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El Tlacatecólotl

El hombre-búho es transfigurador de sí mismo, posee nahual.

Es aborrecedor de la gente, perdedor de la gente,

productor de discordias; se sangra sobre la gente,

Asesino con veneno, envenenador de la gente.

Hechicero. El agua fría está brotando,

El viento se arremolina en su hogar.

La angustia y la aflicción son su

merecimiento, su recompensa.

Es pobre, huérfano, desdichado.

Nada encontrara para su cuello, para

su cadera: anda con andrajos.

Es acosado; pasa trabajos.

Sale allá, sobre la tierra.

a embrujar a la gente, a perder a la gente

A hechizar a la gente.

Se sangra sobre la gente, pierde a la gente con embrujos,

Oprime el corazón de la gente.

En perro, en gallina, en lechuza,

Mochuelo, en búho se trasforma.

(Códice florentino, op. cit. v. x, p. 31-32)

INTRODUCCIÓN:
Sobre las fuerzas internas de la naturaleza del cuerpo humano se esconden y se albergan
aspectos sobrehumanos, o no humanos, es el caso del “hombre-búho”: el Tlacatecólotl, es uno
de los apelativos más importantes de los antiguos mexicanos para describir al nahual, pues
fueron hombres elegidos y maldecidos que podían transfigurar su cuerpo en diferentes
animales, como los relatos orales y escritos que demuestran en las diferentes zonas aisladas de
la república mexicana. En su sentido conceptual el termino Tlacatecólotl viene descrito en el
diccionario de Rémi Simeón como: “Diablo, Demonio, espíritu maligno, brujo, nigromante;
literal búho racional (Sahagún)”.

El significado de este término fue sacado de las fuentes del Fraile Bernardino de Sahagún, de
ahí el porqué de la visión un tanto distorsionada y ambigua, pero con cierto sentido, así
también en el mismo diccionario la palabra náhuatl Tlacatecólooquichtli significa: “hombre
malo, perverso, endemoniado”; o en el caso de la palabra, Tlacatecólonotzliztli se describe
como: “idolatría, el que invoca al demonio, a los espíritus malignos”. Habrá que recordar y
señalar claramente algo importante ante estas definiciones que son un poco confusas por la
interpretación y los términos occidentalizados que usa esté erudito francés, pues en el
sincretismo entre el panteón de los dioses prehispánicos y el panteón europeo, se entendió en
muchas de las ocasiones al Demonio como a Mictlantecuhtli, ya que él es el dios de los
descarnados que habitaba en el Mictlán (inframundo), o Tlaxico, es decir: “el vientre de la
tierra”, Mictlantecuhtli habitaba en el noveno y último piso del inframundo donde guardaba los
huesos de los difuntos y de las generaciones pasadas, es por eso que se podría entender que el
Tlacatecólotl invoca a Mictlantecuhtli y a sus difuntos, y no precisamente al demonio y a sus
espíritus malignos como lo entendían los primeros intérpretes españoles.

Sin embargo, las fuentes indígenas así como la de los Frailes durante la colonia describían de
manera muy cercana la esencia de estos “hombres-búhos” dado que la resistencia religiosa de
los ritos y la magia prehispánica sobrevivió aunque de manera maltrecha, hoy en día agónica
por la profanación del turismo y la mercadología que explota la cultura de los antiguos pueblos
que aun experimentan estas costumbre mágicas, entre estos se puede mencionar a los
huicholes y demás culturas que son invadidas por los viajeros en busca de una visión como los
hippies, antropólogos que solo alteran el medio social de las costumbres sociales por su torpe
metodología y desde luego los lectores ingenuos que pululan en pláticas seudointelectuales.
Pero más allá de esta tempestad que sufre nuestra antigua cultura desde aquella lejana
evangelización que trato de desaparecer toda idolatría ajena al cristianismo, sobervive en los
indígenas que protegieron con su fe a las costumbres antiguas, dándole a los santos cristianos
(sin querer en muchos de los casos como es el caso de María Sabina, lo notamos en su rezos y
canticos recogidos por el antropólogo Gordon Watson) en muchos de los casos una
correspondencia simbólica y ambivalente con los dioses del panteón mesoamericano para
mantenerlos vivos precisamente en su fe. Se sabe que los indígenas ocultaban sus antiguas
creencias en algún santo o tradición cristiana, o el propio fraile asignaba un valor simbólico de
un santo en alguna entidad prehispánica para hacer creyentes al cristianismo. Hoy en día no es
tan consciente para los indígenas esté paradigma del lenguaje que usamos en el mundo
occidental por fortuna, gozan de cierta ingenuidad del mundo europeo, pues muchos no saben
escribir ni leer.

Inconsciente de esto anterior, algunos nahuales después de la conquista durante siglos son
sumamente conocedores de la palabra oculta del Tlacatecólotl, es desde luego evidente que
muchos de los mestizos mexicanos y de los extranjeros, así como los que intentamos esclarecer
esté pensamiento nos resulte inconmensurable, porque está lleno de misterio para nosotros
por su difícil penetración vivencial que nos expresarían aquellos fenómenos y pensamientos
mágicos y la experiencia que vivían estos antiguos pobladores del México Antiguo, empero,
como se ha dicho aún podrían ser revividos en una mínima escala la portentosas experiencia
que se presentó en tiempos prehispánicos.

LA BESTIDURA DEL NAHUAL:

Los nahuales que tenían el poder de convertirse en animales o también como bolas de fuego
visitaban el Mictlán para tener aquellas visiones y obtener su poder sobre la naturaleza, esto a
través de estados extáticos producidos por su propia voluntad o con la ayuda de rituales y por
medio de las plantas sagradas, por ejemplo algunas de ellas aparecen tatuadas en la piel de la
escultura de la Xochipilli que se encuentra ahora en el museo de antropología e historia. Es
claro que esté Tlacatecólotl, también llamado “hombre-medicina” o “hombre-maligno” está
muy asociado a Mictlantecuhtli, es muy especial la descripción que hace Alfonso Caso al
respecto sobre la esencia del dios del inframundo en relación con el Tlacatecólotl: “…sus
animales asociados son el murciélago, la araña, el búho (tecolotl), animal de mal agüero y cuyo
canto nocturno se considera, todavía hoy, fatal para el que lo escucha”. (Caso, 1978, pág. 76).

Dentro de la cosmovisión del cuerpo humano existía una creencia muy particular de las tres
entidades anímicas que se alojaba en el cuerpo humano para animar ciertas esencias en las
personas del México antiguo, de las tres la que nos interesa se le conocía con el nombre de
ihíyotl que emanaba desde el hígado, pues se decía que está energía anímica era la responsable
de las facultades de nuestro nahualli: el “aire de noche” que salía a espantar a la gente, es decir
el animal que nos invitaba a las pasiones más ocultas y perversas, robando y hurtando,
matando y dañando a las gentes; por eso a esta sección del cuerpo humano le correspondía la
parte del “inframundo” sobre el cuerpo, pues es la parte baja de las 3 partes que se dividía el
cuerpo en la antigüedad: las otras dos estaban arriba de las secciones del ihíyotl, por ejemplo el
tonalli se albergaba en la mollera, en la parte más alta del cuerpo y se le conocía como el “cielo
superior”; mientras la teyolía, la segunda sección se alojaba en el “cielo inferior”, exactamente
sobre el corazón; de cierta forma entendemos que el ihíyotl estaba alojado en el hígado, ahí
habitaba y era esa energía la que se manifestaba como el instinto de las personas, la sombra de
nuestra personalidad o simplemente otra fuerza en forma de animal que salía por la noches en
forma de nahual, por eso nos involucraba en las manifestaciones de los sueños, pero sobre
todo en la vida de los nahuales el dominio del ihíyotl era sumamente importante.

EL CHAMAN POR EL MUNDO: “HOMBRE-MEDICINA”:

Es inevitable no hablar del chamanismo cuando se trata de explicar la naturaleza del


Tlacatecólotl, es verdad que es ajena esta comparación entre ambos dado que son
diametralmente distintos en las formas culturales, en sus rituales, etc., pues están divididos por
la espacio temporalidad, además de que el termino y la esencia de lo que entendemos sobre el
chamanismo se debe en gran parte a los chamanes de Siberia, en donde el termino etimológico
quiere decir “hombre-medicina”, es por eso que no se puede definirlos como iguales en su
totalidad, sin embargo comparten rasgos muy importantes, por el simple hecho de que ambos
tienen el poder de transformar su cuerpo en algún animal. Me yudo al tratar este tema del
chamanismo con el gran historiador de las religiones Mircea Eliade para esclarecer la figura del
nahualli de forma comparativa con los chamanes en donde podamos encontrar otros aspectos
de aquellos hombres que en ciertas partes del mundo hacen de su cuerpo y comportamiento el
aspecto de un animal. En las distintas partes del mundo han existido los humanos con cuerpos
de animal o la imitación de ellos en sus movimientos y en su lenguaje para alcanzar ciertos
grados de exaltación y niveles de poder mágico sobre la naturaleza: “estos espíritus auxiliares
de forma animal desempeñan un papel importante en el preámbulo de la sesión chamánica,
esto es, en la preparación del viaje extático a los cielos y a los infiernos….pero tal vez sería más
exacto hablar de una toma de posesión, por parte del chaman de los espíritus auxiliares; es él el
que se transforma en animal. O aún podría hablarse de una nueva identidad del chaman, que se
forma en animal-espíritu, y “habla”, canta o vuela como un animal o un ave. El “lenguaje de los
animales “no es más que una variante del “lenguaje de los espíritus”, el idioma secreto
chamánico”. (Eliade, 1986, pág.91).

Es de gran importancia saber que no es nada sencillo explicar como se dan las complejísimas
formas y maneras en el que el cuerpo del chaman cambia en las apariencias de los diferentes
animales, no es nada fácil entender y explicar este fenómeno sobrehumano que sobre pasan a
la explicación racional, en la modernidad que vivimos hoy en dia ignoramos la naturaleza de los
chamanes, en la antigüedad estos seres a pesar de su lenguaje secreto eran muy bien
conocidos pues tenían una participación en la dinámica con el pueblo y sobre todo en la
naturaleza; hay una infinidad de formas que tienden los cuerpos de los chamanes, como
águilas, osos, venados, búhos, coyotes, etc., hay en ellos un estado incognoscible para el
individuo ordinario y es inefable explicar el lenguaje mágico y oculto que poseen: “Se ve
claramente que, por medio de todos estos ornamentos, el indumento chamánico tiende a
procurar al chaman un nuevo cuerpo, mágico, en forma de animal…así, los chamanes Altaicos,
los de Tatasos de Minusinsk, de los Teleutes, Soyotes y Karagases se dedican a prestar a sus
indumentos la apariencia de un búho”.( Eliade, 1986, pág.137).

La obtención de los poderes del futuro chaman varían de cultura en cultura y por supuesto
entre los individuos que comparten una misma tradición, en este sentido también varía la
forma de cómo se obtienen las habilidades y las técnicas, en muchos de los casos los
padecimientos de las enfermedades del chaman se deben a que fue elegido a portar los
poderes, o en otras situaciones también era chaman quien era elegido por la fecha de su
nacimiento, o en el caso de alguna deformidad corporal o por el hecho de padecer una
enfermedad mental como la epilepsia, también los lunares o las verrugas en ciertas partes del
cuerpo eran indicios de que sería un chamán. También se considera ser chaman por voluntad
propia, pues muchos niños eran iniciados por la tradición de sus abuelos o padres, o
simplemente por que el adolecente quiso iniciarse con los mejores maestros de su pueblo, pero
habrá que decir que estos chamanes iniciados por su voluntad o por voluntad de su familia para
conservar la tradición eran considerados jerárquicamente inferiores a los chamanes que nacían
con la maldición de los dioses al tener los poderes que controlan la naturaleza. En otras
circunstancias el chamán también adquiere poder chamánico cuando sufre algún percance que
lo lleva al filo de la muerte, como un suceso desafortunado en donde su alma producto de esa
agonía se sobresale dando lugar a una grieta entre cuerpo y el alma: se asoma el alma en el
inframundo a punto de quedarse allí, en esa abertura de alma y cuerpo queda una fisura donde
el moribundo obtiene una visión permanente del más allá. Tratando de hacer una síntesis de
todo esto anterior nos comenta Mircea Eliade al respecto: “El futuro chaman se singulariza
desde su adolescencia: muy pronto enferma de los nervios y a veces es incluso víctima de
ataques epilépticos, que se toman como un encuentro con los dioses. La situación parece
distinta entre los Ostiacos orientales, según Dunin Gorkavitsah, allí el chamanismo no se
aprende, es un don del cielo que se recibe al nacer”. (Eliade, 1986, pág. 30).

Habrá que tener muy en claro que el futuro chaman no por padecer el “llamamiento” o la
“elección”, no necesariamente se convertirá en un chamán o sabrá manejar las técnicas
arcaicas de las tradiciones de su pueblo, pues también debe de aprender por medio de la
iniciación para que domine el “lenguaje secreto”, así como el control de las técnicas mágicas
para así poder convertirse en una alma que vuela en forma de animal para subir a los pisos
celestes y en un “Psicopompo” que viaja al mundo de los muertos del inframundo. Es necesario
que se efectúen los rituales de iniciación para controlar y hacer uso de los poderes curativos del
chaman, pues al iniciarse se muere la antigua vida del individuo que se preparó para ser un
“hombre-medicina”, de esta forma nace un nuevo ser con una conciencia dotada del
conocimiento de os símbolos, mitos, etc., hay en él una separación voluntaria entre su alma y
su cuero con el fin de “ver” las esencias sobrenaturales que recubren y dan sentido a los entes
de la naturaleza: “Un chamán no es reconocido como tal, sino después de haber recibido una
doble instrucción: primero, de orden extático (sueños, trances, etc.) y, segundo, de orden
tradicional (técnicas chamánicas, nombres, funciones de los espíritus, mitología, genealogía del
clan, lenguaje secreto, etc.) Esta doble instrucción, asumida por los espíritus y los viejos
maestros chamanes, equivale a una iniciación”. (Eliade, 1986, 29).

Para concluir esta investigaciones del chamanismo por algunas partes del mundo en donde se
entiende al chamán como “hombre-medicina” podemos decir que gracias a las visiones que
logra aprehensar por los viajes extáticos al más allá de la existencia mundana logra y hace
visible lo invisible e imperceptible dentro de la oscuridad de la muerte en vida, pues su ayuda
esclarece como son las cosmogonías a través de la creación de los mitos, no sin antes entender
que el trance o el éxtasis es la vía de hacer salir al alma del cuerpo, solo por medio de la
muerte o la separación entre alma y cuerpo se logra hacer el conocimiento de la muerte: “Los
personajes que habitan la muerte se vuelven visibles, presentan una cara, poseen una
personalidad…poco a poco, el mundo de los muertos se vuelve conocible, y la muerte misma es
valorizada sobre todo como un rito de paso hacia una forma espiritual del ser”. (Eliade, 1986,
pág. 388).

EL MUNDO SOCIAL DEL NAHUAL:

El nahual malvado se le conocía como Tlacatecólotl y al salirse de sí mismo o de su cuerpo se


transformaba en búho y significaba que estaba fuera de sí mismo de lo que es lo humano, y
adquiría una naturaleza no humana, de ahí el porqué de su imposibilidad de explicación
racional para lo humano porque al salir su nahualli de su cuerpo viajaba al Mictlán para ver los
difuntos para que le transmitieran los mensajes divinos que curaban a las personas o le daban
esas visiones funestas para hechizar a las personas por eso era temido y respetado, pues en los
tiempos antiguos su función era viajar a lugares donde pudieran perder la vida y si sobrevivían
regresarían con mensajes proféticos para su pueblo, como en el caso del Tlatoani de Chalco que
ordeno llevar a un jorobado nahual a que lo encerraran en una cueva del Popocatépetl como
ofrenda a los dioses de la lluvia, el poderoso e infeliz nahual cruzo las barrera de lo sobrenatural
y visito el Tlalocan (el paraíso de Tláloc, uno de los cuatro Mictlán donde iban los difuntos de
acuerdo a su muerte por causa del agua, rayo, etc.), tiempo después los servidores del Tlatoani
lo encontraron vivo y recibieron de él el mensaje divino. Habrá que recordar que una de las
tantas causas de los poderes del nahualli era por medio de su deformidad corporal o por una
enfermedad física, este tema lo abordare más adelante.
Muchos de estos nigromantes o brujos se les entendió antiguamente dentro de su función
social como aquel centro de la religiosidad prehispánica, pues además de ser seres malignos
que hacían el mal necesario, robando y hurtando energía también tenían como función ser el
intermediario entre el mundo sagrado de los dioses y el mundo de lo humano, eran aquel
puente donde corrían las manifestaciones sagradas y también aquellas revelaciones con fines
curativos para las enfermedades que sufría el cuerpo humano, pues dado que en la antigüedad
se creía que las enfermedades eran causadas por el desequilibrio interno que dominaban las
fuerzas anímicas y que se alojan como espíritu en el cuerpo humano.

El Tlacatecólotl es un nahualli, un lector de libros sagrados, astrologo, curandero, etc., los


nahuas se referían a ellos como “dominadores de las nubes de granizo”, básicamente se
dedicaban a las artes de lo sobrenatural en beneficio de su sociedad o en el peor de los casos
hacer maleficios; “el hombre-búho” como se le puede traducir del náhuatl es el emisario del
Mictlan o de la región de los muertos, por eso tal vez al búho se le asociaba en los
mesoamericanos como un animal funesto por ser un animal que viaja al inframundo. La
etimología del Tlacatecólotl viene del sustantivo tlaca que significa “hombre”, el prefijo te
significa “persona indefinida”, y el verbo coloa significa “perjudicar o dañar”; esta
interpretación etimológica coincide un poco con la interpretación de fray Bartolomé De las
Casas: “Hombre nocturno, que anda de noche gimiendo y espantando; hombre nocturno
espantoso, hombre enemigo”. (De las Casas, 1966, pág. 79).

Otros nombres que se le asocian a la naturaleza del Tlacatecólotl son muchísimos, por ejemplo:
Texoxani, “el que hechiza a la gente” o también se traduce como “el que envía granos a la
gente”; Tepolani, “el que pierde a la gente”; Teixcuepani, “trastocar el corazón de la gente”;
Xochihua, “el dueño de embrujos”; Tepahmictiani, “el que mata a la gente con veneno”; hay
una enorme cantidad de apelativos para describir la esencia del Tlacatecólotl en donde se dice
que sus poderes los adquiere de muchas formas ya sea que haya nacido bajo el día del signo ce
Quiáhuitl (1 Lluvia) o en el día del signo ce Ehecatl (1 Viento) que está regido por el dios
Quetzalcóatl; otras vías son haber nacido por un defecto físico, adquirido después de su
nacimiento o en otras circunstancias el haber sido ofrecido al agua y este hecho inducia
quedar bajo la protección del dios Xólotl, divinidad de las transformaciones y de los brujos,
pues esta deidad en forma de perro es una advocación de Quetzalcóatl de acuerdo a la
mitología donde desciende en busca de los huesos de las generaciones antiguas para hacer una
masa de huesos y con ello la nueva humanidad, además que no debemos olvidar que el perro
fue siempre el compañero de los difuntos cuando los enterraba pues sería el guía al cruzar un
rio en uno de los nueve niveles del Mictlan. Otras de las deidades que se les asocia a los brujos
es el dios Tezcatlipoca, se dice que el dios de los magos, pues recordando los relatos donde este
dios se disfrazó de un anciano para embriagar a Quetzalcóatl para que cometiera un acto
inmoral teniendo relaciones con su hermana, con este suceso Quetzalcóatl partió en una balsa
de serpientes hacia oriente prometiendo volver; es por eso que Moctezuma durante la invasión
española pensó como presagio el regreso de Quetzalcóatl.

DESTINO FUNESTO:

Es interesante como adquiere el Tlacatecólotl sus poderes, en el caso de los defectos corporales
es algo innato que lo prepararían para asimilar los poderes funestos que hubieron de adquirir
como un ser “conocedor del reino de los muertos”, “conocedor de los muertos”, “conocedor
del cielo”. Por otra parte perdía sus poderes si él no seguía su destino al que fue hecho por
aquel “llamamiento” por los poderes de la naturaleza: “Perdía sus facultades si salía de él su
tonalli, su destino, la liga con los podres de los dioses, al abrirse en su cuerpo una comunicación
al exterior en el sitio donde esta liga residía. Sahagún nos dice que el capturado uno de estos
malhechores, se les cortaba los cabellos de la coronilla, con lo que se veía desposeído de su
fuerza y moría poco después”. (López Austin, cuarenta clases de magos, pág. 90).

Al hablar del “hombre-búho” es hablar de las diferentes clases de magos que tiende a
manifestar el Tlacatecólotl como se refiere Alfredo López Austin, por ejemplo el significado de
la palabra nahualli ha tenido diferentes interpretaciones desde su sentido etimológico, otro
ejemplo es el que nos da el fraile Ruiz de Alarcón, pues considero que el sustantivo de nahualli
deriva del verbo nahualtía que tiene el significado de “esconderse, ocultarse” otro caso de esté
análisis proviene de Ángel María Garibay, y propone que el origen proviene de un mayismo,
derivado de la raíz mayaquiché na, nao, nava, que significa “sabiduría, ciencia, magia”. Al
respecto nos dice López Austin de este gran problema de descifrar el significado de náhual: “La
palabra náhual del náhuatl hablado actualmente en Tlaxcala, significa “gabán, capa”. Si esta
proposición fuese valedero, nahualli significaría “lo que es mi vestidura”, “lo que es mi ropaje”,
“o que tengo en mi superficie, en mi piel o a mi alrededor”. y si esta palabra es, desde su
origen, usada para designar la relación mágica de transformación de un hombre en otro ser, es
lógico que de ello deriven todos los verbos compuestos con la radical nahual, que les da
matices de disimulo, cautela, secreto, malicia, trampa. (López Austin, 40 clases de magos, pág.
96).

Básicamente el nahualli es el que tiene el poder de transformarse en otro ser, por ejemplo en el
códice carolino hacen mención de los Tecuannahuatin como hombres que pueden
transformase en fieras, menciona este códice a animales como el caimán, perros, comadrejas,
zorrillos, murciélagos, búhos, lechuzas, pavos y por otro lado bolas de fuego, la serpiente como
nahual se le conocía con el nombre de Metlapiccoatl, y en muchos relatos se cuenta que debe
el caminante de matarlo pues no es un animal ordinario, se trata de un nahualli convertido en
serpiente; el fraile fray Juan Bautista nos dice en sus textos que el brujo puede convertirse en
diversos animales dándonos el ejemplo del tlatoani de Coyohuacan, llamado Tzutzunatzin;
como hemos visto la naturaleza del Tlacatecólotl en su conducta es por un lado perverso y
maligno y por otra parte buenos y nobles y su vida a pesar de poseer poderes sufrían una vida
desdichada y trágica, eran pobres e infelices, hombres viviendo una agonía muy dolorosa, sin
paz y en muchos de los casos terminaban ajusticiados por el `pueblo que sufrió sus
perversidades; aunque en otras circunstancias podían tener la dicha de tener riquezas
protegiendo a los hombres de poder como los tlatoanis beneficiándolos a cambio de riquezas, o
en el mejor de los casos los nahuales tambien ocuparon cargos importantes en la sociedad
prehispánica. Los informantes de Sahagún nos hablan a continuación de su personalidad: “El
nahualli es sabio, consejero, depositario (de conocimientos), sobrehumano, respetado y
reverenciado, no puede ser burlado, no se le puede hacer daño, no hay levantamiento frente a
él. El buen nahualli es depositario de algo, hay algo de su intimidad; es conservador de las
casas, observador. Observa,, conserva auxilio. A nadie perjudica. El nahualli malvado es
poseedor de hechizos, embrujador de la gente. Hace hechizos, hace girar el corazón de la gente,
hace da vuelta el rostro de la gente, invoca cosas (maleficios) en contra de la gente, hechiza a la
gente, embruja a la gente, obra contra la gente como Tlacatecólotl, se burla de la gente, turba a
la gente”. (Códice florentino, op. cit. vol. X. p.31)

Bibliografía:

- Alfredo López Austin, Cuerpo Humano e Ideología, UNAM, Instituto de Investigaciones


Antropológicas, pág. 369, 2004

-Alfonso Caso, el pueblo del sol, FCE, México, 1978)

-Mircea Eliade, el chamanismos y las técnicas arcaicas del éxtasis, 1986, FCE.)

-Alfredo López Austin, 40 clases de magos, estudios de cultura náhuatl, México, UNAM,

-Códice florentino, op. cit. vol. X

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