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HECHOS
Todas las diferencias deben armonizarse al punto en que la institucionalidad las cobije,
proteja y convoque, y en que aquellas puedan empoderarse y aportar en el proceso de
construcción democrática de la sociedad y del Estado.
La igualdad, como principio constitucional “es un mandato complejo” que tiene varias
formas de concretarse. Implica la garantía de la aplicación general de las normas y de su
carácter abstracto, de modo que está prohibido hacer distinciones con motivos
discriminatorios, excluyentes e irrazonables, pues son contrarios a la Constitución. También
impulsa “la adopción de medidas afirmativas para asegurar la vigencia del principio de
igualdad ante circunstancias fácticas desiguales”, con lo que rehúye la idea de una
“equiparación matemática (…) que exigiría absoluta homogeneidad, sino que [impone]
tratos iguales entre iguales, tratos diferentes entre supuestos disímiles e, incluso, medidas
distintas en beneficios (sic.) de grupos que aunque desde una perspectiva son iguales
desde otra requieren mejor tratamiento por parte del Estado”.
A partir de este principio constitucional, surge para el Estado un deber de adoptar medidas
para nivelar las fuerzas de las personas en condición de debilidad, con el fin de que
interactúen en condiciones equitativas en el juego democrático y para efecto de potenciar
el diálogo y la construcción de la sociedad y las instituciones.
Ese último mandato se consolida en relación con las personas que “debido a su condición
física, psicológica o social particular merecen una acción positiva estatal para efectos de
lograr una igualdad real y efectiva”. Estas personas han sido reconocidas como sujetos de
especial protección constitucional, por ser individuos que, aunque formalmente tienen los
mismos derechos y garantías que los demás miembros de la sociedad, para efectos
prácticos, enfrentan situaciones concretas y materiales que, sin intervención positiva
estatal, obstaculizarían el goce integral y pacífico de aquellos.
La edad representa un factor de vulnerabilidad para dos grupos poblacionales: para los
niños, niñas y adolescentes y para las personas de la tercera edad.
En el caso de las personas mayores, los cambios fisiológicos atados al paso del tiempo,
pueden representar un obstáculo para el ejercicio y la agencia independiente de los
derechos fundamentales, respecto de las condiciones en que lo hacen los demás miembros
de la sociedad. De ningún modo ello significa que las personas de la tercera edad sean
incapaces, sino que dadas sus condiciones particulares pueden llegar a experimentar
mayores cargas a la hora de ejercer, o reivindicar, sus derechos. La edad y los cambios
que conlleva, siempre inevitables, pueden suponer ciertas dificultades o la adquisición de
habilidades diferenciadas, que deben verse desde un enfoque particular.
Las nociones y valoraciones que circulan en la sociedad en relación con las potencialidades
o consecuencias del proceso de envejecimiento, generan prácticas sociales que anulan su
participación social, pues las ideas sobre la vejez y la tercera edad, “tienen un impacto real
sobre las actitudes y comportamientos sociales” en relación con los sujetos que llegan a
ella. Lo cierto es que, dados los compromisos estatales con la igualdad, jamás esas
variaciones ligadas al proceso de envejecimiento, pueden condicionar la materialización de
las garantías ius fundamentales.
En la Sentencia C-177 de 2016, la Sala Plena de esta Corporación recordó que, conforme
a una vasta línea jurisprudencial, las personas de la tercera edad, dadas las condiciones
fisiológicas propias del paso del tiempo, se consideran sujetos de especial protección
constitucional (i) cuando los reclamos se hacen en el plano de la dignidad humana, o
cuando está presuntamente afectada su “subsistencia en condiciones dignas, la salud, el
mínimo vital[68], (…) o cuando resulta excesivamente gravoso someterlas a los trámites de
un proceso judicial ordinario”. Recalcó que no solo el Estado debe proveer un trato
diferencial, sino que el principio de solidaridad impone incluso a los particulares esforzarse
para apoyar a los adultos mayores, y lograr los fines protectores que impone el
ordenamiento superior respecto de ellos.
El concepto de adulto mayor fue definido legalmente, mediante la Ley 1276 de 2009. En
ella el Legislador apela a la noción de “vejez” propia del sistema de seguridad social en
pensiones. Dicha noción tiene un alcance limitado y circunscrito a la materia que regula
dicha norma; únicamente responde y afecta la “atención integral del adulto mayor en los
centros vida”, según lo ha precisado esta Corporación, por lo que solo es aplicable en ese
ámbito y no de forma genérica.
Entre los adultos mayores, solo algunos son considerados personas de la tercera edad, en
desarrollo del principio de igualdad y, en razón de él, de cara a las solicitudes de tutela, la
jurisprudencia constitucional prevé distintos efectos jurídicos relacionados con una u otra
categoría. Por ejemplo, ante las solicitudes de prestaciones pensionales mediante acción
de tutela, en principio, el adulto mayor cuenta con un medio ordinario idóneo, cual es el
proceso laboral. Sin embargo, a la tercera edad no puede exigírsele el agotamiento de esta
vía judicial (Ut supra fundamento jurídico 15).
La Corte ha advertido, que respecto del tema pensional, esa distinción obedece al ánimo
de brindar una protección especial a quienes, de entre las personas de avanzada edad,
precisan un mayor apoyo estatal para la realización de sus derechos. Al mismo tiempo,
impide vaciar las vías ordinarias de defensa judicial laboral en materia pensional, pues
considerar que todas las personas en edad de jubilación son de la tercera edad, implica
indirectamente asumir que la acción de tutela es el único mecanismo idóneo para reclamar
prestaciones pensionales, lo cual trastoca la naturaleza de la acción de tutela y el sistema
de distribución de las competencias judiciales y jurisdiccionales.
En términos prácticos, de los distintos criterios (cronológico, fisiológico y social) que sirven
para fijar cuándo una persona puede calificarse en la tercera edad, esta Corporación ha
optado por precisar una edad concreta, en asocio con la esperanza de vida certificada por
el DANE, que varía.
No sobra anotar que, como consecuencia de los presupuestos que engloba el principio de
igualdad, las personas de la tercera edad que, sumado a su condición etaria, tengan otra
suerte de limitación o debilidad, bien sea por factores culturales, sociales, físicos o
psicológicos, que reduzcan aún más la posibilidad de interactuar en las mismas condiciones
que el resto, ya no de la población en general, sino del conjunto particular de personas de
la tercera edad, ameritan un trato si se quiere, doblemente especial
La Corte Constitucional ha sido enfática al afirmar que la seguridad social es aquel derecho
de todas las personas que se concreta en virtud del vínculo establecido con arreglo a la ley,
el cual tiene una relación directa con el derecho fundamental al trabajo, por cuanto ella
constituye una garantía a favor de quienes contraen o han mantenido una relación laboral.
De igual manera, este Tribunal ha indicado que el derecho fundamental a la seguridad social
ampara a las personas que se encuentran en imposibilidad física o mental para obtener los
medios de subsistencia que le permitan llevar una vida digna a causa de contingencias
como la vejez, el desempleo, la enfermedad, la incapacidad laboral y/o la muerte[48];
aclarando que, si bien el derecho a la seguridad social tiene un carácter prestacional o
económico, ello no da lugar para excluirlo de su reconocimiento como fundamental, ya que
todo derecho que esté consagrado en la Constitución, sin distinción alguna, ostenta esa
calidad.
Ante lo cual, la Sala examinó si las decisiones proferidas por los jueces de instancia, al
negar la primera el derecho al trabajo y conceder el amparo respecto del derecho a la
igualdad y al revocar la segunda esta decisión y, en su lugar, tutelar el derecho fundamental
al debido proceso, se ajustan al material probatorio que aparece en el expediente y a la
doctrina constitucional expedida sobre los mismos.
En el análisis del caso concreto de la sentencia SU-224 de 1998, la Corte manifestó que
los requisitos esenciales del contrato de trabajo (prestación personal del servicio,
subordinación y salario) no se encontraban reunidos, lo cual descarta la existencia de “una
vinculación contractual de carácter laboral”. Por consiguiente, con respecto al posible
desconocimiento del derecho al trabajo, invocado por la peticionaria, por la terminación de
la relación vigente y la suspensión de la actividad del hogar comunitario a su cargo, es
pertinente concluir que, si de la relación existente entre la demandante y la accionada no
se desprende una vinculación de carácter laboral, no es posible deducir la amenaza o
violación de dicho derecho, razón por la cual no prospera la tutela para los efectos de la
protección del mismo.
De la posición de Sala Plena -que constituye precedente constitucional- se extracta lo
siguiente:
Dentro del marco de gestión de dicho Instituto, se debe propender y fortalecer la integración
y el desarrollo armónico de la familia, proteger al menor de edad y garantizarle sus derechos
(D. 1471/90, art. 124), fundamentando los programas que adelanta en la responsabilidad
de los padres en la formación y cuidado de sus hijos, la participación de la comunidad y la
determinación de la población prioritaria (art. 125 ibídem), todo lo cual debe guardar
estrecha relación para la salvaguarda de los derechos fundamentales de los niños (C.P.,
art. 44).
Por dicha razón, el programa debe ser ejecutado directamente por la comunidad, a través
de las asociaciones de padres de familia de los menores beneficiarios del mismo o de otras
organizaciones comunitarias, como las madres comunitarias, con una vinculación de trabajo
solidario y de contribución voluntaria, puesto que se deriva de la obligación de asistir y
proteger a los niños, la cual corresponde a toda la sociedad y la familia.
Al entrar al análisis de las consideraciones para la solución del caso concreto se reiteró lo
dicho en la sentencia T-269 de 1995 de esta Corporación, que determinó que el vínculo
existente entre las madres comunitarias y la asociación de padres de familia de los hogares
comunitarios de Bienestar, es “de orden civil; bilateral, en la medida en que los contratantes
se obligaron recíprocamente”, así:
Sin duda, alrededor de la relación surgida entre ambas partes -una entidad sin ánimo de
lucro, de beneficio social, vinculada al Sistema Nacional de Bienestar Familiar, y un
particular que nunca ostentó la calidad de empleado-, se puede decir que fue de orden civil;
bilateral, en la medida en que los contratantes se obligaron recíprocamente: la madre, a la
satisfacción del interés de su contraparte, o sea la adecuada prestación de una serie de
servicios a los niños usuarios y a sus padres, y la asociación, al apoyo debido y al pago de
la beca suministrada por el I.C.B.F.; consensual, puesto que no requirió de ninguna
solemnidad; onerosa, porque daba derecho a la madre comunitaria para percibir
parcialmente parte de la beca mencionada.
(…)
Como es sabido, para que exista una vinculación contractual de carácter laboral se requiere
la prestación personal del servicio por parte del trabajador, la subordinación y el salario,
este último como retribución del servicio; y si se trata de un empleado vinculado a través de
una relación legal y reglamentaria, el respectivo nombramiento de la autoridad oficial
nominadora, con la prestación personal del servicio con posterioridad a la posesión, unido
a la subordinación y el respectivo salario, cuyos presupuestos no aparecen configurados
en el asunto sub-examine.
No sobra agregar que los anteriores razonamientos son obligatorios y por tanto vinculantes,
por cuanto forman parte de la ratio de la sentencia, en la medida en que sujetan y
constituyen la base de la decisión, adoptada en el fallo de Sala Plena SU-224 de 1998. En
ese sentido, esta Corte ha señalado el carácter vinculante de la ratio, pues, al tener un nexo
causal con la parte resolutiva, es obligatoria, debe ser observada por las distintas
autoridades y corrige la jurisprudencia.
Jurisprudencia en vigor
Sin embargo, el anterior argumento no es de recibo al tener en cuenta que, como se vio, el
régimen jurídico de las madres comunitarias no es el de las personas que trabajan por
contrato de prestación de servicios, sino uno intermedio entre el trabajo subordinado y el
independiente, el cual fue configurado autónomamente por el ICBF. Al hacerlo, esta entidad
escogió dotarlo de una jornada máxima igual a la de los trabajadores subordinados y al
hacerlo no podía, al mismo tiempo, excluir el salario mínimo mensual, sin incurrir en
discriminación sexual en el sentido ya indicado.
(…)
Las características dadas a esta actividad por las normas legales y reglamentarias vigentes
denotan que es una forma de trabajo que, aunque en principio no es subordinado y no
genera relación laboral, sí permite a las personas que la ejercen dignificarse a través del
desarrollo de un oficio y darse a sí mismas y a sus familias acceso a condiciones materiales
de vida digna al percibir una retribución económica y acceso a la seguridad social a cambio
de la prestación de sus servicios personales
Explicó la Corte que el análisis del régimen jurídico actual de las madres comunitarias
revela, de un lado, características propias del trabajo subordinado tales como la limitación
de la jornada laboral a ocho horas diarias y, de otro, divergencias importantes con los
trabajadores independientes en lo que toca con la seguridad social pues no están obligadas
a asumir la totalidad de los aportes al sistema de salud y de pensiones sino que el Estado
asume una parte de los mismos, lo cual obedece a la lógica misma del Programa, cual es
la responsabilidad conjunta entre el Estado, la familia y la sociedad en la asistencia y
protección de los niños y niñas. De modo tal que, hoy en día, las madres comunitarias tienen
un régimen jurídico intermedio entre el trabajo subordinado e independiente.
En la sentencia T-478 de 2013, esta Corporación revisó los fallos de tutela proferidos dentro
de la acción de tutela formulada por una madre comunitaria que exigía el restablecimiento
de sus derechos que estimaba vulnerados, porque se le dejó de pagar el subsidio a los
aportes a pensión. En ese caso, la Corte analizó el régimen legal aplicable a las madres
comunitarias y encontró que el artículo 36 de la Ley 1607 de 2012 había establecido
medidas progresivas tendientes a mejorar la situación de quienes realizan actividades como
madres comunitarias, entre otras, la asignación gradual de una remuneración que llegue a
equivaler al valor del salario mínimo legal vigente y finalmente, la formalización laboral.
Con la expedición de la Ley 1607 del 26 de diciembre de 2012 y el Decreto 289 del 12 de
febrero de 2014 que reglamentó el artículo 36 de la mencionada ley, se contrajo que las
madres comunitarias serían vinculadas mediante contrato de trabajo, que no tendrían la
calidad de servidoras públicas, que prestarían sus servicios a las entidades administradoras
del Programa Hogares Comunitarios de Bienestar y que no se podía predicar solidaridad
patronal con el ICBF. Así lo explico la Corte en la sentencia T-130/2015:
Dentro de esta secuencia, la Corte encuentra que entre los años 2013 y 2015 y
particularmente, a partir del año 2014, el régimen jurídico de las madres comunitarias pasó
de ser un régimen jurídico especial a convertirse en un régimen laboral con ciertas
especificidades. El primer paso estuvo en la citada Ley 1607 de 2012 que dispuso que
durante el año 2013 la beca o bonificación que recibían las madres comunitarias debía
equivaler al valor de un salario mínimo legal mensual vigente; además, se mantuvo el
subsidio especial otorgado a las madres comunitarias para sus aportes al Sistema General
de Pensiones por medio del Fondo de Solidaridad Pensional. El segundo avance se produjo
con la expedición del Decreto 289 de 2014 reglamentó la vinculación laboral de las madres
comunitarias con las entidades administradoras del Programa de Hogares Comunitarios de
Bienestar, de manera que cuenten con todos los derechos y garantías consagradas en el
Código Sustantivo de Trabajo, de acuerdo con la modalidad contractual y las normas que
regulan el Sistema de Protección Social.
EL CASO EN CONCRETO
En el caso sub examine, de acuerdo al acervo probatorio que se allega, de conformidad
con la línea jurisprudencial establecida, mi mandante fue contratada por LA ASOCIACION
FAMILIA PROYECTO AL FUTURO (FRAPOF) PLANADAS, identificada con NIT
809007114-8, FUNDAMIL, identificada con NIT 830068106-6, COOPERATIVA
MULTIACTIVA DE COMERCIALIZACION DE COLIMBIA (PREOCOVIVERES),
identificada con NIT 900230819-6, ASOCIACION PARA LA ATENCION DE LA
PRIMERA INFANCIA DEL MUNICIPIO DE PLANADAS “ASAPIP” identificada con
NIT 900.580.505-2 e INSTITUTO COLOMBIANO DE BIENESTAR FAMILIAR
(ICBF) para Servir como MADRE COMUNITARIA, cumpliendo las labores descritas en
el acápite de hechos, que producto del desempeño y ejercicio de sus obligaciones, mi
cliente adquirió y/o desarrollo Túnel de Carpo, Discopatia lumbar, concomitantemente con
un síndrome radicular C5C6, C6C7 y L4L5, L5S1 bilateral leve crónico, padecimientos y/o
patologías que han quebrantado gravemente su estado de salud, además de producir una
disminución en su capacidad laboral, teniéndose como horizonte su edad actual, asciende
a los 62 años, menester de lo anterior encausándose en un Sujeto de especial protección
para el Estado.
Encuentra la Suscrita viable interponer por los argumentos expuestos la presente acción de
carácter constitucional, en pro de encontrar una protección inmediata a los derechos
fundamentales mutilados por las decisiones aquí atacadas y desmedro de los intereses de
mi prohijada.
Constitucionales:
Legales:
PETICIONES
Con fundamento en los hechos relacionados, y los argumentos esbozados solicito del Juez
de Tutela disponer y ordenar a la parte accionada y a favor de mi procurada lo siguiente:
PRUEBAS
2) Copia íntegra de los contratos de trabajo a término fijo que posee mi procurada.
4) Copia simple del certificado que emitió ESNEDY MORALES DE SALGADO como
representante legal de los hogares comunitarios modalidad FAMI, donde se
demuestra que mi procurada laboro en los hogares comunitarios en el año 2.009 en
el barrio obrero en el hogar los BULLICIOSOS en el municipio de Chaparral.
5) Copia Simple del certificado que emitió JESUS MARIA CERQUERA CUELLAR
como representante legal de los hogares comunitarios modalidad FAMI, donde se
demuestra que mi procurada laboro en los hogares comunitarios en el año 2.008 en
el barrio obrero en el hogar los BULLICIOSOS en el municipio de Chaparral.
6) Copia Simple del certificado que emitió KELLY JOHANA CARBAL CASTRO como
representante legal de los hogares comunitarios modalidad FAMI, donde se
demuestra que mi procurada laboro en los hogares comunitarios en el año 2.007 en
el barrio obrero en el hogar los BULLICIOSOS en el municipio de Chaparral.
7) Copia Simple del certificado que emitió MARLY JOHANNA ÑUSTES como
representante legal de los hogares comunitarios modalidad FAMI, donde se
demuestra que mi procurada laboro en los hogares comunitarios en el año 2.006 en
el barrio obrero en el hogar los BULLICIOSOS en el municipio de Chaparral.
8) Copia Simple del certificado que emitió CAROLINA BERNAL como representante
legal de los hogares comunitarios modalidad FAMI, donde se demuestra que mi
procurada laboro en los hogares comunitarios en el año 2.005 en el barrio obrero en
el hogar los BULLICIOSOS en el municipio de Chaparral.
9) Copia Simple del certificado que emitió ROSALBA BELTRAN GONZÁLEZ, como
representante legal de los hogares comunitarios modalidad FAMI, donde se
demuestra que mi procurada laboro en los hogares comunitarios en el año 2.001 en
el barrio obrero en el hogar los BULLICIOSOS en el municipio de Chaparral.
10) Copia simple del certificados que emitió CENELIA PADILLA BARBOSA como
representante legal de los hogares comunitarios modalidad FAMI, donde se
demuestra que mi procurada laboro en los hogares comunitarios en el año 1.999 en
el barrio obrero en el hogar los BULLICIOSOS en el municipio de Chaparral.
11) Copia simple del certificado que emitió ZORAIDA MONTES como representante
legal de los hogares comunitarios modalidad FAMI, donde se demuestra que mi
procurada laboro en los hogares comunitarios en el año 1.997 Y 1.998 en el barrio
obrero en el hogar los BULLICIOSOS en el municipio de Chaparral.
12) Copia simple del certificado que emitió LEONOR PALMA CRIOLLO como
representante legal de los hogares comunitarios modalidad FAMI, donde se
demuestra que mi procurada laboro en los hogares comunitarios en el año 1.995 en
el barrio obrero en el hogar los BULLICIOSOS en el municipio de Chaparral.
13) Copia simple del certificado que emitió LUZ ESTELLA HERNANDEZ ECHEVERRI,
como representante legal de los hogares comunitarios modalidad FAMI, donde se
demuestra que mi procurada laboro en los hogares comunitarios en el año 1.994 en
el barrio obrero en el hogar los BULLICIOSOS en el municipio de Chaparral.
14) Copia simple del oficio con asunto terminación del contrato firmado por la Señora
LUZ DARY CHAVEZ GUTIERREZ, como representante legal de la Asociación
FRAPOF, dada el cinco de octubre de 2.016, donde se demuestra el tiempo
laborado por mi mandante.
15) Copia íntegra del informe técnico entregado a mi procurada por la representante
legal Señora LUZ DARY CHAVEZ GUTIERREZ, donde se evidencian los diferentes
contratos suscritos entre el empleador y mi procurada.
16) Copia íntegra de la historia clínica y/o epicrisis de mi procurada de fecha del pasado
26 de septiembre de 2.017.
18) Copia del estado de cuenta de mi procurada desde el 31 de marzo 2.015 hasta el
30 de junio de 2.015.
19) Copia del estado de cuenta de mi procurada desde el 30 de junio de 2.015 hasta el
30 de septiembre de 2.015.
23) Copia del estado de cuenta de mi procurada desde el 30 de junio de 2.016 hasta el
30 de septiembre de 2.016.
TESTIMONIALES
FUNDAMENTOS DE DERECHO
Constitucionales:
Artículos 2, 29, 38, 40, 53, 228, 229 y 250 de la Constitución Política Nacional
JURAMENTO
ANEXOS
NOTIFICACIONES
Cordialmente;