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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD DE FALCÓN
FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS
CÁTEDRA: DERECHO MARÍTIMO
DOCENTE: ABG. MARCOS LEIDENZ
PUNTO FIJO – ESTADO FALCÓN

ANÁLISIS DE LA LEY DE COMERCIO MARÍTIMO


Artículos del 1 al 70

AUTOR:
JOSÉ VALLES.
C.I.: V-24.787.409

JUNIO, 2014
ANÁLISIS DE LA LEY DE COMERCIO MARÍTIMO
Artículos del 1 al 70
El Derecho Marítimo es, sin lugar a dudas, una de las más importantes
disciplinas jurídicas actuales, ya que regula al nivel nacional e internacional
no sólo las actividades que tienen el mar como protagonista sino también
toda la problemática relativa al transporte marítimo. En este orden,
Venezuela es un país marítimo por excelencia, por ende, es necesario que el
país se enfrente a sus deberes y derechos con respecto al mar. En cuanto a
la delimitación de los espacios marinos y submarinos, Venezuela tiene
especial interés en esta materia y por tanto conviene dar la más amplia
divulgación a los aspectos legales nacionales como a la doctrina de carácter
internacional en que se fundamente en el derecho del mar.

El transporte marítimo tiene una enorme trascendencia en la economía


mundial, favoreciendo los intercambios comerciales y atenuando las
diferencias de nivel de vida entre los países y produciendo un extraordinario
efecto multiplicador al dar lugar a una gama de industrias y servicios que de
él dependen. Asimismo, el comercio marítimo se basa en el intercambio de
mercancías a través del tráfico que ocurre en la mar, ya sea de buques o
naves con el fin de obtener un lucro o un beneficio económico, es decir, que
el comercio marítimo viene a constituirse cuando los transporte marítimos
trasladan mercancías de diferentes tipos, de un lugar a otro para obtener una
ganancia pecuniaria.

En este sentido, en Venezuela el comercio marítimo se encuentra


regulado jurídicamente por la Ley de Comercio Marítimo, publicada en
Gaceta Oficial N° 38.351 de fecha 05 de enero de 2006, la cual abarca en
sus primeros artículos las disposiciones generales y los sujetos participantes
en la navegación. De acuerdo con lo anterior, la ley antes mencionada,
contempla que tiene por objeto regular las relaciones jurídicas que se
originan en el comercio marítimo y en la navegación de las aguas
venezolanas. Igualmente indica que las disposiciones jurídicas que allí se
establecen serán aplicadas a todos los buques, naves o hidroaviones que se
encuentren en el territorio venezolano, así como también a todas las naves o
buques nacionales que se encuentren dentro o fuera del territorio y a todas
las islas artificiales o plataformas acuáticas que operen dentro del espacio
acuático nacional.

Contempla el artículo 3 ejusdem las fuentes del Derecho Marítimo y


señala que las materias que tengan relación con ordenamientos jurídicos
extranjeros, se regirán principalmente por el Derecho Internacional Público,
haciendo énfasis en los múltiples tratados vigentes ratificados por el Estado
venezolano, en caso de que no se encuentre previsto se acudirá al Derecho
Internacional Privado, sino se adecua a ningún supuesto deberá basarse la
solución del supuesto en la analogía y posteriormente en los principios
generales del Derecho Internacional Privado y por último, la costumbre. El
artículo 7 señala la figura de la protesta de mar la cual puede definirse como
una manifestación de voluntad del capitán o patrón de un buque, hecha por
escrito y en forma legal ante la autoridad competente, para hacer constar su
irresponsabilidad y la del personal a sus órdenes ante cualquier accidente,
situación o avería, salvaguardando con ello los derechos contra terceros de
sus armadores y demás interesados.

La ley en análisis, contempla que le corresponde a la jurisdicción


venezolana conocer las acciones en materia de contratos de transporte de
bienes o de personas que ingresan al territorio venezolano y deberán
someterse al conocimiento de la Jurisdicción Especial Acuática, las acciones
relacionadas al comercio marítimo, la navegación por agua, la exploración y
explotación de recursos ubicados en el espacio acuático nacional, así como
las acciones sobre buques inscritos en el Registro Naval Venezolano, las
operaciones que tengan lugar en las zonas portuarias y cualquier actividad
que se lleve a cabo en el espacio acuático de la República venezolana. En el
caso de los juicios en que sea parte un propietario o armador de un buque de
bandera extranjera, son competentes para conocer del asunto, los Tribunales
de la Jurisdicción Especial Acuática.

Relacionado con lo anteriormente analizado, el Título II hace mención a


los sujetos de la navegación integrados primeramente por el capitán quien es
el jefe superior de la nave, encargado de su gobierno y dirección, investido
de autoridad pública y representante del propietario, del armador del buque y
de los cargadores en todo lo relativo al interés del buque, su carga y al
resultado de la expedición marítima. El capitán puede efectuar reparaciones
o compra de pertrechos necesarios en el transcurso del viaje, si se encuentra
imposibilitado de pedir instrucciones al propietario, debiendo dejar constancia
de ello en el Diario de Navegación, (artículo 22); además, puede contraer
deudas para proveerse de fondos necesarios para continuar el viaje, siempre
que se encuentre en un puerto donde no se halle su armador o su
mandatario y únicamente si no ha podido obtener los fondos una vez
requeridos por escrito al propietario o armador o por intermedio de la
autoridad acuática (artículos 23 y 24).

Adicionalmente, el Capitán debe llevar a bordo del buque, además de los


documentos exigidos en la Ley General de Marinas y Actividades Conexas,
los especificados en el artículo 20, relacionados con la explotación comercial
del buque, a saber: copia del contrato de fletamento, si es el caso, manifiesto
de carga, conocimientos de embarque, documentos aduaneros, además de
toda documentación requerida por la ley. Por su parte, el artículo 21 de la
dispone que: “Los asientos en el diario de navegación que se refieren a la
actuación del Capitán como delegado de la autoridad pública, tienen la
fuerza de documento público. El valor probatorio de la protesta de mar y
demás asientos de los diarios de navegación y de máquinas, estarán sujetos
a la apreciación del juez”.
Dentro de este orden, nuestra Ley de Comercio Marítimo regula las
funciones del agente naviero en el Capítulo II del Título II, respondiendo así a
una necesidad de nuestro medio comercial marítimo. Aún cuando la ley no lo
define, se puede inferir que el agente naviero es la persona individual o
colectiva que tiene a su cargo las gestiones en tierra, necesarias o
convenientes, relacionadas con la llegada, permanencia o salida de puerto
de los buques mercantes. El artículo 28 establece básicamente las
facultades del agente naviero. La protección del agente naviero se ha
consagrado en la Ley de Comercio Marítimo, siendo así que el agente
naviero, no responde por las obligaciones de su representado, salvo la
responsabilidad que le corresponde por sus hechos personales o la que surja
de la ley.

Por último, el armado; este sujeto principalísimo de la navegación viene


regulado en el Capítulo III del Título II de la Ley de Comercio Marítimo y es
la persona que utiliza o explota el buque en su propio nombre, sea o no su
propietario, bajo la dirección y gobierno de un capitán designado por él.
Armar un buque significa proveerlo de todo lo necesario para que pueda
navegar, pero no es armador quien solamente lleva a cabo dicha tarea.

El reconocimiento legal de esta figura está plasmada en el artículo 37 de


la Ley de Comercio Marítimo y también se ha establecido una presunción
iuris tantum en el artículo 38 eiusdem: “Se presume que el propietario del
buque es su armador, o lo son sus copropietarios, salvo prueba en contrario”.
El armador es responsable civilmente de las obligaciones contraídas por el
Capitán, en lo que concierne al buque y a la expedición marítima, la ley
regula esa responsabilidad en detalle y, acogiendo los más modernos
conceptos y supuestos en la materia.

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