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Alcira Argumedo
Recapitulación
En su origen, la formación de los estados nacionales latinoamericanos implicó la sustitución de la
autoridad centralizada del Estado colonial y el sometimiento de los múltiples poderes locales que
eclosionaron, luego de la independencia, como consecuencia de las fuerzas desatadas por el proceso
emancipador. La identificación con la lucha emancipadora, precario componente idealista de la nacionalidad,
fue insuficiente para producir condiciones estables de integración nacional. La base material de la nación
recién comenzó a conformarse con el surgimiento de oportunidades para la incorporación de las economías
locales al sistema capitalista mundial y el consecuente desarrollo de intereses diferenciados e
interdependientes generados por tales oportunidades.
Este sistema de dominación -el Estado nacional- fue a la vez determinante y consecuencia del proceso de
expansión del capitalismo iniciado con la internacionalización de las economías de la región. Determinante, en
tanto creó las condiciones, facilitó los recursos, y hasta promovió la constitución de los agentes sociales, que
favorecerían el proceso de acumulación. Consecuencia,- en tanto a través de estas múltiples formas de
intervención se fueron diferenciando su control, afirmando su autoridad y, en última instancia, conformando
sus atributos.
IDEOLOGÍA Y APARATOS IDEOLÓGICOS DEL ESTADO.
Althusser
Acerca de la reproducción de las condiciones de producción
La condición final de la producción es la reproducción de las condiciones de producción. Puede ser “simple” (y
se limita entonces a reproducir las anteriores condiciones de producción) o “ampliada” (en cuyo caso las
extiende).
Las evidencias ofrecidas por el punto de vista de la producción, se incorporan de tal modo a nuestra
conciencia cotidiana que es sumamente difícil, elevarse hasta el punto de vista de la reproducción.
Toda formación social depende de un modo de producción dominante. El proceso de producción emplea las
fuerzas productivas existentes en y bajo relaciones de producción definidas.
Para existir, toda formación social, al mismo tiempo que produce y para poder producir, debe reproducir las
condiciones de su producción. Debe reproducir:
Infraestructura y superestructura
Según Marx la estructura de toda sociedad está constituida por niveles o instancias articuladas por una
determinación específica: la infraestructura o base económica (unidad de fuerzas productivas y relaciones
de producción), y la superestructura, que comprende dos niveles o instancias: la jurídico- política (el derecho
y el Estado) y la Ideología.
Representar la estructura de toda sociedad como un edificio compuesto por una base (infraestructura) sobre
la que se levantan los dos pisos de la superestructura constituye una metáfora. Como toda metáfora, hace ver
que los pisos superiores no podrían sostenerse por sí solos si no se apoyaran sobre su base. Tiene por objeto
representar ante todo la determinación en última instancia, por medio de la base económica. Es la base lo que
determina en última instancia todo el edificio, por lógica consecuencia, obliga a plantear el problema teórico
del tipo de eficacia derivada propio de la superestructura, es decir, obliga a pensar en lo que la tradición
marxista designa con los términos conjuntos de autonomía relativa de la superestructura y reacción de la
superestructura sobre la base.
El Estado
La tradición marxista es formal: el Estado es concebido explícitamente como aparato represivo. Es una
“máquina” de represión que permite a las clases dominantes asegurar su dominación sobre la clase obrera
para someterla al proceso de extorción de la plusvalía (explotación capitalista).
El Estado es ante todo lo que los clásicos del marxismo llaman el aparato de Estado. El aparato de Estado,
que define a éste como fuerza de ejecución y de intervención represiva al servicio de las clases dominantes,
en la lucha de clases librada por la burguesía y sus aliados contra el proletariado, es realmente el Estado y
define perfectamente su función fundamental.
La duda radical
No se puede darse algunas oportunidades de pensar verdaderamente un Estado que se piensa aun a través
de aquellos que se esfuerzan en pensarlo, más que a condición de proceder a una suerte de duda radical
dirigida a cuestionar todos los presupuestos que están inscriptos en la realidad que se trata de pensar y en el
pensamiento mismo del analista.
La influencia del Estado se hace sentir particularmente en el dominio de la producción simbólica: las
administraciones públicas y sus representantes son grandes productores de problemas sociales que la ciencia
social los retoma por su cuenta como problemas sociológicos.
La ciencia social misma es, parte integrante de este esfuerzo de construcción de la representación del Estado.
Todos los problemas que se plantean a propósito de la burocracia, como la cuestión de la neutralidad y el
desinterés, se plantean también a propósito de la sociología que los plantea, pero en un grado de dificultad
superior porque puede plantearse a su propósito la cuestión de la autonomía en relación a las ciencias
sociales.
Capital económico
La concentración del capital de fuerza física pasa por la instauración de un fisco eficiente, que va a la par de la
unificación del espacio económico (creación del mercado nacional). La recaudación llevada a cabo por el
Estado dinástico se aplica directamente al conjunto de súbditos. El impuesto de Estado, que aparece en el
siglo XVII, se desarrolla en relación con el incremento de los gastos de guerra.
Así se instaura una lógica económica específica, fundada en la recaudación sin contrapartida y la
redistribución que funciona como principio de la transformación del capital económico en capital simbólico. La
institución del impuesto está en una relación de causalidad circular con el desarrollo de las fuerzas armadas
que son indispensables para extender o defender el territorio controlado y; la recaudación posible de tributos e
impuestos, pero también para imponer por la violencia la entrega de dinero por ese impuesto.
La concentración de fuerzas armadas y recursos financieros necesarios, no se lleva a cabo sin la
concentración de un capital simbólico de reconocimiento, de legitimidad.
Es correcto asociar el desarrollo progresivo del reconocimiento de la legitimidad de las recaudaciones oficiales
a la emergencia de una forma de nacionalismo. Es probable que la percepción general de impuestos haya
contribuido a la unificación del territorio, o a la construcción, en la realidad y en representación del Estado
como territorio unitario.
Capital informacional
La concentración del capital económico ligada a la instauración de un fisco unificado va de la mano de la
concentración del capital informacional que se acompaña de la unificación del mercado cultural. El Estado
concentra la información, la trata y la redistribuye. Y opera una unificación teórica. La cultura es unificadora: el
Estado contribuye a la unificación del mercado cultural al unificar todos los códigos: jurídico, lingüístico y
operando así la homogeneización de las formas de comunicación. A través de los sistemas de enclasamiento
(edad y sexo) que están inscriptos en el derecho, los procedimientos burocráticos, las estructuras escolares y
los rituales sociales, el Estado modela estructuras mentales que impone principios de visión y de división
comunes, contribuyendo con esto a construir lo que se llama identidad nacional.
La unificación cultural y lingüística se acompaña de la imposición de la lengua y de la cultura dominante como
legítima y el rechazo de todas las otras como indignas.
Capital Simbólico
El capital simbólico es cualquier propiedad (cualquier especie de capital: físico, económico, cultural, social)
mientras sea percibido por los agentes sociales cuyas categorías de percepción son tales que están en
condiciones de conocerlo (de percibirlo) y de reconocerlo, de darle valor. Es la forma que toma toda especie
de capital cuando es percibida a través de las categorías de percepción que son el producto de la
incorporación de las divisiones o de las oposiciones inscriptas en la estructura de la distribución de esta
especie de capital.
Capital Jurídico
El proceso de concentración del capital jurídico, forma objetivada y codificada del capital simbólico, sigue su
lógica propia. En los siglos XII y XIII en Europa muchos derechos coexisten: hay jurisdicciones eclesiásticas,
las cortes de la cristiandad, y jurisdicciones laicas, la justicia del rey, las justicias señoriales, las de los
comunes (ciudades), las de las corporaciones, las del comercio.
El proceso de concentración del capital jurídico va de la mano de un proceso de diferenciación que culmina en
la constitución de un campo jurídico autónomo: El cuerpo judicial se organiza y jerarquiza. En el siglo XIV
aparece el ministerio público encargado de la demanda del oficio.
La construcción de las estructuras jurídico- administrativas que son constitutivas del Estado va de la mano de
la construcción del cuerpo de juristas y el contrato entre el cuerpo de juristas que se constituye como tal al
controlar rigurosamente su propia reproducción y el Estado.
El capital jurídico es el fundamento de la autoridad específica de quien detenta el poder estatal y en particular
de su poder, difícil de designar.
Se pasa de un capital simbólico difuso, fundado únicamente en el reconocimiento colectivo a un capital
simbólico objetivado, codificado, delegado y garantizado por el Estado, es decir, burocrático. La declinación
del poder de distribución autónoma de los grandes, tiende a asegurar al rey el monopolio del ennoblecimiento,
y el monopolio del nombramiento. El nombramiento o el certificado pertenecen a la clase de actos o de
discursos oficiales simbólicamente eficaces porque son cumplidos en situaciones de autoridad por personajes
autorizados, oficiales que obran ex oficio, en tanto que detentan un officium (publicum), una función o un caso
asignado por el Estado.
Espíritus de Estado
Para comprender el poder del Estado en la forma de eficacia simbólica que ejerce, hay que integrar
tradiciones intelectuales percibidas como incompatibles. Hay que superar la oposición entre una posición
fiscalista del mundo social que concibe las relaciones sociales como las relaciones de fuerza física y una
visión cibernética que hace de esas relaciones de fuerza simbólica, relaciones de comunicación.
Las estructuras estructurantes son formas históricamente constituidas de las cuales se puede trazar la
génesis social. A estas estructuras se les puede encontrar el principio en la acción del estado: se puede
suponer que en las sociedades diferenciadas el Estado es capaz de imponer y de inculcar de manera
universal, a escala de una cierta jurisdicción territorial, un principio de visión y división común, estructuras
cognitivas y evaluativas idénticas o parecidas y que es, el fundamento de un conformismo lógico y de un
conformismo moral a cerca del sentido del mundo que está en el principio de la experiencia del mundo como
mundo del sentido común.
En las sociedades poco diferenciadas a través de toda organización espacial y temporal de la vida social y a
través de los ritos de institución que establecen diferencias definitivas entre aquellos que se han sometido al
rito y aquellos que no lo han hecho, que se instituyen en los espíritus los principios de visión y división
comunes.
En nuestras sociedades el Estado contribuye en una parte determinante a la producción y a la representación
de los instrumentos de construcción de la realidad social. En tanto estructura organizacional e instancia
reguladora de las prácticas ejerce permanentemente una acción formadora de disposiciones durables, a
través de todas las violencias y las disciplinas corporales y mentales que impone universalmente al conjunto
de los agentes. A través del encuadramiento que impone a las prácticas, el Estado instaura e inculca formas y
categorías de percepción y de pensamientos comunes, las cuales conforman el conjunto de evidencias que
son constitutivas el sentido común.