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Minimalismo Práctico

SIMPLIFICA TU COCINA
La  guía  definitiva  para  
crear  hábitos  alimenticios  
que  se  adapten  a  ti

Valentina Thörner
Minimalismo práctico: simplifica tu cocina
La guía definitiva para crear hábitos alimenticios que se
adapten a ti
Valentina Thörner
www.valedeoro.com
Copyright © 2014, Valentina Thörner
Antes de empezar, algunas repuestas
Quizás te has preguntado cómo puedo combinar el minimalismo y la
cocina en el mismo título. Para muchas personas el minimalismo
evoca imágenes de habitaciones vacías y blancas mientras la cocina
es un lugar lleno de herramientas y alimentos. Para resolver esta
contradicción es necesario ampliar el concepto del minimalismo y
traducirlo a la vida real: el minimalismo no es solo una vertiente
artística, es una filosofía de vida.
El minimalismo como filosofía de vida
Tu filosofía de vida consiste en los valores que te guían en todas tus
decisiones. Es el norte que te orienta en todas tus acciones, muchas
veces sin que seas consciente de ello. El minimalismo es una forma
de descubrir tus propios valores y de dar más espacio en tu vida a
aquellas cosas que te hacen sentirte realizado y en paz contigo
mismo. Para descubrir lo que hace más feliz, para descubrir tu
camino, será necesario conocerte mejor a ti mismo. Y aquí el
minimalismo puede ser de gran ayuda.
La base del minimalismo es, el deshacerte de todo lo superfluo en
tu vida para quedarte únicamente con aquellos objetos, aquellas
relaciones, aquellos pensamientos que te aportan algo. En el caso de
los objetos físicos, significa que solo te quedes con aquellas cosas
que utilizas o que adornan tu espacio. Los objetos que no has
utilizado en meses, las cosas que están guardadas desde hace años y
todo aquello que es visualmente feo, no tiene por qué ocupar espacio
en tu casa o en tu vida. En el caso de las relaciones, implica buscar
personas que te apoyen y que te ayuden a crecer y distanciarte de las
personas que se aprovechan de ti. En el caso de los pensamientos, se
trata de aprender a pensar en positivo, ser proactivo y alejar las
quejas innecesarias de tu día a día.

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En la práctica, el minimalismo será diferente para cada persona,
dependiendo de sus necesidades y de sus objetivos. El hogar de un
estudiante de filosofía será diferente al hogar de una familia con dos
hijos. El músico tendrá otros objetos en su casa que la fotógrafa. El
minimalismo por lo tanto es una caja de herramientas que te puede
ayudar a acercarte a tu objetivo. Este objetivo lo decides tú, así como
cuales herramientas decides incorporar.
¿Quién soy?
Mi nombre es Valentina Thörner, alias ValeDeOro, escritora en el
blog Sostenibilidad y Minimalismo.
El objetivo de esta página es demostrar que tú puedes hacer cambios
en tu propia vida para ser más feliz y sentirte más realizado. Presento
tácticas, recomendaciones y herramientas para simplificar el día a día
y apoyarte en la búsqueda de tu propia estrategia de cambio. No
existe un camino único, cada uno puede escoger su propia
trayectoria. Lo importante es que hagas el primero paso, que
empieces con una estantería o con un cajón.
Simplificar toda tu vida o toda tu casa en un fin de semana es
virtualmente imposible. Además de ser imposible, este cambio no
durará. Pronto volverás a la situación anterior, un efecto rebote
parecido a lo que pasa con las dietas de corto plazo. Para hacer un
cambio real en tu vida es imprescindible hacer cambios duraderos,
concentrándote en un cambio a la vez. Así que este libro está
dedicado únicamente a tu cocina y tus hábitos alimenticios. Aún así,
la estrategia que aprenderás la podrás aplicar a otros ámbitos de tu
casa y de tu vida: tu armario, tu zona de trabajo, las habitaciones de
los niños….etc.
Así que por ahora, empecemos con tu cocina. Para que sepas lo que
te espera, aquí tienes una lista de los temas que trataremos:

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Introducción al cambio: la cocina minimalista....................................4
¿Cambiando tu alimentación, cambia tu vida?...............................4
Las variables del cambio................................................................6
Tengo una visión: me siento bien y eso se nota...................................8
¿Qué es y cómo crear una visión?..................................................8
Operación bikini: luces lo que comes........................................9
El apagón: no tengo energía para nada......................................9
Compartir experiencias: la comida familiar.............................10
Compasión y política: cambiar a una alimentación alternativa
..................................................................................................11
Educación alimentaria: preparando a tus hijos para el futuro. .11
Versatilidad y curiosidad: me aburre lo que como .......................12
¿Cuál es tu visión?........................................................................13
Tus habilidades: lo que deberías saber (y qué hacer si todavía no lo
sabes).................................................................................................15
Habilidades existentes vs habilidades necesarias.........................16
Organización del cambio.........................................................16
Tu relación con las recetas.......................................................17
Cómo cortar con un cuchillo....................................................17
Para qué sirve el tomillo..........................................................18
Limpiando sin accidentes.........................................................19
Incentivos: ¿qué te impulsa?.............................................................21
Tu meta final (y los pequeños pasos).......................................21
Pequeños pasos hacia el éxito..................................................21
Déjate impregnar por cocinillas ..............................................22
Conviértelo en un juego o una competición............................22
Recuerda por qué lo haces.......................................................23
Planifica tan bien que siempre sepas lo que viene ahora.........24
Intercambio de tareas con tu pareja / compañero de piso........24

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Recursos: herramientas, entorno y organización...............................26
Ventajas de una cocina minimalista.........................................26
Limpieza inicial: ¿qué contiene tu cocina?..............................27
Reorganizando la cocina – con lo que tienes...........................30
Herramientas indispensables....................................................32
Alimentos indispensables.........................................................37
Como organizar lo que tienes en stock....................................41
Planificación: qué hacer cuándo, cómo y con qué frecuencia...........44
Planificación de las comidas....................................................44
Planificación de las compras....................................................44
Revisión periódica...................................................................45
Planificación de los fracasos....................................................45
El reto de la cocina minimalista........................................................47
¿Quieres saber más?..........................................................................48
¿Te ha gustado Simplifica tu Cocina?...............................................49

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Introducción al cambio: la cocina minimalista
Me gusta cocinar, en caso contrario sería difícil escribir un libro
sobre la organización de la cocina y de la alimentación. Aún así, no
siempre fui una entusiasta de la cocina. Muy al contrario: durante la
universidad, yo era conocida por no entrar en la cocina ni bajo
amenaza de muerte. Mi alimentación dependía de mis compañeros de
piso, del comedor de la universidad y de las patatas cocidas. En un
entorno intelectual cargado de conceptos y teorías pos-
constructivistas, la cocina era la amenaza perpetua contra mis
derechos de autodeterminación. Temía convertirme en una de estas
mujeres que se definen por sus logros en la cocina y no tienen otro
tema que el intercambio de recetas. Esa no era yo. Me costó unos
años entender que tomar las riendas de tu alimentación es parte del
empoderamiento como humano, indiferente de si eres hombre o
mujer.
Mi relación con la cocina empezó a cambiar durante mis estudios en
Brasil. A diferencia de Alemania, aquí era muy normal salir a comer
afuera. Descubrí un mundo de sabores nuevos: feijoada, moqueca,
pao de queijo, rodizio y muchos más. Sabía que iba a echar de menos
estos platos después, al volver a Europa. Al mismo tiempo me pedían
que preparara platos típicos de Alemania, especialmente los postres
alemanes, que tienen cierta fama en Brasil: galletas de navidad, torta
Sacher, Apfelstrudel y torta de la Selva Negra. De repente me
encontré en la cocina intentando replicar experiencias culturales – de
Brasil a Alemania y al revés. Me di cuenta que no era tan complicado
hacer patatas gratinadas y que muchas veces el secreto está en los
ingredientes. Aprendí a cocinar, en la cocina minúscula de mi piso

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compartido con siete brasileños, un lujo que me permitió aprender a
cocinar con lo que está disponible, sin perderme en la adquisición de
cacharros y artilugios innecesarios. Así nació mi amor por la cocina
minimalista – tanto a nivel de herramientas como a nivel de
ingredientes.
¿Esta experiencia me ha convertido en cocinilla? Un poquito si y un
poquito no. Soy capaz de apreciar una buena comida porque tengo
conciencia del esfuerzo que hay detrás de cada plato. Puedo preparar
una cena que satisfaga tanto a mis amigos carnívoros como a los
veganos. Al mismo tiempo me gusta mi lavavajilla para la limpieza
posterior y si alguien se ofrece a cortar cebolla para mí, será
bienvenido. Cocino, porque me gusta saber lo que como, porque me
gusta comer bien y porque creo que la libertad personal empieza en
mi propio plato. Hoy quiero darte las herramientas para conquistar
este derecho para ti.

¿Cambiando tu alimentación, cambia tu vida?


La alimentación es uno de los pilares básicos para una vida saludable
y llena de energía. Vivimos en un mundo en el que abundan los
supermercados, las tiendas online de alimentación, la comida a
domicilio y los restaurantes de cocina internacional de todo tipo.
Existen más opciones de comida de los que posiblemente puedas
aprovechar. Al mismo tiempo, se han multiplicado las intolerancias a
la lactosa y al gluten, condiciones que obligan a los afectados a evitar
cierto tipo de alimento, como los productos lácteos, las harinas o los
granos. El número de personas que se decide voluntariamente a
prescindir de ciertos alimentos también está en aumento: así la dieta
vegetariana ya ha llegado al menú de muchos restaurantes.

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Seguramente conocerás a alguien de tu entorno que ha decidido dejar
de comer carne, ya sea por razones de gusto, por compasión con los
animales o como crítica a la cría masiva de animales y los riesgos
inherentes en este tipo de industria. A lo mejor conoces hasta una
persona vegana o alguien que sigue una dieta paleo. La idea de que
eres lo que comes nunca fue tan acertada.
Aparte de poder influenciar en la propia formación de identidad, la
comida tiene una clara función social: comidas de negocios,
desayunos familiares, cenas navideñas. Las grandes celebraciones
casi siempre están acompañadas de alguna comida, ya sea en casa o
en algún restaurante. No se puede negar: la comida constituye una
parte muy importante de tu vida personal y de tu vida social.
Hay un aspecto adicional que influye sobre tus hábitos alimenticios,
un aspecto que va mucho más allá del tipo de dieta que pretendes
llevar: la calidad y la preparación de tus comidas puede variar mucho
en función de las decisiones que tomes desde el momento de la
compra o del pedido. Nunca antes hubo tanta variedad de
ingredientes disponibles a toda hora y en todo momento del año, ni
las diferencias en procedencia eran tan visibles y tan variadas. Hoy
en día puedes escoger entre ingredientes de procedencia agro-
industrial, productos de producción local de tu propia comarca, o las
ofertas de productores con certificación ecológica. La recuperación
de variedades de frutas y verduras casi perdidas, y la introducción de
nuevos ingredientes procedentes de otras culturas, abre aún más el
abanico de lo posible. Existen tiendas que te permiten escoger entre
cinco o diez variedades de tomates y combinar tu plato con kamut,
arroz salvaje o granola de espelta. No es de sorprender que frente a
tanta opción, mucha gente se refugie en el puré de patata pre-

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fabricado. Por lo menos ahí sabes lo que hay y a qué sabrá. Aunque
quisieras innovar en tu cocina, el número de opciones puede
intimidar, porque no sabes ni por dónde empezar. Así que deja que te
eche una mano para que puedas entrar en el mundo de la cocina
pragmática sin morir en el intento.
Este libro quiere incentivar el cambio. Si lo has comprado, doy por
hecho de que no estás del todo satisfecho con lo que pasa en tu
cocina. Quizás quieres adherirte a una dieta nueva, tal vez estás
cansado de comer todo el tiempo lo mismo. Te paraliza el número de
opciones. Quieres ser capaz de cocinar algo delicioso (o haberlo
preparado el fin de semana) sin tener que graduarte en Artes
Culinarias ni pasar tres horas cada día frente al horno. Tienes una
vida más allá de los fogones y aunque entiendes que la comida es
importante, no te puedes (o quieres) permitir que ocupe más tiempo
de lo estrictamente necesario en tu agenda. Al mismo tiempo sabes
que así no puede seguir. Comes siempre lo mismo, estás aburrido de
los menús diarios grasientos que te sirven en el restaurante al lado de
tu trabajo y mirando tu cuerpo, sabes que algo tendrás que cambiar
para tener más energía y aprovechar mejor lo que tienes. Estás
consciente de que la alimentación es demasiado importante como
para ignorarla, pero te iría bien poder encajarla con el estilo de vida
que llevas. No hay que olvidar que la comida es tu combustible, y la
idea no es que te pases todo el día en la gasolinera.
Cambiar algo tan complejo como tus hábitos alimenticios no es tarea
fácil, pero tampoco es imposible. Para organizar este cambio de la
forma más divertida posible, he dividido el proceso necesario en sus
cinco conceptos más importantes: los puedes entender como los
cinco ingredientes del cambio. Cada capítulo de este libro está

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dedicado a uno de estos ingredientes, buscando soluciones fáciles de
implementar para cada aspecto. De esta forma podrás crear tu propia
estrategia para el cambio que buscas (o para cualquier otro cambio
que quieras empezar). Te recomiendo que escojas exactamente las
opciones que mejor encajen en tu realidad. Todos podemos cambiar,
pero tu camino dependerá de tus circunstancias personales. No es lo
mismo si vives solo que si compartes la comida con tu pareja o con
tus hijos. No es lo mismo si trabajas desde casa que si trabajas desde
una oficina (con o sin microondas a tu disposición). No es lo mismo
si tienes alergia a algún alimento que si estas de dieta, por haber
decidido hacer una dieta vegana por razones ideológicos. Más que
una receta generalizada, este libro te da opciones y ejemplos,
herramientas e impulsos: armado con esta información podrás
diseñar tu propia estrategia de cambio y así aumentar tus
posibilidades de éxito.
Aquí lo tienes: no hay una sola fórmula mágica. Hay tú fórmula
mágica. Este libro te dará las bases para que puedas crearla, para tu
cocina o para cualquier otro ámbito que requiera de un cambio.

Las variables del cambio


Los cambios duraderos no pasan porque si, sino porque ciertas
variables han facilitado la implementación de este cambio. Algunas
veces esto pasa por coincidencia. Muchas más veces los cambios no
persisten, porque alguna de las variables no han sido respetadas. Al
definirlas, por lo tanto puedes manipularlas y aprovecharlas para que
apoyen lo que tú quieres conseguir.
Visión: ¿qué quieres conseguir? O dicho de otra manera, ¿por qué
has decidido hacer este cambio ahora? ¿Quieres tener más energía?

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¿Quieres perder o ganar peso? ¿Has descubierto alguna intolerancia
alimentaria? ¿Estás cansada de la comida repetitiva de tu trabajo? La
visión, es el estado final que quieres conseguir. Puede que sea algo
relacionado con tu cuerpo, puede que sea algo relacionado con tu
rutina. Sin una visión, tus esfuerzos acabarán creando confusión. Es
importante que veas un sentido en lo que haces, en caso contrario
abandonarás tus esfuerzos en muy poco tiempo.
Habilidades: ¿qué necesitas saber? Para comer bien (sea lo que sea
que signifique esto para ti) no hace falta ser un chef de cinco
estrellas. Aún así es importante que tengas algunas habilidades
básicas: cortar verduras, freír un huevo, escoger ingredientes de
temporada. Seguramente ya tienes todas las habilidades necesarias
para conquistar tu propia alimentación, pero quizás querrás aprender
nuevas habilidades para variar un poco más en tu alimentación o
integrar sabores nuevos.
Incentivos: ¿para qué lo haces? La visión, es el objetivo final que
tú quieres conseguir. Los incentivos, son aquellas acciones que
puedes implementar en tu plan para no perder la motivación a lo
largo del camino. Pueden ser incentivos positivos (una cena en tu
restaurante favorito si consigues cocinar toda la semana) o incentivos
negativos (si no cocinas como mínimo tres veces esta semana, el
domingo no podrás encender el ordenador). Los incentivos, son
como metas a corto plazo que te ayudan a implementar el hábito y no
perder el rumbo.
Recursos: ¿qué necesitas? Una alimentación sana requiere
ingredientes seleccionados y herramientas prácticas. Sin una olla,
será difícil cocinar una sopa. Sin un cuchillo afilado, cortar aquellos
tomates puede convertirse en todo un martirio. Este capítulo quizás

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sea el más práctico de todos: ¿qué necesitas en tu cocina?, ¿cómo
puedes optimizar tu espacio y ver lo que necesitas para la próxima
cena sin tener que pasarte horas en el mercado o en la cocina?
Planificación: ¿cuál es el próximo paso? Una de las preguntas más
frustrantes de la historia es: ¿qué comeremos hoy?. De hecho en
muchos casos esta pregunta requiere más tiempo que la propia
elaboración de la comida. Si no tienes un plan, será muy fácil volver
a la alimentación habitual de pasta con tomate. Es lo más sencillo, es
lo más rápido, o eso es lo que crees en la urgencia de satisfacer tu
propia hambre (o el de la pareja). Este capítulo te dará ideas y
opciones que te facilitarán seguir tu propio plan. Es recomendable
que te aproveches de toda la ayuda posible: planes semanales,
recordatorios frecuentes, ideas para incluir a toda la familia,
experimentos que hacen el cambio más divertido, o aplicaciones de
móvil que te ayudaran en el seguimiento de tu propio plan. Estas
ayudas serán la clave para mantener el cambio a largo plazo y no
caer en la tentación de volver a los viejos hábitos una vez que lo
novedoso se haya difuminado.
Este libro será tu guía, tu apoyo para convertir tu cocina en una
fuente de bienestar. Aún así, la estrategia planteada es tan versátil
como tú. Puedes adaptarla a cualquier cambio que quieras conseguir.
Si puedes conquistar tus hábitos alimenticios, imagina ¿de qué más
serás capaz?
Por ahora, empezaremos con la alimentación, con tú alimentación.

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Tengo una visión: me siento bien y eso se nota
¡Enhorabuena!, has decidido tomar las riendas de tu alimentación y
hacer de la cocina tu dominio. O por lo menos has decidido que
quieres utilizarla como punto de partida en vez de pelearte con los
utensilios que has amontado a lo largo del tiempo. Para conquistar tu
propia cocina, para incorporar los hábitos alimenticios más
apropiados para ti y tu situación actual, el primer paso es definir
exactamente lo que quieres conseguir. ¿Qué es lo que te molesta de
tu situación actual? ¿Por qué quieres cambiar y qué es lo que quieres
conseguir?

¿Qué es y cómo crear una visión?


La visión es el objetivo final al que quieres llegar. Es algo positivo,
algo que te motiva para avanzar. Este aspecto es muy importante, ya
que muchas personas definen sus metas en negativo o demasiado
generales (o ambos). “Quiero comer menos” o “quiero tener más
energía”, no son más que buenas intenciones sin la fuerza de
motivación a largo plazo. Necesitas una visión más nítida, más
específica y más real. Tu visión por lo tanto deberá cumplir con los
siguientes requisitos:
! Tu visión no es un deseo, es tu presente: “Cocino mi propia
comida tres veces por semana.” en vez de “En el futuro
cocinaré más.”
! Tu visión es afirmativa: “Preparo mis propios platos para
llevar al trabajo” en vez de “Como menos comida
prefabricada.”

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! Tu visión es específica: “Cocino para toda la familia tres
veces por semana”, en vez de “Hacemos más comidas
familiares.”
Esta actitud te obligará a definir tu visión con claridad y te ayudará a
descubrir que es lo que realmente quieres conseguir. Si estás
intentando realizar un sueño que no es el tuyo, te darás cuenta en el
momento de crear esta visión. Así evitarás perder el tiempo
persiguiendo algo que en realidad ni te importa. Así que date el
tiempo para definir tu propia visión personal frente a la cocina.
Recuerda que la visión deberá ser nítida y clara para tí, no
necesariamente realista al punto de que ya conoces todos los pasos
para llegar. Crea algo que te puedes imaginar, aunque en este
momento no veas como podrás llegar a este estado. Ahora no es
momento de ser realista, sino de buscar tu solución ideal.
Una vez que tengas definida tu visión, te animo a que la traspases al
mundo real. Si eres una persona muy visual y creativa, puedes crear
un collage que visualize lo que quieres conseguir. Si te van mejor las
palabras, lo puedes escribir en una tarjeta y engancharla en la nevera.
Si no quieres que tu compañero de piso o tu pareja se enteren de que
estás cambiando algo, póntelo como fondo de pantalla o escríbelo en
tu punto de libro para que lo puedas leer a menudo. Si sabes que
puedes contar con las personas que te rodean, puedes convertir tu
visión en un reto y animar a tu entorno a que te ayude a cumplirlo.
En las próximas páginas encontrarás algunas de las motivaciones
más frecuentes que pueden desencadenar un cambio a nivel de
cocina. Si te reconoces en una de las descripciones, ¡genial!, utilízala
como punto de partida para redondear la descripción con tus propias
ideas y aspiraciones. O quizás, quieres conseguir una combinación

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única de distintos aspectos que aquí están divididos: ¡adelante!, crea
tu propia visión. Lo importante no es tanto cuál es tu visión, sino que
tengas una visión que te marque el camino. El énfasis que le pones a
los diferentes aspectos posibles marcará los pasos a seguir para
cambiar tus hábitos a la hora de comer y tus actividades relacionadas
con la cocina.

Operación bikini: luces lo que comes

Quizás la razón más extendida para cambiar de alimentación y volver


a la cocina son las dietas. El descontento con la visión de tu cuerpo te
lleva a probar todas las dietas que estén a tu alcance, rezando para
que el efecto rebote no te alcance antes del final del verano:
buscando ingredientes desconocidos, contando calorías o puntos,
calculando el ratio de hidratos de carbono y proteínas o luchando con
uno de estos shakes horribles. Te ves obligado a cambiar tu
comportamiento en la cocina para cumplir con el nuevo régimen. Se
supone que las dietas son el camino del sufrimiento que te lleva al
nirvana de los cuerpos perfectos y que una vez alcanzado el numerito
mágico en la báscula ya podrás volver a tus vicios antiguos. La meta
es un número, nada tiene que ver con el placer, con saber o querer
cocinar, ni siquiera con disfrutar de lo que comes. ¡Qué desperdicio!
En vez de concentrarte en los límites y las prohibiciones, puedes
crear tu propia visión del cuerpo tonificado y sano. Tu reto será el de
crear una visión digna de perseguir, concentrándote en las cosas que
todavía disfrutas en tu paso diario por la cocina.
Ejemplo 1: Tengo un plan semanal de comida que me permite
llevar mis propios tuppers al trabajo y sentirme saciada entre
horas.

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Ejemplo 2: Conozco las opciones de restaurantes con menús
sanos en mi ciudad y me aprovecho de ello entre semana. Los
fines de semana elaboro mis propias creaciones en casa.
El primer ejemplo sería más típico a una dieta tradicional, con la
diferencia de que el enfoque está en el proceso, no en el número
concreto de calorías. La mayoría de las dietas fracasa porque no has
conseguido incorporarlo en tu día a día, por lo tanto, cuando “dejas la
dieta” vuelves a los hábitos de antes. Con la primera visión crearías
un nuevo hábito, la dieta ya no se llamará dieta, sino alimentación.
El segundo ejemplo es más adecuado para una persona tan ocupada
que no tiene tiempo para preparar sus tuppers, o que no tiene la
opción de utilizarlos en el trabajo. Los fines de semana los podrá
utilizar para descubrir la cocina e impresionar a amigos y familiares
(si así lo desea).

El apagón: no tengo energía para nada

Una mala alimentación suele coincidir con fatiga y un nivel bajo de


energía. Si no consigues levantarte por las mañanas o si por las tardes
caes en el abismo del cansancio pos-comida, es posible que tu
sistema de alimentación requiera una actualización. Por supuesto que
las horas de descanso así como las actividades físicas (o la ausencia
de ellas) también tienen un impacto decisivo sobre tu nivel de
energía. Aún así, tu alimentación es un pilar clave, y además está en
tus manos ajustarlo a tus necesidades. Algo tienes que comer, sí o sí.
Así que algo tendrás que comprar, o comida ya preparada o los
ingredientes para prepararla tú o tu compañero. El deporte es
opcional (en cierta forma), mientras la comida te viene auto-impuesta
por las necesidades de tu cuerpo. Ya que lo tienes que solventar de

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alguna forma, aprovecha este momento para iniciar el cambio.
Ejemplo 1: Le doy a mi cuerpo el combustible necesario para
sentirme ligero y lleno de energía. Presto atención al efecto que
tiene la comida sobre mi bien-estar para optimizar este
combustible a mis propias necesidades.
Ejemplo 2: Apoyo mis actividades deportivas con la alimentación
adecuada, planificando y elaborando las comidas con tiempo
para no tener que preocuparme por este aspecto durante la
semana y concentrarme en mis otras actividades.
El primer ejemplo se concentra en los experimentos conscientes a
base de diferentes tipos de ingredientes y su preparación. Aunque no
tengas ninguna alergia, es posible que tu cuerpo gestione algunas
sustancias mejor que otras. Al experimentar con diferentes
ingredientes, controlando lo que comes y en qué cantidades, podrás
poner tu atención en el efecto que tienen los diferentes aspectos de tu
comida. A lo mejor te das cuenta que sin gluten tienes más energía o
que la falta de tu yogur mañanero te causa estrés mental. O puede
que simplemente te des cuenta que los productos fritos te hacen
sentir demasiado pesado y por ello decides cambiarlos por la
elaboración al horno o al vapor.
El segundo ejemplo combina las actividades físicas con una
alimentación basada en las necesidades de este tipo de actividad. El
autor de esta visión tenía muchos conocimientos de bioquímica, así
que sabía exactamente cuáles ingredientes eran importantes para
cada tipo de actividad que se proponía. En este caso puedes ver que
la visión requiere un tipo de habilidades importantes. No hay nada
que impida que incluyas cierto tipo de habilidades en tu visión. Lo

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importante es que no te preocupes por el momento si tienes los
conocimientos adecuados. Cuando lleguemos al apartado de las
habilidades ya te ocuparás de esta cuestión. En este momento, lo
importante es tu visión.

Compartir experiencias: la comida familiar

Cuando yo era niña, mis padres eran muy estrictos con los horarios
de comer. Desayunábamos juntos, sentados en la mesa, cada uno con
su plato preparándose el desayuno. Era el momento de planificar el
día y de ponernos de acuerdo en los diferentes planes que teníamos.
Aún en los días que entraba más tarde en la escuela, el desayuno era
sagrado. Había que levantarse para marcar presencia. Lo mismo
pasaba con la comida de los domingos. Siempre coincidíamos a las
13:30 del mediodía para sentarnos juntos, comer lo que había
preparado mi padre con tanto amor y charlar sobre cómo nos había
ido la semana. Recuerdo que algunas veces me quejaba de que tenía
que estar en casa a esta hora. Hoy veo la importancia de estos
encuentros regulares con la familia. Era un punto de encuentro
previsible y regular del que todos nos podíamos fiar. Todos sabíamos
que si queríamos hablar algo con todos los integrantes de la casa, la
comida del domingo era la mejor opción. La comida en este caso
sirvió como punto de conexión entre los miembros de la familia.
Ejemplo 1: Todas las mañanas desayunamos juntos en un tiempo
habitual reservado únicamente a esta actividad. Nos
concentramos en las personas que comparten la mesa con
nosotros y colaboramos todos en crear este espacio.
Ejemplo 2: Dos veces a la semana cenamos en familia con la tele
apagada saboreando una comida que preparamos por turnos.

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El primer ejemplo se concentra más en la dinámica del grupo (estar
presente, sin el móvil en la mano), mientras el segundo ejemplo hace
más hincapié en la elaboración propia de la comida en cuestión. Cada
familia es un mundo y cada familia tendrá que encontrar su propio
equilibrio. Lo que ambos objetivos tienen en común es la exclusión
de cualquier actividad que no tenga que ver con la comida: sin
teléfonos, televisores ni otros focos de atención. Será necesario crear
comunidad. Lógicamente, estos dos objetivos requieren que te
pongas de acuerdo con tu pareja, y dependiendo de su edad, quizás
con tus hijos. No es viable que tú cargues con toda la carga de
mantener la armonía familiar. Puedes ser el detonante, siempre
incluyendo a los demás de la familia.

Compasión y política: cambiar a una alimentación alternativa

Hay muchas razones para reducir el consumo de carne, para escoger


una dieta paleo (basada en lo que estaba disponible para nuestros
ancestros hace miles de años), para eliminar los lácteos de la dieta o
para cambiarse a una dieta vegana. También hay argumentos en
contra de cada una de estas dietas. Cada persona tiene que llegar a su
propia conclusión de preferencia, basándose en una reflexión que
vaya más allá de la polémica de la televisión. Dicho esto, un cambio
de consciencia puede, muy bien, ser la razón por la que quieres
cambiar tu dieta. Independientemente de si estas en desacuerdo con
el trato a los animales sometidos al sistema de cría intensiva de
ganado, o si simplemente quieres evitar las hormonas presentes en la
carne convencional: reducir el consumo de un alimento en concreto
(ya sea carne, productos procesados, lácteos, gluten, nueces,
productos que han viajado más de x km) automáticamente conlleva
cambios; tu reto será encontrar alternativas para cubrir tus

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necesidades alimenticias y para poder elaborar nuevos platos. Te
harás experto en experimentos, en adaptar recetas conocidas y en
descubrir recetas nuevas. La buena noticia es que internet se ha
convertido en un gran recetario para todo y cualquier tipo de comida.
No importa el tipo de dieta que pretendas emprender: hay alguien
que ya ha publicado recetas adecuadas o que te puede enseñar sobre
las alternativas existentes de ciertos alimentos.
Ejemplo 1: Mi alimentación está libre de productos de origen
animal. Soy capaz de servir una cena para 10 personas sin que se
den cuenta de que están comiendo algo vegano.
Ejemplo 2: Consumimos una cesta ecológica con productos de
temporada cada semana, sin desperdiciar ninguno de los
alimentos.
La primera visión contiene un reto muy concreto. No solo quieres
cambiar tu propia alimentación. También quieres aprender a
manipular los nuevos alimentos que descubras para demostrar que sí
se puede comer bien aunque no haya un pollo asado de por medio. Es
un buen truco el enriquecer tu visión con un reto, especialmente
cuando la visión es tan amplia como “no comer productos
procedentes de animales.”
La segunda visión se centra mucho en la versatilidad y en los
conocimientos acerca de productos de temporada. La decisión de
aprovechar lo que ofrece una cesta de frutas y verduras de temporada
puede incluir una reducción del consumo de carne (por comer más
verdura) o no. En todo caso, incluye un enriquecimiento de las dotes
culinarias de la persona que estará en la cocina por el simple hecho
de que te encontrarás con ingredientes que a lo mejor ni sabías que

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existían.

Educación alimentaria: preparando a tus hijos para el futuro

¿Tus hijos saben cocinar? ¿Saben hacer una lasaña, freír un huevo,
preparar mermelada o conservar legumbres? Si todavía no lo saben, a
lo mejor es tiempo de que los involucres en lo que pasa en la cocina.
Hoy en día es muy poco probable que se queden en casa hasta
casarse para que después su mujer se ocupe de su alimentación. Así
como todas las chicas deberían saber cómo cambiar una bombilla,
todos los jóvenes necesitan conocer las bases de una alimentación
sana. El número creciente de libros que se publican para solteros, que
de repente tienen que encargarse de su propia comida es un gran
indicador de que algo ha fallado en los últimos años. Los jóvenes
muchas veces carecen de conocimientos alimenticios y sobre todo,
de práctica en la cocina. Si la escuela no se ocupa del tema, la
alternativa es que impliques a tus hijos en todo el ciclo de la comida
en casa: desde la compra hasta el puzzle de cargar el lavavajillas o
lavar los platos. El reto es que tus hijos sepan cuánto vale un kg de
patatas, como convertirlo en un gratinado y dejar la cocina de tal
forma que ni tú te des cuenta que han pasado por ahí. Si consiguen
esto, sabes que has cumplido en prepararlos para el futuro.
Ejemplo 1: Involucro a mi hijo en la alimentación familiar,
haciéndole partícipe en la compra y elaboración de la comida así
como en las tareas que conlleva la comida diaria.
Ejemplo 2: Cada persona en la familia tiene un día asignado en
el que está completamente a cargo de la alimentación familiar.
Ayudo en la elaboración cuando hace falta, en el papel de asesora
y fuente de información.

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Estas dos visiones se diferencian sobre todo en la implicación de la
madre o del padre en el reto. En ambos casos toda la familia
participa, aunque de forma diferente. En el primer caso el hijo
participa en las actividades que ya lleva a cabo su progenitor,
mientras en el segundo paso el niño mismo se ocupa de que haya
comida sobre la mesa. El padre sirve de apoyo, pero la
responsabilidad reside desde el inicio en el niño. ¿Qué tipo de
objetivo es el más adecuado? depende de tu familia, de la edad de tus
hijos, de las actividades diarias, de tu relación con tus hijos y de tus
preferencias personales.

Versatilidad y curiosidad: me aburre lo que como


¿Comes todos los días lo mismo? ¿Te entretienes con pasta con
tomate, pasta carbonara y arroz con huevo estrellado? ¿Cuándo fue la
última vez que preparaste un wok de verduras frescas a la tailandesa?
El tiempo invertido para todos estos platos es el mismo, pero es
mucho más fácil cocinar lo que siempre has cocinado y caer en la
rutina. Probar algo nuevo requiere energía y después del trabajo ya
no tienes fuerzas para inventarte algo nuevo. Si al ver los tuppers de
tus compañeros de trabajo sientes envidia de todas las posibilidades
que no estás aprovechando, es hora de enfrentarte a la inercia de
seguir como siempre. Esta semana, algo tiene que cambiar.
Ejemplo 1: Semanalmente organizo mis comidas alrededor de
una cesta de productos de temporada, en combinación con un
alimento básico que tiene que cambiar cada semana.
Ejemplo 1: Pertenezco a un grupo de intercambio de comida en
el trabajo donde cada día otra persona trae el tupper para todos.
Organizo este grupo para asegurar que siempre haya 5

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integrantes y que se respeten las alergias de todo el mundo.
La primera visión es puramente personal, la segunda incluye un
aspecto social al involucrar a tus compañeros de trabajo en la
elaboración de las comidas. Mientras en el primer caso te ocupas tú
de todas las comidas, en el segundo caso podrás aprender de lo que
hacen otras personas. Por supuesto que también puedes buscar otra
forma de aprender de otros cocinillas, como apuntarte a un círculo de
cocineros u organizar fiestas en las que todo el mundo trae algo para
comer.

¿Cuál es tu visión?
Lo más importante de la creación de tu visión es que sea tuya. Tu
visión depende de lo que tú quieres, sin importar lo que creas que
quieran los que están a tu alrededor.
No te olvides que tú eres la única persona que puede hacer un cambio
en tu día a día. Además, es importante que estés consciente de que
solo cambiarás de forma duradera si realmente estás convencida de
que te sirve a ti. No cambies porque te lo dice una revista, tu madre,
tu vecina o incluso alguna amiga. Lo importante es lo que tú sientas.
Es importante que te sientas bien con tu cuerpo, no solo a nivel
visual, sino sobre todo a nivel de energía. Si estás muy cansado, si no
consigues levantarte, si te sientes pesada, entonces es muy probable
que te estés alimentando mal. Entonces es el momento de trazar tu
visión de lo que quieres conseguir. Parece que estamos hablando
solamente de la alimentación, pero verás que este hábito se puede
convertir en un hábito anclaje que te ayudará a hacer otros cambios
en tu vida.

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También es importante que te sientas bien con la rutina que has
creado y con lo que te rodea en tu cocina. Aunque tu tía no vive sin
su olla a presión, eso no significa que necesites tener una igual.
Nadie tiene derecho a interferir en lo que entra y sale de tu cocina,
con excepción de las personas que cocinan y limpian esa cocina.
Quieres un cuerpo lleno de energía y quieres una cocina que te
permita crear y mantener esta energía.
Si tienes más energía te será más fácil moverte. Quizás hasta
acabarás haciendo deporte. Si tienes más energía ya no te costará
tanto participar en las reuniones de trabajo. Tal vez disfrutarás más
de los fines de semana porque ahora sí que puedes acompañar a tus
amigos a sus salidas a la montaña. O sea, es mucho más que solo
cambiar lo que comerás en el desayuno (si decides comer un
desayuno) y cómo incorporarlo en tu rutina ya establecida. Tómate el
tiempo de evaluar qué quieres conseguir con tu cambio de
alimentación. ¿Qué es lo que te empuja hacia el cambio? Al
descubrir el verdadero objetivo detrás de tu cambio, más adelante
podrás diseñar el plan idóneo para ti.
Muchas veces nos dejamos engañar por lo que nos dice la publicidad,
lo que nos exige que hagamos para “ser más felices”. La lista de
tareas se alarga más y más hasta que te quedas agobiado de tantas
exigencias. Es hora de concentrarte en lo que tú quieres sentir, en lo
que tú quieres conseguir, en lo que a ti te hará sentirte bien. Es
posible que para tener más energía no tengas que cambiar muchas
cosas. O quizás te das cuenta que tienes que cambiar todo. No
importa, ya lo resolverás más adelante. En este momento la visión es
lo más importante, ya que esta visión será el punto de comparación
en tus avances alimenticios. Te indicará si estás en el buen camino o

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si te falta mucho todavía para alcanzarlo. También te ayudará a
diseñar los incentivos. Cuando sabes que es lo importante para ti, es
más fácil decidir metas intermedias.
Existen diferentes tipos de visiones: mis visiones, los deseos de los
que me rodean, las exigencias que tengo frente a mis hijos. No te
dejes engañar, los cambios de verdad siempre están centrados en ti,
en lo que tú quieres hacer. Frente a otras personas puedes justificarte
como quieras, en el fondo tú eres quién decide cambiar algo o seguir
como siempre. A lo mejor a tus colegas les va mejor si piensan que
estás de dieta, o a tu suegra le puedes decir que no puedes comer
gluten para que deje te atormentarte con la pizza. Son todas razones
legítimas, pero en el fondo lo importante es lo que quieres conseguir
tú. Póntelo por escrito (si hace falta en algún lugar donde nadie lo
vea) y léelo regularmente para recordar que estás intentando
conseguirlo.
Y ya que estás con tu visión, es muy probable que te vengan a la
mente otras ideas que no quieres perder:
! ¿Existen personas que ya llevan el estilo alimenticio que te
gustaría conseguir?
! ¿Tienes en mente ideas de cocina que no te has atrevido a
probar hasta ahora, pero que te gustarían incluir como
experimento?
! ¿Qué aspecto de tu visión es la que te da más inseguridad?
¿Tienes miedo a la planificación? ¿Crees que no conseguirás
comprar todo lo necesario? ¿Te preocupa el poder agobiarte
en la búsqueda de la receta perfecta?

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Asegúrate de anotar todas estas ideas para poder volver a ellas más
adelante e incluirlas en tu estrategia final. Serán indicadores potentes
para definir tus habilidades, tus incentivos y los recursos que te
hacen falta.

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Tus habilidades: lo que deberías saber (y qué
hacer si todavía no lo sabes)
Todo cambio requiere de algunas habilidades específicas. Las
habilidades son aquellos conocimientos, generalmente aplicados a la
práctica, que te permiten realizar el cambio. Al inicio del cambio de
algún hábito o creación de una rutina completamente nueva,
utilizarás habilidades que ya posees. Sin embargo, es posible que más
adelante necesites desarrollar nuevas habilidades y aprender nuevas
estrategias para seguir adelante con este cambio. Por ello al inicio
todos los cambios parecen fáciles, aunque suelen convertirse en una
fuente de ansiedad más adelante. Para evitar esta situación, es
imprescindible prever las dificultades que pueden surgir
posteriormente para que puedas estar preparado. Al fin y al cabo, las
habilidades se pueden aprender y/o mejorar.
Hay distintos tipos de habilidades, algunas más intelectuales que
otras. Para facilitar el análisis, las podemos dividir en habilidades
físicas, habilidades cognitivas y habilidades mentales.
Las habilidades físicas se refieren a lo que eres capaz de hacer con
tu cuerpo. Cortar cebolla es una habilidad física, así como darle la
vuelta al cordero en el horno. Las habilidades físicas (o técnicas) más
importantes en la cocina son sin duda la habilidad de limpiar y
preparar los ingredientes (pelar, cortar, triturar...) para su posterior
cocción, ya sea al vapor, en agua, al horno, frito etc.
A diferencia de los otros tipos de habilidades, las habilidades físicas
tienen una característica especial: existen grados de maestría que
invervienen en el proceso, aunque no alteren el resultado. Así, es

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posible que tú tardes 35 segundos en pelar una patata, mientras que
tu hijo se pelea con ella durante 2 minutos, y además pierde media
patata en el proceso. Mientras tanto, un chef maestro tarda 10
segundos en pelar la misma patata y cortarla en daditos uniformes.
Por lo tanto no es solamente importante detectar que tipo de
habilidades tienes, sino también de definir si lo que sabes es lo
suficiente o si quieres practicar para mejorar tu rendimiento en este
tipo de actividad. Recuerda que no hace falta llegar a la perfección
(la tortilla de patatas no sabe mejor ni peor por el tiempo que tardaste
en pelar la patata), sino en encontrar la forma en la que te sientes a
gusto con lo que haces.
Las habilidades cognitivas son todos aquellos conocimientos
teóricos que has aprendido a través de libros, revistas, cursos de
cocina o buscando recetas en internet. Saber que un huevo duro
requiere 9 minutos de cocción es una habilidad cognitiva. El hecho
de que pongas los frijoles en remojo la noche anterior a su utilización
es una habilidad cognitiva, así como la preparación de un cheesecake
sin productos lácteos. Mientras las habilidades físicas requieren la
práctica para mejorar, las habilidades cognitivas nacen del
aprendizaje teórico. No importa si lo aprendes a través de un libro o a
través de una profesora que te lo explica en un curso de cocina: son
conocimientos que puedes utilizar a partir del momento que los has
aprendido. Saber que el pastel necesitará 45 minutos a 180ºC no es
una habilidad que mejore con el tiempo, sino parte de la habilidad
cognitiva necesaria para llevar a cabo esta receta en concreto.
Las habilidades mentales muchas veces nacen de las habilidades
cognitivas. Son aquellos conocimientos teóricos que has adquirido
gracias a tu experiencia sin haberte puesto a estudiar para ello. Este

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tipo de habilidades generalmente gira alrededor de las actividades
que sueles realizar con cierta frecuencia: sabes que esta tortilla está
hecha sin poder explicar exactamente por qué, simplemente porque
ya lo has hecho tantas veces…. Y a esta pasta le faltan 2 min,
mientras a las patatas es mejor sacarlas ahora, si no se van a
deshacer. Estas habilidades, esta intuición es el resultado de una serie
de pruebas, repeticiones, y sí, también fracasos. Aprendiendo de los
propios errores y observando a personas que ya han conquistado lo
que tú quieres conseguir es la mejor forma de adquirir o conseguir
estas habilidades. En la cocina, puedes aprovechar a tus amigos o a
tu familia para este fin: comparte la cocina con ellos para ver como
tu madre hace su famoso cordon-bleu o como tu mejor amiga prepara
un púdin de verduras. .

Habilidades existentes vs habilidades necesarias


Las habilidades que necesitarás para dominar tu cocina y por
consecuencia tus hábitos alimenticios, dependen de la visión que has
escogido. Si quieres trabajar con productos de temporada, necesitarás
saber qué tipos de productos están disponibles en esta época del año.
Al contrario, esta información quizás no te interesa si tu reto no
especifica el tipo de productos que vas a utilizar. La lista de
habilidades aquí mencionadas por lo tanto es abierta en el sentido
que tendrás que escoger las habilidades que se refieren a tu situación
actual, ignorando aquellas otras habilidades que no te ayudarán en
alcanzar tu visión. Es posible que tengas habilidades que al fin de
cuentas no son indispensables para alcanzar tu reto, estas habilidades
pueden ser tu ingrediente estrella para convertir tu planificación final
en algo especial y muy tuyo. Las habilidades que por otro lado

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identificas como necesarias o imprescindibles para seguir adelante,
entrarán en tus actividades de preparación.
Si te das cuenta que existe alguna habilidad que tienes que dominar
pero que en este momento todavía no sabes ejecutar, entonces tu
primer paso será encontrar una forma de adquirir esta habilidad. Si
en la cocina quizás tan solo te hace falta la práctica en algunas
actividades típicas; un buen libro de cocina y un repertorio de recetas
adecuadas será suficiente. Si para conseguir tu meta hace falta
terminar los estudios universitarios de chef, entonces quizás te hayas
puesto un objetivo demasiado exigente (o en el fondo lo que quieres
es abrir un restaurante).
En las siguientes páginas encontrarás algunas habilidades que pueden
(o no) facilitarte tu camino hacia el objetivo que definiste en el
anterior capítulo. Toma nota de las que requieren algo más de
trabajo, para estar preparada cuando las necesites.

Organización del cambio

Quieres cambiar algo y lo quieres convertir en un cambio duradero.


Será indispensable que practiques tus dotes de organización. No te
preocupes si te consideras un desastre en este campo. Existen
herramientas que te pueden facilitar la planificación. Desde
recordatorios automatizados, recetas diarias, recetarios semanales,
listados de especies, etc. A tí te tocará escoger las herramientas que
te den el apoyo que necesitas. Para escoger bien tus armas de
cambio, recuerda si ya existe algo que haces regularmente. ¿Cómo
recuerdas que lo tienes que hacer? ¿Utilizas algún método para no
olvidarte de lo que tienes pendiente? Seguramente sabes si te va
mejor planificar las cosas en papel u online, si te es fácil utilizar

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aplicaciones de móvil o si prefieres una agenda impresa en la puerta
de la nevera. Define ahora cuáles son tus modos de planificación y de
dónde sabes que vendrán los retos.

Tu relación con las recetas

Seguramente necesitarás un listado más o menos extenso de recetas.


Si quieres cambiar de alimentación, empezarás a preparar comidas
que hasta ahora no contemplabas en tu día a día. La habilidad
principal en este contexto es entender cómo te relacionas con las
recetas: ¿las sigues al pie de la letra (si son 325g de azúcar, por algo
será) o prefieres ir a ojo? ¿Estás de acuerdo en utilizar ingredientes
adicionales que no están incluidos en la receta original? ¿Qué tal tu
habilidad de intercambiar ingredientes para cumplir con tu objetivo,
a pesar de que la receta del cheesecake sí contiene un montón de
productos lácteos?
Si dependes mucho de las recetas originales y te cuesta intercambiar
ingredientes, te recomiendo que empieces desde ya, a crear tu propia
base de datos con recetas interesantes que cuadren con tu objetivo, o
buscar información sobre que productos se pueden intercambiar con
otros. No hace falta ser vegano para aprovechar el conocimiento que
tiene este colectivo acerca de la sustitución de todo tipo de
ingrediente de origen animal. Existe un sin fin de páginas webs y
libros de cocina vegana que ofrecen alternativas para el uso de
huevos en la elaboración de pasteles o para sustituir la mantequilla al
preparar una salsa bechamel. Mientras tanto, los recetarios de la dieta
paleo suelen incluir amplia información acerca de las proteínas y
carbohidratos de cada receta.
Si crees que necesitas mejorar tu relación con las recetas, en un

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primer momento es recomendable que consumas el máximo de
información posible para poder adaptar lo aprendido a tu propio plan
de cambio. Marca las páginas que te parezcan más interesantes y
sobre todo no te dejes intimidar por las diferentes creencias. Algunas
páginas de recetas son muy insistentes a la hora de vender su propia
filosofía como la mejor del mundo. Por el momento esta no es tu
batalla. Tú estás aquí para aprender cómo aprovechar el
conocimiento brindado para tu propio plan. No importa si decides
dejar los productos lácteos porque te causa alergia o por razones
políticas, la causa no tiene por qué influenciarte a la hora de elegir la
receta más sabrosa.

Cómo cortar con un cuchillo

Probablemente tu objetivo implica que cocinarás más. Quizás no


todos los días ni todas las comidas, pero seguramente aumentarás la
frecuencia de entrada a la cocina. Así que estarás en contacto con los
cuchillos, el pelador, quizás hasta con la batidora. ¿Sabes cómo
utilizar cada uno de los cacharros de tu cocina? ¿Sabes picar una
cebolla sin destrozarla y sin incluir tus dedos en los trozos cortados?
¿Sabes usar, y sobre todo, sabes limpiar la licuadora? ¿Sabes cómo
programar el microondas (si decides incluirlo en tu plan) y cómo
poner la alarma en tu horno? Date un paseo por tu cocina, coge en
mano todas las herramientas que encuentras en este espacio e intenta
recordar si ya lo has utilizado en el pasado, si sabes cómo utilizarlo y
si tu habilidad es suficiente como para sentirte cómodo utilizándolo.
No es lo mismo saber pelar una patata sin accidentes que saber
sacarle la piel sin desperdiciar un gramo de patata.
Encontrarás tres tipos de cacharros en tu cocina: los que usas a
menudo (con más o menos destreza), los que no utilizas nunca y los

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que utilizas de vez en cuando para servir algo muy específico. Ya que
estás revisando los cacharros: toma nota de lo que necesita práctica y
pon en un cajón específico todas aquellas herramientas que no has
tocado en un año. Más adelante (en el capítulo de las herramientas)
podrás revisar este cajón para decidir que harás exactamente con
todas estas herramientas abandonadas.

Para qué sirve el tomillo

Con o sin recetas, saber manejar las especias es de gran utilidad para
mejorar muchos platos y para dar la ilusión de una gran variedad en
tus preparaciones diarias. Si añades chile y un poco de zumo de lima
a tu tortilla, lo has convertido en plato mexicano. La misma tortilla
con curry y jengibre parece una especialidad de la India, mientras
que cebolla, ajo y perejil te llevan al Sur de Europa. Conocer el uso
de las variadas hierbas te ayudará a cambiar cualquier tipo de receta
en algo completamente diferente y así evitar que te aburras de tus
propias creaciones.
No existen cursos para aprender a utilizar las especias, aun así es una
habilidad bastante fácil de aprender. Nada impide que utilices las
chuletas que hagan falta en tu cocina. Con una lista a seguir sabrás
cuales combinaciones de sabores evocan cuál geografía
gastronómica. Puedes poner este recordatorio al lado de tus especias,
o puedes anotar en cada botecito para qué sirve este tipo de hierba. Y
ya que estás revisando lo que tienes: tira todas las hierbas que hayan
estado abiertas durante más de 12 meses. Utilizarlas sería como
añadir paja a tus platos.
! México: lima / limón + chile
! India: curry

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! India del Norte: comino + jengibre + ajo
! Egipto: limón + perejil
! Oriente medio: comino, cilantro
! Marruecos: comino, cilantro, canela, jengibre + cebolla +
tomate / fruta
! África del Este: chile, ajo, jengibre, clavo
! África del Norte: ajo, comino, menta
! Grecia: aceite de oliva, limón, orégano
! Italia / Francia: aceite de oliva, ajo, albahaca
! Francia: hierbas de Provenza, vino
! Italia: aceite de oliva, ajo, perejil y/o anchoas, opcional:
tomate seco
! España: aceite de oliva, pimienta, cebolla
! Europa del Norte: crema de leche, eneldo, páprika dulce
! Nepal: lima, jengibre, chile
! Asia central: canela, nueces, pistachos, frutas
! Tailandia: salsa de pescado, jengibre, cilantro, chile
! Vietnam: salsa de pescado, limón
! Laos: salsa de pescado, coco
! Japón: tamari / salsa de soja, azúcar, sake, sésamo (aceite o
semillas tostadas)
! China: tamari / salsa de soja, vino de arroz, jengibre
Aparte de las combinaciones, es una buena práctica el anotar en cada
botecito, para que sirven las especies más comunes en tu armario:
Perejil: sopas, salsas, ensaladas, pescado, huevo, carne y verduras:
especialmente en combinación con tomate, patata o cebolla
Albahaca: tomate, pesto, pasta, ensaladas, carne, pescado. Combina

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muy bien con romero, tomillo u orégano.
Tomillo: combina muy bien con comidas pesadas para hacerlas más
fáciles de digerir. A combinar con romero, albahaca u orégano. Úsalo
para: carne, pescado, salsas, estofados, huevos.
Romero: venado, cordero, patatas, verduras, sopas, estofados.
Menta: sirve para comidas dulces o picantes. Úsalo para preparar:
postres, bebidas, salsas, pescado, carne, ensaladas.
Salvia: usar muy poco ya que es muy potente. Añadirlo desde el
principio y combinar con romero, tomillo o laurel. Úsalo para
preparar: pescado, carne, salsas, infusiones, ensaladas.
Orégano: la típica hierba italiana para pasta, pizza, verduras (tomate,
berenjena, calabacín, queso)
Estragón: usar pequeñas cantidades ya que es muy intenso. Úsalo
para preparar: pizza, pescado, ensalada, salsas.
Laurel: sabor muy intenso, utilizar con precaución. Úsalo para
preparar: pescado, setas, carne, sopas, estofados
Cilantro: para cocina asiática, salsas, ensalada, carne.
El conocimiento sobre estas hierbas es una habilidad muy fácil de
adquirir (o de tener al alcance de la mano) y que te servirá mucho en
el momento de ponerte a cocinar. Y si otra persona cocina para ti,
muchas hierbas se pueden añadir al plato después de haberlo
cocinado, así que ahora serás capaz de mejorar los platos que te
parecen sosos sin refugiarte únicamente en el uso de la sal.

Limpiando sin accidentes

Saber limpiar también es una habilidad, aunque quizás no sea tu

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favorita. Si no dominas la limpieza, es muy probable que tus intentos
de conquistar la cocina se vean frustrados al segundo día, cuando
vuelves a la cocina y esté hecha un caos completo. Si compartes la
cocina con tu familia o tu pareja existen diferentes modelos: “quién
cocina limpia” vs “yo cocino – tu limpias”. Elegir cuál de estas dos
opciones será la más apropiada dependerá de la división de trabajo en
casa. Si siempre es la misma persona quien cocina, sería interesante
que la(s) otra(s) persona(s) se implique(n) por lo menos a la hora de
limpiar. Si los integrantes de la casa alternan el hecho de cocinar,
cada uno puede limpiar lo suyo.
Esta segunda opción tiene otra ventaja: si la persona que cocina
también es la persona que limpia, tendrá más interés en tapar la
sartén al freír para no tener que fregar las paredes después. Utilizará
menos herramientas o las pondrá directamente en el lavavajillas en
vez de dejarlo todo amontado en la pica.
Esta práctica de limpiar sobre la marcha mientras estás cocinando,
también puede servir en otros ámbitos de la vida. Te entrena para
guardar la ropa directamente en vez de dejarla sobre la cama primero.
Te enseña a guardar las cosas encima de la mesa de paso, en vez de
esperar que todo se acumule y el fin de semana se convierta en un
drama de limpieza interminable. Sobre todo si cocinas a diario, vale
la pena practicar para que la limpieza se convierta en algo
automático, integrado en el proceso de cocinar.
Para facilitar este proceso de limpieza utilizarás dos habilidades: la
versatilidad de las herramientas y la acción inmediata. Entre cortar
cebolla y cortar tomate no cambies de cuchillo, límpialo con un
chorrito de agua. Cuando acabes de cortar todo, pasa la tabla de
cortar por el agua y déjala escurrir. Así solo la tendrás que guardar al

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final de todo. Si quieres probar la salsa durante la preparación utiliza
una sola cucharita (y la lavas rápidamente si hace falta). Mientras la
lasaña está en el horno, aprovecha los 15 minutos para limpiar la
superficie y las herramientas utilizadas. De esta forma cuando saques
la comida del horno solo te quedarán pendientes el recipiente de la
lasaña y los platos que efectivamente utilizarás para comer. Te
costará cinco minutos después de la comida y te relajará un montón
al día siguiente.

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Incentivos: ¿qué te impulsa?
Fuiste tú, quien decidió conquistar la cocina y tomar las riendas de tu
alimentación. Tú, escogiste un objetivo o una meta que quieres
cumplir a través de este cambio. El resultado final que quieres
conseguir, es tu primer factor de motivación para dar el primer paso.
Aun así, esta motivación inicial no es suficiente para asegurar que
tengas éxito a largo plazo, algo que quizás ya hayas vivido en el
pasado. Cuando el objetivo está demasiado en el futuro, tu cerebro le
quita importancia y la motivación cae en picada. Por eso es
importante que tengas una estrategia para aumentar y mantener tu
motivación a lo largo de todo el proceso, hasta que se haya
convertido en algo tan natural que ya no te suponga trabajo
recordarlo. Sin motivación el cambio se estancará y como mucho
conseguirás un cambio muy gradual muy por debajo de tus
posibilidades. Acabarás pensando que la cocina no es para ti, que
nunca podrás comer más sano, que un cambio es imposible y que
menos mal que hay un kebab al lado de tu casa. Para evitar este
fracaso, puedes diseñar un sistema que mantenga tu motivación más
allá de la primera semana de ilusión y ganas.

Tu meta final (y los pequeños pasos)

El objetivo que definiste al inicio de este libro quizás ya incluya


alguna meta final. Si no es así, define ahora algún evento o alguna
actividad que te indique que realmente has cumplido con tu objetivo.
Esta meta final puede ser relacionada con el objetivo, por ejemplo
crear una cena vegana con tus amigos sin que ellos se den cuenta.
También puede ser algo que no tenga relación directa con tu
actividad, pero que te anima al considerarlo un premio, por ejemplo,

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cenar en un lugar importante para ti o comprarte aquel gadget
electrónico.
Tal vez te quieres dar el placer de una cena súper diferente con todo
el dinero que ahorrarás al dejar de comer fuera en tu hora de
descanso. El incentivo final te lo pones tú, ahora te falta un sistema
para recordar este incentivo final y preparar todo para no perder la
motivación a lo largo del camino.

Pequeños pasos hacia el éxito

A lo largo del camino hacia tu objetivo final puedes definir diferentes


pequeñas metas y que cada una sea razón de celebración para que
aumente tu autoestima y tu fe en el éxito. Mientras el objetivo final
puede ser grande y abstracto, las pequeñas metas del camino deben
ser tan pequeñas y tan ridículamente fáciles de cumplir que ni se te
ocurriría de no hacerlo. Así aprenderás a que en realidad, tu
conquista de la cocina es un paseo y tu subconsciente se
acostumbrará a observar que los fracasos en la cocina no existen.
Inspírate en estas pequeñas metas, que para mayor éxito puedes
combinar con una fecha límite (durante 30 días, hasta mi
cumpleaños, durante las vacaciones). En los días que luchas por
cumplir con las mini metas, esta fecha final será tu salvación.
! Antes de dormir dejo un vaso de agua encima del mostrador
(mejora de tu hidratación)
! Los miércoles recojo la cesta ecológica (que ya has pagado,
así que...)
! Cocino un plato nuevo por semana (o por mes)
! Entro en el supermercado una vez a la semana

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! Corto una verdura por día (una cebolla, un tomate), aunque
sea para hacer una ensalada.
Lo importante es que estas mini metas te exijan un mínimo (o
ningún) esfuerzo. A lo mejor tendrás que ponerte una alarma en el
móvil para dejar el vaso de agua preparado, pero aparte de esto no
existe excusa en el mundo que te pueda impedir el realizar esta
actividad. Y antes de que te des cuenta se ha convertido en un hábito
que ni siquiera requiere de alarma.

Déjate impregnar por cocinillas

No hace falta que salgas en búsqueda de nuevos amigos y que


empieces a acampar en la puerta de algún chef reconocido con
estrellas Michelin (aunque ayuda). Lo que quieres es tener personas
motivadas a tu alrededor, que les encante tu nueva meta, que te
apoyen o por lo menos que no te critiquen o te invadan con sus
propias ideas, mientras tú estás descubriendo tu camino. Intenta
averiguar secretamente quién, entre tus amigos, es un mago en la
cocina para poder intercambiar experiencias con él o ella y a lo mejor
aprender algún truco de cocina. No significa que ahora ya no podáis
hablar de vuestra banda favorita, sino, de que haya alguien que de
vez en cuando te pregunte qué tal te va con tu reto y si ya has visto
aquella nueva tienda de productos a granel en el barrio.
Si en tu entorno no hay nadie que se acerque a la cocina en su sano
juicio, no les cuentes lo que estás intentando hacer. Los comentarios
sarcásticos o de envidia no te servirán en tu camino. En vez de eso,
busca la motivación en series de televisión, en libros, o en podcasts.
No importa el formato que más te guste para aprender cosas, existe
contenido adecuado para ti. Si te encanta leer, busca biografías de

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grandes chefs, de personas que han conseguido retomar las riendas
de su vida gracias a la alimentación. Lee libros o blogs o páginas de
personas que han hecho el cambio que tú quieres hacer, personas que
están intentando evitar el mismo tipo de alimentos o personas que
han encontrado una solución para el problema del tupper. Y a lo
mejor lo puedes convertir en alguna de tus mini-metas (leer durante 3
minutos algunas historias motivadoras cada día).
Si prefieres los podcasts o las series de televisión o de YouTube,
búscate contenido que te inspire. Quizás te inspiren las pelis como
Chocolate, Ratatouille o La historia de Julia Childs. O talvez te
diviertas mirando shows de cocina (hoy en día hay chefs bastante
divertidos) o programas científicos que explican el impacto que
tienen ciertos alimentos sobre el cuerpo humano (positivo o
negativo). Este tipo de información aumentará tus ganas de hacer lo
mejor para tu propio cuerpo.

Conviértelo en un juego o una competición

¿Eres competitivo? Búscate una persona que quiera conseguir el


mismo cambio, para definir un reto cada semana que tengas que
cumplir. ¿No eres muy competitivo o no tienes con quién competir?
Convierte tu cambio en un juego con puntos y penalizaciones. Cada
comida preparada en casa suma dos puntos. Cada comida de fuera
resta un punto. O date puntos para diferentes tipos de comida, extra
puntos para utilizar una nueva hierba... tu creatividad es el límite.
Si te gustan las redes sociales visuales como instagram o pinterest, o
si te gusta escribir, también puedes crear un #hashtag o un blog
acerca de tu reto de la cocina y subir una foto cada vez que consigues
cumplir una mini meta. Puede ser una foto de una de tus creaciones

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culinarias o de la hierba que has utilizado hoy. Puede ser una entrada
con el tiempo exacto que has utilizado para limpiar la cocina después
de cocinar. O puede ser una crónica con el número de cacharros que
has utilizado para cocinar. Todas estas ideas te ayudarán a tomar
conciencia de lo que comes y de cómo lo preparas. .

Recuerda por qué lo haces

Nunca pierdas de vista tu objetivo. La razón por la que te has


embarcado en esta aventura es el incentivo más potente de cualquier
cambio que estés buscando. Cuando estés a punto de dejarlo todo,
vuelve a revisar tu mapa de los sueños, tu descripción del resultado
perfecto. Recuerda exactamente que te hizo buscar este libro para
mejorar tu relación con la cocina. Nadie decide cambiar su
alimentación o re-organizar su casa simplemente porque sí. Siempre
hay una razón más profunda: conecta con esta razón cuando te de
palo de volver a salir de compras porque nuevamente te falta tomate.
Si te das cuenta que pierdes la motivación muy a menudo, puede ser
un interesante ejercicio el analizar qué exactamente te hace perder las
ganas de seguir. Quizás existe una solución para esta situación para
así reducir la probabilidad de que te aburras. Existen varias
situaciones en la cocina que te pueden generar un estrés adicional
que no te hace falta:
***
Situación: Te falta un ingrediente en concreto.
Solución: En la planificación semanal, incluye una revisión rápida
de lo que tienes. Ajusta tus compras a tu necesidad.
***

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Situación: Los ingredientes se estropean demasiado rápido.
Solución: Comer comida natural y sin procesar no necesariamente
significa que todo tenga que ser fresco. Muchas verduras y también
frutas se pueden congelar, una vez lavadas y cortadas. En algunos
países también es posible comprar legumbres o verduras congeladas
sin aditivos añadidos. Aprovecha esta opción para facilitarte la vida.
***
Situación: La limpieza de la cocina es agotadora.
Solución: Si tienes un lavavajillas: utilízalo! Siempre gastarás menos
agua con esta máquina que lavando a mano. Si este cacharro no cabe
en tu cocina, practica el lavado inmediato (ver habilidades) de tus
herramientas. Así acortas el tiempo pos-comida.
***
Situación: Siempre sobra mucha comida y acabas tirando
demasiados alimentos.
Solución: En parte esta frustración depende de tu habilidad de
planificación, posiblemente lo puedas mitigar con ayuda de tu
congelador y un buen juego de tuppers. Importante: consigue unas
etiquetas para escribir en cada tupper lo que has guardado y cuándo
lo has hecho. La mayoría de las comidas se pueden guardar 2-3 días
en la nevera (una vez preparadas) y hasta medio año en el
congelador. Eso te dará tiempo para llevarte los restos al trabajo o
servirlos en otra ocasión (y con menos limpieza posterior).
***
La frustración y las ganas de dejar tu meta atrás no necesariamente
indican que tú no eres capaz de hacerlo. Muy al contrario: puede ser

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un indicador de que estás en buen camino pero que aún te hace falta
afinar en uno u otro aspecto para optimizar tu estrategia de éxito.

Planifica tan bien que siempre sepas lo que viene ahora

Un de las peores discusiones que existe entre parejas es el “y qué


comemos hoy”, seguido de la lamentación “no tenemos nada en casa
para preparar algo decente”. Muy parecido a lo que pasa con el
armario: abres la puerta y mirando tus 392 prendas, te das cuenta que
no tienes nada que ponerte. Si vives solo, la angustia es la misma. Si
compartes la vida (y la cocina) con una pareja, el resultado de la
anarquía alimenticia puede ser una discusión seria que acaba con la
visita al kebab o al restaurante de comida rápida de turno.
Hay dos formas de resolver este conflicto.
1. La planificación semanal de las comidas.
Junto con tu pareja, preparas una lista de comidas estipuladas
para esta semana. Si te gusta lo previsible puedes definir la
comida para cada día. Si prefieres un poco de sorpresa puedes
escoger diferentes tipos de platos, escribir cada uno en un
papel y guardar los papeles en un tupper, de esta forma cada
día sacas un papel a ciegas que definirá lo que cocinarás hoy.
No importa si habéis decidido la lista por orden o por
sorpresa: es importante que al inicio de la semana consigas
todos los alimentos que necesitarás para los diferentes platos
sorpresa. Si eres abonado de una cesta ecológica, asegúrate de
incluir opciones que se puedan adaptar según la verdura que
te llegará de sorpresa.
2. Convertir la cocina en una dictadura.
Si tu pareja pasa de discutir estas cosas contigo, por lo menos

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podéis llegar al acuerdo de la hegemonía cocinera: quién
cocina decide. Para evitar abusos podéis cederos un veto a
cada uno por sí hoy realmente no te apetece gratinado de
setas. Para que esto funcione vale la pena hacer una lista de
platos que os gusten a los dos, porque claro está, aunque se
trate de una dictadura querrás ver a todos los ciudadanos
felices, así que ninguno de los dos cocinará algo que sabe que
el otro odia.
Ojo: con la dictadura firmemente empleada tienes dos
opciones para asegurarte que siempre podrás cocinar. Puedes
hacer tu planificación individual sin que esto tenga que
incluir tu pareja o puedes tener suficientes “opciones
duraderas” en tu armario de cocina, o sea suficiente recetas
que se puedan elaborar simplemente con las cosas que por
inercia siempre tendrás en casa.

Intercambio de tareas con tu pareja / compañero de piso

Esta idea no es solo una idea genial para motivarte, sino que también
convertirá la experiencia de la nueva cocina en una experiencia
compartida. La idea es muy simple: que cada uno haga lo que menos
le duele, a cambio de que el otro haga algo. La parejas que viven
según el “yo cocino – tú lavas los platos” ya han implementado un
tipo de intercambio de tareas, cada uno quedándose con la que menos
le molesta. Puedes incluir este sistema dentro de los pasos de cocina:
yo cocino – tú compras. Yo preparo la carne – tú picas la cebolla. Tú
cortas las verduras – yo lavo la licuadora. También lo puedes incluir
dentro del sistema más amplio: yo pico la cebolla – tú quitas el polvo
de los muebles. Yo te preparo tu estofado favorito – tú haces las
compras.

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Este sistema funciona por dos razones: te libras de algo que te parece
“peor” de lo que haces a cambio, y sientes que la otra persona se
preocupa por ti y te hace la vida más fácil.
Una vez que tengas la cocina simplificada y tus hábitos alimenticios
bien organizados ya no necesitarás tanta motivación para mantener el
sistema. Llegará el momento que sabrás de memoria qué hacer con
aquellas acelgas que sobraron o cómo utilizar mejor estos pimientos
para que no se pierdan. Pero hasta que llegues a este punto, es
imprescindible que te motives.

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Recursos: herramientas, entorno y organización
Los recursos, son todas aquellas necesidades que tienes que cubrir,
para poder realizar tu sueño de la cocina organizada y minimalista.
En tu cocina, los recursos son todo aquello que utilizas (o no), para
cubrir tus necesidades alimentarias, ya sean ollas, cuchillos o el
paquete de arroz blanco en la despensa. Los recursos se pueden
comprar, aunque muchas veces también llegan a tu casa en forma de
regalo. Es muy típico que de esta forma, la cocina se vaya llenando
de cacharros. Es mucho menos frecuente el que te pongas a sacar
cosas de tu cocina. El resultado final, es una cocina llena de recursos
que te entorpecen más de lo que te ayudan. La organización y la
selección consciente de lo que te rodea en la cocina, es por lo tanto,
una tarea importante para poder sacar el mayor provecho de los
recursos de que dispones.
La filosofía minimalista te incentiva a que simplifiques los recursos
que te rodean, manteniendo únicamente aquellos cacharros e
ingredientes que utilizaras a menudo. Es tú cocina, y las herramientas
tienen que adaptarse a tu forma de moverte en ella. El experto eres
tú.
Este capítulo te presentará un montón de herramientas e ingredientes
que pueden serte útiles para tu cambio. La mayor parte de estos
objetos ya los tienes en casa, así que no hace falta que vayas a
comprar uno nuevo. Ya tienes tu cuchillo de cocina (aunque quizás
necesite un afilado) e imagino que también dispones de sartenes y
ollas. En la organización minimalista, el truco no es tanto conseguir
los cacharros necesarios, sino desprenderte de aquellas cosas que
compraste pero que casi nunca utilizas. Es hora de que amplíes tu
vocabulario, de “lo necesito” al “puedo prescindir de ello”.

Ventajas de una cocina minimalista

He visto un sinfín de cocinas en dónde solo, al abrir la puerta del


armario, se te caen las ollas y sartenes encima. Casi no se puede abrir
el cajón de lo lleno que está con cuchillos de toda índole:
sacacorchos, piezas especiales para cortar la pizza o servir una torta
Sacher y demás. ¿Cuándo fue la última vez que preparaste una torta
Sacher o que te la regalaron para que la puedas servir con dicho
cacharro? Todo aquello que no has utilizado en un año en realidad no
tiene porqué ocupar espacio en tu cocina.
Un año, es el tiempo completo de un ciclo en nuestra vida social. Si
contemplas el uso de tu cocina en los últimos 12 meses, te aseguras
que incluyes Navidad, tu cumpleaños, la fiesta ocasional de las
chicas de la universidad y el domingo anual de hacer galletas de
Navidad (una tradición alemana muy recomendada). Recordarás que
las formitas de galletas las volverás a utilizar en Diciembre y no
tirarás aquellas copas de Cherry (aunque quizás decidas solo
quedarte con el número exacto que acabas usando cada año en la
reunión de compañeros de la universidad).
Aún a un año vista, encontrarás cosas que no has utilizado en mucho
tiempo (o quizás nunca). ¿Aquel cubo divertido para hacer sushi? Es
mucho más rápido hacerlo a tu manera sin utilizar este cacharro de
plástico. ¿Los tres cuencos tan monos y minúsculos de Dinamarca
que sirven para servir una bola de helado? No tienes suficiente para
servir a todos los comensales y ni recuerdas cuando fue la última vez
que serviste helado en bolita. ¿Y aquella olla de uso súper-familiar,
que sirve para preparar una sopa de patatas, que fácilmente satisface
a una familia de 16 personas? Está tan encallada entre las otras ollas
que hace años que no ha salido del armario; además que para los
cuatro, es suficiente una olla de envergadura normal.
Antes de decidir que herramientas necesitas y cuáles no, tendrás que
hacer una revisión profunda de todo lo que te rodea en la cocina. Este
será tu primer paso práctico hacia una cocina minimalista, y será el
primer ejercicio que te exige que realmente entres en tu cocina y la
reconozcas tal como está. A partir de aquí, todo mejorará.
Cabe resaltar que, este paso también te ayudará a dominar tu cocina,
si en realidad ya estás súper feliz con tu alimentación, con tu
frecuencia de cocinar y con los demás aspectos de tu existencia
culinaria. Aunque estés a gusto en tu cocina, es muy probable que
haya cosas que son superfluas, que no te hacen falta, o cosas que en
realidad no sirven para nada más que para atrapar polvo y dificultar
la limpieza mensual (o bi-anual) a fondo.
¿Todavía necesitas más argumentos para empezar a simplificar tu
cocina? Piensa en las siguientes ventajas:
Más orden en tus armarios de cocina: si tu cocina contiene
únicamente aquellas piezas que utilizas a menudo, podrás
organizarlas de la forma que más te convenga. Tendrás suficiente
espacio para todo sin tener que hacer puzles en el armario. Se acabó
el hecho de guardar la mitad de las cosas en el altillo. Ahora ya solo
queda lo que realmente te hace falta. El espacio así liberado estará
disponible para otras actividades.
Una limpieza más rápida: ¿cuándo fue la última vez que pasaste un
trapo, por encima de la nevera para quitar el polvo que se ha
acumulado en este rincón de tu casa? Si no recuerdas esta última vez,
quizás ya es hora. Aunque, primero tendrás que bajar todos los
cacharros que se acumularon a lo largo del tiempo ahí arriba: tuppers
rotos, la panificadora vieja, una licuadora que ya no funciona y
algunos embalajes que nadie sabe de dónde han venido. Si los has
bajado, piensa bien si realmente quieres volver a subirlos ahí.
Recuerda que el único uso que tienen en este momento es servirte de
peso a la hora de subirlos y bajarlos.
Menos estrés visual: ¿Alguna vez te has fijado en la diferencia de
sensación que evoca una superficie limpia y plana a una superficie
con un montón de cosas amontonadas? ¿Qué aspecto tiene el marmol
de tu cocina en este momento? ¿Está limpia y reluciente o está
ocupada con la vajilla por limpiar, el bote de mermelada que se acabó
ayer y una botella de zumo? Si tienes menos cosas será más fácil
mantener todo en orden, limpiar rápidamente lo que se ensucia y
devolver a la cocina a su estado original. Este orden es importante
para que mañana vuelvas a cocinar con todas las ganas.
Más experimentos culinarios. Te sorprenderá el hecho de que es
mucho más fácil cocinar cuando la cocina está en condiciones, así tan
solo tienes que sacar los ingredientes y las herramientas que
necesitas, sin tener que hacer la limpieza semanal antes de poder
cocinar. Organizar tu cocina tiene por lo tanto un impacto diferente
sobre la calidad de tu experiencia culinaria.

Limpieza inicial: ¿qué contiene tu cocina?

¿Cuándo fue la última vez que limpiaste tu cocina a fondo,


incluyendo los armarios encima de la nevera y el cajón por debajo de
tu horno? ¿Alguna vez has sacado todo lo de los armarios sin que
estuvieras buscando algo en concreto? Si la última vez que limpiaste
todo, fue el día de tu mudanza, entonces es hora de que vuelvas a
conocer tu cocina. Empezarás sacando todo de los armarios. Este es
tu momento: conocerás tu cocina a fondo. Literalmente.
Existen dos opciones para reorganizar tu cocina. Puedes hacerlo todo
de golpe en un solo fin de semana. También puedes decidirte por un
ritmo más pausado, ocupándote de un cajón / un estante cada vez.
Cuál de los dos métodos se ajustará mejor a tus necesidades, depende
de tu disponibilidad de tiempo, de tus ganas de hacer un cambio
grande y de tu resistencia a los cambios. Si te puedes reservar un fin
de semana para terminar con la cocina, no dejes escapar esta
oportunidad. Aunque tengas que invertir dos o tres días para
organizar todos los armarios y la despensa, esta acción inmediata
también te dará un empujón de motivación considerable. Recuerda
que tu cocina es un lugar crucial de tu casa por donde pasas cada día
varias veces. Si el solo pasar por la cocina te genera agobio, tenerla
en un estado de re-organización durante muchos días, puede
aumentar tu incomodidad con la comida y complicar tu reto más de
lo necesario. Aun así, si tu tiempo es muy limitado y solo puedes
dedicarle media hora o una hora por espacio de tiempo, entonces será
este tu punto de partida.

Prepárate para sacar el caos de tu cocina


Necesitarás tres cajas grandes, como aquellas de mudanza para
empezar con este proyecto. Si no tienes cajas, también puedes
sustituirla por aquellas bolsas grandes reutilizables que ofrecen en
algunos supermercados. Lo importante es que las cajas o bolsas que
escojas sean amplias y grandes para que quepan muchas cosas (como
la olla para preparar espagueti para 16 personas).
El primer cajón será el cajón del sí, me lo quedo. Aquí solo entrarán
objetos que quieres mantener en tu cocina porque sabes que las
necesitarás.
El segundo cajón será para aquello que se puede regalar o llevar a
Cash Converters. Aquí pondrás los objetos que no has utilizado en
mucho tiempo y que sabes que no las necesitarás, aunque estén en
buen estado.
El tercer cajón es para aquellas cosas que quieres tirar, porque ya no
están en condiciones de utilizarlas.
Además necesitarás material de limpieza para limpiar los armarios y
las cosas que aparecerán. La cocina es un lugar de la casa donde
también las cosas más limpias acaban acumulando grasa y polvo
suspendido en el aire. Si tienes herramientas o maquinitas que no has
utilizado en más de 2 años, querrás limpiarlas antes de decidir qué
hacer con ellas.
Finalmente necesitarás alguna superficie para poner las cosas que
sacas poco a poco de estanterías y cajones. Puede ser el área de
trabajo o la mesa de tu cocina o hasta el suelo. Necesitas espacio,
nada más.

Enfrentando la realidad: ¿Qué es lo que tengo?


Llega la hora de verdad. Abrirás el primer cajón o la primera puerta.
Ahora sacarás todo lo que está dentro para ponerlo encima de la mesa
/ el área de trabajo. Todo incluye no solo las cosas guardadas, sino
también el papel o filme que protege la superficie del armario. La
meta es que el cajón o el armario estén completamente vacío para
que las puedas limpiar adecuadamente.
El próximo paso será la revisión de lo que has sacado de aquel cajón.
Cogiendo cada objeto en mano decidirás en cuál de los tres cajones
ponerlo. Hay dos preguntas claves que te ayudarán a tomar estas
decisiones:
1. ¿Lo has utilizado en los últimos 12 meses? Si la respuesta
es “si”, puedes guardarlo directamente en la caja del “me lo
quedo”. ¡Ojo! Es posible que aunque te lo quieras quedar
primero tengas que hacer algo con ello. En el caso de los
cuchillos, quizá haga falta afilarlos en algún momento.
Anótalo en la lista de la compra o en tu móvil para asegurarte
de que una vez que hayas terminado con la cocina, te
dediques a mejorar lo que ya tienes.
Si la respuesta a esta pregunta ha sido que “no”, la siguiente pregunta
es:
2. ¿Es necesario para alcanzar tu objetivo? Ahora sabes por
qué fue tan importante decidir primero a dónde quieres llegar.
Quizás has decidido preparar tu propio pan en el futuro y de
repente la panificadora tiene sentido; o tal vez quieres
incorporar más frutas y verduras en tu dieta en formato de
smoothies, así que ahora la licuadora ultra-potente sí que
entra en los planes. Si no sabes si lo necesitarás para tu
objetivo, la puedes guardar junto con lo que se quedará,
tomando nota de revaluar este objeto dentro de tres o seis
meses. La forma más fácil de recordar este momento es poner
una cita en tu calendario transcurrido este tiempo.
“3 de Noviembre, revisar necesidad de la panificadora.”
Solo si puedes afirmar una de estas dos preguntas colocarás el objeto
en el cajón del “me lo quedo”.
Las herramientas que no has utilizado en mucho tiempo y que
tampoco prevés utilizar no tienen derecho a quedarse en tu cocina ni
tampoco en el altillo de tu casa. Algunas cosas las podrás vender,
especialmente aparatos electrónicos. Puedes utilizar páginas web de
segunda mano para este fin o dirigirte a una tienda de reventa en tu
ciudad donde te podrán orientar cómo y por cuánto podrás vender
estos objetos. Si quieres algo más inmediato puedes donar o regalar
las cosas en cuestión. Un primo que acaba de inaugurar su primer
hogar estará encantado con tu otra licuadora y el amigo que de
repente se interesa por la cocina japonesa seguro que aceptará tu
cubo de hacer sushi. Finalmente, habrá cosas que simplemente ya no
funcionen. Es hora decir adiós al cacharro en cuestión y tirarlo.

Enfrentando el legado alimenticio: ¿Qué es lo que tengo?


El proceso para revisar los armarios de la cocina también es aplicable
al armario de las conservas y a la nevera. Aquí también te toca sacar
todo de su lugar y limpiarlo a fondo. ¡Ojo!, la limpieza de la nevera
suele tomar algo más de tiempo que la limpieza de un armario. Si
además tu congelador se ha reducido a mitad de volumen a causa del
hielo, puedes utilizar este momento para apagar tanto la nevera como
el congelador durante 24 horas para que se descongele el exceso del
hielo. Si este es el caso, asegúrate de planificarlo en un fin de semana
que tu congelador esté vacío para no desperdiciar los alimentos
congelados. También puedes pedirle a tu vecina o alguna amiga que
guarde tus cosas mientras tanto. Ya verás como la amenaza
imaginaria del ojo crítico de una persona de fuera te hace guardar
solamente lo que vale la pena.
Cuando hayas sacado todos los alimentos de su lugar, harás el mismo
proceso de revisarlos uno por uno. Las preguntas aquí cambian
ligeramente, siempre teniendo tu objetivo final en mente.
! ¿Está caducado?
Si ha salido de la nevera, seguramente tiene una fecha de caducidad
en algún lado. Revísalo y si hace falta, tira el objeto en cuestión. Los
yogures y quesos se pueden pasar un poco de la fecha “recomendada
de consumación”, mientras que carnes, sopas y pan pueden presentar
un riesgo para tu salud. Ante la duda, tíralo antes de envenenarte.
Si lo has preparado tú y lo has guardado en un tupper, intenta
recordar cuándo lo guardaste (mejor si intentas recordarlo antes de
abrirlo). Si son las sobras de ayer o anteayer, haz el test del olfato
para decidir si todavía está bueno. Si las sobras han estado
esperándote por muchos días o incluyen algo crudo, tapate la nariz y
tira el contenido.
Revisa también las conservas, las bolsas de arroz o pasta, las sopas
en sobres, la salsa de soja y la mostaza. Sí, muchos de estos
alimentos “duran para siempre”, aun así, después de 3 años en tu
despensa el para siempre se puede haber acabado hace tres días.
Finalmente, las especies y las hierbas: no suelen tener fecha de
caducidad. Igualmente, después de 12 meses abiertos tienen el
encanto de un puñado de paja. Si no recuerdas cuando fue la última
vez que utilizaste una hierba, tírala. Si las necesitaras para tus nuevas
recetas, invierte en una nueva versión que realmente añade sabor a
tus comidas. Y si no la necesitaras, tampoco la echarás de menos.
! Si aún no caducó, la siguiente pregunta es: ¿Me lo comeré
antes de que caduque?
Las personas que diseñan los supermercados son verdaderos genios
cuando se trata de rellenar tu carrito de compras. No es nada raro que
haya alimentos en tu cocina que solamente ocupen espacio. Te da
cosa tirarlos, porque es un alimento, porque todavía no ha caducado
y hay gente que pasa hambre. Pero en el fondo de tu corazón sabes
que nunca te vas a comer aquellas sardinas enlatadas, porque nunca
te han gustado las sardinas. O quizás has leído los ingredientes de
aquella sopa en polvo y has decidido que de ahora en adelante, en tu
casa solo entrará sopa de verdad (o sea, verduras) sin aditivos de
letras y números desconocidos. La mayoría de la gente utiliza la
táctica medieval para derrotar estos ocupas de su cocina: esperar
hasta que la otra parte ya no puede más (caduca) y entonces tirarla.
Hay una mejor opción: puedes tirarla ahora y ahorrarte el tiempo, o
puedes guardarlas en una caja para donaciones. La próxima vez que
hay una recogida de alimentos en tu cercanía puedes donar toda la
caja, sabiendo te estás quitando un peso de encima y además estarás
ayudando a otras personas. Mientras tanto, asegúrate de sacar estos
alimentos de tu cocina. Necesitarás el espacio para otras cosas.

La importancia de actuar ahora, o la migración secreta de


los objetos descartados
Deshacerte de las cosas que no has utilizado en el pasado, es un paso
crucial en esta re-organización. Te recomiendo que lo hagas de
inmediato después de haber terminado el día (o el primer cajón). No
esperes hasta mañana para bajar la basura. Deposita el cajón con las
cosas a donar/vender en tu coche o en el recibidor de casa para
asegurarte que no lo olvides cuando salgas la próxima vez. Caso
contrario conocerás el misterio de la migración secreta de los objetos
descartados. Casi sin que te des cuenta volverán a su lugar de antes o
un lugar aún menos accesible de su hábitat anterior. Hazte un favor a
ti misma: una vez que hayas decidido que una cosa no tiene cabida
en tu vida has todo lo necesario para sacarla cuanto antes.

Reorganizando la cocina – con lo que tienes

Seguimos en la organización de tu cocina basado en lo que tienes a tu


alcance. Ya decidirás más adelante si realmente hace falta que
compres algo nuevo o si, por el contrario puedes descartar aún más
objetos de tu alrededor. Por ahora recoloca las cosas que ya tienes.
Antes de devolver cada cosa a su lugar, te presentaré algunas pautas a
tomar en cuenta al organizar tu cocina. Muy probablemente ya has
utilizado la mayor parte de estas ideas, aunque sea de forma
inconsciente. Es lógico que los cuchillos estén cerca de la superficie
a trabajar y que las ollas se guarden al lado del horno. Respetando las
recomendaciones a seguir ahorrarás tiempo y frustración en la
cocina.
Las ollas y fuentes de horno se guardan cerca del horno. Eso no
significa que tenga que ser en el módulo adyacente a este.
Simplemente ten en cuenta que el camino entre armario de ollas y
horno es un trayecto diario. Lo querrás mantener lo más corto
posible, especialmente en los momentos en que estás balanceando
con una olla y necesitas sacar la otra más pequeña para empezar con
la salsa.
Además es recomendable tener en cuenta el peso de ollas, sartenes de
hierro y fuentes de cristal. Las cosas pesadas se guardan mejor en los
armarios de abajo para que no correr el riesgo de que se te caigan
encima. Es mucho más fácil sacar una fuente de abajo, que tener que
subir una escalera para bajarla.
Los cuchillos, cuencos y cucharas soperas están mejor al lado (o
por debajo) de la superficie de trabajo. Es aquí donde se
emplearán con más frecuencia.
Evita el guardar comida en los laterales del horno. Un horno
genera calor y por mucho que esté aislado, este calor traspasará a los
armarios que están adyacentes al horno, el calor puede afectar de
forma negativa a la comida guardada en estos lugares. Mejor utiliza
este espacio para guardar las ollas, los tuppers y el papel de cocina.
Utiliza el estante más alto para la comida de emergencia. Si tu
cocina tiene los armarios hasta el techo es posible que no llegues al
estante más alto sin sacar la escalera del trastero. Aunque un armario
haya sido designado como “armario de las copas”, nada impide dejar
libre el último estante y convertirlo en tu estante de último recurso,
por sí un día te encuentras en la situación de no poder (o querer) salir
a la calle. Más adelante ya hablaremos de lo que puedes incluir en un
estante de este tipo.
Estas son las únicas reglas recomendadas para la organización de tu
cocina, todas ellas fruto del sentido común para alguien que pasa por
la cocina a diario. Una cosa es diseñar una cocina, y otra
completamente distinta el diseñarla sabiendo que después prepararás
tu propio estofado o tu propia lasaña de verduras en esta misma
cocina. La cocina (y los demás rincones de tu casa) siempre deberán
servirte a ti, ayudarte en tu meta de llevar una vida más saludable y
más feliz. Tu cocina tiene que apoyarte en tu objetivo en vez de
hacértelo más difícil todavía. Y si esto significa que el bloque de
cuchillos tenga que cambiar de lugar, que así sea.
Antes de seguir, date una vuelta por tu cocina (o date una vuelta en tu
cocina – dependiendo de su tamaño): ¿notas alguna diferencia? Con
la limpieza que acabas de hacer ahora debería haber menos caos en
las superficies, menos cosas amontadas en cajones y armarios y
quizás un poco más de orden entre tus conservas.
¡Enhorabuena! Has pasado la parte más difícil de este cambio, la que
requiere más concentración y más trabajo físico. Si ahora estás
cansada y ya no quieres ver nada de tu cocina, tómate unos días de
descanso para sentir como es la vida con tu nueva cocina
minimalista. Quizás ya te das cuenta de que no necesitas nada más,
que está tal y como la necesitas. O tal vez notas que alguna u otra
cosilla todavía no encaja perfectamente. Aquel cuchillo tan mono que
en realidad nunca se ha utilizado. Aquella olla no funcionaría con la
encimera de tus sueños (que todavía no las tienes, pero ya llegará el
día) y quizás se puede hacer algo con los tuppers que están dispersos
por tantos diferentes lugares.
Es hora de revisar las herramientas que tienes en tu cocina.

Herramientas indispensables

¿Qué es lo mínimo que necesitas para prepararte algo de comer?,


(aparte de los ingredientes por supuesto). ¿Qué te llevarías de
camping, al camino de Santiago o a la aventura de cruzar la jungla
ecuatoriana o el desierto de Atacamas? La lista probablemente se
reduciría a un cuchillo bien afiliado, una cuchara o tenedor, una olla
y un cuenco para servirte la comida. Se quedan en casa los demás 6
cuchillos de tu bloque de diseño, no cargues con tres ollas con apenas
2 cm de diferencia ni con la máquina de cortar cebolla en daditos. La
idea no es convertir tu cocina en un camping, pero sí de concentrarte
en lo que realmente necesitas, aliviar tu existencia de todos los
cacharros que en realidad solo te generan estrés, y asegurarte de estar
rodeado de las herramientas que te facilitan el paso por tu cocina.
Quiero convertir tu cocina en un lugar que te inspire, sin que tengas
que pasar tu vida en ella.

Cuchillos: los dientes de la persona civilizada


¿Cuántos cuchillos necesita el cocinero sensato? En realidad solo
necesita uno, que sea de calidad y afilado, tenga peso suficiente y sea
fácil de manejar. Las personas normales a lo mejor necesitamos más
de un cuchillo. Aun así, apuesto que tampoco necesitas todos los
cuchillos que están en tu bloque de diseño. Mira tú bloque con
detenimiento: ¿cuántos cuchillos tiene? Los tradicionales tienen entre
seis y nueve cuchillos: para cortar el pan, la carne, la verdura, el
jamón ibérico, las frutas... parece que cada apartado de tu cocina se
merece su propio cuchillo. ¿Los has utilizado todos? Debo admitir
que el cuchillo de pan no lo he utilizado nunca. Para empezar se
come poco pan en mi casa. Cuando lo compro me lo cortan
directamente en la panadería, y los panecillos del domingo me los
corto con el cuchillo de mesa de toda la vida. ¿Para qué necesito un
cuchillo de pan específico? Los cuchillos que más utilizo, son dos
cuchillos pequeños para cortar fruta y verduras y aunque tienen 1 cm
de diferencia (y nunca recuerdo cuál de los dos sirve para qué cosa)
los utilizo intercambiablemente. O sea, mientras uno está esperando a
ser lavado utilizo el otro. Y si tuviera un tercero probablemente
también lo utilizaría. Así que lo más inteligente en mi caso sería
cambiar el cuchillo de pan por otro cuchillo de verdura. Si además
vives en una casa vegetariana, puedes prescindir perfectamente del
cuchillo de carne y también del cuchillo de jamón. Corriendo el
riesgo de ser expatriada de España, me atrevo a decir que en realidad
ni comiendo carne te hace falta un cuchillo de jamón. ¿Cuántas veces
al año realmente cortas jamón directamente de la paleta? ¿Y qué
harías sin el cuchillo de jamón? Utilizarás otro cuchillo, porque lo
importante es que sea afiliado.
Saca todos tus cuchillos (de cocina) de tu cajón o de tu bloque y
míralos uno por uno: ¿cuáles necesitan un afilado nuevo? ¿Cuáles
no has utilizado nunca o en mucho tiempo? ¿De qué tipo de cuchillo
te iría bien tener otro? Al final de la revisión te quedarás con un
juego parecido a esto:
Dos o tres cuchillos cortos de 7 cm que te servirán para cortar todo
tipo de fruta y verdura
1 cuchillo grande para carne (si eres carnívoro) y verduras grandes.
Es más fácil atacar un repollo o una calabaza con un cuchillo decente
que no se pierda dentro del alimento trabajado.
¡Y ya está! Lo importante es el afilado, así que si tus cuchillos rasgan
en vez de cortar, entonces es hora de visitar a tu ferretería de
confianza y revivirlos. ¡Ojo! Es recomendable que afiles los cuchillos
de verduras y frutas a la vez para que todos tengan el mismo filo, así
los utilizarás todos con el mismo cuidado de no cortarte.
Por cierto, saber manejar el cuchillo con firmeza y destreza es una
habilidad, no es un don de nacimiento. Si no te sientes segura con lo
que tienes en la mano, practica. Cortar se aprende cortando, y con un
vídeo de youtube de fondo.

Tabla de cortar: tradición o flexibilidad en estos cortes


No importa si tu tabla de cortar es de madera o de silicona, te la
puedes quedar. Si todavía no tienes una tabla de cortar, te recomiendo
que inviertas en este tipo de producto por dos razones: facilita la
limpieza después de preparar los ingredientes de tu comida y además
prolonga la vida del filo de los cuchillos. Cortar directamente sobre
mármol es muy agresivo para el metal de tus cortadores favoritos, así
que dales un respiro y corta sobre madera o silicona.
Cuál de los dos materiales es mejor, es una cuestión tan compleja
como si prefieres helado de chocolate o vainilla. Existen amantes de
ambos lados, y ambas soluciones tienen sus ventajas y desventajas.
La calidad de las tablas de madera depende de la calidad de la
madera empleada. Cuanto mas dura la madera, mejor. Es normal que
se vean los cortes sobre la superficie, pero no querrás abrir cráteres
con cada zancada de tu mejor arma. Asegúrate de limpiar la
superficie con agua y detergente después del uso y déjalo secar bien.
De hecho, esta es la razón por la que en la hostelería está prohibido
utilizar los artilugios de madera: por el uso intenso de 12-16 horas la
madera nunca se secará bien del todo, lo que puede suponer un riesgo
a largo plazo. Tus propios experimentos culinarios probablemente no
incluyen el uso intenso de la tabla por más de 1 hora a la vez, así que
puedes descartar esta preocupación.
En caso de la silicona la calidad es un poco menos obvia. Aquí vale
la pena comprar una buena marca para asegurarte que no compras
una tabla porosa y de calidad inferior. La gran ventaja de las tablas de
silicona es su flexibilidad. Las puedes enrollar y así te ocuparán muy
poco espacio. Muchas tiendas venden las tablas de silicona en
diferentes colores, para que puedas utilizar diferentes tablas según el
tipo de producto (la tabla verde para la verdura, la azul para el
pescado, la roja para la carne, etc.). Esta distinción es opcional
mientras laves bien las tablas entre cada uso. Si tienes lavavajillas es
recomendable pasarlas por el programa de 60ºC de vez en cuando.

Ollas: contenedores de guisos y grandes sabores


Recuerdo mi primer set de ollas. Fue un regalo de mi padre cuando
me independicé. Era el set 365+ de Ikea: 1 sartén mediana y tres ollas
en tres tamaños – mini, medio y grande. Era todo lo que necesitaba.
Cuando me fui a vivir con una amiga de repente teníamos el doble de
ollas y con eso empezó la ollería. Añadimos un wok, una olla para
asparagus (sí, en Alemania eso existe), una olla a presión, otra
grande, etc. etc. Tardé tres mudanzas en darme cuenta que las demás
ollas solo ocupaban espacio sin añadir mucho a mis habilidades
culinarias. Eso sí, si empezara hoy de nuevo, me encantaría tener una
olla grande y dos medianas en vez de la más pequeña.
¿Cuántas ollas y cacerolas tienes? ¿Cabrían todas en tu encimera?
Caso contrario es hora de elegir tus ollas preferidas y descartar las
demás. Si estás en la duda entre diferentes tipos de ollas, asegúrate de
escoger aquella que funciona con todos los tipos de encimera. No
vaya a ser que te cambies de gas a inducción y tengas que cambiar
toda la batería nuevamente. En general, si el culo de la olla es grueso
y pesado vas por buen camino.
Y sí, sigo recomendando el set de principiante de Ikea.

Sartén: entre salsas y fritanga encontrarás la gloria


Una buena sartén puede convertir cualquier cocina en un paraíso del
sabor. Y sin duda ya tienes una, así que no hace falta que vayas ahí
fuera buscando una alternativa. Hablando de satenes, ¿cuántas
sartenes tienes? ¿Cuántas utilizas? ¿Y por qué prefieres la una a la
otra?
Tus preferencias probablemente se vean influenciadas por lo
antiadherente que es durante la cocción y la facilidad de su limpieza.
Ambas características dependen mucho del material de la sartén y del
trato que le has dado en el pasado. Muchas sartenes anti-adherentes
con el tiempo pierden esta capacidad, ya sea porque su superficie ha
sufrido con el uso de cuchillos y tenedores (en vez de utilizar las
recomendadas cucharas de madera o silicona) o porque tu abuela les
ha dado una buena limpieza con una esponja de metal. Cuando sea la
hora de renovar, búscate una sartén del tamaño que necesites y si es
posible de hierro o de hierro cubierto con cerámica y con el mango a
prueba de temperaturas altas.
¿Por qué de hierro? Porque es el material que seguramente funciona
con cualquier encimera, desde gas hasta inducción. Además
distribuye mejor el calor en toda la superficie.
¿Por qué cerámica? El material anti-adherente tradicional es el
Teflón. Es el más común, pero está bajo sospecha de aumentar el
riesgo de cáncer si se calienta demasiado. Para evitar este riesgo es
mejor ir por la vía más prudente.
¿Por qué me deberá interesar el material del mango? Imagina que te
has preparado un delicioso revuelto de setas y ahora se te ocurre la
loca idea de gratinarlo con queso. ¿Cómo lo haces? Añadiendo queso
rallado encima de las setas y colocando la sartén en el horno. Si
ahora el mango que tienes es de plástico se deshará de tristeza. O sea,
ganas en versatilidad si tu sartén también se siente bien en el horno.
¿Cuántas sartenes necesitas? Si vives solo y nunca tienes visitas, una
sartén de 20-24 cm de diámetro es suficiente. Si vives en pareja,
tienes familia o recibes frecuentemente visitas, vale la pena invertir
en una segunda sartén de 28 cm de diámetro. La sartén grande servirá
para hacer la paella y el arroz caldoso del fin de semana mientras la
pequeña sartén te permite freír tu huevo mañanero o aquel bife de
ternera (o tofu) sin ocupar mucho espacio.

Toalla: Anti-quema-dedos con opción de secado


Las toallas de cocina fueron un invento mágico: sirven para limpiar,
para secar, para sacar la lasaña del horno y cambiar la olla de fuego.
Si, lo has leído bien, si tienes dos toallas a tu alcance ya no necesitas
mitones y agarraderas. Plegados te ofrecen suficiente protección
contra el calor. Te recomiendo siempre tener tres a tu alcance, uno
para secar las cosas que vas lavando mientras cocinas y otros dos
para poder manosear los recipientes calientes.
¿Eso significa que no necesitas guantes de cocina? Exactamente, si
quieres ahorrar espacio, las toallas de cocina pueden perfectamente
sustituir el dicho guante. Además se limpian mucho más a menudo,
así que ganan a nivel higiénico. Por supuesto que no hace falta que
compres nuevas toallas, las que tienes te servirán. Cuando las quieras
renovar, evita las toallas completamente blancas: limpiarlas se puede
convertir en una frustración aparte. Diseños coloridos, estampados o
simples (verde, azul, naranja) son la mejor opción.

Pelador para las patatas: conquistando la piel


Reconozco que un pelador es un artículo opcional en una cocina. No
es estrictamente necesario y el buen manejo de un cuchillo afilado
puede cumplir la misma función. Aun así, no viviría sin mi pelador
de patatas (y zanahorias y pepinos y manzanas). Es súper rápido, es
mucho más sencillo que pelar con un cuchillo, es mucho más seguro
(es casi imposible cortarse con un pelador) y si tienes hijos, primos u
otros jóvenes que quieras acercar a la cocina, entonces es una de las
primeras tareas que pueden llevar a cabo sin supervisión para
ayudarte. Y con 5-10 Euros de inversión te compras la tranquilidad
de una patata bien pelada.

Espátula: dese la vuelta, por favor


Antiguamente las espátulas eran de madera. No siempre se llegaba a
todos los rincones de la olla y algunas veces la madera sufría con
tanta cocción. Aunque tengas espátulas de madera, recomiendo
encarecidamente una espátula de silicona, o quizás dos si estás
acostumbrado a manejar una olla y una sartén a la vez (y si ambas
requieren que le des vueltas al contenido). Las espátulas de silicona
son extremadamente prácticas: llegan a todos los rincones, no rayan
ninguna superficie, son fáciles de limpiar y no se calientan. Eso sí, no
las pongas en el horno, que entonces sí que se pueden derretir. Al
igual que en el caso de las tablas de cortar de silicona, vale la pena
invertir en una espátula de calidad para asegurarte de que no haya
contaminación cruzada.

Unas pinzas para darle la vuelta a todo


Hay gente que pincha la carne para darle la vuelta (adiós jugosidad);
otros manejan dos cucharas con la esperanza de conseguir la vuelta
perfecta sin rayar la sartén, ni ensuciar los alrededores con aceite, ni
perder la carne en el camino; y aparte están los cocineros
pragmáticos y minimalistas, que han sido lo suficientemente sensatos
como para guardar un par de pinzas, para poder coger cosas muy
calientes y darles la vuelta. Sin accidentes y sin destruir la obra de
arte. Si las puntas están recubiertas con silicona, aún mejor.
Balanza de cocina: cómo está de peso este pescado
Para hacer una salsa bechamel de calidad hay que derretir 25 g de
mantequilla y añadir 25 g de harina. Algunos embalajes de
mantequilla te indican por donde cortar para llegar a
aproximadamente 25 g. Con la harina ya es más complicado. ¿Y
cuánto exactamente son 300 ml (=g) de leche? Si no tienes una
balanza de cocina todavía, es hora de conseguirte una. La mayoría de
las recetas requieren algún tipo de medición (con excepción quizás
del huevo estrellado), así que tu vida será más fácil con una balanza
en la manga. Existen balanzas tan finas como para medir hasta 0,1
gramos. No hace falta que vayas tan al detalle. Una balanza robusta
de hasta 5 kg, dividida por gramos, es todo lo que necesitas

El cuenco mezclador: para unir lo que jamás se separará


Los cuencos grandes (20-28cm de diámetro) son muy versátiles.
Sirven para hacer mezclas, para batir huevo, para reunir los
deshechos mientras preparas los ingredientes. Se pueden rellenar de
hielo para temperar chocolate y se pueden utilizar de fuente para
servir comida. Y si son de plástico, hasta pueden ir al microondas.
No necesitas más que dos o tres cuencos. Asegúrate de que los
puedas guardar uno dentro del otro. Si los tienes de plástico, quédate
con ellos. Si te falta algo, te recomiendo invertir en cuencos de acero
inoxidable para reducir el contacto de tus alimentos con plástico.

Rallador: un toque de parmeggiano rallado es un toque de


magia
Los ralladores (todavía), no están muy extendidos en las cocinas
españolas por las que he pasado. Es una pena porque el rallador es
capaz de convertir una comida cualquiera en una escapada gourmet.
Pasa del queso rallado pre-fabricado por una noche y añade un soplo
de parmegiano reggiano recién rallado a tu pasta. Mientras preparas
un puré de patata, añade nuez moscada recién rallada a la mezcla. Y
ni te hablo de las opciones que te da la ralladura de lima, limón y
naranja (ecológica o de producción orgánica, de preferencia – no
querrás rallar pesticidas). Existen ralladores con el tupper integrado,
ralladores combinados y el palo rallador de toda la vida (desde el
punto de vista alemán). Es una inversión opcional, que vale cada
céntimo.

Bandeja de rejilla para el horno


La mayoría de los hornos ya vienen con una bandeja de rejilla. Aun
así he conocido casas dónde no existía este cacharro. Si no lo tienes,
añádelo a tu lista de compras. Las comidas al horno te lo
agradecerán, tanto durante la cocción como después para enfriar. Si
te toca comprar una nueva bandeja, asegúrate de tomar las medidas
exactas de tu horno o escoge una bandeja ajustable. El interior de los
hornos no está estandarizado, así que cada fabricante tiene sus
propias medidas.

Fuentes de cristal: Saludos de los gratinados y lasañados


¿Una fuente grande o dos fuentes pequeñas? La respuesta es un
rotundo “depende”. Si en tu casa hay que cocinar para muchos, con
una fuente grande estarás bien. Si vives solo o con una persona más,
es preferible optar por dos fuentes pequeñas que quepan lado a lado
sobre la bandeja de rejilla. Esta opción permite preparar dos lasañas
diferentes, o simplemente puedes congelar una lasaña directamente
dentro de la fuente. ¡Ojo! Primero tiene que enfriarse. Y cuándo la
quieres descongelar, ponla en el horno (frio) y caliéntala
directamente in situ.

Tuppper: para mañana, pasado mañana y el día después


El tupper es un recipiente versátil, generalmente de plástico, con una
tapa que sirve para guardar alimentos. Ya existen tuppers de vidrio
para evitar el contacto prolongado de los alimentos con el plástico,
aunque por su peso y delicadeza no se han podido imponer del todo.
Por la calidad del plástico vale la pena invertir en tupper de alta
calidad en vez de llenar la casa de tuppers de 1 Euro del bazar de al
lado. Un pequeño truco: si al abrir un tupper por primera vez te da
náuseas de lo mucho que huele a plástico, entonces no querrás
guardar alimentos en él. Todo lo que hueles ahora, después entrará en
tu comida del trabajo. No te lo recomiendo.
Tuppers de alta calidad también sobreviven perfectamente al
congelador, así que los puedes utilizar para preparar comidas de
antemano y así evitar atascos en los días más movidos. Si los utilizas
para llevar comida al trabajo, para guardar comida en la nevera y
para tener una selección de comidas en el congelador, has de tener en
cuenta que necesitas un buen número. Aunque no necesariamente
acabarán todos dentro del mismo armario (sino que estarán
distribuidos en los diferentes lugares donde guardes la comida), sí
que facilita mucho el trabajo si las tapas son intercambiables y si
además se pueden guardar uno dentro del otro.

Batidora con un extra: cuándo la cebolla se corta solita


Las licuadoras son geniales para hacer zumos y batidos.
Lamentablemente suelen ser difíciles de limpiar, lo que reduce el uso
que le darías para hacer estos zumos y batidos. Una buena alternativa
son las batidoras de mano que combinan una batidora de varillas con
un cortador. Son muy fáciles de limpiar y esencialmente pueden
hacer el mismo trabajo que una licuadora tradicional: desde gazpacho
hasta triturar los garbanzos para un hummus: tu creatividad es el
límite. Y una vez que hayas sacado el producto del recipiente, puedes
llenar el mismo recipiente con agua y una gota de detergente,
encender el batidor 10 segundos para que revuelva el agua y ya está:
limpio para enjuagar y solo te queda ocuparte del recipiente. Más
fácil imposible.

Mis dos extras personales: el calentador de agua y el


colador
Soy tetera de toda la vida, así que no vivo sin mi calentador de agua.
No me gusta calentar el agua en el microondas (para eso preparo
demasiadas teteras por día) ni tengo la paciencia para calentarlo en
una olla. El calentador eléctrico ha sido mi salvación y hoy en día lo
utilizo, no solo para calentar el agua de mi té, sino también para
acortar el tiempo de cocción de las patatas, para fregar el suelo con
agua caliente... truco de limpieza. Si en tu región hay mucha cal, te
recomiendo una vez al mes hervir un litro de vinagre en el
calentador. Así quedará como nuevo.
El colador es otro detalle que sirve para escurrir la pasta, el atún en
lata o las alubias en remojo. Técnicamente podría hacer lo mismo
con ayuda de las tapas de los diferentes recipientes, pero por la
multitud de usos que le doy al colador, a mí me sale a cuenta tenerlo
siempre a mano.
Ahora conoces las herramientas más importantes que no deben faltar
en ninguna cocina. Sé que tu cocina contiene mucho más que esto.
Algunas cosas las utilizas regularmente (como el abridor de vinos o
el exprimidor de naranjas) y eso está bien. ¡Quédatelas! Todo lo que
te sirve sin agobiarte tiene derecho de estar ahí. Lo importante no es
tanto la lista en sí, sino que tengas todo lo que necesitas y que utilices
todo lo que tienes. Si no hay ningún objeto que ocupe espacio sin
razón de ser, es hora de pasar a los alimentos, el segundo recurso
imprescindible para cocinar.

Alimentos indispensables

Clasificar los alimentos es una ciencia en sí. Según qué caso, todo el
mundo tiene su propia clasificación. Todo depende cuál es el aspecto
más importante para ti en este momento:
! Grupo alimenticio: Verduras, legumbres, frutas, frutos, pasta,
carnes.
! Valor nutricional: proteínas, carbohidratos, azúcares.

! Dieta: permitido alias “sano”, no permitido alias “sabroso”

! Fecha de caducidad: comida fresca, enlatados, ahumados,


congelados.
! Procedencia: de importación, km 0, de proximidad.

! Sellos específicos: ecológico, sin gluten, sin lactosa, sin


azúcar, sin grasa.
! Proveedor: supermercado, tienda especializada, online.

! Lugar de almacenaje: congelador, nevera, despensa, a la vista.

Dependiendo de tu objetivo final, tu selección de ingredientes será


única. Una dieta vegetariana tiene otros requerimientos que una
planificación semanal de tuppers congelados. Aun así, este apartado
incluye algunas recomendaciones acerca de qué tipo de ingredientes
te puedan convenir más. Así como en el apartado de las
herramientas: ¡inspírate!, incluye en tu planificación lo que tiene
sentido para ti e ignora lo que no te encaja.
En el siguiente apartado encontrarás unas reflexiones sobre la calidad
y la utilidad de diferentes tipos de ingredientes, para que puedas
generar tu lista de compras. ¡Ojo, no copies simplemente los
ingredientes que yo te propongo! Revisa la lista con tu objetivo en
mente y sustituye todos aquellos alimentos que no entran en tu
planificación alimenticia.

Ingredientes básicos que te pueden sacar de más de un


apuro
Existen alimentos que tienen una vida útil extremadamente larga, y
que además pueden ser tu salvación cuando tu pareja se va de viaje, y
tú has cogido la gripe del siglo, sin posibilidad de salir de casa para
comer algo decente. En el mundo perfecto de la mercadotécnica
podrás simplemente pedir tu comida por teléfono o internet, pero
¿qué haces cuándo no te apetece ni pizza ni comida china?
Dependiendo de tu lugar de residencia las opciones se reducirán muy
rápidamente, así que puede ser una buena idea tener un plan B,
consistente en cosas de larga duración. El congelador, el último
estante de los armarios demasiado altos y la despensa, aquí, serán tus
mejores amigos. Un botecito de garbanzos cocidos con un poco de
aceite de sésamo y ajo se pueden convertir en un humus pasable. Una
lata de tomate, otra de atún y otra de piña pueden convertir cualquier
pan en un panini italiano de primera. Inspírate en la sección de
enlatados y envasados de tu supermercado y prepara tu propia
despensa de último recurso.
Quizás una ensalada fresca te sume más puntos a nivel de frescura y
ligereza. Pero un domingo por la tarde, mientras llueve a cántaros,
una ensalada de atún, olivas, posta de tomate y garbanzos te puede
salvar la tarde de la misma forma.

Ingredientes básicos que te alegran la cocina


Un buen aceite de oliva virgen, sal, pimienta, orégano, perejil, curry
y tomillo son ingredientes que pueden darle vida a cualquier comida
e incluso darle un toque casero. Añadiendo una pizca de orégano
adicional a la pizza congelada, puede amenizar tu noche de películas.
Este tipo de ingredientes no son imprescindibles, pero son
extremadamente útiles desde un punto de vista culinario. Vale la pena
invertir un poco más en especies de calidad, sabiendo que son el
toque final de cualquier plato que servirás. Asegúrate que tu curry
sea una mezcla de calidad y que todas tus hierbas no tengan que
sobrevivir más de un año en sus botecitos.

Ingredientes de larga vida que sientan bien a tu despensa


Los alimentos de esta lista no requieren ni refrigeración ni cuidados
especiales para sobrevivir durante meses. Lo único que necesitan es
un recipiente cerrado para que no se les cuele ningún bichito. Es muy
probable que ya tengas muchos de ellos en casa. Si encuentras en la
lista algo que te falta (y sabes que lo utilizarás), no dudes en comprar
tres o cuatro unidades. Si guardas estos alimentos en línea o
amontonados, ponle un recordatorio al último bote, para rellenar la
despensa cuando estés a punto de utilizar este último bote de
garbanzos.
En el momento de hacer la compra de estos productos, te aconsejo
que mires bien los ingredientes de los embalajes. Siempre
recomiendo dar preferencia a los productos ecológicos y de
proximidad, especialmente si te preocupan los alimentos
genéticamente modificados (OGMs). Lamentablemente no es
obligatorio mencionar en los productos todos lo que contienen
OGMs. La única forma de saber que un producto realmente está libre
de estos ingredientes, es buscando en ellos el sello ecológico, ya que
la normativa europea de alimentación ecológica prohíbe su uso en
este tipo de alimentos. Lo que sí hay que incluir en el etiquetado son
los ingredientes existentes en la lata o el bote en cuestión. Fíjate
sobre todo en los aditivos. Una lata de garbanzos debería incluir
como mucho garbanzos y agua (y quizás sal). No existe razón lógica
para añadir espesantes, colorantes o estabilizadores de sabor; a no ser
que el producto inicial haya sido de tan baja calidad, que la empresa
haya tenido que buscar alguna forma para hacerlo más agradable al
paladar. Los productos enlatados o envasados en botes de cristal no
requieren estos aditivos adicionales. No las compres, aunque te
ahorres 19 céntimos en la compra.
¿Y qué pasa con las variedades? Existen productos que están
disponibles en mil y una formas: arroz blanco, arroz basmati, arroz
redondo, arroz largo, arroz salvaje, arroz semi-integral, arroz integral,
arroz japonés. Si estás empezando a cocinar, con un basmati o un
arroz blanco común no podrás equivocarte. Si empiezas a aburrirte
con los arroces de siempre, puedes ir por la variedad. Más adelante
quizás te conviene tener arroz integral, arroz basmati y arroz salvaje
en casa para variar el plato. Si el arroz es uno de tus ingredientes
base preferido, la rotación del inventario en este caso será bastante
alto y no se te acumularán los arroces.
A continuación, encontrarás una lista con ejemplos de productos que
no pueden faltar en tu despensa. No la imprimas para ir corriendo al
supermercado. Revísala con tu objetivo, con tus preferencias y con
algunas recetas en mente para ajustarla a tus necesidades personales.

Lista de partida para rellenar la despensa


Productos en lata o botes de cristal
! alubias en lata
! lentejas en lata
! atún en lata
! leche de coco en lata
! garbanzos en lata
! tomates en lata

Productos en botellas (de preferencia de vidrio)


! aceite de oliva extra virgen
! aceite de sésamo (para dar un toque asiático)
! salsa de soja
! vinagre blanco
! miel

Productos a granel secos


! harina (blanca o integral)
! levadura en polvo
! azúcar (blanco o integral)
! polvo de cacao
! tostadas
! couscous
! arroz
! pasta
! frutos secos

Productos de larga duración que prefieren la nevera


! Mostaza
! cubitos de sopa
! pesto
! ketchup

Especies
! canela
! chile
! orégano
! comino
! cilantro
! curry
! pimienta roja
! sal
! pimienta negra

Ingredientes congelados
! guisantes
! judías verdes
! frutas
! espinacas
! pan cortado en rodajas
! tu verdura preferida (lavada, picada, congelada)
! pescado / marisco / alitas de pollo

Como organizar lo que tienes en stock

Lo más difícil de la despensa quizás sea el hecho de estar al tanto de


lo que tienes almacenado en tu cocina, para saber cuándo comprar
cual cosa y no dejar que se desperdicie nada. Un congelador puede
ser de gran ayuda, ya que te permite congelar todas aquellas sobras
deliciosas, y los tuppers que has preparado de más durante el fin de
semana. Aun así, es imposible mantener una lista exhaustiva en tu
cabeza todo el tiempo. Necesitas tus neuronas para cosas más
importantes, así que te vendría bien un sistema que se rellene por sí
solo. Este sistema existe y tú lo puedes aprovechar. Antes de ir a los
detalles, vamos a hablar un momento sobre etiquetados y recipientes.
Si tu cocina hasta ahora había estado llena de cosas, conoces el
problema de no poder ver todo lo que hay. Cuando abres un armario
solo puedes ver lo que está en la primera línea, lo demás se esconde
en la oscuridad. Si además la primera línea está ocupada por bolsas
grandes de aquellos ingredientes que utilizas muy a menudo, llegará
el momento que no recordarás lo que habías guardado detrás. Así
500g de pasta pueden esconder todo un abanico de especies y
detalles interesantes.
Lo mismo pasa en las mejores neveras: en el tupper de atrás se
desperdician las patatas que sobraron de una cena de la semana
pasada, simplemente porque no recuerdas que las habías metido ahí,
o porque lo guardó tu pareja y no te habías enterado del hecho. En
ambos casos recipientes transparentes y/o un etiquetado adecuado
pueden ser de gran ayuda.

Etiquetado y recipientes fuera de la nevera


Muchos productos ya vienen con un recipiente adecuado que no hace
falta alterar. Las latas de atún y los botes de garbanzos ya están
perfectamente preparados para sobrevivir por mucho tiempo. Para no
perder la cuenta del número de latas que aún te quedan puedes
recurrir a un sistema sencillo de etiquetado. La lata de atún que pones
primera en el armario (y que por lo tanto saldrá la última) recibirá un
adhesivo de un determinado color o cualquier otra marca fácilmente
identificable. Cuándo tú (o cualquier otra persona en la casa) vea la
etiqueta sobre el producto que acaba de sacar, lo tendrá que poner en
la lista de la compra: significa que se están agotando las existencias.
Esta simple etiqueta, te ahorra el hecho de tener que abrir todas las
puertas de la despensa cuando decides pasar por el supermercado. Lo
único que tendrás que hacer es coger la lista y comprar lo que está
pendiente.
Otros artículos vienen en embalajes que no son del todo adecuados
para el producto, especialmente una vez que están abiertos. Si alguna
vez has encontrado mosquitos en tu muesli o polillas en la harina
conocerás este inconveniente. Todos los alimentos que vienen en
bolsas de plástico o de papel corren el riesgo de que, una vez abierto,
se contaminen con algo de afuera. Si no utilizas todo el contenido en
el acto, como es muy común en el caso de la harina, pasta o
couscous, lo mejor es cambiar el ingrediente de recipiente. De todos
los recipientes que he probado, los que mejor me han funcionado son
las botellas de vidrio (reciclados de mis zumos de fruta).
Las botellas son altas, pero con una base mucho más pequeña que las
bolsas de arroz. Así ocupan menos espacio dentro del armario.
Las botellas son transparentes: siempre sé cuánto arroz / harina /
couscous me queda.
Las botellas cierran herméticamente, así que el contenido está a salvo
de cualquier bichito desamparado que pueda pasar por la cocina.
Para que no ocupe demasiado espacio en casa, solo tengo un paquete
adicional a lo que está guardado dentro de la botella. Cada vez que se
me acaba la botella y abro otro paquete de recambio, anoto en mi
lista de compras que es hora de comprar arroz o lo que sea. Como
todavía tengo la botella llena, no tendré que salir corriendo para
comprarlo ahora, con que lo incluya en la siguiente compra semanal,
es suficiente.
Por supuesto que las botellas de vidrio no son apropiadas para los
ingredientes congelados. Aquí lo más adecuado son los tuppers de
plástico de alta calidad (para evitar que se contamine el contenido
con BPA y otros agentes nocivos presentes en el plástico) o bolsas de
plástico con zipper. Acuérdate de etiquetar siempre cada recipiente
con el contenido y la fecha de envasado. Así te ahorraras sorpresas
más adelante.

Ingredientes frescos e ingredientes de nevera


Ingredientes que prefieren estar en tu nevera (y que quizás necesiten
una revisión semanal)
! patatas
! cebolla
! ajo
! mantequilla o margarina o aceite de coco (para freir)
! leche (de vaca o leche vegetal)
! huevos
! yogur
! queso parmesano
! zanahorias / verdura de temporada
! zumo de fruta
! ensalada / fruta para picar
! limón
! nata (o nata vegetal – avena, arroz, coco)

La revisión semanal no significa que tengas que comprar todo esto


cada semana. La mayoría de estos productos sobreviven más de una
semana, así que puedes comprar varias unidades o ir consumiéndolas
con calma.
Ingredientes frescos
! verdura de temporada
! fruta de temporada
! carne
! pescado
Estos ingredientes los tendrás que comprar “bajo demanda”, o sea
cuando veas que los necesitarás durante la semana. Si te haces un
plan de comida semanal, puedes hacer una o dos compras semanales,
o puedes pasar cada día por la frutería de camino a casa, evitando de
esta forma tener que cargar con mucho peso en una sola compra.
Planificación: qué hacer cuándo, cómo y con qué
frecuencia
Parte de la planificación seguramente ya la has realizado a la hora de
definir tu objetivo: habrás mirado opciones de recetas, ingredientes,
etc. Habrás definido qué tipo de cambio quieres llevar a cabo.
Además de esta investigación preliminar, el último paso del cambio
será la creación de una lista de acciones que te permitan acercarte a
tu objetivo final. Sin una planificación de cómo realmente transmitir
tus planes de cambio a la realidad, el fracaso estaría casi asegurado.
Así que lo mejor que puedes hacer es prepararlo todo, para que una
vez iniciado el cambio, no te eches atrás. La parte más difícil ya la
has realizado, ahora te toca el último paso para hacer realidad tu
soberanía culinaria.

Planificación de las comidas

¿Qué vas a comer? ¿Cuándo lo vas a comer? ¿Y cuándo lo vas a


preparar? Estas tres preguntas son la clave para crear tu menú
semanal. El número de comidas que vas a preparar te dará la
información para decidir el qué y cuándo comprarlo, un listado de
recetas puede ser la base para una lista de la compra detallada. Aquí
el objetivo cobra toda su utilidad: como ya has definido qué tipo de
cambio quieres conseguir, plasmarlo en una planificación
aproximada ya es tarea relativamente fácil.
Para que esta planificación no se quede atascada en tu cabeza, tu
diario o tu ordenador, lo más recomendable es visualizarlo de alguna
forma. Si te has decidido por un plan semanal de comidas, escríbelo
o dibújalo en un papel para ponerlo en o al lado de la nevera. Si tus
platos dependen del contenido de una cesta ecológica, asegúrate de
tener una lista de todos los ingredientes actuales en un lugar visible,
para que puedas tachar lo que ya has utilizado, conforme lo vas
convirtiendo en alimentación. De esta forma podrás hacer la
planificación semana a semana sin añadir estrés a tu rutina ya
existente.

Planificación de las compras

Cuándo y dónde comprar los alimentos frescos para tus platos, es una
parte crucial de tu planificación. De nada sirve tener un recetario
extremadamente elaborado si a la hora de la verdad te faltan tomates.
Existen diferentes formas en la que puedes solventar el reto de las
compras:
La compra semanal
Si tienes un plan semanal de comidas, únicamente tienes que revisar
los ingredientes necesarios y ya tienes tu lista de la compra. Si ya
tienes la lista hecha antes de tu compra semanal, solo tendrás que
recoger la lista y hacer tu compra, sin más complicaciones.
Acuérdate de añadir a esta lista todo lo que se puede haber agotado
de tus productos habituales, y listo.
La compra diaria
Si no tienes coche y / o no quieres cargar con muchas cosas, un ritmo
diario o alternado puede ser el más adecuado. En este escenario
buscas pasar por la frutería, la pescadería, el supermercado y lo que
haga falta en diferentes días, aprovechando algún viaje que ya haces
de por sí. Por ejemplo, si la frutaría ecológica está al lado del
gimnasio que frecuentas tres veces por semana, puedes aprovechar
este viaje para llevarte suficiente fruta para dos días. Así disfrutas de
fruta fresca todos los días sin tener que cargar con una bolsa de tres
kg en la espalda. La idea es hacer muchas pequeñas compras de
camino a otras actividades para que no te pese tanto.
La compra online
Internet ha traído la opción de hacer compras online. Más allá de
libros, ropa o electrodomésticos, ahora también puedes comprar
comida cómodamente desde tu casa. Si estás suscripto a una cesta
ecológica quizás ya te llega tu envío semanal a casa. La parte dónde
la compra de internet realmente brilla, es para las compras periódicas
de los productos de la despensa: latas, botes, zumos, etc. Todo lo que
es pesado, te lo pueden dejar en la puerta de tu casa sin que tu tengas
que salir. Tan solo te toca guardar el pedido en su lugar
correspondiente. A partir de cierto valor casi todas las tiendas no te
cobran los costes de envío, así que pagas lo mismo como si hubieras
ido a la tienda, y ni siquiera tienes que cargar con todas las cosas. En
este caso vale la pena de hacer una revisión mensual de todo lo que
se puede necesitar, y encarga estos productos en tu tienda online de
confianza.
[Recomendación personal: hoy en día existen muchas tiendas
pequeñas, que se están abriendo mercado sirviendo a una clientela
exclusivamente online. Te recomiendo que busques una de estas
tiendas para empujar el comercio local en vez de alimentar las
grandes multinacionales. En la provincia de Barcelona te recomiendo
a Genuinus, destacable por ofrecer productos ecológicos y locales
para que puedas hacer tu propia selección. Para encontrar algo
parecido en tu propia ciudad puedes buscar en internet por “compra
alimentación online (tu ciudad o provincia)” o preguntar entre tus
conocidos y amigos.]

Revisión periódica

Independientemente de si te has decidido por la compra semanal o la


compra online (o una combinación de ambos), tendrás que incluir
una revisión periódica en tu planificación para asegurarte que no te
quedas de repente sin pimentón rojo. Es recomendable hacer esta
revisión una vez al mes. Para no olvidarte nada te lo puedes
combinar con alguna otra revisión que ya hagas por inercia, por
ejemplo: la revisión de tus tareas mensuales, la revisión de tu cuenta
bancaria o la revisión de tu agenda. Con tu planificación de cada
semana en mano, será fácil determinar lo que hace falta reponer.

Planificación de los fracasos

Fracasarás. Habrá días en que estás demasiado cansada como para


ponerte a cocinar. El día en que se te ha quemado el arroz en modo
destrucción de olla, y el día en que tu hijo te informa que a partir de
ahora ya no comerá pasta integral sin paga extra. Habrá momentos en
los que ya no recuerdes el por qué demonios te embarcaste en esta
aventura loca de simplificar tu cocina, con lo bien que funcionaban
las cosas antes.
¡Bienvenida a la realidad! Es un comportamiento completamente
normal. El cerebro humano detesta los cambios y hará todo lo posible
para que dejes de inventarte ideas nuevas y sigas con lo de siempre.
Por esa razón es tan importante elaborar primero una visión, porque
volviendo a la visión, ésta te dará la fuerza necesaria para seguir
adelante, o para adaptar tu plan, de forma que aún después de los
problemas iniciales, te sigua gustando. Si sientes que te desvías,
revisa todo el proceso.
Visión – habilidades – incentivos – recursos – planificación. Quizás
te falta algún ingrediente o quieres puntualizar en alguno de estos
aspectos. Si tu visión y tu planificación implica más gente, quizás
tengas que volver a sentarte con tu familia para descubrir nuevas
formas en las que podáis colaborar todos juntos. O si te has aburrido
ya de la dieta vegana tan sosa, a lo mejor es hora de buscar páginas
webs o libros con recetas más divertidas.
Puedes interpretar esta pataleta de tu cerebro como un cumplido. Tu
neo córtex se está dando cuenta de que te lo estás tomando en serio:
esto no es un capricho de fin de semana, aquí alguien quiere cambiar
la alimentación de una vez por todas. En estos momentos el cerebro
circula entre la curiosidad por las cosas nuevas y el miedo a los
cambios. Quizás lo puedes empujar hacia lo nuevo al convertirlo en
un juego. De paso tú también te divertirás. Puedes introducir las
semanas temáticas: la semana sin gluten, la semana sin lactosa, la
semana sin carne, la semana sin ingredientes que incluyan una “o”, la
semana sin productos procesados, la semana de los ingredientes
desconocidos (descubre algo nuevo cada día). Realmente el límite es
tu fantasía. Y después siempre te queda internet.

Truco para personas que comen mucho fuera de casa


Si por cuestiones de trabajo, pereza, gourmet o por razones sociales
comes a menudo fuera de casa, puedes utilizar tu visita a diferentes
restaurantes para inspirarte en nuevos platos. Puedes crear una
política de “no repetir” para un día o un acompañante determinado.
Por ejemplo, yo ceno cada martes con una amiga en Barcelona.
Hacemos turnos para escoger el restaurante. La única regla es que
tiene que ser un restaurante al que no hemos ido nunca. (Llevamos ya
4 años y seguimos descubriendo nuevos lugares que de otra forma
nunca habríamos descubierto).
Si en tu ciudad no hay tantas opciones o en tu entorno de trabajo solo
hay tres restaurantes, entonces puedes adaptar el experimento al de
descubrir nuevos platos en tu restaurante habitual. En vez de comer
siempre lo mismo, finge por un día que tienes intolerancia a la
lactosa. Ahora tienes muchas menos opciones y paradójicamente te
será mucho más fácil escoger entre ellas. La próxima semana serás
vegetariano y después celíaco. Descubriendo restaurantes bajo esta
premisa también te prepararás para encuentros con personas que
tengan alguna de estas restricciones alimentarias: no solo conocerás
los restaurantes adecuados (y menos adecuados) para este tipo de
personas, sino que además podrás aconsejarles en sus opciones. Si
eres una persona curiosa que quiere probar cosas nuevas, ésta es tu
oportunidad. Acabas de encontrar una mina de oro para experiencias
y nuevos platos, aquí puedes probar primero y después crearlos en
casa.
El reto de la cocina minimalista
Cocinar es un arte y es una necesidad. Es una práctica que se ha ido
perdiendo conforme avanzaron las ofertas de comida rápida, comida
procesada y comida bajo demanda. Mientras tu abuela todavía sabe
cómo preparar una sopa de la nada, tu hijo ha aprendido a abrir un
tetra-brick. Este “avance” en realidad es un retroceso: toda una
generación está en riesgo de depender por completo de las grandes
empresas del sector alimenticio, sin conocimiento sobre lo que se
está comiendo. Esta dependencia de la comida procesada afecta
también el paladar. De repente la comida ya no sabe a nada si no
lleva un mínimo de azúcar, sal o glutamato. Los receptores gustativos
se duermen porque ya nadie les exige distinguir un tomate cherry, de
un tomate de rama, de un tomate Raff.¿ Se puede vivir así?
Seguramente. Aun así, sostengo que vale la pena volver a la comida
más natural, volver a descubrir sabores que recuerdan a la infancia,
que saben a tierra, que emanan desde las hierbas frescas recogidas al
momento. La mejor cocina no es necesariamente la comida más
elaborada, procesada y torturada. Una pasta de buena calidad con
aceite extra virgen y un poco de pimiento también tiene su encanto, y
poco secreto.
Simplificar tu cocina no significa ir por el camino convencional,
comprar todo lo que “se supone” que debes comprar y rellenar tu
cocina con cacharros. Muy por el contrario: exige volver a los
orígenes, conocer los ingredientes tal como salen de la tierra y
aprender a manipularlos con el mínimo de extravagancias. Utilizando
tu cocina, haciéndote amigo de lo que comes, aprenderás
rápidamente lo que necesitas y lo que no te hace falta.
Para volver a descubrir este encanto de la cocina artesanal, para
poder introducirlo en nuestro life style tan corrido y tan activo, para
aprender a disfrutar el hecho de cocinar, para todo ello te servirá una
cocina simplificada y con menos cosas. Si tienes todo lo que
necesitas, cocinar se vuelve más fácil. Si lo que tienes se puede
limpiar fácilmente, el hecho de tener que limpiar no te desanima al
entrar en la cocina. Y si sabes que cómo mínimo tienes todo para
elaborar tres o cuatro platos sencillos, entonces ya le has perdido el
miedo a la cocina. Quizás te sirva para por lo menos tolerar el hecho
de ocuparte de tu propia alimentación. Y quizás (aunque a lo mejor
no lo podrás admitir frente a tus amigos) acabas disfrutando de la
tarea de crear algo con tus propias manos, algo que da buen sabor de
boca y satisface cuerpo y alma.
Si es así, tu secreto estará seguro conmigo.
Buen provecho.
¿Quieres saber más?
Ahora tienes una cocina minimalista. Puede que sea solo el inicio.
Para conocer más ideas y aprender otras estrategias del minimalismo
te invito a echar un vistazo al blog de Sostenibilidad y Minimalismo
y a los demás libros y manuales que ya he publicado. Esta serie del
Minimalismo Pragmático además seguirá creciendo con nuevos
libros que te enseñarán como añadir un poco más de minimalismo y
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¿Te ha gustado Simplifica tu Cocina?
Antes de que te vayas, quiero agradecerte por haber escogido esta
guía entre tantos otros libros que hablan de cocina y de organización.
Gracias por darme esta oportunidad de presentarte el minimalismo y
gracias por haber llegado hasta la última página.
Espero que hayas disfrutado de este viaje por la cocina. Si es así, te
quiero pedir un pequeño favor. Por favor, invierte un minuto o dos de
tu precioso tiempo para escribir una reseña para este libro en
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de libro que te resulta útil.
¡Gracias por tu tiempo!

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