Prefacio (de "El matrimonio y los psicoanalistas")
por Bernard-Henri Lévy y Jacques-Alain Miller
Esta recopilación nació de una emoción. Ella inspiró a uno de nosotros su editorial que apareció el 10 de enero en Le Point. Sí, es legítimo que las autoridades religiosas digan lo que piensan sobre el asunto del matrimonio gay. No, la legislación no debe conformarse a los dogmas y prescripciones de las religiones. Ejercer una presión excesiva en ese sentido no puede más que perjudicar a la paz civil. El creyente no podría prevalecer sobre el ciudadano, y dictarle su conducta. Este texto señala, además, que los adversarios del proyecto de ley no vacilan, contra toda verosimilitud, en valerse de la recomendación del psicoanálisis, similando sin vergüenza el “orden simbólico” a la familia del tipo “papá más mamá”, y la función del “Nombre del Padre” a la figura judeocristiana de la Divinidad. El 13 de enero, el segundo se alzaba en el sitio de La Règle du Jeu, contra la instrumentalización del psicoanálisis a fines apologéticos, por parte de los adversarios del matrimonio gay. Vilipendiado desde su nacimiento por todos los tradicionalismos, el psicoanálisis no se ve actualmente integrado al proceso de validación de las creencias. Insistente e intolerable impostura, que disfraza a la experiencia analítica, y que lo perjudica. Jacques Lacan subrayaba, por el contrario, que los seres humanos, puesto que son hablantes, deben cada uno, uno por uno, arreglarse con su sexualidad como pueden, sin que la libertad de sus invenciones sea obstaculizada por un condicionamiento invariable del tipo animal. Estas tomas de posición sucesivas y concordantes han suscitado la aprobación de un gran número de analistas de la orientación lacaniana. En diez días, una docena de contribuciones escritas sin concertación anterior, como por un efecto de flash mob llegaron a las redacciones de Lacan Quotidien y de La Règle du Jeu, que las han publicado inmediatamente por internet. Textos que provenían de Quebec, o de Dinamarca, de Italia o de Argentina, sobre Freud y sobre Santo Tomás de Aquino, sobre los niños, y sobre los sacerdotes, y sobre las mujeres y sobre los milagros. No estudios eruditos sino reacciones en el momento, estudiadas, decididas, divertidas, incisivas. Se nos ocurrió reunirlas, ponerlas ante los ojos de la representación nacional. El Parlamente es llamado ahora en efecto a una responsabilidad histórica. Un arzobispo, que ya había sido la comidilla de la crónica, llegó al punto de decir: “Un Parlamento está allí para encontrar trabajo para todo el mundo, (...) para ocuparse de la seguridad, de la salud, o de la paz. Pero un Parlamento no es el Dios Padre”. Nos vemos obligados a decir que no. El creyente está libre de ubicar más allá del poder temporal a una autoridad trascendente. Pero como ciudadano no puede apelar a esta trascendencia sin encender en el país de los fuegos lo que se creía extinguido. Seamos claros. En un asunto como el del matrimonio gay, el pueblo francés, representado por el Parlamento, es efectivamente Dios el Padre. Por una simple razón: es el Parlamento el que debe decidir en última instancia, con el respeto de la Constitución y de los Derechos del Hombre. Otorgar al Parlamento tareas de intendencia o de mantenimiento del orden, público o internacional, pero tratándose de cuestiones de sociedad, convocar más allá de la dirección de nuestros diputados a la palabra divina tal como es interpretada por el magisterio celestial, pensamos que no es posible escucharlo por parte de uno de nuestros prelados más mediatizados (incluso si esta boca había ya largado algunas barbaridades, como la transformación del matrimonio gay en depósito de la poligamia y del incesto). Se trata ahora de guardar la razón. El Parlamento es captado por el movimiento de un proyecto de ley conforme a los compromisos suscriptos por el Presidente de la República durante su campaña de candidatura a la elección presidencial. La decisión parlamentaria, si no es invalidada por el consejo constitucional, se impondrá a todos, creyentes y no creyentes. Deseamos contribuir al debate a través de esta publicación.