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El codiciado
oro verde
Lo agreste de los bosques en algunas zonas del
Perú nunca ha podido acabar con la codicia de
los hombres, que han llegado hasta los lugares
más recónditos con el fin de extraer el ansiado
oro verde, tan bien cotizado en los mercados
internacionales. Ser componente activo de
diferentes artículos de lujo o de alta demanda,
muchas veces, ha puesto en riesgo a especies
de árboles como el palo de rosa, la caoba, el
cedro y la quina.
El uso del aceite de palo de rosa por parte de
las grandes y glamorosas marcas de perfume
desde principios del siglo XX, por ejemplo,
ha puesto en jaque a esta especie, pues antes,
para la obtención del aceite se tumbaba
el árbol y se destilaba su madera astillada
cuando destilando sólo el follaje se hubiera
logrado el mismo resultado. Hoy el palo de
rosa sólo se encuentra en la Reserva Nacional
Pacaya Samiria, en el Parque Nacional del
Manu y de forma muy aislada en algunos otros
lugares de la selva.
Algo similar sucede con la caoba y el cedro
(con un valor de exportación de más de
US$ 10 millones, al 2010), cuya madera
es considerada preciosa, de alta calidad
y durabilidad, motivos por los que se usa
en ebanistería y carpintería fina. Y con la
quina, de cuya corteza se extrae la quinina,
un alcaloide medicinal usado para curar el
paludismo y la malaria. En todos los casos,
su extracción desmedida ha ocasionado
que sus poblaciones, en la actualidad, sean
muy escasas. Así, los rodales de caoba están
principalmente protegidos en el Parque
Nacional del Manu, los de cedros también
en la Reserva Nacional Pacaya Samiria y los
de quina en el Parque Nacional del Manu,
el Parque Nacional del Río Abiseo y en el
Santuario Nacional de Tabaconas-Namballe.