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Todo comenzó con unas cuantas botellas de plástico y un tipo

llamado Richart Sowa en la costa de Cancún, México.

Durante dos décadas, Richart, un artista inglés ha estado trabajando en


un proyecto para reciclar los residuos plásticos. Su ingeniosa solución
consiste en una isla flotante construida a partir de una mezcla de varios
materiales de desecho y biología viva, dando como resultado una
solución ecológica a algunos de los problemas de contaminación del
mundo.

No solo eso, es prácticamente vivir fuera de la red en lo que podría


describirse como el paraíso.

La isla, llamada Joyxee Island, está atada a Isla Mujeres, a pocos


kilómetros del continente. Según Richart, unas 150.000 botellas de
plástico llenas de aire están contenidas en las redes y constituyen la
capa inferior del refugio flotante.

Su flotabilidad es lo que eleva la isla por encima de las olas. Sobre ellos
se colocan paletas de madera, madera contrachapada, arena y tierra.
Los manglares y las plantas proporcionan sombra arriba mientras que
extienden sus raíces abajo, tejiendo y atando las capas de madera y
plástico, literalmente manteniendo la isla unida.

El proyecto está concebido como un ecosistema autosuficiente. La isla


crece como un organismo. Richart acumula nuevos desechos en bolsas,
que se amontonan sobre los desechos viejos y se cubren con capas de
tierra como “lasaña”, como dice Richart.

El hábitat flotante comenzó en 2008 como una humilde balsa cubierta de


follaje como reemplazo de la anterior isla de Richart, Spiral Island,
destruida por el huracán Emily en 2005.

Desde entonces, Joyxee ha sido amueblada con una casa de tres pisos
de 70 metros cuadrados, con aire acondicionado, baño,
electrodomésticos, ducha e Internet. La isla está alimentada por paneles
solares, y en el jardín, Richart cultiva productos y hierbas.

Él cree que es posible generar eventualmente aire acondicionado libre y


refrigerado por agua a partir de las olas, que será canalizado a través de
tubos hechos de botellas de plástico.

Ya ha construido una cocina solar.


Tan ingenioso como suena todo esto, Richart ha soñado con llevar el
esfuerzo a alturas aún mayores. Usando velas, un timón/hélice de “cola
de pez” y una nariz puntiaguda, Richart imaginó una isla móvil que
pudiera viajar en alta mar. Más fantásticamente, Richart describe algo tan
extravagante que suena a ciencia ficción:
“Cuando tienes una isla flotante, creas tu propio microclima”, explica
Richart. “Y obtienes la luz del sol, y pones en el centro de la isla una gran
antena parabólica con espejos, puedes enfocar el sol para hacer un
punto caliente en el centro de la isla y crear tu propio tornado […] e
incluso podrías pilotear la isla de esa manera”.

En los últimos meses, la isla ha sufrido daños por las tormentas, pero
Richart está decidido a mantener el proyecto a flote. Planea no solo
reparar la isla, sino expandirla y crear otras. Actualmente, un grupo de
ecologistas lo ha invitado a Bali para construir otros tres paraísos de
botellas de plástico flotantes.

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