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Sociedad e identidad

Conceptos fundamentales para el entendimiento del arte latinoamericano


en siglo XX

Por Fernández Zárate, Elizabeth

El arte latinoamericano y el estudio del mismo ha sido una constante por parte de los
investigadores y en específico de los investigadores latinoamericanos que han puesto los
ojos en nuestra propia cultura, investigadores como Juan Acha, Marta Traba, García
Canclini, Mariátegui, entre otros. Este interés parte del hecho de autoconocernos y
determinarnos como un todo diversificado y multicultural pero complementario, que posee
ciertos matices igualitarios.

Unos de los matices igualitarios serian la coyuntura política-social que se desarrollaba a lo


largo del XX. La primera mitad del siglo XX es un periodo que se caracteriza por las
dictaduras en toda Latinoamérica, la clase dominante y la milicia se convierten en uno en
muchos de los países, esto causa diferencias sociales muy drásticas y la pauperización del
trabajador conlleva al inicio de la lucha de clases.

Esta lucha de clases conlleva una adopción de ideologías marxistas que en su desarrollo
conllevaran a la lucha armada por parte del trabajador convertido en proletario contra su
verdugo más próximo: el oligarca convertido en Burgués; los ejemplos más relevantes se
dan en los caso de la revolución cubana, los movimientos guerrilleros peruanos, bolivianos
y venezolanos.

El Estado por su parte desarrollará una “lucha preventiva” contra estas guerrillas
revolucionarias, pues desea combatir la expansión del Marxismo-Leninismo en América
Latina, ya que estas ideologías políticas-económicas no se asociaban al sistema político-
social en el cual se encontraban (capitalismo).
En resumen se puede decir que las dictaduras latinoamericanas se comprenden como la vía
para enfrentar el desarrollo de los movimientos socialistas que irrumpen en los años treinta,
con el componente antagónico de la posterior guerra fría y la consolidación de Estados
Unidos como potencia internacional tras a segunda guerra mundial.

Volviendo al estudio del arte latinoamericano se dan muchas interpretaciones inicialmente


ya que este se examinaba bajo enfoques eurocentristas que con el tiempo fueron
cambiando hasta estudiarse bajo nuevos enfoques teóricos latinoamericanos. Si bien al
inicio era latente la baja y casi ausente practica de movimientos críticos en nuestro
continente esto fue cambiando a medida que nuestro critica pasó de ser formalista a una
ideológica en donde se le daba preponderancia a la inserción del objeto artístico dentro de
su contexto social y ya no verlo como un fenómeno aislado de toda realidad.

“Esta creciente animación teórica ya está permitiendo el agrupamiento por tendencias,


según se haga más hincapié en los aspecto internos o externos de la obra de arte. Una crítica
más preocupada por la génisis de la obra de arte, por la autonomía y especificidad del
fenómeno plástico visual, tiende a ser sustituida por una crítica ideológica. O sea hay una
nueva generación de críticos que propone la socialización de la actividad critica.” (Morias.
1990: p.5)

Estos nuevos autores que estudian el arte latinoamericano desde un nuevo enfoque son
figuras tan destacables como Raquel Ribol, Ida Rodriguez Prampolini, Ugarte Elespuru y
Roberto Pontual que se realizaban crítica de arte de cada país por separado pasamos a una
crítica continental, una latinoamericana con autores como Gilbert Chase, Leopoldo
Castedo, Marta Traba, Damián Bayón y Néstor Canclini entre otros.

Pero como ya mencionamos hay dos grandes posiciones diametrales de autores de crítica
latinoamericana importantisimos. El primero de ellos seria Juan Acha que plantea que la
crítica de arte es un fenómeno sociocultural que se vincula con otros fenómenos a su vez
como el producto, la producción, el productor, el consumo, el consumidor y la
distribución; ¿Cómo? De la siguiente manera el crítico orienta el consumo de los productos
artísticos para luego establecer vínculo esencial entre comercio, museo y crítica del arte.
Acha afirma
“Que el artista forma parte del sistema, arranca de algún punto de éste y, quiéralo o no,
maneja ideas preestablecidas sobre el arte. En realidad, las obras de los artistas, en su gran
mayoría, son meros resultados del sistema, es decir, simples aplicaciones de éste, así como
consecuencias del momento histórico, ya que están lejos de ser creaciones propiamente
dichas. El verdadero creador, escaso por naturaleza, transforma el sistema y, al mismo
tiempo, lo continúa. Por todo eso, correspondería tomar el sistema de producción como
verdadero tema de arte.” (Acha. 1992: p.15)

En resumen Acha propone que la obra de arte por lo general solo es el producto de un
sistema determinado, es decir que no aporta nada nuevo a su realidad inmediata más el de
ser un objeto consecuencia de esta, pero sin embargo un verdadero creador transforma el
sistema y lo continua.

El segundo seria Marta Traba que cree fielmente y como muchos otros críticos
latinoamericanos, que era indispensable generar un marco teórico que respalde la
producción artística que ya se dejaba visualizar en el medio cultural. También, creía que el
totalitarismo patriótico era limitante pues se debía aceptar que se vivía en un continente
plural donde la tradición de lo nacional en cada país tiene una conceptualización distinta y
distinguía entre dos posturas: la de un arte nacional de emergencia - que generalmente se
daban en países tercermundistas- que en se desarrollaba en forma de activismo y, un arte
nacional de esencias y síntesis que se producía en países desarrollados. Marta Traba
propone un arte de resistencia frente a modelos euroamericanistas (relacionada con las
vanguardias), ella aproxima su concepto de nación a su concepto de resistencia.

En el arte latinoamericano en el siglo XX los países que tuvieron un mayor crecimiento


fueron México, Brasil y Cuba y se suscitaron bajo diferentes tendencias artísticas, es así
que Morais – y tocando este autor de nuevo- utiliza dos grandes exposiciones para
ejemplificar la visión que EE.UU tenía sobre el arte latinoamericano, las cuales son “Art of
Latin America since Independence” y “Panorama de Artistas Latinoamericanos
Contemporáneos” participan países como Chile, Argentina, Perú, Venezuela, México,
Cuba, Bolivia, Entre otros. Morais al repasar estas dos grandes exposiciones nos advierte
del hecho que todos estos artistas eran radicados en el extranjero si bien los centros de
poder y dominación cultural había sido Europa, en específico Francia ahora sería Estados
Unidos el eje cultural de dominación, menciona también el caso particular de la nación
argentina la cual siempre revelaron una vocación hacia lo internacional y queda por sentado
que nuestra Latinoamérica estaba en búsqueda de lo euro-americano dado a una
dependencia cultural muy marcada.

La muestra de Autin nos sugiere esta observación inicial. El trance paraliza hacia un pasado
(origen), esto relacionado con un pasado precolombino, ancestral, con lo autóctono de
nuestras culturas pero también se verá muy marcado con la utilización nuestros paisajes Un
ejemplo de esto es Roberto Matta que -según Traba- reaviva todos los volcanes
imaginarios de su mundo chileno, al igual que la plástica realizada por Luisa Pacheco y
Francisco Toledo.

Ahora, lo transitorio indica un esfuerzo de cambio (un deseo de adecuación a las nuevas
realidades) político-social-económico, es decir es la búsqueda de lo nacional y continental,
artistas que se encuentran dentro de esta tendencia transitoria serían Fernando Szyszlo y
Obregón. Del trance a lo transitorio, es decir, de la figura a la abstracción.

Analizando la producción del arte constructivo en América Latina para llegar a la


conclusión que, en sociedades en las que todo está por construir, el arte se vuelve un
proyecto nacional e incluso, continental.

Esto se verá en la prosa de Cesar Vallejo, pues él considera que el artista, debe ser un
intelectual que realice un estudio científico de la realidad, y tras haberlo hecho, debe
apoyarse en el marxismo, para lograr hacer un cambio en la sociedad aboliendo el sistema
capitalista, que solo es, para Vallejo, un modo de explotación al proletario. En otras
palabras el artistas/crítico de arte/intelectual debe ser revolucionario, y desarrollar una
plástica que oriente a las grandes masas hacia la institucionalidad de gobierno por parte del
proletariado, aboliendo la burguesía para así crear una sociedad armónica y justa.

Por ende, el espíritu latinoamericano debe poseer influencias internas como externas ya que
son procesos que se dan como consecuencias de imposiciones y seducciones producto de
una dependencia del consumo y las influencias internas pasadas –que el arte
latinoamericano puede recurrir- no deben verse o utilizarse como como una coartada que
exime de su obligación de enfrentar nuevos conflictos sino como una momento del cual
nutrirse y tomar nuevo impulso; constituyendo una sociedad por construir. Morais plantea
que plantea que el arte constructivista es necesario para una sociedad en formación al ser
optimista y utópico, al crear mundos alternos, al crear un “un mundo nuevo, claro, limpio,
transparente”. Sin embargo, la visión de Morais no es cerrada ni exclusivista, ya que
propone que el rol de la crítica de arte debe varias de acuerdo a la sociedad y que no debe
marginar otras tendencias por anteponer el constructivismo.

Bibliografía:

Acha, Juan. (1992). Critica del Arte. Teoría y práctica. México D.F: Editorial Trilla.

Mariategui, José Carlos. (1977). El artista y su época. Lima: Biblioteca Amauta.

Morais, Federico. (1990). Las artes plásticas en la America Latina: del trance a lo
transitorio. La Habana: Casa de las Américas.

Traba, Marta. (2005). Mirar en América. Caracas: Biblioteca Ayacucho.

Vallejo, Cesar. (1973). El arte y la revolución. Lima: Mosca Azul Editores

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