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Teoría Unificada de la Arquitectura - “La

complejidad del lenguaje de formas, con


lista de chequeo”

La Villa Savoye de Le Corbusier manifiesta sus "reglas" para la arquitectura:


"Levantar el edificio sobre pilotes. Sólo se permite la construcción de un muro cortina. Los
techos tienen que ser planos. Las ventanas sólo pueden ser horizontales y se extenderán
desde uno de los pilares de soporte a otro". Imagen © Flavio Bragaia

Desde hace un tiempo venimos publicando, a través de sus diferentes capítulos, el libro
Teoría Unificada de la Arquitectura de Nikos Salingaros, para que pueda ser consultado
libremente por estudiantes y arquitectos de todo el mundo. Este capítulo analiza la
complejidad del lenguaje de formas y describe cómo utilizar la lista de verificación del
lenguaje de formas para medir estas complejidades. Si te los perdiste, puedes leer antes la
introducción, el capítulo 1, los capítulos 2A y 2B y el capítulo 3.

* Traducido del inglés por Jorge Bautista Satorra. Corregido por Francisco
Contreras Chávez.

Existe una masa crítica de escritos hechos por arquitectos de la primera mitad del siglo XX,
y podemos revisarlos para ver los lenguajes de formas del modernismo. Por desgracia, los
datos útiles que podemos extraer son escasos, ya que en su mayoría estos escritos no
describen un lenguaje de formas propiamente tal, sino más bien hablan sobre
comercialización, marketing y afirmaciones de carácter político. Además, estas expresiones
subjetivas acerca del lenguaje de formas son presentadas a modo de normativa teórica: una
serie de preceptos sobre lo que se puede hacer y lo que no, con el peso de cierta ética
universal, aun cuando se basan únicamente en opiniones y no en observaciones empíricas
estudio sistemático.

Estas son algunas listas prácticas de reglas que he recopilado, de autoría de: Naum Gabo y
Antoine Pevsner, Ludwig Mies van der Rohe, y Le Corbusier.

De los hermanos Naum Gabo y Antoine Pevsner, 1920: “Rechaza la masa cerrada y el
volumen, y modela el espacio desde adentro hacia afuera. Rechaza el color y utiliza
únicamente el color natural de los materiales de construcción. Rechaza todo ornamento.”

De Ludwig Mies van der Rohe, 1923 : “Plantas abiertas para los interiores. Los
materiales se reducen al hormigón, acero y vidrio. Utilícese únicamente muros cortina y
estructura de hormigón armado, no utilizar construcción que soporte cargas.”

De Le Corbusier, 1927: “Levántese el edificio de su asentamiento sobre las cimentaciones,


de manera que quede suspendido sobre pilares (pilotis). Solo está permitida la
construcción con muros cortina. Los techos tienen que ser planos. Las ventanas podrán ser
únicamente horizontales y se extenderán entre un pilar de carga y el próximo, lo cual las
hace muy amplias (estrechas y largas)”.

Estos tres conjuntos de reglas para el lenguaje de formas del Movimiento Moderno
contrastan con el lenguaje arquitectónico tradicional, de manera que el resultado se ve
notablemente distinto a lo construido antes del siglo XX. Esta nueva aparienciaconstituyó
buena parte del atractivo en el lenguaje de formas del Movimiento Moderno cuando se
introdujo por primera vez.

Dejando de lado los méritos de este nuevo lenguaje formal y sus variantes, hay aquí un
llamado a la universalidad, y por lo tanto un rechazo a adaptaciones regionales. Hay
además un fuerte interés en rechazar algunos elementos por el mero hecho de pertenecer al
lenguaje de formas tradicional: volverse contra la tradición cultural en aras de la
innovación.

Nuestra sociedad adoptó el nuevo lenguaje formal modernista (del Movimiento Moderno,
no del Art Nouveau) en una gran cantidad de edificios, olvidando todo un repertorio de
antiguas y tradicionales formas arquitectónicas. Esto representa una gran pérdida
para la base de conocimiento de la profesión arquitectónica. Ninguna sociedad
racional debiese echar el conocimiento práctico en la basura, a menos que éste se
demuestre inútil o incorrecto.

Nada malo fue descubierto en los lenguajes de formas más antiguos; de hecho, estos
lenguajes poseen una amplia gama de cualidades adaptivas, capaces de crear espacios
agradables, funcionales y confortables. Así pues, proponemos que un arquitecto pueda
aprender de cualquier lenguaje de formas. Algunos lenguajes serán más adecuados que
otros para un determinado lugar — un bienvenido retorno a la valoración regionalista
puesto que ello conduce a la sostenibilidad.

Hoy en día, cuando se decide emplear formas más tradicionales para diseñar un edificio,
el/la arquitecto/a tiene la opción de utilizar este lenguaje de formas en su versión original;
de lo contrario, puede elegir su actualización mediante la introducción de mejoras o ahorro
en recursos mediante materiales más contemporáneos. Además, los arquitectos tienen la
opción de añadir otros elementos innovadores propios, a menos que se les encargue diseñar
en un determinado lenguaje de formas.

Al igual que el lenguaje escrito y hablado, un lenguaje de formas evoluciona con el tiempo,
de manera que el cambio se considera algo natural. Lo que no es natural es una drástica
reversión de un determinado lenguaje de formas. El asunto crucial aquí es modificar un
lenguaje de formas arquitectónico sin que pierda su capacidad adaptativa ni expresiva. Y
para lograrlo, el/la arquitecto/a debe comenzar por un profundo respeto por lo que
representan los lenguajes arquitectónico tradicionales desarrollados hasta el momento.

Un estudio y análisis profundo sobre un lenguaje de formas específico capacita para su uso
como herramienta de diseño mediante la comprensión de cómo un determinado diseño
surge a partir de una “combinatoria lingüística” de las formas. Si el investigador procede a
documentar con exactitud y rigor un determinado lenguaje de formas, podrá entonces
utilizarlo para diseñar un edificio completamente nuevo. La medida del éxito está en que el
observador considere si el nuevo diseño se asemeja a un edificio original lo suficientemente
como para ser considerado resultante del mismo lenguaje. Me gustaría poner fin a la
práctica común entre los estudiantes de copiar edificios como imágenes superficiales, lo
cual no es inteligente ni creativo. La forma correcta de diseñar con un lenguaje
específicamente elegido consiste primero en extraer y documentar ese lenguaje de formas a
partir de uno o más ejemplos, para luego utilizarlo en el diseño de un nuevo edificio.

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