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República Bolivariana de Venezuela

Universidad Bicentenaria de Aragua


Puerto Ordaz, Estado Bolívar
Escuela de Psicología
Asignatura: Psicología de la Personalidad II

ANÁLISIS DE LOS TRASTORNOS DE LAS PERSONALIDAD

Elaborado por: Facilitador:


Karem Rivas Prof. Lucy Palmira Praolini
C.I.: 13.335.883

Febrero 2018
ANÁLISIS DE LOS TRASTORNOS DE LAS PERSONALIDAD

Cuando hablamos de personalidad hacemos referencia a todo un conjunto


de características, como son: sentimientos, emociones y pensamientos ligados al
comportamiento es decir, estamos haciendo referencia a los pensamientos,
sentimientos, actitudes, hábitos y la conducta de cada individuo, que persiste a lo
largo del tiempo frente a distintas situaciones, distinguiendo a un individuo,
haciéndole diferente a los demás (Chico, 2015).
Esta serie de características que se desarrollan en el individuo a lo largo de
su vida a medida que interactúa con su entorno; no solo lo diferencian del resto,
sino que le dan un lugar dentro de la estructura social; pero ese conjunto distintivo
de cada individuo está enmarcado dentro de estándares fisiológicos y sociales que
se pueden ver alterados dentro de ese proceso evolutivo dando paso a lo que se
conoce hoy en día como trastornos de la personalidad.
Los trastornos de la personalidad, serán el tema central a desarrollar en este
texto, con la finalidad de introducirnos a futuro, en estudios más profundos sobre las
alteraciones de la conducta humana, sus orígenes y tratamientos, como base de
todo profesional de la psicología.

Personalidad y trastornos de la Personalidad


Son muchos los psicólogos y sociólogos que han intentado describir el
término personalidad, con el fin de enmarcar sus estudios sobre la conducta
humana, entorno al principio evolutivo del hombre como ente biopsicosocial. El
término griego actual para personalidad, prosopikotes, procede del antiguo para
«máscara» prosopeion; únicamente esta máscara derivaba de la palabra «cara»
(prosopon), es decir, lo que estaba ante (pros) el ojo (ops), La personalidad,
entonces, representaba la intensificación de los rasgos individuales de cualquier
carácter que el actor intentaba representar (Peris y Balanguer, 2010).

Según Gordon Allport (1937), personalidad es; “la organización dinámica de


los sistemas psicofísicos que determinan los ajustes del organismo al medio
circundante”, en esta definición de Allport, podemos extraer que la personalidad es
un sistema de integración interactiva, en la que todos los sistemas orgánicos del
hombre tanto biológicos como mentales se relacionan para dar al individuo una
armadura de batalla ante el entorno en el que se desarrolla; haciendo así, referencia
indirecta, al hombre como entidad biopsicosocial.

La personalidad es dinámica y flexible, da al individuo la capacidad de


adaptarse a situaciones en el medio que le rodea, sin perder su esencia, integrando
lo que es con los procesos de aprendizaje vividos. En este sentido podemos decir
entonces que la personalidad es el resultado de los procesos de aprendizaje del
individuo que pautan sus capacidades adaptativas al medio.

Así diferimos de, Cloninger (2003) que define la personalidad como; “las
causas internas que subyacen al comportamiento individual y a la experiencia de la
persona”, para Cloninger la personalidad es la pieza oculta detrás del carácter y por
ende determina las experiencias vividas por cada individuo, pero deja de lado que
el individuo moldea esa esencia distintiva con la que nace, a través de sus
experiencias, para dar paso a su personalidad.

La personalidad no es una colección de rasgos, sino que la mayoría de los


estudios resaltan su naturaleza integrada y organizada. Pero; ¿qué sucede cuando
en este equilibrio interno, se presentan alteraciones por diversas causas, ya sean
biológicas, sociales o psicológicas, que marcan la desviación de la personalidad de
un individuo?

La definición de trastorno de personalidad (TP) debería partir del


conocimiento de la personalidad normal y de cómo están alteradas sus funciones
(Peris y Balanguer, 2010). Aun cuando en oportunidades ha sido enmarcado en un
concepto los trastornos mentales no pueden ser conceptualizados de manera
unitaria, ya que representan múltiples alteraciones en una lista de características
que se consideran normales en una masa, pero de marca individual en cada
elemento humano, con una particularidad dinámica y flexible ante las diversas
situaciones de vida que se puedan presentar. Aun así cuando estas alteraciones no
cambian con el paso del tiempo y se vuelven inflexibles, trayendo como
consecuencia dificultades de adaptabilidad en el individuo, por lo que para su
estudio requieren ser definidas, tratando de abarcar un concepto global de todos los
trastornos de la personalidad pese a sus diferentes causas, entonces:

“Un trastorno de la personalidad es un patrón permanente e inflexible de


experiencia interna y de comportamiento que se aparta acusadamente de las
expectativas de la cultura del sujeto, tiene su inicio en la adolescencia o principio de
la edad adulta, es estable a lo largo del tiempo y comporta malestar o perjuicios
para el sujeto” (DSM-IV, 1995)

Criterios Diagnósticos Generales CIE-10 y DSM- IV

La personalidad como se explicó previamente en el texto presenta rasgos


característicos, que se manifiestan en patrones persistentes del individuo, en la
formas de percibir, relacionarse y pensar sobre el entorno y sobre sí mismo, que se
ponen de manifiesto en su interacción con el entorno; que solo pueden considerarse
un trastorno cuando son inflexibles y desadaptativos, causando un deterioro
funcional significativo o un malestar subjetivo.

El Manual Diagnóstico y Estadístico de Los Trastornos Mentales (DSM-


IV), de la American Psychiatric Association, describe los criterios diagnósticos
generales para los trastornos de la personalidad, usando, códigos y términos
totalmente compatibles con los de La décima revisión de la Clasificación
estadística internacional de enfermedades y problemas de salud (CIE-10),
llevada a cabo por la OMS y publicada en 1992. Basados en el principio básico de
que todo trastorno mental comprende una alteración orgánica y toda alteración
orgánica conlleva una alteración del estado mental, reforzando así las bases
científicas para los diversos estudios del comportamiento humano. Así encontramos
que;
Los Criterios Diagnósticos de Investigación de la CIE-10 y los criterios
generales del DSM-IV para los trastornos de la personalidad son iguales en líneas
generales.

A. Un patrón permanente de experiencia interna y de comportamiento que se


aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto, en dos o
más:

— Cognición

— Afectividad

— Actividad interpersonal

— Control de los impulsos

B. Este patrón persistente es inflexible y se extiende a una amplia gama de


situaciones personales y sociales.

C. Este patrón persistente provoca malestar clínicamente significativo o deterioro


social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.

D. El patrón es estable y de larga duración y su inicio se remonta al menos a la


adolescencia o al principio de la edad adulta

E. El patrón persistente no es atribuible a una manifestación o a una


consecuencia de otro trastorno mental.

F. El patrón persistente no es debido a los efectos fisiológicos directos de una


sustancia ni a una enfermedad médica.

Para realizar un diagnóstico objetivo y asertivo de los trastornos de la


personalidad, es necesario valorar al sujeto en largos periodos de tiempo,
considerando que los rasgos de la personalidad observados deben estar
presentes desde el inicio de la edad adulta, y deben ser distinguidos de los
trastornos transitorios que surgen como respuesta a estresantes situacionales
específicos, como el uso de sustancias toxicas o estados emocionales.

Clasificación de los Trastornos de la Personalidad


Según el DSM-IV, Los trastornos de la personalidad están reunidos en tres
grupos que se basan en las similitudes de sus características.
El grupo A incluye los trastornos paranoide, esquizoide y esquizotípico
de la personalidad: Los sujetos con estos trastornos suelen parecer raros o
excéntricos.

El grupo B incluye los trastornos antisocial, límite, histriónico y


narcisista de la personalidad. Los sujetos con estos trastornos suelen parecer
dramáticos, emotivos o inestables.

El grupo C incluye los trastornos por evitación, por dependencia y


obsesivo-compulsivo de la personalidad. Los sujetos con estos trastornos suelen
parecer ansiosos o temerosos. Es frecuente que los individuos presenten al mismo
tiempo varios trastornos de la personalidad pertenecientes a grupos distintos.

Debemos tomar en cuente que aun cuando esta clasificación facilita el


estudio y diagnóstico, los rasgos de la personalidad de individuo permiten que este
pueda presentar en paralelo, más de un trastorno pertenecientes a grupos distintos
de la clasificación.

Trastorno depresivo de la personalidad


Continuando con el DSM-IV, como referencia, encontramos que los
trastornos depresivos de la personalidad, forman un patrón permanente de
comportamientos y funciones cognoscitivas depresivas que se inicia al principio de
la edad adulta y se refleja en una amplia variedad de contextos. Entre los
comportamientos y funciones cognoscitivas de tinte depresivo se incluyen
sentimientos permanentes de abatimiento, tristeza, desánimo, desilusión e
infelicidad. Estos individuos se caracterizan por mostrarse especialmente serios,
incapaces de divertirse o relajarse y sin sentido del humor. Algunos creen que no
merecen ser felices o divertirse. Es frecuente que tiendan a cavilar y preocuparse,
inmersos permanentemente en su infelicidad y en sus pensamientos negativos.
Estos individuos auguran el futuro tan negativamente como ven el propio presente;
dudan de que las cosas puedan mejorar algún día, anticipan lo peor y, aunque
presumen de realistas, los demás los describen como netamente pesimistas.
Demuestran dureza al juzgarse a sí mismos y tienden a sentirse excesivamente
culpables por sus defectos y sus fracasos. Su autoestima es baja y se traduce
especialmente en sentimientos de impotencia. Los individuos con este trastorno
tienden a juzgar a los demás tan duramente como lo hacen con ellos mismos,
destacando sus defectos muy por encima de sus virtudes, y pueden mostrarse
negativos, contrarios, críticos y dados a la censura.
Criterios de investigación para el trastorno depresivo de la personalidad:

A. Patrón permanente de comportamientos y funciones cognoscitivos


depresivos que se inicia al principio de la edad adulta y se refleja en una amplia
variedad de contextos y que se caracteriza por cinco (o más) de los siguientes
síntomas:
(1) El estado de ánimo habitual está presidido por sentimientos de
abatimiento, tristeza, desánimo, desilusión e infelicidad
(2) la concepción que el sujeto tiene de sí mismo se centra principalmente en
sentimientos de impotencia, inutilidad y baja autoestima
(3) se critica, se acusa o se auto-descalifica
(4) cavila y tiende a preocuparse por todo
(5) critica, juzga y lleva la contraria a los otros
(6) se muestra pesimista
(7) tiende a sentirse culpable o arrepentido
B. Los síntomas no aparecen exclusivamente en el transcurso de episodios
depresivos mayores y no se explican mejor por la presencia de un trastorno
distímico.
Es importante recordar que estas clasificaciones buscan enmarcar el
trastorno y no al individuo que lo padece. Por vivencia directa podría aportar, que
los sujetos con trastorno depresivo de la personalidad, suelen pasar desapercibidos,
dentro de los grupos sociales de su entorno, pero a la larga experimenta si se quiere
por ignorancia de estos, rechazo y otra serie de consecuencias sociales, que
agudizan el síndrome y solapan las habilidades y destrezas que pueden desarrollar
estar personas motivados por la autocrítica y exigencia personal, siendo este último
un punto clave a la hora de la aplicación de tratamientos terapéuticos, que permitan
un mejoramiento en los procesos socio-integradores de estos.

Trastorno pasivo-agresivo de la personalidad


(Trastorno negativista de la personalidad)

La característica esencial de este trastorno planteadas en el DSM-IV, vemos


un cuadro permanente de actitudes de oposición y resistencia pasiva ante las
demandas adecuadas de rendimiento social y laboral, que se inicia al principio de
la edad adulta y se refleja en multitud de contextos. Estos individuos acostumbran
a mostrarse resentidos, llevan la contraria y se resisten a cumplir las expectativas
de rendimiento que los demás depositan en ellos. Esta actitud de oposición suele
ponerse de manifiesto en el trabajo, aunque también aparece en las relaciones
sociales. Esta actitud de resistencia se traduce en aplazamientos, descuidos,
obstinación e ineficiencia intencionada, sobre todo como respuesta a las tareas que
sus jefes les encomiendan. Estos individuos sabotean los esfuerzos de los demás,
ya que no cumplen su parte del trabajo.
Estos individuos acostumbran a mostrarse abiertamente ambivalentes,
oscilando indecisos desde un extremo al opuesto. A veces siguen un camino
errático que da lugar a disputas constantes con los demás, para acabar
defraudándose a sí mismos. La dependencia de los otros y la necesidad de
autoafirmarse constituyen un conflicto típico de estos individuos, y su falta de
autoconfianza es notoria a pesar de su aparente bravuconería. Para la mayoría de
las situaciones prevén el peor de los resultados, incluso en aquellas que parecen ir
bien. Esta visión catastrofista de los acontecimientos suele provocar respuestas
hostiles y negativas por parte de los demás, hartos de aguantar sus continuas
quejas. Este tipo de comportamiento suele verse en individuos con trastornos de la
personalidad límite, histriónico, paranoide, dependiente, antisocial y por evitación.

Criterios de investigación para el trastorno pasivo-agresivo de la


personalidad:
A. Patrón permanente de actitudes de oposición y respuestas pasivas ante
las demandas que exigen un rendimiento adecuado, que se inicia a principios de la
edad adulta y se refleja en una gran variedad de contextos, y que se caracteriza por
cuatro (o más) de los siguientes síntomas:
(1) Resistencia pasiva a rendir en la rutina social y en las tareas laborales
(2) quejas de incomprensión y de ser despreciado por los demás
(3) hostilidad y facilidad para discutir
(4) crítica y desprecio irracionales por la autoridad
(5) muestras de envidia y resentimiento hacia los compañeros
aparentemente más afortunados que él
(6) quejas abiertas y exageradas por su mala suerte
(7) alternancia de amenazas hostiles y arrepentimiento
B. El patrón comportamental no aparece exclusivamente en el transcurso de
episodios depresivos mayores y no se explica mejor por la presencia de un trastorno
distímico.
Al realizar esta recopilación vemos un trastorno que a diferencia del trastorno
depresivo de la personalidad, eleva el grado de hostilidad y pesimismo en el
individuo, lo que logra marcar una gran diferencia y causa mayores limitantes al
momento de la socialización, pues estos crean barreras negativas en su entorno
que le impiden avanzar e incluso desarrollarse de manera individual tomando en
cuenta el pesimismo con el que ven el futuro.

“Las partes disociadas de la personalidad no están


separadas de la identidad o la personalidad de un solo cuerpo,
sino más bien son partes de un solo individuo, que todavía no
están funcionando juntos de una manera suave, coordinada y
flexible”. Suzette Boon, psicóloga y psicoterapeuta alemana.
Referencias bibliográficas
 American Psychiatric Association. Manual Diagnóstico y Estadístico
de Los Trastornos Mentales (DSM-IV).
 Chico, E. Manual de psicología de la personalidad. ECU. 2015.
 CLONINGER, C. Teorías de la personalidad. PEARSON
EDUCACIÓN. México, 2003.
 Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Unidad Técnica
de Codificación CIE-10-ES. 2016.
 Peris y Balanguer. Patología dual, protocolos de intervención,
Trastornos de la personalidad. Edikamed. Madrid, 2010.

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