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2 MICROBIOTA AUTÓCTONA
SEFAC
Alberto Cepeda Sáez
L icenciado en Farmacia y Doctor en Farmacia.
Farmacéutico Comunitario en O Burgo (Culleredo). A Coruña.
Universidad de Santiago de Compostela.
Miembro del Grupo de Nutrición y Digestivo de SEFAC.
El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas,
además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodu-
jeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra litera-
ria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cual-
quier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización
escrita de los titulares del Copyright.
4 MICROBIOTA AUTÓCTONA
Tema 4
4.1. Empleo en adultos
4.1.1. Diarrea
4.1.2. Prevención de la diarrea asociada a antibióticos (DAA)
Índice
Glosario probióticos
Son más los estudios llevados a cabo con probióticos que con prebióticos. Los estudios clínicos realiza-
dos, han podido demostrar que la ingesta de probióticos en combinación con antibióticos reduce el
riesgo de diarrea asociada a los mismos. Sin embargo, no hay, por el momento, estudios concluyen-
tes para recomendar de manera rutinaria el empleo conjunto de probióticos y antibióticos, aunque
algunas cepas en concreto, principalmente S. boulardii y L. rhamnosus GG, han demostrado su efica-
cia disminuyendo la incidencia de diarrea en pacientes con antibioterapia8.
Por todo ello y pese a que el uso de probióticos en el tratamiento y prevención de la DAA es claro,
no hay evidencia suficiente para establecer ese efecto beneficioso en función del microorganismo.
Es decir, qué tipo de microorganismo y cepa es mejor que otro en el tratamiento, cuáles son las
dosis adecuadas para cada uno de ellos y, por todo ello, es preciso llevar a cabo más estudios con
cepas específicas y dosis además de investigar si la respuesta de los pacientes es dependiente de la
edad, la duración del tratamiento con antibiótico u otras indicaciones clínicas. Pese todo, la WGO
en una publicación del 2017 sobre el uso de probióticos en gastroenterología3 sí incluyó algunas
recomendaciones para la prevención de la DAA mediante el uso de probióticos como coadyuvantes
al uso de antibióticos. En base a la evidencia clínica recogida en la guía de la organización mundial
de Gastroenterología3 y otras guías10,11 con base científica, hemos incluido en la tabla 4.1.1, las cepas
probióticas con aval científico suficiente como para ser usadas en el tratamiento de la DAA. Además,
se ha incluido una mezcla de cepas que también ha demostrado poseer eficacia contra la DAA, mos-
trando una reducción en la incidencia, duración y severidad de la DAA y algunos síntomas asociados,
y estabilizando la microbiota intestinal durante y después de la terapia con antibióticos en estudios
clínicos.
En Canadá, también se publica anualmente una Guía sobre el uso clínico de probióticos12 con el ob-
jetivo de relacionar los productos que hay disponibles en el mercado y las evidencias científicas que
avalan su eficacia en determinadas dolencias.
Conclusión. En base a la evidencia clínica hemos incluido en la tabla 4.1.1 las cepas probióticas que
contienen los productos disponibles comercialmente y que están avalados científicamente para el
tratamiento de la DAA.
Tabla 4.1.1. Cepas probióticas y dosis indicadas, basadas en la evidencia clínica, en la prevención de
la diarrea asociada a antibióticos (DAA) en adultos (WGO, 2017).
Bibliografía de la tabla
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Tratamiento farmacológico/ dietético. El tratamiento más común para tratar este tipo de diarrea es
el uso de antibióticos tipo Metronidazol, Vancomycina y Fidaxomicina pero en muchos de los casos
hay recurrencia de la bacteria13,14.
Tratamiento con probióticos y evidencia científica. En 1994 ya se empezó a investigar sobre el uso
de probióticos posteriormente al uso del tratamiento con antibióticos y se vio que con S. boulardii
(500 mg, 2 veces al día, 4 semanas) se reducía considerablemente la recurrencia de la DACD15, sim
embargo, esta conclusión fue considerada significativa sólo en los casos de DACD recurrente. A
partir de aquí fueron numerosos los estudios llevados a cabo con probióticos en la prevención y tra-
tamiento de la DACD, pero una vez más los estudios no fueron concluyentes. Si se ha visto, que, en
los casos de recurrencia de la DACD, la prevención mediante el uso de probióticos ha causado una
reducción importante de la diarrea asociada a la infección.
Conclusión. Pese a los estudios existentes, la recomendación de un uso rutinario de los probióti-
cos debe tomarse con precaución evaluando cada caso individual. Mientras que se desconozcan la
efectividad y dosis de cepas específicas, así como los posibles efectos secundarios de su uso, los
probióticos no deben ser recomendados en todos los casos. Pese a todos, en casos específicos, como
aquellos en los que exista recurrencia de la CDAD, el uso de probióticos podría considerarse e inclu-
so recomendarse16. Entre los probióticos recomendados tendríamos los que se muestran en la tabla
4.1.2.
Tabla 4.1.2. Cepas probióticas y dosis indicadas, basadas en la evidencia clínica, en la prevención de
la diarrea asociada a Clostridium difficile (DACD) en adultos.
Uso Cepa probiótica Dosis Referencia
En forma de suplementos
L.acidophilus + B. bifidum 2 x 1010 ucf cada
[17]
(cepas Cultech) cepa, 1 vez al día
Prevención de la DAA- L. acidophilus CL 1285 +
1.25-5 x 1010 ufc, 1-2
WGO, 2012 L. casei LBC80R + [15][18]
veces al día
Prevención de la L. rhamnosus CLR2
DAA-clinical guide to 5 x 109 ufc 1-2 veces
S. boulardii [19][18][20][21]
probiotics supplements al día
(Canada,2015)
Incluido en alimentos
L. rhamnosus HN001 +
L. acidophilus NCFM 108 ufc 1 vez al día [22]
-en queso probiótico-
L. casei DN-114 001-en 1010 ufc, 2 veces al
[17]
leche fermentada. dia
Las causas de la DV son diversas y varía en función del destino, la estación y de las condiciones del
viaje. En la mayor parte de los casos (40-60%) se identifica el patógeno causal siendo en un 85%,
bacteriano. En la Tabla 4.1.3 se puede observar una distribución, a nivel mundial, de los patógenos
que más comúnmente causan la DV29.
Tabla 4.1.3. Distribución, a nivel mundial, de los patógenos más comunes que causan la DV29.
Asia América del Sur África
De causa bacteriana
E. coli enterotoxigénico 6-37% 17-70% 8-42%
Otros E. coli 3-4% 7-22% 2-9%
Campylobacter jejuni 9-39% 1-5% 1-2%
Salmonella 1-33% 1-16% 4-25%
Shigella 0-17% 2-30% 0-9%
Plesimonas higelloides 3-13% 0-6% 3-5%
Aeromonas 1-57% 1-5% 0-9%
De causa viral
Rotavirus 1-8% 0-6% 0-36%
De causa parasitaria
Entamoeba histolytica 5-11% <1% 2-9%
Giardia lambia 1-12% 1-2% 0-1%
Cryptosporidium 1-5% <1% 2%
Cyclospora cayetanensis 1-5% <1% <1%
Normalmente la dosis recomendada de estos probióticos para mejorar los signos asociados con la
mala digestión de la lactosa se basa en dosis de 107-109 ufc de cada cepa por gramo de producto
(yogur, leche fermentada, etc.) teniendo este producto entre 275 y 500 g 3,35 y con una toma de una
vez al día.
Conclusión. Como en los casos anteriores, en el caso de la mala absorción de la lactosa, sólo deben
indicarse aquellos probióticos para los cuales existen estudios con suficiente evidencia científica que
demuestre su efecto y en lo que esté clara, la cepa que actúa como benefactor, así como su dosis
diaria recomendada.
Tratamiento con probióticos y evidencia científica. Entre los diferentes estudios acerca de terapias
alternativas a la de antibióticos en el tratamiento de la H. pylori, el tratamiento con probióticos
juega un papel interesante51. En la actualidad, ha habido muchos estudios preclínicos y clínicos mos-
trando su efectividad. Sin embargo, esta efectividad es parcial cuando la terapia es realizada sólo
con probióticos, viéndose incrementada cuando estos se suministran junto con el tratamiento con
antibióticos52,53. Dentro de estos estudios tenemos la administración de cepas únicas (normalmente
cuando se trata de complementar el tratamiento tradicional) o la administración de un conjunto
de cepas. Los resultados publicados son en muchos casos, contradictorios, pero pese a ello hay una
conclusión clara y en la que coinciden todos los estudios. Esta conclusión establece que tanto el
probiotico S. boulardii como los del género Lactobacillus spp. son eficaces en la erradicación de la H.
pylori cuando se utilizan como coadyuvantes a la terapia standard triple54,55.
En este sentido, la WGO recoge en su guía sobre prebióticos y probióticos publicada en 20173 que no
hay suficiente evidencia para avalar la eficacia de un probiótico solo, pero sí que ciertos probióticos
como L. rhamnosus GG, B. clausii y S. boulardii pueden utilizarse eficazmente como terapia adyuvan-
te para la erradicación de la bacteria. También se ha observado dicha eficacia con la cepa L. reuteri
DSM 17938 sola o combinada con L. reuteri ATCC 6475. El kéfir tomado dos veces al día también ha
dado resultados positivos en este aspecto mejorando las tasas de erradicación en un 38% 56.
El último Consenso de Maastrich de 2016 apoya que los probióticos son beneficiosos en la reduc-
ción de los efectos adversos de los antibióticos y aumentan la tolerabilidad de los regímenes de
erradicación del H. pylori. Pueden ser especialmente útiles en los pacientes con infección por H.
pylori refractaria a tratamientos previos o antecedentes de mala tolerancia gastrointestinal de los
antibióticos57.
La guía clínica sobre suplementación con probióticos publicada cada año en Canada12, recoge tam-
bién la eficacia de L. rhamnosus GG y S. boulardii y añade el probiotico L. reuteri protectis DSM
17938, puesto que han sido avalados científicamente.
En cuanto a los alimentos funcionales con eficacia probada, incluye dos productos lácteos que con-
tienen B. lactis BB-12 y L. acidophilus LA-5, que tomados 1-2 veces al día ayudad a la erradicación de
la bacteria como complemento al tratamiento con antibióticos.
La efectividad, especialmente a lo que refiere en la prevención de los efectos secundarios es intere-
santemente, mayor en aquellos pacientes con historial de infección recurrente o de efectos secun-
darios en el uso de antibioticos58.
Conclusión. Aunque hay muchos estudios sobre este tema, la evidencia científica únicamente ha
probado la eficacia de determinados probióticos como terapia coadyuvante al tratamiento farma-
cológico convencional y es únicamente de esta manera como debe recomendarse su uso.
Enfermedad de Crohn: Es una inflamación crónica de cualquiera de las partes del tubo digestivo,
desde la boca hasta el ano. Generalmente las zonas más afectadas son el final del intestino delgado
(íleon) y el principio del intestino grueso (ciego), aunque también puede verse afectado el intestino
grueso (colitis) y el delgado (enteritis). Es esta inflamación la que produce los síntomas de la Enfer-
medad de Crohn, que suelen presentarse en forma de brotes que alternan con fases de remisión60.
Durante los brotes los síntomas más frecuentes son diarrea (a veces con sangrado), dolor abdomi-
nal, pérdida de peso, cansancio y fiebre. La duración de los brotes suele ser de entre 2-4 semanas.
En ocasiones, la zona anal se puede ver afectada con la aparición de abscesos y fístulas (cuando se
expulsa pus por orificios alrededor del ano). Cuando la enfermedad no está controlada se pueden
dar casos de perforación intestinal y abscesos en el abdomen, en los que es estrictamente necesario
la cirugía61.
Colitis ulcerosa: es una EII caracterizada por la inflamación de las paredes del intestino grueso
(colon y recto) que provoca unas pequeñas ulceras que son las causantes del dolor asociado a esta
patología60. La colitis ulcerosa puede afectar a una parte de intestino grueso más o menos extensa
(proctitis, proctosigmoiditis, colitis izquierda, colitis extensa), o bien a todo el colon (pancolitis). Los
síntomas aparecen en brotes que se alternan con fases de inactividad.
La gravedad y la tipología de los síntomas dependen de lo afectado que esté el intestino grueso. Los
más comunes son diarreas (con deposiciones con sangre, moco y pus), dolor abdominal, sensación
continua de hacer una deposición (tenesmo), urgencia a la hora de hacer deposiciones y, ocasional-
mente, náuseas y vómitos62.
Pouchitis: es una EII, en la que el íleon aparece inflamado. Es uno de los principales problemas que
aparece tras la cirugía en pacientes con colitis ulcerosa63, concretamente tras una proctocolectomía
restauradora con anastomosis de la bolsa ileal-anal. La aparición y frecuencia de la pouchitis es va-
riable, aunque normalmente aparece en el primer año tras la cirujía64,65.
Epidemiología/Prevalencia de la patología. Las causas del origen de la EII se desconocen hasta el
momento, pero la principal hipótesis se basa en que tiene lugar una respuesta inmune, contra la mi-
crobiota intestinal, provocada por factores ambientales en un huésped genéticamente susceptible66.
El factor genético parece que está detrás de este tipo de enfermedades, ya que se han identificado
varios genes implicados en la enfermedad, sin embargo, el rápido aumento de este tipo de enferme-
dades en los últimos años señala que los factores ambientales son clave en su desarrollo.
Los estudios llevados a cabo hasta el momento han demostrado que la microbiota de los individuos
que sufre EII aparece alterada con respecto a los individuos sin EII. Aunque esta disbiosis depende
de muchos factores, (como la medicación a la que está sometido el individuo, el perfil del mismo, la
dieta, el método de investigación, etc.), la observación más consistente es que hay una disminución
de las bacterias pertenecientes al Phylum Firmicutes y un aumento de las que perteneces al Phylum
Proteobacteria.
Posteriormente el paciente será sometido a las pruebas diagnósticas más adecuadas para su caso y
en función del resultado el tratamiento consistirá en67:
• Suministro de fármacos: existen una gran variedad de fármacos que se utilizan en el trata-
miento de la EII como son los antibióticos (p.ej.: metrodinazol, ciprofloxacino), antiinflama-
torios, etc.
• Probióticos: en los últimos años se ha avanzado mucho en el estudio de la eficacia del uso de
probióticos en la EII y hay evidencias suficientes para establecer que su uso es de gran utilidad
en el tratamiento de este tipo de enfermedades.
• Cirugía, en los casos en los que las complicaciones graves o cuando el tratamiento farmacoló-
gico no da resultado y afecta muy negativamente a la calidad de vida del paciente.
Tratamiento con probióticos y evidencia científica. Centrándonos en el uso de los probióticos, se ha
visto como la suplementación con probióticos en el tratamiento de la EII presenta efectos benefi-
ciosos como el de restablecer la homeostasis bacteriana en el intestino, regular el proceso inflama-
torio, y restablecer el equilibrio de la microbiota autóctona intestinal, incrementando el número de
especies “protectoras” y disminuyendo la carga patógena68.
Son diversas las especies estudiadas en los diferentes tipos de EII. En la siguiente tabla podemos ver
los probióticos que se consideran eficaces en base a su evidencia clínica en las diferentes EII. Dichos
probióticos aparecen recogidos en diferentes guías como la de la WGO3, en la guía canadiense so-
bre la aplicación de probioticos12 y en una reciente publicación66 donde se reflejan nuevos estudios
sobre la efectividad de los probióticos en la EII.
Conclusiones. Los ensayos clínicos sobre el empleo de probióticos en la enfermedad de Crohn han
mostrado resultados dispares69. Por este motivo en el momento actual no se recomienda el uso de
probióticos.
A pesar de todo, estudios prometedores con simbióticos que incluyen distintos tipos de bifidobac-
terias sugieren que los probióticos podrían tener un rol tanto para la inducción de la remisión como
para el tratamiento de mantenimiento70,71.
L. rhamnosus GG [80]
B.longum/Synergy [82][83]
Algunos estudios también muestran la eficacia de ciertos prebióticos como los fructooligosacáridos
y los galactooligosacáridos, sin embargo, la evidencia es menor que en el caso de los probióticos
citados anteriormente.
Conclusiones. En casos de EII los probióticos pueden ser útiles en el alivio sintomático de la patolo-
gía, sin embargo, no todos ellos alivian todos los síntomas simultáneamente y es necesario estudiar
cada caso particular y el tipo de síntoma que se quiere tratar. Una vez más es importante seguir las
guías publicadas al efecto.
Tratamiento con probióticos y evidencia científica. Teniendo en cuenta que en pacientes con SII la
distensión/hinchazón abdominal son síntomas asociados, y que el SII la microbiota está alterada,
en los últimos años se ha reforzado la idea de que la intervención sobre la microbiota podría ayudar
a aliviar los problemas asociados con el tracto digestivo. Esta intervención sobre la microbiota se
puede realizar por el suministro de probióticos y/o prebióticos y por ello han sido numerosos los
estudios realizados hasta el momento sobre el uso de los probióticos en este tipo de afecciones
gastrointestinales. Entre todos ellos, los probióticos que han demostrado eficacia en el tratamiento
de la distensión e hinchazón abdominal (en base siempre a la evidencia científica) son: B. infantis
3562499,100, B. lactis DN-173101,102, B. bifidum MIMBb75103, B.longum subsp. infantis 35624104 and L.
reuteri DSM 17938105.
Conclusión. En base a los estudios científicos clínicos llevados a cabo hasta el momento se puede
establecer que el uso de determinados probióticos es eficaz en el tratamiento de la distensión e
hinchazón abdominal.
El uso de probióticos también puede ser indicado en el caso de otras enfermedades digestivas. Es
por ejemplo el caso de la diarrea asociada al tratamiento por radiación en pacientes con cáncer.
Definición clínica de la patología. La diarrea asociada al tratamiento por radiación es aquella que
lógicamente aparece tras la exposición a la radiación ionizante, especialmente en los pacientes con
cáncer que son tratados con esta técnica. La radiación afecta al ecosistema bacteriano dando lugar
a episodios de diarrea y en algunos casos al inicio de dolencias como la colitis y la enteritis106.
Epidemiología /Prevalencia de la patología. Los intestinos grueso y delgado son muy sensibles a la
radiación ionizante. Si bien la probabilidad de controlar el tumor aumenta con la dosis de radiación,
también aumenta el daño a los tejidos normales. Los efectos secundarios agudos a los intestinos
se manifiestan con dosis aproximadas de 10 Gy. Dado que las dosis curativas para muchos tumores
abdominales o pélvicos oscilan entre 50 y 75 Gy, con seguridad se producirá enteritis106.
Tratamiento farmacológico/dietético: En estos casos, los intentos realizados en lo que se refiere al
tratamiento de esta complicación con antibióticos, sucralfato, fármacos antiinflamatorios como la
mesalazina y balsalazida, enzimas proteolíticas y cámara hiperbárica entre otros, han proporciona-
do resultados clínicos no concluyentes puesto que se produce un alto porcentaje de fracaso en los
pacientes. Además, el uso profiláctico de sucralfato no reduce la carga de toxicidad inducida por la
radiación en el intestino, sino más bien, se asocia con más síntomas gastrointestinales graves, in-
cluyendo sangrado e incontinencia fecal107. A la luz de estos contradictorios hallazgos, se han nece-
sitado urgentemente enfoques innovadores en el tratamiento de la diarrea asociada a la radiación.
Tratamiento con probióticos y evidencia científica. Entre estos enfoques innovadores, uno de ellos,
es el tratamiento con probióticos. De todos los estudios realizados hasta el momento, y después
de un análisis exhaustivo de la literatura, Floch y col.108 recogen dos probióticos que pueden con-
siderarse eficaces para el tratamiento de la diarrea asociada a la radiación. Estos probióticos son el
VL#3109 y L. acidophilus spp110.
Aunque se conoce la eficacia de estos dos probióticos para tratar la diarrea post radiación, no existe
un protocolo unificado que establezca unas pautas para su uso.
Debido a la falta de protocolos, el clínico, debería consultar, en cada caso, la bibliografía para aplicar
estos probióticos de manera adecuada.
En pacientes con VIH, los problemas gastrointestinales son uno de los problemas más importantes,
siendo la diarrea uno de ellos.
Definición clínica de la patología. Las causas de esta diarrea, en pacientes con VIH, pueden ser
diversas. Los enfermos de VIH tienen el sistema inmunológico deprimido y la barrera epitelial intes-
tinal dañada. Ambos factores facilitan la entrada y colonización de agentes infecciosos que pueden
causar diferentes problemas entre los que se encuentra la diarrea. Además, los fármacos utilizados
en este tipo de pacientes para controlar el virus también pueden causar diarrea como efecto secun-
dario y, el virus, en sí mismo, también puede ser el agente causante de la diarrea. En este caso, nos
encontramos con lo que se conoce como enteropatía por VIH111.
Epidemiología/prevalencia de la patología: Casi todas las personas con VIH sufren de diarrea en
algún momento de su enfermedad. La diarrea prolongada o severa puede resultar en pérdida de peso
y desnutrición. Si hay una pérdida excesiva de líquidos el riesgo puede ser incluso, mortal. La diarrea,
en los casos de pacientes con VIH, puede durar algunos días o puede ser crónica, durando semanas o
meses. Muchas personas que tienen el SIDA padecen de diarrea que persiste por más de un mes o es
tan severa que eliminan una cantidad excesiva de líquidos al día. La diarrea puede estar acompañada
de calambres abdominales, náuseas, vómitos, fiebre, sangre en las heces o debilidad112.
Tratamiento farmacológico/dietético: Es importante determinar la causa de la diarrea para poder
ofrecer el mejor tratamiento. Los médicos examinan muestras de heces para determinar si el orga-
nismo que causa la diarrea está presente. También puede ser necesario que tomen pequeñas mues-
tras de tejido del estómago o de los intestinos para detectar los organismos que causan la diarrea o
determinar si hay cáncer.
Si se identifica un organismo como causa de la diarrea, lo normal es tratar el problema con anti-
bióticos efectivos contra ese organismo. Si no se puede identificar el microorganismo que cause la
diarrea, los pacientes deben recibir tratamientos sintomáticos tales como agentes antidiarreicos,
y líquidos y nutrientes vía oral o vía intravenosa. Además, los pacientes deben cuidar su dieta, en-
fatizando la importancia de tomar una cantidad adecuada de líquidos y de comer frecuentemente
alimentos nutritivos en pequeñas cantidades. La mayoría de los pacientes que tienen diarrea deben
evitar alimentos que causan gases, grasas y productos lácteos112.
Tratamiento con probióticos y evidencia científica. Aunque en todos estos casos se puede hacer
una intervención dietética y con antidiarreicos, el uso de probióticos ha emergido en los últimos
años como un tratamiento de utilidad. Aunque no son muchos los estudios realizados en este tipo
de sujetos, el efecto demostrado de los probióticos en el tratamiento de otro tipo de enfermedades
digestivas hace suponer que pueden ser una alternativa de interés a los fármacos tradicionales (o
dieta) en el tratamiento de la diarrea asociada a enfermos de VIH. De los pocos estudios realizados,
los que se han hecho, han sido con yogures conteniendo probióticos, concretamente L. rhamnosus
GR-1 o una combinación de B. bifidum and S. thermophilus113-115.En estos estudios se ha visto que hay
la evidencia de que existe una actividad inmunomodulatoria en niños y adultos además de restaurar
la barrera epitelial intestinal y de una mejora de la diarrea116.
Parasitosis: las enfermedades parasitarias ocurren en todo el mundo siendo una causa importante
de muerte en países tropicales117. Cuando hablamos de la diarrea aguda, en apartados anteriores
de este capítulo, hablamos de que esta podía ser causada por bacterias, virus o parásitos, siendo la
diarrea solo uno de los síntomas que causa la parasitosis.
Definición clínica de la enfermedad: La parasitosis o enfermedad parasitaria sucede cuando los pa-
rásitos encuentran en el huésped las condiciones favorables para su anidamiento, desarrollo, multi-
plicación y virulencia, de modo que pueda ocasionar una enfermedad118.
Epidemiología/Prevalencia de la patología: El interés sobre este tipo de infecciones ha crecido en
los últimos años como consecuencia de la inmigración. Adopciones internacionales, viajes, etc. En el
caso de los viajes el número de parasitosis también se han incrementado, puesto que el perfil de los
viajeros también se ha modificado, aumentando el número de viajeros de mayor edad, con enferme-
dades crónicas e inmunodeprimidas que son más sensibles a este tipo de infecciones117.
Así, en general cuando se hace frente a un problema de parasitosis tenemos que identificar si la pa-
rasitosis es autóctona (endémica) o importada (no presente en nuestro país o con incidencia muy
baja). Los dos tipos principales de parásitos intestinales son dos, los helmintos y los protozoos.
Las tenias, gusanos, lombrices son algunos de los helmintos más comunes119. En su forma adulta,
no pueden multiplicarse dentro del organismo, mientras que los protozoos, que son unicelulares,
si pueden hacerlo, causando en muchos casos graves de infección. Los parásitos protozoarios más
comunes son la Giardia y el Crystopsoridium119. Normalmente se transmiten a través del contacto
con heces infectadas (por ejemplo, a través de tierra contaminada, agua, alimentos…) y en muchos
casos son el origen de la Diarrea del viajero, comentada anteriormente, puesto que estos casos de
parasitosis ocurren en una gran parte de las ocasiones en viajes a lugares donde existe una mayor
prevalencia de parásitos intestinales, malas condiciones de higiene, etc.
Los parásitos pueden permanecer en nuestro intestino durante años sin dar ningún tipo de sínto-
mas, y cuando estos síntomas aparecen, suelen ser: dolor abdominal, náuseas, hinchazón, dolor
estomacal, pérdida de peso y diarrea, entre otros.
Tratamiento farmacológico/dietético: El tratamiento, incluye, como ya se ha comentado anterior-
mente cuando se ha hablado de la DA y de la DV, antieméticos, antiinflamatorios, antibióticos…y
se adecua al tipo de parásito causante de la infección.
Tratamiento con probióticos y evidencia científica: Aunque no existe ninguna guía sobre probióticos
y prebióticos indicando el uso de los mismos en casos de parasitosis en humanos si existen estudios
en los que se muestran claras evidencias, (debido a los resultados obtenidos en estudios de otras
enfermedades gastrointestinales, y a estudios in vitro120) de que su utilización, especialmente en
combinación con el tratamiento convencional ayude a la eliminación de los parásitos intestinales.
Enteropatía causada por antiinflamatorios no esteroideos (AINE): Los antiinflamatorios no este-
roideos (AINE) son fármacos que se caracterizan por su acción antipirética, analgésica e antiinfla-
matoria. Su uso se ha incrementado en los últimos años debido al envejecimiento de la población
y el fácil acceso a ellos, puesto que no necesitan prescripción médica121,122. Pertenecen a este grupo
los salicilatos, pirazolonas, índoles y derivados (indometacina, sulindac), un grupo heterogéneo de
ácidos orgánicos (diclofenaco, ibuprofeno, naproxeno), oxicanos (piroxicam), ketorolaco, nimesuli-
da, meloxicam, etc. Estos fármacos, los AINE, se asocian con cierto riesgo de padecer enfermedades
gastrointestinales123-125.
Una de las principales complicaciones es su toxicidad gastrointestinal, que es causa no sólo de le-
siones gastroduodenales, sino también de la enteropatía por AINE, que afecta al intestino delgado
en tramos más distales, pudiendo derivar en diarrea, dolor abdominal, hemorragia digestiva o per-
foración122,125.
Epidemiología/prevalencia de la patología: La prevalencia de úlcera gástrica y duodenal relaciona-
da a AINES es de 15-20%; más del 50% cursan asintomáticas, y complicándose con hemorragia o
perforación del 1-3%126. Las lesiones gastroduodenales se previenen fácilmente mediante fármacos
inhibidores de la bomba de protones, pero la enteropatía suele pasar desapercibida y no tiene pre-
vención eficaz.
Tratamiento farmacológico/dietético: Las opciones de tratamiento de la enteropatía por AINEs
son escasas y poco conocidas hasta el momento actual. Básicamente, debemos de identificar su
presencia de forma precoz, con los métodos diagnósticos comentados. En pacientes en los que pue-
den emplearse otras alternativas terapéuticas o bien el uso de los AINEs es “caprichoso”, su simple
cese puede ser suficiente en caso de dolor abdominal o anemia crónica. Sin embargo, muchos pa-
cientes no pueden abandonarlo completamente debido a dolor crónico o terapia antiplaquetaria.
Igualmente, en otros casos, la aparición de una hemorragia manifiesta obliga a una enteroscopia de
balón terapéutica o a recurrir a la cirugía si ésta no pudiese controlarse o la afectación intestinal es
severa, como a menudo se observa en la enfermedad “tipo diafragma”, donde llegan a producirse
verdaderos cuadros de obstrucción intestinal por las distintas estenosis presentes
Tratamiento con probióticos y evidencia científica: La toxicidad de los AINE se explica básicamente
porque afectan a la integridad de la mucosa intestinal, dejándola expuesta a bacterias intestinales,
ácidos biliares y enzimas proteolíticos127. Se piensa que las bacterias y sus productos de degrada-
ción intervienen en el desarrollo del daño epitelial ya que en los ratones germ-free no se producen
lesiones por AINE128,129. Aunque algunos antibióticos como el metronidazol y sulfasalacina han de-
mostrado reducir la inflamación intestinal y la pérdida de sangre (heces) en pacientes con este tipo
de enteropatía, el uso de probióticos en la prevención de la enteropatía por AINE surge de la idea
de que las bacterias intestinales participan en el proceso de la enfermedad. Además, como ya se ha
comentado, se sabe que ciertos probióticos favorecen la homeostasis de la mucosa intestinal, la
síntesis de mucinas, y la inhibición de la expresión de genes proinflamatorios a nivel de las células
epiteliales de la mucosa130. Por todo ello, y aunque es necesario llevar a cabo más estudios clínicos
para avalar la eficacia de los ciertos probioticos en la enteropatía por AINE, ya existen evidencias de
la eficacia de L. rhamnosus GG y la mezcla VL#3131,132, tanto en la restauración del epitelio intestinal
como en el descenso del número de lesiones en los individuos estudiados.
Conclusiones: todo lo aquí expuesto demuestra que el tratamiento con probióticos puede exten-
derse a prácticamente todas las enfermedades digestivas. En ninguno de los casos contados en este
último apartado, su uso por si solos puede acabar con la enfermedad, pero si ayudar y acabar con
algunos de los síntomas. Aunque es necesario, como ya se ha repetido numerosas veces a lo largo
del capítulo, llevar a cabo un mayor número de ensayos clínicos rigurosos, ya existen evidencias
suficientes que indican que su uso en este tipo de enfermedades es beneficioso y que será ampliado
en un futuro.
Encefalopatía hepática (EH). Una disbiosis de la microbiota intestinal también podría estar rela-
cionada con la encefalopatía hepática, sin embargo, los estudios muestran resultados contradic-
torios y no concluyentes144-146. A pesar de todo, en los últimos años parece que si existe la evidencia
clara de que hay una relación entre la microbiota y la cognición133.
Definición clínica de la patología. La encefalopatía hepática (EH) es un síndrome que incluye un
espectro amplio de manifestaciones neurológicas y psiquiátricas, secundarias al efecto tóxico sobre
el sistema nervioso de sustancias que en condiciones normales son eliminadas por el hígado147.
Epidemiología/Prevalencia de la patología. La incidencia de la encefalopatía hepática es alta y
afecta notablemente la calidad de vida de un gran número de personas, pudiendo conducir en sus
estados avanzados al coma y a la muerte. A pesar de ello, es una situación poco conocida a nivel
general, con muy escasa presencia en los medios de comunicación. La incidencia de las enfermeda-
des hepáticas crónicas se estima alrededor del 0.5-0.9% de la población y el número de fallecidos
por enfermedades hepáticas crónicas ó agudas en España representa entre un 3 y un 4% del total
de fallecimientos (aproximadamente el triple que los fallecidos por accidentes de tráfico). Estos
datos muestran por tanto que la encefalopatía hepática es un serio problema clínico, social y eco-
nómico148..
Tratamiento farmacológico/dietético. El tratamiento de la EH se dirige, de manera general a la de-
tección y tratamiento de los factores precipitantes, es decir a determinar cuales es la concentración
plasmática de las sustancias que tienen un efecto tóxico en el sistema nervioso central. Y, además,
a mejorar el tratamiento mental con tratamiento farmacológico. La mayoría de tratamientos se han
diseñado para disminuir la concentración plasmática de amoniaco149. Además de los fármacos que
se emplean para la EH, se deben establecer una serie de medidas generales (nutrición, hidratación,
aspiración de secreciones, protección de la vía aérea, tratamiento de infecciones, etc.), cuyo bene-
ficio proviene de la experiencia clínica. De manera general, los tratamientos convencionales de la
EH implican el uso de antibióticos y carbohidratos no absorbibles. En cuanto a las recomendaciones
nutricionales, se recomienda hacer una dieta normoproteica y evitar la restricción de proteínas.
Además, se recomienda, una suplementación con vitaminas (A, D, E, K, complejo B) y calcio y consi-
derar aumentar las proteínas de origen vegetal, lácteas y aminoácidos de cadena ramificada.
Tratamiento con probióticos y evidencia científica. La hipótesis de que el incremento de bacterias
no productoras de ureasa como los lactobacillus y una reducción en los productores de ureasa como
E. coli and S. aureus podría mejorar el cuadro clínico, hizo suponer que el uso de probióticos puede
ser de utilidad en el tratamiento de la enfermedad133.
Así, y después de un análisis de los estudios realizados, se ha llegado a la conclusión de que existen
evidencias claras de mejora en el caso de trastornos cognitivos leves, es decir en los casos en los
que aparecen las primeras manifestaciones clínicas de la EH. Etapa de la enfermedad conocida como
encefalopatía hepática mínima (EHM). Sin embargo, estas evidencias no son tan claras en el caso
de la encefalopatía hepática manifiesta. El Centro Nacional de Excelencia Tecnológica en Salud,
de Méjico, en su guía publicada en 2013150 sobre el diagnóstico y tratamiento de la encefalopatía
hepática en el adulto ya incluyen los probióticos en el tratamiento y establecen que los probióticos
alteran la microbiota bacteriana intestinal resultando en la disminución de la producción de amonio
y su absorción, debido a una disminución en el pH intraluminal. Además, reducen la traslocación
bacteriana y la subsecuente endotoxemia mejorando, además, la circulación hiperdinámica
Además, en la Guía Nacional India sobre el Estudio del Hígado, publicada en 2010, ya se recomienda
el uso de probióticos para el tratamiento de EHM151.
Los probióticos incluidos en estos estudios fueron: L.acidophilus, L. rhamnosus, B. longum and S.
boulardii, S. faecalis, C. butyricum and B. mesentericus and Lactobacillus spp. entre otros152-157.
Los estudios se llevaron a cabo con dosis de entre 109-10 11 uf tomadas 2-3 veces diariamente duran-
te 30-90 días. Algunos de estos probióticos fueron suministrados en combinación con prebióticos
(fructooligosacáridos)
En lo que se refiere a la EHM se necesitan realizar más estudios para demostrar la efectividad de los
probióticos en el tratamiento de la enfermedad.
En cuanto a otro tipo de enfermedades o alteraciones hepáticas ocurre un poco lo mismo en cuanto
al tratamiento con probióticos. Así, por ejemplo, en la enfermedad hepática alcohólica (EHA), a
pesar de que si existen estudios in vivo con animales158-161 y en humanos145, 162-164 que indican que el
uso de probióticos puede ser eficaz en el tratamiento de la enfermedad y reducir su sintomatología,
no hay evidencias clínicas suficientes para soportar este hecho.
El carcinoma hepatocelular es el tumor primario más prevalente del hígado y aparece después de
la cirrosis, con una elevada fecuencia165. Hasta el momento han sido muy pocos los estudios lleva-
dos a cabo sobre el uso de probióticos en este tipo de cáncer, por ello no existen hasta el momento
evidencias que recomienden el uso de probióticos en estos casos.
Conclusiones. La relación hígado-microbiota intestinal está clara, y el uso de próbioticos parece
ser prometedor en el tratamiento futuro de estas enfermedades. Sin embargo, hasta el momento
el uso de probióticos solo está recomendado para la EHM ya que es la única enfermedad hepática
con suficientes ensayos clínicos y evidencias claras de la eficacia de su uso en el tratamiento de la
enfermedad.
Como en muchos otros tipos de cáncer, el de colon requiere una terapia multidisciplinar para ofrecer
al paciente las mayores tasas de recuperación. Los especialistas decidirán cuál es el tratamiento ade-
cuado en función del estado del paciente, dónde está ubicado el tumor y la fase en la que se encuentra
el cáncer. Además, el especialista valorará si el paciente sufre otras enfermedades que puedan entor-
pecer el tratamiento. Todo esto implica que cada paciente recibirá un tratamiento que se adapte a sus
circunstancias particulares. Los tratamientos más comunes son la quimioterapia y la cirugía.
Tratamiento con probióticos y evidencia científica. Como ya es sabido, los probióticos juegan un rol
muy importante a nivel del sistema inmunológico, pueden equilibrar alteraciones de nuestra micro-
biota, son capaces de mejorar los síntomas en muchas de las enfermedades gastrointestinales y parece
que tienen una actividad quimiopreventiva y antimutagénica. Estudios in vitro llevados a cabo en los
años 90 con leches fermentadas conteniendo cepas probióticas del género Lactobacillus, Streptococ-
cus, Lactococcus and Bifidobacterium mostraron tener actividad antimutagénica en el ensayo de mu-
tagenicidad de Salmonella typhimurium. Otros ensayos con cepas en productos como el kéfir y suero
de leche, sin embargo, no presentaron esta actividad.
Parece que este efecto es dosis dependiente y a su vez también del proceso de fermentación. Otros
estudios, llevados a cabo con tejido de colon también mostraron como bacterias acido lácticas actúan
favorablemente sobre lesiones carcinógenas en el mismo, y mostraron también como la aplicación
conjunta de carcinógenos y probioticos prevenía el daño en el ADN, siendo este efecto mayor cuando
el probiótico se aplica antes de la exposición al carcinógeno. Entre los probióticos que mostraron esta
actividad se encuentran L.acidophilus, L. confusus, L. gasseri, B. longum y B. breve. En lo que se refiere a
L. bulgaricus y S. thermophilus solo algunas subespecies fueron efectivas.
En lo que se refiere a los mecanismos por los cuales los probióticos pueden actuar como preventivos en
el cáncer de colon, se conocen varios167,168:
1. Los probióticos se pueden unir a ciertos mutágenos (p. ej las aminas heterocíclicas generadas
formadas durante el cocinado de la carne),
2. Porque pueden ser capaces de modificar enzimas envueltas en los procesos carcinogénicos como
por ej. nitroreductasas, azoreductasas glucuronidasas, etc. Se sabe que una disminución de la
actividad nitroreductasa y azoreductasa en favor de la -glucuronidasa es beneficioso para el or-
ganismo, disminuyendo el riesgo de desarrollar procesos cancerígenos en el colon.
3. A través de la acción de sus metabolitos, como pueden ser los ácidos grasos de cadena corta.
Además de que la formación de estos ácidos provoca una disminución de pH en el colon, aso-
ciado a una baja probabilidad de incidencia de cáncer de colon, varios estudios han demostrado
como el butirato favorece la proliferación celular en celular sanas y deprime la proliferación en
células cancerígenas. Además, la apoptosis de las células sanas se inhibe mientras que se incre-
menta en células cancerígenas, cuando el mismo está presente.
Conclusiones. Con todo lo aquí expuesto, se puede concluir que, con los estudios llevados a cabo
hasta la fecha, parece que los probióticos podrían ejercer un efecto preventivo a la hora de desa-
rrollar un cáncer de colon. Sin embargo, para que esto sea una clara evidencia, es necesario llevar a
cabo más estudios clínicos que lo avalen y no se pueden establecer a día de hoy recomendaciones
para el uso de probióticos en este tipo de pacientes.
Tratamiento Farmacológico/Dietético. Por un lado, se sabe que, puesto que la población bacteria-
na de las deposiciones depende de la dieta, es de prever que cambios en la misma, puede llegar a
prevenir el riego de este tipo de infecciones170. También está demostrado que la ingesta de leches
fermentadas, zumos de frutas y bayas frescas previene de infecciones, y que la presencia de lacto-
bacillus, predominantes en la microbiota vaginal de las mujeres sanas, previene a los uropatógenos
de entrar en el tracto urinario.
El tratamiento convencional para este tipo de problemas consiste en la toma de antibióticos. Sin
embargo, en aproximadamente un 20% de los casos existen problemas de resistencia.
Además, pueden dar lugar a recurrencias, efectos secundarios (diarreas, depresión, dolores de ca-
beza…), infecciones secundarias, etc., todo ello debido, en parte a que la microbiota intestinal de
nuestro organismo se ve seriamente afectada.
Tratamiento con probióticos y evidencia científica.Aunque no existen evidencias científicas sufi-
cientes para su recomendación sistemática, los probióticos puedan jugar un papel importante en la
prevención de este tipo de infecciones. Concretamente, existen diversos estudios que demuestran
la efectividad de ciertos probióticos en la salud urogenital de la mujer, siendo claras las evidencias
en el caso de infección vaginal (vaginosis y vulvovaginitis). Es, en estos casos donde la evidencia
clínica ha demostrado que la restauración del equilibrio vaginal mediante el uso de probióticos es
clara y este hecho puede influir en la prevención y tratamiento de ITU.
Existen muy pocos estudios específicos sobre el papel beneficioso de probióticos en ITU, siendo L.
rhamnosus GR-1, L. reuteri RC-14 y L. crispatus (CTV-05) las bacterias probióticas que han mostrado
efectividad en el control de infecciones recurrentes171.
Recientemente, en estudios in vitro, se ha observado que las cepas Lactobacillus plantarum CECT8675
y CECT8677 presentan una actividad bactericida elevada, frente a los los prin-cipales patógenos de
las ITU (Escherichia Coli, Proteus mirabilis, Staphylococcus saprophiticus y Klebsiella pneumoniae).172
Conclusiones. Aunque existen resultados esperanzadores, los próbioticos empleados para la preven-
ción en el tratamiento de las ITU deberían estar apoyados en ensayos clínicos que demuestren su
eficacia.
• Las bacterias que conforman nuestra microbiota pueden ejercer su función a través de la mi-
gración de los linfocitos186,187.
• Otra posibilidad es que los metabolitos bacterianos viajen más allá del colon, a través del to-
rrente sanguíneo alcanzando otras zonas del cuerpo donde ejercer su acción (cómo puede ser
la piel). Así, se han encontrado ácidos grasos de cadena corta en la vena portal, hepática y en
otras venas periféricas188.
Pese a que el/los mecanismos por los cuales las bacterias intestinales pueden modular nuestro sis-
tema inmune aun estén por dilucidar, lo que está claro es que hay un claro potencial del uso de
probióticos (así también como de prebióticos y simbióticos) en el tratamiento de enfermedades
alérgicas. Estas enfermedades alérgicas incluyen problemas de asma, de dermatitis atópica, alergias
alimentarias, etc.
Estudios realizados recientemente muestran como individuos con problemas de dermatitis atópica
muestran diferencias importantes en su microbiota189,190 y que el tratamiento con bacterias acido
lácticas atenúan los síntomas en ratones191,192. Los tratamientos están pensados en una atenuación
de los síntomas y no en una cura y las investigaciones van dirigidas en este sentido. Hasta el mo-
mento los probióticos más empleados han sido Lactobacillus, más concretamente L. rhamnosus, L.
acidophilus, L. casei and L. plantarum, Bifidobacterium y la mezcla probiótica VSL#3. Las enfermeda-
des estudiadas han sido, asma, rinitis alérgica, dermatitis atópica, alergias a la leche de vaca y alergia
al polen. En todos los estudios, después de un estudio en profundidad, se ha visto una disminución
de los síntomas asociados a cada una de las enfermedades. Sin embargo, los resultados deben to-
marse con precaución puesto que aún no existen evidencias claras, en la mayor parte de los casos
que asocien una determinada cepa o cepas con una mejora de los síntomas en las enfermedades
alérgicas. Además, las dosis empleadas en cada caso, así como la duración del tratamiento aún están
en la mayor parte de los casos por dilucidar.
En el caso de recomendarse su uso, hay que tomar ciertas precauciones y nunca debe recomendarse
en personas inmunodeprimidas.
En lo que se refiere al caso de la dermatitis atópica y eczema ya existen probióticos comercializados
para su uso en pediatría, y aunque, este capítulo está dedicado a adultos cabe destacar como cepas
de L. reuteri, L. rhamnossus, B. lactis, L. acidophilus y L. helveticus ya están en el mercado para mejo-
rar los síntomas de la dermatitis atópica y eczema193.
En un futuro se espera que el rango de aplicación en el campo de las enfermedades alérgicas se am-
plíe para los probióticos.
Ya hemos visto que los probióticos son capaces de modular las respuestas del sistema inmune. Estas
bacterias junto con ciertos oligosacáridos prebióticos están presentes en la leche materna y está de-
mostrado que juegan un papel muy importante en el sistema inmunológico del recién nacido. Debi-
do a todas las evidencias clínicas existentes hasta el momento sobre los efectos beneficiosos de los
probióticos, estos están siendo cada vez más utilizados en la infancia. En los últimos años también
se ha investigado sobre el hecho de si los probióticos podrían afectar a la respuesta inmunológica a
las vacunas. Aunque muchos de estos estudios se han centrado en los niños, hay estudios de gran
interés llevados a cabo con adultos. Así, a modo de ejemplo, un estudio clínico llevado a cabo en
el 2012, mostró como el consumo de las cepas de L. plantarum, CECT 7315 y CECT 7316, durante
tres meses después de la vacunación contra la gripe incrementó los niveles de anticuerpos Ig A y
Ig G específicos. Además, también se observó una tendencia hacia un incremento en los niveles de
anticuerpos Ig M específicos. Estos resultados indicaron que el consumo de estas cepas probióticas
podría ser una manera eficiente, segura y fácil de mejorar la respuesta inmune protectora en la vacu-
nación antigripal en grupos, tales como personas de edad avanzada con alto riesgo para el desarrollo
grave de infecciones como la gripe194.
En otro estudio complementario llevado a cabo con las mismas cepas de L. plantarum y con una po-
blación de ancianos se observó que, dependiendo de la dosis de tratamiento con estos probióticos,
se obtienen distintos efectos inmunoestimulantes, mantenidos además hasta 12 semanas después
de la suspensión del tratamiento, que podrían contribuir a una mejor evolución clínica. Además,
dichos efectos se mantuvieron 12 semanas después de suspender el tratamiento195.
Estos estudios han mostrado que efectivamente existe una mejora en la respuesta a las vacunas y
que la eficacia de las mismas se ve incrementada. Sin embargo, el por qué esto ocurre y los meca-
nismos a través de los que esta respuesta mejora, se desconocen. Existen estudios que demuestran
un aumento de anticuerpos específicos196-199 mientras otros estudios determinan que apenas existen
cambios al respecto200-204.
Quizás el principal problema sea que estos estudios son fuertemente dependientes de la dosis de
probiótico, del tipo de vacuna y de la población estudiada. Por lo tanto, aunque hay bastantes indi-
cios de que los probióticos mejoran la efectividad de las vacunas aún hay muchas cosas por definir
y demostrar205.
Los probióticos más estudiados han sido determinadas cepas de Lactobacillus y Bifidobacteria, con-
cretamente L. rhamnosus, L. acidophilus, B. lactis y B. longum205, entre otros.
En algunos casos los estudios muestran resultados contradictorios debido a lo que se ha comentado
anteriormente (dosis, población objeto de estudio, etc…). En este sentido, se ha demostrado como
diferentes dosis de probióticos, además del tipo de cepa, pueden dar lugar a respuestas diferentes206.
Por todo ello, para validar el uso de probióticos en estudios clínicos, sería necesario llevar a cabo una
mayor selección de la cepa y de la dosis para poder promover mejores resultados en la efectividad
de las vacunas205. Además de con los probióticos, la mejora, o no, de la efectividad de las vacunas,
también se ha investigado mediante el suministro de prebióticos. Eso sí, en mucha menor medida.
Al igual que los probióticos, los resultados son contradictorios, debido, del mismo modo, al uso de
diferentes prebióticos, dosis…
Aun así, algunas de los prebióticos testados han mostrado tener resultados positivos y mejorar la
efectividad de las vacunas, en modelos animales. Entre los prebióticos con resultados positivos en
estos ensayos con animales se encuentran mezclas de fructooligosacáridos (FOS) e inulina, testados
contra Salmonella207, mezclas de galactooligosacáridos (GOS) de cadena corta y FOS de cadena
larga (en una relación 9:1) en combinación con pectoligosacáridos (POS) también dieron lugar a res-
puestas positivas en un estudio similar208.
Aunque en un principio estos resultados podrían parecer prometedores, los ensayos realizados con
esos mismos compuestos, en humanos, no han sido satisfactorios209,210. Las vacunas probadas en
estos ensayos fueron contra el tétanos, la meningitis, difteria, tos ferina y polio209-211. Pese a todo,
aunque estas mezclas de prebióticos parece que no son efectivas en cuanto a la mejora de la efecti-
vidad de vacunas en humanos, si han mostrado, en otros estudios clínicos llevados a cabo con niños,
ser efectivos en otros procesos en los que el sistema inmune está involucrado, como es el caso de la
dermatitis atópica u infecciones respiratorias212-214. Por lo que a priori cabe pensar que estos prebió-
ticos podrían modular selectivamente el sistema inmune de los niños con dermatitis atópica.
Puesto que la variabilidad de resultados en los estudios sobre la influencia de los probióticos en la
efectividad de las vacunas es enorme, y que en sí misma, la efectividad de las vacunas ya depende
fuertemente de la edad, sexo, y genética215-217 muchos investigadores han empezado a estudiar los
cambios que nuestra microbiota intestinal sufren antes y después de la vacunación218,219. Los resul-
tados han permitido establecer que cuanto más diversa en composición bacteriana en el intestino
mejor es la respuesta y más efectiva es una vacuna. Esto indicaría, que, en la realización de los es-
tudios clínicos, sería importante determinar la composición de la microbiota para poder ayudar a
interpretar por qué una vacuna puede o no ser más efectiva, tanto sola como acompañada con una
suplementación de probióticos220.
Además, también se sabe que la producción de ácidos grasos de cadena corta por este tipo de bac-
terias actúa sobre el metabolismo afectando al peso corporal. Sin embargo, en un análisis de las
publicaciones realizadas hasta la fecha sobre el efecto de diferentes cepas de Lactobacillus spp. Se
ha visto como no todas las cepas influyen en una mejora de la obesidad, sino que están provocan el
efecto contrario, una ganancia de peso227,228.
Así, cepas de L. acidophilus, L. ingluviei o L. fermentun dieron lugar a un aumento de peso mien-
tras que cepas de L. gasseri y L. plantarum permitieron a los individuos que se les suministró, perder
peso229. Esto reafirma la idea de que, mediante el suministro de probióticos, el metabolismo se ve
afectado y que por lo tanto sí se podrían utilizar los probióticos en el tratamiento de la obesidad. Sin
embargo, vemos que los resultados son cepa-dependientes y que más estudios son necesarios para
poder establecer una conclusión en cuanto a ello. Así, las investigaciones futuras irán encaminadas
a la búsqueda de la combinación de probióticos más efectiva, así como a la dosis, duración de los
tratamientos y población de estudio.
Puesto que como hemos dicho, la regulación metabólica parece ser cepa dependiente, los probióti-
cos también podrían ser utilizados en casos contrarios, tratar casos de malnutrición, por ejemplo, y
como no en casos de trastornos de la conducta alimentaria. Hasta el momento, cuando se hablaba
de trastornos de la conducta alimentaria, el foco de estudio estaba en el cerebro. Sin embargo,
estudios recientes indican que la microbiota intestinal podría estar jugando un rol muy importante
en este tipo de alteraciones y, aunque los estudios son preliminares, los resultaros podrían acabar
explicando como la función física podría estar interactuando con el trastorno psicológico230.
Es bien sabido que, a edades avanzadas, se producen cambios en la microbiota intestinal que pue-
den afectar al estado de salud general y más concretamente provocando estados de malnutrición.
En este sentido, el consumo de probióticos, como se ha indicado anteriormente, podría ser una he-
rramienta útil para mejorar esta situación. Así, por ejemplo, estudios clínicos llevados a cabo con
determinadas cepas de L. plantarum (cepas CECT 7315 y 7316) han mostrado mejoras en el estado
nutricional de las personas de edad avanzada. Se ha descrito que, en ancianos, la mayor causa de
mala absorción de nutrientes y vitaminas puede ser debida a un sobre-crecimiento de bacterias en
el intestino delgado. En este sentido, el efecto beneficioso de L. plantarum CECT 7315/7316 podría
deberse a su contribución a normalizar y estabilizar la microbiota intestinal. Además, estas cepas
presentan beneficios para el estado de salud general, como son la regulación del tránsito intestinal,
la mejora el estado nutricional y la estimulación del sistema inmune. Por este motivo, el consumo
de productos funcionales que contengan L. plantarum CECT 7315/7316 mejora la calidad de vida de
personas de edad avanzada231.
Sin embargo, pese a todo, la población en general considera, en muchos casos, que la higiene bucal
es un aspecto secundario. La caries y la periodontitis son las enfermedades más comunes hoy en día.
En el mundo hay 5 billones de personas que sufren de caries y es un problema de cierta importancia
en países industrializados ya que afecta aproximadamente a entre un 60 y un 90% de la población233.
Malos hábitos alimentarios, el consumo de tabaco y la poca higiene bucal, son la principal causa de
este tipo de enfermedades. La principal causa de la periodontitis y la gingivitis, así como de la caries,
es la placa bacteriana234. La placa bacteriana es un “biofilm” que se deposita en la superficie dentaria
y que está compuesta por bacterias, proteínas humanas y polisacáridos bacterianos235. La preven-
ción y el tratamiento son de vital importancia en estos casos siendo los métodos más comunes por
los cuales se afrontan este tipo de problemas, el cepillado dental, los dentífricos con flúor, el uso de
colutorios, seda dental, entre otros, y de una intervención farmacológica directa, en los casos más
severos, con antimicrobianos. A pesar de la universalización del empleo de estas técnicas, las infec-
ciones de la boca como caries, o los problemas de encías, continúan siendo enfermedades orales que
afectan a la gran mayoría de la población mundial. Por su alta prevalencia-incidencia, cabe señalar
que el 99% de los españoles ha padecido caries al llegar a los 45 años. Otros problemas habituales
que nos encontramos hoy a nivel oral son el mal-aliento y las enfermedades de los implantes denta-
les (prótesis para la sustitución de piezas dentales) como la mucositis o la periimplantitis236.
En los últimos años, debido al desarrollo de las técnicas de biología molecular, se ha empezado a
conocer un poco más en profundidad nuestra microbiota bucal237. Así, sabemos que nuestra boca es
un complejo ecosistema en el que habitan más de 700 especies diferentes de bacterias, ya que en
ella encuentran condiciones ideales para supervivencia (nutrientes, temperatura…). La enfermedad
periodontal entre muchas hipótesis se cree que viene por una alteración de esa placa que se deposita
en nuestros dientes238. Así, por ejemplo, un consumo elevado de azúcares promueve que se gene-
ren ácidos orgánicos fuertes por parte de las bacterias y que en consecuencia consigan sobrevivir
aquellas que lo hacen a pH bajos, causando problemas de caries. En los fumadores, la presencia de
bacterias causantes de periodontitis aumenta. Como ya hemos dicho antes, en casos severos de
enfermedad periodontal, se suele hacer uso de antibióticos para intentar eliminar las máximas bac-
terias patógenas posibles. El problema es que también las bacterias beneficiosas se ven afectadas239.
En este punto es donde coge fuerza el concepto de utilizar los probióticos en este tipo de problemas
para, en lugar de atacar la microbiota bacteriana, intentar reestablecer el equilibrio de la placa de
modo a prevenir las enfermedades. Además, ciertas bacterias probióticas producen sustancias an-
timicrobianas que podrían actuar haciendo frente a las bacterias patógenas e incluso competir con
ellas en los sitios de adhesión.
Los estudios realizados hasta el momento han sido satisfactorios y han mostrado como el trata-
miento con probióticos podría ser de gran utilidad en la salud oral. Los resultados obtenidos en
estos estudios han sido tan evidentes que hoy en día existe un probiótico de uso odontológico240.
Lactobacillus reuteri. Produce una sustancia antimicrobiana, conocida como reuterina, que en can-
tidades suficientes es capaz de reestablecer el equilibrio de la microbiota bucal. Su uso diario está
recomendado tanto en niños como en adultos para una higiene bucal óptima, para personas que
estén atravesando momentos de mucho estrés y agitación, o para quienes tengan un riesgo elevado
de problemas periodontales como embarazadas, diabéticos, fumadores o ancianos, y para personas
que toman medicamentos que aumentan la sensibilidad de las encías como los anticonceptivos ora-
les o los antihistamínicos.
Los estudios realizados hasta el momento han sido satisfactorios y han mostrado cómo el trata-
miento con probióticos podría ser de gran utilidad en la salud oral. Los resultados obtenidos en
estos estudios han sido tan evidentes que hoy en día existen probióticos de uso odontológico9. Por
ejemplo, L. reuteri produce una sustancia antimicrobiana, conocida como reuterina, que en canti-
dades suficientes es capaz de reestablecer el equilibrio de la microbiota bucal. Su uso diario está
recomendado tanto en adultos para una higiene bucal óptima, para personas que estén atravesando
momentos de mucho estrés y agitación, o para quienes tengan un riesgo elevado de problemas
periodontales como embarazadas, diabéticos, fumadores o ancianos, y para personas que toman
medicamentos que aumentan la sensibilidad de las encías como los anticonceptivos orales o los
antihistamínicos. Los estudios clínicos realizados con esta cepa probiótica (en forma de pastillas)
indican su efectividad hacia la inhibición de la formación de placa, sus efectos antiinflamatorios y
antimicrobianos en pacientes con periodontitis crónica, durante la fase de mantenimiento del trata-
miento periodontal, nunca en la fase quirúrgica241. Además, en pacientes con gingivitis con inflama-
ción moderada, el uso de esta cepa (incluida en chicles) ha dado resultados positivos en la reducción
de dicha inflamación242.
En un estudio realizado con las cepas L. brevis CECT 7480 y L. plantarum CECT 7481 se de-mostró
que éstas poseen buenas propiedades probióticas como actividad antimicrobiana contra patógenos
orales, capacidad de agregación y adhesión a los tejidos orales y alta tolerancia al medio ambiente
oral. Se concluyó que estas cepas muestran propiedades prometedoras para ser utilizadas como
potenciales probióticos para mejorar la salud oral243.
Conclusiones. Dado que las enfermedades orales son claramente polimicrobianas, las estrategias
antibacterianas como las vacunas pueden no ser efectivas. Por ello, los tratamientos con prebióticos
y probióticos encaminados a restablecer el equilibrio microbiano y con el hospedador son las más
prometedoras.
Pese a que los avances son muchos en esta área, se necesitan más estudios para acabar de com-
prender tanto su nivel de eficacia como sus mecanismos de acción. Hay algún aspecto que aún no
ha sido claramente esclarecido en lo que se refiere a la adherencia de la bacteria probiótica sobre las
superficies orales de manera prolongada y persistente para formar parte de la bio-película, o bien
si se produce un efecto inhibidor de las bacterias patógenas del probiótico después de su consumo.
El intestino humano es, dentro de nuestro organismo, una increíble herramienta de trabajo ya que
posee una mecánica única. El intestino es conocido como “nuestro segundo cerebro” ya que es el
único órgano que, además del cerebro posee su propio sistema nervioso consistente en millones de
neuronas ensambladas en la pared del intestino. Incluso cuando se corta el tubo neural primario el
intestino continúa funcionando.
Este concepto, eje intestino-cerebro data ya del siglo XIX, a partir de observaciones de científicos
de la talla de Darwin, Beaumont o Cannon244-246. Sin embargo y a partir de la ampliación del conoci-
miento en lo que a microbiota intestinal se refiere, especialmente tras saber que está colonizado por
millones de bacterias, se empezó a pensar que dichas bacterias podrían jugar un papel fundamental
estimulando o deprimiendo este entramado neuronal y que, de una manera indirecta, estaría in-
fluenciando nuestra actividad cerebral. Así, el eje intestino-cerebro ha pasado a ser el eje microbio-
ta-intestino-cerebro247.
Está claramente demostrado que en muchas ocasiones cuando una persona, sufre de ansiedad o es-
trés, esto provoca alteraciones en su sistema digestivo causando diarreas, acentuando los síntomas
de un intestino irritable, de una persona con colitis o causando brotes en los enfermos de Crohn. Es
por ello indiscutible que existe una conexión cerebro-intestino-microbiota. Sin embargo, los meca-
nismos por los cuales se produce esta comunicación están aún por descubrir, y este es uno de los
campos en los que seguramente la investigación se centrará en los años venideros.
Hasta el momento, la mayor parte de los estudios han focalizado sus estudios en la influencia del
cerebro en la microbiota248,249, sin embargo, actualmente son muchos los estudios que se están
desarrollando sobre el efecto que la alteración de la microbiota tiene en el cerebro y en el compor-
tamiento247.
Uno de los modos a través del que se está estudiando este eje microbiota-intestino-cerebro, es a
través del uso de ratones libres de microorganismos, es decir, de ratones con una total ausencia de
microbiota intestinal250,251. Esto además de permitir el estudio del comportamiento en estas con-
diciones, libres de bacterias, permite evaluar el impacto que tiene, por ejemplo, la inclusión de un
determinado agente (probiótico) en su organismo. Aunque estos estudios no se pueden extrapolar
al ser humano y no representan las condiciones reales, están permitiendo demostrar que efectiva-
mente la microbiota intestinal tiene un gran impacto en el cerebro y el comportamiento humano.
Los estudios realizados hasta el momento han demostrado, por ejemplo, como ratones libres de
bacterias muestras alteraciones en su respuesta al estrés, ansiedad, etc., en comparación con rato-
nes convencionales. Además, también se ha visto como el suministro de determinados probióticos
son beneficiosos en reducir la ansiedad, el estrés y en mejorar el buen humor en pacientes con enfer-
medad inflamatoria intestinal y con fatiga crónica252-254. Algunos de los probióticos testados como
L. helveticus, L. reuteri, B. infantis y B. longum son probióticos sobre los que ya hay estudios sobre su
regulación del sistema inmune.
Los estudios muestras como estos probióticos alteran la expresión de determinados receptores del
sistema nervioso central relacionados con procesos de ansiedad y de depresión255-258. Otros estudios,
también llevados a cabo en ratones, han mostrado como la alteración de la microbiota intestinal de
ratones recién nacidos, dan lugar a cambios de comportamiento que perduran en la vida adulta259.
Estudios acerca de la infección con microorganismos patógenos también muestras activación de de-
terminadas regiones cerebrales relacionadas con el comportamiento y con mecanismos de ansiedad
y depresión260-262. Así, por ejemplo, en un estudio llevado a cabo con Campylobacter jejuni, mostró
como tras la infección, los ratones mostraron una mayor ansiedad, proporcional a la activación neu-
ronal causada por la infección260.
Entre los pocos estudios llevados a cabo en humanos, una gran parte se ha centrado en los procesos
depresivos, concretamente en la alteración hipotálamo hipofisiario adrenal (HPA), alteraciones que
en procesos depresivos dan ligar a un incremento de los niveles de cortisol (o también conocido
como hidrocortisona) en plasma y un aumento de la hormona corticotropina en el fluido cerebroes-
pinal. Un estudio llevado a cabo con voluntarios a los que se les suministró una combinación de los
probióticos L. helveticus y B. longum, mostró como, después de 30 días de tratamiento se redujeron
los niveles de cortisol libre en orina, mostrando por primera vez, una influencia de los probióticos en
el sistema HPA263.
Aunque la mayor parte de los estudios se han realizado en ratones, y es necesario llevar a cabo mu-
chos más estudios, especialmente en humanos, es evidente que las nuevas líneas de investigación
irán dirigidas al desarrollo de nuevas estrategias de tratamiento (probióticos o farmacológica), para
los trastornos gastrointestinales que están asociados con una señalización alterada del intestino al
cerebro.
Entre los probióticos testados en estudios in vitro y en animales nos encontramos cepas como L. Ca-
sei267-269, L. rhamnosus GG270, L. Johnsonii271 y L. Acidophilus272. En estos estudios se ha visto como, por
ejemplo, su ingesta, permite reducir los niveles de glucosa en sangre como la reducción de citoqui-
nas inflamatorias, implicadas en la progresión de la diabetes tipo I. Además, modulan la producción
de insulina y mejoran la tolerancia a la glucosa.
En lo que se refiere a la diabetes tipo II, que es la diabetes no insulino-dependiente, los estudios
llevados a cabos con probióticos (L. acidophilus y L. casei) han demostrado una mejora en determi-
nados parámetros asociados a la enfermedad como son la intolerancia a la glucosa, la hiperglicemia,
hiperinsulonemia, dislipidemia y estrés oxidativo273.
2. Hipertensión
Aproximadamente una cuarta parte de la población de los países desarrollados sufre de hiperten-
sión, uno de los principales riesgos de enfermedad cardiovascular. Esto es debido al estilo de vida,
sedentarismo, obesidad, ingesta de alcohol, déficit de vitamina D, mala alimentación, etc274,275. La
hipertensión provoca un aumento de angiotensina II (a partir de la angiotensina) que da lugar a la
vasoconstricción de los vasos sanguíneos y una retención tanto de sodio como de agua276. El trata-
miento convencional consiste en el uso de inhibidores de los enzimas convertidores de angiotensi-
na277. Muy recientemente ha surgido la idea de utilizar los probióticos como tratamiento alternativo
para la hipertensión. Esta idea se basa en el hecho de que los probióticos pueden actuar como
moduladores de estos enzimas convertidores de la angiotensina de manera similar a los fármacos
convencionales.
Los estudios llevados a cabo in vitro y en animales, han mostrado como, con cepas como L. casei, S.
themophilus y L. johnsonii han mostrado como la ingesta de probióticos son capaces de disminuir
la presión sanguínea, así como disminuir los niveles de triglicéridos y el índice aterogénico en plas-
ma278,279.
En cuanto a los pocos estudios clínicos existentes, los resultados fueron similares. Así el suministro
de L. plantarum a un grupo de voluntarios fumadores y con riesgo cardiovascular mostraron la dis-
minución de la presión sanguínea, un aumento del colesterol bueno (HDL) y una disminución del
malo (LDL) así como una disminución de los parámetros indicativos de estrés oxidativo280. En otro
estudio, llevado a cabo con L. helveticus, con pacientes hipertensos, los resultados fueron similares,
sin embargo, en estudios llevados a cabo con L. fermentum los resultados fueron negativos281.
Esto puede estar indicando que el efecto beneficioso en personas con hipertensión, y en general con
riesgo cardiovascular, puede ser dependiente de la cepa utilizada, así como de la dosis y la duración
del tratamiento. Es por ello que, en un futuro, los estudios deberán llevarse a cabo de manera más
rigurosa de manera a establecer cuáles son las cepas adecuadas a utilizar en cada caso concreto de
enfermedad.
3. Hipercolesterolemia
El colesterol, como todos sabemos, es un esterol que tenemos en los tejidos y en el plasma sanguí-
neo. Se transporta, en el corriente sanguíneo a través de lipoproteínas como LDL, VLDL y HDL. VLDL
y LDL lo transportan desde el hígado a otras células del cuerpo282, mientras que la HDL hace la fun-
ción inversa, llevando el colesterol de las arterias al hígado283. Un aumento en las concentraciones
de LDL puede dar lugar a su acumulación provocando la formación de placas (placas ateroescleróti-
cas) aumentando el riesgo de enfermedad cardiovascular y estrés oxidativo.
Pero ¿cuál es la función que tiene la microbiota intestinal en este proceso? Son varios los mecanis-
mos propuestos:
a. la reducción de las sales biliares mediante la enzima hidrolasa correspondente284.
b. la incorporación del colesterol a la membrana celular de las bacterias que componen la microbiota
intestinal285.
c. a través de la conversión de colesterol en coprostanol, que es fácilmente asimilable y excretado en las
heces286-288.
Independientemente de los mecanismos, todos los ensayos realizados con animales, hasta el mo-
mento, han mostrado resultados positivos. En cuanto a los ensayos con humanos, estos resultados,
no son, en cambio, concluyentes puesto que en muchos de los casos no se ha visto efecto algu-
no. Esto puede ser debido, como ya hemos dicho anteriormente, a que no todos los probióticos
pueden resultar efectivos. Entre los probióticos ensayados nos encontramos con aquellos que ya
hemos nombrado anteriormente para otros estudios, cepas de B. Longum290, L. Plantarum291, L. Aci-
dophius292, L. Casei278 y S. Thermophilus278.
En un futuro los ensayos irán dirigidos a encontrar cepas específicas con efectos anticolesterolémi-
cos para su uso en pacientes con altos niveles de colesterol y además irán dirigidos aquellos indivi-
duos sanos, con predisposición genética al desarrollo de la enfermedad.
4. Hiperhomocisteinemia
Una gran parte de estudios han evidenciado que existe una correlación directa entre la deficiencia
de nutrientes (especialmente los debidos a una deficiencia en las vitaminas del grupo B) y una gran
concentración de homocisteína en plasma293,294. Esta alta concentración es considerada como un
riesgo de enfermedad cardiovascular puesto que tiene un gran efecto sobre el estrés oxidativo, ho-
meostasis y puede afectar al musculo vascular295. El hecho de que los probióticos podrían ejercer
un efecto positivo en casos de hiperhomocisteinemia surge basándose en el hecho de que previos
estudios habían demostrado que ciertos microorganismos son capaces de producir vitamina K296.
Siguiendo esta vía, se ha visto, en estudios in vitro e in vivo, como durante los procesos de fermen-
tación muchas cepas probióticas son capaces de producir folato297,298 así como vitaminas del grupo
B, concretamente, vitamina B12299 y vitamina B2300 y como otras como L. reuteri son capaces de
producirla como respuesta a una adaptación evolutiva298. En los estudios llevados a cabo, in vivo,
el suministro de L.acidophilus en una matriz láctea, por ejemplo, ha mostrado un aumento de los
niveles de ácido fólico y de vitamina B12 en plasma así como una disminución de homocisteina301.
La habilidad de los probióticos para producir ácido fólico, en humanos, ha sido confirmado para 3
cepas de bifidobacteria, B. adolescentis DSM 18350, B. adolescentis DSM 18352 y B. pseudocatenula-
tum DSM 18353302. En este estudio, llevado a cabo con voluntarios, se muestra como estas tres ce-
pas, son capaces de colonizar el intestino y sintetizar, cantidades significantes de ácido fólico. Otro
estudio más reciente muestra cómo, independientemente de las cepas consumidas, la ingesta de
productos lácteos fermentados causa un incremento en la producción de vitaminas de la clase B303.
Todos estos estudios llevados a cabo hasta el momento abren una nueva vía de aplicación de los
probióticos, ya que la síntesis de vitaminas por los probióticos puede proporcionar una vía comple-
mentaria a la obtención de vitaminas o biomoléculas que no son sintetizadas por las células de los
mamíferos. Estas vitaminas, son normalmente administradas oralmente y la biodisponibilidad de
las mismas no está siempre asegurada, en cambio, la obtención de dichas vitaminas a través de los
probióticos aseguraría una biodisponibilidad continua. En el futuro, los estudios irán encaminados a
la búsqueda de nuevas cepas productoras de vitaminas y a la búsqueda de nuevas matrices, más allá
de la láctea, para su suministro.
5. Estrés oxidativo
Las reacciones de oxidación son fundamentales para la producción de energía en las células. Sin
embargo, el oxígeno puede dar lugar a la producción de especies oxigeno-reactiva y nitrógeno reac-
tivas (ROS, RON) que pueden dañar los tejidos y las células304. Normalmente, nuestro organismo es
capaz de detoxificar el organismo y de reparar estos daños y estas sustancias, sin embargo, cuando
este equilibrio se alterar la producción de especies reactivas es muy elevada, es cuando se produce
el estrés oxidativo305. El estrés oxidativo, además de causar daño cardiovascular, está implicado en
muchos mecanismos que implican inflamación como la enfermedad inflamatoria intestinal, y otras
dolencias como el Alzheimer, Parkinson, cirrosis y como ya hemos visto antes, la diabetes306-309. Ade-
más, el envejecimiento prematuro, la obesidad, el síndrome metabólico, y el desarrollo de ciertos
tumores, han sido también relacionados con el estrés oxidativo309. Además del uso de antioxidantes,
cuyo efecto se ha visto, es capaz de combatir el estrés oxidativo310, el uso de probióticos parece que
puede ser de gran eficacia. Así, en estudios in vitro, determinadas cepas como L. fermentum ME-3
han mostrado ser capaces de aumentar las defensas antioxidativas311,312, además varias cepas de
lactobacillus y bifidobacterias han demostrado tener propiedades antioxidantes, especialmente a
la hora de evitar la peroxidación lipídica313,314. La cepa S. boulardii también ha mostrado su eficacia
antioxidante en estudios con ratones315.
In vivo, son pocos los estudios realizados. Sin embargo, estos estudios muestra resultados prome-
tedores ya que, en todos ellos, se ha mostrado como el consumo de probióticos, en forma de leches
fermentadas provoca un descenso de los parámetros de oxidación, fundamentalmente debido a sus
propiedades antiinflamatorias316,317. Sin embargo, pese a todo aún no se ha llegado a establecer una
correlación directa entre esa disminución en los parámetros causantes de estrés oxidativo y el riesgo
de sufrir enfermedad cardiovascular u otro tipo de factores.
Como hemos visto a lo largo de este punto del capítulo sobre probióticos y riesgo cardiovascular,
parece que los estudios tanto in vitro como in vivo, con animales y humanos, muestran indicios de
que los probióticos podrían ser utilizados en el futuro como tratamiento alternativo en la enferme-
dad cardiovascular y los desórdenes que esta conlleva. Sin embargo, estos estudios aún no han sido
lo suficientemente numerosos y rigurosos como para mostrar una evidencia científica clara. En un
futuro las líneas irán en este sentido, además de abordar otros factores de riesgo en la enfermedad
cardiovascular como puede ser el aneurisma, angina, los accidentes cerebrovasculares, el infarto de
miocardio, la enfermedad vascular periférica etc.
La mayor parte de los estudios clínicos se han llevado a cabo en el cáncer colorrectal, pero también
han empezado a explorarse otros como el de esófago y el de estómago.
Los datos llevados a cabo con humanos son escasos y difíciles de interpretar, sin embargo, algunos
de los estudios más relevantes y más completos han mostrado tener resultados positivos.
Así por ejemplo, el uso de S. thermophilus y L.delbrueckii subsp. bulgaricus en un grupo de individuos
llevado a cabo con un total de 45241 voluntarios a lo largo de 12 años, ha mostrado una significativa
del riego de sufrir cáncer colorrectal con respecto al grupo control, sin toma de probióticos330.
En pacientes operados de cáncer gastroesofágico, se ha visto como el suministro de la cepa SYN
Yakult BL Seichoyaku, reduce el riesgo de infecciones tras la operación, así como el dolor abdomi-
nal331. Aunque los estudios clínicos son pocos y necesitan ser mejorados en un futuro, ya se han
propuestos diferentes mecanismos por los que se explicaría el efecto positivo de los probióticos
en la prevención y tratamiento del cáncer gastrointestinal. La Figura 1 mostrada a continuación los
representa de manera esquemática.
En base a todos los estudios realizados y los resultados obtenidos en un futuro los estudios clínicos
deberían ser mucho mejor diseñados, teniendo en cuenta tanto aspectos inmunológicos como die-
téticos de edad y sexo. Además, el estado de la microbiota del individuo objeto de estudio deberá
ser también tomada en cuenta para poder desarrollar terapias, encaminadas sobre todo a la preven-
ción, mucho más efectivas.
S. cerevisiae, in vitro
L. casei Shirota, in vitro
L. acidophilus SNUL, L. casei YIT9029 + B. longum HY8001, ratones
L. rhamnosus GG, B. lactis Bb12 + inulina-oligofructosa, ratones
VSL#3, ratones
Butirivibrio fibrisolvens, ratones
B. adolescentis, in vitro
B. longum, ratones
L. acidophilus, ratones
L.plantarum + Lactococcus lactis, ratones
L. gasseri expressing, ratones
VS#L3, ratones
VS#L3+ acido linoleico conjugado, ratones
Además, en algunos estudios también se suele mirar a nivel microscópico si existen parásitos en las
heces como protozoos (trofozoitos y quistes) y helmintos incluyendo Entamoeba histolytica, Giardia
lamblia, Microspora spp.,338,341 Cryptosporidium spp.339, Dientamoeba fragilis, Blastocystis hominis, As-
caris lumbricoides ,trematodos y tenias343,344.
Una vez seleccionado el donante, los estudios realizados hasta el momento, reflejan varios métodos
para llevar a cabo el trasplante. Así tenemos:
Independientemente de la técnica, el trasplante puede realizarse en una única vez o en varias veces,
así como incluir una o varias de las técnicas indicadas. Eso sí, en función de la técnica empleada para
el trasplante, el paciente se tendrá que preparar de un modo u otro, ya que si se realiza por colonos-
copia el paciente deberá ser sometidos a tratamientos de lavado intestinal, mientras que si se realiza
a través de una sonda o intubación, estos lavados no son necesarios335.
Hasta el momento, los ensayos realizados en humanos no han mostrado tener resultados adverso.
Es por ello, que el trasplante fecal se plantea como una vía eficaz y poco costosa, para tratar enfer-
medades graves gastrointestinales, especialmente en aquellos pacientes en los que el tratamiento
convencional ha dejado de funcionar. Pese a todo, es necesario llevar a cabo más estudios en base
a establecer protocolos adecuados para la selección del donante, y evitar al máximo la transmisión
de enfermedades, el modo de realizar el trasplante (de manera que tienda a ser más eficaz y menos
invasivo) y el número de veces que un paciente puede y/o debe ser trasplantado. Además, un se-
guimiento de la evolución de la microbiota del paciente también debería llevarse a cabo de modo a
comprender el rol de la microbiota en el caso concreto de cada uno de los pacientes y la enfermedad.
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