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Guerra civil en el Tahuantinsuyo

La guerra de los dos hermanos: división y caída del Imperio Inca


El 26 de julio del año 1533, el último gobernante del imperio inca, Atahualpa,
fue ejecutado por los españoles a “garrote” (artilugio utilizado para
estrangular a los reos). Su muerte significó el fin del gran imperio inca y el
comienzo de la conquista española sobre aquella región de América del Sur.
Sólo un año antes, Atahualpa había salido victorioso de la sangrienta guerra
civil mantenida para conseguir el Sapa Inca (título que significaba ‘el inca, el
único’). Esta guerra es conocida con diversos nombres: guerra civil inca,
guerra dinástica inca, guerra de sucesión inca y guerra de los dos hermanos.

La muerte de un Sapa Inca


La guerra entre los dos hermanos empezó con la muerte del Sapa Inca
Huayna Cápac y de su heredero, Ninan Cuyuhi en el año 1527.
Probablemente murieran ambos a causa de la viruela, enfermedad que se
propagó rápidamente entre las comunidades indígenas desde la llegada de
los españoles al continente.
Tradicionalmente, el Sapa Inca legaba el trono a su primogénito. En el caso
de Huayna Cápac, sin embargo, su hijo mayor, Ninan Cuyochi, había fallecido
antes que él. Poco después de la muerte de su hijo, también Huayna Cápac se
encontró en su propio lecho de muerte, y fue por esta razón por la que el
Sapa Inca rompió la tradición y dividió el imperio entre sus dos hijos
menores: Huáscar y Atahualpa.

La división del imperio inca


De los dos hijos, Huáscar era el mayor, y el segundo hijo de la mujer legítima
de Huayna Cápac. Mientras, de Atahualpa se decía que era fruto de su unión
con una de sus concubinas. Por tanto, entregó el imperio a Huáscar excepto
Quito y sus alrededores, al norte del territorio, que fueron para Atahualpa.
Gobernando Cuzco, la capital del imperio inca, Huáscar conseguía la lealtad
de la mayor parte del pueblo. Atahualpa en cambio lograba la lealtad del
ejército inca, situado al norte para someter a las tribus fronterizas.

El comienzo de la guerra
Es posible que Huayna Cápac pensara que ambos hermanos gobernarían el
imperio juntos, en armonía. Pero no fue así. Huáscar vio el mando de
Atahualpa sobre el ejército inca como una amenaza directa a su posición
como Sapa Inca, y decidió atacar primero para tratar de conquistar Quito.
Al principio esta maniobra pareció tener éxito, derrotando las tropas de
Huáscar a Atahualpa y capturándole cerca de Tomebamba. Sin embargo,
Atahualpa logró escapar y regresó a Quito para reagrupar a sus tropas.
Aunque Huáscar trató de conquistar la capital norteña, fue derrotado y
forzado a replegarse de nuevo hacia el sur. Fue entonces cuando Atahualpa
envió un ejército capitaneado por Chalcuchímac y Quisquis contra Huáscar,
mientras el general Rumiñahui permanecía en Quito para proteger la plaza.

Historias difamatorias sobre Huáscar


Se ha dicho que Huáscar se fue convirtiendo en un gobernante muy poco
querido por su pueblo porque, por ejemplo, se le acusaba de haber
asesinado a los señores que habían acompañado el cadáver de su padre,
Huayna Cápac. Dichos señores ocupaban una elevada posición social en
Cuzco. Por si esto fuera poco, la nobleza le dio la espalda cuando Huáscar
supuestamente amenazó con quedarse con las pertenencias de las momias
reales para, a continuación, quemar sus sagrados cuerpos.
Incluso se afirmaba que Huáscar mandaba matar a todos los mensajeros
enviados por Atahualpa. También se le acusó de haberles cortado la nariz a
algunos mensajeros –que portaban presentes de parte de Atahualpa- y
mandarlos de vuelta con los ropajes desgarrados. Es muy probable que estas
acusaciones acerca de la crueldad de Huáscar provinieran del bando
vencedor, es decir, del propio Atahualpa y de sus generales y aliados,
mientras que la versión de la historia vivida por Huáscar y los suyos se habría
perdido para siempre.
Chasqui haciendo sonar un pututu (caracola). Los chasquis eran los veloces
mensajeros del Imperio Inca, y de ellos se decía que podían correr hasta 240
kilómetros en un día. Por medio de un eficiente sistema de relevos, eran
capaces de hacer llegar un mensaje importante de Quito a Cuzco en tan solo
una semana.

El fin de la guerra entre los dos hermanos y la creación de un nuevo


imperio
En 1532, el ejército de Atahualpa derrotó a las fuerzas de Huáscar en una
batalla decisiva librada a las afueras de Cuzco, capturándole y haciéndole
prisionero. Las noticias de esta victoria llegaron hasta Atahualpa cuando éste
se hallaba en la ciudad de Cajamarca porque, justo por aquel entonces, se
habían visto en aquella zona a unos extraños hombres de piel blanca con
“lana en sus rostros”… Los españoles habían llegado.
Atahualpa no podía suponer entonces lo corto que sería su reinado, ya que
aquellos extraños hombres acabarían derrotando a sus ejércitos y
ejecutándole, poniendo fin a su Imperio. De hecho, Atahualpa fue apresado
muy poco después de su victoria sobre Huáscar.
La guerra entre los dos hermanos no sirvió para conseguir la reunificación del
imperio inca bajo un único soberano, sino que provocó, indirectamente, la
conquista de los incas por parte de los recién llegados españoles.

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