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SIMPLIFICA TU COCINA
La guía definitiva para
crear hábitos alimenticios
que se adapten a ti
Valentina Thörner
Minimalismo práctico: simplifica tu cocina
La guía definitiva para crear hábitos alimenticios que se
adapten a ti
Valentina Thörner
www.valedeoro.com
Copyright © 2014, Valentina Thörner
Antes de empezar, algunas repuestas
Quizás te has preguntado cómo puedo combinar el minimalismo y la
cocina en el mismo título. Para muchas personas el minimalismo
evoca imágenes de habitaciones vacías y blancas mientras la cocina
es un lugar lleno de herramientas y alimentos. Para resolver esta
contradicción es necesario ampliar el concepto del minimalismo y
traducirlo a la vida real: el minimalismo no es solo una vertiente
artística, es una filosofía de vida.
El minimalismo como filosofía de vida
Tu filosofía de vida consiste en los valores que te guían en todas tus
decisiones. Es el norte que te orienta en todas tus acciones, muchas
veces sin que seas consciente de ello. El minimalismo es una forma
de descubrir tus propios valores y de dar más espacio en tu vida a
aquellas cosas que te hacen sentirte realizado y en paz contigo
mismo. Para descubrir lo que hace más feliz, para descubrir tu
camino, será necesario conocerte mejor a ti mismo. Y aquí el
minimalismo puede ser de gran ayuda.
La base del minimalismo es, el deshacerte de todo lo superfluo en
tu vida para quedarte únicamente con aquellos objetos, aquellas
relaciones, aquellos pensamientos que te aportan algo. En el caso de
los objetos físicos, significa que solo te quedes con aquellas cosas
que utilizas o que adornan tu espacio. Los objetos que no has
utilizado en meses, las cosas que están guardadas desde hace años y
todo aquello que es visualmente feo, no tiene por qué ocupar espacio
en tu casa o en tu vida. En el caso de las relaciones, implica buscar
personas que te apoyen y que te ayuden a crecer y distanciarte de las
personas que se aprovechan de ti. En el caso de los pensamientos, se
trata de aprender a pensar en positivo, ser proactivo y alejar las
quejas innecesarias de tu día a día.
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En la práctica, el minimalismo será diferente para cada persona,
dependiendo de sus necesidades y de sus objetivos. El hogar de un
estudiante de filosofía será diferente al hogar de una familia con dos
hijos. El músico tendrá otros objetos en su casa que la fotógrafa. El
minimalismo por lo tanto es una caja de herramientas que te puede
ayudar a acercarte a tu objetivo. Este objetivo lo decides tú, así como
cuales herramientas decides incorporar.
¿Quién soy?
Mi nombre es Valentina Thörner, alias ValeDeOro, escritora en el
blog Sostenibilidad y Minimalismo.
El objetivo de esta página es demostrar que tú puedes hacer cambios
en tu propia vida para ser más feliz y sentirte más realizado. Presento
tácticas, recomendaciones y herramientas para simplificar el día a día
y apoyarte en la búsqueda de tu propia estrategia de cambio. No
existe un camino único, cada uno puede escoger su propia
trayectoria. Lo importante es que hagas el primero paso, que
empieces con una estantería o con un cajón.
Simplificar toda tu vida o toda tu casa en un fin de semana es
virtualmente imposible. Además de ser imposible, este cambio no
durará. Pronto volverás a la situación anterior, un efecto rebote
parecido a lo que pasa con las dietas de corto plazo. Para hacer un
cambio real en tu vida es imprescindible hacer cambios duraderos,
concentrándote en un cambio a la vez. Así que este libro está
dedicado únicamente a tu cocina y tus hábitos alimenticios. Aún así,
la estrategia que aprenderás la podrás aplicar a otros ámbitos de tu
casa y de tu vida: tu armario, tu zona de trabajo, las habitaciones de
los niños….etc.
Así que por ahora, empecemos con tu cocina. Para que sepas lo que
te espera, aquí tienes una lista de los temas que trataremos:
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Introducción al cambio: la cocina minimalista....................................4
¿Cambiando tu alimentación, cambia tu vida?...............................4
Las variables del cambio................................................................6
Tengo una visión: me siento bien y eso se nota...................................8
¿Qué es y cómo crear una visión?..................................................8
Operación bikini: luces lo que comes........................................9
El apagón: no tengo energía para nada......................................9
Compartir experiencias: la comida familiar.............................10
Compasión y política: cambiar a una alimentación alternativa
..................................................................................................11
Educación alimentaria: preparando a tus hijos para el futuro. .11
Versatilidad y curiosidad: me aburre lo que como .......................12
¿Cuál es tu visión?........................................................................13
Tus habilidades: lo que deberías saber (y qué hacer si todavía no lo
sabes).................................................................................................15
Habilidades existentes vs habilidades necesarias.........................16
Organización del cambio.........................................................16
Tu relación con las recetas.......................................................17
Cómo cortar con un cuchillo....................................................17
Para qué sirve el tomillo..........................................................18
Limpiando sin accidentes.........................................................19
Incentivos: ¿qué te impulsa?.............................................................21
Tu meta final (y los pequeños pasos).......................................21
Pequeños pasos hacia el éxito..................................................21
Déjate impregnar por cocinillas ..............................................22
Conviértelo en un juego o una competición............................22
Recuerda por qué lo haces.......................................................23
Planifica tan bien que siempre sepas lo que viene ahora.........24
Intercambio de tareas con tu pareja / compañero de piso........24
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Recursos: herramientas, entorno y organización...............................26
Ventajas de una cocina minimalista.........................................26
Limpieza inicial: ¿qué contiene tu cocina?..............................27
Reorganizando la cocina – con lo que tienes...........................30
Herramientas indispensables....................................................32
Alimentos indispensables.........................................................37
Como organizar lo que tienes en stock....................................41
Planificación: qué hacer cuándo, cómo y con qué frecuencia...........44
Planificación de las comidas....................................................44
Planificación de las compras....................................................44
Revisión periódica...................................................................45
Planificación de los fracasos....................................................45
El reto de la cocina minimalista........................................................47
¿Quieres saber más?..........................................................................48
¿Te ha gustado Simplifica tu Cocina?...............................................49
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Introducción al cambio: la cocina minimalista
Me gusta cocinar, en caso contrario sería difícil escribir un libro
sobre la organización de la cocina y de la alimentación. Aún así, no
siempre fui una entusiasta de la cocina. Muy al contrario: durante la
universidad, yo era conocida por no entrar en la cocina ni bajo
amenaza de muerte. Mi alimentación dependía de mis compañeros de
piso, del comedor de la universidad y de las patatas cocidas. En un
entorno intelectual cargado de conceptos y teorías pos-
constructivistas, la cocina era la amenaza perpetua contra mis
derechos de autodeterminación. Temía convertirme en una de estas
mujeres que se definen por sus logros en la cocina y no tienen otro
tema que el intercambio de recetas. Esa no era yo. Me costó unos
años entender que tomar las riendas de tu alimentación es parte del
empoderamiento como humano, indiferente de si eres hombre o
mujer.
Mi relación con la cocina empezó a cambiar durante mis estudios en
Brasil. A diferencia de Alemania, aquí era muy normal salir a comer
afuera. Descubrí un mundo de sabores nuevos: feijoada, moqueca,
pao de queijo, rodizio y muchos más. Sabía que iba a echar de menos
estos platos después, al volver a Europa. Al mismo tiempo me pedían
que preparara platos típicos de Alemania, especialmente los postres
alemanes, que tienen cierta fama en Brasil: galletas de navidad, torta
Sacher, Apfelstrudel y torta de la Selva Negra. De repente me
encontré en la cocina intentando replicar experiencias culturales – de
Brasil a Alemania y al revés. Me di cuenta que no era tan complicado
hacer patatas gratinadas y que muchas veces el secreto está en los
ingredientes. Aprendí a cocinar, en la cocina minúscula de mi piso
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compartido con siete brasileños, un lujo que me permitió aprender a
cocinar con lo que está disponible, sin perderme en la adquisición de
cacharros y artilugios innecesarios. Así nació mi amor por la cocina
minimalista – tanto a nivel de herramientas como a nivel de
ingredientes.
¿Esta experiencia me ha convertido en cocinilla? Un poquito si y un
poquito no. Soy capaz de apreciar una buena comida porque tengo
conciencia del esfuerzo que hay detrás de cada plato. Puedo preparar
una cena que satisfaga tanto a mis amigos carnívoros como a los
veganos. Al mismo tiempo me gusta mi lavavajilla para la limpieza
posterior y si alguien se ofrece a cortar cebolla para mí, será
bienvenido. Cocino, porque me gusta saber lo que como, porque me
gusta comer bien y porque creo que la libertad personal empieza en
mi propio plato. Hoy quiero darte las herramientas para conquistar
este derecho para ti.
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Seguramente conocerás a alguien de tu entorno que ha decidido dejar
de comer carne, ya sea por razones de gusto, por compasión con los
animales o como crítica a la cría masiva de animales y los riesgos
inherentes en este tipo de industria. A lo mejor conoces hasta una
persona vegana o alguien que sigue una dieta paleo. La idea de que
eres lo que comes nunca fue tan acertada.
Aparte de poder influenciar en la propia formación de identidad, la
comida tiene una clara función social: comidas de negocios,
desayunos familiares, cenas navideñas. Las grandes celebraciones
casi siempre están acompañadas de alguna comida, ya sea en casa o
en algún restaurante. No se puede negar: la comida constituye una
parte muy importante de tu vida personal y de tu vida social.
Hay un aspecto adicional que influye sobre tus hábitos alimenticios,
un aspecto que va mucho más allá del tipo de dieta que pretendes
llevar: la calidad y la preparación de tus comidas puede variar mucho
en función de las decisiones que tomes desde el momento de la
compra o del pedido. Nunca antes hubo tanta variedad de
ingredientes disponibles a toda hora y en todo momento del año, ni
las diferencias en procedencia eran tan visibles y tan variadas. Hoy
en día puedes escoger entre ingredientes de procedencia agro-
industrial, productos de producción local de tu propia comarca, o las
ofertas de productores con certificación ecológica. La recuperación
de variedades de frutas y verduras casi perdidas, y la introducción de
nuevos ingredientes procedentes de otras culturas, abre aún más el
abanico de lo posible. Existen tiendas que te permiten escoger entre
cinco o diez variedades de tomates y combinar tu plato con kamut,
arroz salvaje o granola de espelta. No es de sorprender que frente a
tanta opción, mucha gente se refugie en el puré de patata pre-
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fabricado. Por lo menos ahí sabes lo que hay y a qué sabrá. Aunque
quisieras innovar en tu cocina, el número de opciones puede
intimidar, porque no sabes ni por dónde empezar. Así que deja que te
eche una mano para que puedas entrar en el mundo de la cocina
pragmática sin morir en el intento.
Este libro quiere incentivar el cambio. Si lo has comprado, doy por
hecho de que no estás del todo satisfecho con lo que pasa en tu
cocina. Quizás quieres adherirte a una dieta nueva, tal vez estás
cansado de comer todo el tiempo lo mismo. Te paraliza el número de
opciones. Quieres ser capaz de cocinar algo delicioso (o haberlo
preparado el fin de semana) sin tener que graduarte en Artes
Culinarias ni pasar tres horas cada día frente al horno. Tienes una
vida más allá de los fogones y aunque entiendes que la comida es
importante, no te puedes (o quieres) permitir que ocupe más tiempo
de lo estrictamente necesario en tu agenda. Al mismo tiempo sabes
que así no puede seguir. Comes siempre lo mismo, estás aburrido de
los menús diarios grasientos que te sirven en el restaurante al lado de
tu trabajo y mirando tu cuerpo, sabes que algo tendrás que cambiar
para tener más energía y aprovechar mejor lo que tienes. Estás
consciente de que la alimentación es demasiado importante como
para ignorarla, pero te iría bien poder encajarla con el estilo de vida
que llevas. No hay que olvidar que la comida es tu combustible, y la
idea no es que te pases todo el día en la gasolinera.
Cambiar algo tan complejo como tus hábitos alimenticios no es tarea
fácil, pero tampoco es imposible. Para organizar este cambio de la
forma más divertida posible, he dividido el proceso necesario en sus
cinco conceptos más importantes: los puedes entender como los
cinco ingredientes del cambio. Cada capítulo de este libro está
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dedicado a uno de estos ingredientes, buscando soluciones fáciles de
implementar para cada aspecto. De esta forma podrás crear tu propia
estrategia para el cambio que buscas (o para cualquier otro cambio
que quieras empezar). Te recomiendo que escojas exactamente las
opciones que mejor encajen en tu realidad. Todos podemos cambiar,
pero tu camino dependerá de tus circunstancias personales. No es lo
mismo si vives solo que si compartes la comida con tu pareja o con
tus hijos. No es lo mismo si trabajas desde casa que si trabajas desde
una oficina (con o sin microondas a tu disposición). No es lo mismo
si tienes alergia a algún alimento que si estas de dieta, por haber
decidido hacer una dieta vegana por razones ideológicos. Más que
una receta generalizada, este libro te da opciones y ejemplos,
herramientas e impulsos: armado con esta información podrás
diseñar tu propia estrategia de cambio y así aumentar tus
posibilidades de éxito.
Aquí lo tienes: no hay una sola fórmula mágica. Hay tú fórmula
mágica. Este libro te dará las bases para que puedas crearla, para tu
cocina o para cualquier otro ámbito que requiera de un cambio.
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¿Quieres perder o ganar peso? ¿Has descubierto alguna intolerancia
alimentaria? ¿Estás cansada de la comida repetitiva de tu trabajo? La
visión, es el estado final que quieres conseguir. Puede que sea algo
relacionado con tu cuerpo, puede que sea algo relacionado con tu
rutina. Sin una visión, tus esfuerzos acabarán creando confusión. Es
importante que veas un sentido en lo que haces, en caso contrario
abandonarás tus esfuerzos en muy poco tiempo.
Habilidades: ¿qué necesitas saber? Para comer bien (sea lo que sea
que signifique esto para ti) no hace falta ser un chef de cinco
estrellas. Aún así es importante que tengas algunas habilidades
básicas: cortar verduras, freír un huevo, escoger ingredientes de
temporada. Seguramente ya tienes todas las habilidades necesarias
para conquistar tu propia alimentación, pero quizás querrás aprender
nuevas habilidades para variar un poco más en tu alimentación o
integrar sabores nuevos.
Incentivos: ¿para qué lo haces? La visión, es el objetivo final que
tú quieres conseguir. Los incentivos, son aquellas acciones que
puedes implementar en tu plan para no perder la motivación a lo
largo del camino. Pueden ser incentivos positivos (una cena en tu
restaurante favorito si consigues cocinar toda la semana) o incentivos
negativos (si no cocinas como mínimo tres veces esta semana, el
domingo no podrás encender el ordenador). Los incentivos, son
como metas a corto plazo que te ayudan a implementar el hábito y no
perder el rumbo.
Recursos: ¿qué necesitas? Una alimentación sana requiere
ingredientes seleccionados y herramientas prácticas. Sin una olla,
será difícil cocinar una sopa. Sin un cuchillo afilado, cortar aquellos
tomates puede convertirse en todo un martirio. Este capítulo quizás
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sea el más práctico de todos: ¿qué necesitas en tu cocina?, ¿cómo
puedes optimizar tu espacio y ver lo que necesitas para la próxima
cena sin tener que pasarte horas en el mercado o en la cocina?
Planificación: ¿cuál es el próximo paso? Una de las preguntas más
frustrantes de la historia es: ¿qué comeremos hoy?. De hecho en
muchos casos esta pregunta requiere más tiempo que la propia
elaboración de la comida. Si no tienes un plan, será muy fácil volver
a la alimentación habitual de pasta con tomate. Es lo más sencillo, es
lo más rápido, o eso es lo que crees en la urgencia de satisfacer tu
propia hambre (o el de la pareja). Este capítulo te dará ideas y
opciones que te facilitarán seguir tu propio plan. Es recomendable
que te aproveches de toda la ayuda posible: planes semanales,
recordatorios frecuentes, ideas para incluir a toda la familia,
experimentos que hacen el cambio más divertido, o aplicaciones de
móvil que te ayudaran en el seguimiento de tu propio plan. Estas
ayudas serán la clave para mantener el cambio a largo plazo y no
caer en la tentación de volver a los viejos hábitos una vez que lo
novedoso se haya difuminado.
Este libro será tu guía, tu apoyo para convertir tu cocina en una
fuente de bienestar. Aún así, la estrategia planteada es tan versátil
como tú. Puedes adaptarla a cualquier cambio que quieras conseguir.
Si puedes conquistar tus hábitos alimenticios, imagina ¿de qué más
serás capaz?
Por ahora, empezaremos con la alimentación, con tú alimentación.
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Tengo una visión: me siento bien y eso se nota
¡Enhorabuena!, has decidido tomar las riendas de tu alimentación y
hacer de la cocina tu dominio. O por lo menos has decidido que
quieres utilizarla como punto de partida en vez de pelearte con los
utensilios que has amontado a lo largo del tiempo. Para conquistar tu
propia cocina, para incorporar los hábitos alimenticios más
apropiados para ti y tu situación actual, el primer paso es definir
exactamente lo que quieres conseguir. ¿Qué es lo que te molesta de
tu situación actual? ¿Por qué quieres cambiar y qué es lo que quieres
conseguir?
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! Tu visión es específica: “Cocino para toda la familia tres
veces por semana”, en vez de “Hacemos más comidas
familiares.”
Esta actitud te obligará a definir tu visión con claridad y te ayudará a
descubrir que es lo que realmente quieres conseguir. Si estás
intentando realizar un sueño que no es el tuyo, te darás cuenta en el
momento de crear esta visión. Así evitarás perder el tiempo
persiguiendo algo que en realidad ni te importa. Así que date el
tiempo para definir tu propia visión personal frente a la cocina.
Recuerda que la visión deberá ser nítida y clara para tí, no
necesariamente realista al punto de que ya conoces todos los pasos
para llegar. Crea algo que te puedes imaginar, aunque en este
momento no veas como podrás llegar a este estado. Ahora no es
momento de ser realista, sino de buscar tu solución ideal.
Una vez que tengas definida tu visión, te animo a que la traspases al
mundo real. Si eres una persona muy visual y creativa, puedes crear
un collage que visualize lo que quieres conseguir. Si te van mejor las
palabras, lo puedes escribir en una tarjeta y engancharla en la nevera.
Si no quieres que tu compañero de piso o tu pareja se enteren de que
estás cambiando algo, póntelo como fondo de pantalla o escríbelo en
tu punto de libro para que lo puedas leer a menudo. Si sabes que
puedes contar con las personas que te rodean, puedes convertir tu
visión en un reto y animar a tu entorno a que te ayude a cumplirlo.
En las próximas páginas encontrarás algunas de las motivaciones
más frecuentes que pueden desencadenar un cambio a nivel de
cocina. Si te reconoces en una de las descripciones, ¡genial!, utilízala
como punto de partida para redondear la descripción con tus propias
ideas y aspiraciones. O quizás, quieres conseguir una combinación
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única de distintos aspectos que aquí están divididos: ¡adelante!, crea
tu propia visión. Lo importante no es tanto cuál es tu visión, sino que
tengas una visión que te marque el camino. El énfasis que le pones a
los diferentes aspectos posibles marcará los pasos a seguir para
cambiar tus hábitos a la hora de comer y tus actividades relacionadas
con la cocina.
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Ejemplo 2: Conozco las opciones de restaurantes con menús
sanos en mi ciudad y me aprovecho de ello entre semana. Los
fines de semana elaboro mis propias creaciones en casa.
El primer ejemplo sería más típico a una dieta tradicional, con la
diferencia de que el enfoque está en el proceso, no en el número
concreto de calorías. La mayoría de las dietas fracasa porque no has
conseguido incorporarlo en tu día a día, por lo tanto, cuando “dejas la
dieta” vuelves a los hábitos de antes. Con la primera visión crearías
un nuevo hábito, la dieta ya no se llamará dieta, sino alimentación.
El segundo ejemplo es más adecuado para una persona tan ocupada
que no tiene tiempo para preparar sus tuppers, o que no tiene la
opción de utilizarlos en el trabajo. Los fines de semana los podrá
utilizar para descubrir la cocina e impresionar a amigos y familiares
(si así lo desea).
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alguna forma, aprovecha este momento para iniciar el cambio.
Ejemplo 1: Le doy a mi cuerpo el combustible necesario para
sentirme ligero y lleno de energía. Presto atención al efecto que
tiene la comida sobre mi bien-estar para optimizar este
combustible a mis propias necesidades.
Ejemplo 2: Apoyo mis actividades deportivas con la alimentación
adecuada, planificando y elaborando las comidas con tiempo
para no tener que preocuparme por este aspecto durante la
semana y concentrarme en mis otras actividades.
El primer ejemplo se concentra en los experimentos conscientes a
base de diferentes tipos de ingredientes y su preparación. Aunque no
tengas ninguna alergia, es posible que tu cuerpo gestione algunas
sustancias mejor que otras. Al experimentar con diferentes
ingredientes, controlando lo que comes y en qué cantidades, podrás
poner tu atención en el efecto que tienen los diferentes aspectos de tu
comida. A lo mejor te das cuenta que sin gluten tienes más energía o
que la falta de tu yogur mañanero te causa estrés mental. O puede
que simplemente te des cuenta que los productos fritos te hacen
sentir demasiado pesado y por ello decides cambiarlos por la
elaboración al horno o al vapor.
El segundo ejemplo combina las actividades físicas con una
alimentación basada en las necesidades de este tipo de actividad. El
autor de esta visión tenía muchos conocimientos de bioquímica, así
que sabía exactamente cuáles ingredientes eran importantes para
cada tipo de actividad que se proponía. En este caso puedes ver que
la visión requiere un tipo de habilidades importantes. No hay nada
que impida que incluyas cierto tipo de habilidades en tu visión. Lo
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importante es que no te preocupes por el momento si tienes los
conocimientos adecuados. Cuando lleguemos al apartado de las
habilidades ya te ocuparás de esta cuestión. En este momento, lo
importante es tu visión.
Cuando yo era niña, mis padres eran muy estrictos con los horarios
de comer. Desayunábamos juntos, sentados en la mesa, cada uno con
su plato preparándose el desayuno. Era el momento de planificar el
día y de ponernos de acuerdo en los diferentes planes que teníamos.
Aún en los días que entraba más tarde en la escuela, el desayuno era
sagrado. Había que levantarse para marcar presencia. Lo mismo
pasaba con la comida de los domingos. Siempre coincidíamos a las
13:30 del mediodía para sentarnos juntos, comer lo que había
preparado mi padre con tanto amor y charlar sobre cómo nos había
ido la semana. Recuerdo que algunas veces me quejaba de que tenía
que estar en casa a esta hora. Hoy veo la importancia de estos
encuentros regulares con la familia. Era un punto de encuentro
previsible y regular del que todos nos podíamos fiar. Todos sabíamos
que si queríamos hablar algo con todos los integrantes de la casa, la
comida del domingo era la mejor opción. La comida en este caso
sirvió como punto de conexión entre los miembros de la familia.
Ejemplo 1: Todas las mañanas desayunamos juntos en un tiempo
habitual reservado únicamente a esta actividad. Nos
concentramos en las personas que comparten la mesa con
nosotros y colaboramos todos en crear este espacio.
Ejemplo 2: Dos veces a la semana cenamos en familia con la tele
apagada saboreando una comida que preparamos por turnos.
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El primer ejemplo se concentra más en la dinámica del grupo (estar
presente, sin el móvil en la mano), mientras el segundo ejemplo hace
más hincapié en la elaboración propia de la comida en cuestión. Cada
familia es un mundo y cada familia tendrá que encontrar su propio
equilibrio. Lo que ambos objetivos tienen en común es la exclusión
de cualquier actividad que no tenga que ver con la comida: sin
teléfonos, televisores ni otros focos de atención. Será necesario crear
comunidad. Lógicamente, estos dos objetivos requieren que te
pongas de acuerdo con tu pareja, y dependiendo de su edad, quizás
con tus hijos. No es viable que tú cargues con toda la carga de
mantener la armonía familiar. Puedes ser el detonante, siempre
incluyendo a los demás de la familia.
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necesidades alimenticias y para poder elaborar nuevos platos. Te
harás experto en experimentos, en adaptar recetas conocidas y en
descubrir recetas nuevas. La buena noticia es que internet se ha
convertido en un gran recetario para todo y cualquier tipo de comida.
No importa el tipo de dieta que pretendas emprender: hay alguien
que ya ha publicado recetas adecuadas o que te puede enseñar sobre
las alternativas existentes de ciertos alimentos.
Ejemplo 1: Mi alimentación está libre de productos de origen
animal. Soy capaz de servir una cena para 10 personas sin que se
den cuenta de que están comiendo algo vegano.
Ejemplo 2: Consumimos una cesta ecológica con productos de
temporada cada semana, sin desperdiciar ninguno de los
alimentos.
La primera visión contiene un reto muy concreto. No solo quieres
cambiar tu propia alimentación. También quieres aprender a
manipular los nuevos alimentos que descubras para demostrar que sí
se puede comer bien aunque no haya un pollo asado de por medio. Es
un buen truco el enriquecer tu visión con un reto, especialmente
cuando la visión es tan amplia como “no comer productos
procedentes de animales.”
La segunda visión se centra mucho en la versatilidad y en los
conocimientos acerca de productos de temporada. La decisión de
aprovechar lo que ofrece una cesta de frutas y verduras de temporada
puede incluir una reducción del consumo de carne (por comer más
verdura) o no. En todo caso, incluye un enriquecimiento de las dotes
culinarias de la persona que estará en la cocina por el simple hecho
de que te encontrarás con ingredientes que a lo mejor ni sabías que
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existían.
¿Tus hijos saben cocinar? ¿Saben hacer una lasaña, freír un huevo,
preparar mermelada o conservar legumbres? Si todavía no lo saben, a
lo mejor es tiempo de que los involucres en lo que pasa en la cocina.
Hoy en día es muy poco probable que se queden en casa hasta
casarse para que después su mujer se ocupe de su alimentación. Así
como todas las chicas deberían saber cómo cambiar una bombilla,
todos los jóvenes necesitan conocer las bases de una alimentación
sana. El número creciente de libros que se publican para solteros, que
de repente tienen que encargarse de su propia comida es un gran
indicador de que algo ha fallado en los últimos años. Los jóvenes
muchas veces carecen de conocimientos alimenticios y sobre todo,
de práctica en la cocina. Si la escuela no se ocupa del tema, la
alternativa es que impliques a tus hijos en todo el ciclo de la comida
en casa: desde la compra hasta el puzzle de cargar el lavavajillas o
lavar los platos. El reto es que tus hijos sepan cuánto vale un kg de
patatas, como convertirlo en un gratinado y dejar la cocina de tal
forma que ni tú te des cuenta que han pasado por ahí. Si consiguen
esto, sabes que has cumplido en prepararlos para el futuro.
Ejemplo 1: Involucro a mi hijo en la alimentación familiar,
haciéndole partícipe en la compra y elaboración de la comida así
como en las tareas que conlleva la comida diaria.
Ejemplo 2: Cada persona en la familia tiene un día asignado en
el que está completamente a cargo de la alimentación familiar.
Ayudo en la elaboración cuando hace falta, en el papel de asesora
y fuente de información.
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Estas dos visiones se diferencian sobre todo en la implicación de la
madre o del padre en el reto. En ambos casos toda la familia
participa, aunque de forma diferente. En el primer caso el hijo
participa en las actividades que ya lleva a cabo su progenitor,
mientras en el segundo paso el niño mismo se ocupa de que haya
comida sobre la mesa. El padre sirve de apoyo, pero la
responsabilidad reside desde el inicio en el niño. ¿Qué tipo de
objetivo es el más adecuado? depende de tu familia, de la edad de tus
hijos, de las actividades diarias, de tu relación con tus hijos y de tus
preferencias personales.
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integrantes y que se respeten las alergias de todo el mundo.
La primera visión es puramente personal, la segunda incluye un
aspecto social al involucrar a tus compañeros de trabajo en la
elaboración de las comidas. Mientras en el primer caso te ocupas tú
de todas las comidas, en el segundo caso podrás aprender de lo que
hacen otras personas. Por supuesto que también puedes buscar otra
forma de aprender de otros cocinillas, como apuntarte a un círculo de
cocineros u organizar fiestas en las que todo el mundo trae algo para
comer.
¿Cuál es tu visión?
Lo más importante de la creación de tu visión es que sea tuya. Tu
visión depende de lo que tú quieres, sin importar lo que creas que
quieran los que están a tu alrededor.
No te olvides que tú eres la única persona que puede hacer un cambio
en tu día a día. Además, es importante que estés consciente de que
solo cambiarás de forma duradera si realmente estás convencida de
que te sirve a ti. No cambies porque te lo dice una revista, tu madre,
tu vecina o incluso alguna amiga. Lo importante es lo que tú sientas.
Es importante que te sientas bien con tu cuerpo, no solo a nivel
visual, sino sobre todo a nivel de energía. Si estás muy cansado, si no
consigues levantarte, si te sientes pesada, entonces es muy probable
que te estés alimentando mal. Entonces es el momento de trazar tu
visión de lo que quieres conseguir. Parece que estamos hablando
solamente de la alimentación, pero verás que este hábito se puede
convertir en un hábito anclaje que te ayudará a hacer otros cambios
en tu vida.
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También es importante que te sientas bien con la rutina que has
creado y con lo que te rodea en tu cocina. Aunque tu tía no vive sin
su olla a presión, eso no significa que necesites tener una igual.
Nadie tiene derecho a interferir en lo que entra y sale de tu cocina,
con excepción de las personas que cocinan y limpian esa cocina.
Quieres un cuerpo lleno de energía y quieres una cocina que te
permita crear y mantener esta energía.
Si tienes más energía te será más fácil moverte. Quizás hasta
acabarás haciendo deporte. Si tienes más energía ya no te costará
tanto participar en las reuniones de trabajo. Tal vez disfrutarás más
de los fines de semana porque ahora sí que puedes acompañar a tus
amigos a sus salidas a la montaña. O sea, es mucho más que solo
cambiar lo que comerás en el desayuno (si decides comer un
desayuno) y cómo incorporarlo en tu rutina ya establecida. Tómate el
tiempo de evaluar qué quieres conseguir con tu cambio de
alimentación. ¿Qué es lo que te empuja hacia el cambio? Al
descubrir el verdadero objetivo detrás de tu cambio, más adelante
podrás diseñar el plan idóneo para ti.
Muchas veces nos dejamos engañar por lo que nos dice la publicidad,
lo que nos exige que hagamos para “ser más felices”. La lista de
tareas se alarga más y más hasta que te quedas agobiado de tantas
exigencias. Es hora de concentrarte en lo que tú quieres sentir, en lo
que tú quieres conseguir, en lo que a ti te hará sentirte bien. Es
posible que para tener más energía no tengas que cambiar muchas
cosas. O quizás te das cuenta que tienes que cambiar todo. No
importa, ya lo resolverás más adelante. En este momento la visión es
lo más importante, ya que esta visión será el punto de comparación
en tus avances alimenticios. Te indicará si estás en el buen camino o
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si te falta mucho todavía para alcanzarlo. También te ayudará a
diseñar los incentivos. Cuando sabes que es lo importante para ti, es
más fácil decidir metas intermedias.
Existen diferentes tipos de visiones: mis visiones, los deseos de los
que me rodean, las exigencias que tengo frente a mis hijos. No te
dejes engañar, los cambios de verdad siempre están centrados en ti,
en lo que tú quieres hacer. Frente a otras personas puedes justificarte
como quieras, en el fondo tú eres quién decide cambiar algo o seguir
como siempre. A lo mejor a tus colegas les va mejor si piensan que
estás de dieta, o a tu suegra le puedes decir que no puedes comer
gluten para que deje te atormentarte con la pizza. Son todas razones
legítimas, pero en el fondo lo importante es lo que quieres conseguir
tú. Póntelo por escrito (si hace falta en algún lugar donde nadie lo
vea) y léelo regularmente para recordar que estás intentando
conseguirlo.
Y ya que estás con tu visión, es muy probable que te vengan a la
mente otras ideas que no quieres perder:
! ¿Existen personas que ya llevan el estilo alimenticio que te
gustaría conseguir?
! ¿Tienes en mente ideas de cocina que no te has atrevido a
probar hasta ahora, pero que te gustarían incluir como
experimento?
! ¿Qué aspecto de tu visión es la que te da más inseguridad?
¿Tienes miedo a la planificación? ¿Crees que no conseguirás
comprar todo lo necesario? ¿Te preocupa el poder agobiarte
en la búsqueda de la receta perfecta?
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Asegúrate de anotar todas estas ideas para poder volver a ellas más
adelante e incluirlas en tu estrategia final. Serán indicadores potentes
para definir tus habilidades, tus incentivos y los recursos que te
hacen falta.
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Tus habilidades: lo que deberías saber (y qué
hacer si todavía no lo sabes)
Todo cambio requiere de algunas habilidades específicas. Las
habilidades son aquellos conocimientos, generalmente aplicados a la
práctica, que te permiten realizar el cambio. Al inicio del cambio de
algún hábito o creación de una rutina completamente nueva,
utilizarás habilidades que ya posees. Sin embargo, es posible que más
adelante necesites desarrollar nuevas habilidades y aprender nuevas
estrategias para seguir adelante con este cambio. Por ello al inicio
todos los cambios parecen fáciles, aunque suelen convertirse en una
fuente de ansiedad más adelante. Para evitar esta situación, es
imprescindible prever las dificultades que pueden surgir
posteriormente para que puedas estar preparado. Al fin y al cabo, las
habilidades se pueden aprender y/o mejorar.
Hay distintos tipos de habilidades, algunas más intelectuales que
otras. Para facilitar el análisis, las podemos dividir en habilidades
físicas, habilidades cognitivas y habilidades mentales.
Las habilidades físicas se refieren a lo que eres capaz de hacer con
tu cuerpo. Cortar cebolla es una habilidad física, así como darle la
vuelta al cordero en el horno. Las habilidades físicas (o técnicas) más
importantes en la cocina son sin duda la habilidad de limpiar y
preparar los ingredientes (pelar, cortar, triturar...) para su posterior
cocción, ya sea al vapor, en agua, al horno, frito etc.
A diferencia de los otros tipos de habilidades, las habilidades físicas
tienen una característica especial: existen grados de maestría que
invervienen en el proceso, aunque no alteren el resultado. Así, es
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posible que tú tardes 35 segundos en pelar una patata, mientras que
tu hijo se pelea con ella durante 2 minutos, y además pierde media
patata en el proceso. Mientras tanto, un chef maestro tarda 10
segundos en pelar la misma patata y cortarla en daditos uniformes.
Por lo tanto no es solamente importante detectar que tipo de
habilidades tienes, sino también de definir si lo que sabes es lo
suficiente o si quieres practicar para mejorar tu rendimiento en este
tipo de actividad. Recuerda que no hace falta llegar a la perfección
(la tortilla de patatas no sabe mejor ni peor por el tiempo que tardaste
en pelar la patata), sino en encontrar la forma en la que te sientes a
gusto con lo que haces.
Las habilidades cognitivas son todos aquellos conocimientos
teóricos que has aprendido a través de libros, revistas, cursos de
cocina o buscando recetas en internet. Saber que un huevo duro
requiere 9 minutos de cocción es una habilidad cognitiva. El hecho
de que pongas los frijoles en remojo la noche anterior a su utilización
es una habilidad cognitiva, así como la preparación de un cheesecake
sin productos lácteos. Mientras las habilidades físicas requieren la
práctica para mejorar, las habilidades cognitivas nacen del
aprendizaje teórico. No importa si lo aprendes a través de un libro o a
través de una profesora que te lo explica en un curso de cocina: son
conocimientos que puedes utilizar a partir del momento que los has
aprendido. Saber que el pastel necesitará 45 minutos a 180ºC no es
una habilidad que mejore con el tiempo, sino parte de la habilidad
cognitiva necesaria para llevar a cabo esta receta en concreto.
Las habilidades mentales muchas veces nacen de las habilidades
cognitivas. Son aquellos conocimientos teóricos que has adquirido
gracias a tu experiencia sin haberte puesto a estudiar para ello. Este
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tipo de habilidades generalmente gira alrededor de las actividades
que sueles realizar con cierta frecuencia: sabes que esta tortilla está
hecha sin poder explicar exactamente por qué, simplemente porque
ya lo has hecho tantas veces…. Y a esta pasta le faltan 2 min,
mientras a las patatas es mejor sacarlas ahora, si no se van a
deshacer. Estas habilidades, esta intuición es el resultado de una serie
de pruebas, repeticiones, y sí, también fracasos. Aprendiendo de los
propios errores y observando a personas que ya han conquistado lo
que tú quieres conseguir es la mejor forma de adquirir o conseguir
estas habilidades. En la cocina, puedes aprovechar a tus amigos o a
tu familia para este fin: comparte la cocina con ellos para ver como
tu madre hace su famoso cordon-bleu o como tu mejor amiga prepara
un púdin de verduras. .
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identificas como necesarias o imprescindibles para seguir adelante,
entrarán en tus actividades de preparación.
Si te das cuenta que existe alguna habilidad que tienes que dominar
pero que en este momento todavía no sabes ejecutar, entonces tu
primer paso será encontrar una forma de adquirir esta habilidad. Si
en la cocina quizás tan solo te hace falta la práctica en algunas
actividades típicas; un buen libro de cocina y un repertorio de recetas
adecuadas será suficiente. Si para conseguir tu meta hace falta
terminar los estudios universitarios de chef, entonces quizás te hayas
puesto un objetivo demasiado exigente (o en el fondo lo que quieres
es abrir un restaurante).
En las siguientes páginas encontrarás algunas habilidades que pueden
(o no) facilitarte tu camino hacia el objetivo que definiste en el
anterior capítulo. Toma nota de las que requieren algo más de
trabajo, para estar preparada cuando las necesites.
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aplicaciones de móvil o si prefieres una agenda impresa en la puerta
de la nevera. Define ahora cuáles son tus modos de planificación y de
dónde sabes que vendrán los retos.
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primer momento es recomendable que consumas el máximo de
información posible para poder adaptar lo aprendido a tu propio plan
de cambio. Marca las páginas que te parezcan más interesantes y
sobre todo no te dejes intimidar por las diferentes creencias. Algunas
páginas de recetas son muy insistentes a la hora de vender su propia
filosofía como la mejor del mundo. Por el momento esta no es tu
batalla. Tú estás aquí para aprender cómo aprovechar el
conocimiento brindado para tu propio plan. No importa si decides
dejar los productos lácteos porque te causa alergia o por razones
políticas, la causa no tiene por qué influenciarte a la hora de elegir la
receta más sabrosa.
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que utilizas de vez en cuando para servir algo muy específico. Ya que
estás revisando los cacharros: toma nota de lo que necesita práctica y
pon en un cajón específico todas aquellas herramientas que no has
tocado en un año. Más adelante (en el capítulo de las herramientas)
podrás revisar este cajón para decidir que harás exactamente con
todas estas herramientas abandonadas.
Con o sin recetas, saber manejar las especias es de gran utilidad para
mejorar muchos platos y para dar la ilusión de una gran variedad en
tus preparaciones diarias. Si añades chile y un poco de zumo de lima
a tu tortilla, lo has convertido en plato mexicano. La misma tortilla
con curry y jengibre parece una especialidad de la India, mientras
que cebolla, ajo y perejil te llevan al Sur de Europa. Conocer el uso
de las variadas hierbas te ayudará a cambiar cualquier tipo de receta
en algo completamente diferente y así evitar que te aburras de tus
propias creaciones.
No existen cursos para aprender a utilizar las especias, aun así es una
habilidad bastante fácil de aprender. Nada impide que utilices las
chuletas que hagan falta en tu cocina. Con una lista a seguir sabrás
cuales combinaciones de sabores evocan cuál geografía
gastronómica. Puedes poner este recordatorio al lado de tus especias,
o puedes anotar en cada botecito para qué sirve este tipo de hierba. Y
ya que estás revisando lo que tienes: tira todas las hierbas que hayan
estado abiertas durante más de 12 meses. Utilizarlas sería como
añadir paja a tus platos.
! México: lima / limón + chile
! India: curry
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! India del Norte: comino + jengibre + ajo
! Egipto: limón + perejil
! Oriente medio: comino, cilantro
! Marruecos: comino, cilantro, canela, jengibre + cebolla +
tomate / fruta
! África del Este: chile, ajo, jengibre, clavo
! África del Norte: ajo, comino, menta
! Grecia: aceite de oliva, limón, orégano
! Italia / Francia: aceite de oliva, ajo, albahaca
! Francia: hierbas de Provenza, vino
! Italia: aceite de oliva, ajo, perejil y/o anchoas, opcional:
tomate seco
! España: aceite de oliva, pimienta, cebolla
! Europa del Norte: crema de leche, eneldo, páprika dulce
! Nepal: lima, jengibre, chile
! Asia central: canela, nueces, pistachos, frutas
! Tailandia: salsa de pescado, jengibre, cilantro, chile
! Vietnam: salsa de pescado, limón
! Laos: salsa de pescado, coco
! Japón: tamari / salsa de soja, azúcar, sake, sésamo (aceite o
semillas tostadas)
! China: tamari / salsa de soja, vino de arroz, jengibre
Aparte de las combinaciones, es una buena práctica el anotar en cada
botecito, para que sirven las especies más comunes en tu armario:
Perejil: sopas, salsas, ensaladas, pescado, huevo, carne y verduras:
especialmente en combinación con tomate, patata o cebolla
Albahaca: tomate, pesto, pasta, ensaladas, carne, pescado. Combina
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muy bien con romero, tomillo u orégano.
Tomillo: combina muy bien con comidas pesadas para hacerlas más
fáciles de digerir. A combinar con romero, albahaca u orégano. Úsalo
para: carne, pescado, salsas, estofados, huevos.
Romero: venado, cordero, patatas, verduras, sopas, estofados.
Menta: sirve para comidas dulces o picantes. Úsalo para preparar:
postres, bebidas, salsas, pescado, carne, ensaladas.
Salvia: usar muy poco ya que es muy potente. Añadirlo desde el
principio y combinar con romero, tomillo o laurel. Úsalo para
preparar: pescado, carne, salsas, infusiones, ensaladas.
Orégano: la típica hierba italiana para pasta, pizza, verduras (tomate,
berenjena, calabacín, queso)
Estragón: usar pequeñas cantidades ya que es muy intenso. Úsalo
para preparar: pizza, pescado, ensalada, salsas.
Laurel: sabor muy intenso, utilizar con precaución. Úsalo para
preparar: pescado, setas, carne, sopas, estofados
Cilantro: para cocina asiática, salsas, ensalada, carne.
El conocimiento sobre estas hierbas es una habilidad muy fácil de
adquirir (o de tener al alcance de la mano) y que te servirá mucho en
el momento de ponerte a cocinar. Y si otra persona cocina para ti,
muchas hierbas se pueden añadir al plato después de haberlo
cocinado, así que ahora serás capaz de mejorar los platos que te
parecen sosos sin refugiarte únicamente en el uso de la sal.
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favorita. Si no dominas la limpieza, es muy probable que tus intentos
de conquistar la cocina se vean frustrados al segundo día, cuando
vuelves a la cocina y esté hecha un caos completo. Si compartes la
cocina con tu familia o tu pareja existen diferentes modelos: “quién
cocina limpia” vs “yo cocino – tu limpias”. Elegir cuál de estas dos
opciones será la más apropiada dependerá de la división de trabajo en
casa. Si siempre es la misma persona quien cocina, sería interesante
que la(s) otra(s) persona(s) se implique(n) por lo menos a la hora de
limpiar. Si los integrantes de la casa alternan el hecho de cocinar,
cada uno puede limpiar lo suyo.
Esta segunda opción tiene otra ventaja: si la persona que cocina
también es la persona que limpia, tendrá más interés en tapar la
sartén al freír para no tener que fregar las paredes después. Utilizará
menos herramientas o las pondrá directamente en el lavavajillas en
vez de dejarlo todo amontado en la pica.
Esta práctica de limpiar sobre la marcha mientras estás cocinando,
también puede servir en otros ámbitos de la vida. Te entrena para
guardar la ropa directamente en vez de dejarla sobre la cama primero.
Te enseña a guardar las cosas encima de la mesa de paso, en vez de
esperar que todo se acumule y el fin de semana se convierta en un
drama de limpieza interminable. Sobre todo si cocinas a diario, vale
la pena practicar para que la limpieza se convierta en algo
automático, integrado en el proceso de cocinar.
Para facilitar este proceso de limpieza utilizarás dos habilidades: la
versatilidad de las herramientas y la acción inmediata. Entre cortar
cebolla y cortar tomate no cambies de cuchillo, límpialo con un
chorrito de agua. Cuando acabes de cortar todo, pasa la tabla de
cortar por el agua y déjala escurrir. Así solo la tendrás que guardar al
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final de todo. Si quieres probar la salsa durante la preparación utiliza
una sola cucharita (y la lavas rápidamente si hace falta). Mientras la
lasaña está en el horno, aprovecha los 15 minutos para limpiar la
superficie y las herramientas utilizadas. De esta forma cuando saques
la comida del horno solo te quedarán pendientes el recipiente de la
lasaña y los platos que efectivamente utilizarás para comer. Te
costará cinco minutos después de la comida y te relajará un montón
al día siguiente.
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Incentivos: ¿qué te impulsa?
Fuiste tú, quien decidió conquistar la cocina y tomar las riendas de tu
alimentación. Tú, escogiste un objetivo o una meta que quieres
cumplir a través de este cambio. El resultado final que quieres
conseguir, es tu primer factor de motivación para dar el primer paso.
Aun así, esta motivación inicial no es suficiente para asegurar que
tengas éxito a largo plazo, algo que quizás ya hayas vivido en el
pasado. Cuando el objetivo está demasiado en el futuro, tu cerebro le
quita importancia y la motivación cae en picada. Por eso es
importante que tengas una estrategia para aumentar y mantener tu
motivación a lo largo de todo el proceso, hasta que se haya
convertido en algo tan natural que ya no te suponga trabajo
recordarlo. Sin motivación el cambio se estancará y como mucho
conseguirás un cambio muy gradual muy por debajo de tus
posibilidades. Acabarás pensando que la cocina no es para ti, que
nunca podrás comer más sano, que un cambio es imposible y que
menos mal que hay un kebab al lado de tu casa. Para evitar este
fracaso, puedes diseñar un sistema que mantenga tu motivación más
allá de la primera semana de ilusión y ganas.
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cenar en un lugar importante para ti o comprarte aquel gadget
electrónico.
Tal vez te quieres dar el placer de una cena súper diferente con todo
el dinero que ahorrarás al dejar de comer fuera en tu hora de
descanso. El incentivo final te lo pones tú, ahora te falta un sistema
para recordar este incentivo final y preparar todo para no perder la
motivación a lo largo del camino.
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! Corto una verdura por día (una cebolla, un tomate), aunque
sea para hacer una ensalada.
Lo importante es que estas mini metas te exijan un mínimo (o
ningún) esfuerzo. A lo mejor tendrás que ponerte una alarma en el
móvil para dejar el vaso de agua preparado, pero aparte de esto no
existe excusa en el mundo que te pueda impedir el realizar esta
actividad. Y antes de que te des cuenta se ha convertido en un hábito
que ni siquiera requiere de alarma.
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grandes chefs, de personas que han conseguido retomar las riendas
de su vida gracias a la alimentación. Lee libros o blogs o páginas de
personas que han hecho el cambio que tú quieres hacer, personas que
están intentando evitar el mismo tipo de alimentos o personas que
han encontrado una solución para el problema del tupper. Y a lo
mejor lo puedes convertir en alguna de tus mini-metas (leer durante 3
minutos algunas historias motivadoras cada día).
Si prefieres los podcasts o las series de televisión o de YouTube,
búscate contenido que te inspire. Quizás te inspiren las pelis como
Chocolate, Ratatouille o La historia de Julia Childs. O talvez te
diviertas mirando shows de cocina (hoy en día hay chefs bastante
divertidos) o programas científicos que explican el impacto que
tienen ciertos alimentos sobre el cuerpo humano (positivo o
negativo). Este tipo de información aumentará tus ganas de hacer lo
mejor para tu propio cuerpo.
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culinarias o de la hierba que has utilizado hoy. Puede ser una entrada
con el tiempo exacto que has utilizado para limpiar la cocina después
de cocinar. O puede ser una crónica con el número de cacharros que
has utilizado para cocinar. Todas estas ideas te ayudarán a tomar
conciencia de lo que comes y de cómo lo preparas. .
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Situación: Los ingredientes se estropean demasiado rápido.
Solución: Comer comida natural y sin procesar no necesariamente
significa que todo tenga que ser fresco. Muchas verduras y también
frutas se pueden congelar, una vez lavadas y cortadas. En algunos
países también es posible comprar legumbres o verduras congeladas
sin aditivos añadidos. Aprovecha esta opción para facilitarte la vida.
***
Situación: La limpieza de la cocina es agotadora.
Solución: Si tienes un lavavajillas: utilízalo! Siempre gastarás menos
agua con esta máquina que lavando a mano. Si este cacharro no cabe
en tu cocina, practica el lavado inmediato (ver habilidades) de tus
herramientas. Así acortas el tiempo pos-comida.
***
Situación: Siempre sobra mucha comida y acabas tirando
demasiados alimentos.
Solución: En parte esta frustración depende de tu habilidad de
planificación, posiblemente lo puedas mitigar con ayuda de tu
congelador y un buen juego de tuppers. Importante: consigue unas
etiquetas para escribir en cada tupper lo que has guardado y cuándo
lo has hecho. La mayoría de las comidas se pueden guardar 2-3 días
en la nevera (una vez preparadas) y hasta medio año en el
congelador. Eso te dará tiempo para llevarte los restos al trabajo o
servirlos en otra ocasión (y con menos limpieza posterior).
***
La frustración y las ganas de dejar tu meta atrás no necesariamente
indican que tú no eres capaz de hacerlo. Muy al contrario: puede ser
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un indicador de que estás en buen camino pero que aún te hace falta
afinar en uno u otro aspecto para optimizar tu estrategia de éxito.
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podéis llegar al acuerdo de la hegemonía cocinera: quién
cocina decide. Para evitar abusos podéis cederos un veto a
cada uno por sí hoy realmente no te apetece gratinado de
setas. Para que esto funcione vale la pena hacer una lista de
platos que os gusten a los dos, porque claro está, aunque se
trate de una dictadura querrás ver a todos los ciudadanos
felices, así que ninguno de los dos cocinará algo que sabe que
el otro odia.
Ojo: con la dictadura firmemente empleada tienes dos
opciones para asegurarte que siempre podrás cocinar. Puedes
hacer tu planificación individual sin que esto tenga que
incluir tu pareja o puedes tener suficientes “opciones
duraderas” en tu armario de cocina, o sea suficiente recetas
que se puedan elaborar simplemente con las cosas que por
inercia siempre tendrás en casa.
Esta idea no es solo una idea genial para motivarte, sino que también
convertirá la experiencia de la nueva cocina en una experiencia
compartida. La idea es muy simple: que cada uno haga lo que menos
le duele, a cambio de que el otro haga algo. La parejas que viven
según el “yo cocino – tú lavas los platos” ya han implementado un
tipo de intercambio de tareas, cada uno quedándose con la que menos
le molesta. Puedes incluir este sistema dentro de los pasos de cocina:
yo cocino – tú compras. Yo preparo la carne – tú picas la cebolla. Tú
cortas las verduras – yo lavo la licuadora. También lo puedes incluir
dentro del sistema más amplio: yo pico la cebolla – tú quitas el polvo
de los muebles. Yo te preparo tu estofado favorito – tú haces las
compras.
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Este sistema funciona por dos razones: te libras de algo que te parece
“peor” de lo que haces a cambio, y sientes que la otra persona se
preocupa por ti y te hace la vida más fácil.
Una vez que tengas la cocina simplificada y tus hábitos alimenticios
bien organizados ya no necesitarás tanta motivación para mantener el
sistema. Llegará el momento que sabrás de memoria qué hacer con
aquellas acelgas que sobraron o cómo utilizar mejor estos pimientos
para que no se pierdan. Pero hasta que llegues a este punto, es
imprescindible que te motives.
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Recursos: herramientas, entorno y organización
Los recursos, son todas aquellas necesidades que tienes que cubrir,
para poder realizar tu sueño de la cocina organizada y minimalista.
En tu cocina, los recursos son todo aquello que utilizas (o no), para
cubrir tus necesidades alimentarias, ya sean ollas, cuchillos o el
paquete de arroz blanco en la despensa. Los recursos se pueden
comprar, aunque muchas veces también llegan a tu casa en forma de
regalo. Es muy típico que de esta forma, la cocina se vaya llenando
de cacharros. Es mucho menos frecuente el que te pongas a sacar
cosas de tu cocina. El resultado final, es una cocina llena de recursos
que te entorpecen más de lo que te ayudan. La organización y la
selección consciente de lo que te rodea en la cocina, es por lo tanto,
una tarea importante para poder sacar el mayor provecho de los
recursos de que dispones.
La filosofía minimalista te incentiva a que simplifiques los recursos
que te rodean, manteniendo únicamente aquellos cacharros e
ingredientes que utilizaras a menudo. Es tú cocina, y las herramientas
tienen que adaptarse a tu forma de moverte en ella. El experto eres
tú.
Este capítulo te presentará un montón de herramientas e ingredientes
que pueden serte útiles para tu cambio. La mayor parte de estos
objetos ya los tienes en casa, así que no hace falta que vayas a
comprar uno nuevo. Ya tienes tu cuchillo de cocina (aunque quizás
necesite un afilado) e imagino que también dispones de sartenes y
ollas. En la organización minimalista, el truco no es tanto conseguir
los cacharros necesarios, sino desprenderte de aquellas cosas que
compraste pero que casi nunca utilizas. Es hora de que amplíes tu
vocabulario, de “lo necesito” al “puedo prescindir de ello”.
Herramientas indispensables
Alimentos indispensables
Clasificar los alimentos es una ciencia en sí. Según qué caso, todo el
mundo tiene su propia clasificación. Todo depende cuál es el aspecto
más importante para ti en este momento:
! Grupo alimenticio: Verduras, legumbres, frutas, frutos, pasta,
carnes.
! Valor nutricional: proteínas, carbohidratos, azúcares.
Especies
! canela
! chile
! orégano
! comino
! cilantro
! curry
! pimienta roja
! sal
! pimienta negra
Ingredientes congelados
! guisantes
! judías verdes
! frutas
! espinacas
! pan cortado en rodajas
! tu verdura preferida (lavada, picada, congelada)
! pescado / marisco / alitas de pollo
Cuándo y dónde comprar los alimentos frescos para tus platos, es una
parte crucial de tu planificación. De nada sirve tener un recetario
extremadamente elaborado si a la hora de la verdad te faltan tomates.
Existen diferentes formas en la que puedes solventar el reto de las
compras:
La compra semanal
Si tienes un plan semanal de comidas, únicamente tienes que revisar
los ingredientes necesarios y ya tienes tu lista de la compra. Si ya
tienes la lista hecha antes de tu compra semanal, solo tendrás que
recoger la lista y hacer tu compra, sin más complicaciones.
Acuérdate de añadir a esta lista todo lo que se puede haber agotado
de tus productos habituales, y listo.
La compra diaria
Si no tienes coche y / o no quieres cargar con muchas cosas, un ritmo
diario o alternado puede ser el más adecuado. En este escenario
buscas pasar por la frutería, la pescadería, el supermercado y lo que
haga falta en diferentes días, aprovechando algún viaje que ya haces
de por sí. Por ejemplo, si la frutaría ecológica está al lado del
gimnasio que frecuentas tres veces por semana, puedes aprovechar
este viaje para llevarte suficiente fruta para dos días. Así disfrutas de
fruta fresca todos los días sin tener que cargar con una bolsa de tres
kg en la espalda. La idea es hacer muchas pequeñas compras de
camino a otras actividades para que no te pese tanto.
La compra online
Internet ha traído la opción de hacer compras online. Más allá de
libros, ropa o electrodomésticos, ahora también puedes comprar
comida cómodamente desde tu casa. Si estás suscripto a una cesta
ecológica quizás ya te llega tu envío semanal a casa. La parte dónde
la compra de internet realmente brilla, es para las compras periódicas
de los productos de la despensa: latas, botes, zumos, etc. Todo lo que
es pesado, te lo pueden dejar en la puerta de tu casa sin que tu tengas
que salir. Tan solo te toca guardar el pedido en su lugar
correspondiente. A partir de cierto valor casi todas las tiendas no te
cobran los costes de envío, así que pagas lo mismo como si hubieras
ido a la tienda, y ni siquiera tienes que cargar con todas las cosas. En
este caso vale la pena de hacer una revisión mensual de todo lo que
se puede necesitar, y encarga estos productos en tu tienda online de
confianza.
[Recomendación personal: hoy en día existen muchas tiendas
pequeñas, que se están abriendo mercado sirviendo a una clientela
exclusivamente online. Te recomiendo que busques una de estas
tiendas para empujar el comercio local en vez de alimentar las
grandes multinacionales. En la provincia de Barcelona te recomiendo
a Genuinus, destacable por ofrecer productos ecológicos y locales
para que puedas hacer tu propia selección. Para encontrar algo
parecido en tu propia ciudad puedes buscar en internet por “compra
alimentación online (tu ciudad o provincia)” o preguntar entre tus
conocidos y amigos.]
Revisión periódica