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Día del Maestro.

Domingo, 07 julio 2019


Felicidades a todos los maestros en este día, la Palabra de Dios
nos enseña lo que significa ser un maestro y las huellas que
puede dejar en sus alumnos.
“Entonces todo el pueblo, como un solo hombre, se reunió en
la plaza que está frente a la puerta del Agua y le pidió al
maestro Esdras traer el libro de la ley que el Señor le había
dado a Israel por medio de Moisés. Así que el día primero del
mes séptimo, el sacerdote Esdras llevó la ley ante la
asamblea, que estaba compuesta de hombres y mujeres y de
todos los que podían comprender la lectura, y la leyó en
presencia de ellos en la plaza que está frente a la puerta del
Agua. Todo el pueblo estaba muy atento a la lectura del libro
de la ley.
El maestro Esdras se puso de pie sobre una plataforma de
madera construida para la ocasión. Ellos leían con claridad el
libro de la ley de Dios y lo interpretaban de modo que se
comprendiera su lectura.
Al oír las palabras de la ley, la gente comenzó a llorar. Por eso
el gobernador Nehemías, el sacerdote y maestro Esdras, y los
levitas que enseñaban al pueblo, les dijeron: «No lloren ni se
pongan tristes, porque este día ha sido consagrado al Señor
su Dios.» Así que todo el pueblo se fue a comer y beber y
compartir su comida, felices de haber comprendido lo que se
les había enseñado.” (Nehemías 8)
El Maestro Esdras cumplió su trabajo de profesor y lo hizo a la
perfección: sus alumnos eran variados y complejos, el aula
demasiado grande como para poder visualizarlos a todos, las
emociones que aquellos estudiantes tenían estaban a flor de
piel, era casi imposible dar una instrucción con tantas cosas
contrarias a la pedagogía, pero Esdras lo hizo mejor que
excelente porque Dios estaba con él.
Y por eso todos comprendieron la exposición de la Palabra, fue
tan claro, su interpretación fue tan visual, que cuando terminó

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la gente no pudo sino llorar consagrándose al Señor Dios de
sus antepasados y su propio Dios. Habían comprendido bien la
lección.
¿Qué enseñas a tus alumnos? ¿Qué quieres que entiendan y
apliquen? Seguramente muchas materias, modos y formas de
alcanzar el éxito en la vida, querido maestro, en medio de tanta
ciencia, no te olvides que la mejor clase es aquella que llevará
a tu amado alumno a la vida plena, a la sabiduría espiritual y a
la personalidad que sabe temer a Dios.
¿Qué materias puedes añadir? He aquí algunas:
1. Temor a Dios. Salmo 34:11 “voy a enseñarles el temor del
Señor”.
2. El Camino. Salmo 51:13 “Así enseñaré a los transgresores
tus caminos, y los pecadores se volverán a ti”. Un estilo de vida
propiamente cristiano.
3. Cómo responder. Proverbios 22:21 “Son para enseñarte
palabras ciertas y confiables, para que sepas responder bien a
quien te pregunte”. Sepan dar razón ciertísima de su fe.
4. Discernimiento. Ezequiel 44:23 “Deberán enseñarle a mi
pueblo a distinguir entre lo sagrado y lo profano, y mostrarle
cómo diferenciar entre lo puro y lo impuro”. Que sepan a
diferenciar las cosas, cuál es el comportamiento correcto.
Feliz día queridos maestros, no se dejen desanimar por las
muestras de ingratitud, no se frustren por las debilidades de sus
alumnos, sean perseverantes y Dios quien ama tu fidelidad, te
dará la corona de la vida.

Pero lo que hoy voy a presentarles es que aquella noche de la


última cena de Pascua de Jesús con sus discípulos, durante el
episodio cuando él lavó los pies de cada uno de sus discípulos,
aprovechando que ellos siempre llamaban “Maestro” a Jesús,
él les dijo a sus discípulos:
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“Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque
lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros
pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los
otros” (Juan 13:13,14).
Jesús aprovecha decirles que efectivamente él es “el Maestro”,
y luego les argumenta que él como “el Maestro”, les había
lavado los pies para dejarles una importante enseñanza que no
solo consiste en ser capaces de hacer lo mismo, sino que
entendieran las motivaciones ejemplares que hay detrás del
acto propio de lavar los pies.
Hablar de Jesús como “el Maestro” no es lo mismo que hablar
de un buen o del mejor maestro religioso. Él no comenzó como
los principiantes en su carrera profesional de “maestros”. Los
Galileos de Capernaum, “se admiraban de su doctrina; porque
les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los
escribas” (Marcos 1:22). No era el simple maestro. Esta
distinción entre los escribas y Jesús, se mantuvo durante todo
su ministerio.
Acerca de este día de controversias que los escribas le
presentaron a Jesús, en vez de perjudicarle, le favorecieron,
pues San Marcos escribió al respecto: “Y gran multitud del
pueblo le oía de buena gana” (Mateo 12:37). Se necesita de un
maestro con calidad educativa para que la gente le oiga de
buena gana.
Amados hermanos, el hecho de que no solamente a los
escribas sino a todos los fariseos, saduceos, e intérpretes de la
ley, les corrigió sus malas interpretaciones acerca de la ley y
profecías de Dios, y en todos los casos tanto la gente como sus
líderes tuvieron que reconocer avergonzados que ellos estaban
mal en su interpretación de las Sagradas Escrituras, eso nos
garantiza que las enseñanzas de Jesús ya sea que hayan sido
por interpretación de las Escrituras, o por alguna nueva
revelación de Dios que hubo entregado, son enseñanzas

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confiables para nuestra instrucción como hijos de Dios y de su
reino.
En Juan 13:3-5, lo que primeramente llama la atención no es su
humildad al ponerse a lavar los pies de sus discípulos, sino el
hecho de que a pesar de que sabía que “el Padre le había dado
todas las cosas en las manos”, aun así se comportó con
humildad. Su autoridad no la llevó a cometer abusos, sino a ser
humilde en sus acciones que son ejemplo para los que solemos
caer en el orgullo y la vanagloria.
Lo que es común para una persona que cada vez recibe una
mayor autoridad, es hacerse de personas a quienes les delegue
estratégicamente trabajos que demandan fuerzas, y el que está
en autoridad se queda únicamente con la responsabilidad
administrativa haciendo uso de su autoridad.
Este sí es “el Maestro” humilde dispuesto a mancharse las
manos con nosotros los pecadores no importando qué tan alto
u honorífico sea su título.

Esto es lo que llamamos servicio. Cuando una persona,


teniendo la facultad de evitar hacer algo, decide hacerlo para
beneficio de otra persona. El ejemplo de servicio es
determinante para enseñar. Esto hacía que Jesús sea no un
simple maestro común como los demás, sino “el Maestro”.
CONCLUSIÓN: Los cristianos no tenemos un falso maestro de
nuestra fe y práctica, sino que tenemos como Maestro al
mismísimo Hijo de Dios, quien enseñó a sus discípulos con Su
palabra, pero también con el ejemplo. Como él, también
nosotros somos llamados a ser ejemplo para los demás.
Recuerden que Pablo dijo en una ocasión: “Sed imitadores de
mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1). Cristo es el
ejemplo que debemos seguir todos.

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