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FACTORES QUE INFLUYEN EN LA DELINCUENCIA JUVENIL

INTRODUCCION:

La preocupación por entender y elaborar políticas públicas de prevención de la delincuencia


ha cobrado gran relevancia en numerosos países del mundo. Una de las variantes más
preocupantes del comportamiento delictivo es aquel protagonizado por jóvenes y menores
de edad, ya que puede acarrear consecuencias futuras negativas, tanto para ellos como
para su entorno.

Cómo prevenir comportamientos delictivos ha sido materia de gran debate, ya que los
factores asociados son usualmente complejos. La investigación nacional e internacional
indica que el desarrollo del comportamiento delictivo puede entenderse como producto del
interjuego de numerosas variables sociales, familiares o individuales. El presente
documento realiza una revisión bibliográfica de la literatura nacional e intencional en materia
de factores de riesgo y delincuencia juvenil, para aportar a mejorar la calidad de la discusión
acerca del desarrollo de una política pública de prevención primaria y secundaria.

En este ensayo, se revisa la investigación en factores de riesgo asociados al desarrollo del


comportamiento delictivo en la literatura internacional desde la perspectiva del desarrollo
psicosocial, y cómo éste se relaciona con otros comportamientos de riesgo que se
manifiestan preferentemente en la etapa juvenil o adolescente.

Posteriormente, se exponen los antecedentes nacionales respecto de los factores de riesgo


asociados al desarrollo del comportamiento delictivo juvenil.

Finalmente, esperemos que el presente trabajo de investigación sea de gran ayuda y


agrado para el lector, y que pueda servir de material de apoyo para los futuros trabajos
referentes a la delincuencia.

RESUMEN:

El ataque a la delincuencia juvenil pasa por soluciones o alternativas sociales. No bastan,


y la experiencia las confirma como claramente insuficientes, soluciones individuales que
reclutan o castiguen al delincuente juvenil. Este medio de defensa frente al delincuente por
parte de la sociedad provoca la continua reincidencia, convirtiendo al muchacho en una
autentica máquina de delinquir.

Uno de los factores que se une en multitud de ocasiones a este proceso es la presión social
emanada de un medio o unas condiciones de vida atosigante, el ambiente enrarecido del
suburbio sin otras alternativas culturales o la progresiva frustración a lo largo del desarrollo,
que va generando unos niveles de respuesta violenta imposibles de contener al llegar a la
adolescencia.

Los modelos sociales, a veces presentados en la misma familia, constituyen así mismo otra
importante fuente de la delincuencia juvenil. No hay que olvidar lo susceptible que es el
muchacho a la imitación y a la influencia que está puede ejercer como método de afirmación
personal, capaz de superar al propio modelo.

Por otro lado las causas orgánicas se hallan inscritas en la anatomía del delincuente desde
su nacimiento. La herencia no siempre es decisiva, pero ejerce constantemente una
influencia más o menos favorable, confirmada por los muchos ejemplos ofrecidos por la
misma familia. También se le atribuye culpabilidad a las alteraciones física ó perturbaciones
afectivas o de personalidad. Sin embargo, parece más oportuno tener en cuenta el conjunto
de los diversos factores que afectan a la conducta del delincuente, y poner de relieve la
inter-relación de todas las fuerzas y condiciones, internas y externas, que intervienen en su
desarrollo.

Es evidente que la labor de rescatar a estos niños y adolescentes, debe coordinar un buen
número de campos, para que de esta manera pueda disminuirse el problema. Entre ellos:
Los centros de formación de padres, los servicios de higiene mental, el club de ocio en el
barrio y la asistencia por medio de profesionales sociales como asistentes sociales,
psicológicos, monitores de grupo, centros excursionistas, enclavados dentro del ambiente
donde el muchacho vive. Estos son elementos validos cuyos resultados podrían ser
satisfactorios, ya que nuestras sociedades urbanas no lo han puesto en práctica.

Deben considerarse alternativas sociales que pasen por una labor sobre el entorno del
delincuente y una tarea positiva y eficaz de reinserción social.

Se debe realizar una labor preventiva que posibilite un mayor acceso a la cultura y al
deporte en los suburbios urbanos y que a la vez sea capaz de analizar la pobreza cultural
del delincuente.

I.- PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA:

La delincuencia juvenil abunda en todas partes, sin distinción de núcleos sociales, ciudad
o país, por ello nuestra investigación estará orientada a definir las causas o fuentes que
influyen o conllevan a un joven a convertirse en delincuente.

El incremento de los jóvenes que ingresan a una banda cada día aumenta, y como
consecuencia de esto las bandas tienen un incremento, la televisión y parte de los medios
de comunicación masiva, influyen en los jóvenes, ya que imitan las culturas de jóvenes de
países avanzados. Sumado a esto problemas personales, familiares, sociales, económico,
y sobre todo la falta de oportunidad a la educación los jóvenes que están dispuestos a tentar
contra su persona, consumiendo droga, alcohol, cometer delitos mayores, menores, y sobre
todo el daño moral que le causan a sus padres son grandes. La gran cohesión existente, y
que mantiene unida a estas bandas, suponen un estudio a fondo de diversos factores como
la búsqueda de comprensión, el sentirse apreciado, factores sociales, psicológicos y
naturales.

La perspectiva del riesgo psicosocial posibilita analizar tanto las características del entorno
inmediato o distante como las características personales que aumentan la probabilidad de
que los jóvenes manifiesten dificultades en su desarrollo. También permite estudiar el modo
en que diversas variables, (entre ellas la influencia de los pares, las características de la
familia, la comunidad y la cultura) interactúan con vulnerabilidades individuales (por ejemplo
las características cognitivas, temperamentales), sensibilizando a las personas ante ciertos
riesgos.

Debido a ello, este enfoque enfatiza la necesidad de analizar la forma en que diversos
factores de riesgo interactúan en la generación de fenómenos como la delincuencia
protagonizada por jóvenes. Este enfoque, además de poner en perspectiva la influencia
conjunta de variables macrosociales e individuales, rescata las capacidades de muchos
jóvenes que, pese a las adversidades que enfrentan, logran desarrollar trayectorias de vida
que no manifiestan este tipo de problemas.

Es muy importante ser precavido en la materia, ya que conocer los factores de riesgo a los
que se ve expuesto un niño o joven no produce certeza total de que se vaya a alterar el
desarrollo esperado del joven; más bien ayuda a estimar la probabilidad de que esto ocurra.
Considerar una probabilidad como una certeza en materias de prevención social es un
grave error, ya que se sabe que un niño o joven puede coexistir con todos los factores de
riesgo posibles, y, sin embargo, no externalizar comportamientos de riesgo.

La criminalidad se conoce como la calidad o circunstancia que hace que una acción sea
criminosa. Como también el número de delitos o crímenes cometidos en un territorio y
tiempo determinado.

A diario, podemos observar como adolescentes y hasta niños de muy poca edad delinquen,
dando alarde de violencia aparentemente gratuita e injustificada hacia los demás.

Los niños y adolescentes que incurren en hechos punibles se pueden distinguir en edades
comprendidas entre los 9 hasta los 17 años de edad.

Son diversas las causas que conllevan a niños y adolescentes a inducirse en este mundo,
pueden ser orgánicas, fisiológicas, patológicas, influencia externa como en el medio que se
desarrolla los primeros años de su vida, carencia de afecto y atención por parte de los
padres o simplemente mala orientación.

Por otra parte, es importante saber acerca de las razones que conducen a estos jóvenes a
actuar de tal manera, hay quienes piensan que los jóvenes se revelan como una forma de
llamar la atención o sentirse importantes ante la sociedad, pero la realidad es que existen
muchos factores de peso que conllevan a los adolescentes a cometer actos vandálicos.

Los adolescentes que cometen actos fuera de los estatutos impuestos fuera de la sociedad
es un problema que se hace más inquietante cada día, las estadísticas indican cifras en
constante progresión. La edad de los jóvenes tiende a descender cada vez mas y se
incrementa hacia las adolescentes.

A la luz de la criminología, los niños y adolescentes que están inmersos en el fenómeno de


delinquir ha aumentado en los últimos tiempos pasando a ser un problema que cada vez
genera mayor preocupación social, tanto por su incremento cuantitativo como su progresiva
peligrosidad cualitativa.

II.- MARCO TEORICO:

Definir lo que constituye delincuencia juvenil resulta ciertamente problemático. Mientras en


algunos países la delincuencia juvenil es una calificación que se obtiene de aplicar
definiciones del Código Penal cuando esas infracciones son cometidas por menores de
edad, en otros, la delincuencia juvenil incluye una gran variedad de actos en adición a los
que se encuentran enumerados en sus leyes de fondo. De tal suerte, las figuras estadísticas
de ciertos países se encuentran artificialmente abultadas en lo que respecta a la
delincuencia juvenil, mientras que en otros no reflejan esas figuras, sino un limitad número
de conductas desviadas.

La cuestión sobre el concepto de delincuencia juvenil nos obliga, ante todo, a esclarecer
dos conceptos: delincuencia y juvenil.

Ante todo, siempre se ha considerado que la delincuencia es un fenómeno específico y


agudo de desviación e inadaptación. En este sentido, se ha dicho que “delincuencia es la
conducta resultante del fracaso del individuo en adaptarse a las demandas de la sociedad
en que vive”, definición que realmente significa todo y nada, en cuanto cabe preguntarse si
se refiere a todas las demandas y, si a unas cuantas, cuáles, y si realmente puede
esperarse que toda persona, sea menor o adulta, se adapte, sin más, a las demandas de
una sociedad dada.

Pese a que por influjo de la escuela clásica del Derecho penal y el positivismo
psicobiológico, ha sido frecuente considerar el fenómeno de la delincuencia como una
realidad exclusivamente individual; sin embargo, actualmente la mayoría de los
criminólogos afirman que la delincuencia es un fenómeno estrechamente vinculado a cada
tipo de sociedad y es un reflejo de las principales características de la misma, por lo que, si
se quiere comprender el fenómeno de la delincuencia resulta imprescindible conocer los
fundamentos básicos de cada clase de sociedad, con sus funciones y disfunciones.

Las modificaciones producidas en el ámbito de la punibilidad, especialmente visibles a


través de la delincuencia de tráfico, económica y contra el medio ambiente. Pero por muy
correcta que sea esta hipótesis, en la misma medida y amplitud parece estar necesitada de
concreción, pues no permite explicar por qué y en qué dirección cambia dentro de una
época el concepto de delito, incluso tiene que cambiar, y, además, por qué el ámbito de lo
punible puede configurarse de modo muy diferente dentro de un círculo cultural.
Teniendo en cuenta lo que ha quedado expuesto, se define la delincuencia como el
fenómeno social constituido por el conjunto de las infracciones, contra las normas
fundamentales de convivencia, producidas en un tiempo y lugar determinados.

Por su parte, se unen en un concepto el conjunto de delincuencia y criminalidad como


fenómeno individual y socio-político, afectante a toda la sociedad, cuya prevención, control
y tratamiento requiere de la cooperación de la comunidad al mismo tiempo que un adecuado
sistema penal.
Visto el concepto de delincuencia, resulta necesario delimitar el adjetivo de juvenil, es decir,
¿cuándo la delincuencia es juvenil? Vaya por delante que no podemos emplear al objeto
de este trabajo el significado etimológico de tal adjetivo, pues desde este punto de vista,
quiere decir lo relacionado con la juventud. Y no es aplicable, decimos, este concepto
etimológico, porque dentro del campo de las ciencias penales viene entendiéndose por
delincuencia juvenil la llevada a cabo por personas que no han alcanzado aún la mayoría
de edad, mayoría de edad evidentemente penal, pues no en todos los países coincide la
mayoría de edad penal con la mayoría de edad política y civil, y que supone una frontera o
barrera temporal que tanto la conciencia social como la legal han fijado para marcar el
tránsito desde el mundo de los menores al mundo de los adultos.

Lo expuesto, permite afirmar que el término delincuencia juvenil es un concepto


eminentemente socio-histórico. Y en este sentido, se define al delincuente juvenil como una
figura cultural, porque su definición y tratamiento legal responde a distintos factores en
distintas naciones, reflejando una mezcla de conceptos psicológicos y legales.
Técnicamente, el delincuente juvenil es aquella persona que no posee la mayoría de edad
penal y que comete un hecho que está castigado por las leyes.

En el ámbito de la criminología el concepto de joven debe ser entendido en un sentido


amplio, abarcando las edades comprendidas entre los 14 y los 21 años, haciendo dentro
de este tramo de edades una subdivisión entre jóvenes y semiadultos.

En definitiva, y teniendo en cuenta todo lo expuesto, podemos definir la delincuencia juvenil


en España como el fenómeno social constituido por el conjunto de las infracciones penales
cometidas por los mayores de 14 años y menores de 18 años.

Sentado el concepto de delincuencia juvenil, debemos diferenciarlo de otros conceptos


próximos o afines, fundamentalmente de aquellos que por tener un terreno común con la
delincuencia como es la noción de conflicto social, entendido como la lucha por los valores
y por el status, el poder y los recursos escasos en cuyo proceso las partes enfrentadas
optan por anular, dañar o eliminar a sus contrarios; se prestan con frecuencia a la confusión.
Tales conceptos son los de desviación, marginación y anomia.

Pero se han definido la desviación como el comportamiento o conducta que viola el código
normativo observado por un grupo y que éste espera sea cumplido por el individuo, que
ahora se convierte en sujeto activo de la citada trasgresión. Todo ello es fruto del
rompimiento, por parte de este individuo, con el sistema establecido.

La marginación social puede ser entendida como la situación psicosocial en la que se ve


envuelta una persona en virtud de la insuficiencia de recursos, la precariedad o total
ausencia de status social y la exclusión total o parcial de las formas de vida mínimamente
próximas a las del modelo prevalente en la comunidad.

La marginación no puede confundirse con situación delincuencial, aunque sí es cierto que,


con gran frecuencia conduce a ella.
La anomia, que etimológicamente significa sin ley, es en realidad un caso específico de
desviación, porque los comportamientos disconformes tienen origen, en muchas ocasiones,
en un contexto anómico.

Es una situación que puede surgir en periodos de rápida transformación social y política en
los que resulta difícil saber qué pautas o normas sociales y jurídicas deber ser seguidas.

Dentro de este ámbito de anomia debe incluirse también la situación de la persona la cual
se califica como marginal, que vive entre dos o más culturas diferentes, siguiendo unas
veces las pautas de una y otras, como es el caso de las minorías étnicas.

EL PERFIL DEL DELINCUENTE JUVENIL.

La doctrina especializada está haciendo hincapié en los últimos años, en la importancia de


subrayar los aspectos cognitivos interpersonales en la descripción del carácter del
delincuente juvenil, como una prometedora vía tanto para establecer eficaces programas
de prevención como para elaborar modelos educacionales que permitan una eficaz
reeducación. Juntamente con ello, las mayorías de los estudios descriptivos de la carrera
delictiva señalan una serie de factores individuales y biográficos que caracterizan al
delincuente juvenil y que llevan a la conclusión de que el delincuente juvenil es una persona
con un gran conjunto de deficiencias, y una de ellas es que comete delitos.

Atendiendo a sus rasgos peculiares de personalidad o de índole psicosocial, se señala tres


categorías tipológicas de los menores delincuentes:

1.- Una primera categoría de jóvenes delincuentes vendría definida por rasgos de
anormalidad patológica, fundamentalmente:

Menores delincuentes por psicopatías: aquí el punto de referencia lo constituye la existencia


de alguna de las formas de psicopatía, entendida como la patología integrada,
conjuntamente, de la incapacidad de quien la padece de sentir o manifestar simpatía o
alguna clase de calor humano para con el prójimo, en virtud de la cual se le utiliza y manipula
en beneficio del propio interés, y de la habilidad para manifestarse con falsa sinceridad en
orden a hacer creer a sus víctimas que es inocente o que está profundamente arrepentido,
y todo ello, para seguir manipulando y mintiendo.

Consecuencia de ello, es que el menor es incapaz de adaptarse a su contexto y actuar


como tal, porque el trastorno de la personalidad que sufre, le impide inhibirse respecto de
conductas o comportamientos contrarios a las normas.

El menor psicópata tiende a perpetrar actos antisociales según la orientación nuclear de la


propia psicopatía, siendo de destacar en este sentido los actos que expresan frialdad y
crueldad por parte del sujeto.

Menores delincuentes por neurosis: la neurosis consiste en una grave perturbación del
psiquismo de carácter sobrevenido y que se manifiesta en desórdenes de la conducta,
pudiendo ser su origen muy diverso como fracasos, frustraciones, abandono o pérdida de
seres muy queridos, etc.

Criminológicamente, el neurótico trata de hacer desaparecer la situación de angustia que


sufre cometiendo delitos con el fin de obtener un castigo que le permita liberarse del
sentimiento de culpabilidad que sobre él pesa, y esto es también válido para el menor
neurótico, aunque sean muchos menos que los adultos.

Menores delincuentes por auto referencias subliminadas de la realidad: aquí se incluyen los
menores que, por la confluencia de predisposiciones psicobilógicas llegan a mezclar
fantasía y juego de una forma tan intensa que empiezan a vivir fuera de la realidad. Es
precisamente ese estado anómalo el que puede conducirlos a cometer actos antisociales.

2.- Una segunda categoría integrada por jóvenes con rasgos de anormalidad no patológica,
y en la que entrarían:

Menores delincuentes con trastorno antisocial de la personalidad: se trata de menores


cuyas principales son la hiperactividad, excitabilidad, ausencia de sentimiento de culpa,
culpabilidad con los animales y las personas, fracaso escolar, y son poco o nada
comunicativos.

Una de las principales causa de este trastorno es la ausencia o la figura distorsionada de


la madre, aunque tampoco ha de infravalorarse la disfuncionalidad del rol paterno, pues
según algunos trabajos, el crecer sin padre acarrea al niño nocivas consecuencias que
afectan al campo de la delincuencia.

En muchos casos se trata de menores que viven en la calle, en situación de permanente


abandono, porque nos encontramos con menores que, a su edad, acumulan graves
frustraciones, rencores y cólera contra la sociedad, y que tienen un mismo denominador
común: el desamor, la falta de comprensión y de cariño, así como de atención y cuidado de
sus padres.

En definitiva, son jóvenes con una desviada socialización primaria que acaba por abocarles
a la delincuencia.

Menores delincuentes con reacción de huida: En este caso se trata normalmente de


menores que han sufrido maltrato en el hogar y por ello abandonan el mismo. Son menores
psicológicamente débiles, y que en lugar de responder a la agresión, eligen la huida sin
plazos, y casi siempre sin rumbo.

Ese alejamiento les hace propicios al reclutamiento por parte de los responsables de la
delincuencia organizada, que les escogen para llevar a cabo actuaciones simples pero de
gran riesgo como el transporte de drogas en su propio cuerpo.

3.- En una tercera categoría incluye se incluye a aquellos menores delincuentes que
presentan rasgos de personalidad estadísticamente normales o próximos a la normalidad.
Son aquellos afectados por situaciones disfuncionales que no perturban de manera
especialmente anormal, ni la conciencia, ni la capacidad espontánea de decisión ni la
emotividad o afectividad. Esta sería la categoría que englobaría a la mayor parte de los
menores delincuentes, entre los que podemos incluir, sin ánimo exhaustivo, los siguientes:
Aquellos que llevan a cabo simples actos de vandalismo, ataques al mobiliario urbano, etc.,
como consecuencia de las perturbaciones psicobiológicas que producen la pre
adolescencia y la adolescencia por motivos de desarrollo y cambio.

Los que cometen pequeños hurtos, robos o fraudes por motivos de autoafirmación personal
frente a compañeros, creyendo suscitar en ellos admiración.

Los que cometen delitos contra el patrimonio o la indemnidad sexual por puro placer, siendo
incapaces de resistir a sus estímulos seductores.

Los que delinquen para satisfacer meras apetencias consumistas.

Respecto a la procedencia social de los delincuentes juveniles, los investigadores han


convenido, por lo general, en que las personas de la clase social ínfima están supe
representadas, y las de las clases medias sub representadas en los grupos de delincuentes,
pero la verdadera magnitud de la propensión de cada clase no está clara del todo.

En este sentido uno de los factores importantes que tienen probabilidad de poner en marcha
el mecanismo que puede llevarnos a cualquiera a ser delincuente, es la baja categoría en
el sistema de las clases sociales, la deficiencia en la educación, la pobreza, un ambiente
familiar inadecuado o perturbado, la residencia en un mal vecindario y pertenencia a una
familia numerosa. Así, destacaba que entre las familias de la clase más baja, muchas
residían en barrios miserables, no limitaban el número de hijos y sufrían pobreza y falta de
educación. Dicho con otras palabras, los factores adversos tendían a presentarse todos
juntos y a actuar recíprocamente uno sobre otros hasta el punto de crear una situación
generadora de delitos.

Sin embargo, ya por entonces, algunos desafiaban la opinión de que el comportamiento


delictivo es más preponderante entre jóvenes de clase inferior, y explicaban el hecho de
que estuvieran más representados ante los Tribunales en mayor número diciendo que las
clases bajas están más expuestas a ser detenidas y llevadas ante la justicia por malas
acciones que serían juzgadas de otro modo si fueran cometidas por personas de la clase
media o alta.

A continuación enumeraremos los conceptos relacionados con la delincuencia juvenil:

Criminalidad: Calidad o circunstancia, que hace que una acción sea criminosa. Numero de
crímenes o delitos cometidos en un territorio y tiempo determinado.

En esta segunda acepción la criminología y la criminalística tienen gran importancia social,


por cuanto sirven para determinar estadísticamente la cuantía total o clasificada de los
delitos y su diferenciación, por sexo, edad, raza, religión y otras circunstancias de interés.
Criminología: Ciencia complementaria del derecho penal, que tiene por objeto la explicación
de la criminalidad y de la conducta delictiva individual, a fin de lograr un mejor entendimiento
de la personalidad del delincuente y la adecuada aplicación de una política criminal y de las
sanciones penales.

Delincuencia: Se conoce como el fenómeno de delinquir.

Delincuente: Aquel que comete actos tipificados como delitos.

Adolescente: Todo joven de ambos sexos que se halle en la edad comprendida entre los
12 y 17 años de edad.

Trastorno: Desorden del sistema, puede ser mental, psicológico. Patológico, etc.

Marginado: Apartado de todo lo que le rodea.

Marginarse: Significa “Apartarse de algo” “Salirse de lugar”.

Marginado Social: Es aquel que rompe las normas establecidas por la sociedad.

Precario: Algo o alguno de poca posibilidad, así como de poca estabilidad, inseguro.

EL CONCEPTO DE FACTORES DE RIESGO

Los factores de riesgo son variables que pueden afectar negativamente el desarrollo de las
personas.

En términos más específicos, cuando se habla de factores de riesgo se hace referencia a


la presencia de situaciones contextuales o personales que, al estar presentes, incrementan
la probabilidad de desarrollar problemas emocionales, conductuales o de salud. Estos
problemas promueven la ocurrencia de desajustes adaptativos que dificultarían el logro del
desarrollo esperado para el joven en cuanto a su transición de niño a adulto responsable y
capaz de contribuir y participar activamente en la sociedad.

El desarrollo de los individuos no se da en forma aislada, ya que viven y se relacionan con


una compleja red de sistemas interconectados, como la escuela, la familia, los grupos de
pares y otras instituciones o situaciones que influyen en forma directa o indirecta en el
desarrollo de las personas, y cuyas características pueden convertirse tanto en factores
protectores (ver más adelante) como de riesgo. Es así como actualmente se considera la
situación de “estar en riesgo psicosocial” como un estado complejo, que es definido por la
intervención de múltiples situaciones.

Las causas de la conducta delictiva de niños y adolescentes se deben a diferentes factores,


entre los cuales se pueden señalar los siguientes:

A) Factor Personal: consiste en la anormalidades mentales (idiocia, imbecilidad y retardo),


las psicopatía, la psicosis, las desviaciones psíquicas y demás enfermedades mentales,
que se encuentran en la mayor parte de los jóvenes delincuentes y que provienen de
alteraciones pre concepcionales del germen, que pueden determinarse mejor así:

1. Padres anormales, en quienes existen neuropatías fijadas en la familia, engendran hijos


predispuesto a las mismas neuropatías o que sufren de tensiones en el desarrollo
intelectual.

2. Padres alcohólico, sifilíticos o tuberculosos, tienen descendientes degenerado, que


resultan epilépticos, neurasténicos, histéricos, débiles mentales o anómalos del sentido y
del carácter.

3. Concurrencia en ambos padres de una condición anormal neuropática con una infección
toxica, que agrava los caracteres de degeneración del descendiente.

B) Factores Sociales: estos resultan del ambiente familiar o extra familiar; esto es, hogar y
medio social.

Acerca del hogar adecuado e inadecuado se señalan los hogares incompletos miserables
e incompetentes como causa del abandono del niño y jóvenes.

Se hace referencia al medio escolar y al medio profesional a tratar de los derechos del niño,
bien a ser educado, y a no ser sometido a trabajos ni empleos que destruyan su salud
físicas y su moralidad.

C) Factores Extra familiares: Se han estimado como tales: el urbanismo, que desintegra la
familia, porque aleja los obreros de su casa obligados a trabajar todo el día en fabrica y
talleres distantes.

D) El Cinematógrafo: que es una clase de dos horas, por lo menos, acerca de los temas
frecuentes de las películas: Crímenes, adulterios, seducciones, amores ilícitos, enseñanza
sobre caricias, obscenidades, desarrollo de pasiones innobles como el odio, la venganza,
el rencor. El Artículo 79 de la Ley Orgánica de la Protección al Niño y al Adolescente prohíbe
a los menores de dieciocho años la entrada a espectáculos contrarios a la moral y a las
buenas costumbres.

Entre los lugares de moralidad dudosa pueden incluirse, además de los locales de cine, los
night clubes, bares, botiquines, juegos prohibidos, galleras, carrera de caballo, apuesta,
casa de citas y espectáculos de obscenos.

E) Las Malas compañías, que se explican por varias causas: espíritu de asociación; una
vida desagradable en un hogar frío, donde no exista compresión, la influencia que ejercen
en los niños los jóvenes depravados y de costumbre perniciosa una vez el espíritu
errabundo; la pandilla; la vida callejera; el espíritu de burla a la policía y a la vigilancia, y la
inasistencia escolar.

F) El vicio en las ciudades, que propicia el libertinaje.


Este se presenta en los adolescentes por desenfreno en las obras y en las palabras. Niños
que juegan, beben licor, fuman cigarrillos, insultan a los demás, cometen irrespetos
frecuentes o malas acciones. Niñas entregadas prematuramente a la prostitución, que se
emborrachan y bailan en el cabaret, gritan y cantan canciones inmorales y ofenden a la
moralidad pública con sus expresiones, gestos y actos indecentes.

G) La vagancia, que en los adolescentes, es distinta de la del adulto. Sus causas pueden
situarse en el propio carácter vicioso, en sus tendencias nomádicas, deportivas o
aventureras; en sus defectos mentales, como la fuga del epiléptico y el anhelo ambulatorio;
en la atracción al riesgo, que se han denominado causas endógenas. O bien, en el hogar
desecho la pobreza, la insuficiencia escolar, el comercio callejero de venta de billetes,
granjerías, limpieza de zapatos, etc., la atracción de las pandillas, que son causas
erógenas, y originan frecuentes fugas de la casa y de la escuela.

H) La mendicidad, estado habitual que presenta al joven ambulando por calles o lugares
públicos. La mendicidad se divide en tres periodos: el primero, cuando va en brazo del
padre o explotador que lo presenta en estado lastimoso para excitar a la compasión; el
segundo, de la escuela, cuando la vida de mendigo le priva de una educación por
inasistencia escolar; y el tercero, del aprendizaje, en que se usa de mentiras denigrantes y
condescendencias peores.

I) Los errores educativos, La ausencia de reglas y control puede producir indecisión e


inseguridad, y la ansiedad de éste proceso puede producir también en el niño agresividad
e inadaptación; de ahí la búsqueda ulterior de compensación y el refugio en la banda.

Como se puede apreciar, la multiplicidad de orígenes de los factores de riesgo contribuye


a la complejidad del estudio de la génesis y mantención de determinados comportamientos
problemáticos. Antiguamente, se pensaba que ciertos factores podían tener una influencia
causal directa sobre el desarrollo de algunos problemas, sin embargo, al avanzar la
investigación se ha ido descubriendo que los factores coexisten, interactúan y son
mediados por una gran variedad de otras variables que intervienen en la cadena causal del
desarrollo de los comportamientos problemáticos. De este modo, características
individuales pueden interactuar con características contextuales. Por ejemplo, el hecho de
que un niño presente hiperactividad no implica que éste iniciará una inminente carrera
delictiva. Niños hiperactivos e impulsivos generalmente evocan rechazo en las personas
que los rodean (padres, profesores, etc.), quienes tienden a distanciarse del niño o actuar
de modo coercitivo con él. Este tipo de interacciones son un antecedente que determina
una larga historia de desajustes conductuales que, a su vez, contribuyen a agudizar el
cuadro8. En el ejemplo anterior se ilustra cómo estos factores, además, pueden presentar
efectos interactivos que se refuerzan mutuamente.

Los factores de riesgo pueden influir de modo directo o indirecto en el desarrollo de


conductas problemáticas. Del mismo modo, pueden actuar de modo próximo o distante en
el tiempo. Por ejemplo, los factores de riesgo con una ocurrencia próxima en el tiempo
pueden tener una incidencia directa sobre el desarrollo de problemas conductuales.
Asimismo, los factores de riesgo que operan de modo distante en el tiempo pueden echar
a andar mecanismos que exponen a las personas a otros factores de riesgo que tienen una
acción más directa. Por ejemplo, el hecho de que una familia viva hacinada puede llevar a
que un joven prefiera pasar mucho tiempo en la calle, conducta que lo expone a otros
riesgos asociados a la vida en la calle.

El fenómeno de la aparición de bandas de delincuentes es típico en los grandes núcleos


urbanos, y más propio de las barriadas periféricas y suburbios marginales, donde se
alcanza un alto grado de desorganización social frente al mundo de valores considerados
normales.

Entre las fuentes del comportamiento de niños y adolescentes que cometen hechos
punibles podemos mencionar que uno de los factores que se une en multitud de ocasiones
a este proceso es la presión social emanada de un medio o unas condiciones de vida
atosigante, el ambiente enrarecido del suburbio sin otras alternativas culturales o la
progresiva frustración a lo largo del desarrollo, que va generando unos niveles de respuesta
violenta imposibles de contener al llegar a la adolescencia.

Los modelos sociales, a veces presentados en la misma familia, constituyen así mismo otra
importante fuente del comportamiento de niños y adolescentes. No hay que olvidar lo
susceptible que es el muchacho a la imitación y a la influencia que ésta puede ejercer como
método de afirmación personal, capaz de superar al propio modelo.

Por otro lado las causas Orgánicas se hallan inscritas en la anatomía del delincuente desde
su nacimiento. La herencia no siempre es decisiva, pero ejerce constantemente una
influencia más o menos favorable, confirmada por los muchos ejemplos ofrecidos por la
misma familia.

También se le atribuye culpabilidad a las alteraciones física ó perturbaciones afectivas o de


personalidad. Sin embargo, parece más oportuno tener en cuenta el conjunto de los
diversos factores que afectan a la conducta del adolescente, y poner de relieve la
interrelación de todas las fuerzas y condiciones, internas y externas, que intervienen en su
desarrollo.

La influencia de las teorías afecta, en definitiva, a un reducido o irrelevante número, de


individuos, y en ningún caso sirve para explicar las complejas causas que conducen a
ciertos jóvenes a la delincuencia. Aunque sea cierto que el niño nace con unas
características genéticas muy concretas que determinan su grado de agresividad,
introversión, actividad, etc. lo cierto es que los estímulos maternos y la interacción que crean
son muy importantes para la posterior relación del niño con el medio en que se desenvuelve.

LAS CONDUCTAS DE RIESGO

Los factores de riesgo son situaciones o características que disminuyen la probabilidad de


lograr un desarrollo pleno, mientras que el término “conducta de riesgo” se refiere al
resultado sobre el comportamiento que tienen dichos factores.

Los diversos comportamientos de riesgo pueden ser clasificados en 4 grandes grupos:


a) Abuso de alcohol y drogas.
b) Relaciones sexuales no protegidas.
c) Bajo rendimiento, fracaso o deserción escolar.
d) Delincuencia, crimen o violencia.

A continuación se desarrollarán someramente estos cuatro tipos de comportamiento de


riesgo. Más adelante se tratarán en mayor detalle los factores de riesgo asociados a la
generación del comportamiento delictivo juvenil.

a) Uso y abuso de alcohol y drogas:

Durante la adolescencia se suele experimentar con una gran variedad de drogas legales,
ilegales o controladas. El consumo de drogas se asocia a una amplia gama de variables
individuales y contextuales de riesgo. La investigación ha asociado esto con antecedentes
como problemas de adaptación a la escuela, una pobre relación con los padres y el
consumo de drogas de los padres o de los pares, entre otros.

Entre los factores que protegen contra el consumo de drogas se cuentan los controles
personales tales como creencias religiosas o buen auto-concepto, y controles sociales
como el apoyo social y estilos parentales adecuados.

b) Relaciones sexuales no protegidas o precoces:

El que los jóvenes tengan relaciones sexuales precoces o riesgosas se asocia a variables
cognitivas tales como actitudes poco claras hacia la maternidad adolescente, actitudes de
rechazo hacia normas sociales convencionales y estrés emocional. También se han
asociado a ellas variables biológicas, como vivir una pubertad temprana, y de
comportamiento, como el oposicionismo y los trastornos de conducta.

Ciertas características familiares como la baja preocupación y una estructura familiar


autoritaria han sido asociadas con este comportamiento de riesgo.

c) Bajo rendimiento, fracaso y deserción escolar:

Actualmente se considera que la permanencia escolar es el factor que más influye en el


mejoramiento de las posibilidades futuras de inserción social y desarrollo personal pleno.

La deserción escolar se ve influida por factores de riesgo como pobreza, bajo apoyo social
para el aprendizaje, dificultades cognitivas, falta de motivación, necesidad de aprobación
por parte de pares con problemas, estilos parentales inadecuados, y, finalmente,
características de la malla curricular y una estructura poco atractiva de clases.

d) Delincuencia, crimen y violencia:

De todos los problemas en los que se pueden ver envueltos los jóvenes, uno de los que
concita mayor preocupación y temor por parte de la opinión pública es la delincuencia y la
violencia. Se han estudiado un sinnúmero de variables de riesgo que anteceden al
desarrollo del comportamiento delictivo como factores sociales, familiares, las influencias
de los pares, y ciertas características cognitivas.

En general, la prevalencia de comportamientos de riesgo antes descritos tiende a ser más


frecuente en los jóvenes que en la población general. Ello debido a que durante la
adolescencia, más que en cualquier otra etapa de la vida, las personas exploran y
experimentan diversos comportamientos. Por ello, es esperable que los jóvenes aumenten
su incursión en conductas de riesgo.

En este sentido es importante poder distinguir aquellas conductas de riesgo de carácter


experimental, que se manifiestan como parte del desarrollo y que cesan con el tiempo, de
aquellas que persisten y se pueden volver problemáticas.

4) El Concepto de síndromes de riesgo:

Se ha observado que estos 4 grupos de comportamientos de riesgo no parecen ser


problemas aislados, sino que tienden a manifestarse en conjunto. Por ello, hoy se considera
más correcto hablar de síndrome de riesgo que de comportamientos de riesgo puntuales.
Ello también se debe a que hay gran similitud entre los factores asociados a los 4 grupos
antes nombrados.

En otras palabras, muchas veces los mismos factores de riesgo influyen en el desarrollo de
múltiples comportamientos problemáticos.

5) Concepto de factores protectores:

Se podría pensar que una situación personal o ambiental que se caracteriza por la ausencia
de factores de riesgo constituye una situación protegida. Sin embargo, de acuerdo a
diversas investigaciones extranjeras, la presencia de factores de riesgo es más común de
lo que se pudiera pensar, y no siempre influye en el desarrollo de comportamientos de
riesgo.

Se ha observado que entre la mitad y dos tercios de los niños viven en hogares que
presentan algún factor de riesgo, como criminalidad familiar, alcoholismo de los padres,
vivencia de abuso, dificultades económicas, entre otros. Pese a ello, no todas las personas
manifiestan comportamientos de riesgo.

Esto se debe a que un proporción las personas se encuentran expuestas a la presencia de


factores de riesgo cuentan, además, con factores protectores que atenúan el efecto de
dichas dificultades, disminuyendo la probabilidad de desarrollar comportamientos de riesgo.

6) La Resiliencia:

En este sentido, se ha observado que hay niños y jóvenes que, pese a que conviven con
una gran cantidad de factores de riesgo, son capaces de sobrellevarlos y lograr un
desarrollo adecuado. Este fenómeno es atribuido a lo que se puede denominar como la
resiliencia. Ésta puede ser definida como “la capacidad humana para hacer frente a las
adversidades de la vida, superarlas y salir de ello fortalecido o incluso transformado”. Niños
y jóvenes que poseen cualidades que les permiten transformar su trayectoria de riesgo en
una que manifiesta resiliencia, son llamados resilientes. Por ejemplo, un niño que logra
permanecer en la escuela pese a no contar con apoyo familiar o vivir en un hogar donde
existe abuso de drogas o maltrato, puede entenderse como un niño resiliente.

Al constatar la existencia de este tipo de fenómenos, los investigadores se interesaron en


descubrir qué cualidades tienen los niños resilientes y qué los diferencia de otros niños que
sí desarrollan comportamientos problemáticos en las mismas circunstancias. Este enfoque
representa un vuelco importante frente a otros que se centran en encontrar y remediar
disfunciones, patologías y enfermedades.

Desde esta perspectiva se busca explotar los recursos, cualidades y habilidades naturales
que las personas poseen para salir adelante frente a la adversidad.

Cualidades que aportan a la Resiliencia

Al igual que los factores de riesgo, los factores que aportan a la resiliencia se pueden
clasificar en cualidades internas y del contexto:

a) Cualidades internas:

– Habilidad social: Poseer habilidad para provocar respuestas positivas en los demás,
flexibilidad, habilidad para moverse entre diferentes contextos culturales, empatía,
habilidades de comunicación y sentido del humor.

– Habilidades de solución de problemas: Ser capaz de planificar, poseer pensamiento


crítico, creativo y reflexivo. También se considera como una habilidad importante el conocer
a personas a quienes poder acudir para ayuda en caso de tener problemas.

– Conciencia crítica: Tener conciencia reflexiva (darse cuenta) de la estructura de las


carencias de las circunstancias que se vive (por ejemplo, tener conciencia de que se tiene
un padre abusivo, una escuela insensible, o una comunidad discriminatoria), además de
poseer la habilidad de crear estrategias para superarlas.

– Autonomía: Poseer una noción de la propia identidad, habilidad para actuar en forma
independiente, ser capaz de auto-controlarse y mantener un sentido de auto-eficacia pese
a la adversidad, son habilidades que se han asociado a la resiliencia. Otras habilidades que
se consideran muy importantes son la capacidad de resistir mensajes negativos acerca de
uno mismo, y ser capaz de alejarse por sí mismo de los problemas (poder decir que no a
un ofrecimiento de drogas por ejemplo). Ambas son manifestaciones de una buena
autonomía.

– Sentido de propósito: Tener aspiraciones educacionales, motivación de logro,


persistencia, esperanza, optimismo y capacidad de dirigir el comportamiento al
cumplimiento de metas.
b) Cualidades del contexto:

– Relaciones sociales preocupadas: La presencia de, a lo menos, una persona adulta que
se preocupa por el niño (dentro o fuera de la familia), que lo acepta no importando lo difícil
que sea su comportamiento, implica poseer una relación social preocupada. Este adulto
puede ser uno de los padres u otro adulto (por ejemplo el profesor, la abuela, el padre de
un amigo). Asimismo, tener uno o varios amigos cercanos y confidentes ayuda a desarrollar
un comportamiento resiliente.

– Altas expectativas: Es particularmente estimulante que los adultos e instituciones


cercanas tengan altas expectativas acerca de lo que el joven puede lograr, y brinden el
apoyo necesario para alcanzar dichas metas. Este proceso es particularmente importante
en el establecimiento escolar y estimula el esfuerzo del joven.

– Oportunidades de participación significativa: Es importante brindar a los jóvenes la


oportunidad de participar en aquellos asuntos que les atañen, así como ser objeto de
respeto y preocupación. El privar a los jóvenes de oportunidades de participación en
actividades significativas puede convertirse en una circunstancia de riesgo.

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