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TZ. (L. S/rOÉ—(q

DIÁLOGOS.
DOS DIÁLOGOS
ESCRIToS

P011 JUAN DE gALDÉs,


AHoRA CUIDADoSAMENTE REIMPRESoS.

¡l VALDES") HISPANUS SCRIPTOBB SUPBHBIAT ORBIS. n


[—Dan. Hogar. Epigr. in tum. Juolli.
Humphr. Vila Juel. áw. 1575.]

É-fl-Iïlé: 35'51'1)"

f’ ¡’vr/«¡ítocc-S

AÑo DE 4850.
M/ ‘ se”: .
‘f

. \JJL¿7¿ ‘7 UÜLLLE; -j,


m .
n ¿ . . . . . doue andremo noi, poi che’! Signor Valdés é morto-?
é stata questa certo gran perdita, et a noi, et al mondo: per
chell Signor Valdés era un de’ rari huomini d‘Europa , et quei
scritti, ch’ egli ha lasciato sopra le Epístola di san Paolo, et l
Salmi di David, ne faranno pienissima fede. Era senza duhhio
nei fatti, nelle parole, et in tutti i suoi consigli un compiuto
huomo, reggeun con una particella dell’ animo il corpo suo de
bole, et magro: con la maggior parte poi, et co‘l puro intellet
to, quasi come fuor del corpo, staua sempre solleuato alla
contemplatione della uerltzi, et delle cose divine. Mi condogllo
con messer Marc’ Antonio [Flaminio], perch’ egli pìu che 0g
ni altro l’ amnua , el ammirauLA- me par Signor, quando tanti
beni, et tante lettere, et vlrtu, sono unite in un‘animo, che
facciano guerra al corpo, et cerchino quanto plu tosto pos
sano, di salire insieme con l’ animo alla stanza, ond’ egli é
86850"... n)

[FoL 27. Lettere Volgari di Diversi“...


Vinagia , 1548 — En la carta de J. Bon
fadio á Monseñor Camasecchi. ]
Los DIÁLoGoS de que se compone el presente volú
men, van reimpresos con toda fidelidad, segun las
ediziones antiguas. El DIÁLoGo DE MERCURIo Y CA
RoN , se publicó, á mi parezer, la primera vez , ázia
el a. de 1530, en 1 vol. en 4to. español, de 73 hojas, no
numeradas , e’ impreso en aquella clase de letra , que
unos llaman de Tortis, y otros Gótica. Esta es la
edizion que se reimprime: i los números romanos,
que se verán, al márjen, por todo el Diálogo, señalan
dónde comienza cada hoja en la impresion antiéua.
El DIÁLoGo ENTRE LAGTANGIo Y UN ARczmmo,
es copia de la edizion publicada en Paris el a. de 1586,
en 1 vol. en Svo. español de 83 pájinas: ide un ejem
plar de ella, que se conserva en la libreria del Cole
jio (le la Trinidad de Gambrigia, en Inglaterra. No
creo, ahora, del caso, detenerme á referir las razo
nes, que me han hecho seguir, en jeneíal, esa cdi
zion , con preferenzia á la otra mas antigua. Sin em
bargo: como en la edizion de Paris, hai variaziones i
VI
supresiones, hechas por su Editor, mui acertadamen
te, pero que yo no debia seguir, no teniendo por
.objeto hacer preponderar, como mas ortodoxa, mi
opinion particular, ya que, mero editor de un libro
de pasados tiempos , debia rcstablezer su texto , con
forme ¿’l la edizion nas antigua; eso hize. I lo hize,
procurándome una copia de un ejemplar de la edizion
de letra de Tortis, que de este Diálogo, existe en la
libreria del Museo Británico de Lóndres; en 1 vol.
de 43 folios , que , como en el Diálogo antezedente,
van tambien señalados con números romanos, al
márjen. Cuidó de sacar ambas copias B. B. Wiffcn,
de Woburn, yendo 0‘] mismo, para ello, á Cambrigia
i á Lóndres. Las variantes mas notables entre la edi
zion de letra Tortis, i la de Paris del a. 1586, se men
zionan en las notas, que siendo todas delEditor (pues
las antiguas ediziones no tienen notas de ninguna
clase), no causan confusion. A vezes , para mas cla
ridad, se indican las reposiziones en el texto, po—
niendo varias señales, como [], ú otras: i siempre se
designa la edizion que se adopta, ó que difiere, nom
brándola en las notas: ya sea la edizion de Paris: ya
la Gática , ó de letra Tortis. Tambien se nombra, á
vezes, la traduczion italiana, que de ambos Diálogos
se imprimió en Venezia, ázia el a. 1546, i de la cual
se conozen hasta cinco ediziones; porque á pesar de
la libertad con que el traductor recargó 11 aumentó
algunos pasos; me he valido de ella, una que otra vez.
Gonservo invariable la ortografia antigua, siempre
VII
que lo he creido nezesario: es dezir, cuando es inhe
rente á la pronunziazion de las vozes , ó á los cono
zimientos gramaticales del tiempo en que los Diálogos
se escribieron , ó imprimieron. Fuera de esos casos,
uso una manera de escribir senzilla , i arrimada á la
manera de pronunziar, que aun cuando no puede
llamarse orto-grafia, hien puede pasar, en el estado
anárquico de nuestra lengua escrita, en la cual todos
son gramáticos , solo con el tanto de gramática que
les acomoda. Para mayor fidelidad, conservo, á ve
zes , las erratas de las antiguas impresiones, alli don
de crei importaba dejarlas. Por ejemplo: en la páji
na 67 dize: «el Venezianos : n i, aunque es casi in
dudable , que el Autor escribiria, como lo hizo en la
paj. 38, «el Papa et Venezianos, n pudo por acaso
poner u el Papa i el Veneziano, » por ei Gobierno, ó
Estado de Venezia. Dejo ahi, pues, la errata, i si el
lector no quiere borrar el, borrará la s. En la páji
na 274 usa la voz lobo por Inquisizion. En las páji
nas’ 277 i 290, se verán las erratas che, por que, i
sangue , por sangre. A mi ver estas erratas indican
que el libro que las tiene se imprimió en Italia; ipor
eso las dejo. De semejantes delieadezas editoriales se
aperzibirá el lector, al ver usada letra bastardilla, en
varios lugares, por todo el volumen. En la páj. 63
hago llamada sobre la Oracion del Conde, pues
quizá viene prohibida en los Expurgatorios , por ha
berla nombrado ahi Valdés. Yo no sé mas de ella.
Véase el Índize Expurgatorio de 1790, Madrid , páji
Vlll
na 199, iotros anteriores. En la páj. 337, i otras,
mmm/ms.‘ solo se usa en la edizion de Paris; en la
Gótica, siempre , muchos.
Acerca del contenido de la obra; i de quién fue’
Juan de Valdés, su autor; i de si pudo escribir estos
Diálogos, prévio el beneplázlto del- Emperador Car—
los V, i por indicazion de Alfonso de Valdés, Secre
tario de cartas latinas delEmperador , hermano del
mismo Juan de Valdés; nada diré yo aqui, pues la
narrazion de su vida , i cuenta de sus obras, no cabe
en los limites de este prólogo. I, por otra parte, seria
una repetizion inútil, el solo reproduzir las notizias
biográficos, que hai de nuestro Valdés , en el Diczio
nario de Bayle; en las dos obras de M- Cric, sobre la
Reforma en España éItalia; en el «British Friend,»
correspondiente al a. i846, i articulo por B. B. Wiffen;
en el Diczionario biográfico de Barcelona ; en la Re
vista Hispano_americana, i articulo por Don Pedro
J. Pidál. Que todos esos, han publicado ya notizias
biográficas de Valdés, de diversa indole, i con'di
ferentes intenziones. Cualquiera puede ver dichas
obras, á las que, por ahora, me remito. Tambien
Llorente, Sand, Banke, Botta, i otros, hablan de
Valdés, mas, solo por inzidenzia. Asimismo , Martir
Rizo, en su Historia de Cuenca , aunque-no menzio
na á nuestro Autor, pareze aludir á él , i á su her
mano, cuando, al hablar de un Don Hernando de Val
dés, dize que; u tuvo muchos hijos, i de ellos, mui
n noble deszendenzia , que por su notoria nobleza,
Ix
» ascendió uno, á ser camarero del Pontifize, i otro
n fué Secretario de la Majestad delEmperadonn etc.
Yo creo , que Martir Rizo, por temor de que la In
quisizion prohibiese , ó expurgase, su libro, no puso
claros los nombres; i que la voz «uno» , q. d. Juan;
i la voz u otro n , Alfonso de Valdés; pues ambos
hermanos , nazieron en Cuenca. Esta opinion cobra
rá fuerzas, si con atenzion se leen las pájinas 293
i 94 del presente volumen: pues su contexto, puede
referirse , por inferenzia, á los prozederes de Valdés,
que (desengañado como el Cardenal que describe),
renunzió su empleo en Roma , i se retiró á Nápoles,
donde murió. Véase, repito, la vida de Valdés en los
escritores citados: i en ellos, ¡en Don Nicolás An
tonio, se hallarán tambien nombradas la mayor
parte de sus obras.
Pero, no debo omitir una reflexion, que es la
siguiente. En todos los escritos de Juan de Valdés,
al tratar de hechos históricos, i deduzir de ellos con
secuenzias morales; no hai solo aquella verazidad
ibuen sentido, comunes á toda produczion de un
sólido escritor; sino que se descubren claro , rasgos
i luzes, que nos muestran la dilijenvzia, i la fe’ con
que investigaba i apuraba la verdad, para consig—
narla en sus obras.
En prueba de esto , baste recordar la manera con
que se juzga al Cardenal Wolsey en el Diálogo de
Mercurio i Caron. Véanse las pájinas 29, 194, 152,
179, 180, 181, 189, en las que apareze, haber en
X
gañado el Cardenal, primero al Emperador , en ma
teria de dinero; i luego, á su Bei, Enrrique VIII,
siendo el único eulpado i fabricador de un supuesto
desafío. En Inglaterra * bien conozian á Wolsey, el
cual, á pesar de su desmedido poder, temblaba enfu
rezido, confundido, i amargado, por los punzantes
dichos de Skelton , i aun mas , por la injeniosa i
celebrada Sátira de Guillermo Boye **. Pero, fuera de
Inglaterra, en el resto de Europa, la opinion, ó jui
zio de Valdés contra Wolsey , debió aparezer, á los
mas, de todo punto falsa: pues no era mui creible,
que se atreviese dicho Ministro, sin mandato de su
Soberano, á enviar un cartel de desafio, al Emperador
Carlos Vpor el medio público icaballeresco de un rei
de_armas. El hecho, sin embargo, era cierto: i con
signando Valdés, en el Diálogo, la certeza de su per
suasion, á riesgo de no ser creido; acreditó , como
queda dicho, que en sus investigaziones para apurar
la verdad, i en su determinazion al escribirla , le
movia su fe’ en seguirla, sin fiarse de lo que á pri
mera vista era mas creible, i creido por el mayor
número. Ino se engañó: i, en prueba de ello, léanse

‘ No hai quien ose hablar, dize Valdés, páj. í03.


" Para quien conozca la obra de Boye , l haya notado en
ella la descripzion de las Armas de Wolsey, hijo de un carni
cero, no carezerá de Interés el saber, que el a. mas, vivia en
Ipswich un tal Tomás Wolsey, de ofizlo carnicero, on la nus
ma calle, ¡junto á la casa donde pareze nazió el Cardenal
Wolsey.
XI
las pájinas 170 i 171, tom. i.“ de los Anales de la
Biblia inglesa, escritos por Cristóbal Anderson.
Alli se refiere que el Cardenal-Ministro Wolsey, en
nombre, ipor órden del Bei su amo, sin que tal órden
tuviese, envió á Tomás Benolt Clarencieux, á desa
fiar al Emperador: diziendo , al mismo tiempo, al
Bei, que su rei-de-armas habia prozedido á hazer el
desafio, sin órden ninguna: i para que, por medio de
este, no se descubriese la verdad; tenia dispuesto el
Cardenal, que al volver Benolt de su comision, le
asesinasen en un punto del camino. Libróse el rei-de
armas de la muerte, que Wolsey le preparaba, de la
manera referida por Anderson; i burlando los desig
nios del Cardenal (que nos recuerda el epigrama de
Alfieri), llegó secreto, hasta el real sitio de Hamp
ton-Court, donde obtuvo audienzia del Bei; ile pre
sentó las tres cartas órdenes que el Cardenal_Ministro
le habia escrito para que hiziese el desafio: mostran
do , de paso, en prueba de la cortesania con que fué
tratado por el Monarca español, la cadena de oro
que este Prinzipe le mandó dar, al despedirse. Por
brevedad no trascriho cuanto refiere C. Anderson,
relativo al caso, i á las personas; pero el que lea las
pájinas citadas, i otras de la obra; conozerá cuánta
es la sobriedad de nuestro Valdés, que nada de eso
ignoraria , al inculpar á Wolsey; i cuán oportuna , i
como nezesaria, venia á hazerse la condenazion de
semejantes prozederes, en un escrito de la naturaleza
del Diálogo de Mercurio i Caron. —Cuando en un
XH
pais, no se halla constituida i representada legal
mente, una fuerza civil, que acredite i nutra la
opinion de lo honesto, i con ella haga prosperar, i
apoye, la utilidad jeneral; que son dos elementos
indispensables, para la libertad i grandeza de los
pueblos; i cuando, por otra parte, desapoderados
gobernantes, como el infeliz purpurado Wolsey lle
vados de las erradas artes politicas del Diablo; con—
culcan esa opinion i esa utilidad, que ellos deben
encaminar rectamente; pareze, que entonzes se au
menta, en los particulares, la obligazion de estudiar
las causas de los males públicos , i con darlas bien á
conozer, fazilitar su remedio. Eso pienso yo, que se
propuso prinzipalmente Juan de Valdés en todos sus
escritos. Se ocupa en ellos de promover, por medio
de la persuasion , una reforma ñezesaria , en puntos
de creenzia: porque, sin esa reforma, era ilusorio
todo remedio. El que no examina lo que cree, no
puede hazer propia suya , una ereenzia: ó, por me
jor dezir, no tendrá creenzia ninguna. La Relijion,
no puede aprenderse, ni poseerse, á manera de los
demas conozimientos, i adquisiziones humanas: ni
una relijion aprendida, i no inspirada, produzirá
jamás una relijíosidad nacional, que, á su vez, pro—
duzea cl único cimiento sólido de la libertad politica
de los pueblos, que es la libertad relijiosa. I sin ambas
cosas, no se obtendrá la mejora intelectual, ni sin
esta la prosperidad material á que puede aspirar el
hombre. No pretendo interpretar las miras que Val—
XIII
dés se propuso en todos sus escritos: pero si, me
pareze, que sin violenzia del pensamiento, se le
ocurrirán al lector de sus obras, deducziones seme
jantes á las que antezeden: viniendo , asi, á valuar la
importanzia de dichas obras, i á convenir en la
oportunidad de su reimpresion. I si despues de largos
treszientos años, que, por primer vez, se dieron á
luz, se vé hoi salir á estos Dos DIÁLoGoS del olvido,
que no merezen; es de esperar, suzeda pronto lo
mismo, con las demas obras del Autor: ya que
todas ellas, se pueden, i deben contar entre las me
jores dela española literatura, no por sus miras i
objeto solamente, sino por la castidad ieleganzia
del estilo, cuyas peculiaridades, pareze que estudió
atento CERVANTES , i trasladó en sus obras: i que en
tal estudio , le hubo de prezeder GARCIILASo, con la
ventaja de haber tratado personalmente á JUAN DE
VALDES.
DIÁLOGO DE MERCURIO l CARON: EN QUE
ALLENDE DE MUcIIAs cosAs cRAzIosAs I DE BUE- I.
NA DocTRINA; sE CUENTA Lo QUE HA ACAEscI
Do EN LA GUERRA DESDE EL AÑo DE MlLL l

QUINIENToS I VEINTE l UNo, IIAsTA LoS


DESAFÍoS DE LoS REYES DE FRANCIA
ET INGLATERRA , HEcEos AL EM
PERADOR EN EL ANo DE
‘ MDXXVlll.
PROHEMIÜ AL LECTOR.

LA causa prinzipal que me movió á escribir Il.


este Diálogo; fué deseo de manifestar la jus
tizia del Emperador, ila iniquidad de aquellos
que lo desafiaron, i en estilo, que de todo
jénero de hombres fuese con sabór leido. Para
lo" cual me ocurrió esta invenzion, de intro
duzir á Caron, barquero del infierno: que
estando mui triste, porque habia oido dezir
ser ya hecha la paz entr’ el Emperadori el
Rei de Francia, de que á él venia mucha pér
dida; viene Mercurio á pedirle albricias por
los desafíos qu’ el Rei de Francia, i el Rei de
Inglaterra hizieron al Emperador. Por ser la
materia en si desabrida; mientra le cuenta
Mercurio las diferencias d’ estos Principes,
vienen á pasar ciertas ánimas, que con algu
-S
XVIII

nas grazias i buena doctrina interrumpen la


historia. Esta invenzion me paresció al prinzi—
pio tanto buena, cuantoá la fin me comenzó
á desagradar, de manera , que lo quise todo
romper. Mas, siéndome despues loado por
algunas personas cuya prudenzia está lejos
de engañarse en semejantes cosas, i de cuya
gravedad i bondad no se puede presumir ni
tener sospecha de adulazion ; quise dar mas
crédito á su parescer que al mio. I mostrélo
á uno de los mas señalados teólogos, asi en
letras como en bondad de vida, que en Es
paña yo conozco: por cuyo consejo emendé
algunas cosas, de donde los calumniadores
pudieran tener achaque para calumniarme.
Consejábame, allende d’ esto, que asi como
pongo ánimas de muchos estados, que se van
al infierno, isola la ánima de un casado, que
va al paraiso; pusiese de cada estado de aque
llos una ánima que se salvase: diziendo, que
de otra manera, los otros estados se podrian
quejar, siéndoles aqui los casados preferidos:
i que, con esto, no solamente quedaba es
cluida la calumnia, mas la obra mui perfecta.
XIX

I aunque en esto no me paresció tener menos


razon, que en las otras cosas de que me ha
bia avisado; escuséme diziendo, que mi in
tenzion habia sido, honrrar aquellos estados,
que tenian mas nescesidad de ser favoresci
dos: como es el estado del matrimonio, que
al parezer de algunos , está fuera de la per
feczion cristiana: iel de los frailes, que en
este nuestro siglo está tan calumniado. I, á
esta causa, poniendo un casado, que subia al
cielo, hize menzion de un fraile de san Fran
cisco, que habia llevado aquel camino. De
manera, que {á mi parezer) ninguna razon
térnán los otros estados, de quejarse de mi,
ni dezir, que quise favorezer mi partido;
pues ni yo soi fraile ni casado. Todavia, por
no desechar el consejo de un tal varon, si
viere agradar lo que agora publico; no se me
hará de mal, de añadir en otra edizion, lo
que en esta pareze faltar. Algunos eran de
parezer, que debia poner aqui mi nombre: i
no lo quise hazer, porque no pareziese pre
tender yo d’ esto alguna honrra, no mere
ziéndola. Porque si la causa del Emperador
¡x
eslá bien justificada, muchas grazias á él,
que la justificó con sus obras. Si la invenzion
i doctrina es buena; dénse las grazias á Lu
ciano, Pontauo , i Erasmo, cuyas obras en
esto habemos imitado. I, pues á mi, no me
queda cosa , de que gloria alguna deba espe
rar; locura fuera mui grande, si poniendo aqui
mi nombre, diera á entender, que pretendia
debérseme. I si hobiere alguno tan curioso,
que quiera saber quién es el auctor; tenga
por mui averiguado, ser un hombre, que
dereehamente desea la honrra de Dios, i.el
bien universal de la república cristiana.
INTERLOCUTORES PRINCIPALES.

MERCURIo. '. CARoN.

MERCURIo. —Despierta, despierta, Caron.


CARoN.— Mejor harias tú de callar.
MERCURIo. — ¿No me conosces?
CAEoN. —No me conosco á mi velando; ¿co
noscerte he á ti dormiendo?
MnRCURIo.- Luego, duermes tú agora?
CARoN. —— Ya tú lo ves.
MERCURIo.— Véote los ojos cerrados, mas la
boca abierta, hablando.
CARoN.—¿Nunca viste hablar á nadie dor
miendo ? Déjame ya.
MERCURIo. — Cata, que soi Mercurio, i vengo
á pedir albricias.
CARoN. — Albricias ¿ Mercurio ? ¿ Asi te bur
las de los mal vestidos ?
MEReURIo.—Si me burlo ó no, agora lo ve
rás. Mas, dime primero, ¿por qué estás tan
triste ? .
i
_2_
CARoN. - Necedad seria encubrirte mi dolor.
lll. Has de saber, que los dias pasados, vino por
aqui Alastor: i dándome á entender, que
todo el mundo estaba revuelto en guerra,
que en ninguna manera bastaria mi barca
para pasar tanta multitud de ánimas; me
hizo comprar una galera, en que no so
lamente eché todo mi caudal; mas aun mu
cho dinero que me fué prestado. I agora,
que la cosa está hecha, me dizen que la
paz es ya concluida en España. I si esto,
Mercurio, es verdad; serme ha forzado
hazer banco roto.
MsRCmuo.—¿ Qué me darás de albricias, si
te quito d’ ese cuidado?
CARoN. — Ya sabes , Mercurio , que cuanto yo
tengo es tuyo: pide lo que quisieres.
MERcURIo.— Pues eres tan liberal; no quie
ro, sino que á todos los sacerdotes que
hobieren vivido castos, hagas exemptos de
pasaje.
CARoN.—Poca cosa me pides.
MERCURIo. — ¿ Eres contento ?
CARoN. —I aun recontento.
MERcmuo.— Pues, hágote saber, que hoi en
este dia , los reyes de Francia é Inglaterra
_ 3 _'
han desafiado públicamente, con mucha
solemnidad, al emperador.
CARoN. — ¿Qué me dizes, Mercurio ?
MERCURIo. — Esto que oyes, Caron.
CARoN. —— ¿ Mándasme, que te crea?
MERCURIo. — Si: i aun mas te quiero dezir,
porque no pienses haber comprado tu ga
lera en vano: que aun no sé, si te bastará
para pasar tanta i pesada jente como verná.
CARoN.—Dime por tu vida la causa; porque
te acabe de creer.
MERCURIo.— Has de saber, que yo dejo toda
la cristiandad en armas: i en sola Italia,
. cinco ejércitos, que por pura hambre ha
brán de combatir: tu amigo Alastor, solici
tando al Papa, que no cumpla lo que ha
prometido á los capitanes del emperador,
que lo pusieron en su libertad; mas que en ‘
todo caso procure de vengarse. Allende
d’ esto , el vaiboda de Transilvania , no ha
dejado la demanda del reino de Ungria.
El rei de Polonia, haze jente para defen
derse de los tártaros. El rei de Dinamar
ca, busca ayuda para cobrar su reino. To
da Alemaña está preñada de otro mayor
tumulto que el pasado, á causa de la sec
_ 4, __
ta luterana. i de nuevas divisiones, que
aun en ella se levantan. Los ingleses mur
muran contra su rei porque se gobierna
por un cardenal , i quiere dejar la reina
su mujer, con quien ha vivido mas de
veinte años; i mover guerra contra el em
perador. El rei de Franca, tiene sus dos
hijos mayores, presos en España. Los fran
ceses pelados i trasquilados hasta la san
gre, desean ver principio de alguna re
vuelta, para desechar de si tan gran ti—
rania. ¿No te paresce, Caron , que habrás
bien menester tu galea?
CARoN.- La vida me has dado, Mercurio;
nunca tú me sueles traer, sino buenas
' nuevas. Cómo, ¿no me dizes nada de Es
paña?
MERCURIo.—No: porque sola esa provincia
está en paz, ¡mantiene fuera de casa la
guerra.
CARoN. — ¿De dónde les vino á esos tanta fe
lizidad.
MERCUíuo.—Tienen tal principe, qu’ él es cau
sa de toda su felizidad.
CARoN. —¿No habria modo para revolverlos?
MERCURIo. — Con mucho trabajo i poco fruc
_5__
to ha entendido en eso tu amigo Alastor.
CARoN. — ¿Cómo?
MERCURIo .—Bien has oido hablar de un teó
logo que llaman Erasmo?
CARoN.-I aun no pocas vezes he deseado
que me veniese á las manos ese hombre,
porque me dizen ser él, mui enemigo de
la guerra ; i que no cesa de exhortar á to
dos los hombres , que vivan en paz.
MERCURIo.—Tal le aprovecha. Procuró, pues,
tu amigo Alastor, que todos los frailes se
levantasen contra él, diziendo que era he
reje: porque sabia haber muchos , que se
ponian en defenderlo, i pensaba sacar de
aqui algun alboroto, con que desasosega
se á toda España. Porque, asi como so
specie de relijion, se contienen losánimos
de los hombres en obedienzia i sosiego;
asi cuando en esta hai alguna division ó
discordia , todo lo sacro i profano anda al
borotado.
CARoN.—¡Oh, qué sabio consejo! Veamos,
¿i eso no hubo efecto?
MERCURIo.—No: porque tienen los e_spaño—
les por inquisidor jeneral, un don Alonso
Manrrique, arzobispo de Sevilla, que bas
_ 5_
taria su prudencia i bondad , para apaziguzIr
cuantos scándalos en el mundo levantar
se puedan.
CA11oN.—Luego,'¿ese arzobispo estorbó el
buen consejo de mi amigo Alastor?
MíRCURIoÍ —No solamente lo estorbo, mas
apaziguó la cosa de manera, que ya no
queda memoria de contienda ni debate.
CARoN.—Ojalá me veniese á las manos ese
arzobispo, que yo le traeria al remo diez
años en pena de su maleficio. Veamos,
Mercurio:¿no habria medio, para enviar
alguna otra discordia ?
MnRCmuo.-Eso, allá lo has de platicar con
Alastor: que yo soi mas amigo de concor
dia.
CARoN. —Dime, Mercurio; ese rei de Franca,
que dizes haber desafiado al emperador;
¿es por ventura, un Francisco, primero
d’ este nombre, que fué preso en la batalla
IV. de Pavia , ¡llevado en España; i de alli, por
el emperador, puesto en su libertad?
MERCURIo. —Ese mismo.
CARoN._—¿ Es posible, que reine entre los
hombres tanta maldad, que quiera agora
ese rei , en lugar de dar gracias por el be
__ 7 __
neficio rescibido , mover guerra .á aquel de
quien lo rescibió?
MERCURIo. —¿Quién te ha hecho, Caron, tan
relijioso?-
CARoN.—No pienses que lo digo, porque de
lo hecho me pese, que bien sé no me lo
creerias: mas porque todos tenemos este don
de natura , queasi como un rei se huel
ga con la traicion hecha en su provecho,
mas no con el traidor; asi nosotros hol
gamos con una cosa mal hecha, si d’ ella
pensamos haber provecho, mas no con el
que la haze.
MERCURIo. - Querria que dieses una vuelta por
el mundo, i-vieses de qué manera está, ¡el
trato que anda entre los hombres , i verias
cuán al revés está , de como tú te lo finjes.
CARoN.—No me pesaria de verlo, si tuviese
seguridad mui cierta, que no me harian
quedar allá: mas, pues tú, Mercurio, lo
has visto, bien me lo podrás contar.
MsRCmuo. — ¿ Ternás tanto espacio para escu
charme ?
CARoim-Guiará, entretanto, mi lugar te
niente. la barca: i nosotros, sentados en
este prado, podremos hablar, i á las vezes
__ g —
reirnos, con algunas ánimas que vendrán
á pasar.
MnRCURIo. —Soi contento: mas mira, Caron;
si la barca se anega , no quiero que sea á
mi costa.
CARoN. —No seas, Mercurio, tan temeroso:
i acaba ya de contarme eso que dizes,
pues estamos de nuestro espacio.
MERCURIo.—Tomóme el otro dia, un ferventi
simo deseo de ver mui particularmente todas
las tierras del mundo: i las leyes, usosi
costumbres; ceremonias, relijiones itrajes
de cada una d’ ellas. I despues de todo ello,
con los ojos , bien mirado; con el enten
dimiento considerado i comprehendido; no
hallé en todo él, sino vanidad, maldad,
afliccion i locura. Enojado conmigo mesmo,
de ver en toda parte tanta corrupcion : con
deseo de ver algun pueblo , que por razon
natural viviese: acordándome de lo que
Jesucristo instituyó ,i habiendo visto aque
llas sanctisimas leyes , que con tanto amor
tan encomendadas les dejó; determiné de
buscar aquellos que se llaman cristianos,
pensando hallar en ellos, lo que en los
otros no habia hallado. Informándome,
—. 9 "
pues, delas señales con que Jesucristo
quiso que los suyos fuesen entre todos los
otros conoscidos; rode-é todo el mundo,
sin poder hallar pueblos que aquellas se
ñales tuviesen. Ala fin, topando con tu
amigo Alastor, i sabida la causa de mi pe
regrinacion; me dijo: « De pura compa
» sion, te quiero desengañar, Mercurio. Si
n tu buscas ese pueblo, por las señales
n que Cristo les dejó, jamás lo hallarás.
» Por eso, si tanto deseo tienes de conos
n- cerlo; toma la doctrina cristiana enla
» mano, i despues de bien leida i -consi
» derada , acuérdate de todos los pueblos i
» provincias que has en la tierra andado;
» i aquellos , que viviendo con mas policia
» esterior que otros, viste vivir mas con
» trarios á esta doctrina cristiana; sábete,
» que aquellos son, los que se llaman cris
n tianos; i los que con tanto deseo tú
n andas buscando.» Como yo esto oi
(aunque no diese entero crédito á las pala
bras de Alastor); todavia, por saber si era
verdad, atiné hácia Europa , donde me
acordé haber vistociertas provincias, que,
por la mayor parte , vivian derechamente
___4()_

contra la doctrina cristiana. I llegado allá,


por poderlo mejor comprehender, subime
á la primera spera: i desde alli comenzé á
cotejar lo que veia en aquellos pueblos,
con la doctrina cristiana. Ihallé, que don
de Cristo mandó no tener respeto, sino á
las cosas celestiales, estaban comunmente
capuzados en las terrenas. Donde Cristo
mandó que en Él solo pusiesen toda su
confianza; hallé , que unos la ponen en
vestidos , otros en diferencias de manjares,
otros en cuentas, otros en peregrinacio
nes, otros en candelas de cera , otros en
edificar iglesias i monasterios, otros en
hablar, otros en callar, otros en rezar,
otros en disciplinarse, otros en ayunar,
otros en andar descalzos. I, en todos ellos,
vi apenas una centella de caridad. De
manera, que mui poquiws eran , los que
en solo Jesucristo tenian puesta su con
fianza. I donde Cristo mandó, que menos
preciadas las riquezas d’ este mundo, ten
gan solamente por fin enriquiescer con
virtudes sus ánimas, vilos andar por el
mundo robando, salteando, engañando.
trafagando, trampeando, hambreando. I de
__ _.._

aquellas riquezas que Cristo les mandó


menospreciar; i de aquellasque les man
dó buscar ; vi en ellos mui poco cuidado.
Hallaba en la doctrina cristiana ser verda
dero sabio el que sabia abrazar la doctrina
de Jesucristo; i vi que tenian por nescio
al que á ella se allegaba; i por sabio al
que d’ ella se apartaba. Mas adelante, ha
llaba , ser aquel verdaderamente poderoso,
que podia domar i sojuzgar sus apetitos i
pasiones; i vi que no tenian por poderoso,
sino al que podia hazer mucho mal ; aun
que por otra parte , de todos los vicios se
dejase venzer. Hallaba ser bienaventurado,
el que menospreciadas las cosas del mundo.
todo su spiritu tiene puesto con Dios; i
vi tener entre ellos por bienaventurado, al
que allegando muchas cosas mundanas,
ningun respeto tiene á Dios. Hallaba man
dar Jesucristo, que no toviesen unos de
otros envidia; ivi, que en ninguna parte,
tanto como entre ellos, reina. Hallaba
serles mandado, que á imitacion de los
ánjeles, guardasen sus cuerpos mui lim
pios de la suziedad de la lujuria ; i vi, que
entre ellos, ningun jénero d’ ella se deja
_ ¡f2 _
de ejercitar. Quiso Jesucristo , que no ju
rasen, mas que toviesen tanta sinceridad
que con su simple palabra fuesen creidos:
i veialos á cada paso jurar, blasfemar, i
renegar: i que tan poca verdad reina en
tre ellos, que ninguna cosa, aun con ju
ramento, unos á otros se creen. Hallaba
serles mandado, que menospreciasen toda
ambicion i vanagloria ; i veia los unos, tan
hinchados con dignidades, que ni aun á si
mesmos conoscian; i los otros , tan am
biciosos de vanagloria, que ninguna mal
dad dejaban de poner por obra, por al
canzar una dignidad. En muchas partes
hallaba reprehendidos , los que hazian
diferencias de linajes , teniéndose en mas
los unos que los otros; dando á entender
ser verdadera nobleza solamente la que
con virtud se alcanza; i, por el contrario,
vileza, la que de vicios es poseida: i vi,
entr’ ellos, tantas diferencias , por venir
unos de un linajei otros de otro; que allen
de de las muertes, que á esta causa, á
cada paso se cometen ; es cosa estraña ver.
cuán hinchado está entr’ellos el noble con
su nobleza; i cuán sometidosi abatidos
- I3 _
los que no lo son. Quiso Jesucristo, que
no se enojasen unos con otros, ni se di
jesen malas palabras; mas que procurasen
hazer bien á los que les hiziesen mal: i
vilos, no- solamente dezirse unos á otros
injurias; mas matarse i lisiarse como bru
tos animales , i tener por mui grande
afrenta no vengarse de la injuria recebida.
Dizeles Jesucristo, que den sus limosnas
secretamente, en manera, que no sepa la
izquierda lo que da la derecha; i ellos,
solamente hazen secreto, las malas obras
dignas de castigo: i si dan alguna limos—
na,ó hazen alguna obra pia;luego, las
armas pintadas , ó entalladas; i los letreros
mui luengos, para que se sepa quién la hizo:
mostrando hazerlo, no por amor de Dios,
mas por respeto del mundo. Dizeles Cristo,
que no daña al ánima lo que entra por la
boca ,mas los vicios que salen del cora
zon; i ellos , en el comer, mui supersti
ciosos, i en el pecar, tan largos i abun
dantes; que al que yerra en aquello, no
tienen por cristiano; i al que se guarda
d’ esto otro, reputan por bestia, i es de
todos menospreciadoi escarnido. Cristo
__-¡4_.
loa la pobreza, i amenaza los ricos; i ellos
huyen la pobreza como enemiga, i siguen
i adoran las riquezas , prefiriéndolas á
cualquiera otra cosa, i haziendo su Dios
(Pellas. Reprehende Cristo á los que pro
curan los primeros asientosi lugares en
las congregaciones; i ellos con tanta am
bicion los buscan , que aun aquellos que
se alaban de seguir la perfeccion cristia
na, estan en continua discordia sobre sus
precedeneias, iaun muchas vezes se quie
bran á esta causa las cabezas : cosa, por
cierto, digna, que de unos sea reida, i de
otros mui llorada. Quiso Jesucristo , que
estuviesen tan apartados de tener pleitos,
que si alguno, por justicia, les pidiese la
capa, le diesen tambien el sayo, antes
que pleitear con él; i en todo el mundo
junto, vi tantos pleitos como entr’ ellos:
i vi, que por defender cada uno lo su
yo, i aun por ocupar lo ajeno, tienen
de contino no solamente pleitos, mas mui
crueles guerras. I finalmente: los vi á to
dos tan ajenos de aquella paz i caridad
que Jesucristo les encomendó, dejándose
la por señal con que los suyos fuesen co
__._.iI5 —

noscidos; que en todo el mundo junto no


hai tantas discordias, ni tan cruel guerra
como en aquel rinconcillo que ellos ocu
pan. De manera, que cotejando en estas i
en otras muchas cosas la doctrina cristiana
con la vida de aquella jente; hallé , que
aquellos debian ser, los que Alastor me ha
bia dicho. I por mejor informarme, bajado
á la tierra, pregunté ¿qué jente era aque
lla? i todos me dezian que eran cristia VI.
nos. Cuando yo aquello oi, comenzé á
dezir. ¡Oh, cristianos, cristianos! ¿Esta es
la honrra que hazeis á Jesucristo? ¿ Este
es el galardon que le dais, por haber de
rramado su sangre por vosotros? ¿No te
neis vergüenza de llamaros cristianos,
viviendo peor que alárabes , ique brutos
animales? ¿Asi os quereis privar de la bien
aventuranza, de que en este mundo i en
el otro, siguiendo la doctrina cristiana,
podriades gozar? ¿Este ejemplo dais de
vosotros á todas las otras naciones? ¿Pa
ra qué quereis conquistar nuevos cristia
nos , si los habeis de hazer tales como
vosotros?—Estas,iotras palabras, me ve
rias dezir con tanto enojo, que parescia
—- 16 __
arranoárseme las entrañas. Quise ver mas
particularmente lo que hazian, i vi venir
unos, tan hinchados con poco saber, otros
con riquezas , otros con favores. ¡otros
con falsa especie de sanctidad ; que no es
taban en dos dedos de hazerse adorar por
dioses. I vi á otros, andar en hábitos (le
relijiosos: i que por tales, les hazian toda
reverencia hasta el suelo: i aun les besa
ban la ropa por sanctos. l, como yo veia,
lo que debajo de aquel hábito andaba en
cubierto ;' paresciame que representaba
alguna farsa. Entré en los templos: i Vilos,
llenos de banderas, i de scudos , lanzas et
yelmos: i pregunté, si eran templos dedi
cados á Marte, dios de las batallas: i res
pondiéronme, que no: sino á Jesucristo.
Pues, ¿qué tiene que hazer (dezia yo) Je
sucristo, con estas insignias militares? Vi
asimesmo, tantosi tan sumptuosos sepul
oros: i pregunté , si eran de sanctos:
respondiéronme, que no: sino de hom
bres ricos. Salido fuera, vi enterrar nn
hombre fuera de la iglesia: i pregunté si
era moro ó turco , pues no le enterra
ban en la iglesia como á los otros? dijé
—-47_
ronme que no: sino tan pobre; que no
tuvo con qué comprar sepultura dentro de -
la iglesia. Pues, cómo (dezia yo); ¿al que
mas dinero tiene, se haze mas honrra en
la iglesia de Jesucristo? En otras iglesias
veia tantos pies, manos, brazos, i niños,
pintados en tablas, i hechos de cera: i en
muchos d’ ellos , cosas tan vergonzosas,
[que] aun porlas plazas, cuanto mas en los
templos, no deberian ser admitidas. I pre
gunté, ¿qué era aquello? Dijéronme, que
una imájen que alli estaba, hazia mila
gros. I, á la verdad , ninguno vi [que ho
biese presentado cosa alguna, por haber
{se (B) ] librado de la sujecion de los vi—
cios, i puesto en la libertad de las virtu—
des. Vi, que estaban muchos hombresi
mujeres hincados de rodillas para recibir
el cuerpo de Jesucristo, que tan gran bien
en la tierra les quiso dejar; i quíseme jun
tar á recibirlo con ellos, i llegó un Sacris
tan á pedirme dineros. I como no los te
nia, le dije: i¿asi tambien vosotros, dais
por dineros el cuerpo de Jesucristo? Sa
lime de alli jimiendo: iqueriendo entrar
en otro templo, hallélo cerrado: rogué
a
_¡g_-
que me abriesen , i dijeron que estaba en
tredicho; i que no podia entrar, si no tenia
bula. I sabido á dónde tomaban las bulas,
fuí á tomar una , i pidieronme dos reales
por olla. ¿ Cómo (digo yo ), no deja Jesu
cristo entrar en sus templos , sino por di
neros? Quisiéronme echar mano, dizien
do, que blasfemaba. Yo escapéme fuyendo.
Pregunté, cómo vivian los sacerdotes de
Jesucristo; i mostráronme, unos, sentados
al fuego con sus mancebas i hijos; i otros,
revolviendo guerras i discordias, entre sus
prójimos i hermanos. Entonces dije yo. I,
cómo, ¿los ministros de Jesucristo, auctor
de paz, andan revolviendodiscordias? Pre
gunté dónde estaba la cabeza de la reli
jion cristiana; i sabido que en Roma:
me fuí para allá: i como llegué; estuve
tres dias atapadas las narizes . del incom
portable hedor, que de aquella Roma sa
lia: en tanta manera, que no pudiendo
alli mas pararme; pasé en España: don
de hallé hombres , que , de noche , anda
ban á matar ánimas por las calles, con
deshonestisimas palabras. Fuime á un rei
no, nuevamente por los cristianos con
__ ¡g _
quistado; i diéronme d’ ellos mil quejas,
los nuevamente convertidos; diziendo, que
d’ ellos , habian aprendido á hurtar, á ro
bar, á pleitear,,i á trampear. Hobe com
pasion delos unos i de los otros: i harto de
ver tanta ceguedad, tanta maldad, i tan
tas abominaciones : no quise mas morar
entre tal jente: i maravillándome de los
incomprehensibles juicios de Dios, que
tales cosas sufre , me torné á ejercitar mi
oficio. Todo esto te he querido dezir, por
que de hoi mas no te maravilles, de co
sa que oyeres dezir.
CARoN.—Con tan elocuente compañero, no
sentiria yo el trabajo de guiar la barca.
Dime, Mercurio; ¿crees tú, que Jesucristo VII .
se huelga , que tal jente como esa, se lla
men cristianos?
MERCURIo.—Si se huelga ó no, allá se lo ha
ya. Cuanto por mi: yo te prometo, que
me ternia por mui afrentado , si se llama
sen mercurianos.
CARoN. — Lo mesmo me haria yoyi aun los
castígaria mui bien , si no queriendo se
guir mi doctrina, se quisiesen honrrar con
mi nombre.
_ 20 _
MERCURIo. —Asi me paresce que haze agora
Jesucristo,
CARoN. —¿De manera, que no esperas ver el
fin de los males que padecen , hasta que
se hayan enmendado?
MERCURIo.—En ninguna manera lo espero.
CARoN.—Con razon. Ven acá, Mercurio: en
tre tanta multitud de cristianos , ¿no ha
llaste alguno que de veras siguiese la doc
trina cristiana ?
MERCURIo. — Hallé tan pocos, que me olvidaba
de hazer mencion d’ ellos. Pero esos que
hai, digote de verdad, que es la mas exce
lente cosa del mundo, ver, con cuánta ale
gria , i con cuánto contentamiento viven
entre los otros: tanto, que me detuve al
gunos dias conversando con ellos ; i me
parecia conversar entre los ánjeles. Mas,
como los cuitados , por la mayor parte,
son en diversas maneras perseguidos; no
osan parescer entre los otros, ni declarar
las verdades que Dios les ha manifestado.
Mas por eso , no dejan de rogar continua
mente á Jesucristo , que aparte del mundo
tanta ceguedad: viviendo siempre con mas
alegria, cuando mas cerca de si ven la
-01 __
AJ

persecucion. ¿Has oido, lo que los filó


sofos disputan, de las virtudes de la ánima?
CARoN. —Muchas vezes.
MERCURIo. —¿No te parece cosa imposible,
que algun hombre pudiese alcanzar aque
lla perficion ? '
CARoN. —I aun mas que imposible.
MERCUR1o.—Pues si vieses, de la manera que
estos , que te digo, viven ; conoscerias
haber muchas imperficiones en la doc
trina de esos filósofos , que á ti te parece
tan dificultosa de seguir, comparada á la
vida d’ estos.
CARoN.— Espantado me has con eso. Yo te
prometo de informarme nui bien de la
primera ánima que viere subir por la mon
taña , de cómo habrá vivido: i agora,
pues tan complidamente me has eso conta
do, i tenemos- bien proveida la barca, no
se te haga de mal , contarme lo que entre
ose emperador, i reyes de Francia et In
glaterra ha pasado.
MERCUR1o.—De buena voluntad lo haré ; por
que en este camino, yo me he mui bien
de todo informado: mas no querria que
los juezes me estuviesen esperando.
_ ¡a2 _
CARoN. —D’ eso, seguro puedes estar, que hoí
vacaciones tienen.
MERCURIo.— Pues que asi es, está atento. l,
porque mejor me entiendas, de mui lejos
quiero comenzar. — Has de saber, que
muerto un rei de España llamado Fernan
do, que para si i sus sucesores ganó nom
bre de Católico, porque este fué el que
acabó de echar los moros de España, que
la ocuparon iseñorearon por muchos tiem
pos; sucedió en todos aquellos reinos de
España, un Cárlos, su nieto, que agora es
emperador. I como al tiempo de su suce
sion hallase guerra entre su predecesor, i
este rei de Francia; no queriendo comen
zar á reinar con guerra, hizo con él paz.
I teniendo mas respecto al bien público,
que á su particular provecho, se obligó
á ciertas cosas, á que en ninguna manera
era obligado: queriendo mas, desigual paz,
que justa guerra. Murió, en este medio, el
emperador Maximiliano su agüelo: i levan
tóse competencia entre él, i el rei de Fran
cia, sobre cuál d’ ellos seria elejido por em
perador. Venzieron á la fin , la bondad i vir
tudes d’ este don Cárlosrei de España, a
_ 33 _
la solicitud i dádivas del rei de Francia: de
manera , que, de comun consentimiento,
todos los electores del imperio (estando él
en España) lo elijieron por emperador: de
que el rei de Francia quedó mui corrido, i
con inicuo ánimo, buscaba oportunidad para
hazerle mal. I despues que muchas re
vueltas hobo tramado; á la fin, estando este
emperador en Alemaña, entendiendo en la
gobernacion del imperio, viendo el rei de
Francia revuelta á España, por la absencia
de su principe; parecióle tener buena oca
sion para ejecutar su mal propósito ; i deter
minado de mover guerra contra el empera
dor, que en vano trabajaba de evitarla; no
pudiendo bastar justificaciones ni ofreci
mientos para apartarle de tan pernicioso
proposito; á la fin , envió un ejército en Es
paña, i hallándola desproveida de defensas,
i mui ocupada de guerras civiles, fácil
mente conquistó el reino de Navarra, iaun
entrando en Castilla, combatió la ciudad
de Logroño. Mas los españoles, que al tiem
po de necesidad, á sus principes i seño
res naturales jamás faltaron; dejadas las
armas civiles, se juntaron á resistir el im Vlll.
_ gl, _
petu de los franceses; i sin esperar á ser
por su rei requeridos; les dieron la batalla,
ilos desbarataron , et hizieron volver hu
yendo á sus tierras. I aqui comenzó Dios
á declarar al mundo, la justicia qu’ este
principe tenia, dándole una tan impensada
victoria. Mas tampoco bastó esto, para
qu’ el rei de Francia, se quisiese desistir
de la guerra. Cuando esto vió el papa Leon
décimo, conosciendo, por una parte, la
justicia delemperador; ipor otra la malicia
del rei de Francia; declaróse por su ene
migo en favor del emperador, i junto sus
ejércitos en Italia. Ese mismo año, echa
ron los franceses del estado de Milan que
tiránicamente le tenian ocupado; restitu
yendo en él, al duque Francisco Maria
Esforcia: i á un mismo tiempo, se rendió
al emperador la ciudad de Tornai, que de
mucho tiempo antes, franceses tenian
ocupada.....
CARoN.— No te pese, Mercurio, si alguna
vez, por ser mejor informado, te quisiere
algo preguntar. Veamos; ¿qué tenia que
hazer el emperador, en echar los franceses
de Italia ?
__25_._.

MERCUR1o.— El estado de Milan es feudo del


imperio, i toca al emperador proveer, no
solamente que lo posea el que por derecho
lo debe poseer; mas que los súbditos d’ él,
sean bien tratados. Habia, pues, tiránica
mente el rei de Francia, ocupado aquel
Estado, ¡los súbditos d’ él eran por los
franceses mal tratados: i era obligado el
emperador, á quitarlo, de las manos del
violento ocupador, librando el pueblo de
la tirania que padecia.
CARoN.—I, veamos : ¿ pertenecia á ese du
que Francisco Esforcia, que has nombrado,
ese estado de Milan Í?
MERCURIo. — Á la verdad, mas derecho tenia
á él, el mesmo emperador; asi por ser feu
do que llaman commiso, como por tener
d’ él investidura concedida por el empera
dor Maximiliano, con consentimiento del
rei de Fran-za.
CARoN.— Agora te quiero hazer dos pregun
tas: la una, que pues ese Estado pertene
cia al emperador; ¿ por qué él no lo toma
ba para si? I la otra será: que pues era el
emperador obligado á echar del Estado,
á los franceses que tiránicamente lo po
_ 26 _
seian; ¿por qué no lo habia hecho antes?
MERCURIo. — Mira, Caron: las leyes, i los prin
cipes i señores, fueron ordenados para
provecho del pueblo: i el buen principe,
no ha de mirar solamente á lo que la lei .
manda, ni á lo que el derecho ordena;
sino á la intencion de los que las leyes
ordenaron: que es el bien del pueblo. I si
ve, que de seguir el derecho, ó ejecutar
la lei, verná mas danno al pueblo, que de
disimularlo; débelo disimular, hasta que
vea tiempo, cómo sin danno del pueblo, lo
pueda mejor hacer. Viendo pues el empe
rador, ser menor mal, que los milaneses
padeciesen lo que padecian; que no, el
que de escitar nueva guerra se podria se
guir; dilató aquello, hasta que le vino esta
oportunidad , para librarlos de aquella ti
rania: i librados, aunque pudiera él que
darse con aquel estado; conosciendo, cum
plir mas al sosiego de Italia, i bien de los
milaneses, darles un duque de quien fue
sen gobernados, que tomarlo para si,
posponiendo su interesse particular, al
bien universal: lo dió al duque Francisco
Esforcia.
__ 27 _
CAIioN.—Digote, que nunca ví tanta virtud
en un principe. Cuanto que, si muchos
d’ esos hobiese, bien me podria asentar
cabe mi ganancia.
MERCURIo. — No hayas miedo; que yo te pro
meto, que d’ ellos hai tanta falta como de
mjoscas blancas. El anno siguiente, torna
ron los franceses en Italia, pensando co
brar lo perdido: i no solamente perdieron
parte de su ejército en la Bicoca, i se vol
vieron vergonzosamente; mas tambien per
dieron á Jénova, con todo lo que de mas
les quedaba en Italia.
CARoN.— I d’ esa Jénova, ¿ qué hizo el em
perador, tomóla para si ?
MmCURIo.- Antes la puso en su libertad se
gund sus fueros i costumbres; i quedaron
al gobierno d’ ella los Adornos: porque
conosciesen todos , que no se movia á
echar los franceses de Italia, por ambicion,
ni hambre de señorear; mas solamente,
por lo que debia á la justicia.
CARoN. — Digote, que esa fué una virtud mui
grande.
MERCUR1o.—Dizes la verdad, segund lo que
agora se usa en el mundo, pues, ese mes
__ 28 .—-
mo anno , estando el emperador en sus se
ñorios de la baja Alemaña; determinó de
pasarse en España, por acabar de asosegar
los ánimos de los españoles, que por su
absencia habian andado alborotados: i por
estar alli, como en fortaleza , para defen
derse de sus enemigos. y,
CARoN. - ¿ A qué llamas baja Alemaña?
MnaCURIo. — Flandes , Brabante , Holanda, Ge
landa, Arthoes , Namur, Henao: i otras
tierras, que tambien llaman Galia Béljica.
CARoN. —Ya lo entiendo.
IX- MERCURIo. —Determinado pues el emperador
de volverse á España; venido en Inglater
ra, como tenia concertado; el rei le hizo
mucha honrra, i mui gran recebimiento
en aquel su reino, i concertó de darle su
hija por mujer, i se declaró por enemigo
del rei de Francia: con que el emperador le
prometió pagarle ciento i treinta mil escu
dos, que le daba el rei de Francia cada
año; hasta que hobiese ganado equivalente
recompensa en Francia , con que se torna
se á concertar con el mesmo rei de Francia.
CARoN. —Rézia obligacion fué esa.
MERCURIo. —Dizes verdad: pero convenia al
— 29 — ,
emperador hazer-la, porque si él no ganara
de su parte aquel rei de Inglaterra ; pudié
rasele concertar con el rei de Francia, i el
daño fuera mayor. Estaba tambien el em
perador en Inglaterra, i por fuerza habia
de hazer lo que los ingleses querian: i aun
con to do esto, creo que no se obligára co
mo se obligó, si el cardenal de Inglaterra
no le dijera, que aquello no se hazia con
intencion ,'que él hobiese de pagar aquellos
dineros; mas , .porque los del consejo del
rei , i todo el reino, viesen, cómo ningun
daño recibia el rei , en declararse por ene
migo del rei de Francia.
CARoN. —- Aosadas , que d’ esas palabras , nun
ca yo me fiára.
MERCURIo.—Piensa el ladron, que todos han su
corazon. Mas, mira no se te olvide ese paso,
porque lo habrás menester para despues.
CARoN.-— Soi contento. Pero, mira tambien
tú, aquella ánima , con cuánta soberbia
viene. Algun sátrapa debe ser: vamos á
hablarla, que luego tornarémos á nuestra
plática. Dime, ánima pecadora, ¿quién eres?
ÁNIMA. —De los mas nombrados predicado
res, que hoho en mis dias. Nunca me pu
v — 30 —
se á predicar, que la iglesia no estuviese
llena de jente.
CARoN. —¿ Qué arte tenias para eso?
ÁNIMA. -Finjia en público sanctidad , por ga
nar crédito con el pueblo; i cuando subia
en el púlpito , procuraba de enderezar mis
reprehensiones , de manera que no tocasen
á los que estaban presentes: porque , como
sabes, ninguno huelga, que le digan las
verdades.
CARoN.-D’ esa manera, no aprovechaba tu
sermon , sino para que el malo perseverase
con mayor obstinacion en sus vicios.
ÁNIMA. —Ni aun yo queria otra cosa.
CARoN. - ¿Por qué?
ÁNIMA.—Mit-a, hermano. Si yo les dijera las
verdades; quizá se quisieran convertir, i
vivir como cristianos: i fuera menester que
de pura vergüenza hiziera yo otro tanto: i
d’esto me queria yo bien guardar.
CARoN. —De manera, que so color de predi
car Jesucristo, predicabas Satanás.
ÁNIMA. —Yo no sé, qué cosa es , predicar Je
sucristo: ni jamás aprendi otra arte sino es
ta: i con ella he vivido mas á mi sabor que
un Papa.
_ till —
GuiON.-Pues, paga el pasaje: que allá te
mostrarán, á qué sabor has de vivir de
aqui adelante.
ÁNIMA. — ¡Yo, pasaje ! Como si no supieses
tú, que los frailes somos exemptos.
CARoN. —Exemios vosotros, cuanto quisié
redes , en el mundo: que aqui, ó me pagarás;
ó me dejarás el hábito.
ÁNIMA. — ¿ El hábito ? De mui buena voluntad.
¡Ojalá, me lo hobieras quitado en el mundo!
(ÏARoN. — ¿Pesábate de traerlo?
ÁNIMA.—ASi, burlando.
CARoN. — ¿Por qué?
ÁNIMA. — ¿ Piensas qLe es poco trabajo , haber
todavia de finjir sanctidad , contra su vo
luntad ?
CARoN. -Agora serás quito de ese trabajo.
¿Qué te pareze, Mercurio? Agora no me
maravillo, que vivan tan mal los cristianos,
pues tienen tales predicadores. Dime: ¿ hai
muchos semejantes á este?
MERCURIo. -Mas, que seria menester.
CARoN.—Acá les mostrarémos, cómo han de
predicar. I tú, prosigue adelante.
MERCURIo.- Venido el emperador en España,
usó de una gran liberalidad i clemencia.
_ 32 _
perdonando á todos los que en su absencia,
por falsas relaciones , contra su autoridad
real, se habian levantado: exceto algunos,
cuyos delictos fuera crueldad dejar sin cas
tigo. El año siguiente, el rei de Francia
tornó á enviar nuevo ejército en Italia,
pensando cobrar aquel estado de Milan. I
despues de haber tardado el dicho ejército,
en Italia, ocho meses; fué otra vez, por
el mes de mayo del año siguiente, echado
de Italia. Iel ejército del emperador, si
guiendo la victoria, entró en Francia ; i to
mó muchos lugares de la provincia de los
romanos , que agora llaman Proenza: i es
tando sobre Marsella; el rei de Francia,
so color de la necesidad que tenia de de
fender el reino; sacó mucho dinero de sus
súbditos; i ayuntado un poderoso ejército,
dejando el del emperador en su tierra; él
mesmo en persona, tomó la via de Italia,
pensando cobrar el ducado de Milan , que
á la sazon, de jente estaba desproveido.
CARoN. --¿Es posible, Mercurio, que haya
tanta locura entre los hombres, que con
peligro de muerte, i tantos trabajos, va
yan buscando una cosa ,que aun rogán
__ 33 _
doles con ella, Sl fuesen discretos, no la
habrian de querer aceptar? ¿Qué -cosa
es mas miserable, ni mas trabajosa hai
en el mundo , que reinar? Déjame un
poco, Mercurio, filosofar contigo. ¿Puede
ser mayor miseria , que estar un hombre
en lugar donde ha de temera todos, tener
sospecha de todos; idonde, si es bueno,
es de los malos , que son la mayor parte,
aborrecido; i si es malo , buenos i malos
lo querrian ver muerto? Pues aquella con
goja , aquel desasosiego, aquel ser de to
dos importunado, por una parte i por
otra; ddme, ddme , ddme! Si dá, llámanle
pródigo: i si no dá, dizenle que no es
digno dc ser Rei. Pues , si al libre llama
mos bienaventurado, ¿qué mayor suje
cion que la del Principe, queá tanta jente,
i de tantas i tan diversas condiciones, él
solo ha de contentar? ¿Qué mayor suje-
cion, que andar siempre cercado de jente:
i en ninguna cosa poder vivir á su volun
tad? ¿I que sobre todo esto, anden los
hombres tan hambrientos por reinar? ¿I
que este Rei, de quien me hablas, pudien
do vivir pazificamente en su reino, ,se
3
___ 35. ._
vaya agora á conquistar los estraños , con
tantos trabajos de su personai vida -.7 Que,
del ánima , segun lo que me has contado,
poca cuenta debe de hazer. ¿Cuánto mas
bienaventurado es el labrador, que dando
su tributo al Rei , porque lo mantenga en
justicia, vive á su plazer , sin ser notado
de alguno? ¿Cuánto mas á su sabor come
i duerme el que de sola su casa tiene cui
dado; que aquellos que en administrar rei
nos i señorios, ponen su felizidad? Verda—
deramente, ó Mercurio; ó en el mundo
no hai medicina contra la locura, ó no
debe aun, por los hombres, ser conoscida:
teniendo d’ ella tanta abundancia como
fienen.
MERCURIo. —Cata, que me has espantado, Ca
ron: ¿i quién te vezó tanta filosofía? -
CARoN. —Parte me ha vezado la razon natu
ral, i parte aprendi de Sócrates.
MERCURIo. —Tú, ¿de Sócrates? ¿i cuándo?
CARoN. — Pasando en mi barca , iba marea
do: i revesó tanta filosofia , que nos cupo
d’ ella parte , á todos los que ibamos enla
barca: et yo, como el mas principal , lo
mé la mejor: i téngola bien guardada. Pe
_ 35 ._
ro, dejemos ya la filosofía: i tú, prosigue
tu historia.
MERCURIo. —-Pasado el Rei de Francia en Ita— '
lia, fué forzado el ejército del Emperador,
que estaba en Francia , á volverse , como
se volvió, con gran dilijencía. en Italia.
No embargante esto, el Rei de Francia
ocupó brevemente mucha parte del estado
de Milan, con la principal ciudad d’ él.
CARoN. — En estas idas i venidas que hazian
los unos i los otros, quién cree, que el
pobre pueblo no padecia. '
MERCURIo.— Ya tú lo puedes bien pensar.
CARoN.—Quiérote, pues, poner una cues
tion , Mercurio. Los Principes , ¿para qué
fueron instituidos?
MERCUR1o.—Para bien iprovecho de la re
pública.
CARoN.—¿Pues, qué razon hai , para que
con tanto daño de la república, anden
los hombres riñendo sobre quién gober
nará este reino ó el otro? Claro está, que
los que tienen respecto á hazer en su reino
solamente aquello para que fueron insti
tuidos-; que no querrian serles causa de
tanto mal , como de la guerra se sigue.
_ 36 —
MERCURIo. --Nunca vi tan sabio barquero
Dime , tú, si sabrás sanar la locura de los
hombres: iluego te daré yo eso reme-'
diado.
CARoN. -¿ Remediado, Mercurio? Ese reme
dio, daño, i no pequeño, seria para mi;
porque si los hombres toviesen sola una
gota de entendimiento; por maravilla ver
nia alguno á pasar por mi barca.
MERCURIo. — Estuvo , pues, muchos dias ncon

tan gran triunfo el Rei de Francia en Ita


lia ; que cuasi todos los amigos i confede
rados del Emperador, le dejaron , i se pa
saron á la parte del Rei.
CARoN. — Deben esos andar á viva quien
venze.
MERCURIo.—A ratos: como ya en toda par
te se usa.
CARoN.—I, ¿cuentas tambien, entre esos, al
Papa, que llaman Vicario de Jesucristo?
MERCURIo. —En los primeros.
CARoN. —Yo no te entiendo. ¿Tú, no me
dijiste agora, poco há, que el Papa se de
claró contra el Rei de Francia , en favor
del Emperador?
MERCURIo. — Si, que te lo dije.
.._.37—
CARoN. —Pues, ¿cómo es posible, que se
mostrase agora contra el Emperador, en
favor del Rei de Francia?
Mi-zRCURIo.— Si te acuerdas bien de lo que al i
principio te dije, del mal vivir de los cris
tianos; no te maravillarias d’ eso. Cuanto
mas, que el que se declaró por el Empe
rador, era el Papa Leon décimo: i este es
otro que llaman, Papa Clemente VII, que
sucedió á Adriano VI,. maestro del Empe
rador.
CARoN. — Agora te entiendo mejor : aunque,
por dezirte la verdad, poco menos feo me
parece lo uno que lo otro.
MERCURIo. —Pues, ¿qué dirias, si supieses lo
que el Emperador por este Pontifice habia
hecho.
CARoN.-No es cosa nueva, que los romanos XI.
Pontífices se muestren ingratos á los que
son causa de ponerlos en aquella dignidad.
MERCURIo.—Dizes mui gran verdad: i aun
es mui bien empleado, que acaezca eso , á
los que tienen mas respecto á sus propó
sitos, é interese particular; que al servicio
de Dios , i bien universal, en la ereacion
del supremo Pastor de la Iglesia.
_ 3g —
CARoN.—Pues, tornando á nuestro propó
sito: qué! ¿tambien el Papa se juntó con
el Rei de Francia, contra el Emperador?
MÉRCUR1o.— Asi es : mas poco les aprovechó:
porque los capitanes del Emperador, se
dieron tan buena maña; que ayuntando su
ejército, vinieron á buscar el Rei de Fran
cia, que estaba con el suyo sobre la ciu
dad de Pavia;i le dieron jentilmente la
batalla , el dia de sancto Mathia . año de
MDXXV; iprendieron al Rei, i á los prin
cipales capitanes i señores, que con él
iban.
CARoN. — Asi, asi; d.’ esa manera los castigan
en mi tierra. ¿Quiéresme dejar aquí un
poco filosofar, Mercurio?
MERCURIo. — No me perlurbes agora. Vieras
venir luego, de todas partes , al Empera
dor: unos, escusando sus faltas; i otros,
habiéndolo deservido, dándole á entender
que le habian servido. Franceses, se te
mian, que el emperador mandaria pasar
su ejército en Francia; Venecianos, que
lo enviaria sobre sus tierras; el Papa, que
á lo menos le querria quitar las ciudades
de Parma i Plazencia, que, por su consen
_ 39 _
timiento tenia en el estado de Milan ; i que
despues, si se le antojase, haria otro tan
to de todo el patrimonio de san Pedro. -
CARoN.—¿A qué llamas patrimonio de san
Pedro?
MERCURIo. — A todas las ciudades, villas, ilu
gares, que poseen los romanos Pontifices,
llaman patrimonio dc san Pedro.
CARoN.-—Esa , te digo yo, Mercurio, que es
una jentil invencion. Yo me acuerdo, de
ver subir por aquella montaña un Pedro,
que dezia‘, haber sido Vicario de Jesu
cristo; ime dijo: que no solamente no
tuvo patrimonio en el mundo ; mas, que
para ser Vicario de Cristo , fué menester,
que dejase esa miseria que tenia. Agora,
¿dizesme tú, que tiene tan gran patri
monio?
MnRCmuo. — ¡Buena memoria tienes! Pero mi
ra, Caron; ¿qué sabes tú , si estonces con-
venia, que san Pedro dejase lo que tenia;
i agora conviene que sus sucesores tomen
á los otros lo que tienen?
* Esta es una equivocacion de Caron , porque se
guramente, san Pedro no se llamaria Vicario de
Jesucristo.
—j,()__

CARom-¿Quieres que te diga la verdad,


Mercurio? Asi como yo me huelgo, que
ellos lo hagan como tú me dizes; asi me
parece, que convernia á ellos , i á todos,
que hiziesen lo contrario.
MERCURIo.- ¿De ba rquero, te nos quieres tor
nar consejero? Calla, pues , si quieres que
prosiga mi historia.
CARoN. — Soi contento: pero, veamos prime
ro, lo que quiere dezir esta ánima , que
no va á pasar con las otras.
ÁNIMA. -— ¿Cómo, Caron; tanta soberbia has
cobrado, que has menester un lugar-tenien
te para tu barca? ¿De cuando acá te vino?
CARoN.—¿EI‘es tú, por" dicha, Procurador
de los embargos?
ÁNIMA..—¿A qué llamas Procurador de los
embargos ? Yo he sido, mas de treinta años,
uno de los principales delconsejo de un Rei
mui poderoso: i tenia muchas Tierras que
gobernaba.
CAI1oN.—Mal podias gobernar á los otros, si
no supiste gobernar á ti.
ÁNIMA. — ¿ Cómo , no ?
CARoN.— Porque si bien te gobernáras, no
vinieras al infierno.
_ 4.I —
ÁNIlflA. — ¿ Cómo: que no viniera al infierno?
¿parécete que venir aqui, es venir al in
fierno ?
CARoN. — A. la fé, hermano: si te piensas
otra cosa, estás mui engañado.
ÁNIMA. — ¡ Oh, desventurado de mi l qué ! ¿ al
infierno tengo de ir ? '
QARoN.-D’ esto, ninguna dubda tengas.
ANIMA.-- Apena te puedo creer.
CARoN. —¿Por qué ?
ÁNnmL-Cata, que yo era cristiano: i recebi,
siendo niño, el baptismo; i despues la con
firmacion. Confesábarne i comulgábame
tresó cuatro vezes en el año: guardaba to
das las fiestas: ayunaba todos los dias que
manda la Iglesia , i aun otros muchos por mi
devocion: ¡las vijilias de nuestra Señora , á
pan i agua: oia cada dia mi misa, i hazia
dezir muchas á mi costa. Rezaba ordinaria
mente las horas canónicas , iotras muchas
devociones: fui muchas vezes en romeria,
i tuve muchas novenas en Casas de gran
devocion: rezaba en las cuentas que ben
dijo el Papa Hadriano: daba limosnas á po
bres; casé muchas huérfanas : edifiqué tres
moncsterios, i hize infinitas otras buenas
_, ¡,2 _
obras. Allende d‘esto, tomé una bula del
Papa, en que me absolviaa’ culpa id pena,
-¿n ¿articulo mortis: traiasiempre un hábito
de la Merced. Al tiempo de mi muerte , tomé
una candela en la mano, de las del Papa
Hadriano. Enterréme en hábito de sant
XII. Francisco: allende de infinitas mandas pias,
que en mi testamento dejé. I , que con todo
esto, 1, haya yo agora de venir al infierno?
Aina, me harias perder la paciencia.
MnRCmuo.- Mira, hermano: tú has contado
muchas cosas buenas: mas, á mi ver, sa
bias dïellas mal usar: teniendo mas res
pecto á cumplir con tu voluntad; que ni
con la de Dios , ni con tu oficio. Bueno es
guardar las fiestas, pero no las guarda el
que se quiere estar ocioso, dejando de des
pachar los negocios que tiene á cargo: no
teniendo respecto á lo que gastan i pierden
aquellos áquien haze esperar, por no des
pacharlos el dia de fiesta. ¿No sabes, que
haziendo bien al prójimo, no se rompe la
fiesta? Bien era , ayunar como se acostum
bra;i mejor, ayunar á pan i agua: pero,
si á causa del ayuno, te venia alguna mala
disposicion, que causaba dilacion en los
¿3 _
negocios que tenias á cargo; digote de ver
dad, que pecabas, donde pensabas merezer.
Bueno esoir misa, bueno rezar las horas
canónicas: pero, si mientra oias tu misa ,i
rezabastus horas, dejabasdeir i despachar,
los que habian de negociar contigo; ieras
causa, que se comiesen sus capas en el me
son; digote de verdad, que te valiera mas
no oir misa, ni rezar. Sino, dime, por tu
fé; ¿tenias siempre tiempo de oirlos nego
ciantes ?
ÁNIMA.—Muchas vezes me faltaba.
MERCURIo. — Pues, ves ahi: ¿no valiera mas,
que mientra ensartabas aquellos Salmos,
que tú no entendias, oyerasi despacha
’ ras los negocios que tenias á cargo?
ANIMA. - ¿ No querias que rezase?
MERCURIo. — Cuando hobieras cumplido lo que
eras por razon de tu oficio obligado; bien
era, que te pusieses en oracion á Dios,
demandándole gracia; paraque .á servicio
suyo , i bien de la república; pudieses ejer
citar tu oficio. Mira ,hermano: no hai ora
cion mas grata á Dios, que cumplir su vo
luntad: i sabiendo tú, ser ella, que se haga
bienal prójimo; ¿ pensabas servirlo, re
-44, __
zando con daño del prójimo? Por cierto.
¡muijentil oracion era la tuya!
ÁNIMA.— Cuanto, que si á eso va: los mas
de los que tienen oficios públicos, caen en
ese pecado.
MERCURIo. —Pues, créemetúámi: que los que
en él cayeren , con él se vernán al infierno.
Si tanto les agrada la oracion ( aunque no
sé , si se puede llamar oracion, el ensartar
Salmos como lo hazeis), no se ocupen en la
administracion de la república. Dizes , des
pues; que auduviste muchas romerias, i
toviste muchas novenas, i entretanto, de
jarias los pobres negociantes desesperados,
esperando tu vuelta. Digote de verdad, que
con esas tales romerías inovenas , ofendias
muireziamente áDios. Cuentas, que edifi
caste monesterios. ¡diste muchas limosnas
á pobres, i que casaste muchas huérfanas.
Veamos, ¿de dónde tenias dinero para ello?
ÁNIMA. —De mis rentas.
MEÉCURIo.—I estas rentas ¿cómo las hobiste?
ÁNIMA. —Parte, me dió el Principe á quien
servia; i parte , me allegué yo.
MERCURIo. —¿Pedias selo tú al Principe, ó dá
batelo de su voluntad ?
_¿5_
ÁNIMA. — ¡Bueno estaba yo, si hobiera de
esperar á que él me lo diera! á la fé, pe
diaselo yo. I, aun si no bastaba pedirselo;
importunábalo por ello; allende otras gran
jerías, que tenia para sacárselo.
MERCURIo. - ¿Qué granjerias?
ÁNIMA.—-Procul‘aba de andar siempre á su
voluntad , i nunca dezirle cosa que le pe
sase. Si él dezia algo en consejo , aunque
fuese mui malo: dezia yo, que era lo mejor
del mundo: icomo yo tenia opinion de
sanctidad, los otros no'osaban contrade
zirme; especialmente, siendo el Principe
de mi parte. Con esto, hazia dos cosas:
ganaba la gracia i amor del Principe,i
mucha reputacion con el vulgo.
MmCURIo. — ¿Tú no veias, que eso era con
tra Dios: dezir bien de lo malo , i mal de
lo bueno’? ¿Nunca leiste-veh! qui dicítís,
bonum ntalunz , el malum 601mm?
ÁNIMA.—Bien lo veia. Pero dezian, que era
mui jentil arte para medrar iganar honrra
en el mundo: i que la ofensa que en ello
se hazia á Dios, con los ayunos, limosnas,
misas, oraciones, novenas, l peregrinacio
nes, se recompensaba.
—- ¡.5 ._:
MnRCuuo. -— ¿Quién le dezia eso?
ÁNiMA. — Mis confesores.
CARoN. — ¿Dábasles algo?
ÁNIMA. —— No, de mi hacienda: pero haziales
haber buenas dignidades, i aun obispados.
MERCURIo.—I aun por eso, procuraban ellos
de contentarte. Veamos: i para allegar lo
que tú mismo dizes, ¿qué arte tenias?
ÁNIMA. — De muchas maneras se allega, que
serian largas de contar. Cuando la cons
ciencia abre la boca, no falta por donde
las riquezas entran: especialmente en los
que estan cabe los Principes.
MnRCURro. -- Pues, veamos: ¿querias tú ha
zer servicio á Dios con lo que ganabas con
su ofensa? ¿No sabes, que el que sirve á
XIII. Dios con bienes mal ganados, es como elque
' sacrifica al hijo en presencia de su padre?
ÁNIMA. — ¿Qué sé yo? A la fé, ni en las con
fesiones , ni en los sermones, no dezian
nada de eso.
MERCURIo. —De manera, que procurando de
agradaros , os envian al infierno. Dime:
¿cuando estabas enfermo , pesábate mu
cho de morirte?
ÁNIMA. -- ¿Pues no me habia de pesar?
__ 47 __
MERCURIo. — Si tú te acordaras, que aquel
cuerpo no era sino una cárcel en que es
tabas preso; ique no eras morador, si
no caminante en aquel mundo, no sola
mente no te pesara; mas holgaras de salir
d’ él. ¿No has leido de David, que se que
jaba porque vivia tanto, diziendo: ¡teu
mini, guía incolatus meus prolongatus est:
¡sant Pablo: infwlix ego homo! quis me
libembit tle carcere mortis lzujus? i otra
vez: cupio dissolvi et esse cum Christo?
Mas como tú, no tenias respecto, á mas de
aquella vida; i quizá dubdabas si habia
otra ;i para aquella enderezabas todas tus
cosas;i por satisfacer al mundo hazias
tus buenas obras; no me maravillo, que
se te hiziese de mal dejarlo.
ÁNIMA. —El diablo te lo dijo. Mas, veamos:
¿i la bula del Papa Hadriano, no me ha de
aprovechar?
MnRCURIo. — Sé que la bula del Papa, no era
sino contra las penas del purgatorio, i tú
agora vienes al infierno.
ÁNIMA.—¿I el habitico de la Merced, que traia?
MnRCURIo. —Si como lo traias al cuello, por
- de fuera, lo trajeras dentro en tu ánima,
_ ¿g _
aprovechárate: pero, ¿de qué sirve traerlo
sobre el cuerpo, no teniendo alguna señal
d’ él, en el ánima?
ÁNIMA.-¿I los paternostres, i avemarias, que
rezé en las cuentas del Papa Hadriano?
MERCURIo. —¿Cómo quieres tú que te dé Dios
premio, porque le pidas una cosa, si pro—
curas con tus obras lo contrario á ella?
PidesáDios, que se cumpla su voluntad en
la tierra, como se cumple en el cielo; i tú,
en todas tus obras, vas contra la voluntad
de Dios. Pidesle, que te perdone tus pe
cados, como tú perdonasá los que te ofen
den; i, nunca perdonándolos tú á ellos, quie
res que te perdone Dios á ti. ¿I despues
quieres, que la virjen Maria ruegue por
ti, ofendiendo tu continuamente á su Hijo?
ÁNIMA. —Luego, ninguna gracia da alli el
Papa.
MERCURIo. —Si dá, á los que procuran con
obras, cuanto en ellos es, que se haga
aquello que demandan á Dios.
ÁNIMA. -—¿No seria razon, que nos dijesen
eso?
MERCURIo.—Si por cierto: pero harto cieg
esta el que no lo conosce. '
__49__

ÁNIMA. —¿I la candela del Papa Hadriano,


que me pusieron en la mano cuando me
quise morir?
MERCURIo.—-¿Cómo querias tú, que te apro
vechase, muriendo sin arrepentimiento de
tus pecados, icon intencion de tornar á
ellos?
ÁNIMA.—¿I el hábito de sant Francisco, en
que me mandé "enterrar?
MERCURIo. —Ven acá: ¿conoscerias tú una
raposa, en hábito de hermitaño? ¿I pien
sas que Dios no conosce un ruin, aunque
venga en hábito de bueno -.7 Si tú vivieras
como san Francisco, aunque no murieras
en su hábito, te diera Dios el premio que
dió á san Francisco: mas viviendo tú, con
trario á la vida de san Francisco; porque
al tiempo de tu muerte, te vestieses su há
bito; ¿pensabas salvarte con san Francis
co? Jentil necedad era la tuya.
ÁNIMA.—Pues ,- dizen, que ninguno puede
ir al infierno con el hábito de san Frau
cisco?
MEECURIo.—Dizen la verdad: que el habito,

* Ó falta aqui no,- ó-sobra la interrogacion final.


4
.._ 50 _
allá en la sepoltura se queda: mas, por
eso, el ánima no deja de venirse al infierno.
ÁNIMA. —¿I los trentanarios, oficios, misas, i
limosnas, que se han de dezir i hazer por
mi; tampoco me han de aprovechar?
MERCURIo.-A los clérigos, aprovecharán los
dineros que para ello dejaste: que á ti,
poco fructo pueden hazer acá, viniendo
como vienes al infierno.
ÁNIMA.—Pl1es, haz tú agora una cosa, por
amor de mi. Déjame tornar al mundo: pa
ra que, siquiera, me vengue de aquellos
que asi me tuvieron engañado.
ÁNIMA. -Tarde acordaste. Antes , habrás de
estar aqui penando, hasta que tu cuerpo
sea enterrado.
ÁNIMA. — ¿Por qué?
MERCURIo. —Porque ninguna ánima puede
pasar en mi barca , cuyo cuerpo no fuere
enterrado: itú, toviste del tuyo tanto cui
dado, que muriendo en Chipre, lo man
daste enterrar en Carmona: como si la
tierra de Chipre no fuera tan buena, para
consumir un cuerpo, como la de Carmona.
ÁNIMA.—¿ No querias que me enterrase en
mi Capilla, habiendo gastado unainfinidad
__ 5¡_
de dineros en la sepoltura que alli tenia fe
cha ?
MERCURIo. — Por cierto, mejor fuera , que to
vieras cuidado de ganar el cielo; que de la
tierra que habia de consumir tu cuerpo.
Anda pues, agora, malaventurada de ti] XIV .
que acá, serás para siempre atormentada.
I tú, Caron, mira, si quieres que prosiga
mi historia.
CARoN. — Prosigue.
MERCURIo. —Luego que el Papa supo la rota i
prision del rei de Francia; hizo liga con el
Emperador. ....
CARoN.-Cata, que no me dizes, lo que el
Emperador hizo, cuando le llegó una tan
gran nueva, como fué la victoria de Pavia.
MERCURIo. — Estaba estonces el Emperador en
una villa que llaman Madrid : ioomo le llegó
la nueva; retrújose en su cámara, i dió
gracias á Dios, porque asi habia querido
manifestar su justicia: mas, porque fué con
derramamiento de sangre cristiana; no qui
so que en su (Zórte se fiziesen alegrias, co
mo en semejantes casos hazerse suelen.
CARoN.— Veamos: ¿I no mandó luego, que
su ejército pasase en Francia ?
__ 52 _
MERCUtuo.-Antes, envió á ofrezer la paz á
los franceses, si le querian restituir lo que
le tenian usurpado. l
CARoN.— Cata: que no te puedo creer.
MERCURIo.— Asi pasa: i mientra que el Em
perador ofrezia á sus enemigos vencidos la
paz, mandando deshazer el ejército que
tenia en Milan, el Papa, ¡los otros Señorios
de Italia; no osándose liar de la bondad i
clemencia del Emperador; se confederaron
secretamente contra él. I comoesto se des
cubriese; fué menester, no solamente en
tretener el ejército; mas que los capitanes
del Emperador, tomasen en su poder el
estado de Milan, para asegurarle: de que
cresció, en gran manera, la sospecha que
tenian los señores de Italia, pensando que
el Emperador queria tomar aquel Estado
para si; i que despues haria lo mesmo con
ellos: conosciendo, cada uno, tener parte de
su tierra, contra razon i justicia, ocupada.
CARoN. —¿No me dijiste agora, que el Papa
habia hecho nueva liga con el Emperador?
MERCURIo. - Asi es verdad, que se hizo; mas
no curó él, sino que dure lo que durare,
como cuchar de pan.
—- 53 —
CARoN. — Esa es una jentil cosa: cuanto si unos
á otros no se guardan fé, ¿cómo se podrá
VIVil‘ entre ellos?
MnRCURIo. — En este medio, el rei de Francia
procuró, que lo llevasen , comolo llevaron,
preso en España: i el Emperador le mandó
hazer en sus reinos, mucha honrra: no
como á preso, mas comoá su proprio her
mano.
CARon. —Maravillas me cuentas d’ ese Prin
cipe.
MERCURIo.— Pues mas te diré. Que estando el
rei de Francia en la fortaleza de Madrid, la
cual le habia sido dada por prision , cayó
tan malo, que estuvo en peligro de muerto.
I en diziendo al Emperador , que si él lo iba
á visitar, dándole esperanza de su libertad,
el consuelo que d’ esto recebiria , seria mu
cha parte para su salud; luego lo fué á
consolar i ver, con tanta humanidad i ver
dadera caridad ; como si fuera su proprio
hermano. Ino obstante, los malos tratos en
que, aun estando preso, andaba; de que
el Emperador era bien avisado; á la fin, no
solamente fué contento de soltarlo , pares
ciéndole convenir asi al bien de la cristian
—a").’i-—
dad; mas aun quiso darle por mujer, la
reina doña Leonor, su hermana mayor,
que era entonces la segunda persona en la
sucesion de todos sus Reinos i Señoríos. I
por arrancar de raiz todaslas ocasiones de
donde solia nascer la guerra; quiso , que el
uno al otro se renunciasen, cualquier de
recho que pudiesen tener, ó pretender, el
uno, en las tierras que poseia el otro: por
que no quedase mas causa de contienda
ui debate entr’ ellos.
CARoN. — Digote , Mercurio, que eso era tan
malo para mi, como bueno para ellos.Vea
mos: ¿i, no le pidió algo el Emperador,
por su rescate?
MERCURIo.- Ninguna cosa. Solamente, quiso
que le restituyese el ducado de Borgoña,
que contra toda razon i justicia le tenia
usurpado; por ser cosa mui antigua de su
patrimonio: i, aun una parte d’ él , era con
tento de dar, en casamiento, á la reina su
hermana. Allende d’ esto; que tambien le
restituyese la villa de Hedin, que el año de
MDXXIl, le habia tomado, en el condado
de Arthoes. Iel rei de Francia, fué contento
de restituirle todo lo que dicho es: i aun
__ 55 _
él mesmo, de su propria voluntad , ofrezió
al Emperador, mucho mas de lo que él le
demandaha. Allende d’ esto, ofresció, juró
i prometió , de contentar al rei de Inglate
rra, de todas las deudas que el Emperador
le podia deber: pues él habia sido causa
d’ ellas. I este concierto se concluyó á XII
de enero, del año MDXXVI.
CAR0N. — Pues, ¿en qué estuvo el rompi
miento?
MERCURIon—Dezia el rei de Francia, que no
podia restituir, ¡cumplir lo que habia pro
metido, hasta que estoviese en su remo.
El Emperador fué contento de soltarlo, con
condicion: que , para seguridad que cum
pliria lo que habia prometido; dejase .en
España sus dos hijos mayores en rehenes:
jurando él, i prometiendo, de volver á la
prision, en caso, que dentro de cuatro
meses , despues de la conclusion de la
capitulacion, no cumpliese lo que habia
prometido: i que, entrando en su Reino,
tornaria á dar la fé de volver, en el dicho
caso, á la dicha prision: i, en la.primera
villa de su Reino, donde entrase; ratifica
ria la capitulacion del concierto que se
._ 55 .__
habia fecho: i, dende á seis semanas, lo
haria tambien ratificar por todos los Esta
dos de Francia. .
CARoN. —D’ esa manera, ya debian pensar
todos , que no habria mas guerra en la
cristiandad .
MERCURIo. — Antes , por dezirte la verdad , mui
pocos eran los que tenian esperanza, que
el rei de Francia cumpliria, ni guardarla,
lo que al Emperador habia prometido: por
que conoscian su condicion.
CARoN. —Pues, ¿por qué se queria fiar d’ él
el Emperador.
MnRcmuo. —Mira, Caron; el Emperador veia
los males que padescia la cristiandad, á
causa de la guerra que él tenia con Fran
cia: iquiso mas poner en peligro todo su
Estado; que dar lugar á que se pudiese de
zir, que pudiéndolo él remediar; no lo
queria hazer. Pensaba tamhien, que el rei
de Francia , con aquellas dos adversidades,
de su prision i de su enfermedad , se habria
reconoscido , i no querria mas tentar á Dios.
I, aun no contento con estas consideracio
nes, por asegurar mas esta amistad; luego
que el concierto fué hecho, partió de To
- 57 —,—
ledo para Madrid, á verse con el rei de
Francia:i alli lo trató con tanto amor, i
tanta humanidad, como si fuera su proprio
- hermano: i de alli se vinieron juntosá Illes
cas, á ver la reina doña Leonor: i se rati
ficó el casamiento, por palabras de pre
sente. ¿No te pareze, que bastaban estas
obras, para convertir una piedra, cuanto
mas un corazon humano ?
CARoN. — Maravillado me tienes con la bondad
d’ ese Principe , i con la ingratitud d’ esotro.
MERCUR1o.—-Pues, mas te contaré: que yendo
una vez juntos camino; ya que se habian
de apartar el uno del otro; el Emperador
dijo al rei de Francia estas palabras: « Her
mano, ya vedes los males que la cristiandad
ha padescido, á causa de nuestras discor
dias: i las que padesceria si las hobiésemos
de continuar: por donde es cierto, que
para remedio de tantos males, permitió
Dios lo que ha sucedido. Lo que yo, por
mis embajadores, os he demandado; i vos,
de vuestra .-propria voluntad , habeis ofre
zido; i yo, tambien por mi parte, os he
otorgado; todo ha sido por parezerme , que
cumple asi á la paz, sosiego, y acrecen
—, 58 —
tamiento de la cristiandad :' i si otra cosa
pensase , nunca e.n ello habria consentido.
l, asi como me pareze ser este un buen
medio, para el bien de la cristiandad; asi
conozco qne seria la entera destruicion
d’ ella , si de aqui se tornase álevantar otra
guerra. Ipues estamos aqui juntos, donde
lo podemos todo remediar ; i sabeis , cuánto
somos á ello obligados; yo os ruego, que
mui claramente , como de hermano á her
mano, digais lo que sent-is, acerca d‘esto:
i , si teneis intencion de serme buen amigo,
i guardarme lo que me habeis prometido, ó
no; porque, antes que nos partamos el uno
del otro, lo dejemos todo concertado: de
manera, que no quede mas causa de rom
pimiento. É yo, os prometo, é doi mi fé ipa
labra real, que no por eso, deje yo de po
neros en vuestra libertad, hablando vos li
heremente lo que en esto pensais de hazer. »
CARoN. —¡ Oh, qué palabras, de Principe ver
daderamente cristiano ! I, veamos: ese otro,
que llaman Cristíanisnm, ¿qué respondió
á eso ?
MERCURIo.‘*—Hizo mil juramentos, que tenia
entera voluntad-de conservar aquella amis
- 59 _
tad: i de cumplir mui enteramente, lo que
en la capitulacion de Madrid habia prome
tido, sin falta alguna. Iasi lo juró ante
una cruz que topó en el camino. Estonces.
le dijo el Emperador: «Lo mesmo os prometo
¡juro yo: de seros buen hermano i amigo:
i guardaros todo lo que por mi parte se os
ha prometido. I tambieu os prometo, de
teneros por vili ruin, si vos no me guar
dais, lo que me prometeis.» I con esto, se
despidieron el uno del otro. I el Empera
dor , tomó el camino para Sevilla: i el rei
de Francia, mui contento, fué llevado á
Fuenterrabia, donde habia de ser puesto
en su libertad. ,
CARoN.—¿I es posible, que ese rei, viniese
despues á romper lo que con tantos jura
mentos habia prometido ?
MERCURIo.—Yo te dire, qué tanto: que en
poniendo los pies en su Reino; luego co
menzó áromper el concierto que habia XVI.
fecho: no queriendo tornar á dar la fé de
volver á la prision , en caso que no cum
pliese lo que habia prometido.
CARoN.—¿Qué me dizes? ¡Qué: no tuvo ver
güenza de romper tan presto su fé!
_ 60 _
MERCURIo. —Maldita aquella. Habia tambien
prometido de ratificar la capitulacion de
Madrid, en la primera villa de su Reino: i
nunca lo quiso hazer.
CARoN. — Veamos: ¿dezia claramente , que no
queria cumplir con el Emperador ni ser su
. amigo?
MsRCmuo. —Antes escribió muchas vezes, de
su propria mano, al Emperador; que no
toviese á mal, la dilacion que habia en el
cumplimiento de lo que prometió : porque
se hazia por buen respecto: i que toviese
por mui cierto , que cumpliria enteramente
todo lo que le habia prometido.
CARoN. — ¿Tenia , quizá , entonces , intencion
de hazerlo?
MsRCmuo. — ¿Sabes, qué tal intencion tenia?
Que, desde antes que entrase en su Reino,
no solamente tenia determinado, de no
cumplir lo que habia prometido i jurado;
mas trataba de concertarse con el Papa, i
otros potentados de Italia, por hazer guerra
al Emperador.
CARoN. —Pues , ¿ por qué escrebia al Empera
dor, que lo queria todo cumplir, si no tenia
intencion de hazerlo?
_ 54 __
MnRCURIo. -— Por tomar al Emperador despro
vendo.
CARoN. —¿Es posible, Mercurio , que sufra
la tierra una cosa como esa? ¿No bastaba
dejar de cumplir lo que tenia prometido i
jurado: sino que tambien quiso hazer gue
rra, al que, de siervo i esclavo, lo puso en
su libertad; i , de enemigo , lo quiso tomar
por amigoicuñado? lsobre todo, ¡quererlo
traer siempre engañado: i escrebir de su
propria mano : desde su Reino : que
cumpliria lo que no tenia intencion de
hazer! .
MERCURIU. —Ahi veras tú, cuánto se estiende
la maldad que reina hoi entre los cristia
nos: pues llamándose ése Cristianismo, ha
zia lo que has oido. I á la fin, cuando le
parezió tiempo de publicar en Francia la
liga que tenian fecha, el Papa , el mesmo
rei de Francia, Venecianos i Florentines,
contra el Emperador; envió á escusarse di
ziendo: u que en ninguna manera, podia
cumplir lo que por la capitulacion de Ma
drid habia prometido; especialmente, en
Io de la restitucion de Borgoña: porque los
Estados de su reino no querian venir en
_ 69 __
ello. n El Emperador le respondió: «que si no
podia cumplir aquello, que hiziese, á lo
menos , lo que no podia negar que no
estuviese en su mano: que era, volver á la
prision: como habia prometido i jurado.»
Mas nunca él lo quiso hazer.
CARoN.— ¡ Oh, hide puta! i qué Marco Régulo:
ó qué Rei Joan de Francia: para hazer una
cosa como esa! A eso andaba!
MERCURIo. —Mira, mira, Caron, con cuánta
arrogancia viene aquella ánima.
ÁNIMA. —Pásame luego , barquero.
(JARoN. - Espérate, que vengan otros: ¿pien
sas que por ti solo, ha de hazer un viaje
mi barca?
ÁNIMA. -- Nunca vi barquero tan grosero. ¿Tú
no miras con quién hablas?
CARom- Di, pues, ¿ quién eres?
ÁNIMA. — El Duque.
CARoN. —Pues mira , hermano: Duques, Be
yes, Papas, Cardenales, iGanapanes: todos
son iguales en mi barca. Si tú tanto te es
timabas; ¿por qué no procurabas de subirte
al cielo?
ÁNIMA. —— Yo harto lo deseaba: mas diéronme
a1 entender, que rezando la oracion del
Conde*, no moriria en pecado mortal, ni
podria venir al infierno. Pues, para el pur
gatorio, tenia yo diez ó doze bulas del Papa,
que me libraban d’ él. De manera, que nun
ca pensé que el paraiso se me habia de
escapar de las manos.
CARoN.-Veamos, ¿i, entretanto, cómo vivias?
ÁNIMs- Como los otros. Comer i beber mui
largamente: i aun á ratos, no me contentaba
con mi mujer: i todo mi cuidado era de
acrecentar mi señorio, i sacar dineros de
mis vasallos. Iporque me toviesen por buen
cristiano; ipor dejar. memoria de mi , edi
fiqué i fundé muchos monesterios; i hazia
muchas limosnas á frailes, porque me pu
blicasen por hombre de buena vida.
CARoN.—PHGS si esas buenas obras hazias
por el mundo: ya tienes el galardon del
mundo. ¿No fuera mejor hazerlas, por Dios?
ÁNIMA. — Mejor. Mas no pensé yo haberlas
menester; teniendo yo por cierto, que no
se me habia de escapar el cielo, pues te
nia mis bulas , i dezia mi oracion cadadia.
CARoN. — ¿ Pues, como se te escapó?

* ¿Cuál es la oracion del Conde?


.__6fi.__

ÁNIMA. - Estando para morir, aunque me ha


bia confesado i comulgado; i me parescia
tener algun arrepentimiento de mis peca
dos; nunca acabé de dejar, del todo, la
voluntad de tornar á ellos. Allende d’ esto,
habia alli tanta jente llorando, que me
XVII. tovieron mui ocupado en hazer mi testa
mento, i en ordenar la pompa con que mi
cuerpo se habia de enterrar; juntamente,
con la angustia i congoja de dejar tantos
bienes de que veia no poder mas gozar;
que nunca me pude acordar de Dios, ni
demandarle perdón de mis pecados. Tenia
tambien dos frailes, uno de una parte, i otro
de otra; que me estaban leyendo no sé
qué orationes , que ni ellos ni yo las enten
diamos; i perturbábanme el entendimien
to: de manera, que muriendo con aquella
congoja; cuando pensé subir al cielo; me
hizieron bajar acá al infierno.
CARoN.— Con razon. ¿Cómo; i tan necio
eras tú, que sin querer hazer, nada de lo
que te mandó Jesucristo: te quisieses apro
vechar de los méritos de su sangre i pasion?
ÁNIMA. —¡ Como si fuese yo solol A buena fé,
si vas al mundo; en todas partes lo halles
_ 55 _
lleno de semejantes necios. La barca está
ya llena: no me detengas mas.
CARoN. - ¿ Qué me dizes, Mercurio; has oido
lo que ha pasado?
MERCURIo. — Si te pones á escuchar lo que te
dirán ánimas semejantes; nunca acaba
rémos.
CARoN. - No te pese , pues sabes que no tengo
otra recreacion: i prosigue tu historia.
MEriCUiuo. — Publicada la liga contra el Em
perador; el Rei de Francia envió un em
bajador en España, el cual, juntamente
con el Nuncio del Papa, i embajador de
Venecianos; requirieron al Emperador, que
¿la sazon estaba en Granada, que restitu
yese al Rei de Francia sus hijos , que tenia
en rehenes; tomando por ellos algun ho
nesto rescato , pues él no podia cumplir lo
que habia prometido. El Emperador, no sin
alguna alteracion,i mui razonable, siendo
una tan grande desvergüenza; le respon
dió: que si el Rel de Francia queria li
bertar sus hijos; que se viniese él, á poner
en la prision donde ellos estaban, como
lo tenia prometido i jurado: que de otra
manera, no entendia dárselos. I , demas
5
__ 66 _
d’ esto, dijo al embajador de Francia es
tas palabras. «Embajador: dezid al Rei
vuestro amo, que lo ha hecho mui ruin
mente , i vilmente, en no guardarme la fé,
que él mesmo me dió, estando él é yo so
los. I que esto le manterné yo, de mi
persona á la suya.
CARoN.—Jentiles palabras, i de jentil Prin
cipe fueron esas. Cierto: á mi, mejor me
paresceria, que si los Principes tienen,
entre ellos, algunas discordias, que entre
si, las averiguasen con armas, ó como
ellos quisiesen: ique dejasen vivir en paz
los pobres pueblos, que, de sus diferen
cias, ninguna culpa tienen. Jentil cosa es,
que por vengarse un Principe , de otro que
le haze una injuria; quiera destruirle sus
vasallos, de quien nmgun daño ha recebi
do. I, segun me pareze, por la mayor
parte acaesce padezer aquellos mas daño,
que menos culpa tienen de la guerra. I,
por eso te digo, que me ha mucho conten
tado esa respuesta del Emperador. Pero,
sepamos: ¿qué respondió á eso el rei de
Francia -.7
MERCURIo.—Lo que suelen responder los que
—- 57 _
quieren tener la pelleja sana: disimulólo
mui jentilmente.
CARoN.-No se esperaba menos de un hom
bre, que tan poco caso haze de su fé.
MERCURIq-Vieras luego pasar franceses en
Italia; i el Papa, i el Venecianos, enviar
sus ejércitos, contra el que el Emperador
tenia en Lombardia , diziendo: que querian
restituir en su Estado al duque Francisco
Sforcia: por dar color á lo que hazia.
CARoN.—Maravillome del Emperador, que
viendo lo que el rei de Francia hazia, no
procuraba él de concertarse con el Papa, i
con esos otros que ahi nombras.
MERCURIo. —¿Cómo querias tú, que el Empe
rador se temiese del Papa; habiendo él
sido, despues de Dios, causa principal de
ponerlo , en el estado en que estaba ? I , aun
con todo eso, cuando sintió las tramas en
que andaban , le envió á ofrezer todo lo
que él queria, porque no se tornase á re
volverla guerra en Italia: mas no le apro
vechó nada.
CARoN. — ¿ Qué intencion piensas tú, que tenia
en eso el Papa?
MERCUR1o.—Mira, Caron: aqui no dijimos,
_ 63 __
sino que hablariamos, de las diferencias
entr’ el Emperador i el Rei de Francia. Si
tú no lo has por enojo, dejemos lo del Pa
pa para otro dia.
CARoN.-Yo, mas quisiera, que lo llevara
mos todo á hecho: mas, pues tú asi lo
quieres; dime, agora, ¿qué causas daba
el rei de Francia, para escusar el rom
pimiento de su fé?
MERCURIo. —Dezia , que lo que prometió i juró
habia sido por temor, i no estando en su
libertad: i que no era obligado á guardar
lo que habia prometido.
CARoN. —No era mala razon esa.
MERCURIo.-—¿Cómo no? Antes mui mala, i
mui prejudicial á toda jente de guerra: la
XVIII. cual tiene por costumbre mui loada, rece
bida i usada; que el prisionero, que deja
su fé empeñada; i no cumple, ó no vuelve
á la prision; queda, ies tenido, por infa
me. De manera, que ninguna dificultad
ponen , en fiarse unos de otros , i soltarse
sobre su fé. Pues, si entre simples caballe
ros, i aun soldados, se haze esto; ¿cuánto
mas se debria hazer entre tan grandes
Principes? l, si esos lo dejan de hazer, dan
_ 59 _
do ejemplo, para que los inferiores d’ ellos,
hagan otro tanto i peor; ¿quién se querrá
ni osará ya fiar de la fé de otro? Ino fián
dose; ¿cuántos pobres caballeros i solda
dos morirán en prisiones , que agora, sobre
su fé, salen á buscar, i enviar sus resca
tes? ¿No te pareze, que queda, de hoy mas,
jentil achaque, á todos los ruines, que no
quisieren cumplir su fé; con dezir, que
tampoco la cumplió un rei de Francia?
De manera, que no solamente es falsa i ma
la esta razon ; mas, tan prejudicial á toda
jente de guerra; que ni aun los mismos
vasallos del rei de Francia , debrian sufrir
una cosa tan mal hecha como esta, i de
que tanto daño viene , no solamente á ellos,
mas á toda la natura humana , quitándole
una de las mas principales virtudes, que
es la fé, sin la cual, todo el mundo queda
ria en confusion. Cuanto mas, que esa
razon frivola, vana, éinicua, aunque pu
diese valer á alguno; en ninguna manera
"se puede ayudar d’ ella el rei de Francia;
pues aunque fuese verdad, que baya tra
tado i capitulado, estando fuera de su li
bertad, i que la tal capitulacion fuese de
_ 70 _
ningun vigor, lo que tampoco se debe
conceder; veamos, pues el mismo rei de
Francia, despues que fué libre dela pri
sion, i estando ya en su libertad, i en su
reino, escribió al Emperador, por cartas
de su propria mano , i firmadas de su nom
bre ; que guarderia i compliria enteramente
todo lo que habia prometido; ¿con qué
cara, ó con qué razon, se podrá él agora
escusar, diziendo, que no estaba en su
libertad cuando capituló; pues, estando ya
libre, por las tales cartas prometió de nuevo
complir lo capitulado? Las cuales, cierta
mente, deben bastar por entera ratifica
cion.
CARoN. —Digan lo que quisieren. Mas yo,
nunca creeré , que en un tal Principe , que
pa tan poco respecto de su honrra; si por
malos consejos, no fuese á ello instigado.
MnRCmuo.-Asi lo creo yo; mas esta escusa
no es bastante: pues, harta culpa tiene el
Principe , que conosciendo claramente ser
un hombre malo; quiere tenerlo cabe si:
porque da causa, que se piense d’ él, lo
que se vée en su Privado. Pues es cosa mui
averiguada, que asi como un malo no
—- 7I —
admite en su compañia algun bueno; asi
un bueno, no debria admitir algun malo:
i el que le admite, i, conoscido, lo sostiene;
es causa que él tambien sea tenido por
malo. Tornando, pues, á nuestro propó
sito: el ejército del Emperador se defendió
mui bien en Milan. I acaeció aquel mismo
año; que un don Hugo de Moncada , capi
tan del Emperador, impensadamente en
Roma, juntamente con los Coloneses , i los
soldados , á pesar de los capitanes , saquea
ron el palacio del Papa, el cual huyó al
castillo de Sant’ Anjel.
CARoN. —¿Cómo permitió Jesucristo, que un
desacato tan grande como este , se hiciese
á la cabeza de su Iglesia?
MnRCURIo. —Mira, Caron : estaba aquella ciu
dad tan cargada de vicios , i tan sin cuidado
de convertirse; que despues de haberlos
Dios convidado i llamado, por otros medios
mas dulces i amorosos, i estándose siempre
obstinados en su mal vivir; quiso espantarlos
con aquel insulto i caso tan grave : i , como
aun con esto, no se quisieron emendar,
vinoles despues otro mas rezio castigo.
CARoN. —Eso quiero que me cuentes primero.
_72_

MERCURIo. —Que me plaze: mas despacha tú


esa Ánima, que nos está aqui escuchando.
ÁNIMA. — ¡Ah , barquero! pásanos.
CARoN. -Estás solo, i dizes: prísanos, como
si fuésedes muchos.
ÁNIMA. —¿ Tú no ves, que soi Obispo?
CARoN.—¿I, pues?
ÁMIMA.— —‘—Los Obispos, por guardar
nuestra gravedad, hablamos en número
plural.
CARoN. —Sea mucho de en hora buena. ¿I
tú, sabes qué cosa es ser Obispo ‘P
ÁNIMA. —Mira si lo sé: habiéndolo sido veinte
años.
CARoN. —Pues, por tu fé: que me lo digas.
ÁNIMA. —Obispo es, traer vestido un roquete
blanco: dezir misa con una mitra en la ca
beza, i guantes i anillos en las manos:
mandar á los clérigos del obispado: defen
der las rentas d’ él: i gastarlas á su volun
tad: tener muchos criados: servirse con
salva: ¡dar Beneficios.
CARoN. —D’ esa manera, ni san Pedro, ni
XIX. alguno de los Apóstoles fueron Obispos:
pues ni se vestian roquetes: ni traian mi
tras, ni guantes , ni anillos: ni tenian rentas
_73—
que gastar, ni que defender: pues, aun
eso que tenian , dejaron para seguir á Jesu
cristo: ni tenian con qué mantener criados:
ni se servian con salva. ¿Quieres que te
diga yo, qué cosa es ser Obispo -.7 Yo te lo
diré. Tener grandisimo cuidado de aquellas
ánimas, que le son encomendadas: i si
menester fuere , poner la vida por cada
una d’ ellas: predicarles ordinariamente,
asi con buenas palabras idoctrina; como
con ejemplo de vida mui santa: i para esto,
salvar i entender toda la Sacra Escrïptura:
tener las manos mui limpias de cosas mun
danas: orar continuamente por la salud de
su pueblo: proveerlo de personas santas,
de buena doctrina i vida; que les admi
nistren los sacramentos: socorrer álos po
bres en sus necesidades, dándoles de balde,
lo que de balde recibieron.....
ÁimcA.-Nunca yo oi dezir nada d’eso: ni
pensé,’ que tenia menester, para ser Obis
po, mas- de lo que te dije. Yo me precié
siempre de tener mi tabla mui abundante,
para los que venian á comer comigo.
MERCURIo. - ¿ Quién : pobres ?
ÁNIMA. —¿Pobres? ¡Jentil cosa seria que un
-71.—
pobre se sentase á la mesa de un Obispo!
MERCURIo.—¿De manera, que si viniera Je
sucristo á comer contigo; no lo sentaras á
tu mesa , porque era pobre?
ÁNIMA.—No: si viniera mal vestido.
MERCmuo.-Teniendo tú lo que tenias, por
amor d’ él; ¿no le quisieras dar de comer
á tu mesa? ¿Parézete esa jentil cosa?
ÁNIMA.—Déjate d’ eso. ¿Cómo habia de ve
nir Jesucristo á comer comigo? Eso es
hablar en lo escusado.
MERCURIo.—‘ ¿No dize él , que lo que se haze
á un pobrecillo, se haze con él; i lo que
se deja de hazer con un pobrezillo, se deja
de hazer con él? ¿Parézete, que era jentil
cosa, tener llena tu mesa de truhanes i li
sonjeros, que representaban á Satanás; i
no admitir los pobrezillos , que representa
ban á Jesucristo, habiéndote sido dados
aquellos bienes que gastabas, para man
tener los pobres de que tú no hazias cuen
ta, i para reprehender los viciosos que
sentabas á tu mesa ?
ÁNIMA. —Ta mbien á los pobres hazia dar de
comer, en la calle, lo que sobraba á mi,
i á mis criados.
— 75 _
MERCURIo. — Pues , por cierto, que tenian ellos
á tu renta mas derecho, que tus criados.
ÁNIMA.—¿Por qué? sé que los pobres no me
servían a mi.
MERCURIo. —I las rentas de los Obispos, si que
no fueron instituidas para sus criados: sino
que con ellas mantuviesen los pobres.
ÁNIMA. —Nunca me dijeron nada d’ eso.
MERCURIo. —- ¿Pues , por qué no lo leias tú?
ÁNIMA.—A eso me andaba. ¿No tenia harto
que hazer en mis pleitos , con que cobré
muchas rentas ipreheminencias, que tenia
perdidas mi Iglesia; i en andar á caza, i
buscar buenos perros, azores i halcones,
para ella?
MERCURIo. —Por cierto, tú empleabas mui
bien tu tiempo, en cosas mui convenientes
á tu dignidad! Veamos, ¿i los Beneficios, á
quién los dabas?
ÁNIMA. - ¿A quién los habia de dar, sino á mis
criados , en recompensa de sus servicios?
MERCUR1o. —¿I esa , no era simonia?
ÁNIMA. —Ya no se usa otra cosa. Entre ciento,
no verás dar un Beneficio, sino por ser
vicios, ó por favor.
MERCUR1o.-I , aun con eso, tal está como es
__ 75 __
tá, la cristiandad: no dándose los Beneficios
por méritos, sino por favor, ó servicios.
Pues veamos, ¿no os mandó Jesucristo, que
diésedes de balde, lo que de balde rece
bistes ?
ÁNIMA.-—ASl lo dizen: pero á mi nunca me
dieron nada de balde.
MERCURIo. —¿I el Obispado ?
ÁNIMm-Bien caro me costó, de servicios, i
aun de dineros. I habiéndome costado tan
caro; ¿querias tú, que diese sus emolu
mentos de balde? Si, por cierto: á eso me
andaba yo.
MnRCmuo. — ¿ Predicabas ?
ÁNIMA. — Sé que los Obispos no predican.
Hartos frailes hai, que predican por ellos.
MERCURIo. —¿ Ayunabas ?
ÁNIMA. —El ayuno, no se hizo, sino para los
necios i pobres. ¿ Querias tú que comiese
pescado para enfermarme; i no poder des
pues gozar de mis pasatiempos?
MnRCmuo. - Cómo moriste ?
ÁNIMA. —Yendo á Roma, sobre mis pleitos,
me ahogué en la mar, con cuantos conmigo
iban: ¡esto me haze agora tener miedo de
entrar en esta barca.
_77__
CARoN.-—Pues, entra: no hayas miedo: que
allá te mostrarán, qué cosa es ser Obispo.
ÁNIMA.-Una cosa te quiero rogar: que si
viniere por aqui una dama mui hermosa,
que se llama Lucrecia, le des mis enco
miendas, i la hayas por encomendada.
CARoN.—¿ Quién es esa Lucrecia?
ÁNIMA. —Teniala yo para mi recreacion: i soi
cierto, que como sepa mi muerte, luego
se matará.
CARoN. —Calla ya: que no le faltará otro
Obispo. '
ÁNIMA. — Hazlo, por mi amor , si por dicha
viniere
CARoN. —Soi contento. ¿ Quéte pareze, Mer XX.
curio; qué tal debe andar el ganado, con
tales pastores ?
MERCURIo. —Pues , es verdad, que hai pocos
d’ estos tales.
CARoN. —Torna á tu historia. Mas , mira que
primero me cuentes, lo que el año pasado
se hizo en Roma.
MERCURIo. —Que me plaze: mas será breve
mente. Has de saber, que como don Hugo i
4 los Coloneses , entraron en Roma; el Papa,
que se retrajo en el castillo de Santanjel;
__ 7g __
hizo con ellos treguas, por cuatro meses: i
con esto, ellos se salieron de Roma, de
jando al Papa i á la ciudad libres. En este
medio, el Infante don Hernando , archidu
que de Austria, que agora es rei de Ungría,
i de Bohemia; hermano del Emperador; en
vió obra de diez mil alemanes en Italia , en
favor del duque de Borbon, lugar-teniente,
i capitan del Emperador, que á la sazon
estaba en Milan. Icon la venida d’ estos, el
dicho duque salió en campo; i despues de
haberse juntado con ellos, determinó de
tomar la via de Roma: porque era certifica
do, que el Papa habia rompido la dicha tre
gua; i que su ejército, por mar i por tierra,
destruia i ocupaba el reino de Nápoles.
CARoN.—¿Qué me dizes? Qué! ¿rompió el
Papa la tregua, que hahia hecho con don
Hugo icon los Coloneses?
MnRCmuo. - Asi pasa.
CARoN.-Segund eso, tambien se olvidan
guardar su fé, los Vicarios de Cristo.
MnRCURIo.—Siempre lo verás: do nasce el
mejor vino, beberse lo mas ruin: i el zapa
tero, traer los zapatos rotos: i el barbero,
jamás andar peinado.
__ 79 _.
CARoN. —Bien me agrada la comparacion,
aunque no es todo igual.
MERCURIo. — Siguiendo, pues, el ejército del
Emperador el camino de Roma, el Papa,
que d’ ello fué avisado , por estorbar la ve
nida suya, hizo una tregua por ocho me
ses con el visorrei de Nápoles, en nombre
del Emperador: i fecha; enviáronla á no
tificar al ejército , para que se volviese.
CARoN. — Aosadas, que si yo fuera que ellos,
nunca me volviera.
MERCURIo. — ¿ Por qué ’Z
CARoN.—¿Qué seguridad tenian ellos, que
el Papa les guardaria esa tregua, mejor
que guardó la que hizo con don Hugo?
MERCURIo. -- Ninguna. l, aun por eso , el
ejército nunca se quiso volver, por mucho
que el duque de Borbon lo procurase.
CARoN. —¿ Ese duque, no era capitan jeneral?
MERCURIo. — Si. .
CABoN. —Pues, si él queria, ¿ por qué no
los hazia volver?
MERCUR1o.— No era en su mano, por dos res
pectos: el uno, como el dicho ejército no
era pagado , no obedezia: i el otro, porque
los alemanes estaban ya determinados de
—- 80 _
vengarse de Roma, por el grande odio
que le tenian.
CARoN. — Debian ser luteranos.
MsIicano.-Antes, no. Mas, como los ale
manes se pusieron en pedir remedio de al
gunos agravios que recebian de la Sede
apostólica; los romanos Pontifices, nunca
habian querido entender en ello, por no
perder su provecho: i á esta causa, habian
suzedido en Alemaña, tantas discordias,
muertes, i daños irreparables, en manera;
que queda cuasi dístruida. Por estos dos
respectos, le tienen los dichos alemanes
ese odio.
CARoN.— Asi que, ¿ no fué posible hazerlos
volver?
MnRCmuo. — En ninguna manera: antes, con
una estrema dilijencia, llegaron á Roma,
i la entraron, i saquearon: et hizieron en
ella cosas, que jamás fueron vistas ni oi
das: porque, como les faltó el duque de
Borbon, su capitan, á la entrada de Roma,
donde fué muerto; no fué posible ponerlos
en razon.
CARoN.—¿Cómo qué: el duque de Borbon
es muerto?
_—g¡_
MERCURIo. — ¿I agora lo sabes?
CARoN. — Cierto: él no ha venido á pasar por
mi barca.
MERCURIo. —-Sin dubda, murió aquel dia.
(IuioNw—Segund eso, tomaria él el camino
de la Montaña.
MERCURIo. — No me maravillo, porque era
virtuoso.
CARoN. — Dime, Mercurio:¿ hallástete aquel
dia en Roma?
MERCURIo.-+ Mira si me hallé.
CARoN. — ¿Querrásme contar algo de lo que
alli pasó?
MERCURIo. — Si: mas brevemente: porque no
me falte el tiempo para acabar lo comen
zado. Has de saber, que como yo vi la fu
ria con que aquel ejército iba, pensando lo
que habia de ser, me fuí adelante, por
verlo todo: i subido en alto, como desde
atalaya; estaba muerto de risa, viendo,
cómo Jesucristo se vengaba de aquellos,
que tantas injurias continuamente le ha
zian: i veia, los que vendian, ser vendi
dos: i los que rescataban, ser rescatados:
i los que componian, ser compuestos,i
aun descompuestos: los que robaban , ser
6
.—82—

robados: los que maltrataban , ser maltra


tados. I finalmente, me estaba conco
miendo de plazer, viendo que aquellos, pa
gaban la pena , que tan justamente habian
merecido. Mas cuando vi, algunas irrisio
XXI. nes i desacatamientos, que se hazian á las
iglesias, monesterios, imájines, ireliquias,
maravilléme: i topando con san Pedro,
que tambien era bajado del cielo , á ver lo
que pasaba en aquella su santa Sede apos
tólica; pedile me dijese la causa d’ello.
Respondióme diziendo: « Si ella perseve
rára en el estado en que yo la dejé; mui
lejos estuviera de padescer lo que agora
padesce.» Pues, ¿. cómo, san Pedro (digo
yo), asi quiere Jesucristo destruir su reli
jion cristiana, que Él mesmo, con derra
mamiento de su sangre instituyó? « No
pienses (dijo él), que la quiera destruir,
antes, porque sus ministros la tenian aho
gada, i cuasi destruida; permite Él agora,
que se haga lo que vees, para que sea res
taurada.» Segund eso (dije yo), esto que
agora se haze, por bien de la cristiandad
lo ha Dios permitido. «D’ eso (dijo él),
ninguna dubda tengas: i si lo quieres á la
- 33 _
clara ver; Inira cómo esto se haze por
un ejército, en que hai, de todas nacio
nes de cristianos; i sin mandado, ni con
sentimiento del Emperador, cuyo es el
ejército; iaun contra la volontad de mu
chos de los que lo hazen.» Viamos , luego,
venir soldados, vestidos en hábitos de
Cardenales, deziame san Pedro: «Mira
Mercurio, los juizios de Dios: los Cardena
les solian andar en hábitos de soldados; i
agora los soldados andan en hábitos de Car
denales.» Viamos, despues, despejar los
templos; i dezia san Pedro: « Pensaban los
hombres, que hazian mui gran servicio
áDios, en edificarle templos materiales,
despojando de virtudes los verdaderos
templos de Dios, que son sus ánimas:
i agora conoscerán, que Dios no tiene
aquello en nada, si no viene de verdade
ras virtudes acompañado; pues asi se lo
ha dejado todo robar. » Viamos, luego,
aquellos soldados, sacar las reliquias, i
despojarlas del oro i de la plata en que
estaban encerradas; i deziame san Pedro.
«Conoscerán agora los hombres en cuánta
mayor estima deban tener una palabra de
_ 34. —
las epistolas de san Pablo, ó de las mias;
que no, nuestros cuerpos, pues los ven asi
mal tratar. I la honrra que hazian á nues
tros huesos, hazerla han, de hoi mas, á
nuestro espiritu: que, para su provecho,
en nuestras epistolas dejamos encerrado.»
I, como viese yo un soldado, hurtar una
custodia de oro, donde estaba el Sancti
simo Sacramento del Cuerpo de Jesucristo,
echando la hostia sobr’ el altar; comenzé
á dar gritos.I dijo el buen san Pedro.
a Calla, Mercurio: que ni aun aquello se
haze sin causa: para que los vellacos de
los sacerdotes, que abarraganados i obsti
nados en sus lujurias, en sus avaricias, en
sus ambiciones, i en sus abominables mal
dades, no hazian caso, de irá recebir
aquel Santisimo Sacramento, i echarlo en
aquella ánima, hecha un muladar de vicios
i pecados; viendo agora lo que aquellos
soldados hazen; cuanto mas ellos lo acri
minaren, tanto mas á si mesmos se acu
sen , i tanto mas confondidos se hallen, en
pensar, cuánto es mayor abominacion,
echar el dicho Sacramento en un muladar
de hediondos vicios; que en el altar, don
___ 35 _
de, con ninguna cosa se ofende, sino con
la intencion del que lo echó. ¿Piensas tú,
Mercurio, que no se ofende mas Dios,
cuando echan su cuerpo en una ánima
cargada de vicios, que cuando lo echan
en el suelo?» En estas, i otras cosas,
estábamos hablando , cuando vimos subir
un grandisimo humo: i preguntando yo al
buen san Pedro, qué podria ser aquello;
en ninguna manera me lo podia dezir, de
risa: á la fin me dijo. u Aquel humo, sale
de los procesos de los pleitos, que los
sacerdotes, unos con otros traian, por
poseer cada uno, lo que apenas, i con
mucha dificultad, rogándoles con ello,
habian de querer aceptar. »I preguntán
dole yo la causa, por qué tan de gana se
reia; dijome: «Yo me rio, de la locura.
de los hombres, que andarán agora mui
despachados [despechados ’EJ, tornando á for
mar sus pleitos; i ríome de plazer, en ver
destruida una cosa, tan perjudicial á la re
lijion cristiana, cuanto es traer pleitos.
Como si Jesucristo, espresamente no les
dijera: «que si alguno les pidiese por jus
ticia la capa, que le dejen tambien el
_ 35 __
sayo: n antes que traer pleito con él. n
¿Piensas (dije yo), que cesarán ya tantos
males, i tanta ceguedad, como hai entre los
hombres, i señaladamente en la cristian
dad? «No, por cierto (dijo él): antes creo
no ser aun llegada la fin de los males, que
esta ciudad, i aun toda la cristiandad, con
ella han de padezer. Porque, asi como las
maldades de los hombres son grandes;
XXII. asi el castigo ha de ser mui severo. n Alli
estuvimos platicando sobre cada cosa de
las que veiamos : i de las causas, i causa
dores de la guerra: i de los agravios de
que se quejaban los alemanes: i de las
necesidades que habia para que la Iglesia
se reformase: i de la manera, que se debia
tener en la reformacion. Preguntéle, cuán
do habia de ser; dijo, que no me lo podia
declarar. Idespues que hobimos visto todo
lo que pasaba; él se tornó á subir alcielo.
CARoN.—Por amor de mi, Mercurio, que
me cuentes todo eso, que dizes, haber con
ese Pedro platicado : que me será cosa
mui sabrosa de oir.
MERCURIo.—Soi contento, mas no agora:
quédese para otro dia.
_ 37 _
CARoN. — Sea como tú quisieres: i prosigue
agora tu historia.
lllnRCURIo.—Como esta nueva se comenzó á
derramar entre los cristianos; ¡qué cosa
era ver los juizios que unos i otros hazian!
unos echando la culpa d’ ello al Empera
dor, por haberlo hecho su ejército: i
otros al Papa, porque siendo vicario del
Auctor de paz; excitaba i mantenia gue
rra: otros, al rei de Francia, que habia
sido causa de todas las revueltas, de don
de aquella destruicion de Roma habia ema
nado: i jeneralmente estaban todos atóni
tos de oir una cosa tan rezia , cual nunca
jamás fué vista ni oida.
CARoN.—¿QuÉ hizo entonces el Empera
dor?
MERCURIo. — El Emperador, aunque en todas
sus cosas se conformó tan de verdad con
la voluntad de Dios, que ni las prosperi
dades le dan demasiada alegria; ni las
adversidades tampoco tristeza: todavia,
como temeroso de Dios, no sabiendo la
causa, por qué hobiese permitido una cosa
tan árdua, i tan grave; quiso declarar á
todos los Principes cristianos; cómo aque
_ gg __
llo no se habia fecho por su mandado; ni
por su culpa ni consentimiento; mas en
teramente contra su voluntad: i para esto
les escribió sendas cartas.
CARoN.—¿ViSte tú, acaso, alguna d’ ellas?
MERCURIo.—I aun de la una traigo aqui tras
lado.
CARoN. — Hazme este plazer, que me la leas.
MERCURIo.—De mui buena voluntad. Cata,
cata, Caron; ¿tú no miras cuál viene aque
lla ánima?
CARoN.-Pareze, que está desollada: sepa
mos quién es.
ÁNIMA.— Vosotros no vedes que soi Car
denal.
CARoN.— Ese tengas en el ojo.
ÁNIMA.—Mas aina le ternás tú , si me hazes
tomar este remo.
CARoN.— ¿De Cardenal, te quieres tornar ga
leote ?
MnRCmno. —No lo consientas , Caron.
CARoN. —¿Por qué, Mercurio?
MERCURIo.—Porque si guia tu barca, como
guió la Iglesia de Jesucristo ; yo te la doi
por perdida.
ÁNIMA. —Dejémonos d’ esas gracias, Mercu
_ 3g __
rio; que ya se pasó vuestro tiempo, pues
que no sois ya alcahuete de Júpiter. ¿ Có
mo qué; por tan ruin me teniades, que
hobiese de tomar tan ruin oficio ?
CARoN.—¿Por tan necio me tenias tú á mí;
que habia de fiar mi barca , á un hombre
como tú?
MERCURIo.—Ea, dinos: ¿Cómo gobernaste la
barca de la Iglesia de Jesucristo?
ÁNIMA.—No sé qué te dizes.
MERCURIo. —¿Quieres que te hable mas ola
ro? Pues eras columna de la Iglesia, i te
nias cargo de la gobernacion d’ ella; dime,
¿ cómo la gobernaste ?
ÁNIMA.—¿ Quieres me hazer un plazer? no
me metas en esas honduras. ¡Como si yo no
toviera que hazer, sino gobernar la Iglesia!
MERCURIo. — Dinos , pues, qué hazias.
ÁNIMA. —Buscaba dineros para mantener la
guerra: poniendo nuevas imposiciones: ha
ziendo i vendiendo oficios. . . ..
MERCURIo. —I aun quizá Beneficios.
ÁNIMA. —No digas eso: cata, que te haré
descomulgar. Allende d’ esto, veudiamos
Rentas de iglesiasi monasterios, i aun de
hospitales.
— 90 —
MnRCURIo. —¿De hospitales ? ¿ No tenias ver
güenza de vender las rentas; que fueron
dadas para mantener pobres; porque sir
viesen, para matar hombres?
ÁNIm. —Déjate d’ esas necedades. Aosadas,
que me lo osaras dezir hoi ha diez dias.
CARoN. —Pues, si te parezen necedades,
pasa‘ la barca: i conoscerás, que son gran
des verdades.
MERCURIo. — Déjalo: váyase.
CARoN. - Pues, comienza tú ya á leer, aque
lla carta de que hablábamos.
MERCURIo. — Soi contento: está, pues , atento.
CARoN. — Comienza.
Carta del Emperador, al Rel de Inglaterra: trasladada
de latln en lengua castellana.
«DON CÁRLOS, roR LA DIVINA CLEMENCIA,
EMPERADoR DE LoS RoMANoS, Em: Rei de Ale
maña: delas Españas: etc. Al Serenisimo
Principe don Enrrique, rei de Inglaterra,
i de Francia: nuestro mui caro i amado tio
i hermano; Salud: con continuo augumen
to de fraterno amor. Serenisimo Principe:
XXIII . mui caro i mui amado tio i hermano.
Aunque seamos cierto , que por muchas
* Pasa a’ la b.(?)
__ 9:] _
partes, habreis sido avisado, del desastre
que nuevamente ha acaecido en Roma: i
que, con vuestra mucha prudencia , lo
habreis todo tomado, como de razon se
debe tomar; i como aquel , que , de nues
tra intencion , está mui bien informado; no
habemos querido dejar, de hazéroslo sa
ber: porque siendo mas enteramente cer
tificado del caso, cómo ha pasado; i de
nuestra intencion cerca d’ ello; podais
mejor consejarnos i ayudarnos, en lo que
converná sobre esto hazer, para honrra
de Dios, ibien universal de la república
cristiana. Verdaderamente, pensamos ha
ber fecho tantas, itan buenas obras, por
la paz i sosiego de la cristiandad , i por la
honrra i conservacion de la santa Sede
apóstolica; que creemos , ninguno de sano
juizio, pueda, de nuestra buena intencion
dubdar. Pues, cuanto á lo primero: pu
diendo mui fácilmente vengarnos de los
agravios i demasias que el rei de Francia
nos habia hecho; i cobrar, todo lo que
contra razon i justicia nos tiene ocupado i
usurpado: quesimos, mas por el bien uni
versal de todos , soltarlo: dejando de oo
._ 92 ._
brar antes, lo quejustamente nos perte
neze; que mantener la guerra , por nuestro
interese particular. Pues, de la Iglesia
romana, notorias son las quejas, que, es
tando Nos en Alemaña , los Estados del
Imperio nos dieron: suplicándonos que
entendiésemos en el remedio d’ ellas. I
Nos, viendo no poderse aquello poner por
obra , sin mucho detrimento i diminucion
de la autoridad de los romanos Pontifices,
aunque con gran pesar nuestro, quesimos
mas descontentar á toda Alemaña, que á
solo el romano Pontifice. De lo cual, aun
que se hayan seguido muchos males, no
pensamos tener d’ ello culpa, pues nuestra
intencion era siempre buena: la cual, co
noscida por el Papa Leon X, i Adriano VI,
con armas espirituales itemporales, fa
vorecieron siempre nuestra justicia. Mas,
como despues sucediese en el pontificado,
nuestro mui santo Padre Clemente VII;
no acordándose de los beneficios que, en
jeneral, á la Sede apostólica, i, en particu
lar á él mesmo, habiamos hecho, se dejó
engañar de algunos malignos, que cabe si
tenia. De manera, que en lugar de mante
__ 93 _
ner, como buen pastor, la paz , que con
el rei de Francia habiamos hecho; acordó
de revolver nueva guerra en la cristian
dad: i luego que el dicho rei, fué suelto
de la prision; hizo su Santidad con él, i
con otros Potentados de Italia, una liga
contra Nos, pensando echar nuestro ejér
cito de Italia, i tomarnos, ioeuparnos,
nuestro reino de Nápoles, el cual, tenian
ya entre si repartido. I, aunque libremen
te le enviamos á ofrezer, todo lo que él
mesmo nos habia demandado; no embar
gante, que á todos pareziese claramente
injusto: nunca él lo quiso aceptar, pen
sando todavia podernos ocupar el dicho
nuestro reino de Nápoles. Viendo Nos,
pues, asi desamparado de todos ; habiendo
hecho una tan buena obra, como fué soltar
al rei de Francia, por el bien de todos; i
que, por fuerza, habiamos de tomar las
armas, para defender los súbditos, que de
Dios tenemos encomendados; temiendo lo
que agora ha acaecido, por mas justificar
nuestra causa, delante de Dios i todo el
mundo; antes que tomásemos las armas,
requerimos, asi al Papa, como tambien
_9¡._
al Colejio de los Cardenales, porque nin
guno, con razon, se pudiese quejar; que
dejasen las armas , i no nos quisiesen asi
provocar á la guerra, con tan evidente daño
i perjuizio de toda la república cristiana:
donde les protestamos, que si d’ esta gue
rra, la Sede apostólica, algun daño ó de
trimento padesciese; á si mesmos echaseo
la culpa, pues, tan á la clara , daban causa
para ello. Mas nuestro requirimiento i pro
testacion, valieron tan poco para con ellos;
que no solamente continuaron la guerra
comenzada; mas, aun contra toda razon i
justicia, rompieron la tregua, que , en
nuestro nombre, don Hugo de Moncada
habia con ellos fecho. Viendo, pues, cómo
en ninguna parte hallábamos fé: por no
faltar á lo que á nuestros súbditos debe
mos; enviando una armada desde estos
nuestros reinos de España , para defensa
del dicho nuestro reino de Nápoles; hezi
mos tambien bajar nueva jente de Alemaña,
en socorro del ejército que teniamos en
XXIV. Milau. I como las cosas viniesen á tal esta
do, que el Papa nos tenia ya ocupada,
mucha parte del dicho nuestro Reino; que
_ 95 _
riendo nuestro ejército socorrer aquella
parte do veia el peligro mas cercano; sin
esperar nuestro parezer ni mandado; tomó
la via de Roma: lo cual, sabido por el Pa
pa, temiendo la venida de aquel nuestro
ejército; hizo una tregua con nuestro Vi
sorrei de Nápoles, por tiempo de ocho me
ses; i aunque las condiciones d’ ella eran
tales, que se conoscia bien la voluntad,
que algunos de los que cabe su Sanctidad
estaban, ánuestras cosas tenian; con todo
eso ,quesimos mas ratificarla, con perjui
cio nuestro (como luego la ratificamos),
que esperar la justa venganza, que cuasi
teniamos en las manos. Mas, como toviese
ya Dios determinado, lo que habia de ser,
antes que nuestra ratificacion llegase,; te
miendo nuestro ejército que habria en esta
tregua el mesmo engaño que hobo en la
que hizo con don Hugo ; quisieron, á des
pecho i contra voluntad de los Capitanes,
continuar su camino hasta llegar á Roma,
donde faltándoles el Capitan Jeneral, hi
zieron el insulto que habreis oido. Aun
que, á la verdad, no creemos ser tan
grande, como nuestros enemigos han por
_ 95 —
todas partes sembrado. I, aunque vemos,
esto haber sido fecho , mas por justo juizio
de Dios, que por fuerzas ni voluntad de
hombres, i que ese mismo Dios, en quien.
de verdad, habemos puesto toda nuestra
esperanza, quiso tomar venganza de los
agravios, que contra razon se nos hazian;
sin que para ello interveníse de nuestra
parte, consentimiento ni voluntad alguna:
habemos sentido tanta pena i dolor del
desacato hecho á la Sede apostólica; que
verdaderamente , quisiéramos mucho mas
no venzer, que quedar con tal victoria
venzedor. Mas , pues que asi ha plazido á
Dios (el cual, por su infinita bondad, suele
de semejantes males, sacar mui grandes
bienes, como esperamos que tambien ago
ra hará); conviene, que dándole gracias,
por todo lo que haze i permite; procure
mos, cada uno por su parte, de pensar i
enderezar nuestras obras, al remedio de
los males, que en todas partes la cristian
dad padeze: en lo cual, hasta la propria
sangre i vida pensamos emplear. I, porque
conoscemos en Vos, otra tal intencioni
voluntad; mui afectuosamente os rogamos,
mui caro i mui amado tio i hermano, que
Nos envieis vuestro parezer, de lo que, en
este caso, debemos, por nuestra parte ha
zer: ayudándonos, por la vuestra, á re
mediar los males que padeze la cristiandad,
i en ella la honrra de Jesucristo: porque
mas brevemente podamos volver las armas
contra los enemigos de nuestra fé cristiana.
Serenisimo Principe: mui caroi mui amado
tio i hermano: Dios nuestro Señor os dé
perpetua felizidad. Fecha en Valladolid,
á dos dias del mes de Agosto: año de
MDXXVII.
VUESTRo BUEN HERMANo.’
CÁRLOS.
Alfonso de Valdes.

MERCmuo. — ¿Qué te pareze, Caron ?


CARoN. — Parézeme , que no debe ser ese
Emperador, el que haze tantas cosas
como aqui me has contado.
MERCURIo. — ¿ Cómo no ?
CARoN .— Porque averiguadamente se conos
ce ser Dios el que las haze por él. Mirad,
por vuestra vida, aquel requirimiento, i
7
__ 9g _.
aquella protostacion que hizo, antes que
tomase las armas!¿No pareze, que el
mesmo Dios le profetizaba lo que habia
de ser? Notadme, aquel ratificar de la
tregua: porque todos conosciesen su jus
tificazion, i haberse hecho lo de Roma
contra su voluntad! Considera despues,
aquel demandar á los Principes cristianos.
consejo de lo que, sobr’ ello, se habia de
hazer. Veamos: ¿no era cerrarles el cami
no para que ninguno con razon se pudiese
quejar? Pues dezir, que fué hecho por
justo juizio de Dios, que de semejantes
males, suele sacar mui grandes bienes:
¿qué era, sino tener su ánima puesta
continuamente con Dios ? Mas, dime,
Mercurio, ¿ esa carta, que me has leido,
fué solamente al rei de Inglaterra ?
MERCURIo.—Lo mesmo se escribió á todos
los otros Principes cristianos: mas, qui
sete yo leer esta, porque me tengo, des
pues, de aprovechar d’ella.
CARoN. —Iese Rei, qué respondió á ella ?
MERCURIo. - Ninguna cosa.
CARoN. — ¿ Por qué?
MERCUiuo. Yo te lo diré: mas es menester,
_ 99 __
que tomemos la historia de mas arriba.
(IARoN.— Sea asi: pero, veamos primero, XXV.
qué quiere dezir esta ánima, sepamos
quién es, i qué nuevas trae.
ÁNIMA. —Ya sé lo que quereis. Yo fui del Con
sejo del rei de Inglaterra: ilo que traigo de
nuevo es; que allá nuestro Rei, está con
zertado con el rei de Francia, de hazer
juntamente guerra al Emperador: i lo han
ya enviado á desafiar. Albrizias me debría
des agora de dar vosotros.
CARoN. — Tienes razon, si primero que tú, no
lo supiéramos.
ANIMA. —¿.Cómo es posible, que Io hayais
sabido primero que yo , que me hallé
presente cuando se conzertaba?
CARoN. — Pues te hallaste presente, no te
pese de contarnos las causas, que movie
ron á tu Rei , á hazer guerra al Emperador,
con quien tanto deudo i amistad, i nin
guna enemistad tenia.
ÁNIMA. — Sola una causa hobo.
CARoN.— ¿ Una sola ?
ÁNIMA. — Digo que una sola.
CARoN. — ¿Cuál?
ÁNnn. — La avarizia i ambizion de un Car
—'í00—
denal que tiene cabe si: por cuya mano
se deja gobernar.
CARoN.—¡Oh, hi de puta: qué jentil Car
denal! Veamos:j, muévele á hazer eso, el
amor que tiene al rei de Francia; ó alguna
enemistad que tenga al Emperador?
ÁNIMA. - Al rei de Francia , maldito el amor
que tiene, niaun á hombre del mundo;
mas de cuanto piensa aprovecharse á si
mismo.
CARoN. — ¿ Qué me dizes ?
ÁNIMA. — Asi pasa.
CARoN. — Segun eso, debe tener alguna ene
mistad al Emperador, que le haze mover
esta guerra.
ÁNIMA. —Digote, que diste en el blanco.
CARoN. — ¿ Tiene alguna causa para ello?
ANIMA. — Una sola. '
CARoN. — ¿ Qué ?
ÁNIMA.—Que el Emperador es bueno i vir
tuoso, i él, al contrario. I, como tú sabes,
siempre los malos suelen tener odio á los
buenos. I, aun otra cosa hai: que nunca
pudo acabar con el Emperador, que lo hi
ziese Papa, por fuerza.
MnRCURIon— ¡Cómo! ¿l osaba ese Cardenal,
_ lol _.
procurar una cosa tan infame i- abomi
nable como esa ?
ÁNIMA. - Mira, si osabal I aun de lo que no
osa i haze, me maravillo.
CARoN.- Ea, dinos: ¿ con que colora él esta
enemistad i guerra, que quiere mover?
MERCURIo. — Déjate d’eso, Caron; que yo te
lo contaré todo por órden. Dime, Ánima
pecadora,¿ i tú dabas tu voto, para que
se hiziese i moviese una guerra tan in
justa como esta ?
ÁNIMA.-—Sabe Dios, cuánto me pesaba de
darlo: mas no podia hazer otra cosa, si
yo no quisiera que me echáran del Con
sejo.
MERCURIo. — ¿ Por qué?
ÁNIMA.—Porque si contradijera á la volun
tad del Cardenal, no quedára solo un dia
en el Consejo.
MERCURIo. — ¿No te valiera mas, estar fuera
d’él, por bueno; que venir al- Infierno por
malo?
ÁNIMA. —Si: ¿ mas la honrra?
MERCURIo. —— Pues quesiste mas la honrra del
mundo, que la vida eterna; acá pagarás
tu mala elecion.
‘— -—_.í-g—_s _ .í

— 102 —
CARoN. —Déjala ir, Mercurio; i comienza tú
agora lo del rei de Inglaterra.
MERCURIo.—Ya te dije, cómo el año de vein
te i dos, cuando el Emperador pasó en
4522. España; se concertó con el rei de Inglate
rra.
CARoN. —— Asi es.
MERCUmo.—Pues este conzierto duró, hasta
que muerto el Papa Adriano, aquel Car
denal de Inglaterra hizo mucha instanzia
al Emperador, que mandase llegar su
ejército házia Roma, para costreñir i for
zar los Cardenales, que lo elijesen á él
por Papa.
CARoN. — ¿ Es posible ?
MEaCURIo.— Asi pasa. ’ .
CARoN. — Agora te digo, que andan buenos
los Vicarios de Cristo, si se han de elejir
por fuerza de armas.
MERCURIo. — Nunca el Emperador lo quiso
hazer.
CARoN. — Buena vida le dé Dios.
MERCURIo.—MiI‘EI lo que acaezió. Que como
el Emperador no lo quiso hazer; el bueno
del’ Cardenal quedó tan injuriado; que
luego conzibió en si un pernizioso odio
- l03 —
contra el Emperador: diziendo, que’ él
haria que se arrepintiese de no haberlo
hecho, aunque se debiese perder todo el
reino de Inglaterra.
CARoN. — ¡Qué me dizes! ¿ Hai tal cosa en el
mundo? ¿I ese rei de Inglaterra, no tiene
mala vergüenza, de dejarse gobernar de
un hombre como ese?
MERCURIo. —No le debe conoscer.
CARoN. - ¿I todo aquel Reino no exclama?
MnRCURIo. - No hai quien ose hablar.
CARoN.— Harta mala ventura tienen el- Rei i
el Reino.
MsRCURIo. — Luego comenzó este Cardenal
á entender en tramas con Franceses, para
romper el amistad del Emperador. l des
pues de haberla, en diversas cosas, rom
pido; á la fin conzertó su Rei con Fran
ceses, el año de quinientos i veinte i cinco: 4525.
estando el rei de Francia preso en España.
I, despues d’ esto, cuando el rei de Fran
cia fué suelto, i comenzó de hazer guerra
al Emperador; el rei de Inglaterra, pú
blica i secretamente le ayudaba con dine
ros á entretenerla.
CARoN. — Cata , que me dizes una cosa XXVI.
-'I0í-—
monstruosa. Veamos: ,1 ese rei de Inglate
rra, no se llama Defensor de la Fé? ¿l
cómo ayudaba, al que tan descaradamente
la habia rompido?
MERCURIo. —Pues, aun mas hai: que luego,
como se supo lo que habia pasado en
Roma: pareziéndole á aquel Cardenal,
que tenia ocasion para hazer, que se de
clarase su Rei, por enemigo del Empera
dor; pasó luego en Francia, á procurar
de conzertar la guerra contra él. I por dar
algun color á lo que pensaba hazer: or
donó, que los Embajadores de su Rei,
instasen con el Emperador, que atendiese
á la paz con el rei de Francia : i el Empe
rador, á veinte dias de julio de MDXXVII
les respondió; que por amor del reí de
Inglaterra, ' él era contento de sobreseer‘
la restituzion del ducado de Borgoña, en
que estaba toda la dificultad: i tomar por
el rescate de los hijos del rei de Francia,
que tenia en su poder; i en recompensa
de los gastos, que por haber el rei de
Francia rompido su fé, le habia conveni

* Falta en (?).
—405—
do hazer; la summa de dos millones de
ducados, que él mismo habia ofrezido al
Visorei de Napoles: con condizion, que
en lo demas se cumpliese la capitulazion
de Madrid. I, aun demas d’ esto, dijo: que,
por amor del rei de Inglaterra, seria tam
bien contento, si él asi lo quisiese, de
dejar parte de lo que el mismo rei de
Francia habia ofrezido. Mas, como aquel
Cardenal, habia ya determinado de re
volver la cristiandad; ninguna impresion
hizieron las justificaziones, i graziosas
respuestas, del Emperador. Antes, no
embargante esto, ni la carta del Empe
rador , que te he leido, tan amorosa, tan
humana, tan sancta i tan católica; á la
cual, nunca quisieron responder, siguien
do su mala intention i propósito; se con
zertaron de comenzar la guerra, esta
primavera, contra el Emperador: por
tener mejor tiempo para ejecutar lo que
habian pensado.
CARoN.—Cata, cata, Mercurio: ¿tú no miras
cuál viene aquel monstruo?
MERCURIo.- Debe ser algun tirano: aunque
ya todos se llaman Reyes.
—í06—
CARoN. — Veamos, qué nos dirá. ¿ Dónde vas,
Ánima ?
ÁNIMA.—A la barca.
CARoN. —Dinos, primero, ¿quién eras ?
ÁNIMA. — Rei de los Gálatos.
CARoN. — Veamos,. ¿esos no son cristia
nos?
ÁNIMA. —Si que son cristianos.
CARoN.-¿Pues , cómo se dejaban gobernar
de un infiel como tú ?
ÁNIMA. —¿A qué llaman infiel? ¡Sabes , si
me enojo l.
CARoN. —_Cierto: tú no parezes otra cosa,
sino puro infiel.
ÁNIMA.— ¡ Bien estás en la cuenta! Digote,
que fui mas que cristiano.
CARoN.-Antes creo, que no tenias señal de
cristiano. Si no, espera: tomarte he cuenta,
de cómo gobernaste tu reino.
MERCURIo. —-Déjalo ir ya: yo conozco ese
monstruo: dezirte ha mil desvarios.
CARoN. —Espera un poco, Mercurio: ten pa
zienzia:i verás si sé yo, qué cosa es ser
Principe.
MERCURIo. — Sea como tú quisieres.
CARoN. — Veamos : ¿tú pensabas que eras Rei,
- 407 —
para provecho de la república , ó para el
tuyo ?
ÁNIMA. -¿ Quién es Rei , sino para su pro
vecho?
CARoN. -A la fé, hermano: el que piensa
ser Rei para su provecho, i tiene mas cui
dado de lo que cumple á si mesmo, que á
la república; aquel tal, no es Rei, sino ti
rano. Dime, ¿cómo administrabas tu Reino?
ÁNIMA.—Yo nunca entendia en nada d’ eso.
Allá lo tenia encomendado á los de ini
Consejo.
CARoN. — ¿I tú nunca te juntabas con ellos,
á ver i entender lo que hazian?
ÁNIML-Algunas vezes: mas pocas: i esas,
mas por el dezir de la jente , que porque
yo enteudiese en lo bueno: ni remediase
lo malo que ellos hazian. .
CARoN. — Pues, digote, de verdad , que tu
principal ejerzizio, habia de ser, gobernar
bien tus súbditos.
ÁNIMA. — ¿ No basta, que algunas vezes esta
ba en Consejo de Estado?
CARoN. —¿ Qué tratábades en ese Consejo?
ÁMIMA. -De aumentar mi Señorio, juntando
á él otras tierras,
—I()8—
CARoN.—¿l, jiarézete, que era mejor au
mentar tu Señorio, que bien gobernar el
que ya poseias? No sabias administrar el
tuyo , ¿i querias conquistar los ajenos?
¿Qué medio tenias para conquistar?
ÁNIMA. —Guerra.
CARoN. — ¿Guerra? ¿Qué me dizes?
ÁNIMA. —Asi pasa.
CARoN. —Veamos: ¿los Principes, no fueron
instituidos por amor del Pueblo ?
ÁNIMA. —Asi lo dizen.
CARoN.—I tú, usabas de tu Señorio, como
si el pueblo fuera instituido por amor de
ti: i llamábaste cristiano, i movias guerra
por aumentar tu Señorio: teniendo ejem
plo de Principes jentiles, que se mataron
á si mesmos, por evitar la guerra, que por
su causa, se armaba contra sus súbditos.
ÁNIMA. — A la fé: en este, ya pocos hallarás,
que no vivan como yo vivia.
CARoN. — ¿ En qué te ejerzitabas?
XXVII, ÁNIMA. —En jugar, cazar, burlar, i andar
entre mujeres.
CARoN.—I, cómo; ¿no te bastaba tu mujer?
ÁNIMA. —Sobrábame , si yo me quisiera con
tentar: mas, si alguna vez me enamoraba.
- l 09 —
fuese de donzella ó de casada: por fuer
za , ó de grado, habia de gozar d’ ella.
CARoN.—¡Oh, qué vergüenza! Veamos: ¿no
hai lei que castigue los que eso hazen?
ÁNIMA.—Si hai: mas la lei no comprende al
Rei.
CARoN. —Dizes Ia verdad: porque el Rei de
bria ser tan justo, tan limpio, i tan sanc
to, i tan apartado de vizios; que, aun en
un cabello, no rompiese la lei: i por eso
dizen, que ella no le comprehende. Mas
el que vive como tú hazias, mui mas gra
vemente debria ser castigado, de lo que
la lei manda: porque , asi como el buen
Rei haze mucho fructo con su ejemplo; i,
por tanto, debe ser de sus súbditos mui
amado, i en mas tenidoi estimado; asi el
malo , haze mucho daño con el mal ejem
plo: idebe, por tanto, ser de los suyos
aborrezido, castigado, i aun del Reino
privado.
ÁNIMA.-Buen medio tenia yo, para guar
darme d’ ese inconveniente.
CARoN. —- ¿ Qué ?
ÁNIMA.— Tenia mis súbditos en tanto temor,
i tan amedrentados; que no osahan rebo
n
— l IO —
llirse, cuanto mas levantarse contra mi,
por malo que yo fuese.
CARoN. —— Eso era pura tirania.
ÁNIMA. — Llámala tú como quisieres, que yo
no hallé otro remedio, para mantenerme
en mi Reino, i hazer lo que yo queria.
CARoN. —Pues, mal aventurado de ti; ¿pen
sabas, que tu vida i que tu tirania, habian
de durar para siempre; pues conoscias
cuánto es frajili breve la vida humana;
i que de tus obras malas i buenas , habia
de quedar perpetua memoria? ¿ No te va
liera mas, haber gobernado tus súbditos
con amor; i que despues de tus dias, se
dijera de ti , lo que se dize de aquel Em
perador Trayano; de * Marco Aurelio An
tonino, i Alejandro Severo; que no lo de
Caligula, Neron, i Heliogábalo? ¿ No te va
liera mas que tu nombre fuera á los oidos
de los hombres agradable; que no haber
vivido de tal manera , que de ti, para
siempre, quede en boca de la jente, abo
minable relacion; iá ti, de haber vivido
tan mal, un perpetuo remordimiento de

* El impreso dice: Marco Antonio Aurelio.


—Ml—
consciencia, mas grave, que cuantos tor
mentos hai en el Infierno? No sé, cómo
se puede sufrir entre los hombres una tan
grave pestilenzia.
ÁruMA. — Tarde vienes con tus reprehen
siones.
CARoN.—Pues, dime; ¿qué jente tenias ca
be ti?
ÁNIMA. — De todos: malos i buenos.
CARoN. — ¿Cómo los tratabas ?
ÁNIMA.—A los malos, trataba bien, i hazia
merzedes: i á los buenos. no queria ver
ni hablar.
CaroN.-Mala señal era esa. Cuanto que,
en esto, bien dabas á conoscer, que eras
_ tú malo.
Ármm. —Diga cada uno lo que quisiere: que
esto me estaba á mi bien.
CARoN. — ¿ Por qué ?
ÁNIMA.—PoI'que los buenos, nunca me ha
zian, sino ladrar á las orejas : diziendo,
que trataba mal mis súbditos, i que no
hazia lo que debia: i por esto, los tenia
aborrezidos. Los otros nunca me dezian
cosa que me pesase: mas todo lo que
hazia , aunque fuese lo peor del mundo,
— ll I2 —
lo aprobaban ellos por mui bueno.¿No
querias, pues, que yo hiziese favor i
merzedes á estos tales?
CARoN.—No, por cierto. Porque el Prin
cipe, mucho mas se debe holgar con
quien le reprehende, que no con quien le
lisonjea. ¿ Heziste algunas leyes?
ÁNIMA.—Yo no: los del mi Consejo hazian
algunas.
CARoN. —I en ellas, ¿á qué tenian respecto?
ÁNIMA. — ¿A qué lo habian de tener, sino á
augumentar las penas que se aplicaban á
mi fisco; en que yo solia hazer á ellos
merzedes?
CARoN.— El buen Principe, cuando haze las
leyes, no debe tener respecto en manera
alguna á su provecho, ni á la avarizia ni
ambizion de los que cabe si estan; sino
solo al bien de la república. I, demas
d‘esto, debe estar mui sobre el aviso, de
no hazer merzedes á los juezes en las
condenaziones: porque harán como el
viñandero, que se esconde, porque al
guno venga, i se- coma las uvas: i des
pues llegue él, i le haga pagar la pena:
porque las uvas no son suyas, i la pena
—M3—
si.De manera, que buscando su provecho,
son causa del daño del Principe i del Pue
blo. Dime , ¿tenias muchos amigos ?
ÁNIMA.— Antes, mui pocos.
tlARoN.- Y á esos pocos, ¿ teniasles buena
amistad ?
ÁNIMA. — Cuando me cumplia.
CARoN. — ¿ Guardabas la fé que les dabas?
ÁNIMA. - Mientra que me estaba bien guar
darla, la guardaba: i cuando no, nunca
faltaba algun achaque con que romperla.
CARoN. — ¿No tenias d’ eso mala vergüenza?
ÁNIMA. —¿ Por qué ? No dijo aquel Julio Cé
sar: Sijusjurandum viotandum est: reg
nandí caum víolandunz est?
CARoN. - Julio César era jentil: i tú dizes, que
eras mas que cristiano. I aun esa senten— XXVIII.
cia de jentil, como inicua i mala, fué por
jentiles reprobada. Pues, ¿cuánto mas la
debriades reprobar, los que os llamais
cristianos ?
ÁNIMA.—Repruébela quien quisiere: que ya
entre cristianos, no se usa otra cosa.
CARoN. — Bien lo creo: entre ruines cristia
nos. Veamos: ¿ i tus rentas, en qué las
gastabas ?
8
_m_
ÁNIMA. — En hazer guerra.
CAiioN. —- De manera, que el proprio sudor
del pueblo, convertias tú en su destru—
cion. ¿Hazias algo por amor de Dios ?
ÁNIMA.—.-¡Mira, si hazia!
CARoN. — ¿Qué ?
ÁNIMA. —Guerra contra los Turcos.
CARoN. — ¿ De qué manera ?
ÁNIMA. — Haziéndoles todo el mal que podia.
CARoN.—¿l, cómo pensabas tú hazer servi
zio á Dios en eso?¿Tú no veias, que
cuanto mas mal hazias á los Turcos; mas
odio cobraban ellos contra Jesucristo; i
mas obstinados estaban en su opinion?
ÁNIMA. — ¿Pues cómo querias tú, que los
hiziésemos tornar cristianos?
(hanN.——Cuando tú hobieras tan bien gober
nado tus reinos, que los tuvieras en mucha
paz i sosiego ; i que tú i ellos , viviérades
ya como buenos cristianos. estonzes fuera
bien, que procuráras de convertir los
Turcos: primero, haziéndoles mui buenas
obras, para atraerlos á la fé con amor,
como hizieron los Apóstoles, que pre
dicaron .la doctrina de Jesucristo: i des
pues, si por amor no se quisieran conver
— Il 45 —
tir, i pareziera cumplir á la honrra de
Cristo, procurar de hazerlos convertir
por fuerza; estonzes -lo habias de hazer
con tanta moderazion; que los Turcos
conoscieran, que no les hazias guerra por
señorearlos, ni por robarlos; mas sola
mente por la salud de sus ánimas. Mira
tú, agora, si lo heziste asi.
ANIMA.— Nilo hize yo asi: ni nunca hom
bre me consejó que lo debia hazer.
CARoN.—Pues, créeme tú á mi, que de otra
manera, antes os tornaréis vosotros peo
res que Turcos; que tornar los Turcos
cristianos. Mira, agora, cuán gran ser
vizio hazias tú á Dios, en hazer guerra á
los Turcos.
ANIMA.—Bion creo yo, que dizes verdad:
mas juntamente con hazer servizio á Dios,
queria yo aprovechárme, acrescentando
mi Señorio en las tierras que tomase á Jos
Turcos.
ÜARoN.-— D’ esa mane-ra, mas te movia tu
interese particular; que la honrra de Je
sucristo.
ANNA. —No te lo puedo negar.
CARoN. — ¿ Qué mas hazias ?
— M6 —
ANIMA.— Edifiqué muchos templos, i monas
terios.
CARoN.— Si el dinero que en eso gastaste,
ganáras con el trabajo de tus manos;
pudiérate aprovechar: mas tú, hurtabas
el puerco, i dabas los pies, por Dios: fati
gabas con exaciones indebidas tus súbdi
tos; ¡despues pensabas aplacar á Dios,
con edificar templos.
ANIMA. — Mi confesor me dezia siempre, que
con aquello me iria á Paraiso: aunque, en
lo demas, gozase mui libremente de mis
vizios.
CARoN.-Quizá le cumplia á -él dezirlo asi.
Veamos:¿nunca te reprehendia tus vi
zios?
ANIMA.— Reprehendiame aquellos, que él
mesmo conoscia, tener yo voluntad de
dejar: i por los otros, pasaba mui liviana
mente, por no descontentarme.
CARON.— [Ol], qué pestilenzia! ¿ rezabas ?
ANIMA. — Las Horas de nuestra Señora.
CARoN. — ¿ En tendiaslas ?
ANIMA. — Ni aun sabia lo que me dezia.
CARoN — ¿Cómo ? '
ANIMA. -Porque, aunque las entendiera, ja
-H7—
más podia acabar conmigo de estar atento
á ello.
ÜARoN. - ¿Pues, de qué te aprovechaba tu
rezar?
ANIMA. - Por cierto , yo no lo sé.
ÜARoN. —Mira , que ceguedad: que pensases
tú hazer servizio á Dios, haziendo lo que
no era de tu ofizio, ensartando psalmos, sin
saber lo que te dezias: dejando de hazerlo
que eras obligado, por razon de tu ofizio!
ANIMA. —¿A qué llamas ofizio f? Sé, que yo
era Rei, que no ofizial.
CARoN.-Si piensas, que ser Rei, es otra
cosa que ofizio, estás engañado. Digote,
de verdad, que ser Rei, no es sino ofizio,
i aun mui trabajoso.
ANIMA. — Ojalá, pudiese yo tornar á ese tra
bajo!
(IARoN. —Por cierto, tú tienes un ruin deseo.
Ea: dime, ¿cómo moriste?
ANIMA.—No sé qué enfermedad se me re
crezió de mis travesuras de manzebo: de
que mori medio desesperado.
CARoN. —De tal vida como tú me has con
tado; no se podia esperar otro fin. ¿Tú
creias, que habia Dios ?
-ll8—
ANIMA - Si.
CARoN. — ¿Creias , que habia infierno i parai
so; ique en el infierno habian de ser los
malos castigados; i en paraiso los buenos
galardonados ?
ANIMA. —Todo eso creia.
CARoN.—Pues, malaventurado de ti: cre
yendo todo esto, ¿ vivias , como si ninguna
cosa d’ ello creyeras ?
ÁNIMA. —Fiábame en las bulas y confesiona
rios, induljenziasi perdones , que los Pa
pas me tenian conzedido: i tambien en la
, XXIX. misericordia de Dios.
CARoN. -¿Parézete , que seria misericordia,
perdonar tan grandes maldades, como las
tuyas , hechas i cometidas á sabiendas?
Antes, porque es Dios misericordioso;
quiere que tú , i los á ti semejantes, seais
mui rigurosamente castigados: porque
tratais mal, á aquel pobre pueblo cristia
no , por cuyo bien fuistes , vosotros Reyes,
instituidos. ¿No te pareziera crueldad, si
dejáras de castigar un público ladron . sal
teador de caminos, i capeador?
ANIMA. —Si , por cierto.
C ARoN. — Pues la mesma seria , si Dios dejase
—M9—
de castigar, á ti, peor que ladron , capea
dor, i salteador de caminos. jOh, desdi
chado de ti! aunque no creyeras que
habia Dios, ni paraiso, ni infierno: solo
por huir la fama que dejas en el mundo:
te habias de apartar de tan mal vivir. An
da , pues , monstruo maldito, que acá te
bezarán, cómo se deben tratar los súbdi
tos, i gobernar los reinos. Torna tú , Mer
curio, á tu historia.
MERCURIo. - Determinados los reyes de Fran
cia et Inglaterra , de hazer guerra al
Emperador, por tenerlo siempre en neze
sidad , esperando que viniese la primavera;
sin haber considerazion á la honrra de
Dios, ni al bien de la república; enviaron
un nuevo ejército en Italia , diziendo que
iban á libertar al Papa.
CARoN. — ¿Ya el Emperador no les habia es
crito, que le enviasen su parezer, de lo
que debia hazer en eso del Papa?
MERCURIo.—' ¿No te digo , que lo disimulaban ,
por tener achaque para ejecutar su mal
propósito; i por descuidar al Emperador,
para que no proveyese á las cosas de
Italia? Pues, juntamente, con enviar su
—420
ejército, enviaron nuevos embajadores á
España; porque tratando de la paz, to
viesen al Emperador descuidado; como
siempre, suelen los franceses artizar: que
estonzes se muestran mas deseosos de la
paz; cuando mas se aperziben para la
guerra: por tomar desproveidos á sus con
trarios.
CARoN. —No es ese mal ardid de guerra.
MERCURIo.-Dizes la verdad: para los que
á su fé tienen perdida la vergüenza. Pa
sado el ejército de franceses en Italia; co
mo el ejército del Emperador estaba toda
via en Roma , medio amotinado , sin querer
abajar en Lombardia; los franceses toma
ron la ciudad de Jénova, i comenzaron á
ganar tierra en el Estado de Milan. En este
medio, los embajadores de Francia et
Inglaterra, que eran venidos, á tener en
palabras al Emperador, en Palenzia, des
pues de diversas comunicaziones, i dila
ziones, en que los franceses andaban , por
descuidar mas al Emperador, vinieron en
esta conclusion : que se quitase de la
capitulazion de Madrid, el capitulo que
habla, de la restituzion de Borgoña; que
—/l2rl—
dando su derecho á salvo al Emperador: i
que el rei de Francia le pagaria, por su
rescate, dos millones de ducados de oro:
de los cuales se descontase, lo que el
Emperador debia, de dineros prestados
al rei de Inglaterra: i que demas d’ esto;
el rei de Francia, conforme á la dicha
capitulazion de Madrid; tomaba á su car
go, de pagar al mismo rei de Inglaterra,
lo que le debia el Emperador; por razon
de la indemnidad que le prometió, pasan
do por Inglaterra.
CARoN. — ¿ A qué llamas indemnidad?
MBBCURIo.—¿No te acuerdas que te dije,
que el Emperador, prometió al rei de
Inglaterra, que le pagaria lo que le paga
ba el rei de Francia, hasta que se tornase
á conzertar con él; ó ganase equivalente
recompensa en Francia ?
CARoN. —Si, que me acuerdo.
MERCURIo. —Pues á esto llaman indemnidad:
como quien dize: librarlo del daño, que
de mostrarse enemigo del rei de Francia
se le seguia.
CARoN. — Ya lo entiendo.
MERCURIo.— Allende d’ esto, prometieron los
- 492 —
franceses, que antes de entregárseles los
rehenes, restituirian el Estado de Jénova,
como era antes de ocupado; i tambien lo
que mas hobiesen ocupado en Italia, con
forme al capitulo segundo, de la capitula
zion de Madrid.
CARoN.— Luego , ¿por qué habian enviado el
ejército , si pensaban restituir lo que to
masen?
MsRCmuo. — ¿ Restituir? Nunca tal cosa les
pasó por pensamiento. ¿No te digo, que
no lo hazian , sino por entretener en plá
ticas al Emperador? Allende d’ esto, cuan
to al Estado de Milan, el Emperador
ofrezió, que nombraria juezes sin sos
pecha, para que viesen de derecho lo que
se debia hazer. Ique si ellos declarasen
estar el duque Sforza sin culpa; el Empe
rador lo restituiria en su Estado, i le daria
la investidura d’él: i si fuese por ellos
condenado; queria el Emperador, usar i
disponer de aquel Estado de Milan, á su
voluntad, i como el derecho le otorga. I
XXX. que en todo lo demas, escepto algunas
cosillas de poca importanzia, se guardase
lo capitulado de Madrid. Con esto, pen
—l23—
saban ya, el Emperador i los de su
parte, que tenian la paz fecha: mas,
cuando llegaron al atar de los trapos,
dijeron los franceses: que ellos no tenian
poder para concluir: i fué menester, que
tornasen á enviar á Francia, todo lo pla
tieado, para ver si su Rei queria pasar
por aquellas condiziones, ó no. Con esta
conclusion, hecha á los quinze de setiem
bre del año pasado, de quinientos i veinte
isiete“, esperando la respuesta, se vino
el Emperador á Burgos: i los Embajadores
de Francia et Inglaterra, lo entretenian
siempre, diziendo: que cada dia espe
raban la respuesta. Otras vezes dezian:
que el rei de Francia, habia enviado á
consultar con el rei de Inglaterra, la
plática; ique no podia mucho tardar la
respuesta. I todo esto hazian, porque el
Emperador se descuidase en proveer de
remedio á las cosas de Italia; con espe
ranza, que le harian restituir todo lo que
allá hobiesen tomado, como habian pro
metido. I ellos, en este medio, iban ga

* Año de i527.
— 491i —
nando siempre tierra; i tomaron Alejan
dria, Pavia, i otros Lugares del Estado de
Milan.
CARoN.-Aina me harias enojar. ¿Cómo qué,
en tanto tiempo no conoscia el Emperador
el engaño ?
MERCURIo. —El que no sabe engañar, tarde
presume que otros le engañen. I por
dezirte la verdad, yo creo que se fiaba
del rei de Inglaterra.
CARoN.—D’ ese me fiára yo menos, teniendo
cabe si aquel Cardenal.
MERCURIo.—DizGS la verdad: mas es cierto
que la bondad no puede dejar de pensar
bien. Tovieron, pues, suspenso al Em
perador, hasta que ya, pareziéndoles,
que si mas tardaban en enviar la res
puesta se descubriria el engaño; envió el
rei de Francia un Secretario suyo, nom
brado Bayart, en España , que en la una
mano llevaba ciertos capitulos, con que
entretener todavia al Emperador, i en la
otra, dos carteles, uno del rei de Fran
cia, i otro del rei de Inglaterra, para
desafiarle, cuando les pareziese tiempo.
¿ Tú no vecs, Caron, con cuánta soberbia,
— 125 —
aquella Ánima entra en tu barca ?¿Qué
me quieres apostar, que es algun francés?
CARoN. —¿ En qué lo conosces ?
MnRCURIor—Llámalo , i verlo has.
CARoN.— Ven acá, Ánima; ¿ dónde cobraste
tanta soberbia? ¿ Eres, por ventura, fran
cés?
ÁNIMA.—Si que soi francés.
GiroN.-Habla paso: que es la casa baja.
¿ Qué ofizio tenias ?
ÁNIMA. -A lo menos, no barquero, ni ga
leote como tú.
CARoN. — ¿Pues, qué eras?
ÁNIMA. — Secretario.
(IiRoN.—¿De algun Consejo, ó de quién?
ÁNIMA. — ¿ Búrlaste ? No, sino del Rei.
CiiRoN.— ¿Del Rei ? Sea mucho en hora bue
na. ¿ Hiziste alguna cosa señalada, que
nos cuentes?
ÁNIMA.-Allegué, en menos de diez años,
mas de ochenta mil ducados.
CARoN.— Hombre eras de buen recaudo.
ÁNIMA. — A la fé , si; que buen recaudo,
i buena mañana , es menester para ello.
CARoN. — ¿A qué llamas buena maña?
ÁNIMA. —¿Piensas que te lo tengo de dezir,
— 4'26 —
por tus ojos bellidosÍPA buena le, no lo
sepas, si no me lo pagas bien.
CARoN.—- ¿ Qué quieres que te dé?
ÁNIMA.—Qu6 me hagas franco del pasaje.
CuoN.—Soi contento.
ÁNIMA. —Dáca la mano.
CARoN. —Mas, dame tú la tuya.
ÁNIMA. —No quiero.
CARON.—EStaS tan acostumbrado de tomar,
que nunca - querias dar: como el fraile,
que se estuvo tres dias en un silo , por no
dar la mano, á los que lo querian sacar.
Agora, sus: no quede por eso: toma la
mano.
ÁNIMA. Pues, está atento. Lo primero que yo
hazia, era dar á entender á todos, que
tenia tanta parte con el Rei; que hazia
d’ él lo que yo queria, i ninguna cosa él
determinaba sin mi. Con esto, hazia que
todos los negoziantes acudiesen á mi: i á
los que me daban algo, hablaba yo con
el bonete en la mano: i les daba á todas
horas audiencia: á los otros, amostraba
mui mala cara, hasta que les sacaba algo.

* Querrias (l).
— l-2’7 —
Si vacaba, ó se habia de proveer alguna
cosa; i la pedian dos ó tres; á todos pro
metia yo de ayudar, si me prometian ellos
de pagármelo: i á las vezes, no hablaba
por ninguno: mas cuando se proveian,
aunque yo no hobiese hecho nada, todavia
levaba por entero lo que me habian pro
metido: dando á entender que yolo habia
hecho. l muchas vezes, habia sido con
trario. De manera , que de cuanto se pro
veia por mis manos, i, aun á ratos, por
las ajenas, llevaba yo mi repelon. I con
esta arte , prometiendo yo á entramas
partes; no se me podian escapar. Allende
d’ esto, si se determinaba alguna cosa en
Consejo, en favor de alguno; luego se la
hazia saber con dilijenzia ; dándole á
entender, que Tal iTal, le habian sido
contrarios, ¡que yo solo, lo habia man— XXXI.
tenido: siendo esto, muchas vezes, al con
trario: que ellos lo favorezian, é yo solo
lo acusaba.
CARoN.—Veamos: ¿Cómo sufrian eso los del
Consejo?
ÁNIMA.-.- Procuraba yo de tenerlos disoordes:
iba al uno, ideziale, que el Tal, habia
— 128 —
dicho tali tal cosa contra él; i que lo
queria mal: encargándole, que no me
descubriese.Idespues iba al otro, i de
ziale otro tanto: de manera, que como yo
sembraba discordia entre todos, i no se
osaban fiar unos de otros; cada uno pro
curaba de agradarme por tenerme de su
parte. Iasi los traia á todos á mi volontad;
i ninguno osaba abrir la boca contra mi.
CARoN. — Jentil manera era esa.
ANIMA. - D’ esta manera, tenia yo tan tirani
zada aquella córte; que unos me daban
seda, otros plata, otros buenos ducados.
CARoN. — ¿ No gastabas nada ?
ANIMA.— Mui poco. Porque yo , muchas ve
zes comia fuera de mi casa: i otras, com
bidaba á otros, que me daban de comer
en mi propria casa: á otros, hazia jugar
comigo cosas de comer: i si ellos perdian,
pagaban: i si yo, ni ellos me lo osaban
pedir, ni yo me comedia á pagarlo. Pues,
mis criados! Con mejor apetito se levan
taban, que no se sentaban á la mesa.
Allende d’esto, como el Rei se fiaba de
mi; haziale yo firmar lo que queria, i
aprovechábame mui jentilmente d’ ello. De
—'l99—
manera, que con estas i otras tales gran
jerias, ganando mucho, i gastando poco,
que es la verdadera alquimia, me hize
.mui presto rico. ’
CARoN.--¿Esas, no eran falsedades i aun
traiciones: cohechar, i vender humo á los
negoziantes, i engañar á tu Señor, que
- se fiaba de ti?
ÁNmL-¿Qué se me daba á mi? Hiziese yo
mi provecho, i fuese como quiera.
CARoN.—¿I al Rei, heziste algun señalado
servizio ?
ÁNIMA. — Asi, burlando. El mayor, que nun
ca criado hizo á su Señor.
CARoN. — Alguna gran cosa debe ser esta.
ÁNIMA.—¿Sabes , qué tan grande ? Que yo
fui el primero, que le aconsejase, que
ofreziese al Emperador todo lo que pi
diese, por salir de prision: i que despues
de salido, no cumpliese cosa alguna, de
lo que le hobiese prometido. I con este mi
buen consejo, él quedó libre, i el Empe
rador engañado.
CARoN.—Aosadas: de tal consejero, tal consejo.
ÁNIMA. ‘—I aun te prometo, que el Rey no
me lo tuvo en poco.
—I30
CARoN. —-Con razon.
ÁNIMA.—Pues mas hize: que desde antes
que el Rei saliese de España; tenia ya yo
concertado con el Papa, i con otros po
tentados de Italia; que juntamente con él,
hiziesen guerra al Emperador, como la
hizieron. I allende d’ esto, trabajé de ga
nar, de nuestra parte, al Rei de Inglaterra:
de manera, que se conzertaron el año
pasado, de mover mui crudel guerra
contra el Emperador: i hize yo, que
mientras ellos se aparejahan para la guer
ra ; porque el Emperador no la barruntase;
le enviasen , como le enviaron, embajado
res, para entretenerlo con esperanza de
paz. l, agora nuevamente, han enviado
los Reyes d’ armas, con sus carteles de
desafío , para intimarle la guerra. Asi que,
ó yo me engaño; ó á esta hora , él es de
safiado.
CARoN.-Por cierto, grandes servizios son
esos: robar los negoziantes, engañar tu
Rei i Señor, que se fiaba de ti; i despues
d'esto, darle consejos, con que perdiese
su honrra i fama para siempre !
ÁNIMA. —- Mira, hermano: todo mi intento
—._ 434 -
era dejar mui gran Estado: i para hazerlo,
no tenia mejores medios que estos. ¡No,
sino sed bueno, i vivireis toda vuestra vi
da, pobre !
CARoN. - ¡ Es posible , que en la Córte de un
Principe cristiano, se sufra una pestilen
zia como tú!
ÁNIMA. —Antes, para andar en la Córte, és
tas, i otras semejantes artes, son mas que
nezesarias. Si no quereis mas, ser de todos
burlado i menospreziado, con vuestras
virtudes; que con esta buena maña, ser
loado por buen cortesano.
CARoN. — ¿Cómo ? ¿ buen cortesano llamais
Vosotros , á un monstruo, como tú te me
has aqui representado!
ÁNIMA. -Hermano , menester es vivir, como
en la tierra donde hombre se halla: i pues
se requiere esto, para vivir en las Córtes
de los Principes; no te maravilles,- que yo
me conformase con la costumbre. Es ver
dad, que acordándome de cuánta obliga.
cion tienen los hombres, á ser perfecto
cada uno en su ofizio; trabajéme yo tanto
de serlo en este mio, que á ninguno de los
pasados, pienso haber dejado de sobrepu
— 132 -
jar; ni , á alguno de los venideros, lugar
para qne me pueda alcanzar.
CARoN. -—¿De manera , que saliste en tu be
llaqueria, perfecto ? '
ÁNIMA. — Perfectisimo.
CARoN.-- ¿No hai leyes que castiguen tan
grandes maldades?
ÁNIMA. — Si hai : ¿ mas, quién osára tomarse,
con un Privado de un Principe? Allende
d’ esto: son cosas que se tratan secreta
mente: de manera, que ‘ cuando vengan
en juizio, no se pueden probar: i, aunque
se probasen, nunca falta alguno del mes
mo ofizio, que tome su defension: de
XXXII . suerte, que por maravilla, vemos castigar
tales cosas : cuanto que yo no lo he oido,
salvo de un Turino , “ que hizo matar Ale
jandro Severo con humo á las narizes.
CARoN. —¿Hizolo aquel jentil, i no lo hazen
los cristianos? Mas, pues quesiste ser ma
lo; aqui pagarás la pena de tu maldad.
Mnacmuo.- ¿ No te pareze, Caron, que se
conforma esto , con lo que yo te he dicho?
CARoN. —Asi me pareze. I teniendo los Prín
* Se sobreentiende aim.
** V. Elio Lampr. , cap. 35.“ y 36.“
_ 133
cipes cabe si tal jente; no me maravillo,
sino del mal que no hazen.
MERCURIo. —Tornando , pues, á nuestro pro
pósito, el Secretario del rei de Francia, de
quien te hablaba; llegó á Burgos, donde
á la sazon el Emperador estaba , á doze
dias del mes de Deziembre, diziendo que
traia la resolucion de la paz. I venidos
todos los embajadores de Francia et Ingla
terra al Emperador, disimulando los car
teles que tenian para desafiarlo; dijeron,
que le darian por escrito, lo que el rei de
Francia, por amor de la paz, i por co
brar sus hijos, queria hazer. [dieron una
escriptura, en que allende de otras mu
chas cosas que quitaban, de lo que en
Palenzia habian ofrezido; queria que el
Emperador, á humo muerto, restituyese
en su Estado , al Duque Francisco Sforcia,
aun quese hallase haberlo ofendido : i de
la restituzion de Jénova,ji Condado de
Aste; no hablaban palabra: ni querian
retirar el ejérzito que tenian en Italia,
fasta que hobiesen cobrado los hijos del
rei de Francia, que estaban en poder del
Emperador en rehenes. Cuando el Empe
- I34 —
rador esto oyó; maravillóse , i hizoles
dezir, que hablasen claramente, si tenian
comision de ofrescer otra cosa , ó no. A la
fin respondieron, satisfaziendo algunas
dificultades de las que parescia haber en
la primera escriptura: i principalmente,
que , cuanto al Estado de Milan; que los
reyes de Francia et Inglatera eran conten
tos , que el Emperador nombrase luego
juezes no sospechosos, para que viesen i
determinasen , si el duque Francisco Sfor
cia merescia ser privado, ó no; i que
todos pasasen , por lo que aquellos deter
minasen.
CARoN.—¿De manera, que ya en eso, no
quedaba dificultad ?
MERCURIo. — Ninguna.
CARoN.-Segun eso, pareze que ellos esta
ban inclinados á querer paz.
MnRCURIo.—Esto hazian ellos, por dar á
entender, que se allegaban á razon : i para
- venir al rompimiento ,' dejaban atrás el
punto principal; que no querian restituir
á Jénova , ni á Aste; ni retirar el ejérzito
de Italia , hasta que hobiesen cobrado los
hijos del Rei de Francia.
—l35
CARoN. — ¿l para hazerlo, no ofresoian al
guna seguridad ?
MERCURIo. —Dezian , que el rei de Francia,
se obligaria á restituir Jénova i Aste; i re
v tirar su ejérzito , dentro de cierto término,
despues que hobiese cobrado sus hijos: so
pena de trezientos mil ducados: i para
seguridad de la paga d’ ellos, daria rehe
nes, en poder del rei de Inglaterra. ¿No
te paresce , que era jentil seguridad esta?
CARoN. —Jentil. ¡Para fiarse de un hombre,
que tan poco caso haze de romper su fél
MERCURIo.—Vista, pues, por el Emperador
la final conolusion, presentada por los
embajadores de Francia et Inglaterra, el
primer dia d’ este año MDXXVIII, les
mandó responder por escrito; que en lo
que pedian del Estado de Milan , aquello
era lo mesmo, que muchas vezes les ha
bia ofrescido: pero , en cuanto á la resti
tuzion de Jénova i Aste; i al retirar del
ejérzito que franceses tenian en Italia,
porque no quedase causa de venir á otro
rompimiento de guerra; el Emperador
queria, que en todo caso restituyesen lo
que habian de restituir; i que retirasen su
- 436 -
ejérzito, antes que se les entregasen los
rehenes.
CARoN. — Paresceme á mi, que en eso el Em
perador tenia mucha razon. I, veamos:
¿por qué no querian los franceses venir
en ello?
MERCURIo.—Dezian: que si ellos retiraban
su ejérzito, i restituian lo que habian de
restituir, antes que cobrasen sus rehenes;
podrian quedar burlados, si el Emperador
despues no se los quisiese dar: pidiéndo
les otras condiziones, demas de las ya
asentadas.
CARoN. — No dezian mal.
MERCURIo. — Antes, no podian dezir peor,
ni cosa mas contra razon. Pues, cuanto á
lo primero; ellos no tenian causa de des
confiarse del Emperador; porque nunca
les habia rompido su fé. Allende d’ esto:
pues antes que ellos hobiesen tomado á Jé
nova ni Aste, ni toviesen ejérzito en Italia;
el Emperador era contento de restituir al
Rei de Francia sus hijos, cuasi con esas
mismas condiziones, ¿qué razon habia,
para pensar, que no lo habia agora de
hazer? Antes, en no querer ellos retirar
—437—
su ejérzito; daban claramente á entender
la intenzion que tenian, de no guardar ni
cumplir lo que prometian; sino comenzar
' nueva guerra, en habiendo cobrado sus
hijos: asi como han fecho agora: porque
ninguna razon habia, de querer los fran
ceses hazer tantos gastos en entretener
su ejérzito en Italia , desde la conclusion
de la paz , hasta despues de la restituzion
de los rehenes; si no tenian intencion de XXXIII.
continuar la guerra. I, aun mas hizo el
Emperador: que habiéndole los embajado
res de Francia et Inglaterra declarado,
que toda la dificultad estaba, en la resti
tuzion de Jénova i Aste , í en el retirar del
ejérzito , antes ó despues , de la restitu
zion de los rehenes; i que , si en aquellas
dificultades se daba algun corte, luego se
podria concluir la paz; el Emperador les
dijo: que si era asi, como ellos dezian:
porque una cosa tan santa , tan saludable,
i tan provechosa, como era la paz, no
quedase , por tan pequeña causa , sin con
clusion; que él les daria á ellos las mismas
seguridades, que ellos le habian ofrezido á
él, i aun mayores, si mayores las quisiesen.
—13s—
CARoN. —No era la cosa igual : la restituzion
de los hijos del rei de Francia: con la res
tituzion de dos ciudades, i retirar un ejér
zito.
MERCURIo. —Dizes verdad , que la cosa no
era igual : mas tambien quedaba á los fran
ceses en su poder, lo que habian de dar
por cobrar sus hijos. I, allende d’ esto; las
seguridades que daba el Emperador, eran;
de restituirles lo que ellos hobiesen entre
gado: i mas, trezientos mil ducados, para
tornar á hazer el ejérzito, que hobiesen
desecho. De manera, que aunque el Em
perador no quisiera cumplir, por su parte,
lo que en manera alguna no es verisimil;
no podia el rei de Francia rezebir en ello
daño alguno: lo que, por el contrario , se
puede dezir del Emperador : que si él vi
niera en hazer lo que los franceses que
rian; i ellos , otra vez le engañáran; le
fuera mui grande afruenta, haberse dejado
dos vezes tan claramente engañar.
CARoN.—Agora te entiendo. Pues, veamos:
¿ qué respondieron á eso los embajadores
de Francia?
MERcURIo. - ¿ Qué querias que respondiesen?
—l39—
Andaban en dilaziones: diziendo, que les
parezia que el Emperador se ponia en
razon: mas que ellos, no tenian poder,
para azeptar lo que les ofrezia: i menos,
comision para enviar mas á comunicarlo
con su Rei: i que les pesaba, que por
lan poca cosa viniesen en rompimiento: i
no dejaban de solizitar al Emperador, que
quisiese azeptar las condiziones que le
ofrezian.
CARoN. -¿De manera , que la cosa no estu
vo en mas, de no se querer fiar el uno
del otro?
MERCURIo.—A la fé, estuvo en que el rei
de Francia no queriendo paz, buscó este
achaque para mover la guerra.
CAItoN.——ASI me pareze. Mas; mira, Mer
curio, cuál viene aquel espantajo de hi
guera, tan largo como una blanca de
hilo.
MERCURIo.—Sin dubda debe ser algun hipó
orita: déjame con él. ¿Dónde vas, Ánima?
ÁNIMA. —A-l cielo.
MnRCmno. - ¿Al cielo?Ea, dime; ¿ cómo vi
viste en el mundo, para que pienses su
birte al cielo?
—í40—
ANIMA. —Fui de los cristianos que se llaman
perfectos.
MERCURIo. — ¿Parezete, que va poca dife
renzia, de llamarse perfecto, á serlo?
ANiMA.-Bien sé que hai mucha: mas yo, no
solamente me lo llamaba , mas éralo.
MERCURIo. — Mui gran señal es de no haberlo
sido, pensar tú, que lo eras.
ÁNIMA. —Mas, mui gran nezedad seria mia,
pensar yo, no ser perfecto, siéndolo.
MERCURIo. —Ea, veamos: ¿ Cómo lo eras?
ÁNIMA. — Yo era cristiano.
MERCURIo. —Tambien lo son muchos ladro
nes. '
ÁNIMA. — Era sacerdote.
MERCURIo. —D’ esos, hai muchos ruines.
ÁNIMA. —Dejé toda mi hazienda por seguir
la perfeccion cristiana.
MnRCURIo. - Tambien la podias seguir tenién
dola.
ÁNIMA. - ¿Cómo?
MERCURIo. — Porque la pobreza, mas consiste
en la voluntad, que en la posesion.
ÁNIMA. —Dezia cada dia misa. I, allende las
Horas Canónicas, rezaba muchas orazio
nes por mi devozion: ayunaba, todos los
— nIM—
dias que manda la Iglesia, á pan i agua:
nunca dormi en cama, ni aun, estando
enfermo: nunca me vesti camisa: andaba
los pies descalzos: disciplinábame tres ve
zes en la semana: ha mas de treinta años
que no comi carne; aunque agora, cuando
me quise morir, los fisicos me dezian,
que estaba en peligro de muerte; de ma
nera , que todos me besaban la ropa por
Santo.....
MERCURIo.—Todos esos, eran buenos me
dios, para seguir la doctrina cristiana, si
armaban á tu complissíon: mas, por de
zirte la verdad, aun no te he oido dezir
cosa, por donde te debieses llamar per
fecto, ni esperar de subir al cielo.
ÁNIMA.— ¿Cómo no? Aina me harias tornar
loco.
MERCURIo.—Porque esas obras eran esterio
res: i solamente, medios para subir "á las
interiores: i tú, fiábaste tanto en ellas; que
no curabas de otra cosa. Sinó, respón
deme á lo que te preguntáre.
ÁNIMA. — Di.
MERCURIo. -- ¿Tenias caridad ?
ÁNIMA. — ¿ A qué llamas caridad ?
—lL2
MERCURIo. — ¿Si amabas á Dios , sobre todas
las cosas, i á tu prójimo cómoá ti mesmo?
ÁNIMA. -Eso era lo principal que yo hazia.
MERCURIo.- Sepamos, pues, como lo hazias.
Dime; ¿disfamabas i murmurabas, por di
chá, algunas vezes, de tu prójimo?
ÁNIMA.—¿Por qué no; de los que dezian
XXXIV. mal de mi, ipresumian de reprehenderme?
MERCURIo. — Porque eras obligado, á dar
bien por mal; i en esto, dabas mal, por
bien, como era reprehenderte lo que mal
hazias, ¿Parézete, que era jentil caridad
esa? Veamos: ¿ qué dezias d’ellos?
ÁNIMA.—Dezia, que eran malos hombres, i
que perseguian la relijion cristiana.
MERCUmo.—¿I eso, pensabas tú que fuese
verdad?
ÁNIMA.— Bien sabia, que no era verdad: mas
no tenia otro medio de vengarme d’ ellos.
MERCURIo.—Luego , segund eso: ni tú ama
bas á * tu prójimo, como á ti mesmo, pues
los perseguias sin razon, ni á Dios, sobre
todas las cosas, perseguiendo á Jesucristo
en sus miembros.

* Tus prójimos (I).


- M3 —
ÁNIMA. — Esto, yo lo confieso: ¿mas, por qué
me daban ellos causa, para que lo hiziese?
Sé: que aunque yo fuera malo, no era
razon que me reprehendiesen: porque
quitaban la devozion que la jente tenia
comigo.
MERCUIuo.—¿Qué dezian de ti ?
ÁNIMA.—Andábanme acechando: i si alguna
vez, me veian entrar en casa de alguna
mujer; luego lo publicaban.
MEaCURIo. — ¿I, cómo? ¿Tenias tú que ha
zer con mujeres ?
ÁNIMA. —— Pocas vezes: cuando la carne mu
cho me venzia: mas procuraba de hazerlo
mui secretamente. Allende d’ esto: dezian,
que toda mi sanctidad no era, sino para
ganar crédito con el vulgo: i porque me
diesen algun Obispado.
MERCURIo. — Veamos: ¿i en eso , dezian ver
dad ?
ÁNIMA.— Si dezian: mas no era bien hecho
publicarlo. Dezian asimismo, que era en
vidioso: i que, de envidia , perseguia á los
que vivian mejor que yo.
MERCUmo. — ¿I tú , haziaslo ?
ÁNIm. — Algunas vezes.
—M-í-—
MnRCURIo. - ¿ Por qué -.7
ÁNIMA. —Porque me impedian mi gananzia.
Dezian tambien, que andaba yo engañan
do las mujerzillas con mil superstiziones.
MERCURlo. — Harto malo era eso , si es ver
dad. ‘
ÁNIMAr—Yo no lo niego: mas, si no lo
hiziera asi; muchas vezes muriera de
hambre.
MERCURIo. — ¿No fuera mejor guardar tu ha
zienda, i vivir d’ ella; ó si, ya no querias
tenerla, ganar de comer con el trabajo de
tus manos; que no dejarla, para venir des
pues á ofenderá Dios buscando de comer?
ÁNIMA. — No era honesto , que siendo sacer
dote, trabajase.
MERCURIo. - ¿ Sant Pablo no era sacerdote?
ANIMA. - Si. ,
MERCURIo.—¿Pues él mesmo no dize, que
trabajaba de noche con sus manos, para
ganar de comer , por no ser molesto al
prójimo?
ANIMA.— Asi lo he oido.
MxRCmuo. - Pues, haziéndolo sant Pablo;
¿ parézete, que no te fuera honesto, ha
zerlo tú ?
_ 445 __
ÁNIMA.—N0 tuviera tiempo para dezir mis
horas, i rezar mis devoziones.
MERCURIo.—Por cierto, que te valiera mucho
mas no rezarlas; que, por rezarlas, ponerte
en peligro de pecar. Porque, pecando, como
dizes que pecabas; poco aprovechaban
tus misas , tus ayunos, tus disziplinas, ni
tus oraziones.
ÁNIMA.— Veamos:¿en parte, no son pre—
ceptos de la Iglesia?
MERCURIo. — Si.
ÁNIMA. —¿Pues, por qué nos los mandan
hazer, si no nos han de aprovechar ?
MERCURIo.—Mándalo la Iglesia hazer, por
que es medio para seguir la perfezion
cristiana, que consiste mas en cosas inte
riores*, qué en esteriores: i los que no
entendiendo esto, las toman por fin, como
tú has fecho; hállanse, como tú te hallas
agora, burlados. Ven, acá. Si tú, tovieses
una villa mui fuerte, i queriendo poblarla
de jente mui esforzada, prometieses que
darias, á los que entrasen en ella por com
* Luego, esas cosas, en vez de ser un medio,
como aqui se dize, son un estorbo. Luego no deben
hazerse ,. i menos,.exijirse.
io
— 446 —
bate, mui lindas casas en que morasen, i
heredades de que viviesen; prometiendo
de ayudar á los que animosamente se alle
gasen á los muros; i los capitanes de la
jente, que viniesen á combatir tu villa;
viéndola de muchos enemigos cercada,
aparejados para nesistirles la entrada;
mandasen á los combatidores, que se ar
masen mui bien, i se vistiesen todas sus
libreas, repartiéndolos por sus capitanias;
ique velaseni no comiesen demasiado,
porque al tiempo del combate se hallasen
mas lijeros: si uno d’ estos combatido
res se armase de todas armas, mejor que
los otros; i se vistiese de librea mas galan
que los otros, iestuviese mas sobrio que
los otros; i al tiempo del combate, se
quedase en las tiendas; i despues de
ganada la villa, i abiertas las puertas,
viniese á pedirte el premio que habias
prometido; porque vino entre los comba
tidores, i se armó, i vistió de librea , i es
tuvo mui sóbrio,veamos :¿tú, dárseloias?
ÁNIMA. — ¿Por qué se lo habia de dar ?
MsRCmuo. — ¿ Qué le responderias ?
ÁNIMA.—A la fé: dezirleia yo. «Hermano, no
- H7 —
prometi mis casas, ni mis heredades, al
que se llamase combatidor: ni al que se
armase , ni al que se vistiese de librea, ni
al que comiese sobriamente: sino, al que
entrase en mi villa, por combate , ar
mado ó desarmado, vestido ó desnudo,
ayuno ó harto. Esos, eran medios para
alcanzar esto otro. I, pues tú, te conten
taste con ellos; no solamente no habrás
galardon; mas eres digno de mui rezio
castigo, porque llamándote mio, te es
condiste al tiempo de la nezesidad , i diste
causa á otros para hazer lo mesmo.
MERCURIo. —Tú lo has dicho mui jentilmente. XXXV.
Has, pues, agora de saber, que Jesucris
to , queriendo poblar su doctrina de jente
esforzada, prometió el reino del cielo, al
que lo seguiese. l , para que mas segura
mente lo pudiesen seguir, ordenó la Igle
sia ciertos mandamientos , como medios.
con que alcanzasen la perfeczion cristiana:
como, el ayuno, contra la lujuria; la
orazion, contra la soberbia; i asi, de los
otros. No te prometió á ti la Iglesia el
cielo, porque guardases estos sus manda
mientos; mas dizete , que son mui buenos
— 448
medios para alcanzar i seguir la doctrina
cristiana, que es la villa que tú tenias:
por la cual has de haber el cielo: que son
las casas i heredades que’ tú prometiste , á
los que en ella entrasen por combate.
Pues, si tú agora, vienes á pedir á Dios
el cielo, diziendo , que eras cristiano i
sacerdote: que ayunaste á pan i agua:
que rezaste:i te disziplinaste: i heziste
todas las otras cosas que me has contado:
¿no te pareze que diria Dios lo mesmo
que tú dizes que dirias al otro? «Herma
no, yo no prometi el cielo, á los que se
llamasen cristianos, ni sacerdotes; ni á los
que hiziesen esas otras cosas; sino á los
que siguiesen mi doctrina. I porque mas
seguramente la siguiesen , fueron dados i
ordenados esos mandamientos: Si tú la
siguieras, aparejado te fuera el premio,
que yo prometi: mas, pues no lo heziste;
por haber tomado ¡guardado los medios,
que fueron dados i ordenados para ello; mas
digno eres de pena que de galardon. A lo '
menos, no podrás agora tú negar. que
esta sentencia no sea justa.
ANIMA. — ¿ Cómo! ¿ Es posible , que asi
—l49—
se pierdan tantas i tan buenas obras?
MERCURIo. — ¿No has leido, lo que escribió
san Pablo á los Corintios; «que aunque
toviese todas las otras virtudes, si le falta
ba caridad, no le valia todo nada?
ÁNIMA. —Asi lo dezian."
MERCURIo.—Pues asi te acaeze agora á ti:
que todos tus trabajos, i todas tus buenas
obras, no te aprovechan: porque vinieron
desnudas i vazias de caridad.
ÁNIMA. —- No te puedo creer.
CARoN. —Entra, pues, en la barca, que pres
to lo creerás. Itú, Mercurio, prosigue ade
lante.
MERCURIo. ‘— Ya que los embajadores de Fran
cia, habian llegado sus cosas á término,
que el conzertado desafio no queria mas
dilazion; faltaba, que los embajadores de
Inglaterra, buscasen tambien ellos algun
achaque , para hazeri notificar su desafío:
i no teniendo otro; pidieron al Empera
dor, que luego, sin dilazion alguna; pa
gue al rei de Inglaterra, su señor, todo lo
que le debe, en dinero contado. El Empe
rador les respondió: que se maravillaba, de
una demanda tan súbita como aquella:
—t50—
que él nunca habia negado, lo que al rei
de Inglaterra debia : antes , habia estado, i
estaba aparejado, para pagárselo todo, mui
complidamente. "I, demandóles, q.ue die
sen por escrito, lo que pretendian debér
sele. Pidieron , pues, ellos tres cosas. La
primera, cerca de trezientos mil ducados,
que en diversas vezes, el rei de Inglate
rra habia emprestado al Emperador. La
segunda, quinientos mil ducados , que
fueron puestos, de pena, á aquel, por
quien quedase de cumplirse el casamiento
concertado , entr‘ el Emperador, i la hija
del rei de Inglaterra (no siendo mas, de
cuatrozientos mil). Ila tercera , la indem
nidad, de que, poco ha, hezimos menzion:
la cual, querian que el Emperador pagase,
por cuatro años, i cuatro meses. El Em
perador les respondió. Que, cuanto á la
primera partida , que era del dinero pres
tado; que siempre estuvo, i estaba apa
rejado para pagarlo. I preguntóles: si
tenian alli sus obligaciones , i prendas,
que por la dicha deuda, habia dejado al
Rei , por su seguridad: porque cobrándo
las , luego pagaria. l, respondieron ellos,
—-|54_
que no. Dijoles el Emperador: que orde
nándose un lugar, á entramas partes
seguro, donde se pudiese hazer la paga
de la dicha deuda; i cobrar sus obligazio
nes i prendas; pagaria luego, sin alguna
dilazion , lo que debia. Cuanto á las otras
dos partidas, que pedian, de la pena de
casamiento , et indemnidad; els Emperador
les dijo: que queria enviar una persona á
informar al Rei, de lo que en aquello pa
saba: diziendo, que eumpliria lo que pa
reziese, que por derecho debiese: que , á
la- verdad, era nada. '
CARoN. — ¿Luego , todo eso , era; buscar
tranquillas, para venir al" desafío, que te
nian ya concertado ?
MnRCURIo. —Dízes mui gran verdad: i si lo
quieres saber mas de veras: ya en Ingla
terra, habian avisado á sus mercaderes,
que no llevasen sus mercaderias, en tie
rras del Emperador : mostrando tener
determinadoeli rompimiento de la guerra.
CARoN.—¿ No tiene mala vergüenza un Bei
de Inglaterra, de mover guerra, por dine XXXVI .
ros: aunque el Emperador, debiéndoge
los, se los negára: cuanto mas , ofrezien
- 152 —
do de pagarle luego, Io que le debia?
MERCURIo. —Todo lo hazia aquel Cardenal.
CARoN. — Espérate , Mercurio; veamos, quién
es este.
ÁNIMA.——Acaba, si quieres pasarme.
CARoN. —¿ Quién eres tú, que vienes tan de
priesa ?
ÁNIMA. — Theólogo.
CARoN.—I siendo Theólogo, ¿te vienes al
. infierno? Segun eso, no tenias mas del
nombre de theólogo.
ÁNIMA. — ¿ Cómo no?
CARoN. — Porque si fueras de veras theólogo,
supieras qué cosa es Dios: i sabiéndolo,
imposible fuera , que no lo amáras , i
amándolo , hizieras , por donde te subieras
al cielo.
ÁNIMA.—No sabes lo que te dizes: sé que eso,
no es ser theólogo.
CARoN. — ¿ Pues qué ?
ÁNIMA.— Saber disputar pró i contra: i de
terminar qüistiones de theolojia.
CARoN. —— ¿I en eso eras grande hombre ‘I
ÁNIMA. — Mira, si era. Daba á entender todo
-lo que yo queria , con falsos ó verdaderos
argumentos.\
—453—
CARoN.— ¿ De qué manera?
ÁNIMA. —Yo te porné un ejemplo tan grosero
como tú. Dime , ¿quién eres tú ?
CARoN. ——Caron.
ÁNIMA.—¿Qué me quieres apostar, que te
hago conoscer que eres cabron ?
CARoN, ——Que no.
ÁNIMA.— ¿Vaya el pasaje; que te pague do
blado, ó que no te pague nada?
CARoN. — Soi contento.
ÁNIMA. —El cabron tiene barbas, i nunca se
las peina: tú, tienes barbas, ¡nunca te
las peinas: luego, tú eres cabron.
CARoN. -Por cierto, tú lo has mui jentil
mente probado: yo me doi por venzido.
Mas, espérate. Veamos, si seré yo mejor
sophista que tú. ¿Qué me quieres apostar,
que te hago conoscer, que eres asno: no
por sophisma, mas por jentiles argumen
tos ?
ÁNIMA. —Qué va, que no ?
CARoN.—VaYa, esa arrogancia que tú traes,
contra mi barba de cabron.
ÁNIMA. — Agora, sus : soi contento.
CARoN. —Dime, pues, ¿qué cosa es asno?
ÁNIMA. — El asno, es animal sin razon.
—Mi
CARoN. — ¿Qué cosa es razon -.7
ÁNIMA. —Entendimiento para seguir lo buo
no, i desviar lo malo.
CARoN. —Pues, luego: 'si tú estando en el
mundo, no toviste entendimiento para se
guir lo bueno, que es la virtud; i apartar
te de lo malo, que son los vizios; siguese,
que no tenias razon: i no teniéndola; tus
proprias palabras te convenzen , que eres
asno.
ÁNIMA. - Eso, yo nunca- hallé en mi theolojía.
CAnoN. —Jentil theolojia era la tuya.
ANIMA.—Y0 nunca aprendi otra.
CARoN. — ¿Nunca leiste las Epistolas de san
Pablo ?
ÁN-iMA.-Ni aun las oi nombrar, sino en la
misa.
CARoN. —- ¿I los Evanjelios ?
ÁNIMA. — Lo mesmo.
CARoN. — ¿ Pues cómo eres theólogo ?
ÁNIMA.— ¡Como , si para ser theólogo, fue
sen menester las. Epistolas ni Evanjelios!
CARoN. — ¿ Pues qué leias?
ÁNIMA.—Scoto, sancto Tomás, Nicolao de
Lira, Durando, iotros semejantes Docto
res: i sobre todos, Aristótiles.
— 155 -
CuxoN.-I los Testamentos Viejo i Nuevo;
san Jerónimo, san Juan Chrisóstomo, sanct
Ambrosio, i sanct Agustin , i los otros
santos Doctores; ¿ no los leias?
ÁNIMA. — Algunas vezes, mas pocas: porque
no tienen esa sotileza d’ estos otros.
CanoN. — D’ esos lodos , vienen estos polvos.
Andais-os, vosotros, toda vuestra vida, le
yendo i aprendiendo. disputas, questiones,
dubdas, i dificultades; por dar á entender
á los simples, que sabeis algo, porque
os tengan por letrados; i no curais de leer
la Sagrada Scriptura: ni aquellos Doctores,
de que podriades sacar la verdadera
doctrina cristiana: i asi, cual es vuestro
ejerzizu), tal es el fructo que hazeis. para
vosotros-, I para todos.
ÁNIMA.—Ven tú agora á predicarme! Mejor
harás, de mandar, que no me pidan el
pasaje, pues te lo he ganado.
CumN. — Soi, contento: anda , vete.
MíznCURIo.— Está, atento, Caron, que ya an
damos al cabo. Venidos ya los Embaja
dores de Francia et Inglaterra, al punto
de lo que querian, para desafiar a] Empe
rador; pareziéndoles la cosa no sufrir mas
— 456 —
dilazion; ¡ser ya tiempo de aparejarse,
P ara comenzar mui de veras la uerra ,
esta primavera; i sabiendo secretamente,
cómo el Papa habia sido libertado por los
ministros del Emperador; porque, su pri
sion, era la principal causa, que ellos
tenian puesta en sus carteles de desafio;
viendo, que si el Emperador viniera á
saber la libertad del Papa , antes que ellos
lo desafiaran, perdiera mucha de su auc
toridad el desafío; determinaron de hazer
lo que tenian conzertado.
CARoN. —- Dime tú agora, Mercurio; habien
do el Emperador, escripto al rei de Ingla
terra, la carta que me leiste, en que le
pide consejo, de lo que debe hazer sobre
lo del Papa; i no habiendo él querido
responder á ello; ¿qué razon habia, ó
qu é achaque podia él sacar de alli, para
desafiarlo?¿Quién no verá, que si el rei
de Inglaterra, ó por mejor dezir, aquel
su Cardenal, deseaban la libertad del Papa;
que primero no lo escribieran al Empera
dor; pues le habia demandado su parezer
sobre ello; antes que tan inicuamente ve
nir á desafiarlo?
—-l57—
MERCURio.-— Yo te confieso que no habia
razon, ¡que el achaque era mui nezio:
pero algo habian de finjir para poner por XXXVII .
obra lo que querian hazer. Pues ayer,
fueron á palacio del Emperador, juntos
los Embajadores de Francia et Inglaterra,
Venezia i Florenzia, á despedirse del Em
perador: como quien tenia la guerra por
rompida.
CARoN. ¿I el Emperador, qué les respondió?
MERCURIo.— Respondióles: que le pesaba , que
los Reyes sus amos, mirasen tan mal, lo
que cumplia al bien de la cristiandad:
mas, pues ellos asi lo querian; que se
fuesen en hora buena: pero que él no
queria, que saliesen de sus Reinos , hasta
que los Embajadores que él tenia en Fran
cia, Inglaterra, iVenezia; estuviesen en
lugar seguro, donde se pudiese hazer el
trueque, de los unos embajadores con los
otros. I con estas respuestas se despi
dieron.
CARoN. — Mira tambien tú, cómo se va aquella
Ánima por la cuesta arriba. Vamos tras ella.
MERCURIo. — Vamos.
CARoN. — Torna acá, Anima: ¿dónde vas?
_ _

ANIMA.-- En eso estaba pensando!


CuioN. — Sabes, si me enojo!
ÁNIMA. - Darás de cozes á vu barca.
CARoN.-Espera, á lo menos: mira, que te
quiero preguntar.
ANrum-Que me plaze.
CARoN. — ¿ Dedónde vienes ?
Aimu. — Del mundo.
CARoN. —- ¿Dónde vas?
ANIan. - Al cielo.
CARoN. -— En -hora ma-la ello sea. ¿ D’ esa ma
nera; no pasarás por mi barca ?
ÁNIMA. — Asi me pareze,
CARoN. — ¿Por qué ?
ANIMA.- Por que asi plugo á Jesucristo.
ÜARoN.—Píles no puedo haber de ti otra
cosa: á lo menos, yo te ruego, que me
cuentes, cómo viviste en el mundo: pues
asi vas á gozar de tanta gloria.
Áimu.— Aunque se me haze de mal, detener
me en tal jornada, no quiero dejar de
satisfazer á tu voluntad. Has de saber,
que siendo manzebo , aunque natural
mente aborrezia los vizios, malas compa
ñias me tovieron muchos años caupuzado
en ellos. Cuando llegué á los veinte años
—- l59 —
de mi edad, comenzé á reconoscerme, y á
informarme, qué cosa era ser cristiano: i
conosciendo ser la ambizion mui contraria
á la doctrina cristiana; desde entonces
determiné de dejar muchos pensamientos
vanos, que solia tener, de adquirir mu
chos bienes temporales: i me comenzé á
burlar de algunas superstizioríes que veia
hazer entre cristianos : mas no por eso me
aparté de mis vizios acostumbrados. Cuan
do entré en los veinte i cinco años; co
menzé á considerar conmigo mesmo la
vida que tenia: i cuán mal empleaba el
conoscimiento que Dios me había dado: i
hize este argumento, diziendo: Ó esta
doctrina cristiana es verdadera , ó no: si
es verdadera; ¿no es grandisima nezedad
mia, vivir como vivo, contrario á ella? Si
‘ es falsa; ¿para qué me quiero poner en
guardar tantas cerimonias i constituziones,
como guardan los cristianos? Luego me
alumbró Dios el entendimiento: i conos
ciendo ser verdadera la doctrina cristiana:
me determiné de dejar todas las otras
superstiziones i los vizios:i ponerme á
seguirla segun debia, i mis flacas fuerzas
— 460 —
bastasen : aunque, para ello, no me fal
taron de parientes iamigos infinitas con
trariedades. Unos dezian, que me tornaba '
loco: i otros , que me queria tornar fraile:
i no faltaba quien se burlase de mi. Sufria
lo yo todo con pazienzia, por amor de
Jesucristo.
CARoN.— ¿ No te metiste fraile ?
ANIMA. —— No.
CARoN. — ¿ Por qué?
ÁNIMA. —Por que conosci que la vida de los
frailes no se conforma con mi condizion.
Dezianme , que los frailes no tenian tantas
ocasiones de pecar, como los que allá an
dábamos: i respondia yo , que tan entera te
nian la voluntad para desear pecar, en el
monesterio, como fuera d’ él: cuanto mas,
que á quien quiere ser ruin, nunca, ni
en algun lugar, le faltan ocasiones para
serlo: i aun muchas vezes , caen mas tor
pe i feamente, los que mas lejos se pien
san apartar. Bien es verdad, que una vez,
me quise tornar fraile, por fuir ocasiones
de ambizion : i fuime á confesar con un
fraile amigo mio: i cuando me dijo, que
tanta ambizion habia entr’ ellos , como
- 16! —
por allá fuera; determinéme de no mudar
hábito.
CARoN. — ¿Tenias conversazion con ellos?
ÁNIMA.—-Si. Con aquellos en quien veia res
plandezer la imájen de Jesucristo.
ÍÏARoN. _— Pues, ¿ hezistete clérigo?
ÁNIMA. — Tampoco.
CARoN. — ¿ Por qué ?
ÁNIMA. —— Sentiame indigno de tratar tan á me‘
nodo aquel santisimo Sacramento: i ha
ziaseme de mal, haber cada dia de rezar
tan luengas Horas: pareziéndome-que gas
taria mucho mejor mi tiempo, en procurar
de entender, lo que los otros rezaban i no
entendian ; que no en ensartar psalmos i
oraziones. sin estar atento á ello, ni enten
derlos. Allende (Pesto, me dezian, que no
era bien dar órdenes, á quien no toviese
Benefizio; i sabidas las trampas i pleitos,
que en los Benefizios eclesiásticos habia;
no quise meterme en aquel laberintho.
CAIioN. — ¿Pués qué manera de vivir tomaste?
ÁNIMA. —Caséme.
CARoN.— En harto trabajo te pusiste.
ÁNIMA. — En trabajo se ponen los que se
casan, teniendo respecto á la hermosura
il
— l 62 — -
XXXVII]. esterior: á los bienes temporales: pero
yo, sin mirar á nada d’ esto; escoji una
mujer de mi condizion, con quien vivi en
mucho contentamiento. Si yo queria una
cosa; ella dezia que era mui contenta. I lo
mesmo hazia yo, cuando ella queria algo.
CARoN. — ¿ Nunca reñiades ?
ANIMA.-Álguna vez: cuando el uno, por
complazer al otro, no nos determinába
mos en lo que habiamos de hazer.
CARoN. — Ese reñir, era tener paz.
ANIMA. — Asi es.
CARoN. — ¿Fuiste en alguna romeria?
ÁNIMA. ——No: pareziéndome que en todas par
tes se deja hallar Jesucristo, á los que de
veras lo buscan: i porque veia á muchos
volver d’ ellas mas ruines que cuando
partieron. I tambien me parezia simpleza,
ir yo á buscar á Hierusalen. lo que tengo
dentro de mi.
íIARoN.—D’esa manera, no tenias tú por
buenas las peregrinaziones.
ÁNIMA.-Asi como pensaba no serme á mi
nezesarias; asi alababa i tenia por buena,
la santa intenzion con que algunos se
movian á hazerlas.
‘- ¡63 —
(IARoN. — ¿Olas misa ?
ÁNIMA. — Los dias de fiesta, sin faltar alguno:
i tambien los otros dias, cuando no tenia
que hazer.
CARoN. — ¿ Ayunabas ?
ÁNIMA. — Cuando me sentia bueno , ayunaba
todos los dias que manda la Iglesia: i de
mas d’ esto, todas las vezes que me pare
zia serme el ayuno nezesario á la salud
del cuerpo, ó del ánima.
CARoN. —l en esos dias que ayunabas por tu
voluntad , ¿ comias carne ?
ÁNIMA. — Si.
CARoN.—¿I, cómo, comiendo carne, ayu—
nabas?
ÁNIMA.— ¿ Por qué no? pues que para el fin
que yo hazia, me convenia mas la carne,
que no el pescado.
CARoN. — ¿ Rezabas?
s
ÁNIMA.,— Continuamente.
CARoN. -¿Cómo es eso posible ?
ANIMA. — En cualquier parte, i en cualquier
tiempo, procuraba de enderezar mis obras
i palabras á gloria de Jesucristo. l esto
tenia por orazion.
CARoN. — ¿Nunca pedias á Dios algo ?
‘- ltií- —
ÁNIMA.—-Peiliale perdon de mis pecados,i
gracia para perseverar en su servizio:
conosciéndome siempre por el mayor pe
cador del mundo.
(ÉARoN.—Veamos: ¿i no era malo mentir?
¿no sabias tú, que habia otros muchos en
el mundo, que vivian peor que tú?
ÁNIMA.—Si: mas tambien conoscia, que si
Dios, por su infinita bondad, no me to
viera de su mano; hiziera yo obras, mui
peores que alguno de los otros hombres:
i, por esto, me conoscia por mas pecador
que todos: atribuyendo á Dios solo, el
bien, si en mi alguno habia.
CARoN. -¿Nunca pedias á Dios, bienes tem
porales, ó corporales?
ÁNIMA. -No. Solamente le rogaba, que me
los diese, ó me los quitase, como él conos
cia cumplir á su servizio, i á la salud de
mi ánima.-
CAnoN.——¿Edificaste alguna Iglesia,, ó mo
nesterio?
ÁNIMA. — No: pareziéndome, que en aquello,
por la mayor parte, interviene ambizion:
i eso que habia de gastar; queria yo mas
repartirlo, i esconderlo entre los pobres,
— 465 —
donde veia evidente nezesidad , que no eu
otra parte.
CARÜN. — D’esa manera , poco ganaban con
tigo los frailes.
ÁNIltu.—DizBS verdad: aquellos, en quien
yo no veia nezesidad, i aquellos, que me
parezia quererlo para cosas curiosas: mas
á los que veia tener d’ ello nezesidad,
nunca dejaba de darles de lo que tenia.
CARoN.- ¿ Estoviste en Córte de algun Prin
cipe. '
ÁNIMA. — Si, hasta que me casé.
CARoN. —I estando en la Córte , ¿ podias se
guir la virtud ?
ÁNIMA. — ¿Por qué no ?
CARoN.-Porque en las Córtes de los Prin
cipes siempre los virtuosos son mal trata
dos i perseguidos.
ÁNIMA.-Dizes verdad, por lamayor parte:
mas yo acerté á vivir con un Príncipe tan
virtuoso, que tenia mui gran cuidado de
favorezer á los que seguian la virtud: i de
aqui prozedia, que como en las Córtes de
los otros Principes, hai muchos viziosos i
malos; asi en la suya, habia muchos vir
tuosos i buenos. Porque es cosa mui ave
—í66—
riguada, que cual es el Principe, tales
son sus criados: i cuales son los criados,
tal es el Principe.
CARoN. - Veamos: ¿ien la Córte , nunca ha
llabas contrariedades para tu propósito?
ÁNIMA.— Hartas: pero sabia yo convertirlas
en ocasiones para seguir con mejor ánimo
mi buen camino.
CARoN. — ¿Cómo ?
ÁNIMA.— Pongo por caso: Si veia alguno
andar hambreando bienes temporales; en
verlo, tomaba yo aborrezimiento. Si veia
alguno, que por fas et nefas allegaba
riquezas; tomábame deseo de dejar las
que yo tenia. Si me hallaba alguna vez en .
compañia de mujeres deshonestas, tomá
bame tanto asco d’ellas, que á mi era
remedio, lo que á otros ponzoña. Las co
sas que tocaban á mi ofizio ejerzitaba,
como aquel, que pensaba ser puesto en.
él, no para que me aprovechase á mi,
sino para hazer bien á todos. Id’ esta ma
nera, me parezia tener un cierto señorio
sobre cuantos andaban en la Córte, i aun
sobre el mesmo Principe.
CARoN. - ¿En qué pasabas et" tiempo?
—l67
ANIltn. —El tiempo que me sobraba, despues
de haber cumplido con lo que á mi
ofizio era obligado; empleaba en leer bue
na doctrina: ó escrebir cosas. que á mi
escribiéndolas, i á otros leyéndolas apro
vechasen. I no por eso dejaba de ser
conversable á mis amigos; porque ni me
toviesen por hipócrita, ni pensasen, que
para ser los hombres buenos cristianos, XXXIX.
habian de ser melancónicos.
CARoN. — ¿ No lemias la muerte ?
ANIMA.-Mucho mas temia los trabajos et
infortunios de la vida.
CARON. — Deseaste alguna vez morirte?
ANIMA.- Siempre estaba aparejado para re
zebir la muerte, cuando Dios fuese servido
de llamarme: pero sola una vez la deseé,
viendo morir un fraile de san Francisco,
con tanta alegria i contentamiento; que
me tomó gana de irme tras él.
CARoN. — ¿Cómo te habias en las enferme
dades i adversidades que te venian ?,
ÁNIMA. -Todo lo rezebia de buena voluntad,
conosciendo venirme de la mano de Dios,
i que no me lo enviaba Él , sino para ma
yor bien mio.
— 468 —
C-ARoN.— ¿Qué remedio hallabas contra la
‘ soberbia ?
ÁNIMA. — Acordarmc que era mortal.
CARoN. —— ¿I contra la ambizion?
ÁNIMA. —Acordarine de los trabajos que pa
san los que mas altos estan subidos: i
cuánto mas cerca estan de caer.
CAnoN. -¿ Nunca deseaste tener riquezas
para hazer bien á muchos por amor de
Dios?
ÁNIMA. -No.
CARoN. —¿Por qué?
ÁNIMA. — Sabia, tener Dios harto cuidado de
mantener sus pobres: i que nunca me
pidiria á mi cuenta de lo que no me ho
biere dado. Allende d‘esto, conoscia el
peligro á que se ponen los que desean
riquezas.
CARoN.—¿Qué remedio hallabas contra las
malas lenguas ?
ÁNIMA.—'Vivir bien.
CARoN.——¿Cómo te habias, con clérigos i
frailes?
ÁNIMA.-Honrrándolos como á ministros de
Dios, cerraba mis orejas á sus fábulas et
invenziones.
-469_
CARoN. -—- ¿ Con fesábaste ?
ÁNIMA.—Cada dia me confesaba á Dios: i
cuando queria rezibir el Sanctisimo Sa
cramento; si sentia mi consciencia agra
vada de alguna ofensa hecha á Üios; con
fesábame á un sacerdote. Allende d’ esto,
me confesaba una vez en el año, por
cumplir el mandamiento de la iglesia.
CaRoN.—¿Ganabas muchos jubileos et in
duljenzias?
ÁNIMA.—Si: mas siempre me holgué de ir
mas por el camino real; que de buscar ata-
jos: i mas, de entrar por la puerta; que de
subir por la ventana. I con esta intenzion;
mis jubileosi mis induljenzias, eran, pro
curar de seguir la doctrina de Jesucristo:
que me parezia camino tan real, que no
se pudiese errar.
CARoN.— ¿Nunca fuiste por eso reprehendido?
ÁNIMA.-—Muchas vezes: mas yo les dezia:
hermanos, tomad, vosotros, el camino
que mejor os pareziere: i dejadme á mi
tomar el que yo quisiere: pues vedes, que
no es malo.
CARoN.—Sé que bien podias hazer lo uno i
lo otro.
-—l70—
ÁNIMA.- Dizes verdad: mas yo tenia un
propósito mui firme solamente de Jesu
cristo.
CARoN. —¿Cómo moriste ?
ÁNIMA.—Sentiame un dia mal dispuesto: i
conosciendo en mi , que se llegaba la hora
en que habia de ser librado de la carzel
de aquel grosero cuerpo; hize llamar el
cura de mi Parroquia, para que me con
fesasei comulgase. Hecho esto, me pre
guntó él si queria hazer testamento. Dije
le , que ya lo tenia hecho. Preguntóme, si
' queria mandaralgo á su Iglesia, ó entre
pobres i monesterios. Respondile, que
mientras vivia, habia repartido aquello,
de que me parezia poder disponer: dejan
do proveidos mi mujer et hijos: i que no
queria mostrar de hazer servizio á Dios,
con aquello de que ya no podia gozar.
Preguntóme, cuántos dobles queria yo
que diesen las campanas por mi ; idijele,
que las campanas no me habian de llevar
á Paraiso: que hiziese él tañer, lo que le
pareziese. Preguntóme, dónde me queria
enterrar; i dijele, que el ánima deseaba
yo enviar á Jesucristo: que del cuerpo,
—:l74 —
poco cuidado tenia: que lo enterrasen , si
queria , en un cimiterio. Preguntóme,
cuántos enlutados queria, que fuesen con
mi cuerpo; i cuántas hachas i cirios que-
ria que ardiesen sobre mi sepultura; i
cuántas misas se dirian el dia de mi ente
rramiento; i con qué cerimonias; i cuán
tos treintanarios queria que se dijesen por
mi ánima. Yo le dije: Padre, por amor
de Dios, que no me fatigueis agora con
estas cosas: yo lo remito todo á vos, que
lo hagais como mejor os pareziere: por
que yo , en solo Jesucristo tengo mi con
fianza. Solamente os ruego, que vengais
ádarme la Extrema Unzion. Dijome, que si
él no me hobiera confesado, me toviera por
jentil ó pagano; pues tan poco caso hazia
de lo que los otros tenian por principal.
Yo le satisfize lo mejor que supe. I, á la
fin, se fué medio murmurando. Cuando
ya la enfermedad me aquejaba; echéme
en la cama, rogando á todos, que no
estuviesen tristes; pues que Yo estaba
mui alegre en salir de la carzel de aquel
cuerpo: i asi, en ninguna manera consen
ti, que llorasen por mi: i llamada mi
_ '172-
mujer, -á parte; le encomendó mucho mis
XL. ' hijos ’: i á ellos mandé, que fuesen, á
ella-, siempre obedientes: i á todos, jene
ralmente, estaba siempre rogando i enco
mendando, que perseverasen , en aquella
caridad í bondad cristiana, en que yo los
había pue-sto. I conosciendo, llegarse ya
la hora de mi muerte; mandé que me
trujesen la Extrema Unzion: i aquella
rezebida; me preguntaron , si queria, que
llamasen dos relijiosos, que me ayu
dasen á bien morir. Roguéles, que no ise
cura'seh d’ ello: que pues, viviendo, no
les habia dado trabajo; tan poco se lo
queria dar, muriendo. Preguntáronme, si
queria morir en el hábito de san Francis
co’; ‘i dijeles yo: hermanos, ya sabeis,
cuánto me guardé siempre de engañar á
ninguno: ¿para qué quereis que me pon
ga, agora, en engañar á Dios? Si he vivi
do como san Francisco, -por mui cierto
tengo, que Jesucristo me dará el cielo,
como á san Francisco: i si mi vida no ha
sido -semejante á la suya; ¿qué me apro
vechará dejar aoá "este cuerpo, cubierto
con hábito semejante al suyo?—Era ya
—l’73—
tarde: i roguéles á todos que se fuesen á
reposar: i solamente me dejasen alli, un
mi amigo, que me leyese, lo que yo le
señalase , de- la sagrada Escriptura: i prin
zipalmente el sermon que Jesucristo hizo
á sus Apóstoles en la última cena : i cada
palabra do aquellas, me inflamaba i en
zendia con un ferventlsimo deseo, de lle
gar á la presenzia , del que aquellas pala
bras habia dicho. A la mañana , me
pusieron una candela enzendida en la
mano: et yo, haziendo rezar aquel psal
mo, que dijo Jesucristo, estando en la
cruz; estaba atento; i sentia comenzarme
ya á salir de aquel cuerpo:i diziendo:
«Jesucristo , rezibe esta mi ánimo peca
dom n: me sali de aquella cárzel. I voime
á gozar de la gloria, que Jesucristo tiene
á los suyos prometida. Vees aqui, que te
he contado, la manera de mi vida, ide
mi muerte: perdóname, que no puedo
detenerme mas.
MERCURIo.—MIra, Caron; este es uno de
aquellos, que yo te dije, que seguian
mui de veras la doctrina cristiana.
tïiRoiv. - A la tó, si muchos d’ estos hobiese
—- 475. _
en el mundo; asentarme podria yo ,' cabe
mi gananzia.
MERCURIo. —No hayas miedo. Mira, si quie
res que nos tornemos á asentar i acatar’:
i acabarémos nuestra historia: que ya es
tamos al cabo.
CARoN. - Sea asi.
MnRCmuo. —Despedidos que se hobieron, del
Emperador, los embajadores de Francia et
Inglaterra, Venezia i Florenzia; esta ‘ ‘ ma
ñana vinieron á Palazio del Emperador,
dos reyes d’ armas: uno del Bei de Fran
cia i otro del Rei de Inglaterra: i pidieron
al Emperador, que les diese audienzia: la
cual él les quiso dar, públicamente: por
que ya sabia, que lo querian desafiar. I
sentóse con mucha pompa en la prinzipal
sala de su palazio: i al derredor d’ él es
taban muchos grandes Señores i Perlados,
de todas naziones, que en su Córte se
hallaron.
CARoN. — ¿ Vistelo tú , eso, Mercurio?
MERCURIo.—Mi1-a si lo vi: i noté cuanto se
hazia.
* Asi en el imp.
** Sie: pero pareze que debia dezir: esa.
—l75—
CARoN.-La mitad de mi barca diera, por
haberlo visto.
MnRCURIo. — Yo diera una de mis alas , por
no haberme hallado presente.
(Inca. —¿ Por qué?
MERCUR1o. «¿Piensas tú, Caron, que poco
trabajo sentia yo. en ver, la iniquidad de
aquellos Prinzipes; que sin alguna causa
ni razon , enviaban á desafiar al Empera
dor: el uno, sobre haber rompido su fé;
iellotro, llamándose defensor de la fé, fa
voreziendo al rompedor d’ella? Los reyes
d’armas, que estaban al cabo de la sala,
con sus cotas d’ armas en los brazos iz
quierdos, se vinieron derechos, para el
Emperador, i hechas tres reverenzias has
ta el suelo , se hincaron de rodillas en la
grada mas baja del estrado donde el Em
perador estaba: i desde alli, el rei d’ ar
mas de Inglaterra en nombre de entrámos,
dijo: que conforme á las antiguas leyes i
costumbres , se presentaban ante su Majes
tad, para dezirle algunas cosas, de parte
de los reyes de Francia et Inglaterra , sus
amos. Que le suplicaban les diese seguri
dad , mientra esperaban la respuesta; man
—l76—
dándolos. guiar seguramente hasta sus
tierras. El Emperador les respondió: que
dijesen lo que les era mandado: que sus
privilejos les serían guardados: i en sus
tierras, níngun enojo les seria hecho. Lue
go, el rei d’ armas de Francia leyó un car
tel: i, por dezirte la verdad, al principio,
yo pensé que quería predicar, Segun las
palabras con que comenzó.
CARoN-—Asi era menester: que para dezir
una cosa absurdai fea, comenzase por
palabras santas i buenas.
MERCURIo.-Ala fin: dezia, que el rei de
Francia, su amo; viendo que no queria
XLI. aceptar las condiziones de paz que le ha
bia ofrezido; ni dejarle sus hijos, ni liber
tar la persona del Papa, ni pagar al rei
de Inglaterra lo que le debia; se declara
ba por su enemigo: notificándole, que le
haria, en sus tierrasi súbditos, todo el
mal que pudiese.
CAnoN. — Tres cosas te quiero notar sobre’ eso.
Mercurio. La primera, será: pues sabian
ya, que el Papa estaba libre; ¿á qué
propósito dezian, que el Emperador no
queria libertar la persona del Papa?
— 177 — ,
MERCURIo. - Porque , como he dicho; ese era
el prinzipal achaque, que ellos pensaban
tener para hazer su desaño: i no sabian,
cómo, la noche de. antes, habia el Empe
rador, rezebido cartas de Italia, en que le
avisaban, de la libertad del Papa, i de la
manera cómo habia pasado.
CARoN.—¿Qué me dizes; que esa mesma
noche llegó la nueva ?
MERCURIo. — Asi pasa.
CARoN.-Digote la verdad: que nunca oi lle
gar cosa á mejor tiempo. La segunda se
rá, preguntarte: si antes d’ este desafío, el
rei de Francia hazia, cuanto mal i daño
podia al Emperador.
MERCURIo. —Ya tú lo has oido.
CARoN.—Luego, ¿de qué servia declararse
agora por su enemigo ?
MERCURIo.—Pienso, haberlo permitido Dios,
porque el Emperador se despertase, i pro
veyese lo que convenia.
CARoN.— Yo asi lo creyo: ¡tengo por mui
gran nezedad, la que franceses hizieron
en desafiarlo. Pues, lo tercero, será: que
me pareze una mui grande iniquidad, lo
que dize: que haria todo el mal i daño que
1Q
—l78—
pudiese, en los súbditos del Emperador.
Veamos: pongo por caso, que el rei de
Francia tenga mucha razon de quejarse
del Emperador; ¿qué culpa tienen sus
súbditos ?
MERCmuo.—Vé tú á disputar eso con él, i
déjame á mi acabar. Como el rei d’ armas
de Francia, hobo leido su cartel; el Em
perador mesmo, por su propria boca, le
respondió: que se maravillaba , que el rei
de Francia lo desafiase: pues siendo su
prisionero, de justa guerra, no lo podia
ni debia hazer; i que, pues se habia tan’
bien defendido, en siete años, que le habia
hecho guerra sin desafiarlo: agora que lo
avisaba; él se tenia por medio asegurado.
I en lo que dezia , de la restituzion de sus
hijos ; que él se habia puesto mas , de lo
que, por razon , se habia de poner: con
voluntad de restituirselos. De manera.
que la libertad d’ ellos, no quedaba, sino
por él. Cuanto á la deuda del rei de Ingla
terra: que él estaba aparejado á pagar lo
que debia, como muchas vezes habia di
cho. Cuanto á lo del Papa, le dijo: que la
noche de antes, le habian venido nuevas,
—— 479 —
de cómo era puesto en su libertad. l, á la
fin, le dijo: que, pues su cartel era lar—
go, i en él habian escripto todo lo que se
les habia antojado; que él mandaria res
ponder, en otro papel , que no conternia
sino verdades.
(.-.ARoN.—¿Dizesme, de verdad, Mercurio,
que el Emperador mesmo dió esa res
puesta ?
MERCUluo.—Él mesmo: iaun mucho mejor
que yo lo digo.
CAnoN. — Digote , de verdad , que no oi me
-jor cosa en mi vida.
MnRCURIo. —Esto hecho: el rei d’ armas de
Inglaterra, como hombre mas esperto en
el ofizio; quiso dezir de palabra , lo que
en escripto le habian dado que dijese: i,
en conclusion , contenia lo mesmo, que el
cartel del Rei de Francia: sino que venia
mui mas soberbio, imui mas desvergonza
do : diziendo, que por fuerza de armas, le
haria hazer, lo que no queria por amor.
CARON, —0, hi de puta! qué roldanes! ¿por
fuerza d’armas? ¿ Cómo; tirando flechas
en el aire? ¿Sabes , qué pienso , Mercurio?
que ha permitido Dios, que aquel Carde
—'l80-
nal, que me dezias; esté cabe el rei de
Inglaterra: porque haziendo lo que haze,
sean los mesmos ingleses, causa de su
proprio castigo.
MERCURIo. —Ninguna dubda tengas d’ eso.
El Emperador le respondió: que se mara
villaba, de lo que el rei de Inglaterra ha
zia : i creia no estar él bien informado, de
lo que habia pasado: mas, pues que asi
el lo queria, no podia hazer sino defen
derse : i rogaba á Dios , que el rei de
Inglaterra, no le diese á él , mas causa de
hazerle guerra; de lo que pensaba . ha
bérsela él dado.
CARoN. -¿ Por qué dezia el Emperador eso?
MERCURIo.— Porque habia sabido, lo que al
principio te dije: que el rei de Inglaterra
andaba, por dejar la Reina , su mujer,
con quien ha estado casado mas de veinte
annos ;.i tomar otra.
CARoN. —¿Es posible ?
MERCURIo. — Asi pasa.
CARoN.—Agora te digo, Mercurio; que no
queda fé en el mundo: pues ese Rei, se
pone, en hazer cosa tan fea como esa.
¿Da alguna causa para ello?
—I8I—
MERCURIo. —Dize, que la dispensazion, que
hobieron del Papa, para casarse; habien
do ella sido casada primero con un her-
mano del mismo Rei; no es bastante. XLI].
GARoN.—¿Pues no está ahí el Papa, que les
dará otra ?
MnRCmuo. — Antes, el Emperador tiene en su
poder la mesma dispensazion, i es mas
que bastante.
CARoN.—Pues’, qué desvergüenza‘ es esa?
MERCURIo. —Tiénela perdida aquel Cardenal,
que es d’ ello causa. Siendo, pues, esa
Reina, tia del Emperador; claro está, que
queriendo el rei de Inglaterra hazerle una
tan grande injuria; de razon él no la hai
bia de sufrir: i, por eso , le dijo; que plu
guiese á Dios, que no le diese mas causa
el Rei de Inglaterra para hazer la guerra:
que él pensaba , habérsela dado.
CARoN. — Digote , que tiene mucha razon, de
no sufrirlo.
MERCURIo. —Lo mesmo creo que hará el Rei
de Portogal, pues tan bien es él, sobrino
d’ esta Reina : i, aun le toca á él mas esto,

* Parcze debia dezir: tnergitenza.


- 182 -
que no al Emperador; pues siendo bas
tante la dispensazion; si el rei de Ingla
terra persevera, en dejar la Reina su
mujer; vernia á impugnar el poder del
Papa. I , si tal cosa se sufriese; luego tan
poco habria sido lejitimo el matrimonio
del Bei don Manuel de Portogal con la
reina donna Maria su mujer, madre d’es
te Rei de Portogal, i de la Emperatriz.
CARoN.-Aun no habia yocaido en ello.
¿No miras, Mercurio, cuántos inconve
nientes se seguirán, si perseverase el rei
de Inglaterra en lo que dizen haber co
menzado?
Mnrianne—Pues, aun mas hai. Que mui
mas verisimil es, que el Papa tenga poder
para dispensar en el matrimonio de Ingla
terra; que no en el de Portogal: porque
en la lei dada al pueblo de Israel, está
mandado: que si el marido muriese sin
hijos; su hermano segundo se case con
la mujer viuda: como hizo el rei de Ingla
terra. Por donde pareze , que el casamien
to de Inglaterra, no solamente no es
prohibido de jura divino; mas era en la
lei mandado, que asi se hiziese; lo que
—l83—
no se puede dezir del matrimonio de Por
togal. I, habiéndose despues prohibido,
por constituzion humana; el que dubdare,
que el Papa, no tiene poder para dispen
sar en ello; debria ser tenido por hereje.
CARoN. —Agora te digo , Mercurio, que si á
semejantes cosas se da lugar; no me arre
pentiré yo de haber hecho mi galera.
MERCURIo. —Pues , allende d’ esto: porque el
rei d'armas de Inglaterra, habia dicho
al Emperador, que l’ haria‘, que hiziese,
por fuerza, lo que no habia querido hazer
de grado; respondióle el Emperador: que,
hasta agora, él habia siempre condeszen
dido, por amor del rei de Inglaterra; á
hazer mas de lo razonable: i, pues él ago
ra dezia, que se lo haria hazer por fuer
za; él hablaria de otra manera: i espera
ba en el ayuda de Dios, i en la lealtad de
sus súbditos; de guardar tan bien los hijos
del rei de Francia; que nunca se los ha
bria de tornar por fuerza.
CARoN. -Ves ahi ,. una respuesta, no menos
de ánimo esforzado, que modesta.
* En el impr. dize: que la harta. Errala cono
zida , por le lutritt : ó l’ haría. : ó e’! haría.
-t8t—
MERCURIo. -Allende d’ esto, pedian en los
carteles, que de la una parte i de la otra,
se diesen cuarenta dias de término, á los
mercaderes , para retirar sus personas i
bienes.
CARoN. — Eso, bien lo conzederá el Empe
rador.
MERCURIo.—No hará: porque los franceses
et ingleses, ha ya muchos dias, que tienen
avisados sus mercaderes; i bástales aquel
término para retirar sus mercaderias: lo
que no haze, á los súbditos del Empera
dor, porque no estan avisados; ni lo po
drian en tan breve tiempo hazer. ’
CARoN. —Eso no entiendo yo.
MERCURIo. -Yo te lo diré. Como los france
ses et ingleses, sabian á qué tiempo, el
Emperador habia de ser desafiado ;.i eran
ciertos del rompimiento ; avisaron á sus
mercaderes con tiempo, que no llevasen
sus mercaderias á tierras del Emperador.
CARoN. — ¿ Cómo sabes tú eso?
MERCURIo. — Sélo, porque los ingleses hizie
ron esto, públicamente, ocho meses antes
del desafío: i los franceses estaban tam
bien prevenidos , esperando el rompimien
__¡gr_
to, que tenian por cierto: como parezia
por el cartel , que el rei d’ armas de
Francia leyó, fecho á XI de noviembre.
CARoN. -¿Es posible que diese cartel con
esa fecha! Agora te digo, Mercurio, que
ha Dios cegado á los franceses el enten
dimiento: no queriendo, que sus trampas
queden encubiertas. No vi mayor neze
dad en mi vida, que dar un cartel, en que
desafiaban, por cosas, no ocho dias antes
pasadas; fecho, dos meses i medio , antes.
Cómo qué : ¿tan nezios eran los embaja
dores'i su rei d’ armas, que no sabian mu
dar aquella fecha?
MERCURIo.-Si ellos la mudáran, ¿cómo se
pudiera saber de cierto el engaño? Crée
me, Caron, que no haze Dios las cosas
sin causa. I, porque no se me olvide , te
quiero dezir, cómo , cuando los reyes
d’ armas acabaron de leer i dezir sus car- XLIII.
teles; se vistieron las cotas de armas que
traian en los brazos.
CARoNr—Ea: declárame esa cerimonia.
MERCURIo-Como despues de hecho el de
safio, quedan’ declarados enemigos del
desafiado; vistense sus cotas d’armas, por
—l86—
seguridad de sus personas: que antes de
declararse por enemigos, no lo han me
nester.
CARoN.— ¿ Qué semblante tenia el Empera
dor, cuando todo eso pasaba?
MERCURIo. —No vi cosa alli de que me hol
gase, sino de la gravedad et majestad,
que el Emperador tenia, asi cuando oia,
como cuando respondia : sonrriéndose
algunas vezes de oir las desaforadas men
tiras, que aquellos reyes d’ armas, de parte
de sus Reyes, se dejaban dezir. I hecho
esto; el Emperador se levantó, i llamó á
si , al rei d’ armas de Francia; al cual
dijo: que dijese al Rei , su Señor, que le
restituyese todos sus súbditos, que des
pues del concierto de Madrid , contra razon
i justizia habia hecho, ó permitido, pren
der i maltratar: donde no; que él trataria
los súbditos del Rei , que estan en sus
reinos, como él tratase los suyos: i que
no respondiéndole á esto, dentro de cua
renta dias; él se ternia por respondido.
El rei d’armas dijo que lo haria: i el
Emperador le tornó á dezir. «Pues dezid
mas al Rei vuestro Señor: que no sé si ha
— 487 —
sabido lo queen Granada yo dije al Pre
sidente de Burdeos, su embajador; que
es cosa que mucho le toca. I en tal caso.
le tengo yo por tan jentil Prínzipe, que si
lo supiese , me habria ya respondido.
Que hará bien de saberlo; i conoscerá,
cuánto mejor le he yo guardado lo que en
Madrid le prometi; que no él á mi lo que
me prometió.»
CARoN. —¿ Qué fué eso, que dijo el Empe-.
rador al embajador de Francia ?
MERCURIo.—¿NO te acuerdas de lo que te
conté, que le habia dicho, cuando junta
mente, con los otros embajadores de la
liga le requirieron, que le restituyese sus
hijos?
CARoN. — Si, si: ya te entiendo. Digote, que
esas fueron palabras de verdadero Prínzi
pe: i que sus súbditos le son en mucha
obligazion: pues quiere poner al tablero su
vida, porque ellos no reciban daño. ¿Crees
tú, que el rei de Francia responderá á eso’?
. MERCURIo.‘-PieDSO yo, que buscará alguna
arte, con que en alguna manera , satisfa
ga al vulgo; i se guarde él de peligro:
queriendo mas, destruir sus súbditos, que
— 188 -
su persona, por ellos. Acabados, pues,
los actos del desafío; el Emperador mau
dó; que los reyes d’ armas , fuesen mui
bien tractados: i que ningun enojo les
fuese hecho. É yo, volando, soi venido á
hazerte saber estas nuevas ; á ti tan agra
dables, como á mi enojosas.
CARoN. -Veamos, Mercurio. Siendo el rei
de Francia prisionero del Emperador; i
no podiendo, de derecho, hazer un desafío;
¿ cómo es posible , que venga agora á de
safiar á aquel , en cuyo poder tiene em
peñada su fé ‘P
MERCURIo.— Si las cosas anduviesen por ra
zon, entre los hombres; bien me parezeria
lo que dizes: mas andando, como andan,
al revés; no te debes maravillar, que ese
Rei, haya querido hazer una cosa, tanto,
á derechoi razon contraria.
CARoN.-Digo,’ que él la quisiese hazer; el
Emperador, ¿por qué aceptó el desafío,
pndiéndolo, con justizia, rehusar?
MERCURIo. — ¿Para qué querias que lo rehu
sase ? Pues asi como asi, le hazia la
"' Locuzion violenta. Pareze mejor que aun citan
do e’! etc.
— 189 —
guerra : i le cumple mas , que ya , que se
ha de hazer, sea abierta, q. no solapada,
como estaba.
CARoN. —Digote de verdad, Mercurio; que
yo me siento lan obligado á ese Rei de
Francia, i á ese otro Cardenal de Inglate—.
rra; que si en el mundo tanto yo manda—
se, como aqui; luego les haria mas de
mill merzedes. Mas, pues allá nada puedo;
á lo menos , cuando vengan á pasar por
mi barca; yo te prometo de darles sendos
remos, de los mejores de la banda: que
nunca me prezié de ser desagradezido. I,
aun á ti, Mercurio, no quiero dejar sin
premio de tu trabajo. Desde agora , te
prometo la gananzia de todas las monjas i
frailes , que no se hayan arrepentido.
MERCURIo. —No te quedarian á ti muchos.
lïARoN. — Ni aun á ti mucha gananzia d’ ellos.
Mas dime, Mercurio. Los españoles, que
por una parte , se prezian de mui valientes
i esforzados: i por otra, de mui leales á
su Prinzipe: ¿cómo pudieron sufrir con
pazienzia, que sobre una causa tan in
justa, les viniesen á desafiar su Rei , den
tro en su reino ?
—í90—
MERCUiuo. —-Cuanto al sufrir con pazienzia el
desafío, obligados eran á no hazer otra
cosa, pues no es en su mano, hazer de
los locos sabios: pero en el vengarse del
menos prezio, que franceses é ingleses les
han fecho: yo tengo por cierto, que se
mostrarán tan valientes i leales, como
siempre se han mostrado: ino querrán
ser, desagradezidos del bien que reziben,
en tener un Prinzipe, que en tanta paz i
XLIV. justizia los mantiene.
CARoN.—Yo, tal conzepto he siempre tenido
d’ ellos.
MERCURlo.—Ya se va haziendo tarde: si te
pareze, será‘ bien, que nos pasásemos
de la otra parte.
CARoN. -Bien dizes: i si hobiere tiempo,
me contaras lo que comenzaste del Papa:
que, por dezirte la verdad, esto es lo que
mas saber deseo.
MERCURIo. - No tengo de contradezirte.
CARoN. —Entra , pues, en la barca; i sién
tate á la popa, mientra yo ordeno estas
Animas. Ven acá tú, Anima, ¿quiéresme
hundir la barca con ese plomo?
* Seria (i).
— HM —
ÁNIMA. —— ¿Tú no vées, que es consagrado;
de lo que haziamos en Roma los sellos de
las Bulas ?
CARON. —Para qué lo traes acá ?
ÁNIMA. — Ha se me vendido tan mal, este
año pasado , que me sobró todo lo que
vées: i tráigolo , para aprovecharme acá,
si fuere menester.
CARoN. —Pues échale en el agua , si no quie
res, que teeche á ti con ello. I tú, Car
tuxo, ¿qué quieres hazer de esa barba?
Ó la cortarás, ó no entrarás en mi barca.
ÁNIan. — ¿ Con qué quieres que la corte?
(LumeN. —Llégate acá , con esta sierra la ase
rrarémos. I, vosotros, Philósophos; ¿pa
ra qué meteis tantos méritos i superstizio
nes? No hai acá nezios á quien engañeis
con eso. ¿No mirais, cual viene el otro,
cargado de cerimonias? Agora, sus ! dé
jalas , luego , i toma ese remo. ¿ Qué
argumentos traes , tú , debajo el Soba
co? ¿Quiéresnos revolver el infierno? Ea,
pues; sentáos todos: i comenzad de re
mar.
ÁNíMA. — Mira , Caron , que se me pone este
delante. Sé que los frailes de san Francisco,
—í92—
siempre solemos prezeder á los dominicos.
CARoN. —¿Qué precedenzias son esas? Sa
beis , si me enojo , cómo os haré estar en
paz l Nunca viste tal cosa, Mercurio: mas
trabajo tengo en concertar estos frailes,
que en guiar la barca. El otro dia, me la
quisieron anegar; riñendo, sobre, si la
virjen Maria, era conzebida en pecado
orijinal, ó no.
MERCURIo.— ¡Qué jente tan especial! Pues
estamos d’ esta parte; quiérote leer un pe
tafio, que han puesto á la paz, mostrando
estar ya sepultada.
CARoN. — ¿ A qué llamas petafio ?
MERCURIo. —A lo que escriben sobre las se
polturas de los muertos.
CARoN. —¿I , á la paz , como cosa muerta,
le han puesto tambien petafio ?
MERCURIo. — Si.
CARoN.—Pues no dejes de leérmelo.
MERCURIo. — Que me plaze: está atento; por
que es en latin , i no sé si lo entenderás.
CARoN.-Como si yo, no entendiese latin,
tan bien como cuantos Nebrissensis hai en
el mupdo!
MERCURIo. —Ea, pues: en tu cuenta me íio.
LIBRO SEGUNDO.

MERCURIo. CARoN.

MERCURIo.— ¿Dónde hallaria yo agora á Ca


ron, para holgarme un rato con él: i
quitarlo de la congoja, en que el cuitado
debe estar? Porque si ha sabido, cómo el
rei de Francia desafió,'tan contra razoni
justizia al Emperador, queriendo comba
tir con él, de persona á persona; i cuán
liberalmente el Emperador aceptó el com
bate; pudiéndolo, por muchas i mui cla
ras razones, rehusar; sin dubda alguna
él estará desesperado: creyendo, i aun
teniendo por cierto , que si estos dos
Prínzipes viniesen á combatir; el Rei de
Francia, con la mala causa que tiene,
quedaria, ó muerto, ó preso en el campo;
i el Emperador, quedando victorioso; por
nia luego fin á las guerras de la cristian
dad, como hizo, despues de la . victoria
de Pavia. I, hallándose el mezquino ha—
15
,,.:L—,‘~ ,

_ un- _.
ber comprado aquella galera, que, por
merzed que Dios le haga , si no le vienen
muchas venturas, de las que agora, con
tantos franceses como han muerto en Ná
poles, le han venido; en estos dos años,
no acabará de pagar; bien podeis pensar
en qué confusion, el buen marinero se
hallará. Por esto, querria saber dónde
está: i librarlo d’ este trabajo. He ido á la
barca , i no lo hallo: en la galera, mucho
menos: tambien he rodeado estos campos.
de una partei de otra: he corrido toda
esta ribera: no he dejado á Pluton, a
-Proserpina, á " Minos, á Eaco: á todos
he preguntado: i ninguno, me sabe dar
nuevas d’él. De manera, que ya no sé, á
dónde, á tal hora, me lo vaya á buscar.
¿ Si. por dicha, no estuviese el bellaco en
algun bodegon, con las Furias, banque
teando? Mas: no es nada servidor de
damas. ¿Qué habia de hazer allá? ¿Qué
digo yo? Quizá estará procurando con
ellas, que vayan á estorbar este combate...
Mas no: que las Furias. con Proserpina

* El impr. dize: á Ninos: á Saco: etc.


—. 495 —
estan. Pues Alastor, no está acá: que
agora, poco ha, lo dejé yo en Francia.
¿Dónde iré? Quiero dar vozes: porque,
quizá, está, tras algun arbol, durmiendo.
Caron? Caron ? Caron l’ No responde. Ca— XLV.
ron? Caron ? Caron ? No aprovecha nada.
Sin dubda se ha echado en la Laguna, de
desesperado. Mas, no lo tengo yo por tan
nescio.
CARoN. - Oigo vozes de házia la ribera: no
sé quién me llama. Ya, ya. Mercurio es
aquel. ¿Qué me quiere? Quizá piensa,
que -no sé , cómo han de combatir el Em
perador de los cristianos i el Rei de Fran
cia: iquerrá venir á darme estas malas
nuevas. No sé, si me vaya allá: ó si me
asconda: que parte de prudenzia es, no
querer hombre oir cosa, de que sabe ha
ber de rezebir pesar, si no lo puede reme
diar. Mas, visto me ha: i viene házia acá
volando. '
MERCURIo.--¿Qué andas, Caron, por aqui
buscando? Sabes cuán mal parezen los
marineros por las montañas.
CARoN.— ¿ Nunca viste ladron, no hallando
que hurtar. de (lesesperado, meterse fraile?
—l96—
MnRCURIo. — Mas de cuatro.
CARoN. — ¿ I, maravillarteias, si, de mas que
desesperado, me metiese yo aqui hermi
taño. '
MERCURIo. - Tú te guardarás bien d’ esa locu
ra. Mas, dime; asi gozes: ‘ ¿qué hazes en
esta montaña?
CARoN. — ¿Qué quieres que haga? Pues , que
de hoi mas, no terné que pasar ánimas al
infierno; quiérome estar aqui asalteando
las que suben al cielo. Sabes, cuán poca
diferenzia va , de un ofizio á otro.
MEsCURIo.— ¿I, qué quieres hazer d’ esa por
ra que tienes en la mano?
CARoN. — ¡ Mas no: sino, vente á saltear las
manos vazias; é irás por lana, i volverás
trasquilado! Mas: dejémonos agora d’ esto:
i, pues que con tanta congoja me andas
buscando; dime ya , qué es lo que me
querias.
MERCURIo. —Dime tú primero á mi , qué
desesperazion es esta; ó, por qué deter
minas dejar tu barca.
Cuanta-Porque, ni la barca, ni la gale

* Pareze que falta aqui algo.


—l97—
ra , no ternán de hoi mas que hazer.
MERCURIo. — ¿ Por qué ?
CARoN. — ¿No sabes, cómo el rei de Fran
cia , ha de combatir con el Emperador?
hfimCUa1o. —¿I pues?
CARoN.—¿TÚ no vées, que no podrá dejar
de perder el Rei de Francia?
MERCURIo. —I bien.
(lARoN.—Perdiendo él, yo soi luego per
dido.
MERCURIo. — ¿Por qué ?
CARoN. — Quedando el Emperador Victorioso,
ó el Rei de Francia será muerto, ó preso:
si es preso; luego el Emperador querrá
hazer esta negra paz universal , que tanto
anda procurando: i si sale con ella; vesme
á mi, al hospital. Pues, si el Rei de Fran
cia muere en el combate; alli pierdo yo, el
mayor i mejor amigo, que tengo entre
cristianos: alli pierdo yo, el causador de
toda mi gananzia: alli pierdo aquel, en
cuya esperanza me empeñé, para com
prar aquella galera: alli te digo yo, que
puedo dezir, haber juntamente perdido la
galera i la barca.
MERCURIo. -—Ea , pues: no te fatigues, Caron:
-í98—
que no te buscara yo, sino para quitarte
d’ este cuidado.
CARoN. — ¿ Búrlaste?
MERCURIo. —Antes lo digo de verdad: i, has
me tú hecho andar perdido, por acá i por
acullá, buscándote.
CARoN. -Dime , pues, lo que me querias.
MERCURIo. —Ni he dejado galera : ni he deja
do barca: todo lo he andado.
CARoN. -Ya me has hallado. ‘
MERCURIo. — Buscábate , rio abajo i rio arriba:
buscábate por aquellos campos, a una
parte iá otra.
CAsoN. —Vesme aqui.
MERCmuo. —Pregunté, primero, a los juezes;
no te habian visto: pregunté á Pluton i á
Proserpina; no me supieron dar nuevas de
ti: hasta que, de desesperado, me vine
por aqui vozeando. °
CARoN.—No me hagas tanto desear eso que
me has de dezir: ¿no sabes , que da dos
vezes, el que presto i liberalmente da: i
el que. tarde, no le os agradezido?
MERCURIo. — Estoi tan ronco . que apenas
puedo hablar.
CABoN. -— Acaba ya . pues , do dezir, lo que
—'l99—
me quieres ilezir: ó - te vé , mucho de en
hora mala: que ya no me podrá saber
bien lo quo me dijeres; habiéndomelo he
cho tanto desear.
MERCURIo. -—Ea , pues: agúzame bien esas
orejas, que ya te lo voi á dezir.
CARoN.—I , aun la porra aparejaré; para
darte con ella , si me burlares.
MnRCURío.-¿ Qué es eso, Caron ? ¿á los dioses?
CARoN. —Estoi aqui para saltear los sanctos,
que suben al cielo: ¿i torné mucho res
pecto á los espiritus del infierno?
MERCURIo. -Ha, ha, he!
CARoN. — ¿ De qué te ries ?
MERCURIo. —De verte enojado.
CARoN. —¿ Quién terná pazienzia , para espe
rar tus frialdades?
MERCURIom-No te quiero mas enojar. Hágote
saber, que tu rei de Francia : ha hoi, en
este, dia, públicamente rehusado el com
bate.
CARoN. — ¿ Qué me dizes ?
MnRCURIo. —- La verdad de lo que pasa. Enó
jate agora comigo.

* Notable y poco usado, por véte: ó márclmte.


—200—
CARoN.— ¿Que me enoje? Nunca yo tal haré:
si es verdad lo que me has dicho.
MERCURIo. — No pongas dubda en ello.
CARoN. - Pues , abrázame , Mercurio.
MERCURIo. - ¡ Que te abraze í ¿Dónde tienes
tú el seso.
CARON.— Perdona mi atrevimiento: idáme,
siquiera la mano. ¡O , Rei de Francia!
¡Cómo pensé ya haberte perdido! ¡O, Fran
cisco de Angulema: cómo pensé ya, care
XLVI. zer de las merzedes, que cada diai cada
hora rezibo de ti! ¡O, si te conzediese
Dios mas años que á Nestor: mas larga
vida, que á Mathusalem! ¡O, si toviese una
dozena de tales amigos como tú; cuán bue
no andaria mi partido! Agora te digo yo,
Mercurio, que quiero dejar la tristeza, i la
malenconia: i holgarme aqui un rato con
tigo.
MERCURIo.— Antes, te quiero luego dejar.
CARoN.-Eso no harás, tú , si yo puedo.
¿Cómo; iasi piensas dejarme la miel en
los rostros?
MERCURIo. — Pues qué quieres?
CARoN. — Quiero que me cuentes, desd’ el
principio, lo que entre aquel Emperador,
—ï204—
iel rei de Francia, sobre este su desafio
ha pasado, i cómo rehusó el combate; i si
te hallaste tú alli presente, i hablas como
testigo de vista; ó si lo has oido dezir?
MERCURIo. — Larga me la levantas: é yo tengo
que hazer.
GARoN.—Mira, Mercurio: mas hai dias que
longanizas: mañana podrás hazer lo que
no hizieres hoi: i , pues me has comenzado
á alegrar; no me dejes asi suspenso: sino
asentémonos, asi gozes, aquí en este
prado; i cuéntame toda esa historia mui
de tu spacio.
MERCURIo. -Contentarme he, con que tengas
pazienzia: i consientas, que á todas las
ánimas , que por aquí pasaren házia el
cielo; preguntemos, de qué manera en el
mundo vivieron.
CARoN. —Quizá estarás ocho dias , antes que
alguna venga.
MERCURIo.—Yo sé, que vernán hoi mas de
cuatro.
CARoN.—Sea, como tú quisieres: que por
oir esas buenas nuevas; no hai cosa que
no sufra de buena gana. Vesme aqui á mi
sentado: siéntate tú, si quisieres.
-202
MnRCiano.-Que me plaze: mas, espera,
veamos. Cata, que viene házia acá una
.ánima: i trae una corona en la cabeza.
Rei debe ser.
CARoN.-Cosa es, que mui pocas vezes acae
ze; subir Reyes por esta Montaña.
MERCURIo. -No me maravillo, pues hai po
cos. Sepamos quién es, i de dónde. ¿No
miras, cuán resplandeziente, i con cuánta
gravedad i señorio viene? Creo, que no
nos querrá hablar.
CARoN.— Si hará: que, por la mayor parte,
acaeze ser los mas altos, mas humanos:
i, por el contrario , los masn viles, mas
soberbios,
MERCURIo. — Alloguémonos, pues.
ÁNIMA.— No tengáis miedo, hermanos: ni
os espante mi dignidad: pues, ni aun en
el mundo, á nadie espantó. Llegáos, sin
rezelo: i preguntad lo que quisierdes.
MERCURIo. —O, Rei bienaventurado! aun aqui
muestras la humanidad, de que en el mun
do usabas.
ÁNnu. - En el mundo, no alcanzamos mas
dc una semejanza de virtud; I acá se vie -
ne todo á perfeczionar. Mas ol que allá
— 203 —
no lo comienza á poner por obra; mal
recaudo trae para acá.
MnRCURIo. —— Tu presenzia , muestra tu poder:
tu habla, manifiesta tu saber; i tu camino,
tu bondad. De manera, que muestras
bien, cuánto cuidado toviste, de parezer,
á aquel gran Dios, de quien vas á gozar.
ÁNIMA. — No te maravilles , que trabaje ser
semejante á Dios, el que, dejándolo de
hazer, seria figura del Diablo.
MnRCURIo. - Maravillome . por ser cosa , que
pocas vezes suele acaezer, un Rei tan
ornado de virtudes, como tú te me repre
sentas.
ÁNIMA. — Ya tambien yo anduve un tiempo
en la red con los otros: mas sacóme
aquel, que solo me pudo sacar. I, veemos,
por la mayor parte, hazer mas fructo
aquellos que mas ofendieron. Solo á san
Pablo te quiero poner por ejemplo.
MERCURIo.—G!-an recreazion seria para mi,
oir la manera cómo en el mundo viviste:
si me atreviese á te lo preguntar,
ÁNIMA.—- Mui grande afronta haze al Rei , el
que teme pedirle cosa virtuosa; i, pues,
yo. esto, despues que soi Rei. á nadie
—20í— —
negué; tan poco lo quiero á ti negar. Has
de saber, que yo no supe, antes de ser
Prinzipe, qué cosa fuese ser hombre: i
como fui criado i doctrinado como los
otros; la simiente de ambizion, que en mi
ánimo echaron, prendió tan presto, i se
arraigó de manera en mi; que todo mi
pensamiento, i todo mi cuidado, era: no,
en cómo rejiria bien mis súbditos, i gober
naria mis reinos; mas, en cómo ensancha
ria i augmentaria mi señorio. En esto ponia
yo mi fin: ien esto pensaba consistir todo
mi ser, i toda mi felizidad. E, como
los corazones de los mancebos , sean , por
la mayor parte, á cosas nuevas inclinados;
i, para esto, en lugar de freno, hallase
yo espuelas: con aquella ferozidad que
la Natura puso en los ánimos no esperi
mentados: me meti en un laberinthio; de
que no, asi fázilmeííte, me podia desen
rredar.
MnRCURIo. — ¿ Cómo ?
ÁNIMA.—Yo te lo diré. Trabamos tan cruda
guerra otros Prinzipes, mis vezinos , é yo;
é vino la cosa á tanto extremo, que, al
XLVII. cabo de muchos años, aunque los unos i
— 205 —
los otros deseábamos vivir en paz; ningun
medio hallábamos para desasirnos. De ma
nera, que me parezia tener. como dizen,
el lobo por las orejas. Por una parte, ver
mis reinos destruidos, i las provinzias,
sobre que debatiamos, perdidas i cuasi
asoladas; movido á compasion , me com
bidaba á dejarlo todo, i vivir en paz: por
otra parte, acordándome de las sinrazo
nes que mis enemigos me habian fecho, i
me hazian; i la sinjustizia que tenian, en
lo que me demandaban i defendian; pa
reziéndome afrenta no llevar ‘ la cosa
adelante , pues en ella tanto habia gastado
i consumido ; tenia por mui gran poque
dad , no llegarla hasta el cabo. Pero,
cuanto mas pensaba caminar adelante;
aunque la fortuna me era cuasi siempre
favorable; las mas vezes era mayor la
pérdida que la gananzia. De manera , que
ocupado en esto mi juizio, ¡empleados en
ello todos mis sentidos; de ninguna cosa
tenia menos cuidado , que de la buena go
bernazion de mis súbditos, que debia ser

* El impr. : levar.
-206—
el prinzipal. Fatigábame á mi : fatigaba ini
pueblo: yo estaba desabrido con ellos; i
ellos comigo: no dormia ‘ de noche, ni
comia con gana de dia: hallábame tan
perplejo , hallábame tan turbado; que mu
chas vezes me era enojo el vivir. Veia,
que no hazia lo que debia para con Dios,
ni para con mis súbditos: veia, que no
podia alcanzar lo que deseaba, para con
el mundo: queria ir adelante, i no podia:
queria volver atrás , i no sabia : ni á nadie
osaba descubrir el secreto de mi corazon,
no osándome fiar enteramente de nadie.
MERcmuo. — ¡Ó, qué vida tan trabajada!
ÁNIMA.—¿A esta llamas vida? A la fé, digo
le yo muerte. Estando, pues, yo, en esta
perplexidad que oyes; un dia, paseando
solo en mi cámara; vino un criado mio,
con quien yo tenia poca, i, aun cuasi nin
guna, conversazion; i trabándome por el
hombro, me remezió, diziendo: «Toma,
torna en ti, Polidoro. u Vo, espantado de
ver un tan grande atrevimiento; no sabia
que dezir. Por una parte . me quise eno— ,

* lmpr.: durmia.
—— 207 —
jar : i por otra, me parezia no ser SI11
algun misterio, aquella novedad. A la fin:
viendo él, que yo no hablaba; me tornó
á dezirg. «Veamos , ¿tú no sabes, que
eres pastor, i no señor; ique has de dar
cuenta d’ estas ovejas, al Señor del ganado,
que es Dios?» Diziendo esto, se salió de
la cámara, ¡me dejó solo, itan atónito;
que no sabia adónde me estaba. Mas, lue
go, torné en mi; i comenzé á pensar en
las palabras que me dijo: que era pastor,
c’ no señm-: i , que habia de dar cuenta á
Dios, de mis ovejas. Luego se me repre
sentó , cuánta multitud d’ ellas habia per
dido, despues que comenze á reinar; cuán
poco cuidado habia tenido de apascentar
las i gobernarlas; ioómo las habia tratado:
no, como padre á sus hijos; ni pastor, á
las ovejas de su amo; mas, como señor á
sus esclavos. Representóseme , por otra
parte; de cuántos males , aquella guerra
en que andaba envuelto, habia sido mu
sa; cuántas ciudades, villas, i lugares,
habian sido destruidos i saqueados: cuán
tas virjenes, casadas, i viudas, forzadas:
cuántos monesterios violados : cuántas
—208—
Iglesias despojadas: i todo esto... ¡con
tanto daño: con tanta infamia ¡afrenta del
nombre cristiano! Entonzes comenzé á
reñir conmigo, diziendo: ¿Como? ¿i esto,
es ser Prinzipe? ¿esto, es ser Rei ? ¿d’ es
ta manera se apazienta el ganado; d’ esta
manera se gobiernan los reinos? Veamos,
¿estas ovejas no son de Dios? ¿tú : eres,
sino pastor? ¿ pues, para qué quieres mas
d’ellas , de lo que Él te quisiere encomen
dar ? ¿Cómo: i por allegar otras, has de
perder i mal tratar, las que te son enco
mendadas? Mala señal es cuando el pastor
quiere mas ovejas de las que el señor le
quiere encomendar. Señal es , que se
quiere aprovechar d’ ellas, i que las quie
re, no para gobernarlas , mas para orde
ñarlas. Desecha, pues, de ti, esta dañosa
opinion. Veamos, ¿ si pudieses conquistar
todo el mundo, con otro tanto daño, co
mo de doze años á esta parte la república
ha padezido; no escojerias ser antes un
hombre pobre, que causa de tanto mal?
¿No te acuerdas que hai infierno i parai
so; i un Dios á quien has de dar mui
estrecha cuenta , de cómo hobieres en este
— 209 —
mundo vivido? ¿Parézete, que si agora
te llamase, darias buena cuenta de ti; i
que dejarias mui jentil fama , en este
mundo; habiéndole, como has, maltra
tado tu reino? ¿Parézete , que se habria
mui bien aprovechado tu reino, con tu
gobernazion? Tomástelo ricoi próspero,
¿i dejarlo ias pobrei destruido? ¿ Esta es
la gloria i fama, que los buenos Prínzipes XLVlll.
suelen alcanzar ? Es razon , que por ti so
lo padezca tanta jente? ¿ Es justizia , que
por mandar tú, á una ó dos provinzias de
mas , se destruigan ‘ asi, tantas i tantas
tierras? ¿En qué andas? ¿ Qué es lo que
buscas? Qué es, lo que con tanta aflizion i
trabajo deseas; sino eterna infamia en
este mundo, i perpetuos tormentos en el
otro? Pensando en estas , i en otras seme
jantes cosas, pasé toda aquella desasose
gada noche: i otro dia, por la mañana,
hize dezir misa, en una capilla donde la
solia oir: é hincado de rodillas, ante el
santisimo Sacramento, con lágrimas vivas,
que del corazon me saltahan, comenzé á
dezir:_« Jesucristo , Dios mio, Padre mio,
* Asi el impr.
u
—2l0—
i Señor mio: ‘l.’ú me criaste, i me heziste
de nada; i me posiste por cabeza, padre,
i gobernador d’ este pueblo , i pastor d’ este
ganado: yo , no conosciendo ni entendiendo
el cargo que me diste; he sido causa de los
males, que toda la república padeze. Si
Tú , Señor, lo permites , por castigarme á
mi; toma en mi, i no en el pueblo, la
venganza: si yo soi causa d’ estos males;
quiero, que como á Jonás , me hagas
echar en las ondas del mar: mas, si tu ira
es contra el pueblo; vuelve ya tu miseri—
cordia : conténtese tu justizia con lo que
ha padezido: i, pues toviste por bien, de
ponerme aqui por Padre, Rei , i Pastor;
dáme gracia i saber para que lo gobierne
á tu voluntad: que ya has esperimentado,
por una parte, mi malizia, i por otra , mi
ignoranzia i poquedad; dejándome en la
invenzion de mis manos. Pues, de hoi
mas , acuérdate, Señor, que soi mozo:
lleno de tantos defectos, i, sin tu ayuda,
mui insufiziente para gobernar tanta mul -
titud de jente. Por eso, Dios mio. ó me
quita el Reino, proveyendo tus ovejas de
otro buen pastor; ó me trae, Tú, la mano,
— 2M —
como á niño que aprende á escrebir; para
que, guiándome Tú, no yerre. Desde ago
ra, Señor, protesto, que no quiero ser
Bei para mi, sino para Ti: ni quiero go
bernar para mi provecho, sino para bien
d’ este pueblo, que me encomendaste. No
me desampare, pues, Señor, tu grazia;
ni me niegues una tan justa suplicazion:
. pues prometiste de oir á los que en justi
zia i en verdad te Ilamasen. n D’ esta ora
zion me levanté tan alegre, que á mi
parezer, hasta entonzes, nunca lo habia
estado tanto: i dando grazias á Dios. que
me habia librado de una tan ciega tiniebla:
ide una tan trabajosa ceguedad; queriendo
ejecutar el buen deseo que me dió; co
nosciendo cuán pernicioso es al Prínzipe,
tener cabe si hombres viziosos, espezial
meme de avarizia i ambizion notados, ¡
como es mas dañoso á, la República , que
el Rei tenga mal consejo, aunque él sea
bueno; que no ser el Rei malo,-aunque ‘
los que estan cabe él sean buenos; antes,
que cosa ailguna otra comenzase á orde
nar ; aparté primero de mi compañia
"’ Quizá errata , por con que.
viziosos, avaros, iambiziosos. A unos, daba
cargos fuera de mi Córte, iá otros, envia
ba á reposar á sus casas ; i á otros , cuyos
delictos eran manifiestos; mandaba casti
gar, porque fuesen ejemplo, á los nuevos
ministros que habia de rezebir. Hecho
esto, i apartada esta pestilenzia de mi
lado; halléme tan libre i tan contento;
que me parezia haber sido, hasta alli,
siervo i esclavo de tan ruin jente; i desde
entonzes , comenzar á ser Rei. Luego
escoji personas virtuosas i de buena vida:
i los puse en lugar de aquellos: declarán
doles , que todas las vezes, que conosciese
en ellos ambizion ó avarizia; ó que , por
este respecto , ó por cualquiera otra pa
sion , ó afizion particular; me aconsejasen
cosa alguna, que no cumpliese al bien de
mis reinos, ó que fuese contra justizia; á
la mesma hora, los apartaria vergonzosa
mente de mi compañia. Tras esto, eché
de mi Córte truhanes, chocan-eros i vaga
bundos: quedándome solamente con aque
llos de que tenia nezesidad. I, por evitar
la oziosidad, de que nascen infinitos ma
les; ordené que todos mis caballeros,
—2l3—
bezasen - á sus hijos artes mecánicas,
juntamente con las liberales, en que se
ejerzitasen.- l sabiendo, cuánto importa,
que el dador de la lei, la comienze á
guardar; luego comenzé á poner mis hi
jos é hijas, en que aprendiesen ofizios.
Icon esto, me siguieron todos. Reformada
mi casa i Córte, me puse á reformar mis
reinos: tomando mui estrecha residenzia
á todos los juezes i ministros que tenian
cargos de justizias ó gobernazion. I á los
que hallé limpios, hize de mi propria vo—
luntad, sin que ellos me lo pidiesen, mui
grandes merzedes. A los malos i culpados,
desterré en una Isla despoblada. I de alli
adelante, como mis ministros esperaban
premio siendo buenos , i mui rezio castigo XLIX.
siendo malos; -gobernaban de manera,
que mui pocas, ó ningunas quejas ,_ me
venian d’ellos. Jamás proveia de Obispado
ni Benefizio, á los que me los pedian: por
que , solo en pedirmelos, juzgaba ser
inhábiles para tenerlos. Muchos dias, con
infinito trabajo, estuve perplexo, en la
* Escribese este verbo bazar, abezar; y mejor,
avezar.
-.2lí—
provision de los Obispados; porque como
- en los Obispos se requieren virtudes inte
riores-; i estas, se pueden mal juzgar por
actos esteriores; las mas vezes me salian
peores, aquellos que, por de fuera , se me
mostraban mejores. I, como yo no tenia
facultad para castigarlos, pasaba mui gran
de, i para mi, incomparable trabajo, con
ellos: hasta que, por pura importunitad,
alcanzé una facultad del Papa, mui am
pla; para que el mal Obispo , que no hi
ziese lo que es obligado, con sus ovejas;
lo pudiese yo privar, i poner otro en su
lugar. l , con esto; i con tres ó cuatro, que
desterré en las Islas despobladas; no ha
bia hombre, que no procurase de hazer
lo que debia. Hazialos residir ordinaria
mente en sus Iglesias: i mui pocas vezes
les mudaba los obispados; si no era , que ‘
[ó cuando“, las virtudes de uno , me pa
rezian nezesarias para otra parte: i os
tonzes , no tenia respecto á la renta , sino
á la nezesidad de las ovejas. I, jamás les
consentia , que admitiesen pleitos sobre
* En el impr., fic que puede ser: citando, ó
quien.
— 2h”) -
Benefizios eclesiásticos: mas, procuraba,
que los hiziesen servir: i gastar las rentas
d’ellos: de manera, que fuese menester
andar rogando con ellos. D’ esta manera,
os maravillariades, cuán presto ilorezió la
relijion i piedad cristiana en mis reinos.
Reformé luego las leyes: de suerte, que
mui pocos pleitos, duraban mas de un año.
Hazia castigar los abogados que defendian
causas manifiestamente injustas. Las mer
zedes que habia de hazer, tenia en dos
partes divididas. Unas, eran de cosas, que
podia yo dar á quien quisiese , sin perjui
zio del pueblo: i otras , de administrazio
nes, de que dependia el bien ó el mal de la
república. Para la provision d’ estas; tenia
un memorial, de personas virtuosas; i en
quien cabian los tales cargos: cada cosa
por su parte: i esto, sin tener respecto á
favores, ni linajes, ni servizios: mas so
lamente al bien de la república. I para las
otras , tenia otro : de aquellos que me ha
bian bien i lealmente servido: cada uno
en su grado. De manera , que no era
vaoada, ni se habia de proveer una cosa,
que ya no tuviese yo señalada en mi libro,
— 246 —
la persona á quien la habia de dar. l con
esto, ninguno me pedía ni me importunaba
con cosas semejantes: que me era un mui
grande alivio, i un mui gran contentamien
to á todos: espezialmente acordándose del
tiempo pasado, que acaezia muchas ve
zes, cuando yo daba una cosa, haber gas
tado, aquel á quien se daba, mucho mas,
en esperarla i procurarla , de lo que ella
valia. Usaba de mucha clemenzia con aque
llos, que veia, por ignoranzia ó por algun
desastre, haber pecado. I á los que conos
cia, por malizia, i con obstinazion , errar;
castigaba con mucho rigor: espezialmen
te, si eran criados, ministros, ó ofiziales
mios. Si algun juez tenia fama de haber
cohechado ; aunque enteramente no se le
probase; tanto odio le tenia; que no po
dia consentir que me viniese delante. Ha
zia, qüasi siempre, tener mis puertas
abiertas: dando audienzia á todos los que
me querian hablar : i de mejor gana, i con
mas dulze cara, oia los pobres i peque
ños; que los ricos i grandes. l, sobre
todos, aquellos ’, que de mis ministros
* Á aquellos
— ’217 —
se venian á quejar. I hazia de manera, que
ninguno se partia descontento de mi, aun
que no le otorgase lo que demandaba: sino
eran aquellos, cuyos manifiestos errores,
merezian no solamente castigo, mas pre
senzial reprehension: porque esto pone
temor á los malos, i alcanza el Prínzipe
mucha grazia del pueblo. Visitaba, á tiem
pos, mis reinos: procurando siempre, que
de mi estada ó pasada, algun fructo sin
tiesen. En unas partes, hazia reparar, ó
edificar cosas nezesarias: espezialmente
hospitales, puentes, i cosas semejantes.
Quitaba las imposiziones, que me pare
zian graves ó deshonestas: casaba huér
fanas, i otras pobres donzellas: remediaba
viudas : i otras personas nezesitadas. Tenia
tanto cuidado, en que mis cortesanos no hi
ziesen mal ni daño donde mi Córte estaba.
ó por donde pasaba; que no parezia sino
un convento de frailes buenos. Amabai
hazia merzedes, á los que, de algo, me
amonestaban i reprehendian. Aborrezia, i
no podia ver, á los que, andando á mi
voluntad, me lisonjeaban. Procuraba sa
ber, lo que de mi se dezia: i perseveraba
— 248 —
en lo bueno, iemendaba lo que parezia
malo. Siempre tenia por mejor, seguir el
parezer de hombres sabios i virtuosos: i
en quien conoscia zelo del bien de la re
pública; que no el mio. Aborrezia tanto
los vizios, i tractaba tan mal los viziosos;
que ninguno d’ ellos, me osaba parezer
delante: espezialmente aquellos,, que con
hábito de relijion i vanas superstiziones,
se entremetian, pensando ganar crédito
con migo. A estos tenia yo por peores: i
tractaha peor que á los viziosos públicos;
aborreziendo en gran manera la supersti
zion. El que veia seguir mui de veras la
doctrina christiana, ponia yo sobre mi
cabeza. Con esto, procuraban todos en mi
Córte de vivir como cristianos: i de alli se
‘ desparzió i derramó tanto esta buena
doctrina, por todos mis -reinos, que, desde
á pocos años, los juezes eran los menos
ocupados: ilas salas de mis audienzias, se
hallaban muchas vezes vazias, sin tener
pleitos que ver: de manera, que se vivia
en todas partes con tanto plazer, amor i
caridad, procurando cada uno de venzer
al otro con buenas obras; que desde allá
— 2l9 —
comenzábamos á sentir aquella bien aven
turanza de que gozan los santos en el cie
lo. Acudió despues , de reinos estraños, á
vivir en los mios, cuando se comenzó á
divulgar esta fama, tanta jente; que no
cabiendo en los lugares, fué menester
' edificar otros muchos, de nuevo. Allende
d’ esto, muchasvprovinzias , asi de moros
i turcos , como de cristianos; me enviaban
á rogar, que los tomase por súbditos:
ofreziéndose de servirme i seguirmev con
toda fidelidad. Muchos infieles, venian de
su propria voluntad, á rezibir baptismo,
deseando ser cristianos, por vivir entre
mis súbditos. Otros, me enviaban á rogar,
que les enviase personas , que los instru
yesen en la fée, rezibiéndolos" yo por
mios. Mas, de tal manera yo los rezebia,
que no llevando provecho alguno d’ ellos;
conoscian claramente no desear yo seño
rearlos: i conosciendt) ellos esto; me tenian
tanto amor; que de su propria voluntad,
me hazian tomar por fuerza , mucho mas
de lo que yo, ron tirania les pudiera
sacar. I, d’ esta manera, sin armas, sin
muertes de hombres, i sinderramai- san
—920—
gre cristiana; conquistó muchos reinos,
sojuzgué muchas provinzias, asi infieles
como cristianas; converti muchas jentes
á la relijion cristiana. Ya cargaba sobre
mi cuerpo la vejez: i las enfermedades
que ella suele acarrear, me comenzaban
ya de apasionar: cuando plugo á la bondad
infinita de Dios sacarme de la carzel
de aquel cuerpo, i llevarme á gozar de
lo que yo tanto deseaba, i porque tantas
vezes, ¡tan continuamente sospiraba. I
sintiendo ya llegarse el tiempo en que
habia de dejará mi hijo, que yo, con
no'menos trabajo que cuidado, habia
criadoé doctrinado, la gobernazion de
mis reinos; i poner fin á aquella luenga é
lrabajosa peregrinazion ; estando él , i mu
chos de mis parientes é criados, presen
tes, acompañándome, con aflizion; lo
mejor que pude alzé la cabeza , i sentado
en la cama, despues de haber rogado á
todos, que escuchasen; les dije: «No
n sin causa, amigos i hermanos mios, mui
n amados; temen i lloran los hombres, la
n muerte. Porque, como lo mas ordina
» rio sea vivir mal, i tras esto, se espere
—22’l—
n pena sumamente grave i eterna; i se ten
» ga esta carne, no como carzel donde se
n purga el ánima, ni como choza, ó me
» son, en que, como peregrina, mora;
» mas , como compañera de aquella en que
n han puesto el fin de su felizidad; con
n razon les ha de pesar, cuando vieren el
» fin d’ ella. Como al culpado, i condena
» do á muerte , es dolorosa la salida de la
-. carzel. Mas, los que en este mundo: no
» como naturales, ni moradores d’ él; mas
n como caminantes i estranjeros han vivi
» do; itenido esta carne, no por compa
n ñera de deleites mundanos; mas, por
» una venta, en que como viandantes po
n saban; i por una carzel, en que espe-
» rando el premio de vida eterna, les
» parezia estar presos; por cierto, no de
n otra manera se deben gozar, al tiem
» po de la muerte, que se gozan, los que
n despues de una luenga, trabajosa,i
n peligrosa prision, envia el juez á holgar
:; á su casa, con grandes merzedes enrri
n quezidos. I, asi como los amigos i pa
) rientes, vienen con mucho gozo i ale

» gria, á sacar á estos de la prision; asi


— “B22 —
wdehríades venir vos otros. i aun cun
n mui mayor regozijo, á verme morir. l,
n pues, hermanos mios, os he yo, entre
LI, n todos mis súbditos, con tanto cuidado
» escojido; no me deis tan mal galardon,
» haziendo tanto sentimiento por mi muer
n te: i tened firme esperanza en la b0n
» dad de Dios, que no me manda salir
n (Fiesta cartel, para que muera; mas,
n porque perpetuamente viva. Alegraos,
» hermanos, conmigo. Gatad, que con
n esa tristeza me disfamais, dando á en
» tender, haber sido mi vida tal; que mi
n muerte sea digna de ser llorada. » Res—
pondiéndome ellos á esto, que no Iloraban
por mi, mas por si, i por toda la repú
blica; que un tan verdadero padre, en
mi, perdia; tornéles á dezir. «Ni aun eso
» os debe tanto doler : pues, os dejo aqui,
n Alexandre mi hijo: que , como manze
n bo, podrá mucho mejor que yo, sufrir
l el trabajo, que para la gobernazion de
u tantos i tan grandes señoríos se requie
n re. Una cosa os ruego: que no lo de
» sampareis: porque en vuestno lugar,
» no suzedan otros, que corrompan i
—923—
estraguen , lo que yo en él he trabajado,
n i plantado. Mas, el amor que todos me
n teneis, emplead en aconsejarlo i guiarlo:
en que ponga por obra los consejos que
yo le he dado: pues, á la verdad, la ma
5
L:: sa es tan blanda i tan buena; que po
dreis imprimir i formar en ella , lo que,
)) quisierdes. Ya habeis esperimentado en
n mi, cuán perniziosa cosa es, un Prinzi
» pe mal enseñado: i, por el contrario,
n cuán sanctai saludable sea, el buenoi
n bien doctrinado. Hazed, pues, herma
n nos mios, de manera, que no se pierda,
n por vos otros, lo que yo he trabajado:
» ni se gaste esa joya que os dejo encomen
,, dada. I, tú , hijo mio, siempre delante
» tus ojos ternás el trabajoiafliziones,
o que yo pasé, como muchas vezes te he
r contado, al tiempo que me goberné
» mal: i cuán cerca estuve de perder mis
» reinos, procurando de conquistar los
» ajenos: i con cuánta alegria i conten
n tamiento, despues que aquel deseo de mi
n aparté, he vivido: i con cuánta paz i
» felizidad , he , mis reinosi señorios, en
n sanchado. Mui grand carga te dejo acues
_ o“ —
» tas: pero, siendo tú bueno i virtuoso.
n mui lijera de levar. Haz, pues, hijo, de
» manera, que tus súbditos no lloren á tu
n padre; quiero dezir, que, en bien tra
» tarlos, rejirlos i gobernarlos; trabajes
n de sobrepujarme. l, porque juntamente,
n con dejarte el reino, te queden tan bien
n armas con que lo defiendas; te las quie
» ro, ante que muera entregar.
» Lo primero, hijo mio, has de consi
o derar, que todos los hombres sabios, en
n derezan sus obras, á ganar fama en es
n te mundo, i gloria en el otro: buena
» fama digo : no por vana gloria suya,
n mas para que Dios sea honrrado, con el
n buen ejemplo que de su vida i obras
n podrán tomar, los que despues vendrán.
n Esto debes , tú, tan bien desear. El buen
» Prinzipe, juntamente puede alcanzar lo
» uno i lo otro: i sin lo uno, con dificultad
» alcanzará lo otro.
n No debes tener por fama, la que ad
n quirió aquel, que quemó el templo de
n Diana: ni aun la que adquirió Alexandro
» Magno, ni Julio César; pues fué con
n tanto daño de todo el mundo. La buena
— 225 —
D fama , con buenas, no con malas obras,
D se alcanza.
- n Si quisieres alcanzar, de veras, lo que
)) todos buscan; antes , procura de ser
dicho buen Prínzipe, que grande. Ten
mas cuidado, de mejorar, que no de
)) ensanchar tu señorio; procurando de
)) imitar, aquellos que bien gobernaron su
señorio: i no, á los que, é lo adquirie
ron, ó lo ensancharon. (la, muchos bus
cando Io ajeno, perdieron, i pierden, lo
)) suyo.
n Cual es el Prínzipe, tal es el pueblo.
5 Procura pues, tú, de ser tal , cual que
rrias fuese tu pueblo. Si fueres jugador,
5
3
E3
5
g
; todos jugarán. Si dado á mujeres, todos
andarán tras ellas. Si ambizioso; todos,
á tuerto, ó á derecho, procurarán de
acrescentarse. Si fueres superstizioso,
verás reinar la superstizion. Si, por el
contrario, relijioso; ¡oh, cuánto pro—
vecho harás!
» Si quieres quitarte de acuestas, una mui
» gran carga de importunos é importunida
n des; muestra desplazerte la ambizion. Si
» esta, pudieres tener fuera de tu casa i de
15
—226—
» tu reino; estonzes te puedes llamar bien
n aventurado.
» Si tú , pusieres por premio de tus tra
» bajos , la virtud; nunca vivirás descon
»’ tento: ¡harás que los tuyos hagan otro
» tanto. Si esto pudieres alcanzar; bien
n podrás dormir seguro.
» Finalmente, te acuerda, que cual tú
» fueres , tales serán tus súbditos. Traba
n ja , pues, de ser bueno, si quieres que
u ellos lo sean.
» La mayor falta que tienen los Prin
» zipes, es, de quien les diga verdad. Da,
n pues, tú, libertad á todos, que te amo
» neslen i reprehendan: i, á los que esto
o libremente hizieren, ténlos por verda
» deros amigos.
LI]. n Cuanto sobrepujas á los tuyos en hon
» rra i dignidad; tanto debes exzederlos
n en virtudes. « -
n Acuérdate, que no se hizo la república
» por el Rei; mas el Rei por la república.
n Muchas repúblicas hemos visto llorezer
» sin Prlnzipe; mas , no Prlnzipe, sin re—
n pública.
n Cuando alguna cosa quisieres comen
— 227 -
zar ó ordenar, mira, primero , si te
cumple á ti, 'ó á la república.
I) Procura, ser antes amado que temido:
porque, con miedo, nunca se sostuvo
mucho tiempo el señorio. Mientra fueres
solamente temido; tantos enemigos como
535:: súbditos ternás: si amado; ninguna ne
zesidad tienes de guarda , pues cada
vasallo te será un alabardero.
n Si quisieres ser amado, ama: que el
amor no se gana , sino con amor.
n Asi ames á tus súbditos, que siempre
pospongas tu afizion -ó interese particu
lar, al bien universal.
n Sei - tan amigo de verdad, que se dé
mas fé á tu simple palabra , que á jura
mento de otros.
n Ten mas cuidado de mandarte á ti
mesmo, refrenando tus apetitos, que
no á tus súbditos. Porque, si tú no te
obedezes; ¿cómo quieres ser de otros
obedezido ?
n De tal manera, ten la gravedad que
conviene al Prínzipe; que por otra par

i
Sez’ : pareze italianismo.
— 228 —
n te, seas blando, benigno i afable. Mira
n cómo viven i vivieron otros Prínzipes,
n imitando lo bueno, é huyendo lo malo.
» Jamás, por tu boca , salga palabra in
n juriosa ó deshonesta.
n Nunca hables ni castigues con eno
n jo, acordándote de aquel dicho de Archi
» ta, que estando enojado con su mayor
» domo, le dijo. ¡Cuál te pararia yo, si
n no estuviese enojadol
» No te cieguen las opiniones del vulgo:
n mas abrázate siempre con las de los
n philósophos, acordándote de lo que dezia
» Platon: ser bienaventuradas las repúbli:
» cas que por philósophos son goberna
» das; ó cuyos Prínzipes siguen la phi—
n losophia.
n Gobierna tus súbditos de manera , que
» todo tu deseo, sea trabajar, que ningu
n no te haya exzedido, ni esperes que te
» haya de sobrepujar.
n Mientra fueres mozo, anda recatado
» de ti mismo: é ten siempre ante los
n ojos, que no solamente eres Prlnzipe i
u pastor; mas . . . . . . . . . .
P) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
—229—
» Aprende de coro la doctrina cristiana,
n haziendo cuenta, que á ninguno con
» viene mas enteramente seguirla, que á
» los Prinzipes.
u Procura de parezer en todas tus co
» sas cristiano: no solamente con ceri—
» monias esteriores , mas con obras cris
» tianas.
» Anda mui recatado en.no ofender á
n Dios, pues lo has jurado por Señor.
» ¿Con qué cara osarás , tú , castigar uno
n que te haga traizion; si tú la hazes á tu
» Señor?
» Cuanto el Prinzipe es mas poderoso,
n tanto mas recatado debe andar, no mi
» rando, lo que puede, mas lo que debe
» hazer.
» Haz cuenta, que estás en una torre,
» i que todos te estan mirando , l que nin
» gun vizio puedes tener secreto.
n Si no pudieres defender tu reino, sin
» gran daño de tus súbditos; ten por mejor
n dejarlo: ca, el Prínzipe, por la repú
» blica; i no la república, por el Prínzipe;
n fué instituido. Acuérdate de Codro i de
» Otho, los cuales, aunque eran jentiles;
— 230 —
n quisieron mas morir, que defender su
» señorio, con derramamiento de sangre
n humana. I, ten por mejor, de ser hom
» brejusto, que Prinzipe injusto. Mui gran
» premio mereze el buen Prinzipe; i mui
n gran penai castigo el malo.
» El buen Prinzipe, es imájen de Dios,
» como dize Plutarco: i el malo, figura i
» ministro del diablo. Si quieres ser teni
» do por buen Prinzipe; procura de ser
» mui semejante á Dios, no haziendo cosa
» que Él no haria.
n Tres cosas ponen, prinzipalmente, en
n Dios: poder, saber i bondad. El que tie
» ne la primera, i careze d’ estotras; no
» es Rei , mas tirano. Cata , que no se ha
» ze diferenzia del Rei al tirano, como
n dize Séneca, por el nombre , sino por
» las obras. Si hizieres obras de tirano;
» aunque , mientra vivieres, te digan Rei;
» despues de muerto, serás llamado tira
» no. ¿Quieres ver la diferenzia que pone
» Aristótiles, entre el Rei i el tirano? El
» tirano, busca su provecho: i el Rei, el
n bien de la república.
n Si todas tus obras enderezares al bien
— "23l _
n de la república, serás Rei: é si al tuyo,
n serás tirano.
» Procura de dejar tu Reino , mejor que
r) agora lo hallas: i esta será tu verdadera LllI.
n gloria.
» Cata , que hai pacto entre el Prinzipe
n ¡el pueblo: que si tú no hazes lo que
a debes con tus súbditos; tan poco son
» ellos obligados, á hazer lo que deben
n contigo. '
n ¿Con qué cara les pedirás tus rentas;
» si tú no les pagas á ellos las suyas?
n Acuérdate, que son hombres i no bes
n tias: i que tú eres pastor de hombres, i
» no señor de ovejas.
» Pues que todos los hombres aprenden
» el arte con que viven; ¿por qué tú, no
» aprenderás el arte para ser Prínzipe, que
» es mas alta, i mas exzelente, que todas
n las otras? Si te contentas con el nombre
n de Rei ó Prínzipe, sin procurar de ser
» lo; perderlo has, i llamarte han tirano.
n Que no es verdadero Rei ni Prínzipe,
n aquel á quien viene de linaje; mas
» aquel, que, con obras, procura de ser
» lo. Rei es ,i libre; el que se rije, iman
__03¿_
¿í da á si mismo; i esclavo i siervo; el que
n no se sabe refrenar.
» Si te prezias de libre; ¿por qué servi
» rás á tus apetitos, que es la mas torpe i
)) fea servidumbre de todas? Muchos libres
5
-5
E
:-s: he visto servir,i muchos esclavos ser
servidos. El esclavo, es siervo por fuer
za, i no puede ser reprehendido por
serlo; pues no es mas en su mano. Mas
el vizioso , que es siervo voluntario,
no debe ser contado entre los hombres.
‘Ama , pues, la libertad: ¡aprende á ser
» de veras Rei. Ten tanto cuidado de la
» buena gobernazion de tus súbditos; que
» nunca te acontezca dormir una noche
» entera sin él. No debes pensar en qué
n pasarás tiempo; mas en cómo no lo
pierdas.
» Los reyes bárbaros, espezialmente en
Persia; con esconderse, i no mostrarse
al pueblo, mantenian su majestad. Tú,
5
-d:
E: por el contrario, ten siempre tus puer
tas abiertas, i mas á los pobres, que á
n los ricos: pues aquellos , mas que estos,

* N. B.
—233—
n tienen de tu favor nezesidad. En el res
» ponder, toma el consejo de Aristótiles.
n dando, tú mesmo, las dulzes i buenas
» respuestas: ilas agras ó malas , déjalas
» dar á tus ministros. I, haz de manera,
» que ninguno se parta , con razon , des
» contento de ti.
» Lo que has de dar, dálo presto, ale
» remente , de tu propria voluntad. I no
» des causa , que agradezcan á otros, las
» merzedes que tú mesmo hazes.
» Aparta de ti, los que andan inven
n tando nuevas formas, con que peles tus
n súbditos. I acuérdate , que no pagan pe
n chos, ó servizios, los ricos; mas los
» pobres. Inclinate antes á poner sisas , ó
» imposiziones, sobre la seda, que sobre
» el paño: sobre las viandas preziosas,
» que sobre las comunes: porque aquello
n compran los ricos; iesto otro los pobres.
» Sei tan amigo de hazer bien; que ha
» gas cuenta, habérsete perdido el dia en
» que á ninguno hobieres ayudado.
» Honrra mas á los buenos é virtuosos,
» que á los ricos i poderosos: i harás, que
» todos sigan la virtud.
—234 —
n No admitas en tu reino hombres ozio
n sos: i evitarás una fuente de males.
n A los pobres, lisiados, clérigos, é
» frailes mendicantes, ó merzenarios: or
» dena, cómo les sea dado de comer: é no
» los consientas andar mendicando.
» Procura , que todos tus súbditos, va-
n rones i mujeres, noblesi plebeyos, ricos
» i pobres, clérigos i frailes; aprendan
» alguna arte mecánica. lesto alcanzarás
n fázilmento; si, como yo lo he fecho
naprender á mis hijos; asi lo bezarás tú,
n á los tuyos. '
n Sei fázil á perdonar tus injurias: por
n que, si te la hizo otro como tú, no te
n puedes vengar, sin daño de tus súbditos,
n i de los suyos , que no tienen culpa. Si
n te injurió un hombre bajo, cuanto mas
» poder tienes para vengarte; tanto mejor
n te parezerá la clemenzia.
» Tus ejercizios sean honestos, sanctos
n i buenos; i á la república provechosos.
» ¡Cuán bien pareze, al Prlnzipe, oir
7v las quejas de sus súbditos , i remediarlas!
n No imites aquellos, que se descargan
n cuanto pueden de las cosas de justi
—235—
» zia; pues, este es tu prinzipal ofizio.
n Nunca dejes de pensar medios con
» que sobrellevar el pueblo, i cargarlo lo
» menos que fuere posible.
» Procura siempre de saber la natura i
» costumbres, no solamente de tus súbdi
n tos, mas tambien de los estraños.
» Con tus vezinos, procura siempre de
» tener paz i buena amistad: i no entres LlV.
» en contrataziones, ni afinidades con
» ellos: porque de aqui nasce la mayor
» parte de‘ las discordias, guerras, iene
» mistades.
» Ten por mejor i mas seguro, casar
n tus hijas en tu reino, que no fuera d’ él:
» que d’ ello, te seguirán muchos prove
» chos.
n Aprende antes por las historias , que
0 por la esperienzia; cuán mala i cuán
» perniciosa es la guerra.
n A menos costa edificarás una (iudad
» en tu tierra; que conquistarás otra en
u la ajena.
» Determinate “, de nunca hazer guerra,
* El impr. : da.
** El impr.:Dererminate.
—236—
» por tu enemistad, ni por interese par
» ticular: i, cuando la hobieres de hazer;
n no sea por ti, sino por tus súbditos:
n mirando primero, cuál les estará mejor,
» tomarla ó dejarla: si les estará mejor
» tomarla, sea con estrema nezesidad. l,
» procura primero , algun conzierto, por—
» que mas vale desigual paz, que mui
n justa guerra: de la cual, te debes apar
» tar, aunque no sea, sino por la honrra
n del nombre cristiano: por ser cosa á él
» mui contraria. Contra infieles, debes
u mover guerra, porque. de otra suerte,
» no solamente harian sus esclavos, los
cristianos; i, con tormentos, los harian
Uv:
3 renegar la santa fé católica de Cristo;
mas aun la cristiandad destruirian, i los
templos de Crísto profanarian , i su
» santo nombre desterrarian, de sobre la
» haz de la tierra.
n Mas, no te pase por pensamiento
» hazerles guerra por tu interese particu
n lar, ni por ambizion. Cata, que deba
» jo d’ este hazer guerra á los infieles; va
n encubierta gran ponzoña. I, cuando los
n hobieres conquistado; procura conver
—237—
tirlos á. la fé de Cristo, con buenas
55:5: obras prinzipalmente: porque, ¿ con qué
cara los aconsejarás, que sean cristia
nos, si tú, i los tuyos, hazeis obras peo
res que de infieles?
» Mui gran parte será, para conquistar
n los moros i los turcos; si, en ti i en los
» tuyos , vieren resplandezer las virtudes
» cristianas. Con esto, "procura, pues,
n prinzipalmente , de convertirlos.
» Mucho va, en que tu conversazion,
» sea buena ó mala: quiero dezir, en que
»’ converses con buenos ó con malos: i
n por esto, mira de rezebir siempre, en tu
ó n compañia, buenos i virtuosos: i apár
" » tate de los malos i viziosos.
» Ama, los que libremente te reprehen
» dieren: i aborreze, los que te an
» duvieren lisonjeando. No mires, qué
» compañia te será agradable :’ mas , cuál
» te será provechosa. No hai bestia tan
n ponzoñosa, ni animal tan pernizioso,
» cabe un Prínzipe; como el lisonjero: i
n tras este , el ambizioso.
» Como el vulgo no conversa con el
» Prínzipe; siempre piensa, que es tal,
- ‘238—
» cuales son sus privados. Si son virtuo
» sos, tiénenlo por virtuoso: isi malos é
n viziosos, por malo é vizioso.
n Mira , pues, cuánto cuidado debes te
» ner, en escojer los que han de andar i
» conversar contigo.
» Prinzipalmente, debes escojer un
n confesor limpio, puro, incorrupto‘, é de
» mui buena vida i fama, i no ambizioso.
» Huye la opinion de los que se confiesan
n con viziosos , diziendo: que saben me
» jor confesar i conozer los pecados. Cree
» me , tú, á mi, que no lo hazen, sino
» por dezirlos con menos vergüenza.
» ¿Con qué cara te reprehenderá tus vi
» zios, si él sabe serte á ti notorio, q e
» los suyos son mayores?
n La prinzipal parte , de la buena go
» bernazion de tu reino; va en que tú
n seas bueno. La segunda , en que ten
» gas buenos ministros. Por eso , mira
n bien cómo provees ofizios, benefizios, i
» obispados.
» Dize Platon, no ser digno de admi
n nistrazion , sino el que la toma forzado,
* En el impr. : incorcupto.
— 239 —
» i contra su voluntad. Nunca, pues, pro
» veas,tú,de ofizio, benefizio, ni obispado;
n al que te lo demandare: mas, en deman
n dándotelo él por si,ó por terzero: júzgalo
» itenlo por inhábile para ejerzitarlo: por
» que, ó sabe lo que pide, ó no; si no lo
n sabe; no lo mereze: si lo sabe i lo pide;
» yase muestra soberbio, ambizioso i malo.
» No encomiendes cargos de justizia,
» sino á personas incorruptas i buenas; i
n que los acepten rogados.
» No quiere Aristótiles, que el juez
» tenga emolumentos de su olizio, mas
n del salario: porque no hai cosa mas
n perniziosa , que cuando el juez espera
» gananzia, si hai muchos culpados.
n Hagan todos los juezes residenzia, i
n no dejes tú de ocuparte en verla: i al
n buen juez , dále mui buen galardon: i
» al malo, castigalo, con todo rigor. En LV.
» esto, no quiero que admitas clemenzia.
» Tampoco la debes usar con tus criados,
» que no hazen lo que deben: mas cas
» tigarlos con mas rigor que los otros:
» asi, porque estando cabe ti, tienen mas
n obligazion á ser buenos; como, porque
—“2í-0—
l) de su infamia te alcanza á ti, parte.
» A los testigosi acusadores falsos, ha
» rás siempre castigar, por la pena del
n talion.
» En las leyes que hizieres, ten siem
n pre ojo al bien público, i no al tuyo par
» ticular.
» Lo que vieres ser provechoso átus
n súbditos; hazlo: sin esperar que te lo
» rueguen , ni que te lo compren.
» Sei dilijente i resoluto en lo que has
» de hazer: porque ni la obra pierda sa
» zon; ni el benefizio , la grazia.
n Jeneralmente has siempre de tener
"5
5555
-.1 ojo, á ganar antes buena fama, que
riquezas ni señorios: porque esto, hasta
los malos lo alcanzan con dineros; i lo
otro, no; sino los buenos con las vir
tudes.
» Amaiteme á Dios: i Él te vezará
todo lo demás:i te guiará en todo lo
» que debieres hazer.
» Muchos dias ha , que deseaba dezirle
n esto: yo te ruego, que de tal manera, lo
n rezibas i plantes en tu corazon: que
» jamás, mientra vivieres, se te olvide.»
___ a“ _
Diziendo esto: me faltaba ya el aliento
para hablar: i se comenzaban á helar los
pies: de manera, que torné á poner la
cabeza sobre una almohada:i diziendo:
u Hijo, amigosi herntanos míos, yo me
voi: Jesucristo quede con vosotros?» me
sali de la cárzel de aquel cuerpo: i me
voi á gozar de la bien aventuranza, que á
los suyos, tiene Dios aparejada.
MERCURIo. —Deténlo, Caron, no se vaya.
CARoN. — Ojalá se hobiera ido antes ! ¿ Sabes,
qué plazer me ha seido oir aqui la fila
teria que nos ha aqui contado? Cuanto,
que si los otros Prinzipes, fuesen como
este; bien podria yo tener vacaziones.
Mas, con todo eso, me huelgo de una
cosa: que su hijo queda en el reino: por
que, cuasi nunca * se vió un señalado
varon, dejar hijo útil á la república. D’ es
to, te podria dar mill ejemplos. Pero,
mejor seria, que nos dejásemos agora
d’ esto:i comienzes ya tú á contar eso
que me has de dezir.
* u’ Bade volte discende per li rami
l- umana probitade: e questo vuole
Quel che la da, perche da Lui si chiami. n DANTE.
ie
_g¿o_
MERCUmo. — Sea como tu quisieres. Bien te
acordarás, de lo que los dias pasados te
conté, que el Emperador, habia dicho al
rei de armas, del Rei de Francia , cuando
lo desafió en Burgos.
CARoN. — Mira, si me acuerdo!
MERCURIo. —Pues, está atento. Has de saber,
que como el rei de armas francés, referiese
al Embajador del Rei de Francia, que es—
taba aun en España , lo que el Emperador
le habia dicho; el Embajador por escusar
la cobardia, de que su amo habia usado;
en no haber respondido al Emperador,
finjia no acordarse, de lo que le dijo en
Granada: ipor consiguiente, daba á en
tender, ninguna cosa haber escripto d’ello
á su amo: pediendo, que si algo el Empe
rador le queria dezir, se lo enviase por
escripto, i él harian la relazion. I, tanto

era el deseo, que el Emperador tenia de


venir á las manos con un hombre, de
quien tan descaradamente habia sido en
gañado; que fué contento de hazer, lo
que el embajador del rei de Francia le
pedia: i escribióle una carta del tenor
siguiente. '
-243
Carta del Emperador al Embajador
de Francia.
Magnifico embajador. Yo he visto la carta
que me habeis escripto; sobre las palabras
que os dije en Granada: i tambieu he vis
to la copia de vuestra relazion verbal: por
donde conozco bien, que no os quereis
acordar de lo que entonzes os dije , que
hiziésedes saber al rei de Francia vuestro
amo, porque os lo torne á dezir otra vez.
Por cumplir vuestro deseo , lo quiero ha
zer: ies: que, despues de muchas razo
nes, que por ser de poca substanzia no
conviene aqui repetir; yo os dije: «Que el
Rei vuestro amo, habia hecho vilmente i
ruinmente , en no guardarme la fé, que me
dió, por la capitulazion de Madrid. I: que
si él , esto quisiese contradezir, yo, gelo
manternia , de mi persona á la suya.»
Veis aqui, las proprias palabras substan
ziales , que del Bei, vuestro amo, yo os
dije en Granada. I creo, que son aquellas,
que vos tanto deseais saber: porque son
las mismas, que en Madrid , yo dije á vues
tro amo el Bei: «que lo ternia por vil i
—2ízí,‘—
ruin, si no me guardaba la fé, que me
LVI. habia dado. » De manera, que diziéndolas,
le guardo yo mejorlo que le prometi, que él
á mi, lo que me prometió. He voslas queri
do escrebir, firmadas de mi mano; porque,
de hoy mas; ni vos, ni otro, pueda en esto
dubdar. Fecha en Madrid: á XVIII de marzo
de mill é quinientos i veinte i ocho.
CHARLES.

ÜARoN.—A la fé: esa carta, bien pareze de


hombre, que desea mas, hechos, que pa
labras.
MERCURlo.—-Dizes mui gran verdad: mas el
Rei de Francia, por el contrario, queria
mas, palabras, que obras. Todavia: sabido
lo que el Emperador habia dicho á su rei
de armas; é viendo la cosa, venida á tér—
minos, que á ninguna escusa ni achaque
habia quedado lugar; antes que esta carta
le viniese á las manos; estaba mui perple
jo i congojado: por una parte, veia que
no podia, con su honrra , ni sin manifiesta
infamia i deshonrra, dejar de responder
al Emperador: i'respondiendo, desafiarle
de persona á persona: por otra parte, co
.445
nosziendo claramente ser verdad lo que
d’ él, el Emperador habia dicho; temiase
de combatir sobre tan mala é injusta cau
sa: pues, perdiendo el campo, perdia no
solamente la honrra , mas la vida i la
ánima. Considerando , pues , esto; no sa
bia qué hazer, ni á qué parte se tornar. A
la fin , despues de haber muchos dias, en
esto pensado; halló un medio con que , á
su parezer, satisfaria , siquiera,- el vulgo;
i se quitaria de aquel peligro, enviando
un cartel al Emperador, con que disimu
lase, no lo que d’ él habia dicho , pues no
lo podia negar: ó finjiese otra cosa, que
ni el Emperador jamás dijo, ni le pasó por
pensamiento, ni era verisimil que lo hobie
se dicho: pareziendo al Rei, que el Empe
rador se contentaria con negarlo sin mas
insistir en el negozio: i él, en alguna
manera , cumpliria con su honrra , habien
do, como quiera, respondido.
CARoN.—¡Ol], qué bueno, ¡qué astuto conse
jol mira, por vuestra vida: ¿i era tanto
nezio yo, que pensase, haber seido ese ‘
desafío de veras?
* Óeste; pues en el impr. puede ser esse, ó este.
—246—
MnRCmuo. —1, no lo podias ver, en el mismo
cartel del Rei , que ni tiene pies ni cabeza;
no escribiendo , como los que el combate
quieren ejecutar; mas, como los que con
solas palabras se piensan é quieren salvar;
hablando de manera, que no merezcan
respuesta , como sin dubda, no la merezia
este cartel. (?)
-CARoN. —¿Tiéneslo, tú, por dicha? Que yo,
no lo he visto.
MERCUíuo.—Mira , si lo tengo: i aun escripto
en pergamino.
CARoN. —¿ Quiéresmelo leer ?
MERCURlo.—De mui buena voluntad. Mas,
primero, has de saber, que como el rei
de Francia supo , que su rei d’ armas ha
bia , el mes de enero pasado, como te con
té, desafiado al Emperador; hizo una co
sa , que hasta agora, nunca, de Prínzipe
cristiano , fué vista ni oida: que , no con
tento con mandar prender el embajador
del Emperador , que estaba en su Córte; le
mandó tambien tomar todas sus escripto
ras; i lo tuvo mas de cuarenta dias preso:
i , á la fin, cuando supo que el Empera
dor, no queria dejar salir de España los
— 2L7 —
embajadores de Francia, si, á un mismo
tiempo, no le restituyesen el suyo; vien
do, que era forzado á soltarlo; quiso, pri
mero , hazer" un donoso acto: i para él, á
los veinte i ocho de marzo, mandó ayun
tar todos los prelados , caballeros, iemba
jadores que estaban en su Córte; i en su
presenzia , hizo alli venir el embajador
del Emperador, no como embajador, mas
como prisionero: i sin haberlo avisado,
ni aun dicho palabra , del acto que queria
hazer; entre muchas cosas que le dijo,
dándole lizenzia para que se volviese en
España; le rogó mucho, que él mismo lle
vase al Emperador, el cartel de desafío,
que alli tenia fecho: el cual hizo leer pú
blicamente: pensando, con aquello, satis
fazer á su honrra. Dezia , pues , el cartel
d’ esta manera.

Cartel de desafío, del Hai de Francia,


al Emperador. '

Nos, Francisco, por la gracia de Dios, rei


de Francia: Señor de Jénova: etc. A vos,
Cárlos, por la misma gracia , electo Empe
—248—
rador de Romanos: Rei de las Españas: ha
zemos saber: cómo, Nos, siendo avisado,
que, Vos, en algunas respuestas, que habeis
dado á los embajadores i "reyes d’ armas,
que por amor de la paz, os habemos
enviado: queriéndoos, sin razon , escu
sar, nos habeis acusado, diziendo, que
teneis nuestra fé: i que, sobrella, contra
veniendo á nuestra persona; nos, eramos
idos de vuestras manos, i de vuestro po
der, para defender nuestra honrra, que
en tal caso, seria , contra verdad mui
cargada; os habemos querido enviar este
cartel; por el cual, aunque en ningun
LVlI. hombre guardado, pueda haber obligazion
de fé, i que esta escusa nos sea harto sufi
ciente; todavia, queriendo satisfazer á
cada uno, é tan bien á nuestra honrra,
la cual habemos siempre guardado, i guar
darémos, si á Dios plaze, hasta la muerte;
os hazemos saber, que si, vos, nos habeis
querido, ó quereis cargar , no solamente
de nuestra fé i libertad, mas de que haya
mos jamás hecho cosa , que un caballero
amador de su honrra, no debe hazer: os
dezimos, que habeis mentido por la gorja:
—249—
i, que tantas cuantas vezes lo dijerdes,
mentireis: estando deliberado, de defen
der nuestra honrra, hasta la fin de nues
tra vida. I, pues contra verdad, nos habeis
querido cargar; no nos escribais mas:
sino, aseguradnos el campo: i llevaros
hemos las armas: protestando , que si
despues d’ esta declarazion; á otras par
tes, escrebis ó dezis palabras contra nues
tra honrra; que la vergüenza de la dilazion
del combate, será vuestra; pues venido á
él , cesan todas escripturas. Fecha en
nuestra buena villa é ciudad de Paris, á
XXVIII dias de marzo MDXXVII años, antes
de Pascua.
FRANQoIS.

CARÜN.— ¿ Quieres que te confiese verdad,


Mercurio? A la fé: mui mal ordenado me
pareze ese cartel. Mira, qué jentil razon:
habiéndolo el Emperador soltado de su
voluntad, rezibiendo, como me dijiste, los
rehenes; dize, que se habia huido de su
poder! I, allende d’esto: ¡ qué deshones
tidad, usar de aquellas palabras, entre
Prinzipes; mentir por la goria, í men
— 250 —
tireis! ¡ Oh, qué hermosa valentia l ¿I qué
mas dijera un rufian á otro -.7
MERCURIo.— ¡ Cómo ! ¿l, osas tú hablar contra
el rei de Francia ?
CARoN. — No te quiero negar, que yo no lo
quiera mucho mas, que á ese otro. Pero,
á la fin , ni me puede parezer mal lo
bueno: ni bien lo malo.
MnRCmuo.—¡Ó,qué sancta persona! Leido,
pues, el cartel, estaba el Rei tan vana
glorioso, como si fuera ya venzedor del
campo.
CARoN. — Una dubda te quiero preguntar,
Mercnriof ¿ por qué dize el rei de Francia
en ese cartel; que le asegure el Emperador
el campo; i que él llevará las armas ?
MnRCURIo. — Está rezebido en costumbre,
que el desafiador, ha de dar i asegurar el
campo: i el desafiado, traer i escojer las
armas con que ha de combatir: aunque
las Leyes, en arbitrio del desafiado ponen
lo uno i lo otro.
CARoN. — Luego, d’ esa manera, ó el Empe
rador, pues era provocado, habia de es
cojer lo uno i lo otro; ó dar el rei de
Francia el campo, i el Emperador las
— 254 —
armas: i, segun me pareze, ese cartel
dize lo contrario.
MnRCURio.—Dizes verdad: mas, tú no vees,
que el rei de Francia , queria dar á enten
der ser provocado ó desafiado; i el Empe
rador desafiador.
CARoN.-Bien lo entiendo: pero no alcanzo
en qué se pudiese él, para ello, fundar:
pues finjia no saber lo que el Emperador
habia en Granada dicho á su Embajador: i,
aunque lo supiera , é confesara saber; no
se entiende desafiar, aquel que dize la
injuria; mas el que pretende hazer des
dezir al otro della.
MnRCURIo.—I, aun ahi puedes, tú, conos
cer, qué gana tenia de combatir el rei de
Francia; comenzando ya de poner escrú
- pulos i dificultades, en una cosa, tan
clarai averiguada como esta. Leido, pues,
el cartel; quisiera el rei de Francia , que
el Embajador del Emperador le llevára:
mas él se escusó de hazerlo; respondiendo
al Rei, tan prudente i honestamente;
como si muchos dias antes de aquel acto,
estuviera prevenido. Estonzes el Bei le
dijo: que, pues no lo queria llevar; él lo
—252—
enviaria con uno de sus reyes de armas:
para el cual, le rogó; le hubiese un sal
voconducto del Emperador.
CARoN.—¡Cómol ¿Salvoconducto, para el
rei de armas? ¿Quién, nunca tal oyó?
Sé, que los reyes de armas , facultad i li
bertad tienen, para ir libremente por dó
quiera, aun entre bárbaros, cuanto mas
entre cristianos.
MERCURIo. —Dizes verdad, ¿ mas , no sabes,
que piensa el ladron , que todos han su
corazon? Pensaba el rei de Francia, que
yendo su rei de armas, con tan desver
gonzada embajada; el Emperador le man
daria hazer alguna afrenta ; como sin
dubda merezia el que lo enviaba: i por
esto, se quiso primero asegurar: espezial
mente, que siendo, como es el rei de
Francia, prisionero i esclavo del Empera
dor, como él mismo confiesa , por cartas
escriptas i firmadas de su mano; no ha
LVIII . bia de osar desafiar, ni enviar rei de armas
á su señor, sin su espresa lizenzia. De
manera, que no hizo sino mui bien en pe
dir salvoconduto. Mas, tornando á nues
tro propósito: ¿qué has, Caron?
—253—
CARoN.—Cata, cata.
MERCURIo. —Ya lo veo: Obispo pareze en el
hábito: atajémosle el camino, que va mui
apriesa. '
CARoN.-Córre, tú, pues eres mas mozo:
que, á la fé; á mi, dias ha que me nas
cieron canas.
MERCURIo.-Házla acá viene: esperemos: vea
mos lo que dirá.
ÁmMA. —Como conosci que me queriades
hablar, me vine házia vos otros: por eso,
preguntad é dezid lo que quisierdes.
MERcoRIo.-Tu resplandor nos ciega i espan
ta: itu humildad i benigna habla, nos
convida, á que no dejemos de rogarte,
que nos digas , el estado que toviste en el
mundo ; i de qué manera en él te gober
naste‘, pues tanta gloria merezes alcanzar.
ANIMA.—Lo uno, será mui fázil de hazer: i
lo otro, holgaré yo brevemente de contar:
no, por alabarme á mi, mas por divulgar
la manera , como tanto bien he alcanzado,
porque me puedan otros seguir, é alcan
zar lo que yo alcanzo. Habeis de saber,
que yo fui Obispo: i, para tan alto gra
do, i trabajoso lugar, elejido de treinta
— 254 —
años: digo, elejido; porque ni yo jamás
lo pedi, ni aun me pasó por pensamiento
desearlo: conosciéndome tan inhábil , é
insufiziente para ello; que, en ninguna
manera lo osara desear: antes, siéndome
ofrezido , lo rehusé, diziéndoles: que mi
rasen bien lo que hazian: que no se
habian de proveer asi los obispados: que
se acordasen de lo que san Pablo escri
be á Timotheo: de los dones é virtudes
que ha de tener el Obispo , diziendo:
« Oportet episcopum írrepre/zensíbilem esse,
unius uxorís vírum , sobriunz , prudentem,
ornatum, pudícum, lzospitalem, doctorem,
non vinolentum, non percussorem, sed
modestum .‘ non titígiosunc , non cupidum,
sed sum domui bene prwposïtum. n I otra
vez, el mismo san Pablo, á Tito. «Oportet
episcopum sine crimíne esse, sicut Dei dis
pensatorem: non superbum, non iracun
dum, non vinolentunt, non percusorem,
non turpis lucri cupidunz: sed hospitalem,
óenignum, prudentem ‘, sobrium , justum,
sancmm, eontínentem, amplectentem eum,

* No está en la Edicion (le la Vulgata. 1593.


— 255 —
qui secundum doctrinam est, fldelem ser
monem : ut potens sit earhortari in doctrina
sana, et eos , qui contradicunt , arguere.»
Pues, si mirais, vos otros, cuán lejos
estan de mi esas virtudes: i cuán nezesa
rias son á la dignidad i cargo, que me
quereis dar; soi cierto, que no me lo
dareis: espezialmente que, dado que en
mi las hobiese; mi edad, os las debria
hazer tener por sospechosas. Con estas i
otras semejantes razones , me escusaba
cuanto podia, de tomar aquel cargo: nom
brando personas, que (á mi ver) mucho
mejor que yo, pudieran cumplir con un
cargo tan importante: pero, cuánto mas
yo me escusaba de tomarlo; tanta mas
gana venia á todos de importunarme , que
Io tomase. I, á la fin , lo hobe de hazer.
I, no olvidándome , ni disimulando saber
qué era lo que habia tomado á cargo: i
considerado, ser ofizio de reprehensor,
que en él no haya que reprehender; tra
bajé de ordenarme á mi , i á mi casa , de
manera; que ni en mi, ni en mis criados,
hallase ninguno cosa notable que repre
hender. Porque, de otra manera; ¿cómo
—256—
reprehenderé yo al ambizioso , si me veen
andar á mi , procurando de trocar ml
obispado , por otro que rente mas ? ¿Cómo
reprehenderé al avaro; si yo, no menos
prezio el dinero: cuanto mas, andar ham
breando tras él? ¿cómo reprehenderé al
lujurioso; si yo no soy casto: i al sober
bio, si yo no soy humilde: ¡al comilon; si
tengo porDios mi vientre: i al jugador , si
á mi me pasa toda la noche jugando: i al
clérigo cazador, si mi casa está llena de
perros, halcones, i gavilanes? É, final
mente; pareziéndome, que si yo tenia
en mi casa algun vizio , no lo osaria repre
hender en otro : i , cuando bien lo quisiese
hazer, no ternia vigor mi reprehension;
procuré, con mucho cuidado, de ser yo
tal, que osase reprehender los otros; i
toviese mi reprehension auctoridad. Des
pues d’ esto: porque no hasta dar buen
ejemplo, si no se amonesta al pueblo lo que
ha de hazer; trabajaba de enseñar á to
dos, la doctrina cristiana , pura i limpia,
sin mezcla de vanidades ni superstiziones;
i de apartarlos de vizios i pecados: atra
yendo unos con dádivasi halagos; i ar
—_ 257 —
otros, con castigosi amenazas: pero, de
tal manera, que conosciesen no moverme
áello, afizion , ni pasion, ni interese mio
particular; mas solamente el provecho je LIX.
neral. Para esto, tenia mis predicadores,
que me ayudaban: no tomados de por
ahí,.sino mui escojidos: teniendo, no-
menos respecto á su buena vida, que á
sus’ letras: i ellos , por una parte , é yo,
por otra; nunca dejábamos de predicari
trabajar. Mas , porque allende d’ esto; con
venia , i era mui nezesario, quitar los
inconvenientes, isecar las fuentes de don
de manan los vizios, i buscar i plantar
árboles de donde cojan i tomen virtudes;
conosciendo, cuánto corrompen las buenas
costumbres , i sanctos propósitos, las ma
las, suzias, i deshonestas palabras; co
rrompiéndose lo uno, con lo otro; ponia
mucho recaudo, en que no se consentiesen
dezir: mas, que como torpe, é suzio, é
corrompedor de buenas costumbres; des
terrasen de la ciudad al que las dijese.
Espezialmente, usaba mucho rigor contra
una manera de jente infernal, que, de no
che, se anda echando pullas, por las
f7
— 258 —
calles; con mucho daño de las tiernas
donzellas, i de las relijiosas que lo oyen.
Al prinzipio , se me opusieron algunos,
diziendo: no ser aquel delicto digno de
castigo. Estonzes, dije yo. ¿Cómo; cas
tigais, al que con cosas hediondas iufizio
na la ciudad, porque es cosa dañosa á los
cuerpos; i no castigaréis á estos, que con
sus abhominables palabras, esparzen tan
ta ponzoña en las ánimas? Despues d’es
to , considerando , de cuántos males i
errores , son causa muchos libros iescrip
turas; compuestas, ó por hombres simples,
ó por viziosos i maliziosos; teniendo sola
mente respecto al interese suyo particular;
yo mismo, pasé i examiné todos los libros
vulgares. que habia en mi obispado: i, aun
libritos de rezar, ioraziones, que se ven
dian apartadas. l, bien visto todo i comu—
nicado, con personas sábias i virtuosas;
vedé, que no se vendiesen , libros de
cosas profanas é historias linjidas; porque
con aquellos, se iufizionaban los ánimos
de los que leian , i de los que oian; i con
estotros, se pierde el tiempo, sin poderse
dollos sacar fructo. En esto, hobo poco
— 259 —
que hazer, porque la cosa, se estaba de
suyo clara. Mas , en los libros, que tenian
titulo de relijion i castidad; tuve mui gran
trabajo, é incomportables contradiziones:
porque las cosas que con este titulo en
tran; son mui malas de desarraigar; toda
via, insisti tanto en ello, viendo la neze
sidad que d’ esto habia, ila multitud de
engaños que de aqui manaban ; i las
impertinenzias i disparates, que en mu
chos libros á cada paso hallé ; que, al fin,
quité muchas cosas apócriphas; i otras,
que ofuscaban, mas que edificaban los
leyentes. I finalmente , aparté todo aquello,
que parezia ser, en alguna manera, con
trario, no solamente á la fé, mas á la
doctrina cristiana. Allende d’ esto , de libros
i horas de rezar, quité muchas oraziones,
por idiotas é ignorantes, ordenadas mas,
para sus intereses; que por otro respecto;
en que hallaba no poca superstizion, i aun
idolatria tan manifiesta, que apenas podia
leerlas , sin llorar: viendo, á cuánta ce
guedad éramos venidos los cristianos; i á
cuán buen sueño, duermen los perlados
que aquello sufren. En otras oraziones,
_ 9601
quite los titulos, que dezian; unos, «que
el que la dijese, no moriria, en pecado
mortal: » ó, «que le serian perdonados
todos sus pecados: n ó, «que veria á nues
tra Señora, tres dias antes de su muerte : n
ó, «que le diria la hora d’ ella: n hallando,
por mi cuenta, que muchos, fiándose en
estas oraziones, i en otras semejantes de
voziones; ó, por mejor dezir, supersti
ziones; que traen entre las manos; nunca
dejan de pecar: pensando que sus devo
ziones les darán- la gloria: aunque, por
otra parte. perseveran continuamente en
ofender á Dios. Engaño, por cierto, digno
de llorar. Determinando, pues , qué libros
-se habian de leer, i qué devedari dejar;
i, puesto en órden , emeudado i adrezado,
lo que se habia de leer; asi de cosas sa
cras, como profanas; hize impremir de
todo ello , una mui gran multitud de libros,
asi en latin, como en vulgar: é hize tras
ladar el Testamento Nuevo, i otras cosas
latinas, que me parezieron provechosas
para el vulgo: i, cuando lo tove todo im
preso; publiqué por todo mi ohispado la
. órden que en esto se habia dado, rogando
—264—
i mandando á todos , so pena de ser
echados de la Iglesia, que trujesen luego
los libros que tenian, nuevos é viejos, á
mi, ó á mis deputados: i por cada libro
que daban de aquellos corruptos, falsos,
i malos; les daba yo otro, de los buenos i
emendados que habia hecho imprimir sin
consentir, que se les llevase por ellos un LX.
solo dinero. I d’esta manera, no habia
persona que no holgase, i aun tuviese en
mucha grazia, que le trocasen su ruin li
bro por un‘ bueno, sin que le costase
nada. I cuando los tove todos recojidos,
como á malhechores los desterré de todo
mi obispado. I , como de alli adelante, la
jente se empleaba en leer cosas sanctas, i
de puramente buena doctrina; i limpia de
superstizionesi engaños; maravillaros ia
des, con cuánta felizidad, i cuán presto,
florezió en mi obispado, el vivir verdade
ramente cristiano. I, á mi ver, esta fué
una de las mejores obras, que yo en mi
obispado hize. Allende d’ esto, ordené un
colejio, en que cien niños aprendiesen á
vivir como cristianos; i szienzia , para que
* Uno (?).
— 262- —
lo supiesen enseñar á otros: no poniendo
en él personas, por favor, ni por otra
granjería, sino los que, á mi parezer.
hobiesen de salir mas útiles á la repúbli
ca; dándoles los mas insignes maestros,
que en letras i en bondad de vida halla
ba. A estos colejiales proveia yo, de los
benefizios que vacaban, conforme, á la
habilidad ¡letras de cada uno. Procuré,
que sequitasen los vagabundos: espezial
mente los que andaban pidiendo por Dios,
podiendo trabajar. Tove manera , que cada
pueblo mantuviese ordinariamente sus po
bres; no dejándolos andar por las Iglesias,
ni por las calles; i que á los estranjeros
diesen de comer en cada lugar, por tres
dias, ino mas; echándolos al tercero dia
fuera, si no estuviesen notablemente en
íermos. A los frailes mendicantes, hazia
dar mui bien de comer en sus monesterios,
no consintiendo que saliesen d’ ellos , sino
á predicar ó á confesar. A los huérfanos,
viudas , i otros pobres vergonzantes, pro
veia yo de mi casa; preziándome de visi
tarlos, consolándolos, i ayudándolos en
sus nezesidades, cuanto mi renta se podia
_053_
estender. Cada mes visitaba los hospitales-
proveyéndolos de lo que habian menester.
A mis clérigos , tenia tan sujetos i obedien
tes; que- unos por virtud; i otros por
vergüenza ó temor; no osaban hazer lo
que no debian. Pleito sobre Benefizio,
nunca lo consenti. Los otros pleiteantes,
entendia siempre en conzertar; mostrán
doles, aun al venzedor, ser mas la pérdida
que la gananzia. No podia sufrir ni con
sentir enemistades: trabajaba, que todos
viviesen en paz i caridad : andando yo, de
casa en casa, procurándolo. A ninguno
ordenaba de corona, si no tenia Benefizio,
i sufizienzia , para ser clérigo. A los malos
clérigos castigaba con mucho rigor. A los
buenos, abrazaba con mui grande amor.
Yo mismo visitaba todo mi obispado: no
para cohechar, ni llevarlo suyo á ninguno;
mas para darles yo, de lo que Dios me habia
dado que dispensase. Reparé muchas Igle
sias: otras, provei de ornamentos: toman
do de unas, que tenian demasiado; ¡dando
á otras, que tenian falta. Tove siempre mu
cho cuidado de casar huérfanas, i ayudar
á otras personas nezesitadas: no dando
—264 -
lugar, que alguna donzella se perdiese, ni
aun se metiese monja por nezesidad. l si
me faltaban dineros, para esto, no pu
diendo tanto cumplir ‘ mis rentas; no de-
jaba de tomar, de la plata que algunas
Iglesias tenian sobrada: i tambien de las
fábricas: para emplear en una tan buena
obra como esta: porque no se perdiesen
aquellas ánimas, que son verdaderos tem
plos de Dios, i ornamentos con que huel
ga de ser servido.
MERCURIo.—¿I no habia quien murmurase
contra ti, por eso? .
ÁNIMA.—Bien creo que no faltaba: mas,
como mis obras no les daban causa, que
pensasen mal de mi; los buenos lo tenian
por bueno: i los malos no osaban hablar.
MERCURIo. — Por cierto: aunque sancta, tra
bajosa vida tenias.
ÁNIMA. —¿ Cómo trabajosa ? antes, mui des
cansada, en comparazion de la que otros
obispos tienen. Unos, andan en la Córte,
procurando de trocar su obispado, por
otro; no, en que puedan mejor servir á
Dios; mas, en que mayor renta tengan,
* Por suphkrm).
—' 265 —
con que sirvan á si. l: ¡ sabe Dios, cuán
tos trabajos, afrentas i befas, que á cada
hora reziben! Otros, si residen en sus
Iglesias; es con continua discordia que
tienen con sus Cabildos. Otros, juegan lo
suyoi lo ajeno: otros, mantienen caza,
como hombres profanos: i nevando, i llo—
viendo; se andan un dia entero, por cazar
una pobre perdiz. Otros, andan tan sin
vergüenza, entremetidos en mujeres; co
mo si, ni fuesen obispos, ni cristianos. I,
allende del trabajo, que para mantener
estos vizios, los cuitados pasan: que, á la
verdad, es mucho mas i mayor, que el
que yo tenia: ¿quién no sabe, cuánta hiel
¡amargura les viene mezclado con aque
llos deleites, acordándose, que por una
parte ofenden á Dios; no haziéndo lo que
son obligados; i haziendo, lo que en nin LX] .
guna manera debrian hazer; i, por otra,
adquieren una grande infamia en este
mundo? ¿ No os pareze , que rezebia yo,
mas verdadero deleite en mejorar las cos
tumbres de mi obispado, que los otros, en
trocar los suyos, por otros mas ricos ?¿ No
os pareze, que me holgaba yo mas, en
— 266 —
vivir en paz con mi Cabildo; que los otros,
en andar á puñadas con él? ¿ No os pa
reze, que holgaba yo mas en gastar mi
hazienda con pobres i nezesitados; que
aquellos, en jugarla, i comerla, igastarla
con chocarreros, i desperdiziarla? ¿ No os
pareze, que era mui mayor gozo el que
yo tomaba en ganar una ánima; que el de
aquellos, en matar una perdiz ? Pues, si
añadimos á esto, el desasosiego, con que
de continuo, muriendo, viven; i viviendo,
temen la muerte: i por otra parte, el ale
gría i contentamiento, con que yo, de
seando dejar aquel cuerpo, vivia; clara
mente conoscereis la ventaja, que aun allá
en el mundo les tenia.
MERCURIo. —‘D’ esos tales me maiavillo yo,
con qué cara osan pedir obispados, para
usar tan mal d’ ellos: i, aun mucho mas
de los que se los dan.
CARoN.— Yo te diré, Mercurio. Los que los
piden, ó son idiotas, ó letrados: si idio
tas; no saben lo que se piden: si letrados;
creime ‘, tú, que no creen firmemente lo
que leen. Pues, los que se los dan; de la
* Por créeme.
—267—
misma manera: ó ellos no saben ni les
dizen lo que dan; ó, si lo saben i se lo
dizen; no sienten bien de la relijion en
que viven. Si no: dezidnos , vos, si es asi
verdad?
ANIMA. - Allá se lo hayan: que yo, no me
entremeto en juzgar vidas ajenas: ni puedo
aqui mas parar.
CARÜN."— Di, Mercurio, ¿cuántos Perlados
como este, hallaste entre cristianos?
MnRCURIo.- ¿ Cuántos, me preguntas? Digote
que anduve toda la cristiandad; i ni aun
este pude hallar. Mas: mira, si quieres
que tornemos á nuestra plática.
CARoN. - Mas quiero eso.
MERCURIo.— Cuando el rei de Francia hobo
leido ó publicado su cartel: aunque dijo,
quererlo luego enviar al Emperador; toda
via lo dilató muchos dias: pareziéndole ya,
que en alguna manera habia cumplido con
el vulgo: i que, hecho aquello; lo mejor
era dilatar cuanto pudiese la conclusion;
en que no podia dejar de perder la vida i
la honrra; ó, á lo menos, la honrra sola,
no queriendo venir al combate.
CARon-Como cuerdo. Pésale al tabernero,
— 268
cuando le horadan el cuero; ¿i, no se guar
dará un Rei, que -no le rompan la jielleja?
MnRCURIo.-Aosadas; cual tu, tales son tus
razones. A la fin de pura vergüenza fué
forzado á enviar un rei de armas con su
cartel. É, como el Emperador fué avisado
de su venida; porque no se detuviese
sperando el salvo-conducto, ó no lo tomase
por achaque para volverse; le envió, á
tres partes de la frontera de Francia, tres
salvo-conductos: i mandó á sus capitanes,
i gobernadores de las fronteras , que vi
niendo, le hiziesen mui buen tratamiento,
i lo enviasen acompañado hasta su Córte,
porque ningun enojo le fuese fecho: de
manera, que los salvo-conductos del Em
perador, llegaron á la frontera, antes que
el reí de armas del Rei de Francia. A la
fin, él entró en España , i llegó á la Córte
del Emperador, que á la sazon estaba en
Monzon, á siete dias del mes de junio’;
donde fué mui bien rezebido. I el dia si
guiente, el Emperador le dió audienzia
pública, en presenzia de muchos grandes
i prelados.
* 1528.
—269 —
CARON. — ¿ Viste , tú , aquel acto?
MERCURIo. - Mira si Io vi. Estaba el Empe
rador en su estrado imperial: i á sus
lados, todos aquellos señores que lo acom
pañaban. En "esto, llegó el rei de armas,
vestida su cota , con las armas del rei de
Francia; ifechas cinco reverenzias has
ta el suelo, se hincó de rodillas ante el
Emperador; suplicándole le diese lizen
zia para usar de su ofizio; i despues,
facultad, para que libre i seguramente pu- '
diese volver al Rei su amo. El Emperador
se la dió, mui liberalmente; diziéíidole,
que cuanto á lo demas, él lo haria mui
. bien tratar. Estonzes el rei de armas se
levantó en pié: i queriendo presentar su
cartel, dijo: Cómo el Rei su amo, avisado de
las palabras, que contra su honrra , el Em
perador habia dicho; i queriendo cumplir
con loque debia iera obligadmánodejarse
injustamente injuriar ; le enviaba aquel
cartel, firmado de su nombre , por el cual
veria, cuán enteramente satisfazia á todo
‘ aquello de que era acusado. El Emperador
le preguntó: ¿si le era mandado, que él mis
mo leyese aquel cartel ? El rei d’armas, res
— 270 —
pondió que no: pidiendo licenzia para irse.
CARoN.—Como nezio. Mira, quién viene con tal
embajada, que no se deseaverlibre d’ella.
Mmtcmuo. -El Emperador tomó el cartel,
LXII. diziendo: que él lo veria, i responderia de
manera, que su honrra seria bien guar
dada : lo que al rei de Francia seria quasi
imposible hazer.
CARoN. — Ni aun él se queria poner en esos
trabajos, de cumplir con su honrra.
MERCURIo.—Luego, el canziller del Empe
rador hizo una protestazion, diziendo:
que su Majestad , po.r cosa que en aquella
materia hiziese; no entendia perjudicar, á
lo que, por la capitulazion de Madrid , de
derecho le perteneze.
CARoN. — ¿ A qué propósito son estas protes
taziones; pues, á la fin , el mas fuerte lo
ha de llevar? Como si las cosas, entre
los Prínzipes, se ordenasen ó hiziesen por
las leyes, i no por las armas.
MERCURIo.— Dizes mui gran verdad: mas,
quien con franceses trata, lo uno i lo otro
ha menester. Hecha la protestazion, el
Emperador, enderezando sus palabras al
rei d’ armas, habló en esta guisa . «Rei
— 274 —
n d’armas, aunque por muchas causas i
n razones, el Rei vuestro amo, debe ser
» tenido, ies, inhábil, para un acto como
n este, contra cualquier hombre, cuanto
» mas, contra mi; todavia, por el deseo
» que yo tengo, de averiguar por mi per
» sona estas diferenzias, evitando mayor
n derramamiento de sangre cristiana; con
» siento que el Rei vuestro amo haga
n este acto: i, desde agora lo habilito
n solamente para él..... »
CARoN. — Gana tenia ese Prínzipe de venir á
las manos. Aosadas , que nunca el Rei de
Francia, lo habilitara á él para ese efecto.
MERCURIo.— Hecho esto, el rei d’ armas dijo:
que, si por respuesta, el Emperador le
queria dar seguridad del campo; él la lle
varia: donde no; que suplicaba á su Ma
jestad, no le mandase llevar otra respues
' ta. El Emperador le dijo: que él queria
responder, ¡enviar con la respuesta uno
de sus reyes d’ armas: i pues él para
España, habia pedido salvoconducto; que
procurase de enviar tambien salvocon
ducto de su Rei, para el rei d’armas, que
él en Francia enviaria. I, diziendo el rei
— 272 — .
d’armas , que en ello no habria falta; se
despidió. Luego el Emperador, mandó leer
el cartel del rei de Francia , en alto, para
que lo pudiesen todos entender: i fué
leido.
CARoN. - ¿Por qué no me dizes, siquiera, lo
que contenia ?
MERCURIo.—¿Ya no te lo lei, palabra por
palabra ?
CARoN.— Ya, ya: el que leiste denantes
debe ser ? '
MERCURIo. - Ese mesmo.
CARoN. - ¿No se rieron todos, de oir tan
crueles badajadas ?
MERCURIo.— Habiánse de reir en presenzia
de su Prínzipe ?
CARoN. —Cuanto yo; aunque estuvieran pre
sentes cincuenta Plutones, i otros tantos
'Vulcanos, bien sé que no me pudiera te
ner de risa, oyendo tales disparates. '
MERCURIo. —No son todos como tú. Leido,
pues , el cartel ; vieras al Emperador ha
zer una habla, con tanta gravedad, huma
nidad y bondad; q ue quedáras enamorado
de sus dulzes é cristianas razones.
CARoN. — ¿Qué dezia?
—273—
MERCURIo. —Contóles alli, brevemente, lo
mucho que por el rei de Francia habia
fccho: i las malas obras , que en lugar de
agradezimiento, d’ él habia rezebido: i
que habiendo ya tentado todos los medios
que le habian sido posibles , para vivir con
él en paz; é no habiéndola podido alcan
zar; le parezia ya, no quedar por hazer,
sino que ellos dos, por sus personas , de
terminasen estas diferenzias. l, que por
su parte, él estaba determinado á poner
su vida al tablero, por redimir i rescatar,
con derramar su propria sangre, los ma
les i daños, que padeze la cristiandad ‘.
CARoN. —¿D’ esas palabras, me habia yo de
enamorar, Mercurio? ¿Dónde tienes tu seso?
MERCURIo.—¿No dijiste, que ni te puede de
jar de parezer mal , lo malo; ni bien, lo
bueno -.7 Pues, ¿qué palabras pudieran ser
en el mundo, mejores ni mas sanctas, que
estas ?
CARoN. —Sean , cuan buenas i cuan sanctas
tú quisieres: que, á la fin, mui dañosas son
para mi.
MsRCURIo. —Despues d’ esto, concluyó di
" El impr. cristiandad.
n:
—’27í—
ziendo: que pues la cosa era venida á los
términos que veian; i él , no era de aque
llos, que por su sola cabeza se quieren
gobernar; cada uno, por su parte, pen
sase bien en ello; ile dijese libre i fiel
mente , lo que en este caso debiese hazer.
Todos loaron la buena isancta intenzion
de su Majestad; ofreziéndole, no solamente
consejo; mas de poner sus vidas, como
buenos i- leales vasallos, por la suya.
(Jimera—No me pareze bien, que asi públi
camente , pidiese el Emperador para esto
consejo: mostrando, que no sabia lo que
debia hazer.
MERCURlo.—EstáS engañado. Antes se debe
tener por mui gran virtud, cuando el
Prinzipe pide i guia sus cosas, por consejo
i parezer de los suyos: i, por mui gran
falta i tacha , cuando solamente se rije i
gobierna por el suyo; sin escuchar ni creer
á los que estan cabe él. Bien es verdad,
que debe mucho mirar, á quién pide, i de
quién toma consejo.
CARoN. — ¿ No miras, Mercurio, qué priesa
lleva aquella ánima ? Pareze haberse esca
pado de manos del lobo.
—— 27" —
MnRCURIo. —Vamos allá.
ÁNIMA. —Vos otros, ¿qué me quereis?
MERCURIo. —Que nos digas quién eres.
ÁNIMA. — Me detendria con vos otros.
lllnRCURIo. —Dinoslo , siquiera, por amor de LXlll.
Jesu-Christo.
ÁNIMA.—Con ese conjuro, alcanzaréis vos
otros de mi lo que quisierdes. Hermanos:
pues lo quereis saber; yo, en mi moze
dad , me puse , no solamente á deprender,
mas tambieu á esperimentar, la doctrina
cristiana : pareziéndome aquel solo, ser el
verdadero camino: i todo lo otro, vanidad.
I, como mi intenzion era buena , i mi
estudiar era siempre mezclado con ora
zion; pidiendo á Dios continuamente su
grazia, no fiando en mi injenio, ni fuerzas
proprias; - hizoseme tan clara la sagrada
Escriptura; é yo me di tan de veras á ella;
que , en poco tiempo, se hallaban ante mi,
confundidos muchos theólogos, que toda
su vida , estudiando en sus inútiles sutile
zas , habian gastado. l, por no ser casti
gado, como aquel siervo que escondió el
talento dc su Señor; conosciendo, cuán
* N. B.
—2’76—
abundantemente habia Dios con migo re
partido su grazia; no quise haberla reze
bido en vano: mas , al prinzipio, entre
amigos, en particular, i despues, por los
púlpitos; comenzé á publicar i sembrar, lo
que Dios me habia dado: conesciendo ser
su voluntad, que asi le sirviésemos los
hombres en la tierra, como- es servido de
los ánjeles en el cielo; esta era mi mui fir
me ‘ intenzion; iá este fin enderezaba yo to
das mis palabras i obras; no curándome de
que mis sermones fuesen mui altos, ni mui
elegantes, con que fuesen cristianos: ni,
dándoseme nada que me dijesen idiota; i,
mis sermones, no ser de letrado; con que
conosciesen ser de cristiano. Sobre todo,
procuraba siempre, de conformar mis obras
con mis palabras: teniendo por cosa mui
fea , hallarme yo culpado , en aquello, que
en los otros reprehendia. É, conosciendo,
cuán poco fruto haze el predicador vizioso,
aunque sus palabras sean las mejores del
mundo; i cuánta fuerza tiene la doctrina,
del que libremente , i sin respecto puede
hablar, como hombre en quien ningun
* El impr. firma.
—277—
vizio puede ser notado: antes que me pu
siese en el púlpito , rogaba con mucho
fervor i devozion á Dios , que inspirase en
mi su grazia; para que de mis palabras se
seguiese á Él mucho servizio, i provecho
á su pueblo: rogándole tan bien, que no
me dejase hablar á mi , mas que su Spi
ritu hablase por mi boca. Subido, pues,
en el púlpito; ni me acordaba de mi , ni
pensaba en otra cosa : sino inflamado i ar
diendo en fuego de caridad i amor de
Dios. i de aquellos mis prójimos; dezia
aq ueuo, que ‘ mas me parezia poderlesapro
vechar.
MERCURIo. - ¿ Cómo ordenabas tus sermones?
ÁNIMA.—Al prinzipio, antes que comenzase
á hablar; amonestaba i rogaba á todos,
que hincadas las rodillas en el suelo, i le
vantados los espiritus á Dios; le pidiesen
grazia , para que sus ánimas se convertie
sen i edificasen, con lo que alli habian de
oir; i los vizios i malas inclinaziones se
desterrasen de manera , que saliesen de
alli nuevos hombres.
MERcmuo, — Sé que la grazia, á la Virjen Ma
‘ El impr. che.
— 278 —
ría se suele pedir al prinzipio del sermon,
que no á Dios.
ÁNIMA. —Tan bien, algunas vezes, hazia yo,
que llamasen á ella por interzesora: mas,
que prinzipalmentc la pidiesen á Dios, pues
Él solo puede darla.
MnRCUiuo. —¿ No les hazias dezir el Ave Ma
ría, como los otros predicadores suelen
hazer ?
ÁNIMA. —Pocas vezes.
MERCURIo. —¿ Por qué ?
ÁNIm.—Porque mucho mas se edifica el
ánima, cuando ella mesma se levanta, á
suplicar una cosa á Dios , de que conosce
tener nezesidad ; que no , cuando le dizen
palabras, que las mas vezes, el mesmo
que las dize no las entiende. I mucho mas
alcanza de Dios una ánima con sospiros i
sanctos deseos, que no la boca con mu
chas palabras: estando, como no pocas
vezes está, el ánima en la plaza, i aun en
lugares mas profanos.
MERCURIo. — Luego, ¿ tú no tenias por buena
la orazion vocal?
ÁNIMA.—AnlBS la tenia por mui sancta i ne
zesaria: mas tan bien tenia por mui mejor
—279—
la mental: porque hallaba muchas vezes
en la sagrada Escriptura , reprehendidos,
los que oraban con la boca, teniendo el
corazon apartado de Dios : i hallaba en la
doctrina cristiana , que los verdaderos
adoradores , adoraban al Padre, en spiri
tu i en verdad: porque como Dios sea
spiritu; quiere ser_ con el spiritu ado
rado.
MnRCURro.— ¿Pedida la grazia, qué les dezias?
ÁNIMA.—sl el Evanjelio era pequeño, i la
Epistola no grande ; dividia mi sermon en
tres partes: en la primera, declaraba la
Epistola, ien la segunda, el Evanjelio; no
curándome de tractar alli subtilezas , ni de
mover dificultades : mas solamente,decla
rando el sentido literal; i alguna cosa , que
manifestase la grandeza i bondad de Dios.
con que arrebatase en su amor las ánimas
de los oyentes. Si la Epistola ó el Evanjelio
era mui largo; tomaba, para declarar lo
uno, ó lo otro ; los lugares donde me pa— LXIV.
rezia haber mas doctrina: i de las dos
partes hazia una.
MnRCURIo. - ¿No tomabas tema para tu ser
mon ?
— 280 -
ÁNIMA. —Ni en mis sermones, ni en otra
cosa, queria tener tema con nadie.
MnRCURIo. —No digo eso: sino, cuando predi
cabas, si tomabas un tema, en que fun
dabas tu sermon?
ÁN¡MA.'— Bien te entiendo,- i, por eso, te
digo que no: dejando eso,- para los temo
sos, ó curiosos, que por traer todo lo que
dizen al propósito del tema, que al prin
zipio tomaron; aunque sea por fuerza , i de
los cabellos estirado; se andan buscando
ro,leos , con que pierden tiempo, ¡ningun
fructo ganan. La terzera parte, gastaba en
amonestar i reprehender: mas esto hazia
yo de manera, que pudiesen todos conos
cer, no moverme á ello, ambizion, pasion,
ni afizion; mas solamente el bien univer
sal. Lo primero, yo me informaba mui
bien, de la calidad de aquella jente á
quien predicaba, i de su manera de vivir.
lsi hallaba andar entrellos algunas su
perstiziones, ó nezedades, en las cosas de
la fé i doctrina cristiana; procuraba, ante
todas cosas, de remediarlas i desarraigar
las, conosciendo cuánta, pestilenzia traen
cosas semejantes en los ánimos de los
—28’l —
simples: ien esto, procuré siempre de
dezir la verdad pura i limpia, sin tener
temor ni respecto á nadie. I sabe Dios los
trabajos, peligros i persecuziones, que
yo, á esta causa, pasé: mas, todo lo su
fria alegremente , por amor de Aquel, que
por mi, habia padezido mucho mas. Des
pues d’ esto, me informaba mui particular
mente, de los vizios, que prinzipalmente
alli reinaban: i aquello reprehendia yo.
no de manera, que espantase á los vizio
sos, para que no viniesen mas á mi sermon;
mas, con tanto amor i dulzor, que los
convidaba á venir otras vezes: é, á los
que prinzipalmente veia notados de algun
vizio señalado; yo mismo iba á sus casas,
á predicarles i amonestarles, que se apar
tasen d’ ellos: i no solamente abliominaha
iafeaba los vizios, para que los dejasen;
mas, por otra parte, loaba i hermoseaba
las virtudes; para que, en lugar d’ ellos,
las encajasen. Nunca reprehendia cosa,
sino en su tiempo i lugar: pareziéndome
mui mal, lo que muchos predicadores
hazen, reprehendiendo los viziosos ab
sentes; i halagando, i aun á las vezes
—282 —
manteniendo, los jiresentes. A los Prin
zipes , Perlados , i Justizias, holgaba mas,
de reprehender en sus casas en secreto;
que desde los púlpitos en público: porque
el vulgo no les perdiese la reverenzia,
.obedienzia, i acatamiento, que les debe
tener: de que conoscia seguirse muchos i
mui grandes inconvenientes. Pero, cuando
los veia obstinados, i que por sus par
ticulares intereses, pasiones ó afiziones;
dejaban de hazer lo que debian i eran
obligados; no dejaba yo de reprehen
derlos, i afear públicamente lo que hazian;
é mostrarles lo que debian hazer: porque,
de vergüenza, viniesen á hazer, lo que no
querian de grado: acordándome, que san
Pablo, bien osó en público reprehender á
sanct Pedro, como él mismo escribe á los
Gálathas.
MERcURIo. — Andándote d’ esa manera, á de
zir verdades; no te faltarian persecuziones.
ÁNIMA.—- Hasta la muerte nunca me fal
taron: mas todo el mal que ellos me
procuraban hazer; era todo el bien, que
yo deseaba alcanzar.
MnRCURIo. — ¿. Cómo es posible ?
—283—
ÁNIMA. —¿ Qué mayor bien podia yo desear,
que padezer afliziones , por amor de Jesu
Cristo; i qué mayor gloria , que morir,
por mantener i manifestar su verdad P
MERCURIo. — ¿I la infamia ?
ÁNIMA.—Infamia es vivir mal, i en ofensa
de Dios: i, mui buena fama, la del que
por su servizio muere; aunque, por los
del mundo, sea menos preziado.
MERCURIo. — ¿ I tu cuerpo -.7
ÁNIMA. - Mi cuerpo era tierra: i me haze
mui poco al caso, que, ó en la sepoltura,
ó en otra parte, se convierta en tierra:
pues, asi como asi, resuzitará en el Juizio,
entero.
Mímcmuo. — ¿No te duele, que aquella
carne, en cuya compañia tantos años vi
visle, sea maltratada?
ÁNIMA.— Los que en tal manera se confede
raron con su carne, que ninguna cosa le
negaban, de las que ella queria; procuran
de regalarla aun despues de muertos: mas
yo, que tenia continua guerra con ella; no
solamente no queria regalarle); mas me
vengo, i huelgo, de que aquella mi ene
miga, sea mui maltratada.
—284—
MsRCmuo.-¿I la infamia de tus parientes?
ÁNIMA.-— Cuanto mas mis parientes fueren
abatidos, i menos preziados del mundo;
tanto seran mas sublimados por Dios; si,
como yo lo tomo, lo quisieren tomar ellos.
MERCURIo. -— ¿I tus bienes ?
ÁNIMA.—Mis bienes tenia yo, para servir
con ellos á Dios: i, pues son suyos, Él
disporná d’ ellos lo que mas fuere ser
vido.
LXV . MnRCURIo. — ¿De manera, que tú te partes
mui contenta de aquel mundo? .
ÁNIMA. — ¿Sabes, qué tan contenta ? que
me venia huyendo con la priesa que vistes: -
porque no me tornasen á llamar. Ya, yo
he hecho lo que me rogastes: tambien os
ruego yo, que no me detengais mas.
MERCURIo. — ¿Qué me miras, Caron ?
CARoN. —Estoi tan atónito de oir lo que esta
Ánima nos ha contado; que no puedo
acabar de tornar en mi. Cuanto, que si
muchos tales como este, se levantan entre
cristianos; bien me podrán dar á mi cient
azotes por vagabundo.
MERCURIo.—No cures: que por muchos que
haya, se hallan siempre muchos mas,
—285—
que los persiguen i espantan, de suerte
que no se osan mostrar.
CARoN. — No te entiendo, Mercurio.
MnRCURIo.- Hai , entre cristianos , un jénero
de jente, que tiene usurpado el nombre
de perfizionisanctidad: iestan, muchos de
ellos, tan lejos de lo uno i de lo otro,
como nos otros, de subir al cielo. I, como
estos veen, que alguno, con obras ó con
palabras , comienza á mostrar cn qué
consiste la perfezion cristiana, i la relijion
i sanctidad , que los cristianos deben tener;
luego , aquellos, como lobos, se levantan
contra él, i lo persiguen; interpretándole
mal sus palabras; ilevantándole, que dijo
lo que nunca pensó; lo acusan, i procu
. ran de condemnar por hereje. De manera,
que apenas hai hombre, que ose hablar
ni vivir, como verdadero cristiano.
CARoN. — ¡O , qué buenos amigos: ojalá
pudiese yo hazer algo por esosl ¿Dime,
¿en qué los conosceré ?
MnRCmuo. —Traen tantos i tan diversos há
bitos, que no te podria dar regla cierta:
todavia, si me lo pagas, dezirtelo he, mas
al oido.
—286—
CARoN.— ¿ Por qué no lo dirás alto?
MERCURIo. - Tengo miedo, que me levanten
á mi , que rabio.
CARoN. — Dilo , pues, como quisierdes.
MERCURIo. — Llégate acá.
CARoN. — Ha: ha: hé! Yo jurára que eran
esos. Déjame con ellos: i tornemos á
nuestro propósito.
MERCURIo. — Habido, pues, por el Empera
dor, el parezer de los de su consejo,i
de los Grandesi Perlados de sus reinos;
respondió al rei de Francia, por un cartel,
no menos prudente que animoso.
CARoN. — ¿Tiéneslo, por dicha?
MnRCURIo.— Mira si lo tengo: i aun escripto
en pergamino.
CARoN. — ¿ Querrásmelo leer?
MERCURIo.— Antes te ruego yo, que lo oigas.
CARoN.— Comienza, pues, por tu vida , aun
que sea largo.
MERCURIo.— No pudo ser mas corto: porque
va resumiendo lo que dize el otro: por
eso, has de estar mui atento.
CARoN.—— Vesme aquí patitendido.
—287—
MERCURIo.— — Cartel del Emperador al Bei
de Francia.

CÁRLOS, PoR LA DIVINA CrnunNzIA. E. Em


perador de Romanos: Bei de Alemaña, i
de las Españas: etc. — Hago saber, á vos,
Francisco , por la grazia de Dios, Rei de
Francia: que, á ocho dias d’ este mes de
junio, por Guiena, vuestro rei—de—armas,
rezebi vuestro cartel fecho á XXVIII de
marzo: el cual, de mas lejos que hai de
Paris aqui, pudiera ser venido mas presto:
i conforme á lo que , de mi parte , fué
dicho á vuestro rei—de—armas, os res
pondo. A lo que dezis, que en algunas
respuestas, por mi dadas, á los embaja
dores i reyes—de—armas, que por bien de
la paz me habeis enviado, queriéndome
yo sin causa escusar , os haya, á vos,
acusado; yo no he visto otro rei‘de armas
vuestro, que el que me vino en Burgos á
intimar la guerra. É, cuanto á mi, no os
habiendo en cosa alguna errado ; ninguna
nezesidad tengo de escusarme: mas, á vos,
vuestra falta es la que os acusa. I, álo que
dezis, tener yo vuestra fé, dezis verdad:
—288—
entendiendo , por la que me distes, por la
capitulazion de Madrid: como pareze por
escripturas firmadas de vuestra mano, de
volver á mi poder, como mi prisionero de
buena guerra, en caso que no cumpliese
des, lo que por la dicha capitulazion me
habiades prometido. Mas, haber yo dicho,
como dezis en Vuestro cartel, que estan
do , vos, sobre vuestra fé, contra vuestra
promesa, os érades ido i salido, de mis
manos i de mi poder; palabras son, que
nunca yo dije; pues jamás yo pretendi
tener vuestra fé, de no iros, sino de vol
ver en la forma capitulada. I si, vos, esto
hiziérades; ni faltárades á vuestros hijos;
ni á lo que debeis á vuestra honrra. I, á
lo que dezis, que para defender vuestra
honrra , que, en tal caso, seria , contra
verdad, mui cargada; habeis querido en
viar vuestro cartel, por el cual dezis,
que aunque en ningun hombre guardado
puede haber obligazion de fé; i que esta,
os sea escusa harto sufiziente; no obstante
esto; queriendo satisfazer á cada uno, i
tambien á vuestra honrra, que , dezis,
quereis guardar, iguardaréis, si á Dios
—2s9—
plaze, hasta la muerte; me hazeis saber:
que si os he querido, ó quiero cargar , no
solamente de vuestra fé ó libertad; mas,
aun de haber jamás hecho cosa, que un
caballero, amador de su honrra, no deba
hazer; dezis: que he mentido: i, que
cuantas vezes lo dijere, mentiré: seyendo
deliberado, defender vuestra honrra, hasta LXVl .
la fin de vuestra vida. A esto, os respon
do: que mirada la forma de la capitula
zion; vuestra escusa , de ser guardado, no
puede haber lugar. Mas, pues tan poca
estima hazeis de vuestra honrra; no me
maravillo, que negueis, ser obligado á
cumplir vuestra promesa. I, vuestras pa
labras, no satisfazen por vuestra honrra:
porque yo he dicho,i diré sin mentir;
que, vos, habeis fecho ruinmente, i vil
mente, en no guardarme la fé que me distes,
conforme á la capitulazion de Madrid. I, di
ziendo esto; no os culpo de cosas secretas
ni imposibles de probar: pues pareze por
escripturas de vuestra mano firmadas: las
cuales, vos, no podeis escusar ni negar.
I, si quisierdes afirmar lo contrario; pues
ya os tengo yo habilitado solamente para
19
— 290 —
este combate; digo: que, por bien dela
cristiandad, i por evitar efusion de sangue,
i poner fin á esta guerra; i por defender
mi justa demanda; manterné, de mi per
sona á la vuestra , ser, lo que he dicho,
verdad. Mas, no quiero usar, con vos, de
las palabras que vos usais: pues, vuestras
obras, sin quo yo, ni otro, lo diga , son,
.las que os desmienten : i tambien, porque
cada uno , puede desde lejos, usar de ta
les palabras , mas seguramente , que des
de cerca. A lo que dezis : que ,pues contra ,
verdad, os he querido cargar; de aqui
adelante , no os escriba cosa alguna, mas,
que asegure el campo , i, vos, traereis las
armas; conviene, que hayais pazienzia de
que se digan vuestras obras, é que yo os
escriba esta respuesta; por la cual, digo:
que acepto, el dar del campo; é soy conten
to de asegurároslo , por mi parte, por to
dos los medios razonables, que para ello
se podrán hallar. I, á este efecto, ipor
mas prompto é expediente; desde agora os
nombro el lugar ¿para el dicho combate:
sobre el rio que pasa entre Fuente-rabia
i Andaya, en la parte ,ide la manera, que
—29|—
de comun consentimiento será ordenado,
por mas seguro iconveniente: ime pareze,
que de razon, no lo podeis en alguna
manera rehusar: ni dezir, no ser harto
seguro; pues en él fuistes, vos, soltado;
dando vuestros hijos por rehenes; i vuestra
fé de volver, como dicho es: i tambieu,
visto. que pues en el mismo rio, fiastes
vuestra persona, i las de vuestros hijos;
podeis bien fiar agora la vuestra sola: pues
porné yo tambieu la mia. l se hallarán
medios para que no obstante el sitio del
lugar; ninguna ventaja tenga mas el uno,
que el otro. I para este efecto; i para con
zertar la eleczion de las armas , que pre
tendo yo , pertenezerme á mi , i no á vos;
i porque en la conclusion no hayan lon
guerias ni dilaziones; podremos enviar
jentiles hombres, de entramas partes, al
dicho lugar , con poder bastante para
platicar i conzertar, asi la igual seguridad
del campo; como la elezion de las armas,
el dia del combate; i la resta que tocará á
este efecto. I si dentro de cuarenta dias,
despues de la presentazion d’ esta; n.o me
respondeis , ni avisais , de vuestra inten—'
_G)9g_
zion; bien se podrá ver, que la dilazion
del combate será vuestra : que os será
imputado, iayuntado, con la falta de no
haber cumplido lo que prometistes en Ma
drid. I, cuanto á lo que protestais: que,
si despues de vuestra declarazion ; en otras
partes yo digo, ó escribo, palabras contra
vuestra honrra, que la vergüenza de la
dilazion del combate será mia; pues que
venidos á él , cesan todas escripturas;
vuestra protestazion seria bien escusada,
pues no me podeis , vos , vedar, que yo no
diga verdad, aunque os pese. É tambien
soi seguro , que no podré yo , rezebir ver
güenza, de la dilazion del combate: pues,
puede todo el mundo conoscer, el afizion,
que de ver la fin d’él, tengo. Fecha en
Monzon, en mi reino de Aragon: á veinte
i cuatro dias del mes de junio, de mill i
quinientos, ¡"veinte i ocho años.

ÜHARLES.»

CARoN. —- A la fé , Mercurio: el que ese car


tel escribió, mas queria, que palabras.
MERCURIo. —‘ Dizes la verdad : iaun si bien lo
__093_
has ponderado, con no menos prudenzia,
que ánimo , lo escribió.
CARoN. — A la fé, no habia yo menester, esos
ánimos, ni esas prudenzias.
MERCUR1o.—Calla , Caron : ¿ no miras con
cuánta gravedad, sube esta ánima ? Sepa
mos quién es.
CARoN. —Pregúntaselo, tú, si quisieres.
MERCURIo.—DinoS, Anima bien aventurada,
¿qué estado tuviste en el mundo ?
ÁNIMA. — Fuí Cardenal.
MnRCmuo. -¿ Cardenal? ¡Qué me dizes!
ÁNIMA. - Asi pasa.
MERCURIo. -Dinos, pues, por caridad: ¿có
mo alcanzaste aquella dignidad , que se da
pocas vezes por amor de Dios; i cómo te
gobernaste en ella ?
ÁNIMA.—Corísiderando yo, cuán perdida
estaba la cristiandad, i cuánta nezesidad
tenia, en muchas cosas, de reformazion:
deseoso de entender en una tan sancta, i
tan nezesaria obra: i viendo, que el mas
conveniente lugar para ello; era estar cabe
el summo Pontifize; deseaba hallar medio
para ser Cardenal : i sabido, que no se LXVII.
alcanzaba aquella dignidad, sino ó por di
_294_
neros ó por manos *, ó por favor de
Prinzipes , ó por luengo servizio, tomé por
mejor partido, comprarla: i, de verdad,
me costó mas de veintei cinco mill duca
dos: i, aun yo os prometo, que ante de
veinte dias me hallé bien arrepentido.
MERCURIo. — ¿Por qué ?
ÁNIMA. oComo comenzé á entrar en consis
torio; é vl las cosas que alli se tractaban; i
los reveses i contradiziones-que hallaba, en
lo que, por el bien público, yo proponia; ha
lléme tan turbado; que no sabia disponer
de mi. A la fin: me parezió, que, pues
no podia aprovechar á otros; menos mal
era aprovecharme á mi, que no, perder
me yo tambien con ellos. Et, no un mes,
despues que rezebi el capelo, les dejé su
Roma, su púrpura, é su consistorio: i me
retruje en una abadia que yo tenia : donde,
en la administrazion de mis frailes, i de
los otros mis súbditos; mediante la grazia
de Jesu—Cristo, me goberné, de manera,
que en recompensa de aquellos pequeños
trabajos, ha plazido á Dios, darme la vida
eterna.
* Manejos (?).
—'295—
MrmcURIo. — A buen amo serviste, razon es
que hayas buen galardon. ¿Quieres quo
prosiga , Caron ?
CARoN.—No querria otra cosa.
MERCURIo.—Ordenado que hobo el Empera
dor su respuesta, firmada de su mano; la
dió á uno de sus reyes-de-armas; man
dándole, que con toda dilijenzia, la lle
vase al rei de Francia, i él mesmo, públi
camente se la leyese. É si no la quisiese
oir; se la diese en sus manos; é, habida
su respuesta, luego se volviese. El rei‘de
armas se fué para Fuente-rabia, donde
pensaba hallar el salvo-conduto del rei
de Francia: i como no hobiese memoria
d’él; envió un trompeta al Gobernador de
Bayona, rogándole, que si lo tenia ,luego
se lo enviase, porque él alli no esperaba
otra cosa. El Gobernador, á cabo de nueve
dias , le respondió: que el rei de Francia,
su amo, le habia enviado el salvo—conduto,
que pedia; mas con tal condizion , que no
se lo enviase, sin ser primero certificado,
que traia la seguridad del campo i no otra
cosa. El nei-de-armas le respondió: que él
llevaba la seguridad del campo , i cargo,
—296—
de dezir otras cosas, tocantes al combate,
i respuesta al cartel del rei de Francia. El
Gobernador, replicó diziendo: que si traia
solamente la seguridad del campo, sin
otra cosa alguna; le dejaria entrar libre
mente en Francia, i le haria mui buen
tratamiento: pero que si traia otra cosa;
él no lo podia dejar entrar: diziendo: que
el Rei su amo, no queria palabras, sino
obras.
CARoN. —A la fé, tenia razon: ¿qué cumple
palabras, cuando se puede venir á las
manos ?
MERCURIo. - No sabes lo que te dizes: antes,
no se puede venir á las manos; sin que
prezedan , primero , muchas palabras; en
que se determine i acabe, la causa por
qué se combate. De otra manera , pareze
ria batalla , no de Prinzipes; mas riña de
locos. l, si bien lo miras, hallarás aqui
dos cosas mui rezias: la una, impedir la
entrada á un rei—de-armas; que suelen,
aun entre jente bárbara, tener libertad
para ir i venir seguramente, por doquie
ra; i la otra, que el Rei de Francia asi
absolutamente, pidiese la seguridad del
—297—
campo sin aclarar, primero, qué es aque
llo, sobre que queria combatir: ó si el
Emperador, confesaba, ó negaba , haber
dicho lo que al rei de Francia habia sido
referido.
CARoN.— Veamos: ¿él no lo envió escripto i
firmado de su mano, al Embajador del rei
de Francia ?
MnRCURIo. —Dizes verdad: mas aquella car
ta, no era llegada en Francia , cuando el
rei publicó su cartel: ni puede el Rei con
verdad dezir, que ella lo moviese á desa
fio. Allende d’ esto , hai mucha diferenzia,
de lo que dize la carta , á lo que contiene
el cartel. La carta dize: que el Rei de
Francia , lo habia hecho vilmente, i ruin
mente; en no cumplir lo que habia jurado,
i prometido: i el cartel refiere haber dicho
el Emperador que el Rei [de] Francia , se
habia ido, i soltado de su poder; contra
viniendo á la fé , que le habia dado: cosa,
que ni nunca el Emperador dijo, ni tam
poco habia por qué lo dijese; habiéndolo
él , de su propria voluntad, soltado i pues
to en libertad: sin nunca tomarle su fé,
que no se iria: mas, que si no cumpliese
— 298
lo capitulado, volveria á la prision. De
manera , que queriendo el Rei de Francia
disfrazar las palabras , por hazer su causa,
de manifiestamente mala, claramente bue
na; justo era, que aquello se averiguase,
antes que viniesen al campo. Porque, ne
gando el Emperador haber dicho, lo que
el Rei de Francia referia; quizá él , no
quisiera combatir, sobre las otras pala
bras que el Emperador, afirmaba haber
dicho: i asi, ni hobiera sobre que comba
LXVlII. tir; ni nezesidad , de la seguridad del
campo, que él tan impertinentemente pe
dia. Allende d’ esto, el Emperador pudiera
responder: que el Rei de Francia , siendo
su prisionero , de justa guerra; era inhábil
para desafiar á nadie, cuanto mas á su
señor; hasta que cumpliendo lo capitula
do, rescatase, ó libertase la fé, que en su
poder dejó empeñada. Asimismo podia ale
gar, que no se puede venir al combate,
cuando la diferenzia , se puede probar por
escripto, ó por testigos; como aqui mui
fázilmente se pudiera hazer.
CARoN. -—¿ Cómo ?
MERCURIo.—El Emperador dijo; que el Rei
— 299 —
de Francia lo habia hecho vil i ruinmente,
en no guardarlo la fé, que le habia dado.
Conviene , pues, aqui probar: si romper
un hombre su fé, es ruindadi vileza: i, si
el Rei de Francia, la rompió ó no. Lo pri
mero , es cosa tan clara i tan averiguada;
que seria vergüenza traerla en disputa:
pues no hai hombre tan pérfido ó malo, que
no confiese, itenga por vileza, romper el
hombre su fé. Para probar lo segundo , ahi
está la capitulazion de Madrid , firmada de
la mano propria del Rei de Francia , i de
los embajadores de la Rejente, su madre;
en quejura, promete, ida su fé, de cum
plir, todo lo en aquella capitulazion con
tenido, en ciertos términos, i á ciertos
tiempos, alli declarados: i, que en caso, que
no lo cumpliere; volverá, dentro de cierto
tiempo, á la prision. Pues, si el Rei de Fran
cia, dió su fé de hazer esto : i lo prueba i
muestra por escriptura firmada de su pro
pria mano, talmente que no lo puede ne
gar: i despues, no solamente no lo cum
ple; mas claramente dize, que no lo quiere
cumplir, ¿ no está claro que rompe su fée?
l , si el que ésta rompe , haze vileza i
— 300—
ruindad: cosa averiguada es , que él queda
por vil i ruin : i, que con verdad , se pue
de dezir, haberlo hecho ruinmente en
romper su fé. I, pues esto , se podia pro
bar por escripturas auténticas i claras,
mui bien pudiera el Emperador alegar,
que no habia nezesidad de combate. I,
aunque el Emperador quisiera, como qui
so, disimular todas estas causas , por
donde cesaba el combate; habilitando él
al Rei de Francia, como lo habilitó, para
combatir con él; i señalando, luego, lugar
seguro para la batalla : habiéndose querido
el Rei de Francia llamar defensor, por
usurpar i atribuirse la election de las ar
mas ; ¿ no era razon , que siendo el Empe
rador desafiado , se examinase i determi
nase, primero, cuál era provocador, i
defensor, antes que venir al combate?
Pues, para esto, sé que menester eran
demandasi respuestas; i no pedir, á humo
muerto, la seguridad del campo; la cual,
con todo, el Emperador le enviaba: mas,
juntamente con enviarla , respondia al
cartel del Rei de Francia, como has oido;
queriendo llevar la cosa por sus térmi
— 304 -
nos, iguiarla, como quien que ‘ desea
ba venir á la conclusion della , é no
contentarse de palabras, como el Rei de
Francia.
CARoN. — Agora , sus: tú vienes armado para
defender al Emperador: no quiero dispu
tar contigo : prosigue adelante.
MERCURIo. — Esa salida les queda, á los que
se ponen, como tú agora has hecho, á
defender una mala causa: mas sea como
tú quisieres. En Fuenterrabia estuvo el rei
de-armas del Emperador, obra de cincuen
ta dias, importunando continuamente por
su salvo—conduto: hasta que , de pura
vergüenza , se lo hobieron de enviar:
mas, todavia, con condizion, que llevase
la seguridad del campo, i no de otra ma
nera.
CARoN.—Ves ahi otra ánima, que sube la
montaña. Mira , si le quieres preguntar algo.
MERCURIo.-Ya la veo: vamos házia allá, i
sepamos quién es.
CARoN.—Oido nos ha : escucha: veamos qué
dize.
ÁNIMA.— ¿Qué pedis , hermanos ?
* (Sic.)
— 302 —
MERCURIo.—-Querriamos saber quién eres, i
qué estado toviste en el mundo.
ÁNIMA. —Yo fui un pobre fraile: é mi estado
era servir á Jesucristo.
MERCURIo.—¿ Sirviendo á tal señ-or, te osas
llamar pobre ?
ÁNIMA.—PobÏB me llamo, cuanto al mundo,
i pobre de virtudes: que de estado i mer
zedes, que rezebi de mi Señor; mas fui
que rico i bien aventurado.
MERCURIo. —Bien sé te pareze: mas dinos:
¿por qué te metiste fraile?
ÁNIMA. —Bien sé por qué me lo preguntais.
Vos otros pensais haber yo sido de aque
llos, que piensan, consistir la relijion , en
andar vestido de una ó de otra color: ó en
traer el hábito d’ esta ó de aquella hechu
ra : ó en andar calzado, ó descalzo: ó en
traer camisa de lana ó de lienzo: ó en to
car, ó dejar de tocar dineros. A la fé,
hermanos, mui engañados estais : que
antes que me metiese fraile , estaba de to
do eso mui bien informado.
MERCURIo.—Pues, sabiendo i entendiendo, tú,
LXIX . eso; ¿quién te engañó, que tomases una vida
tan puesta en razon; i tan fuera de razon?
—303—
ÁmMA. —¿ Tú sabes lo que dizes ?
MERCURIo. —Agora lo verás. ¿ Qué cosa pue
de ser mas puesta en razon; que levan
tarse todos á las seis, comer á las diez,
dormir desde las doze hasta las dos, cenar
á las seis, acostarse á las siete, estar tan
tas horas en el coro, i tantas en el refito
rio, i tantas en la cama? Veamos: ¿á quien
esto oyere , no le plazerá, como cosa mui
razonable? Pero, si por otra parte con
sidera , la diversidad de las complesio
nes, condiziones, é inclinaziones de los
hombres: que á uno, le conviene mucho
dormir para su salud; iá otro daña loque á
aquel aprovecha; á uno es saludable el
madrugar, i á otro dañoso; uno sana , i
otro enferma, ayunando; á uno es sano
un manjar, i á otro le causa enfermeda
des; á uno da la vida , i á otro daña el sue
ño de medio dia: á uno conviene traer poca
ropa, i otro ha menester mucha; uno se
huelga de andar descalzo, i otro enferma
si no anda calzado; iaun un mismo "hom
bre está muchas vezes dispuesto para una
cosa, iotras no. Habiendo, pues, en es
tas, i en otras cosas, tanta diversidad en
—304—
los hombres; ¿ qué cosa mas fuera de ra
zon puede ser, que limitarles las horas
que han de comer, dormir, velar, rezar i
cantar; como si todos fuesen de una mis
ma complision ’.7
ÁNIMA.—Mira, hermano: tú, eres un poco
mas agudo, que seria menester. Si los
hombres se metiesen frailes, por fuerza;
podrian se quejar, si les diesen manera de
vivir, fuera de su natural. Mas, pues, á
ninguno se haze fuerza; ninguno tiene
causa de quejarse. La Regla esta ahi: cada
uno la puede veri saber: el que se con
tenta d’ ella, pareziéndole conformarse con
su condizion; tómela mucho en buena
hora: el que no, déjela, que á ninguno
se haze fuerza: iel que neziamente se
mete fraile, neziamente se muere, i aun
quizá se va al infierno. I lo mismo pode
mos dezir, del clérigo, idel casado. Yo,
hermano, viendo la corruption del mun
do, i á mi, en estado, que á cada paso
hallaba mill embarazos en qué tropezar;
determiné de recojerme en un moneste
rio: no, porque no conosciese poder servir
tan bien á Dios, fuera d’ él; mas , porque
—-305_
me inclinaha mas, á aquella manera de vi
vir, que á otra alguna. Determinado, pues,
de meterme fraile; aunduve muchos dias,
con mucha curiosidad, informándome de
la regla i forma de vivir de cada órden: i
despues tomé aquella, que me parezió
mas conforme á mi complession.
MERCURIo. — ¿Nunca te arrepentiste?
ÁNIMA.— Aquellos se arrepienten, que no
miran lo que toman: mas yo , ¿por qué me
habia de arrepentir, yendo, como iba, tan
informado de- todo lo que hallé? De ma
nera, que ninguna cosa me era nueva: i
de lo bueno gozaba, i lo malo disimulaba,
i sufria con pazienzia.
MERCURIo. -,Diz, que monjas i frailes. no
saben sino pedir.
ÁNIMA.- Eso hazia yo continuamente: pedir
grazia á nuestro Señor, para que me en
caminase é hiziese perseverar en su ser
vizio.
MERCURIo. — No digo, sino cosas mundanas.
ÁNIMA.—Esas, nunca pedi yo: ni aun las
queria rezibir de los que me las daban:
mostrándoles, por la obra, que las me
nospreziaba, i que tambien ellos las debian
30
—306—
menos preziar: porque, mucho mas per
suaden obras, que palabras.
Mmxcmuo. —- Dizes verdad: ¿mas cómo te
proveias, de lo que habias menester ?
ÁNIMA. — Poco han menester los frailes, allen
de lo que les dan en la órden; sino para
curiosidades: de que yo huia mucho. l
aquello de que tenia nezesidad, procuraba
de ganar, trabajando con mis manos.
MERCURIo. — ¿ Tenias ofizio ?
ÁNIMA. -- Cuando determiné de meterme frai
‘ le; me puse á deprender un ofizio, con
que pudiese ganar i proveer mis nezesi—
dades, sin ser molesto á ninguno: i, aun
lo que me sobraba, repartia con mis com
pañeros: espezialmente con predicadores
i confesores: porque no lo anduviesen
pidiendo á los seglares.
MERCURIo. —Diz, que muchos se meten frai
les, por ser oziosos, i no trabajar i ganar
de comer?
-ÁNIMA. —Yo no sé, lo que otros hazen. De mi,
te sé dezir, que me meti fraile, por poder
honestamente trabajar, i no estar ozioso.
Porque , ni mi linaje, ni mi estado, me
consentian trabajar, si no mudaba el hábito.
—307—
MERCURIo. w ¿Cómo te agradaba la hipocre
sia , que suele ser compañera de los frailes?
ÁNIMA. — Digote , que muchos dias me de
tuve de meterme fraile, por no obligarme
á finjir sanctidad. Tanto aborrezia la hi
pocresia. Mas, á la fin, cuando determiné
de ser fraile; determiné juntamente de
vivir de manera, que no toviese nezesidad
de mostrar, de fuera , mas de lo que ha
bia dentro.
MERCURIo. —Por la mayor parte , los frailes,
siembrani mantienen superstiziones. LXX.
ÁNIMA.—Eso hazen, los que , ó no quieren
trabajar, para sus nezesidades; ó andan
buscando cosicas para sus curiosidades:
los cuales, por esto, han de buscar in
venziones con que sacar del vulgo, lo que
quizá, de otra manera , les seria negado.
Mas, el que huye las curiosidades, i tra
baja con sus manos, para proveerse de lo
nezesario; mui lejos está, de sembrar, i
mantener superstiziones.
MnRCmuo. - Diz, que es natural vizio en los
frailes, la murmurazion , i ser maldi
zientes.
ÁNIMA.—EI que seyendo seglar tenia estos
— 308 — e».
vizios, puede ser, que no los deje en el
monesterio: mas , el que, seglar, los abo
rreció: mucho mas los aborreze , fraile.
MERCURIo.— Los frailes, son tenidos por
-ambiziosos: asi, en procurar prelazias, en
sus Órdenes; como, buenos Obispados, i
aun Capelos, fuera d’ellas.
ÁNIMA. — Como la ambizion , sea vizio á to
dos estados comun; no te maravilles , que
reine tan bien entre los frailes, que son
hombres como los otros. De mi, te sé
dezir, que siempre la aborrezi; i fui d’ ella,
como de cosa mui pestilenzial: conten
tándome, de tener cargo de mi mismo.
MERCURIo.—Gran trabajo debe ser, sufrir
un prior, ó guardian, nezio.
ÁNIMA.— Trabajo es , para los que lo tienen
por trabajo: mas, ya sabes, que no hai
cosa tan fázil , que no sea dificultosa, si
la hazes forzado: ni tan difizil; que no sea
fázil, si la hizieres de buena gana.
MERCURIO. — Si: pero rezia cosa es de sufrir
un hombre grosero.
ÁNIMA. — Si te pareze, i la tienes por rezia;
rezia será: mas, si considerando tú, que
eres hombre como aquel, i del mesmo me
—309—
tal que aquel: i que te pudiera Dios, hazer
tan nezio, ó grosero, como aquel; cuantas
mas groseriasi nezedades, en él vieres; tan
tas mas grazias darás túá Dios, quete libró
d’ellas; i te holgarás de verte libre d’ ellas.
MnRCiano.-Bien: ¿pero, no es rezia cosa,
que se den cargos á semejantes personas?
ÁNIMA.—Hermano, mira: en todos estados,
i jéneros de hombres, está agora el mundo
de manera; que por maravilla, se dan car
gos, ni ofizios, ni benefizios; sino á los
que con artes i granjerias, los andan pro
curando: é, como ningun hombre pruden
te, bueno , i virtuoso ; se quiere poner
á pedir i procurar cosas semejantes; pare
ziéndole, que, de razon , le debrian rogar
con ellas; es forzado, que, por la mayor
parte, los cargos , ofizios, i benefizios;
caigan en ruines é ignorantes. Yo me he
detenido mas de lo que pensaba, i me voi,
con vuestra lizenzia.
CARoN. — Antes lo hobieras hecho. ¿No mi
rais , de qué me sirven á mi , estas philo
solphias? Ea, pues, tú, Mercurio, acaba:
si quieres contarme esa tu historia. No me
la hagas tanto desear.
— 340 —
MERCURIo. - Habido por el rei—de—armas, el
salvo—conducto del Rei de Francia; á la
misma hora, partió de Fuente—rrabia; i
vestida su cota de armas, entró en Fran
cia, protestando: que por haber pedido
salvo—conducto; no entendia derogar á los
previllejos, i preheminenzias de su ofizio:
i asi, siguió su camino, hasta cerca de la
ciudad de Paris, donde pensaba hallar al
Rei de Francia: mas el Rei temiendo su
venida, i por dilatar de oir lo que de parte
del Emperador traia; andaba por las flo
restas , cazando: no permitiendo, que el
rei—de—armas le viniese á hablar. Mas,
como él continuase en sus protestaziones;
viendo, que sin mui grande infamia , no
podia mas detenerlo; se vino á Paris:
donde, en presenzia de muchos grandes
señores, perlados i caballeros, asi franceses
como de otras naziones, finjió querer dar
audienzia al rei—de—armas: mas en tal
manera lo finjia; que, por otra parte,
mostraba bien, la poca gana que tenia del
combate.
CARoN. — ¿ Cómo ?
MERCURIo. — Antes que el rei—de—armas en
—3M—
trase; el Rei de Francia hizo un mui largo
razonamiento todos los que estaban pre
sentes: diziendo las causas por qué los
habia ayuntado: i colorando su causa,
con palabras mui ajenas de la verdad, lo
menos mal que pudo: concluyendo, que
en ninguna manera, queria oir palabra
alguna al rei—de—armas, del Emperador;
si, primero, no le daba la seguridad del
campo: porque no queria sufrir, que con
palabras vanas, se dilatase el efecto de
aquel combate.
CARoN. — Harto animosamente lo hazia.
MERCUIIIo.— ¡ Cómo eres, ó finjes ser, gran
badajol Habia detenido al rei—de—armas
cincuenta dias en Fuente—rrabia; i otros
ocho, ó nueve, andándose cazando, i temia
de esperar , siquiera media hora ,.mientra
que el rei—de—armas, dezia’ lo que le
habia sido mandado. Como si el Empe
rador estuviera ya en el campo esperando:
i no hobiera lugar de esperar, ni aun
media hora. Allende d’ esto, si el Rei de
Francia deseaba tanto este combate: vea
mos con qué se dilataba mas; ¿con oir, ó
* El impr. , dizia.
- 342 —
con dejar de oir, al rei—de—armas? No
oyéndole, quedaba la cosa, no solamente
dilatada, mas del todo deshecha: porque,
LXXI . si el desafiador no quiere oir la respuesta
del desafío; claro está que rehusa el com
bate, i confiesa el delito; i no queda mas,
que prozeder en la causa. Oyéndolo; ó
traia aparejado lo que convenia, para el
combate; ó no: si lo traia; ya el Rei tenia
lo que demandaba: i si no; todo era, tor
narlo presto á enviar: i la dilazion fuera
mui poca , en comparazion de la que,
hasta alli, él mismo habia causado. I, á
lo menos, conoscieran todos, que no que
daba por él. De manera, que declarando,
no querer oir al rei—de—armas; declaraba
no tener gana del combate. Acabado su
razonamiento entró el rei—de—armas del
Emperador: i antes, que el cuitado pudiese
abrir la boca para hablar; el Rei de Fran
cia, por espantarlo, i hazerle que se tur
base, para que no le diese la seguridad
del campo, que sabia él bien, que traia
consigo; le comienza, con palabras furio
sas, á preguntar, si habia hecho lo que
debia á su ofizio: que se acordase, de lo
— 313 _'
que habia escripto de Fuente—rrabia, i
con qué condizion le habia sido enviado
el salvo—conducto. El rei—de—armas; sin
yresponder á esto, le suplicó (como es cos
tumbre) , que le diese lizenzia, para ha
zer su ofizio. El Rei de Francia insistia, en
que no le consentiria hablar palabra: si
primero no le daba la seguridad del cam
po: que fuese hecha i ordenada como
convenia. El rei—de—armas, por otra par
te, dezia , haberle seido mandado, que él
mismo la leyese: i que si él la queria oir;
que se la leeria: donde no; que se la daria
en sus manos; con condizion , que le de
jase despues, usar de su ofizio. Estonzes,
el Rei de Francia, no sabiendo qué res
ponder á esto; ni queriendo rezebir el
cartel del Emperador; se levantó, diziendo
mui rigurosas palabras: i se dejó alli, el
pobre rei—de—armas, sin quererlo oir, ni
rezebir el cartel que llevaba.
CARoN. -¿ Qué me dizes?
MERCURIo. — Esto que oyes.
CARoN. — Pues, veamos; ¿qué hará agora el
Emperador?
MERCURIo. - Qué quieres que haga, si el Rei
—3l4
de Francia, no quiere oir sus reyes—de
armas, ni rezebir sus carteles.
CARoN.—Arrastrarle ha las armas; i pin
tarlo ha, como en semejantes casos se
suele hazer. '
-MERCURIo. — Antes, me persuado yo tanto de
su modestia i bondad, que no se porná,
en hazerle una afrenta como esa: porque,
aunque sea su enemigo; á la fin, es Prin
zipe i cristiano: i es honesto, que se le
tenga algun respecto: pues los buenos,
con virtud se prezian venzer.
CARoN. —- ¿De manera, que no habrá ya
memoria d’ese combate ?
MnRCUiuo. - Ninguna.
CARoN. — Si supieses de qué cuidado me has
quitado; maravillarteias. Que, de verdad:
ha muchos dias, que no estaba en mi
seso, pensando en el mal , que d’ este
combate se me recrezia. Siempre me sue
les, tú, alegrar, con mill buenas nuevas:
é yo, nunca hago nada por ti. Si te pa
reze, que es hora, vamos á holgar un
rato con Proserpina.
MERCURIo. —Soi contento: mas sepamos prime
ro, qué Anima es esta, que viene cantando.
— 315 —
CARON. — Pa reze‘ mujer.
MERCURIo. — Asi es.
CARoN. — No sé, si huirá de nos otros.
ÁNIMA. —A las vezes, las que mas huyen,
son las que mas presto se dejan alcanzar.
Pues en el mundo no hui de hombres (de
quien me podia temer), teniendo en mi,
firme propósito de vivir castamente ; ¿por
qué huiré agora de vos otros, de quien
ninguna afrenta puedo esperar ?
MERCURIo. — ¡O, ánimo, no de mujer; mas
de hombre mui esforzado! ¿Querrás nos
dezir, qué tal fué tu vida en el mundo ?
ÁNIMA.—I , aun de mui buena voluntad. El
mayor bien que mis padres me dejaron,
fué hezarme á leer, i un poco de latin: i
afizionéme tanto , á leer en la Sacra Escrip
tura, que d’ella sabia mucho: i junta
mente con saberla , procuraba de confor
mar mi vida i costumbres, con ella: no
dejando de enseñar á mis amigas ¡compa
ñeras, que conmigo conversaban, aquello
que Dios á mi me habia enseñado: mas,
con tanta modestia i templanza, que no
pudiese ser reprehendida: conosciendo,
cuánto era mi sexo i edad peligrosa: i
— 316 —
cuán recatada debia andar de mi mesma.
Porque, sin dubda, las mujeres, mucho
mas que los hombres; tenemos nezesidad
de tener por sospechosa, cualquier opi
nion en que caemos: hasta que se haya
mui bien, primero, examinada i comuni
cada. I, porque el callar en las mujeres;
espezialmente donzellas; es tan conve
niente i honesto; como malo ideshonesto,
el demasiado hablar; siempre procuraba
yo, que mis obras , predicasen antes que
mis palabras. D’ esta manera vivi muchos
años , sin voluntad de ser monja , ni de ca
sarme: viendo , la una vida , ser mui ajena
de mi condizion: i los peligros , -i trabajos,
que en la otra hai. Espezialmente, temia,
LXXII . que me darian algun marido, tan apartado
de mis fines; que, ó me pervertiese á mi;
ó toviese mui trabajosa vida con él. A esta
causa, determiné de no casarme: mas, á
la fin , todo bien considerado ; acordándo
me de las exzelenzias, que del matrimonio
habia leido: i pareziéndome cosa dificulto
sa, guardar, como se debe guardarla vir
jinidad: aunque aquel estado sea mas alto
i exzellente: i por Jesu Cristo, con ejemplo
-3t’7—
icon palabras: idespues, por san Pablo
aconsejado, i por muchos sanctos seguido;
tomé por seguro para mi casarme. Mas, co
mo no sea lizitoi honesto á las mujeres,
escojer el marido que ellas quieren: mas
parezen obligadas á tomar, el que sus
padres , hermanos ó parientes quieren‘
darles: aunque yo, no pocas vezes les ro
gaba, que no mirasen á linaje, ni á bie
nes mundanos, ni á hermosura del cuer
po; sino á las virtudes del ánima , porque
con estas me entendia yo casar: á la fin,
me dieron un -marido, con quien, sabe
Dios lo que al prinzipio yo pasé: pero to
davia lo sufria con pazienzia; esperando
en la bondad de Dios, que yo lo atraeria
antes á él á mi condizion, que él á mi á
la suya. I dime tan buena maña; contra
minando sus vizios con virtudes, su so
berbia con mansedumbre , su aspereza
con halagos, su prodigalidad con tem
planza, sus juegos i Injurias con castos i
sanctos ejerzizios, ¡su ira con pazienzia;
gobernándome siempre con él, con pro
funda i entera humildad: á tiempos, disi
* Quiera» (7).
— 3l8 —
mulando unas cosas : á tiempos, tolerando
i permitiendo otras : i á tiempos reprehen
diendo dulzemente aquellas cosas, que
claramente me parezian dignas de repre
hension: que, poco á poco, le amansé.
De manera, que le hize dejar todos sus
vizios i malas costumbres: iabrazarse tan
de veras , con las virtudes; que, desde á
pocos dias, yo aprendi d’ él, lo que él
aprendia de mi. I asi vezándonos ‘ el uno
al otro, i procurándonos de contentar el
uno al otro; viviamos en tanta paz , amor,
i concordia ; que todos se maravillaban de
verlo á él tan mudado, i de lo que yo con
él habia trabajado, i de la conformidad
que ya teniamos.
n
MERCURIo. — ¿ Hobistes hijos ?
ÁNIMA. -Muchos años estovimos sin ellos.
MERCURIo. -¿No tenias pena de verte estéril?
ANIMA. —Pena tienen de no parir, las que
viven i querrian parir para si: mas yo,
que no vivia, ni queria nada para mi; no
tenia, de qué tener pena. Mientras Dios
no me daba hijos; dábale muchas grazias

* El impr. , bezándonos.
— 3l9 -
por ello: persuadiéndome, que asi conve
nia á mi provecho, i á su servizio. Cuando
me los dió; las mesmas grazias le daba:
suplicándole, los enderezase i enseñase,
para su servizio: procurando, cuanto en
mi era, de industriarlos para este efecto.
MnRCURIo. —Maravillome d’ eso que me dizes:
porque suelen las mujeres , con mucha
curiosidad, imporlunar á Dios, que les dé
hijos.
ÁNIMA. - Yo era mui contraria á esa opinion:
no, porque no toviese yo los hijos, -por
un espezial don de Dios; mas , porque
siéndome inzierto, qué tales habian de
ser; no osaba desearlos: sino, que Dios
hiziese , lo que fuese su voluntad : teniendo
por cierto, que aquello que Él ordenase,
seria lo mejor. I las mujeres que son d’ es
ta mi opinion, Dios sabe , de cuántas su
perstiziones se escapan, que, por haber
hijos, á cada paso se hazen , con no poco
deservizio de Dios, i detrimento de la re
lijion cristiana.
MnRCURIo. —¿Toviste hijos , ó hijas ?
ÁNIMA. — Hijas.
MERCURIo. — ¡Qué trabajo l
_ 320
ÁNIMA. —Trabajo? Antes , es mui gran des
canso, para las madres, tener hijas , con
quien se puedan descuidar, i á quien pue
dan doctrinar. Que las buenas madres,
mas se huelgan con las hijas , que con los
hijos: porque las hijas, las acompañan i
sirven hasta la muerte , ínunca les pierden
el amor: mas los hijos , aun no son nasci
dos, cuando se van por ahi., que ni co
noscen , ni tienen amor, á padre ni á
madre. Allende d’ esto : por maravilla,
vereis una hija desobediente: i mui raros
son los hijos obedientes. Pocas vezes ve
mos hijas desconformes de sus padres: i á
cada paso hallamos hijos, perseguidores
de sus madres.
MERCURIo.—Gran trabajo es, el que pasan
las madres , en guardar las hijas.
ÁNIMA.—Habias de dezir, las ruines madres:
porque, cual es la madre; tal es la hija:
i , por eso , cuanto es dificultoso itrabajo
so á las ruines, guardar que sus hijas no
lo sean; tanto es fázil á las buenas, hazer
que sus hijas les parezcan.
MERCURIo. — j Qué de congojas pasan las ma
dres con las hijas! '
—32l
ÁNIMA. —Muchas mas con los hijos: que
desde que nascen, andan sujetos á mill
peligros: cuando niños’, de descalabrar
se“, ó lisiarse: i cuando grandes , de
perder la vida: i, á la lin, no falta un ca
mino largo, ó una guerra en que mueren,
dando mortal congoja á sus padres. LXXlll.
MERCURIo.—Gran trabajo es buscar, iaun
comprar casamientos para las hijas.
ÁNI1uA.-D’ese trabajo fui yo bien libre:
porque crié mis hijas tan virtuosas, i ha
bia tantos que las deseaban por mujeres;
que tove bien en qué escojer. Verdad es
que el dote suele trabajar á los padres;
mas como yo no toviese respecto á la va
nagloria del mundo; i me inclinase antes
á casar mis hijas con virtuosos, que con
ricos ni poderosos; fázilmente , i con poco
trabajo, las casé todas: i aun mucho á mi
voluntad. I con cuatro hijas, cobré cuatro
yernos, que tove yo siempre por hijos: i
ellos á mi por madre. L0 que no acaeze á
las que casan hijos: que con tantas nueras,
cobran tantas enemigas.
* El impr. , itiños.
** El impr. , desdecalabrándose.
—322—
MERCURIo. —¿Cómo te habias , con tus cria
dos i criadas?
ÁNlllíA. -—Como con mis hijos: doctrinándo
los, iguiándolos, en aquello que debian
hazer, para servir á Dios.
MERCURIo. -¿Haziaslos ay unar, rezar, i dis
zeplinarse?
ÁNIhu.—Yo te diré: las cosas,que en si, son
siempre, ¡en todo lugar, buenas; ique
sin pecado no se pueden dejar; les enco
mendaba yo sobre todo: procurando, que
solo un punto no se apartasen d’ ellas. De
las otras, que á unos son buenas i arman,
i á otros no: en unos tiempos, se halla la
persona dispuesta para ellas, i en otros
no: á unos sanan , i áotros matan: á unos
aprovechan, iá otros dañan: les enco
mendaba, que usasen con mucha discre
zion: apartando siempre, i desterrando de
mi casa toda manera de superstizion i de
hipocresia: queriendo que hobiese mucho
mas en lo interior, de lo que se mostraba
en lo exterior.
ll[IaRCU1no.—¿De qué edad moriste?
ANIMA. —De cincuenta años.
MaRCmuo. - ¿ Heziste testamento ?
— 323 —
ÁNIMAw—ToÓo eso, dejo encomendado á mi
marido: é yo me voi á gozar de aquel
summo i perfecto bien , por mi tanto de
seado. Por eso, no me detengas mas.
CARoN. —-Déjala ir, Mercurio: cata, que se
haze tarde.
MERCURIo. —Que me plaze. Mas ves aqui otra
ánima, que viene á mas andar. Sepamos
quién es.
CARoN. —¿Tú no vees, que es monja?
MERCURIO. — Vamos la á hablar.
CARoN.-Déjala, asi gozes: que, á la fin. es
mujer, i monja: i si comienza, nunca aca
bará. Vamos: que ya nos estará esperando
Proserpina.
MERCURIo. — Vamos.
DIÁLOGO EN QUE PARTICULARMENTE SE
TRATAN LASCoSAS ACAEUDAS EN RoMA, EL
AÑo DE MDXXVII. A GLoRIA DE DIoS, l
BIEN UNIVERSAL DE LA REPÚBLICA
CRISTIANA. IMPRESo EN PARÍS
EN EL ¡No DE SALUD
4586.

vetsá.ï%e
El Corrector de ¿a ímprímer-ía al prudente
Lector.

CoNSIDERANDo, en cuánta estima sean en este tiem


po, los que líablan diversos lenguajes: i en cuán di
versas rejiones del orbe se estienda el uso de la lengua
española; procuré que estos tratadieos españoles se
imprimiessen con nuestros nuevos caractéres. Pero
siendo la primera prueba que hazemos en esta len
gua, no nos fué posible usar de tanta dilijentia , que
nel author no hallasse munchas faltas, asi en la ortbo

graphia, conjunction de letras, ¡separation de par


tes, como en la permutation de vocales, en los cuales
yerros suelen fázilmente caer los que componen i
eorrijen libros en lenguas que no les son tan fami
liares como la suya materna. .
Por tanto, te rogamos, benigno lector, quieras
interpretar á buena parte nuestra intenzion; i tomes
algun trabajo en correjir los yerros, que vieres seer
de mayor importanzia, i que te podrán impedir el
curso de la lizion. Hazemos, entre tanto, promesa,
de poner mayor dilijentia en los libros, que en esta
lengua imprimiéremos.
AL LECTOR.

Es tan grande la ceguedad en que, por la Il.


mayor parte , está hoi el mundo puesto;
que no me maravillo de los falsos juizios,
que el vulgo haze , sobre lo que nuevamente
ha en Roma acaezido: porque, como piensan,
la relijion consistir solamente , en estas co
sas exteriores; viéndolas assi maltractar, paré
zeles, que enteramente va perdida la fé. I, á
la verdad, ansi como no puedo dejar de loar
la santa afizion , con que el vulgo á esto se
mueve; assi no me puede parezer bien , el
silenzio que tienen los.que lo debrian des
engañar. Viendo pues yo, por una parte,
cuán perjudizial seria , primeramente á la.
gloria de Dios, i despues ála salud de su
— 328
pueblo cristiano, i tambien á la honrra deste
cristianisimo Reii Emperador, que Dios nos
ha dado; si esta cosa, assi quedase solapada:
mas, con simplizidad i entrañable amor, que
con loca arroganzia; mc atrevi á complir con
este pequeño servizio, las tres cosas prinzi
pales á que los hombres son obligados. No
dejaba de conozer, ser la materia mas árdua
i alta, que la medida de mis fuerzas : pero
tambien conozia, que donde hai buena in
tenzion , Jesu Cristo alumbra el entendimien
to, isuple con su grazia , lo que faltan las
fuerzas , i szienzia , por humano injenio al
canzada. Tambien se me representaban los
falsos juizios que snperstiziosos i fariseos,
sobre esto han de hazer: pero ténganse por
dicho, que yo no escribo á ellos, sino á ver
daderos cristianos i amadores de Jesu Cristo,
Tambien veia las contrariedades del vulgo,
que está tan asido á las cosas visibles, que
casi tiene por burla, las invisibles. Pero
acordéme, que no escribia á jentiles, sino á
cristianos: cuya perfizion es, distraerse de
las cosas visibles, i amar las invisibles. Acor
—329—
déme , que no escribia á jente bruta: sino á
españoles: cuyos injenios, no hai cosa tan
árdua , que fázilmente no puedan alcanzar.
I pues que mi deseo , es el que mis palabras
manifiestan, fázilmente me persuado, po
der, de todos los discretos i no finjidos
cristianos, alcanzar, que si alguna falta en
este Diálogo hallaren , interpretándolo á la
mejor parte , echen la culpa á mi ignoranzia:
i no presuman de creer, que en ella inter
venga malizia, pues en todo me someto á la
correczion , i juizio de la sancta Iglesia : la
cual confieso por madre [de diszipulos de
verdad
ARGUMENTO.

Un caballero mancebo dela Córtc del Emperador, llamado


LACTANCIO, topó en la plaza de Valladolid, con un ARGEDIANO,
que venta de Roma; en hábito de soldado: i, entrando en
Sanet Francisco, hablan sobre las cosas en Roma acaezidas.
Eu la primera parte, muestra Lactancia, al Arcediano, cómo
el Emperador ninguna culpa en ello tiene: í en la segunda,
cómo todo lo ha permitido Dios, por el bien de la cristiandad.
LACTANCIo. ARCEDIANo.

LACTANCIo. — ¡ Válame Dios! ¿ Es aquel el Arci


diano del Viso, el mayor amigo que yo
tenia en Roma? Parézele cosa estraña,
aunque no en el hábito. Debe ser algun
hermano suyo. No quiero pasar sin hablar
le, sea quien fuere. Dezi, jentil hombre;
¿sois hermano del Arcidiano del Viso?
ARCEDIANo.-Cómo, señor Lactancio; ¿tan lll .
presto me habeis desconozido? Bien pa
reze, que la fortuna muda presto el co— '
noszimiento.
LACTANCIo. — ¿ Qué me dezis ? Luego, vos sois
el mesmo Arcidiano!
ARCEDIANo.— Si, señor, á vuestro servizio.
LACTANCIo.—¿Quién os pudiera conozer de
la manera que venis? Soliades traer vues
tras ropas, unas mas luengas que otras,
arrastrando por el suelo: vuestro bonete i
hábito eclesiástico: vuestros mozos i mula
-332—
reverenda: veoos agora á pié, solo: i un
sayo corto; una capa frisada, sin polo: esa
espada tan larga: ese bonete de soldado...
Pues, allende desto, con esa barba tan
larga, i esa cabeza sin ninguna señal de
corona; ¿quién os pudiera conozer ?
ARCEDIANo.—¿Quién, señor? Quien conos
ziese el hábito por el hombre, i no el
hombre por el hábito.
LACTANCIo.—Si la memoria ha errado, no es
razon, que por ella pague la voluntad, que
pocas vezes suele en mi diminuirse. Mas,
dezime, asi os vala Dios, ¿qué mudanza
ha sido esta?
ARCEDuNo.—No debeis haber oido, lo que
agora nuevamente en Roma ha pasado.
LACTANCIo. —Oido he algo dello. Pero, ¿ qué
tiene que hazer lo de Roma, con el mudar
del vestido ?
ARCEDIANo. - Pues que eso preguntais, no lo
debeis saber todo. Hágoos saber, que ya
no hai hombre en Roma, que ose parezer
en hábito eclesiástico por las calles.
LACTANCIo. - ¿ Qué dezis ?
ARCEDuNo.—Digo, que cuando yo parti de
Roma, la persccuzion contra los clérigos
—333—
era lan grande, que no habia hombre, que
en hábito de clérigo ni de fraile osase an
dar por las calles.
LACTANCIo.—‘ ¡ O, maravilloso Dios: icuán in
comprehensibles son tus juizios! Veamos,
señor: ¿i hallastes os dentro en Roma
cuando entró el ejérzito del Emperador?
ARCEDIANo.—Sl , por mis pecados: alli me
hallé, ó, por mejor dezir, alli me perdi:
pues, de cuanto tenia, no me quedó mas
de lo que vedes.
LACTANCIo. — ¿ Por qué no os metiades entre
los soldados españoles; i salvárades vuestra
hazienda ?
ARCEDIANo.—— Mis pecados me lo estorbaron:
i cupiéronme en suerte no sé qué Alema
nes: que no pienso haber ganado poco, en
escapar la vida de sus manos.
LACTANCIo.— ¿ Es verdad todo lo que de allá
nos escriben, i por acá se dize? _
ARCnDuNo. — Yo no sélo que de allá escriben,
ni lo que acá dizen; pero sé os dezir, que
es la mas rezia cosa , que nunca hombres
vieron. Yo no sé cómo acá lo tomais.
Parézeme, que no hazeis caso dello. Pues,
yo os doi mi fé, que no sé si Dios lo querrá
-334—
ansi disimular. l, aun si en otra parte esto
viésemos, donde fuese lizito hablar ; yo di
ria perrerias desta boca.
LACTANCIo. - ¿Contra quién ?
ARCEouNo..—Contra quien ha hecho mas ¡nal
en la Iglesia de Dios; que ni turcos, ni
paganos osáran hazer.
LACTANCIO. —Mirad , señor Arcidiano: bien
puede ser que esteis engañado, echando la
. culpa á quien no la tiene. Entre nosotros,
todo puede pasar. Dezidme vos, lo que
acerca desto sentis, i quizá os desengañaré
yo de manera , que no culpeis á quien no
debeis de culpar.
ARCEDIANo. -— Yo soi contento de declararos lo
que siento acerca desto: pero no en la pla
za. Entrémonos, aqui en Sanct Francisco,
i hablarémos de nuestro- espazio.
LACTANCIo. - Sea como mandáredes.
ARCEDuNo.—Pues estamos aqui, donde nadi
nos oye; yo os suplico, señor, que lo que
aqui dijere, no sea mas, de para entre
nosotros. Los Prinzipes son Prinzipes: i
no querria hombre ponerse en peligro,
pudiéndolo escusar. .
LACTANCIo. -D’ eso podeis estar mui seguro.
- 335 —
ARCnmANo. —Pues , veamos, señor Laotancio:
¿parézeos cosa de fruir‘, qu’ el Emperador
haya hecho en Roma lo que nunca infieles
hizieron; i que, por su pasion particular,
i por vengarse de un no sé qué , haya asi
querido destruir la Sede apostólica, con la
mayor inominia , con el mayor desacato,
icon la mayor crueldad, que jamás fué IV.
oida ni vista ? Se qué , los Godos tomaron
á Roma: pero no tocaron en la iglesia de
Sanct Pedro: no tocaron las reliquias de
los sanctos: no tocaron en cosas sagradas.
Iaquellos medio—cristianos , tovieron este
respecto: i agora, nuestros cristianos (aun
que no sé si son dignos de tal nombre),
ni han dejado iglesias, ni han dejado mo
nesterios, ni han dejado sagrarios: todo
lo han violado: todo lo han robado: todo
lo han profanado: que me maravillo, có
mo la tierra no se hunde con ellos, i con
quien se lo manda i consiente hazello.
¿ Qué os paresze que dirán los turcos , los
moros, los judios , i los luteranos , viendo
asi mal tratar la cabeza de la cristiandad?
¡O, Dios, que tal sufres! ¡O, Dios, que
* Frmïr, en la Ed. leLgóL: s-ttfrir, rn la de Paris.
—336—
tan gran maldad consientes! ¿ Esta era la
defensa que esperaba la Sede apostólica de
su defensor ? ¿ Esta era la honrra que es
peraba España de su Bei tan poderoso?
¿Esta era la gloria, este era el bien , este
era el acrezentamiento que esperaba toda
la cristiandad? ¿ Para esto adquirieron, sus
abuelos el titulo de Católicos ? ¿Para esto
juntaron tantos reinos i señoríos, debajo
de un señor? ¿Para esto fué elejido por
Emperador? ¿Para esto los Romanos Pon
tifizes, le ayudaron á echar los franceses
de Italia : para que en un dia deshiziese él
todo lo que sus predezesores , con tanto
trabajo , i en tanta multitud de años, fun
daron? ¡Tantas iglesias, tantos monaste
rios, tantos hospitales, donde Dios solia
ser servido i honrrado; destruidosi profa
nadosl ¡Tantos altares..... i, aun la misma
Iglesia del Prinzipe de los Apóstoles, en
sangrentados! ¡Tantas reliquias robadas: i
con sacrilegas manos mal tratadas! ¿ Para
esto juntaron sus predezesores tanta san
tidad en aquella ciudad? ¿ Para esto hon
rraron las Iglesias con tantas reliquias;
para esto les dieron tantos ricos atavios de
— 337 —
oro i de plata; para que viniese él, con
sus manos lavadas, á robarlo , á desha
zerlo , á destruirlo todo? ¡Soberano Dios!
¿Será posible , que tan gran crueldad, tan
gran insulto, tan abominable osadia, tan
espantoso caso , tan execrable impiedad;
quede‘ sin mui rezio, sin mui grave, sin
mui evidente castigo ? Yo no sé cómo acá
lo sentis: i, si lo sentis, no sé cómo lo
podeis disimular.
LACTANCIo.—Yo ho oido con atenzion todo
lo que habeis dicho: i, á la verdad, aun
que en ello he oido hablar á munchos; á
mi parezer, vos lo acriminais, i afeais mas
que ningun otro. l en todo ello , venis mui
mal informado. 1 , me pareze, que, no la
razon, mas la pasion de lo que habeis
perdido os haze dezir lo que habeis dicho.
Yo no os quiero responder con pasion,
como, vos, habeis hecho; porque seria
dar vozes sin fructo. Mas, sin ellas, yo es
pero, confiando en vuestra discrezion i
buen juizio , que antes que de mi os par
tais; os daré á entender cuán engañado
estais en todo lo que habeis aqui hablado.
"’ El ant. imp. quede: pareze debia dezir queden.
2a
—338—
Solamente os pido , que esleis atento, i no
dejeis de replicar cuando tuviéredes qué,
porque no quedeis con alguna duda.
ARCEDuNo.-— Dezid lo que quisiéredes: que
yo os terné por mejor orador que Tulio,
si vos supiéredes defender esta causa.
LACTANCIo. —No quiero , sino que me tengais
por el mayor nezio que hai en el mundo;
si no os la defendiere con evidentisimas
causas, i mui claras razones. I, lo prime
ro que haré , será mostraros , cómo el
Emperador ninguna culpa tiene en lo que
en Roma se ha hecho. Ilo segundo ,‘cómo
todo lo que ha acaezido, ha sido por ma
nifiesto juizio de Dios, para castigar aque
lla ciudad: donde, con grande ignominia
de la relijion cristiana, reinaban todos los
vizios que la malizia de los hombres podia
inventar: i con quel castigo , despertar el
pueblo cristiano, para que remediados los
males que padeze, abramos los ojos, i vi
vamos como cristianos , pues tanto nos
preziamos de este nombre.
ARCEDuNo.-Bezia empresa habeis tomado:
no sé si podreis salir con ella.
LACTANCIo. —Cuanto á lo primero, quiero
- 339 —
protestaros, que ninguna cosa de lo que
aqui se dijere, se dize en perjuizio de la
dignidad ni de la persona del Papa: pues,
la dignidad , es razon que de todos sea te
nida en venerazion: i, de la persona , por
cierto, yo no sabria dezir mal ninguno,
aunque quisiese: pues conozco, lo que
se ha hecho, no haber seido por su vo
luntad , mas por la maldad de algunas
personas que cabe si tenia. I , porque me
jor nos entendamos , pues la diferenzia es
entre el Papa i el Emperador, quiero que
me- digais, primero, qué ofizio es el de Pa
pa; i qué ofizio es el del Emperador: i, á
qué fin estas dignidades fueron instituidas.
ARCEoIANoÍ-A mi parezer, el ofizio del Em
perador es, defender sus súbditos, i man
tenerlos en mucha paz i justizia , favore
ziendo los buenos, i castigando los malos.
LACTANCIo.-Bien dezis: ¿i el del Papa ?
ARCEDuNo.—Eso es mas dificultoso de de
clarar: porque, si miramos al tiempo de
Sanet. Pedro , es una cosa , i si al de ago
ra, otra.
LACTANCIO. - Cuando yo os pregunto, para
qué fué ínstituida esta dignidad; entiende
—340—
se, que me habeis dc dezir la voluntad i
intenzion del que la instituyó.
ARCEDIANo.-—A mi parezer, fué instituida,
para que el Sumo Pontifize tuviese autori
dad de declarar la sagrada Escriptura: i
para que enseñase al pueblo la doctrina
cristiana , no solamente con palabras,- mas
con ejemplo de vida: ¡para que con lá
grimas i oraziones , continuamente rogase
á Dios por su pueblo cristiano: i para que
este tuviese el supremo poder de absolver
á los que hubiesen pecado, i se quisiesen
convertir: i para declarar por condenados
á los que en su mal vivir estuviesen obsti
nados: ¡para que con continuo cuidado
procurase de mantener los cristianos en
mucha paz i concordia : i, finalmente, pa
ra que nos quedase acá en la tierra quien
mui de veras representase la vida i sanctas
costumbres de Jesu—Cristo nuestro Re
demplor , porque los humanos corazones,
mas aina se atraen con obras, que con
palabras. Esto es lo que yo puedo colejir
de la sagrada Scriptura. Si, vos, otra co
sa sabeis , dezidla.
LACTANCIo.—Basta eso, por agora, i mirá no
—3H —
se" os olvide, porque lo habremos menes
ter á su tiempo. -
ARCEDIANo. — No hará.
LACTANCIo. —Pues, si yo os muestro clara
mente, que por haber el Emperador hecho
aquello, á que vos mesmo’ habeis dicho
ser obligado; i, por haber el Papa dejado
de hazer lo que debia, por su parte , ha
suszedido la destruizion de Roma; ¿á quién
echareis la culpa?
ARCEDIANo. —Si, vos , eso hazeis (lo que
yo no creo), claro está que la terná el
Papa.
LACTANCIo.— Dezidme, pues , agora, vos:
pues dezis que el Papa fué instituido para
que imita-se á Jesu Cristo; cuál, pensais,
que Jesu Cristo quisiera mas; ¿mantener
paz entre los suyos; ó levantarlos i revol
verlos en guerra ?
AscnDlANo. —Claro está, que el Autor de la
paz, ninguna cosa tiene por mas abomi
nable que la guerra.
LAcuNcro. —Pues , veamos r ¿Cómo será imi
tador de Jesu Cristo, ol que toma la guer
ra , i deshaze la paz ?
ARCEDuNo. — Ese tal, mui lejos estaria de
-342—
imitarle. Pero, ¿á qué propósito me dezis,
vos , agora , eso?
LACTANCIo.‘- Digooslo , porque, pues el Em
perador defendiendo sus súbditos, como es
obligado; el Papa, tomó las armas contra
él , haziendo lo que no debia, i deshizo la
paz, i levantó nueva guerra en la cris
tiandad; ni el Emperador tiene culpa de
los males suszedidos pues hazia lo que era
obligado, en defender sus súbditos; ni el
Papa puede estar sin ella, pues hazia lo
que no debia , en romper la paz, i mover
guerra en la cristiandad. y
ARCEDuNo.-¿Qué paz deshizo el Papa, ó
qué guerra levantó en la cristiandad,?
LACTANCIo. —Deshizo la paz que el Empera
dor habia hecho con el Rei de Francia, i
revolvió la guerra que agora tenemos;
dónde‘ por justo juizio de Dios le ha venido
el mal que tiene.
ARCnDuNo. -Bien estais en la cuenta. ¿ Dón
de hallais, vos, que el Papa levantó ni
revolvió la guerra contra el Emperador,
* Aqui, donde, por de donde. Asi en Fr. Luis
de Leon ; do ¿als a’ mover guerra , etc.; por, de do
sale ete.
— 343 —
despues de hecha la paz con el rei dc
Francia?
LACTANCIo. —Porque , luego, como fué suelto
de la prision, le envió un Breve, en que
le absolvia del juramento que habia hecho
al Emperador; para que no fuese obligado
á cumplir lo que le habia prometido: por
que mas libremente pudiese mover guerra
contra él.
ARCEDuNo.-—¿PoI- dónde sabeis, vos, eso?
Asi hablais, como si fuésedes del consejo
secreto del Papa.
LACTANClo.-Pol- muchas vias se sabe: i por
no perder tiempo, mirad el prinzipio de la
liga que hizo el Papa con el rei de Francia;
i vereis claramente cómo el Papa fué el
promotor d’ ella: i siendo esta .tan gran
verdad, que aun el mismo Papa la confie
sa : ¿Parézeos ahora, á vos, que era esto,
hazer lo que debia, un Vicario de Jesu
. Cristo? Vos dezis, que su ofizio, era po
ner paz entre los disoordes: i él, sembraba
guerra entre los concordes. Dezis, que su
ofizio era enseñar al pueblo, con palabras
i con obras, la doctrina de Jesu Cristo:
i él, les enseñaba todas las cosas _á ella
-—344
contrarias. Dezis,, que su ofizio era rogar
á Dios por su pueblo: i él andaba procu
rando de destruirlo. Dezis, que su ofizio
era imitar a Jesu Cristo: i él, en todo, tra
bajaba de serle contrario. Jesu Cristo fué
P obre i humilde, i él, or acrezentar no
sé qué señorio temporal, ponia toda la
Cristiandad en guerra. Jesu Cristo, daba
bien por mal: i él, mal por bien, haziendo
liga contra el Emperador, de quien tantos
benefizios habia rezebido. No digo esto,
por injuriar al Papa; bien sé que no pro
cedia del: i que, por malos consejos, era
á ello instigado.
ARCEDuNo.—Desa manera, ¿ quien terná en
eso la culpa?
LACTANCIo.—LoS que lo ponian en ello, i
tambien él, que tenia cabe si ruin jente.
¿Pensais, vos, que delante de Dios, se
escusará un Prinzipe , echando la culpa á
los de su consejo? No, no. Pues le dió
Dios juizio, escoja buenas personas que es
ten en su consejo, i consejarle han bien.
I si las toma, ó las quiere tener malas;
suya sea la culpa. I, si no tiene juizio
para escojer personas, deje el señorio.
— 3í5 -
ARCEDIANo. — Diñzil cosa les pedis.
LACTANCIo. ¿ Difízil? ¿I cómo; tánto juizio es
menester para esto? Dezidme : ¿ qué gue
rra hai tanjusta, que un Vicario de Jesu
Cristo deba tomar contra cristianos , miem
bros de un mesmo cuerpo cuya cabeza es
Christo, i él su Vicario ?
ARCEDuNoi —El Papa tuvo muncha razon de
tomar esta guerra contra el Emperador: lo
uno, porque, primero, él no habia que
rido su amistad; i lo otro, porque tenia
tomadoi usurpado el Estado de Milan, des
pojando del, al duque FranciscoEsforcia:
en viendo el Papa esto, se temia que otro
dia haria otro tanto contra él, quitándole
las tierras de la Iglesia. Luego, con mucha
justizia i razon, tomó el Papa las armas
contra el Emperador: asi para compelerle
á que reslituyese su Estado al duque de
Milan; como para asegurar el Estado i
tierras de la Iglesia.
LACTANCIo. —Marabillado estoi , que un hom
bre , de tan buenjuizio, como vos ; hayais
dicho una cosa tan fuera de razon como
esa. Veamos: ¿i eso, hazialo el Papa como
Vicario de Cristo, ó como Julio de Médizis?
y — 346 —
Vll. ARCEDuNo. -Claro está que lo hazia como
Vicario de Cristo.
LACTANCIo.—Pues digo, que el Emperador,
contra toda razon i justizia , quisiese qui
tar todo su Estado al duque de Milan;
¿qué tenia que hazer en eso el Papa?
¿Para qué se quiere él meter donde no" le
llaman , i en lo que no toca á su ofizio?
Como si no tuviese ejemplo de Jesu Cristo,
para hazer lo contrario: que llamado para
que amigablemente partiese una heredad,
entre dos hermanos , no quiso ir: dando
ejemplo á los suyos, que no se debian
entremeter en cosas tan viles i bajas.
¿I quereis agora, vos, que se ponga en
trellos su Vicario , con mano armada, sin
que le llamen para ello? ¿Dónde hallais,
°vos, que Jesu Cristo intituyó su Vicario,
para que fuese juez entre Prinzipes segla
res ; cuanto mas ejecutor, i revolvedor de
guerra entre cristianos? ¿Quereis ver, cuán
lejos está de ser Vicario de Cristo un
hombre que mueve guerra? Mirad el fructo
que della se saca, ¡cuán contraria es, no
solo á la doctrina cristiana, mas aun á la
natura humana. A todos los animales dió
— 3-í7 —-
la natura armas para que se pudiesen de
fender, i con que pudiesen ofender: á solo
cl hombre, como á una cosa venida del
cielo, adonde hai suma concordia ; como á
una cosa , que acá habia de representar la
iniájen de Dios; dejó desarmado. No quiso
que hiziese guerra. Quiso, que , entre los
hombres, hobiese tanta concordia, como
en el cielo, entre los ánjeles. I, ¡que
agora , seamos venidos á tan gran estremo
de ceguedad , que mas brutos que los mis
mos brutos animales , mas bestias que las
mesmas bestias , nos matemos unos á
otros! Las bestias viven en paz: i noso
tros, peores que bestias, vivimos en gue
rra. l, entre los hombres , si buscamos
cómo viven en cada provinzia: en sola _la
cristiandad, que es un rinconzillo del
mundo; hallareis mas guerra, que en todo
el mundo. I no tenemos vergüenza della
marnos cristianos. E, por la mayor parte,
hallareis que aquellos revuelven, que de
brian apaziguarla. Obligado era el Romano
Pontifize , pues se prezia dc ser Vicario de
Jesu Cristo: obligados eran los Cardenales,
pues quieren ser colunas de la Iglesia:
—3—l-8—
obligados eran los Obispos, siendo pas
tores, de poner las vidas por sus ovejas:
como lo hizo i lo enseñó Jesu Cristo, di
ziendo-: «Bonus pastor animan: suam
ponít pro ovibus suism mayormente sien
do dadas sus rentas al Papa, i á estos
otros Prelados; para que, usando de su
ofizio pastoral, mejor puedan amparari
defender sus súbditos. I, agora, por no
perder ellos un poquillo de su reputazion;
ponen toda la cristiandad en armas. ¡O,
qué jentil caridad! Doitc yo dineros para
que me defiendas; i tú, alquilas con ellos
jente para matarme, robarme, ¡destruir
me l ¿Dónde hallais , vos , que mandó Jesu
Cristo á los suyos, que hiziesen guerra?
_Leed toda la doctrina evanjélica : leed
todas las epistolas apostólicas ‘‘, no halla
reis sino paz, concordia i unidad, amor i
caridad. Cuando Jesu Cristo nazió, no ta
ñeron alarma, mas cantaron los ánjeles:
« Gloria in. exee/sis Deo, et in terra paar,
* Esto cs del cap. X, v. it de San Juan: pero
adonde dice prmit, conforme al texto griego , la Vul
guta dice dat. (N. delE.)
** La Edit. gót. ranóitiras.
—3i9—
Iaominibus bona voluntas*. » Paz nos dió
cuando nazió : i paz cuando iba al martirio
de la cruz. ¿Cuántas vezes amonestó á los
suyos á esta paz i caridad ? I, aun no
contento con esto, rogaba al Padre , que
los suyos fuesen entre si, una mesma
cosa, como El con su Padre. ¿Podriase
pedir mayor conformidad? Pues , aun mas
quiso: que los que su doctrina siguiesen,
no se diferenziasen de los otros en vesti
dos: ni aun en diferenzias de manjares:
ni aun en ayunos, ni en ninguna otra cosa VIII.
exterior: sino en obras de caridad. Pues
el que esta no tiene , ¿ cómo será cristia
no? É si, no "‘ cristiano, ¿cómo " Vica
rio de Jesu Cristo? Dónde hai guerra,
¿cómo puede haber caridad? ¡l siendo es
te el prinzipal conozimiento de nuestra fé;
¿quereis, vos, que la cabeza della , ande
de él tan apartada? Si los Prinzipes segla
res se hazen guerra , no es de marabillar:

* San Lúcas, II, M, (titndo aqui conforme al


orij. gr. , no segun la tr. Vulgaia. En la Ed. gót.
seguir la Vulg.
"* Es, será, en la Ed. dc Paris: pero no en
la gót.
—350_
pues, como ovejas, siguen á su pastor. Si
la cabeza guerrea , forzada" cosa es, que
peleen los miembros. Del Papa me mara
billo, que debria de ser espejo de todas
las virtudes cristianas , i dechado en quien
todos nos habiamos de mirar: que habien
do de meter, é mantener á todos , en paz
i concordia ; aunque fuese con peligro de
su vida; quiera hazer guerra , por adqui
rir i mantener cosas , que Jesu Cristo
mandó menospreziar: i, que halle, entre
' cristianos , quien le ayude á una obra tan
nefanda, execrable, i perjudizial á la
honrra de Cristo. ¿Qué ceguedad es esta?
Llamámonos cristianos, i vivimos peor
que turcos, i que brutos animales. Si nos -
pareze, que esta doctrina cristiana es
alguna burleria , ¿por qué no la dejamos
del todo? que , á lo menos , no hariamos
tantas injurias á aquel, de quien tantas
merzedes habemos rezebido. Mas, pues
conozemos ser verdadera, i nos prezia
mos de llamarnos cristianos, i nos burla
mos de los que no lo son; ¿por qué no lo

* Foot-ado es que etc. Ed. gót.


—35l
querreníos ser nosotros de veras*? ¿por
qué vivimos como si entre nosotros, no
hobiese fé ni lei?’ Los filósofos i sabios
antiguos, siendo jentiles, menospreziaron
las riquezas: ¿i, agora, quereis vos, que
el Vicario de Jesu Cristo haga guerra , por
lo que aquellos ciegos paganos no tenian
en nada? ¿Qué dirá la jente, que, de
Jesu Cristo , no sabe mas de lo que vee en
' su Vicario, sino , que mucho mejores fue
ron aquellos filósofos, que por alcanzar el
verdadero bien, que ellos ponian en la
virtud, menospreziaron las cosas munda
nas; que no Jesu Cristo; pues veen , que
su Vicario anda hambreando, i haziendo
guerra , por adquirir lo que aquellos me
nospreziaron? Veis aqui la honrra que
hazen á Jesu Cristo sus Vicarios. Veis aqui
la honrra que le hazen sus ministros. Veis
aqui la honrra que le hazen , aquellos que
se mantienen de su sangre. ¡O, sangre
de Jesu Cristo, tan mal de tus Vicarios
empleada! ¡que , de ti, saque dineros
este, para matar hombres, para matar

* De veras: lo añade P. En la Ed. gót. no lo ltai.


— 352 -
cristianos, para destruir ciudades, para
quemar villas; para deshonrrar donzellas,
para hazer tantas viudas, tantas huérfanas,
tanta muchedumbre de males, como la
guerra trae consigo! ¡Quién vido aquella
Lombardia , i aun toda la cristiandad . los
años pasados, en tanta prosperidad: tan
tas i tan hermosas ciudades, tantos edifi
zios fuera dellas, tantos jardines, tantas
alegrias, tantos plazeres, tantos pasa
tiempos! Los labradores cojian sus panes,
apazentaban sus ganados, labraban sus
casas: los ciudadanosi caballeros, cada
uno en su estado , gozaban librementede
sus bienes, gozaban de sus heredades,
acrezentaban sus rentas, i munchos dellos
las repartian entre los pobres. I, despues
que esta maldita guerra se comenzó;
¡cuántas ciudades vemos destruidas, cuán
tos lugares i edifizios, quemadosi despo
blados: cuántas viñas i huertas taladas;
cuántos caballeros, ciudadanos i labrado
res, venidos en suma pobreza! ¡Cuántas
mujeres habrán perdido sus maridos, cuán
tos padres i madres sus amados hijos,
cuántas donzellas sus esposos, cuántas
— 353 —
virjines su virjinidad , cuántas mujeres
forzadas en presenzia de sus maridos,
cuántos maridos muertos en presenzia de IX.
sus mujeres, cuántas monjas deshonrra
das , é cuánta multitud de hombres faltan
en la cristiandad! I, lo que peor es,
¡cuánta multitud de ánimas se habrán ido
al infierno! É, disimulámoslo, como si
fuese .una cosa de burla. I, aun no conten
-to con todo esto el Vicario de Jesu Cristo,
ya que teniamos paz , nos viene á mover
nueva guerra, al tiempo que teniamos los
enemigos de la fé á la puerta, para que
perdiésemos , como perdimos, el reino de
Ungria: para que se acabase de destruir
lo que en la cristiandad quedaba. I, aun
no contentándose su jente con hazer la
guerra, como los otros; buscan -nuevos
jéneros de crueldad. ¿Qué tiene que ha—
zer el Emperador Nero; ni Dionisio Sira
cusano; ni cuantos crueles tiranos han,
hasta hoi, reinado en el mundo; para
-inventar tales crueldades , como el ejérzito
del Papa, despues de haber rompido la
tregua hecha con Don Hugo de Moncada,
hizo, en tierras de Colonneses; que dos
95
—35í—
cristianos, tomasen por las piernas una
noble donzella , virjen , i teniéndola desnu
da, la cabeza baja, viniese otro, i, asi
viva, la partiese por medio, con una ala
barda ’L... ¡O, crueldad! ¡O impiedad!
¡O execrable maldad! I, ¿qué habia hecho
aquella pobre donzella? ¿ I, qué habian
hecho las mujeres preñadas , que , en pre
senzia de sus maridos, les abrian los
vientres con las crueles espadas; i, sacada
la criatura , asi caliente, la ponian á asar
ante los ojos de la desventurada madre?
¡O, marabilloso Dios, que tal consientes!
¡O, orejas de hombres, que tal cosa po
deis oir! ¡O, summo Pontifize, que tal
sufres hazer en tu nombre! ¿Qué mere
zian aquellas inozentes criaturas? Malde
zimos á Herodes , que hizo matar los niños
rezien—naszidos; i, tú consientes matar
los antes que nazcan ? ¡Dejáraslos, siquie
ra, nazer! ¡Dejárasles, siquiera, rezebir el
agua del baptismo: no les hizieras perder
las ánimas, juntamente con las vidas!
¿Qué merezian aquellas mujeres , porque
debiesen morir con tanto dolor;i verse
abiertos sus vientres, é sus hijos jemir en
-— 355 .—
los asadores? ¿Que merezian los desdi
chados padres, que morian con el dolor
de los malogrados hijos, ide las desven
tnradas madres ? ¿ Cuál judio , turco , mo
ro, ó infiel, querrá ya venir á la fé de
Jesu Cristo; pues tales obras rezebimos de
sus Vicarios? ¿Cuál dellos lo querrá ser
vir ni honrrar? I los cristianos que no
entienden la doctrina cristiana; ¿qué han
de hazer, sino seguir á su pastor?l si
cada uno lo quiere seguir; ¿ quién querrá.
vivir entre cristianos? ¿Parézeos, señor,
quese imita asi [á] Jesu Cristo? ¿ Paré
zeos , que se enseña asi, el pueblo cristia
no? ¿Parézeos , que se interpreta asi la
sagrada Escriptura? ¿Parézeos, que ruega
asi el pastor por sus ovejas? ¿Parézeos,
que son estas obras de Vicario de Jesu
Cristo ? ¿Parézeos, que fué para esto
instituida esta dignidad; para que , con
ella, se destruyese el pueblo cristiano?
ARCEDIANo. —No puedo negaros, que no sea
rezia cosa: mas está ya tan acostumbrado
en Italia , no tener en nada el Papa que no
haze guerra; que ternian por mui grande
afrenta, que, en su tiempo, se perdiese
— 356 —
sola una de las almenas delas tierras de la
Iglesia.
LACTANCIo.- Por no seros prolijo , quiero
dejar infinitas razones , que para confun
dir esa razon podria yo aqui alegar. Mas,
vengamos á la extremidad: digo , que el
Emperador quisiera tomar al Papa las
tierras de la Iglesia: ¿no os pareze, que
fuera menor inconveniente, que el Papa
perdiera todo su señorio temporal, que
no , que la cristiandad , i la honrra de Jesn
Cristo padeziera lo que ha padezido?
ARCnDuNo.— No, por cierto. ¿I, asi que
rriades, vos , despojar á la Iglesia?
LACTANCIo.— ¿Cómo, despojar á la Iglesia?
¿ A quién llamais Iglesia?
ARCEDIANo. — Al Papa, i á los Cardenales.
LACTANCIo.— ¡l, todo el resto de los cris
tianos , no será tambien Iglesia como
esos?
ARCEmANo.— Dizen que si.
LACTANCIo.—Lueg0, el señorio i auctoridad
de la Iglesia, mas consiste en hombres,
que no en gobernazion de ciudades: i, por
consiguiente, entonzes estará la Iglesia
muiacrezentada, cuando hobiere mun
— 357 —
chos cristianos: estonzes despejada, cuan
do hobiere pocos.
ARCEDlANo.—— A mi, asi pareze.
LACTANCIo.— Luego, el que es causa de la
muerte de un hombre , mas despoja la
Iglesia de Jesu Cristo, que no, elque quita
al romano Pontifize su señorio temporal.
ARCEDuNo.— Ansi sea- .
LACTANCIo.— Pues, dezidme. vos, ahora:
¿ cuántas personas serán muertas, despues
que el Papa comenzó esta guerra, por
asegurar, como dezis, su Estado? Dejo
los otros males que la guerra trae consigo.
ARCEDIANo. — Infinitas.
LACTANCIo.- Luego , mas ha despojado él la
Iglesia de Dios , que la despoiaria, quien
quitase á él su señorio temporal. Veamos:
si alguno quisiera tomar la capa á Jesu
Cristo; ¿creeis que se pusiera en armas
para defenderla ?
ARCEDIANo. — No.
LACTANCIo. — Pues, ¿ por qué quereis que el
Papa lo haga, pues dezis , que fué insti
tuido para que imitase á Jesu Cristo?
. ’* Pareze modismo equivalente al moderno: sen
an’: q. d. conceda: no lo disputa. (Edit.)
'— 358 —
AíícnDíANo. —- De esa manera, nunca la Iglesia
ternia señorio: cada uno se lo querria
quitar, si supiese que el Papa no lo habia
de defender.
LACTANCIo.—Si es nezesario ,-i provechoso,
que los sumos Pontifizes tengan señorio
temporal, ó no; véanlo ellos. Cierto, á
mi pareszer, mas libremente podrian en
tender en las cosas espirituales, si no se
ocupasen en las temporales. I , aun en
eso que dezis, estais engañado: que, yo
os prometo, que cuando el Papa quisiese
vivir como Vicario de Jesu Cristo, no sola
mente no le quitaria nadie sus tierras, mas
le darian muchas mas. I, veamos: ¿cómo
tiene él lo que tiene, sino de esta manera?
ARCEDIANo. - Dezis verdad: pero, ya no hai
caridad en el mundo.
LANCTANCIo.— Vosotros, con vuestro mal vi
vir, matais el fuego de la caridad: i en
vuestra mano estaria enzenderlo si qui
siésedes.
ARCEDuNo.—¿Quel-eiS que lo enzendamos,
perdiendo cuanto tenemos?
LACTANCIo. — ¿Por qué no? ¿ Si os lo dieron
por amor de Dios; por qué no lo perde
— 359 —'.
reis, por amor de Dios? Claro está, que
todos los verdaderos cristianos, con tal
condizion poseemos estos bienes tempora
les que estemos aparejados para dejallos,
cada vez que vieremos cumplir asi á la hon
rra i gloria de Jesu Cristoni al bien de la
cristiandad. Pues, ¿cuánto mas de veras
debrian de hazer esto los clérigos; ¡cuánto
mas de veras lo debria hazer el Vicario de
Jesu Cristo?
ARCEDIANo. —Vos estais tan santo, que no
cumple tomarme con vos. Cierto: no os
habriamos menester en Roma.
LACTANCIo.—Ni aun yo querria vivir entre
tan ruin jente.
ARCEDIANo.— ¿Como la que agora hai?
LACTANCIo.—Nl aun como la que habia. Que,
entre ruin ganado, no hai que escojer.
ARCnomvo.-Cómo! ¿i teneisnos, á nosotros,
por tan malos como aquellos desuella caras?
LACTANCIo.—POr tan malos? i, aun no estoi
en dos dedos de dezir, que por peores.
ARCEDIANO. — ¿ Por qué ?
LACTANcio.—Porque sois muncho mas per
niziosos á toda la república cristiana con
vuestro mal ejemplo.
— 360 —
ARcEDmNo. - ¿I aquellos ?
LACTANCIo. — Aquellos no hazen profesion- de
Ministros de Dios, como vosotros: ni tienen
de comer, por tales, como vosotros: ni hai
nadi, que les quiera, ni deba imitar como
á vosotros. Esperad pues: que aun no ha
bemos acabado. Hasta agora, he tratado la
causa, llamando al Papa, Vicario de Jesu
Cristo‘. Agora quiero tratarla, haziendo
cuenta, ó finjiendo, que él tambien es
Prinzipe seglar, como el Emperador: por
que, mas ála clara, conozcais el error
en que estábades. Cuanto á lo primero,
cosa es mui averiguada, que el Papa,
hubo esta dignidad por favor del Empera
dor: é habida (mirad, qué agradezimien— '
to), luego se concertó con el rei de Fran
cia. cuando pasó en Italia; i dejó la
amistad del Emperador. I, aun dizen
algunos, que el mismo Papa, lo instó á
que pasase en Italia. I, no obstante esto,
el Emperador, habida la victoria contra el
rei de Francia, no solamente no quiso
quitar al Papa, las ciudades de Parma i
* La Ed. got. añade: como es- razon :' palabras,
suprimldas en la de Par.
—364 —
Plasenzia‘, como de justizia i razon lo
podia hazer; mas, ratificó la liga, que
sus embajadores con él hizieron. Pero el
Papa, no contento con esto, comenzó
á tractar nueva liga en Italia, contra el y
Emperador , estando el rei de Francia
preso. Mas, descubrióse la cosa que se-
cretamente tractaban , i no hubo efecto. I,
- no bastó, para que el Emperador no procu
rase, por todas las vias á él honestasi
razonables, de comentar al Papa , porque
él fuese medianero en la paz que se tra
taba entre él i el rei de Francia, i no la
estorbase: mas, nunca lo pudo alcanzar.
Concluyóse, en este medio, la paz con
Francia: i luego que el Rei fué suelto.
comenzó el Papa á procurar de hazer
nueva liga con el Rei, contra el Emperador,
sin haberle dado causa alguna para ello: i
esto, á tiempo que los turcos, con un po
deroso ejérzito, comenzaron á entrar por
el reino de Ungria.¿Parézeos, que era
jentil hazaña ? Estaban los enemigos á la
‘ Esto es, Piacenza (Placentia), en Italia , cerca
del rio Trebbia. Perteneció , hasta el siglo pasado, á
los dominios españoles , en Parma.
—369__
puerta, iél revolvia nueva guerra en casa.
Requeria al Emperador, que no se apare
jase para resistir al turco: i él, secreta
mente, se aparejaba,- para hazer guerra
al Emperador. ¿Parézeos, que eran estas,
obras de Prinzipe cristiano?
ARCEDlANo.—VeamoS: i el Emperador, ¿ por
qué no hazia ver la justizia del Duque de
Milan?l si no habia errado, ¿ no era razon
que le restituyese su Estado ?
LACTANCIo.—SI, por cierto. Pero, mirad, se
ñor: el Emperador puso en el Estado de
Milan, al duque Franzisco Esforzia, pu
diéndolo tomar para si, pues tiene á él,
mucho mas derecho, que el mismo Duque.
I, solo por la paz i sosiego de Italia, i de
toda la cristiandad , lo quiso dar á un
hombre, de quien nunca servizio habia
rezebido. I, despues, su Majestad fué
informado. por sus Capitanes, que el Du
que, habia entendido, i sido parte, en la
liga que el Papa, i los otros potentados de
Italia, hizieron contra él. I, pues, en ello,
habia cometido crimen ¿(este majestafís;
era razon, que como rebelde i desagra
dezido, fuese privado de su Estado.
—363—
ARCEDIANo. — ¿Cómol ¿quereis privar un hom
bre , sin ser oido ?
LACTANCIo. — ¿Por qué no; cuando el delicto
es evidente i manifiesto; i de la dilazion.
se podrian seguir inconvenientes? Como
estonzes: que estaba el ejérzito del Em
perador en estremo peligro, si no se apo
deraba de las ciudades i villas de aquel
Estado de Milan.
ARCEDIANo.— ¿ Pues por qué, despues, el
Emperador no habia querido hazer infor
mazion, para saber la verdad, i restituirle
su Estado, si se hallára sin culpa?
LACTANCIo. —¿I cuándo vistes , vos , oir por
procurador un reo, en caso criminal, es
pezialmente donde interviene crímen lwscz
majestatis? Prensentárase él, i oyéranle d’
justizia. De otra manera, el no presen
tarse, le hazia culpado.
Ariciioumo. — Temiase de los Capitanes del
Emperador, que le tenian mala voluntad.
LACTANCIo. — A la fé, temiase de su poca
justizia. Sino mirad, que luego que salió
fuera del castillo de Milan, se juntó con los

* A, por en justizia, que dezimos ahora.


—364—-
enemigos del Emperador. I tambien, ¿qué
XII. tenia el Papa que hazer en esto? ¿Si un
Prínzipe quiere castigar su Vassallo, hase
él de entremeter en ello?I, aunque lo
hobiese de hazer, i fuese este su ofizio;
¿no bastaba , que el Emperador le envió
á don Hugo de Moncada, ofreziéndole todo
lo que él pedia? ¿Qué hombre hai en el
mundo, que no quisiera mas, uno en paz,
que dos. en guerra? Cuanto mas, dándole
con la paz,todo lo que él pedia con la
guerra. Si el Papa tanto deseaba, que el
duque Franzisco Esforzia, fuese restituido
en su Estado, solamente, porque ni el
Emperador se quedase con él, ni lo diese
al Infante don Hernando su hermano; ¿ por
qué no azeptaba lo que don Hugo de Mon
cada le ofrezia de parte del Emperador;
que era contento que aquel Estado, estu
viese en poder de terceros, hasta que la
justizia del Duque fuese vista: i que si no
tenia culpa en lo que le acusaban , prome
tia de hazérselo luego restituir: i si se
hallase culpado , i hobiese de ser privado
de su Estado, que su Majestad prometia
de no tomarlo para si, ni darlo al Infante
_ ._
don Hernando su hermano, sino al duque
de Borbon ", que era uno de los que el
mismo Papa, para esto, habia nombrado
primero? ¿ Quereis que os diga? El Papa
pensaba tenerla cosa hecha; i“, que des
.baratado el ejérzito del Emperador , no
solamente lo echarian de Lombardia, mas
de toda Italia: i le quitarian todo el reino
de Nápoles, como tenian conzertado, iaun
entre si partido. I con esta esperanza, el
Papa no quiso azeptar lo que, con don
Hugo, el Emperador le ofrezió.
ARCEDuNo.— Antes, no fué por eso, sino
que ya él estaba conzertado con los otros:
ino queria romper la fé que les habia
dado.
LACTANCIo. —Jentil achaque es ese l ¿I qué
mas miel tenia la fé, que habia dado al
rei de Francia , para destruir la cristian
dad; que la que primero dió al Emperador;
para remedio de ella? Antes, de razon
debia guardar la que dió al Emperador, i
romper la que dió al rei de Francia. ¿ No
sabeis, que juramento, hecho en dañoi
* Borbon, en la Ed. gót.
** V Asi en la Ed. gót.
— 366 —
perjuizio del prójimo, no se debe guardar?
Cuanto mas en daño de toda la cristian
dad, i en daño i perjuizio de la honrra de
Dios, i de tanta jente como, á esta causa,
ha padezido.
ARCnDmvo. —En eso, yo confieso, que teneis
muncha razon. Mas, vos no considerais,
que el ejérzito del Emperador, amenazaba
de venir sobre las tierras del Papa; i que
el Papa, como buen Prinzipe, pues Prinzi
pelo quereis llamar; es obligado á de
fenderlas. I, sabeis vos mui bien, que el
Derecho natural permite á cada uno. que
defienda lo suyo.
LACTANCIo. — Si el Papa guardara la liga
que tenia hecha con el Emperador; ó
quisiera azeptar lo que de nuevo le ofre
zió; no amenazára su ejérzito de venir
sobre las tierras de la Iglesia. I, aunque
eso sea , i yo os conzeda , que el Derecho
natural permite á cada uno que defienda lo
suyo; mas, dezidme: ¿ entendeis, vos,
que los Prinzipes tienen el mesmo seño
rio, sobre sus súbditos, que, vos , sobre
vuestra mula ?
ARCEDIANU. -¿Por qué?
— 367
LACTANCIon—PorQuO las bestias, son crea
das para el servizio del hombre: i el hom
bre, para el servizio de solo Dios. Vea
mos: ¿fueron hechos los Prinzipes, por
amor del pueblo; ó el pueblo, por amor
de los Prinzipes?
ARCEDIANo. —Creo yo, que los Prinzipes, por
amor del pueblo.
LACTANCIo. -—Luego, el buen Prinzipe, sin te
ner respecto á su interese particular, será
obligado á procurar solamente el bien del
pueblo, pues fué instituido por su causa.
ARCEDIANo. —De razon , ansi habria ello de
ser.
LACTANCIo. —Pues, veis aqui: pongo por ca
so, que el ejérzito del Emperador quisie
ra ocupar las tierras de la Iglesia: vea
mos, ¿cuál fuera mas provechoso á los
moradores de ellas; que el Papa, de su XIII.
, propria voluntad las renunziara al Empe
rador; ó hazer lo que ha hecho por de
fenderlas’?
ARCnnuNo.—Si al provecho del pueblo se
mirase, claro está, que si el Papa diera
todas aquellas tierras al Emperador, no
padeszieran tantos daños, como han pa
— 368 —
deszido. Pero, dadme un Prinzipe que
haga eso.
LACTANCIor—DoÜÜoS el Emperador. ¿No sa
beis, vos, que pudiera él, mui bien , icon
mucha razon, i justizia, tomar para si el
Ducado de Milan , i la Señoria de Jénova;
pues no hai ninguno que á ello tenga tan
to derecho como él? Mas, porque le pare
zió convenir mas al bien del pueblo, que
diese lo uno alduque Franzisco Esforzia,
ien lo otro, pusiese á los Adornos; lo hizo
mui liberalmente: posponiendo su prove
cho particular, al bien público, como cada
buen Prinzipe debe hazer.
ARCnouNo.—Si se hiziese lo que se debria
hazer, espirituali temporal, todo habria
de ser del Papa.
LACTANCIo. — ¿ Dal Papa ? ¿ Por qué ?
ARCEDuNo.-PoI‘qu6 lo gobernaria, mejori
mas santamente, .que ninguno otro.
LACTANCIo. —¿Vos no teneis mala vergüenza
de dezir eso? ¿No sabeis , que en toda la
cristiandad, no hai tierras peor goberna
das, que las de la iglesia?
ARcEDuNo-Yo bien lo sé, mas no pensé
que lo sabiades vos.
—369—
LACTANCIo..-Pues, luego: ¿parézoos, que
el Papa hizo como buen Prínzipe, en to
mar las armas contra el Emperador, de
quien tantas buenas obras habia rezebido;
rompiendo la paz i amistad que con- él
tenia?
ARCnmANo. —Sé que ‘ el Papa no tomó las
armas contra el Emperador, sino contra
aquel desenfrenado ejérzito , que hazia
horribles extorsiones, i cosas abomina
bles en aquel Estado de Milan: i ora justo
que aquella pobre jenle fuese libre de
aquella tal tirania. .
LACTANCIo.—Marabillome, de vos, que di
gais tal cosa. Veamos, si el Papa quisie
ra mantener el amistad con el Emperador,
¿qué habia menester su Majestad tener
ejérzito en Italia, pues que ya lo habia
mandado despedir? Mas, cuando supo de
la liga, que se tramaba contra él; fué for
zadoá entretenerlo“. Si el Papa no preten
dia, sino la libertad i restituzion del Duque
* Sé que: modismo antiguo por si que, equiva
lente al moderno, en verdad, que el Papa no tomó etc
*‘ Entretener : Pareze aqui estar en la particular
acepzion de, tener dentro de Italia un ejérzito. (E.)
9.a
_ 370 _
de Milan, i librar aquel Estado, de las
vejaziones del ejérzito del Emperador, i
asegurar las tierras de la Iglesia; ¿por
qué no tomaba el amistad del Emperador,
con que se remediaba todo; pues era ro
gado i requerido con ella? I, si el Papa no
queria mas de lo que vos dezis; ¿qué
culpa tenia el reino de Nápoles, que lo
tenian ya entre si repartido? ¿Qué culpa
tenian las ciudades de Jénova i Sena, que
tenian, la una, por mar, ila otra, por
tierra , cercadas? Queria evitar las extor
siones i vejaziones , que el ejérzito del
Emperador hazia en Lombardia; i, no sola
mente acrezentaba aquellas , mas daba
causa , para que se hiziesen muchas mas,
en toda Italia. i aun en toda la cristiandad.
Leed la capitulazion de la liga hecha,
entre el Papa i el Bei de Francia, Vene
zianos i Florentines: i vereis si era eso lo
que el Papa buscaba. ¿Qué le habia hecho
el Emperador, porque debiese tomar las
armas contra él?
ARCnmANo. —¿No os he dicho, que el Papa,
no tomó las armas contra el Emperador,
sino contra su desenfrenado ejérzito?
—374 —
LACTANClo.—¿De manera, que la guerra, no
era sino contra el ejérzito?
ARCEDIANo. - No.
LACTANCIo. —Pues, si contra'e] ejérzito era,
i el ejérzito se ha vengado; ¿por qué
echais la culpa al Emperador?
ARCEDIANo. —Porque el Emperador los soste
nia , iles envió mas jente, con que hizie
sen lo que hizieron. '
LAcTANCIo. — ¿Vos no dezis, que el ofizio del
Emperador, es defender sus súbditos, i
hazer justizia? Pues, si cl Papa se los
queria maltratar; i ocupar sus Reinos, i
Señorios, i impedir que no pudiese hazer
justizia del Duque de Milan , como es obli
gado; por fuerza, habia de mantener i
augmentar ‘ su ejérzito , para poderlos XIV .
defender i amparar: pues dejándolo de
hazer, ya dejaba de ser buen Emperador.
ARCnDuNo. —En eso, teneis razon. Mas, de
zidme: ¿ parézeos, que fué bien hecho, que
el Emperador mandase hazer el insulto que
don Hugo i los Colonneses hizieron en
Roma ? '
LACTANCIo. —Nunca el Emperador tal mandó.
* Aumentar: en la Edic. gót.
— 372 -
ARCEDuNo. - ¡Cómo! ¿No mandó él, que
don Hugo, ilos Colonneses, entrasen en
Roma, i procurasen de prender al Papa?
LACTANCIo. -No. Que no lo mandó. I, aun
que lo mandara, ¿parézeos que fuera mal
hecho ‘P
ARCEDIANo.— ¡Válame Dios! ¿I eso quereis,
vos, defender?
LACTANCIo.—Si. Veamos: si, vos, toviésedes
un padre, que en tanta manera hobiese
perdido el seso . que, con sus propias
manos, quisiese matar i lisiar sus proprios
hijos; ¿ qué hariades?
ARCEDIAN().— No teniendo otro remedio, en
zerrarloia, ó tonerloia, atadas las manos,
hasta que tornase en su seso.
LACTANCIo. — l , ¿ no os parezeria , que vues
tros hermanos, os eran en cargo , por lo
que haziades ?
ARCEDuNo.--Clal-o está, que me serian en
cargo.
LACTANCIo. — Pues el Papa, dezidme; ¿no es
padre espiritual de todos los cristianos ?
ARCEDIANo. — Si.
LACTANCIo.——Pl1eS si él, con guerras, quiere
matar i destruir sus proprios hijos; ¿no os
—373—
pareze, que haze mui gran misericordia,
ansi con él, como con sus hijos, el que le
quiere quitar el poder, para que no lo
pueda hazer? No me lo podeis negar.
ARCEDuNo.- Bien. Pero, ¿ vos no veis , que
se haze gran desacato á Jesu Cristo, en
tractar asi á su Vicario?
LACTANCIo.—AnteS se le haze mui gran ser
vizio, con evitar, que su Vicario, con el
mal consejo que cabe si tiene, no sea
causa de la muerte i perdizion de tanta
jente, por los cuales murió Jesu Cristo,
tambien como por él. -I, creedme, que el
mismo Papa , cuando dejada la pasion,
venga en conozimiento de la verdad; agra
dezerá, mui de veras, al que le quita la
ocasion para que no pueda hazer tanto
mal. Sino, venid acá: si, vos (lo que Dios
no quiera), estoviésedes tan fuera de seso-,
que con vuestros proprios dientes os mor
diésedes los miembros de vuestro cuerpo;
¿ no agradezeriades i terniades en muncha
grazia , al que os atase, hasta que torná
sedes en vuestro seso ?
ARCnmANo. - Claro está.
LACTANCIo. —Pues , veis aqui. Todos los cris
—37zí-—
tianos, somos miembros de Jesu Cristo: i
tenemos por cabeza al mismo Jesu Cristo:
i á su Vicario.
ARCEDIANo. - Dezis verdad.
LACTANCIo. —Pues, sieste Vicario, por el mal
consejo que cabe si tiene, es causa de la
perdizion i muerte de sus proprios miem
bros, que son los cristianos; ¿no debe
agradezer muncho, á quien estorba que
no se haga tanto mal?
ARCEDIANo.—Sln duda , vos, dezis mui gran
verdad. Mas, no cada uno alcanza este
conozimiento, ni puede juzgar mas de lo
que vee: i, por eso, los Prinzipes debrian
mirar bien lo que hazen.
LACTANCIo. —- Mas obligados son los Prinzipes
á Dios, que no á los hombres: i mas á los
sabios que no á los nezios. Jentil cosa se
ria que un Prinzipe, dejase de hazer lo
que debe al servizio de Dios , i bien de la
República; por lo que el vulgo ciego po—
dria dezir ó juzgar. Haga el Prinzipe lo
que debe, i juzguen los nezios lo que
quisieren. Asi juzgaban de David, porque
bailaba delante del arca del Testamento.
Ansi juzgaban de Jesu Cristo porque moria
- 375 —
enla cruz, i dezian: altos saluos fecíl,
seípsum non potestsalvum facere. Asijuz
gaban de los Apóstoles, porque predicaban
á Jesu Cristo. Asi juzgan, ahora, á los que
mui de veras quieren ser cristianos, me
nospreziando‘ la vanidad del muudo,i
siguiendo el verdadero camino de la ver
dad. ¿I quién hai que pueda escusar los
falsos juizios del vulgo? Antes se debe
tener, por mui bueno, lo que el vulgo XV.
condena por malo, i, por el contrario.
¿Quereislo ver? A la malizia, llaman in
dustria: á la avarizia i ambizion, grandeza
de ánimo: al maldiziente, hombre de
buena conversazion: al engañador, inje
nioso: al disimulador, mentiroso, i trafa
gador; buen cortesano. I, por el contrario,
al bueno i virtuoso, llaman simple: al
que con humildad cristiana menosprezia
esta vanidad del mundo, i quiere seguir á
Jesu Cristo, dizen que se torna loco: al
que reparte sus bienes con los que lo han
* Yo entiendo , que asi menospreziaron al Autor.
Juan de Valdés: ¡hasta hai quien le llama, hipócri
ta, i fanático, cuando, por no serlo , dejo de hazer
gran figura en el mundo.
'— 376 —
menester (por amor de Dios); dizen que
es pródigo: al que no anda en tráfagos i
engaños, para adquirir honrra i riquezas;
dizen que no es para nada: al que me
nosprezia las injurias por amor de Jesu
Cristo; dizen que es cobarde, i hombre
de poco ánimo: et finalmente, convertien
do las virtudes en vizios, i los vizios en
virtudes; á los ruines, alaban i tienen
por bien aventurados: i á los buenos i vir
tuosos, llaman pobres i desastrados. I, con
todo esto, no tienen mala vergüenza de
usurpar el nombre de cristianos, no tenien
do ninguna señal dello.
ARCEDIANo. —Bien me pareze eso: aunque,
para deziros la verdad ,- por ser, vos,
manzebo, iseglar, i cortesano; seria bien
dejarlo á los theólogos. Mas , digo que sea
como vos dezis: veamos: ¿á lo menos, no
fuera razon, que hecho ese insulto, el
Emperador castigara, á los que saquea
ron el sacro Palazio ,i templo de Sanct
Pedro?
LACTANCIo. - Cierto, mejor fuera que el Pa
pa no rompiera la tregua , ni la fé que dió
á don Hugo.
—377—
ARCEDIANo. — Sé que ‘ no la rompió él.
LACTANCIo.—¿ Pues quién hizo la guerra
contra los Colonneses?
ARCEDIANo. —Eso hizose en nombre del Co
lejio, i no del Papa.
LACTANCIo. — No me digais esas niñerias.
¿Cúyos eran los capitanes? ¿Cúya era la
jente? ¿Quién la pagaba ? ¿ Cúyas las ban
deras ? ¿ A quién obedezian? Esas son
cosas para entre niños. Mas me marabillo,
de quien tan gran vanidad inventa; i de
los Cardenales, que tal cosa consintieron
se hiziese en su nombre. Mas, mui bien
está , pues los ha Dios castigado.
ARCEDIANo. — ¿ No queriades que el Papa
castigase los Colonneses, pues son sus
súbditos ?
LACTANCIo. — No, pues habia dado su fé, de
no hazerlo: i rompia la tregua, siempre
que tomaba las armas contra ellos. I sa
bia, que el Emperador, no lo habia de
consentir, pues los Colonneses tambien
son sus súbditos, como del Papa: i es
obligado, como buen-Prinzipe, de ampa
rarlos , i defenderlos.
* Véase la nota primera de la pág. 369.
— 378 -
ARCEDIANo. —-Pues, veamos, ya que esa tre
gua se rompió, i de la una parte i de la
otra se hizieron muchos males; ¿ por qué
el Emperador, despues, no quiso guardar la
otra tregua, que el Vizerrei de Nápoles hizo
con el Papa , al tiempo que estaba perdida
mucha parte del reino de Nápoles , i todo el
resto, en manifiesto peligro de perderse?
LACTANCIo. —¿ Cómo, que no la quiso guar
dar? Antes os digo de verdad, que, en
viniendo á sus manos la capitulazion de
esa tregua , aunque las condiziones de ella
eran injustas, i contra la honrra i reputa
zion del Emperador, luego su Majestad,
sin tener respecto á lo que el Papa habia
hecho con tanta deshonestidad , dando
investiduras de sus reinos á quien ningun
derecho tenia á ellos, cosa de que los
niños se debrian aun burlar; la ratificóí
aprobó , mostrando cuánto deseaba la
amistad del Papa, i estar en conformidad
con él; pues queria mas azeptar eondizio
nes de concordia injusta, que seguir la
justa venganza, que tenia en las manos.
Mas, por permision de Dios, que tenia
determinado de castigar sus ministros , la
-379—
capitulazion tardó tanto en llegar acá , i
la ratificazion en ir allá; que, antes que
allegase, estaba ya hecho lo que se hizo
en Roma. I, cierto, si bien lo quereis XVI .
considerar. ninguno tuvo la culpa sino el
mesmo Papa, que pudiendo vivir en paz,
buscó la guerra. I, esa tregua, mas la
hizo por nezesidad, que no por virtud,
cuando vido la determinazion con que
iba á Roma el ejérzito del Emperador. ¿I
no fuera mas razon, que vosotros guar
dárades la que hizistes con don Hugo?
Habiendo ansi rompido aquella; ¿qué se
podia esperar, sino que otro tanto haria
des á esta, si el ejérzito se volvia? I, ya
que vistes, que el ejérzito no se queria
volver, ¿por qué no moderastes aquellas
injustas condiziones, que en la tregua
habiades puesto; i volviérase el ejérzito,
i Roma quedara libre?
AncnDuNo. —Querian que les diese el Papa
dineros.
LACTANCIou-¿I , por qué no se los daba ?
ARCnDuNo. — ¿Mas, por qué se los habia de
dar, no seyendo obligado á ello?
LACTANCl0.—¿ Cómo, que no era obligado?
— 380 —
Veamos. ¿Para qué dan los cristianos al
Papa las rentas que tiene?
ARCEDIANo. —Para que las gaste i despenda
en aquello, que mas bien i mas provecho
so .sea á la república.
LACTANCIo. —¿ Pues qué cosa pudiera ser
mas provechosa , que hazer volver aquel
ejérzito? Claro está, que aunque las cosas
suzedieran como el Papa las demandaba;
pasando aquel ejérzito adelante, no se po
dian escusar muertes de hombres, ni las
otras malas venturas, que la guerra trae
consigo.
ARCEDlANo.—Dezls verdad: mas, ¿por qué
el Emperador no paga á su ejérzito: iserá
obediente á sus capitanes? Bien sé yo,
que no quedó por el duque de Borbon,
que la tregua no se guardase: mas el
ejérzito no le obedezia, porque no era
pagado: iesto es culpa del Emperador.
LACTANCIo.—Si el Emperador no paga su jen
te, quizá lo haze , porque no tiene con qué.
ARCnDuNo. —Pues si no tiene con qué, ¿ por
qué quiere hazer guerra i’
LACTANCIo. —Mas ¿por qué se la hazeis, vos
otros , i le forzais , á que mantenga ejér
—38'I —
zito para defenderse. Sé qué *, el Empera
dor en paz se estaba, si, vosotros no le
moviérades guerra.
ARCEDIANo. —I, aun yo os prometo, que si el
ejérzito no hiziera tan extrema dilijenzia,
que él toviera bien que hazer en defen
derse: i creo yo, que no le quedára hoi
al Emperador un palmo de tierra en toda
Italia.
LACTANCIo. — ¿ Cómo ?
ARCnDuNo.-Tenia ya el Papa hecha otra
nueva liga , mui mas rezia que la pri
mera, en que el rei de Inglaterra tambien
entraba: i el Papa prometia de descomul
gar al Emperador, i á todos los de su
parte; i privarlo de los Reinos de Nápoles
iSizilia, i continuar contra él la guerra,
hasta que, por fuerza de armas, le hizie
se restituir al rei de Francia sus hijos.
LACTANclo.-Jentil cosa era esa. ¿No fuera
mejor , hazer volver el ejérzito, que en
zender otro nuevo fuego ?
ARCnmANo. — Mejor. Pero, al fin, los hom
bres son hombres: i no se pueden asi,
todas vezes , domeñar, á lo que la razon
* Véase ia nota primera de la pág. 369.
—382—
quiere. Mas, venid acá: aunque en todo
lo que habeis dicho, tengals la mayor
razon del mundo; ¿parézeos á vos jentil
cosa, que con aquellos Alemanes, peores
que herejes, i con aquella otra canalla de
Españoles, iltalianos, que no tienen fé
ni lei; haya- el Emperador permetido, que
se destruya, aquella santa ciudad de Ro
ma?Que mala ó buena), al fin, es cabeza
de la cristiandad, i se le debria tener otro
respecto.
LACTANCIo. — Yo os he claramente mostrado,
cómo esto no se hizo, por mandado, ni
por voluntad del Emperador, pues, allende
que, vosotros, le habiades comenzado á,
hazer guerra; cuando la tregua se hizo,
luego que le fué presentada, la ratificó.
ARCEDIANo. — ¿Por qué tenia tan mala jente
en Italia, que, como lobos hambrientos,
vinieron á destruir aquella santa Sede
apostólica?
LANGPANCIo.—Si vosotros quisiérades estar
XVII. en paz, como debriades, i no moviérades
guerra contra el Emperador, pues no os
pedia nada, no fuera menester que él
mantuviera , ni enviara esa jente en Italia.
.- 383 —
¿ Quereis, vosotros, que os sea lizito ha—
zer guerra; i que , á nosotros , no nos sea
lizito defendernos? ¡Jentil manera de vivir!
ARCEDuNo.—Séaos lizito, muncho en hora
buena: pero, no con herejes, no con in
fieles.
LACTANCIo. — Por cierto, vos, hablais mui
mal. Porque, cuanto á los Alemanes, no
os consta á vos, que sean Luteranos, ni
aun es de creer, pues los envió el rei don
Hernando, hermano del Emperador, que
persigue á los Luteranos. Antes, vosotros,
rezebistes en vuestro ejérzito los Intera
nos , que se vinieron huyendo de Alema
nia ; i con ellos , hizistes guerra al Empe
rador. Pues, cuanto á los Españoles i
Italianos, que, vos, llamais infieles; si el
mal vivir, quereis dezir, que es infideli-u
dad , ¿ qué mas infieles que vosotros?
¿Dónde se hallaron mas vizios, ni aun
tantos, ni tan públicos, ni tan sin castigo;
como en aquella Córte Romana ? ¿Quiém
nunca, hizo tantas crueldades i abomina
ziones, como el ejérzito del Papa , en
tierras de Colonneses? Si los del Emperador
son infieles. porque viven mal; ¿por qué
— 258 -
calles; con mucho daño de las tiernas
donzellas, i de las relijiosas que lo oyen.
Al prinzipio , se me opusieron algunos,
diziendo: no ser aquel delicto digno de
castigo. Estonzes, dije yo. ¿Gómo; cas
tigais, al que con cosas hediondas infizio
na la ciudad, porque es cosa dañosa á los
cuerpos; i no castigaréis á estos, que con
sus abhominables palabras, esparzen tan
ta ponzoña en las ánimas? Despues d’es
to , considerando , de cuántos males i
errores , son causa muchos libros ¡escrip
turas; compuestas, ó por hombres simples,
ó por viziosos i maliziosos; teniendo sola
mente respecto al interese suyo particular;
yo mismo, pasé i examiné todos los libros
vulgares, que habia en mi obispado: i, aun
libritos de rezar, i oraziones, que se ven
dian apartadas. l, bien visto todo i comu
nicado , con personas sábias i virtuosas;
vedé, que no se vendiesen , libros de
cosas profanas é historias linjidas; porque
con aquellos, se infizionaban los ánimos
de los que leian, i de los que oian; i con
estotros, se pierde el tiempo, sin poderse
dcllos sacar fructo. En esto, hobo poco
— 259 —
que hazer, porque la cosa, se estaba de
suyo clara. Mas , en los libros, que tenian
titulo de relijion i castidad; tuve mui gran
trabajo, é incomportables contradiziones:
porque las cosas que con este titulo en
tran; son mui malas de desarraigar; toda
via, insisti tanto en ello, viendo la neze
sidad que d’ esto habia, ¡la multitud de
engaños que de aqui manaban ; i las
impertinenzias i disparates, que en mu
chos libros á cada paso hallé ; que, al fin,
quité muchas cosas apócriphas; i otras,
que ofuscaban, mas que edificaban los
leyentes. I finalmente , aparté todo aquello,
que parezia ser, en alguna manera, con
trario, no solamente á la fé, mas á la
doctrina cristiana. Allende d’ esto , de libros
i horas de rezar, quité muchas oraziones,
por idiotas é ignorantes, ordenadas mas,
para sus intereses; que por otro respecto;
en que hallaba no poca superstizion, i aun
idolatria tan manifiesta, que apenas podia
leerlas, sin llorar: viendo, á cuánta ce
guedad éramos venidos los cristianos; i á
cuán buen sueño, duermen los perlados
que aquello sufren. En otras oraziones,
.
— ‘.260 -
quite los titulos , que dezian ; unos, «que
el que la dijese, no moriria en pecado
mortal: » ó, «que le serian perdonados
todos sus pecados: » ó, «que veria á nues
tra Señora, tres dias antes de su muerte :»
ó, «que le diria la hora d’ ella: » hallando,
por mi cuenta, que muchos, fiándose en
estas oraziones, i en otras semejantes de
voziones; ó, por mejor dezir, supersti
ziones; que traen entre las manos; nunca
dejan de pecar: pensando que sus devo
ziones les darán-la gloria: aunque, por
otra parte. perseveran continuamente en
ofender á Dios. Engaño, por cierto, digno
de llorar. Determinando, pues , qué libros
se habian de leer, i qué devedar i dejar;
i, puesto en órden , emendado i adrezado,
lo que se habia de leer; asi de cosas sa
cras, como profanas; hize impremir de
todo ello , una mui gran multitud de libros,
asi en latin, como en vulgar: é hize tras
ladnr el Testamento Nuevo, i otras cosas
latinas, que mo parezieron provechosas
para el vulgo: i, cuando lo tove todo im
preso; publiqué por todo mi ohispado la
y órden que en esto se habia dado, rogando
— 264 —
i mandando á todos , so pena de ser
echados de la Iglesia, que trujesen luego
los libros que tenian, nuevos é viejos, á
mi, ó á mis deputados: i por cada libro
que daban de aquellos corruptos, falsos,
i malos; les daba yo otro, de los buenos i
emendados que habia hecho imprimir sin
consentir, que se les llevase por ellos un LX.
solo dinero. I d’ esta manera, no habia
persona que no holgase, i aun tuviese en
mucha grazia, que le trocasen su ruin li
bro por un- bueno, sin que le costase
nada. I cuando los tove todos recojidos;
como á malhechores los desterré de todo
mi obispado. l , como de alli adelante , la
jente se empleaba en leer cosas sanctas, i
de puramente buena doctrina; i limpia de
superstizionesi engaños; maravillaros ia
des, con cuánta felizidad, i cuán presto,
llorezió en mi obispado, el vivir verdade
ramente cristiano. I, á mi ver, esta fué
una de las mejores obras, que yo en mi
obispado hize. Allende d’ esto, ordené un
colejio, en que cien niños aprendiesen á
vivir como cristianos; i szienzia , para que
n * Uno (r).
— 262- —
lo supiesen enseñar á otros: no poniendo
en él personas, por favor, ni por otra
granjeria, sino los que, á mi parezer,
hobiesen de salir mas útiles á la repúbli
ca; dándoles los mas insignes maestros,
que en letras i en bondad de vida halla
ba. A estos colejiales proveia yo, de los
benefizios que vacaban, conforme, á la
habilidad i letras de cada uno. Procuré,
que se quitasen los vagabundos : espezial
mente los que andaban pidiendo por Dios,
podiendo trabajar. Tove manera , que cada
pueblo mantuviese ordinariamente sus po
bres; no dejándolos andar por las Iglesias,
ni por las calles; i que á los estranjeros
diesen de comer en cada lugar., por tres
dias, ino mas; echándolos al tercero dia
fuera, si no estuviesen notablemente en
fermos. A los frailes mendicantes, hazia
dar mui bien de comer en sus monesterios,
no consinticndo que saliesen d’ ellos, sino
á predicar ó á confesar. A los huérfanos,
viudas, i otros pobres vergonzantes, pro
veia yo de mi casa; preziándome de visi
tarlos, consolándolos, i ayudándolos en
sus nezesidades, cuanto mi renta se podia
—263—
estender. Cada mes visitaba los hospitales-
proveyéndolos de lo que habian menester.
A mis clérigos , tenia tan sujetos i obedien
tes; que" unos por virtud; i otros por
vergüenza ó temor; no osahan hazer lo
que no debian. Pleito sobre Benefizio,
nunca lo consenti. Los otros pleiteantes,
entendia siempre en conzertar; mostrán
doles, aun al venzedor, ser mas la pérdida
que la gananzia. No podia sufrir ni con
sentir enemistades: trabajaba, que todos
viviesen en paz i caridad : andando yo , de
casa en casa, procurándolo. A ninguno
ordenaba de corona, si no tenia Benefizio,
i sufizienzia , para ser clérigo. A los malos
clérigos castigaba con mucho rigor. A los
buenos, abrazaba con mui grande amor.
Yo mismo visitaba todo mi obispado: no
para cohechar, ni llevar lo suyo á ninguno;
mas para darles yo, de lo que Dios me habia
dado que dispensase. Reparé muchas Igle
sias: otras, provei de ornamentos: toman
do de unas, que tenian demasiado; idando
á otras, que tenian falta. Tove siempre mu
cho cuidado de casar huérfanas , i ayudar
r
a otras personas nezesitadas: no dando
—964 —
lugar, que alguna donzella se perdiese, ni
aun se metiese monja por nezesidad. I si
me faltaban dineros, para esto, no pu
diendo tanto cumplir ‘ mis rentas; no de
jaba de tomar, de la plata que algunas
Iglesias tenian sobrada: i tambien de las
fábricas: para emplear en una tan buena
obra como esta: porque no se perdiesen
aquellas ánimas, que son verdaderos tem
plos de Dios, i ornamentos con que huel
ga de ser servido.
MnRCURIo.-¿l no habia quien murmurase
contra ti, por eso?
ÁNIMA.—Bien creo que no faltaba: mas,
como mis obras no les daban causa, que
pensasen mal de mi; los buenos lo tenian
por bueno: i los malos no osaban hablar.
MERCUíuo.- Por cierto: aunque sancta, tra
bajosa vida tenias.
ÁNIMA. —¿ Cómo trabajosa ? antes, mui des
cansada, en comparazion de la que otros
obispos tienen. Unos, andan en la Córte,
procurando de trocar su ohispado, por
otro; no, en que puedan mejor servir á
Dios; mas, en que mayor renta tengan,
* Por suptir(?).
—' 265 —
con que sirvan á si. l: ¡ sabe Dios, cuán
tos trabajos , afrentas i befas , que á cada
hora reziben! Otros, si residen en sus
Iglesias; es con continua discordia que
tienen con sus Cabildos. Otros, juegan lo
suyoi lo ajeno: otros, mantienen caza,
como hombres profanos: i nevando, i llo
viendo; se andan un dia entero, por cazar
una pobre perdiz. Otros, andan tan sin
vergüenza, entremetidos en mujeres; co
mo si, ni fuesen obispos, ni cristianos. I,
allende del trabajo, que para mantener
estos vizios, los cuitados pasan: que, á la
verdad , es mucho mas i mayor, que el
que yo tenia: ¿quién no sabe, cuánta hiel
¡amargura les viene mezclado con aque
llos deleites, acordándose, que por una
parte ofenden á Dios; no haziéndo lo que
son obligados; i haziendo, lo que en nin LX].
guna manera debrian hazer; i, por otra,
adquieren una grande infamia en este
mundo? ¿ No os pareze , que rezebia yo,
mas verdadero deleite en mejorar las cos
tumbres de mi obispado, que los otros, en
trocar los suyos, por otros mas ricos?¿ No
os pareze, que me holgaba yo mas, en
— 266 —
vivir en paz con mi Cabildo; que los otros,
en andar á puñadas con él ? ¿ No os pa
reze, que holgaba yo mas en gastar mi
hazienda con pobres i nezesitados; que
aquellos, en jugarla, i comerla, i gastarla
con chocarreros, i desperdiziarla? ¿ No os
pareze, que era mui mayor gozo el que
yo tomaba en ganar una ánima; que el de
aquellos, en matar una perdiz ? Pues, si
añadimos á esto, el desasosiego, con que
de continuo, muriendo, viven; i viviendo,
temen la muerte: i por otra parte, el ale
gria i contentamiento, con que yo, de
seando dejar aquel cuerpo, vivia; clara
mente conoscereis la ventaja, que aun allá
en el mundo les tenia.
MERCURIo. —D’ esos tales me maravillo yo,
con qué cara osan pedir obispados, para
usar tan mal d’ ellos: i , aun mucho mas
de los que se los dan.
CARoN. — Yo te diré, Mercurio. Los que los
piden, ó son idiotas, ó letrados: si idio
tas; no saben lo que se piden: si letrados;
creime ‘, tú, que no creen firmemente lo
que leen. Pues, los que se los dan; de la
* Por créeme.
—267—
misma manera: ó ellos no saben ni les
dizen lo que dan; ó, si lo saben i se lo
dizen; no sienten bien de la relijion en
que viven. Si no: dezidnos , vos, si es asi
verdad?
ÁNIMA. — Allá se lo hayan: que yo, no me
entremeto en juzgar vidas ajenas: ni puedo
aqui mas parar.
CARON.— Di, Mercurio, ¿cuántos Perlados
como este, hallaste entre cristianos?
MnRCmno. — ¿ Cuántos, me preguntas? Digote
que anduve toda la cristiandad; i ni aun
este pude hallar. Mas: mira, si quieres
que tornemos á nuestra plática.
CARoN. — Mas quiero eso.
MnRCmuo.- Cuando el rei de Francia hobo
leido ó publicado su cartel: aunque dijo,
quererlo luego enviar al Emperador; toda
via lo dilató muchos dias: pareziéndole ya,
que en alguna manera habia cumplido con
el vulgo: i que, hecho aquello; lo mejor
era dilatar cuanto pudiese la conclusion;
en que no podia dejar de perder la vida i
la honrra; ó, á lo menos, la honrra sola,
no queriendo venir al combate.
CARoN.—Como cuerdo. Pésale al tabernero,
-268—
cuando le horadan el cuero; ¿i, no se guar
dará un Rei, que no le rompan la pelleja?
MERCURlo.—- Aosadas; cual tú, tales son tus
razones. A la fin de pura vergüenza fué
forzado á enviar un rei de armas con su
cartel. É, como el Emperador fué avisado
de su venida; porque no se detuviese
sperando el salvo-conducto, ó no lo tomase
por achaque para volverse; le envió, á
tres partes de la frontera de Francia, tres
salvo-conductos: i mandó á sus capitanes,
i gobernadores de las fronteras , que vi
niendo, le hiziesen mui buen tratamiento,
i lo enviasen acompañado hasta su Córte,
porque ningun enojo le fuese fecho: de
manera, que los salvo-conductos del Em
perador, llegaron á la frontera, antes que
el rei de armas del Rei de Francia. A la
fin, él entró en España , i llegó á la Córte
del Emperador, que á la sazon estaba en
Monzon, á siete dias del mes de junio‘;
donde fué mui bien rezebido. I el dia si
guiente, el Emperador le dió audienzia
pública, en presenzia de muchos grandes
i prelados.
* 1528.
-269 —
CARoN. — ¿Viste , tú , aquel acto?
MERCURIo. - Mira si lo vi. Estaba el Empo
rador en su estrado imperial: i á sus
lados, todos aquellos señores que lo acom
pañaban. En -esto, llegó el rei de armas,
vestida su cota , con las armas del rei de
Francia; i fechas cinco reverenzias has
ta el suelo, se hincó de rodillas ante el
Emperador; suplicándole le diese lizen
zia para usar de su ofizio ; i despues,
facultad, para que libre i seguramente pu
diese volver al Rei su amo. El Emperador
se la dió, mui liberalmente; diziéndole,
que cuanto á lo demas, él lo haria mui
, bien tratar. Estonzes el rei de armas se
levantó en pié: i queriendo presentar su
cartel, dijo: Cómo el Rei su amo, avisado de
las palabras, que contra su honrra , el Em
perador habia dicho; i queriendo cumplir
con lo que debia iera obligado, áno dejarse
injustamente injuriar ; le enviaba aquel
cartel, firmado de su nombre , por el cual
veria, cuán enteramente satisfazia á todo
‘ aquello de que era acusado. El Emperador
le preguntó: ¿si le era mandado, que él mis
mo leyese aquel cartel? El rei d’armas, res
— 270 -
pondió que no: pidiendo licenzia para irse.
CARoN.—CoIDo nezio. Mira, quién viene con tal
embajada, que no se deseaverlibre d’ella.
MnRCmuo. -El Emperador tomó el cartel,
LXll . diziendo: que él lo veria, i responderia de
manera, que su honrra seria bien guar
dada: lo que al rei de Francia seria quasi
imposible hazer.
CARoN. - Ni aun él se queria poner en esos
trabajos, de cumplir con su honrra.
MERCUR1o.—Luego, el canziller del Empe
rador hizo una protestazion, diziendo:
que su Majestad , po.r cosa que en aquella
materia hiziese; no entendia perjudicar, á
lo que, por la capitulazion de Madrid , de
derecho le perteneze.
CARoN. — ¿ A qué propósito son estas protes
taziones; pues, á la fin , el mas fuerte lo
ha de llevar? Como si las cosas, entre
los Prinzipes, se ordenasen ó hiziesen por
las leyes, i no por las armas.
MERCURIo. — Dizes mui gran verdad: mas,
quien con franceses trata, lo uno i lo otro
ha menester. Hecha la protestazion, el
Emperador, enderezando sus palabras al
rei d’ armas, habló en esta guisa . «Rei
— 274 —
» d’armas. aunque por muchas causas i
n razones, el Rei vuestro amo, debe ser
» tenido, ies, inhábil, para un acto como
» este, contra cualquier hombre, cuanto
» mas, contra mi; todavia, por el deseo
n que yo tengo, de averiguar por mi per
» sona estas diferenzias , evitando mayor
n derramamiento de sangre cristiana; con
» siento que el Rei vuestro amo haga
n este acto: i, desde agora lo habilito
n solamente para él"... n
CARoN. — Gana tenia ese Prinzipe de venir á
las manos. Aosadas , que nunca el Rei de
Francia, lo habilitara á él para ese efecto.
MERCURIo.— Hecho esto, el rei d ’ armas dijo:
que, si por respuesta, el Emperador le
queria dar seguridad del campo; él la lle
varia: donde no; que suplicaba á su Ma
jestad, no le mandase llevar otra respues
' ta. El Emperador le dijo: que él queria
responder, ¡enviar con la respuesta uno
de sus reyes d’ armas: i pues él para
España, habia pedido salvoconducto; que
procurase de enviar tambien salvocon
ducto de su Rei, para el rei d’armas, que
él en Francia enviaria. l, diziendo el rei
— 272 -- '
(Yarmas, que en ello no habria falta; sc
despidió. Luego el Emperador, mandó leer
el cartel del rei de Francia , en alto, para
que lo pudiesen todos entender: i fué
leido.
CARoN. — ¿Por qué no me dizes, siquiera, lo
que contenia ’l’
MERCURIo.—¿YH no te lo lei, palabra por
palabra ?
CARoN.— Ya, ya : el que leiste donantes
debe ser ? '
MERCURIo. — Ese mesmo.
CARoN.-¿No se rieron todos, de oir tan
crueles badajadas ?
MnRCmuo. —- Habiánse de reir en presenzia
de su Prinzipe ?
CARoN. —Cuanto yo; aunque estuvieran pre
sentes cincuenta Plutones, i otros tantos
-Vulcanos, bien sé que no me pudiera te
ner de risa, oyendo tales disparates. '
MERCURIo. —No son todos como tú. Leido,
pues , el cartel ; vieras al Emperador ha
zer una habla, con tanta gravedad, huma
nidad y bondad; que quedáras enamorado
de sus dulzes é cristianas razones.
CARoN. — ¿Qué dezia?
_273—-
MnRCURIo. —Conlóles alli, brevemente, lo
mucho que por el rei de Francia habia
fecho: i las malas obras , que en lugar de
agradezimiento, d’ él habia rezebido: i
que habiendo ya tentado todos los medios
que le habian sido posibles , para vivir con
él en paz; é no habiéndola podido alcan
zar; le parezia ya, no quedar por hazer,
sino que ellos dos, por sus personas, de
terminasen estas diferenzias. l, que por
su parte, él estaba determinado á poner
su vida al tablero, por redimir i rescatar,
con derramar su propria sangre, los ma
les i daños, que padeze la cristiandad ‘.
CARoN. —¿D’ esas palabras, me habia yo de
enamorar, Mercurio? ¿Dónde tienes tu seso?
MERCURIo.—¿No dijiste, que ni te puede de
jar de parezer mal, lo malo; ni bien, lo
bueno ? Pues , ¿ qué palabras pudieran ser
en el mundo, mejores ni mas sanctas, que
estas ?
CARoN. —Sean , cuan buenas i cuan sanctas
tú quisieres: que, á la fin, mui dañosas son
para mi.
MERcmuo. —Despues d’ esto, concluyó di
‘ El impr. cristiaudad.
IB
—"27-í—
ziendo: que pues la cosa era venida á los
términos que veian; i él , no era de aque
llos, que por su sola cabeza se quieren
gobernar; cada uno, por su parte, pen
sase bien en ello; i le dijese libre i fiel
mente , lo que en este caso debiese hazer.
Todos loaron la buena isancta intenzion
de su Majestad; ofreziéndole, no solamente
consejo; mas de poner sus vidas, como
buenos i. leales vasallos, por la suya.
ÜARoN.—No me pareze bien, que asi públi
camente , pidiese el Emperador para esto
consejo: mostrando, que no sabia lo que
debia hazer. -
MnricUrmen—Estás engañado. Antes se debe
tener por mui gran virtud , cuando el
Prinzipe pide i guia sus cosas , por consejo
i parezer de los suyos: i , por mui gran
falta i tacha, cuando solamente se rije i
gobierna por el suyo; sin escuchar ni creer
á los que estan cabe él. Bien es verdad,
que debe mucho mirar, á quién pide , i de
quién toma consejo.
CARoN. — ¿ No miras, Mercurio, qué priesa
lleva aquella ánima ? Pareze haberse esca
pado de manos del lobo.
— 27" —
MnRCURIo. — Vamos allá.
ÁNIMA. —Vos otros , ¿qué me quereis?
MERCURIo. —Que nos digas quién eres.
ÁNIMA. — Me detendria con vos otros.
MnRCURIo. —Dinoslo, siquiera, por amor de LXlll.
Jesu-Christo.
ÁNIMA.—Con ese conjuro, alcanzaréis vos
otros de mi lo que quisierdes. Hermanos:
pues lo quereis saber; yo, en mi moze
dad , me puse , no solamente á deprender,
mas tambien á esperimentar, la doctrina
cristiana : pareziéndome aquel solo, ser el
verdadero camino: i todo lo otro, vanidad.
I, como mi intenzion era buena , i mi
estudiar era siempre mezclado con ora
zion; pidiendo á Dios continuamente su
grazia, no fiando en mi injenio, ni fuerzas
proprias,- hizoseme tan clara la sagrada
Escripttira; é yo me di tan de veras á ella;
que , en poco tiempo, se hallaban ante mi,
confundidos muchos theólogos, que toda
su vida, estudiando en sus inútiles sutile
zas, habian gastado. I, por no ser casti
gado, como aquel siervo que escondió el
talento de su Señor; conosciendo, cuán
* N. B.
—276
abundantemente habia Dios con migo re
partido su grazia; no quise haberla reze
bido en vano: mas , al prinzipio, entre
amigos, en particular, idespues, por los
púlpitos; comenzé á publicar i sembrar, lo
que Dios me habia dado: conosciendo ser
su voluntad, que asi le sirviésemos los
hombres en la tierra, como: es servido de
los ánjeles en el cielo; esta era mi mui fir
me ‘ intenzion; iá este fin enderezaba yo to
das mis palabras i obras; no curándome de
que mis sermones fuesen mui altos, ni mui
elegantes , con que fuesen cristianos: ni,
dándoseme nada que me dijesen idiota; i,
mis sermones, no ser de letrado; con que
conosciesen ser de cristiano. Sobre todo,
procuraba siempre, de conformar mis obras
con mis palabras: teniendo por cosa mui
fea , hallarme yo culpado , en aquello, que
en los otros reprehendia. E, conosciendo,
cuán poco fruto haze el predicador vizioso,
aunque sus palabras sean las mejores del
mundo; i cuánta fuerza tiene la doctrina,
del que libremente , i sin respecto puede
hablar, como hombre en quien ningun
* El impr. firma.

'
—2’77—
vizio puede ser notado: antes que me pu
siese en el púlpito , rogaba con mucho
fervor i devozion á Dios, que inspirase en
mi su grazia; para que de mis palabras se
seguiese á Él mucho servizio, i provecho
á su pueblo: rogándole tan bien, que no
me dejase hablar á mi , mas que su Spi
ritu hablase por mi boca. Subido, pues,
en el púlpito; ni me acordaba de mi, ni
pensaba en otra cosa : sino inflamado i ar
diendo en fuego de caridad i amor de
Dios. i de aquellos mis prójimos; dezia
aquello, que‘ mas me parezia poderlesapro
vechar.
MERCURIo. — ¿ Cómo ordenabas tus sermones?
ÁNIMA.—Al prinzipio, antes que comenzase
á hablar; amonestaba i rogaba á todos,
que hincadas las rodillas en el suelo, i le
vantados los espiritus á Dios; le pidiesen
grazia , para que sus ánimas se convertie
sen i edificasen, con lo que alli habian de
oir; i los vizios i malas inclinaziones se
desterrasen de manera, que saliesen de
alli nuevos hombres.
MnRCURIo, — Sé que la grazia, á la Virjen Ma
“ El impr. che.
_ 27s —
ría se suele pedir al prinzipio del sermon,
que no á Dios.
ÁNIMA. —Tan bien, algunas vezes, hazia yo,
que llamasen á ella por interzesora: mas,
que prinzipalmente la pidiesen á Dios, pues
Él solo puede darla.
MERCUiuo. —¿ No les hazias dezir el Ave Ma
ria, como los otros predicadores suelen
hazer?
ÁNIMA. —Pocas vezes.
MERCURIo. - ¿ Por qué ?
ÁNIm. —Porque mucho mas se edifica el
ánima, cuando ella mesma se levanta, á
suplicar una cosa á Dios , de que conosce
tener nezesidad ; que no , cuando le dizen
palabras, que las mas vezes, el mesmo
que las dize no las entiende. l mucho mas
alcanza de Dios una ánima con sospiros i
sanctos deseos, que no la boca con mu
chas palabras: estando, como no pocas
vezes está, el ánima en la plaza, i aun en
lugares mas profanos.
MERCtnuo. — Luego, ¿tú no tenias por buena
la orazion vocal?
ÁNIMA. —Antes la tenia por mui sancta i ne
zesaria: mas tan bien tenia por mui mejor
— 279 —
la mental: porque hallaba muchas vezes
en la sagrada Escriptura, reprehendidos.
los que oraban con la boca, teniendo el
corazon apartado de Dios: i hallaba en la
doctrina cristiana , que los verdaderos
adoradores , adoraban al Padre, en spiri
tu i en verdad: porque como Dios sea
spiritu; quiere ser_ con el spiritu ado
rado.
MnRCURIo.— ¿Pedida la grazia, qué les dezias?
ÁNIMA.—Sl el Evan.jelio era pequeño, i la
Epistola no grande ; dividia mi sermon en
tres partes: en la primera, declaraba la
Epistola , i en la segunda , el Evanjelio; no
curándome de tractar alli subtilezas , ni de
mover dificultades : mas solamente,decla
rando el sentido literal; i alguna cosa , que
manifestase la grandeza i bondad de Dios.
con que arrebatase en su amor las ánimas
de los oyentes. Si la Epistola ó el Evanjelio
era mui largo; tomaba, para declarar lo
uno, ó lo otro; los lugares donde me pa— LXIV.
rezia haber mas doctrina: i de las dos
partes hazia una.
MnRCURIo. —¿No tomabas tema para tu ser
mon ?
—280—
ÁNIMA. —Ni en mis sermones, ni en otra
cosa, queria tener tema con nadie.
MnRCUR1o. —No digo eso: sino, cuando predi
cabas, si tomabas un tema, en que fun
dabas tu sermon?
ÁNIMA.'— Bien te entiendo,- i, por eso, te
digo que no: dejando eso, para los temo
sos, ó curiosos, que por traer todo lo que
dizen al propósito del tema, que al prin
zipio tomaron; aunque sea por fuerza , i de
los cabellos estirado; se andan buscando
roieos , con que pierden tiempo, iningun
fructo ganan. La terzera parte, gastaba en
amonestar i reprehender: mas esto hazia
yo de manera, que pudiesen todos conos
cer, no moverme áello, ambizion, pasion,
ni afizion; mas solamente el bien univer
sal. Lo primero, yo me informaba mui
bien, de la calidad de aquella jente á
quien predicaba, i de su manera de vivir.
Isi hallaba andar entrellos algunas su
perstiziones, ó nezedades, en las cosas de
la fé i doctrina cristiana; procuraba, ante
todas cosas, de remediarlas i desarraigar
las , conosciendo cuánta, pestilenzia traen
cosas semejantes en los ánimos de los
—28l—
simples: i en esto, procuré siempre de
dezir la verdad pura i limpia, sin tener
temor ni respecto á nadie. l sabe Dios los
trabajos, peligros i persecuziones, que
yo, á esta causa, pasé: mas, todo lo su
fria alegremente , por amor de Aquel, que
por mi, habia padezido mucho mas. Des
pues d’ esto, me informaba mui particular
mente, de los vizios, que prinzipalmente
alli reinaban: i aquello reprehendia yo,
no de manera, que espantase á los vizio
sos, para que no viniesen mas á mi sermon;
mas, con tanto amor i dulzor, que los
convidaba á venir otras vezes: é, á los
que prinzipalmente veia notados de algun
vizio señalado; yo mismo iba á sus casas,
á predicarles i amonestarles, que se apar
tasen d’ ellos: i no solamente abbominaba
iafeaba los vizios, para que los dejasen;
mas, por otra parte, loaba i hermoseaba
las virtudes; para que, en lugar d’ ellos,
las encajasen. Nunca reprehendia cosa,
sino en su tiempo i lugar: pareziéndome
mui mal, lo que muchos predicadores
hazen, reprehendiendo los viziosos ab
sentes; i halagando, i aun á las vezes
—282 —
manteniendo, los presentes. A los Prin
zipes , Perlados , i Justizias, holgaba mas,
de reprehender en sus casas en secreto;
que desde los púlpitos en público: porque
el vulgo no les perdiese la reverenzia,
.obedienzia, i acatamiento, que les debe
tener: de que conoscia seguirse muchos i
mui grandes inconvenientes. Pero, cuando
los veia obstinados, i que por sus par
ticulares intereses, pasiones ó afiziones;
dejaban de hazer lo que debian i eran
obligados; no dejaba yo de reprehen
derlos, i afear públicamente lo que hazian;
é mostrarles lo que debian hazer: porque,
de vergüenza, viniesen á hazer, lo que no
querian de grado: acordándome, que san
Pablo, bien osó en público reprehender á
sanct Pedro, como él mismo escribe á los
Gálathas.
MERcURIo.— Andándote d’ esa manera, á de
zir verdades; no te faltarian persecuziones.
ÁNnzn.— Hasta la muerte nunca me fal
taron: mas todo el mal que ellos me
procuraban hazer; era todo el bien, que
yo deseaba alcanzar.
MERCURIo. — ¿ Cómo es posible ?
—283—
ÁNIMA. —¿ Qué mayor bien podia yo desear,
que padezer afliziones , por amor de Jesu
Cristo; i qué mayor gloria , que morir,
por mantener i manifestar su verdad ?
MERCURIo. — ¿I la infamia ?
ÁNIMA.-Infamia es vivir mal, i en ofensa
de Dios: i, mui buena fama, la del que
por su servizio muere; aunque, por los
del mundo, sea menos preziado.
MERCURIo. — ¿I tu cuerpo -.7
ÁNIMA. — Mi cuerpo era tierra: i me haze
mui poco al caso, que, ó en la sepoltura,
ó en otra parte, se convierta en tierra:
pues, asi como asi, resuzitará en el Juizio,
entero.
MERCURIo.— ¿No te duele, que aquella
carne, en cuya compañia tantos años vi
viste, sea maltratada?
ÁNIMA.- Los que en tal manera se confede—
raron con su carne, que ninguna cosa le
negaban, de las que ella queria; procuran
de regalarla aun despues de muertos: mas
yo, que tenia continua guerra con ella; no
solamente no queria regalarla; mas me
vengo, i huelgo, de que aquella mi ene-
miga, sea mui maltratada.
—284—
MERCURIo.—¿I la infamia de tus parientes?
ÁNIMA.— Cuanto mas mis parientes fueren
abatidos, i menos preziados del mundo;
tanto seran mas sublimados por Dios; si,
como yo lo tomo, lo quisieren tomar ellos.
MERCURIo. —— ¿I tus bienes ?
ÁNIMA.—MiS bienes tenia yo, para servir
con ellos á Dios: i, pues son suyos, Él
disporná d’ ellos lo que mas fuere ser
vido.
LXV . MERCURIo. - ¿ De manera, que tú te partes
mui contenta de aquel mundo? .
ÁNIMA. - ¿Sabes, qué tan contenta ? que
me venia huyendo con la priesa que vistes: ‘
porque no me tornasen á llamar. Ya, yo
he hecho lo que me rogastes: tambien os
ruego yo, que no me detengais mas.
MERCURIo. — ¿Qué me miras, Caron?
CAuoN. —Estoi tan atónito de oir lo que esta
Ánima nos ha contado; que no puedo
acabar de tornar en mi. Cuanto, que si
muchos tales como este, se levantan entre
cristianos; bien me podrán dar á mi cient
azotes por vagabundo.
MERCURIo.—No cores: que por muchos que
haya , se hallan siempre muchos mas,
— 285 —
que los persiguen i espantan, de suerte
que no se osan mostrar.
CARoN. — No te entiendo, Mercurio.
MERCURIo.-- Hai, entre cristianos, un jénero
de jente, que tiene usurpado el nombre
de perfizioni sanctidad: iestan, muchos de
ellos, tan lejos de lo uno i de lo otro,
como nos otros, de subir al cielo. I, como
estos veen , que alguno, con obras ó con
palabras, comienza á mostrar en qué
consiste la perfezion cristiana, i la relijion
isanctidad , que los cristianos deben tener;
luego , aquellos, como lobos, se levantan
contra él, i lo persiguen; interpretándole
mal sus palabras; i levantándole, que dijo
lo que nunca pensó; lo acusan, i procu
ran de condemnar por hereje. De manera,
' que apenas hai hombre, que ose hablar
ni vivir , como verdadero cristiano.
CARoN. — ¡0, qué buenos amigos: ojalá
pudiese yo hazer algo por esosl ¿Dime,
¿en qué los conosceré ?
MERCURIo. —Traen tantosi tan diversos há
bitos, que no te podria dar regla cierta:
todavia, si me lo pagas, dezirtelo he, mas
al oido.
—286—
CARoN. — ¿ Por qué no lo dirás alto?
MERCURIo. — Tengo miedo, que me levanten
á mi , que rabio.
CARoN. - Dilo , pues, como quisierdes.
MERCURIo. — Llégate acá.
CARoN. — Ha : ha: hé! Yo jurára que eran
esos. Déjame con ellos: i tornemos á
nuestro propósito.
MnRCURIo. — Habido, pues, por el Empera
dor, el parezer de los de su consejo,i
de los Grandesi Perlados de sus reinos;
respondió al rei de Francia, por un cartel,
no menos prudente que animoso.
CARoN. — ¿Tiéneslo, por dicha?
MERCURIo.— Mira si lo tengo: i aun escripto
en pergamino.
(JAsoN. — ¿ Querrásmelo leer ?
MERCURIo. — Antes te ruego yo, que lo oigas.
CARoN.— Comienza, pues, por tu vida , aun
que sea largo.
MERCUiuo.— No pudo ser mas corto: porque
va resumiendo lo que dize el otro: por
eso , has de estar mui atento.
CARoN.- Vesme aqui patitendido.
—‘287—
MnRCmuo.- — Cartel del Emperador al Reí
de Francia.

CÁRLOS, roR LA mvnu CLEMENZIA. E. Em


perador de Romanos: Rei de Alemaña, i
de las Españas: etc. - Hago saber, á vos,
Francisco , por la grazia de Dios, Rei de
Francia: que, á ocho dias d’ este mes de
junio, por Gniena, vuestro rei—de—armas,
rezebi vuestro cartel fecho á XXVlll de
marzo: el cual, de mas lejos que hai de
Paris aqui, pudiera ser venido mas presto:
i conforme á lo que , de mi parte, fué
dicho á vuestro rei—de—armas, os res
pondo. A lo que dezis, que en algunas
respuestas, por mi dadas, á los embaja
dores i reyes—de—armas, que por bien de
la paz me habeis enviado, queriéndome
yo sin causa escusar, os haya, á vos,
acusado; yo no he visto otro rei-de armas
vuestro, que el que me vino en Burgos á
íntimar la guerra. E, cuanto á mi, no os
habiendo en cosa alguna errado , ninguna
nezesidad tengo de escusarme: mas, á vos,
vuestra falta es la que os acusa. I, á lo que
dezis, tener yo vuestra fé, dezis verdad:
—288—
entendiendo , por la que me distes, por la
capitulazion de Madrid: como pareze por
escripturas firmadas de vuestra mano, de
volver á mi poder, como mi prisionero de
buena guerra, en caso que no cumpliése
des, lo que por la dicha capitulazion me
habiades prometido. Mas, haber yo dicho,
como dezis en vuestro cartel, que estan
do, vos, sobre vuestra fé , contra vuestra
promesa, os érades ido i salido, de mis
manos i de mi poder; palabras son, que
nunca yo dije; pues jamás yo pretendi
tener vuestra fé, de no iros, sino de vol
ver en la forma capitulada. I si, vos, esto
hiziérades; ni faltárades á vuestros hijos;
ni á lo que debeis á vuestra honrra. I, á
lo que dezis, que para defender vuestra
honrra , que, en tal caso, seria , contra
verdad, mui cargada; habeis querido en
viar vuestro cartel, por el cual dezis,
que aunque en ningun hombre guardado
puede haber obligazion de fé; i que esta,
os sea escusa harto sufiziente; no obstante
esto; queriendo satisfazer á cada uno, i
tambien á vuestra honrra, que , dezis,
quereis guardar, iguardaréis, si á Dios
—2s9_
plaze, hasta la muerte; me hazeis saber:
que si os he querido, ó quiero cargar , no
solamente de vuestra fé ó libertad; mas,
aun de haber jamás hecho cosa, que un
caballero, amador de su honrra, no deba
hazer; dezis: que he mentido: i, que
cuantas vezes lo dijere, mentiré: seyendo
deliberado, defender vuestra honrra, hasta LXVl.
la fin de vuestra vida. A esto, os respon
do: que mirada la forma de la capitula
zion; vuestra escusa , de ser guardado, no
puede haber lugar. Mas, pues tan poca
estima hazeis de vuestra honrra; no me
maravillo, que negueis, ser obligado á
cumplir vuestra promesa. l, vuestras pa
labras, no satisfazen por vuestra honrra:
porque yo he dicho,i diré sin mentir;
que, vos, habeis fecho ruinmente, ivil
mente, en no guardarme la fé que me distes,
conforme á la capitulazion de Madrid. I, di
ziendo esto; no os culpo de cosas secretas
ni imposibles de probar: pues pareze por
escripturas de vuestra mano firmadas: las
cuales, vos, no podeis escusar ni negar.
I, si quisierdes afirmar lo contrario; pues
ya os tengo yo habilitado solamente para
19
—290—
este combate; digo: que, por bien dela
cristiandad, i por evitar efusion de sangue,
i poner fin á esta guerra; i por defender
mi justa demanda; manterné, de mi per
sona á la vuestra , ser, lo que he dicho,
verdad. Mas, no quiero usar, con vos, de
las palabras que vos usais: pues, vuestras
obras, sin quo yo, ni otro, lo diga , son
.las que os desmienten : i tambien, porque
cada uno , puede desde lejos, usar de ta
les palabras , mas seguramente, que des
de cerca. A lo que dezis : que , pues contra .
verdad, os he querido cargar; de aqui
adelante, no os .escriba cosa alguna, mas,
que asegure el campo , i, vos, traereis las
armas; conviene, que hayais .pazienzia de
que se digan vuestras obras, é que yo os
¡escriba esta respuesta; por la cual, digo:
que acepto, el dar del campo; é soy conten
to de asegurároslo , por mi parte, por to
dos los medios razonables, que para ello
se podrán hallar. I, á este efecto, ¡por
mas prompto é expediente; desde agora os
nombro el lugar para el dicho combate:
sobre el rio que pasa entre Fuente-rabia
i Andaya, en la parte , i de la manera, que
—29I—
de comun consentimiento será ordenado,
por mas seguro iconveniente: ime pareze,
que de razon, no lo podeis en alguna
manera rehusar: ni dezir, no ser harto
seguro; pues en él fuistes, vos, soltado;
dando vuestros hijos por rehenes; i vuestra
fé de volver, como dicho es: i tambien,
visto, que pues en el mismo rio, fiastes
vuestra persona, i las de vuestros hijos;
podeis bien fiar agora la vuestra sola: pues
porné yo tambien la mia. I se hallarán
medios para que no obstante el sitio del
lugar; ninguna ventaja tenga mas al uno,
que el otro. l para este efecto; i para con
zertar la eleczion de las armas , que pre
tendo yo , pertenezerme á mi , i no á vos;
i porque en la conclusion no hayan lon
guerias ni dilaziones; podremos enviar
jentiles hombres, de entramas partes, al
dicho lugar , con poder bastante para
platicar i conzertar, asi la igual seguridad
del campo; como la elezion de las armas,
el dia del combate; i la resta que tocará á
este efecto. I si dentro de cuarenta dias,
despues de la presentazion d’ esta; n.o me
respondeis , ni avisais , de vuestra inten—
_092_
zion; bien se podrá ver, que la dilazion
del combate será vuestra: que os será
imputado , iayuntado, con la falta de no
haber cumplido lo que prometistes en Ma
drid. l, cuanto á lo que protestais: que,
si despues de vuestra declarazion ; en otras
partes yo digo, ó escribo, palabras contra
vuestra honrra, que la vergüenza de la
dilazion del combate será mia; pues que
venidos á él , cesan todas escripturas;
vuestra protestazion seria bien escusada,
pues no me podeis , vos , vedar, que yo no
diga verdad, aunque os pese. É tambien
soi seguro , que no podré yo, rezebir ver
güenza, de la dilazion del combate: pues,
puede todo el mundo conoscer, el afizion,
que de ver la fin d’ él, tengo. Fecha en
Monzon, en mi reino de Aragon: á veinte
i cuatro dias del mes de junio, de mill i
quinientos, i veinte i ocho años.

CHARLES.»

CARoN. - A la fé , Mercurio: el que ese car


tel escribió, mas queria, que palabras.
MERCURIo. — Dizes la verdad : iaun si bien lo
—993—
has ponderado, con no menos prudenzia,
que ánimo , lo escribió.
CutoN. — A la fé, no habia yo menester, esos
ánimos, ni esas prudenzias.
MnRCURIo. —Calla , Caron : ¿ no miras con
cuánta gravedad, sube esta anima ? Sepa
mos quién es.
CARoN. —Pregúntaselo, tú, si quisieres.
MERCtnuo.—Dinos, Ánima bien aventurada,
¿qué estado tuviste en el mundo ?
ÁNIMA. — Fui Cardenal.
MERCURIo. —¿Cardenal? ¡Qué me dizes!
ÁNIMA. — Asi pasa.
MnIimRn-Dinos, pues, por caridad: ¿có
mo alcanzaste aquella dignidad , que se da
pocas vezes por amor de Dios; i cómo te
gobernaste en ella ?
ÁNIMA. — Considerando yo , cuán perdida
estaba la cristiandad, i cuánta nezesidad
tenia , en muchas cosas, de reformazion:
deseoso de entender en una tan sancta, i
tan nezesaria obra: i viendo, que el mas
conveniente lugar para ello; era estar cabe
el summo Pontifize; deseaba hallar medio
para ser Cardenal : i sabido , que no se LXVIl.
alcanzaba aquella dignidad, sino ó por di
—29í -
neros ó por manos *, ó por favor de
Prinzipes , ó por luengo servizio, tomé por
mejor partido, comprarla: i, de verdad,
me costó mas de veintei cinco mill duca
dos: i, aun yo os prometo, que ante de
veinte dias me hallé bien arrepentido.
MERCURIo. — ¿Por qué ?
ÁNIMA. —Como comenzé á entrar en consis
torio; é vi las cosas que alli se tractaban; i
los reveses i contradiziones que hallaba, en
lo que, por el bien público, yo proponia; ha
lléme tan turbado; que no sabia disponer
de mi. A la fin: me parezió, que, pues
no podia aprovechar á otros; menos mal
era aprovecharme á mi, que no, perder
me yo tambien con ellos. Et, no un mes,
despues que rezebi el capelo, les dejé su
Roma, su púrpura, é su consistorio: i me
retruje en una abadia que yo tenia : donde,
en la administrazion de mis frailes, i de
los otros mis súbditos; mediante la grazia
de Jesu—Cristo, me goberné, de manera,
que en recompensa de aquellos pequeños
trabajos, ha plazido á Dios, darme la vida
eterna.
* Manejos (?).
— 295 —
MEKCURIo.—A buen amo serviste, razon es
que hayas buen galardon. ¿Quieres quo
prosiga , Caron ?
CARoN.—No querria otra cosa.
Mmtcmuo.—Ordenado que hobo el Empera
dor su respuesta, firmada de su mano; la
dió á uno de sus reyes-de-armas; man
dándole, que con toda dilijenzia, la lle
vase al rei de Francia, i él mesmo , públi
camente se la leyese. E si no la quisiese
oir; se la diese en sus manos; é, habida
su respuesta, luego se volviese. El rei-de
armas se fué para Fuente-rabia, donde
pensaba hallar el salvo-conduto del rei
de Francia: i como no hobiese memoria
d’él; envió un trompeta al Gobernador de
Bayona, rogándole, que si lo tenia , luego
se lo enviase, porque él alli no esperaba
otra cosa. El Gobernador, á cabode nueve
dias , le respondió: que el rei de Francia,
su amo, le habia enviado el salvo—conduto,
que pedia; mas con tal condizion , que no
se lo enviase, sin ser primero certificado,
que traia la seguridad del campo i no otra
cosa. El rei-de—armas le respondió: que él
llevaba la seguridad del campo , i cargo,
-296—
de dezir otras cosas, tocantes al combate,
i respuesta al cartel del rei de Francia. El
Gobernador, replicó diziendo: que si traia
solamente la seguridad del campo, sin
otra cosa alguna; le dejaria entrar libre
mente en Francia, i le haria mui buen
tratamiento: pero que si traia otra cosa;
él no lo podia dejar entrar: diziendo: que
el Rei su amo, no queria palabras, sino
obras.
CARoN. -A la fé, tenia razon: ¿qué cumple
palabras, cuando se puede venir á las
manos ?
MERCURIo.- No sabes lo que te dizes: antes,
no se puede venir á las manos; sin que
prezedan , primero, muchas palabras; en
que se determine i acabe, la causa por
qué se combate. De otra manera , pareze
ria batalla, no de Prinzipes, mas riña de
locos. I, si bien lo miras, hallarás aqui
dos cosas mui rezias: la una, impedir la
entrada á un rei-de—armas; que suelen,
aun entre jente bárbara, tener libertad
para ir i venir seguramente, por doquie
ra; i la otra, que el Rei de Francia asi
absolutamente, pidiese la seguridad del
— 297 —
campo sin aclarar, primero, qué es aque
llo, sobre que queria combatir: ó si el
Emperador, confesaba, ó negaba , haber
dicho lo que al rei de Francia habia sido
referido.
CARoN.— Veamos: ¿él no lo envió escripto i
firmado de su mano, al Embajador del rei
de Francia ?
MERCURIo. —Dizes verdad: mas aquella car
ta, no era llegada en Francia , cuando el
rei publicó su cartel: ni puede el Rei con
verdad dezir, que ella lo moviese á desa
fío. Allende d’esto , hai mucha diferenzia,
de lo que dize la carta, á lo que contiene
el cartel. La carta dize: que el Rei de
Francia, lo habia hecho vilmente, i ruin
mente; en no cumplir lo que habia jurado,
i prometido: i el cartel refiere haber dicho
el Emperador que el Rei [de] Francia , se
habia ido, i soltado de su poder; contra
viniendo á la fé , que le habia dado: cosa,
que ni nunca el Emperador dijo, ni tam
poco habia por qué lo dijese; habiéndolo
él , de su propria voluntad , soltado i pues
to en libertad: sin nunca tomarle su fé,
que no se iria: mas, que si no cumpliese
__ 29s_
lo capitulado, volveria á la prision. De
manera , que queriendo el Rei de Francia
disfrazar las palabras, por hazer su causa,
de manifiestamente mala, claramente bue
na; justo era, que aquello se averiguase,
antes que viniesen al campo. Porque, ne
gando el Emperador haber dicho, lo que
el Rei de Francia referia; quizá él , no
quisiera combatir, sobre las otras pala
bras que el Emperador, afirmaba haber
dicho: i asi, ni hobiera sobre qué comba
LXVlll . tir; ni nezesidad , de la seguridad del
campo, que él tan impertinentemente pe
dia. Allende d’ esto, el Emperador pudiera
responder: que el Rei de Francia , siendo
su prisionero , de justa guerra; era inhábil
para desafiar á nadie , cuanto mas á su
señor; hasta que cumpliendo lo capitula
do, rescatase, ó libertase la fé, que en su
poder dejó empeñada. Asimismo podia ale
gar, que no se puede venir al combate,
cuando la diferenzia , se puede probar por
escripto, ó por testigos; como aqui mui
fázilmente se pudiera hazer.
CARoN. — ¿ Cómo ?
MmiCuRIo.-El Emperador dijo; que el Rei
_. QQQ __

de Francia lo habia hecho vil i ruinmente,


en no guardarlo la fé, que le habia dado.
Conviene , pues, aqui probar: si romper
un hombre su fé , es ruindadi vileza: i, si
el Rei de Francia, la rompió ó no. Lo pri
mero, es cosa tan clara i tan averiguada;
que seria vergüenza traerla en disputa:
pues no hai hombre tan pérfido ó malo, que
no confiese, i tenga por vileza, romper el
hombre su fé. Para probar lo segundo , ahi
está la capitulazion de Madrid , firmada de
la mano -propria del Rei de Francia , i de
los embajadores de la Rejente, su madre;
en quejura, promete , ida su fé, de cum
plir, todo lo en aquella capitulazion con
tenido, en ciertos términos, i á ciertos
tiempos, alli declarados: i, que en caso, que
no lo cumpliere; volverá, dentro de cierto
tiempo, á la prision. Pues, si el Rei de Fran
cia, dió su fé de hazer esto : i lo prueba i
muestra por escriptura firmada de su pro
pria mano, talmente que no lo puede ne
gar: i despues, no solamente no lo cum—
ple; mas claramente dize , que no lo quiere
cumplir, ¿ no está claro que rompe su fée?
I , si el que ésta rompe, haze vileza i
— 300
ruindad : cosa averiguada es , que él queda
por vil i ruin : i, que con verdad , se pue
de dezir, haberlo hecho ruinmente en
romper su fé. I, pues esto, se podia pro
bar por escripturas auténticas i claras,
mui bien pudiera el Emperador alegar,
que no habia nezesidad de combate. l,
aunque el Emperador quisiera, como qui
so, disimular todas estas causas , por
donde cesaba el combate; habilitando él
al Rei de -Francia, como lo habilitó, para
combatir con él; i señalando, luego, lugar
seguro para la batalla : habiéndose querido
el Rei de Francia llamar defensor, por
usurpar i atribuirse la election de las ar
mas ; ¿ no era razon , que siendo el Empe
rador desafiado, se examinase i determi
nase, primero, cuál era provocador, i
defensor, antes que venir al combate?
Pues, para esto, sé que menester eran
demandasi respuestas; i no pedir, á humo
muerto, la seguridad del campo; la cual,
con todo, el Emperador le enviaba: mas,
juntamente con enviarla , respondia al
cartel del Rei de Francia, como has oido;
queriendo llevar la cosa por sus térmi
— 304 —
nos, i guiarla, como quien que ‘ desea
ba venir á la conclusion della , é no
contentarse de palabras, como el Rei de
Francia.
CARoN. — Agora , sus: tú vienes armado para
defender al Emperador: no quiero dispu
tar contigo : prosigue adelante.
MnRCmno.— Esa salida les queda, á los que
se ponen, como tú agora has hecho, á
defender una mala causa: mas sea como
tú quisieres. En Fuenterrabia estuvo el rei
de-armas del Emperador, obra de cincuen
ta dias, importunando continuamente por
su salvo—conduto : hasta que , de pura
vergüenza , se lo hobieron de enviar:
mas, todavia , con condizion, que llevase
la seguridad del campo, i no de otra ma
nera.
CARoN.—VGS ahi otra ánima, que sube la
montaña. Mira, si le quieres preguntar algo.
MERCURIo.—Ya la veo: vamos házia allá, i
sepamos quién es.
CARoN.—Oldo nos ha : escucha: veamos qué
dize.
ÁNIMA.— ¿Qué pedis , hermanos ?
* (se)
— 302 —
MERCURIo. -Querriamos saber quién eres, i
qué estado toviste en el mundo.
ÁNIMA. —-Yo fui un pobre fraile: é mi estado
era servir á Jesucristo.
MERCURIo.—¿ Sirviendo á tal señor, te osas
llamar pobre ?
ÁNIMA.—Pobre me llamo, cuanto al mundo,
i pobre de virtudes: que de estado i mer
zedes, que rezebi de mi Señor; mas fui
que rico i bien aventurado.
MERCURIo. —Bien sé te pareze: mas dinos:
¿por qué te metiste fraile?
ANJMA. -Bien sé por qué me lo preguntais.
Vos otros pensais haber yo sido de aque
llos, que piensan, consistir la relijion , en
andar vestido de una ó de otra color: ó en
traer el hábito d’ esta ó de aquella hechu
ra : ó en andar calzado, ó descalzo: ó en
traer camisa de lana ó de lienzo: ó en to
car, ó dejar de tocar dineros. A la fé,
hermanos , mui engañados estais : que
antes que me metiese fraile , estaba de to
do eso mui bien informado.
MERCÚR1o.—Pues, sabiendo i entendiendo, tú,
LXIX. eso; ¿quién te engañó, que tomases una vida
tan puesta en razon; i tan fuera de razon?
— 303—
ÁNIMA. —¿. Tú sabes lo que dizes ?
MERCURIo. —Agora lo verás. ¿ Qué cosa pue
de ser mas puesta en razon; que levan
-tarse todos á las seis, comer á las diez,
dormir desde las doze hasta las dos, cenar
á las seis, acostarse á las siete, estar tan
tas horas en el coro, i tantas en el refito
rio, i tantas en la cama? Veamos: ¿á quien
esto oyere , no le plazerá, como cosa mui
razonable? Pero, si por otra parte con
sidera , la diversidad de las complesio
nes, cnndiziones, é inclinaziones de los
hombres: que á uno, le conviene mucho
dormir para su salud; iá otro daña lo que á
aquel aprovecha; á uno es saludable el
madrugar, i á otro dañoso; uno sana, i
otro enferma, ayunando; á uno es sano
un manjar, i á otro le causa enfermeda
des; á uno da la vida , i á otro daña el sue
ño de medio dia: á uno conviene traer poca
ropa, i otro ha menester mucha; uno se
huelga de andar descalzo, i otro enferma
si no anda calzado; iaun un mismo hom
bre está muchas vezes dispuesto para una
cosa, iotras no. Habiendo, pues. en es
tas, i en otras cosas, tanta diversidad en
—304—
los hombres; ¿ qué cosa mas fuera de ra
zon puede ser, que limitarles las horas
que han de comer, dormir, velar, rezar i
cantar; como si todos fuesen de una mis
ma complision ?
ÁNIMA.—Mira, hermano: tú, eres un poco
mas agudo, que seria menester. Si los
hombres se metiesen frailes, por fuerza;
podrian se quejar, si les diesen manera de
vivir, fuera de su natural. Mas, pues, á
ninguno se haze fuerza; ninguno tiene
causa de quejarse. La Regla esta ahi: cada
uno la puede veri saber: el que se con
tenta d’ ella, pareziéndole conformarse con
su condizion ; tómela mucho en buena
hora: el que no, déjela, que á ninguno
se haze fuerza: iel que neziamente se
mete fraile, neziamente se muere, i aun
quizá se va al infierno. I lo mismo pode
mos dezir, del clérigo, idel casado. Yo,
hermano, viendo la corruption del mun
do, i á mi, en estado, que á cada paso
hallaba mill embarazos en qué tropezar;
determinó de recojerme en un moneste
rio: no, porque no conosciese poder servir
tan bien á Dios, fuera d’ él; mas, porque
—-305—
me inclinaba mas, a aquella manera de vi
vir, que á otra alguna. Determinado, pues,
de meterme fraile; aunduve muchos dias,
con mucha curiosidad, informándome de
la regla i forma de vivir de cada órden: i
despues tomé aquella, que me parezió
mas conforme á mi complession.
MERCURIo. — ¿Nunca te arrepentiste?
ÁNIMA.— Aquellos se arrepienten, que no
miran lo que toman: mas yo , ¿por qué me
habia de arrepentir, yendo, como iba, tan
informado de todo lo que hallé? De ma
nera, que ninguna cosa me era nueva: i
de lo bueno gozaba, i lo malo disimulaba,
i sufria con pazienzia.
MERCURIo. -Diz, que monjas i frailes, no
saben sino pedir.
ÁNIMA.— Eso hazia yo continuamente: pedir
grazia á nuestro Señor, para que me en
caminase é hiziese perseverar en su ser
vizio.
MERCURIo.—No'digo, sino cosas mundanas.
ÁNIMA.—ESaS, nunca pedi yo: ni aun las
queria rezibir de los que me las daban:
mostrándoles, por la obra, que las me
nospreziaba, i que tambien ellos las debian
30
—306—
menos preziar: porque, mucho mas per
suaden (ibras, que palabras.
MnRCmuo. _—- Dizes verdad: ¿mas cómo te
proveias, de lo que habias menester ?
ÁNIMA. — Poco han menester los frailes, allen
de lo que les dan en la órden; sino para
curiosidades: de que yo huia mucho. l
aquello de que tenia nezesidad, procuraba
de ganar, trabajando con mis manos.
MERCUiuo. — ¿ Tenias ofizio ?
ÁNIMA. —— Cuando determiné de meterme frai
‘ le; me puse á deprender un ofizio, con
que pudiese ganar i proveer mis nezesi
dades, sin ser molesto á ninguno: i, aun
lo que me sohraba, repartia con mis com
pañeros: espezialmente con predicadores
i confesores: porque no lo anduviesen
¡iidiendo á los seglares.
MERCURIo. —Diz, que muchos se meten frai
les, por ser oziosos, i no trabajar i ganar
de comer ?
-ANIMA. —Yo no sé, loque otros hazen. De mi,
te sé dezir, que me meti fraile, por poder
honestamente trabajar, ino estar ozioso.
Porque , ni mi linaje, ni mi estado, me
consentian trabajar, si no mudaba el hábito.
—307_
MERCURIo. —- ¿Cómo te agradaba la hipocre
sia , que suele ser compañera de los frailes?
ÁNIMA. — Digote, que muchos dias me de
tuve de meterme fraile, por no obligarme
á finjir sanctidad. Tanto aborrezia la hi
pocresia. Mas, á la fin, cuando determiné
de ser fraile; determiné juntamente de
vivir de manera, que no toviese nezesidad
de mostrar, de fuera , mas de lo que ha
bia dentro.
MERCURIo. -Por la mayor parte , los frailes,
siembran i mantienen superstiziones. LXX.
ÁNIMA.—Eso hazen, los que , ó no quieren
trabajar, para sus nezesidades; ó andan
buscando cosicas para sus curiosidades:
los cuales, por esto, han de buscar in
venziones con que sacar del vulgo, lo que
quizá, de otra manera , les seria negado.
Mas, el que huye las curiosidades, i tra
baja con sus manos, para proveerse de lo
nezesario; mui lejos está, de sembrar, i
mantener superstiziones.
MERCURIo. — Diz , que es natural vizio en los
frailes , la murmurazion , i ser maldi
zientes.
ÁNíMA.— El que seyendo seglar tenia estos
— 308 — es
vizios, puede ser, que no los deje en el
monesterio: mas, el que, seglar, los abo
rreció: mucho mas los aborreze , fraile.
MERCURIo. — Los frailes, son tenidos por
ambiziosos: asi, en procurar prelazias, en
sus Órdenes; como, buenos Obispados, i
aun Capelos, fuera d’ellas.
ÁNIMA. — Como la ambizion , sea vizio á to
dos estados comun ; note maravilles , que
reine tan bien entre los frailes, que son
hombres como los otros. De mi, te sé
dezir, que siempre la aborrezi; i fui d’ ella,
como de cosa mui pestilenzial: conten
tándome , de tener cargo de mi mismo.
MERCURIo.— Gran trabajo debe ser, sufrir
un prior, ó guardian, nezio.
ÁNIMA. —Trabajo es, para los que lo tienen
por trabajo: mas, ya sabes, que no hai
cosa tan fázil , que no sea dificultosa, si
la hazes forzado: ni tan difizil; que no sea
fázil, si la hizieres de buena gana.
MERCURIo. —Si: pero rezia cosa es de sufrir
un hombre grosero.
ÁNIMA. — Si te pareze, i la tienes por rezia;
rezia será: mas, si considerando tú, que
eres hombre como aquel, i del mesmo me
—309—
tal que aquel: i que te pudiera Dios , hazer
tan nezio, ó grosero, como aquel; cuantas
mas groserias i nezedades, en él vieres; tan
tas mas grazias darás túá Dios, quete libró
d’ellas; i te holgarás de verte libre d‘ellas.
ltlnRCmno.—Bien: ¿pero, no es rezia cosa,
que se den cargos á semejantes personas?
ÁNIMA.-Hermano, mira: en todos estados,
i jéneros de hombres, está agora el mundo
de manera; que por maravilla, se dan car
gos, ni ofizios, ni benefizios; sino á los
que con artes i granjerias, los andan pro
curando: é, como ningun hombre pruden
te. bueno , i virtuoso ; se quiere poner
á pedir i procurar cosas semejantes; pare
ziéndole, que, de razon , le debrian rogar
con ellas; es forzado, que, por la mayor
parte, los cargos , ofizios, i benefizios;
caigan en ruines é ignorantes. Yo me he
detenido mas de lo que pensaba, i me voi,
con vuestra lizenzia.
CARoN. — Antes lo hobieras hecho. ¿No mi
rais , de qué me sirven á mi , estas philo
solphias? Ea, pues, tú, Mercurio, acaba:
si quieres contarme esa tu historia. No me
la hagas tanto desear.
— 340 -
MERCUR1o. — Habido por el rei—de—armas, el
salvo—conducto del Rei de Francia; á la
misma hora, partió de Fuente—rrabia;i
vestida su cota de armas, entró en Fran
cia, protestando: que por haber pedido
salvo—conducto; no entendia derogar á los
previllejos, i preheminenzias de su ofizio:
i asi, siguió su camino, hasta cerca de la
ciudad de Paris, donde pensaba hallar al
Rei de Francia: mas el Rei temiendo su
venida, i por dilatar de oir lo que de parte
del Emperador traia; andaba por las flo
restas , cazando: no permitiendo, que el
rei—de—armas le viniese á hablar. Mas,
como él continuase en sus protestaziones;
viendo, que sin mui grande infamia, no
podia mas detenerlo; se vino á Paris:
donde, en presenzia de muchos grandes
señores, perlados i caballeros, asi franceses
como de otras naziones, finjió querer dar
audienzia al rei—de—armas: mas en tal
manera lo finjia; que, por otra parte,
mostraba bien, la poca gana que tenia del
combate.
CARoN. - ¿ Cómo ?
MnRCURIo. — Antes que el rei—de—armas en
—3M—
trase; el Rei de Francia hizo un mui largo
razonamiento a todos los que estaban pre
sentes: diziendo las causas por qué los
habia ayuntado: i colorando su causa,
con palabras mui ajenas de la verdad, lo
menos mal que pudo: concluyendo, que
en ninguna manera, queria oir palabra
alguna al rei—de—armas, del Emperador;
si, primero, no le daba la seguridad del
campo: porque no queria sufrir, que con
palabras vanas, se dilatase el efecto de
aquel combate.
CARoN. — Harto animosamente lo hazia.
MnRCvRIo.— ¡ Cómo eres, ó finjes ser, gran
badajo! Habia detenido al rei—de—armas
cincuenta dias en Fuente—rrabia; i otros
ocho, ó nueve, andándose cazando, i temia
de esperar, siquiera media hora, mientra
que el rei—de—armas, dezia‘ lo que le
habia sido mandado. Como si el Empe
rador estuviera ya en el campo esperando:
i no hobiera lugar de esperar, ni aun
media hora. Allende d’ esto, si el Rei de
Francia deseaba tanto este combate: vea
mos con qué se dilataba mas; ¿con oir, ó
* El impr. , dizia.
— 349 —
con dejar de oir, al rei—de—armas? No
oyéndole, quedaba la cosa, no solamente
dilatada, mas del todo deshecha: porque,
LXXI . si el desafiador no quiere oir la respuesta
del desafío; claro está que rehusa el com
bate, i confiesa el delito; i no queda mas,
que prozeder en la causa. Oyéndolo; ó
traia aparejado lo que convenia, para el
combate; ó no: si lo traia; ya el Rei tenia
lo que demandaba: i si no; todo era, tor
narlo presto á enviar: i la dilazion fuera
mui poca, en comparazion de la que,
hasta alli, él mismo habia causado. I, á
lo menos, conoscieran todos,- que no que
daba por él. De manera , que declarando,
no querer oir al rei—de—armas; declaraba
no tener gana del combate. Acabado su
razonamiento entró el rei—de—armas del
Emperador: i antes, que el cuitado pudiese
abrir la boca para hablar; el Rei de Fran
cia , por espantarlo, i hazerle que se tur
base, para que no le diese la seguridad
del campo, que sabia él bien, que traia
consigo; le comienza, con palabras furio
sas, á preguntar, si habia hecho lo que
debia á su ofizio: que se acordase, de lo
que habia escripto de Fuente—rrabia, i
con qué condizion le habia sido enviado
el salvo—conducto. El rei—de-armas; sin
responder á esto, le suplicó (como es cos
‘tumbre), que le diese lizenzia, para ha
zer su ofizio. El Rei de Francia insistia, en
que no le consentiria hablar palabra: si
primero no le daba la seguridad del cam
po: que fuese hecha i ordenada como
convenia. El rei—de—armas, por otra par
te, dezia, haberle seido mandado, que él
mismo la leyese: i que si él la queria oir;
que se la leeria: donde no; que se la daria
en sus manos; con condizion , que le de
jase despues, usar de su ofizio. Estonzes,
el Rei de Francia , no sabiendo qué res
ponder á esto; ni queriendo rezebir el
cartel del Emperador; se levantó, diziendo
mui rigurosas palabras: i se dejó alli, el
pobre rei—de—armas, sin quererlo oir, ni
rezebir el cartel que llevaba.
CARoN. —¿ Qué me dizes?
MnRCmuo. — Esto que oyes.
CARoN. — Pues, veamos; ¿qué hará agora el
Emperador?
MERCUíno.—Qué quieres que haga, si el Rei
—3í4—
de Francia, no quiere oir sus reyes—de
armas, ni rezebir sus carteles.
CARom-Arrastrarle ha las armas; i pin
tarlo ha, como en semejantes vasos se
suele hazer. ‘
"MiniCURIo. — Antes, me persuado yo tanto de
su modestia i bondad , que no se porná,
en hazerle una afrenta como esa: porque,
aunque sea su enemigo; á la fin, es Prin
zipe i cristiano: i es honesto, que se le
tenga algun respecto: pues los buenos,
con virtud se prezian venzer.
CARoN. - ¿De manera, que no habrá ya
memoria d’ese combate ?
MERCURIo. — Ninguna.
CARoN. — Si supieses de qué cuidado me has
quitado; maravillarteias. Que, de verdad:
ha muchos dias, que no estaba en mi
seso, pensando en el mal , que d’ este
combate se me recrezia. Siempre me sue
les, tú, alegrar, con mill buenas nuevas:
é yo, nunca hago nada por ti. -Si te pa
reze, que es hora, vamos á holgar un
rato con Proserpina.
MERCURIo. —Soi contento: mas sepamos prime
ro, qué Ánima es esta, que viene cantando.
—3l5—
CnoN.- Pa reze‘ mujer.
MERCURIo. — Asi es.
CARoN. — No sé, si huirá de nos otros.
ÁNIMA. —A las vezes, las que mas huyen,
son las que mas presto se dejan alcanzar.
Pues en el mundo no hui de hombres (de
quien me podia temer), teniendo en mi,
firme propósito de vivir castamente ; ¿ por
qué huiré agora de vos otros, de quien
ninguna afrenta puedo esperar?
MERCURIo. — ¡O, ánimo, no de mujer; mas
de hombre mui esforzado! ¿Querrás nos
dezir, qué tal fué tu vida en el mundo ?
ÁNIMA.——l , aun de mui buena voluntad. El
mayor bien que mis padres me dejaron,
fué hezarme á leer, i un poco de latin: i
afizionéme tanto, á leer en la Sacra Escrip
tura, que d’ella sabia mucho: i junta
mente con saberla , procuraba de confor
mar mi vida i costumbres, con ella: no
dejando de. enseñar á mis amigas ¡compa
ñeras , que conmigo conversaban, aquello
que Dios á mi me habia enseñado: mas,
con tanta modestia i templanza, que no
pudiese ser reprehendida: conosciendo,
cuánto era mi sexo i edad peligrosa: i
— 316 —
cuán recatada debia andar de mi mesma.
Porque, sin dubda, las mujeres, mucho
mas que los hombres; tenemos nezesidad
de tener por sospechosa, cualquier opi
mon en que caemos: hasta que se haya
mui bien, primero, examinada i comuni
cada. I, porque el callar en las mujeres;
espezialmente donzellas; es tan conve
niente i honesto; como malo ideshonesto,
el demasiado hablar; siempre procuraba
yo, que mis obras , predicasen antes que
mis palabras. D’ esta manera vivi muchos
años , sin voluntad de ser monja , ni de ca
sarme: viendo , la una vida , ser mui ajena
de mi condizion: i los peligros , í trabajos,
que en la otra hai. Espezialmente, temia,
LXXIJ . que me darian algun marido, tan apartado
de mis fines; que, ó me pervertiese á mi;
ó toviese mui trabajosa vida con él. A esta
causa, determiné de no casarme: mas, á
la fin , todo bien considerado ; acordándo
me de las exzelenzias, que del matrimonio
habia leido: i pareziéndome cosa dificulto
sa, guardar, como se debe guardar la vir
jinidad: aunque aquel estado sea mas alto
i exzellente: i por Jesu Cristo, con ejemplo
—3I7
icon palabras: idespues, por san Pablo
aconsejado , i por muchos sanctos seguido;
tomé por seguro para mi casarme. Mas, co
mo no sea lizitoi honesto á las mujeres,
escojer el marido que ellas quieren: mas
parezen obligadas á tomar, el que sus
padres , hermanos ó parientes quieren‘
darles: aunque yo, no pocas vezes les ro
gaba, que no mirasen á linaje, ni á bie
nes mundanos, ni á hermosura del cuer
po; sino á las virtudes del ánima, porque
con estas me entendia yo casar: á la fin,
me dieron un -marido, con quien, sabe
Dios lo que al prinzipio yo pasé: pero to
davia lo sufria con pazieuzia; esperando
en la bondad de Dios, que yo lo atraeria
antes á él á mi condizion, que él á mi á
la suya. I dime tan buena maña; contra
minando sus vizios con virtudes , su so
berbia con mansedumbre , su aspereza
con halagos, su prodigalidad con tem
planza, sus juegos i lujurias con castos i
sanctos ejerzizios, isu ira con pazienzia;
gobernándome siempre con él, con pro
funda i entera humildad: á tiempos , disi
* Quieran (P).
— 3l8 —
mulando unas cosas : á tiempos, tolerando
i permitiendo otras : i á tiempos reprehen
diendo dulzemente aquellas cosas, que
claramente me parezian dignas de repre
hension: que, poco á poco, le amansé.
De manera, que le hize dejar todos sus
vizios i malas costumbres: iabrazarse tan
de veras , con las virtudes; que, desde á
pocos dias, yo aprendi d’ él, lo que él
aprendia de mi. I asi vezándonos ‘ el uno
al otro, i procurándonos de contentar el
uno al otro; viviamos en tanta paz , amor,
i concordia; que todos se maravillaban de
verlo á él tan mudado, i de lo que yo con
él habia trabajado, i de la conformidad
que ya teniamos.
n
MERCURIo. — ¿ Hobistes hijos ?
ÁNIMA. —Muchos años estovimos sin ellos.
MERCURIo. —¿No tenias pena de verte estéril?
ANIMA. —Pena tienen de no parir, las que
viven ¡querrian parir para si: mas yo,
que no vivia, ni queria nada para mi; no
tenia, de qué tener pena. Mientras Dios
no me daba hijos; dábale muchas grazias

* El impr. , bezándonos.
- 3l9 —
por ello: persuadiéndome, que asi conve
niaá mi provecho, i á su servizio. Cuando
me los dió; las mesmas grazias le daba:
suplicándole, los enderezase i enseñase,
para su servizio: procurando, cuanto en
mi era, de industriarlos para este efecto.
MnRcvRIo. —Maravillome d’ eso que me dizes:
porque suelen las mujeres , con mucha
curiosidad, importunar á Dios, que les dé
hijos.
ÁNIMA. — Yo era mui contraria á esa opinion:
no, porque no toviese yo los hijos, por
un espezial don de Dios; mas , porque
siéndome inzierto, qué tales habian de
ser; no osaba desearlos: sino, que Dios
hiziese , lo que fuese su voluntad : teniendo
por cierto, que aquello que Él ordenase,
seria lo mejor. l las mujeres que son d’ es
ta mi opinion, Dios sabe , de cuántas su
perstiziones se escapan, que, por haber
hijos, á cada paso se hazen , con no poco
deservizio de Dios, i detrimento de la re
lijion cristiana.
MERCURIo. —¿Tovistc hijos, ó hijas ?
ÁNIMA. — Hijas.
MERCURIo. — ¡Qué trabajo !
— 320
ÁNIMA. -Trabajo? Antes, es mui gran des
canso, para las madres, tener hijas , con
quien se puedan descuidar, i á quien pue
dan doctrinar. Que las buenas madres,
mas se huelgan con las hijas, que con los
hijos: porque las hijas, las acompañan i
sirven hasta la muerte , ínunca les pierden
el amor: mas los hijos , aun no son nasci
dos, cuando se van por ahi; que ni co
noscen, ni tienen amor, á padre ni á
madre. Allende d’esto: por maravilla,
vereis una hija desobediente: i mui raros
son los hijos obedientes. Pocas vezes ve
mos hijas desconformes de sus padres: i á
cada paso hallamos hijos , perseguidores
de sus madres.
MnRCURIo.-Gran trabajo es, el que pasan
las madres , en guardar las hijas.
ÁNIMA. —Habias de dezir, las ruines madres:
porque, cual es la madre; tal es la hija:
i , por eso, cuanto es dificultoso itrabajo
so á las ruines, guardar que sus hijas no
lo sean; tanto es fázil á las buenas, hazer
que sus hijas les parezcan.
MERCURIo. — ¡Qué de congojas pasan las ma
dres con las hijas!
—32l——
ÁNIMA. —Muchas mas con los hijos: que
desde que nascen, andan sujetos á mill
peligros: cuando niños‘ , de descalabrar
se“, ó lisiarse: i cuando grandes, de
perder la vida: i, á la lin , no falla un ca
mino largo, ó una guerra en que mueren,
dando ¡nortal congoja á sus padres. LXXlll.
MERCURIo.—Gr-an trabajo es buscar, iaun
. comprar casamientos para las hijas.
ANnan-D’ ese trabajo fui yo bien libre:
porque crié mis hijas lan virtuosas, i ha
bia tantos que las deseaban por mujeres;
que tove bien en qué escojer. Verdad es
que el dote suele trabajar á los padres;
mas como yo no toviese respecto á la va—
nagloria del mundo; i me inclinase antes
á casar mis hijas con virtuosos, que con
ricos ni poderosos; fázilmente, i con poco
trabajo, las casé todas: i aun mucho á mi
voluntad. I con cuatro hijas , cobré cuatro
yernos, que tove yo siempre por hijos: i
ellos á mi por madre. Lo que no acaeze á
las que casan hijos: que con tantas nueras,
cobran tantas enemigas.
* El impr.,uiños.
** El impr. , desdecalabrándose.
2| -
—322—
MnRCURIo. —¿Cómo te habias , con tus cria
dos i criadas ?
ÁNIMA. —Como con mis hijos: doctrinándo
los, i guiándolos, en aquello que debian
hazer, para servir á Dios.
MERCURIo. —¿Haziaslos ayunar, rezar, i dis
zeplinarse?
ÁNIl\u.—Yo te diré: las cosas,que en si, son
siempre, ¡en todo lugar, buenas; ¡que
sin pecado no se pueden dejar; les enco
mendaba yo sobre todo: procurando, que
solo un punto no se apartasen d’ ellas. De
las otras, que á unos son buenas i arman,
i á otros no: en unos tiempos, se halla la
persona dispuesta para ellas, i en otros
no: á unos sanan , i áotros matan : á unos
aprovechan, iá otros dañan: les enco
mendaba, que usasen con mucha discre
zion: apartando siempre, i desterrando de
mi casa toda manera de superstizion i de
hipocresia: queriendo que hobiese mucho
mas en lo interior, de lo que se mostraba
en lo exterior.
lllERCURIo.—¿Dc qué edad moriste?
ANIMA. —De cincuenta años.
MaRCURIo. - ¿Heziste testamento?
—323—
ÁNIMA.—Todo eso, dejo encomendado á mi
marido: é yo me voi á gozar de aquel
summo i perfecto bien , por mi tanto de
seado. Por eso, no me detengas mas.
CARoN. —Déjala ir, Mercurio: cata, que se
haze tarde.
MERCURIo. —Que me plazo. Mas ves aqui otra
ánima, que viene á mas andar. Sepamos
quién es.
CARoN. —¿Tú no vees, que es monja?
MERCURIo. — Vamos la á hablar.
CARoN.—Déjala, asi gozes: que , á la fin. es
mujer, i monja: i si comienza, nunca aca
bará. Vamos: que ya nos estará esperando
Proserpina.
MERCURIo. — Vamos.
DIÁLOGO EN QUE PARTICULARMENTE SE
TRATAN LAS cosAs ACAEUDAS EN sonA, EL
AÑo DE MDXXVII. A GLoRIA m: mos, l
BIEN UNIVERSAL m: LA REPÚBLICA
CRISTIANA. IMPRESo EN PARIS
EN EL ¿No Dn SALUD
i586.
vflfifáe
El Corrector de ¿a ímprímería al prudente
Lector.

CoNSIDERANDo, en cuánta estima sean en este tiem


po, los que hablan diversos lenguajes: i en cuán di
versas rejiones del orbe se estienda el uso de la lengua
española; procure’ que estos tratadicos españoles se
imprimiessen con nuestros nuevos caractéres. Pero
siendo la primera prueba que hazemos en esta len
gua , no nos fué posible usar de tanta dilijentia , que
del author no hallasse manchas faltas, asi en la ortlio

graphia , conjunction de letras, iseparalion de par


tes, como en la permutation de vocales, en los cuales
yerros suelen fázilmente caer los que componen i
corrijen libros en lenguas que no les son tan fami
liares como la suya materna. ,
Por tanto, te rogamos, benigno lector, quieras
interpretar á buena parte nuestra intenzion; i tomes
algun trabajo en correjir los yerros, que vieres seer
de mayor importanzia, i que te podrán impedir el
curso de la lizion. Hazemos, entre tanto, promesa,
de poner mayor dilijentia cn los libros, que en esta
lengua imprimiéremos.
AL LECTOR.

Es tan grande la ceguedad en que, por la ll.


mayor parte, está hoi el mundo puesto;
que no me maravillo de los falsos juizios,
que el vulgo haze , sobre lo que nuevamente
ha en Roma acaezido: porque, como piensan,
la relijion consistir solamente , en estas co
sas exteriores; viéndolas assi maltractar, paré—
zeles, que enteramente va perdida la fé. I, á
la verdad, ansi como no puedo dejar de loar
la santa afizion , con que el vulgo á esto se
mueve; assi no me puede parezer bien , el
silenzio que tienen los.que lo debrian des
engañar. Viendo pues yo, por una parte,
cuán perjudizial seria, primeramente ála
gloria de Dios, i despues á la salud de su
—328
pueblo cristiano, i tambien á la honrra deste
cristianisimo Reii Emperador, que Dios nos
ha dado; si esta cosa, assi quedase solapada:
mas, con simplizidad i entrañable amor, que
con loca arroganzia; me atrevi á complir con
este pequeño servizio, las tres cosas prinzi
pales á que los hombres son obligados. No
dejaba de conozer, ser la materia mas árdna
i alta, que la medida de mis fuerzas : pero
tambien conozia, que donde hai buena in
tenzion , Jesu Cristo alumbra el entendimien
to, isuple con su grazia , lo que faltan las
fuerzas , i szienzia , por humano injenio al
canzada. Tambien se me representaban los
falsos juizios que superstiziosos i fariscos,
sobre esto han de hazer: pero ténganse por
dicho, que yo no escribo á ellos, sino á ver
daderos cristianos iamadores de Jesu Cristo,
Tambien veia las contrariedades del vulgo,
que está tan asido á las cosas visibles, que
casi tiene por burla, las invisibles. Pero
acordéme, que no escribia á jentiles, sino á
cristianos: cuya perfizion es, distraerse de
las cosas visibles, i amar las invisibles. Acor
—329—
déme , que no escribia á jente bruta: sino á
españoles: cuyos injenios, no hai cosa tan
árdua , que fázilmenle no puedan alcanzar.
I pues que mi deseo, es el que mis palabras
manifiestan , fázilmcnte me persuado , po
der, de todos los discretos i no finjidos
cristianos, alcanzar, que si alguna falta en
este Diálogo hallaren , interprelándolo á la
mejor parte , echen la culpaá mi ignoranzia:
i no presuman de creer, que en ella inter
venga malizia, pues en todo me somelo á la
correczion , i juizio de la sancta Iglesia : la
cual confieso por madre [de diszipulos de
verdad
ARGUMENTO.

Un caballero manceho dela Corte del Emperador, llamado


LACTANCIO, topó cn la plaza dc Valladolithcon un ARCEDIANO,
que venia de Roma; en hábito de soldado: i, entrando en
sanct Francisco, hablan sobre las cosas en Roma acaezidns.
En la primera parte, muestra Lactancio, al Arcedlano, cómo
el Emperador ninguna culpa en ello tiene: l en la segunda,
cómo todo lo ha permitido Dios, por el bien de la crisliandad.
LACTANtIlo. ARCEDIANo.

LACTANCIo. — ¡ Válame Dios! ¿ Es aquel el Arci


diano del Viso, el mayor amigo que yo
tenia en Roma? Parézele cosa estraña,
aunque no en el hábito. Debe ser algun
hermano suyo. No quiero pasar sin hablar
le, sea quien fuere. Dezi, jentil hombre;
¿sois hermano del Arcidiano del Viso -.7
ARCEDIANo.—‘Cómo, señor Lactancio; ¿tan lll.
presto me habeis desconozido? Bien pa
reze, que la fortuna muda presto el co— -
noszimiento.
LACTANCIo. — ¿ Qué me dezis ? Luego, vos sois
el mesmo Arcidianol
ARCnmANo.-Si, señor, á vuestro servizio.
LACTANCIo.— ¿Quién os pudiera conozer de
la manera que venis? Soliades traer vues
tras ropas, unas mas luengas que otras,
arrastrando por el suelo: vuestro bonetei
hábito eclesiástico: vuestros mozos i mula
—332—
reverenda: veoos agora á pié, solo: i un
sayo corto; una capa frisada, sin polo: esa
espada tan larga: ese bonete de soldado...
Pues, allende desto, con esa barba tan
larga, i esa cabeza sin ninguna señal de
corona; ¿quién os pudiera conozer ?
ARCEouNo. — ¿ Quién, señor? Quien conos
ziese el hábito por el hombre, i no el
hombre por el hábito.
LACTANCIo. — Si la memoria ha errado, no es
razon, que por ella pague la voluntad, que
pocas vezes suele en mi diminuirse. Mas,
dezime, asi os vala Dios, ¿qué mudanza
ha sido esta?
ARCEDIANo.—No debeis haber oido, lo que
agora nuevamente en Roma ha pasado.
LACTANCIo. -Oido he algo dello. Pero, ¿qué
tiene que hazer lo de Roma, con el mudar
del vestido?
ARCnmANo. —Pues que eso preguntais, no lo
debeis saber todo. Hágoos saber, que ya
no hai hombre en Roma, que ose parezer
en hábito eclesiástico por las calles.
LACTANCIo. — ¿ Qué dezis 7
ARCEDuno.—Digo, que cuando yo parti de
Roma, la persccuzion contra los clérigos
—333—
era tan grande , que no habia hombre, que
en hábito de clérigo ni de fraile osase an
dar por las calles.
LACTANCIo.-— ¡ O, maravilloso Dios : icuán in
comprehensibles son tus juizios! Veamos,
señor: ¿i hallastes os dentro en Roma
cuando entró el ejérzito del Emperador?
ARCEDIANo.—Sl, por mis pecados: alli me
hallé, ó, por mejor dezir, alli me perdi:
pues, de cuanto tenia, no me quedó mas
de lo que vedes.
LACTANCIo. — ¿ Por qué no os metiades entre
los soldados españoles; i salvárades vuestra
hazienda ?
ARCEDIANo.— Mis pecados me lo estorbaron:
i cupiéronme en suerte no sé qué Alema
nes: que no pienso haber ganado poco, en
escapar la vida de sus manos.
LACTANCIo.— ¿ Es verdad todo lo que de allá
nos escriben , i por acá se dize? _
ARCEDIANo. - Yo no sé lo que de allá escriben,
ni lo que acá dizen; pero sé os dezir, que
es la mas rezia cosa , que nunca hombres
vieron. Yo no sé cómo acá lo tomais.
Parézeme, que no hazeis caso dello. Pues,
yo os doi mi fé, que no sé si Dios lo querrá
- 334 -
ansi disimular. l, aun si en otra parte esto
viésemos , donde fuese lizito hablar; yo di
ria perrerias desta boca.
LACTANCIo. - ¿Contra quién ?
ARCEDuNo.,-Contra quien ha hecho mas mal
en la Iglesia de Dios; que ni turcos, ni
paganos osáran hazer.
LACTANCIO. — llirad , señor Arcidiano: bien
puede ser que esteis engañado, echando la
. culpa á quien no la tiene. Entre nosotros,
todo puede pasar. Dezidme vos, lo que
acerca desto sentis, i quizá os desengañaré
yo de manera , que no culpeis á quien no
debeis de culpar.
ARCEDIANo. -— Yo soi contento de declararos lo
que siento acerca desto: pero no en la pla
za. Entrémonos, aqui en Sanct Francisco,
i hablarémos de nuestro- espazio.
LACTANCIo. -Sea como mandáredes. .
ARCEDuNo.—Pues estamos aqui, donde nadi
nos oye; yo os suplico, señor, que lo que
aqui dijere, no sea mas, de para entre
nosotros. Los Prinzipes son Prinzipes: i
no querria hombre ponerse en peligro,
pudiéndolo escusar. .
LACTANCIo. -D’ eso podeis estar mui seguro.
—— 335 —
ARCnDuNo. —Pues, veamos, señor Lactancia:
¿parézeos cosa de fruir‘, qu’ cl Emperador
haya hecho en Roma lo que nunca infieles
hizieron; i que, por su pasion particular,
i por vengarse de un no sé qué , haya asi
querido destruir la Sede apostólica, con la
mayor inominia , con el mayor desacato,
icon la mayor crueldad, que jamás fué lV.
oida ni vista ? Se qué , los Godos tomaron
á Roma: pero no tocaron en la iglesia de
Sanct Pedro: no tocaron las reliquias de
los sanctos: no tocaron en cosas sagradas.
Iaquellos medio—cristianos , tovieron este
respecto: i agora, nuestros cristianos (aun
que no sé si son dignos de tal nombre),
nihan dejado iglesias, ni han dejado mo
nesterios, ni han dejado sagrarios: todo
lo han violado: todo lo han robado: todo
lo han profanado: que me maravillo, có
mo la tierra no se hunde con ellos, i con
quien se lo manda i consiente hazello.
¿Qué os paresze que dirán los turcos , los
moros, los judios , i los luteranos , viendo
asi mal tratar la cabeza de la cristiandad?
¡0, Dios, que tal sufres! ¡0, Dios, que
* Fruir, en la Ed. leLgóL: stifrir, on la de Paris.
—336
tan gran maldad consientes! ¿ Esta era la
defensa que esperaba Ia Sede apostólica de
su defensor ? ¿ Esta era la honrra que es
peraba España de su Rei tan poderoso?
¿Esta era la gloria, este era el bien , este
era el acrezentamiento que esperaba toda
la eristiandad? ¿ Para esto adquirieronsus
abuelos el titulo de Católicos ? ¿Para esto
juntaron tantos reinos i señorios, debajo
de un señor? ¿Para esto fué elejido por
Emperador? ¿Para esto los Romanos Pon
tifizes, le ayudaron á echar los franceses
de Italia : para que en un dia deshiziese él
todo lo que sus predezesores , con tanto
trabajo, i en tanta multitud de años, fun
daron? ¡Tantas iglesias, tantos monaste
rios, tantos hospitales, donde Dios solia
ser servido i honrrado; destruidosi profa
nadosl ¡Tantos altares..... i, aun la misma
Iglesia del Prinzipe de los Apóstoles, en
sangrentados! ¡Tantas reliquias robadas: i
con sacrílegas manos mal tratadas! ¿ Para
esto juntaron sus predezesores tanta san
tidad en aquella ciudad i? ¿ Para esto hon
rraron las Iglesias con tantas reliquias;
para esto les dieron tantos ricos atavios de
— 337 -
oro i dc plata; para que viniese él, con
sus manos lavadas , á robarlo , á desha
zerlo , á destruirlo todo? ¡ Soberano Dios!
¿Será posible , que tan gran crueldad, tan
gran insulto, tan abominable osadia, tan
espantoso caso, tan execrable impiedarl;
quede* sin mui rezio, sin mui grave, sin
mui evidente castigo ? Yo no sé cómo acá
lo semis: i, silo senlis, no sé cómo lo
podeis disimular.
LACTANCIo.—Yo he oido con atenzion todo
lo que habeis dicho : i, á la verdad, aun
que en ello he oido hablar á munchos; á
mi parezer, vos lo acriminais, i afeais mas
que ningun otro. I en todo ello , venis mui
mal informado. l , me pareze, que, no la
razon, mas la pasion de lo que habeis
perdido os haze dezir lo que habeis dicho.
Yo no os quiero responder con pasion,
como, vos, habeis hecho; porque sería
dar vozes sin fructo. Mas, sin ellas, yo es
pero, confiando en vuestra discrezion i
buen juizio , que antes que de mi os par
lais; os daré á entender cuán engañado
estais en todo lo que habeis aqui hablado.
" El ant. imp. quede: pareze debía dezir queden.
se
—338—
Solamente os pido , que esteis atento, i no
dejeis de replicar cuando tuviéredes qué,
porque no quedeis con alguna duda.
ARCEDuNo.— Dezid lo que quisiéredes: que
yo os terné por mejor orador que Tulio,
si vos supiéredes defender esta causa.
LACTANCIo. —No quiero , sino que me tengais
por el mayor nezio que hai en el mundo;
si no os la defendiere con evidentisimas
causas, i mui claras razones. I. lo prime
ro que haré , será mostraros , cómo el
Emperador ninguna culpa tiene en lo que
en Roma se ha hecho. Ilo segundo ,-cómo
todo lo que ha acaezido, ha sido por ma
nifiesto juizio de Dios, para castigar aque
lla ciudad: donde, con grande ignominia
de la relijion cristiana, reinaban todos los
vizios que la malizia de los hombres podia
inventar: i con quel castigo , despertar el
pueblo cristiano, para que remediados los
males que padeze, abramos los ojos , i vi
vamos como cristianos , pues tanto nos
preziamos de este nombre.
ARCEDlANo.—Rezia empresa habeis tomado:
no sé si podreis salir con ella.
LACTANCÏo. —Cuanto á lo primero, quiero
-— 339 —
protestaros , que ninguna cosa de lo que
aqui se dijere, se dize en perjuizio de la
dignidad ni de la persona del Papa: pues,
la dignidad , es razon que de todos sea te
nida en venerazion: i, de la persona , por
cierto, yo no sabria dezir mal ninguno,
aunque quisiese: pues conozco, lo que
se ha hecho, no haber seido por su vo
luntad , mas por la maldad de algunas
personas que cabe si tenia. I , porque me
jor nos entendamos, pues la diferenzia es
entre el Papa i el Emperador, quiero que
me digais, primero, qué ofizio es el de Pa
pa; i qué ofizio es el del Emperador: i, á
qué fin estas dignidades fueron instituidas.
ARCEDuNoÍ-A mi parezer, el ofizio del Em
perador es, defender sus súbditos, i man
tenerlos en mucha paz i justizia , favore
ziendo los buenos, i castigando los malos.
LACTANcion—Bien dezis: ¿i el del Papa P
ARCsDmvo. —Eso es mas dificultoso de de
clarar: porque, si miramos al tiempo de
Sanet Pedro , es una cosa , i si al de ago
ra, otra.
LACTANCIO. ‘— Cuando yo os pregunto , para
qué fué instituida esta dignidad ; entiende
-34O—
se, que me habeis de dezir la voluntad i
intenzion del que la instituyó.
ARCEDlANo.—A mi parezer, fué instituida,
para que el Sumo Pontifize tuviese autori
dad de declarar la sagrada Escriptura: i
para que enseñase al pueblo la doctrina
cristiana , no solamente con palabras,- mas
con ejemplo de vida: i para que con lá
grimas i oraziones , continuamente rogase
á Dios por su pueblo cristiano: i para que
este tuviese el supremo poder de absolver
á los que hubiesen pecado, i se quisiesen
convertir : i para declarar por condenados
á los que en su mal vivir estuviesen obsti
nados : i para que con continuo cuidado
procurase de mantener los cristianos en
mucha paz i concordia: i, finalmente, pa
ra que nos quedase acá en la tierra quien
mui de veras representase la vida i sanctas
costumbres de Jesu—Cristo nuestro Re
demptor , porque los humanos corazones,
mas aina se atraen con obras, que con
palabras. Esto es lo que yo puedo colejir
de la sagrada Scriptura. Si, vos, otra co
sa sabeis, dezidla.
LACTANCIo.— Basta eso , por agora, i mirá no
—3H—
sen os olvide, porque lo habremos menes
ter á su tiempo. '
ARCEDuNo. — No hará.
LACTANCIo.—PuBS, si yo os muestro clara
mente , que por haber el Emperador hecho
aquello, á que vos mesmo habeis dicho
ser obligado; i, por haber el Papa dejado
de hazer lo que debia, por su parte , ha
suszedido la destruizion de Roma; ¿á quién
echareis la culpa?
ARCEDuNo. —Si, vos , eso hazeis (lo que
yo no creo), claro está que la terná el
Papa.
LACTANCIo.— Dezidme, pues , agora, vos:
pues dezis que el Papa fué instituido para
que imita-se á Jesu Cristo; cuál, pensais,
que Jesu Cristo quisiera mas; ¿mantener
paz entre los suyos; ó levantarlos i revol
verlos en guerra?
ARCEDIANo. —Claro está, que el Autor de la
paz, ninguna cosa tiene por mas abomi
nable que la guerra.
LACTANCIo. -Pues , veamos :. ¿Cómo será imi
tador de Jesu Cristo , cl que toma la guer
ra , i deshaze la paz ?
ARCEDlANo. —— Ese tal, mui lejos estaria de
—3L2
imitarle. Pero, ¿á qué propósito me dezis,
vos , agora, eso?
LACTANCIo.‘- Digooslo , porque, pues el Em
perador defendiendo sus súbditos, como es
obligado; el Papa, tomó las armas contra
él, haziendo lo que no debia, i deshizo la
paz, i levantó nueva guerra en la cris
tiandad; ni el Emperador tiene culpa de
los males suszedidos pues hazia lo que era
obligado, en defender sus súbditos; ni el
Papa puede estar sin ella, pues hazia lo
que no debia, en romper la paz, i mover
guerra en la cristiandad.
ARCEDuNo.-¿Qué paz deshizo el Papa, ó
qué guerra levantó en la cristiandad?
LACTANCIo. -Deshizo la paz que el Empera
dor habia hecho con el Rei deFrancia, i
revolvió la guerra que agora tenemos;
dónde‘ por justo juizio de Dios le ha venido
el mal que tiene.
AaCnmANo. -Bien estais en la cuenta. ¿ Dón
de hallais, vos, que el Papa levantó ni
revolvió la guerra contra el Emperador,
* Aqui, donde, por de donde. Asi en Fr. Luis
de Leon : do sata á mover guerra , etc.; por, de do
sale etc.
—343—
despues de hecha la paz con el rei de
Francia?
LACTANCIo. —-Porque , luego, como fué suelto
de la prision, le envió un Breve, en que
le absolvia del juramento que habia hecho
al Emperador; para que no fuese obligado
á cumplir lo que le habia prometido: por
que mas libremente pudiese mover guerra
contra él.
ARCEDIANo. ‘— ¿ Por dónde sabeis , vos, eso?
Asi hablais, como si fuésedes del consejo
secreto del Papa.
LACTANClo.—Pol' muchas vias se sabe: i por
no perder tiempo, mirad el prinzipio de la
liga que hizo el Papa con el rei de Francia;
i vereis claramente cómo el Papa fué el
promotor d’ella: i siendo esta tan gran
verdad, que aun el mismo Papa la confie
sa : ¿ Parézeos ahora, á vos, que era esto,
hazer lo que debia, un Vicario de Jesu
Cristo? Vos dezis, que su ofizio, era po—
ner paz entre los discordes: i él, sembraba
guerra entre los concordes. Dezis, que su
ofizio era enseñar al pueblo, con palabras
i con obras, la doctrina de Jesu Cristo:
i él, les enseñaba todas las cosas é ella
—344—
contrarias. Dezis, que su ofizio era rogar
á Dios por su pueblo: i él andaba procu
rando de destruirlo. Dezis, que su ofizio
era imitar á Jesu Cristo: i él, en todo, tra
bajaba de serle contrario. Jesu Cristo fue
pobre i humilde, i él, por acrezentar no,
sé qué señorio temporal, ponia toda la
cristiandad en guerra. Jesu Cristo, daba
bien por mal: i él, mal por bien, haziendo
liga contra el Emperador, de quien tantos
benefizios habia rezebido. No digo esto,
por injuriar al Papa ; bien sé que no pro
cedia del: i que, por malos consejos, era
á ello instigado.
ARCEDuNO.—Desí1 manera, ¿ quien terná en
eso la culpa?
LACTANCIo.—LoS que lo ponian en ello, i
tambien él, que tenia cabe si ruin jente.
¿Pensais, vos, que delante de Dios, sc
escusará un Prinzipe, echando la culpa á
los de su consejo? No, no. Pues le dió
Diosjuizio, escoja buenas personas que es
ten en su consejo, i consejarle han bien.
l si las toma, ó las quiere tener malas;
suya sea la culpa. I, si no tiene juizio
para escojer personas, deje el señorio.
.... 315 ._.
ARCEDuNo. — Difízil cosa les pedis.
LACTANCIo. ¿ Difízil ? ¿I cómo; tánto juizio es
menester para esto? Dezidme : ¿qué gue
rra lIai tanjusta, que un Vicario de Jesu
Cristo deba tomar contra cristianos , miem
bros de un mesmo cuerpo cuya cabeza es
Christo, i él su Vicario ?
ARCEDuN0,—El Papa tuvo muncha razon de
tomar esta guerra contra el Emperador: lo
uno, porque, primero, él no habia que
rido su amistad; i lo otro, porque tenia
tomadoi usurpado el Estado de Milan,des
pojando del, al duque Francisco Esforcia:
en viendo el Papa esto, se temia que otro
dia haria otro tanto contra él, quitándole
las tierras de la Iglesia. Luego, con mucha
justizia i razon, tomó el Papa las armas
contra el Emperador: asi para compelerle
á que reslituyese su Estado al duque de
Milan; como para asegurar el Estado i
tierras de la Iglesia.
LACTANCIo.—M3I‘al)illado estoi , que un hom
bre , de tan buenjuizio, como vos ; hayais
dicho una cosa tan fuera de razon como
esa. Veamos: ¿i eso, hazialo el Papa como
Vicario de Cristo, ó como Julio de Médizis?
—346-—
Vll. ARCEDuNo. —Claro está que lo hazia como
Vicario de Cristo.
LACTANCIon—-PuES digo, que el Emperador,
contra toda razon i justizia , quisiese qui
tar todo su Estado al duque de Milan;
¿qué tenia que hazer en eso el Papa?
¿Para qué se quiere él meter donde no. le
llaman , i en lo que no toca á su ofizio?
Como si no tuviese ejemplo de Jesu Cristo,
para hazer lo contrario: que llamado para
que amigablemente partiese una heredad,
entre dos hermanos , no quiso ir: dando
ejemplo á los suyos, que no se debian
entremeter en cosas tan viles i bajas.
¿I quereis agora, vos, que se ponga en
trellos su Vicario, con mano armada, sin
que le llamen para ello? ¿Dónde hallais,
°vos, que Jesu Cristo intituyó su Vicario,
para que fuese juez entre Prinzipes segla
res ; cuanto mas ejecutor, i revolvedor de
guerra entre cristianos? ¿Quereis ver, cuán
lejos está de ser Vicario de Cristo un
hombre que mueve guerra? Mirad el fructo
que della se saca, ¡cuán contraria es, no
solo á la doctrina cristiana, mas aun á la
natura humana. A todos los animales dió
- 347 —-
la natura armas para que se pudiesen de
fender, i con que pudiesen ofender: á solo
el hombre, como á una cosa venida del
cielo, adonde hai suma concordia ; como á
una cosa , que acá habia de representar la
iniájen de Dios; dejó desarmado. No quiso
que hiziese guerra. Quiso, que , entre los
hombres, hobiese tanta concordia, como
en el cielo, entre los ánjeles. l, ¡que
agora , seamos venidos á tan gran estremo
de ceguedad , que mas brutos que los mis
mos brutos animales , mas bestias que las
mesmas bestias, nos matemos unos á
otros! Las bestias viven en paz: i noso
tros, peores que bestias, vivimos en gue
rra. I, entre los hombres , si buscamos
cómo viven en cada provinzia: en sola _la
cristiandad, que es un rinconzillo del
mundo; hallareis mas guerra, que en todo
el mundo. I no tenemos vergüenza della
marnos cristianos. E, por la mayor parte,
hallareis que aquellos revuelven, que de
brian apaziguarla. Obligado era el Romano
Pontifize , pues se prezia dc ser Vicario de
Jesu Cristo: obligados eran los Cardenales,
pues quieren ser colunas de la Iglesia:
—3í8—
obligados eran los Obispos, siendo pas
tores, de poner las vidas por sus ovejas:
como lo hizo i lo enseñó Jesu Cristo, di
ziendo-: « Bonus pastor animam suam
ponit pro ovibus suísnn mayormente sien
do dadas sus rentas al Papa, i á estos
otros Prelados; para que, usando de su
ofizio pastoral, mejor puedan amparari
defender sus súbditos. I, agora, por no
perder ellos un poquillo de su reputazion;
ponen toda la cristiandad en armas. ¡O,
qué jentil caridad! Doite yo dineros para
que me defiendas; i tú, alquilas con ellos
jente para matarme, robarme, ¡destruir
me ! ¿Dónde ballais , vos , que mandó Jesu
Cristo á los suyos, que hiziesen guerra?
,Leed toda la doctrina evanjélica : leed
todas las epistolas apostólicas ‘‘, no halla
reis sino paz , concordia i unidad, amor i
caridad. Cuando Jesu Cristo nazió, no ta
ñeron alarma, mas cantaron los ánjeles:
a Gloria in cwcelsis Deo , el in terra paar,

* Esto cs del cap. X, v. tt de San Juan: pero


adonde dice pottit, conforme al texto griego , la Vul
guta dice dat. (N. delE.)
** La Edic. gót. ranóniras.
—359—
Iconzinióias bona voluntasñ » Paz nos dió
cuando nazió : i paz cuando iba al martirio
de la cruz. ¿Cuántas vezes amonestó á los
suyos á esta paz i caridad ? I, aun no
contento con esto , rogaba al Padre , que
los suyos fuesen entre si, una mesma
cosa, como El con su Padre. ¿Podriasc
pedir mayor conformidad? Pues , aun mas
quiso: que los que su doctrina siguiesen,
no se diferenziaisen de los otros en vesti
dos: ni aun en diferenzias de manjares:
ni aun en ayunos, ni en ninguna otra cosa VIII.
exterior-: sino en obras de caridad. Pues
el que esta no tiene , ¿ cómo será cristia
no? É si, no ‘‘ cristiano, ¿cómo ’ - Vica
rio de Jesu Cristo? Dónde hai guerra,
¿cómo puede haber caridad? ¡I siendo es
te el prinzipal conozimiento de nuestra fé;
¿quereis, vos, que la cabeza della , ande
de él tan apartada? Si los Prínzipes segla
res se hazen guerra , no es de marabillar:
* San Lúcas, II, M, citado aqui conforme al
orij. gn, no seguu la tr. Vulgata. En la Ed. gót.
seguu la Vulg.
‘* Es, será, en la Ed. dc Paris: pero no en
la gót.
w350
pues, como ovejas, siguen á su pastor. Si
la cabeza guerrea , forzada“ cosa es, que
peleen los miembros. Del Papa me mara
hillo, que debria de ser espejo de todas
las virtudes cristianas , i dechado en quien
todos nos habiamos de mirar: que habien-‘
do de meter, é mantener á todos , en paz
i concordia; aunque fuese con peligro de
su vida; quiera hazer guerra , por adqui
rir i mantener cosas , que Jesu Cristo
mandó menospreziar: i, que halle, entre
‘ cristianos , quien le ayude á una obra tan
nefanda , execrable , i perjudizial á la
honrra de Cristo. ¿Qué ceguedad es esta?
Llamámonos cristianos, i vivimos peor
que turcos, i que brutos animales. Si nos n
pareze, que esta doctrina cristiana es
alguna burleria , ¿por qué no la dejamos
del todo? que , á lo menos , no hariamos
tantas injurias á aquel, de quien lantas
merzedes habemos rezebido. Mas, pues
conozemos ser verdadera, i nos prezia—
mos de llamarnos cristianos, i nos burla
mos de los que no lo son; ¿por qué no lo

* Fo-rzado es que etc. Ed. gót.


—35l—
querremos ser nosotros de veras“? ¿por
qué vivimos como si entre nosotros, no
hobiese fé ni lei?’ Los filósofos i sabios
antiguos, siendo jentiles , menospreziaron
las riquezas: ¿i, agora , quereis vos , que
el Vicario de Jesu Cristo haga guerra , por
lo que aquellos ciegos paganos no tenian
en nada? ¿Qué dirá la jente, que, de
Jesu Cristo , no sabe mas de lo que vee en
' su Vicario, sino, que mucho mejores fue
ron aquellos filósofos , que por alcanzar el
verdadero bien, que ellos ponian en la
virtud, menospreziaron las cosas munda
nas; que no Jesu Cristo; pues veen , que
su Vicario anda hambreando, i haziendo
guerra , por adquirir lo que aquellos me-
nosprezíaron? Veis aqui la honrra que
hazen á Jesu Cristo sus Vicarios. Veis aqui
la honrra que le hazen sus ministros. Veis
aqui la honrra que le hazen, aquellos que
se mantienen de su sangre. ¡O, sangre
de Jesu Cristo, tan mal de tus Vicarios
empleada! ¡que , de ti, saque dineros
este, para matar hombres, para matar

* De veras: lo añade P. En la Ed. gót. no lo hai.


— 352 -
cristianos, para destruir ciudades, para
quemar villas; para deshonrrar donzellas,
para hazer tantas viudas, tantas huérfanas,
tanta muchedumbre de males, como la
guerra trae consigo! ¡Quien vido aquella
Lombardia , i aun toda la cristiandad , los
años pasados , en tanta prosperidad : tan
tas i tan hermosas ciudades, tantos edifi
zios fuera dellas, tantos jardines, tantas
alegrias, tantos plazeres , tantos pasa
tiempos! Los labradores cojian sus panes,
apazentaban sus ganados, labraban sus
casas: los ciudadanosi caballeros, cada
uno en su estado, gozaban libremente de
sus bienes, gozaban de sus heredades,
acrezentaban sus rentas, i munchos dellos
las repartian entre los pobres. I, despues
que esta maldita guerra se comenzó;
¡cuántas ciudades vemos destruidas, cuán
tos lugares i edifizios, quemados i despo
blados: cuántas viñas i huertas taladas;
cuántos caballeros, ciudadanos i labrado
res, venidos en suma pobreza! ¡Cuántas
mujeres habrán perdido sus maridos, cuán
tos padres i madres sus amados hijos,
cuántas donzellas sus esposos, cuántas
— 353 —
virjínes su virjinidad , cuántas mujeres
forzadas en presenzia de sus maridos,
cuántos maridos muertos en presenzia de IX.
sus mujeres, cuántas monjas deshonrra
das , é cuánta multitud de hombres faltan
en la cristiandad! I, lo que peor es,
¡cuánta multitud de ánimas se habrán ido
al infierno! É, disimulámoslo, como si
fuese una cosa de burla. I, aun no conten
-to con todo esto el Vicario de Jesu Cristo,
ya que teniamos paz , nos viene á mover
nueva guerra, al tiempo que teniamos los
enemigos de la fé á la puerta, para que
perdiésemos , como perdimos, el reino de
Ungría: para que se acabase de destruir
lo que en la cristiandad quedaba. I, aun
no contentándose su jente con hazer la
guerra, como los otros; buscan -nuevos
jéneros de crueldad. ¿Qué tiene que ha
zer el Emperador Nero; ni Dionisio Sira
cusano; ni cuantos crueles tiranos han,
hasta hoi, reinado en el mundo; para
inventar tales crueldades , como el ejérzito
del Papa. despues de haber rompido la
tregua hecha con Don Hugo de Moncada,
hizo, en tierras de Colonneses; que dos
95
—354—
cristianos, tomasen por las piernas una
noble douzella , virjen , i teniéndola desnu
da, la cabeza baja, viniese otro, i, asi
viva, la partiese por medio, con una ala
barda ?.... ¡O, crueldad! ¡O impiedad!
¡O execrable maldad! I, ¿qué habia hecho
aquella pobre donzella? ¿ I, qué habian
hecho las mujeres preñadas , que , en pre
senzia de sus maridos, les abrian los
vientres con las crueles espadas; i, sacada
la criatura, asl caliente, la ponian á asar
ante los ojos de la desveuturada madre?
¡O, marabilloso Dios, que tal consientes!
¡O, orejas de hombres, que tal cosa po—
deis oir! ¡O, summo Pontifize, que tal
sufres hazer en tu nombre! ¿Qué mere—
zian aquellas inozentes criaturas? Malde
zimos á Herodes , que hizo matarlos niños
rezien—naszidos: i, tú consientas matar
los antes que nazcan ? ¡Dejáraslos, siquie
ra, nazer! ¡Dejáraslos, siquiera, rezebir el
agua del baptismo: no les hizieras perder
las ánimas, juntamente con las vidas!
¿Qué merezian aquellas mujeres, porque
debiesen morir con tanto dolor;i verse
abiertos sus vientres; é sus hijos jemir en
-- 355 —
los asadores? ¿Que merezian los desdi
chados padres, que morian con el dolor
de los malogrados hijos, ide las desven
turadas madres ? ¿ Cuál judio , turco , mo
ro, ó infiel, querrá ya venir á la fé de
Jesu Cristo; pues tales obras rezebimos de
sus Vicarios? ¿Cuál dellos lo querrá ser
vir ni honrrar? I los cristianos que no
entienden la doctrina cristiana; ¿ qué han
de hazer, sino seguir á su pastor?lsi
cada uno lo quiere seguir; ¿quién querrá.
vivir entre cristianos? ¿Parézeos, señor,
quese imita asi [á] Jesu Cristo? ¿ Paré
zeos , que se enseña asi, el pueblo cristia
no? ¿Parézeos, que se interpreta asi la
sagrada Escriptura? ¿Parézeos, que ruega
asi el pastor por sus ovejas? ¿Parézeos,
que son estas obras de Vicario de Jesu
Cristo ? ¿‘Parézeos, que fué para esto
instituida esta dignidad; para que, con
ella, se destruyese el pueblo cristiano?
ARCEDuNo. —No puedo negaros, que no sea
rezia cosa: mas está ya tan acostumbrado
en Italia , no tener en nada el Papa que no
haze guerra; que ternian por mui grande
afrenta, que, en su tiempo, se perdiese
— 356 —
sola una de las almenas de las tierras de la
Iglesia.
LACTANCIo.— Por no seros prolijo , quiero
dejar infinitas razones , que para confun
dir esa razon podria yo aqui alegar. Mas,
vengamos á la extremidad: digo , que el
Emperador quisiera tomar al Papa las
tierras de la Iglesia: ¿no os pareze, que
fuera menor inconveniente, que el Papa
perdiera todo su señorio temporal, que
no, que la cristiandad , i la honrra de Jesu
Cristo padeziera lo que ha padezido?
ARCuDuNo.- No, por cierto. ¿I, asi que
rriades, vos , despejar á la Iglesia?
LACTANCIo.— ¿Cómo, despojar á la Iglesia?
¿1 A quién llamais Iglesia?
ARCEDIANo. — Al Papa , i á los Cardenales.
LACTANCIo.— ¡l, todo el resto de los cris
tianos , no será tambien Iglesia como
esos?
ARCEDIANo.— Dizen que si.
LACTANCIo.—Luego, el señorio i auctoridad
de la Iglesia, mas consiste en hombres,
que no en gobernazion de ciudades: i, por
consiguiente, entonzes estará la Iglesia
mui acrezentada, cuando hobiere mun
-357_
chos cristianos: estonzes despejada, cuan
do hobiere pocos.
ARcEDlANo.— A mi. asi pareze.
LACTANCIo.— Luego, el que es causa de la
muerte de un hombre , mas despoja la
Iglesia de Jesu Cristo, que no, el que quita
al romano Pontifize su señorio temporal.
ARCEDIANo.— Ansi sea- .
LACTANCIo.— Pues, dezidme. vos, ahora:
¿ cuántas personas serán muertas, despues
que el Papa comenzó esta guerra, por
asegurar, como dezis, su Estado? Dejo
los otros males que la guerra trae consigo.
ARCEDIANo. - Infinitas.
LACTANCIo.— Luego , mas ha despojado él la
Iglesia de Dios , que la despejar-ia, quien
quitase á él su señorio temporal. Veamos:
si alguno quisiera tomar la capa á Jesu
Cristo; ¿creeis que se pusiera en armas
para defenderla ?
ARCEDIANo. — No.
LACTANCIo. — Pues, ¿ por qué quereis que el
Papa lo haga , pues dezis , que fué insti
tuido para que imitase á Jesu Cristo?
. * Pareze modismo equivalente al moderno: sea
an’: q. d. conceda : no lo disputa. (Edit.)
'— 358 —
ARCnDuNo. — De esa manera, nunca la Iglesia
ternia señorio: cada uno se lo querria
quitar, si supiese que el Papa no lo habia
de defender.
LACTANCIo.—Si es nezesario,-i provechoso,
que los sumos Pontifizes tengan señorio
temporal, ó no; véanlo ellos. Cierto, á
mi pareszer, mas libremente podrian en
tender en las cosas espirituales, si no se
ocupasen en las temporales. I , aun en
eso que dezis, estais engañado: que, yo
os prometo, que cuando el Papa quisiese
vivir como Vicario de Jesu Crísto;' no sola
mente no le quitaria nadie sus tierras, mas
le darian muchas mas. l, veamos : ¿cómo
tiene él lo que tiene, sino de esta manera?
ÁRCEDIANo. - Dezis verdad: pero, ya no hai
caridad en el mundo.
LANCTANCIo.— Vosotros, con vuestro mal vi
vir, matais el fuego de la caridad: i en
vuestra mano estaria enzenderlo si qui
siésedes.
ARCEDuNo.—¿Quereis que lo enzendamos,
perdiendo cuanto tenemos?
LACTANCIo. — ¿Por qué no? ¿Si os lo dieron
por amor de Dios; por qué no lo perde
- 359 —'.
reis, por amor de Dios? Claro está, que
todos los verdaderos cristianos, con tal
condizion poseemos estos bienes tempora
les que estemos aparejados para dejallos,
cada vez que vieremos cumplir asi á la hon
rra i gloria de Jesu Cristo,i al bien de la
cristiandad. Pues, ¿cuánto mas de veras
debrian de hazer esto los clérigos; ¡cuánto
mas de veras lo debria hazer el Vicario de
Jesu Cristo?
ARCEDIANo. —Vos estais tan santo, que no
cumple tomarme con vos. Cierto: no os
habriamos menester en Roma.
LACTANCIo.—Ni aun yo querria vivir entre
tan ruin jente.
ARcEDmvo.— ¿Como la que agora hai?
LACTANCIo.—Ni aun como la que habia. Que,
entre ruin ganado, no hai que escojer.
ARCnomvo.—Cómo!¿i teneisnos, á nosotros,
por tan malos como aquellos desuella caras?
LACTANCIo.—Por tan malos? i, aun no estoi
en dos dedos de dezir, que por peores.
ARCEDIANo. — ¿ Por qué ?
LACTANcio.-Porque sois muncho mas per
niziosos á toda la república cristiana con
vuestro mal ejemplo.
— 360 —
ARCEDIANo. - ¿l aquellos ‘t’
LACTANCIo. — Aquellos no hazen profesion de
Ministros de Dios, como vosotros: ni tienen
de comer, por tales , como vosotros: ni hai
nada’, que les quiera, ni deba imitar como
á vosotros. Esperad pues: que aun no ha
bemos acabado. Hasta agora, he tratado la
causa, llamando al Papa, Vicario de Jesu
(Jristofi Agora quiero tratarla, haziendo
cuenta, ó finjiendo, que él tambien es
Prínzipe seglar, como el Emperador: por
que , mas ála clara , conozcais el error
en que estábades. Cuanto á lo primero,
cosa es mui averiguada, que el Papa,
hubo esta dignidad por favor del Empera
dor: é habida (mirad, qué agradezimien
to), luego se concertó con el rei de Fran
cia. cuando pasó en Italia; i dejó la
amistad del Emperador. I, aun dizen
algunos, que el mismo Papa, lo instó á
que pasase en Italia. I, no obstante esto,
el Emperador,- habida la victoria contra el
rei de Francia, no solamente no quiso
quitar al Papa, las ciudades de Parma i
* La Ed. gót. añade: como es- razon : palabras
s¡iprimidas en la de Par.
—364 —
Plasenzia‘, como de justizia i razon lo
podia hazer; mas, ratificó la liga, que
sus embajadores con él hizieron. Pero el
Papa, no contento con esto , comenzó
a tractar nueva liga en Italia, contra el y
Emperador, estando el rei de Francia
preso. Mas, descubrióse la cosa que se
cretamente tractaban , i no hubo efecto. I,
no bastó, para que el Emperador no procu
rase, por todas las vias á él honestasi
razonables, de comentar al Papa , porque
él fuese medianero en la paz que se tra
taba entre él i el rei de Francia, i no la
estorbase: mas, nunca lo pudo alcanzar.
Concluyóse, en este medio, la paz con
Francia: i luego que el Rei fué suelto,
comenzó el Papa á procurar de hazer
nuevaliga con el Rei, contra el Emperador,
sin haberle dado causa alguna para ello: i
esto, á tiempo que los turcos, con un po
deroso ejérzito, comenzaron á entrar por
el reino de Ungría.¿Parézeos, que era
jentil hazaña? Estaban los enemigos á la
‘ Esto es , Piacenza (Placentia), en Italia , cerca
del rio Trebbia. Perteneció , hasta el siglo pasado, á
los dominios españoles , en Parma.
— 369 —-
puerta, iél revolvia nueva guerra en casa.
Requeria al Emperador, que no se apare
jase para resistir al turco: i él, secreta
mente, se aparejaba,- para hazer guerra
al Emperador. ¿Parézeos, que eran estas,
obras de Prinzipe cristiano?
ARCEDuNo.--VeamoS2 i el Emperador, ¿por
qué no hazia ver la justizia del Duque de
MilanH si no habia errado, ¿ no era razon
que le restituyese su Estado ?
LACTANClo.—Sl, por cierto. Pero, mirad, se
ñor: el Emperador puso en el Estado de
Milan, al duque Franzisco Esforzia. pu
diéndolo tomar para sl, pues tiene á él,
mucho mas derecho, que el mismo Duque.
I, solo por la paz i sosiego de Italia, i de
toda la cristiandad, lo quiso dar á un
hombre, de quien nunca servizio habia
rezebido. I, despues, su Majestad fué
informado, por sus Capitanes. que el Du
que, habia entendido, i sido parte, en la
liga que el Papa, i los otros potentados de
Italia, hizieron contra él. I, pues. en ello,
habia cometido crímen twsw majestnlís;
era razon, que como rebelde i desagra
dezido, fuese privado de su Estado.
— 363 —
ARCEDIANo. — ¿Cómol ¿quereis privar un hom
bre , sin ser oido P
LACTANCIo. - ¿Por qué no; cuando el delicto
es evidente i manifiesto; i de la dilazion.
se podrian seguir inconvenientes? Como
estonzes: que estaba el ejérzito del Em
perador en estremo peligro, si uo se apo
deraba de las ciudades i villas de aquel
Estado de Milan.
ARCEDrANo.— ¿ Pues por qué, despues, el
Emperador no habia querido hazer infor
mazion, para saber la verdad, i restituirle
su Estado, si se hallára sin culpa?
LACTANCIo. —¿I cuándo vistes, vos, oir por
procurador un reo, en caso criminal, es
pezialmente donde interviene crímen hasta
ntajestatis? Prensentárase él, i oyéranle d‘
justizia. De otra manera, el no presen
tarse, le hazia culpado.
AnCEDlANo.—Temiase de los Capitanes del
Emperador, que le tenian mala voluntad.
LACTANCIo. — A la fé, temiase de su poca
justizia. Sino mirad, que luego que salió
fuera del castillo de Milan, se juntó con los

* A, por enjustizia, que dezimos ahora.


—364—
enemigos del Emperador. I tambien, ¿qué
XII. tenia el Papa que hazer en esto? ¿Si un
Prinzipe quiere castigar su Vassallo, hase
él de entremeter en ello?I, aunque lo
hobiese de hazer, i fuese este su ofizio;
¿no bastaba , que el Emperador le envió
á don Hugo de Moncada, ofreziéndole todo
lo que él pedia?¿Qué hombre hai en el
mundo, que no quisiera mas, uno en paz,
que dos, en guerra? Cuanto mas, dándole
con la paz,todo lo que él pedia con la
guerra. Si el Papa tanto deseaba, que el
duque Franzisco Esforzia, fuese restituido
en su Estado, solamente, porque ni el
Emperador se quedase con él, ni lo diese
al Infante don Hernando su hermano; ¿ por
qué no azeptaba lo que don Hugo de Mon
cada le ofrezia de parte del Emperador;
que era contento que aquel Estado , estu—
viese en poder de terceros, hasta que la
justizia del Duque fuese vista: i que si no
tenia culpa en lo que le acusaban, prome
tia de hazérselo luego restituir: i si se
hallase culpado , i hobiese de ser privado
de su Estado, que su Majestad prometia
de no tomarlo para si, ni darlo al Infante
_ .355 __
don Hernando su hermano, sino al duque
de Borbon ‘, que era uno de los que el
mismo Papa, para esto, habia nombrado
primero? ¿ Quereis que os diga? El Papa
pensaba tenerla cosa hecha; z" **, que des
.baratado el ejérzito del Emperador, no
solamente lo echarian de Lombardia, mas
de toda Italia: i le quitarian todo el reino
de Nápoles, como tenian conzertado, iaun
entre si partido. I con esta esperanza, el
Papa no quiso azeptar lo que, con don
Hugo, el Emperador le ofrezió.
ARCnomvom— Antes, no fué por eso, sino
que ya él estaba conzertado con los otros:
ino queria romper la fé que les habia
dado.
LACTANCIo.—Jentll achaque es ese ! ¿I qué
mas miel tenia la fé, que habia dado al
rei de Francia, para destruir la cristian
dad; que la que primero dió al Emperador;
para remedio de ella? Antes, de razon
debia guardar la que dió al Emperador, i
romper la que dió al rei de Francia. ¿ No
sabeis, que juramento, hecho en dañoi
* Barbon, en la Ed. gót.
** V Asi en la Ed. gót.
— 366 —
perjuizio del prójimo, nose debe guardar?
Cuanto mas en daño de toda la cristian
dad, i en daño i perjuizio de la honrra de
Dios, i de tanta jente como, á esta causa,
ha padezido.
ARCsDuNo. —En eso, yo confieso, que teneis
muncha razon. Mas, vos no considerais,
que el ejérzito del Emperador, amenazaba
de venir sobre las tierras del Papa; i que
el Papa , como buen Prinzipe, pues Prínzi
pelo quereis llamar; es obligado á de
fenderlas. I, sabeis vos mui bien, que el
Derecho natural permite á cada uno. que
defienda lo suyo.
LACTANCIo. — Si el Papa guardara la liga
que tenia hecha con el Emperador; ó
quisiera azeptar lo que de nuevo le ofre
zió; no amenazára su ejérzito de venir
sobre las tierras de la Iglesia. I, aunque
eso sea , i yo os conzeda , que el Derecho
natural permite á cada uno que defienda lo
suyo; mas, dezidme: ¿ entendeis, vos,
que los Prínzipes tienen el mesmo seño
rio , sobre sus súbditos, que, vos, sobre
vuestra mula ?
ARCEDuNo. —¿Por qué?
— 367—
LACTANcio.——Porque las bestias, son crea
das para el servizio del hombre: i el hom
bre, para el servizio de solo Dios. Vea
mos: ¿fueron hechos los Prinzipes, por
amor del pueblo; ó el pueblo, por amor
de los Prinzipes?
ARcEmmo. —Creo yo, que los Prinzipes, por
amor del pueblo.
LACTANCIo. -Luego, el buen Prínzipe, sin te
ner respecto á su interese particular, será
obligado á procurar solamente el bien del
pueblo, pues fué instituido por su causa.
ARCEDIANo. —De razon , ansi habria ello de
ser.
LACTANCIo. —Pues, veis aqui: pongo por ca
so, que el ejérzito del Emperador quisie
ra ocupar las tierras de la Iglesia: vea
mos, ¿cuál fuera mas provechoso á los
moradores de ellas; que el Papa, de su XIII.
propria voluntad las renunziara al Empe
rador; ó hazer lo que ha hecho por de
fenderlas‘? .
ARCEDuNo.—Si al provecho del pueblo se
mirase, claro esta, que si el Papa diera
todas aquellas tierras al Emperador, no
padeszieran tantos daños, como han pa
—368—
deszido. Pero, dadme un Prínzipe que
haga eso.
LAcTANCIo.—Do[i]os el Emperador. ¿No sa
beis, vos , que pudiera él, mui bien , icon
mucha razon, i justizia, tomar para si el
Ducado de Milan , i la Señoria de Jénova;
pues no hai ninguno que á ello tenga tan
to derecho como él? Mas, porque le pare
zió convenir mas al bien del pueblo, que
diese lo uno al duque Franzisco Esforzia,
i en lo otro, pusiese á los Adornos; lo hizo
mui liberalmente: posponiendo su prove
cho particular, al bien público, como cada
buen Prínzipe debe hazer.
ARCEDuNU.—Si se hiziese lo que se debria
hazer, espirituali temporal, todo habria
de ser del Papa.
LACTANCIo. — ¿ Dal Papa ? ¿ Por qué ?
ARCEDIANo.—Pol-que lo gobernaria, mejori
mas santamente , que ninguno otro.
LACTANCIo. —¿Vos no teneis mala vergüenza
de dezir eso? ¿ No sabeis , que en toda la
cristiandad, no hai tierras peor goberna
das, que las de la Iglesia?
ARCEDIANo. — Yo bien lo sé , mas no pensé
que lo sablades vos.
—369—
LACTANc1on-Pues, luego: ¿parézeos, que
el Papa hizo como buen Prínzipe, en to
mar las armas contra el Emperador, de
quien tantas buenas obras habia rezebido;
rompiendo la paz i amistad que con él
tenia?
ARCEDIANo. —Sé que ‘ el Papa no tomó las
armas contra el Emperador, sino contra
aquel desenfrenado ejérzito , que hazia
horribles extorsiones, i cosas abomina
bles en aquel Estado de Milan: i era justo
que aquella pobre jente fuese libre de
aquella tal tirania.
LAcTANCIo.-Marabillome, de vos, que di
gais tal cosa. Veamos, si el Papa quisie
ra mantener el amistad con el Emperador,
¿qué habia menester su Majestad tener
ejérzito en Italia, pues que ya lo habia
mandado despedir? Mas, cuando supo de
la liga, que se tramaba contra él; fué for
zadoá entretenerlo “. Si el Papa no preten-
dia, sino la libertad i restituzion del Duque
* Sé que: modismo antiguo por si que, equiva
lente al moderno, en verdad, que el Papa no tomó etc
*‘ Entretener : Pareze aqui estar en la particular
acepzion de, tener dentro de Italia un ejérzito. (E.)
9/.
__37o_.
de Milan, i librar aquel Estado, de las
vejaziones del ejérzito del Emperador, i
asegurar las tierras de la Iglesia; ¿por
qué no tomaba el amistad del Emperador,
con que se remediaba todo; pues era ro
gado i requerido con ella? I, si el Papa no
queria mas de lo que vos dezis; ¿qué
culpa tenia el reino de Nápoles, que lo
tenian ya entre si repartido? ¿Qué culpa
tenian las ciudades de Jénova i Sena, que
tenian, la una, por mar, ila otra, por
tierra , cercadas? Queria evitar las extor
siones i vejaziones , que el ejérzito del
Emperador hazia en Lombardia; i, no sola
mente acrezentaba aquellas , mas daba
causa, para que se hiziesen muchas mas,
en toda Italia, i aun en toda la cristiandad.
Leed la capitulazion de la liga hecha,
entre el Papa i el Bei de Francia, Vene
zianos i Florentines: i vereis si era eso lo
que el Papa buscaba. ¿Qué le habia hecho
el Emperador, porque debiese tomar las
armas contra él?
ARCEDIANo. — ¿No os he dicho, que el Papa,
no tomó las armas contra el Emperador,
sino contra su desenfrenado ejérzito?
—374—
LACTANClo.—¿De manera, que la guerra, no
era sino contra el ejérzito?
ARCEDIANo. -No.
LACTANCIo. —Pues , si contra el ejérzito era,
i el ejérzito se ha vengado; ¿por que
echais la culpa al Emperador’?
ARCEDIANo. —Porque el Emperador los soste
nia , i les envió mas jente , con que hizie
sen lo que hizieron.
LAcTANCIo. — ¿Vos no dezis, que el ofizio del
Emperador, es defender sus súbditos, i
hazer justizia? Pues, si cl Papa se los
queria maltratar; i ocupar sus Reinos, i
Señorios, i impedir que no pudiese hazer
justizia del Duque de Milan , como es obli
gado; por fuerza, habia de mantener i
augmentar ‘ su ejérzito , para poderlos XIV .
defender i amparar: pues dejándolo de
hazer, ya dejaba de ser buen Emperador.
ARCEDnNo. —En eso, teneis razon. Mas, de
zidme: ¿ parézeos, que fué bien hecho, que
el Emperador mandase hazer el insulto que
don Hugo i los Colonneses hizieron en
Roma? ' ’
LACTANCIo. —Nunca el Emperador tal mandó.
* Aumentar : en la Edic. gót.
— 372 —
ARCEDImo. — ¡Cómo! ¿No mandó él, que
don Hugo, i los Colonneses, entrasen en
Roma, i procurasen de prender al Papa?
LACTANCIo. —No. Que no lo mandó. I, aun
que lo mandara, ¿parézeos que fuera mal
hecho ?
ARCEDuNo.— ¡Válame Dios! ¿I eso quereis,
vos , defender ?
LACTANCIo. —Si. Veamos: si, vos, toviésedes
un padre, que en tanta manera hobiese
perdido el seso, que, con sus propias
manos, quisiese matar i lisiar sus proprios
hijos; ¿qué hariades?
ARCnmANo. — No teniendo otro remedio , en
zerrarloia, ó tonerloia, atadas las manos,
hasta que tornase en su seso.
LACTANCIo.—I, ¿no os parezeria , que vues
tros hermanos, os eran en cargo , por lo
que haziades ?
ARCEDuNo.—Claro está, que me serian en
cargo.
LACTANCIo. —Pues el Papa, dezidme; ¿no es
padre espiritual de todos los cristianos ?
ARCEDIANo. — Si.
LACTANCIo.—PIIBS si él , con guerras, quiere
matar i destruir sus proprios hijos; ¿no os
—373—
pareze, que haze mui gran misericordia,
ansi con él, como con sus hijos, el que le
quiere quitar el poder, para que no lo
pueda hazer? No me lo podeis negar.
ARCEDIANo.- Bien. Pero, ¿vos no veis, que
se haze gran desacato á Jesu Cristo, en
tractar asi á su Vicario?
LACTANclo.-Antes se le haze mui gran ser
vizio, con evitar, que su Vicario, con el
mal consejo que cabe si tiene, no sea
causa de la muerte i perdizion de tanta
jente, por los cuales murió Jesu Cristo,
tambien como por él. I, creedme, que el
mismo Papa , cuando dejada la pasion,
venga en conozimiento de la verdad; agra
dezerá, mui de veras, al que le quita la
ocasion para que no pueda hazer tanto
mal. Sino, venid acá: si, vos (. lo que Dios
no quiera), estoviésedes tan fuera de seso-,
que con vuestros proprios dientes os mor
diésedes los miembros de vuestro cuerpo;
¿ no agradezeriades i terniades en muncha
grazia, al que os atase, hasta que torná
sedes en vuestro seso ?
ARCEDuNo. - Claro está .
LACTANClo.-Pues, veis aquí. Todos los cris
—374_
tianos, somos miembros de Jesu Cristo: i
tenemos por cabeza al mismo Jesu Cristo:
i á su Vicario.
ARCizDuNo. — Dezis verdad.
LACTANCIo. —Pues, si.este Vicario, por el mal
consejo que cabe si tiene, es causa de la
perdizion i muerte de sus proprios miem
bros, que son los cristianos; ¿no debe
agradezer muncho, á quien estorba que
no se haga tanto mal?
ARCEDIANo.—Sin duda , vos, dezis mui gran
verdad. Mas, no cada uno alcanza este
conozimiento, ni puede juzgar mas de lo
que vee: i, por eso , los Prinzipes debrian
mirar bien lo que hazen.
LACTANCIo. —- Mas obligados son los Prínzipes
á Dios, que no á los hombres: i mas á los
sabios que no á los nezios. Jentil cosa se
ria que un Prinzipe, dejase de hazer lo
que debe al servizio de Dios , i bien de la
República; por lo que el vulgo ciego po
dria dezir ó juzgar. Haga el Prinzipe lo
que debe , i juzguen los nezios lo que
quisieren. Asijuzgaban de David, porque
bailaba delante del arca del Testamento.
Ansi juzgaban de Jesu Cristo porque moria
- 375 -.
en la cruz, i dezian: alias saluos fecil,
seípsum non potest salvum facere. Asi juz
gaban de los Apóstoles, porque predicaban
á Jesu Cristo. Asi juzgan, ahora, á los que
mui de veras quieren ser cristianos. me
nospreziando‘ la vanidad del mundo,i
siguiendo el verdadero camino de la ver
dad. ¿I quién hai que pueda escusar los
falsos juizios del vulgo? Antes se debe
tener, por mui bueno, lo que el vulgo XV.
condena por malo, i, por el contrario.
¿Quereislo ver? A la malizia, llaman in
dustria: á la avarizia i ambizion, grandeza
de ánimo: al maldiziente, hombre de
buena conversazion: al engañador, inje
nioso: al disimulador, mentiroso, i trafa
gador; buen cortesano. l, por el contrario,
al bueno i virtuoso, llaman simple: al
que con humildad cristiana menosprezia
esta vanidad del mundo, i quiere seguir á
Jesu Cristo, dizen que se torna loco: al
que reparte sus bienes con los que lo han
* Yo entiendo, que asi menospreziaron al Autor,
Juan de Valdés: ¡hasta hai quien le llama, hipócri
ta, ifanático, cuando, por no serlo , dejo de hazer
gran figura en el mundo.
'— 376 —
menester (por amor de Dios); dizen que
es pródigo: al que no anda en tráfagos i
engaños, para adquirir honrra i riquezas;
dizen que no es para nada: al que me
nosprezia las injurias por amor de Jesu
Cristo; dizen que es cobarde, i hombre
de poco ánimo: et finalmente, convertien
do las virtudes en vizios, i los vizios en
virtudes; á los ruines, alaban i tienen
por bien aventurados: i á los buenos i vir
tuosos, llaman pobresi desastrados. I, con
todo esto, no tienen mala vergüenza de
usurpar el nombre de cristianos, no tenien
do ninguna señal dello.
ARCnDuNo. —Bien me pareze eso: aunque,
para deziros la verdad ,- por ser, vos,
manzebo, iseglar, i cortesano; seria bien
dejarlo á los theólogos. Mas , digo que sea
como vos dezis: veamos: ¿á lo menos, no
fuera razon, que hecho ese insulto, el
Emperador castigara, á los que saquea
ron el sacro Palazio ,i templo de Sanct
Pedro?
LACTANCIo. - Cierto, mejor fuera que el Pa
pa no rompiera la tregua , ni la fé que dió
á don Hugo.
—377—
ARCnDuNo. — Sé que ‘ no la rompió él.
LACTANCIo. —¿ Pues quién hizo la guerra
contra los Colonneses?
ARCEDIANo. —Eso hizose en nombre del Co
lejio, i no del Papa.
LACTANCIo. — No me digais esas niñerías.
¿Cúyos eran los capitanes? ¿Cúya era la
jente? ¿Quién la pagaba ? ¿ Cúyas las ban
deras ? ¿ A quién obedezian? Esas son
cosas para entre niños. Mas me marabillo,
de quien tan gran vanidad inventa; i de
los Cardenales, que tal cosa consintieron
se hiziese en su nombre. Mas, mui bien
está , pues los ha Dios castigado.
ARCEDIANo. — ¿ No queríades que el Papa
castigase los Colonneses, pues son sus
súbditos ?
LACTANClo.- No , pues habia dado su fé, de
no hazerlo: i rompia la tregua, siempre
que tomaba las armas contra ellos. I sa
bia, que el Emperador, no lo habia de
consentir, pues los Colonneses tambien
son sus súbditos, como del Papa: i es
obligado, como buen-Prínzipe , de ampa
rarlos , i defenderlos.
* Véase la nota primera de la pág. 369.
— 378 -
ARCEDIANo. «—Pues, veamos, ya que esa tre
gua se rompió, i de la una parte i de la
otra se hizieron muchos males; ¿ por qué
el Emperador, despues, no quiso guardar la
otra tregua, que el Vizerrei de Nápoles hizo
con el Papa , al tiempo que estaba perdida
mucha parte del reino de Nápoles , i todo el
resto, en manifiesto peligro de perderse?
LACTANCIo. —¿ Cómo, que no la quiso guar
dar? Antes os digo de verdad, que, en
viniendo á sus manos la capitulazion de
esa tregua , aunque las condiziones de ella
eran injustas , i contra la honrra i reputa
zion del Emperador, luego su Majestad,
sin tener respecto á lo que el Papa habia
hecho con tanta deshonestidad , dando
investiduras de sus reinos á quien ningun
derecho tenia á ellos, cosa de que los
niños se debrian aun burlar; la ratificói
aprobó , mostrando cuánto deseaba la
amistad del Papa, i estar en conformidad
con él; pues queria mas azeptar condizio
nes de concordia injusta, que seguir la
justa venganza, que tenia en las manos.
Mas, por permision de Dios, que tenia
determinado de castigar sus ministros , la
—379—
capitulazion tardó tanto en llegar acá , i
la ratificazion en ir allá; que, antes que
allegase, estaba ya hecho lo que se hizo
en Roma. I, cierto, si bien lo quereis XVI .
considerar. ninguno tuvo la culpa sino el
mesmo Papa, que pudiendo vivir en paz,
buscó la guerra. I, esa tregua, mas la
hizo por nezesidad, que no por virtud,
cuando vido la determinazion con que
iba á Roma el ejérzito del Emperador. ¿I
no fuera mas razon, que vosotros guar
dárades la que hizistes con don Hugo?
Habiendo ansi rompido aquella; ¿qué se
podia esperar, sino que otro tanto haria
des á esta, si el ejérzito se volvia? I, ya
que vistes, que el ejérzito no se queria
volver, ¿por qué no moderastes aquellas
injustas condiziones, que en la tregua
habiades puesto; i volviérase el ejérzito,
i Roma quedara libre?
ABCEDIANo.-Querian que les diese el Papa
dineros.
LACTANCIon-¿l , por qué no se los daba ?
ARCEDIANo. - ¿Mas, por qué se los habia de
dar, no seyendo obligado á ello?
LACTANCl0.-¿CÓmo, que no era obligado?
—380—
Veamos. ¿Para qué dan los cristianos al
Papa las rentas que tiene?
ARCEDuNo.—Pal-a que las gaste i despenda
en aquello , que mas bien i mas provecho
so sea á la república.
LACTANClo.—¿ Pues qué cosa pudiera ser
mas provechosa , que hazer volver aquel
ejérzito? Claro está, que aunque las cosas
suzedieran como el Papa las demandaba;
pasando aquel ejérzito adelante, no se po
dian escusar muertes de hombres, ni las
otras malas venturas, que la guerra trae
consigo.
ARcEDmNo.—Dez¡s verdad: mas, ¿por qué
el Emperador no paga á su ejérzito: iserá
obediente á sus capitanes? Bien sé yo,
que no quedó por el duque de Borbon,
que la tregua no se guardase: mas el
ejérzito no le obedezia, porque no era
pagado: i esto es culpa del Emperador.
LAcTANcm-Si el Emperador no paga su jen
te, quizá lo haze , porque no tiene con qué.
ARCnmANo. —Pues si no tiene con qué, ¿ por
qué quiere hazer guerra ?
LACTANCIo. —Mas ¿por qué se la hazeis, vos
otros , i le forzais , á que mantenga ejér
—38i—
zito para defenderse. Sé qué *, el Empera
dor en paz se estaba, si , vosotros no le
moviérades guerra.
ARCEDIANo. —I, aun yo os prometo, que si el
ejérzito no hiziera tan extrema dilijenzia,
que él toviera bien que hazer en defen
derse: i creo yo, que no le quedára hoi
al Emperador un palmo de tierra en toda
Italia.
LACTANCIo. —¿ Cómo ?
ARCnDuNo.—Tenia ya el Papa hecha otra
nueva liga, mui mas rezia que la pri
mera, en que el rei de Inglaterra tambien
entraba: i el Papa prometia de descomul
gar al Emperador, i á todos los de su
parte; i privarlo de los Reinos de Nápoles
iSizilia, i continuar contra él la guerra,
hasta que, por fuerza de armas, le hizie
se restituir al rei de Francia sus hijos.
LACTANCIo.—Jentll cosa era esa. ¿No fuera
mejor , hazer volver el ejérzito, que en
zender otro nuevo fuego ?
ARCEDIANo. — Mejor. Pero, al fin, los hom
bres son hombres: i no se pueden asi,
todas vezes , domeñar, á lo que la razon
* Véase ¡a nota primera de la pág. 369.
——38‘2—
quiere. Mas, venid acá: aunque en todo
lo que habeis dicho, tengais la mayor
razon del mundo; ¿ parézeos á vos jentil
cosa, que con aquellos Alemanes, peores
que herejes , i con aquella otra canalla de
Españoles, iltalianos, que no tienen fé
ni lei; haya, el Emperador permetido, que
se destruya, aquella santa ciudad de Ro—
ma?Que f mala ó buena), al fin, es cabeza
de la cristiandad, i se le debria tener otro
respecto.
LACTANCIo. — Yo os he claramente mostrado,
cómo esto no se hizo, por mandado, ni
por voluntad del Emperador, pues, allende
que, vosotros, le habiades comenzado á,
hazer guerra; cuando la tregua se hizo,
luego que le fué presentada , la ratificó.
ARCEDIANo. — ¿Por qué tenia tan mala jente
en Italia, que, como lobos hambrientos,
vinieron á destruir aquella santa Sede
apostólica?
LANCTANCIon—Si vosotros quisiérades estar
XVII. en paz, como debriades, i no moviérades
guerra contra el Emperador, pues no os
pedia nada, no fuera menester que él
mantuviera , ni enviara esa jente en Italia.
-— 183 —
¿Quereis, vosotros, que os sea lizito ha
zer guerra; i que , á nosotros , no nos sea
lizito defendemos? ¡Jentil manera de vivir!
ARCEDuNo.-Séaos lizito, muneho en hora
buena: pero, no con herejes , no con in
fieles.
LACTANCIo. - Por cierto, vos, hablais mui
mal. Porque, cuanto á los Alemanes, no
os consta á vos, que sean Luteranos, ni
aun es de creer. pues los envió el rei don
Hernando. hermano del Emperador, que
persigue á los Luteranos. Antes, vosotros,
rezebistes en vuestro ejérzito los lutera
nos, que se vinieron huyendo de Alema
nia ; i con ellos , hizistes guerra al Empe
rador. Pues , cuanto á los Españoles i
Italianos, que, vos, llamais infieles; si el
mal vivir, quereis dezir, que es infideli
dad , ¿ qué mas infieles que vosotros?
¿Dónde se hallaron mas vizios, ni aun
tantos, ni tan públicos, ni tan sin castigo;
como en aquella Córte Romana T ¿Quiém
nunca. hizo tantas crueldades i abomina
ziones, como el ejérzito del Papa , en
tierras de Colonneses? Si los del Emperador
son infieles . porque viven mal; ¿por qué
— 384 —
no lo serán los vuestros , que viven peor?
Si, á vosotros, os es lizito hazer guerra
con jente que teneis por infieles; ¿por
qué no nos será lizito, á nosotros , defen
dernos con jente que no tenemos por
infieles? ¿Qué niñería es esa? Lo que
vosotros hazeis contra el Emperador, no
lo hazeis contra él, sino contra su ejérzi
to: i lo que el ejérzito haze contra voso
tros, no lo haze el ejérzito, sino el Em
perador?
ARcEmANo. —Digo, que el ejérzito lo hiziese
sin mandado, sin consentimiento, sin vo
luntad del Emperador; i que su Majestad
no haya tenido culpa ninguna en ello;
veamos: ya que es hecho, ¿por qué no
castiga a’ - los mal hechores?
LAcuNcIo.—Porque conoze ser la“ cosa,
mas divina, que humana : i porque acos
tumbra á dar antes bien por mal; que no
mal, por bien. ¡Jentil cosa seria, que cas
tigase él, á los que pusieron sus vidas,
por su serviziol
ARCEDuNo.—Pues, ya que no los quiere
* En la Ed. gót. no hai d.
** Tampoco hai la en dicha Ed. gót.
—385—
castigar; ¿por qué se quiere mas servir
de jente , que tan rezio i abhominable in
sulto ha hecho?
LACTANCIo.—POI‘ dos respectos. Por evitar los
daños, que, andando sueltos, harianÉ i
por resistir al fuego que vosotros enzen
distes. Donosa cosa seria, que, pasando
franceses en Italia , el Emperador deshi
ziese su ejérzito.
ARCEDuNo.— Ya no me queda que replicar.
Cierto , en esto, vos habeis largamente
cumplido lo que prometistes. Yo os con
fieso, que en ello, estaba mui engañado.
Agora querria, que me declarásedes las
causas por qué Dios ha permitido los ma
les que se han hecho en Roma , pues dezis,
que han sido para mayor bien de la cris
tiandad.
LACTANCIo. —Pues , en lo primero, quedais
satisfecho; yo pienso , con ayuda de Dios,
dejaros mui mas contento en lo segundo.
Mas , pues agora es tarde; dejémoslo para
despues de comer: que hoi quiero teneros
por convidado.
ARCEDIANo. — Sea como mandáredes: que
aqui nos podremos despues volver.
Q5
xvm. SEGUNDA PARTE.

LACTANCIo.—Por acabar de cumplir lo que


os prometi, allende de lo que en esto á la
mesa habemos platicado, cuanto á lo pri
mero, vos no me negareis, que todos los
vizios i todos los engaños, que la malizia
de los hombres puede pensar, no estovie
sen juntos en aquella ciudad de Roma, que
vos con muncha razon llamais sancta, por
que lo debria de ser.
ARCnDmNo. —Ciertamente , en eso, vos teneis
mucha razon. I, sabe Dios, lo que me
ha parezido siempre dello; i lo. que mi
corazon sentia , de ver aquella ciudad
(que, de razon, debria de ser ejemplo de
virtudes á todo el mundo) tan llena de
vizios , de tráfagos ., de engaños, i de ma
nifiestas bellaquerias. Aquel vender de
Ofizios, de Benefizios, de Bulas , de In
duljenzias, de Dispensaziones, tan sin
vergüenza; que verdaderamente parezia
una irrision de la fé cristiana: et que los
ministros de la Iglesia no tenian cuidado,
-387—
sino de inventar maneras, para sacar di
neros. Empeñó el Papa ciertos Apóstoles,
que habia de oro; i despues hizo una * im
posizion, que se pagase en la expedizion
de las Bulas, pro redemptíone Apostolo
mm. No sé cómo no tenian vergüenza de
hazer cosas tan feas, i perjudiziales a su
dignidad.
LACTANCIo.— Eso mismo dizen todos los que
de allá vienen: ieso mismo conozia yo
cuando allá estuve. Pues , venid acá : si
vuestros hijos.....
ARCEDIANo. — Habla[d] cortés.
LtcTANcto. —Perdonadme: que no me acor
daba , que érades clérigo: aunque ya
munchos clérigos hai, que no se injurian
de tener hijos. Pero, esto no se dize, sino
por un ejemplo.
ARcEDuNo. —Pues dezid.
LACTANCIo.— Si vuestros hijos toviesen un
maestro mui vizioso, i viésedes , que con
sus vizios i malas costumbres, os los infi
zionaba , ¿qué hariades?
ARCnmANo. — Amonestarleia muchas vezes,
* Una, añade la Ed. de Paris: en la Gót. falta
esa voz.
—388—
que se emendase: é si no1o quisiese hazer,
é yo toviese mando ó señorio sobre él;
castigarloia mui jentilmente, para que por
.mal se emendase, si no lo quisiese hazer
por bien.
LACTANCIo.—Pues , vedes aqui, Dios es pa
dre de todos nosotros : i diónos por maes
tros á los Romanos Pontifizes, para que
de ellos, i de los que cabe ellos estovie
sen ‘, aprendiésemos á vivir como cristia
nos. l como los vizios de aquella Córte
romana fuesen tantos, que infizionaban
' los hijos de Dios; i no solamente no
aprendian de ellos la doctrina cristiana,
mas una manera de vivir á ella mui con
traria; viendo Dios, que ni aprovechaban
Ios profetas, ni los evanjelistas, ni tanta
multitud de sanctos doctores, como en
los tiempos pasados escribieron vitupe
rando los vizios, i loando las virtudes,
para que los que mal vivian, se conver
tiesen á vivir como cristianos; buscó nue
vas maneras, para atraerlos á que hiziesen
lo que eran obligados. I, allende otros
* Romano Pontifize etc. En singular, no en plur.
enla Ediz. gót.
—389 —
munchos buenos maestros i predicadores,
que ha enviado en otros tiempos pasados;
envió, en nuestros dias, aquel exzelente
varon Erasmo Rotherodamo; que con
muncha elocuenzia , prudenzia, i modes
tia, en diversas obras que ha escrito,
descubriendo los vizios, i engaños de la
Córte romana, ¡en jeneral de todos los
eclesiásticos; parezia que bastaba, para
que los que mal en ella vivian, se emen
dasen , siquiera de pura vergüenza de lo
que se dezia dellos. I, como esto, ningu
na cosa os aprovechase; antes, los vizios,
i malas maneras , fuesen de cada dia
creziendo; quiso Dios probar á convertir
los por otra manera: i permitió que se
levantase aquel frai Martin Luther; el cual
no solamente les perdiese la vergüenza,
declarando, sin ningun respecto todos sus XIX.
vizios; mas que apartase munchos pueblos
de la obedienzia de sus prelados, para
que, pues no os habiades querido conver
tir, de vergüenza; os convertiésedes, si
quiera , por cobdizia de no perder el pro
vecho, que, de Alemaña, llevábades: ó, por
ambizion de no estrechar tanto vuestro
— 390 —
señorio, si Alemaña quedase casi, como
agora está, fuera de vuestra obedienzia.
ARCEmANo.-Bien: pero ese fraile, no sola
nmente dezia mal de nosotros, mas tambien
de Dios, en mil herejias que ha escrito.
LACTANCIo. — Dezis verdad : pero si vosotros
remediárades, lo que él, prímero con mu
cha razon dezia, i no le provocárades con
vuestras descomuniones ; por aventura,
nunca él se desmandara, á escribir las
herejias que despues escribió, i escribe:.
ni hobiera habido en Alemaña tanta per
dizion de cuerpos i de animas , como des
pues, á esta causa, ha habido.
ÁRCEDIANo. —-Mirad , señor: este remedio no
se podia hazer sin Conzilio jeneral, i di
zen, que no convenia que estonzes se
convocase, porque era manifiesta perdi
zion de todos los eclesiásticos: tanto , que
si entonzes el Conzilio se hiziera , nos
pudiéramos ir todos, derechos al hospital,
i aun el mesmo Papa con nosotros.
LACTANCIo. — ¿Cómo ?
ARCEDuNo. —Presentaron todos los Estados
del Imperio cient agravios, que diz que
rezebian de la Sede apostólica , i de mu
—39l —
chos eclesiásticos: i, en todo caso, querían
que aquello se remediase.
LACTANCIo. —¿ Pues, por qué no lo remediá
bades?
ÁRCEDIANo. — A eso nos andábamos. Ya de
zian, que las rentas de la Iglesia , pues
fueron dadas é instituidas para el socorro
de los pobres, que se gastasen en ello, i
no en guerras, ni en vizios, ni en faustos,
como por la mayor parte agora se gastan.
E, aun querian, que los pueblos, i no los
clérigos, toviesen la administrazion dellas.
Allende desto querian, que no se diesen
dispensaziones por dineros, diziendo, que
los pobres tambien son hijos de Dios, como
los ricos: i, que dando las dispensaziones
por dineros, los pobres, que, de razon,
debrian de ser mas previlejiados , quedan
mui agraviados; i los ricos, por el con
trario, previlejiados.
LACTANCIo. —No ‘ esteis en eso, que ála ver

* Asi la Ediz. de Paris. La Ediz. gót. dize: «No


estais en eso. n Si corrijió bien la Ediz. de Paris; q. d.
u No os detengais: no dudeis de eso.» Si la Ed. gót.
se sigue , debe añadirse una interrogazion: ¿No es
tais en eso? q. d. ¿No es asi ? ¿Dudais?
_-392_
dad, yo he estado, i estoi munchas vezes
tan atónito, que no sé qué dezirme. Veo,
por una parte, que Cristo loa la pobreza,
i nos convida, con perfectisimo ejemplo, á
que la sigamos: i por otra, veo, que de
la mayor parte de sus ministros , ninguna
cosa sancla ni profana podemos alcanzar,
sino por dineros. Al baptismo, dineros: á
la confirmazion, dineros: al matrimonio,
dineros: á las sacras Órdenes, dineros: para
confesar, dineros: para comulgar, dine
ros. No os darán la estrema uncion , sino
por dineros: no tañerán campanas, sino
por dineros: no os enterrarán en la Igle
sia, sino por dineros: no oireis misa en
-tiempo de entredicho, sino por dineros. De
manera, que pareze estar el paraiso cerra
do, á los que no tienen dineros. ¿Qué es
esto, que el rico se entierra en la Iglesia,
i el pobre en el cementerio? ¿que el rico
entre en la Iglesia , en tiempo de entredi
cho; i al pobre den con la puerta en los
ojos? ¿que por los ricos hagan oraziones
públicas; i, por los pobres, ni por pen
samiento? Si’ Jesu Cristo quiso que su Igle
* En la Ediz. gót. no hai Si; i este periodo
—393—
sia fuese mas parzial á los ricos, que no
á los pobres; ¿por qué nos consejó, que
siguiésemos la pobreza? Pues, allende
d’ esto: el rico , se casa con su prima ó
parienta; iel pobre no, aunque le vaya
la vida en ello: el rico, come carne en
cuaresma; i el pobre no , aunque le cues
te el pescado los ojos de la cara: el rico
alcanza ocho carretadas de induljenzias; i
el pobre no, porque no tiene con qué XX.
pagarlas. I, d’ esta manera , hallaréis otras
infinitas cosas. I no falta quien os diga,
que es menester allegar hazienda para
servirá Dios: para fundar iglesias i mo
nasterios , para hazer dezir muchas misas
i muchos trentenarios , para comprar mu
chas hachas que ardan sobre vuestra se
pultura. Conséjame á mi Jesu Cristo, que
menosprezie i deje todas las cosas mun
danas , para seguirle: ¿i, tú, conséjasme
que las busque? Mui gran merzed me
hareis, en dezirme, la causa que hallan
para ello: porque , asi Dios me salve, que
yo, no la conozco ni alcanzo.
ARCEDIANo. ——A buen arhol os arrimais! Ao
tiene interrogazion. ¿Jesucristo quiso que su etc.
— 394 —
sadas, que yo nunca rompia mi cabeza-,
pensando en esas cosas , de que no se me
puede seguir ningun provecho.
LACTANCIo. —Buena vida os dé Dios.
ARCnDmvo. —Allende d’ esto , dezian : que
cuando á los clérigos fueron dadas las
libertades i exenziones que agora tienen ;.
eran pobres , i gastaban lo que tenian,
con quien mas que ellos habia menester:
i que , agora, pues son mas ricos que no
los legos , i munchos gastan lo que tienen
con sus hijos i manzebas; que no parezia
honesto, ni razonable, que los tristes de
los pobres, fuesen agraviados con huéspe
des i con imposiziones: i los clérigos , en
quien todos los bienes se consumian, que
dasen exentos. Dezian , asimismo, que
habia tantas fiestas de guardar, que los
ofiziales i labradores, rezebian muncho
perJuizio dello. I, que pues se veia cla
ramente , que la mayor parte de los hom
bres , no se ocupaban los dias de fiesta en
aquellas obras en que se debian de ocu
par, sino en mui peores ejerzizios que
los otros dias ; que seria bien se moderase
tanto número de fiestas.
— 395 —
LACTANCIo. — ¿Parézeos que dezian mal ?
ARCEDIANo. —I, vos, ¿quereislo defender?
¿No vedes que los santos, cuyas fiestas
quitásedes, se indignarian; i podria ser
que nos viniese algun gran mal?
LACTANCIo. —Mas, ¿vos no vedes, que se
ofenden esos santos , mas con los vizios i
bellaquerlas que se acostumbran hazer los
dias de fiesta; que no, en que cada uno
trabaje en ganar de comer? Si todas las
fiestas se empleasen en servir á Dios,
querria yo, que cada dia fuese fiesta:
mas, pues asi no se haze , no ternia por
malo, que se moderasen. Si un hombre
se emborracha , ó juega todo el dia á los
naipes, ó á los dados, ó anda envuelto en
murmuraziones, ó en mujeres , ó en otras
semejantes bellaquerías; parézenos, que
no quebranta la fiesta: i, si con extrema
nezesidad , cose un zapato para ganar de
comer; luego'dizen que es hereje. Yo no
sé , qué servizios son estos. Pésame, que
los ricos, tomen en aquellos dias, sus
pasatiempos i plazeres; i todo carga , so
bre los desventurados de los ofiziales, i
labradores, i pobres hombres.
—396—
ARCEDIANo. — Por todo eso, que habeis dicho,
no se nos daria nada; sino, por lo que
nosotros perderiamos en el quitar de las
fiestas.
LACTANCIo. — ¿Qué perderiades?
ARCEDIANo. ——Las ofrendas, que se hazen mu
chas mas los dias de fiesta, que los otros
dias. Dezian, ansi mismo; que habia mu
chos clérigos que vivian mui mal; i, no
casándose, tenian mujeres é hijos, tan
bien itan públicamente, como los casa
dos: de que se seguia mucho escándalo
en el pueblo: por donde seria mejor, que
se casasen.
LACTANCIo.— ¿ I, de eso, pesarosia á vosotros?
ARCnDuNo. —¿I, no nos habia de pesar, que
de libres nos hiziesen esclavos ?
LACTANCIo.——Antes, me pareze á mi , que,
de esclavos, os querian hazer libres. Sino,
venid acá: ¿hai mayor, nimas vergonzo
so cautiverio en el mundo, que el del pe
cado ?
ARCEDIANo. —Pienso yo, que no.
LACTANcm-Pues, estando vosotros en pe
cado , con vuestras manzebas, ¿ no os
pareze , que mui inominiosamente sois
— 397—
esclavos del pecado; i, que os quita de XXI.
él , el que procura que os caseis, é vi
vais honestamente con vuestras mujeres?
ARCEDIANo. -Bien, ¿ pero no vedes , que
parezeria mal, que los clérigos se casasen:
i [que] perderian mucha de su autoridad?
LACTANCIo. —¿I no pareze peor,que esten
amanzebados, i pierdan , en ello, mucha
mas autoridad ? Si yo viese , que los clé
rigos vivian castamente, i que no admi
tian ninguno á aquella dignidad, hasta
que hobiese, por lo menos, cincuenta
años; asi Dios me salve, que me pareze
ria mui bien que no se casasen. Pero, en
tanta multitud de clérigos manzebos que
toman las órdenes, mas por avarizia , que
por amor de Dios, en quien no veis una
señal de modestia cristiana; no sé si seria
mejor casarse.
ARCEDuNo.--¿ No veis, que casándose los
clérigos, como los hijos no heredasen los
bienes de sus padres, moririan de ham
bre, i todos se harian ladrones, ¡seria
menester, que sus padres quitasen de sus
Iglesias, para dar á sus hijos , de que se
seguirian dos inconvenientes: el uno, que
—398—
terniamos una infinidad de ladrones: iel
otro, que las Iglesias quedarian despo
jadas ?
LACTANCIo. — Esos inconvenientes, mui fázil
menle se podrian quitar, si los clérigos
trabajasen de imitar la pobreza de aque
llos, cuyos suczesores se llaman, i en
tonzes no habrian vergüenza de hazer
aprender á sus hijos, con dilijenzia , ofi
zios con que honestamente pudiesen ganar
de comer, iserian mui mejor criados, i
enseñados en las cosas de la fé , de que se
seguiria mucho bien á la república. I, asi
Dios me vala, que esto, á mi parezer, vos
otros mismos lo debriades desear.
ARCEDIANo. — ¿Desear ? Nunca Dios tal man— '
de! Mirad , señor (aqui todo puede pa
sar): si yo me casare; seria menester
que viviese con mi mujer, mala ó buena,
fea ó hermosa, todos los dias de mi vida,
ó de la suya: agora , si la que tengo, no
me contenta esta noche; déjola mañana, i
tomo otra: allende d’ esto, si no quiero
tener mujer propria, cuantas mujeres hai
en el mundo hermosas, son mias: ó, por
mejor dezir, en el Lugar donde estoi.
— 399—
Manteneislas vosotros, i gozamos nosotros
de ellas.
LACTANCIo. —¿I el ánima?
ARCEDIANo. —Dejaos d’ eso, que Dios es mi
sericordioso. Yo rezo mis Horas, i me
confieso á Dios, cuando me acuesto, i
cuando me levanto: no tomo á nadie lo
suyo, no doi á logro, no salteo camino:
no mato á ninguno: ayuno todos los dias
que me manda la Iglesia: no se me pasa
dia, que no oiga misa. ¿No os pareze,
que basta esto para ser cristiano? Esotro
de las mujeres..... á la fin, nosotros so
mos hombres , i Dios es misericordioso.
LACTANCIo. —Dezis verdad: pero, en eso, á
mi parezer, sois muncho menos que hom
bres: ino sé yo, si será misericordioso
para perdonar tantas bellaquerias, si que
rei‘s perseverar en ellas.
ARcnDuNo. —Dejarlas hemos, cuando sea
mos mas viejos.
LACTANCIo. — Bien está: burlaos con Dios: ¿i
qué sabeis si llegareis á mañana?
ARCEDuNo.—No seais tan superstizioso: sé
que, algo ha Dios de perdonar. I, vea
mos: ¿asi querríades deshazer, vos, las
—- 400 :
constituziones de la Iglesia, que ha infi
nitos años que se guardan ?
LACTANCIo. — ¿Por qué no, si conviene asi á
la república cristiana?
ARCEDIANo. — Porque parezeria haber la Igle
sia, en tanto tiempo, errado.
LACTANCIo.—MLIi mal estais en la cuenta.
Mirad , señor: la Iglesia, conforme á un
tiempo, ordena algunas cosas, que des
pues, en otro, las deshaze. ¿No leeis en
los Actos de los Apóstoles, que en el Con
zilio hierosolimitano fué ordenado, que no
se comiese sangre, ni cosa ahogada?
ARCEmANo. — Leidolo he.
LACTANcIo.—¿Pues por qué no lo guardais
ahora? -
ARCEDIANO. — Nunca habia parado mientes en
ello.
LACTANCIo. — Pues yo os lo diré : estonzes fue
aquello ordenado, por satisfazer algo, á
XXII. la superstizion de los judios, aunque co,
nozian bien los Apóstoles , no ser neze
sario: i asi, despues se derogó esta cons
tituzion, como cosa supérflua: i, no por
eso, se entiende, que el Conzilio errase.
Pues, d’ esta misma manera , ¿qué incon
—1í-0í —
veniente seria, si lo que la Iglesia en un
tiempo, por respectos i nezesidades, _or
denó , se derogase agora , habiendo otros
mas urjentes; por donde pareze, que con
aquello se debria dispensar? por cierto,
yo no hallo ninguno: sino, que como de
zis, no os estaria bien á vosotros.
ArtCEDuNo.—Dejemqnoïs, agora, d’eso.
LAcTANCIo. — ¿ Pues, no os pareze, á vos, que
fuera mucho mejor remediar, lo que ha—
beis dicho que pedian los Alemanes, i
emendar vuestras vidas; i, pues os ha
zemos honrra por ministros de Dios, serlo
mui de veras; que no, perseverar en vues
tra dureza, i ser causa de tanto mal, como,
por no remediar aquello, ha acaezido?
ARCEDIANo. —Si los Alemanes piden justizia
en esas cosas, la Iglesia lo podrá reme
diar cuando convenga.
LACTANCIo. —Pues, ves ahi: cómo vosotros no
quesistes oir las honestas reprehensiones
de Erasmo, ni menos, las deshonestas
injurias de Luter; busca Dios otra manera
para convertiros; i permitió, que los sol
dados que saquearon á Roma , con don
Hugo, í los Colonneses, hiziesen aquel
26
—402—
insulto de que, vos, os quejais: para que
viendo que todos os perdian la vergüenza, i
el acatamiento que os solian tener; siquiera ,
por temor de perder las vidas, os con
vertiésedes, pues no lo queriades hazer
por temor de perder las ánimas: pero
como eso tampoco aprovechase, viendo
Dios, que no quedaba ya otro camino
para remediar la perdizion de sus hijos;
ha hecho agora con vosotros, lo que, vos,
dezis que hariades con el maestro de vues
tros hijos,.que os los infizionase con sus
vizios, i no se quisiese emendar.
AiiCEDIANo.—Podrá ser lo que dezis: ¿pero,
qué culpa tenian las imájines; qué culpa
tenian las reliquias; qué culpa tenian las
dignidades; qué culpa tenia la buena jente;
que asi fué todo robado, saqueado, i mal
tratado?
LAcTANCIo.—Contadme, vos, la cosa, como
pasó, pues os hallastes presente; i yo os
diré la causa por qué, á mi juizio, Dios
permitió cada cosa de las que, con ver—
dad, me contáredes.
ARCEDMNo. u Mucha razon teneis, por cier
to; i eso haré yo de mui buena voluntad,
_i03
i oiré, lo que dijéredes, de mucha mejor.
Habeis de saber, que el ejérzito del Em
perador dejó en Sena esa poca artilleria
que traia, i con la mayor dilijenzia i cele
ridad que jamás fué oida ni vista, llegó á
los muros de Roma, á los cinco de Mayo.
LACTANCIo. -Veamos: ¿por qué estonzes el
Papa no envió á pedir algun conzierto?
ARCEDIANo. — Antes , el buen duque de Bor—'
bon, envió á requerir al Papa, que le
euviase alguna persona con quien pudiese
tractar, sobre su entrada en Roma. Mas,
como el Papa se fiaba en la nueva liga
que tenia hecha ;i el ejérzito de la liga le
habia prometido, de venirlo á socorrer; no
quiso oir ningun conzierto. I, cuando esto
supo el ejérzito; luego, el dia siguiente
por la mañana, determinó de combatir la
ciudad: i quiso nuestra mala ventura, que
en comenzando á combatir el Burgo, los
de dentro , mataron con un arcabuz al
buen duque de Borbon: cuya muerte ha
seido causa de mucho mal.
LACTANCIo. — Por cierto, que se me rompe el
corazon, en oir una muerte tan desastrada.
ARCEDIANo. — Causáronla vuestros pecados:
— 404 —
porque si él viviera, no se hizieran los
males, que se hizieron.
LACTANCIo. — ¡Pluguiera á Dios , que vosotros
no los toviérades! ¿I quién nunca oyó de
zir, que los pecados de la ciudad, sean
causa de la muerte del que los viene á com
batir? ,
ARCsDuNo.— En esto se puede mui bien
XXIII. dezir: porque el duque de Borbon no ve-
nia para conquistarnos, sino á defen
dernos de su mismo ejérzito: no venia á
saquearnos, sino á guardar que no fué—
semos saqueados. Nosotros debemos de
llorar su muerte: que, por él; no hai
hombre, que no le deba de haber, antes
envidia, que manzilla: porque perdió la
vida, con la mayor honrra que nunca
hombre murió; i con su muerte, alcanzó
lo que muchos señalados capitanes nunca
podieron alcanzar. De manera, que para
siempre quedará mui estimada su memo
ria. Sola una cosa me da pena: el peligro
con que fué su ánima, muriendo descomul
gado.
LACTANCIo. — ¿ Por qué , descomulgado?
ÁRCEDIANo. — Porque, con mano armada esta
— N5 —
ba en tierras de la Iglesia , i queria com
batir la santa ciudad de Roma.
LACTANCIo.—¿No sabeis, vos , que dize un
Decreto , que muchos estan descomulga
dos del Papa, que no lo estan de Dios? l
tambien el Papa, no entiende que sea
descomulgado , el que está en tierras
de la Iglesia, con intenzion de defen
derlas en todo lo que se pueda escusar
que no reziban daño : como este Prínzipe
iba.
ARCEDIANo. -Dezis la verdad, pero el primer
movimiento fué voluntario.
LACTANCIo. — Para eso , le distes vosotros
causa; i él era obligado á defender el rei
no de Nápoles , pues lo habia el Empera
dor hecho su Lugarteniente jeneral en
Italia: i tambien , él no iba á ocupar las
tierras de la Iglesia; sino á prohibir, que
el Papa, no ocupase las del Emperador, i
á hazer que viniese á concordia con-su
Majestad.
ARCEDuNon—Allá se avenga. Pues, tornan
do á nuestro propósito, el ejérzito del
Emperador estaba tan deseoso de entrar
en Roma, unos, por robar; i otros, por- el
—406—
odio mui grande que á aquella Córte Ro
mana tenian; i otros, por lo uno i por lo
otro; que los Españoles é Italianos, por
una parte, á escala vista, i los Alemanes,
por otra parte, rompiendo con vaivenes*
el muro, entraron por el Burgo, adonde,
como sabeis, está la Iglesia de Sanct Pe
dro, i el sacro Palazio.
LACTANCIo. -I aun mui buenas casas de
Cardenales. De una cosa me marabillo:
que teniendo los de dentro artilleria , i los
de fuera ninguna; podiesen ansi lijera
mente entrar.
ARcnDmxo.—Verdaderamente fué una cosa
marabillosa. ¿Quién pudiera creer, que
habiendo dentro de Roma seis mil infan
tes, allende del pueblo Romano, todos
determinados de defenderse, i mui buena
provision de artilleria; aquella jente, á
espada i capa. les entrasen ; sin que mu
riesen mas de ciento d’ ellos?
* Vaivenea, son cuerdas , ó maromas. La anti
gua impresion gót. dize: «Españoles é Italianos, por
una parte , á escarla vista, i los Alemanes, por otra
parte rfipiendo crm bananas n etc. Yo correji como
está arriba.
-407
LACTANCIo. —l, de los vuestros, ¿cuántos
murieron.
ARCEDuNo.—Yá sabeis vos, cómo siempre
suelen , en caso semejante, añadir. Quie
ren dezir, que seis mil hombres: pero, a
la verdad , no pasaron de cuatro mil: que
luego se retrujeron á la ciudad. I, digoos
de verdad, que yo tuviera esta entrada
por mui gran milagro; sino viera des
pues, aquellos soldados, hazer lo que
hazian. Por do me pareze, no ser Verisi
mile, que Dios quisiese hazer tan gran
milagro, por ellos.
LACTANCIo. — Estais mui engañado: seque Dios
no hizo el milagro, por ellos; sino por
castigar á vosotros.
ARCEDuNo.—Creo, que dezis mui gran verdad.
LACTANCIo. —Marabillome, que viendo muer
to al Capitan jeneral, no desmayaron (co
-mo comunmente suele acaezer), idejaron
el combate.
ARCEDIANo.—Si por cierto: en eso estaban
los otros pensando. Antes , su muerte, les
acrezentó el esfuerzo, para acometer i
entrar con mayor ánimo.
LACTANCIo. —Marabillas me contais.
—408—
ARCEDIANÜ. - Asi pasa. Porque este buen
duque de Borbon era de todos tan amado,
que cada uno d’ ellos, determinó de morir,
por vengar la muerte de su Capitan.
LACTANCIo. —I , aun eso, debió de ser causa
XXIV. de las crueldades que se hizieron.
ARCnmANo. —Es cosa mui averiguada.
LACTANCIo. — ¡O, inmenso Dios: i, cómo en
cada particularidad d’ estas, manifiestas
marabillas l Quesiste que este buen Duque
muriese, por esecutar con mayor rigor
tu justizia! Pues, veamos, señor: ¿el Pa
pa dónde estaba estonzes?
ARCEDIANo. —En su palazio, sin ningun te
mor: tan seguro, que faltó mui poco, que
no fuese tomado. Mas, como él vió el pleito
mal parado, retrújose al Castillo de Sanct
Anjel , con treze Cardenales , i otros Obis
pos i personas prinzipales , que con él
estaban. I, luego, los enemigos entraron
en el Palazio, i saquearon i robaron cuan.
to en él hallaron. É lo mismo hizieron en
todas las casas de Cardenales , i otras jen
tes que vivian en el Burgo, sin perdonar
á ninguno: ni aun á la mesma Iglesia del
Prinzipe de los Apóstoles. En esto , tovie
- 409 —
ron harto que hazer aquel dia, sin que
quisiesen probar á entrar en Roma , donde,
alqadas las puentes del Tiber, nuestra jen
te se habia fortalezido.
LACTANCIo. —Veamos: el pueblo Romano, i
aun vosotros todos, cuando veiades las
orejas al lobo , ¿ por qué no os conzertá
bades con el ejérzito del Emperador? ¿Qué
teniades que hazer, vosotros, con la gue
rra que hazia el Papa ?
ARCEDIANo.— Por cierto, mui poco: ¿pero,
qué queríades que hiziésemos? ¿ Nunca
habeis oido dezir, que alld van las leyes,
do quieren Reyes? El pobre pueblo Roma
no , viendo á la clara su destruczion,
quiso enviar sus embajadores al ejérzito
del Emperador, para conzertarse con él, i
evitar el saco: pero, nunca el Papa se lo
quiso consentir.
LACTANCIo. —Digoos , de verdad , que esa fué
una grande inhumanidad. ¿I, no valiera
mas, que aquel pobre pueblo se librara,
que no, que padezieran lo que han pade
zido ?
ARCEDIANo. —Dezis mui gran verdad. ¿Pero,
quién pensara . que habia de suzeder
— 4-10 —
como suzedió? Luego, los capitanes del
Emperador, determinan de combatir la
ciudad: i, esa misma noche, peleando
con los nuestros , entraron. I el saco turó‘
mas de ocho dias: en que no se tuvo res
pecto á ninguna nazion, ni calidad, ni
jénero de hombres.
LACTANCIo. ——¡Válame Dios! ¿I los capitanes,
no podian remediar tanto mal?
ARCED|ANo.— Ya hazian todo cuanto podian,
i no les aprovechaba nada, estando la jente
encarnizada en robar como estaba. Vié
rades venir, por aquellas calles, las mana
das de soldados, dando vozesl Unos lleva
ban la pobre jente presa: otros, ropa,
oro, plata. Pues los alaridos, jemidos i
gritos, de las mujeres i niños, era tan
grande lástima de oir; que, aun ahora,
me tiemblan las carnes, en dezirlo.
LACTANCIo.—I, aun por cierto, á mi, en
oirlo contar.
ARCEDuNo.-Pues, es verdad que tenian
respecto á los Obispos ó álos Cardenales.
Por cierto, no mas, que si fueran soldados
' Asi la Ediz. gót. I Garcilaso dize: «si en esta
vida turo, i no me muero.» La Ediz. de Paris, duró.
—Mi—
como ellos. Pues, ¿iglesias i monesterios?
todo lo llevaban, á hecho; que nunca se
vió mayor crueldad, ni menos acatamien
to, ni temor de Dios.
LACTANCIo. —Eso, debian hazer los Ale
manes.
ARCEDuNo.— A la fé, nuestros Españoles no
se quedaban atrás: que tambien hazian
su parte. Pues, ¿los Italianos? ¡pajas! Ellos
eran los que primero ponian la mano.
LACTANCIo.— I, vosotros; ¿que haziades es
tonzes?
ARCEDIANo. -Cortábamos[nos] las uñas, mui
de nuestro espazio.
LACTANCIo.—MaS, de verdad.
ARCEDIANo. —¿Quó queríades que hiziése
mos? Unos, se metian entre los soldados:
otros, huian: i otros, se rescataban: i to
dos andábamos, cual la mala ventura.
' LACTANCIo.— Despues de rescatados , ¿deja
ban os vivir en paz?
ARCEDIANo.—No les dé Dios mas salud. En
tanto peligro estábamos, como de antes,
hasta que ya no nos quedaba cosa nin
guna que nos pudiesen saquear.
LACTANCIo. — Estonzes : ¿de qué comiades?
—M2—
ARCEDIANo. — Nunca faltaba la misericordia
de Dios. Si no podiamos comer perdizes,
XXV. comiamos gallinas,.
LACTANCIo. — ¿I los viernes?
ARCEDIANo.— ¿A qué llamais viernes? ¿Vos
pensais, que los soldados, hazen diferen
zia de[l] viernes al domingo? Maldita aque
lla. Que , á deziros la verdad, me pareze
una cosa mui rezia, que se tenga ya tan
poco respecto á los mandamientos de la
Iglesia. y
LACTANCIo. — No lo teneis vosotros, á los man
damientos de Dios, i marabillais os, que los
soldados no lo tengan á los prezeptos de
la Iglesia. Veamos: ¿cuál teneis por ma
yor pecado, una simple fornicazion, ó co
mer carne el viernes Santo?
ARCEDIANo. —Jentil pregunta es esa! Lo uno,
es cosa de hombres: i lo otro, seria una
grandisima abominazion. ¿ Comer carne
el viernes Santo? ¡ Jesus l No digais tal cosa .
LACTANCIo. — ¡Válame Dios: i cómo teneis
hermoso juizio! ¿I, vos, no vedes, que os
valdria mas comer carne el viernes Sancto,
i otro cualquier dia de ayuno; que oo
meter una simple fornicazion?
— M3 —
ARCnDuNo- ¿ Por qué ?
LACTANcm-Porque seria mas saludable al
cuerpo, i menos dañoso al alma.
ARCEDIANo. — ¿Cómo?
' LACTANCIo. —¿No es cosa mui clara, que la
carne es mas provechosa, que ei pescado?
ARCEDIANo. — Si.
LACTANCIo. —Luego, mas saludable al cuer
po seria comer carne, que pescado. Pues,
cuanto al ánima , ¿no ofende mas á Dios,
el que peca contra sus mandamientos
propios, que el que peca contra los de la
Iglesia ?
ARCEDIANo. —Claro está.
LACTANCm-Luego, mas se ofende á’ Dios
con la fornicazion que es prohibida jura
divino,‘ que en el comer de la carne , que
es constituzion humana.
ARcEDuNo.-Confesaros he, que teneis ra
zon, con una condizion; que me digais la
causa por qué nos pareze mas grave, pe
car contra las constituziones humanas,
que contra la Lei divina.
LACTANCIo. — No nos enrredemos mas en eso:
que tiempo habrá para todo. Agora, pro
sigamos adelante nuestro propósito.
—Mi
ARCEDIANo. —— Seu asi. Dejemos eso para otra
vez. I, dezidme agora: ¿qué razon ha
bia, que pagasen justos por pecadores?
Verisimil es , que en Roma habia muchas
buenas personas, que, ni en los vizios
d’ella, ni en la guerra, tenian’ culpa:i
padezieron juntamente con los malos.
LACTANCIo.—LOS malos, rezibieron la pena
de sus maldades: i los buenos, trabajos
en este mundo, para alcanzar mas gloria
en el otro.
ARCEDIANo.—A lo menos, fuera razon, que
á los Españoles iAlemanes, i jentes de
otras naziones, vasallos i servidores del
Emperador, se tuviera algun respecto:
que, sacando la Iglesia de Santiago d’ es
pañoles, i la casa de don* Pedro de Sala
manca, Embajador de don Fernando rei
de Ungria, idon Antonio de Salamanca
(que hoi es Obispo " Gurzense); no quedo
casa , ni Iglesia, ni hombre, de todos
cuantos estábamos en Roma; que no fuese
* En la Ediz. gót., de m/rn. Pedro etc. Ila mis
ma Ediz. gót. dize luego: Antonio de Salamanca:
hoyos: en vez de, que hoz’ es.
** En la traduczion italiana, Vescovo Curcense.
_445—
saquendo i rescatado. Hasta el Secretario
Perez que estaba i residia en Roma , por
parte del Emperador. ,
LACTANCIo. —l1n solo eso , debiérades de co
nozer, que fué manifiesto juizio de Dios,
ino obra humana: ique no se hizo por
mandado ni voluntad del Emperador, pues,
ni aun á los suyos , se tuvo respecto.
ARCEDuNo. — Dezis verdad. ¿ Mas , no es
mui rezia cosa, que cristianos, vendan i
rescaten cristianos, como aquellos solda
dos hazian ?
LACTANCIo. —Bezia , por cierto: pero tan co
mun es , entre jente de guerra; que no os
debriades de marabillar, que alli se hizie
se, donde no solamente se solian vender i
rescatar hombres; mas aun ánimas.
ARCEDIANo. ‘— ¿Ánimas? ¿ En qué manera?
LACTANCIo. —Yo os lo diré: pero á la oreja.
ARCEDIANo.—No hai aqui ninguno.
LACTANCIo. -— No me euro. Llegaos acá.....
ARCEDIANo. - Ya os entiendo.
LACTANCIo. —Pues, ¿no os pareze que tengo
razon ? .
ARCnmmo. —Si , por cierto: mui grande. l,
agora conozco haber Dios permitido esto,
—m_
para que nosotros vengamos en cono
zimiento de nuestro error. Mas, os contaré.
XXVI. Los Cardenales que estaban en Roma, i
no se pudieron enzerrar con el Papa en el
Castillo; fueron presos, irescatados, ¡sus
personas mui maltractadas: i traidos por
las calles de Roma, á pie, descabellados ‘,
entre aquellos Alemanes: que era la ma
yor lástima del mundo verlos: espezial
mente, cuando hombre se acordaba, de
la pompa con que iban á Palazio, i de los
ministriles que les tañian, cuando pasa
ban por el Castillo.
LACTANCIo.—Por cierto, rezia cosa era esa:
pero habeis de considerar, que ellos se lo
buscaron, porque consentian , que el Pa
pa hiziese guerra al Emperador, idespues
de hecha la tregua con don Hugo; sufrian,
que en nombre del Colejio, se rompiese; i
se hiziesen las mayores abominaziones,
que jamás fueron oidas. ¿I, cómo pensá
bades . que Dios no os habia de castigar?
ARCEDuNo.—¿Qué podian ellos hazer, si el
Papa lo queria asi?
LACTANCIo.—Cuando hobieran hecho todas
* Q. d. desgreñados; ó, rebultado el cabello.
—M7—
sus dilijenzias por estorbarlo, si no les
aprovechára; saliéranse de Roma, i no
quisieran ser partizipantes en tantas mal—
dades. Sé que las puertas abiertas estaban.
¿No sabeis; que , Agentes et conscmientes
parí pwna puníuntur? Itambien, si, por
otra parte, sus pecados lo merezian, ó
no; pregúntenlo á ma[eIstre Pasquino.
ARCEDuNo.—- No he menester preguntarlo,
que quizá sé yo mas , que no él.
LACTÁNCIo. —Pues , si 1o sabeis, no os mara
billeis de lo que vistes, sino, de lo que
Dios quiso, por su bondad infinita, disi
mular.
ARCnDuNo.—¿Qué dezis, de las irrisiones
que alli se hazian? Un Aleman se vestia
como Cardenal, i andaba cabalgando por
Roma, de pontifical, con un cuero de vi
no en el arzon de la silla: i un Español, de
la mesma manera, con una cortesana en
las ancas. ¿Podia seer, en el mundo, ma
yor irrision de la dignidad de Cardenal?
LACTANCIo. —‘ Veamos: ¿i no es mayor irri
sion de la dignidad; que el Cardenal tome
el Capelo, i haga obras peores que de
soldado; que no [que] un soldado tome el
27
—-M8—
Capelo, queriendo contrahazer á un Car
denal? Lo uno i lo otro es malo : pero no
me negueis, vos, que lo primero no sea
peor, i aun mas perjudizial á la Sede
Apostólica.
ARCEDIANo.—ES verdad: mas, á la fin , los
Cardenales son hombres, i no pueden de
jar de hazer como hombres: eso otro, es
perder la obedienzia i reverenzia á quien
se debe, sin la cual, ninguna República
se puede sostener.
LACTANCIo. — Ya nos contentariamos , con que
los Cardenales fuesen hombres, i algunas
vezes, no se mostrasen menos que hom—
bres: i la obedienzia puesta en malos fun
damíentos no puede durar. Mas , dezidme:
¿los Apóstoles no eran hombres?
ARCEDIANo. —Si: pero á ellos mantenialos el
Spiritu Sancto.
LACTANCIO.—I, veamos: ¿el Spiritu Sancto
de agora, no es el que era estonzes?
ARCEDIANo. — Si.
LACfANCIo.—Pues, ¿si ellos quisiesen pedir
lo; negárseles ia ?
ARCnDmNo. —No.
LACTANCIo. —¿Pues por qué no lo piden ?
—449
ARCEDIANo. - Porque no lo han- [en] gana.
LACTANClo.—Pues, d’esa manera, suya es
la culpa. l, de aquí adelante, conozerán,
cuán grande abominazion es, que siendo
ellos columnas de la Iglesia , hagan obras
peores que de soldados, pues les parezia
mui abominable cosa, que los soldados se
vistiesen en hábito de Cardenales. ¿Cómo
no me dezis nada de los Obispos?
ARcEDmvo. —Qué quereis que os diga ? Trac
tábanlos como á los otros: deziros he lo
que vi. Que , entre otros muchos hombres
honrrados, quesacaban á vender á la
plaza, llevaban los Alemanes un Obispo
de su Nazion, que no estaba en dos dedos
de ser Cardenal.
LACTANCIo. —Qué! ¿á vender?
ARCnDmvo. —¿ Qué marabilla ? I aun con
ramo en la frente, como allá traen á ven
der las bestias: i , cuando no hallaban
quien se los comprase , los jugaban á los
dados. ¿Qué os pareze d’ esto.
LACTANCIo.—Mal. Pero ya os dije, que no
[se hizoj sin misterio ’. Dezidme: ¿ cuál
teneis en mas, una ánima, ó un cuerpo? XXVI].
* Ministerio, en la Ediz gót.
— ¿“Z0 —
ARCEDuNo.—Ün3 ánima, sin comparazion.
LACTANCIo. —Pues, ¿ cuántas ánimas habreis
vosotros vendido en este mundo?
ARCnouNo.—¿Cómo es posible vender áni
mas ?
LACTANCIo.— ¿No habeis leido el Apocalipsi,
que cuenta las ánimas, entre las otras
mercaderias? El que vende el Obispado,
el que vende el Benefizio curado, aquel
tal, ¿no vende las ánimas de sus súbditos?
ARCEDuNo.—DeziS mui gran verdad. Cierto,
nunca me parezieron bien aquellas cosas:
ni aquel dar Benefizios á pension, con
condizion , que me rescatase ‘, á tanto
por ciento; que es querer engañar á Dios.
LACTANCIo. —A la fé: querer engañara si *“.
Pues, d’ esta manera, ¿cuántas ánimas
habreis, vos , visto jugar á los dados?
ARCnouNo. — Infinitas.
LACTANCIo.—Pues, veis aqui, de hoi mas,
vendreis en conozimiento de vuestro er—
ror: i no os marabillaréis, que aquellos
soldados que viven de robar, vendiesen
* Rescatan: ahora dezimos, redituase: aunque
este no equivale enteramente al vocablo antiguo.
** Q. d. a’ ci mismos.
_ ¡.21 _
los ofiziales, pues vendiades los Benefi
zios: ni los Obispos, pues vendiades los
obispados. I es tanto mas grave lo uno,
que lo otro; cuanto es mas digna una
ánima, que un cuerpo. Antes les debeis
de agradezer, pues no vendieron ningun
Cardenal.
ARCEDIANo.—-¿No bastaba, que los resca—l
taban; i compusieron sus casas, i todas
cuantas habia en Roma, que ninguna que
dó libre ?
LACTANCIo. —- Vos no quereis acordaros, de
las bolsas que habeis descompuesto , con
vuestras composiziones. Pues, no os ma
rabilleis, que descompongan agora las
vuestras. ¿No habeis leido, en el Apoca
lipsi-: u Heddite itlisícut etípsa reddídit vo- ‘
bis.‘ duplicute duptítia secundum opera. ejus:
in poculo quo nziscuil vobís miscete ¿Mi
duplum: quantum gloríflcavit se et in deti
cíís fait, tantum date illi tormentorum et
luctuum: quia fortis est Deus, quíjudica
vít íllam. » Qué os pareze ? A la fé; juizios
son estos de Dios.
ARCEDuNo.—Las carnes me tiemblan en oi
' Véase el cap. xvm.
—422—
ros. Pero, dezidme: ¿ para qué, ó de qué
sirve, la perdizion de tanto dinero? que
afirman montar el saco de Roma, con
rescates i composiziones, mas de quinze
millones de ducados.
LACTANCIo.— ¿. A eso llamais, vos, perdizion?
A la fé: digole yo gananzia.
‘ARCEDuNo. — ¿ Cómo gananzia ?
LACTANCIo. —Porque ha muchos años, que
todo el dinero de la cristiandad se iba , i
consumía, en Roma: i agora, tórnase á
derramar.
ARCEDIANo. — ¿ De qué manera ?
LACTANCIo.—El dinero que habia de pleitos,
de revueltas, de trampas, de benefizios, de
pensiones, de spolios, de annatas, de ex
pediziones, de bulas, de induljenzias,
de confesonarios, de composiziones, de
dispensaziones , de escomuniones, de
anatematizaciones, de fulminaziones , de
agravaziones, de reagravaziones, i aun
de conminaziones *, i de otras semejantes
exacziones; hanlo agora tomado los solda
dos como labradores, para sembrarlo por
toda la tierra.
* Canmtiz-aziones , en la Ediz. de Paris.
__ ¡.23 _
ARCEDuNo. — ¡I qué negros labradores! Vea
mos: ¿de qué servia destruir aquella
ciudad, de tal manera, que no tornará á
ser Roma de aqui á quinientos años?
LACTANCIo. — ¡ Ya plugniese á Dios.....
ARCEDIANo. -— ¡Qué-,?
LACTANCIo. — Que Roma no tornase, á tomar
los vizios que tenia, ni en ella reinasen.
mas, tan poca caridad, i amor, i temor
de Dios!
ARCEDIANo. —Pues, el sacro Palazio, aque
llas cámaras i salas pintadas; ¿que me
rezian? que era la mayor lástima del
mundo, verlas hechas establos de caba
llos, i aun, al fin , todo quemado.
LACTANCIo.—Por cierto, si. Muncha razon
fuera, que padeziendo toda la ciudad , se
salvase aquella parte, donde todo el mal
se consejaba.
ARcnonNo. - Pues la Iglesia del Prinzipe de
los Apóstoles. i todos los otros templos, i
Iglesias, i monasterios de Roma; ¿quién
os podria contar, cómo fueron tractados i
saqueados? ‘Que ni quedó en ellos oro, ni XXVlll.
quedó plata, ni quedó otra cosa de valor;
que todo no fuese por aquellos soldados,
—Ir2í-—
robado i destruido. ¿l, es posible, que
quiera Dios, que sus proprias Iglesias,
sean ansi tractadas i saqueadas; i que las
cosas á su servizio dedicadas, sean ansi
robadas ’l’
LACTANCIo.— Mirad , señor: esa es una cosa
tan fea itan mala, que á ninguno puede
parezer sino mal: pero, si bien mirais en
ello , hai en estas cosas á Dios dedicadas,
tanta superstizion; i rezibe la jente tanto
engaño; que no me marabillo que Dios
permita eso, i muncho mas, á fin *, que
en estas cosas haya alguna moderazion.
Piensa el mercader, despues que, mal ó
bien, ha allegado una infinidad de di
neros; que todos cuantos males ha hecho,
i aun hará, le serán perdonados, si edi
ficase una Iglesia, ó un monesterio; ó si
diere una lámpara, ó un cáliz, ó alguna
otra cosa semejante, á alguna Iglesia ó
monasterio; i no solamente, en esto , se
engaña, pareziéndole , que haze por "" su
servizio, lo que las mas vezes se haze por
* Así en la Ediz. de Paris: pero en la Ediz. gót.:
«porque en estas» etc.
** Asi en ambas Ediziones; pero quizá deberia
— 425
un fausto, ó por una vana gloria mun
dana, como manifiestan las armas que
cada uno pone en lo que da, ó en lo que
edificar ifiándose en esto, le pareze que
no ha mas menester, para vivir como cris
tiano: i seyendo este un grandisimo error,
no tienen vergüenza de admitirlo, los que
d’ello hazen su provecho; no mirando la
injuria que en ello se haze á ln relijion
cristiana.
ARCnouNo. — ¿Cómo injuria?
LACTANCIo. —¿No os pareze injuria, i mui
grande, que lo que muchos jentiles, con
sola la lumbre natural, alcanzaron, de
Dios; lo ignoremos agora los cristianos,
enseñados por ese mismo Dios? Alcan
zaron aquellos, que no era verdadero
servizio de Dios, ofrezerle cosa que se
pudiese corromper: alcanzaron, que á
una cosa incorpórea , como es Dios, no se
habia de ofrezer cosa, que tuviese cuerpo,
por prinzipal oferta, ni por cosa á él
mucho grata. Dijeron , que no sabia qué
cosa es Dios, el que pensaba, que Dios se
dezir: que lo haze por Dina, sino en creer es en su
servizio etc.
—426—
deleitaba «le poseer, lo que los buenos i
sabios se prezian de tener en poco, como
son, las joyas i riquezas: i, agora, los
cristianos, somos tan ciegos, que pen
samos, que nuestro Dios se sirve mucho
con cosas corpóreas i corruptibles.
ARCEDIANo. —Luego , d’ esa manera , quereis
dezir, que no se haze servizio á Dios en
edificar Iglesias, ni en ofrezercálizes, i
otras cosas semejantes.
LACTANCIo. —‘ Digo; que mejor i mas ver
dadero servizio, haze á Dios, el que le
atavia su ánima con las virtudes que Él
mandó , para que venga á morar en ella:
que no, el que edifica una Iglesia, aun
que sea de oro, i tan grande como la de
Toledo, en que more Dios; teniéndole con
vizios desterrado de su ánima: aunque su
intenzion fuese la mejor del mundo. Idigo:
que es mui grande error, pensar que se
huelga Dios en que le ofrezca yo, oro ó
* Antes de esto, dize la Ediz. gót. lo que sigue:
u No digo eso: antes digo que es bueno , si se haze
con buena intenzion; si se haze por la gloria de Dios,
i no por la nuestra: pero digo, que no es eso lo prin
zipal. n Etc.
plata, si lo hago por ser alabado, ó por
otra vana intenzion. Digo: que se sirve
mas Dios, en que aquello que damos á
sus Iglesias, que son templos muertos, lo
demos á los pobres, para remediar sus
nezesidades, pues nos consta, que son
templos vivos de Dios.
ARCEDIANo.— D’ esa manera, ui habria Igle
sias, ni ornamentos, para servir á Dios.
LACTANCIo. — ¿Cómo que no habria Iglesias?
Antes pienso yo que habria muchas mas;
pues habiendo muchos buenos cristianos,
donde quiera que dos ó tres estoviesen
ayuntados, en su nombre; seria una Igle
sia.l, allende d’esto. aunque los ruines no
edificasen Iglesias ni monasterios, ¿pen
sais que ialtarian buenos, que lo hiziesen?
l, veamos: ¿este mundo, qué es, sino XXIX.
una mui hermosa Iglesia, donde mora
Dios? ¿Qué es el sol, sino una hacha en
zendida,’ que alumbra á los ministros de
la Iglesia? ¿Qué es la luna, qué son las
estrellas, sino candelas que arden en esta
Iglesia de Dios? ¿Quereis otra Iglesia? Vos
mismo. ¿No dize el Apóstol: Templum Dei
sanctum est ,- quod estis vos? ¿Quereis
“I
—428—
- candelas para que alumbren esta Iglesia?
Teneis el espiritu , teneis el entendimiento,
teneis la razon. ¿ No os pareze , que son
estas, jentiles candelas?
ARC¡.;oIANo.—Si: pero eso nadie lo vee.
LACTANCIo. —¿I, vos, habeis visto á Dios?
Mirad, hermano; pues Dios es invisible,
con cosas invisibles se quiere prinzipal
mente honrrar. No se paga muncho, ni se
contenta Dios, con oro , ni plata: ni tiene
nezesidad decosas semejantes: pues es
Señor de todo. No quiere sino corazones.
¿Quereislo ver? Pues Dios es todo-pode
roso, si quisiese, ¿no podria hazer, en
un momento , cien mil templos, mas sun
tuosos i mas ricos , que el templo de Salo
mon -.7
ARCnmANo. —Claro está.
LACTANCIo. —Luego, ¿qué servizio le hareis,
vos, en darle lo que El tiene, no querién
dole dar lo que os pide? Veamos: ¿si
El se deleita con templos, si se deleita
con oro, si se deleita con plata; por qué
no la toma toda para si, pues todo es
suyo ?
ARCimuNo. — Quizá, porque quiere que nos
— 429 -
otros de nuestra voluntad se lo demos,
porque tengamos causa de merezer.
LACTANCIo. —¿Cómo quereis, vos, merezer
con dar á Dios lo que El menosprezia,
si no le quereis dar lo que El os deman
da ?
ARcnmANo. -—¿Luego, no querríades, vos, que
hobiese estas Iglesias que hai, ni que tu
viesen ornamentos?
LACTANCIo. —‘Digo, que no querria , que por
honrrar una Iglesia de piedra, dejemos de
honrrar la Iglesia de Dios, que es nuestra
ánima: no querria , que por componer un
altar, dejemos de socorrer un pobre: i que
por componer retablos, ó imájenes muer
tas; dejemos desnudos los pobres, que
son imájenes vivas de Jesucristo. No que
rria, que hiziésemos tanto fundamento,
donde no lo debriamos de hazer: no que
rria que diésemos á entender, que se sirve
nuestro Señor Dios, i se huelga, en po—
seer lo que cualquiera sabio se prezia de
menospreziar. Dezidme: ¿por qué menos
* En la Ediz. gót. dize antes: «¿Cómo no! An
tes, digo, que son nezesarias: pero no querria, que
se hiziesen por vana gloria. n Etc.
— 430 —
prezió Jesu Cristo, todas las riquezas i
bienes mundanos? 4
ARCEDuNo.—Pol-qlJe nosotros no las tovié
semos en nada.
LACTANCIo.—¿ Pues, por qué queremos darle,
como cosa á Él mui preziosa i grata, lo
que sabemos que Él menosprezió , i quiso
que nosotros menospreziásemos; no te
niendo cuidado de ofrezerle nuestras áni
mas mui puras, i limpias de todo vizio i
pecado; siendo esta la mas preziosa i agra
dable cosa, de cuantas le podemos ofrezer?
ARCEDIANo.—No sé quién os enseñó á vos
tantos argumentos, seyendo tan mozo.
LACTANCIo.‘-PueS mirad, señor: ha permiti
do agora Dios, que roben sus Iglesias, por
mostrarnos que no tiene en nada , todo lo
que se puede robar, ni todo lo que se
puede corromper; para que , de aqui ade
lante, le hagamos templos vivos , primero
que muertos; i le ofrezcamos corazones i
voluntades, primero que oro i plata; i le
sirvamos con lo que El nos manda, prime
ro que con cosas semejantes.
ARCEDIANo.— Vos me dezis cosa, que yo
nunca oi. Pues, que asi es, dezidme:
— 431 —
¿cónto, icon qué, le habemos de servir?
LACTANCIo.—ESa es otra materia aparte, de
que hablarémos otro tiempo mas de nues
tro espazio. Agora, proseguid adelante.
ARCEDIANo. —Como mandáredes. ¿ Qué me
direis; que los templos donde suele Dios
ser servido ialabado, se tornasen establos
de caballos? ¡Qué cosa era de ver, aque
la Iglesia de Sanct Pedro. de la una parte XXX.
i de la otra, toda llena de caballos! Aun,
en pensarlo, se me rompe el corazon.
LACTANCIor—Por cierto, que eso, á ningun
bueno parezerá bien. Pero muchas vezes
vemos , que la nezesidad haze cosas , que
por la lei son prohibidas; i, que en tiem
po de guerra, esas i otras mui peores
cosas, se suelen hazer, de las cuales ter
nan culpa los que son causa de la guerra.
ARCEoitNo. — Jentil disculpa es esa!
LACTANCIo.—¿pol‘ qué no? I, tambien, vea
mos: ¿el qué trae otra suziedad, mayor
que aquella, en lugar mas santo que
aquel; no haze mayor abominazion?
ARCEDIANo. —Claro está.
LACTANCIo. —Pues , dezidme: ¿ si vos habeis
leido la sagrada Escritura , en ella no
— 432 —
habeis hallado , que Dios no mora en tem
plos, hechos por manos de hombres; i,
que cada hombre, es templo donde mora
Dios?
ARCEDIANo. — Algunas vezes.
LACTANCIo.—Pues, ¿cuál seria mayor mal
dad i abominazion, hazer establo d’estos
templos de piedra, donde dize el Apostol,
que no mora Dios; ó hazerlo de nuestras
ánimas, que son verdaderos templos de
Dios?
ARcnDmvo. — Claro está, que de las ánimas:
¿pero eso, cómo se podrá hazer?
LACTANCIo.—¿CóII1o? ¿A qué llamais establo?
ARCEDIANo. —A un lugar donde se aposentan
las bestias.
LACTANCIo. -¿A qué llamais bestias?
ARCEDIANo. —A los animales brutos, sin razon.
LACTANCIo. — ¿I á los vizios, no los llamaria
des brutos i sin razon?
ARcEDIANo. —Sin duda : i aun mui peores que
bestias.
LACTANCIo. — Luego, d’ esa manera, mayor
abominazion será, traer, en el ánima, que
es verdadero templo donde mora Dios , los
pecados , que son peores que bestias; que
—433—
no los caballos, en una Iglesia de piedra.
ARCEDuNo. —A ml, asi me pareze.
LACTANCIo. —Pues ahi conozereis, cuán cie
go tenlades en Roma el entendimiento,
que topando cada ‘ dia , por las calles,
hombres, que manifiestamente tenian las
ánimas hechas establos de vizios; nolo te
niades en nada : i porque vistes, en tiem
po de nezesidad, aposentar los caballos
en la Iglesia de Sanct Pedro; parézeos
que es grande abominazion: i rómpeseos
el corazon en pensarlo: i no se os rom
pia , cuando veiades en Roma, tanta mul
titud de ánimas, llenas de tan feos i abo
minables pecados; iá Dios, que las hizo, i
redimió, desterrado d’ ellas. Por cierto,
jentil relijion es la vuestra.
ARCEDIANo. — Teueis razon : pero mirad , que
lo que dijo Sancto Pablo : que Dios no mo
ra en templos hechos por manos de hom
bres; se entiende , en aquel tiempo, que
él lo dezia: que , seque agora, el santisi
mo Sacramento, en los templos mora.
LACTANCIo. — Dezis verdad : mas veamos,

* Cada horra: en la Ediz. gót.


es
w ist —
¿vos no me habeis confesado , que los
vizios, son peores que bestias?
ARCnDumo. — I aun agora lo digo.
LACTANCIo. — ¿ Pues , quien trae una manada
de vizios á la Iglesia, que son peores que
bestias; no es peor, que el que trajese
una manada de caballos?
ARCEDuNo.— A mi parezer, si: pero esas
bestias son invisibles.
LACTANCIo. — Cómo! ¿Quereis dezir, que Dios
no vee los vizios de los hombres?
ARCEDIANo. — Dios los vee bien , mas los
hombres no los veen: ¡los caballos, todos
los veiamos.
LACTANCIo. — D’ esa manera, quereis dezir,
que menor abominazion es , ofender á
Dios, que á los hombres: pues quereis
escusar la ofensa que se haze á Dios , en
parezer ante El, cargado de maldades,
porque no lo veen los hombres. ¿ Agravais
el aposentar los caballos en la Iglesia , en
tiempo (le nezesidad; porque son visibles
á los hombres? Mirad, señor: no se ofen
de Dios con los malos olores, de que se
ofenden los hombres. El ánima, en quien
los vizios estan arraigados; ésta es la que
— 435 —
ofende á Dios: l, por eso quiere El, que
esté mui limpia de vizios i de pecados. I
munchas vezes nos lo tiene asi mandado. XXXI. ‘
Pero, vosotros, tomaislo todo al revés:
teneis mucho cuidado, en tener mui lim
pios estos templos materiales; i el verda
dero templo de Dios, que es la vuestra
ánima , teneisla tan llena de vizios, i abo
minables pecados; que ni vee á Dios, ni
sabe qué cosa es.
AROEDIANo.-ASi Dios me salve, que teneis
la mayor razon del mundo. Pero , si vié
rades aquellos soldados, cómo llevaban
por las calles , las pobres monjas, sacadas
de los monesterios; i otras donzellas, sa
cadas de casa de sus padres; hobiérades
la mayor compasion del mundo.
LACTANCIow—ESo es tan comun cosa entre
soldados , i jente de guerra; que seyendo,
á mi parezer, mui mas grave , que todas
esas juntas; no hazemos ya caso d’ ello.
¡Como si no fuese peor, violar una donze
lla, que es templo vivo, donde mora Jesu
Cristo, que no, una Iglesia de piedra ó
madera! Pero, la culpa d’ esto , no tanto
se debe de echar á los soldados , cuanto á
—436—
vosotros, que comenzastes, ilevantastes
la guerra, i fuistes causa , que ellos hizie
sen lo que han hecho. Verdaderamente,
aunque ningun otro mal causase la gue
rra; por solo esto, la debiamos de dejar.
ARCEDIANo. — Los Rejistros de la Cámara
apostólica, de Bulas , i Suplicaziones, ilos
de los Notarios, i Prozesos; quedan des
truidos i quemados.
LACTANCIo.—ESo, pienso yo, que permitió
Dios, para que, con ellos, quemásemos
todos los pleitos: porque es la mayor ver
güenza del mundo, que se traigan pleitos
sobre Benefizios eclesiásticos. Veamos:
pues los Benefizios se hizieron para los clé
rigos; iel primer carácter que el ánima del
clérigo ha de tener, es caridad; ¿cómo la
terná, andando en pleito con su prójimo’?
ARCEDIANo. -—¿Por qué no ?
LAcTANCIo. —Porque si la caridad tuviese
alguno de los pleiteantes, querria mas,
perder el Benefizio; que estar en discordia
con su prójimo.
ARCnmANo. —Eso seria perfeczion.
LACTANCIo. — I, aun asi debrian de ser, per
fectos todos los clérigos.
-437
ARCEDIANo. — No alcanzan todos esa perfec
zion. I tambien: ¿de qué comerian tantos
auditores, abogados, procuradores, copis
tas, i otros ofiziales, si no hobiese pleitos?
LACTANcio.-Sean sastres , aguaderos , ó mel
cocheros: i no nos quiten la caridad cris
tiana.
ARCEDIANo. -Tambien es jentil caridad esa
vuestra, que personas tan honrradas, to
men tan viles ofizios. Pero, veamos qué
querriades hazer, de los pleitos que estan
comenzados.
LACTANCIo. -Que se diese el Benefizio al mas
idóneo de los pleiteantes: ó, que se quita
se á entrambos; i lo diesen á otro, que
mejor lo mereziese.
ARCEDIANo. —D’ esa manera , no habria jus
tizia.
LAcT.tNCIo.—AnIes , muncha mas: porque se
emplearian los Benefizios en tales perso
nas, que hiziesen aquello, para que fue
ron ordenados.
ARCEDuNO.—¿I, agora, no se haze?
LACTANCIo.— No , por cierto. Porque los bie
nes de los Benefizios son de los pobres: i
vosotros, trayendo pleitos sobre ellos, gas
-438—
taislos entre abogados i procuradores: i,
entretanto, los pobres mueren de hambre.
ARCEDIANo.—Mucl1oS hai , que no los gastan
en eso: iaun muchos, que los gastan en
cosas mui peores: como vos mismo podeis
ser buen testigo. ¿I , quién queriades que
determinase (le la sulizienzia entre los
clérigos; para darles ó quitarles los Be
nefizios?
LACTANCIo. —Cada Obispo en su Obispado,
porque conozerian mejor las personas.
ARCEDIANO.—SiZ pero hai muchos Obispos,
que no tienen tantas letras, ni juizio,
para sabello hazer.
LACTANCIo.—I aun (¡mal pecado!) aunque lo
supiesen , no se querrian entremeter en
ello: pero deputarian personas que lo hi
ziesen.
ARCnmANo. —¿Quereis que os diga ? A la fin,
todo andaria por favor.
LACTANCIo. —No lo creais: que hai muchos
Obispos sabios , i de buena conszienzia : i
los otros, tomarian ejemplo en estos. l , á
la verdad, este me pareze agora el mejor
XXXII . remedio , hasta que haya otra mas entera
reformazion de la Iglesia.
- 4.39 —
ARCEDIANo. —¿I de los pleitos que había‘
sobre cosas de seglares, qué queriades “
hazer?
LACTANCIo. —Si fuese Prinzipe, ó pnrtiria la
diferenzia; ó lo daria todo al mas hombre
de bien.
ARCEDiANo.-¿No veis. que pervertiades la
justizia?
LACTANCIo. —¿Quereis que os diga? Todas
las cosas creó Dios para el servizio del
hombre: i da la administrazion d’ellas,
mas á uno que á otro , para que las re
partan con los que no tienen. l es justizia
que las tengan, los que las repartan con
los que no tienen: i es justizia que las ten
ga, el que mejor las sabe administrar. Lo
demas , á mi ver, es manifiesta injustizia.
ARCnDuNo. .— Vos querriades, segun eso, ha
zer un mundo de nuevo.
LACTANCIo. -Querria dejar en él lo bueno , i
quitar del todo lo malo.
ARCEDIANo. —Tal sea mi vida. Pero no po
dreis salir con tan gran empresa.
LACTANcio.—Vivame á mi el Emperador don
* Habría (v).
*' Quarríades (l).
—440—
Cárlos, i vereis, vos, si saldré con ello.
ARCEDIANo.—ESperad, que aun no lo habeis
oido todo. Desde que el ejérzito del Empe
rador entró en Roma, hasta que yo me
sali, que fué á XII de Junio ‘; no se dijo
misa en Roma: ni en todo aquel tiempo,
oimos sonar campana ni aun, relox.
LACTANCIo.—LoS ruines, poco iba en que
oyesen misa, pues la oyen sin devozion,
atenzion , ni reverenzia: ilos buenos, ha
rán con el espiritu, lo que no podrán ha
zer con el cuerpo. Pero, veamos: ¿por
qué los clérigos é frailes no dezian misa?
ARCEDIANo. -¡Por Dios, que esa es una jen
til pregunta! ¿No os dije al prinzipio, que
no habia clérigo ni fraile, que osase an
dar por Roma, sino en este hábito de
soldado , como yo vengo?
LACTANCIo. — ¿Por qué?
ARCEDuNo. —Porque, cuando los Alemanes,
veian un clérigo, ó fraile, por las calles;
luego andaban dando vozes: « Papa, Pa
pa.‘ ammazza, ammazza. »
LACTANCIo.—¡O, válgame Dios ! Yo me acuer
* Q. d. 38 dias. Entró en Roma el ejército el 6 de
Mayo de 1527.
—’1-M—
do, cuando estaba en Roma , que traian,
por alll , muchas profezlas , que dezian de
esta perseouzion de los clérigos : i que
habia de ser en tiempo d’este Emperador.
ARCEDIANo. —Asi es la verdad: mil vezes la[s]
leiamos alll por nuestro pasatiempo.
LACTANCIo. — ¿Pues , por qué no os emendá
bades?
ARCEDIANo. —¿Quién creyora , que aquello,
habia de ser verdad ?
LACTANCIo. — Cualquiera que considerára bien
las cosas de Roma.
ARCEDuNo. .— Ni mas, ni menos. Pues, allende
d’esto, habia tan gran hedor, en las Igle
sias, que no habia quien pudiese entrar
en ellas.
LACTANCIo.—¿DB qué?
ARCEDIANo. —Habian los soldados abierto mu
chas Sepulturas, pensando hallar tesoro
escondido en ellas: i, como se quedaban
descubiertas , hedian los cuerpos muertos.
LACTANCIo.—No era muncho que sufriérades
aquel perfume, en pago de los dineros
que llevais por enterrarlos.
ARCEDIANo. — ¿Burlaisos?
LACTANCIo.—No, por mi vida: sino que os
—442—
digo la verdad. Que, pues los clérigos no
tienen vergüenza , de llevar tributo de los
muertos , cosa que aun entre los jentiles
era turpisima; tampoco habian de tener
asco de entrar en las Iglesias, á rogar á
Dios por ellos.
ARCEDIANo. —Bien pensais, vos, haber aca
bado. Pues , como dizen, aun os queda lo
peor por desollar; porque he querido
guardar lo mas grave para la postre.
LACTANCIo.—Ea: dezid.
ARCEDIANo.—No dejaron reliquias que no
saquearon, para tomar con sus sacrilegas
manos, la plata i el oro con que estaban
cubiertas. Que era la mayor abominazion
del mundo, ver aquellos desuellacaras,
entrar en lugares donde los Obispos, los
Cardenales, los Summos Pontifizes, apenas
osaban entrar; i sacar aquellas cabezas i
brazos de Apóstoles, ¡de sanctos bien
aventurados. Agora, yo no sé, qué fructo
puede venir á la cristiandad , de una tan
XXXIII. abominable osadia i desacatamiento.
LACTANCm-Rezia cosa es esa: mas, dezid,
me: ¿despues de tomada la plata ioro,
qué hazian de los huesos?
— H3 —'
ARCEDuNo.-LOS Alemanes, algunos echaban
en los címenterios, ó en campo santo;
otros traian á casa del Prínzipe de Oran
ge, i de otros Capitanes. I los Españoles;
como jentes mas relijiosas , todos los traian
á casa de Johan de Urbina.
LACTANCIo. - ¿ Asi despojados ?
ARCEDIANo. —Mira que duda! Yo mismo vi
una espuerta d’ ellos, en casa del mismo
Johan de Urbina.
LACTANCIO.—VeílmoSZ ¿i eso teneis , vos, por
mas grave ?
AsCEouNo. —‘ Claro está.
LACTANCIo.—Venid acá: ¿no vale mas un
cuerpo vivo, que ciento muertos?
ARCEDIANo. — Si.
LACTANCIo. —Luego, mui mas grave fué la
muerte de los cuatro mil hombres que
dezis; que no el saco de las reliquias.
ARCEDIANo. — ¿ Por qué?
LACTANCIo. — Porque las reliquias son cuer
pos muertos: i los hombres eran vivos: i
me habeis confesado , que vale mas uno
que ciento.
ARCimuívo. — Verdad dezis: pero aquellos
cuerpos eran sanctos, i estos otros no.
—H-4—
LACTANCIo. —Tanto peor: que las ánimas de
los sanctos, no sienten el mal tratamiento
que se haze á sus cuerpos; porque estan
ya beatificados: i estotros si; porque mu
riendo en pecado, se van al infierno, i
muere juntamente el ánima, i el cuerpo.
ARCEDIANo.—ASi es: pero tambien es rezia
cosa, que veamos en nuestros dias, una
osadia i desacato tan grande.
LACTANCm-Dezis mui gran verdad. Mas,
mirad , que no sin causa Dios ha permiti
do esto, por los engaños que se hazen
con estas reliquias, por sacar dinero de
los simples: porque hallaréis muchas reli
quias, que os las mostrarán en dos ó tres
lugares. Si vais á Dura, en Alemaña, os
mostrarán la cabeza de santa Anna, ma
dre de nuestra Señora, i lo mismo os
mostrarán en Leon de Franzia. Claro es
tá, que lo uno, ó lo otro , es mentira: si
no quieren dezir, que nuestra Señora tu
vo dos madres , ó santa Anna dos cabezas.
I , seyendo mentira, ¿no es gran mal que
quieran engañar la jente , i tener en ve—
nerazion un cuerpo muerto, que quizá es
de algun ahorcado? Veamos: ¿cuál ter
—H-5—
niades por mayor inconveniente; que no
se hallase el cuerpo de santa Anna; ó que
por él os hiziesen venerar el cuerpo de
alguna mujer de por ahi?
ARCED!ANo.—Mas querria, que ni aquel, ni
otro ninguno, pareziese; que no, que me
hiziesen adorar un pecador, en lugar de
un santo.
LACTANCIo.— ¿No querriades mas, que el
cuerpo de santa Anna, que como dizen,
está en Dura i en Leon, enterrasen en una
sepultura, i nunca se mostrasen; que no,
que con el uno d’ellos, engañasen tanta
jente?
ARCEDIANo. —- Si , por cierto.
LACTANCIo. —Pues, d’ esta manera, hallaréis
infinitas reliquias por elmundo: i se per
deria mui poco, en que no las hobiese:
¡i , pluguiese á Dios, que en ello se pu
siese remedio! El prepuzio de nuestro
Señor, yo lo he visto en Roma, i en Bur
gos, i tambien en Nuestra-Señora de An
versa: i la cabeza de Sanct Johan Baptis
ta, en Roma i en Amians de Franzia. Pues
Apóstoles; si los quisiésemos contar (aun
que no fueron sino doze, i el uno no se
-á-í-6—
halla, i el otro está en las Indias), mas
hallarémos de veinte i cuatro , en diversos
lugares del mundo. Los clavos de la cruz,
escribe Eusebio, que fueron tres: i el uno,
echó santa Helena , madre del Emperador
Constantino , en el mar Adriático, para
amansar la tempestad; i el otro , hizo fun
dir en almete para su hijo; idel otro , hizo
un freno para su caballo: i, agora , hai
uno.en Roma; otro en Milán, i otro en
Colonia, i otro en Paris, i otro en Leon , i
otros infinitos. Pues , de palo de la cruz,
XXXIV. digoos de verdad, que si todo lo que di
zen que hai d’ ella en la cristiandad , se
juntase; bastaria para cargar una carreta.
Dientes que mudaba nuestro Señor, cuan
do era niño; pasan de quinientos , los que
hoi se muestran, solamente en Franzia.
Pues, leche de nuestra-Señora, cabellos de
la Madalena, muelas de san Cristóval; no
tienen cuento. I allende de la inzertinidad
que en esto hai, es una vergüenza mui
grande ver lo que, en algunas partes, dan
á entender ála jente. El otro dia, en un
inonesterio mui antiguo, me mostraron la
tabla de las reliquias que tenian , i vi , en
— 447
tre otras cosas, que dezia: u Un pedazo
del torrente de Cedrou. n Pregunté , si era
del agua, ó de las piedras de aquel arro
yo , lo que tenian; dijéronme: que no me
burlase de sus reliquias. Habia otro capi
tulo, que dezia; u De la tierra donde apa
rezió el Anjel , á los Pastoresm i no les
osé preguntar qué entendian por aquello.
Si os quisiese dezir otras cosas mas ridicu
las, é impias, que suelen dezir que tienen;
como: del ala del ánjel san Gabriel: como,
de la penitenzia de la Madelena: huelgo
de la mula i del buei: de la sombra del
bordon del señor Santiago: de las plumas
del Spiritu Sancto: del jubon de la Trini
dad: i otras infinitas cosas, á estas seme
jantes; serin para hazeros morir de risa.
Solamente os diré: que pocos dias ha,
que en una Iglesia Colejial, me mostraron
una costilla de san Salvador. Si hubo otro
Salvador, sino Jesu Cristo; i si Él dejó acá
alguna costilla, ó no; véanlo ellos.
ARCEDuNo. —Eso, como dezis, á la verdad
mas es de reir, que no de llorar.
LACTANCIo. —Teneis razon. Pero, vengo á las
otras cosas, que siendo inziertas (i aun
——H,8—
que sean ciertas), son tropiezos, para hazer
al hombre idolatrar: i házennoslas tener
en tanta venerazion, que aun en Aquis
gran, hai no sé qué calzas viejas, que
diz, que fueron de S. Joseph. No las
muestran, sino de cinco en cinco años: i
va infinita jente á verlas, por una cosa
divina. I d’ estas cosas hazemos tanto ca
so, i las tenemos en tanta venerazion;
que, si en una misma Iglesia, estan de
una parte, los zapatos de S. Cristóval en
una custodia de oro; i de otra, el sancto
Sacramento, á cuya comparazion todas
cuantas reliquias, son menos que nada;
antes se va la jente á hazer orazion de
lante de los zapatos, que no ante el Sa
cramento: i seyendo esta mui grande
impiedad; no solamente no lo reprehen
den, los que lo debrian reprehender;
pero admitenlo de buena gana, por el
provecho que sacan , con mui finas gran
jerias que tienen inventadas para ello.
Veamos: ¿qué terniades por mayor incon
veniente; que no hobiese reliquias en el
mundo; ó que se engañase asi la jente con
ellas? '
— H9—
ARCBDIANO. -—.No sé: no me quiero meter en
esas honduras.
LACTANCIo. —¿Cómo honduras? ¿Cuál teneis
en mas, el ánima de un simple. ó el cuer—
po de un santo?
ARCEouNo.-Clziro está , que una ánima vale
mucho mas.
LACTANCIo. — ¿Pues, qué razon hai, que
por honrrar un cuerpo, que dizen san—
to (i quizá es de algun ladron), que
rais, vos , poner en peligro tantas áni
mas?
ARCEDIANo. —Dezis verdad , pero puédese
dar bien á entender á los simples.
LACTANClo.-Bien: pero muchas vezes, los
que lo debrian dar á entender, son los-
que no lo entienden: i, allende de esto,
¿para qué quereis poner en peligro una
ánima, sin nezesidad? Veamos: si qui
siésedes, en esta villa, ir á Nuestra-Señora
del Prado, i no supiésedes el camino; ¿ no
tendrlades por mui grande inhumanidad,
si alguno os guiase por el rio, con peligro
de ahogaros en él; pudiendo ir mas pres XXXV.
to , i mas seguro, por la puente?
ARCEDuNo.—Sl , por cierto.
99
._ ¡.50 _
LAcTANcIo.—Pues asi es, eso otro, ¿ Vos,
para qué quereis las reliquias?
ARCnmANo. — Porque muchas vezes me ponen
devozion.
LACTANCIo. — ¿I la devozion, para qué la que
reis?
ARCnmANo. — Para salvar mi ánima.
LACTANCIQ. w_Pues, podiendo salvarla, sin
peligro de perderla, ¿no tomaríades, de
mejor voluntad , el camino mas seguro?
ARCBDILNo. —Si. I, aun dizen los confesores,
que es pecado, ponerse á sabiendas, en
el peligro del pecar.
LACTANCrQ. - Dizen mui gran verdad.
Aítam)rANo.-—Bien: ¿pero, qué camino hai
mas seguro?
LACTANCIo. — ‘ El que mostró Jesu Cristo:
amará Dios sobre todas las cosas: i poner
en El solo, toda nuestra esperanza.
ARCEDIANon—Uezis verdad: mas, porque yo no
puedo hazer eso , quiero hazer esto otro.
LACTANCIo. .—Grandisima herejia es esa: de-
zir, que no podeis , á lo menos , pedir
* La Ediz góL: «El que mostró Jesu Cristo:
amarlo á El sobre todas las cosas: i poner en Él solo
toda nuestra speranza. n
-,I,51—
grazia para hazello. Pues, dezis que la
pedis, ino se os da; ¿luego, níintiónos
Dios, cuando dijo: petite et aeeipieíis? I
tambien, ¿qué ceguedad es esa? ¿Pensais,
vos , que sin guardar los mandamientos de
Dios, ireis á paraiso, aunque tengais un
brazo de un santo, ó un pedazo de la
cruz, i aun toda ella entera en vuestra
casa? ¿Sois eneínigo de la cruz, iquereis
os salvar con la cruz ?
ARCEDíANo.—Cierto : yo estaba engañado.
LACTANCIo. ——Pues , veis aq uí. Con tanta ma
yor razon se puede el vulgo quejar, de
los que le ponen en estas ien otras seme
jentes superstiziones , con peligro de per
der sus ánimas , que , vos , del que os guió
por el rio , "con peligro de ahogaros en él;
cuanto el ánima, es mas digna que el
cuerpo.
Aíuminuo.-Bien: pero el vulgo, mas fá
zilmente, con cosas visibles, se atraei
encamina á las invisibles.
LACTANCIo.—DeZlS verdad: i, aun por eso,
nos dejó Jesu Crísto‘ el Sacramento del
* La Ediz. gót. añade aqui: «su cuerpo sacra
tisiíno en n etc.
—— ¿n52 —
altar: i teniendo esto, no sé yo para qué
habemos menester otra cosa.
‘ jARCEmANo. — D’ esa manera, no querriades
vos, que se hiziese honrra á las reliquias
de los santos.
LACTANCIo. —Si querria, por cierto: mas esta
venerazion, querria que fuese con dis
crezion , i que se hiziese á aquellas que se
toviesen por mui averiguadas, como por
la Iglesia está ordenado: i estonzes, que
rria que se pusiesen en lugar mui honrra
do, i que no se mostrasen al pueblo: sino
que le diesen á entender, cómo es todo
nada , en comparazion del sanctisimo Sa
cramento, que cada dia veen i pueden
rezebir si quieren. I d’ esta manera, apren
deria la jente á amar á Dios, i á poner en
Él, toda la confianza de su salvazion.
ÁRCEDuNo.—¿I las reliquias dudosas, qué
querriades hazer d’ ellas?
LACTANCIo.—Tambien esas querria yo poner
en un honesto lugar: sin dar á entender
que alli hobiese reliquias]
ARCEmANo. — ¿I las verdaderas reliquias , no
* Lo que va entre [] lo suprime la Edizion de
Paris , pero está en la Ediz. gót.
— 453 —
querriades que estuviesen en sus custo
dias de plata, ó de oro?”
LACTANCIo. — No por cierto.
ARCiaDIANo. — ¿Por qué?
LACTANCIO. — Por no dar causa , á que se les
hiziese otro desacato , como el que se les
ha hecho agora en Roma: i, por no dar á
entender, que los sanctos se huelgan de
poseer, lo que cualquiera bueno se prezia
de menospreziar.
' ARCEDIANo. —Bien dezis: ¿pero , no veis que
los santos se enojarian, si les quitásedes
el oro i la plata en que sus huesos estan
enzerrados; i podria ser, que de enojo,
nos hiziesen algun mal ?
LACTANCIo. —Antes, tengo por cierto , que se
holgarian, queles quitasen aquel oro i plata
para socorrerjente nezesidada, que muchas
vezes se pierde, por no tener que comer.
ARCEDIANo.-Eso no entiendo, si no me lo
declarais mas.
LACTANCIo.—Yo os lo diré. El sancto, que
mientra vivia en este mundo ,‘ í tenia ne
zesidad de sus bienes, ‘i los dejó, i re XXXVI.
* Una de estas dos conjunziones está de mas. Yo
quitaria la segunda.
_ 454 __
partió á los pobres, por amor de Jesu
Cristo; ¿no creeis, vos, que holgaria de
hazer otro tanto, despues de muerto,
cuando no los ha menester?
ARCEDIANCL-v—Sl, por cierto: pues aun nos
otros, que no somos sanctos, cuando nos
queremos morir; no podiendo llevar nues
. tros bienes con nosotros, holgamos de
darlos á los pobres, i repartirlos entre
Iglesias i monesterios.
L4qTANClo.—Pues, dezidme, -vos , agora:
¿que razon hai para que se presuma, que
le, pesará á un santo, de hazer despues de
muerto, lo que hizo mientra vivió?
ARCEouNo. —Ninguna: antes, á mi ver, se
holgaria, que haga alguno por amor de
el, lo que hiziera él", si fuera vivo.
LACMNmo. .—. Pues, veis ahi: como todos los
sanctos, mientra vivieron, holgaron de
ayudar con sus bienes á los pobres; asi
holgarian ahora de ayudarles con aquella
plata i oro, que la buena jente les. ha da
do , despues de muertos.
ARanmmo. —- Asi Dios me salve, que es mui
buena razon: ¡creo que dezis mui gran
verdad: pero escandalizarseia el valgo.
— 455—
LACTANCIo.— Yo os doi mi fé, el que no ha
ria; si se proveyese, que jente supersti
ziosa (que tienen en mas sus vientres, quo
la gloria de Jesucristo ,, no los andubiesen
escandalizando.
AncnmANo. —Cnanto á eso, yo me doi por
satisfecho.
LACTANCIO. —Pues, vedes aqui , cómo nues
tro Señor Jesu Cristo ha permitido , que
en Roma se haga tan gran desacato á las
reliquias: por remediar los engaños, que
con ellas se hazen.
ARCxDuNo.- Bien está: yo os lo confieso:
¿pero, qué me direis , del poco acatamiento
que se tiene ya á las imájenes? ¿qué razon
hai, para que Dios permitiese estoi’
LACTANCIo.—Yo os diré. No quiero negar,
que ello no fuese una ‘ maldad: pero ha
beis de saber, que tampoco eso permitió
Dios, sin mui gran casa: porque ya el
vulgo, i aun muchos de los prinzipales,
se embebezian tanto" en imájines, i cosas
visibles; que no curaban de‘ lasinvisibles“ ‘.
* Aqui suprime la Ediz. de Paris la voz «grandi
slma» , que se lee en la Ediz. got.
‘* Lo mismo- , aqui , hai en la Edizion
— 456 —
En mi tierra , andando un hombre de bien,
teólogo , visitando un obispado , de parte
del Obispo , halló en una Iglesia, una
imájen de Nuestra Señora, que diz que
hazia milagros , en un altar frontero del’
Sacramento: i vió, que cuantos entraban
en la Iglesia, volvian las espaldas al ‘ Sa
cramento (á cuya comparazion, cuantas
imájines hai en el mundo son menos que
nada), i se hincaban de rodillas ante
aquella imájen de Nuestra Señora. El buen
hombre , como vió la ignominia que alli
se hazia á Jesu Cristo; tomó tan grande
enojo , que quitó de alli la imájen , i la hi
zo pedazos. El pueblo se conmovió tanto
d’ esto , que lo quisieron matar; pero Dios
lo escapó de sus manos. Los clérigos de
la Iglesia, indignados por haber perdido la
renta , que la imájen les daba; trabajaban
con el pueblo , que se fuesen á quejar al
Obispo; pensando, que mandaria luego
quemar al pobre visitador. El Obispo, co
mo persona sábia , entendida la cosa como
pasaba, repreheudió al visitador, del des-—
gótica , u ni aun del sanctisimo Sacramento n
* En la Ediz. gót. , u santisimo Sacramento»,
—b57—
acato que hizo en romper la imájen,i
loó mucho lo que habia hecho, en quitar
la. Asi que: pues no habia en la cristian
dad , muchos tales visitadores , que se
doliesen de la honrra de Dios, iquitasen
aquellas superstiziones ; permitió , que
aquella jente, hiziese los desacatos que
dezis: para que , dejada la superstizion,
de tal manera, de aqul adelante, hagamos
honrra á las Imájines; que no deshonrre
mos á Jesu Cristo.
ARCEDIANo. — Por cierto , esa es mui sancta
considerazion: i aun yo os prometo, que XXXVII.
hai mui grande nezesidad de remedio,
espezialmente en Italia.
LACTANCIo. —I aun tambien la hai acá. I, si
mirais bien en ello, los mismos engaños,
que rezibe la jente con las reliquias; esos
mismos rezibe con las imájines.
ARCEDuNo.—DeziS mui gran verdad: mas
no sé si os diga otra cosa: que , aun en
pensarlo , me tiemblan las carnes.
LACTANCIo. —Dezidlo , no hayais miedo.
ARCizDimon—¿Quereis mayor abominazion,
que hurtar la custodia del altar: i echar
en el suelo , el santisimo Sacramento? ¿ Es
_._ 453 _
posible, que d’ esto se pueda seguir ningun
bien? ¡O, cristianas orejas, que tál ois!
LACTANCIo.—VáIame Dios! ¿i eso, visteslo,
vos?
ARCEmANo, —No: pero ansi lo dezian todos.
LACTANCIO. — Lo que yo he oido dezir es: que
un soldado, tomó una custodia: de oro, i
dejó el Sacramento en el altar, entre los
corporales; i no lo echó en el suelo, co
mo vos dezis. Pero , como quiera que
ello sea , es mui grande‘ atrevimiento,
digno de rezio castigo. Mas, á la verdad,
no es cosa nueva: antes suele munchas
vezes acaezer, entre jente de guerra, i
d’ ello tienen la culpa, los que sabiéndolo,
quieren mas la. guerra, que vivir en paz.
Pero, digo, que nunca hobiese seido hecho:
¿parézeos esa, la mayor abominazion que
podia ser? Veamos: ¿i no era mayor, echar
lo en un muladar?
AncrDmvo. — Mayor.
LACTANCIo. —¿Pues, cuántas vezes lo habeis,
vos, visto, en Roma echar en el muladar?
ARCEDIANo.——¿Cómo , en el muladar?
* En" la Ediz. gót. «grande ¡’mpiedad i atre
vimiento».
— 459
LACTANCI0.—-Yo os lo diré. Dezidme: ¿cuál
hiede mas á Dios, un perro muerto, de
los que echan en el muladar; ó una áni
ma obstinada en la suziedad del pecado?
AICBDIANCZ-w‘El ánima: porque dize sanct
Agustin, que u toterabitius fwtet canis pu
tridus hominibus , quam dnima. poccatríw
Deo. n
LACTANclo.-—Luego , no me negaréis , que
uo sea un pestifero muladar, el ánima de
un vizioso.
ARCEnuNo.— No , por cierto.
LACTANClo. —— Pues, el sazerdote , que levan
tándose de dormir con su manzeba (no
quiero dezir peor), * se va á dezir misa:
el que tiene el Benefizio habido por sime
nia : el que tiene rancor pestilenzial contra
su prójimo: el que, mal ó bien, anda
allegamlo. riquezas; i obstinado, en estos
i otros vizios , aun mui peores que estos,
se va oadatdia á rezebir el "" Sacramento:
¿odos pareze, que aquello, es. echarlo
* El trad. itaI. dize: «con la sua meretrice, 0
col m0 Ganímede n etc.
** En. la Ediz. gót. , «aquel sanctisimo Sacra
mento m.
—460 —
peor, que en un mui hediente muladar?
ARCEDIANe —Vos me hablais un nuevo len
guaje, i no sé qué responderos.
LACTANCIo.—No me marabillo , que la ver
dad os parezca nuevo lenguaje. Pues,
mirad, señor: ha permitido Dios que eso
se hiziese, ó se dijese; porque viendo los
clérigos , cuán grande abominazion es,
tractar asi el cuerpo de Jesu Cristo; ven
gan en conozimiento de cómo lo tratan
ellos mui peor; iapartándose de su mal
vivir, limpien sus ánimas de los vizios, i
las ornen de virtudes , para que venga en
ellas á morar Jesu Cristo, i no lo tengan,
como lo tienen , desterrado.
ARCEDIANo. — Asi Dios me vala, que, vos, me
habeis mui bien satisfecho, á todas mis
dudas. Iestoimui marabillado de ver, cuán
ciegos estamos todos en estas cosas exte
riores, sin tener respecto á las interiores.
LACTANCm—«Teneis mui gran razon de ma
rabillaros: porque, á la verdad , es mui
gran lástimado ver las falsas opiniones
en que está puesto el vulgo: icuán lejos
estamos todos de ser cristianos, i cuán
contrarias son nuestras obras , á la doctri
- l6l -
na de Jesu Cristo, i cuán cargados esta
mos de superstiziones. I, á mi ver, todo
prozede de una pestifera * ambizion, que
reina agora entre cristianos, mucho mas
que en ningun tiempo reinó. ¿Para qué XXXVII],
pensais, vos, que da el otro á entender,
que una imájen de madera, va á sacar
cautivos, i que cuando vuelve, vuelve to
da sudando; sino, para atraer el simple
vulgo, a que ofrezcan á aquella imájen
cosas , de que él , despues , se puede apro
vechar? I no tiene temor de Dios, de en
gañar asi la jente : como si Nuestra-Seño
ra, para sacar un cativo, hobiese menester
llevar consigo una imájen de madera. I,
siendo una cosa ridicula, cree el vulgo, por
la autoridad de los que lo dizen. I, d’ esta
manera, os dan otros á entender; que si
hazeis dezir tantas misas, con tantas can
delas, á la segunda angustia; hallaréis lo
que perdiéredes, ó perdistes. ¡Pecador de
mi! ¿no sabeis que en aquella supersti
zion, no puede dejar de entrevenir obra
del diablo? Pues interveniendo, ¿no val
* En la Ediz. góL: «pestilenzial avarizia, ide
una pestifera ambizion n.
- 4.62 —
dria mas, que perdiésedes cuanto teneis
en el mundo; antes que permitir, que en
cosa tan sancta, se entremeta cosa tan
perniziosa? En esta misma cuenta entran
las nóminas que traeis al cuello, para no
morir en fuego ni en agua, ni á manos de
enemigos, i encantos , ó ensalmos que
llama el vulgo , hechos á hombres i á
bestias. No sé dónde nos ha venido tanta
ceguedad en la cristiandad, que casi ha
bemos caido en una manera de jentilidad;
El que quiere honrrar un sancto debria
trabajar de seguir sus sanctas virtudes: i,
agora, en lugar d’ esto, corremos toros en
su dia, allende de otras liviandades que se
hazen. I dezimos , que tenemos por devo
zion de matar cuatro toros el dia de sanct
Bartholomé; isi no se los matamos, habe
mos miedo, que nos apedreará las viñas.
¿Qué mayor jentilidad quereis que esta?
¿Qué se me da mas, tener, por devozion,
matar cuatro toros el dia de sanct Bartho
lomé; que de sacrificar cuatro toros á sanct
Bartholomé? No me pareze mal que el vul
go se recree en ‘ con correr i lidiar toros:
* En ambas Ediziones , se Iialla la voz en: i por
—463—
pero parézeme que es pernizioso, que en
ello piense hazer servizio á Dios ó á sus
sanctos: porque, á la verdad, de matar
toros, á sacrificar toros, yo no sé que haya
diferenzia. ¿Quereis ver otra semejante
. jentilidad, no menos clara que esta? Mirad
cómo habemos repartido entre nuestros
sanctos , los ofizios que tenian los Dioses
de los Jentiles. En lugar de Dios Mars,
han suczedido Santiago i sanct Jorje. En
lugar de Neptuno , sanct Telmo. En lugar
de Baco, sanct Martin. En lugar de Eolo,
sancta Bárbola’. En lugar de Venus, la
Madelena. El cargo de Esculapio habemos
repartido entre muchos: sanct Cosme i
' sanct Damian, tienen cargo de las enfer
medades comunes: sanct Roque isanct
Sebastian , de la pestilenzia: sancta Luzia,
delos ojos: sancta Polonia, de los dientes:
sancta Águeda, de las tetas. l, por otra
parte, sanct Antonio i sanct Aloy, de las
bestias: sanct Simon i Judas, de los falsos
eso la dejo. En cuanto á lo que ahí dize el A. no me
pareze bien. Pues las corridas de toros me parezen
mal.
* Hoi dezimos santa Bárbara.
— 464 —
testimonios: sanct Blas, de los que ester
nudan. No sé yo de que sirvien- estas
invenziones , i este repartir de ofizios;
sino para que del todo parezcamos jenti
les, i quitemos á Jesu Cristo el amor que
en Él solo debriamos tener, vezándonos á
pedir á otros lo que , á la verdad, El solo
nos puede dar: i de aqui viene , que pien
san otros, que porque rezan un monton de
Psalmos, ó manadas de rosarios; otros,
porque traen un hábito de la Merzed;
otros, porque no comen carne los merce
les; otros, porque se visten de azul, ó
naranjado; que ya no les falta nada , para
XXXIX. ser mui buenos cristianos; teniendo, por
otra parte, su invidia , i su rencor, i su
avarizia, i su ambizion , i otros vizios se
mejantes , tan enteros, como si nunca
oyesen dezir, qué cosa es ser cristiano.
ARCEDIANo. — ¿ De dónde prozede eso , á
vuestro parezer?
LACTANCIo. — No me metais ahora en ese
laberinto, á mi ver, mas peligroso que el
* Asi en ambas Ediziones antiguas. Lo dejo sin
correjir, porque puede hazerse de dos modos: sir
ven : ó sirvan.
—L65 —
de Creta. Dejemos algo para otro dia. I,
agora, quiero que me digais, si á vuestro
parezer, he cumplido lo que al prinzipio
os prometi?
ARCEDIANo. —Digo, que lo habeis hecho tan
cumplidamente, que doi por bien emplea
do , cuanto en Roma perdl , i cuantos tra
bajos he pasado en este camino; pues con
ello he ganado un tal dia como este, en
que me pareze haber echado de mi, una
pestlfera niebla , de ¿abominable ceguedad;
i cobrado la vista de los ojos de mi enten
dimiento, que desde que nazi , tenia per
dida.
LACTANCIo. - Pues eso conozeis , dad ahora
grazias á Dios por ello , i procurad de no
serle ingrato: ¡pues vos quedais satisfe
cho, razon será que me conteis lo que
mas en Roma pasó hasta vuestra partida.
ARCEDuNo.—-Eso haré yo de mui de buena
voluntad. Habeis de saber, que luego, co
mo el ejérzito entró en Roma , pusieron
guardas al Castillo, porque ninguno pudie
se salir ni entrar: i el Papa conoziendo el
evidente peligro en que estaba , iel poco
respecto que aquellos soldados le tenian;
:0
—- 466 —.
. determinóde hazer algun partido con los
¿Capitanes del Emperador. Para lo cual
. mandó llamar á Micer Johan Bartholomé
-de Gatinara, rejente de Nápoles, i le dió
x,- ciertas condiziones, con que era contento
de rendirse: para que de su parte las
. ofreziese á los Capitanes del ejérzito: i
aunque andando de una parte á otra, pro
¿ourando este conzierto, desde el Castillo
le pasaron un brazo con un arcabuz, á la
fin , cinco dias despues qu’ el ejérzito en
tró en Roma, la capitulazion fué hecha, i
..por entrambas partes firmada. Pero, co
mo en este medio, el Papa tuviese nueva,
cómo el ejérzito de la Liga , lo venia á so
correr; no quiso que aquel conzierto se
ejecutase. ’
LACTANCIo.-—Por cierto, eso me pareze la
mas rezia cosa de cuantas me habeis di
, . cho. ¿No habia padezido harta mala ven
tura la pobre de Roma, por su causa; sin
que quisiese acabar de destruirla? Si ve
niera el ejérzito de la Liga á socorrerla,
claro está, que habian de pelear con los
nuestros, i morir mucha jente de una par
te, ide otra.:..i si los nuestros venzian, el
— #67 —
Papa, i los que con él estaban , quedaban
en mayor peligro: i si los de la Liga, R0
ma fuera de nuevo saqueada. Cómo! ¿No
fuera mejor tomar cualquier conzierto,
que, habiendo visto tanto mal, ser causa
de otras muertes de jentes, i de nueva des
truczion ?
ARCEDIANo.—Por cierto, vos teneis mucha
razon : que mui menor inconveniente
fuera, aceptar el conzierto; que el daño,
que de ser socorrido, se podia seguir. Pues
como el ejérzito del Emperador supo esto,
i que los enemigos venian; salieron al
campo, con ánimo de combatir: mas ellos
no osaron pasar dell’ Isola, donde estovie
ron algunos dias. lel Castillo siempre se
tenia, con esperanza de ser socorrido; ó,
que entre los imperiales se levantaria al
guna discordia, por faltarles su Capitan
Jeneral: i ellos, en este medio , no cesa
ban de hazer sus trincheas i minas , para
combatir el Castillo. I, aun en ellas, fué
herido de una escopeta el Prinzipe de
Orange, á quien tenian por prinzipal ca
beza en el ejérzito. Alli vino el Cardenal
Colona , con los señores Vespasiano i As
—:i-68—
XL. canio Colona, i remediaron algo de los
males que se hazian. Vino asimismo el
Visorrei de Nápoles, i don Hugo de Mon—
cada, i el Marqués de Gasto i el señor
Alarcon ; i otros muchos Capitanes i caba
lleros , con la jente del reino de Nápoles.
l como en este medio, no zesaban los trac
tos en el Castillo, á la fin , el Papa, sabido
qu’ el ejérzito de la Liga se volvia; i viendo
que no tenia esperanza de ser socorrido;
acuerda de render el Castillo en poder del
Emperador, con estas condiziones: Que
toda la jente que estaba dentro , se fuesen
libremente donde quisiesen-, i que no to
casen á cosa alguna de lo que en el Casti
llo estaba: i por el rescate de las personas
i hazienda, el Papa prometia de dar cua
trozientos mil ducados para pagar la jente.
LACTANCIo. — ¿Cómo ; i no les bastaba lo que
habian robado?
ARCEDuNo. — Sé que eso no entra en la cuen
ta de la paga. I, para seguridad d’esto,
el Papa les dió en rehenes aquella buena
creatura de Johan Mateo Giberto , Obispo
de Verona; con otros tres 0bispos:iá Ja
cobo Salviati, con otros dos mercaderes
- 469 —
Florentines. I, allende d’ esto, prometió de
dejar en poder del Emperador (hasta sa
ber lo que su Majestal querria mandar) el
dicho Castillo de Sanct-anjel, i á Ostia i
Chivita—vieja, con elpuerto. I prometió
tambien de dar las ciudades de Parma,
Plazenzia i Módena: isu Santidad, con los
-treze Cardenales que estaban en el Cas
tillo, se iban al reino de Nápoles, para
desde ahi, venirse á ver con el Empera
dor.
LACTANCIo.—PoI‘ cierto , que fué ese un buen
medio, para ordenar algun bien en la
cristiandad.
ARCEDIANo. — Si: mas para deziros la verdad,
aunque quisieron ellos, que esto asi se di
jese (porque parezia mal , retener un
Papa, i Collejio de Cardenales contra su
voluntad); digan lo que quisieren, que á
la fin, ellos estaban jentilmente presos.
LACTANCIo. —¿No dezis, qu’ él mismo, de su
voluntad, se quiso ir á Nápoles?
ARCIZDIANo.— Si: pero aquello fué, de neze
sidad hazer virtud. Mas pues él quiso estar:
tantos dias esperando ser socorrido; ¿ no
os pareze, que si en su voluntad estuvie
— L70—
ra, holgara mas de estar en el ejérzito de
la Liga, que donde está?
LACTANCio-No puedo negaros , que no sea
veiosimile. ¿Pero, qué sabeis, si despues,
ha mudado esta voluntad?
ARCEDIANo. —Por cierto no lo sé: ni aun lo
creo: ni pareze bien, que la cabeza de la
iglesia esté d’ esta manera.
LACTANCIO. —Veamos: ¿quien pudiese evitar
algun mal, no es obligado á hazerlo?
ARCEDIANo. — ¿ Quién duda ?
LACTANCIo. — ¿ No seria reprehensible, el que
diese causa á otro para hazer mal?
ARCEDIANo. —Seria en la misma culpa: por
que, qui causam damni dat, ¡lam num ¡le
disse vídetur.
LACTANCIo.— Dezis mui bien. Pues, veis aqui:
el Papa está de su voluntad , ó no: si
está de su voluntad; no es sino bien que
esté donde él quisiere: i si contra su vo
luntad; dezidme, ¿para qué querria estar
con el ejérzito de la Liga?
ARCEDIANo. ,—Claro está , que para vengarse
de la afrenta i daño que ha rezebido.
LACTANCIo.—I, veamos: ¿qué se seguiria?
ARCEDIANo. —¿Oué se podria seguir, sino
— €74- —
mucha discordia. guerra , muertes. i da
ños, en toda la cristiandad ?
LACTANCIo. _Pnes, para evitar esos males
tan evidentes, ¿ no os pareze que está me
jor en poder del Emperador, que en otra.’
parte, aunque estoviese contra su volun
tad; conforme á lo que hoi deziamos, del
hijo que tiene á su padre atado?l si el
Emperador le dejase ir donde él quisiese,
¿no se le imnutariztn á él, los males que
de alli se siguiessen , pues daría él la cau
sa para ello? '
ARCEDuNo. -Yo lo confieso: ¿pero qué dirán
todos , grandes i pequeños , sino qu’ el
Emperador tiene al Papa iá los Cardena- XLI.
les presos?
LACTANCIo.— Eso dirán los nezios , á cuyos
falsos juizios seria imposible satisfazen.
que los prudentes i sabios, conoziendo
convenir al bien de la cristiandad , qu’ el
Papa esté en poder del Emperador, tener
lo han por mui bien hecho, i loarán la
virtud iprudenzia de su Majestad: i aun.
serle ha la cristiandad en perpetua obli
gazion.
ARCEDuNo. —Cuanto por la mia, yo holgaré
-472—
que esté do quisiéredes, con que me den
acá lo posesion de mis Benefizios. Pero,
no sé si mirais en una cosa: que estais
descomulgados.
LACTANCIo. -- ¿ Por qué ?
ARCnDlANo. —Porque tomasteis , i teneis con
tra su voluntad, el supremo Pastor de la
Iglesia.
LACTANCIo.— Mirad, señor: aquel está des
comulgado, que con mala intenzion no
quiere obedezer á la Iglesia: mas el que
por el bien público de la cristiandad, de
tiene al Papa, ino le quiere soltar, por
evitar los daños, que de soltarle se segui
rian; creedme , vos, á mi, que no sola
mente no está descomulgado; pero que
mereze mucho azerca de Dios.
ÁRCEDIANo. —Cosa es esa harto verisimil:
mas no sé yo si nuestros canonistas os la
querrán conzeder.
LACTANCIo. «El canonista que no lo querrá
conzeder, mostrará no tener juizio.
ARCEDuNo. -Yo asi lo creo: allá se avengan .
De una cosa tuve mui gran despecho:
qu’ el Papa, luego perdonó á toda la jen
te de guerra cuantas cosas habian hecho.
_473_
LACTANCIo. — ¿Por qué os pesó?
ARCEDIANo. — Porque ellos quedan ricos i
perdonados, i nosotros llorando nuestros
duelos.
LACTANCIo. —¿Vos creeis, que vale aquel
perdon ? Asl hizo con los Colonneses: per
donólos , i despues destruyólos. ¡Jentil
manera de perdonarl
ARCnDlANe- No sé qué me crea: sino que
ellos quedan ahsueltos de las ánimas, i
cargadas las bolsas.
LACTANCIo.-¿ Pues por qué no reclamábades?
ARCEouNo. —A eso nos andábamos: para de
jar la pelleja con la hazienda. Las cosas
estaban de tal manera, que, hecho, i por
hazer, les perdonáran. Si viérades al Papa
como yo le vi !
LACTANCIo. — ¿Dónde ?
ARCEDuNo. — En el Castillo.
LAcTANCIo. ,—— ¿A qué lbades alll?
ARCEDuNo.-Va(3ül‘on ciertos Benefizios en
mi tierra , por muerte de un mi vezino, i
fuélos " á demandar.
LACTANCIo. —Demasiada cobdizia era esa.
¿No habiades mala vergüenza de ir á im
‘ Fue’, dezian , en vez de fui.
— 474—
portunar con demandas en tal tiempo?
ARCEDIANo. —No por cierto: que, hombre
vergonzoso, el diablo lo trajo á palazio. I
tambien habia muchos que los demanda
ban: i quise mas prevenir, de ‘ ser pre
venido.
LACTANCIo.—Agora os digo, que es terrible
la cobdizia de los clérigos. Iqué! ¡Tam
bien -habia otros , que los demandaban ?
ARCEDIANo. —Mirad , qué duda! ¿I, para qué
pensais, vos, que vamos nosotros á Roma?
LACTANCIo. — Yo pensé que por devozion.
ARCEDIANo. — Si, por cierto! En mi vida es
tuve menos devoto.
LACTANCIo. — Ni aun menos cristiano.
ARCEDIANo. -Sea como mandáredes.
LACTANCIo. — Yo os doi mi fé , que si yo fue
ra Papa , vos no llevárades “" los Benefi
zios, solo porque madrugastes tanto , i
despues de tan gran persecuzion , no ha
biades dejado la cobdizia.
ARcEDuNo.—I, aun por eso es Dios bueno,
que no Io érades vos, sino Clemente Sép
* En la Ediz. de Paris que.
** En las Ediziones antiguas lletváredes; pero
es errata manifiesta.
— 475
tímo, que me los dió luego, de mui buena
gana; aunque iba en hábito de soldado,
como vedes.
LACTANCIo. — Yo os prometo, que esa fué
demasiada clemenzia. Ea: dezidme, cómo
lo hallastes.
ARCEDnNo.— Hallélo á él i á todos los Carde
nales, i á otras personas que con él es
taban, tan tristes i desconsolados, que
en verlos , se me saltaban las lágrimas de
a los ojos. ¡Quien lo vido ir en su triumpho,
con tantos Cardenales, Obispos i protono XLII.
tarios, á pie; iá él, llevarlo en una silla
sentado sobre los hombres, dándonos á
todos la bendizion: que parezia una cosa
divina: i, agora , verlo solo, triste, afli—
jido, idesconsolado, metido en un Cas
tillo, i , sobre todo, en manos de sus
enemigos! ¡I, allende d’esto, ver los
Obispos i personas eclesiásticas, que iban
á verlo; todos en hábito de legos i de sol
dados: i, que en Roma, cabeza de la
Iglesia, no hobiese hombre que osase an
dar en hábito eclesiástico! No sé yo qué
corazon hai tan duro, que, oyendo esto,
no se moviese á compasion.
—L76
LACTANCIo. — ¡O, inmenso Dios: cuán pro
fundos son tus juizios! ¡Con cuánta cle
menzia nos sufres: con cuánta bondad
nos llamas: con cuánta pazienzia nos
esperas: hasta que nosotros, con la con
tinuazion de nuestros pecados, provoca
mos contra nosotros mismos, el rigor de
tu justizia! I, pues ansi en lo uno como
en lo otro , nos muestras tu misericordia i
bondad infinita; por todo , Señor, te da
mos infinitas grazias, conoziendo, que
no lo hazes , sino para mayor bien nues
tro. ¡ Quién vido aquella majestad de
aquella Córte Romana : tántos Cardenales,
tántos Obispos , tántos Canónigos, tántos
proptonotarios, tántos abades, deanes , i
arzidianos; tántos cubicularios , unos or
dinarios, i otros extraordinarios; tántos
auditores, unos de la Cámara , i otros de
la Rota ; tántos secretarios; tántos escri
tores, unos de Bulas , i otros de Breves;
tántos abreviadores, tántos abogados, co
pistas, i procuradores, i otros mil jéneros
de ofizios i ofiziales, que habia en aquella
Córtel ¡I verlos todos venir con aquella
pompa itriunfo, á aquel Palazio! ¿Quién
—477—
dijera, que habiamos de haber una tan
súbita mudanza, como la que agora he
oido? ¡Verdaderamente, grandes son los
juizios de Dios! Agora conozco , que con
el rigor de la pena, recompensa la tardan
za del castigo.
ARCnDlANo- ¡Pues , si viérades aquellos Car
denales despedir sus familias , i quedarse
solos , por no haberles quedado , qué dar
les de comer l
LACTANCIo. — De una cosa me consuelo: que,
á lo menos , mientra esto les turare, pa
rezerá mas al vivo lo que representan.
ARCnDlANo. — ¿Qué ?
LACTANCio.—A Jesu Cristo con sus Apóstoles.
ARCEDlANo. —Dezis verdad : mas , en ese
caso , mas querrian parezer al Papa Julio
con sus triunfos. Dezidme, ¿cómo ha to
mado el Emperador lo que en Roma se ha
hecho contra la Iglesia?
LACTANCIo.—Yo os diré. Cuando vino nueva
cierta de los males que se habian hecho
en Roma, el Emperador, mostrando el
sentimiento que era razon; mandó cesar
las fiestas que se hazian, por el nazimiento
del Prínzipe Don Felipe.
_ ¡.73 —
ARCEDIANo. -— ¿Creeis, que le ha pesado de
lo que se ha hecho’!
LACTANCIo. —¿Qué os pareze á vos ?
ARCEDIANo. —Cierto: yo no lo sabria bien
juzgar: porque, de una parte, veo cosas,
por donde le debe pesar; i de otra, poi
donde le debe plazer: i por eso os lo pre
gunto.
LncuNcio.- Yo os lo diré. El Emperador
[es] mui de veras, buen cristiano: i tiene
. todas sus cosas tan encomendadas i pues
tas en las manos de Dios; que todo lo toma
por lo mejor. I de aqui prozede, que ni en
la prosperidad le veemos alegrarse dema
siadamente , ni en la adversidad entriste
zerse. De manera, que en el semblante, no
se puede bien juzgar de él, cosa ninguna:
- mas, álo que yo creo, tan poco dejará
de conformarse con la voluntad de Dios,
en esto , como en todas las otras cosas.
XLIII. ARCEoiANo.-Tal sea mi vida. ¿Qué os pare
ze, que agora su Majestad querrá hazer
en una cosa de tanta importanzia como
esta? A la té, menester ha mui buen con
sejo: porque si él, d’ esta vez, reforma
la Iglesia (pues todos ya conozen cuánto
- 479—
es menester), allende del servizio -que
hará á Dios; alcanzará en este mundo la
mayor fama i gloria, que nunca Prinzipe
alcanzó. I dezirse ha, hasta el fin del
mundo, que Jesu Christo formó la Iglesia,
iel Emperador Carlo Quinto la restauró. l,
si esto no haze; aunque , lo hecho , haya
seido sin su voluntad , i él haya tenido i
tenga la mejor intenzion del mundo; no se
podrá escusar, que no quede mui mal
ronzepto d’ él , en los ánimos de la jente.
lno sé lo que se dirán despues de sus
. dias; ni la cuenta que dará á Dios, de ha
ber dejado. i no saber usar de una tan
grande oportunidad, como agora tiene,
para hazer á Dios un servizio mui señala
do , i un incomparable bien á toda la re
pública cristiana. .
LACTANCIo.--El Emperador, como os tengo
dicho, es mui buen cristiano, i prudente;
i tiene personas mui sábias en su consejo:
yo espero que él lo proveerá todo á gloria
de Dios, i á bien de la cristiandad. Mas,
pues me lo preguntais, no quiero dejar de
deziros mi parezer: i es: que, cuanto á
lo primero, el Emperador debria.....
—L80—
PoaTERon—Mirad , señores: la Iglesia no se
hizo para parlar, sino para rezar. Salios
afuera, si mandáredes, que quiero cerrar
la puerta.
L¿CTANCIo.—Bien, Padre! que luego vamos.
PoRTnRo. —Si no quereis salir, dejaros he
enzerrados.
ARCamANom-Jentil cortesia seria esa: á lo
menos no os lo manda asi sanct Franzisco.
PoRTERo.—No me curo, de lo que manda
sanct Franzisco.
LACTANCIo. — Bien lo creo, Vamos , señor:
que tiempo habrá, para acabar lo que
queda.
ARCEDuNo.—Holgára cosa estraña de oiros
lo que comenzastes: mas, pues asi es,
vamos con Dios: con condizion , que nos
tornemos á juntar aqui mañana.
LACTANc1o. — Mas , vamos á sanct Benito,
porque este fraile no nos torne á echar otra
vez.
ARCEmANo.-Bien dezis: sea como mandá
redes‘. I, en el entretanto , leed esta ora
zion, de un nuevo Paternoster, que nues
* Aqui concluye la Ediz. gótica: lo que sigue está
en la de Paris.
—484 —
tros Españoles compusieron en coplas: i
lo cantaban junto á las ventanas del sum
mo Pontllize:

Padre nuestro, en cuanto Papa,


Sois , Clemente , sin que os cuadre:
Mas , reniego yo del Padre,
Que al hijo quita la capa. Etc.

FINIS.

3|
ÁNIMAS, ó ALMAS,
que intervienen en el Diálogo de MaRcu
Río l CARON, ¿representan diversas con
diciones de ltombres.

Hem.
Alma de Predicador famoso . . . . . . . . . . . . . . . . 29
—De Consejero de un Rei . . . . . . . . . . . . . . . . 40
—De un Duque. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 62
—De un Obispo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 72
—De un Cardenal. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 88
—De un Consejero de Enrrique VIII . . . . . . .. 99
—De Rei tirano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105
—De Francés, Secretario del Rei . . . . . . . . . .. 125
— De un Hipócrita. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
—De un Teólogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152
- De un Casado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 15s
—De un Sellador de Bulas . . . . . . . . . . . . . . . .. 19!
—De un Monje Cartujo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Ibi.
—De un Franciscano escotista . . . . . . . . . . . . . . Ibi.
—De un Rei bueno. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 202
—De un Obispo bueno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253
—De un Predicador bueno . . . . . . . . . . . . . . . . . 275
—De Cardenal bueno, porque dejó el Garde
nalato . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. ‘.203
—De un Fraile pobre. . . . : . . . . . . . . . . . . . . . . . 301
—De una Casada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 315
—Inquisidores, ó Lobos: amigos de Caron,. . 285
N. n. lo dicho, en la páj. A19. '
FE DE ERBATAS.

Púgín. Lineas. Dize. Debe dezir.

V! 6 nas mas
3 9 i pesada i tan pesada
15 7 Alastor Alastór
2| 15 nui mui
58 23 Cristianismo, Cristianísimn,
t-: I 16 Cristianismo, Urístíanisimu,
133 20 aun que se aunque se
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