Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
NIO MUN
MO D
RI
T
IA
PA
L
•
NDIAL •
WORLD H
MO
E
IT
E
R
AG I
N
E O
•
PATRIM
Organización Centro de
de las Naciones Unidas Patrimonio Mundial
para la Educación, de la UNESCO
la Ciencia y la Cultura
Artesanos de arquitectura de tierra
en América Latina y el Caribe
La técnica, la tradición oral y formas de transmisión del oficio
24 – 26 de septiembre de 2009
Tlaxcala, Tlaxcala, México
Hotel de la Loma
Av. Guerrero No. 58, Col. Centro, Tlaxcala, Tlaxcala, México.
IA
PA
L
WORLD H
NDIAL
MO
E
IT
E
R
AG I
N
E O
PATRIM
Organización Centro de
de las Naciones Unidas Patrimonio Mundial
para la Educación, de la UNESCO
la Ciencia y la Cultura
Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe: La técnica, la tradición oral y formas de
transmisión del oficio.
Taller coordinado por la Oficina de la UNESCO en México, en colaboración con el Centro del Patrimonio
Mundial UNESCO, auspiciado por Fondos Extra-presupuestarios Españoles y apoyado por la Secretaría de
Turismo del Estado de Tlaxcala.
ISBN: Pendiente
Hecho en México
Las opiniones expresadas en este libro son responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente
la postura oficial de la UNESCO. Del mismo modo, las denominaciones empleadas y la presentación del
material en esta publicación no implican en absoluto la expresión de ninguna opinión por parte de la
UNESCO acerca de la condición jurídica de ningún país, territorio, ciudad o área, de sus autoridades o de
sus límites o fronteras.
Índice
Presentación 5
Katherine Grigsby
Representante y Directora de la Oficina de la UNESCO en México
Prólogo 7
Nuria Sanz (Jefa de Sección de América Latina y el Caribe, CPM UNESCO)
Arquitectura de tierra: Introducción y objetivos del taller 11
Niklas Schulze (UNESCO México)
La entrevista y la presentación de los maestros artesanos 21
Anexos
Programa 129
Hemos querido convocar los testimonios directos de los artesanos que se consideran
aprendices después de veinte años de oficio. Estas páginas tienen una voluntad testi-
monial: demostrar que las ventajas técnicas de la arquitectura de tierra, sincopadas con
prácticas culturales propias de su realidad socio-económica, son un binomio posible y
la única garantía de futuro del valor excepcional de muchos sitios inscritos en la lista de
Patrimonio Mundial.
Prólogo 9
D esde los tiempos más remotos los humanos aprovecharon refugios naturales para
abrigarse de las manifestaciones climáticas, el frío, el viento, la lluvia, el calor, el
sol, y/o ataques de animales u otros humanos. El deseo de mejorar estos primeros
resguardos naturales y de extender su movilidad a regiones donde no los había, hizo a
los humanos modificar su ambiente para construir habitaciones de un amplio espectro
de diferentes materiales: piedras, materiales vegetales (por ejemplo hojas y madera),
pieles y huesos, tierra y nieve. Las primeras moradas eran temporales y se podían cons-
truir y/o transportar fácilmente para permitir el modo de vida móvil de los cazadores-
recolectores. Con el cambio a un modo de vida sedentario, que en muchas regiones
del mundo estaba vinculado con la introducción de la agricultura y la domesticación de
animales, las habitaciones tenían que satisfacer nuevas y más complejas necesidades.
Estas primeras casas podían construirse con una mayor inversión de trabajo y material,
porque no tenían que ser abandonadas con tanta frecuencia. Las necesidades básicas
de protección contra el ambiente fueron complementadas con necesidades sociales,
que reflejaban el aumento de complejidad de las comunidades humanas en términos
de jerarquías y diferenciación de funciones.
La gran diversidad de culturas, organizaciones sociales y contextos ambientales que
habitaban los humanos llevó a una infinidad de diferentes soluciones constructivas
para la creación de las moradas. Las diferencias se pueden observar en las formas,
tamaños, ubicaciones, orientaciones, técnicas constructivas y materiales utilizados. La
manera de construir nunca corresponde solamente a un aspecto de la vida humana,
sean las condiciones ambientales, los materiales disponibles, la organización social o
las creencias, sino siempre a una mezcla de todos estos factores.
Tenemos que reconocer la ausencia de relaciones monocausales y la existencia
de una gran pluralidad de expresiones arquitectónicas. No obstante, existen algunas
constantes en esta diversidad que se manifiestan tanto en diferentes zonas geográficas
y climáticas como en diferentes momentos cronológicos. El uso de tierra cruda para
la construcción es uno de estos elementos: se ha empleado para construir refugios
temporales desde tiempos primigenios y se sigue utilizando hoy en día. El mapa de
distribución de usos arquitectónicos de tierra cruda, presentes y pasados, muestra la
gran gama de adaptaciones de este material a las necesidades de diferentes contextos
culturales y ambientales (Fig. 1).
12 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
En 2007 se identificaron 106 bienes culturales (16% de los 660 sitios culturales ins-
critos en la Lista en este momento) en más de 35 Estados Partes de la Convención
que están parcialmente o totalmente construidos de tierra (ver http://whc.unesco.org/
en/earthen-architecture). Los bienes pertenecen principalmente a dos grupos: sitios
arqueológicos y ciudades históricas. Se pueden detectar muchos diferentes estilos y
técnicas arquitectónicas que fueron empleadas en la construcción de los edificios: en
Bam, Iran (Bam y su paisaje cultural, 2007), se edificó una ciudad con fortificaciones (Fig.
2); los Dogones en Mali (Acantilado de Bandiagara país de los Dogones, 1989) constru-
yen sus pueblos con los característicos graneros con tejado de paja (Fig. 3); los pobla-
dores de Shibam, el “Manhattan del desierto”, en Yemen (Antigua ciudad amurallada
de Shibam, 1982), construyen edificios con alturas casi llegando a 30 metros (Fig. 4); en
Djenné, Mali (Antiguos pueblos de Djenné, 1988), se encuentra una mezquita que es el
edificio de adobe más grande del mundo (Fig. 5); y en Fujian, China (Fujian Tulou, 2008)
se construyeron tulous (habitaciones-fortalezas) donde viven hasta 800 personas en un
edificio (Fig. 6). En Europa, muchas de las casas con muros de entramado de madera
en las ciudades históricas tienen elementos de arquitectura de tierra.
Fig. 3. Acantilado de
Bandiagara (país de los
Dogones), Mali, 1989
(Foto: Martin Gray).
14 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
Tabla 1. Listado de bienes inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial construidos de tierra o con elementos arqui-
tectónicos importantes de este material (incluyendo bienes inscritos hasta 2009)1
BOLIVIA
1987 Ciudad de Potosí
1991 Ciudad Histórica de Sucre
BRASIL
1980 Ciudad Histórica de Ouro Preto
1982 Centro Histórico de la ciudad de Olinda
1985 Centro Histórico de Salvador de Bahía
1985 Santuario de Bom Jesus do Congonhas
1997 Centro Histórico de Sao Luis
1999 Centro Histórico de la Ciudad de Diamantina
2001 Centro Histórico de la Ciudad de Goias
COSTA RICA
1999 Área de Conservación de Guanacaste
CUBA
1982 Ciudad Antigua de la Habana y su Sistema de Fortificaciones
1988 Trinidad y el Valle de los Ingenios
2008 Centro Histórico de Camagüey
ECUADOR
1978 Ciudad de Quito
1999 Centro Histórico de Santa Ana de los Ríos de Cuenca
EL SALVADOR
1993 Sitio Arqueológico de Joya del Cerén
GUATEMALA
1979 Antigua Guatemala
MÉXICO
1987 Centro Histórico de la Ciudad de México y Xochimilco
1987 Ciudad Prehispánica de Teotihuacan
1987 Centro Histórico de Oaxaca y Zona arqueológica de Monte Albán
1987 Centro Histórico de Puebla
1988 Ciudad Histórica de Guanajuato y Minas Adyacentes
1991 Centro Histórico de Morelia
1
La lista hasta 2004 ha sido elaborada por los socios de Terra en colaboración con: Hubert Guillaud, Hugo Houben, Alejandro Alva, Raymundo Rodri-
gues, Fernando Pinto, José María Sastre, Kumito Shimotsuma, Carolina Castellanos (ver www.international.icomos.org/18thapril/18abril2004-4.
htm). El sitio posterior a 2004 ha sido incluido por los autores.
16 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
El taller
A partir de esta reflexión la Oficina de la UNESCO en México organizó, en colaboración
con el Centro del Patrimonio Mundial – UNESCO, auspiciado por Fondos Extra-presupues-
tarios Españoles y apoyado por la Secretaría de Turismo del Estado de Tlaxcala, el taller
“Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe: La técnica, la tradición
oral y formas de transmisión del oficio”. El taller se llevó a cabo en Tlaxcala, Tlaxcala,
México, del 24 al 26 de septiembre de 2009, con la finalidad de promocionar el rescate y
la salvaguardia de las técnicas tradicionales de arquitectura de tierra, así como valorar el
importante patrimonio inmaterial contenido en ellas (ver programa en Anexo I).
Se espera que a través de la valoración de las prácticas, las materias primas, y los
rituales y creencias asociadas al proceso, a largo plazo, se pueda lograr un reposicio-
namiento social del uso del barro en la arquitectura en América Latina y el Caribe.
Además, se buscó identificar elementos para un “Plan de Acción” con enfoque en la
conservación y promoción del patrimonio de tierra con sus aspectos inmateriales, a
nivel de la región América Latina y el Caribe.
Estrategia de implementación
Para alcanzar los objetivos arriba detallados se propuso llevar a cabo un intercambio de ex-
periencias de maestros artesanos a nivel regional, en particular relacionados con conjuntos
y sitios declarados Patrimonio Mundial o inscritos en la lista tentativa de un Estado Parte.
El evento de tres días de duración reunió a ocho maestros artesanos2 de la arquitec-
tura de tierra, con práctica de alrededor de 20 años en el oficio, con cinco expertos con
experiencia en investigación de técnicas tradicionales de arquitectura de tierra, proce-
dentes de Cuba, Venezuela, Perú, Ecuador, Chile y México. Representantes de las autori-
dades locales y nacionales mexicanas, de ICOMOS México y participantes de diferentes
áreas de trabajo interesados en la temática (por ejemplo restauradores, antropólogos y
arqueólogos) completaron la convocatoria (ver lista de participantes en Anexo II).
Previo a la reunión en México los expertos elaboraron breves artículos incluidos en
esta publicación, en los que dieron una visión de conjunto de las técnicas y construccio-
nes en América Latina y el Caribe (Luis Fernando Guerrero, México), resaltaron los aspec-
tos simbólicos y rituales de los materiales y de las construcciones (Victoria Castro, Chile),
subrayaron a necesidad de facilitar la viabilidad social y económica de la conservación de
las edificaciones de tierra (Juan Manuel Chávez, México), y enfatizaron la importancia de
proteger los yacimientos de las materias primas (Fernando Rodríguez, Venezuela). Ade-
más se incluyó un estudio de caso de un sitio arqueológico de tierra, Paquimé en México
(Eduardo Gamboa).
Asimismo, se realizaron entrevistas –registradas en video– con los maestros artesa-
nos de la arquitectura de tierra en sus respectivos países. Las entrevistas siguieron un
mismo guión y muestran a los artesanos en diferentes lugares relacionados con su tra-
bajo. El video que se elaboró con base en las entrevistas sirvió como punto de partida
para las discusiones del encuentro. En las entrevistas los artesanos hacen referencia a
las diferentes técnicas usadas, ventajas y desventajas del uso del material tierra para la
2
Por razones de salud un maestro artesano no podía participar
20 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
construcción, la manera de transmisión del oficio, la vigencia del material y de las téc-
nicas en el siglo XXI, los apoyos brindados por los gobiernos a la arquitectura de tierra
y los rituales y creencias que acompañan el trabajo, entre otras.
En mesas de trabajo con todos los participantes se elaboraron observaciones sobre
diferentes aspectos de la temática que al final se incluyeron en un listado de elementos
para un Plan de Acción para América Latina y el Caribe.
La información generada en el taller se está distribuyendo a las instituciones per-
tinentes. En el futuro será necesario retomar los elementos de acción identificados
en el taller para elaborar un Plan de Acción operativo en conjunto con las instancias
decidoras de los países de la región de América Latina y el Caribe. La arquitectura de
tierra cruda con su gran variedad de expresiones arquitectónicas y sus elementos in-
materiales puede, además, servir como punto de cristalización para el trabajo con las
tres convenciones culturales de la UNESCO mencionadas por Katherine Grigsby, Direc-
tora de la UNESCO México: la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial
Cultural y Natural (1972), la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural
Inmaterial (2003) y la Convención sobre la protección y la promoción de la diversidad
de las expresiones culturales (2005).
La entrevista y la presentación
de los maestros artesanos
16. ¿Ha recibido algún tipo de apoyo del gobierno para mejorar su forma de trabajar?
17A. ¿Aproximadamente cuántos adobes fabrica a la semana, en qué temporadas y
quiénes son sus principales clientes?
17B. ¿Aproximadamente en cuántas construcciones de casas de barro ha participado?
18A. ¿Cuántos adobes producía hace veinte años y cuántos el año pasado?
18B. ¿Cuántos casas construyó hace veinte años y cuántas el año pasado?
19. ¿Considera usted que actualmente en su comunidad el número de maestros que
dominan estas técnicas tradicionales en tierra es suficiente?
20. ¿Qué beneficios le ha dado el tener este oficio?
21. ¿Qué dificultades trae trabajar en este oficio?
22. ¿Nos podría contar alguna leyenda que tenga que ver con las construcciones de
barro?
23. ¿Usted practica algún ritual durante su trabajo? ¿Usted se los ha enseñado o
enseña a sus aprendices?
24. ¿Los materiales usados, su procesamiento o las construcciones finales tienen
significado simbólico?
23
“Veinte años ya trabajo. Mis papás, mis abuelos eran maestros que
trabajaban en mi pueblo, mi comunidad. Yo aprendí a trabajar con
adobe, y siempre sí estoy trabajando con adobe, hasta llegando a ser
un maestro. Nuestros antepasados más viejos, hasta los Incas, habían
construido con adobe. Nosotros seguimos trabajando con adobe.”
(Eleno Villacorta Valencia)
La arquitectura de tierra que se encuentra presente en las diversas regiones que con-
forman América Latina fue conocida y cultivada desde épocas muy antiguas por la
mayoría de las civilizaciones prehispánicas, tal como lo evidencian los restos arqueoló-
gicos y los testimonios dejados por los cronistas del siglo XVI.
Después, los conocimientos arquitectónicos traídos por los conquistadores espa-
ñoles se fundieron con esta cultura constructiva nativa, habiendo sido enriquecidos
además, con el intercambio desarrollado durante el proceso de colonización, cuando la
mano de obra especializada en la edificación en determinadas regiones, era trasladada
a las zonas en las que se establecían nuevos poblados.
La sabiduría edilicia del uso del barro crudo era un patrimonio común que susten-
taba la generación de todo tipo de edificios públicos y privados. Misiones, colegios,
conventos, presidios, haciendas, hospitales, mercados, plazas de toros y desde luego,
la mayor parte de la vivienda, fue edificada haciendo uso de esta tecnología construc-
tiva que aprovechaba de manera plenamente racional los recursos que le ofrecía el
entorno natural. Además, estas edificaciones respondían de modo eficaz a las condi-
ciones climáticas de la mayor parte de las regiones del continente, al generar espacios
confortables gracias a la inercia térmica que poseen los muros, pisos y techos de tierra,
la cual permite mantener estable la temperatura interna de los locales.
La construcción con tierra permaneció casi sin cambios durante toda la época vi-
rreinal. Inclusive durante el siglo XIX y principios del XX, cuando que se empezaron a
desarrollar nuevas tecnologías constructivas y a producirse géneros de edificios que
no tenían precedente, los sistemas constructivos de tierra fueron adaptados de manera
muy apropiada a la llamada “modernidad”. Todavía es posible ver en muy buen estado
de conservación haciendas, teatros, cines, bancos, estaciones de ferrocarril, fábricas,
grandes almacenes y edificios habitacionales en los que se fundió de forma muy com-
patible la técnica constructiva tradicional con los sistemas emergentes.
No fue sino hasta mediados del siglo XX cuando, por diversas razones de tipo
ideológico y económico, la arquitectura de barro crudo empezó a decaer para ser
sustituida por materiales comerciales de origen industrializado, con lo que entró en
crisis una cultura constructiva de probada eficiencia y continuidad milenaria.
Afortunadamente, en años recientes se ha manifestado un renovado interés por
esta arquitectura, gracias a la valoración de sus cualidades ecológicas. Esto ha permi-
tido que se desarrollen proyectos en los que se combina la sabiduría ancestral con los
28 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
criterios y tecnologías del diseño sustentable, lo que abre un camino para su proyec-
ción a futuro.
Debido a las dificultades técnicas que implicaba y a la relativa lentitud de los pro-
cesos de elaboración de los muros este procedimiento constructivo cayó en desuso a
consecuencia del desarrollo de la edificación masiva con adobe que tuvo lugar a partir
de la conquista.
El manejo del bajareque, bahareque o quincha como se le conoce en diversas par-
tes de nuestro continente, estuvo destinado a la configuración de las viviendas de la
mayoría de la población tanto de emplazamientos rurales como urbanos. En este caso,
el barro crudo permitía cerrar los vacíos existentes entre las varas o carrizos que con-
figuraban la estructura portante de los muros, además de proporcionarles un espesor
mayor a fin de confinar mejor los espacios habitables. En muchos sitios a lo largo de
la Cordillera Andina la quincha no sólo servía para hacer muros sino que con ellas se
conformaban entrepisos y cubiertas.
Por su parte, el adobe se empleaba en general para la edificación de muros de
algunos adoratorios y viviendas de los estratos sociales más elevados. Sin embar-
go, en sitios donde la organización social lo permitía, se edificaron los núcleos de
basamentos ceremoniales, solamente con mamposterías de adobe. Casos notables
de este proceso constructivo los encontramos en la pirámides mexicanas del Sol en
Teotihuacán, el templo mayor de Cholula o el Calvario, en Mitla, así como las Huacas
peruanas de Moche, Túcume, Tomaval, Pachacamac y Chan Chan, por sólo nombrar
algunos ejemplos.
El sistema de techo más común, sobre todo en regiones donde las lluvias son fre-
cuentes e intensas, era de tipo inclinado con una, dos y cuatro vertientes, soportadas
por armaduras de madera y recubiertas finalmente con paja u hojas de palma.
En cambio, en sitios con menor régimen pluvial, se construían techos de terrado
soportados por estructuras de madera en combinación con otros materiales vegetales.
Estos sistemas de cubiertas se realizaban colocando tierra, apisonándola y humede-
ciéndola por capas, hasta que el techo adquiría el espesor y resistencia adecuados
para dar estabilidad a los muros y aislar a los locales de las condiciones climáticas ex-
teriores. En algunas zonas, en vez de los estratos de tierra, se aplicaban capas de barro
en estado plástico, a veces combinado con paja, lo que permitía utilizar estructuras
portantes de madera con dimensiones mucho menores, al tratarse de una sistema más
ligero. En ambos casos las cubiertas eran sensiblemente planas y solamente recibían
una leve pendiente para permitir el desalojo de la escasa agua de lluvia.
El barro crudo también era frecuentemente utilizado como mortero aglutinante de
mamposterías de piedra, así como material para recubrimiento protector de los muros,
sobre los que era aplicado a mano o con la ayuda de una llana.
Las aportaciones que los conquistadores españoles hicieron a la edificación con ba-
rro crudo se relacionan con el manejo de nuevas herramientas, la distribución espacial
de la arquitectura y sobre todo, la introducción de sistemas estructurales desconocidos
en nuestro continente, tales como los arcos, bóvedas y cúpulas, asociados a los siste-
mas de apoyo estático como los refuerzos de esquina y los contrafuertes.
Sin embargo, parece ser que los medios de transformación de la materia prima,
la organización del trabajo y los sistemas constructivos prehispánicos sufrieron po-
cas adecuaciones durante la época virreinal. Las comunidades locales conocían a la
30 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
En segundo lugar, el adobe es la técnica de construcción con tierra que tiene ma-
yor impacto y trascendencia. Es posible localizar este tipo de estructuras lo mismo en
regiones montañosas que en valles y planicies, al igual que en sitios extremadamente
calurosos o fríos. Incluso en zonas húmedas o marcadamente sísmicas en las que se
pensaría que resulta altamente vulnerable, las comunidades locales fueron capaces de
desarrollar sistemas constructivos complejos, plenamente adaptados, que han logrado
resistir a los embates de la naturaleza.
En tercer lugar, como ya se mencionó, la edificación a base de barro moldeado
prácticamente ha desaparecido y sólo se encuentra formando parte de vestigios ar-
queológicos.
Tradición constructiva con tierra 31
de construir “casas de campo” con materiales “rústicos”, ya sea por una visión idílica
del pasado o por un genuino interés por vivir en espacios con cualidades bioclimáticas.
Este proceso ha crecido en poblados turísticos y colonias para vacacionar donde se
construyen obras singulares recuperando algunas tradiciones locales.
Se sabe que las estructuras térreas son altamente sustentables, como ha sido reco-
nocido tanto por las culturas que las han seguido utilizando desde su origen, como por
aquellos constructores y arquitectos contemporáneos que han percibido los valores
que otorga desde el punto de vista de la ecología.
Se trata de estructuras hechas con uno de los compuestos que más abunda en la
naturaleza, que fácilmente se puede transformar en material constructivo, construir
con él y reparar. Es económico y contribuye a la conservación del paisaje al ser armóni-
co física y visualmente con él. Evita el uso de sistemas artificiales de acondicionamiento
de aire al mantener estable la temperatura de los locales. No consume energéticos ni
produce emisiones contaminantes en ninguna de las etapas de su elaboración. Es to-
talmente reciclable y cuando termina su vida útil como material constructivo, se integra
plenamente al medio natural sin generar residuos.
Justamente en esta línea se presenta un campo de oportunidad para la revaloración
de la tierra como material constructivo, la cual puede incidir en la conservación material
de las estructuras patrimoniales, antiguas y vernáculas, así como en la recuperación de
las técnicas tradicionales de edificación.
Habiendo con este orden, armado el horno, compuesta ya la leña y piedras para
darle fuego, conjuran al fuego mandándole, aunque con respeto, que haga bien
su oficio: “Ven en mi ayuda tú mi padre cuatro cañas ardiendo con cabellos
rubios (por las llamas); tú que eres la madre y el padre de los dioses. Ya puedes
venir, que ya truje mi estera de rosas: en ella te has de sentar pero no para estar
de asiento, que has de pasar y has de comer y beber y te has de volver presto
para que presto se engendre y nazca la mujer blanca; para esto te esperan mis
criados, no lo manda quien quiera, yo el príncipe de los encantos.”
En poniendo el fuego para que surta su efecto y no se ahogue, sino que
fácilmente penetre todo el horno y salga a lo alto, conjuran el viento dicien-
do así: “Ea, ya ven mi hermana, la verde mujer, ve a dar priesa para que
se dé mucha priesa mi padre las cuatro cañas encendidas. Ven ya tú, verde
viento, ve a dar priesa a mi padre las cuatro cañas encendidas, en que em-
perezan; hazle que se dé prisa para que se engendre y nazca la mujer blanca
y acatemos su rostro.”
Con esto prosigue el darle fuego, y para más obligar y certificar sus
conjuros, usaban bailar alrededor del horno, y de camino beber hasta que
de borrachos y cansados se quedaban todos dormidos. (Ruíz de Alarcón en
Séjourné, 1985: 12-14)
En muchas comunidades indígenas todavía se practican ceremonias especiales
cuando se construye una casa. Generalmente, estos ritos siguen la cosmovisión pre-
hispánica en la que se ofrecen objetos y se recrean rituales a la naturaleza para poder
contar con su apoyo.
Desde la época virreinal estas creencias se fundieron sincréticamente con la re-
ligión católica, y han llegado hasta nuestros días como un conjunto coherente en el
que altares, cruces, santos y vírgenes ocupan el lugar de los dioses ancestrales.
A pesar de la singularidad de los ritos que realizan las diversas comunidades de origen
ancestral, subyacen en ellas muchos aspectos que les son comunes. El trabajo cooperati-
vo, la petición de permisos, las acciones de agradecimiento, los sacrificios de animales, las
abstinencias, las fiestas, la comida especial, la música y la danza, se manifiestan de una u
otra manera en estos procesos de interrelación del hombre con la naturaleza cuando se
realiza una construcción, especialmente si se trata de la vivienda (Jáuregui, 2004: 9,10).
A continuación se hace un breve recuento de algunos rituales que todavía se prac-
tican en algunas regiones de fuerte raigambre indígena de México.
En el poblado de San Pedro Chenalhó, Chiapas, al sur del país, los constructores
acostumbran cortar la madera en luna llena con la creencia de que dura más. Cuando
terminan la obra, el dueño invita a todos los miembros de la comunidad que lo ayuda-
ron en la obra, a compartir un guajolote guisado. Antes de comer, vierten un poco de
caldo en la base de cada poste, mientras pronuncian peticiones para la seguridad de
la casa y sus dueños. En seguida, un anciano enciende la primera fogata en el centro
de la casa. La fiesta termina en un banquete, en el que comparten abundante comida y
bebida hasta el amanecer (www.uv.mx/Popularte/Esp/scriptphp.php?sid=518).
También en Chiapas, pero en la comunidad de la etnia tzeltal de Cancuc, el dueño
se encarga todos los días de dar una comida sencilla a sus colaboradores. Cuando han
40 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
terminado las paredes y les falta traer la paja para hacer el techo, les prepara un cerdo. Al
terminar de techar la casa se coloca una cruz ante la cual la esposa debe rezar tres días,
y no puede tener contacto con su esposo, porque podría enfermarse o morir. (Ibid)
En la misma región los chamulas igualmente construyen sus casas colectivamente.
Unos amigos traen la madera para las paredes y los techos, otros el zacate y el ba-
rro para los muros. El grupo recibe como agradecimiento alimentación y aguardiente
durante los días de trabajo. Cinco personas pueden construir una casa en ocho días
(Moya, 1984:119).
Para aplacar a los espíritus de la tierra, los chamulas deben ofrecer incienso,
velas y un ron claro de destilación casera llamado pos. Los dioses aceptan esas
ofrendas y premian generosamente a los indios por su devoción: cada vivienda,
pozo, redil, maizal, escuela o carretera, es un regalo de los espíritus de la tierra
en agradecimiento por los humildes presentes de los hombres. Pero si las ofrendas
fueran mezquinas o insuficientes, podrían ocurrir varias desgracias: quizá se des-
plome la escuela o alguien se caiga al pozo. (Rachum, 1991: 78)
En el pueblo de Yalalag, Oaxaca, en el sur de la República Mexicana, el dueño pone
cuatro cruces pequeñas de pino, salpicadas con sangre de pollo, para que protejan la casa
y sus habitantes de envidias o brujería. Después, el dueño invita a todos sus colaboradores
a compartir diversos platillos de la comida tradicional (Universidad de Veracruz, 2008).
Del mismo modo, en la comunidad mixe también en Oaxaca, el residente de una
casa recién construida hace una gran fiesta como agradecimiento a todos los que par-
ticiparon en la obra, ofreciendo comida especial y abundante tepache. Antes de comer,
se mata un guajolote o un gallo y parte de su sangre se usa para salpicar el piso y de
este modo “pedirle permiso” a la tierra, mientras que el resto se mezcla con pinole para
hacer una ofrenda que se entierra en el centro de la vivienda (Ibid).
Evon Z. Vogt en su libro Ofrenda para los dioses, rituales chinantecos de casa y cam-
po, (citado por Moya, 1984:117) cuenta de manera detallada los complejos ritos que se
llevan a cabo cuando se construye una casa en esta comunidad tradicional oaxaqueña.
Explica que el proceso comienza desde el otoño cuando se corta la madera y el zacate,
que se dejan secar hasta la primavera, momento propicio para la edificación.
Cuando las paredes están terminadas y se arma la estructura de madera del techo,
los trabajadores cuelgan de la viga central una cuerda larga de la que sujetan por las
patas a cuatro pollos. Después, las aves son degolladas y sus cabezas se entierran en
el centro del piso, mientras las mujeres cocinan los pollos. La unión de las vigas de la
armadura del techo es “alimentada” salpicándole caldo de pollo y aguardiente, mientras
los trabajadores comen los pollos y beben aguardiente también.
Una vez que la casa es terminada se lleva a cabo otra ceremonia, pero esta vez
presidida por un chamán que busca “compensar” al Señor de la Tierra y a los dioses
ancestrales para que le den un alma propia a la casa. El ritual al que se invita a toda la
familia extensa del nuevo habitante de la casa, empieza con la colocación de una cruz
en el patio. Se clava de manera que quede paralela a los dos lados sin puertas de la
casa, y situada de tal modo que las plegarias ante ella se dirijan hacia el oriente. Mien-
tras el chamán reza, se ofrecen velas y se quema copal en el brasero, al tiempo que se
esparcen agujas de pino delante de la casa.
Tradición constructiva con tierra 41
Luego se lleva a cabo otro sacrificio, pero esta vez de un grupo de gallos y gallinas
igual al número y sexo de los futuros habitantes de la casa. Se degüellan y su sangre se
vierte en un agujero en el centro de la casa.
Las aves se despluman con agua hirviendo para prepararlas y comerlas; las cabe-
zas y las plumas se entierran junto con la sangre. Entonces el chamán sahúma al
gallo negro, torciéndole el cuello lo mata y echa sobre él un trago de aguardiente
y un puñado de tierra. Después lo entierra entero en el hoyo del centro con la ca-
beza hacia el poniente, al igual que la posición de enterramiento de los niños sin
bautizar. La tierra se apisona exactamente como cuando se entierra una persona,
luego se planta una cruz de madera de unos 30 centímetros de altura. Después de
un largo rogatorio a los dioses, (…) el chamán encabeza una procesión, en sen-
tido contrario a las agujas del reloj, a cada una de las cuatro esquinas, donde se
plantan tres puntas de pino del mazo que sostiene el dueño de la casa y se adorna
con geranios rojos. El chamán planta y enciende velas y reza en cada una de los
rincones. También vierte caldo de pollo y aguardiente en los cuatro postes de las
esquinas y en el centro de las cuatro paredes. (Moya, 1984:118)
Llama la atención la similitud de estas referencias etnográficas con la reseña que
realizó el cronista Diego Muñoz Camargo entre 1577 y 1585 acerca de la Provincia de
Tlaxcala, al centro de México. En ella el autor menciona que:
Este mismo rito se tenía, cuando uno acababa de labrar una casa y nueva-
mente se entraba a vivir en ella; porque decían que, cuando se entraban a
vivir en las casas recién acabadas, y si antes no las encomendaban al dios de
las casas, que gozaban poco de ellas los que las habitaban, y que morían. Y,
por este respecto, al tiempo que las acababan, y queriéndolas habitar, hacían
grandes bailes y banquetes, y convidaban gran copia de gentes, conforme a la
calidad de la persona que hacía la fiesta. Y por esta orden, se guardaba este
rito desde el mayor hasta el menor; y duraban las fiestas siete u ocho días.
(Muñoz, 2000: 201)
La mayoría de los ritos están vinculados con fenómenos de su entorno geográfi-
co. Las sociedades de origen milenario tienen como raíz de su tradición una serie de
creencias mágicas que antes de que se concibieran como dioses, estaban en relación
directa con las fuerzas de la naturaleza. Por esta razón es posible encontrar explicacio-
nes totalmente pragmáticas en la celebración de ciertos ritos en los que se seleccionan
materiales, se deciden fechas de labor o se emplazan las estructuras con orientaciones
topográficas y solares precisas.
La ventilación, el vínculo con el agua, los flujos energéticos o la influencia de la luna,
tienen una relación efectiva con fenómenos físicos y químicos que pueden incidir en la
conservación o deterioro de los materiales o sistemas constructivos. Lógicamente, si no
se cuida el cumplimiento de determinados pasos de los procedimientos heredados, se
presentan problemas que están asociados a fenómenos naturales.
Para los ch’oles, (grupo étnico del sureste mexicano) la tierra no se concibe
como una mercancía, como un objeto de propiedad individual, pues representa
algo distinto a una posesión, es algo vital, es una madre que da la vida. Ellos
se piensan como sus hijos, es sustento y territorio. La tierra es un ser vivo que
42 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
continuamente está relacionándose con los hombres, que ofrece pero también
exige. Mediante ritos ceremoniales se rinde culto a la tierra. La cueva o un
manantial son los puntos para pedir desde allí lluvias o buenas cosechas. Pero
para pedir se deben llevar acabo ciertas prácticas, como rezos, velas, comidas,
aguardiente o el sacrificio de animales. Igualmente, si el favor se pide a los
santos católicos se realizan promesas, como asistir a una peregrinación, arre-
glar el santuario o dar limosnas. De acuerdo con este pensamiento, la tierra no
pertenece a los humanos. Es un ser vivo del cual nos proveemos todos los seres
que en ella habitamos. (Alejos, 2007: 32)
A pesar de la evidente riqueza de estos rituales y de muchos otros que seguramen-
te se conservan en el resto de las comunidades rurales de América Latina y el Caribe,
lamentablemente se les ha prestado poca atención por parte de los investigadores,
especialmente en lo que se refiere al tema de la construcción con barro crudo.
Se cuenta con algunas menciones en documentos desarrollados principalmente por
sociólogos y antropólogos, pero desde luego es un campo prácticamente virgen en la
región. El constructor tradicional que maneja la tierra no ha sido tomado en cuenta, y sus
conocimientos paulatinamente se van desdibujando y alterando hasta que son finalmen-
te olvidados.
A pesar de la profundidad de las investigaciones realizadas en las diversas pobla-
ciones indígenas y del nivel de aportación de los temas antropológicos estudiados, las
referencias a cuestiones rituales se centran en aspectos relacionados con las celebra-
ciones de nacimientos, matrimonios, defunciones y los ciclos agrícolas. Las tradiciones
de la edificación en general, y del uso de la tierra en particular, desafortunadamente
han sido escasamente documentadas.
Una mención especial en este ámbito merece el libro mexicano titulado El cuezco-
mate de Morelos. Simbolismo de una troje tradicional, en el que su autor, Oscar Alpu-
che, se dio a la tarea de desarrollar una profunda investigación documental y de campo
acerca de un tipo de estructuras de tierra que tienen singulares valores patrimoniales,
ya que han pervivido físicamente, y en asociación con su tradición constructiva, desde
la época prehispánica. Este texto es clave tanto para entender la cosmogonía que fun-
damenta la edificación con tierra en la región central de la República Mexicana, como
para identificar la relación con el medio natural y cultural en que se desarrollaron.
Los cuescomates son graneros que se construyen sobre una base circular de mam-
postería de piedra que se divide en cuatro cuadrantes por un par de canales que se
cruzan en su eje y que sirven como ventilación. Sobre esta base se levanta un gran
recipiente en forma de olla que se edifica progresivamente con una mezcla de paja y
barro crudo, y cuya boca, localizada en la parte superior, se protege con una especie de
falda hecha con bandas perimetrales de zacate.
Este cuerpo finalmente es cubierto por un techo cónico, hecho también con haces de
zacate atados a una estructura de madera. Este techo posee una ventana por la que, con
la ayuda de una escalera de mano, se vacía el grano que será conservado en su interior.
Para sacar gradualmente el maíz, la parte baja del recipiente presenta un orificio de diez
o doce centímetros de diámetro, que se tapa con palos u olotes.
Alpuche (2008: 223) explica que además de la función específica de estos depósitos
Tradición constructiva con tierra 43
de grano, las actividades rituales prehispánicas y su herencia actual, hacen del cuesco-
mate un espacio sagrado que simboliza al árbol cósmico: “lugar de origen del maíz” en
el que se “encuentran representadas las regiones verticales del cosmos: inframundo,
tierra y cielo, orientado a los cuatro rumbos del cosmos”.
El autor considera además que “su olla puede representar el útero materno, también el
tronco del árbol cósmico, el cuerpo ventral de Cipactli o la cueva” y que “el soporte circular
de la estructura del techo y la misma estructura parecen contener atributos de Ehécatl (ad-
vocación del dios del viento) y pueden simbolizar la separación cielo-tierra, y con ello hacer
alusión al mito de la diosa Tlaltecutli y la constitución de la Tierra” (2008: 224).
de los ritos asociados a sus funciones. Incluso en este sitio se ha generado una nueva
tradición que consiste en la construcción de modelos a escala que son comercializados
como piezas de artesanía.
dono de la cultura del mantenimiento que ha permitido que los edificios se deterioren.
Lamentablemente, las comunidades han perdido de vista esta “falla humana” y se culpa
a los materiales constructivos por compararlos con los de origen industrial que teórica-
mente requieren menos intervenciones periódicas. Sin embargo, la realidad es que son
productos que, por resultar incompatibles con las estructuras históricas, duran menos,
por lo que tienen que ser repuestos y en poco tiempo se ingresa en la cadena de de-
pendencia y consumo comercial en la que está envuelta la sociedad actual.
Sería muy apropiada la gestión de acciones para crear edificios nuevos tanto de
vivienda como de obra pública, que pueden ser detonantes de su valoración, espe-
cialmente si se cuenta con el apoyo del saber y el trabajo de los artesanos locales.
La recuperación de las técnicas tradicionales implica la revaloración del rol social del
constructor como protector y transmisor de la cultura.
Estas obras modernas lógicamente han de ser concebidas para funcionar adecua-
damente en las condiciones de cada emplazamiento y, de ser necesario, podrán in-
corporar conceptos de tecnología y diseño que ayuden a superar limitaciones de los
sistemas históricos y que además les proveerán de un sello moderno. Con un mínimo
de ajustes compositivos es posible dar a las nuevas edificaciones una imagen contem-
poránea, sin sacrificar su carácter identitario ni su adecuación a las condiciones físico-
climáticas de cada localidad.
De esta manera, se abre la posibilidad de la incorporación respetuosa a las tradicio-
nes de los avances científicos y técnicos, y, al mismo tiempo, del enriquecimiento de las
nuevas tecnologías con la sabiduría histórica.
El reposicionamiento social del uso del barro como material apto para la edificación,
necesariamente pasa por una valoración objetiva de sus ventajas y limitaciones, de
manera que se haga ver a las comunidades herederas de la tradición constructiva que
es posible hacer viviendas tan “modernas” y confortables como las que se construyen
con los materiales industrializados a los que se han ido acostumbrando. Además, las
nuevas estructuras de tierra tendrán cualidades ecológicas que ningún otro material
posee y sobre todo, se integrarán al desarrollo de una cultura de origen milenario que
sigue viva.
Para poder prever un futuro para la arquitectura de tierra, es necesario preservar
tanto sus manifestaciones materiales, como los ritos y conocimientos asociados a la
tradición de su elaboración, pues ambos inciden en el desarrollo sustentable de los
pueblos. La conservación del patrimonio sólo tiene sentido si sirve para elevar la calidad
de vida de las comunidades que lo han heredado.
La oralidad y su importancia en la
transmisión de técnicas y valores
Victoria Castro
A nivel mundial, desde los tiempos más antiguos de la historia humana, recurrir a los
testimonios orales de los pueblos, ha sido fuente de producción y transmisión de cono-
cimientos. Es por eso que hoy en día, la historia oral es uno de los métodos cualitativos
“de la investigación sociohistórica contemporánea” (Aceves, 1993:19). La encuesta oral
nos permite penetrar en esferas inaccesibles del quehacer humano y sin duda ofrece
las posibilidades de construir una historia no menos rica que la escrita (Raphaël, 1980;
Joutard, 1980; Aron- Schnapper, 1980); nos permite comprender y valorar el testimonio
de los expertos, trabajadores, artífices y sabios; el mundo de los saberes tradicionales,
de sus rutinas y habilidades prácticas, que son enseñadas de generación en generación
con el gesto y la palabra; las relaciones de intercambio de saberes y emociones que se
dan a través de los actos del habla (Perez-Taylor, 2006: 112; 65).
En este contexto, la memoria colectiva remite al patrimonio material e inmaterial
que encontramos en un tiempo a la vez sagrado e histórico, en los espacios de signifi-
cación simbólica que mantienen un orden cotidiano como práctica social, que denotan
los principios de continuidad que unen pasado y presente. Pues en el mundo de la
filosofía y la sabiduría de raíces ancestrales, experienciado y vivido, ninguna esfera de
la realidad existe por separado.
Así, las diferentes dimensiones del saber, se interdigitan: la práctica social, su expe-
riencia, la forma de hacer las cosas y muy especialmente el significado que cada so-
ciedad le otorga y que está constituido por una forma de concebir el mundo integrada-
mente; la oralidad implica comunicación a través de las relaciones sociales cotidianas;
es didáctica y aunque no represente la hegemonía cultural en boga, es la depositaria de
los saberes reunidos bajo múltiples experiencias, que trasuntan voces desde conjun-
tos sociales específicos: comunidades, especialistas tradicionales locales o regionales;
microhistorias.
Las narraciones orales son dinámicas y a menudo fluidas; dan cuenta del sustra-
to estructural de los saberes trasmitidos, pero muy especialmente también de sus
cambios. En este caso, la memoria actúa como un “proceso de selección” (Portelli,
1993:199), depositaria de aquellos elementos esenciales que resguardan patrimonio
tanto tangible como intangible, no obstante las transformaciones y adecuaciones que
en el tiempo sufre todo proceso cultural.
Entre los muchos aportes que la oralidad puede entregar a las generaciones futuras
a través de conversaciones, historias de vida, entrevistas y otras técnicas de la meto-
50 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
dología cualitativa, están los saberes sobre tecnologías tradicionales entre los que se
cuentan la arquitectura del barro, de gran expresión a nivel mundial y en América tam-
bién muy representada desde tiempos precolombinos.
Ya se trate de arquitectura pública o de la vivienda, la arqueología nos ha enseñado
que mito y rito, por tanto, espacio y tiempo, están indisolublemente ligados al concep-
to de habitar y a las prácticas sociales que permiten su existencia. No es de extrañar
entonces que encontremos ceremonias asociadas al inicio y al término de las edifi-
caciones, como una forma de sacralizar estos espacios construidos. Por el contrario,
habitualmente el mito no es evidente, por decirlo así, “no se ve”. Pero se puede apreciar
su actualización en los ritos y en la oralidad asociada, que van de la mano de estos
saberes. Son inseparables.
Arquitectura y construcción
Los edificios precolombinos se construyeron de materiales vegetales, de piedras, de
tierra y a menudo de una combinación de estos, por ejemplo juncos trenzados, esteras
de fibra o paja, y otros materiales perecederos, normalmente de origen local; las es-
tructuras de carácter monumental se edificaron en piedra o adobe o una combinación
de ambos materiales. Las técnicas precolombinas en esta materia fueron sencillas. La
mayor parte de las estructuras se construían con el sistema de pilastra y dintel o de
vigas horizontales sin arcos, aunque la cultura Chavín del Perú y la Maya de Meso-
américa emplearon el arco falso o bóveda de piedra salediza. Las herramientas fueron
preferentemente de piedra.
Las culturas precolombinas desarrollaron dos tipologías urbanas diferentes. Una fue
el centro ceremonial, de estructura compleja constituida principalmente por edificios
religiosos y administrativos que se construían alrededor de plazas y que carecía de vi-
viendas y calles. Se cree que en estos centros vivieron los gobernantes y religiosos con
su corte, mientras que la mayoría de la población residía en granjas pequeñas, en una
zona suburbana circundante.
La otra tipología, similar a lo que conocemos actualmente como ciudades, tenía ca-
lles que separaban las residencias de las diferentes clases sociales, así como templos y
edificios administrativos orientados hacia la plaza central. Los proyectos arqueológicos
recientes que estudian los trazados en emplazamientos mesoamericanos, ponen de
manifiesto que lo que se creía eran centros ceremoniales, albergaban poblaciones de
diferente estatus social del centro a la periferia, como en las ciudades actuales. Tanto
los complejos ceremoniales como las ciudades servían como centros religiosos, guber-
namentales y comerciales. El comercio y el intercambio no sólo eran importantes para
el suministro de bienes de prestigio, sino también como medio de transmisión de ideas
y técnicas, así como de formas y motivos artísticos (Ayarza, 2007).
En el mundo precolombino y en los pueblos originarios descendientes de estos, la
naturaleza se concibe sacralizada. Por tanto, el espacio, los materiales para construir,
la imitación de los elementos de la naturaleza o la inspiración en ellos son conspicuos.
Dos casos muy evidentes son la pirámide de La Venta y la pirámide de Cuicuilco, que
imitan la forma de los cerros, elemento sagrado tanto en Mesoamérica como en Andi-
noamérica hasta el presente etnográfico.
La oralidad y su importancia en la transmisión de técnicas y valores 51
Ejemplos más tardíos en los Andes Centrales son las Huacas del Sol y La Luna. Am-
bas construcciones constituyen los monumentos más impresionantes de los centros
ceremoniales, administrativos y políticos de la cultura Moche, que dominó los valles de
la costa del norte del Perú entre los 200 y 800 d.C. La Huaca del Sol se muestra como
una magnífica pirámide y con sus 43 metros, está entre las más altas de América. Se
estima que su construcción fue realizada con aproximadamente 70 millones de ado-
bes. La Huaca de la Luna, a tan sólo 500 metros de la del Sol, está compuesta por una
sucesión de templos edificados en diferentes periodos. Es una pirámide trunca que
alcanza hasta 25 metros de altura. En este centro político Moche se han descubierto en
las últimas décadas grandes murales polícromos en los que aparece el rostro de una
deidad conocida en tiempos más tardíos como Ai Apaec, con atributos del personaje
del sacrificador (Uceda, 1994, 2003; http://www.templosperu.blogspot.com).
En la costa sur del Perú otro gran centro ceremonial de adobe fue construido
entre los 300 y 400 a.C. que comprende 22 conjuntos en alrededor de 24 kilómetros
cuadrados. Se trata de Kawachi en el valle de Nasca (http://inc.perucultural.org.pe/
proy1.shtml ).
A corta distancia de la ciudad de Trujillo se encuentra Chan Chan, la más grande
ciudadela de adobe de la América prehispánica, que representa parte de la complejidad
de la sociedad Chimú. Está compuesta por un sistema laberíntico de pasajes, de pirámi-
des truncas, plazas, viviendas, talleres, murallas y excelentes caminos.
A través de los estudios se ha hecho evidente que en la Huaca de la Luna las pintu-
ras murales representan ritos sacrificiales y posiblemente también mitos vinculados a
su deidad, Ai- Apaec. Asimismo, las tracerías de adobe existentes en los paramentos de
Chan Chan representan el universo de significación vinculado al mar por parte de esta
sociedad, asociando economía y cosmovisión en estas narraciones visuales.
La oralidad y su importancia en la transmisión de técnicas y valores 53
en conchas del pacífico, plumas de aves tropicales, cerámicas intrusivas y otros bienes (400 a.C - 300 d.C),
San Pedro de Atacama,
culturales reflejan el alto grado de movilidad articulado por estas poblaciones y su impor- Chile (Foto: Fernando
tante rol de intermediadores entre las culturas del Área Centro-Sur Andina. Maldonado Roi).
En este sentido, sin lugar a dudas, este sitio, debió haberse constituido durante el
inicio de la era cristiana en un importante puerto de tráfico e intercambio de bienes que
a través del caravaneo de llamas permitía integrar un amplio territorio, hoy enclavado en
medio de los parajes más hostiles de este lado del planeta: Desierto y Puna de Atacama.
Sin embargo, uno de los procesos sociales mejor documentados en este sitio guar-
da relación con la consolidación de un nuevo modo de vida más productor que depre-
dador de los recursos naturales del entorno. Esto se complementaba con la arraigada
tradición de pastoreo que durante milenios acompañó a los atacameños, con innova-
doras experiencias agrícolas. Las aguas del río San Pedro, en esa época desaguaban
naturalmente en las inmediaciones del sitio, facilitando el desarrollo del sedentarismo
(Cárdenas, 2009). Tulor sintetiza experiencia y conocimiento de las “cualidades térmi-
cas, plásticas y estéticas del barro” (Adán y Urbina, 2007).
La oralidad y su importancia en la transmisión de técnicas y valores 55
2
Girault (1988: 431-437) entre otros autores, ofrece una valiosa síntesis sobre los rituales durante la cons-
trucción de una casa en la región andina y su significación.
3
El vocablo quechua ichu, es un término genérico para nombrar a las pajas de altura. Sin embargo, la
población andina distingue cada una de las especies con su nombre propio y su uso. Por ejemplo, los
habitantes de Toconce (tierras altas del norte de Chile, Región de Antofagasta) coinciden al considerar la
paja iro (Festuca chrysophylla) como la más apropiada para techar, debido a que es la única especie que
posee las propiedades de impermeabilización y duración requeridas (Aldunate, 1981:210).
La oralidad y su importancia en la transmisión de técnicas y valores 57
que protege contra todo mal. Dos flores de lana, adornan el interior del techo,
una a la altura de la puerta y otra al lado opuesto, lo que se debe a que la casa
es considerada como persona. La “señora casa” recibe sahumerios, “libacio-
nes” y otras ofrendas para expresar el respeto y cariño de los habitantes hacia
ella. La casa abriga, cría, da origen a la vida y es como una madre, es parte de
la Madre tierra y la matriz de la nueva vida. El principal material de construc-
ción es tierra, es decir, parte de la Pachamama. (Van Kessel, 1996: 58)
Una vez que esta etapa ha concluido, viene la ceremonia del techado, tarea colecti-
va que congrega no sólo a los familiares y la “parentela”, sino también a gran parte de
los habitantes de la localidad (Castro y Martínez, 1997: 93).
En Caspana (pueblo alto andino de la región de Antofagasta, en Chile), durante los
meses de septiembre a marzo, se realizan los rituales de techado. Ello se debe a que es
la mejor época para recolectar las pajas adecuadas, cortadera (Cortaderia atacamen-
sis) y paja brava o ichu, (Festuca chrysophilla), que son más abundantes y tiernas y, por
otro lado, porque el barro empleado como adhesivo, en invierno es muy helado, lo que
dificulta su manipulación. Mientras las mujeres cocinan o “chancan” la paja brava, gol-
peando la raíz con una piedra para limpiarla, los hombres forman montones con la paja,
los untan con barro y se los entregan a quienes están sobre los tijerales del techo a dos
58 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
4
Vocablo aymara para designar al especialista indígena que sabe las costumbres y las palabras para las
ceremonias de sacralización.
5
Comida tradicional usada en las ceremonias. Consiste en caldo con maíz, habas, carne de llama, papas
y quínoa.
La oralidad y su importancia en la transmisión de técnicas y valores 59
6
Confeccionados en el pueblo de Pucara.
7
Apu es uno de los nombres que se le da a los cerros tutelares que son sagrados. Más al sur reciben el
nombre de Mallku y en regiones del norte andino el nombre de Wamani.
8
Para otras regiones del Perú en relación a las ceremonias actuales de la construcción de la casa (Morote,
1988: 309-321).
60 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
9
Publicado en 1992 por Denise Arnold, arquitecta y antropóloga, Juan de Dios Yapita, lingüista y originario
de Qalamaya y Don Domingo Jiménez de Aymaya.
10
Las ch’allas son esenciales para todo tipo de ritual en Andinoamérica. Se trata fundamentalmente de una
libación que implica verter (o rociar con la punta de los dedos), una porción de líquido sobre o hacia un
altar sagrado u otra deidad que se convierte en el canal a través del cual las posteriores ch’allas alcan-
zan a seres más distantes. Esta acción se conforma además con la emisión de palabras que se dedican
explícitamente a una deidad específica. Una bebida se convierte así en un tipo de ofrenda, entre muchas
otras (Abercrombie, 1993:139; Monast ,1972: 158).
11
Según Arnold (1992: 35-36), existen muchas similitudes entre el simbolismo de la casa aymara y el de la
casa quiché en la región Maya (1992: 34). Los mayas actualmente viven en casas muy parecidas a las de
sus ancestros, con paredes construidas de caña, barro y techos de paja. Es el legado de una tradición que
no ha sido superada por la manifiesta y agravada situación social de los grupos indígenas en buena parte
de América Central.
La oralidad y su importancia en la transmisión de técnicas y valores 61
12
En otros lugares de la puna, cuando la casa está concluida se trae y degüella una llama negra dentro de
la casa; su sangre se recibe en un recipiente y se reparte a todas las personas invitadas en una porción,
para asperjar en todas las habitaciones y paredes (Aranguren, 1975:123).
13
El concepto de koa, koya, koba o wirakoa en los Andes, integra varios arbustos resinosos y aromáticos de
las familias Compuestas y Solanáceas cuyo humo es ofrendado a las divinidades durante las ceremonias
tradicionales (Villagrán, 2004: 108).
14
Santa hoja o tabaquito verde son conceptos que aluden también a la hoja de coca, vegetal infaltable en
las ceremonias andinas (Villagrán, 2004:103-106).
62 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
tepe, la cubierta es de paja sostenida sobre arcos de thola;15 cuenta con una
puerta pequeña hacia el este y no lleva ventanas.
Todas las actividades desde la construcción de una vivienda, el cambio de esta-
ción, la siembra, etc. son acompañadas por una serie de rituales específicos.
Las viviendas son construidas por sus propios dueños y la ayuda de algunos
vecinos. Este tipo de construcción es una tradición que pasa de generación en
generación por lo que la habilidad de los chipayas es ampliamente reconocida
en los pueblos vecinos.
El arquitecto Jorge de la Zerda en su libro Los Chipayas: modeladores del
espacio describe muy claramente la construcción y la elección de materiales
para estas viviendas:
“En el caso de los tepes, se elige primeramente un buen pasto de raíces grue-
sas y maduras, con el fin de garantizar la durabilidad. Luego se traza una
doble curva en el pasto, con azadón. Los cortes en sentido transversal dan la
forma precisa a los tepes, mediante certeros y limpios golpes de azadón. Segui-
damente se procede a la extracción, traslado y apilado de los tepes, hasta que
se considere que están lo suficientemente secos para la construcción (unos diez
días)” (Zerda, 1993).
[Entonces se puede proceder a la construcción, previa realización de la ch’alla.]
Como paso siguiente se realiza el replanteo de la construcción en el lugar que
fue elegido por los futuros habitantes. “El tamaño de la habitación se calcula
por ‘brazadas’ sobre una cuerda (hay viviendas de más de 4m. de diámetro),
y se procede a marcar sobre el terreno; se determina el punto central, y se va
trazando el círculo con la cuerda tensa (a manera de compás), con lo que se
dimensiona la futura morada (...) Habiendo nivelado el terreno se procede a
levantar los muros de tepes que se depositan directamente sobre el suelo uno a
continuación del otro (...) Son colocados con las raíces hacia arriba y el pasto
abajo (...) Guiándose por el círculo trazado previamente, se levanta, fila por
fila la pared curvilínea, cual arandela o anillo que se va estrechando, mediante
la técnica de la bóveda ‘por avance’, hasta una altura de 2.20 m. aproximada-
mente, donde ya se percibe la forma parabólica, característica de la vivienda
chipaya” (Zerda, 1993). Cabe recalcar que no utilizan ningún tipo de ligante
entre los bloques, las juntas se realizan en seco.
Fig. 8. Vivienda
Chipaya, Bolivia.
15
Thola, etnocategoría para designar genéricamente a los arbustos (Villagrán, 2004:52).
La oralidad y su importancia en la transmisión de técnicas y valores 63
“La última fila, es de un bloque más ancho (de unos 45 centímetros) y funciona
como una especie de pequeño alero” (Zerda, 1993). Durante el proceso de
levantamiento de los muros se deja un espacio trapezoidal destinado para la
puerta, “el dintel será hecho de bolillos de madera rolliza, o se usa lo que se
pueda encontrar y cumpla su función” (Zerda, 1993).
La vivienda urbana o wallichi Koya [el segundo tipo de vivienda], tiene una
cubierta de paja en forma de cúpula, la cual está sostenida por una estructura,
formada por arcos o nervios de thola. Estos se forman uniendo fuertemente las
ramas de thola con cuerdas de paja brava, trenzadas previamente. Luego se
fijan por sus extremos, en los orificios del muro hechos con anterioridad y se
amarran solidariamente unos con otros (en los cruces), conformando de esta
manera el esqueleto portante.
Luego se cubre éste, con una ‘lámina’ de arcilla y paja, llamada en aymara tac-
ta y en lengua chipaya wara, que es fabricada en el suelo anteriormente. Esta
lámina es de forma circular y para facilitar el traslado hasta el techo, se corta
en partes de forma trapezoidal. Encima de la wara se coloca paja brava, como
protección contra el agua de lluvia. A su vez la paja se sujeta por encima con
una chipa o red trenzada con el mismo material; paja brava, como precaución
contra los fuertes vientos. En la actualidad esta malla se ha simplificado, redu-
ciéndose a una cuerda que es colocada en el lado oeste de la cúpula, ya que los
vientos que vienen de la costa del Pacífico son los más fuertes” (Zerda, 1993).
Para evitar que la lluvia o el viento penetren por las juntas que quedaron entre
los bloques, se procede a revocar los muros con arcilla, tarea que se realiza
totalmente a mano sin la ayuda de ninguna herramienta.
La puerta de acceso a la vivienda es de madera de cactus, que se trae de lejos.
El vano de la puerta se encuentra a unos 40 centímetros del nivel del suelo para
evitar el ingreso del agua en caso de inundaciones. La altura total del vano es
de 1,20 metros como máximo, de modo que es preciso agacharse para ingresar
en la vivienda, la puerta es pequeña para evitar el ingreso del frío y provocar
el enfriamiento de la vivienda en su interior. La conclusión de una vivienda se
festeja con otra ch’alla para agradecer a los mallkus por la nueva vivienda y
reconocer a los compañeros por su cooperación.
La vivienda chipaya posee la estabilidad y firmeza necesaria para su fin y para
el territorio donde se encuentra. Toda la estructura es portante, capaz de sos-
tener su propio peso y las inclemencias del viento y la lluvia, únicos factores de
destrucción. Para prevenir las inundaciones que traen las lluvias, los chipayas
construyen sus casas sobre una plataforma de 30 centímetros de altura y el
vano de la puerta se encuentra a unos 40 centímetros del suelo; igualmente,
trabajan en el encauzamiento del río, con obras de drenaje y la construcción de
una gran muralla de tepes para evitar que el agua penetre en el poblado.
“Todo este conjunto de materiales, procedimientos, instrumentos, capacidad
y fuerza humanas, constituyen una técnica verdaderamente original e imagi-
nativa” (Zerda, 1993: 83). Podemos decir que los habitantes de Chipaya, con
un poco de ingenio y habilidad (voluntad creativa) lograron construir sus vi-
64 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
viendas con lo que la naturaleza les proporcionó, teniendo como resultado una
solución acertada.
La construcción de toda vivienda debe comenzar por la Ch’alla. Los futuros
habitantes de la vivienda, sus familiares y los ayudantes realizan una ceremo-
nia acompañada de alcohol, cigarro y coca. Antes de emprender la edificación
se comparte un momento de reflexión donde se pide que el trabajo se realice sin
ningún percance. Posteriormente, el estreno de la vivienda también es motivo
de una pequeña fiesta en señal de agradecimiento a los mallkus y a los compa-
ñeros que ayudaron en la construcción. Estos ritos son muy importantes para
los chipayas porque les brindan seguridad y sobre todo protección en su nueva
vivienda. (Hennings, 2004)
Por otra parte, resulta innegable que en la mayoría de las actuales poblaciones de
base indígena, este conjunto de conocimientos va perdiéndose de forma acelerada. Sea
por la dominancia de las formas de educación oficiales, sea por las exigencias del proce-
so de “cristianización” o, inclusive, por los derroteros de la modernización agraria y cam-
pesina, los perfiles de las culturas tradicionales se encuentran profundamente alterados.
Una de las constataciones más importantes para los propósitos de esta reflexión
es la persistencia de la división entre culturas escritas y orales. Independientemente
del hecho de que se encuentren disponibles registros de las lenguas indias, es preciso
señalar que la gran mayoría de sus poblaciones no utilizan la escritura como recurso
comunicacional.
Desde este punto de vista, nos encontramos entonces frente a culturas que, por
tradición, se mantienen dentro de los límites de la “oralidad”. Aunque en los hechos
se han conducido esfuerzos importantes para “alfabetizar” a las poblaciones indias, a
lo largo de los últimos diez o quince años, la gran mayoría de estos grupos de filiación
lingüística indoamericana, permanece inmersa dentro de los límites de la comunica-
ción oral. Este fenómeno no se refiere únicamente al hecho de que estas poblaciones
mantienen registros comunicacionales en los que las formas “orales” son las dominan-
tes sino también a la vigencia de algunos comportamientos societales vinculados al
recurso de la “oralidad”.
Entre las sociedades indias, los límites de la comunicación social encuentran su
límite en los espacios de identidad étnica. Su lengua sirve para fines de comunicación
intraétnica; las formas de comunicación interétnica recurren a la lengua de identidad
de la “nación” o a las “linguas francas”, vigentes en amplios espacios geográficos.
El carácter sagrado del orden de lo natural constituye un punto de partida notable
para comprender los contextos cósmicos dentro de los cuales se construye el universo
del lenguaje simbólico como expresión del saber. De todas maneras, para el conjunto
de los pueblos americanos, el orden de lo natural adquiere un sentido sagrado que en
lo cotidiano se manifiesta en los atributos religiosos de las actividades humanas apli-
cadas a diferentes esferas de la realidad. Tan sagrado es el acto de roturar y sembrar
del hombre andino como el acto de la cacería o la pesca medidos por los respectivos
rituales para los hombres de culturas costeras o selváticas (Trujillo, 1995).
La sola constatación de que para estas formas de concebir el mundo no existe una
separación entre el mundo natural y cultural debiera bastar para abrir nuestra sensibi-
lidad a observar, aprender y respetar.
Los retos para la arquitectura de
tierra y el camino hacia el futuro
Juan Manuel Chávez Chávez
Casi tan antigua es la construcción a base de tierra como la necesidad del hombre
de protegerse de la intemperie y, muy probablemente, la primera forma racional de
construcción.
Se estima que a nivel mundial más de la mitad de la humanidad vive en arquitec-
tura de tierra, pero aun así, no es un panorama positivo a menos que se actúe con
prontitud para la preservación de este sistema constructivo, tomando en cuenta que
hace apenas aproximadamente 250 años1 la humanidad vivía en casas de tierra o de
otros materiales que la misma naturaleza le brindaba, sin necesidad de un proceso
industrial determinado.
En el presente documento se enlista una serie de problemas y soluciones con vi-
sión de futuro, para lograr la continuidad de la arquitectura de tierra en Latinoamérica
y el mundo, tomando como enfoque los cuatro principios del desarrollo sostenible:
economía, sociedad, medio ambiente y gobernabilidad, a fin de dar pauta a la discu-
sión de los temas, con miras a llegar a un planteamiento que nos garantice la subsis-
tencia de esta práctica.
1
La invención del hormigón armado se suele atribuir al constructor William Wilkinson, quien solicitó en
1854 la patente de un sistema que incluía armaduras de hierro para la mejora de la construcción de
viviendas, almacenes y otros edificios resistentes al fuego.
68 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
ciedad, en modificar sus hábitos en la construcción (donde le sea posible) así como la
forma de hacerse de una vivienda digna, según sea el caso.
No se pretende enlistar ni promover los beneficios que trae consigo la construcción
de arquitectura de tierra sino intenta plantear algunos problemas como la pérdida de
la tradición que le aqueja y las posibles soluciones que se le pueden dar a la misma,
partiendo de la perspectiva de los factores del desarrollo sostenible.
Estos beneficios de la arquitectura de tierra ya están en la conciencia de la mayoría
de las personas que en cierta forma tienen que ver con la construcción, aunque sólo
sea valorada por aquellas que realmente la conocen a fondo.
Maestros artesanos de diferentes puntos del estado de Chihuahua, al norte de
México, que fueron entrevistados2 coinciden en que los principales beneficios de la
arquitectura de tierra son: primero, lo económico de su construcción y, segundo, los
beneficios ambientales que conlleva desde su fabricación hasta su ocupación.
Indudablemente los materiales para la edificación con tierra son los más baratos
que existen para construir (si no es que no tiene costo alguno), así como lo necesario
para lograr la sensación de confort en sus habitantes. Al construir con tierra no sólo se
está ahorrando en recursos monetarios sino también en los naturales.
Haciendo el cálculo comparativo entre los tres principales materiales para cons-
trucción de vivienda en México y Latinoamérica, se puede detectar que la edificación
con adobe es aproximadamente un 27% más barata que con block de cemento y hasta
un 35% más económica que con ladrillo. Estos datos toman en cuenta la compra de
adobes, ya que si estos son fabricados por el propio constructor la diferencia de precio
alcanzaría hasta el 80%.
Además, la construcción con adobe duplica o triplica el espesor de los muros cons-
truidos con block o ladrillo, lo que genera importantes ahorros de energía para mante-
ner sus espacios con la temperatura de confort de quienes los habitan.
Desafortunadamente la problemática económica de la arquitectura de tierra va más
allá de la conceptualización del ahorro en su edificación. El problema más fuerte es su des-
valorización en el mercado inmobiliario y por ende, en el valor patrimonial de las familias.
Equivocadamente en México y en la mayoría de los países Latinoamericanos un
inmueble de adobe es considerado sin valor comercial y, aunque esto esté cambiando
y los bancos comienzan a autorizar créditos en la adquisición de viviendas de adobe,
las personas prefieren construir su casa con ladrillo o block de cemento para así poder
poseer un inmueble con “valor”. En este sentido los gobiernos deben actualizar sus
parámetros de valores catastrales y así impulsar a las instituciones bancarias a realizar
más préstamos ya sea para la construcción o para la adquisición de viviendas fabrica-
das a base de tierra.
Pero, el mayor problema de la desvalorización de esta arquitectura no es de tipo
económico sino social. Los propios maestros artesanos dedicados a la fabricación de
adobes o a su edificación, y que residen en ciudades o poblaciones grandes, habitan en
casas hechas de materiales industriales como lo es el ladrillo o el block, lo que demues-
2
Entrevistas realizadas a maestros artesanos con más de 20 años de dedicarse a la fabricación de adobes
o construcción con tierra, como parte de los trabajos del encuentro “Artesanos de arquitectura de tierra
en América Latina y el Caribe: La técnica, la tradición oral y formas de transmisión del oficio”, 2009.
70 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
tra que aún cuando estén convencidos de los beneficios del adobe, el propio “sistema”
los encamina hacia la vivienda convencional.
Asimismo, la arquitectura de tierra es desvalorizada por los sectores de la población
con mayor poder adquisitivo, tachándola como arquitectura para “pobres” o insalubre,
lo que demuestra su ignorancia hacia tan noble material.
Fig. 2. Destrucciones en
la ciudad de Chihuahua.
Otro factor de suma importancia y tal vez el menos explorado en relación a la cons-
trucción, es el ambiental. Hablar de construcción, en especial de tipo habitacional, es
hablar de necesidades, de mercado inmobiliario, de créditos bancarios, de comunida-
des, de preferencias sociales, etc. Mientras que con respecto al tema ambiental nos
limitamos a hablar de planeación urbana, ordenamiento territorial, áreas verdes para
donación, entre otras cosas, se deja de lado la importancia que tiene la cantidad de
energía utilizada y de contaminación que genera la fabricación de materiales de cons-
trucción, en especial, de aquellos que vinieron a sustituir la arquitectura de tierra.
Hoy en día la fabricación de ladrillos, tejas y otros productos de arcilla cocidos
se ha convertido en un problema ecológico en muchas ciudades de la Repú-
blica Mexicana debido al tipo de combustibles que se utilizan para la cocción
de esos productos: leña, llantas, madera, acumuladores, plásticos o textiles,
entre otros, que al ser incinerados, emiten una gran cantidad de gases a la
atmósfera, como monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, bióxido de azufre
y partículas sólidas. (Gómez, 2007)
La fabricación de ladrillos, blocks, cemento, yeso, varilla, acero, aluminio, espuma
de poliuretano, acabados y pinturas, conlleva un elevado consumo de energéticos no
renovables, como los derivados del petróleo o minerales que para su obtención crean
un perjuicio irreparable en el medio ambiente y su contexto inmediato.
Si bien todos estos materiales tienen ventajas tales como la facilidad de adquisición
en el mercado, así como durabilidad y facilidad de manejo para diseños caprichosos
o de gran escala, además de ser más costosos de inicio, se convierten en factores de
mayor gasto energético y económico, en comparación de una construcción en tierra.
Es por ello que urge continuar con el estudio e industrialización de los materiales ne-
cesarios para la arquitectura de tierra, para así poder competir con estos otros materiales.
Existen muy buenos ejemplos de esta industrialización en algunos países como Colom-
bia,3 Chile, Alemania, Nueva Zelandia y Australia por mencionar algunos de los cuales se
pueden retomar las ideas o promover las técnicas innovadoras ya establecidas.
La tecnología del barro parece haber entrado (…) en una nueva fase de refres-
cado y revisión no sólo de su manejo y tecnología constructiva sino también
en su capacidad para expresar la forma arquitectónica y en su valorización
colectiva como elemento de prestigio dentro de la vida urbana en la que ha
comenzado a participar con renovados bríos. (ICVA, 1999)
Propuestas económicas, sociales y ambientales muy difícilmente pueden repercutir
por sí solas; para que una dinámica de trascendencia se dé con relación a garantizar la
subsistencia de las técnicas y prácticas de la arquitectura de tierra, es necesario incluir-
la en el devenir diario de diversos ámbitos de la sociedad en especial de los tomadores
de decisión. A empresarios, gobernantes o políticos, les corresponde una parte de la
búsqueda de soluciones. Los empresarios inmobiliarios pueden promover el uso de
la tierra como material constructivo donde les sea posible. Los diferentes niveles de
3
Desde hace al menos cuarenta años se utiliza en Colombia la tecnología de bloques de tierra comprimida
(BTC) conocida como CINVA-RAM en la construcción de edificaciones de bajo costo de uso popular. Este
conocimiento tecnológico ha sido largamente divulgado por institutos de investigación a través de diver-
sos tipos de publicaciones como los desarrollados por los proyectos PROTERRA y Habiterra apoyados por
el Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (CYTED).
72 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
obra, las características de los materiales locales, su forma de empleo y las patologías
más frecuentes. Todo ello debe ser respetado y estudiado para entender las necesida-
des constructivas y ambientales que satisfacen, analizar su posibilidad actual y decidir
las variantes obligadas, siempre apegadas a la esencia tradicional.
La mano de obra
En el caso estudiado se presentaba el problema de escasez de mano de obra, no ajeno
al de otros muchos sitios, sobre todo cuando se trata de acometer un plan masivo que
requiere no sólo de calidad de la mano de obra, sino además de cantidad. Se necesita de
operarios imbuidos y duchos en las tradiciones constructivas locales, lo cual en la mayoría
de los casos es deficitario. El rescate de esos pocos exponentes de la tradición constructi-
va es tarea obligada, para ello se requiere revalorizar socialmente su papel, brindarles las
posibilidades de ejercer dignamente sus habilidades y promover planes de capacitación
donde puedan formar el relevo que reciba esa sabiduría acumulada. Siempre ha existido
la formación de artesanos y operarios mediante la acción del maestro del oficio sobre un
grupo de aprendices. De hecho, en los oficios vinculados a la construcción se mantiene,
pero solamente con el enfoque de técnicas y materiales contemporáneos. En este caso
se trata de imbuir a esos aprendices del respeto al pasado, apreciar y descifrar los valores
de las tradiciones constructivas. Todas éstas son tareas de ejecución permanente y a lar-
go plazo, las cuales se iniciaron en el caso presentado en una forma orientada y tutelada,
pero deben ser continuadas en el futuro de modo espontáneo, fluido, sin necesidad de la
tutela de instituciones: sencillamente, como siempre fue.
tomar las fuertes retracciones que se producirán en ese barro tan rico en arcilla
cuando pierda por evaporación la humedad en exceso.
Cualquier fibra alternativa que sea necesaria introdu-
cir en el futuro deberá cumplir con los requisitos de des-
menuzarse y obtener una distribución homogénea, fina y
extensa en la masa de barro.
Existe la práctica tradicional para los revoques emplea-
dos en el recubrimiento de los muros y la parte interior de
los techos –llamado localmente “pañote”–, y que consiste
en añadir estiércol de equinos –“cagajón”–, previamente
secado y desmenuzado, a la masa básica y descrita ante-
riormente. La razón de esta práctica es que el excremento
de estas especies animales tiene gran cantidad de fibra
muy fina, producto de la digestión parcial de la hierba con
la que se alimentan.
Es en los revoques donde se dan retracciones más
acentuadas y se requiere para contrarrestarlo de mayor
contenido de fibra fina, para lo cual no basta la hierba ma-
cerada descrita anteriormente. Es obvio que este material
actualmente es muy deficitario por la reducción de los
rebaños de burros, tan abundantes en la región en otras
épocas, se trata entonces de un material local que dejó
de serlo. La necesidad técnica de reducir las retracciones
en los revoques aún existe. Sería un grave error anularla
mediante el empleo de morteros de otros materiales dife-
Fig. 3. Proceso de trabajo
del barro. rentes al barro, los cuales han traído incompatibilidades y malos resultados en breve
plazo, tal como ya ha ocurrido en el conjunto de Coro y La Vela, así como en otros mu-
chos lugares donde se construye con tipologías de tierra. Nuevamente se presenta la
problemática de buscar y obtener un material alternativo, que cumpla los requisitos
de aportar microfibras a la masa de barro.
Para el cubrimiento de la estructura de techo, sobre el cual se coloca el acabado
de cubierta se ha utilizado con mayor frecuencia la madera de cardón. Se trata de una
cactácea de abundancia local, la cual lleva un proceso de extracción un tanto difícil y
posteriormente, de limpieza y secado. Si bien todavía hay una relativa abundancia de
esta especie, se ha reducido notablemente su presencia en la zona cercana; a su vez,
por resultar poco redituable su extracción y procesamiento, hay poca disponibilidad
de la misma. Ello ha llevado a muchos propietarios de viviendas a tomar soluciones
alternativas en los techos con materiales contemporáneos mucho más pesados, con
resultados poco favorables aun en el corto plazo.
La madera es el material más deficitario de los empleados en las tecnologías de
tierra. Durante el proceso de construcción de estos conjuntos era un material abun-
dante y obtenido en lugares cercanos, local en suma; la zona montañosa al sur de
Coro brindaba variadas especies maderables que permitían levantar estas edificacio-
nes a costos razonables. Son múltiples los empleos de la madera en el conjunto de
82 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
nantes a los cauces han motivado que esas corrientes vean mermado sensiblemente
su caudal a la par de graves daños a la pureza de las aguas. Las arenas se ven afec-
tadas por esa situación pues se reducen sus volúmenes, se contaminan y alteran su
granulometría y características constructivas. Se comienza a recurrir a otras arenas,
naturales o artificiales, de las cuales no hay experiencias previas y se producen alte-
raciones en los resultados de las prácticas constructivas tradicionales. Nuevamente
la incidencia de alteraciones en el medio natural se refleja directamente en resulta-
dos constructivos y la modificación de tradiciones.
La cal, al igual que los materiales cerámicos, tradicionalmente han sido produci-
dos localmente; las materias primas, piedra caliza y arcilla, respectivamente, se en-
cuentran en cualquier localidad. La presencia de caleras y tejares artesanales era algo
muy común. Estos talleres utilizaban generalmente hornos de leña y tenían una pro-
ducción estable y unas cualidades, mejores o peores, pero conocidas. Esta constante
se repetía en el conjunto de Coro y La Vela, donde existe la mencionada abundancia
de arcillas, y también yacimientos de una roca caliza, conocida localmente como
“piedra azul”, de buenas condiciones para la fabricación de cal. Esos talleres artesa-
nales, tradicionales y de productos conocidos, han desaparecido casi en su totalidad
principalmente a consecuencia de la escasez y precio de la leña, que no les permite
competir con los productos similares de procedencia industrial, a pesar de ser traí-
dos desde lugares distantes. El resultado actual es el empleo de tejas y losas de tipo
industrial con dimensiones y formas diferentes a las tradicionales y precios altos. Aún
existe una oferta reducida de productos artesanales, pero también tienen elevados
precios por causa del combustible de leña.
Con la cal ocurre otro tanto, se está utilizando cal en polvo de procedencia in-
dustrial, de la cual no hay garantía de estabilidad de cualidades, a la vez que toda la
rica tradición de control en el proceso de apagado y maduración de las cales se va
perdiendo o alterando, en desmedro de la calidad de los resultados constructivos. Ello
conduce a que muchos propietarios de viviendas, en reparaciones o ampliaciones,
utilicen cemento portland porque cuesta menos que la cal, sin conocer los graves
problemas que presentarán sus inmuebles en el futuro. A su vez, las pinturas tradi-
cionales de cal, que son las compatibles y adecuadas a las superficies de los muros
de tierra, son sustituidas por pinturas industriales sintéticas que tienen una acción
sellante sobre las superficies, alterando todo el funcionamiento climático de las tec-
nologías de tierra.
Una solución a mediano plazo a esta problemática puede ser la promoción gu-
bernamental a la creación de nuevos talleres artesanales, aprovechando la presencia
actual en la zona de un nuevo servicio de suministro de gas industrial que daría la
energía a los hornos en sustitución de la leña, de modo que se retome la producción
local de cal y productos cerámicos con cualidades estables y conocidas, a precios
competitivos con los similares industriales.
84 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
tivas tradicionales, y las de tierra no son la excepción. Por tratarse de tecnologías ade-
cuadas ejecutadas con materiales locales, la mano de obra y los materiales han estado
siempre disponibles y a bajos costos, de modo que tradicionalmente se han mantenido
las edificaciones en óptimas condiciones sin que esto implicara gastos excesivos.
Los muros de tierra son muy eficientes pero débiles ante cualquier alteración de al-
guno de sus sistemas de protección, tales como las cubiertas y aleros, los revestimien-
tos, los sobrecimientos y cualquier otro medio que los proteja, principalmente ante la
humedad; desprendimientos del revoque, infiltraciones desde la cubierta, insuficiencia
o daño en los aleros, drenaje deficitario, salpicado frecuente de agua en la parte inferior
y tantas otras formas que propician el deterioro, pueden ser controladas, y siempre lo
fueron, sin mayores complicaciones, con una acción oportuna. Esto se conoce y ha
formado parte de una tradición, en la cual han estado imbuidas las comunidades de los
conjuntos construidos con tipologías tradicionales.
Hay una tradición muy extendida en las sociedades vinculadas a las tecnologías
constructivas de la tierra u otras similares, de realizar las labores de conservación de
modo rutinario, sin gran trascendencia, como algo natural, necesario y que cuesta poco,
casi siempre asociado cíclicamente a la preparación ante festividades tales como la
navidad o las fiestas patronales. Eran periodos donde se hacía limpieza general, se
pintaban muros y carpintería pero, previamente, se hacían las pequeñas reparaciones
de puertas y ventanas y los desconchados en los revoques. Igualmente, siempre en
estos lugares habían unos personajes bien conocidos que hacían las correcciones en
los techos, eran personas que sabían caminar sobre los tejados sin romper las tejas y
sustituían las piezas partidas o acomodaban las que estaban fuera de sitio, de modo tal
que se corregían a tiempo las goteras y cualquier otro desperfecto, antes que dieran
inicio a los procesos de deterioro propios de estas tipologías.
Una gran parte de estas tradiciones se han perdido o alterado, en gran medida a
consecuencia de la influencia de conceptos manejados en las tipologías constructivas
contemporáneas, para las que –de modo real o ficticio– se considera que se requiere
poco o ningún mantenimiento. Se piensa que son tareas costosas, que las edificaciones
pueden esperar sin problemas por las reparaciones hasta que se puedan hacer, y otras
creencias del mismo tipo, totalmente ajenas a aquellas marcadas por la tradición.
Esto se ha venido presentando en el caso de Coro y La Vela donde la iniciativa de re-
parar oportunamente y del modo adecuado, ha tenido que venir de acciones oficiales y
no de los propietarios. A su vez, han tenido que introducirse en las obras elementos de
prevención que encarecen y alteran algunas prácticas tradicionales, como sucede con
la colocación de manto asfáltico bajo las tejas a fin de evitar las goteras que surgirán,
cuando inevitablemente se dañen o corran algunas tejas y no sean reparadas a tiempo
por parte de los propietarios.
que los principios tecnológicos son los mismos y, sobre todo, los conceptos que las
sustentan no varían. Debe entenderse, y así se ha señalado, que cuando hablamos de
plan de acción hay que considerar la masividad de la tarea, lo cual implica cuantía de
los recursos económicos, pero aun así, muchas veces no basta con tener los montos
suficientes porque las materias primas están agotadas o en proceso de serlo. Se insiste
que cuando realizamos acciones de tipo puntual siempre es posible acometerlas, a ma-
yor o menor costo, pero si se dispone de un presupuesto adecuado podremos realizar
la intervención con todo rigor y ortodoxia. En el caso de intervención masiva, sin dejar a
un lado el rigor en cuanto a la búsqueda de buenos resultados, los problemas son otros
y los recursos económicos son sólo una parte del mismo.
Se establece a continuación, a modo de resumen, una generalización de los as-
pectos concretos que se han señalado y se consideran válidos en otros planes de
acción sobre sitios de Patrimonio Mundial con arquitectura de tierra en América La-
tina y el Caribe, en particular, o sobre otros muchos conjuntos menos conocidos,
pero no menos importantes, que están absurdamente perdiendo su razón de ser, la
sostenibilidad.
• La vigencia de los conceptos. La tierra sigue siendo el material de construcción más
económico y abundante. Se consideran válidos actualmente los conceptos de mate-
rial local y técnica apropiada, sólo que deben ser reconsiderados algunos materiales
locales que han dejado o están camino de serlo y la incidencia que esto tiene sobre
las técnicas apropiadas.
• La validez de las tradiciones. Es necesario mantener vivas todas las expresiones de
cultura popular vinculadas a los procesos constructivos tradicionales; investigarlas y
documentarlas a fin de encontrar su vínculo con necesidades técnicas muy concre-
tas de cada sitio.
• Las debilidades constructivas de la tierra. No es bueno considerar sólo las bondades
y ventajas de la tierra como material de construcción. Existen también debilidades e
incompatibilidades con otros materiales que es necesario conocer y respetar.
• El uso constructivo con otros materiales. En todo plan o programa de acción es
necesario tener presente que las tipologías constructivas de la tierra requieren de
otros materiales, principalmente de origen vegetal, sin los cuales no es posible el
uso apropiado de la tierra. Se debe contemplar la recuperación sostenible de fuentes
de obtención de esos materiales y/o el uso de materiales alternativos totalmente
compatibles, que actúen bajo similares principios técnicos. Todo plan de acción debe
contemplar en sus alcances las medidas de corrección ambiental.
• Los planes masivos de intervención. El enfoque de programas para intervención en
edificaciones aisladas es diferente al que debe seguirse en planes sobre conjuntos.
El problema no es sólo de mayores recursos económicos, sino también de otros
muchos recursos imposibles de obtener.
• La mano de obra. Las necesidades cualitativas y cuantitativas de mano de obra obli-
gan a establecer planes de formación tutelados inicialmente. Deben crearse condi-
ciones para que el proceso se produzca posteriormente del modo tradicional.
• Los materiales locales. En aquellos casos en que aún es posible, se deben crear
condiciones para reactivar la producción de los materiales deficitarios que se utilizan
Las tradiciones de la arquitectura de tierra en un mundo cambiante 87
Paquimé fue inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1998, su ins-
cripción reforzó sustancialmente la necesidad de proteger y preservar los vestigios
de un pueblo de las culturas del desierto que floreció en el noroeste del Estado de
Chihuahua; en estos pueblos las casas se construyeron con tierra batida y vaciada en
cimbras de madera para hacer los muros de casas de hasta cuatro pisos de altura. A
esta técnica se le llama encofrado, técnica con la que construyeron en el sitio, alrededor
del año 1250 de nuestra era Las Casas Grandes que en el siglo XVI se darían a conocer
con el nombre de Paquimé. El lugar que se describió como “una gran ciudad, con casas
como palacios de columnas con acequias y patios empedrados…” lo que en realidad
fue la morada de los clanes líderes que gobernaron el sistema regional de asentamien-
to que se extiende por más de trescientos kilómetros a través de la montaña, los valles
y desiertos de la parte meridional del nicho eco geográfico conocido como el “Desierto
Chihuahuense”.
La tradición constructiva se remonta hacia el año 900 de nuestra era con la cons-
trucción de pequeñas aldeas de casas semi subterráneas construidas en fosas con
techos de varas y ramas recubiertas con lodo. Paulatinamente estos diseños de casas y
aldeas fueron sustituidos con nuevas villas, más grandes y con casas de cuatro paredes
y techos de vigas que lograban sostener hasta cuatro pisos de altura. Los cuartos más
sencillos tienen sólo cuatro muros, aunque hay cuartos hechos hasta con dieciséis
muros. Los edificios incluyen alcobas, habitaciones, cocina y estufas de por lo menos
ocho estilos diferentes.
En esta época las casas integraron novedosos sistemas constructivos que repre-
sentaron el pico más alto de la tradición edilicia del uso de la tierra como materia prima
básica. Aunque todavía se construyen pueblos con casas de adobe, ninguno en Améri-
ca del Norte ha sido tan magnificente como Paquimé. Hay cuartos que miden hasta se-
senta y cuatro metros cuadrados, con techos sostenidos por pilares y trabes de madera
que sostienen entrepisos de viguería con terrados. Algunos de estos cuartos fueron
usados como bodegas para almacenar granos, pieles, mantas, concha, metates, ollas.
Entre los diseños más destacados y significativos en la arquitectura destacan las
puertas con formas en “T” que se encuentran por todos los cuartos y pasillos inte-
riores de las casas. Se dice que este diseño favorece la ventilación al interior aunque
el diseño tiene un contenido más simbólico que funcional. La circulación dentro de
las casas se llevaba a cabo mediante pasillos contiguos a las habitaciones o a través
de hileras de puertas que comunicaban largas cadenas de cuartos. Se ascendía a
los pisos superiores de la casa a través de escaleras verticales así como mediante
rampas que ascendían de niveles colocadas estratégicamente en los extremos de los
conjuntos.
Un estudio de caso: La zona arqueológica de Paquimé 91
Entre las costumbres funerarias se encuentran aquellas encontradas por los ar-
queólogos que consisten en el enterramiento de sus muertos debajo de los pisos de
estos cuartos. Personajes masculinos, femeninos e infantes, acompañados algunas ve-
ces con objetos personales como prendas de vestir, adornos, instrumentos de trabajo,
artículos del hogar y alimentos. Hoy en día se especula que entre los pueblos del de-
sierto se practicaba el canibalismo. Una de las ofrendas más importantes encontradas
en Paquimé se localizó en uno de los pequeños cuartos del Montículo Central conocido
como el Montículo de las Ofrendas.
La cerámica, uno de los objetos más significativos de esta cultura, ha trascendido
hasta nuestros días convirtiéndose en modelo de inspiración para las comunidades
Fig. 4. Hacia el año 1200 d.C. la
de artistas plásticos y artesanos de la región. Durante la época prehispánica, en Pa-
milenaria tradición alfarera de los
Pueblos alcanzó el clímax de sus quimé, las tradiciones de estilos y formas de las vasijas de cerámica procedían de los
diseños y colores, en Paquimé. pueblos del desierto que vivieron en los hoy estados de Arizona y Nuevo México. Las
vasijas monocromas, negras, cafés y naranjas, con decoraciones en el cuerpo, a ve-
ces empleando una uña para decorarla o también con la ayuda de finos instrumentos
que permitían integrar sencillas líneas o hendiduras en la decoración, proliferaron por
todas partes entre los estados de Arizona, Nuevo México y Chihuahua alrededor del
año 1200.
No fue sino después de este momento que la cerámica de Paquimé floreció abun-
dantemente en formas y diseños: Se modelaron formas de animales del área rivereña,
hombres y mujeres de la localidad y en su decoración se manifiesta un lenguaje simbó-
lico de inigualable belleza y misterio.
Hacia finales del siglo XIX algunos viajeros europeos comenzaron a visitar estas
tierras con fines científicos. Bandelier primero y después Lumholtz, visitaron Paquimé.
El primero tiene una visión regional de los pueblos del desierto, mientras que Lumholtz
92 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
Fig. 6. Reconstrucción
figurativa de Paquimé
dibujado por Bartlett
(1852).
Un estudio de caso: La zona arqueológica de Paquimé 93
La selección de Paquimé como el lugar mencionado por los españoles, rivalizó con
otros sitios de la región que también fueron grandes pueblos, entre ellos Navacoyame
localizado escasamente a treinta kilómetros al sureste. A diferencia de este sitio, además
de las Casas Grandes, Paquimé tiene importantes plazas y edificios públicos o ceremo-
niales, estos últimos difieren de las construcciones de tierra ya que son templos edifi-
cados con núcleos de tierra depositada y amontonada, delimitada por paramentos de
mampostería de piedra. Las plantas arquitectónicas de estos edificios representan seres
de la naturaleza, tanto animales como astros, entre ellos podemos distinguir al juego de
pelota que representa una tradición completamente mesoamericana y de ahí las hipó-
tesis de los arqueólogos en torno a las relaciones entre Paquimé y Mesoamérica. Los
demás edificios son más de carácter totémico: Venus, serpientes, aves, entre otros. Los
clanes de los pueblos seleccionan de la naturaleza a sus deidades a las que les atribuyen
poderes sobrenaturales que emplean para ayudarlos a aprovechar los recursos de la
naturaleza y transformarlos para su beneficio.
Hay también en Paquimé un sistema de torres de comunicación que mantienen un
contacto en línea directa con la ciudad. Este sistema consistía en señales de humo trans-
mitidas a través de los picos de las montañas por todo el horizonte por valles y montañas
del sistema regional. En las Casas Grandes había diversas actividades productivas, una de
ellas es la crianza de guacamayas; la estructura conocida como “La Casa de las Guaca-
mayas” obtiene su nombre de esta actividad. En una de sus plazas interiores se instalaron
Fig. 7. El sistema de acequias
pequeñas jaulas, cajones hechos con paredes de tierra batida y puertas de piedra en for-
que surten de agua a Paquimé
dieron un gran confort al ma de tapón, en las que se mantenía a las aves en condiciones más cálidas. Su plumaje y
asentamiento. sobre todo su carisma tenían una gran demanda en las ceremonias religiosas.
Las plazas se encuentran enmarcadas por los edi-
ficios habitacionales y religiosos, por ejemplo, la plaza
central se encuentra enmarcada hacia el norte por una
“cancha de juego de pelota”, el Montículo de las Ofren-
das y un Conjunto Habitacional. Al Este, la Casa de la
Noria, al Sur, la Casa de los Muertos y al Oeste La Casa
de las Guacamayas.
Por otra parte la Plaza Sur se encuentra enmarcada al
Norte por el Portal de Pilares, acceso principal de la Casa
de Los Pilares, la más grande y magnificente de todas las
casas de Paquimé, al Sur por otro juego de pelota y al Oes-
te por otro conjunto habitacional.
La subsistencia se basaba en la agricultura que había
alcanzado un amplio desarrollo en la tecnología hidráu-
lica, sustentado a su vez en un sistema de retención de
agua y suelo mediante terrazas en arroyos y laderas, así
como la construcción de presas, bordos, acueductos y
canales a lo largo de kilómetros de tierras de aluvión de
los valles del Río Casas Grandes.
La sociedad que vivió en Paquimé se organizó sobre
la base de los trabajadores agrícolas quienes garantiza-
94 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
ban la producción mínima para la subsistencia. La canasta básica contenía maíz, chile,
frijol y calabaza, además se recolectaban frutos de la tierra, se cazaba y pescaba. Otra
de las actividades en Paquimé consistía en comercializar sal con los pueblos del nores-
te en Samalayuca además de controlar las minas de caolín en las montañas y el tráfico
de turquesa. Estos mismos trabajadores contribuían con trabajo en la edificación de las
Casas Grandes.
En la pirámide social el siguiente peldaño pertenecía a los artesanos y comercian-
tes, quienes con sus actividades mantuvieron una intensa actividad comercial con ob-
jetos de adorno personal elaborados con materiales exóticos provenientes de tierras
lejanas, conchas del mar pacífico y turquesa de Nuevo México; el siguiente peldaño
pertenecía a la organización política religiosa, Sacerdotes, Consejeros, Guerreros, los
carismáticos Jugadores de Pelota, Princesas y en la parte más alta de la pirámide social
se encontraba el Señor y la Señora, gobernantes legitimados a través del linaje y clan
correspondiente.
En la actualidad, los vestigios de esa cultura son un valioso patrimonio de la hu-
manidad, reconocido local y mundialmente, inspirador del arte contemporáneo por el
cual trasciende cientos de años después. Su conservación es un compromiso histórico
con nuestros antepasados y con nuestros descendientes; su historia, su abandono, su Fig. 8. Excavaciones
olvido, fueron sus principales factores de destrucción, hoy el clima, el intemperismo, arqueológicas en 1956 descubren
la Casa de las Guacamayas. En
la acción humana, la flora y fauna nociva, las adecuaciones para sus nuevos usos son
la foto se pueden observar los
sus principales factores de deterioro. Ante esta situación y con el objeto de conservar nichos donde las criaban, también
esta zona tan importante, el Instituto Nacional de Antropología e Historia ha realizado hechos de barro.
esfuerzos monumentales para su preservación.
Inicialmente podemos mencionar aquellos documen-
tos básicos que legitiman en gran medida la protección
del bien, por ejemplo la documentación que conformó
el expediente técnico para su declaración como Patri-
monio Cultural de México, luego la documentación del
expediente técnico que se conformó para la inscripción
del bien en la Lista del Patrimonio Mundial y del equipa-
miento que representó la necesidad de hacer visitable
un monumento arqueológico tan frágil en su materiali-
dad. Esto implicó la elaboración de planos descriptivos
del bien, establecimiento de su extensión, protección
física y legal.
El área núcleo, 72 hectáreas del bien, se encuentra físi-
camente protegida y el total de la zona declarada como patrimonio nacional corresponde
a 142 hectáreas, existe un decreto presidencial expedido en el Diario Oficial sobre la
protección de este lugar como un Patrimonio Cultural de México. Por su parte, el Instituto
Nacional de Antropología e Historia vigila desde 1946, las 24 horas del día, los 365 días del
año el sitio, que está equipado con un museo de sitio y todos los servicios.
Inspecciones físicas y trabajo de campo para arqueólogos y restauradores es cosa co-
tidiana, en el afán de conservar los vestigios arqueológicos de los muros de tierra batida
en Paquimé, hemos recurrido a establecer indicadores sobre las causas y efectos de los
Un estudio de caso: La zona arqueológica de Paquimé 95
agentes del deterioro que destruyen actualmente los muros restantes del bien; el princi-
pal factor de deterioro es el agua, los drenajes originales ya no funcionan igual. Ya sea por
la erosión y destrucción que causan las lluvias torrenciales del desierto en los muros, o
por la absorción de agua que sufren los muros en la base después del encharcamiento en
el interior de un cuarto que alguna vez tuvo una techumbre y ahora no la tiene. Los efec-
tos son muchos: pérdida de elementos en vanos, pérdida de material en muros, cárcavas
de escurrimientos, humedad en la base de los muros y encharcamientos.
tos para un Plan de Acción para la arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe”.
Es importante destacar que esta propuesta se inscribe en el marco del “Plan de Acción
Regional para el Patrimonio Mundial”, presentado en el capítulo 6 del informe periódico
regional, y aprobado por el Comité del Patrimonio Mundial en su 28ª sesión (decisión 28
COM 16), y puede entenderse como una aportación a la tercera fase (2011–2014) del
“Programa de Patrimonio Mundial sobre Arquitectura de Tierra” del Centro del Patrimonio
Mundial UNESCO, aprobado por el Comité del Patrimonio Mundial en su 31ª sesión (deci-
sión 31 COM 21C) en Christchurch, Nueva Zelanda.
El objetivo final de las acciones propuestas busca la identificación, protección, con-
servación, revitalización y transmisión de los siguientes elementos vinculados con la ar-
quitectura de tierra:
(a) las materias primas,
(b) las técnicas de trabajo,
(c) las edificaciones de tierra cruda,
(d) los conceptos inmateriales que acompañan los procesos de construcción, uso y man-
tenimiento de estructuras de tierra cruda.
Como se podrá observar las acciones propuestas buscan hacer referencia de manera
integral al patrimonio material, inmaterial y el contexto social y natural de las expresiones
culturales.
Como resultado de los cambios de la estructura social se han roto los canales tradi-
cionales de transmisión de conocimientos.
La pérdida de la tradición constructiva se manifiesta en el empleo de materiales y do-
sificaciones inadecuadas, así como en combinaciones incompatibles con otras técnicas
y materiales constructivos.
Estas alteraciones hacen que en ocasiones las obras realizadas resulten de mala ca-
lidad al perderse la metodología de selección y transformación de materias primas, así
como la cultura del mantenimiento preventivo.
En los sitios donde perviven estas técnicas los procesos constructivos tradicionales
han entrado en la inercia de la construcción comercial en la que se sacrifica la calidad en
aras del menor tiempo y costo de edificación.
La especulación del suelo ha hecho inviable el uso de la tierra como material cons-
tructivo en diversos sitios, especialmente los de ámbitos urbanos.
La pérdida de la visión holística de los componentes materiales, sociales y naturales
del proceso de construcción con barro afecta a todo el sistema en su conjunto.
Ante esta problemática se propone una serie de acciones las cuales, para su más
clara presentación, han sido agrupadas en cinco campos específicos de actuación:
1. Identificación
1.1. Identificación y promoción del uso sustentable de las materias primas.
1.2. Caracterización y mapeo de diferentes técnicas de trabajo y uso de materias primas.
1.3. Inventario de edificios o conjuntos de edificios con alto valor patrimonial.
1.4. Recopilación de conceptos inmateriales que acompañan los procesos de construc-
ción, uso y mantenimiento de estructuras de tierra (mitos, ritos y creencias).
1.5. Reconocimiento de los artesanos activos con el fin de conformar padrones de es-
cala regional, nacional y latinoamericana.
1.6. Estudio de las técnicas prehispánicas de edificación como fuente de aprendizaje de
técnicas alternativas que han probado su eficiencia por siglos. Estas investigacio-
nes requieren incluso de la modificación de las formas tradicionales de excavación
arqueológica de los sitios para estar en posibilidad de reconocer los sistemas cons-
tructivos de forma integral.
1.7. Análisis de las diferentes técnicas constructivas con relación a su contexto para
poder valorar el vínculo entre los edificios y su medio natural y cultural.
1.8. Comprensión de la razón de ser de la generación de las diferentes respuestas cons-
tructivas locales.
1.9. Desarrollo de un glosario de términos arquitectónicos tradicionales que permita el
diálogo entre regiones pero, con absoluto respeto a la expresión de la diversidad
cultural.
2. Protección y conservación
2.1. Revisión de las legislaciones y planes de desarrollo existentes para asegurar que
brinden el mejor nivel de protección a las edificaciones de tierra y a las fuentes de
las materias primas.
Conclusiones del taller y elementos para un Plan de Acción para la arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe 101
3. Revitalización
3.1. Evaluación y difusión de las ventajas de la construcción con tierra en comparación
con otros materiales de construcción.
3.2. Campañas de difusión de buenas prácticas de diseño, mantenimiento y restaura-
ción de obras de tierra para incidir en su aceptación social.
3.3. Valoración de las cualidades plásticas de los sistemas constructivos tradicionales
de tierra cuyas formas, perfiles y superficies no se caracterizan por la perfección
geométrica.
3.4. Gestión de apoyos logísticos e incentivos financieros para la compra de edificios de
tierra así como para la autoconstrucción de vivienda social y equipamiento comuni-
tario.
3.5. Gestión de apoyos logísticos e incentivos financieros para la conservación de edifi-
cios patrimoniales, así como la preservación de la tradición de dar mantenimiento a
los edificios.
3.6. Fomento de la construcción con tierra entre constructores de obras convencionales.
3.7. Propuesta de instrumentos legales y de planificación a diferentes escalas que den
alternativas para el diseño y conservación de edificios de tierra.
3.8. Desarrollo de estudios de normas y parámetros cuantificables y comparables con
los que ofrece la industria de la construcción para poder tener argumentos objeti-
vos acerca de su competitividad.
3.9. Fomento del intercambio de ideas entre ingenieros de materiales, arquitectos y
maestros artesanos de la construcción con tierra.
Incluir: de
102 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
3.10. Diseño y construcción “edificios piloto”, ya sea como casas muestra o cuartos de
hotel que permitan que la comunidad adquiera la vivencia de los espacios de tierra.
3.11. Planteamiento de alternativas para la incorporación de nuevos elementos estruc-
turales, de acabados y de instalaciones, que se ajusten a las necesidades de los
materiales tradicionales pero que generen un resultado atractivo y cuya eficiencia
proporcione comodidad a los usuarios.
3.12. Gestión del reconocimiento social y económico de los artesanos de la tierra en
quienes está depositada la cultura constructiva ancestral y que se convierten en
garantes de la calidad de las obras de conservación patrimonial y de diseño para el
futuro.
3.13. Participación en programas de planificación territorial que superen la visión parcial
de los proyectos urbanos a fin de generar vasos comunicantes entre el campo y la
ciudad, para reconectar lo urbano y lo rural.
3.14. Creación de colegios o institutos locales, regionales e internacionales de conser-
vación.
4. Transmisión
4.1. Creación de estructuras alternas a los procesos tradicionales a fin de propiciar la
transmisión de la cultura constructiva con tierra.
4.2. Difusión de la tradición oral vinculada con la construcción con tierra y las edificacio-
nes de este material.
4.3. Capacitación de jóvenes en las técnicas tradicionales de construcción con tierra.
4.4. Diseño de talleres prácticos en los que los artesanos enseñen mediante transmisión
directa.
4.5. Conformación de redes de intercambio entre los artesanos de la tierra.
4.6. Programa para América Latina y el Caribe de entrevistas a artesanos para el registro
de las técnicas, tradiciones, mitos y ritos asociados a la construcción con tierra.
4.7. Reconocimiento de las tradiciones locales como respuestas específicas de las so-
ciedades a sus condiciones geográficas, a fin de evitar la copia de soluciones ajenas
sin que se comprenda su origen.
4.8. Evaluación de las soluciones y materiales que pueden ser viables para aplicarse
fuera de su lugar de origen.
4.9. Difusión amplia de ejemplos donde se demuestre la durabilidad, seguridad, sanidad
y viabilidad de la construcción moderna con tierra.
4.10. Transmisión de conocimientos de conservación del patrimonio natural y cultural, a
través del uso de la tierra como material constructivo a niños y jóvenes.
4.11. Creación de cartillas de difusión como apoyo a campañas para que la sociedad
adquiera conciencia sobre la valoración de la construcción con tierra existente y su
vigencia futura.
4.12. Realización de manuales de diseño y conservación de arquitectura de tierra con
diferentes grados de profundidad desde los generales para difusión general, los
técnicos dirigidos a constructores y profesionales y los especializados en el manejo
de tipologías específicas de patrimonio construido con tierra.
Conclusiones del taller y elementos para un Plan de Acción para la arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe 103
Los lineamientos propuestos son una guía para las acciones que se han de tomar en
diferentes plazos en la región, con el objeto de recuperar y sistematizar los conocimien-
tos existentes en torno a la construcción y preservación de estructuras térreas.
Los resultados obtenidos en la reunión cumplieron de manera plena con las expec-
tativas planteadas ya que se alcanzaron los objetivos de intercambio previstos y gracias
a la colaboración desinteresada de todos los asistentes, ponentes, artesanos e invitados
se da continuidad a una iniciativa que es uno de los pilares de la Convención de Patri-
monio Mundial Cultural y Natural, que se refiere a la búsqueda de la participación de las
comunidades locales en el rescate de los valores de su patrimonio material e inmaterial,
cultural y natural.
Este acercamiento holístico a la conservación del patrimonio construido en tierra cru-
da, caracterizada por su gran variedad de expresiones arquitectónicas y elementos inma-
teriales, puede servir como punto de cristalización del trabajo con las tres convenciones
culturales de la UNESCO:
- la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural
(1972),
- la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial (2003) y
- la Convención sobre la Protección y la Promoción de la Diversidad de las Expresio-
nes Culturales (2005).
Con el gran potencial que tiene el material tierra por ser económico, ecológico y re-
ciclable, el fomento de las técnicas de construcción con tierra cruda pueden, además,
coadyuvar al desarrollo sustentable de las comunidades locales.
Se espera que a través de la valoración de las prácticas, las materias primas, los ritua-
les y creencias asociadas a su proceso, a largo plazo, se pueda lograr un reposicionamien-
to social del uso del barro en la arquitectura en América Latina y el Caribe.
104
The workshop “Earthen Architecture Artisans in Latin America and the Caribbean: Techni-
que, Oral Tradition and Forms of Passing on the Craft” held in the city of Tlaxcala, Tlaxcala,
Mexico from September 24, through 26, 2009, was a highly positive event due to the
combination of different factors.
Firstly, the topics discussed had not been dealt with at previous seminars, which
meant that it was a very innovative event. Academic meetings held with regard to earthen
architecture, which are by themselves rare due to the low level of interest in the subject,
tend to focus on analysis of building systems or preservation and restoration techniques.
Conversely, the focus of the Tlaxcala workshop on review of the intangible side of earthen
building was truly original.
Another relevant aspect of the workshop had to do with the profile of the attendees.
As opposed to conventional congresses, at which specialized researchers present their
findings for submission to public scrutiny, the main contributors on this occasion were
artisans, whose participation consisted of passing on their experiences. The group of par-
ticipants was made up of professionals and academics educated in disciplines such as
architecture, archeology, anthropology, engineering, sociology and heritage conservation,
who listened to the contributions of master builders and helped to shape the process of
analysis, evaluation and formulation of proposals.
The interdisciplinary nature of the event was part of the key to its success. This provi-
ded us with the opportunity to define a comprehensive perspective on the status of the
field of earthen building in our countries, to identify its problems from several angles and,
above all, to suggest steps towards a solution at various levels.
It is important to mention that there was a beneficial side effect in addition to wor-
kshop activities, which was the informal exchange of experiences between the artisans
during the time they spent together at meals and on excursions. Over long conversations,
the attendees had the opportunity of spontaneously getting to know aspects of the lifes-
tyle, problems and achievements of members of far-flung communities that conserve
earthen building. This friendly relationship had a direct influence on the spirit of collabo-
Conclusiones del taller y elementos para un Plan de Acción para la arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe 105
ration, openness and solidarity of the attendees, who were always well disposed towards
sharing their knowledge and experiences.
Months before the workshop began, the earth artisans had been interviewed at their
places of origin and their comments, as well as some of the activities they perform at
their workplaces had been recorded on video. The interviews followed the same script
for all master craftsmen, in order to have similar elements that allowed for analysis of
their answers. An edited version of this video material served as a jumping-off point for
the workshop’s activities.
After having shown the interviews to the public and presented the artisans one by
one, there was a keynote presentation about the design, construction and conservation
of earthen architecture in the world, so that the participants could have an extensive
panorama of different building solutions which have arisen at different times in history
in Mexico and other countries. Afterward, master craftsman Clever Plaza, from Ecuador,
presented the activities performed to restore monuments in the historic downtown area
of the city of Cuenca. This talk turned out to be very illuminating, as it helped to identify
similarities and differences in the methods and traditions associated with the creation,
maintenance and preservation of earthen heritage structures.
After this overview, three working groups were set up to focus on analysis and diag-
nosis of the subject Technique, Materials and Oral Tradition. Each group focused on one
of the following aspects: “Raw Materials and How to Process them”; “Construction and
Maintenance Processes”; and “Intangible Values: Rituals, Myths, Language, Symbolism
and Festivities”.
The second day of activities was reserved for a field trip to the heritage sites of the
state of Tlaxcala that use earthen materials in their construction. The group visited the
Franciscan convent complex of Nuestra Señora de la Asunción, the archeological zone
of Cacaxtla, the colonial-period sanctuary of Ocotlán and the hacienda of San Pedro Te-
nexac. Points of view on the architectural value and conservation conditions of the buil-
dings visited were shared on these excursions. This analysis helped to crystallize ideas on
the central themes of the workshop regarding the importance of intangible heritage as a
component of the cultural landscape and as a potential mechanism for its preservation.
The third day of activities continued the process of reflection and exchange, but fo-
cused on a proactive approach. This phase was called The Road Towards the Future and
each of the three working groups sought to suggest answers to one of the following ques-
tions: “How to conserve and pass on work techniques and symbolic value?”; “What does
the future hold for earthen architecture?” and “How important will intangible aspects be
for future earthen architecture?”
These group activities, in which the artisans interacted with researchers and the rest
of the participants, offered the opportunity for all attendees to present their points of
view, which enriched the process of exchanging experiences and ambitions.
From these processes of exchanging knowledge, it was possible to structure a series
of ideas that were grouped into a corpus that has been named “Elements for an Ac-
tion Plan for Earthen Architecture in Latin America and the Caribbean”. It is important to
highlight that this proposal fits into the framework of the “Regional Action Plan for World
Heritage”, which was presented in chapter 6 of the regional Periodic Report, and appro-
106 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
ved by the World Heritage Committee at its 28th session (decision 28 COM 16), and may
be understood as a contribution to the third phase (2011–2014) of the “World Heritage
Program on Earthen Architecture” of the UNESCO World Heritage Center, approved by
the World Heritage Committee at its 31st session (decision 31 COM 21C) in Christchurch,
New Zealand.
The aim of the actions proposed here is to identify, protect, conserve, revitalize and
pass on the following elements linked to earthen architecture:
(a) raw materials,
(b) working techniques,
(c) crude earth buildings,
(d) intangible concepts that accompany construction processes, use and maintenance
of crude earth structures.
As can be seen, the actions proposed seek to refer comprehensively to tangible and
intangible heritage, as well as to the social and natural contexts of the cultural expres-
sions.
Considering that:
Building with earth allows the development of spaces with an adequate comfort level un-
der diverse climate conditions, without generating negative impact on the environment.
These building systems have proven their effectiveness thanks to the endurance of
multiple sites of significant age.
The use of earth as a building material leads to different forms of solidarity and orga-
nization of collective work.
Heritage sites built with earth and the knowledge associated with their development
and conservation, have gradually changed over time and are currently rapidly being lost.
Despite the recognition of the advantages of building with earth, in many places in
Latin America and the Caribbean the material is no longer used for building new cons-
tructions.
There is an important history of traditional knowledge with respect to traditions, mate-
rials and building processes of earthen architecture that have not been comprehensively
documented.
Meaningless reproduction of the rites and myths, without social support, can also
become a factor affecting intangible heritage related to earthen buildings.
There is no register of active artisans who at the same time have social recognition.
As a result of changes to social structure, the traditional channels for passing on
knowledge have been broken.
The loss of building tradition is shown in the use of inadequate materials and mixtu-
res, as well as combinations that are incompatible with other building techniques and
materials.
These alterations mean that the constructions are occasionally of bad quality, due to
Conclusiones del taller y elementos para un Plan de Acción para la arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe 107
the loss of methodology for selection and transformation of the raw materials, as well as
to the disappearance of the culture of preventative maintenance.
At sites where these techniques persist, traditional construction processes have assu-
med the inertia of commercial construction, which sacrifices quality for the sake of saving
time and lowering building cost.
Land speculation has made the use of earth as a construction material unfeasible in
various areas, especially in urban environments.
The loss of the holistic vision of physical, social and natural components of the earthen
construction process affects the system as a whole.
A series of actions has been proposed to combat these problems. For their clear presen-
tation, the actions have been sorted into five specific fields of action:
1. Identification
1.1. Identification and promotion of sustainable use of raw materials.
1.2. Classification and mapping of different working techniques and use of raw mate-
rials.
1.3. Inventory of buildings or building complexes with high heritage value.
1.4. Compilation of intangible concepts that accompany construction processes, use and
maintenance of crude earth structures (myths, rites and beliefs).
1.5. Recognition of active artisans in order to set up registers at local, national and regio-
nal levels.
1.6. Study pre-Columbian building techniques as a source of knowledge about alterna-
tive techniques that have proven their efficiency for centuries. These investigations
even require the modification of the traditional forms of archaeological excavation of
sites in order to be able to comprehensively recognize construction systems.
1.7. Analysis of different construction techniques in terms of their context in order to be
able to evaluate the link between buildings and their natural and cultural environ-
ment.
1.8. Comprehension of the raison d’être for the generation of different local building res-
ponses.
1.9. Development of a glossary of traditional architectural terms that permit dialog bet-
ween regions, but with absolute respect for the expression of cultural diversity.
2.5. Configuration of alternative means of storage and transfer of intangible heritage that
constitutes the knowledge of artisans.
2.6. Support for people who live in clay buildings with regular maintenance work require-
ments.
2.7. Incorporation of artisans in conservation tasks at heritage sites. This incorporation
may become a system of workshops that train new generations and conserve both
tangible and intangible heritage.
2.8. Investigation of alternative raw materials that are compatible with traditional mate-
rials, to be used in the event that original sources run out.
2.9. Dissemination of heritage sites created in antiquity that allow us to demonstrate the
durability of building systems and their relevance to an ancestral culture that is still
alive.
3. Revitalization
3.1. Evaluation and dissemination of the advantages of building with earth as compared
to other building materials.
3.2. Dissemination of good practices for design, maintenance and restoration of earthen
constructions in order to further their social acceptance.
3.3. Evaluation of the artistic qualities of traditional earthen construction systems whose
forms, profiles and surfaces are not characterized by geometrical perfection.
3.4. Administration of logistic support and financial incentives for the purchase of earthen
buildings, as well as for self-building of social housing and community facilities.
3.5. Administration of logistic support and financial incentives for the conservation of
heritage buildings, as well as preserving the traditional building maintenance.
3.6. Encouraging earthen construction among conventional builders.
3.7. Proposal for legal and planning instruments at different levels that give alternatives
for the design and conservation of earthen buildings.
3.8. Development of studies on quantifiable standards and parameters for earthen cons-
truction that are comparable with those offered by the construction industry to be
able to have objective discussions on its competitiveness.
3.9. Encouraging the exchange of ideas between materials engineers, architects and
master craftsmen of earthen construction.
3.10. Design and construction of “pilot buildings”, whether as show homes or hotel rooms
that allow the community to experience earthen buildings.
3.11. Set out new alternatives for structural elements, finishes and installations, which
must adapt to the needs of traditional materials, but generate an attractive result
whose efficiency provides comfort to the users.
3.12. Administration of social and economic recognition of the earthen architecture arti-
sans that have knowledge of the ancestral building culture. These artisans will be-
come guarantors of the quality of works of heritage conservation and design for the
future.
3.13. Participation in territorial planning programs that overcome the partial vision of ur-
ban projects in order to generate communicating vessels between the countryside
and the city, to reconnect the urban and the rural.
Conclusiones del taller y elementos para un Plan de Acción para la arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe 109
4. Transfer
4.1. Creation of alternative structures to traditional processes of knowledge transmission
in order to bring about the transfer of earthen architecture culture.
4.2. Dissemination of oral tradition linked to earthen construction and buildings.
4.3. Training young people in traditional techniques of earthen construction.
4.4. Design of practical workshops in which artisans teach by passing on their knowledge
directly.
4.5. Creation exchange networks between earthen architecture artisans.
4.6. Elaboration of a program for the realization of interviews with artisans to record the
techniques, traditions, myths and rites associated with earthen construction in Latin
American and the Caribbean.
4.7. Recognition of local traditions as specific responses of societies to their geographical
conditions, in order to avoid copying other people’s solutions without comprehen-
ding their origin.
4.8. Evaluation of the solutions and materials that can be feasible for application outside
their place of origin.
4.9. Ample dissemination of examples that demonstrate the durability, safety, healthi-
ness and feasibility of modern earthen construction.
4.10. Passing on knowledge to children and young people of natural and cultural heritage
conservation, through the use of earth as a building material.
4.11. Creation of informative brochures as support to campaigns that aim to foment the
social awareness of the value of existing earthen building systems and their future
validity.
4.12. Elaboration of earthen architecture design and conservation manuals with different
levels of specialization, reaching from general ones for broad dissemination, techni-
cal ones aimed at builders and professionals, and specialized ones on the manage-
ment of specific types of earthen heritage buildings.
4.13. A systematic approach to existing bibliographical information in the region, as much
for materials and building systems as for associated traditions, myths and rites.
4.14. Incorporation of earthen building in the study plans and programs of architecture
and engineering schools.
4.15. Incorporation of earthen structure conservation in the study plans and programs of
archeology and heritage conservation schools.
4.16. Organization of summer courses within the ambit of rural or craft tourism at which
earthen construction practices are carried out.
4.17. Development of future workshops with a format similar to the Tlaxcala workshop,
but including the possibility of performing practical exercises with the joint partici-
pation of artisans, technicians, researchers and members of the local community.
The guidelines proposed are a template for the actions that have to be undertaken in
different time frames across the region, in order to recover and systematize existing
knowledge regarding the construction and preservation of earthen structures.
110 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
The results obtained at the meeting met all expectations. The goals for exchange of infor-
mation and experiences were achieved and, thanks to the disinterested collaboration of
all attendees, speakers, artisans and guests, one of the pillars of the Convention on World
Cultural and Natural Heritage, which is based on the participation of local communities
in the rescue of their tangible and intangible, cultural and natural heritage values, was
strengthened.
This holistic approach to the conservation of heritage built with crude earth, characteri-
zed by the great variety of architectural expressions and intangible elements, may serve
as a point of crystallization of the work with three UNESCO conventions on culture:
- the Convention Concerning the Protection of the World Cultural and Natural Heritage
(1972),
- the Convention for the Safeguarding of the Intangible Cultural Heritage (2003) and
- the Convention on the Protection and Promotion of the Diversity of Cultural Expres-
sions (2005).
With the great potential that the material earth has for being economical, ecological and
recyclable, the promotion of construction techniques with crude earth may also contribu-
te to the sustainable development of local communities.
It is hoped that, through the appraisal of these practices, raw materials, rituals and
the beliefs associated with this process, a social repositioning of the use of crude earth in
Latin American and Caribbean architecture may eventually be achieved.
111
Nuria Sanz
n.sanz@unesco.org
Arqueóloga, prehistoriadora y antropóloga, especialista en Cooperación Internacio-
nal en materia de patrimonio cultural y natural. Ha desarrollado su carrera profesio-
nal como funcionario internacional en Organizaciones como el Consejo de Europa y
la Comisión Europea. Ha desarrollado una labor considerable en el terreno normativo
en Patrimonio, colaborando con la elaboración de la Convención Europea del Paisaje,
la Recomendación de Turismo Cultural del Consejo de Europa y la Recomendación In-
ternacional sobre la preservación del Patrimonio Universitario Europeo. Ha sido de res-
ponsable de Campañas Internacionales sobre Protección de Patrimonio, como “Europa,
un patrimonio común” (1999-2001) y ha dirigido proyectos internacionales y equipos
técnicos en proyectos dedicados a: Arquitectura en tierra, Arquitectura de la madera o
el patrimonio de las Universidades históricas Europeas. Hace nueve años comienza su
trabajo en UNESCO y actualmente es la Jefa de Sección de América Latina y el Caribe
del Centro de Patrimonio Mundial. Es coordinadora general del Proyecto de nominación
del Camino Principal Andino, Qhapaq Ñan, a la Lista del Patrimonio Mundial. Por su
especialidad como arqueóloga fue nombrada coordinadora técnica de la celebración
del 10° Aniversario de la Convención de la Valetta sobre protección del Patrimonio Ar-
queológico Europeo y en la actualidad es el punto focal para Arte Rupestre en el Centro
de Patrimonio Mundial de UNESCO y dirige el Programa Temático sobre Prehistoria,
adoptado oficialmente por el Comité de Patrimonio Mundial en 2009. Ha combinado su
carrera profesional en Organismos multilaterales con periodos de investigación en di-
versas Universidades y Centros especializados, entre ellas: Universidad de la Sapienza,
en el Getty Conservation Institute en Los Angeles (EUA) y en el ICCROM de Roma y en el
Departamento de Arqueología de la Universidad de Durham, en Inglaterra.
Prólogo
El objeto de este artículo no es otro que el de recopilar razones para considerar a la ar-
quitectura del barro como la asignatura pendiente de nuestro reconocimiento patrimo-
nial en América Latina y el Caribe y apunta a la necesidad de llamar la atención sobre
la vulnerabilidad de su relación cultural con la sociedad contemporánea. Desde hace
112 Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
dos años estamos impulsando desde la Unidad de América Latina y el Caribe del Centro
de Patrimonio Mundial programas dedicados a re-instalar el significado social y técnico
de las artes del barro y a analizar pormenorizadamente cómo la arquitectura de tierra
sustenta la declaración de valor universal excepcional de los sitios inscritos en la Lista
del Patrimonio Mundial. La práctica de su construcción y su mantenimiento explican la
durabilidad de la fábrica pero la pericia de las manos sabias que modelan y tientan el
barro se enfrenta a los duros embates de los precios, de las formas constructivas que
abaratan tiempos y sobre todo a la falta de conocimiento/reconocimiento respecto a
su valor cultural y tecnológico añadido. Este programa se ha forjado como objetivo
principal escudriñar los porqués y los cómo de la construcción en barro, a través de un
diálogo fructífero con los artífices del desafío: los artesanos de la tierra.
Foreword
The purpose of this article is to highlight earthen architecture as an unresolved issue in
the recognition of heritage in Latin America and the Caribbean, and aims to draw atten-
tion to the vulnerability of its cultural relation to contemporary society. For the last two
years the Latin America and Caribbean Unit of the World Heritage Center has promoted
programs dedicated to reviving the social and technical significance of the art of earth-
en construction, and to analyze in detail how earth architecture sustains the statement
of Outstanding Universal Value in properties inscribed on the World Heritage List. The
construction and maintenance methods explain the durability of the material aspect of
these works. However, the skilled hands that shape them face the competition of more
economical and more time-efficient construction methods, as well as the lack of knowl-
edge/appreciation concerning the cultural and technological added value of their work.
The World Heritage Centre program has defined as its principal objective the evaluation
of the “whys” and “hows” of earthen construction through a fruitful dialogue with those
facing these challenges: the earth construction artisans themselves.
Resúmenes (en español e inglés) y datos curriculares de los autores 113
Niklas Schulze
niklasschulze@yahoo.com.mx
Con el gran potencial que tiene el material tierra por ser económico y reciclable, el fo-
mento de las técnicas de construcción con tierra cruda pueden, además, coadyuvar al
desarrollo sustentable a nivel local.
availability, knowledge or, in some regions, the lack of raw material. Nonetheless, efforts
focused on preserving the heritage values of earthen structures must not only take into
account the material aspect, but also social and intangible dimensions. Through this ho-
listic preservation approach earthen architecture, with its great variety of architectural
expressions and intangible elements, may act as a point of crystallization for the work
regarding the following three UNESCO conventions on culture:
• Convention Concerning the Protection of the World Cultural and Natural Heritage
(1972)
• Convention for the Safeguarding of the Intangible Cultural Heritage (2003)
• Convention on the Protection and Promotion of the Diversity of Cultural Expressions
(2005)
Due to the tremendous potential earthen materials have for being inexpensive and
reusable, the encouragement of building techniques using earth may also strengthen
sustainable development at a local level.
Resúmenes (en español e inglés) y datos curriculares de los autores 115
the following: rammed earth, molded clay, bahareque or quincha and adobe. Fortunately
the material evidence of these techniques has survived to our days, and to a large degree
the knowledge of the execution of the techniques is kept by traditional populations. This
makes it possible to define the relationship between invaluable tangible and intangible
heritage that must be recorded and preserved.
The text broadly describes these construction systems from a diachronic point of view
by reviewing their origins and evolution until the present day. Some of the rituals that
are still practiced in Mexico are described, and the threats due to socio-cultural changes
caused by globalization are also pointed out throughout the text. Based on this informa-
tion, a diagnosis is set out that outlines the strengths and weaknesses of this construction
culture and that culminates with a series of proposals of how to further preservation.
Resúmenes (en español e inglés) y datos curriculares de los autores 117
Juan Manuel Chávez Chávez es Maestro en Conservación del Patrimonio Urbano Arqui-
tectónico, e iniciador y Director del Fideicomiso del Centro Histórico de Chihuahua. Traba-
ja como docente en universidades y colegios de México. Ha participado en proyectos de
investigación y presentado ponencias en varios simposios y talleres. Recientemente ha
realizado importantes proyectos de conservación arquitectónica y revitalización urbana
dentro de la administración pública y en su despacho propio.
Finally, the article briefly describes the procedures that are currently being fol-
lowed in order to ensure the site’s conservation. Based on the results of an exhaustive
diagnosis on the causes of deterioration, the article concludes that the hydrological
factors are most threatening and destructive for the earthen remains. For this reason,
a “sacrificial layer” has been applied in order to protect the original earthen walls. The
materials used are similar to the original ones and tested in scientific laboratories.
With consideration of the structures’ monumentality, this cyclic procedure has proved
to protect the original elements.
125
Portelli, A., (1993). ‘El tiempo en mi vida’: Las funciones del tiempo en la historia
oral. En Aceves, J., (comp.) Historia Oral (pp. 195-218.), Universidad Autónoma Me-
tropolitana, México.
Rachum, P., (1991). Los Chamulas de Chiapas-México. En Pueblos de la tierra, Salvat,
Barcelona.
Raphaël, F., (1980). Le travail de la mémoire et les limites de lhistoire orale. Annales
Économies, Sociétés, Civilisations, 35 Annéé Nº1, Janvier Février, pp. 127-145.
Ravinés, R., (1980). Chanchan. Metrópoli Chimú. Instituto de Estudios Peruanos-Instituto de
Investigación Tecnológica Industrial y de Normas Técnicas, Lima.
Rocha, M., Earth architecture, documento web consultado el 10 de septiembre 2009.
Disponible en: http://www.eartharchitecture.org/index.php?/archives/1039-Oaxa-
ca-School-of-Plastic-Arts-by-Mauricio-Rocha.html
Ruz, M., (2006). Mayas, Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas,
México.
Séjourné, L., (1987). Supervivencias de un mundo mágico, Fondo de Cultura Económica,
México.
Terracruda, documento web consultado el 12 de septiembre de 2009, disponible en http://
www.terracruda.com
Trujillo, J., (1995). Saberes culturales: Traducción científica de sus contenidos y po-
sibles aplicaciones para el cuidado ambiental. Documento web disponible en
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/libros/ Ecuador/ciudad/Trujillo.rtf
Uceda, S. y Mujica, E., eds., (1994). Moche. Propuestas y Perspectivas. Actas del Primer Co-
loquio sobre la cultura moche. Trujillo 12 al 16 de abril de 1993. Universidad Nacional
de la Libertad, Instituto Francés de Estudios Andinos Asociación Peruana para el
Fomento de las Ciencias Sociales. Epígrafe S.A. Editores, Lima.
Uceda, S. y E. Mujica eds., (2003). Moche. Hacia el final del Milenio. Tomo I y II. Actas del II
Coloquio sobre la Cultura Moche. Universidad Nacional de Trujillo. Pontificia Univer-
sidad Católica del Perú, Fondo Editorial Trujillo, Perú.
UNESCO, (1972). Convention concerning the Protection of the World Cultural and Natural
Heritage, World Heritage Convention, UNESCO, Paris.
UNESCO, (2005). Directrices Prácticas para la Aplicación de la Convención del Patrimonio
Mundial, World Heritage Centre, UNESCO, París.
UNESCO/WHC,(2009). Documento web consultado el 12 de septiembre de 2009, disponi-
ble en: //whc.unesco.org/en/earthen-architecture
UNIVERSIDAD DE VERACRUZ, (2008) Popularte. Las casas y sus ceremonias. Documento
web disponible en http://www.uv.mx/popularte/esp/scriptphp.php?sid=518
Van Kessel, J., (1997). Los Aymaras Contemporáneos de Chile. En J. Hidalgo, Et. Al.
Culturas de Chile (pp. 47-67), Tomo II, Etnografía, Editorial Andrés Bello, Santiago de
Chile.
Villagrán, C. y Castro, V. (2004). Ciencia Indígena de los Andes del norte de Chile. Programa
Interdisciplinario de Estudios en Biodiversidad, Universidad de Chile. Imprenta Uni-
versitaria, Santiago.
Zerda Ghetti, Jorge de la (1993). Los chipayas: modeladores del espacio. Instituto de Inves-
tigaciones de la Facultad de Arquitectura y Artes- UMSA (La Paz).
129
ANEXO I
Artesanos de arquitectura de tierra en América Latina y el Caribe
La técnica, la tradición oral y formas de transmisión del oficio
Programa
24 – 26 de septiembre de 2009
Tlaxcala, Tlaxcala, México
Hotel de la Loma, Av. Guerrero No. 58, Col. Centro
ANEXO II
Maestros artesanos
Plaza Vele Clever Ecuador Maestro Artesano, INPC Cuenca Tel.(593) 2480380
Tel. 998019 / 99 37 60
Ponce Sánchez Nicolás R. Cuba Maestro Artesano, Trinidad
conservatdad@restauro.co.cu
Torres Rodrígues Joel México Maestro Artesano, Morelos
Representantes institucionales
IA
PA
L
•
NDIAL •
WORLD H
MO
E
IT
E
R
AG I
N
E O
•
PATRIM
Organización Centro de
de las Naciones Unidas Patrimonio Mundial
para la Educación, de la UNESCO
la Ciencia y la Cultura