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Prólogo de Leonardo Wolk

Coaching Corporal
MARES
616.89 Parraguez Grass, Carmen
P Coaching Corporal MARES / Carmen Pa-
rraguez Grass– – Santiago : RIL editores, 2015.

218 p. ; 23 cm.
ISBN: 978-956-01-0247-8

  1 psicoterapia. 2 terapia de mente y cuerpo.

Coaching Corporal
MARES
Primera edición: octubre de 2015

© Carmen Parraguez Grass, 2015


Registro de Propiedad Intelectual
Nº 256.229

© RIL® editores, 2015

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Composición e impresión: RIL® editores


Diseño de portada: Marcelo Uribe Lamour

Fotografías de interior: Italo Arriaza (modelo: Edel Deleris)

Impreso en Chile • Printed in Chile

ISBN 978-956-01-0247-8

Derechos reservados.
A mis amados hijos, conexión profunda con lo más
real en mí… mi cuerpo, que les dio la vida.
«El cuerpo no es una cosa, es una situación: es nuestra com-
prensión del mundo y el boceto de nuestro proyecto».
Simone de Beauvoir
Índice

Agradecimientos........................................................................ 13

Prólogo, por Leonardo Wolk...................................................... 15

Introducción.............................................................................. 21

Capítulo 1 | Breve recorrido por el cuerpo y su historia..... 33

Capítulo 2 | Cuerpo y coaching............................................... 71

Capítulo 3 | Prácticas y modelos de intervención corporal.... 89

Capítulo 4 | Principios del modelo MARES......................... 111

Capítulo 5 | Fases del modelo MARES.................................. 129

Capítulo 6 | Casos de aplicación del modelo MARES........ 193

Referencias Bibliográficas.................................................... 213


Agradecimientos

No quisiera iniciar este trabajo sin antes agradecer a todos aquellos


que me enseñaron no solo la disciplina, sino también al espíritu que la
inspira, que es definitivamente desde donde más aprendí. Vayan enton-
ces mis agradecimientos a Trinidad Fariña, Efraín Tellias, Susana Bloch,
Rodrigo Pacheco, Carmen Cordero, Lili Pérez, Swami Eukananda y
Simran Kaur, ya que sin sus enseñanzas jamás habría sido posible dar
este pequeño gran salto.
Mis agradecimientos también a mi familia, quienes generosamente
me dieron el espacio físico y emocional para poder escribir este libro.
Quiero agradecer también a mi amigo Fernando Véliz, quien con
su tan característica insistencia no me dio tregua en el arduo camino
que significaron estas páginas.
Finalmente mis agradecimientos a Tito, quien con paciencia recibió
una y otra vez mis textos para ser revisados en mis constantes cambios
y obsesiones personales.
Prólogo

Me sentí muy honrado cuando fui invitado por la autora a escribir


este prefacio y, a pesar de la maldición que me significó escribirlo, entre
muchos de los compromisos que había asumido profesionalmente, me
siento muy agradecido, bendecido con su pedido y su amistad.
Tuve el desafío de reflexionar en algo que significara un aporte
para una obra muy completa como esta, redactada por un persona
profesional experta, que expresa y profundiza con solvencia más allá
de lo ya manifestado por otros.
Carmen Parraguez se expresa en este libro como maestra que es,
compartiendo una experiencia que es resultante no solo de sus estudios
académicos, sino, además, de muchos años de práctica y experiencia.
Personalmente defino el coaching como un proceso, proceso
de aprendizaje, transformacional y de asunción de responsabilidad.
Aprendizaje, comprendiendo el aprender como el proceso que posibilita
expandir la capacidad de acción efectiva, de un individuo, de un equipo
o de una organización. Lo hacemos asumiendo el protagonismo de un
poder transformador que tenemos y que muchas veces olvidamos o
desconocemos.
Coaching es ese «soplar brasas» para recordar y recuperar ese
poder. Coaching significa confrontar-nos. A nosotros mismos. Aceptar
la herida narcisística del no saber o no poder, expandir pero trans-
formándonos. Confrontación (con nuestros propios fantasmas) para
la transformación. Es una travesía, pero hacia el interior de nosotros
mismos para cuestionar-nos, diseñar futuro y crear realidades dife-
rentes allí donde creíamos que no había respuestas. Y esa travesía la
realizamos a través de tres dominios: el dominio del lenguaje verbal,
del lenguaje emocional y del lenguaje corporal. Y entendemos además
15
que entre los tres constituyen un sistema, que hay una relación de co-
herencia entre ellos, que todo lo que acontece en uno necesariamente
impacta en los otros dos. Los seres humanos somos seres lingüísticos.
El lenguaje es generativo (generamos distinciones, mundos de sentidos,
realidades) y a través de él coordinamos acciones. Pero pecaríamos de
reduccionismo si no reconociéramos al humano también como un ser
corporal, emocional, energético, espiritual. Desde un punto de vista
sistémico podemos afirmar que el ser es uno, y cada uno de estos son
aspectos desde los cuales se expresa.
Toda acción y/o interacción genera dinámicas fisiológicas. La ca-
pacidad de acción depende no solo de nuestras reflexiones, procesos
mentales o del raciocinio; requiere también de una disposición corporal,
energética y emocional.
El coaching recién entró en mi vida, a formar parte de mi práctica
profesional, a inicios de la década del noventa. Pero hace más de tres
décadas que desde mi práctica y ejercicio como psicoterapeuta tuve la
suerte de tener maestros que me ayudaron a incluir la mirada sobre
lo corporal.
Entonces, en un escrito del pasado, decía: «El cuerpo tiene me-
moria. Trabajando sobre el mismo puedo acceder a lo inconsciente
grabado en él, llegando a destrabar corazas y rigideces que influyen y
condicionan el accionar y la personalidad del sujeto. Operando sobre
el cuerpo, puedo movilizar asociaciones y estas, a su vez, pueden des-
trabar en un movimiento dialéctico. Puedo leer el cuerpo del otro (hoy
diría puedo escuchar, puedo interpretar) y puedo leer el propio cuerpo
mío; casi como en una comunicación de inconsciente a inconsciente;
puedo leer mi propio cuerpo desde el cuerpo del otro y puedo leer el
cuerpo del otro desde el mío».
En una sesión con un paciente, lo observaba respirar, dándome
cuenta de que por momentos su pecho se inflaba y que en otros —largos
instantes— permanecía como en letargo. Yo también estaba sintiendo
en mi cuerpo, con mi cuerpo. Necesité acentuar mi respiración e inter-
namente esbocé una hipótesis: Gabriel vive como respira; parece mitad
vivo y mitad muerto. Chequeando, le transmití esta sensación (incluí
lo que nos estaba pasando en ese cuerpo con cuerpo) y él asombrado
afirmó que en ese momento estaba pensando en la muerte y en su

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asma infantil pero que no sabía cómo formularlo. Esto posibilitó un
trabajo posterior (psicodramático) en la que enfrentamos a sus partes
(mitades) vivas y muertas, fuertes y débiles.
¿Por qué esperar a que, en un tiempo más, me diga con el verbo lo
que ya me está diciendo con el gesto? Se trata de no cosificar al otro,
no tomarlo como un objeto sino verlo como una totalidad e incluirme
yo mismo en ese proceso de a dos (o de muchos). Yo también siento
cosas. Mi cuerpo registra, decodifica, comprende, expresa, participa.
Años después, con mi ingreso al mundo de las empresas y organi-
zaciones, accedí también a las personas, al mundo y al «cuerpo» de las
organizaciones. Allí comprendí al coaching como una extraordinaria
herramienta-proceso de aprendizaje, que sin ser psicoterapéutico, po-
sibilitaba la expansión de posibilidades de acción. En el aprendizaje,
investigación y aplicación del coaching, incorporé y adapté en una
síntesis integradora el aporte de otras disciplinas y técnicas y, por
supuesto, diferentes concepciones acerca de lo corporal.
Hoy, en mis escritos de un presente con aprendizajes, actualiza-
ciones y adaptaciones, afirmo: pensamiento, reflexión, palabra son los
instrumentos básicos de teorías, métodos y concepciones desarrolla-
dos en culturas que, como la nuestra, lamentablemente acentúan aún
de múltiples maneras lo lógico, lo discursivo y la cosificación de las
relaciones interpersonales. Quiero ser claro. No se trata de despreciar
la palabra, el lenguaje verbal, pues hace a la esencia del ser humano.
Digo que hay otros lenguajes que actualizan, enriquecen y vivifican
la comunicación y la interrelación. Digo que el cuerpo también es
palabra. Parafraseando a Blaise Pascal, podríamos decir que el cuerpo
tiene razones que la razón desconoce. El cuerpo tiene su lenguaje y
también el cuerpo es predisposición para la acción. Se trata, en fin, de
actualizar y enriquecer la teoría y práctica del coaching, con el aporte
proveniente de otras vertientes.
En coaching hablamos mucho de la escucha efectiva. En ese sentido
agregamos ahora que también hay una corporalidad que deberíamos
aprender a escuchar. Lamentablemente, muchas veces hacemos oídos
sordos, postergando o desconociendo el lenguaje corporal, en el que
también se imprimen registros emocionales. Hay sensaciones corporales
que se corresponden con estímulos emocionales. Ante una determinada

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situación, por ejemplo enfrentamiento con un otro, se generará no solo
una dinámica fisiológica expresada con aumento de pulsaciones y ritmo
respiratorio, tensión muscular, etc., sino que además la emoción emer-
gente —quizás miedo, por ejemplo— quedará impresa en un cuerpo
que la almacena. Esa «impresión emocional» contendrá entonces un
recuerdo ligado a ella. ¿Qué quiero decir con esto? Que el cuerpo tiene
memoria. Una memoria a la que podemos acceder no solo a través de
la palabra hablada, sino también a través del lenguaje corporal.
Desde mi experiencia afirmo que es evidente, maravilloso e increíble
cómo a partir de algo postural o gestual, o de un trabajo expresivo, o a
través del masaje, o de la movilización y energización de determinadas
zonas corporales, surgen recuerdos, imágenes, asociaciones, vinculadas
directa o indirectamente con ellos.
Así como en la terapia, también en el coaching la corporalidad está
siempre presente. El cuerpo del coach —no solo el del coachee— está
incluido y comprometido en el proceso. Como expresara en el ejem-
plo anterior, también el cuerpo del coach es un cuerpo presente. Debe
saber y poder escuchar, y debe saber y poder hablar y ser escuchado.
Entre ambos se establece un campo en el que resonamos y consonamos
mutua y conjuntamente. Los cuerpos se incluyen e involucran no solo
desde el movimiento, sino también desde la sensación, las imágenes,
la intuición. El discurso, la narrativa del coachee, resuena también en
el cuerpo del coach.
Nuestros cuerpos constituyen un contexto (también con-texto)
consonante, vivenciado, no hablado, sin palabras pero no por ello
mudo, sino con un código particular, cifrado en un vínculo y en una
trama histórica que le da un vocabulario específico, donde la palabra
hablada —fonema— tiene un lugar específico, valorado, cumpliendo
además una función integradora. Hay palabras fonemas y hay palabras
gestos. Hay «silencios» verbales profundamente expresivos (silencio
elaborativo, depresivo, resistencial, etc.) y hay «silencios corporales»
(rigideces, corazas) en los que hay que aprender a indagar, porque
también dicen. El inconsciente, nuestra historia, la vida, se graba no
solo psíquicamente; también hay inconsciente e historia en la corpo-
ralidad que se expresa a través de la palabra y del silencio, del gesto
y del no-gesto, del movimiento y de la inmovilidad, de la coraza, la

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contractura, etc. La palabra es cuerpo; el cuerpo es palabra y es además
un significante que puede ser significado por la palabra. No solo es
importante sino que a menudo es imprescindible en coaching trabajar
con la corporalidad. La acción y el lenguaje están muy condicionados
por esta (también por la emocionalidad). Hay una corporalidad de la
depresión, del miedo, de la alegría, etc. Esa particular emoción, y des-
de el cuerpo que la acompaña, condiciona el accionar, y condicionará
también la respuesta que damos frente a las circunstancias de la vida.
Por ejemplo, si alguien se siente deprimido es muy probable que sus
hombros se encorven, sus brazos caigan, su pecho se cierre. Desde allí,
habrá una acción casi nula o se proyectará cargada de infelicidad. De
la misma manera se verá diferente la corporalidad y la acción de un
equipo si el mismo está o no motivado o entusiasmado con un proyecto.
También el cuerpo es la historia de esa pieza artesanal que es cada
coachee (o cada paciente). Cuerpo, que es parte estructurada y estruc-
turante de esa unidad que es el ser humano. Cuerpo no solo como vía
de acceso a la palabra, sino palabra y cuerpo como reveladores de lo
imaginario.
Carmen Parraguez aborda en su libro la temática de lo corporal
desde una rigurosidad teórica en la que, además de desarrollos perso-
nales, integra respetuosamente los aportes de diferentes disciplinas y
de otros maestros que vienen trabajando en esta dimensión
No es este un libro con recetas. Es un texto detallista, testimonial,
que ejemplifica con casos prácticos que aproximan el coaching corporal
no solo a las personas sino también a las organizaciones
Celebro la publicación de este texto como un nuevo aporte para
seguir aprendiendo y para transformar la mirada de ese observador,
que cada lector es, sobre temas de tanta trascendencia, porque, en un
sentido más profundo, de lo que estamos hablando es acerca del sentido
de ser del ser humano.
Querida Carmen: has puesto mucho amor en la tarea. Vayan para
vos mi respeto y un profundo deseo de que este libro trascienda.

Leonardo Wolk
Psicoterapeuta y Master Coach
Buenos Aires, Argentina

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Introducción

Aparecer a la vida
Nací llorando desatadamente un invierno de 1967, hace 48 años. Mi
llanto no paraba ni con el alimento, ni con las mudas, ni con el silencio;
mi llanto se detenía únicamente con el paseo incansable de mi abuelo,
en el calor de sus brazos, con el sonido de su respiración, su silbido
suave, su olor y su ritmo, su sentir y sentirlo desde el cuerpo. Mi llanto
no era un llanto de pena, mi llanto era fuerte, arrebatado, impetuoso:
mi llanto era un llanto de vida.

De niños, disfrutamos y sentimos nuestro cuerpo, no necesitamos


pensar en él, vivimos nuestra desnudez y el contacto con otros como
algo natural y placentero; reímos mientras jugamos agitadamente en
la bañera, entre jabones y espuma, mojándolo todo, embadurnándolo
todo, como si la piel no tuviera límites, como si en ese contacto de
cuerpos nos reconociéramos uno en el otro. Asimismo, el bebé no
reconoce diferencia entre él y su madre, unidos en esta sensación tibia
de ser uno, en el sentirse tocando y tocado, en la delicia del contacto,
en una desnudez que no avergüenza sino que acerca.
Pero mientras crecemos algo sucede, nuestro existir desde el cuerpo
va cambiando, empezamos a mirarlo como si fuese algo separado de
nuestro Yo; pero ¿qué es este Yo? La respuesta no es fácil: para Freud
el Yo es una especie de mediador que negocia entre los instintos y el
mundo exterior y que «gobierna la motilidad voluntaria» (Freud, S.
1955, Vol. XXI, p. 70). Para el autor: «Su tarea consiste en la auto-
conservación» (Ibíd.), dándonos en este proceso las coordenadas para

21
Carmen Parraguez Grass

funcionar en la realidad; una suerte de GPS interior que nos orienta y


evita que nos perdamos en la vorágine de la vida.
Otra forma de comprender el Yo es verlo como un observador que
aparece en la dinámica del lenguaje, es decir, aquel que se instala en la
capacidad de reflexionar respecto de nosotros mismos.
Una tercera forma en que se puede entender es como ego o iden-
tidad, aquello que nos define y nos diferencia del entorno y que nos
habla de nuestra historia de relaciones con este.
Existen también definiciones sobre un Yo corporal referido a la
imagen de nosotros mismos que se sostiene desde el cuerpo. En todas
estas definiciones estamos hablando de un Yo como algo inherente,
sustancial, una especie de «entidad interior» que nos define e instala
en el mundo.
En este libro quisiera referirme a una forma de comprensión
diferente que nos habla ya no de un Yo estático, observador de pro-
cesos internos, sino que de un sí mismo en que la conciencia adquiere
una movilidad mayor como parte activa en la dinámica de relación
organismo-entorno. Desde esta visión, Perls, Hefferline y Goodman
(1994), hablan del sí mismo o (o self)1, para referirse a un «sistema de
contactos en cualquier momento» (Id. p. 15), un proceso creativo en
devenir permanente, que «varía con flexibilidad, ya que cambia con
las necesidades orgánicas dominantes y la presión de los estímulos
del entorno» (Id. p. 15). Este fenómeno lo podemos vivenciar a nivel
corporal. Veamos un ejemplo: si cerramos los ojos y llevamos nuestra
atención al cuerpo, observamos de inmediato una serie de sensaciones
que se vivencian como proceso en continuo cambio: temperatura, peso,
ritmo respiratorio, latidos del corazón, temblores, tensiones; todo tipo
de sensaciones internas y externas, sonidos, olores, texturas, etc. En
este simple ejercicio de autoexploración, podemos observar que nues-
tra percepción y nuestros sentidos nos instalan de inmediato en un
presente cambiante, en un aquí y ahora, que no es pasado ni futuro,
sino simplemente sensación presente.

1
Para efectos del presente trabajo, utilizaremos la expresión sí mismo (o self), en el
sentido otorgado por la psicología gestáltica como proceso dinámico que refiere
a la continua relación entre la dinámica mente-cuerpo y su relación creativa y
cambiante con el entorno.

22
Coaching Corporal Mares

Desde esta misma perspectiva, organismo y entorno son parte


de un campo común en el que el punto de contacto constituye el sí
mismo como conjunto de significaciones cambiantes y creativas en
la búsqueda de ajustes y acoplamientos entre ambos. Si retomamos
nuestro ejemplo, podemos ver cómo ocurre este fenómeno: Mi sentir
cambia a cada momento, mi sensación de mí se modifica en este fluir
vivo con el entorno. Mi entorno también cambia según dónde está mi
atención. Así, mi adentro-afuera se modifica dependiendo de si mi límite
es la piel, mi dormitorio, mi casa o mi país. Este último fenómeno se
observa claramente en ciertas culturas africanas, en las que el concepto
de individuo es reemplazado por el de comunidad2. En ellas el límite
está mucho más allá de la piel y por tanto no es individual sino tribal.
De esta forma, el Yo de dichas culturas es mucho más amplio, consti-
tuyéndose la comunidad o tribu como parte de este.
Para Perls, Hefferline y Goodman (1994), si la persona «a causa
de falsas identificaciones, trata de conquistar su propia espontaneidad»
(Ibíd., p.16) y niega aspectos que le son propios, forma este yo con
características estáticas, que lo separa de sus necesidades. Esto puede
observarse claramente en nuestra cultura, en relación al rol de la mujer,
por ejemplo, donde la negación de aspectos asociados a la satisfacción
de las propias necesidades, en ocasiones genera una serie de trastornos
de tipo somático asociados a la rabia y frustración, contenidas bajo el
ideal estático de «mujer perfecta» ama de casa, profesional y madre. 
El concepto de sí mismo incorpora al cuerpo como parte de este
«estar siendo» en cuanto proceso. Cuerpo y mente, aparecen como
dimensiones que constituyen un todo integrado con influencias mu-
tuas. Desde esta mirada no hay separación, solo un acoplamiento, una
especie de danza que dibuja soluciones creativas en la dinámica de
sobrevivencia y desarrollo del ser humano.
En mi experiencia trabajando con personas y organizaciones, he
podido constatar los efectos de separar artificialmente dichas dimen-
siones. En primer lugar el cuerpo es dejado absolutamente fuera de los

2
«Comunidad» proviene del latín communitas, que hace referencia a lo compartido,
a lo que tiene la característica de ser común, por lo que se puede aplicar a diversas
clases de conjuntos: de los individuos que forman parte de un pueblo, región o
nación; de las naciones enlazadas por acuerdos a nivel de Estado o bien a personas
vinculadas por intereses comunes, estén organizadas o no.

23
Carmen Parraguez Grass

procesos de aprendizaje, tanto a nivel de ciertos enfoques terapéuticos,


como en algunos procesos de coaching3. La indiferencia en relación
a los dictámenes del cuerpo se traducen además, en horas de trabajo
exhaustivo, falta de sueño, reducción y en ocasiones desaparición de
los almuerzos, cansancio crónico y estrés. Por otra parte aparecen con
frecuencia trastornos aparentemente físicos, sin una base orgánica real
que permita un tratamiento adecuado, y para qué decir, de los cada vez
más frecuentes diagnósticos de TDA4 en los colegios, que parecieran
olvidar la necesidad natural del cuerpo de mantenerse en movimiento.
La separación cuerpo – mente trae consecuencias, muchas veces
desconocidas. A modo de analogía, decimos que esta separación se
asemeja a un desgarro5, en el que la recuperación, varía de persona a
persona según la elasticidad de la fibra muscular, su capacidad contrác-
til, su estructura conjuntiva, su capacidad de resistencia a la tensión,
y el tipo de movimientos que realiza habitualmente. En este desgarro,
es en el que nos encontramos navegando actualmente, por eso, invito
a remirarnos desde una perspectiva integradora en la que cuerpo .y
mente son parte de un todo sistémico, afectándose uno a otro en un
entramado interdependiente.
A modo de ejemplo quisiera detenerme en otras formas en las que
este desgarro se observa en nuestros tiempos. Una de ellas es, a mi
juicio, la serie de intervenciones y cirugías, tanto en hombres como en
3
El coaching es un proceso de aprendizaje que promueve el desarrollo de los recursos
de la persona con el fin de ampliar su capacidad de acción efectiva en el mundo.
4
Según el Instituto Nacional de Salud Mental de EE.UU., el Trastorno de Déficit
Atencional es uno de los trastornos neuroconductuales más comunes en la niñez.
Generalmente se diagnostica durante la vida escolar y, a menudo, perdura hasta
la edad adulta. Los niños que lo sufren tienen dificultad para prestar atención,
presentan un comportamiento impulsivo y, en algunos casos, son hiperactivos. Los
especialistas han definido tres tipos distintos:

Predominantemente inatento: se le dificulta organizar o terminar una tarea, prestar
atención a los detalles o seguir instrucciones o conversaciones. Se distrae fácilmente
o se olvida detalles sobre las actividades cotidianas.

Predominantemente hiperactivo-impulsivo: no puede estar quieto y habla mucho.
Le es difícil permanecer en una actividad por un tiempo prolongado. Los niños
pequeños tienden a correr, saltar o trepar por donde puedan, constantemente.
Tiene problemas de impulsividad, puede que interrumpa mucho a los demás, les
arrebate cosas o hable cuando no debe. Se le dificulta esperar su turno o escuchar
instrucciones.

Combinado: presenta por igual los síntomas de los dos tipos anteriores.
5
Rotura por superelongación.

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Coaching Corporal Mares

mujeres, que implican un radical cambio en sus cuerpos, y que se están


convirtiendo en prácticas cosméticas habituales6. En el plano emocio-
nal esta tendencia progresiva a intervenir el cuerpo como si fuese un
«objeto», se traduce posteriormente y con no poca frecuencia, en el
desarrollo de una sintomatología asociada a alteraciones del ánimo,
tales como melancolía, ansiedad e irritabilidad. Más aún, las opera-
ciones estéticas incluyen cada vez más el segmento de adolescentes,
los que se exponen a estos procedimientos sin saber muchas veces en
qué consisten y, sobre todo, cuáles podrían ser sus riesgos y el efecto
futuro a nivel emocional y cognitivo. En suma, nos encontramos en
un escenario donde el cuerpo es intervenido a discreción, sin una mi-
rada sistémica sobre el impacto que la intervención física acarrea en
la dinámica emocional y mental de la persona.
Por otra parte, y desde un análisis social, entre los adolescentes es
cada vez mayor la intervención sobre los cuerpos, los tatuajes, piercings,

6
Al respecto, señalamos algunas estadísticas:

-En Chile entre el año 2001 y 2007, las cirugías de bypass gástrico aumentaron
750% en seis años. (Información publicada por el Diario electrónico de Punta
Arenas, Chile, del 13 de Marzo del 2013. www.radiopolar.com

-Durante el 2010 la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS)
proyectó la cantidad total de procedimientos quirúrgicos de cirugía plástica a nivel
mundial en 8.536.379, y cifró los procedimientos del mismo tipo no quirúrgicos
en 8.759.187, lo que significa un total mundial combinado de procedimientos
quirúrgicos y no quirúrgicos de 17.295.566; esto sin contar la cantidad de proce-
dimientos de este tipo realizados por cirujanos no plásticos que se estimó que en
los países no desarrollados podrían aumentar considerablemente esta cifra. Esta
información fue obtenida por ISAPS tras realizar la Biennial Global Survey (TM),
el año 2010 («Encuesta Global Bianual de la ISAPS»).

-En relación a la investigación de los efectos que se observan en las personas so-
metidas a este tipo de intervenciones, aparecen fundamentalmente hemorragias,
náuseas, vómitos, coágulos, incapacidad para realizar diversos tipos de tareas,
disminución en los niveles de energía y ausentismo laboral (Información obtenida
por la encuesta Harris Interactive (R) para la Sociedad Americana de Cirujanos
Plásticos (American Society of Plastic Surgeons) y Merck & Co., Inc., del 15 al
29 de enero de 2007), entre 617 adultos, de los cuales 307 habían sido sometidos
a cirugía plástica cosmética con anestesia general en los últimos dos años, y 316
habían tenido cirugías médicamente necesarias, no de emergencia, con anestesia
general en los últimos dos años.

-Existe también un cierto tipo de intervenciones que corresponde exclusivamente a
la decisión personal en la búsqueda de «perfección corporal», modelada mediante
un abanico de intervenciones que no son necesariamente cirugías plásticas, sino
que a través de modelaciones corporales como el tatuaje, el piercing y la tonsura
de los cuerpos, entre otros.

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Carmen Parraguez Grass

maquillajes, cortes de pelo y todo tipo de marcas e intervenciones cor-


porales, los cuales reflejan una puesta en escena de lo que la sociedad
o el mismo joven espera como parte de una identidad cultural. De este
modo, el cuerpo y en especial la piel se constituyen como una especie
de «pantalla en que se proyecta una identidad soñada» (Le Breton,
2012. p. 89). Este fenómeno se extiende durante la juventud a una
serie de alteraciones corporales tales como los trastornos alimentarios
en las mujeres y las conductas de riesgo como el consumo excesivo
de alcohol y deportes extremos, que siempre implican actuaciones
sobre un cuerpo que se desconoce como propio, producto de los con-
tinuos cambios que experimenta. Como señala Le Bretón (2012), las
transformaciones físicas de esta etapa «privan al joven de cualquier
iniciativa, volviéndolo extranjero a sí mismo, obligándolo a ajustarse
a un universo aún desconocido y amenazante» (Id. p. 39).
De seguro a más de una persona le resultará familiar encontrarse
en situaciones en las que, pese a querer realizar un cambio en su forma
de actuar, siente que no puede hacerlo y no logra entender por qué.
Algo común es la sensación de «saber lo que se debe hacer» frente a
una situación estresante o de conflicto pero, en el momento crucial,
«no poder hacerlo». Al consultarles qué les ocurre, declaran: «es como
que el cuerpo no me acompañara», «no me hallo», «en el momento
de hacerlo no me siento capaz», «me tiritan las piernas», «la voz no
me sale», «no puedo mirarlo a los ojos», «olvidé todo lo que sabía».
Parece ser que les «falta cuerpo» para llevar a cabo las acciones que
mentalmente desean y planifican. Durante el último año, poco menos
del 50% de los casos de coaching con los que me tocó trabajar, se
refirieron a situaciones de pánico escénico, dificultades para mane-
jar grupos, dirigir reuniones, motivar equipos en público, persuadir,
negociar, poner límites, pedir, decir que no y enfrentar situaciones de
conflicto en pareja y al interior de la familia.
Lo interesante en estos casos es que el núcleo del conflicto, muchas
veces, no es la falta de herramientas cognitivas para enfrentar situa-
ciones; sino más bien la dificultad de manejar el correlato fisiológico,
y la sensación física que se genera en forma previa, durante y después
de dichas situaciones que, a diferencia del discurso o mensaje verbal,
no pueden ser intencionados únicamente por la voluntad, sino que

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Coaching Corporal Mares

surgen de un núcleo somático mayor, no voluntario y en ocasiones


dolorosamente inmanejable.
Sin duda, situaciones como las descritas nos llevan a verificar la
existencia de esta separación que, de tan silenciosa, sin embargo, está
plenamente arraigada en nuestra sociedad occidental y moderna. Una
nueva realidad que potencia la aparición de un Yo-entidad precario
que, al no encontrarse integrado, observa su cuerpo como algo externo
que en ocasiones molesta, no responde como se quisiera, enferma, y en
otros momentos, duele. El cuerpo aparece como objeto juzgado frente al
que se inicia un proceso de intervención (muchas veces farmacológica),
ajeno a cualquier consideración de consecuencia psíquica o emocional.
Y es en este proceso de objetivación del cuerpo donde se produce una
separación, en la que ya no me reconozco como cuerpo sino como un
Yo que tiene un cuerpo.
Claramente, en el presente texto el cuerpo no será entendido como
un dominio secundario a lo mental, sino que como planteara Merleau-
Ponty (1997), entendemos el cuerpo como el territorio a través del cual
accedemos al mundo, «un cuerpo-cognoscente» (Id., p. 417). Desde
esta perspectiva entendemos la conducta como una interacción entre
el dominio físico y emocional, emergiendo el lenguaje como capacidad
de reflexionar sobre un mundo que sin cuerpo jamás conoceríamos.
Así, lo que sucede es que aparece un «sujeto en situación» (Ibíd.), que
realiza su ser «entrando por este cuerpo en el mundo» (Ibíd.). Más
aún, el cuerpo que percibe y conoce, varía en uno y otro sentido, ma-
tizando la calidad del conocer. Lo anterior es la base que sustenta el
desarrollo del estudio de los cuerpos en coaching corporal, con el fin
de conocer su «arquitectura» no solo física sino perceptiva y cogniti-
va, desde donde accederemos plenamente al estudio de los biotipos o
estructuras corporales características y su importante relación con el
mundo psicoemocional de cada persona.
Desde una perspectiva fenomenológica, la incorporación del cuerpo
como parte fundamental de nuestro habitar en el mundo, nos permite
comprender una serie de dolencias psicológicas, somáticas y de adap-
tación, que, como más adelante analizaremos, son en parte producto
no solo de la separación del ser humano de su dimensión somática,
sino también de la escisión con el entorno en el que se desenvuelve.

27
Carmen Parraguez Grass

Entender cómo ha sido gestada esta forma de abordar la naturaleza del


ser humano como algo dual, estático, y separado del entorno, implica
mirar nuestra historia y, por sobre todo, mirarnos a nosotros mismos.
Es en este contexto donde nace mi interés por revertir esta tendencia
que, a mi juicio, disminuye la potencia real de lo que somos, al promover
una vida que resta precisamente lo que la sostiene, instalándose desde
la carencia, el vacío, y la insuficiencia. Mi propuesta, en ese sentido, es
poner a disposición del lector un modelo de coaching corporal, que se
construya desde la lógica de sumar en vez de restar, de integrar en vez
de separar; de expandir en vez de apretar, de cuidar en vez de mutilar.
Este libro presenta el MARES, un modelo de coaching corporal que
promueve el desarrollo del potencial de cada persona en función de su
estructura física, mental y emocional. El objetivo del modelo es aumen-
tar el rango de movilidad conductual frente al entorno, aumentando su
flexibilidad y expandiendo su potencial expresado en acción efectiva.
El modelo MARES integra prácticas de movimiento, atención, res-
piración y expresión simbólica a través del cuerpo. El MARES integra
los aportes de diferentes disciplinas corporales favoreciendo los proce-
sos de transformación de personas que buscan aumentar su sensación
de bienestar y de poder personal en los diferentes ámbitos del vivir.
Así, el cuerpo, tradicionalmente restado en los procesos de trans-
formación conductual asume desde el coaching corporal MARES una
dimensión de suma, de posibilidad, de ampliación de los recursos
comportamentales, ya sea en el ámbito de la psicología, el coaching,
las organizaciones, y en todo aquel entorno donde el organismo se
desenvuelva. Una necesidad que puede surgir motivada por la presen-
cia de sufrimiento, insatisfacción, o simplemente como necesidad de
crecimiento y desarrollo.
Desde el presente enfoque, el proceso de coaching será definido
como un proceso de aprendizaje transformacional, donde el nivel de
cambio posible será determinado por la persona o coachee7 en fun-
ción de su propia dinámica interna y en el cual el cuerpo constituirá
el entramado donde se definan los límites y las posibilidades de dichos
cambios.

7
Aprendiz que solicita el coaching.

28
Coaching Corporal Mares

Así, entenderemos el cuerpo como el lugar donde ocurren y cris-


talizan todas las interacciones dinámicas y funcionales que observare-
mos como conducta. Hablar de coaching será necesariamente hablar
de coaching corporal, ya que cualquier manifestación de aprendizaje
transformacional ocurrirá necesariamente sobre las bases del dominio
corporal, y es desde aquí que sostendremos todo proceso de transfor-
mación psíquica y emocional.
En este contexto, la persona del coach8, al facilitar o promover un
proceso transformacional en el coachee, requiere, bajo este modelo,
mantener en forma permanente un trabajo corporal que acompañe y
sea parte de su vida. La preponderancia del lenguaje como parte de
la historia filogenética9 del hombre, posee una supremacía innegable,
siendo fundamental intencionar la incorporación del cuerpo de manera
atenta y consciente para potenciar las propias capacidades y las del
coachee, evitando así el ya aprendido sometimiento del cuerpo a los
dictámenes del lenguaje.
En lo personal, experimenté con muchos de los métodos de apren-
dizaje transformacional que actualmente desarrollo como herramientas
de trabajo. Es una experiencia gratificante el poder corroborar en la
práctica la mejora que surge en la percepción del bienestar personal
de quien consulta, al aumentar la conciencia del propio cuerpo y su
flexibilidad, expandiendo sus posibilidades físicas de movimiento
y expresión. En este sentido, también recogí opiniones vertidas por
muchos de los grupos de trabajo corporal realizados, en relación a la
importancia del coach como «presente y partícipe» en el movimiento
que enseña. Sin duda, trabajar en conexión con el propio cuerpo es
un desafío permanente en este tipo de trabajo, ya que nos acerca a
una conexión que más que racional, aparece como somática del todo.
Finalmente, quisiera dirigir el presente libro a todos aquellos que
quieren aprender sobre sí mismos, sobre sus ritmos y sus posibilidades,
sobre sus límites y sus rangos de posible expansión; coaches, psicólogos,

8
El coach es la persona entrenada en las distinciones del coaching. Dichas distin-
ciones promueven nuevas formas de observación que permitan ampliar la mirada
y construir nuevas alternativas de acción en el mundo. Además, el coach es una
persona entrenada en el arte de hacer preguntas que abran nuevas posibilidades
de acción en el mundo.
9
Se refiere a la determinación de la historia evolutiva de los organismos.

29
Carmen Parraguez Grass

líderes, organizaciones que trabajan con personas y por sobre todo, aque-
llos que desean reconocer y reconocerse en un espacio de aceptación de
lo que son más allá de lo que aprendieron que debían ser; aquellos que
esperan alcanzar el bienestar y el de aquellos que les rodean; en fin, va
dirigido a la persona que camina en búsqueda de su propio liderazgo
interior. Todo aquello para poder ser y hacer en un mundo de posibili-
dades desde el prisma permanente del bienestar personal y comunitario.
Así entonces, el modelo que desarrollaré integra miradas y prácticas
de la psicología, la biología, la danza, el yoga y el teatro, entre otras.
La selección de dichos aportes se realizará en función de la definición
de tres espacios de intervención en el coaching: el dominio corporal
en su dimensión biológica, el dominio de interacción con el entorno
en su dimensión de movimiento y expresión emocional, y el dominio
mental en su dimensión simbólica y lingüística.
Daremos, de esta forma, una mirada hacia otras disciplinas, de
manera de abrir el espectro de observación a niveles mayores y construir
un mapa de ruta lo más integral posible. Para esto propongo hacerlo
a la luz de distinciones que nos permitan comprender cómo ha sido
concebido el dominio corporal a lo largo de la historia.
Pero antes una pequeña invitación y recomendaciones básicas.
La invitación: Guía de ruta
La razón como herramienta para el desarrollo y evolución de
la especie humana es, sin duda, indiscutible; sin embargo, pretendo
invitarlos a un viaje diferente, un espacio de reflexión en el que la
razón nos acompañe como un observador cauto pero respetuoso. Les
propongo invitar a nuestra mente a ser un participante más en la lec-
tura de estas páginas, para permitir abrirnos a la posibilidad de que
dimensiones diferentes del ser que somos tomen un protagonismo que
no han tenido durante siglos.
Propongo que hablemos del cuerpo, de su historia en el desarrollo
de la humanidad, de las distintas miradas que se han hecho sobre este
y, por sobre todo, les propongo probar instalar en ustedes lo que los
yoguis llaman «fe provisoria», es decir, darse la oportunidad de rea-
lizar el viaje completo que significa este libro, realizar algunas de las
prácticas que aquí se describen y constatar qué tan cierto es aquello

30
Coaching Corporal Mares

de que «no soy yo quien tiene un cuerpo, sino que es mi cuerpo quien
tiene un yo»10.
Para esto, un primer ejercicio: mientras lea el presente libro y cada
vez que lo recuerde siga la siguiente instrucción:

1. Lleve la atención a su respiración, perciba qué movimientos


internos se producen al respirar, sienta la temperatura del aire
que entra y el aire que sale, perciba las diferencias y luego
continúe el viaje de estas páginas.
2. Si le es posible, instale cada cierto tiempo una atención dirigida
a los dos ámbitos: el de la lectura y el de la respiración. Lea en
esta doble línea atencional y disfrute lo que ocurra.

¡Buena suerte y bienvenido al viaje!

10
Reflexiones sostenidas en clases por Carmen Cordero en la formación del Método
de Integración Cognitivo-Corporal.

31
Capítulo 1
Breve recorrido por el cuerpo y su historia

Al iniciar el recorrido por la historia del cuerpo, observamos que


este nos invita a mirar no solo diferentes métodos, sino también dis-
tintas epistemologías, las que pondrán foco en aspectos sensoriales,
técnicos, expresivos, de consumo o incluso políticos. Como señalan
Courbin, Courtien y Vigarello (2005), el cuerpo a través de la historia
ha tenido connotaciones muy diversas: como objeto de poder, como
sometimiento a las normas sociales, como espacio de liberación, auto-
nomía y emancipación, como rendimiento al servicio de la producción,
como identidad y modelo sexual, e incluso como referente de estatus
social. Sin embargo, para efectos del presente libro, cuyo foco no es
epistemológico ni sociológico, sino que pretende entregar herramientas
para el bienestar de las personas mediante el coaching corporal, selec-
cionaremos aquellos momentos e hitos históricos que parecen espe-
cialmente develadores para comprender el contexto desde donde surge
la construcción del modelo de trabajo corporal que desarrollaremos.

1.1 Iniciando nuestro recorrido


Durante mi formación como profesora de yoga, recuerdo haber
estudiado sobre un descubrimiento arqueológico encontrado en el valle
del Indo en el que aparecen grabados en piedra con posturas yóguicas
que datan de 35 siglos. Estas representaciones encontradas nos hablan
de lo milenario del uso de expresiones figurativas de lo corpóreo como
forma de expresión, comunicación e incluso de enseñanza. Si recorremos

33
Carmen Parraguez Grass

las diversas formas de expresión de la prehistoria veremos que a través


de las figuras rupestres el hombre deja testimonio de su cultura, de sus
modos de cultivo, caza y creencias religiosas, a través de la utilización
de cuerpos de hombres y animales dibujados en permanente relación
con la naturaleza.
Con el tiempo, las figuras rupestres abrieron camino a signos cla-
ros y esquemáticos llamados pictogramas y luego a símbolos con un
nivel mayor de abstracción que expresan ideas completas, llamados
ideogramas. Estos últimos son la base de escrituras como la china y
japonesa, así como también de la maya y de la egipcia, con su posterior
desarrollo de los jeroglíficos. (Ver imagen 1)

Imagen 1: Evolución de formas de expresión desde las pinturas rupestres hasta el


ideograma.

Con el inicio de la Edad Antigua, alrededor del 3.500 a.C., carac-


terizada por la invención de la escritura, se potencia el desarrollo del
comercio y el asentamiento de los centros urbanos, con el consiguiente
desarrollo de estructuras sociales y poderes políticos centralizados.
En este proceso, aparecen las primeras civilizaciones en Mesopotamia
y Egipto, consideradas como la cuna del desarrollo de las diferentes
culturas en el mundo, allí surge la llamada escritura cuneiforme que
consistió en la utilización de líneas rectas en forma de cuña, impresas
en tablillas de arcilla. Posteriormente, los fenicios, un pueblo semita
fundamentalmente abocado al comercio, dieron a conocer a los griegos
el alfabeto, lo que favorece el intercambio económico y la posibilidad
de coordinar acciones cada vez más complejas.
Si pensamos que la escritura alfabética implica la representación
gráfica de sonidos aislados mediante signos propios, podemos enten-
der el cambio fundamental que implica pasar de una comprensión
mucho más directa y corpórea como la de las figuras rupestres a una

34
Coaching Corporal Mares

comprensión del mundo a través de signos. Pensemos en el antiguo


lenguaje oral y auditivo del hombre antiguo conectado con la magia
y el mundo de lo sensible, la emocionalidad propia de las danzas y
los rituales primitivos en permanente sintonía con el entorno. Ahora
pensemos en un mundo fijado y subdividido en parcelas que, unidas,
conforman ideas complejas en una temporalidad lineal como la de
nuestro alfabeto. ¿Qué nos ocurre? Sin duda observamos la pérdida de
resonancia afectiva directa, el lenguaje escrito estático y fragmentado
constituye un mediador que, si bien nos abre las puertas a la integra-
ción y el intercambio, nos instala en una forma de pensar y entender
el mundo radicalmente distinta.
A mi modo de ver, lo interesante de nuestra actual manera de co-
municarnos es que permite que conozcamos el mundo desde el lenguaje.
Este nos recibe y espera desde antes de nacer, ayudándonos a construir
nuestra realidad bajo el prisma de la lógica que le subyace. Estamos,
sin saberlo, habitando una pauta ya asignada, una lógica establecida
que bajo reglas lineales de causa-efecto, sustentan aquello que vemos,
escuchamos e incluso sentimos. Merleau-Ponty (1997) lo plantea al
señalar: «todas mis verdades, no son, al fin y al cabo, más que evidencias
para mí y para un pensamiento construido como el mío». (Id. p. 406).
¿Pero qué papel juega el cuerpo en esta matriz de conocimiento?
Claramente uno absolutamente distinto al que jugaba en los pueblos
primitivos. La aparición del lenguaje como forma de coordinar acciones
nos aleja del cuerpo como vehículo de conocimiento, acercándonos a ni-
veles de abstracción inimaginables en épocas donde la sensorialidad y la
intuición guiaban las interacciones. Asistimos al inicio de un lento proceso
de retirada del cuerpo como campo de conciencia de nosotros mismos,
que, como veremos más adelante, instala cada vez con mayor fuerza la
creencia de que conocemos principalmente a través de la razón y su lógica.
En la Grecia antigua, por ejemplo, el cuerpo aún ocupa un lugar de
privilegio. Los griegos, reconocidos buscadores de la belleza, desarro-
llan una arquitectura que acoge al hombre en su corporeidad, diseñando
un entorno inmediato que construye sus basamentos, columnas, capi-
teles y dinteles en función de un criterio que responde a la geometría

35
Carmen Parraguez Grass

del cuerpo humano; la aplicación de la llamada proporción áurea11 es


evidente en monumentos y ruinas como, por ejemplo, el Partenón (Ver
imagen 2), paradigma de la arquitectura helénica y posteriormente de la
románica y bizantina. No es de extrañar, que la propensión griega a las
disciplinas deportivas como prácticas neurálgicas dentro del quehacer
de la polis, el liceo, la academia y el gimnasium, estuvieran destinadas
a engrandecer el cuerpo del hombre como paradigma de la fuerza y la
belleza, así como también que la representación escultórica y pictórica
de sus dioses, fuera expresión de este ideal corporal.
Esta evidente incorporación del cuerpo como parte fundamental de
la cultura griega es revertida en la Edad Media mediante la búsqueda
de una verticalidad que permita establecer un puente entre el hombre y
Dios. Si observamos la arquitectura de este período, podremos apreciar
construcciones donde ya no se busca satisfacer las necesidades de un
cuerpo físico sino que prima la expresión de la necesidad de ascensión
a lo alto. (Ver imagen 3).
Si ampliamos nuestra mirada, observaremos que este esfuerzo del
hombre medieval por ascender a Dios, aparece reflejado en la pintura y
escultura de aquella época como una forma de ofrenda a lo divino en la que
priman el sacrificio de los santos, los monjes flagelantes, las autopuniciones
del cuerpo, los castigos de la Inquisición sobre los cuerpos pecadores, la
tentación del cuerpo frente al ánima divina del alma, expresiones que,
como señala Jacques Gélis, develan la creencia de un «hombre pecador
al que se le dice sin cesar que por el cuerpo corre el riesgo de perderse».
(Citado en Corbin; Courtine; Vigarello; 2005. V. I, p. 28).
Este alejamiento del cuerpo no durará para siempre; en el Renaci-
miento podemos observar un interesante fenómeno de recuperación del
sitial ocupado por el cuerpo en la época de los griegos. Esta especie de
rememoración del valor de lo corpóreo ocurre producto de una visión
antropocéntrica y humanista que redescubre al cuerpo como un refe-
rente fundamental para la expresión artística del hombre renacentista.

11
Durante la Grecia antigua se busca la conexión entre el hombre y la arquitectura,
y en esta búsqueda aparece un importante descubrimiento: la proporción áurea.
Con ella, los griegos descubren mediante estudios geométricos que existe una re-
lación proporcional entre las partes del cuerpo humano. Esto los lleva a establecer
algunas proporciones que serán fijas y estables de un hombre a otro y que serán
utilizadas en el diseño de templos y grandes construcciones.

36
Coaching Corporal Mares

Transmigramos entonces de una arquitectura a la medida de Dios, a una


arquitectura a la medida del hombre, similar a la de la Grecia clásica.
El arte del Renacimiento reconoce una toma de conciencia del
individuo como valor en sí mismo, en que el artista, atraído por el
saber, estudia los modelos de la antigüedad clásica, a la vez que de-
sarrolla técnicas en la pintura y la escultura como el claroscuro, la
perspectiva y el altorrelieve. Por su parte, el paganismo se manifiesta
en el arte apareciendo los desnudos, el interés por la anatomía del
cuerpo humano y su inclusión en la creación de inspiración religiosa.
Nuevamente nos encontramos frente a un cuerpo que es reconocido
tanto en su expresión de belleza como en el estudio de sus formas y
proporciones, resaltando la relación entre este y la naturaleza a través
de la sensorialidad como puente de contacto entre ambos.
El gran Leonardo da Vinci conocido por sus estudios sobre el
cuerpo humano recogió los estudios de Marco Vitrubio (siglo I a. C.),
plasmando sus conocimientos en la conocida imagen del hombre vi-
trubiano. (Ver imagen 4). Marcel Brion (2002) en su libro Leonardo
da Vinci, la encarnación del genio, destaca la importancia de la senso-
rialidad en los 5 primeros años de vida del artista:

Este niño que corre entre rocas y campos ¿acaso no tiene


otra cosa que hacer que jugar con ese inmenso repertorio de
formas y colores, de olores y materias que la naturaleza pone a
su disposición? Nadie, durante sus primeros años al menos se
preocupó de encadenar esta libertad. Dueño de sí mismo tanto
como puede serlo un animal, una planta, el pequeño Leonardo
crece entre plantas y animales, sin tener conciencia de que su
propia naturaleza es distinta a la de ellos […] Se comunica con
los ‘suyos’ por medio de todos los sentidos; no le inspiran es-
panto alguno, sino un inmenso asombro, un violento deseo de
conocer y compartir. Dueño del mundo, siente la inocencia de
los animales y de las cosas, la fuerza tranquila de la naturaleza,
la irresistible ley de las mutaciones que dirigen la sucesión de
los días y las estaciones. (pp. 14 y 17).

En relación al paso entre lo sensorial, y su espíritu científico, Brion


agregará:

37
Carmen Parraguez Grass

Admira por fin la belleza de las proporciones de la concha


[refiere al caracol] y la armonía de sus circunvoluciones; y ese
sentimiento de bienestar a la vez intelectual y físico, ese placer
cenestésico que le produce la contemplación de un orden per-
fecto, de unas medidas perfectas, le impulsan a suponer que el
universo entero y cada una de sus manifestaciones se rigen por
una misma ley de belleza y armonía y le inspiran el deseo de
descubrirla. (pp. 19 y 20).

Es sin duda esta suerte de vuelta a la unión con la naturaleza lo que


representa una nueva forma de acceder al conocimiento, una matriz que
valora la conexión directa con lo corpóreo y lo natural como fuente in-
tuitiva y fidedigna del posterior descubrimiento y reflexión científica. Me
inclino, al igual que Brion, a pensar que el ingenio, talento y creatividad
de Leonardo da Vinci no habrían sido posibles si no hubiese tenido tan
libre acceso a la exploración de sus sentidos, a la sorpresa frente a lo que
la naturaleza ofrece, a la maravilla de lo vivenciado en forma directa y
sin intermediarios; libertad vivencial que sin duda nutrió al genio.

Imagen 2: El Partenón, templo dórico construido entre los años 447 y 432 a. C. en


la Acrópolis de Atenas. Fue dedicado a la diosa griega Atenea, considerada la protec-
tora de los atenientes.

Imagen 3: Catedral de Lyon, iglesia Saint-Jean de Lyon o Catedral de San Juan Bau-
tista de Lyon, fue construida entre 1180 y 1480. En ella se observa una mezcla del
estilo Románico con Gótico.

38
Coaching Corporal Mares

Imagen 4: Hombre de Vitrubio, famoso dibujo de Leonardo da Vinci realizado cer-


ca del año 1490. Se acompaña de notas anatómicas y constituye un estudio de las
proporciones del cuerpo humano, realizado a partir de los textos de arquitectura
de Vitrubio, en la antigua Roma.

Avanzando en nuestro recorrido, llegamos al período denominado


Barroco, caracterizado por la depresión económica producto del descu-
brimiento de América, el alza en el precio del trigo y la Guerra de los
Treinta Años entre protestantes y católicos. Esto lleva a la paradoja,
tal vez compensadora, de expresar casi por antagonismo un mundo
grandilocuente que desgraciadamente se aleja de la vivencia real de
los habitantes de la época. El arte se nos presenta recargado con un
trasfondo marcadamente proselitista que promueve y busca la man-
tención del poder de la Iglesia y las monarquías, en un entorno donde
mantener el poder se hace cada vez más difícil, debido a las condiciones
existentes. La literatura utiliza artificios retóricos, sobrecargando la
expresión de la realidad, magnificándola y llevándola al espacio de la
ficción. El teatro, la danza, la música, la pintura y la arquitectura de la
época, utilizan expresiones exaltadas visualmente que encuentran su
máxima expresión en espectáculos circenses, la pantomima, acrobacias,
la decoración exuberante y un sentido escenográfico en lo referente
al trato de las formas y los volúmenes. El cuerpo, influenciado por el
naturalismo, aparece enfatizando el realismo de los sentidos, exacer-
bando la expresividad de los gestos y emociones y haciendo énfasis
en la figura humana real que no esconde los defectos sino que busca
realzarlos llegando en ocasiones a proporciones incluso caricaturescas.
La edad contemporánea, caracterizada por los cambios producidos
por la revolución francesa y el desarrollo industrial, genera sociedades

39
Carmen Parraguez Grass

productivas y disciplinadas en las que los cuerpos deben adaptarse a


estados que se ocupan en distintas formas de la salud y la educación.
El cuerpo es mano de obra para la producción o la guerra. Las artes
y los artistas se pretenden liberar de las formas y los modelos clásicos
para lograr un arte más espontáneo, vivo y personal. El artista se en-
frenta ahora al público burgués en la dinámica de oferta y demanda de
un mercado de arte, cada vez más animado y alejado de los patrones
tradicionales asociados a la nobleza, el clero y la monarquía.
A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, se empieza a
constituir una sociedad de consumo de masas, con medios de comuni-
cación vinculados a los cambios tecnológicos. La máquina, con todo
lo de velocidad y energía que representa, se instala en toda su magni-
ficencia. Los impresionistas, utilizan todo aquello que sea dinámico, la
expresión de la luz y la energía se impone al detalle de la forma. Con
los movimientos del siglo XX, muchos artistas ya no tienen interés
en pintar nada concreto, hay un afán por conocer en el que el cuerpo
aparece como objeto de investigación, transformación y experimen-
tación. Surge en la pintura la espontaneidad de la expresión, el interés
por entrar en zonas escondidas como el inconsciente, se desea llegar a
las fuentes mismas de la energía.
En las artes convive una tendencia conservadora que sigue respe-
tando la forma y la técnica con otra que busca la desintegración de
la realidad, deseosa de una especie de liberación del artista, llegando
a las distintas modalidades de  arte abstracto. El simbolismo como
movimiento, surge en oposición al realismo.
En el arte del siglo XX, la ruptura con los modelos tradicionales se
instala en forma decisiva. El cuestionamiento y la transgresión movi-
lizan el arte instalando su valor más allá de los cánones estéticos. Los
avances científicos muestran al individuo y a la sociedad las ilimitadas
posibilidades de acceso al bienestar y al consumo, lo que despierta la
lucha y defensa de acceso a estos. En este escenario, el arte cobra un
papel protagónico como expresión de dichas demandas y también como
expresión del futuro posible. La realidad y el arte se mueven hacia límites
insospechados, la arquitectura y la escultura se convierten en espacios
móviles, fusionando sus límites con la pintura que, a su vez, se hace
cuerpo y materia. Incluso la música se fusiona con la plástica, haciéndose

40
Coaching Corporal Mares

casi imposible realizar una clara clasificación de estilos o movimientos,


en las denominadas vanguardias de la primera mitad del siglo XX.
Si bien el arte ha migrado desde lo figurativo a lo abstracto e inma-
terial, hoy en día el cuerpo se constituye en herramienta y soporte con
el que el artista ejecuta su obra. El cuerpo en el arte contemporáneo
sostiene gran parte de las acciones artísticas, casi siempre asociadas
a algún contenido de orden social o cultural. Un cuerpo que está al
servicio de la expresión directa de demandas, debates y críticas, a tra-
vés del uso del propio cuerpo del artista como vehículo expresivo. El
cuerpo como símbolo de un acto declarativo, idea o propuesta es objeto
de múltiples intervenciones y modificaciones que van desde grabados,
donde la piel adquiere la función de un lienzo (Ver imagen 5), desnu-
dos donde la ruptura de la privacidad y la necesidad de intimidad se
asienta en un cuerpo expuesto, rituales e incluso actos violentos en los
que el dolor corporal y el uso de la sangre como pigmento pictórico
son símbolos de un dolor colectivo.

Imagen 5: fotografías de cuerpos pintados

En pleno siglo XXI, el cuerpo continúa siendo metáfora expresiva


del deseo, el consumo, la tecnología y la ciencia. Un cuerpo virtual que
se dibuja en una pantalla sin sangre real ni dolor material, pero que
actúa a nivel simbólico como representación de una sociedad que ins-
tala la conexión a la distancia a través de cuerpos virtuales, un cuerpo
pantalla, donde la realidad y la ficción se confunden peligrosamente.
De este modo, el cuerpo, al igual que durante toda la historia de la hu-
manidad, aparece como un vehículo de expresión en el que los artistas
encuentran una dimensión que puede ser utilizada de infinitas formas.

41
Carmen Parraguez Grass

1.2 El cuerpo y las religiones


Imaginemos por un momento el espectáculo sobrecogedor que
debió ser para el hombre primitivo haber visto de pronto a un espíritu
vital y enérgico quedar inmóvil, atrapado en un cuerpo inerte sin poder
ser nunca más, sin despertar, sin volver a emitir sonido alguno. ¿Qué
pasó con el que era? ¿Dónde fue a parar su espíritu guerrero? ¿Qué es
lo que se ha ido y a dónde? Para el hombre primitivo el cuerpo sigue
presente pero algo que habitaba en él se ha ido: Es frente a esta incer-
tidumbre como pudo haber hecho su aparición el alma.
Para comprender nuestra actual visión sobre el cuerpo es impor-
tante reconocer su relación con lo religioso, esta relación se remonta a
épocas en que el hombre primitivo busca responder la pregunta sobre
qué ocurre después de la muerte. Comprender la cosmovisión primi-
tiva, nos ayuda a reconstruir el camino hacia lo que posteriormente
será la fe en las distintas corrientes espirituales y nuestra actual visión
sobre el cuerpo.
Si recorremos brevemente la prehistoria observaremos que los
neandertales realizaron entierros que hablan de un cierto respeto a
los muertos y de la creencia de una vida después de la muerte. Estos
entierros constituyen una suerte de ceremonia de despedida frente al
cuerpo inerte, donde también se solía usar ajuares, pintura con ocre
en los muertos, lechos de flores, adornos de conchas agujereadas y
brazaletes. Las figuras rupestres representaban «presencias», propias
de una cosmovisión animista, fundada en la magia y la creencia en
los espíritus y fuerzas de la naturaleza; además, animales como los
bisontes tendrán un carácter mágico y serán asociados a la fertilidad y
a la cosecha. Durante el Neolítico la fertilidad de la Tierra será analo-
gada a la fecundidad de la mujer, desarrollándose así una religiosidad
incipiente a través de la figura de una diosa madre, representando la
femineidad; un toro salvaje la virilidad, y monumentos megalíticos
(una especie de templos), que evidencian la veneración a los muertos.
En las culturas del Neolítico tardío las figuras de dioses se vuelven
mucho más tangibles, el elemento figurativo aparece vinculado a un
cuerpo endiosado, un dios corporeizado a través de manifestaciones
simbólicas; se trata de una religiosidad precaria siempre encarnada a
través de un cuerpo animal, mitológico o natural.

42
Coaching Corporal Mares

En la Edad de los Metales continúa la veneración a la diosa


madre, vinculada a la naturaleza y a la Tierra; aparece el culto a una
divinidad masculina simbolizada por el sol y asociada también al po-
der fertilizante de la naturaleza; se realizan ritos funerarios ligados a
sacrificios humanos de carácter ritual, siendo frecuentes los cemente-
rios, la inhumación que cubre el cadáver con un montículo de tierra y
piedras, y la incineración, en la que se quema el cuerpo del difunto en
una pira funeraria. También hubo entierros de hombres con su carro,
pretendiendo facilitar, simbólicamente, la transmigración del sujeto
en su «último viaje». El cuerpo quemado es cuerpo separado del alma
que viaja, y a diferencia de los entierros del Paleolítico superior, aquí
nuestro hombre primitivo inicia un viaje sin cuerpo, el cuerpo ya no
requiere alimento ni ajuares, el cuerpo es ya un cuerpo muerto.
Para el hombre primitivo conectado con la magia, el cuerpo
aparece regido por reglas y relaciones secretas, enfermedades y cu-
raciones están asociadas a pociones y a la posición de los astros; el
cuerpo está conectado con el mundo de lo sensible en permanente
sintonía con el entorno y los sentidos, siendo parte del espacio físico
y por lo tanto regido por sus leyes. La relación entre lo religioso, lo
mágico y lo energético está directamente vinculada con el cuerpo en
tanto su dinámica de relaciones involucra el desarrollo de estrategias
corporales de evitación del contacto físico, que aseguran posiblemente
el mantener a los sacerdotes y reyes en una posición de supremacía y
divinidad intocable e incuestionable. Dicha vinculación corrobora los
descubrimientos desarrollados por Marcel Mauss12, en relación a que
las posturas, gestos y movimientos corporales estarían directamente
relacionados con las costumbres propias de cada época y cultura.
A principios de la Edad Antigua, en Mesopotamia y Egipto se
desarrolla un núcleo importante de religiones politeístas, con un gran
número de dioses estrechamente relacionados con fenómenos naturales
y asociados a la adivinación, la astrología y la superstición. La dirección
religiosa se encuentra en manos de una casta de sacerdotes y del rey,
quien representa la divinidad en la Tierra. El cuerpo endiosado del rey
representa el cuerpo encarnado de la divinidad en un linaje terrenal,

12
Quien es denominado, por muchos «el padre de la etnografía francesa».

43
Carmen Parraguez Grass

construyéndose una doble vía corpórea hacia lo divino, el imaginario


de los dioses politeístas y el encarnado del rey.
Si viajamos hacia el Oriente podremos encontrar en el hinduismo
una aparente búsqueda de la integración entre cuerpo y alma cuyo fin
es volver a la unión natural original, el origen divino. Los antiguos
rishis, o sabios iluminados, dedicarán sus vidas a desarrollar técnicas
que integren los aspectos espiritual y material del hombre, descubriendo
los efectos que determinadas posturas corporales tienen sobre procesos
biológicos involuntarios tales como el metabolismo, la digestión, la
respiración y el sistema inmunológico. Dicha búsqueda será similar a
la que posteriormente desarrollen filósofos y psicólogos europeos para
conocer la influencia del inconsciente sobre los procesos conscientes
y fisiológicos.
Nos encontramos en un escenario confuso que establece un cuerpo
físico, separado y contenedor material de un cuerpo espiritual, junto a
prácticas corporales en las que convive un ascetismo extremo, con un
cuerpo, expresión de la divinidad. Las prácticas ascéticas de la India
vislumbran un cuerpo oscuro al que debemos doblegar, superando así
nuestros condicionamientos físicos y mentales. El asceta se somete a
todo tipo de castigos, ayunos y restricciones del sueño, mitigando los
instintos, las necesidades primarias y las apetencias. Esta manifestación
de santidad propia de las religiones hindúes no se aleja demasiado,
como veremos más adelante, de las prácticas ascéticas de los místicos
cristianos.
Alrededor del siglo VI a.C. Buda, luego de un proceso de búsqueda
del estado de iluminación mediante prácticas ascéticas y autocasti-
gadoras, descubre la necesidad de recuperar el cuidado del cuerpo,
alejándose del ascetismo extremo, e instalando el principio del camino
del medio, práctica que será rechazada entre los místicos de su época,
especialmente entre los brahmanes. (Lacalle, 1994).
El budismo nos habla sobre el origen del sufrimiento y lo asocia
con la búsqueda insaciable de la satisfacción de los placeres y los
instintos. Esta premisa lleva al principio del desapego con el cual el
hombre abandona dicha búsqueda y pierde toda necesidad o interés
en alcanzar en forma permanente la satisfacción de sus instintos y
deseos, poniendo así fin al sufrimiento. Al asociar o instalar el origen

44
Coaching Corporal Mares

del sufrimiento en la búsqueda de satisfacciones en gran parte asocia-


das a lo fisiológico y corpóreo (alimentación, vestuario, sexo, bienes
terrenales), nos acercamos a una propuesta de desconexión con lo que
constituye una vida terrena. La espiritualidad del hombre nos mueve
a una escisión con nuestra dimensión instintiva, con todo lo físico y
corpóreo que esta implica. Así, el camino del medio se me asemeja a
una suerte de «tolerancia resignada» frente a la existencia de un cuerpo,
invitándonos a darle respuesta a sus necesidades básicas, a fin de que no
se constituya en un obstáculo en la búsqueda del nirvana o liberación
espiritual. Esta postura, si bien es más benevolente con el cuerpo que
la de los antiguos brahmanes, es una fórmula que se ubica igualmente
en una cosmovisión dualista, menos intransigente pero que insiste en
el sometimiento del cuerpo.
En el jainismo, corriente religiosa hindú de la misma época, el
ascetismo se configura con mayor fuerza como una de las prácticas
preferidas para alcanzar estados espiritualmente superiores. Para los
jainistas el cuerpo debe ser dominado y sometido a todo tipo de castigos
y penitencias a fin de ser superado y trascendido.
Durante la Edad Media, con el surgimiento del cristianismo en
Occidente, aparece una dinámica adaptativa entre mujeres consideradas
místicas. Tal como lo señala Caroline Walker, estas mujeres presentan
un gran número de somatizaciones, heridas estigmáticas, exudaciones
santas, lactancias milagrosas y otras manifestaciones de índole erótica,
en las que el fervor religioso identifica al cuerpo como expresión de una
cultura que asocia a la mujer con prácticas de servicio y autosacrificio
en pro de la familia y la comunidad, como también de entrega de lo
femenino a la divinidad de Jesús (Walker, en VV.AA. 1990). Según
Walker estas mismas expresiones somáticas tendrán una connotación
muy distinta a la luz de la psiquiatría de la ilustración, siendo consi-
deradas ya no como expresión de devoción religiosa y santidad sino
como conversiones histéricas. En este caso puntual, podemos observar
cómo el cuerpo asume una significación absolutamente diferente según
cual sea el sistema de creencias imperantes en la época, pudiendo pasar
de ser un cuerpo santo a un cuerpo enfermo.
En el siglo VII d.C. surge el islamismo, y en él son recurrentes las
referencias al cuerpo, sus cuidados y sus límites: el conocido vestuario

45
Carmen Parraguez Grass

femenino con el velo (hiyab) que protege casi completamente a la mujer


de la vista de los hombres, es explicado por el Islam como una forma
de protección contra las violaciones y el adulterio. La vista del cuerpo
femenino es considerada de este modo como algo peligroso y por tanto
es custodiado en función de la protección de la familia y el orden social
de los musulmanes. Pese a lo anterior, es interesante el hecho de que
tanto para el Islam como para el judaísmo, la sexualidad, entendida
como el goce del cuerpo, no es considerado pecaminoso dentro del
matrimonio y por tanto el goce sexual no se remite a la procreación,
como para el catolicismo, sino que es también un fin en sí mismo.

El cuerpo es todo lo que hay. Nunca hubo nada real en el


hombre que no estuviera en su cuerpo, que no fuera generado
por la propia materia del cuerpo (el amor, la música, la poesía,
las esperanzas, los sueños, la locura...). Por eso el musulmán es
musulmán con su cuerpo. El Islam te invita a realizar tu peregri-
nación hacia Allah con lo que eres. No tenemos por qué saber ni
por qué estar de acuerdo en si tenemos o no eso del ‘alma’, pero
nadie podrá negar que ni por un momento ha dejado de tener
una experiencia de su cuerpo. (Alshboul, 2012).

Para el Islam la vida y la muerte constituyen solo cambios de estado.


En la muerte «el cuerpo físico se desmenuza y desaparece, mientras
que el alma (en árabe, nafs), liberada de las ataduras físicas, pasa a un
plano diferente». (Coogan, 1999, p. 118). Al igual que para el resto
de las religiones monoteístas, existe una vida después de la muerte y
un juicio final en el que serán juzgados los comportamientos. De este
modo, el principio de obediencia se instala como forma de acceder al
paraíso y el no cumplimiento con el Corán, su libro sagrado, con el
camino al fuego eterno del infierno.
En el judaísmo, tal como en el Islam, si bien existen distintas pos-
turas, algunas más conservadoras y otras más reformistas; aparece una
visión de la sexualidad y el goce corporal como forma de expresión
de lo divino. Al judaísmo lo que le preocupa no es la castidad sino la
familia y por tanto, el foco no está en la limitación del uso del cuerpo
como vehículo de placer, propio del ascetismo cristiano, sino que, por
el contrario, el cuerpo es considerado una bendición desde donde son
posibles la maternidad y los hijos, condición básica para la constitución

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Coaching Corporal Mares

de la familia, tan valorada por ellos. Paralelamente, el judaísmo se aleja


de toda corporeización de lo sagrado, «evitando las imágenes artísticas
que pudieran confundirse con intentos de representar a la deidad».
(Ibíd., p. 27).
Con la llegada del cristianismo, el cuerpo aparece en una dimensión
simbólica muy distinta a la judía. Para el cristianismo lo sagrado es
representado en forma corpórea a través de múltiples manifestaciones.
Tal como señala Jacques Gélis, el concepto de encarnación del hijo de
Dios en la Virgen María, el simbolismo del «cuerpo de Cristo» como
forma encarnada del espíritu en el cuerpo, la imagen de la pasión de
cristo y su proceso de martirio corporal; las menciones a la sangre
de Cristo, y todo el profundo sentido de la eucaristía, entrañan indu-
dablemente un énfasis no menor en el concepto de cuerpo desde la
religiosidad. (Corbin; Courtine; Vigarello; 2005, cap. 1) Así, la Iglesia
incorpora a la gente rural y campesina, estrechamente vinculada a la
naturaleza y lo material, mediante la utilización de imágenes y santos
para su veneración. Es interesante observar esto en países latinoame-
ricanos mayoritariamente católicos, donde una extraña mezcla entre
religiosidad y paganismo da lugar a festividades donde se funden ritos
y creencias de las más diversas índoles, dando lugar a un juego de dis-
fraces, maquillajes, bailes y colores propios de una identidad religiosa
que, probablemente, no habría logrado atraer tal cantidad de feligreses
sin considerar la presencia y centralidad del cuerpo.
Pese a lo anterior, si leemos algunos de los poemas de los místicos
cristianos vemos un hombre que lucha por desapegarse del cuerpo, una
especie de «neurosis» que persiste en la negación de lo que lo consti-
tuye. San Juan de la Cruz nos conecta con esta forma de vivenciar la
propia corporalidad como algo ajeno a la vida:

Del agua de la vida


mi alma tuvo sed insaciable,
Desea la salida
del cuerpo miserable
para beber de esta agua perdurable.
(San Juan de la Cruz, 1985, p. 31)

47
Carmen Parraguez Grass

Véase en las Confesiones de San Agustín, la visión del cuerpo como


carne libidinosa portadora del pecado:

¡Dónde estaba yo, y cuán lejos de las delicias de vuestra casa


andaba desterrado en el año decimosexto de mi edad! Entonces
fue cuando tomó dominio sobre mí la concupiscencia, y yo me
rendí a ella enteramente, lo cual, aunque no se tiene por deshonra
entre los hombres, es ilícito y prohibido por vuestras leyes.
[…] una vez que estando yo en el baño me vio mi padre con
señas de pubertad, como lisonjeándose ya con la esperanza de
tener nietos, se lo fue a contar a mi madre muy alegre y gozoso;
mas era en fuerza de la embriaguez que padecen los hilos de este
siglo, causada del vino invisible de su mal inclinada y perversa
voluntad hacia las cosas de acá abajo; en cuya embriaguez vive
este mundo olvidado de Vos, que sois su Criador, y amando en
vuestro lugar a las criaturas (Agustín, Santo. 1983. pp. 40 y 41).

En estos poemas podemos sentir con fuerza la vivencia tan pro-


pia de la metafísica cristiana de que «la vida está en otra parte» y sin
duda, un lugar lejos del cuerpo. De este modo, nuestro cuerpo aparece
como el doloroso recordatorio de encontrarnos en una vida que no es
vida —un recurso permanente de los ascetas y místicos tanto occiden-
tales como orientales—, en los cuales el sufrimiento ya no solo se nos
produce por un apego a la vida y la codicia del poseer insaciable, sino
que, peor aún, en los místicos cristianos el sufrimiento dice relación
con una insaciabilidad de lo espiritual, que nos lleva al rechazo y la
negación de la vida mortal, los sentidos, el placer y finalmente la vida.
Con la llegada del cristianismo primero y, posteriormente, con el
racionalismo y el empirismo, el universo pierde su carácter mágico y
vivo, traduciéndose en un mecanismo regido por leyes lógicas, físicas
y científicas, que poco tienen que ver con los misteriosos ceremoniales
propios de la cosmovisión animista de los pueblos primitivos. El mundo
interior del hombre queda a cargo de la religión, y la apropiación del
mundo exterior queda en manos de la ciencia y el intelecto.
En este breve recorrido por la historia de las religiones, obser-
vamos que la división cuerpo-mente, parece ser parte de la historia
del hombre desde siempre, enfrentado a su finitud con la muerte. Sin
embargo, como señala Jonathan Parry, es común el asociar el dualismo

48
Coaching Corporal Mares

a las religiones occidentales y el monismo a las orientales. Si bien en


la religiones orientales, específicamente las hinduistas asociadas a la
enseñanza de los brahmanes, predomina la idea de un Dios o divini-
dad inmanente a todo, que constituye la esencia primera de todas la
cosas, no deja de ser cierto que son también filosofías que al postular
el sometimiento y control del cuerpo «habitan un universo claramente
dualista» (Parry, 1992, p. 512).
No podemos sino concluir que si bien esta «metafísica» asociada a
una vida espiritual ajena al mundo material y natural se potencia con
la aparición de las religiones monoteístas, este dualismo parte desde
mucho antes. En la mayoría de las religiones, incluidas las de Oriente
no monoteístas, se encuentra muchas veces presente de manera más o
menos contradictoria la metafísica de la negación de la vida natural,
asociada directa o indirectamente a la naturaleza animal e instintiva
del hombre.
No quisiera continuar nuestro recorrido sin antes revisar con us-
tedes la relación entre lo corpóreo y lo espiritual, desarrollada en un
libro muy poco conocido llamado El Evangelio de los Esenios (Székely,
2007), en el cual nos habla un Jesús corporeizado, conectado con sus
sentidos y la naturaleza13. Veamos qué nos ocurre al leerlo:

Y todas las cosas las veréis con vuestros propios ojos, las
oleréis con vuestra nariz y las tocaréis con vuestras manos. Y
cuando todos los pecados e inmundicias hayan abandonado
vuestro cuerpo, vuestra sangre se volverá tan pura como la sangre
de vuestra Madre Terrenal y como la espuma del río jugueteando
a la luz del sol. Y vuestro aliento se volverá tan puro como el
aliento de las flores perfumadas, vuestra carne tan pura como la
carne de los frutos que enrojecen sobre las ramas de los árboles,
la luz de vuestros ojos tan clara y luminosa como el brillo que
resplandece en el cielo azul. Y entonces os servirán todos los
ángeles de vuestra Madre Terrenal. Y vuestra respiración, vuestra
sangre y vuestra carne, serán una con la respiración, la sangre y
la carne de la Madre Terrenal, para que vuestro espíritu se haga
también uno con el espíritu del Padre Celestial. Pues en verdad
nadie puede llegar al Padre Celestial sino a través de la Madre
Terrenal. (Székely, 2007, p. 19).

13
Los esenios fueron una de las fuerzas importantes de la vida religiosa en la Palestina
del tiempo de Jesús.

49
Carmen Parraguez Grass

En este evangelio el concepto de la Madre Terrenal nos vincula


con la Tierra y, por ende, con el del cuerpo humano como parte de
la cualidad terrenal del hombre. Más adelante leemos «amad así a
vuestra Madre Terrenal, igual que ella ama vuestro cuerpo». (Ibíd.
p. 21). Los conceptos de Madre y Padre se encuentran asociados a
los de cuerpo y espíritu, respectivamente, ya no en confrontación y
lucha por la supremacía de uno sobre el otro, sino más bien en una
integración, una alianza necesaria para alcanzar aquello más humano
que nos hace hombres.
Según algunas versiones históricas, Cristo habría tenido contacto
con algunas escuelas religiosas de Oriente tales como la egipcia con el
culto a Osiris, y la budista. De ser así, podemos explicarnos un evan-
gelio como este, traducido directamente del arameo, donde aparece
una religiosidad de carácter panteísta14, en la cual la naturaleza es
expresión de lo espiritual. Elementos como el agua, el aire, y la tierra
son analogados poéticamente a la sangre, la respiración y la carne
del cuerpo; una visión que eleva a la naturaleza a un plano espiritual
y al hombre como expresión de dicha naturaleza, integrando en este
cualidades espirituales y terrenales como propias de una gran cualidad
mayor: la espiritual o divina.
En esta parte de nuestro viaje quiero invitarlos a revisar la relación
con lo material y específicamente con el cuerpo de otra de las religiones
más antiguas de Oriente, el taoísmo. Para el taoísmo el universo con
todos sus componentes tiene una sola naturaleza, una sola sustancia
de carácter sagrado. Así, toda expresión material como inmaterial
debe regirse por principios de armonía, ya que se constituyen como
parte de un todo; velar por dicha armonía constituye la búsqueda
de su doctrina religiosa. Para el taoísmo, cuerpo y alma son parte
de un universo sagrado, siendo cualidades de una sola cosa, y dicha
cosa sería el cuerpo. Como señala Caneda (2005), para el taoísmo, el
ser humano piensa desde el cuerpo, así, los seres humanos no somos
meros espectadores frente al mundo y frente a nuestro propio cuerpo,
sino que somos cuerpo y nuestro pensamiento es corpóreo y no sobre

14
Sistema filosófico que identifica toda realidad con Dios: como su manifestación
(panteísmo inmanentista), como resultado de su eterna emanación (panteísmo
emanantista).

50
Coaching Corporal Mares

el cuerpo. Estamos frente a un reconocimiento de la importancia de


nuestro ser corpóreo, no solo como receptor pasivo de los estímulos del
medio, sino como lugar donde ocurre y significa dicha relación. Caneda
(2005) en sus estudios sobre taoísmo nos señala que emociones como
la pena podemos analizarlas desde la fisiología y desde la psicología
en forma adecuada y válidamente contrastable con la experiencia, sin
embargo en este análisis

algo se escapa, como cuando observamos una flor tal y como


lo describe la botánica. Y quizá se escapa por considerar el llanto
como algo relacionado con el dolor, con la pena. Como si fuese
un proceso o hubiera una relación causa-efecto. Quizá entonces,
la cuestión es que el llanto no expresa el dolor sino que es dolor.
(Caneda, 2005. N° 35, p. 305).

Pese a que esta visión se aleja sustancialmente de las analizadas


anteriormente, podemos reconocer expresiones frecuentes de esta
corporeización de lo sagrado, tanto en las religiones politeístas como
en el cristianismo. Es como si la religión, en algún punto, conectase
con esta necesidad de «hacer cuerpo» y entendiese que es ahí donde
habita el sentir místico. Para el taoísmo la espiritualidad ocurre desde
el cuerpo como expresión viva de un ritmo cósmico, ya no como en
el mundo occidental regulado por las leyes físicas y mecánicas de las
ciencias naturales. Al contrario, el cuerpo contiene en sí mismo el ritmo
del cosmos y es uno con él, en una manifestación «microcósmica» del
macrocosmos. En otras palabras, el cuerpo es un espejo diminuto del
universo o, invirtiendo el concepto, el universo es la visión ampliada
de lo corpóreo. Ya sea de forma simbólica o sentida, el cuerpo asume
un lugar de vida, de potencia y de acción, un cuerpo vivo que sin duda
se acerca enormemente al cuerpo desde donde nuestro modelo postula
su entramado de aprendizaje.
El taoísmo nos invita a entender el cuerpo como cuerpo activo que
conoce y que siente, alejado de la objetivación de mirarse a sí mismo
desde fuera como objeto convirtiéndolo en la única y absoluta expresión
del ser humano en la acción del vivir. El taoísmo nos atrae al cuerpo
como parte de su mística y no puede referirse a él como algo apartado.

51
Carmen Parraguez Grass

Más adelante, como analizaremos en el capítulo referente a la


biología del conocer, veremos que existe una estrecha relación entre el
taoísmo y los postulados de Francisco Varela en relación a la existencia
de una cognición del cuerpo, aspecto que será fundamental comprender
para visualizar el sustrato desde el que surge nuestra mirada sobre el
coaching corporal y en especial el del modelo MARES, desarrollado
en el presente libro.
Como hemos visto, el trabajo sobre el cuerpo, tan desarrollado
en Oriente a través de numerosas prácticas corporales, muchas veces
milenarias, no siempre tendrá a la base una valoración del cuerpo como
herramienta transformadora o como camino espiritual, sino que en
ocasiones más bien propenderían a aquietar esta especie de «animal
indomable», de «bestia instintiva». Un foco en el concepto de control,
que para nosotros los occidentales se manifiesta a través de la razón
y que muchas veces se traduce en el Oriente en un control del cuerpo
«a través del cuerpo», ya sea mediante ejercicios que persiguen el aco-
plamiento a los ritmos de la naturaleza, ya sea mediante ejercicios que
actúen a nivel del dominio de los diferentes sistemas del organismo.
Me resulta claro que el haber nacido en una cosmovisión judeo-
cristiana marca mi mirada, y es por tanto un desafío al que los invito
también: releer nuestras creencias, husmear en miradas distintas,
avanzar y retroceder en la historia, relacionar dominios, concluir y
reconstruir lo construido, crear y aprender. Si nos instalamos desde
esta mirada curiosa de un mundo religioso desconocido no podemos
sino aventurarnos a lo más cercano que tenemos como chilenos, nues-
tra etnia mapuche, en la que aparece una religiosidad asociada a la
naturaleza y especialmente a la Tierra.
En ella, las relaciones espaciales se conectan con lo divino, y el
hombre actúa como puente con lo espiritual a través de la figura de la
machi. De esta forma, lo material con lo inmaterial se integran en una
dinámica que se acopla al movimiento de los fenómenos naturales, de
los puntos cardinales, de los espíritus de los antepasados y del hombre.
El ciclo de vida y muerte, inmediatamente referido al presente de la
tierra donde habitan sus antepasados, nos instala en un presente que
no dice relación con la búsqueda de satisfacciones futuras y tampoco
con la defensa de historias pasadas. El mapuche defiende únicamente el

52
Coaching Corporal Mares

mantener su conexión con lo que es más vital en él, su integración con


la tierra, donde yacen sus muertos; al igual que el Jesús de los esenios,
reconoce su vínculo con la madre Tierra y es desde ahí que adquiere
sentido su vida.
Sin duda, el tema del dualismo, tanto en su acepción cuerpo-espíritu
o cuerpo-mente, según sea la época histórica y el paradigma imperante,
se encuentra vinculado a la religiosidad de los pueblos a lo largo de la
historia. Dicho análisis es un tema amplio que excede con mucho el
análisis desarrollado en el presente capítulo. Dejo fuera, sin duda, un
sinnúmero de corrientes y filosofías religiosas que excederían también el
objetivo del presente libro. No obstante, he elegido algunas orientacio-
nes espirituales a modo de exploración inicial con el fin de dar cuenta
de la antigüedad de nuestros paradigmas actuales y de cómo estos han
ido desarrollándose en paralelo con las diferentes culturas y religiones,
construyendo así la mirada del hombre en relación a sí mismo y a las
dimensiones que lo constituyen. Los invito ahora a recorrer la historia
del cuerpo a través de los ojos de la filosofía.

1.3 El cuerpo y la filosofía


En el cuadro renacentista de Rafael Sanzio «La escuela de Atenas»,
aparece caminando Platón junto a Aristóteles. Platón, indica el cielo con
su dedo índice, en alusión al mundo de la ideas conectado con Dios. A
su lado, Aristóteles indica hacia abajo aludiendo a la importancia de
mirar también el mundo de la realidad terrena. Esta pintura representa
una de las permanentes preocupaciones de la filosofía por resolver el
problema del dualismo cuerpo-mente. (Ver imagen 6).

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Carmen Parraguez Grass

Imagen 6: «La escuela de Atenas» de Rafael Sanzio. Hecha en boceto entre 1509 y
1510 y pintada entre 1510 y 1512. Representa una escena en la se muestra una sesión
entre los filósofos clásicos.

Conocer las distintas miradas de la filosofía sobre el cuerpo, nos


permite comprender la concepción actual sobre este, y cuáles son los
paradigmas sobre los que se sustenta. Si concibo mi cuerpo como una
cárcel, deberé trascenderlo para ser y conocer; si mi cuerpo es materia
sin cognición ni sabiduría, no debo escucharlo a la hora de tomar de-
cisiones. Si, por el contrario, mi cuerpo conoce y sabe, su información
es sabiduría y guía: puedo confiar en él y no requiero controlarlo.
¿Cómo habito este cuerpo?, ¿observándolo o sintiéndolo?, más aún,
¿soy cuerpo? o ¿tengo un cuerpo? Estas y otras preguntas irán siendo
contestadas en el presente viaje. Veamos entonces, qué ocurre al interior
de cada período del pensamiento filosófico.
Si revisamos el período llamado naturalista o cosmológico, ob-
servamos que la filosofía busca encontrar el principio último de todas
las cosas del universo. La respuesta es buscada en lo que considera
son los cuatro elementos de la naturaleza: el agua, el aire, la tierra y
el fuego. Para Heráclito, por ejemplo, el fuego es el elemento desde el
cual surge todo. En este se expresa el permanente devenir de la vida,
el cambio permanente. Concibe la realidad como algo que fluye, tal
como ocurre con el agua del río, pasando de un estado a otro, de un
momento a otro, y de un ser a un no ser, igual como se transmutan
los elementos de la naturaleza. Para el filósofo no existe la idea de

54
Coaching Corporal Mares

lo inmutable, todo cambia, la certeza desaparece, así como se hace


impensable el determinar a ciencia cierta cuál será el movimiento de
las llamas del fuego. Desde esta filosofía todo ocurre en la armonía del
devenir, tal como ocurre con las sensaciones y transformaciones de la
materia y del cuerpo. Al rescatar el cambio, reivindica la sensorialidad
propia del mundo material mutable, y la información entregada por los
sentidos del cuerpo se articula como un eje fundamental para acceder
a las respuestas.
Frente a esta mirada procesal, aparece Parménides con una doctri-
na opuesta, donde la respuesta por la pregunta sobre el cosmos es la
existencia de lo inmutable, lo que no cambia, el SER. Para Parménides,
lo que existe es el SER y por tanto el NO SER que plantea Heráclito
como parte del devenir de la realidad, no puede existir como tal. El
mundo de lo físico, por ser de naturaleza cambiante, contradictoria
y sujeto a transformación permanente, no constituye el ser real de
las cosas. Desde esta mirada, podemos concluir que el cuerpo por su
carácter mutable y no permanente, aparece como algo que no puede
constituirse en nada realmente existente, el cuerpo no posee ni ser ni
esencia, y por tanto el cuerpo no pertenece al mundo de lo que es.
Más adelante, Sócrates se aleja de la mirada naturalista interesán-
dose en el pensamiento y la ética del hombre en sociedad. A Sócrates
lo que le preocupa no es el origen de lo que existe, sino la vida del
hombre en relación con otros hombres y la felicidad particular en
función del bien común. Nos invita a reconocer en el hombre un ser
que debe aprender a conocerse a sí mismo en la compañía del diálogo
con otro. Mediante el diálogo, busca llegar a lo esencial de las cosas,
despejando prejuicios y permitiendo que el alma reflexione sobre sí
misma y pueda llegar a la verdad. Dicha verdad no es una verdad im-
puesta, sino que surge de las respuestas que encuentra cada uno; así,
en el diálogo socrático el que pregunta actúa como un facilitador, y el
que contesta lo hace desde su propia respuesta interior. En la filosofía
socrática, el lenguaje es el protagonista por excelencia y en el diálogo
socrático el cuerpo desaparece como un observador más, alejado de
cualquier acceso a las grandes respuestas de la filosofía.
Posteriormente, Platón, con su alegoría de la caverna nos señala
que la realidad que se nos ofrece mediante el mundo de los sentidos

55
Carmen Parraguez Grass

es una ilusión. Para Platón nuestra vida se asemeja a una caverna, en


la cual nos encontramos atrapados con un gran fogón en su entrada.
En este escenario, lo que percibimos, son únicamente sombras que se
reflejan en el fondo oscuro de dicha caverna. Lo que vemos son solo
ilusiones que semejan precariamente una realidad que no vemos. Pero el
filósofo nos consuela frente a este engaño, señalándonos que tenemos la
posibilidad de acceder a la verdad gracias al recuerdo que nuestra alma
tiene de las ideas puras o fundamentales, recuerdo de una experiencia
que aprendimos antes de «caer» al cuerpo en un pasado trascendente.
Platón nos plantea la tarea de doblegar los aspectos infrahuma-
nos relacionados a lo instintivo y terreno a lo suprahumano o divino,
asociado a la razón y la sabiduría. El instinto asociado al cuerpo y sus
sentidos, no solo no es real, sino que nos resta humanidad en cuanto
nos aleja de lo verdadero, lo que no cambia, lo que no tiene tiempo
y que siempre es: la razón. El mundo sensorial con su temporalidad
y cambio permanente debe ser gobernado por el mundo inmaterial
inmutable y verdadero: el alma. Alma, razón e inteligencia resuelven
este dualismo y gobiernan, alertándonos sobre los peligros de creer
real el mundo de las apariencias, ligado al cuerpo y la sensorialidad.
Para Aristóteles el mundo de las ideas postulado por Platón ne-
cesita del mundo de lo terreno y mutable para expresarse en cuanto
fenómeno; a su vez, el mundo de los fenómenos requiere del mundo
de las ideas para expresarse en cuanto que es idea. Esto lo ejemplifica
cuando señala:

[…] alguien que posea la teoría pero carezca de la experiencia,


conocedor de lo general pero ignorante de lo particular que en
ello reside, muy a menudo fallará la cura, puesto que esta se ha
de aplicar a un individuo específico. (Aristóteles, 2010)

Si bien vemos que Aristóteles reconoce la importancia de la


experiencia terrena y material, para él el saber supremo reside en el
conocimiento de las primeras causas, de los primeros principios, y
dicho conocimiento pertenece a un mundo suprasensible, el mundo de
Dios. La metafísica aristotélica nos invita a habitar en el mundo del
intelecto, regido por las leyes del pensamiento y desde la cual aparecen

56
Coaching Corporal Mares

los fenómenos múltiples y diferentes en categorías o accidentes. Todo


ocurre por una causa, y el objeto de la ciencia es descubrir aquella causa.
El mundo de lo corpóreo aparece así, como mundo de sombras
para Platón y de apariencias para Aristóteles. Todo lo que vivimos a
través de este mundo, todo lo que vemos, oímos, tocamos y sentimos,
aparece como relegado a una especie de infrahumanidad. El cuerpo
constituye un accidente, un adjetivo de algo mayor; la verdad, la ver-
dadera realidad se encuentra lejos de nuestro «sentirnos», se encuentra
en un lugar donde habita lo que no siente, lo que no toca lo que no
tiene movimiento, lo permanente y estático, ajeno a cualquiera reali-
dad terrena del mundo de lo cambiante. Todas las respuestas habitan
en el pensamiento y por tanto toda nuestra vida está contenida en él.
Los seres humanos nos constituimos así en una manifestación de la
esencia, la gran idea, Dios.
Esta mirada cambia, en parte, con la caída de Grecia bajo el Im-
perio Romano donde disminuye el interés por una filosofía de índole
especulativa y aumenta el interés por una filosofía de corte más práctico
orientado al bienestar personal. Epicuro reivindica el mundo de los
sentidos con un sensualismo moderado que se basa en una concepción
del ser humano en la que mesura y sensatez serán la medida de las
cosas y donde el cuerpo y la búsqueda del placer serán centrales para
la búsqueda del bienestar personal. El mundo terreno aparece aquí
como independiente del mundo de Dios y la vida ocurre ajena a aquel
porque lo que verdaderamente importa es el mundo sensible. Epicuro
es la base del posterior pensamiento de Nietzsche, en el cual los temas
asociados a la ética y la moral no devienen como temas metafísicos,
sino como adecuaciones racionales para vivir en comunidad de la mejor
manera posible. Los escépticos profundizan el acercamiento al mundo
sensorial, validándolo aún más, y señalan que la realidad solo puede
ser validada si es percibida. Finalmente, para los estoicos, la regla de
la conducta será buscada en la racionalidad del universo; Dios será
identificado con la razón del mundo. Así, seguir la naturaleza, seguir
la razón y seguir a Dios será una sola cosa para ellos.
En el neoplatonismo, última fase de la filosofía griega, reaparece la
metafísica desde una perspectiva que incorpora influencias orientales y
que sienta las bases para el desarrollo posterior del cristianismo, aunque

57
Carmen Parraguez Grass

con diferencias que se fundan por sobre todo en la necesidad de este


último de dejar atrás la multiplicidad de cultos propios de la antigua
Grecia y de los pueblos de Oriente. El neoplatonismo es panteísta. No
hay en él una distinción entre Dios y el mundo; este procede del Uno,
pero no por creación —idea ajena al pensamiento griego—, sino por
emanación. Es decir, el mismo ser del Uno se difunde y manifiesta, se
explicita en el mundo entero. Plotino emplea metáforas de gran belleza
y sentido para explicarnos esta emanación. Por ejemplo, compara al
Universo con un árbol, cuya raíz es única, y de la cual nacen el tronco,
las ramas y hasta las hojas; o también, de un modo aún más agudo y
profundo, con una luz, un foco luminoso, que se esparce y difunde por
el espacio, disminuyendo progresivamente, en lucha con la tiniebla,
hasta que se extingue de un modo paulatino; el último resplandor, al
apagarse ya entre la sombra, es la materia.
Este tipo de comprensión que dignifica la dimensión física, nos
permite reconocer en lo corpóreo un espacio de realidad profunda al
interior del ser humano. El respeto por la naturaleza reconoce en el
mundo material un espacio de valor, como alma emanada a la manera
del árbol de Plotino que se sustenta en sus raíces sin ser sus raíces mis-
mas. En nuestro modelo trabajaremos este concepto desde el arraigo,
como una forma profunda de transformación no solo física sino que
también mental y emocional. Trabajaremos desde el cuerpo como
parte de un campo mayor que involucra el mundo y la naturaleza,
un cuerpo que sostiene la interacción que nos constituye como seres
humanos del mundo.
Si continuamos nuestro viaje, en Occidente encontramos un perío-
do denominado Patrística, en el que San Agustín constituye uno de sus
principales exponentes. San Agustín funda su pensamiento en el ideal
platónico de un Dios que habita en el mundo de las ideas y, por tanto,
es allí donde el hombre encuentra la felicidad verdadera. Tal como
analizamos en el subcapítulo sobre religión, desarrolla una teología
que adhiere fuertemente al dualismo mente-cuerpo, planteando que
es liberándose del cuerpo y lo terreno, como el hombre accede a un
estado superior. La filosofía de San Agustín coloca al pensamiento como
herramienta principal para acceder a este estado, acercándonos a lo
que posteriormente será el postulado de Descartes en cuanto a que lo
único que asegura la existencia del hombre es el hecho de que piensa.
58
Coaching Corporal Mares

Más tarde, Santo Tomás de Aquino nos plantea que, si bien la


verdad se recoge desde el mundo de los sentidos, es pasando por el
intelecto donde accedemos a las verdades universales o mundo de la
ideas. Para Santo Tomás el movimiento y el cambio observable en
el mundo, constituyen una transformación hacia la perfección y esa
transformación debe ser movida por algo. Esto nos lleva a la causa-
lidad aristotélica en la que Dios aparece como explicación del origen
de las transformaciones. El pensamiento lógico determinado por la
ley de causa-efecto, construye un mundo de certezas instaladas ya no
desde la revelación y la fe sino que desde el raciocinio y la inteligencia,
tornándose irrebatible el dogma que se sustenta en la razón. De este
modo, Santo Tomás no solo adhiere a la lógica causalista de Aristóteles
sino que también a los mecanismos que hacen de la lógica y la especu-
lación intelectual la manera de acceder al conocimiento, configurando
así una forma de entender los fenómenos de la naturaleza y el devenir
humano, que se mantiene en Occidente hasta nuestros días.
Esta incesante búsqueda de un principio causal de las cosas mate-
riales, que paradojalmente es inmaterial, se acompaña en el cristianismo
por la incesante búsqueda de dar cuerpo a una religión que glorifica
lo inmaterial. Tal como vimos anteriormente, esto se traduce en per-
manentes menciones al cuerpo devocional, símbolos materializados
como la ostia y el vino y la permanente beatificación y representación
de santos expresados en cuadros y esculturas, que representan en parte
la necesidad de corporeizar la fe.
Descartes, uno de los más grandes filósofos del pensamiento mo-
derno plantea un método que parte del establecimiento de principios
generales simples para llegar al conocimiento de la verdad última. Para
esto, ya no utiliza la fe, sino que la razón, anteponiendo la duda como
recurso que instala la necesidad de búsqueda y prueba de la verdad.
Para Descartes, lo que es propio de la naturaleza del hombre y que
define su ser, es su pensar. Así lo señala en su Discurso del Método:

observando que esta verdad «yo pienso, luego soy», era tan
firme y segura, que las más extravagantes suposiciones de los
escépticos no son capaces de conmoverla, juzgué que podía
recibirla sin escrúpulo, como el primer principio de la filosofía
que andaba buscando. (Descartes, 1637, p. 20.)

59
Carmen Parraguez Grass

Este pensar no solo habita separado del cuerpo sino que puede
existir sin él:

[…] conocí por ello que yo era una sustancia cuya esencia y
naturaleza toda es pensar, y que no necesita, para ser, de lugar
alguno, ni depende de cosa alguna material; de suerte que este
yo, es decir, el alma, por la cual yo soy lo que soy, es enteramen-
te distinta del cuerpo y hasta más fácil de conocer que este y,
aunque el cuerpo no fuese, el alma no dejaría de ser cuanto es.
(Descartes, 1637, p. 20)

De este modo, Descartes descansa su confianza absoluta sobre el


mundo del pensamiento, cerrando las verdades del cuerpo por conside-
rarlas poco confiables, analogando su naturaleza a la visión mecanicista
de la física de aquellos tiempos.
Más adelante el empirismo utiliza el mismo principio de Descartes
al partir de datos simples, pero en este caso, son datos entregados por
los sentidos y no por ideas o principios primeros. Para el empirismo la
realidad debe responder a una o varias sensaciones posibles, a fin de
poder acceder a una verdad comprobable. Si bien desde esta perspectiva
el cuerpo aparece como una herramienta de conexión con la realidad,
se encuentra mecanizado por las leyes de la física y los principios de la
lógica aristotélica, restringiéndolo nuevamente a una lógica causalista.
Kant intenta resolver el dualismo mente-cuerpo, planteando que
los estímulos proporcionados por el mundo material tienen un carácter
desordenado y que es la razón la que da un sentido y orden a la expe-
riencia. Para Kant este ordenamiento se produce a través de las leyes del
pensamiento, que denomina formas a priori, es decir formas preexis-
tentes que el hombre descubre mediante la intuición, por ejemplo, «el
todo es más que la suma de las partes»; y en juicios a posteriori, que se
fundan en hechos primeramente observables desde el mundo sensible,
como por ejemplo la afirmación: «Pedro es rubio». Para la metafísica
de Kant no podemos acceder a un conocimiento racional de la fe, ya
que esta supera los límites de la razón y se instala en el dominio de las
creencias, cuya sustentación está en la praxis y utilidad que tiene para
la vida diaria de los hombres y no en su carácter de verdad primera.

60
Coaching Corporal Mares

Desde esta filosofía, el cuerpo aparece como una herramienta al


servicio de la praxis de la vida, como un instrumento al servicio de la
ciencia y sus descubrimientos. Nos encontramos frente a una concep-
ción en la que el cuerpo recoge las dimensiones del espacio, tiempo y
fuerza motriz, propios de los descubrimientos de la física de su época,
incorporándose ya no solo como materia, sino también como diná-
mica de movimientos que facilita o entorpece el desenvolvimiento en
la vida social.
Más adelante, Hegel, con su filosofía histórica, postula la existen-
cia de tres estadios básicos: la tesis, la antítesis y la síntesis; estos tres
estadios propios de la dinámica de los procesos históricos tal como los
entendía, nos instalan en un cuerpo que aparece también en continuo
movimiento y evolución. Con Hegel, el cuerpo pierde su lugar en el
espacio, su condición de materia medible y tangible, y se convierte
en un continuo donde ocurren las redes de relaciones en las que se
desarrolla el devenir histórico, perdiendo así el protagonismo que
paradojalmente tiene en filosofías dualistas que, de tanto denostarlo,
terminan dándole un sitial mayor precisamente por su insistencia en
negarlo. Más adelante, con Marx, si bien se reivindica el mundo de
lo material, la desaparición del cuerpo como foco de intencionalidad
o ente en libertad se agudiza aún más, constituyéndose en un cuerpo
sometido al determinismo del sistema económico, un cuerpo que res-
ponde condicionado, explotado y oprimido por la cultura determinada
básicamente por el sistema social-económico-productivo.
Es sin duda con Nietzsche con quien el cuerpo se resitúa como
protagonista de su historia. La recuperación del cuerpo la emprende
acometiendo contra todo tipo de filosofías éticas que instalan concep-
ciones de superioridad religiosa, filosófica o ética por sobre el poder de
los instintos y la sensualidad. Para Nietzsche (2008) es en el cuerpo en
donde coexiste lo de más humano y verdadero del hombre, y es desde
este territorio donde emerge en su mayor magnificencia:

«Cuerpo soy yo y alma» –así habla el niño. ¿Y por qué no


hablar como los niños?
Pero el despierto, el sapiente, dice: cuerpo soy yo íntegra-
mente, y ninguna otra cosa; y alma es solo una palabra para
designar algo en el cuerpo.

61
Carmen Parraguez Grass

El cuerpo es una gran razón, una pluralidad dotada de un


único sentido, una guerra y una paz, un rebaño y un pastor.
Instrumento de tu cuerpo es también tu pequeña razón, her-
mano mío, a la que llamas «espíritu», un pequeño instrumento
y un pequeño juguete de tu gran razón.
Dices «yo» y estás orgulloso de esa palabra. Pero esa cosa
aún más grande, en la que tú no quieres creer –tu cuerpo y su
gran razón: esa no dice yo, pero hace yo. (Nietzsche, 2008. p. 64)

El cuerpo busca su expresión a través del pensamiento, sin em-


bargo, en la necesidad de someter lo corporal, perdemos la fuerza y
voluptuosidad del mundo sensorial, apareciendo el sinsentido de la
vida. Para este filósofo del cuerpo, la continua negación de dicha na-
turaleza aleja al hombre de su felicidad y lo sumerge en la desvitalidad
depresiva del asceta que:

[…] trata de utilizar la fuerza para secar las fuentes de la


fuerza; en ella la mirada se dirige de un modo rencoroso y
desleal contra el propio florecimiento fisiológico, y, en especial,
contra esas manifestaciones de este que son la belleza y la alegría.
(Nietzsche, 2007. p. 160)

Para Nietzsche la verdadera realidad no la encontramos fue-


ra de la vida, sino en la vida. La búsqueda de la felicidad no pasa
por el desapego ni por la negación de la propia fisiología, sino
que por el contrario, nuestra tarea como seres humanos consiste en
mirar nuestra verdad interior, enfrentándonos a ella con valentía, tanto
en lo luminoso como en lo oscuro, desechando todo tipo de idealismos
moralistas y entregándonos al ser verdadero que busca su expresión
en nuestra vitalidad corpórea.
Alejándonos así de toda metafísica, Nietzsche nos invita a viajar a
través de una filosofía terrena, que piensa desde el sentir real del hom-
bre y que transforma así su espacio de acción en espacio de expansión
y creación verdadera y honesta. Nuestro cuerpo desde esta visión no
constituye un obstáculo, sino que por el contrario, el cuerpo es la gran
guía de ruta, el que indica hacia dónde dirigirnos.
En nuestro modelo de trabajo, los postulados de Nietzsche
constituyen un eje central, en cuanto nos otorga las bases filosóficas

62
Coaching Corporal Mares

para trabajar desde un cuerpo que sostiene el bienestar personal y la


posibilidad de cambio. La vida tampoco ocurre en otra parte, y la
obtención de mayores niveles de vitalidad y bienestar va de la mano
con el reconocimiento de que en el cuerpo encontramos un espacio de
sabiduría suficientemente profunda para trabajar desde ahí los cambios
que necesitamos realizar en nuestras vidas.
Si continuamos nuestro viaje y navegamos en las aguas del
positivismo, observamos que el cuerpo viene a constituirse en una
herramienta de observación, un instrumento similar al microscopio
que observa desde la fisiología, pero que no puede hacerlo desde la
psicología, ya que el objeto de su observación es el observante mismo,
el que conoce. Desde una vereda muy distinta, en la fenomenología de
Husserl, el cuerpo empieza a tomar un lugar diferente, apareciendo
como el que siente, el que intuye, como un recurso descriptivo de la
conciencia, canal limpio de acceso al fenómeno, tal cual aparece a
esta. En ese sentido, la «intencionalidad de la conciencia» de la que
nos habla (cit. en San Martín, 1987) no ocurre a pesar del cuerpo sino
gracias al cuerpo. Merleau-Ponty, discípulo de Husserl y parte del
movimiento existencialista, coloca al cuerpo en un lugar fundamental
en el fenómeno del conocer y más aún en el fenómeno del ser-en-el-
mundo. Este filósofo nos plantea que a través del cuerpo accedemos al
fenómeno, pero no de una forma pasiva y reactiva, sino que el cuerpo
contiene en sí mismo el entramado de significaciones que intenciona la
conciencia. Merleau-Ponty (1997), desarrolla la idea de que el cuerpo
unifica también en su sentirse como un todo, los procesos cognitivos:
«los sentidos comunican en la percepción como los dos ojos colaboran
en la visión» (pp. 248-249) y agrega:

mi cuerpo no es solamente un objeto entre los demás objetos,


un complejo de cualidades sensibles entre otras, es un objeto
sensible a todos los demás, que resuena para todos los sonidos,
vibra para todos los colores, y que proporciona a los vocablos
su significación primordial por la manera como los acoge. (Ibíd.
p. 251)

63
Carmen Parraguez Grass

De este modo, no nos percibimos en forma parcelada sino que


nuestra presencia en el mundo se instala desde el cuerpo como un todo
presente y total. El cuerpo asume un papel activo que se instala como
ontológico: del ser que somos, como señala Gabriel Marcel (Citado
en Flores-González, 2005) «Yo soy mi cuerpo».
Para efectos de nuestro modelo de trabajo, este sentirnos desde
el cuerpo nos instala desde una certeza que ya no se sustenta en ar-
gumentos lógicos sino que en un sentir que me define, un sentir sin
el cual no soy, ya que me instala en el mundo de intersubjetividades
y me da los lineamientos instintivos e intuitivos para entregarme al
devenir, al movimiento de la vida y desde ahí dirigir mis intenciones,
mis atenciones y, por lo tanto, mi conciencia.
Conozcamos ahora a uno de los pensadores más influyentes del
siglo XX, Michel Foucault, quien nos entrega una interesante mirada
sobre la posición que el cuerpo ocupa en el entramado social de poder
al interior de las diferentes culturas. Foucault (2008) nos describe el
paso desde una sociedad considerada primitiva y salvaje que castiga
y penaliza al cuerpo, a través de los suplicios y las torturas, a una
sociedad «civilizada» que bajo una supuesta benignidad de las penas,
migra desde un castigo del cuerpo a un castigo del alma. Así, el autor
señala que a lo largo de la historia, se adhieren al sistema penal ciertas
disciplinas que penalizan el alma a través de una serie de herramientas
«técnicas» que permitirán los diagnósticos y exámenes, propios de la
cultura moderna: «Recurrir a la psicofarmacología y a diversos ‘desco-
nectantes’ fisiológicos, aun en forma provisional, se encuentra dentro
de la lógica de esta penalidad ‘incorporal» (Id. p. 20). Para Foucault, la
cultura imperante intenta esconder su poder de control de los cuerpos
mediante la eliminación del dolor, queriendo ocultar así el salvajismo
arcaico del hombre en su ejecución de poder sobre otros.
Esta aparente benignidad penal se adhiere a una cada vez más
sofisticada estrategia de poder que se cristaliza mediante la disciplina,
la que se desarrolla cada vez con más prolijidad en cada uno de los
detalles que atraviesan nuestra vida diaria. Para Foucault esta «dis-
ciplina fabrica así cuerpos sometidos y ejercitados, cuerpos ‘dóciles’.
La disciplina aumenta las fuerzas del cuerpo (en términos de utilidad
económica) y disminuye esas misma fuerzas (en términos de obediencia

64
Coaching Corporal Mares

política)» (Ibíd. p. 160). Esta disciplina se construye mediante hitos


de control permanentes, de hábitos recurrentes, de rituales exigidos a
las diferentes formas de categorización social: colegios, instituciones
psiquiátricas, cárceles, fábricas, iglesias. Estas contienen un sello en su
interior que se manifestará en hábitos de vida, ejercicios, costumbres
alimentarias, horarios, e incluso arquitecturas que responden al control
necesario de los cuerpos al servicio del sistema. Aparece así la gran
paradoja de un cuerpo que, energizado fisiológicamente y con una ap-
titud aumentada, es un cuerpo sometido y dominado por los poderes
imperantes de la sociedad y la cultura. Para esto Foucault nos señala
que en nuestra civilización se intervienen los espacios de ocio del ser
humano, eliminando las posibilidades de inactividad, cerciorándose de
estratificar un sinnúmero de actividades que inhiban el ensayo creativo
y la autorregulación natural del ser humano en libertad.
Antes de finalizar nuestro recorrido por la filosofía quiero invitarlos
a compartir algunas ideas básicas de la biología del conocimiento, a
través de un conocido experimento que relata Humberto Maturana
(1990). En este, a una salamandra se le rota la retina del ojo en 180
grados, y se observa que luego de dicha intervención, la salamandra
lanza su lengua en función de la rotación de la retina y no en función
de donde se encuentra su alimento. Esto nos plantea que la conducta
de la salamandra, dice relación con su sistema de correlaciones internas
sensoriomotoras, y no con la percepción de una realidad objetiva inde-
pendiente, determinada por el lugar en el que se encuentra el alimento.
Lo que el autor nos plantea, a través de este experimento, es que los
seres vivos somos perturbados, mas no determinados, por el entorno.
Esto nos saca de la causalidad aristotélica propia de nuestra forma de
pensar occidental y nos señala que no son las características de la per-
turbación (causas), sino las de nuestra propia estructura (correlaciones
internas), lo que determina nuestra conducta. Para Maturana, nuestro
sistema nervioso actúa «como una red cerrada de cambios de relacio-
nes de actividad entre sus componentes» (Maturana y Varela, 1984, p.
111), y a esto lo denomina «clausura operacional» y, su significación
es fundamental para comprender el cómo conocemos.
Si pensamos que en nuestra vida cotidiana somos perturbados y no
determinados por estímulos externos, nuestra conducta se construye en

65
Carmen Parraguez Grass

función de interacciones modificantes entre el organismo y el entorno.


Esto es denominado por Maturana acoplamiento estructural y se da en
una deriva en la que mi estructura y el entorno navegan modificándose
mutuamente, similar al río de Heráclito que fluye en continuo cambio, o
como el fuego, cuyo movimiento y forma no podemos determinar. Nuestra
estructura puede ir cambiando y nuestro entorno también, lo interesante es
que nuestra organización e identidad se mantienen, no nos hemos conver-
tido ni en monos ni en mesa, seguimos siendo Carmen, Ernesto o Juana.
Si incluso nuestras células cambian permanentemente ¿qué es lo
que hace que sigamos siendo quiénes somos? Para Maturana y Varela
(1984) lo que se mantiene es la organización y, entienden como orga-
nización «a las relaciones que deben darse entre componentes de algo
para que se lo reconozca como miembro de una clase específica» (Id.
p. 28). Para la biología del conocimiento el cambio ocurre a nivel de
la estructura, si la organización se modifica la identidad desaparece,
esto puede observarse en el fenómeno de la muerte física como tam-
bién en la psicosis como desorganización identitaria. ¿Pero cuál es
esta organización que define al ser vivo como tal? Para Maturana es
la organización autopoiética en la «que los seres vivos se caracterizan
porque, literalmente, se producen continuamente a sí mismos.» (Ibíd.
p. 25). Si la autopoiesis se pierde, la organización ser vivo, desaparece.
Para los efectos de nuestro modelo, es fundamental lo que la bio-
logía del conocimiento plantea, ya que los cambios adaptativos que
promovemos a través del coaching corporal, tienen que ver con la es-
tructura de la persona, y la línea de base que orienta nuestro trabajo es
la mantención de la organización en línea directa con la mantención del
sentido de sobrevivencia y el respeto al contexto sociocultural de esta.
Por otra parte, tal como veremos más adelante, nuestro modelo
recoge de la biología del conocimiento la definición de dominios, distin-
guiendo «la dinámica interna del ser vivo como fisiología, y la dinámica
de acciones como conducta» (Maturana, 1990, p. 50. Figura 5). En esta
dinámica de acciones que constituye la conducta aparece en el ser huma-
no, el lenguaje. Para Maturana, la aparición del lenguaje en la historia
de la humanidad, puede ser entendida como función de la interacción
entre el hombre y su entorno, en un continuo devenir adaptativo (de
acoplamientos estructurales), gestándose una coordinación social que

66
Coaching Corporal Mares

permitió la emergencia de coordinaciones cada vez más complejas hasta


llegar a constituirse una totalidad cualitativamente diferente en el hom-
bre, la capacidad de reflexionar (Maturana, Varela, 1984).
Esta función emergente constituye el observador que somos y nos
permitirá realizar distinciones cada vez más complejas respecto de
nosotros mismos y del entorno que habitamos.
En relación al dominio biológico, Varela plantea que nuestro cuer-
po posee una suerte de cognición en la que, por ejemplo, en el caso del
sistema inmunológico, se sustenta en la capacidad del organismo de
llevar a cabo funciones de tipo cognitivas:

Para cumplir un papel de defensa, el sistema inmunitario debe


poseer propiedades típicamente cognitivas. En primer lugar, debe
poseer la capacidad de reconocer diversos perfiles moleculares: los
perfiles moleculares extraños (o antígenos, en jerga inmunológica),
su naturaleza «extraña» y su potencial patógeno que amenaza la
integridad física del sujeto. Luego, el sistema inmunitario debe
poseer una capacidad de aprendizaje que le permita reconocer y
defenderse contra nuevos antígenos. Debe poseer una memoria
que conserve el recuerdo de las nuevas formas encontradas. El
reconocimiento, el aprendizaje y la memoria forman parte de los
procesos y mecanismos estudiados por las ciencias cognitivas.
Comúnmente estos modelos se relacionan con el cerebro, que
sería su semejante biológico. (Varela, 2000, p. 122)

Desde nuestra perspectiva, el dualismo cuerpo-mente es resuelto


por Varela (2000), en el momento en que distingue el surgimiento de
algo nuevo y diferente: el emergente; es decir, aquella función mayor
que surge de interacciones de un nivel inferior, algo así como la relación
entre las partes y el surgimiento del todo cualitativamente diferente,
tal como lo vimos en el caso de la aparición del lenguaje. Para Varela
la mente no está en el cerebro, sino que «es algo que emerge de la to-
nalidad afectiva, que está anclada en el cuerpo» (Id. pp. 247 y 248), es
desde el cuerpo y su dinámica de correlaciones internas desde donde
emerge esta función totalizadora que da una identidad orgánica unita-
ria, un sentido de «sí mismo» a las distintas partes del funcionamiento
orgánico. En efecto, la emoción es ya intrínsecamente cognitiva, y solo
en el momento en que lo seres humanos

67
Carmen Parraguez Grass

hayan cambiado de perspectiva y dejen de considerar que la


razón es el principio central de la mente, entonces podrán ver la
emergencia del momento de la mente a medida que ocurre. Se
origina en este caldo, el organismo total en situación, y entonces
da origen a este movimiento ascendente, que se va extendiendo
gradualmente como lo picos de una montaña. (Id. p. 248)

La existencia del ser humano, se instala como una emergencia


que integra en un nivel cualitativamente diferente y más complejo, el
cuerpo y la mente. El cuerpo no constituye ya la cárcel del alma como
señalaran los místicos, ni el alma la cárcel del cuerpo, como señalara
Foucault; por el contrario, ambos son la única posibilidad de aparición
de una unidad mayor y distinta en sentido y significación: el hombre15.
Ya Aristóteles planteaba al ser humano como imbricado en el nudo
entre cuerpo y mente; sin embargo, no pudo dar a esta nueva cualidad
las condiciones de existencia que lo desataran de la prisión del mundo
de las ideas que había instaurado Platón.
El coaching corporal MARES trabaja sobre esta emergencia y no
hace otra cosa que integrar lo que nunca ha podido ser desintegrado
ya que, de otra manera, no sería. La existencia del hombre se sostiene
sobre los dominios que lo constituyen, y desde esta perspectiva el
objetivo del modelo será el dar sentido y significación al ser desde el
cuerpo. Su objetivo es ampliar la conciencia de sí y aumentar los re-
cursos de adaptación que posee tanto en su dimensión biológica como
psicológica y social.
La biología del conocimiento nos instala en la posibilidad de ga-
tillar cambios estructurales mediante modificaciones en la secuencia
de interacciones del organismo con su entorno, siendo esta un terreno
abierto al trabajo con movimiento, atención, respiración y expresión,
haciéndonos conscientes de este proceso de acoplamiento e intencio-
nando cambios de estado en el organismo, que promuevan la flexibi-
lidad en la utilización de estrategias de adaptación. Sin embargo, el
MARES recoge el hecho de que la identidad del ser vivo requiere la
mantención de su organización por lo que el respecto a la persona y
su identidad será un aspecto esencial a tener en cuenta a la hora de
realizar su trabajo.
15
En sentido genérico.

68
Coaching Corporal Mares

Desconocemos los nuevos emergentes que pueden estar sucediendo


o podrían surgir como funciones del pensamiento; sin embargo, si el
contacto organismo-entorno lo permite, podemos desarrollar niveles de
conciencia absolutamente diferentes a los existentes en la actualidad y,
en este proceso, el cuerpo como foco de nuestra conciencia nos brinda
un espacio fundamental de trabajo.
Finalmente, considero fundamental el hecho de que en nuestro
trabajo nos enfrentamos a límites desconocidos, dado que la estructura
biológica presenta un grado de plasticidad que desconocemos, y el mo-
vimiento del entorno nos muestra cambios frente los cuales no tenemos
control. Esto nos plantea una elección existencial no menor: habitar la
incertidumbre desde el control y el miedo, o desde la confianza.
En este trabajo, los invito a recorrer el camino de la confianza,
confiando así en el poder del acoplamiento entre el cuerpo y su entorno.
En la confianza de que nos construimos día a día en este proceso de
interacción y de que poseemos los recursos para aumentar las posibi-
lidades de acción en el mundo.

69
Capítulo 2
Cuerpo y coaching

Psicología y cuerpo
Si observamos el desarrollo de las diferentes escuelas psicológicas
podemos ver que todas ellas tienen sus raíces en las grandes preguntas
de los filósofos, quienes también, a su manera, fueron grandes psicólo-
gos, que estudiaron los fenómenos de la conciencia y del conocer. Esto
explica la lucha incesante de algunas corrientes de la psicología por
separarse de la filosofía. Esta lucha parte a fines del siglo XIX, cuan-
do se crea el primer laboratorio de psicología experimental logrando
instalar a la psicología dentro de la práctica científica que no solo la
aleja de la filosofía especulativa sino que también de la fisiología.
En sus inicios, la psicología experimental utiliza la introspección
como método para reconocer los fenómenos de la conciencia, tales
como sensaciones, emociones e imágenes, y estudia sus relaciones. Más
adelante, la corriente estructuralista mantendrá un enfoque experimen-
tal pero se abocará a conocer nuestra estructura mental con el fin de
determinar las leyes que la gobiernan, conectando estas leyes con sus
condiciones fisiológicas, es decir corporales. El foco corporal en esta
época será definitorio en todos los hallazgos, dado que será a través
del cuerpo como instrumento de experimentación donde se estudiarán
las relaciones y comportamientos que aparecen a la conciencia.
En esta búsqueda de principios, surge la Psicología de la Gestalt
que descubre leyes que rigen la percepción, entre las que destaca la
tendencia a ver totalidades y no sumatoria de partes16 y la ley de figura

16
Por ejemplo, al mirar una imagen con cuatro puntos equidistantes tendemos a ver
un cuadrado y no cuatro puntos separados.

71
Carmen Parraguez Grass

y fondo, entre otras17. La unidad que aparece a la conciencia constituye


la «Gestalt» o figura, la que no funciona por determinismos simples
ni por asociaciones, sino que debe ser entendida y comprendida desde
la complejidad cualitativamente diferente que constituye su totalidad
(Piaget en VV.AA., 1970). Para la Psicología de la Gestalt, la psicología
experimental no da cuenta de los fenómenos humanos e históricos que
constituye la cultura, con su intrincada red de sentido y significación.
De este modo, se plantea que la psicología científica no puede, con el
mismo sistema de las ciencias naturales, explicar el sentido y el signi-
ficado propio de problemas psicológicos más complejos, ya que para
esto se requiere una mirada diferente: es necesario que el comprender
tome el lugar del explicar (Koffka, 1973).
Esta comprensión ubica a la Psicología de la Gestalt en la línea de
pensamiento fenomenológico postulada por Husserl, acercándonos al
fenómeno desde una mirada descriptiva e ingenua, permitiendo que
este aparezca en su totalidad tal como surge ante la conciencia del
observador. Para Koffka, quien junto a Wertheimer y Köhler constituye
uno de los representantes de la Psicología de la Gestalt, explicación y
comprensión son lo mismo, ya que «lejos de sentirnos impulsados a
desterrar de la psicología y de la ciencia en general conceptos como los
de sentido y valor, debemos usarlos para lograr una compresión total
del espíritu y del mundo —comprensión que es, al mismo tiempo, una
explicación total» (Ibídem, p. 38).
El Funcionalismo, en su variante pragmática, tiene como repre-
sentante a William James. Para el Funcionalismo la conciencia se en-
cuentra en un permanente movimiento y cambio entre percepciones y
sensaciones en una suerte de proceso determinado por las funciones
de adaptación que debe llevar a cabo el organismo para su sobrevi-
vencia. De este modo, aprendemos y cambiamos debido a la necesidad
funcional de sobrevivir y no únicamente a partir de las posibilidades
estructurales y sus leyes determinantes.
Tal como señala Darwin, el desarrollo filogenético de las especies
y el ser capaz de adaptarse a diferentes ambientes y contextos es la
clave para la sobrevivencia de un linaje. La diversidad trae la fuerza al

17
La mente selecciona totalidades perceptivas, llamadas figura por sobre otras,
llamadas fondo.

72
Coaching Corporal Mares

recoger la sumatoria de variaciones que han sido heredadas por especies


o linajes diferentes, las que a su vez también han sobrevivido gracias a
su herencia de variaciones adaptativas. Lo anterior implica, a nivel de
sociedades humanas, que la mezcla de razas, clases y linajes aumenta
las probabilidades de sobrevivencia, ya que amplía el repertorio de re-
cursos heredados para adaptarse a entornos diferentes (Darwin, 1967).
Lo que me parece más interesante para efectos de nuestro mo-
delo, es que, según Darwin, la incorporación de un mayor repertorio
compensa incluso la falta de recursos en ciertos individuos: «Un gran
número de individuos, por aumentar las probabilidades de la aparición
de variedades ventajosas en un período dado, compensará una varia-
bilidad menor en cada individuo» (Ibíd. p. 157). La exaltación de la
homogeneización en nuestra cultura, la utilización de los denominados
«dispositivos culturales» descritos por Foucault, tendientes a disciplinar
a las sociedades, no parecen tener soporte desde la historia evolutiva,
sino más bien contribuyen a la pérdida cada vez mayor de los recursos
adaptativos que poseemos como seres humanos.
Como reacción a la corriente funcionalista de la psicología apa-
rece la corriente conductista. Estamos a comienzos del siglo XX en
un contexto imbuido por la experimentación y el control sobre las
variables; aquí es donde el Conductismo aparece como una forma de
poder realizar modificaciones y predecir conductas con un objetivo
radicalmente distinto: el comportamiento objetivamente observable.
No se trata de que el Conductismo niegue la importancia de la mente
o la conciencia sino que, para efectos experimentales y de ciencia,
considera que lo único sobre lo que se puede decir algo es sobre la
conducta observable y por tanto es sobre esta que la que la psicología
debe trabajar.
El foco del psicólogo está en el proceso de socialización y condicio-
namiento de hábitos y conductas socialmente aceptables, y desde aquí
las emociones serán entendidas también como parte de estos patrones
de hábitos entrenables y controlables. Tal como lo señala Watson «en
nuestro estudio de la conducta humana ahora podemos volver a la
ciencia natural. La vida emocional crece y se desarrolla como los demás
equipos de hábitos» (Watson, 1945, p. 196).

73
Carmen Parraguez Grass

En el Conductismo, el cuerpo, al ser aquello sobre lo que se funda


el movimiento, es definitorio para comprender el fenómeno del com-
portamiento y de las emociones. Para el psicólogo conductista el cuerpo
es un protagonista no menor en lo que se refiere a las emociones, tal
como lo plantea el mismo Watson: «El otro estímulo que provoca la
reacción de miedo es la falta de sustentación, en especial cuando el
cuerpo no está preparado para compensarla […] La obstaculización
de los movimientos corporales promueve la serie de respuestas que
llamamos ira» (Watson, 1945, pp. 182-183). Este tipo de estudios res-
ponde a una forma de ver el cuerpo como instrumento al servicio de
la sociedad y sus normativas imperantes. Estamos frente a un cuerpo
mecanizado y determinado por causas y estímulos, un cuerpo contro-
lado al servicio de objetivos que no le son propios y que responden al
ámbito social. El dominio de la razón aparece ahora bajo otra de sus
formas: la manipulación y fiscalización del cuerpo. Como nos señala
Foucault, la psicología, así como la sociología y la antropología, es uno
más de los dispositivos a ser utilizados por la cultura de la disciplina.
Una importante corriente dentro de la psicología del siglo XX, y
que ha tenido gran influencia, es el Psicoanálisis. Aquí nos encontramos
con una diferencia central en relación a las corrientes anteriores: el estu-
dio ya no está en lo observable, ya sea la conducta o la conciencia, sino
que en las pulsiones que habitan fueran de nuestra conciencia y que la
determinan. Para Freud nuestra estructura mental está constituida por
un «ello» que acoge los impulsos y pulsiones inconscientes asociadas
a lo biológico, un «yo» que negocia permanentemente con la realidad
a fin de canalizar la satisfacción de dichos impulsos y un «súper yo»
que contiene la internalización de los patrones culturales, morales y
éticos de la sociedad, enseñados en primer lugar por los padres. Desde
esta perspectiva, el cuerpo está fuertemente ligado al ello y sobre todo
a la sexualidad de la primera infancia donde las experiencias de goce
son rechazadas y reprimidas al inconsciente, transformándose poste-
riormente en síntomas. La represión de dichos contenidos o impulsos y
su consistente lucha por no aparecer a la conciencia, se traduce en una
tarea que demanda una gran cantidad de energía de parte del aparato
psíquico del sujeto y que explica las conductas patológicas de este. El
concepto de inconsciente y el de represión, desde este punto de vista,

74
Coaching Corporal Mares

explican los trastornos psicológicos de todo tipo, como neurosis, histe-


rias, fobias y psicosis. El estudio de la Psicología ya no se centra en los
contenidos que aparecen a la conciencia sino que, por el contrario, en
aquello que no aparece, por lo que el trabajo del psicoanalista consiste
en vencer las resistencias llevando a la conciencia dichos conflictos
inconscientes portadores del conflicto.
Si bien en un principio el Psicoanálisis intenta tener un fuerte arrai-
go en lo biológico con la atención de pacientes histéricas con síntomas
conversivos, rápidamente deja de lado el tema del cuerpo y se avoca
a intentar descubrir e interpretar el mensaje oculto o simbólico que
el cuerpo quiere transmitir, como una metáfora expresiva de lo que
acontece a nivel inconsciente. La negación del cuerpo, es acogida en
el psicoanálisis como parte de los malestares que la cultura impone al
ser humano. El cuerpo ya no aparece como un aliado instrumental que
puede ser modificado y controlado como en el conductismo, sino que
se muestra como cuerpo rebelde, que al ser controlado y reprimido
en sus apetencias de la infancia, desarrolla mecanismos de expresión
simbólica que se traducen en patologías.
Desde lo simbólico, para el Psicoanálisis el cuerpo se expresa en la
integración entre el organismo biológico y el lenguaje, que habla acerca
de los padecimientos de la psiquis. Se trata de un cuerpo imaginario do-
minado por la palabra; lo simbólico construido desde la cultura se instala
sobre el cuerpo y arma su espacio imaginario. En esta mirada continúa
la soberanía del pensamiento, el cuerpo no aparece como tal, sino que
es definido desde el lenguaje, especialmente desde la mirada de Lacan.
¿Qué está comunicando mi cuerpo?, ¿cómo comunica aquello que
mi lenguaje no expresa?, ¿cómo habla de lo que soy y de lo que siento?
El Psicoanálisis nos acerca al cuerpo en su dimensión simbólica, aspecto
que desarrollaremos más adelante, cuando abordemos el cuerpo como
vehículo expresivo en su significación social y cultural.
No habiendo una teoría clara en relación a la participación de la
dimensión biológica y corporal en los dinamismos psíquicos descritos
por Freud, sino más bien un gran misterio oculto tras simbolismos que
habitan en el lenguaje, es Wilhelm Reich, uno de sus discípulos, quien
desarrolla una teoría que involucra claramente al cuerpo en el dinamis-
mo psíquico. Para Reich, la causa de las patologías de índole mental

75
Carmen Parraguez Grass

está en la supresión de las necesidades biológicas de gratificación sexual,


producto de la represión de nuestra cultura autoritaria patriarcal. Desde
esta premisa elabora un enfoque de psicoterapia en el cual incorpora
su concepción de «acorazamiento» contra la naturaleza del sí mismo,
producto de dicha represión. Reich desarrolla una elaboración propia
de la técnica psicoanalítica que se orienta al tratamiento específico de
dicho acorazamiento en su plano caracterológico corporal. Para esto,
elabora una técnica denominada orgonterapia: «Su principio funda-
mental es la de restauración de la motilidad biopsíquica por medio de
la disolución de las rigideces («acorazamientos») del carácter y de la
musculatura» (Reich, 2010, p. 18). La labor terapéutica se instalará
no solo como un aporte individual, al otorgar la posibilidad de vivir
desde la propia libertad de ser uno mismo, sino que también a nivel de
una libertad social en la que el hombre en democracia, demolerá todos
aquellos impedimentos y cadenas impuestas socialmente, pudiendo
discriminar cuáles de dichos preceptos le son propios y cuáles no. De
esta manera, crea no solo una forma de hacer terapia, sino un discurso
sociopolítico que alude a la democratización de la vida del individuo
y también de la sociedad.
Reich nos entrega un elemento fundamental para efectos del coa-
ching corporal que radica en la importancia del «cómo» por sobre
el «qué», haciendo énfasis en toda la información que entrega lo no
verbal, tan poco considerado en la psicología tradicional. El cuerpo, de
esta forma, no solo se instala como eje para el trabajo sobre la «coraza
caracterológica» mediante el tratamiento sobre la «coraza muscular»18
del individuo, sino que también otorga importante información a nivel
expresivo. Reich plantea la existencia de corazas musculares segmen-
tadas en forma de anillos en diferentes niveles del cuerpo, una suerte
de fijaciones traducidas en «tensiones musculares crónicas», (Reich,
Ibíd., p. 233) asociadas a la energía sexual y a ciertas emociones
básicas. Estos descubrimientos serán desarrollados posteriormente
por la Bioenergética de Alexander Lowen, seguidor de Reich, quien
incorpora al sistema muscular como un protagonista fundamental en

18
Wilhelm Reich desarrolla ampliamente ambos conceptos en su obra principal El
análisis del carácter, publicada originalmente en 1945.

76
Coaching Corporal Mares

la descripción del funcionamiento de la dinámica emocional de los


seres humanos.
El modelo MARES recoge de Lowen la descripción de 5 biotipos o
tipos bioenergéticos (heredados de Reich), dado que cada uno de estos
«tiene un patrón especial de defensa tanto en los planos psicológicos
como en los musculares, que lo distingue de los demás» (Lowen, 2011,
p. 125). Lowen nos entrega un método que trabaja sobre los problemas
de índole psicológica, profundizando el abordaje de «la expresión física
de dicho problema tal como se manifiesta en la estructura corporal y
en el movimiento del paciente […] este tratamiento intenta de mane-
ra sistemática liberar la tensión física de los músculos crónicamente
contraídos y en estado espasmódico» (Lowen, 2010, p. 12). Mediante
movimientos y posiciones corporales, recupera la respiración y la mo-
vilidad naturales, liberándolas de las tensiones crónicas, que a la larga
son la causa de trastornos psicosomáticos y emocionales.
La Bioenergética es sin duda uno de los modelos que nos entrega
herramientas de trabajo diagnóstico con ejercicios y posturas que
favorecen el trabajo de transformación y aprendizaje desde el cuerpo.
La Bioenergética abre paso a una serie de otros enfoques integrativos
sobre el cuerpo que serán parte de la construcción de nuestro modelo.
Si continuamos nuestro recorrido por la Psicología nos encontra-
remos en Estados Unidos con un movimiento denominado Contra-
cultura, que responde a un cuestionamiento político, social y artístico
al sistema imperante. Desde la Psicología, este movimiento se traduce
en la llamada Tercera Fuerza. Aquí, psicólogos humanistas como
Rogers, Maslow, May, Allport y Fromm responden al Conductismo
y al Psicoanálisis como formas de abordar los fenómenos psíquicos.
Rogers, señala:

Nuestro trabajo ha «llegado a la raíz» de muchos de los con-


ceptos y valores de nuestra cultura y ha producido un «cambio
completo y marcado» en muchos principios y procedimientos.
Lo más notable es que ha modificado el modo de pensar acerca
del poder y del control en las relaciones interpersonales. (Rogers,
1980, p. ix)

77
Carmen Parraguez Grass

Los psicólogos humanistas, postulan una visión positiva del


hombre, ya no nos encontramos determinados por fuerzas externas,
pulsiones o estímulos que nos dejan sujetos en una especie de prisión
existencial. Nos hablan de la libertad, del conocimiento de uno mismo,
de la responsabilidad personal y de la capacidad de autorregulación del
organismo; dejando de lado lo cuantificable y lo patológico, propios
de otras visiones.
Para Fromm, el cuerpo expresa, al igual que los sueños, un lenguaje
simbólico universal que ha de ser considerado al momento de abor-
dar el fenómeno de la existencia humana. «Toda emoción profunda
y auténticamente sentida, y hasta todo pensamiento genuinamente
sentido, se expresa en nuestro organismo» (Fromm, 1969, p. 22). Para
la psicología humanista, el ser humano es único e irrepetible y la tarea
del hombre es desarrollar eso único que somos, escuchando también
nuestra dimensión corporal.
La psicología existencial desafía las posturas humanistas que con-
ciben al ser humano como centrado en sí mismo y autoenfocado, con la
visión de un sí mismo que se instala en la superficie de contacto entre
el hombre y su entorno. La mirada más positiva de los humanistas,
basada en el concepto de expansión del propio potencial y autorrea-
lización, versus el desarrollo del poder de decisión y voluntad en un
campo fenoménico que se define en la superficie de contacto de la
relación yo-tú. De este modo, como señala Hubert L. Dreyfus (1980)
«el ‘ser-en’ de este ‘ser-en-el-mundo’ del Dasein existencialista no debe
entenderse como una característica de los objetos ubicados espacial-
mente con respecto a otros objetos» (Ibíd. p. 45), sino que como un
«ser-en-el mundo», que se instala como un devenir, un proceso más
que como una identidad a ser descubierta.
En el contexto del movimiento humanista en EE.UU. y de la in-
fluencia del existencialismo europeo, surge de manos de Fritz Perls, la
llamada Terapia Gestalt, que toma su nombre de la Psicología de la
Gestalt, y recoge los estudios referentes a las leyes de la percepción.
El concepto de figura o Gestalt cobra especial atención en este tipo
de terapia, ya que define el campo terapéutico en función de lo que
aparece como figura significante para el paciente. De este modo, la
Terapia Gestalt reconoce en este la responsabilidad y tutoría de su

78
Coaching Corporal Mares

proceso, reivindicando la capacidad de autorregulación organísmica


y por tanto la responsabilidad del hombre sobre su vida. La Terapia
Gestalt de orientación más existencialista, define el sí mismo como
devenir o proceso en curso, distinguiendo en este 3 modos o funcio-
nes. La función Ello relacionada con aspectos organísmicos generales
inconscientes, la función Personalidad que dice relación con el sentido
identitario que se construye con la historicidad del individuo, y la fun-
ción Yo que define los aspectos relacionados con la voluntad de elegir
y la capacidad de tomar decisiones.
Los ejercicios y dinámicas propios de la Terapia Gestalt, al intencio-
nar instalarse en el aquí y ahora, utilizan necesariamente la sensación
física y el direccionamiento atencional, aspectos básicos de nuestro
modelo. Dichos ejercicios facilitan el que personas y grupos puedan
trabajar desde una corporalidad consciente la búsqueda de su bienestar,
aumentando su poder de acción en el mundo. Además, la Psicoterapia
Gestalt considera especialmente importante tener en cuenta y reconocer
las interrupciones que la mente realiza. Esto facilita también nuestro
trabajo, ya que nos conecta con lo que nos pasa, permitiéndonos iden-
tificar las maniobras mentales de evitación de contacto con nosotros
mismos y con nuestro entorno. Por último, quiero destacar la simetría
de poder que coloca al terapeuta como facilitador del proceso y no
como guía o experto, y la mirada fenomenológica que busca compren-
der el cómo más que el porqué de lo que le pasa al paciente. Creemos
que es, desde el cuerpo presente y sentido, desde donde nos es más fácil
responder este tipo de preguntas. Buscar los porqués y sus respuestas,
nos instala en el dominio de la mente y nos entrampa en el juego de
ilusiones del pasado y el futuro, sacándonos del momento presente.
Por último, el rescate de los aspectos propios que son rechazados por
la cultura y consecuentemente por nosotros mismos, denominado por
la Gestalt trabajo con polaridades, constituye una poderosa metáfora
para ser utilizada en el coaching corporal en la dimensión de trabajo
que denominamos trabajo de expresión simbólica.
Ya en enfoques psicoanalíticos modernos se migra hacia un
trabajo orientado a la situación presente del paciente. Fenómenos
como la asociación de ideas, la transferencia en la relación presente
del paciente con el terapeuta y, el fuerte foco en la observación de la

79
Carmen Parraguez Grass

expresión corporal de lo caracterológico del enfoque reichiano, nos


hablan de la importancia que tiene el trabajar en el presente, para
lograr el bienestar y la salud. Sin embargo, no es sino en la Terapia
Gestalt donde «el presente» toma una preponderancia fundamental
como método de trabajo.
En el coaching corporal MARES creemos que habitamos indefec-
tiblemente el presente cuando trabajamos desde el cuerpo. El cuerpo
no recuerda, el cuerpo no proyecta futuros ni imagina. El cuerpo ha-
bita en un presente incesante y, desde este trabajo es que traemos a la
persona a instalarse en un devenir del ahora de sí mismo. Mantener la
atención en la sensación del cuerpo entrega a nuestra mente la disci-
plina del estar en el aquí y el ahora con un darse cuenta permanente;
un aprendizaje que constituye el centro de las técnicas utilizadas por
la terapia gestáltica, y que por tanto constituyen un valioso aporte a
nuestro modelo de trabajo.

Coaching
Para los fines del presente trabajo, definiremos el coaching como
un proceso de aprendizaje que promueve la ampliación de nuestros re-
cursos con el fin de aumentar nuestra capacidad de acción en el mundo.
En cuanto proceso de transformación, el coaching implica aprender
pautas de interacción diferentes a las establecidas habitualmente, in-
corporando el nivel corporal, emocional y mental como dimensiones
propias de la conducta.
Si la transformación de una persona es transversal a los diferentes
ámbitos en los que se desenvuelve, decimos que se trata de una trans-
formación ontológica, es decir, una transformación del ser que soy en
el mundo. Una transformación ontológica surge frente a preguntas
existenciales sobre cómo habito la vida: ¿Vivo mi vida como prota-
gonista o cómo víctima?, ¿habito el mundo sacrificando mi bienestar
o priorizándolo?, ¿mi sensación existencial es la de ser suficiente o la
de que hay algo en mí que siempre falta?, ¿habito desde la exigencia o
desde el disfrute?, ¿es el mundo un lugar en el que puedo ser quien soy
o debo ser algo diferente?, ¿vivo en el agradecimiento o en la queja?,

80
Coaching Corporal Mares

¿es el mundo un lugar peligroso que debo controlar o un lugar en el


que puedo habitar en la confianza?
Todas estas preguntas tienen a la base cuatro elementos:

1. El observador que soy desde el lenguaje, que mira el mundo


en el que habito desde un cierto prisma (distinciones).
2. El juicio maestro que constituye aquella interpretación que se
encuentra a la base de mi forma de ver el mundo y que orienta
mi accionar en él. Un juicio maestro puede ser por ejemplo,
el de «no ser suficiente», y sobre este se construirían una serie
de juicios y emociones que se traducirán en posibilidades y/o
limitaciones en diferentes áreas de la vida.
3. La forma de mirar el mundo, dado el observador que soy.
Siguiendo el ejemplo anterior, si mi juicio maestro es el de
«no ser suficiente», yo podría mirar el mundo como, un lugar
exigente, agotador, peligroso, etc.
4. Un cuarto elemento es la constelación de conductas que se
construye desde ahí, la que en nuestro modelo llamaremos
personaje o arquetipo, y que en este caso podría ser el de la
víctima, el guerrero u otro que contenga conductualmente las
conductas que despliego dados los elementos anteriormente
descritos.

Los tres elementos iniciales modulan los grados de libertad con los
que me muevo en mi relación con el entorno. El cuarto se constituye
como una constelación general que me permite, como veremos más
adelante, trabajar a nivel simbólico.
Veámoslo con un caso real:
Sebastián es el mayor de tres hermanos. Luego de una enferme-
dad de su padre, se ha constituido en el sostén de su familia durante
muchos años, siendo él quien cuida y se hace cargo de esta. Esta ma-
nera de funcionar se traslada paulatinamente a otros entornos como,
por ejemplo, el colegio y posteriormente, la universidad, donde se
caracteriza por ser el que presta los cuadernos, ayuda en los trabajos
a sus compañeros y apoya en el estudio a los amigos con dificultades.
Cuando Sebastián inicia su etapa laboral destaca por ser una persona

81
Carmen Parraguez Grass

en la que se puede delegar fácilmente, aliviando a sus jefes de sus car-


gas laborales. Si bien esto le vale el alcanzar rápidamente valoración
al interior de las organizaciones en las que trabaja, le presenta hoy en
día dificultades para liderar proyectos que requieren de un trabajo en
equipo (por tanto, compartido), ya que tiende a ser desconfiado res-
pecto de las capacidades de sus compañeros y le cuesta delegar en sus
colaboradores. Junto a esto presenta problemas frecuentes de colon y
ha debido ausentarse de su trabajo por estrés laboral.
Actualmente, la empresa en la que trabaja enfrenta un proceso de
migración tecnológica, situación que requiere de alta capacidad para
delegar y trabajar en equipo. Y esas son competencias que a Sebastián
le cuesta desarrollar.
Si analizamos este caso desde los conceptos antes descritos, po-
dríamos entender la dinámica de Sebastián de la siguiente manera: Su
observador no posee distinciones claras sobre el cómo, a quién y cuándo
pedir ayuda y tampoco sobre el decir que no. Así su juicio maestro se
instala desde una carencia permanente en relación a lo que da, algo así
como un «lo que hago nunca es suficiente». Este juicio maestro anuda
una serie de significaciones en relación al ayudar como deber natural e
inclaudicable; y pedir como no recomendable laboralmente, sumado a
que decir que no, aparece como irresponsable y en ocasiones egoísta.
Sin duda, su sistema de creencias se asocia al deber ser, la bondad, la
autoexigencia y la perfección. Para Sebastián el mundo es un lugar
exigente, agotador y, donde el rendimiento debe ser perfecto. Este
ejemplo nos muestra el carácter transversal que puede tener la forma
en que habitamos el mundo, trasladándose a los diferentes dominios
de la vida y, por tanto, definiendo nuestra forma de actuar en él. Des-
de el coaching ontológico, lo que hacemos es promover las preguntas
que abran la mirada respecto de cómo habitamos el mundo, a fin de
ampliar las distinciones existentes y favorecer un repertorio más am-
plio de acciones posibles. Así, el cambio no pasa por un cambio en un
solo dominio específico de la vida, sino que se hace transversal a la
forma de habitar el mundo en su totalidad y, por ende, al cómo se
actúa en los dominios familiar, de pareja, laboral, etc.
En mi experiencia, este tipo de trabajo, en base a preguntas fun-
damentales, es profundamente transformador y promueve cambios

82
Coaching Corporal Mares

recurrentes en los diferentes dominios de la vida, a la manera de una


hilera de dominós que se apoyan unos en otros, y que al ser movido
uno, acarrea consecuentemente el movimiento de todos los demás.
Entonces, surge la pregunta sobre cuál es la diferencia entre el
coaching ontológico y la psicoterapia. Sin duda, la respuesta no es fácil,
ya que las bases sobre las que se sustentan ciertos tipos de enfoques
terapéuticos, fundamentalmente aquellos de corte fenomenológico y
existencial, son similares en muchos aspectos al coaching ontológico.
Sin embargo, a mi juicio, la diferencia fundamental se encuentra en
el concepto de «psicoterapia». Como bien señala Leonardo Wolk
(2006) en su libro Coaching el arte de soplar brasas, «Coaching es
una disciplina que resulta ser terapéutica —aun cuando este no sea su
objetivo último—, más no psicoterapéutica» (Wolk, 2006, p. 27). El
abordaje psicoterapéutico implica reconocer una serie de mecanismos
psíquicos que surgen desde la psicopatología, tales como los conceptos
de neurosis, trastornos de personalidad y psicosis, que son ajenos al
coaching. El coaching no trabaja sobre el concepto de salud mental ni
acerca de mecanismos psíquicos que afecten dicha salud. El coaching
trabaja simple y sencillamente sobre los recursos de las personas y sus
posibilidades de acción en el mundo. El coaching ontológico busca un
aprendizaje en el cual la persona amplíe su rango de acción mediante el
reconocimiento de nuevas distinciones y alternativas de acción efectivas,
tanto en el plano lingüístico, emocional y corporal.
En mi opinión, esto implica que el coach debe saber cuándo direc-
cionar a un especialista en salud mental, cualquier caso en el que ob-
serve una alteración que haga imposible el trabajo en estos tres niveles
desde su la metodología. La capacidad para poder realizar este tipo de
distinciones es, sin duda, una tarea pendiente para muchas escuelas de
coaching, donde el reconocimiento de estos casos se hace difícil dada
la inexistencia de formación en este tipo de distinciones.
Existe, por otra parte, un segundo tipo de coaching llamado
coaching para la acción (llamado también coaching organizacional
o coaching ejecutivo). Este se circunscribe al aprendizaje transforma-
cional sobre el rol de la persona al interior de la organización, y le
apoya en el desarrollo de competencias específicas. A modo de ejem-
plo, tomemos el caso de un proceso de coaching que se me solicitó

83
Carmen Parraguez Grass

hace un tiempo atrás. La persona necesitaba desarrollar seguridad en


sus presentaciones en público. En un principio, el trabajo se orientó a
delimitar si su solicitud inicial era transversal a otras dimensiones de
su vida, es decir, si esta dificultad de hablar en público se expandía a
su seguridad personal para expresar ideas e influir sobre otros como
padre, esposo, amigo o hijo. Sin embargo, durante el proceso observé
que no existía un «quiebre»19 o problemática en términos ontológicos,
sino que era producto específico de una nueva demanda laboral que
le exigía salir de su zona de confort (un estilo de liderazgo más bien
conciliador y delegador), para colocarlo en la necesidad de un estilo
más directivo y enérgico. En concreto, mi coachee solicitaba un proceso
de coaching que le entregara herramientas específicas en el dominio
laboral ya que en los otros dominios le acomodaba su funcionamiento
y, por ende, acotamos el trabajo a una serie de tips y técnicas específi-
cas a manera de reuniones de trabajo, que cimentaran una actitud de
mayor asertividad, fuerza y presencia como líder organizacional, es
decir, trabajamos su rol.
Sin duda, este tipo de trabajo no constituye un coaching ontológico,
sino más bien un coaching para la acción. Tal vez usted se pregunta si
no puede un trabajo de este tipo actuar igualmente a la manera de la
hilera de dominós que se mueven unos a otros, es decir, si un cambio
en una acción o conjunto de acciones específicas puede generar cam-
bios colaterales en otros dominios, a la manera del llamado «efecto
mariposa»20. En mi experiencia, el poder multiplicador de cambios
asociados a conductas específicas del rol, suelen quedar asociados al
dominio específico donde se enmarca, conllevando las menos de las
veces cambios transversales a un nivel existencial. No quiero decir con
esto que ser y acción sean algo diferente, muy por el contrario, soy
una convencida de que el ser se constituye en la acción que ejerce en
el mundo; sin embargo, muchas veces los cambios unidimensionales
19
Interrupción en el fluir transparente de la vida. Para mayor claridad, ver: Echeverría,
R. (2008). Ontología del lenguaje. Buenos Aires: Granica.
20
Concepto de la teoría del caos acuñado por el matemático y meteorólogo Edward
Loren, quien plantea la idea de que, dadas unas condiciones iniciales de un deter-
minado sistema, la más mínima variación en ellas puede provocar que el sistema
evolucione en formas completamente diferentes, y que una pequeña perturbación
inicial, mediante un proceso de amplificación, podría generar un efecto conside-
rablemente grande a corto o mediano plazo.

84
Coaching Corporal Mares

pueden ser muy reducidos, no formando parte de un aprendizaje ma-


yor que la persona pueda transferir a otros escenarios. Por su parte,
en un cambio multidimensional el conjunto de interacciones que se
verán afectadas será mayor, y por tanto las implicancias para mi propia
organización identitaria y para mi entorno serán de carácter mucho
más expansivo y, con mayores niveles de complejidad; en cambio, si
lo dirijo a una dimensión única con una intención específica, lo que
obtenemos es generalmente solo un acomodamiento funcional en el
logro de objetivos específicos.
La distinción de ambos niveles ha sido todo un tema en las es-
cuelas de coaching y, específicamente, en la distinción entre coaching
ontológico y coaching para la acción, conductual o ejecutivo. Creo
importante aclarar esta diferencia con otro ejemplo, que grafica también
la modalidad de coaching para la acción. Lo realicé hace un tiempo
atrás al recibir a un alto ejecutivo de una empresa industrial: su foco
a trabajar consistía en potenciar un liderazgo más enérgico que le
permitiera abordar los conflictos y situaciones laborales de manera
asertiva y con mayor «voz de mando y resolución». En este caso, si bien
reconoció que esta falta de fuerza se manifestaba en otros dominios de
la vida, consideró necesario mejorar su desempeño solamente en este
dominio, ya que en el resto se sentía bien funcionando de la forma que
lo hacía tradicionalmente. Es importante hacer notar que, en este caso,
el coachee ya ha construido un sistema familiar en donde el «acopla-
miento al entorno» está dado en función de equilibrios de un sistema
que valora sus características de pasividad y evitación de conflictos.
Su solicitud inicial, entonces, se aboca únicamente al entorno laboral
y no a cambios que afecten su entorno familiar ni relacional general,
donde se encuentra muy a gusto. Estamos entonces en presencia de
un coaching para la acción o como suelo llamar «coaching del rol».
Desde el coaching para la acción o conductual, el pedido es to-
mado literal y parcial, es decir, en función de un objetivo definido: se
visualiza un estado actual, un estado deseado y alternativas de acción
posibles a fin de delimitar un plan de acción efectivo. En este último
caso, al igual que en el caso anteriormente descrito, el trabajo se centra
en el trabajo sobre el rol, desarrollando alternativas conductuales que
le permitan abordar su situación laboral con recursos suficientes para

85
Carmen Parraguez Grass

alcanzar los objetivos propuestos. Técnicas cognitivas y de manejo


corporal tales como proyección de la voz, respiración y movimiento en
el rol a trabajar, permiten abordar dicho desafío en el dominio especí-
fico del trabajo. Ambos enfoques, el ontológico, como el conductual,
corresponden a niveles de intervención diferentes y útiles en cuanto
resuelven un problema de acoplamiento entre el individuo y su entorno,
existencial en un caso y circunstancial en el otro.
Para los efectos del coaching corporal la intervención tendrá tam-
bién dos niveles: uno existencial, transversal, que llamaremos del ser
en el mundo y, el otro conductual, parcial y funcional que llamaremos
del ser en un mundo. Para efectos del presente modelo de coaching
corporal ambos serán alternativas de intervención, pero sus niveles de
profundidad, duración y expansión en el tiempo serán diferentes. A
modo de metáfora podemos pensar en la diferencia entre echar azúcar
en una taza de café, y echar azúcar en la cafetera completa. En el primer
caso tomaré un café con azúcar tantas veces eche azúcar a la taza y
en el otro bastará con hacerlo una vez para que todas la tazas de café
que me sirva estén azucaradas. En este mismo ejemplo, la cantidad de
azúcar empleada en uno y otro caso será muy diferente, asimismo la
intensidad, periodicidad y frecuencia del trabajo corporal será muy
diferente si se trata de una intervención conductual específica que si
se trata de un cambio transformacional ontológico. Desde la perspec-
tiva del coaching ontológico, la articulación de un quiebre implica la
transversalidad a otros dominios, una suerte de cambio existencial que
aborda su ser en el mundo desde una perspectiva completa.
Hechas estas primeras precisiones, pasaremos a una tercera dis-
tinción que constituye el nudo principal del presente libro, y que es la
definición de coaching corporal.
Llamaremos coaching corporal a un conjunto de prácticas psico-
físicas integradas en una unidad de sentido que se orienta a lograr un
proceso de transformación en el coachee, ya sea a nivel identitario en
cuanto ser en el mundo, o bien, en un nivel conductual en cuanto al ser
en un dominio específico de sus relaciones, es decir, en lo que llamaré
un mundo. Llamaré prácticas psicofísicas al conjunto de actividades
de tipo muscular, respiratorio, atencional, y de expresión simbólica

86
Coaching Corporal Mares

que se utilicen con el fin de integrar el cuerpo en forma consciente al


proceso transformacional intencionado.
Desde esta perspectiva, el coaching corporal incorpora una serie
de herramientas de diferentes disciplinas y se nutre desde diferentes
ámbitos de estudio del ser humano. La comprensión de este hecho
nos obliga a tener una mirada de campo, que significa comprender el
fenómeno humano en su dimensión holística, integradora y, específi-
camente, en su dimensión de contacto con el entorno. El lenguaje en
el presente modelo ocupa un lugar fundamental en cuanto nos permite
intencionar los aprendizajes hacia un campo simbólico y expresivo que
da sentido y coherencia al proceso de transformación como un todo.
Sin embargo, desde la perspectiva del coaching corporal no debemos
olvidar que, como señala F. Varela (2000), existen diferentes niveles
identitarios del sí mismo o self, como proceso en movimiento:

1) una unidad mínima o celular; 2) un ser corpóreo en su


base inmunológica; 3) un «yo» sociolingüístico de subjetividad
y 4) el colectivo social compuesto por la totalidad de las multi-
individualidades. En todas estas áreas estamos tratando con
niveles y procesos en donde emerge una identidad —no como
sustancia sino como movimiento—, cuya fábrica de articulacio-
nes es el organismo. Hacer desaparecer la multiplicidad de esta
red es una fuente de confusión. (Varela, 2000, p. 79)

De esta manera, el coaching corporal es un proceso en escalada


desde un nivel inferior a uno superior de cognición, definiendo así
lo que llamaremos los niveles del darse cuenta corporal. Obviamente
que esta potencialidad estará determinada por nuestra capacidad
biológica de obtener registros perceptibles, los que, sin duda, no serán
factibles de registrar por nuestra conciencia en niveles más básicos,
como el celular, por ejemplo.
En el presente trabajo, detallamos los diferentes niveles de inter-
vención en los que se pone en práctica el presente modelo, así como
también las técnicas específicas que pueden ayudarnos a potenciar
cada uno de estos según cuáles sean nuestras necesidades, ya sea como
coach, o como coachee. Por tanto, será de gran utilidad no solo a los
coach o psicólogos que deseen incorporar prácticas corporales en sus
intervenciones, sino que también a todas las personas que sienten

87
Carmen Parraguez Grass

que necesitan dar un vuelco en la forma en que miran los procesos


de transformación y que esperan encarnar estos en el cuerpo, ya sea
por motivos personales o por razones que surgen desde su profesión.

88
Capítulo 3
Prácticas y modelos de
intervención corporal

Las disciplinas de trabajo corporal que aquí describiré constituyen


algunas de las prácticas personales incursionadas durante mi vida privada y
profesional. En algunas de ellas tuve la suerte de ser aprendiz directo de sus
creadores, en otras accedí a través de terceros o fui autodidacta mediante
el estudio de sus escritos y la práctica de sus ejercicios y movimientos.
He seleccionado aquellas que me han permitido configurar un mo-
delo de trabajo que se oriente a potenciar los recursos de las personas,
estableciendo diferenciaciones en función de la estructura de cada una
y los niveles de avance que desea y/o pueda alcanzar.
El modelo que he configurado (MARES) es un modelo integracio-
nal que promueve la incorporación de la dimensión física, lingüística
y emocional mediante un trabajo psicofísico de movimiento, atención
dirigida, respiración y expresión simbólica. La integración de dichas
dimensiones se establece mediante una secuencia de ejercicios que
van delimitando experiencias: desde las más simples a nivel sensorial,
hasta las más complejas a nivel simbólico, en una experiencia única
que favorece la sensación sentida de coherencia en estos tres niveles.
Para esto, el MARES, como modelo de integración, recoge los
aprendizajes de una serie de disciplinas corporales que han tenido en
muchos casos un desarrollo aislado y, propone la utilización de estos en
un formato secuencial paulatino y coherente para el coachee, de modo
de que este pueda descubrir a nivel experiencial su propia sensación de
integración interior y de acoplamiento creativo con el entorno. Para
el MARES, esta experiencia integradora permite la recuperación del

89
Carmen Parraguez Grass

potencial del coachee como un todo, aumentando el rango de movili-


dad conductual y, por ende, su libertad de elección, expandiendo así
su capacidad de acción efectiva en el mundo.
Además, desde nuestro modelo, el hecho de que la diferenciación
sea un aporte a la sobrevivencia de las sociedades invita a enfocarnos
persistentemente sobre dos ejes: la forma como nos adaptamos al
entorno como mecanismo de sobrevivencia y el nivel de flexibilidad
que tenemos para enfrentar los cambios de este. De este modo, lo
que el MARES persigue es el aumento de nuestra diversidad creativa
como fórmula para ampliar las posibilidades de acción en el mundo,
ampliando nuestro repertorio conductual desde el cuerpo.

De la mano del T’ai Chi


Desarrollé la práctica del t’ai chi hace muchos años, sin saber
en aquel entonces, lo importante que sería para mi quehacer actual
como coach corporal. Esta disciplina de origen chino, y conectada
con la filosofía taoísta es conocida como el arte marcial de lo esencial
supremo. Para algunos, este esencial supremo es la salud, para otros,
el movimiento armónico y la estética ritual de una danza grupal; unos
se alejan del estrés diario y alcanzan un estado de paz y tranquilidad,
y otros lo viven como una forma de meditación en movimiento.
Desde la perspectiva de la búsqueda del bienestar personal y de la
integración mente-cuerpo y organismo-entorno, «el t’ai chi puede ayu-
darnos a darnos cuenta del modo en que estamos desequilibrados, y a
centrarnos nuevamente, al restablecer el flujo entre los dos polos» (Al
Chung - liang Huang., 2000, p. 23). De este modo, el t’ai chi nos permite
la integración desde una disciplina que favorece la comprensión, desde
el cuerpo, del principio de la armonía y equilibrio de los contrarios. Para
esto, se trabaja fundamentalmente con configuraciones de movimiento
que recogen la dinámica de la actividad de la naturaleza y sus ciclos,
promoviendo el contacto del hombre con su entorno natural, respetando
sus ritmos y los de la naturaleza. Esta conexión esencial con el propio
cuerpo y con el entorno permite revincular al ser humano con aquello
de lo que ha sido separado en nuestra cultura occidental. Como señalan
Telias y Amenábar (2009), lo que se busca es una reconexión,

90
Coaching Corporal Mares

en consecuencia, el Taiji21 asume un valor sanador para so-


lucionar la separación del hombre y su entorno. En este sentido,
el Taiji adquiere una dimensión religiosa, un ritual destinado
a ser convocado como paliativo y ceremonial de retorno de la
parte al todo, del Taiji-chista al orden universal. La vinculación
se concreta en la secuencia, también en su configuración. (Telias,
Amenábar, 2009, p. 23)

Para efectos de nuestro modelo, el t’ai chi es el cimiento de prin-


cipios básicos como la sutileza del movimiento, la fuerza del centra-
miento, el poder interior ubicado en el bajo vientre (proyectando la
capacidad de moverse y mover a otros desde la mantención del propio
centro), la atención, la respiración, el arraigo y la ductilidad.
A nivel del trabajo atencional podemos observar claramente que
en el encadenamiento de movimientos del t’ai chi «las fluctuaciones de
atención se transforman en un desafío ante las tareas de implementación
de sus contenidos» (Ibíd., p. 24). La respiración, por su parte, otorga
el ritmo al movimiento, el cual es mucho más lento que el movimiento
habitual, lo que favorece la toma de conciencia corporal y del entorno.
En el t’ai chi «el ritmo fundamental dado por cada inhalación y ex-
halación está asociado a cada fragmento de los gestos, determinando
los movimientos centrípetos en las inhalaciones, y centrífugos, en las
exhalaciones, así como otras relaciones intermedias» (Ibíd., p. 29).
Otro aporte importante consiste en el poderoso trabajo que el
t’ai chi realiza con el arraigo, a través de movimientos de permanente
anclamiento de la planta del pie en el suelo. El centro atencional que
promueve esta práctica, convierte a la planta del pie en un eje perma-
nente que articula una conexión, tanto física como simbólica, con la
tierra que nos sostiene. Esta figura y visualización de sostén favorecen
la conexión con nuestra base de sustentación, fortaleciendo el equili-
brio y la posibilidad de proyección de nuestra presencia en la relación
con el entorno.
El t’ai chi constituye una forma de instalar la propia fortaleza
desde la sutileza y la circularidad, una fuerza diferente pero no menos
poderosa. Desde nuestro modelo, el trabajo con los centros de poder a

21
Al Chung - Liang Huang (2000) aluden a la voz Taiji como una simplificación del
nombre original de la disciplina: Taiji Quan, que luego derivó en Tai Chi.

91
Carmen Parraguez Grass

nivel físico, recoge aspectos esenciales de esta práctica, así como tam-
bién la utilización de la suavidad y sutileza como formas de acoplarse
al entorno con menor desgaste de energía, tanto física como emocional.
Más adelante, observaremos cómo este tipo de movimientos promueven
no solo el contacto con este centro de fuerza, sino también permiten
trabajar emociones específicas como la ternura, así como actitudes de
receptividad y acogida.
Finalmente, es importante señalar que el gran eslabón que une
el presente modelo con esta disciplina es el concepto de cambio y
ductilidad que el t’ai chi propicia en cada una de sus secuencias de
movimiento. Es fundamental comprender que el centro de este tipo
de trabajo se encuentra en el concepto de movimiento permanente,
donde el trabajo en el t’ai chi es «un flujo continuo» (Al Chung - liang
Huang, 2000, p. 29) y por ende, nos permite apoyar a través del cuerpo,
el concepto de self (o sí mismo) como proceso creativo de encuentro
entre el organismo y el entorno, aspecto que para el coaching corporal
MARES constituye un objetivo central.
En resumen, los aportes del t’ai chi al MARES son:

• El trabajo de centramiento a través del cuerpo.


• Prácticas de movimiento circular y sutil.
• Ejercicios de flexibilidad frente al cambio.
• Ejercicios de arraigo y estabilidad.

Del teatro al trabajo con personajes


Durante los años que participé en los talleres del centro de estudios
teatrales de Teatro Camino, experimenté en el trabajo de construcción
de personajes la permanente modulación creativa entre el plano de
la intención, la emoción y el cuerpo. Una danza permanente entre lo
simbólico y lo físico, manifestada a través del movimiento expresivo.
En el teatro, el cuerpo se sitúa como la principal herramienta de
expresión y presencia en el escenario, y es ahí donde el discurso cobra
vida y realidad. En este escenario, la mente aparece como correlato
frente a un cuerpo protagonista, con capacidad de hacer presencia
encarnada. El personaje se instala a partir de un cuerpo que ha sido

92
Coaching Corporal Mares

entrenado, elongado, respirado y, por sobre todo, hecho conciencia


intencionada.
El proceso de desarrollar un personaje, un rol y, fundamental-
mente, una obra colectiva, mueve en el actor la constatación de que
la mente maneja un lenguaje ajeno al que se necesita para la represen-
tación encarnada en escena. Al estudiar un texto y aprender sobre la
caracterización del personaje, nuestra mente fantasea, nos figuramos
cómo lo haremos y cómo nos sentiremos al hacerlo. Al igual que en
el coaching, visualizamos un «querer hacer», pero una vez ahí, en el
escenario, la práctica de lo ideado se traduce en algo muy diferente.
Lo planificado dista de la sensación sentida en el escenario, nuestro
cuerpo en actuación, nuestra voz proyectando sonidos y repitiendo
el texto, es cualitativamente diferente a lo mentalmente dibujado. El
cuerpo se nos impone con una realidad diferente, a veces con un miedo
inusitado, otras en tanto, como disfrute y fluidez.
Esta sensación de distinguir tan claramente la ideación mental,
del hacer desde el cuerpo, nos lleva a la pregunta sobre el efecto en
el coaching, de instalar un aprendizaje corporal en el aquí y el ahora.
Un aprendizaje con cuerpo, con sensación de sí. ¿Cuán efectivo será?
¿Ocurrirá lo mismo que ocurre con nuestras fantasías sobre el esce-
nario contrastadas con la vivencia real de instalarse desde el cuerpo
en el personaje?
Desde estas preguntas, es desde donde surge la improvisación
teatral, como una poderosa herramienta para descubrirnos en el aquí
y el ahora físico y mental; pues esta técnica lleva consigo una buena
cuota de construcción en el hacer, favoreciendo la espontaneidad, la
vitalidad, y potenciando el momento presente (Johnstone, 1990). La
formación en técnicas de improvisación permite dar rienda suelta a la
integración del pensar sintiendo y en movimiento integrado, hablar,
sentir y mover todo el cuerpo al mismo tiempo, en línea, permitiendo
que la creatividad fluya en el hacer-haciendo. En el coaching corporal
la incorporación de esta y otras muchas técnicas teatrales, permitirán
trabajar la modulación contingente de las diferentes dimensiones de
la persona, como también soltar bloqueos, ampliar los recursos de
adaptación del momento frente a diferentes situaciones, aumentar la
vitalidad y la ductilidad conductual, así como también representar

93
Carmen Parraguez Grass

situaciones que pueden parecer conflictivas o limitantes, y explorar los


propios recursos personales disponibles para enfrentarlas, posibilitando
un nuevo repertorio de respuestas creativas.
Ejercicios tales como la representación corporal de roles y emo-
ciones y la construcción de historias colectivas, permiten ensayar ma-
neras de ser en el mundo alejadas del control, dando paso a un tipo
de pensamiento divergente y creativo, en un espacio que favorece el
entregarse a esta inteligencia somática que indica hacia dónde dirigir
la atención, el movimiento y el discurso en forma fluida y espontánea.
Lo anterior es muy similar al concepto de flow22, como una manera
de instalar el vivir diario desde un movimiento suelto y confiado, una
autorregulación del organismo que potencia los recursos intelectuales
y motrices en pro de una adecuada adaptación con el entorno.
Un ejemplo claro lo establecen los trabajos en relación al status y
el cuerpo del Impro de Johnstone (1990) en teatro. Mediante una serie
de ejercicios de contacto visual, formas de caminar y posturas, pueden
identificarse la seguridad y sentido de poder de una persona en relación
a otras. Posturas tales como el pecho hacia adentro con los hombros
hacia adelante como protegiendo la yugular y el bajo vientre, expre-
san una reacción de defensa frente a la percepción de amenaza. Por el
contrario, la postura del querubín, con expansión del pecho y pelvis
expuesta hacia adelante, como una postura de relajación, expresan se-
guridad y confianza (Johnstone, op. cit.). Esta y otras muchas posturas
pueden evidenciar distintas emociones en las que nos encontramos así
como también la creencia que tenemos de nosotros mismos, de nuestro
lugar en el mundo y de nuestras posibilidades de ser y hacer. Jugar
con estas diferentes posturas, instalar conversaciones improvisadas en
cada una de ellas y dejar fluir un discurso vital y creativo anclado en
un cuerpo que explora movimientos, nos permite investigar y ampliar
las posibilidades de acción disponibles, aumentando la flexibilidad y
permitiéndonos descubrir nuevos recursos.

22
El concepto de flow o flujo fue acuñado por Mihaly Csikszentmihalyi. Se describe
una experiencia flow de acuerdo a las siguientes características: existe una con-
centración intensa en el presente, se fusiona la acción y la conciencia, existe una
pérdida de la autoconciencia reflexiva, se asume un sentido de control sobre la
actividad, y la actividad es intrínsecamente gratificante.

94
Coaching Corporal Mares

En nuestro modelo, estas y otras muchas técnicas teatrales de


expresión y proyección del cuerpo y de la voz, nos permiten trabajar
aspectos limitantes y fortalecer nuestros recursos adaptativos en re-
lación al entorno a fin de expandir nuestro potencial y llevarlo a un
estado de acción creativa. El teatro y en especial la improvisación,
nos entrega valiosas herramientas que en el MARES se integran como
metodología de apoyo al proceso de expansión personal.
En síntesis, las principales herramientas teatrales que utilizaremos
en nuestro modelo, son:

• Ejercicios para el desarrollo de soluciones creativas.


• El trabajo con roles y personajes.
• Trabajo corporal con emociones.
• El cuerpo como expresión simbólica.

Respiración y Alba Emoting


Durante el período de mi incursión en el teatro, conocí a Susana
Bloch, psicóloga chilena especializada en psicofisiología. Junto a mi
equipo de entonces, participé de sus talleres de formación para apren-
der su sistema de inducción emocional llamado Alba Emoting, «un
método que permite a toda persona conectarse físicamente con sus
emociones básicas a través de formas de respirar bien determinadas.
Estas respiraciones van acompañadas a su vez de posturas corporales
y gestos faciales correspondientes» (Bloch, 2007, p. 21).
El manejo de estos patrones respiratorios-posturo-faciales, lla-
mados patrones efectores emocionales «ayudan a cualquier persona a
expresar, reconocer y modular creativamente sus propias emociones, a
reconocerlas mejor en los demás y a transmitirlas a terceros sin ambi-
güedad» (Ibíd. p. 21). En base a investigación científica, Susana Bloch
descubre la forma en que estos patrones inducen las seis emociones
básicas: la rabia, el miedo, la alegría, la tristeza, el erotismo y la ternura.
Junto a esto describe también la relación existente entre los estados
de tensión y relajación muscular y la ocurrencia de dichas emociones.
En mi experiencia, el método constituye una poderosa herramienta
de conexión y aprendizaje emocional en el que, a través de la respiración,

95
Carmen Parraguez Grass

se aprende a identificar, diferenciar y, por sobre todo, validar, emociones.


Recuerdo el caso concreto de una mujer de 28 años con la que trabajé
durante algún tiempo en mi consulta. En ella la rabia aparecía consisten-
temente como forma de camuflar la tristeza. Una situación dolorosa de
su infancia había quedado irresoluta y, como en una especie de bypass
conductor afloraba la rabia cada vez que se acercaba a su dolor. Esto
le generaba una sensación de desconcierto y confusión que le impedía
darse cuenta, resolver y avanzar.
Utilizando la respiración de la tristeza de Alba Emoting logramos
abrir un espacio de conexión con esta emoción en su expresión nítida
y clara, pudiendo lograr un «darse cuenta» de la sensación y del co-
rrelato mental que la acompañaba. Gracias a este trabajo inicialmente
físico, abrimos la temática que la tenía atrapada e impedía avanzar
en los otros contenidos que deseaba trabajar; su confusión emocional
se aclaró abriendo más y más amplias posibilidades: podía llorar si
sentía pena y podía gritar y patear frente a la rabia, ahora eran dos
emociones y sensaciones totalmente diferentes, y se asociaban tam-
bién a situaciones distintas. Lograr este tipo de distinción vivencial y
cognitiva, le permitió avanzar enormemente hacia un mayor nivel de
conciencia, autonomía y bienestar.
Es sorprendente observar cómo, muchas veces, mediante la utili-
zación de este método, la emoción puede aparecer sin pensamiento,
es decir, puede experimentarse desde el cuerpo en forma pura, lo que
permite desarrollar una serie de distinciones de sensación y expresividad
que, en nuestra cultura, en muchos sentidos «analfabeta emocionalmen-
te», otorga una poderosa herramienta de comunicación con otros y de
conciencia a nivel personal. En otras ocasiones, es frecuente la aparición
de «imágenes, recuerdos personales y sentimientos relacionados con los
patrones emocionales ejecutados» (Bloch, Paulet, y Lemeignan, 1994,
p. 1); sin embargo, en mi trabajo favorezco el reconocimiento inicial
de la emoción en su correlato somático dejando que el aspecto mental
fluya únicamente en los casos en que sea espontáneamente relevante a
la experiencia de la persona.
Facilitar la entrada a ciertas emociones, es sin duda una valiosa
forma de abrir espacios bloqueados y darse cuenta de emociones que
generan en la persona un sinnúmero de problemas asociados, tales como

96
Coaching Corporal Mares

cefaleas, trastornos del sueño, contracciones musculares crónicas, estrés


laboral, etc. Como señala Susana, «La utilidad del método se proyecta
pues en diversos dominios del quehacer humano: en la educación, en
las artes escénicas, en la psicoterapia, en el manejo empresarial, en
la publicidad y en todo lo relacionado con la comunicación» (Bloch,
2007, p.114). Yo agrego, «en el dominio del coaching corporal», ya
que permite al coachee el acceso a estados emocionales en ocasiones
poco disponibles, ampliando así sus recursos emocionales.
No quisiera cerrar este breve resumen sobre el método, sin hacer
hincapié en aspectos centrales que, según señala la autora, deben
considerarse en su comprensión y utilización. Estos elementos son: la
ética y la estética en su aplicación; ambos —ética y estética— son parte
fundamental de la mantención del sentido originario que quiso darle
a su creación. Estos elementos dicen relación con la formación y la
adecuación de quien los utiliza. Al activar centros que corresponden al
funcionamiento somático y autónomo del organismo, debemos tener
un cuidado muy especial en su aplicación, tener claro cuál es nuestro
objetivo al aplicarlo, conocer en profundidad la técnica de su aplica-
ción y utilizarlo en un contexto de rigurosidad y respeto para dar un
marco adecuado al trabajo. Por otra parte, el entorno de trabajo deberá
acercarse lo más posible a un encuadre natural y armónico, donde la
persona logre conectarse consigo misma y con lo que lo rodea en un
contexto de espacios naturales y dentro de una estética que compren-
da las dinámicas del ser humano, no como activaciones mecánicas a
utilizar, sino como dinámicas armónicas donde la presencia del coach
o terapeuta, y un estilo personal respetuoso y riguroso, son fundamen-
tales para el encuadre del proceso.

Para sintetizar, los aportes del Alba Emoting al MARES son:

• La importancia de la respiración en los procesos


emocionales.
• La rigurosidad y la ética en la utilización de técnicas
corporales.
• La relación entre emociones y nivel de tensión/
relajación muscular.

97
Carmen Parraguez Grass

El Método de Integración Cognitivo Corporal


Mi formación en el Método de Integración Cognitivo Corporal
(MICC), creado por la bióloga chilena Carmen Cordero, me permitió
ampliar la mirada sobre el poder transformador del trabajo corporal.
Al reconocer desde el cuerpo las formas recurrentes de adaptación de la
persona a su entorno y, por sobre todo, al constatar la conexión directa
entre la activación de ciertos grupos musculares con las emociones
básicas, me entusiasmé al igual que con el Alba Emoting, a continuar
profundizando la aplicación del método.
Cordero plantea la existencia de tres tipologías estructurales
básicas que dan cuenta de la forma prevalente en que la persona se
relaciona con el mundo: la motriz, la explicativa y la relacional, cada
una de estas con características que las distinguen en el plano corporal,
cognitivo y relacional. Las personas con una configuración prevalen-
temente motriz se caracterizan por un mayor desarrollo muscular, una
disposición atencional dirigida al hacer y a la sensación, y un registro
emocional en el que prevalece la emoción de la rabia. Las personas con
prevalencia relacional, presentan mayor tejido adiposo, tendencia a la
hipotonía y una disposición atencional dirigida hacia el vínculo y la
relación con otros, predominando la emoción de la alegría y la pena y
un estilo de pensamiento de tipo sistémico. La configuración explicativa
presenta una musculatura bien definida y una silueta delgada con una
disposición atencional dirigida fundamentalmente hacia el pensamiento
y la explicación de las cosas, con prevalencia de la emoción del miedo
y con el uso del control como estrategia de adaptación al entorno.
Estas tres configuraciones se distinguen también por la relación entre
la cintura escapular y la cintura pélvica de cada individuo, así como
también por una serie de características específicas de los diferentes
grupos musculares asociados a cada tipología.
El objetivo del MICC es el aumento de la plasticidad conductual,
el que se logra mediante el desarrollo de una serie de estrategias y
ejercicios fundamentalmente corporales que favorecen el desarrollo de
recursos propios de configuraciones menos desarrollados en la persona,
aumentando sus niveles de bienestar y presencia desde el cuerpo.
El MICC nos permite, además, identificar las diferentes estrategias
que están a la base del aprendizaje de cada individuo, invitándonos a

98
Coaching Corporal Mares

reconocer y respetar su estructura como una organización con carac-


terísticas propias. En el plano del coaching corporal, esto implica una
actitud de mayor humildad frente al coachee y sus procesos adaptativos,
reconociendo en este la capacidad de adaptarse de la mejor manera
posible a su entorno, en función de su estructura biológica y su historia
de interacciones con los sistemas en los que está inmerso. Desgraciada-
mente, en ocasiones nos encontramos frente a intervenciones que no
consideran estos aspectos y que gatillan desorganización del sistema,
ya sea a nivel físico, psíquico, o social. Consideramos entonces, de
carácter ético, para quien es responsable de dirigir una intervención
corporal, considerar la tipología corporal de la persona, ya que esta
nos habla también de sus prevalencias atencionales, emocionales
y mentales y, por ende, sus más probables rangos de configuración
conductual. Por otra parte, la actitud de humildad a la que hacíamos
mención anteriormente, implica reconocer también en nosotros un
rango de posibilidades estructurales que nos ayudan a determinar
nuestros propios límites en el trabajo de mirar y reconocer distincio-
nes en el otro. La ampliación de dichos límites es parte fundamental
del trabajo corporal del coach, constituyendo una forma de ampliar
nuestros propios recursos adaptativos y poder servir efectivamente al
proceso de transformación del coachee.
Finalmente, los elementos centrales que tomaremos del MICC
aportan a la obtención de un registro más amplio de conductas aso-
ciadas a las tradicionales clasificaciones biotípicas, enriqueciendo la
fase indagatoria, o de diagnóstico inicial, que utiliza nuestro modelo.
Aportes del MICC al MARES:

• Las configuraciones corporales y su relación con las


emociones.
• La disposición atencional de cada configuración.
• La ética del coaching.
• La importancia de la plasticidad para aumentar los
niveles de bienestar.

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Carmen Parraguez Grass

Biodanza
Desde la perspectiva del presente modelo de coaching corporal,
la biodanza aporta un interesante método para el trabajo vincular a
partir del fortalecimiento de la relación organismo-entorno. Tal como
señala su creador, Rolando Toro: «la Biodanza puede ser considerada un
sistema de reeducación afectiva para ‘enfermos de civilización’» (2009,
p. 49). Esta «enfermedad», que podríamos llamar de desconexión o
individualismo, se trabaja en biodanza, instalando el foco vivencial en
el encuentro consigo mismo, a través del encuentro afectivo con otros.
Como señala el mismo Rolando Toro (2009):

La disociación del organismo representa los diversos niveles


de desintegración de la unidad orgánica; se trata de una enfer-
medad, de un trastorno del sistema viviente que se expresa como
una separación y puede ser individuada objetivamente en el
cuerpo, mientras que la integración se expresa como una unión
íntima y equivale a la salud. (Ibíd. p. 150)

En la biodanza, aparece como eje central y vinculador el encuentro


entre personas. Dicho encuentro enfatiza 5 diferenciaciones que Toro
define como «líneas de vivencia» (Ibíd. p. 133) y que describe como:
«vitalidad, sexualidad, creatividad, afectividad y trascendencia» (Ibíd.).
Cada una de estas líneas es trabajada en espacios de encuentro grupal y
bajo una metodología que involucra en forma permanente la presencia
de música y movimiento.
Mediante el movimiento, el ritual y el simbolismo, la biodanza repre-
senta al ser humano en sus aspectos trascendentes, históricos y culturales,
instalándose desde un sustrato siempre afectivo, en donde el otro y el
entorno natural pasan a ser uno y es el vínculo lo que se vuelve figura,
difuminándose la sensación existencial de aislamiento y soledad tan propia
de nuestra cultura occidental. Desde esta perspectiva, la biodanza entrega
prácticas vivenciales de movimiento que favorecen el trabajo vincular y
afectivo de personas que en su proceso de socialización han desarrollado
carencias vinculares, promoviendo la ampliación de recursos afectivos
de contacto, así como también, facilitando conductas de autocuidado al
favorecer la conexión y expresión corporal de las emociones.

100
Coaching Corporal Mares

En mi labor como coach utilizo algunas de sus prácticas de movi-


miento para el trabajo específico de contacto vincular y también para el
fortalecimiento de ciertas emociones. En ocasiones, sugiero a varios de
mis coachees mantener una práctica semanal de biodanza, como labor de
permanencia y mantención, una vez finalizado el proceso de aprendizaje
con mi modelo. Esto lo hago, ya que considero fundamental sostener una
práctica corporal que mantenga los cambios y los cristalice a través del
tiempo. Recordemos que el cambio requiere recurrencia y que el cuerpo
aprende de forma lenta, haciendo necesaria mucha práctica para mante-
ner los aprendizajes nuevos y desaprender los instalados durante años.
En términos generales, recogeremos de la biodanza aspectos tales
como:

• El trabajo vincular mediante movimiento y música.


• Trabajo ritual y simbólico grupal.
• Trabajo de contacto.
• Trabajo con líneas de vivencia, en especial,
la afectividad.

Bioenergética
En este apartado quisiera detenerme en el desarrollo de los tipos
bioenergéticos, los que sin duda, al igual que el MICC, enriquecen
enormemente la mirada diagnóstica del presente modelo, otorgando
una herramienta que permite mirar desde el cuerpo elementos que son
orientadores para las posteriores intervenciones corporales.
Lowen (2011), basado en las propuestas teóricas de Wilhelm Reich,
desarrolla 5 tipos bioenergéticos tomando conceptos provenientes de la
psiquiatría sin implicar su acepción psicopatológica, sino únicamente
para referirse a patrones de defensa o estrategias adaptativas del or-
ganismo. Estas estrategias, son desarrolladas mediante el movimiento
voluntario, con el fin de alejarse del dolor y acercarse al placer, siendo
aprendidos posteriormente y desplegados en forma automática o
inconsciente, con su consecuente ahorro de energía al no requerir la
voluntad.

101
Carmen Parraguez Grass

Para Lowen, estos patrones constituyen formas de sumisión del cuer-


po al ego, es decir, formas en que la mente intenciona, dirige y controla
los impulsos y sentimientos para mantener la autoimagen aceptada y
considerada adecuada para el entorno en el que se desenvuelve el orga-
nismo. En esta situación, que Lowen denomina «proceso de sumisión»,
se producen, por una parte, las contracciones musculares crónicas ne-
cesarias para suprimir el impulso no aceptado por el ego, y por otra, la
«disminución del metabolismo energético del organismo (Lowen, 2011,
p. 120), propias de las alteraciones respiratorias que implican necesaria-
mente una contracción muscular del tipo antes detallada.
Dentro de las 5 formas caracterológicas, describirá los tipos bioener-
géticos: esquizoide, oral, psicopático, masoquista y rígido, señalando
en cada uno de estos su condición bioenergética, esto es, indicando la
distribución de la energía del organismo, y donde se instalan las con-
tracciones musculares. Por otro lado, desarrollará una descripción de
las características físicas con su correspondiente correlato psicológico y
los factores de causa e históricos, asociados a dicho patrón.
A continuación, presento un cuadro resumen de estas descripciones en
cuanto a algunas de sus características físicas generales (Ibíd., pp. 125-145):

Cuerpo estrecho y tenso, tensiones en base de cráneo, hombros,


entrepiernas, pelvis y diafragma. Cara inexpresiva, ojos sin
Esquizoide contacto. Brazos caen a los lados como apéndices. Pies contraídos
y fríos hacia afuera. Desigualdad entre las dos partes del
organismo.
Cuerpo alto y poco desarrollado, musculatura poco desarrollada y
relajada sobre todo en brazos y piernas. Pies delgados y estrechos,
Oral
rodillas tensas, aspecto cansado, signos físicos de inmadurez,
respiración poco profunda.
Mayor desarrollo de la parte superior del cuerpo, parte inferior más
estrecha. O bien más proporcionado con espalda flexible. Pelvis o
Psicopático
muy rígida o muy sobrecargada y desconectada, espasticidad del
diafragma. Tensiones en la zona ocular y base del cráneo.
Cuerpo bajo, robusto y musculoso. Vello espeso. Cuello corto
y grueso con cabeza hundida. Cintura pequeña y ancha. Pelvis
Masoquista
prominente, glúteos hacia adentro. Caída del cuerpo en la cintura.
Piel oscurecida.
Cuerpo proporcionado y armonioso, ojos brillantes, piel de
Rígido buen color, animación en gestos y movimientos. Rigidez acusada
produce disminución de estas características.

102
Coaching Corporal Mares

Para Lowen, el correlato psicoemocional de cada una de estas


tipologías se relaciona, en el caso del tipo esquizoide, con la tendencia
al alejamiento o evitación de la relaciones íntimas y sentimentales; en
el caso del oral, se da una excesiva necesidad de dependencia y una
dificultad para sostenerse a sí mismo; en el psicopático, la necesidad
de controlar y dominar; en el masoquista, la necesidad de agradar y
la disminución de la agresividad; y en el rígido, una tendencia a la
ambición y la competitividad (Ibíd., pp. 126-140).
La Bioenergética aporta al presente modelo de coaching corpo-
ral la primacía del componente muscular en el entendimiento de los
procesos emocionales, la importancia de la respiración como válvula
energética del organismo y la comprensión de los tipos corporales
como elemento fundamental de la expresión de la dinámica psíquica
al interior del cuerpo.
Todos estos postulados constituyen, sin duda, cimientos importan-
tes del presente modelo, por lo que muchos ejercicios que se incorporan
forman parte de técnicas bioenergéticas que promueven el desbloqueo
y el desarrollo de movilidad en zonas del cuerpo rigidizadas.
Aportes al sistema MARES:

• Importancia del trabajo muscular y de la respiración.


• Diagnóstico de tipos corporales.
• Dinámica psicoemocional de cada tipología.

Danza Movimiento Terapia (DMT)


La DMT se enmarca dentro de los métodos psicoterapéuticos, ya
que «utiliza el movimiento como un proceso para promover la integra-
ción emocional, cognitiva y física del individuo» (Panhofer, 2005, p.
50), entregándonos una mirada profundamente interesante en relación
al trabajo vincular. Presenta una raíz muy similar a la Biodanza, en
cuanto focaliza el trabajo en la relación con el otro y en la instalación
de un espacio común de encuentro a través del movimiento.
El trabajo con DMT favorece la reparación de las dinámicas de inte-
racción aprendidas en la historia de la persona, que alteran el fluir de sus

103
Carmen Parraguez Grass

relaciones actuales, desarrollando nuevos y más sanos patrones de interac-


ción. La DMT, nos entrega a través del uso de la danza y el movimiento, una
técnica en la que «el mundo interior de una persona se hace más tangible,
se comparte el simbolismo personal, se muestran los modelos de relaciones
personales que uno tiene con los demás y se encuentran significados en
gestos, posturas y cualidades de movimiento» (Ibíd., p. 51).
En términos generales y para los efectos del presente libro, la DMT
se articula sobre postulados básicos que también serán parte de nues-
tro modelo de coaching corporal; entre ellos, destacaremos: el foco en
la conciencia del movimiento, donde la «observación y el análisis del
movimiento se encuentra en cómo este sucede más que en qué movi-
miento se hace» (Ibíd., p. 67) y una observación kinestésica atenta, que
permita que fluya un movimiento espontáneo «para permitir al movi-
miento poder expresarse por sí mismo y no imponer un significado en
él» (Ídem). Hay, desde aquí, una clara intención de que el simbolismo
aparezca como consecuencia de la dinámica emocional, permitiendo que
la persona construya sus significaciones propias y de este modo logre
una integración entre los aspectos mentales y físicos del movimiento.
Por otra parte, la DMT describe la llamada «sincronicidad inte-
raccional» (Ibíd., p. 74) en la cual: «La sincronía en cuanto a postura
corporal, cualidades del movimiento o gestos, puede observarse entre
dos personas y crear una comunicación o conexión entre ellas, en vez
de una «no relación» entre ambas» (Ibíd., p. 74). En este proceso, el
terapeuta actúa de espejo o acompaña el movimiento, incorporándo-
se activamente en el espacio vincular de la persona, desde su propio
movimiento corporal.
Desde este método, el lenguaje emerge como significación del
movimiento, ya sea a través de nombrar el movimiento o simplemente
verbalizar lo que aparece al pensamiento y la imaginación de forma
espontánea. Por tanto, las personas pueden ir «introduciendo movi-
mientos que «hablen/expresen cómo creemos que somos, cómo nos
gustaría ser y cómo en realidad somos» (Ibíd., p. 203).
En nuestro enfoque el esfuerzo se hace extensivo al dibujo y a
formas de expresión emocional, que luego serán integradas al trabajo
corporal como vehículo de autoconocimiento, expresión e integración.

104
Coaching Corporal Mares

Es desde este espacio de significación simbólica, que se produce la in-


tegración y apertura de nuevas posibilidades y recursos en la persona.
Así, la DMT se inscribe también dentro de los enfoques de trabajo,
que si bien son diseñados como enfoques terapéuticos, entregan po-
derosas herramientas al coaching corporal, al promover el desarrollo
armónico y sano de las relaciones con otros y consigo mismo. Trabajo
que desde todo punto de vista es uno de los objetivos principales del
presente libro.
Entonces, los aportes del DMT al MARES son:

• La resignificación del movimiento a través del lenguaje.


• El simbolismo del dibujo y la imaginación.
• La danza como espacio vincular.
• La participación del coach en el movimiento.

Disposiciones al movimiento
En el enfoque de disposiciones al movimiento, desarrollado por la
escuela de coaching de Newfield Network, el movimiento nos habla
de las tendencias del organismo a disponerse a ciertas acciones en vez
de a otras. Estas tendencias son aprendidas en nuestra historia de rela-
ciones con el medio; así, «cada uno de nosotros, aprende y reproduce
mecánicamente las respuestas adaptativas de una manera diferenciada
y única, generando una cierta inercia de movimiento como respuesta
a la relación con el medio» (Pacheco, 2007, p. 6).
El trabajo con disposiciones al movimiento, implica por una parte
la tendencia del organismo a adoptar ciertas direcciones prevalentes de
movimiento: hacia abajo, hacia arriba, hacia delante, hacia atrás y el
centro o disposición en equilibrio; así como también a la existencia de
una condición muscular en cada una de estas, de tensión o de relajación.
En el caso de la disposición al movimiento hacia abajo (estabilidad), la
persona tenderá a inclinarse por habitar en un marco de acciones de
tipo rutinarias, lentas, marcadas por la capacidad de sostener la rutina
y buscar el atesoramiento del pasado y de las pertenencias. En la dispo-
sición hacia adelante (resolución), la prevalencia será a tener conductas
propositivas, proactivas y resolutivas en la ambición. En la disposición

105
Carmen Parraguez Grass

hacia atrás (apertura), nos encontraremos con personas con mayor ca-
pacidad de contención, escucha y receptividad. Los movimientos hacia
arriba serán asociados a la flexibilidad, capacidad para adaptarse a los
cambios, versatilidad, liviandad y creatividad. Finalmente, tenemos la
disposición al movimiento en equilibrio que es aquella en la que tenemos
disponibles todas las orientaciones y desde la que podemos movernos
en forma fluida y adaptativa con el entorno. (Ibíd. pp. 9-15).
Por último, las disposiciones al movimiento incorporan lo ele-
mentos en contracción y expansión muscular señalados también por
el modelo del Alba Emoting como relajación y tensión, en relación a
la emociones, señalando importantes distinciones en cada una de estas
disposiciones, en función del nivel de contracción muscular.
En nuestro modelo, las disposiciones al movimiento aportan una forma
de clasificar las direcciones del movimiento asociando esta a un correlato
psíquico y emocional. Esto nos permite desarrollar una serie de interven-
ciones y ejercicios a nivel corporal que permiten a la persona identificar su
prevalencia, sus zonas de confort, sus rigideces conductuales y diseñar un
marco de acciones posibles para el cambio que favorezcan la ampliación de
sus recursos y aumenten sus posibilidades de acción efectiva en su entorno.
Para recapitular, los aportes al MARES de las Disposiciones al
Movimiento son:

• La relación entre dirección del movimiento y


disposición a la acción.
• Ejercicios de movimiento para el desarrollo de cada
disposición.

Movimiento consciente: eutonía


La eutonía es una disciplina desarrollada por Gerda Alexander, que
promueve el desarrollo de la conciencia corporal y «que tiene como
meta liberar los músculos y el espíritu de crispaciones y de obstáculos
de todo tipo, para tener una sensación de bienestar y para alcanzar
fácilmente la distensión en el reposo y la soltura del cuerpo en la acción»
(Duliege, 2011, p. 17). Su práctica aumenta la claridad y precisión de
la sensación del cuerpo, sin intencionar actitudes o acciones, sino que
haciendo foco en el sentir la sensación de lo que se hace y en identificar

106
Coaching Corporal Mares

qué parte del cuerpo hace, aumentando así los referentes corporales
disponibles a la conciencia de la persona que la practica.
La eutonía puede ser utilizada desde un enfoque terapéutico de
integración o bien como un trabajo de crecimiento personal y amplia-
ción de recursos. Muchas de sus aplicaciones se dan en el campo de las
dolencias físicas, en personas que han sufrido algún tipo de trastorno
con pérdida en la conciencia corporal, así como también en personas
que requieran algún método de relajación o prevención y control de
estrés. Se utiliza también como técnica para el fortalecimiento psicomo-
tor de los niños, el tratamiento del dolor y la reeducación del cuerpo
de músicos y bailarines a fin de fortalecer la clara conciencia de una
postura adecuada y de una tonicidad y desplazamientos acordes al
movimiento requerido para cada acción.
El núcleo de esta disciplina lo constituye el dominio del tono
muscular, el cual «permite obtener el tono que corresponde ya sea
al tipo de reposo o al tipo de acción que se quiere practicar» (Ibíd.,
p. 21) consiguiendo administrar, a través de ejercicios muy simples y
una observación atenta a la sensación, nuestra energía física y uso de
la fuerza, a fin de disminuir el cansancio innecesario en cada una de
las actividades que realizamos. La toma de conciencia permanente
del cuerpo y sus movimientos permite revitalizar la sensación de vivir
sustituyendo la acción mecánica «por la ejecución de movimientos a
los que se dirige continuamente la observación hacia lo que se hace y
cuando se hace» (Ibíd., p. 27).
Para Feldenkrais (2009) la autoimagen, y en especial la autoima-
gen corporal representada en la corteza motriz, puede ser ampliada
mediante la conciencia de los músculos de movimiento voluntario
con su consecuente correlato de ampliación de potencial general del
ser humano. En este sentido, el aumento de la conciencia del propio
cuerpo y de nuestros músculos, aumenta la representación de noso-
tros mismos en la corteza motriz, aumentando la imagen general y
nuestra sensación de estar en el mundo (Ibíd.). Tanto la práctica de la
Eutonía de Alexander como la de autoconciencia por el movimiento
de Feldenkrais serán posteriormente abordados por Anat Baniel en su
método de movimiento consciente, el que recoge los conceptos antes
señalados, desarrollando una serie de ejercicios destinados a trabajar

107
Carmen Parraguez Grass

aspectos como la capacidad de aprender, la sutileza en el movimiento,


la búsqueda de la variación, el ritmo y el desarrollo del entusiasmo a
través de ejercicios específicos y también muy simples, donde el foco
se coloca en el carácter consciente y distintivo de cada movimiento.
Para Baniel, «El cerebro tiene una capacidad innata para seguir descu-
briendo e inventando nuevas formas de actuar y de pensar. Vibra más y está
más vivo cuando se le pide que diferencie, es decir, que reconozca matices
cada vez más sutiles.» (Baniel, 2009, p. 22). Al aumentar la conciencia del
propio cuerpo, se activan una serie de beneficios psíquicos y emocionales
que serán la base de la utilización de ejercicios de conciencia corporal
realizados en nuestro modelo de coaching corporal, siendo fundamental
en cada una de las etapas que el método desarrolla, principalmente en la
dimensión que llamaremos más adelante: trabajo atencional.
De este modo, los aportes de las disciplinas de conciencia corporal
al MARES son:

• El foco en la conciencia corporal.


• El desarrollo de distinciones específicas en el ámbito de la
sensación corporal.
• Ejercicios atencionales

El Yoga
El yoga, en sus diferentes estilos y escuelas, ha logrado penetrar
profundamente en la cultura occidental, demostrando sus efectos en
términos de regulación del estrés y aumento del bienestar general de
la persona que lo practica. Su trabajo de estiramiento, contracción
y relajación, acompañado de una respiración adecuada, nos permite
experimentar efectos a nivel del sistema nervioso, musculoesquelético,
respiratorio, endocrino, digestivo y circulatorio. En términos emocio-
nales, el yoga ofrece un cambio a nivel perceptivo motor, que favorece
la disminución de la ansiedad, así como también una descompresión
muscular que aumenta la sensación de relajación y de confianza.
En nuestro modelo, la utilización de ciertas posturas y técnicas
respiratorias facilitan a la persona el atreverse a salir de sus zonas de
confort o rigideces conductuales, con la tranquilidad del que reconoce

108
Coaching Corporal Mares

en sí mismo una sabiduría a nivel de organismo que le permite saber


hasta dónde expandirse y cuándo replegarse.
Tomemos como ejemplo el trabajo con los músculos llamados
aductores23, su contracción sostenida (en forma de arco hacia adentro),
ha sido consignada como una de las características de la arquitectura
corporal del tipo explicativo24, junto a la contracción de pectorales y de
toda la cintura escapular en general (Tironi, 2006). Según el MICC, las
personas con prevalencia de esta configuración habitan recurrentemente
en la emoción del miedo con su consiguiente estrategia adaptativa de
control sobre el entorno. Para el yoga, el trabajo de elongación de estos
músculos es fundamental, ya que «unos aductores rígidos impiden, más
que cualquiera de los demás músculos, sentarse en posición erguida y
cómodamente en las posturas típicas del yoga» (Coulter, 2011, p. 50). De
esta forma, al conseguir la elongación de los aductores mediante ejercicios
y posturas de yoga, favorecemos paralelamente una serie de cambios
a nivel mental, físico y emocional, que facilitan establecer un contexto
tranquilizador, sobre el cual construir nuevas posibilidades conductua-
les. Estamos entonces, no solo realizando una práctica saludable a nivel
físico, sino que favoreciendo la realización de cambios conductuales.
Intencionar un propósito y darle curso a la acción consecuente a este
propósito, requiere, en muchos casos, la percepción de seguridad básica,
de lo contrario las puertas se cierran y la conducta controladora y de
contracción aprendida aparece. Es aquí donde un trabajo de elongación,
favorece mediante la relajación, por una parte, y la fuerza del sostén por
otra, el avance en los cambios que intenciona la persona.
Otro ejemplo lo constituye la postura del arco que en la apertura
del pecho y exposición de las zonas vitales como el corazón, expande
los músculos pectorales favoreciendo la apertura de la cintura esca-
pular. Esta postura constituye un símbolo de expansión, propiciando
una sensación de libertad, euforia y seguridad. La postura del arco,
realizada en forma sistemática, junto con otras prácticas de coaching
corporal, provee de una importante herramienta para avanzar hacia

23
Son diferentes grupos de músculos que se encargan de llevar las extremidades
hacia el eje central del cuerpo. Es decir, el grupo aductor tiene gran importancia
en nuestra estabilidad y equilibrio.
24
Según el MICC, este biotipo habita con mayor prevalencia en la emoción del miedo
y la necesidad de control.

109
Carmen Parraguez Grass

cambios conductuales que pueden, con el tiempo, ampliar los recursos


adaptativos y la flexibilidad en la forma de relacionarse con el entorno.
Como veremos más adelante, la postura de la cruz otorga la sensación de
equilibrio personal, arraigo y conciencia de estabilidad, activando y tonificando
enérgicamente los músculos de piernas y glúteos asociados en el MICC, a la
configuración motriz y la emoción de la rabia. A través de este tipo de trabajo,
aumentamos también la sensación de presencia y seguridad personal.
Podríamos continuar detallando las aplicaciones de cada una de las
posturas del yoga y en especial del Hatha Yoga; sin embargo, para los
efectos de este libro, lo central será consignar que el presente modelo
de coaching corporal utiliza muchas de sus posturas, ya que aportan
decididamente a la toma de conciencia, la flexibilidad, el equilibrio y
la tranquilidad necesarias para llevar a cabo procesos de cambio.
Resumiendo, los aportes del Yoga al MARES son:

• Técnicas de respiración.
• Trabajo emocional y ejercicios de arraigo y sostén.
• Ejercicios de equilibrio y estabilidad.
• Ejercicios de ductilidad.

Las disciplinas y métodos que acabamos de mencionar, constituyen la


base sobre la que se sustenta el presente modelo y por tanto he considerado
fundamental reseñarlas al lector que requiera profundizar en alguna de ellas.
Por otra parte, muchas de ellas constituyen disciplinas que, por separado,
pueden ser una excelente continuación y seguimiento a nuestro modelo
dentro de lo que llamaremos más adelante Plan de Equilibrio Personal.

110
Capítulo 4
Principios del modelo MARES

A continuación desarrollaremos los principios básicos sobre los


que se sustenta el modelo MARES.
En este modelo, el foco estará en el cuerpo, haciendo especial
énfasis en la importancia de un acompañamiento a nivel emocional
y lingüístico, a fin de mantener una modulación que haga sentido al
coachee en la mantención de su organización identitaria.

1. El aprendizaje ocurre en el cuerpo


El proceso de aprender algo nuevo involucra la adquisición de un
repertorio conductual en contextos donde antes no existía. Este nuevo
repertorio lo podemos adquirir gracias a una serie de aprendizajes
anteriores que actúan como terreno fértil para que se den las nuevas
adquisiciones. De este modo, cuando el niño aprende a caminar, su
conducta ocurre gracias a una serie de coordinaciones perceptivo-
motrices que antes no era capaz de desplegar, y que requirió de muchas
coordinaciones y aprendizajes previos para poder producirse. En una
primera etapa, nuestros aprendizajes son básicamente corporales, y
están determinados por mecanismos de asociación, repetición y con-
dicionamiento. Tal como señala Piaget, antes de los 18 meses, estamos
ante la presencia de una inteligencia previa al pensamiento, denomi-
nada sensoriomotriz, que regula la acción resolviendo los problemas
que se dan en el nivel material de la conducta, sin intervención del
pensamiento (Piaget, 1978).

111
Carmen Parraguez Grass

Para Piaget, toda función cognitiva superior se construye en función


de operaciones anteriores. Lo interesante es que dicha secuencia se da
en todas las culturas y sociedades en forma regular, pudiendo existir
variaciones en los tiempos asociados a cada fase, pero nunca en el orden
de estas (Ibíd.). De este modo, un niño que no ha sido estimulado a
nivel psicomotriz tendrá dificultades para desarrollar representaciones
mentales de su interacción con el mundo y posteriormente tendrá difi-
cultades en simbolizar y realizar abstracciones más complejas.
Los animales son también capaces de tener este tipo de aprendizajes
y por tanto implementar nuevas conductas en donde antes no existían;
en los animales superiores existen ejemplos impactantes en relación a
aprendizajes complejos, acercándose en ocasiones a comportamientos
parecidos a los humanos, como la conmovedora historia del perro que,
muerto su amo en un accidente, lo esperó lealmente durante años en
el terminal donde solía recibirlo todos los días después del trabajo.
Como vimos anteriormente, para Francisco Varela existe un tipo
de cognición corporal que se da en el funcionamiento del sistema in-
munológico. Este tipo de cognición, al igual que la inteligencia senso-
riomotriz descrita por Piaget, se da sin la participación del lenguaje, y
en esta el organismo presenta respuestas de adaptación y sobrevivencia
similares a las cognitivas.
En el dominio de la acción del ser humano, el aprendizaje se vi-
sualiza en la conducta, y por tanto, en un hacer que posee siempre un
sustrato corporal, ya sea presente (en un hacer desde el cuerpo) o de
base (desde un aprendizaje corporal previo), que permite la conducta
actual. De esta forma, los aprendizajes considerados cognitivos (menta-
les) al requerir un aprendizaje corporal anterior, de sustrato biológico,
implican un cuerpo que sostiene dicho aprendizaje. Dicho aprendizaje,
si bien ocurre en interacción con las dimensiones emocional y lingüísti-
ca, cristaliza su hacer conductual25 en la dimensión corporal y es desde
ahí desde donde desarrollamos nuestro método de trabajo.
Entonces, lo que hacemos desde el MARES es replicar, de al-
guna manera, el proceso de aprendizaje como fue aprendido desde

25
Consideraremos conducta también a los fenómenos lingüísticos que ocurren al
interior del observador, tales como los pensamientos, que requieren un sustrato
biológico para su emergencia.

112
Coaching Corporal Mares

la infancia, como siguiendo el patrón ontogenético26 en orden a los


niveles de aprendizaje, con la seguridad de que «antes de toda técnica
de almacenamiento y de transporte de signos, el cuerpo sigue siendo
el primer soporte de la memoria y de la transmisión» (Serres, 2011, p.
85). En la práctica, esto significa realizar una primera etapa de trabajo
de conciencia corporal, siguiendo hacia niveles que involucren movi-
mientos cada vez más complejos, integrando focos atencionales, tipos
de respiración y finalmente distinciones en el lenguaje de los símbolos,
la imaginería y la representación.
Este orden, que parte desde lo más simple a lo más complejo y
desde lo corporal a lo lingüístico, requiere también el reconocimiento
permanente del motivo de consulta que trae la persona, de las mejores
estrategias de intervención según el biotipo de esta, y del contexto
social y cultural en el que está inmersa, aspecto que desarrollaremos
posteriormente. De esta forma, instalamos nuestro primer principio: el
aprendizaje ocurre en el cuerpo, siendo este un eje central, que guiará
nuestro trabajo.

2. El cuerpo también «sabe»


Pero no es solo el aprendizaje de funciones superiores el que re-
quiere de una corporalidad que lo sustente. En la vida cotidiana ocu-
rre, en ocasiones, que frente a situaciones de crisis o peligro tomamos
decisiones actuando adaptativa y efectivamente, de forma inmediata,
sin mediar reflexión ni análisis. Dichas situaciones, por su carácter de
urgencia, requieren, por ejemplo, saber hacia dónde huir, cuándo y
dónde detenernos, cómo y frente a quién defendernos, qué partes de
nuestro cuerpo proteger, de quién alejarnos y a quiénes acercarnos.
En estas situaciones, es nuestro organismo en su dominio corporal
y emocional el que toma la dirección de la acción, siendo su único
referente inmediato el «hacer».

26
La ontogenia es definida por Maturana y Varela como «la historia del cambio
estructural de una unidad, sin que esta pierda su organización» (Maturana, Varela;
1984, p. 49). En este caso, su utilización con la expresión «patrón ontogenético»
refiere al patrón de cambios del individuo a lo largo de su historia de interacciones
con el entorno.

113
Carmen Parraguez Grass

Ilustrémoslo con el siguiente caso: hace unos años, una mujer vivió
la experiencia de ser secuestrada por un taxista en un país extranjero;
durante una hora fue víctima del llamado «secuestro express» dando
vueltas alrededor de la ciudad. En un momento, el taxista habló por
radio con un hombre y le indicó que lo esperara en el lugar acordado
y que estaba por llegar con la mujer secuestrada. La mujer, al escuchar
que la estaban esperando, en forma instintiva, abrió la puerta del taxi,
que iba a gran velocidad, amenazando al taxista con lanzarse, y con que
lo haría si no se detenía y la dejaba bajar. En el momento de abrir la
puerta y extenderse hacia la carretera, ella misma se sintió sorprendida
de su osadía, jamás se imaginó capaz de tal resolución y seguridad. De
pronto, de forma violenta y con un arma, el taxista le señaló que cerrara
la puerta y que le entregara sus tarjetas de crédito y claves. La mujer al
ver el arma cambió inmediatamente de actitud; sin saber cómo, ni por
qué, le habló en un tono dulce como si fuera un niño, tratándolo como
si existiese una relación de afecto entre ambos. Entregó lo que este le so-
licitaba, y si bien no recordaba su clave, le dio la que en forma inmediata
vino a su mente, los números asociados a su fecha de nacimiento. Con
diminutivos cariñosos, le pidió que se calmara y la dejara en libertad.
Más descolocado aún, el taxista, sin saber cómo reaccionar, detuvo el
auto y le señaló que se bajara. El lugar era oscuro, un sitio eriazo alejado
de la ciudad. La mujer asustada de ser dejada en aquel sitio y correr peor
suerte que arriba de aquel taxi, le suplicó muy afectuosamente, la acer-
cara a una estación de bencina que a lo lejos se observaba iluminada. El
taxista accedió y la dejó en el lugar solicitado, sin causarle daño alguno.
En esta historia, observamos una serie concatenada de conductas
que de forma casi intuitiva se adaptan a un único objetivo: la sobrevi-
vencia. La mujer desconcertada de sus propias reacciones —intentar
saltar del auto, hablarle cariñosamente, darle una clave cualquiera y
solicitarle donde dejarla—, no tuvo tiempo para la reflexión ni el aná-
lisis, simplemente actuó. Este actuar, que llamaremos organísmico, la
salvó de seguir la suerte de muchas otras mujeres que sufren frecuen-
temente secuestros en esta ciudad.
¿Cómo logró, la mujer de nuestra historia, tener este patrón com-
plejo de conducta sin mediar un acto reflexivo? Simplemente ocurrió
y funcionó; habló en el tono necesario, realizó las acciones necesarias

114
Coaching Corporal Mares

con la coordinación y el ritmo necesarios, en el orden necesario y, logró


sobrevivir a una situación de peligro. Si escuchamos la descripción que
hace del taxista: «un hombre obeso, de tez oscura, de aspecto pobre
y descuidado, de pocas palabras, inseguro en sus movimientos, que
demoró más de dos horas en explicitar sus intenciones; claramente no
se atrevía» podemos concluir que, si bien ninguno de estos aspectos fue
analizado en el momento, es probable que hayan sido considerados a
nivel orgánico como input para decidir las acciones. Olores, colores,
gestos, movimientos y ritmos pudieron ser de valiosa información para
una conducta efectiva que le permitió la sobrevivencia.
Este tipo de respuestas, se asemejan a patrones de conducta ob-
servadas en situaciones de terremotos y catástrofes, en donde aparece
un tipo de inteligencia, no mediada por el pensamiento, que resulta
en decisiones con resultado de sobrevivencia para quien las realiza.
Como señala Perls:

El organismo es dejado solo para cuidarse a sí mismo sin


interferencias externas. […] Porque con un awareness27 pleno
uno se da cuenta de esta autorregulación organísmica, uno
puede permitir que el organismo se haga cargo sin interferir,
sin interrumpir; podemos fiarnos en la sabiduría del organismo
(Perls, 1974. p. 28)

En todos estos casos, estamos hablando de una capacidad del orga-


nismo de adaptarse en forma inteligente y equilibrada28, consiguiendo
la mejor solución en su relación con el entorno, en su búsqueda del

27
Francisco Huneeus en el libro de Fritz Perls Sueños y Existencia, traduce del inglés
el término awareness señalando que si bien no tiene traducción directa «Aware
significa darse cuenta, percatarse, tomar conciencia. El sufijo ness se utiliza para
formar el sustantivo; que en este caso denota la capacidad de darse cuenta, per-
catarse y conciencia o tomar conciencia. En forma condensada la traducción más
cercana sería ‘darse cuentidad’, ‘percatarsidad’, etc., expresiones no usuales en
español (N. del T.)». Op. cit., p. 25.
28
«[…] el equilibrio se caracteriza por su estabilidad. Pero resaltemos inmediatamente
que estabilidad no significa inmovilidad. Como ustedes saben perfectamente tanto
en química como en física existen equilibrios móviles caracterizados por transfor-
maciones en sentido contrario pero que se compensan de modo estable. La noción
de movilidad no es pues contradictoria con la noción de estabilidad: el equilibrio
puede ser móvil y estable. En el terreno de la inteligencia tenemos gran necesidad
de esta noción de equilibrio móvil» (Piaget, 1991, p. 118).

115
Carmen Parraguez Grass

equilibrio. Desde el MARES consideramos al cuerpo como fundamental


a la hora de tomar decisiones en la vida. Creemos además que la no
integración del cuerpo en el desarrollo de estrategias de sobrevivencia
disminuye nuestra capacidad adaptativa y nos lleva tarde o temprano
a perder grados de bienestar.
Llegamos entonces a nuestro segundo principio: El cuerpo también
sabe, y será desde aquí desde donde trabajaremos, respetando siempre
los ritmos, los límites y las señales entregadas por este29.

3. El aprendizaje tiene dimensiones


El aprendizaje requiere un sustrato biológico y una historia de
interacciones con el entorno que siente las bases para este. De esta
forma, nuestros aprendizajes alcanzan niveles de complejidad cada vez
más altos en función de los niveles de complejidad biológica y social
en los que se construyen a lo largo del tiempo. Esta última dimensión
de temporalidad puede favorecer la recurrencia necesaria para la
instalación de nuevos aprendizajes. En el ser humano, este proceso
se construye a través de la interacción de las dimensiones corporal,
emocional y lingüística.
Para poder entender cómo el MARES trabaja estas tres dimen-
siones, es fundamental comprender cómo se constituyen cada una de
estas y qué las caracteriza a nivel de su funcionamiento. Por ejemplo,
cuando hablamos de nuestra capacidad reflexiva, estamos hablando
de una dimensión que se constituye a partir del lenguaje; cuando
hablamos de nuestro cuerpo estamos hablando de nuestra biología;
y cuando hablamos de nuestras emociones estamos hablando de la
dinámica psicofisiológica que emerge en la relación de nuestro cuerpo
con el entorno. Estas tres dimensiones se modulan mutuamente, afec-
tándose unas a otras, pero no se explican linealmente una en función
29
Cuando Piaget describe las fases del desarrollo, pone especial énfasis en la dimensión
sensorio-motriz de la inteligencia: «[…] [esta fase es] la de la inteligencia práctica o
sensorio-motriz propiamente dicha. La inteligencia aparece, efectivamente, mucho
antes que el lenguaje, o sea mucho antes que el pensamiento interior que supone la
utilización de los signos verbales (del lenguaje interiorizado). Pero se trata de una
inteligencia totalmente práctica, que se aplica a la manipulación de los objetos y que
no utiliza, en vez de las palabras y los conceptos, más que percepciones y movimientos
organizados en ‘esquemas de acción’». (Piaget, 1991, p. 20).

116
Coaching Corporal Mares

de la otra, ya que su constitución y sus mecanismos de funcionamiento


son totalmente distintos. La mente, a través del lenguaje, no opera del
mismo modo que las dinámicas moleculares y fisiológicas del cuerpo.
Por otra parte, las dinámicas relacionales en las que emerge la emo-
ción se construirán a partir de la historia de relaciones con el entorno,
que poco tienen que ver con moléculas y con la semántica propia del
lenguaje. Esto es a lo que Maturana llama dominios disjuntos30; es
decir, cuerpo, emoción y lenguaje se relacionan entre sí pero no son
explicables unos por la dinámica de los otros; y por tanto, no pueden
ser determinados linealmente en una lógica de causa-efecto.
Veamos ahora algunas distinciones que aborda el MARES en el
trabajo con cada dimensión:
La primera dimensión a trabajar en el MARES es la dimensión
corporal. En esta dimensión trabajamos con movimientos que implican
desplazamientos del organismo en un espacio y tiempo determinado,
aquí la atención se activa motivada por un estímulo externo o interno
en cualquier nivel de la organización física, en el que el proceso de
discriminación o selección se da como fenómeno. El trabajo a nivel de
sensación refiere a todas aquellas derivadas de los sentidos del cuerpo,
temperatura, textura, sonido, color y gusto; que se dan tanto a nivel
de los receptores neuronales internos como externos del organismo.
Finalmente, la respiración en su forma involuntaria más primitiva y
rítmica, la entendemos como proceso regido por los transmisores del
tronco cerebral, así como también por los centros superiores cuando
se intenciona modificarla.
La segunda dimensión a trabajar en el MARES es la emocional.
Definimos la emoción como un cambio en el estado psicofísico del
organismo, que emerge en la relación de este con el entorno. Traba-
jamos la dimensión emocional basándonos en cuatro de las llamadas
emociones básicas, estas son: el miedo, la pena, la rabia y la alegría,
las que serán consideradas para efectos de la clasificación biotípica
del coachee; posteriormente incorporaremos la emoción del amor en

30
Maturana se refiere al concepto de dominios disjuntos al referirse a la relación entre
conducta y sistema nervioso como relación ortogonal que se da en el acoplamiento
estructural y que no significa que el operar de un dominio explique el operar de
otro (Maturana, H. (2006). Desde la biología a la psicología. Santiago de Chile:
Editorial Universitaria. p. 51).

117
Carmen Parraguez Grass

su dimensión ternura y amor erótico para efectos del trabajo de inter-


vención corporal general.
Nuestra tercera dimensión es la lingüística o simbólica. El MARES
trabaja desde el concepto de pensamiento de Piaget, quien señala que:
«[…] los progresos de la inteligencia sensorio-motriz desembocan en
la construcción de un universo objetivo, en el cual el propio cuerpo
aparece como un elemento entre los demás, y al cual se opone la vida
interior, localizada en ese cuerpo propio» (Piaget, 1991, p. 23).
Desde esta definición trabajamos las creencias, juicios y conversa-
ciones; así como también los niveles de representación simbólica que
constituyen para el MARES una valiosa herramienta de trabajo a ser
integrada en su modulación con el trabajo corporal.
En esta dimensión, incluimos la atención voluntaria, entendiendo
por esta aquella que intencionamos a través del pensamiento o diálogo
interno. Este tipo de atención implica un componente volitivo y, por
ende, lo clasificaremos al interior de los aprendizajes intencionados en
la dimensión mental.
La dimensión simbólica permite intencionar el trabajo, ya sea a
través del uso de imágenes mediante imaginería, como de la actividad
artística con formas, tamaños, texturas y colores asociado a esta. Son
también parte de esta dimensión las representaciones arquetípicas de
personajes que nos permiten desde lo cognitivo fortalecer el proceso
de integración al interior del modelo.
De este modo nuestro cuadro general de dimensiones y su relación,
queda esbozado de la siguiente manera: (Ver imagen 7).

118
Coaching Corporal Mares

Movimiento
Atención involuntaria
Cuerpo Sensación
Respiración

Emociones básicas
Emoción
Emociones mixtas

Creencias
Juicios
Lenguaje Conversaciones
Simbolismo
Atención voluntaria

Imagen 7: Las tres dimensiones a trabajar en el MARES y su proceso de modulación


mutua.

4. El aprendizaje es transversal
Así como al interior del ser humano observamos la modulación
entre las dimensiones antes descritas, al interior de los sistemas sociales,
la modulación se da entre grupos de seres humanos que se constituyen
en subsistemas de sistemas mayores. (Ver imagen 8).

Cuerpo Trabajo

Emoción Unidad
Familia Amigos
persona
Lenguaje
Otros

Conducta Persona Sociedad

Imagen 8: Los diferentes sistemas y subsistemas que componen el entramado de la


relación organismo-entorno.

119
Carmen Parraguez Grass

Al hablar de aprendizaje, estamos hablando siempre de algo que


ocurre en el marco de interacciones al interior de los sistemas, por lo
que es importante visualizar el nivel en el que intervenimos y la relación
de interacción que está siendo afectada. Nos encontramos así, en una
especie de danza de modulaciones que se da no solo al interior de cada
ser humano sino que también al interior de los subsistemas y sistemas
a los cuales pertenece. En esta danza se construyen identidades y roles
en los que, el cuerpo, la emoción y el lenguaje requieren de flexibilidad
y ajuste constante.
Para poder lograr esta flexibilidad, es necesario un tiempo que
permita promover e instalar los cambios que faciliten una adaptación
creativa a los diferentes sistemas en los que participamos.
El concepto de transversalidad implica que en el coaching corporal
MARES el aprendizaje puede anudar todas las dimensiones de exis-
tencia de la persona. De esta forma, un aprendizaje conductual en el
ámbito familiar puede redundar en un cambio en el ámbito laboral de
la persona y viceversa. Recuerdo el caso de una coachee que llegó con
el objetivo de adecuar su conducta a un nuevo cargo de subgerencia.
Su conducta tendía a ser considerada inadecuada, realizaba interven-
ciones juzgadas como fuera de lugar, interrumpía permanentemente
y vestía en forma infantil de acuerdo a su cargo y compañía. El trato
hacia sus colaboradores carecía de liderazgo y dirección. Se me solicitó
realizar una sesión de coaching corporal a fin de trabajar su liderazgo
e imagen personal.
En la sesión observé que, efectivamente, sus patrones de movimien-
to, su gestualidad y su forma de vestir impresionaban «como de niña»:
esto coincidía con una dinámica familiar bastante infantilizada para su
edad. El trabajo en sesión se focalizó, entonces, en tomar conciencia de
cómo era sentirse «en el rol de líder» pero desde el cuerpo. Mirarse y
reconocerse en sus diferentes posibilidades corporales, una especie de
autodiagnóstico «sentido».
Para la coachee, el desafío consistió fundamentalmente en darse
cuenta y hacerse cargo de su propia decisión de querer seguir siendo y
proyectando a los otros esta forma de ser en todos los planos de su vida,
incluso en el laboral. El costo estaba claro: de no generar los cambios
esperados por su jefatura, su ascenso e incluso su permanencia en la

120
Coaching Corporal Mares

empresa, se encontraba en peligro. Pese a lo anterior, para la coachee,


el cambio no era una decisión deseable en su aquí y ahora, ya que
llevaba de la mano un costo identitario en el resto de las dimensiones
o sistemas sociales en los que se desenvolvía. En otras palabras: ella
necesitaba y quería seguir siendo niña para su familia y temía que
actuar como adulta en su rol laboral, involucrara para ella un cambio
que afectara otras dimensiones de su vida.
En este caso, como en muchos otros, la posibilidad de cambio
está frenada por la imposibilidad de sentirse a gusto en un rol de líder
(tal como lo entiende la compañía), y en el impacto que los cambios
conductuales pueden tener en otros contextos personales, sobre todo el
familiar. A esto es a lo que llamamos transversalidad; es decir, trabajar
en una dimensión o rol de la persona, puede impactar otras dimensiones
de su vida y por tanto, los subsistemas a los que pertenece, facilitando
o dificultando dichos aprendizajes.
Creemos que todo trabajo de coaching debe considerar el posible
impacto en las diferentes dimensiones de la vida de la persona. Con-
siderar este aspecto, es fundamental para poder mantener cambios en
el tiempo. Un aprendizaje nuevo modula, no solo al individuo sino
que también al sistema mayor en el cual está inserto. De esta forma, el
organismo regula por sí mismo los rangos de intensidad de los cambios
a fin de mantener un equilibrio entre sus propios subsistemas internos
y el sistema o sistemas mayores a los que pertenece. Muchas veces
esto puede llevar a la decisión del coachee de suspender un trabajo de
aprendizaje transformacional (tal vez intuyendo el impacto que implica
en los otros subsistemas en los que participa), y será parte también de
su sabiduría organísmica, una especie de «saber cuándo detenerse».
En el caso de la coachee antes mencionada, un caso en el que
efectivamente no se logró el objetivo, ella pudo identificar sus propias
alternativas y, en conciencia y libertad, decidir respecto de sí misma.
En el MARES, este proceso de darse cuenta y decidir en conciencia
es fundamental, siendo siempre la persona quien fija los bordes de su
aprendizaje.
En síntesis, creemos que un trabajo de ampliación conductual como
el que realizamos con nuestro modelo, modula con frecuencia el sentido
identitario en otros ámbitos de la vida. El impacto de este aprendizaje,

121
Carmen Parraguez Grass

dado su carácter transversal, modula muchas veces el funcionamiento


en otros subsistemas. Tomar conciencia de esto y hacerse cargo, da
soporte y responsabilidad personal al proceso de cambio.

5. El aprendizaje requiere confiar


Para graficar este principio me gustaría partir con un ejemplo. Si me
enfrento a una situación de estrés y actúo como si nada me sucediera,
ya que tengo una conversación interna del tipo «debo controlarme»;
es posible, que a nivel corporal se me rigidice la musculatura y logre
disminuir el correlato fisiológico de la ansiedad como el temblor, el
tartamudeo o la taquicardia.
Pero si, pese a mis esfuerzos por controlar dicho correlato fisioló-
gico, la contracción muscular no es suficientemente efectiva, es posible
que tome un ansiolítico para sentirme tranquila y poder aparecer al
mundo como si «todo estuviera bien», aun cuando en mis conver-
saciones internas mi discurso a esas alturas sea de pánico, «se van a
dar cuenta y me van a considerar una tonta, no pasaré la evaluación,
perderé el respeto de mis compañeros, se burlarán de mí, etc.».
Si analizamos lo anterior, es posible que a nivel racional, considere
que no corresponde la expresión ansiosa que se origina del miedo y,
en vez de confiar en su aparición, que tal vez me prepara o previene
de algo, trate de eliminarlo como un correlato desagradable y poco
deseable socialmente.
A este proceso de «no confianza» en lo que me aparece desde lo
corporal, lo llamaremos «control interno» o «control de emociones»,
que si bien muchas de las veces logra su objetivo de adecuación so-
cial en el corto plazo, a la larga puede acarrear trastornos somáticos
y enfermedades, algunas veces crónicas, con una desconexión cada
vez mayor de nuestro sentir. Esta especie de disociación entre lo que
somos y lo que queremos ser y aparecer a los otros, se constituye en
una suerte de negación de nosotros mismos. Como si un «no ser lo
que somos» fuese mejor alternativa que aceptar cómo estamos siendo
en el momento presente.
Como bien lo señala Jung «La capacidad de dominar nuestras
emociones, que puede parecernos muy deseable, sería una consecución

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Coaching Corporal Mares

discutible desde otro punto de vista, porque privaría a las relaciones


sociales de variedad, color y calor» (Jung, 1976, p. 21). Si deseamos
aprender, para ampliar nuestros recursos, debemos trabajar a la in-
versa; llevar la atención a la sensación del cuerpo, escucharlo, sentir
el latido acelerado del corazón, permitirnos el temblor del miedo, la
temperatura, el tono muscular de las zonas contraídas, el ritmo acele-
rado de la respiración. Si lo hacemos, si permitimos que ocurra, puede
sucedernos algo asombroso.
La mente deja de atender a los pensamientos y recobra protago-
nismo la sensación. Si sistemáticamente habitamos desde este sentirnos
desde el cuerpo, experimentamos una sensación de vitalidad y bienestar
que abre las puertas al aprendizaje desde la confianza. Desde aquí, todo
lo que se siente y se hace, es lo único que se puede sentir y hacer en el
momento presente. Al cabo de un tiempo, una sensación de seguridad
aparece en este instalarse desde la certeza de la propia presencia en el
aquí y ahora.
Si nos damos cuenta, al decir que el aprender requiere confiar,
estamos diciendo que desde el cuerpo no existe el error, todo lo que
aparece es parte de lo que orgánicamente el cuerpo necesita desplegar
para desenvolverse en un entorno específico, en un momento determi-
nado. La mayoría de las veces en situaciones de miedo o ansiedad, no
es el cuerpo el problema —aunque es sobre este sobre el que se actúa
con fármacos y técnicas de relajación—, sino que es en el dominio
mental donde aparece el gran enemigo de la confianza: el miedo, y
frente a este, el control.
Para el MARES el control es la ilusión que construimos en el
dominio mental, negando el potencial de información valiosa y crea-
tiva del organismo como un todo. Lo que ocurre varía de persona a
persona, dado que somos organismos con una biología diferente y con
historias distintas; sin embargo, hay un patrón común en la mayoría
de las ocasiones: el dejar de intentar direccionar la sensación permite
que esta surja en su mensaje creativo y de bienestar para el organis-
mo. Lograr aceptar la sensación, disminuyendo el poder regulador de
las conversaciones internas, confiando en el cuerpo y sus dinámicas
internas, acomoda la experiencia de manera creativa, manteniendo un
funcionamiento adaptativo y de sobrevivencia.

123
Carmen Parraguez Grass

En los casos en los que existe una alteración biológica de base o


alguna psicopatología, el tratamiento deberá ser derivado al ámbito que
corresponda. Tal como lo señalamos en el capítulo 1, el coach deberá ser
capaz de distinguir cuando sus competencias llegan al límite en cuanto
al trabajo con el coachee. En cuadros de tipo psiquiátrico, la dinámica
interna se encuentra alterada y por ende la acción farmacológica y te-
rapéutica será la adecuada, a lo menos en una primera instancia, para
que el organismo retome un funcionamiento de equilibrio interno; esto
independiente de que en su origen y/o desarrollo inicial haya sido de
carácter psicoemocional.
Como hemos visto, el tema de la confianza aparece directamente
relacionado al del control. En el ámbito cotidiano y laboral suele darse
mayoritariamente en personalidades más bien rígidas, con tendencia a
estilos laborales directivos y relaciones interpersonales de tipo formal.
Es recurrente la falta de repertorio conductual con síntomas físicos
(contracturas, dolores musculares, de cabeza, etc.), emocionales, (sen-
sación de ansiedad generalizada) y mentales (pensamientos negativos
y de desconfianza). La estrategia predominante de control genera en
muchas ocasiones un estado de contractura generalizada, que dificul-
ta el acceso a un mayor número de alternativas conductuales, ya sea
porque el dolor acapara un foco permanente o bien porque el movi-
miento se ve dificultado y la mente mantiene los patrones aprendidos
de forma inamovible, con una emocionalidad estancada. El control
excesivo aparece entonces paradójicamente como la causa de los sín-
tomas o conductas que pretende modificar o eliminar, cayéndose así
en un círculo vicioso difícil de detener. En nuestra cultura occidental el
control es utilizado como un antídoto frente a emociones no deseadas,
como el miedo, la rabia y la tristeza, siendo gran parte de las veces, el
remedio peor que la enfermedad.
En los estados de angustia, comunes en sociedades altamente
competitivas, el intento de la mente por controlar la situación no hace
sino aumentar la sensación de miedo, llegando a límites de sufrimiento
y limitación laboral. En estos casos, permitir que funcionen niveles de
inteligencia que son propios del dominio corporal y, que se expresen
sin disociaciones innecesarias y en ocasiones mucho más patológicas,
implica «soltar» el control y confiar en el cuerpo. «Dejar que el cuerpo

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Coaching Corporal Mares

ocurra», es reconocer con humildad nuestra ignorancia respecto a esta


maravillosa y perfecta arquitectura humana capaz de autorregularse.
Esta inteligencia corporal o sabiduría organísmica, se da en el proceso
de acoplamiento estructural organismo-entorno, que Perls denomina
«la situación»:

Todo control, incluso el control externo interiorizado –«Tú


debes»– interfiere con el funcionamiento sano del organismo.
Hay solamente una cosa que debe ser la que controla: la si-
tuación. Si entendemos la situación en que nos encontramos y
dejamos que sea ella la que controle nuestros actos, entonces sí
que hemos aprendido a encarar la vida. Ustedes saben esto por
algunas situaciones como es el conducir un automóvil. No se con-
duce de acuerdo a un programa «quiero conducir a 100Km/h».
Se conduce de acuerdo a la situación. Se conduce diferente de
noche, en tráfico o cuando se está cansado. Escuchamos a la
situación. Mientras menor sea la confianza en nosotros mismos,
menor es el contacto con nosotros y el mundo, mayor nuestro
deseo de controlar. (Perls, 1974, p. 31)

7. Aprender implica «sostener»


Confiar no significa no sufrir, en ocasiones el dolor es parte del
proceso y a veces los seres humanos tendemos a evitarlo, ya sea negando
el dolor, racionalizándolo o transformándolo en una especie de lo que
llamamos andar siempre con «carita de cumpleaños». Una especie de
máscara que nos protege de la sensación corporal, emocional y psíquica
que implica conectarse con «la situación». La huida de la tristeza, no
es sino otra forma de engañarnos a nosotros mismos. Las emociones,
reflejan el «estado del arte» en el que nos encontramos. Es por esto
que es tan fundamental «la situación», escucharla, sentirla, mirarla,
detenerse en ella, pero para esto es fundamental ser capaz de sostenerla.
El tipo de trabajo muscular que más se asocia al sostener, es el
ejercicio llamado isométrico. En este, a diferencia del ejercicio isotónico,
se trata de «sostener algo estando quieto, a menudo en condiciones de
una resistencia sustancial o máxima» (Coulter, 2011, p. 32). Una de las
actividades corporales que mayor coincidencia tiene con la capacidad
de sostener es el yoga y específicamente, el Hatha Yoga. En este tipo de

125
Carmen Parraguez Grass

yoga, el énfasis está dado por la mantención de posturas estáticas en


períodos de tiempo prolongados, manteniendo una respiración coordi-
nada con el movimiento. Así, cada postura representa la mantención del
esfuerzo en una posición donde la tensión de ciertos grupos musculares
se hace más y más intensa. Este esfuerzo muscular mantenido, genera
la sensación interna de resistencia, que puede ser trabajado desde el
plano mental como un «puedo sostener el esfuerzo», «puedo sostener
la tensión». En nuestro modelo, este tipo de práctica, puede alcanzar
una dimensión existencial de «puedo sostenerme a mí mismo», donde
lo físico, emocional y mental llevan al coachee a percibir su propio
sostén interno. La sensación de fuerza interior que puede desarrollarse,
es una interesante herramienta de apoyo a los procesos de coaching
corporal en los que se requiere la capacidad de sostener las tensiones,
que, muchas veces, los procesos de aprendizaje y cambio implican.
Por otra parte, la capacidad de sostener de ciertos grupos mus-
culares, requiere paralelamente un estado muscular de relajación en
otros músculos. Como los músculos voluntarios son coordinados por
activaciones del sistema nervioso central y, para elongar requerimos
que el músculo esté relajado, es fundamental en el yoga el sostener
desde una fuerza muscular que conjuntamente implique el trabajo
de grupos musculares relajados. De lo contrario, se provoca dolor,
lo que hace que la activación del sistema nervioso tense nuevamente
el músculo y evite la elongación. Al revés, el estiramiento cuidadoso
y mantenido, genera un estado de relajación que, a su vez, favorece
la elongación, ya que perturba al sistema nervioso permitiendo que,
en condiciones normales, el músculo se relaje. Tensión y elongación
muscular, es finalmente lo que permite el movimiento.
Sostener no significa un uso excesivo de la fuerza, un desgaste per-
manente, un envejecimiento. Sostener significa utilizar la inteligencia
del cuerpo, dejar que el cuerpo se acomode al desafío. El máximo logro
no implica un uso excesivo de la fuerza muscular, sino que un trabajo
que no provoque ni dolor ni molestia y que permita lograr el objetivo
de movimiento, sin sobreexigencia, sino más bien desde la sutileza del
movimiento. Cuántas veces hemos visto o hemos sido nosotros mismos
protagonistas de movimientos que, al aplicar fuerza innecesaria, nos
daña o daña. Andar «a tontas y a locas» acelerados en el día a día de

126
Coaching Corporal Mares

una ciudad congestionada, muchas veces nos coloca en una situación


de sobre agitación y en un uso innecesario no solo de la fuerza, sino
también de la velocidad del movimiento. Todo esto al contrario de
potenciarnos y energizarnos, nos agota, nos cansa y nos estresa. Anat
Baniel discípula de Feldenkrais lo describe:

El uso excesivo de la fuerza, ya sea física, mental, emocional


o espiritual, apaga nuestra vitalidad; hace que sintamos menos,
que no podamos experimentar plenamente lo que significa sinto-
nizar con lo que estamos haciendo. Además nos provoca dolor,
notamos limitaciones y sufrimos, y al final del día nos sentimos
más viejos innecesariamente Cuando recudimos la fuerza que
utilizamos, vivimos más el presente, somos más conscientes de
los que estamos haciendo y empezamos a captar diferencias más
sutiles. (Baniel, 2007, p. 97)

El uso inteligente de nuestro cuerpo implica atender a lo que el


modelo denominará los 4 ejes del coaching corporal: movimiento,
atención, respiración, y expresión simbólica. Estas 4 dimensiones se-
rán abordadas en el capítulo siguiente a fin de entregar herramientas
específicas para abordar el coaching corporal desde el presente modelo.
En síntesis quisiera dejar algunas conclusiones generales y agregar
un comentario en relación a las herramientas de trabajo que serán útiles
a la hora de utilizar nuestro modelo:

• Si la inteligencia o cognición, son también capaces de operar


efectivamente en ausencia del lenguaje; y si para el desarrollo de
la inteligencia lógico-formal el ser humano ha requerido de un
aprendizaje corporal previo; no es de extrañar que un proceso
de aprendizaje que considera el cuerpo sea más eficiente a la
hora de evaluar su mantención en el tiempo y su transversa-
lidad a los diferentes escenarios que la persona enfrente, que
un aprendizaje que no lo contempla.
• El aprendizaje desde el cuerpo es una condición fundamental
para el desarrollo de nuevas conductas en un adulto. Dado que
si bien este posee las funciones lógico-formales necesarias para
comprender por qué es necesario llevar a cabo un cambio en su
manera de actuar, requiere el correlato corporal de base a este

127
Carmen Parraguez Grass

complejo proceso conductual; esto asegurará incorporar esta


nueva forma de ser y hacer en forma constante, mantenerla en
el tiempo y, sobre todo, hacerla transversal. La no incorpora-
ción de este explica la problemática frecuente en personas que
quieren realizar un cambio pero que pese a tener las razones
y argumentos no pueden lograrlo.
• No se puede llevar a conducta algo que parte solo desde la
razón o que no ha sido corporeizado previamente ni siquiera
en un espacio imaginario. Desde aquí se entiende el éxito de
técnicas de imaginería que sitúan a la persona desde un cuerpo
imaginario en situaciones esperadas, como un estadio prepara-
torio al cambio conductual. Técnicas del tipo «imagínese que
usted se encuentra en un espacio… cómo se siente, qué colores
observa… cambie el color de la foto, achíquela, ¿cuál es su
sensación ahora? La lógica imperante en este tipo de enfoques,
como el de la Programación Neurolingüística es el mismo
desarrollado en los estudios de Piaget. Algunas de las técnicas
de la Terapia Gestalt, son también un buen ejemplo de esto.

128
Capítulo 5
Fases del modelo MARES

En el presente capítulo, abordaremos las cuatro fases del coaching


corporal desde el modelo MARES. En el desarrollo de cada una de estas,
entregaremos orientaciones específicas a fin de distinguir su aplicación
y objetivo, así como también algunas técnicas para abordar el trabajo.
Las fases que desarrollaremos son:
1. Alineamiento del coach
2. Indagación psicocorporal
3. Intervención MARES
3.1. Movimiento
3.2. Atención
3.3. Respiración
3.4. Expresión Simbólica
4. Plan de Mantención

1. Alineamiento del coach


El coaching corporal MARES sugiere a nivel del coach la realiza-
ción de un breve alineamiento inicial para el posterior trabajo con el
coachee. En este alineamiento, el coach realiza una preparación previa
a la sesión, mediante un ejercicio personal que promueve el aumento
de la conciencia sobre su cuerpo, su emocionalidad y su pensamiento.
Este ejercicio dura aproximadamente 5 minutos, y le permite estable-
cer su referente de centro y equilibrio, aumentando su capacidad de
identificar lo que es suyo en la dinámica de relación y, diferenciarlo de
lo que trae el coachee a la sesión.

129
Carmen Parraguez Grass

La realización de este tipo de alineamiento permite darse cuenta de


los diálogos internos, soltarlos si es necesario y focalizarnos en com-
prender a la persona. No se trata de eliminar dichas conversaciones,
sino de mirarlas, disminuyendo así su poder distorsionador. Esto nos
permite recibir a la persona en la frescura directa y novedosa del aquí
y ahora e instalarnos al servicio de la sesión.
En resumen: alinearse es conectar con nuestro centro corporal de
modo de limpiar el espacio relacional e identificar las conversaciones
internas.
El alineamiento que describiremos a continuación, requiere un
conocimiento previo del coachee por lo que, de ser la primera sesión,
se parte desde el punto 2.
Previo al inicio de la sesión:

1. El coach sentado y con los ojos cerrados, visualiza al coachee


tal y como si lo tuviese enfrente. Es importante en este ejerci-
cio que el coach se permita una visualización libre, lo menos
intencionada posible, en la que deje aparecer las imágenes,
diálogos y sensaciones que le surjan naturalmente.
Manteniendo en paralelo, un hilo de atención fluctuante hacia
dicha imagen, se procede a pasar a los siguientes pasos.
2. El coach identifica sus propias sensaciones corporales, reali-
zando un recorrido atencional por todo su cuerpo desde abajo
hacia arriba. Parte por registrar la sensación de la planta de
los pies sobre el suelo, la zona de piernas y glúteos, atención a
la espalda y abdomen, atención a la zona del cuello, hombros,
brazos, manos y dedos, atención a la nuca, la coronilla, los
músculos de la cara.
3. Identifica cualquier emoción que aparezca desde la sensación
en el cuerpo, en qué parte se siente y cómo, cuál es la tempe-
ratura, extensión, densidad, peso, etc.
4. Inicia la técnica de respiración completa y profunda (que será
detallada en el presente capítulo), llevando la atención única
y exclusivamente a la respiración. Los pensamientos se obser-
van y se dejan ir, sin juzgar ni controlar; se suelta todo tipo de
conversación interna y se vuelve la atención a la respiración.

130
Coaching Corporal Mares

5. Finalmente el coach, poco a poco, va volviendo a la situación


presente, regularizando su respiración, retomando la sensación
corporal y focalizando su atención en algún centro corporal
que perciba firme, ya sea columna, bajo vientre o pecho, rea-
lizando una respiración normal y profunda, intencionando el
hacerlo desde dicho centro.

Mediante este simple ejercicio, hemos realizado nuestro alinea-


miento inicial y podemos iniciar la sesión.

Algunos aspectos que favorecen el alineamiento del coach


Si bien no es objeto del presente libro el desarrollar en extenso
temas como el de la alimentación, me parece fundamental esbozarlo,
dado que, como dicen los chinos, «somos lo que comemos» y dado que
trabajamos desde el cuerpo, considero importante el conocer cómo una
buena alimentación favorece nuestro trabajo y el del coachee.
El proceso de alimentación implica también una manera de lle-
var la atención a nuestro sentir desde el cuerpo. El desarrollo de una
alimentación consciente nos provee de una mayor sensibilidad a la
sensación interna y externa, ambas fundamentales en el acto de comer.
De esta forma, la alimentación pasa a ser, desde el MARES, no solo
un instrumento de sobrevivencia y placer, sino que también un espa-
cio para darnos cuenta y aumentar el número de distinciones a nivel
físico, tales como la temperatura, el sabor, el olor, la textura y el color
de los alimentos. Esta conexión con lo que ingerimos, a la larga, actúa
como un excelente filtro a aquellos alimentos que no nos aportan o
que derechamente nos hacen mal. El cómo mezclamos los alimentos,
facilita u obstaculiza el proceso digestivo y, por tanto, nuestra salud,
siendo recomendable el mantener una alimentación rica en agua,
frutas y vegetales frescos y de estación, y baja en azúcares, harinas y
grasas. La ingesta de dichos alimentos mantiene nuestro cuerpo lim-
pio e hidratado, de manera de permitirnos realizar también el trabajo
físico que implica el dirigir grupos y personas desde un movimiento
consciente. Equilibrar las comidas en cuanto a su cantidad y ocasión,

131
Carmen Parraguez Grass

favorece el trabajo, tanto del coach como del coachee, y fortalece el


cuidado del cuerpo31.
Por otra parte, tal como revisamos en el capítulo 1, vivimos en
una sociedad que fomenta cuerpos eficientes y energetizados, en los
que el descanso y el ocio parecieran poner en riesgo la rentabilidad
del sistema productivo. Nos encontramos cada día más, con cuerpos
cansados y sobreexigidos, no solo por el sistema laboral, sino por el
entramado completo de sistemas familiares y sociales. En este marco,
nos parece fundamental que el coach corporal posea la distinción vi-
vencial del descanso y el sueño, como parte fundamental del cuidado
de su propio cuerpo. Si queremos trabajar con la capacidad de darse
cuenta corporal, es fundamental el poder darnos tiempo a nosotros
mismos en nuestros propios procesos internos. En este, «no hacer»
del ocio, los grandes filósofos hicieron las grandes preguntas, en este
espacio, la mente divaga y el cuerpo habita, sin ser intencionado por
una actividad específica. Este sentirse no intencionado nos entrega un
cuerpo libre, habitado en su presente total, lográndose una verdadera
presencia en el aquí y el ahora.
Finalmente, el MARES propone que el coach reconozca no solo
la tipología corporal del coachee sino que también la propia, a fin de
trabajar consigo mismo en relación a esta. Esto implica que el coach
reconozca desde el cuerpo sus maneras prevalentes de relacionarse,
emocionar y adaptarse al entorno, favoreciendo prácticas corporales,
que aumenten su propia flexibilidad y ampliación de recursos. Tal como
lo vimos en el capítulo 1, en relación a la biología del conocimiento,
lo que el coach percibe tiene mucho que ver con su propia dinámica
interna y por tanto, en su interacción con el otro, es fundamental que
reconozca los aspectos que responden a sus propias estrategias de
acoplamiento al entorno.
En mi experiencia, existen duplas de coaching más efectivas que
otras, en términos de sintonizarse más fácilmente. A muchos les ocurre
dicho fenómeno como una suerte de mayor afinidad y facilidad en el
vínculo con algunos coachees que con otros. Estas diferencias no dicen
31
Recomiendo al lector interesado, profundizar en propuestas alimenticias tales como
el higienismo y la trofología, ambas destinadas a facilitar el proceso digestivo y
la purificación del organismo como forma de aumentar la vitalidad y el bienestar
físico, emocional y psíquico.

132
Coaching Corporal Mares

relación únicamente con la historia que la persona trae o con el tema


a trabajar, sino que, muchas veces, dicen relación con los estilos de
cada uno. Dichos estilos tienen a la base varios elementos, que refieren
a su estructura biológica, su historia de interacciones y a la continua
actualización del sí mismo en este proceso adaptativo.
La sensación de desacoplamiento o dificultad en la relación con
el coachee puede deberse en muchos de los casos, a encontrarnos con
estructuras muy diferentes a las nuestras y a nuestra propia falta de
ductilidad. En este caso, el coachee representa un desafío adaptativo
y más aún, este desafío es el que nos solicita ayuda.
En el marco de la ética de un trabajo que realizamos desde el
cuerpo, es recomendable conocer al otro desde esta dimensión y por
sobre todo a nosotros mismos. Esto implica saber cuáles son nuestras
disposiciones fundamentales a fin de estar disponibles para el trabajo
con diferentes tipos de personas. Reconocer cómo trabajar en nosotros
mismos estos aspectos de la relación, implica un trabajo personal que
parte por conocernos no solo desde lo psíquico y emocional, sino que
por sobre todo, desde la dimensión corporal.

2. Indagación psicocorporal
Como hemos analizado, para realizar un proceso de coaching
corporal desde nuestro modelo, es necesario no solo conocer la corpo-
ralidad del otro sino que también la nuestra. Para esto, nuestro modelo
utiliza la indagación psicocorporal, la que nos ayuda a incorporar la
dimensión física en la comprensión de lo que somos.
Para poder comprender el proceso de constitución del tipo corporal
debemos entenderlo como una serie de interacciones que se remontan
al inicio de la vida. Este proceso se inicia en la fecundación, con la
fusión del espermatozoide y el óvulo, que da lugar al cigoto cuyo ADN
contiene información de ambos progenitores. Un proceso de división y
diferenciación celular determina la formación de los diferentes órganos
y tejidos, de acuerdo a una organización establecida. Este proceso se
da habitualmente como un viaje que parte en el óvulo fecundado para
luego transitar a través de las trompas de Falopio hasta producirse su

133
Carmen Parraguez Grass

anidamiento en el útero. Cuando se acerca el momento del nacimiento,


el feto pasa por el canal de parto para finalmente salir al mundo exterior.
En este viaje, la dinámica de interacción organismo-entorno en
cada persona se desarrolla bajo condiciones distintas, tanto a nivel de
temperatura, luminosidad, textura, presión, etc. Todo esto es parte de
un continuo de perturbaciones en las que el ser humano se encuentra
inmerso durante toda su vida y que, constituyen una modulación
permanente. Los caminos que tome dicho proceso serán, como señala
Maturana, verdaderas derivas de desarrollo que tomarán los cauces
disponibles dentro del proceso de mutua modulación entre el orga-
nismo y su entorno.
Si bien este proceso no concluye hasta nuestra muerte (en la que
incluso continuamos conformándonos en algo diferente de lo que
éramos por la acción de diversos agentes biológicos y los minerales
de la tierra), el impacto de las perturbaciones del entorno muestra ser
mayor en etapas embrionarias, y va disminuyendo hacia la adultez del
ser humano con la presencia del lenguaje y su poder representativo y
volitivo.
Esto significa que un impacto de alta intensidad en el entorno intra-
uterino, puede afectar con gran intensidad la estructura del organismo,
determinando muchas características de la etapa adulta. La compleji-
dad adquirida con el desarrollo, puede ser asimilada de mejor forma
sin alterar mayormente la estructura biológica del sujeto. En otras
palabras, con el tiempo y el desarrollo de nuestra biología nos vamos
asentando en una definición estructural que nos instala más resistentes
y/o fuertes y menos vulnerables y/o flexibles a cambios estructurales.
Los teóricos de las relaciones de objeto y en especial Bowlby, con
su teoría del apego, plantea la existencia de una suerte de «cableado»
biológico que establece la importancia de los tres primeros años de
vida en el desarrollo del ser humano, siendo claves en el desarrollo
emocional y mental de la persona. Asimismo las investigaciones de
Ainsworth confirman lo postulado por Bowlby, en relación al impacto
de la interacción inicial del niño con su primera figura de apego (Rifkin,
2010). Los estudios de Piaget, mencionados anteriormente, respecto
de la importancia de los primeros años de vida en el desarrollo de la
inteligencia, así como el fundamento de muchas corrientes psicológicas

134
Coaching Corporal Mares

en relación a la conformación de la estructura caracterológica en los 3


primeros años de vida, confirman también este fenómeno.
Esto no quiere decir que como seres humanos estemos predeter-
minados por esta primera etapa de desarrollo. Los estilos de interac-
ción con el entorno, que hemos aprendido y que nos han modificado,
implican una recurrencia que nos habla solamente de una prevalencia
en la forma de manejarnos con el medio. Esto no significa una impo-
sibilidad de modificación; sin embargo, el reconocimiento del impacto
de las perturbaciones en etapas iniciales, nos permite abrir una mirada
comprensiva hacia el fenómeno del cambio y sus rangos de expansión
desde el cuerpo, no como un establecimiento de límites rígidos, sino
más bien de márgenes flexibles, una consideración que implica cuidado
y respeto a la historia construida en esta deriva de interacciones.
La indagación psicocorporal implica reconocer desde el patrón
repetitivo primordialmente biológico, hasta el más complejo, que incor-
pora componentes emocionales y mentales. Nuestra biología desarrolla
estrategias adaptativas y de sobrevivencia que, en condiciones norma-
les, es decir, de cierta estabilidad, se van acentuando como dinámicas
recurrentes en nuestra historia. De esta forma, nuestra estructura (en
situaciones ideales) se va asentando con grados de organización cada
vez más complejos y diferenciados que permiten respuestas cada vez
más complejas y eficaces en la relación con el medio. El niño frente
a un problema escolar podrá desarrollar alternativas de respuesta de
mayor complejidad en cursos avanzados, que las desarrolladas en eta-
pas de iniciación escolar. En este último caso, por ejemplo, frente a una
problemática de ansiedad por rendimiento, podrá presentar dificultad
en el control de esfínteres en sala y, años más tarde, desarrollará estra-
tegias como el pedir ayuda a sus compañeros o solicitar el apoyo de
un profesor particular a sus padres. Más adelante, en la edad adulta,
podrá solicitar capacitación o bien se autoinstruirá en aquellos temas
en los que sienta falta de recursos. Lo anterior implica un desarrollo
de estrategias de autoapoyo cada vez mayores, que buscan adaptarse
al entorno de la mejor manera posible.
La capacidad que un organismo tenga de enfrentar situaciones
diferentes a la recurrencia establecida en su historia, dependerá de cuán
flexible y variada haya sido su dinámica de interacciones con el entorno

135
Carmen Parraguez Grass

y de cuán flexible y variada haya sido la modulación de los cambios


a nivel de su organismo. Esto último podrá verse, a nivel del cerebro,
como el grado de conectividad cerebral; a nivel emocional, como el gra-
do de ductilidad emocional y, en el plano lingüístico, como el grado de
flexibilidad y posibilidad de apertura frente a nuevas creencias y juicios.
Para el MARES, el objetivo central es el aumento de la plasticidad
conductual; entendiendo que el organismo sano es aquel que en su pro-
ceso de interacción con el entorno se modifica congruentemente con su
necesidad adaptativa de bienestar personal. La falta de congruencia en
la modificación del organismo frente a los cambios del entorno, impide
un devenir armonioso entre el hombre y su mundo, traduciéndose en
todo tipo de dificultades tanto físicas como psíquicas y emocionales.
El reconocer la estructura corporal de la persona, implica com-
prender no solo su biología, sino que también su historia y, las sig-
nificaciones que ha ido construyendo en el devenir de esta. Biología,
historia de interacciones y significaciones, conformarán un todo que se
traduce en estrategias adaptativas o predominios conductuales. Estos
tres dominios corresponden a los ya identificados anteriormente como
las dimensiones de la conducta del ser humano: cuerpo, emoción y
lenguaje, respectivamente. En este proceso de modulación entre estas
tres dimensiones, el cuerpo se articula como una especie de grabado o
escultura, en donde quedan archivados los vestigios de dicha dinámica
de influencia mutua. Esto es fácil de observar en cuerpos de diferentes
culturas, climas y en personas con historias de vida diferentes. El cuer-
po de un hombre víctima de traumas severos durante su infancia, nos
hablará no solo de su dinámica biológica sino que también de cómo
esta ha sido perturbada por sus experiencias emocionales y mentales.
Dichas experiencias forman parte viva de su arquitectura corporal,
llegando a dibujarse contingentemente con la forma de sus hombros,
la expansión o contracción de su pecho, su arraigo o desarraigo al
caminar y, muchos otros elementos observables a nivel físico, que nos
hablan de una historia hecha postura, musculatura y movimiento.
De esta forma, en el presente modelo al trabajar con el cuerpo del
coachee, reconocemos no solo su biología, sino también su forma de
adaptarse a las diferentes situaciones. Lo anterior nos facilitará orientar
un trabajo acorde a las necesidades y recursos de la persona. Para esto

136
Coaching Corporal Mares

consideramos importante conocer algunas de las principales clasifica-


ciones de tipos corporales que nos permitirán realizar una indagación
psicocorporal al servicio de nuestro trabajo.

Algunas clasificaciones de biotipos útiles para la indagación


El estudio de la forma y transformaciones del cuerpo humano ha
sido tema de interés desde épocas muy antiguas. Ya en el 400 a.C. Hipó-
crates describía tipos físicos asociados con los elementos fundamentales:
aire, tierra, fuego y agua. La preocupación por el cuerpo humano, que
caracterizó a los griegos de la Antigüedad se tradujo en la descripción
de dos tipos generales: los tísicos o delgados, con predominio del eje
longitudinal sobre el transversal y a los que les suponían tendencias a
la introversión y los apopléticos o musculosos, con predominio del eje
transversal. Durante el Renacimiento se retoma la preocupación por
la morfología corporal, y a fines del siglo XVIII, destacan las escuelas
biotipológicas que, en términos generales, clasifican los tipos corporales
según sus características anatómicas y temperamentales, variando la
descripción de cada tipología según si el énfasis es genético, ambiental
o psíquico. Según Sierra Zamorano (2007):

Algunas de las clasificaciones más difundidas son las de Si-


gaud y McAuliffe (muscular, respiratorio, digestivo y cerebral),
Martiny (cordoblástico, ectoblástico, endoblástico y mesoblás-
tico), Manouvrier (braquiskele, macroskele y mesoskele), Viola
(brevilíneo, longilíneo y normotipo) y Pende (longilíneo esténico
tónico, longilíneo hipoesténico hipotónico, brevilíneo esténico
y bracilíneo e hipoesténico). (p. 7)

En la década de 1930, el psiquiatra y neurólogo alemán Ernst


Kretschmer estudia enfermos mentales y busca la correlación entre las
patologías y la composición corporal, relacionando el biotipo con hábi-
tos y caracteres de la esfera psíquica. A partir de sus estudios, establece
un clasificación de tres tipos: asténicos o leptosomáticos, atléticos y
pícnicos. Por su parte, Sheldon influenciado por Kretschmer, desarrolla
el concepto de somatotipo, haciendo énfasis en el análisis de las carac-
terísticas de adiposidad, musculatura y linealidad en los cuerpos. Los
somatotipos de Sheldon tienen como referencia las capas embrionarias

137
Carmen Parraguez Grass

(endodermo, ectodermo y mesodermo) de donde se derivan los tejidos,


llegando así a una clasificación de tres somatotipos: el endomorfo ca-
racterizado por un predominio del sistema vegetativo y tendencia a la
obesidad, con una masa flácida y formas redondeadas; el mesomorfo
con predominio de los tejidos que derivan de la capa mesodérmica
embrionaria (huesos, músculos y tejido conjuntivo), presentan mayor
masa musculoesquelética y, el ectomorfo con predominio de tejidos
que derivan de la capa ectodérmica (sistema nervioso central y piel)
con un cuerpo de formas lineales y frágiles. (Sheldon, Stevens; 1972).
Montseny (2002) tomando la descripción somatotípica de Sheldon
realiza una clasificación en la que el ectodermo se asocia al pensamiento,
el mesodermo a la acción y el endodermo al sentimiento. En Chile, como
se señaló en capítulos anteriores, la bióloga Carmen Cordero desarrolla
un modelo que define también tres tipos corporales: el explicativo, el
relacional y el motriz, todos ellos asociados a una arquitectura corporal
que incorpora las características morfológicas de los biotipos descritos,
(linealidad, adiposidad y musculatura) relacionándolos con estrategias
adaptativas, estilos de pensamiento y emocionalidad predominante.
En la India, la milenaria medicina ayurvédica, describe tres bio-
tipos o doshas denominados Vata, Kapha y Pitta, los que se asocian
a características no solo físicas, sino que también psicoemocionales,
vinculadas al igual que la mayoría de las clasificaciones, a una morfo-
logía de linealidad, adiposidad y musculatura, respectivamente.
Por otra parte, como lo vimos en el capítulo 1, Lowen (2011) describe
5 tipos: el esquizoide, el oral, el masoquista, el psicópata y el rígido. Su
clasificación se funda en la estructura caracterológica de cada persona,
describiendo en ella condiciones bioenergéticas, características físicas,
correlaciones psicológicas y factores de causa o históricos asociados32.
32
El Esquizoide se caracteriza por ser una personalidad dividida, disociando
el pensamiento y los sentimientos. Está en constante actividad mental, ha-
ciendo esfuerzos supremos para interpretar su mundo, para sentirse seguro.
Ve peligros en forma permanente. Su cuerpo es estrecho y apretado, con
mucha fuerza muscular que usa para reprimir los impulsos, sentimientos y
emociones, a los cuales teme. El Oral tiende a mantenerse dependiendo de
otros, apoyándose en ellos y temiendo que lo abandonen y dejen solo. Les
encanta hablar de sí mismos, de sus éxitos y triunfos, buscan ser el centro
de su círculo, la admiración y la atención de los demás. Las relaciones son
difíciles porque exigen más de lo que dan y sus necesidades de atención y
afecto parecen ser insaciables. El Masoquista muestra sumisión externa

138
Coaching Corporal Mares

Al revisar todas estas clasificaciones, nos encontramos con coinci-


dencias que nos permiten integrar los principales aportes y construir
un marco único de indagación que recoge las principales características
físicas, psicológicas y emocionales comunes a cada tipo corporal. Lo
anterior es posible, dada la coincidencia existente en las descripciones
biotípicas presentadas, y por lo tanto nos parece que introduce una
rigidización indeseable y pretenciosa alinearse con una sola de ellas o
bien generar nuevas tipologías más allá de las muchas ya desarrolladas.
La incorporación por separado de la clasificación de Lowen se
fundamentan en el hecho de que se construye en el marco de la psico-
dinámica del carácter y por tanto recoge la mirada reichiana respecto
a la relación entre el dinamismo psíquico y las estructuras somáticas.
Si bien nuestro modelo no trabaja desde clasificaciones psicodinámicas,
considero que es importante conocer sus distinciones clínicas dado su
importante aporte al trabajo de modelo, fundamentalmente a nivel de
movimiento y respiración. (Ver imagen 9).

• Explicativo • Motriz • Relacional


• Cerebral • Muscular • Digestivo
• Ectoblástico • Mesoblástico • Endoblástico
• Asténico • Atlético • Pícnico
• Ectomórfico • Mesomórfico • Ciclotímico
• Vatta • Pitta • Kapha

Tipo A Tipo B Tipo C

al gusto y disposiciones de los demás, pero en su interior guarda un fuerte


sentimiento de hostilidad y negatividad. La agresividad y la rebeldía quedan
reprimidas, al igual que la expresión del resto de sus sentimientos.

El Psicopático niega todos sus sentimientos, especialmente los de inseguri-
dad, tristeza y miedo, también los sexuales, aún cuando se use el atractivo
y la actividad sexual para atraer, dominar y probar su propio valor y
superioridad. Su mayor temor es que se aprovechen de él. Intenta domi-
nar, desconfía de los sentimientos de los demás. El Rígido, es, en general,
agresivo y ambicioso. Obstinado en su modo de pensar y compulsivo en
su sexualidad. Ahoga toda expresión de sentimientos y de amor, hace
cuanto puede por evitar toda expresión de debilidad y abatimiento, como
el llanto. Mantiene cierta distancia, sin relacionarse emocionalmente con
nadie. Pone el deber antes que el placer.

139
Carmen Parraguez Grass

TIPOS
BIONERGÉTICOS
Rígido DE LOWEN
1

Psicopático Esquizoide
2 5

Masoquista Oral
3 4

Imagen 9: Mapa integrador de los tipos corporales.

En el MARES trabajamos los tipos corporales desde una mirada


indagatoria general que promueve el reconocimiento del potencial cog-
nitivo, emocional y físico tanto del coach como del coachee, trabajando
sobre una sigla del tipo A, B y C, según corresponda, acompañando
con un subíndice del tipo 1 al 5 en los casos en que se incorpore la
nomenclatura de Lowen como elemento adicional desde lo caracte-
rológico y energético. De esta forma, nuestra nomenclatura quedará
como sigue: A1 A2, A3, B1, B2, B3, etc. A continuación detallamos
las características específicas que el modelo utiliza para determinar los
diferentes biotipos. (Ver imagen 10).

140
Coaching Corporal Mares

• TIPO A • • TIPO B • • TIPO C •


• Función psíquica el pensamiento • Función psíquica: la acción • Función psíquica: el sentimiento
• Función física: la percepción • Función física: el movimiento • Función física: la respiración
(comunicación y contacto con el (sostén y movilidad) (producción de energía)
mundo) • Pensamiento práctico y realista • Pensamiento circular expansivo y de
• Pensamiento focalizado, lógico y • Emocionalidad asociada a la rabia procesamiento lento
lineal. • Ambiciosos competitivos, • Tranquilos, pausados y cálidos
• Emocionalidad ansiosa asociada luchadores y orgullosos • Mayor desarrollo de tejido graso
al miedo • Musculatura desarrollada con tendencia en ocasiones a la
• Tendencia a la abstracción y teoría • Desarrollo de tejido graso en la obesidad
• Distancia emocional con momentos adultez - vejez • De piel más bien grasa
de intensidad alta • Flexibilidad corporal disminuida • Poco tono muscular
• Musculatura tensa • Buen metabolismo • Movimientos flexibles
• Huesos y tendones prominentes • Altura media • Metabolismo lento
• Poco tejido graso • Piel más bien oscura o de • Emocionalidad circular entre la
• Piel y cabellos secos pigmentación marcada alegría y la pena
• Temperatura corporal baja • Temperatura corporal alta • Tendencia a perder los límites con
(especialmente en manos y pies) • Respiración torácica el entorno
• Poco volumen muscular • Hacedor • Piel fría y grasa
• Respiración superficial y alta. • tipos caracterológicos más • Dependencia y apego emocional
• Controlador frecuentes, el rígido y el masoquista • Posesividad, complacencia
• tipos caracterológicos más • tipos caracterológicos más
frecuentes esquizoide, oral y frecuentes, el masoquista y el oral
psicopático

Imagen 10: Aproximación integradora de cada tipología considerando las diferentes


dimensiones asociadas a cada una.

Es importante recalcar la diferencia entre la indagación y el con-


cepto de diagnóstico. Cuando hablamos de indagación nos referimos a
considerar el tipo corporal como un eje referencial del proceso y jamás
como rango definitivo de las posibilidades del individuo. El foco com-
prensivo será fundamental en todo el proceso de coaching, nada más
alejado del presente método que la práctica de clasificar personas. La
línea divisoria es: indagar para comprender, versus diagnosticar para
clasificar. La indagación nos permite comprender la estructura biológica
y su historia de interacciones y, por sobre todo, cómo se ha logrado
mantener la sobrevivencia y el equilibrio o desequilibrio. Esto implica
el cuidado sobre el tipo de ejercicios, el tipo de movimiento, el nivel
de intensidad del trabajo, el tipo de alimentación etc., todos elementos
básicos en el desarrollo de una disciplina que tan directamente trabaja
sobre la biología, como es el coaching corporal.
Al igual que el cuidado que debe tenerse al medicar a un paciente,
realizando antes una anamnesis exhaustiva que determine sus alergias,
enfermedades preexistentes o condiciones físicas previas, en el coaching

141
Carmen Parraguez Grass

corporal reconocemos la estructura biológica con su correlato psicoe-


mocional a fin de reconocer a la persona que tenemos frente a nosotros
en toda su complejidad y dinamismo. Si lo anterior es claro para la
farmacología ¿por qué no serlo entonces para el coaching corporal y
todas las disciplinas que trabajan con el cuerpo de las personas?

3. Intervención MARES
Una vez revisada la etapa de alineamiento e indagación psicocorporal,
estamos ya en condiciones de describir el modelo en su estructura interna.
Para esto, realizaremos una división de tipo didáctica con el fin de que sea
clara su aplicación. Partiremos entonces por el trabajo a nivel de movimiento.

3.1. Movimiento
Como vimos en el capítulo 1, para la biología del conocimiento,
el movimiento ocurre en la deriva natural de los seres vivos dotados
de superficies motoras, en contingencia con sus necesidades de sobre-
vivencia. En cada movimiento del ser humano, intervienen una serie
de redes interneuronales que conectan las neuronas sensitivas con las
motoras, generando correlaciones tremendamente complejas, las que
serán vistas como conducta por un observador (Maturana, 1984). De
esta forma, gracias a nuestro sistema nervioso, poseemos una amplia
gama de posibilidades conductuales que se sostienen en el movimien-
to. Hablamos de conductas más simples cuando hacemos referencia a
movimientos reflejos, mientras que son más complejas cuando se trata
de aquellas que son aprendidas; sin embargo, conducta observable
y movimiento constituyen caras de una misma moneda en la que el
cuerpo ocupa un lugar protagónico. Una dimensión de la conducta es,
por tanto, corporal y se realiza a través del movimiento.
En el MARES hablamos de movimiento del cuerpo humano para
referirnos a cualquier desplazamiento del organismo en un espacio,
tiempo y a una velocidad determinada. Lo llamamos actividad física
cuando este movimiento implica un trabajo que involucra el sistema
músculo-esquelético y que aumenta el metabolismo basal. Podemos ha-
cer una segunda distinción de movimiento, al hablar de ejercicio físico,
el cual, si bien es un tipo de actividad física, implica una planificación,

142
Coaching Corporal Mares

una progresión y una finalidad cuyo objetivo es el mejoramiento y/o


mantención de la condición física.
En el MARES trabajaremos con todas estas distinciones, sin olvidar
que el objetivo del modelo se orienta al logro de un proceso trans-
formacional que aumente el bienestar y no a un mejoramiento de la
condición física per se. Sin embargo, muchas veces este mejoramiento
de la condición física, ayuda enormemente al proceso de cambio, ya
que instala nuevas correlaciones internas que lo favorecen, sobre todo
en la medida en que fortalece zonas corporales debilitadas que son
requeridas para facilitar o permitir que ciertos cambios conductuales
se sostengan desde el cuerpo.
Desde el MARES, los procesos de transformación conductual
requieren de una variante corporal asociada a los cambios de movi-
miento, del ser humano. Estos cambios implican variaciones en los
patrones habituales de velocidad, distancia, fuerza y dirección del
movimiento. A nivel biológico, estos cambios constituyen cambios de
estado contingentes a nuevas correlaciones sensoriomotoras, que se
dan en la recurrencia del trabajo de movimiento que intencionamos
mediante nuestro modelo de coaching corporal.
El trabajo consiste, entonces, en diseñar una serie de alternativas
de movimientos orientados hacia cambios de estado del organismo,
que propendan a lograr una mayor flexibilidad conductual, es decir
una mayor fluidez de movimiento en el hacer.
Podemos clasificar los movimientos propios del ejercicio físico,
según una serie de parámetros33 (ver imagen 11).

33
Para una mayor profundidad en el estudio de estos temas sugiero la lectura de
Anatomía para el Movimiento II, de Blandine Calais-Germain (2013. Barcelona: La
liebre de marzo); Manual de Metodología del Entrenamiento Deportivo, de Klaus
Lehnertz; Carl Klaus y Martin Dietrich (2014. Barcelona: Editorial Paidotribo);
y La práctica de la preparación física. E.H. Dantas (2012). Barcelona: Editorial
Paidotribo.

143
Carmen Parraguez Grass

Mecánica
Cualidad en relación Carácter Estructura
Relación Trabajo Cualidad
coordina- ejes y de los biomecá- Funciones.
deporte. muscular. física.
tiva. planos ejercicios. nica.
corporales.
Analíticos:
Fuerza:
Naturales: Implican
Isotónicos: Emplea más
Generales: Movi- un solo
Modifica del 50% Ejercicios
No guardan mientos segmento Conoci-
longitud de la capa- de coordi- Flexión
relación con propios corporal, miento.
del mús- cidad de nación.
deportes. de la vida articu-
culo. fuerza de un
cotidiana. lación y
individuo.
plano.
Cons-
truidos:
Sintéticos:
Elabora-
Isométri- Potencia: Varios
Específicos: dos por el
cos: Sin Se emplea segmen-
Semejanza Ejercicios hombre Anatómi-
cambio en la fuerza tos, articu-
con gestos perceptivo Extensión. con una co funcio-
la longitud la mayor laciones,
deportivos motrices. forma de- nal.
del mús- velocidad planos y
o atléticos. terminada
culo. posible. direccio-
y con un
nes.
fin deter-
minado.
Velocidad: Globales:
Ejercicios
Realizados Motilidad Estética y
de equili- Abducción.
a la mayor de todo el expresiva.
brio.
velocidad. cuerpo.
Resistencia:
Con bajas
Ejercicios Compen-
cargas y Aducción.
de ritmo. sación.
larga dura-
ción.
Flexibili-
dad: Privile- Comuni-
gia rango de Rotación. cativa y de
movimiento relación.
articular.
Circunducción Higiénica.
Agnóstica.
Catártica.

Imagen 11. Algunos parámetros generales asociados a los distintos tipos de movimiento.
La determinación de la categoría a trabajar en cada proceso de
coaching, guardará relación con el tipo corporal del coachee y el ob-
jetivo específico que se persiga con el proceso. El tipo corporal nos
permitirá reconocer el sustrato biológico del coachee, y por ende, sus
posibilidades y ritmos de trabajo. El objetivo a trabajar determinará la
línea de trabajo corporal a seguir, así como también el orden y secuencia
del proceso, ya sea en función de su relación con el deporte, el tipo de

144
Coaching Corporal Mares

trabajo muscular, su cualidad física, coordinativa, su mecánica, carácter,


estructura biomecánica y funciones. Adicionalmente a los parámetros
esbozados, el MARES trabaja en torno a las siguientes dimensiones:

i. La proyección del movimiento.


ii. La postura durante el movimiento.
iii. La musculatura involucrada en el movimiento.
iv. La relación en el movimiento.
v. La libertad creativa del movimiento.

i. La proyección del movimiento


Apoyándonos en las disposiciones al movimiento revisadas en el
capítulo 3, el MARES, trabaja sobre la proyección del movimiento en
4 direcciones básicas: a) hacia adelante, b) hacia atrás, c) hacia abajo y
c) en círculos. Estas 4 direcciones son a su vez delimitadas por un radio
que definirá lo que llamaremos zona de seguridad y confort. Fuera de
dicho radio delimitaremos lo que llamaremos zona de inestabilidad o
desequilibrio. (Ver imagen 12).

Imagen 12. Proyección de zona de seguridad y confort hacia la zona de inestabilidad


o desequilibrio.

145
Carmen Parraguez Grass

El establecimiento de dicho radio de confort lo determinará el propio


coachee; para esto, trabajaremos con proyecciones del movimiento y con
ejercicios de conciencia corporal, a fin de establecer con la mayor claridad
posible dicho radio. El trabajo se desarrollará por etapas, con prácticas
corporales secuenciales que instalarán movimientos, cuya profundidad
en la dirección respectiva intencionará conocer el límite de dicha zona.
Lo que se pretende, es identificar las que llamaremos zonas de
estancamiento o rigidez y las zonas de desafío. En estas últimas traba-
jaremos en forma sostenida hasta ampliar el radio de estabilidad del
coachee, alcanzando así un radio más amplio que respete su arquitec-
tura corporal y su historia de movimientos y posturas.
a) Proyección hacia adelante: En este tipo de movimientos los
desplazamientos pueden ser ejercicios de patada, lanzamiento, golpe
o estiramiento al frente, utilizando diferentes partes del cuerpo en im-
pulso hacia adelante. En esta fase, es útil la utilización de elementos de
apoyo como báculos o varas, que faciliten el direccionamiento hacia
un objetivo visual. (Ver imágenes 13, 14 y 15).

Imagen 13. Movimiento preparatorio a la proyección. Mirada fija al frente, intencio-


nando alcanzar un objetivo visual.

146
Coaching Corporal Mares

Imagen 14. Movimiento de proyección con patada hacia adelante.

Imagen 15. Movimiento de proyección tronco y brazo hacia adelante con proyección
de centro de gravedad.

147
Carmen Parraguez Grass

El objetivo de este tipo de movimiento es trabajar la ocupación


no solo física, sino que también psíquica del espacio, intencionando la
proyección de nuestra presencia hacia adelante en sus tres dimensiones:
física, mental y emocional. Se trata de una ocupación dirigida del es-
pacio, para avanzar hacia objetivos, mediante el trabajo con la fuerza
física que permite este tipo de movimientos y la fuerza y expansión que
implica el proyectar objetos y/o proyectar partes del cuerpo dentro y
fuera de la zona de confort.
Este tipo de movimientos posibilita ir abriendo espacios de ocupa-
ción del entorno de forma paulatina y sistemática, entregando herra-
mientas corporales que favorezcan la sensación de seguridad a la hora
de mostrarse y exponerse frente a otros. En este sentido, los ejercicios
en parejas y grupales de proyección, favorecen el experimentarse desde
una presencia expansiva, instalando una interacción diferente en la
relación organismo-entorno. Este trabajo asemeja el trabajo de «esta-
tus alto» realizado en el Impro de Keith Johstone (1990), método de
improvisación teatral que permite actuar desde una posición de poder,
dominancia y orgullo favoreciendo la ocupación plena del espacio y
la resolución.
Si atendemos a los biotipos, observamos que con frecuencia, este
trabajo se hace necesario para los tipos corporales A y C. Dentro del
tipo bioenergético, el 3, 4 y 5 son los más favorecidos con un trabajo
de proyección hacia adelante. Lo anterior no constituye en forma
alguna una regla, ya que para el MARES, deberá observarse siempre
a la persona en su totalidad; sin embargo, puede utilizarse como un
parámetro general que deberá constatarse con las necesidades y la
vivencia propias de cada persona. Este criterio se aplicará para todo
el trabajo corporal que revisaremos durante el presente capítulo.
Entre las prácticas corporales de mantención que sugiero a perso-
nas que requieren continuar un trabajo de proyección hacia adelante,
están: el kárate, el Tae kwon do y el Kick boxing, entre otras. La idea
es mantener un trabajo que fortalezca la musculatura asociada a dicha
proyección de movimiento, favoreciendo así la recurrencia necesaria
para el cambio.

148
Coaching Corporal Mares

En los talleres del MARES es fundamental el trabajo de observa-


ción del coach y/o compañeros del grupo. Para esto sugiero algunas
preguntas que pueden guiarnos en este trabajo:

A nivel del observador externo


• ¿Se observa equilibrio en los movimientos?
• ¿Se percibe firme el apoyo de los pies en el suelo?
• ¿Se observa fuerza en la proyección del movimiento?
• ¿Se observa un foco visual u objetivo claro en el mo-
vimiento?
• ¿Aumenta la ocupación del espacio en el movimiento?
¿Cuánto? ¿Logra mantenerse o se devuelve?
• ¿Se mantiene un centro de gravedad o centro en el
movimiento?
• ¿Se observa precisión en los movimientos?
• ¿Cómo aparece la musculatura? Firme, marcada, laxa,
tensa, etc.

A nivel del propio coachee


• ¿Me siento a gusto realizando este tipo de movimientos?
• ¿Logro mantener la atención en el movimiento?
• ¿Cuáles son mis sensaciones físicas al realizarlo?
• ¿Qué ideas me surgen al realizarlo?
• ¿Qué emociones siento al realizarlo?
• ¿De qué me doy cuenta luego de esta experiencia?
• ¿Qué tiene que ver esto conmigo?

Las respuestas a estas y otras preguntas que surgen durante la


realización, nos entregan importante información en relación a cuán
disponible tenemos la proyección hacia delante en nuestra dinámica
corporal y cómo se articula esto con nuestra forma de pensar, emo-
cionar y actuar.
b) Proyección hacia atrás: Se entienden como movimientos de
proyección hacia atrás todos aquellos que implican un desplazamiento
total a parcial del cuerpo en retirada. Se trabaja identificando la fuerza

149
Carmen Parraguez Grass

física y los grupos musculares que permiten este tipo de movimiento,


reconociendo las propias zonas de confort e intencionando suavemente
la ampliación de dicho espacio. (Ver imágenes 16, 17 y 18)
En este tipo de movimientos, el espacio exterior que previamente
fue habitado en la proyección hacia adelante, ahora es desocupado,
mediante un movimiento que vuelve hacia atrás, dejando espacio al
otro, acomodándose receptivamente. La cesión de la propia presencia
a la presencia de un otro mediante una ocupación dirigida del espacio
hacia atrás, implica retroceder en relación al logro de los objetivos
o metas definidos visualmente. Este tipo de movimiento posibilita ir
abriendo un espacio interior de forma paulatina y sistemática, mien-
tras nos retraemos del entorno, entregando herramientas corporales
que favorecen la sensación de pérdida de protagonismo, la acogida,
la escucha, el permitirse la rendición, el ocultamiento y la autoprotec-
ción. En este sentido, los ejercicios en parejas y grupales de retracción,
favorecen el experimentarse desde una presencia pasiva, instalando
un aprendizaje diferente al de la proyección en la relación organismo-
entorno. En términos del Impro de Johnstone, estamos hablando de
un «estatus bajo» en el que la persona se somete y ubica por debajo
de otro u otros dominantes en la relación.

Imagen 16. Movimiento de retirada: tronco y brazos hacia atrás. Se trabaja en suave
balanceo izquierda y derecha.

150
Coaching Corporal Mares

Imagen 17. Movimiento de recepción. Se trabaja en caminata hacia atrás alternando


movimientos de brazos y piernas.

Imagen 18. Movimiento de entrega. Se trabaja en suave balanceo izquierda y derecha.

151
Carmen Parraguez Grass

Este tipo de movimiento se asemeja bastante a los utilizados en


la práctica del t’ai chi, tanto por su carácter ondulante, como por su
ritmo lento y su centro de gravedad que fluctúa hacia delante y luego
hacia atrás. A las personas a las que se recomienda este tipo de trabajo
de proyección hacia atrás, suelo sugerirles como tarea de mantención
practicar esta disciplina como parte de su plan de equilibrio personal,
a fin de afianzar los aprendizajes alcanzados durante el proceso de
coaching corporal.
La proyección hacia atrás, será recomendable especialmente para
los tipos corporales A y B, siendo dentro del tipo bioenergético el 1, 2
y 5 los más favorecidos. En este rango de configuraciones corporales,
el foco estará en la capacidad de escuchar y mirar al otro desde una
posición de contención y conexión consigo mismo.
Algunas de las preguntas guías, en este caso son:

A nivel del observador externo


• ¿Se observa el apoyo o peso del cuerpo en los talones?
• ¿Se mantiene el equilibrio al llevar el peso hacia atrás?
• ¿Se observa soltura y sutileza en los movimientos?
• ¿Se observa relajación en el cuerpo?
• ¿Se percibe la circularidad del movimiento?
• ¿Es un movimiento continuo o parcelado?

A nivel del propio coachee


• ¿Me siento a gusto realizando este tipo de movimientos?
• ¿Logro soltarme al realizarlo?
• ¿Cuáles son mis sensaciones físicas al realizarlo?
• ¿Percibo fluidez y circularidad en mis movimientos?
• ¿Percibo mi respiración al realizarlos?
• ¿Qué ideas me surgen al realizarlo?
• ¿Qué emociones siento al realizarlo?
• ¿De qué me doy cuenta?
• ¿Qué tiene que ver esto conmigo?

152
Coaching Corporal Mares

c) Proyección hacia abajo: Entendemos los movimientos de arraigo


como aquellos que se dan en dirección a la Tierra. Aquí, el centro de
gravedad, como punto del cuerpo donde incide la fuerza de gravedad,
es fundamental, ya que determina el equilibrio. Un cuerpo en reposo
mantiene su estado de equilibrio mientras la proyección vertical del
centro de gravedad quede dentro de la base de sustentación. (Ver
imagen 19)

Imagen 19. Proyección de la línea de gravedad sobre la base de sustentación.

Una persona en posición erguida con los pies quietos, y que esté
siendo empujada, podrá resistir sin caerse, mientras la proyección de
su centro de gravedad no rebase la línea que une los puntos de sus pies
que estén más alejados del contacto con el suelo. En el momento en que
rebase esa línea, si no quiere caerse, tendrá que modificar la posición de

153
Carmen Parraguez Grass

sus pies desplazándose hacia la dirección del desequilibrio, de manera


que vuelva a instalar entre ellos la proyección del centro de gravedad.
El arraigo implica el fortalecimiento de las base de sustentación
del cuerpo humano. Esta base es la que otorga el equilibrio en posición
erguida. En los movimientos de arraigo, el trabajo fundamental ocurre
en el tren inferior del cuerpo, lo que implica un trabajo muscular a
nivel de piernas, glúteos y abdomen. (Ver imágenes 20 y 21)

Imagen 20. Movimiento de arraigo con tronco erguido, subir y bajar lentamente
manteniendo rodillas semiflectadas al subir.

154
Coaching Corporal Mares

Imagen 21. Movimiento de arraigo en cuclillas. Palmas y planta de los pies en contacto
con el suelo. Subir y bajar muy lentamente con movimientos rítmicos, manteniendo
siempre las rodillas semiflectadas.

La base de sustentación es todo el espacio que ocupa la posición


de nuestros pies; esto quiere decir que podemos ampliar y también
disminuir nuestra base de sustentación. Mientras más superficie ocupe
nuestra base de sustentación, mayor será el equilibrio alcanzado.
En el MARES, el arraigo se trabaja reduciendo secuencialmente la base
de sustentación del coachee, hasta trasladarla a una sensación interna de
equilibrio, a la manera de las raíces de un árbol, nacidas desde la planta de
los pies. Desde aquí podemos llegar a una base de sustentación muy reducida,
como nos muestra la postura denominada urkasana del yoga (o postura del
árbol), la cual permite trabajar el equilibrio mental y físico. (Ver imagen 22)

155
Carmen Parraguez Grass

Imagen 22. Movimiento del árbol: subir y bajar muy lentamente, cuidando de no
forzar las rodillas.

El arraigo, será recomendable especialmente para el biotipo A,


siendo dentro del tipo bioenergético el 1, 4 y 5 los más favorecidos. En
este rango de configuraciones corporales, el foco estará en la capacidad
de sostenerse a sí mismo desde el peso del propio cuerpo.
Entre las prácticas deportivas referidas al plan de equilibrio per-
sonal, recomiendo generalmente el ski, y el surf, dado que enfatizan el
reforzamiento del arraigo en movimiento, fortaleciendo el tren inferior
del cuerpo.
Veamos entonces cuáles son algunas de las preguntas guías, en
este caso:

156
Coaching Corporal Mares

A nivel del observador externo


• ¿Se observa mantención del centro de gravedad?
• ¿Se observa peso en el cuerpo?
• ¿Se mantiene el equilibrio al reducir la base de susten-
tación?
• ¿Se observa fuerza en los músculos de las piernas?
• ¿Se observa temblor en el cuerpo?
• ¿Se observa relajación de los músculos de cara?

A nivel del propio coachee


• ¿Me siento a gusto realizando este tipo de movimientos?
• ¿Hacia dónde se dirige mi atención al realizarlo?
• ¿Cuáles son mis sensaciones físicas al realizarlo?
• ¿Percibo las plantas de mis pies al realizarlo?
• ¿Percibo mi peso?
• ¿Qué ideas me surgen al realizarlo?
• ¿Qué emociones siento al realizarlo?
• ¿De qué me doy cuenta?
• ¿Qué tiene que ver esto conmigo?

d) Proyección circular: En este tipo de movimientos se trabaja la


ocupación circular, incorporando los espacios laterales. Los movimien-
tos involucrarán las diferentes partes del cuerpo en forma progresiva y
en la medida que la estructura corporal de la persona lo va permitiendo.
(Ver imágenes 23, 24 y 25)
Este trabajo implica un alto nivel de flexibilidad general e involucra
activamente las articulaciones, permitiéndonos distinguir más clara-
mente zonas de rigidez y contracción muscular. Las zonas afectadas
por rigideces son generalmente el cuello, la zona lumbar, las caderas,
las rodillas y tobillos. Posteriormente se incorpora al trabajo el despla-
zamiento en 360 grados, ocupando el espacio en su totalidad, identifi-
cando el contorno general del cuerpo y su límite de contacto externo.
En esta fase, es útil la utilización de elementos de apoyo externo tales
como cintas, elásticos y aros.

157
Carmen Parraguez Grass

Imagen 23. Fase 1: Movimiento preparatorio al trabajo de proyección circular. Se


inicia con suave balanceo pendular a izquierda y derecha.

Imagen 24. Fase 2: Continuación de movimiento de proyección circular.

158
Coaching Corporal Mares

Imagen 25. Fase 3: Movimiento de cierre en 180°. Continúa hacia el otro lado ce-
rrando el círculo hasta llegar al movimiento preparatorio inicial de fase 1. Luego se
realiza circuito inverso.

La proyección circular, será recomendable especialmente para


biotipos A y B, siendo dentro del tipo bioenergético el 1, 2 y 5 los más
favorecidos. En este trabajo, el foco estará en el desarrollo de una
mayor flexibilidad y en la preparación para el trabajo vincular que se
desarrollará en etapas posteriores.
Entre las prácticas corporales del plan de equilibrio personal, re-
comiendo generalmente la danza árabe, la salsa, el merengue y el t’ai
chi, dado que enfatizan la circularidad del movimiento.
Veamos algunas preguntas guías:

159
Carmen Parraguez Grass

A nivel del observador externo


• ¿Se observa mantención del equilibrio en los movi-
mientos?
• ¿Se observa cambio del centro de gravedad?
• ¿Se observa flexibilidad en el movimiento?
• ¿Cuál es el ritmo de los movimientos?
• ¿Cómo es la trayectoria del movimiento: ondulante, lineal,
ambas?
• ¿Se observa continuidad en los movimientos o están seg-
mentados?

A nivel del propio coachee


• ¿Me siento a gusto realizando este tipo de movimientos?
• ¿Siento mis movimientos fluidos y flexibles?
• ¿Dónde se encuentra mi atención durante el movimiento?
• ¿Percibo el espacio? ¿Cómo?
• ¿Cuáles son mis sensaciones físicas al realizarlo?
• ¿Qué ideas me surgen al realizarlo?
• ¿Qué emociones siento al realizarlo?
• ¿De qué me doy cuenta?
• ¿Qué tiene que ver esto conmigo?

ii. Motores corporales y postura durante el movimiento


Tal como se utiliza en danza moderna, el trabajo con «motores»
corporales nos permite distinguir e intencionar cambios en la postura
corporal y el centro de gravedad del movimiento. Para comprender
el concepto de motores corporales debemos conocer algo sobre la
fuerza en el movimiento. Cuando hablamos de fuerza nos referimos
a una combinación de elementos, entre los que destaca: el punto de
aplicación, que es el punto del cuerpo sobre el cual actúa la fuerza; la
dirección, que es una recta (imaginaria o real), que sigue el punto de
aplicación y por último, el sentido del movimiento.
Una vez fijada la dirección, se establecen 2 sentidos; se toman
como positivas las fuerzas que actúan en un sentido y negativas las

160
Coaching Corporal Mares

que actúan en sentido opuesto. Esto se observa por ejemplo cuando


realizamos movimientos de proyección hacia adelante y la persona
tiende a devolver sus movimientos hacia atrás restándole intensidad.
En estos casos, vemos una dificultad en mantener un sentido positivo
del movimiento. En mi experiencia, este tipo de reacción se relaciona
con dificultades en la expresión de la rabia y en una dificultad para
instalar la propia presencia en el espacio; en algunos casos, se asocia
también a la dificultad para colocar límites y tomar decisiones. Un
último elemento lo constituye la intensidad, la cual es la relación entre
la fuerza aplicada y su comparación con un estándar determinado.
(Ver imagen 26)

Dirección

Intensidad

Punto de Sentido
aplicación
Imagen 26. Combinación de elementos involucrados en la fuerza del movimiento.

El trabajo con motores corporales, tales como cabeza, tórax y pel-


vis, nos permite la toma de conciencia de aspectos tales como nuestra
coordinación, disociación, expresión, ritmo y tiempo en el movimiento.
El motor corporal cabeza, caracterizado por la proyección de la zona
alta del cuerpo, específicamente de la nariz con elongación del cuello
hacia arriba y adelante, se conecta habitualmente con el tipo corporal
A, sosteniéndose la postura mediante el hundimiento del tórax y la
proyección de los hombros hacia adelante, lo que ayuda a la proyección
de la cabeza también en la misma dirección. (Ver imagen 27)

161
Carmen Parraguez Grass

Imagen 27. Motor corporal cabeza, caracterizado por la proyección hacia adelante
de la zona alta del cuerpo, especialmente de la nariz.

El motor tórax (o pecho) se observa como una proyección del


pecho hacia delante, lo que se logra juntando los omóplatos atrás,
con estiramiento del cuello, levantamiento del mentón y proyección
hacia adelante de la zona del pecho. En este tipo de postura, las piernas
pierden notoriamente su rol de apoyo, perdiendo el arraigo pero au-
mentando el equilibrio por una mejor distribución del peso. Este motor
puede verse con cierta frecuencia en el tipo bioenergético psicopático,
el rígido y, en ocasiones, el masoquista de Lowen. (Ver imagen 28)

162
Coaching Corporal Mares

Imagen 28. Motor corporal tórax con proyección del pecho hacia adelante.

El motor pelvis proyecta la zona de la cadera hacia adelante lle-


vando el pecho, cuello y cabeza hacia atrás, con flexión de rodillas y
una mayor sensación de peso y arraigo al suelo. Este motor permite
mayor movimiento de tipo circular en la zona media, lo que genera
una cadencia sostenida y un juego de cambios de peso permanente.
Este tipo de movimiento se observa frecuentemente en el tipo C. (Ver
imagen 29)

163
Carmen Parraguez Grass

Imagen 29. Motor pelvis con proyección de la cadera hacia adelante.

El trabajo con motores nos entrega una herramienta fundamental


para observar cómo los cambios posturales y de centro de gravedad
involucran cambios en la percepción y la sensación de quien las rea-
liza. Entre las experiencias relatadas por participantes a los talleres,
están las relacionadas con aumento de percepción sensorial a nivel del
olfato y la visión, en movimientos desde el motor cabeza, sensación de
seguridad, expansión y exposición a otros en el motor tórax; y relajo,
disfrute y liviandad desde el motor pelvis. Son interesantes también
los reportes referentes a cambios a nivel atencional destacando una
atención descrita como focalizada en el primero, propioceptiva en el
segundo y divergente o dispersa en el tercero.
Otro tipo de trabajo que solemos utilizar desde el modelo, es aquel
que instala variaciones sistemáticas en cuanto al punto de aplicación.
Mediante caminatas direccionadas en sentido positivo y, cambiando
nuestro centro de gravedad podemos movernos también desde la fuerza
del índice de la mano derecha, el codo izquierdo, una rodilla, etc. Así,
la caminata puede realizarse generando un desplazamiento que mo-
viliza referentes corporales distintos a la cabeza, el pecho y la pelvis.
Estos movimientos aumentan la conciencia sobre zonas desconocidas
de nuestro cuerpo. La sensación es como de imanes que nos mueven

164
Coaching Corporal Mares

en diferentes direcciones, un juego que nos permite ampliar nuestras


posibilidades posturales y de movimiento; reconociendo el poder mo-
vilizador de cada zona desde la sutileza y la fuerza que implica.

iii. La musculatura involucrada en el movimiento


Para nuestro modelo, el aparato músculo esquelético es funda-
mental en el proceso de cambio a través del movimiento. Por esto,
incorporamos distinciones de diferentes enfoques, que nos entregan
valiosas directrices para comprender su funcionamiento y orientar
adecuadamente las prácticas de movimiento.
El trabajo con los grupos musculares asociados a cada tipo corporal
nos permite potenciar recursos en las personas, a través de un trabajo
específico que las moviliza hacia una corporalidad diferente. Si que-
remos, por ejemplo, fortalecer el tipo corporal B en una persona con
prevalencia A o C, trabajamos tonificando, según nos indica el MICC,
glúteo mayor, gemelos, cuádriceps, deltoides y abdomen. En este caso,
el trabajo muscular aumenta la sensación del propio cuerpo, la cone-
xión con sus necesidades y, la sensación de fuerza, energía y vitalidad.
En la esfera mental y emocional, esta fuerza vital nos conecta con la
resolución y la rabia, características del tipo corporal B.
Un ejemplo de esto lo encontramos en el grito haka de los maoríes
de Nueva Zelanda (ver imagen 30), donde observamos un movimiento
permanente de arraigo, con un desarrollo marcado de los glúteos y
deltoides, un abdomen tonificado y un tipo corporal similar al tipo
B. Desde la descripción biotípica podemos decir que dichos hombres
tienen disponible la emoción de la rabia y, que poseen un alto nivel de
conciencia de su propio cuerpo con el correspondiente contacto con
sus propias necesidades básicas.

165
Carmen Parraguez Grass

Imagen 30. El haka, danza de guerra cuyo objetivo es ahuyentar al enemigo demos-
trando que no se tiene miedo de él.

En los talleres grupales, observamos con frecuencia, una dificultad


en personas con prevalencia del tipo C para sostener posturas con pro-
yección hacia adelante, asociada con dificultades en la expresión de la
rabia, una fuerza de voluntad poco desarrollada y una tendencia a hacer
prevalecer los requerimientos del entorno por sobre sus necesidades.
Recuerdo el caso de Clara34 que con un predominio del tipo C,
llegó a sesión con el fin de trabajar su capacidad resolutiva. Sentía que
no era capaz de tomar decisiones y postergaba acciones importantes,
dejando que el entorno o simplemente la inercia, decidiesen por ella.
El trabajo consistió en activar los grupos musculares fortaleciendo los
músculos de piernas, brazos, abdomen y glúteos. Sostener su propia
presencia desde la fuerza muscular le permitió trabajar su postura no
solo física sino que también existencial frente al mundo, pasando desde
un «ir a mi propio ritmo» que la instalaba en una hipotonía cómoda
y poco resolutiva (en la que sentía dificultad para instalarse segura en
sus convicciones y decisiones); a un «ir desde mi propia fuerza» que
la le hizo sentirse presente y le permitió desde una mayor conciencia
corporal sentir su límite frente al mundo. Aquí, el trabajo de la vo-
luntad como capacidad para sostener la incomodidad y perseverar en
esta para el logro de un objetivo con sentido, fue enfocado como un
trabajo de tonificación muscular frente a una suerte de hipotonía de
34
Para proteger la confidencialidad, hemos cambiado el nombre.

166
Coaching Corporal Mares

la voluntad, algo así como la entrega resignada a un confort que se


identifica como limitante.
Por el contrario, si queremos desarrollar los aspectos relacionales y
vinculares de la persona, característicos del tipo corporal C, trabajamos con
ejercicios de elongación, relajación y movimiento fluido, recomendando
también el espacio del descanso y ocio. Este tipo de trabajo aparece aso-
ciado a las emociones de la alegría y la pena desde el MICC y también de
la ternura desde el Alba Emoting. En el caso de personas con predominio
del tipo A, que presentan estados de ansiedad, el MARES trabaja en base
a ejercicios de elongación de músculos de piernas y brazos, propios de
ejercicios de yoga. Este tipo de trabajo, les ayuda a instalarse desde una
mayor confianza y soltura, alejándolos del control permanente y de la
persistente contracción muscular asociada a la emoción del miedo.
En términos generales, un trabajo de este tipo requiere, primero,
identificar los grupos musculares que se encuentran menos desarrolla-
dos y que dificultan la posibilidad de ciertos patrones de movimiento
y cambio postural. En segundo lugar, debemos observar cuál es el co-
rrelato emocional y mental en el mapa total de la persona. Por último,
trabajamos integrando movimiento, músculos implicados, y emociones
asociadas con el objetivo de aumentar la flexibilidad y capacidad de
acción de la persona, bajo el entendido de que un sistema musculoes-
quelético rigidizado en un tipo corporal único, limita el desarrollo
creativo y dúctil reduciendo posibilidades conductuales para la persona.
En síntesis, el trabajo con movimiento nos permite no solo ob-
servar la capacidad de proyectar los desplazamientos del cuerpo en
diferentes direcciones, con sus prevalencias posturales; sino que también
reconocer el estado de grupos musculares que, de encontrarse fuertes
y dúctiles, no tendrán dificultad en promover diferentes patrones de
comportamiento. La posibilidad de desarrollar nuevas formas de ser
en el mundo, implica el desarrollo fluido y dúctil de movimientos y
posturas antes no disponibles; por otra parte, músculos debilitados,
rígidos, acortados o poco desarrollados, dificultarán la realización de
estos, en la medida que no permitan ciertas formas de ser, pese al deseo
o intención de la persona por cambiar. En este sentido, lo que persigue
el trabajo muscular del MARES, es otorgar mayores posibilidades con-
ductuales a personas que presentan prevalencias determinadas o que

167
Carmen Parraguez Grass

requieren desarrollar conductas aún no disponibles desde el sistema


musculoesquelético. Sin duda, el tipo físico nos entrega importante
información respecto de los recursos de la persona y nos orienta sobre
cómo trabajar para alcanzar el objetivo de ampliación de recursos y
bienestar personal.

iv. La relación en el movimiento


Un foco fundamental de nuestro trabajo lo constituye el abordaje
de la dimensión relacional, que, como vimos, se asocia al tipo corpo-
ral C. Para esto trabajamos con una secuencia de movimientos que
fomentan el encuentro con otros, reconociendo y fortaleciendo así el
espacio vincular. El modelo propone trabajar, a nivel individual, en un
movimiento acoplado, en el cual coach y coachee conformen un espacio
de trabajo corporal conjunto. En las instancias de coaching corporal
grupal, el trabajo del grupo, favorece la instalación de dicho espacio,
generándose una emocionalidad y un sentido de comunidad que los
vincula a todos a través del movimiento coordinado.
Este acoplamiento grupal nos recuerda los rituales primitivos en que
la danza constituía la forma de comunicación con los dioses, la expresión
de adoración, de celebración y la forma de pedir y ofrecer en una época,
en que, tal como revisamos anteriormente, la cosmovisión imperante
integraba los aspectos emocionales y corporales en una identidad com-
partida. También vimos cómo la Biodanza trabaja a fondo este concepto
de unidad e integración con lo que nos rodea, constituyendo, a mi juicio,
una de la disciplinas corporales que mejor aborda el trabajo vincular.
El «Sistema Río Abierto», desarrollado por Vincenzo Rossi en Italia, es
también un buen ejemplo de esto, al hacer foco en la participación activa
del facilitador en esta «danza» con el grupo.
Desde el MARES, el movimiento grupal fija el límite externo como
un límite móvil, y nos instala en la sensación pura de acoplamiento, en
la medida que, fenomenológicamente, experimentamos la sensación
de unidad a través del movimiento conjunto. Dicho sentido se torna
en terreno propicio para el desarrollo de una mayor plasticidad que
favorece nuestra capacidad de percibirnos en proceso de cambio, adap-
tándonos creativamente al entorno. No es de extrañar que, en Chile,
iniciativas como el «baile entretenido» y la Zumba, estén siendo la

168
Coaching Corporal Mares

opción más frecuente por parte de personas que asisten a los gimna-
sios con objetivos estéticos, pero que finalmente, se inclinan por este
tipo de alternativas grupales donde prima la coreografía grupal y la
alegría compartida.
En una sociedad individualista, de logros y consumos personales,
este tipo de trabajo aborda el gran problema de nuestros tiempos: el
dolor vincular, la sensación de soledad y el vacío existencial de una
sociedad de consumo donde prima el límite y la competencia, recha-
zándose la fusión con el otro. Es precisamente en este escenario donde
claramente se vivencian los positivos efectos emocionales que este tipo
de prácticas produce.
En síntesis, en el MARES el trabajo vincular se abordará a nivel
individual mediante el acompañamiento permanente del coach en rela-
ción a los movimientos del coachee, y en el trabajo grupal, instalando
dinámicas de movimiento, donde la necesidad de coordinación y crea-
ción conjunta se constituyan en el eje de trabajo. El baile conceptual, es
decir, la creación de una temática grupal que se traduzca en una serie
de movimientos coordinados, la construcción de mandalas en movi-
miento, el establecimiento de esculturas conjuntas estáticas y móviles,
serán algunas de las dinámicas de trabajo que instala el modelo a fin
de fortalecer dicho trabajo.

v. La libertad creativa del movimiento


El trabajo vincular, representa una metáfora de nuestro propio
proceso adaptativo de interacción y acoplamiento con el entorno.
Fluimos momento a momento con lo que acontece, a la manera de
una danza entre nuestra presencia y la del mundo. Entregarnos a este
proceso nos permite un estado físico, mental y emocional de bienestar
y vitalidad. (Ver imagen 31)

169
Carmen Parraguez Grass

Imagen 31. Ejemplo de movimiento expansivo en libertad creativa. Se presenta con


apertura del pecho representando la alegría liviana del encuentro con el entorno.

El pensamiento en este estado está al servicio del fluir, la emocio-


nalidad surge como correlato de la sensación que emerge con lo que
se realiza, y el cuerpo acompaña desde su natural proceso de correla-
ciones internas, de modo que experimentamos desde lo subjetivo una
sensación de naturalidad, donde el esfuerzo se encuentra en gran parte
ausente y, por ende, al reducirse el desgaste innecesario, la sensación
de poder interno se fortalece.
El aprender a fluir promueve la falta del esfuerzo adicional, los
movimientos y ejercicios apoyan dicho proceso, siendo una poderosa
herramienta que facilita un estado de liviandad en el plano personal y
laboral. Con ejercicios que promueven la eliminación del esfuerzo, se
logra reemplazar la matriz del esfuerzo adicional por aquella de esfuer-
zo mínimo, logrando el fluir natural del movimiento. El MARES utiliza
para esto muchos de los principios desarrollados por Feldenkrais y sus
seguidores, tomando de este algunos de los movimientos, ejercicios y
escenarios que favorecen la sutileza y liviandad. Este diseño propio lo
llamamos movimiento en fluidez, y persigue ampliar la zona de confort
proyectándose fuera de esta sin esfuerzo adicional. (Ver imagen 32)

170
Coaching Corporal Mares

Imagen 32. Ejemplo de movimiento en busca de la ampliación de la zona de confort,


proyectándose fuera de esta, sin esfuerzo adicional.

Para esto recurrimos a la observación atenta de nuestro propio


cuerpo, respetando su estructura y explorando sus límites y expansiones
posibles de forma cuidadosa. También utilizamos nuevas y mayores
zonas de sustentación, nuevos centros de gravedad, diferentes motores
corporales, y trabajamos sobre nuevas direcciones del movimiento.
(Ver imagen 33)

Imagen 33. Movimiento en busca de nuevas zonas de sustentación, nuevos centros de


gravedad, diferentes motores corporales y nuevas direcciones del movimiento.

171
Carmen Parraguez Grass

La amplitud del movimiento fluido aumenta en la medida que el


trabajo es sistemático y ojalá diario. Se trabaja, en un principio, sin
música, a fin de evitar al máximo cualquier direccionamiento exterior.
El cuerpo debe entregarse paulatinamente a la experiencia de un mo-
vimiento sin intencionamiento mental, a fin de aumentar la sensación
de protagonismo y permitir que emerja un sentido propio, que poste-
riormente podrá ir tomando significados lingüísticos.
Todo lo anterior promueve la expansión de posibilidades cor-
porales, modulándose conjuntamente con la dimensión emocional y
lingüística, en la medida que la persona experimenta en espacios de
interacción con el entorno cada vez más amplios. Los efectos a nivel
mental son variados y dependen, entre otras cosas, del tipo corporal de
cada persona y de su historia de interacciones. Sin embargo, en térmi-
nos generales aparece la sensación de mayor plasticidad y liberación,
aumento de la creatividad, capacidad de improvisación, seguridad
personal y confianza en el organismo, como algunos de los principales
logros de un trabajo sistemático en esta línea.
Las fases del trabajo con movimiento fluido son cuatro:

1. Identificación de la zona de confort mediante ejercicios de


movimiento, destinados a establecer el diámetro general de
expansión. Esta etapa puede ser realizada en una sesión grupal,
con aplicaciones de una semana, en forma personal y diaria,
de 2 a 5 minutos. Una vez instalada esta práctica diaria, se irá
aumentado el tiempo de realización. En cada sesión grupal
el coachee llevará su cuaderno de anotaciones, en el que irá
plasmando su experiencia al final de cada semana. La escritura
será libre en relación a lo vivenciado realizando la práctica.
2. La segunda fase consiste en la implementación del Movimiento
Fluido con música, la variedad de estilos, ritmos y cadencias
es fundamental para continuar el trabajo de reconocimiento
de las propias rigideces y el aumento de las posibilidades de
movimiento desde el cuerpo.
3. La tercera fase intenciona un trabajo libre, de interacción con el
entorno a través de objetos y de la interacción con el grupo. Se
puede trabajar con pelotas, cintas, cuerdas, etc., dejando libre

172
Coaching Corporal Mares

la forma de interaccionar e nivel grupal, la música es variada


y es elegida por el grupo.
4. La última etapa es la de una creación colectiva, libre y fluida
de movimientos, acoplados de la forma más natural posible.
Para esto es el grupo, el cual en conjunto y a su ritmo y for-
ma, instala a través de movimientos, una forma coordinada
de ejecución conjunta, una especie de coreografía espontánea
que surge desde el correlato mutuo, un espacio vincular activo
y creativo que toma forma propia, bajo los sorprendidos ojos
de quien observe el movimiento en su conjunto desde fuera.

Tanto el trabajo con proyecciones del movimiento, como con moto-


res corporales, grupos musculares y trabajo vincular, son integrados en
un único modelo de trabajo corporal a través del MARES. Lo que me
ha inspirado en este trabajo de integración es el firme convencimiento
de que aprovechar los aportes de las disciplinas esbozadas en el capítulo
3 e instalarlas al servicio del coachee, nos permite favorecer procesos de
crecimiento, más allá de cualquiera de las preferencias específicas que
cada uno tenga en relación a las prácticas que continuará realizando
una vez finalizado el proceso de coaching.
Veamos ahora cómo trabaja el modelo los procesos atencionales
que acompañan las dinámicas de movimiento recién expuestas.

3.2. Atención
El proceso de atención al cuerpo ha sido foco del trabajo de dis-
tintas disciplinas corporales. Tal como lo vimos en el capítulo 3, la
eutonía, desarrollada por Alexander, así como el trabajo de Feldenkrais,
y Cordero en Chile, desarrollan un método de trabajo cuya matriz base
corresponde al fenómeno atencional sobre el cuerpo, identificando
estrategias específicas.
Desde la neurociencia, el hacer foco en el cuerpo permite revitalizar
las redes de enlace neuronal dando lugar a caminos interneuronales
diferentes a los recorridos habitualmente. Dichos caminos habituales
constituyen nuestros patrones de conducta aprendidos y repetitivos.
Estos, si bien cumplen el papel de reducir el gasto de energía del sistema
nervioso, disminuyen también el nivel de energía y vitalidad general

173
Carmen Parraguez Grass

del organismo generando dinámicas repetitivas de respuesta frente a


situaciones diferentes.
Para el MARES, el desarrollo de mayores niveles de vitalidad y
creatividad está directamente asociado a la plasticidad de sistema
nervioso para realizar innovaciones en su dinámica de correlaciones
sensoriomotoras y actividad interneuronal. Una forma de lograr esto
es a través del trabajo de conciencia corporal, es decir, llevando la
atención a segmentos corporales antes no identificados. Lo anterior ha
sido demostrado en numerosas investigaciones en las que la activación
de nuevas zonas cerebrales aparece relacionada con la variación del
foco atencional.
De este modo, llevar la atención al cuerpo, permite al coachee
tomar conciencia de nuevos segmentos corporales, sacándolo de la
ceguera de sí mismo y permitiéndole marcar con mayor vivacidad su
propia presencia. Para realizar dicho trabajo, es fundamental el generar
una disciplina atencional permanente en el proceso de coaching. Dicho
proceso de direccionamiento atencional se describe a continuación:

1. Atención respiratoria: se define como la realización de prácticas


atencionales, orientadas a identificar en el proceso respiratorio
de inhalación y exhalación sensaciones tales como: tempera-
tura, ritmo, densidad, sonido, olores, etc.
2. Atención a sensaciones internas referidas a grupos musculares,
su movimiento y su estado de relajación o contracción en todo
el proceso.
3. Atención en ejercicios de movimiento, mediante el direcciona-
miento atencional a la sensación en los diferentes músculos,
tanto en movimiento de proyección, retracción, arraigo y
proyección circular. Lo anterior se realizará incorporando las
sensaciones de temperatura, volumen interno, tonicidad, peso
y sensación general, percibidas por el coachee.
4. Atención al centro de gravedad y ocupación del espacio. En esta
fase, el direccionamiento atencional se centrará en el centro de
gravedad, es decir en el punto en el cual todo el peso del cuerpo
se concentra, así como también a la posición del cuerpo en
relación al espacio; así hablaremos de ocupación alta, media,

174
Coaching Corporal Mares

baja, derecha, izquierda, adelante y atrás. Para esto identifi-


caremos diferenciaciones tales como: eje del cuerpo, cambios
de eje, correlato de sensación muscular asociada, sensaciones
de temperatura, volumen interno, tonicidad, peso y sensación
general percibidas.
5. Atención a vectores de fuerza y postura; aquí los elementos cen-
trales serán identificar las sensaciones corporales que aparecen
en los diferentes tipos de motor corporal. Para esto se utilizarán
las mismas distinciones sensoriales antes especificadas.

Todas estas técnicas incorporan los direccionamientos atencionales


necesarios, para convertirla en una herramienta de autoconocimiento
y aumento de la conciencia corporal, incrementando nuestra sensación
de presencia desde el cuerpo.
En síntesis, el proceso de atención al cuerpo será el eje central en
todas las fases de trabajo, tanto si nos encontramos realizando ejercicios
de movimiento y respiración, como si realizamos una danza grupal o
un trabajo de expresión simbólica; el foco será siempre mantener una
atención permanente a la sensación física. Solo así percibiremos nues-
tro aquí y ahora, solo así mantendremos nuestra presencia presente
desde el cuerpo.

3.3. Respiración
La respiración es uno de los caminos más directos hacia el reco-
nocimiento del cuerpo como sostén vivencial. Este hecho, constatado
personalmente y a través de personas con las que he trabajado, recoge
también la experiencia de culturas milenarias, como la china y la hindú,
que reconocieron en la respiración un eje central en el desarrollo de
las disciplinas corporales que desarrollaron, como el t’ai chi y el yoga.
Al estudiar la respiración como sistema, sorprende descubrir que,
pese a ser un proceso vivenciado como natural y automático, es uno
de los más complejos y fundamentales a tener en consideración a la
hora de realizar cualquier tipo de trabajo corporal. Esto, por su directa
relación con todos los sistemas del organismo, en especial con el sistema
circulatorio y el sistema nervioso. Lo maravilloso de la respiración es
que, pese a ser fundamental en el proceso de la vida, no necesitamos

175
Carmen Parraguez Grass

tener conciencia de ella, no requerimos recordar respirar: el organis-


mo lo hace automáticamente, como parte de un sistema integrado de
funciones propias del sistema nervioso. En específico, el movimiento
respiratorio se produce gracias al sistema nervioso somático (SNS), el
cual regula las funciones musculoesqueléticas asociadas al movimiento
voluntario y, por otra parte, gracias al sistema nervioso autónomo,
asociado al funcionamiento involuntario de vísceras, glándulas, sistema
digestivo y de eliminación.
Los pulmones, compuestos de musculatura lisa, se mueven gracias
a los músculos respiratorios del SNS, en relación constante con el
sistema nervioso central. Lo interesante de todo esto, es que cuando
nuestra respiración es intencionada por la voluntad, aparece la acción
del sistema nervioso central. Este intencionamiento puede darse en
diversas situaciones en las que podemos querer calmarnos en situa-
ción de tensión, respirando tranquila y profundamente, o bien cuando
queremos ingresar aire más rápidamente a nuestro cuerpo, luego de un
deporte exigente, que nos hace jadear aceleradamente. Los ejercicios de
respiración, asociados a técnicas de meditación, yoga, Alba Emoting,
etc., son intencionados a través de las zonas cerebrales superiores, co-
rrespondientes al sistema nervioso central: aquí sí aparece el control
de la voluntad sobre un funcionamiento que de suyo es involuntario
y automático, si bien no autónomo, ya que requiere de la activa par-
ticipación de la musculatura del tórax.
Dentro de los músculos asociados al proceso respiratorio, tenemos
los intercostales, los frénicos y el diafragma. Este último, es funda-
mental ya que es capaz de movilizar la respiración para la entrada
y salida de aire a los pulmones. Existe una intensa relación entre los
procesos emocionales y la respiración. Por ejemplo, mediante la res-
piración abdominal se puede promover la tranquilidad y la disminu-
ción de la ansiedad; por su parte la hiperventilación puede promover
estados de euforia, miedo, e incluso irritabilidad. Estas relaciones se
dan debido al cambio químico que ocurre al interior del organismo,
específicamente en la relación existente entre la cantidad de oxígeno
y anhídrido carbónico. Cualquier cambio en la relación normal de
estos dos componentes, producto de un estado emocional o de una
exigencia física determinada, promoverá que el organismo modifique

176
Coaching Corporal Mares

la práctica respiratoria, en su búsqueda de equilibrio interno. Por otra


parte, la respiración asociada a la musculatura, puede afectar y verse
afectada por distintos tipos de posturas inadecuadas, que obstruyan
o faciliten el ritmo y profundidad respiratoria, generando así cambios
a nivel emocional y cognitivo.
Tal como vimos en el capítulo 3, los interesantes descubrimientos
de Susana Bloch, nos muestran los cambios respiratorios asociados
a situaciones emocionales diversas: cómo cada individuo modifica el
patrón respiratorio frente a las diferentes emociones básicas y más
aún, el descubrimiento de que el cambio intencionado del patrón
respiratorio puede inducir la emoción, sin existir contexto para esto.
Todo esto nos demuestra el tremendo impacto que la respiración tiene
en los procesos emocionales.
Por su parte, el yoga ha logrado desarrollar una serie de técnicas
respiratorias orientadas a tranquilizar el sistema nervioso autónomo,
en especial el parasimpático asociado a la huida y ataque, y ha de-
sarrollado técnicas como la respiración de fuelle para aumentar los
niveles de alerta y energía.
Los descubrimientos de Reich en relación a la existencia de una
coraza muscular, con obstrucción de los procesos respiratorios, así
como los aportes de la bioenergética en este mismo sentido, nos ha-
blan también del papel de la respiración en el proceso de adaptación
emocional al entorno.
Es importante considerar que, dado que la respiración es principal-
mente una función automática cuyos centros de control se ubican en el
tronco encefálico, no debemos intervenir en esta de forma sistemática,
sin entender el profundo impacto que cualquier cambio intencionado
tiene sobre el sistema orgánico completo. En este sentido, la interven-
ción sobre procesos automáticos debe respetar el funcionamiento y
sabiduría organísmica y solo intervenir en aquello que con seguridad
no perturbará la adecuada integración y funcionamiento natural del
organismo, de lo contrario podemos alterar otros sistemas y desregular
el balance general de este.
En términos generales, en el MARES trabajamos con los tres tipos
de respiración básica descritos habitualmente en yoga, y utilizamos
algunas técnicas respiratorias del Alba Emoting, tendientes a disminuir

177
Carmen Parraguez Grass

estados de ansiedad aprendidos y fortalecer la energía y vitalidad del


organismo cuando sea necesario en el plan de trabajo definido para
cada persona. En todo caso, es fundamental recalcar que el foco de
trabajo respiratorio del MARES estará más bien en el aumento de la
conciencia sobre el proceso respiratorio, más que en el intencionamien-
to de una modalidad respiratoria específica.
Partiremos entonces diferenciando los tres tipos de respiración
básica: La respiración abdominal, la intercostal y la clavicular.
La respiración abdominal se practica inicialmente colocando una
mano sobre el vientre de manera de poder sentir el movimiento muscu-
lar asociado a la expansión del abdomen. La inhalación y exhalación
se hace por la nariz, intencionando la entrada del aire hacia la zona
abdominal. Los principiantes en esta técnica, suelen presentar dificul-
tad para expandir el abdomen e intencionar la respiración baja; sin
embargo, al cabo de algún tiempo de práctica logran hacerlo sin difi-
cultad, alcanzando los beneficios asociados a una mayor sensación de
tranquilidad y equilibrio interior. Este tipo de respiración es altamente
beneficiosa en casos de estrés y ansiedad, estados de angustia y miedo.
La respiración intercostal parte con una respiración abdominal, que
luego se expande hacia la zona media con extensión de los músculos
intercostales, aquí el principiante puede colocar su mano en la zona
media entre abdomen y tórax a fin de percibir el movimiento de los
músculos de esta zona.
Finalmente, la respiración clavicular o alta, implica llevar el aire
a la zona del tórax para lograr expandir el pecho. La mano podrá ser
llevada a esta parte alta a fin de percibir el movimiento del pecho al
inhalar y su bajada al exhalar.
La técnica de la respiración completa y profunda implica el proceso
completo, llevando el aire a la zona abdominal, luego a la zona inter-
costal y finalmente a la zona clavicular. Luego se exhala, intencionando
vaciar primero la zona alta, luego la media y finalmente la zona baja.
Se presiona suavemente el punto umbilical y luego se continúa con la
respiración completa y profunda. (Ver imagen 34)

178
Coaching Corporal Mares

Zona alta «clavicular»

Zona media «costal»

Zona baja «diafragmática»

Diafragma

Imagen 34. Representación de las tres zonas pulmonares asociadas al proceso de


respiración completa y profunda. La zona baja «diafragmática» corresponde la
respiración abdominal, la zona media a la respiración intercostal y la zona alta a la
respiración clavicular.

Este tipo de respiración, por su complejidad y participación de


diferente grupos musculares, permite realizar también un trabajo aten-
cional muy focalizado que facilita el instalar una disciplina de atención
al cuerpo, así como también la conciencia del propio eje corporal o
centro físico, fundamental para todas las fases de trabajo del MARES,
ya que desde ahí se instalan todos los referentes de movimiento.

3.4. Expresión simbólica


Como lo vimos en el capítulo 1, el cuerpo ha tenido connotacio-
nes muy distintas según cual fuera la época y la cultura imperante. A
nivel simbólico ha representado aspectos del mundo religioso, político,
sexual, estético y social. Desde concebirse para algunos en una suerte
de microcosmos del universo, ha pasado a representar para otros la
cárcel del alma; su composición interna ha sido motivo de analogía
con los cuatro elementos de la naturaleza y por tanto con la repre-
sentación del principio de todas las cosas. De ser fuente del pecado
y del sufrimiento humano, ha pasado a ser el templo que inspira el
arte de pintores, escultores y arquitectos. En las diferentes religiones,
tanto politeístas como monoteístas, los dioses han sido representados
a través de formas humanas, siendo para el Antiguo Testamento el
hombre hecho a la «imagen y semejanza de Dios». En su dimensión

179
Carmen Parraguez Grass

simbólica, el cuerpo ha ido mucho más allá de lo físico, instalándose


desde el lenguaje, como símbolo que representa algo más que su sig-
nificado inmediato y obvio.
Para comprender el poder del símbolo como significante, podemos
remitirnos, por ejemplo, al símbolo de la cruz. En este encontramos
una significación mucho más compleja que la observada en el cruce
perpendicular de dos líneas. La cruz en su expresión simbólica refiere
al sacrificio, la salvación, el amor de Dios, el alejamiento del Demonio
e incluso la pertenencia a una religión específica. Partes del cuerpo,
como los ojos, han simbolizado para muchos la llamada «ventana del
alma», en el antiguo Egipto el ojo izquierdo del Dios Horus ha sido
considerado un amuleto de protección; en Oriente, los lóbulos alarga-
dos de las orejas, han sido símbolo de realeza y autoridad espiritual,
y en China, el hígado simboliza el coraje y el amor filial.
Es aquí precisamente, en la dimensión simbólica que le otorgamos
al cuerpo, donde aparece una interesante posibilidad de integración
entre los dominios corporal y mental, ya que el cuerpo nos permite
una expresión, comunicación y comprensión mucho más profunda de
los fenómenos.
Lo que hacemos en el MARES, es promover también desde el
lenguaje, las posibilidades de cambio a través del cuerpo como ex-
presión simbólica. El movimiento corporal, nos permite la expresión
de aspectos sutiles y complejos, que de otra forma, nos sería difícil de
representar en todos sus matices y riqueza de significación. Esta ampli-
tud de significación, nos permite instalar más allá de lo evidente, algo
más profundo; algo así como todo aquello para lo cual las palabras se
hacen insuficientes, pero que sentimos con una certeza palpable desde
otro lugar.
El trabajo corporal, en su dimensión simbólica, nos permite la
expresión integrada de los aspectos físicos, emocionales y lingüísticos
que aparecen a la conciencia del coachee en un momento determina-
do. Al igual que en el simbolismo de los sueños, donde lo que ocurre
puede ser significado como un mensaje mayor, a través del cuerpo y
su capacidad expresiva, podemos representar y encontrar un espacio
donde la libertad creativa nos permite llegar más allá del pensamiento
lógico racional.

180
Coaching Corporal Mares

Tal como vimos en el capítulo 3, el teatro nos entrega un espacio


valioso para trabajar con la dimensión simbólica del cuerpo, alejándo-
nos de la esfera mental cartesiana y acercándonos al lenguaje del arte.
Lo que logramos es un aumento de nuestra capacidad de significar y
de darnos cuenta de lo que nos sucede, permitiéndonos, muchas veces,
resolver aspectos que racionalmente nos resulta difícil comprender y,
sobre todo, modificar.
Veámoslo con un ejemplo: si queremos trabajar nuestra capaci-
dad de defender nuestros puntos de vista, y ser fuertes y propositivos
en el trabajo y en la vida en general, podemos hacerlo atendiendo al
cuerpo, que nos sostiene en el día a día de esa cotidianidad que quere-
mos modificar. Una pregunta podrá se entonces ¿cuál es el cuerpo que
necesito para lograr lo que busco? En la búsqueda de esta respuesta, el
MARES desde el trabajo de expresión simbólica, acude al movimiento
y la búsqueda de las expresiones corporales que favorezcan esta forma
de habitar el mundo que el coachee desea aprender. Aquí el trabajo con
personajes que representan aquello que la persona quiere intencionar,
son una herramienta fundamental para integrar lo que mentalmente
desea aprender, pero que aún no tiene disponible desde el punto de
vista corporal y emocional. La respuesta, entonces, podría estar en
la elección de un personaje como «el guerrero» o «el justiciero», etc.
El trabajo con personajes, nos lleva al concepto de arquetipos, que
desde la perspectiva de Jung, constituyen manifestaciones simbólicas,
que expresan a través de fantasías no solo motivos, sino que también
instintos fisiológicos del hombre. En palabras del autor los arquetipos
«son una tendencia, tan marcada como el impulso de las aves a cons-
truir nidos, o de las hormigas a formar colonias organizadas» (Jung,
1976, p. 66). Como manifestación simbólica, el arquetipo tiene una
estructura básica, un modelo central sobre el cual se plasman formas de
expresión distintas según las épocas históricas y las diferentes culturas.
Lo interesante es que el motivo central se mantiene, y por ende, algo
en su estructura figurativa también. Por ejemplo, en el mito del héroe
podremos encontrar diferentes representantes, expresados en guerreros,
santos, profetas; sin embargo, el motivo central será el mismo, como
lo plantea Jung:

181
Carmen Parraguez Grass

La idea general de Cristo como Redentor pertenece al tema


mundialmente difundido y precristiano del héroe y libertador
quien, aunque ha sido devorado por un monstruo, vuelve a
aparecer milagrosamente después de vencer al monstruo que lo
devoró. Cuándo y dónde se originó este mito es cosa que nadie
sabe. Tampoco sabemos cómo investigar ese problema. La única
certeza evidente es que cada generación parece haberlo conocido
como tradición transmitida desde tiempos anteriores. Así es que
podemos suponer con seguridad que se «originó» en un período
en que el hombre aún no sabía que poseía el mito de un héroe;
es decir, en una era en que aún no reflexionaba conscientemente
sobre lo que decía. La figura del héroe es un arquetipo que ha
existido desde tiempos inmemoriales. (Ibíd. p. 69)

La expresión a través de un arquetipo como el del héroe, puede


ser para algunos coachees una forma fácil de acceder a través de un
símbolo reconocido culturalmente como aquel que reúne una serie de
características y matices relacionados con la función de «salvador de
los débiles». En lo personal, he observado que este arquetipo puede
constituirse para un hombre en un personaje fuertemente arraigado en
su forma de habitar el mundo, impidiéndole reconocer su necesidad
de pedir ayuda, trabajar en equipo y permitir el empoderamiento y
desarrollo autónomo de aquellos a quienes dirige.
El arquetipo o personaje elegido por el coachee o sugerido por el
coach a fin de explorar desde el cuerpo qué ocurre para él y de qué se da
cuenta, constituye una valiosa herramienta y una ruta fácil para acceder
a una constelación de emociones, pensamientos y una presencia física
en el mundo, que de otra forma le sería difícil de expresar con todo la
complejidad de matices que un arquetipo contiene en sí mismo. Es más, la
sola expresión «el héroe» ya nos llena a cada uno de nosotros de signifi-
caciones; algunas aprendidas y otras personales, que abarcan muchos más
elementos de los que la historia de un héroe específico puede entregarnos.
La psicología positiva hace un interesante aporte al señalar que el
foco transformacional debe estar más en el desarrollo de fortalezas y
recursos que en la reducción de brechas o debilidades existentes en la
persona. El presente modelo, si bien plantea aumentar el rango conduc-
tual, lo hace respetando el marco de referencia físico, psíquico y emo-
cional de esta. En el trabajo del MARES este elemento es fundamental,

182
Coaching Corporal Mares

ya que la construcción de personajes se basa en la instalación de estos


desde la persona que los representa, y no desde un ideal o prototipo
externo. Así, el personaje del «guerrero» no será el mismo para una
persona con prevalencia del tipo corporal A, que para una en que pre-
domina el tipo C. Cada guerrero toma los recursos de la estructura de
la persona que lo sostiene y construye su propia instalación. Esto solo
puede realizarse a partir de un reconocimiento de los propios referentes
corporales, es decir de un darse cuenta de la sensación y de las partes
del cuerpo involucradas en este personaje. Así, en la representación de
personajes, lo que se busca es la sensación del cuerpo, llevando primero
la atención a esta sensación y luego movilizándose desde ahí. En la
dimensión lingüística, el trabajo con personajes incorporará, en una
segunda etapa, los diálogos o declaraciones que surjan desde sentirse
desde el cuerpo en el personaje, y no al revés.
En mi experiencia, el trabajo inverso, es decir la personificación
sin un trabajo previo de conciencia corporal, lleva a un discurso vacío
y a una sensación de irrealidad en el coachee que, más que integrarlo
lo disocia aún más, es decir lo lleva a una sensación de máscara, que
es precisamente contra lo que se quiere luchar, como señalara Fel-
denkrais: «la satisfacción que obtiene de esas acciones, por más éxito
que tengan, no es orgánica, no lo revitaliza; es una mera gratificación
superficial, externa» (Feldenkrais, p. 15) y por lo tanto no constituye
un aprendizaje sostenible en el tiempo.
De este modo, desde el presente modelo el trabajo con personajes
debe respetar ciertos pasos de apropiación, de lo contrario, se convier-
te en una actuación vacía de sentido para el coachee y en una nueva
forma de «ser lo que no soy».
Este tipo de trabajo favorece fundamentalmente el aprendizaje
y la apropiación de un nuevo rol. Recuerdo un coachee que deseaba
trabajar su capacidad de contener y vincularse emocionalmente con
su equipo. Por su historia era una persona de carácter más bien parco,
racional y orientado a resultados; practicaba artes marciales desde la
actitud del guerrero y, por ende, esta fue una interesante entrada para
trabajar desde este modelo. Dulcificamos el arquetipo, llevándolo hacia
el personaje del padre, que aparecía fuertemente en la relación con su
hija. Lo hicimos suavizando los movimientos de ataque que utilizaba

183
Carmen Parraguez Grass

en su práctica de artes marciales, lentificando las entradas, cambiando


el peso del cuerpo hacia atrás, lentificando la respiración y, finalmente,
intencionando la apertura. Su conexión con esta forma de movimiento,
y con su contenido emocional, le permitió descubrir en él la capacidad
de contención que requería desarrollar en su rol de líder. Este trabajo
nos permitió comenzar a integrar desde lo mental, sus propios recursos
con las competencias que requería desarrollar en el trabajo.
En mi experiencia con este tipo de trabajos, las personas descu-
bren con facilidad, a través de los arquetipos, aspectos rechazados o
deseados de su manera habitual de habitar desde su presencia corpo-
ral. Simbolizar con ayuda del cuerpo, nos permite, además, establecer
una conexión mucho más profunda entre este y la mente, ya que en
un movimiento, postura o danza, la persona es capaz de representar
libremente su demanda, deseo o necesidad de aprendizaje.
Durante estos años, he constatado, que a través del trabajo con
arquetipos de la mitología griega, hombres y mujeres pueden identificar
fácilmente aspectos que los representan y les permiten reconocer en
sí mismos, a través del juego de roles que implica la representación,
elementos que dan respuesta a aspectos que requieren aprender.
Se trata de algo similar a lo que ocurre en el aprendizaje que rea-
lizan los niños a través del juego preparatorio para etapas posteriores
de desarrollo, jugar al papá y a la mamá mediante la imitación o jugar
a «ser grande y trabajar», les permite preparar un cuerpo necesario
para los desafíos del futuro.
El trabajo con el «anti personaje» es también una forma a través
de la cual el coachee puede activar corporalmente aspectos rechaza-
dos de sí mismo, similar al juego de roles con la polaridad rechazada
que realiza la Terapia Gestalt. Esta técnica implica actuar aquello
completamente opuesto a lo que defino que soy, pero desde el cuerpo
y su movimiento, sin hablar; simplemente permitiendo que el cuerpo
instale el personaje rechazado. Desde el MARES, el trabajo consiste en
identificar atencionalmente los cambios musculares y de respiración
que ocurren en este trabajo. La persona puede identificar cuáles son
los aspectos físicos que bloquean aquello que desea aprender, así como
también las conversaciones internas o pensamientos que se le apare-
cen al realizar este tipo de trabajo. Como resultado, cierran el círculo

184
Coaching Corporal Mares

del modelo, instalando un aprendizaje que incorpora la dimensión


simbólico-lingüística, logrando una mayor flexibilidad y ampliación de
recursos, lo que facilita el reforzamiento de los aspectos más cognitivos
de su proceso de cambio.

4. Plan de mantención
El MARES, como modelo de trabajo, desarrolla un proceso que
potencia el autoapoyo en la persona. Esto significa que el trabajo se
circunscribe a un período de tiempo definido, dentro del cual se atra-
viesa por las fases antes señaladas, dando énfasis a unas más que a
otras, según las necesidades del coachee. Una vez cerrado el proceso, el
modelo promueve el diseño de un plan de trabajo personal. Para esto,
se estructura una ficha de trabajo, que se entrega a las personas que
finalizan su proceso, a fin de apoyarlas en la decisión de las prácticas
corporales más recomendables para su tipo corporal y para la man-
tención de los resultados alcanzados durante el proceso de coaching
corporal.
A continuación, se detalla un ejemplo de ficha tipo que puede ser
utilizada.

Ficha Plan de Trabajo Personal MARES


El MARES es un modelo de coaching corporal que pro-
mueve el desarrollo del potencial de cada persona en función
de su estructura física, lingüística y emocional. El objetivo del
modelo es aumentar el rango de movilidad conductual frente a su
entorno, aumentado su flexibilidad y expandiendo su potencial
expresado en acción efectiva.
Para desarrollar su Plan de Trabajo Personal según el mo-
delo, usted deberá completar la siguiente pauta de trabajo.

185
Carmen Parraguez Grass

1. Desarrolle 3 objetivos que le gustaría intencionar en los


próximos meses y que digan relación con algún aspecto frente al
cual, durante el proceso de coaching, observó que tenía menos
recursos y le gustaría potenciar.
Por ejemplo: «Me di cuenta que me faltaba fuerza física y lo
asocié a mi dificultad para sostener o abrir espacios de conflicto
o bien, me di cuenta que estaba siempre apretada y lo asocié
a mi permanente sensación de miedo, o bien me di cuenta de
que no me siento el cuerpo y lo asocié a mi permanente «estar
pensando», etc.
Sea ambicioso/a no se limite… recuerde que según los últi-
mos estudios en neurociencia, utilizamos únicamente el 5% de
nuestro potencial así que dese el espacio de expandir.

Objetivos personales a desarrollar:


1.-

2.-

3.-

Plan de Trabajo Personal:


1. A nivel de movimiento: Se refiere al tipo de actividad
física recomendable desde el modelo, para expandir los
propios recursos que se desea intencionar.
2. A nivel atencional: Se refiere al tipo de actividad cog-
nitiva, artística u otra, recomendada para dirigir la
atención de manera focalizada, difusa o mixta, a fin de
apoyar el proceso de expansión de los propios recursos
adaptativos.

186
Coaching Corporal Mares

3. A nivel de respiración: Se refiere a las prácticas res-


piratorias recomendadas, para apoyar el proceso de
ductilidad conductual en espacios vitales de cierre o de
sobreactividad emocional.
4. A nivel de simbolización: Se refiere a prácticas cognitivo-
corporales de desarrollo de roles, personajes o de imagi-
nería, recomendadas para articular el trabajo corporal
a nivel del lenguaje.

Desarrollo Plan de Trabajo Personal MARES


M

187
Carmen Parraguez Grass

Trabajo corporal general


En términos generales se recomiendan algunas de las siguientes
prácticas de mantención sea cual fuere la disciplina corporal que se
defina como trabajo personal posterior al MARES. Estas prácticas tie-
nen por objetivo mantener el protagonismo del cuerpo y la conciencia
sobre este en forma permanente, asegurando así la mantención de los
beneficios obtenidos durante el proceso de coaching corporal MARES.

1. Prácticas de mantención cardiovascular:


La realización de ejercicios cardiovasculares favorece el funciona-
miento general del organismo, logrando una mejora en la capacidad de
movimiento mantenido en cualquier práctica corporal. La realización
de ejercicios cardiovasculares favorece también el fortalecimiento del
tren inferior del cuerpo y por ende la sensación general de arraigo,

188
Coaching Corporal Mares

estabilidad y sustentación. Dentro de los ejercicios que recomiendo


en esta línea están la caminata, la bicicleta, la elíptica y el trote, según
cual sea el estado físico de la persona.

2. Prácticas de flexibilización:
La realización de ejercicios de flexibilización favorece la lubrica-
ción de las articulaciones y la ductilidad del movimiento, protegiendo
al cuerpo de molestias, dolores y lesiones asociadas a las diferentes
formas de movimiento. (Ver imagen 34, 35 y 36)

Imagen 34. Ejercicios de flexibilización de columna

Imagen 35. Ejercicios de flexibilización de hombros y cuello

189
Carmen Parraguez Grass

Imagen 36. Ejercicios de flexibilización de rodillas, tobillos y cadera.

3. Prácticas de tonificación abdominal y lumbar:


Los ejercicios de tonificación de musculatura abdominal y lumbar
protegen nuestra columna vertebral, ayudándola a sostener adecuada-
mente la exigencia de los movimientos corporales y del ejercicio loca-
lizado. Al cuidar nuestra columna, fortalecemos nuestro principal eje
y soporte longitudinal, lo que nos permite un adecuado centramiento
a nivel físico y psicoemocional. (Ver imagen 35)

190
Coaching Corporal Mares

Imagen 35. Ejemplos de ejercicios abdominales y de zona lumbar, fortaleciendo el


sostén de la columna vertebral 

4. Práctica de respiración completa y profunda:


La respiración constituye un ancla permanente sobre la cual pode-
mos llevar nuestra atención. El direccionamiento atencional al proceso
respiratorio conlleva una serie de beneficios psicoemocionales, así como
también permite robustecer la conexión cuerpo-mente en cualquiera
de las disciplinas corporales que se realicen. Entonces, debemos utili-
zar el maravilloso recurso de respirar para aumentar la conciencia de
nosotros mismos. Para esto recomiendo la práctica de la atención a la
respiración completa y profunda, identificando los músculos que se
expanden y contraen en cada fase de esta.

191
5. Direccionamiento atencional a los diferentes segmentos cor-
porales implicados en cada uno de los ejercicios anteriormente
señalados:
Esto se logra identificando la musculatura que trabaja en cada
ejercicio. Al llevar la atención al cuerpo, favoreceremos los efectos
de vitalidad, energía y bienestar en cualquier disciplina corporal que
practiquemos. La práctica de la meditación puede constituir una im-
portante ayuda para disciplinar la mente y hacer más fácil el dirigir
nuestra atención hacia la sensación corporal.
Capítulo 6
Casos de aplicación del modelo MARES

Aplicaciones del Modelo


En el presente capítulo quiero compartir con ustedes algunas de
las aplicaciones prácticas del MARES en diferentes escenarios. El mo-
delo ha sido aplicado en organizaciones y también en actividades de la
Escuela de Coaching Corporal, en la que desarrollo talleres de trabajo
corporal utilizando el MARES. Si bien el modelo, en un principio, se
trabajó de forma intuitiva y sin la estructura metodológica que tiene
hoy día35, los casos que veremos a continuación albergan los principios
fundamentales que hemos visto en capítulos anteriores y, por ende, me
parece útil compartir con ustedes su aplicación a nivel práctico.
Para comprender los niveles de aplicación, agruparemos los
motivos por los que las personas y organizaciones solicitan coaching
corporal, agrupándolos en tres grandes categorías.
En la primera, el coachee refiere un estado de falta de satisfacción
con algunos aspectos de su vida. Si bien, dicho estado plantea una
necesidad de cambio, esta no es inminente, y podría ser postergada en
el tiempo. La persona que solicita coaching corporal desde este lugar,
decide iniciar un cambio para disminuir su insatisfacción y alcanzar
mayor bienestar, e intuye que es desde el cuerpo donde puede encon-
trar un camino. Esta motivación inicial la llamaremos «sensación de
displacer».

35
Los primeros casos que se mencionarán a continuación, fueron implementados
bajo mi dirección en Consultoría Integrada Soc. Ltda., y constituyen los inicios de
lo que sería posteriormente el actual modelo de coaching corporal MARES.

193
Carmen Parraguez Grass

Un segundo motivo por el que las personas solicitan un proceso


de coaching corporal es cuando la sensación que prima es la de una
intensa desazón interior, que puede ir acompañada de manifestacio-
nes corporales como tensión muscular, cefaleas, trastornos a nivel del
colon, etc.; o de una sensación de tristeza y falta de sentido vital. Esta
motivación inicial la llamaremos «estado de dolor». En estos casos,
en ocasiones, puede ser recomendable derivar a una atención especia-
lizada si la sintomatología se intensifica o mantiene en el tiempo. Tal
como vimos en capítulos anteriores, este es un aspecto fundamental a
tener en cuenta dentro de las distinciones del coach a fin de delimitar
claramente cuándo es necesario un abordaje psicológico o médico.
Por último, tenemos los procesos en los que la persona sin encon-
trarse en un estado de displacer ni de dolor, desea llegar más allá y
desarrollar su potencial. Muchas veces intuye que existen aprendizajes
y nuevos logros de los que sería capaz si se aventurara a desafiar sus
actuales zonas de confort. Esto último se asocia muchas veces con
necesidades concretas de desarrollo profesional, desarrollo de carrera
o de un mayor liderazgo en los que el cuerpo constituye un eje fun-
damental. A esta motivación inicial la llamaremos «ampliación de
recursos». Estos motivos, si bien pueden ser abordados como desafíos
personales, muchas veces surgen de una solicitud de la organización en
la que la persona trabaja. En este caso, el interés en el proceso conforma
una tríada entre organización (jefatura directa), coachee (persona que
requiere el coaching) y coach. Aquí será fundamental, a nivel de los
objetivos del proceso, alinear estos tres niveles para poder lograr un
cambio en la dirección esperada.
En mi experiencia, este es un punto esencial, ya que muchas veces
no existe coincidencia entre los objetivos de la organización y los obje-
tivos del coachee; en estos casos es altamente probable que el proceso
sea un verdadero fracaso. Personalmente prefiero abordar procesos de
coaching corporal que surjan de una necesidad de la persona, desde un
darse cuenta personal de la necesidad de cambio. Aquí, la probabilidad
de éxito aumenta enormemente y el proceso fluye hacia un aprendizaje
transformacional real y profundo.
A continuación, compartiré con ustedes siete casos de coaching
corporal, algunos de los cuales han sido publicados en artículos de la

194
Coaching Corporal Mares

revista The Newfield Network. Otros son relatados por primera vez
en el presente libro, con el fin de graficar las aplicaciones prácticas del
modelo en diferentes escenarios.
Veamos a continuación cuál fue el abordaje en estas siete situa-
ciones:

Caso 1: Coaching corporal post terremoto. Un caso


de dolor
Durante 2010 algunas de las grandes empresas de nuestro país,
sobre todo aquellas con sucursales en las áreas más afectadas, me so-
licitaron desarrollar intervenciones grupales, producto del tremendo
impacto que a nivel físico, emocional, cognitivo y social tuvo en Chile,
el terremoto del 27 de febrero de aquel año.
En dicha oportunidad, diseñamos un plan de intervención dirigido
a nuestros clientes más afectados, entre ellos una conocida compañía
de seguros y una emblemática empresa de acero, esta última con em-
pleados que se encontraban en labores durante la madrugada del 27
de Febrero.
Convencidos de que la estrategia para abordar el trabajo impli-
caba incorporar fuertemente la dimensión corporal, desarrollamos
un programa integral que abordó los distintos aspectos en que esta se
despliega: a nivel cognitivo, la elaboración lingüística de la experiencia
traumática; a nivel emocional, el espacio de reconocimiento, expresión,
validación y generación de una comunidad de apoyo; y por último, a
nivel corporal, un trabajo focalizado en la generación de un cuerpo
flexible y a la vez estable, que permitiera sostener una sensación de
vulnerabilidad e incertidumbre crecientes.
Una de estas intervenciones se realizó en Concepción, una de las
zonas más afectadas por el terremoto y que se encontraba bajo réplicas
sísmicas diarias y constantes. Fue en este escenario donde el trabajo
corporal constituyó el mayor aporte. Dicho trabajo se centró en la
realización de técnicas de movimiento corporal que hicieron foco en
el arraigo y la ductilidad. El arraigo permitió generar en las personas
la sensación física de soporte, en un contexto en el que el sostén de la

195
Carmen Parraguez Grass

tierra era precario e impredecible y, por lo tanto, el centro de gravedad


y arraigo se percibía como frágil.
La generación de un soporte corporal firme y seguro y el trabajo
de ductilidad corporal, fueron simbolizados en la metáfora polar de la
palmera versus el árbol nativo. Con un tronco flexible como el de la
palmera, somos capaces de movernos al ritmo de la tierra sin perder
nuestras raíces y sin quebrarnos, tal como ocurre en el Caribe, donde
resisten los huracanes pese a su aparente fragilidad. Por su parte, el
tronco grueso y rígido de los árboles nativos, puede no resistir dichos
embates y quebrarse dada su rigidez y espesor. La conjunción de arraigo
y ductilidad propios de esta analogía, resultó ser una buena manera de
trabajar a nivel simbólico el cuerpo capaz de sostener el movimiento
de la tierra. El trabajo físico de arraigo y ductilidad, no fue solo sim-
bólico, sino que ocurrió en una situación externa, inmediata y «real»
en el que el movimiento de la tierra era constante, incluso mientras
realizábamos los ejercicios.
Este trabajo permitió en muchos de los participantes conectarse
con emociones que habían sido reprimidas: la pena, el miedo y la ra-
bia aparecieron como parte de la recuperación de la confianza en sus
propios recursos. Lo anterior permitió fortalecer conversaciones que
generaron un espacio comunitario de apoyo y confianza, una especie
de «cadena de apoyo», construida a través de movimientos y conver-
saciones, como una poderosa forma de conectar emocionalmente a
los equipos de trabajo.
La realización de este trabajo facilitó a las personas iniciar la ela-
boración de la situación traumática y también el poder volver poco a
poco a retomar su rutina diaria, tanto a nivel personal como laboral,
permitiéndose sentir a nivel emocional y corporal, reconociendo la ne-
cesidad de moverse, bailar, reírse, llorar y conversar sobre lo sucedido,
una y otra vez, como parte del proceso de reconstrucción cognitiva,
física y emocional, necesario para fortalecerse interiormente.

196
Coaching Corporal Mares

Caso 2: Experiencia con una empresa en proceso de


fusión. Un caso de displacer
Durante ese mismo año, desarrollamos una intervención desti-
nada a facilitar el proceso de fusión entre dos compañías de seguros.
La intervención estuvo dirigida a fortalecer la coherencia interna del
sistema y prepararlo para un escenario de incertidumbre que debería
sostenerse durante algunos meses, mientras no se definiera la nueva
estructura organizacional. El trabajo se realizó en Santiago y abarcó
a la totalidad de colaboradores de la compañía.
El reto fue crear un estado de ánimo de aceptación frente a los
cambios, y a la vez, articular una ambición positiva frente a las posi-
bilidades personales que podría generar un nuevo escenario laboral.
El desafío fue levantar un sistema corporal capaz de sostener en forma
saludable y flexible, un escenario aún incierto. Fue clave contar con
recursos personales —efectivamente disponibles— a fin de aceptar
posibles situaciones de movilidad, tanto al interior de la empresa
como fuera de esta. Aprender a «soltar» desde el cuerpo y descubrir
que la existencia de recursos propios es capaz de otorgar una nueva
estabilidad, fueron las acciones que generaron una actitud colectiva
más receptiva frente a los nuevos desafíos.
Para esto, se trabajó en la reformulación de la creencia de estabili-
dad entendida como el «no cambio» y asociado a la seguridad laboral.
Esto implicó el aceptar que el control como estrategia de evitación de
los cambios y de la incertidumbre, era una ilusión que construye el ser
humano, y que, contrariamente a lo que creemos o «queremos creer»
estamos permanentemente habitando el cambio. Tal como lo vimos en
el capítulo introductorio en relación al concepto de self como superficie
de contacto, así como donde nos referimos a la filosofía de Heráclito
y sus seguidores; el trabajo se enfocó en sentir desde el cuerpo que el
cambio no es solo el único escenario posible, sino que también es una
posibilidad de descubrimiento de los propios recursos. El trabajo cor-
poral propició descubrimientos nuevos y desafiantes para quienes, en
un principio, se aferraban a certezas sobre un escenario que ya había
cambiado y que aún no querían «soltar». Aprender a «soltar» desde
el cuerpo y descubrir la existencia de recursos propios, les permitió
darse cuenta de su propia estabilidad interior, más allá de los cambios

197
Carmen Parraguez Grass

externos. Esto propició una actitud general de propositividad en cuanto


a hacerse cargo de su situación y de sus decisiones, y por otro lado,
permitió la aceptación de los nuevos desafíos por venir.
Los resultados de dicha intervención favorecieron la sensación de
empoderamiento de los asistentes, ya no como objeto de un cambio
que «les viene desde fuera» sino que como promotores de un cambio
interior que sostiene la decisión sobre cuándo, cómo y por qué estar
donde están. Cuándo elegir moverse a otros escenarios, cuándo decidir
esperar y cuándo decidir luchar por mantener su situación actual. For-
taleza interior y capacidad de enfrentar diferentes escenarios fueron la
base del movilizarse con ductilidad desde el cuerpo. Movimientos de
proyección en distintas direcciones, de arraigo, y libres, favorecieron,
junto con un trabajo cognitivo alineado con estos, la posibilidad de
percibir su eje interno como el que intenciona el movimiento en un
entorno que, lejos de ser una certeza, se manifiesta como movimiento
permanente e incertidumbre del todo. La evidencia del propio cuerpo
como eje al cual puedo recurrir en momentos de incertidumbre, otorgó
una clara sensación de tranquilidad interior a los participantes con los
que trabajamos, siendo para ellos el trabajo corporal un facilitador del
proceso de aprender a habitar en el cambio.
La relevancia de fortalecer este tipo de trabajo queda de manifiesto
y deja abierta una puerta a los futuros consultores de empresas y a sus
directivos. Sin duda, el trabajar desde el cuerpo nos conecta de forma
simple con una auténtica disponibilidad para lo real y lo práctico.

Caso 3: Caminando hacia el bienestar. Un caso de


ampliación de recursos
Durante 2011 y 2012 tuve la posibilidad de desarrollar un pro-
grama masivo y transversal de Autocuidado en Santiago, en una
institución de salud. Intervine incorporando principios y técnicas de
diagnóstico corporal, movimiento consciente, y fortalecimiento de la
integración entre cuerpo, emoción y lenguaje. El objetivo fue impactar
positivamente en la percepción de bienestar general de cada colabora-
dor, optimizando así su capacidad de estar al servicio de los pacientes
y sus familias.

198
Coaching Corporal Mares

La institución, cuya misión se orienta a la rehabilitación integral


de niños y jóvenes que presentan enfermedades invalidantes, trabaja
con un fuerte foco en el autocuidado de los pacientes, esto parado-
jalmente implica –como ocurre en la mayoría de las instituciones de
salud– desgaste natural en el personal, lo que sitúa a la institución en
el desafío de «estar al servicio y sostener el dolor de los pacientes y sus
familias» desde un bienestar y autocuidado personal, que les permita
sostener en forma coherente su trabajo en el día a día.
El programa, con un total de 31 horas, se estructuró en sesiones
quincenales y mensuales durante los meses de abril a diciembre a un
total de 8 grupos de trabajo. Lo anterior con el objetivo de instalar una
serie de prácticas corporales, nutricionales, psicológicas y de trabajo
emocional que fueran sostenibles en el tiempo y lograran generar el
bienestar esperado.
El trabajo partió reconociendo el cuerpo como eje fundamental del
bienestar personal y por ende laboral. Se reconocieron los principales
automatismos tanto a nivel de conciencia corporal, como también de
las zonas corporales sintomáticas (bloqueos corporales) que se identi-
ficaban como contracturas, dolores o zonas de mayor sensibilidad al
movimiento o contacto.
Paralelamente se trabajó en la importancia de generar un movi-
miento consciente que enriquezca la organización de los movimientos
en el cerebro. Lo anterior a la luz de ejercicios que promovieran la
activación de zonas neuronales específicas, mediante la combinación
entre atención y movimiento, a fin de conformar nuevos patrones
cerebrales y, por consiguiente, nuevas posibilidades de pensar, sentir
y hacer (Baniel, 2009).
De esta manera, empezamos un trabajo de migración paulatina
desde el movimiento automático, asociado a formas estereotipadas de
pensar, sentir y actuar, hacia un movimiento que permitiera la apertura
al aprendizaje. Recuerdo que en esta etapa, una terapeuta ocupacional
de la institución refirió la ocasión en que al aplicar esta técnica a su tra-
bajo con un niño que presentaba una conducta reactiva al tratamiento,
logró acoplar la conducta de este a los ejercicios a partir del propio
aumento y conciencia de su cuerpo, generando así una interacción
fluida que favoreció la sesión de rehabilitación.

199
Carmen Parraguez Grass

Durante una segunda etapa, los grupos atravesaron por uno de los
momentos de mayor aprendizaje del programa. Mediante el presente
modelo, pudieron comprender, identificar y hacer conscientes aque-
llas emociones en las que presentaban adherencias o automatismos
y aquellas en las que les era difícil habitar y, por tanto, cerraban sus
posibilidades de aprendizaje. En este último punto destacó la dificultad
de contactarse con dos emociones fundamentales: la rabia y la pena.
Desde el MARES ambas emociones son parte de las herramientas
fundamentales con las que debe contar cualquier profesional que tra-
baje en el área de la salud y muy especialmente con el dolor. El espectro
de conductas que favorecen ambas emociones en sus diversos rangos y
matices, tales como la percepción de fuerza interior, vitalidad, capacidad
para tomar decisiones, colocar límites, decir «no», escuchar, empatizar,
contactarse con la propia intimidad, el recogimiento, la reflexión, la
capacidad de perdonar y perdonarse; son fundamentales a la hora de
estar al servicio de otros.
Por el contrario, la negación de ambas en el tiempo, sostenida por
una serie de creencias sobre la distancia emocional con el paciente,
puede verse dibujada a nivel corporal en la denominada «coraza mus-
cular», la que se constituye como contracturas o rigideces musculares
crónicas, producto de bloqueos emocionales del organismo (Reich,
2005), pudiendo producir una serie de trastornos somáticos propios
de la emoción contenida, inmóvil evitativa del conflicto o del dolor de
la pérdida (Dethlefsen y Dahlke, 2004).
En la tercera fase del programa, iniciamos el proceso de recono-
cimiento de nuestra historia y de cómo esta ha ido construyendo el
cuerpo que nos sostiene. En este recorrido, se trabajó con el concepto
del «Personaje»; metáfora teatral que permite identificar cómo cree-
mos que somos, cómo nos gustaría ser y cómo en realidad queremos
diseñarnos. Se trabajó «soltando» personajes que limitan posibilidades
tanto en el plano estrictamente personal como en el ambiente laboral,
que debilitan la expresión y que disminuyen la expansión de los propios
recursos y competencias.
Se aplicó una medición para evaluar los resultados del programa en
cuanto a la percepción de bienestar general, físico, y mental o psíquico
de cada colaborador. Los resultados arrojaron una mejora sustancial en

200
Coaching Corporal Mares

la percepción de bienestar general, específicamente destaca el aumento


creciente del nivel de conciencia del propio cuerpo asociado a dismi-
nución significativa de malestares físicos muchas veces limitantes para
el trabajo, un mejoramiento en el bienestar emocional y la percepción
de un mayor bienestar a nivel mental (estructura de juicios y desafío
de creencias limitantes).
Sin duda, al realizar este tipo de intervenciones, ya sea en orga-
nizaciones de salud, productivas o de servicios, no puede dejar de
sorprenderme cuán tremendamente exigido, desgastado y a la vez
olvidado tenemos al cuerpo. Si pensamos en las altas exigencias a las
que nos enfrentamos en el mundo globalizado y competitivo, se hace
indudable la importancia de cuidar nuestro cuerpo como la base para
que las competencias y los recursos mentales y técnicos puedan rendir
al máximo. Y con esto, entregar lo mejor de nuestro potencial creativo
y productivo.
Trabajar la dimensión corporal nos permite mejorar la calidad
de vida de muchos colaboradores, aspecto que aparece reflejado en la
medición de mejora de bienestar personal al finalizar el programa. Pese
a que se realizaba con todo el cansancio y desgaste propios del mes
de diciembre, los resultados fueron alentadores. Un 95% aseguró
percibir una mejoría general en su sensación de bienestar personal y
el 90% aseguró tener una mayor preocupación por su autocuidado.
Los resultados específicos en relación a la mejora en su bienestar físico,
emocional y mental superaron el 80%.
Finalmente, no puedo dejar de agradecer las palabras de muchos
profesionales que señalaron lo que había significado para ellos este
programa. Algunos de ellos señalaron: «aprendí a sentir y reconocer
mi cuerpo, no solo cuando me duele», «aprendí que tenía muchos más
recursos de los que creía», «tomé las decisiones que había postergado
por años», «recuperé mi vitalidad y energía», «recuperé hábitos de
ejercicio y alimentación que había abandonado», «superé mi insom-
nio», «aprendí a mirar mi organización y a mi trabajo de una forma
más sana para mí». Estas frases, entre muchas otras, aparecieron en un
rito de cierre que realizamos el último día. Esta actividad fue bautizada
como el Círculo de Despedida. Desde ahí, y al calor de las tres velas
(cuerpo, emoción y mente), despedimos todo el aprendizaje recibido.

201
Carmen Parraguez Grass

Caso 4: Coaching corporal en líderes.


Casos de ampliación de recursos
En los últimos 6 años, he trabajado en procesos de coaching a
directivos desde una perspectiva fundamentalmente corporal. Esto ha
significado el dar un contexto cognitivo-explicativo previo al trabajo,
que haga sentido a los coachees y permita iniciar un trabajo corporal
que fortalezca aquellas dimensiones que se quieren desarrollar.
A nivel de diagnóstico corporal inicial, trabajé con los tres biotipos
descritos en el capítulo anterior. Cada uno de estos fue traducido desde
el modelo a un tipo específico de líder a fin de determinar el estilo de
liderazgo prevalente a la base de cada tipo corporal. De esta manera
hablamos de:

1. El líder pragmático: de tipo corporal B, más bien atlético con


cuerpo bien conformado y proporcionado acompañado de
un mayor desarrollo muscular. Destaca por su fortaleza física
y orientación a la acción, de carácter resolutivo y vehemente,
posee alto nivel de orientación a resultados.
2. El líder mental: de tipo corporal A, más bien asténico, de
extremidades largas y de contextura delgada, presenta una
orientación a la reflexión, al análisis y al control. Su liderazgo
se funda en su capacidad de persuadir a través de las ideas y
de controlar a través de una adecuada planificación de tareas.
3. El líder vincular: de tipo corporal C, más bien pícnico, de
contextura gruesa y redondeada con extremidades más bien
cortas, su liderazgo es relacional por sobre lo técnico. Con
alta capacidad empática y carisma, el que se basa fundamen-
talmente en la relación humana que es capaz de establecer con
sus colaboradores.

En el caso que desarrollo a continuación, se trata de un líder, que


para efectos de mantener la confidencialidad, llamaremos Marcos.
Marcos presentaba un alto predominio mental, con una historia de
resiliencia forjada en el sacrificio y el logro de metas a partir de un
esfuerzo permanente y mantenido en el tiempo, durante toda una in-
fancia de abandono y una adolescencia en centros de acogida.

202
Coaching Corporal Mares

El motivo por el cual fue solicitado el proceso de coaching, fue


lograr una mayor integración entre él y su equipo de colaboradores,
aumentar su poder de influencia y mejorar el clima laboral. Se trataba
de una persona orientada a la tarea a la que le costaba la cercanía y
las relaciones sociales, lo que le dificultaba mantener un buen clima
al interior del trabajo tanto con colaboradores como con sus pares,
quienes lo consideraban un tanto soberbio y engreído.
El trabajo consistió en aumentar sus niveles de flexibilidad a través
de un cuerpo que lo conectara con la apertura, la escucha y por sobre
todo, con sus emociones. Para esto se trabajó primero con ejercicios
que aumentaran su conciencia corporal, que le permitieran sentirse
desde el cuerpo y desde ahí con su emoción. A nivel de movimiento
se trabajó fundamentalmente con proyección hacia atrás y circular, a
fin de movilizar su centro de gravedad y aumentar la posibilidad de
movimiento a nivel de su columna vertebral.
A nivel emocional, Marcos tenía un fuerte vínculo emocional con
su hijo, lo que nos otorgó una excelente metáfora para trabajar su
capacidad de conexión emocional desde la escucha y la ternura. Su
dureza fue transformándose en suavidad firme, mediante movimien-
tos circulares con un fuerte arraigo, movilizando así su capacidad
resolutiva hacia movimientos de contención, trabajando los grupos
musculares que sostienen la capacidad de recibir a otro. El trabajo se
extendió también a los músculos de la cara, los que trabajamos desde
la suavidad del movimiento y el pasar de la contracción a la relajación.
En este proceso, surgió la tristeza como una poderosa posibilidad de
acercamiento y compasión con otros.
Este trabajo, sumado a la conexión emocional anclada desde lo
simbólico, en el personaje del «lider que convoca», favoreció ver al
otro, respetando sus ritmos y aceptando lo que cada uno es capaz de
dar en un momento determinado. Desde esta perspectiva, Marcos fue
capaz de alinear las competencias de cada uno de sus colaboradores con
objetivos de desarrollo individual, ejercitando sostener conversaciones
para el desarrollo de sus colaboradores, desde una actitud de escucha,
aceptación y mayor flexibilidad. Esto permitió el crecimiento de varios
de los integrantes de su equipo y el desarrollo de nuevas funciones al
interior de la organización, así como también el funcionamiento mu-

203
Carmen Parraguez Grass

cho más autónomo del área en ausencia de Marcos; un desafío que


sin duda es parte del rol formador y desarrollador de la mayoría de
los que asumen cargos de jefaturas hoy en día.

Caso 5: Coaching corporal en grupos de mujeres


Durante los años 2010 y 2011, trabajé con grupos de mujeres en
talleres, cuyo objetivo era reconocer aspectos que obstruían su desarro-
llo integral, ya sea como profesionales, madres, parejas, o simplemente
como mujeres que desean ampliar su potencial de acción en el mundo.
Para esto se trabajó en el marco del cuerpo como expresión sim-
bólica, tomando de la mitología griega los arquetipos de sus diosas
clásicas: Atenea, Artemisa, Deméter, Perséfone, Hera, Hestia y Afrodita.
En el diseño de estos talleres, fue de gran ayuda el trabajo realizado
por la psiquiatra junguiana Jean Shinoda Bolen, quien en su libro Las
diosas de cada mujer (2010) realiza una analogía entre los patrones de
personalidad de cada mujer y su correlato con los arquetipos griegos:

Las diosas griegas son imágenes de mujeres que han vivido en


la imaginación de la humanidad durante más de tres mil años. Las
diosas son patrones o representaciones de cómo son las mujeres,
con más poder y diversidad de comportamientos de lo que se ha
permitido ejercer históricamente […] Por mi parte, también he
llegado a pensar en las diosas griegas del monte Olimpo —cada
una de las cuales era única, y algunas de ellas antagónicas entre
sí— como una metáfora de la diversidad y del conflicto interior
de las mujeres. (p. 45)

Desde el MARES, cada integrante del grupo abordó su trabajo


atravesando por las siguientes fases:

1. Identificación de su arquetipo y biotipo predominante.


2. Declaración de sus áreas de aprendizaje.
3. Declaración de las áreas de expansión a explorar (zonas fuera
de confort).
4. Elección del arquetipo femenino que mejor representa dicho
desafío.
204
Coaching Corporal Mares

En el proceso, las participantes trabajaron a nivel de movimiento,


atención, respiración y expresión simbólica de su diosa arquetípica,
y desde ahí fueron descubriendo las posibilidades de expansión que
otros arquetipos les proporcionaban.
Las coincidencias entre el arquetipo elegido como predominante en
cada mujer y el biotipo de cada una fueron recurrentes. Por una parte,
los arquetipos de las diosas que Shinoda designa como «vulnerables»,
entre ellas, Deméter, Perséfone y Hera, coincidían con personas fun-
damentalmente vinculares y dependientes de las relaciones con otros,
asociadas a estructuras corporales del Tipo C. Sus áreas de aprendi-
zaje decían relación con desarrollar su capacidad de independencia y
autonomía, aspectos menos desarrollados en estas diosas vinculadas
al rol de madre, hija y esposa. Desde nuestro modelo, el trabajo en
estos casos, se centró en la realización de ejercicios que fortalecieran
su autoapoyo, su arraigo, su capacidad de proyección y ocupación del
espacio; y a nivel emocional, su conexión con la rabia como fuerza vital.
En los arquetipos de diosas como Atenea y Artemisa, más mental
y lógica la primera, y más conectada con la sensación y la emoción de
la rabia, la segunda (asociadas a biotipos A y B respectivamente), se
trabajó la apertura, la entrega, la fragilidad y la tristeza como posibi-
lidad de vincularse desde un «ser cuidado». A través de la realización
de movimientos de proyección hacia atrás, ondulación, direcciones
divergentes y amplitud del movimiento se instaló la posibilidad de
habitar en un cuerpo de ritmos lentos y receptivos.
Otro ejemplo lo constituyeron arquetipos del tipo Hestia, la diosa
del fuego, la que en términos psicológicos se relaciona con el desapego
al ego, la invisibilidad identitaria, la humildad, la espiritualidad y el
estar al servicio de otros. En este caso, el trabajo se centró en ejercicios
de atención focalizada, direccionamiento hacia delante, trabajo sobre
grupos musculares asociados a la rabia y respiración de fuego (similar
al patrón respiratorio de la rabia de Alba Emoting). Esto, con el fin
de fortalecer su capacidad de ocupar espacio en el mundo, reconocer
sus necesidades, tomar decisiones y desarrollar sus propios proyectos.
El reconocimiento de la propia estructura corporal y su correlato
psíquico y emocional, a través del elemento simbólico representado
por las diosas; permitió diseñar un plan de trabajo orientado a salir

205
Carmen Parraguez Grass

del radio de seguridad limitante en forma paulatina, invitando a cada


participante a conocerse y reconocerse desde el movimiento. En todos
los casos, el objetivo fue ampliar repertorios conductuales, aumentando
la flexibilidad, identificando zonas de rigidez y estancamiento, respe-
tando siempre la propia estructura y fortaleciendo los recursos de esta.
Reconocerse como capaz de migrar dúctilmente desde la diosa
madre Deméter a la amante y seductora Afrodita; aventurarse desde la
rebelde Artemisa hacia la templanza de Hestia; descubrir la posibilidad
de expandirse desde la racional y fuerte Atenea hacia el esoterismo frágil
de Perséfone, constituyó un proceso de expansión y aprendizaje que,
más allá de los talleres, permitió un punto de partida en el constante
proceso de crecimiento y conciencia de cada una de las mujeres que
se involucraron profundamente en mirarse a sí mismas, más allá del
rol y la expectativa social sobre su género.

Caso 6: Coaching corporal en universitarios.


Un trabajo de ampliación de recursos en educación
Durante 2012, se me pidió tomar una cátedra de comunicación
para alumnos del sexto semestre de Ingeniería Comercial de una uni-
versidad privada en Santiago, que se encontraba inserta dentro del Pro-
grama de Desarrollo de Habilidades Directivas. El programa se avocó
fundamentalmente a desarrollar la competencia del autoconocimiento
como pilar y expresión del sí mismo. Esto implicaba el comprender
profundamente el proceso de la comunicación y el servicio que presta
a las organizaciones, reconocer sus distinciones básicas y practicarlas.
Los aprendizajes esperados tuvieron relación, entre otros, con
hacerse cargo de la construcción de la propia identidad y desarrollar
habilidades comunicacionales que le permitieran influir y generar
cambios en ellos y en los otros.
Mi enfoque fue rápidamente migrando a la necesidad de instalar
un aprendizaje de tipo corporal que permitiera trabajar aspectos a
nivel del desarrollo de una presencia presente en los alumnos, quienes
poseían una alta cuota de inseguridad y falta de fuerza y credibilidad
en su comunicación. Los alumnos, en su mayoría, provenían de fa-
milias de nivel socioeconómico medio alto, con rendimientos escolares

206
Coaching Corporal Mares

medios a bajos, algunos problemas de aprendizaje, especialmente dé-


ficit atencional, y una tendencia marcada a la hipotonía (falta de tono
muscular), dificultad para la mantención de una postura erguida, mal
arraigo e incapacidad general de sostener situaciones de incomodidad,
ya sea físicas o psicoemocionales.
La forma de sentarse era laxa y completamente distendida, no se
tomaba notas, en muchos no existía la cultura de la lectura, por lo que
cualquier actividad que implicara focalizar la atención por un período
de tiempo prolongado era un esfuerzo difícil de sostener, tal como lo
era mantener la musculatura y la postura firme.
Desde el MARES empecé trabajando con ejercicios que fortalecieran
su musculatura, afirmaran su postura, aumentaran su arraigo y, por sobre
todo, les permitiera percibir su propia presencia desde el cuerpo. Para esto
se trabajó la conciencia corporal mediante movimientos de proyección
hacia adelante y hacia abajo, atencionalmente trabajamos en diferentes
grupos musculares y ejercicios de meditación simple que llevaran la aten-
ción a los diferentes tipos de respiración alta, media y abdominal.
El trabajo a nivel expresivo se focalizó en la realización de una
serie de presentaciones que debieron realizar ante un público consti-
tuido por sus compañeros que les daban feedback respecto de lo que
proyectaban al realizar sus presentaciones. Durante el trabajo realizado
en ese semestre, los alumnos se mostraron tremendamente motivados,
asistiendo cada vez una mayor cantidad de ellos a las clases, las que al
finalizar completaron casi el 100% de asistencia.
Pero, más allá de la motivación y la participación de los alumnos,
lo que me interesa destacar fue el cambio de muchos de ellos en su
forma de comportarse en la sala y en su presentación personal; algu-
nos tomaron conciencia de lo que proyectaban desde sus cuerpos, e
hicieron cambios en su apariencia, otros trabajaron la forma en que
se sentaban y proyectaban su voz, otros se dieron cuenta de la impor-
tancia de la fuerza interior y cómo esta se relacionaba en ellos con la
respiración, la postura y la tonicidad de ciertos grupos musculares. La
realización de ciertos ejercicios los hacía sentirse más fuertes y vitales,
otros incursionaron en el hábito de la lectura, como forma de aprender
a focalizar. Lo que vi en estos meses fue que la capacidad de sostener
la incomodidad les dio fortaleza y libertad y, muy por el contrario, la

207
Carmen Parraguez Grass

flaccidez muscular y volitiva les traía cuotas enormes de sufrimiento,


dado que iba de la mano con una baja autoestima, expresada en frases
como «yo no soy capaz» o «esto no es para mí».
A nivel del lenguaje, no hablábamos de autoestima sino que, del
«músculo de la voluntad», de la capacidad de sostener la tensión y en
ocasiones la incomodidad. ¿Qué es el método para las personas que
no les gusta entrar en contacto con su cuerpo, sino una manera de
sacarlos de su zona de confort, para darles, precisamente, el camino
para alcanzar una comodidad mayor en la vida?
Víctor Frankl, en su obra El hombre en busca de sentido último
(1999) nos muestra cómo se construye sentido en las condiciones más
adversas que habrían podido esperarse, con la fuerza sobrecogedora
de entender que tendría que hacer un esfuerzo interno tremendo, para
no dejarse llevar por lo conocido del dolor, el sufrimiento, la queja, la
depresión y la victimización frente al padecimiento. Él descubrió en ese
espacio su tremendo poder interior, capaz de instalar en sí lo que tenía
que hacer para mantenerse vivo y sano, mental y físicamente; entonces,
en vez de doblegarse, hacía sus ejercicios; en vez de llorar y pensar lo
mucho que había perdido, escribía sobre lo que haría cuando saliera.
Nadie le adecuó nada, él lo hizo todo a contrapelo, y fue precisamente
allí, fuera de toda zona de comodidad y confort, donde escribió esta
hermosa obra que no solo habla del sentido sino que también es un
tratado sobre la fuerza de voluntad.
No quiero decir con esto que el modelo propugne un estilo de
aprendizaje centrado en el esfuerzo. Muy por el contrario, en muchos
casos, el MARES trabaja desde una vereda totalmente opuesta, la de la
fragilidad y el soltar. Dependerá de cual sea la rigidez que no permite el
acoplamiento con el entorno de la persona; si el exceso de resiliencia nos
vuelve rígidos y autoexigentes, o si la excesiva indulgencia nos vuelve
laxos e incapaces de alcanzar nuestras metas. Este el desafío de la flexi-
bilidad, la capacidad de encontrar aquello que nos cierra posibilidades,
recuperarlo desde el cuerpo nos instala de inmediato en una nueva forma
de habitar la vida, otro lugar hasta ese momento desconocido.

208
Coaching Corporal Mares

Caso 7: Coaching corporal para el empoderamiento


y el bienestar. Un trabajo de ampliación de recursos
En los últimos años, he venido realizando talleres cuyo objetivo
ha sido entregar herramientas corporales que promuevan el fortale-
cimiento del liderazgo interior, mediante una adecuada conciencia de
los recursos actuales y desarrollo de los recursos potenciales. En estos
talleres, hemos trabajado desde el MARES la seguridad personal, la
asertividad y la capacidad de tomar decisiones en un continuo efectivo
entre hechos, emociones y acción asociados.
El trabajo se ha estructurado en la realización de 4 sesiones men-
suales, de dos horas cada una. La estructura de cada sesión contiene un
trabajo específico en, a lo menos, dos de las dimensiones del MARES.
De esta manera, el trabajo se estructura de la siguiente forma:
Trabajo de Movimiento: sesiones en las que se trabaja proyección
en las diferentes direcciones. Ejercicios de desplazamiento con diferen-
tes vectores de fuerza. Movimiento y cambio de centros de gravedad.
Trabajo a nivel Atencional: ejercicios de conciencia corporal en
movimiento y en quietud. Ejercicios de darse cuenta exterior, interior
y mental. Ejercicios de identificación consciente de grupos musculares
en tensión y relajación. Ejercicios de conciencia de la respiración y su
asociación con grupos musculares. Ejercicios de atención a centros de
gravedad.
Trabajo a nivel de Respiración: trabajo en los tres tipos de respi-
ración básica. Técnicas de respiración y correlato emocional. Técnicas
de respiración para activación y para relajación.
Trabajo a nivel de Expresión Simbólica: trabajo con personajes
arquetípicos y antipersonajes. Dinámica corporal de migración hacia
uno y otro, para trabajar la flexibilidad de los opuestos. Trabajo de
improvisación creativa. Dinámicas de creación de expresión simbólica
a través del cuerpo.
Los resultados de estos grupos se centran fundamentalmente en:

1. Logro de una mayor conciencia corporal, identificación pre-


ventiva de futuros trastornos a nivel físico mediante corrección
de posturas, atención a señales de fatiga, angustia y ansiedad,
expresadas mediante sensaciones corporales de aviso previo.

209
Carmen Parraguez Grass

2. Aumento de la vitalidad y energía, al aumentar la conciencia


en los referentes físicos y la sensación del sí mismo corporal.
3. Aumento de la sensación de seguridad personal.
4. Mayor capacidad para enfrentar situaciones estresantes, desde
un centro corporal identificable y sentido.
5. Incorporación, de alguna práctica corporal permanente, pos-
terior al taller, a fin de mantener los logros alcanzados (plan
de mantención).

Algunas de las expresiones vertidas como aprendizajes de estos


talleres dicen relación con: «me siento con más capacidad de decir
lo que siento y pienso», «me atrevo a rayar la cancha tranquilo pero
firme», «descubrí partes de mi cuerpo que no sabía que tenía», «me
siento habitando mi cuerpo», no me había dado cuenta de lo muy
cansado que estaba», «ya no me quedo pegado en ideas, sé que las
cosas pasan y que los momentos son eso, momentos».

En síntesis
En todos los casos antes descritos aparece la flexibilidad como
espacio de aprendizaje. No es raro que así sea, si pensamos que nos
encontramos habitando la llamada «era tecnológica», con un proceso
de globalización creciente de los mercados y las comunicaciones, en el
cual los avances, instrumentos, modelos y formas de hacer las cosas
cambian en forma acelerada y, en ocasiones, poco predecibles. En
este escenario, muchas veces confuso, se hace necesario encontrar un
norte que cargue de sentido y nos permita organizar toda esta nueva
información e intentar actuar sobre ella.
La incorporación de la dimensión emocional y corporal, como he-
rramienta útil a la hora de manejarnos en ambientes de transformación,
surge del convencimiento de que los procesos de aprendizaje involu-
crados, requieren de una cadena de dominios integrados de acción.
Cuando se enfrenta un escenario cambiante y muchas veces incierto
a través de un único dominio, las respuestas tienden a ser pobres en
eficacia, flexibilidad y creatividad, entregando un nivel de información
reducido. Lo anterior lo observamos en la práctica cuando escucha-

210
Coaching Corporal Mares

mos respuestas que, a nivel racional, buscan personas, organizaciones


y en ocasiones gobiernos, intentando mantener el statu quo frente a
escenarios que requieren cuestionamientos de base a la forma en que
tradicionalmente se han hecho las cosas. Para poder dar respuestas a
nuevos desafíos, debemos ser capaces de integrar el mayor número de
variables, escuchar el entorno con todos nuestros sentidos, con todo
nuestro cuerpo, a fin de dar respuestas integrales y certeras. Este es sin
duda un desafío que nos involucra como un todo a aprender nuevas y
más eficientes formas de resolver, tomar decisiones y agregar sentido
a nuestra vida, un sentido que sea también «sentido desde el cuerpo».
Para esto se requiere sumar a los tradicionales recursos cartesianos de
la razón, la poderosa herramienta del sistema emocional y corporal
del ser humano como un todo. Para enfrentar los desafíos de nuestra
era, necesitamos de personas que habiten su trabajo desde emociones
posibilitadoras, tales como la confianza. El desafío persigue que los
seres humanos, al verse enfrentados a estas transformaciones, lo hagan
desde un estado de ánimo que acepte las pérdidas —a la estabilidad— y
ambicione las nuevas oportunidades futuras. Este reto exige un cuerpo
flexible, creativo y resolutivo que sostenga dichos procesos transfor-
madores, y con esto conducir a perspectivas profundas de cambios al
interior de nosotros mismos y de los sistemas en los que participamos.
«Todo cambio ocurre enfrentando una inercia corporal… lo que somos
y cómo vivimos no es asunto electivo sino que tiene profundas raíces
en sistemas corporales que aseguran nuestra continuidad personal»
(Zagmutt, 2010). Esta «continuidad personal» se traduce en secuencias
de prácticas y formas de hacer las cosas, que muchas veces colocan
cortapisas a los cambios, no solo a nivel mental, sino sobre todo a nivel
de la llamada «inercia corporal». 
Los seres humanos necesitamos adaptarnos a los cambios, como
clave para la sobrevivencia, la salud y el bienestar. Desde aquí trabaja
el MARES, como modelo que integra no solo el trabajo a nivel de las
dimensiones lingüística, emocional y corporal; sino que también a
través de la integración de diversas disciplinas que colaboran en hacer
de este trabajo lo más completo e integral posible.

211
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Se utilizó tecnología de última generación que reduce
el impacto medioambiental, pues ocupa estrictamente el
papel necesario para su producción, y se aplicaron altos
estándares para la gestión y reciclaje de desechos en
toda la cadena de producción.
C oaching Corporal MARES constituye una guía eficaz para perso-
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conductual desde un enfoque corporal. Este texto busca dar a conocer
las bases teóricas, metodológicas y prácticas del MARES: modelo que
promueve la recuperación del cuerpo como una herramienta fundamen-
tal para el reconocimiento de los propios recursos, y con esto, la expan-
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individual y grupal. Su práctica favorece y complementa el trabajo del
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MARES se ha aplicado en diversas organizaciones de nuestro país,
apoyando el empoderamiento de sus líderes y sus equipos de trabajo
mediante el reconocimiento de las propias necesidades y recursos per-
sonales y la forma de administrarlos para sustentar un funcionamiento
acorde al autocuidado en el trabajo.

ISBN 978-956-01-0247-8

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