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Cuándo se alcanza la madurez sexual?

Claro está a esta altura de las circunstancias que cuerpo y mente


constituyen un todo integrado y que no existe ninguna división entre las
partes. Y si bien desde la niñez los procesos madurativos van formando
gradualmente las imágenes del cuerpo y sus posibilidades, lo cierto es
que los procesos biológicos y psicológicos no siempre van a la par
constituyendo una unidad.

Así, el deseo puede convertirse en fuerza imperiosa y durante la


adolescencia la biología "apura" al psiquismo del joven a incorporar los
cambios corporales y a adaptarlos al entorno. "La percepción y las
emociones se abren a un mundo nuevo que incita a conquistarlo. En
esta etapa la genitalidad adquiere fuerza de la mano del deseo
sexual y parecería que dominan todo", sintetizó el doctor Walter
Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.

Bien podría creerse que dado que los padres de los adolescentes de hoy
pertenecen a generaciones más libres, que rompieron con las clásicas
pautas rígidas que ceñían los cuerpos de los jóvenes de antaño, parece
que haber vivido esas épocas no es garantía para lograr transmitir la rica
experiencia del sexo con la libertad y los conocimientos que esa
comunicación amerita.

"Aún hay mucha ignorancia, mitos que prevalecen, hipocresía y


prejuicios. La ansiedad por saber algo más sobre sexo se busca en otros
ámbitos cuando en el hogar no se obtienen respuestas, o los mensajes
están sesgados por género, imperativos con misterio, y nadie pregunta o
ayuda a poner palabras sinceras a lo que el joven siente", consideró
Ghedin, quien ejemplificó: "Sos mujer, decile a mamá que te explique",
"no hagas eso, yo sé por qué te lo digo" y "¿me querés contar qué te
pasa?" como las frases que suelen recibir los adolescentes cuando
deciden hurgar en casa lo que les pasa.

Tras asegurar que "los adultos se centran en el sexo como si este fuera
un objeto que necesita moldearse a ciertas pautas conocidas", el
especialista remarcó que "el discurso adulto se disocia a la manera
cartesiana: sexo es cuerpo y necesita de la mente, léase de la
racionalidad para ser controlado". Pareciera que el sexo prescinde de
toda singularidad, como si una ley general abarcara toda la experiencia y
existiera un estatuto que regula lo que se puede hacer y lo que no. Si
somos individuos, somos únicos, no existe otro sujeto igual. ¿Por qué
entonces, algo tan íntimo y personal como la sexualidad debe ser
evaluada dentro de las generales de la ley?

Así es que los temores, tontas creencias y mitos con que los
adolescentes estrenan su erotismo ponen de relieve las falencias en la
educación sexual. Es que por alguna razón, para los adultos la
sexualidad sigue siendo inquietante. Y por alguna otra causa el frondoso
caudal de frases hechas, cargadas de mensajes y buenas
recomendaciones, a ellos no les llega.

Los especialistas coinciden en que "es muy importante hacerles saber


que estamos abiertos a hablar de lo que necesiten y crear un espacio de
confianza al que pueden acceder en cualquier momento para disipar sus
dudas".

En ese sentido, vendrá bien el siguiente inventario de sugerencias nuevo,


más realista y adaptado a las nuevas circunstancias de la sociedad y de
los jóvenes, que busca evitar la arriesgada decisión de dejarles a su libre
albedrío.

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