentación como para su conservación, encontramos reconstrucciones
con muros elaborados con la técnica de “Pisé” que aunque se trata de un encofrado, el
resultado no empata por la apariencia laminar de su construcción. Esto se puede ver en
los muros perimetrales de la Casa de la Serpiente. El uso de tela de gallinero metálica
para forzar a sujetar la tierra batida sobre los muros, la reconstrucción equivocada de
elementos de la arquitectura que se ven como errores evidentes de mala interpreta-
ción del sistema constructivo, como se puede ver también en la Casa de la Serpiente
en uno de los cuartos subterráneos donde la huella de la viga madrina es falsa y no
coincide con la línea del entrepiso del cuarto en su totalidad.
96 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

También se ha empleado la técnica de encofrados para la reconstrucción de algunos


muros y para encapsular muros que se encuentran casi por desaparecer. Esta técnica
es casi igual a la original excepto que actualmente ya no se pisa sobre el vaciado de
lodo; esta técnica ha probado la conservación de los vestigios originales encapsulando
el muro aislándole de las fuerzas del deterioro. Sin embargo, su acabado es igual al ori-
ginal confundiendo a veces la lectura y alterando la visual original de los vestigios. Una
variante de esta técnica es el “zarpeo”, la función es la misma, aplicar un recubrimiento
que proteja el elemento. La cantidad de tierra aplicada al muro es reducida comparada
con la empleada con la técnica del encofrado.
El adobe también se ha empleado para reconstruir algunos muros, como en los
cuartos al norte de la Casa de los Cráneos. En estos cuartos, en los trabajos de conser-
vación que se realizaron en la década de los sesentas poco después de las excavacio-
nes arqueológicas del Dr. Di Peso, parte de los muros están hechos con adobes, aún se
pueden observar in situ. Al sur de este conjunto también se pueden apreciar algunos
muros restaurados con piedra para restituir volumen al muro permitiendo diferenciar
las intervenciones.
En su conjunto cada una de las intervenciones ha ido formando parte del tejido que
conforman las imágenes de la zona arqueológica de Paquimé. Hoy en día algunas de
estas estrategias se continúan empleando, otras ya no. El manejo y operación de un
sitio como Paquimé comprende también un ámbito de tareas relativas a los procesos
de trabajo de la conservación y el mantenimiento del bien; movimiento de materiales,
personal, visitantes; rutas para trabajos de mantenimiento, rutas de senderos para vi-
sitantes, señalización, custodia, mantenimiento, investigación arqueológica y restaura-
ción arquitectónica.
Un último componente no menos importante es el Seminario Internacional de Con-
servación y Restauración de Arquitectura de Tierra (SICRAT), que desde mediados de
los años noventa reúne a especialistas con el fin de realizar consideraciones en materia
de restauración, interpretación, presentación y realización de propuestas que ayuden a
mejorar la comprensión y conservación del sitio.
97

Conclusiones del taller y elementos


para un Plan de Acción para la
arquitectura de tierra en América
Latina y el Caribe
(en español e inglés)
Recopilados por Luis Fernando Guerrero y Niklas Schulze

El taller “Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe: La técnica,


la tradición oral y formas de transmisión del oficio” que se llevó a cabo en la ciudad de
Tlaxcala, Tlaxcala, México, del 24 al 26 de septiembre de 2009, fue un evento altamente
positivo como resultado de la conjunción de diferentes factores.
Por una parte, la temática que abordó no había sido tratada en seminarios previos
por lo que resultó un evento muy novedoso. Las reuniones académicas que se realizan
en torno a la arquitectura de tierra, que de por sí son escasas a consecuencia del poco
interés que se tiene sobre este tema, se suelen centrar en el análisis de los sistemas
constructivos o las técnicas de conservación y restauración. En cambio, el enfoque del
taller de Tlaxcala hacia la revisión del componente inmaterial asociado a la edificación
térrea fue sumamente original.
Otro aspecto relevante del taller tuvo que ver con el tipo de asistentes. A diferencia
de los congresos convencionales en los que investigadores especializados exponen sus
hallazgos para ser sometidos al escrutinio público, en esta ocasión los actores principa-
les fueron los artesanos y su participación consistió en la transmisión de sus experien-
cias. El grupo de asistentes estuvo constituido por profesionales y académicos formados
en disciplinas tales como la arquitectura, la arqueología, la antropología, la ingeniería,
la sociología y la conservación patrimonial, quienes escucharon las aportaciones de los
maestros constructores y ayudaron a darle cuerpo al proceso de análisis, valoración y
conformación de propuestas.
El carácter interdisciplinar del evento fue parte de la clave de su éxito pues se tuvo
la oportunidad de definir una perspectiva integral acerca del estado en que se encuen-
tra actualmente el campo de la edificación con tierra en nuestros países, identificar su
problemática desde varios ángulos y sobre todo, de plantear criterios tendientes a su
solución a diversas escalas.
Es importante mencionar que además de las actividades del taller se obtuvo como
resultado complementario, el intercambio de vivencias que de manera informal tuvie-
ron los artesanos durante la convivencia de las comidas y recorridos. Durante largas
horas, de forma espontánea, los participantes tuvieron la oportunidad de conocer as-
pectos de la forma de vida, problemas y logros de miembros de comunidades que con-
servan la construcción en tierra muy distantes entre sí. Esta relación de camaradería
tuvo una influencia directa en el ánimo de colaboración, apertura y solidaridad de los
98 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

asistentes quienes siempre estuvieron en la mejor disposición de compartir sus cono-


cimientos y vivencias.
Meses antes de iniciar el taller se trabajó con los artesanos del barro en sus lugares
de origen a fin de entrevistarlos y registrar mediante videograbación sus comentarios así
como las actividades que realizan en sus viviendas y lugares de trabajo. Las entrevistas
siguieron un mismo guión para todos los maestros con el objeto de contar con elementos
similares que permitieran el análisis de sus respuestas. Una versión editada de este mate-
rial videograbado sirvió como punto de partida para la dinámica del encuentro.
Después de la exposición pública de las entrevistas y la presentación individual de
los artesanos tuvo lugar una conferencia general relativa al diseño, construcción y con-
servación de la arquitectura de tierra en el mundo, con el objeto de que los asistentes
pudieran tener un panorama amplio de las diferentes soluciones constructivas que se
han dado en diferentes momentos de la historia en México y en otras latitudes. Poste-
riormente el maestro artesano Clever Plaza, originario de Ecuador, expuso las actividades
que se realizan para la restauración de monumentos del Centro Histórico de la ciudad de
Cuenca. Esta charla resultó muy enriquecedora ya que ayudó a identificar semejanzas
y diferencias en los métodos y tradiciones asociadas a la elaboración, mantenimiento y
preservación de estructuras patrimoniales de tierra.
Con estos antecedentes se conformaron tres mesas de trabajo que se enfocaron
hacia el análisis y diagnóstico del tema, en una fase que se tituló: La técnica, el material
y la tradición oral. Cada mesa se centró en uno de los siguientes aspectos: “Las materias
primas y su procesamiento”; “Los procesos de construcción y mantenimiento”; y “Valores
intangibles: Rituales, mitos, lengua, simbolismos y festejos”.
El segundo día de actividades se destinó a un recorrido de trabajo a sitios patrimo-
niales del estado de Tlaxcala, con presencia de material de barro en su construcción.
Se visitó el conjunto conventual franciscano de Nuestra Señora de la Asunción, la zona
arqueológica de Cacaxtla, el santuario virreinal de Ocotlán y la hacienda de San Pedro
Tenexac. En estos recorridos se pudieron compartir puntos de vista acerca de los valores
arquitectónicos y condiciones de conservación de los inmuebles visitados, cuyo análisis
ayudó a sedimentar las ideas acerca de los temas centrales del taller en torno a la impor-
tancia del patrimonio intangible como componente del medio cultural y como mecanis-
mo potencial para su preservación.
El tercer día de actividades continuó el proceso de reflexión e intercambio pero enfo-
cado bajo un enfoque propositivo. La fase se llamó El camino hacia el futuro y cada una
de las tres mesas de trabajo buscó plantear respuestas a una de las siguientes interro-
gantes: ¿Cómo conservar y transmitir las técnicas de trabajo y el valor simbólico? ¿Qué
futuro puede tener la arquitectura de barro? Y ¿qué importancia tendrán los aspectos
inmateriales en la arquitectura de barro del futuro?
Estas actividades en mesas de trabajo en las que convivían los artesanos con los
investigadores y el resto del público, brindó la oportunidad de que todos los asistentes
expusieran sus puntos de vista con lo que se enriqueció el proceso de intercambio de
experiencias y aspiraciones.
A partir de estos procesos de intercambio de saberes fue posible estructurar una
serie de planteamientos que se agruparon en un corpus que se ha denominado “Elemen-
Conclusiones del taller y elementos para un Plan de Acción para la arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe 99

tos para un Plan de Acción para la arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe”.
Es importante destacar que esta propuesta se inscribe en el marco del “Plan de Acción
Regional para el Patrimonio Mundial”, presentado en el capítulo 6 del informe periódico
regional, y aprobado por el Comité del Patrimonio Mundial en su 28ª sesión (decisión 28
COM 16), y puede entenderse como una aportación a la tercera fase (2011–2014) del
“Programa de Patrimonio Mundial sobre Arquitectura de Tierra” del Centro del Patrimonio
Mundial UNESCO, aprobado por el Comité del Patrimonio Mundial en su 31ª sesión (deci-
sión 31 COM 21C) en Christchurch, Nueva Zelanda.
El objetivo final de las acciones propuestas busca la identificación, protección, con-
servación, revitalización y transmisión de los siguientes elementos vinculados con la ar-
quitectura de tierra:
(a) las materias primas,
(b) las técnicas de trabajo,
(c) las edificaciones de tierra cruda,
(d) los conceptos inmateriales que acompañan los procesos de construcción, uso y man-
tenimiento de estructuras de tierra cruda.

Como se podrá observar las acciones propuestas buscan hacer referencia de manera
integral al patrimonio material, inmaterial y el contexto social y natural de las expresiones
culturales.

Elementos para un Plan de Acción para la arquitectura de tierra en


América Latina y el Caribe 2010 - 2014
Considerando que:
La edificación con tierra permite desarrollar espacios con un adecuado nivel de con-
fort bajo diversas condiciones climáticas, sin generar impactos negativos en el medio
ambiente.
Estos sistemas constructivos han probado su eficacia gracias a la permanencia de
múltiples ejemplos de notable antigüedad.
El uso de la tierra como material constructivo despierta distintas formas de solidari-
dad y organización de trabajo colectivo.
El patrimonio construido con tierra y los conocimientos asociados a su desarrollo y
conservación, paulatinamente se han ido alterando y se encuentran en un rápido proce-
so de pérdida.
En gran parte de nuestro continente se están dejando de construir nuevas obras con
estos materiales, a pesar de que se reconocen las cualidades de la edificación con tierra.
Existe un destacado bagaje de conocimientos tradicionales respecto a tradiciones,
materiales y procesos constructivos de la arquitectura de tierra que no han sido integral-
mente documentados.
La reproducción sin sentido de ritos y mitos, sin un sustento social, puede convertirse
también en un factor de afectación del patrimonio inmaterial relacionado con las cons-
trucciones en tierra.
No se cuenta con un padrón de artesanos activos, que sean al mismo tiempo reco-
nocidos socialmente.
100 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

Como resultado de los cambios de la estructura social se han roto los canales tradi-
cionales de transmisión de conocimientos.
La pérdida de la tradición constructiva se manifiesta en el empleo de materiales y do-
sificaciones inadecuadas, así como en combinaciones incompatibles con otras técnicas
y materiales constructivos.
Estas alteraciones hacen que en ocasiones las obras realizadas resulten de mala ca-
lidad al perderse la metodología de selección y transformación de materias primas, así
como la cultura del mantenimiento preventivo.
En los sitios donde perviven estas técnicas los procesos constructivos tradicionales
han entrado en la inercia de la construcción comercial en la que se sacrifica la calidad en
aras del menor tiempo y costo de edificación.
La especulación del suelo ha hecho inviable el uso de la tierra como material cons-
tructivo en diversos sitios, especialmente los de ámbitos urbanos.
La pérdida de la visión holística de los componentes materiales, sociales y naturales
del proceso de construcción con barro afecta a todo el sistema en su conjunto.
Ante esta problemática se propone una serie de acciones las cuales, para su más
clara presentación, han sido agrupadas en cinco campos específicos de actuación:

1. Identificación
1.1. Identificación y promoción del uso sustentable de las materias primas.
1.2. Caracterización y mapeo de diferentes técnicas de trabajo y uso de materias primas.
1.3. Inventario de edificios o conjuntos de edificios con alto valor patrimonial.
1.4. Recopilación de conceptos inmateriales que acompañan los procesos de construc-
ción, uso y mantenimiento de estructuras de tierra (mitos, ritos y creencias).
1.5. Reconocimiento de los artesanos activos con el fin de conformar padrones de es-
cala regional, nacional y latinoamericana.
1.6. Estudio de las técnicas prehispánicas de edificación como fuente de aprendizaje de
técnicas alternativas que han probado su eficiencia por siglos. Estas investigacio-
nes requieren incluso de la modificación de las formas tradicionales de excavación
arqueológica de los sitios para estar en posibilidad de reconocer los sistemas cons-
tructivos de forma integral.
1.7. Análisis de las diferentes técnicas constructivas con relación a su contexto para
poder valorar el vínculo entre los edificios y su medio natural y cultural.
1.8. Comprensión de la razón de ser de la generación de las diferentes respuestas cons-
tructivas locales.
1.9. Desarrollo de un glosario de términos arquitectónicos tradicionales que permita el
diálogo entre regiones pero, con absoluto respeto a la expresión de la diversidad
cultural.

2. Protección y conservación
2.1. Revisión de las legislaciones y planes de desarrollo existentes para asegurar que
brinden el mejor nivel de protección a las edificaciones de tierra y a las fuentes de
las materias primas.
Conclusiones del taller y elementos para un Plan de Acción para la arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe 101

2.2. Inclusión de edificios o conjuntos de edificios en inventarios de patrimonio cultural


nacional y de la Lista Indicativa del Patrimonio Mundial.
2.3. Recopilación de conocimientos tradicionales de técnicas y materias primas para
hacer aportaciones a la conservación de edificaciones de tierra en contextos ar-
queológicos y modernos desde el nivel local.
2.4. Documentación y conservación de las creencias, ritos y tradiciones orales vincula-
das con la construcción con tierra y las edificaciones de este material.
2.5. Configuración de medios alternativos de almacenaje y transferencia del patrimonio
inmaterial que constituyen los conocimientos de los artesanos.
2.6. Apoyo a personas que viven en edificios de barro con trabajos de mantenimiento.
2.7. Incorporación de los artesanos a las tareas de conservación de sitios patrimoniales.
Esta incorporación puede convertirse en un sistema de escuelas-taller en el que se
capacite a las nuevas generaciones y se conserve el patrimonio tangible así como
el intangible.
2.8. Investigación de materias primas alternativas que sean compatibles con los mate-
riales tradicionales para ser usados en el caso de que se lleguen a agotar las fuentes
originales.
2.9. Difusión de los sitios patrimoniales creados en la antigüedad y que permiten poner
en evidencia la durabilidad de los sistemas constructivos y su pertenencia a una
cultura ancestral que sigue viva.

3. Revitalización
3.1. Evaluación y difusión de las ventajas de la construcción con tierra en comparación
con otros materiales de construcción.
3.2. Campañas de difusión de buenas prácticas de diseño, mantenimiento y restaura-
ción de obras de tierra para incidir en su aceptación social.
3.3. Valoración de las cualidades plásticas de los sistemas constructivos tradicionales
de tierra cuyas formas, perfiles y superficies no se caracterizan por la perfección
geométrica.
3.4. Gestión de apoyos logísticos e incentivos financieros para la compra de edificios de
tierra así como para la autoconstrucción de vivienda social y equipamiento comuni-
tario.
3.5. Gestión de apoyos logísticos e incentivos financieros para la conservación de edifi-
cios patrimoniales, así como la preservación de la tradición de dar mantenimiento a
los edificios.
3.6. Fomento de la construcción con tierra entre constructores de obras convencionales.
3.7. Propuesta de instrumentos legales y de planificación a diferentes escalas que den
alternativas para el diseño y conservación de edificios de tierra.
3.8. Desarrollo de estudios de normas y parámetros cuantificables y comparables con
los que ofrece la industria de la construcción para poder tener argumentos objeti-
vos acerca de su competitividad.
3.9. Fomento del intercambio de ideas entre ingenieros de materiales, arquitectos y
maestros artesanos de la construcción con tierra.
Incluir: de
102 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

3.10. Diseño y construcción “edificios piloto”, ya sea como casas muestra o cuartos de
hotel que permitan que la comunidad adquiera la vivencia de los espacios de tierra.
3.11. Planteamiento de alternativas para la incorporación de nuevos elementos estruc-
turales, de acabados y de instalaciones, que se ajusten a las necesidades de los
materiales tradicionales pero que generen un resultado atractivo y cuya eficiencia
proporcione comodidad a los usuarios.
3.12. Gestión del reconocimiento social y económico de los artesanos de la tierra en
quienes está depositada la cultura constructiva ancestral y que se convierten en
garantes de la calidad de las obras de conservación patrimonial y de diseño para el
futuro.
3.13. Participación en programas de planificación territorial que superen la visión parcial
de los proyectos urbanos a fin de generar vasos comunicantes entre el campo y la
ciudad, para reconectar lo urbano y lo rural.
3.14. Creación de colegios o institutos locales, regionales e internacionales de conser-
vación.

4. Transmisión
4.1. Creación de estructuras alternas a los procesos tradicionales a fin de propiciar la
transmisión de la cultura constructiva con tierra.
4.2. Difusión de la tradición oral vinculada con la construcción con tierra y las edificacio-
nes de este material.
4.3. Capacitación de jóvenes en las técnicas tradicionales de construcción con tierra.
4.4. Diseño de talleres prácticos en los que los artesanos enseñen mediante transmisión
directa.
4.5. Conformación de redes de intercambio entre los artesanos de la tierra.
4.6. Programa para América Latina y el Caribe de entrevistas a artesanos para el registro
de las técnicas, tradiciones, mitos y ritos asociados a la construcción con tierra.
4.7. Reconocimiento de las tradiciones locales como respuestas específicas de las so-
ciedades a sus condiciones geográficas, a fin de evitar la copia de soluciones ajenas
sin que se comprenda su origen.
4.8. Evaluación de las soluciones y materiales que pueden ser viables para aplicarse
fuera de su lugar de origen.
4.9. Difusión amplia de ejemplos donde se demuestre la durabilidad, seguridad, sanidad
y viabilidad de la construcción moderna con tierra.
4.10. Transmisión de conocimientos de conservación del patrimonio natural y cultural, a
través del uso de la tierra como material constructivo a niños y jóvenes.
4.11. Creación de cartillas de difusión como apoyo a campañas para que la sociedad
adquiera conciencia sobre la valoración de la construcción con tierra existente y su
vigencia futura.
4.12. Realización de manuales de diseño y conservación de arquitectura de tierra con
diferentes grados de profundidad desde los generales para difusión general, los
técnicos dirigidos a constructores y profesionales y los especializados en el manejo
de tipologías específicas de patrimonio construido con tierra.
Conclusiones del taller y elementos para un Plan de Acción para la arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe 103

4.13. Sistematización de la información bibliográfica existente en la región tanto so-


bre materiales y sistemas constructivos como sobre tradiciones, mitos y ritos
asociados.
4.14. Incorporación de la edificación con tierra en los planes y programas de estudio de
las escuelas de arquitectura e ingeniería.
4.15. Incorporación de la conservación de estructuras térreas en los planes y programas
de estudio de las escuelas de arqueología y conservación patrimonial.
4.16. Realización de cursos de verano dentro del esquema de turismo rural o artesanal
en el que se lleven a cabo prácticas de construcción con tierra.
4.17. Desarrollo de talleres futuros con un formato similar al de Tlaxcala, pero que además
incluyan la posibilidad de realizar prácticas de construcción con la participación con-
junta de artesanos, técnicos, investigadores y miembros de la comunidad local.

Los lineamientos propuestos son una guía para las acciones que se han de tomar en
diferentes plazos en la región, con el objeto de recuperar y sistematizar los conocimien-
tos existentes en torno a la construcción y preservación de estructuras térreas.
Los resultados obtenidos en la reunión cumplieron de manera plena con las expec-
tativas planteadas ya que se alcanzaron los objetivos de intercambio previstos y gracias
a la colaboración desinteresada de todos los asistentes, ponentes, artesanos e invitados
se da continuidad a una iniciativa que es uno de los pilares de la Convención de Patri-
monio Mundial Cultural y Natural, que se refiere a la búsqueda de la participación de las
comunidades locales en el rescate de los valores de su patrimonio material e inmaterial,
cultural y natural.
Este acercamiento holístico a la conservación del patrimonio construido en tierra cru-
da, caracterizada por su gran variedad de expresiones arquitectónicas y elementos inma-
teriales, puede servir como punto de cristalización del trabajo con las tres convenciones
culturales de la UNESCO:
- la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural
(1972),
- la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial (2003) y
- la Convención sobre la Protección y la Promoción de la Diversidad de las Expresio-
nes Culturales (2005).

Con el gran potencial que tiene el material tierra por ser económico, ecológico y re-
ciclable, el fomento de las técnicas de construcción con tierra cruda pueden, además,
coadyuvar al desarrollo sustentable de las comunidades locales.
Se espera que a través de la valoración de las prácticas, las materias primas, los ritua-
les y creencias asociadas a su proceso, a largo plazo, se pueda lograr un reposicionamien-
to social del uso del barro en la arquitectura en América Latina y el Caribe.
104

Conclusions from the Workshop


“Earthen Architecture Artisans in
Latin America and the Caribbean:
Technique, Oral Tradition and
Forms of Passing on the Craft”
and Elements for an Action Plan
for Earthen Architecture in Latin
America and the Caribbean

The workshop “Earthen Architecture Artisans in Latin America and the Caribbean: Techni-
que, Oral Tradition and Forms of Passing on the Craft” held in the city of Tlaxcala, Tlaxcala,
Mexico from September 24, through 26, 2009, was a highly positive event due to the
combination of different factors.
Firstly, the topics discussed had not been dealt with at previous seminars, which
meant that it was a very innovative event. Academic meetings held with regard to earthen
architecture, which are by themselves rare due to the low level of interest in the subject,
tend to focus on analysis of building systems or preservation and restoration techniques.
Conversely, the focus of the Tlaxcala workshop on review of the intangible side of earthen
building was truly original.
Another relevant aspect of the workshop had to do with the profile of the attendees.
As opposed to conventional congresses, at which specialized researchers present their
findings for submission to public scrutiny, the main contributors on this occasion were
artisans, whose participation consisted of passing on their experiences. The group of par-
ticipants was made up of professionals and academics educated in disciplines such as
architecture, archeology, anthropology, engineering, sociology and heritage conservation,
who listened to the contributions of master builders and helped to shape the process of
analysis, evaluation and formulation of proposals.
The interdisciplinary nature of the event was part of the key to its success. This provi-
ded us with the opportunity to define a comprehensive perspective on the status of the
field of earthen building in our countries, to identify its problems from several angles and,
above all, to suggest steps towards a solution at various levels.
It is important to mention that there was a beneficial side effect in addition to wor-
kshop activities, which was the informal exchange of experiences between the artisans
during the time they spent together at meals and on excursions. Over long conversations,
the attendees had the opportunity of spontaneously getting to know aspects of the lifes-
tyle, problems and achievements of members of far-flung communities that conserve
earthen building. This friendly relationship had a direct influence on the spirit of collabo-
Conclusiones del taller y elementos para un Plan de Acción para la arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe 105

ration, openness and solidarity of the attendees, who were always well disposed towards
sharing their knowledge and experiences.
Months before the workshop began, the earth artisans had been interviewed at their
places of origin and their comments, as well as some of the activities they perform at
their workplaces had been recorded on video. The interviews followed the same script
for all master craftsmen, in order to have similar elements that allowed for analysis of
their answers. An edited version of this video material served as a jumping-off point for
the workshop’s activities.
After having shown the interviews to the public and presented the artisans one by
one, there was a keynote presentation about the design, construction and conservation
of earthen architecture in the world, so that the participants could have an extensive
panorama of different building solutions which have arisen at different times in history
in Mexico and other countries. Afterward, master craftsman Clever Plaza, from Ecuador,
presented the activities performed to restore monuments in the historic downtown area
of the city of Cuenca. This talk turned out to be very illuminating, as it helped to identify
similarities and differences in the methods and traditions associated with the creation,
maintenance and preservation of earthen heritage structures.
After this overview, three working groups were set up to focus on analysis and diag-
nosis of the subject Technique, Materials and Oral Tradition. Each group focused on one
of the following aspects: “Raw Materials and How to Process them”; “Construction and
Maintenance Processes”; and “Intangible Values: Rituals, Myths, Language, Symbolism
and Festivities”.
The second day of activities was reserved for a field trip to the heritage sites of the
state of Tlaxcala that use earthen materials in their construction. The group visited the
Franciscan convent complex of Nuestra Señora de la Asunción, the archeological zone
of Cacaxtla, the colonial-period sanctuary of Ocotlán and the hacienda of San Pedro Te-
nexac. Points of view on the architectural value and conservation conditions of the buil-
dings visited were shared on these excursions. This analysis helped to crystallize ideas on
the central themes of the workshop regarding the importance of intangible heritage as a
component of the cultural landscape and as a potential mechanism for its preservation.
The third day of activities continued the process of reflection and exchange, but fo-
cused on a proactive approach. This phase was called The Road Towards the Future and
each of the three working groups sought to suggest answers to one of the following ques-
tions: “How to conserve and pass on work techniques and symbolic value?”; “What does
the future hold for earthen architecture?” and “How important will intangible aspects be
for future earthen architecture?”
These group activities, in which the artisans interacted with researchers and the rest
of the participants, offered the opportunity for all attendees to present their points of
view, which enriched the process of exchanging experiences and ambitions.
From these processes of exchanging knowledge, it was possible to structure a series
of ideas that were grouped into a corpus that has been named “Elements for an Ac-
tion Plan for Earthen Architecture in Latin America and the Caribbean”. It is important to
highlight that this proposal fits into the framework of the “Regional Action Plan for World
Heritage”, which was presented in chapter 6 of the regional Periodic Report, and appro-
106 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

ved by the World Heritage Committee at its 28th session (decision 28 COM 16), and may
be understood as a contribution to the third phase (2011–2014) of the “World Heritage
Program on Earthen Architecture” of the UNESCO World Heritage Center, approved by
the World Heritage Committee at its 31st session (decision 31 COM 21C) in Christchurch,
New Zealand.
The aim of the actions proposed here is to identify, protect, conserve, revitalize and
pass on the following elements linked to earthen architecture:
(a) raw materials,
(b) working techniques,
(c) crude earth buildings,
(d) intangible concepts that accompany construction processes, use and maintenance
of crude earth structures.

As can be seen, the actions proposed seek to refer comprehensively to tangible and
intangible heritage, as well as to the social and natural contexts of the cultural expres-
sions.

Elements for an Action Plan for Earthen Architecture in Latin Ame-


rica and the Caribbean 2010 – 2014

Considering that:
Building with earth allows the development of spaces with an adequate comfort level un-
der diverse climate conditions, without generating negative impact on the environment.
These building systems have proven their effectiveness thanks to the endurance of
multiple sites of significant age.
The use of earth as a building material leads to different forms of solidarity and orga-
nization of collective work.
Heritage sites built with earth and the knowledge associated with their development
and conservation, have gradually changed over time and are currently rapidly being lost.
Despite the recognition of the advantages of building with earth, in many places in
Latin America and the Caribbean the material is no longer used for building new cons-
tructions.
There is an important history of traditional knowledge with respect to traditions, mate-
rials and building processes of earthen architecture that have not been comprehensively
documented.
Meaningless reproduction of the rites and myths, without social support, can also
become a factor affecting intangible heritage related to earthen buildings.
There is no register of active artisans who at the same time have social recognition.
As a result of changes to social structure, the traditional channels for passing on
knowledge have been broken.
The loss of building tradition is shown in the use of inadequate materials and mixtu-
res, as well as combinations that are incompatible with other building techniques and
materials.
These alterations mean that the constructions are occasionally of bad quality, due to
Conclusiones del taller y elementos para un Plan de Acción para la arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe 107

the loss of methodology for selection and transformation of the raw materials, as well as
to the disappearance of the culture of preventative maintenance.
At sites where these techniques persist, traditional construction processes have assu-
med the inertia of commercial construction, which sacrifices quality for the sake of saving
time and lowering building cost.
Land speculation has made the use of earth as a construction material unfeasible in
various areas, especially in urban environments.
The loss of the holistic vision of physical, social and natural components of the earthen
construction process affects the system as a whole.

A series of actions has been proposed to combat these problems. For their clear presen-
tation, the actions have been sorted into five specific fields of action:

1. Identification
1.1. Identification and promotion of sustainable use of raw materials.
1.2. Classification and mapping of different working techniques and use of raw mate-
rials.
1.3. Inventory of buildings or building complexes with high heritage value.
1.4. Compilation of intangible concepts that accompany construction processes, use and
maintenance of crude earth structures (myths, rites and beliefs).
1.5. Recognition of active artisans in order to set up registers at local, national and regio-
nal levels.
1.6. Study pre-Columbian building techniques as a source of knowledge about alterna-
tive techniques that have proven their efficiency for centuries. These investigations
even require the modification of the traditional forms of archaeological excavation of
sites in order to be able to comprehensively recognize construction systems.
1.7. Analysis of different construction techniques in terms of their context in order to be
able to evaluate the link between buildings and their natural and cultural environ-
ment.
1.8. Comprehension of the raison d’être for the generation of different local building res-
ponses.
1.9. Development of a glossary of traditional architectural terms that permit dialog bet-
ween regions, but with absolute respect for the expression of cultural diversity.

2. Protection and conservation


2.1. Review of existing legislation and development plans to ensure that they offer the
best level of protection to earthen buildings and the sources of raw materials.
2.2. Inclusion of buildings or building complexes in inventories of national cultural herita-
ge and the Tentative List of World Heritage.
2.3. Compilation of traditional knowledge on techniques and raw materials to make con-
tributions to the conservation of earthen buildings in archeological and modern con-
texts at local level.
2.4. Documentation and conservation of beliefs, rites and oral traditions linked to earthen
construction and buildings.
108 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

2.5. Configuration of alternative means of storage and transfer of intangible heritage that
constitutes the knowledge of artisans.
2.6. Support for people who live in clay buildings with regular maintenance work require-
ments.
2.7. Incorporation of artisans in conservation tasks at heritage sites. This incorporation
may become a system of workshops that train new generations and conserve both
tangible and intangible heritage.
2.8. Investigation of alternative raw materials that are compatible with traditional mate-
rials, to be used in the event that original sources run out.
2.9. Dissemination of heritage sites created in antiquity that allow us to demonstrate the
durability of building systems and their relevance to an ancestral culture that is still
alive.

3. Revitalization
3.1. Evaluation and dissemination of the advantages of building with earth as compared
to other building materials.
3.2. Dissemination of good practices for design, maintenance and restoration of earthen
constructions in order to further their social acceptance.
3.3. Evaluation of the artistic qualities of traditional earthen construction systems whose
forms, profiles and surfaces are not characterized by geometrical perfection.
3.4. Administration of logistic support and financial incentives for the purchase of earthen
buildings, as well as for self-building of social housing and community facilities.
3.5. Administration of logistic support and financial incentives for the conservation of
heritage buildings, as well as preserving the traditional building maintenance.
3.6. Encouraging earthen construction among conventional builders.
3.7. Proposal for legal and planning instruments at different levels that give alternatives
for the design and conservation of earthen buildings.
3.8. Development of studies on quantifiable standards and parameters for earthen cons-
truction that are comparable with those offered by the construction industry to be
able to have objective discussions on its competitiveness.
3.9. Encouraging the exchange of ideas between materials engineers, architects and
master craftsmen of earthen construction.
3.10. Design and construction of “pilot buildings”, whether as show homes or hotel rooms
that allow the community to experience earthen buildings.
3.11. Set out new alternatives for structural elements, finishes and installations, which
must adapt to the needs of traditional materials, but generate an attractive result
whose efficiency provides comfort to the users.
3.12. Administration of social and economic recognition of the earthen architecture arti-
sans that have knowledge of the ancestral building culture. These artisans will be-
come guarantors of the quality of works of heritage conservation and design for the
future.
3.13. Participation in territorial planning programs that overcome the partial vision of ur-
ban projects in order to generate communicating vessels between the countryside
and the city, to reconnect the urban and the rural.
Conclusiones del taller y elementos para un Plan de Acción para la arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe 109

3.14. Creation of local, regional and international conservation colleges or institutes.

4. Transfer
4.1. Creation of alternative structures to traditional processes of knowledge transmission
in order to bring about the transfer of earthen architecture culture.
4.2. Dissemination of oral tradition linked to earthen construction and buildings.
4.3. Training young people in traditional techniques of earthen construction.
4.4. Design of practical workshops in which artisans teach by passing on their knowledge
directly.
4.5. Creation exchange networks between earthen architecture artisans.
4.6. Elaboration of a program for the realization of interviews with artisans to record the
techniques, traditions, myths and rites associated with earthen construction in Latin
American and the Caribbean.
4.7. Recognition of local traditions as specific responses of societies to their geographical
conditions, in order to avoid copying other people’s solutions without comprehen-
ding their origin.
4.8. Evaluation of the solutions and materials that can be feasible for application outside
their place of origin.
4.9. Ample dissemination of examples that demonstrate the durability, safety, healthi-
ness and feasibility of modern earthen construction.
4.10. Passing on knowledge to children and young people of natural and cultural heritage
conservation, through the use of earth as a building material.
4.11. Creation of informative brochures as support to campaigns that aim to foment the
social awareness of the value of existing earthen building systems and their future
validity.
4.12. Elaboration of earthen architecture design and conservation manuals with different
levels of specialization, reaching from general ones for broad dissemination, techni-
cal ones aimed at builders and professionals, and specialized ones on the manage-
ment of specific types of earthen heritage buildings.
4.13. A systematic approach to existing bibliographical information in the region, as much
for materials and building systems as for associated traditions, myths and rites.
4.14. Incorporation of earthen building in the study plans and programs of architecture
and engineering schools.
4.15. Incorporation of earthen structure conservation in the study plans and programs of
archeology and heritage conservation schools.
4.16. Organization of summer courses within the ambit of rural or craft tourism at which
earthen construction practices are carried out.
4.17. Development of future workshops with a format similar to the Tlaxcala workshop,
but including the possibility of performing practical exercises with the joint partici-
pation of artisans, technicians, researchers and members of the local community.

The guidelines proposed are a template for the actions that have to be undertaken in
different time frames across the region, in order to recover and systematize existing
knowledge regarding the construction and preservation of earthen structures.
110 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

The results obtained at the meeting met all expectations. The goals for exchange of infor-
mation and experiences were achieved and, thanks to the disinterested collaboration of
all attendees, speakers, artisans and guests, one of the pillars of the Convention on World
Cultural and Natural Heritage, which is based on the participation of local communities
in the rescue of their tangible and intangible, cultural and natural heritage values, was
strengthened.
This holistic approach to the conservation of heritage built with crude earth, characteri-
zed by the great variety of architectural expressions and intangible elements, may serve
as a point of crystallization of the work with three UNESCO conventions on culture:
- the Convention Concerning the Protection of the World Cultural and Natural Heritage
(1972),
- the Convention for the Safeguarding of the Intangible Cultural Heritage (2003) and
- the Convention on the Protection and Promotion of the Diversity of Cultural Expres-
sions (2005).

With the great potential that the material earth has for being economical, ecological and
recyclable, the promotion of construction techniques with crude earth may also contribu-
te to the sustainable development of local communities.
It is hoped that, through the appraisal of these practices, raw materials, rituals and
the beliefs associated with this process, a social repositioning of the use of crude earth in
Latin American and Caribbean architecture may eventually be achieved.
111

Resúmenes (en español e inglés) y


datos curriculares de los autores

Nuria Sanz
n.sanz@unesco.org
 
Arqueóloga, prehistoriadora y antropóloga, especialista en Cooperación Internacio-
nal en materia de patrimonio cultural y natural. Ha desarrollado su carrera profesio-
nal como funcionario internacional en Organizaciones como el Consejo de Europa y
la Comisión Europea. Ha desarrollado una labor considerable en el terreno normativo
en Patrimonio, colaborando con la elaboración de la Convención Europea del Paisaje,
la Recomendación de Turismo Cultural del Consejo de Europa y la Recomendación In-
ternacional sobre la preservación del Patrimonio Universitario Europeo. Ha sido de res-
ponsable de Campañas Internacionales sobre Protección de Patrimonio, como “Europa,
un patrimonio común” (1999-2001) y ha dirigido proyectos internacionales y equipos
técnicos en proyectos dedicados a: Arquitectura en tierra, Arquitectura de la madera o
el patrimonio de las Universidades históricas Europeas.  Hace nueve años comienza su
trabajo en UNESCO y actualmente es la Jefa de Sección de América Latina y el Caribe
del Centro de Patrimonio Mundial. Es coordinadora general del Proyecto de nominación
del Camino Principal Andino, Qhapaq Ñan, a la Lista del Patrimonio Mundial. Por su
especialidad como arqueóloga fue nombrada coordinadora técnica de la celebración
del 10° Aniversario de la Convención de la Valetta sobre protección del Patrimonio Ar-
queológico Europeo y en la actualidad es el punto focal para Arte Rupestre en el Centro
de Patrimonio Mundial de UNESCO y dirige el Programa Temático sobre Prehistoria,
adoptado oficialmente por el Comité de Patrimonio Mundial en 2009. Ha combinado su
carrera profesional en Organismos multilaterales con periodos de investigación en di-
versas Universidades y Centros especializados, entre ellas: Universidad de la Sapienza,
en el Getty Conservation Institute en Los Angeles (EUA) y en el ICCROM de Roma y en el
Departamento de Arqueología de la Universidad de Durham, en Inglaterra.  
 

Prólogo
El objeto de este artículo no es otro que el de recopilar razones para considerar a la ar-
quitectura del barro como la asignatura pendiente de nuestro reconocimiento patrimo-
nial en América Latina y el Caribe  y apunta a la necesidad de llamar la atención sobre
la vulnerabilidad de su relación cultural con la sociedad contemporánea. Desde hace
112 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

dos años estamos impulsando desde la Unidad de América Latina y el Caribe del Centro
de Patrimonio Mundial programas dedicados a re-instalar el significado social y técnico
de las artes del barro y a analizar pormenorizadamente cómo la arquitectura de tierra
sustenta la declaración de valor universal excepcional de los sitios inscritos en la Lista
del Patrimonio Mundial. La práctica de su construcción y su mantenimiento explican la
durabilidad de la fábrica pero la pericia de las manos sabias que modelan y tientan el
barro se enfrenta a los duros embates de los precios, de las formas constructivas que
abaratan tiempos y sobre todo a la falta de conocimiento/reconocimiento respecto a
su valor cultural y tecnológico añadido.   Este programa se ha forjado como objetivo
principal escudriñar los porqués y los cómo de la construcción en barro, a través de un
diálogo fructífero con los artífices del desafío: los artesanos de la tierra.

Foreword
The purpose of this article is to highlight earthen architecture as an unresolved issue in
the recognition of heritage in Latin America and the Caribbean, and aims to draw atten-
tion to the vulnerability of its cultural relation to contemporary society. For the last two
years the Latin America and Caribbean Unit of the World Heritage Center has promoted
programs dedicated to reviving the social and technical significance of the art of earth-
en construction, and to analyze in detail how earth architecture sustains the statement
of Outstanding Universal Value in properties inscribed on the World Heritage List. The
construction and maintenance methods explain the durability of the material aspect of
these works. However, the skilled hands that shape them face the competition of more
economical and more time-efficient construction methods, as well as the lack of knowl-
edge/appreciation concerning the cultural and technological added value of their work.
The World Heritage Centre program has defined as its principal objective the evaluation
of the “whys” and “hows” of earthen construction through a fruitful dialogue with those
facing these challenges: the earth construction artisans themselves.
Resúmenes (en español e inglés) y datos curriculares de los autores 113

Niklas Schulze
niklasschulze@yahoo.com.mx

Niklas Schulze estudió Prehistoria, Lenguas y Culturas Precolombinas, Periodismo y Mé-


todos Analíticos en la Arqueología en Hamburgo, Alemania y Bradford, Inglaterra. Recien-
temente recibió el Doctorado en Antropología por la UNAM, México. Trabajó en el Centro
de Patrimonio Mundial de la UNESCO en París, Francia, sobre patrimonio cultural en Amé-
rica Latina y el Caribe. Después colaboró como consultor con las oficinas de la UNESCO
en París, Montevideo y México.

Arquitectura de tierra: Introducción y objetivos del taller


El uso de tierra cruda se manifiesta en distintas zonas geográficas y climáticas tanto
como en diferentes momentos cronológicos. A pesar de la valoración del patrimonio edi-
ficado con tierra en la antigüedad (por ejemplo, la importante representación en la Lista
del Patrimonio Mundial), en muchas partes del mundo este material ha sido asociado
con la pobreza y la falta de salubridad y está siendo paulatinamente reemplazado por
el concreto que llegó a significar “progreso” y “riqueza”. Además, los edificios de tierra
necesitan constante mantenimiento que mucha gente hoy no quiere o no puede brindar,
sea por falta de tiempo, disposición, conocimiento o, en algunas regiones, por escasez de
materias primas. Sin embargo, los esfuerzos de conservación del patrimonio en tierra no
solamente tienen que enfocarse en la parte material, sino también en la dimensión social
e inmaterial. Con este acercamiento holístico a la conservación, la arquitectura de tierra
cruda con su gran variedad de expresiones arquitectónicas y sus elementos inmateriales
puede servir como punto de cristalización para el trabajo con las tres convenciones cul-
turales de la UNESCO:
• la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural (1972),
• la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial (2003) y
• la Convención sobre la Protección y la Promoción de la Diversidad de las Expresiones
Culturales (2005).

Con el gran potencial que tiene el material tierra por ser económico y reciclable, el fo-
mento de las técnicas de construcción con tierra cruda pueden, además, coadyuvar al
desarrollo sustentable a nivel local.

Earthen architecture: Introduction and goals of the workshop


Earthen materials have been used in construction in different geographical and climate
zones, as well as in different moments in time. Despite the heritage value associated
with earthen structures (for instance, its significant representation on the World Heri-
tage List), the use of this material has often been associated in many parts of the world
with poverty and a lack of sanitation. Hence, it has been gradually replaced by concrete,
which came to be considered a synonym for “progress” and “wealth”. Moreover, earth-
en buildings’ need for constant maintenance is a deterrent because of the lack of time,
114 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

availability, knowledge or, in some regions, the lack of raw material. Nonetheless, efforts
focused on preserving the heritage values of earthen structures must not only take into
account the material aspect, but also social and intangible dimensions. Through this ho-
listic preservation approach earthen architecture, with its great variety of architectural
expressions and intangible elements, may act as a point of crystallization for the work
regarding the following three UNESCO conventions on culture:
• Convention Concerning the Protection of the World Cultural and Natural Heritage
(1972)
• Convention for the Safeguarding of the Intangible Cultural Heritage (2003)
• Convention on the Protection and Promotion of the Diversity of Cultural Expressions
(2005)

Due to the tremendous potential earthen materials have for being inexpensive and
reusable, the encouragement of building techniques using earth may also strengthen
sustainable development at a local level.
Resúmenes (en español e inglés) y datos curriculares de los autores 115

Luis Fernando Guerrero Baca


luisfg1960@yahoo.es

Luis Fernando Guerrero Baca es Arquitecto, Maestro en Arquitectura con especialidad


en Restauración de Monumentos, y Doctor en Diseño en la Línea de Conservación del
Patrimonio. Es Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana Xochi-
milco, Coordinador de la Red Iberoamericana PROTERRA así como del Comité Científico
de Estructuras de Tierra del ICOMOS Mexicano.

Tradición constructiva con tierra


La cultura constructiva con tierra que se conserva en América Latina y el Caribe, com-
parte una serie de elementos que se fundamentan en la sabiduría milenaria del aprove-
chamiento de los materiales locales y su fusión con los conocimientos provenientes de
Europa a partir del siglo XVI.
Los sistemas constructivos que se desarrollaron a lo largo del tiempo fueron perfec-
cionándose y transmitiéndose gracias a los diversos procesos que involucra la tradición,
entre los que se encuentran el trabajo colectivo, la enseñanza de padres a hijos y el
cultivo de mitos, rituales y creencias, que vinculan la edificación con el conocimiento y
búsqueda de control de la naturaleza.
Las principales técnicas constructivas térreas utilizadas desde la más remota antigüe-
dad en la región fueron la tierra compactada, el barro moldeado, el bajareque o quincha
y el adobe. Afortunadamente la evidencia material del dominio de estas tecnologías ha
sobrevivido hasta nuestros días y, en gran medida, las poblaciones tradicionales mantie-
nen los secretos de su ejecución, lo que permite definir la combinación de un invaluable
patrimonio tangible e intangible que ha de ser documentado y conservado.
El texto describe a grandes rasgos estos sistemas constructivos a partir de una visión
diacrónica en la que se revisa su origen y evolución hasta la actualidad. Se describen
algunos ritos que todavía se practican en regiones específicas de México y se hace ver
su fragilidad a consecuencia de los cambios culturales que enfrenta la sociedad a causa
de la globalización. A partir de esta información se plantea un diagnóstico que bosqueja
las fortalezas y debilidades de esta cultura constructiva, para concluir con una serie de
planteamientos tendientes a su preservación.

Traditional earth construction


Earthen construction systems in Latin America and the Caribbean today combine the
traditional knowledge of the local materials and their employment with techniques first
brought to America by Europeans in the 16th century.
The construction systems were developed, improved and encouraged as they were
passed on through a number of traditional processes including collective labour, the
passing of knowledge from generation to generation, and the use of myths, rituals and
beliefs that connect these systems with the knowledge and pursuit of control over natu-
ral occurrences.
The main earthen techniques used since the most ancient times in the region were
116 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

the following: rammed earth, molded clay, bahareque or quincha and adobe. Fortunately
the material evidence of these techniques has survived to our days, and to a large degree
the knowledge of the execution of the techniques is kept by traditional populations. This
makes it possible to define the relationship between invaluable tangible and intangible
heritage that must be recorded and preserved.
The text broadly describes these construction systems from a diachronic point of view
by reviewing their origins and evolution until the present day. Some of the rituals that
are still practiced in Mexico are described, and the threats due to socio-cultural changes
caused by globalization are also pointed out throughout the text. Based on this informa-
tion, a diagnosis is set out that outlines the strengths and weaknesses of this construction
culture and that culminates with a series of proposals of how to further preservation.
Resúmenes (en español e inglés) y datos curriculares de los autores 117

María Victoria Castro Rojas


vcastrorojas@hotmail.com

Victoria Castro, Profesora Emérita de la Universidad de Chile, es especialista en arqueolo-


gía, etnohistoria y etnografía andina. Es profesora de Estado en filosofía, arqueóloga y tiene
un postgrado en etnohistoria. Autora de numerosas publicaciones sobre su especialidad.

La oralidad y su importancia en la transmisión de técnicas y valores


A nivel mundial, desde los tiempos más antiguos de la historia humana, recurrir a los testi-
monios orales de los pueblos, ha sido fuente de producción y transmisión de conocimien-
tos. La encuesta oral nos permite penetrar en esferas inaccesibles del quehacer humano y
sin duda ofrece las posibilidades de construir una historia no menos rica que la escrita; nos
permite comprender el mundo de los saberes tradicionales, de sus rutinas y habilidades
prácticas, que son enseñadas de generación en generación con el gesto y la palabra.
Las diferentes dimensiones del saber, se interdigitan: la práctica social, su experien-
cia, la forma de hacer las cosas y muy especialmente el significado que cada sociedad
le otorga y que está constituido por una forma de concebir el mundo integradamente; la
oralidad implica comunicación a través de las relaciones sociales cotidianas; es didáctica
y aunque no represente la hegemonía cultural en boga, es la depositaria de los saberes
reunidos bajo múltiples experiencias, que trasuntan voces desde conjuntos sociales es-
pecíficos: comunidades, especialistas tradicionales locales o regionales; microhistorias.
Ya se trate de arquitectura pública o de la vivienda, la arqueología nos ha enseñado
que mito y rito, por tanto, espacio y tiempo, están indisolublemente ligados al concepto de
habitar y a las prácticas sociales que permiten su existencia. No es de extrañar entonces
que encontremos ceremonias asociadas al inicio y al término de las edificaciones, como
una forma de sacralizar estos espacios construidos. Por el contrario, habitualmente el
mito no es evidente, por decirlo así, “no se ve”. Pero se puede apreciar su actualización
en los ritos y en la oralidad asociada, que van de la mano de estos saberes. Son insepa-
rables.

Oral traditions and their importance in the transmission of tech-


niques and values
All over the world, since the most ancient periods of human history, oral testimonies have
been a source of knowledge and a means for its transmission. Oral traditions allow us to
enter otherwise inaccessible aspects of human development and offer the possibility of
reconstructing a history no less rich than the one transmitted to us in writing. Oral tradi-
tions allow us to learn about the world of traditional knowledge, routines and practical
skills that are taught from generation to generation through gestures and words.
The different dimensions of knowledge are intersected: social practice, experience,
the know-how and, especially, the meaning that each society gives to that knowledge in
the framework of their integral vision of the world. Oral tradition entails communication
through daily social relationships; it is didactic and, although it does not represent the
118 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

cultural hegemony en vogue, it is the deposit of a wide range of knowledge, integrating


multiple experiences originating in different social sets such as communities, local or
regional traditional experts, and microhistories.
Whether it has to do with public architecture or housing, archeology has taught us that
myth and ritual, as well as space and time, are inseparably linked to the concepts of liv-
ing and social practices that allow people to exist. Therefore, it is hardly surprising to find
ceremonies related to the onset and the end of constructions as a way of consecrating
these building spaces. The myth, on the other hand, is normally not obvious or “visible”.
However, one can appreciate its continuity through the rituals and the related oral tradi-
tions that accompany this knowledge; they are inseparable.
Resúmenes (en español e inglés) y datos curriculares de los autores 119

Juan Manuel Chávez Chávez


mtoarqchavezchavez@gmail.com

Juan Manuel Chávez Chávez es Maestro en Conservación del Patrimonio Urbano Arqui-
tectónico, e iniciador y Director del Fideicomiso del Centro Histórico de Chihuahua. Traba-
ja como docente en universidades y colegios de México. Ha participado en proyectos de
investigación y presentado ponencias en varios simposios y talleres. Recientemente ha
realizado importantes proyectos de conservación arquitectónica y revitalización urbana
dentro de la administración pública y en su despacho propio.

Los retos para la arquitectura de tierra y el camino hacia el futuro


En la actualidad existe un gran desorden en los esquemas y procedimientos con los que
se manejan las urbes y la construcción, desde los procesos del desarrollo urbano y los
cambios que sufren diariamente las ciudades, hasta la edificación misma de un inmueble
público o una vivienda en particular.
La llegada del Movimiento Moderno trajo consigo pensamientos que refutaban la his-
toria, junto con la negación a nuestras raíces y los procedimientos de hacer ciudad y de
construir, lo cual en muy pocos años nos ha llevado –en todo el mundo y en especial
en Latinoamérica– a sufrir una gran pérdida de los conocimientos y prácticas tradicio-
nales en la construcción y el desarrollo inmobiliario. Por esa misma razón es de suma
importancia ponerse a pensar, planear y actuar, sobre una serie de aspectos urbanos y
de construcción, para no llegar en pocos años a un punto en el que ya no se pueda dar
marcha atrás.
Aquí se plantean una serie de corresponsabilidades con las cuales se podrá rescatar
la práctica de la arquitectura de tierra en Latinoamérica y el mundo.

Challenges for earthen architecture and the way towards the


future
There is currently a lack of order in the planning and procedures used in urban man-
agement and construction, reaching from urban development processes and the daily
changes our cities go through to the actual construction of a public building or housing
project.
The arrival of the Modern Movement ushered in ideals that ignored historical per-
spective. Coupled with a disregard for the traditional roots and knowledge concern-
ing the construction of a viable urban setting, this has led very quickly to a huge loss
of knowledge and traditional practices - all around the world and especially in Latin
America - in the field of construction and real-estate development. For that reason it is
of great importance to think, plan and act now, in order to avoid reaching a point-of-no-
return in the near future.
This article highlights a series of co-responsibilities that would help to save the prac-
tice of earthen architecture in Latin America and the world.
120 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

Fernando Rodríguez Romo


romoleal@gmail.com

Graduado de Arquitecto en la Universidad de la Habana, Cuba, en 1971. Especialis-


ta en conservación de bienes inmuebles, campo en el cual ha realizado numerosas
obras y asesorías, desarrollado investigaciones acerca de técnicas de conservación
en materiales y técnicas tradicionales de construcción, escrito publicaciones técnicas,
ponencias en eventos e impartido docencia. Trabaja actualmente en el libre ejercicio de
la profesión y como profesor en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Univer-
sidad Central de Venezuela.

Las tradiciones de la arquitectura de tierra en un mundo cambiante


Las tecnologías asociadas al uso de la tierra como material de construcción han mante-
nido su vigencia en la mayor parte del planeta por razones de racionalidad y economía;
sin embargo, en otros lugares donde habían sido sustituidas por materiales de tipo
industrial han dejado de ser un tema exclusivo de conservación, para retomar su rol
esencialmente utilitario, económico y ambiental.
Desde las primeras acciones constructivas del hombre han tenido vigencia los con-
ceptos de material local y técnica apropiada; dichos principios, si bien mantienen su
actualidad, han sufrido cambios en lo que se puede considerar local y apropiado. La
tierra mantiene la vigencia como el material de construcción más abundante y por
tanto “local”, sin embargo otros materiales asociados a las tecnologías de la tierra son
escasos en muchos lugares.
En el caso presentado se señala las experiencias de un plan masivo de interven-
ción en cuanto a mano de obra, consideraciones actuales sobre los materiales locales,
problemas producidos por las alteraciones urbanas y pérdidas de muchas tradiciones
constructivas. Se señalan algunas diferencias que existen entre las intervenciones pun-
tuales y las masivas y, partiendo de la experiencia presentada, se dan los elementos
para planes de acción en este sentido.

Earthen architecture traditions in a changing world


Technologies related to the use of earth as a construction material have kept their
relevance in many places around the world due to economical and practical reasons.
Where earth has been replaced by industrial materials and the traditional techniques
were abandoned, their recovery today is no longer just a preservation issue, but has
become a matter of recuperating their practical, economic, and environmental role.
Since the first human construction works, the concepts of local material usage and
appropriate techniques have kept their relevance. Although these principles are still in
place, they have experienced changes regarding what we may consider local and ap-
propriate. Earthen materials are still the most abundant construction materials, hence,
they are local material almost everywhere. However, in many places, there is a shortage
Resúmenes (en español e inglés) y datos curriculares de los autores 121

of other materials related to these construction technologies.


The case presented here highlights the experiences of large-scale intervention plans
with regards to labour, new uses of local materials, problems produced by urban altera-
tions, and loss of many construction traditions. The article also outlines the difference
between large-scale and more punctual interventions. Finally, taking into consideration
the presented evidence, it points towards elements that are needed to create an ap-
propriate action plan.
122 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

Eduardo Pío Gamboa Carrera


sr_paquime@hotmail.com

Eduardo Pío Gamboa Carrera es arqueólogo egresado de la Escuela Nacional de Antro-


pología e Historia, México, Maestro en Arquitectura con especialidad en Restauración de
Monumentos de la Escuela de Restauración del INAH y Candidato a Doctor en Antropolo-
gía en la Escuela de Antropología del INAH. Actualmente es director de la Zona Arqueoló-
gica de Paquimé y del Museo de las Culturas del Norte. Entre sus actividades cuenta con
la elaboración del expediente técnico para las declaratorias de Paquimé como Patrimonio
de la Humanidad y Las Cuarenta Casas como patrimonio nacional.

Un estudio de caso: La zona arqueológica de Paquimé


La Zona Arqueológica de Paquimé es el título de un documento que describe un estudio
de caso sobre la conservación de los vestigios de un pueblo construido con tierra. El
artículo aborda la significancia cultural del sitio. Las dinámicas culturales que propiciaron
su construcción. Detalla los materiales de construcción, los sistemas constructivos y los
diseños arquitectónicos del Pueblo prehispánico de Casas Grandes. Fue inscrito en la lista
del Patrimonio Mundial en 1998 con los criterios culturales (ii) y (iv) de la convención del
patrimonio mundial.
Se presenta un breve resumen sobre las principales causas de deterioro que afectan
a los vestigios arquitectónicos de tierra. Se describe cómo actúan alterando la estabilidad
del edificio. Aborda desde la perspectiva histórica de su conservación hasta los diversos
intentos de preservar el bien.
Por último explica de manera breve los procedimientos actuales que se siguen para
lograr conservar el bien. Derivado de un serio diagnóstico de las causas del deterioro se
llega a la conclusión de que los factores hidráulicos son las causas más amenazantes y
destructivas de los vestigios. Para esto se implementa la estrategia de aplanados de sacri-
ficio con la finalidad de proteger mediante el encapsulamiento con lodo, los muros origi-
nales de tierra. Los materiales que se emplean son materiales semejantes a los originales,
probados en laboratorios científicos. Considerando la monumentalidad del bien este pro-
cedimiento es cíclico y por ahora ha demostrado proteger los elementos originales.

A case study: The archeological site of Paquimé


The archeological site of Paquimé is the title of an article that describes a case study
about preserving the traces of an earthen settlement. The article is about the cultural
meaning of the site and the cultural dynamics that led to its construction. It provides
details about the materials, construction systems and the architectural designs of the
pre-hispanic pueblo known as Casas Grandes. In 1988, it was inscribed on the World
Heritage List under the cultural criteria (ii) and (iv) of the World Heritage Convention.
The text includes a brief summary of the main causes of deterioration that affect
the earthen architectural remains and damage their stability. It describes the histori-
cal aspect of the site’s conservation as well as the different preservation attempts.
Resúmenes (en español e inglés) y datos curriculares de los autores 123

Finally, the article briefly describes the procedures that are currently being fol-
lowed in order to ensure the site’s conservation. Based on the results of an exhaustive
diagnosis on the causes of deterioration, the article concludes that the hydrological
factors are most threatening and destructive for the earthen remains. For this reason,
a “sacrificial layer” has been applied in order to protect the original earthen walls. The
materials used are similar to the original ones and tested in scientific laboratories.
With consideration of the structures’ monumentality, this cyclic procedure has proved
to protect the original elements.
125

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129

ANEXO I
Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
La técnica, la tradición oral y formas de transmisión del oficio

Oficina de la UNESCO en México, en colaboración con el Centro del Patrimonio


Mundial – UNESCO, auspiciado por Fondos Extra-presupuestarios Españoles y apo-
yado por la Secretaría de Turismo del Estado de Tlaxcala

Programa
24 – 26 de septiembre de 2009
Tlaxcala, Tlaxcala, México
Hotel de la Loma, Av. Guerrero No. 58, Col. Centro

Jueves 24 de septiembre 09:30 – 10:00 Registro de participantes


10:00 – 10:30 Bienvenida por parte de las autoridades locales y UNESCO, y
apertura del evento
10:30 – 10:45 Objetivos y desarrollo del taller (UNESCO México)
10:45 – 12:00 Video: Entrevistas con maestros artesanos
12:00 – 12:15 Receso
12:15 – 12:45 Presentación: El barro como material de construcción (Luis
Fernando Guerrero, Consultor UNESCO)
12:45 – 13:00 Comentarios y preguntas
13:00 – 15:00 Mesas de trabajo: La técnica, el material y la tradición oral
Mesa 1: Las materias primas y su procesamiento
Mesa 2: Los procesos de construcción y mantenimiento
Mesa 3: Valores intangibles: Rituales, mitos, lengua, simbolismos y
festejos.
15:00 – 16:30 Comida
16:30 – 16:45 Presentación: Mesa 1 (10 min.) y preguntas
16:45 – 17:00 Presentación: Mesa 2 (10 min.) y preguntas
17:00 – 17:15 Presentación: Mesa 3 (10 min.) y preguntas
17:15 – 17:30 Receso
17:30 – 18:30 Discusión: La técnica, el material y la tradición oral – su
importancia y situación actual
Productos:
Continuidad y cambio en una perspectiva regional
Listado de amenazas y riesgos
18:30 – 18:45 Resumen y anuncios (UNESCO México)
20:00 Cocktail para todos los participantes
Viernes 25 de septiembre 09:00 – 17:00 Visita al sitio arqueológico de Cacaxtla, al Santuario de la Virgen de
Ocotlán y a la Hacienda de San Pedro Tenexac
130 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

Sábado 26 de septiembre 09:00 – 11:30 Mesas de trabajo: El camino hacia el futuro


Mesa 1: ¿Cómo conservar y transmitir las técnicas de trabajo y
el valor simbólico?
Mesa 2: ¿Qué futuro puede tener la arquitectura de barro?
Mesa 3: ¿Qué importancia tendrán los aspectos inmateriales en
la arquitectura de barro del futuro?
11:30 – 11:45 Presentación: Mesa 1 (10 min.) y preguntas
11:45 – 12:00 Presentación: Mesa 2 (10 min.) y preguntas
12:00 – 12:15 Presentación: Mesa 3 (10 min.) y preguntas
12:15 – 13:30 Discusión: ¿Eco del pasado o material del futuro? El barro y su
importancia para los sitios de arquitectura de tierra inscritos en la
Lista del Patrimonio Mundial
Productos:
Retos y el camino hacia el futuro
Elementos para un Plan de Acción para América Latina y el Caribe
13:30 – 14:00 Resumen, anuncios y clausura (UNESCO y autoridades locales)
131

ANEXO II

Lista de participantes del taller

APELLIDO NOMBRE PAÍS INSTITUCIÓN DATOS DE CONTACTO

Maestros artesanos

Becerra C. Armando México Maestro Artesano, Chihuahua

Marcos Bermeo Calixto México Maestro Artesano, Puebla

Orozco L. Jesús México Maestro Artesano, Chihuahua

Plaza Vele Clever Ecuador Maestro Artesano, INPC Cuenca Tel.(593) 2480380
Tel. 998019 / 99 37 60
Ponce Sánchez Nicolás R. Cuba Maestro Artesano, Trinidad
conservatdad@restauro.co.cu
Torres Rodrígues Joel México Maestro Artesano, Morelos

Villacorta V. Eleno Perú Maestro Artesano, INC Cusco

Representantes institucionales

Sanz Nuria París UNESCO WHC


n.sanz@unesco.org
Tel.(55)36011650
Caraballo Ciro México UNESCO México
c.caraballo@unesco.org
Tel.(55)36011650
Schulze Niklas México UNESCO México
n.schulze@unesco.org
Tel.(55)36011650
Chávez Lucero México UNESCO México
l.chavez@unesco.org
Secretaría de Turismo, Tlaxcala
Montiel Coto Jaime México
Director de Turismo,
Tel.01 (246) 46 63 282
Ramírez Muñoz Ma. Leticia México INAH Tlaxcala, Directora
tlaxcala.ci@inah.gob.mx
INAH Tlaxcala
Aguilar Molina Alejandra México Sección de Monumentos
Históricos,
García U. Rafael México INAH Tlaxcala Tel. 46-2-41-69
Tel.(55) 54 36 55 17 (cel.)
Orive Bellinger Olga México ICOMOS México Presidenta,
oorive@prodigy.net.mx
Investigadores invitados
Tel.: 0051-84-238637
Cano Nuñez Carlos Perú Investigador invitado, INC Cusco
canoc16@hotmail.com
132 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe

Investigadora invitada, U. de Chile, Tel.56-2-27 36 381


Castro Rojas Victoria Chile
Santiago de Chile vcastrorojas@hotmail.com
Tel. 044 614-14 24 717 (cel.)
Chávez Chávez Juan Manuel México Investigador invitado, Chihuahua
mtoarqchavezchavez@gmail.com
Luis
Guerrero Baca México Investigador invitado, INAH luisfg1960@yahoo.com
Fernando
Tel. 58-414-5112695
Rodríguez Romo Fernando Venezuela Investigador invitado, UCV
romoleal@gmail.com
Participantes
Secretaria de Turismo Tel.(492)9221757
Echavarri Jorge México
de Zacatecas jorge.aurea@hotmail.com
Amaro Ramírez Jacobo Prensa Gobierno
Tel. (614)22 84 737 (cel.)
Armendáriz Luis Instituto Chihuahuense
México (614) 42 53 055 (part.)
Ledezma Fernando de la Cultura (ICHICULT)
luisarmendariz@live.com.mx
Bélgica /
Daneels Annick IIA-UNAM annickdaneels@hotmail.com
México
Tel. 24 61 41 71 83
Espinosa F. Abraham México Caracyt
ejabet@hotmail.com
Tel.01-739-39 52 327
Mateos González Frida México INAH Morelos
fridamago@hotmail.com
Tel.(55)56229510
Reyes García Manuel México UNAM
m_reyesgarcia@yahoo.com.mx
Rojas Rogelio CGI y PP

Salazar González Guadalupe México Facultad del Hábitat, UASLP


Universidad Simón Bolivar/
Silva Mónica Venezuela monicasilvacontreras@gmail.com
Caracas
Toribio Raquel México UAZ raquel_tolosa@yahoo.com

Valles Nubia México UNAM nubia_carol@yahoo.com.mx

Xochicali S. Alfredo México Prensa


Tel. 614-4108733
Guerrero A. Antonio México INAH Chihuahua
aguerrero14@hotmail.com
Con el apoyo del
NIO MUN
MO D
RI
T

IA
PA

L

NDIAL •
WORLD H

MO
E

IT
E
R

AG I
N

E O

PATRIM

Organización Centro de
de las Naciones Unidas Patrimonio Mundial
para la Educación, de la UNESCO
la Ciencia y la Cultura

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