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Facultad de Humanidades
Asignatura: Metafísica
Facundo Tacacho
Introducción
Para ello, se harán expresas las diferencias entre los susodichos pensadores, atendiendo
especialmente a las críticas que Fichte ejerció sobre Kant y teniendo como principales
referencia dos obras: “Crítica de la Razón Pura” y “La Doctrina de la Ciencia”.
Kant asigna atribuye una tarea fundamental a la filosofía trascendental, que no consiste en
otra cosa más que en perseguir “… los conceptos puros hasta llegar a sus primeros gérmenes
y disposiciones en el entendimiento humano, en los cuales se hallan preparados hasta que,
finalmente la experiencia los desarrolla y hasta, que por obra del mismo entendimiento,
son presentados en su pureza, libres de las condiciones empíricas a ellos inherentes.” (A66,
B91/ Kant, 2010: 95).
Sin embargo, al mismo tiempo Kant reconoce en la intuición una manera inmediata de
conocer las cosas, sobre todo las condiciones aprióricas de espacio y tiempo, configurativas
de la Gemüt. Las intuiciones puras en tanto modo de conocer inmediato, ocupan un lugar
privilegiado en el sistema trascendental kantiano, a tal punto que podemos entenderla
como el modo más perfecto de conocer, dado su acceso inmediato a las cosas.
Hablando con mayor precisión, Kant explica que la intuición es el modo por medio del cual
el conocimiento se refiere inmediatamente a los objetos. En este sentido, cabe decir que la
intuición es el modo más perfecto de aprehender o asir los objetos. No obstante, dichos
objetos nos son dados; hablando enfáticamente, los objetos solo son captados por la
intuición en la medida en que aquellos afectan de alguna manera nuestra Gemüt (cuya
traducción más común es la de psiquismo, pero no refiriendo a procesos psicológicos; otra
traducción es la de espíritu; en ambos casos la traducción de Gemut es insuficiente).
Por otra parte, si Kant observa que el tiempo no es deducible empíricamente, y que más
bien el tiempo es condición del aparecer fenoménico de los objetos, lo que a fin de cuentas
está queriendo decir que el tiempo es la forma bajo la cual me afecto a mí mismo; allí reside
el momento en que, por la introducción kantiana del tiempo en el sujeto, dicho sujeto, la
Gemüt, se intuye a sí mismo, en un proceso interno, aislado de todo fenómeno externo y
de todo residuo empírico.
Ahora bien, teniendo en cuenta una aclaración importante que profiere Kant en relación a
ejercicio del conocer de la intuición pura, limita de alguna manera la relación entre sujeto y
objeto. El objeto aprehendido por el cual nos intuimos a nosotros mismos, en esa suerte de
trascendencia en la inmanencia, es referida por la intuición, como bien decíamos más
arriba; pero tal asimiento del objeto es en calidad de su representación, obtenemos una
representación. No una cosa en sí.
Lo llamativo es que Kant formule semejante expresión, “Das ding an sich”, para anularla
arguyendo de que es imposible incluso preguntarse por ella. Aquí reside la crítica fichteana,
para intentar ir un poco más allá de lo elaborado por Kant, suponiendo que hay otro modo
de conocer más perfecto, más pleno, que comprendería todo en cuanto existente, que si la
intuición pura tiene como correlato asir la representación de un objeto, entonces debe
haber alguna otra forma de intuición que alcance el conocimiento de esa “cosa en sí” que
insinúo conjeturalmente Kant en la KrV.
Al interior del sistema fichteano, la pregunta girará en torno a cuál es el fundamento, o qué
tipo de fundamento es aquel que da consistencia al saber mismo. Fichte sostiene que la
estructuración del sistema del saber impondrá por sí solo todas sus reglas en cuanto
descubramos su principio absoluto. En la búsqueda del fundamento absoluto primero, que
es tanto condición de todo saber humano como principio incondicionado de todo saber, no
pueden tener lugar las determinaciones empíricas, puesto que si el fundamento pretende
ser absoluto, necesario, primero, (además de ser indemostrable), no solo deberá
permanecer ajeno a todo residuo empírico sino que más aún habrá de expresar la
autogénesis (Thathandlung), el acto originario, la autoposición del saber, acción productiva
en su originariedad en la que el acto productivo (Handlung) y el ser resultante, lo producido
(Thatsache), están originariamente unidos.
El yo no debe determinar, sino que debe ser determinado; dicho a la inversa, el no-yo debe
determinar, es decir, poner límites a la realidad del Yo. Para esta proposición, el No-Yo
determina, activamente, al Yo (que en esta medida es paciente). Pero sin contradecir los
principios ya desarrollados, Fichte expresa que el Yo es el que se pone como determinado
por actividad absoluta. Puesto que toda actividad proviene del Yo, ya que de él procede la
acción sintética originaria de la cual prosiguen las demás acciones.
Fichte halla en estas dos proposiciones una contradicción interna, que rápidamente
podemos entenderla en el siguiente respecto: que el Yo no puede ser agente si debe ser
paciente, y a la inversa.
Entonces, hasta aquí, digamos que las proposiciones no deben anularse, sino
conciliarse.**esto acontece por limitacion o determinacion***.
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