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3

UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA

“JOSÉ SIMEÓN CAÑAS”

EL VITALISMO MASFERRERIANO:

UN MODO DE HACER FILOSOFÍA EN

EL SALVADOR DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX

TESIS PREPARADA PARA LA

FACULTAD DE POSTGRADOS

PARA OPTAR AL GRADO DE

DOCTOR EN FILOSOFÍA IBEROAMERICANA

POR

VÍCTOR MANUEL GUERRA REYES

OCTUBRE DE 2013

ANTIGUO CUSCATLÁN, EL SALVADOR, C.A.


4

Rector

Andreu Oliva De la Esperanza, S.J.

Secretaria General

Celina Pérez Rivera

Decana de la Facultad de Postgrados

N el l y Ar e l y C hé vez Re yn o s a

Director del Doctorado en Filosof ía Iberoamericana

L ui s E dg ar Al va r en ga V ás qu ez

Director de Tesis

Ricardo Roque Baldovinos


5

Para qué sirven una, dos, tres naciones más, o


muchas, organizadas según el molde civilizado,
explotadoras, asesinas, prostitutas, morfinómanas,
pauperistas, militaristas, suicidas, rapaces y
mentirosas?¿Qué gracia, que mérito puede encontrar
un hombre, si no fuese perverso e insensato, en
fundar una nueva familia, si ésta ha de ser
tuberculosa, sifilítica, alienada o alcohólica?¿No
pensará que el fundar y sostener tal familia es una
desgracia, una vergüenza?
No así para el hombre que está cierto de
casarse con una mujer honesta; de ser él mismo un
hombre sano y honesto, de que sus hijos, entonces,
resultarán normales, sanos y honestos.
Pues así deberían pensar y sentir los hombres
que se empeñan en fundar nuevas patrias, Deberían
pensar que una patria más, civilizada, es decir,
carcomida por la explotación, la usura, la miseria, el
militarismo, la prostitución, el alcoholismo, el
morfinismo, la ignorancia y demás plagas y pestes de
la civilización, no sólo no sería una patria digna de
crearse y amarse, sino que sería una desgracia más,
una vergüenza más.
Masferrer.
Nuevas Patrias.
6

ÍNDICE
Página
INTRODUCCIÓN 10

El Vitalismo como Obra intelectual de Alberto Masferrer 10


1. Articulación interna de esta tesis 13
2. Sobre el Método de esta investigación 16

CAPÍTULO PRIMERO 18

El Vitalismo en la obra intelectual de Masferrer 18


1. Antecedentes filosóficos del Vitalismo masferreriano:
El Vitalismo en la filosofía europea 18
1.1. El vitalismo para Nietzsche 20
1.2. El Vitalismo para Henri Bergson 25
1.3. El Vitalismo para Ortega y Gasset 28
2. Una aproximación al Vitalismo 33
3. Valoración de la Obra Intelectual de Masferrer 37
3.1. Enfoque oficialista 38
3.2. Enfoque contestatario 40
3.2.1. Aportes positivos del enfoque contestatario 46
3.2.2. Aportes negativos del enfoque contestatario 50
3.3. Enfoque Científico 52
4. La filosofía vitalista, un nuevo enfoque de lectura de Masferrer 64
4.1. El punto de partida del método filosófico de Masferrer 65
4.2. La estructura argumentativa de la obra literaria de Masferrer 67
5. Panorama general de la obra de Masferrer 68
5.1. Las etapas del pensamiento de Alberto Masferrer 68
5.2. La obra filosófica vitalista de Masferrer 69
6. Recepción y valoración de la obra de Masferrer 71

Conclusión 76
7

CAPÍTULO SEGUNDO 78

Alberto Masferrer y el contexto histórico 1880-1932 78


1. Las Reformas liberales en El Salvador 81
1.1. Las Reformas liberales y su fundamentación filosófica 81
1.2. La abolición de las tierras comunales y ejidales 86
1.3. La rebelión armada, respuesta campesina
ante la abolición del ejido 94
1.4. Los efectos del liberalismo en la cosmovisión salvadoreña 96
2. El sistema agroexportador como base
de la economía salvadoreña 1880-1932 104
2.1. El sistema agroexportador 104
2.2. El aporte del sistema agroexportador a
la construcción del Estado salvadoreño 107
2.3. La dinastía de los Meléndez-Quiñónez 111
3. La Masacre de 1932 113
3.1. El contexto internacional 113
3.2. Antecedentes de la masacre 116
3.3. Desarrollo y significado del hecho para la historia salvadoreña 118
4. Contexto filosófico 122
4.1. El positivismo en El Salvador 122
4.2. La postura de Masferrer ante el liberalismo 124
4.3. Masferrer y las redes intelectuales centroamericanas 130
4.3.1. El Unionismo centroamericano y las redes intelectuales
centroamericanas 137
4.3.2. La misión de América para Masferrer: Centroamericanismo
y latinoamericanismo 139
4.3.2.1. La Nueva Centroaméria, Carta abierta 140
4.3.2.2. Ensayo sobre el desenvolvimiento político de El Salvador 142
4.3.2.3. La misión de América: El Grito de Batalla, ahora y en ti mismo 149
4.3.2.4. La Misión de América 151

Conclusión 155
8

CAPÍTULO TERCERO 157

El Pensamiento filosófico vitalista de Masferrer 157


1. Concepto fundamentales del Vitalismo masferreriano 159
2. Antecedentes sociopolíticos del Vitalismo masferreriano 161
3. El Minimumvitalismo como propuesta filosófica masferreriana 163
3.1. Principios fundamentales del vitalismo masferreriano 172
3.2. Concreciones institucionales del vitalismo masferreriano 181
3.2.1. El Partido Vitalista 181
3.2.2. Los Círculos Vitalistas 186
3.2.3. La Educación vitalista 189
4. El método filosófico del vitalismo masferreriano 197
4.1. La Ética vitalista masferreriana 202
4.2. La Política vitalista masferreriana 204
4.3. La fundamentalidad filosófica del Minimumvitalismo 208
5. Elementos del pensamiento filosófico vitalista masferreriano 210
5.1. La tenencia de la tierra, clave de interpretación
de la vida del salvadoreño 211
5.2. La justicia social como praxis concreta
y camino para una mayor humanidad 222
5.3. La estructura política y económica vitalista:
Vida versus propiedad privada 227

Conclusión 233

CAPÍTULO CUARTO 235

Los aportes filosóficos de Masferrer y los derechos humanos 235


1. El Minimumvitalismo masferreriano, un modo contextualizado
de pensar la realidad desde la defensa de la vida 237
1.1. La defensa de la vida: fundamento del Minimumvitalismo y de
los derechos humanos 239
1.2. Reseña histórica de los derechos humanos 239
1.3. Masferrer y los derechos humanos 242
9

2. Los derechos humanos para Ignacio Ellacuría 245


3. Balance y valoración de los derechos humanos
en el pensamiento de Ellacuría 267
4. Los principios Minimumvitalistas y la propuesta ellacuriana
de los derechos humanos 275

Conclusión 277

CONCLUSIÓN GENERAL 280

ANEXOS 288
Anexo 1: Ahí va la Sonda 289
Anexo 2: Lista de cien libros cuya lectura mejorará la cultura salvadoreña 294
Anexo 3: Decretos relativos a homenajes dedicados a don Alberto Masferrer 298
BIBLIOGRAFIA 302
A. Fuentes Primarias 302
B. Estudios 303
C. Bibliografía complementaria 307
10

INTRODUCCIÓN

El Vitalismo como obra intelectual de Alberto Masferrer

Ignacio Ellacuría manifestó que todavía no existe una filosofía latinoamericana propia.1
Aceptando esta opinión como un hecho, queda claro que no existe una filosofía
salvadoreña, al menos entendido esto en sentido estricto.

Aunque esta afirmación está basada en una apreciación radical y rigurosa según la cual
en Latinoamérica y por añadidura en El Salvador no se haya producido una filosofía
reconocida como tal, no obstante ello, sí ha existido un pensamiento crítico que por su
carácter, nivel de criticidad y objeto de estudio puede considerarse como un verdadero
pensamiento de carácter filosófico muy fructífero en la historia de las ideas en
Latinoamérica y por supuesto, también en El Salvador.

Con este trabajo se pretende mostrar que existen grandes pensadores salvadoreños que
si bien no pueden ser considerados específicamente como filósofos,2 sí han contribuido
con su obra intelectual a dar prestigio y relieve a la reflexión crítica sobre la realidad
histórica vivida por los salvadoreños y, por tanto, su producción intelectual debe ser
considerada como un verdadero pensamiento filosófico. En esta perspectiva no puede
negarse que el siglo XX salvadoreño haya tenido gran importancia en la historia del
pensamiento filosófico centroamericano. Como ejemplo de estos pensadores
salvadoreños que pueden ser considerados de alguna manera como filósofos, tenemos a
Francisco Peccorini Letona,3 Carlos Alberto Siri,4 Julio Fausto Fernández,5 Roberto Lara

1
Cfr. Ignacio Ellacuría, Función liberadora de la filosofía, ECA, 435-436; Enero-febrero 1985, p. 46.
Ellacuría afirma que es una constatación el hecho que “el continente latinoamericano no ha producido una
filosofía propia, que salga de su propia realidad histórica y que desempeñe una función liberadora respecto de
ella; tanto más de extrañar cuanto puede decirse que ha producido una teología propia, una poderosa
expresión artística propia, especialmente en los campos de la poesía, la novela y las artes plásticas; es de
notar, además, que la producción en estos campos ha logrado una reconocida universalidad, cosa que no lo
han conseguido eventuales producciones filosóficas latinoamericanas, que han tenido el propósito de ser
nacionalistas, indigenistas, autóctonas, etc.”
2
Consideramos filósofo o filósofa a aquella persona que reflexionan críticamente en torno a temáticas
importantes de la existencia humana, cuyo objetivo primordial es ofrecer posibilidades de solución para
resolver los problemas fundamentales de la sociedad en general y de los individuos en particular, con lo que
se busca alcanzar mayores niveles de calidad de vida para las mayorías.
3
Filósofo y político salvadoreño, nació en 1918 en Santa Ana, fue asesinado en 1989. Su producción
filosófica es reconocida como una de las aportaciones científicas importantes sobre todo con los aportes de su
tesis doctoral en Filosofía por la Universidad de Comillas con el tema: Gabriel Marcel: la razón de ser de la
11

Velado,6 Juan Mario Castellanos,7 Rafael Menjívar,8 Francisco Gavidia9 y Alberto


Masferrer.10 Todos ellos han desarrollado un modo de pensar crítico sobre la realidad
vivida en El Salvador y en el continente.

Ante la disyuntiva de que si la filosofía es universal o local11 y mientras la discusión sobre


este punto se dirime, muchos intelectuales salvadoreños siguen ofreciendo sus mejores

participación, 1959. Otros temas de su obra filosófica son: El Ser y los Seres en Santo Tomás de Aquino,
1961; Los fundamentos últimos de los derechos del hombre: justicia moral y obligación, 1964; La voluntad
del pueblo en la emancipación de El Salvador, 1972; El Kant que no conocíamos, 1963; El Hombre en la
perspectiva ontológica, 1963; etc.
4
Filósofo salvadoreño nacido en San Miguel en 1905, muere en San Salvador en 1974. Entre sus libros están:
Creo en el Hombre, 1973; Así fue mi vida, 1972; Hitos en el Camino, 1969; Naturaleza y Sobrenaturaleza,
1968; La Preeminencia de la Civitas y la Insuficiencia de la polis, 1967.
5
Filósofo y abogado salvadoreño nació en Usulután en 1913 y murió en San Salvador en 1981. Fue un
prolífico escritor cuya obra intelectual supera los cincuenta títulos, de éstos sobresalen los de carácter
filosófico, político y de derecho. Sus obras más leídas: Radiografía del Dolor, 1974; Los Valores y el
Derecho, 1957; Origen del Hombre y otros Ensayos, 1978; Del Materialismo Marxista al Realismo Cristiano,
1970, etc.
6
Filósofo y abogado salvadoreño, sus libros más representativos son Los Ciclos Históricos en la evolución
humana, Ediciones Studium, Madrid, 1963 y Estudio histórico de la evolución política de la humanidad,
Dirección de Publicaciones, San Salvador, 1973.
7
Filósofo salvadoreño (1936), sus obras más importantes son: Introducción a la filosofía crítica de la Praxis,
1995; Filosofía, Ciencia y Revolución, 1972; El Salvador 1930-1960: antecedentes históricos de la guerra
civil, 2001; Sobre la Metodología de las ciencias contemporáneas en sus orígenes, 1965; Consideraciones
acerca de la praxis, 1967; Carlos Marx: su filosofía y las ciencias naturales, las matemáticas y la lógica,
2003.
8
Filósofo, economista y politólogo salvadoreño, nació en Santa Ana en 1935 y murió en Costa Rica en el
2000. Sus obras fundamentales son: Reforma Agraria en Guatemala, Bolivia y Cuba, 1969-1970, 1971;
Reforma Agraria Chilena, 1970; Acumulación Originaria y desarrollo del Capitalismo en El Salvador, 1981;
por problemas políticos tuvo que migrar a Costa Rica donde desarrolló su trabajo intelectual. Fue fundador y
director de FLACSO en ese país.
9
Escritor, educador, historiador, periodista y filósofo salvadoreño, nació en San Miguel en 1863 y murió en
San Salvador en 1955. Su influencia en la literatura latinoamericana fue impresionante. Descubrió el Verso
Alejandrino Francés y lo enseñó a Rubén Darío, sus escritos son de alto nivel y tiene alrededor de doscientos
cincuenta títulos. En cuanto a los temas de filosofía que Gavidia escribió están: Ensayo de una filosofía
latinoamericana. Ascenso a lo desconocido, 1903; El Bien y el Mal, 1903; Ensayos de una filosofía, 1904;
Idealismo y Realismo 1912; Curso de Filosofía de la Historia, 1917, La formación de una filosofía propia o
sea latinoamericana, 1931.
10
Alberto Masferrer 1868-1932. Nació en el municipio de Alegría, departamento de Usulután. Sus más
preciados e importantes escritos giran en torno a la realidad salvadoreña. Escribió Novela, Ensayos y
Reflexión sociopolítica. Sus obras más importantes son: Leer y Escribir; La Doctrina del Mínimum Vital; El
Dinero Maldito; Una vida en el Cine; ¿Qué debemos Saber?; El Libro de la Vida; Las Siete Cuerdas de la
Lira; La Religión Universal; Ensayo Sobre el Destino; Estudios y Figuraciones sobre la Vida de Jesús;
Patria. Este último escrito constituye una colección de artículos periodísticos de contenido político,
económico y filosófico. Masferrer es uno de los autores que más han influido en la realidad salvadoreña de
principios del siglo XX. Fue el ideólogo de la campaña política del presidente Arturo Araujo, quien un año
después de ganar las elecciones, fue depuesto por un golpe de Estado dirigido por el militar y dictador
salvadoreño Maximiliano Hernández Martínez.
11
Ver los derroteros de la discusión en el monumental libro de Carlos Beorlegui, Historia del pensamiento
filosófico latinoamericano, Una búsqueda incesante de la identidad; Universidad de Deusto, Bilbao, 2004,
pp. 33-36.
12

ideas y soluciones ante los graves problemas que padece la sociedad salvadoreña y
centroamericana.12 Cosa que impone por sí misma el hecho de que las ideas siguen
apareciendo cada vez con más y mayor creatividad y no por ello menos críticas para,
como dice Ellacuría, cargar con la realidad de una forma responsable y actualizada.

En este trabajo nos concentraremos en Alberto Masferrer13 quien abordó diversas formas
de pensamiento y las expresó de manera creativa y novedosa, teniendo como sujeto
histórico de su reflexión, sobre todo al pueblo campesino, obrero e indígena. Así trató
temáticas importantes dentro de distintas expresiones de las ciencias humanas como el
arte, la novela, el ensayo, la política, la sociología y el pensamiento crítico que puede
catalogarse como pensamiento filosófico.

Concretamente esta investigación estudia el pensamiento filosófico Vitalista de


Masferrer.14 Pensamiento filosófico que se expresa en toda su obra intelectual desde sus
primeras reflexiones publicadas en su libro Páginas (1893), hasta los dos artículos
denominados Con mi voz y Humildad (1932), publicados en las postrimerías de su vida.

12
Son varios los ejemplos que pueden darse de estos autores salvadoreños, para el caso sólo citaremos
algunos: Luis Armando González, filósofo, sociólogo y politólogo salvadoreño cuyo nivel crítico de sus
aportes intelectuales los podemos apreciar en varias revistas de peso intelectual en El Salvador. Ejemplo:
Balance político 2008 y perspectivas para 2009, en Revista Teoría y Praxis, Editorial Universitaria Don
Bosco, Soyapango, N° 14, 2009. Los desafíos ético morales de la economía, Teoría y Praxis, N°15, 2009.
Asimismo Luis Armando González es autor de un gran número de artículos científicos publicados en Revista
Estudios Centroamericanos, ECA; sólo por citar dos ejemplos: El Salvador en 2007, Política, Economía y
Sociedad, ECA N° 711-712, San Salvador 2008. Razones para un pensamiento crítico, ECA, 707, San
Salvador, 2007. Otro autor es Carlos Gregorio López Bernal, historiador salvadoreño; en el desarrollo de esta
investigación se citarán sus obras. Otro autor es Héctor Samour, Voluntad de liberación, el pensamiento
filosófico de Ignacio Ellacuría, UCA Editores, San Salvador, 2002. Otro pensador sobresaliente en El
Salvador es Dagoberto Gutiérrez (1944), político y pensador salvadoreño, su pensamiento se publica
constantemente en periódicos y revistas de El Salvador.
13
En adelante se citará a este autor utilizando únicamente su apellido Masferrer.
14
La filosofía vitalista es aquella teoría filosófica según la cual la vida es irreductible a cualquier categoría
extraña a ella misma. El Vitalismo es una doctrina que tuvo mucho éxito en la segunda mitad del siglo XIX y
principios del XX. Las corrientes vitalistas se diferencian de otras corrientes de pensamiento filosófico, por
su concepto de vida: la comprensión de la vida en el sentido biológico subraya el papel del cuerpo, los
instintos, lo irracional, la naturaleza, la fuerza y la lucha por la subsistencia. Este es el caso del Vitalismo
impulsado por la corriente vitalista de Nietzsche. Otra corriente vitalista es la perspectiva del vitalismo de
Ortega y Gasset, que es denominada Raciovitalismo, para quien la vida en el sentido biográfico e histórico es
entendida como conjunto de experiencias humanas dadas en el tiempo, tanto en su dimensión personal o
biográfica como en su dimensión social o histórica. Más adelante nos detendremos en estas dos corrientes,
aunque Masferrer no haga alusiones a las mismas. No obstante, es importante tener en cuenta que el vitalismo
es una doctrina contraria al racionalismo, y sus conceptos más importantes son: temporalidad, historia,
vivencia, instintos, irracionalidad, corporeidad, subjetividad, perspectiva, valor de lo individual, cambio,
enfermedad, muerte, finitud.
13

Ahora bien, no ha sido una tarea cómoda intentar organizar las ideas filosóficas de
Masferrer, en primer lugar porque esas ideas nunca fueron rigurosamente
sistematizadas en un sistema filosófico, sino que la mayor parte de las veces se
encuentran diseminadas en obras que no son dedicadas a temas filosóficos o
antropológicos propiamente dichos. En segundo lugar, porque a pesar de las
indudables inclinaciones éticas que presenta Masferrer, éste no fue un filósofo
sino un pensador que desarrolló varias aristas en el campo intelectual. Se puede
decir por tanto, que lo que en Masferrer existe es una concepción ético-filosófica
del ser humano más sugerida que explicada y sistematizada.

En este sentido, la obra clave del pensamiento filosófico de Masferrer es Patria,


que como sabemos constituye una serie importante de artículos periodísticos cuya
esencia fundamental no es ser una obra orgánica, constituida con principio, fin y
contornos definidos como un sistema filosófico, sino que es una sucesión de
pensamientos profundamente reflexivos sobre los temas álgidos de la realidad
social y política que se vivió en El Salvador y en Centroamérica durante la primera
mitad del siglo XX. Dicha reflexión tiene un compromiso ético y político claramente
definidos y por tanto, en ésta radica la implicación propiamente filosófica del
pensamiento masferreriano.

Por todo ello, el primer problema que se presentó a la hora de redactar esta
investigación sobre el pensamiento filosófico de Masferrer es el de diseñar un
esquema apropiado en el cual encuadrar sin violencia las ideas filosóficas, éticas y
políticas de este autor. No obstante, habiendo diseñado y estructurado esa
propuesta de esquema se vierte en él las ideas que constituyen lo que hemos
clasificado como pensamiento filosófico de Masferrer que constituye a la vez lo
que se ha dado a llamar Minimumvitalismo masferreriano.
14

1. Articulación interna de esta tesis

Los resultados de esta investigación se organizan en una introducción general, cuatro


capítulos y la conclusión.

El Capítulo Primero es de carácter introductorio, en él se presentan los distintos aportes


hechos por varios autores respecto del pensamiento de Masferrer. El contenido del
Capítulo Segundo es de carácter histórico, en él se presenta el contexto social, político,
económico y filosófico en el que se debe enmarcar la obra intelectual de Masferrer para
tener mejor criterio de interpretación y valoración de la misma. Y los dos capítulos
siguientes son de carácter filosófico. En el Capítulo Tercero se presenta por una parte,
una nueva organización de las reflexiones e ideas filosóficas de Masferrer, y por otro lado
su aporte en este campo de reflexión en el ámbito de Centroamérica y en particular el
aporte a la realidad social y política de El Salvador en la perspectiva de ofrecer una
solución estructural y viable a los problemas acuciantes vividos durante finales del siglo
diecinueve y principios del veinte. El Capítulo Cuarto presenta los aportes en la línea de
ejecutar una reflexión filosófica de los derechos humanos y su articulación con la labor
ingente en la construcción de una nueva sociedad más justa y equilibrada en El Salvador
y Centroamérica desde la perspectiva del Minimumvitalismo y la reflexión filosófica que
Ellacuría hiciera a finales de la década de 1980.

En el Capítulo Primero se hace una aproximación general al Vitalismo diciendo qué es y


en qué se fundamenta esta teoría que constituye en su esencia los antecedentes teórico-
filosófico del Minimumvitalismo masferreriano. Asimismo se hace un balance bibliográfico
en el que se presentan los enfoques fundamentales de los autores que han abordado la
figura y obra intelectual de Masferrer y una propuesta de abordaje que al final proveerá
mayor claridad, porque presenta a este autor en su justo lugar, como un intelectual
iluminador de la realidad que le tocó vivir y un reformador que intentó con honestidad
contribuir a ejecutar un cambio social en función de una nueva sociedad y una nueva
patria salvadoreña.
15

Sin embargo, debido a que la figura y obra de Masferrer han sido trabajadas y hasta cierto
punto modificadas de parte del oficialismo salvadoreño,15 para sacar ventaja de un
pensador crítico y aceptado socialmente en El Salvador como es éste; es importante en
esta investigación analizar críticamente la parte del pensamiento de Masferrer que el
oficialismo ha manejado durante más de ochenta años. Con ello buscaremos demostrar
que el oficialismo ha ejecutado un reduccionismo del pensamiento político y social de este
autor. Es decir, que el oficialismo ha falseado el pensamiento político, social y filosófico de
Masferrer omitiendo y ocultando el ámbito más crítico de su obra,16 y en contraposición,
exaltó de forma exagerada el pensamiento poético, lírico, místico y panegírico del autor,
en detrimento de aquel.

Se constata que Masferrer mantuvo una veta poética, basta con dar una leída a algunos
de sus poemas, por ejemplo Blasón, Hazte un Cristal, Hazme suave el instante, o su obra
El Rosal Deshojado, etc., para descubrirlo. Tampoco hay duda que Masferrer fuera un
místico enamorado de la divinidad creadora de la vida y de la existencia; así sus libros
Helios, Estudios y figuraciones de la vida de Jesús, La religión Universal, Las Siete
cuerdas de la Lira, etc.. No obstante esto, en esta investigación se probará que en
Masferrer no privó lo poético, ni lo místico, sino que privó la fundamentalidad filosófica en
su vertiente social y política. Es decir, que Masferrer desarrolló en su vida el ámbito del
pensamiento filosófico en su vertiente político. Esto es materia del Capítulo Tercero.

15
El Salvador, históricamente ha estado gobernado por una oligarquía que ha impuesto a través de elecciones
fraudulentas gobiernos que han favorecido sus intereses de clase. Entendemos aquí, entonces, por oficialismo
salvadoreño a aquella postura ideológica representada por las autoridades y grupos elitistas de la sociedad
salvadoreña, que organizan el modus vivendi de acuerdo a sus intereses de clase y partido.
16
Ricardo Molina ha llegado a afirmar que la obra de Masferrer fue prohibida durante 1932-1949. No
obstante, no presenta mayores fuentes. Remito a su trabajo titulado: “Alberto Masferrer (1868-1932), Valoración
histórica de los aportes humanistas de la "Doctrina del mínimum vital" presentado en el Congreso de Historia de
Guatemala, llevado a cabo en julio de 2006. Este estudio ha sido publicado en Memorias del congreso por la Editorial
Santillana, en el 2006. Asimismo se encuentra publicado en internet http://www.monografias.com/trabajos63/alberto-
masferrer-aportes-humanisticos/alberto-masferrer-aportes-humanisticos.shtml. Véase también las publicaciones del
periódico Patria años 1937-1938; que durante ambos años no toca ni una sola idea del Vitalismo ni de Alberto
Masferrer. Por otro lado y contrario a la opinión de Molina, Rafael Lara Martínez, en sus más recientes
publicaciones afirma, basado en fuentes primarias, que dentro de la política cultural del General Maximiliano
Hernández Martínez se daba gran importancia a algunos discípulos de Masferrer como por ejemplo Salarrué,
además de apoyar económicamente a familiares cercanos de Masferrer. Con esta información se desautoriza
la opinión de Ricardo Molina. Cfr. Lara-Martínez, R., Política de la cultura del Martinato, Editorial
Universidad Don Bosco, San Salvador, 2011; del mismo autor, cfr. El Bicentenario, Un enfoque alternativo,
Editorial Universidad Don Bosco, San Salvador, 2011.
16

El Capítulo Cuatro profundiza el Vitalismo masferreriano y presenta los elementos


operativizantes que Masferrer vislumbró y ejecutó, haciendo práctica las líneas
propuestas en su teoría vitalista en los Círculos Vitalistas y el Partido Vitalista. Asimismo,
en este capítulo se presenta una nueva tendencia que habrá que inaugurar dentro de la
recepción del Vitalismo de Masferrer, de su figura y de su obra intelectual como es la
aproximación hacia la concreción de los derechos humanos desde la práctica del
Minimumvitalismo masferreriano.

2. Sobre el método de esta investigación

El método para enfrentar el pensamiento filosófico vitalista y la obra intelectual de


Masferrer en esta investigación es por una parte, el método histórico crítico que se
aplicará de la siguiente manera: Se hará una recopilación y organización de la obra de
Masferrer, la que es considerada como fuente primaria y también se organizará los
estudios referentes al autor, lo cual se considera la fuente secundaria. Se procederá
después a realizar una contextualización socio-histórica del autor y de su obra. Por otra
parte aplicaremos el método analítico. Se desarrollará un análisis de dicha obra que
incluye un ordenamiento sistemático, un análisis crítico y la hermenéutica de las fuentes.
Estos pasos metodológicos culminan con la presentación de las nuevas perspectivas de
estudios de Masferrer.

Lo anterior implica estudiar detenidamente la propuesta de reflexión crítica de Masferrer


(El Minimumvitalismo), para desentrañar de las fuentes primarias, la estructura
sistemática de la obra y se presentará el esquema básico de la misma. A este respecto,
se tendrá especial cuidado al momento de analizar los artículos sobre el Vitalismo
publicados en el Periódico Patria, ya que en su contenido y orientación, Masferrer elabora
su reflexión crítica, su pensamiento filosófico y ético-político. En este sentido, en términos
prácticos se ejecutará un análisis comparativo entre las fuentes primarias que están
publicados en el periódico Patria con la edición publicada en 1971 por Matilde E. López en
las Obras Escogidas de Alberto Masferrer17 a partir de los hallazgos obtenidos en Patria,

17
Matilde Elena López edita esta publicación en dos tomos en 1971, para ello ha seleccionando una colección
muy amplia de artículos periodísticos sobre el Vitalismo publicados y editados por el mismo Masferrer en el
periódico Patria.
17

se propondrá una nueva reestructuración de su obra política en las distintas temáticas


organizadas y analizadas en el Capítulo Tercero.

Esto nos permitirá presentar el itinerario seguido por Masferrer en el despliegue de su


pensamiento filosófico, el enfrentamiento que mantuvo con el poder político y económico
de su tiempo y mostrará su protagonismo en aquellas instituciones en las que intentó
cristalizar su pensamiento filosófico político; cosa que es ejecutada a nuestro juicio, en los
espacios de los Círculos Vitalistas, el Partido Vitalista y la Educación Vitalista. Patria se
convierte, por tanto, en el escrito fundamental desde el cual hay que estudiar y analizar
toda la obra intelectual de Masferrer. Ella nos da las pautas fundamentales y las claves
hermenéuticas para analizar el pensamiento filosófico vitalista y la historia misma detrás
del hombre que significó Masferrer para el país y la región centroamericana.

En esta investigación no se estudiarán los escritos poéticos, místico-teosóficos ni


novelísticos de este autor. Esta debe ser labor de otro especialista.18

El interés de Masferrer no sólo fue la búsqueda de darle rostro a los sectores más
desfavorecidos de la sociedad, sino que buscó reestructurar a la sociedad de tal manera
que esos sectores tuvieran una palabra que decir. Para ello concluye que había que
trastocar la realidad misma haciendo en ella una nueva nación centroamericana y
latinoamericana.19

18
Remito a la reciente publicación realizada por Marta Elena Casaús Arzú, con la colaboración de Regina
Fuentes Oliva, denominada El libro de la vida de Alberto Masferrer y otros escritos vitalistas, que constituye
una “Edición crítica de la obra Teosófico-vitalista (1927-1932)” F&G Editores, Guatemala, 2012. Obra que
solventa en gran parte este vacío ya que en ella se aborda seriamente la obra místico-teosófica de Masferrer.
19
Cfr. La Misión de América, en Obras Escogidas de Alberto Masferrer, Tomo II, Universidad de El
Salvador, San Salvador, 1971, pp. 515-526.
18

CAPÍTULO PRIMERO

El Vitalismo en la obra intelectual de Masferrer

La finalidad de este capítulo es mostrar la obra intelectual de Masferrer, cosa que implica
un trabajo de desmitificación de su pensamiento desde una propuesta de reconstrucción
de su figura y obra intelectual, ya que lo que se ha dado a conocer de él es, sobre todo, el
aspecto poético, el escritor idealista y el teósofo para los intelectuales.

Este capítulo se desarrolla en siete sub apartados. El primero de ellos trata sobre los
antecedentes filosóficos de la propuesta vitalista de Masferrer, centrada desde el vitalismo
europeo y sus más importantes representantes. En el segundo se busca una
aproximación al Vitalismo masferreriano en su concreción fundamental como pensamiento
filosófico político. En el tercero se presenta un balance bibliográfico de la obra de
Masferrer: en este apartado se presentan tres enfoques distintos en los que se ha
abordado históricamente la obra intelectual de Masferrer. En el cuarto se ofrece un nuevo
enfoque para la lectura del autor que constituye a nuestro juicio el mejor modo de
enfrentar su obra intelectual. Este apartado se desarrolla en dos ítems, en el primero se
presenta sólo de manera general el método filosófico de Masferrer ya que este método se
verá de forma más detenida en el Capítulo Tercero de esta Tesis, y en el segundo ítem se
presenta la estructura argumentativa que Masferrer utiliza en su obra literaria. En el quinto
se presenta un panorama general de la obra intelectual de Masferrer. En el sexto se
presenta la recepción de la obra de Masferrer. Y para concluir el capítulo, el último sub
apartado ofrece una valoración final del mismo y un anticipo del capítulo segundo.

1. Antecedentes filosóficos del Vitalismo masferreriano: El Vitalismo en la


filosofía europea

El vitalismo como corriente de la filosofía ha tenido un desarrollo importante en el mundo,


especialmente en Europa, sobre todo durante los últimos años del siglo XIX y la primera
mitad del siglo XX; por ello es necesario abordar en este capítulo a los representantes
más importantes del vitalismo europeo y aunque esta corriente de pensamiento tenga
pocos elementos comparativos con el tipo de vitalismo que Masferrer desarrolla, no cabe
19

duda que el vitalismo de este salvadoreño se inscribe por principio en el carácter


fundamental de aquel vitalismo, ya que la vida es el elemento como principio con carácter
de absolutez de todo vitalismo.

El vitalismo tiene en la historia de la filosofía una presencia bien definida que desde los
presocráticos hasta la filosofía contemporánea puede rastrearse sin mayores
complicaciones. Al respecto, Johann Fischl (1900-1996), en su Manual de historia de la
filosofía, recalca esta idea cuando afirma que “no menos vive de Heráclito toda la filosofía
vitalista, como Bergson y el existencialismo”20 y que el mismo Nietzsche confesara en un
momento de su vida que “no hay en Heráclito una sola frase que no haya yo incorporado
a mi filosofía.”21 No obstante esto, no fue sino hasta la segunda mitad del siglo XIX y la
primera mitad del siglo XX que dicha presencia cobra fuerza en el mundo intelectual y
académico de la Europa de esa época.

Los mayores representantes del vitalismo han puesto sus mejores esfuerzos intelectuales
a dar relieve al ámbito de la vida como elemento caracterizador de esta corriente de
pensamiento. Estos filósofos son Nietzsche,22 Bergson23 y Ortega y Gasset.24 Pero el
vitalismo ha tenido a otros filósofos e intelectuales de gran peso que han dado impulso a
esta corriente de la filosofía, entre ellos se cuenta a Miguel de Unamuno,25 que de

20
Johann Fischl, Manual de historia de la filosofía, Editorial Herder, Barcelona, 1967, p. 30.
21
Ibídem.
22
Friedrich Nietzsche (1844-1900), filósofo alemán que ejerció gran influencia en Europa y el mundo con su
filosofía. Sus obras más representativas son: El origen de la tragedia (1872), Consideraciones inactuales
(1873), Humano, demasiado humano (1878), El Viajero y su sombra (1880), Aurora (1881), La Gaya ciencia
(1882), Así habló Zaratustra (1883-1884; publicada en 1891), Más allá del bien y del mal (1885), Genealogía
de la moral (1887), El Caso Wagner, El ocaso de los Ídolos, El Anticristo, Ecce Homo, (opúsculos y libelos
que Nietzsche escribió en 1888). Uno de los filósofos que más influencia tuvo en Nietzsche fue
Schopenhauer, sobre todo en el valor que este filósofo da a la vida. Con su filosofía Nietzsche se constituye
en uno de los intelectuales más influyentes del siglo XX en Europa.
23
Henri Bergson (1859-1941), filósofo francés que se enfrenta con las corrientes mecanicistas, materialistas y
deterministas de su tiempo y pone su concepción del mundo bajo el signo de la vida. Sus obras más
representativas son: Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia (1889), Materia y memoria (1896),
La evolución creadora (1907), La energía espiritual (1919), Duración y simultaneidad (1922), El
pensamiento y el moviente (1934), Las dos fuentes de la moral y de la religión (1932).
24
José Ortega y Gasset (1883-1955), filósofo y escritor español de gran calado. Sus obras más importantes en
filosofía son: El tema de nuestro tiempo (1923), La rebelión de las masas (1930), Esquema de las crisis
(1933), Historia como sistema (1935), Ideas y creencias (1935). Como filósofo propuso su filosofía vitalista
como Raciovitalismo.
25
Miguel de Unamuno (1864-1936) escritor, ensayista y filósofo español cuya concepción de la vida, se dice
que fue influenciado por Kierkegaard, en su expresión sobre el sentimiento trágico de la vida. Para Unamuno,
la existencia humana también se expresa en el sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos.
De hecho así tituló la obra que mejor sistematiza su pensamiento. Estas reflexiones filosóficas las fundamenta
Unamuno en el pensamiento que va de San Pablo a Kierkegaard. Unamuno entiende que la tragedia intrínseca
20

acuerdo a Fischl, “difícilmente habrá escritor que así haya puesto en el centro de toda su
producción literaria El sentimiento trágico de la vida (1914), que surge del conflicto entre
la sensibilidad y el espíritu, la vitalidad y la cultura, el tiempo y la eternidad.”26

En términos generales, la filosofía vitalista es la teoría filosófica para la que la vida es


irreductible a cualquier categoría extraña a ella misma. Esta doctrina hace de la vida el
valor supremo o la realidad última y unificante de las formas concretas de lo real.27 Las
corrientes vitalistas se diferencian por su concepto de vida: la comprensión de la vida en
el sentido biológico subraya el papel del cuerpo, los instintos, lo irracional, la naturaleza, la
fuerza y la lucha por la subsistencia.28

1.1. El vitalismo para Nietzsche

Nietzsche lucha contra la moral y la cultura institucionaliza de su tiempo porque de


acuerdo a su perspectiva, éstas matan la vida. Para él la vida descansa sobre unas bases
que están en contra de esa moral y esa cultura y contra ellas, la vida es lo único real. Por
eso, la vida es fundamentalmente voluntad de dominio. La vida para Nietzsche comporta
un principio que constituye siempre una nueva moral, este principio es la inocencia del
ser. Porque tanto el ser y el devenir de todas las cosas implican dicha inocencia.29

El historiador de la filosofía, Teófilo Urdanoz (1912-1987), es de la opinión que Nietzsche


defiende el principio de afirmación de la vida, de la exaltación infinita de una vida natural,
en toda la potencia ilimitada de sus fuerzas e instintos, sin trabas ni normas que puedan

del hombre es su misma condición humana, vacilante entre el ángel y la bestia, que aúna en sí la mayor
grandeza y la mayor miseria. Luego, el tema fundamental de su reflexión es el hombre, fin y no medio: "Ni lo
humano ni la humanidad: el hombre. El hombre de carne y hueso, el que nace, sufre y muere -sobre todo
muere". Este hombre que no es entonces un paradigma, un hombre ideal, sino el hombre esencialmente
sentimental. Así, afirmar que de los filósofos no le interesan sus sistemas, sino el espíritu. Unamuno parte del
problema de la existencia concreta y esto es el centro desde el cual se enfocan las demás cuestiones
filosóficas. Para mayor profundización en este pensador, cfr. Nicolás Abbagnano, Historia de la filosofía,
Romanticismo y Positivismo-Filosofía contemporánea, Tomo III, Montaner y Simón, S.A., Barcelona, 1956,
Julián Marías, Miguel de Unamuno, Espasa-calpe, S.A., Madrid, 1971, J. Hirschberger, Historia de la
filosofía, Edad Moderna-Edad Contemporánea, Tomo II, Herder, Barcelona, 2000.
26
J. Fischl, Op. Cit., p. 474.
27
Cfr. Teófilo Urdanoz, Historia de la Filosofía, Siglo XX, De Bergson al final de existencialismto, Tomo VI,
Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1998, p. 144.
28
Cfr. J. Hirschberger, Historia de la Filosofía, Tomo II, Editorial Herder, Barcelona, 1992, pp. 328-346.
29
Cfr. J. Hirschberger, Op. Cit., pp. 332-334.
21

estorbar el impulso desbordante del torrente de vida y aunque Nietzsche, enfermo y en


continua búsqueda de la salud y de algo de vida, es el pensador que más ha glorificado la
vida, que más ha cantado el ideal de una vida exuberante, sana y fuerte, de la alegría
infinita de vivir.30

Para Nietzsche, la vida es dolor, lucha, destrucción, crueldad, incertidumbre, error. Es la


irracionalidad misma: no tiene, en su desarrollo, orden ni finalidad; el azar la domina; los
valores humanos no encuentran en ella ninguna raíz. Dos actitudes son entonces posibles
frente a la vida. La primera de renuncia y fuga que conduce al ascetismo; esta es la
actitud que Schopenhauer dedujo desde sí y es, según Nietzsche, la actitud propia de la
moral cristiana y de la espiritualidad común. La segunda es la de la aceptación de la vida
tal como es, en sus caracteres originarios e irracionales y conduce a la exaltación de la
vida y a la superación del hombre. Esta es la actitud de Nietzsche. Toda su obra está
encaminada a esclarecer y defender la aceptación total y entusiasta de la vida. Dionisos,
el dios griego del vino, es el símbolo divinizado de esta aceptación y Zaratustra su
profeta.31

De acuerdo con la opinión de Abbagnano, Dionisos es la afirmación religiosa de la vida


total, no renegada ni fragmentada. Es la exaltación entusiasta del mundo tal como es, sin
disminución, sin excepción y sin elección: exaltación de la vida infinita. El espíritu
dionisíaco es lo diametralmente opuesto a la aceptación resignada de la vida, a la actitud
del que ve en ella la condición negativa de los valores de bondad, perfección y humildad,
que son su negación. Es la voluntad orgiástica de la vida en la totalidad de su potencia
infinita, Dionisos es el dios de la embriaguez y de la alegría, el dios que canta, ríe y
danza: abandona toda renuncia, todo intento de fuga frente a la vida. Esto quiere decir,
según Nietzsche, que la aceptación integral de la vida transforma el dolor en alegría, la
lucha en armonía, la crueldad en justicia, la destrucción en creación; renueva
profundamente la tabla de los valores morales. Nietzsche cree que todos los valores
fundados en la renuncia y en la disminución de la vida, todas las llamadas virtudes que
tienden a mortificar la energía vital y a destrozar y empobrecer la vida, sitúan al hombre

30
Cfr. Teófilo Urdanoz, Historia de la Filosofía, Siglo XIX: Socialismo, materialismo y positivismo.
Kierkegaard y Nietzsche, Tomo V, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1994, pp. 508-511. También
remito a Giovanni Reale-Dario Antíseri, Historia de la Filosofía, de Nietzsche a la escuela de Franckfurt,
Tomo VI, Universidad Pedagógica Nacional, Editorial San Pablo, Bogotá, 2009, pp. 13-38.
31
Cfr. Friedrich Nietzsche, Así hablaba Zaratustra, Editorial Porrúa S.A., México, 1988, p. 122.
22

por debajo de sí mismo y son, por lo tanto, indignas de él. Nietzsche da a toda pasión el
carácter de virtud que dice sí a la vida y al mundo: El orgullo, la alegría, la salud, el amor
sexual, la enemistad y la guerra, la veneración, las actitudes bellas, las buenas maneras,
la voluntad inquebrantable, la disciplina de la intelectualidad superior, la voluntad de
poder, la gratitud a la tierra y a la vida, todo lo que es rico y quiere dar gratificación a la
vida, adorarla, eternizarla y divinizarla, todo el poder de estas virtudes que transfiguran
todo lo que aprueba, afirma y obra por afirmación. Estas pasiones que no tienen ya nada
de primitivo, porque son el retorno consciente del hombre a las fuentes originarias de la
vida, constituyen la nueva tabla de los valores fundada en la aceptación infinita de la vida.
Nietzsche plantea crudamente el dilema entre la moral tradicional y la que él defiende;
pero en realidad, este dilema está ya incluido en otro, que es fundamental, entre la
aceptación de la vida y la renuncia a la vida, entre el sí y el no frente al mundo.32

En palabras del mismo Nietzsche, resaltadas por F. Tomlin en el prólogo de Así hablaba
Zaratustra, Dionisos es el simbolismo más elevado de la vida en la cultura: “No conozco
simbolismo más elevado que este simbolismo griego dionisíaco. En él está,
experimentado religiosamente, el más profundo instinto de la vida, del futuro de la vida, la
eternidad de la vida: la procreación, el origen de la vida, es considerado como un principio
sagrado. Sólo el cristianismo, con su horror fundamental a la vida, ha hecho de lo sexual
una cosa impura, arrojando el oprobio sobre el principio, la razón misma, de nuestra
vida.”33

El hombre dionisíaco posee una superabundancia de vitalidad y tiende a una visión


trágica de la vida interior y exterior. Dionisos rechaza y aleja la idea de la muerte. 34 Para
Nietzsche el último resultado de la concepción del mundo está fundado en la no
aceptación de la vida, es el pesimismo que en su expresión final, es puro nihilismo. En
este estado de cosas, se niega la vida porque incluye el dolor y el mundo es desaprobado
en favor de un mundo ideal en el que se colocan todos los valores antivitales.35

Para Nietzsche todo lo que es terrenal, corpóreo, antiespiritual, irracional, es exaltado con
la misma violencia con que es condenado por la moral ascética. “mi yo, dice Zaratustra,

32
Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., pp. 375-376.
33
F. Nietzsche, Así hablaba Zaratustra, Editorial Porrúa S.A., México, 1988, p. XII-XIII.
34
Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., p. 276.
35
Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., pp. 277-278.
23

me ha enseñado un nuevo orgullo y yo lo enseño a los hombres: no escondáis la cabeza


en la arena de las cosas celestes, sino levantadla orgullosamente, como una cabeza
terrena que crea el sentido de la tierra.”36 En esto Nietzsche es radical, ya que para él “la
existencia del hombre es una existencia enteramente terrena: el hombre ha nacido para
vivir en la tierra y no hay otro mundo para él.37

La transmutación de los valores es entendida por Nietzsche como la anulación de los


límites, como la conquista de un dominio absoluto del hombre sobre la tierra y sobre el
cuerpo, como la eliminación del carácter problemático de la vida y de toda pérdida o
extravío que pueda amenazar al hombre.38

Respecto a la doctrina del eterno retorno, ésta es la fórmula central del filosofar de
Nietzsche; esta doctrina consiste fundamentalmente en el hecho de que el hombre y el
mundo se dicen sí a sí mismos, es la auto aceptación del mundo, es la voluntad cósmica
de reafirmarse y de ser ella misma. El eterno retorno es la expresión cósmica de aquel
espíritu dionisíaco que exalta y bendice la vida.39

El mundo se representa a Nietzsche desprovisto de todo carácter de racionalidad. La


condición general del mundo es, por toda la eternidad, el caos, no como ausencia de
necesidad, sino como falta de orden, de estructura, de forma, de belleza, de sabiduría y
de todo esteticismo humano. El mundo no es perfecto, ni bello ni noble y no admite
ninguna calificación que pueda referirse de alguna manera al hombre. Los juicios
estéticos y morales no le conciernen ni tienen finalidad alguna. Si el devenir del mundo
hubiese estado dirigido a un término definitivo, a una condición final de estabilidad, al ser
o a la nada, ese término definitivo tendría ya que haber sido alcanzado. Nietzsche excluye
del mundo todo carácter racional: el azar lo domina todo. Un poco de razón, dice
Zaratustra, un grano de sabiduría dispersado de estrella en estrella, esta levadura está
mezclada con todas las cosas; sólo por causa de la locura, la sabiduría está mezclada
con todas las cosas. Un poco de sabiduría es posible: pero yo he encontrado en todas las
cosas esta certeza feliz: prefieren bailar sobre los pies del azar: “¿Qué oculta sabiduría es
esa de tener orejas largas y decir siempre sí y jamás no? ¿No ha creado el mundo a su

36
F. Nietzsche, Así hablaba Zaratustra, Editorial Porrúa, S.A., México, 1988, p. 4.
37
Ibídem.
38
Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., p. 278.
39
Ibídem, p. 280.
24

imagen, es decir, todo lo bestia posible? [...] Tu sigues caminos derechos y caminos
torcidos: poco te importa lo que los hombres llaman derecho o torcido. Tu reino está más
allá del bien y del mal. Tu inocencia es no saber lo que es inocencia.”40

El eterno retorno es una verdad terrible que puede destruir al hombre o exaltarlo: frente a
él se mide la fuerza del hombre, su capacidad de superarse. En esta perspectiva, la idea
de que esta vida, tal como la hemos vivido, tendrá que ser revivida otra vez y una
cantidad innumerable de veces, que no habrá nada nuevo y que tanto las cosas más
grandes como las más pequeñas volverán para nosotros en la misma sucesión y en el
mismo orden, es una idea que puede sumir en la desesperación al hombre más fuerte. Y
con todo, no hay otra alternativa, a menos que cerremos los ojos ante esta verdad; a ello
responde Nietzsche con el enigma de Dionisos.41 Con ello, hay que amar la vida y a
nosotros mismos más allá de todo límite, para no poder desear otra cosa que esta eterna
y suprema confirmación, que el mundo ofrece al hombre el espejo en que debe mirarse.
El espíritu dionisíaco es el espíritu del universo, ya antes de ser aquello que lleva al
hombre a la superación de sí mismo.42

Si la doctrina del eterno retorno es la fórmula central y cósmica del filosofar de Nietzsche,
la del superhombre es su término final, su última palabra. La aceptación infinita de la vida
no es, para Nietzsche, la aceptación del hombre. El hombre debe ser superado, dice
Zaratustra. El superhombe es el sentido de la tierra. El hombre es una cuerda tendida
entre la bestia y el superhombre, una cuerda sobre el abismo. Lo que hay de grande en el
hombre es que él es un puente y no un término. Lo que se puede amar en el hombre es
que él es un tránsito y un ocaso.43 El superhombre es la expresión y la encarnación de la
voluntad de poder. La voluntad de poder determina las nuevas valoraciones que son el
fundamento de la existencia sobrehumana. El hombre debe ser superado: lo cual quiere
decir que todos los valores de la moral corriente, que es una moral gregaria y tiende a la
nivelación y a la igualdad, deben ser transmutados.44

40
F. Nietzsche, Así hablaba Zaratustra, Op. Cit., p.170.
41
Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., pp. 280-281.
42
Ibídem, p. 281.
43
F. Nietzsche, Así hablaba Zaratustra, Op. Cit., p. 123.
44
Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., p. 283.
25

Ahora bien, por esto es que cabe entender la filosofía de Nietzsche como el intento más
radical de hacer de la vida algo Absoluto. La vida no tiene un fundamento exterior a ella,
tiene valor en sí misma y la vida entendida fundamentalmente en su dimensión biológica,
instintiva, irracional. La vida como creación y destrucción, como ámbito de la alegría y el
dolor. Por esta razón, Nietzsche creyó posible medir el valor de la metafísica, la teoría del
conocimiento y la ética a partir de su afirmación de la vida como voluntad de poder.

1.2. El Vitalismo para Henri Bergson

La filosofía del ser es para Bergson la filosofía de la vida. Para él el ser es el impulso vital
(élan vital), que es núcleo y alma de todo ser del mundo, en donde todo ser es conciencia,
entendida ésta como vida, vivencia, impulso, duración, libertad, creación, energía
creadora. Para Bergson el sentir interno, la vivencia interna del tiempo en el ser humano
es heterogéneo, irreversible y siempre distinto, en términos cualitativos; es continuo como
todo lo viviente y sobre todo incluye la libertad, la creatividad, la evolución creadora. Para
este filósofo la vida es un continuo fluir en el que nada se pierde, sino que todo se
acrecienta con nuevas adquisiciones. De ahí que, el tiempo humano es duración, es
crecimiento orgánico y movimiento vital.45

El punto de partida y de la filosofía vitalista de Bergson es la doctrina de la duración real.46


La duración real es, en efecto, el dato de la conciencia, despojado de toda supra
estructura intelectual o simbólica, y aceptado en su simplicidad originaria. La existencia
espiritual es un cambio incesante, una corriente continua e ininterrumpida que varía sin
tregua, no sustituyendo cada estado de conciencia por otro, sino disolviendo dichos
estados en una continuidad fluida. No hay un sustrato inmóvil del yo sobre el cual se
proyecte la sucesión de los estados conscientes. La duración es el progreso continuo del
pasado, que roe el futuro y se acrecienta avanzando. La memoria no es una facultad
especial, sino que es el mismo devenir espiritual que espontáneamente lo conserva todo
en sí mismo. Esta conservación total es al mismo tiempo una creación total, ya que en ella
cada momento, aun siendo el resultado de todos los momentos precedentes, es
absolutamente nuevo respecto de ellos. Para un ser consciente, dice Bergson, existir

45
Cfr. J. Hirchberger, Op. Cit., pp. 579-581.
46
Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., p. 331.
26

significa cambiar, cambiar significa madurarse, madurarse significa crearse


47
indefinidamente a sí mismo.

La vida entera del hombre transcurre en un tiempo real y en un mundo homogéneo. Ahí la
vida es un continuo fluir en el que nada se pierde. En esta perspectiva, para Bergson,
“todo ser es conciencia. Pero no es la conciencia kantiana, entendida sólo
intelectualmente, sino conciencia tomada como vida, vivencia, impulso, duración, libertad,
creación, energía creadora.”48

Para Bergson, de acuerdo a Abbagnano, la vida espiritual es esencialmente auto creación


y libertad. En el Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia, 1889, Bergson ha
mostrado cómo toda discusión entre deterministas e indeterministas nace del intento de
entender la vida de la conciencia, que es movimiento y duración, con los esquemas
tomados de la consideración de la materia, que es extensión e inmovilidad. No es posible
reducir la duración de la conciencia al tiempo homogéneo, del que habla la ciencia,
constituido por instantes iguales que se suceden. El tiempo de la ciencia es un tiempo
especializado y por esto ha perdido su carácter original. Tampoco es posible hablar de
una multiplicidad de estados de conciencia semejantes a la multiplicidad de los objetos
especiales que separan y se excluyen del uno del otro.49

La libertad no tiene el carácter absoluto que el espiritualismo pretende a veces atribuirle;


por el contrario, admite grados. Somos enteramente libres cuando nuestros actos emanan
de nuestra entera personalidad, cuando tienen con ella aquella semejanza indefinible que
hay a veces entre el artista y su obra.50

Bergson, en su obra Evolución creadora muestra que la inteligencia es incapaz de


comprender la naturaleza de la vida, ya que ésta, como evolución espiritual, permite
explicar la naturaleza y el origen de la inteligencia y de sus objetos. Desde la perspectiva
de Abbagnano, Bergson reduce la vida biológica a la vida de la conciencia, a la duración
real. La vida es siempre creación, imprevisibilidad y al mismo tiempo conservación integral

47
Ibídem, pp. 331-332.
48
J. Hirchberger, Op. Cit., p. 378.
49
Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., p. 332.
50
Ibídem, p. 332.
27

y automática de todo el pasado. Tal es la vida del individuo, así como la de la


naturaleza.51

Este mismo autor afirma que para Bergson los seres humanos “no podemos vivir más que
una sola vida, por esto debemos escoger. La vida de la naturaleza, en cambio, no está
sujeta a tales sacrificios: conserva las tendencias que se han bifurcado en un cierto punto
y crea series divergentes de especies que se desarrollan separadamente. En otras
palabras, la vida no sigue una línea de evolución única y simple. Se desarrolla como un
haz de tallos, creando, por el sólo hecho de su crecimiento, direcciones divergentes, entre
las cuales se divide su impulso originario.”52

El impulso de la vida, o élan vital conservándose a lo largo de las líneas de evolución, en


las cuales se divide, es la causa profunda de las variaciones, por lo menos de aquellas
que se transmiten regularmente con la herencia, que se adicionan y crean nuevas
especies.53

De acuerdo a John M. Oesterreicher, en la introducción que hace a Bergson en Las dos


fuentes de la moral y de la religión, el impulso vital, “el élan vital, es una corriente de
conciencia que ha penetrado la materia, llevando en sí las causas de las diferentes
formas en las que la vida se manifiesta. En su base es una, y en el curso de su evolución
ha seguido tres divergentes caminos: el del torpor vegetativo, el del instinto y el de la
inteligencia. Se hace así de la inteligencia nada más que un vector del movimiento
lanzado por el élan vital, simplemente una flecha en el haz de la vida, y en un sentido el
hombre es absorbido en la gran corriente de la evolución.”54

51
Cfr. Ibidem, p. 334.
52
Ibidem, p. 335.
53
Ibidem, p. 335.
54
Henri Bergson, Las dos fuentes de la moral y de la religión, Editorial Porrúa, S.A. México, 1997, p. XX.
28

1.3. El Vitalismo para Ortega y Gasset

Este filósofo desarrolla un fino sentido para los problemas de la historia y la cultura, como
afirma Hirschberger, “en este terreno se va a mover su espíritu con insaciable curiosidad y
con irrefrenable afán teorizador.”55 Para Ortega y Gasset, la realidad humana en su
concreto vivir histórico es el centro de su atención. Puede decirse que el signo del tiempo
a comienzos del siglo XX, es dar entrada en un sistema filosófico al lado individual y
circunstancial de la vida, al sujeto concreto, absorbido por los excesos lógicos del
formalismo neokantiano y por los cánones universalistas del cientificismo del siglo XIX. En
su expresión “yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo” Ortega y
Gasset afirma que lo que está en el centro de todo en el mundo es el hombre, en torno a
quien, todo le rodea, no sólo lo inmediato, sino lo remoto; no sólo lo físico, sino lo
histórico, lo espiritual. El hombre, según Ortega, es el problema de la vida y entiende por
vida algo concreto, incomparable, único: la vida es lo individual; es decir, yo en el mundo y
ese mundo no es propiamente una cosa o una suma de ellas, sino un escenario, porque
la vida es tragedia o drama, algo que el hombre hace y le pasa con las cosas. Vivir es
tratar con el mundo, dirigirse a él, actuar en él, ocuparse de él. Encontramos, por tanto, en
Ortega y Gasset, uno de los más puros antropocentrismos expresados en el crisol del
vitalismo en su vertiente raciovitalista.56

La vida entendida en el sentido biográfico e histórico, como conjunto de experiencias


humanas dadas en el tiempo, tanto en su dimensión personal o biográfica como en su
dimensión social o histórica, es el vitalismo entendido desde el punto de vista de Ortega y
Gasset, quien desde la perspectiva de Fischl, “subordina el espíritu a la vida”.57

El raciovitalismo como sistema filosófico tiene como tema explícito la reflexión sobre la
vida y el descubrimiento y explicación de sus categorías fundamentales. Con este título
quiso separarse de los movimientos vitalistas más conocidos, particularmente del
irracionalismo que conlleva la propuesta de Nietzsche. Ortega y Gasset considera que
carece de sentido rechazar la racionalidad humana pues es una dimensión básica e

55
J. Hirschberger, Op. Cit., p. 508.
56
Ibídem, pp. 508-512.
57
J. Fischl, Op. Cit., p. 474.
29

irrenunciable del ser humano, al estar incardinada en la vida humana y ser uno de sus
instrumentos.58

La búsqueda de la verdad y de objetividad forma parte de las inclinaciones más profundas


del ser humano, así como su predisposición para alcanzar dichos ideales mediante el
ejercicio de la razón. De ahí que con la razón se construye las descripciones de la realidad
que permiten orientarnos en la existencia. Por ello, los sistemas de creencias hacen
inteligible la realidad y permiten el enfrentamiento a las dificultades que le son inherentes a
la existencia. Pero ello no lleva de ningún modo al racionalismo pues la razón vital, a
diferencia de la razón pura del racionalismo es capaz de recoger las peculiaridades y
reclamaciones de la vida (la perspectiva, la individualidad, la historia, la vocación por la
acción, la excelencia y la corporeidad).59

La razón vital conduce invariablemente a la razón histórica, puesto que la vida es


esencialmente cambio e historia. La razón histórica tiene como objetivo el permitir
comprender la realidad humana a partir de su construcción histórica y de las categorías
de la vida; con ella se puede superar las limitaciones de la razón propuesta en la
modernidad.60

La filosofía tradicional ha defendido la existencia de la naturaleza humana, de un núcleo


fijo, estático y esencial, y por lo tanto ha entendido al ser humano en términos semejantes
a las cosas del mundo (en términos sustancialistas). El concepto de razón pura y
matematizante típico de la modernidad es la culminación de este punto de vista, pero
Ortega y Gasset señala que este tipo de racionalidad ha tenido un éxito relativo pues con
ella se han cumplido los ideales técnicos de la modernidad aunque no los morales y
existenciales.61

La razón básica de este fracaso se debe a que esta idea de racionalidad típica de la Edad
Moderna es adecuada para aprehender las cosas, pero no propiamente la realidad

58
Cfr. Antonio Pintor-Ramos, Historia de la filosofía contemporánea, Biblioteca de Autores Cristianos,
Madrid, 2002, p. 368.
59
Ibídem, p. 369.
60
En esta perspectiva, cobra mucha importancia la obra de Tzvi Medin, Ortega y Gasset en la cultura
hispanoamericana, FCE, México, 1994, pp. 27-123.
61
Ibídem, p. 370.
30

humana, pues el hombre no es una cosa más del mundo, ni tiene naturaleza ni un ser
estático, sino temporalidad e historia.

Se puede afirmar sin riesgo de equívoco que Ortega y Gasset describe dos formas de dar
cuenta de la realidad; la primera es que los seres humanos explicamos una cosa cuando
descubrimos las leyes cuantitativas a las que se somete; esta forma de comprensión es
legítima cuando se aplica a los hechos y a las cosas, pero no cuando se intenta dar
cuenta de los asuntos humanos. Se entiende algo cuando se capta el sentido presente en
dicha realidad y es ésta la forma de comprensión adecuada para dar cuenta del mundo
humano: el mundo humano no consta de hechos sino de sentidos, afirma este autor.62

En segundo lugar, el sentido o significación de una acción o asunto humano se hace


inteligible cuando se relaciona con las creencias, valoraciones, sentimientos y proyectos
del individuo, grupo o comunidad en el que aparece dicha acción o asunto; la razón
histórica es precisamente el instrumento que se debe utilizar para comprender los
sentidos de la existencia humana.

Para Ortega y Gasset, la inteligencia, la ciencia y la cultura están subordinadas a la vida y


no tienen otra realidad que la que a ellas es inherente como utensilios para la vida. La
creencia contraria, la subordinación de la vida a la inteligencia, deja la inteligencia
suspendida en el aire, sin raíces, a merced de dos tendencias opuestas que concuerdan
en destruirla.63

Fernando Salmerón, por su parte, en el prólogo a El tema de nuestro tiempo y La rebelión


de las masas, afirma que para Ortega y Gasset, “éstas son épocas en las que no queda
sino aceptar que la razón -las ideas, las normas, las instituciones-, tienen que ponerse al
servicio de la vida y, con ella, ganar movilidad y fuerza de transformación.”64

Contra el intelectualismo tradicional, que creía que el hombre tiene la obligación de


pensar, pero que tiene la opción de no hacerlo, Ortega y Gasset afirma que el hombre
para vivir, debe pensar; y si piensa mal vive mal, en pura angustia, problema y malestar.

62
Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., p. 371.
63
Ibídem,
64
José Ortega y Gasset, El tema de nuestro tiempo, Editorial Porrúa, México, 2002, p. XV.
31

En esta perspectiva, las cosas no tienen un ser en sí, sino que tienen un ser construido
por el hombre que teniendo que tratar con ellas, ha de hacerse un programa de conducta
y planear lo que puede o no puede hacer con ellas y lo que puede esperar de las mismas.
En este sentido, el hombre tiene la necesidad de saber qué puede hacer con las cosas
que le rodean; este es el verdadero sentido originario del saber. De ahí que resolver los
problemas no es más que situarse en la actitud auténtica frente a las cosas.65

Finalmente, Ortega y Gasset es de la opinión que:


El acto de la voluntad se dispara del centro mismo del sujeto. Es una
emanación enérgica, un ímpetu que asciende de las profundidades
orgánicas. El querer, en sentido estricto, es siempre un querer hacer algo.
El amor a una cosa, el mero deseo de que algo sea, intervienen sin duda
en la preparación del acto voluntario, pero no son este mismo. Queremos
propiamente cuando, además de desear que las cosas sean de una cierta
manera, decidimos realizar nuestro deseo, ejecutar actos eficaces que
modifiquen la realidad. En las voliciones se manifiesta preclaramente el
pulso vital del individuo. Por medio de ellas satisface, corrige, amplía sus
necesidades orgánicas.66

Para concluir este apartado del vitalismo como corriente filosófica hay que ratificar que
ésta es una doctrina contraria al racionalismo y sus conceptos más importantes son:
temporalidad, historia, vivencia, instintos, irracionalidad, corporeidad, subjetividad,
perspectiva, valor de lo individual, cambio, enfermedad, muerte, finitud. Y como nos
recuerda Longman, para Ortega y Gasset, la razón vital es constitutivamente razón
histórica, y en este sentido, “el vivir siempre está referido a la vida humana y el horizonte
de la vida humana es histórico; el hombre está definido por el nivel histórico en que le ha
tocado vivir. La vida que funciona como ratio es en su misma sustancia histórica, y la
historia funciona como razón.”67

Debe recordarse que esta corriente filosófica tuvo su mayor influencia en la Europa de
finales del siglo XIX y primera mitad del siglo XX; pero en Latinoamérica, esta corriente

65
Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., p. 371.
66
J. Ortega y Gasset, El tema de nuestro tiempo, Op. Cit., p. 20.
67
Addison W. Longman, Temas y textos de filosofía, Editorial Alhambra Mexicana S.A. de C.V., México,
D.F., 1998, p. 307.
32

tuvo su mayor resonancia a partir del impulso que diera Ortega y Gasset desde Argentina,
cuando en 1919 realizara un par de visitas y haber influido en la clase intelectual
argentina, sobre todo con su historicismo.68 Pero también con el impulso que Leopoldo
Zea realizara en México, sobre todo, bien entrada la primera mitad del siglo XX.69 En el
caso de Centro América, el influjo que tuvo el vitalismo orteguiano ha sido muy limitado,
porque como afirmara Ellacuría, hasta 1956 a “Ortega y Gasset no lo han leído muchos
en este espacio cultural y geográfico que significa el istmo centroamericano”.70

Ahora bien, haciendo un balance general del vitalismo europeo se puede afirmar que
tanto Nietzsche, como Bergson u Ortega y Gasset, van en la línea de fundamentar una
filosofía vitalista de raigambre antropológica supra individual o supra social; es decir, que
puede aplicarse a cualquier ser humano en su ámbito individual y social independiente del
contexto histórico en que se instalen. Por tanto, puede ser un sujeto europeo o
latinoamericano aplicando esta filosofía mutatis mutandis cada caso. Esto implica que el
vitalismo europeo puede ser aplicable en la cultura universal, pero esto conlleva el
problema que este vitalismo es de todos y de nadie a la vez, de todas las culturas y de
ninguna en particular; de ahí que el verdadero problema es la aplicabilidad de sus
contenidos en ámbitos más concretos.

Por esto es que puede ubicarse el vitalismo europeo como antecedente del vitalismo
masferreriano, pero sólo en la vía de anticipo intelectual de una reflexión filosófica de
tradición inveterada tanto en su carácter temporal como en su carácter de radicalidad;
pero no así en sus concreciones particulares y sus efectos prácticos.

Marta Casaús, sin embargo, es de la opinión que la corriente fundamental del Vitalismo
masferreriano no tiene qué ver con la vertiente nietzcheana, bergsoniana u orteguiana
como opinan algunos críticos masferrianos.71 A estos autores no los cita en ningún

68
Cfr. Carlos Beorlegui, Historia del pensamiento filosófico latinoamericano, una búsqueda incesante de la
identidad, Universidad de Deusto, Bilbao, 2004, pp. 405-407; 437-444.
69
Remito al excelente estudio de esta etapa que ha elaborado Tzvi Medin, Ortega y Gasset…, Op. Cit., 1994.
70
Ignacio Ellacuría, “Ortega y Gasset: hombre de nuestro ayer”, en Escritos Filosóficos, Tomo I, UCA
Editores, S.S. 1996, p. 21.
71
Véase el prólogo al Minimum vital de Rosa Serrano de López, San Salvador, 1994 y el de Francisco Morán,
Alberto Masferrer o la conciencia social de un pueblo, San Salvador, 1951, que pretenden encajarle en el
vitalismo de principios de siglo. Tampoco coincidimos con la biografía de M.E. López, que lo cataloga como
un pensador socialista cercano al materialismo con “algunas veleidades espiritualistas que supo corregir
posteriormente” Matilde Elena López, Masferrer, alto pensador de Centroamérica, Ed. Ministerio de
33

momento ni como referentes lejanos. Sin duda una de las fundamentaciones más sólidas
fue la platónico-hinduista en su concepto del espíritu, la materia, el cosmos y la vida, que
posteriormente hibridó con el vitalismo georgiano.72

Lo cual constituye un elemento clave a tener en cuenta en el estudio que ahora se está
proponiendo en esta investigación.

2. Una aproximación al Vitalismo masferreriano

A diferencia de otros autores que piensan que Masferrer expresó su mejor formulación del
Vitalismo en su obra El Minimum Vital73 publicada en 1929; quizá tomando como base la
expresión propia del mismo Masferrer que afirmó que en dicha publicación se encontraba
formulada la versión más acabada del Vitalismo.74 Aunque esta afirmación sea clara y
exprese verdad al respecto; en esta investigación se sostiene la tesis, en base a las
evidencias encontradas, que la obra cumbre que cristaliza los principios filosóficos,
sociales y políticos del pensamiento filosófico Vitalista de Masferrer, está mejor lograda en
los artículos periodísticos que este pensador publicó en el periódico Patria durante los
años de 1928 a 1930.75 Ya que, como lo mencionara el mismo Masferrer, El Mínimum

Educación Pública, Guatemala, 1954, p.141. Nada más erróneo, porque Masferrer fue coherente desde el
principio hasta el final con su doctrina vitalista, que toma elementos fundamentales más bien del
espiritualismo francés, hindú y del pensamiento teosófico, que del vitalismo occidental orteguiano inspirado
en el vitalismo biológico de fines de siglo.
72
Cfr. Marta Casaús, Las redes intelectuales centroamericanas… Op. Cit., pp. 70-120.
73
Masferrer en todos sus escritos, cuando habla del Mínimum Vital, el vocablo Mínimum lo escribe con tilde
en la primera “i”, con “n” y no “m” al final, como es lo correcto. Esto no ha presentado controversia para el
entendimiento del mensaje que Masferrer ha querido transmitir. Por ello, en nuestra Tesis Doctoral
utilizaremos el vocablo latino Minimum como es la forma correcta en su escritura; a excepción de cuando se
cite textualmente.
74
Ver por ejemplo Patria del 8 de febrero de 1929, pp. 1-2. Este mismo editorial es presentado por Matilde
Elena López en el tomo II, de las Obras Escogidas de Alberto Masferrer, Editorial Universitaria, San
Salvador 1971, pp. 244-246 y 548-551.
75
Concretamente desde el 27 de Abril de 1928 al 16 de febrero de 1930. El Periódico Patria fue fundado por
José Bernal como editor propietario y Alberto Masferrer como director en 1928 y circuló hasta 1938. Para
mediados de 1932, la propiedad y dirección del periódico cambió, pasando a manos de A. Trigueros de León
quien compró el periódico y ejerció como director. A éste le sucede en ambos cargos la señora Margot T. de
Guerra. Quien en 1938 es sucedida en ambos cargos por Alberto Trigueros Guerra.
De 1932 en adelante, el carácter social y la orientación ideológica y política del periódico deja de ser lo
mismo que en tiempos de Masferrer para convertirse en una especie de instrumento de transmisión de
acontecimientos de urbanidad social y datos más o menos históricos respecto del acontecer diario de El
Salvador y el mundo. Y, ser además, una revista de publicidad comercial. Esto responde a que el régimen
militarista de Maximiliano Hernández Martínez estaba ya en proceso creciente hacia su apogeo. Es interesante
una nota que aparece justo después de las credenciales del rotativo que reza de la siguiente manera: “Se
34

Vital no es más que una aplicación del Vitalismo a la sociedad humana, únicamente
desde el punto de vista económico; porque ésta es en realidad una doctrina sintética de la
vida, que es a la vez filosofía, religión, arte, ciencia, moral, economía y derecho.76

Como sostiene el mismo Masferrer, una aplicación de esta doctrina a la “sociedad


humana, desde el punto de vista meramente económico, es la que esbocé en mi ensayo,
titulado El Mínimun Vital, cuya síntesis dice: que el Régimen Social puede y debe
organizarse de tal manera, que para todos los asociados haya la posibilidad segura de
disfrutar de un Mínimun de Vida Integra.”77

En los artículos que Masferrer escribió en el periódico Patria, se encuentra evidenciada en


toda su madurez el pensamiento filosófico en su vertiente político de la teoría Vitalista. En
este marco, el Vitalismo como pensamiento filosófico político de corte latinoamericanista,
está concentrado en tres editoriales de Patria, de los días 1, 2 y 3 de octubre de 1928,
denominados La Misión de América.78 Es decir que el itinerario seguido por Masferrer en
conseguir una mejor formalización del Vitalismo, lo culmina en estos artículos. Y el
proceso lo inicia proponiendo la transformación del modus vivendi individual, pasando por
el ámbito de transformación de la familia como núcleo de la sociedad y culminando con la
transformación de la sociedad entera. Argumento bien articulado y expresado en este
escrito que incluye además, el agente dinamizador de esta transformación práctica que lo
constituyen las instituciones del Estado y la Nación.79

informa que no se dará explicación de por qué no se publican los artículos y cartas de nuestros lectores”. La
Dirección.
76
Cfr. Patria, 8 de febrero de 1929, pp. 1-2.
77
A. Masferrer, El Libro de la Vida, en Obras Escogidas, Tomo II, Editorial Universitaria, San Salvador,
1971, p.190.
78
La primera versión de estos artículos los escribió Masferrer en 1923, con el objetivo de presentarlos como
Discurso en la apertura de las clases en la Universidad de El Salvador del año lectivo de 1924. Véase: Revista
La Universidad, Serie XIII,-N°1; Julio-Septiembre de 1924, pp. 2-8. Posteriormente este discurso fue
reelaborado por el autor y presentado en el periódico Patria en las fechas ya referidas.
79
Para Masferrer la Nación la constituye la región centroamericana y aun más extensa la latinoamericana. De
ahí que como Centro América o América Latina no se encuentran ni unidas ni articuladas como un todo, esta
tarea sea una deuda pendiente. Y, a la fecha, de acuerdo a su perspectiva, los esfuerzos de unidad en el caso
de la sociedad centroamericana, han sido equivocados ya que han errado el método. Para Masferrer, la
construcción de la Nación se debe ejecutar desde “la espontánea aproximación de las ideas y de los intereses”
de los pueblos centroamericanos. Véase: Ensayo sobre el desenvolvimiento político de El Salvador, Clásicos
Roxsil, Santa Tecla, 1996, p. 41. Por tanto, es la cercanía y el diálogo lo que logrará la creación de la nación
centroamericana y no desde “la fuerza ni los convenios entre mandatarios”. Véase el comentario elaborado
por Rafael Lara Martínez en la Revista Contra Punto, en http://www.paraprincipiantes.com/html/distri.shtml
35

El pensamiento filosófico político de Masferrer cobra fuerza a principios del siglo veinte,
no sólo en El Salvador sino también en el resto de Centroamérica. En Guatemala, por
ejemplo, el gobierno del General Lázaro Chacón (1927-1930),80 organiza su programa de
gobierno basado en los principios del Vitalismo masferreriano. En el contexto de saber
cuáles son los principios de esta doctrina, Masferrer fue invitado reiteradamente a
Guatemala a explicar su teoría:
En Quezaltenango, en el Casino de la ciudad, los millonarios de la región
se congregaron para oír una detenida exposición de la Doctrina del
Mínimun Vital. Fueron ellos, los ricos, los terratenientes los banqueros los
grandes comerciantes, los grandes cafetaleros de la Costa, quienes nos
invitaron reiteradamente a ir a su Centro, a exponer la Doctrina Vitalista, y
durante tres horas nos escucharon con atención profunda, con exquisita
cortesía, con la elegante actitud del hombre culto.81

En este pensamiento filosófico se expone la defensa y construcción de la vida, como


elemento fundamental de toda expresión y práctica humana. Aquí, la defensa de la vida,
es una especie de clave hermenéutica para la formulación de toda construcción de
pensamiento. Este carácter es ineludiblemente político.

En la concepción filosófica de Masferrer la vida tiene un carácter político y por tanto es la


clave hermenéutica del vitalismo en el sentido siguiente: Para Masferrer la vida es una,82

80
Lázaro Chacón nació en Teculután, Zacapa el 27 de junio de 1873. Designado a ocupar el cargo de
presidente debido a la muerte del General José María Orellana. Fue un gobernante de grata recordación, por el
corte suave moderado y progresista que imprimió a su administración. Su campaña eleccionaria fue difícil
debido a la circunstancia de haberse definido entre dos sectores opuestos del liberalismo, su gobierno tuvo
que hacer frente a la tensión internacional con Honduras, misma que llegó a su clímax en 1929 y que estuvo
a punto de enfrentar militarmente a ambos países por cuestiones limítrofes promovidas por compañías
bananeras de ambos países. Fundó el Banco de Crédito Agrícola, el de Crédito Hipotecario Nacional,
construyó el edificio de la Facultad de Medicina, el de la Facultad de Ciencias Naturales, concluyó la obra del
ferrocarril, terminó la construcción del Palacio Legislativo y afianzó la estabilización de la moneda entre
otros. El General Chacón enfermó gravemente en ejercicio del poder y hubo de marchar hacia los Estados
Unidos de América, donde falleció el 9 de abril de1931. Remito, asimismo al trabajo de María R. Fuentes
Oliva, El Proyecto social y político durante el gobierno de Lázaro Chacón a través del estudio de un
fragmento de redes sociales; Universidad San Carlos de Guatemala, Tesis de Licenciatura en Historia,
Guatemala, 2007.
81
A. Masferrer, Obras Escogidas, Editorial Universitaria, primera edición; San Salvador, 1971. Tomo I, p.
15. Estas obras están prologadas por la Dra. Matilde Elena López, quien presenta un extenso estudio sobre la
obra de Masferrer.
82
A. Masferrer, “El Vitalismo como Religión”, en Obras Escogidas Tomo II, pp. 367-371.
36

es un bien supremo83 y su superioridad respecto de todo lo demás es de carácter


absoluto.84 Esta vida, comprendida a la manera masferreriana no es abstracta ni
metafísica sino material y “animal, concreta, visible y tangible, determinada de la forma
más concreta y práctica.”85 De ahí que defender la vida en todas sus manifestaciones “es
el mandamiento primero y supremo y a él nos atenemos los creyentes del Vitalismo para
juzgar de los conflictos del presente, y para idear y preparar un Nuevo Orden Social que
suprimirá o atenuará los más graves de esos conflictos.”86

Por su parte, la escritora Matilde Elena López,87 haciendo un itinerario por la vida de
Masferrer, afirma que en los últimos cinco años de vida de este autor las ideas del
Vitalismo se esclarecieron, se enlazaron y se ordenaron en su pensamiento alcanzando
una cristalización que denominó “doctrina sintética de la vida, que es a la vez filosofía,
religión, arte, ciencia, moral, economía y derecho. Una aplicación de esta doctrina a la
sociedad humana desde el punto de vista meramente económico, es la que esbocé en mi
ensayo titulado El Mínimum Vital, cuya síntesis dice; que el Régimen Social puede y debe
organizarse de tal manera, que para todos los asociados haya la posibilidad segura de
disfrutar de un mínimum de vida integra.”88

Con la formulación del Vitalismo, Masferrer construye un pensamiento filosófico político en


cuya base se encuentran tres elementos históricos: el pensamiento oriental89, el
socialismo fabiano90 y la realidad salvadoreña de finales del siglo XIX y principios del siglo
XX.91

83
A. Masferrer, “Máquinas y Hombres”, en Obras Escogidas Tomo II, p. 227.
84
A. Masferrer, “La vida frente al dinero”, en Obras Escogidas Tomo II, p. 225.
85
Ibídem, p. 225.
86
A. Masferrer, “Máquinas y Hombres”, en Obras Escogidas Tomo II, p. 227.
87
Matilde Elena López (1925-2010), Doctora en Filosofía y Letras fue una prolífica escritora que ha dado a la
literatura en El Salvador un avance importante sobre todo en el ámbito de la investigación literaria. Algunas
de sus obras son Alberto Masferrer, alto pensador de Centro América; Tres ensayos sobre poesía
ecuatoriana; Interpretación social del arte, Ensayo que fue premiado en Guatemala en 1962, etc..
88
A. Masferrer, Ibídem, 1971, p. 78. Las cursivas aparecen con mayúsculas en el original. En adelante se
citarán en cursivas todas las palabras que en el original aparezcan en mayúsculas; esto por seguir la
recomendación de Corina Schmelkes, Manual para la presentación de anteproyectos e informes de
investigación, Editorial Oxford University Press, México 1998, pp. 15-16.
89
Se entiende por pensamiento oriental a la tendencia intelectual desarrollada por pensadores espiritualistas
asiáticos y europeos, sobre todo de la vertiente de Besant, de Tingley, del primer Krishnamurti y de
Jinarajadasa. Dicho pensamiento no tiene nada que ver con la tendencia inaugurada por Edward Said a
principios de la década de 1970, denominada Orientalismo. Cfr. p. 56 de este trabajo.
90
Se entiende por socialismo fabiano al pensamiento intelectual surgido también como movimiento socialista
que tuvo mucha influencia en Inglaterra del siglo XIX y principios del XX cuyo propósito fue la de aplicar los
principios de un socialismo democrático mediante reformas democráticas. En el caso del socialismo fabiano
37

Esto supuesto, el énfasis en esta investigación se pone en la concreción del Vitalismo


como corriente de pensamiento pero también como concreción fáctica de la vida
intelectual de Masferrer concretada en una praxis política que se va ejecutando en la
reflexión y acción de manera articulada y que se diferencia notablemente de otros tipos de
filosofía vitalista como pueden ser la de Friedrich Nietzsche (1844-1900), Henry Bergson
(1859-1941) o la de José Ortega y Gasset (1883-1955).

3. Valoración de la obra Intelectual de Masferrer

La figura y obra intelectual de Masferrer han sido analizadas por estudiosos y críticos
durante alrededor de ochenta años generando un importante cúmulo de artículos,
ensayos y documentos que, desde nuestra perspectiva, pueden organizarse,
fundamentalmente desde tres enfoques: El Oficialista, el Contestatario y el Científico.

que influyó en Masferrer, éste estaba mezclado con el anarquismo de Tolstoi, Kropotkin y Proudhon en su
unidad de pensamiento y de acción social. Cfr. M. Casaús Arzú, Las redes intelectuales centroamericanas:
Un siglo de imaginarios Nacionales (1880-1920), F&G Editores, Guatemala, pp. 70-120; cfr. M.E. López,
“El Pensamiento Social de Masferrer”, Op. Cit., pp. 5-85.
91
Matilde Elena López, ha profundizado y analizado la obra intelectual de Masferrer y afirma que lo que está
de base en el Vitalismo masferreriano es el hinduismo de Buda, Krishnamurti, Vivekananda, el Yogi
Ramacharaka, el socialismo fabiano de Henry George y el Humanismo-vitalismo de Tolstoi. Estos son los
autores y sus ideas los que influyen en Masferrer. No obstante haber analizado en profundidad el pensamiento
social de Masferrer, Matilde Elena, no le da la importancia y principialidad práctica que tiene la realidad
social salvadoreña, sobre todo porque se trata de una realidad de miseria que vive la clase pobre salvadoreña
que le exige a Masferrer pensar y repensar la realidad. Por mi parte, creo que es la realidad salvadoreña la que
demanda acuciosamente a este pensador, formular una propuesta de solución que se volvió fundamental en el
desarrollo de la vida social y política de El Salvador de principios del siglo veinte. En esta línea, resulta
interesante el libro de esta autora Pensamiento Social de Masferrer, Imprenta Nacional, San Salvador 1984.
Este libro fue en realidad escrito y publicado por Matilde Elena en 1965 como parte de su libro Interpretación
Social del Arte, Dirección de Publicaciones e Impresos, San Salvador, 1965, pp. 611-707.
Por su parte Marta Casaús Arzú, estudiosa de Masferrer, afirma lo mismo como fuentes del pensamiento de
Masferrer. Cfr. “La Disputa por los espacios públicos en Centroamérica de las redes unionistas y teosóficas en
la década de 1920: La figura de Alberto Masferrer”, en Revista Humanidades IV Época Año 2003, Número
2. Editorial e Imprenta de la Universidad de El Salvador, San Salvador 2003. Asimismo: “La influencia de
Alberto Masferrer en la creación de redes teosóficas y vitalistas en América Central (1920-1930),” en Revista
Repositorio III Época, N° 2, CONCULTURA; Talleres de DPI, San Salvador, 2006; pp. 58-90. Asimismo
ver: Las Redes Intelectuales Centroamericanas: un Siglo de Imaginarios Nacionales (1820-1920), FEG
Editores, Guatemala 2005, pp. 91-103. Ver también, “El Vitalismo de Alberto Masferrer y su impacto en el
pensamiento de América Central,” en Revista Cultura N° 102, Julio 2010; pp. 57-105.
38

3.1. Enfoque oficialista

Es importante tener en cuenta que cuando el militarismo se impone en El Salvador a partir


del golpe de Estado militar impulsado por Maximiliano Hernández Martínez y posterior a
los eventos de 1932, cuando se asesina a alrededor de 30,000 salvadoreños entre
campesinos e indígenas, se blanquearon las páginas de los periódicos salvadoreños
sobre estos acontecimientos92 y aconteció la muerte física de Masferrer poco tiempo
después de estos acontecimientos.

En el contexto histórico del martinato, ubicamos un grupo de intelectuales cuyo interés


fundamental es presentar a un Masferrer idílico que no tiene más interés que cantarle a la
naturaleza y sostener que lo que escribió en función del cambio social en El Salvador no
fue sino cuestión accesoria.93 Por tanto, este enfoque retoma del pensamiento de
Masferrer únicamente aquello que no cuestiona ni presenta opinión ante la forma de
administrar la cosa pública en El Salvador. Masferrer es visto como el poeta de Hazte un
Cristal, Niñerías y Hazme suave el instante, cuyos esfuerzos por moralizar la realidad
social y corregir los vicios y mal crianzas de los campesinos y obreros salvadoreños le
llevó a escribir El Dinero Maldito, ¿Qué debemos saber? Cartas a un Obrero, Leer y
Escribir y La Cultura por medio del Libro; ensayos de orientación y compromiso social que
increpan y cuestionan el papel del individuo y del Estado salvadoreño pero tienen la
tendencia a afirmar que estos ensayos no responden a un pensamiento estructurado en la
perspectiva del cambio social, sino en función de moralizar la sociedad de principios del
siglo XX.

92
Cfr. Ricardo Molina, “Alberto Masferrer (1868-1932), Valoración histórica de los aportes humanistas de la
“Doctrina del mínimum vital””. Artículo presentado en el Congreso de Historia, celebrado en julio de 2006 en
Guatemala, y publicado en Memorias del Congreso por Editorial Santillana, 2006. Asimismo, Matilde Elena
López, ratifica esta aseveración; ver: “Las ideas económico-sociales de Masferrer dentro del marco de su
época”, en el prólogo a las Obras Escogidas de Alberto Masferrer, Editorial Universitaria, San Salvador,
1971, pp. 52-53.
93
En general los representantes de este grupo son intelectuales que se esconden en pseudónimos y a algunos
de ellos el mismo Masferrer respondió con palabras muy enfáticas; véase por ejemplo la respuesta que
Masferrer publica en Patria el 24 de agosto de 1928, que contesta “Al señor Mentiroso” ante las calumnias
que ha escrito contra Masferrer el día 22 del mismo mes. Asimismo véase el artículo que Masferrer escribe a
sus detractores con el título “Pega, pero escucha” del 4 de octubre de 1829, en donde afirma que está
circulando una hoja anónima en contra suya. Otro autor que se debe ubicar en este grupo es Napoleón Viera
Altamirano que cuando escribía en el Diario Latino lo hacía con el pseudónimo E. de S., Véase: A. Masferrer,
Obras Escogidas, Tomo II, pp. 416-417.
39

Este análisis oficialista tiene, al menos, dos vertientes ideológicas de representación. La


primera es la ya presentada, de carácter ecuánime y poco beligerante pero muy radical.
Su lucha es realizada desde el ámbito del discurso político ideologizante,94 cuyo objetivo
fundamental estaría en ocultar el Masferrer reformador que busca el cambio social.
Intenta además mantener el status quo en donde los privilegios de clase no son
trastocados. Esta faceta es aquella que presenta a Masferrer como el poeta y el místico
de Las Siete Cuerdas de la Lira, El Rosal Deshojado, etc., como ya se ha mencionado.

La segunda vertiente se puede caracterizar como la de los belicosos acérrimos. Esta fue
una corriente intelectual con una faceta muy negativa que se encargó de denigrar no sólo
las ideas de Masferrer sino también a su persona. Esta vertiente ya estaba presente en
tiempos del Masferrer de Patria y, por supuesto, es la que tuvo a su cargo concretar los
lineamientos de ocultar y denigrar el Vitalismo durante los años de la época militarista
hasta casi finales de la primera mitad del siglo XX. El mismo Masferrer que había sido
denigrado por esta faceta, los describe acertadamente en el siguiente fragmento:
Como era de esperarse, aquellos que labraron grandes fortunas usurpando
la mayor parte del trabajo ajeno; aquellos que van en camino de la riqueza,
mediante el mismo arbitrio; aquellos que esperan convertirse en
privilegiados mediante la misma inicua explotación; y finalmente, aquellos
cuyo beneficio y regalo radican exclusivamente en servir a una clase social
adinerada y poderosa, se alzaron iracundos contra una doctrina que
cercena y limita sus privilegios. Y como la ira es ciega, y como los injustos,
y ya cegados, no reparan en medios –resultó que la doctrina del Mínimum
Vital fue denigrada, escarnecida, atribuida a móviles ruines, confundida de
propósitos con doctrinas diferentes y hasta opuestas, y por fin, calificada de
bolsheviquismo (sic), que es la hazaña mental más osada a que se han
atrevido los maliciosos y los ignorantes de estas tierras.95

Ambas vertientes, tienen en común que no profundizan en los enfoques prácticos que
significa el Vitalismo en su momento más formalizado, sino sólo en lo que Masferrer, a los

94
El término ideologizante se usa aquí en la línea, acepción y orientación que Ignacio Ellacuría propende en
su artículo “Función liberadora de la filosofía,” Revista Estudios Centroamericanos (ECA), N° 435-436,
1985; pp. 45-64. En este artículo Ellacuría afirma que “La ideologización nos enfrenta con la nada, con la
apariencia de realidad, con la falsedad con apariencia de verdad con el no ser con apariencia de ser”. ECA, p.
50; que es justo lo que intenta ejecutar esta tendencia del Enfoque Oficialista.
95
A. Masferrer, Obras Escogidas I, Ibídem, p. 78.
40

inicios de su intuición filosófica, consideraba como Vitalismo; es a saber, una teoría que
declinaba en una religión, una filosofía y una fe. Por tanto, el enfoque oficialista puede
considerarse superficial, moralizante y cargado de un interés ideológico de corte
derechista.96

Este enfoque ha sido el más efectivo para desfigurar el pensamiento de Masferrer por los
recursos con los que ha contado. Y, en el desarrollo del mismo ha omitido el estudio real y
profundo que Masferrer hizo de la realidad social que le tocó vivir y que de hecho vivían
decenas de miles de salvadoreños y centroamericanos.

3.2. Enfoque contestatario

Sus máximos representantes lo constituyen un grupo de escritores salvadoreños de


formación académica notable cuyo interés fundamental es ofrecer una visión alternativa a
la que presenta el Enfoque oficialista. Intentan recuperar la figura y obra de Masferrer
desde el paradigma del reformismo social.97 Se trata del grupo conocido como la
Generación del 44.98 Asimismo, se incorpora a este enfoque, por el carácter y orientación

96
Véase al respecto Matilde Elena López, “Pensamiento Social de Masferrer,” Op. Cit., Thomas Anderson El
Salvador 1932; Ver Ricardo Molina, Alberto Masferrer (1868-1932), Valoración histórica de los aportes humanistas
de la "Doctrina del mínimum vital".
97
Como reformismo social entiendo aquella búsqueda de transformar una sociedad injusta por otra más justa,
sin que se haga uso de la violencia armada.
98
La Generación del 44 es la denominación dada a un grupo de intelectuales salvadoreños que en la década de
1940 alcanzó su madurez como grupo de escritores entre quienes se cuentan a Pedro Geoffroy Rivas (1908-
1979), Hugo Lindo (1917-1985), José María Méndez (1916), Matilde Elena López (1922-2010), Julio Fausto
Fernández (1913-1981), Oswaldo Escobar Velado (1918-1961), Luis Gallegos Valdés (1917-1990), Antonio
Gamero (1915-1956) y Ricardo Trigueros de León (1917-1965).
Pedro Geoffroy Rivas produjo una obra lírica marcada por la vanguardia y, además, desarrolló una importante
labor de rescate de las tradiciones indígenas y de la lengua popular. La poesía de Oswaldo Escobar Velado
tiene una dilatada preocupación existencial y un componente esencial de denuncia de las injusticias sociales.
José María Méndez y Hugo Lindo exploraron nuevas fronteras de la narrativa.
Numerosos escritos de esta generación jugaron un papel muy activo en el movimiento democrático que puso
fin de la dictadura del general Hernández Martínez. Sin embargo, algunos de ellos colaboraron activamente
con el régimen del coronel Óscar Osorio.
Dentro de un proyecto de modernización del Estado, Osorio promovió una de las políticas culturales más
ambiciosas en la historia de El Salvador. Para citar un ejemplo, a través del Departamento Editorial del
Ministerio de Cultura (posteriormente Dirección de Publicaciones del Ministerio de Educación), bajo la
dirección Ricardo Trigueros de León se desarrolló una labor editorial de gran alcance, la cual constituyó a la
vez, un paso decisivo para sentar las bases de la normativa literaria salvadoreña.
41

del contenido de sus respectivas propuestas, otros autores que han publicado sus
investigaciones sobre Masferrer y que sus trabajos académicos de mayor representación
fueron reeditadas años más tarde por el departamento editorial del Ministerio de Cultura
en una recopilación de trabajos en una sola obra con el título En Torno a Masferrer.99
También se incorporan otros autores y estudiosos de Masferrer que han ido dando su
aporte en el devenir de la historia en esta parte del mundo. En esta línea, es importante
destacar a un grupo de jóvenes estudiantes que en distintos momentos de la historia
salvadoreña han querido profundizar los estudios sobre la figura y la obra intelectual de
Masferrer desde los umbrales de la intelectualidad crítica y han investigado y presentado
sus aportes en distintas tesis universitarias para obtener su grado académico. Este grupo
de jóvenes, unos en 1976, otros en 1991 y otros en 1997, han intentando con toda
honestidad presentar lo que Masferrer ha significado para la historia salvadoreña y
centroamericana, pero sus aportes en realidad son muy modestos, aunque valga el hecho
de querer mantener vivo el espíritu reflexivo sobre Masferrer que es lo que se estima en
esta investigación.

Como se ha dicho antes, este enfoque es impulsado, sobre todo, por el movimiento
literario salvadoreño denominado la Generación del 44. Este movimiento ha impulsado el
análisis de la figura y obra de Masferrer desde la especificidad literaria, donde lo
importante es el aporte a las letras salvadoreñas, a la poesía, al arte y al periodismo
salvadoreño, y en esa labor, iluminar los procesos de cambio social en El Salvador. En

99
Ministerio de Cultura, En Torno a Masferrer, Departamento Editorial del Ministerio de Cultura, San
Salvador, 1956. En este volumen aparecen los trabajos siguientes: “Laude y Responso de Don Alberto
Masferrer,” de Claudia Lars. “Decreto del Consejo de Gobierno Revolucionario, en el que declaran
Monumento Nacional la Tumba de Alberto Masferrer”. “Alberto Masferrer o la Conciencia de de un Pueblo”
de Francisco Morán. “La Educación Vitalista de Alberto Masferrer” de Pedro de Alba. “Introducción a
Masferrer” de José Luis Martínez. “Masferrer, Creador del Alma Nacional” de Salvador Cañas. “Mi Alberto
Masferrer” de Pedro Geoffroy Rivas. “Masferrer o la Angustia Iluminada” de Gilberto González y Contreras.
“Masferrer Alto Pensador de Centroamérica” de Matilde Elena López. “Masferrer y los pájaros” de Quino
Caso. “El pensamiento vivo de Masferrer” de Humberto Díaz Casanueva. “Personalidad poética de Alberto
Masferrer, Maestro y Apóstol” de Serafín Quiteño. “El retrato que yo me he hecho de Don Alberto
Masferrer” de Carmen Lyra. “Estudios y figuraciones sobre la vida de Jesús” de Julio Enrique Ávila. “Un
filósofo del Orden Social” de Juan del Camino. “Masferrer Humorista” de José María Peralta Lagos.
Masferrer el Apóstol” de Alberto Velásquez. “Figura y Memoria del pensador Alberto Masferrer”, selección
de Roberto Velandia. “El patriotismo inconforme de Alberto Masferrer” de Manuel Barba Salinas. “Alberto
Masferrer” de Graciela Bográn. “Masferrer y el Mínimum Vital” de Humberto Tejera. “Una Voz” de
Salarrué. “El Silencio sobre Masferrer” de Arturo Ambrogi. “Alberto Masferrer, Periodista” de Raúl Andino.
“Masferrer Conciliador” de Miguel Ángel Espino. “Masferrer se ha ido…” de A. Guerra Trigueros. “Los que
se van…” de Vicente Trigueros. “Analizando la personalidad de Don Alberto Masferrer”, Carta del Poeta
costarricense, Lic. Rogelio Sotela. “Los últimos días de Masferrer” de Alfonso Rochac. “Alberto Masferrer”
de Trigueros de León. “Condolencia de la República Mexicana por el fallecimiento de Don Alberto
Masferrer.”
42

este enfoque sobresale Matilde Elena López y su análisis histórico crítico de la obra de
Masferrer y su impacto en la sociedad salvadoreña. El resto de estudiosos no profundizan
sistemáticamente ni elaboran análisis profundos en aspectos literarios,100 filosóficos o
histórico críticos.

En el estudio elaborado por Pedro Geoffroy Rivas, este autor afirma que lo que salvó a
Masferrer en su libro Ensayo sobre el Destino, de perderse en el orientalismo, en tonterías
ridículas y en el absurdo filosófico, fue el enorme poeta que hay en él.101 Opinión con la
que estoy de acuerdo ya que como se verá más adelante, este libro de Masferrer no
representa en manera alguna aspectos filosóficos ni por accidente.

Opinión similar nos ofrece Claudio Arenas, quien dice “Expresándome con franqueza,
opino que Masferrer como pensador social, como creador de doctrina, carece en lo
absoluto de valor. Su Mínimum Vital, que a mi juicio se ha superestimado hasta el exceso,
carece de originalidad y no merece el calificativo siquiera de doctrina social, de teoría de
reforma social.”102 Opinión con la que también estoy de acuerdo ya que leyendo el
mencionado trabajo, le hacen falta muchos aspectos para ser una expresión de filosofía,
religión y derecho. Y el mismo Masferrer ha dicho que el Mínimum Vital es sólo la
expresión económica de su teoría Vitalista. Cosa que por mi parte afirmo que hay que

100
Ejemplo de estos estudios los tenemos en los artículos presentados en la Revista Cultura número 47. En
esta revista, ningún estudio presenta un análisis crítico de las formas literarias de las obras de Masferrer. En
general, estos estudios ofrecen una imagen de Masferrer como el escritor y poeta bonachón que no se metía
con nadie si no era para pedirles que se portaran bien, que practicaran valores y que estudiaran seriamente
ayudándole al Estado con su labor educativa. Este número se edita en homenaje a Don Alberto Masferrer, en
1968 al cumplirse el centenario de su nacimiento. En este número escriben al menos diecisiete autores
conocedores todos del pensamiento y obra de Masferrer. Los trabajos que aparecen son los siguientes:
“Masferrer, Reformador social” de Ítalo López Vallecillos. “Vocación y plenitud de Alberto Masferrer” de
Alejandro Dagoberto Marroquín. “Retorno a Masferrer” de Ricardo Bogrand. “El Método Sociológico como
instrumento Crítico” de Matilde Elena López. “Masferrer periodista” de José Salvador Guandique. “Humano,
demasiado humano” de Claudia Lars. “Alberto Masferrer o la Conciencia de un pueblo (Fragmentos)” de
Francisco Morán. “Mi Alberto Masferrer” de Pedro Geoffroy Rivas. “Personalidad poética de Alberto
Masferrer, maestro y apóstol” de Serafín Quiteño. “Alberto Masferrer” de Trigueros de León. “Masferrer y su
iluminada fuerza interior” de Claudia Lars. “Ideas de Masferrer para una filosofía de la Educación” de Luis
Aparicio. “Anti-elegía para Alberto Masferrer” poema de Ricardo Castro Rivas. “Odas a Masferrer,” poema
de José María Cuéllar. “Don Alberto Masferrer, Apóstol y visionario” de Roberto Armijo. “El individualismo
de Alberto Masferrer” de José Roberto Cea. “Entrevista imaginaria con Don Alberto Masferrer” de Mercedes
Durand. “Anti-homenaje” de Alfonso Quijada Urías. “Conversación con Alberto Masferrer” de Manlio
Argueta. “Nota sobre Masferrer” de Tirso Canales y “Decretos legislativos a homenajes dedicados a don
Alberto Masferrer.”
101
Cfr. P. Geoffroy Rivas, “Mi Alberto Masferrer”, Revista Cultura, N° 47, enero-marzo, Ministerio de
Educación, San Salvador, 1968, p. 56.
102
C. Arenas, “Humano, Demasiado humano”, Revista Cultura, N° 47, enero-marzo, Ministerio de
Educación, San Salvador, 1968, pp. 43-44.
43

buscarla en toda la obra filosófica y política de Masferrer que es muy distinta a la obra
poética, novelística y mística que también produjo.

Por su parte, José Salvador Guandique, citando a Rafael Antonio Tercero en su artículo
Masferrer Periodista afirma que Masferrer “escribió muchos libros, veintidós en cuarenta
años (más de dos por lustro, indicamos). Pero su obra más discutida –y, sin lugar a dudas
una de las más importantes– no la escribió originalmente en forma de libro. La fue
redactando desde su escritorio de director de un diario, entre el círculo polémico o
doctrinario, entre el ajetreo de la noticia corriente y lo sensacional del momento. Así fue
tomando cuerpo su obra culminante.”103 Afirmación muy importante ya que como se
sostiene en esta investigación, Patria es el escrito fundamental desde el cual hay que leer
toda la obra intelectual de Masferrer. Es en Patria, donde el Vitalismo Masferreriano y
toda su crítica social y política cobra sentido y muestra el horizonte por construir. De ahí
que Masferrer bajo este punto, constituya una presencia filosófica en América Latina
desde la perspectiva de los marginados sociales en El Salvador.

Posterior al manejo que el régimen militarista hiciera en la divulgación de la obra


intelectual de Masferrer, hay un intento de presentar extractos de la obra de Masferrer que
apuntarán a la construcción del ideario nacional salvadoreño, pero se eligen textos que no
den posibilidad a cuestionar al status quo de la década de los sesenta y setenta en El
Salvador. El máximo representante de esta línea fue Saúl Flores (1889-1980), un brillante
profesor colaborador de Masferrer,104 adherido al Minimumvitalismo pero que por haber
obtenido una beca del gobierno en 1928 para especializarse en educación en Chile, no
sufrió la época terrible que le tocó vivir a Masferrer a principios de la década de 1930.

Saúl Flores participaba de la orientación ideológica de Masferrer pero a efecto de no


meterse en líos con los dirigentes militares del país, publica durante las décadas de los
1950 a 1970, sólo los escritos moralizantes y culturales de Masferrer. En este marco
publica en 1965, un libro titulado Madre América en el que presenta una serie de textos de
pensadores hispanoamericanos en torno a la creación de la cultura latinoamericana. En

103
J.S. Guandique, “Masferrer Periodista,” Revista Cultura, N° 47, enero-marzo, Ministerio de Educación,
San Salvador, 1968, pp. 40-41.
104
Saúl Flores nació en Zacatecoluca en 1889 y murió en San Salvador en 1980. Algunas de sus obras son
“Lecturas nacionales de El Salvador, 1943”, “Esta es mi tierra”, “Escuelas y maestros de El Salvador”,
“Temas vivos sobre educación, 1964”, “Madre Tierra” “Madre América 1965” “El Sembrador 1973” y
“Simiente”.
44

este texto aparecen dos artículos cortos de Masferrer, uno denominado La Misión de
América: El Grito de Batalla y otro con el nombre de Ahora y en ti mismo. Estos textos105
no aparecen en ninguna otra fuente publicada por Masferrer o por sus editores. Se puede
inferir que éstos fueron escritos en la época en que Masferrer dirigió el Colegio Ixelles que
él fundó en 1918, cuya existencia fue efímera; pero que en el poco tiempo que dicho
colegio funcionó, el profesor Saúl Flores le colaboró como docente. Ahora bien, con el
sólo hecho que Saúl Flores haya editado estos artículos en su libro Madre América, su
labor tiene ya gran importancia. No obstante, verter opinión en su contra por el hecho de
no reflexionar críticamente en torno a Masferrer, creo que no es justo, por tanto me
reservo palabra al respecto.

Con Matilde Elena López asistimos a una nueva etapa en el estudio de la figura de
Masferrer ya que con ella se inicia un proceso de recuperación más objetivo del trabajo,
obra y figura de este intelectual. Si bien esta autora a veces imprime una impronta literaria
a su juicio sobre Masferrer, pero no con interés de falsear su pensamiento sino debido a
que su especialidad es propiamente literaria y no filosófica; con Matilde Elena, el segundo
enfoque que analiza la obra de Masferrer inicia una visión más científica y liberadora del
oscurantismo y sentimentalismo al que el enfoque oficialista condujo al pensamiento y
obra de Masferrer.

No obstante el serio esfuerzo que hace Matilde Elena López, presenta todavía algunos
juicios que en el fondo son expresión clara de haber caído en el error de repetir el
discurso oficialista que ella criticó tenaz y valientemente. Según la autora, el error de
Masferrer estuvo en que envolvió su doctrina del Minimum Vital de emoción sentimental y
puro altruismo. Afirma que “El humanismo masferreriano no aseguró las condiciones de
sus objetivos y de su realización y se quedó convertido en una hermosa parábola. No

105
S. Flores, Madre América, Lecturas Americanas, Volumen III, Tipografía Offset, Editorial Central, San
Salvador, 1965. En el texto denominado La Misión de América: El Grito de Batalla; Masferrer afirma que
“América ya no es una expresión geográfica, sino una expresión moral. América es una Fe y un Propósito.
América es el credo político, social y espiritual de los Hombres Nuevos: de los que ya no quieren asfixiarse
en los pantanos de las patrias minúsculas, misérrimas, inermes, sobre las cuales todo insolente poderoso
escupe y defeca, haciendo que los esclavos adoren su defecación.
América es una Idea que batalla para convertirse en una Fuerza. No es un sueño, sino que es un yunque.
América débil, desnuda, parcelada y mezquina, devorándose a sí misma, es la América Vieja, carcomida y
podrida, obra de enanos y miopes.
Enterremos y olvidemos esa América infecta, y hagamos surgir de sus cenizas la América Nueva, fuerte,
unida, concorde, consciente de su misión, dispuesta al dolor y a la muerte para realizar su misión”. (Madre
América, p. 11).
45

llegó a la lucha, al compromiso con el pueblo, a la lucha que puede arrastrar violencia, y
entonces Masferrer retrocede, levanta la mano y señala los caminos de la paz.”106

Lo que se lee entre líneas en esta afirmación es que Matilde Elena, no estructuró en modo
sistemático su lectura de Masferrer y no buscó la autenticidad de pensamiento que le
caracterizaba al autor, sino que analizó el pensamiento masferreriano desde una postura
eminentemente ideologizante, con el objeto de contrarrestar el uso abusivo del que era
víctima Masferrer por parte del oficialismo. Este esfuerzo tiene notable valor, sobre todo
en el contexto militarista en que le tocó escribir a Matilde Elena, ya que claramente se
ubica en el lado contrario del oficialismo.

Se puede afirmar, por tanto, que Matilde Elena se quedó únicamente con el Masferrer de
El Dinero Maldito, Leer y Escribir y El Mínimum Vital, no obstante haber presentado al
Masferrer del Vitalismo y de Patria, en la compilación y edición de las Obras Escogidas de
Alberto Masferrer que ella prologa con un interesante estudio. Como bien dice esta
estudiosa de Masferrer, que en El dinero Maldito después que “ha descubierto la verdad
que hay en el fondo del alcoholismo del pueblo. La horrenda corrupción patrocinada por el
Estado que vive a costa de la embriaguez. Pero cuando esperamos que señale a los
responsables y dé la solución adecuada, que nos dé la señal que espera el pueblo,
después de diagnosticar correctamente, concluye: “Paz a los hombres de buena
voluntad”, y les desea paz y prosperidad a los explotadores, a los que se enriquecen con
el dinero maldito, después de haber señalado al Estado Corruptor tan valientemente.”107

Es importante analizar la obra de Masferrer a partir de sus escritos de Patria y todo el


cúmulo de propuestas que éste ofrece en los últimos años de su vida. Siendo esta obra y
la etapa que representa, la clave hermenéutica de un nuevo estudio de toda la obra
intelectual de Masferrer; su estudio y análisis permite ubicarlo en el justo lugar que le tocó
vivir.

106
A. Masferrer, Obras Escogidas I, Op. Cit, “Prólogo a las Obras Escogidas,” elaborado por Matilde Elena
López, pp. 83-84.
107
A. Masferrer, Obras Escogidas I, Op. Cit., p. 83.
46

3.2.1. Aportes positivos del Enfoque Contestatario

Respecto de la compilación de estudios sobre Masferrer que ha significado la edición


denominada En torno a Masferrer, se puede decir que se trata de una compilación de
“opiniones de escritores nacionales y extranjeros que han sido publicados en torno a
Masferrer.”108 Dos de los cuales son de mucho valor respecto al significado de Masferrer
para la historia de El Salvador y la región centroamericana. Se trata de los trabajos de
Francisco Morán titulado Alberto Masferrer o la conciencia social de un pueblo y el ensayo
de Pedro de Alba titulado La Educación Vitalista de Alberto Masferrer.

En Alberto Masferrer o la conciencia social de un pueblo, Francisco Morán llega a afirmar


que Masferrer “más que pensador, más que un escritor y un poeta, es un hecho histórico
de pura conciencia social.”109 Esta primera afirmación se complementa con la frase
siguiente “Nunca antes de aquel momento poseyeron los pueblos de Centroamérica un
ideal común que los uniera en la zona de la conciencia que es donde se operan las
uniones valederas. La historia del movimiento mínimumvitalista de Masferrer es una
revelación de las verdaderas posibilidades de unión centroamericana, si ésta ha de
realizarse como satisfacción de las necesidades mínimas pero indiscutibles de los
pueblos del Istmo.”110 Y culmina el autor diciendo “Y como lo que vale legítima y
realmente para un pueblo es válido para la totalidad de los hombres, y puesto que
Masferrer es legítima y realmente la conciencia social de un pueblo, Masferrer es una
conciencia social de la Humanidad en un momento de la Historia.”111 Como se puede
notar en este autor, la visión romántica de Masferrer queda superada.

En el estudio de Pedro de Alba denominado La Educación Vitalista de Alberto Masferrer,


el autor enfatiza la propuesta de Masferrer de relacionar la educación vitalista con la
nueva forma de organización de la propiedad de la tierra, la finalidad de las industrias, la
reorganización de la Escuela Primaria, el Ejército, el presupuesto nacional, la legislación

108
Ministerio de Cultura, En Torno a Masferrer, Departamento Editorial del Ministerio de Cultura, San
Salvador, 1956, p. 7.
109
F. Morán, “Alberto Masferrer o la conciencia social de un pueblo”, Ministerio de Cultura, En Torno a
Masferrer, Op. Cit., p.14.
110
Ibídem, p.16.
111
Ibídem, pp.17-18.
47

del trabajo, la administración de justicia, la asistencia pública; etc.112 Y afirma, además


que “su programa tiene el alcance de una dilatada reforma social; para que el mundo se
cure de tantos males se necesitan remedios heroicos (…) Reformas aisladas y medidas
circunstanciales no tendrían efecto alguno si no se ponen en movimiento los recursos
materiales y los esfuerzos creadores de la nación entera.”113

Años más tarde y en el marco de estudios sobre la figura y obra de Masferrer, en 1976, un
grupo de estudiantes de la carrera de Letras de la Universidad Centroamericana “José
Simeón Cañas”, elaboró la primera tesis sobre Masferrer. Este documento se escribió con
el interés de obtener el grado de licenciatura en Letras por esta universidad.114 Sobresale
el aporte de estos jóvenes en su intento de presentar las etapas del pensamiento de
Masferrer. Andino Meléndez y compañeros afirman que Masferrer hace una lectura de la
realidad cotidiana de El Salvador, de la vida y su entorno. Por mi parte, sostengo que
Masferrer hace eso pero también ofrece una respuesta, un análisis y luego una propuesta
de solución a la problemática tan acuciante vivida por la sociedad salvadoreña. De
acuerdo a ellos, el pensamiento y obra de Masferrer puede estructurarse en tres etapas:
Etapa Romántica, Etapa Social-Política y Etapa Filosófica.115

112
Estas son afirmaciones acertadas respecto de la intelectualidad de Masferrer; pero también lo contrario ha
sucedido con otros autores que se han quedado a medio camino en el estudio de la obra intelectual de
Masferrer y no han terminado de recorrer la senda o derrotero intelectual que Masferrer caminó; y se lanzan a
dar observaciones y conclusiones que Masferrer no hizo ni dijo. Más adelante abordaremos a estos autores al
menos de manera general.
113
Pedro de Alba, “La Educación Vitalista de Alberto Masferrer”, Op. Cit., pp. 53-54
114
Se trata de la Tesis denominada Alberto Masferrer Humanista, de María Dolores Andino de Meléndez,
Ena Victoria Hernández Delgado de Linares, María de Los Ángeles Herrera de Tejada, Daniel Portillo
Chévez, Marta Hortensia Regalado Araujo y Marta Elízabeth Andino de Meléndez. Esta tesis fue elaborada
para obtener el grado de Licenciatura en Letras de la Facultad de Ciencias del Hombre y la Naturaleza de la
Universidad Centroamericana, José Simeón Cañas. La Libertad, 1976.
115
Éstas pueden determinarse de acuerdo a los autores, en base a los escritos y publicaciones de Masferrer.
Por ejemplo: Etapa Romántica: 1883-1900; en esta etapa Masferrer escribe las obras siguientes: Páginas,
Niñerías, El Rosal Deshojado; Pensamientos y Formas; Notas de Viaje; Recuerdos. Etapa Social-Política:
1900-1925, en esta etapa Masferrer escribe las obras siguientes: Ensayo sobre el desenvolvimiento Político en
El Salvador; Las Nuevas Ideas; Leer y Escribir; ¿Qué debemos Saber?; El Dinero Maldito; Una Vida en el
Cine; La Cultura por medio del Libro; El Mínimun Vital; El Libro de la Vida; Patria. Etapa Filosófica:
1925-1932; en esta etapa Masferrer escribe las obras siguientes: El Buitre que se tornó Calandria¸ Ensayo
sobre el Destino; Las Siete Cuerdas de la Lira; Estudios y Figuraciones sobre la Vida de Jesús; Helios;
Caminos de Paz; La Religión Universal.
48

Es apreciable el esfuerzo realizado por los estudiantes pero no estoy de acuerdo en esta
organización debido a que no responde a la realidad que vivió Masferrer sino que
responde al orden cronológico de las publicaciones; cosa que no aporta a la comprensión
intelectual de la obra de Masferrer. Además de que en esta línea ubican algunas obras en
fechas que no corresponde a su publicación. Por lo demás, sí coincido en que se trata de
tres etapas dentro de la obra intelectual de Masferrer. Pero éstas se juzgarán en el sub
apartado quinto de este capítulo.116

Nuestro trabajo constituye, por una parte, un intento por describir grosso modo la obra
literaria de Masferrer y por otra parte, es una propuesta de caracterización general de la
época del autor, así como presentar los rasgos de influencia de dicha realidad en la obra
literaria de Masferrer.

Por otra parte, en 1991 y 1997, otras dos generaciones de estudiantes elaboran sendos
trabajos sobre Masferrer. El primero denominado “El pensamiento filosófico de Don
Alberto Masferrer”117 y el segundo denominado “Estudio sobre el pensamiento político de
Don Alberto Masferrer,”118 ambas son tesis elaboradas para obtener el grado de
licenciatura.

En la primera de ellas, las autoras tienen el propósito de profundizar en el Masferrer


filósofo, como ellas lo afirman “en los temas que él abordó, cosmos, la nada, la esencia de
la naturaleza, Dios y otros.”119 Es interesante el hecho de que afirmen que en “el capítulo
dos abordan las corrientes místicas y filosóficas que ejercieron influencia sobre el
pensamiento del autor y se explica la concepción masferreriana acerca de lo que es el
Universo, Dios y establecen que Masferrer es un místico, más que un filósofo”. Cosa que
me parece interesante que lo digan, pero que en el desarrollo del documento no tratan
esta cuestión, ni fundamentan su opinión. Asimismo las autoras afirman que “Masferrer no
sólo denunciaba estas injusticias sino que buscó soluciones para las mismas.

116
Concretamente en el punto 5.1. Las etapas del pensamiento de Alberto Masferrer; cfr., p. 68.
117
Elaborado por Rosa América Menjívar de Zelaya y María Laura Martínez de Menjívar. Tesis para optar al
título de licenciadas en Educación. Universidad Pedagógica de El Salvador, San Salvador, 1991.
118
Elaborado por Clara Luz Artiga Carballo y Víctor Simón Castro Hernández, para optar al grado de
licenciatura en Educación, en la especialidad de filosofía y letras, Universidad Pedagógica de El Salvador,
San Salvador, 1997.
119
Menjívar de Zelaya, Op. Cit., p.ii.
49

Lógicamente, esto lo hizo entrar en choques con las clases poderosas, que vieron en él a
un peligro para el mantenimiento de su condición.”120

Uno de los méritos de esta tesis es que cuando analiza los principios del Minimum Vital,
hace una valoración sobre la situación que vive la sociedad salvadoreña de principios de
los años noventa y valora que en ninguna de las necesidades primordiales que menciona
el Minimum Vital se ha logrado a esa fecha, ni la solvencia material y espiritual de dichos
principios, al menos en forma medianamente aceptable. Para ello, las autoras revisan
brevemente la situación de la vivienda en El Salvador, la tenencia de la tierra, el trabajo, la
alimentación, la asistencia médica, la justicia, la educación, el tema del agua, el ejército, el
aguardiente, la prostitución, etc., y llegan a la conclusión que la doctrina masferreriana se
anticipó a su tiempo y que con su filosofía y demás ciencias sociales, hace una lucha por
la justicia, la libertad y la dignidad humana y que la filosofía de Masferrer mueve a pensar
que para analizar y resolver los problemas sociales de un pueblo hay que partir de la
realidad socioeconómica e histórica en que está inmerso ese pueblo. De esa manera las
soluciones serán también reales y factibles.121

La segunda tesis toma en cuenta elementos dispersos de sociología para el análisis del
ambiente histórico que vivió Masferrer, resalta el aspecto humano del autor y los
condicionamientos sociales y políticos que tuvo para el desarrollo de su obra intelectual.
La tesis en tanto documento, adolece de muchos problemas de estructura, de dispersión
de ideas y sus aportes críticos son muy modestos.

En realidad, ha importado más las dimensiones propiamente literarias de Masferrer que


las histórico crítica y filosófica. En este sentido, como hemos dicho arriba, hay que
rescatar el esfuerzo que Matilde Elena López ha llevado a cabo en sus estudios sobre la
figura y obra de Masferrer y su influencia en la vida social y política de El Salvador
durante los últimos cuarenta años.

120
Ibídem, p. 7.
121
Cfr. Ibídem, p. 142-43.
50

3.2.2. Aportes negativos del Enfoque Contestatario

No hay que olvidar que aún en este enfoque contestatario ha habido aquellos quienes han
detractado a Masferrer. Esto ocurre a todas luces con Roque Dalton (1935-1975), que en
Las Historias Prohibidas del Pulgarcito,122 dedica un poema a Masferrer donde no ataca
sus ideas o su figura política e intelectual, sino a su persona. Pero Dalton, al igual que
muchos se equivoca y con ello, no sólo le hicieron daño a la figura de Masferrer,
presentándolo como un idealista, de ideología de derecha y cobarde, sino que además, le
han hecho el juego al Enfoque Oficialista.

En lo personal pienso que Dalton exagera la dialéctica con Masferrer en vistas a justificar
su enfoque revolucionario en la línea marxista, en el modo en que él lo entiende. Por lo
demás, como es claro, no pretende un estudio crítico de Masferrer sino sólo lanzar su
mordaz crítica.

Además, Dalton se equivoca con Masferrer al intentar ponerlo en la misma vía con
Sarmiento,123 a quien Masferrer no cita en ninguna de sus obras ni siquiera para evitarlo;
cosa contraria sí hace con el filósofo ecuatoriano Montalvo, quien ocupó un lugar especial
en la obra de Masferrer y que influyó mucho en su forma de pensar.

Melgar Brizuela en su artículo, De cómo y porqué Roque Dalton llamó “viejuemierda” a


don Alberto Masferrer,124 denuncia el uso indiscriminado que las dictaduras militares han
hecho de la figura y obra de Masferrer y que Dalton apunta de manera muy particular. En
la visión de Melgar Brizuela: “Aunque el título del poema, una expresión frecuente en el
habla popular salvadoreña, parece arremeter directamente contra la figura personal de
Masferrer, la intención de Dalton es más bien develar por qué las dictaduras militares lo
han “santificado y oficializado”; o sea, que su intención es denunciar el uso que de la obra
del maestro Masferrer ha hecho y sigue haciendo la cultura oficial salvadoreña.”125

122
Roque Dalton, Las Historias Prohibidas del Pulgarcito, UCA Editores, San Salvador, 1988, pp. 102-110,
su poema “Viejuemierda,” en el que acusa a Masferrer de ser “pícaro, santo-tonto e irritado tatarata”.
123
“don Alberto anduvo para siempre en la onda de Domingo Faustino Sarmiento en eso de confundir a cada
rato los pobres con los bárbaros”, Ibídem, p. 103.
124
Luis Melgar Brizuela, “De cómo y porqué Roque Dalton llamó “viejuemierda” a don Alberto Masferrer”,
Revista Humanidades, Universidad Nacional, N° 2; Enero-Marzo 2003, pp. 9-23.
125
Ibídem,, p. 10.
51

Las causas que Dalton afirma en su poema que pueden explicar al lector el interés que
tiene por denigrar la figura de Masferrer son evidentes. Pero la razón más importante es
que considera a Masferrer “cómplice objetivo de los asesinos del pueblo.”126

Aunque se puede no estar de acuerdo con Melgar Brizuela, su intento apacigua la


detracción que Dalton ejecuta contra Masferrer, remediando en parte la impaciencia fuera
de tono que éste tiene contra el maestro Masferrer y que como es sabido, Dalton tiene
esta misma actitud respecto de otros autores.127

Por otra parte y para culminar este apartado de aportes negativos para la figura de
Masferrer, es necesario recordar que la obra literaria de orientación social y política de
este autor, por su carácter crítico fue considerada un peligro para el status quo en El
Salvador de mediados del siglo XX. Un importante artículo cuya autoría corresponde a
Ricardo Molina fundamenta este dato;128 y hace recordar que tan acentuada fue esta
situación que los poetas salvadoreños no aceptaban a Masferrer dentro de sus filas, sino
que afirmaban que Masferrer más que otra cosa fue periodista. Los periodistas por su
parte, afirmaban que el otrora periodista capaz de dar cátedra al periodismo social e
investigativo centroamericano, no era tal sino que era un espiritualista salvadoreño que
nada tenía que ver con ellos.129

Contraria a esta idea es la de López Vallecillos quien afirma que la figura y obra
intelectual de Masferrer fue “combatida en su tiempo, negada después, es el mayor aporte
al esclarecimiento de la realidad social de El Salvador. Periodista valiente, denunció en su
126
R. Dalton, Op. Cit., 110.
127
Resulta interesante que mucho tiempo atrás Dalton polemiza con Antonio Gamero argumentando que éste
es servilista gubernamental (argumento personalista o ad homine). Ver polémica en torno a la Estética y la
Política en Luis Alvarenga, Roque Dalton: La radicalización de las vanguardias, Editorial Universidad Don
Bosco, San Salvador, pp. 58-82.
128
Dicho artículo se denominado “Alberto Masferrer (1868-1932), Valoración histórica de los aportes humanistas de
la "Doctrina del mínimum vital" en el Congreso de Historia de Guatemala, realizado en julio de 2006 publicado en
Memorias del congreso por la Editorial Santillana, en el 2006. Asimismo se encuentra publicado en internet en
http://www.monografias.com/trabajos63/alberto-masferrer-aportes-humanisticos/alberto-masferrer-aportes-
humanisticos.shtml.
129
Cfr. Ricardo Molina, Op. Cit., Es más, Molina afirma que “en 1948, Hugo Lindo presenta 43 fichas de
académicos que ha logrado recoger, de estos 26 pertenecen a abogados y no aparece Alberto Masferrer, en
unos casos se argumenta que no es escritor sino periodista, y los periodistas dicen que no es periodista sino
poeta”.
52

tiempo la explotación del campesinado y del obrero por los sectores avorazados de la
sociedad salvadoreña. Su posición espiritualista, de un alto humanismo, no le impidió
hablar el lenguaje claro y preciso del combatiente que desea borrar las injusticias. Todo
su pensamiento podría ubicarse dentro de las corrientes socialistas utópicas.”130

3.3. Enfoque científico

Llamo Enfoque Científico al trabajo teórico que un grupo de especialistas, quienes a partir
de poco más de una década han publicado estudios acerca de “la cuestión
masferreriana.”131 Estos especialistas se han preocupado por analizar la figura y la obra
intelectual de Masferrer dándole mucha importancia al contexto social, político, económico
y cultural que le tocó vivir y su significado para la sociedad actual. Juzgan con rigor
intelectual la obra de este autor y a partir de allí, presentan los resultados de sus
investigaciones con una postura libre de ideologización partidaria, apegados a la realidad
histórica que vivió Masferrer e intentando dar luces a partir de su obra intelectual, para la
interpretación de la realidad que vive El Salvador en la actualidad.

En esta línea presentan su postura respecto de la actualidad del pensamiento de


Masferrer y las implicaciones sociales y políticas para un El Salvador que aun no ha
superado la situación social, económica, política y cultural que hizo surgir la personalidad
de Masferrer y su Vitalismo como pensamiento filosófico político bien definido.

En este enfoque ubico a los historiadores Carlos Gregorio López Bernal y Marta Elena
Casaús Arzú, al filósofo Ricardo Molina, al filósofo y literato Ricardo Roque Baldovinos y
al educador Luis Alonso Aparicio. Todos ellos, con entero interés de aportar al desarrollo
de las ideas y a depurar la figura y la obra intelectual de Masferrer de aquellas impurezas
que no responden a la construcción de un pensamiento coherente con la historia y con los
principios de las ciencias humanas.

130
Ítalo López Vallecillos, El Periodismo en El Salvador, UCA Editores, San Salvador, 1987, pp. 370.
131
Me parece muy acertada esta denominación de “la cuestión masferreriana” con que el editorial de la
Revista Humanidades de la Universidad de El Salvador, llama al hecho que simboliza Alberto Masferrer a
principios del siglo XX. Por tanto, “la búsqueda de caracterizar ahora, a inicios del siglo XXI, el aporte
filosófico, sociológico y literario del pontífice del vitalismo en El Salvador” es una de los esfuerzos
intelectuales que lograrán ubicar a Masferrer y al Vitalismo, en su lugar propio. Revista Humanidades, N° 2,
2003, p. 7.
53

De este grupo de intelectuales sobresale López Bernal, historiador de alto calado quien
respecto de Masferrer ha hecho varios aportes intelectuales; de los que para nuestro
interés, traemos a cuenta dos artículos importantes. El primero es un intenso estudio
denominado Alberto Masferrer y Augusto César Sandino: Espiritualismo y utopía en los
años veinte.132 Se trata de un estudio que establece “similitudes entre Masferrer y Sandino
examinando el contexto histórico en que vivieron y lucharon y las relaciones que
mantuvieron con otros intelectuales de la región. Se estudia el acercamiento de ambos al
espiritualismo y la teosofía y cómo estas ideas condicionaron sus propuestas políticas y
en cierto momento, pudieron ser una manera de procesar el desencanto frente a los
reveses de sus proyectos: utopías que aún debieran inspirar el destino de estos
pueblos.”133

El segundo trabajo de López Bernal lo publica el periódico Co-Latino,134 en donde el autor


presenta la actualidad del pensamiento de Masferrer confrontando por una parte los
destinatarios o sujetos de su propuesta vitalista y, por otra parte, los gobiernos de turno
cuya responsabilidad en el enfrentamiento de las responsabilidades sociales no es
coherente con los objetivos para los cuales ha sido creado el Estado.

López Bernal afirma que aún después de ocho décadas de historia, muchas de las
denuncias que Masferrer hizo, aun siguen teniendo tremenda vigencia en nuestros días.
De acuerdo a este investigador “Alberto Masferrer articuló su crítica social en diferentes
niveles. Hacia los individuos, hacia determinados sectores sociales y hacia el Estado,
como máximo responsable del rumbo del país. A los individuos les cuestionó los vicios, el
egoísmo, la irresponsabilidad, las debilidades personales. Aunque no desconocía que
tales males pueden tener implicaciones sociales, reconocía que la mayor parte de esas
falencias, afectan principalmente el desarrollo individual”. Y, continúa López Bernal
afirmando que Masferrer criticó fuertemente al Estado salvadoreño por no proveer
educación y calidad de vida a las personas atrapadas en la marginalidad, la exclusión, los

132
Carlos Gregorio López Bernal, “Alberto Masferrer y Augusto César Sandino: Espiritualismo y utopía en
los años veinte”, Revista Humanidades, IV Época Año 2003; Editorial e Imprenta de la Universidad de El
Salvador, año 2003, pp. 25-49.
133
Ibídem, p. 25.
134
C.G. López Bernal, “Alberto Masferrer: actualidad de su pensamiento social”. Diario Co-latino, Jueves, 4
de febrero de 2010.
54

vicios y la pobreza. Pero sobre todo, por no ser capaz de poner freno a los abusos, el
egoísmo y la prepotencia de los poderosos.

De ahí que el autor afirme que Masferrer pugnaba por eliminar aquellas condiciones
individuales y sociales que limitan las posibilidades de una vida mejor para los sectores
sociales subalternos, sin menoscabo de que el capital adquiera la ganancia a que tiene
derecho.

Como se ve, de acuerdo a la perspectiva que nos presenta López Bernal, Masferrer
desarrolla una crítica social y formula un proyecto de transformación social. En la primera
fue contundente y sólido no así en la segunda. Pero en ambos casos, su punto de partida
fue el análisis profundo y sistemático de los problemas y las desigualdades sociales y
económicas del país. Sin embargo, podemos decir que por influencia del oficialismo se ha
tendido a destacar más las debilidades y vacíos de sus propuestas prácticas, olvidando el
enorme aporte que hizo Masferrer en la denuncia, el cuestionamiento y la sensibilización
social.

En cuanto a Marta Casaús, que en la actualidad es una sobresaliente historiadora y


estudiosa de Masferrer ha desarrollado una importante investigación recientemente
publicada, sobre el Vitalismo de Masferrer;135 investigación que se vuelve de obligatoria
referencia para cualquier estudioso del vitalismo masferreriano.

135
Marta Elena Casaús Arzú, “El vitalismo de Alberto Masferrer y su impacto en el pensamiento de América
Central”, Revista Cultura, N° 102, enero-julio; Dirección de Publicaciones e Impresos, San Salvador, 2010;
pp. 73-105. Asimismo: El vitalismo teosófico como discurso alternativo de las elites intelectuales
centroamericanas en la década de 1920 y 1930. Principales difusores: Porfirio Barba Jacob, Carlos Wyld
Ospina y Alberto Masferrer. En http://www.rehmlac.com/recursos/vols/v3/n1/rehmlac.vol3.n1-mcasaus.pdf,
La formación de la nación cultural en las elites teosóficas centroamericanas 1920-1930: Carlos Wyld Ospina
y Alberto Masferrer. En http://www.ues.edu.sv/descargas/memoria/sigloxx/casaus.pdf, Asimismo: Las redes
intelectuales centroamericanas y sus imaginarios de nación (1890-1945),
http://www.ortegaygasset.edu/fog/ver/327/circunstancia/ano-iii---numero-9---enero-006/investigaciones-en-
curso/las-redes-intelectuales-centroamericanas-y-sus-imaginarios-de-nacion--1890-1945-;Ver también Casaús
A. y García Giráldez, T., Las redes intelectuales centroamericanas: Un siglo de imaginarios Nacionales
(1820-1920), F&G Editores, Guatemala 2005. Asimismo se remite a la más reciente publicación realizada por
Marta Casaús A., con la colaboración de Regina Fuentes Oliva, denominada El libro de la vida de Alberto
Masferrer y otros escritos vitalistas, que constituye una “Edición crítica de la obra Teosófico-vitalista (1927-
1932)” F&G Editores, Guatemala, 2012. Obra que solventa en gran parte este vacío ya que en ella se aborda
seriamente la obra místico-teosófica de Masferrer.
55

Debido a la importancia de dicha investigación, se tratarán aquí algunos elementos que la


autora destaca y que son muy sugerentes en el proceso de conocimiento científico de la
figura y obra intelectual de Masferrer.

Para comenzar, Casaús es de la opinión que resulta difícil saber cuál es el objetivo central
de un pensador como Masferrer debido a que “fueron tantas las aristas que tocó, tantas
las vertientes que desarrolló”,136 pero aún con la diversidad de temas, una sola vía de
interés es la que se convierte en la columna vertebral de la labor intelectual de Masferrer y
esa es alcanzar mayores niveles de calidad de vida para todos los salvadoreños y
centroamericanos. Fue eso lo que le llevó a formular de manera creativa su vitalismo y a
reflexionar en profundidad sobre el quehacer del salvadoreño común. Esto lo confirma
Casaús cuando dice que Masferrer “quiso moralizar la sociedad, a fin de que fuera más
justa y equitativa y buscó para ello aquellos derechos y deberes que permitieran al
conjunto de sus individuos satisfacer las necesidades básicas, lo que llamó Mínimum
Vital.”137

Para esta autora, una de las principales tareas de Masferrer, como pedagogo y periodista
fue generar nuevos debates en torno a temas socialmente candentes: la formación de la
patria y la nación, la ampliación de los derechos inalienables del ser humano, la concesión
del voto a las mujeres y los analfabetos, el reparto de tierras, el respeto al medio ambiente
y sobre todo, la denuncia y acusación de las elites de poder y los gobiernos de turno por
acaparar la riqueza, ostentar un lujo desmedido y carecer de conciencia social para con
los desfavorecidos. En sus escritos denunció el abuso del consumo y comercialización del
alcohol, la ausencia de escuelas y falta de educación del pueblo; en una palabra, rescató
la necesidad imperiosa de regeneración moral y espiritual de la sociedad, basándose en
la doctrina vitalista.138

Una cosa que se vuelve radical en los aportes que Casaús ofrece es que para ella, el
Vitalismo masferreriano no tiene que ver, y por tanto, no hay que relacionarlo con el
vitalismo nietzscheano o el raciovitalismo orteguiano, sino más bien que el Vitalismo

136
M. Casaús, Op. Cit., p. 73.
137
Ibídem, p. 73. En el artículo, las cursivas aparecen en mayúsculas.
138
Cfr. Ibídem, pp. 73-74. Y continúa afirmando que Masferrer “Utilizó la palabra como arma política de
agitación social, la opinión pública como tribuna de denuncia y debate y el panfleto político como
instrumento de toma de conciencia, de difusión y convencimiento de la necesidad de cambiar el estado, las
instituciones y la sociedad.”
56

masferreriano es de corte oriental ya que está “inspirado en las corrientes hinduistas y


vitalistas en donde sin duda está anclada buena parte de su pensamiento.”139

Casaús concibe a Masferrer como un pensador coherente que supo combinar su vitalismo
filosófico de orientación más bien hinduista con una veta socialista utópica y anarquista en
los temas políticos y sociales, con la búsqueda espiritual de un panteísmo universalista a
través de la teosofía, fundamentado básicamente sobre todo en la vertiente de Besant, de
Tingley, del primer Krishnamurti y de Jinarajadasa y del anarquismo de Tolstoi, Kropotkin
y Proudhon, la unidad de pensamiento y de acción social.140

En síntesis, para esta autora, Masferrer parte del concepto de “la vida” pero no en
términos biológicos o filosóficos como otros autores europeos, sino como adaptación a las
condiciones existenciales de un país dominado por una oligarquía, con grandes
contrastes, conflictos sociales y enormes lacras sociales heredadas de las dictaduras
liberales centroamericanas; la entiende como una nueva forma de comprender la nación
cuya finalidad básica es “procurar la satisfacción de las necesidades vitales de todos sus
hijos”; como una filosofía de vida –como diría Gransci– como una filosofía de la praxis,
para transformar al hombre y la sociedad, pero no desde una perspectiva abstracta u
homogenizadora para el conjunto de los ciudadanos, ni luchando exclusivamente en el
marco constitucional o normativo, sino decantándose por una clara elección en pro de los
más desfavorecidos, los excluidos, especialmente los obreros, las mujeres y los
campesinos y partiendo de la necesidad de regenerar al individuo, la familia y la
sociedad.141

Un elemento clave que rescata Casaús de Masferrer es que desde su óptica, este
pensador logró una congruencia entre pensamiento, vida y realidad social y política; y
aspiró a convertir su doctrina en un proyecto político de búsqueda de la identidad

139
Cfr. nota al pié N° 72. Asimismo véase los prólogos del Mínimum Vital de Rosa Serrano de López, San
Salvador, 1994 y F. Morán. Alberto Masferrer o la conciencia social de un pueblo, San Salvador, 1951; que
pretenden encajarle en el vitalismo de principios de siglo. Tampoco coincidimos con la biografía de Matilde
Elena López, que lo cataloga como un pensador socialista cercano al materialismo con “algunas veleidades
espiritualistas que supo corregir posteriormente”; Matilde Elena López, Masferrer, alto pensador de
Centroamérica, Guatemala: Ministerio de Educación Pública, 1954, p. 141. Nada más erróneo, porque
Masferrer fue coherente desde el principio hasta el final con su doctrina vitalista, fundada más bien en el
espiritualismo francés que en el vitalismo occidental nietzscheano, orteguiano y bergsoniano.
140
Cfr. Marta Casaús, La formación de la nación cultural… Op. Cit., p. 18.
141
Ibídem.
57

nacional, regional y continental de la América Hispana; de ahí que lo híbrido de su


pensamiento y la influencia de su obra hayan sido tan profundas en toda la región, porque
en esa búsqueda de identidad de lo propio, en ese intento de singularización de la nación
con elementos culturales y sociales particulares, no se quedó exclusivamente arraigado
en las diferencias regionales o nacionales, sino que supo conjugar lo particular con lo
universal en la búsqueda de un proyecto común y por ello su obra caló tan hondo en el
imaginario nacional centroamericano.142

Por otro lado, para Casaús, un elemento expresamente filosófico de Masferrer que ella
retoma es la idea y sentido con que Masferrer responde a un obrero refiriéndole que saber
es poder: “puesto que para Masferrer saber es poder, todo ser humano debe conocer
aquello que le sirva para acercarle a la verdad y procurarle a sí y a los demás una vida
feliz. Considera que debe aprehender al máximo aquellos elementos que le permitan un
conocimiento verdadero del mundo. Cree necesario vincular la ciencia con la moral
entendiendo ésta, como la ciencia de los derechos y los deberes humanos, cuyo fin es
enseñarnos, cómo se ha de vivir.”143

El derecho al pan que todo ser humano tiene, es otro de los temas que para Casaús es
importante y que Masferrer lo articula con el derecho de saber y el tema de la propiedad
de la tierra. En una de las obras de juventud de Masferrer, ¿Qué debemos saber?, su
reivindicación por el derecho a la tierra es mucho más radical que en el Minimum Vital o
en Leer y Escribir, donde ya no juega un papel central siendo el trabajo y la vida digna los
que ocupan el lugar preferente. En esta perspectiva de acuerdo a Casaús, Masferrer:
Considera necesario la liberación de la tierra, que ha sido monopolizada y
esclavizada por unos pocos y, siguiendo la argumentación de Henry
George, de Tolstoi y de Proudhon, considera la tierra como el bien más
preciado de la persona y uno de los derechos humanos básicos del que los
hombres se han visto desposeídos. Compartía con estos tres autores la
opinión de que una de las principales lacras de la humanidad era la
apropiación de la tierra y la posesión del suelo, punto de partida de la
explotación y de la esclavitud, el hombre es un animal terrestre…Para el
hombre la tierra es manantial de toda vida: su alimento, su vestido, su

142
Ibídem, p. 18-19.
143
Ibídem, pp. 82-83.
58

habitación, vienen directamente de ella. Este final libertario, propio del


anarquismo y del colectivismo agrario, la tierra para el que la trabaja, fue
una de las demandas que perdió fuerza en sus obras posteriores,
posiblemente presionado y mediatizado por una oligarquía cafetalera
acaparadora, que se negaba a pensar en una reforma agraria en la década
de 1920 y aun menos en la expropiación o colectivización de la tierra, o en
la propuesta de George de crear un impuesto sobre el suelo.144

Son muy interesantes los temas que Masferrer aporta a la reflexión y al pensamiento
centroamericano. De acuerdo a la visión de Casaús, éstos son la formulación de la nación
étnico-cultural y social, el unionismo y el panhispanismo, el debate entre raza y la cultura,
el feminismo masferreriano, etc. En este marco, de acuerdo a Casaús, Masferrer junto
con otros pensadores centroamericanos disputaron espacios culturales y políticos a las
dos corrientes ideológicas dominantes del momento: el positivismo y el marxismo.145
Masferrer negaba aquellos rasgos simbólicos del liberalismo como referentes para la
construcción de la nación porque consideraba que no beneficiaban a los grupos más
excluidos en su acceso a los derechos mínimos como eran la tierra, el trabajo, la salud,
etc. Es más, cuestionaba la construcción simbólica de la nación y de la identidad
salvadoreña como una abstracción, porque no contribuía a mejorar la vida de los
trabajadores, campesinos, niños y mujeres salvadoreñas.

En cuanto al debate intelectual entre la raza y la cultura, Masferrer consideraba que:


El imaginario de la raza indohispana con preponderancia del elemento indio
sobre el hispano debía reconsiderarse, porque renegaban de la parte negra
e hispana que también es parte de la identidad latinoamericana. Se trata
pues, de una falacia, porque cuando se habla de raza indohispana o
indoamericana para defender y cultivar la raza, opina Masferrer, se están
refiriendo a un núcleo de blancos o casi blancos, al que se designaba con
el adjetivo de <<latino>>. Por ello proponía cambiar la palabra raza por la
de cultura porque ésta reflejaba mejor un proceso de creación, de arraigo,

144
Ibídem, p. 84.
145
Ibídem, p. 87.
59

un proceso de <<creación nacional>>, mientras que raza se refiere más


bien a lo físico, a lo puramente biológico.146

Por su parte, Ricardo Molina en su interesante estudio sobre Masferrer147 considera que
“la Doctrina del Minimum Vital se constituye en un escrito normativo moral de un
inquebrantable valor humanista, el amor por sus semejantes está presente en el escrito
dirigido a los principales actores de la vida económica de El Salvador en los años previos
a la rebelión campesina de 1932, cuando la región centroamericana vivía los efectos de la
Gran Depresión Económica y los intelectuales en la región buscaban elementos culturales
identitarios, mientras en las esferas de la crisis dio paso a férreas dictaduras militares.”148
Y, sin embargo, todo lo que se ha escrito respecto de Masferrer y su entorno cultural no
corresponde al nivel que se esperaría; por tanto, es necesario el fortalecimiento de
nuevas líneas de investigación y acción respecto de los ideales que Masferrer mantuvo; lo
que exige una reestructuración de los campos y derroteros de investigación al respecto.
Que éstos ya no vayan en la línea de simples compilaciones de materiales publicados o
no, sino en la línea de generar nuevas propuestas en torno a la praxis que Masferrer
ejecutara:
Las investigaciones historiadas al periodo de Alberto Masferrer (1868-1932)
en el siglo XX, se han referido a aspectos macroeconómicos, políticos,
literarios, y algunos testimonios que hoy podrían ubicarse en las
concepciones historiográficas de la vida cotidiana o micro historia; en todo
caso los investigadores parece que tuvieron conciencia de las dificultades
de la investigación histórica en nuestro país, y se limitaron a compilar
datos, y procurar fuentes; razón por la que es importante rehacer, y hacer
nuevos escritos que originen ideas nuevas e indaguen aspectos singulares
que han sido ignorados e interpretados con ligereza, o con poca
importancia por algunos prejuicios generados con posterioridad a esas
épocas. Este es el caso del maestro Alberto Masferrer uno de los
principales oradores en la campaña política del Ing. Arturo Araujo, nuestro
supuesto intenta ampliar los horizontes de investigación en relación a este
periodo de crisis política y económica, que Masferrer a sus 63 años vio e

146
Ibídem, p. 90.
147
R. Molina, “Alberto Masferrer (1868-1932), Valoración…”, Op. Cit.
148
Ibídem, p. 1.
60

interpretó con una decidida participación militante en el terreno político-


electoral.149

En este marco es que se vuelve necesario ubicar la acción de Masferrer en el contexto


internacional, tanto regional como mundial. Teniendo en cuenta que ese tipo de praxis
que desarrolló Masferrer, necesariamente iba a desatar las fuerzas obscuras del poder
económico, militar, religioso y político. En ese caso, en la región centroamericana, las
ideas de cambio en los años veinte como resultado del triunfo de la revolución rusa,
crearon una condición optimista respecto a las potencialidades de los trabajadores y en
vistas a la revolución. Mientras en los sectores económicamente dominantes, en el clero y
en el ejército se dio una condición de miedo ante la posibilidad que la población se
organizara y surgieran las hordas enloquecidas razón por la que la reacción de los
acaudalados fue propiciar condiciones de seguridad fortaleciendo la posibilidad del
surgimiento de las dictaduras militares ante el peligro comunista.150

Para culminar la visión de Ricardo Molina, es importante retomar una de las conclusiones
a la que este investigador llega respecto del valor histórico de Masferrer. Y para él no
consiste en ubicar a Masferrer como un hombre fuera de su tiempo como tradicionalmente
hacen los escritos oficiales y los filántropos de las distintas instituciones de gobierno y
organizaciones no gubernamentales; sino como un hombre para todos los tiempos, que al
igual que Tomas Moro terminó siendo víctima del sistema político de su época, la utopía
de Masferrer reunida en su Doctrina del Minimum Vital surgió en 1929 como documento
definitivo fundamentándose en aspectos económicos de Henry George, según Masferrer
"ha llegado la hora de que todos los hombres de buena voluntad se preocupen de que la
vida íntegra sea una realidad en el mundo"151 alude a una utopía sobre la cual siempre
hay que avanzar.”152

En cambio, Ricardo Roque Baldovinos, especialista en literatura y en filosofía, tiene un


estudio iluminador sobre la reconstrucción de la nación salvadoreña153 en la perspectiva

149
Ibídem, p. 1.
150
Ibídem, p. 4.
151
A. Masferrer, “La tierra que tenemos”, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., pp. 419-422.
152
R. Molina, Op. Cit., p. 6.
153
Ricardo Roque Baldovinos, Arte y Parte, ensayos de literatura, Istmo Editores, San Salvador, 2001.
61

estética. Se trata de un ensayo denominado Reinventando la Nación154 en donde presenta


los aportes de Miguel Ángel Espino, Alberto Masferrer y Salvador Salazar Arrué, en esta
vía. Por supuesto que la parte que nos interesa ahora es la correspondiente a Masferrer.
En este marco interesa el hecho que Roque Baldovinos retome para su estudio los
artículos de Masferrer denominados La Misión de América,155 trabajos que, a nuestro
juicio, constituyen uno de los mayores aportes al pensamiento filosófico salvadoreño
hechos por Masferrer en la época de su madurez intelectual.

Como afirma Roque Baldovinos, el problema americano para Masferrer <<no es de raza,
sino de culturas>>.156 En esta perspectiva, “la cultura para Masferrer es ante todo
elemento de creación, no la expresión de determinismos ineluctables, de la carga de un
pasado opresivo. De ahí su esfuerzo por desvincularla de la raza.”157

Para este autor, Masferrer ejecuta una “vuelta a la comunidad cristiana primitiva [que]
aparece así indisolublemente ligada a un proyecto de transformación social, donde la
reconciliación se logra, se hace posible superando problemas estructurales y no
simplemente buscando el equilibrio de las sangres que componen una raza determinada.
Así pues, la cultura que esboza Masferrer es una cultura ligada a la política y no una
cultura que suplanta la política.”158 Esto refuerza la tesis que el pensamiento de Masferrer
constituye ciertamente un pensamiento filosófico político que nace de la experiencia que
vivió en y con la sociedad de su tiempo.

Otro estudioso de Masferrer es Luis Alonso Aparicio,159 quien ha publicado un importante


estudio en su libro Alberto Masferrer, Pedagogo-político,160 en donde afirma que Masferrer
no era un político sino un educador. Imprecisa afirmación porque incluso la educación y
quizá, sobre todo ella, es una actividad política sin discusión. No obstante este punto de
vista; esta obra constituye una manifestación del aprecio que su autor tiene por Masferrer.

154
Ibídem, pp. 65-93.
155
Roque Baldovinos retoma la edición de Páginas Escogidas, Departamento Editorial del Ministerio de
Educación, San Salvador, 1961, pp. 247-270.
156
Ibídem, p. 87.
157
Ibídem.
158
Ibídem, p. 88.
159
Luis Aparicio (1918), es también autor de un artículo sobre Masferrer que publicó en 1968, en la Revista
Cultura N° 47, denominado “Ideas de Masferrer para una filosofía de la Educación”, pp. 138-144.
160
L.A. Aparicio, Alberto Masferrer, Pedagogo–Político, Universidad Pedagógica de El Salvador, Imprenta
Offset Ricaldone, San Salvador, 2007.
62

Quizá los mejores aportes de la obra vayan en la línea de hacer un modesto estudio entre
los nueve principios del Minimum Vital y los principios de las Naciones Unidas respecto de
los derechos sociales, políticos y culturales. Y, presenta a Masferrer como un precursor
de esos derechos.

Por otra parte, para Aparicio lo que condicionó y consolidó el modo de pensar político
social de Masferrer fue la revolución mexicana, según él “lo que llegó a consolidar su
pensamiento socio-político, fue la revolución mexicana de 1910, que culminó en 1911, con
el derrocamiento del dictador Porfirio Díaz.”161 En esta línea cabe destacar que para este
autor, quienes influyeron en Masferrer fueron: Montalvo, Martí, Henry George, Tolstoi y
Jesús de Nazareth. En palabras de Aparicio,
Juan Montalvo, sin duda, imprime en los mensajes masferrerianos, ese tino
de protesta de censura y condena contra toda tiranía. Pero también el
delicado José Martí se hace presente en su estilo y sincera actitud hacia la
urgencia de libertad de nuestros pueblos. No hay duda que sobre los
enfoques de los problemas sociales y económicos especialmente el de la
tierra, lo toma de las lecturas del norteamericano Henry George, igual que
del análisis de la obra de contenido social del ruso Leon Tolstoy. En este
último, se origina su actitud contraria a la guerra. Y su espíritu de no
violencia en las relaciones de los seres humanos, seguramente los adquirió
de sus estudios de las filosofías orientales. Es evidente que toda su obra
está impregnada de un fuerte contenido ético, por lo cual predica en su
doctrina vitalista que debe haber un límite en el deseo de bienestar y que
más allá de los bienes indispensables para vivir, no debe ambicionarse el
predominio sobre los semejantes, desde luego que con ello se obstaculiza
el derecho de vivir de los demás. A veces se acoge a la Biblia para lanzar
su palabra encendida de censura para quienes [se] lucran con la vida y el
trabajo del hombre.162

Un aporte importante que este autor nos ofrece es su visión respecto de la recepción de la
figura y obra que Masferrer significó en su tiempo: “para los grupos de poder de su
tiempo; conservadores y timoratos, Masferrer fue un revolucionario peligroso; por eso lo

161
Ibídem, p. 24.
162
Ibídem, p. 62.
63

dejaron solo con su discurso. Sin embargo, mucho de lo que él propuso en su prédica, la
historia reciente se ha encargado de inscribirlo en el contexto de lo que hoy se conoce
como desarrollo humano. Ahí tienen cabida sus “Nuevas Ideas” su “Dinero Maldito”, su
“Leer y Escribir” y su “Mínimum Vital.”163

Para Aparicio, Masferrer no intentó en ningún momento darle carácter de sistema a su


pensamiento ya que ello hubiera disminuido posibilidades de libertad ante la actividad
pública que desarrolló. Ahora bien, en lo personal presumo que el ámbito teorético es
mucho más abierto que el doctrinal. No obstante, para este autor, Masferrer no dio
carácter sistémico a su teoría “ya que éste constituye un conjunto de componentes
estrechamente unidos entre sí, es decir, unitario y cerrado en su propios límites, de
manera que la disociación de alguno de ellos, le quitaría el valor de tal sistema. Siempre
Masferrer habló de su Mínimum Vital como una doctrina y no de teoría pues ésta le habría
limitado su libertad de incursionar en cuestiones de orden práctico y objetivo como eran
los temas de carácter social que siempre le desvelaron.”164

Por otro lado, se puede estar de acuerdo con Aparicio en la perspectiva de la crítica
masferreriana hacia la realidad, ya que para este autor, “la dura crítica de Masferrer en
sus semejantes, no es antojadiza. Su conocimiento de la realidad, su penetrante análisis
de la misma y su experiencia recogida en la historia de nuestros pueblos, lo autoriza para
que su cátedra sea objetiva y, sobre todo, propositiva. Masferrer fue más allá del
señalamiento de problemas: propuso las soluciones que, de acuerdo con su criterio,
debieran resolver los mismos problemas. Ese es el tema de la mayoría de sus libros de
carácter social.”165

Con Aparicio terminamos la presentación del Enfoque Científico, constatando que


ciertamente el pensamiento de Masferrer sigue dando qué pensar y sus aportes al ámbito
de las ideas filosóficas latinoamericanas aun quedan por evidenciar y ubicar en su justo
lugar.

163
Ibídem, p. 8.
164
Ibídem, pp. 51-52.
165
Ibídem, p. 63.
64

4. La filosofía vitalista, un nuevo modo de leer a Masferrer

Con esta investigación se quiere inaugurar una veta de estudio de Masferrer de carácter
puramente filosófico. Hasta ahora, esta veta no ha sido abordada por parte de ninguno de
los estudiosos de Masferrer, al menos no de una forma sistemática. Y cuando se ha
hecho algún intento se ha terminado, queriéndolo o no, caricaturizando a Masferrer. Y,
esto quizá no por mala intención, sino por falta de herramientas metodológicas en esta
especialidad. Un ejemplo claro en esta línea lo tenemos con Matías Romero, que en su
intento de presentar la figura y obra filosófica de Masferrer lo que hace es falsear, reducir
y caricaturizar la figura y obra intelectual de Masferrer.166 Asimismo, comete el error de
presentar ideas a medias y escritos mutilados de Masferrer a los que hace decir lo
contrario de lo que el autor dijo en su momento de realidad que le tocó vivir y en el
contexto literario de la obra.

No pueden tomarse, por tanto, sus escritos como visión filosófica aunque así lo exprese
Matías Romero, pues más que ofrecer una visión de la obra intelectual de Masferrer, lo
que hace es ocultarla.

Cosa contraria sucede con Hugo Lindo (1917-1985),167 quien en su libro Recuento (1969),
dedica unas páginas al ámbito filosófico de Masferrer afirmando que “lo cierto es que, en
cuanto filósofo Masferrer no es propiamente un creador: se inspira en doctrinas y sigue
líneas que ya eran conocidas desde hace muchos siglos. En cambio, frente a los

166
Matías Romero, Historia de la filosofía en El Salvador; Editorial Delgado, Imprenta Ricaldone, San
Salvador, 2006, pp. 188-207. Matías Romero afirma que Masferrer, más bien era un hombre teórico que
práctico, un idealista sincero (Romero, 190), y continúa con afirmaciones claramente fuera de lugar. Más
adelante afirma lo siguiente: “Sin embargo sucedió en Masferrer una cosa, una cosa rara, la verdaderamente
rara conjunción de su elevado sentimiento poético y fantástico con el otro espíritu austero y geométrico de su
voluntad. El vitalismo contiene absurdos de técnica y de práctica. Masferrer no era abogado, ni un legislador,
ni un sociólogo precisamente. Era un pensador político, un poeta social. Su inspiración poética no le abandona
ni en el más sencillo de sus escritos. Como ejemplo de mi apreciación cito sus dos leyes, la ley de la tierra y la
del pan, que más que trozos de códigos parecen dos himnos, profundamente afectivo y oloroso a pan el uno, y
el otro amplio y verdegueante como el paisaje del Jiboa en el mes de mayo” (Romero, 192).
167
Poeta, novelista, diplomático, político y abogado salvadoreño. Nació en La Unión el 13 de Octubre de
1917. Doctor en Derecho por la Universidad de El Salvador, fue embajador de El Salvador ante la República
de Chile (1952-1959) y ante la República de Colombia (1959-1960). Fue Ministro de Educación en 1961 y
volvió al servicio diplomático como embajador de El Salvador en España (1969-1972). Murió en San
Salvador, el 9 de septiembre de 1985. Publicó los poemarios: Poema eucarístico y otros (1943); Sinfonía sin
límites (1953); Trece instantes (1959); Navegante río (1963); Cada día tiene su afán (1965); Solo la voz
(1968); Maneras de llover (1969); Justicia, Señor Gobernador, (1969); Recuento, (1969) y Yo soy (1983).
65

problemas planteados por la realidad social de El Salvador, ante las dificultades y


posibilidades de la enseñanza en el país, sí que tomó actitudes propias, hondamente
meditadas, encendidas del más genuino patriotismo, y tan oportunas, tan cruelmente
oportunas, que, al herir intereses y sacudir modorras, lo llevaron a conquistar la aureola
de los mártires.”168

Una dificultad con Hugo Lindo es que ubica equivocadamente las obras de carácter
místico-religioso de Masferrer en el ámbito propiamente filosófico. Cosa que se da con
frecuencia como fruto del desconocimiento específico de lo que es propiamente filosofía;
por lo que se confunde lo que es filosofía con cualquier tipo de especulación. A este
respecto dice lo siguiente: “La línea filosófica de Masferrer es clara. Su expresión a través
de diversos libros, orgánica. Las siete cuerdas de la lira, Estudios y figuraciones sobre la
vida de Jesús, Helios, Ensayo sobre el Destino, son obras que siguen una corriente
nítidamente especificable. No hay entre ellas, como suele ocurrir en algunos autores,
contradicciones de fondo, cambios de postura, rectificaciones fundamentales. Todas ellas
parten de los mismos principios y conducen a idénticos fines. El enfoque de los diversos
problemas, está hecho desde un solo ángulo.”169 Nos consideramos de acuerdo con esta
valoración, no así con la ubicación, carácter y contenido de los títulos de Masferrer citados
por este autor, ya que todos ellos no los consideramos de contenido y carácter filosófico,
sino más bien místico y religioso, como ya lo hemos apuntado antes.

4.1. El punto de partida del método filosófico de Masferrer

Masferrer, en su búsqueda de responder a la problemática que vivieron los campesinos e


indígenas salvadoreños de su tiempo, formuló sin lugar a dudas un pensamiento filosófico
y crítico que ha aportado mucho al ámbito social y político de El Salvador de los últimos
ochenta años.170

168
Hugo Lindo, Recuento, Anotaciones literarias e históricas de Centroamérica. Ministerio de Educación,
DPI, San Salvador, 1969; pp. 296-297.
169
Ibídem, p. 297.
170
Remito a mi “Ensayo sobre los Principios de una Filosofía salvadoreña: Elementos para una reflexión
filosófica de la sobrevivencia”, Revista Humanidades, IV Época, año 2007, N° 11, Imprenta Universitaria,
San Salvador, Abril 2008; pp. 57-77.
66

Se trata de un pensamiento filosófico y político vitalista que tiene su método de


articulación. Este método consiste en abrirse a la vida como máxima expresión de la
existencia. Este abrirse constituye una disposición interna de la voluntad humana que
impulsa al ser humano a que permita que la vida surja libremente desde su propio
dinamismo. Este surgimiento de la vida es una imposición de la realidad misma y del
dinamismo propio de la existencia. Por tanto, el ser humano no tiene más que dejar que la
vida se desarrolle y despliegue su dinamismo; es decir, que la vida surja. Eso exige un
abrirse a la concreción de la dignidad, de la posibilidad del goce de los productos de la
tierra y del trabajo del ser humano, en tanto hombre y mujer, concretados sobre todo en
los más pobres y entre ellos, especialmente al campesino y al indígena salvadoreño y
centroamericano. En este sentido, la mayor expresión de la praxis política de Masferrer es
la dignificación humana desde la vida misma, el disfrute, el goce concreto como algo real.
Pero antes habiendo participado de la ejecución de dichos productos.

Como afirma Zubiri, que la realidad funda el ser,171 en el caso de Masferrer se puede
afirmar que se trata de un permitir que la realidad se exprese y este permitir exige una
práctica humana de la defensa de la vida. Por ello, la propuesta filosófica masferreriana
se enmarca en la filosofía primera, cuya máxima expresión de realidad se concreta en la
vida misma de todos. Realidad que habrá que dignificar en la historia misma, lo cual exige
una praxis política concreta.

En este sentido, es importante reconocer que Masferrer es uno de los primeros


salvadoreños que supera –a lo mejor sin tener plena conciencia de ello- el principio
veritativo aristotélico que privilegia la adecuación del intelecto con la cosa (adecuatio
intellectus rei) en la línea de la veritas, privilegiando el sentido de la verdad vista como
aletheia, como desocultamiento del ser.

171
X. Zubiri, Inteligencia Sentiente: Inteligencia y Realidad, Alianza Editorial, Madrid, 1998, pp. 217-228.
67

4.2. La estructura argumentativa de la obra literaria de Masferrer

El abrirse a la vida como se afirma en el método filosófico propuesto por Masferrer


permite tener conciencia de que en la realidad humana y social han intervenido
contradicciones históricas que generaron un mundo socialmente mal organizado. Un
mundo problemático e injusto que hay que corregir en función de la vida misma. Es ahí
donde Masferrer propone en sus escritos una estructura básica de su método filosófico en
cuanto al modo de abordar eficientemente la problematicidad de la realidad social y
encontrar en ella una solución que proponer.

Después de estudiar la obra de Masferrer se ha encontrado que el autor sigue una


estructura argumentativa básica en el modo de presentar sus escritos y que es a nuestro
juicio, la estructura argumentativa correspondiente al método de su pensamiento
filosófico. Esta estructura argumentativa puede verse en todas las obras que se
consideran dentro del corpus textual masferreriano y ésta se desarrolla de la siguiente
manera:

a) En un primer momento el autor hace una presentación del problema o temática a


tratar.
b) En un segundo momento presenta las causas importantes del problema o temática
a tratar.
c) Un tercer momento identifica quiénes son los responsables que causan el
problema y quiénes son los que lo padecen.
d) Un cuarto momento, el autor identifica las consecuencias o efectos prácticos
generados por dicha problemática.
e) Finalmente ofrece una solución que supere el problema.

Esta es la estructura argumentativa fundamental que descubro en los escritos de


Masferrer. Este hallazgo con el que ahora se cuenta no se ha hecho visible ni indicado en
ningún escrito sobre Masferrer que hasta ahora se haya hecho público por los estudiosos
o especialistas en este autor.

Ahora bien, debido a que este primer capítulo es más bien un capítulo introductorio, será
hasta el tercer capítulo en que se desarrolle más detenidamente este esquema que ahora
68

se presenta aplicándolo concretamente en el análisis de su pensamiento ético-político que


se desarrollará en ese capítulo.

5. Panorama general de la obra de Masferrer

En este apartado se presenta lo que a nuestro juicio constituye la organización en etapas


del pensamiento de Masferrer y de su obra filosófica.

5.1. Las etapas del pensamiento de Alberto Masferrer

A la fecha los estudiosos de la obra de Masferrer no se han atrevido a presentar hipótesis


sostenibles teóricamente sobre cuáles podrían ser las etapas del desarrollo del
pensamiento de Masferrer. Hasta lo que conocemos, un solo intento ha habido y éste es
el presentado por Andino y compañeros que en 1976 elaboraron su trabajo de graduación
en el que afirman que a Masferrer se le puede organizar en tres etapas. Sin embargo, la
organización que presentan es cronológica y no de producción intelectual, cosa con que
no estamos de acuerdo, aunque sí coincidamos en que son tres etapas.172

Estas etapas, a nuestro modo de ver no deben organizarse solamente en modo


cronológico, sino que se deben organizar teniendo como base el sistema de ideas y su
aporte intelectual. Ahora bien, en la obra intelectual de Masferrer no se descubren etapas
donde se vea claramente las particularidades e intereses intelectuales de este autor; sino
que más propiamente se descubren dimensiones intelectuales en su pensamiento. En
esta perspectiva el elemento clave que se toma en cuenta para hacer esta clasificación de
la obra intelectual es el contenido de dicha producción. De ahí que reconozcamos tres
dimensiones de pensamiento. La primera es la Dimensión Poética, la segunda es la
Dimensión Religiosa y la tercera es la Dimensión Filosófica.

172
Para andino y compañeros, estas etapas son: Etapa Romántica: 1883-900, Etapa Social-Política: 1900-
1925, Etapa Filosófica: 1925-1932. Véase cita 96 de esta Tesis para mayor explicación.
69

Estas tres dimensiones se encuentran presentes en toda la producción intelectual de


Masferrer. Y como se ha dicho en la introducción a esta tesis, la obra intelectual va desde
1893 hasta 1932. De ahí que encontremos en su primer libro, Páginas de 1893 elementos
de lo que hemos llamado las tres dimensiones intelectuales. Lo mismo puede decirse, con
conocimiento de causa de las demás obras de Masferrer. Pero como en este capítulo solo
se trata de hacer mención de este dato, se anuncia que esto se profundizará en el
Capítulo Tercero de esta investigación.

5.2. La obra filosófica vitalista de Masferrer

Aunque el pensamiento filosófico vitalista de Masferrer sea el objeto principal del tercero y
cuarto capítulo, en este apartado hacemos una presentación general de la obra que se
considera como el corpus textual masferreriano propiamente dicho.

El pensamiento filosófico vitalista de Masferrer se expresa en toda su obra intelectual.


Pero más concretamente se concentra en los artículos que escribió como editoriales del
periódico Patria; de ahí que Patria se convierte en la fuente principal desde la cual hay
que estudiar y analizar toda la obra intelectual de Masferrer. Ella nos da las pautas
fundamentales y las claves hermenéuticas para analizar su pensamiento filosófico y
político vitalista y la historia misma detrás del hombre que significó Masferrer para el país
y la región centroamericana.

A continuación se presenta un elenco de las obras de Masferrer que a nuestro juicio


constituye el corpus filosófico masferreriano. En este punto es importante recalcar que las
ediciones de los Artículos Vitalistas y del Libro de la Vida editados por Matilde Elena
López, como también los artículos de Patria editados con ese título por Pedro Geoffroy
Rivas, se han comparado exhaustivamente con los originales publicados en el Periódico
Patria editados directamente por Masferrer en 1928, 1929 y 1930 y se ha determinado
que aquellas ediciones son copia textual de los artículos originales publicados por
Masferrer.173

173
Estos artículos se encuentran en sendos tomos de la Colección Especial de Periódicos Antiguos en
propiedad del Museo Nacional de Antropología, David J. Guzmán (MUNA); colección que cuenta además,
con los tomos correspondientes a las publicaciones de Patria durante los años de 1935 a 1938, cuyo editor
corresponde al señor Alberto Trigueros Guerra. Por otra parte, se encuentran números individuales de
70

- Páginas, Clásicos Roxsil, Santa Tecla, 1996.

- Ensayo sobre el desenvolvimiento político de El Salvador (1901), aquí se


utilizará la edición publicada por Clásicos Roxsil, Santa Tecla, 1996.

- Leer y escribir (Escrita en Italia, en 1913, fue divulgada en San Salvador por el
diario La Prensa, en diciembre de 1915).

- El Dinero Maldito (ensayo, 1927). Obras Escogidas, Tomo II, Editorial


Universitaria, San Salvador, 1971.

- El Mínimun Vital (ensayo, 1929). Obras Escogidas, Tomo II, Editorial


Universitaria, San Salvador, 1971.

- El Libro de la Vida (Guatemala, 1932). En 1971, fue reeditado por Matilde


Elena López en las Obras escogidas de Alberto Masferrer, Editorial
Universitaria, San Salvador, 1971, Tomo II. Título con el que se publican diez
artículos de Masferrer que por el contenido que tratan y por denominación del
mismo autor,174 son cuestiones sociales y políticas que aquí las hemos
clasificado como Pensamiento Filosófico Vitalista.

- La Misión de América (1945) que son tres artículos de Masferrer publicados el


1, 2 y 3 de octubre de 1928. Asimismo se confronta con las primeras versiones
de este texto que Masferrer elaboró por primera vez a finales de 1923 y que
presentara como discurso de apertura de clases universitarias del año escolar
de 1924 en la Universidad de El Salvador con el título “La Nueva Cultura.”175

ediciones de este periódico correspondiente al año 1929 en el Depósito del Archivo General de la Nación en
el Palacio Nacional de El Salvador, pero corresponden a números ya organizados en las colecciones
especiales en propiedad del MUNA.
174
En el primer ensayo que denomina Pórtico, Masferrer dice “Deseo publicar en pequeños folletos y bajo el
nombre de “El Libro de la Vida” mis artículos y ensayos vitalistas. Este es el primero de la serie, y seguirán
los otros cuando sea posible”. Obras Escogidas, Op. Cit., p. 189.
175
Remito a la Revista La Universidad, Serie XIII-N° 1, julio-septiembre de 1924, pp. 2-8.
71

- Patria (artículos y editoriales recopilados por Pedro Geoffroy Rivas, San


Salvador, Ciudad Universitaria, 1960). En esta edición aparecen cincuenta y
ocho artículos de Masferrer.

- Colección de Artículos Periodísticos sobre el Vitalismo, editados por Matilde


Elena López, donde aparecen setenta artículos de Masferrer.

6. Recepción y valoración de la obra de Masferrer

En la línea de presentar una valoración de la obra de Masferrer, se quiere traer a cuenta


un artículo elaborado y publicado por Manuel Barba Salinas (1900-1956) en su libro
Memorias de un espectador.176 Este artículo fue escrito como ponencia para ser
presentada en privado a un círculo de intelectuales en 1935. Barba Salinas hace una
valoración muy acertada de la figura y obra de Masferrer. Desde mi punto de vista, estos
retazos del documento resumen magistralmente el tenor de la cultura en torno a Masferrer
pero que por las condiciones políticas militarizadas del momento, no fluía libremente. Con
este resumen se quiere presentar la valoración de la recepción del pensamiento filosófico
de Masferrer que en la síntesis de Barba Salinas, el espíritu de la cultura salvadoreña se
ha expresado en este pensador salvadoreño, como bien afirma, “los grandes hombres
encarnan las aspiraciones, las posibilidades, el espíritu de su pueblo en un momento dado
de la historia. Ellos son los condensadores de los anhelos informes e inconscientes de las
multitudes. Viven al ritmo de su tiempo y representan la parte noble y espiritual, la
levadura superior del pueblo de donde surgen.”177

Como bien afirma este autor, Masferrer produjo tres libros fundamentales para la vida de
nuestro país que por sí solos lo acreditan como un gran constructor social y como el más
iluminado pensador salvadoreño en cuanto atañe al estudio hondo de nuestros problemas
nacionales. Estos libros son Leer y Escribir, El Dinero Maldito y El Mínimum Vital. Para él,
estos tres libros constituyen “joyas literarias, cuyo valor [dice el autor] no pretendo glosar

176
Manuel Barba Salinas, Memorias de un espectador, Ministerio de Cultura, Departamento Editorial, San
Salvador, 1957; pp. 227-234.
177
Ibídem, p. 227.
72

en esta breve plática, el Maestro Masferrer plantea los tres problemas esenciales de la
nacionalidad salvadoreña, problemas que –al fin y al cabo– constituyen uno solo, el de
llegar a constituirnos en un pueblo auténticamente civilizado. Desanalfabetización,
Desalcoholización, Mejoramiento Social y Cultura. He aquí sintetizado en dos palabras los
problemas que Masferrer aborda en los libros mencionados.”178 Y continúa Barba Salinas:
Aparte de su extraordinario valor como obras literarias, escritas en un estilo
magistral, pongámonos a pensar lo que la solución de estos problemas
significaría para nuestra vida de nación independiente, para nuestro
porvenir en el rol de los países americanos, para nuestra salud física y
espiritual. Estoy seguro que no hay un solo salvadoreño de mentalidad
normal que crea que es bueno y justo que se mantenga la ignorancia en el
pueblo y no se hagan esfuerzos para alejarlo de la barbarie por medio de la
cultura. Estoy seguro que no hay un solo salvadoreño, ni aun de los que
están recluidos en el manicomio, que afirme que no es problema pavoroso
el del embrutecimiento de la raza por el alcohol. Y aun cuando haya
muchos ciegos y sordos, que no quieren que se procure al pueblo un
mejoramiento mínimo en lo económico, en lo sanitario, en lo cultural como
pretende el Mínimum Vital, no creo que haya un solo que se atreva
públicamente a decir que no conviene incorporar al pueblo a la civilización,
que es lo único a que tiende en resumidas cuentas la calumniada doctrina
del Mínimum Vital, tan comentada y vilipendiada por aquellos que jamás la
han leído y que por otra parte no la leerán nunca porque son analfabetos
en espíritu aun cuando conozcan más o menos el abecedario.179

Barba Salinas continúa su lectura de la figura y obra masferreriana afirmando que al final
de cuentas, la intelectualidad salvadoreña irá abriendo espacios a Masferrer y sigue
diciendo que:
Nuestra generación ha de encaminar sus pasos a fin de lograr que se
materialice el plan de Masferrer. A veces sorprende cómo fue de
incomprendido un hombre que sólo quería civilizar a su país. Queda uno
desconcertado al pensar cómo fueron tergiversadas sus enseñanzas y
cómo fue su persona de maltratada y humillada, de calumniada y ofendida.

178
Ibídem, p. 228.
179
Ibídem, p. 232.
73

Pero esta sorpresa desaparece cuando recordamos que ese ha sido el


destino de todos los constructores de pueblos, sobre todo de aquellos que
no adulaban a su tierra sino que querían construirla y mejorarla, en la
búsqueda eterna e inalcanzable de la felicidad.180

Ahora bien, en la posición oficialista, la figura de Masferrer, no ha podido ser ocultada; y


de hecho, quizá no haya habido ese interés, sino más bien su objetivo sea presentar el
Masferrer poeta, místico y bonachón. En ese sentido, la recepción intelectual en esta vía,
vaya en la línea de erigir monumentos, mausoleos y nombrar calles, colegios e institutos
de educación con el nombre de este insigne salvadoreño.

Para concluir este apartado se presentan datos sobre la forma de recepción que el
oficialista ha hecho de la figura y obra de Masferrer.

En este marco, los mausoleos de Masferrer fueron declarados Monumentos Nacionales


mediante decretos legislativos emitidos el 30 de agosto de 1949 y el 22 de noviembre de
1957. Este último ordenó la creación del "Cuadro Masferrer", situado al occidente del
cementerio de San Salvador, en un terreno expropiado por el Estado a don Víctor Manuel
Escobar, lugar donde ahora reposan los restos mortales de Masferrer.

Por otra parte, Masferrer ha sido motivo de varias emisiones postales nacionales, un
congreso panamericano de educadores, reunido en la ciudad brasileña de Río de Janeiro
(1949), lo designó como "Maestro de América", mientras que la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) lo escogió como el
cuarto autor latinoamericano cuya obra pretendía traducir al francés e inglés (marzo de
1950).

El 21 de octubre de 1982, la Asamblea Legislativa de El Salvador declaró a Masferrer


"Precursor de la Seguridad y Justicia Social en El Salvador". Aunque un decreto
legislativo del 11 de agosto de 1933, que ordena la recopilación y edición de la obra
masferreriana por cuenta del Estado salvadoreño hasta la fecha ha quedado sin efecto.181

180
Ibídem, pp. 227-233.
181
Remito a Anexo 3: Decretos relativos a homenajes dedicados a don Alberto Masferrer, pp. 298-301 de
esta tesis.
74

A lo largo del siglo XX, su legado de papeles y efectos personales ha sido reunido y
custodiado en San Salvador por el Instituto Masferreriano Salvadoreño (fundado en 1970)
y por el empresario privado José Panadés, hijo. Asimismo, el Archivo General de la
Nación, cuenta con el material misivo original que Masferrer enviara a su amante
Hortensia, material que constituye alrededor de trescientas cartas. Cuenta además con un
Fondo de documentos inéditos de Masferrer que en la actualidad se está transcribiendo
por cuenta del Archivo General de la Nación para el servicio del público en general.

Con el paso del tiempo, han ostentado su nombre la Sociedad de Maestros de Secundaria
de San Miguel; la Sociedad de Maestros de Santa Ana; el aula masculina de sexto grado
del Colegio Centroamericano (San Salvador, 10 de septiembre de 1953); un premio de
Ciencias Sociales en el Torneo Cultural Centroamericano de la Asociación de Estudiantes
de Derecho (Universidad de El Salvador) que se celebra anualmente; una medalla al
mérito magisterial de la Federación Nacional de Asociaciones de Padres de Familia de El
Salvador (1959), la biblioteca del Instituto "Nuestra Señora de Guadalupe" (Avenida
España, San Salvador) y el primer premio de ensayo del primer Certamen Cultural
Universitario, promovido por la Asociación de Estudiantes de Humanidades de la
Universidad de El Salvador (octubre de 1961).

También fueron bautizados con su nombre un proyecto internacional para erradicar el


analfabetismo (VIII Reunión del Consejo Interamericano para la Educación, la Ciencia y la
Cultura, febrero de 1976), un Proyecto Multinacional de Educación Integrada para Adultos
(Michoacán, México, 1977), sendas y calles en su localidad natal, la ciudad de Sonsonate,
Santo Tomás (departamento de San Salvador), de Puerto El Triunfo (departamento de
Usulután) y Jocoro (departamento de Morazán); dos avenidas de la Colonia Escalón y de
San Juan Nonualco (departamento de La Paz); la Asociación de Desarrollo Comunal
(ADESCAM, Alegría, departamento de Usulután) y la segunda planta de aulas en las
remodeladas instalaciones del Centro Cultural Salvadoreño (San Salvador, 19 de julio de
2001), una institución de enseñanza bilingüe fundada en 1955.

Además, su apellido ha servido para denominar a un Tercer Ciclo Nocturno en Aguilares;


un Instituto Nacional (Colonia Zacamil, San Salvador); a la desaparecida Ciudad Normal
(acuerdo y decreto ejecutivos 1227 y 31, del 26 de abril de 1950 y 28 de junio de 1971) y
su revista (mayo de 1951); una escuela parvularia de la Colonia Santa Rosa del Barrio El
75

Calvario (Cuscatancingo, departamento de San Salvador, junio de 1954); una universidad


privada (San Salvador, 1980) y varias escuelas urbanas situadas en Nueva San Salvador,
San Salvador, San Rafael Oriente, Centro Penal de Quezaltepeque, Barrio San José
(Olocuilta, departamento de La Paz), Alegría (inaugurada el martes 3 de febrero de 1959),
ciudad de Usulután, Barrio San Juan (ciudad de San Miguel) y Barrio La Fuente (San
Simón, departamento de Morazán). En realidad, la lista es casi interminable. Y ello indica
que la figura de Masferrer sigue dando sentido en algunos aspectos a esta parte del
mundo.
76

Conclusión

Para articular un pensamiento sistemático desde la perspectiva de las ideas filosóficas en


El Salvador, surge a la vista la necesidad de hacer presente un pensamiento que no es
nuevo, que lleva ya larga data y que casi cien años más tarde sigue dando qué hablar.

El Vitalismo impulsado por Masferrer que como bien lo dice éste, aunque no es un
pensamiento original, sí es un proyecto innovador y aglutinador de ideas en torno a la
justicia social, la tierra, los Derechos Humanos y la superación de la pobreza en un
espacio y tiempo determinados como fue la Centroamérica de principios del siglo XX.

En esta línea, cabe afirmar que una de las originalidades de Masferrer es el hacer
aplicable el Vitalismo en la praxis histórica y en concreto, en la vida política, es decir, en
los que habitan la polis. De ahí que encontremos que en el pensamiento filosófico de
Masferrer no haya simplemente un pensamiento filosófico especulativo, sino un
pensamiento filosófico que está orientado a la transformación de la realidad sociopolítica
salvadoreña y centroamericana.

En esta perspectiva es que se vuelve importante abordar de manera seria, renovada y


sistemática la obra de Masferrer. No obstante esto, hay otros elementos que son
fundamentales y por los cuales vale la pena estudiar a Masferrer. Uno de ellos va en la
línea de analizar las razones por las que los sectores políticos de corte conservador en El
Salvador (la Derecha salvadoreña y los sectores ultra conservadores de la sociedad) han
tenido como interés particular, sublimar el pensamiento social de Masferrer y destacar el
aspecto más idealista, poético y romántico del autor y ocultar la parte más social y
filosófica de su pensamiento; con lo cual ocultan el aspecto antropológico y realista del
Vitalismo masferreriano que busca concretar niveles de lucha por la tierra y la
emancipación del ser humano salvadoreño y centroamericano. Con ello se ha reducido y
caricaturizado la figura y obra filosófica de Masferrer.

Masferrer surge en el momento preciso en que las fuerzas sociales de El Salvador se


desplazan históricamente desde una perspectiva social e intelectual miserable a otra que
busca manifiestamente ser más humana. Es a saber que la lucha por la tierra y los
derechos a un mínimo para la vida, es una necesidad urgente porque han cambiado los
77

elementos intelectuales respecto de las ideas económicas y sociales de principios del


siglo XX.

Masferrer, por la influencia que ejerce en su época es considerado como uno de los
intelectuales más influyentes en Centro América. Ya que es el iniciador de una teoría con
implicaciones prácticas que revolucionaron la sociedad salvadoreña, a tal grado que en la
historia reciente de El Salvador pueda hablarse de un antes y un después de 1932. Es
importante, por tanto, hacer una relectura de la obra de Masferrer, haciendo una especie
de arqueología histórica para ver desde aquello que se ha desechado, qué es lo que
puede generar nuevas ideas que iluminen la actual realidad que vive El Salvador.

Masferrer vio la situación de los pobres indígenas y campesinos de su tiempo,


maltratados por la vida que las estructuras de poder de la sociedad les forzó a vivir. Y,
desde el sentido común, como base de un conocimiento distinto de la realidad, descubre
que dicha realidad necesita ser transformada para que sea una realidad que genere vida
a los seres humanos. Es así que Masferrer también descubre que ese sentido común
provee ciertas bases para la transformación de la realidad al evidenciarla como tal. Por
tanto, hay que analizar el contexto social, político, económico y filosófico en que vivió este
pensador. Es lo que se verá en el segundo capítulo.
78

CAPÍTULO SEGUNDO

Alberto Masferrer y el contexto histórico 1880-1932

El contenido del Capítulo Segundo es de carácter histórico. En él se busca situar la obra


intelectual de Alberto Masferrer en el contexto social, político, económico y filosófico.

Para nuestra investigación se toma como delimitación temporal la época comprendida


entre los años de 1880 a 1932, porque en este periodo El Salvador vivió un tiempo de
lucha crucial para la construcción de la identidad nacional. De ahí que los hechos que
ocurren entre ambas fechas constituyen un hito en la historia salvadoreña.182 La primera

182
Estudios de gran importancia al respecto que fundamentan esta hipótesis son los elaborados por el
historiador Carlos Gregorio López Bernal. El primero es titulado: Tradiciones inventadas y discursos
nacionalistas: El imaginario nacional de la época liberal en El Salvador, 1876-1932. Editorial Imprenta
Universitaria, San Salvador, 2007. El segundo es titulado: “Las reformas liberales en El Salvador y sus
implicaciones en el poder municipal, 1871-1990”, en Revista La Universidad, Nueva Época, N° 1, mayo-junio,
Editorial Universitaria, San Salvador, 2008, pp. 71-107. El tercer estudio de este autor es de reciente
publicación denominado: Mármoles, Clarines y Bronces: Fiestas cívico-religiosas en El Salvador, siglos XIX-XX,
Editorial Universidad Don Bosco, San Salvador, 2011. La investigadora Patricia Alvarenga también tiene un
trabajo importante al respecto: Cultura y ética de la violencia, El Salvador 1880-1932, Dirección de
Publicaciones e Impresos, CONCULTURA, San Salvador, 2006. Véase también Jeffrey L. Gould y Aldo Lauria
Santiago, 1932, Rebelión en la oscuridad, Revolución, represión y memoria en El salvador, Museo de la
Palabra y la Imagen, Ediciones Museo de la Palabra y la Imagen, San Salvador (sin año de edición). Otro
trabajo de gran importancia es el elaborado por Aldo Lauria Santiago: Una República Agraria, Los
campesinos en la economía y la política de El Salvador en el siglo XIX; CONCULTURA, DPI, San Salvador, 2003.
Véase también de Víctor Hugo Acuña Ortega: Historia General de Centroamérica Las Repúblicas
Agroexportadoras (1870-1945), FLACSO, 1994; Tomo IV. Everett Alan Wilson: La Crisis de la integración
nacional en El Salvador, 1919-1935, CONCULTURA, 2004; Roque Dalton: Miguel Mármol, Los sucesos de
1932 en El Salvador, Editorial Universitaria Centroamericana, EDUCA, Costa Rica 1972; Patricia Parkman:
Insurrección no violenta en El Salvador; CONCULTURA, San Salvador, 2003; Thomas R. Anderson: El Salvador,
Los sucesos políticos de 1932, Editorial Universitaria Centroamericana, EDUCA, Costa Rica 1982; Juan Mario
Castellanos: El Salvador 1930-1960, Antecedentes históricos de la guerra civil, Biblioteca Popular, DPI, San
Salvador, 2002; Rafael Guidos Véjar: El Ascenso del militarismo en El Salvador, UCA Editores, San Salvador,
1980; Rafael Menjívar: Formación y lucha del proletariado industrial salvadoreño, UCA Editores, San
Salvador, 1979; Luis René Cáceres (Compilador): Lecturas de Centroamérica, publicación realizada por el
Banco Centroamericano de Integración Económica, BCIE, Editorial Universitaria Centroamericana, EDUCA,
sin fecha. Otro estudio importante que puede ayudar a la comprensión de la temática es el de Luis
Alvarenga denominado: Roque Dalton: La radicalización de las Vanguardias, Editorial Universidad Don
Bosco, San Salvador, 2011.
79

fecha implica las reformas constitucionales llevadas a cabo indistintamente por gobiernos
conservadores y liberales; marcando los inicios de la república agroexportadora que ha
llegado incluso hasta finales del siglo XX.

Se ejecutan en torno a la misma fecha la eliminación legal y la transformación de facto del


modo de tenencia de la tierra que durante más de tres siglos mantuvo la convivencia de
clases sociales en la región, que más tarde se convirtió en los límites geográficos de El
Salvador: tierras comunales y ejidales y la hacienda. El proceso de eliminación del tipo de
tenencia de la tierra llevada a cabo relativamente en pocos años, provocó que
comunidades indígenas y campesinas llevaran a cabo insurrecciones locales violentas en
el occidente del país. Asimismo, durante esta época se mejoraron sustancialmente las
vías de comunicación, introduciendo el ferrocarril y una compleja red de carreteras que a
la vista de propios y extraños, representaba un desarrollo político y administrativo
importante en la región centroamericana.

La segunda fecha comprende el final de los regímenes autoritarios comenzando por la


dinastía de los Meléndez-Quiñónez;183 asimismo tiene presencia por primera vez en la
historia del país la expresión de un gobierno de mucha apertura como fue el de Pío
Romero Bosque (1927-1931), quien al final de su administración cede el gobierno a Arturo
Araujo, que es considerado el primer gobierno elegido de manera soberana en una
elección conocida como la primera elección libre llevada a cabo en El Salvador. En esta
época, concretamente en 1929, se sufrió la depresión económica más crítica que los
estadounidenses han padecido en el siglo XX. Ésta tuvo efectos negativos a nivel
mundial, y, particularmente para El Salvador, ya que modificó el quehacer social, político,
económico y militar en esa época. Sucede también una de las mayores masacres en
Latinoamérica que militares y grupos de poder hayan ejecutado en contra de indígenas,
campesinos y obreros. Hecho que fue llevado a cabo, sobre todo, en el occidente de El
Salvador, en los primeros meses de 1932. Asimismo en esta época dio inicio una de las
dictaduras más fuertes y representativas sufridas por los salvadoreños, la del General
Maximiliano Hernández Martínez, que inicia con la masacre de indígenas, campesinos y
obreros de 1932 y finaliza en 1944 con el derrocamiento de esta dictadura, gracias a la

183
Se denomina Dinastía Meléndez-Quiñónez a una serie de periodos presidenciales ejercidos en El Salvador
por miembros de una familia acaudalada. Este periodo inicia en 1913 y finaliza en 1926. En el apartado 2.3
La dinastía de los Meléndez-Quiñónez, de este capítulo se dan más detalles.
80

breve unidad de todos los sectores de la sociedad salvadoreña.184 Los efectos de aquella
masacre y del martinato, como se le conoce a esta dictadura, aun están presentes en la
impunidad y la violencia que padece El Salvador a casi setenta años de derrocada aquella
dictadura y a ochenta años de sucedida la masacre.

Por último, es en este periodo en que Masferrer da forma y desarrolla su potencial e


incidencia intelectual concretada en su movimiento vitalista cuya mayor expresión de
lucha por mejorar la cultura y la sociedad salvadoreña se lleva a cabo en la época que se
desempeña como editor del periódico Patria, entre 1928 y 1930.

En el periodo que va de 1880 a 1932 hay poco más de cincuenta años de historia que
vive El Salvador y que marca radicalmente lo que este país ha sido durante el resto del
siglo veinte y principios del siglo veintiuno.

Como no es posible hacer una historia exhaustiva de esta época, cosa que tampoco es
objeto de esta investigación, sin embargo, se analizará en ella un hecho importante que, a
su vez, tiene tres acontecimientos que han marcado el devenir histórico de El Salvador. El
hecho lo constituye las reformas liberales de 1880 en El Salvador y los tres
acontecimientos históricos son: a) las reformas constitucionales que generan el cambio
legal y de facto del modo de tenencia de la tierra; b) el triunfo y consolidación del sistema
agroexportador como fundamento del Estado moderno salvadoreño, y, c) la masacre de
campesinos y obreros llevada a cabo en 1932.

Estos tres acontecimientos serán analizados e interpretados como parte del proceso que
explica la razón de ser de la sociedad salvadoreña en la actualidad y dan razón de lo que
significa para la historia salvadoreña, la existencia del pensamiento y accionar de
Masferrer. Por tanto, lo que hemos dado a llamar como el pensamiento filosófico de
Masferrer, se ancla en el devenir histórico salvadoreño marcado por el hecho de las
reformas liberales y los acontecimientos ya mencionados.

184
Se utiliza el adjetivo “representativa”, para caracterizar la dictadura militar de Maximiliano Hernández
Martínez, en la línea en que Erick Ching se refiere a la misma en su artículo “El Levantamiento de 1932”,
donde afirma que lo trágico y horrible del asesinato de miles de seres humanos acaecidos en 1932, es uno de
los peores episodios de represión estatal en la historia moderna de América Latina “lo cual resultó en 50 años
de dictadura militar, el más largo capítulo de ininterrumpido control militar en la historia moderna de
Latinoamérica”. Sajid Herrera, (Coordinador), El Salvador: Historia mínima 1811-2011, Secretaría de
Cultura de la Presidencia, Editorial Universitaria, San Salvador, 2011, p. 64.
81

Asimismo, se presenta en este capítulo el contexto filosófico en el que se enmarca la


figura y obra de Masferrer. Por eso es importante abordar el positivismo y el liberalismo en
El Salvador; ambos constituyen la veta más importante del pensamiento filosófico en el
cual se engasta el vitalismo masferreriano.

2. Las Reformas liberales en El Salvador

El contexto histórico inicial en el que se ubica el vitalismo de Masferrer corresponde a los


inicios del modernismo en Hispanoamérica185. En esta perspectiva, “la modernidad, es
decir el proceso de secularización y racionalización de las sociedades latinoamericanas, si
bien se emprende siguiendo el modelo europeo, tiene características que lo hacen
irreducible a estos últimos: vinculación dependiente y subordinada al sistema mundial;
atraso de la infraestructura productiva; la marcada vigencia de las estructuras de poder
del antiguo régimen heredadas del período colonial; y, finalmente, el agente
modernizador, la fracción liberal de la élite criolla.”186 En este marco general es que debe
analizarse el periodo liberal salvadoreño y el pensamiento filosófico de Masferrer.

4.4. Las Reformas liberales y su fundamentación filosófica

Los mayores exponentes del liberalismo salvadoreño187 se adherían a las corrientes de


pensamiento inglés, cuyo objetivo era, como tendencia normal en todo grupo social
dominante, la centralización del poder político, económico e ideológico. Al respecto, López
Bernal afirma que “las reformas liberales se consideran como la culminación del proceso
de la centralización del poder y del Estado. Generalmente este período se prolonga hasta

185
El modernismo es un movimiento cultural que implica una renovación artística y religiosa de finales del
siglo XIX y principios del XX. Su área de influencia fue Europa y América. En Hispanoamérica, el
modernismo también tuvo mucha incidencia en el ámbito político. Cfr. F. Ferrater Mora, “Modernismo” en
Diccionario de filosofía, Tomo III, Ariel, Barcelona, 2001, pp. 2334-2335.
186
Ricardo Roque Baldovinos, “El modernismo hispanoamericano como modernidad estética”, Revista
Realidad, N° 43, Enero- Febrero; UCA Editores, San Salvador, 1995; p. 230.
187
Entre los más importantes se puede citar a Rafael Zaldívar (1834-1903), Francisco Menéndez (1830-1890),
Rafael Antonio Gutiérrez (1845-1921) quienes también fueron presidentes de El Salvador e impulsaron las
reformas liberales en este país. Asimismo, en cuanto a políticos y científicos salvadoreños sobresalen David J.
Guzmán (1846-1927) y Francisco E. Galindo (1850-1896).
82

finales del siglo XIX e incluso hasta el levantamiento de 1932, al cual se ha visto como
manifestación de la crisis del estado liberal salvadoreño.”188

La filosofía que está de base en el liberalismo es la de John Locke.189 Locke es quizá el


más importante de los teóricos del liberalismo como doctrina política y económica que
defiende la libertad del individuo y la necesidad de que la sociedad y el Estado se
sometan a los intereses individuales de quienes la conforman.

Para Locke, el ser humano tiene derechos naturales, derecho a la vida, a la libertad y a la
propiedad privada. En consecuencia la propiedad privada es importante también para la
concepción liberal salvadoreña; supone en el fondo, una limitación a las pretensiones de
las clases aristocráticas terratenientes ya que nadie puede reclamar justamente el
derecho a la propiedad de aquello que no es trabajado ni produce ningún rendimiento
económico. Por lo que si alguien no hace trabajar sus grandes extensiones de tierra,
como era el caso de las tierras ejidales y tierras comunales en El Salvador, no puede
legítimamente reclamar la propiedad sobre las mismas. Porque como principio, solamente
el trabajo productivo otorga el derecho a la propiedad.

Ahora bien, la acumulación indefinida de propiedad genera una consecuencia inevitable:


la sociedad se divide en dos clases, los que acumulan cantidades exorbitantes de
propiedad de la tierra y aquellos que apenas tienen su fuerza de trabajo que vender. Se

188
C.G. López Bernal, “Las reformas liberales en El Salvador y sus implicaciones en el poder municipal, 1871-
1990”, en Revista La Universidad, Nueva Época, N° 1, mayo-junio, Editorial Universitaria, San Salvador, 2008,
p. 72.
189
John Locke, 1632-1704, pensador inglés considerado el padre del empirismo y del liberalismo moderno.
Influenció el pensamiento posterior con su empirismo hasta desembocar en el escepticismo de Hume. Tras
algunas vicisitudes en el mundo de la política internacional, que le valieron no pocos problemas, Locke volcó
la experiencia de su vida intelectual en dos obras cumbre: Ensayo sobre el entendimiento humano (1690) y
Pensamientos sobre educación (1692).
Su teoría del conocimiento o epistemología, no cree en la existencia del innatismo ni en el determinismo
sino que considera el conocimiento de origen sensorial, por lo que rechaza la idea absoluta en favor de la
probabilística matemática. Para Locke, el conocimiento solamente alcanza a las relaciones entre los hechos,
al cómo, no al por qué. Por otra parte cree percibir una armonía global, apoyado en creencias y supuestos
evidentes por sí mismos, por lo que sus pensamientos también contienen elementos propios del
racionalismo y el mecanicismo. Cfr. Johannes Hirchberger, Historia de la filosofía, Tomo Segundo, Editorial
Herder, Barcelona, España, 1975.
83

consagra así la desigualdad y con ello el conflicto y la lucha de clases. Y, para solucionar
ese conflicto es necesario, desde la perspectiva de Locke, el contrato social. Lo que
implica constituir una autoridad por consenso libre que garantice el orden y la convivencia.

Esta filosofía liberal es la que condiciona a los intelectuales decimonónicos en El Salvador


que ejecutan las reformas constitucionales que subvierten el orden establecido durante
más de trescientos años de vida social, política y económica.

Como sostiene López Bernal, aunque el dominio de los liberales era evidente durante las
últimas dos décadas del siglo XIX, el peso de la religión aún se hacía sentir. No obstante,
el poder eclesiástico, más ideológico que económico no estaba en condiciones de detener
el avance liberal. Incluso antes en la década de 1860, el gobierno de Gerardo Barrios se
caracterizó por el clima de enfrentamiento con el clero que dio lugar a la enseñanza laica
y a la separación entre Iglesia y Estado; sin embargo, con la derrota de Barrios y el
ascenso al poder de Francisco Dueñas la Iglesia recuperó en buena medida su poder.190

No obstante, un poder tan grande como era el que detentaba la Iglesia católica,
domeñarlo fue de carácter estratégico para los liberales y con ello ponían la base de algo
mucho mayor que estaba por venir:
La decisión estatal de imponer su autoridad sobre la Iglesia fue más bien
política que económica. La Iglesia salvadoreña no tenía riqueza tan grande
como la de Guatemala, pero ejercía una fuerte influencia en la población,
principalmente entre aquellos que serían más afectados por las reformas.
El hecho de que los liberales pudieran someter al clero hacía ver al resto
de la población, especialmente a los indígenas, la fuerza que el Estado
poseía. Si este era capaz de enfrentar y someter un poder tan antiguo, no
había razón para creer que no podría hacer lo mismo con otros grupos
sociales.191

En realidad, las medidas tomadas por los liberales en contra de la Iglesia tenían objetivos
más ambiciosos; con ellas se buscaba una progresiva secularización de la sociedad

190
Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, Op. Cit., p. 65. Asimismo, Víctor Hugo Acuña, se refiere
en los mismos términos a este hecho. Cfr. Historia general de Centroamérica; Las Repúblicas
Agroexportadoras (1870-1945), FLACSO, Tomo IV, pp. 58-59.
191
C. G. López Bernal, Op. Cit., p. 66.
84

salvadoreña. Según los liberales, la religión debía dejar de ser considerada un factor de
unificación política del pueblo. La unidad política se fundaba ahora en la comunidad de
intereses políticos. Sólo así, los ciudadanos se sentían parte de una comunidad política
porque ella representaba para todos la garantía y el instrumento esencial del bien común.
Estos cambios exigían modificar la educación, oficializándola y convirtiéndola en una
educación laica. En esta línea, López Bernal afirma que en 1874 Francisco E. Galindo
publicó su Cartilla del Ciudadano, un documento muy importante para entender la
posición liberal sobre el tema de la ciudadanía y el papel que asignaba a la educación en
la sociedad que estaban construyendo. “La Cartilla fue texto de enseñanza obligatoria en
las escuelas. Galindo expresaba: Es necesario, pues, emprender una campaña más
gloriosa que la de la independencia: la educación republicana de las masas. Los próceres
americanos nos dieron una patria libre y nosotros debemos formar un pueblo libre.”192

López Bernal cita, en la perspectiva educativa, el estudio que David J. Guzmán hizo en
1886, en el cual pone en evidencia la crítica realidad en la que estaba la educación
salvadoreña.
Las conclusiones del estudio que David J. Guzmán hizo en 1886 no fueron
muy halagadoras; según sus cálculos la población analfabeta alcanzaba el
80%. Esta situación era alarmante para un intelectual que cifraba sus
esperanzas de desarrollo del país, precisamente en la educación.
“¡479,217 ignorantes es una cifra terrible para un país que pretende
marchar por el camino del adelanto!” (…) Buscando elevar el nivel
educativo propuso un impuesto del 1% al valor de la propiedad territorial.
Lo recaudado sería destinado exclusivamente a educación y agregado a la
suma ya establecida al efecto en el presupuesto ordinario. Según Guzmán,
de este modo, se tendrían los 300,000 pesos que se necesitaban para
mejorar el sistema educativo. Sobra decir que su propuesta nunca fue
considerada seriamente.193

En esto puede verse que la tarea educativa del Estado liberal era inmensa, sobre todo,
teniendo en cuenta que no existían condiciones económicas ni infraestructurales para
echar adelante esa labor.

192
Ibídem, p. 67.
193
Ibídem, p. 72.
85

A partir de Zaldívar,194 el Estado trató a los indígenas como individuos aislados, anulando
su fuerza como etnia. En este proceso los cambios en el régimen de tenencia de la tierra
y las formas de reclutamiento para el ejército fueron fundamentales. En esta línea, López
Bernal afirma que:
En la medida en que se lograba el sometimiento de la Iglesia y se anulaba
el poder de las comunidades indígenas el Estado se fortalecía y
consolidaba. Así, los indígenas, que antes consideraban a aquellas
corporaciones como intermediarios que, de algún modo frenaban la
intervención y los abusos de los gobernantes y los ladinos, fueron
obligados a reconocer en el Estado un poder político superior, cuya
legitimidad se originaba en un orden constitucional muy poco propicio a
ellos.195

En este período, según el pensamiento positivista,196 era necesario que el Estado se


convirtiera en impulsor decidido del progreso. Al respecto, la investigadora Patricia
Alvarenga afirma que “en caso de que algún grupo o sector social obstaculizara el camino
hacia el progreso, el Estado debería imponerlo, de ser necesario, con mano de hierro.” 197
Por su parte, López Bernal dice que por primera vez fue posible impulsar un proyecto en
el cual la mayoría de los propietarios y hombres de orden, como llamó Zaldívar a quienes
lo eligieron, estaban de acuerdo. El fortalecimiento del Estado, el desarrollo de una
infraestructura básica (carreteras, puertos, telecomunicaciones, etc.) y la modernización
del sistema legal llegaron a ser los puntos más importantes en la agenda de los
gobernantes.198

La consolidación de los liberales en el poder permitió que por primera vez, el Estado
salvadoreño pudiera reivindicar plenamente su soberanía, tanto a nivel centroamericano
frente a Guatemala, como en el interior mismo de su territorio. De acuerdo con el
proyecto liberal era necesario dotar al Estado de los elementos que le permitieran
194
Rafael Zaldívar (1834-1903), fue presidente de El Salvador de 1876 a 1885, y, durante su administración
se llevó a cabo la extinción de tierras ejidales y comunales.
195
C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, pp. 68-69.
196
Estas son las posturas de liberales ilustrados como Francisco E. Galindo y David J. Guzmán. Cfr. A.
Bonilla, Ideas Económicas en Centroamérica ilustrada 1793-1838; 1ª Edición, FLACSO, Programa El
Salvador, San Salvador, 1998, pp. 122-126.
197
Patricia Alvarenga, Cultura y Ética de la Violencia, p. 35.
198
Cfr. C. G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, p. 69.
86

visualizar y controlar al conjunto de la población, y a la vez inculcar en ella el


pensamiento progresista promovido por la clase gobernante. Es en ese sentido que
deben considerarse, por ejemplo, la creación de la Oficina de Estadística, la realización
de censos de la población y la creciente promoción de celebraciones cívicas.199

4.5. La abolición de las tierras comunales y ejidales200

David Browning es, a mi juicio el investigador que mejor estudia el proceso de abolición
de las tierras comunales y ejidales, no sólo porque confronta el hecho con los decretos
oficiales como fuente principal, sino porque también analiza el hecho en el contexto social
y político de la época, enmarcándolos en la perspectiva histórica, desde la época
precolombina hasta la época contemporánea.201

Como Browning afirma, al contrario del lento e inseguro crecimiento del cultivo de añil, el
café producía recompensas considerables, inmediatas y efectivas a los cafetaleros
capaces de obtener la mayor cantidad del grano al más corto plazo. Después de los
primeros intentos de transformar la actual estructura de la tenencia de la tierra con fines
comerciales, un gobierno de cafetaleros tomó la decisión de abolir todo aspecto de
tenencia, uso o asentamiento del hombre que pudiera obstaculizar el rápido
establecimiento de plantaciones de café.202

Como era de esperar, el resultado principal de esta decisión fue la abolición de la


posesión comunal de la tierra a favor de la propiedad individual. Postura coherente con

199
Cfr. Ibídem.
200
El ejido, es el nombre con el cual, los españoles llegados a América, denominaron a las extensiones de
tierras destinadas al uso común de las comunidades indígenas. La administración de estas tierras estaba bajo
los dirigentes indígenas, los caciques. Los ejidos eran reconocidos legalmente por el sistema político y
administrativo, como la organización legítima de posesión de las tierras. Este sistema protegió la propiedad
indígena de usurpadores ladinos y españoles.
201
David Browning, El Salvador, la tierra y el hombre, Dirección de Publicaciones, MINED, San Salvador,
Segunda Edición, 1982. Browning desarrolla su investigación de 1965 a 1967, y publica los resultados y
hallazgos de la misma en 1971, en su libro titulado: El Salvador Landscape and Society, Oxford University
Press, Londres. En esta obra, Browning, inicia su estudio presentando los elementos históricos salvadoreños
que constituyen los antecedentes de este país y que llevan al proceso de eliminación de las tierras ejidales y
comunales, como es el contexto agroexportador que las elites salvadoreñas emprendían en la época, habiendo
comenzado por el cultivo y exportación de cacao y añil, pasando por el desarrollo agroexportador basado
luego en el café, y más tarde en el algodón y la caña de azúcar.
202
Cfr. Ibídem, p. 290.
87

los principios de la filosofía liberal. Esto fue iniciado con una serie de decretos que se
aprobaron en corto tiempo. El gobierno procuró desarticular la estructura agraria que
había evolucionado gradualmente durante alrededor de tres siglos y sustituirla con un
sistema fundado exclusivamente en la propiedad privada de la tierra, y lo que es aún más
importante, a base de un concepto que consideraba a la tierra y a sus habitantes como los
recursos capitales que debían emplearse con eficacia, para entramar las fortunas
personales. Este concepto era completamente extraño al agricultor salvadoreño cuya
actitud hacia la tierra y su ciclo recurrente de siembra y cosecha, estaba aún arraigado en
su pasado indígena. Entretanto, en la parte oficial, la prisa por la reforma de la tierra y la
impaciencia con que se decretó, impidieron que se tuviera en cuenta el carácter complejo
del sistema que se destruía y los problemas que creaba su destrucción.

La perspectiva que Browning ofrece cuando se discuten los problemas agrarios,


económicos y sociales de muchos países latinoamericanos, en relación con sus sistemas
de tenencia de la tierra, de su uso y de la conveniencia de reformar dichos sistemas, la
política nacional de la tierra en El Salvador durante la última parte del siglo diecinueve,
proporciona un valioso estudio comparativo. La documentación detallada de esta
temprana reforma de la tierra aporta uno de los pocos ejemplos de América Latina de una
política premeditada para cambiar el uso y la tenencia de la tierra de una nación, antes de
que se hubiera empleado el término reforma agraria en su sentido moderno. Estamos
asistiendo, por tanto, a la organización de un gobierno que se ha formado para
revolucionar la función de la tierra que controla y aplica los resultados de esta
revalorización en un país donde los conceptos que se tenían de la tierra estaban
profundamente arraigados a la experiencia del pasado.203

Como práctica recurrente, el cultivo del café fue el único criterio para la reivindicación de
la tierra del ejido. Condición indispensable para adquirir una parcela de tierra era que por
lo menos, dos tercios de ella debían dedicarse al café, un año después de haberlo
cercado.204 Más tarde se estipuló que cualquier persona que tuviera un tercio de su tierra
plantada de café podía solicitar ser dueño en lugar de arrendatario, mientras que los que
no habían plantado café perdían toda reclamación de la propiedad.205 Con el tiempo se
anuló el derecho de la municipalidad de adjudicar las partes de los ejidos que estaban
203
Cfr. Ibídem, p. 293.
204
Decreto Gubernativo, D.O. 1° de diciembre de 1856, citado por Browning, Op. Cit., p. 297.
205
Acuerdo Gubernativo, D.O. 7 de septiembre de 1858; citado por Browning, Op.Cit., p. 298.
88

plantadas de café y se le permitía que subastara cualquier tierra que se usara para pastos
de ganado.206 Un informe municipal indica que hacia 1879, el ejido había sido ocupado
prácticamente por completo y que los ocupantes se consideraban sus dueños sin la
obligación de pagar renta: de una superficie total de 8,000 manzanas, 1,612 se
arrendaban por una renta total de 4 reales cada una y 5,998 a 2 reales cada una, pero la
recaudación total de la municipalidad se estima en 21 reales.207 Se reconoció oficialmente
la situación en 1880 y el gobierno convino en “revocar permanentemente cualquier
reivindicación de la tierra ejidal que estuviera ocupada en la actualidad.”208

En esta misma perspectiva, después de que Zaldívar accede al poder y gracias a que
contaba con experiencia de primera mano de los cambios económicos y agrícolas que los
plantadores de café habían producido en Guatemala, el recién estrenado gobierno
salvadoreño estaba impaciente por reformar lo que estimaba como un sistema arcaico e
ineficaz del uso de la tierra y alcanzar rápidamente la situación que consideraba la mejor:
“para ver todo nuestro campo transformado en propiedades agrícolas que produzcan los
valiosos frutos del azúcar, café, cacao, tabaco y añil junto con abundancia de cereales.” 209
Asimismo,
Entre 1879 y 1881 se aprobó una serie de leyes cuyo primer fin fue la
legislación de la naturaleza del uso de la tierra en los ejidos y tierras
comunales de todo el país y entonces, cuando se comprendió la magnitud
del problema, se originó la abolición de todos los sistemas de tenencia de
la tierra común. En los años siguientes se intentó cambiar y regular la
naturaleza de la vida y de los asentamientos rurales. Aunque ante todo el
gobierno estuvo interesado en las tierras comunes de las tierras altas
centrales del país, con el tiempo se puso en vigor la legislación a nivel
nacional, y eso afectó el estado legal de las tierras comunes y de las
formas de vida rural de toda la República.210

206
Decretos Gubernativos, 5 de de mayo y 1° de octubre de 1862, Legislación Salvadoreña del Café, 8, 10;
citado por Browning, Op.Cit., p. 298.
207
“Informe de la Gobernación del Departamento de La Libertad”, D.O. 4 de noviembre de 1879. Citado por
Browning, Op. Cit., p. 298.
208
Acuerdo Gubernativo, D.O. 2 de julio de 1880. Citado por Browning, Op. Cit., p. 298.
209
Editorial D.O. 30 de agosto de 1878; citado por Browning, Op.Cit., p. 302.
210
Browning, Op. Cit., p. 302.
89

De ahí que una iniciativa surgida en uno de los pueblos de la periferia de San Salvador,
fue el detonante que inicia la revolución del tradicional modo de tenencia de la tierra en El
Salvador para finales del siglo XIX. Ya que “el resultado fue un decreto de marzo de 1879
que repetía y ampliaba la resolución adoptada en Mejicanos y lo aplicó a escala nacional,
con el objetivo primordial de garantizar la propiedad privada y eliminar los obstáculos para
su transferencia libre.”211

Puede concluirse entonces que el informe de 1879, presentado en parte en la cita


anterior,212 representa un dato detallado de cómo los campesinos de El Salvador
consideraban la tierra en que vivían. El cuadro resultante refleja una complejidad de
actitudes; la subsistente conciencia indígena de la comunión del hombre con la tierra, la
huella del concepto español de la función cívica del patrimonio común, junto con el
reconocimiento de los derechos de los individuos a tener y a arrendar propiedad y la
influencia de las nuevas actitudes que consideraban la tierra exclusivamente como un
recurso para crear riqueza nacional mediante la ardua labor de individuos que la
trabajaban para su provecho personal. Esto habrá que analizarlo, desde la eliminación de
las tierras ejidales y comunales con otra perspectiva, teniendo en cuenta las valoraciones
culturales al respecto y la influencia de la calidad de la propia tierra y la consecuente
atracción del hombre hacia las zonas más fértiles y la competencia por ellas. 213 Sólo que
ahora, el cultivo de exportación se ha impuesto al cultivo de la sobrevivencia: granos
básicos.

Browning señala que la actitud de los ladinos hacia la tierra común fue distinta de la de los
indígenas. El concepto comunal era más débil y más fuertes las reclamaciones de la
propiedad individual. Los pueblos ladinos del departamento de San Vicente dan prueba de
ello; su vida comunal se había debilitado por la dispersión general de los agricultores a
pequeña escala por los distritos circundantes, cada uno de los cuales, cultivaba una
parcela de tierra de manera permanente y consideraba dicha parcela de su propiedad.214

211
Decreto Legislativo, D.O. 1° de marzo de 1879. Citado por Browning, Op. Cit., p. 306.
212
Ver citas N° 23 y 24.
213
Cfr. Browning, Op. Cit., p. 315.
214
Cfr. Ibídem, p. 330.
90

La conclusión oficial de cambiar el uso de las tierras comunes de manera furtiva, llegó a
su fin con un lacónico memorándum publicado en marzo de 1880: “Se ha decidido que es
imperioso convertir los ejidos en propiedad privada.”215

No cabe duda que el gobierno, coherente con los principios de la filosofía liberal, estaba
convencido de que el rápido desarrollo de la agricultura comercial sólo se lograría si la
tierra estuviera en manos de individuos, como propiedad privada. En esta misma época,
el gobierno preparó un plan para la creación de una Oficina de Registro donde se
pudieran legalizar las reivindicaciones de la tierra y un establecimiento bancario para
extenderles crédito a los terratenientes privados.216

Como era lógico, las cosas seguirían su curso en vías de una mayor radicalidad. De ahí
que el decreto del 26 de febrero de 1881 fue en este aspecto una extensión lógica de
esta presión por cambiar el uso y la tenencia de la tierra. El preámbulo del decreto
establecía que: “La existencia de tierras bajo la propiedad de las Comunidades impide el
desarrollo agrícola, estorba la circulación de la riqueza y debilita los lazos familiares y la
independencia del individuo. Su existencia contraría los principios económicos y sociales
que la República ha adoptado.”217 De ahí que por estos motivos se abolió el sistema de
tierras comunales. Y el proceso fue así: El administrador de cada Comunidad recibió
órdenes de dividir toda la tierra común entre los miembros, basándose en el principio de
que todo aquel que la usara en calidad de comuneros, arrendatarios o individuos con otro
tipo de convenios, debían ser considerados como propietarios de la zona que ocupaban.
De un plumazo, el gobierno consideró abolida una forma de posesión de la tierra común y
se congratuló de haber destruido este sistema anticuado y perjudicial.218 El decreto oficial
lo dicta de la siguiente manera:
La Cámara de Representantes de la República de El Salvador,
CONSIDERANDO,

215
“Memoria presentado por el Ministerio de Gobernación” D.O. 24 de marzo de 1880. Citado por Browning,
Op. Cit., pp. 336-337.
216
Decreto Legislativo, D.O. 18 de mayo de 1881. Citado por Browning, Op.Cit., p. 337.
217
Acuerdo Legislativo, D.O. 26 de febrero de 1881. Citado por Browning, Op.Cit., p. 338. En su momento
se verá cómo Masferrer se opondrá a esta situación y dedicará, al menos un editorial de Patria denominado:
La Crisis del Maíz, hay que volver a los ejidos, en donde afirma que la necesidad de restablecer la tierra
comunal y ejidal es una necesidad urgente. Cfr. Editorial de Patria del 20 de diciembre de 1928.
218
Citado por Browning, Op.Cit., pp. 337-338.
91

1. Que la Agricultura es la fuente principal de vida y de prosperidad de la


Nación y que es la obligación de la Legislatura eliminar cualquier
obstáculo que se oponga a su desarrollo;
2. Que el obstáculo principal es el sistema de tierra comunal, que anula
los beneficios de la propiedad de las tierras más extensas e importantes
de la República, que se usan en la actualidad para formas de cultivos
menos intensivos, o que causa el abandono de la tierra debido a la
tenencias precaria e incierta los que la usan despojándoles del derecho
de desarrollar la dicha tierra;
3. Que las resoluciones aprobadas para abolir el sistema de tierras
comunales por métodos indirectos, no ha logrado el propósito que esta
legislación perseguía…

POR TANTO DECLARO QUE


Artículo 1. El sistema del ejido queda por tanto abolido en El Salvador…219

Es clara la conciencia y perspicacia de los oficialistas al decretar por la vía oficial el


fenecimiento de las tierras ejidales y comunales. Como también es claro el mecanismo de
expropiación que indica un reparto de tierras, con lo que se adelantan a los efectos
lógicos que una usurpación forzada podía desencadenar con expresiones generalizadas
de violencia desenfrenada por parte de las comunidades indígenas víctimas de la
expropiación. En el fondo el oficialismo pone un salvaguarda de la integridad física de los
que ejecutarían estos decretos, ya que en principio lo que manda a ejecutar dicho decreto
es a que se lleve a cabo un reparto y distribución de la tierra entre aquellos que la harían
producir.

Está claro, además, que un número pequeño de terratenientes adinerados extendió sus
propiedades a expensas de las tierras comunes, en particular en las tierras altas centrales
donde el panorama sufrió una transformación notable al ir concentrándose vastas áreas
en propiedades individuales, mientras que la mayoría de la población que había vivido

219
Browning afirma que la “Ley que abolía los ejidos fue aprobada el 2 de marzo de 1882. Por razones que se
desconocen, esta ley no apareció en el Diario Oficial, aunque se hace referencia a ella. El texto de la ley está
contenida en un Decreto Legislativo de 2 de marzo de 1882, en Alberto Mena, Recopilación de disposiciones
legales vigentes relacionadas con la Agricultura, Santa Tecla, 1904, p. 59”. Citado por Browning, Op.Cit.,
pp. 341-342.
92

siempre del cultivo y cosechas de granos básicos para su alimentación, fue desposeída y
quedó sin tierras. Pero una parte de la comunidad sobrevivió con los propietarios y
arrendatarios de granjas pequeñas y medianas.220

Y como el presidente Zaldívar había manifestado, la propiedad privada fue sinónimo de


uso más intensivo y eficaz de la tierra. Particularmente se logró la expansión del cultivo
del café: el valor de sus exportaciones aumentó de 2,9 millones de dólares en 1881, a
21,9 millones de dólares en 1916.221 De acuerdo a Browning:
La abolición de las tierras comunales fue seguida por una legislación cuyo
fin era controlar y reclutar a la gente que había sido desposeída: se
nombraron jueces agrícolas en cada pueblo, como se había declarado
legalmente, que debían confeccionar la lista de los jornaleros, organizar la
captura de los que se marchaban de las propiedades antes de cumplir sus
obligaciones y visitar las propiedades privadas para comprobar
regularmente las necesidades de mano de obra. Los funcionarios contaban
con el apoyo del ejército para llevar a cabo su tarea.222

Después de la abolición de los ejidos, se aprobó una legislación que permitía a los
propietarios privados expulsar a los arrendatarios y a los intrusos de sus tierras.223

El campesino, cuyos ancestros fueron indígenas, durante gran parte del siglo veinte y
quizá aun los de la actualidad, que ha venido a engrosar los hacinados tugurios de San
Salvador, es un desposeído que busca trabajo como jornalero en una finca o hacienda;
este agricultor continúa aferrado tenazmente a sus antiguas concepciones respecto de la
tierra y otras prácticas. Para muchos de ellos, la milpa, cultivada con métodos y aperos
rudimentarios de la que consigue una modesta cosecha de maíz, sigue siendo en muchos
casos, el nivel familiar de la actividad económica. Aunque se destruyó el concepto legal
de tierra común, muchos de los que habían contado con ella siguieron actuando de
acuerdo con su creencia en los derechos ancestrales de acceso a la tierra.224

220
Cfr. Ibídem, p. 349.
221
Ibídem, p. 352.
222
Decreto Legislativo, D.O. 17 de marzo de 1881; citado por Browning, Op.Cit., pp. 355- 356.
223
Cfr. Browning, Op. Cit., pp. 355-356.
224
Ibídem, p. 359.
93

Por su parte, López Bernal agrega el elemento del trabajo como un factor clave para el
desarrollo del cultivo del café. Según él se llegó a establecer que uno de los factores
decisivos para el desarrollo era el trabajo y que el atraso del país se debía a la actitud
tradicional y conformista que buena parte de la población tenía, pues no explotaba
debidamente las tierras que cultivaba. Así la decisión de eliminar los ejidos y las tierras
comunales fue calificada sumamente positiva. En esta perspectiva, trae a colación la
opinión de David J. Guzmán que se refiere al hecho en los siguientes términos:
Ha desaparecido, gracias al patriotismo de los legisladores de 1881 y del
gobierno del Dr. Zaldívar, la gran rémora de las comunidades, especie de
persona jurídica de la peor laya, que había hecho de la propiedad el
estancamiento del progreso agrícola, alejando de los campos á los
hombres de ciencia, de trabajo, de capital y de espíritu de empresa que es
el gran resorte sobre el cual se apoya el porvenir de estas ricas
comarcas.225

En esta perspectiva, continúa este autor, los liberales argumentaron que los derechos
ciudadanos colocaban a los indios en las mismas condiciones que los demás miembros
de la sociedad volvían innecesarios y obsoletos los mecanismos que anteriormente les
otorgaban un status especial. De ahí en adelante serían la capacidad individual y el
trabajo los elementos que propiciarían el avance o el estancamiento de cada individuo. 226

Por su parte, Lauria Santiago afirma que a pesar de que las intenciones del gobierno
nunca fueron muy claras y tenemos pocos documentos que describen cómo se redactó la
legislación para privatizar las tierras comunes, el objetivo era crear una clase de
campesinos y empresarios que impulsaran el desarrollo agrícola del país, especialmente
su sector exportador. El resultado, sin embargo, fue más complejo y contradictorio de lo
esperado. Terminó en una transferencia masiva de los derechos de propiedad en su
mayor parte a campesinos y pequeños agricultores pero también a la emergente elite
empresarial, especialmente mediante subasta o venta de extensiones de tierra ociosa a
inversionistas comerciales, hacendados y especuladores. La división de tierras
institucionalizó y volvió más rígido un sistema absolutamente defectuoso, pues estaba
basado en el uso de la tierra para la agricultura de subsistencia durante un período
225
David J. Guzmán, Apuntamientos sobre la topografía física de la República de El Salvador. Tipografía El
Cometa, San Salvador, 1883. Citado en López Bernal, Tradiciones Inventadas, pp. 48-49.
226
Cfr. López Bernal, Tradiciones Inventadas, p. 49.
94

cuando la agricultura comercial se encontraba en expansión y aumentaba la competencia


por los recursos.227

4.6. La rebelión armada, respuesta campesina ante la abolición del ejido

A finales del siglo diecinueve, la protesta por la abolición de las tierras ejidales y
comunales ya había tomado forma de rebelión abierta en contra de las autoridades, en la
búsqueda de erradicar dicha ley y volver al sistema de propiedad común de la tierra. En
esta perspectiva, Browning reconoce que ha habido por lo menos cinco incidentes
separados, lo que sugiere que cada uno de ellos era una protesta contra la conversión de
la tierra común en las plantaciones privadas del café. Por ejemplo, durante los disturbios
de 1898 hay informes de que se les cortó las manos a los jueces de tierras, responsables
de la asignación de tierras comunes como propiedades privadas.228 Pero hay una falta
casi completa de información oficial acerca de estas protestas consideradas como
verdaderas insurrecciones:
La siguiente lista de fechas de las insurrecciones: agosto de 1872, marzo
de 1875, agosto de 1880, enero de 1885 y noviembre de 1898; no se las
menciona en la prensa oficial de aquel tiempo, con excepción de la de
1880, a la que se refiere de pasada como una “conspiración abortada en
Ahuachapán”, seis meses después del acontecimiento. Cierto es que
ninguna de estas demostraciones pareció haber convencido al gobierno de
la necesidad de mejorar las condiciones del sector más pobre de la
población rural, o tomar en cuenta las reclamaciones de tierras de los
agricultores de subsistencia. Esto se logró con el levantamiento de 1932.229

Por su parte, Lauria Santiago admite que aunque hubo brotes de violencia no se trató de
un proceso mediante el cual se culpara a la elite terrateniente de tomarse las tierras
ejidales por la fuerza; sino que fue un proceso a diversos niveles que, más o menos,
siguió pautas sancionadas por ley, si bien con frecuencia desconcertantes. Aun cuando

227
Cfr. A. Lauria Santiago, Una República Agraria, p. 285.
228
Torres, Land and Settlement, 25. Citado por Browning, Op. Cit., p. 441.
229
D.O. 2 de enero de 1880. Cfr. Browning, Op. Cit., pp. 440-441.
95

las tierras iban a parar a manos de foráneos y estallaba la violencia, las demarcaciones
entre oligarcas y campesinos indígenas nunca fueron claras.230

Asimismo, este autor afirma que la llamada revolución liberal de 1871 en El Salvador no
fue una ruptura abrupta de las políticas de Estado o ideología, ni siquiera del modo de
hacer política. De acuerdo a esta postura, si se compara, por ejemplo, el gobierno de
Francisco Dueñas (1863-1871) con el de su sucesor “liberal”, Santiago González (1871-
1876), no hay mucha diferencia en lo que se refiere a la administración del Estado, la
participación política, el apoyo de pueblos y comunidades, la política económica, la
promoción de las exportaciones y así por el estilo. Al presidente Dueñas se le describe
con frecuencia como conservador, pero sus lealtades formales, sus planteamientos
ideológicos y sus políticas eran claramente liberales.231 De ahí que para este autor, las
leyes emitidas entre 1879 y 1882 sólo legitimaron la propiedad de facto. En las afueras de
Nueva San Salvador y Santa Ana, donde las elites y los campesinos ricos habían
desarrollado las más dinámicas economías cafetaleras, la tenencia de la tierra era segura
y prácticamente privada, a pesar de que la mayor parte de las fincas estaba ubicada en
ejidos municipales. Por ende, las tierras que se usaron inicialmente para las industrias del
café y el azúcar con pocas excepciones importantes, no fueron “arrancadas” de las
comunidades indígenas como aseguran algunos historiadores.232 Más bien, el crecimiento
de la producción cafetalera en la mayoría de lugares creó múltiples fronteras internas,
producto del desarrollo de baldíos y bosques de altura por medio de concesiones
gubernamentales o mecanismos de mercado.233

Los beneficios de la economía agro exportadora fueron monopolizados por un puñado de


terratenientes y comerciantes; lo que conllevó una desigualdad social que produjo un
abismo entre las clases ricas y pudientes y las clases pobres y desprotegidas. Esta
desigualdad social propició una etapa violenta que se expresó en gran opresión y
exclusión. Sin mecanismos efectivos de participación, la democracia nunca existió, los
eventos electorales fueron invariablemente fraudulentas y en consecuencia, los conatos
de violencia y los golpes de Estado se constituyeron en el medio de acceso al poder y la
inestabilidad social fue un rasgo permanente del sistema político.

230
Cfr. Lauria Santiago, Op. Cit., p. 326.
231
Ibídem.
232
Ibídem, pp. 335-336.
233
Ibídem, pp. 341-342.
96

4.7. Los efectos del liberalismo en la cosmovisión salvadoreña

De acuerdo a López Bernal, el ascenso liberal finisecular se dio luego del derrocamiento
del presidente Francisco Dueñas,234 uno de los conservadores salvadoreños más
representativos de la época. Este ascenso liberal inicia el último cuarto del siglo
diecinueve con un nuevo espíritu para la nueva sociedad salvadoreña que se buscaba
forjar un nuevo modo de vida social y económica:
A partir de entonces dio inicio una serie de reformas que provocaron
cambios importantes en lo político, lo económico y en las relaciones
Estado-Iglesia y que complementaron transformaciones que se venían
dando desde la década anterior. Los rasgos de las reformas liberales que
más se ha destacado son: una marcada secularización de la sociedad, el
irreversible desarrollo de la caficultura y significativas modificaciones en la
tenencia y propiedad de la tierra. Pero también hubo importantes
transformaciones culturales. Para entonces el país ya contaba con una
importante comunidad intelectual que había abrazado los postulados del
positivismo y la modernidad y que justificó y fortaleció desde las ideas los
cambios en curso. La Iglesia y los indígenas fueron objeto de sus debates y
ataques. La primera, porque era vista como oscurantista y ligada a la
tradición; los segundos porque eran percibidos como un obstáculo al
progreso y la modernidad.235

234
Francisco Dueñas nació en San Salvador, el 3 de diciembre de 1810, en el seno de una familia terrateniente
y murió en San Francisco, E.E.U.U., el 4 de marzo de 1884. Fue líder del partido conservador y presidente de
El Salvador en varios periodos (1851; 1852-1854; 1856; 1863-1871). Realizó estudios de derecho en la
Universidad San Carlos de Guatemala donde se recibió de abogado en 1836. En 1837 fue elegido diputado al
Congreso de las Provincias Unidas de Centroamérica. Luego de ser disuelta la Federación, en 1841, El
Salvador se declaró una república independiente y soberana. Durante tres décadas (1840-1870), Dueñas
participó activamente en la política del país como representante del partido conservador, que defendía los
intereses de la Iglesia Católica, proponía mantener muchas de las instituciones coloniales dentro de la nueva
sociedad independiente y se oponía a la Unión de Centroamérica. Dueñas siempre tuvo como rival político al
caudillo liberal Gerardo Barrios y como aliado al presidente guatemalteco Rafael Carrera. El 1 de febrero de
1863, Dueñas asumió su último periodo como presidente constitucional. Durante este tiempo, estableció la
bandera y el escudo nacional que estuvieron vigentes hasta 1912. Inició la construcción del Palacio Nacional
de San Salvador, impulsó el cultivo del café e hizo mejoras a los puertos marítimos del país. Dueñas contuvo
una sublevación dirigida por el ex presidente Gerardo Barrios, quien fue capturado y fusilado. Finalmente el
liberal Santiago González encabezó un golpe de Estado que lo derrocó en 1871. Luego de ser depuesto,
estuvo encarcelado por breve tiempo y al ser liberado, se exilió en los E.E.U.U., donde vivió hasta su muerte.
235
López Bernal, Op. Cit., pp. 72-73.
97

Se puede inferir que las reformas liberales supusieron un choque entre dos modelos de
vida, uno ancestral que se negaba a desaparecer y otro novedoso e imponente que ya
estaba siendo experimentado en la Europa moderna y que se abría paso en las recién
nacidas e independizadas naciones latinoamericanas. No obstante, y a pesar de las
evidentes diferencias de estos modelos, las distintas clases sociales salvadoreñas, hasta
entonces habían convivido en tensas pero relativamente equilibradas relaciones. Los
indígenas habían conservado cierta autonomía al tiempo que participaban con relativo
éxito en la economía y la política. Sin embargo, como afirma López Bernal:
Entre 1871 y 1890, los espacios de participación corporativa indígena se
fueron reduciendo; la privatización de las tierras comunales tuvo nocivos
efectos, no tanto en su situación económica, sino en su cohesión étnica,
pero sobre todo debieron enfrentar una intransigente, –aunque quizá bien
intencionada– ofensiva contra su forma de vida. Posiblemente esa presión
haya sido una de las causas por las cuales los indígenas se involucraron
tan decididamente en las movilizaciones políticas de 1885 y 1890, que
quizá percibieron como las últimas oportunidades de revertir una evidente
tendencia a la marginación y el sometimiento. El rasgo más importante de
las reformas liberales no fue su radicalidad, sino su continuidad.236

Las reformas liberales no dependieron de la voluntad de una facción en particular sino de


la claridad de una élite, que si bien no había encontrado la fórmula para hacer los relevos
presidenciales tranquilamente, como afirma López Bernal, sí tenía claro el rumbo que
quería darle al país, en su interés por construir la sociedad que veían viable en el contexto
regional e internacional que vivían.237

236
López Bernal, afirma que ejemplo de éstos, son los trabajos de David Joaquín Guzmán, Teodoro Moreno,
José Antonio Cevallos, Esteban Castro y otros que “Todos ellos pugnaron por “civilizar” y ladinizar al indio,
como única vía para sacarlo de la “postración” en que según ellos vivía. Nadie lo tuvo más claro que
Guzmán, para quien el indio era “un ser pasivo en el estado civil y social de nuestra sociedad á pesar de estar
plenamente rehabilitado por las leyes de la república. Es necesario que el espíritu realmente liberal y
humanitario de nuestras instituciones penetre por todos lados en el hogar del indígena, instruyéndole,
sacándole de la apatía, y si es posible haciéndole desaparecer gradualmente en la masa de la civilización
actual que es por una parte la suerte reservada á los vestigios espirantes de otras civilizaciones ya muertas y
por otra la gloriosa misión encomendada al apoyo paternal de los gobiernos liberales ilustrados.” David J.
Guzmán, Apuntamientos sobre la topografía física de la República de El Salvador, Tipografía El Cometa,
San Salvador, 1883, p.507; López Bernal, C.G., Las Reformas Liberales… Op. Cit., p. 73.
237
Ibídem, p. 74.
98

Paralelamente a los cambios políticos, la secularización de la sociedad y a la privatización


de las tierras comunales y las ejidales continuó fortaleciendo al Estado y se destinaron
cada vez más recursos a la construcción de infraestructura, especialmente carreteras,
puertos, telecomunicaciones y ferrocarril. Asimismo se fortalecía al ejército y se trabajaba
por mejorar los mecanismos de control social aplicando con más rigor las leyes contra los
considerados vagos, los quebradores de trabajo y aquellos que insistían en “vivir en
despoblado”.238

Por su parte, la investigadora Patricia Alvarenga, opina al respecto que fue la


intelectualidad zaldivariana la que veía a El Salvador como un país atrasado. Y, para los
positivistas, el atraso es la antítesis del progreso, que es el objetivo fundamental que
siguen los países del mundo de finales del siglo XIX. Para los positivistas salvadoreños
los pobres del campo debían de llevar una confortable vida y por ello no hacían el
esfuerzo necesario para convertirse en disciplinados trabajadores. De ahí que los
intelectuales de la época de Zaldívar se forjaron una visión del campesinado y elaboraron
un discurso a través del cual, construyeron una imagen de los integrantes de las
comunidades indígenas que los presentaba como gente conservadora, atrasada y
vagabunda. De tal forma, el razonamiento de dichos intelectuales los llevaba a concluir

238
C.G. López Bernal, Las Reformas Liberales, p. 77. Es más, este investigador afirma en otro estudio que “la
investigación histórica demuestra que el Estado salvadoreño de fines del siglo XIX, a pesar de su aparente
fortaleza, tuvo muchos tropiezos para afianzar su control sobre el espacio territorial y sus habitantes. A
partir de 1876 el gobierno de Zaldívar se esforzó por romper las comunidades indígenas, no sólo
destruyendo su base material (tierras comunales), sino impulsando el desarrollo de un ejército que estuviera
por encima de antiguas lealtades étnicas. En estas acciones es posible percibir cómo había cambiado la
correlación de fuerzas entre los detentadores del poder y los indígenas. Los liberales postindependentistas y
los conservadores que les sucedieron, forzados por la debilidad tuvieron que conceder a los indios
considerables márgenes de autonomía, conformándose con ejercer una autoridad central que no era capaz
de romper las formas tradicionales de vida. Además los grupos de poder tenían la necesidad de acudir a los
indios en busca de alianzas para dirimir sus conflictos. Es así como la posibilidad de participar
corporativamente en la formación de las estructuras militares daba a las comunidades indígenas un margen
de autonomía y capacidad de negociación considerable.
El escaso control territorial que los gobernantes ejercían, estaba relacionado con la carencia de una fuerza
militar confiable, carreteras y medios de comunicación. Cuando estas limitantes comenzaron a ser
superadas se inició también la erosión del poder de las comunidades indígenas. No obstante, el relativo
éxito de tales esfuerzos se evidencia, por ejemplo, en la forma como los indígenas “reconstruyeron las
funciones y el significado de una antigua y tradicional institución: la cofradía, adaptándola a sus necesidades
de mantener y consolidar sus vínculos y lealtades étnicas.” Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones inventadas,
Op. Cit., pp., 29-30.
99

que mientras este grupo étnico mantuviera en sus manos una gran proporción de la tierra,
el país no encontraría el camino correcto hacia el futuro, es decir, el progreso.

De acuerdo con este esquema de pensamiento, la privatización de la tierra obligaría a los


indígenas a convertirse en eficientes pequeños productores o en peones altamente
productivos, pues no les quedaría más remedio que trabajar duro para sobrevivir. Por ello,
Alvarenga afirma que “siguiendo la tradición positivista, los intelectuales del período de
Zaldívar creían prioritario fortalecer el Estado para que éste, tomando la bandera del
progreso, lo impulsara. En caso de que algún grupo o sector social obstaculizara el
camino hacia el progreso, el Estado debería imponerlo, de ser necesario. De tal forma, la
participación popular en el Estado debía evitarse o, al menos, hasta donde fuese posible,
limitarse.”239 En este contexto, Alvarenga continúa diciéndonos que:
La mayoría del campesinado rechazó el nuevo orden que el Estado
pretendía imponer. Pero, entonces, ¿cómo logró el Estado adquirir el poder
necesario para impulsar una reforma agraria de alcance nacional que
beneficiaba especialmente a una minoría privilegiada de la población? Para
responder a esta pregunta debemos centrar nuestra atención en dos
procesos distintos pero convergentes: la formación de un Ejército nacional,
y la cooptación de un grupo importante de sectores subalternos y
medios.240

De acuerdo a esta autora, la clase dominante, por tanto, constituida gracias a la


revolución zaldivariana, se había beneficiado del despojo y de la consiguiente
institucionalización de la coacción campesina. Sin embargo, en su interior existían
escisiones. Quienes más provecho sacaron del nuevo rumbo que tomaba la historia del
país fueron los cafetaleros que controlaban el crédito. Éstos, gracias al monopolio del
dinero, pudieron imponer al resto de los agricultores tasas de interés tan altas que les
permitían apropiarse si no de todo, por lo menos de buena parte de los excedentes
generados en las pequeñas y grandes plantaciones de café. Cuando el productor se veía
incapacitado para pagar sus deudas, el prestamista se apropiaba de sus tierras y, de esta
forma, el proceso de concentración territorial se aceleraba.241

239
P. Alvarenga, Cultura y ética de la violencia. El Salvador 1880-1932, 2ª ed. CONCULTURA, San
Salvador, DPI, San Salvador 2006, p. 42.
240
Ibídem, p. 43.
241
Ibídem, pp. 46-47.
100

En esta perspectiva, la generación de acciones de terror por parte de instituciones de


gobierno fue una práctica usual que decantó en terrorismo de Estado. Alvarenga lo dice
expresamente afirmando que fue “durante el gobierno zaldivariano la generalización del
terror se había convertido en parte esencial del proceso de dominación. A través de la
aplicación recurrente de la tortura, quienes detentaban el poder del Estado procuraban
crear un clima de temor que inhibiese a sus opositores. Fue en la época zaldivariana
cuando tuvo inicio ese proceso de transición del terror al terrorismo de Estado.”242

Con estos sucesos lo que se muestra es que gran parte de la sociedad de finales del siglo
diecinueve en El Salvador, buscaba independizarse y tomar distancia, superando el
dominio de la religión y el oscurantismo al que ella conducía; una especie de sapere aude,
¡Atrévete a pensar! de la ilustración kantiana. Concretar la ilustración en estas tierras era
bueno para la sociedad salvadoreña; no obstante, el método utilizado por las elites
ilustradas salvadoreñas no fue el más adecuado ya que supuso el aniquilamiento de miles
de indígenas, campesinos y obreros salvadoreños que para 1932, sufrieron la pesadilla, la
persecución y la muerte a manos de un régimen que al final de cuentas se impuso sin
discusión ni reparo.

Ahora bien, López Bernal, retomando este aspecto, fundamenta su postura yendo más
atrás en el tiempo e incorpora a su análisis una nueva noción que fortalece el aporte
intelectual en vistas a la construcción de la idea de nación salvadoreña como elemento
ideológico aglutinador de las acciones del grupo de poder:
No fue hasta que los liberales salvadoreños tomaron definitivamente el
poder, a mediados de la década de 1870 y más específicamente en la
década de 1880, que desde las esferas estatales y con el apoyo de
destacados intelectuales se comenzó a esbozar un proyecto de nación, que
si bien inició con muy buenos augurios, gracias al crecimiento de la
economía, el fortalecimiento estatal y la relativa estabilidad política
alcanzada, flaqueó en cuanto a lograr incorporar el grueso de la población.
Además, los dirigentes liberales no fueron capaces de superar totalmente la

242
Ibídem, p. 58.
101

utopía unionista; hecho que en última instancia demostraba que no estaban


plenamente convencidos de la viabilidad de El Salvador como nación.243

Como ya se ha dicho, la clase gobernante buscó desarticular un sistema agrario que


venía funcionando desde la época colonial y que en buena medida, había garantizado a
los indígenas el acceso a la tierra. A partir de entonces la tierra sería considerada un
recurso que debía emplearse con la mayor eficacia y dedicarse de preferencia a los
cultivos de exportación. Rafael Menjívar también ha estudiado este período y desde una
perspectiva marxista, considera que las reformas liberales fueron claves en el proceso de
acumulación originaria, ya que al mismo tiempo que permitieron que una reducida elite se
apropiara de la tierra, también crearon una masa de trabajadores libres asalariados.244

En tal sentido, la comunidad indígena proporcionaba la única forma de articular un


sistema sólido de lealtades y un discurso reivindicativo que difícilmente podía ser
compatible con el proyecto dominante que buscaba precisamente trasladar las lealtades
de todos los ciudadanos a la nación. Es decir, la relación comunidades indígenas y nación
puede verse como la confrontación de dos proyectos hegemónicos mutuamente
excluyentes, en tanto que se basaban en dos concepciones de la vida social con distintos
valores.

Siguiendo con la perspectiva de López Bernal, para el pensamiento liberal, los indígenas
debían renunciar a la comunidad indígena, lo que implicaba por ende, renunciar a su
identidad e integrarse a la nación como individuos. La experiencia histórica demostraba
que las pocas veces que los indígenas habían logrado defender sus intereses lo habían
hecho por medio de la comunidad o instituciones ligadas a ella, por ejemplo, la cofradía.
Por lo tanto, la oposición liberal a la comunidad indígena se debía no sólo a que la
concebían como un obstáculo al progreso, sino a que también era percibida como un
peligro por su capacidad para articular la resistencia de los indios al proyecto de
dominación implícito en la nación.245

243
C.G. López Bernal, Tradiciones inventadas, p.45-46.
244
Rafael Menjívar, Acumulación originaria y desarrollo del capitalismo en El Salvador. Citado por López
Bernal en Tradiciones Inventadas, p. 46.
245
Cfr. C.G. López Bernal en Tradiciones Inventadas, pp.17-18.
102

Por tanto, a partir de la idea de la construcción del Estado y para que éste funcione
eficientemente, por su misma lógica de funcionamiento; necesita del reclutamiento militar
y de la recaudación de impuestos; necesita además, establecer vínculos directos entre los
ciudadanos sometidos a su tutela y al centro de poder; por lo que el Estado debe crear
mecanismos que permitan inculcar entre los ciudadanos sentimientos de obligación y
lealtad hacia él. Es decir, que los vínculos tradicionales como aquellos relacionados con la
religión, la etnia o la familia, deben ser desplazados y de ser posible anulados por una
lealtad suprema hacia el Estado-nación.246

De ahí que el discurso nacionalista oficial, a partir del gobierno liberal trató de representar
una comunidad política en la que al margen de las desigualdades y conflictos existentes,
imponía la solidaridad forjada en torno de la lealtad nacional. Esta búsqueda de
homogeneidad incluía la cuestión étnica y puede ser una de las razones para que se
insistiera tanto en la necesidad del mestizaje, ya que en la noción de una sociedad
mestiza podría diluirse mejor el tradicional antagonismo racial existente. Sin embargo, a
pesar de los esfuerzos realizados para ocultar el conflicto étnico subyacente, incluso ya
entrado el siglo XX, el levantamiento de 1932 evidenció la magnitud del problema.247

Los estudios de Aldo Lauria sugieren nuevas formas de interpretar el tema: señala que si
bien en el campo hubo resistencia al proceso de extinción de ejidos y tierras comunales,
también el gobierno logró la colaboración de miembros de los grupos subalternos para
ejecutar tales proyectos. En esa relación de cooperación hubo individuos de esos grupos
que lograron apropiarse de considerables extensiones de tierras despojando a sus
vecinos o favoreciendo a unos en detrimento de otros. Esta situación vino a agravar
conflictos ya existentes o dio pautas para el surgimiento de nuevas rivalidades. Las
contradicciones al interior de las comunidades se agudizaron y la cohesión étnica se
debilitó.248

Ahora bien, para el liberalismo político, los indígenas, su forma de tenencia de la tierra y
sus valores culturales fueron vistos como el enemigo a vencer. De ahí que todo lo que
presentaba rasgos del pasado fue visto como sinónimo de atraso o al menos de
estancamiento. “La prisa por la reforma de la tierra y la impaciencia con que se decretó,
246
Ibídem, p. 20.
247
Ibídem, p. 22.
248
Cfr. Lauria Santiago, Una república Agraria, p. 47.
103

impidieron que se tuviera en cuenta el carácter complejo del sistema que se destruía, y
los problemas que creaba su destrucción.”249

López Bernal argumenta que una de las cuestiones que parece escapar en las
consideraciones anteriores es preguntarse hasta qué punto el desarrollo económico y el
modelo de sociedad que se buscaba, condicionaba a la vez las actitudes de los grupos
dominantes hacia los indígenas. No era sólo una cuestión de racionalidad o de eficiencia
económica. Hacia 1880 los referentes culturales de la elite económica e intelectual eran
las naciones europeas. Se creía que había llegado el momento de incorporarse a una era
de progreso y modernización y todo lo que no fuera acorde a ello debía ser rechazado.
Por eso fue que la tierra era sólo una parte, aunque la más importante, de un proyecto de
modernización que abarcaba otros campos de la vida social. Además de la significación
económica que tuvo el cambio de régimen de tenencia de la tierra, la funcionalidad
productiva de las tierras comunales y ejidales no fue considerada porque ellas eran vistas
como muestra de un sistema arcaico que debía superarse. El interés de los cafetaleros
por apoderarse de más tierras es innegable, pero como indica este autor, una revisión de
los escritos de los impulsores y defensores de tales medidas indica que, al menos en
algunos, estuvo presente la preocupación por la incorporación de los antiguos usuarios de
esas tierras a un sistema más moderno y eficiente que condujera a su paulatina
civilización.250

Algunas comunidades indígenas fueron las más grandes perdedoras en este proceso, no
porque sus miembros hayan perdido sus fincas pre-existentes a manos de foráneos, sino
porque se debilitó la base fundamental de cohesión comunal de manera abrupta o en los
prolongados conflictos del período de 1880 a 1900. En su conjunto, la privatización
debilitó los vínculos de solidaridad étnica al tiempo que la organización étnica se volvía
cada vez más defensiva, elitista y jerárquica. Era de esperarse que los indígenas
propietarios se distanciaran socialmente de los indígenas campesinos que perdieron
acceso a la tierra y se convirtieron en trabajadores asalariados o arrendatarios. La
propiedad individual de la tierra era también una fuerza centrífuga, en tanto los antiguos

249
H. Lindo, Los límites del poder en la era de Barrios, en Arturo Taracena y Jean Piel…compiladores.
Citado por López Bernal en Tradiciones Inventadas, p. 145.
250
Cfr. C.G.López Bernal en Tradiciones Inventadas, p. 48.
104

ejidatarios y miembros de comunidades se encontraban en libertad de usar sus recursos


sin aprobación del grupo.251

Por otra parte, uno de los factores que más contribuyó al desarrollo económico que el país
alcanzó en las últimas dos décadas del siglo XIX es el hecho de que las diferencias
ideológicas entre liberales y conservadores dejaron de ser determinantes en la vida
política, producto de una confluencia de intereses económicos. Si bien el discurso
conservador aún se hacía sentir, sobre todo cuando se tocaban los intereses
eclesiásticos, no se cuestionaban las medidas gubernamentales orientadas al campo
económico. “Centro América marcha por el sendero del progreso y de la libertad, sin
embargo, los conservadores, desahogándose por medio del periodismo protestan contra
este orden de cosas, contra el libre pensamiento, la libertad de culto, el matrimonio civil, la
enseñanza laica y los demás principios y dogmas que constituyen el credo liberal. Ya es
tarde: no se puede contener el torrente de las nuevas ideas.”252

5. El sistema agroexportador como base de la economía salvadoreña 1880-1932

5.1. El sistema agroexportador

En la parte económica, la tendencia general para el período que se estudia es la


importancia y énfasis que se da a la caficultura. Es a partir del desarrollo de una
economía agroexportadora fundamentada en el café que El Salvador logró crear una base
económica que le permitió ampliar y consolidar el aparato estatal y por ende iniciar un
proyecto de nación. La importancia del café para el desarrollo de la sociedad salvadoreña
es comúnmente aceptada, sin embargo, se han dado diferencias sobre aspectos más
específicos. Inicialmente la extinción de las tierras comunales y los ejidos fue vista como
producto inmediato de las reformas liberales de la década de 1880 y, desde esa
perspectiva, se trató de establecer el total de la tierra afectada por la reforma.253

251
A. Lauria Santiago, Una República Agraria, pp. 343-344.
252
Discurso que por encargo del Ejecutivo, pronunció el Dr. Darío González en el Salón de Recepciones del
Palacio Nacional del Salvador (sic), el día 15 de septiembre de 1888. BUCA, Colecciones especiales,
Documento manuscrito, MS-208.
253
Cfr. Ana Margarita Silva, El unionismo científico y los intelectuales en la vida política centroamericana,
1898-1921, Tesis doctoral; Colegio de México A.C. Centro de Estudios Históricos, México, D.F., 2005; p. 26.
105

De acuerdo a Lauria Santiago, “el crecimiento de la agricultura de exportación y la


privatización de la tierra en el siglo XIX, y los inicios del XX no condujeron inevitablemente
a la inmediata expropiación y proletarización de los campesinos.”254 Según él, en un
primer momento la propiedad se dividió entre los antiguos usuarios de las tierras
comunales y ejidales y es sólo hasta la década de 1920, cuando se puede hablar de una
verdadera concentración de la propiedad, pero debida más bien a otros factores tales
como división de la propiedad entre herederos, ventas o pérdidas por hipotecas vencidas,
etc..255

Para finales del siglo XIX, la exportación del grano de oro (café), era una política estatal
de mucha importancia. Al respecto López Bernal trae a colación el discurso presidencial
de Rafael Gutiérrez en el acto de inauguración del ferrocarril de Acajutla: “Me asocio,
señores á las alegrías de este pueblo generoso de la misma suerte que en días aciagos
tuve la fortuna de compartir con él los azares y riesgos de la guerra; y hago votos porque
esta obra, realizada bajo los auspicios de la paz y del trabajo abra una nueva era de
prosperidades de todo género para este pueblo”.256

Cosa que fue mejorada sustancialmente con la introducción del ferrocarril y un complejo
sistema de carreteras:
El ferrocarril, los puertos y las carreteras permitieron la rápida circulación de
los productos agrícolas, a la vez que incorporaban nuevos territorios a la
dinámica productiva. Además, una vez que las regiones productivas más
importantes del país contaron con servicios telegráficos y telefónicos, y que
los municipios del interior fueron enlazados con las ciudades principales por
medio del ferrocarril y las carreteras, el gobierno pudo al fin ejercer un
efectivo control sobre los funcionarios municipales. La poca capacidad para
hacer cumplir las disposiciones emanadas del poder central, agregado a la
falta de personal idóneo, fueron las limitantes más serias que tuvieron los
gobiernos en el pasado.

254
A. Lauria Santiago, Una república Agraria, p. 227.
255
Cfr. Ibídem, pp. 228-235.
256
Diario Oficial, 10 de agosto de 1896, pp. 1273-1274; “Alocución dirigida por el ciudadano presidente de la
República de El Salvador, General don Rafael A. Gutiérrez, en el acto de la inauguración del ferrocarril de
Acajutla á Santa Ana, el día 28 de de julio de 1896”. Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas… Op.
Cit., p. 57.
106

Por otra parte, el desarrollo de la infraestructura garantizó el control


territorial y al mismo tiempo permitió que la población tomara conciencia del
poder estatal y cada vez se hizo más difícil eludir su presencia.257

Zaldívar inició un largo período en el que la promoción y protección del sector cafetalero
vino a ser la preocupación principal de los gobernantes. Ciertamente que desde hacía
años se trataba de impulsar la caficultura, pero nunca antes se había elaborado una
política sólida coherente encaminada a su fortalecimiento y expansión. Refiriéndose a
dicho gobierno, Ítalo López Vallecillos afirma que “el origen y formación de la oligarquía
cafetalera, necesariamente se halla en sus ocho años de administración.”258

Precisamente en la duración del gobierno de Zaldívar radica parte de su eficacia. Aunque


en el Manifiesto inicial afirmaba que aceptaba transitoriamente la presidencia, su mandato
se prolongó gracias a la oportuna promulgación de una nueva Constitución en 1880 y
1883. Como ya se ha dicho, esta administración destaca por el cambio del régimen de
propiedad de la tierra, cabe señalar que tales medidas había iniciado a nivel municipal a
fines de la década de 1870.

Ahora bien, el caso salvadoreño resulta particularmente interesante pues para la segunda
década del siglo XX el país había alcanzado un considerable desarrollo económico
gracias a la exportación del café. López Bernal afirma que en el campo político, los
liberales habían logrado reglamentar toda actividad; si bien es cierto que no había
desaparecido totalmente los intentos de golpe de Estado y los antagonismos caudillistas,
estos fenómenos no lograban alterar significativamente el orden constitucional. Poco a
poco los gobernantes habían ido incorporando a las masas urbanas y rurales a la práctica
eleccionaria, al grado que para 1920 la participación política era realmente considerable.
Obreros, campesinos e incluso indígenas se incorporaban decididamente a las gestas
electorales y las tomaban muy en serio, hasta llegar a enfrentarse violentamente entre

257
C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas., p. 60.
258
El texto dice: “El origen, la formación de la oligarquía cafetalera, necesariamente habrá de hallarse en sus
ocho años de administración. Sin olvidar, desde luego, que algunas familias, más propiamente desde José
María Cornejo, y Francisco Dueñas habían ya acaparado las tierras y tenían en sus poder los medios de
producción, explotando a la población indígena en la parte occidental del país; la población media tenía que
vivir a costa de los cultivos de añil, del cacao y del café.” Ítalo López Vallecillos, El Periodismo en El
Salvador, UCA Editores, San Salvador, 1987, p. 116.
107

ellos cuando el caso era llegado.259 Ya para esa época, los liberales habían creado fuertes
vínculos con los artesanos y éstos eran parte importante en las actividades promovidas
por los gobiernos de turno.260

5.2. El aporte del sistema agroexportador a la construcción del Estado salvadoreño

La construcción del Estado salvadoreño recibió, en la época que se estudia, un impulso


importante gracias al sistema político organizado por los liberales durante este tiempo.
Este impulso fue sistemático y orientado; a veces cobraba fuerzas y en ocasiones parecía
desfallecer. López Bernal, afirma que “los liberales que gobernaron El Salvador entre
1876 y 1932, y los intelectuales vinculados con ellos, trataron de construir la nación
salvadoreña e inculcar entre la población un sentido de pertenencia a esa comunidad
política. Este proceso de ningún modo fue lineal y unívoco; estuvo lleno de tropiezos,
ambigüedades y contradicciones.”261 Quien inicialmente estructura el cambio político en
esta época fue el presidente Zaldívar. La política central de su gobierno fue el decidido
apoyo al sector cafetalero cuya manifestación más evidente fue la abolición de las tierras
comunales y ejidales (1881-1882). En realidad, la privatización de la tierra formaba parte
de un programa más amplio que buscaba un reordenamiento de los recursos necesarios
para el desarrollo de la economía por medio de la caficultura. Según Arturo Taracena,
continúa López Bernal, este reordenamiento implicaba además de la propiedad de la
tierra, el acceso a mano de obra, reforma y fortalecimiento del aparato estatal y el
sometimiento de los centros regionales de poder a la hegemonía capital.262

La idea de patria y nación era algo nuevo; López Bernal afirma que:
Los próceres centroamericanos no se refirieron nunca a una identidad
cultural propia –salvo en el orden de la dimensión geográfica– para
justificar sus aspiraciones de crear una nación, sino utilizaron ciertos
elementos heredados del republicanismo francés. Estos elementos fueron
la soberanía del pueblo, la igualdad ciudadana, la libertad de imprenta y la
seguridad individual y de propiedad. Sin embargo, la igualdad ciudadana

259
Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones inventadas., p. 144.
260
Ibídem, p. 56.
261
Ibídem, p. 9.
262
Ibídem, pp. 9-10.
108

era relativa. En realidad, la práctica política fue restringida por los


mecanismos de elección indirecta en los que la condición económica fue
determinante para el ejercicio de los derechos ciudadanos.263

En el estudio de la construcción de la nación salvadoreña debe considerarse el café no


sólo en términos de lo que significó económica y políticamente, sino como un vínculo con
otras sociedades, con las cuales aquellos que más se beneficiaron de su cultivo
estuvieron culturalmente relacionados. De ahí que se pueda afirmar que el café estuvo
estrechamente relacionado con la modernización y el progreso del país, pero a un alto
costo social, que en general fue pagado por los sectores que menos beneficios recibieron
de la caficultura. No obstante a través del tiempo las interpretaciones sobre este punto
han variado significativamente. Así, el discurso liberal exaltó el café como promotor del
progreso, la modernización y el desarrollo. Y su proyecto de nación estuvo relacionado
con el crecimiento de las exportaciones.

Contrario al discurso liberal de progreso y modernización, Masferrer enfiló su reflexión


crítica en contra del monocultivo y en contra de la poca o nula distribución de la riqueza
que las exportaciones del grano de oro generaba para la elite salvadoreña. 264

También Rafael Menjívar concluyó que en El Salvador la acumulación primitiva de capital


se produjo en el período de la expansión cafetalera. Los terratenientes no sólo expulsaron
a los campesinos de sus tierras, sino que dadas las características de las relaciones
laborales sobreexplotadoras impuestas, necesitaron construir un aparato represivo que
garantizara la continuidad del sistema.265

En general las características del modelo económico y las relaciones laborales por él
generadas influyeron para que en El Salvador se desarrollara un sistema político basado
en el autoritarismo y la represión. Se acepta que a partir de 1911, los gobiernos de turno,
fueron abriendo espacios a una mayor participación política y organizativa de las clases
subalternas, gracias al esfuerzo y lucha que estos sectores fueron demostrando con lo
que se fueron abriendo paso a fuerza de lucha y organización cada vez más eficiente.

263
Ibídem, p. 16.
264
Esto puede verse en los distintos editoriales de Patria durante 1928-1929.
265
R. Menjívar, Acumulación originaria del capital, pp. 18-36.
109

En El Salvador las relaciones sociales se han caracterizado por contener alto porcentaje
de conflictividad. Sin embargo, por muy autoritario y represivo que sea un sistema de
gobierno no puede mantenerse apoyándose únicamente en la fuerza. Las clases
dominantes salvadoreñas, gracias a su control del Estado, impusieron drásticas
transformaciones sociales como la reforma al sistema de tenencia de la tierra que,
generalmente se dice, fueron rechazadas por la mayor parte del campesinado;266 de tal
manera que el malestar llegó a niveles de provocar convulsión social y manifestaciones
populares violentas que terminaron con destrucción y muerte.

Aun cuando el sistema político salvadoreño ha sido tradicionalmente autoritario, también


ha necesitado de una base social que de algún modo le dé legitimidad. Tal situación ha
tenido al menos dos consecuencias: Por una parte el sector dominante logró captar el
apoyo de importantes elementos de los sectores subordinados, pero además, en el marco
de estas limitadas aperturas, se desarrolló y fortaleció una oposición más o menos
organizada que posteriormente daría lugar a movimientos políticos con mayor autonomía.
Es decir, la cooptación de sectores subalternos, en tanto que conlleva un mínimo de
apertura y flexibilidad, implica un riesgo, ya que al amparo de dicha apertura pueden
desarrollarse formas de oposición política y movimientos sociales más consistentes.267

López Bernal coincide con Thomas Anderson, cuando afirma que en El Salvador el sector
obrero-artesanal inició su desarrollo bajo la mirada atenta de los detentadores del poder,
quienes lo consideraron como uno de los grupos sociales idóneos para asimilar su
propuesta ideológica. Los liberales trataron de introducir y reproducir en los trabajadores
el espíritu positivista que resaltaba las virtudes del trabajo, el orden y la moralización por
medio de la educación. A pesar de que numéricamente la clase obrera era pequeña en
relación con la población total, sus características como grupo subalterno de avanzada
permitieron que se le considerara como portadora de un potencial muy prometedor para
“bajar” la identidad nacional al grueso de la población salvadoreña.

Cabe señalar que si bien la ideología liberal permeó a artesanos y obreros, esto no
significa que fuera totalmente asimilada. Estos grupos situados en una posición
subordinada, pero no necesariamente pasiva, fueron poco a poco desarrollando
266
Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, p. 31.
267
Cfr. T. Anderson, El Salvador, los sucesos de 1932, Editorial Universitaria Centroamericana, EDUCA, 2ª
Edición, 1982 pp. 39-40.
110

alternativas de resistencia y oposición. El crecimiento del sector obrero que tuvo lugar en
las primeras dos décadas del siglo XX, hizo que los gobernantes abrieran espacios que
buscaban darle mayor base social y legitimación al sistema político. En tales
circunstancias se permitió e incluso se promovió la organización obrero-artesanal, pero
tratando siempre de mantener controlado su desarrollo en función de los intereses del
sector dominante. Sin embargo, el movimiento obrero adquirió tal dinamismo que
desbordó los espacios otorgados logrando significativos niveles de autonomía.268

A lo largo de la década de 1920, las luchas y la progresiva radicalización de las


organizaciones obreras y campesinas evidencian el alto grado de desigualdad económica
y social que el modelo económico basado en la caficultura había generado en El
Salvador, así como la intransigencia de los sectores dominantes, lo cual condujo
inevitablemente a la polarización política. Incluso entre el sector intelectual que años
antes estaba bien identificado con el proyecto liberal y sus visiones de progreso, surgieron
voces que cuestionaban y denunciaban la explotación y marginación que tal modelo de
desarrollo generaba. Es aquí donde se enmarca la crítica que Masferrer ejecuta contra el
sistema; sobre todo, en sus obras fundamentales como ¿Qué debemos Saber? Cartas a
un obrero; el Minimum Vital; El Dinero Maldito y sobre todo, Patria.

En 1924 se fundó la Federación Regional de Trabajadores de El Salvador (FRTS), mejor


conocida como la “Regional”. Su trabajo vino a complicar el panorama político y social;
por primera vez los trabajadores fueron capaces de lograr niveles de autonomía política
que les permitieron cuestionar seriamente la hegemonía liberal. La realidad política y
social del país y la influencia de nuevas corrientes ideológicas como el anarquismo y el
comunismo y los ecos de las revoluciones mexicanas y bolchevique, condujeron a la
radicalización del movimiento obrero; situación que se complicó aún más cuando éste
llevó la inquietud de la organización a los trabajadores del campo, donde estaban los más
importantes intereses del capital.269

El periodo entre 1927 y 1931 se caracterizó por una apertura democrática que permitió la
realización de elecciones presidenciales, en un clima de inusual libertad y respeto a la
voluntad popular. Sin embargo, la magnitud de los problemas socio-económicos del país,
268
Cfr. Ibídem, pp. 39-61; R. Dalton, Miguel Mármol, los sucesos de 1932 en El Salvador, Editorial
Universitaria Centroamericana, 1ª Edición, EDUCA, 1972, pp. 229-367.
269
Cfr. R. Dalton, Miguel Mármol, Op. Cit., pp. 112-177; T. Anderson, Op. Cit., pp. 39-63.
111

agravados al extremo por la caída de los precios internacionales del café y la incapacidad
del gobierno de Arturo Araujo para ejecutar las medidas pertinentes, elevó las
contradicciones sociales a tal punto que llevó a las masas a tomar el camino de la
violencia, buscando cambiar sus miserables condiciones de vida.270

En esta línea, López Bernal afirma que se buscaba hacer sacrificios por la patria y
fortalecer aun en medio de la crisis la idea de nacionalismo:
Así el patriotismo es concebido como una actitud de lealtad que se tiene
con la patria, definida como una entidad territorial que merece defensa,
apoyo y respeto. El nacionalismo es entendido como un proceso que
combina simultáneamente la construcción de la nación y del Estado, y que
conlleva la “nacionalización” de la población. El nacionalismo busca
moldear ciudadanos patrióticos y obedientes sometidos a la tutela de un
Estado.271

5.3. La dinastía de los Meléndez-Quiñónez

Se denomina “Dinastía Meléndez-Quiñónez”, a una serie de periodos presidenciales


ejercidos en El Salvador por miembros de una familia acaudalada. Este periodo inicia con
la presidencia de Carlos Meléndez en 1913 y termina propiamente con la administración
de Alfonso Quiñónez Molina en 1927.

Una de las características de la dinastía Meléndez-Quiñónez fue el involucramiento de los


sectores obreros en la actividad política, con lo cual buscaba una base social que
legitimara su prolongada estadía en el poder. Sin embargo, no pudo evitar que la

270
Cfr. P. Alvarenga, Cultura y ética de la violencia, El Salvador 1880-1932, Dirección de Publicaciones e
Impresos, CONCULTURA, San Salvador, 2006. Véase también Jeffrey L. Gould y Aldo Lauria Santiago,
1932, Rebelión en la oscuridad, Revolución, represión y memoria en El salvador, Museo de la Palabra y la
Imagen, Ediciones Museo de la Palabra y la Imagen, San Salvador (sin año de edición). Otro trabajo de gran
importancia es el elaborado por Aldo Lauria Santiago: Una República Agraria, Los campesinos en la
economía y la política de El Salvador en el siglo XIX, CONCULTURA, DPI, San Salvador, 2003. Véase
también de Víctor Hugo Acuña Ortega: Historia General de Centroamérica, Las Repúblicas
Agroexportadoras (1870-1945), Tomo IV, FLACSO, San José, 1994; Everett Alan Wilson, La Crisis de la
integración nacional en El Salvador, 1919-1935, CONCULTURA, San Salvador, 2004.
271
López Bernal, Tradiciones Inventadas… Op. Cit., pp. 15-16.
112

oposición también atrajera a un considerable número de ellos. Puede afirmarse que fue
en estos años que la política salvadoreña llegó a ser un asunto de masas.272

En esta perspectiva, la fundación de la FRTS, marca el inicio de una etapa muy


importante en la historia de la organización laboral en El Salvador, debido a que fue bajo
su conducción que se llevó a cabo el proceso de radicalización ideológica y política que
al final desembocó en los trágicos sucesos de 1932. La FRTS vino a evidenciar las
limitantes que subyacían en los proyectos de cooptación de los trabajadores impulsados
por la dinastía Meléndez-Quiñónez. Las crecientes demandas de las organizaciones
laborales, tanto en el campo puramente laboral como en lo político, obligaron a los
gobernantes al cierre de los espacios y al aumento de la represión. Sin embargo, estas
medidas no fueron suficientes para detener la organización de los trabajadores y más bien
los empujaron a cambiar sus pautas de acción orientándose hacia la sindicalización.273

Durante la dinastía Meléndez-Quiñónez se organizó un grupo paramilitar denominado


Ligas Rojas, cuyo objetivo era ser grupo de choque que hacía el trabajo sucio de torturas
y asesinatos selectivos que mantuvo en el poder al grupo oligárquico.274

En el campo social, si bien para esos años ya era evidente la creciente marginación y
empobrecimiento de los sectores más desprotegidos, principalmente en el área rural
donde en forma sostenida y radical el café iba desplazando a los cultivos de subsistencia
y las parcelas de los pequeños propietarios iban siendo absorbidas por las grandes
propiedades; en general, la situación aún era sostenible. Sin embargo, a pesar de que el
panorama salvadoreño no parecía ser tormentoso, la prolongada estadía en el gobierno
de la Dinastía Meléndez-Quiñónez había motivado el crecimiento de sentimientos
antagónicos hacia ellos.275

Por otro lado, en el medio urbano existía conciencia de que los Meléndez-Quiñónez
permanecían en el poder gracias a su habilidad política pero, sobre todo, por la represión

272
Cfr. López Bernal, Tradiciones Inventadas, pp. 184-185.
273
Ibídem, p. 191.
274
Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, pp. 196-207; T. Anderson, El Salvador…, Op. Cit., pp.
39-63.
275
Cfr. López Bernal, Tradiciones Inventadas, p. 145.
113

de la oposición por medio de los cuerpos de seguridad, el ejército y las Ligas Rojas.276 Las
farsas electorales que se montaban dejaban muy pocas posibilidades para los opositores.
Miguel Mármol, al referirse a las elecciones de 1918 dice que “el apaleo y el destierro
fueron las armas principales que prepararon el resultado de las urnas. Pero hubo también
muertos y heridos y presos y torturados.”277 De modo que cuando en El Salvador se tuvo
conocimiento de los esfuerzos que en Guatemala se hacían para derrocar al dictador
Estrada Cabrera, en los círculos opositores comenzó a germinar la idea de que algo
parecido podría hacerse en el país para eliminar a los Meléndez-Quiñónez. Esta tarea de
ningún modo era fácil; aparte de que los gobernantes contaban con un aparato represivo
muy eficiente también tenían el apoyo de sus partidarios, especialmente de los violentos
grupos de las Ligas Rojas. Esta situación pudo incidir para que los opositores decidieran
disfrazar los objetivos revolucionarios combinándolos con las iniciativas unionistas.278

6. La Masacre de 1932

Con la masacre de indígenas y campesinos de 1932 El Salvador cerraba una de las


etapas más violentas de su historia. El impacto de este hecho aún se sigue estudiando y
sus repercusiones son de gran trascendencia para la sociedad salvadoreña, de tal
manera que para algunos estudiosos, las cicatrices de ese hecho aún marcan el modo de
ser de los salvadoreños en el siglo XXI.

6.1. El contexto internacional

Es importante tener en cuenta el contexto internacional de finales del siglo diecinueve y


principios del veinte. En este marco, hay que reconocer que la guerra hispano
estadounidense sucedida en 1898, marcó un hito en la política internacional. Los
resultados de esta guerra ubicaron a Estados Unidos como potencia internacional de
primer orden y constituyó una concreción esperada y programada por la doctrina

276
Miguel Mármol, señala que “Fue en los tiempos de la Dinastía Meléndez-Quiñónez que el gobierno
imprimió a la Guardia Nacional el carácter de cuerpo represivo de las actividades políticas, terrorista y
criminal.” Cfr. R. Dalton, Miguel Mármol, Op. Cit., p. 60
277
Ibídem, p. 60.
278
Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, p. 145.
114

Monroe,279 que tenía ya para antes de sucedida dicha guerra efectos internacionales. En
esta perspectiva, Centroamérica se había convertido en parte importante para los
intereses geopolíticos de Estados Unidos como potencia internacional. Cinco años más
tarde, en 1903, la potencia norteamericana hace que Panamá se independice de
Colombia y pocos años más tarde inicia la construcción del canal interoceánico. No
obstante esto, resulta iluminador que en el contexto internacional, la guerra
hispanoamericana de 1898 y los demás hechos intervencionistas de la política
internacional estadounidense desarrollarán también efectos contrarios y antiimperialistas
en el espíritu de la sociedad civil centroamericana y la salvadoreña. Como sostiene
Mónica Quijada:
La guerra entre España y Estados Unidos en 1898 estableció un nuevo
orden internacional caracterizado por la expansión imperialista de Estados
Unidos, especialmente en el Caribe y en Centroamérica. Luego de este
conflicto fue clara la posición de Estados Unidos como potencia de primer
rango en la escena mundial. Como han señalado varios autores, el 98
también fue el umbral de una reacción ideológica contra el expansionismo
estadounidense y un momento caracterizado por la manifestación de
opiniones encontradas sobre España.280

En este sentido, adquiere gran importancia la educación superior universitaria puesta en


el contexto de las reformas de la política interna centroamericana y salvadoreña. Las
reformas impulsadas por los liberales en Centroamérica se caracterizaron por visualizar la
educación como promotora del progreso y de la modernización. En consecuencia, en las
capitales centroamericanas se expandieron las oportunidades educativas. En ese marco,
la universidad vino a ser una institución clásica de los sectores intelectuales donde
asistían los hijos de profesionales, medianos comerciantes y terratenientes provincianos,
quienes anhelaban un futuro mejor para sus hijos pero que no podían costear estudios en
universidades europeas. De acuerdo con Woodward, la educación universitaria aceleró

279
La Doctrina Monroe postulaba el llamado de Estados Unidos a cumplir una misión civilizadora en el
hemisferio occidental y justificaba su derecho de intervenir en otros países cuando se presentaran problemas
que pusieran en peligro sus intereses (Cfr. George Black: The Good Neighbor: How to the U.S. Wrote the
History of Central American and the Caribbean, Pantheon Books, New York, 1988. Cfr. Silva H., Ana
Margarita, El unionismo científico y los intelectuales en la vida política centroamericana 1898-1921, Colegio
de México A.C. Centro de Estudios Históricos, México, D.F., 2005. p. 54.
280
Cfr. Mónica Quijada, El 98 en la construcción nacional de Argentina; en El 98 Iberoamericano; Madrid,
1998, pp. 173-186. Citado por Ana Margarita Silva en su tesis doctoral, El unionismo científico y los
intelectuales… Op. Cit., p. 85.
115

las expectativas de los sectores medios, proveyó información actualizada sobre el devenir
mundial y despertó en los estudiantes un espíritu crítico hacia el autoritarismo imperante.
De esa manera, las universidades vinieron a ser espacios contestatarios donde existían
condiciones propicias para la formación de movimientos estudiantiles de crecientes
proyecciones políticas.281

En esta línea, cabe traer a cuenta la opinión que para finales del siglo XIX tenían los
intelectuales salvadoreños en cuanto al papel que debía jugar la Universidad de El
Salvador en la sociedad salvadoreña. Al respecto, Miguel A. Durán, al escribir la historia
de la Universidad nos recuerda ese acontecimiento de la siguiente manera:
Al momento que nuestra Universidad ha llegado en su vida, su envoltura
claustral está por dejarla libre completamente de la influencia clerical, de la
Teología y del Dogma.
En lo sucesivo, la Universidad debería seguir por el cauce científico,
optando por un criterio más depurado y más de acuerdo con las nuevas
formas de vida; con las nuevas exigencias del momento, que requerirá una
más efectiva intervención en las actividades vitales de la Nación. En este
momento, creemos nosotros, o sea en 1876, a la llegada del Dr. Zaldívar al
Poder, desaparecer la Universidad Claustral y empieza un nueva fase.
Verdad es que aún encontramos en ella la Facultad de Teología, pero ese
hecho sólo constituye los últimos resplandores de un astro que declina. En
lo sucesivo vendría la nueva estructura universitaria con sus fuertes
empujes, a renovarlo todo: planes de estudio, métodos educacionales, etc.,
y a imponer más y mejor experimentación e investigación. En fin, hasta la
manera de celebrar la apertura de clases había cambiado: ya no se harían
con el morboso aparato aquél de la asistencia de todos los poderes
estatales rodeado de clérigos y clásicos Te Deums previos. Pero la
Universidad Científica no debía vivir, para desgracia de la cultura patria,
desvinculada de la política militante; tuvo siempre, durante todos los
tiempos: hoy, antes de hoy y después de hoy, que sufrir o gozar según el
temperamento del nuevo estado de cosas. Y con frecuencia resonaron en

281
Cfr. Woodward, pp. 209-210; citado por Margarita Silva en su tesis doctoral, Op. Cit., p. 91.
116

su oído músicas tan caprichosas y aciagas, que le hicieron danzar danzas


trágicas.282

Esto demuestra que tanto el contexto nacional como internacional había cambiado de
forma radical. El cambio fue de carácter estructural; lo cual implicó un cambio en el
sistema de comercio internacional, en el cual El Salvador debía incorporarse de una forma
distinta. Esta era la oportunidad para la cual El Salvador se estaba preparando tanto y
había cambiado su sistema social, político y económico a finales del siglo XIX.

6.2. Antecedentes de la masacre

Para identificar los antecedentes de los hechos de 1932, hay que reconocer que estos
hechos son “el resultado de una larga cadena de sucesos acaecidos dentro del país como
fuera de él. Además, se distingue por ser el primer movimiento revolucionario
latinoamericano en el cual desempeñaron el papel más importante hombres considerados
como comunistas internacionales. Por lo tanto, señala el comienzo de una fase nueva y
significativa en la historia de la región. La época de las ideologías había llegado a América
Latina.”283

El crecimiento demográfico en El Salvador, la caída de la Bolsa de Valores de Nueva York


y la caída de las exportaciones en la década de 1930, agudizaron las tendencias
estructurales heredadas de la década anterior; así como la baja de los ingresos, la
escasez de tierras y la dependencia. Un creciente número de campesinos pobres sin
tierras tenía que depender ahora de otros propietarios para acceder a la tierra y los
salarios, pero esto se volvió cada vez más difícil a medida que se estancaba la economía
de exportación, aumentaba el desempleo y bajaban los salarios. Durante esta década, el
número de arrendatarios y colonos en fincas y haciendas aumentó de forma dramática.
Sin embargo, gracias a que la producción de café se estabilizó, estos problemas
económicos tuvieron poco que ver con el grano sino con patrones agrarios más amplios.
Al respecto, Gould y Lauria Santiago, afirman que:

282
Miguel A. Durán, Historia de la Universidad, 1841-1930, Editorial Universitaria, 2ª ed., San Salvador,
1975; pp. 122-123.
283
T. Anderson, Op. Cit., p. 10.
117

Cuando comenzó el deterioro de los precios del café a finales de 1927, los
propietarios hicieron recortes en los gastos en efectivo, y eventualmente
convirtieron a los colonos en una fuerza laboral cautiva: bajo condiciones
de vida miserables, se los forzó a trabajar más para tener acceso a la tierra,
pero sin ninguno de los habituales beneficios en términos de salarios
estables. Las condiciones de la tenencia de la tierra cambiaron en los años
1920´s, afectando en particular a los colonos. Los propietarios obligaron a
todos los inquilinos a pagar por adelantado el terraje (renta), obligándolos
a asumir todo el riesgo. El crítico social Alberto Masferrer expresó esta
crítica del nuevo sistema que involucraba tanto a colonos como a pequeños
propietarios.284

Con una situación social en franco deterioro aunada a la creciente radicalización de las
masas llegó el momento de convocar a elecciones. Al respecto, López Bernal afirma que
Romero Bosque rompió con la tradición de sus predecesores de nombrar de antemano su
sucesor, quien actuando como “candidato oficial” se aseguraba el “triunfo” en los
comicios. Una vez que se hizo claro que Romero Bosque no tenía intenciones de nombrar
su sucesor, el país se encontró con la paradójica situación de que no existían partidos
políticos organizados. Sin embargo, rápidamente se formaron seis partidos que, en
realidad eran agrupaciones creadas alrededor de un caudillo más o menos reconocido.285

A pesar de que para los trabajadores organizados Araujo distaba mucho de ser el
candidato ideal y que aún la FRTS expresó públicamente que no apoyaría ninguna
candidatura, muchos obreros y campesinos atraídos por la propaganda vitalista del
laborismo, terminaron votando por Araujo. Parte importante para lograr este apoyo fue la
cuestión agraria. “Recinos, quien perteneció al partido Comunista… al amparo de la
campaña presidencial de 1930-1931, y bajo las banderas del laborismo, hizo al
campesinado promesas de reparto de tierras que Araujo no tenía idea de cumplir… Por su
parte, Alberto Masferrer no estuvo muy a la zaga de Recinos en cuanto a promesas a las
284
J.F. Gould, Et. Al., 1932, Rebelión en la Oscuridad; Op. Cit., pp. 56-57.
285
Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, p. 214. Anderson afirma que entre los partidos formados
para estas elecciones se encontraban: El de Miguel Tomás Molina, denominado Partido Reformador. El de
Enrique Córdova, denominado Partido Nacional Evolucionista. El de Quiñónez Molina, denominado Partido
Constitucionalista. El de Maximiliano Hernández Martínez, denominado Pro-Patria. El de Arturo Araujo,
denominado Partido Laborista y El Partido Oficialista de Alberto Gómez Zárate. Cfr. Anderson, El
Salvador, pp. 67-70. Esta misma lista de partidos es presentada por Alberto Peña Kampy en su libro El
general Martínez un patriarcal presidente dictador, Tipografía Ramírez, San Salvador, 1972, pp. 20-21.
118

masas populares y la divulgación de la ideología mínimumvitalista. Sin embargo, cuando


Araujo, ya ganador de las elecciones, presentó su “Plan de Trabajo” nada dijo sobre el
problema agrario, a pesar de que buena parte de su triunfo lo debía a la crítica y denuncia
que desde hacía tiempo venía realizando Masferrer.286

Como antecedente, es importante hacer mención que muchos colonos salvadoreños en el


occidente mantuvieron relaciones de lealtad y de sumisión a su patrón a través de lo peor
de la crisis económica y de la movilización de masas. No obstante, miles de otros colonos
rompieron con la relación dinámica tradicional con el patrón y se aliaron con aquellos
trabajadores del pueblo con quienes a menudo habían mantenido relaciones antagónicas.
La reciente formación de grandes sectores de esta clase, combinada con el rápido
deterioro de los salarios y de las condiciones de vida, fueron los principales factores en el
anómalo desarrollo político y social de los colonos del occidente salvadoreño.287

Ahora bien, la respuesta de los hacendados a la crisis sólo exacerbó los problemas para
los pobres de las zonas rurales; además de los apremiantes problemas de salarios por
debajo de la subsistencia, injustas condiciones de trabajo y la creciente pérdida de tierra,
los salvadoreños también enfrentaron una escasez de alimento. Las fuerzas del mercado,
las limitadas tierras para cultivo y las condiciones naturales hicieron al país vulnerable a
crisis alimentarias periódicas que incrementaron los precios y trajeron privaciones a
quienes no podían cultivar su propio alimento, mientras creaban oportunidades para el
enriquecimiento imprevisto de los productores y comerciantes a gran escala.288

6.3. Desarrollo y significado del hecho para la historia salvadoreña

Thomas Anderson casi en forma poética inicia su versión de los hechos políticos y
sociales de una de las masacres más espantosas sucedidas en América Latina.289
Browning, por su parte, refiriéndose a los mismos acontecimientos de enero de 1932
afirma que:

286
Cfr. Ibídem, p. 217.
287
Cfr. J.F.Gould, 1932, Rebelión, pp. 57-58.
288
Ibídem, p. 60.
289
Cfr. T. Anderson, El Salvador, pp. 9-10.
119

El asesinato de algunos terratenientes residentes en sus propiedades, las


demandas revolucionarias de los rebeldes, el gran número de los
campesinos alzados, y el hecho de que la marcha fuese detenida sólo a
unas pocas millas de la capital, no le dejó duda al gobierno acerca de los
problemas de la estructura agraria nueva, introducida tan recientemente o
acerca del profundo descontento que existía entre la población rural.290

La rebelión inició la noche del 22 de enero de 1932; “esa noche, y antes de amanecer el
día veintitrés, entre 5,000 y 7,000 insurgentes atacaron los cuarteles militares en las
cabeceras departamentales de Ahuachapán, Santa Tecla y La Libertad, y tomaron el
control de varias sedes municipales en el centro y occidente de El Salvador.”291

Esta rebelión en tanto hecho vino a evidenciar la crisis del liberalismo salvadoreño el cual
se mostró incapaz de manejar las contradicciones acumuladas, de las cuales, la
depresión económica vino a ser el detonante. El sistema liberal hizo crisis por la
acumulación de varias circunstancias que ya se han señalado, pero de ellas la que más
destaca es su incapacidad de armonizar con los cambios políticos operados entre las
clases subalternas en el ambiente de apertura política reducido durante el periodo de
gobierno de Pío Romero Bosque. En este lapso, el cambio social llegó a ser el tema
dominante y sobre él se pronunciaron diversos sectores de los grupos subalternos. No
obstante, Romero Bosque, como representante de los intereses de las clases
dominantes, no fue más allá de medidas paliativas que en lugar de disminuir las
demandas populares, las aumentaron, principalmente por la exclusión de los trabajadores
del campo.292

Las demandas para fortalecer la conciencia nacional no se hicieron esperar e incluso


surgieron organizaciones cuyo fin primordial era promover el pensamiento nacionalista y
si bien es cierto que pocas de ellas perduraron el anticomunismo se afianzó como parte
importante del discurso nacionalista. La sociedad salvadoreña alcanzó una forzosa
homogeneidad ideológica debido al radical autoritarismo que caracterizó a la gestión
presidencia de Martínez. Cualquier espacio para la disensión ideológica fue suprimido y

290
D. Browning, D., El Salvador, p. 443.
291
J.F. Gould,Op. Cit., pp. 229-230.
292
Cfr. CG. López Bernal, Tradiciones Inventadas, p. 221.
120

el rígido control de la actividad política hizo muy difícil la construcción de un discurso


alternativo.293

Inmediatamente después de que el levantamiento fue controlado se comenzó a construir


la leyenda negra del comunismo salvadoreño, por medio de la cual se justificó la
drasticidad de la represión. Las víctimas de este discurso fueron los indígenas
salvadoreños. Como afirma López Bernal:
En los días posteriores a la insurrección se dio rienda suelta al racismo
acumulado por décadas, dejando ver la magnitud del conflicto étnico
subyacente en la sociedad salvadoreña. Pero, poco tiempo después, quizá
al abrigo de la reflexión, se cayó en la cuenta de que lograr la
“reconstrucción nacional” sería muy difícil perpetuando la estigmatización
del indio. Entonces se construyó la imagen del “indio engañado” por los
comunistas, la cual creaba un espacio funcionalmente aceptable, tanto
para los vencedores, como para los vencidos. A los primeros les permitía
eludir su responsabilidad histórica, al desviar la atención de los agudos
problemas sociales que habían sido determinados para que los
desesperados campesinos e indígenas optaran por la lucha armada. A los
últimos, les dio la posibilidad de reincorporarse a la sociedad, después de
haber recibido el “castigo” al que se hicieron acreedores por querer mejorar
sus condiciones de vida. El tono paternalista usado por el dictador
Maximiliano Hernández Martínez calza exactamente con esta imagen.294

Por otra parte, es importante caer en la cuenta de que aunque las posibilidades de triunfo
de la insurrección eran mínimas, ésta se produjo en enero de 1932, afectando en mayor
grado la zona occidental de país que era importante centro cafetalero. La reacción del
gobierno no se hizo esperar y la revuelta fue rápidamente controlada por el ejército. De
este modo, el levantamiento comunista vino a ser la culminación de un proceso iniciado
durante las últimas dos décadas del siglo XIX en el cual tuvo mucho que ver la situación
de pobreza y marginación que el proyecto liberal había generado para los campesinos y
jornaleros, así como el conflicto étnico subyacente en la sociedad salvadoreña. Como
afirma Anderson,

293
Ibídem, p. 266.
294
Ibídem, p. 269.
121

Por supuesto que la rebelión de 1932 provocó una fuerte reacción contra la
cultura indígena. Hubo una notable disminución en el número de personas
que portaban indumentaria indígena, seguían sus costumbres o hablaban
su dialecto. Esto se debió en gran parte a la inmensa matanza, pero a
medida que pasó el tiempo el principal estímulo del cambio parece que fue
el deseo de desembarazarse de algunas características de un grupo
despreciado entre la población. Como me dijo uno de ellos, un indígena
salvadoreño dejaba de serlo con sólo desplazarse unos cuantos
kilómetros, cambiar el refajo de su mujer por un vestido occidental, y
preocuparse por hablar aceptablemente el español.295

La obra de Jeffrey L. Gould y Aldo Lauria Santiago: 1932, Rebelión en la oscuridad,


muestra que la culpabilidad que los oficialistas imputan a Masferrer sobre su
responsabilidad de la masacre de 1932, es una acusación sin fundamento y carente de
sentido de realidad; ya que es imposible que un solo hombre logre ejecutar una infinidad
de elementos condicionantes sine qua non el levantamiento campesino no podría llevarse
a cabo.

Haciendo una síntesis de los acontecimientos, Anderson afirma que de hecho las causas
fundamentales de la rebelión se descubren con más facilidad que los motivos exactos que
la produjeron en el momento en que ocurrió. Las causas subyacentes incluyen el profundo
antagonismo existente entre los campesinos y los terratenientes, pocas veces notado por
los ricos a las actitudes simuladas de los primeros. También había un problema racial
definido en la zona de Sonsonate donde chocaban las culturas ladina e indígena. Por más
que se insista en la homogeneidad de la raza salvadoreña no se puede encubrir el hecho
de que los indígenas se sentían diferentes. A estas causas sociales fundamentales se
agregaron otras de tipo económico: el monocultivo y el colapso en la gran depresión
económica de 1929. Una causa política era la tradición dictatorial y de incompetencia
gubernamental que le había dificultado a la gente de El Salvador seguir una vida política
normal. Todos estos elementos fueron básicos para la rebelión del 22 de enero de
1932.296

295
T. Anderson, El Salvador, p. 31.
296
Cfr. Ibídem, p. 131.
122

7. Contexto filosófico

Hasta ahora nos hemos preocupado por analizar el contexto histórico de la época en que
vivió Masferrer, pero para tener una lectura más apropiada de la figura y obra de este
pensador hace falta analizar las corrientes filosóficas de la época, cosa que ahora nos
ocupa.

7.1. El positivismo en El Salvador

El positivismo fue la corriente filosófica que más presencia tuvo en la conciencia


intelectual de finales del siglo XIX y principios del siglo XX en El Salvador. El estudio de
autores como John Locke, Augusto Comte, Herbert Spencer, John Stuart Mill y otros,
proporcionó a grupos intelectuales centroamericanos los fundamentos y los principios
para la elaboración de una cultura de mayor calado científico en estas latitudes.297

No fue sino hasta bien entrada la primera mitad del siglo XX que tuvo presencia el
Marxismo; o sea alrededor de los años veinte cuando la revolución rusa ya estuvo
consolidada y se convirtió en un poder con clara presencia en el mundo.298

Para algunos autores, el liberalismo como sistema intelectual era demasiado abstracto y
erudito para ser asimilado por el grueso de la población, por lo que debió ser combinado
con otros elementos culturales entre los cuales el nacionalismo como elemento ideológico
resultó ser el más compatible con los sectores populares. De acuerdo a López Bernal, la
combinación de liberalismo y nacionalismo es vista como el discurso predominante, pero
entendido como la confluencia de distintos tipos de discursos que se complementan. Así
el liberalismo es considerado como un cuerpo teórico que legitima el proyecto reformador
y modernizante de las oligarquías locales y el nacionalismo como el discurso autóctono
por medio del cual, el liberalismo fue articulado en el proceso de construcción de la
hegemonía. Así, el nacionalismo llegó a ser la ideología que buscaba proporcionar una

297
Cfr. Victoriano Ayala, Sociología. Programa resumen desarrollado en la Universidad Nacional de El
Salvador. Imprenta Nacional, San Salvador, 1921.
298
Cfr. R. Dalton, Miguel Mármol, pp. 113-139.
123

base social popular al proyecto hegemónico oligárquico, en la medida en que el


nacionalismo fuera asumido por el grueso de la población.299

Los intelectuales salvadoreños se identificaron con el pensamiento modernizante del


grupo dominante. Para los años en que los liberales se apoderaron definitivamente del
poder, ya existía un pequeño núcleo de intelectuales que gracias a los avances que la
caficultura produjo, se ensanchó y lo que fue más significativo, encontró un ambiente
propicio para su trabajo. La importancia de estos hombres no reside en su número si no
en el peso que su pensamiento tuvo para justificar y promover el proyecto que el grupo
en el poder impulsaba.300

Como se ha visto en otro momento, David J. Guzmán fue uno de los pensadores más
influyentes de su época. Sus escritos reflejan una preocupación que desde perspectivas
diferentes, parece haber sido común a intelectuales salvadoreños: la civilización de los
indígenas y su incorporación a la sociedad. Hacia 1883 publicó un libro en el que
presenta su posición al respecto. Sus planteamientos eran pragmáticos. Sin embargo,
Guzmán era consciente de que las condiciones de vida de los indígenas en comparación
con tiempos pasados, había desmejorado notablemente; valoraba que en tales
circunstancias estos grupos aportarían muy poco al progreso del país pues las anteriores
administraciones gubernativas y sociales, los había convertido en ciudadanos de
segunda categoría. Es decir, seres pasivos.301

En esta perspectiva, Víctor Hugo Acuña señala que la influencia de la ideología liberal
entre los obreros y artesanos se dio con mayor o menor intensidad en todos los países
centroamericanos. Obreros y artesanos urbanos fueron aculturados en la versión
positivista del liberalismo y asumieron como propios el mito del progreso, los ideales
laicos republicanos y la creencia en la educación como medio de mejoramiento social e
individual. Acuña señala además que los trabajadores urbanos fueron los primeros dentro
de las clases populares en ser socializados dentro del discurso nacionalista construidos

299
Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, Op. Cit., p. 23.
300
Cfr. E. Bradford Burns, “La infraestructura intelectual de la modernización en El Salvador. 1870-1900”, en
Luis René Cáceres (Compilador), Lecturas de Historia de Centroamérica, BCIE, EDUCA, 1ª edición, San
José, 1989, p. 566.
301
Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, Op. Cit., pp. 81-82.
124

por las triunfantes elites liberales.302 Es decir que estos grupos sociales mostraron
tempranamente una mayor receptividad ante los valores que los liberales querían
transmitir a la sociedad.

Como sostiene López Bernal, las relaciones mantenidas con el Estado de parte de
intelectuales, artesanos y obreros se habían consolidado gracias a los ideales y valores
liberales, entre los cuales resaltaban el civismo, la moral y el orden. Y aunque ya para
1918 ideas anarco-sindicalistas e incluso planteamientos socialistas habían tenido alguna
divulgación, de ningún modo eran dominantes en la ideología obrera. Estos grupos
seguían creyendo que el progreso, individual y social era posible mediante la educación,
el trabajo y la disciplina. Además, como una muestra más de que su matriz ideológica era
y seguía siendo el liberalismo, los artesanos y obreros no habían renunciado al ideal
unionista.303

7.2. La postura de Masferrer ante el liberalismo

Masferrer inicia un modo nuevo de pensar para los intelectuales salvadoreños. Por su
compromiso con la realidad que se vivía en El Salvador, especialmente las capas bajas
de la sociedad y por su forma de concretar su pensamiento, puede decirse que Masferrer
inicia una nueva ética. Esto implica un conocimiento claro de la realidad y una praxis
concreta que exige el cambio social en todas sus expresiones.

Masferrer da más importancia a la actividad práctica del pensar (filosofar), que a la


filosofía en tanto teoría o corriente de pensamiento. Por ello no se encuentra en sus
escritos la construcción de un sistema de pensamiento filosófico, pero sí se encuentra
claramente definida una actividad teórico-práctica que demanda una nueva organización
del modo de vida de los salvadoreños y se orienta al cambio concreto en función de una
ética y una moral más justa. Aunque en algunos momentos de su vida haya puesto interés
en la literatura, la teosofía, la política, el espiritualismo, etc., su interés fundamental es
generar ideas y conceptos para un pensamiento ético y político, como una acción y no

302
Cfr. Víctor Hugo Acuña, “Clases subalternas y movimientos sociales en Centroamérica (1870-1930)”, en
Historia de Centroamérica, Las Repúblicas Agroexportadoras; Tomo IV, FLACSO, 2ª Edición, Costa Rica,
1994. pp. 291-292.
303
Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, Op. Cit., p.113.
125

como un sistema de pensamiento eminentemente teórico. De ahí que su mayor interés es


el pensar crítico ante los problemas sociales, políticos y económicos que se vive en El
Salvador y no solamente el estudio de la historia de las corrientes de pensamiento que se
suceden en el mundo. De él son las siguientes palabras:
Si soy civilizado, o siquiera culto, me daré cuenta exacta del hecho, lo
comprobaré acaso, estudiaré sus causas o, por lo menos, ofreceré mi
contribución en dinero o en trabajo para remediar el mal o atenuarlo (…)
Pero si soy humano y ultra-pasé las fronteras de las salvajez, de la
barbarie, de la cultura y de la civilización; si entré en esa zona superior que
se llama Humanización, entonces aquel hecho de que los niños vayan a la
escuela sin desayunarse, me punzará como una espina; se me presentará
en toda extensión actual y futura, como una influencia nefasta y perenne,
en el destino de aquellos niños: los veré, ya adultos, expuestos a los vicios
y al crimen; sujetos a toda suerte de opresión y engaños.304

El compromiso político que Masferrer tiene con la realidad salvadoreña no pasa por
ninguno de los partidos políticos existentes en ese momento. No obstante, Masferrer es
consciente de que el verdadero accionar político que transforma la realidad tiene que
pasar inexorablemente por la política orgánica; por ello inicia en 1929 la organización del
Partido Vitalista.

A Masferrer no se le puede acusar de agitador político vinculado al comunismo; en


ninguno de sus escritos cita ni por accidente a Farabundo Martí o a alguno de los
dirigentes del Partido Comunista o del Socorro Rojo Internacional.305 No obstante, sí
menciona a un líder artesano de mucha importancia para el movimiento obrero. Se trata
del artesano José Mejía a quién responde a una misiva enviada por éste, con el libro
¿Qué debemos saber?, Cartas a un obrero. Ya que Mejía preguntaba en su carta, ¿qué
debe saber un obrero para ser instruido?306

La investigadora Patricia Alvarenga afirma que Masferrer es el más importante pensador


del período de 1880-1932, que “estuvo especialmente interesado en la temática de la

304
Patria, 28 de julio de 1928, pp. 1-2. Las cursivas aparecen en mayúsculas en el original.
305
Otra prueba de ello la tenemos en el enojo que Roque Dalton muestra años más tarde. Cfr. R. Dalton, Las
historias prohibidas del pulgarcito, Op. Cit., pp. 103-110.
306
A. Masferrer, “¿Qué debemos Saber?”, Obras Escogidas, Op. Cit., p. 145.
126

construcción de la nacionalidad. Sus propuestas de cambio social fueron tomadas por el


gobierno de Pío Romero Bosque (1927-1931), pero sin éxito. Masferrer pretendía crear
una nación fundamentada en el humanismo, que él definía como el derecho de todos los
habitantes a satisfacer sus necesidades materiales y espirituales. En este proyecto las
madres solteras eran objeto de especial atención. Según Masferrer, la irresponsabilidad
paterna constituía uno de los problemas más serios en el país, pues ésta sumía a una
extensa población de mujeres y niños en la extrema pobreza.”307 Eso explica que en 1924,
Masferrer fuera miembro de la sociedad Servicio de Madres Desvalidas, integrada
especialmente por mujeres.

Ahora bien, de acuerdo a esta perspectiva, podría deducirse que aquí tenemos una de las
causas principales por las que el oficialismo contemporáneo marginó a Masferrer y, por
otra parte, exaltó sólo la parte de su pensamiento que le interesó únicamente por su
utilidad. Y en esto tiene mucha responsabilidad Maximiliano Hernández Martínez que
utiliza su supuesto apoyo al indígena salvadoreño solamente como fachada de su política
cultural.308

El concepto de nación en Masferrer supone la integración de lo humano-vital, contrario al


del oligarca que supone la muerte del indio, del campesino y del obrero.

La propuesta política de Masferrer se fundamenta en el concepto del Minimum Vital. De


acuerdo con este concepto, todo ser humano tiene derecho a vivir con dignidad, meta que
sólo puede alcanzarse cuando las necesidades básicas del ser humano están totalmente
cubiertas. Masferrer atacó abiertamente a los poderosos terratenientes señalando que el
latifundio era un crimen.309 En su propuesta de cambio social estuvo presente la
atmósfera moralizadora que caracterizó la década de 1920, de ahí que desde su punto de
vista, la lucha contra aspectos concretos como el alcoholismo, la prostitución y otros vicios
en cuanto negación del aspecto vital es esencial para redimir a la humanidad.310

307
P. Alvarenga, Cultura y Ética, Op. Cit., p.198.
308
Resulta interesante en este contexto las opiniones publicadas en periódicos salvadoreños por parte de
intelectuales y académicos respecto de perdonar al General Martínez por el genocidio cometido. Al respecto
el académico Álvaro Rivera Larios inicia un debate con el literato Miguel Huezo Mixco; cfr. Faro.net, ¿Y si
condenamos a Salarrué?, en http://elfaro.net/es/201203//el_agora/7856/
309
A. Masferrer, “Así no se puede”, Obras Escogidas, Op. Cit., p. 317.
310
Cfr. A. Masferrer, “Dinero Maldito”, en Obras Escogidas, Op. Cit., pp. 110-142.
127

No cabe duda que Masferrer puede catalogarse como un humanista. De ahí que superara
cualquier amarra con la doctrina liberal positivista como con la elite política. En definitiva,
Masferrer fue un vitalista y por ello se vinculó con obreros, campesinos e indígenas. 311 En
su línea de pensamiento, había desarrollado planteamientos cada vez más radicales
contra el régimen liberal. El periódico Patria se convirtió en una tribuna de denuncia contra
la injusticia, los vicios y las condiciones de vida de los trabajadores urbanos y del campo.
Pero también en contra de las prácticas inhumanas y deshumanizantes de la elite política
salvadoreña.

Como todo ser humano, Masferrer fue hijo de su tiempo y por ello fue parte del entramado
ideológico de su época y se formó en el mundo intelectual de la oficialidad. Pero gracias al
roce con el mundo intelectual europeo, oportunidad que la oficialidad le proporcionó al
instituirlo como cónsul en Amberes donde tuvo la oportunidad de formarse
intelectualmente; pudo desembarazarse del pensamiento oficialista liberal cuando estuvo
de regreso en El Salvador. Y así, construir y presentar un pensamiento alternativo que
trascendió al oficialismo; ya que este oficialismo, a juicio de Masferrer, no promovía
suficientemente la educación, la salud, la vivienda, en definitiva, un Minimum Vital para las
mayorías populares. Es así que Masferrer, siendo parte del oficialismo en un momento
dado de su vida lo trasciende; luego construye y propone, en clara confrontación con el
oficialismo, su teoría vitalista sintetizada en el Minimumvitalismo.

En esa línea la obra de Masferrer anticipa una conciencia clara del agotamiento del
proyecto liberal de nación que la elite salvadoreña propugnaba. Por esto, Masferrer
afirmó, en el contexto de fundación del periódico Patria: “En este diario la palabra Patria
tendrá perennemente una significación muy restringida y muy concreta; significará, en
primero lugar y sobre todo, la vida de los salvadoreños que viven actualmente. El escudo,
la bandera, los próceres, los antepasados, las guerras con los vecinos, Atlacatl, la
mitología india y todo lo demás que forma el ayer, pasará a segundo término, por muy
interesante que parezca.”312

311
De esta vinculación dan cuenta los escritos de Patria, donde se encuentra publicadas una gran cantidad de
cartas enviadas a su director, provenientes de estos sectores. Asimismo su libro ¿Qué debemos Saber? Se lo
dirige especialmente a los obreros y campesinos salvadoreños, representados en el señor José Mejía a quien
dedica este escrito. De la misma manera, Anderson, Alvarenga, López Bernal, etc., confirman esta tesis, Cfr.
Thomas Anderson, El Salvador, pp. 70-71; Patricia Alvarenga, Cultura y Ética, pp. 60-65; C.G. López
Bernal, Tradiciones Inventadas, pp. 196-207.
312
Patria, Editorial del 27 de abril de 1928, pp. 1-2. Las cursivas aparecen en mayúsculas en el original.
128

De este modo, Masferrer le sale al paso a las formulaciones quiméricas elaboradas por
otros intelectuales, aunque éstas estaban matizadas con sublimaciones bondadosas. Más
adelante reafirma que para él lo único válido era la realidad cotidiana de los salvadoreños,
muchos de los cuales ignoraban la existencia de tales mitos de la nacionalidad:
“deseamos que se comprenda bien que no hablamos de símbolos ni de abstracciones: no
queremos absolutamente referirnos a la entidad que se llama El Salvador, ni al ser
ilusorio, convencional y fantasmagórico que se llama el salvadoreño.”313 No obstante, su
mayor crítica se centraba contra los grupos dirigentes: “Bajo las apariencias de una
cultura meramente exterior y de imitación, están viviendo de ideas y sentimientos viejos,
respirando una atmósfera viciada por el estancamiento, con los ojos vueltos hacia atrás,
entregados al culto de toda clase de fetiches.”314 En este marco Masferrer contrapone el
espíritu que moviliza a los vitalistas a una praxis de vida concretos y de modo que:
Los vitalistas no queremos oír hablar más de soberanía, ni de
abstracciones de ningún género; queremos oír hablar de niños que comen
buen pan y toman buena leche; de gentes que van calzadas y vestidas de
verdad; de trabajadores que se nutren bien; de familias que viven en casa
amplia, soleada, aireada; en fin, de un pueblo fuerte, sano, vigoroso, cuya
religión es trabajar y cuya recompensa es vivir.315

Para Masferrer la problemática salvadoreña desbordaba la vida política y económica


misma, ya que se trata de un problema cultural, por tanto, se trata de conformar una
nueva clase dirigente en el país que oriente un modo nuevo de ser, una cultura nueva
propia desde y con todos los salvadoreños:
Una clase conductora, realmente capacitada para dirigir, ha de enfocar
todas sus fuerzas en crear, mantener, desenvolver y vigorizar lo que se
llama alma nacional (…) Ese trabajo, así entendido y orientado, originará
una cultura propia: es decir, costumbres, leyes, instituciones, aspiraciones,
artes, gustos, maneras de sentir y de pensar, no copiados sino propios;

313
Patria, Editorial del 27 de abril de 1928, pp. 1-2.
314
Patria, Editorial del 27 de abril de 1928. En esto, Masferrer anticipa una de las mejores propuestas
latinoamericanas acerca del fetiche leído en modo marxista; véase al respecto las reflexiones de Bolívar
Echeverría, “La realidad nacional y el fetichismo moderno”, en B. Echeverría, Discurso crítico y modernidad,
Ensayos escogidos, Ediciones Desde Abajo, Bogotá, 2011, pp. 95-125.
315
Patria, 10 de diciembre de 1928, pp. 1-2.
129

como vivas y palpitantes manifestaciones de su yo nacional, que puede y


merece perdurar.316

Matilde Elena López317 afirma que Masferrer realizó sus ideas económicas, sociales y su
pensamiento ético-político desde el camino de la justicia social que él entendía como la
preocupación primordial por el bien común. Masferrer habló de la justicia social desde el
corazón del pueblo, como la búsqueda de instrumentos institucionales que permitan una
real distribución del ingreso obtenido con el producto del trabajo del obrero salvadoreño,
productor de bienes. Y esto es preciso ejecutarlo por medio del mejoramiento de dicha
devolución a través de la cualificación de la cultura, la asistencia social: educación, salud
y vivienda. Por ello habló de la libertad humana desde los propios dominios del alma,
como la esencia misma del ser humano. Y habló de los derechos naturales del ser
humano desde lo alto del valor total de la vida, del Vitalismo como vida para todos.318

Para Masferrer, la justicia social es la forma simple y sencilla de devolver al pueblo parte
de aquello que el mismo pueblo ha producido con su trabajo, a fin de que llene sus
necesidades primordiales que es en suma su Minimum Vital.319

Masferrer fue un pensador que estuvo a la altura de los tiempos y que por otra parte se
volvió un abanderado de la justicia social. Él predicaba la necesidad de cambiar
radicalmente las estructuras injustas que gobernaban a El Salvador. No obstante, la
conciencia de los poderosos permaneció impasible y peor aún, cerrada a posibles
soluciones. Cuando en un editorial del periódico Patria se refiere a la hecatombe que está
por venir, refiriéndose a la insurrección y magnicidio de más de 30,000 campesinos y
campesinas salvadoreñas en 1932; y la posterior avalancha que significó la dictadura de
Maximiliano Hernández Martínez en El Salvador, desde 1932 hasta 1944, lo hace
afirmando que el problema del país no es simplemente el problema de carencia de
alimentos para la mayoría de pobres, sino que hay problemas más radicales que son la
concentración de la tierra y las riquezas salvadoreñas en pocas manos. Por tanto, de lo

316
Patria, 29 de junio de 1928, pp. 1-2.
317
Cfr. M. E. López, “Prólogo a las Obras Escogidas de Alberto Masferrer”, en Obras Escogidas, Tomo I,
Op. Cit., pp. 9-84.
318
Cfr. A. Masferrer, “Doctrina del Mínimun Vital”, en Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., pp. 51-97.
319
Ibídem, pp. 58-59.
130

que se trata es de volver a la administración de la tierra cuando ésta era de todos, hay
que volver, pues, al ejido.320

El diagnóstico social que presenta Masferrer es acertado y su pensamiento social


profundamente realista. De ahí que Masferrer constituya una presencia filosófica en
América Latina desde la perspectiva de los marginados sociales de El Salvador. En este
sentido vio la situación de los pobres indígenas y campesinos, maltratados por la vida que
los dirigentes liberales y la elite de la sociedad de su tiempo les forzó a vivir. Y desde el
sentido común, como base de un conocimiento distinto de la realidad,321 descubre que
ésta necesita ser transformada para generar vida a los seres humanos. Así descubre que
ese sentido común provee ciertas bases para la transformación de la realidad al
evidenciarla como tal.

Masferrer, afincado en la perspectiva de los desposeídos, puso su quehacer intelectual al


servicio de aquellos que han sido históricamente rechazados por la historia oficial. De ahí
que se convierta en un referente importante a la hora de intentar hacer una “historia
alternativa”, o sea, una historia que no convierta en masa a la mayoría de los pobres y
desposeídos; es decir, a aquellos que han sido marginados por la historia oficial y que
sólo pintan como estadística, como número, pero no como personas ni ciudadanos.

7.3. Masferrer y las redes intelectuales centroamericanas

Para entender correctamente a Masferrer es necesario ubicarlo en el contexto intelectual


al que perteneció. En esta perspectiva, la investigadora Marta Elena Casaús Arzú, ha

320
Cfr. Patria del 20 de diciembre de 1928, pp. 1-2.
321
Es interesante notar cómo el sentido común es catalogado como una categoría sociológica de mucha
importancia para el filósofo marxista Antonio Gramsci (1891-1937), para quien la sociedad civil es una
totalidad compleja y por tanto debe ser considerada bajo aspectos complementarios entre los cuales el sentido
común desempeña un papel clave para el análisis de la cosmovisión de la sociedad civil. Para Gransci, el
sentido común se ubica en el mismo nivel o grado cualitativo, como le llama él, que la filosofía, la religión, el
folklore. Cfr. Hugues Portelli, Gramsci y el bloque histórico, Editorial Siglo XXI, México, 1978, pp. 17-18.
Masferrer, por su parte, sin decantarse por esta acepción sociológica del sentido común, permite que el
acontecer diario lleve su rumbo y siga su itinerario en su actividad vitalista, de lo contrario, sería como ir
contra corriente, lo que generaría un desgaste innecesario en la actividad práctica; por ello echa mano del
sentido común para mejor desarrollo de la actividad práctica que le exige la labor vitalista.
131

orientado sus más recientes investigaciones en la línea de ubicar a Masferrer en el


contexto de lo que ella ha dado a llamar: las redes intelectuales centroamericanas.322

Para esta autora, las influencias que Masferrer y los intelectuales centroamericanos
tuvieron durante el primer cuarto de siglo del siglo XX vienen fundamentalmente de
Europa y la India; pero también de Latinoamérica de donde también hubo una influencia
importante de intelectuales que hicieron cambiar la conciencia social, moral y ética de la
sociedad. Casaús lo afirma retomando las obras fundamentales de los distintos autores
que incidieron en la conciencia social de esa época:
Retomando la región latinoamericana, qué duda cabe de que fue el Ariel de
Rodó el que marcó un punto de inflexión en lo que iba a ser el papel de los
intelectuales latinoamericanos en la nueva concepción de los valores
culturales y morales de ese grupo, abriendo nuevos caminos para la
recuperación de la identidad cultural de lo hispano-latinoamericano, frente a
lo anglo-norteamericano; pero no menos importancia tuvo -a nuestro juicio-
la influencia intelectual de Nuestra América de José Martí. Las fuerzas
morales y el hombre mediocre de José Ingenieros, La raza cósmica de
José Vasconcelos, La Misión de América y el Mínimum Vital de Alberto
Masferrer y Alrededor del problema unionista y La enfermedad de Centro
América de Salvador Mendieta.323

Masferrer alude clara y explícitamente a sus fuentes de inspiración de su obra. En La


misión de América cita sus “caballeros andantes”, cuyas mayores hazañas del mundo las
han acometido quienes han tenido como principal ocupación dispersar las ideas a través
de folletos y periódicos: Buda, Pitágoras, Confucio, Jesús, San Pablo, Lao-Tsé y Platón,
que se hicieron nómadas para desentrañar de sí mismos y cristalizar sus doctrinas

322
Estudios importantes de Marta Casaús Arzú a este respecto son: Las redes intelectuales centroamericanas:
un siglo de imaginarios nacionales (1820-1920), F&G Editores, Guatemala, 2005; “La disputa por los
espacios públicos en Centroamérica de las redes unionistas y teosóficas en la década de 1920: La figura de
Alberto Masferrer”, en Revista Humanidades IV Época, N° 2 Enero-Febrero-Marzo; Universidad de El
Salvador, San Salvador, 2003, pp. 55-77; “La influencia de Alberto Masferrer en la creación de redes
teosóficas y vitalistas en América Central (1920-1930)”, Revista Repositorio, CONCULTURA, III Época, N°
2, San Salvador, 2006, pp. 58-90; “El Vitalismo de Alberto Masferrer y su impacto en el pensamiento de
América Central”, Revista CULTURA, Enero-Julio, N° 102, DPI, San Salvador, 2010, pp. 73-106.
323
M. Casaús Arzú, Las Redes intelectuales centroamericanas, Op. Cit., p. 5. Se remite a la reciente
publicación realizada por Marta Elena Casaús Arzú, con la colaboración de Regina Fuentes Oliva,
denominada El libro de la vida de Alberto Masferrer y otros escritos vitalistas, que constituye una “Edición
crítica de la obra Teosófico-vitalista (1927-1932)” F&G Editores, Guatemala, 2012.
132

maravillosas. Rubén Darío fue nómada y Manuel Ugarte, Vasconcelos, Gabriela Mistral,
Haya de la Torre, impregnaron su vida y su trabajo con frecuentes períodos de
nomadismo.324 Consideraba que todos ellos eran fieles a la memoria de Cervantes y a un
cierto “quijotismo” hispano, que simbolizaba un estilo de vida, una forma de hacer política,
una guía para la acción de personajes que recorrieron América para cumplir una misión
vital: “la de forjar una nación nueva: Hispanoamérica”. Masferrer los citaba como
mentores dignos de admiración o de referencia en la formación de la nación americana
por su inspiración espiritualista, cuyo ejemplo de vida de estos “nómadas” no es sólo
intelectual, sino existencial para que pueda mostrarnos el camino y darnos ánimo y luz
para recorrerlo.325

Estas influencias también permitieron que se organizaran círculos locales de intelectuales


que buscaban la “creación de opinión pública y una plataforma intelectual y política a
través de la que se generó una gran disputa por la hegemonía cultural e ideológica de la
época frente al positivismo y al marxismo.”326 En esta línea, Casaús continúa afirmando
que:
El círculo de sociedades teosóficas de Centroamérica, constituidas como
sociedades centroamericanas y unionistas, fue una de las principales redes
de sociabilidad de la época, generó sólidos vínculos entre los intelectuales
de la región y nuevos espacios públicos de debate y difusión de la filosofía
espiritista y espiritualista. Estas redes, estrechamente vinculadas entre sí
en toda la región, las formaron: el coronel Patrick Brannon Vega,
introductor de la teosofía en El Salvador (…); Alberto Guerra Trigueros, uno
de los principales amigos y discípulos de Masferrer, y otros intelectuales
espiritualistas, Geoffroy Rivas, Lars, Gavidia, Rivera y el poeta Salarrué,
casi todos ellos vinculados entre sí y con los teósofos guatemaltecos
aglutinados en torno a uno de los intelectuales orgánicos más sólidos e
influyentes de la época: el poeta colombiano Porfirio Barba Jacob que fue
el núcleo alrededor del que giraron muchos de los intelectuales
centroamericanos.327

324
Cfr. A. Masferrer, “La misión de América”, en Páginas Escogidas, San Salvador, Op. Cit., pp. 259-260.
325
Cfr. M. Casaús, El vitalismo teosófico como discurso alternativo… Op. Cit., pp. 108-109.
326
M. Casaús, El Vitalismo de Alberto Masferrer, Op. Cit., p. 77.
327
Ibídem.
133

Para Masferrer saber era poder y por ello todo ser humano debía conocer aquello que le
sirviera para acercarle a la verdad y procurarle así y a los demás una vida feliz.
Consideraba que debía aprehender al máximo aquellos elementos que le permitieran un
conocimiento verdadero del mundo. Creía necesario vincular la ciencia con la moral,
entendiendo ésta “como la ciencia de los derechos y los deberes humanos, cuyo fin es
enseñarnos, cómo se ha de vivir”328 En línea con el anarquismo consideraba que estos
derechos han sido “conculcados”, robados por los ricos evitando que todos los hombres
cumplan con su verdadero y esencial derechos vivir plena y libremente satisfaciendo
todas sus necesidades corporales y espirituales.329 Entre los derechos básicos e
inalienables que llama humanos está el derecho al pan, a la tierra y al trabajo. Es aquí
donde las fuentes de inspiración del anarquismo o del socialismo fabiano están más
claramente expresadas. Incluso cita a pie de página textos de Kropotkin, Reclús, Graves,
para que los obreros los lean, con el fin de que reciban una educación de vida que es, a
su juicio “lo que los anarquistas llaman educación integral y según ellos mismos, así
vivirán todos los hombres en una sociedad bien integrada: trabajando con las manos y
con el cerebro”. Al final, hace un llamamiento a los obreros centroamericanos a
organizarse para crear una sociedad más sabia y justa y para lograr las mismas
conquistas que otros obreros en Europa y en América Latina.330

Entre los temas que estos círculos de intelectuales tomaban como bandera de lucha
estaba el unionismo centroamericano, la identidad nacional, la naturaleza y la esencia de
la nación. En la misma línea, estos intelectuales como afirma Casaús,
Partían del principio de la igualdad de las razas y rechazaban los
planteamientos spenciarianos de la jerarquización racial o fenotípica;
consideraban iguales a todas las razas y su degeneración como producto
de la sociedad y la falta de educación cívica. Esa igualdad “espiritual” o “de
328
A. Masferrer, “¿Qué debemos saber?”, en Obras Escogidas, Op. Cit., p. 149. De acuerdo a Marta Casaús,
el concepto de Masferrer y Kropotkin sobre la ciencia y la moral coincide en la medida en que es el medio
más eficaz de conocer “el estado de las necesidades de la humanidad y medios económicos para satisfacerla”.
P. Kropotkin, 41; y Ética, origen y evolución de la moral (Dogal: Madrid, 1977). Cfr. M. Casaús, “El
vitalismo teosófico como discurso alternativo…” Op. Cit., p. 111.
329
Las similitudes con el Kropotkin de La Conquista del pan son enormes. Para éste, el fin último de los
socialistas utópicos es “reconocer y proclamar que cada cual tiene ante todo el derecho a vivir y que la
sociedad debe repartir entre todo el mundo, sin excepción de los medios de que dispone”, Cfr. P. Kropotkin,
La Conquista del pan, Editoriales Júcar, Madrid, 1977, p. 22.
330
Sobre el anarquismo en Masferrer existe una fuerte polémica, no obstante, el filósofo Constantino Láscaris
Conneno asocia a Masferrer con las corrientes anarquistas sobre todo por la influencia que ejerce en él autores
como Tolstoi y Kropotkin. Cfr. C. Láscaris, Historia de las ideas filosóficas en Centroamérica, Op. Cit., pp.
286-230.
134

origen” les llevaba a pensar que los hombres y las mujeres tenían los
mismos derechos y obligaciones y habían de ser incorporados como
ciudadanos o ciudadanas en igualdad de condiciones.331

De ahí que sea comprensible que estos intelectuales, Masferrer, por supuesto, aboguen
por el acceso a la educación, al trabajo y al sufragio universal sin restricciones de género
o cultura. Asimismo, rechazaban las injerencias culturales y políticas foráneas
especialmente las norteamericanas. Como afirma Casaús:
Influidos por Rodó y la crítica a la nordomanía, consideraban que había que
buscar los valores propios de la identidad latinoamericana y volver la
mirada a las culturas ancestrales. En esta dirección muchos de ellos
expresaron su rechazo a Estados Unidos. Buscaban también la
regeneración moral del individuo y de la sociedad para evitar el retorno al
caudillismo y las dictaduras; en esa línea intentaban imaginar una nación
de ciudadanos iguales ante la ley, en la que se reconocían, respetaban y
toleraban las diversidades de raza, credo, cultura y género.332

No cabe duda que el tema de la unidad centroamericana fue uno de los que más fue
tratado por los intelectuales centroamericanos. Esto implicó no sólo un tema de reflexión
intelectual sino un movimiento social y político que tuvo sus expresiones de solidaridad
internacional, sobre todo con la identidad y solidaridad de los pueblos centroamericanos a
favor de la lucha política, social y militar que Sandino llevaba a cabo con la invasión
estadounidense comandada por el filibustero William Walker. En esta perspectiva, estos
círculos representadas por estos intelectuales intentan construir un movimiento social y
político que buscaba la reconstrucción de la patria grande centroamericana, sobre las
bases del republicanismo que condujera a la concreción de la justicia social y promover el
bienestar general, libre e independiente en campo internacional. De ahí que, como bien lo
dice Casaús:
Mendieta al igual que Masferrer y Wyld Ospina, defendían la federación
centroamericana y definían al partido unionista como la práctica de la
doctrina unionista en un partido cívico y educativo, que apoyaba la
“economía socialista” y el sistema de gobierno conocido como “federalismo

331
M. Casaús, Marta E. Las Redes intelectuales centroamericanas, Op. Cit., p. 74.
332
Ibídem.
135

autóctono”, con una división territorial y normas administrativas que


corrigieran los graves y trascendentales errores de la Federación de 1824.
Así la autonomía regional se había de mover dentro de su propia órbita, sin
roces con la unidad nacional que debía ser vigorosamente mantenida y
extendida.333

Lo que se quiere resaltar con Casaús es la enorme profusión del pensamiento


regeneracionista en el que se unían otras corrientes de pensamiento como espiritualistas,
vitalistas y teosóficas, todas ellas con una concepción filosófica y política diferente del
positivismo y el liberalismo, que de alguna manera se oponían a éstos y conformaron una
corriente política y cultural contra hegemónica muy fuerte, cuyos principios políticos
diferían sustancialmente del liberalismo. Un eje de reflexión y acción puede resumirse en
la lucha por la igualdad de géneros, razas y religiones, el intento por recuperar el pasado
de los pueblos amerindios y dignificar a las poblaciones indígenas, buscando en ellas su
espiritualidad y su pasado ancestral. A ello se añade un fuerte decálogo de
reivindicaciones sociales, como el derecho al trabajo, a la tierra y a un salario justo, el
respeto al medio ambiente y la educación de las mujeres; un intento de ampliar los límites
de la ciudadanía y de la nación y la concesión del voto a mujeres e indígenas. En
términos de posicionamiento político se definían antiimperialistas y antidictatoriales y en
materia de gobierno, se definían como unionistas, federalistas y partidarios de la
refundación de Nuestra América.334

Para Casaús otro aporte de Masferrer al pensamiento centroamericano es su concepto de


raza y cultura;335 que juntamente con sus concepciones de nación y de identidad llevan a
cabo una ruptura con el positivismo y con la vertiente spenceriana y determinista, con lo

333
Ibídem, p. 97.
334
Cfr. Marta Casaús, “El vitalismo teosófico como discurso alternativo…” Op. Cit., p.93.
335
Este fenómeno no fue individual ni estaba exclusivamente circunscrito a dos o tres personajes ilustres por
cada república centroamericana como Sandino, Mendieta, Soto Hall, García Monge, Wyld Ospina o Juárez
Muñoz, sino que fue fruto de un complejo entramado de redes sociales vinculadas a nuevas corrientes
espiritualistas, espiritistas y teosóficas, que constituyeron durante las primeras décadas del siglo XX un
intento de ruptura de los paradigmas positivistas y materialistas en la región y abrieron nuevos espacios de
debate y de lucha por la hegemonía política y cultural. Si bien no lograron ganar la disputa por la hegemonía,
porque fueron desplazados por ambas corrientes, generaron nuevos espacios de sociabilidad y de debate
mediante nuevas aproximaciones a problemas no resueltos, que visibilizaban a actores sociales que no poseían
voz propia, como las mujeres, los campesinos e indígenas, y generaban nuevos imaginarios nacionales en
donde la búsqueda de valores propios, basados en lo étnico y cultural, iban a permitir sentar nuevas bases para
la legitimidad de las naciones centroamericanas. M. Casaús, “Las redes intelectuales centroamericanas…”
Op. Cit., p. 6.
136

que se tiene un aporte clave y diferenciador en Masferrer respecto del positivismo.336 En


la línea de Vasconcelos, Mistral y Sandino, esos a quienes Masferrer llamaba caballeros
andantes porque luchaban por la justicia, la belleza y la verdad, pero negando la validez
del concepto de raza para explicar la identidad de América, consideraba que para forjar
una verdadera nacionalidad:
La defensa de la raza no es un buen punto de partida sobre el que debe
descansar el andamiaje de nuestro patriotismo indoamericano, porque,
…edificando sobre ella, una palabra sin sentido real, no edificamos nada
sólido pues el problema según nosotros lo entendemos no es de raza sino
de cultura, porque la América Latina –usemos ese falso nombre–, se viene
desmoronando y cayendo a pedazos grotescamente, en los bolsillos
insondables de los norteamericanos(…) no es porque en ella predomine
una u otra raza no porque nadie intente destruir o alterar sus caracteres
raciales, sino porque no tiene o no ha sabido crearse una cultura propia,
original y elevada, que justifique su existencia como elemento de valía en el
concierto de las naciones (…) porque en vez de crear, ha sido copiar y
caricaturizar. Se preguntaba, ¿cuál raza? ¿Defenderla de quién? ¿De
Estados Unidos que posee un millón de negros y de otras razas?337

Masferrer, como bien señala Casaús, no compartía del todo el planteamiento de


Vasconcelos y de Enrique Rodó y algunos de sus seguidores acerca de la existencia de
una raza hispanoamericana. Para Masferrer una raza latinoamericana no existe en
realidad pero considera que ésta se hallaba en formación, en búsqueda de su propia
identidad y de su propio destino como Nación. El imaginario de la raza indohispana en la
que predominaba el elemento indio sobre el hispano y forjado por una mayoría de
mestizos, era una falacia: ningún hispano quería considerarse descendiente de indios o
de negros y renegaban de esa parte de su identidad. Era una falacia porque cuando se
hablaba de raza indohispana o indoamericana para defender y cultivar la raza se estaban
refiriendo a un núcleo de blancos o casi blancos, al que se designaba con el adjetivo de
“latino”.338

336
Ibídem, p. 17.
337
Ibídem.
338
Ibídem.
137

Esta es la razón, de acuerdo a Casaús, por la que las elites intelectuales y políticas
centroamericanas actuales buscan de nuevo en Masferrer el referente, el punto de
confluencia y de congruencia para la reformulación de la nación en momentos de crisis y
vacío de poder:
Porque ha sido uno de los pocos pensadores centroamericanos con un
pensamiento híbrido, pero aglutinador; con un programa aparentemente
sencillo, pero muy profundo y con proyección social; con una visión
incluyente e integradora de la sociedad y con una postura regeneracionista
y moralista, basada en la recuperación de los valores humanos y de los
derechos inalienables del individuo. Por todo ello logró calar en el
imaginario nacional y generar consensos entre diversos sectores y ha
hecho posible la recuperación de referentes y símbolos cívicos, culturales y
sociales para la formación de identidad nacional.339

7.3.1. El unionismo centroamericano y las redes intelectuales centroamericanas

El papel que debe jugar Centroamérica en el contexto mundial fue un tema analizado no
sólo por Masferrer sino por otros intelectuales que aunque eran cuantitativamente pocos,
por la incidencia que lograron en su época, fueron muy influyentes. Entre ellos Masferrer
desempeñó un papel importante como orientador.

Para Marta Casaús el unionismo centroamericano constituyó un movimiento social y


político que hizo grandes esfuerzos por reconstruir la nación centroamericana sobre
bases republicanas y democráticas, para realizar un estado de justicia, promover el
bienestar general, libre e independiente en campo internacional.340 Por ello, estos
intelectuales luchaban contra el caciquismo representado por los dictadores locales de

339
M. Casaús, “El vitalismo teosófico como discurso alternativo”, Op. Cit., p. 18.
340
Cfr. M. Casaús, El vitalismo teosófico como discurso alternativo de las elites intelectuales
centroamericanas en la década de 1920 y 1930. Principales difusores: Porfirio Barba Jacob, Carlos Wyld
Ospina y Alberto Masferrer. En http://www.rehmlac.com/recursos/vols/v3/n1/rehmlac.vol3.n1-mcasaus.pdf ;
De la misma autora, ver: La formación de la nación cultural en las elites teosóficas centroamericanas 1920-
1930: Carlos Wyld Ospina y Alberto Masferrer.
http://www.ues.edu.sv/descargas/memoria/sigloxx/casaus.pdf; Asimismo: Las redes intelectuales
centroamericanas y sus imaginarios de nación (1890-1945),
http://www.ortegaygasset.edu/fog/ver/327/circunstancia/ano-iii---numero-9---enero2006/investigaciones-en-
curso/las-redes-intelectuales-centroamericanas-y-sus-imaginarios-de-nacion--1890-1945-; Ver también: M.
Casaús y T. García Giráldez, Op. Cit., 2005.
138

Centro América en particular y Latinoamérica en general.341 Asimismo eran


antiimperialistas y apoyaban la lucha por la soberanía nacional de Sandino y, con mayor o
menor grado de intensidad, consideraban la prioridad de una unidad continental de todos
los pueblos de América Latina. Simultáneamente defendían la federación como la práctica
de la doctrina unionista en un partido cívico y educativo, el Partido Unionista, que apoyaba
la economía socialista y el sistema de gobierno conocido como federalismo autóctono,
con una división territorial y normas administrativas que corrigieran los graves y
trascendentales errores de la Federación de 1824. Así la autonomía regional se había de
mover dentro de su propia órbita, sin roces con la unidad nacional que debía ser
vigorosamente mantenida y extendida.342

En opinión de Casaús, Masferrer en su concepción de América profundizó más que Wyld


Ospina y Mendieta, porque consideraba como Martí, Ugarte, Vasconcelos y Haya de la
Torre que América tenía una misión que cumplir que otros continentes no podían
desempeñar, o no tenían la capacidad para ello, debido a su pluralismo cultural.343
Casaús fundamenta esta apreciación en lo que para Masferrer constituye la realidad
latinoamericana, cuando éste afirma que “con cinco millones de blancos, veinte millones
de negros y veinte millones de mestizos y dos millones de asiáticos, que mezclan sus
almas y sus sangres, que darán como resultado la nueva raza, de la raza cósmica que
forjará la América”344. Esta nueva raza, creará una nueva conciencia continental que
traerá la vida nueva, la humanidad nueva y forjará a los hombres nuevos de América.345
Es interesante ver la coincidencia en el tema de la raza nueva y la humanidad nueva de
Masferrer con Vasconcelos en su ensayo La Raza Cósmica. Coincidencia que también ve
Casaús quien sostiene que Masferrer, inspirado en el espíritu de unidad continental, fundó
en Guatemala en 1929 la Unión Vitalista Americana en la que planteaba desde el principio
el objetivo de este proyecto de unidad, en la que uno de los objetivos fundamentales era
el de desarrollar en todos los pueblos de la Unión la conciencia viva de un destino común,
el cual habrá de cristalizar en la creación de una nueva cultura que traerá a los hombres y

341
Cfr. M. Casaús, “El vitalismo teosófico como discurso alternativo…”, Op. Cit., p. 15.
342
Ibídem.
343
Cfr. Ibídem, p. 16.
344
A. Masferrer, Obras Escogidas, p. 525.
345
Masferrer, “El grito de batalla”, citado por Saúl Flores, Madre América, Op. Cit., p. 11. Hay que notar que
en esta temática Masferrer coincide con Vasconcelos en su ensayo La Raza cósmica publicado en 1925.
139

mujeres de su tiempo, una verdadera y más amplia justicia, y una más extensa e intensa
cordialidad.346

Asimismo añadía que dentro de los objetivos de dicha unión, sería importante el procurar
a todos los habitantes de Hispanoamérica la satisfacción íntegra de sus necesidades
primordiales, según la define la doctrina del Mínimum vital.347

Este proyecto constaba de veintinueve puntos en los que se proponía una unión
continental de la América hispanoparlante, en la línea de los forjadores de la patria grande
como fueron Simón Bolívar o José Cecilio del Valle; o sus contemporáneos Ugarte, Martí,
Mistral y Vasconcelos. Casi todos los puntos coincidían con su programa vitalista.348

7.3.2. La misión de América para Masferrer: Centroamericanismo y


latinoamericanismo

Masferrer al igual que Rodó y Vasconcelos, cree que América constituye una presencia
cultural importante en el desarrollo presente y futuro del mundo y es obvio que existan al
menos dos Américas culturalmente distintas, una latina y la otra anglosajona. Ambas
tienen un papel distinto en el desarrollo histórico de la cultura en el continente y han
llevado un derrotero diferente y a veces hasta contrapuesto.

En la perspectiva latinoamericana, para dejar claro lo que Masferrer entiende por el papel
que debe desempeñar este continente en el proceso de desarrollo de los pueblos del
mundo, escribió al menos cuatro documentos importantes que viene al caso mencionarlos
y sintetizarlos a efecto de vislumbrar el papel de Latinoamérica en el mundo a principios
del siglo veinte.

346
Cfr. M. Casaús, “El vitalismo teosófico como discurso alternativo…” Op. Cit., p. 17.
347
Ibídem.
348
Cfr. M. Casaús, “El vitalismo teosófico como discurso alternativo”, Op.Cit., p. 16. La autora nos remite
también a las cartas manuscritas de Masferrer a su hermana Nela Mónico desde Guatemala, de la colección
particular de José Panadés acerca de la fundación de la Unión vitalista de Guatemala y de la Unión vitalista
Americana, presentada por su hermana Teresa Masferrer y por Gabriela Mistral el 29 de noviembre de 1929.
Cfr. Teresa García Giráldez, “La patria centroamericana en la prensa política guatemalteca: continuidades y
rupturas en El Amigo de la Patria y El Unionista, (1880-1920),” en Caleidoscopio, Universidad Nacional
Autónoma de Aguascalientes, (en Prensa). Asimismo en la ponencia “La patria grande centroamericana: la
elaboración del proyecto nacional por las redes políticas unionistas”, en III Congreso Nacional de Historia de
El Salvador, junio 2003.
140

El primero es una carta abierta escrita y publicada en Costa Rica en 1898, denominada La
Nueva Centroamérica;349 el segundo lo escribió en San Salvador, en 1901 denominado
Ensayo sobre el desenvolvimiento político de El Salvador.350 El tercero lo constituyen dos
artículos cortos denominados: el primero La Misión de América: El Grito de Batalla y el
segundo Ahora y en ti mismo.351 El cuarto documento fue redactado en su versión final en
1928 y se trata de tres artículos que Masferrer denominó La Misión de América.352

7.3.2.1. La Nueva Centroamérica, Carta abierta

Este es el título que Masferrer dio a una carta dirigida a Don Rubén Rivera353, el día 28 de
octubre de 1898, en el contexto del intento integracionista de la República Mayor de
Centro América iniciado y convocado por el presidente de Honduras, Policarpo Bonilla, el
20 de junio de 1895 y al que acudieron además de aquel país, El Salvador y Nicaragua.
Dicho intento, a la postre, como los anteriores a éste, resultó ser fallido. Para Masferrer
este intento abrió una nueva etapa de reflexión sobre el tema de la integración
centroamericana cuyos alcances exigieron claridad sobre el nuevo papel que debía jugar
Centro América en el contexto político mundial.

Masferrer afirma en esta carta que “es ley histórica que las ideas para que se conviertan
en hechos, han de estar en proporción con los hombres llamados a realizarlas, han de

349
El filósofo y educador español radicado en Costa Rica, Constantino Láscaris Comneno (1923-1979) da
cuenta de la presencia de Masferrer en Costa Rica para estas fechas. Cfr. C.C. Láscaris, Desarrollo de las
ideas filosóficas en Costa Rica, Editorial Costa Rica, San José, 1965, pp. 249-252.
350
A. Masferrer, Ensayo sobre el desenvolvimiento político de El Salvador, Editorial Clásicos Roxsil, Nueva
San Salvador, 1996.
351
Saúl Flores, Madre América, Lecturas Americanas, Volumen III, Tipografía Offset, Editorial Central, San
Salvador, 1965. En el texto denomina La Misión de América: El Grito de Batalla; Masferrer afirma que
“América ya no es una expresión geográfica, sino una expresión moral. América es una Fe y un Propósito.
América es el credo político, social y espiritual de los Hombres Nuevos… Cfr. ítem 4.3.2.3. La Misión de
América: El Grito de Batalla, ahora y en ti mismo, donde se amplía esta idea.
352
La primera versión de estos artículos los escribió Masferrer en 1923, con el objetivo de presentarlos como
Discurso en la apertura de las clases en la Universidad de El Salvador del año lectivo de 1924. Véase: Revista
La Universidad, Serie XIII,-N°1; Julio-Septiembre de 1924, pp. 2-8. Posteriormente este discurso fue
reelaborado por el autor y presentado en el periódico Patria en las fechas ya referidas.
353
Don Rubén Rivera fue un médico de Sonsonate que publicaba en el Diario de El Salvador temáticas
referidas a la integración centroamericana. Esta información se sabe por Masferrer, quien en la introducción a
esta carta dice lo siguiente: “Mi estimado amigo. Por las repetidas defensas suyas publicadas en el Diario de
El Salvador, adivino que es usted objeto de incesantes ataques…” Cfr. A. Masferrer, “La nueva Centro
América”, Op. Cit., p. 47.
141

encarnarse en quienes sean dignos de simbolizarlas, de darles vida.”354 En el caso de


Centroamérica, estos hombres “son Delgado, Morazán, Cabañas, Jerez, Valle, Barrundia,
Gálvez, etc.”355

Para Masferrer, en el ámbito político la unión no hace la fuerza, ya que “si así lo fuera, la
fuerza de las naciones estaría siempre en razón directa de su número de habitantes y de
la extensión de su territorio. Pero en política, sólo produce fuerza la unión de las fuerzas;
sólo energía la suma de energías. Unir debilidades, unir descréditos, unir enfermedades,
unir cánceres, no dará jamás resultados positivos.”356

En el caso de los tres países que en 1896 buscaban unirse a iniciativa del presidente
hondureño, constituyeron por un tiempo efímero, lo que se dio a llamar la Patria Grande
de Centro América. Pero en realidad, en esta parte de la región centroamericana,
concretamente en el tema de las vías de comunicación entre estos países, éstas no
pasaban de ser caminos vecinales en condiciones precarias o en mal estado físico que
imposibilitaban el tránsito y la conectividad; de tal manera que estos países se
encontraban en situación de aislamiento físico entre sí. De ahí que el intento de unidad
política centroamericana también resultaba ser un camino muy escabroso y a la postre se
convertiría en un esfuerzo infructuoso.

Por su parte el intelectual vicentino, Sarbelio Navarrete (1892-1953),357 contemporáneo de


Masferrer, escribió varios artículos en el marco del tema de la integración
centroamericana; uno de los cuales fue escrito en 1913 con el título El Estado
centroamericano, en el cual afirma que las fuerzas que organizaron la Federación de las
Provincias Centroamericanas fueron debilísimas y casi nulas:
Puesto que tenemos el hecho de cinco Estados que, acentuando en el
decurso del tiempo sus rasgos peculiares, han afirmado cada uno más su

354
Masferrer, A., La Nueva Centro América, Carta Abierta, Editorial Clásicos Roxsil, Santa Tecla, 1996, p.
48.
355
Cfr. Masferrer, A., La Nueva Centro América, Carta Abierta, Op. Cit., 48.
356
Masferrer, A., La Nueva Centro América, Carta Abierta, Op. Cit., 49.
357
Sarbelio Navarrete (1879-1952), intelectual salvadoreño y doctor en Derecho por la Universidad de El
Salvador, de la que fue Rector de 1936 hasta 1939, cargo al que renunció debido a la intervención que el
régimen de Maximiliano Hernández Martínez llevara a cabo en esa fecha. Navarrete escribió artículos muy
importantes en temáticas filosóficas, integracionistas y culturales. Dentro de sus escritos sobresalen: “Bajo el
Signo de Descartes”, “La verdadera fecha de nuestra independencia”, “Panegírico a la Ciudad de San
Vicente”, etc.
142

autonomía interior, y que constituidos hasta la fecha en Repúblicas


soberanas, y considerándose como naciones distintas, parece que se
alejaron por completo del gran ideal de una Patria común, solidaria e
indivisible, como si en su egoísmo raquítico fuesen importantes para
elevarse hasta donde llegan los pueblos que incrustan su personalidad en
la historia.358

Para Navarrete, “el federalismo fue el disfraz aparatoso del egoísmo regionalista.”359 Ya
que alrededor de la idea de unión centroamericana se ha formado una idea de erróneos
conceptos y de pasiones mezquinas;360 porque “el fenómeno federalista apareció en
nuestra historia como inmediata consecuencia del provincialismo y fue el predominio de
los intereses localistas sobre los nacionales la fuerza disociadora que produjo la
separación de los Estados.”361

En conclusión para este autor “la federación no existió jamás; fue solamente una
sombra.”362 Idea que nos pone en la perspectiva y línea que ya había sido apuntada por
Masferrer una década antes.

No cabe duda que Masferrer tiene claro que no es sólo por la vía de la voluntad que se
va a lograr la unidad centroamericana, él sabe que hay que poner mediaciones concretas
que vayan logrando el objetivo de salir del fragmentarismo político en el que han instalado
a Centroamérica el caudillismo y conservadurismo. Esto lo trata Masferrer más
profundamente en el Ensayo sobre el desenvolvimiento político de El Salvador.

7.3.2.2. Ensayo sobre el desenvolvimiento político de El Salvador

Este ensayo lo escribió Masferrer hacia el año 1901 con el interés de participar en el
concurso de ensayo que fuera convocado por el Diario de El Salvador en esa fecha.363 El

358
S. Navarrete, En los Jardines de Academo, Editorial Universitaria, Segunda edición, San Salvador, 1977,
p. 74.
359
Ibídem, p. 76.
360
Ibídem, p. 80.
361
Ibídem, p. 82.
362
Ibídem, p. 77.
363
Cfr. A. Masferrer, Ensayo sobre el desenvolvimiento político de El Salvador, Op. Cit., p. 44.
143

documento está organizado en trece sub apartados cortos al final de los cuales presenta
un resumen del documento elaborado. Este trabajo cierra con una nota final en la que
afirma el interés que motivó la redacción de este ensayo y declara, además, la razón por
la cual no se ha estudiado y presentado el ámbito social de El Salvador.

Por su parte, Luis Aparicio que prologa la segunda edición de este ensayo,364 afirma que
esta obra recoge un penetrante análisis político del acontecer centroamericano y
salvadoreño, ya que en ella, Masferrer advierte que “la unidad [de Centro América] habría
sido lo deseable, alaba con sinceridad la independencia centroamericana; pero se duele
porque recién conseguida, comenzaron las tendencias separatistas que habría de costar,
como él lo dice ríos de oro y de sangre”.365

Del pasado nacieron tantas suspicacias que en el análisis de Masferrer, la federación


resultaba insostenible y para rehacerla, sostiene Aparicio, siguiendo a Masferrer, “una vez
rota, se recurrió a la vía fácil de las armas que sólo sirvieron para encender odios y
sentimientos de venganza o de intervención de unos en los asuntos propios de los otros.
Ese, para Masferrer fue el camino equivocado, la vía correcta era otra y él lo plantea así:
Después de tantos esfuerzos sin fruto llega para nosotros con los albores del siglo
vigésimo, la verdadera, la única forma posible de verificar la grande aspiración de ser uno:
la aproximación primero, la unión después”.366

Por su parte, Rafael Lara Martínez al estudiar el pensamiento de Masferrer en lo referido


al tema de la integración centroamericana, sostiene que este “ensayo rastrea la
accidentada evolución que conduce de la colonia española a la federación
centroamericana, para desembocar en la república salvadoreña independiente de inicios
del siglo XX.”367 Y que el trayecto recorrido por el proceso integracionista “recorre ríos de
oro y ríos de sangre por los cuales los que antes fueron hermanos –las diversas regiones

364
Ibídem,, pp. 5-6.
365
Ibídem,, p. 5.
366
Ibídem.
367
R. Lara Martínez, El Bicentenario. Un enfoque alternativo, Editorial Universidad Don Bosco, San
Salvador, 2011, p. 35.
144

centroamericanas– acaban en odios crecidos, desconfianzas erizadas, humillaciones y


venganzas.”368

De acuerdo a la perspectiva de Lara Martínez, la visión masferreriana de la independencia


en este ensayo apunta a evidenciar el legado de los intentos integracionistas, expresado
en el caudal de riqueza desperdiciada en guerras intestinas y en el flujo de sangre de las
víctimas acaecidas. Legado que es asimismo controversial, porque además de ser una
utopía reservada a grupúsculos de soñadores, al final de cuentas implicó ser una empresa
sumamente onerosa para los países centroamericanos.369

Para Masferrer la independencia política de Centro América no es asimilada, en principio,


por parte del pueblo y sus dirigentes como un bien; afirmando que “sería la mejor
celebración de nuestra independencia evidenciar que fue para nosotros un bien; una
conquista merecida y bien aprovechada”.370 “¿Por qué hablar de independencia si no
existe? ¿Cuál es la libertad de que gozamos?,”371 se pregunta él. En esta perspectiva, “la
emancipación no debe mirarse sino como un camino hacia la libertad. ¿Qué parte de ese
camino hemos recorrido nosotros?”372

Masferrer continúa su reflexión sobre el papel político de El Salvador en el contexto


centroamericano echando una mirada a los momentos inmediatamente posteriores a la
emancipación política de las provincias centroamericanas de la corona española; en ese
contexto afirma que:
Apenas declarada la independencia surge en los emancipadores la idea de
una Confederación. Sugeríales tal proyecto el ejemplo de los Estados
Unidos, a quien entonces era moda imitar, y se les presentaba como lógico
y hacedero, el pensamiento de que la forma confederativa sería, en la
república, la natural continuación de la vida colonial, unitaria en la
monarquía.373

368
Ibídem, p. 35. Las cursivas aparecen en el original entre comillas, con lo que muestra el autor que está
citando a Masferrer. Para evitar tanta comilla en un pequeño párrafo pero mantener el espíritu del texto, aquí
se ponen en cursivas.
369
Cfr. Lara Martínez, R, El Bicentenario. Un enfoque alternativo, Op. Cit, p. 36.
370
A. Masferrer, A., Ensayo sobre el desenvolvimiento… Op. Cit., p. 9.
371
Ibídem.
372
Ibídem, p. 10.
373
Ibídem, pp. 10-11.
145

Con esta afirmación queda claro que para Masferrer la unidad de las provincias
centroamericanas era algo de lo cual no se tenía en mente prescindir por parte de los que
lideraban las luchas emancipadoras. Luego el autor hace una reflexión sobre el influjo que
ha tenido la historia de dominación y sometimiento de la corona española a la formación
cultural y humana en la individualidad de los salvadoreños, de tal manera que la
idiosincrasia salvadoreña está condicionada por dos maneras de ser que podemos
identificarla en la relación dialéctica que existe entre el dominante-dominado, tipificadas
éstas en las figuras del militar y del sacerdote:
Como aquellos sueños se desvanecieron, lo sabemos. Arriba, en los
mandatarios, la tendencia irresistible a manejarlo todo, a ingerirse con
poder absoluto, hasta en el pensamiento y en la conciencia. Abajo, en la
masa, la costumbre, -trasmitida secularmente a través de la sangre de dos
razas- de obedecer sin restricciones, de sujetar ideas, actos y sentimientos
al poder de un hombre, para ellos un rey, aunque se llamara presidente o
vice jefe; un verdadero monarca cuyo poder venía de Dios. Para sostener
ese poderío, ya casi ilimitado, estaban la milicia y el clero. Aquel soldado
era el antiguo paladín, devotísimo de su señor y de su dama; despreciando
al pechero fiándolo todo a los tajos de su espada de dos manos, a los botes
de su lanzón y a las resistencias de su escudo. Con otras armas y otro
vestido, no ya bajo el dominio de un rey, pero siempre de un señor, allí
estaba para sostener contra viento y marea la voz del jefe, la voluntad del
amo, el antojo del señor que concedía honores y ascensos.374

El sacerdote por su parte, afirma Masferrer “para quien república y herejía eran la misma
cosa; creyendo que todo poder viene de Dios (…) aceptaría el dominio estable de las
dictaduras, dándoles su apoyo en cambio de la tranquilidad, del sosiego y de la
conservación incólume de sus prerrogativas.”375

Para Masferrer “de este modo la república democrática y confederada tenía en su contra
el pasado, los instintos, las costumbres, los intereses, las preocupaciones; en su favor no
más que el cariño de unos pocos soñadores: una tímida aurora en lucha con la oscuridad

374
Ibídem, p. 12.
375
Ibídem, p. 13.
146

cerrada y densa.”376 Luego apareció el lógico temor que la historia había corroborado; es
a saber, la dominación de Guatemala como cabeza y corazón de la capitanía general que
ante la nueva perspectiva histórica, buscaba seguir manteniendo dicho status:
Pero un nuevo elemento apareció en seguida en forma de tendencias
separatistas. Por debajo de los espíritus elevados y benévolos estaban los
suspicaces que exigían entrar en el pacto federal en condiciones de
absoluta igualdad; querían alejar todo peligro de que Guatemala ejerciera ni
la más leve supremacía sobre los demás estados; temían que con
apariencias de federación subsistiera la Capitanía General: un organismo
en que Guatemala sería el corazón y el cerebro; el antiguo reino de
Guatemala, en fin.377

De acuerdo a la perspectiva que Masferrer tiene en este punto, “a las suspicacias de unos
y a las exigencias de los otros, añadamos que era Guatemala el baluarte de las ideas
conservadoras, santuario de la tradición ultramontana, y [de] las provincias.”378 De ahí que
“contra esas ideas, esos intereses, esas suspicacias, luchó incesantemente la federación,
nunca sólida, nunca bien constituida, rota por un lado, apenas recompuesta por otro. La
espada de Morazán fue para ella como una batería eléctrica para un cadáver: a cada
contacto parece revivir; en realidad siempre está muerta.”379

Masferrer llega así a una conclusión lógica: que la historia ya dio de sí y demostró con
entera claridad que la unidad política de las cinco repúblicas constituía un sueño
irrealizable. En esta perspectiva, no volverá “a alzarse el caído estandarte: a la empresa
de tremolarle, seguiría su abatimiento inmediato. Porque los tiempos han cambiado;
porque estos pueblos han cambiado, y ha de cambiar, necesariamente la forma de
realización de aquella idea.”380

De ahí que la iniciativa de construir la Patria Grande centroamericana, constituía una


propuesta un tanto ingenua, porque “apenas fracasada la última tentativa de
reconstrucción por la fuerza, algunos espíritus generosos e impacientes, creyeron e

376
Ibídem.
377
Ibídem, p. 14.
378
Ibídem, p. 15.
379
Ibídem.
380
Ibídem, p. 18.
147

intentaron realizar la unión por medio de un pacto entre los gobiernos; efímera e infantil
empresa, que la historia casi no ha tenido tiempo de registrar.”381 Y ante esa realidad,
Masferrer cree que “la única forma posible de verificar la grande aspiración de ser uno es:
la aproximación primero, la unión después.”382 Y ahí radica el principal papel político de El
Salvador, evidenciado lúcidamente por Masferrer.

Cabe la posibilidad de aceptar que Masferrer posterga la unidad centroamericana ante


tanto intento fallido y que en contraposición a ello acepta la fragmentación de la que ha
vivido Centroamérica desde la independencia política en 1821. Aquí cabe la pregunta de
cómo entiende Masferrer la nación.383 Esto se desarrolla en el Capítulo Tercero.
Este análisis posibilita a este pensador ejecutar un salto cualitativo en su reflexión crítica y
le permite ver que aquel último intento de unidad centroamericana conllevó
necesariamente el error histórico ratificado por los hechos. Es decir que existe una
constante “oposición entre los hechos y las instituciones [que] fue fatal: sus frutos fueron
erigir la mentira en sistema de gobierno. De un lado, el poder, procurando siempre
guardar las apariencias; de otro, el pueblo, contentándose siempre con que las
apariencias se guardaran. En último resultado, la tiranía hipócrita y el pueblo farsante.” 384
Es más, Masferrer afirma que “cada vez más fuerte la lucha de la doctrina con el hecho,
éste se hizo bárbaro y aquella pueril: del primero salieron crueldades y salvajismos; de la
otra brotaron más y más expedientes, trabajos en la constitución escrita, mallas sutiles,
tejidas con la más rara suspicacia, que, en vez de suavizar el despotismo no lograban
sino exasperarlo y volverlo disimulado y artero.”385

Esto condujo a cambios de gobierno al arbitrio de los que toman el poder por medio de la
fuerza de las armas y “el cambio de gobierno, creó, por la fuerza, toda clase de
prerrogativas para las gentes de espada, hasta el punto de poner en sus manos los
destinos de la nación. Así nos dio el militarismo.”386 Y esto constituyó la base del

381
Ibídem, p. 19.
382
Ibídem.
383
El tema de la nación se desarrollará en el Capítulo Tercero, concretamente en el inciso 5. Elementos del
pensamiento filosófico vitalista masferreriano.
384
Masferrer, A., Ensayo sobre el desenvolvimiento… Op. Cit., p. 24.
385
Ibídem, p. 25.
386
Ibídem, p. 32.
148

“descrédito, sujeción, miseria, desorden, ferocidad, atraso y tiranía, esos son, esos han
sido para nosotros los frutos de las revoluciones.”387

Ahora bien, siendo ésta una situación estructuralmente grave en El Salvador, Masferrer
sostiene que la solución al problema tiene que ir en la línea de mejorar o cualificar la
cultura. Cosa que sólo se logra por medio del cultivo del pensamiento y la educación. Esto
es lo que permitirá que el país salga adelante en el proceso de desarrollo cultural y que
pone a El Salvador en las posibilidades reales de ejecutar su papel en el contexto
internacional; porque como él lo dice referido a los adelantos que de verdad y con
permanencia tenemos ya de civilización, ¿a qué los debemos? Y responde que sin lugar a
dudas es la evolución cultural de los pueblos la que trasciende a aquellos que se han ido
quedando rezagados; es decir, “a la influencia invasora de la cultura exterior, que en este
siglo dispone de maravillosos medios de propaganda.”388

En el caso salvadoreño, “cuando nosotros hayamos enseñado y habituado a leer, siquiera


a los dos tercios de nuestro pueblo, habremos hecho cien veces más, mil veces más que
todas las revoluciones. En resumen: lo que nos atrasa y acabaría por matarnos, son las
revoluciones; lo que nos salvaría, son la paz, el trabajo y el orden. Es preciso cerrar la era
de las revoluciones.”389

Al final, concluye Masferrer que “los pueblos no existen aislados en el planeta. Por
encima, o mejor dicho, sin contacto ninguno con los vínculos voluntarios de la diplomacia,
existen vínculos irrompibles que atan a las naciones, haciéndolas participar fatalmente en
el resultado de sucesos que les son extraños. Así, hay entre ellas, una solidaridad
evidente, benéfica unas veces, perjudiciales otras, pero siempre más peligrosa para los
más débiles.”390

No cabe duda que superar los problemas sociales, políticos, económicos y culturales, sólo
puede hacerse a partir de una educación sistemática para todos, no sólo para los
acomodados económicamente, ya que la cultura y la educación permitirán lograr mayores
niveles de humanización en El Salvador y en la región centroamericana.

387
Ibídem.
388
Ibídem, p. 34.
389
Ibídem, p. 36.
390
Ibídem, p. 39.
149

7.3.2.3. La misión de América: El Grito de Batalla, ahora y en ti mismo

Este tema lo aborda Masferrer en dos artículos cortos escritos presumiblemente hacia
1918. En el primero de ellos, el autor comienza afirmando que América es el continente
que está destinado por la Providencia y por la Naturaleza a ensayar y realizar las nuevas
formas de vida que la humanidad necesita para el momento. Según él, todo lo que los
seres humanos han anhelado para concretar una nueva vida puede y debe realizarse en
América. De acuerdo a esto, América tiene un nuevo significado consistente en “una vida
limpia en la que el pan no se amasa con sangre, ni prostitución, ni embriaguez, ni
miseria”.391

Masferrer se proyecta la imagen de la América del futuro no como un continente


“nebuloso y fantasmagórico, abandonado al azar de los tiempos, sino un mañana
concreto, preciso, que nuestra mente y nuestros brazos convertirán en hoy.”392 Para él, el
continente americano ha dejado de ser una expresión geográfica para convertirse en una
expresión moral: “América es una fe y un propósito. América es el credo político social y
espiritual de los Hombres Nuevos: de los que ya no quieren asfixiarse en los pantanos de
las patrias minúsculas, misérrimas, inermes, sobre las cuales todo insolente poderoso
escupe y defeca, haciendo que los esclavos adoren su defecación.”393

Para Masferrer América es una idea que batalla para convertirse en una fuerza realizada
en el tiempo y el espacio: “La América débil, desunida, parcelada y mezquina,
devorándose a sí misma, es la América vieja, carcomida y podrida, obra de enanos y
miopes”.394 Es una realidad que hay que superar por ello hace un llamado a los hombres y
mujeres del continente a enterrar y olvidar esa concepción de América, a partir de una
lucha que aunque conlleva sufrimiento, al final se consigue el triunfo. Y este camino no es
el de las revoluciones miopes que hasta ahora se han practicado que reclaman ríos de
oro y de sangre, sino aquella que conduce a elevar la cultura, el conocimiento y el
desarrollo, aquella que es construida por hombres nuevos:
Y hagamos surgir de sus cenizas la América nueva, fuerte, unida,
concorde, consciente de su misión, dispuesta al dolor y a la muerte para

391
S. Flores, S., Op. Cit., p. 11.
392
Ibídem, p. 11.
393
Ibídem.
394
Ibídem.
150

realizar su misión (…) ¡Hombres Nuevos de América, americanos libres!


Alcémonos, formemos en fila de combate, ensanchemos el pecho,
absorbamos poderosamente el aire de la vida, y que surja y resuene el grito
de batalla: ¡A luchar por América! ¡A triunfar por América! ¡A sufrir por
América!395

En el segundo artículo, Masferrer afirma que para que esa América de la que ha hablado
antes se haga una realidad, es necesario que germine y nazca un hombre nuevo. Es
decir, un hombre cuyo espíritu conlleve en sí mismo el anhelo de forjar el futuro como
presente de la humanidad en esta parte del mundo. En este sentido, esa nueva América
“jamás podrá nacer de una simple construcción mental, jamás de meras fórmulas
científicas ni de abstractos y fríos sistemas, sino de una llama que a un tiempo dé luz y
calor; de una llama que encendida en el corazón suba a esclarecer el pensamiento para
que encuentre los caminos y a caldear la voluntad para que los recorra”396 de manera
inminente. Y para que este pensamiento no se quede en una simple ilusión motivadora,
Masferrer traduce dicha motivación en acciones programáticas concretas:
Ahora y en ti mismo ha de comenzar la guerra implacable contra la
embriaguez del alcohol, del opio, del tabaco, de la morfina, de todos los
narcóticos; y contra la alimentación sangrienta, que hace al hombre
agresivo, impulsivo, feroz y cruel; y contra la prostitución que pudre el
cuerpo, que hace mugre la carne, y siembra de miasmas y de podredumbre
la carne y los huesos, y disuelve la voluntad en las nieblas viscosas de la
duda.397

Al final de este corto escrito, Masferrer afirma que este programa de vida es necesario
cumplirlo para que dé inicio el surgimiento de hombres nuevos creadores de la nueva
historia, de la nueva América que abrigará a la nueva humanidad, la nueva vida que todos
los hombres anhelan y que así la necesitan.

395
Ibídem.
396
Ibídem, p. 12.
397
Ibídem, p. 13.
151

7.3.2.4. La Misión de América

En su escrito denominado La Misión de América, Masferrer inicia su reflexión diciendo


qué es lo que entiende por América. Y dice que con este vocablo se refiere “al conjunto de
pueblos (…) que son una unidad, como religión, como historia, como suelo y clima y
continuidad territorial, como instinto democrático y como tendencia social; que son por la
colaboración de la naturaleza y del tiempo, la más vasta, espontánea, continua y definida
unidad que hasta hoy se haya mostrado sobre el planeta.”398 En este conjunto de pueblos,
lo “que verdaderamente hay de real, de profundo, significativo y estable en las
nacionalidades, es el suelo, es la sangre, es el concepto de la vida social y de la vida
espiritual; es sobre todo, el idioma, que expresa y resume todos los demás y que sirve
como de sello a la entidad que de ellos resulta.”399

Para Masferrer, aunque fueron monárquicos los orígenes latinoamericanos y la educación


que estos pueblos recibieron, surgió a pesar de ello:
Una constelación de repúblicas democráticas que son ahora la patria
hispanoamericana. Diferencias en el mecanismo gubernamental;
diferencias en la legislación secundaria; diferencias en ciertos
procedimientos y en la organización formal de algunas instituciones: todo
ello, cosa fácil de modificar; pero en lo hondo, en lo determinante que es el
instinto democrático, y en su manifestación que es la forma republicana,
subsiste la similitud, más bien dicho, la Identidad y la Unidad.400

No obstante a esta Latinoamérica le hace falta algo para que cobre su verdadera
identidad y unidad como pueblo; y eso que le falta es “una conciencia colectiva y la
exterioridad de algunos matices comunes, para ser a sí mismo una actual y viviente
nación.”401

En la reflexión que hace Masferrer sobre el papel que debe desenvolver el continente
americano, necesariamente hay que analizar el papel de Europa para el mundo. En este
contexto, la Primera Guerra mundial, librada en Europa de 1914 a 1918 demostró que

398
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., pp. 515-516.
399
Ibídem, p. 516.
400
Ibídem, pp. 516-517.
401
Ibídem, p. 517.
152

este continente está imposibilitado para ser rector de la cultura, la unidad y la civilización
humana.402 Para Masferrer, esta guerra demuestra que “se tiene ya conciencia de que la
hegemonía de la civilización europea llegó a su fin, y que la decadencia ha comenzado.
Allá mismo, los hombres de más visión y sinceridad lo comprenden y lo confiesan, y los
más optimistas discurren desesperados remedios, como los que suelen aplicarse a los
enfermos que agonizan.”403 De acuerdo a su punto de vista:
En el momento en que Europa comienza a perder el gobierno de la
civilización, se halla la América Española como un niño inexperto, inhábil,
acostumbrado a que piensen por él, a que ideas, sentimientos,
aspiraciones y gustos se le den hechos; a que le enseñen o le sugieran
todo, hasta los vicios; a no ser más que un reflejo de aquella luz de Europa
que ahora comienza a nublarse y desvanecerse. Nuestra aspiración única,
que fue en todo copiarle e imitarla, se encuentra ahora convertida en una
aspiración peligrosa; pues si la civilización europea comienza a morir, no es
sino porque ya no es saludable, ya no es adecuada, ya no responde a las
necesidades y anhelos del mundo.404

En esta línea Masferrer afirma que “Europa, decimos, es la separación y la fragmentación:


en la moneda, en la frontera, en el idioma, en el suelo, en los hábitos, en el clima, en la
forma de gobierno, en la jerarquía social, en todo. Y los hombres quieren ya otra cosa;
sienten que pueden y deben fundar otra cosa: una nueva cultura, más humana, más
suave, más armónica, más para todos, más integral, más sencilla, más espiritual.”405

En este estado de cosas, el autor contrapone la realidad vivida en Latinoamérica respecto


de la que vive la América sajona y recordando que en el contexto de la doctrina Monroe,
los Estados Unidos llevó a cabo la guerra contra España en 1898, y después de resultar
vencedor de ésta, despojó a España de Cuba. Poco más tarde provocó la independencia
de Panamá de Colombia en 1903, e inició la construcción del canal interoceánico. En este
contexto internacional, la América sajona como pueblo del norte tiene la más viva, exacta
y definida conciencia de lo que puede intentar. Por ello:

402
Cfr. Ibídem, p. 518.
403
Ibídem.
404
Ibídem, p. 519.
405
Ibídem, p. 520.
153

Mientras nosotros nos ejercitamos en retraernos, en separarnos y en


contraponernos, ellos se ejercitan en ligarse, en concretarse y vigorizar el
alma nacional; en hacer un haz de todas sus fuerzas materiales y
espirituales, para tener así una irresistible palanca que les permita remover
y dominar cualquier obstáculo. Mientras nosotros copiamos ellos crean;
mientras nosotros nos avergonzamos de tener algo nuestro, ellos se
enorgullecen de no tener nada que no sea propio; mientras nosotros nos
empeñamos en ser un remedo o un reflejo, ellos se empeñan en ser una
realidad una individualidad.406

De acuerdo a Masferrer, el hecho de que Latinoamérica no haya forjado una conciencia


colectiva clara e identificada con la diversidad de los pueblos que la conforman; por ello,
el latinoamericano se conduce por derroteros perversos que lo apartan de “la concordia,
de la unidad de miras, de la organización encaminada a realizar los mismos grandes
fines,”407 que son la construcción de un pueblo unido, culto y alto por sus aspiraciones y
realidad de justicia y concordia. Y “¿Cómo ha de ser esa nueva civilización de que
hablamos? Lleguemos antes al despertar de nuestra más amplia conciencia: movámonos
en el sentido de nuestra fuerza directriz, que es la cooperación, y entonces el espíritu
hablara por nosotros, y veremos, clara y exactamente, el camino de nuestra salvación.”408

Este es el horizonte que llama a ser construido por los pueblos latinoamericanos. Y para
eso debe haber una conciencia clara de lo que se pretende construir, un claro liderazgo
que sea el conductor de los pueblos hacia ese horizonte. Masferrer lo afirma de la
siguiente manera:
Como toda luz viene de lo alto, pienso yo que en la América Hispana –
donde no hay realeza, ni aristocracia, ni órdenes militares caballerescas, ni
castas sacerdotales dominantes, ni colegios de iniciados, ni ricas y
refinadas oligarquías, ni mecanismo alguno, tradicional o clásico,
encargado de la alta enseñanza y conducta de los pueblos– pienso yo, que
son las Universidades las llamadas, necesariamente, a consultar la brújula
y a trazar el itinerario.409

406
Ibídem, p. 522.
407
Ibídem, p. 524.
408
Ibídem, p. 525.
409
Ibídem.
154

Y Masferrer culmina con una reflexión que adelanta la perspectiva universal del dominio
de la vida diciendo que “cuando las universidades hispanoamericanas orienten su trabajo
en el sentido que demandan la vocación de estos pueblos y la necesidad y el anhelo de la
humanidad en esta hora,”410 entonces, hombres y mujeres comunes de todos los pueblos
de América, “podremos decir que las esperanzas del mundo se han salvado, y que la
Nueva Era no será el predominio mental y moral de una sola nación sino la flor, la rosa de
cien hojas, nacidas del corazón y de la inteligencia de todas las razas y de todos los
pueblos.”411

El llamado está hecho a que se construya la patria, la nación y en este sentido para
Masferrer la patria lo constituye toda la región centroamericana. Porque el suelo, la
lengua, las costumbres, el folklor, etc., no construyen la patria, sino que lo que la
construye es la unión de voluntades. De ahí que la educación de calidad desempeñe un
papel crucial en la construcción de la patria y eso sólo se concreta en aquel lugar donde la
educación formal no prepara caricaturas de profesionales sino, por el contrario, forma a
seres humanos en el pleno sentido de la palabra; es a saber, personas que piensan por sí
mismas.

En este marco es que para Masferrer la unidad centroamericana vendrá a ser la solución
a muchos problemas provinciales. No obstante, el tema de la federación, como ya se ha
visto es una creación fantasmagórica que desde la perspectiva de Sarbelio Navarrete y
por supuesto para Masferrer, es un tema insoluble por el momento.

Teniendo presente las características que América latina tiene para ese momento y
resaltando las ideas que Masferrer expresa al respecto, la de identidad y unidad cobra
fuerza para la construcción de una verdadera patria y el papel histórico que le toca jugar a
este continente en el conjunto de naciones en el mundo. En esa línea Masferrer destaca
la falta de conciencia de sí que tiene América latina; por lo que el papel de las
universidades como centros de investigación en los campos de la cultura, de la historia
nacional y de la proyección social es de carácter necesario y urgente. Esta perspectiva
viene a solventar, al menos en parte, la necesidad de una conciencia social

410
Ibídem, p. 526.
411
Masferrer, A., Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 526.
155

latinoamericana. Es interesante ver cómo años más tarde, Ignacio Ellacuría trata la
cuestión del papel que debe jugar la universidad en cuanto tal en el marco del cambio
social y cómo para eso debe ella revalorar el hecho y la necesidad de asumir el carácter
político que le compete. Esto implica asumir la realidad sociopolítica en la que la
universidad se encuentra instalada; es decir, la realidad de las mayorías oprimidas como
punto de fundamentalidad ética que conlleva la opción preferencial por las mayorías
oprimidas.412

Conclusión

En 1881 se decretó la abolición legal de las tierras ejidales y comunales. Entre líneas se
puede ver que esta abolición se encaminó a la erradicación de las comunidades
indígenas, aunque la resistencia activa y pasiva de los pueblos indígenas prolongaría el
proceso hasta bien entrado el siglo XX. La aplicación inicial de la medida generó varias
revueltas indígenas importantes, aunque fallidas: las de 1884 en Izalco y Atiquizaya, las
de 1885 y 1889 en Cojutepeque y la de 1898 en Santa Ana, en que los indígenas
insurrectos cortaron las manos de jueces repartidores ejidales.

Este hecho debe enmarcarse en la perspectiva de la consolidación del sistema liberal en


Centroamérica y concretamente en El Salvador. Para los liberales, el orden era la razón
de ser del progreso. De ahí la necesidad de legislar en torno a la propiedad de la tierra y
del suministro de mano de obra. Este reordenamiento implicó primero el debilitamiento de
la Iglesia como factor de poder económico y político, lo que no produjo de ninguna
manera el fin de la intervención de aquélla en los asuntos públicos. Segundo, el
sometimiento de los centros de poder regionales al poder central, con miras a sentar las
bases para construcción de un Estado nacional. Y tercero, la desestructuración de las
comunidades indígenas, con el resultado a un nuevo impulso a su cultura de resistencia,
expresada en forma de marginación y de rebeliones. En resumen, la gran novedad de
este período reside en que la clase dominante actuó por primera vez como tal, desde la
independencia política de España.

412
Cfr. I. Ellacuría, “Universidad y política” en Veinte años de historia en El Salvador (1969-1989), Escritos
Políticos, Tomo I, UCA Editores, San Salvador, 1991, pp. 17-45.
156

Para nuestra interpretación y análisis, la conversión de las tierras del común en propiedad
privada se ubica entre los acontecimientos más importantes de la historia salvadoreña.
Miles de parcelas previamente poseídas y administradas por comunidades y
municipalidades pasaron a manos privadas. Campesinos y empresarios obtuvieron títulos
de tierras que ahora podían vender o hipotecar con mayor facilidad o administrarlas sin
recurrir a las autoridades municipales o comunales.

El hito que constituye las reformas liberales y sus tres momentos históricos (las reformas
constitucionales de 1881; la dinastía de los Meléndez-Quiñónez y la masacre de 1932),
para la historia salvadoreña, ha puesto las bases para una seria transformación del país.
En ello cifró Masferrer sus expectativas en la construcción de una Patria donde la vida de
los salvadoreños sea viable de manera concreta y no idealista. Esto implicó para él la
elaboración de un pensamiento filosófico y político que tuviera que ver con la realidad
concreta que le tocó vivir a las mayorías populares, específicamente a indígenas y
campesinos. Un pensamiento filosófico y político al que le corresponde una ética, cuyo
punto de inflexión fuera la búsqueda de transformar la realidad de su tiempo en una
realidad más justa. Por ello estructura su propuesta Vitalista. Pensamiento filosófico que
mejor expresa el contenido ético y político de una reflexión crítica al servicio de la
construcción de una sociedad más humana. Y como lo decía él, los seres humanos no
podemos vivir si no es en la tierra y ésta es un recurso limitado. De ahí que una justa
distribución de la tierra, sea el elemento clave del Vitalismo de Masferrer.

La reforma del sistema de tenencia de la tierra es lo que está a la base de la propuesta


ético-política de Masferrer. La tierra como el recurso fundamental para el desarrollo de la
vida del ser humano. De ahí la centralidad del ser humano en su pensamiento filosófico
vitalista, pero no un hombre idealizado sino un ser humano real, física y materialmente
ubicado en espacio y tiempo concretos.

Esa centralidad del ser humano real, en el vitalismo de Masferrer, es la que lo ubica en el
contexto histórico salvadoreño de 1880-1932; sólo que en el lado contrario del liberalismo;
es decir, desde la lucha por la justicia social.
157

CAPÍTULO TERCERO

El pensamiento filosófico vitalista de Alberto Masferrer

Pensar críticamente la realidad, es decir, formarse una idea de la misma, comprenderla y


transmitirla a los demás con el interés de ir conquistando mayores niveles de humanidad
para un pueblo, es tarea ineludible del filósofo y el sentido propio del objeto de la filosofía.
De ahí que si damos por aceptado que la filosofía, en tanto amor a la sabiduría, es una
búsqueda incesante por conocer y transformar la realidad; esta búsqueda exige un
procedimiento específico que brinde las herramientas necesarias para articular y orientar
la praxis que conduce a dicha transformación. Esto, en función de alcanzar niveles de
vida más adecuados para la mayoría de hombres y mujeres de un espacio y tiempo
concretos. Esa es la praxis fundamental que encontramos en la vida y obra intelectual que
desarrolló Masferrer.

Por ello, analizar el Vitalismo masferreriano, es decir, la propuesta intelectual de


Masferrer, permite presentar el itinerario seguido por éste en el despliegue de su
pensamiento, que en su momento inicial estuvo condicionado por sus relaciones con el
oficialismo del que se nutrió intelectualmente durante muchos años y posterior a esta
etapa y llegar a concluir que el oficialismo se quedaba corto ante las exigencias de la
realidad social, económica y política; esa conciencia le impulsó a dar un cambio
importante en su concepción de la vida y de la realidad y le exigió, asimismo, un cambio
de actitud para ser coherente con dicha realidad. Esto le llevó por una parte a derroteros
que le enfrentaron directamente con el poder político y económico de su tiempo y por otra
parte, a formalizar las instituciones en las que intentó cristalizar su pensamiento filosófico
y político: los Círculos Vitalistas, el Partido Vitalista y la Educación vitalista.

Ha habido una opinión, muy generalizada por cierto, que afirma que Masferrer expresó su
mejor formulación del vitalismo en su obra El Minimum Vital, publicada en 1929;413 por el
contrario, aquí se sostiene que la obra cumbre que expresa mejor los principios
fundamentales de su pensamiento social y político del Vitalismo de Masferrer es la
publicada en el periódico Patria, entre los años de 1928 a 1930. Ya que como lo

413
Cfr. Capítulo Primero de esta investigación, concretamente el punto 2. Una aproximación al Vitalismo
masferreriano, pp. 33-37.
158

mencionara el mismo Masferrer, refiriéndose a su escrito, El Minimum Vital es la


aplicación del Vitalismo a la sociedad humana, únicamente desde el punto de vista
económico y que presenta elementos de una doctrina sintética de la vida, que integra a la
vez filosofía, religión, arte, ciencia, moral, economía y derecho.414 En su escrito el
Minimum Vital, se afirma que “el régimen social puede y debe organizarse de tal manera,
que para todos los asociados haya la posibilidad segura de disfrutar de un Mínimun de
Vida Integra.”415

En los artículos que Masferrer escribió en el periódico Patria se encuentra en toda su


madurez su pensamiento filosófico, concretamente en los ámbitos ético y político de la
teoría Vitalista masferreriana. En este marco, el Vitalismo masferreriano, como
pensamiento filosófico político, puede observarse de forma concentrada en estos
artículos. En ellos Masferrer busca conseguir una mejor formalización teórica de la
orientación ética y política de un pueblo que dista mucho de ser culto pero que se
encuentra en el proceso de serlo. En este sentido, el proceso inicia desde su perspectiva,
con la transformación del modus vivendi individual, pasando por el ámbito de
transformación de la familia como núcleo de la sociedad y culmina con la transformación
de la sociedad entera.

Este capítulo se ha dividido en cinco partes. La primera trata sobre los conceptos
fundamentales del Minimumvitalismo masferreriano. En esta parte también se especifica
el corpus textual masferreriano. En la segunda parte se tratan los antecedentes
sociopolíticos en los que se debe analizar la figura y obra intelectual de Masferrer. La
tercera parte aborda los principios fundamentales del pensamiento filosófico vitalista, sus
presupuestos y fuentes. Asimismo, trata de las concreciones institucionales del vitalismo:
El Partido Vitalista, Los Círculos Vitalistas y la Educación Vitalista. En la cuarta parte se
presenta el método filosófico del vitalismo masferreriano que incluye la Ética Vitalista y la
Política Vitalista. En la quinta parte se analizan los elementos configuradores de la praxis
del pensamiento filosófico vitalista. Estos son: La tenencia de la tierra, la justicia social y la
estructura política y económica vitalista.

414
Cfr. Patria, 8 de febrero de 1929; pp. 1-2.
415
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p.190.
159

1. Conceptos fundamentales del Vitalismo masferreriano

Como se ha mencionado en la introducción a esta investigación, las reflexiones ético-


políticas de Masferrer nunca fueron rigurosamente sistematizadas en un sistema
filosófico, sino que se encuentran diseminadas en obras que no son dedicadas a temas
filosóficos o antropológicos propiamente dichos. Y que a pesar de las indudables
inclinaciones éticas que presenta Masferrer, éste no fue un filósofo sino un pensador que
desarrolló varias aristas en el campo intelectual.

En este sentido la obra clave del pensamiento filosófico de Masferrer es Patria, que como
sabemos constituye una serie importante de artículos periodísticos cuya esencia
fundamental no es ser una obra orgánica, sino que es una sucesión de pensamientos
profundamente reflexivos sobre los temas álgidos de la realidad social y política que se
vivió en El Salvador y en Centroamérica durante la primera mitad del siglo XX. Dicha
reflexión tiene un compromiso ético y político claramente definidos y por tanto, en ésta
radica la implicación propiamente filosófica del pensamiento masferreriano.

En este sentido el pensamiento filosófico vitalista de Masferrer se expresa en toda su obra


intelectual. Pero más concretamente se concentra en los artículos que escribió como
editoriales del periódico Patria; de ahí que Patria se convierte en la fuente principal desde
la cual hay que estudiar y analizar e interpretar toda la obra intelectual de Masferrer. Ella
nos da las pautas fundamentales y las claves hermenéuticas para analizar su
pensamiento filosófico, político y vitalista. Asimismo es desde Patria que hay que ver la
historia misma detrás del hombre que significó Masferrer para el país y la región
centroamericana.

El elenco que constituye el corpus textual masferreriano se ha expuesto en el Capítulo


Primero de esta Tesis Doctoral.416 No obstante, en este punto es importante aclarar que
durante el desarrollo de nuestra investigación se ha confrontado los originales publicados
en el Periódico Patria editados directamente por Masferrer en 1928, 1929 y 1930 con las
ediciones de los artículos de Patria editados en 1960 por Pedro Geoffroy Rivas y los
Artículos Vitalistas y El Libro de la Vida editados en 1971 por Matilde Elena López. Dicha

416
Remito al Capítulo Primero, ítem 5.2. La obra filosófica de Masferrer pp. 69-70.
160

confrontación nos condujo a la conclusión siguiente: que las ediciones realizadas por
Pedro Geoffroy Rivas y Matilde Elena López constituyen una copia textual de los artículos
originales publicados por Masferrer en el periódico Patria en los años señaladas.417 De ahí
que no exista riesgo en el uso de estas fuentes ya que constituyen, como se ha dicho,
copia textual de la fuente primaria que es la base fundamental para nuestro estudio
realizado y presentado en este Capítulo Tercero.

Ahora bien, hay que dejar claro que en la obra intelectual de Masferrer existe una serie de
conceptos fundamentales que este autor retoma en distintos momentos de su vida y que
son conceptos fundamentales porque sin ellos no se comprende a cabalidad el aporte
intelectual de este autor en el ámbito del pensamiento crítico, en la línea ética y política,
que es donde reside el mayor aporte a la sociedad salvadoreña y centroamericana en la
época que le tocó vivir y para la posteridad.

Estos conceptos, en orden de importancia como se tratan en esta Tesis Doctoral son: El
concepto que Masferrer tiene de la Vida, el concepto de Vitalismo, el tema de la Tierra, el
tema de la Justicia, el Partido vitalista, los Círculos vitalistas, la Educación vitalista, el
tema de la Justicia. Estos temas fundamentales se desarrollan en este capítulo por lo que
aquí solo se mencionan y se aclara que su fundamento teórico de los mismos se
encuentra diseminado en lo que hemos dada a llamar el corpus textual masferreriano.
Estos conceptos fundamentales se han englobado en un término que a nuestro juicio
constituye la síntesis del pensamiento vitalista masferreriano: el Minimumvitalismo. Y éste
se concreta en la satisfacción plena de las necesidades primordiales que posibilitan el
desarrollo completo de la vida de los seres humanos. En esta perspectiva, existe un
vínculo importante entre los principios fundamentales del Minimumvitalismo masferreriano
y los principios de justicia, bien común y derechos humanos, que en condiciones normales
defienden las sociedades y estados nacionales en la actualidad mundial, que esto último
es materia del capítulo cuarto.

417
Estos artículos se encuentran en sendos tomos de la Colección Especial de Periódicos Antiguos en
propiedad del Museo Nacional de Antropología, David J. Guzmán (MUNA); colección que cuenta además,
con los tomos correspondientes a las publicaciones de Patria durante los años de 1935 a 1938, cuyo editor
corresponde al señor Alberto Trigueros Guerra. Por otra parte, se encuentran números individuales de
ediciones de este periódico correspondiente al año 1929 en el Depósito del Archivo General de la Nación en
el Palacio Nacional de El Salvador, pero corresponden a números ya organizados en las colecciones
especiales en propiedad del MUNA.
161

Ahora bien, Masferrer articula su pensamiento filosófico de la siguiente manera: La fuente


de reflexión crítica de Masferrer se fundamenta en la absolutez de la vida, en lo biológico
y en lo ético-político, donde tienen cabida las concreciones del Partido Vitalista, los
Círculos Vitalistas y la Educación Vitalista. Éstos orientan la nueva praxis política en vistas
a la construcción de una sociedad más justa y equitativa en El Salvador.

2. Antecedentes sociopolíticos del Vitalismo masferreriano

Masferrer tiene claro el diagnóstico social, político, económico y cultural de El Salvador


durante la segunda década del siglo veinte y se da cuenta que tal como se encuentra
organizada la sociedad de su tiempo, los dirigentes políticos salvadoreños no han hecho
nada por mejorar la situación de las mayorías de la población salvadoreña particularmente
la indígena y la campesina. Estos sectores de la sociedad se ven a sí mismos
imposibilitados de mejorar sus condiciones de vida, ya que históricamente se han
considerado como víctimas pasivas de esa situación. Masferrer sabe que si no se hace
algo por cambiar esa realidad muy pronto en El Salvador “tendremos millares de
pequeños y medianos propietarios arruinados, y unos quince o veinte Rockefeller, que
habrán absorbido las más grandes energías del país.”418 Asimismo se tendrá a cientos de
miles de empobrecidos que no servirán ni para ciudadanos ni para defender su familia y
menos, defender la patria, porque los “hombres que no se alimentan bien, que no se
abrigan bien, que no descansan bien, que no se guarecen bien, no sirven ni para
trabajadores ni para ciudadanos; ni para defender a su patria, ni para sostener a su
familia.”419 De ahí que Masferrer advierta en uno de sus escritos que “tal como la vida se
halla organizada en nuestros tiempos, un pueblo analfabeto será, sin remedio, el esclavo
de un grupo de perversos de su propio suelo o la presa fácil de cualquiera nación
poderosa que desee absorberlo o dominarlo.”420

De modo que como se ha visto en el capítulo segundo, resulta crucial la etapa vivida en El
Salvador durante los años de 1880 a 1932, ya que durante esa época, de acuerdo a la
opinión de Lauria-Santiago, López Bernal y otros autores, se constituye el desarrollo del

418
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 289.
419
Ibídem, p. 59.
420
Ibídem, p. 10.
162

capitalismo en el país;421 proceso que benefició de manera importante a unos pocos


salvadoreños y empobreció a multitudes. En esta perspectiva, como afirma Matilde Elena
López:
El desarrollo del capitalismo en El Salvador, no se ha realizado por las vías
de una revolución campesina, verdadera y radical, sino por la
transformación de latifundistas en industriales del campo. No ha
beneficiado al pueblo, sino a unos cuantos ricos que van en camino de ser
millonarios. Al mismo tiempo va surgiendo el proletariado, pero en
condiciones tan miserables, que más les valía a los trabajadores haber
continuado de siervos. Los pequeños propietarios son arrasados por la
gran propiedad terrateniente, y con la avalancha de la crisis mundial, la
situación se agudiza tremendamente. Surgen paros patronales y la
desocupación en masa. Los trabajadores de la ciudad y del campo se
empobrecen cada día más. Las aguas sociales se enturbian y se
encrespan hasta alzarse con violencia inaudita. Todo está preparado para
una insurrección si no hay la mano que detenga a tiempo la tormenta.422

De ahí la necesidad urgente de un cambio radical en el orden social en el que vive El


Salvador a principios del siglo XX; lo que hacía necesario desarrollar de manera
sistemática una lucha por la justicia social que transformara radicalmente la situación
injusta que vivía la mayoría de la población salvadoreña. Esto siguió siendo una deuda
pendiente. No obstante, Masferrer propone, con su vitalismo un giro total para superar la
difícil situación a la que han llevado al país una serie de gobiernos irresponsables.423 Él
sabe que tiene que ser cuidadoso en su propuesta, ya que la violencia social está a flor de
piel en el pueblo, por la situación de crisis estructural que han vivido las mayorías
salvadoreñas durante décadas. Pero la violencia directa no es alternativa en su proyecto;
no obstante la necesariedad y urgencia de un cambio que sea radical. Por eso Masferrer
tiene que fundamentar en la realidad su proyecto vitalista, para que éste no sea un
cascarón incoherente entre la esencia de su propuesta filosófica y la realidad fáctica que
vive la sociedad salvadoreña durante esa época. En esta perspectiva, se cumplen en

421
Cfr. R. Menjívar, Acumulación originaria del capital, Op. Cit., A. Lauria- Santiago, Una república
agraria, Op. Cit., C.G. López Bernal, Tradiciones inventadas… Op. Cit..
422
M.E. López, Obras Escogidas, Tomo I, Op. Cit., p. 23.
423
Cfr. Capítulo Segundo de esta investigación, Alberto Masferrer y el contexto histórico 1880-1932, pp. 78-
156.
163

Masferrer las premisas fundamentales de la esencia del ser filósofo que tiempo después
aparecería con más fuerza en el criterio de Ignacio Ellacuría, para quien “el filósofo –si
realmente lo es– filosofa desde su situación, y esta situación es hoy más que nunca una
situación pública y política, configurada últimamente por esta dimensión de publicidad
política.”424 En la misma perspectiva, afirma Héctor Samour que “la politización de la
filosofía debe ir orientada a que la filosofía, sin dejar de ser filosofía, busque una acción
transformadora del mundo y de la sociedad para posibilitar la revelación cada vez mayor
de la realidad a través de una conciencia hecha crítica en la praxis.”425

3. El Minimumvitalismo como propuesta filosófica masferreriana

Para Masferrer la vida es lo más importante que tenemos los seres humanos; es más, la
vida para él en todas sus manifestaciones tiene un carácter absoluto. Por tanto, la vida
adquiere carácter de principio, es algo principial. De ahí que cuidarla, respetarla y
promoverla, es clave para el desarrollo presente y futuro de la humanidad. De acuerdo a
su criterio, la vida es el origen de todo; en sus manifestaciones de fuerza y salud, la vida
es “la fuente de donde manan todas las prerrogativas y todos los derechos reales.
Cuando se tiene vida, se es independiente, se es libre, se es soberano, y se tiene aliento
para luchar, y para morir defendiendo la libertad, la independencia y la soberanía, y todo
lo demás.”426 La vida no es una abstracción; al contrario, es el elemento vinculante entre
el hombre y la realidad. Y los vitalistas que en general, tienen conciencia clara que les
permite comprender y profundizar lo que es la vida, también están en disposición de
defenderla; tanto de las agresiones físicas y directas, como de aquellas manifestaciones
ideologizantes envueltas en discursos con apariencia de bondad, cuyo interés es distraer
la atención de los verdaderos problemas de la sociedad que atentan contra ella.

El vitalismo sienta postura ante esos discursos ideologizantes acerca de la vida, que más
parecen cantos de sirena que intentan engañar al pueblo ingenuo con ideales envueltos

424
I. Ellacuría, “Filosofía y política”. En Veinte años de Historia de El Salvador, Tomo I, UCA Editores, San
Salvador, 1991, p. 49.
425
Héctor Samour, Voluntad de liberación: el pensamiento filosófico de Ignacio Ellacuría, UCA Editores,
San Salvador, 2002, p. 260.
426
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 243.
164

en palabras como progreso y desarrollo. Por ello, Masferrer es enfático al anunciar que
los vitalistas:
No queremos oír hablar más de soberanía, ni de abstracciones de ningún
género; queremos oír hablar de niños que comen buen pan y toman buena
lecha; de gentes que van calzadas y vestidas de verdad; de trabajadores
que se nutren bien; de familias que viven en casa amplia, soleada, aireada;
en fin, de un pueblo fuerte, sano, vigoroso, alegre, cuya religión es trabajar
y cuya recompensa es vivir427. Nosotros sabemos, y ya no queremos perder
el tiempo en demostrarlo, porque es evidente, que las palabras de
soberanía, independencia, autonomía, carecen de sentido para los
innutridos, para los desmedrados, para los miserables, para los mendigos.
El Mínimun Vital coloca el vivir, el vivir sano, alegre, fuerte, por encima de
todo, y como base de todo; es, a la vez, la raíz del árbol y el penacho que
le corona. Y no puede confundirse, ni quiere confundirse con la Caridad,
con el altruismo, con la Beneficencia, con la Democracia. No quiere que se
le confunda ni en los fines, ni en los medios, con sistemas que han sido ya
ampliamente experimentados, y contra los cuales se ha dictado fallo de
nulidad.428

El vitalismo busca concretar en hechos prácticos que beneficien al pueblo pobre y


necesitado. Por el contrario, todo discurso ideológico, por muy bonito que éste sea,

427
En el texto original, las cursivas aparecen con mayúsculas. Esto quizás porque Masferrer buscaba darle
mayor realce al contenido de algunas palabras. En adelante, se pondrán en cursiva las palabras que en el
original aparezcan con mayúsculas.
428
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 243. Por supuesto que al asumir una postura como
ésta, traería a Masferrer consecuencias graves respecto de la crítica despiadada y falsa de los grupos de poder.
No obstante, él era consciente de que eso pasaría y al respecto afirma que: “Cuando entramos a trabajar en
Patria, [el periódico] nos habíamos trazado ya un derrotero y habíamos calculado con exactitud los obstáculos
del camino. Previmos con toda conciencia que una sociedad ignorante, viciosa, opresora, ávida, servil e
intolerante, no se dejaría exhibir en la madurez de sus lacras, sin reaccionar contra nosotros con todas sus
fuerzas sin procurar, por todos los medios, sofocar nuestra voz primero, y desacreditarnos después, cuando se
desengañara de que no podía hacernos callar. Y eso mismo hace que los otros, los incurables, se irriten, se
enfurezcan y se apresten a herirnos, a exacerbarnos, a desprestigiarnos, a desvirtuar nuestra labor a fuerza de
mentiras, de burlas, de calumnias, de injurias. Se ha ido más allá: se ha insinuado repetidas veces al gobierno
que nos quite la libertad de escribir, para salvar el orden; se ha dicho, con tono de susto, y para emedrentar
[sic] a los ricos, que pretendemos despojarles; a los creyentes, que negamos a Dios; a los campesinos y a los
obreros, que les embaucaremos con fines de utilidad mezquina y personal; a los estudiantes que abogamos
porque no les dé gratuita la enseñanza; a las clases sociales privilegiadas económicamente, que luchamos para
implantar el comunismo, el bolchevismo, y que deben desconfiar de nosotros y combatirnos como a
desquiciadores sociales. Todo ello es perfectamente lógico, natural, inevitable: es la llaga, perturbada en su
placidez miasmática, que se encrespa al sentir la cuchilla que viene a extirparla y el ácido que viene a
desinfectar sus raíces.” Ibídem, pp. 545- 546.
165

adornado de palabras como soberanía, independencia, etc., si no termina


comprometiéndose seriamente por mejorar física y materialmente la vida de los
desnutridos de un lugar concreto, no es más que un discurso ideologizante al que se debe
combatir. Y ante él, el vitalismo lo que hace es evidenciar su interés mezquino que busca
mantener un estado inicuo de cosas, que reproduce la violencia y la muerte. Es decir, si
un hacendado o un ideólogo habla de temas como soberanía o democracia y éste no se
traduce en buen pan y buena leche para los niños de su hacienda, mejor no debe hablar
porque los idealismos de soberanía, nación, democracia, etc., no sirven para apaciguar el
hambre del pueblo.429

La realidad que viven las mayorías pobres salvadoreñas actualmente exige replantear la
concepción histórica del término masferreriano Minimum Vital. Este principio se ha
interpretado mal, no sólo por parte de sus detractores, sino incluso por algunos de sus
seguidores. Se piensa erróneamente que ante la necesidad humana del hambre, el
Minimum Vital recomienda por lo menos, solventarla mínimamente para ir sobreviviendo
poco a poco y no morir de hambre violentamente. Y así se ha pensado que Masferrer ha
sido en realidad un ideólogo del sistema y que con su teoría le hizo un gran favor a las
clases poderosas en el sostenimiento del status quo.

Al contrario, el Minimum Vital es la concreción del vitalismo propugnado por Masferrer. En


este sentido, el fundamento del Minimum Vital está en la naturaleza y en el orden
cósmico, porque como afirmara el mismo Masferrer, que “el Mínimun Vital no es invención
mía; no es la cristalización de mi vida, ni la concepción moral que yo tenga del vivir
individual: es una verdad científica que tiene sus raíces en la Biología;430 es un sistema431
económico, basado en la filosofía y en la Naturaleza.”432

429
Ibídem, p. 243.
430
Es interesante que Masferrer sienta las bases de su Minimumvitalismo en la biología; en esta línea, nos
sentimos identificados con la fundamentalidad con que Xavier Zubiri analiza los campos de la biología como
fundamento ontológico de la vida. Zubiri llega a concluir que la unidad radical de la vida está en la “conexión
entre bios y zoe. La zoe es por lo pronto la raíz de la apertura al mundo, porque la inteligencia no tiene cosas
con qué estar en la realidad si a ella no le llegan. Y no le llegan sino hasta que el organismo se hiperformaliza.
Lo mismo debe decirse de la volición. Por tanto, no sólo porque la intelección es sentiente y la volición
tendente, sino por este arranque natural que es la hiperformalización, el aspecto del bios es reclamado y
sustentado por el aspecto del zoe. Por eso, la zoe no es sólo raíz, sino también fundamento del bios. Es
fundamento porque lo que se llama zoe no comprende únicamente las estructuras sensitivas, sino todas las
estructuras de la sustantividad humana.” Zubiri, X. Sobre el Hombre, Alianza Editorial, 3ª Edición, Madrid,
2007, pp. 574-75. Asimismo, Zubiri distingue dos estructuras distintas y fundamentales en los seres vivos; “la
que denomina materia viva y lo que es propiamente organismo. Zubiri llama materia viva no a la materia
constitutiva de los organismos, sino a una estructura material que es en sí misma viva; por tanto, viviente. El
166

En realidad aquel modo erróneo de ver el Minimum Vital genera una lectura indebida de
este término. Porque visto desde una perspectiva apegada al espíritu e intencionalidad de
Masferrer, la expresión apunta más en términos socioeconómicos, al número mínimo de
necesidades por solventar que a la generosidad con que se saldan dichas necesidades.

La aproximación más asentada en la intencionalidad masferreriana que nos hemos


formado del término, apunta a la satisfacción de un mínimo de necesidades, nueve en
total: Trabajo, Alimentación, Habitación, Agua, Vestido, Asistencia Médica, Justicia,
Educación y Descanso. Y solventar estas necesidades, no sólo se refiere a la calidad y a
la cantidad del producto a satisfacer, ya que esto no está en discusión porque de acuerdo
a su criterio, tienen que ser necesidades solventadas en modo pleno. Esto porque a quien
se le resuelven es un ser humano en el propio sentido de la palabra. Por tanto, el vocablo
Minimum Vital, no se refiere a lo mínimo requerido para satisfacer la necesidad humana,
sino a la cantidad de necesidades. Por ejemplo, la primera necesidad a satisfacer en el
sistema vitalista es el trabajo. Éste debe ser, de acuerdo a la perspectiva vitalista,
perenne, honesto y remunerado en justicia. Como es de notar, Masferrer no está pidiendo
trabajo a medias y pagado a criterio del patrón, sino todo lo contrario. De ahí que afirme
que el Minimum Vital apunta a una vida íntegra limitada hasta lograr lo suficiente y eso es
lo indispensable e irreductible. Esto quiere decir que el minimum no está en la búsqueda
de superar la precariedad con lo mínimo posible, sino por el contrario, superar esa

organismo es una estructura material cada vez más complicada, cuyas propiedades sistémicas son cada vez
más ricas y complejas, pero siempre puramente materiales”. Ahora bien, de acuerdo a Zubiri, en el entramado
del decurso argumental de la vida, “lo que hay de vida en la trama decisional es que las decisiones son mías, y
esto no en cuanto soy agente de los actos, sino en cuanto soy autor de mis decisiones. En la medida en que
soy autor de esas decisiones ahí está lo vital de la vida y no en la trama argumental. No en la estructura del
argumento, sino en el carácter mío de la decisión, es mediante lo que defino la figura de mi sustantividad.”
Xavier Zubiri, Sobre el Hombre, Op. Cit., p. 586. Esta visión no fue conocida por Masferrer. Sin embargo, a
nuestro juicio, no se contrapone a esta concepción teorética; aunque Masferrer tenga una visión mucho menos
elaborada que la de Zubiri. Cfr. X. Zubiri, Sobre el Hombre, Op. Cit., pp. 53-55; 589-598.
431
El término sistema es usado por Masferrer, no con la profundidad y complejidad que dicha palabra tiene en
otros autores, como por ejemplo Alejandro Llano, para quien en este vocablo “se halla la sobrecarga de
funciones atribuidas al <<sistema>>, entendido de manera genérica como el conjunto de mediaciones
tecnoestructurales con un alto nivel de abstracción y generalidad”. Ver: Alejandro Llano, La Nueva
Sensibilidad, Editorial Espasa-Universidad, Madrid, 1988, p. 39. Masferrer tampoco tiene en mente la
complejidad, fundamentalidad y riqueza del vocablo sistema como lo utiliza Zubiri, para quien este término es
determinante en el despliegue de su antropología filosófica. En este sentido, para Zubiri, sistema es un
constructo estructural de notas de carácter sustantivo. En donde cada nota que comprende este sistema es
nota-de el sistema. “Por tanto, sistema no es primariamente sistematización de notas, sino unidad de un
constructo.” Ver: X. Zubiri, Sobre el Hombre, Op. Cit., pp. 43-46. Asimismo Cfr. X. Zubiri, Inteligencia
Sentiente, Inteligencia y Realidad, Alianza Editorial, 6ª Edición, Madrid, 2006, pp. 203-240.
432
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 274.
167

situación con lo suficiente: “la vida íntegra limitada a lo suficiente, a lo indispensable, a lo


irreductible, es lo que se llama Mínimun Vital. Economía Vitalista es, pues, el conjunto de
leyes, normas, instituciones y procedimientos, que asegurarán a cada uno, la vida íntegra
reducida a su mínimun; a ese grado por debajo del cual ya no hay sino deficiencia, ruina,
disolución o muerte.”433 Con esto nos estamos moviendo en el vitalismo masferreriano, en
el ámbito de los principios fundamentales del mismo.

El Minimum Vital apunta a la fundamentalidad con que hay que afrontar y resolver la vida,
más que a la generosidad o cantidad del producto que resolverá las necesidades
elementales para vivir.434 En este sentido, el Minimum Vital es una conquista lograda en el
decurso de una situación y en un mundo en el que, en lo que respecta a lo social, lo
político y lo económico, impera el caos.

Con esto Masferrer justifica, desde la práctica real, la necesidad de un pensamiento


filosófico vitalista, luego propone el Minimum Vital y posteriormente hace una apología de
su sistema vitalista ante los detractores que rápidamente aparecen esgrimiendo cualquier
tipo de argumentos:
Dígase cuanto quiera decirse para disculpar la inepcia del hombre como
ser social, el hecho es que el castor, la abeja, la hormiga y otros animales,
han resuelto sencilla y plenamente el problema de la Vida y del Trabajo. Y
el hombre no lo ha resuelto. Sin libros, sin universidades, sin economistas,
ni sociólogos, ni biologistas [sic], aquellos realizan y viven este régimen
sencillo y justo que obliga a todos al trabajo, y asegura a todos la vida y un
mínimum de bienestar y de seguridad. Y los hombres con montañas de

433
Ibídem, p. 425.
434
Es importante tener en cuenta que el concepto de vida y, en todo caso, la teoría vitalista ha sido abordada
filosóficamente desde otras perspectivas, pero que son coincidentes con la de Masferrer; cabe mencionar la
visión que tienen por ejemplo Hans Jonas, en su libro El Principio vida, para quien ésta, en su perspectiva
ontogenética inicia de forma compleja. En esta línea H. Jonas afirma que: “El lugar de la vida en el mundo
queda reducido ahora al organismo, una problemática forma y ordenación particular de la sustancia extensa.
Solo en él se encuentran la res cogitans y la res extensa, el ser <<pensante>> y el ser <<extenso>>, después de
haber sido arrancados y llevado a dos esferas ontológicas separadas, de las que sólo la segunda es <<mundo>>,
mientras que la primera ni segunda pertenece a él. Su encuentro en el organismo se convierte así en un
indescifrable enigma. Pero como el organismo en su calidad de cosa corporal es un caso de lo extenso, y por
lo tanto un pedazo de <<mundo>>, no puede ser nada esencialmente distinto del resto del mundo, esto es, del
ser en general del mundo.” H. Jonas, El Principio Vida, hacia una biología filosófica, Editorial Trotta S.A.,
Madrid, 2000, p. 25. Se remite asimismo a las posturas de Berson, Ortega y Gasset, Nietzsche, etc., que
presenta Manuel Garrido de estos autores en su libro El legado filosófico y científico del siglo XX; Ediciones
Cátedra-Teorema, Madrid, 2005, pp. 75-110.
168

libros, y mares de teorías, no lo han podido resolver; antes, al contrario, se


han apartado cada día más del camino que podía llevarles a su resolución,
buscando en los submarinos y los zepelines, en la conquista y el despojo,
lo que sólo se encuentra en el camino de la paz y de la bondad.435

Masferrer ve el Minimum Vital como un medio, una tabla de salvación, el remedio a la


urgente situación difícil de su tiempo, que ha venido radicalizándose desde mucho tiempo
atrás y que se ha convertido en un problema estructural de toda la sociedad salvadoreña.
El Minimum Vital, no es el fin, es decir, la situación ideal que los hombres y mujeres
necesitan para vivir en una sociedad equilibrada y justa, sino el medio posibilitante y
factible, que coadyuvará a conseguir una sociedad más equitativa y justa:
En esta hora de odio y de codicia extremos, de concupiscencia enloquecida
y de miseria exasperada, el Mínimun Vital es la tabla de salvación en el
naufragio. No es un estado ideal, no es tan alto como otras formas de vida
que han soñado los hombres. Pero es lo posible, es lo factible, es lo
sencillo, es el remedio de urgencia; es el sendero único por el cual se
puede transitar, para mientras se encuentra de nuevo el camino real, la
vida ancha y clara del amor, adonde algún día los hombres volverán.436

Para Masferrer el Minimum Vital “radica, sobre todo, en una transformación de la


conciencia individual y colectiva. Luego se encarna en leyes e instituciones, pero antes los
individuos deben llegar a sentirla y vivirla en toda su verdad intensa y viviente.”437 En este
sentido, la formulación de esta teoría tuvo un itinerario cuyos inicios se remontan como el
mismo Masferrer lo afirma, a 1902, cuando su “trabajo literario comenzó a orientarse en
una dirección vitalista; ya en 1905, esa tendencia predominó en mí, al grado de que todas
mis actividades en la enseñanza, en la vida social, en la literatura, en el periodismo y en la
política, se tiñen acentuadamente con los matices del vitalismo. Desde el año 27 hasta
hoy, no hice otra cosa sino allanar el sendero y ampliarlo, a fin de convertirlo en camino
ancho y claro.”438 De ahí que el Minimumvitalismo sea una doctrina sintética de la vida, 439
como ya lo ha dicho Masferrer.

435
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo I, Op. Cit., p. 383.
436
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 58.
437
Ibídem, p. 72.
438
Ibídem, p. 189.
169

Como es normal en una sociedad organizada a partir de una situación de injusticia social,
donde la educación y la cultura dejan mucho que desear; como era el caso de la sociedad
salvadoreña durante la época de principios del siglo XX. Para esta sociedad es para quien
surge la doctrina vitalista, que busca el bienestar de las mayorías populares sin ir en
detrimento de los potentados; sino que esta doctrina lo que busca es ponerle límites a la
desmesurada ansia de riqueza que éstos tienen. No obstante ellos, no estando en
disposición de compartir las riquezas expoliadas a la nación;440 se levantan en contra de
la doctrina vitalista. Niegan sus principios y calumnian su proceder con el agravante de no
proponer una crítica formal y fundamentada, sino inventada desde idealismos quiméricos
que ubican a Masferrer como un peligro para la sociedad salvadoreña. Masferrer lo dice
así:
Como era de esperarse, aquellos que labraron grandes fortunas usurpando
la mayor parte del trabajo ajeno, aquellos que van en camino de la riqueza,
mediante el mismo arbitrio; aquellos que esperan convertirse en
privilegiados mediante la misma inicua explotación; y finalmente, aquellos
cuyo beneficio y regalo radican exclusivamente en servir a una clase social
adinerada y poderosa, se alzaron iracundos contra una doctrina que
cercena y limita sus privilegios. Y como la ira es ciega, y como los injustos –
cuando la injusticia es su negocio– caen fácilmente en la ira, y ya cegados,
no reparan en medios, resultó que la doctrina del Mínimun Vital fue
439
Con doctrina sintética de la vida, Masferrer hace referencia a que el sistema vitalista consiste en una
síntesis que aglutina lo social, lo económico, lo filosófico, lo político y lo religioso.
440
En este sentido, es importante ponerle rostro a la nación que se expolia. Y Masferrer la ve en aquellos
rostros a quienes se les arrebata lo que les pertenece por derecho y porque ellos la han procurado con su
trabajo. En este marco, presenta la dialéctica existente entre la realidad de los pobres y la de los ricos.
Ambas se explican por la existencia de la otra, de acuerdo a la perspectiva de Masferrer que tiene unas
reflexiones importantes en esta línea: “Yo tuve la dicha de obedecer a mi vocación, de sentirla y amarla,
desde los 15 años (…) Así es que vivo contento, dichoso, en la medida posible en un mundo que no está
organizado para la dicha; y si alguna vez me quejo y trueno y maldigo y aparezco desbordante de ira (no de
odio), no es por mí, no es por sentirme impotente en el Plano económico, sino por los demás: por los
millares y millares de parias a quienes ustedes, los victoriosos en el Plano económico, hacen dormir al raso y
sobre el suelo húmedo, en aquellos cafetales de que ustedes extraen millones cada año; por los infelices a
quienes ustedes mantienen eternamente con tortilla y frijoles, mientras ustedes, con su trabajo, con sus
pobres y oscuras vidas trocadas en oro, se van todos los años a Europa a beber champaña y a conquistar
bailarinas; por los tristes esclavos que han de vivir, ¡vivir!, ellos, sus mujeres y sus hijos con setenta y cinco
centavos diarios, mientras ustedes en solo una alegre noche de casino ganan o pierden al juego cuarenta mil
colones.” Patria, 25 de agosto de 1928, pp. 1-2.
170

denigrada, escarnecida, atribuida a móviles, confundida de propósitos con


doctrinas diferentes y hasta opuestas, y por fin, calificada de
bolcheviquismo, que es la hazaña mental más osada a que se han atrevido
los maliciosos y los ignorantes de estas tierras.441

Todo lo contrario sucede con las sociedades más cultas, donde se encuentran hombres
de limpia y alta mentalidad, como afirma Masferrer “los más altos de América, han
escuchado la palabra vitalista, unos aceptándola, otros corrigiéndola, otros rechazándola,
pero todos ellos gozosos de que un escritor hispanoamericano fuera el autor de una
doctrina que venía a enriquecer la ideología del Continente, y a fortalecer la esperanza de
que vendrá una era de justicia y de cordialidad, muy más alta que la opaca, mezquina y
asfixiante que nos legara una civilización moribunda.”442 Sociedad que ha enseñado que
como el hombre es lobo para el hombre, de lo que se trata, es de la búsqueda de la
sobrevivencia. Eso es a lo que se induce socialmente en todos los sentidos, a acaparar y
a gozar, a explotar, a oprimir y a despojar, so capa de progreso y civilización. Masferrer lo
dice de la siguiente mantera:
Pero esos psicólogos, que con ciertos economistas y biólogos han
sembrado en el alma del hombre, ya de por sí cruel y estúpida, las ideas
más torpes y rastreras; esos cientistas que han ideado y enseñado la
concepción de la vida más fea, grosera y mezquina, -sólo eficaz para
realizar en vasta escala el estigma de Hobbes, del “hombre como lobo del
hombre”,– esos sabios, decimos, nunca han tenido el valor de confesar
que, por consiguiente, la única prudencia será satisfacer a éste y sus
necesidades, deseos y caprichos. Mas, aunque así no lo declaren, las
naciones y los individuos, educados por ellos, lo han adivinado y aceptado,
y tomándolo como principio director, han organizado una vida individual y
colectiva encaminada sencillamente a esto: acaparar y gozar; y para ello,
mal encubriéndose bajo las nebulosas palabras de Progreso y Civilización,
se han consagrado todos a explotar a oprimir y a despojar. Oprimir y
despojar unos individuos a otros, unas clases a otras, unos pueblos a otros:

441
Ibídem, p. 190.
442
Ibídem, p. 191.
171

cuestión de ser el más fuerte y nada más. ¿Quién le robará a quién? Esa
es la cuestión perenne y capital de nuestra época.443

Esta lógica es la que ha llevado a la humanidad a grandes guerras; y para el momento


que Masferrer le tocó vivir, al menos se había desarrollado ya la primera guerra mundial,
cosa que para él constituyó en términos simbólicos un rapto de amor al que se entregaron
en 1914 las naciones civilizadas. Esta guerra arrasó con toda perspectiva y sueño de
humanización desde los caminos y horizonte que la vieja Europa había preconizado y
abrió la perspectiva para que la América hispana entrara en escena y diera de sí un modo
nuevo de orientar la vida de las naciones civilizadas, no desde la perspectiva de la cultura
dominante, sino desde la perspectiva de la vida, la concordia universal y el deseo de paz
basada en la justicia. Masferrer lo afirma diciendo que:
La crueldad, la malignidad, el refinamiento en destruir; el cinismo altanero
de los que se creían los más fuertes; la grosería y la avidez en el saqueo; el
desprecio a toda doctrina generosa y a toda costumbre caballeresca; la
prisa con que los sabios, poetas, escritores, sacerdotes, maestros y
reformadores, corrieron a secundar a quienes dirigían la matanza: la
impudicia de los que hicieron negocio con su neutralidad, y la vileza de los
que aguardaron el instante oportuno para tomar sin riesgo su parte de
botín,… todo eso nos enseña que el hombre de hoy es el hombre de ayer
el de hace tres mil años, y el de hace diez mil y veinte mil; y que las
naciones civilizadas, bajo su espesa y complicada vestimenta de
legislación, de moral, de ciencia, de arte, de religión, de filosofía, son
aquellas mismas hordas de Gengiskán y de Alarico; las mismas de los
reyes asirios y de los cazadores de Nemrod; las mismas que hicieron al
Eterno arrepentirse de haber creado al hombre, y le indujeron a raerle de la
haz de la Tierra, con el diluvio purificador.444

Por ello hay que reconocer, afirma Masferrer, que las sociedades se transforman muy
rápidamente, que los conceptos de nación, sociedad, patria, democracia, soberanía, etc.,
son muy dinámicos y por tanto cambiantes; que es necesario un nuevo modo de enfocar
la vida, la patria y todo en lo que los seres humanos creemos. Por tanto, es el momento

443
Ibídem, pp. 225-226.
444
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo I, Op. Cit., p. 375.
172

de instaurar un nuevo concepto y una nueva acción para construir la sociedad. A esto es
que se tienen que abrir la nueva sociedad. Al sistema del Minimum Vital:
Hoy más que nunca, sería inepto vincular lo que es una manera nueva y
amplísima de comprender y de sentir la vida, a un artificio económico, a
una reglamentación escueta y estricta. Hoy más que nunca, debemos
recordar que las sociedades se transforman rápidamente, que las ideas y
las cosas ya no están, sino que van. El concepto estático de nación y de
sociedad, tiene que ser sustituido por el concepto dinámico. La relatividad y
la movilidad, son ahora reconocidas como los caracteres inherentes de
todas las cosas, nada esta, todo va: esa es la ley a que deben ajustarse
todas las formas que se creen para regir a los hombres, y sería una torpeza
olvidarlo cuando se trata de una reforma tan honda y tan amplia como es el
Mínimun Vital.445

De lo contrario, si no se ejecuta una transformación de concepción teórica que es paso


ineludible para la transformación de la sociedad, necesariamente nos estamos
condenando al fracaso; ya que “si no se verifica la sustitución del antiguo credo social por
otro más justo y más sabio, está claro que la Nación continuará girando sobre sus goznes
oxidados, camino de su ruina como nación y como raza.”446

3.1. Principios fundamentales del vitalismo masferreriano

Para Masferrer el “Mínimun Vital significa la satisfacción constante y segura de nuestras


necesidades primordiales.”447 Esto implica un modo nuevo de concebir la vida y todo lo
que la promueve en las relaciones humanas y con el mundo que la circunda; implica
además un modo nuevo de creer y actuar; ya que el Minimum Vital significa
esencialmente una fe;448 una manera nueva, sencilla y justa de comprender y de sentir las
relaciones humanas. Como lo afirmara de forma taxativa: “es un concepto nuevo de la

445
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 71.
446
Ibídem, p. 61. No nos meteremos a analizar o problematizar el alcance de conceptos como Raza, Patria,
Nación, Pueblo, etc., que Masferrer menciona con un interés particular. Sino que se mencionarán y se usarán
a la manera que este autor lo hace, es decir en su sentido lato.
447
Ibídem, p. 58.
448
Para Masferrer, el Minimum Vital, exige como sistema y como praxis creer en él como proyecto de vida.
Por eso afirma que es una fe.
173

vida; una manera nueva de hablar y de traducir en hechos e instituciones las sílabas de
esa nueva palabra. Lo que se profesaba antes, y veneraba como beneficencia, se
transporta ahora al plano de la justicia; lo que el pueblo recibe hoy como favor, lo recibirá
como derecho, como restitución.”449 Para Masferrer, como padre del Minimumvitalismo, “la
doctrina del Mínimun Vital radica, sobre todo, en una transformación de la conciencia
individual y colectiva.”450 A su tiempo, esta doctrina se ha de encarnar en leyes e
instituciones que le convertirán en un cuerpo legal propicio para una práctica coherente.
Esto se llevará a cabo gracias al dinamismo generado por esfuerzo de los propagadores
del vitalismo “y cuando ya una minoría grande y consciente se haya convencido de su
justicia y de su necesidad, ésta se hará una realidad, pero esa cristalización legislativa no
alcanzará a ser una realidad, si antes los individuos no llegan a sentirla en toda su verdad
intensa y viviente.”451 Por ello, Masferrer cree que las mediaciones históricas son claves
en el proceso de ejecución y llevada a la práctica de su teoría vitalista.452

Hablar del sistema Minimumvitalista,453 no es hablar de conceptos vacíos sino de


conceptos que comportan una verdad454 y una praxis concreta en la realidad que
expresan. De ahí que, si no existen en la realidad concreciones prácticas que satisfacen
de manera sostenida las necesidades más importantes de un pueblo, dicho sistema no
existe más que como una ilusión quimérica o elucubraciones intelectuales de ideólogos de
un sistema que necesita de ellos para permanecer y sostenerse en el tiempo y el espacio.

Por otra parte, Masferrer sabe que las necesidades de un pueblo son inconmensurables
por eso concreta y define que se trata de las necesidades primordiales que son “aquéllas
que –si no se satisfacen–, acarrean la degeneración, la ruina, la muerte del individuo. La

449
Ibídem, pp. 69-70.
450
Ibídem, p. 72.
451
Ibídem. Masferrer continúa su afirmación diciendo que “no queremos absolutamente que esta doctrina
acabe en unas cuantas leyes artificiosas, muertas desde su nacimiento como tantas otras que tenemos y de
cuya mentira nos alimentamos, juzgándolas verdaderas y eficientes sólo porque duermen en los códigos. No
queremos un simulacro más, bajo cuya falsía pudra su vida pestilente la antigua injusticia, más corruptora
cuanto más revestida se ostenta con las formas de la legalidad. No; lo que anhelamos es una superación de
nuestra conciencia colectiva, cimentada sobre una superación de la conciencia individual.” Es importante
aclarar que aquí el vocablo superación no se entiende en su sentido paradigmático; sino en su sentido lato, de
promoción.
452
Por consiguiente, es falso creer como usualmente lo hacen sus detractores, que Masferrer no tuviera claro
los momentos precisos de la interpretación teórica de la realidad. Con el análisis de los principios
fundamentales del vitalismo masferreriano se deja claro esto.
453
Remito a la acepción de sistema de Alejando Llano. Op. Cit., p. 39.
454
Cfr. Heráclito, Parménides, Empédocles, Textos presocráticos; Edicomunicación, S.A., Barcelona, 1995,
p. 15.
174

salud, la alegría la capacidad de trabajar, la voluntad de hacer lo bueno, el espíritu de


abnegación, la fuerza, en fin, en todas sus manifestaciones, están vinculadas a la
satisfacción constante, segura, íntegra, de tales necesidades.”455

De ahí que como ya se ha dicho, la satisfacción plena de las necesidades primordiales es


la base y la condición sine qua non se posibilita la vida y por añadidura, el sistema
vitalista. Por eso la importancia radical de asegurar la satisfacción de las mismas no sólo
para unos pocos sino para todos, sea uno de los requisitos claves de dicho sistema; ya
que “no puede ser el interés restringido de una casta, de una clase social, de un grupo de
privilegiados, sino el interés supremo de la Nación entera, puesto que ella extrae todas
sus eficiencias, de la salud, de la fuerza, del equilibrio, de la alegría y del valor de todos
sus hijos.”456 Y continúa Masferrer preguntándose “¿Cuáles son, reducidas al mínimun,
esas necesidades primordiales, vitales, supremas, sin cuya satisfacción no hay más que
debilidad, degeneración y aniquilamiento?”457 Tal como lo comprende son éstas:
1ª) Trabajo higiénico, perenne, honesto y remunerado en justicia; 2ª)
Alimentación suficiente, variada, nutritiva y saludable; 3ª) Habitación
amplia, seca, soleada y aireada; 4ª) Agua buena y bastante; 5ª) Vestido
limpio, correcto y buen abrigo; 6ª) Asistencia médica y sanitaria; 7ª) Justicia
pronta, fácil e igualmente accesible a todos; 8ª) Educación primaria y
complementaria eficaz, que forme hombres cordiales, trabajadores,
expertos y jefes de familia conscientes; 9ª) Descanso y recreo suficientes y
adecuados para restaurar las fuerzas del cuerpo y del ánimo.458

Teniendo identificadas y organizadas estas necesidades primordiales, lo que trata es de


identificar unos principios fundamentales que tienen que llevarse a cabo para que se

455
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 59.
456
Ibídem, p. 59.
457
Ibídem.
458
Ibídem, pp. 61-62. Es interesante ver que estas necesidades vitales identificadas por Masferrer, son
prácticamente las mismas que a principios del siglo XVI identificara Bartolomé de las Casas, que era
necesario asegurarlas a los indígenas por parte de los españoles encomenderos. Las Casas menciona las
siguientes: 1ª Comida necesaria; 2ª Curarlos en sus enfermedades de médico y medicinas; 3ª [Descanso] Que
los enfermos tengan descanso confortable; 4ª Comida guisada; 5ª Camas en que duerman y no el suelo; 6ª
Vestir para cubrir sus carnes; 7ª Calzado conforme a la necesidad: 8ª Casas en las que se metan; 9ª Trabajo
moderado y que mujeres y niños no vayan a las minas; 10ª Cognoscimiento de Dios [Educación]. Y sentencia
el fraile dominico: “Todas estas diez cosas, perteneciente a la salud y vida de los cuerpos y ánimas de los
indios, probó aquel padre fray Bernaldo [sic] en el dicho tratado ser obligados los españoles y deudores a
darlas a los indios por deuda y obligación de justicia y de caridad, y así cierto, es verdad.” Fray Bartolomé de
las Casas, Historia de las Indias, Volumen III, Alianza Editorial, Madrid, 1994, pp. 2154-2155.
175

sienten las bases del vitalismo. Masferrer señala seis principios a los que denomina
afirmaciones fundamentales. “Por eso, a la cabeza de los principios que forman la filosofía
de la Doctrina Vitalisma, figuran estas afirmaciones fundamentales:”459

1a.- Que el Estado, la Provincia y la Comuna, tienen como finalidad y obligación


primarias, trabajar ante todo y sobre todo para que las Necesidades Vitales sean
procuradas igualmente a todos los habitantes del país.

2a.- Que cualquiera otra forma de actividad es secundaria, y que es ilícita si se


ejerce con daño o postergación de la primera.

3a.- Que el ideal constante y supremo del Estado, de la Provincia y de la Comuna


ha de ser acercarse lo más posible a la gratuidad completa de la alimentación, del
vestido, de la habitación y del agua.

4a.- Que la Asistencia Médica, la Justicia y la Educación, han de ser siempre


gratuitas y accesibles, puesto que la salud, la justicia y la educación, constituyen
los tres mayores intereses de la raza.

5a.- Que el trabajo es la condición indispensable de la salud individual y colectiva,


en su triple aspecto de salud corporal, moral y mental, entendida la salud como
llave del bienestar, de la concordia y del progreso; y que, por consiguiente, la
aspiración y el deber más altos son para cada uno, vivir de un trabajo honesto,
lícito y benéfico para la comunidad.

6a.- Que no es trabajo lícito, ninguna forma de actividad que directa y


manifiestamente cause la ruina del individuo, de la familia o de la raza.460

De acuerdo a la perspectiva masferreriana, “puesto que todos vertemos nuestras vidas en


la obra común, todos tenemos derecho a que se nos devuelva, siquiera en porción
mínima, en la del Mínimun Vital, aquello que hemos dado: nuestro trabajo, nuestro yo.”461
Por esto es que Masferrer afirma que “necesitamos repetir una y otra vez, que el Minimum
459
Ibídem, p. 61.
460
Ibídem, pp. 61-62.
461
Ibídem, p. 66.
176

Vital no es Beneficencia, sino Derecho, y derecho primario y absoluto.”462 Y, aunque


pueda parecer que solventar suficiente y perennemente sólo las necesidades
fundamentales del ser humano, es restrictivo y timorato, en realidad lo que garantiza es
justamente la vida sana y responsable de todos aquellos que no se pueden defender por
sí mismos, ya que “el Mínimun Vital, a pesar de su voluntaria restricción que se contenta
con satisfacer las necesidades primordiales, es todo ello cosa viva, cuya finalidad es la
vida, cuyo manantial y camino tienen que ser, literal y espiritualmente, vida. Y no puede
nacer, ni desenvolverse, ni culminar, sino mediante la acción continua, disciplinada y
fervorosa de hombres que la sientan, la piensen, y la quieran.”463

En este contexto, Masferrer afirma que todos los hombres y mujeres de buena voluntad
tienen una serie de mandamientos individuales que considerar y vivir para que el
Minimum Vital se haga vida. Porque “a esta hora, el Mínimun Vital existe. Existe como
pensamiento y emoción; ha tejido su red de luz en el corazón y en el cerebro de muchos,
y de ahí saldrá a cristianizarse en leyes, instituciones y costumbres, para bien de todos,
para salvar el honor del Hombre, demostrando que éste es ya capaz de organizar la Vida
sobre un mínimun de justicia y de concordia.”464 Por eso, diseña una serie de doce reglas
a los que llama mandamientos, para que la existencia formal del Minimum Vital, en los
hombres de buena voluntad, se traduzcan en acciones prácticas y mediaciones concretas.
Estos mandamientos son los siguientes:
1°- Considerar la condición del trabajador honrado y experto como el ideal
más alto a que puede aspirar un miembro de la comunidad;

2°- Honrar el trabajo vital, como el fundamento y la condición indispensable


del bienestar común y de justicia social;

3°- Ser trabajadores asiduos, esforzados, atentos y leales con su obra,


cuya perfección han de considerar ligada íntimamente a su honor y a su
probidad;

462
Ibídem, p. 75.
463
Ibídem, p. 73. Las cursivas aparecen en el original en mayúsculas. En adelante se citarán en cursivas todas
las palabras que en el original aparezcan en mayúsculas; esto por seguir la recomendación de Corina
Schmelkes, Manual para la presentación de anteproyectos e informes de investigación, Editorial Oxford
University Press, México 1998, pp. 15-16. Remito también a la cita al pie de página número 69 del Capítulo
Primero en donde se anuncia por primera vez esta consideración.
464
Ibídem, p. 54.
177

4° Ayudar a todos sus hijos, y a sus padres ancianos y necesitados;

5°- Contribuir lo mejor que puedan al sostenimientos de los orfanatorios,


hospitales y asilos de indigentes de su comuna o de su provincia;

6°- Proteger a los animales no dañinos, y especialmente a los pájaros,


como eficaces auxiliares de nuestra vida;

7° Respetar y proteger al árbol, como acumulador y distribuidor de la vida


en el Planeta;

8°- Ser limpios y bien hablados;

9°- No embriagarse ni narcotizarse; no aventurar al juego el producto de su


trabajo; no disiparse ni prostituirse, a fin de que todas sus fuerzas
converjan a la eficacia máxima de su labor;

10°- No explotar ningún vicio; no vivir de la usura; no usurpar en ninguna


forma el trabajo ajeno; no acaparar la tierra; ni las casas, ni los víveres, ni
nada que sea indispensable a las necesidades vitales de los demás;

11°- Velar para que sean cumplidos los derechos del niño, a quien han de
considerar como supremo elemento purificador y edificador de la vida
social;

12°- No prestarse nunca ni por recompensa ni por amenaza a servir de


instrumento de ninguna explotación o tiranía que afecten a los derechos
vitales de los otros.465

Para Masferrer es elemental deducir el Minimumvitalismo para la existencia de los


pueblos en el mundo; ya que el orden del mundo, en el propio sentido del vocablo
cosmos; apunta a la realización del vitalismo como sistema. Por ello, según él, el sistema

465
Ibídem, pp. 74-75.
178

Minimumvitalista se resume en cinco tesis fundamentales que se pueden expresar de la


siguiente manera: La primera es que todo ser humano, por el hecho serlo, tiene derecho a
que se le asegure un minimum de vida íntegra por parte de la colectividad. La segunda es
que el mundo y la naturaleza ha provisto todo para tal fin. La tercera es que los elementos
del cosmos y todas sus potencialidades les pertenece a todos los seres, no sólo al ser
humano, por tanto, no son apropiables por ningún individuo y quien lo haga, es un
usurpador y no se le puede justificar dicha acción; la usurpación se da por costumbre
creada por la comunidad que es la única legítima poseedora. La cuarta es que gracias a
que el hombre es un trabajador, tiene derecho imprescriptible a un minimum de vida
íntegra. Y la quinta es que el deber primario del individuo, la familia, la comunidad y el
Estado es organizar la propiedad, el trabajo, la producción, el consumo y las relaciones
sociales para la realización concreta del Minimum Vital.466

Ahora bien, en contraposición al Vitalismo encontramos la pobreza, que como condición


social “es la más grande de las penas, porque es la causa de casi todas las demás.”467 Y
la pobreza extrema conduce a los seres humanos a niveles altos de degradación. En este
sentido, encontramos en el concepto del Minimum Vital un alcance psicológico del término
y no sólo biológico, como hasta ahora se había visto en Masferrer. Porque “en efecto, el
carácter esencial de la pobreza es anular, destruir el yo, aniquilar la personalidad. Un
hombre, para quien buscar el sustento, comer, abrigarse, ha llegado a ser la única,
imprescindible e imperiosa preocupación, un problema nunca resuelto, más que a medias;

466
De forma ampliada estas tesis fundamentales son: “1°- Toda criatura, por el simple hecho de nacer y de
vivir, tiene derecho a que la Colectividad mediante una justa y sabia organización de la propiedad, del trabajo,
de la producción y del consumo, [le asegure] un mínimun de vida integra, o sea la satisfacción de necesidades
primordiales; 2°- La Naturaleza ha previsto lo necesario a la consecución de ese fin, dotando a la Colectividad
de Sustancias Comunes, que son la materia prima del trabajo y de la vida, y dotando a cada individuo de
instrumentos que le capaciten para transformar esas sustancias, y extraer de ellas todo lo necesario para la
sustentación individual y colectiva; 3°- La tierra, el agua, el aire, la luz, el calor solar, con todas sus
modalidad y potencialidades, son esas sustancias comunes, herencia y propiedad de todos los seres, y por
consiguiente no apropiables, a título perenne por ningún individuo, sino por usurpación que nada puede jamás
justificar. Así, ningún hombre es dueño legítimo de la tierra: usa de ella en cuanto se lo permiten las leyes y
costumbres creadas por la Colectividad, que es la sola y legítima poseedora; 4°- Los instrumentos de trabajo
de cada hombre, son sus brazos, sus piernas, sus sentidos, sus pensamientos. El motor de ellos, su voluntad de
trabajador; y en cuanto realiza esa voluntad mantiene su derecho imprescindible a un Mínimun de Vida
Integra; 5°- El deber primario, anterior a todo, por encima de todo, para el individuo, la familia, la Comuna y
el Estado, es organizar la propiedad, el trabajo, la producción y el consumo, lo mismo que las relaciones entre
hombre y hombre, de manera que todo converja a la realización perenne y fácil del Mínimun Vital: es decir, a
que el trabajador encuentre siempre las condiciones necesarias para alcanzar su Mínimun de Vida Integra.” A.
Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., pp. 77-78.
467
Ibídem, p. 80.
179

un hombre así ha descendido por debajo de muchos animales.”468 Pero es obvio que
aspirar y conducir a la nación a niveles mejores en su condición de vida es posible; ya que
la justicia social basada en la praxis del Minimumvitalismo es algo factible de acuerdo a la
perspectiva masferreriana:
Y se verá, lo esperamos, que éste no es un sistema complicado como se lo
imaginan los doctos, sino fácil y simple, como lo han entendido los
sencillos; una mera extensión de la familia a la sociedad; una ampliación,
en grande escala, de lo que han experimentado y consagrado los siglos
como la mejor entre las conquistas del hombre, que es la vida en familia;
una mejor distribución no fundada sólo en los méritos de cada uno, sino
también en sus necesidades; no en la quimérica igualdad, sino en la real e
inevitable fraternidad; no en las leyes feroces de la lucha que rigen la
Naturaleza inferior, sino en las leyes de la cooperación, que rigen la
Naturaleza evolucionada y ascendente.469

Por desgracia, el mundo ha llegado a una situación social en la que la usurpación y la


injusticia hacen del mundo un lugar exasperante y deshonroso, un lugar cuya “situación
de lucha cruel y acérrima en la que los millones acumulados surgen de la opresión y de la
ruina de los hambrientos; en que atesorar es una palabra sagrada, y en que la envidia,
disfrazada de reivindicación, acecha impaciente el momento de trastornar las cosas, de
manera que los miserables de hoy sean los opulentos de mañana.”470 Para Masferrer, eso
es lo que engendra el odio y la codicia en los seres humanos, es como una especie de
veneno mortal que ha usurpado la mente y el corazón humano dividiendo a la humanidad
en dos polos irreconciliables: “ese odio y esa codicia son dos venenos mortales e
insidiosos que se han infiltrado en el corazón de casi todos los pueblos. Consciente o
inconscientemente, la humanidad entera se está afiliando en esas dos legiones de
irreconciliables: la de los que padecen y odian y aspiran a la venganza, y la de los que

468
Ibídem, p. 81.
469
Ibídem, p. 54. Masferrer se mueve en este aspecto, en la concepción aristotélica del modo de organización
social. Para Aristóteles, es claro que no es lo mismo la administración doméstica que la crematística, ya que a
esta última corresponde el proveer y a la primera el usar; fuera de la administración doméstica, en efecto, ¿a
qué otro arte podría corresponder la utilización de los bienes domésticos? Pero en cambio puede prestarse a
discusión si, por más que no sean idénticas, la crematística es una parte de la administración doméstica. Cfr.
Aristóteles, La Política, Editorial Porrúa, México, 1989, pp. 163-168.
470
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., pp. 55-56.
180

atesoran y gozan, y por necesidad y ceguera se sostienen y se defienden con la


represión.”471

Por tanto, llevar a la práctica el sistema del Minimumvitalista es una urgente necesidad en
el momento que le toca vivir; y hace un llamamiento “al buen sentido de los hombres, a su
bondad primaria, a su instinto de conservación, casi a su egoísmo, para que no se
desgarren, para que no se devoren; para mantener en unos la esperanza fundada de un
mayor bienestar y en otros la seguridad de no ser despojados de aquel excedente de
riqueza, obtenido sin extorsión ni ruina de sus semejantes.”472 Es en este contexto que
Masferrer hace un llamado al desmedrado, que no es un anónimo sino un trabajador,
proletario concreto que tiene un hogar, una familia, un nombre, a que deponga cualquier
odio que mantenga en contra de aquellos que lo han empobrecido y le pide que se
conforme con el Minimum Vital, que como hemos visto, no se trata de un llamado a
conformarse con miserias que el sistema arroja sino que es un llamado a conseguir lo
suficiente para vivir bien y que le coloca al ser humano en los umbrales de la dignidad
humana. Y, simultáneamente al potentado, Masferrer le hace otro llamado: a que le ponga
límites conmensurables a su ambición:
El Mínimun Vital dice al trabajador, al proletario, al asalariado: confórmate
con lo imprescindible; conténtate con que se te asegure aquello
indispensable, sin lo cual no podrías vivir; esfuérzate para erigir sobre esa
base mínima el edificio de tu holgura y de tu riqueza, y así ascenderás o
descenderás según tu esfuerzo, según tu disciplina, según la firmeza de tu
voluntad. Y al poseedor, al rico, le dice: consciente en que haya un límite
para tu ambición conténtate con que se te de libertad para convertir en oro
el árbol y la piedra, pero no la miseria, no el hambre, no la salud, no la
sangre de tus hermanos. Traza una línea máxima a tus adquisiciones, y no
pases de ahí, para que no te desvele el odio de tus víctimas; para que te
dejen gozar en paz, riendo y cantando, de lo que atesoraste.473

Es obvio que leyendo este texto de Masferrer sin tener el contexto que explica, por un
lado, la situación límite a la que ha llegado la humanidad y, por otro lado, que conformarse
con lo mínimo que asegure “aquello indispensable sin lo cual no podrías vivir”, podría
471
Ibídem, p. 57.
472
Ibídem.
473
Ibídem.
181

interpretarse como una demagogia ideológica que lo único que hace es el servicio al
status quo. Pero en el contexto del Minimumvitalismo, lo mínimo significa en realidad lo
máximo posible en términos práxicos y en esta perspectiva, las mediaciones históricas
para lograr que se concrete el Minimum Vital son el Partido Vitalista, los Círculos Vitalistas
y la Educación Vitalista, que se desarrollarán más adelante.

3.2. Concreciones institucionales del vitalismo masferreriano

Como ya se ha afirmado, toda teoría por muy bien estructurada que sea su formulación, si
no tiene concreciones fácticas que sirvan de plataforma para su ejecución no deja de ser
más que pura ideologización. Por ello, Masferrer es consciente de la necesidad de
concretar su sistema Minimumvitalista y lo que mejor puede llevar a cabo dicho papel son
fundamentalmente tres instrumentos: Un partido político,474 los Círculos Vitalistas y una
Educación vitalista.

3.2.1. El Partido Vitalista

Para 1928, mientras Masferrer continuaba con la dirección del periódico Patria el
desarrollo de las actividades de reflexión y divulgación del sistema vitalista hizo florecer
en Masferrer y sus seguidores, la necesidad de articular un movimiento político coherente
con el sistema vitalista que fuera la alternativa real y concretara las esperanzas del pueblo
salvadoreño de construir una sociedad más justa y equilibrada. Para iniciar la solución de
los problemas estructurales que vivía El Salvador en aquella época, era necesaria, por
tanto, “una fuerza inteligente, orientada, disciplinada y desinteresada [que] será el Partido
Vitalista, y nacerá y vivirá para actuar en ese sentido y especialmente para hacer vivir,
encarnándolas en las leyes y las instituciones, las doctrinas del Mínimun Vital."475 No
obstante, concretar la fundación del partido era una cosa difícil, debido a la confusión que

474
Teniendo en cuenta lo que Masferrer afirma respecto de lo que entiende por Partido Vitalista, nos da la
pauta para pensar que se trata de algo más que un partido político; es decir, se trata más de una especie de
Instituto Político, ya que éste tiene un carácter más regional que local y sus principios trascienden los
elementos normativos y reglamentarios propiamente dichos.
475
Ibídem.
182

esto podía generar, sobre todo, porque no había a esa fecha en El Salvador, un partido
que no buscara sino sus intereses particulares.

De acuerdo a la forma cómo lo expresara Masferrer, la fundación del Partido Vitalista era
un proyecto que generaba temores, “esa palabra se agitaba en nuestro corazón y hacía
temblar nuestros labios; pero le conteníamos el vuelo, temerosos de que la incomprensión
ambiente achacara a móviles mezquinos el intento de soltarle las alas.”476 Pero fue la
poetisa chilena Gabriela Mistral, la que rompió ese temor e irrumpió en el ambiente, ya
que “acaba de pronunciar la palabra que nosotros vacilábamos en decir: El Partido
Vitalista.”477
Es de las entrañas de la vida, toda ella consagrada a la justicia y a la
verdad, de donde ha surgido la afirmación de que esta doctrina es doctrina
de concordia, de salud, de reparación y purificación. Y es ella quien dice,
que la doctrina necesita cristalizarse en una vasta asociación que se
llamará El Partido Vitalista, el cual vendrá a desinfectar nuestra América y
disipar las nubes caliginosas que enturbian su horizonte. ¡Maestra y Amiga,
que su voluntad se cumpla; que su palabra se haga carne; que su sueño se
vuelva flor y espiga! Fundaremos el Partido Vitalista.478

El Partido Vitalista no será, de acuerdo al criterio vitalista, un partido como los demás, que
constituían un “armadijo para cazar votos”479 y colocar como presidente de la república a
alguno de aquellos a los que Masferrer llamaba “iluminados semidioses,”480 instituidos por
sí mismos o por su padrino, el presidente saliente. Por el contrario, “nuestro partido no
tendrá vinculaciones de ningún género con las Ligas de Ocasión, nacidas exclusivamente
para conseguirle simpatizadores a un candidato sin programa y sin antecedentes.”481

En cuestiones electorales, Masferrer sabía que el pueblo salvadoreño tenía poca


formación política, por ello contrapuso los principios y características vitalistas que
inspiraran las acciones programáticas de los miembros del Partido:
476
Ibídem, p. 233.
477
Ibídem. Es importante hacer mención que Gabriela Mistral tenía una relación cercana a Masferrer quien
encontraba en la poetisa chilena un apoyo importante para su teoría vitalista. Esta relación está vinculada a los
círculos teosóficos que se desarrollaron en Latinoamérica durante la primera mitad del siglo XX.
478
Ibídem.
479
Ibídem, p. 297.
480
Ibídem.
481
Ibídem, p. 298.
183

La mentalidad crónica de nuestro pueblo, en materia de gobierno y


administración, es buscar –ni siquiera buscar sino esperar que lo traiga el
Espíritu Santo– un hombre que posea todas las virtudes, todo el saber y
toda la inteligencia. Para que haga la felicidad del país. A Dios gracias, los
vitalistas no somos tan candorosos ni tan ignorantes para creer en el
Elefante Blanco: los Vitalistas sabemos que no hay buen gobernante (salvo
por milagro) si no hay en torno suyo una colaboración organizada y
viviente, que le ayude y le impulse en lo bueno, y le reprima y le contenga
en lo malo. Con una fuerza así, organizada, disciplinada, inteligente,
desinteresada, se puede sacar partido hasta de gobiernos muy mediocres.
Sin el control y el apoyo de una tal influencia, el Gobierno hará lo que le
cuadre, lo que se le ocurre, a veces bien, a veces brillantemente, a veces
torpemente.482

En esta perspectiva, Masferrer inicia la concreción de su proyecto político que alcanza de


manera práctica la forma de vida de la sociedad y que la convierta en una sociedad en
donde las grandes diferencias económicas, políticas, sociales y culturales se reduzcan
notablemente, en función de que todos los hombres y mujeres de la sociedad tuvieran en
un futuro próximo, acceso a una vida digna.

Por lo que respecta a los partidos políticos contendientes en las elecciones próximas a
1930, y que “siendo todos los candidatos, cual más, cual menos, representantes del
régimen social que nosotros los vitalistas queremos modificar profundamente y no
hallando en los programas de esos candidatos nada o casi nada en conexión con
nuestras ideas y tendencias.”483 Masferrer afirma que no sólo él, sino todos sus allegados
no ven en los contendientes electorales ni partidos ni programas políticos.484 Y a todos les
falta no sólo sentido de realidad sino seriedad en sus planteamientos para abordar los
problemas futuros del pueblo al que quieren gobernar; por tanto:

482
Ibídem, pp. 297-298.
483
Ibídem, p. 328.
484
El contexto de los partidos políticos de la época, es decir, de principios del siglo XX y sus propuestas, se
ha analizado en el Capítulo Segundo de esta Tesis Doctoral. Cfr. 3.2. Antecedentes de la masacre, pp. 116-
118, donde se remite asimismo al estudio que C.G. López Bernal hace al respecto del tema en su libro
Tradiciones inventadas… Op. Cit., pp. 143-266.
184

La Unión Vitalista485 no ve, no ha podido ver hasta hoy en lo que se llama


partidos electorales contendientes, más agrupaciones que procuran el
triunfo del amigo o conocido que les es simpático. Como ideología, no
percibe diferencias apreciables. Los llamados programas, no lo son ni en su
forma textual ni en su espíritu. Les falta, sobre todo, el sentido de la
realidad actual y urgente; a tal grado que los más graves problemas vitales
–trabajo y pan-, no aparecen en sus cláusulas en forma reveladora de una
honda comprensión ni de una seria preocupación.486

Ante esta realidad, y ante la solicitud de algunos miembros vitalistas, Masferrer afirma que
se ha designado a “don Francisco Morán para que dirija los trabajos de organización del
partido vitalista aquí en El Salvador.”487 Para que después de organizado dicho
instrumento político se defina, previo una consulta ciudadana y con sus miembros, la
posibilidad de participar en los comicios electorales venideros, teniendo como candidato a
la presidencia a Masferrer488. No obstante, ante los deseos de “un grupo de amigos y
algunos grupos de simpatizantes que me vienen incitando a que proclame mi candidatura
a la Presidencia de la República.”489 La decisión fue la siguiente:
Sostengo el criterio de que nuestro Partido, si bien se abstenga de
participar en las próximas luchas políticas, debe participar en otras

485
El término Unión Vitalista, es usado por Masferrer para nombrar al conjunto de la organización de los
Círculos Vitalistas. El término no hace referencia a un grupo organizado, al menos en los escritos de
Masferrer no se encuentra dicha organización, por tanto, se deduce que se trata de una simple denominación y
no representa una organización paralela.
486
Ibídem.
487
Ibídem, p. 234. Don Francisco Morán es un profesor y líder comunal que acompañó a Masferrer en la
organización de base del Partido Vitalista. De acuerdo a comentarios del mismo Masferrer, “Morán es un
hombre íntegro, seguro y claro. No odia ni le odian… es profundamente desinteresado. No ambiciona poder
sino justicia. No busca riqueza sino independencia. Es libre por temperamento, y ha logrado afianzar su
libertad en la independencia económica de un modesto haber, fruto de su trabajo. Morán es hombre de Letras,
aunque no literato. Maestro de alta clase, en cuanto comprende su misión y la vive con inteligencia y
conciencia. Patriota, de los que saben analizar el ayer y prever el mañana. Hombre de hogar, sin vicios, sin
malas pasiones. Y todo ello, al servicio de una voluntad fervorosa y acendrada.”
488
Ibídem, p. 395.
489
Ibídem, p. 395. La nota sigue de la siguiente manera: “Es posible que mis amigos estén en lo cierto en
cuanto a lo primero. Es dudoso que acierten en lo segundo. Yo sé que tengo muchos adversarios: he lastimado
muchos intereses; he combatido demasiados prejuicios; he ridiculizado muchas tonterías; he puesto en
evidencia la mentira de muchos dogmas, y sería excesiva candorosidad pretender que por esa actitud me
estuvieran agradecidos y quisieran ahora escogerme para Conductor Supremo: Lo más que se puede desear en
mi caso, es que algunos me estimen y casi todos me respeten, como sucede efectivamente; pero de ahí a que
me ensalcen, hay mucha diferencia.” No obstante, Masferrer, hace un sondeo sobre qué piensa la gente sobre
su candidatura, para lo que elabora los principios de su programa de gobierno y los divulga como panfletos.
Para ver su contenido, remito a Anexo 1: Ahí va la sonda, pp. 289-293 de esta tesis.
185

posteriores. El Vitalismo es y debe ser Militante, porque su doctrina es


práctica y sus ideales tienden, por sí mismos, a realizarse. De tal manera
que si nos abstuviéramos definitivamente de intervenir en política,
mutilaríamos dolorosamente a grupo de una de sus más sagradas
funciones y más incuestionables derechos. Es más, todos los que aquí han
venido, obedecen a un llamado en el cual se encuentra implícita la noción
de que nuestro partido es y será político. Queremos formar y preparar
hombres. Y, una vez que estén preparados, debemos procurar que ocupen
los cargos públicos. Merecemos, primero, el poder. En cuanto lo
merezcamos, iremos a él. Lo procuraremos, al menos.490

En definitiva, como afirma Masferrer el “Mínimun Vital no se formuló para lamentar el


pasado ni para ensoñar el porvenir, sino para modificar el hoy y preedificar el mañana. No
solamente queremos dejar a nuestros hijos un aire puro, un agua clara, sino que nosotros
mismos, antes de irnos de la vida, queremos experimentar qué cosa es aire puro y a qué
sabe el agua clara.”491 “Pues así nosotros, vitalistas, arquitectos y escultores de una
nueva vida, de un nuevo régimen social, no podemos erigirlo sin un instrumento
adecuado, que es el partido vitalista, ni podemos confiar la obra a quienes ni la
comprenden ni la aman.”492

490
Patria, 4 de octubre de 1929, pp. 1-2. Por otra parte, Masferrer considera que ante tanto descrédito al que
ha sido sometido el sistema vitalista y el mismo partido por parte de los defensores del status quo en El
Salvador: Deduzco que no es el odio a mí el que ha inspirado esos ataques, sino el miedo al Partido Vitalista,
que ya se va revelando como una influencia y que, inevitablemente, se convertirá en una fuerza poderosa
antes de dos años. Y se cae, una vez más, en la puerilidad de creer que desacreditándome a mí, se atrofia la
propaganda vitalista; que haciendo de mi nombre un andrajo moral, el –vitalismo queda reducido a un
miserable expediente que nadie ya se atreverá a difundir como doctrina. Estos son los infantilismos en que se
hunde la mentalidad ambiente, la más baja, según parece, de todos los pueblos del trópico en América. (…)
Lo mismo que ha sucedido con la tierra y con el dinero, viene sucediendo con la inteligencia ilustrada: unos
pocos monopolizan el saber y el comprender, y como no se interesan en su difusión, la gran masa se va
tornando cada día más rehacia (sic) al examen, más refractaria al pensamiento, más cerrada al análisis de las
ideas y de los hechos. Todavía hace unos seis meses, se hubiera podido sofocar, o más bien retardar la
difusión del Vitalismo, cubriendo mi nombre con una buena capa de cieno. Ahora ya no; ahora, hagan lo que
hicieren contra mí, el Mínimun Vital se extiende y crece, se concreta y se organiza, y se apresta a infiltrar su
contenido desinfectante y vitalizador en los tejidos grietosos y purulentos de un régimen social condenado a
desaparecer. Lo que pasa es que en este pueblo nuestro, las gentes se acostumbraron ya a las inmensas
cosechas, a los enormes dividendos, a las fortunas que se amasan en un año, al lucro tremendo que no repara
en succionar la sangre de los débiles, y que, cegados por ese afán y esa acumulación triunfante de riquezas, no
conciben ya que nada ni nadie les perturbe en su marcha conquistadora. Y por eso, en vez de examinar se
enfurecen, y en vez de colaborar en la investigación de una fórmula de mayor justicia, de mejor concordia, se
entregan a discurrir ardides malignos y expedientes feos para extinguir la llama que podría alumbrarles y
purificarles.” Ibidem, pp. 313-315.
491
Ibídem, p. 374.
492
Ibídem.
186

3.2.2. Los Círculos Vitalistas

Otro instrumento que cristalizaría el sistema Minimumvitalista masferreriano serían los


Círculos Vitalistas. Estos fueron grupos de reflexión constituidos por hombres y mujeres a
lo largo de El Salvador, para abordar temáticas sobre la realidad nacional y los problemas
de la organización vitalista, vistos a la luz de los principios de la vida y la justicia social.
Por ejemplo, de acuerdo a lo publicado en Patria, el día viernes 4 de octubre de 1929, se
realizó una reunión ordinaria de un grupo vitalista en San Salvador donde se analizó el
tema ¿Debe militar en las justas electorales el Partido Vitalista? Asimismo, se analizaron
otros problemas en esa sesión ordinaria como fue el tema sobre el “número preciso para
que se autorice la formación de un grupo vitalista y se reconozca por el partido,
oficialmente su existencia es de diez personas. Y en varias partes de la república se ha
obtenido y sobrepasado ese número. De manera que los núcleos se multiplican; la
Doctrina es fecunda y la organización próspera. Ya en lo futuro podrá palparse hasta qué
punto es, tal circunstancia, beneficiosa para el país en general.”493

Una de las conclusiones a la que se llegó en esa reunión fue que todos debían participar
como miembros de la comunidad, en acciones concretas para exigir que las autoridades
municipales mejoraran la vida del municipio. Para ello fue importante pedir que las
autoridades municipales escucharan al pueblo en toda situación, especialmente en
momentos de emergencia: “oírle siempre que se trate de sus intereses gravemente
afectados, es el procedimiento indicado por la razón y la justicia, a quienes deseen
gobernar y no imponer.”494 Asimismo, para resolver de manera satisfactoria los problemas
más sentidos en toda comunidad, se concluyó que todos los vitalistas debían exigir a las
autoridades de la Comuna la participación de los afectados, para la solución de sus
problemas:
Que se estudie el problema de la vivienda así en comicios, fuera de la
estrecha y ciega atmósfera oficinesca; que diga el pueblo su parecer; que
se recoja y examine la opinión de quienes saben por técnica o experiencia:
eso es vida municipal. Vida municipal autónomo, es decir un paso
trascendental para salir del sistema asfixiante y despótico que ha hecho de

493
Patria, 4 de octubre de 1929, pp. 1-2.
494
Ibídem.
187

las Municipalidad meros y ciegos instrumentos de una tiranía creciente,


peor mil veces, por su hipocresía, que la dictadura franca.495

En este sentido, la participación reflexiva de los miembros vitalistas era una cuestión de
mucha importancia. De ahí que Masferrer refiriera una reflexión importante a los
miembros de los Círculos Vitalistas de la siguiente manera:
Si aspiramos a despertar en los demás una nueva conciencia de hacer
visible y tangible, viviéndola, esa mayor justicia y belleza del plano
espiritual a donde queremos que los demás nos sigan. Solamente las
modificaciones incidentales o insignificantes se pueden obtener mediante la
elocuencia sin médula; pero si se trata, como es este caso de una profunda
y trascendental modificación del vivir colectivo, no se logrará nunca si la
doctrina no aparee encarnada, cristalizada en la vida de sus adeptos.496

En esta perspectiva, la construcción de ciudadanía vendría a ser una de las aspiraciones


fundamentales del espíritu que fundamenta los Círculos Vitalistas. De ahí que “una
ciudad, ¿qué debería ser sino la unión de gentes, ubicadas en sitio común, donde hubiera
un hogar para cada familia? ¿Y por qué no un hogar amplio, seco, luminoso, y aireado y
alegre?497

Y Masferrer sabía que en dichos círculos se reunían gente sencilla y de buena voluntad;
por eso su léxico y uso dialogal de las palabras era sencillo y claro, para ser comprendido
por todos. Y retomaba el caso y problema de la vivienda diciendo que “si hay una celdilla
para cada abeja, y una celda para cada uno de los castores, y una cueva para cada
raposa y un nido para cada avecita, y hasta una guarida para cada lobo, y hasta un hoyo
para cada reptil, ¿por qué, Señor no ha de haber un hogar para cada hombre y cada
mujer que necesiten dónde guarecerse a criar su niño, a esconder su amor y a modelar y
afinar sus almas?”498

Estos Círculos Vitalistas no sólo se organizaron en El Salvador, sino también en


Guatemala y Honduras.

495
Ibídem.
496
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 256.
497
Ibídem, p. 330.
498
Ibídem.
188

Masferrer desarrolló a través de sus artículos de prensa y sus libros todo un proyecto de
construcción del gobierno vitalista. Fundó sociedades vitalistas en El Salvador y
Guatemala. En el acta de fundación de la Sociedad Vitalista de Guatemala se exponía lo
siguiente:
Los suscritos convencidos de que el <<Mínimum Vital>> propone una
fórmula de vida más justa, y en consonancia con las realidades sociales y
biológicas, capaz de resolver por su bondad y por la justicia que encierra, el
pavoroso conflicto de clases, extinguiendo la causa del odio entre el capital
y el trabajo, de la manera más libre, premeditada y etánea: nos adherimos
a la causa Vitalista y hacemos el propósito firme de luchar por todos los
medios a nuestro alcance, por la difusión y realización de estas ideas, y a
fin de poner en práctica desde hoy nuestros anhelos, fundamos esta
Sociedad que, con el nombre de Sociedad Vitalista de Guatemala trabajará
por nuestra causa.499

La voz de la oposición hizo oír sus argumentos en el contexto del desarrollo del sistema
vitalista,500 a lo que Masferrer respondió haciendo referencia a la praxis desarrollada por
la religión católica, afirmando que “el Vitalismo es una doctrina, su grupo, es una
cristalización de esa doctrina, como la iglesia es una cristalización del dogma católico.” 501
En este sentido, ¿Qué significa, si no, ese expandirse a través del continente; que la
propaganda que se hace en Honduras y en México? Un partido político salvadoreño,
jamás puede pasar las fronteras.”502 Por ello, “hay que hacer del Vitalismo algo
trascendental, ampliamente humano, y no encerrarlo dentro del estrecho espacio de una

499
María R. Fuentes Oliva, El Proyecto social y político durante el gobierno de Lázaro Chacón a través del
estudio de un fragmento de redes sociales; Universidad San Carlos de Guatemala, Tesis de Licenciatura en
Historia, Guatemala, 2007, p. 24.
500
A este respecto, Masferrer afirma que “la mayor o menor barbarie de un pueblo tiene como exacta medida
su mayor o menor agresividad contra la verdad nueva; su impulso de persuasión y ofensa ante el hombre que
le predica esa verdad. El aforismo histórico de que “nadie es profeta en su pueblo”, no es verídico
enteramente si no en los ambientes bárbaros; y cuando Jesús se quejaba de que en Israel todos los profetas
morían de muerte violenta, denunciaba la barbarie intensa de aquel pueblo, uno de los más bárbaros de la
historia. En un ambiente culto, no solamente el profeta, cualquier hombre de mentalidad esclarecida, es oído
con respeto y benevolencia, y si no es endiosado ni se le acata, por lo menos se le tolera. Son los pueblos
bárbaros, primitivos, ignorantes, los que se enfurecen y se revuelven airados contra el hombre que les dice
una palabra nueva; son aquellos que en vez de mentores han tenido capataces, y donde el rebenque y el látigo,
la impostura y la tiranía han anquilosado la facultad del raciocinio y enmohecido las conciencias.” A.
Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., pp. 573-574.
501
Patria, 4 de octubre de 1929, pp. 1-2.
502
Ibídem.
189

frontera. ¿Qué eso significa una mutilación? Nada de eso. El catolicismo, sin ser ni
erigirse en partido político siempre ha influido en la política.”503

3.2.3. La Educación vitalista

Para Masferrer, enseñar era una función social que no podía dejársele enteramente a
ningún gobierno. Algo más, si sólo a él se le encomendara esa función, juzgando las
circunstancias de la época en que escribió Leer y Escribir (1913) y ¿Qué debemos saber?
(1915), el gobierno podía cumplirla muy pobremente. La educación no era prioritaria para
los gobiernos y según su juicio, esto contrasta con la realidad, porque educar a las clases
desposeídas, que es donde se encuentra y crece sin medida el analfabetismo, es una
necesidad urgente para el verdadero desarrollo de la patria.504 Su propuesta para cumplir

503
Ibídem. Marta Casaús trata el punto de los círculos vitalistas pero lo hace en un contexto amplio en el
sentido que sólo menciona estos círculos como espacios que fueron una mediación en la construcción de
ciudadanía a principios del siglo XX. No se ha encontrado información más concreta de los círculos vitalistas
en forma particular que dé pautas para valorar mejor estos espacios de reflexión. Se remite a la amplia
bibliografía de Casaús citadas en el Capítulo Primero, notas 72 y 116 de esta Tesis, y en el Capítulo Segundo
nota 141.
504
Al respecto Masferrer afirma que: “Lo que pasa es esto: que habiendo vivido trece años fuera de mi país,
en centros de mucha cultura; habiéndome acostumbrado a ver realizadas, vividas plena y fácilmente
instituciones y costumbres que se tienen entre nosotros como utopías; habiendo recibido auxilios de mi país a
fin de que hiciera y aprovechara mis viajes, siento como un imperioso deber el esforzarme para que tales
costumbres e instituciones se realicen aquí también; se me hace insoportable no ver en torno mío igual
ambiente de cultura que ese en que viví en otras partes, y ha venido a ser una necesidad de mi organismo, una
función vital, dispararme con todas mis fuerzas contra el hacinamiento de prejuicios, de mentiras, de
explotación de rancias ideas, de sentimientos rastreros que forman nuestro ambiente mental y psíquico, tenido
y admirado aquí por la gran mayoría como vida civilizada, y que para mí es sencillamente, basura moral y
mental. No se sabe qué abunda más en El Salvador, si la basura moral y mental, o la basura física, con todo y
ser muchas de nuestras ciudades, bullentes y crecientes basurales de ésta última clase. Y es claro: si no
hubiera tanta basura en nuestros cerebros, no habría tanta en nuestras calles, en nuestras casas y en nuestros
campos (…) Es basura, y hay que botarla y quemarla, si es que no preferimos que lleguen hombres mejores,
con concepto más limpio de la vida, y nos boten y nos quemen con ella. Ustedes dirán que tenemos el derecho
para salvaguardarnos, pero es mentira: la basura no tiene derechos, y quienes la cultivan y adoran tampoco.
La basura, hermanos, sea de tronchos de col, de tronchos de pensamientos, no merecen vivir aunque esos
tronchos asuman las formas de leyes, centros de educación, de aristocracia, de libertad y de ciencia. Y esto es
lo que nos sucede: que estamos adorando tronchos de col, roídos, podridos, tumefascientes, pestilentes. Y eso
no lo he inventado yo, sino que puede comprobarlo cualquiera de ustedes, si tiene buena voluntad y se va por
mundo a observar y a comparar. Este es el caso: no pudiendo yo avenirme a vivir en paz con el juego de
gallos, con la embriaguez, causa del 80% de los delitos, y sin embargo fomentada; con que se permita la
importación de armas prohibidas; con que se monopolice la tierra y se concentre en unas pocas manos
feudales y opresoras; con que se permita introducir el hule para matar pájaros; con que se desriñone a las
sirvientas con el grosero oficio del trapeado; con que se usurpe a los campesinos su trabajo y se les mantenga
sin zapatos, sin escuela, sin médico, alimentados sólo con tortillas, frijoles y aguardiente; con los seudónimos;
tras de los cuales se esconden mentidos y desorientados dirigentes; con una imaginaria educación de la mujer,
que ya casi no forma sino tenedoras de libros, como si la mujer de aquí fuera una estúpida, incapaz de otra
190

ese compromiso fue siempre pedir que toda persona que sepa leer y escribir debía
convertirse en educador de analfabetos; es decir, sugería una labor privada. Ahora bien si
el Estado colaboraba, su ayuda sería bienvenida. Pero esto en realidad era una crítica
contundente contra el estado de cosas organizado por los distintos gobiernos que no
proveía educación y calidad de vida a la inmensa cantidad de hombres y mujeres
atrapadas en la marginalidad, la exclusión, los vicios y la pobreza.505 Pero la crítica
también alcanza a los ricos y poderosos, sobre todo, porque los gobiernos no eran
capaces de poner freno a los abusos, al egoísmo y a la prepotencia de los poderosos:
Aquí se ha creído que hay cultura pero no la hay. A una razón se contesta
con un insulto, generalmente escudado en el anónimo. A un hombre que
pide mejor vivienda para los miserables; y mejor pan y más trabajo, se le
llama bolchevique, el vitalismo no predica la violencia; no quiere el despojo
sino el respeto a lo de cada uno. Y sin embargo, en lugar de que los
opositores contesten argumentos con argumentos y nos convenzan de un
errar en el cual –al cabo humanos– podríamos incurrir, nos escarnecen,
nos insultan, nos calumnian. Pero el pensamiento está en marcha. Y les
arrollaremos con la idea, porque todavía no ha nacido hombre que pueda
luchar contra ella victoriosamente.506

Para Masferrer todos los hombres y mujeres deben emanciparse de las cadenas de la
ignorancia. En el caso de los obreros, se dirigía a ellos diciendo que “aceptando que la
condición de obrero no es esencial ni principal en el hombre, sino accidental y
subordinada (pues consiste simplemente en una de tantas maneras de ganarse la vida),

cosa que la teneduría…No pudiendo yo vivir contento, ni resignarme a toda esa barbarie, y debiendo hacer
alguna cosa por mi país y por mí, por mi propia alma, para no asfixiarme en la basura, he convertido mi
pluma en escoba, y me he puesto a dar escobazos a la Gran Pirámide, a ver si va reblandeciéndose y llega un
día en que la podemos derruir y barrer.” Ibidem, pp. 443-445.
505
Masferrer es consciente, que “especialmente los obreros, puedan interesarse por mantener una
organización que pesa sobre ellos con abrumadora pesadumbre. Ellos, verdaderas bestias de carga de las
clases ricas; ellos, cuyas hijas son consideradas por los privilegiados como simple carne de placer; ellos cuyo
horizonte intelectual casi nunca traspasa las boberías que enseña la escuela primaria; ellos, cuya sangre
derramada una y otra vez, hace el gasto de todas las veleidades, estupideces y perversidades de los políticos;
ellos, cuya vida se encierra entre el taller y el cuartel y la taberna; ellos, repito, no se comprende que puedan
buscar paliativos, sino que de una vez y con toda decisión de un esclavo que por fin se rebela, deben
preguntarse: ¿qué haremos para emanciparnos? Y a esa valerosa pregunta, verán que no hay otra respuesta
que la que nosotros les damos: romper este viejo y estrecho molde en que se ahoga la sociedad actual, y
encaminarse, sin vacilaciones, en busca de una organización más sabia y más justa. Y, –penétrense bien de
esto– esa liberación, esa emancipación, tiene que ser obra de ellos mismos. Porque ninguna verdad, ninguna
libertad se conquistó jamás sin el propio esfuerzo.” Ibídem, 154-155.
506
Patria, 7 de octubre de 1929, pp. 1-2.
191

la pregunta ¿qué debe saber un obrero para ser instruido? Ya no tiene razón de ser, y
debe sustituirse por esta otra: ¿Qué debe saber un hombre para ser instruido? He aquí la
cuestión en su verdadero terreno.507 En esta perspectiva, como afirma Masferrer, “si el
hombre, cada hombre, no se emancipa de la bestialidad, el conjunto, el conglomerado
social no puede ser sino un tropel de bestias. En este contexto “afirmaba, no ha mucho
Krisnamurti, [sic] que el problema del individuo es el problema de mundo.”508 Por tanto,
hay que cambiar todo el supuesto orden que se ha establecido desde mucho tiempo
atrás, ya que este orden no está organizado en función del ser humano ni de la vida:
Si tenemos esas leyes y esas religiones y esa moral. Las tenemos aún, y
han durado mucho, y han causado inmenso daño, y nos han sumergido en
tinieblas tan espesas, que ya se hace casi imposible recordar por qué
rumbo se ocultó el sol, ni saberse por dónde volverá. Mas ahora, deben
morir. Debemos desembarazarnos de ellas con resolución y premura;
debemos crear y organizar una nueva y más alta concepción de la vida, en
la ley, la educación, las costumbres, todo se halle subordinado
francamente al bien del niño, cuyos derechos no admiten tasa ni medida, ni
restricción ni prescripción.509

507
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 149. En esta línea Masferrer afirma que la educación
es urgente y necesaria para mejorar la calidad de vida de toda la sociedad. “¡Es verdaderamente asombroso!
Los mismos hombres que sufren con paciencia que se les asile en casas húmedas, estrechas, oscuras, donde
todas sus fuerzas decaen y donde su vida se acorta sensiblemente, corren enfurecidos a matar y a que les
maten, para defender el honor de la bandera; los mismos hombres que consienten en vivir ellos y sus hijos,
medio muertos de hambre y expuestos a toda clase de enfermedades por falta de nutrición suficiente,
mientras que a un paso de ellos hay gentes que hartan a sus perros con jugosas carnes, esos mismos
hombres asesinan y se hacen matar para que el enemigo no dé un paso más allá de la frontera; los mismos
hombres que soportan vivir en la desnudez y en la ignorancia mientras que en torno de ellos reina el lujo y la
instrucción se prodiga a los que menos la necesitan, esos mismos hombres niegan al extranjero el derecho
de ciudadanía, y riñen a balazos por el derecho de elegirse un amo que los explote y les oprima. En verdad,
el alma del pueblo ha debido sufrir terribles y larguísimas presiones, para que así haya podido ensordecer a
la voz de los instintos naturales que le gritaban cuáles eran sus verdaderos, útiles, necesarios y sagrados
derechos. Y ahora asistimos a este raro espectáculo: una resolución cual nunca se intentó semejante,
acompañada de increíbles esfuerzos y de sufrimientos sin número, para enseñar otra vez a los hombres de
lo que las bestias saben: cuál es su verdadero destino: ¡vivir, vivir libre y plenamente, satisfaciendo todas sus
necesidades corporales y espirituales.” Ibidem, p. 152.
508
Ibídem, p. 199.
509
Ibídem, p. 212.
192

Masferrer afirma que esta situación tiene una causa fundamental que hay que superar
necesariamente, porque es la realidad provocada por el acaparamiento de la tierra y todo
el sistema capitalista organizado en El Salvador. Bajo este principio se trastoca los
valores y convierte en ideologización todo valor. En este sentido hasta la ciudad se
organiza así:
En el centro, palacios, hoteles, casinos! En los barrios sanos y alegres,
mansiones, chalets, villas, delicias y holguras para los amos. A la orilla, en
el suburbio, para los pobres, mesones, tugurios, covachas, cuchitriles
forjados en tablas podridas con guangochos, trozos de acapetate
enmohecido, pedazos de lata oxidada, tiras de petates chinchosos, vejez,
mugre, hediondez, obscuridad, y melancolía y estrechez y asfixia!... Y ahí
dentro, criaturas de Dios a quienes los otros les llaman conciudadanos,
compatriotas, prójimos, hermanos… ¡hasta hermanos!510

Es tal la situación que Masferrer critica y busca superar desde la trinchera del periódico
Patria; en este marco es que “el concepto de salud, el bienestar, la prosperidad, la
comodidad, la cultura, la libertad, la paz y el contento de los salvadoreños que viven hoy,
es para nosotros el valor supremo, la cosa primordial, intransferible, impostergable; y a
obtener, mantener y mejorar esos valores, se encaminarán constante y firmemente las
actividades de este diario Patria.”511

510
Ibídem, p. 330.
511
Ibídem, p. 434. En esta perspectiva, Masferrer es más radical y afirma que: “En este orden de ideas, lo más
grave, la mayor desventura que puede acontecerle a la patria, es que un niño salvadoreño muera de inacción, o
crezca sin escuela, o no aprenda oficio; es que un peón o un obrero salvadoreño se envenenen semanalmente
con alcohol, y falte cada lunes a su trabajo por causa de ese envenenamiento; es que una muchacha
salvadoreña, por falta de previsión social, se prostituya y viva de su vergüenza, cuando podría muy bien vivir
de su trabajo; es que los tribunales pervertidos le nieguen o le bastardeen la justicia a quien la reclama
justamente; es que un estudiante que debería hacer una carrera bien hecha, con estricta moral y ciencia
bastante, salga con una caricatura de profesión, farsante o corrompido, a causa de que sus maestros no
supieron instruirle ni educarle; es que el empleado que aportó a un Banco o a una caja de ahorros para que se
lo custodiara, se encuentre una mañana con la noticia de que los custodios le han robado, con la complicidad o
la indiferencia de las autoridades, y que se consagran, de allí en adelante, a ser hombres honorables, “puntales
de la sociedad”; es el dinero al 5%; los maestros vendiendo sus recibos; las librerías importando
obscenidades; los teatros y los cines representando porquerías; el labriego descalzo; la casa exorbitante; los
caminos imposibles; los bancos transformados en montepíos, y los montepíos en ahorcaderos; es todo aquello
que es y que no debería ser; todo aquello que altera, empequeñece, defrauda, restringe, afea, entorpece y
pervierte la vida de cada uno de nosotros, de cada salvadoreño que vive hoy, que sufre y trabaja, y que tiene
perfecto derecho a vivir íntegramente, hasta donde lo permiten la tierra y la hora en que vive. Nosotros
sabemos que trabajando por los salvadoreños que viven hoy, si lo hacemos con tino y acierto, ya estamos
trabajando con eficacia máxima por los que vivirán mañana. Así es que nos desentenderemos del porvenir, en
el mismo sentido y por la misma necesidad que nos impele a desentendernos del pasado. El pasado es
irremediable. El porvenir, se modelará enteramente según el hoy. Y, por otra parte, nada más sabio que
193

Como bien afirma Masferrer que quien se conforme con que las cosas sigan como él las
encontró, como los demás se las dan hechas, como la tradición y la rutina las modelaron,
y se acomoda a vivir entre los rincones polvorientos de ideas rancias, de sentimientos
vulgares y de hábitos enmohecidos, no es ciertamente un hombre en el noble sentido de
la palabra, no es un humano sino un animal que ya alcanzó la forma, pero todavía no el
espíritu de humanidad.512 Lo mismo se aplica esta ley a los pueblos que a los individuos.
Y los pueblos que se han cultivado intelectualmente con una educación crítica y realista
con la vida son:
Pueblos fuertes, cargados de vigor, serán necesariamente expansivos y
querrán modelar el mundo a su propia imagen. En forma de conquista
armada, de expansión comercial, de influencia literaria o científica, de
imposición de sus leyes o de su idioma, de imperio de sus modas o de su
religión o de su moneda, el pueblo cargado de vida, de fuerza pugnará
inquieto, sugerente y aún progresivo, para salirse de sí mismo, rebasar el
cauce de sus modalidades, infundirse o transfundirse en los demás y hacer
de ellos imágenes suyas, variaciones o repeticiones del tema que encierra,
su propio yo, expresado en forma de cultura.513

Y todo lo contrario puede decirse de aquellos individuos y pueblos que permanecen en la


inanición, son como seres “sin espíritu –aglomeraciones de hombres en un territorio– sin
más deseo que vivir animalmente, gozando de su propia comida y su bebida, no realizan
ningún esfuerzo para alcanzar una cultura original, y menos aún para extenderla más allá
de sí mismos.”514 Se comportan por la vida “como arcilla, pasivos y plasmables y lo
reciben todo, inertemente del azar, de la tradición, de los sucesos, de las fuerzas

conformarse al dicho de Jesús, de que “bástale a cada día su propio afán”. En fin, y para terminar con las
razones en que fundamentamos nuestro concepto de Patria, queremos decir que El Salvador, como la mayor
parte de los pueblos de América Tropical, es un pueblo inadaptado; ni su espíritu ni su vida se armonizan
bastantemente con las exigencias y aspiraciones de la época. Bajo las apariencias de una cultura meramente
exterior y de imitación, están viviendo de ideas y sentimientos viejos, respirando una atmósfera viciada por el
estancamiento, con los ojos vueltos hacia atrás, entregados al culto de toda clase de fetiches. De tanto mirar
hacia atrás y contemplar lo que llaman sus glorias, y su naturaleza y su civilización ancestral, y sus próceres y
su idealismo, estos pueblos han perdido la facultad de hacer, de vivir su propia vida, de ser ellos mismos, de
trazar y dejar marcada con hondura y firmeza en la historia, la huellas de sus pies.” Ibídem, pp. 435- 436.
512
Ibídem, p. 453.
513
Ibídem, p. 454.
514
Ibídem, p. 454.
194

naturales, de lo que le imponen o simplemente le proponen y sugieren los pueblos


intensos y expansivos.515

Masferrer es radical al referirse a este tipo de hombres y pueblos afirmando que “un
pueblo así no inventa ni crea nada: cambia sus modas, sus gustos, sus hábitos, cada vez
que le llega de fuera la sugestión o la imposición de cambiarlos; adquiere ideas y
creencias nuevas, apenas recibe la leve influencia de la voluntad exterior; su ademán, su
tono social, su idioma, hasta su comida y su bebida, serán otros, apenas el interés o
simplemente el espíritu dominador de fuera le presente nuevos modelos, nuevas formas,
nuevos moldes en que vaciar su arcilla amasable e impersonal.”516

Masferrer es muy actual en su crítica a la vida de los pueblos tropicales y a la experiencia


vivida y padecida en El Salvador de la primera mitad del siglo XX. Es más, podría
pensarse que nuestro autor está influenciado por el pensamiento colonialista que en su
mejor expresión de “colonialidad del poder” constituye el dinamismo propio del desarrollo
capitalismo europeo desde hace alrededor de quinientos años, de donde el saber y el
poder están centralizados desde el continente europeo y que Masferrer siendo hijo de su
tiempo, actúa motivado por esa forma de dominación cultural.517 Esta situación es una
posibilidad real y en el caso salvadoreño, ha llevado al país y a su población a una
práctica lamentable, de acuerdo a la opinión de Masferrer, ya que para él, un pueblo como
éste:
No tiene alma propia, no tiene carácter, no tiene individualidad, y si no los
adquiere o desenvuelve, su destino en la historia está marcado ya: ser
materia prima que amasarán y manipularán los pueblos originales; y
mientras llega la hora de caer entre sus dedos vigorosos e inflexibles, ser

515
Ibídem.
516
Ibídem.
517
Cfr. Aníbal Quijano, “Colonialidad del poder, Eurocentrismo y América Latina.” En Edgardo Lander,
comp., Colonialidad del Saber, Eurocentrismo y Ciencia Sociales, CLACSO-UNESCO, Buenos Aires, 2000,
pp. 201-246. Asimismo ver: Carlos Beorlegui, Historia del pensamiento filosófico latinoamericano, Op. Cit.,
pp. 857-884, Verónica Carmen Mendizábal, La colonialidad del poder, en
http://www.monografias.com/trabajos67/colonialidad-poder/colonialidad-poder.shtml. Otros estudios muy
sugerentes al respecto son los de Walter D. Mignolo, La colonialidad: la cara oculta de la modernidad. En
http://www.europhilosophia.eu/mundus/IMG/pdf/MACBA-walter_mignolo_modernologies_cas.pdf,
Asimismo, W.D. Mignolo “El pensamiento decolonial, desprendimiento y apertura”. En Enrique Dussel, Et.
Al, El Pensamiento filosófico latinoamericano, del Caribe y “latino” [1300-2000], historia, corrientes,
temas, filósofos, Editorial Siglo XXI, México 2009, pp. 659-682, Nelson Maldonado-Torres, “El
pensamiento filosófico del giro descolonizador”, Ibídem, pp. 683-697, Raúl Fornet-Betancourt, “La filosofía
intercultural”, Ibídem, pp. 639-646.
195

una caricatura, una pantomima perenne en la cual se juega la cultura,


imaginándose que aquel copiar y recibir constantemente las formas que de
fuera le llegan, es civilización y progreso, cuando, en verdad, es solo
pantomima.518

Masferrer es consciente de esta realidad padecida en El Salvador; éste es el diagnóstico


real, no elucubraciones de un espíritu perdido en la penumbra y en reflexiones vacías. Y
ante tal situación ve una solución clara en la educación del pueblo. Ésta debe ser
conducida por los dirigentes del pueblo. Y ambos, pueblo y dirigencia deben iniciar el
proceso cabal de la construcción de la verdadera patria salvadoreña:
Queremos decir para extraer la lección práctica de ese tema, que una clase
conductora, realmente capacitada para dirigir, ha de enfocar todas sus
fuerzas en crear, mantener, desenvolver y vigorizar lo que se llama alma
nacional, o sea el propio espíritu acorde con la propia índole y con el propio
ambiente. Ese trabajo, así entendido y orientado, originará una cultura
propia: es decir, costumbres, leyes, instituciones, aspiraciones, artes,
gustos, manera de sentir y de pensar, no copiados sino propios; como vivas
y palpitantes manifestaciones de su yo nacional, que puede y merece
perdurar. Eso se llama crear y vivir y proyectar una cultura: es decir, hacer
una patria.519

No obstante, Masferrer reconoce que el país vive bajo un “imperio nefando y torpe de
leyes, creencias religiosas, costumbres, tradiciones, prejuicios y rutinas mentales que
relegan al niño a segundo término; que le declaran ilegítimo; que se imaginan ascender a
la santidad cuando le otorgan la mezquina e inepta caridad de un hospicio.” 520 Imperio
obscuro y torpe cuyas clases dominantes en lo económico, social y político, y, aún así,
siendo tan poderosos, lo único que otorgan en su generosidad es “la farisaica limosna
ocasional de juguetes y vestidos, hecha en cantidad y formas infelices, características de
una heroica hazaña que llaman previsión social y educación, a la desdichadísima escuela
primaria con sus pobres maestros, sus pobres casas, sus pobres instrumentos de trabajo,
su pobre enseñanza, su pobre presupuesto y su pobrísima comprensión de los derechos

518
A. Masferrer, Obras Escogidas, Op. Cit., pp. 454-455.
519
Ibídem, p. 455.
520
Ibídem, p. 457.
196

y de las necesidades del niño.”521 Entonces, qué podemos esperar de esta sociedad en el
futuro próximo, puesto que lo único que tenemos es todo eso “y lo vamos llevando como
un trofeo; como una flor de civilización cristiana y de filosofía y de ciencia.”522 Y con ello
nos sentimos sumamente orgullosos. Sin embargo, se ignora algo fundamental y es que:
El problema fundamental y perenne en todo pueblo es impulsar al mayor
número de sus hijos de peldaño en peldaño, o mejor dicho, de plano en
plano espiritual: de la salvajez a la barbarie, de ésta a la cultura, de ésta a
la civilización, de ésta a la humanización, o sea aquel estado en que el
hombre no puede ya vivir para sí mismo si al mismo tiempo no vive
intensamente para los demás. Esa impulsión ascensorial se obtiene, casi
exclusivamente, por la educación, es decir, por la escuela, y básicamente,
primordialmente, por la escuela primaria. Elevar la escuela primaria al
máximun de su perfección, a fin de que produzca el máximo de su
rendimiento, es como sembrar la semilla del hombre, del hombre
verdadero, que es el hombre humanizado.523

Entonces, pues, “si la educación, en vez de ser la torpe y tiránica deformación que es hoy,
fuera el cultivo prudente, atinado y desinteresado de cada uno, según la ley de sus
naturales y más salientes aptitudes,”524 entonces el futuro del país se encaminaría a la
construcción del verdadero progreso y desarrollo, como es el discurso de las clases

521
Ibídem. Masferrer continúa su reflexión afirmando que “la conducta social del hombre, no es ni puede ser
la misma, sino que es diferente en sus móviles y en sus procedimientos, según sea ese tono o temperamento
espiritual que es ya la característica de su vida: según que sea un neto egoísta o semi-salvaje, un bárbaro, un
hombre culto, un civilizado o un humanizado. Y, naturalmente, su capacidad –y por consiguiente, su derecho–
para gobernar y dirigir, decrece a medida que desciende de la humanización a la salvajez. Creer y practicar
que todos, por ser lo que llaman un ciudadano, por tener tal edad y pagar tales impuestos, se hallan
igualmente capacitados para gobernar, para conducir, para dirigir, es un error craso y sus consecuencias son
peligrosísimas. Es el error de la Democracia tal como se soñó al principio y como se han empeñado en
practicarla casi todos los pueblos hispanoamericanos, llevados de su entusiasmo y de su inexperiencia. Es el
error que dio el cetro de los reyes a las masas, convertido en garrote, y el cual, necesariamente habría de
tornarse látigo en manos de quien sedujera y arrastrara a las masas. Porque la masa es siempre engañable,
seducible y dominable. Su característica es ser un instrumento, llámese pueblo inglés o salvadoreño.” Ibídem,
483.
522
Ibídem, p. 458.
523
Ibídem, pp. 483-484. Masferrer ratifica que está consciente de su objetivo programático y afirma que
“sabemos adónde vamos y sabemos y aceptamos los que nos espera. En esta pugna, en que nosotros
representamos la conciencia limpia y nueva de El Salvador, cada uno dará de sí: los defensores del viejo y
carcomido régimen fundado sobre la miseria, la opresión, el privilegio y el fanatismo, darán lo que tienen: lo
que nazca de su educación, de su atraso y de sus intereses; y nosotros, daremos lo que tenemos: la visión de
una nueva vida, más justa, más cordial, más humana, que esa negra y triste mezquina que nos ha tocado
vivir.” Ibídem, p. 548.
524
Ibídem, p. 510.
197

políticas dirigentes. Eso es lo que se logrará con una educación vitalista, de acuerdo a la
perspectiva del Minimumvitalismo Masferreriano.

En esta perspectiva, y con el interés de que la sociedad se organice más humanamente y


se eduque en el espíritu vitalista, participa con lecciones magistrales en la Universidad
Popular,525 plataforma con la que desarrollan varias campañas de alfabetización. Pero
Masferrer sabe que la cultura no puede llegar en modo efectivo a las masas si no cambia
la base económica de la sociedad. No se trata simplemente de un problema de cultura
sino de un problema social, de un problema económico, porque el alfabetismo está
vinculado profundamente al régimen social, a la infraestructura de la sociedad. Aquí es
donde Masferrer articula los preceptos que deben respetar y hacer práctica todos los
vitalistas que se incorporen al Partido Vitalista y a los Círculos vitalistas.526 Por ello,
“nuestro derecho y lo que conviene al desarrollo moral de la humanidad, no es castigar al
que ande errado, sino esclarecerle. Puesto que su yerro viene de la ignorancia, lo que
procede es iluminarle para que vea su yerro y enderece su camino.”527

El 5 de enero de 1932, quince días antes de la masacre, Masferrer dictó una conferencia
sobre el Vitalismo en Hispanoamerica y cómo el Minimum Vital se debía incorporar a la
vida social, política, educativa, económica en el continente.528 Anunciaba asimismo la
preparación de un estudio que denominaría Economía del Minimum Vital en el que diría
las reformas económicas, políticas y educacionales para que el Minimum Vital se realice
concretamente. Este es tema que se verá en el próximo capítulo.

4. El método filosófico del vitalismo masferreriano

El Minimumvitalismo masferreriano es por su objeto, contenido y horizonte, un


pensamiento filosófico de carácter político, es decir, se engasta dentro de la filosofía
política. Este pensamiento filosófico, en tanto propuesta, adquiere presencia y cobra
fuerza a principios del siglo veinte, no sólo en El Salvador sino también en el resto de

525
Para mayor información sobre la iniciativa y el desarrollo del proyecto de Universidad Popular, ver Roque
Dalton, Miguel Mármol, los sucesos de 1932 en el Salvador, Op. Cit. Pp. 145-177.
526
Cfr. A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 74.
527
Ibídem, p. 47.
528
Ibídem, p. 191.
198

Centroamérica. En Guatemala, por ejemplo, el gobierno del General Lázaro Chacón


(1927-1930), organiza su programa de gobierno basado en los principios del
Minimumvitalismo masferreriano.529 En el contexto de saber cuáles son los principios de
esta doctrina, Masferrer fue invitado reiteradamente a Quezaltenango, Guatemala, a
explicar su teoría Minimumvitalista.530

En el Minimumvitalismo se expone la defensa y construcción de la vida como elemento


fundamental de toda expresión y práctica humana. Aquí, la defensa de la vida es la clave
hermenéutica para la formulación de toda construcción de pensamiento. Y en la
concepción filosófica de Masferrer la vida no se puede desligar de lo político, como clave
hermenéutica de su Minimumvitalismo, en el sentido siguiente: Para Masferrer, la vida es
una,531 es un bien supremo532 y su superioridad respecto de todo lo demás es de carácter
absoluto.533

Esta vida, comprendida a la manera masferreriana no es simplemente abstracta en tanto


su carácter físico, sino fundamentalmente material, “animal, concreta, visible y tangible,
determinada de la forma más concreta y práctica.”534 De ahí que defender la vida en todas
sus manifestaciones “es el mandamiento primero y supremo y a él nos atenemos los
creyentes del Vitalismo para juzgar de los conflictos del presente, y para idear y preparar
un Nuevo Orden Social que suprimirá o atenuará los más graves de esos conflictos.”535
De ahí que el Minimumvitalismo masferreriano esté estrechamente vinculado a una praxis
política. Aquí es donde cobran gran importancia las concreciones institucionales del
vitalismo masferreriano: El Partido vitalista, los Círculos vitalistas y la Educación vitalista,
que ya se han desarrollado en el apartado anterior.

Masferrer afirma que en los últimos cinco años de su vida, las ideas del Vitalismo se
esclarecieron, se enlazaron y se ordenaron en su pensamiento alcanzando una
cristalización que denominó doctrina sintética de la vida.

529
Cfr. María R. Fuentes Oliva, El Proyecto social y político durante el gobierno de Lázaro Chacón a través
del estudio de un fragmento de redes sociales; Universidad San Carlos de Guatemala, Tesis de Licenciatura
en Historia, Guatemala, 2007.
530
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 415.
531
Ibídem, pp. 367-371.
532
Ibídem, p. 227.
533
Ibídem, p. 225.
534
Ibídem.
535
Ibídem, p. 227.
199

Con la formulación del Vitalismo, Masferrer construye a su modo un pensamiento


filosófico político en cuya base se encuentran tres elementos: el pensamiento oriental, el
socialismo fabiano y la realidad salvadoreña de finales del siglo XIX y principios del siglo
XX.536

Esto supuesto, el Vitalismo como corriente de pensamiento y concreción fáctica de la vida


intelectual de Masferrer como Minimumvitalismo, es realizable en una praxis política que
se va ejecutando en la reflexión-acción articulando a su vez pensamiento y realidad. Esta
articulación implica un momento inicial de dejarse llevar por la facticidad de la realidad;537
para en un momento segundo entrar al proceso de reflexión y análisis de la realidad y
luego al momento práxico que implica la actividad que busca concretar el cambio de la
realidad.

El Minimumvitalismo masferreriano inaugura en el país un pensamiento que tiene su


fundamento en la búsqueda incesante de mayores niveles de justicia social en la sociedad
salvadoreña y centroamericana de la primera mitad del siglo XX. Tanto en su contenido
como en su método, tiene como fundamento el elemento práctico de la búsqueda de la

536
Cfr. A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo I, Op. Cit., p. 78. Marta Casaús afirma al respecto que las
fuentes de inspiración del pensamiento de Masferrer, como autodidacta y librepensador fueron variadas e
híbridas; “confluían corrientes muy bien amalgamadas, pero esencialmente diferentes. A nuestro juicio, es lo
que provocó por una parte una amplia aceptación en múltiples sectores, pero también el rechazo de otros; es
también lo que le confirió tanta originalidad y ha contribuido a que su pensamiento perdure. Es una
hibridación de varias corrientes: el vitalismo de Tolstoi, el socialismo fabiano de Henry George; el
anarquismo y socialismo libertario de Kropotkin y de Proudhon; las corrientes teosóficas e hinduistas de
Krishnamurti, Jinarajadasa, Tagore o Ghandi; y el pensamiento unionista y panhispanista de Haya de la Torre,
Rodó, Martí, Ugarte, Mistral y Vasconcelos, etc. Resulta difícil saber cuál de ellas primaba; me atrevería a
pensar que el socialismo fabiano con tintes anarquizantes y el hispanoamericanismo constituyen el núcleo
central de su pensamiento ético-político, influido además por Rodó, Darío, Montalvo y Martí en su adaptación
centroamericana.” Cfr. Marta Casaús Arzú, La contribución de Alberto Masferrer al pensamiento social
centroamericano (1920-1930); ponencia presentada en el congreso de Literatura e Historia en Guatemala, el
28 de julio de 2008. Ver: Revista Repositorio, Op. Cit., pp. 58-90.
537
Este dejarse llevar por la facticidad de la realidad como parte inicial del método del pensamiento filosófico
y político de Masferrer, consiste en abrirse a la vida como máxima expresión de la existencia. Este abrirse
constituye una disposición interna de la voluntad humana que impulsa al ser humano a que permita que la
vida surja libremente desde su propio dinamismo. En esta perspectiva es clave tener en cuenta las
mediaciones concretas del Vitalismo, especialmente, la Educación Vitalista que en todo momento conduce a
que el hombre desde su ámbito personal tome conciencia del valor de la vida y en esta perspectiva, se
enriquece la concepción humanista de Masferrer que deja abierta la posibilidad de la existencia y
reconocimiento de la divinidad por encima y fuera de sí misma que le da coherencia a la vida misma y le
jalona a un nivel de vida superior que apunta a su vez a una utopía realizable solo en parte. A medida que se
hace concreto el vitalismo en un mejor trabajo, en la producción de alimentos en aprender a leer y escribir, en
esa medida, la utopía se acerca y el espíritu de la humanidad se hace más noble y real.
200

unidad de la vida, tanto en su aspecto animal, como vegetal y cósmico.538 Incluye, por
supuesto, el ámbito social de la realidad.539

En esta perspectiva, el Minimumvitalismo masferreriano es un pensamiento filosófico


cuyas raíces se hunden en lo más profundo de la realidad humana. Con el vitalismo de
Masferrer, los salvadoreños asistimos a una propuesta de reflexión filosófica que intenta
con su clara concepción del mundo, instaurar un ser humano integrado política, social y
económicamente en un contexto social determinado en El Salvador de principios del siglo
XX.

Masferrer realizó sus ideas económicas, sociales y ético-políticas, desde la justicia social
y el bien común como ya se ha mencionado. Buscó instrumentos institucionales que
permitieran una real distribución del ingreso obtenido con el producto del trabajo del
obrero salvadoreño.540 Y esto es preciso ejecutarlo por medio del mejoramiento de dicha
devolución a través de la cualificación de la cultura y la asistencia social: educación, salud
y vivienda. Habló de la libertad humana como la esencia misma del ser humano. Y habló
de los derechos naturales del ser humano desde lo alto del valor total de la vida: Vitalismo
entendido como vida para todos.541

538
Remito a las concepciones de la vida en sus distintas manifestaciones: animal, vegetal y cósmico; que han
sido profundamente estudiadas por Xavier Zubiri, Hans Jonas, Alejandro Llanos y Manuel Garrido, en los
textos ya citados. Ver páginas 163-172 de este trabajo.
539
Es importante tener presente que a este momento histórico en El Salvador, le corresponde el surgimiento
del Marxismo como ideología política. En este contexto es que los dirigentes e ideólogos de las capas
dominantes acusaban a Masferrer de bolchevique; sin embargo, Masferrer no desarrolló el Marxismo de
forma sistemática en su teoría vitalista, y ni siquiera menciona esta teoría en sus escritos. Pero sí conocía de
esta teoría; ver carta a Hortensia, del 16 de septiembre de 1928, donde le menciona estar “leyendo un
interesantísimo libro sobre el marxismo”. Ver M. Casaús Arzú, El libro de la vida… Op Cit. 2012, p. 74.
540
Propuso por ejemplo, la instauración de un Consejo Económico Social de alto nivel, en el gobierno de Pío
Romero Bosque para que Planificara de acuerdo a Plan Nacional y evitara tantas crisis de granos básicos, y
que la Hacienda Pública se administre con altura técnica y política. A esto dedicó al menos dos artículos
denominados: Necesitamos un consejo Económico y El consejo Económico: Hacia la Creación de un Cuarto
Poder. Asimismo propuso la vuelta al Ejido y reformas esenciales a la Constitución salvadoreña, de tal
manera que buscara eliminar la ley de supresión de Ejidos y el latifundismo. Esto lo propuso en al menos tres
extensos y profundos artículos, uno del 21de julio de 1928 titulado Habrá que esperar, en el que cuestiona la
estructura de la Constitución de la República y pide reformas a ésta; otro del 23 de julio de 1928 denominado
Terraje y otro del 20 de diciembre de 1928 titulado La crisis del Maíz, hay que volver a los ejidos. Masferrer
escribe el 26 de julio de 1928, un cuarto artículo que titula: Hagamos las paces con el ídolo, en donde
ridiculiza los intentos de reforma constitucional que han hecho distintas Asambleas Legislativas: “declaramos
enfáticamente que no nos interesa en lo más mínimo que se reforme nuestra Constitución. Por nosotros, puede
quedarse eternamente así, como está desde hace 43 años, virgen y mártir, sin que nadie se haya metido con
ella ni para bien ni para mal… Eso sí, exigiremos la natural reciprocidad, y esa consiste en que no nos
estorbe.”
541
Cfr. A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., pp. 51-97.
201

Para Masferrer la justicia social es la forma simple y sencilla de devolver al pueblo parte
de aquello que el mismo pueblo ha producido con su trabajo, a fin de que llene sus
necesidades primordiales que es, como ya quedó explicado, su Minimumvitalismo
“definido concretamente, Mínimun Vital significa la satisfacción constante y segura de
nuestras necesidades primordiales.”542

Masferrer urgía la necesidad de cambiar radicalmente las estructuras injustas que


gobernaban El Salvador. No obstante, la conciencia de los poderosos permaneció
impasible y peor aún, cerrada a posibles soluciones. Si no se solucionan estructuralmente
el hambre y la miseria en El Salvador; es decir, la concentración de la tierra y las riquezas
salvadoreñas en pocas manos, no se podrá construir una sociedad viable en el desarrollo
humano. No se construirá una patria, por tanto, de lo que se trata es de volver a la
administración de la tierra cuando ésta era de todos, hay que volver, pues, al ejido.543

En cuanto a la miseria en que vivían miles de salvadoreños se pregunta ¿y todo esto por
qué? “porque unos tienen demasiada codicia y otros demasiada imbecilidad. Porque sólo
una codicia infinita puede impulsar a unos al acaparamiento de las casas; y sólo una
imbecilidad infinita puede inducir a los otros a consentir ese acaparamiento.”544 Esto como
diagnóstico social es exacto y un pensamiento social realista.

La crítica de la política y el modus vivendi es el punto de partida de un esforzado intento


por comprender la esencia del hombre y la humanidad salvadoreña y centroamericana.
De ahí, que el Minimumvitalismo se desarrolle de un modo dialéctico en el intercambio
incesante entre el momento racional y el momento empírico del vivir concreta y realmente.
Por eso este pensamiento filosófico está constantemente en proceso de desarrollo en
combinación entre vida y realidad; porque dicha realidad lleva dentro de sus entrañas la
vida misma como elemento fundante de su ser.

542
Ibídem, pp. 58-59.
543
Ibídem, pp. 539-540.
544
Ibídem, p. 203.
202

4.1. La Ética vitalista masferreriana

Para Masferrer la responsabilidad en la construcción de la sociedad es de todos, en


consecuencia, construir una sociedad justa y equilibrada es una necesidad que compete
también a toda la sociedad. Aquí es donde cobra sentido aquella idea de que los ricos
pongan límite a sus ansias de poder y de riqueza y los pobres deben conformarse con un
Minimum Vital. En esta perspectiva, como afirma Matilde Elena López, el humanismo
auténtico de Masferrer tiene su raíz en el hombre como centro de todo, incluso de los
problemas, ya que el hombre no es sólo la medida de todas las cosas sino el supremo
bien:
El humanismo que parte de la idea de que en el hombre radica el valor
supremo, y que su ilimitada capacidad de creación, su inteligencia, sus
cualidades esenciales, determinan la posibilidad de organizar un mundo
racional y justo. Un humanismo que encara la realidad y participa en la
transformación de la sociedad, y que en los días de Sócrates, tenga fe
ilimitada en la salvación del hombre por el hombre mismo.545

La ética vitalista coloca en el centro de los problemas sociales la vida del ser humano en
sus concreciones particulares de hombre y mujer, en sus condiciones materiales y
espirituales de existencia; ahí se encuentra la posibilidad de reencontrar su esencia
humana, de conquistar por fin su identidad como persona y como pueblo, en la conquista
de su libertad. Esto es justamente lo que buscaba Masferrer en su lucha por procurar las
mejores condiciones de la felicidad humana. Por ello, la ética vitalista es una actividad de
primera importancia en su vida. De ahí que podamos afirmar que en el Minimumvitalismo
de Masferrer hay una expresión propiamente ética, porque es un “sistema social que es
una mera extensión de la familia a la sociedad; una ampliación, en grande escala, de lo
que han experimentado y consagrado los siglos como lo mejor entre las conquistas del
hombre, que es la vida en familia, una mejor distribución no fundada sólo en los méritos
de cada uno, sino también en sus necesidades.”546 Y esto se encuentra en la ciencia de la

545
Matilde E. López, Obras Escogidas, Tomo I, Op. Cit., p. 80.
546
A. Masferrer, Obras escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 245.
203

vida porque “está en los libros y en la vida, y el que sabe leer y observar, posee el secreto
de la sabiduría.”547

De ahí que una responsabilidad ética de los que han alcanzado cierto nivel de cultura sea
educar, porque “no es lo mismo poner el pie sobre un pueblo y obligarle a estarse quieto,
que enseñarle a que se esté quieto por su propia y consciente determinación. Oprimir es
una cosa. Educar es otra.”548 Concretando una educación en la que todos dentro de una
sociedad participan, la doctrina del Minimum Vital conduce necesariamente a una vida de
paz y concordia, en donde la envidia no echa raíces que obstaculicen el bien común
fundado en el respeto recíproco, de suerte que cada quien se sienta seguro dentro de los
límites mínimos de satisfacción de sus necesidades primordiales. Por ello, como nos
recuerda Luis Aparicio, Masferrer fue “hombre de paz y enemigo de la violencia, fue
radical en su posición cuando el derecho fue violentado, o cuando se le negó a quienes
tenían necesidad de que se les reconociera. Por eso se vuelve duro contra una sociedad
que se dice cristiana, y en la que al mismo tiempo los grandes explotan a los pequeños; el
hombre sólo piensa en el medro (y) la mujer en el lujo”.549

Masferrer, teniendo como paradigma la vida en su unidad fundamental, afirma que a ésta
le corresponde una ética que implica el hecho de no poner obstáculo al desarrollo pleno
de la misma vida, y ya que ésta es una, se deduce “que la filosofía eficaz y trascendente,
demuestra y confirma la misma verdad: que la moral, si no se encamina a procurar, o por
lo menos a no estorbar la vida íntegra para toda criatura, es vacía o perniciosa.”550

Masferrer tenía claro que “frente al vicio y el crimen, el Estado no debe tener más que una
actitud, y es la guerra. El vicio y el crimen son los enemigos naturales, irreconciliables del
Estado; son, por excelencia, los enemigos; los que hay que combatir siempre, sin tregua
ni relaxo.”551 Si el gobierno desatiende u olvida esta su capital función, lo mejor sería que
no hubiera gobierno. “Trae el gobierno tantos daños; es tan opresivo, tan costoso, tan
invasor, tan usurpador, tan desviado y tan ciego, que no hay por qué extrañarse de que
grandes pensadores y filósofos lo declaren como el resumen de todo lo malo y enojoso.

547
Ibídem. p. 34.
548
Ibídem, pp. 37-38.
549
Luis A. Aparicio, Alberto Masferrer, pedagogo-político, Op. Cit., pp. 61-62.
550
A. Masferrer, Obras escogidas, Tomo I, Op. Cit., p. 78.
551
A. Masferrer, Obras escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 128.
204

Cuanto menos gobierno necesite un país, mayor será su prosperidad y ventura; la


anarquía, que es una concepción ideal de la vida, de la vida sin gobierno, no lo es sino
porque lleva implícita la perfección, la santidad del individuo.”552 En este marco Masferrer
es radical y afirma:
¿Para qué autoridad, ni policía, ni tribunales, en una sociedad que fuera
simplemente cristiana, con verdadero cristianismo? Necesitamos de
gobierno porque somos crueles, perversos, codiciosos, brutales y tiránicos,
necesitamos que alguien nos vigile, nos contenga, nos reprima y nos
castigue. Y esa es la función excelente y perenne del gobierno:
contenernos, reprimirnos, castigarnos; extirpar con el hierro y el fuego
aquellas tendencias que nos arrastran al vicio y al crimen, puesto que vicio
y crimen son los poderosos y activos disolventes de la vida social. Vida
social supone justicia, fraternidad, amor.553

4.2. La Política vitalista masferreriana

En su política vitalista Masferrer presenta los intereses esenciales de las clases sociales
salvadoreñas sin detrimento de ninguna ellas, poseedoras y desposeídas, ya que para él
la vida humana es lo fundamental y ambas clases están constituidas por seres humanos.
Esto es clave para la concreción de la política vitalista, no sólo porque la diferencia de
otras maneras de hacer política, que tienen como elemento clave de su hacer política sus
intereses de partido o de clase. Por el contrario, la política vitalista busca articular todos
los aspectos de la vida social y cultural: arte, ciencia, religión, filosofía, etc.. Por lo que no
debe reducirse el pensamiento político de Masferrer a la organización de un partido

552
Ibídem, pp. 128-129.
553
Ibídem., pp.129-130. En esta perspectiva, Masferrer sigue su reflexión, afirmando que “Son estas ideas y
términos que no admiten pactos ni armisticios; la guerra entre ellos es a muerte y perenne: si ha de mejorarse
la vida social, será porque el vicio y el crimen se aminoraron; si llegan uno y otro a cierta tolerancia mutua, en
que los reglamentos usurpan el lugar de la represión, entonces la sociedad cae en la más triste y ruin de las
dolencias, que es la hipocresía. Y vivir de la hipocresía, de la mentira organizada y santurrona, es ciertamente,
peor que morir. Por eso, decíamos, no hay más que una actitud verdadera, racional y sencilla para el Estado,
frente al vicio y al crimen, y es combatirlos a muerte; si el gobierno malconoce (sic) y descuida esa actitud, o
no la cumple con máxima energía, entonces el gobierno es una maldición, un fraude, porque nos falla en aquel
trabajo y misión que únicamente lo hacen tolerable: perseguir, atenuar, aminorar, reprimir el crimen y el
vicio. Nos carga entonces con grandes y enojosos grillos, inherentes a su naturaleza, y no nos da, en cambio,
aquello único por lo cual hemos consentido su tiranía y pesadez.”
205

político simplemente, sino a estructuras políticas más complejas que articulen e integren
estos aspectos mencionados.

Esta política afirma que la construcción cultural de la identidad de la patria es aun una
tarea pendiente; ya que antes que eso se trata de concretar y solventar las necesidades
primordiales de los seres humanos para que en un momento segundo, se inicie la
construcción de la cultura y de la patria. En la política vitalista tienen cabida los
desposeídos y los potentados pero ambos sectores tienen que deponer cada uno sus
intereses particulares y priorizar los intereses comunes, ya que la política vitalista no es
excluyente ni sectaria, sino integradora y dinamizadora de los elementos primordiales de
la vida.

En la política vitalista se integra una visión global que incluye la región centroamericana y
mundial; exige unas relaciones internacionales de respeto, donde los Estados Unidos y
Europa, tienen que deponer sus intereses imperialistas554 y colocar en su lugar los
intereses de todas las naciones:
Lo mismo que se dice de los individuos cabe decir de las naciones. Pensar
que una nación de ignorantes va a librarse de una nación culta, si ésta
quiere someterla a su influencia o dominarla, es como pensar que en la
lucha entre un ciego y un hombre que ve, las ventajas pueden estar de
parte del ciego. En realidad, no hay otro destino para un pueblo ignorante,
que el despotismo adentro y la dominación afuera.”555

554
Cfr. A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., pp. 566-567. Sobre este aspecto Masferrer afirma
que “El ejército no tiene que ver conscientemente con las instituciones: las defiende y guarda, si se lo
mandan; las ataca y destruye, si se lo mandan. Empero, no se ve próximo el día en que nos veamos libres
enteramente de agresiones y de conquistas. Mientras subsista el Imperialismo, debemos contar con un
Ejército, lo más eficiente posible. No para embestir aisladamente contra un poder incomparablemente
superior, sino para unirnos todos los pueblos débiles y oprimidos y librar un día la batalla decisiva contra la
Codicia Imperial. Sobre esta emergencia inevitable, no cabe abrigar ilusiones: llámese Inglaterra, o Alemania,
o Francia o Saxoamérica, la ley evolutiva de todos los Imperialismos es igual e invariable: penetración
pacífica, mientras el pueblo invadido y explotado no se resiste; marinos, cañones, acorazados y aviones,
cuando se cansan de que le extorsionen y le sorban la vida. Únicamente el día en que nos vean a todos los
hispanoamericanos unidos para la defensa, para la liberación común, únicamente entonces, reflexionarán, y
comprenderán que todos somos amigos, hermanos, y que tenemos iguales derechos e iguales intereses. Y si
entonces no reflexionan, les haremos reflexionar, con las mismas razones que ahora usan ellos para
civilizarnos: ametralladoras y aeroplanos.” De la misma manera Masferrer propone que se construya un
ejército vitalista, cuya función sea primordialmente el mejoramiento del hábitat y el cultivo y mantenimiento
de bosques tropicales. Cfr. Ibídem, pp. 568-570.
555
Ibídem, p. 10.
206

Para Masferrer, la política vitalista constituye una fuerza transformadora que refleja
acertadamente las necesidades del desarrollo concreto de la vida material del pueblo
salvadoreño y de cualquier sociedad en la que sea integrada. En esta perspectiva, no
cabe duda que para Masferrer tal y como están organizadas las cosas en nuestro tiempo
“un pueblo analfabeto será, sin remedio el esclavo de un grupo de perversos de su propio
suelo, o la presa fácil de cualquier nación poderosa que desee absorberlo o dominarlo.”556
Y esto hay que llevarlo, desde la perspectiva vitalista, al plano del desarrollo económico,
social, ético y político de El Salvador y de cualquier pueblo del mundo. Por tanto, no es
posible superar la iniquidad, el atraso, la miseria si no se organiza políticamente la
sociedad desde una perspectiva más justa y equitativa.

La política vitalista responde a los intereses vitalistas del pueblo. Encuentra apoyo
constante en los marginados por la historia, por aquellos que han organizado la vida del
pueblo. Por esto es que Masferrer le da radical importancia a la educación vitalista como a
la educación política y a la formación de cuadros vitalistas, porque él sabe que “el
ignorante es fatalmente la víctima, el esclavo del hombre instruido. Si no hay en éste una
gran bondad, acabará siempre por explotar o tiranizar a los ignorantes que le rodean y
éstos, aunque hayan sido engañados y explotados cien veces, caerán de nuevo en las
redes de aquéllos. Porque el ignorante es un ciego”.557

Por ello es que Masferrer afirma que al nivel interno en el país, debe realizarse una
reforma constitucional si se quiere garantizar la constitución de una verdadera patria
salvadoreña, cuyo horizonte sea en todo momento la defensa de la vida. Porque por
ahora, “a decir verdad, ese perpetuo intervenir del Estado es funesto para la conciencia
de los individuos, quienes se acostumbran poco a poco a no pensar, a no cuidarse de las
cosas que más le importan. ¿Qué significa, por ejemplo, el hecho de que centenares de
nuestras aldeas carezcan de una escuela, sino que hemos abdicado de nuestro carácter
de hombres fraternales para convertirnos en simples piezas del mecanismo que llaman
Estado?”558

Por ello, el verdadero mal que nos inunda es que hemos dejado de creer en nosotros
mismos y nuestras posibilidades; y, en cambio hemos dejado que otros piensen por
556
Ibídem.
557
Ibídem.
558
Ibídem, p. 44.
207

nosotros, porque “el verdadero mal, no es sino que nuestra fe se ha desviado; en vez de
creer en nosotros mismos en la voz de nuestra conciencia, en la valía de nuestra acción
personal, en la eficacia todopoderosa de nuestra voluntad regida por las leyes divinas que
nos imponen la misericordia, creemos en el gobierno, y aceptamos que él piense, quiera y
trabaje por nosotros.”559 De ahí que afirme Masferrer que no hay que olvidar que los
hombres, “dondequiera que vivan, lo mismo en una capital que en la más obscura y
miserable aldea, son hombres y no rebaños. Y deben pensar constantemente en que una
ley más alta, más sabia que todas las leyes humanas, les impone el cumplimiento de
ciertos deberes, de los cuales nadie puede eximirles.”560

La política vitalista antepone la lucha por la defensa de la vida buena ante cualquier otra
lucha, incluso la lucha por la construcción de la nación o por la unidad centroamericana;
porque como afirma explícitamente Masferrer: “ya se hizo entre nosotros refrán aquello de
que Centroamérica, el único ideal por el que se puede luchar y morir es la causa
unionista. Si es así, ¡ay de nosotros! porque nación tan desdichada, donde los múltiples y
grandes intereses humanos no mueven a nadie; donde el trabajo, la educación, la salud,
la fuerza, todas las manifestaciones y necesidades de la vida son vistas como
insignificantes, naciones tan infelices digo, no tienen más porvenir que un próximo
desaparecimiento.”561 Y sobre este aspecto, Masferrer es muy explícito cuando afirma que
este país aún no constituye una patria; aunque se tengan ganadas algunas metas para el
logro de este objetivo:
Porque, nótese bien, nosotros no somos, no constituimos, todavía una
patria. Error lamentable el de creer que la temperatura, el paisaje, la raza,
el gobierno, ni aun el idioma, bastan para constituirla. De todos esos lazos,
el de mayor potencia que es el idioma no basta, sin embargo, para que un
grupo tan grande como se quiera de hombres, pueda formar una patria.
Esta es sobre todo una creación moral, y su núcleo se encuentra en la
comunidad de aspiraciones, sostenidas y perseguidas por el común
esfuerzo. Ahí donde los hombres, sea cual fuere su color, su origen sus
559
Ibídem, p. 45.
560
Ibídem, pp. 45-46.
561
Ibídem, pp. 24-25. Masferrer continúa afirmando que en El Salvador se debe tomar ejemplo de otras
experiencias, sobre todo la de aquellos países desarrollados: “Nosotros debemos hacer lo que han hecho los
pueblos del norte de Europa, lo que hace Chile, lo que ha hecho Estados Unidos, lo que han comenzado Italia
y España: formar un pueblo de cultura homogénea, con aspiraciones comunes; forjar una nación en que los
vínculos únicos no sean los recuerdos, la raza y el clima, sino la vida espiritual, el designio sistemado de
elevarse por el esfuerzo de todos para todos.” Ibídem, pp. 25-26.
208

costumbres, persiguen un mismo fin, del cual han hecho el más alto objeto
de su vida, y para alcanzarlo se avienen a trabajar, a sufrir, a ayudar, a
sostenerse, a tolerarse, a confraternizar, ahí hay una patria o se halla en
capacidad de nacer. Mientras que la simple aglomeración de gentes sin
ideales comunes, sin aspiraciones profundas que les vinculen y sostengan
así sean de hombres que parezcan todos gemelos por la estructura física y
coman, beban, se muevan y en todo vivan como si fueran infinitos
ejemplares de un mismo tipo; ésos, digo, no tienen cohesión, no son patria;
son cosa deleznable, que pueden trozarse, como un árbol, como una
piedra, como un bloque de arcilla, como un montón de arena.562

Es interesante que Masferrer compare a El Salvador a un monstruo devorador de sangre


inocente de pobres campesinos que mantienen con su vida a “señores de la Tierra y del
Comercio y de la Banca; vosotras las nobles matronas, vosotras las señoritas gentiles y
nosotros los caballeritos apuestos; con esa sangre se pagan nuestros ocios, nuestros
lujos, nuestras joyas, nuestras mansiones, nuestras quintas, toda nuestra vida ociosa y
mentirosa, gris y charlatana, alimentada incesantemente con el dinero maldito.”563

4.3. La fundamentalidad filosófica del Minimumvitalismo masferreriano

Como se ha visto, el pensamiento filosófico de Masferrer por su objeto, contenido y


horizonte es una reflexión filosófica crítica que se concreta en una ética y una política
contextualizada en un tiempo y un espacio concretos. De ahí que, el interés del
Minimumvitalismo es fundamentalmente ético. En esta perspectiva, el análisis de la
fundamentalidad ética desde el crisol de la justicia social que permite valorar la praxis
562
Ibídem, pp. 26-27. Es interesante que para Masferrer El Salvador “tal como se halla ahora constituido, es
un monstruo. Es algo como la antigua Esparta, donde un puñado de ciudadanos tenía a su cargo una inmensa
cantidad de ilotas. La palabra es dura pero exacta. Y si no, aquí están los hechos: ahí, a las puertas de San
Salvador, en San Marcos, Panchimalco y casi todos los pueblos circundantes, los pobladores, en su gran
mayoría, son verdaderos parias, crasamente ignorantes, tan distanciados de la mentalidad capitalina, como un
habitante de Paris, puede hallarse respecto de un negro congolés.”
563
Ibídem, pp. 115-116. Masferrer continúa diciendo que “Mas ahora, sabéis. Ahora vuestros ojos se abrieron
y se iluminó vuestra conciencia. Ahora, si fijáis la vista en la copa en que espumea el aguardiente, veréis
cómo se vuelve roja o negra: roja de sangre, negra de miseria y de ruina. Ahora ya sabéis que cada moneda
que echáis en vuestras arcas como precio de la fatal bebida, es la suerte de un pobre labriego que irá a
presidio; de uno que irá al sepulcro; de un niño que caerá en la orfandad; de una esposa que verá día a día
consumirse el esfuerzo de su compañero, en el estanco o en la cárcel. Ahora comprendéis que eso es trocar en
placer y en lucro, el dolor y el hambre.” A. Masferrer, Op. Cit., 136.
209

política en la sociedad salvadoreña actual es una exigencia ineludible. Y es que, como se


ha visto en la realidad, la orientación general del Minimumvitalismo no permite separar lo
ético de lo político, ya que todo ambiente político reclama un ethos. En este sentido, este
pensamiento filosófico puede enmarcarse dentro de las corrientes filosóficas occidentales
más puras, donde el objeto fundamental no puede ser otra cosa que una reflexión sobre la
realidad misma de la polis.

De modo que una de las orientaciones fundamentales que debe seguir el


Minimumvitalismo sea convertirse en una reflexión filosófica crítica en los ámbitos ético y
político radical, es decir, que tenga como pretensión intelectual con alcance de los
fundamentos de las cuestiones políticas, por tanto, debe tener siempre como tarea
insoslayable el determinar qué es en verdad lo realmente posible en la praxis política. En
este sentido, el Minimumvitalismo debe apuntar, desde su perspectiva filosófica a
estructurar lo social y lo político desde la absolutez de la vida como principio dinamizador
de la realidad. Hay que reconocer, en esta perspectiva, que es la capacidad de compartir
criterios de justicia lo que capacita al hombre para una vida no sólo social, sino
auténticamente política.

La realidad social de injusticia institucionalizada en todos los aspectos de la vida social de


principios del siglo XX en El Salvador y que continúa en los inicios del siglo XXI, muestra
que para conseguir niveles de vida más ajustados a una verdadera humanidad, exigen un
apego a la justicia, particularmente, a la justicia distributiva. En este sentido, la justicia es
esencial para la construcción de una verdadera sociedad, ya que el orden de la
comunidad política se erige necesariamente en la administración de la justicia.

Masferrer hace un llamado a construir una nueva sociedad donde impere la justicia. Para
ello, indica que un camino que conduce directamente a esto es hacer que se respete y
promueva la vida. Pero para lograr esto, no basta con asegurar la vida en su
manifestación biológica, sino llevar a cabo una vida buena y es sabido que no hay
posibilidad de una vida verdaderamente buena si no es en un régimen socialmente justo.
Aquí, cabe afirmar que sólo un régimen justo puede llegar a concretar un ambiente de
seguridad pública. Es decir, que la seguridad pública es fruto del cumplimiento de la
justicia y no meramente del ejercicio de la coerción.
210

En las actuales condiciones sociales y políticas de El Salvador, donde la ambición


desenfrenada ha llevado a la administración de la cosa pública a una situación de
ingobernabilidad; un elemento importante en la línea de ir cualificando desde la
perspectiva filosófica el Minimumvitalismo es superar el esquema de las relaciones
domésticas que Masferrer propone ya que la actividad política vista desde este marco es
anterior a la concepción de la política más actual en las condiciones sociales
contemporáneas.

La teoría de Masferrer del Mínimumvitalismo no es posible aplicarla en la sociedad actual,


si no es previamente ejecutado un cambio en sus principios operativos ya que el nivel de
complejidad que la sociedad actual ha adquirido implica nuevos tipos de relaciones
sociales que son irreductibles a la cuestión propiamente de la familia. Ahora bien, para
alcanzar una vida justa en la sociedad, como es su interés, son necesarias una serie de
condiciones materiales que la aseguren y que sin las cuales nadie se consideraría
propiamente humano. Por tanto, el vivir bien en Masferrer significa la supervivencia
biológica, el bienestar social, moral y justo.

5. Elementos del pensamiento filosófico vitalista masferreriano

Lo que está a la base de la praxis del Minimumvitalismo masferreriano es, por un lado, la
realidad fáctica salvadoreña que le indica el estado de la situación que vive la sociedad de
su tiempo y, por otro lado, su sensibilidad y compromiso por la búsqueda de construir una
sociedad más justa para todos los salvadoreños. Esta base puede ser analizada y
representada desde lo que aquí se denomina núcleos temáticos masferrerianos. Estos
núcleos temáticos son ideas claves desde las cuales se articula un modo de pensar
programático que se lleva a cabo en el desarrollo de una praxis política y ética y que en el
caso de Masferrer lo instituye como líder intelectual que tuvo una influencia importante en
otros intelectuales de peso de su tiempo. Estos núcleos temáticos son: la tenencia de la
tierra en El Salvador; la justicia social para el ser humano (hombre y mujer, aquí los niños
tienen un papel clave) y la estructura política y económica vitalista. Estos núcleos
temáticos en Masferrer jalonaron su horizonte de reflexión y organizaron su pensamiento
teniendo un asidero en la situación concreta de la sociedad salvadoreña de principios del
siglo XX.
211

Esta estructura de pensamiento exige un cambio radical e implican un cambio de


paradigma cultural, que como se verá en el Capítulo Cuarto, siguen teniendo vigencia en
El Salvador del siglo XXI, que en su momento tuvieron consecuencias prácticas serias
para la sociedad. En otras palabras, lo importante es analizar el cómo esos núcleos
temáticos del Minimumvitalismo masferreriano tienen sustento, reflexión y aplicación en la
realidad salvadoreña de tal manera que haya claridad que éstos no constituyen una
especulación vacía de Masferrer, sino que implican una conexión entre el ámbito teórico
(ideas) y el ámbito fáctico (realidades). Es lo que se verá a continuación.

5.1. La tenencia de la tierra, clave de interpretación de la vida del salvadoreño

El tema de la tierra para Masferrer es un tema recurrente en toda su propuesta intelectual.


Basando sus reflexiones en Carlyle564 y en Henry George,565 afirma que la tierra es de
Dios porque él la ha creado; pero si ha de ser de alguien más, “tiene que ser del
trabajador que la cultiva.”566 Porque para él, la tierra o el suelo como solía llamarle, es
comparable al aire, al agua o a cualquiera de los elementos; por tanto, debe ser
considerada en su esencia como un bien para todos los seres humanos: “el suelo, para
expresarnos más claramente, es uno de los agentes naturales, anterior y posterior al
hombre. Es un agente natural lo mismo que el agua, el aire, la luz, la electricidad, el calor
solar, y como éstos concedidos al hombre, a todos los hombres, como materia de
trabajo.”567

Desde un enfoque antropológico y sociológico, Masferrer hace notar el nexo directo que
existe entre la tenencia de la tierra, que es el lugar donde todo ser humano se desarrolla y
la vida humana misma. Pero no sólo eso, sino que además advierte que quien conoce ese
nexo, puede usarlo como principio de dominación:
Quitad al hombre todos sus elementos terrestres ¿qué otra cosa quedaría
más que un espíritu sin cuerpo? Dedúcese de esto, que el hombre que
posee la tierra de la cual o en la cual otro hombre ha de vivir, es el amo de

564
Cfr. A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 161.
565
Ibídem, p. 80.
566
Ibídem, p. 161.
567
Ibídem, p. 162.
212

este último, el cual es un esclavo. El hombre que retiene el suelo en que yo


debo vivir, dispone de mi vida o de mi muerte, en absoluto, como si yo
fuese algo de su pertenencia. Hablamos de la abolición de la esclavitud; no
hemos abolido más que una de sus duras formas: la esclavitud directa del
cuerpo. Hay otra forma de esclavitud más vergonzosa, más insidiosa y
atroz: la esclavitud hábil que transforma al hombre en verdadero esclavo,
embaucándole y engañándole con la palabra libertad.568

Por eso, desde inicios del siglo XX, Masferrer ya proclama la necesidad de reformar el
modo de tenencia de la tierra. En su libro Las nuevas ideas (1913) esboza una reforma
agraria como estrategia para que las familias campesinas pudieran poseer una parcela en
la que habrían de producir los elementos básicos para su alimento. Porque ningún
argumento es aceptable para justificar la propiedad privada:
¡Monopolio de la Tierra! Verdaderamente, es difícil hallar una frase más
irritante ni que signifique un absurdo y una injusticia mayores. ¿En virtud de
qué pueden los hombres monopolizar la tierra? Todos los argumentos, más
o menos aceptables con que se defiende la propiedad privada, aparecen
como burdas patrañas cuando se trata de justificar el monopolio de la tierra.
Porque ésta no es, ni en apariencia, obra humana, sino que es cosa tan
anterior y superior al hombre, como el firmamento respecto de una
golondrina. Una calandria que, anidando en el extremo de la más pequeña
rama de una ceiba, quisiera luego apropiarse todo entero el gigantesco
árbol, no nos parecería tan ridícula como el hombre queriendo apoderarse
de la tierra.569

El problema de la concentración de la tierra en pocas manos es una de las realidades


más acuciantes para El Salvador. Por ello Masferrer concluye en la necesariedad de
emancipar la tierra para que “al nacer, cada hombre encuentre que es poseedor de una
porción del suelo; que al llegar a la edad del trabajo, halle que tiene en qué trabajar; que
cualquiera que sean las circunstancias de su vida, sepa que siempre habrá un rincón de
tierra que le servirá de refugio y amparo.”570 Y continúa afirmando que no sólo la tierra
debe liberarse, sino también todo lo que sea necesario para hacerla producir: “Tierra libre,
568
Ibídem, p. 163.
569
A. Masferrer, Obras escogidas, Tomo I, Op. Cit., p. 54.
570
Ibídem, p. 55.
213

y libre también cuanto sea necesario para trabajarla. Libres los caminos, libres la
fabricación, introducción y uso de las herramientas, libre la compra y venta de los
productos agrícolas; libres todos los elementos, factores, usos y productos del cultivo.” 571
Desde esta perspectiva, concluye que negarle al hombre el acceso a la tierra es
producirle la muerte, pues desgraciadamente, la tierra no es como el aire, y los hombres
pueden monopolizarla y esclavizarla:
La tierra es de unos pocos, donde quiera que exista la civilización. La
mayoría de los hombres, en los países civilizados, no poseen un pedazo de
tierra ni un rincón donde levantar una cabaña. Pero ¿a qué equivale
despojar al hombre de la tierra? Exactamente a quitar a los pájaros el aire,
y el agua a los peces. Privados de su elemento natural, perecen o
degeneran rápidamente, convirtiéndose en seres monstruosos o deformes.
El hombre es un animal terrestre, lo mismo que el caballo, el ciervo y el
buey. No siendo animal acuático ni del aire ¿de dónde había de ser? ¿Y
cómo se quiere que el animal humano no se deforme y se corrompa si se le
priva de su natural elemento? Para el hombre, la tierra es el manantial de
toda vida: su alimento, su vestido, su habitación vienen directamente de
ella; su fuerza, su salud y su independencia, también de ella proceden.572

En el análisis de Masferrer hay dos momentos; en el primero aparece una visión


naturalista de la vida, la cual no puede ser vista de forma desvinculada de la tierra donde
aquella se desarrolla. En el segundo momento hay un orden de cosas en donde el
sistema de tenencia de la tierra es un momento segundo que hay que analizar más
detenidamente.

Esta tenencia, con las características actuales, no sólo es un problema social, sino
biológico y, en cuanto tal, también antropológico. Encontramos en esta visión
masferreriana que su análisis es progresivo, en cuanto que va de lo natural, constituido
por el hombre como animal terrestre, al ámbito del capital, donde se enmarca el sistema
de la tenencia de la tierra y de ésta se pasa al ámbito de la vivienda como concreción de
la organización simbólica de la polis, como afirmación del hombre respecto de su entorno
natural. Pero como la dinámica que conlleva el capital es de ansia de poder y dinero, es

571
Ibídem.
572
A. Masferrer, Obras escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 159.
214

decir, mercantilista, ello hace que algunos hombres que habitan la polis busquen dominar
a otros, manipulando los elementos del sistema a favor de sus intereses económicos. Un
ejemplo de ello lo ve Masferrer en el mesón573 como caricatura de una vivienda digna. En
este ejemplo, la vida y su lugar natural de habitación existe en función de la lógica del
mercado, generando no más vida sino un modo de vida infrahumano. Por el contrario,
Masferrer reclama el sentido pleno de la vivienda no como lugar pasajero de subsistencia,
frente a lo que se presenta como más estable –el mercado–, sino que el mercado debe
generar mejores condiciones de vida. Por esto es que Masferrer pide en lugar de éste,
una vivienda amplia, seca, soleada y ventilada donde poder vivir.574

En este sentido, el acaparamiento de la tierra conlleva simultáneamente el acaparamiento


del capital. Y siendo esto una práctica histórica muy arraigada en El Salvador tiene
efectos psicológicos serios en los grupos sociales que la padecen. Uno de estos efectos
es el hábitat concreto y en él, el problema de la vivienda en el país es uno de los
problemas más importantes. Dentro de este marco, el tema del mesón es la
representación clara que Masferrer encuentra como sitio emblemático que representa al
salvadoreño común, es a saber, una caricatura de ser humano y sociedad que se
desarrolla en el mesón. Ante esta caricatura de vivienda para el salvadoreño trabajador,
Masferrer apuntala su crítica radical y dice:
¡Cuartos de mesón! Sucias y estrechas celdas en que el vaho de las
respiraciones promiscuas forman una atmósfera cargada de sudor y de
todas emanaciones; calabozos en fila, donde los llantos y las cóleras de
unos, se le meten por los oídos y le envenenan el ánimo a todos los que
están viviendo ahí en el más horrible comunismo: el de aquellos que no se
aman sino que se soportan… cuartos de mesón, húmedos, miasmáticos,
lamparosos, impregnados de mugre y de tristeza… cuartos de mesón, que
se beben la sangre de los niños y la voluntad de los adultos… cuartos de
mesón, cuyas paredes son como empastadas en maldiciones y hálitos de
rincones mohosos… Cuartos de mesón, con su pila única y misérrima, su
excusado execrable, donde el que entró una vez se siente como degradado

573
El mesón es para los salvadoreños el lugar donde se alquila habitaciones cuyo baño y letrina es de uso
común de los huéspedes que hacen uso del mismo. Esta palabra según el Diccionario de la Real Academia
Española tiene la acepción siguiente: mesón del latín masǐo,-onis, vocablo que tiene influencia del francés
maison que significa hospedaje público donde por dinero se daba albergue a viajeros.
574
Estas son las características de la tercera necesidad primordial que Masferrer afirma que se debe solventar.
Cfr. 3.1. Principios fundamentales del vitalismo masferreriano.
215

para siempre; donde la pobre e ingenua muchacha ha de oír las groserías e


infamias que vomita ahí al lado un borracho brutal o un tahúr
endemoniado.575

Conociendo el problema de la vivienda y del hábitat en El Salvador, Masferrer concluye


que la raíz de este problema no es una situación natural o inventada de la nada; sino que
tiene sus raíces en situaciones históricas que tienen que ver con el problema del
acaparamiento de la tierra en este país y con problemas psicosociales que convierte a los
causantes de esta realidad en quimeras ávidas de más riquezas y a quienes padecen
este problema en una situación de inanición. No obstante tanta vacuidad; dicha situación
es vista como natural y necesaria por parte de quienes deben poner orden en la ciudad,
es decir, la autoridad competente como es la comuna, quienes ignorantes de su condición
de autoridad, no tienen el alcance intelectual para saber que no puede existir hombre ni
ciudadano, mientras se viva en una caricatura de vivienda y de sociedad, como es el
mesón.

En este contexto, Masferrer inicia el proceso de superación de dicha realidad


comenzando con el señalamiento de tres elementos de dicha problemática: los causantes
de la misma, quienes la padecen y las causas principales que generan el problema. Esto
lo afirma de la siguiente manera:
Y este San Salvador, ciudad de mesones, donde cuarenta mil criaturas
humanas, por lo menos, viven suciamente, oscuramente, odiosamente (…)
¿Y todo por qué? Porque unos tienen demasiada codicia, y otros
demasiada imbecilidad. Porque sólo una codicia infinita puede impulsar a
unos al acaparamiento de las casas, y sólo una imbecilidad infinita puede
inducir a los otros a consentir ese acaparamiento. La casa, -esa necesidad
suprema del hombre-, convertida en objeto de lucro, en manera lícita de
atesorar dinero, es señal de codicia infinita; y el mesón, caricatura siniestra
y mortal de la casa, es señal, en quienes la consienten, de imbecilidad
infinita. Bastaría que los que representan los intereses comunales, los que
rigen la Comuna, el Municipio, que es uno así como Hogar Común, se
dieran cuenta de que jamás habrá hombre sano, equilibrado, moral activo y
fuerte, si nace y vive en un cuchitril, para que se viniera abajo el malvado

575
A. Masferrer, Obras escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 202.
216

régimen que consiente y apaña el acaparamiento de la tierra, sobre la cual


ineludiblemente han de levantarse las casas.576

Masferrer pone en evidencia la realidad oculta de aquellos que teniendo la


responsabilidad de proteger al pobre y sencillo no lo hacen; sino que por el contrario,
contribuyen con el acaparador de la tierra y de la vida. Y con ello son causantes y
responsables también de tanta miseria, no sólo cómplices.
¿Y si la Comuna, el Gran Hogar Común, cuya verdadera y grande misión
es proporcionarle y garantizarle a todos los asociados, a los convencidos,
los elementos necesarios para obtener lo que llaman Mínimun Vital, lo que
hace es proporcionarle a los acaparadores lo necesario para que
monopolicen la tierra, y acaparen con la tierra la vida, y se hagan así
dueños y señores hasta del aire, hasta del mísero jirón de cielo que se ve
desde los cuartos del mesón, cuando sin fe en los hombres buscamos allá
arriba algo o alguien que sea menos cruel y menos codicioso?577

Masferrer se adelanta a la crítica descabellada de aquellos que pueden desacreditar su


observación y catalogarlo como iluso o en el peor de los casos, como bolchevique o
comunista, como ha sido costumbre, sobre todo, después del triunfo de la revolución rusa;
y se le acuse de creer ingenuamente en la existencia de un mundo en el que no haya
pobres. Al contrario, él no niega que haya pobres, pero pobres, no hambrientos y menos
miserables. El que ellos existan es evidencia clara de que este mundo está trastocado,
porque el lado extremo de la miseria es el vampirismo y la tiranía. En este sentido, afirma
que:
No reprobamos la riqueza. No proclamamos ninguna era ilusoria, en que no
haya pobres, y menos el reino quimérico en que todos los hombres
habitarán en palacios y beberán champaña. “Siempre tendréis pobres entre

576
Ibídem, p. 203. No cabe duda que la radicalidad con que Masferrer trata el tema del mesón en este texto, el
contenido lapidario del mismo y la realidad de trasfondo que trata, sigue siendo tan actual a principios del
siglo veintiuno; no obstante los esfuerzos de gobiernos de turno e instituciones que trabajan el problema de la
vivienda en El Salvador, la casa, la vivienda en este país, -esa necesidad suprema humana- sigue siendo
transada y sigue siendo objeto de lucro para la empresa privada y la han convertido en artículo de lujo,
accesible a muy pocos salvadoreños.
577
Ibídem.
217

vosotros” afirmó Jesús,578 y creemos que así es la verdad, y que es


saludable que impere y sea respetada esa verdad. Siempre tendremos
pobres, a Dios gracias; pero no miserables, no hambrientos: porque éstos
no son el fruto del espíritu ni siquiera de la ciega Naturaleza, sino los frutos
de la codicia, del vampirismo, de la tiranía y de la estupidez.579

En esta perspectiva, Masferrer afirma que en su ser y proceder se mantiene asentado


sobre la realidad, sobre las más firmes e inconmovibles realidades y nada se quiere
proclamar que no tenga su raíz en el suelo, bien arraigado y resistente. “Pero ninguna
realidad, ninguna ley natural, ningún derecho humano ni animal, ninguna necesidad,
ninguna filosofía ni religión sirven de fundamento al hecho monstruoso de acaparar la
tierra urbana, de convertir en objeto de explotación y lucro la casa, que es prolongación y
complemento del hombre, como la concha lo es del caracol, y el nido, del pájaro, la
guarida de la raposa.”580 Es más, Masferrer llega a afirmar de forma enfática y “con
absoluta convicción y certeza, que no merece ningún respeto, ningún acatamiento al
sistema político, social o religioso, o lo que sea, que sostenga la legitimidad de semejante
régimen.”581 De ahí que como afirme Masferrer que la sociedad no puede garantizarle a
sus ciudadanos ni siquiera un techo para vivir y morir, ¿de qué sirve la sociedad? O si
alguien por no ser adinerado, la Comuna lo abandona a la inclemencia del acaparador de
la tierra, que me exige diez, quince, veinte colones por una vara de terreno, y me
imposibilita así tener casa, ¿para qué sirve la Comuna, o el Estado, o la organización
social, cargada de oropeles y de mentiras?582

Otro tema que está íntimamente vinculado al tema de la tierra es el de los granos básicos,
en especial del maíz y azúcar, principalmente.

En El Salvador acaecieron, por distintas razones, varias crisis en las que escaseó el maíz
y granos básicos en general. En este marco, Masferrer publicó varias reflexiones en
distintos artículos, en torno a este tema y pedía que el gobierno de turno tomara la

578
Masferrer se refiriere al texto bíblico de Juan 12, 8; en el que, en el contexto de la Unción de Betania,
Jesús dice a Judas y a otro discípulo: … “Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí, no siempre
me tendréis. Bíblia de Jerusalén”, Desclee de Brouwer, Bilbao, 1975, p. 1526.
579
A. Masferrer, Obras escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 204.
580
Ibídem, p. 204.
581
Ibídem.
582
Cfr. Ibídem, pp. 208-209.
218

responsabilidad debida, en su obligación por resolver estas crisis. Estas crisis se


profundizaban más por la actitud egoísta de parte de algunos comerciantes deshonestos,
quienes por su avidez de dinero, aprovechaban la situación de crisis y con su actitud de
acaparamiento, la fluctuación de los precios de los granos básicos, subía
inmisericordemente. Masferrer lo afirma así: “subieron los precios hora por hora, y este
es el momento en que el pueblo está sufriendo hambre. No sólo padece sino que sufre,
con paciencia infinita, mientras los graneros de muchos particulares rebozan de grano,
esperando el instante anhelado en que el hambre de los más se convierta en el oro de los
menos.”583 Hay maíz y sin embargo el pueblo empobrecido sufre hambre. Ante tal
situación, poniendo en primer lugar la vida humana por encima de todo lo demás,
Masferrer afirma que “ha llegado el momento en que ese grano-pujesto que sus dueños
no se conducen como prójimos nuestros- debe ser expropiado, y vendido al pueblo en
numerosos puestos de venta, al precio que tase el Gobierno.”584
Que el Gobierno les pague a esos señores que tienen entrojada el hambre
del pueblo, el valor neto de su mercancía, y que lo ponga inmediatamente a
la disposición del pueblo, no sólo en las cabeceras de departamento, sino
también en las de distrito, y en todos los pueblos. Que se ocupe de la
distribución del grado a los alcaldes, a los directores de escuela, a los
vecinos honrados de buena voluntad. Y que se les haga a todos
responsables y que se escarmiente al primero que resulte con picardías.
Todo esto no quiere ni ciencia ni arte, sino una hora de buena voluntad y de
energía. Así como lo aconsejamos, lo hemos visto practicar en Estados
Unidos y en otros países en ocasiones semejantes, y no hay ninguna razón
para que no se haga aquí lo mismo. Salvo que se quiera ayudar a los
explotadores en su maldita explotación.585

Esta realidad padecida por las mayorías del pueblo pobre y oprimido es lo que conduce a
Masferrer a proponer la solución a la mayoría de los problemas que padece la sociedad
salvadoreña. La solución a los problemas está en que hay que volver a los ejidos. “No
sigamos viviendo de quimeras. No nos empeñemos en resolver con teorías
elucubraciones la enfermedad aguda y crónica, y cancerosa ya, que radica sencillamente
en un hecho material evidente y tangible: la falta de tierra para el cultivo; la escasísima y
583
Ibídem, pp. 267-268.
584
Ibídem, p. 268.
585
Ibídem.
219

aventurada ganancia para el labriego que se atreve a cultivar la tierra ajena.”586 Porque
esto es radical:
Nación que no sabe asegurar y regular la producción y el precio de su
Grano Vital, de su pan cotidiano, de su Cereal Sagrado e indispensable no
es o no merece llamarse nación; anda desconcertada, alocada, viendo
empañadamente los males y sus remedios; buscando, como una
casquivana perversa, compensaciones ilusorias a su hambre crónica, en
devaneos y oropeles que se imagina ser cultura y progreso. Y ese va
siendo ya nuestro caso, nuestro tumor creciente. Y para extirparlo, no es
buen remedio que el Presupuesto se entrometa, por cierto con eficacia
mínima, a importador de maíz. El remedio bueno, natural, seguro, sencillo,
probado es volver al ejido: a la tierra comunal dedicada única y
exclusivamente a sembrar el maíz, el arroz, el frijol, el maicillo, la yuca, el
guineo, el ayotal anexo, y algún otro, que son el pan de Vida, el alimento
diario, el pasar de todos, el derecho de todos, el Mínimun Vital realizado en
el pan, o como lo formulaba Jesús: El Pan Nuestro de cada día.587

Masferrer no es partidario de la violencia social directa o indirecta. En ese sentido, es


importante no provocarla siguiendo la lógica de los acaparadores. Por el contrario, si lo
que se busca es una sociedad más justa y equilibrada el camino es la justicia misma. Por
ello, para cuando publica su artículo La crisis del Maíz, Hay que volver al Ejido, que fue el
20 de diciembre de 1928 ya tenía prácticamente definido su sistema vitalista.588 Por tanto,
“no se trata de despojar a nadie de sus tierras, sino de comprar las necesarias para
restituirle a cada Municipio sus Ejidos.”589 Por lo que adelanta como principio vitalista que:
El sistema, o mejor dicho la organización económica de nuestro sistema
vitalista, exigirá naturalmente, profundas modificaciones del régimen actual:

586
Ibídem, p. 270.
587
Ibídem, pp. 271-272. Masferrer continúa su reflexión diciendo que “Si se le restablece a cada municipio su
tierra comunal, sus ejidos, volverán los tiempos en que el maíz no era un problema; en que todo hombre de
buena voluntad se iba al ejido, y sembraba el grano bienhechor, o el arroz o el frijol casero y prometedores de
vida y paz. Y entonces, que los dueños de tierras hagan en ellas lo que quieran: que cultiven en ellas café, o
pasto, o rosas, o lo que les venga al arbitrio; que procuren con su cultivo la mayor y más segura ganancia, y
que gocen en paz de Dios de sus cosechas. Por la fuerza misma de las cosas se restablecerá el equilibrio.
Habrá vida segura y suficiente para el pobre, para el jornalero, y naturalmente, como habrán dejado de ser
parias, nadie podrá ya comprar sus brazos mediante un salario de hambre. Se volverá sencilla y pacíficamente
a un Mínimun de Justicia, que traerá consigo el pan y la concordia.”
588
Ver Item 3 de este capítulo: El Minimumvitalismo como propuesta filosófica masferreriana, pp. 163 ss.
589
Ibídem, p. 272.
220

entre otras, constituir de mejor manera los actuales municipios. Exigiría,


además, que el Estado adquiriera y conservara, diseminadas en todo el
país, tierras destinadas exclusivamente al cultivo de bosques, para que el
pueblo no se quede sin madera, sin combustible y sin agua.590

Ahora bien, para principios del siglo XX concretamente durante el primer cuarto de siglo,
había en el país grandes porciones de tierra que no eran cultivadas. No obstante,
tampoco había disponibilidad por parte de sus propietarios a ser proporcionadas a los
campesinos para su cultivo. Masferrer teniendo en cuenta esta realidad y para que los
latifundistas se vieran en la necesidad de hacer producir las tierras de las que eran
propietarios o que las mismas fueran otorgadas a los campesinos para que las hicieran
producir; propone un impuesto único a la propiedad de la tierra.591 Es más, dicho impuesto
ayudará a que el gobierno se provea de fondos y no tenga que corromper a la sociedad
con impuesto al licor, que con el interés de incrementar el fondo colectado tenía que
emborrachar diariamente a la mayor cantidad posible de miembros de la sociedad.
Ese impuesto único de diez colones anuales por manzana bastaría para
llenar holgadamente las verdaderas y honestas necesidades nacionales,
que calculamos en veinte millones de colones, sin contar lo que se gasta en
amortización e intereses de la Deuda. Con los diez millones restantes
extinguiríamos de una vez y para siempre la renta infernal de Aguardiente,
que nos produce ahora cuatro millones, y emplearíamos los seis restantes
en pagar nuestra deuda exterior, para ya nunca más endeudarnos; pues
una nación pequeña y débil, si contrae deudas, pierde su independencia y
vive sujeta a toda clase de humillaciones.592

Con este impuesto no sólo se amortizaría la deuda externa sino que también se podría
invertir en mejorar la cultura y la educación salvadoreña. Y sería más ético ya que el
gobierno no tendría que corromper a los salvadoreños para tener ingresos. Y “nuestro
presupuesto de ingresos, libre así de infames recursos y de la pesada carga de la Deuda,

590
Ibídem, p. 272.
591
El impuesto único a la propiedad de la tierra es uno de los elementos radicales de la teoría georgiana. Su
autor, el filósofo Henry George, afirmaba que este recurso es clave, en la búsqueda de la justicia social de la
sociedad norteamericana. Ver: Henry George, Pobreza y Miseria, Francisco Beltrán Editor, Madrid, 1922.
Masferrer, por su parte, considera que George es uno de los maestros que le ayudan a formular su teoría
vitalista.
592
Masferrer, A., Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 420.
221

ascendería a veinticuatro millones anuales, que vendría a ser unos diez millones más de
lo que ahora podemos gastar en verdadera y necesaria cultura.”593 Con el gravamen de la
tierra así, de acuerdo a la perspectiva de Masferrer, se estaría en capacidad de suprimir
todos los demás impuestos y derechos que ahora percibe el Estado; “aduanas, licores,
exportaciones de café, papel sellado, multas de policía; de todos absolutamente, y eso
nos haría la vida más barata, mucho más barata de lo que ahora nos cuesta.”594

Sin embargo, lo mejor sería que la tierra fuera repartida entre los que la hacen producir.
Pero si esto no se puede, tasar la propiedad de la tierra es lo que conviene:
Forzoso es repartir la tierra donde quiera que se intente vivir dentro de la
justicia y de la armonía, porque sin la tierra no hay vida. Ahora, la cuestión
es saber cómo se ha de repartir, y en eso sí hay diversos sistemas
variables según las circunstancias de lugar y de tiempo. Este sistema de
que venimos hablando es el preconizado por Henry George, y se llama del
Impuesto Único. Es decir, del impuesto sobre la tierra, y de la exoneración
de todos los gravámenes sobre el trabajo y las cosas. Porque ha llegado la
hora de que todos los hombres de buena voluntad se preocupen de que la
Vida íntegra sea una realidad en el Mundo.595

Para Masferrer la tierra, con todas sus potencialidades y recursos “en todas sus
modalidades, se considera, naturalmente, como propiedad total y perenne de la Nación.
Esta puede repartirla de nuevo, una y otra vez, siempre que lo imponga el exceso y la
deficiencia de la población. Si la población decrece, los lotes se agrandan; si aumenta, los
lotes se aminoran.”596 Asimismo afirmaba que había que distribuir la tierra en tres
categorías: “Tierras Estadiales; tierras Comunales y Tierras Familiares. La extensión de

593
Ibídem.
594
Ibídem.
595
Ibídem, p. 422. Masferrer sabe que sus detractores, que también lo son del vitalismo, saldrán a enfrentarlos
aún con una guerra ideológica sucia. “La doctrina Vitalista cuya expresión mínima es el Mínimum Vital, y
que algunos aquí, en su inmensa y dichosa ignorancia se imaginan que el bolchevismo, comenzó a germinar
en nuestro pensamiento, allá en Nueva York, la tremenda ciudad de la lucha; y ahora mismo, suspiramos por
ver en nuestro país siquiera una sombra de las realidades neoyorquinas en cuanto al empeño del gobierno por
hacer la vida siquiera tolerable. ¡Bolchevismo! Claman las dos o trescientas familias millonarias o medio
millonarias que tienen las tierras, el gran comercio y la alta banca. ¡Bolchevismo! repiten los intonsos
plumarios que han puesto al servicio de los opulentos su servilismo y su ignorancia. Y por su parte, los que
nos gobiernan, en todas las esferas del gobierno, parece que no tuvieran vínculos de ninguna clase con sus
gobernados, a juzgar por la indiferencia con que ven el encarecimiento diario de la vida, y a juzgar también
por los actos con que contribuyen a ese encarecimiento.” Ibídem, p. 554.
596
Ibídem.
222

terreno asignada a cada una de esas categorías, ha de variar según lo exija o permita el
número de habitantes, la superficie cultivable, la fertilidad, la importancia de los
cultivos.”597

En definitiva, para Masferrer la tierra, base sustantiva y máxima de toda forma de


organización social, pertenece a la colectividad de toda la nación.598 Por lo mismo, en una
reunión plena de un círculo vitalista desarrollada el 2 de noviembre de 1929, Masferrer
afirmó que “todos los hombres tienen igual derecho de usarla como usan de los demás
elementos naturales indispensables para la vida. Siendo así, es natural que el que posee
la tierra pague un fuerte impuesto. De ahí que el hombre que pretende disfrutar de la
tierra con exclusión de otros hombres; y cuantos más sean los excluidos; mayor debe ser
el gravamen.”599 En esa misma reunión consienten la necesidad de que la Asamblea
Legislativa debe adoptar leyes en torno a este impuesto único a los terrenos incultos en El
Salvador.600

5.2. La justicia social como praxis concreta y camino para una mayor humanidad

Masferrer, al vincular el tema de la tierra con el tema de la Justicia se sitúa en el ámbito


de la Ética y en este campo, en todo momento es radical. Afirmaba que “lo que nosotros
queremos es que haya justicia; que se dé a cada uno lo que es suyo; que se devuelva a
todos los hombres la tierra que se les ha usurpado: después, allá verá cada uno el uso
que hace de su heredad.”601 Y en esta línea de reflexión, nadie se queda sin su parte de
responsabilidad: Propietarios, terratenientes, administradores y gente común, tienen algo
que les vincula; por eso, hacia ellos también se encamina la reflexión y cuestionamiento
de Masferrer que les increpó con el siguiente cuestionamiento: “Y ahora, conteste de
nuevo el lector la pregunta: ¿ha matado usted? O mejor, conteste honradamente a estas
otras: ¿Cuántas brazadas de más les da usted a sus peones cuando les mide la tarea?

597
Ibídem.
598
Ibídem, p. 426.
599
Patria, 2 de noviembre de 1929, pp. 1-2.
600
Esta reflexión queda registrada pero no se dice en ninguna parte del artículo que esta moción se
operativizará de alguna manera.
601
A. Masferrer, A., Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 163.
223

¿No cree usted que es demasiado trabajo para un hombre? ¿Y cuánto le paga usted a
cada uno por su trabajo? ¿Tendrán con eso para alimentarse bien él y sus hijos?”602

Desde la perspectiva de Masferrer es un hecho que la humanidad, en sus condiciones


normales, no puede vivir sin sus grandes aspiraciones de justicia. Y éstas, no se realizan
de tarde en tarde, ni siquiera aproximadamente. Pero las grandes revoluciones de la
historia humana nos recuerdan que la justicia llega, al menos de vez en cuando a la
humanidad; porque:
Cuando ya el ambiente moral está muy viciado; cuando la injusticia llega a
hacer la vida irrespirable; cuando la aspiración por una vida mejor llega a
ser enteramente contraria a la existencia real, entonces se opera una crisis,
sobreviene una revolución que hace cambiar el rumbo a la sociedad, y que
permite a los hombres seguir viviendo. Esto es lo que significa el
aparecimiento del Mosaísmo, del Budismo, del Cristianismo, del
Mahometanismo, de la Reforma de Lutero, como también la supresión del
canibalismo, de la esclavitud personal, de la servidumbre, asimismo la
Revolución francesa. Esos y otros acontecimientos de tamaña o parecida
significación han sido los avances de la Humanidad hacia la Justicia, que
es la única fuente de libertad y de bienestar.603

Para él la justicia tiene que ver con todos los ámbitos humanos y para todos los hombres
de la tierra, independientemente de la labor que desarrollen. En tal sentido, la superación
individual y gremial desde la cualificación cultural y educativa, es muy importante. La
justicia, por tanto, tiene que ver con la educación de calidad para todos los miembros de
la sociedad. En este marco, Masferrer propone un mecanismo claro de la forma siguiente:
Que a los obreros y a cuantos deseen instruirse con miras elevadas, lo que
les importa no es adquirir el bagaje pesado, confuso y atestado de mentiras
de la Ciencia Oficial, sino, en primer lugar, adquirir los conocimientos
fundamentales que servirán de base a una instrucción racional y
humanitaria; en segundo lugar, esforzarse por difundir esos conocimientos
entre el mayor número de hombres, y en tercer lugar, empeñarse todos
juntos en dar a la ciencia y a la vida una nueva orientación haciendo de la

602
Ibídem, p. 173.
603
Ibídem, p. 182.
224

Verdad Científica un instrumento de concordia, de auxilio mutuo, de amor


entre todos los hombres, en vez de un medio de opresión, de engaño y de
explotación como es ahora.604

Desde este marco de actividad Masferrer infiere una clara regla de conducta y es la
siguiente: retomando la idea platónica de que el mal proviene de la ignorancia y no hay
que castigar sino esclarecer al que anda errado, porque “nuestro deber no es pegar sino
predicar. Nuestro derecho, y lo que conviene al desarrollo moral de la humanidad, no es
castigar al que anda errado, sino esclarecerle. Puesto que su yerro viene de la ignorancia,
lo que procede es iluminarle para que vea su yerro, y enderece su camino.”605

Pero no debe olvidarse que la ausencia o presencia de la justicia se mide desde sus
concreciones más particulares, físicas y materiales como es “ese pan, que ingerido por
nuestro organismo se convierte en fuerza, alegría y pensamiento; ese pan, que es la vida
y que siendo naturalmente el premio del trabajo debería sobrar a los trabajadores; ese
pan rueda abundantemente de la mesa de los ricos ociosos y falta enteramente a veces, o
escasea casi siempre, en casa de los que riegan la tierra con el sudor de su frente.”606

En esta perspectiva, la pregunta por la justicia comporta necesariamente la pregunta


siguiente: “¿por qué los que siembran, cuidan y cosechan el pan han de carecer de él?
¿Por qué el campesino que soporta todas las fatigas del trabajo agrícola ha de vivir
hambriento, mientras el ocioso burgués que jamás ha trazado un surco ni abrió jamás un
hoyo, vive en la abundancia? ¿Es esto lo que llaman orden social? ¿A esto es a lo que
llaman república y civilización?”607 Como bien responde Masferrer a esta pregunta, “tan
injusto y torpe desorden no tendrá remedio mientras no se alcance la liberación de la
tierra: de la tierra que, lo mismo que el aire y el agua, no puede ser objeto de monopolio
sin que se cometa el mayor de los crímenes contra Dios y los hombres.”608 Esta situación,
por tanto, es como una bomba de tiempo y lo único que puede evitar que explote, es que

604
Ibídem, p. 180. Asimismo, Masferrer propone que en todos los municipios salvadoreños se organicen
bibliotecas municipales para las que ofrece al menos cien títulos que a su consideración son los que
generarían la elevación de la cultura del pueblo. Ver Anexo 2: Lista de cien libros cuya lectura mejorarán la
cultura salvadoreña, pp. 294-297.
605
Ibídem, p. 184.
606
Ibídem, p. 158.
607
Ibídem.
608
Ibídem.
225

se libere o desmonopolice urgentemente la propiedad de la tierra. A este respecto,


Masferrer dice:
Mi opinión personal es que en todas partes, aquí sobre todo, esa situación
pavorosa, fecunda en odios y generadora de grandes peligros sociales, en
que se debaten los sin trabajo, y los que apenas ganan para no morir
violentamente, no encontrará remedio serio y acertado, mientras no se
desmonopolice la tierra, y se haga entrar en una amplia movilización que la
vuelva accesible, directa o indirectamente, al mayor número de los
trabajadores de buena voluntad.609

Entendiendo bien el Minimum Vital se cae en la cuenta que no se trata de un mínimo sino
de máximos. De ahí que concretar este sistema Minimumvitalista es concretar la justicia y
hacer que ella sea el verdadero camino de la paz individual y social. Y en términos
sociales exige una reforma radical en el modo de producir las riquezas que distribuidas de
manera equitativa vendrán a superar la pobreza social “porque las riquezas humanas
están producidas por todos y es justo que todo se divida. Es más: para que un
pensamiento abstracto se produzca, es necesaria la vida social, porque el mejor
pensador, abandonado a sí mismo, se convierte en pocas semanas, en un hambriento
idiota, sin razón. Sin otra cosa que una avidez famélica. Sí pues, todo está hecho por
todos, ¿no es justo que todos reciban parte del producto, y que como mínimun, reciban
los elementos para su vida?”610

En este sentido Masferrer hace un llamado a reflexionar sobre este hecho y se verá “con
cuánta razón y justicia el Vitalismo proclama la necesidad de sustituir nuestras leyes
bárbaras y retrasadas, por otras más cristianas, más humanas, más científicas, y más
acordes con las ideas reinantes y con la voluntad universal de hacer de la vida un bien
común, en vez de ser como ahora, el privilegio de los afortunados.”611 En esta
perspectiva, siendo radical consigo mismo y por ello, con la sociedad en general afirma

609
Ibídem, p. 294. Como afirma Masferrer en este contexto: “Antes, la tierra era del mayor número de
salvadoreños –hace de esto unos cuarenta y cinco años-; ahora es de muy pocos, y va siendo cada día de un
número más restringido de propietarios. Dicho en otros términos, El Salvador se está latifundizando
precisamente en la hora misma en que países de más extensión territorial y de menor población relativa, hacen
todo esfuerzo para deslatifundizarse.” Ibídem, Op. Cit., p. 317.
610
Ibídem, p. 309.
611
Ibídem, p. 311.
226

que su artículo denominado La crisis del maíz ha planteado bien la cuestión. Y,


analizando bien esta situación, se trata de una cosa sumamente seria:
Y es a la de un pueblo que a medida que progresa sufre más miseria; a
medida que más trabaja menos come, y viste peor y se aloja peor; a
medida que sus terratenientes exportan mayores cantidades de café y las
venden a precios fabulosos, sus jornaleros, sus campesinos padecen cada
día más la escasez de frijoles, de maíz, de frutas, de legumbres, de leña,
de azúcar; de un pueblo en que la mayoría de los habitantes sufren la
privación perenne de cosas esenciales para su vida, que antes no les
costaban nada o les costaban muy poco. ¿Progreso? Sí, Progreso, y
Miseria: que tal es la cosecha del régimen social orientado y conformado
por la Economía Clásica, según el principio de la lucha: es decir, de la
riqueza y el bienestar de los menos a costa de la indigencia y de la
degeneración de los más. Pero nosotros buscamos otra cosa: buscamos un
orden social en que la Ley de Cooperación predomine sobre la Ley de
Absorción individualista. Y eso nos lo dará la Nueva Economía, la
Economía del Mínimun, cuyo lema es vida y justicia, antes que Progreso.612

Como era de esperarse el acaparamiento de la tierra causa el desorden y la crisis en todo


el sentido de la palabra, incluso en el orden constitucional. En este marco, Masferrer

612
Ibídem, p. 318. Masferrer continúa su reflexión afirmando que “Por muchas causas se están volviendo
periódicas y agudas las crisis del maíz en El Salvador: por la codicia de los terratenientes, que exigen a los
sembradores un terraje imposible; porque el chapulín se ha enseñoreado del país, y no hay fuerza que lo
extermine o lo destierre; porque el café y otros cultivos le sustraen, cada día más a los cereales, el terreno
que necesitan; porque cien mil borrachos, ocupados en beber sin descanso, le restan a la agricultura por lo
menos cincuenta mil trabajadores; porque millares de campesinos, que tenían y cultivaban sus parcelas, así
que las perdieron se vinieron a San Salvador, a limpiar zapatos, a vender billetes de lotería, a servir de
rufianes, a mendigar y a robar; porque la población aumenta en treinta mil habitantes cada año, por lo
menos, mientras que el terreno no aumenta nada; porque la milicia acapara al bracero que no se fue a la
Costa Norte, o no se vino a San Salvador, o no se dedica a la embriaguez; en fin, por mil causas que
preocuparían y alarmarían a los dirigentes, en cualquier nación que los tuviera, pero que aquí, donde ser
intelectual es hacer cada uno su negocio, o decirle piropos a la Luna, no preocupan ni alarman a nadie. Ello
es que nuestro infortunado país sufre ya con harta frecuencia la crisis del hambre, por carestía de maíz,
arroz, frijoles, azúcar, sal y legumbres. No hablamos de los huevos, de la fruta, de la carne ni de la leche,
porque éstos, hace tiempo que son manjares casi exclusivos de la mesa del rico; pero sí del plátano, del
güisayote, del aguacate, que antes fueron comida del pobre, y hoy van entrando a la jerarquía de la viandas
aristocráticas.” Ibídem, pp. 383-384.
227

afirma que “al margen de nuestra Carta fundamental, –comenzamos a tomarla en serio–;
no pasando por encima de ella, sino simplemente a su margen, queremos crear un nuevo
derecho, no político sino Vital, que garantice al pueblo su mínimun de pan, de techo de
escuela de vestido, de terreno, de agua, de todo lo que es elemental, primordial,
irreductible, y que si no se le asegura, acabará por embrutecérsele, degradarle y
arruinarle.”613 Para que eso no suceda y que por otra parte se respete el orden
constitucional, Masferrer con una sutil ironía afirma que dado que no conviene irrumpir el
orden constitucional en momentos de crisis social se debe caminar respetuosamente al
margen de nuestra Constitución, pero ejecutar lo que haya que hacer. De esa forma todos
estaremos bien y además protegidos por nuestra Carta magna:
Por ejemplo, cuando haya crisis de maíz, y el pueblo esté sufriendo
hambre, y sepa que los señores tienen el maíz entrojado, y que no hay
autoridad que les obligue a ponerlo en circulación, entonces, en virtud de
su derecho al pan, vaya el pueblo muy serenamente, les quite el maíz a los
señores vampiros, y les extienda el correspondiente recibo, cobrable ante
Nuestra Carta Fundamental. Algo así por el estilo es lo que deseamos crear
y hacer vivir al margen de la Carta Magna, sin tocarle a ésta ni una sola
cana. Y entonces sí: el pueblo, la gente que trabaja, asegurándose su vida
con su propia mano, y los jurisconsultos y los economistas darwinianos
rindiendo culto a la letra y al espíritu de su Diosa, todos viviremos en paz y
contentos, doliéndonos, únicamente de no haber encontrado antes
solución tan sencilla y tan eficaz.614

5.3. La estructura política y económica vitalista: Vida versus propiedad privada

Para Masferrer es necesario garantizar legalmente la vida y el acceso a la tierra para las
familias salvadoreñas. Por ello, la necesidad urgente de reformar la constitución
salvadoreña era fundamental, pero también había que trabajar en acciones colaterales
que garantizaran la calidad de vida de todos los salvadoreños. Es en ese marco donde se
articulan la ejecución de acciones medioambientales que garantizaran la sostenibilidad de
la tierra y sus productos. Como también donde se ubican la concreción de un ejército

613
Ibídem, pp. 417-418.
614
Ibídem, p. 419.
228

vitalista615 y por supuesto, donde se enmarca la reforma económica: Economía del


Minimum Vital en la que se articula la crítica de Masferrer a la economía capitalista. En
esta crítica hay un artículo muy iluminador denominado La vida frente al dinero en el que
afirma que:
Lo que caracteriza al sistema capitalista, como poder corruptor y apresor,
es que todo se puede comprar. Si un hombre tiene dinero suficiente, puede
comprar todas las cosas de la ciudad, todos los víveres de la cosecha,
todas las tierras de la Nación. Si da por ellas su dinero, son suyas, y
dispondrá de ellas como le venga en gana. Son su propiedad, algo
sagrado, intocable, que las leyes han colocado por encima de la necesidad,
del dolor y de la vida.616

Masferrer afirma que es triste reconocer el hecho, porque la realidad es sumamente dura,
“pero en el conflicto entre la vida y la propiedad, las leyes han optado por ésta, por su
símbolo que es el dinero.”617 En el sistema capitalista, la vida ha fracasado frente al
dinero. En este sistema, la propiedad privada ha salido victoriosa. Ante esta realidad
“nosotros alzamos y proclamamos, con la Doctrina del Mínimun Vital, frente a esa
deificación del dinero, la deificación de la Vida. Frente al dios de la propiedad erigimos el
altar de la Vida.”618 Porque “ese sistema capitalista, que convierte en paria al trabajador
manual y en vampiro al rico, ese sistema capitalista, sin corazón, sin patria, sin
humanidad, sin poesía, sin más ley ni ocupación ni anhelo que acumular, atesorar,
amontonar riqueza (…) eso es lo odioso; eso es lo que odio yo con odio intenso.619

615
Ibídem, pp. 568-570. Es interesante que para Masferrer, el Ejército debe tener como primordial defensa el
hábitat para garantizar la vida. En este marco, las funciones que debe tener el ejército nacional son: “1ª
Defensa contra la agresión exterior, o función guerrera propiamente dicha; 2ª Defensa contra la
incomunicación, o sea apertura y mantenimiento de las carreteras; 3ª Defensa contra la suciedad, o sea
introducción del agua en cantidad bastante a todas las poblaciones y aldeas del país; 4ª Defensa contra la
enfermedad y aniquilamiento de la raza, o sea desecación de los pantanos; 5ª Defensa contra la esterilidad de
la tierra, o sea resiembra y mantenimiento de los bosques y vigilancia sobre la regulación de la tala. 6ª
Defensa contra incendios, inundaciones, terremotos, plagas, ciclones, etc.”
616
Ibídem, p. 223.
617
Ibídem, p. 223. Masferrer es fecundo en su crítica acérrima contra el capitalismo. En esta línea hace una
síntesis de hechos concretos de los que él tiene noticias; que “si el propietario exige, hay que abandonar tierra,
casa, muebles, y con ellos, posición social manera de ganarse el pan, y caer en no se sabe qué abismos donde
Shylock, que no pude cercenar el muslo, destruye y pulveriza, a veces, la vida de una familia entera. La vida
ha fracasado, pero la propiedad salió victoriosa.” Ibídem, p. 224.
618
Ibídem, p. 225.
619
Ibídem, pp. 237-238. Masferrer, continúa afirmando que “en el sistema capitalista florecen los ricos
anatematizados por Jesús, los que extraen su riqueza de la miseria ajena. Y es que el sistema ese, es
naturalmente vampiresco, a causa de que no pone límites a la adquisición ni a la posesión, ni fija condición a
los procedimientos que la producen. Ese sistema fomenta y alienta la ruin pasión de la codicia, diciéndole al
229

Masferrer en su crítica al sistema capitalista mira una deificación de la propiedad privada y


del dinero y en eso ve claramente que en “este mundo del dólar, en que todo se halla
subordinado al dinero; en que atesorar y gozar son los anhelos predominantes, casi
únicos; en que para amasar riqueza se extorsiona y se asesina en mil formas, no es
bueno, ciertamente.”620 Y en palabras concretas este sistema que convierte en vampiro al
rico y paria al pobre, Masferrer contrapone el sistema vitalista que en términos comunes
su administración es tan sencilla y común, como la administración de una familia y así “el
Mínimun Vital es, y se abrirá camino, y suavizará y esclarecerá la vida colectiva, según su
propia y esencial virtualidad. Su esencia y su dinámica, que son aplicar al régimen social
las modalidades características del régimen familiar;621 transformar la nación en una gran
familia radican en la realidad biológica y en la realidad histórica, y nada tienen que recibir
ni que perder, de los labios efímeros que ahora proclaman su bondad y su belleza.”622

Ahora bien, en cuestiones de administración de la cosa pública, lo que corresponde a un


buen gobierno en cuanto a lo económico; teniendo en cuenta que en toda sociedad la
realidad es que el poder que se impone con toda su dureza y fuerza, es el económico;
contando con ello, Masferrer afirma que en El Salvador, el poder económico es
ciertamente una especie de cuarto poder del Estado. Y la realidad muestra que este poder
se ha instaurado e impuesto como el verdadero y único poder, ya que quien domina la
economía y el capital, domina el poder de las armas y quien en una sociedad, domina las
armas y el capital, lo domina todo. Por esto para él, el poder económico debe ser elegido
directamente por el pueblo que a su vez debe generar una opinión pública cualificada que
sea la garante de que todo gobierno respete el estado de derecho. Por tanto, Masferrer
concluye que lo que procede es crear una especie de ministerio que constituya
oficialmente el “Poder Económico, de real independencia, electo directamente por el

hombre: “coge cuanto puedas”, y le despierta y azuza la crueldad, la mezquindad y la mentira, diciéndole:
“cógelo como puedas”. Para ese sistema lo mismo son rosas que estiércol, y aún mejor estiércol porque éste
es más abundante que las rosas. Pero no es así en el sistema del Mínimun Vital, porque éste traza
profundamente un foso que detiene a la codicia no permitiéndole que acapare las cosas vitales, ni
permitiéndole la explotación de los vicios; no permitiéndole que haga dinero con el hambre, con el frío, con la
ignorancia, con el desamparo, con el dolor; no permitiéndole que retenga indefinidamente lo que están
necesitando para no morir ni degenerarse los demás.” Ibidem, p. 241.
620
Ibídem, pp. 446-447.
621
Es importante reconocer que en este aspecto, Masferrer sigue a Aristóteles, quien en su Política, afirma
que… “No hay diferencia alguna entre la gran casa y una pequeña ciudad (…) La primera comunidad a su vez
que resulta de muchas familias, y cuyo fin es servir a la satisfacción de necesidades que no son meramente las
de cada día, es el municipio.” Cfr. Aristóteles, Política, Editorial Porrua, México, 1989, pp. 157-158.
622
Ibídem, p. 275.
230

pueblo, mediante el sufragio consciente e ilustrado de aquellos que tengan abundante


capacidad moral, intelectual y económica para elegir.”623
Por eso al hablar de un Cuarto Poder, que sería el poder económico, lo
asiento sobre la elección directa, libre, consciente e ilustrada de los que
tienen sobradamente capacidad moral, intelectual y económica. Así debiera
ser electo, por elección directa, consciente, libre e ilustrada, el Poder
Judicial, que ahora no es más que una ficción. Años se necesitarán para
hacer entrar en la perezosa comprensión de nuestras gentes, la idea
sencilla y clara de que el Poder Económico es de mayor trascendencia y
eficacia que los tres Poderes -dos de ellos supuestos- que forman la
trinidad romántica forjada y venerada por nuestra Constitución. Años se
necesitan para que las gentes se convenzan de que el único real e
incontrastable Poder, es aquel que tiene en una mano las armas y el dinero
en la otra. Por eso nos contentamos por ahora con insinuaciones y no
pedimos simplemente, que se piense ya en la creación del Poder
Económico, sino, simplemente, en la de un Consejo Económico, que ayude
a llevar la responsabilidad y garantizar la eficiencia del manejo de la
Hacienda Pública.624

Con la iniciativa de crear este Poder Económico, que a su juicio debe comenzar por la
instauración de un Consejo Económico, Masferrer nos presenta una idea clave por la cual
hay la necesidad de organizar dicho consejo. El afirma que:
Disponer de las armas, significa ser dueño de la libertad de los demás.
Disponer del dinero significa ser dueño del pan de los demás. Quien
dispone de ambas cosas, es, en la realidad innegable e inevitable, dueño
de la vida de los demás, puesto que, esencialmente, la libertad y el pan
constituyen la vida.(…) ¿Siendo esto así, dónde radica la única y eficaz
barrera que atenúa o detiene los avances ilegales del Poder Ejecutivo?
Radica en la cultura moral de quienes lo ejercen y en la influencia o en el
temor que en ellos ejerce la opinión pública. Con una Constitución como la
nuestra y la de casi todas nuestras democracias tropicales, es enteramente
hacedero y fácil gobernar despóticamente, dentro de la ley. Y tan fácil, que

623
Ibídem, p. 286.
624
Ibídem, p. 575.
231

puede afirmarse la incapacidad mental o la grosería moral de aquellos


gobiernos que violan abiertamente las prescripciones constitucionales.
Poca habilidad y escaso don de gentes y de gobierno se necesitan para
cubrir las apariencias, cuando tenemos en la diestra las armas y en la
siniestra el dinero: salvo que una opinión pública celosa, amplia y
disciplinada, nos haga recordar que nuestros actos ilegales nos atraerán
sus iras (…) les retiene dentro de la justicia, aun cuando tengan de su parte
la ley escrita, aunque las armas y el dinero les confieren poderes temibles;
pues saben que esa opinión pública es capaz de quebrar todas las
resistencias y derribar todas las barreras. La conciencia colectiva, que
genera, mueve y orienta la opinión pública, fácilmente se trueca en
voluntad, en necesidad de acción, y arrastra y subyuga a los mismos
encargados de oprimirla y sofocarla.625

Ante el carácter de absolutez que ha cobrado propiedad privada, como máxima expresión
y concreción del sistema capitalista, Masferrer contrapone la economía vitalista, que en
términos más concretos significa “que ningún artículo de uso perenne, universal y
necesario, debe ser objeto de proteccionismos de ningún género.626 De modo que afirme
que “el ideal del Estado, consistirá, según ese principio, en esforzarse cada vez más para
que esos artículos se abaraten, hasta llegar, si fuera posible, a la gratuidad absoluta. Este
es el caso de la leche, del maíz, de la harina y singularmente del azúcar.” 627 En cuanto a
estos productos y especialmente al último, afirma que:
Ya hicimos ver en otra ocasión, que el azúcar no admite sucedáneo: que
mientras el maíz puede reemplazarse con otros cereales y aun con
tubérculos, nada puede reemplazar el azúcar, ni por su naturaleza ni por su
extensión. En este concepto, no vacilamos en colocarle después del agua,
y nos parece evidente que gravarlo, es carecer demasiado del sentido de
las realidades. El proteccionismo, lícito y conveniente para levantar y aun
para mantener una industria de uso limitado, no lo es, en ninguna manera,
para dificultar y encarecer aquello de que todos necesitamos y que llena
fines primordiales.628

625
Ibídem, pp. 575-577.
626
Ibídem, p. 353.
627
Ibídem.
628
Ibídem.
232

Masferrer propone un modo distinto de organizar la economía para organizar mejor la


vida. Esta economía es “aquella que procura en primer lugar, la realización de la vida
íntegra para todos los asociados. Su tipo es la economía familiar, y los preceptos, normas
y procedimientos de ésta, ampliados, son los que convienen a la sociedad que se llama
comuna, provincia, nación, humanidad.”629 En esta línea, la mejor vida “es aquella que
realiza ampliamente las necesidades de un ser. En el hombre, esas necesidades se
determinan por las facultades físicas, morales, estéticas, mentales y espirituales. Si todas
las facultades o fuerzas actúan o funcionan, entonces la vida es íntegra y la economía
que le produce es moral y justa.”630

Los temas claves de la Economía Vitalista, son: La comuna, la Tierra, el Presupuesto, el


Ejército, la Escuela, la Sanidad, la Justicia, el Trabajo, la Asistencia Pública. Masferrer
constata que “una minoría en todo el mundo, se apodera de la mayor parte del producto
del trabajo común, y lo gasta y derrocha sin medida, o lo atesora y guarda para sus
descendientes, obligando a una considerable porción de los asociados a vivir en la
escasez y en las privaciones, y a los restantes, a consumirse en la abyección, y
estrechez, la suciedad y el hambre.”631

629
Ibídem, p. 324.
630
Ibídem.
631
Masferrer A., Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 380. Para Masferrer, las sociedades propiamente
animal han superado sin tener la ciencia humana, lo que los humanos no han superado: “Dígase cuanto quiera
decirse para disculpar la inepcia del hombre como ser social, el hecho es que el castor, la abeja, la hormiga y
otros animales, han resuelto sencilla y plenamente el problema de la Vida y del Trabajo. Y el hombre no lo ha
resuelto. Sin libros, sin universidades, sin economistas, ni sociólogos, ni biologistas (sic), aquellos realizan y
viven este régimen sencillo y justo que obliga a todos al trabajo, y asegura a todos la vida y un mínimum de
bienestar y de seguridad. Y los hombres con montañas de libros, y mares de teorías, no lo han podido
resolver; antes, al contrario, se han apartado cada día más del camino que podía llevarles a su resolución,
buscando en los submarinos y los zepelines, en la conquista y el despojo, lo que sólo se encuentra en el
camino de la paz y de la bondad.” Ibídem, p. 383.
233

Conclusión

El aporte de Masferrer al ámbito de las ideas filosóficas en Centroamérica va en la línea


de ofrecer una solución estructural y viable a los problemas acuciantes experimentados a
finales del siglo diecinueve y principios del veinte. La obra intelectual de Masferrer es por
ello un pensamiento filosófico y político.

En este sentido, el Minimumvitalismo masferreriano en cuanto sistema, comporta una


fundamentalidad filosófica en su vertiente ética, donde lo social y lo político son
dimensiones radicales en ella. Estas dimensiones son derivaciones de un ethos específico
que para él lo constituye la vida. Por tanto, el Minimumvitalismo masferreriano se enmarca
también en la tradición filosófica por el mismo hecho de ser un pensamiento filosófico
vitalista en cuanto tal. De modo que para él la vida en sus manifestaciones, natural,
animal y cósmica, generan el sustrato de su despliegue teórico. En este pensamiento
filosófico se expone la defensa y la construcción de la vida como elemento fundamental
de toda expresión y práctica humana. Aquí, la defensa de la vida es la clave hermenéutica
para la formulación de la construcción de su pensamiento. En consecuencia, en la
concepción filosófica de Masferrer la vida no se desliga de lo histórico-político.

La vida es una y constituye un bien supremo cuya superioridad respecto de todo lo demás
comporta su carácter de absolutez. La vida así comprendida no es simplemente abstracta,
sino fundamentalmente material, animal, visible y tangible, determinada de la forma más
concreta y práctica. De ahí que defenderla en todas sus manifestaciones supone una
praxis orientada a la construcción de un nuevo orden social.

En esta perspectiva, la realidad que viven las mayorías pobres salvadoreñas,


principalmente indígenas y campesinas, exige replantearse la interpretación que hasta
hoy se ha hecho del término masferreriano Minimum Vital. Este principio se ha
interpretado mal, no sólo por parte de sus detractores, sino incluso por algunos de sus
seguidores. Se piensa erróneamente que ante la necesidad humana del hambre, el
Minimum Vital recomienda, por lo menos, solventarla mínimamente para ir sobreviviendo
poco a poco y no morir de hambre violentamente.

En realidad, el término Mínimum Vital apunta, por una parte, al número mínimo de
necesidades por solventar que a la generosidad con que se saldan dichas necesidades.
234

Ahora bien, la primera aproximación que nosotros tenemos del Minimum Vital se refiere a
la satisfacción plena de un mínimo de necesidades: Trabajo, Alimentación, Habitación,
Agua, Vestido, Asistencia Médica, Justicia, Educación y Descanso. De ahí que se afirme
que el Minimum Vital tiene que ver con la fundamentalidad con que hay que afrontar y
resolver la vida. En este sentido, el Minimum Vital es una conquista lograda en una
situación social caótica, que no asegura ni siquiera un mínimo para vivir dignamente.

El Minimumvitalismo ha constituido una presencia filosófica en El Salvador, tan importante


pero inadvertida. Esto debido a intereses de grupos de poder que han manipulado el
pensamiento masferreriano en función de sus intereses. Su estrategia ha consistido en
presentar a un Masferrer romántico y lírico, ocultando al Masferrer crítico de las injusticias
sociales. Sin embargo, por honestidad intelectual, en El Salvador se le debe hacer justicia
a Masferrer, haciendo una lectura integral y no caricaturesca de su obra. En esta
perspectiva, esta investigación concluye que la obra intelectual de Masferrer constituye un
pensamiento de carácter filosófico cuya vertiente principal es una Ética humanizadora y
una praxis política concreta. Es aquí donde tienen cabida el Partido Vitalista, los Círculos
vitalistas y la Educación vitalista.

Con la concreción del Minimumvitalismo, Masferrer busca un equilibrio social que


implique, por un lado, que grandes sectores de la sociedad salvadoreña dejen de ser
miserables y que nadie pueda comprar su fuerza de trabajo mediante un salario de
hambre. Y por otro lado que frene y ponga límites a la codicia infinita de los ricos, que
conducen a aquellos al desmedro y deterioro físico y moral. En este marco se ubica el
llamado de Masferrer a que El Salvador retome una visión más equitativa del sistema de
tenencia de la tierra orientada a una visión más comunitaria, lo cual supone una pertinente
aplicación de la justicia social vitalista.

Visto el vitalismo masferreriano desde esta nueva perspectiva, se abren también nuevos
campos de investigación en el ámbito de las ideas filosóficas en Centroamérica y
particularmente en El Salvador. Los campos de investigación en este terreno tienen que ir
en el proceso de instalar el pensamiento filosófico de Masferrer como un pensamiento
filosófico, es decir, una reflexión crítica que dé cada vez más de sí en su quehacer
iluminador en la construcción de una sociedad más humanizada y humanizante. Esto es
lo que se hace en el Cuarto Capítulo.
235

CAPÍTULO CUARTO

Los aportes filosóficos de Masferrer y los derechos humanos

En el Capítulo Cuarto se presenta lo específico de los aportes de Masferrer en el ámbito


de las ideas filosóficas en Centroamérica y en particular a la realidad social y política de El
Salvador de finales del siglo diecinueve y principios del veinte. Aportes que como se verá,
siguen teniendo vigencia y actualidad en el contexto que vive la sociedad salvadoreña de
principios del siglos XXI.

Las ideas, como afirma Sajid Herrera, sean éstas filosóficas o de cualquier carácter y
contenido “no deben presentarse ni concebirse desvinculadas de los procesos
económico-sociales en los cuales ellas se originan. Visto de esa manera, las ideas
filosóficas tienen sus orígenes en individuos en comunidades de investigadores e
ideólogos quienes son deudores de los condicionamientos materiales existentes en cada
época histórica.”632 En el caso de Masferrer, como ya se ha visto, estas ideas van en la
perspectiva de ofrecer una solución estructural y viable a los problemas acuciantes de su
tiempo. En esta línea, el interés particular de este capítulo es articular las concreciones
particulares del Minimumvitalismo y sus principios fundamentales con las formas de
expresión de la justicia social cuya vinculación más concreta se puede observar en la
conceptualización de los derechos humanos, en el modo como se concibe en las
sociedades occidentales, específicamente para Latinoamérica.

Ahora bien, como se ha dejado claro a lo largo de este trabajo, los aportes de Masferrer
van en la línea del Minimumvitalismo y éste se concreta en la satisfacción plena de las
necesidades primordiales que posibilitan el desarrollo completo de la vida de los seres
humanos. En esta perspectiva, existe un vínculo importante entre los principios
fundamentales del Minimumvitalismo masferreriano y los principios de justicia, bien común
y derechos humanos, que en condiciones normales defienden las sociedades y estados
nacionales en la actualidad mundial.

632
S. Herrera, “Las ideas filosóficas en El Salvador: El caso de los criollos”, Revista Cultura, n° 84; Enero-
Abril, Dirección de Publicaciones e Impresos, San Salvador, 1999; p. 63.
236

En el marco de desarrollo de las ideas filosóficas en El Salvador, Ignacio Ellacuría (1930-


1989), desempeña un papel crucial como filósofo de finales del siglo XX instalado en este
contexto geográfico, de tal manera que sus aportes en el ámbito filosófico, político y social
son punto de referencia para todo aquel que quiera hacer una reflexión filosófica de la
realidad salvadoreña y centroamericana. En este sentido, Ellacuría reflexiona con
profundidad sobre los derechos humanos y afirma que éstos, para que no sean objeto de
manipulación por parte de grupos minoritarios, intereses particulares o ideologizaciones,
deben ser historizados.

Por esto en este capítulo se da importancia crucial a la reflexión filosófica que Ellacuría
hiciera, sobre todo al final de su vida, respecto de los derechos humanos. De ahí que su
análisis de las diferentes conceptualizaciones sobre derechos humanos permite afirmar
que en su filosofía expresada sobre todo en su libro Filosofía de la realidad histórica,633
asume las distintas dimensiones que los derechos humanos tienen como parte de la
praxis humana. Como afirma Alejandro Rosillo en esta línea de estudio, Ellacuría
“comprendió su aspecto histórico, social, jurídico-positivo y ético, sobre la fundamentación
de la producción y reproducción de la vida del pueblo, es decir, desde la satisfacción de
sus diversas necesidades que hacen viable al phylum humano, sea como persona o
como sociedad y especie.”634

El Minimumvitalismo tiene unos presupuestos fundamentales que aportan a la idea de


desarrollo humano. De ahí que en este capítulo también se aborde filosóficamente la
actualidad de los derechos humanos siguiendo la línea y concepción del pensamiento de
Ellacuría. Apoyándonos en este filósofo hispano-salvadoreño se enriquecerá la
fundamentalidad del análisis y reflexión que Masferrer tiene respecto de que los derechos
humanos como derecho primario y por ello cobran carácter de absolutez para el desarrollo
de una vida digna de seres humanos.

El capítulo se divide en cuatro partes. En la primera de manera sintética se presentan las


reflexiones conclusivas a las que Masferrer llegó respecto del papel del Minimumvitalismo
en el contexto de la realidad social salvadoreña en su punto culminante que constituye la
defensa de la vida concretada en aquellos temas que para Masferrer fueron claves y que
633
I. Ellacuría, Filosofía de la realidad histórica, UCA Editores, San Salvador, 1992.
634
A. Rosillo Martínez, Los derechos humanos desde el pensamiento de Ignacio Ellacuría, Editorial
Dykinson, S.L., Madrid, 2009, pp. 153-154.
237

pueden consolidarse en el tema de los derechos humanos; se sintetiza también la


fundamentalidad filosófica del Minimumvitalismo en su elemento clave: vivir y hacer vivir
como elemento categórico que anticipa la proclamación de los derechos humanos por
parte de la Organización de las Naciones Unidas en 1948. En este sentido cobra
importancia tener una reseña histórica de los derechos humanos, por lo que se ha
incorporado muy brevemente en esta primera parte. En la segunda parte se aborda el
aporte filosófico sobre los derechos humanos que ofrece Ellacuría en su filosofía, historia
y teología. En la tercera parte se presenta un balance del pensamiento sobre los derechos
humanos que realiza Ellacuría para el ámbito intelectual salvadoreño en particular y
latinoamericano en general. En la cuarta parte se presenta una valoración sintética de los
principios minimumvitalistas y la propuesta ellacuriana de los Derechos Humanos.

Al final se presenta la conclusión en la que se retoman los elementos más importantes de


este capítulo.

6. El Minimumvitalismo masferreriano, un modo contextualizado de pensar la


realidad desde la defensa de la vida

Como se ha visto en el Capítulo Tercero, Masferrer pudo constatar que en la realidad


salvadoreña que se desarrollaba a principios del siglo XX, existían amplios sectores de la
población que carecían de aspectos básicos para su bienestar. Dicha realidad era
producto de un modo egoísta de organizar la vida social, política y económica de los
salvadoreños de ese tiempo y de ninguna manera podía atribuirse a situación natural
alguna. En este sentido, su lucha por orientar una forma más equitativa de vivir la vida
sigue teniendo validez en la actualidad ya que se puede constatar que siguen existiendo
amplios sectores de la población salvadoreña que carecen de los elementos más básicos
del bienestar humano: acceso a salud, recursos suficientes para satisfacer sus
necesidades primordiales y acceso al mundo de los conocimientos. Esta realidad sigue
otorgando validez a los principios minimumvitalistas de Masferrer, ya que desde las
primeras décadas del siglo XX a la fecha, los diversos ensayos de desarrollo han
cumplido mucho menos de lo que prometieron. Esto no sólo ha seguido reproduciendo,
generación tras generación la pobreza y la desigualdad en la sociedad salvadoreña, hasta
llevarla a niveles críticos que desataron la guerra civil de 1980 a 1992, que cobró más de
238

setentaicinco mil vidas y miles de millones de dólares en pérdidas en infraestructura social


y económica; como también ha minado la fortaleza de la democracia, puesto que la idea
de bienestar que está en la base de la dignidad de la persona humana, centro de los
pactos o contratos sociales modernos en los que por supuesto es incluido el salvadoreño,
no se ha llevado a cabo.

Haciendo una síntesis sobre los principios fundamentales del Minimumvitalismo


masferreriano, se concluye que son:
1. La vida es lo más importante para todos los seres humanos. De ahí que la vida
tenga para Masferrer un carácter absoluto y por tanto sea algo principial de la que
manan todos los derechos reales de los seres humanos.635
2. El vitalismo busca concretarse en hechos prácticos que permitan el desarrollo de
una vida íntegra.
3. El vitalismo implica la satisfacción de un modo pleno de un mínimo de necesidades
primordiales, nueve en total: trabajo, alimentación, habitación, agua, vestido,
asistencia médica, justicia, educación y descanso. Que son necesidades que si no
se satisfacen conducen a la degeneración física y a la muerte.636 Por ello, el
Minimumvitalismo comprende una ética y una política.
4. El vitalismo tiene sus raíces en el ámbito biológico.
5. El vitalismo implica, además, un modo distinto de organizar el sistema económico
porque está basado en el principio de la naturaleza.637
6. El vitalismo es una conquista de los seres humanos en medio de un mundo en el
que impera el caos.
7. El vitalismo no es un fin, sino un medio para alcanzar una sociedad equitativa y
justa.
8. El vitalismo a su tiempo ha de encarnarse en leyes e instituciones que le
convertirán en un cuerpo legal propicio para una práctica coherente.638
9. El vitalismo no es beneficencia, sino derecho primario y absoluto.639
10. El vitalismo se concreta en instituciones vitalistas: El Partido vitalista, los Círculos
vitalistas y la Educación vitalista.

635
A. Masferrer, “Vino nuevo en odres nuevas”, en Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 243.
636
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 59.
637
Ibidem, p. 274.
638
Ibidem, p. 72.
639
Ibidem, p. 75.
239

11. El vitalismo como pensamiento filosófico implica una ética y una política.
12. El Minimumvitalismo tiene unos elementos básicos como clave de interpretación
social y política: la tenencia de la tierra; la justicia social como praxis concreta y
camino para una mayor humanización de la sociedad; una estructura política y una
economía vitalista: vida versus propiedad privada.
13. El Minimumvitalismo implica una crítica al sistema capitalista y denuncia la
deificación de la propiedad privada.640

6.1. La defensa de la vida: fundamento del Minimumvitalismo y de los derechos


humanos

Como se ha visto el principio fundamental que da sentido a la labor intelectual de


Masferrer es la defensa de la Vida, vivir y dejar vivir en sus propias palabras. En este
marco, el trabajo higiénico, perenne, honesto y remunerado en justicia, reviste especial
importancia para él porque éste dinamiza a los demás elementos primordiales que
constituyen el mínimo practicable para que la vida humana sea tal cosa. El trabajo es por
ello lo que dinamiza su programa vitalista y la seguridad social es lo que tiene que
cambiarse en la perspectiva de conseguir una vida más justa para todos y todas. En este
sentido, el desarrollo de la sociedad salvadoreña debe basarse en una economía que
tenga como principio fundamental el bienestar de la sociedad misma. De ahí la
importancia de que los liderazgos nacionales adopten un nuevo enfoque de las relaciones
entre la política social y la política económica en donde lo que prime sea la defensa de la
vida.

6.2. Reseña histórica de los derechos humanos

De acuerdo a la perspectiva de Gimbernat, los derechos humanos deben ser entendidos


dentro del gran movimiento de ciudadanos y pensadores que han procurado en la historia

640
Ibidem, p.224, 246-247.
240

de la humanidad, reivindicar los derechos de las personas y resaltar la dignidad de la igual


condición humana en cada individuo.641
De ahí que desde su perspectiva original, los derechos humanos “son el resultado de una
larga y ardua confrontación, a través de múltiples vicisitudes frente a los modelos que
imperaban e imperan de formas estatales absolutistas, que subordinan a las personas
mediante la coacción del poder y los instrumentalizan como súbditos.”642

En los manuales se destaca como declaración precursora de los derechos humanos, la


Carta Magna de Juan sin Tierra en 1215, que le fue impuesta al monarca por sus
barones, en la que aparece enunciada una breve serie de derechos de los súbditos del
rey. No obstante, hay que reconocer, como nos lo recuerda Gimbernat, que la conciencia
universalizadora del valor actual de los derechos humanos en cuanto tales, procede del
siglo XVIII; fundamentalmente del impulso que diera a éstos la filosofía ilustrada que
define una determinada emancipación de los ciudadanos frente a la dominación
inaceptable que ejerce el poder del Estado.643

Por tanto, es en el siglo XVIII donde se fundamenta el origen de la concepción moderna


de los derechos humanos así como de la concepción de la democracia y del Estado de
Derecho. Es aquí donde los derechos humanos de acuerdo a Gimbernat:
Conforman un factor clave en aquel gran movimiento social que inaugura la
modernidad. Como fruto de la Revolución Francesa, culmen de todas
aquellas ideas y propuestas sociales, la Asamblea Nacional de aquel país
aprueba el 26 de agosto de 1789 la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano, que es expresión de toda aquella peripecia
histórica. Desde aquel instante, esta declaración se va a convertir en el
texto base de todo el gran proceso difusor de los Derechos Humanos.644

De acuerdo a la perspectiva que nos presenta este autor, dentro de los precursores o
coetáneos de la Declaración francesa se cita el Bill of Rigths, consecuencia de la

641
Cfr. José Antonio Gimbernat, Los derechos humanos a los cincuenta años de la Declaración de 1948,
Editorial Sal Terrae, Madrid, 1998, p. 7.
642
Ibídem.
643
Cfr. Ibídem.
644
Ibídem.
241

revolución de 1688 en Inglaterra, que crea una forma de gobierno parlamentaria e inicia el
arraigo de los principios liberales en la organización de la vida pública.

En esta misma línea, hay que traer a cuenta el caso de los Estados Unidos de Norte
América, donde hay que resaltar el Acta de Tolerancia (Maryland) de 1649, y ya en el
siglo XVIII la Declaración de los Derechos del Buen Pueblo de Virginia de 1776, la
Declaración de Independencia de 1776 y el Bill of Rigth de 1791, que forman parte de la
Constitución de los Estados Unidos llamada particularmente como Declaración de los
Derechos de la Constitución Federal de los Estados Unidos.

Ahora bien, en cuanto a los antecedentes filosóficos de los derechos humanos, puede
decirse que culminan en los Enciclopedistas y en Rousseau y Kant quienes llevan a cabo
una ruptura importante con el iusnaturalismo medieval, representado fundamentalmente
por santo Tomás de Aquino.645

De ahí que autores como Grocio, Hobbes o Locke son los precursores de la modernidad
en el pensamiento ético, jurídico y político en donde las nociones básicas de ley natural y
naturaleza adquieren un sentido específico importante.646

Ahora bien, el punto culmen de la institucionalización de los derechos humanos lo


constituye la Declaración de 1948. En donde los Estados de todo el mundo, perdedores y
ganadores de la Segunda Guerra Mundial, consideraron que era imprescindible crear
doctrinas jurídicas e instituciones que garantizaran no volver a repetir un acontecimiento
tan funesto para la humanidad como había sido esa guerra. De ahí que surge la idea de
crear la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que viniera a suplantar la vieja
organización denominada Sociedad de Naciones. La ONU estaría dotada de un texto
fundacional que lo constituye la Carta de las Naciones Unidas, que entre otras cosas
significa por primera vez el reconocimiento internacional de la importancias incuestionable
de los Derechos Humanos como norma básica de la nueva institucionalidad.647

645
Cfr. Mauricio Beuchot Puente, Los derechos humanos y su fundamentación filosófica, Universidad
Iberoamericana, México, 1997, pp. 16-25.
646
Remito al excelente estudio que tienen al respecto John Humphrey y Richard Tuck, denominado “La
Declaración internacional de derechos, Estudio crítico” en Los fundamentos filosóficos de los derechos
humanos, Ediciones Serbal, UNESCO, Barcelona, 1985, pp. 64-90.
647
Cfr. Ibídem, p. 67.
242

Dieciocho años más tarde de firmada la Declaración universal de los derechos humanos,
en 1966, la Asamblea General de la ONU aprobó los textos que componen El Pacto
internacional de derechos económicos, sociales y culturales y el Pacto de derechos civiles
y políticos que vienen a consolidar más los derechos humanos proclamados en 1948.648

6.3. Masferrer y los derechos humanos

Para enero de 1932, Masferrer publica en Guatemala una serie de artículos compilados
en un documento que le tituló El libro de la vida y que Matilde E. López publica en la
edición de 1971,649 en uno de esos artículos, Masferrer afirma que:
Además de mis artículos vitalistas, numerosos, he publicado algunos
folletos insinuadores de la doctrina, por ejemplo: “Cartas a un Obrero”,
“Las Ideas”, “El Dinero Maldito”, “Helios” y “La Religión Universal”. Desde
diversos puntos de vista, lo que se afirma en todos ellos es la misma idea:
que la Vida es Una, y sus corolarios consiguientes, a saber: que para toda
criatura –planta, animal u hombre,– el valor supremo es la propia vida; que
todos aspiran a la vida íntegra; que la Naturaleza ha provisto a la
satisfacción de esos anhelos; que la esencia de todas religiones civilizadas
es reconocer y vivir la afirmación de que la Vida es Una; que la filosofía
eficaz y trascendente, demuestra y confirma la misma verdad; que la moral,
si no se encamina a procurar, o por lo menos a no estorbar la vida íntegra
para toda criatura, es vacía o perniciosa; que el Arte y la Ciencia no deben
nunca negar o contradecir esa Verdad Suprema, y que culminan cuando la
sirven.650

Por tanto, para Masferrer la defensa de la vida es el elemento fundamental que motiva y
reproduce la actividad fundamental del hombre en toda sociedad. Por esto es que para
Luis Aparicio, Masferrer es un precursor de los derechos humanos con su doctrina del
Minimumvitalismo, según este autor “para Masferrer, la doctrina del Mínimum Vital debía
llevarnos a una vida de paz y concordia, en donde la envidia no eche raíces que
obstaculicen el bien común fundado en el respeto recíproco, de suerte que cada quien se
648
Cfr. Ibídem, pp. 68-69.
649
A. Masferrer, “El Libro de la vida”, en Obras Escogidas, Op. Cit., pp. 187-230.
650
A. Masferrer, “Pórtico”, en Obras Escogidas, Op. Cit., p. 189. Las negrillas son del original.
243

sienta seguro dentro de los límites mínimos de satisfacción de sus necesidades


primordiales.”651

Puede inferirse entonces, que desde la perspectiva de Masferrer los derechos humanos
existen independientemente de que no se les reconozca o cumplan, porque para él los
derechos se asientan en la biología, en la vida misma, no sólo la humana sino la del
mundo en general. Por tanto, se deduce que los derechos humanos los poseen los
hombres por el mero hecho de ser hombres. De ahí que éstos no dependen ni de su
positivización en leyes particulares que los exijan ni de la voluntad del legislador, ya sea
éste individual o colectivo, sino que los derechos humanos están más allá de la
positivización y tienen autonomía propia. Por ello es que pueden traducirse en leyes y
normas. Puede decirse entonces que para Masferrer los derechos humanos son
inherentes al ser humano por su misma esencia o naturaleza. De ahí que su labor se
centre, sobre todo, en la defensa de la dignidad humana; dignidad que no sólo ha sido
difícil de descubrir en la realidad salvadoreña de principios del siglo XX, sino dignidad que
no se ha hecho respetar en esa época turbulenta que le vino en suerte vivir.

En esta línea de pensamiento, J.A. Gimbernat afirma que los derechos humanos
proclamados por las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, han permitido resaltar
el relieve que éstos han adquirido en la conciencia colectiva de la humanidad; en
contraste con otras ideologías y religiones más localistas, que no han logrado el mismo
nivel e incluso que con el pasar de los años han llegado incluso a fenecer.652 Para este
especialista, los derechos humanos:
Deben ser entendidos dentro del gran movimiento de ciudadanos y
pensadores que han procurado en la historia reivindicar los derechos de las
personas y resaltar la dignidad de la igual condición humana en cada
individuo. En su génesis son el resultado de una larga y ardua
confrontación, a través de múltiples vicisitudes frente a los modelos que
imperaban e imperan de formas estatales absolutistas, que subordinan a
las personas mediante la coacción del poder y los instrumentalizan como
súbditos.653

651
L.A. Aparicio, Alberto Masferrer, Pedagogo-político, Op. Cit., p. 52. Las negrillas son del original.
652
Cfr. J.A. Gimbernat, Op. Cit., p. 5.
653
Ibidem, p. 7.
244

Por otra parte, Antonio Cassese (1947-2011), teórico de los derechos humanos citado por
Gimbernat, hace una síntesis del contenido de la Declaración de 1948 en cinco puntos
principales: 1) Los derechos de la persona (derecho a la igualdad, a la vida, a la libertad, a
la seguridad, etc.); 2) los derechos que corresponden al individuo en sus relaciones con
los grupos sociales de los que forma parte (derecho a la intimidad en la vida familiar, a la
libertad de movimientos de las personas en el mundo, a poseer una nacionalidad, a la
propiedad y a la libertad religiosa); 3) derechos políticos (libertad de pensamiento y
reunión, derecho electoral activo y pasivo, derecho a tener acceso al gobierno y a la
administración de la cosa pública); 4) derechos económicos y sociales, relacionados con
el trabajo y la producción y referidos también a la educación (derecho al trabajo y a una
justa retribución, derecho al descanso, derecho a la asistencia sanitaria, etc.); 5) derecho
a un orden social e internacional justo.654

A nuestro juicio, la postura de Masferrer está en plena sintonía con el sentido de los
derechos humanos y en muchos puntos es aún más radical que la que expresa la
Declaración Universal de los Derechos Humanos defendida por la ONU, porque desde el
Minimumvitalismo propuesto por Masferrer se puede apreciar una confrontación entre el
ideal de la realización plena de los derechos humanos y la verdad real vivida por los
pueblos del mundo actual. Y, esto por dos razones importantes: la primera, porque los
derechos de pretensión social no son susceptibles de reclamación individual en las leyes
particulares de los Estados nacionales, los centroamericanos inclusive, por ejemplo el
derecho al trabajo, a una vivienda digna, a la alimentación, a la salud, etc.; su ausencia no
puede ser reclamada ante ningún tribunal, cosa que no ocurre con las conculcaciones de
los derechos civiles y políticos. La segunda razón es que se encuentra la incapacidad real
y actual de los Estados nacionales para garantizar tales derechos a miles de ciudadanos
de nuestro mundo. Su consecución resulta todavía más difícil por ser bienes dejados al
libre juego de mercados, a los que todas esas personas carecen de acceso real. En esta
línea, como afirma Gimbernat:
En la práctica de la política de los Estados occidentales, tanto en su interior
como, sobre todo, con respecto a los países no desarrollados, los
Derechos Humanos –en contra de las tesis sostenidas– son divisibles y, en
consecuencia, tampoco son vistos como universales, a no ser en el
reconocimiento benevolente de que son justas y humanas las aspiraciones

654
Cfr. Ibidem, p. 11.
245

incumplibles de todos aquellos que ahora son víctimas de la falta de


aplicación de tales derechos.655

7. Los derechos humanos para Ignacio Ellacuría

El tema de los derechos humanos tiene una importancia crucial en la reflexión filosófica y
en toda la vida intelectual de Ignacio Ellacuría. Articulada la reflexión crítica de este
filósofo hispano-salvadoreño en lo que comprende a su teoría de los derechos humanos
con la línea de reflexión y los postulados fundamentales que tiene el Minimumvitalismo
masferreriano, puede afirmarse que Ellacuría con su reflexión crítica y su fundamentación
de la teoría de los derechos humanos, otorga al planteamiento de Masferrer una validez
radical en el orden de la principialidad. Por esto resulta de gran importancia estudiar a
fondo la propuesta intelectual ellacuriana respecto del tema de los derechos humanos y
cómo se articula con la teoría Minimumvitalista masferreriana.

Ahora bien, Ellacuría hace una fundamentación filosófica del bien común, la justicia y los
derechos humanos desde la filosofía de santo Tomás de Aquino. El itinerario que sigue es
fundamentar el bien común luego la justicia y posteriormente los derechos humanos;
primero desde el ámbito de la polis como un todo, la ciudad como un ámbito de totalidad
pero enmarcado desde el sujeto que soporta dicha polis y este sujeto es la humanidad, la
comunidad.656

Para Ellacuría los derechos humanos tienen que articularse desde el carácter de la
humanidad como un todo. Es decir, desde el carácter de mundialización. Para él los
derechos humanos son necesarios para la subsistencia humana y para su viabilidad real.

655
Ibidem, p. 22.
656
Ellacuría publica una serie de artículos sobre los derechos humanos en los que expresa su visión respecto
de ellos; estos artículos son: “Historización del bien común y de los derechos humanos en una sociedad
dividida”, en Escritos filosóficos III, UCA Editores, San Salvador, 2001, pp. 207-225; “Historización de los
derechos humanos desde los pueblos oprimidos y las mayorías populares”, en Escritos Filosóficos III, UCA
Editores, San Salvador, 2001, pp. 433-445; “Los derechos humanos fundamentales y su limitación legal y
política”, en Veinte años de historia en El Salvador (1969-1989), Escritos Políticos I, UCA Editores, San
Salvador, 1991, pp. 501-520; El Mal común y los derechos humanos, en Escritos Filosóficos III, UCA
Editores, 2001, pp. 447-450. Asimismo, en su artículo teológico “Utopía y Profetismo”, publicado en
Mysterium Liberationis, Conceptos fundamentales de la teología de la liberación, UCA Editores, San
Salvador, 1993, pp. 493-542, fundamenta desde la teología la teoría de los derechos humanos.
246

Ahí radica la necesariedad de los derechos humanos. Por ello, éstos en algún sentido,
pueden estimarse como la prolongación y la actualización histórica del bien común:
Tiene una larga trayectoria filosófica y teológica. No se trata, por tanto, de
temas nuevos, ni se trata tampoco de problemas accidentales en la
estructuración de la sociedad y de la historia. Pero, ¿por qué estos temas
tan graves en un correcto planteamiento de la ética personal y de la ética
política han tenido tan poca incidencia en la configuración ética de la
persona y la sociedad? ¿Por qué, al contrario, han servido y están sirviendo
para una tan permanente negación real del bien común y de los derechos
humanos?657

La idea de bien común que tiene Ellacuría se afirma en dos ideas claves, la primera es
que la sociedad en el sentido de polis, civitas, esto es, como sociedad política, es una
realidad necesaria para el individuo. La otra idea clave es que la sociedad no puede ser lo
que es, ni hacer lo que debe hacer si no cuenta con suficientes recursos materiales que
estén a disposición de todos y cada uno de los individuos dentro de la polis que
habitan.658 Ellacuría fundamenta su reflexión basado en santo Tomás de Aquino quien es
explícito en sus afirmaciones respecto de lo que concibe como bondad. “La bondad,
[expresa Ellacuría siguiendo al Aquinate], de una parte se considera en relación con lo
que es su todo, y como el hombre es parte de la ciudad, es imposible que ningún hombre
sea bueno sino por su relación al bien común”659 De ahí se concluya que:
Nadie es bueno sino en relación con el bien común; más aún, el que
prefiere su bien propio al bien común, más exactamente, su bien “privado”
al bien “comunicado”, no es una persona ética. Ni se excluyen de esto los
bienes de la persona, porque el bien común prevalece sobre el bien
singular de cada persona (“inquantum bonum commune praeeminet bono
singulari unius personae”). Y así sostiene santo Tomás que no hay voluntad
recta en ningún hombre que busca un bien particular si no lo refiere al bien
común como a su fin (“non est [autem] recta voluntas alicuius hominis

657
I. Ellacuría, “Historización del bien común y de los derechos humanos en una sociedad dividida”, en
Escritos filosóficos III, UCA Editores, San Salvador, 2001, pp. 207-208.
658
Cfr. Ibidem, p. 208.
659
Ellacuría retoma al Tomás de Aquino de la Summa Theologica 1-2. q. 92, a. 1, ad 3, en donde se afirma
que “Siendo, pues, el hombre parte de la ciudad, es imposible que un individuo sea bueno si no guarda la
debida proporción con el bien común”. [Esta cita y las dos siguientes corresponden a la paráfrasis previa, En
la primera y la tercera, las palabras entre corchetes han sido omitidas por Ellacuría. Nota del Editor.]
247

volentis aliquod bonum particulare, nisi referat illud in bonum commune


sicut [in] ferem”). La parte recibe su sentido del todo, y por ello, cualquier
bien de una parte es ordenable al bien del todo.660

En eso se funda, de acuerdo a la opinión que sostiene Ellacuría, que los actos de
cualquier virtud pertenezcan a la justicia y que la justicia tenga prioridad sobre cualquier
otra virtud moral.661 Ahora bien, Ellacuría concluye que esa justicia prioritaria en la vida del
individuo y de la sociedad no es la justicia de los jueces, ni la justicia de los individuos:
Sino la llamada justicia legal, la justicia de la ciudad, la justicia que busca la
promoción y la defensa del bien común. Paralelamente, es promoviendo
esta justicia ciudadana, esta recta estructuración de la sociedad civil, como
se prevé de la mejor manera al bien de las personas: el mejor modo de
alcanzar al bien de las personas y el alcanzar justamente a todas, para que
ellas desarrollen su vida personal, es dirigiendo el esfuerzo a la promoción
estructural del bien común; más aún, la forma justa de buscar el bien
propio es buscando el bien común.662

Esto por dos razones que como bien define Ellacuría, en primer lugar porque tanto el bien
común como el bien particular son bienes personales, bienes vistos desde la persona y
para la persona. De ahí que sólo quien identificara la persona con la privacidad particular
puede ver disminución de lo personal por la acentuación del bien común y en segundo
lugar, porque la discusión se plantea respecto de bienes de índole más interna y lo que
aquí importa no es la consideración de esos bienes, sino más bien de aquellos bienes que
competen a la persona como ciudadana, como integrante de una sociedad política. En el
caso de estos bienes, sobre todo de los bienes económicos, que son los fundamentales
en la estructuración de la sociedad, la discusión está zanjada y no cabe duda sobre la
prioridad del bien común sobre la de los bienes particulares.663 De ahí que para Ellacuría,
los derechos humanos puedan considerarse como:
Despliegue del bien común de la humanidad como un todo (...) Una vez
cumplida la condición real de una única historia de la humanidad es ya
urgente la consideración mundial de los derechos humanos; no puede

660
Ibidem, pp. 209-210.
661
Cfr. Ibidem, p. 210.
662
Ibidem.
663
Cfr. Ibidem, p. 211.
248

olvidarse que el bien común daba paso a una estricta justicia, anterior a la
voluntad de los individuos y generadora de derechos irrestrictamente tales,
que deben ser reconocidos y promovidos por las leyes de la sociedad.664

En este sentido, es la humanidad la comunidad fundante del bien común. Por ello, “el
situar los derechos humanos en relación con el bien común da a aquellos su fundamento
y su marco de referencia, mientras que proporciona al bien común un principio de
concreción y obligatoriedad. Si los derechos humanos se derivan del bien común, se
presentarán como obligación para todos los integrantes de la humanidad, pues todos
tendrían un derecho fundamental a participar del bien común como tienen obligación de
contribuir a su realización.”665 De ahí que para él la apropiación privada de algo que es por
su naturaleza social y, por consiguiente, común, es una injusticia fundamental, que hace
injustos todos sus efectos:
No hay, por lo tanto, posibilidad ética de apropiación privada del bien
común con menoscabo de la comunidad de ese bien. Cuando predomina lo
privado y los intereses privados o de grupo en la distribución del bien
común y, antes, en la producción explotada de lo que es el bien común,
cuando unos pocos se apropian de aquello que no puede ser suyo más que
haciendo que no sea de los otros e impidiendo que los otros puedan
servirse de lo que tienen derecho, estamos ante la negación misma del
bien común y ante la ruptura del orden social justo.666

Para Ellacuría el bien común es fundamentalmente un conjunto de condiciones


estructurales que se expresan en la justicia de la sociedad. Ambas condiciones deben ser
promovidas por la sociedad como un todo y, en concreto, por los órganos verdaderamente
representativos de la sociedad. Ninguna estructuración de la sociedad y ninguna forma de
gobierno se legitiman, si no representan la mejor promoción del bien común. Para este
autor la prueba real y fehaciente de dicha promoción está en que ninguno de los seres
humanos que constituyen la sociedad se vea privado de las condiciones básicas para el
desarrollo personal y en que ninguno se aproveche del bien común, en menoscabo del
derecho de los demás a servirse de ese bien común. Así resulta que la justicia, como
puesta en marcha del bien común, es la virtud fundamental de la ciudad y es el norte
664
Ibidem.
665
Ibidem, p. 212.
666
Ibidem, p. 213.
249

orientador del ciudadano y del político. El garante del bien común, el gobernante, debe
contar con la posibilidad real no sólo de castigar a quien viola las exigencias del bien
común, sino que ha de tener en sus manos la posibilidad radical de que no se pueda
llevar a cabo cualquier tipo de violación a los derechos humanos. Sería absurdo, de
acuerdo a la postura de Ellacuría, que quien detentara el poder político fuera al mismo
tiempo representante de intereses o de algún grupo de individuos, sobre todo si ese grupo
fuera de quienes se han apropiado indebidamente de lo que es el fundamento del bien
común.667

De acuerdo a la realidad vivida en la región centroamericana y particularmente en El


Salvador, aun durante las últimas décadas del siglo XX, ésta mostraba que existía una
constante violación a los derechos humanos fundamentales. Lo que sugería para
Ellacuría que existía a la vez una insuficiencia en el enfoque meramente formal. Se
pregunta entonces este pensador, ¿Qué falla, entonces en el planteamiento que desde la
perspectiva formal es tan razonable y progresista, para que no resulte satisfactorio como
planteamiento? ¿Qué hay de mistificado en la idea de un bien común que se supone que
es superior al bien particular? La respuesta para Ellacuría es clara y se sitúa también en
el ámbito del carácter formal y su interpretación en la línea de la abstracción idealista. Es
decir, este planteamiento en tales condiciones no tiene en cuenta las condiciones reales
en las que debe positivizarse la defensa del bien común; condiciones sin las cuales la
búsqueda del bien común resulta ser ambigua. De lo cual resulta que ni se tiene claro cuál
debe ser en cada situación histórica el contenido del bien común, ni se tiene determinado
cuál es el camino para conseguirlo. Paralelamente, para Ellacuría, no se conoce cuál es la
escala jerárquica de los derechos humanos, ni cuál es la causa verdadera de su
permanente violación estructural, más allá de lo que pudieran considerarse voluntades
personales.”668 De ahí que Ellacuría sostenga la idea que:
Una doctrina del bien común que no cuenta con la posibilidad real de una
sociedad internamente conflictiva, que no se percata de la existencia de
clases opuestas con intereses contrarios y contrapuestos, no puede
plantear ni resolver adecuadamente el problema del bien común. Una
doctrina del bien común que no cuente con la sospecha de que el Estado
en vez de ser garante del bien común es el gendarme de un orden que

667
Cfr. Ibidem, p. 214.
668
Cfr. Ibidem, pp. 214-215.
250

favorece a una minoría de la sociedad, no puede ofrecer más que


soluciones mistificadas a las exigencias reales del bien común.669

Por esto según Ellacuría la afirmación de algunos derechos humanos puede ser la
máscara para tapar la violación fundamental de los derechos humanos más básicos. Él lo
afirma en la línea de que no se puede dar por derecho humano fundamental la existencia
de un determinado orden económico y la subsistencia de un orden político, que refuerce
la permanencia y la vigorización de ese orden económico, sin que caiga por su
basamento ético toda posible defensa de los derechos humanos. No es que se deba
desdeñar, de acuerdo a su punto de vista, sobre todo en casos de regímenes
frontalmente dictatoriales, la protección contra abusos individuales o la promoción de
marcos formalmente democráticos, pero tal protección y promoción no pueden hacer
olvidar lo que son los derechos fundamentales de la existencia humana y lo que son las
condiciones indispensables y mínimas para que tenga un sentido real hablar de derechos
humanos. Por tanto, defender unos derechos humanos que no sean los fundamentales o
defender los fundamentales sin preocuparse de las condiciones reales que los posibilitan,
es mistificar todo el problema de los derechos humanos y del bien común. Sólo en la
afirmación consecuente de lo que es el derecho a la vida, incluido el derecho a la libertad
de la vida, puede verse la prueba de fuego de lo que es la aceptación real de los derechos
humanos frente a lo que es su mistificación interesada.670

Ahora bien, ofreciendo una postura sumamente sugerente, Ellacuría afirma que tanto el
bien común como los derechos humanos para que lleguen a ser un principio de
verificación, tienen necesariamente que historizarse. Para él:
Sin historización del bien común y de los derechos humanos ni se
sobrepasa su formalidad abstracta y mistificadora, ni se verifica su verdad o
falsedad. Dar por supuesto que hay un bien común para todos los pueblos
y épocas reduce su realidad a un contenido mínimo, que, además, ignora
las condiciones de su realización. La historización consiste en ver cómo se
está realizando, en una circunstancia dada, lo que se afirma
abstractamente como un “deber ser” del bien común o de los derechos
humanos, y consiste, en segundo lugar, en la posición de aquellas

669
Ibidem, p. 216.
670
Cfr. Ibidem, p. 216-217.
251

condiciones reales sin las cuales no se puede dar la realización efectiva del
bien común y de los derechos humanos. Si, por ejemplo, se considera que
el derecho al trabajo es un derecho fundamental y una parte indispensable
del bien común y se verifica que la mitad de la población activa no tiene
ocupación permanente y que un determinado tipo de orientación económica
no va a poder resolver ese problema, habrá que decir que esa ordenación
económica y de la sociedad que la propugna están negando realmente la
preeminencia del bien común y están anulando un derecho humano
fundamental. En tal caso, el bien común exige, en principio la
reestructuración de esa sociedad por el cambio radical de su ordenamiento
económico.671

Para este autor, sólo mediante esta historización es posible comprobar si un bien
supuestamente general es común, si está siendo comunicado a todos los miembros de la
sociedad. El bien común sólo es realmente común si propicia un tipo de vida común.672

En esta perspectiva, para Ellacuría, la enorme desigualdad en el disfrute de los bienes de


una misma nación, que debería ser un todo, en el cual la totalidad debiera primar sobre la
parcialidad, muestra una apropiación por unos pocos del bien común, en este sentido no
se trata tan sólo de los bienes formalmente económicos, sino también de los bienes
culturales, políticos, sanitarios, etc.; por ello no puede hablarse de un bien común que
tenga elementos de concreción en la realidad. De ahí que el fenómeno de la
pauperización, que conlleva la degradación estructural en la sociedad real que hace más
pobres a los pobres por el mismo mecanismo que hace más ricos a los ricos, es la verdad
histórica del presunto bien común nacional. En este sentido, la existencia conflictiva de
clases sociales en el mundo actual en la cual está estructurada la economía moderna
plantea la existencia de intereses contrarios. Esto impide hablar de forma coherente del
bien común. Para Ellacuría, el presunto bien común es, en este contexto, tan sólo un
marco formal que permite legalmente la negación del bien común real. Y es que, en una
estructura capitalista burguesa, es claro el predominio de la parte sobre el todo y también

671
Ibidem, pp. 217-218.
672
Más adelante Ellacuría afirma que “Lo importante en el proceso de historización no es el logro alcanzado
en un momento determinado, sino la orientación del proceso. Pero no su orientación ideal, sino su orientación
real.” p. 219. En este sentido demerita el fin al cual impulsa la utopía del logro de la justicia social como
modelo de sociedad al que pretende llegar toda comunidad.
252

de la parte menor sobre la parte mayor; cuando esto ocurre se está negando el bien
común en beneficio del bien particular, que ya no puede llamarse bien, sino tan sólo
utilidad egoísta.673 Ellacuría es claro en su propuesta de lo que deben ser los derechos
humanos. En sus palabras, se expresa de la siguiente manera:
Los derechos humanos deben ser primariamente derechos de los
oprimidos, pues los opresores no pueden tener derecho alguno, en tanto
que opresores, y a lo sumo tendrán el derecho a que se les saque de su
opresión. Sólo haciendo justicia a los pueblos y a las clases oprimidas se
propiciará su auténtico bien común y unos derechos humanos realmente
universales. Este “hacer justicia”, dada la actual situación histórica, tendrá
que tomar la forma de un “hacerse justicia”. La legitimación de este
“hacerse justicia” estriba, precisamente, en la primariedad del bien común y
en la negación que del bien común hacen los acaparadores de los bienes
comunes y los representantes legalizados de esos acaparadores. El bien
común y los derechos humanos deben ser un activo hacer derecho y hacer
justicia, hacerse derecho y hacerse justicia.674

Ahora bien, este principio ellacuriano de que los derechos humanos deben ser
primordialmente derechos de las mayorías populares oprimidas por un contexto social,
político y económico estructurado en una sociedad que se encuentra en constante
dialéctica; orienta la reflexión de este pensador a que el supuesto fundamental respecto
de los derechos humanos es que éstos deben alcanzar una perspectiva y validez
universal, pero que esto no se logrará si no se tiene en cuenta el “desde” dónde se
consideran y el “para” quién y “para” qué se proclaman. Consecuentemente, hay que
tener claro y explícito ese “desde” y ese “para”, es desde los pueblos oprimidos y desde
las mayorías populares para o en busca de su liberación.675
El problema de los derechos humanos es un problema no sólo complejo
sino ambiguo, pues en él no sólo confluye la dimensión universal del
hombre con la situación realmente distinta en la que desarrollan su vida los
hombres, sino que propende a ser utilizado ideológicamente al servicio no
del hombre y sus derechos sino de los intereses de unos u otros grupos.

673
Cfr. Ibidem, p. 220.
674
Ibidem, p. 223.
675
Cfr. I. Ellacuría, “Historización de los derechos humanos desde los pueblos oprimidos y las mayorías
populares”, en Escritos filosóficos III, UCA Editores, San Salvador, 2001, p. 433.
253

Por ello hay que plantearlo en un triple plano: en lo que tiene de verdadero
y falso -problema epistemológico-, en lo que tiene de justo e injusto –
problema ético-, y en lo que tiene de ajustado o desajustado –problema
práxico o político–.676

Para Ellacuría, la forma cómo se ha enfocado la teoría de los derechos humanos es una
forma impersonal que ha permitido que éstos hayan sido utilizados por intereses de grupo
en una sociedad polarizada, donde los que detentan el poder son quienes deciden qué es
derecho y qué no lo es. En este sentido afirma este autor “en vez de esa concepción
abstracta, ideologizada y ahistórica del derecho, en este caso de los derechos humanos,
se propone enfocar el problema general del derecho y en particular de los derechos
humanos, no sólo desde la perspectiva del triunfo de la razón sobre la fuerza sino, más en
concreto, desde la defensa del débil contra el fuerte.”677

Ahí es donde la teoría de los derechos humanos desde la perspectiva ellacuriana, cobra
un nuevo matiz no visto hasta ese momento, en su propuesta de historizar los derechos
humanos desde la perspectiva clara que ofrece la opción por las mayorías populares, es
decir, una opción por la defensa de la vida de aquellos que ante la omnipotencia de unas
minorías de la sociedad que articulan a su favor la administración de los recursos de la
tierra, no pueden defenderse, por ello este filósofo hispano-salvadoreño afirma que:
La aplicación de la historización a los pueblos oprimidos y a las mayorías
populares muestra que el problema radical de los derechos humanos es el
de la lucha de la vida contra la muerte, es la busca de lo que da vida frente
a lo que la quita o da muerte. La lucha de la vida contra la muerte se
plantea en muy diversos planos, tanto si se atiende al orden personal,
como al orden social y al orden institucional. No se refiere sólo a la vida
biológica, aunque la vida biológica humana es, no sólo más que biológica
en su unidad estructural.678

Por ello, para Ellacuría, “la mera vida biológica -aquel mínimo que se convierte, cuando
falta, en lo máximo- se constituye en el derecho primario.”679 Esto puede parecer algo

676
Ibidem, pp. 433-434.
677
Ibidem, p. 435.
678
Ibidem, p. 439.
679
Ibidem, p. 440.
254

sobreentendido en los países ricos, que tienen asegurado el derecho a la vida en su


realidad práctica; pero no es así en la mayor parte de los países en Latinoamérica, donde
se hace sumamente problemático conservar la vida biológica, ya sea por la extrema
pobreza o por la represión y la violencia cotidianas que se vive en estas latitudes, tanto en
el momento en el que vivió Masferrer, como el que vive Ellacuría y como el que se vive ya
entrado el siglo XXI. En este sentido, para la mayor parte de la humanidad, los derechos
humanos deben ser de la humanidad entera, de lo contrario dejarían de ser derechos
humanos realmente. Siendo esto así, no se dan las condiciones reales para poder seguir
viviendo biológicamente, porque como es sabido el hambre y falta de trabajo someten el
orden establecido, con lo que los derechos humanos, si no se cumplen en la realidad,
cuestionan radicalmente el modo de vida organizado en la actualidad; sobre todo en la
parte occidental de este mundo.680

En este sentido para Ellacuría, la “lucha por la vida contra la muerte, que es, en concreto
la lucha de la víctima contra su verdugo, puede darse en otros planos: el de la libertad, el
de la justicia, el de la dignidad, el de la solidaridad; en definitiva, en el plano de la plenitud
de la vida, que sin dejar nunca de ser biológica, transciende los límites de lo biológico.”681
Ahora bien, -continúa Ellacuría– en un mundo dividido y conflictivo, no radicalmente por
las guerras, aunque se viva y padezca una guerra cruel durante esta época que vive este
filósofo, sino dividido sobre todo por “la injusta distribución de los bienes comunes, esa
comunidad y esa humanidad no son estáticas ni unívocas, por lo cual debe ponerse en
vigor el principio de la prioridad de lo común y de lo humano sobre lo particular. Esto se
logra dando prioridad teórica y práctica a las mayorías populares y a los pueblos
oprimidos a la hora de plantear con verdad, con justicia y con justeza el problema de los
derechos humanos.”682

De ahí que pueda hablarse con entera propiedad, que en el mundo también existe lo que
Ellacuría denomina como el mal común; para él, el mal común no es el mal que padece
una persona que sumado al que sufre otra y otra se convierte en un mal generalizado.
Esto más bien debe caracterizarse como un mal de muchos.683 La diferencia entre el mal

680
Cfr. Ibidem, p. 440.
681
Ibidem.
682
Ibidem, p. 445.
683
Cfr. I. Ellacuría, “El Mal común y los derechos humanos”, en Escritos filosóficos III, UCA Editores, San
Salvador, 2001, pp. 447-450.
255

común y el mal de muchos es que el mal común es tal, cuando afecta más o menos
profundamente a la mayor cantidad de individuos de una sociedad de modo que queda
resaltada su capacidad de propagarse y comunicarse. Pero más radicalmente el mal
común, desde la perspectiva de Ellacuría, es aquel mal estructural que distorsiona
ineludiblemente al individuo. Por ello, el mal común no sólo impone sus efectos sobre la
sociedad y la mayoría o totalidad de la misma, sino que trastorna la individualidad
personal de los seres humanos que afecta. En sus palabras, el mal común es “aquel mal
estructural y dinámico que, por su propio dinamismo estructural, tiene la capacidad de
hacer malos a la mayor parte de los que constituyen una unidad social”. 684 De ahí que el
mal común apunta al trastorno vital humano para convertir al individuo en un reproductor
maligno que conduce a la inviabilidad de la especie y, por tanto, induzca a la destrucción
del individuo y de la sociedad. Para Ellacuría:
Nuestra situación está configurada por el mal común. La sociedad, el país,
están de tal forma estructurados y dominan en él tales dinamismos, que la
mayor parte de la población queda afectada malamente, de suerte que para
no estarlo hay que luchar contra corriente y no dejarse determinar por ese
mal común. Ciertamente algunos sacan provecho de este mal común, pero
esto mismo les hace malos en un sentido más profundo. Las condiciones
económicas, sociales, políticas y culturales son tales que la mayor parte de
los ciudadanos salvadoreños viven en pobreza crítica con insatisfacción de
sus necesidades básicas en salud, vivienda, educación y trabajo.685

Ellacuría constata que existe una relación dialéctica entre lo que es el mal común y lo que
es el bien común. Para él, vistas las cosas desde el mal común real; es decir, desde el
mal que afecta a las mayorías, sobre todo cuando este mal cobra las características de
injusticia estructural que apenas posibilita la existencia de la vida humana y que
deshumaniza a la mayor parte de los seres humanos que viven sometidos a dichas
estructuras injustas como son la injusticia institucionalizada en leyes, costumbres,
ideologías, etc., surge el problema del bien común como una exigencia negadora de esa
injusticia estructural e institucional. En ese contexto el bien común es negación
superadora del mal común. Éste debe ser contrapuesto como bien al mal pero debe tener
las mismas características que hacían del mal común algo realmente común.

684
Ibidem, p. 448.
685
Ibidem, p. 448.
256

En esta línea, Ellacuría propone unas recomendaciones concretas respecto de la


construcción teórica de una justicia estructural que se oponga al mal común que viven las
sociedades.
Un bien será, por tanto, un bien realmente común, cuando tenga la
capacidad de afectar con su bondad a la mayor parte; segundo, cuando
tenga de por sí esa comunicabilidad bienhechora; tercero, cuando tenga un
cierto carácter estructural y dinámico. En el caso de tener que superar una
injusticia estructural e institucional, se trata de crear una justicia estructural
e institucional esto es, una serie de estructuras e instituciones, que no sólo
posibiliten sino que contribuyan eficazmente a que la mayor parte de los
individuos –y no sólo unas minorías privilegiadas– puedan satisfacer sus
necesidades básicas y puedan construir personalmente sus propias
vidas.686

En esta perspectiva es que habrá que articular una ortopraxis de los derechos humanos y
que a partir de ella es que habrá que construir una nueva institucionalidad estatal, en
donde la defensa de la justicia y la concreción de la misma garantice que los distintos
Estados no sean violadores de los derechos humanos, sino los garantes del derecho y la
justicia. Ellacuría lo dice de la siguiente manera:
Una consideración de los derechos humanos desde esta perspectiva del
mal común dominante los mostraría como el bien común concreto, que
debe ser buscado en la negación superadora del mal común, que
realmente se presenta como una situación en el que son violados
permanentemente y masivamente los derechos humanos. La situación de
los derechos humanos, como expresión fundamental del estado de justicia
o de injusticia en que vive la mayor parte de la población, se convierte así
en una medida tanto de la gravedad del mal común como de la necesidad
de alcanzar el bien común. Donde es de capital importancia hablar
primariamente de Estado de justicia y, sólo después, de Estado de
derecho, porque tras el Estado de derecho puede ocultarse el mal común,
la injusticia estructural e institucional. Un Estado de derecho que oculte el
Estado de injusticia no es parte del bien común sino del mal común. Al

686
Ibidem, p. 449.
257

contrario, un Estado de derecho que refleje institucionalmente el Estado de


justicia es una necesidad del verdadero bien común, que posibilita
realmente el que las grandes mayorías vivan bien y justamente.687

Ahora bien, estos aportes de Ellacuría a la teorización de los derechos humanos muestran
su interés principal, que como afirma Antonio González en la presentación que hace al
libro de J.A. Senent de Frutos denominado Ellacuría y los derechos humanos, consiste en
mostrar la prioridad de los derechos humanos más directamente relacionados con la
supervivencia de la especie humana, y cuya amenaza define precisamente la situación de
los pobres. Dicho en términos “praxeológicos”688: toda moral concreta de un grupo social y
toda fundamentación racional de obligaciones universales hunde sus raíces en todos
aquellos bienes elementales sin los cuales no es posible la praxis humana y por ende la
ética. Si la insistencia en los fundamentos biológicos de la moral permite a Ellacuría
atender especialmente a los derechos más urgentes para los pobres, la perspectiva
universal le posibilita pensar los derechos humanos a la altura de la situación histórica de
nuestro planeta.689

En esta perspectiva, como ratifica González, “la realización histórica de los derechos
humanos no se puede medir desde los estrechos márgenes de un Estado nacional. Una
filosofía de los derechos humanos a la altura de nuestro tiempo requiere necesariamente
un punto de vista planetario.”690

Un aporte que Senent tiene en su libro es rescatar el método que Ellacuría propone para
abordar una teoría de los derechos humanos. Senent ubica dicho estudio en una
perspectiva totalizadora del pensamiento ellacuriano. Es decir, aborda el estudio y análisis
de los derechos humanos no sólo desde su filosofía sino también desde su teología, su

687
Ibidem, pp. 449-450.
688
Antonio González teoriza respecto de la praxeología y para él este término se refiere al carácter que los
actos, actuaciones y actividades tienen respecto de la praxis humana. Como González dice, “El término praxis
puede ser utilizado como concepto general que abarca los distintos tipos de configuración funcional de
nuestros actos. De este modo, podemos afirmar que las acciones, las actuaciones y las actividades constituyen
los tres modos fundamentales de la praxis”. Para mayor desarrollo, ver A. González, Estructuras de la praxis.
Ensayo de una filosofía primera, Editorial Trotta, S.A., Madrid, 1997, pp. 187-190.
689
Cfr. José A. Senent de Frutos, Ellacuría y los derechos humanos, Desclée de Brouwer, Bilbao, 1998, pp.
II-III.
690
Ibidem, p. III.
258

política y su historia.691 Para Senent, el estudio de los derechos humanos desde esta
perspectiva puede constituir un pensamiento relevante y necesario para la elaboración de
una teoría de los derechos humanos a la altura del presente histórico y teórico-
doctrinal.692 En este sentido, como afirma este autor, no basta con preguntarse por el
posible fundamento de los derechos, sino que es preciso además llevar la búsqueda
teórica hasta la pregunta por su realidad y realización en el mundo. Ello exigirá una
metodología que tenga en cuenta la historicidad constitutiva de estos conceptos, y que
por ello, busque la verdad histórica de la institución que se pretende conocer.693

La atención hacia el problema de la justicia y de los derechos humanos, ocupa un lugar


importante en la filosofía de Ellacuría y en la propia comprensión que él tenía de los
problemas que ha de abordar el quehacer filosófico pues constituye “uno de los puntos
esenciales, sobre los que toda filosofía debe volver una y otra vez, incluso para
acompañar adecuadamente una determinada praxis.”694

Ahora bien, el principio fundamental que Ellacuría sostiene en su propuesta teorética de


los derechos humanos es “el principio de la vida frente al principio del poder, el principio
propio de los partidos políticos y aun de los movimientos revolucionarios: lo que busca es
una vida más digna para las mayorías populares y no el poder del Estado, hace más
hincapié en la democracia social que en la democracia política, en el pluralismo social que
en el pluralismo político como puntos determinantes de la verdadera democracia, y la
utiliza como medio de acción y aun de lucha, formas no de guerra armada sino de presión
social”695

Ellacuría describe también la función que da ultimidad a la labor filosófica que, dicho sea
de paso, él también vive en su quehacer cotidiano y que se puede leer desde este
concreto talante filosófico que expresó en diversas facetas y es que:
Si la búsqueda de la verdad es una de las dimensiones principales en la
ética de la filosofía, no es la única, ni es suficiente para caracterizar como

691
Cfr. Ibidem, p. 11.
692
Cfr. Ibidem.
693
Cfr. Ibidem, pp. 13-14.
694
I. Ellacuría, “Función liberadora de la filosofía”, en Veinte años de historia en El Salvador, Escritos
Políticos I, UCA Editores, San Salvador, p. 105.
695
I. Ellacuría, “Análisis ético-político del proceso de diálogo en El Salvador” en Veinte años de historia en
El Salvador, Escritos Políticos III, UCA Editores, San Salvador, 1991, p. 1408.
259

plenamente ética la labor filosófica, independientemente de lo que sea la


ética del filósofo y es que filosóficamente no basta con buscar la verdad,
sino que hay que procurar realizarla filosóficamente para hacer la justicia y
construir la libertad.696

Así pues, podemos afirmar que la unidad del pensamiento y la obra de Ellacuría proviene
de la fidelidad a su clara vocación humana de justicia y libertad que “le forzó a hacerse
cargo de la realidad donde quiso vivir (…) a encargarse responsablemente de la
transformación real de lo inhumano de tal realidad y a cargar con las consecuencias
positivas y negativas de ese comprometedor encargarse”697 En esta misma línea, Senent
afirma que:
Lo que se intenta apuntar, conforme a la propia concepción ellacuriana, es
la idea de que la primera clave para acercarnos a la adecuada comprensión
de los derechos humanos, no haya de ir meramente en la vía de la
discusión, argumentación o diálogo sobre conceptos. Esa aproximación
desconocería que el ser humano no se reduce ni se define primordialmente
ni por lo que “piensa” ni por lo que “dice” sino que se define por lo que “va
haciendo”, incluso más propiamente, por el contexto histórico-social desde
donde se está posibilitando lo que puede o no puede hacer, y es desde ahí
donde habría que empezar a plantear la búsqueda de la verdad sobre los
derechos como instrumentos o medios para la realización humana.698

Se trata de que no podemos preguntarnos qué son los derechos humanos, o cuáles son
éstos, al margen de la realidad humana existente. Más aun, no se trata sólo de poner en
relación ambos planos, sino de que se adopta una perspectiva crítica y dialéctica que
atiende a lo que está definiendo más negativamente la realidad y que busca una
respuesta adecuada teórica y práctica para esta situación inquirente que es donde
Ellacuría plantea el problema de los derechos humanos. En este contexto, los planos de
reflexión que hay que dilucidar en este problema, y a los cuales habría de referir el resto
de las cuestiones son como ya se ha anunciado: lo que tienen de verdadero y de falso,
cuestión epistemológica; lo que tienen de justo e injusto, cuestión ética y lo que tienen de

696
I. Ellacuría, “Función Liberadora de la filosofía”, Op. Cit., p. 113.
697
Alvaro Pisani, J.L. “Vida y obra de Igancio Ellacuría (1930-1989)” en Voluntad de vida. Ensayos
filosóficos, Seminario Zubiri-Ellacuría, UCA Editores, Managua, 1993, p. 140.
698
J.A. Senent, Op. Cit., p. 44.
260

ajustado o desajustado, cuestión práxica. Como método implica que no se pueden dar por
supuesto estos planos, sino que hay que “verificar” esas dimensiones.

Esta triple pregunta en cuanto a lo que tienen o no tienen de verdadero, de correcto y de


ajustado, para su adecuado desarrollo hay que ponerla en relación con el desde dónde, el
para quién y para qué de los derechos humanos, que desde la propuesta ellacuriana nos
lleva a reconocer a las mayorías populares en busca de su liberación como el horizonte
fundamental para reconocer el grado de verdad, de justicia y de realización de los
derechos humanos universales.699

Como se ha dicho ya, Ellacuría defiende que el problema de los derechos humanos hay
que plantearlo desde su historización desde las mayorías populares y los pueblos
oprimidos. Con esta historización se pretende que el problema de los derechos humanos
se eleva al ámbito de la racionalidad e irracionalidad, esto es, no sólo desde la
perspectiva del triunfo de la razón sobre la fuerza sino, más en concreto, desde la defensa
del débil contra el fuerte. Nos movemos aquí no en la perspectiva del derecho romano
que para que éste se realice, deba dársele a cada cual lo que le corresponde; sino en los
umbrales de un derecho más superior que exige la defensa de aquellos que no pueden
defenderse por sí mismo. En este sentido, como afirma Senent:
No se elige por tanto un planteamiento meramente abstracto de los
derechos humanos que se quede en la “esencia universal” de los derechos,
sino que busca historizar esa esencia, yendo más allá de planteamientos
ahistóricos que pueden incurrir no sólo en inoperancia real, sino en
justificación ideologizada e interesada, mediante la defensa de los
derechos conquistados sin reconocer el proceso real de esas
700
conquistas”.

La declaración de los derechos humanos de 1948 realizada en el marco de la ONU podría


ser vista como un hito fundamental e incontrovertible en la evolución moral de la
humanidad en cuanto a que con ella se habría admitido de manera casi unánime un
consenso acerca del carácter universal de la idea de derechos humanos y a su vez un
acuerdo sobre el elenco y el contenido de los derechos humanos, que constituiría el

699
Cfr. Ibidem, pp. 50-51.
700
Ibidem, 52.
261

núcleo de legitimidad acordado que debería ser respetado y desarrollado por los
sucesivos instrumentos internacionales sobre derechos humanos. Desde este punto de
vista, el reconocimiento de esta institución a nivel internacional sería la expresión de que
los derechos humanos constituyen un punto de referencia unívoco y universal.701

En dicha perspectiva, la tesis central del multiculturalismo de acuerdo a la opinión de


Senent es que bajo la supuesta validez universal de los derechos humanos lo que hay es
la pretensión y el prejuicio de considerar superior una cultura concreta. Este universalismo
no sería otra cosa que una muestra del etnocentrismo occidental, que en realidad
respondería al imperialismo de una cultura dominante proyectada como universal, aunque
sea bajo la apariencia de una concepción abstracta y por encima de circunstancias de
tiempo o lugar.702 Por tanto hay una acusación de etnocentrismo tras la pretensión de
universalidad y además vinculada con la anterior, un uso ideologizado de esta
universalidad, pues serviría de legitimación o justificación al imperialismo y colonialismo
europeo-occidental.

Para Ellacuría la situación principal que dimensiona el problema de los derechos humanos
no es principalmente la crisis de legitimación de un ideal normativo que se pretende
imponer sin historizar y particularizar desde cada tradición, y no precisamente porque tal
proceso sea irrelevante, sino porque esta violación no agota el problema real de los
derechos humanos. Por ello, como sostiene Senent, la cuestión primera, no es una
ideología extraña que se impone sin diálogo, no es una crisis cultural, sino que es una
crisis de realidad o una realidad crítica la cual consiste primordialmente en un orden
histórico que es el creado y mantenido por la civilización del capital que produce
relaciones opresoras en todos los subsistemas sociales porque impide el mantenimiento y
la expansión de la propia vida libre de la mayoría de los pueblos.703 Como nos lo recuerda
Senent, utilizando las palabras del filósofo hispano-salvadoreño:
Ellacuría plantea la necesidad de historizar la idea de la universalidad de
los derechos, precisamente porque con esa historización “se aprecia mejor
el peligro [de] que su teoría y praxis propendan a tomar la forma de una
normatividad absoluta y abstracta, independiente de toda circunstancia

701
Cr. Ibidem, pp. 63-64.
702
Senent fundamenta esta opinión en J. De Lucas, El desafío de las fronteras. Derechos humanos y
xenofobia frente a una sociedad plural, Ed. Temas de Hoy, Madrid, 1994, pp. 17-113. Cfr. Ibidem.
703
Cfr. Ibidem, pp. 73-74.
262

histórica”. Lo cual puede dar lugar, y de hecho lo da, a que tras la apelación
a una titularidad universal de los derechos desde un punto de vista
conceptual e intrínseco a la propia institución como algo que está más allá
de su proceso histórico.704

Ahora bien, para Ellacuría, lo que define más radicalmente la universalidad de los
derechos, es que éstos responden a un dinamismo humano radical el cual es observable
cuando se historiza el proceso real de su surgimiento, y desde donde, aparece que este
universalismo abstracto y nivelador “es la cobertura jurídica y formal de quienes ya han
sido liberados de ciertas opresiones y dominaciones y procuran, a su vez, que no lo
consigan otros, respecto de ellos, mediante sucesivos y más complejos procesos de
liberación.705

Por eso, si el problema real de los derechos humanos es que existe un orden histórico
mundial que produce la violación masiva de los derechos fundamentales, de la vida, de la
libertad económica, de la libertad, social de la libertad cultural y de la libertad política de
las personas y de los pueblos, entonces la tarea de la universalización de los derechos
humanos debe ir en la línea de un proceso histórico de liberación de las mayorías
populares y los pueblos oprimidos de las opresiones particulares que padecen desde la
actual ordenación de la forma de vida humana, y no sólo ni principalmente de una
adaptación o descubrimiento desde las propias raíces culturales de la idea de los
derechos humanos.706

La perspectiva ellacuriana parte no sólo de los excluidos de los beneficios reales sino
también del hecho de que los pueblos empobrecidos representan la mayoría de la
humanidad en los momentos actuales y es desde esta realidad humana más universal
desde donde han de buscarse no sólo las preguntas éticas fundamentales sino el lugar
desde el cual historizar las justificaciones teóricas en orden a su esclarecimiento último.707

704
Ibidem, pp. 77-78.
705
I. Ellacuría, “Utopía y Profetismo” en Mysterium Liberationis, Conceptos fundamentales de la teología de
la liberación, UCA Editores, San Salvador, 1992, p. 416.
706
Cfr. Senent, Op. Cit., pp. 84-85.
707
Cfr. Ibidem, p. 98.
263

La propuesta metodológica y práctica para abordar el problema integral de los derechos


humanos que defiende Ellacuría desde el horizonte de la praxis histórica y desde la
perspectiva de las mayorías populares, iría en la línea de su historización dialéctica, esto
significa que el método adecuado para encontrar y realizar un derecho efectivo y
dinámico, un derecho que sea en su realización histórica lo que pretende ser en su teoría
ideal -ser lo verdadero, lo justo y lo ajustado-, es negar superadoramente aquella
condición de debilidad, de esclavitud y de opresión, que es lo que se da de hecho, aunque
no sea el dato de lo que corresponde al hombre en su esencia ideal.708

Ahora bien, la lucha por la defensa de los derechos humanos en Ellacuría es preciso
articularla en el marco de la construcción de una nueva civilización, una civilización que
Ellacuría ve como una utopía posible. Él define esta idea de la manera siguiente:
La civilización de la pobreza,709 en cambio, fundada en un humanismo
materialista, transformado por la luz y la inspiración cristiana, rechaza la
acumulación del capital como motor de la historia y la posesión-disfrute de
la riqueza como principio de humanización, y hace de la satisfacción
universal de las necesidades básicas el principio del desarrollo y del
acrecentamiento de la solidaridad compartida el fundamento de la
humanización.710

Para él, “esto se logra por lo pronto, mediante un ordenamiento económico apoyado en y
dirigido directa e inmediatamente a la satisfacción de las necesidades básicas de todos
los hombres. Sólo esta orientación responde a un derecho fundamental del hombre, sin
cuyo cumplimiento se irrespeta su dignidad, se violenta su realidad y se pone en peligro la
paz mundial.”711

Ahora bien, ¿cuáles son las necesidades básicas que hay que solventar de acuerdo a la
perspectiva de Ellacuría? Para él no hay mayor discusión, aun contando con diferencias
culturales e individuales, propiciantes de distintas subjetivizaciones de esa necesidad,

708
Cfr. I. Ellacuría, “Historización de los derechos humanos desde los pueblos oprimidos y las mayorías
populares”, Op. Cit., pp. 443-444.
709
Para Ellacuría, “la civilización de la pobreza se denomina así por contraposición a la civilización de la
riqueza y no porque pretenda la pauperización universal como ideal de vida.” Utopía y Profetismo, Op. Cit.,
p. 426
710
I. Ellacuría, “Utopía y Profetismo”, Op. Cit., p.426.
711
Ibidem, p. 427.
264

porque hay que contar con que se trata de atender a la situación de pobreza extrema o de
miseria de más de la mitad del género humano:
Como tales deben considerarse, ante todo, la alimentación apropiada, la
vivienda mínima, el cuidado básico de la salud, la educación primaria,
suficiente ocupación laboral, etc. No se trata de proponer que esto agote el
horizonte del desarrollo económico, sino que esto se constituya en punto de
partida y en referencia fundamental, en condición sine qua non de cualquier
tipo de desarrollo. La gran tarea pendiente es que todos los hombres
puedan acceder dignamente a la satisfacción de esas necesidades, no
como migajas caídas de la mesa de los ricos, sino como parte principal de
la mesa de la humanidad. Asegurada institucionalmente la satisfacción de
las necesidades básicas como fase primaria de un proceso de liberación, el
hombre quedaría libre para aquello que deseara ser, siempre que lo
deseado no se convierta en nuevo mecanismo de dominación.712

Ellacuría continúa su análisis dando realce al papel fundamental que desarrolla el trabajo
digno, como actividad práctica en el desarrollo económico de toda sociedad; pero es
importante reconocer que el trabajo no sólo desempeña ese aspecto sino que además,
desempeña una labor de perfeccionamiento del ser humano como ser social porque es
mediante la práctica laboral que se asegura la satisfacción de las necesidades básicas
humanas y la realización personal:
La civilización de la pobreza propone, como principio dinamizador, frente a
la acumulación del capital, la dignificación por el trabajo, un trabajo que no
tenga por objetivo principal la producción del capital, sino el
perfeccionamiento del hombre. El trabajo, visto a la par como medio
personal y colectivo para asegurar la satisfacción de las necesidades
básicas y como forma de autorrealización, superaría distintas formas de
auto y de hétero-explotación y superaría asimismo desigualdades no sólo
hirientes, sino causantes de dominaciones y antagonismos. No se trata sólo
de que el hombre nuevo deje de hacer de la riqueza su ídolo fundamental,
al cual ofrece todo lo que tiene: capacidad de trabajo, principios morales,
salud, ocio, relaciones familiares, etc. Se trata, sobre todo, de hacer una

712
Ibidem.
265

sociedad que, negativamente, no obligue a hacer de la riqueza el valor


supremo, porque sin él todo se pierde.713

Ellacuría reflexiona sobre una realidad ya constatada en nuestro continente y es aquella


que los sistemas capitalistas en América latina han sido incapaces de satisfacer las
necesidades básicas de la mayor parte de la población; es más estos sistemas son los
responsables de que existan desigualdades hirientes entre “los pocos que tienen mucho y
los muchos que tienen poco, han llevado a una gigantesca deuda externa impuesta sobre
los hombres que para nada disfrutaron ni sacaron provecho de los préstamos, han
producido con frecuencia crisis económicas profundísimas y han promovido una cultura
inmoral del consumismo y de la ganancia fácil.”714 Para él, el ideal económico capitalista
se apoya, al menos parcialmente, en los vicios egoístas de la naturaleza humana; por lo
cual “diríase, por tanto, que, si se lograra el hombre nuevo, el ordenamiento socialista
funcionaría mejor, mientras que bajo el dominio del hombre viejo funcionan mejor unas
estructuras que, fundamentalmente, son injustas para la mayor parte de la población
mundial.”715 En este sentido para Ellacuría:
Lo que debe ser excluido, por lo pronto, es la actual diferencia insultante
entre quienes despilfarran y quienes no tiene para subsistir, y esto, aun
cuando no se diere relación causal o funcional entre la pobreza y la
riqueza. Lo que sí es una obligación imperiosa es el que se asegure a
todos la satisfacción de las necesidades básicas, pero superado ese nivel
han de respetarse las opciones particulares y el trabajo o rendimiento
mayor, siempre que se respete la igualdad de oportunidades y se eviten los
procesos conducentes a desigualdades llamativas y provocantes de
conflictos.716

En esta perspectiva es que Ellacuría afirma que la cultura debe ser liberadora de
ignorancias, de temores, de presiones internas y externas, en busca de una apropiación
de una verdad cada vez más plena y de una realidad cada vez más plenificante.717 En
este proceso de liberación la cultura irá siendo generadora de libertad real, no reducida a

713
Ibidem, pp. 427-428.
714
Ibidem, p. 430.
715
Ibidem, p. 431.
716
Ibidem, p. 433.
717
Cfr. Ibidem, p. 438.
266

seleccionar o elegir entre distintas ofertas condicionadas y condicionantes, sino orientada


a la construcción del ser propio como personas, como comunidades, como pueblos y
como naciones en un esfuerzo de creación no sólo de aceptación. “Hay en todo el mundo
una tremenda imposición cultural, que universaliza desde centros poderosos la visión y la
valoración del mundo con los más distintos medios comunicativos. Esta imposición
cultural mantienen a las grandes mayorías de América latina y de otras partes en formas
alienadas de entenderse a sí mismas y de entender y valorar el mundo.”718

Para Ellacuría lo que debería ser favorecedor de una unidad plural se convierte en
uniformidad empobrecedora. La facilidad de los medios de comunicación, por otra parte,
lleva a saltar alienadamente desde un estado primitivo, a veces muy rico y sano, de
cultura a estadios sofisticados de decadentes de una cultura impuesta más por el medio y
envoltorio con que se presenta que por el fondo en qué consiste.719 En este contexto es
que para él de lo que se trata es de:
Buscar una cultura para la mayoría y no una cultura elitista con mucha
forma y poca vida. El que tengan vida y la tengan en abundancia no unos
pocos, sino a ser posible todos, debería ser el lema de la nueva cultura en
la tierra nueva. Tarea realmente utópica pero a la que impulsa -y el impulso
se ve en muchas partes- el profetismo real, que repudia y supera las lacras
de una cultura alienante y en el fondo deshumanizante.720

8. Balance y valoración de los derechos humanos en el pensamiento de


Ellacuría.

Para elaborar un balance de la teoría de los derechos humanos de Ellacuría, resulta


propicio echar mano de la propuesta que hace A. Rosillo Martínez, especialista en
derechos humanos sobre esta filosofía ellacuriana. Para Rosillo, el teólogo Juan José
Tamayo que prologa su libro,721 es de la opinión que “Ellacuría elabora una teoría

718
Ibidem.
719
Cfr. Ibidem.
720
Ibidem, pp. 438-439.
721
Alejandro Rosillo Martínez, Los derechos humanos desde el pensamiento de Ignacio Ellacuría, Editorial
Dykinson, S.L. Madrid, 2009.
267

contextual y en cierta medida heterodoxa, no acorde con los cánones occidentales de los
derechos humanos,”722 que fundamenta con tres ideas principales sobre los derechos
humanos: la primera es que Ellacuría hace una fundamentación de los derechos humanos
desde el ámbito biológico; la segunda es que para él es preciso historizar los derechos
humanos para evitar toda ideologización de los mismos y tercera es la articulación que
hace de los derechos humanos con el ámbito de la estructura de la sociedad.723 Esta
opinión coincide con lo que se ha analizado en el ítem anterior. En este sentido, Ellacuría
parte de la constatación que la mayoría de los seres humanos no son sujeto de derechos
humanos en la práctica. Peor aún: esa mayoría ve conculcados, negados, atropellados
sus derechos. Se apreciará enseguida la diferencia importante en el punto de partida si lo
comparamos con la mayoría de las declaraciones de los derechos humanos, que parten
de la base de que todos los seres humanos son iguales en dignidad y derechos; es decir,
son sujetos de derechos, cuando los hechos lo desmienten: sólo unos pocos seres
humanos son sujetos de derechos, cada vez menos, por razón del neoliberalismo, que
vacía los derechos humanos de su fundamentación antropológica y moral y los reduce a
uno solo: el derecho de propiedad. En esta perspectiva, Ellacuría se plantea el
fundamento biológico de los derechos humanos. Pero para ello él plantea que la práctica
de los derechos humanos es inseparable de la supervivencia de la humanidad. Solo ese
planteamiento da una perspectiva universalista a los derechos humanos. Según esto hay
que conceder prioridad a los derechos humanos que tienen que ver con la supervivencia
de los seres humanos, que son los más amenazados, sobre todo en el Tercer Mundo: la
vida, la salud, la educación, el vestido, la vivienda, el trabajo, etc. Sin satisfacción de las
necesidades básicas no hay vida humana, ni dignidad humana, ni derechos humanos.724

En la perspectiva de la Historización de los derechos humanos, de acuerdo a Rosillo, el


discurso occidental de los derechos humanos se caracteriza por la ambigüedad, ya que a
juicio de Ellacuría, tiende a ser utilizado ideológicamente al servicio no de todos los seres
humanos, sino de los intereses de unos u otros grupos. La teoría y la praxis de los
derechos humanos tienden a plantearse en forma de normatividad absoluta y abstracta,
independientemente de toda circunstancia histórica. Por eso, cree necesario
contextualizar la reflexión sobre los derechos humanos desde una triple interrogación:
desde dónde, para quién, para qué. El desde dónde son los pueblos oprimidos; el para
722
Ibidem, p. 13.
723
Cfr. Ibidem, p. 13.
724
Cfr. Ibidem, pp. 13-14.
268

quién son las mayorías populares; el para qué es la búsqueda de su liberación. El nuevo
horizonte de intelección de los derechos humanos es el reverso de la historia, la praxis
histórica de liberación.725 En este sentido Rosillo afirma que:
El pensamiento de Ellacuría tiene gran actualidad para aquellos países
donde los discursos acerca de los derechos humanos, el estado de
derecho, la democracia, la institucionalidad, entre otros, se utilizan de forma
ideologizada para ocultar fines ilegítimos e injustos; y donde la legalidad de
la injusticia es una realidad frecuente que atenta contra la producción y
reproducción de la vida de los pueblos. Además, sus postulados e ideas
son una parte destacada de un pensamiento que sigue acompañando los
procesos de emancipación de los pueblos latinoamericanos y que ha sido
uno de los pocos movimientos intelectuales que ha logrado seguir
sosteniendo un horizonte utópico aun en tiempos de posmodernismo
celebratorios que condenan todo relato de construcción de un mundo otro.
Me refiero al pensamiento latinoamericano de la liberación.726

Uno de los aportes más destacados de Rosillo respecto del modo cómo Ellacuría aborda
el tema de los derechos humanos, es que para él, la conceptualización de los derechos
humanos:
No se inscribe en ninguna tradición liberal y moderna que centre su
atención en la discusión sobre la distinción entre el orden jurídico y la
moral, es decir, en la tradicional disputa entre iuspositivismo y
iusnatuaralismo. Tampoco se desarrolla bajo el presupuesto de que todo
derecho es creación estatal, y por tanto, para Ellacuría un “derecho” es algo
más que el mandato de la autoridad que genera un derecho subjetivo pues
no pretendía, así suponemos, realizar una teoría jurídica de los derechos
humanos, sino comprenderlos como momentos ideológicos de la praxis
histórica por la liberación. Momentos ideológicos que, corren el riesgo de
ideologización y, en consecuencia, de ser utilizados para fines distintos a la
liberación.727

725
Cfr. Ibidem, p. 14.
726
Ibidem, p. 23. Las cursivas pertenecen al original.
727
Ibidem, pp. 135-136.
269

La importancia que la realidad histórica tiene en la filosofía de Ellacuría,728 le hace


preocuparse de manera prioritaria por los derechos humanos desde su materialidad antes
de elaborar una filosofía de contenido idealista, formal y abstracto que buscase precisar
con exactitud el concepto de derechos humanos. Por eso, no sería adecuado ni
conveniente encasillarlo dentro de corrientes iusnaturalista y iuspositivista, o buscar
insertarlo dentro de la discusión terminológica sobre los derechos, tan frecuente en el
Primer Mundo, donde el debate se centra más en afianzar el sistema jurídico y estatal y
los conceptos necesarios para su correcto funcionamiento que en la realidad y los
procesos de liberación de subjetividades emergentes.729

Como bien afirma Rosillo, “Ellacuría piensa los derechos humanos desde América latina,
donde el principal derecho -y también la mayor preocupación y la más urgente necesidad
a satisfacer- de la mayor parte de las mujeres y los hombres es salir del estado de
pobreza y explotación ocasionada por un capitalismo periférico y neocolonialista.”730 De
acuerdo a este autor:
Desde la filosofía de la realidad histórica, el discurso de derechos humanos
es pensado desde un paradigma de pensamiento complejo, no idealista,
donde la materialidad de la historia tiene preferencia ante cualquier intento
de simplificación de estos derechos; es decir, de encerrarlos en el
pensamiento de lo claro y distinto. En este sentido, para Ellacuría la
expresión “derechos humanos”, dentro de su complejidad, es algo que de
alguna forma es “derecho”, es decir, “algo que es debido y exigible, y que a
la vez afecta radicalmente al hombre por ser hombre, aunque también a

728
Ellacuría opta por hablar de “realidad histórica” y no simplemente de “historia” porque aquélla abarca
todas las demás formas de realidad (realidad material y biológica, realidad personal y social), sobre las que
está subtendida dinámicamente, a la vez que en la realidad histórica es donde los otros tipos de realidad dan
más de sí y donde alcanzan su mayor grado de apertura: en la realidad histórica se nos da no sólo la forma
más alta de realidad sino también el campo abierto de las máximas posibilidad de lo real. Es decir, la realidad
histórica es la realidad entera asumida en el reino social de la libertad: “...la realidad histórica, ante todo,
engloba todo otro tipo de realidad: no hay realidad histórica sin realidad puramente material, sin realidad
biológica, sin realidad personal, sin realidad social; en segundo lugar, toda otra forma de realidad donde da
más de sí y donde recibe su para qué fáctico -no necesariamente finalístico- es en la realidad histórica; en
tercer lugar, esa forma de realidad que es la realidad histórica es donde la realidad es más y donde es más
suya, donde también es más abierta. Cfr. I. Ellacuría, El objeto de la filosofía, en Veinte años de Historia, Op.
Cit. p. 86.
729
Cfr. Ibidem, pp. 136-137.
730
Ibidem, p. 137.
270

especificaciones más concretas de humanidad, como la de ser mujer o niño


o ciudadano, etc.731

Con mucha razón Rosillo sostinene que Ellacuría habla de derechos humanos como una
necesidad socio-política y político-biológica, porque está comprendiendo su fundamento
desde las necesidades humanas, no sólo de las llamadas necesidades básicas, o en el
caso de Masferrer que llama a éstas como necesidades primordiales a solventar de
manera plena y en esa situación permiten al hombre desarrollarse como persona en
comunidad. Se trata de la satisfacción de las necesidades que hacen viable la especie
humana, al phylum, como tal, es decir como animal de realidades. Esta viabilidad sólo
puede darse con una presencia de los otros dentro de la vida del individuo; en este
sentido y en propiedad zubiriana, en respectividad de los que habilitan en el modo
humano de habérselas con la realidad:
En este sentido es como deben comprenderse los derechos humanos:
como la exigencia de satisfacción de las necesidades que hacer viables a
la especie humana y a sus modos de convivencia social y política. Un
conglomerado humano que imposibilita el acceso a los bienes a parte de
sus pobladores, que en su propia estructura se genera la violencia que
destruye vidas humanas, o cuyo concepto de bienestar pone en riesgo la
viabilidad de la especie por razones ecológicas o por acciones bélicas, no
se le puede considerar una comunidad humana donde se busque el
cumplimiento de derechos humanos; su forma de “convivencia” no es
capaz de satisfacer las necesidades socio-político-biológicas de sus
miembros.732

Cabe aclarar que en esta perspectiva, asumir las necesidades del animal de realidades
como fundamento de derechos humanos, no conlleva a realizar una declaración
específica y absoluta de ellas y mucho menos de sus medios de satisfacción, lo que sería,
por ejemplo, una positivización concreta de derechos fundamentales, sino que abre el
espacio de la vida y de la praxis a la realidad, a su contingencia y a la apropiación de
posibilidades y capacidades en cada momento histórico. Se trata de insertarlos en el
dinamismo de posibilitación, es decir, en la entrega de formas de vida real, que se

731
Ibidem, p. 138.
732
Ibidem, p. 139.
271

convierten para el ser humano en posibilidades de realización tanto biográfica como


social. De ahí que hablar de necesidades humanas no significa caer en un ontologismo
sobre el ser humano, sino en considerarlas como parte de esa manera de enfrentarse a la
realidad que otorga una dimensión objetiva a las luchas de liberación.733

Ahora bien, hablar de necesidades humanas, como fundamento de derechos humanos,


es necesario porque establece una instancia objetiva sin la que no puede existir la vida
humana, sin la cual no puede darse la tranquilidad político-biológica.734 De ahí que la
exigencia de derechos humanos parte de lo físico de la realidad, realidad que se impone
al animal humano, al hombre y lo impele a tomar una opción, es decir, el ser humano
debe hacerse cargo de la realidad. En este hacerse cargo, debe optar dentro de una serie
de posibilidades; y para Ellacuría, este optar debe ir encaminado a una praxis de
liberación. Lo cual significa elegir aquello que posibilite el ejercicio de derechos humanos
y que por tanto haga viable el phylum humano.735

Es importante resaltar que en esta afirmación Ellacuría busca desvincularse de cualquier


idealismo y iusnaturalismo abstracto que pregone a un ser humano universal; pues esta
representación abstracta trata en realidad de un tipo de ser humano que se considera
superior a los otros. Con Ellacuría se afirma que no hay un hombre abstracto, es decir, un
ser humano anterior a la historia que desde él se determine el contenido histórico, su
forma de desarrollo o su finalidad. La especie humana se va configurando en razón de
recepción y apropiación de posibilidades haciéndolas parte de su realidad.736 De ahí que
para Ellacuría los derechos humanos no son algo ajeno a la realidad histórica, y por lo
tanto, tampoco a la praxis humana. En tal sentido los derechos humanos son abiertos y
en constante cambio y se van actualizando según los procesos de lucha de los pueblos
en aras de su dignidad, buscando que su realidad humana dé más de sí.737

Por eso conceptualizar los derechos humanos como aspiraciones naturales es decir,
aspiraciones con un fundamento biológico-ético, parte de un humanismo histórico,
dinámico, pero a la vez estructural, materialmente metafísico, intramundano, donde el

733
Cfr. Ibidem, pp. 139-140.
734
Cfr. Ibidem, p. 141.
735
Cfr. Ibidem.
736
Cfr. Ibidem, p. 142.
737
Cfr. Ibidem, p. 144.
272

acento por la lucha por la justicia se vincula con las necesidades de vida del pueblo y no
con las reivindicaciones; con esto se busca subrayar la materialidad de las prescripciones
éticas en las necesidades vitales de la comunidad.738

Para Ellacuría, los derechos humanos en tanto prescripciones éticas son “obligantes en
conciencia y que humanizan o deshumanizan a individuos, grupos o pueblos, según sea
la habitud y la actitud, así como de su cumplimiento o incumplimiento actuales.”739

Ahora bien, en cuanto al tema del consenso comunitario y mundial por los derechos
humanos es considerado como un dinamismo positivo por Ellacuría; no obstante, este
consenso debe ser historizado para asumir críticamente el desde dónde se va instaurando
el consenso mundial. Para Ellacuría no es lo mismo un consenso por los derechos
humanos realizado desde las grandes mayorías populares o desde los grupos sociales
anticapitalistas que el consenso elaborado por las grandes potencias del planeta; su para
qué y su por qué son muy distintos en la realidad por más que formalmente se predique lo
mismo.740

Es así que pensar los derechos humanos desde la realidad histórica nos posibilita
abordarlos como valores no sólo de una colectividad o nación, sino desde la humanidad
en su totalidad. La realidad histórica es para Ellacuría una realidad procesual y dinámica,
y en ella se nos da el campo abierto de las máximas posibilidades de lo real.741 Al ser los
derechos humanos ideales utópicos tiene como presupuesto que nacen en y desde la
praxis humana, esto es, “son esbozados desde las mismas acciones humanas y se
dirigen a ellas mismas como motores de procesos de liberación.”742

Esta dimensión tiene un carácter dialéctico, pues la denuncia de las situaciones de


violación de derechos humanos y la utopía se potencian mutuamente. Es necesario un
horizonte utópico para que se dé la toma de conciencia de que algo puede ser superado;
pero también se requiere una constatación del origen estructural de la negación de
derechos humanos (de su privación y negación), para que dicha toma de conciencia

738
Cfr. Ibidem, p. 145.
739
Ibidem, p. 146.
740
Cfr. Ibidem, p. 148.
741
Cfr. Ibidem, p. 149-150.
742
Ibidem, p. 150.
273

adquiera la forma de un auténtico dinamismo de lucha y de exigencia real de bienes. Por


eso, “la denuncia sin utopía es, hasta cierto punto ciega, pero la utopía sin denuncia es
prácticamente inoperante, más aún, eludiadora del compromiso real.”743

Para Ellacuría la utopía siempre deberá ser el motor que impulse la permanente
humanización pues de lo contrario es fácil caer en una ilusión que oculte lo que en
realidad se hace: establecer un orden que una vez instituido buscará la perpetuación, y es
cuando los derechos humanos se convierten en un discurso de legitimación y ya no de
utopía. De ahí que las concepciones de derechos humanos que dan prioridad al
formalismo institucional y sistemático, por encima de la realidad histórica y las
necesidades de los seres humanos, sean estáticas y cierren la puerta a cualquier
dimensión utópica y transformadora que puedan tener.744

En este sentido, reivindicar el principio de la vida o de la solidaridad por encima del


principio de la eficiencia empresarial o del mercado capitalista es una manera en que los
derechos humanos pueden mostrarse como momento intelectivo de la praxis de
liberación. De ahí que comprender los derechos humanos como ideales utópicos
posibilita, entonces, que no se conviertan en un discurso hegemónico que impida y anule
el proceso de liberación, sino al contrario, que sean momentos ideológicos que faciliten la
construcción de prácticas sociales e históricas que permitan al ser humano vivir con el
máximo de dignidad.745

Las mayorías populares y las minorías excluidas son quienes principalmente sufren el mal
común, en especial cuando se constituye como injusticia estructural e institucionalizada,
es decir, que se sostiene sobre estructuras e instituciones sociales que no posibilitan la
vida humana. De ahí que el bien común debe entenderse en su historización como la
negación superadora del mal común. Esto buscaría también que la injusticia estructural e
institucionalizada se vea sustituida por una serie de estructuras e instituciones justas, que
posibiliten que la mayoría de individuos y no sólo unas minorías privilegiadas tengan la
capacidad de satisfacer sus necesidades y constituirse como personas.746 Cabe entonces
el cuestionamiento siguiente:

743
I. Ellacuría, “Historización de los derechos humanos desde los pueblos oprimidos”, Op. Cit. Pp. 438-439.
744
Cfr. Ibidem, p. 151.
745
Cfr. Ibidem, pp. 151-152.
746
Cfr. Ibidem, pp. 159-160.
274

¿Cuándo unas estructuras son evidentemente injustas? ¿Cuándo esas


estructuras representan la institucionalización de la violencia? La respuesta
es clara: cuando atentan gravemente contra los derechos fundamentales
de la persona y cuando dañan peligrosamente el bien común del país.
Quiere esto decir que, cuando la situación estructural de un país, el
conjunto de su organización, económica, de su organización jurídica y de
su organización política, llevan durante un tiempo prolongado a la negación
de los derechos fundamentales de la persona, tales como el derecho a la
vida, el derecho a la alimentación, y a la salud, el derecho a la educación,
el derecho a la libertad, el derecho a un juicio justo, el derecho a no ser
apresado injustamente y a no ser torturado, el derecho a la organización
política, el derecho a la libre expresión, etc., entonces, estamos ante
estructuras evidentemente injustas y ante la violencia institucionalizada”747

Superar esta situación es posible desde el respeto a los derechos humanos y sobre todo,
desde la defensa de los mismos bajo la óptica de la promoción de las mayorías populares
para que sean estas mayorías el sujeto histórico que promueva y defienda sus derechos.

9. Los principios Minimumvitalistas y la propuesta ellacuriana de los Derechos


Humanos

Ellacuría al analizar crítica y profundamente la realidad salvadoreña y latinoamericana y


constatar que la violación a los derechos humanos, que se lleva a cabo de manera
sistemática y estructural en este continente, hace que el mal común sea lo que permea la
vida de los pueblos en esta parte del mundo. De esto podemos deducir, que su análisis da
la razón al Minimumvitalismo de Masferrer, porque al retomar los principios más
sobresalientes de éste como son, “ante todo, la alimentación apropiada, la vivienda
mínima, el cuidado básico de la salud, la educación primaria, suficiente ocupación laboral,
etc.”748, y valorando la realidad latinoamericana, constata que éstos no se han cumplido.
Esto significa lo siguiente:

747
I. Ellacuría, “Comentario a la carta pastoral”, en Veinte años de historia en El Salvador, Escritos políticos
II, UCA Editores, San Salvador, p. 725.
748
Cfr. I. Ellacuría, “Utopía y Profetismo” en Mysterium Liberationis, Op. Cit. P. 426. Asimismo, Ellacuría
en su Comentario a la Carta Pastoral en sus Escritos Políticos, Op Cit., p. 725, afirma que “la gran tarea
275

En primer lugar que existe una deuda pendiente con el cumplimiento fáctico de los
principios minimumvitalistas y por tanto no puede haber una sociedad integrada en
ninguna parte donde se viole constante y sistemáticamente los derechos humanos. Es
más, no puede haber estabilidad social y política que pueda garantizar un desarrollo
humano a ningún pueblo y sociedad donde no se respeten las necesidades básicas de
sus ciudadanos.

En segundo lugar que así como para Masferrer el Minimumvitalismo tiene fundamento
biológico, así en Ellacuría, para que la especie humana siga siendo viable como phylum
genético es preciso que se cumplan los derechos humanos concretados en trabajo,
vivienda, salud, educación, descanso, etc. Por tanto, si éstos no se cumplen, la especie
humana se pone en riesgo porque se presentan las condiciones necesarias para su
autodestrucción. Cuando no se cumplen los derechos humanos, se condena la vida
humana al fracaso.

En tercer lugar, que el camino está ya señalado tanto por Masferrer como por Ellacuría.
Masferrer señalando que concretar el Minimumvitalismo es la tabla de salvación en la
situación social que vivía El Salvador de principios del siglo veinte. Mientras que para
Ellacuría, el proceso que puede salvar a la humanidad en la actualidad es la construcción
de una civilización de la pobreza, en donde el hombre no sea esclavo de la producción y
del capital, sino el agente dinamizador de la justicia, el respeto y la promoción de los
derechos humanos.

En cuarto lugar, en ambos intelectuales, la claridad de ideas es un hecho que puede


resumirse en la síntesis siguiente: Existe una lucha entre Vida y propiedad privada, entre
Vida y capital, entre Vida y poder, entre la Razón y la fuerza. En esta situación, para
ambos intelectuales la utopía puede acercarse desde la actividad práxica del hombre
nuevo. Esta figura simbólica del hombre nuevo, no es ilusión sino realidad que se
concreta en individuos que han dado su vida al servicio de la justicia social. Y en El
Salvador se tienen los ejemplos de Rutilio Grande y Monseñor Romero, quienes se

pendiente es que todos los hombres puedan acceder dignamente a la satisfacción de esas
necesidades, no como migajas caídas de la mesa de los ricos, sino como parte principal de la mesa
de la humanidad.”
276

despojan de sus individualismos y sirven a la causa de la justicia de los salvadoreños


empobrecidos por personas y estructuras injustas. Por tanto, el simbolismo del hombre
nuevo no es un recurso idealista, sino una figura posible, concreta y presente con
suficiente fuerza dialéctica en orden a la transformación social.

En quinto lugar, puedo notar que Ellacuría logra sistematizar filosóficamente el mismo
presupuesto vitalista que Masferrer apuntó como horizonte de su praxis.
277

Conclusión

El pensamiento filosófico vitalista masferreriano en cuanto tal, no debe ser considerado un


problema localista correspondiente exclusivamente a la realidad salvadoreña, sino que
por el mismo hecho de ser una reflexión filosófica de la realidad de su tiempo, el
Minimumvitalismo en sus pretensiones últimas de justicia y radicalidad en el respeto y la
promoción de la vida en todas sus expresiones es también un quehacer intelectual
centroamericano y latinoamericano.

Tanto para Masferrer como para Ellacuría, ascender a una sociedad más justa en El
Salvador y en Centro América es alcanzable únicamente por la labor ingente de un
Hombre Nuevo cuya labor individual no se termina en una reflexión intimista y solipsista,
sino en una actividad política en el puro sentido del término, una actividad que tiene que
ver con la polis, porque conlleva la concreción práxica de los principios del
Minimumvitalismo. Esto es lo que jalona la nueva realidad constituida por la justicia
concretada en la realidad que permite en definitiva la vida buena para todos.

En El Salvador las relaciones sociales se han caracterizado por contener alto índice de
conflictividad. Sin embargo, por muy autoritario y represivo que sea un sistema de
gobierno no puede mantenerse apoyándose únicamente en la fuerza. Las clases
dominantes salvadoreñas gracias a su control del Estado, impusieron drásticas
transformaciones sociales, como la reforma al sistema de tenencia de la tierra que fue
rechazada por la mayor parte de los campesinos, cuyo malestar llegó a niveles de
provocar convulsión social y manifestaciones populares violentas con resultados de
destrucción y muerte.

Aquí es donde entra la reflexión filosófica de los derechos humanos que Ellacuría
actualiza. Para él los derechos humanos pueden considerarse como el despliegue del
bien común en la humanidad como un todo. No es que en la consideración clásica se
olvide del bien de toda la humanidad y aun el bien de todo el mundo, pero dadas las
circunstancias históricas, apenas se podía hablar con verdad histórica de una única
humanidad que se pudiera ver envuelta en la realización del bien común. Una vez
cumplida la condición real de una única historia de la humanidad es urgente la
consideración mundial de los derechos humanos.
278

Se debe ser consciente de que los derechos humanos son momentos ideologizados de la
praxis humana y por eso necesitan de su historización. De lo contrario son sólo una
abstracción sobre la cual se predican principios que nada tienen que ver con la realidad y
aunque esos principios sean parte de su deber ser, el darlos por asentados sin realizar su
verificación histórica conlleva a un uso ideologizado. Tal es el caso de la universalidad
que se predica sobre estos derechos.

La necesidad de historizar los derechos humanos surge de su complejidad, pues en ellos


no sólo confluye la dimensión universal del ser humano con la situación realmente distinta
en la que desarrollan la vida los hombres, sino que además con facilidad son utilizados
ideológicamente no al servicio del ser humano y la producción de la vida, sino a favor de
intereses de ciertos grupos de poder. La historización de los derechos humanos, no
consiste formalmente en contar la historia del concepto, ni tampoco relatar la historia real
connotada, sino que sigue las pautas ya expuestas del método de historización de los
conceptos; esto es: a) La verificación práxica de la verdad-falsedad, justicia-injusticia,
ajuste-desajuste que se da del derecho proclamado; b) La constatación de si el derecho
proclamado sirve para la seguridad de unos pocos y deja de ser efectivo para los más; c)
El examen de las condiciones reales, sin las cuales no tienen posibilidad de realidad los
propósitos intencionales; d) La desideologización de los planteamientos idealistas, que en
vez de animar a los cambios sustanciales, exigibles para el cumplimiento efectivo del
derecho y no sólo para la afirmación de su posibilidad, se conviertan en obstáculo de los
mismos; e) La introducción de la dimensión del tiempo para poder cuantificar y verificar
cuándo las proclamaciones ideales pueden convertirse en realidades o alcanzar, al
menos, cierto grado aceptable de realización.

El interés de Masferrer giró en torno a que no sólo se visibilice a los sectores más
desfavorecidos de la sociedad, sino también a reestructurar a la sociedad de tal manera
que los sectores desfavorecidos económicamente tuvieran una palabra qué decir ante la
urgente necesidad de combatir su pobreza estructural. Para ello fue necesario comenzar
un proceso de cambio social en la realidad misma, haciendo en ella concreta la
construcción de una nueva nación centroamericana y latinoamericana. Cosa que la
historia ha definido como tarea imposible de construir, por lo menos hasta el presente
momento.
279

Por otra parte, la llamada urgente de Masferrer a los poderosos de la sociedad


salvadoreña a que concreten la teoría Minimumvitalista para todos los salvadoreños que
no contaban ni siquiera con la posibilidad de un trabajo honesto que les generara los
ingresos necesarios para vivir una vida digna y poder gestionarse vivienda, educación,
salud, descanso, etc., en definitiva, concretar en la práctica, al menos, el artículo uno de la
Constitución de la República de El Salvador; es un llamado a los gobernantes a que giren
su política de gobierno a una política de Estado que tenga como paradigma un desarrollo
humano cuyo eje principal sea poner a la persona humana en el centro de su accionar.

Para finalizar hay que reconocer que con Masferrer y Ellacuría se ratifica que los
derechos humanos son una necesidad de la convivencia social y política, son una
necesidad socio-biológica y político-biológica, sin la que se hace inviable la especie
humana y el modo social y político en que ésta debe desenvolverse. Los derechos
humanos son una exigencia, física antes que moral, no tanto de una naturaleza humana,
abstracta e individual, sino de una esencia física, individual y específica, y del conjunto
real de toda la humanidad y no del concepto de una humanidad abstracta.
280

CONCLUSIÓN GENERAL

El Minimumvitalismo impulsado por Masferrer, que como bien lo dice éste, aunque no es
un pensamiento original sí es un proyecto innovador y aglutinador de ideas en torno a la
justicia social, la tierra, los Derechos Humanos y la superación de la pobreza en un
espacio y tiempo determinados como fue la Centroamérica de principios del siglo veinte.

Una de las originalidades de Masferrer es hacer aplicable el Vitalismo en la praxis


histórica, y en concreto, en la vida política salvadoreña. De ahí que encontremos que en
el pensamiento filosófico de Masferrer no hay simple especulación sino un pensamiento
filosófico que está orientado a la transformación de la realidad sociopolítica salvadoreña y
centroamericana. De ahí que por la influencia que este pensador ejerció en su época sea
considerado como uno de los intelectuales más sugerentes.

Esta investigación se ha realizado principalmente con el objetivo de sistematizar el


pensamiento filosófico de Masferrer y mostrar la unidad del mismo con su objeto de
interés. Este pensamiento ha estado transido por la duda fundamental acerca de si
realmente constituye un pensamiento filosófico propiamente dicho. La discusión sigue
abierta y la duda permanece, pero de lo que no se duda es que este pensamiento
constituye un aporte al desarrollo intelectual centroamericano. La duda fue agravada por
el hecho de que ni siquiera se haya organizado el pensamiento de Masferrer, vertido en
su obra intelectual como un corpus coherente y original, si no como una serie de trabajos
eventuales presentados en forma de artículos periodísticos, dedicados fundamentalmente
a reflexionar en torno a la realidad sociopolítica salvadoreña y centroamericana de la
primera mitad del siglo veinte.

Esto determinó la hipótesis de nuestro trabajo: que la producción propiamente filosófica


de Masferrer estaba publicada en forma de artículos periodísticos y que encuentra su
unidad y sentido en el intento de Masferrer por reflexionar en profundidad sobre la
realidad vivida por los salvadoreños de principios del siglo veinte y en su búsqueda de
presentar soluciones concretas y viables a esa problemática.
281

Desde el punto de vista filosófico es estéril sostener la discusión sobre si el pensamiento


filosófico de Masferrer, a saber, el Minimumvitalismo es propiamente un pensamiento
coherente y original ya que semejante planteamiento es ambiguo porque no existe
pensamiento que no haya sido hondamente marcado en su punto de partida y en los
problemas fundamentales que trata por la persona que la formula y el pueblo al que su
autor pertenece.

Es importante anotar que el Minimumvitalismo por su constitutiva pretensión de búsqueda


radical de la justicia social y con ello, honestidad y verdad, debe ser considerado en
propiedad, un verdadero pensamiento filosófico; otra cosa es que hasta ahora no se
hayan sacado las debidas aplicaciones filosóficas de esta obra intelectual. En este
sentido, el Minimumvitalismo parte de las concreciones históricas vividas por la sociedad
de finales del siglo diecinueve y principios del veinte. Estas concreciones individuales,
sociales e históricas que Masferrer vislumbra, las retoma, las analiza y luego propone
solucionarlas desde la praxis concreta. Por eso el Minimumvitalismo ha de estar, en virtud
de su naturaleza y de sus pretensiones, vinculado a la praxis histórica de los hombres y
los pueblos que luchan por la consecución de al menos un mínimo de vida justa. En este
sentido, la importancia de la praxis reviste gran relevancia para un adecuado
planteamiento del Minimumvitalismo.

Como se ha visto en el desarrollo de esta tesis, el pensamiento filosófico de Masferrer por


su objeto, contenido y horizonte es un pensamiento político. De ahí que el interés del
Minimumvitalismo sea fundamentalmente ético. En esta perspectiva, el análisis de la
fundamentalidad ética desde el crisol de la justicia social que permite valorar la praxis
política en la sociedad salvadoreña actual, sea una exigencia ineludible. Y es que, como
se ha visto en la realidad, la orientación general del Minimumvitalismo no permite separar
lo ético de lo político. En este sentido, éste puede enmarcarse dentro de las corrientes
filosóficas occidentales más puras, donde el objeto fundamental no puede ser otra cosa
que una reflexión situada en un contexto preciso.

De ahí que una de las orientaciones fundamentales que debe seguir el Minimumvitalismo
sea convertirse en una filosofía política radical, es decir, que tenga como pretensión
282

intelectual el alcance de los fundamentos de las cuestiones políticas, por tanto, debe tener
siempre como tarea insoslayable el determinar qué es en verdad lo realmente posible en
la praxis política. En este sentido, el Minimumvitalismo debe apuntar desde su perspectiva
filosófica, a estructurar lo social y lo político desde la absolutez de la vida como principio
dinamizador de la realidad. Hay que reconocer, en esta perspectiva, que es la capacidad
de compartir criterios de justicia, lo que capacita al hombre para una vida no sólo social,
sino auténticamente política.

La realidad social de injusticia institucionalizada en todos los aspectos de la vida social de


principios del siglo veinte en El Salvador y que continúa en los inicios del siglo veintiuno,
muestra que para conseguir niveles de vida más ajustados a una verdadera humanidad,
es necesario un apego a la justicia, particularmente a la justicia distributiva. En este
sentido, la justicia es esencial para la construcción de una verdadera sociedad ya que el
orden de la comunidad política se erige necesariamente en la administración de la justicia.
Es aquí donde se enmarca el llamado que Masferrer hace a construir una nueva sociedad
en la que impere la justicia. Para ello, indica un camino que conduce directamente a ésta
y es hacer que se respete y promueva la vida. Pero para lograr el respeto a la vida, no
basta con asegurarla en su manifestación biológica, sino llevar a cabo una vida buena y
es sabido que no hay posibilidad de una vida verdaderamente buena si no es en un
régimen socialmente justo. Aquí, cabe afirmar que sólo un régimen justo puede llegar a
concretar un ambiente de seguridad pública. Es decir, que la seguridad pública es fruto
del cumplimiento de la justicia y no meramente del ejercicio de la coerción.

Ahora bien, para alcanzar una vida justa en la sociedad, como es su interés, sea
necesario una serie de condiciones materiales que la aseguren y sin las cuales nadie se
consideraría propiamente humano. Por tanto, el vivir bien en Masferrer significa la
supervivencia biológica, el bienestar social, moral y justo. Esto es lo que se ha buscado
articular en este trabajo.

En 1881 se decretó la abolición legal de las tierras ejidales y comunales. Entre líneas se
puede ver que esta abolición se encaminó a la erradicación de las comunidades
indígenas, aunque la resistencia activa y pasiva de estos pueblos prolongaría el proceso
hasta bien entrado el siglo veinte. Este hecho debe enmarcarse en la perspectiva de la
consolidación del sistema liberal en Centroamérica y concretamente en El Salvador. Para
283

los liberales, el orden era la razón de ser del progreso, de ahí la necesidad de legislar en
torno a la propiedad de la tierra y del suministro de mano de obra. Este reordenamiento
implicó, primero el debilitamiento de la Iglesia como factor de poder económico y político,
lo que no produjo de ninguna manera el fin de la intervención de aquélla en los asuntos
públicos. Segundo, el sometimiento de los centros de poder regionales al poder central
con miras a sentar las bases para construcción de un Estado nacional. Y tercero, la
desestructuración de las comunidades indígenas, con el resultado a un nuevo impulso a
su cultura de resistencia expresada en forma de marginación y de rebeliones.

Masferrer cifró sus expectativas en la construcción de una patria donde la vida de los
salvadoreños fuera viable de manera concreta y no idealista. Ello implicó para él la
elaboración de una reflexión política que tuviera que ver con la realidad concreta que le
tocó vivir a las mayorías populares, específicamente a indígenas y campesinos. Un
pensamiento filosófico político al que le corresponde una ética, cuyo punto de inflexión fue
la búsqueda de la transformación de la realidad de su tiempo, en una realidad más justa.
Por ello estructuró su propuesta Minimumvitalista. Pensamiento que mejor expresa el
contenido ético y político de una reflexión intelectual al servicio de la construcción de una
sociedad más humana. Y como lo decía él, los seres humanos no podemos vivir si no es
en la tierra y ésta es un recurso limitado. De ahí que una justa distribución de la tierra sea
el elemento clave del pensamiento filosófico masferreriano, es decir, el Minimumvitalista.

La reforma del sistema de tenencia de la tierra es lo que está a la base de la propuesta


ético-política de Masferrer. La tierra como el recurso fundamental para el desarrollo de la
vida del ser humano. De ahí la centralidad del ser humano en su Minimumvitalismo, pero
no un hombre idealizado sino un ser humano real, física y materialmente ubicado en
espacio y tiempo concretos. Esa centralidad del ser humano real, en el Minimumvitalismo
es la que lo ubica en el contexto histórico salvadoreño de 1880-1932; sólo que en el lado
contrario del liberalismo. Es decir, desde la lucha por la justicia social.

El Minimumvitalismo masferreriano comporta una fundamentalidad filosófica en su


vertiente ética en donde lo social y político son dimensiones fundamentales. Éstas son
derivaciones del núcleo fontanal que para él constituye la vida. Por tanto, este
pensamiento filosófico puede enmarcarse en la línea de la filosofía vitalista iniciada y
desarrollada en Europa. De modo que para él, la vida es una y constituye un bien
284

supremo, cuya superioridad respecto de todo lo demás comporta su carácter de


absolutez; y en sus manifestaciones, natural, animal y cósmica, generan el sustrato de su
despliegue teórico. En esta reflexión filosófica se expone la defensa y la construcción de
la vida, como elemento fundamental de toda expresión y práctica humana. Aquí, la
defensa de la vida, es la clave hermenéutica para la formulación de la construcción de su
pensamiento. En consecuencia, en la concepción filosófica de Masferrer la vida no se
desliga de lo histórico-político.

El Minimumvitalismo masferreriano ha constituido una presencia filosófica en El Salvador,


tan importante como inadvertida. Esto debido a intereses de grupos de poder que han
manipulado el pensamiento masferreriano en función de sus intereses. Su estrategia ha
consistido en presentar a un Masferrer romántico y lírico, ocultando al Masferrer crítico de
las injusticias sociales. Sin embargo, por honestidad intelectual, en El Salvador se le debe
hacer justicia a Masferrer, haciendo una lectura integral y no caricaturesca de su obra. En
esta perspectiva, esta investigación concluye que la obra intelectual de Masferrer
constituye una Ética humanizadora y orientada a una praxis política concreta. Es aquí
donde tienen cabida el Partido Vitalista, los Círculos vitalistas y la Educación vitalista.

No obstante, el Minimum Vital se ha interpretado mal, no sólo por parte de sus detractores
sino también por algunos de sus seguidores. Se piensa erróneamente que ante la
necesidad humana del hambre, el Minimum Vital recomienda, por lo menos, solventarla
mínimamente para ir sobreviviendo poco a poco y no morir de hambre violentamente. Por
el contrario, la primera aproximación que nosotros tenemos del Minimum Vital se refiere a
la satisfacción plena de un mínimo de necesidades: Trabajo, Alimentación, Habitación,
Agua, Vestido, Asistencia Médica, Justicia, Educación y Descanso. De ahí que se afirme
que el Minimum Vital tiene que ver con la fundamentalidad con que hay que afrontar y
resolver la vida. En este sentido, el Minimum Vital es una conquista lograda en una
situación social caótica, que no asegura ni siquiera un mínimo para vivir dignamente.

Con la concreción del Minimumvitalismo Masferrer busca un equilibrio social que implique,
por un lado, que grandes sectores de la sociedad salvadoreña dejen de ser miserables y
que nadie pueda comprar su fuerza de trabajo mediante un salario de hambre. Y por otro
lado frene y ponga límites a la codicia infinita de los ricos, que conducen a aquellos al
desmedro y deterioro físico y moral. En este marco se ubica el llamado de Masferrer a
285

que El Salvador retome una visión más equitativa del sistema de tenencia de la tierra
orientada a una visión más comunitaria y a que los gobernantes de su época organicen un
Consejo Económico, ya que la economía es en realidad un cuarto poder en El Salvador.

Visto el Minimumvitalismo desde esta nueva perspectiva, se abren también nuevos


campos de investigación en el ámbito de las ideas filosóficas en Centroamérica y
particularmente en El Salvador. Los campos de investigación en este terreno tienen que ir
en el proceso de instalar el pensamiento filosófico de Masferrer como una Ética que da
cada vez más de sí como quehacer iluminador en la construcción de una sociedad más
humanizada y humanizante.

El pensamiento filosófico vitalista masferreriano no debe ser considerado una teoría


localista correspondiente exclusivamente a la realidad salvadoreña, sino que por sus
pretensiones últimas de justicia y radicalidad en el respeto y la promoción de la vida en
todas sus expresiones, es también un quehacer intelectual centroamericano y
latinoamericano.

Para Masferrer, ascender a una sociedad más justa en El Salvador y en Centro América
es alcanzable únicamente por la labor ingente de un Hombre Nuevo cuya labor individual
no se termina en una reflexión intimista y solipsista sino en una actividad política en el
puro sentido del término. Esto es lo que jalona la nueva realidad constituida por la justicia
concretada en la realidad que permite en definitiva la vida buena para todos.

Son muy interesantes los temas que Masferrer aporta a la reflexión intelectual y a la
historia de las ideas y del pensamiento centroamericano, éstos son la formulación de la
nación étnico-cultural y social, el unionismo y el panhispanismo, el debate entre raza y la
cultura, el feminismo masferreriano, etc. En este marco, Masferrer junto con otros
pensadores centroamericanos disputaron espacios culturales y políticos a las dos
corrientes ideológicas dominantes del momento: el positivismo y el marxismo.749 Masferrer
negaba aquellos rasgos simbólicos del liberalismo como referentes para la construcción
de la nación, porque consideraba que no beneficiaban a los grupos más excluidos en su
acceso a los derechos mínimos, como eran la tierra, el trabajo, la salud, etc. Es más,
cuestionaba la construcción simbólica de la nación y de la identidad salvadoreña como

749
Cfr. Casaús, Op. Cit., p. 87.
286

una abstracción, porque no contribuía a mejorar la vida de los trabajadores, campesinos,


niños y mujeres salvadoreñas.

Podemos concluir que el Minimumvitalismo de Masferrer mueve a pensar que para


analizar y resolver los problemas sociales de un pueblo hay que partir de la realidad
socioeconómica e histórica en que está inmerso ese pueblo. De esa manera las
soluciones serán también reales y factibles. Como sabemos por la experiencia, hoy más
que en su época, se violan los derechos humanos de los salvadoreños; hoy se malversan
más y se roban los fondos públicos; hoy la droga y el aguardiente se consumen más o
igual que en la época en que Masferrer la denunció. Si así son efectivamente las
condiciones económicas, sociales, políticas y culturales del país, no hemos hecho
progresos en relación con la realidad que le tocó vivir a Masferrer, por eso su doctrina
tiene vigencia plena aún en nuestros días. La libertad de pensamiento, de tránsito y de
reunión, para Masferrer son en realidad necesidades más bien que derechos. Por tanto,
están inscritos en la naturaleza del ser humano y simplemente deben ser reconocidos, si
fueran derechos artificiosos habrían de ser concedidos, mientras que las necesidades,
como la de alimentarse y la de dormir son funciones naturales que nacen con el hombre y
que ninguna sociedad y mucho menos ningún Estado los concede.

Es aquí donde entran en coincidencia la propuesta intelectual de Ignacio Ellacuría


respecto de la teoría de los derechos humanos en occidente y la visión masferreriana de
una sociedad más justa y equilibrada. Para Ellacuría la utopía siempre deberá ser el
motor que impulse la permanente humanización pues de lo contrario es fácil caer en una
ilusión que oculte lo que en realidad se hace: establecer un orden que una vez instituido
buscará la perpetuación, y es cuando los derechos humanos se convierten en un discurso
de legitimación y ya no de utopía. De ahí que las concepciones de derechos humanos que
dan prioridad al formalismo institucional y sistemático, por encima de la realidad histórica
y las necesidades de los seres humanos, sean estáticas y cierren la puerta a cualquier
dimensión transformadora que puedan tener.

En este sentido, reivindicar el principio de la vida y de la solidaridad por encima del


principio de la eficiencia empresarial y del mercado capitalista es una manera en que los
derechos humanos pueden mostrarse como momento intelectivo de la praxis de
liberación. De ahí que comprender los derechos humanos como ideales utópicos
287

posibilita, entonces, que no se conviertan en un discurso hegemónico que impida y anule


el proceso de liberación, sino al contrario, que sean momentos ideológicos que faciliten la
construcción de prácticas sociales e históricas que permitan al ser humano vivir con el
máximo de dignidad.
288

ANEXOS

ANEXO 1: Ahí va la sonda


289

Este documento constituye el contenido de un panfleto que Masferrer divulgara en 1930 a


efecto de saber cuál es la opinión de la población en caso de que él aceptara postularse
como candidato presidencial.

Esto es lo que dice la sonda:

A la insinuación de algunos grupos de amigos simpatizantes para que se me proclame


Candidato a la Presidencia de la República, he respondido con el siguiente artículo,
publicado en Patria el 1° de agosto de 1930.

El lector ha de fijarse bien que no es un programa definitivo, sino el armazón económico


del mismo, en globo, y prescindiendo todavía de muchos aspectos interesantes. En fin,
una Sonda.

Un programa electoral, según yo lo entiendo, es un compromiso de honor entre el


candidato y sus electores. Y además, es una especie de contrato formal, aunque implícito,
que le da el gobernante el derecho de rehusar toda exigencia que le aparte de su
programa, y le impone al país la obligación de secundar al gobernante en la realización de
ese programa que, por el hecho de su aceptación, significa ya una comunidad de ideales
entre el elegido y electores.

Por esto ha de ser el programa de tal manera concreto, claro, sencillo y práctico, que
nadie pueda luego excusarse de su incuria, infidencia o inepcia, alegando que no había
interpretado de otra manera, o que las circunstancias han cambiado.

El candidato electo ha de sentirse, y se le debe considerar, como el arquitecto encargado


de una edificación según previo y convenido plan, que no podría modificarse en nada
sustancial, sin previo examen y anuencia de quien paga el trabajo.
Fuera de esta manera de entender las cosas, me parece a mí que todo lo demás es
embrollo o ignorancia o apatía.

En este momento y en nuestro país, un programa ha de ser, necesaria y principalmente,


un programa económico. Porque en todas partes y muy especialmente aquí, la cuestión
capital, el problema de los problemas, es cómo se va a vivir y de qué se va a vivir. En
290

torno a eso, y según la conexión más o menos estrecha que guarden con esta viga
maestra del edificio, se dispondrán los otros puntos del programa que sean de utilidad y
transcendencia evidentes.

Atendiendo absolutamente a ese criterio, expongo en seguida lo que sería el armazón de


mi programa en caso de proclamarse candidatura, y lo expongo, no como anhelos más o
menos fervorosos pero sujetos a permanecer en el limbo de los ensueños, sino como
propósitos, de los cuales yo no consentiría en apartarme. Un poco más, un poco menos
en la medida y en el tiempo; alguna relativa flexibilidad impuesta por el ambiente y que es
tan propia de las cosas humanas; el contentarse con andar quince leguas en vez de las
veinte que se quería andar, -es inevitable y ha de tenerse como probable, si no es uno un
fanático peligroso, o un loco, desentendido enteramente de las realidades.

Pero, descontada esa conformidad tan natural y aceptable, yo no consentiría que se me


desviara gravemente de mis propósitos, y mucho menos que se me exigiera prescindir de
ellos.

Estos propósitos esenciales, que pudieran muy bien incluirse en la Economía del
Mínimum Vital, son los que detallo en seguida, y su lectura detenida, atenta y meditada,
servirá para que cada uno de mis simpatizantes vea dentro de su conciencia, cuál es su
verdadera y firme actitud respecto de mi:

Yo quiero,

1°.- Que no se contraiga ningún empréstito exterior,

2°.- Que no haya presupuestos con déficit. Ni partidas globales mayores de diez mil
colones cada una. Ni eventuales que pasen, en todo, de cien mil colones.

3°.- Que no se otorgue concesión ni se celebre contrato por más de veinticinco años. Y
que toda contrata o concesión que afecte a todo el país, sea sometida al examen y
aprobación de los concejos Municipales.
291

4°.- Que se funde el Banco del Pueblo, con préstamos de cinco a cincuenta colones; sin
más garantía que la calificación moral de la persona, y con intereses no mayores del 15
por ciento al año.

5°.- Que se graven los solares sin edificar con un 5 por ciento anual de su valor en venta,
y que ese impuesto se aplique exclusivamente, a la construcción de casas municipales de
alquiler, de precio ínfimo y medio.

6°.- Que se graven las tierras incultas con un cinco por ciento anual de su valor en venta,
y que el impuesto se aplique exclusivamente a la compra de tierras comunales.

7°.- Que se grave toda tierra rural, cultivada, que exceda de cien manzanas, con el uno
por ciento anual de su valor actual, y que su producto se aplique, exclusivamente, a la
compra de tierras para construir los bosques del Estado.

8°.- Que toda herencia mayor a cien mil colones se reparta así: 70 por ciento a la familia
legítima, natural o adoptiva; 20 por ciento para el municipio, y 10 por ciento para la
Nación.

9°.- Que toda herencia mayor de 500,000 colones se divida así: 60 por ciento para la
familia, 25 por ciento para el municipio, y 15 por ciento para el Estado.

10°.- Que las rentas municipales se inviertan exclusivamente en cosas de la jurisdicción


municipal respectiva, y los nacionales exclusivamente en otras de la nación.

11°.- Que en ningún caso puedan comprometerse las rentas municipales por más de diez
años, ni las nacionales por más de veinticinco.

12°.- Que no se comprometan nunca las rentas del municipio por más del valor de un
tercio de la renta anual, ni las de la Nación por más del valor de la mitad de la renta anual.

13°. Que ningún capital hecho en el país se extraiga definitivamente de él, sin dejar a
favor del Fisco un 20 por ciento de su importe.
292

14°. Que a nadie pueda ejecutarse por deudas, sin dejarle un 20 por ciento de su haber, si
la deuda no excede de 100,000 colones, y un 10 por ciento si fuere mayor.

15°.- Que la casa familiar, única y de precio medio o ínfimo, sea inembargable.

16°. Que la posesión rural, familiar, única y de precio ínfimo, sea inembargable.

17°.- Que se graven las casas no familiares, que excedan de 30,000 colones, con un uno
por ciento de su valor actual.

18°.- Que se fije un salario vital o mínimo a los jornaleros del campo, y que este salario
ascienda o descienda por encima de mínimun, según el precio de las cosechas y el
precio de los productos.

19°.- Que las municipalidades adquieran los actuales mercados de víveres, o construyan
otros, donde las vivanderas no paguen impuesto de ninguna clase.

20°.- Que se proteja al trabajo de las mujeres proletarias o semiproletarias salvadoreñas,


no permitiendo a ningún extranjero emplearse en aquellas ocupaciones de industria, oficio
o comercio, que constituyen el pasar habitual de muchas mujeres.

21°.- Que no se haga ningún trabajo de edificación ni de mobiliario y otro cualquiera que
sea posible hacerlo nosotros, sino por obreros del país; acudiendo únicamente a técnicos
extranjeros, para que enseñen o dirijan, cuando no los hubiere aquí.

22°.- Que a ningún empleado privado o público que hubiere prestado servicios continuos
por más de cinco años, se le pueda despedir sin aviso previo de seis meses; y sin
indemnizarle, -caso de no comprobársele culpabilidad–, con un quince por ciento del total
de sus sueldos devengados, si éstos no pasasen de treinta mil colones, y con un diez por
ciento, si excedieron de esa cantidad. El mismo régimen deberá aplicarse a los obreros,
después de tres años de servicios continuos; salvo para todos, el caso fortuito o de fuerza
mayor.
293

23°.- Que el Ejército abra y mantenga las carreteras nacionales, y plante y conserve los
bosques del Estado.

24°.- Que el vestido de los niños de madres desvalidas se constituya en obligación


municipal, y su asistencia médica, incluso medicinas, en obligación del Estado.

25°. Que la Escuela primaria prolongue su tiempo hasta los diez y siete años, con horarios
decrecientes; y que se organice de tal manera, en cuanto a enseñanza y tendencia que se
encamine directamente a formar trabajadores eficientes y perfectamente capacitados para
subvenir a sus necesidades.

Poco más, poco menos.


Dice Goethe, hablando de los anhelos del hombre, que sale temprano por la mañana en
busca de una golondrina, y gracias a eso a la tarde regresa con una lagartija.
Yo me resignaría a no coger la golondrina, y me conformaría con otro pájaro cualquiera,
que volara de veras.
Para volver con una lagartija, mejor no salir.

Y este es mi sondaje, y es probable que los simpatizantes se me vayan y los indiferentes


me hagan las cruces, pensando estar en presencia del Diablo.
Pero yo, pienso así, y no puede ser de otra manera.

Doy, pues, cumplidas gracias a quienes me favorecen con simpatías, y a todos saludo,
recordando aquella frase popular tan gráfica: Ya saben donde vivo.
Agosto de 1930.
A. Masferrer.

ANEXO 2: Lista de cien libros cuya lectura mejorarán la cultura salvadoreña


294

Masferrer, en su artículo La cultura por medio del libro propone la fundación de Bibliotecas
Públicas en los municipios, que contengan al menos cien libros que sirvan para la
formación cultural de los salvadoreños y afirma que “si fundáramos las bibliotecas
municipales sobre la base de lectura amena, habríamos hecho algo muy importante en
este ramo de crear diversiones para el pueblo.”750 Concluye asimismo que “en nuestra
lista no han de figurar sino libros que, por ser divertidos no sean mentirosos, y que no
sean obscenos y que no dejen un concepto demasiado estrecho de la vida y que no exijan
demasiada técnica como algunos del encantador de Julio Verne. ¿Bastaría con eso?
amenidad, inteligencia, decencia, verdad, amplitud y sencillez, paree casi todo lo que
deberíamos exigir en los libros que vamos a poner en manos de nuestro pueblo.”751

En este sentido para Masferrer, “todo lo que han creado de hermosura, de arte, de
verdad, de bondad, los grandes escritores que son, por ello, los mejores y más grandes
maestros de la humanidad.”752

Cien libros de primer orden que sean obras de arte, obras amenas, sanas, discretas,
optimistas, instructivas y sugestivas. Como si dijéramos, cien diamantes o cien rubíes
extraídos de las minas de la literatura, de la historia, de la ciencia, de la religión, de la
moral.753 Para él, “no es perfecta la lista que hemos formado, hay en ella una veintena de
obras que podrían substituirse ventajosamente con otras; pero ello no es posible por el
momento. En todo caso, estamos seguros de no haber incluido en nuestra lista ningún
libro tonto ni perverso.”754

He aquí la lista755:

1. Fábulas, de Samaniego.
2. Cuentos, de Charles Perrault
3. Cuentos, de Hans Christian Andersen
4. Cuentos y Fábulas, de León Tolstoi.
5. La Tierra, de Vidal de la Blache.

750
Masferrer, A., Obras Escogidas, Op. Cit., p. 104.
751
Ibidem, p. 111.
752
Ibidem, p. 112.
753
Ibidem, p. 112.
754
Ibidem, p. 112.
755
Para comodidad del lector, los títulos los pongo en cursiva. El original los pone en letra normal.
295

6. El África Tenebrosa, de Enrique M. Stanley.


7. El Arroyo, de Eliseo Reclús.
8. Luz y Vida, de Karl Georg Büchner.
9. Colección de Cartillas Científicas, de Edwar V.Appleton.
10. Teatro Selecto, de Calderón de la Barca.
11. Dramas, de Friedrich Schiller.
12. Comedias, de Bretón de los Herreros.
13. Un enemigo del pueblo, Henrik Ibsen
14. El Avaro, de Moliere
15. Comedias Escogidas, de Juan Ruiz Alarcón.
16. Comedia de equivocaciones, deWilliam Shakespeare.
17. La Tempestad, de W. Shakespeare
18. Sueño de una noche de verano, de W. Shakespeare.
19. Macbeth, de W. Shakespeare.
20. Dramas y Leyendas, de José Zorilla.
21. El Bufón de las familias
22. El Pájaro, de Michelet
23. El Insecto, de Michelet
24. Las Abejas, de Maeterlinck
25. Viajes escolares, de Topffer
26. Las Flores animadas, de Grandville
27. La Vuelta al mundo en ochenta días, de Julio Verne
28. Miguel Strogolff, de Julio Verne.
29. Viajes del capitán Grant, de Julio Verne
30. El País de las Pieles, de Julio Verne
31. Libro del hombre de bien, de Benjamín Franklin
32. Ayúdate, de S. Smiles.
33. Vida y Trabajo, de S. Smiles
34. La vida Sencilla, Ch. Wagner
35. Junto al hogar, de Ch. Wagner
36. La Alegría de vivir, de Orison Swett Marden
37. El Poder del pensamiento, de O. S. Marden
38. Los Nueve libros de la Historia, de Herodoto
39. Historia de la conquista del Perú, de Guillermo H. Prescott
296

40. Historia de la conquista de México, Antonio de Solís


41. Bolívar y la emancipación hispanoamericana, de Mancini
42. Vidas Paralelas, de Plutarco
43. Memorias del príncipe, de Piort Kropotkine
44. Memorias, de Benvenuto Cellini
45. Civilizadores y Conquistadores, de Alphonse de Lamartine
46. Rimas, de Gustavo A. Becquer
47. Versos, de Francisco Gavidia
48. Cantos del hogar, de J. de DiosPeza
49. Poesías Líricas, de Espronceda
50. Poesías Escogidas, de Campoamor
51. El Cancionero, (traducción de Llorente).
52. Tierras del Cielo, de Flamarión
53. Los tres Mosqueteros, de Alejandro Dumas
54. Veinte años después, de Alejandro Dumas.
55. La Dama de Montsoreau, de A. Dumas.
56. Rob Roy, de William Scott
57. Quintin Durward, de Walter Scott
58. Ivanhoe, de Walter Scott
59. Fabiola, de Cardenal Wisseman
60. Diario de un niño de pecho, de Carlos Eugenio Smidt
61. Educación de las Madres de familia, de Aimé Martín
62. El cuerpo y el alma del niño, de Aimé Martín.
63. Cuentos, de Grimm y de Perrault
64. Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes
65. Educación de los Jóvenes, de Fenelón
66. Novelas ejemplares, de Miguel de Cervantes
67. Lazarillo de Tormes, de H. de Mendoza.
68. Viajes de Gulliver a Liliput
69. El príncipe perro, de Laboulaye
70. El Gobierno Municipal en Estados Unidos
71. Cartas y Discursos, de Abraham Lincoln
72. La conquista del pan, de Piort Kropotkine
73. Los hombres en el año tres mil, de Guiton Onoffre
297

74. El Trabajo, de Timoteo Bodareff


75. Orlando furioso, de L. Ariosto
76. Las Mil y una noches, Anónimo
77. La vida devota (traducción de Quevedo), San Francisco de Sales
78. Florecillas de San Francisco de Asis
79. El Libro del Trópico, de Arturo Ambrogi
80. La hija del adelantado, de José Milla.
81. La Odisea, de Homero.
82. El País de los Ciegos, de H. Wells
83. Robinson Crusoe, de Daniel Defoe
84. La Isla del Tesoro, de Stevenson
85. David Copperfield, de Charles Dikens
86. El Príncipe feliz, de Oscar Wilde
87. El Vicario de Wakefield, de Goldsmith
88. Los Trabajadores del mar, de Víctor Hugo.
89. El Noventa y tres, de Víctor Hugo
90. Los Miserables, de Víctor Hugo
91. Corazón, de D´Amicis
92. La cabaña del tío Tom, de Beecher-Stowe.
93. Abajo las Armas, de Berta de Sutner
94. Resurrección, de León Tolstoi
95. Amor y Matrimonio, de León Tolstoi
96. La muerte de Iván Ilych, de León Tolstoi
97. Historias extraordinarias, de Edgard Alan Poe
98. Confesiones de un médico, de Veresaief
99. La Ciudad y las Sierras, de E. de Queiroz
100. Obras de fígaro, de Mariano José de Larra.

ANEXO 3: Decretos relativos a homenajes dedicados a don Alberto Masferrer


298

DECRETO N° 152

La Asamblea Nacional Legislativa de la República de El Salvador,

CONSIDERANDO:
Que la labor desarrollada durante toda su vida por el ilustre salvadoreño don Alberto
Masferrer como publicista, es de aquéllas cuyo mérito cada día se patentiza más y se
hace más digna de aprecio;

Que esa labor, por su belleza y por sus nobilísimas tendencias, merece conservarse como
un Tesoro de la Nación para que en ella, como un ejemplo, se inspire la juventud y sirva
de estímulo para la forja del porvenir;

Que la obra filosófica y literaria de este Grande Hombre corre riesgo de perderse si no se
edita convenientemente, hoy que aún es fácil su compilación;

Que esta labor debe realizarse por cuenta del Estado por ser obligación de éste la
conservación de esta clase de tesoros para afirmar las características intelectuales que
den personalidad moral y sello propio a la Patria;

Por tanto: en uso de sus facultades constitucionales,

DECRETA:
Art. 1°- Compílese y edítese en los Talleres de la Imprenta Nacional por cuenta del
Estado, la obra literaria del maestro Alberto Masferrer.

Art. 2°- El Poder Ejecutivo se encargará de dar cumplimiento a esta disposición a la mayor
brevedad posible.

Dado en el Salón de Sesiones del Poder Legislativo. Palacio Nacional, San Salvador, a
los once días del mes de agosto de mil novecientos treinta y tres.

R.V. Morales, Presidente.- P. GUZMÁN TRIGUEROS, Srio.- Franco. Federico REYES,


Secretario.

Maximiliano Hernández Martínez,


Presidente Constitucional.
Salvador Castaneda Castro,
Ministro de Gobernación.
(Publicado en el Diario Oficial N° 179, Tomo 115 de fecha 16 de agosto de 1933).

DECRETO 269
299

EL CONSEJO DE GOBIERNO REVOLUCIONARIO DE LA REPÚBLICA DE EL


SALVADOR, CONSIDERANDO:

I.- Que el cuatro de septiembre próximo entrante, se cumple el décimo séptimo


aniversario de la muerte de don Alberto Masferrer, renombrado filósofo, maestro y
escritor, gloria y prestigio de la República;

II.- Que es un deber del Estado honrar la memoria de quienes supieron dar nombre y
prestigio a la Patria, ya que el culto hacia los ilustres desaparecidos, al mismo tiempo que
elevada expresión de una clara conciencia nacional, es estímulo eficaz en el desarrollo de
las más altas virtudes cívicas en las generaciones futuras del país.

POR TANTO,

En uso de las facultades que le confiere el Decreto N° 1, de 16 de diciembre retropróximo,


publicado en el Diario Oficial N° 276, Tomo 145, de la misma fecha,

DECRETA:

Art. 1°- Declárase monumento nacional la tumba de don Alberto Masferrer.

Art. 2°- El Ministerio de Cultura se encargará de mantener dignamente presentado dicho


monumento.

Art. 3°- Autorízase al Director del Cementerio General de esta ciudad, para que, libre de
derechos permita el depósito de los restos mortales del Maestro Alberto Masferrer, en el
puesto de mausoleo N° 5, interior del cuadro “R” del expresado Cementerio.

Art. 4°- Este decreto entrará en vigor desde el día de su publicación en el Diario Oficial.

DADO EN LA CASA DEL CONSEJO DE GOBIERNO REVOLUCIONARIO: San Salvador,


a los treinta días del mes de agosto de mil novecientos cuarenta y nueve.

Dr. Humberto Costa, Mayor Oscar Osorio, Mayor Oscar A. Bolaños, Doctor Inf. Reynaldo
Galindo Pohl, Rubén H. Dimas, Ministro de Cultura; Dr. Eduardo Barrientos, Ministro de
Asistencia Social. (Publicado en el Diario Oficial N° 190, Tomo 147 de fecha 31 de agosto
de 1949).

DECRETO N° 543

LA ASAMBLEA LEGISLATIVA DE LA REPÚBLICA DE EL SALVADOR.


300

CONSIDERANDO:

I. Que la Liga Femenina Salvadoreña y el Comité Vitalista Pro-Centenario del Maestro


“Alberto Masferrer” solicitan un homenaje nacional con motivo del centenario del
nacimiento del Maestro Alberto Masferrer;

II.- Que el artículo 196 de nuestra Constitución Política declara: que es obligación del
Estado la conservación, el fomento y la difusión de la cultura;

III.- Que tributar homenaje de respeto y reconocimiento a los grandes hombres que en su
trayectoria por la vida se han consagrado en el campo de la cultura, constituye un deber
ciudadano de alto significado, ya que contribuye en la orientación positiva de las nuevas
generaciones;

IV.- Que el Maestro Alberto Masferrer con su pensamiento ético, social y político que
satura sus numerosas obras literarias y con su actitud digna en toda la extensión de la
palabra, se perfila como uno de los más altos valores de nuestra Patria;

POR TANTO,

En uso de sus facultades constitucionales y a iniciactivaa de los Diputados señores


Hermelinda Rivas v. de Rosales, Antolín de Jesús Castillo, Abel Salazar Rodezno, Mario
Oscar Godínez, Juan Ricardo Ramírez Rauda y Jesús Silvestre Mestizo

DECRETA:

Art. 1- Declárase el año de 1968, “Año de Alberto Masferrer”.

Art. 2.- El presente Decreto entra en vigencia desde el día de su publicación en el Diario
Oficial.

DADO EN EL SALÓN DE SESIONES DE LA ASAMBLEA LEGISLATIVA: PALACION


NACIONAL: San Salvador, a los veinte días del mes de diciembre de mil novecientos
sesenta y siete.

Francisco José Guerrero, Presidente; Julio Hidalgo Villalta, Vice-presidente; Edgardo


Napoleón Delgado, Vice-presidente; José Francisco Guerrero, Primer Secretario; Julio
Góchez Calderón, Segundo Secretario. Miguel Angel Ariz Lagos, Segundo Secretario.

CASA PRESIDENCIAL: San Salvador, a los veintiún días del mes de diciembre de mil
novecientos sesenta y siete.

PUBLÍQUESE:
301

Fidel Sánchez Hernández, Presidente de la República.

Francisco Armando Arias, Ministro del Interior.

PUBLÍQUESE EN EL DIARIO OFICIAL

Enrique Mayora Rivas, Secretario General de la Presidencia de la República.


(Publicado en el Diario Oficial N° 235, Tomo 217 de fecha 21 de Diciembre de 1967).
302

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