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UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA
EL VITALISMO MASFERRERIANO:
FACULTAD DE POSTGRADOS
POR
OCTUBRE DE 2013
Rector
Secretaria General
N el l y Ar e l y C hé vez Re yn o s a
L ui s E dg ar Al va r en ga V ás qu ez
Director de Tesis
ÍNDICE
Página
INTRODUCCIÓN 10
CAPÍTULO PRIMERO 18
Conclusión 76
7
CAPÍTULO SEGUNDO 78
Conclusión 155
8
Conclusión 233
Conclusión 277
ANEXOS 288
Anexo 1: Ahí va la Sonda 289
Anexo 2: Lista de cien libros cuya lectura mejorará la cultura salvadoreña 294
Anexo 3: Decretos relativos a homenajes dedicados a don Alberto Masferrer 298
BIBLIOGRAFIA 302
A. Fuentes Primarias 302
B. Estudios 303
C. Bibliografía complementaria 307
10
INTRODUCCIÓN
Ignacio Ellacuría manifestó que todavía no existe una filosofía latinoamericana propia.1
Aceptando esta opinión como un hecho, queda claro que no existe una filosofía
salvadoreña, al menos entendido esto en sentido estricto.
Aunque esta afirmación está basada en una apreciación radical y rigurosa según la cual
en Latinoamérica y por añadidura en El Salvador no se haya producido una filosofía
reconocida como tal, no obstante ello, sí ha existido un pensamiento crítico que por su
carácter, nivel de criticidad y objeto de estudio puede considerarse como un verdadero
pensamiento de carácter filosófico muy fructífero en la historia de las ideas en
Latinoamérica y por supuesto, también en El Salvador.
Con este trabajo se pretende mostrar que existen grandes pensadores salvadoreños que
si bien no pueden ser considerados específicamente como filósofos,2 sí han contribuido
con su obra intelectual a dar prestigio y relieve a la reflexión crítica sobre la realidad
histórica vivida por los salvadoreños y, por tanto, su producción intelectual debe ser
considerada como un verdadero pensamiento filosófico. En esta perspectiva no puede
negarse que el siglo XX salvadoreño haya tenido gran importancia en la historia del
pensamiento filosófico centroamericano. Como ejemplo de estos pensadores
salvadoreños que pueden ser considerados de alguna manera como filósofos, tenemos a
Francisco Peccorini Letona,3 Carlos Alberto Siri,4 Julio Fausto Fernández,5 Roberto Lara
1
Cfr. Ignacio Ellacuría, Función liberadora de la filosofía, ECA, 435-436; Enero-febrero 1985, p. 46.
Ellacuría afirma que es una constatación el hecho que “el continente latinoamericano no ha producido una
filosofía propia, que salga de su propia realidad histórica y que desempeñe una función liberadora respecto de
ella; tanto más de extrañar cuanto puede decirse que ha producido una teología propia, una poderosa
expresión artística propia, especialmente en los campos de la poesía, la novela y las artes plásticas; es de
notar, además, que la producción en estos campos ha logrado una reconocida universalidad, cosa que no lo
han conseguido eventuales producciones filosóficas latinoamericanas, que han tenido el propósito de ser
nacionalistas, indigenistas, autóctonas, etc.”
2
Consideramos filósofo o filósofa a aquella persona que reflexionan críticamente en torno a temáticas
importantes de la existencia humana, cuyo objetivo primordial es ofrecer posibilidades de solución para
resolver los problemas fundamentales de la sociedad en general y de los individuos en particular, con lo que
se busca alcanzar mayores niveles de calidad de vida para las mayorías.
3
Filósofo y político salvadoreño, nació en 1918 en Santa Ana, fue asesinado en 1989. Su producción
filosófica es reconocida como una de las aportaciones científicas importantes sobre todo con los aportes de su
tesis doctoral en Filosofía por la Universidad de Comillas con el tema: Gabriel Marcel: la razón de ser de la
11
participación, 1959. Otros temas de su obra filosófica son: El Ser y los Seres en Santo Tomás de Aquino,
1961; Los fundamentos últimos de los derechos del hombre: justicia moral y obligación, 1964; La voluntad
del pueblo en la emancipación de El Salvador, 1972; El Kant que no conocíamos, 1963; El Hombre en la
perspectiva ontológica, 1963; etc.
4
Filósofo salvadoreño nacido en San Miguel en 1905, muere en San Salvador en 1974. Entre sus libros están:
Creo en el Hombre, 1973; Así fue mi vida, 1972; Hitos en el Camino, 1969; Naturaleza y Sobrenaturaleza,
1968; La Preeminencia de la Civitas y la Insuficiencia de la polis, 1967.
5
Filósofo y abogado salvadoreño nació en Usulután en 1913 y murió en San Salvador en 1981. Fue un
prolífico escritor cuya obra intelectual supera los cincuenta títulos, de éstos sobresalen los de carácter
filosófico, político y de derecho. Sus obras más leídas: Radiografía del Dolor, 1974; Los Valores y el
Derecho, 1957; Origen del Hombre y otros Ensayos, 1978; Del Materialismo Marxista al Realismo Cristiano,
1970, etc.
6
Filósofo y abogado salvadoreño, sus libros más representativos son Los Ciclos Históricos en la evolución
humana, Ediciones Studium, Madrid, 1963 y Estudio histórico de la evolución política de la humanidad,
Dirección de Publicaciones, San Salvador, 1973.
7
Filósofo salvadoreño (1936), sus obras más importantes son: Introducción a la filosofía crítica de la Praxis,
1995; Filosofía, Ciencia y Revolución, 1972; El Salvador 1930-1960: antecedentes históricos de la guerra
civil, 2001; Sobre la Metodología de las ciencias contemporáneas en sus orígenes, 1965; Consideraciones
acerca de la praxis, 1967; Carlos Marx: su filosofía y las ciencias naturales, las matemáticas y la lógica,
2003.
8
Filósofo, economista y politólogo salvadoreño, nació en Santa Ana en 1935 y murió en Costa Rica en el
2000. Sus obras fundamentales son: Reforma Agraria en Guatemala, Bolivia y Cuba, 1969-1970, 1971;
Reforma Agraria Chilena, 1970; Acumulación Originaria y desarrollo del Capitalismo en El Salvador, 1981;
por problemas políticos tuvo que migrar a Costa Rica donde desarrolló su trabajo intelectual. Fue fundador y
director de FLACSO en ese país.
9
Escritor, educador, historiador, periodista y filósofo salvadoreño, nació en San Miguel en 1863 y murió en
San Salvador en 1955. Su influencia en la literatura latinoamericana fue impresionante. Descubrió el Verso
Alejandrino Francés y lo enseñó a Rubén Darío, sus escritos son de alto nivel y tiene alrededor de doscientos
cincuenta títulos. En cuanto a los temas de filosofía que Gavidia escribió están: Ensayo de una filosofía
latinoamericana. Ascenso a lo desconocido, 1903; El Bien y el Mal, 1903; Ensayos de una filosofía, 1904;
Idealismo y Realismo 1912; Curso de Filosofía de la Historia, 1917, La formación de una filosofía propia o
sea latinoamericana, 1931.
10
Alberto Masferrer 1868-1932. Nació en el municipio de Alegría, departamento de Usulután. Sus más
preciados e importantes escritos giran en torno a la realidad salvadoreña. Escribió Novela, Ensayos y
Reflexión sociopolítica. Sus obras más importantes son: Leer y Escribir; La Doctrina del Mínimum Vital; El
Dinero Maldito; Una vida en el Cine; ¿Qué debemos Saber?; El Libro de la Vida; Las Siete Cuerdas de la
Lira; La Religión Universal; Ensayo Sobre el Destino; Estudios y Figuraciones sobre la Vida de Jesús;
Patria. Este último escrito constituye una colección de artículos periodísticos de contenido político,
económico y filosófico. Masferrer es uno de los autores que más han influido en la realidad salvadoreña de
principios del siglo XX. Fue el ideólogo de la campaña política del presidente Arturo Araujo, quien un año
después de ganar las elecciones, fue depuesto por un golpe de Estado dirigido por el militar y dictador
salvadoreño Maximiliano Hernández Martínez.
11
Ver los derroteros de la discusión en el monumental libro de Carlos Beorlegui, Historia del pensamiento
filosófico latinoamericano, Una búsqueda incesante de la identidad; Universidad de Deusto, Bilbao, 2004,
pp. 33-36.
12
ideas y soluciones ante los graves problemas que padece la sociedad salvadoreña y
centroamericana.12 Cosa que impone por sí misma el hecho de que las ideas siguen
apareciendo cada vez con más y mayor creatividad y no por ello menos críticas para,
como dice Ellacuría, cargar con la realidad de una forma responsable y actualizada.
En este trabajo nos concentraremos en Alberto Masferrer13 quien abordó diversas formas
de pensamiento y las expresó de manera creativa y novedosa, teniendo como sujeto
histórico de su reflexión, sobre todo al pueblo campesino, obrero e indígena. Así trató
temáticas importantes dentro de distintas expresiones de las ciencias humanas como el
arte, la novela, el ensayo, la política, la sociología y el pensamiento crítico que puede
catalogarse como pensamiento filosófico.
12
Son varios los ejemplos que pueden darse de estos autores salvadoreños, para el caso sólo citaremos
algunos: Luis Armando González, filósofo, sociólogo y politólogo salvadoreño cuyo nivel crítico de sus
aportes intelectuales los podemos apreciar en varias revistas de peso intelectual en El Salvador. Ejemplo:
Balance político 2008 y perspectivas para 2009, en Revista Teoría y Praxis, Editorial Universitaria Don
Bosco, Soyapango, N° 14, 2009. Los desafíos ético morales de la economía, Teoría y Praxis, N°15, 2009.
Asimismo Luis Armando González es autor de un gran número de artículos científicos publicados en Revista
Estudios Centroamericanos, ECA; sólo por citar dos ejemplos: El Salvador en 2007, Política, Economía y
Sociedad, ECA N° 711-712, San Salvador 2008. Razones para un pensamiento crítico, ECA, 707, San
Salvador, 2007. Otro autor es Carlos Gregorio López Bernal, historiador salvadoreño; en el desarrollo de esta
investigación se citarán sus obras. Otro autor es Héctor Samour, Voluntad de liberación, el pensamiento
filosófico de Ignacio Ellacuría, UCA Editores, San Salvador, 2002. Otro pensador sobresaliente en El
Salvador es Dagoberto Gutiérrez (1944), político y pensador salvadoreño, su pensamiento se publica
constantemente en periódicos y revistas de El Salvador.
13
En adelante se citará a este autor utilizando únicamente su apellido Masferrer.
14
La filosofía vitalista es aquella teoría filosófica según la cual la vida es irreductible a cualquier categoría
extraña a ella misma. El Vitalismo es una doctrina que tuvo mucho éxito en la segunda mitad del siglo XIX y
principios del XX. Las corrientes vitalistas se diferencian de otras corrientes de pensamiento filosófico, por
su concepto de vida: la comprensión de la vida en el sentido biológico subraya el papel del cuerpo, los
instintos, lo irracional, la naturaleza, la fuerza y la lucha por la subsistencia. Este es el caso del Vitalismo
impulsado por la corriente vitalista de Nietzsche. Otra corriente vitalista es la perspectiva del vitalismo de
Ortega y Gasset, que es denominada Raciovitalismo, para quien la vida en el sentido biográfico e histórico es
entendida como conjunto de experiencias humanas dadas en el tiempo, tanto en su dimensión personal o
biográfica como en su dimensión social o histórica. Más adelante nos detendremos en estas dos corrientes,
aunque Masferrer no haga alusiones a las mismas. No obstante, es importante tener en cuenta que el vitalismo
es una doctrina contraria al racionalismo, y sus conceptos más importantes son: temporalidad, historia,
vivencia, instintos, irracionalidad, corporeidad, subjetividad, perspectiva, valor de lo individual, cambio,
enfermedad, muerte, finitud.
13
Ahora bien, no ha sido una tarea cómoda intentar organizar las ideas filosóficas de
Masferrer, en primer lugar porque esas ideas nunca fueron rigurosamente
sistematizadas en un sistema filosófico, sino que la mayor parte de las veces se
encuentran diseminadas en obras que no son dedicadas a temas filosóficos o
antropológicos propiamente dichos. En segundo lugar, porque a pesar de las
indudables inclinaciones éticas que presenta Masferrer, éste no fue un filósofo
sino un pensador que desarrolló varias aristas en el campo intelectual. Se puede
decir por tanto, que lo que en Masferrer existe es una concepción ético-filosófica
del ser humano más sugerida que explicada y sistematizada.
Por todo ello, el primer problema que se presentó a la hora de redactar esta
investigación sobre el pensamiento filosófico de Masferrer es el de diseñar un
esquema apropiado en el cual encuadrar sin violencia las ideas filosóficas, éticas y
políticas de este autor. No obstante, habiendo diseñado y estructurado esa
propuesta de esquema se vierte en él las ideas que constituyen lo que hemos
clasificado como pensamiento filosófico de Masferrer que constituye a la vez lo
que se ha dado a llamar Minimumvitalismo masferreriano.
14
Sin embargo, debido a que la figura y obra de Masferrer han sido trabajadas y hasta cierto
punto modificadas de parte del oficialismo salvadoreño,15 para sacar ventaja de un
pensador crítico y aceptado socialmente en El Salvador como es éste; es importante en
esta investigación analizar críticamente la parte del pensamiento de Masferrer que el
oficialismo ha manejado durante más de ochenta años. Con ello buscaremos demostrar
que el oficialismo ha ejecutado un reduccionismo del pensamiento político y social de este
autor. Es decir, que el oficialismo ha falseado el pensamiento político, social y filosófico de
Masferrer omitiendo y ocultando el ámbito más crítico de su obra,16 y en contraposición,
exaltó de forma exagerada el pensamiento poético, lírico, místico y panegírico del autor,
en detrimento de aquel.
Se constata que Masferrer mantuvo una veta poética, basta con dar una leída a algunos
de sus poemas, por ejemplo Blasón, Hazte un Cristal, Hazme suave el instante, o su obra
El Rosal Deshojado, etc., para descubrirlo. Tampoco hay duda que Masferrer fuera un
místico enamorado de la divinidad creadora de la vida y de la existencia; así sus libros
Helios, Estudios y figuraciones de la vida de Jesús, La religión Universal, Las Siete
cuerdas de la Lira, etc.. No obstante esto, en esta investigación se probará que en
Masferrer no privó lo poético, ni lo místico, sino que privó la fundamentalidad filosófica en
su vertiente social y política. Es decir, que Masferrer desarrolló en su vida el ámbito del
pensamiento filosófico en su vertiente político. Esto es materia del Capítulo Tercero.
15
El Salvador, históricamente ha estado gobernado por una oligarquía que ha impuesto a través de elecciones
fraudulentas gobiernos que han favorecido sus intereses de clase. Entendemos aquí, entonces, por oficialismo
salvadoreño a aquella postura ideológica representada por las autoridades y grupos elitistas de la sociedad
salvadoreña, que organizan el modus vivendi de acuerdo a sus intereses de clase y partido.
16
Ricardo Molina ha llegado a afirmar que la obra de Masferrer fue prohibida durante 1932-1949. No
obstante, no presenta mayores fuentes. Remito a su trabajo titulado: “Alberto Masferrer (1868-1932), Valoración
histórica de los aportes humanistas de la "Doctrina del mínimum vital" presentado en el Congreso de Historia de
Guatemala, llevado a cabo en julio de 2006. Este estudio ha sido publicado en Memorias del congreso por la Editorial
Santillana, en el 2006. Asimismo se encuentra publicado en internet http://www.monografias.com/trabajos63/alberto-
masferrer-aportes-humanisticos/alberto-masferrer-aportes-humanisticos.shtml. Véase también las publicaciones del
periódico Patria años 1937-1938; que durante ambos años no toca ni una sola idea del Vitalismo ni de Alberto
Masferrer. Por otro lado y contrario a la opinión de Molina, Rafael Lara Martínez, en sus más recientes
publicaciones afirma, basado en fuentes primarias, que dentro de la política cultural del General Maximiliano
Hernández Martínez se daba gran importancia a algunos discípulos de Masferrer como por ejemplo Salarrué,
además de apoyar económicamente a familiares cercanos de Masferrer. Con esta información se desautoriza
la opinión de Ricardo Molina. Cfr. Lara-Martínez, R., Política de la cultura del Martinato, Editorial
Universidad Don Bosco, San Salvador, 2011; del mismo autor, cfr. El Bicentenario, Un enfoque alternativo,
Editorial Universidad Don Bosco, San Salvador, 2011.
16
17
Matilde Elena López edita esta publicación en dos tomos en 1971, para ello ha seleccionando una colección
muy amplia de artículos periodísticos sobre el Vitalismo publicados y editados por el mismo Masferrer en el
periódico Patria.
17
El interés de Masferrer no sólo fue la búsqueda de darle rostro a los sectores más
desfavorecidos de la sociedad, sino que buscó reestructurar a la sociedad de tal manera
que esos sectores tuvieran una palabra que decir. Para ello concluye que había que
trastocar la realidad misma haciendo en ella una nueva nación centroamericana y
latinoamericana.19
18
Remito a la reciente publicación realizada por Marta Elena Casaús Arzú, con la colaboración de Regina
Fuentes Oliva, denominada El libro de la vida de Alberto Masferrer y otros escritos vitalistas, que constituye
una “Edición crítica de la obra Teosófico-vitalista (1927-1932)” F&G Editores, Guatemala, 2012. Obra que
solventa en gran parte este vacío ya que en ella se aborda seriamente la obra místico-teosófica de Masferrer.
19
Cfr. La Misión de América, en Obras Escogidas de Alberto Masferrer, Tomo II, Universidad de El
Salvador, San Salvador, 1971, pp. 515-526.
18
CAPÍTULO PRIMERO
La finalidad de este capítulo es mostrar la obra intelectual de Masferrer, cosa que implica
un trabajo de desmitificación de su pensamiento desde una propuesta de reconstrucción
de su figura y obra intelectual, ya que lo que se ha dado a conocer de él es, sobre todo, el
aspecto poético, el escritor idealista y el teósofo para los intelectuales.
Este capítulo se desarrolla en siete sub apartados. El primero de ellos trata sobre los
antecedentes filosóficos de la propuesta vitalista de Masferrer, centrada desde el vitalismo
europeo y sus más importantes representantes. En el segundo se busca una
aproximación al Vitalismo masferreriano en su concreción fundamental como pensamiento
filosófico político. En el tercero se presenta un balance bibliográfico de la obra de
Masferrer: en este apartado se presentan tres enfoques distintos en los que se ha
abordado históricamente la obra intelectual de Masferrer. En el cuarto se ofrece un nuevo
enfoque para la lectura del autor que constituye a nuestro juicio el mejor modo de
enfrentar su obra intelectual. Este apartado se desarrolla en dos ítems, en el primero se
presenta sólo de manera general el método filosófico de Masferrer ya que este método se
verá de forma más detenida en el Capítulo Tercero de esta Tesis, y en el segundo ítem se
presenta la estructura argumentativa que Masferrer utiliza en su obra literaria. En el quinto
se presenta un panorama general de la obra intelectual de Masferrer. En el sexto se
presenta la recepción de la obra de Masferrer. Y para concluir el capítulo, el último sub
apartado ofrece una valoración final del mismo y un anticipo del capítulo segundo.
El vitalismo tiene en la historia de la filosofía una presencia bien definida que desde los
presocráticos hasta la filosofía contemporánea puede rastrearse sin mayores
complicaciones. Al respecto, Johann Fischl (1900-1996), en su Manual de historia de la
filosofía, recalca esta idea cuando afirma que “no menos vive de Heráclito toda la filosofía
vitalista, como Bergson y el existencialismo”20 y que el mismo Nietzsche confesara en un
momento de su vida que “no hay en Heráclito una sola frase que no haya yo incorporado
a mi filosofía.”21 No obstante esto, no fue sino hasta la segunda mitad del siglo XIX y la
primera mitad del siglo XX que dicha presencia cobra fuerza en el mundo intelectual y
académico de la Europa de esa época.
Los mayores representantes del vitalismo han puesto sus mejores esfuerzos intelectuales
a dar relieve al ámbito de la vida como elemento caracterizador de esta corriente de
pensamiento. Estos filósofos son Nietzsche,22 Bergson23 y Ortega y Gasset.24 Pero el
vitalismo ha tenido a otros filósofos e intelectuales de gran peso que han dado impulso a
esta corriente de la filosofía, entre ellos se cuenta a Miguel de Unamuno,25 que de
20
Johann Fischl, Manual de historia de la filosofía, Editorial Herder, Barcelona, 1967, p. 30.
21
Ibídem.
22
Friedrich Nietzsche (1844-1900), filósofo alemán que ejerció gran influencia en Europa y el mundo con su
filosofía. Sus obras más representativas son: El origen de la tragedia (1872), Consideraciones inactuales
(1873), Humano, demasiado humano (1878), El Viajero y su sombra (1880), Aurora (1881), La Gaya ciencia
(1882), Así habló Zaratustra (1883-1884; publicada en 1891), Más allá del bien y del mal (1885), Genealogía
de la moral (1887), El Caso Wagner, El ocaso de los Ídolos, El Anticristo, Ecce Homo, (opúsculos y libelos
que Nietzsche escribió en 1888). Uno de los filósofos que más influencia tuvo en Nietzsche fue
Schopenhauer, sobre todo en el valor que este filósofo da a la vida. Con su filosofía Nietzsche se constituye
en uno de los intelectuales más influyentes del siglo XX en Europa.
23
Henri Bergson (1859-1941), filósofo francés que se enfrenta con las corrientes mecanicistas, materialistas y
deterministas de su tiempo y pone su concepción del mundo bajo el signo de la vida. Sus obras más
representativas son: Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia (1889), Materia y memoria (1896),
La evolución creadora (1907), La energía espiritual (1919), Duración y simultaneidad (1922), El
pensamiento y el moviente (1934), Las dos fuentes de la moral y de la religión (1932).
24
José Ortega y Gasset (1883-1955), filósofo y escritor español de gran calado. Sus obras más importantes en
filosofía son: El tema de nuestro tiempo (1923), La rebelión de las masas (1930), Esquema de las crisis
(1933), Historia como sistema (1935), Ideas y creencias (1935). Como filósofo propuso su filosofía vitalista
como Raciovitalismo.
25
Miguel de Unamuno (1864-1936) escritor, ensayista y filósofo español cuya concepción de la vida, se dice
que fue influenciado por Kierkegaard, en su expresión sobre el sentimiento trágico de la vida. Para Unamuno,
la existencia humana también se expresa en el sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos.
De hecho así tituló la obra que mejor sistematiza su pensamiento. Estas reflexiones filosóficas las fundamenta
Unamuno en el pensamiento que va de San Pablo a Kierkegaard. Unamuno entiende que la tragedia intrínseca
20
acuerdo a Fischl, “difícilmente habrá escritor que así haya puesto en el centro de toda su
producción literaria El sentimiento trágico de la vida (1914), que surge del conflicto entre
la sensibilidad y el espíritu, la vitalidad y la cultura, el tiempo y la eternidad.”26
del hombre es su misma condición humana, vacilante entre el ángel y la bestia, que aúna en sí la mayor
grandeza y la mayor miseria. Luego, el tema fundamental de su reflexión es el hombre, fin y no medio: "Ni lo
humano ni la humanidad: el hombre. El hombre de carne y hueso, el que nace, sufre y muere -sobre todo
muere". Este hombre que no es entonces un paradigma, un hombre ideal, sino el hombre esencialmente
sentimental. Así, afirmar que de los filósofos no le interesan sus sistemas, sino el espíritu. Unamuno parte del
problema de la existencia concreta y esto es el centro desde el cual se enfocan las demás cuestiones
filosóficas. Para mayor profundización en este pensador, cfr. Nicolás Abbagnano, Historia de la filosofía,
Romanticismo y Positivismo-Filosofía contemporánea, Tomo III, Montaner y Simón, S.A., Barcelona, 1956,
Julián Marías, Miguel de Unamuno, Espasa-calpe, S.A., Madrid, 1971, J. Hirschberger, Historia de la
filosofía, Edad Moderna-Edad Contemporánea, Tomo II, Herder, Barcelona, 2000.
26
J. Fischl, Op. Cit., p. 474.
27
Cfr. Teófilo Urdanoz, Historia de la Filosofía, Siglo XX, De Bergson al final de existencialismto, Tomo VI,
Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1998, p. 144.
28
Cfr. J. Hirschberger, Historia de la Filosofía, Tomo II, Editorial Herder, Barcelona, 1992, pp. 328-346.
29
Cfr. J. Hirschberger, Op. Cit., pp. 332-334.
21
30
Cfr. Teófilo Urdanoz, Historia de la Filosofía, Siglo XIX: Socialismo, materialismo y positivismo.
Kierkegaard y Nietzsche, Tomo V, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1994, pp. 508-511. También
remito a Giovanni Reale-Dario Antíseri, Historia de la Filosofía, de Nietzsche a la escuela de Franckfurt,
Tomo VI, Universidad Pedagógica Nacional, Editorial San Pablo, Bogotá, 2009, pp. 13-38.
31
Cfr. Friedrich Nietzsche, Así hablaba Zaratustra, Editorial Porrúa S.A., México, 1988, p. 122.
22
por debajo de sí mismo y son, por lo tanto, indignas de él. Nietzsche da a toda pasión el
carácter de virtud que dice sí a la vida y al mundo: El orgullo, la alegría, la salud, el amor
sexual, la enemistad y la guerra, la veneración, las actitudes bellas, las buenas maneras,
la voluntad inquebrantable, la disciplina de la intelectualidad superior, la voluntad de
poder, la gratitud a la tierra y a la vida, todo lo que es rico y quiere dar gratificación a la
vida, adorarla, eternizarla y divinizarla, todo el poder de estas virtudes que transfiguran
todo lo que aprueba, afirma y obra por afirmación. Estas pasiones que no tienen ya nada
de primitivo, porque son el retorno consciente del hombre a las fuentes originarias de la
vida, constituyen la nueva tabla de los valores fundada en la aceptación infinita de la vida.
Nietzsche plantea crudamente el dilema entre la moral tradicional y la que él defiende;
pero en realidad, este dilema está ya incluido en otro, que es fundamental, entre la
aceptación de la vida y la renuncia a la vida, entre el sí y el no frente al mundo.32
En palabras del mismo Nietzsche, resaltadas por F. Tomlin en el prólogo de Así hablaba
Zaratustra, Dionisos es el simbolismo más elevado de la vida en la cultura: “No conozco
simbolismo más elevado que este simbolismo griego dionisíaco. En él está,
experimentado religiosamente, el más profundo instinto de la vida, del futuro de la vida, la
eternidad de la vida: la procreación, el origen de la vida, es considerado como un principio
sagrado. Sólo el cristianismo, con su horror fundamental a la vida, ha hecho de lo sexual
una cosa impura, arrojando el oprobio sobre el principio, la razón misma, de nuestra
vida.”33
Para Nietzsche todo lo que es terrenal, corpóreo, antiespiritual, irracional, es exaltado con
la misma violencia con que es condenado por la moral ascética. “mi yo, dice Zaratustra,
32
Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., pp. 375-376.
33
F. Nietzsche, Así hablaba Zaratustra, Editorial Porrúa S.A., México, 1988, p. XII-XIII.
34
Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., p. 276.
35
Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., pp. 277-278.
23
Respecto a la doctrina del eterno retorno, ésta es la fórmula central del filosofar de
Nietzsche; esta doctrina consiste fundamentalmente en el hecho de que el hombre y el
mundo se dicen sí a sí mismos, es la auto aceptación del mundo, es la voluntad cósmica
de reafirmarse y de ser ella misma. El eterno retorno es la expresión cósmica de aquel
espíritu dionisíaco que exalta y bendice la vida.39
36
F. Nietzsche, Así hablaba Zaratustra, Editorial Porrúa, S.A., México, 1988, p. 4.
37
Ibídem.
38
Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., p. 278.
39
Ibídem, p. 280.
24
imagen, es decir, todo lo bestia posible? [...] Tu sigues caminos derechos y caminos
torcidos: poco te importa lo que los hombres llaman derecho o torcido. Tu reino está más
allá del bien y del mal. Tu inocencia es no saber lo que es inocencia.”40
El eterno retorno es una verdad terrible que puede destruir al hombre o exaltarlo: frente a
él se mide la fuerza del hombre, su capacidad de superarse. En esta perspectiva, la idea
de que esta vida, tal como la hemos vivido, tendrá que ser revivida otra vez y una
cantidad innumerable de veces, que no habrá nada nuevo y que tanto las cosas más
grandes como las más pequeñas volverán para nosotros en la misma sucesión y en el
mismo orden, es una idea que puede sumir en la desesperación al hombre más fuerte. Y
con todo, no hay otra alternativa, a menos que cerremos los ojos ante esta verdad; a ello
responde Nietzsche con el enigma de Dionisos.41 Con ello, hay que amar la vida y a
nosotros mismos más allá de todo límite, para no poder desear otra cosa que esta eterna
y suprema confirmación, que el mundo ofrece al hombre el espejo en que debe mirarse.
El espíritu dionisíaco es el espíritu del universo, ya antes de ser aquello que lleva al
hombre a la superación de sí mismo.42
Si la doctrina del eterno retorno es la fórmula central y cósmica del filosofar de Nietzsche,
la del superhombre es su término final, su última palabra. La aceptación infinita de la vida
no es, para Nietzsche, la aceptación del hombre. El hombre debe ser superado, dice
Zaratustra. El superhombe es el sentido de la tierra. El hombre es una cuerda tendida
entre la bestia y el superhombre, una cuerda sobre el abismo. Lo que hay de grande en el
hombre es que él es un puente y no un término. Lo que se puede amar en el hombre es
que él es un tránsito y un ocaso.43 El superhombre es la expresión y la encarnación de la
voluntad de poder. La voluntad de poder determina las nuevas valoraciones que son el
fundamento de la existencia sobrehumana. El hombre debe ser superado: lo cual quiere
decir que todos los valores de la moral corriente, que es una moral gregaria y tiende a la
nivelación y a la igualdad, deben ser transmutados.44
40
F. Nietzsche, Así hablaba Zaratustra, Op. Cit., p.170.
41
Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., pp. 280-281.
42
Ibídem, p. 281.
43
F. Nietzsche, Así hablaba Zaratustra, Op. Cit., p. 123.
44
Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., p. 283.
25
Ahora bien, por esto es que cabe entender la filosofía de Nietzsche como el intento más
radical de hacer de la vida algo Absoluto. La vida no tiene un fundamento exterior a ella,
tiene valor en sí misma y la vida entendida fundamentalmente en su dimensión biológica,
instintiva, irracional. La vida como creación y destrucción, como ámbito de la alegría y el
dolor. Por esta razón, Nietzsche creyó posible medir el valor de la metafísica, la teoría del
conocimiento y la ética a partir de su afirmación de la vida como voluntad de poder.
La filosofía del ser es para Bergson la filosofía de la vida. Para él el ser es el impulso vital
(élan vital), que es núcleo y alma de todo ser del mundo, en donde todo ser es conciencia,
entendida ésta como vida, vivencia, impulso, duración, libertad, creación, energía
creadora. Para Bergson el sentir interno, la vivencia interna del tiempo en el ser humano
es heterogéneo, irreversible y siempre distinto, en términos cualitativos; es continuo como
todo lo viviente y sobre todo incluye la libertad, la creatividad, la evolución creadora. Para
este filósofo la vida es un continuo fluir en el que nada se pierde, sino que todo se
acrecienta con nuevas adquisiciones. De ahí que, el tiempo humano es duración, es
crecimiento orgánico y movimiento vital.45
45
Cfr. J. Hirchberger, Op. Cit., pp. 579-581.
46
Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., p. 331.
26
La vida entera del hombre transcurre en un tiempo real y en un mundo homogéneo. Ahí la
vida es un continuo fluir en el que nada se pierde. En esta perspectiva, para Bergson,
“todo ser es conciencia. Pero no es la conciencia kantiana, entendida sólo
intelectualmente, sino conciencia tomada como vida, vivencia, impulso, duración, libertad,
creación, energía creadora.”48
47
Ibídem, pp. 331-332.
48
J. Hirchberger, Op. Cit., p. 378.
49
Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., p. 332.
50
Ibídem, p. 332.
27
Este mismo autor afirma que para Bergson los seres humanos “no podemos vivir más que
una sola vida, por esto debemos escoger. La vida de la naturaleza, en cambio, no está
sujeta a tales sacrificios: conserva las tendencias que se han bifurcado en un cierto punto
y crea series divergentes de especies que se desarrollan separadamente. En otras
palabras, la vida no sigue una línea de evolución única y simple. Se desarrolla como un
haz de tallos, creando, por el sólo hecho de su crecimiento, direcciones divergentes, entre
las cuales se divide su impulso originario.”52
51
Cfr. Ibidem, p. 334.
52
Ibidem, p. 335.
53
Ibidem, p. 335.
54
Henri Bergson, Las dos fuentes de la moral y de la religión, Editorial Porrúa, S.A. México, 1997, p. XX.
28
Este filósofo desarrolla un fino sentido para los problemas de la historia y la cultura, como
afirma Hirschberger, “en este terreno se va a mover su espíritu con insaciable curiosidad y
con irrefrenable afán teorizador.”55 Para Ortega y Gasset, la realidad humana en su
concreto vivir histórico es el centro de su atención. Puede decirse que el signo del tiempo
a comienzos del siglo XX, es dar entrada en un sistema filosófico al lado individual y
circunstancial de la vida, al sujeto concreto, absorbido por los excesos lógicos del
formalismo neokantiano y por los cánones universalistas del cientificismo del siglo XIX. En
su expresión “yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo” Ortega y
Gasset afirma que lo que está en el centro de todo en el mundo es el hombre, en torno a
quien, todo le rodea, no sólo lo inmediato, sino lo remoto; no sólo lo físico, sino lo
histórico, lo espiritual. El hombre, según Ortega, es el problema de la vida y entiende por
vida algo concreto, incomparable, único: la vida es lo individual; es decir, yo en el mundo y
ese mundo no es propiamente una cosa o una suma de ellas, sino un escenario, porque
la vida es tragedia o drama, algo que el hombre hace y le pasa con las cosas. Vivir es
tratar con el mundo, dirigirse a él, actuar en él, ocuparse de él. Encontramos, por tanto, en
Ortega y Gasset, uno de los más puros antropocentrismos expresados en el crisol del
vitalismo en su vertiente raciovitalista.56
El raciovitalismo como sistema filosófico tiene como tema explícito la reflexión sobre la
vida y el descubrimiento y explicación de sus categorías fundamentales. Con este título
quiso separarse de los movimientos vitalistas más conocidos, particularmente del
irracionalismo que conlleva la propuesta de Nietzsche. Ortega y Gasset considera que
carece de sentido rechazar la racionalidad humana pues es una dimensión básica e
55
J. Hirschberger, Op. Cit., p. 508.
56
Ibídem, pp. 508-512.
57
J. Fischl, Op. Cit., p. 474.
29
irrenunciable del ser humano, al estar incardinada en la vida humana y ser uno de sus
instrumentos.58
La razón básica de este fracaso se debe a que esta idea de racionalidad típica de la Edad
Moderna es adecuada para aprehender las cosas, pero no propiamente la realidad
58
Cfr. Antonio Pintor-Ramos, Historia de la filosofía contemporánea, Biblioteca de Autores Cristianos,
Madrid, 2002, p. 368.
59
Ibídem, p. 369.
60
En esta perspectiva, cobra mucha importancia la obra de Tzvi Medin, Ortega y Gasset en la cultura
hispanoamericana, FCE, México, 1994, pp. 27-123.
61
Ibídem, p. 370.
30
humana, pues el hombre no es una cosa más del mundo, ni tiene naturaleza ni un ser
estático, sino temporalidad e historia.
Se puede afirmar sin riesgo de equívoco que Ortega y Gasset describe dos formas de dar
cuenta de la realidad; la primera es que los seres humanos explicamos una cosa cuando
descubrimos las leyes cuantitativas a las que se somete; esta forma de comprensión es
legítima cuando se aplica a los hechos y a las cosas, pero no cuando se intenta dar
cuenta de los asuntos humanos. Se entiende algo cuando se capta el sentido presente en
dicha realidad y es ésta la forma de comprensión adecuada para dar cuenta del mundo
humano: el mundo humano no consta de hechos sino de sentidos, afirma este autor.62
62
Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., p. 371.
63
Ibídem,
64
José Ortega y Gasset, El tema de nuestro tiempo, Editorial Porrúa, México, 2002, p. XV.
31
En esta perspectiva, las cosas no tienen un ser en sí, sino que tienen un ser construido
por el hombre que teniendo que tratar con ellas, ha de hacerse un programa de conducta
y planear lo que puede o no puede hacer con ellas y lo que puede esperar de las mismas.
En este sentido, el hombre tiene la necesidad de saber qué puede hacer con las cosas
que le rodean; este es el verdadero sentido originario del saber. De ahí que resolver los
problemas no es más que situarse en la actitud auténtica frente a las cosas.65
Para concluir este apartado del vitalismo como corriente filosófica hay que ratificar que
ésta es una doctrina contraria al racionalismo y sus conceptos más importantes son:
temporalidad, historia, vivencia, instintos, irracionalidad, corporeidad, subjetividad,
perspectiva, valor de lo individual, cambio, enfermedad, muerte, finitud. Y como nos
recuerda Longman, para Ortega y Gasset, la razón vital es constitutivamente razón
histórica, y en este sentido, “el vivir siempre está referido a la vida humana y el horizonte
de la vida humana es histórico; el hombre está definido por el nivel histórico en que le ha
tocado vivir. La vida que funciona como ratio es en su misma sustancia histórica, y la
historia funciona como razón.”67
Debe recordarse que esta corriente filosófica tuvo su mayor influencia en la Europa de
finales del siglo XIX y primera mitad del siglo XX; pero en Latinoamérica, esta corriente
65
Cfr. N. Abbagnano, Op. Cit., p. 371.
66
J. Ortega y Gasset, El tema de nuestro tiempo, Op. Cit., p. 20.
67
Addison W. Longman, Temas y textos de filosofía, Editorial Alhambra Mexicana S.A. de C.V., México,
D.F., 1998, p. 307.
32
tuvo su mayor resonancia a partir del impulso que diera Ortega y Gasset desde Argentina,
cuando en 1919 realizara un par de visitas y haber influido en la clase intelectual
argentina, sobre todo con su historicismo.68 Pero también con el impulso que Leopoldo
Zea realizara en México, sobre todo, bien entrada la primera mitad del siglo XX.69 En el
caso de Centro América, el influjo que tuvo el vitalismo orteguiano ha sido muy limitado,
porque como afirmara Ellacuría, hasta 1956 a “Ortega y Gasset no lo han leído muchos
en este espacio cultural y geográfico que significa el istmo centroamericano”.70
Ahora bien, haciendo un balance general del vitalismo europeo se puede afirmar que
tanto Nietzsche, como Bergson u Ortega y Gasset, van en la línea de fundamentar una
filosofía vitalista de raigambre antropológica supra individual o supra social; es decir, que
puede aplicarse a cualquier ser humano en su ámbito individual y social independiente del
contexto histórico en que se instalen. Por tanto, puede ser un sujeto europeo o
latinoamericano aplicando esta filosofía mutatis mutandis cada caso. Esto implica que el
vitalismo europeo puede ser aplicable en la cultura universal, pero esto conlleva el
problema que este vitalismo es de todos y de nadie a la vez, de todas las culturas y de
ninguna en particular; de ahí que el verdadero problema es la aplicabilidad de sus
contenidos en ámbitos más concretos.
Por esto es que puede ubicarse el vitalismo europeo como antecedente del vitalismo
masferreriano, pero sólo en la vía de anticipo intelectual de una reflexión filosófica de
tradición inveterada tanto en su carácter temporal como en su carácter de radicalidad;
pero no así en sus concreciones particulares y sus efectos prácticos.
Marta Casaús, sin embargo, es de la opinión que la corriente fundamental del Vitalismo
masferreriano no tiene qué ver con la vertiente nietzcheana, bergsoniana u orteguiana
como opinan algunos críticos masferrianos.71 A estos autores no los cita en ningún
68
Cfr. Carlos Beorlegui, Historia del pensamiento filosófico latinoamericano, una búsqueda incesante de la
identidad, Universidad de Deusto, Bilbao, 2004, pp. 405-407; 437-444.
69
Remito al excelente estudio de esta etapa que ha elaborado Tzvi Medin, Ortega y Gasset…, Op. Cit., 1994.
70
Ignacio Ellacuría, “Ortega y Gasset: hombre de nuestro ayer”, en Escritos Filosóficos, Tomo I, UCA
Editores, S.S. 1996, p. 21.
71
Véase el prólogo al Minimum vital de Rosa Serrano de López, San Salvador, 1994 y el de Francisco Morán,
Alberto Masferrer o la conciencia social de un pueblo, San Salvador, 1951, que pretenden encajarle en el
vitalismo de principios de siglo. Tampoco coincidimos con la biografía de M.E. López, que lo cataloga como
un pensador socialista cercano al materialismo con “algunas veleidades espiritualistas que supo corregir
posteriormente” Matilde Elena López, Masferrer, alto pensador de Centroamérica, Ed. Ministerio de
33
momento ni como referentes lejanos. Sin duda una de las fundamentaciones más sólidas
fue la platónico-hinduista en su concepto del espíritu, la materia, el cosmos y la vida, que
posteriormente hibridó con el vitalismo georgiano.72
Lo cual constituye un elemento clave a tener en cuenta en el estudio que ahora se está
proponiendo en esta investigación.
A diferencia de otros autores que piensan que Masferrer expresó su mejor formulación del
Vitalismo en su obra El Minimum Vital73 publicada en 1929; quizá tomando como base la
expresión propia del mismo Masferrer que afirmó que en dicha publicación se encontraba
formulada la versión más acabada del Vitalismo.74 Aunque esta afirmación sea clara y
exprese verdad al respecto; en esta investigación se sostiene la tesis, en base a las
evidencias encontradas, que la obra cumbre que cristaliza los principios filosóficos,
sociales y políticos del pensamiento filosófico Vitalista de Masferrer, está mejor lograda en
los artículos periodísticos que este pensador publicó en el periódico Patria durante los
años de 1928 a 1930.75 Ya que, como lo mencionara el mismo Masferrer, El Mínimum
Educación Pública, Guatemala, 1954, p.141. Nada más erróneo, porque Masferrer fue coherente desde el
principio hasta el final con su doctrina vitalista, que toma elementos fundamentales más bien del
espiritualismo francés, hindú y del pensamiento teosófico, que del vitalismo occidental orteguiano inspirado
en el vitalismo biológico de fines de siglo.
72
Cfr. Marta Casaús, Las redes intelectuales centroamericanas… Op. Cit., pp. 70-120.
73
Masferrer en todos sus escritos, cuando habla del Mínimum Vital, el vocablo Mínimum lo escribe con tilde
en la primera “i”, con “n” y no “m” al final, como es lo correcto. Esto no ha presentado controversia para el
entendimiento del mensaje que Masferrer ha querido transmitir. Por ello, en nuestra Tesis Doctoral
utilizaremos el vocablo latino Minimum como es la forma correcta en su escritura; a excepción de cuando se
cite textualmente.
74
Ver por ejemplo Patria del 8 de febrero de 1929, pp. 1-2. Este mismo editorial es presentado por Matilde
Elena López en el tomo II, de las Obras Escogidas de Alberto Masferrer, Editorial Universitaria, San
Salvador 1971, pp. 244-246 y 548-551.
75
Concretamente desde el 27 de Abril de 1928 al 16 de febrero de 1930. El Periódico Patria fue fundado por
José Bernal como editor propietario y Alberto Masferrer como director en 1928 y circuló hasta 1938. Para
mediados de 1932, la propiedad y dirección del periódico cambió, pasando a manos de A. Trigueros de León
quien compró el periódico y ejerció como director. A éste le sucede en ambos cargos la señora Margot T. de
Guerra. Quien en 1938 es sucedida en ambos cargos por Alberto Trigueros Guerra.
De 1932 en adelante, el carácter social y la orientación ideológica y política del periódico deja de ser lo
mismo que en tiempos de Masferrer para convertirse en una especie de instrumento de transmisión de
acontecimientos de urbanidad social y datos más o menos históricos respecto del acontecer diario de El
Salvador y el mundo. Y, ser además, una revista de publicidad comercial. Esto responde a que el régimen
militarista de Maximiliano Hernández Martínez estaba ya en proceso creciente hacia su apogeo. Es interesante
una nota que aparece justo después de las credenciales del rotativo que reza de la siguiente manera: “Se
34
Vital no es más que una aplicación del Vitalismo a la sociedad humana, únicamente
desde el punto de vista económico; porque ésta es en realidad una doctrina sintética de la
vida, que es a la vez filosofía, religión, arte, ciencia, moral, economía y derecho.76
informa que no se dará explicación de por qué no se publican los artículos y cartas de nuestros lectores”. La
Dirección.
76
Cfr. Patria, 8 de febrero de 1929, pp. 1-2.
77
A. Masferrer, El Libro de la Vida, en Obras Escogidas, Tomo II, Editorial Universitaria, San Salvador,
1971, p.190.
78
La primera versión de estos artículos los escribió Masferrer en 1923, con el objetivo de presentarlos como
Discurso en la apertura de las clases en la Universidad de El Salvador del año lectivo de 1924. Véase: Revista
La Universidad, Serie XIII,-N°1; Julio-Septiembre de 1924, pp. 2-8. Posteriormente este discurso fue
reelaborado por el autor y presentado en el periódico Patria en las fechas ya referidas.
79
Para Masferrer la Nación la constituye la región centroamericana y aun más extensa la latinoamericana. De
ahí que como Centro América o América Latina no se encuentran ni unidas ni articuladas como un todo, esta
tarea sea una deuda pendiente. Y, a la fecha, de acuerdo a su perspectiva, los esfuerzos de unidad en el caso
de la sociedad centroamericana, han sido equivocados ya que han errado el método. Para Masferrer, la
construcción de la Nación se debe ejecutar desde “la espontánea aproximación de las ideas y de los intereses”
de los pueblos centroamericanos. Véase: Ensayo sobre el desenvolvimiento político de El Salvador, Clásicos
Roxsil, Santa Tecla, 1996, p. 41. Por tanto, es la cercanía y el diálogo lo que logrará la creación de la nación
centroamericana y no desde “la fuerza ni los convenios entre mandatarios”. Véase el comentario elaborado
por Rafael Lara Martínez en la Revista Contra Punto, en http://www.paraprincipiantes.com/html/distri.shtml
35
El pensamiento filosófico político de Masferrer cobra fuerza a principios del siglo veinte,
no sólo en El Salvador sino también en el resto de Centroamérica. En Guatemala, por
ejemplo, el gobierno del General Lázaro Chacón (1927-1930),80 organiza su programa de
gobierno basado en los principios del Vitalismo masferreriano. En el contexto de saber
cuáles son los principios de esta doctrina, Masferrer fue invitado reiteradamente a
Guatemala a explicar su teoría:
En Quezaltenango, en el Casino de la ciudad, los millonarios de la región
se congregaron para oír una detenida exposición de la Doctrina del
Mínimun Vital. Fueron ellos, los ricos, los terratenientes los banqueros los
grandes comerciantes, los grandes cafetaleros de la Costa, quienes nos
invitaron reiteradamente a ir a su Centro, a exponer la Doctrina Vitalista, y
durante tres horas nos escucharon con atención profunda, con exquisita
cortesía, con la elegante actitud del hombre culto.81
80
Lázaro Chacón nació en Teculután, Zacapa el 27 de junio de 1873. Designado a ocupar el cargo de
presidente debido a la muerte del General José María Orellana. Fue un gobernante de grata recordación, por el
corte suave moderado y progresista que imprimió a su administración. Su campaña eleccionaria fue difícil
debido a la circunstancia de haberse definido entre dos sectores opuestos del liberalismo, su gobierno tuvo
que hacer frente a la tensión internacional con Honduras, misma que llegó a su clímax en 1929 y que estuvo
a punto de enfrentar militarmente a ambos países por cuestiones limítrofes promovidas por compañías
bananeras de ambos países. Fundó el Banco de Crédito Agrícola, el de Crédito Hipotecario Nacional,
construyó el edificio de la Facultad de Medicina, el de la Facultad de Ciencias Naturales, concluyó la obra del
ferrocarril, terminó la construcción del Palacio Legislativo y afianzó la estabilización de la moneda entre
otros. El General Chacón enfermó gravemente en ejercicio del poder y hubo de marchar hacia los Estados
Unidos de América, donde falleció el 9 de abril de1931. Remito, asimismo al trabajo de María R. Fuentes
Oliva, El Proyecto social y político durante el gobierno de Lázaro Chacón a través del estudio de un
fragmento de redes sociales; Universidad San Carlos de Guatemala, Tesis de Licenciatura en Historia,
Guatemala, 2007.
81
A. Masferrer, Obras Escogidas, Editorial Universitaria, primera edición; San Salvador, 1971. Tomo I, p.
15. Estas obras están prologadas por la Dra. Matilde Elena López, quien presenta un extenso estudio sobre la
obra de Masferrer.
82
A. Masferrer, “El Vitalismo como Religión”, en Obras Escogidas Tomo II, pp. 367-371.
36
Por su parte, la escritora Matilde Elena López,87 haciendo un itinerario por la vida de
Masferrer, afirma que en los últimos cinco años de vida de este autor las ideas del
Vitalismo se esclarecieron, se enlazaron y se ordenaron en su pensamiento alcanzando
una cristalización que denominó “doctrina sintética de la vida, que es a la vez filosofía,
religión, arte, ciencia, moral, economía y derecho. Una aplicación de esta doctrina a la
sociedad humana desde el punto de vista meramente económico, es la que esbocé en mi
ensayo titulado El Mínimum Vital, cuya síntesis dice; que el Régimen Social puede y debe
organizarse de tal manera, que para todos los asociados haya la posibilidad segura de
disfrutar de un mínimum de vida integra.”88
83
A. Masferrer, “Máquinas y Hombres”, en Obras Escogidas Tomo II, p. 227.
84
A. Masferrer, “La vida frente al dinero”, en Obras Escogidas Tomo II, p. 225.
85
Ibídem, p. 225.
86
A. Masferrer, “Máquinas y Hombres”, en Obras Escogidas Tomo II, p. 227.
87
Matilde Elena López (1925-2010), Doctora en Filosofía y Letras fue una prolífica escritora que ha dado a la
literatura en El Salvador un avance importante sobre todo en el ámbito de la investigación literaria. Algunas
de sus obras son Alberto Masferrer, alto pensador de Centro América; Tres ensayos sobre poesía
ecuatoriana; Interpretación social del arte, Ensayo que fue premiado en Guatemala en 1962, etc..
88
A. Masferrer, Ibídem, 1971, p. 78. Las cursivas aparecen con mayúsculas en el original. En adelante se
citarán en cursivas todas las palabras que en el original aparezcan en mayúsculas; esto por seguir la
recomendación de Corina Schmelkes, Manual para la presentación de anteproyectos e informes de
investigación, Editorial Oxford University Press, México 1998, pp. 15-16.
89
Se entiende por pensamiento oriental a la tendencia intelectual desarrollada por pensadores espiritualistas
asiáticos y europeos, sobre todo de la vertiente de Besant, de Tingley, del primer Krishnamurti y de
Jinarajadasa. Dicho pensamiento no tiene nada que ver con la tendencia inaugurada por Edward Said a
principios de la década de 1970, denominada Orientalismo. Cfr. p. 56 de este trabajo.
90
Se entiende por socialismo fabiano al pensamiento intelectual surgido también como movimiento socialista
que tuvo mucha influencia en Inglaterra del siglo XIX y principios del XX cuyo propósito fue la de aplicar los
principios de un socialismo democrático mediante reformas democráticas. En el caso del socialismo fabiano
37
La figura y obra intelectual de Masferrer han sido analizadas por estudiosos y críticos
durante alrededor de ochenta años generando un importante cúmulo de artículos,
ensayos y documentos que, desde nuestra perspectiva, pueden organizarse,
fundamentalmente desde tres enfoques: El Oficialista, el Contestatario y el Científico.
que influyó en Masferrer, éste estaba mezclado con el anarquismo de Tolstoi, Kropotkin y Proudhon en su
unidad de pensamiento y de acción social. Cfr. M. Casaús Arzú, Las redes intelectuales centroamericanas:
Un siglo de imaginarios Nacionales (1880-1920), F&G Editores, Guatemala, pp. 70-120; cfr. M.E. López,
“El Pensamiento Social de Masferrer”, Op. Cit., pp. 5-85.
91
Matilde Elena López, ha profundizado y analizado la obra intelectual de Masferrer y afirma que lo que está
de base en el Vitalismo masferreriano es el hinduismo de Buda, Krishnamurti, Vivekananda, el Yogi
Ramacharaka, el socialismo fabiano de Henry George y el Humanismo-vitalismo de Tolstoi. Estos son los
autores y sus ideas los que influyen en Masferrer. No obstante haber analizado en profundidad el pensamiento
social de Masferrer, Matilde Elena, no le da la importancia y principialidad práctica que tiene la realidad
social salvadoreña, sobre todo porque se trata de una realidad de miseria que vive la clase pobre salvadoreña
que le exige a Masferrer pensar y repensar la realidad. Por mi parte, creo que es la realidad salvadoreña la que
demanda acuciosamente a este pensador, formular una propuesta de solución que se volvió fundamental en el
desarrollo de la vida social y política de El Salvador de principios del siglo veinte. En esta línea, resulta
interesante el libro de esta autora Pensamiento Social de Masferrer, Imprenta Nacional, San Salvador 1984.
Este libro fue en realidad escrito y publicado por Matilde Elena en 1965 como parte de su libro Interpretación
Social del Arte, Dirección de Publicaciones e Impresos, San Salvador, 1965, pp. 611-707.
Por su parte Marta Casaús Arzú, estudiosa de Masferrer, afirma lo mismo como fuentes del pensamiento de
Masferrer. Cfr. “La Disputa por los espacios públicos en Centroamérica de las redes unionistas y teosóficas en
la década de 1920: La figura de Alberto Masferrer”, en Revista Humanidades IV Época Año 2003, Número
2. Editorial e Imprenta de la Universidad de El Salvador, San Salvador 2003. Asimismo: “La influencia de
Alberto Masferrer en la creación de redes teosóficas y vitalistas en América Central (1920-1930),” en Revista
Repositorio III Época, N° 2, CONCULTURA; Talleres de DPI, San Salvador, 2006; pp. 58-90. Asimismo
ver: Las Redes Intelectuales Centroamericanas: un Siglo de Imaginarios Nacionales (1820-1920), FEG
Editores, Guatemala 2005, pp. 91-103. Ver también, “El Vitalismo de Alberto Masferrer y su impacto en el
pensamiento de América Central,” en Revista Cultura N° 102, Julio 2010; pp. 57-105.
38
92
Cfr. Ricardo Molina, “Alberto Masferrer (1868-1932), Valoración histórica de los aportes humanistas de la
“Doctrina del mínimum vital””. Artículo presentado en el Congreso de Historia, celebrado en julio de 2006 en
Guatemala, y publicado en Memorias del Congreso por Editorial Santillana, 2006. Asimismo, Matilde Elena
López, ratifica esta aseveración; ver: “Las ideas económico-sociales de Masferrer dentro del marco de su
época”, en el prólogo a las Obras Escogidas de Alberto Masferrer, Editorial Universitaria, San Salvador,
1971, pp. 52-53.
93
En general los representantes de este grupo son intelectuales que se esconden en pseudónimos y a algunos
de ellos el mismo Masferrer respondió con palabras muy enfáticas; véase por ejemplo la respuesta que
Masferrer publica en Patria el 24 de agosto de 1928, que contesta “Al señor Mentiroso” ante las calumnias
que ha escrito contra Masferrer el día 22 del mismo mes. Asimismo véase el artículo que Masferrer escribe a
sus detractores con el título “Pega, pero escucha” del 4 de octubre de 1829, en donde afirma que está
circulando una hoja anónima en contra suya. Otro autor que se debe ubicar en este grupo es Napoleón Viera
Altamirano que cuando escribía en el Diario Latino lo hacía con el pseudónimo E. de S., Véase: A. Masferrer,
Obras Escogidas, Tomo II, pp. 416-417.
39
La segunda vertiente se puede caracterizar como la de los belicosos acérrimos. Esta fue
una corriente intelectual con una faceta muy negativa que se encargó de denigrar no sólo
las ideas de Masferrer sino también a su persona. Esta vertiente ya estaba presente en
tiempos del Masferrer de Patria y, por supuesto, es la que tuvo a su cargo concretar los
lineamientos de ocultar y denigrar el Vitalismo durante los años de la época militarista
hasta casi finales de la primera mitad del siglo XX. El mismo Masferrer que había sido
denigrado por esta faceta, los describe acertadamente en el siguiente fragmento:
Como era de esperarse, aquellos que labraron grandes fortunas usurpando
la mayor parte del trabajo ajeno; aquellos que van en camino de la riqueza,
mediante el mismo arbitrio; aquellos que esperan convertirse en
privilegiados mediante la misma inicua explotación; y finalmente, aquellos
cuyo beneficio y regalo radican exclusivamente en servir a una clase social
adinerada y poderosa, se alzaron iracundos contra una doctrina que
cercena y limita sus privilegios. Y como la ira es ciega, y como los injustos,
y ya cegados, no reparan en medios –resultó que la doctrina del Mínimum
Vital fue denigrada, escarnecida, atribuida a móviles ruines, confundida de
propósitos con doctrinas diferentes y hasta opuestas, y por fin, calificada de
bolsheviquismo (sic), que es la hazaña mental más osada a que se han
atrevido los maliciosos y los ignorantes de estas tierras.95
Ambas vertientes, tienen en común que no profundizan en los enfoques prácticos que
significa el Vitalismo en su momento más formalizado, sino sólo en lo que Masferrer, a los
94
El término ideologizante se usa aquí en la línea, acepción y orientación que Ignacio Ellacuría propende en
su artículo “Función liberadora de la filosofía,” Revista Estudios Centroamericanos (ECA), N° 435-436,
1985; pp. 45-64. En este artículo Ellacuría afirma que “La ideologización nos enfrenta con la nada, con la
apariencia de realidad, con la falsedad con apariencia de verdad con el no ser con apariencia de ser”. ECA, p.
50; que es justo lo que intenta ejecutar esta tendencia del Enfoque Oficialista.
95
A. Masferrer, Obras Escogidas I, Ibídem, p. 78.
40
inicios de su intuición filosófica, consideraba como Vitalismo; es a saber, una teoría que
declinaba en una religión, una filosofía y una fe. Por tanto, el enfoque oficialista puede
considerarse superficial, moralizante y cargado de un interés ideológico de corte
derechista.96
Este enfoque ha sido el más efectivo para desfigurar el pensamiento de Masferrer por los
recursos con los que ha contado. Y, en el desarrollo del mismo ha omitido el estudio real y
profundo que Masferrer hizo de la realidad social que le tocó vivir y que de hecho vivían
decenas de miles de salvadoreños y centroamericanos.
96
Véase al respecto Matilde Elena López, “Pensamiento Social de Masferrer,” Op. Cit., Thomas Anderson El
Salvador 1932; Ver Ricardo Molina, Alberto Masferrer (1868-1932), Valoración histórica de los aportes humanistas
de la "Doctrina del mínimum vital".
97
Como reformismo social entiendo aquella búsqueda de transformar una sociedad injusta por otra más justa,
sin que se haga uso de la violencia armada.
98
La Generación del 44 es la denominación dada a un grupo de intelectuales salvadoreños que en la década de
1940 alcanzó su madurez como grupo de escritores entre quienes se cuentan a Pedro Geoffroy Rivas (1908-
1979), Hugo Lindo (1917-1985), José María Méndez (1916), Matilde Elena López (1922-2010), Julio Fausto
Fernández (1913-1981), Oswaldo Escobar Velado (1918-1961), Luis Gallegos Valdés (1917-1990), Antonio
Gamero (1915-1956) y Ricardo Trigueros de León (1917-1965).
Pedro Geoffroy Rivas produjo una obra lírica marcada por la vanguardia y, además, desarrolló una importante
labor de rescate de las tradiciones indígenas y de la lengua popular. La poesía de Oswaldo Escobar Velado
tiene una dilatada preocupación existencial y un componente esencial de denuncia de las injusticias sociales.
José María Méndez y Hugo Lindo exploraron nuevas fronteras de la narrativa.
Numerosos escritos de esta generación jugaron un papel muy activo en el movimiento democrático que puso
fin de la dictadura del general Hernández Martínez. Sin embargo, algunos de ellos colaboraron activamente
con el régimen del coronel Óscar Osorio.
Dentro de un proyecto de modernización del Estado, Osorio promovió una de las políticas culturales más
ambiciosas en la historia de El Salvador. Para citar un ejemplo, a través del Departamento Editorial del
Ministerio de Cultura (posteriormente Dirección de Publicaciones del Ministerio de Educación), bajo la
dirección Ricardo Trigueros de León se desarrolló una labor editorial de gran alcance, la cual constituyó a la
vez, un paso decisivo para sentar las bases de la normativa literaria salvadoreña.
41
del contenido de sus respectivas propuestas, otros autores que han publicado sus
investigaciones sobre Masferrer y que sus trabajos académicos de mayor representación
fueron reeditadas años más tarde por el departamento editorial del Ministerio de Cultura
en una recopilación de trabajos en una sola obra con el título En Torno a Masferrer.99
También se incorporan otros autores y estudiosos de Masferrer que han ido dando su
aporte en el devenir de la historia en esta parte del mundo. En esta línea, es importante
destacar a un grupo de jóvenes estudiantes que en distintos momentos de la historia
salvadoreña han querido profundizar los estudios sobre la figura y la obra intelectual de
Masferrer desde los umbrales de la intelectualidad crítica y han investigado y presentado
sus aportes en distintas tesis universitarias para obtener su grado académico. Este grupo
de jóvenes, unos en 1976, otros en 1991 y otros en 1997, han intentando con toda
honestidad presentar lo que Masferrer ha significado para la historia salvadoreña y
centroamericana, pero sus aportes en realidad son muy modestos, aunque valga el hecho
de querer mantener vivo el espíritu reflexivo sobre Masferrer que es lo que se estima en
esta investigación.
Como se ha dicho antes, este enfoque es impulsado, sobre todo, por el movimiento
literario salvadoreño denominado la Generación del 44. Este movimiento ha impulsado el
análisis de la figura y obra de Masferrer desde la especificidad literaria, donde lo
importante es el aporte a las letras salvadoreñas, a la poesía, al arte y al periodismo
salvadoreño, y en esa labor, iluminar los procesos de cambio social en El Salvador. En
99
Ministerio de Cultura, En Torno a Masferrer, Departamento Editorial del Ministerio de Cultura, San
Salvador, 1956. En este volumen aparecen los trabajos siguientes: “Laude y Responso de Don Alberto
Masferrer,” de Claudia Lars. “Decreto del Consejo de Gobierno Revolucionario, en el que declaran
Monumento Nacional la Tumba de Alberto Masferrer”. “Alberto Masferrer o la Conciencia de de un Pueblo”
de Francisco Morán. “La Educación Vitalista de Alberto Masferrer” de Pedro de Alba. “Introducción a
Masferrer” de José Luis Martínez. “Masferrer, Creador del Alma Nacional” de Salvador Cañas. “Mi Alberto
Masferrer” de Pedro Geoffroy Rivas. “Masferrer o la Angustia Iluminada” de Gilberto González y Contreras.
“Masferrer Alto Pensador de Centroamérica” de Matilde Elena López. “Masferrer y los pájaros” de Quino
Caso. “El pensamiento vivo de Masferrer” de Humberto Díaz Casanueva. “Personalidad poética de Alberto
Masferrer, Maestro y Apóstol” de Serafín Quiteño. “El retrato que yo me he hecho de Don Alberto
Masferrer” de Carmen Lyra. “Estudios y figuraciones sobre la vida de Jesús” de Julio Enrique Ávila. “Un
filósofo del Orden Social” de Juan del Camino. “Masferrer Humorista” de José María Peralta Lagos.
Masferrer el Apóstol” de Alberto Velásquez. “Figura y Memoria del pensador Alberto Masferrer”, selección
de Roberto Velandia. “El patriotismo inconforme de Alberto Masferrer” de Manuel Barba Salinas. “Alberto
Masferrer” de Graciela Bográn. “Masferrer y el Mínimum Vital” de Humberto Tejera. “Una Voz” de
Salarrué. “El Silencio sobre Masferrer” de Arturo Ambrogi. “Alberto Masferrer, Periodista” de Raúl Andino.
“Masferrer Conciliador” de Miguel Ángel Espino. “Masferrer se ha ido…” de A. Guerra Trigueros. “Los que
se van…” de Vicente Trigueros. “Analizando la personalidad de Don Alberto Masferrer”, Carta del Poeta
costarricense, Lic. Rogelio Sotela. “Los últimos días de Masferrer” de Alfonso Rochac. “Alberto Masferrer”
de Trigueros de León. “Condolencia de la República Mexicana por el fallecimiento de Don Alberto
Masferrer.”
42
este enfoque sobresale Matilde Elena López y su análisis histórico crítico de la obra de
Masferrer y su impacto en la sociedad salvadoreña. El resto de estudiosos no profundizan
sistemáticamente ni elaboran análisis profundos en aspectos literarios,100 filosóficos o
histórico críticos.
En el estudio elaborado por Pedro Geoffroy Rivas, este autor afirma que lo que salvó a
Masferrer en su libro Ensayo sobre el Destino, de perderse en el orientalismo, en tonterías
ridículas y en el absurdo filosófico, fue el enorme poeta que hay en él.101 Opinión con la
que estoy de acuerdo ya que como se verá más adelante, este libro de Masferrer no
representa en manera alguna aspectos filosóficos ni por accidente.
Opinión similar nos ofrece Claudio Arenas, quien dice “Expresándome con franqueza,
opino que Masferrer como pensador social, como creador de doctrina, carece en lo
absoluto de valor. Su Mínimum Vital, que a mi juicio se ha superestimado hasta el exceso,
carece de originalidad y no merece el calificativo siquiera de doctrina social, de teoría de
reforma social.”102 Opinión con la que también estoy de acuerdo ya que leyendo el
mencionado trabajo, le hacen falta muchos aspectos para ser una expresión de filosofía,
religión y derecho. Y el mismo Masferrer ha dicho que el Mínimum Vital es sólo la
expresión económica de su teoría Vitalista. Cosa que por mi parte afirmo que hay que
100
Ejemplo de estos estudios los tenemos en los artículos presentados en la Revista Cultura número 47. En
esta revista, ningún estudio presenta un análisis crítico de las formas literarias de las obras de Masferrer. En
general, estos estudios ofrecen una imagen de Masferrer como el escritor y poeta bonachón que no se metía
con nadie si no era para pedirles que se portaran bien, que practicaran valores y que estudiaran seriamente
ayudándole al Estado con su labor educativa. Este número se edita en homenaje a Don Alberto Masferrer, en
1968 al cumplirse el centenario de su nacimiento. En este número escriben al menos diecisiete autores
conocedores todos del pensamiento y obra de Masferrer. Los trabajos que aparecen son los siguientes:
“Masferrer, Reformador social” de Ítalo López Vallecillos. “Vocación y plenitud de Alberto Masferrer” de
Alejandro Dagoberto Marroquín. “Retorno a Masferrer” de Ricardo Bogrand. “El Método Sociológico como
instrumento Crítico” de Matilde Elena López. “Masferrer periodista” de José Salvador Guandique. “Humano,
demasiado humano” de Claudia Lars. “Alberto Masferrer o la Conciencia de un pueblo (Fragmentos)” de
Francisco Morán. “Mi Alberto Masferrer” de Pedro Geoffroy Rivas. “Personalidad poética de Alberto
Masferrer, maestro y apóstol” de Serafín Quiteño. “Alberto Masferrer” de Trigueros de León. “Masferrer y su
iluminada fuerza interior” de Claudia Lars. “Ideas de Masferrer para una filosofía de la Educación” de Luis
Aparicio. “Anti-elegía para Alberto Masferrer” poema de Ricardo Castro Rivas. “Odas a Masferrer,” poema
de José María Cuéllar. “Don Alberto Masferrer, Apóstol y visionario” de Roberto Armijo. “El individualismo
de Alberto Masferrer” de José Roberto Cea. “Entrevista imaginaria con Don Alberto Masferrer” de Mercedes
Durand. “Anti-homenaje” de Alfonso Quijada Urías. “Conversación con Alberto Masferrer” de Manlio
Argueta. “Nota sobre Masferrer” de Tirso Canales y “Decretos legislativos a homenajes dedicados a don
Alberto Masferrer.”
101
Cfr. P. Geoffroy Rivas, “Mi Alberto Masferrer”, Revista Cultura, N° 47, enero-marzo, Ministerio de
Educación, San Salvador, 1968, p. 56.
102
C. Arenas, “Humano, Demasiado humano”, Revista Cultura, N° 47, enero-marzo, Ministerio de
Educación, San Salvador, 1968, pp. 43-44.
43
buscarla en toda la obra filosófica y política de Masferrer que es muy distinta a la obra
poética, novelística y mística que también produjo.
Por su parte, José Salvador Guandique, citando a Rafael Antonio Tercero en su artículo
Masferrer Periodista afirma que Masferrer “escribió muchos libros, veintidós en cuarenta
años (más de dos por lustro, indicamos). Pero su obra más discutida –y, sin lugar a dudas
una de las más importantes– no la escribió originalmente en forma de libro. La fue
redactando desde su escritorio de director de un diario, entre el círculo polémico o
doctrinario, entre el ajetreo de la noticia corriente y lo sensacional del momento. Así fue
tomando cuerpo su obra culminante.”103 Afirmación muy importante ya que como se
sostiene en esta investigación, Patria es el escrito fundamental desde el cual hay que leer
toda la obra intelectual de Masferrer. Es en Patria, donde el Vitalismo Masferreriano y
toda su crítica social y política cobra sentido y muestra el horizonte por construir. De ahí
que Masferrer bajo este punto, constituya una presencia filosófica en América Latina
desde la perspectiva de los marginados sociales en El Salvador.
103
J.S. Guandique, “Masferrer Periodista,” Revista Cultura, N° 47, enero-marzo, Ministerio de Educación,
San Salvador, 1968, pp. 40-41.
104
Saúl Flores nació en Zacatecoluca en 1889 y murió en San Salvador en 1980. Algunas de sus obras son
“Lecturas nacionales de El Salvador, 1943”, “Esta es mi tierra”, “Escuelas y maestros de El Salvador”,
“Temas vivos sobre educación, 1964”, “Madre Tierra” “Madre América 1965” “El Sembrador 1973” y
“Simiente”.
44
este texto aparecen dos artículos cortos de Masferrer, uno denominado La Misión de
América: El Grito de Batalla y otro con el nombre de Ahora y en ti mismo. Estos textos105
no aparecen en ninguna otra fuente publicada por Masferrer o por sus editores. Se puede
inferir que éstos fueron escritos en la época en que Masferrer dirigió el Colegio Ixelles que
él fundó en 1918, cuya existencia fue efímera; pero que en el poco tiempo que dicho
colegio funcionó, el profesor Saúl Flores le colaboró como docente. Ahora bien, con el
sólo hecho que Saúl Flores haya editado estos artículos en su libro Madre América, su
labor tiene ya gran importancia. No obstante, verter opinión en su contra por el hecho de
no reflexionar críticamente en torno a Masferrer, creo que no es justo, por tanto me
reservo palabra al respecto.
Con Matilde Elena López asistimos a una nueva etapa en el estudio de la figura de
Masferrer ya que con ella se inicia un proceso de recuperación más objetivo del trabajo,
obra y figura de este intelectual. Si bien esta autora a veces imprime una impronta literaria
a su juicio sobre Masferrer, pero no con interés de falsear su pensamiento sino debido a
que su especialidad es propiamente literaria y no filosófica; con Matilde Elena, el segundo
enfoque que analiza la obra de Masferrer inicia una visión más científica y liberadora del
oscurantismo y sentimentalismo al que el enfoque oficialista condujo al pensamiento y
obra de Masferrer.
No obstante el serio esfuerzo que hace Matilde Elena López, presenta todavía algunos
juicios que en el fondo son expresión clara de haber caído en el error de repetir el
discurso oficialista que ella criticó tenaz y valientemente. Según la autora, el error de
Masferrer estuvo en que envolvió su doctrina del Minimum Vital de emoción sentimental y
puro altruismo. Afirma que “El humanismo masferreriano no aseguró las condiciones de
sus objetivos y de su realización y se quedó convertido en una hermosa parábola. No
105
S. Flores, Madre América, Lecturas Americanas, Volumen III, Tipografía Offset, Editorial Central, San
Salvador, 1965. En el texto denominado La Misión de América: El Grito de Batalla; Masferrer afirma que
“América ya no es una expresión geográfica, sino una expresión moral. América es una Fe y un Propósito.
América es el credo político, social y espiritual de los Hombres Nuevos: de los que ya no quieren asfixiarse
en los pantanos de las patrias minúsculas, misérrimas, inermes, sobre las cuales todo insolente poderoso
escupe y defeca, haciendo que los esclavos adoren su defecación.
América es una Idea que batalla para convertirse en una Fuerza. No es un sueño, sino que es un yunque.
América débil, desnuda, parcelada y mezquina, devorándose a sí misma, es la América Vieja, carcomida y
podrida, obra de enanos y miopes.
Enterremos y olvidemos esa América infecta, y hagamos surgir de sus cenizas la América Nueva, fuerte,
unida, concorde, consciente de su misión, dispuesta al dolor y a la muerte para realizar su misión”. (Madre
América, p. 11).
45
llegó a la lucha, al compromiso con el pueblo, a la lucha que puede arrastrar violencia, y
entonces Masferrer retrocede, levanta la mano y señala los caminos de la paz.”106
Lo que se lee entre líneas en esta afirmación es que Matilde Elena, no estructuró en modo
sistemático su lectura de Masferrer y no buscó la autenticidad de pensamiento que le
caracterizaba al autor, sino que analizó el pensamiento masferreriano desde una postura
eminentemente ideologizante, con el objeto de contrarrestar el uso abusivo del que era
víctima Masferrer por parte del oficialismo. Este esfuerzo tiene notable valor, sobre todo
en el contexto militarista en que le tocó escribir a Matilde Elena, ya que claramente se
ubica en el lado contrario del oficialismo.
Se puede afirmar, por tanto, que Matilde Elena se quedó únicamente con el Masferrer de
El Dinero Maldito, Leer y Escribir y El Mínimum Vital, no obstante haber presentado al
Masferrer del Vitalismo y de Patria, en la compilación y edición de las Obras Escogidas de
Alberto Masferrer que ella prologa con un interesante estudio. Como bien dice esta
estudiosa de Masferrer, que en El dinero Maldito después que “ha descubierto la verdad
que hay en el fondo del alcoholismo del pueblo. La horrenda corrupción patrocinada por el
Estado que vive a costa de la embriaguez. Pero cuando esperamos que señale a los
responsables y dé la solución adecuada, que nos dé la señal que espera el pueblo,
después de diagnosticar correctamente, concluye: “Paz a los hombres de buena
voluntad”, y les desea paz y prosperidad a los explotadores, a los que se enriquecen con
el dinero maldito, después de haber señalado al Estado Corruptor tan valientemente.”107
106
A. Masferrer, Obras Escogidas I, Op. Cit, “Prólogo a las Obras Escogidas,” elaborado por Matilde Elena
López, pp. 83-84.
107
A. Masferrer, Obras Escogidas I, Op. Cit., p. 83.
46
108
Ministerio de Cultura, En Torno a Masferrer, Departamento Editorial del Ministerio de Cultura, San
Salvador, 1956, p. 7.
109
F. Morán, “Alberto Masferrer o la conciencia social de un pueblo”, Ministerio de Cultura, En Torno a
Masferrer, Op. Cit., p.14.
110
Ibídem, p.16.
111
Ibídem, pp.17-18.
47
Años más tarde y en el marco de estudios sobre la figura y obra de Masferrer, en 1976, un
grupo de estudiantes de la carrera de Letras de la Universidad Centroamericana “José
Simeón Cañas”, elaboró la primera tesis sobre Masferrer. Este documento se escribió con
el interés de obtener el grado de licenciatura en Letras por esta universidad.114 Sobresale
el aporte de estos jóvenes en su intento de presentar las etapas del pensamiento de
Masferrer. Andino Meléndez y compañeros afirman que Masferrer hace una lectura de la
realidad cotidiana de El Salvador, de la vida y su entorno. Por mi parte, sostengo que
Masferrer hace eso pero también ofrece una respuesta, un análisis y luego una propuesta
de solución a la problemática tan acuciante vivida por la sociedad salvadoreña. De
acuerdo a ellos, el pensamiento y obra de Masferrer puede estructurarse en tres etapas:
Etapa Romántica, Etapa Social-Política y Etapa Filosófica.115
112
Estas son afirmaciones acertadas respecto de la intelectualidad de Masferrer; pero también lo contrario ha
sucedido con otros autores que se han quedado a medio camino en el estudio de la obra intelectual de
Masferrer y no han terminado de recorrer la senda o derrotero intelectual que Masferrer caminó; y se lanzan a
dar observaciones y conclusiones que Masferrer no hizo ni dijo. Más adelante abordaremos a estos autores al
menos de manera general.
113
Pedro de Alba, “La Educación Vitalista de Alberto Masferrer”, Op. Cit., pp. 53-54
114
Se trata de la Tesis denominada Alberto Masferrer Humanista, de María Dolores Andino de Meléndez,
Ena Victoria Hernández Delgado de Linares, María de Los Ángeles Herrera de Tejada, Daniel Portillo
Chévez, Marta Hortensia Regalado Araujo y Marta Elízabeth Andino de Meléndez. Esta tesis fue elaborada
para obtener el grado de Licenciatura en Letras de la Facultad de Ciencias del Hombre y la Naturaleza de la
Universidad Centroamericana, José Simeón Cañas. La Libertad, 1976.
115
Éstas pueden determinarse de acuerdo a los autores, en base a los escritos y publicaciones de Masferrer.
Por ejemplo: Etapa Romántica: 1883-1900; en esta etapa Masferrer escribe las obras siguientes: Páginas,
Niñerías, El Rosal Deshojado; Pensamientos y Formas; Notas de Viaje; Recuerdos. Etapa Social-Política:
1900-1925, en esta etapa Masferrer escribe las obras siguientes: Ensayo sobre el desenvolvimiento Político en
El Salvador; Las Nuevas Ideas; Leer y Escribir; ¿Qué debemos Saber?; El Dinero Maldito; Una Vida en el
Cine; La Cultura por medio del Libro; El Mínimun Vital; El Libro de la Vida; Patria. Etapa Filosófica:
1925-1932; en esta etapa Masferrer escribe las obras siguientes: El Buitre que se tornó Calandria¸ Ensayo
sobre el Destino; Las Siete Cuerdas de la Lira; Estudios y Figuraciones sobre la Vida de Jesús; Helios;
Caminos de Paz; La Religión Universal.
48
Es apreciable el esfuerzo realizado por los estudiantes pero no estoy de acuerdo en esta
organización debido a que no responde a la realidad que vivió Masferrer sino que
responde al orden cronológico de las publicaciones; cosa que no aporta a la comprensión
intelectual de la obra de Masferrer. Además de que en esta línea ubican algunas obras en
fechas que no corresponde a su publicación. Por lo demás, sí coincido en que se trata de
tres etapas dentro de la obra intelectual de Masferrer. Pero éstas se juzgarán en el sub
apartado quinto de este capítulo.116
Nuestro trabajo constituye, por una parte, un intento por describir grosso modo la obra
literaria de Masferrer y por otra parte, es una propuesta de caracterización general de la
época del autor, así como presentar los rasgos de influencia de dicha realidad en la obra
literaria de Masferrer.
Por otra parte, en 1991 y 1997, otras dos generaciones de estudiantes elaboran sendos
trabajos sobre Masferrer. El primero denominado “El pensamiento filosófico de Don
Alberto Masferrer”117 y el segundo denominado “Estudio sobre el pensamiento político de
Don Alberto Masferrer,”118 ambas son tesis elaboradas para obtener el grado de
licenciatura.
116
Concretamente en el punto 5.1. Las etapas del pensamiento de Alberto Masferrer; cfr., p. 68.
117
Elaborado por Rosa América Menjívar de Zelaya y María Laura Martínez de Menjívar. Tesis para optar al
título de licenciadas en Educación. Universidad Pedagógica de El Salvador, San Salvador, 1991.
118
Elaborado por Clara Luz Artiga Carballo y Víctor Simón Castro Hernández, para optar al grado de
licenciatura en Educación, en la especialidad de filosofía y letras, Universidad Pedagógica de El Salvador,
San Salvador, 1997.
119
Menjívar de Zelaya, Op. Cit., p.ii.
49
Lógicamente, esto lo hizo entrar en choques con las clases poderosas, que vieron en él a
un peligro para el mantenimiento de su condición.”120
Uno de los méritos de esta tesis es que cuando analiza los principios del Minimum Vital,
hace una valoración sobre la situación que vive la sociedad salvadoreña de principios de
los años noventa y valora que en ninguna de las necesidades primordiales que menciona
el Minimum Vital se ha logrado a esa fecha, ni la solvencia material y espiritual de dichos
principios, al menos en forma medianamente aceptable. Para ello, las autoras revisan
brevemente la situación de la vivienda en El Salvador, la tenencia de la tierra, el trabajo, la
alimentación, la asistencia médica, la justicia, la educación, el tema del agua, el ejército, el
aguardiente, la prostitución, etc., y llegan a la conclusión que la doctrina masferreriana se
anticipó a su tiempo y que con su filosofía y demás ciencias sociales, hace una lucha por
la justicia, la libertad y la dignidad humana y que la filosofía de Masferrer mueve a pensar
que para analizar y resolver los problemas sociales de un pueblo hay que partir de la
realidad socioeconómica e histórica en que está inmerso ese pueblo. De esa manera las
soluciones serán también reales y factibles.121
La segunda tesis toma en cuenta elementos dispersos de sociología para el análisis del
ambiente histórico que vivió Masferrer, resalta el aspecto humano del autor y los
condicionamientos sociales y políticos que tuvo para el desarrollo de su obra intelectual.
La tesis en tanto documento, adolece de muchos problemas de estructura, de dispersión
de ideas y sus aportes críticos son muy modestos.
120
Ibídem, p. 7.
121
Cfr. Ibídem, p. 142-43.
50
No hay que olvidar que aún en este enfoque contestatario ha habido aquellos quienes han
detractado a Masferrer. Esto ocurre a todas luces con Roque Dalton (1935-1975), que en
Las Historias Prohibidas del Pulgarcito,122 dedica un poema a Masferrer donde no ataca
sus ideas o su figura política e intelectual, sino a su persona. Pero Dalton, al igual que
muchos se equivoca y con ello, no sólo le hicieron daño a la figura de Masferrer,
presentándolo como un idealista, de ideología de derecha y cobarde, sino que además, le
han hecho el juego al Enfoque Oficialista.
En lo personal pienso que Dalton exagera la dialéctica con Masferrer en vistas a justificar
su enfoque revolucionario en la línea marxista, en el modo en que él lo entiende. Por lo
demás, como es claro, no pretende un estudio crítico de Masferrer sino sólo lanzar su
mordaz crítica.
Además, Dalton se equivoca con Masferrer al intentar ponerlo en la misma vía con
Sarmiento,123 a quien Masferrer no cita en ninguna de sus obras ni siquiera para evitarlo;
cosa contraria sí hace con el filósofo ecuatoriano Montalvo, quien ocupó un lugar especial
en la obra de Masferrer y que influyó mucho en su forma de pensar.
122
Roque Dalton, Las Historias Prohibidas del Pulgarcito, UCA Editores, San Salvador, 1988, pp. 102-110,
su poema “Viejuemierda,” en el que acusa a Masferrer de ser “pícaro, santo-tonto e irritado tatarata”.
123
“don Alberto anduvo para siempre en la onda de Domingo Faustino Sarmiento en eso de confundir a cada
rato los pobres con los bárbaros”, Ibídem, p. 103.
124
Luis Melgar Brizuela, “De cómo y porqué Roque Dalton llamó “viejuemierda” a don Alberto Masferrer”,
Revista Humanidades, Universidad Nacional, N° 2; Enero-Marzo 2003, pp. 9-23.
125
Ibídem,, p. 10.
51
Las causas que Dalton afirma en su poema que pueden explicar al lector el interés que
tiene por denigrar la figura de Masferrer son evidentes. Pero la razón más importante es
que considera a Masferrer “cómplice objetivo de los asesinos del pueblo.”126
Por otra parte y para culminar este apartado de aportes negativos para la figura de
Masferrer, es necesario recordar que la obra literaria de orientación social y política de
este autor, por su carácter crítico fue considerada un peligro para el status quo en El
Salvador de mediados del siglo XX. Un importante artículo cuya autoría corresponde a
Ricardo Molina fundamenta este dato;128 y hace recordar que tan acentuada fue esta
situación que los poetas salvadoreños no aceptaban a Masferrer dentro de sus filas, sino
que afirmaban que Masferrer más que otra cosa fue periodista. Los periodistas por su
parte, afirmaban que el otrora periodista capaz de dar cátedra al periodismo social e
investigativo centroamericano, no era tal sino que era un espiritualista salvadoreño que
nada tenía que ver con ellos.129
Contraria a esta idea es la de López Vallecillos quien afirma que la figura y obra
intelectual de Masferrer fue “combatida en su tiempo, negada después, es el mayor aporte
al esclarecimiento de la realidad social de El Salvador. Periodista valiente, denunció en su
126
R. Dalton, Op. Cit., 110.
127
Resulta interesante que mucho tiempo atrás Dalton polemiza con Antonio Gamero argumentando que éste
es servilista gubernamental (argumento personalista o ad homine). Ver polémica en torno a la Estética y la
Política en Luis Alvarenga, Roque Dalton: La radicalización de las vanguardias, Editorial Universidad Don
Bosco, San Salvador, pp. 58-82.
128
Dicho artículo se denominado “Alberto Masferrer (1868-1932), Valoración histórica de los aportes humanistas de
la "Doctrina del mínimum vital" en el Congreso de Historia de Guatemala, realizado en julio de 2006 publicado en
Memorias del congreso por la Editorial Santillana, en el 2006. Asimismo se encuentra publicado en internet en
http://www.monografias.com/trabajos63/alberto-masferrer-aportes-humanisticos/alberto-masferrer-aportes-
humanisticos.shtml.
129
Cfr. Ricardo Molina, Op. Cit., Es más, Molina afirma que “en 1948, Hugo Lindo presenta 43 fichas de
académicos que ha logrado recoger, de estos 26 pertenecen a abogados y no aparece Alberto Masferrer, en
unos casos se argumenta que no es escritor sino periodista, y los periodistas dicen que no es periodista sino
poeta”.
52
tiempo la explotación del campesinado y del obrero por los sectores avorazados de la
sociedad salvadoreña. Su posición espiritualista, de un alto humanismo, no le impidió
hablar el lenguaje claro y preciso del combatiente que desea borrar las injusticias. Todo
su pensamiento podría ubicarse dentro de las corrientes socialistas utópicas.”130
Llamo Enfoque Científico al trabajo teórico que un grupo de especialistas, quienes a partir
de poco más de una década han publicado estudios acerca de “la cuestión
masferreriana.”131 Estos especialistas se han preocupado por analizar la figura y la obra
intelectual de Masferrer dándole mucha importancia al contexto social, político, económico
y cultural que le tocó vivir y su significado para la sociedad actual. Juzgan con rigor
intelectual la obra de este autor y a partir de allí, presentan los resultados de sus
investigaciones con una postura libre de ideologización partidaria, apegados a la realidad
histórica que vivió Masferrer e intentando dar luces a partir de su obra intelectual, para la
interpretación de la realidad que vive El Salvador en la actualidad.
En este enfoque ubico a los historiadores Carlos Gregorio López Bernal y Marta Elena
Casaús Arzú, al filósofo Ricardo Molina, al filósofo y literato Ricardo Roque Baldovinos y
al educador Luis Alonso Aparicio. Todos ellos, con entero interés de aportar al desarrollo
de las ideas y a depurar la figura y la obra intelectual de Masferrer de aquellas impurezas
que no responden a la construcción de un pensamiento coherente con la historia y con los
principios de las ciencias humanas.
130
Ítalo López Vallecillos, El Periodismo en El Salvador, UCA Editores, San Salvador, 1987, pp. 370.
131
Me parece muy acertada esta denominación de “la cuestión masferreriana” con que el editorial de la
Revista Humanidades de la Universidad de El Salvador, llama al hecho que simboliza Alberto Masferrer a
principios del siglo XX. Por tanto, “la búsqueda de caracterizar ahora, a inicios del siglo XXI, el aporte
filosófico, sociológico y literario del pontífice del vitalismo en El Salvador” es una de los esfuerzos
intelectuales que lograrán ubicar a Masferrer y al Vitalismo, en su lugar propio. Revista Humanidades, N° 2,
2003, p. 7.
53
De este grupo de intelectuales sobresale López Bernal, historiador de alto calado quien
respecto de Masferrer ha hecho varios aportes intelectuales; de los que para nuestro
interés, traemos a cuenta dos artículos importantes. El primero es un intenso estudio
denominado Alberto Masferrer y Augusto César Sandino: Espiritualismo y utopía en los
años veinte.132 Se trata de un estudio que establece “similitudes entre Masferrer y Sandino
examinando el contexto histórico en que vivieron y lucharon y las relaciones que
mantuvieron con otros intelectuales de la región. Se estudia el acercamiento de ambos al
espiritualismo y la teosofía y cómo estas ideas condicionaron sus propuestas políticas y
en cierto momento, pudieron ser una manera de procesar el desencanto frente a los
reveses de sus proyectos: utopías que aún debieran inspirar el destino de estos
pueblos.”133
López Bernal afirma que aún después de ocho décadas de historia, muchas de las
denuncias que Masferrer hizo, aun siguen teniendo tremenda vigencia en nuestros días.
De acuerdo a este investigador “Alberto Masferrer articuló su crítica social en diferentes
niveles. Hacia los individuos, hacia determinados sectores sociales y hacia el Estado,
como máximo responsable del rumbo del país. A los individuos les cuestionó los vicios, el
egoísmo, la irresponsabilidad, las debilidades personales. Aunque no desconocía que
tales males pueden tener implicaciones sociales, reconocía que la mayor parte de esas
falencias, afectan principalmente el desarrollo individual”. Y, continúa López Bernal
afirmando que Masferrer criticó fuertemente al Estado salvadoreño por no proveer
educación y calidad de vida a las personas atrapadas en la marginalidad, la exclusión, los
132
Carlos Gregorio López Bernal, “Alberto Masferrer y Augusto César Sandino: Espiritualismo y utopía en
los años veinte”, Revista Humanidades, IV Época Año 2003; Editorial e Imprenta de la Universidad de El
Salvador, año 2003, pp. 25-49.
133
Ibídem, p. 25.
134
C.G. López Bernal, “Alberto Masferrer: actualidad de su pensamiento social”. Diario Co-latino, Jueves, 4
de febrero de 2010.
54
vicios y la pobreza. Pero sobre todo, por no ser capaz de poner freno a los abusos, el
egoísmo y la prepotencia de los poderosos.
De ahí que el autor afirme que Masferrer pugnaba por eliminar aquellas condiciones
individuales y sociales que limitan las posibilidades de una vida mejor para los sectores
sociales subalternos, sin menoscabo de que el capital adquiera la ganancia a que tiene
derecho.
Como se ve, de acuerdo a la perspectiva que nos presenta López Bernal, Masferrer
desarrolla una crítica social y formula un proyecto de transformación social. En la primera
fue contundente y sólido no así en la segunda. Pero en ambos casos, su punto de partida
fue el análisis profundo y sistemático de los problemas y las desigualdades sociales y
económicas del país. Sin embargo, podemos decir que por influencia del oficialismo se ha
tendido a destacar más las debilidades y vacíos de sus propuestas prácticas, olvidando el
enorme aporte que hizo Masferrer en la denuncia, el cuestionamiento y la sensibilización
social.
135
Marta Elena Casaús Arzú, “El vitalismo de Alberto Masferrer y su impacto en el pensamiento de América
Central”, Revista Cultura, N° 102, enero-julio; Dirección de Publicaciones e Impresos, San Salvador, 2010;
pp. 73-105. Asimismo: El vitalismo teosófico como discurso alternativo de las elites intelectuales
centroamericanas en la década de 1920 y 1930. Principales difusores: Porfirio Barba Jacob, Carlos Wyld
Ospina y Alberto Masferrer. En http://www.rehmlac.com/recursos/vols/v3/n1/rehmlac.vol3.n1-mcasaus.pdf,
La formación de la nación cultural en las elites teosóficas centroamericanas 1920-1930: Carlos Wyld Ospina
y Alberto Masferrer. En http://www.ues.edu.sv/descargas/memoria/sigloxx/casaus.pdf, Asimismo: Las redes
intelectuales centroamericanas y sus imaginarios de nación (1890-1945),
http://www.ortegaygasset.edu/fog/ver/327/circunstancia/ano-iii---numero-9---enero-006/investigaciones-en-
curso/las-redes-intelectuales-centroamericanas-y-sus-imaginarios-de-nacion--1890-1945-;Ver también Casaús
A. y García Giráldez, T., Las redes intelectuales centroamericanas: Un siglo de imaginarios Nacionales
(1820-1920), F&G Editores, Guatemala 2005. Asimismo se remite a la más reciente publicación realizada por
Marta Casaús A., con la colaboración de Regina Fuentes Oliva, denominada El libro de la vida de Alberto
Masferrer y otros escritos vitalistas, que constituye una “Edición crítica de la obra Teosófico-vitalista (1927-
1932)” F&G Editores, Guatemala, 2012. Obra que solventa en gran parte este vacío ya que en ella se aborda
seriamente la obra místico-teosófica de Masferrer.
55
Para comenzar, Casaús es de la opinión que resulta difícil saber cuál es el objetivo central
de un pensador como Masferrer debido a que “fueron tantas las aristas que tocó, tantas
las vertientes que desarrolló”,136 pero aún con la diversidad de temas, una sola vía de
interés es la que se convierte en la columna vertebral de la labor intelectual de Masferrer y
esa es alcanzar mayores niveles de calidad de vida para todos los salvadoreños y
centroamericanos. Fue eso lo que le llevó a formular de manera creativa su vitalismo y a
reflexionar en profundidad sobre el quehacer del salvadoreño común. Esto lo confirma
Casaús cuando dice que Masferrer “quiso moralizar la sociedad, a fin de que fuera más
justa y equitativa y buscó para ello aquellos derechos y deberes que permitieran al
conjunto de sus individuos satisfacer las necesidades básicas, lo que llamó Mínimum
Vital.”137
Para esta autora, una de las principales tareas de Masferrer, como pedagogo y periodista
fue generar nuevos debates en torno a temas socialmente candentes: la formación de la
patria y la nación, la ampliación de los derechos inalienables del ser humano, la concesión
del voto a las mujeres y los analfabetos, el reparto de tierras, el respeto al medio ambiente
y sobre todo, la denuncia y acusación de las elites de poder y los gobiernos de turno por
acaparar la riqueza, ostentar un lujo desmedido y carecer de conciencia social para con
los desfavorecidos. En sus escritos denunció el abuso del consumo y comercialización del
alcohol, la ausencia de escuelas y falta de educación del pueblo; en una palabra, rescató
la necesidad imperiosa de regeneración moral y espiritual de la sociedad, basándose en
la doctrina vitalista.138
Una cosa que se vuelve radical en los aportes que Casaús ofrece es que para ella, el
Vitalismo masferreriano no tiene que ver, y por tanto, no hay que relacionarlo con el
vitalismo nietzscheano o el raciovitalismo orteguiano, sino más bien que el Vitalismo
136
M. Casaús, Op. Cit., p. 73.
137
Ibídem, p. 73. En el artículo, las cursivas aparecen en mayúsculas.
138
Cfr. Ibídem, pp. 73-74. Y continúa afirmando que Masferrer “Utilizó la palabra como arma política de
agitación social, la opinión pública como tribuna de denuncia y debate y el panfleto político como
instrumento de toma de conciencia, de difusión y convencimiento de la necesidad de cambiar el estado, las
instituciones y la sociedad.”
56
Casaús concibe a Masferrer como un pensador coherente que supo combinar su vitalismo
filosófico de orientación más bien hinduista con una veta socialista utópica y anarquista en
los temas políticos y sociales, con la búsqueda espiritual de un panteísmo universalista a
través de la teosofía, fundamentado básicamente sobre todo en la vertiente de Besant, de
Tingley, del primer Krishnamurti y de Jinarajadasa y del anarquismo de Tolstoi, Kropotkin
y Proudhon, la unidad de pensamiento y de acción social.140
En síntesis, para esta autora, Masferrer parte del concepto de “la vida” pero no en
términos biológicos o filosóficos como otros autores europeos, sino como adaptación a las
condiciones existenciales de un país dominado por una oligarquía, con grandes
contrastes, conflictos sociales y enormes lacras sociales heredadas de las dictaduras
liberales centroamericanas; la entiende como una nueva forma de comprender la nación
cuya finalidad básica es “procurar la satisfacción de las necesidades vitales de todos sus
hijos”; como una filosofía de vida –como diría Gransci– como una filosofía de la praxis,
para transformar al hombre y la sociedad, pero no desde una perspectiva abstracta u
homogenizadora para el conjunto de los ciudadanos, ni luchando exclusivamente en el
marco constitucional o normativo, sino decantándose por una clara elección en pro de los
más desfavorecidos, los excluidos, especialmente los obreros, las mujeres y los
campesinos y partiendo de la necesidad de regenerar al individuo, la familia y la
sociedad.141
Un elemento clave que rescata Casaús de Masferrer es que desde su óptica, este
pensador logró una congruencia entre pensamiento, vida y realidad social y política; y
aspiró a convertir su doctrina en un proyecto político de búsqueda de la identidad
139
Cfr. nota al pié N° 72. Asimismo véase los prólogos del Mínimum Vital de Rosa Serrano de López, San
Salvador, 1994 y F. Morán. Alberto Masferrer o la conciencia social de un pueblo, San Salvador, 1951; que
pretenden encajarle en el vitalismo de principios de siglo. Tampoco coincidimos con la biografía de Matilde
Elena López, que lo cataloga como un pensador socialista cercano al materialismo con “algunas veleidades
espiritualistas que supo corregir posteriormente”; Matilde Elena López, Masferrer, alto pensador de
Centroamérica, Guatemala: Ministerio de Educación Pública, 1954, p. 141. Nada más erróneo, porque
Masferrer fue coherente desde el principio hasta el final con su doctrina vitalista, fundada más bien en el
espiritualismo francés que en el vitalismo occidental nietzscheano, orteguiano y bergsoniano.
140
Cfr. Marta Casaús, La formación de la nación cultural… Op. Cit., p. 18.
141
Ibídem.
57
Por otro lado, para Casaús, un elemento expresamente filosófico de Masferrer que ella
retoma es la idea y sentido con que Masferrer responde a un obrero refiriéndole que saber
es poder: “puesto que para Masferrer saber es poder, todo ser humano debe conocer
aquello que le sirva para acercarle a la verdad y procurarle a sí y a los demás una vida
feliz. Considera que debe aprehender al máximo aquellos elementos que le permitan un
conocimiento verdadero del mundo. Cree necesario vincular la ciencia con la moral
entendiendo ésta, como la ciencia de los derechos y los deberes humanos, cuyo fin es
enseñarnos, cómo se ha de vivir.”143
El derecho al pan que todo ser humano tiene, es otro de los temas que para Casaús es
importante y que Masferrer lo articula con el derecho de saber y el tema de la propiedad
de la tierra. En una de las obras de juventud de Masferrer, ¿Qué debemos saber?, su
reivindicación por el derecho a la tierra es mucho más radical que en el Minimum Vital o
en Leer y Escribir, donde ya no juega un papel central siendo el trabajo y la vida digna los
que ocupan el lugar preferente. En esta perspectiva de acuerdo a Casaús, Masferrer:
Considera necesario la liberación de la tierra, que ha sido monopolizada y
esclavizada por unos pocos y, siguiendo la argumentación de Henry
George, de Tolstoi y de Proudhon, considera la tierra como el bien más
preciado de la persona y uno de los derechos humanos básicos del que los
hombres se han visto desposeídos. Compartía con estos tres autores la
opinión de que una de las principales lacras de la humanidad era la
apropiación de la tierra y la posesión del suelo, punto de partida de la
explotación y de la esclavitud, el hombre es un animal terrestre…Para el
hombre la tierra es manantial de toda vida: su alimento, su vestido, su
142
Ibídem, p. 18-19.
143
Ibídem, pp. 82-83.
58
Son muy interesantes los temas que Masferrer aporta a la reflexión y al pensamiento
centroamericano. De acuerdo a la visión de Casaús, éstos son la formulación de la nación
étnico-cultural y social, el unionismo y el panhispanismo, el debate entre raza y la cultura,
el feminismo masferreriano, etc. En este marco, de acuerdo a Casaús, Masferrer junto
con otros pensadores centroamericanos disputaron espacios culturales y políticos a las
dos corrientes ideológicas dominantes del momento: el positivismo y el marxismo.145
Masferrer negaba aquellos rasgos simbólicos del liberalismo como referentes para la
construcción de la nación porque consideraba que no beneficiaban a los grupos más
excluidos en su acceso a los derechos mínimos como eran la tierra, el trabajo, la salud,
etc. Es más, cuestionaba la construcción simbólica de la nación y de la identidad
salvadoreña como una abstracción, porque no contribuía a mejorar la vida de los
trabajadores, campesinos, niños y mujeres salvadoreñas.
144
Ibídem, p. 84.
145
Ibídem, p. 87.
59
Por su parte, Ricardo Molina en su interesante estudio sobre Masferrer147 considera que
“la Doctrina del Minimum Vital se constituye en un escrito normativo moral de un
inquebrantable valor humanista, el amor por sus semejantes está presente en el escrito
dirigido a los principales actores de la vida económica de El Salvador en los años previos
a la rebelión campesina de 1932, cuando la región centroamericana vivía los efectos de la
Gran Depresión Económica y los intelectuales en la región buscaban elementos culturales
identitarios, mientras en las esferas de la crisis dio paso a férreas dictaduras militares.”148
Y, sin embargo, todo lo que se ha escrito respecto de Masferrer y su entorno cultural no
corresponde al nivel que se esperaría; por tanto, es necesario el fortalecimiento de
nuevas líneas de investigación y acción respecto de los ideales que Masferrer mantuvo; lo
que exige una reestructuración de los campos y derroteros de investigación al respecto.
Que éstos ya no vayan en la línea de simples compilaciones de materiales publicados o
no, sino en la línea de generar nuevas propuestas en torno a la praxis que Masferrer
ejecutara:
Las investigaciones historiadas al periodo de Alberto Masferrer (1868-1932)
en el siglo XX, se han referido a aspectos macroeconómicos, políticos,
literarios, y algunos testimonios que hoy podrían ubicarse en las
concepciones historiográficas de la vida cotidiana o micro historia; en todo
caso los investigadores parece que tuvieron conciencia de las dificultades
de la investigación histórica en nuestro país, y se limitaron a compilar
datos, y procurar fuentes; razón por la que es importante rehacer, y hacer
nuevos escritos que originen ideas nuevas e indaguen aspectos singulares
que han sido ignorados e interpretados con ligereza, o con poca
importancia por algunos prejuicios generados con posterioridad a esas
épocas. Este es el caso del maestro Alberto Masferrer uno de los
principales oradores en la campaña política del Ing. Arturo Araujo, nuestro
supuesto intenta ampliar los horizontes de investigación en relación a este
periodo de crisis política y económica, que Masferrer a sus 63 años vio e
146
Ibídem, p. 90.
147
R. Molina, “Alberto Masferrer (1868-1932), Valoración…”, Op. Cit.
148
Ibídem, p. 1.
60
Para culminar la visión de Ricardo Molina, es importante retomar una de las conclusiones
a la que este investigador llega respecto del valor histórico de Masferrer. Y para él no
consiste en ubicar a Masferrer como un hombre fuera de su tiempo como tradicionalmente
hacen los escritos oficiales y los filántropos de las distintas instituciones de gobierno y
organizaciones no gubernamentales; sino como un hombre para todos los tiempos, que al
igual que Tomas Moro terminó siendo víctima del sistema político de su época, la utopía
de Masferrer reunida en su Doctrina del Minimum Vital surgió en 1929 como documento
definitivo fundamentándose en aspectos económicos de Henry George, según Masferrer
"ha llegado la hora de que todos los hombres de buena voluntad se preocupen de que la
vida íntegra sea una realidad en el mundo"151 alude a una utopía sobre la cual siempre
hay que avanzar.”152
149
Ibídem, p. 1.
150
Ibídem, p. 4.
151
A. Masferrer, “La tierra que tenemos”, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., pp. 419-422.
152
R. Molina, Op. Cit., p. 6.
153
Ricardo Roque Baldovinos, Arte y Parte, ensayos de literatura, Istmo Editores, San Salvador, 2001.
61
Como afirma Roque Baldovinos, el problema americano para Masferrer <<no es de raza,
sino de culturas>>.156 En esta perspectiva, “la cultura para Masferrer es ante todo
elemento de creación, no la expresión de determinismos ineluctables, de la carga de un
pasado opresivo. De ahí su esfuerzo por desvincularla de la raza.”157
Para este autor, Masferrer ejecuta una “vuelta a la comunidad cristiana primitiva [que]
aparece así indisolublemente ligada a un proyecto de transformación social, donde la
reconciliación se logra, se hace posible superando problemas estructurales y no
simplemente buscando el equilibrio de las sangres que componen una raza determinada.
Así pues, la cultura que esboza Masferrer es una cultura ligada a la política y no una
cultura que suplanta la política.”158 Esto refuerza la tesis que el pensamiento de Masferrer
constituye ciertamente un pensamiento filosófico político que nace de la experiencia que
vivió en y con la sociedad de su tiempo.
154
Ibídem, pp. 65-93.
155
Roque Baldovinos retoma la edición de Páginas Escogidas, Departamento Editorial del Ministerio de
Educación, San Salvador, 1961, pp. 247-270.
156
Ibídem, p. 87.
157
Ibídem.
158
Ibídem, p. 88.
159
Luis Aparicio (1918), es también autor de un artículo sobre Masferrer que publicó en 1968, en la Revista
Cultura N° 47, denominado “Ideas de Masferrer para una filosofía de la Educación”, pp. 138-144.
160
L.A. Aparicio, Alberto Masferrer, Pedagogo–Político, Universidad Pedagógica de El Salvador, Imprenta
Offset Ricaldone, San Salvador, 2007.
62
Quizá los mejores aportes de la obra vayan en la línea de hacer un modesto estudio entre
los nueve principios del Minimum Vital y los principios de las Naciones Unidas respecto de
los derechos sociales, políticos y culturales. Y, presenta a Masferrer como un precursor
de esos derechos.
Por otra parte, para Aparicio lo que condicionó y consolidó el modo de pensar político
social de Masferrer fue la revolución mexicana, según él “lo que llegó a consolidar su
pensamiento socio-político, fue la revolución mexicana de 1910, que culminó en 1911, con
el derrocamiento del dictador Porfirio Díaz.”161 En esta línea cabe destacar que para este
autor, quienes influyeron en Masferrer fueron: Montalvo, Martí, Henry George, Tolstoi y
Jesús de Nazareth. En palabras de Aparicio,
Juan Montalvo, sin duda, imprime en los mensajes masferrerianos, ese tino
de protesta de censura y condena contra toda tiranía. Pero también el
delicado José Martí se hace presente en su estilo y sincera actitud hacia la
urgencia de libertad de nuestros pueblos. No hay duda que sobre los
enfoques de los problemas sociales y económicos especialmente el de la
tierra, lo toma de las lecturas del norteamericano Henry George, igual que
del análisis de la obra de contenido social del ruso Leon Tolstoy. En este
último, se origina su actitud contraria a la guerra. Y su espíritu de no
violencia en las relaciones de los seres humanos, seguramente los adquirió
de sus estudios de las filosofías orientales. Es evidente que toda su obra
está impregnada de un fuerte contenido ético, por lo cual predica en su
doctrina vitalista que debe haber un límite en el deseo de bienestar y que
más allá de los bienes indispensables para vivir, no debe ambicionarse el
predominio sobre los semejantes, desde luego que con ello se obstaculiza
el derecho de vivir de los demás. A veces se acoge a la Biblia para lanzar
su palabra encendida de censura para quienes [se] lucran con la vida y el
trabajo del hombre.162
Un aporte importante que este autor nos ofrece es su visión respecto de la recepción de la
figura y obra que Masferrer significó en su tiempo: “para los grupos de poder de su
tiempo; conservadores y timoratos, Masferrer fue un revolucionario peligroso; por eso lo
161
Ibídem, p. 24.
162
Ibídem, p. 62.
63
dejaron solo con su discurso. Sin embargo, mucho de lo que él propuso en su prédica, la
historia reciente se ha encargado de inscribirlo en el contexto de lo que hoy se conoce
como desarrollo humano. Ahí tienen cabida sus “Nuevas Ideas” su “Dinero Maldito”, su
“Leer y Escribir” y su “Mínimum Vital.”163
Por otro lado, se puede estar de acuerdo con Aparicio en la perspectiva de la crítica
masferreriana hacia la realidad, ya que para este autor, “la dura crítica de Masferrer en
sus semejantes, no es antojadiza. Su conocimiento de la realidad, su penetrante análisis
de la misma y su experiencia recogida en la historia de nuestros pueblos, lo autoriza para
que su cátedra sea objetiva y, sobre todo, propositiva. Masferrer fue más allá del
señalamiento de problemas: propuso las soluciones que, de acuerdo con su criterio,
debieran resolver los mismos problemas. Ese es el tema de la mayoría de sus libros de
carácter social.”165
163
Ibídem, p. 8.
164
Ibídem, pp. 51-52.
165
Ibídem, p. 63.
64
Con esta investigación se quiere inaugurar una veta de estudio de Masferrer de carácter
puramente filosófico. Hasta ahora, esta veta no ha sido abordada por parte de ninguno de
los estudiosos de Masferrer, al menos no de una forma sistemática. Y cuando se ha
hecho algún intento se ha terminado, queriéndolo o no, caricaturizando a Masferrer. Y,
esto quizá no por mala intención, sino por falta de herramientas metodológicas en esta
especialidad. Un ejemplo claro en esta línea lo tenemos con Matías Romero, que en su
intento de presentar la figura y obra filosófica de Masferrer lo que hace es falsear, reducir
y caricaturizar la figura y obra intelectual de Masferrer.166 Asimismo, comete el error de
presentar ideas a medias y escritos mutilados de Masferrer a los que hace decir lo
contrario de lo que el autor dijo en su momento de realidad que le tocó vivir y en el
contexto literario de la obra.
No pueden tomarse, por tanto, sus escritos como visión filosófica aunque así lo exprese
Matías Romero, pues más que ofrecer una visión de la obra intelectual de Masferrer, lo
que hace es ocultarla.
Cosa contraria sucede con Hugo Lindo (1917-1985),167 quien en su libro Recuento (1969),
dedica unas páginas al ámbito filosófico de Masferrer afirmando que “lo cierto es que, en
cuanto filósofo Masferrer no es propiamente un creador: se inspira en doctrinas y sigue
líneas que ya eran conocidas desde hace muchos siglos. En cambio, frente a los
166
Matías Romero, Historia de la filosofía en El Salvador; Editorial Delgado, Imprenta Ricaldone, San
Salvador, 2006, pp. 188-207. Matías Romero afirma que Masferrer, más bien era un hombre teórico que
práctico, un idealista sincero (Romero, 190), y continúa con afirmaciones claramente fuera de lugar. Más
adelante afirma lo siguiente: “Sin embargo sucedió en Masferrer una cosa, una cosa rara, la verdaderamente
rara conjunción de su elevado sentimiento poético y fantástico con el otro espíritu austero y geométrico de su
voluntad. El vitalismo contiene absurdos de técnica y de práctica. Masferrer no era abogado, ni un legislador,
ni un sociólogo precisamente. Era un pensador político, un poeta social. Su inspiración poética no le abandona
ni en el más sencillo de sus escritos. Como ejemplo de mi apreciación cito sus dos leyes, la ley de la tierra y la
del pan, que más que trozos de códigos parecen dos himnos, profundamente afectivo y oloroso a pan el uno, y
el otro amplio y verdegueante como el paisaje del Jiboa en el mes de mayo” (Romero, 192).
167
Poeta, novelista, diplomático, político y abogado salvadoreño. Nació en La Unión el 13 de Octubre de
1917. Doctor en Derecho por la Universidad de El Salvador, fue embajador de El Salvador ante la República
de Chile (1952-1959) y ante la República de Colombia (1959-1960). Fue Ministro de Educación en 1961 y
volvió al servicio diplomático como embajador de El Salvador en España (1969-1972). Murió en San
Salvador, el 9 de septiembre de 1985. Publicó los poemarios: Poema eucarístico y otros (1943); Sinfonía sin
límites (1953); Trece instantes (1959); Navegante río (1963); Cada día tiene su afán (1965); Solo la voz
(1968); Maneras de llover (1969); Justicia, Señor Gobernador, (1969); Recuento, (1969) y Yo soy (1983).
65
Una dificultad con Hugo Lindo es que ubica equivocadamente las obras de carácter
místico-religioso de Masferrer en el ámbito propiamente filosófico. Cosa que se da con
frecuencia como fruto del desconocimiento específico de lo que es propiamente filosofía;
por lo que se confunde lo que es filosofía con cualquier tipo de especulación. A este
respecto dice lo siguiente: “La línea filosófica de Masferrer es clara. Su expresión a través
de diversos libros, orgánica. Las siete cuerdas de la lira, Estudios y figuraciones sobre la
vida de Jesús, Helios, Ensayo sobre el Destino, son obras que siguen una corriente
nítidamente especificable. No hay entre ellas, como suele ocurrir en algunos autores,
contradicciones de fondo, cambios de postura, rectificaciones fundamentales. Todas ellas
parten de los mismos principios y conducen a idénticos fines. El enfoque de los diversos
problemas, está hecho desde un solo ángulo.”169 Nos consideramos de acuerdo con esta
valoración, no así con la ubicación, carácter y contenido de los títulos de Masferrer citados
por este autor, ya que todos ellos no los consideramos de contenido y carácter filosófico,
sino más bien místico y religioso, como ya lo hemos apuntado antes.
168
Hugo Lindo, Recuento, Anotaciones literarias e históricas de Centroamérica. Ministerio de Educación,
DPI, San Salvador, 1969; pp. 296-297.
169
Ibídem, p. 297.
170
Remito a mi “Ensayo sobre los Principios de una Filosofía salvadoreña: Elementos para una reflexión
filosófica de la sobrevivencia”, Revista Humanidades, IV Época, año 2007, N° 11, Imprenta Universitaria,
San Salvador, Abril 2008; pp. 57-77.
66
Como afirma Zubiri, que la realidad funda el ser,171 en el caso de Masferrer se puede
afirmar que se trata de un permitir que la realidad se exprese y este permitir exige una
práctica humana de la defensa de la vida. Por ello, la propuesta filosófica masferreriana
se enmarca en la filosofía primera, cuya máxima expresión de realidad se concreta en la
vida misma de todos. Realidad que habrá que dignificar en la historia misma, lo cual exige
una praxis política concreta.
171
X. Zubiri, Inteligencia Sentiente: Inteligencia y Realidad, Alianza Editorial, Madrid, 1998, pp. 217-228.
67
Ahora bien, debido a que este primer capítulo es más bien un capítulo introductorio, será
hasta el tercer capítulo en que se desarrolle más detenidamente este esquema que ahora
68
172
Para andino y compañeros, estas etapas son: Etapa Romántica: 1883-900, Etapa Social-Política: 1900-
1925, Etapa Filosófica: 1925-1932. Véase cita 96 de esta Tesis para mayor explicación.
69
Aunque el pensamiento filosófico vitalista de Masferrer sea el objeto principal del tercero y
cuarto capítulo, en este apartado hacemos una presentación general de la obra que se
considera como el corpus textual masferreriano propiamente dicho.
173
Estos artículos se encuentran en sendos tomos de la Colección Especial de Periódicos Antiguos en
propiedad del Museo Nacional de Antropología, David J. Guzmán (MUNA); colección que cuenta además,
con los tomos correspondientes a las publicaciones de Patria durante los años de 1935 a 1938, cuyo editor
corresponde al señor Alberto Trigueros Guerra. Por otra parte, se encuentran números individuales de
70
- Leer y escribir (Escrita en Italia, en 1913, fue divulgada en San Salvador por el
diario La Prensa, en diciembre de 1915).
ediciones de este periódico correspondiente al año 1929 en el Depósito del Archivo General de la Nación en
el Palacio Nacional de El Salvador, pero corresponden a números ya organizados en las colecciones
especiales en propiedad del MUNA.
174
En el primer ensayo que denomina Pórtico, Masferrer dice “Deseo publicar en pequeños folletos y bajo el
nombre de “El Libro de la Vida” mis artículos y ensayos vitalistas. Este es el primero de la serie, y seguirán
los otros cuando sea posible”. Obras Escogidas, Op. Cit., p. 189.
175
Remito a la Revista La Universidad, Serie XIII-N° 1, julio-septiembre de 1924, pp. 2-8.
71
Como bien afirma este autor, Masferrer produjo tres libros fundamentales para la vida de
nuestro país que por sí solos lo acreditan como un gran constructor social y como el más
iluminado pensador salvadoreño en cuanto atañe al estudio hondo de nuestros problemas
nacionales. Estos libros son Leer y Escribir, El Dinero Maldito y El Mínimum Vital. Para él,
estos tres libros constituyen “joyas literarias, cuyo valor [dice el autor] no pretendo glosar
176
Manuel Barba Salinas, Memorias de un espectador, Ministerio de Cultura, Departamento Editorial, San
Salvador, 1957; pp. 227-234.
177
Ibídem, p. 227.
72
en esta breve plática, el Maestro Masferrer plantea los tres problemas esenciales de la
nacionalidad salvadoreña, problemas que –al fin y al cabo– constituyen uno solo, el de
llegar a constituirnos en un pueblo auténticamente civilizado. Desanalfabetización,
Desalcoholización, Mejoramiento Social y Cultura. He aquí sintetizado en dos palabras los
problemas que Masferrer aborda en los libros mencionados.”178 Y continúa Barba Salinas:
Aparte de su extraordinario valor como obras literarias, escritas en un estilo
magistral, pongámonos a pensar lo que la solución de estos problemas
significaría para nuestra vida de nación independiente, para nuestro
porvenir en el rol de los países americanos, para nuestra salud física y
espiritual. Estoy seguro que no hay un solo salvadoreño de mentalidad
normal que crea que es bueno y justo que se mantenga la ignorancia en el
pueblo y no se hagan esfuerzos para alejarlo de la barbarie por medio de la
cultura. Estoy seguro que no hay un solo salvadoreño, ni aun de los que
están recluidos en el manicomio, que afirme que no es problema pavoroso
el del embrutecimiento de la raza por el alcohol. Y aun cuando haya
muchos ciegos y sordos, que no quieren que se procure al pueblo un
mejoramiento mínimo en lo económico, en lo sanitario, en lo cultural como
pretende el Mínimum Vital, no creo que haya un solo que se atreva
públicamente a decir que no conviene incorporar al pueblo a la civilización,
que es lo único a que tiende en resumidas cuentas la calumniada doctrina
del Mínimum Vital, tan comentada y vilipendiada por aquellos que jamás la
han leído y que por otra parte no la leerán nunca porque son analfabetos
en espíritu aun cuando conozcan más o menos el abecedario.179
Barba Salinas continúa su lectura de la figura y obra masferreriana afirmando que al final
de cuentas, la intelectualidad salvadoreña irá abriendo espacios a Masferrer y sigue
diciendo que:
Nuestra generación ha de encaminar sus pasos a fin de lograr que se
materialice el plan de Masferrer. A veces sorprende cómo fue de
incomprendido un hombre que sólo quería civilizar a su país. Queda uno
desconcertado al pensar cómo fueron tergiversadas sus enseñanzas y
cómo fue su persona de maltratada y humillada, de calumniada y ofendida.
178
Ibídem, p. 228.
179
Ibídem, p. 232.
73
Para concluir este apartado se presentan datos sobre la forma de recepción que el
oficialista ha hecho de la figura y obra de Masferrer.
Por otra parte, Masferrer ha sido motivo de varias emisiones postales nacionales, un
congreso panamericano de educadores, reunido en la ciudad brasileña de Río de Janeiro
(1949), lo designó como "Maestro de América", mientras que la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) lo escogió como el
cuarto autor latinoamericano cuya obra pretendía traducir al francés e inglés (marzo de
1950).
180
Ibídem, pp. 227-233.
181
Remito a Anexo 3: Decretos relativos a homenajes dedicados a don Alberto Masferrer, pp. 298-301 de
esta tesis.
74
A lo largo del siglo XX, su legado de papeles y efectos personales ha sido reunido y
custodiado en San Salvador por el Instituto Masferreriano Salvadoreño (fundado en 1970)
y por el empresario privado José Panadés, hijo. Asimismo, el Archivo General de la
Nación, cuenta con el material misivo original que Masferrer enviara a su amante
Hortensia, material que constituye alrededor de trescientas cartas. Cuenta además con un
Fondo de documentos inéditos de Masferrer que en la actualidad se está transcribiendo
por cuenta del Archivo General de la Nación para el servicio del público en general.
Con el paso del tiempo, han ostentado su nombre la Sociedad de Maestros de Secundaria
de San Miguel; la Sociedad de Maestros de Santa Ana; el aula masculina de sexto grado
del Colegio Centroamericano (San Salvador, 10 de septiembre de 1953); un premio de
Ciencias Sociales en el Torneo Cultural Centroamericano de la Asociación de Estudiantes
de Derecho (Universidad de El Salvador) que se celebra anualmente; una medalla al
mérito magisterial de la Federación Nacional de Asociaciones de Padres de Familia de El
Salvador (1959), la biblioteca del Instituto "Nuestra Señora de Guadalupe" (Avenida
España, San Salvador) y el primer premio de ensayo del primer Certamen Cultural
Universitario, promovido por la Asociación de Estudiantes de Humanidades de la
Universidad de El Salvador (octubre de 1961).
Conclusión
El Vitalismo impulsado por Masferrer que como bien lo dice éste, aunque no es un
pensamiento original, sí es un proyecto innovador y aglutinador de ideas en torno a la
justicia social, la tierra, los Derechos Humanos y la superación de la pobreza en un
espacio y tiempo determinados como fue la Centroamérica de principios del siglo XX.
En esta línea, cabe afirmar que una de las originalidades de Masferrer es el hacer
aplicable el Vitalismo en la praxis histórica y en concreto, en la vida política, es decir, en
los que habitan la polis. De ahí que encontremos que en el pensamiento filosófico de
Masferrer no haya simplemente un pensamiento filosófico especulativo, sino un
pensamiento filosófico que está orientado a la transformación de la realidad sociopolítica
salvadoreña y centroamericana.
Masferrer, por la influencia que ejerce en su época es considerado como uno de los
intelectuales más influyentes en Centro América. Ya que es el iniciador de una teoría con
implicaciones prácticas que revolucionaron la sociedad salvadoreña, a tal grado que en la
historia reciente de El Salvador pueda hablarse de un antes y un después de 1932. Es
importante, por tanto, hacer una relectura de la obra de Masferrer, haciendo una especie
de arqueología histórica para ver desde aquello que se ha desechado, qué es lo que
puede generar nuevas ideas que iluminen la actual realidad que vive El Salvador.
CAPÍTULO SEGUNDO
182
Estudios de gran importancia al respecto que fundamentan esta hipótesis son los elaborados por el
historiador Carlos Gregorio López Bernal. El primero es titulado: Tradiciones inventadas y discursos
nacionalistas: El imaginario nacional de la época liberal en El Salvador, 1876-1932. Editorial Imprenta
Universitaria, San Salvador, 2007. El segundo es titulado: “Las reformas liberales en El Salvador y sus
implicaciones en el poder municipal, 1871-1990”, en Revista La Universidad, Nueva Época, N° 1, mayo-junio,
Editorial Universitaria, San Salvador, 2008, pp. 71-107. El tercer estudio de este autor es de reciente
publicación denominado: Mármoles, Clarines y Bronces: Fiestas cívico-religiosas en El Salvador, siglos XIX-XX,
Editorial Universidad Don Bosco, San Salvador, 2011. La investigadora Patricia Alvarenga también tiene un
trabajo importante al respecto: Cultura y ética de la violencia, El Salvador 1880-1932, Dirección de
Publicaciones e Impresos, CONCULTURA, San Salvador, 2006. Véase también Jeffrey L. Gould y Aldo Lauria
Santiago, 1932, Rebelión en la oscuridad, Revolución, represión y memoria en El salvador, Museo de la
Palabra y la Imagen, Ediciones Museo de la Palabra y la Imagen, San Salvador (sin año de edición). Otro
trabajo de gran importancia es el elaborado por Aldo Lauria Santiago: Una República Agraria, Los
campesinos en la economía y la política de El Salvador en el siglo XIX; CONCULTURA, DPI, San Salvador, 2003.
Véase también de Víctor Hugo Acuña Ortega: Historia General de Centroamérica Las Repúblicas
Agroexportadoras (1870-1945), FLACSO, 1994; Tomo IV. Everett Alan Wilson: La Crisis de la integración
nacional en El Salvador, 1919-1935, CONCULTURA, 2004; Roque Dalton: Miguel Mármol, Los sucesos de
1932 en El Salvador, Editorial Universitaria Centroamericana, EDUCA, Costa Rica 1972; Patricia Parkman:
Insurrección no violenta en El Salvador; CONCULTURA, San Salvador, 2003; Thomas R. Anderson: El Salvador,
Los sucesos políticos de 1932, Editorial Universitaria Centroamericana, EDUCA, Costa Rica 1982; Juan Mario
Castellanos: El Salvador 1930-1960, Antecedentes históricos de la guerra civil, Biblioteca Popular, DPI, San
Salvador, 2002; Rafael Guidos Véjar: El Ascenso del militarismo en El Salvador, UCA Editores, San Salvador,
1980; Rafael Menjívar: Formación y lucha del proletariado industrial salvadoreño, UCA Editores, San
Salvador, 1979; Luis René Cáceres (Compilador): Lecturas de Centroamérica, publicación realizada por el
Banco Centroamericano de Integración Económica, BCIE, Editorial Universitaria Centroamericana, EDUCA,
sin fecha. Otro estudio importante que puede ayudar a la comprensión de la temática es el de Luis
Alvarenga denominado: Roque Dalton: La radicalización de las Vanguardias, Editorial Universidad Don
Bosco, San Salvador, 2011.
79
fecha implica las reformas constitucionales llevadas a cabo indistintamente por gobiernos
conservadores y liberales; marcando los inicios de la república agroexportadora que ha
llegado incluso hasta finales del siglo XX.
183
Se denomina Dinastía Meléndez-Quiñónez a una serie de periodos presidenciales ejercidos en El Salvador
por miembros de una familia acaudalada. Este periodo inicia en 1913 y finaliza en 1926. En el apartado 2.3
La dinastía de los Meléndez-Quiñónez, de este capítulo se dan más detalles.
80
breve unidad de todos los sectores de la sociedad salvadoreña.184 Los efectos de aquella
masacre y del martinato, como se le conoce a esta dictadura, aun están presentes en la
impunidad y la violencia que padece El Salvador a casi setenta años de derrocada aquella
dictadura y a ochenta años de sucedida la masacre.
En el periodo que va de 1880 a 1932 hay poco más de cincuenta años de historia que
vive El Salvador y que marca radicalmente lo que este país ha sido durante el resto del
siglo veinte y principios del siglo veintiuno.
Como no es posible hacer una historia exhaustiva de esta época, cosa que tampoco es
objeto de esta investigación, sin embargo, se analizará en ella un hecho importante que, a
su vez, tiene tres acontecimientos que han marcado el devenir histórico de El Salvador. El
hecho lo constituye las reformas liberales de 1880 en El Salvador y los tres
acontecimientos históricos son: a) las reformas constitucionales que generan el cambio
legal y de facto del modo de tenencia de la tierra; b) el triunfo y consolidación del sistema
agroexportador como fundamento del Estado moderno salvadoreño, y, c) la masacre de
campesinos y obreros llevada a cabo en 1932.
Estos tres acontecimientos serán analizados e interpretados como parte del proceso que
explica la razón de ser de la sociedad salvadoreña en la actualidad y dan razón de lo que
significa para la historia salvadoreña, la existencia del pensamiento y accionar de
Masferrer. Por tanto, lo que hemos dado a llamar como el pensamiento filosófico de
Masferrer, se ancla en el devenir histórico salvadoreño marcado por el hecho de las
reformas liberales y los acontecimientos ya mencionados.
184
Se utiliza el adjetivo “representativa”, para caracterizar la dictadura militar de Maximiliano Hernández
Martínez, en la línea en que Erick Ching se refiere a la misma en su artículo “El Levantamiento de 1932”,
donde afirma que lo trágico y horrible del asesinato de miles de seres humanos acaecidos en 1932, es uno de
los peores episodios de represión estatal en la historia moderna de América Latina “lo cual resultó en 50 años
de dictadura militar, el más largo capítulo de ininterrumpido control militar en la historia moderna de
Latinoamérica”. Sajid Herrera, (Coordinador), El Salvador: Historia mínima 1811-2011, Secretaría de
Cultura de la Presidencia, Editorial Universitaria, San Salvador, 2011, p. 64.
81
185
El modernismo es un movimiento cultural que implica una renovación artística y religiosa de finales del
siglo XIX y principios del XX. Su área de influencia fue Europa y América. En Hispanoamérica, el
modernismo también tuvo mucha incidencia en el ámbito político. Cfr. F. Ferrater Mora, “Modernismo” en
Diccionario de filosofía, Tomo III, Ariel, Barcelona, 2001, pp. 2334-2335.
186
Ricardo Roque Baldovinos, “El modernismo hispanoamericano como modernidad estética”, Revista
Realidad, N° 43, Enero- Febrero; UCA Editores, San Salvador, 1995; p. 230.
187
Entre los más importantes se puede citar a Rafael Zaldívar (1834-1903), Francisco Menéndez (1830-1890),
Rafael Antonio Gutiérrez (1845-1921) quienes también fueron presidentes de El Salvador e impulsaron las
reformas liberales en este país. Asimismo, en cuanto a políticos y científicos salvadoreños sobresalen David J.
Guzmán (1846-1927) y Francisco E. Galindo (1850-1896).
82
finales del siglo XIX e incluso hasta el levantamiento de 1932, al cual se ha visto como
manifestación de la crisis del estado liberal salvadoreño.”188
Para Locke, el ser humano tiene derechos naturales, derecho a la vida, a la libertad y a la
propiedad privada. En consecuencia la propiedad privada es importante también para la
concepción liberal salvadoreña; supone en el fondo, una limitación a las pretensiones de
las clases aristocráticas terratenientes ya que nadie puede reclamar justamente el
derecho a la propiedad de aquello que no es trabajado ni produce ningún rendimiento
económico. Por lo que si alguien no hace trabajar sus grandes extensiones de tierra,
como era el caso de las tierras ejidales y tierras comunales en El Salvador, no puede
legítimamente reclamar la propiedad sobre las mismas. Porque como principio, solamente
el trabajo productivo otorga el derecho a la propiedad.
188
C.G. López Bernal, “Las reformas liberales en El Salvador y sus implicaciones en el poder municipal, 1871-
1990”, en Revista La Universidad, Nueva Época, N° 1, mayo-junio, Editorial Universitaria, San Salvador, 2008,
p. 72.
189
John Locke, 1632-1704, pensador inglés considerado el padre del empirismo y del liberalismo moderno.
Influenció el pensamiento posterior con su empirismo hasta desembocar en el escepticismo de Hume. Tras
algunas vicisitudes en el mundo de la política internacional, que le valieron no pocos problemas, Locke volcó
la experiencia de su vida intelectual en dos obras cumbre: Ensayo sobre el entendimiento humano (1690) y
Pensamientos sobre educación (1692).
Su teoría del conocimiento o epistemología, no cree en la existencia del innatismo ni en el determinismo
sino que considera el conocimiento de origen sensorial, por lo que rechaza la idea absoluta en favor de la
probabilística matemática. Para Locke, el conocimiento solamente alcanza a las relaciones entre los hechos,
al cómo, no al por qué. Por otra parte cree percibir una armonía global, apoyado en creencias y supuestos
evidentes por sí mismos, por lo que sus pensamientos también contienen elementos propios del
racionalismo y el mecanicismo. Cfr. Johannes Hirchberger, Historia de la filosofía, Tomo Segundo, Editorial
Herder, Barcelona, España, 1975.
83
consagra así la desigualdad y con ello el conflicto y la lucha de clases. Y, para solucionar
ese conflicto es necesario, desde la perspectiva de Locke, el contrato social. Lo que
implica constituir una autoridad por consenso libre que garantice el orden y la convivencia.
Como sostiene López Bernal, aunque el dominio de los liberales era evidente durante las
últimas dos décadas del siglo XIX, el peso de la religión aún se hacía sentir. No obstante,
el poder eclesiástico, más ideológico que económico no estaba en condiciones de detener
el avance liberal. Incluso antes en la década de 1860, el gobierno de Gerardo Barrios se
caracterizó por el clima de enfrentamiento con el clero que dio lugar a la enseñanza laica
y a la separación entre Iglesia y Estado; sin embargo, con la derrota de Barrios y el
ascenso al poder de Francisco Dueñas la Iglesia recuperó en buena medida su poder.190
No obstante, un poder tan grande como era el que detentaba la Iglesia católica,
domeñarlo fue de carácter estratégico para los liberales y con ello ponían la base de algo
mucho mayor que estaba por venir:
La decisión estatal de imponer su autoridad sobre la Iglesia fue más bien
política que económica. La Iglesia salvadoreña no tenía riqueza tan grande
como la de Guatemala, pero ejercía una fuerte influencia en la población,
principalmente entre aquellos que serían más afectados por las reformas.
El hecho de que los liberales pudieran someter al clero hacía ver al resto
de la población, especialmente a los indígenas, la fuerza que el Estado
poseía. Si este era capaz de enfrentar y someter un poder tan antiguo, no
había razón para creer que no podría hacer lo mismo con otros grupos
sociales.191
En realidad, las medidas tomadas por los liberales en contra de la Iglesia tenían objetivos
más ambiciosos; con ellas se buscaba una progresiva secularización de la sociedad
190
Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, Op. Cit., p. 65. Asimismo, Víctor Hugo Acuña, se refiere
en los mismos términos a este hecho. Cfr. Historia general de Centroamérica; Las Repúblicas
Agroexportadoras (1870-1945), FLACSO, Tomo IV, pp. 58-59.
191
C. G. López Bernal, Op. Cit., p. 66.
84
salvadoreña. Según los liberales, la religión debía dejar de ser considerada un factor de
unificación política del pueblo. La unidad política se fundaba ahora en la comunidad de
intereses políticos. Sólo así, los ciudadanos se sentían parte de una comunidad política
porque ella representaba para todos la garantía y el instrumento esencial del bien común.
Estos cambios exigían modificar la educación, oficializándola y convirtiéndola en una
educación laica. En esta línea, López Bernal afirma que en 1874 Francisco E. Galindo
publicó su Cartilla del Ciudadano, un documento muy importante para entender la
posición liberal sobre el tema de la ciudadanía y el papel que asignaba a la educación en
la sociedad que estaban construyendo. “La Cartilla fue texto de enseñanza obligatoria en
las escuelas. Galindo expresaba: Es necesario, pues, emprender una campaña más
gloriosa que la de la independencia: la educación republicana de las masas. Los próceres
americanos nos dieron una patria libre y nosotros debemos formar un pueblo libre.”192
López Bernal cita, en la perspectiva educativa, el estudio que David J. Guzmán hizo en
1886, en el cual pone en evidencia la crítica realidad en la que estaba la educación
salvadoreña.
Las conclusiones del estudio que David J. Guzmán hizo en 1886 no fueron
muy halagadoras; según sus cálculos la población analfabeta alcanzaba el
80%. Esta situación era alarmante para un intelectual que cifraba sus
esperanzas de desarrollo del país, precisamente en la educación.
“¡479,217 ignorantes es una cifra terrible para un país que pretende
marchar por el camino del adelanto!” (…) Buscando elevar el nivel
educativo propuso un impuesto del 1% al valor de la propiedad territorial.
Lo recaudado sería destinado exclusivamente a educación y agregado a la
suma ya establecida al efecto en el presupuesto ordinario. Según Guzmán,
de este modo, se tendrían los 300,000 pesos que se necesitaban para
mejorar el sistema educativo. Sobra decir que su propuesta nunca fue
considerada seriamente.193
En esto puede verse que la tarea educativa del Estado liberal era inmensa, sobre todo,
teniendo en cuenta que no existían condiciones económicas ni infraestructurales para
echar adelante esa labor.
192
Ibídem, p. 67.
193
Ibídem, p. 72.
85
A partir de Zaldívar,194 el Estado trató a los indígenas como individuos aislados, anulando
su fuerza como etnia. En este proceso los cambios en el régimen de tenencia de la tierra
y las formas de reclutamiento para el ejército fueron fundamentales. En esta línea, López
Bernal afirma que:
En la medida en que se lograba el sometimiento de la Iglesia y se anulaba
el poder de las comunidades indígenas el Estado se fortalecía y
consolidaba. Así, los indígenas, que antes consideraban a aquellas
corporaciones como intermediarios que, de algún modo frenaban la
intervención y los abusos de los gobernantes y los ladinos, fueron
obligados a reconocer en el Estado un poder político superior, cuya
legitimidad se originaba en un orden constitucional muy poco propicio a
ellos.195
La consolidación de los liberales en el poder permitió que por primera vez, el Estado
salvadoreño pudiera reivindicar plenamente su soberanía, tanto a nivel centroamericano
frente a Guatemala, como en el interior mismo de su territorio. De acuerdo con el
proyecto liberal era necesario dotar al Estado de los elementos que le permitieran
194
Rafael Zaldívar (1834-1903), fue presidente de El Salvador de 1876 a 1885, y, durante su administración
se llevó a cabo la extinción de tierras ejidales y comunales.
195
C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, pp. 68-69.
196
Estas son las posturas de liberales ilustrados como Francisco E. Galindo y David J. Guzmán. Cfr. A.
Bonilla, Ideas Económicas en Centroamérica ilustrada 1793-1838; 1ª Edición, FLACSO, Programa El
Salvador, San Salvador, 1998, pp. 122-126.
197
Patricia Alvarenga, Cultura y Ética de la Violencia, p. 35.
198
Cfr. C. G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, p. 69.
86
David Browning es, a mi juicio el investigador que mejor estudia el proceso de abolición
de las tierras comunales y ejidales, no sólo porque confronta el hecho con los decretos
oficiales como fuente principal, sino porque también analiza el hecho en el contexto social
y político de la época, enmarcándolos en la perspectiva histórica, desde la época
precolombina hasta la época contemporánea.201
Como Browning afirma, al contrario del lento e inseguro crecimiento del cultivo de añil, el
café producía recompensas considerables, inmediatas y efectivas a los cafetaleros
capaces de obtener la mayor cantidad del grano al más corto plazo. Después de los
primeros intentos de transformar la actual estructura de la tenencia de la tierra con fines
comerciales, un gobierno de cafetaleros tomó la decisión de abolir todo aspecto de
tenencia, uso o asentamiento del hombre que pudiera obstaculizar el rápido
establecimiento de plantaciones de café.202
199
Cfr. Ibídem.
200
El ejido, es el nombre con el cual, los españoles llegados a América, denominaron a las extensiones de
tierras destinadas al uso común de las comunidades indígenas. La administración de estas tierras estaba bajo
los dirigentes indígenas, los caciques. Los ejidos eran reconocidos legalmente por el sistema político y
administrativo, como la organización legítima de posesión de las tierras. Este sistema protegió la propiedad
indígena de usurpadores ladinos y españoles.
201
David Browning, El Salvador, la tierra y el hombre, Dirección de Publicaciones, MINED, San Salvador,
Segunda Edición, 1982. Browning desarrolla su investigación de 1965 a 1967, y publica los resultados y
hallazgos de la misma en 1971, en su libro titulado: El Salvador Landscape and Society, Oxford University
Press, Londres. En esta obra, Browning, inicia su estudio presentando los elementos históricos salvadoreños
que constituyen los antecedentes de este país y que llevan al proceso de eliminación de las tierras ejidales y
comunales, como es el contexto agroexportador que las elites salvadoreñas emprendían en la época, habiendo
comenzado por el cultivo y exportación de cacao y añil, pasando por el desarrollo agroexportador basado
luego en el café, y más tarde en el algodón y la caña de azúcar.
202
Cfr. Ibídem, p. 290.
87
los principios de la filosofía liberal. Esto fue iniciado con una serie de decretos que se
aprobaron en corto tiempo. El gobierno procuró desarticular la estructura agraria que
había evolucionado gradualmente durante alrededor de tres siglos y sustituirla con un
sistema fundado exclusivamente en la propiedad privada de la tierra, y lo que es aún más
importante, a base de un concepto que consideraba a la tierra y a sus habitantes como los
recursos capitales que debían emplearse con eficacia, para entramar las fortunas
personales. Este concepto era completamente extraño al agricultor salvadoreño cuya
actitud hacia la tierra y su ciclo recurrente de siembra y cosecha, estaba aún arraigado en
su pasado indígena. Entretanto, en la parte oficial, la prisa por la reforma de la tierra y la
impaciencia con que se decretó, impidieron que se tuviera en cuenta el carácter complejo
del sistema que se destruía y los problemas que creaba su destrucción.
Como práctica recurrente, el cultivo del café fue el único criterio para la reivindicación de
la tierra del ejido. Condición indispensable para adquirir una parcela de tierra era que por
lo menos, dos tercios de ella debían dedicarse al café, un año después de haberlo
cercado.204 Más tarde se estipuló que cualquier persona que tuviera un tercio de su tierra
plantada de café podía solicitar ser dueño en lugar de arrendatario, mientras que los que
no habían plantado café perdían toda reclamación de la propiedad.205 Con el tiempo se
anuló el derecho de la municipalidad de adjudicar las partes de los ejidos que estaban
203
Cfr. Ibídem, p. 293.
204
Decreto Gubernativo, D.O. 1° de diciembre de 1856, citado por Browning, Op. Cit., p. 297.
205
Acuerdo Gubernativo, D.O. 7 de septiembre de 1858; citado por Browning, Op.Cit., p. 298.
88
plantadas de café y se le permitía que subastara cualquier tierra que se usara para pastos
de ganado.206 Un informe municipal indica que hacia 1879, el ejido había sido ocupado
prácticamente por completo y que los ocupantes se consideraban sus dueños sin la
obligación de pagar renta: de una superficie total de 8,000 manzanas, 1,612 se
arrendaban por una renta total de 4 reales cada una y 5,998 a 2 reales cada una, pero la
recaudación total de la municipalidad se estima en 21 reales.207 Se reconoció oficialmente
la situación en 1880 y el gobierno convino en “revocar permanentemente cualquier
reivindicación de la tierra ejidal que estuviera ocupada en la actualidad.”208
En esta misma perspectiva, después de que Zaldívar accede al poder y gracias a que
contaba con experiencia de primera mano de los cambios económicos y agrícolas que los
plantadores de café habían producido en Guatemala, el recién estrenado gobierno
salvadoreño estaba impaciente por reformar lo que estimaba como un sistema arcaico e
ineficaz del uso de la tierra y alcanzar rápidamente la situación que consideraba la mejor:
“para ver todo nuestro campo transformado en propiedades agrícolas que produzcan los
valiosos frutos del azúcar, café, cacao, tabaco y añil junto con abundancia de cereales.” 209
Asimismo,
Entre 1879 y 1881 se aprobó una serie de leyes cuyo primer fin fue la
legislación de la naturaleza del uso de la tierra en los ejidos y tierras
comunales de todo el país y entonces, cuando se comprendió la magnitud
del problema, se originó la abolición de todos los sistemas de tenencia de
la tierra común. En los años siguientes se intentó cambiar y regular la
naturaleza de la vida y de los asentamientos rurales. Aunque ante todo el
gobierno estuvo interesado en las tierras comunes de las tierras altas
centrales del país, con el tiempo se puso en vigor la legislación a nivel
nacional, y eso afectó el estado legal de las tierras comunes y de las
formas de vida rural de toda la República.210
206
Decretos Gubernativos, 5 de de mayo y 1° de octubre de 1862, Legislación Salvadoreña del Café, 8, 10;
citado por Browning, Op.Cit., p. 298.
207
“Informe de la Gobernación del Departamento de La Libertad”, D.O. 4 de noviembre de 1879. Citado por
Browning, Op. Cit., p. 298.
208
Acuerdo Gubernativo, D.O. 2 de julio de 1880. Citado por Browning, Op. Cit., p. 298.
209
Editorial D.O. 30 de agosto de 1878; citado por Browning, Op.Cit., p. 302.
210
Browning, Op. Cit., p. 302.
89
De ahí que una iniciativa surgida en uno de los pueblos de la periferia de San Salvador,
fue el detonante que inicia la revolución del tradicional modo de tenencia de la tierra en El
Salvador para finales del siglo XIX. Ya que “el resultado fue un decreto de marzo de 1879
que repetía y ampliaba la resolución adoptada en Mejicanos y lo aplicó a escala nacional,
con el objetivo primordial de garantizar la propiedad privada y eliminar los obstáculos para
su transferencia libre.”211
Browning señala que la actitud de los ladinos hacia la tierra común fue distinta de la de los
indígenas. El concepto comunal era más débil y más fuertes las reclamaciones de la
propiedad individual. Los pueblos ladinos del departamento de San Vicente dan prueba de
ello; su vida comunal se había debilitado por la dispersión general de los agricultores a
pequeña escala por los distritos circundantes, cada uno de los cuales, cultivaba una
parcela de tierra de manera permanente y consideraba dicha parcela de su propiedad.214
211
Decreto Legislativo, D.O. 1° de marzo de 1879. Citado por Browning, Op. Cit., p. 306.
212
Ver citas N° 23 y 24.
213
Cfr. Browning, Op. Cit., p. 315.
214
Cfr. Ibídem, p. 330.
90
La conclusión oficial de cambiar el uso de las tierras comunes de manera furtiva, llegó a
su fin con un lacónico memorándum publicado en marzo de 1880: “Se ha decidido que es
imperioso convertir los ejidos en propiedad privada.”215
No cabe duda que el gobierno, coherente con los principios de la filosofía liberal, estaba
convencido de que el rápido desarrollo de la agricultura comercial sólo se lograría si la
tierra estuviera en manos de individuos, como propiedad privada. En esta misma época,
el gobierno preparó un plan para la creación de una Oficina de Registro donde se
pudieran legalizar las reivindicaciones de la tierra y un establecimiento bancario para
extenderles crédito a los terratenientes privados.216
Como era lógico, las cosas seguirían su curso en vías de una mayor radicalidad. De ahí
que el decreto del 26 de febrero de 1881 fue en este aspecto una extensión lógica de
esta presión por cambiar el uso y la tenencia de la tierra. El preámbulo del decreto
establecía que: “La existencia de tierras bajo la propiedad de las Comunidades impide el
desarrollo agrícola, estorba la circulación de la riqueza y debilita los lazos familiares y la
independencia del individuo. Su existencia contraría los principios económicos y sociales
que la República ha adoptado.”217 De ahí que por estos motivos se abolió el sistema de
tierras comunales. Y el proceso fue así: El administrador de cada Comunidad recibió
órdenes de dividir toda la tierra común entre los miembros, basándose en el principio de
que todo aquel que la usara en calidad de comuneros, arrendatarios o individuos con otro
tipo de convenios, debían ser considerados como propietarios de la zona que ocupaban.
De un plumazo, el gobierno consideró abolida una forma de posesión de la tierra común y
se congratuló de haber destruido este sistema anticuado y perjudicial.218 El decreto oficial
lo dicta de la siguiente manera:
La Cámara de Representantes de la República de El Salvador,
CONSIDERANDO,
215
“Memoria presentado por el Ministerio de Gobernación” D.O. 24 de marzo de 1880. Citado por Browning,
Op. Cit., pp. 336-337.
216
Decreto Legislativo, D.O. 18 de mayo de 1881. Citado por Browning, Op.Cit., p. 337.
217
Acuerdo Legislativo, D.O. 26 de febrero de 1881. Citado por Browning, Op.Cit., p. 338. En su momento
se verá cómo Masferrer se opondrá a esta situación y dedicará, al menos un editorial de Patria denominado:
La Crisis del Maíz, hay que volver a los ejidos, en donde afirma que la necesidad de restablecer la tierra
comunal y ejidal es una necesidad urgente. Cfr. Editorial de Patria del 20 de diciembre de 1928.
218
Citado por Browning, Op.Cit., pp. 337-338.
91
Está claro, además, que un número pequeño de terratenientes adinerados extendió sus
propiedades a expensas de las tierras comunes, en particular en las tierras altas centrales
donde el panorama sufrió una transformación notable al ir concentrándose vastas áreas
en propiedades individuales, mientras que la mayoría de la población que había vivido
219
Browning afirma que la “Ley que abolía los ejidos fue aprobada el 2 de marzo de 1882. Por razones que se
desconocen, esta ley no apareció en el Diario Oficial, aunque se hace referencia a ella. El texto de la ley está
contenida en un Decreto Legislativo de 2 de marzo de 1882, en Alberto Mena, Recopilación de disposiciones
legales vigentes relacionadas con la Agricultura, Santa Tecla, 1904, p. 59”. Citado por Browning, Op.Cit.,
pp. 341-342.
92
siempre del cultivo y cosechas de granos básicos para su alimentación, fue desposeída y
quedó sin tierras. Pero una parte de la comunidad sobrevivió con los propietarios y
arrendatarios de granjas pequeñas y medianas.220
Después de la abolición de los ejidos, se aprobó una legislación que permitía a los
propietarios privados expulsar a los arrendatarios y a los intrusos de sus tierras.223
El campesino, cuyos ancestros fueron indígenas, durante gran parte del siglo veinte y
quizá aun los de la actualidad, que ha venido a engrosar los hacinados tugurios de San
Salvador, es un desposeído que busca trabajo como jornalero en una finca o hacienda;
este agricultor continúa aferrado tenazmente a sus antiguas concepciones respecto de la
tierra y otras prácticas. Para muchos de ellos, la milpa, cultivada con métodos y aperos
rudimentarios de la que consigue una modesta cosecha de maíz, sigue siendo en muchos
casos, el nivel familiar de la actividad económica. Aunque se destruyó el concepto legal
de tierra común, muchos de los que habían contado con ella siguieron actuando de
acuerdo con su creencia en los derechos ancestrales de acceso a la tierra.224
220
Cfr. Ibídem, p. 349.
221
Ibídem, p. 352.
222
Decreto Legislativo, D.O. 17 de marzo de 1881; citado por Browning, Op.Cit., pp. 355- 356.
223
Cfr. Browning, Op. Cit., pp. 355-356.
224
Ibídem, p. 359.
93
Por su parte, López Bernal agrega el elemento del trabajo como un factor clave para el
desarrollo del cultivo del café. Según él se llegó a establecer que uno de los factores
decisivos para el desarrollo era el trabajo y que el atraso del país se debía a la actitud
tradicional y conformista que buena parte de la población tenía, pues no explotaba
debidamente las tierras que cultivaba. Así la decisión de eliminar los ejidos y las tierras
comunales fue calificada sumamente positiva. En esta perspectiva, trae a colación la
opinión de David J. Guzmán que se refiere al hecho en los siguientes términos:
Ha desaparecido, gracias al patriotismo de los legisladores de 1881 y del
gobierno del Dr. Zaldívar, la gran rémora de las comunidades, especie de
persona jurídica de la peor laya, que había hecho de la propiedad el
estancamiento del progreso agrícola, alejando de los campos á los
hombres de ciencia, de trabajo, de capital y de espíritu de empresa que es
el gran resorte sobre el cual se apoya el porvenir de estas ricas
comarcas.225
En esta perspectiva, continúa este autor, los liberales argumentaron que los derechos
ciudadanos colocaban a los indios en las mismas condiciones que los demás miembros
de la sociedad volvían innecesarios y obsoletos los mecanismos que anteriormente les
otorgaban un status especial. De ahí en adelante serían la capacidad individual y el
trabajo los elementos que propiciarían el avance o el estancamiento de cada individuo. 226
Por su parte, Lauria Santiago afirma que a pesar de que las intenciones del gobierno
nunca fueron muy claras y tenemos pocos documentos que describen cómo se redactó la
legislación para privatizar las tierras comunes, el objetivo era crear una clase de
campesinos y empresarios que impulsaran el desarrollo agrícola del país, especialmente
su sector exportador. El resultado, sin embargo, fue más complejo y contradictorio de lo
esperado. Terminó en una transferencia masiva de los derechos de propiedad en su
mayor parte a campesinos y pequeños agricultores pero también a la emergente elite
empresarial, especialmente mediante subasta o venta de extensiones de tierra ociosa a
inversionistas comerciales, hacendados y especuladores. La división de tierras
institucionalizó y volvió más rígido un sistema absolutamente defectuoso, pues estaba
basado en el uso de la tierra para la agricultura de subsistencia durante un período
225
David J. Guzmán, Apuntamientos sobre la topografía física de la República de El Salvador. Tipografía El
Cometa, San Salvador, 1883. Citado en López Bernal, Tradiciones Inventadas, pp. 48-49.
226
Cfr. López Bernal, Tradiciones Inventadas, p. 49.
94
A finales del siglo diecinueve, la protesta por la abolición de las tierras ejidales y
comunales ya había tomado forma de rebelión abierta en contra de las autoridades, en la
búsqueda de erradicar dicha ley y volver al sistema de propiedad común de la tierra. En
esta perspectiva, Browning reconoce que ha habido por lo menos cinco incidentes
separados, lo que sugiere que cada uno de ellos era una protesta contra la conversión de
la tierra común en las plantaciones privadas del café. Por ejemplo, durante los disturbios
de 1898 hay informes de que se les cortó las manos a los jueces de tierras, responsables
de la asignación de tierras comunes como propiedades privadas.228 Pero hay una falta
casi completa de información oficial acerca de estas protestas consideradas como
verdaderas insurrecciones:
La siguiente lista de fechas de las insurrecciones: agosto de 1872, marzo
de 1875, agosto de 1880, enero de 1885 y noviembre de 1898; no se las
menciona en la prensa oficial de aquel tiempo, con excepción de la de
1880, a la que se refiere de pasada como una “conspiración abortada en
Ahuachapán”, seis meses después del acontecimiento. Cierto es que
ninguna de estas demostraciones pareció haber convencido al gobierno de
la necesidad de mejorar las condiciones del sector más pobre de la
población rural, o tomar en cuenta las reclamaciones de tierras de los
agricultores de subsistencia. Esto se logró con el levantamiento de 1932.229
Por su parte, Lauria Santiago admite que aunque hubo brotes de violencia no se trató de
un proceso mediante el cual se culpara a la elite terrateniente de tomarse las tierras
ejidales por la fuerza; sino que fue un proceso a diversos niveles que, más o menos,
siguió pautas sancionadas por ley, si bien con frecuencia desconcertantes. Aun cuando
227
Cfr. A. Lauria Santiago, Una República Agraria, p. 285.
228
Torres, Land and Settlement, 25. Citado por Browning, Op. Cit., p. 441.
229
D.O. 2 de enero de 1880. Cfr. Browning, Op. Cit., pp. 440-441.
95
las tierras iban a parar a manos de foráneos y estallaba la violencia, las demarcaciones
entre oligarcas y campesinos indígenas nunca fueron claras.230
Asimismo, este autor afirma que la llamada revolución liberal de 1871 en El Salvador no
fue una ruptura abrupta de las políticas de Estado o ideología, ni siquiera del modo de
hacer política. De acuerdo a esta postura, si se compara, por ejemplo, el gobierno de
Francisco Dueñas (1863-1871) con el de su sucesor “liberal”, Santiago González (1871-
1876), no hay mucha diferencia en lo que se refiere a la administración del Estado, la
participación política, el apoyo de pueblos y comunidades, la política económica, la
promoción de las exportaciones y así por el estilo. Al presidente Dueñas se le describe
con frecuencia como conservador, pero sus lealtades formales, sus planteamientos
ideológicos y sus políticas eran claramente liberales.231 De ahí que para este autor, las
leyes emitidas entre 1879 y 1882 sólo legitimaron la propiedad de facto. En las afueras de
Nueva San Salvador y Santa Ana, donde las elites y los campesinos ricos habían
desarrollado las más dinámicas economías cafetaleras, la tenencia de la tierra era segura
y prácticamente privada, a pesar de que la mayor parte de las fincas estaba ubicada en
ejidos municipales. Por ende, las tierras que se usaron inicialmente para las industrias del
café y el azúcar con pocas excepciones importantes, no fueron “arrancadas” de las
comunidades indígenas como aseguran algunos historiadores.232 Más bien, el crecimiento
de la producción cafetalera en la mayoría de lugares creó múltiples fronteras internas,
producto del desarrollo de baldíos y bosques de altura por medio de concesiones
gubernamentales o mecanismos de mercado.233
230
Cfr. Lauria Santiago, Op. Cit., p. 326.
231
Ibídem.
232
Ibídem, pp. 335-336.
233
Ibídem, pp. 341-342.
96
De acuerdo a López Bernal, el ascenso liberal finisecular se dio luego del derrocamiento
del presidente Francisco Dueñas,234 uno de los conservadores salvadoreños más
representativos de la época. Este ascenso liberal inicia el último cuarto del siglo
diecinueve con un nuevo espíritu para la nueva sociedad salvadoreña que se buscaba
forjar un nuevo modo de vida social y económica:
A partir de entonces dio inicio una serie de reformas que provocaron
cambios importantes en lo político, lo económico y en las relaciones
Estado-Iglesia y que complementaron transformaciones que se venían
dando desde la década anterior. Los rasgos de las reformas liberales que
más se ha destacado son: una marcada secularización de la sociedad, el
irreversible desarrollo de la caficultura y significativas modificaciones en la
tenencia y propiedad de la tierra. Pero también hubo importantes
transformaciones culturales. Para entonces el país ya contaba con una
importante comunidad intelectual que había abrazado los postulados del
positivismo y la modernidad y que justificó y fortaleció desde las ideas los
cambios en curso. La Iglesia y los indígenas fueron objeto de sus debates y
ataques. La primera, porque era vista como oscurantista y ligada a la
tradición; los segundos porque eran percibidos como un obstáculo al
progreso y la modernidad.235
234
Francisco Dueñas nació en San Salvador, el 3 de diciembre de 1810, en el seno de una familia terrateniente
y murió en San Francisco, E.E.U.U., el 4 de marzo de 1884. Fue líder del partido conservador y presidente de
El Salvador en varios periodos (1851; 1852-1854; 1856; 1863-1871). Realizó estudios de derecho en la
Universidad San Carlos de Guatemala donde se recibió de abogado en 1836. En 1837 fue elegido diputado al
Congreso de las Provincias Unidas de Centroamérica. Luego de ser disuelta la Federación, en 1841, El
Salvador se declaró una república independiente y soberana. Durante tres décadas (1840-1870), Dueñas
participó activamente en la política del país como representante del partido conservador, que defendía los
intereses de la Iglesia Católica, proponía mantener muchas de las instituciones coloniales dentro de la nueva
sociedad independiente y se oponía a la Unión de Centroamérica. Dueñas siempre tuvo como rival político al
caudillo liberal Gerardo Barrios y como aliado al presidente guatemalteco Rafael Carrera. El 1 de febrero de
1863, Dueñas asumió su último periodo como presidente constitucional. Durante este tiempo, estableció la
bandera y el escudo nacional que estuvieron vigentes hasta 1912. Inició la construcción del Palacio Nacional
de San Salvador, impulsó el cultivo del café e hizo mejoras a los puertos marítimos del país. Dueñas contuvo
una sublevación dirigida por el ex presidente Gerardo Barrios, quien fue capturado y fusilado. Finalmente el
liberal Santiago González encabezó un golpe de Estado que lo derrocó en 1871. Luego de ser depuesto,
estuvo encarcelado por breve tiempo y al ser liberado, se exilió en los E.E.U.U., donde vivió hasta su muerte.
235
López Bernal, Op. Cit., pp. 72-73.
97
Se puede inferir que las reformas liberales supusieron un choque entre dos modelos de
vida, uno ancestral que se negaba a desaparecer y otro novedoso e imponente que ya
estaba siendo experimentado en la Europa moderna y que se abría paso en las recién
nacidas e independizadas naciones latinoamericanas. No obstante, y a pesar de las
evidentes diferencias de estos modelos, las distintas clases sociales salvadoreñas, hasta
entonces habían convivido en tensas pero relativamente equilibradas relaciones. Los
indígenas habían conservado cierta autonomía al tiempo que participaban con relativo
éxito en la economía y la política. Sin embargo, como afirma López Bernal:
Entre 1871 y 1890, los espacios de participación corporativa indígena se
fueron reduciendo; la privatización de las tierras comunales tuvo nocivos
efectos, no tanto en su situación económica, sino en su cohesión étnica,
pero sobre todo debieron enfrentar una intransigente, –aunque quizá bien
intencionada– ofensiva contra su forma de vida. Posiblemente esa presión
haya sido una de las causas por las cuales los indígenas se involucraron
tan decididamente en las movilizaciones políticas de 1885 y 1890, que
quizá percibieron como las últimas oportunidades de revertir una evidente
tendencia a la marginación y el sometimiento. El rasgo más importante de
las reformas liberales no fue su radicalidad, sino su continuidad.236
236
López Bernal, afirma que ejemplo de éstos, son los trabajos de David Joaquín Guzmán, Teodoro Moreno,
José Antonio Cevallos, Esteban Castro y otros que “Todos ellos pugnaron por “civilizar” y ladinizar al indio,
como única vía para sacarlo de la “postración” en que según ellos vivía. Nadie lo tuvo más claro que
Guzmán, para quien el indio era “un ser pasivo en el estado civil y social de nuestra sociedad á pesar de estar
plenamente rehabilitado por las leyes de la república. Es necesario que el espíritu realmente liberal y
humanitario de nuestras instituciones penetre por todos lados en el hogar del indígena, instruyéndole,
sacándole de la apatía, y si es posible haciéndole desaparecer gradualmente en la masa de la civilización
actual que es por una parte la suerte reservada á los vestigios espirantes de otras civilizaciones ya muertas y
por otra la gloriosa misión encomendada al apoyo paternal de los gobiernos liberales ilustrados.” David J.
Guzmán, Apuntamientos sobre la topografía física de la República de El Salvador, Tipografía El Cometa,
San Salvador, 1883, p.507; López Bernal, C.G., Las Reformas Liberales… Op. Cit., p. 73.
237
Ibídem, p. 74.
98
238
C.G. López Bernal, Las Reformas Liberales, p. 77. Es más, este investigador afirma en otro estudio que “la
investigación histórica demuestra que el Estado salvadoreño de fines del siglo XIX, a pesar de su aparente
fortaleza, tuvo muchos tropiezos para afianzar su control sobre el espacio territorial y sus habitantes. A
partir de 1876 el gobierno de Zaldívar se esforzó por romper las comunidades indígenas, no sólo
destruyendo su base material (tierras comunales), sino impulsando el desarrollo de un ejército que estuviera
por encima de antiguas lealtades étnicas. En estas acciones es posible percibir cómo había cambiado la
correlación de fuerzas entre los detentadores del poder y los indígenas. Los liberales postindependentistas y
los conservadores que les sucedieron, forzados por la debilidad tuvieron que conceder a los indios
considerables márgenes de autonomía, conformándose con ejercer una autoridad central que no era capaz
de romper las formas tradicionales de vida. Además los grupos de poder tenían la necesidad de acudir a los
indios en busca de alianzas para dirimir sus conflictos. Es así como la posibilidad de participar
corporativamente en la formación de las estructuras militares daba a las comunidades indígenas un margen
de autonomía y capacidad de negociación considerable.
El escaso control territorial que los gobernantes ejercían, estaba relacionado con la carencia de una fuerza
militar confiable, carreteras y medios de comunicación. Cuando estas limitantes comenzaron a ser
superadas se inició también la erosión del poder de las comunidades indígenas. No obstante, el relativo
éxito de tales esfuerzos se evidencia, por ejemplo, en la forma como los indígenas “reconstruyeron las
funciones y el significado de una antigua y tradicional institución: la cofradía, adaptándola a sus necesidades
de mantener y consolidar sus vínculos y lealtades étnicas.” Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones inventadas,
Op. Cit., pp., 29-30.
99
que mientras este grupo étnico mantuviera en sus manos una gran proporción de la tierra,
el país no encontraría el camino correcto hacia el futuro, es decir, el progreso.
239
P. Alvarenga, Cultura y ética de la violencia. El Salvador 1880-1932, 2ª ed. CONCULTURA, San
Salvador, DPI, San Salvador 2006, p. 42.
240
Ibídem, p. 43.
241
Ibídem, pp. 46-47.
100
Con estos sucesos lo que se muestra es que gran parte de la sociedad de finales del siglo
diecinueve en El Salvador, buscaba independizarse y tomar distancia, superando el
dominio de la religión y el oscurantismo al que ella conducía; una especie de sapere aude,
¡Atrévete a pensar! de la ilustración kantiana. Concretar la ilustración en estas tierras era
bueno para la sociedad salvadoreña; no obstante, el método utilizado por las elites
ilustradas salvadoreñas no fue el más adecuado ya que supuso el aniquilamiento de miles
de indígenas, campesinos y obreros salvadoreños que para 1932, sufrieron la pesadilla, la
persecución y la muerte a manos de un régimen que al final de cuentas se impuso sin
discusión ni reparo.
Ahora bien, López Bernal, retomando este aspecto, fundamenta su postura yendo más
atrás en el tiempo e incorpora a su análisis una nueva noción que fortalece el aporte
intelectual en vistas a la construcción de la idea de nación salvadoreña como elemento
ideológico aglutinador de las acciones del grupo de poder:
No fue hasta que los liberales salvadoreños tomaron definitivamente el
poder, a mediados de la década de 1870 y más específicamente en la
década de 1880, que desde las esferas estatales y con el apoyo de
destacados intelectuales se comenzó a esbozar un proyecto de nación, que
si bien inició con muy buenos augurios, gracias al crecimiento de la
economía, el fortalecimiento estatal y la relativa estabilidad política
alcanzada, flaqueó en cuanto a lograr incorporar el grueso de la población.
Además, los dirigentes liberales no fueron capaces de superar totalmente la
242
Ibídem, p. 58.
101
Siguiendo con la perspectiva de López Bernal, para el pensamiento liberal, los indígenas
debían renunciar a la comunidad indígena, lo que implicaba por ende, renunciar a su
identidad e integrarse a la nación como individuos. La experiencia histórica demostraba
que las pocas veces que los indígenas habían logrado defender sus intereses lo habían
hecho por medio de la comunidad o instituciones ligadas a ella, por ejemplo, la cofradía.
Por lo tanto, la oposición liberal a la comunidad indígena se debía no sólo a que la
concebían como un obstáculo al progreso, sino a que también era percibida como un
peligro por su capacidad para articular la resistencia de los indios al proyecto de
dominación implícito en la nación.245
243
C.G. López Bernal, Tradiciones inventadas, p.45-46.
244
Rafael Menjívar, Acumulación originaria y desarrollo del capitalismo en El Salvador. Citado por López
Bernal en Tradiciones Inventadas, p. 46.
245
Cfr. C.G. López Bernal en Tradiciones Inventadas, pp.17-18.
102
Por tanto, a partir de la idea de la construcción del Estado y para que éste funcione
eficientemente, por su misma lógica de funcionamiento; necesita del reclutamiento militar
y de la recaudación de impuestos; necesita además, establecer vínculos directos entre los
ciudadanos sometidos a su tutela y al centro de poder; por lo que el Estado debe crear
mecanismos que permitan inculcar entre los ciudadanos sentimientos de obligación y
lealtad hacia él. Es decir, que los vínculos tradicionales como aquellos relacionados con la
religión, la etnia o la familia, deben ser desplazados y de ser posible anulados por una
lealtad suprema hacia el Estado-nación.246
De ahí que el discurso nacionalista oficial, a partir del gobierno liberal trató de representar
una comunidad política en la que al margen de las desigualdades y conflictos existentes,
imponía la solidaridad forjada en torno de la lealtad nacional. Esta búsqueda de
homogeneidad incluía la cuestión étnica y puede ser una de las razones para que se
insistiera tanto en la necesidad del mestizaje, ya que en la noción de una sociedad
mestiza podría diluirse mejor el tradicional antagonismo racial existente. Sin embargo, a
pesar de los esfuerzos realizados para ocultar el conflicto étnico subyacente, incluso ya
entrado el siglo XX, el levantamiento de 1932 evidenció la magnitud del problema.247
Los estudios de Aldo Lauria sugieren nuevas formas de interpretar el tema: señala que si
bien en el campo hubo resistencia al proceso de extinción de ejidos y tierras comunales,
también el gobierno logró la colaboración de miembros de los grupos subalternos para
ejecutar tales proyectos. En esa relación de cooperación hubo individuos de esos grupos
que lograron apropiarse de considerables extensiones de tierras despojando a sus
vecinos o favoreciendo a unos en detrimento de otros. Esta situación vino a agravar
conflictos ya existentes o dio pautas para el surgimiento de nuevas rivalidades. Las
contradicciones al interior de las comunidades se agudizaron y la cohesión étnica se
debilitó.248
Ahora bien, para el liberalismo político, los indígenas, su forma de tenencia de la tierra y
sus valores culturales fueron vistos como el enemigo a vencer. De ahí que todo lo que
presentaba rasgos del pasado fue visto como sinónimo de atraso o al menos de
estancamiento. “La prisa por la reforma de la tierra y la impaciencia con que se decretó,
246
Ibídem, p. 20.
247
Ibídem, p. 22.
248
Cfr. Lauria Santiago, Una república Agraria, p. 47.
103
impidieron que se tuviera en cuenta el carácter complejo del sistema que se destruía, y
los problemas que creaba su destrucción.”249
López Bernal argumenta que una de las cuestiones que parece escapar en las
consideraciones anteriores es preguntarse hasta qué punto el desarrollo económico y el
modelo de sociedad que se buscaba, condicionaba a la vez las actitudes de los grupos
dominantes hacia los indígenas. No era sólo una cuestión de racionalidad o de eficiencia
económica. Hacia 1880 los referentes culturales de la elite económica e intelectual eran
las naciones europeas. Se creía que había llegado el momento de incorporarse a una era
de progreso y modernización y todo lo que no fuera acorde a ello debía ser rechazado.
Por eso fue que la tierra era sólo una parte, aunque la más importante, de un proyecto de
modernización que abarcaba otros campos de la vida social. Además de la significación
económica que tuvo el cambio de régimen de tenencia de la tierra, la funcionalidad
productiva de las tierras comunales y ejidales no fue considerada porque ellas eran vistas
como muestra de un sistema arcaico que debía superarse. El interés de los cafetaleros
por apoderarse de más tierras es innegable, pero como indica este autor, una revisión de
los escritos de los impulsores y defensores de tales medidas indica que, al menos en
algunos, estuvo presente la preocupación por la incorporación de los antiguos usuarios de
esas tierras a un sistema más moderno y eficiente que condujera a su paulatina
civilización.250
Algunas comunidades indígenas fueron las más grandes perdedoras en este proceso, no
porque sus miembros hayan perdido sus fincas pre-existentes a manos de foráneos, sino
porque se debilitó la base fundamental de cohesión comunal de manera abrupta o en los
prolongados conflictos del período de 1880 a 1900. En su conjunto, la privatización
debilitó los vínculos de solidaridad étnica al tiempo que la organización étnica se volvía
cada vez más defensiva, elitista y jerárquica. Era de esperarse que los indígenas
propietarios se distanciaran socialmente de los indígenas campesinos que perdieron
acceso a la tierra y se convirtieron en trabajadores asalariados o arrendatarios. La
propiedad individual de la tierra era también una fuerza centrífuga, en tanto los antiguos
249
H. Lindo, Los límites del poder en la era de Barrios, en Arturo Taracena y Jean Piel…compiladores.
Citado por López Bernal en Tradiciones Inventadas, p. 145.
250
Cfr. C.G.López Bernal en Tradiciones Inventadas, p. 48.
104
Por otra parte, uno de los factores que más contribuyó al desarrollo económico que el país
alcanzó en las últimas dos décadas del siglo XIX es el hecho de que las diferencias
ideológicas entre liberales y conservadores dejaron de ser determinantes en la vida
política, producto de una confluencia de intereses económicos. Si bien el discurso
conservador aún se hacía sentir, sobre todo cuando se tocaban los intereses
eclesiásticos, no se cuestionaban las medidas gubernamentales orientadas al campo
económico. “Centro América marcha por el sendero del progreso y de la libertad, sin
embargo, los conservadores, desahogándose por medio del periodismo protestan contra
este orden de cosas, contra el libre pensamiento, la libertad de culto, el matrimonio civil, la
enseñanza laica y los demás principios y dogmas que constituyen el credo liberal. Ya es
tarde: no se puede contener el torrente de las nuevas ideas.”252
251
A. Lauria Santiago, Una República Agraria, pp. 343-344.
252
Discurso que por encargo del Ejecutivo, pronunció el Dr. Darío González en el Salón de Recepciones del
Palacio Nacional del Salvador (sic), el día 15 de septiembre de 1888. BUCA, Colecciones especiales,
Documento manuscrito, MS-208.
253
Cfr. Ana Margarita Silva, El unionismo científico y los intelectuales en la vida política centroamericana,
1898-1921, Tesis doctoral; Colegio de México A.C. Centro de Estudios Históricos, México, D.F., 2005; p. 26.
105
Para finales del siglo XIX, la exportación del grano de oro (café), era una política estatal
de mucha importancia. Al respecto López Bernal trae a colación el discurso presidencial
de Rafael Gutiérrez en el acto de inauguración del ferrocarril de Acajutla: “Me asocio,
señores á las alegrías de este pueblo generoso de la misma suerte que en días aciagos
tuve la fortuna de compartir con él los azares y riesgos de la guerra; y hago votos porque
esta obra, realizada bajo los auspicios de la paz y del trabajo abra una nueva era de
prosperidades de todo género para este pueblo”.256
Cosa que fue mejorada sustancialmente con la introducción del ferrocarril y un complejo
sistema de carreteras:
El ferrocarril, los puertos y las carreteras permitieron la rápida circulación de
los productos agrícolas, a la vez que incorporaban nuevos territorios a la
dinámica productiva. Además, una vez que las regiones productivas más
importantes del país contaron con servicios telegráficos y telefónicos, y que
los municipios del interior fueron enlazados con las ciudades principales por
medio del ferrocarril y las carreteras, el gobierno pudo al fin ejercer un
efectivo control sobre los funcionarios municipales. La poca capacidad para
hacer cumplir las disposiciones emanadas del poder central, agregado a la
falta de personal idóneo, fueron las limitantes más serias que tuvieron los
gobiernos en el pasado.
254
A. Lauria Santiago, Una república Agraria, p. 227.
255
Cfr. Ibídem, pp. 228-235.
256
Diario Oficial, 10 de agosto de 1896, pp. 1273-1274; “Alocución dirigida por el ciudadano presidente de la
República de El Salvador, General don Rafael A. Gutiérrez, en el acto de la inauguración del ferrocarril de
Acajutla á Santa Ana, el día 28 de de julio de 1896”. Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas… Op.
Cit., p. 57.
106
Zaldívar inició un largo período en el que la promoción y protección del sector cafetalero
vino a ser la preocupación principal de los gobernantes. Ciertamente que desde hacía
años se trataba de impulsar la caficultura, pero nunca antes se había elaborado una
política sólida coherente encaminada a su fortalecimiento y expansión. Refiriéndose a
dicho gobierno, Ítalo López Vallecillos afirma que “el origen y formación de la oligarquía
cafetalera, necesariamente se halla en sus ocho años de administración.”258
Ahora bien, el caso salvadoreño resulta particularmente interesante pues para la segunda
década del siglo XX el país había alcanzado un considerable desarrollo económico
gracias a la exportación del café. López Bernal afirma que en el campo político, los
liberales habían logrado reglamentar toda actividad; si bien es cierto que no había
desaparecido totalmente los intentos de golpe de Estado y los antagonismos caudillistas,
estos fenómenos no lograban alterar significativamente el orden constitucional. Poco a
poco los gobernantes habían ido incorporando a las masas urbanas y rurales a la práctica
eleccionaria, al grado que para 1920 la participación política era realmente considerable.
Obreros, campesinos e incluso indígenas se incorporaban decididamente a las gestas
electorales y las tomaban muy en serio, hasta llegar a enfrentarse violentamente entre
257
C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas., p. 60.
258
El texto dice: “El origen, la formación de la oligarquía cafetalera, necesariamente habrá de hallarse en sus
ocho años de administración. Sin olvidar, desde luego, que algunas familias, más propiamente desde José
María Cornejo, y Francisco Dueñas habían ya acaparado las tierras y tenían en sus poder los medios de
producción, explotando a la población indígena en la parte occidental del país; la población media tenía que
vivir a costa de los cultivos de añil, del cacao y del café.” Ítalo López Vallecillos, El Periodismo en El
Salvador, UCA Editores, San Salvador, 1987, p. 116.
107
ellos cuando el caso era llegado.259 Ya para esa época, los liberales habían creado fuertes
vínculos con los artesanos y éstos eran parte importante en las actividades promovidas
por los gobiernos de turno.260
La idea de patria y nación era algo nuevo; López Bernal afirma que:
Los próceres centroamericanos no se refirieron nunca a una identidad
cultural propia –salvo en el orden de la dimensión geográfica– para
justificar sus aspiraciones de crear una nación, sino utilizaron ciertos
elementos heredados del republicanismo francés. Estos elementos fueron
la soberanía del pueblo, la igualdad ciudadana, la libertad de imprenta y la
seguridad individual y de propiedad. Sin embargo, la igualdad ciudadana
259
Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones inventadas., p. 144.
260
Ibídem, p. 56.
261
Ibídem, p. 9.
262
Ibídem, pp. 9-10.
108
En general las características del modelo económico y las relaciones laborales por él
generadas influyeron para que en El Salvador se desarrollara un sistema político basado
en el autoritarismo y la represión. Se acepta que a partir de 1911, los gobiernos de turno,
fueron abriendo espacios a una mayor participación política y organizativa de las clases
subalternas, gracias al esfuerzo y lucha que estos sectores fueron demostrando con lo
que se fueron abriendo paso a fuerza de lucha y organización cada vez más eficiente.
263
Ibídem, p. 16.
264
Esto puede verse en los distintos editoriales de Patria durante 1928-1929.
265
R. Menjívar, Acumulación originaria del capital, pp. 18-36.
109
En El Salvador las relaciones sociales se han caracterizado por contener alto porcentaje
de conflictividad. Sin embargo, por muy autoritario y represivo que sea un sistema de
gobierno no puede mantenerse apoyándose únicamente en la fuerza. Las clases
dominantes salvadoreñas, gracias a su control del Estado, impusieron drásticas
transformaciones sociales como la reforma al sistema de tenencia de la tierra que,
generalmente se dice, fueron rechazadas por la mayor parte del campesinado;266 de tal
manera que el malestar llegó a niveles de provocar convulsión social y manifestaciones
populares violentas que terminaron con destrucción y muerte.
López Bernal coincide con Thomas Anderson, cuando afirma que en El Salvador el sector
obrero-artesanal inició su desarrollo bajo la mirada atenta de los detentadores del poder,
quienes lo consideraron como uno de los grupos sociales idóneos para asimilar su
propuesta ideológica. Los liberales trataron de introducir y reproducir en los trabajadores
el espíritu positivista que resaltaba las virtudes del trabajo, el orden y la moralización por
medio de la educación. A pesar de que numéricamente la clase obrera era pequeña en
relación con la población total, sus características como grupo subalterno de avanzada
permitieron que se le considerara como portadora de un potencial muy prometedor para
“bajar” la identidad nacional al grueso de la población salvadoreña.
Cabe señalar que si bien la ideología liberal permeó a artesanos y obreros, esto no
significa que fuera totalmente asimilada. Estos grupos situados en una posición
subordinada, pero no necesariamente pasiva, fueron poco a poco desarrollando
266
Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, p. 31.
267
Cfr. T. Anderson, El Salvador, los sucesos de 1932, Editorial Universitaria Centroamericana, EDUCA, 2ª
Edición, 1982 pp. 39-40.
110
alternativas de resistencia y oposición. El crecimiento del sector obrero que tuvo lugar en
las primeras dos décadas del siglo XX, hizo que los gobernantes abrieran espacios que
buscaban darle mayor base social y legitimación al sistema político. En tales
circunstancias se permitió e incluso se promovió la organización obrero-artesanal, pero
tratando siempre de mantener controlado su desarrollo en función de los intereses del
sector dominante. Sin embargo, el movimiento obrero adquirió tal dinamismo que
desbordó los espacios otorgados logrando significativos niveles de autonomía.268
El periodo entre 1927 y 1931 se caracterizó por una apertura democrática que permitió la
realización de elecciones presidenciales, en un clima de inusual libertad y respeto a la
voluntad popular. Sin embargo, la magnitud de los problemas socio-económicos del país,
268
Cfr. Ibídem, pp. 39-61; R. Dalton, Miguel Mármol, los sucesos de 1932 en El Salvador, Editorial
Universitaria Centroamericana, 1ª Edición, EDUCA, 1972, pp. 229-367.
269
Cfr. R. Dalton, Miguel Mármol, Op. Cit., pp. 112-177; T. Anderson, Op. Cit., pp. 39-63.
111
agravados al extremo por la caída de los precios internacionales del café y la incapacidad
del gobierno de Arturo Araujo para ejecutar las medidas pertinentes, elevó las
contradicciones sociales a tal punto que llevó a las masas a tomar el camino de la
violencia, buscando cambiar sus miserables condiciones de vida.270
En esta línea, López Bernal afirma que se buscaba hacer sacrificios por la patria y
fortalecer aun en medio de la crisis la idea de nacionalismo:
Así el patriotismo es concebido como una actitud de lealtad que se tiene
con la patria, definida como una entidad territorial que merece defensa,
apoyo y respeto. El nacionalismo es entendido como un proceso que
combina simultáneamente la construcción de la nación y del Estado, y que
conlleva la “nacionalización” de la población. El nacionalismo busca
moldear ciudadanos patrióticos y obedientes sometidos a la tutela de un
Estado.271
270
Cfr. P. Alvarenga, Cultura y ética de la violencia, El Salvador 1880-1932, Dirección de Publicaciones e
Impresos, CONCULTURA, San Salvador, 2006. Véase también Jeffrey L. Gould y Aldo Lauria Santiago,
1932, Rebelión en la oscuridad, Revolución, represión y memoria en El salvador, Museo de la Palabra y la
Imagen, Ediciones Museo de la Palabra y la Imagen, San Salvador (sin año de edición). Otro trabajo de gran
importancia es el elaborado por Aldo Lauria Santiago: Una República Agraria, Los campesinos en la
economía y la política de El Salvador en el siglo XIX, CONCULTURA, DPI, San Salvador, 2003. Véase
también de Víctor Hugo Acuña Ortega: Historia General de Centroamérica, Las Repúblicas
Agroexportadoras (1870-1945), Tomo IV, FLACSO, San José, 1994; Everett Alan Wilson, La Crisis de la
integración nacional en El Salvador, 1919-1935, CONCULTURA, San Salvador, 2004.
271
López Bernal, Tradiciones Inventadas… Op. Cit., pp. 15-16.
112
oposición también atrajera a un considerable número de ellos. Puede afirmarse que fue
en estos años que la política salvadoreña llegó a ser un asunto de masas.272
En el campo social, si bien para esos años ya era evidente la creciente marginación y
empobrecimiento de los sectores más desprotegidos, principalmente en el área rural
donde en forma sostenida y radical el café iba desplazando a los cultivos de subsistencia
y las parcelas de los pequeños propietarios iban siendo absorbidas por las grandes
propiedades; en general, la situación aún era sostenible. Sin embargo, a pesar de que el
panorama salvadoreño no parecía ser tormentoso, la prolongada estadía en el gobierno
de la Dinastía Meléndez-Quiñónez había motivado el crecimiento de sentimientos
antagónicos hacia ellos.275
Por otro lado, en el medio urbano existía conciencia de que los Meléndez-Quiñónez
permanecían en el poder gracias a su habilidad política pero, sobre todo, por la represión
272
Cfr. López Bernal, Tradiciones Inventadas, pp. 184-185.
273
Ibídem, p. 191.
274
Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, pp. 196-207; T. Anderson, El Salvador…, Op. Cit., pp.
39-63.
275
Cfr. López Bernal, Tradiciones Inventadas, p. 145.
113
de la oposición por medio de los cuerpos de seguridad, el ejército y las Ligas Rojas.276 Las
farsas electorales que se montaban dejaban muy pocas posibilidades para los opositores.
Miguel Mármol, al referirse a las elecciones de 1918 dice que “el apaleo y el destierro
fueron las armas principales que prepararon el resultado de las urnas. Pero hubo también
muertos y heridos y presos y torturados.”277 De modo que cuando en El Salvador se tuvo
conocimiento de los esfuerzos que en Guatemala se hacían para derrocar al dictador
Estrada Cabrera, en los círculos opositores comenzó a germinar la idea de que algo
parecido podría hacerse en el país para eliminar a los Meléndez-Quiñónez. Esta tarea de
ningún modo era fácil; aparte de que los gobernantes contaban con un aparato represivo
muy eficiente también tenían el apoyo de sus partidarios, especialmente de los violentos
grupos de las Ligas Rojas. Esta situación pudo incidir para que los opositores decidieran
disfrazar los objetivos revolucionarios combinándolos con las iniciativas unionistas.278
6. La Masacre de 1932
276
Miguel Mármol, señala que “Fue en los tiempos de la Dinastía Meléndez-Quiñónez que el gobierno
imprimió a la Guardia Nacional el carácter de cuerpo represivo de las actividades políticas, terrorista y
criminal.” Cfr. R. Dalton, Miguel Mármol, Op. Cit., p. 60
277
Ibídem, p. 60.
278
Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, p. 145.
114
Monroe,279 que tenía ya para antes de sucedida dicha guerra efectos internacionales. En
esta perspectiva, Centroamérica se había convertido en parte importante para los
intereses geopolíticos de Estados Unidos como potencia internacional. Cinco años más
tarde, en 1903, la potencia norteamericana hace que Panamá se independice de
Colombia y pocos años más tarde inicia la construcción del canal interoceánico. No
obstante esto, resulta iluminador que en el contexto internacional, la guerra
hispanoamericana de 1898 y los demás hechos intervencionistas de la política
internacional estadounidense desarrollarán también efectos contrarios y antiimperialistas
en el espíritu de la sociedad civil centroamericana y la salvadoreña. Como sostiene
Mónica Quijada:
La guerra entre España y Estados Unidos en 1898 estableció un nuevo
orden internacional caracterizado por la expansión imperialista de Estados
Unidos, especialmente en el Caribe y en Centroamérica. Luego de este
conflicto fue clara la posición de Estados Unidos como potencia de primer
rango en la escena mundial. Como han señalado varios autores, el 98
también fue el umbral de una reacción ideológica contra el expansionismo
estadounidense y un momento caracterizado por la manifestación de
opiniones encontradas sobre España.280
279
La Doctrina Monroe postulaba el llamado de Estados Unidos a cumplir una misión civilizadora en el
hemisferio occidental y justificaba su derecho de intervenir en otros países cuando se presentaran problemas
que pusieran en peligro sus intereses (Cfr. George Black: The Good Neighbor: How to the U.S. Wrote the
History of Central American and the Caribbean, Pantheon Books, New York, 1988. Cfr. Silva H., Ana
Margarita, El unionismo científico y los intelectuales en la vida política centroamericana 1898-1921, Colegio
de México A.C. Centro de Estudios Históricos, México, D.F., 2005. p. 54.
280
Cfr. Mónica Quijada, El 98 en la construcción nacional de Argentina; en El 98 Iberoamericano; Madrid,
1998, pp. 173-186. Citado por Ana Margarita Silva en su tesis doctoral, El unionismo científico y los
intelectuales… Op. Cit., p. 85.
115
las expectativas de los sectores medios, proveyó información actualizada sobre el devenir
mundial y despertó en los estudiantes un espíritu crítico hacia el autoritarismo imperante.
De esa manera, las universidades vinieron a ser espacios contestatarios donde existían
condiciones propicias para la formación de movimientos estudiantiles de crecientes
proyecciones políticas.281
En esta línea, cabe traer a cuenta la opinión que para finales del siglo XIX tenían los
intelectuales salvadoreños en cuanto al papel que debía jugar la Universidad de El
Salvador en la sociedad salvadoreña. Al respecto, Miguel A. Durán, al escribir la historia
de la Universidad nos recuerda ese acontecimiento de la siguiente manera:
Al momento que nuestra Universidad ha llegado en su vida, su envoltura
claustral está por dejarla libre completamente de la influencia clerical, de la
Teología y del Dogma.
En lo sucesivo, la Universidad debería seguir por el cauce científico,
optando por un criterio más depurado y más de acuerdo con las nuevas
formas de vida; con las nuevas exigencias del momento, que requerirá una
más efectiva intervención en las actividades vitales de la Nación. En este
momento, creemos nosotros, o sea en 1876, a la llegada del Dr. Zaldívar al
Poder, desaparecer la Universidad Claustral y empieza un nueva fase.
Verdad es que aún encontramos en ella la Facultad de Teología, pero ese
hecho sólo constituye los últimos resplandores de un astro que declina. En
lo sucesivo vendría la nueva estructura universitaria con sus fuertes
empujes, a renovarlo todo: planes de estudio, métodos educacionales, etc.,
y a imponer más y mejor experimentación e investigación. En fin, hasta la
manera de celebrar la apertura de clases había cambiado: ya no se harían
con el morboso aparato aquél de la asistencia de todos los poderes
estatales rodeado de clérigos y clásicos Te Deums previos. Pero la
Universidad Científica no debía vivir, para desgracia de la cultura patria,
desvinculada de la política militante; tuvo siempre, durante todos los
tiempos: hoy, antes de hoy y después de hoy, que sufrir o gozar según el
temperamento del nuevo estado de cosas. Y con frecuencia resonaron en
281
Cfr. Woodward, pp. 209-210; citado por Margarita Silva en su tesis doctoral, Op. Cit., p. 91.
116
Esto demuestra que tanto el contexto nacional como internacional había cambiado de
forma radical. El cambio fue de carácter estructural; lo cual implicó un cambio en el
sistema de comercio internacional, en el cual El Salvador debía incorporarse de una forma
distinta. Esta era la oportunidad para la cual El Salvador se estaba preparando tanto y
había cambiado su sistema social, político y económico a finales del siglo XIX.
Para identificar los antecedentes de los hechos de 1932, hay que reconocer que estos
hechos son “el resultado de una larga cadena de sucesos acaecidos dentro del país como
fuera de él. Además, se distingue por ser el primer movimiento revolucionario
latinoamericano en el cual desempeñaron el papel más importante hombres considerados
como comunistas internacionales. Por lo tanto, señala el comienzo de una fase nueva y
significativa en la historia de la región. La época de las ideologías había llegado a América
Latina.”283
282
Miguel A. Durán, Historia de la Universidad, 1841-1930, Editorial Universitaria, 2ª ed., San Salvador,
1975; pp. 122-123.
283
T. Anderson, Op. Cit., p. 10.
117
Cuando comenzó el deterioro de los precios del café a finales de 1927, los
propietarios hicieron recortes en los gastos en efectivo, y eventualmente
convirtieron a los colonos en una fuerza laboral cautiva: bajo condiciones
de vida miserables, se los forzó a trabajar más para tener acceso a la tierra,
pero sin ninguno de los habituales beneficios en términos de salarios
estables. Las condiciones de la tenencia de la tierra cambiaron en los años
1920´s, afectando en particular a los colonos. Los propietarios obligaron a
todos los inquilinos a pagar por adelantado el terraje (renta), obligándolos
a asumir todo el riesgo. El crítico social Alberto Masferrer expresó esta
crítica del nuevo sistema que involucraba tanto a colonos como a pequeños
propietarios.284
Con una situación social en franco deterioro aunada a la creciente radicalización de las
masas llegó el momento de convocar a elecciones. Al respecto, López Bernal afirma que
Romero Bosque rompió con la tradición de sus predecesores de nombrar de antemano su
sucesor, quien actuando como “candidato oficial” se aseguraba el “triunfo” en los
comicios. Una vez que se hizo claro que Romero Bosque no tenía intenciones de nombrar
su sucesor, el país se encontró con la paradójica situación de que no existían partidos
políticos organizados. Sin embargo, rápidamente se formaron seis partidos que, en
realidad eran agrupaciones creadas alrededor de un caudillo más o menos reconocido.285
A pesar de que para los trabajadores organizados Araujo distaba mucho de ser el
candidato ideal y que aún la FRTS expresó públicamente que no apoyaría ninguna
candidatura, muchos obreros y campesinos atraídos por la propaganda vitalista del
laborismo, terminaron votando por Araujo. Parte importante para lograr este apoyo fue la
cuestión agraria. “Recinos, quien perteneció al partido Comunista… al amparo de la
campaña presidencial de 1930-1931, y bajo las banderas del laborismo, hizo al
campesinado promesas de reparto de tierras que Araujo no tenía idea de cumplir… Por su
parte, Alberto Masferrer no estuvo muy a la zaga de Recinos en cuanto a promesas a las
284
J.F. Gould, Et. Al., 1932, Rebelión en la Oscuridad; Op. Cit., pp. 56-57.
285
Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, p. 214. Anderson afirma que entre los partidos formados
para estas elecciones se encontraban: El de Miguel Tomás Molina, denominado Partido Reformador. El de
Enrique Córdova, denominado Partido Nacional Evolucionista. El de Quiñónez Molina, denominado Partido
Constitucionalista. El de Maximiliano Hernández Martínez, denominado Pro-Patria. El de Arturo Araujo,
denominado Partido Laborista y El Partido Oficialista de Alberto Gómez Zárate. Cfr. Anderson, El
Salvador, pp. 67-70. Esta misma lista de partidos es presentada por Alberto Peña Kampy en su libro El
general Martínez un patriarcal presidente dictador, Tipografía Ramírez, San Salvador, 1972, pp. 20-21.
118
Ahora bien, la respuesta de los hacendados a la crisis sólo exacerbó los problemas para
los pobres de las zonas rurales; además de los apremiantes problemas de salarios por
debajo de la subsistencia, injustas condiciones de trabajo y la creciente pérdida de tierra,
los salvadoreños también enfrentaron una escasez de alimento. Las fuerzas del mercado,
las limitadas tierras para cultivo y las condiciones naturales hicieron al país vulnerable a
crisis alimentarias periódicas que incrementaron los precios y trajeron privaciones a
quienes no podían cultivar su propio alimento, mientras creaban oportunidades para el
enriquecimiento imprevisto de los productores y comerciantes a gran escala.288
Thomas Anderson casi en forma poética inicia su versión de los hechos políticos y
sociales de una de las masacres más espantosas sucedidas en América Latina.289
Browning, por su parte, refiriéndose a los mismos acontecimientos de enero de 1932
afirma que:
286
Cfr. Ibídem, p. 217.
287
Cfr. J.F.Gould, 1932, Rebelión, pp. 57-58.
288
Ibídem, p. 60.
289
Cfr. T. Anderson, El Salvador, pp. 9-10.
119
La rebelión inició la noche del 22 de enero de 1932; “esa noche, y antes de amanecer el
día veintitrés, entre 5,000 y 7,000 insurgentes atacaron los cuarteles militares en las
cabeceras departamentales de Ahuachapán, Santa Tecla y La Libertad, y tomaron el
control de varias sedes municipales en el centro y occidente de El Salvador.”291
Esta rebelión en tanto hecho vino a evidenciar la crisis del liberalismo salvadoreño el cual
se mostró incapaz de manejar las contradicciones acumuladas, de las cuales, la
depresión económica vino a ser el detonante. El sistema liberal hizo crisis por la
acumulación de varias circunstancias que ya se han señalado, pero de ellas la que más
destaca es su incapacidad de armonizar con los cambios políticos operados entre las
clases subalternas en el ambiente de apertura política reducido durante el periodo de
gobierno de Pío Romero Bosque. En este lapso, el cambio social llegó a ser el tema
dominante y sobre él se pronunciaron diversos sectores de los grupos subalternos. No
obstante, Romero Bosque, como representante de los intereses de las clases
dominantes, no fue más allá de medidas paliativas que en lugar de disminuir las
demandas populares, las aumentaron, principalmente por la exclusión de los trabajadores
del campo.292
290
D. Browning, D., El Salvador, p. 443.
291
J.F. Gould,Op. Cit., pp. 229-230.
292
Cfr. CG. López Bernal, Tradiciones Inventadas, p. 221.
120
Por otra parte, es importante caer en la cuenta de que aunque las posibilidades de triunfo
de la insurrección eran mínimas, ésta se produjo en enero de 1932, afectando en mayor
grado la zona occidental de país que era importante centro cafetalero. La reacción del
gobierno no se hizo esperar y la revuelta fue rápidamente controlada por el ejército. De
este modo, el levantamiento comunista vino a ser la culminación de un proceso iniciado
durante las últimas dos décadas del siglo XIX en el cual tuvo mucho que ver la situación
de pobreza y marginación que el proyecto liberal había generado para los campesinos y
jornaleros, así como el conflicto étnico subyacente en la sociedad salvadoreña. Como
afirma Anderson,
293
Ibídem, p. 266.
294
Ibídem, p. 269.
121
Por supuesto que la rebelión de 1932 provocó una fuerte reacción contra la
cultura indígena. Hubo una notable disminución en el número de personas
que portaban indumentaria indígena, seguían sus costumbres o hablaban
su dialecto. Esto se debió en gran parte a la inmensa matanza, pero a
medida que pasó el tiempo el principal estímulo del cambio parece que fue
el deseo de desembarazarse de algunas características de un grupo
despreciado entre la población. Como me dijo uno de ellos, un indígena
salvadoreño dejaba de serlo con sólo desplazarse unos cuantos
kilómetros, cambiar el refajo de su mujer por un vestido occidental, y
preocuparse por hablar aceptablemente el español.295
Haciendo una síntesis de los acontecimientos, Anderson afirma que de hecho las causas
fundamentales de la rebelión se descubren con más facilidad que los motivos exactos que
la produjeron en el momento en que ocurrió. Las causas subyacentes incluyen el profundo
antagonismo existente entre los campesinos y los terratenientes, pocas veces notado por
los ricos a las actitudes simuladas de los primeros. También había un problema racial
definido en la zona de Sonsonate donde chocaban las culturas ladina e indígena. Por más
que se insista en la homogeneidad de la raza salvadoreña no se puede encubrir el hecho
de que los indígenas se sentían diferentes. A estas causas sociales fundamentales se
agregaron otras de tipo económico: el monocultivo y el colapso en la gran depresión
económica de 1929. Una causa política era la tradición dictatorial y de incompetencia
gubernamental que le había dificultado a la gente de El Salvador seguir una vida política
normal. Todos estos elementos fueron básicos para la rebelión del 22 de enero de
1932.296
295
T. Anderson, El Salvador, p. 31.
296
Cfr. Ibídem, p. 131.
122
7. Contexto filosófico
Hasta ahora nos hemos preocupado por analizar el contexto histórico de la época en que
vivió Masferrer, pero para tener una lectura más apropiada de la figura y obra de este
pensador hace falta analizar las corrientes filosóficas de la época, cosa que ahora nos
ocupa.
No fue sino hasta bien entrada la primera mitad del siglo XX que tuvo presencia el
Marxismo; o sea alrededor de los años veinte cuando la revolución rusa ya estuvo
consolidada y se convirtió en un poder con clara presencia en el mundo.298
Para algunos autores, el liberalismo como sistema intelectual era demasiado abstracto y
erudito para ser asimilado por el grueso de la población, por lo que debió ser combinado
con otros elementos culturales entre los cuales el nacionalismo como elemento ideológico
resultó ser el más compatible con los sectores populares. De acuerdo a López Bernal, la
combinación de liberalismo y nacionalismo es vista como el discurso predominante, pero
entendido como la confluencia de distintos tipos de discursos que se complementan. Así
el liberalismo es considerado como un cuerpo teórico que legitima el proyecto reformador
y modernizante de las oligarquías locales y el nacionalismo como el discurso autóctono
por medio del cual, el liberalismo fue articulado en el proceso de construcción de la
hegemonía. Así, el nacionalismo llegó a ser la ideología que buscaba proporcionar una
297
Cfr. Victoriano Ayala, Sociología. Programa resumen desarrollado en la Universidad Nacional de El
Salvador. Imprenta Nacional, San Salvador, 1921.
298
Cfr. R. Dalton, Miguel Mármol, pp. 113-139.
123
Como se ha visto en otro momento, David J. Guzmán fue uno de los pensadores más
influyentes de su época. Sus escritos reflejan una preocupación que desde perspectivas
diferentes, parece haber sido común a intelectuales salvadoreños: la civilización de los
indígenas y su incorporación a la sociedad. Hacia 1883 publicó un libro en el que
presenta su posición al respecto. Sus planteamientos eran pragmáticos. Sin embargo,
Guzmán era consciente de que las condiciones de vida de los indígenas en comparación
con tiempos pasados, había desmejorado notablemente; valoraba que en tales
circunstancias estos grupos aportarían muy poco al progreso del país pues las anteriores
administraciones gubernativas y sociales, los había convertido en ciudadanos de
segunda categoría. Es decir, seres pasivos.301
En esta perspectiva, Víctor Hugo Acuña señala que la influencia de la ideología liberal
entre los obreros y artesanos se dio con mayor o menor intensidad en todos los países
centroamericanos. Obreros y artesanos urbanos fueron aculturados en la versión
positivista del liberalismo y asumieron como propios el mito del progreso, los ideales
laicos republicanos y la creencia en la educación como medio de mejoramiento social e
individual. Acuña señala además que los trabajadores urbanos fueron los primeros dentro
de las clases populares en ser socializados dentro del discurso nacionalista construidos
299
Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, Op. Cit., p. 23.
300
Cfr. E. Bradford Burns, “La infraestructura intelectual de la modernización en El Salvador. 1870-1900”, en
Luis René Cáceres (Compilador), Lecturas de Historia de Centroamérica, BCIE, EDUCA, 1ª edición, San
José, 1989, p. 566.
301
Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, Op. Cit., pp. 81-82.
124
por las triunfantes elites liberales.302 Es decir que estos grupos sociales mostraron
tempranamente una mayor receptividad ante los valores que los liberales querían
transmitir a la sociedad.
Como sostiene López Bernal, las relaciones mantenidas con el Estado de parte de
intelectuales, artesanos y obreros se habían consolidado gracias a los ideales y valores
liberales, entre los cuales resaltaban el civismo, la moral y el orden. Y aunque ya para
1918 ideas anarco-sindicalistas e incluso planteamientos socialistas habían tenido alguna
divulgación, de ningún modo eran dominantes en la ideología obrera. Estos grupos
seguían creyendo que el progreso, individual y social era posible mediante la educación,
el trabajo y la disciplina. Además, como una muestra más de que su matriz ideológica era
y seguía siendo el liberalismo, los artesanos y obreros no habían renunciado al ideal
unionista.303
Masferrer inicia un modo nuevo de pensar para los intelectuales salvadoreños. Por su
compromiso con la realidad que se vivía en El Salvador, especialmente las capas bajas
de la sociedad y por su forma de concretar su pensamiento, puede decirse que Masferrer
inicia una nueva ética. Esto implica un conocimiento claro de la realidad y una praxis
concreta que exige el cambio social en todas sus expresiones.
302
Cfr. Víctor Hugo Acuña, “Clases subalternas y movimientos sociales en Centroamérica (1870-1930)”, en
Historia de Centroamérica, Las Repúblicas Agroexportadoras; Tomo IV, FLACSO, 2ª Edición, Costa Rica,
1994. pp. 291-292.
303
Cfr. C.G. López Bernal, Tradiciones Inventadas, Op. Cit., p.113.
125
El compromiso político que Masferrer tiene con la realidad salvadoreña no pasa por
ninguno de los partidos políticos existentes en ese momento. No obstante, Masferrer es
consciente de que el verdadero accionar político que transforma la realidad tiene que
pasar inexorablemente por la política orgánica; por ello inicia en 1929 la organización del
Partido Vitalista.
304
Patria, 28 de julio de 1928, pp. 1-2. Las cursivas aparecen en mayúsculas en el original.
305
Otra prueba de ello la tenemos en el enojo que Roque Dalton muestra años más tarde. Cfr. R. Dalton, Las
historias prohibidas del pulgarcito, Op. Cit., pp. 103-110.
306
A. Masferrer, “¿Qué debemos Saber?”, Obras Escogidas, Op. Cit., p. 145.
126
Ahora bien, de acuerdo a esta perspectiva, podría deducirse que aquí tenemos una de las
causas principales por las que el oficialismo contemporáneo marginó a Masferrer y, por
otra parte, exaltó sólo la parte de su pensamiento que le interesó únicamente por su
utilidad. Y en esto tiene mucha responsabilidad Maximiliano Hernández Martínez que
utiliza su supuesto apoyo al indígena salvadoreño solamente como fachada de su política
cultural.308
307
P. Alvarenga, Cultura y Ética, Op. Cit., p.198.
308
Resulta interesante en este contexto las opiniones publicadas en periódicos salvadoreños por parte de
intelectuales y académicos respecto de perdonar al General Martínez por el genocidio cometido. Al respecto
el académico Álvaro Rivera Larios inicia un debate con el literato Miguel Huezo Mixco; cfr. Faro.net, ¿Y si
condenamos a Salarrué?, en http://elfaro.net/es/201203//el_agora/7856/
309
A. Masferrer, “Así no se puede”, Obras Escogidas, Op. Cit., p. 317.
310
Cfr. A. Masferrer, “Dinero Maldito”, en Obras Escogidas, Op. Cit., pp. 110-142.
127
No cabe duda que Masferrer puede catalogarse como un humanista. De ahí que superara
cualquier amarra con la doctrina liberal positivista como con la elite política. En definitiva,
Masferrer fue un vitalista y por ello se vinculó con obreros, campesinos e indígenas. 311 En
su línea de pensamiento, había desarrollado planteamientos cada vez más radicales
contra el régimen liberal. El periódico Patria se convirtió en una tribuna de denuncia contra
la injusticia, los vicios y las condiciones de vida de los trabajadores urbanos y del campo.
Pero también en contra de las prácticas inhumanas y deshumanizantes de la elite política
salvadoreña.
Como todo ser humano, Masferrer fue hijo de su tiempo y por ello fue parte del entramado
ideológico de su época y se formó en el mundo intelectual de la oficialidad. Pero gracias al
roce con el mundo intelectual europeo, oportunidad que la oficialidad le proporcionó al
instituirlo como cónsul en Amberes donde tuvo la oportunidad de formarse
intelectualmente; pudo desembarazarse del pensamiento oficialista liberal cuando estuvo
de regreso en El Salvador. Y así, construir y presentar un pensamiento alternativo que
trascendió al oficialismo; ya que este oficialismo, a juicio de Masferrer, no promovía
suficientemente la educación, la salud, la vivienda, en definitiva, un Minimum Vital para las
mayorías populares. Es así que Masferrer, siendo parte del oficialismo en un momento
dado de su vida lo trasciende; luego construye y propone, en clara confrontación con el
oficialismo, su teoría vitalista sintetizada en el Minimumvitalismo.
En esa línea la obra de Masferrer anticipa una conciencia clara del agotamiento del
proyecto liberal de nación que la elite salvadoreña propugnaba. Por esto, Masferrer
afirmó, en el contexto de fundación del periódico Patria: “En este diario la palabra Patria
tendrá perennemente una significación muy restringida y muy concreta; significará, en
primero lugar y sobre todo, la vida de los salvadoreños que viven actualmente. El escudo,
la bandera, los próceres, los antepasados, las guerras con los vecinos, Atlacatl, la
mitología india y todo lo demás que forma el ayer, pasará a segundo término, por muy
interesante que parezca.”312
311
De esta vinculación dan cuenta los escritos de Patria, donde se encuentra publicadas una gran cantidad de
cartas enviadas a su director, provenientes de estos sectores. Asimismo su libro ¿Qué debemos Saber? Se lo
dirige especialmente a los obreros y campesinos salvadoreños, representados en el señor José Mejía a quien
dedica este escrito. De la misma manera, Anderson, Alvarenga, López Bernal, etc., confirman esta tesis, Cfr.
Thomas Anderson, El Salvador, pp. 70-71; Patricia Alvarenga, Cultura y Ética, pp. 60-65; C.G. López
Bernal, Tradiciones Inventadas, pp. 196-207.
312
Patria, Editorial del 27 de abril de 1928, pp. 1-2. Las cursivas aparecen en mayúsculas en el original.
128
De este modo, Masferrer le sale al paso a las formulaciones quiméricas elaboradas por
otros intelectuales, aunque éstas estaban matizadas con sublimaciones bondadosas. Más
adelante reafirma que para él lo único válido era la realidad cotidiana de los salvadoreños,
muchos de los cuales ignoraban la existencia de tales mitos de la nacionalidad:
“deseamos que se comprenda bien que no hablamos de símbolos ni de abstracciones: no
queremos absolutamente referirnos a la entidad que se llama El Salvador, ni al ser
ilusorio, convencional y fantasmagórico que se llama el salvadoreño.”313 No obstante, su
mayor crítica se centraba contra los grupos dirigentes: “Bajo las apariencias de una
cultura meramente exterior y de imitación, están viviendo de ideas y sentimientos viejos,
respirando una atmósfera viciada por el estancamiento, con los ojos vueltos hacia atrás,
entregados al culto de toda clase de fetiches.”314 En este marco Masferrer contrapone el
espíritu que moviliza a los vitalistas a una praxis de vida concretos y de modo que:
Los vitalistas no queremos oír hablar más de soberanía, ni de
abstracciones de ningún género; queremos oír hablar de niños que comen
buen pan y toman buena leche; de gentes que van calzadas y vestidas de
verdad; de trabajadores que se nutren bien; de familias que viven en casa
amplia, soleada, aireada; en fin, de un pueblo fuerte, sano, vigoroso, cuya
religión es trabajar y cuya recompensa es vivir.315
313
Patria, Editorial del 27 de abril de 1928, pp. 1-2.
314
Patria, Editorial del 27 de abril de 1928. En esto, Masferrer anticipa una de las mejores propuestas
latinoamericanas acerca del fetiche leído en modo marxista; véase al respecto las reflexiones de Bolívar
Echeverría, “La realidad nacional y el fetichismo moderno”, en B. Echeverría, Discurso crítico y modernidad,
Ensayos escogidos, Ediciones Desde Abajo, Bogotá, 2011, pp. 95-125.
315
Patria, 10 de diciembre de 1928, pp. 1-2.
129
Matilde Elena López317 afirma que Masferrer realizó sus ideas económicas, sociales y su
pensamiento ético-político desde el camino de la justicia social que él entendía como la
preocupación primordial por el bien común. Masferrer habló de la justicia social desde el
corazón del pueblo, como la búsqueda de instrumentos institucionales que permitan una
real distribución del ingreso obtenido con el producto del trabajo del obrero salvadoreño,
productor de bienes. Y esto es preciso ejecutarlo por medio del mejoramiento de dicha
devolución a través de la cualificación de la cultura, la asistencia social: educación, salud
y vivienda. Por ello habló de la libertad humana desde los propios dominios del alma,
como la esencia misma del ser humano. Y habló de los derechos naturales del ser
humano desde lo alto del valor total de la vida, del Vitalismo como vida para todos.318
Para Masferrer, la justicia social es la forma simple y sencilla de devolver al pueblo parte
de aquello que el mismo pueblo ha producido con su trabajo, a fin de que llene sus
necesidades primordiales que es en suma su Minimum Vital.319
Masferrer fue un pensador que estuvo a la altura de los tiempos y que por otra parte se
volvió un abanderado de la justicia social. Él predicaba la necesidad de cambiar
radicalmente las estructuras injustas que gobernaban a El Salvador. No obstante, la
conciencia de los poderosos permaneció impasible y peor aún, cerrada a posibles
soluciones. Cuando en un editorial del periódico Patria se refiere a la hecatombe que está
por venir, refiriéndose a la insurrección y magnicidio de más de 30,000 campesinos y
campesinas salvadoreñas en 1932; y la posterior avalancha que significó la dictadura de
Maximiliano Hernández Martínez en El Salvador, desde 1932 hasta 1944, lo hace
afirmando que el problema del país no es simplemente el problema de carencia de
alimentos para la mayoría de pobres, sino que hay problemas más radicales que son la
concentración de la tierra y las riquezas salvadoreñas en pocas manos. Por tanto, de lo
316
Patria, 29 de junio de 1928, pp. 1-2.
317
Cfr. M. E. López, “Prólogo a las Obras Escogidas de Alberto Masferrer”, en Obras Escogidas, Tomo I,
Op. Cit., pp. 9-84.
318
Cfr. A. Masferrer, “Doctrina del Mínimun Vital”, en Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., pp. 51-97.
319
Ibídem, pp. 58-59.
130
que se trata es de volver a la administración de la tierra cuando ésta era de todos, hay
que volver, pues, al ejido.320
320
Cfr. Patria del 20 de diciembre de 1928, pp. 1-2.
321
Es interesante notar cómo el sentido común es catalogado como una categoría sociológica de mucha
importancia para el filósofo marxista Antonio Gramsci (1891-1937), para quien la sociedad civil es una
totalidad compleja y por tanto debe ser considerada bajo aspectos complementarios entre los cuales el sentido
común desempeña un papel clave para el análisis de la cosmovisión de la sociedad civil. Para Gransci, el
sentido común se ubica en el mismo nivel o grado cualitativo, como le llama él, que la filosofía, la religión, el
folklore. Cfr. Hugues Portelli, Gramsci y el bloque histórico, Editorial Siglo XXI, México, 1978, pp. 17-18.
Masferrer, por su parte, sin decantarse por esta acepción sociológica del sentido común, permite que el
acontecer diario lleve su rumbo y siga su itinerario en su actividad vitalista, de lo contrario, sería como ir
contra corriente, lo que generaría un desgaste innecesario en la actividad práctica; por ello echa mano del
sentido común para mejor desarrollo de la actividad práctica que le exige la labor vitalista.
131
Para esta autora, las influencias que Masferrer y los intelectuales centroamericanos
tuvieron durante el primer cuarto de siglo del siglo XX vienen fundamentalmente de
Europa y la India; pero también de Latinoamérica de donde también hubo una influencia
importante de intelectuales que hicieron cambiar la conciencia social, moral y ética de la
sociedad. Casaús lo afirma retomando las obras fundamentales de los distintos autores
que incidieron en la conciencia social de esa época:
Retomando la región latinoamericana, qué duda cabe de que fue el Ariel de
Rodó el que marcó un punto de inflexión en lo que iba a ser el papel de los
intelectuales latinoamericanos en la nueva concepción de los valores
culturales y morales de ese grupo, abriendo nuevos caminos para la
recuperación de la identidad cultural de lo hispano-latinoamericano, frente a
lo anglo-norteamericano; pero no menos importancia tuvo -a nuestro juicio-
la influencia intelectual de Nuestra América de José Martí. Las fuerzas
morales y el hombre mediocre de José Ingenieros, La raza cósmica de
José Vasconcelos, La Misión de América y el Mínimum Vital de Alberto
Masferrer y Alrededor del problema unionista y La enfermedad de Centro
América de Salvador Mendieta.323
322
Estudios importantes de Marta Casaús Arzú a este respecto son: Las redes intelectuales centroamericanas:
un siglo de imaginarios nacionales (1820-1920), F&G Editores, Guatemala, 2005; “La disputa por los
espacios públicos en Centroamérica de las redes unionistas y teosóficas en la década de 1920: La figura de
Alberto Masferrer”, en Revista Humanidades IV Época, N° 2 Enero-Febrero-Marzo; Universidad de El
Salvador, San Salvador, 2003, pp. 55-77; “La influencia de Alberto Masferrer en la creación de redes
teosóficas y vitalistas en América Central (1920-1930)”, Revista Repositorio, CONCULTURA, III Época, N°
2, San Salvador, 2006, pp. 58-90; “El Vitalismo de Alberto Masferrer y su impacto en el pensamiento de
América Central”, Revista CULTURA, Enero-Julio, N° 102, DPI, San Salvador, 2010, pp. 73-106.
323
M. Casaús Arzú, Las Redes intelectuales centroamericanas, Op. Cit., p. 5. Se remite a la reciente
publicación realizada por Marta Elena Casaús Arzú, con la colaboración de Regina Fuentes Oliva,
denominada El libro de la vida de Alberto Masferrer y otros escritos vitalistas, que constituye una “Edición
crítica de la obra Teosófico-vitalista (1927-1932)” F&G Editores, Guatemala, 2012.
132
maravillosas. Rubén Darío fue nómada y Manuel Ugarte, Vasconcelos, Gabriela Mistral,
Haya de la Torre, impregnaron su vida y su trabajo con frecuentes períodos de
nomadismo.324 Consideraba que todos ellos eran fieles a la memoria de Cervantes y a un
cierto “quijotismo” hispano, que simbolizaba un estilo de vida, una forma de hacer política,
una guía para la acción de personajes que recorrieron América para cumplir una misión
vital: “la de forjar una nación nueva: Hispanoamérica”. Masferrer los citaba como
mentores dignos de admiración o de referencia en la formación de la nación americana
por su inspiración espiritualista, cuyo ejemplo de vida de estos “nómadas” no es sólo
intelectual, sino existencial para que pueda mostrarnos el camino y darnos ánimo y luz
para recorrerlo.325
324
Cfr. A. Masferrer, “La misión de América”, en Páginas Escogidas, San Salvador, Op. Cit., pp. 259-260.
325
Cfr. M. Casaús, El vitalismo teosófico como discurso alternativo… Op. Cit., pp. 108-109.
326
M. Casaús, El Vitalismo de Alberto Masferrer, Op. Cit., p. 77.
327
Ibídem.
133
Para Masferrer saber era poder y por ello todo ser humano debía conocer aquello que le
sirviera para acercarle a la verdad y procurarle así y a los demás una vida feliz.
Consideraba que debía aprehender al máximo aquellos elementos que le permitieran un
conocimiento verdadero del mundo. Creía necesario vincular la ciencia con la moral,
entendiendo ésta “como la ciencia de los derechos y los deberes humanos, cuyo fin es
enseñarnos, cómo se ha de vivir”328 En línea con el anarquismo consideraba que estos
derechos han sido “conculcados”, robados por los ricos evitando que todos los hombres
cumplan con su verdadero y esencial derechos vivir plena y libremente satisfaciendo
todas sus necesidades corporales y espirituales.329 Entre los derechos básicos e
inalienables que llama humanos está el derecho al pan, a la tierra y al trabajo. Es aquí
donde las fuentes de inspiración del anarquismo o del socialismo fabiano están más
claramente expresadas. Incluso cita a pie de página textos de Kropotkin, Reclús, Graves,
para que los obreros los lean, con el fin de que reciban una educación de vida que es, a
su juicio “lo que los anarquistas llaman educación integral y según ellos mismos, así
vivirán todos los hombres en una sociedad bien integrada: trabajando con las manos y
con el cerebro”. Al final, hace un llamamiento a los obreros centroamericanos a
organizarse para crear una sociedad más sabia y justa y para lograr las mismas
conquistas que otros obreros en Europa y en América Latina.330
Entre los temas que estos círculos de intelectuales tomaban como bandera de lucha
estaba el unionismo centroamericano, la identidad nacional, la naturaleza y la esencia de
la nación. En la misma línea, estos intelectuales como afirma Casaús,
Partían del principio de la igualdad de las razas y rechazaban los
planteamientos spenciarianos de la jerarquización racial o fenotípica;
consideraban iguales a todas las razas y su degeneración como producto
de la sociedad y la falta de educación cívica. Esa igualdad “espiritual” o “de
328
A. Masferrer, “¿Qué debemos saber?”, en Obras Escogidas, Op. Cit., p. 149. De acuerdo a Marta Casaús,
el concepto de Masferrer y Kropotkin sobre la ciencia y la moral coincide en la medida en que es el medio
más eficaz de conocer “el estado de las necesidades de la humanidad y medios económicos para satisfacerla”.
P. Kropotkin, 41; y Ética, origen y evolución de la moral (Dogal: Madrid, 1977). Cfr. M. Casaús, “El
vitalismo teosófico como discurso alternativo…” Op. Cit., p. 111.
329
Las similitudes con el Kropotkin de La Conquista del pan son enormes. Para éste, el fin último de los
socialistas utópicos es “reconocer y proclamar que cada cual tiene ante todo el derecho a vivir y que la
sociedad debe repartir entre todo el mundo, sin excepción de los medios de que dispone”, Cfr. P. Kropotkin,
La Conquista del pan, Editoriales Júcar, Madrid, 1977, p. 22.
330
Sobre el anarquismo en Masferrer existe una fuerte polémica, no obstante, el filósofo Constantino Láscaris
Conneno asocia a Masferrer con las corrientes anarquistas sobre todo por la influencia que ejerce en él autores
como Tolstoi y Kropotkin. Cfr. C. Láscaris, Historia de las ideas filosóficas en Centroamérica, Op. Cit., pp.
286-230.
134
origen” les llevaba a pensar que los hombres y las mujeres tenían los
mismos derechos y obligaciones y habían de ser incorporados como
ciudadanos o ciudadanas en igualdad de condiciones.331
De ahí que sea comprensible que estos intelectuales, Masferrer, por supuesto, aboguen
por el acceso a la educación, al trabajo y al sufragio universal sin restricciones de género
o cultura. Asimismo, rechazaban las injerencias culturales y políticas foráneas
especialmente las norteamericanas. Como afirma Casaús:
Influidos por Rodó y la crítica a la nordomanía, consideraban que había que
buscar los valores propios de la identidad latinoamericana y volver la
mirada a las culturas ancestrales. En esta dirección muchos de ellos
expresaron su rechazo a Estados Unidos. Buscaban también la
regeneración moral del individuo y de la sociedad para evitar el retorno al
caudillismo y las dictaduras; en esa línea intentaban imaginar una nación
de ciudadanos iguales ante la ley, en la que se reconocían, respetaban y
toleraban las diversidades de raza, credo, cultura y género.332
No cabe duda que el tema de la unidad centroamericana fue uno de los que más fue
tratado por los intelectuales centroamericanos. Esto implicó no sólo un tema de reflexión
intelectual sino un movimiento social y político que tuvo sus expresiones de solidaridad
internacional, sobre todo con la identidad y solidaridad de los pueblos centroamericanos a
favor de la lucha política, social y militar que Sandino llevaba a cabo con la invasión
estadounidense comandada por el filibustero William Walker. En esta perspectiva, estos
círculos representadas por estos intelectuales intentan construir un movimiento social y
político que buscaba la reconstrucción de la patria grande centroamericana, sobre las
bases del republicanismo que condujera a la concreción de la justicia social y promover el
bienestar general, libre e independiente en campo internacional. De ahí que, como bien lo
dice Casaús:
Mendieta al igual que Masferrer y Wyld Ospina, defendían la federación
centroamericana y definían al partido unionista como la práctica de la
doctrina unionista en un partido cívico y educativo, que apoyaba la
“economía socialista” y el sistema de gobierno conocido como “federalismo
331
M. Casaús, Marta E. Las Redes intelectuales centroamericanas, Op. Cit., p. 74.
332
Ibídem.
135
333
Ibídem, p. 97.
334
Cfr. Marta Casaús, “El vitalismo teosófico como discurso alternativo…” Op. Cit., p.93.
335
Este fenómeno no fue individual ni estaba exclusivamente circunscrito a dos o tres personajes ilustres por
cada república centroamericana como Sandino, Mendieta, Soto Hall, García Monge, Wyld Ospina o Juárez
Muñoz, sino que fue fruto de un complejo entramado de redes sociales vinculadas a nuevas corrientes
espiritualistas, espiritistas y teosóficas, que constituyeron durante las primeras décadas del siglo XX un
intento de ruptura de los paradigmas positivistas y materialistas en la región y abrieron nuevos espacios de
debate y de lucha por la hegemonía política y cultural. Si bien no lograron ganar la disputa por la hegemonía,
porque fueron desplazados por ambas corrientes, generaron nuevos espacios de sociabilidad y de debate
mediante nuevas aproximaciones a problemas no resueltos, que visibilizaban a actores sociales que no poseían
voz propia, como las mujeres, los campesinos e indígenas, y generaban nuevos imaginarios nacionales en
donde la búsqueda de valores propios, basados en lo étnico y cultural, iban a permitir sentar nuevas bases para
la legitimidad de las naciones centroamericanas. M. Casaús, “Las redes intelectuales centroamericanas…”
Op. Cit., p. 6.
136
336
Ibídem, p. 17.
337
Ibídem.
338
Ibídem.
137
Esta es la razón, de acuerdo a Casaús, por la que las elites intelectuales y políticas
centroamericanas actuales buscan de nuevo en Masferrer el referente, el punto de
confluencia y de congruencia para la reformulación de la nación en momentos de crisis y
vacío de poder:
Porque ha sido uno de los pocos pensadores centroamericanos con un
pensamiento híbrido, pero aglutinador; con un programa aparentemente
sencillo, pero muy profundo y con proyección social; con una visión
incluyente e integradora de la sociedad y con una postura regeneracionista
y moralista, basada en la recuperación de los valores humanos y de los
derechos inalienables del individuo. Por todo ello logró calar en el
imaginario nacional y generar consensos entre diversos sectores y ha
hecho posible la recuperación de referentes y símbolos cívicos, culturales y
sociales para la formación de identidad nacional.339
El papel que debe jugar Centroamérica en el contexto mundial fue un tema analizado no
sólo por Masferrer sino por otros intelectuales que aunque eran cuantitativamente pocos,
por la incidencia que lograron en su época, fueron muy influyentes. Entre ellos Masferrer
desempeñó un papel importante como orientador.
339
M. Casaús, “El vitalismo teosófico como discurso alternativo”, Op. Cit., p. 18.
340
Cfr. M. Casaús, El vitalismo teosófico como discurso alternativo de las elites intelectuales
centroamericanas en la década de 1920 y 1930. Principales difusores: Porfirio Barba Jacob, Carlos Wyld
Ospina y Alberto Masferrer. En http://www.rehmlac.com/recursos/vols/v3/n1/rehmlac.vol3.n1-mcasaus.pdf ;
De la misma autora, ver: La formación de la nación cultural en las elites teosóficas centroamericanas 1920-
1930: Carlos Wyld Ospina y Alberto Masferrer.
http://www.ues.edu.sv/descargas/memoria/sigloxx/casaus.pdf; Asimismo: Las redes intelectuales
centroamericanas y sus imaginarios de nación (1890-1945),
http://www.ortegaygasset.edu/fog/ver/327/circunstancia/ano-iii---numero-9---enero2006/investigaciones-en-
curso/las-redes-intelectuales-centroamericanas-y-sus-imaginarios-de-nacion--1890-1945-; Ver también: M.
Casaús y T. García Giráldez, Op. Cit., 2005.
138
341
Cfr. M. Casaús, “El vitalismo teosófico como discurso alternativo…”, Op. Cit., p. 15.
342
Ibídem.
343
Cfr. Ibídem, p. 16.
344
A. Masferrer, Obras Escogidas, p. 525.
345
Masferrer, “El grito de batalla”, citado por Saúl Flores, Madre América, Op. Cit., p. 11. Hay que notar que
en esta temática Masferrer coincide con Vasconcelos en su ensayo La Raza cósmica publicado en 1925.
139
mujeres de su tiempo, una verdadera y más amplia justicia, y una más extensa e intensa
cordialidad.346
Asimismo añadía que dentro de los objetivos de dicha unión, sería importante el procurar
a todos los habitantes de Hispanoamérica la satisfacción íntegra de sus necesidades
primordiales, según la define la doctrina del Mínimum vital.347
Este proyecto constaba de veintinueve puntos en los que se proponía una unión
continental de la América hispanoparlante, en la línea de los forjadores de la patria grande
como fueron Simón Bolívar o José Cecilio del Valle; o sus contemporáneos Ugarte, Martí,
Mistral y Vasconcelos. Casi todos los puntos coincidían con su programa vitalista.348
Masferrer al igual que Rodó y Vasconcelos, cree que América constituye una presencia
cultural importante en el desarrollo presente y futuro del mundo y es obvio que existan al
menos dos Américas culturalmente distintas, una latina y la otra anglosajona. Ambas
tienen un papel distinto en el desarrollo histórico de la cultura en el continente y han
llevado un derrotero diferente y a veces hasta contrapuesto.
En la perspectiva latinoamericana, para dejar claro lo que Masferrer entiende por el papel
que debe desempeñar este continente en el proceso de desarrollo de los pueblos del
mundo, escribió al menos cuatro documentos importantes que viene al caso mencionarlos
y sintetizarlos a efecto de vislumbrar el papel de Latinoamérica en el mundo a principios
del siglo veinte.
346
Cfr. M. Casaús, “El vitalismo teosófico como discurso alternativo…” Op. Cit., p. 17.
347
Ibídem.
348
Cfr. M. Casaús, “El vitalismo teosófico como discurso alternativo”, Op.Cit., p. 16. La autora nos remite
también a las cartas manuscritas de Masferrer a su hermana Nela Mónico desde Guatemala, de la colección
particular de José Panadés acerca de la fundación de la Unión vitalista de Guatemala y de la Unión vitalista
Americana, presentada por su hermana Teresa Masferrer y por Gabriela Mistral el 29 de noviembre de 1929.
Cfr. Teresa García Giráldez, “La patria centroamericana en la prensa política guatemalteca: continuidades y
rupturas en El Amigo de la Patria y El Unionista, (1880-1920),” en Caleidoscopio, Universidad Nacional
Autónoma de Aguascalientes, (en Prensa). Asimismo en la ponencia “La patria grande centroamericana: la
elaboración del proyecto nacional por las redes políticas unionistas”, en III Congreso Nacional de Historia de
El Salvador, junio 2003.
140
El primero es una carta abierta escrita y publicada en Costa Rica en 1898, denominada La
Nueva Centroamérica;349 el segundo lo escribió en San Salvador, en 1901 denominado
Ensayo sobre el desenvolvimiento político de El Salvador.350 El tercero lo constituyen dos
artículos cortos denominados: el primero La Misión de América: El Grito de Batalla y el
segundo Ahora y en ti mismo.351 El cuarto documento fue redactado en su versión final en
1928 y se trata de tres artículos que Masferrer denominó La Misión de América.352
Este es el título que Masferrer dio a una carta dirigida a Don Rubén Rivera353, el día 28 de
octubre de 1898, en el contexto del intento integracionista de la República Mayor de
Centro América iniciado y convocado por el presidente de Honduras, Policarpo Bonilla, el
20 de junio de 1895 y al que acudieron además de aquel país, El Salvador y Nicaragua.
Dicho intento, a la postre, como los anteriores a éste, resultó ser fallido. Para Masferrer
este intento abrió una nueva etapa de reflexión sobre el tema de la integración
centroamericana cuyos alcances exigieron claridad sobre el nuevo papel que debía jugar
Centro América en el contexto político mundial.
Masferrer afirma en esta carta que “es ley histórica que las ideas para que se conviertan
en hechos, han de estar en proporción con los hombres llamados a realizarlas, han de
349
El filósofo y educador español radicado en Costa Rica, Constantino Láscaris Comneno (1923-1979) da
cuenta de la presencia de Masferrer en Costa Rica para estas fechas. Cfr. C.C. Láscaris, Desarrollo de las
ideas filosóficas en Costa Rica, Editorial Costa Rica, San José, 1965, pp. 249-252.
350
A. Masferrer, Ensayo sobre el desenvolvimiento político de El Salvador, Editorial Clásicos Roxsil, Nueva
San Salvador, 1996.
351
Saúl Flores, Madre América, Lecturas Americanas, Volumen III, Tipografía Offset, Editorial Central, San
Salvador, 1965. En el texto denomina La Misión de América: El Grito de Batalla; Masferrer afirma que
“América ya no es una expresión geográfica, sino una expresión moral. América es una Fe y un Propósito.
América es el credo político, social y espiritual de los Hombres Nuevos… Cfr. ítem 4.3.2.3. La Misión de
América: El Grito de Batalla, ahora y en ti mismo, donde se amplía esta idea.
352
La primera versión de estos artículos los escribió Masferrer en 1923, con el objetivo de presentarlos como
Discurso en la apertura de las clases en la Universidad de El Salvador del año lectivo de 1924. Véase: Revista
La Universidad, Serie XIII,-N°1; Julio-Septiembre de 1924, pp. 2-8. Posteriormente este discurso fue
reelaborado por el autor y presentado en el periódico Patria en las fechas ya referidas.
353
Don Rubén Rivera fue un médico de Sonsonate que publicaba en el Diario de El Salvador temáticas
referidas a la integración centroamericana. Esta información se sabe por Masferrer, quien en la introducción a
esta carta dice lo siguiente: “Mi estimado amigo. Por las repetidas defensas suyas publicadas en el Diario de
El Salvador, adivino que es usted objeto de incesantes ataques…” Cfr. A. Masferrer, “La nueva Centro
América”, Op. Cit., p. 47.
141
Para Masferrer, en el ámbito político la unión no hace la fuerza, ya que “si así lo fuera, la
fuerza de las naciones estaría siempre en razón directa de su número de habitantes y de
la extensión de su territorio. Pero en política, sólo produce fuerza la unión de las fuerzas;
sólo energía la suma de energías. Unir debilidades, unir descréditos, unir enfermedades,
unir cánceres, no dará jamás resultados positivos.”356
En el caso de los tres países que en 1896 buscaban unirse a iniciativa del presidente
hondureño, constituyeron por un tiempo efímero, lo que se dio a llamar la Patria Grande
de Centro América. Pero en realidad, en esta parte de la región centroamericana,
concretamente en el tema de las vías de comunicación entre estos países, éstas no
pasaban de ser caminos vecinales en condiciones precarias o en mal estado físico que
imposibilitaban el tránsito y la conectividad; de tal manera que estos países se
encontraban en situación de aislamiento físico entre sí. De ahí que el intento de unidad
política centroamericana también resultaba ser un camino muy escabroso y a la postre se
convertiría en un esfuerzo infructuoso.
354
Masferrer, A., La Nueva Centro América, Carta Abierta, Editorial Clásicos Roxsil, Santa Tecla, 1996, p.
48.
355
Cfr. Masferrer, A., La Nueva Centro América, Carta Abierta, Op. Cit., 48.
356
Masferrer, A., La Nueva Centro América, Carta Abierta, Op. Cit., 49.
357
Sarbelio Navarrete (1879-1952), intelectual salvadoreño y doctor en Derecho por la Universidad de El
Salvador, de la que fue Rector de 1936 hasta 1939, cargo al que renunció debido a la intervención que el
régimen de Maximiliano Hernández Martínez llevara a cabo en esa fecha. Navarrete escribió artículos muy
importantes en temáticas filosóficas, integracionistas y culturales. Dentro de sus escritos sobresalen: “Bajo el
Signo de Descartes”, “La verdadera fecha de nuestra independencia”, “Panegírico a la Ciudad de San
Vicente”, etc.
142
Para Navarrete, “el federalismo fue el disfraz aparatoso del egoísmo regionalista.”359 Ya
que alrededor de la idea de unión centroamericana se ha formado una idea de erróneos
conceptos y de pasiones mezquinas;360 porque “el fenómeno federalista apareció en
nuestra historia como inmediata consecuencia del provincialismo y fue el predominio de
los intereses localistas sobre los nacionales la fuerza disociadora que produjo la
separación de los Estados.”361
En conclusión para este autor “la federación no existió jamás; fue solamente una
sombra.”362 Idea que nos pone en la perspectiva y línea que ya había sido apuntada por
Masferrer una década antes.
No cabe duda que Masferrer tiene claro que no es sólo por la vía de la voluntad que se
va a lograr la unidad centroamericana, él sabe que hay que poner mediaciones concretas
que vayan logrando el objetivo de salir del fragmentarismo político en el que han instalado
a Centroamérica el caudillismo y conservadurismo. Esto lo trata Masferrer más
profundamente en el Ensayo sobre el desenvolvimiento político de El Salvador.
Este ensayo lo escribió Masferrer hacia el año 1901 con el interés de participar en el
concurso de ensayo que fuera convocado por el Diario de El Salvador en esa fecha.363 El
358
S. Navarrete, En los Jardines de Academo, Editorial Universitaria, Segunda edición, San Salvador, 1977,
p. 74.
359
Ibídem, p. 76.
360
Ibídem, p. 80.
361
Ibídem, p. 82.
362
Ibídem, p. 77.
363
Cfr. A. Masferrer, Ensayo sobre el desenvolvimiento político de El Salvador, Op. Cit., p. 44.
143
documento está organizado en trece sub apartados cortos al final de los cuales presenta
un resumen del documento elaborado. Este trabajo cierra con una nota final en la que
afirma el interés que motivó la redacción de este ensayo y declara, además, la razón por
la cual no se ha estudiado y presentado el ámbito social de El Salvador.
Por su parte, Luis Aparicio que prologa la segunda edición de este ensayo,364 afirma que
esta obra recoge un penetrante análisis político del acontecer centroamericano y
salvadoreño, ya que en ella, Masferrer advierte que “la unidad [de Centro América] habría
sido lo deseable, alaba con sinceridad la independencia centroamericana; pero se duele
porque recién conseguida, comenzaron las tendencias separatistas que habría de costar,
como él lo dice ríos de oro y de sangre”.365
364
Ibídem,, pp. 5-6.
365
Ibídem,, p. 5.
366
Ibídem.
367
R. Lara Martínez, El Bicentenario. Un enfoque alternativo, Editorial Universidad Don Bosco, San
Salvador, 2011, p. 35.
144
368
Ibídem, p. 35. Las cursivas aparecen en el original entre comillas, con lo que muestra el autor que está
citando a Masferrer. Para evitar tanta comilla en un pequeño párrafo pero mantener el espíritu del texto, aquí
se ponen en cursivas.
369
Cfr. Lara Martínez, R, El Bicentenario. Un enfoque alternativo, Op. Cit, p. 36.
370
A. Masferrer, A., Ensayo sobre el desenvolvimiento… Op. Cit., p. 9.
371
Ibídem.
372
Ibídem, p. 10.
373
Ibídem, pp. 10-11.
145
Con esta afirmación queda claro que para Masferrer la unidad de las provincias
centroamericanas era algo de lo cual no se tenía en mente prescindir por parte de los que
lideraban las luchas emancipadoras. Luego el autor hace una reflexión sobre el influjo que
ha tenido la historia de dominación y sometimiento de la corona española a la formación
cultural y humana en la individualidad de los salvadoreños, de tal manera que la
idiosincrasia salvadoreña está condicionada por dos maneras de ser que podemos
identificarla en la relación dialéctica que existe entre el dominante-dominado, tipificadas
éstas en las figuras del militar y del sacerdote:
Como aquellos sueños se desvanecieron, lo sabemos. Arriba, en los
mandatarios, la tendencia irresistible a manejarlo todo, a ingerirse con
poder absoluto, hasta en el pensamiento y en la conciencia. Abajo, en la
masa, la costumbre, -trasmitida secularmente a través de la sangre de dos
razas- de obedecer sin restricciones, de sujetar ideas, actos y sentimientos
al poder de un hombre, para ellos un rey, aunque se llamara presidente o
vice jefe; un verdadero monarca cuyo poder venía de Dios. Para sostener
ese poderío, ya casi ilimitado, estaban la milicia y el clero. Aquel soldado
era el antiguo paladín, devotísimo de su señor y de su dama; despreciando
al pechero fiándolo todo a los tajos de su espada de dos manos, a los botes
de su lanzón y a las resistencias de su escudo. Con otras armas y otro
vestido, no ya bajo el dominio de un rey, pero siempre de un señor, allí
estaba para sostener contra viento y marea la voz del jefe, la voluntad del
amo, el antojo del señor que concedía honores y ascensos.374
El sacerdote por su parte, afirma Masferrer “para quien república y herejía eran la misma
cosa; creyendo que todo poder viene de Dios (…) aceptaría el dominio estable de las
dictaduras, dándoles su apoyo en cambio de la tranquilidad, del sosiego y de la
conservación incólume de sus prerrogativas.”375
Para Masferrer “de este modo la república democrática y confederada tenía en su contra
el pasado, los instintos, las costumbres, los intereses, las preocupaciones; en su favor no
más que el cariño de unos pocos soñadores: una tímida aurora en lucha con la oscuridad
374
Ibídem, p. 12.
375
Ibídem, p. 13.
146
cerrada y densa.”376 Luego apareció el lógico temor que la historia había corroborado; es
a saber, la dominación de Guatemala como cabeza y corazón de la capitanía general que
ante la nueva perspectiva histórica, buscaba seguir manteniendo dicho status:
Pero un nuevo elemento apareció en seguida en forma de tendencias
separatistas. Por debajo de los espíritus elevados y benévolos estaban los
suspicaces que exigían entrar en el pacto federal en condiciones de
absoluta igualdad; querían alejar todo peligro de que Guatemala ejerciera ni
la más leve supremacía sobre los demás estados; temían que con
apariencias de federación subsistiera la Capitanía General: un organismo
en que Guatemala sería el corazón y el cerebro; el antiguo reino de
Guatemala, en fin.377
De acuerdo a la perspectiva que Masferrer tiene en este punto, “a las suspicacias de unos
y a las exigencias de los otros, añadamos que era Guatemala el baluarte de las ideas
conservadoras, santuario de la tradición ultramontana, y [de] las provincias.”378 De ahí que
“contra esas ideas, esos intereses, esas suspicacias, luchó incesantemente la federación,
nunca sólida, nunca bien constituida, rota por un lado, apenas recompuesta por otro. La
espada de Morazán fue para ella como una batería eléctrica para un cadáver: a cada
contacto parece revivir; en realidad siempre está muerta.”379
Masferrer llega así a una conclusión lógica: que la historia ya dio de sí y demostró con
entera claridad que la unidad política de las cinco repúblicas constituía un sueño
irrealizable. En esta perspectiva, no volverá “a alzarse el caído estandarte: a la empresa
de tremolarle, seguiría su abatimiento inmediato. Porque los tiempos han cambiado;
porque estos pueblos han cambiado, y ha de cambiar, necesariamente la forma de
realización de aquella idea.”380
376
Ibídem.
377
Ibídem, p. 14.
378
Ibídem, p. 15.
379
Ibídem.
380
Ibídem, p. 18.
147
intentaron realizar la unión por medio de un pacto entre los gobiernos; efímera e infantil
empresa, que la historia casi no ha tenido tiempo de registrar.”381 Y ante esa realidad,
Masferrer cree que “la única forma posible de verificar la grande aspiración de ser uno es:
la aproximación primero, la unión después.”382 Y ahí radica el principal papel político de El
Salvador, evidenciado lúcidamente por Masferrer.
Esto condujo a cambios de gobierno al arbitrio de los que toman el poder por medio de la
fuerza de las armas y “el cambio de gobierno, creó, por la fuerza, toda clase de
prerrogativas para las gentes de espada, hasta el punto de poner en sus manos los
destinos de la nación. Así nos dio el militarismo.”386 Y esto constituyó la base del
381
Ibídem, p. 19.
382
Ibídem.
383
El tema de la nación se desarrollará en el Capítulo Tercero, concretamente en el inciso 5. Elementos del
pensamiento filosófico vitalista masferreriano.
384
Masferrer, A., Ensayo sobre el desenvolvimiento… Op. Cit., p. 24.
385
Ibídem, p. 25.
386
Ibídem, p. 32.
148
“descrédito, sujeción, miseria, desorden, ferocidad, atraso y tiranía, esos son, esos han
sido para nosotros los frutos de las revoluciones.”387
Ahora bien, siendo ésta una situación estructuralmente grave en El Salvador, Masferrer
sostiene que la solución al problema tiene que ir en la línea de mejorar o cualificar la
cultura. Cosa que sólo se logra por medio del cultivo del pensamiento y la educación. Esto
es lo que permitirá que el país salga adelante en el proceso de desarrollo cultural y que
pone a El Salvador en las posibilidades reales de ejecutar su papel en el contexto
internacional; porque como él lo dice referido a los adelantos que de verdad y con
permanencia tenemos ya de civilización, ¿a qué los debemos? Y responde que sin lugar a
dudas es la evolución cultural de los pueblos la que trasciende a aquellos que se han ido
quedando rezagados; es decir, “a la influencia invasora de la cultura exterior, que en este
siglo dispone de maravillosos medios de propaganda.”388
Al final, concluye Masferrer que “los pueblos no existen aislados en el planeta. Por
encima, o mejor dicho, sin contacto ninguno con los vínculos voluntarios de la diplomacia,
existen vínculos irrompibles que atan a las naciones, haciéndolas participar fatalmente en
el resultado de sucesos que les son extraños. Así, hay entre ellas, una solidaridad
evidente, benéfica unas veces, perjudiciales otras, pero siempre más peligrosa para los
más débiles.”390
No cabe duda que superar los problemas sociales, políticos, económicos y culturales, sólo
puede hacerse a partir de una educación sistemática para todos, no sólo para los
acomodados económicamente, ya que la cultura y la educación permitirán lograr mayores
niveles de humanización en El Salvador y en la región centroamericana.
387
Ibídem.
388
Ibídem, p. 34.
389
Ibídem, p. 36.
390
Ibídem, p. 39.
149
Este tema lo aborda Masferrer en dos artículos cortos escritos presumiblemente hacia
1918. En el primero de ellos, el autor comienza afirmando que América es el continente
que está destinado por la Providencia y por la Naturaleza a ensayar y realizar las nuevas
formas de vida que la humanidad necesita para el momento. Según él, todo lo que los
seres humanos han anhelado para concretar una nueva vida puede y debe realizarse en
América. De acuerdo a esto, América tiene un nuevo significado consistente en “una vida
limpia en la que el pan no se amasa con sangre, ni prostitución, ni embriaguez, ni
miseria”.391
Para Masferrer América es una idea que batalla para convertirse en una fuerza realizada
en el tiempo y el espacio: “La América débil, desunida, parcelada y mezquina,
devorándose a sí misma, es la América vieja, carcomida y podrida, obra de enanos y
miopes”.394 Es una realidad que hay que superar por ello hace un llamado a los hombres y
mujeres del continente a enterrar y olvidar esa concepción de América, a partir de una
lucha que aunque conlleva sufrimiento, al final se consigue el triunfo. Y este camino no es
el de las revoluciones miopes que hasta ahora se han practicado que reclaman ríos de
oro y de sangre, sino aquella que conduce a elevar la cultura, el conocimiento y el
desarrollo, aquella que es construida por hombres nuevos:
Y hagamos surgir de sus cenizas la América nueva, fuerte, unida,
concorde, consciente de su misión, dispuesta al dolor y a la muerte para
391
S. Flores, S., Op. Cit., p. 11.
392
Ibídem, p. 11.
393
Ibídem.
394
Ibídem.
150
En el segundo artículo, Masferrer afirma que para que esa América de la que ha hablado
antes se haga una realidad, es necesario que germine y nazca un hombre nuevo. Es
decir, un hombre cuyo espíritu conlleve en sí mismo el anhelo de forjar el futuro como
presente de la humanidad en esta parte del mundo. En este sentido, esa nueva América
“jamás podrá nacer de una simple construcción mental, jamás de meras fórmulas
científicas ni de abstractos y fríos sistemas, sino de una llama que a un tiempo dé luz y
calor; de una llama que encendida en el corazón suba a esclarecer el pensamiento para
que encuentre los caminos y a caldear la voluntad para que los recorra”396 de manera
inminente. Y para que este pensamiento no se quede en una simple ilusión motivadora,
Masferrer traduce dicha motivación en acciones programáticas concretas:
Ahora y en ti mismo ha de comenzar la guerra implacable contra la
embriaguez del alcohol, del opio, del tabaco, de la morfina, de todos los
narcóticos; y contra la alimentación sangrienta, que hace al hombre
agresivo, impulsivo, feroz y cruel; y contra la prostitución que pudre el
cuerpo, que hace mugre la carne, y siembra de miasmas y de podredumbre
la carne y los huesos, y disuelve la voluntad en las nieblas viscosas de la
duda.397
Al final de este corto escrito, Masferrer afirma que este programa de vida es necesario
cumplirlo para que dé inicio el surgimiento de hombres nuevos creadores de la nueva
historia, de la nueva América que abrigará a la nueva humanidad, la nueva vida que todos
los hombres anhelan y que así la necesitan.
395
Ibídem.
396
Ibídem, p. 12.
397
Ibídem, p. 13.
151
No obstante a esta Latinoamérica le hace falta algo para que cobre su verdadera
identidad y unidad como pueblo; y eso que le falta es “una conciencia colectiva y la
exterioridad de algunos matices comunes, para ser a sí mismo una actual y viviente
nación.”401
En la reflexión que hace Masferrer sobre el papel que debe desenvolver el continente
americano, necesariamente hay que analizar el papel de Europa para el mundo. En este
contexto, la Primera Guerra mundial, librada en Europa de 1914 a 1918 demostró que
398
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., pp. 515-516.
399
Ibídem, p. 516.
400
Ibídem, pp. 516-517.
401
Ibídem, p. 517.
152
este continente está imposibilitado para ser rector de la cultura, la unidad y la civilización
humana.402 Para Masferrer, esta guerra demuestra que “se tiene ya conciencia de que la
hegemonía de la civilización europea llegó a su fin, y que la decadencia ha comenzado.
Allá mismo, los hombres de más visión y sinceridad lo comprenden y lo confiesan, y los
más optimistas discurren desesperados remedios, como los que suelen aplicarse a los
enfermos que agonizan.”403 De acuerdo a su punto de vista:
En el momento en que Europa comienza a perder el gobierno de la
civilización, se halla la América Española como un niño inexperto, inhábil,
acostumbrado a que piensen por él, a que ideas, sentimientos,
aspiraciones y gustos se le den hechos; a que le enseñen o le sugieran
todo, hasta los vicios; a no ser más que un reflejo de aquella luz de Europa
que ahora comienza a nublarse y desvanecerse. Nuestra aspiración única,
que fue en todo copiarle e imitarla, se encuentra ahora convertida en una
aspiración peligrosa; pues si la civilización europea comienza a morir, no es
sino porque ya no es saludable, ya no es adecuada, ya no responde a las
necesidades y anhelos del mundo.404
402
Cfr. Ibídem, p. 518.
403
Ibídem.
404
Ibídem, p. 519.
405
Ibídem, p. 520.
153
Este es el horizonte que llama a ser construido por los pueblos latinoamericanos. Y para
eso debe haber una conciencia clara de lo que se pretende construir, un claro liderazgo
que sea el conductor de los pueblos hacia ese horizonte. Masferrer lo afirma de la
siguiente manera:
Como toda luz viene de lo alto, pienso yo que en la América Hispana –
donde no hay realeza, ni aristocracia, ni órdenes militares caballerescas, ni
castas sacerdotales dominantes, ni colegios de iniciados, ni ricas y
refinadas oligarquías, ni mecanismo alguno, tradicional o clásico,
encargado de la alta enseñanza y conducta de los pueblos– pienso yo, que
son las Universidades las llamadas, necesariamente, a consultar la brújula
y a trazar el itinerario.409
406
Ibídem, p. 522.
407
Ibídem, p. 524.
408
Ibídem, p. 525.
409
Ibídem.
154
Y Masferrer culmina con una reflexión que adelanta la perspectiva universal del dominio
de la vida diciendo que “cuando las universidades hispanoamericanas orienten su trabajo
en el sentido que demandan la vocación de estos pueblos y la necesidad y el anhelo de la
humanidad en esta hora,”410 entonces, hombres y mujeres comunes de todos los pueblos
de América, “podremos decir que las esperanzas del mundo se han salvado, y que la
Nueva Era no será el predominio mental y moral de una sola nación sino la flor, la rosa de
cien hojas, nacidas del corazón y de la inteligencia de todas las razas y de todos los
pueblos.”411
El llamado está hecho a que se construya la patria, la nación y en este sentido para
Masferrer la patria lo constituye toda la región centroamericana. Porque el suelo, la
lengua, las costumbres, el folklor, etc., no construyen la patria, sino que lo que la
construye es la unión de voluntades. De ahí que la educación de calidad desempeñe un
papel crucial en la construcción de la patria y eso sólo se concreta en aquel lugar donde la
educación formal no prepara caricaturas de profesionales sino, por el contrario, forma a
seres humanos en el pleno sentido de la palabra; es a saber, personas que piensan por sí
mismas.
En este marco es que para Masferrer la unidad centroamericana vendrá a ser la solución
a muchos problemas provinciales. No obstante, el tema de la federación, como ya se ha
visto es una creación fantasmagórica que desde la perspectiva de Sarbelio Navarrete y
por supuesto para Masferrer, es un tema insoluble por el momento.
Teniendo presente las características que América latina tiene para ese momento y
resaltando las ideas que Masferrer expresa al respecto, la de identidad y unidad cobra
fuerza para la construcción de una verdadera patria y el papel histórico que le toca jugar a
este continente en el conjunto de naciones en el mundo. En esa línea Masferrer destaca
la falta de conciencia de sí que tiene América latina; por lo que el papel de las
universidades como centros de investigación en los campos de la cultura, de la historia
nacional y de la proyección social es de carácter necesario y urgente. Esta perspectiva
viene a solventar, al menos en parte, la necesidad de una conciencia social
410
Ibídem, p. 526.
411
Masferrer, A., Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 526.
155
latinoamericana. Es interesante ver cómo años más tarde, Ignacio Ellacuría trata la
cuestión del papel que debe jugar la universidad en cuanto tal en el marco del cambio
social y cómo para eso debe ella revalorar el hecho y la necesidad de asumir el carácter
político que le compete. Esto implica asumir la realidad sociopolítica en la que la
universidad se encuentra instalada; es decir, la realidad de las mayorías oprimidas como
punto de fundamentalidad ética que conlleva la opción preferencial por las mayorías
oprimidas.412
Conclusión
En 1881 se decretó la abolición legal de las tierras ejidales y comunales. Entre líneas se
puede ver que esta abolición se encaminó a la erradicación de las comunidades
indígenas, aunque la resistencia activa y pasiva de los pueblos indígenas prolongaría el
proceso hasta bien entrado el siglo XX. La aplicación inicial de la medida generó varias
revueltas indígenas importantes, aunque fallidas: las de 1884 en Izalco y Atiquizaya, las
de 1885 y 1889 en Cojutepeque y la de 1898 en Santa Ana, en que los indígenas
insurrectos cortaron las manos de jueces repartidores ejidales.
412
Cfr. I. Ellacuría, “Universidad y política” en Veinte años de historia en El Salvador (1969-1989), Escritos
Políticos, Tomo I, UCA Editores, San Salvador, 1991, pp. 17-45.
156
Para nuestra interpretación y análisis, la conversión de las tierras del común en propiedad
privada se ubica entre los acontecimientos más importantes de la historia salvadoreña.
Miles de parcelas previamente poseídas y administradas por comunidades y
municipalidades pasaron a manos privadas. Campesinos y empresarios obtuvieron títulos
de tierras que ahora podían vender o hipotecar con mayor facilidad o administrarlas sin
recurrir a las autoridades municipales o comunales.
El hito que constituye las reformas liberales y sus tres momentos históricos (las reformas
constitucionales de 1881; la dinastía de los Meléndez-Quiñónez y la masacre de 1932),
para la historia salvadoreña, ha puesto las bases para una seria transformación del país.
En ello cifró Masferrer sus expectativas en la construcción de una Patria donde la vida de
los salvadoreños sea viable de manera concreta y no idealista. Esto implicó para él la
elaboración de un pensamiento filosófico y político que tuviera que ver con la realidad
concreta que le tocó vivir a las mayorías populares, específicamente a indígenas y
campesinos. Un pensamiento filosófico y político al que le corresponde una ética, cuyo
punto de inflexión fuera la búsqueda de transformar la realidad de su tiempo en una
realidad más justa. Por ello estructura su propuesta Vitalista. Pensamiento filosófico que
mejor expresa el contenido ético y político de una reflexión crítica al servicio de la
construcción de una sociedad más humana. Y como lo decía él, los seres humanos no
podemos vivir si no es en la tierra y ésta es un recurso limitado. De ahí que una justa
distribución de la tierra, sea el elemento clave del Vitalismo de Masferrer.
Esa centralidad del ser humano real, en el vitalismo de Masferrer, es la que lo ubica en el
contexto histórico salvadoreño de 1880-1932; sólo que en el lado contrario del liberalismo;
es decir, desde la lucha por la justicia social.
157
CAPÍTULO TERCERO
Ha habido una opinión, muy generalizada por cierto, que afirma que Masferrer expresó su
mejor formulación del vitalismo en su obra El Minimum Vital, publicada en 1929;413 por el
contrario, aquí se sostiene que la obra cumbre que expresa mejor los principios
fundamentales de su pensamiento social y político del Vitalismo de Masferrer es la
publicada en el periódico Patria, entre los años de 1928 a 1930. Ya que como lo
413
Cfr. Capítulo Primero de esta investigación, concretamente el punto 2. Una aproximación al Vitalismo
masferreriano, pp. 33-37.
158
Este capítulo se ha dividido en cinco partes. La primera trata sobre los conceptos
fundamentales del Minimumvitalismo masferreriano. En esta parte también se especifica
el corpus textual masferreriano. En la segunda parte se tratan los antecedentes
sociopolíticos en los que se debe analizar la figura y obra intelectual de Masferrer. La
tercera parte aborda los principios fundamentales del pensamiento filosófico vitalista, sus
presupuestos y fuentes. Asimismo, trata de las concreciones institucionales del vitalismo:
El Partido Vitalista, Los Círculos Vitalistas y la Educación Vitalista. En la cuarta parte se
presenta el método filosófico del vitalismo masferreriano que incluye la Ética Vitalista y la
Política Vitalista. En la quinta parte se analizan los elementos configuradores de la praxis
del pensamiento filosófico vitalista. Estos son: La tenencia de la tierra, la justicia social y la
estructura política y económica vitalista.
414
Cfr. Patria, 8 de febrero de 1929; pp. 1-2.
415
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p.190.
159
En este sentido la obra clave del pensamiento filosófico de Masferrer es Patria, que como
sabemos constituye una serie importante de artículos periodísticos cuya esencia
fundamental no es ser una obra orgánica, sino que es una sucesión de pensamientos
profundamente reflexivos sobre los temas álgidos de la realidad social y política que se
vivió en El Salvador y en Centroamérica durante la primera mitad del siglo XX. Dicha
reflexión tiene un compromiso ético y político claramente definidos y por tanto, en ésta
radica la implicación propiamente filosófica del pensamiento masferreriano.
416
Remito al Capítulo Primero, ítem 5.2. La obra filosófica de Masferrer pp. 69-70.
160
confrontación nos condujo a la conclusión siguiente: que las ediciones realizadas por
Pedro Geoffroy Rivas y Matilde Elena López constituyen una copia textual de los artículos
originales publicados por Masferrer en el periódico Patria en los años señaladas.417 De ahí
que no exista riesgo en el uso de estas fuentes ya que constituyen, como se ha dicho,
copia textual de la fuente primaria que es la base fundamental para nuestro estudio
realizado y presentado en este Capítulo Tercero.
Ahora bien, hay que dejar claro que en la obra intelectual de Masferrer existe una serie de
conceptos fundamentales que este autor retoma en distintos momentos de su vida y que
son conceptos fundamentales porque sin ellos no se comprende a cabalidad el aporte
intelectual de este autor en el ámbito del pensamiento crítico, en la línea ética y política,
que es donde reside el mayor aporte a la sociedad salvadoreña y centroamericana en la
época que le tocó vivir y para la posteridad.
Estos conceptos, en orden de importancia como se tratan en esta Tesis Doctoral son: El
concepto que Masferrer tiene de la Vida, el concepto de Vitalismo, el tema de la Tierra, el
tema de la Justicia, el Partido vitalista, los Círculos vitalistas, la Educación vitalista, el
tema de la Justicia. Estos temas fundamentales se desarrollan en este capítulo por lo que
aquí solo se mencionan y se aclara que su fundamento teórico de los mismos se
encuentra diseminado en lo que hemos dada a llamar el corpus textual masferreriano.
Estos conceptos fundamentales se han englobado en un término que a nuestro juicio
constituye la síntesis del pensamiento vitalista masferreriano: el Minimumvitalismo. Y éste
se concreta en la satisfacción plena de las necesidades primordiales que posibilitan el
desarrollo completo de la vida de los seres humanos. En esta perspectiva, existe un
vínculo importante entre los principios fundamentales del Minimumvitalismo masferreriano
y los principios de justicia, bien común y derechos humanos, que en condiciones normales
defienden las sociedades y estados nacionales en la actualidad mundial, que esto último
es materia del capítulo cuarto.
417
Estos artículos se encuentran en sendos tomos de la Colección Especial de Periódicos Antiguos en
propiedad del Museo Nacional de Antropología, David J. Guzmán (MUNA); colección que cuenta además,
con los tomos correspondientes a las publicaciones de Patria durante los años de 1935 a 1938, cuyo editor
corresponde al señor Alberto Trigueros Guerra. Por otra parte, se encuentran números individuales de
ediciones de este periódico correspondiente al año 1929 en el Depósito del Archivo General de la Nación en
el Palacio Nacional de El Salvador, pero corresponden a números ya organizados en las colecciones
especiales en propiedad del MUNA.
161
De modo que como se ha visto en el capítulo segundo, resulta crucial la etapa vivida en El
Salvador durante los años de 1880 a 1932, ya que durante esa época, de acuerdo a la
opinión de Lauria-Santiago, López Bernal y otros autores, se constituye el desarrollo del
418
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 289.
419
Ibídem, p. 59.
420
Ibídem, p. 10.
162
421
Cfr. R. Menjívar, Acumulación originaria del capital, Op. Cit., A. Lauria- Santiago, Una república
agraria, Op. Cit., C.G. López Bernal, Tradiciones inventadas… Op. Cit..
422
M.E. López, Obras Escogidas, Tomo I, Op. Cit., p. 23.
423
Cfr. Capítulo Segundo de esta investigación, Alberto Masferrer y el contexto histórico 1880-1932, pp. 78-
156.
163
Masferrer las premisas fundamentales de la esencia del ser filósofo que tiempo después
aparecería con más fuerza en el criterio de Ignacio Ellacuría, para quien “el filósofo –si
realmente lo es– filosofa desde su situación, y esta situación es hoy más que nunca una
situación pública y política, configurada últimamente por esta dimensión de publicidad
política.”424 En la misma perspectiva, afirma Héctor Samour que “la politización de la
filosofía debe ir orientada a que la filosofía, sin dejar de ser filosofía, busque una acción
transformadora del mundo y de la sociedad para posibilitar la revelación cada vez mayor
de la realidad a través de una conciencia hecha crítica en la praxis.”425
Para Masferrer la vida es lo más importante que tenemos los seres humanos; es más, la
vida para él en todas sus manifestaciones tiene un carácter absoluto. Por tanto, la vida
adquiere carácter de principio, es algo principial. De ahí que cuidarla, respetarla y
promoverla, es clave para el desarrollo presente y futuro de la humanidad. De acuerdo a
su criterio, la vida es el origen de todo; en sus manifestaciones de fuerza y salud, la vida
es “la fuente de donde manan todas las prerrogativas y todos los derechos reales.
Cuando se tiene vida, se es independiente, se es libre, se es soberano, y se tiene aliento
para luchar, y para morir defendiendo la libertad, la independencia y la soberanía, y todo
lo demás.”426 La vida no es una abstracción; al contrario, es el elemento vinculante entre
el hombre y la realidad. Y los vitalistas que en general, tienen conciencia clara que les
permite comprender y profundizar lo que es la vida, también están en disposición de
defenderla; tanto de las agresiones físicas y directas, como de aquellas manifestaciones
ideologizantes envueltas en discursos con apariencia de bondad, cuyo interés es distraer
la atención de los verdaderos problemas de la sociedad que atentan contra ella.
El vitalismo sienta postura ante esos discursos ideologizantes acerca de la vida, que más
parecen cantos de sirena que intentan engañar al pueblo ingenuo con ideales envueltos
424
I. Ellacuría, “Filosofía y política”. En Veinte años de Historia de El Salvador, Tomo I, UCA Editores, San
Salvador, 1991, p. 49.
425
Héctor Samour, Voluntad de liberación: el pensamiento filosófico de Ignacio Ellacuría, UCA Editores,
San Salvador, 2002, p. 260.
426
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 243.
164
en palabras como progreso y desarrollo. Por ello, Masferrer es enfático al anunciar que
los vitalistas:
No queremos oír hablar más de soberanía, ni de abstracciones de ningún
género; queremos oír hablar de niños que comen buen pan y toman buena
lecha; de gentes que van calzadas y vestidas de verdad; de trabajadores
que se nutren bien; de familias que viven en casa amplia, soleada, aireada;
en fin, de un pueblo fuerte, sano, vigoroso, alegre, cuya religión es trabajar
y cuya recompensa es vivir427. Nosotros sabemos, y ya no queremos perder
el tiempo en demostrarlo, porque es evidente, que las palabras de
soberanía, independencia, autonomía, carecen de sentido para los
innutridos, para los desmedrados, para los miserables, para los mendigos.
El Mínimun Vital coloca el vivir, el vivir sano, alegre, fuerte, por encima de
todo, y como base de todo; es, a la vez, la raíz del árbol y el penacho que
le corona. Y no puede confundirse, ni quiere confundirse con la Caridad,
con el altruismo, con la Beneficencia, con la Democracia. No quiere que se
le confunda ni en los fines, ni en los medios, con sistemas que han sido ya
ampliamente experimentados, y contra los cuales se ha dictado fallo de
nulidad.428
427
En el texto original, las cursivas aparecen con mayúsculas. Esto quizás porque Masferrer buscaba darle
mayor realce al contenido de algunas palabras. En adelante, se pondrán en cursiva las palabras que en el
original aparezcan con mayúsculas.
428
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 243. Por supuesto que al asumir una postura como
ésta, traería a Masferrer consecuencias graves respecto de la crítica despiadada y falsa de los grupos de poder.
No obstante, él era consciente de que eso pasaría y al respecto afirma que: “Cuando entramos a trabajar en
Patria, [el periódico] nos habíamos trazado ya un derrotero y habíamos calculado con exactitud los obstáculos
del camino. Previmos con toda conciencia que una sociedad ignorante, viciosa, opresora, ávida, servil e
intolerante, no se dejaría exhibir en la madurez de sus lacras, sin reaccionar contra nosotros con todas sus
fuerzas sin procurar, por todos los medios, sofocar nuestra voz primero, y desacreditarnos después, cuando se
desengañara de que no podía hacernos callar. Y eso mismo hace que los otros, los incurables, se irriten, se
enfurezcan y se apresten a herirnos, a exacerbarnos, a desprestigiarnos, a desvirtuar nuestra labor a fuerza de
mentiras, de burlas, de calumnias, de injurias. Se ha ido más allá: se ha insinuado repetidas veces al gobierno
que nos quite la libertad de escribir, para salvar el orden; se ha dicho, con tono de susto, y para emedrentar
[sic] a los ricos, que pretendemos despojarles; a los creyentes, que negamos a Dios; a los campesinos y a los
obreros, que les embaucaremos con fines de utilidad mezquina y personal; a los estudiantes que abogamos
porque no les dé gratuita la enseñanza; a las clases sociales privilegiadas económicamente, que luchamos para
implantar el comunismo, el bolchevismo, y que deben desconfiar de nosotros y combatirnos como a
desquiciadores sociales. Todo ello es perfectamente lógico, natural, inevitable: es la llaga, perturbada en su
placidez miasmática, que se encrespa al sentir la cuchilla que viene a extirparla y el ácido que viene a
desinfectar sus raíces.” Ibídem, pp. 545- 546.
165
La realidad que viven las mayorías pobres salvadoreñas actualmente exige replantear la
concepción histórica del término masferreriano Minimum Vital. Este principio se ha
interpretado mal, no sólo por parte de sus detractores, sino incluso por algunos de sus
seguidores. Se piensa erróneamente que ante la necesidad humana del hambre, el
Minimum Vital recomienda por lo menos, solventarla mínimamente para ir sobreviviendo
poco a poco y no morir de hambre violentamente. Y así se ha pensado que Masferrer ha
sido en realidad un ideólogo del sistema y que con su teoría le hizo un gran favor a las
clases poderosas en el sostenimiento del status quo.
429
Ibídem, p. 243.
430
Es interesante que Masferrer sienta las bases de su Minimumvitalismo en la biología; en esta línea, nos
sentimos identificados con la fundamentalidad con que Xavier Zubiri analiza los campos de la biología como
fundamento ontológico de la vida. Zubiri llega a concluir que la unidad radical de la vida está en la “conexión
entre bios y zoe. La zoe es por lo pronto la raíz de la apertura al mundo, porque la inteligencia no tiene cosas
con qué estar en la realidad si a ella no le llegan. Y no le llegan sino hasta que el organismo se hiperformaliza.
Lo mismo debe decirse de la volición. Por tanto, no sólo porque la intelección es sentiente y la volición
tendente, sino por este arranque natural que es la hiperformalización, el aspecto del bios es reclamado y
sustentado por el aspecto del zoe. Por eso, la zoe no es sólo raíz, sino también fundamento del bios. Es
fundamento porque lo que se llama zoe no comprende únicamente las estructuras sensitivas, sino todas las
estructuras de la sustantividad humana.” Zubiri, X. Sobre el Hombre, Alianza Editorial, 3ª Edición, Madrid,
2007, pp. 574-75. Asimismo, Zubiri distingue dos estructuras distintas y fundamentales en los seres vivos; “la
que denomina materia viva y lo que es propiamente organismo. Zubiri llama materia viva no a la materia
constitutiva de los organismos, sino a una estructura material que es en sí misma viva; por tanto, viviente. El
166
En realidad aquel modo erróneo de ver el Minimum Vital genera una lectura indebida de
este término. Porque visto desde una perspectiva apegada al espíritu e intencionalidad de
Masferrer, la expresión apunta más en términos socioeconómicos, al número mínimo de
necesidades por solventar que a la generosidad con que se saldan dichas necesidades.
organismo es una estructura material cada vez más complicada, cuyas propiedades sistémicas son cada vez
más ricas y complejas, pero siempre puramente materiales”. Ahora bien, de acuerdo a Zubiri, en el entramado
del decurso argumental de la vida, “lo que hay de vida en la trama decisional es que las decisiones son mías, y
esto no en cuanto soy agente de los actos, sino en cuanto soy autor de mis decisiones. En la medida en que
soy autor de esas decisiones ahí está lo vital de la vida y no en la trama argumental. No en la estructura del
argumento, sino en el carácter mío de la decisión, es mediante lo que defino la figura de mi sustantividad.”
Xavier Zubiri, Sobre el Hombre, Op. Cit., p. 586. Esta visión no fue conocida por Masferrer. Sin embargo, a
nuestro juicio, no se contrapone a esta concepción teorética; aunque Masferrer tenga una visión mucho menos
elaborada que la de Zubiri. Cfr. X. Zubiri, Sobre el Hombre, Op. Cit., pp. 53-55; 589-598.
431
El término sistema es usado por Masferrer, no con la profundidad y complejidad que dicha palabra tiene en
otros autores, como por ejemplo Alejandro Llano, para quien en este vocablo “se halla la sobrecarga de
funciones atribuidas al <<sistema>>, entendido de manera genérica como el conjunto de mediaciones
tecnoestructurales con un alto nivel de abstracción y generalidad”. Ver: Alejandro Llano, La Nueva
Sensibilidad, Editorial Espasa-Universidad, Madrid, 1988, p. 39. Masferrer tampoco tiene en mente la
complejidad, fundamentalidad y riqueza del vocablo sistema como lo utiliza Zubiri, para quien este término es
determinante en el despliegue de su antropología filosófica. En este sentido, para Zubiri, sistema es un
constructo estructural de notas de carácter sustantivo. En donde cada nota que comprende este sistema es
nota-de el sistema. “Por tanto, sistema no es primariamente sistematización de notas, sino unidad de un
constructo.” Ver: X. Zubiri, Sobre el Hombre, Op. Cit., pp. 43-46. Asimismo Cfr. X. Zubiri, Inteligencia
Sentiente, Inteligencia y Realidad, Alianza Editorial, 6ª Edición, Madrid, 2006, pp. 203-240.
432
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 274.
167
El Minimum Vital apunta a la fundamentalidad con que hay que afrontar y resolver la vida,
más que a la generosidad o cantidad del producto que resolverá las necesidades
elementales para vivir.434 En este sentido, el Minimum Vital es una conquista lograda en el
decurso de una situación y en un mundo en el que, en lo que respecta a lo social, lo
político y lo económico, impera el caos.
433
Ibídem, p. 425.
434
Es importante tener en cuenta que el concepto de vida y, en todo caso, la teoría vitalista ha sido abordada
filosóficamente desde otras perspectivas, pero que son coincidentes con la de Masferrer; cabe mencionar la
visión que tienen por ejemplo Hans Jonas, en su libro El Principio vida, para quien ésta, en su perspectiva
ontogenética inicia de forma compleja. En esta línea H. Jonas afirma que: “El lugar de la vida en el mundo
queda reducido ahora al organismo, una problemática forma y ordenación particular de la sustancia extensa.
Solo en él se encuentran la res cogitans y la res extensa, el ser <<pensante>> y el ser <<extenso>>, después de
haber sido arrancados y llevado a dos esferas ontológicas separadas, de las que sólo la segunda es <<mundo>>,
mientras que la primera ni segunda pertenece a él. Su encuentro en el organismo se convierte así en un
indescifrable enigma. Pero como el organismo en su calidad de cosa corporal es un caso de lo extenso, y por
lo tanto un pedazo de <<mundo>>, no puede ser nada esencialmente distinto del resto del mundo, esto es, del
ser en general del mundo.” H. Jonas, El Principio Vida, hacia una biología filosófica, Editorial Trotta S.A.,
Madrid, 2000, p. 25. Se remite asimismo a las posturas de Berson, Ortega y Gasset, Nietzsche, etc., que
presenta Manuel Garrido de estos autores en su libro El legado filosófico y científico del siglo XX; Ediciones
Cátedra-Teorema, Madrid, 2005, pp. 75-110.
168
435
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo I, Op. Cit., p. 383.
436
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 58.
437
Ibídem, p. 72.
438
Ibídem, p. 189.
169
Como es normal en una sociedad organizada a partir de una situación de injusticia social,
donde la educación y la cultura dejan mucho que desear; como era el caso de la sociedad
salvadoreña durante la época de principios del siglo XX. Para esta sociedad es para quien
surge la doctrina vitalista, que busca el bienestar de las mayorías populares sin ir en
detrimento de los potentados; sino que esta doctrina lo que busca es ponerle límites a la
desmesurada ansia de riqueza que éstos tienen. No obstante ellos, no estando en
disposición de compartir las riquezas expoliadas a la nación;440 se levantan en contra de
la doctrina vitalista. Niegan sus principios y calumnian su proceder con el agravante de no
proponer una crítica formal y fundamentada, sino inventada desde idealismos quiméricos
que ubican a Masferrer como un peligro para la sociedad salvadoreña. Masferrer lo dice
así:
Como era de esperarse, aquellos que labraron grandes fortunas usurpando
la mayor parte del trabajo ajeno, aquellos que van en camino de la riqueza,
mediante el mismo arbitrio; aquellos que esperan convertirse en
privilegiados mediante la misma inicua explotación; y finalmente, aquellos
cuyo beneficio y regalo radican exclusivamente en servir a una clase social
adinerada y poderosa, se alzaron iracundos contra una doctrina que
cercena y limita sus privilegios. Y como la ira es ciega, y como los injustos –
cuando la injusticia es su negocio– caen fácilmente en la ira, y ya cegados,
no reparan en medios, resultó que la doctrina del Mínimun Vital fue
439
Con doctrina sintética de la vida, Masferrer hace referencia a que el sistema vitalista consiste en una
síntesis que aglutina lo social, lo económico, lo filosófico, lo político y lo religioso.
440
En este sentido, es importante ponerle rostro a la nación que se expolia. Y Masferrer la ve en aquellos
rostros a quienes se les arrebata lo que les pertenece por derecho y porque ellos la han procurado con su
trabajo. En este marco, presenta la dialéctica existente entre la realidad de los pobres y la de los ricos.
Ambas se explican por la existencia de la otra, de acuerdo a la perspectiva de Masferrer que tiene unas
reflexiones importantes en esta línea: “Yo tuve la dicha de obedecer a mi vocación, de sentirla y amarla,
desde los 15 años (…) Así es que vivo contento, dichoso, en la medida posible en un mundo que no está
organizado para la dicha; y si alguna vez me quejo y trueno y maldigo y aparezco desbordante de ira (no de
odio), no es por mí, no es por sentirme impotente en el Plano económico, sino por los demás: por los
millares y millares de parias a quienes ustedes, los victoriosos en el Plano económico, hacen dormir al raso y
sobre el suelo húmedo, en aquellos cafetales de que ustedes extraen millones cada año; por los infelices a
quienes ustedes mantienen eternamente con tortilla y frijoles, mientras ustedes, con su trabajo, con sus
pobres y oscuras vidas trocadas en oro, se van todos los años a Europa a beber champaña y a conquistar
bailarinas; por los tristes esclavos que han de vivir, ¡vivir!, ellos, sus mujeres y sus hijos con setenta y cinco
centavos diarios, mientras ustedes en solo una alegre noche de casino ganan o pierden al juego cuarenta mil
colones.” Patria, 25 de agosto de 1928, pp. 1-2.
170
Todo lo contrario sucede con las sociedades más cultas, donde se encuentran hombres
de limpia y alta mentalidad, como afirma Masferrer “los más altos de América, han
escuchado la palabra vitalista, unos aceptándola, otros corrigiéndola, otros rechazándola,
pero todos ellos gozosos de que un escritor hispanoamericano fuera el autor de una
doctrina que venía a enriquecer la ideología del Continente, y a fortalecer la esperanza de
que vendrá una era de justicia y de cordialidad, muy más alta que la opaca, mezquina y
asfixiante que nos legara una civilización moribunda.”442 Sociedad que ha enseñado que
como el hombre es lobo para el hombre, de lo que se trata, es de la búsqueda de la
sobrevivencia. Eso es a lo que se induce socialmente en todos los sentidos, a acaparar y
a gozar, a explotar, a oprimir y a despojar, so capa de progreso y civilización. Masferrer lo
dice de la siguiente mantera:
Pero esos psicólogos, que con ciertos economistas y biólogos han
sembrado en el alma del hombre, ya de por sí cruel y estúpida, las ideas
más torpes y rastreras; esos cientistas que han ideado y enseñado la
concepción de la vida más fea, grosera y mezquina, -sólo eficaz para
realizar en vasta escala el estigma de Hobbes, del “hombre como lobo del
hombre”,– esos sabios, decimos, nunca han tenido el valor de confesar
que, por consiguiente, la única prudencia será satisfacer a éste y sus
necesidades, deseos y caprichos. Mas, aunque así no lo declaren, las
naciones y los individuos, educados por ellos, lo han adivinado y aceptado,
y tomándolo como principio director, han organizado una vida individual y
colectiva encaminada sencillamente a esto: acaparar y gozar; y para ello,
mal encubriéndose bajo las nebulosas palabras de Progreso y Civilización,
se han consagrado todos a explotar a oprimir y a despojar. Oprimir y
despojar unos individuos a otros, unas clases a otras, unos pueblos a otros:
441
Ibídem, p. 190.
442
Ibídem, p. 191.
171
cuestión de ser el más fuerte y nada más. ¿Quién le robará a quién? Esa
es la cuestión perenne y capital de nuestra época.443
Por ello hay que reconocer, afirma Masferrer, que las sociedades se transforman muy
rápidamente, que los conceptos de nación, sociedad, patria, democracia, soberanía, etc.,
son muy dinámicos y por tanto cambiantes; que es necesario un nuevo modo de enfocar
la vida, la patria y todo en lo que los seres humanos creemos. Por tanto, es el momento
443
Ibídem, pp. 225-226.
444
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo I, Op. Cit., p. 375.
172
de instaurar un nuevo concepto y una nueva acción para construir la sociedad. A esto es
que se tienen que abrir la nueva sociedad. Al sistema del Minimum Vital:
Hoy más que nunca, sería inepto vincular lo que es una manera nueva y
amplísima de comprender y de sentir la vida, a un artificio económico, a
una reglamentación escueta y estricta. Hoy más que nunca, debemos
recordar que las sociedades se transforman rápidamente, que las ideas y
las cosas ya no están, sino que van. El concepto estático de nación y de
sociedad, tiene que ser sustituido por el concepto dinámico. La relatividad y
la movilidad, son ahora reconocidas como los caracteres inherentes de
todas las cosas, nada esta, todo va: esa es la ley a que deben ajustarse
todas las formas que se creen para regir a los hombres, y sería una torpeza
olvidarlo cuando se trata de una reforma tan honda y tan amplia como es el
Mínimun Vital.445
445
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 71.
446
Ibídem, p. 61. No nos meteremos a analizar o problematizar el alcance de conceptos como Raza, Patria,
Nación, Pueblo, etc., que Masferrer menciona con un interés particular. Sino que se mencionarán y se usarán
a la manera que este autor lo hace, es decir en su sentido lato.
447
Ibídem, p. 58.
448
Para Masferrer, el Minimum Vital, exige como sistema y como praxis creer en él como proyecto de vida.
Por eso afirma que es una fe.
173
vida; una manera nueva de hablar y de traducir en hechos e instituciones las sílabas de
esa nueva palabra. Lo que se profesaba antes, y veneraba como beneficencia, se
transporta ahora al plano de la justicia; lo que el pueblo recibe hoy como favor, lo recibirá
como derecho, como restitución.”449 Para Masferrer, como padre del Minimumvitalismo, “la
doctrina del Mínimun Vital radica, sobre todo, en una transformación de la conciencia
individual y colectiva.”450 A su tiempo, esta doctrina se ha de encarnar en leyes e
instituciones que le convertirán en un cuerpo legal propicio para una práctica coherente.
Esto se llevará a cabo gracias al dinamismo generado por esfuerzo de los propagadores
del vitalismo “y cuando ya una minoría grande y consciente se haya convencido de su
justicia y de su necesidad, ésta se hará una realidad, pero esa cristalización legislativa no
alcanzará a ser una realidad, si antes los individuos no llegan a sentirla en toda su verdad
intensa y viviente.”451 Por ello, Masferrer cree que las mediaciones históricas son claves
en el proceso de ejecución y llevada a la práctica de su teoría vitalista.452
Por otra parte, Masferrer sabe que las necesidades de un pueblo son inconmensurables
por eso concreta y define que se trata de las necesidades primordiales que son “aquéllas
que –si no se satisfacen–, acarrean la degeneración, la ruina, la muerte del individuo. La
449
Ibídem, pp. 69-70.
450
Ibídem, p. 72.
451
Ibídem. Masferrer continúa su afirmación diciendo que “no queremos absolutamente que esta doctrina
acabe en unas cuantas leyes artificiosas, muertas desde su nacimiento como tantas otras que tenemos y de
cuya mentira nos alimentamos, juzgándolas verdaderas y eficientes sólo porque duermen en los códigos. No
queremos un simulacro más, bajo cuya falsía pudra su vida pestilente la antigua injusticia, más corruptora
cuanto más revestida se ostenta con las formas de la legalidad. No; lo que anhelamos es una superación de
nuestra conciencia colectiva, cimentada sobre una superación de la conciencia individual.” Es importante
aclarar que aquí el vocablo superación no se entiende en su sentido paradigmático; sino en su sentido lato, de
promoción.
452
Por consiguiente, es falso creer como usualmente lo hacen sus detractores, que Masferrer no tuviera claro
los momentos precisos de la interpretación teórica de la realidad. Con el análisis de los principios
fundamentales del vitalismo masferreriano se deja claro esto.
453
Remito a la acepción de sistema de Alejando Llano. Op. Cit., p. 39.
454
Cfr. Heráclito, Parménides, Empédocles, Textos presocráticos; Edicomunicación, S.A., Barcelona, 1995,
p. 15.
174
455
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 59.
456
Ibídem, p. 59.
457
Ibídem.
458
Ibídem, pp. 61-62. Es interesante ver que estas necesidades vitales identificadas por Masferrer, son
prácticamente las mismas que a principios del siglo XVI identificara Bartolomé de las Casas, que era
necesario asegurarlas a los indígenas por parte de los españoles encomenderos. Las Casas menciona las
siguientes: 1ª Comida necesaria; 2ª Curarlos en sus enfermedades de médico y medicinas; 3ª [Descanso] Que
los enfermos tengan descanso confortable; 4ª Comida guisada; 5ª Camas en que duerman y no el suelo; 6ª
Vestir para cubrir sus carnes; 7ª Calzado conforme a la necesidad: 8ª Casas en las que se metan; 9ª Trabajo
moderado y que mujeres y niños no vayan a las minas; 10ª Cognoscimiento de Dios [Educación]. Y sentencia
el fraile dominico: “Todas estas diez cosas, perteneciente a la salud y vida de los cuerpos y ánimas de los
indios, probó aquel padre fray Bernaldo [sic] en el dicho tratado ser obligados los españoles y deudores a
darlas a los indios por deuda y obligación de justicia y de caridad, y así cierto, es verdad.” Fray Bartolomé de
las Casas, Historia de las Indias, Volumen III, Alianza Editorial, Madrid, 1994, pp. 2154-2155.
175
sienten las bases del vitalismo. Masferrer señala seis principios a los que denomina
afirmaciones fundamentales. “Por eso, a la cabeza de los principios que forman la filosofía
de la Doctrina Vitalisma, figuran estas afirmaciones fundamentales:”459
En este contexto, Masferrer afirma que todos los hombres y mujeres de buena voluntad
tienen una serie de mandamientos individuales que considerar y vivir para que el
Minimum Vital se haga vida. Porque “a esta hora, el Mínimun Vital existe. Existe como
pensamiento y emoción; ha tejido su red de luz en el corazón y en el cerebro de muchos,
y de ahí saldrá a cristianizarse en leyes, instituciones y costumbres, para bien de todos,
para salvar el honor del Hombre, demostrando que éste es ya capaz de organizar la Vida
sobre un mínimun de justicia y de concordia.”464 Por eso, diseña una serie de doce reglas
a los que llama mandamientos, para que la existencia formal del Minimum Vital, en los
hombres de buena voluntad, se traduzcan en acciones prácticas y mediaciones concretas.
Estos mandamientos son los siguientes:
1°- Considerar la condición del trabajador honrado y experto como el ideal
más alto a que puede aspirar un miembro de la comunidad;
462
Ibídem, p. 75.
463
Ibídem, p. 73. Las cursivas aparecen en el original en mayúsculas. En adelante se citarán en cursivas todas
las palabras que en el original aparezcan en mayúsculas; esto por seguir la recomendación de Corina
Schmelkes, Manual para la presentación de anteproyectos e informes de investigación, Editorial Oxford
University Press, México 1998, pp. 15-16. Remito también a la cita al pie de página número 69 del Capítulo
Primero en donde se anuncia por primera vez esta consideración.
464
Ibídem, p. 54.
177
11°- Velar para que sean cumplidos los derechos del niño, a quien han de
considerar como supremo elemento purificador y edificador de la vida
social;
465
Ibídem, pp. 74-75.
178
466
De forma ampliada estas tesis fundamentales son: “1°- Toda criatura, por el simple hecho de nacer y de
vivir, tiene derecho a que la Colectividad mediante una justa y sabia organización de la propiedad, del trabajo,
de la producción y del consumo, [le asegure] un mínimun de vida integra, o sea la satisfacción de necesidades
primordiales; 2°- La Naturaleza ha previsto lo necesario a la consecución de ese fin, dotando a la Colectividad
de Sustancias Comunes, que son la materia prima del trabajo y de la vida, y dotando a cada individuo de
instrumentos que le capaciten para transformar esas sustancias, y extraer de ellas todo lo necesario para la
sustentación individual y colectiva; 3°- La tierra, el agua, el aire, la luz, el calor solar, con todas sus
modalidad y potencialidades, son esas sustancias comunes, herencia y propiedad de todos los seres, y por
consiguiente no apropiables, a título perenne por ningún individuo, sino por usurpación que nada puede jamás
justificar. Así, ningún hombre es dueño legítimo de la tierra: usa de ella en cuanto se lo permiten las leyes y
costumbres creadas por la Colectividad, que es la sola y legítima poseedora; 4°- Los instrumentos de trabajo
de cada hombre, son sus brazos, sus piernas, sus sentidos, sus pensamientos. El motor de ellos, su voluntad de
trabajador; y en cuanto realiza esa voluntad mantiene su derecho imprescindible a un Mínimun de Vida
Integra; 5°- El deber primario, anterior a todo, por encima de todo, para el individuo, la familia, la Comuna y
el Estado, es organizar la propiedad, el trabajo, la producción y el consumo, lo mismo que las relaciones entre
hombre y hombre, de manera que todo converja a la realización perenne y fácil del Mínimun Vital: es decir, a
que el trabajador encuentre siempre las condiciones necesarias para alcanzar su Mínimun de Vida Integra.” A.
Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., pp. 77-78.
467
Ibídem, p. 80.
179
un hombre así ha descendido por debajo de muchos animales.”468 Pero es obvio que
aspirar y conducir a la nación a niveles mejores en su condición de vida es posible; ya que
la justicia social basada en la praxis del Minimumvitalismo es algo factible de acuerdo a la
perspectiva masferreriana:
Y se verá, lo esperamos, que éste no es un sistema complicado como se lo
imaginan los doctos, sino fácil y simple, como lo han entendido los
sencillos; una mera extensión de la familia a la sociedad; una ampliación,
en grande escala, de lo que han experimentado y consagrado los siglos
como la mejor entre las conquistas del hombre, que es la vida en familia;
una mejor distribución no fundada sólo en los méritos de cada uno, sino
también en sus necesidades; no en la quimérica igualdad, sino en la real e
inevitable fraternidad; no en las leyes feroces de la lucha que rigen la
Naturaleza inferior, sino en las leyes de la cooperación, que rigen la
Naturaleza evolucionada y ascendente.469
468
Ibídem, p. 81.
469
Ibídem, p. 54. Masferrer se mueve en este aspecto, en la concepción aristotélica del modo de organización
social. Para Aristóteles, es claro que no es lo mismo la administración doméstica que la crematística, ya que a
esta última corresponde el proveer y a la primera el usar; fuera de la administración doméstica, en efecto, ¿a
qué otro arte podría corresponder la utilización de los bienes domésticos? Pero en cambio puede prestarse a
discusión si, por más que no sean idénticas, la crematística es una parte de la administración doméstica. Cfr.
Aristóteles, La Política, Editorial Porrúa, México, 1989, pp. 163-168.
470
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., pp. 55-56.
180
Por tanto, llevar a la práctica el sistema del Minimumvitalista es una urgente necesidad en
el momento que le toca vivir; y hace un llamamiento “al buen sentido de los hombres, a su
bondad primaria, a su instinto de conservación, casi a su egoísmo, para que no se
desgarren, para que no se devoren; para mantener en unos la esperanza fundada de un
mayor bienestar y en otros la seguridad de no ser despojados de aquel excedente de
riqueza, obtenido sin extorsión ni ruina de sus semejantes.”472 Es en este contexto que
Masferrer hace un llamado al desmedrado, que no es un anónimo sino un trabajador,
proletario concreto que tiene un hogar, una familia, un nombre, a que deponga cualquier
odio que mantenga en contra de aquellos que lo han empobrecido y le pide que se
conforme con el Minimum Vital, que como hemos visto, no se trata de un llamado a
conformarse con miserias que el sistema arroja sino que es un llamado a conseguir lo
suficiente para vivir bien y que le coloca al ser humano en los umbrales de la dignidad
humana. Y, simultáneamente al potentado, Masferrer le hace otro llamado: a que le ponga
límites conmensurables a su ambición:
El Mínimun Vital dice al trabajador, al proletario, al asalariado: confórmate
con lo imprescindible; conténtate con que se te asegure aquello
indispensable, sin lo cual no podrías vivir; esfuérzate para erigir sobre esa
base mínima el edificio de tu holgura y de tu riqueza, y así ascenderás o
descenderás según tu esfuerzo, según tu disciplina, según la firmeza de tu
voluntad. Y al poseedor, al rico, le dice: consciente en que haya un límite
para tu ambición conténtate con que se te de libertad para convertir en oro
el árbol y la piedra, pero no la miseria, no el hambre, no la salud, no la
sangre de tus hermanos. Traza una línea máxima a tus adquisiciones, y no
pases de ahí, para que no te desvele el odio de tus víctimas; para que te
dejen gozar en paz, riendo y cantando, de lo que atesoraste.473
Es obvio que leyendo este texto de Masferrer sin tener el contexto que explica, por un
lado, la situación límite a la que ha llegado la humanidad y, por otro lado, que conformarse
con lo mínimo que asegure “aquello indispensable sin lo cual no podrías vivir”, podría
471
Ibídem, p. 57.
472
Ibídem.
473
Ibídem.
181
interpretarse como una demagogia ideológica que lo único que hace es el servicio al
status quo. Pero en el contexto del Minimumvitalismo, lo mínimo significa en realidad lo
máximo posible en términos práxicos y en esta perspectiva, las mediaciones históricas
para lograr que se concrete el Minimum Vital son el Partido Vitalista, los Círculos Vitalistas
y la Educación Vitalista, que se desarrollarán más adelante.
Como ya se ha afirmado, toda teoría por muy bien estructurada que sea su formulación, si
no tiene concreciones fácticas que sirvan de plataforma para su ejecución no deja de ser
más que pura ideologización. Por ello, Masferrer es consciente de la necesidad de
concretar su sistema Minimumvitalista y lo que mejor puede llevar a cabo dicho papel son
fundamentalmente tres instrumentos: Un partido político,474 los Círculos Vitalistas y una
Educación vitalista.
Para 1928, mientras Masferrer continuaba con la dirección del periódico Patria el
desarrollo de las actividades de reflexión y divulgación del sistema vitalista hizo florecer
en Masferrer y sus seguidores, la necesidad de articular un movimiento político coherente
con el sistema vitalista que fuera la alternativa real y concretara las esperanzas del pueblo
salvadoreño de construir una sociedad más justa y equilibrada. Para iniciar la solución de
los problemas estructurales que vivía El Salvador en aquella época, era necesaria, por
tanto, “una fuerza inteligente, orientada, disciplinada y desinteresada [que] será el Partido
Vitalista, y nacerá y vivirá para actuar en ese sentido y especialmente para hacer vivir,
encarnándolas en las leyes y las instituciones, las doctrinas del Mínimun Vital."475 No
obstante, concretar la fundación del partido era una cosa difícil, debido a la confusión que
474
Teniendo en cuenta lo que Masferrer afirma respecto de lo que entiende por Partido Vitalista, nos da la
pauta para pensar que se trata de algo más que un partido político; es decir, se trata más de una especie de
Instituto Político, ya que éste tiene un carácter más regional que local y sus principios trascienden los
elementos normativos y reglamentarios propiamente dichos.
475
Ibídem.
182
esto podía generar, sobre todo, porque no había a esa fecha en El Salvador, un partido
que no buscara sino sus intereses particulares.
De acuerdo a la forma cómo lo expresara Masferrer, la fundación del Partido Vitalista era
un proyecto que generaba temores, “esa palabra se agitaba en nuestro corazón y hacía
temblar nuestros labios; pero le conteníamos el vuelo, temerosos de que la incomprensión
ambiente achacara a móviles mezquinos el intento de soltarle las alas.”476 Pero fue la
poetisa chilena Gabriela Mistral, la que rompió ese temor e irrumpió en el ambiente, ya
que “acaba de pronunciar la palabra que nosotros vacilábamos en decir: El Partido
Vitalista.”477
Es de las entrañas de la vida, toda ella consagrada a la justicia y a la
verdad, de donde ha surgido la afirmación de que esta doctrina es doctrina
de concordia, de salud, de reparación y purificación. Y es ella quien dice,
que la doctrina necesita cristalizarse en una vasta asociación que se
llamará El Partido Vitalista, el cual vendrá a desinfectar nuestra América y
disipar las nubes caliginosas que enturbian su horizonte. ¡Maestra y Amiga,
que su voluntad se cumpla; que su palabra se haga carne; que su sueño se
vuelva flor y espiga! Fundaremos el Partido Vitalista.478
El Partido Vitalista no será, de acuerdo al criterio vitalista, un partido como los demás, que
constituían un “armadijo para cazar votos”479 y colocar como presidente de la república a
alguno de aquellos a los que Masferrer llamaba “iluminados semidioses,”480 instituidos por
sí mismos o por su padrino, el presidente saliente. Por el contrario, “nuestro partido no
tendrá vinculaciones de ningún género con las Ligas de Ocasión, nacidas exclusivamente
para conseguirle simpatizadores a un candidato sin programa y sin antecedentes.”481
Por lo que respecta a los partidos políticos contendientes en las elecciones próximas a
1930, y que “siendo todos los candidatos, cual más, cual menos, representantes del
régimen social que nosotros los vitalistas queremos modificar profundamente y no
hallando en los programas de esos candidatos nada o casi nada en conexión con
nuestras ideas y tendencias.”483 Masferrer afirma que no sólo él, sino todos sus allegados
no ven en los contendientes electorales ni partidos ni programas políticos.484 Y a todos les
falta no sólo sentido de realidad sino seriedad en sus planteamientos para abordar los
problemas futuros del pueblo al que quieren gobernar; por tanto:
482
Ibídem, pp. 297-298.
483
Ibídem, p. 328.
484
El contexto de los partidos políticos de la época, es decir, de principios del siglo XX y sus propuestas, se
ha analizado en el Capítulo Segundo de esta Tesis Doctoral. Cfr. 3.2. Antecedentes de la masacre, pp. 116-
118, donde se remite asimismo al estudio que C.G. López Bernal hace al respecto del tema en su libro
Tradiciones inventadas… Op. Cit., pp. 143-266.
184
Ante esta realidad, y ante la solicitud de algunos miembros vitalistas, Masferrer afirma que
se ha designado a “don Francisco Morán para que dirija los trabajos de organización del
partido vitalista aquí en El Salvador.”487 Para que después de organizado dicho
instrumento político se defina, previo una consulta ciudadana y con sus miembros, la
posibilidad de participar en los comicios electorales venideros, teniendo como candidato a
la presidencia a Masferrer488. No obstante, ante los deseos de “un grupo de amigos y
algunos grupos de simpatizantes que me vienen incitando a que proclame mi candidatura
a la Presidencia de la República.”489 La decisión fue la siguiente:
Sostengo el criterio de que nuestro Partido, si bien se abstenga de
participar en las próximas luchas políticas, debe participar en otras
485
El término Unión Vitalista, es usado por Masferrer para nombrar al conjunto de la organización de los
Círculos Vitalistas. El término no hace referencia a un grupo organizado, al menos en los escritos de
Masferrer no se encuentra dicha organización, por tanto, se deduce que se trata de una simple denominación y
no representa una organización paralela.
486
Ibídem.
487
Ibídem, p. 234. Don Francisco Morán es un profesor y líder comunal que acompañó a Masferrer en la
organización de base del Partido Vitalista. De acuerdo a comentarios del mismo Masferrer, “Morán es un
hombre íntegro, seguro y claro. No odia ni le odian… es profundamente desinteresado. No ambiciona poder
sino justicia. No busca riqueza sino independencia. Es libre por temperamento, y ha logrado afianzar su
libertad en la independencia económica de un modesto haber, fruto de su trabajo. Morán es hombre de Letras,
aunque no literato. Maestro de alta clase, en cuanto comprende su misión y la vive con inteligencia y
conciencia. Patriota, de los que saben analizar el ayer y prever el mañana. Hombre de hogar, sin vicios, sin
malas pasiones. Y todo ello, al servicio de una voluntad fervorosa y acendrada.”
488
Ibídem, p. 395.
489
Ibídem, p. 395. La nota sigue de la siguiente manera: “Es posible que mis amigos estén en lo cierto en
cuanto a lo primero. Es dudoso que acierten en lo segundo. Yo sé que tengo muchos adversarios: he lastimado
muchos intereses; he combatido demasiados prejuicios; he ridiculizado muchas tonterías; he puesto en
evidencia la mentira de muchos dogmas, y sería excesiva candorosidad pretender que por esa actitud me
estuvieran agradecidos y quisieran ahora escogerme para Conductor Supremo: Lo más que se puede desear en
mi caso, es que algunos me estimen y casi todos me respeten, como sucede efectivamente; pero de ahí a que
me ensalcen, hay mucha diferencia.” No obstante, Masferrer, hace un sondeo sobre qué piensa la gente sobre
su candidatura, para lo que elabora los principios de su programa de gobierno y los divulga como panfletos.
Para ver su contenido, remito a Anexo 1: Ahí va la sonda, pp. 289-293 de esta tesis.
185
490
Patria, 4 de octubre de 1929, pp. 1-2. Por otra parte, Masferrer considera que ante tanto descrédito al que
ha sido sometido el sistema vitalista y el mismo partido por parte de los defensores del status quo en El
Salvador: Deduzco que no es el odio a mí el que ha inspirado esos ataques, sino el miedo al Partido Vitalista,
que ya se va revelando como una influencia y que, inevitablemente, se convertirá en una fuerza poderosa
antes de dos años. Y se cae, una vez más, en la puerilidad de creer que desacreditándome a mí, se atrofia la
propaganda vitalista; que haciendo de mi nombre un andrajo moral, el –vitalismo queda reducido a un
miserable expediente que nadie ya se atreverá a difundir como doctrina. Estos son los infantilismos en que se
hunde la mentalidad ambiente, la más baja, según parece, de todos los pueblos del trópico en América. (…)
Lo mismo que ha sucedido con la tierra y con el dinero, viene sucediendo con la inteligencia ilustrada: unos
pocos monopolizan el saber y el comprender, y como no se interesan en su difusión, la gran masa se va
tornando cada día más rehacia (sic) al examen, más refractaria al pensamiento, más cerrada al análisis de las
ideas y de los hechos. Todavía hace unos seis meses, se hubiera podido sofocar, o más bien retardar la
difusión del Vitalismo, cubriendo mi nombre con una buena capa de cieno. Ahora ya no; ahora, hagan lo que
hicieren contra mí, el Mínimun Vital se extiende y crece, se concreta y se organiza, y se apresta a infiltrar su
contenido desinfectante y vitalizador en los tejidos grietosos y purulentos de un régimen social condenado a
desaparecer. Lo que pasa es que en este pueblo nuestro, las gentes se acostumbraron ya a las inmensas
cosechas, a los enormes dividendos, a las fortunas que se amasan en un año, al lucro tremendo que no repara
en succionar la sangre de los débiles, y que, cegados por ese afán y esa acumulación triunfante de riquezas, no
conciben ya que nada ni nadie les perturbe en su marcha conquistadora. Y por eso, en vez de examinar se
enfurecen, y en vez de colaborar en la investigación de una fórmula de mayor justicia, de mejor concordia, se
entregan a discurrir ardides malignos y expedientes feos para extinguir la llama que podría alumbrarles y
purificarles.” Ibidem, pp. 313-315.
491
Ibídem, p. 374.
492
Ibídem.
186
Una de las conclusiones a la que se llegó en esa reunión fue que todos debían participar
como miembros de la comunidad, en acciones concretas para exigir que las autoridades
municipales mejoraran la vida del municipio. Para ello fue importante pedir que las
autoridades municipales escucharan al pueblo en toda situación, especialmente en
momentos de emergencia: “oírle siempre que se trate de sus intereses gravemente
afectados, es el procedimiento indicado por la razón y la justicia, a quienes deseen
gobernar y no imponer.”494 Asimismo, para resolver de manera satisfactoria los problemas
más sentidos en toda comunidad, se concluyó que todos los vitalistas debían exigir a las
autoridades de la Comuna la participación de los afectados, para la solución de sus
problemas:
Que se estudie el problema de la vivienda así en comicios, fuera de la
estrecha y ciega atmósfera oficinesca; que diga el pueblo su parecer; que
se recoja y examine la opinión de quienes saben por técnica o experiencia:
eso es vida municipal. Vida municipal autónomo, es decir un paso
trascendental para salir del sistema asfixiante y despótico que ha hecho de
493
Patria, 4 de octubre de 1929, pp. 1-2.
494
Ibídem.
187
En este sentido, la participación reflexiva de los miembros vitalistas era una cuestión de
mucha importancia. De ahí que Masferrer refiriera una reflexión importante a los
miembros de los Círculos Vitalistas de la siguiente manera:
Si aspiramos a despertar en los demás una nueva conciencia de hacer
visible y tangible, viviéndola, esa mayor justicia y belleza del plano
espiritual a donde queremos que los demás nos sigan. Solamente las
modificaciones incidentales o insignificantes se pueden obtener mediante la
elocuencia sin médula; pero si se trata, como es este caso de una profunda
y trascendental modificación del vivir colectivo, no se logrará nunca si la
doctrina no aparee encarnada, cristalizada en la vida de sus adeptos.496
Y Masferrer sabía que en dichos círculos se reunían gente sencilla y de buena voluntad;
por eso su léxico y uso dialogal de las palabras era sencillo y claro, para ser comprendido
por todos. Y retomaba el caso y problema de la vivienda diciendo que “si hay una celdilla
para cada abeja, y una celda para cada uno de los castores, y una cueva para cada
raposa y un nido para cada avecita, y hasta una guarida para cada lobo, y hasta un hoyo
para cada reptil, ¿por qué, Señor no ha de haber un hogar para cada hombre y cada
mujer que necesiten dónde guarecerse a criar su niño, a esconder su amor y a modelar y
afinar sus almas?”498
495
Ibídem.
496
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 256.
497
Ibídem, p. 330.
498
Ibídem.
188
Masferrer desarrolló a través de sus artículos de prensa y sus libros todo un proyecto de
construcción del gobierno vitalista. Fundó sociedades vitalistas en El Salvador y
Guatemala. En el acta de fundación de la Sociedad Vitalista de Guatemala se exponía lo
siguiente:
Los suscritos convencidos de que el <<Mínimum Vital>> propone una
fórmula de vida más justa, y en consonancia con las realidades sociales y
biológicas, capaz de resolver por su bondad y por la justicia que encierra, el
pavoroso conflicto de clases, extinguiendo la causa del odio entre el capital
y el trabajo, de la manera más libre, premeditada y etánea: nos adherimos
a la causa Vitalista y hacemos el propósito firme de luchar por todos los
medios a nuestro alcance, por la difusión y realización de estas ideas, y a
fin de poner en práctica desde hoy nuestros anhelos, fundamos esta
Sociedad que, con el nombre de Sociedad Vitalista de Guatemala trabajará
por nuestra causa.499
La voz de la oposición hizo oír sus argumentos en el contexto del desarrollo del sistema
vitalista,500 a lo que Masferrer respondió haciendo referencia a la praxis desarrollada por
la religión católica, afirmando que “el Vitalismo es una doctrina, su grupo, es una
cristalización de esa doctrina, como la iglesia es una cristalización del dogma católico.” 501
En este sentido, ¿Qué significa, si no, ese expandirse a través del continente; que la
propaganda que se hace en Honduras y en México? Un partido político salvadoreño,
jamás puede pasar las fronteras.”502 Por ello, “hay que hacer del Vitalismo algo
trascendental, ampliamente humano, y no encerrarlo dentro del estrecho espacio de una
499
María R. Fuentes Oliva, El Proyecto social y político durante el gobierno de Lázaro Chacón a través del
estudio de un fragmento de redes sociales; Universidad San Carlos de Guatemala, Tesis de Licenciatura en
Historia, Guatemala, 2007, p. 24.
500
A este respecto, Masferrer afirma que “la mayor o menor barbarie de un pueblo tiene como exacta medida
su mayor o menor agresividad contra la verdad nueva; su impulso de persuasión y ofensa ante el hombre que
le predica esa verdad. El aforismo histórico de que “nadie es profeta en su pueblo”, no es verídico
enteramente si no en los ambientes bárbaros; y cuando Jesús se quejaba de que en Israel todos los profetas
morían de muerte violenta, denunciaba la barbarie intensa de aquel pueblo, uno de los más bárbaros de la
historia. En un ambiente culto, no solamente el profeta, cualquier hombre de mentalidad esclarecida, es oído
con respeto y benevolencia, y si no es endiosado ni se le acata, por lo menos se le tolera. Son los pueblos
bárbaros, primitivos, ignorantes, los que se enfurecen y se revuelven airados contra el hombre que les dice
una palabra nueva; son aquellos que en vez de mentores han tenido capataces, y donde el rebenque y el látigo,
la impostura y la tiranía han anquilosado la facultad del raciocinio y enmohecido las conciencias.” A.
Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., pp. 573-574.
501
Patria, 4 de octubre de 1929, pp. 1-2.
502
Ibídem.
189
frontera. ¿Qué eso significa una mutilación? Nada de eso. El catolicismo, sin ser ni
erigirse en partido político siempre ha influido en la política.”503
Para Masferrer, enseñar era una función social que no podía dejársele enteramente a
ningún gobierno. Algo más, si sólo a él se le encomendara esa función, juzgando las
circunstancias de la época en que escribió Leer y Escribir (1913) y ¿Qué debemos saber?
(1915), el gobierno podía cumplirla muy pobremente. La educación no era prioritaria para
los gobiernos y según su juicio, esto contrasta con la realidad, porque educar a las clases
desposeídas, que es donde se encuentra y crece sin medida el analfabetismo, es una
necesidad urgente para el verdadero desarrollo de la patria.504 Su propuesta para cumplir
503
Ibídem. Marta Casaús trata el punto de los círculos vitalistas pero lo hace en un contexto amplio en el
sentido que sólo menciona estos círculos como espacios que fueron una mediación en la construcción de
ciudadanía a principios del siglo XX. No se ha encontrado información más concreta de los círculos vitalistas
en forma particular que dé pautas para valorar mejor estos espacios de reflexión. Se remite a la amplia
bibliografía de Casaús citadas en el Capítulo Primero, notas 72 y 116 de esta Tesis, y en el Capítulo Segundo
nota 141.
504
Al respecto Masferrer afirma que: “Lo que pasa es esto: que habiendo vivido trece años fuera de mi país,
en centros de mucha cultura; habiéndome acostumbrado a ver realizadas, vividas plena y fácilmente
instituciones y costumbres que se tienen entre nosotros como utopías; habiendo recibido auxilios de mi país a
fin de que hiciera y aprovechara mis viajes, siento como un imperioso deber el esforzarme para que tales
costumbres e instituciones se realicen aquí también; se me hace insoportable no ver en torno mío igual
ambiente de cultura que ese en que viví en otras partes, y ha venido a ser una necesidad de mi organismo, una
función vital, dispararme con todas mis fuerzas contra el hacinamiento de prejuicios, de mentiras, de
explotación de rancias ideas, de sentimientos rastreros que forman nuestro ambiente mental y psíquico, tenido
y admirado aquí por la gran mayoría como vida civilizada, y que para mí es sencillamente, basura moral y
mental. No se sabe qué abunda más en El Salvador, si la basura moral y mental, o la basura física, con todo y
ser muchas de nuestras ciudades, bullentes y crecientes basurales de ésta última clase. Y es claro: si no
hubiera tanta basura en nuestros cerebros, no habría tanta en nuestras calles, en nuestras casas y en nuestros
campos (…) Es basura, y hay que botarla y quemarla, si es que no preferimos que lleguen hombres mejores,
con concepto más limpio de la vida, y nos boten y nos quemen con ella. Ustedes dirán que tenemos el derecho
para salvaguardarnos, pero es mentira: la basura no tiene derechos, y quienes la cultivan y adoran tampoco.
La basura, hermanos, sea de tronchos de col, de tronchos de pensamientos, no merecen vivir aunque esos
tronchos asuman las formas de leyes, centros de educación, de aristocracia, de libertad y de ciencia. Y esto es
lo que nos sucede: que estamos adorando tronchos de col, roídos, podridos, tumefascientes, pestilentes. Y eso
no lo he inventado yo, sino que puede comprobarlo cualquiera de ustedes, si tiene buena voluntad y se va por
mundo a observar y a comparar. Este es el caso: no pudiendo yo avenirme a vivir en paz con el juego de
gallos, con la embriaguez, causa del 80% de los delitos, y sin embargo fomentada; con que se permita la
importación de armas prohibidas; con que se monopolice la tierra y se concentre en unas pocas manos
feudales y opresoras; con que se permita introducir el hule para matar pájaros; con que se desriñone a las
sirvientas con el grosero oficio del trapeado; con que se usurpe a los campesinos su trabajo y se les mantenga
sin zapatos, sin escuela, sin médico, alimentados sólo con tortillas, frijoles y aguardiente; con los seudónimos;
tras de los cuales se esconden mentidos y desorientados dirigentes; con una imaginaria educación de la mujer,
que ya casi no forma sino tenedoras de libros, como si la mujer de aquí fuera una estúpida, incapaz de otra
190
ese compromiso fue siempre pedir que toda persona que sepa leer y escribir debía
convertirse en educador de analfabetos; es decir, sugería una labor privada. Ahora bien si
el Estado colaboraba, su ayuda sería bienvenida. Pero esto en realidad era una crítica
contundente contra el estado de cosas organizado por los distintos gobiernos que no
proveía educación y calidad de vida a la inmensa cantidad de hombres y mujeres
atrapadas en la marginalidad, la exclusión, los vicios y la pobreza.505 Pero la crítica
también alcanza a los ricos y poderosos, sobre todo, porque los gobiernos no eran
capaces de poner freno a los abusos, al egoísmo y a la prepotencia de los poderosos:
Aquí se ha creído que hay cultura pero no la hay. A una razón se contesta
con un insulto, generalmente escudado en el anónimo. A un hombre que
pide mejor vivienda para los miserables; y mejor pan y más trabajo, se le
llama bolchevique, el vitalismo no predica la violencia; no quiere el despojo
sino el respeto a lo de cada uno. Y sin embargo, en lugar de que los
opositores contesten argumentos con argumentos y nos convenzan de un
errar en el cual –al cabo humanos– podríamos incurrir, nos escarnecen,
nos insultan, nos calumnian. Pero el pensamiento está en marcha. Y les
arrollaremos con la idea, porque todavía no ha nacido hombre que pueda
luchar contra ella victoriosamente.506
Para Masferrer todos los hombres y mujeres deben emanciparse de las cadenas de la
ignorancia. En el caso de los obreros, se dirigía a ellos diciendo que “aceptando que la
condición de obrero no es esencial ni principal en el hombre, sino accidental y
subordinada (pues consiste simplemente en una de tantas maneras de ganarse la vida),
cosa que la teneduría…No pudiendo yo vivir contento, ni resignarme a toda esa barbarie, y debiendo hacer
alguna cosa por mi país y por mí, por mi propia alma, para no asfixiarme en la basura, he convertido mi
pluma en escoba, y me he puesto a dar escobazos a la Gran Pirámide, a ver si va reblandeciéndose y llega un
día en que la podemos derruir y barrer.” Ibidem, pp. 443-445.
505
Masferrer es consciente, que “especialmente los obreros, puedan interesarse por mantener una
organización que pesa sobre ellos con abrumadora pesadumbre. Ellos, verdaderas bestias de carga de las
clases ricas; ellos, cuyas hijas son consideradas por los privilegiados como simple carne de placer; ellos cuyo
horizonte intelectual casi nunca traspasa las boberías que enseña la escuela primaria; ellos, cuya sangre
derramada una y otra vez, hace el gasto de todas las veleidades, estupideces y perversidades de los políticos;
ellos, cuya vida se encierra entre el taller y el cuartel y la taberna; ellos, repito, no se comprende que puedan
buscar paliativos, sino que de una vez y con toda decisión de un esclavo que por fin se rebela, deben
preguntarse: ¿qué haremos para emanciparnos? Y a esa valerosa pregunta, verán que no hay otra respuesta
que la que nosotros les damos: romper este viejo y estrecho molde en que se ahoga la sociedad actual, y
encaminarse, sin vacilaciones, en busca de una organización más sabia y más justa. Y, –penétrense bien de
esto– esa liberación, esa emancipación, tiene que ser obra de ellos mismos. Porque ninguna verdad, ninguna
libertad se conquistó jamás sin el propio esfuerzo.” Ibídem, 154-155.
506
Patria, 7 de octubre de 1929, pp. 1-2.
191
la pregunta ¿qué debe saber un obrero para ser instruido? Ya no tiene razón de ser, y
debe sustituirse por esta otra: ¿Qué debe saber un hombre para ser instruido? He aquí la
cuestión en su verdadero terreno.507 En esta perspectiva, como afirma Masferrer, “si el
hombre, cada hombre, no se emancipa de la bestialidad, el conjunto, el conglomerado
social no puede ser sino un tropel de bestias. En este contexto “afirmaba, no ha mucho
Krisnamurti, [sic] que el problema del individuo es el problema de mundo.”508 Por tanto,
hay que cambiar todo el supuesto orden que se ha establecido desde mucho tiempo
atrás, ya que este orden no está organizado en función del ser humano ni de la vida:
Si tenemos esas leyes y esas religiones y esa moral. Las tenemos aún, y
han durado mucho, y han causado inmenso daño, y nos han sumergido en
tinieblas tan espesas, que ya se hace casi imposible recordar por qué
rumbo se ocultó el sol, ni saberse por dónde volverá. Mas ahora, deben
morir. Debemos desembarazarnos de ellas con resolución y premura;
debemos crear y organizar una nueva y más alta concepción de la vida, en
la ley, la educación, las costumbres, todo se halle subordinado
francamente al bien del niño, cuyos derechos no admiten tasa ni medida, ni
restricción ni prescripción.509
507
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 149. En esta línea Masferrer afirma que la educación
es urgente y necesaria para mejorar la calidad de vida de toda la sociedad. “¡Es verdaderamente asombroso!
Los mismos hombres que sufren con paciencia que se les asile en casas húmedas, estrechas, oscuras, donde
todas sus fuerzas decaen y donde su vida se acorta sensiblemente, corren enfurecidos a matar y a que les
maten, para defender el honor de la bandera; los mismos hombres que consienten en vivir ellos y sus hijos,
medio muertos de hambre y expuestos a toda clase de enfermedades por falta de nutrición suficiente,
mientras que a un paso de ellos hay gentes que hartan a sus perros con jugosas carnes, esos mismos
hombres asesinan y se hacen matar para que el enemigo no dé un paso más allá de la frontera; los mismos
hombres que soportan vivir en la desnudez y en la ignorancia mientras que en torno de ellos reina el lujo y la
instrucción se prodiga a los que menos la necesitan, esos mismos hombres niegan al extranjero el derecho
de ciudadanía, y riñen a balazos por el derecho de elegirse un amo que los explote y les oprima. En verdad,
el alma del pueblo ha debido sufrir terribles y larguísimas presiones, para que así haya podido ensordecer a
la voz de los instintos naturales que le gritaban cuáles eran sus verdaderos, útiles, necesarios y sagrados
derechos. Y ahora asistimos a este raro espectáculo: una resolución cual nunca se intentó semejante,
acompañada de increíbles esfuerzos y de sufrimientos sin número, para enseñar otra vez a los hombres de
lo que las bestias saben: cuál es su verdadero destino: ¡vivir, vivir libre y plenamente, satisfaciendo todas sus
necesidades corporales y espirituales.” Ibidem, p. 152.
508
Ibídem, p. 199.
509
Ibídem, p. 212.
192
Masferrer afirma que esta situación tiene una causa fundamental que hay que superar
necesariamente, porque es la realidad provocada por el acaparamiento de la tierra y todo
el sistema capitalista organizado en El Salvador. Bajo este principio se trastoca los
valores y convierte en ideologización todo valor. En este sentido hasta la ciudad se
organiza así:
En el centro, palacios, hoteles, casinos! En los barrios sanos y alegres,
mansiones, chalets, villas, delicias y holguras para los amos. A la orilla, en
el suburbio, para los pobres, mesones, tugurios, covachas, cuchitriles
forjados en tablas podridas con guangochos, trozos de acapetate
enmohecido, pedazos de lata oxidada, tiras de petates chinchosos, vejez,
mugre, hediondez, obscuridad, y melancolía y estrechez y asfixia!... Y ahí
dentro, criaturas de Dios a quienes los otros les llaman conciudadanos,
compatriotas, prójimos, hermanos… ¡hasta hermanos!510
Es tal la situación que Masferrer critica y busca superar desde la trinchera del periódico
Patria; en este marco es que “el concepto de salud, el bienestar, la prosperidad, la
comodidad, la cultura, la libertad, la paz y el contento de los salvadoreños que viven hoy,
es para nosotros el valor supremo, la cosa primordial, intransferible, impostergable; y a
obtener, mantener y mejorar esos valores, se encaminarán constante y firmemente las
actividades de este diario Patria.”511
510
Ibídem, p. 330.
511
Ibídem, p. 434. En esta perspectiva, Masferrer es más radical y afirma que: “En este orden de ideas, lo más
grave, la mayor desventura que puede acontecerle a la patria, es que un niño salvadoreño muera de inacción, o
crezca sin escuela, o no aprenda oficio; es que un peón o un obrero salvadoreño se envenenen semanalmente
con alcohol, y falte cada lunes a su trabajo por causa de ese envenenamiento; es que una muchacha
salvadoreña, por falta de previsión social, se prostituya y viva de su vergüenza, cuando podría muy bien vivir
de su trabajo; es que los tribunales pervertidos le nieguen o le bastardeen la justicia a quien la reclama
justamente; es que un estudiante que debería hacer una carrera bien hecha, con estricta moral y ciencia
bastante, salga con una caricatura de profesión, farsante o corrompido, a causa de que sus maestros no
supieron instruirle ni educarle; es que el empleado que aportó a un Banco o a una caja de ahorros para que se
lo custodiara, se encuentre una mañana con la noticia de que los custodios le han robado, con la complicidad o
la indiferencia de las autoridades, y que se consagran, de allí en adelante, a ser hombres honorables, “puntales
de la sociedad”; es el dinero al 5%; los maestros vendiendo sus recibos; las librerías importando
obscenidades; los teatros y los cines representando porquerías; el labriego descalzo; la casa exorbitante; los
caminos imposibles; los bancos transformados en montepíos, y los montepíos en ahorcaderos; es todo aquello
que es y que no debería ser; todo aquello que altera, empequeñece, defrauda, restringe, afea, entorpece y
pervierte la vida de cada uno de nosotros, de cada salvadoreño que vive hoy, que sufre y trabaja, y que tiene
perfecto derecho a vivir íntegramente, hasta donde lo permiten la tierra y la hora en que vive. Nosotros
sabemos que trabajando por los salvadoreños que viven hoy, si lo hacemos con tino y acierto, ya estamos
trabajando con eficacia máxima por los que vivirán mañana. Así es que nos desentenderemos del porvenir, en
el mismo sentido y por la misma necesidad que nos impele a desentendernos del pasado. El pasado es
irremediable. El porvenir, se modelará enteramente según el hoy. Y, por otra parte, nada más sabio que
193
Como bien afirma Masferrer que quien se conforme con que las cosas sigan como él las
encontró, como los demás se las dan hechas, como la tradición y la rutina las modelaron,
y se acomoda a vivir entre los rincones polvorientos de ideas rancias, de sentimientos
vulgares y de hábitos enmohecidos, no es ciertamente un hombre en el noble sentido de
la palabra, no es un humano sino un animal que ya alcanzó la forma, pero todavía no el
espíritu de humanidad.512 Lo mismo se aplica esta ley a los pueblos que a los individuos.
Y los pueblos que se han cultivado intelectualmente con una educación crítica y realista
con la vida son:
Pueblos fuertes, cargados de vigor, serán necesariamente expansivos y
querrán modelar el mundo a su propia imagen. En forma de conquista
armada, de expansión comercial, de influencia literaria o científica, de
imposición de sus leyes o de su idioma, de imperio de sus modas o de su
religión o de su moneda, el pueblo cargado de vida, de fuerza pugnará
inquieto, sugerente y aún progresivo, para salirse de sí mismo, rebasar el
cauce de sus modalidades, infundirse o transfundirse en los demás y hacer
de ellos imágenes suyas, variaciones o repeticiones del tema que encierra,
su propio yo, expresado en forma de cultura.513
conformarse al dicho de Jesús, de que “bástale a cada día su propio afán”. En fin, y para terminar con las
razones en que fundamentamos nuestro concepto de Patria, queremos decir que El Salvador, como la mayor
parte de los pueblos de América Tropical, es un pueblo inadaptado; ni su espíritu ni su vida se armonizan
bastantemente con las exigencias y aspiraciones de la época. Bajo las apariencias de una cultura meramente
exterior y de imitación, están viviendo de ideas y sentimientos viejos, respirando una atmósfera viciada por el
estancamiento, con los ojos vueltos hacia atrás, entregados al culto de toda clase de fetiches. De tanto mirar
hacia atrás y contemplar lo que llaman sus glorias, y su naturaleza y su civilización ancestral, y sus próceres y
su idealismo, estos pueblos han perdido la facultad de hacer, de vivir su propia vida, de ser ellos mismos, de
trazar y dejar marcada con hondura y firmeza en la historia, la huellas de sus pies.” Ibídem, pp. 435- 436.
512
Ibídem, p. 453.
513
Ibídem, p. 454.
514
Ibídem, p. 454.
194
Masferrer es radical al referirse a este tipo de hombres y pueblos afirmando que “un
pueblo así no inventa ni crea nada: cambia sus modas, sus gustos, sus hábitos, cada vez
que le llega de fuera la sugestión o la imposición de cambiarlos; adquiere ideas y
creencias nuevas, apenas recibe la leve influencia de la voluntad exterior; su ademán, su
tono social, su idioma, hasta su comida y su bebida, serán otros, apenas el interés o
simplemente el espíritu dominador de fuera le presente nuevos modelos, nuevas formas,
nuevos moldes en que vaciar su arcilla amasable e impersonal.”516
515
Ibídem.
516
Ibídem.
517
Cfr. Aníbal Quijano, “Colonialidad del poder, Eurocentrismo y América Latina.” En Edgardo Lander,
comp., Colonialidad del Saber, Eurocentrismo y Ciencia Sociales, CLACSO-UNESCO, Buenos Aires, 2000,
pp. 201-246. Asimismo ver: Carlos Beorlegui, Historia del pensamiento filosófico latinoamericano, Op. Cit.,
pp. 857-884, Verónica Carmen Mendizábal, La colonialidad del poder, en
http://www.monografias.com/trabajos67/colonialidad-poder/colonialidad-poder.shtml. Otros estudios muy
sugerentes al respecto son los de Walter D. Mignolo, La colonialidad: la cara oculta de la modernidad. En
http://www.europhilosophia.eu/mundus/IMG/pdf/MACBA-walter_mignolo_modernologies_cas.pdf,
Asimismo, W.D. Mignolo “El pensamiento decolonial, desprendimiento y apertura”. En Enrique Dussel, Et.
Al, El Pensamiento filosófico latinoamericano, del Caribe y “latino” [1300-2000], historia, corrientes,
temas, filósofos, Editorial Siglo XXI, México 2009, pp. 659-682, Nelson Maldonado-Torres, “El
pensamiento filosófico del giro descolonizador”, Ibídem, pp. 683-697, Raúl Fornet-Betancourt, “La filosofía
intercultural”, Ibídem, pp. 639-646.
195
No obstante, Masferrer reconoce que el país vive bajo un “imperio nefando y torpe de
leyes, creencias religiosas, costumbres, tradiciones, prejuicios y rutinas mentales que
relegan al niño a segundo término; que le declaran ilegítimo; que se imaginan ascender a
la santidad cuando le otorgan la mezquina e inepta caridad de un hospicio.” 520 Imperio
obscuro y torpe cuyas clases dominantes en lo económico, social y político, y, aún así,
siendo tan poderosos, lo único que otorgan en su generosidad es “la farisaica limosna
ocasional de juguetes y vestidos, hecha en cantidad y formas infelices, características de
una heroica hazaña que llaman previsión social y educación, a la desdichadísima escuela
primaria con sus pobres maestros, sus pobres casas, sus pobres instrumentos de trabajo,
su pobre enseñanza, su pobre presupuesto y su pobrísima comprensión de los derechos
518
A. Masferrer, Obras Escogidas, Op. Cit., pp. 454-455.
519
Ibídem, p. 455.
520
Ibídem, p. 457.
196
y de las necesidades del niño.”521 Entonces, qué podemos esperar de esta sociedad en el
futuro próximo, puesto que lo único que tenemos es todo eso “y lo vamos llevando como
un trofeo; como una flor de civilización cristiana y de filosofía y de ciencia.”522 Y con ello
nos sentimos sumamente orgullosos. Sin embargo, se ignora algo fundamental y es que:
El problema fundamental y perenne en todo pueblo es impulsar al mayor
número de sus hijos de peldaño en peldaño, o mejor dicho, de plano en
plano espiritual: de la salvajez a la barbarie, de ésta a la cultura, de ésta a
la civilización, de ésta a la humanización, o sea aquel estado en que el
hombre no puede ya vivir para sí mismo si al mismo tiempo no vive
intensamente para los demás. Esa impulsión ascensorial se obtiene, casi
exclusivamente, por la educación, es decir, por la escuela, y básicamente,
primordialmente, por la escuela primaria. Elevar la escuela primaria al
máximun de su perfección, a fin de que produzca el máximo de su
rendimiento, es como sembrar la semilla del hombre, del hombre
verdadero, que es el hombre humanizado.523
Entonces, pues, “si la educación, en vez de ser la torpe y tiránica deformación que es hoy,
fuera el cultivo prudente, atinado y desinteresado de cada uno, según la ley de sus
naturales y más salientes aptitudes,”524 entonces el futuro del país se encaminaría a la
construcción del verdadero progreso y desarrollo, como es el discurso de las clases
521
Ibídem. Masferrer continúa su reflexión afirmando que “la conducta social del hombre, no es ni puede ser
la misma, sino que es diferente en sus móviles y en sus procedimientos, según sea ese tono o temperamento
espiritual que es ya la característica de su vida: según que sea un neto egoísta o semi-salvaje, un bárbaro, un
hombre culto, un civilizado o un humanizado. Y, naturalmente, su capacidad –y por consiguiente, su derecho–
para gobernar y dirigir, decrece a medida que desciende de la humanización a la salvajez. Creer y practicar
que todos, por ser lo que llaman un ciudadano, por tener tal edad y pagar tales impuestos, se hallan
igualmente capacitados para gobernar, para conducir, para dirigir, es un error craso y sus consecuencias son
peligrosísimas. Es el error de la Democracia tal como se soñó al principio y como se han empeñado en
practicarla casi todos los pueblos hispanoamericanos, llevados de su entusiasmo y de su inexperiencia. Es el
error que dio el cetro de los reyes a las masas, convertido en garrote, y el cual, necesariamente habría de
tornarse látigo en manos de quien sedujera y arrastrara a las masas. Porque la masa es siempre engañable,
seducible y dominable. Su característica es ser un instrumento, llámese pueblo inglés o salvadoreño.” Ibídem,
483.
522
Ibídem, p. 458.
523
Ibídem, pp. 483-484. Masferrer ratifica que está consciente de su objetivo programático y afirma que
“sabemos adónde vamos y sabemos y aceptamos los que nos espera. En esta pugna, en que nosotros
representamos la conciencia limpia y nueva de El Salvador, cada uno dará de sí: los defensores del viejo y
carcomido régimen fundado sobre la miseria, la opresión, el privilegio y el fanatismo, darán lo que tienen: lo
que nazca de su educación, de su atraso y de sus intereses; y nosotros, daremos lo que tenemos: la visión de
una nueva vida, más justa, más cordial, más humana, que esa negra y triste mezquina que nos ha tocado
vivir.” Ibídem, p. 548.
524
Ibídem, p. 510.
197
políticas dirigentes. Eso es lo que se logrará con una educación vitalista, de acuerdo a la
perspectiva del Minimumvitalismo Masferreriano.
El 5 de enero de 1932, quince días antes de la masacre, Masferrer dictó una conferencia
sobre el Vitalismo en Hispanoamerica y cómo el Minimum Vital se debía incorporar a la
vida social, política, educativa, económica en el continente.528 Anunciaba asimismo la
preparación de un estudio que denominaría Economía del Minimum Vital en el que diría
las reformas económicas, políticas y educacionales para que el Minimum Vital se realice
concretamente. Este es tema que se verá en el próximo capítulo.
525
Para mayor información sobre la iniciativa y el desarrollo del proyecto de Universidad Popular, ver Roque
Dalton, Miguel Mármol, los sucesos de 1932 en el Salvador, Op. Cit. Pp. 145-177.
526
Cfr. A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 74.
527
Ibídem, p. 47.
528
Ibídem, p. 191.
198
Masferrer afirma que en los últimos cinco años de su vida, las ideas del Vitalismo se
esclarecieron, se enlazaron y se ordenaron en su pensamiento alcanzando una
cristalización que denominó doctrina sintética de la vida.
529
Cfr. María R. Fuentes Oliva, El Proyecto social y político durante el gobierno de Lázaro Chacón a través
del estudio de un fragmento de redes sociales; Universidad San Carlos de Guatemala, Tesis de Licenciatura
en Historia, Guatemala, 2007.
530
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 415.
531
Ibídem, pp. 367-371.
532
Ibídem, p. 227.
533
Ibídem, p. 225.
534
Ibídem.
535
Ibídem, p. 227.
199
536
Cfr. A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo I, Op. Cit., p. 78. Marta Casaús afirma al respecto que las
fuentes de inspiración del pensamiento de Masferrer, como autodidacta y librepensador fueron variadas e
híbridas; “confluían corrientes muy bien amalgamadas, pero esencialmente diferentes. A nuestro juicio, es lo
que provocó por una parte una amplia aceptación en múltiples sectores, pero también el rechazo de otros; es
también lo que le confirió tanta originalidad y ha contribuido a que su pensamiento perdure. Es una
hibridación de varias corrientes: el vitalismo de Tolstoi, el socialismo fabiano de Henry George; el
anarquismo y socialismo libertario de Kropotkin y de Proudhon; las corrientes teosóficas e hinduistas de
Krishnamurti, Jinarajadasa, Tagore o Ghandi; y el pensamiento unionista y panhispanista de Haya de la Torre,
Rodó, Martí, Ugarte, Mistral y Vasconcelos, etc. Resulta difícil saber cuál de ellas primaba; me atrevería a
pensar que el socialismo fabiano con tintes anarquizantes y el hispanoamericanismo constituyen el núcleo
central de su pensamiento ético-político, influido además por Rodó, Darío, Montalvo y Martí en su adaptación
centroamericana.” Cfr. Marta Casaús Arzú, La contribución de Alberto Masferrer al pensamiento social
centroamericano (1920-1930); ponencia presentada en el congreso de Literatura e Historia en Guatemala, el
28 de julio de 2008. Ver: Revista Repositorio, Op. Cit., pp. 58-90.
537
Este dejarse llevar por la facticidad de la realidad como parte inicial del método del pensamiento filosófico
y político de Masferrer, consiste en abrirse a la vida como máxima expresión de la existencia. Este abrirse
constituye una disposición interna de la voluntad humana que impulsa al ser humano a que permita que la
vida surja libremente desde su propio dinamismo. En esta perspectiva es clave tener en cuenta las
mediaciones concretas del Vitalismo, especialmente, la Educación Vitalista que en todo momento conduce a
que el hombre desde su ámbito personal tome conciencia del valor de la vida y en esta perspectiva, se
enriquece la concepción humanista de Masferrer que deja abierta la posibilidad de la existencia y
reconocimiento de la divinidad por encima y fuera de sí misma que le da coherencia a la vida misma y le
jalona a un nivel de vida superior que apunta a su vez a una utopía realizable solo en parte. A medida que se
hace concreto el vitalismo en un mejor trabajo, en la producción de alimentos en aprender a leer y escribir, en
esa medida, la utopía se acerca y el espíritu de la humanidad se hace más noble y real.
200
unidad de la vida, tanto en su aspecto animal, como vegetal y cósmico.538 Incluye, por
supuesto, el ámbito social de la realidad.539
Masferrer realizó sus ideas económicas, sociales y ético-políticas, desde la justicia social
y el bien común como ya se ha mencionado. Buscó instrumentos institucionales que
permitieran una real distribución del ingreso obtenido con el producto del trabajo del
obrero salvadoreño.540 Y esto es preciso ejecutarlo por medio del mejoramiento de dicha
devolución a través de la cualificación de la cultura y la asistencia social: educación, salud
y vivienda. Habló de la libertad humana como la esencia misma del ser humano. Y habló
de los derechos naturales del ser humano desde lo alto del valor total de la vida: Vitalismo
entendido como vida para todos.541
538
Remito a las concepciones de la vida en sus distintas manifestaciones: animal, vegetal y cósmico; que han
sido profundamente estudiadas por Xavier Zubiri, Hans Jonas, Alejandro Llanos y Manuel Garrido, en los
textos ya citados. Ver páginas 163-172 de este trabajo.
539
Es importante tener presente que a este momento histórico en El Salvador, le corresponde el surgimiento
del Marxismo como ideología política. En este contexto es que los dirigentes e ideólogos de las capas
dominantes acusaban a Masferrer de bolchevique; sin embargo, Masferrer no desarrolló el Marxismo de
forma sistemática en su teoría vitalista, y ni siquiera menciona esta teoría en sus escritos. Pero sí conocía de
esta teoría; ver carta a Hortensia, del 16 de septiembre de 1928, donde le menciona estar “leyendo un
interesantísimo libro sobre el marxismo”. Ver M. Casaús Arzú, El libro de la vida… Op Cit. 2012, p. 74.
540
Propuso por ejemplo, la instauración de un Consejo Económico Social de alto nivel, en el gobierno de Pío
Romero Bosque para que Planificara de acuerdo a Plan Nacional y evitara tantas crisis de granos básicos, y
que la Hacienda Pública se administre con altura técnica y política. A esto dedicó al menos dos artículos
denominados: Necesitamos un consejo Económico y El consejo Económico: Hacia la Creación de un Cuarto
Poder. Asimismo propuso la vuelta al Ejido y reformas esenciales a la Constitución salvadoreña, de tal
manera que buscara eliminar la ley de supresión de Ejidos y el latifundismo. Esto lo propuso en al menos tres
extensos y profundos artículos, uno del 21de julio de 1928 titulado Habrá que esperar, en el que cuestiona la
estructura de la Constitución de la República y pide reformas a ésta; otro del 23 de julio de 1928 denominado
Terraje y otro del 20 de diciembre de 1928 titulado La crisis del Maíz, hay que volver a los ejidos. Masferrer
escribe el 26 de julio de 1928, un cuarto artículo que titula: Hagamos las paces con el ídolo, en donde
ridiculiza los intentos de reforma constitucional que han hecho distintas Asambleas Legislativas: “declaramos
enfáticamente que no nos interesa en lo más mínimo que se reforme nuestra Constitución. Por nosotros, puede
quedarse eternamente así, como está desde hace 43 años, virgen y mártir, sin que nadie se haya metido con
ella ni para bien ni para mal… Eso sí, exigiremos la natural reciprocidad, y esa consiste en que no nos
estorbe.”
541
Cfr. A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., pp. 51-97.
201
Para Masferrer la justicia social es la forma simple y sencilla de devolver al pueblo parte
de aquello que el mismo pueblo ha producido con su trabajo, a fin de que llene sus
necesidades primordiales que es, como ya quedó explicado, su Minimumvitalismo
“definido concretamente, Mínimun Vital significa la satisfacción constante y segura de
nuestras necesidades primordiales.”542
En cuanto a la miseria en que vivían miles de salvadoreños se pregunta ¿y todo esto por
qué? “porque unos tienen demasiada codicia y otros demasiada imbecilidad. Porque sólo
una codicia infinita puede impulsar a unos al acaparamiento de las casas; y sólo una
imbecilidad infinita puede inducir a los otros a consentir ese acaparamiento.”544 Esto como
diagnóstico social es exacto y un pensamiento social realista.
542
Ibídem, pp. 58-59.
543
Ibídem, pp. 539-540.
544
Ibídem, p. 203.
202
La ética vitalista coloca en el centro de los problemas sociales la vida del ser humano en
sus concreciones particulares de hombre y mujer, en sus condiciones materiales y
espirituales de existencia; ahí se encuentra la posibilidad de reencontrar su esencia
humana, de conquistar por fin su identidad como persona y como pueblo, en la conquista
de su libertad. Esto es justamente lo que buscaba Masferrer en su lucha por procurar las
mejores condiciones de la felicidad humana. Por ello, la ética vitalista es una actividad de
primera importancia en su vida. De ahí que podamos afirmar que en el Minimumvitalismo
de Masferrer hay una expresión propiamente ética, porque es un “sistema social que es
una mera extensión de la familia a la sociedad; una ampliación, en grande escala, de lo
que han experimentado y consagrado los siglos como lo mejor entre las conquistas del
hombre, que es la vida en familia, una mejor distribución no fundada sólo en los méritos
de cada uno, sino también en sus necesidades.”546 Y esto se encuentra en la ciencia de la
545
Matilde E. López, Obras Escogidas, Tomo I, Op. Cit., p. 80.
546
A. Masferrer, Obras escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 245.
203
vida porque “está en los libros y en la vida, y el que sabe leer y observar, posee el secreto
de la sabiduría.”547
De ahí que una responsabilidad ética de los que han alcanzado cierto nivel de cultura sea
educar, porque “no es lo mismo poner el pie sobre un pueblo y obligarle a estarse quieto,
que enseñarle a que se esté quieto por su propia y consciente determinación. Oprimir es
una cosa. Educar es otra.”548 Concretando una educación en la que todos dentro de una
sociedad participan, la doctrina del Minimum Vital conduce necesariamente a una vida de
paz y concordia, en donde la envidia no echa raíces que obstaculicen el bien común
fundado en el respeto recíproco, de suerte que cada quien se sienta seguro dentro de los
límites mínimos de satisfacción de sus necesidades primordiales. Por ello, como nos
recuerda Luis Aparicio, Masferrer fue “hombre de paz y enemigo de la violencia, fue
radical en su posición cuando el derecho fue violentado, o cuando se le negó a quienes
tenían necesidad de que se les reconociera. Por eso se vuelve duro contra una sociedad
que se dice cristiana, y en la que al mismo tiempo los grandes explotan a los pequeños; el
hombre sólo piensa en el medro (y) la mujer en el lujo”.549
Masferrer, teniendo como paradigma la vida en su unidad fundamental, afirma que a ésta
le corresponde una ética que implica el hecho de no poner obstáculo al desarrollo pleno
de la misma vida, y ya que ésta es una, se deduce “que la filosofía eficaz y trascendente,
demuestra y confirma la misma verdad: que la moral, si no se encamina a procurar, o por
lo menos a no estorbar la vida íntegra para toda criatura, es vacía o perniciosa.”550
Masferrer tenía claro que “frente al vicio y el crimen, el Estado no debe tener más que una
actitud, y es la guerra. El vicio y el crimen son los enemigos naturales, irreconciliables del
Estado; son, por excelencia, los enemigos; los que hay que combatir siempre, sin tregua
ni relaxo.”551 Si el gobierno desatiende u olvida esta su capital función, lo mejor sería que
no hubiera gobierno. “Trae el gobierno tantos daños; es tan opresivo, tan costoso, tan
invasor, tan usurpador, tan desviado y tan ciego, que no hay por qué extrañarse de que
grandes pensadores y filósofos lo declaren como el resumen de todo lo malo y enojoso.
547
Ibídem. p. 34.
548
Ibídem, pp. 37-38.
549
Luis A. Aparicio, Alberto Masferrer, pedagogo-político, Op. Cit., pp. 61-62.
550
A. Masferrer, Obras escogidas, Tomo I, Op. Cit., p. 78.
551
A. Masferrer, Obras escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 128.
204
En su política vitalista Masferrer presenta los intereses esenciales de las clases sociales
salvadoreñas sin detrimento de ninguna ellas, poseedoras y desposeídas, ya que para él
la vida humana es lo fundamental y ambas clases están constituidas por seres humanos.
Esto es clave para la concreción de la política vitalista, no sólo porque la diferencia de
otras maneras de hacer política, que tienen como elemento clave de su hacer política sus
intereses de partido o de clase. Por el contrario, la política vitalista busca articular todos
los aspectos de la vida social y cultural: arte, ciencia, religión, filosofía, etc.. Por lo que no
debe reducirse el pensamiento político de Masferrer a la organización de un partido
552
Ibídem, pp. 128-129.
553
Ibídem., pp.129-130. En esta perspectiva, Masferrer sigue su reflexión, afirmando que “Son estas ideas y
términos que no admiten pactos ni armisticios; la guerra entre ellos es a muerte y perenne: si ha de mejorarse
la vida social, será porque el vicio y el crimen se aminoraron; si llegan uno y otro a cierta tolerancia mutua, en
que los reglamentos usurpan el lugar de la represión, entonces la sociedad cae en la más triste y ruin de las
dolencias, que es la hipocresía. Y vivir de la hipocresía, de la mentira organizada y santurrona, es ciertamente,
peor que morir. Por eso, decíamos, no hay más que una actitud verdadera, racional y sencilla para el Estado,
frente al vicio y al crimen, y es combatirlos a muerte; si el gobierno malconoce (sic) y descuida esa actitud, o
no la cumple con máxima energía, entonces el gobierno es una maldición, un fraude, porque nos falla en aquel
trabajo y misión que únicamente lo hacen tolerable: perseguir, atenuar, aminorar, reprimir el crimen y el
vicio. Nos carga entonces con grandes y enojosos grillos, inherentes a su naturaleza, y no nos da, en cambio,
aquello único por lo cual hemos consentido su tiranía y pesadez.”
205
político simplemente, sino a estructuras políticas más complejas que articulen e integren
estos aspectos mencionados.
Esta política afirma que la construcción cultural de la identidad de la patria es aun una
tarea pendiente; ya que antes que eso se trata de concretar y solventar las necesidades
primordiales de los seres humanos para que en un momento segundo, se inicie la
construcción de la cultura y de la patria. En la política vitalista tienen cabida los
desposeídos y los potentados pero ambos sectores tienen que deponer cada uno sus
intereses particulares y priorizar los intereses comunes, ya que la política vitalista no es
excluyente ni sectaria, sino integradora y dinamizadora de los elementos primordiales de
la vida.
En la política vitalista se integra una visión global que incluye la región centroamericana y
mundial; exige unas relaciones internacionales de respeto, donde los Estados Unidos y
Europa, tienen que deponer sus intereses imperialistas554 y colocar en su lugar los
intereses de todas las naciones:
Lo mismo que se dice de los individuos cabe decir de las naciones. Pensar
que una nación de ignorantes va a librarse de una nación culta, si ésta
quiere someterla a su influencia o dominarla, es como pensar que en la
lucha entre un ciego y un hombre que ve, las ventajas pueden estar de
parte del ciego. En realidad, no hay otro destino para un pueblo ignorante,
que el despotismo adentro y la dominación afuera.”555
554
Cfr. A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., pp. 566-567. Sobre este aspecto Masferrer afirma
que “El ejército no tiene que ver conscientemente con las instituciones: las defiende y guarda, si se lo
mandan; las ataca y destruye, si se lo mandan. Empero, no se ve próximo el día en que nos veamos libres
enteramente de agresiones y de conquistas. Mientras subsista el Imperialismo, debemos contar con un
Ejército, lo más eficiente posible. No para embestir aisladamente contra un poder incomparablemente
superior, sino para unirnos todos los pueblos débiles y oprimidos y librar un día la batalla decisiva contra la
Codicia Imperial. Sobre esta emergencia inevitable, no cabe abrigar ilusiones: llámese Inglaterra, o Alemania,
o Francia o Saxoamérica, la ley evolutiva de todos los Imperialismos es igual e invariable: penetración
pacífica, mientras el pueblo invadido y explotado no se resiste; marinos, cañones, acorazados y aviones,
cuando se cansan de que le extorsionen y le sorban la vida. Únicamente el día en que nos vean a todos los
hispanoamericanos unidos para la defensa, para la liberación común, únicamente entonces, reflexionarán, y
comprenderán que todos somos amigos, hermanos, y que tenemos iguales derechos e iguales intereses. Y si
entonces no reflexionan, les haremos reflexionar, con las mismas razones que ahora usan ellos para
civilizarnos: ametralladoras y aeroplanos.” De la misma manera Masferrer propone que se construya un
ejército vitalista, cuya función sea primordialmente el mejoramiento del hábitat y el cultivo y mantenimiento
de bosques tropicales. Cfr. Ibídem, pp. 568-570.
555
Ibídem, p. 10.
206
Para Masferrer, la política vitalista constituye una fuerza transformadora que refleja
acertadamente las necesidades del desarrollo concreto de la vida material del pueblo
salvadoreño y de cualquier sociedad en la que sea integrada. En esta perspectiva, no
cabe duda que para Masferrer tal y como están organizadas las cosas en nuestro tiempo
“un pueblo analfabeto será, sin remedio el esclavo de un grupo de perversos de su propio
suelo, o la presa fácil de cualquier nación poderosa que desee absorberlo o dominarlo.”556
Y esto hay que llevarlo, desde la perspectiva vitalista, al plano del desarrollo económico,
social, ético y político de El Salvador y de cualquier pueblo del mundo. Por tanto, no es
posible superar la iniquidad, el atraso, la miseria si no se organiza políticamente la
sociedad desde una perspectiva más justa y equitativa.
La política vitalista responde a los intereses vitalistas del pueblo. Encuentra apoyo
constante en los marginados por la historia, por aquellos que han organizado la vida del
pueblo. Por esto es que Masferrer le da radical importancia a la educación vitalista como a
la educación política y a la formación de cuadros vitalistas, porque él sabe que “el
ignorante es fatalmente la víctima, el esclavo del hombre instruido. Si no hay en éste una
gran bondad, acabará siempre por explotar o tiranizar a los ignorantes que le rodean y
éstos, aunque hayan sido engañados y explotados cien veces, caerán de nuevo en las
redes de aquéllos. Porque el ignorante es un ciego”.557
Por ello es que Masferrer afirma que al nivel interno en el país, debe realizarse una
reforma constitucional si se quiere garantizar la constitución de una verdadera patria
salvadoreña, cuyo horizonte sea en todo momento la defensa de la vida. Porque por
ahora, “a decir verdad, ese perpetuo intervenir del Estado es funesto para la conciencia
de los individuos, quienes se acostumbran poco a poco a no pensar, a no cuidarse de las
cosas que más le importan. ¿Qué significa, por ejemplo, el hecho de que centenares de
nuestras aldeas carezcan de una escuela, sino que hemos abdicado de nuestro carácter
de hombres fraternales para convertirnos en simples piezas del mecanismo que llaman
Estado?”558
Por ello, el verdadero mal que nos inunda es que hemos dejado de creer en nosotros
mismos y nuestras posibilidades; y, en cambio hemos dejado que otros piensen por
556
Ibídem.
557
Ibídem.
558
Ibídem, p. 44.
207
nosotros, porque “el verdadero mal, no es sino que nuestra fe se ha desviado; en vez de
creer en nosotros mismos en la voz de nuestra conciencia, en la valía de nuestra acción
personal, en la eficacia todopoderosa de nuestra voluntad regida por las leyes divinas que
nos imponen la misericordia, creemos en el gobierno, y aceptamos que él piense, quiera y
trabaje por nosotros.”559 De ahí que afirme Masferrer que no hay que olvidar que los
hombres, “dondequiera que vivan, lo mismo en una capital que en la más obscura y
miserable aldea, son hombres y no rebaños. Y deben pensar constantemente en que una
ley más alta, más sabia que todas las leyes humanas, les impone el cumplimiento de
ciertos deberes, de los cuales nadie puede eximirles.”560
La política vitalista antepone la lucha por la defensa de la vida buena ante cualquier otra
lucha, incluso la lucha por la construcción de la nación o por la unidad centroamericana;
porque como afirma explícitamente Masferrer: “ya se hizo entre nosotros refrán aquello de
que Centroamérica, el único ideal por el que se puede luchar y morir es la causa
unionista. Si es así, ¡ay de nosotros! porque nación tan desdichada, donde los múltiples y
grandes intereses humanos no mueven a nadie; donde el trabajo, la educación, la salud,
la fuerza, todas las manifestaciones y necesidades de la vida son vistas como
insignificantes, naciones tan infelices digo, no tienen más porvenir que un próximo
desaparecimiento.”561 Y sobre este aspecto, Masferrer es muy explícito cuando afirma que
este país aún no constituye una patria; aunque se tengan ganadas algunas metas para el
logro de este objetivo:
Porque, nótese bien, nosotros no somos, no constituimos, todavía una
patria. Error lamentable el de creer que la temperatura, el paisaje, la raza,
el gobierno, ni aun el idioma, bastan para constituirla. De todos esos lazos,
el de mayor potencia que es el idioma no basta, sin embargo, para que un
grupo tan grande como se quiera de hombres, pueda formar una patria.
Esta es sobre todo una creación moral, y su núcleo se encuentra en la
comunidad de aspiraciones, sostenidas y perseguidas por el común
esfuerzo. Ahí donde los hombres, sea cual fuere su color, su origen sus
559
Ibídem, p. 45.
560
Ibídem, pp. 45-46.
561
Ibídem, pp. 24-25. Masferrer continúa afirmando que en El Salvador se debe tomar ejemplo de otras
experiencias, sobre todo la de aquellos países desarrollados: “Nosotros debemos hacer lo que han hecho los
pueblos del norte de Europa, lo que hace Chile, lo que ha hecho Estados Unidos, lo que han comenzado Italia
y España: formar un pueblo de cultura homogénea, con aspiraciones comunes; forjar una nación en que los
vínculos únicos no sean los recuerdos, la raza y el clima, sino la vida espiritual, el designio sistemado de
elevarse por el esfuerzo de todos para todos.” Ibídem, pp. 25-26.
208
costumbres, persiguen un mismo fin, del cual han hecho el más alto objeto
de su vida, y para alcanzarlo se avienen a trabajar, a sufrir, a ayudar, a
sostenerse, a tolerarse, a confraternizar, ahí hay una patria o se halla en
capacidad de nacer. Mientras que la simple aglomeración de gentes sin
ideales comunes, sin aspiraciones profundas que les vinculen y sostengan
así sean de hombres que parezcan todos gemelos por la estructura física y
coman, beban, se muevan y en todo vivan como si fueran infinitos
ejemplares de un mismo tipo; ésos, digo, no tienen cohesión, no son patria;
son cosa deleznable, que pueden trozarse, como un árbol, como una
piedra, como un bloque de arcilla, como un montón de arena.562
Masferrer hace un llamado a construir una nueva sociedad donde impere la justicia. Para
ello, indica que un camino que conduce directamente a esto es hacer que se respete y
promueva la vida. Pero para lograr esto, no basta con asegurar la vida en su
manifestación biológica, sino llevar a cabo una vida buena y es sabido que no hay
posibilidad de una vida verdaderamente buena si no es en un régimen socialmente justo.
Aquí, cabe afirmar que sólo un régimen justo puede llegar a concretar un ambiente de
seguridad pública. Es decir, que la seguridad pública es fruto del cumplimiento de la
justicia y no meramente del ejercicio de la coerción.
210
Lo que está a la base de la praxis del Minimumvitalismo masferreriano es, por un lado, la
realidad fáctica salvadoreña que le indica el estado de la situación que vive la sociedad de
su tiempo y, por otro lado, su sensibilidad y compromiso por la búsqueda de construir una
sociedad más justa para todos los salvadoreños. Esta base puede ser analizada y
representada desde lo que aquí se denomina núcleos temáticos masferrerianos. Estos
núcleos temáticos son ideas claves desde las cuales se articula un modo de pensar
programático que se lleva a cabo en el desarrollo de una praxis política y ética y que en el
caso de Masferrer lo instituye como líder intelectual que tuvo una influencia importante en
otros intelectuales de peso de su tiempo. Estos núcleos temáticos son: la tenencia de la
tierra en El Salvador; la justicia social para el ser humano (hombre y mujer, aquí los niños
tienen un papel clave) y la estructura política y económica vitalista. Estos núcleos
temáticos en Masferrer jalonaron su horizonte de reflexión y organizaron su pensamiento
teniendo un asidero en la situación concreta de la sociedad salvadoreña de principios del
siglo XX.
211
Desde un enfoque antropológico y sociológico, Masferrer hace notar el nexo directo que
existe entre la tenencia de la tierra, que es el lugar donde todo ser humano se desarrolla y
la vida humana misma. Pero no sólo eso, sino que además advierte que quien conoce ese
nexo, puede usarlo como principio de dominación:
Quitad al hombre todos sus elementos terrestres ¿qué otra cosa quedaría
más que un espíritu sin cuerpo? Dedúcese de esto, que el hombre que
posee la tierra de la cual o en la cual otro hombre ha de vivir, es el amo de
564
Cfr. A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 161.
565
Ibídem, p. 80.
566
Ibídem, p. 161.
567
Ibídem, p. 162.
212
Por eso, desde inicios del siglo XX, Masferrer ya proclama la necesidad de reformar el
modo de tenencia de la tierra. En su libro Las nuevas ideas (1913) esboza una reforma
agraria como estrategia para que las familias campesinas pudieran poseer una parcela en
la que habrían de producir los elementos básicos para su alimento. Porque ningún
argumento es aceptable para justificar la propiedad privada:
¡Monopolio de la Tierra! Verdaderamente, es difícil hallar una frase más
irritante ni que signifique un absurdo y una injusticia mayores. ¿En virtud de
qué pueden los hombres monopolizar la tierra? Todos los argumentos, más
o menos aceptables con que se defiende la propiedad privada, aparecen
como burdas patrañas cuando se trata de justificar el monopolio de la tierra.
Porque ésta no es, ni en apariencia, obra humana, sino que es cosa tan
anterior y superior al hombre, como el firmamento respecto de una
golondrina. Una calandria que, anidando en el extremo de la más pequeña
rama de una ceiba, quisiera luego apropiarse todo entero el gigantesco
árbol, no nos parecería tan ridícula como el hombre queriendo apoderarse
de la tierra.569
y libre también cuanto sea necesario para trabajarla. Libres los caminos, libres la
fabricación, introducción y uso de las herramientas, libre la compra y venta de los
productos agrícolas; libres todos los elementos, factores, usos y productos del cultivo.” 571
Desde esta perspectiva, concluye que negarle al hombre el acceso a la tierra es
producirle la muerte, pues desgraciadamente, la tierra no es como el aire, y los hombres
pueden monopolizarla y esclavizarla:
La tierra es de unos pocos, donde quiera que exista la civilización. La
mayoría de los hombres, en los países civilizados, no poseen un pedazo de
tierra ni un rincón donde levantar una cabaña. Pero ¿a qué equivale
despojar al hombre de la tierra? Exactamente a quitar a los pájaros el aire,
y el agua a los peces. Privados de su elemento natural, perecen o
degeneran rápidamente, convirtiéndose en seres monstruosos o deformes.
El hombre es un animal terrestre, lo mismo que el caballo, el ciervo y el
buey. No siendo animal acuático ni del aire ¿de dónde había de ser? ¿Y
cómo se quiere que el animal humano no se deforme y se corrompa si se le
priva de su natural elemento? Para el hombre, la tierra es el manantial de
toda vida: su alimento, su vestido, su habitación vienen directamente de
ella; su fuerza, su salud y su independencia, también de ella proceden.572
Esta tenencia, con las características actuales, no sólo es un problema social, sino
biológico y, en cuanto tal, también antropológico. Encontramos en esta visión
masferreriana que su análisis es progresivo, en cuanto que va de lo natural, constituido
por el hombre como animal terrestre, al ámbito del capital, donde se enmarca el sistema
de la tenencia de la tierra y de ésta se pasa al ámbito de la vivienda como concreción de
la organización simbólica de la polis, como afirmación del hombre respecto de su entorno
natural. Pero como la dinámica que conlleva el capital es de ansia de poder y dinero, es
571
Ibídem.
572
A. Masferrer, Obras escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 159.
214
decir, mercantilista, ello hace que algunos hombres que habitan la polis busquen dominar
a otros, manipulando los elementos del sistema a favor de sus intereses económicos. Un
ejemplo de ello lo ve Masferrer en el mesón573 como caricatura de una vivienda digna. En
este ejemplo, la vida y su lugar natural de habitación existe en función de la lógica del
mercado, generando no más vida sino un modo de vida infrahumano. Por el contrario,
Masferrer reclama el sentido pleno de la vivienda no como lugar pasajero de subsistencia,
frente a lo que se presenta como más estable –el mercado–, sino que el mercado debe
generar mejores condiciones de vida. Por esto es que Masferrer pide en lugar de éste,
una vivienda amplia, seca, soleada y ventilada donde poder vivir.574
573
El mesón es para los salvadoreños el lugar donde se alquila habitaciones cuyo baño y letrina es de uso
común de los huéspedes que hacen uso del mismo. Esta palabra según el Diccionario de la Real Academia
Española tiene la acepción siguiente: mesón del latín masǐo,-onis, vocablo que tiene influencia del francés
maison que significa hospedaje público donde por dinero se daba albergue a viajeros.
574
Estas son las características de la tercera necesidad primordial que Masferrer afirma que se debe solventar.
Cfr. 3.1. Principios fundamentales del vitalismo masferreriano.
215
575
A. Masferrer, Obras escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 202.
216
576
Ibídem, p. 203. No cabe duda que la radicalidad con que Masferrer trata el tema del mesón en este texto, el
contenido lapidario del mismo y la realidad de trasfondo que trata, sigue siendo tan actual a principios del
siglo veintiuno; no obstante los esfuerzos de gobiernos de turno e instituciones que trabajan el problema de la
vivienda en El Salvador, la casa, la vivienda en este país, -esa necesidad suprema humana- sigue siendo
transada y sigue siendo objeto de lucro para la empresa privada y la han convertido en artículo de lujo,
accesible a muy pocos salvadoreños.
577
Ibídem.
217
Otro tema que está íntimamente vinculado al tema de la tierra es el de los granos básicos,
en especial del maíz y azúcar, principalmente.
En El Salvador acaecieron, por distintas razones, varias crisis en las que escaseó el maíz
y granos básicos en general. En este marco, Masferrer publicó varias reflexiones en
distintos artículos, en torno a este tema y pedía que el gobierno de turno tomara la
578
Masferrer se refiriere al texto bíblico de Juan 12, 8; en el que, en el contexto de la Unción de Betania,
Jesús dice a Judas y a otro discípulo: … “Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí, no siempre
me tendréis. Bíblia de Jerusalén”, Desclee de Brouwer, Bilbao, 1975, p. 1526.
579
A. Masferrer, Obras escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 204.
580
Ibídem, p. 204.
581
Ibídem.
582
Cfr. Ibídem, pp. 208-209.
218
Esta realidad padecida por las mayorías del pueblo pobre y oprimido es lo que conduce a
Masferrer a proponer la solución a la mayoría de los problemas que padece la sociedad
salvadoreña. La solución a los problemas está en que hay que volver a los ejidos. “No
sigamos viviendo de quimeras. No nos empeñemos en resolver con teorías
elucubraciones la enfermedad aguda y crónica, y cancerosa ya, que radica sencillamente
en un hecho material evidente y tangible: la falta de tierra para el cultivo; la escasísima y
583
Ibídem, pp. 267-268.
584
Ibídem, p. 268.
585
Ibídem.
219
aventurada ganancia para el labriego que se atreve a cultivar la tierra ajena.”586 Porque
esto es radical:
Nación que no sabe asegurar y regular la producción y el precio de su
Grano Vital, de su pan cotidiano, de su Cereal Sagrado e indispensable no
es o no merece llamarse nación; anda desconcertada, alocada, viendo
empañadamente los males y sus remedios; buscando, como una
casquivana perversa, compensaciones ilusorias a su hambre crónica, en
devaneos y oropeles que se imagina ser cultura y progreso. Y ese va
siendo ya nuestro caso, nuestro tumor creciente. Y para extirparlo, no es
buen remedio que el Presupuesto se entrometa, por cierto con eficacia
mínima, a importador de maíz. El remedio bueno, natural, seguro, sencillo,
probado es volver al ejido: a la tierra comunal dedicada única y
exclusivamente a sembrar el maíz, el arroz, el frijol, el maicillo, la yuca, el
guineo, el ayotal anexo, y algún otro, que son el pan de Vida, el alimento
diario, el pasar de todos, el derecho de todos, el Mínimun Vital realizado en
el pan, o como lo formulaba Jesús: El Pan Nuestro de cada día.587
586
Ibídem, p. 270.
587
Ibídem, pp. 271-272. Masferrer continúa su reflexión diciendo que “Si se le restablece a cada municipio su
tierra comunal, sus ejidos, volverán los tiempos en que el maíz no era un problema; en que todo hombre de
buena voluntad se iba al ejido, y sembraba el grano bienhechor, o el arroz o el frijol casero y prometedores de
vida y paz. Y entonces, que los dueños de tierras hagan en ellas lo que quieran: que cultiven en ellas café, o
pasto, o rosas, o lo que les venga al arbitrio; que procuren con su cultivo la mayor y más segura ganancia, y
que gocen en paz de Dios de sus cosechas. Por la fuerza misma de las cosas se restablecerá el equilibrio.
Habrá vida segura y suficiente para el pobre, para el jornalero, y naturalmente, como habrán dejado de ser
parias, nadie podrá ya comprar sus brazos mediante un salario de hambre. Se volverá sencilla y pacíficamente
a un Mínimun de Justicia, que traerá consigo el pan y la concordia.”
588
Ver Item 3 de este capítulo: El Minimumvitalismo como propuesta filosófica masferreriana, pp. 163 ss.
589
Ibídem, p. 272.
220
Ahora bien, para principios del siglo XX concretamente durante el primer cuarto de siglo,
había en el país grandes porciones de tierra que no eran cultivadas. No obstante,
tampoco había disponibilidad por parte de sus propietarios a ser proporcionadas a los
campesinos para su cultivo. Masferrer teniendo en cuenta esta realidad y para que los
latifundistas se vieran en la necesidad de hacer producir las tierras de las que eran
propietarios o que las mismas fueran otorgadas a los campesinos para que las hicieran
producir; propone un impuesto único a la propiedad de la tierra.591 Es más, dicho impuesto
ayudará a que el gobierno se provea de fondos y no tenga que corromper a la sociedad
con impuesto al licor, que con el interés de incrementar el fondo colectado tenía que
emborrachar diariamente a la mayor cantidad posible de miembros de la sociedad.
Ese impuesto único de diez colones anuales por manzana bastaría para
llenar holgadamente las verdaderas y honestas necesidades nacionales,
que calculamos en veinte millones de colones, sin contar lo que se gasta en
amortización e intereses de la Deuda. Con los diez millones restantes
extinguiríamos de una vez y para siempre la renta infernal de Aguardiente,
que nos produce ahora cuatro millones, y emplearíamos los seis restantes
en pagar nuestra deuda exterior, para ya nunca más endeudarnos; pues
una nación pequeña y débil, si contrae deudas, pierde su independencia y
vive sujeta a toda clase de humillaciones.592
Con este impuesto no sólo se amortizaría la deuda externa sino que también se podría
invertir en mejorar la cultura y la educación salvadoreña. Y sería más ético ya que el
gobierno no tendría que corromper a los salvadoreños para tener ingresos. Y “nuestro
presupuesto de ingresos, libre así de infames recursos y de la pesada carga de la Deuda,
590
Ibídem, p. 272.
591
El impuesto único a la propiedad de la tierra es uno de los elementos radicales de la teoría georgiana. Su
autor, el filósofo Henry George, afirmaba que este recurso es clave, en la búsqueda de la justicia social de la
sociedad norteamericana. Ver: Henry George, Pobreza y Miseria, Francisco Beltrán Editor, Madrid, 1922.
Masferrer, por su parte, considera que George es uno de los maestros que le ayudan a formular su teoría
vitalista.
592
Masferrer, A., Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 420.
221
ascendería a veinticuatro millones anuales, que vendría a ser unos diez millones más de
lo que ahora podemos gastar en verdadera y necesaria cultura.”593 Con el gravamen de la
tierra así, de acuerdo a la perspectiva de Masferrer, se estaría en capacidad de suprimir
todos los demás impuestos y derechos que ahora percibe el Estado; “aduanas, licores,
exportaciones de café, papel sellado, multas de policía; de todos absolutamente, y eso
nos haría la vida más barata, mucho más barata de lo que ahora nos cuesta.”594
Sin embargo, lo mejor sería que la tierra fuera repartida entre los que la hacen producir.
Pero si esto no se puede, tasar la propiedad de la tierra es lo que conviene:
Forzoso es repartir la tierra donde quiera que se intente vivir dentro de la
justicia y de la armonía, porque sin la tierra no hay vida. Ahora, la cuestión
es saber cómo se ha de repartir, y en eso sí hay diversos sistemas
variables según las circunstancias de lugar y de tiempo. Este sistema de
que venimos hablando es el preconizado por Henry George, y se llama del
Impuesto Único. Es decir, del impuesto sobre la tierra, y de la exoneración
de todos los gravámenes sobre el trabajo y las cosas. Porque ha llegado la
hora de que todos los hombres de buena voluntad se preocupen de que la
Vida íntegra sea una realidad en el Mundo.595
Para Masferrer la tierra, con todas sus potencialidades y recursos “en todas sus
modalidades, se considera, naturalmente, como propiedad total y perenne de la Nación.
Esta puede repartirla de nuevo, una y otra vez, siempre que lo imponga el exceso y la
deficiencia de la población. Si la población decrece, los lotes se agrandan; si aumenta, los
lotes se aminoran.”596 Asimismo afirmaba que había que distribuir la tierra en tres
categorías: “Tierras Estadiales; tierras Comunales y Tierras Familiares. La extensión de
593
Ibídem.
594
Ibídem.
595
Ibídem, p. 422. Masferrer sabe que sus detractores, que también lo son del vitalismo, saldrán a enfrentarlos
aún con una guerra ideológica sucia. “La doctrina Vitalista cuya expresión mínima es el Mínimum Vital, y
que algunos aquí, en su inmensa y dichosa ignorancia se imaginan que el bolchevismo, comenzó a germinar
en nuestro pensamiento, allá en Nueva York, la tremenda ciudad de la lucha; y ahora mismo, suspiramos por
ver en nuestro país siquiera una sombra de las realidades neoyorquinas en cuanto al empeño del gobierno por
hacer la vida siquiera tolerable. ¡Bolchevismo! Claman las dos o trescientas familias millonarias o medio
millonarias que tienen las tierras, el gran comercio y la alta banca. ¡Bolchevismo! repiten los intonsos
plumarios que han puesto al servicio de los opulentos su servilismo y su ignorancia. Y por su parte, los que
nos gobiernan, en todas las esferas del gobierno, parece que no tuvieran vínculos de ninguna clase con sus
gobernados, a juzgar por la indiferencia con que ven el encarecimiento diario de la vida, y a juzgar también
por los actos con que contribuyen a ese encarecimiento.” Ibídem, p. 554.
596
Ibídem.
222
terreno asignada a cada una de esas categorías, ha de variar según lo exija o permita el
número de habitantes, la superficie cultivable, la fertilidad, la importancia de los
cultivos.”597
5.2. La justicia social como praxis concreta y camino para una mayor humanidad
597
Ibídem.
598
Ibídem, p. 426.
599
Patria, 2 de noviembre de 1929, pp. 1-2.
600
Esta reflexión queda registrada pero no se dice en ninguna parte del artículo que esta moción se
operativizará de alguna manera.
601
A. Masferrer, A., Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 163.
223
¿No cree usted que es demasiado trabajo para un hombre? ¿Y cuánto le paga usted a
cada uno por su trabajo? ¿Tendrán con eso para alimentarse bien él y sus hijos?”602
Para él la justicia tiene que ver con todos los ámbitos humanos y para todos los hombres
de la tierra, independientemente de la labor que desarrollen. En tal sentido, la superación
individual y gremial desde la cualificación cultural y educativa, es muy importante. La
justicia, por tanto, tiene que ver con la educación de calidad para todos los miembros de
la sociedad. En este marco, Masferrer propone un mecanismo claro de la forma siguiente:
Que a los obreros y a cuantos deseen instruirse con miras elevadas, lo que
les importa no es adquirir el bagaje pesado, confuso y atestado de mentiras
de la Ciencia Oficial, sino, en primer lugar, adquirir los conocimientos
fundamentales que servirán de base a una instrucción racional y
humanitaria; en segundo lugar, esforzarse por difundir esos conocimientos
entre el mayor número de hombres, y en tercer lugar, empeñarse todos
juntos en dar a la ciencia y a la vida una nueva orientación haciendo de la
602
Ibídem, p. 173.
603
Ibídem, p. 182.
224
Desde este marco de actividad Masferrer infiere una clara regla de conducta y es la
siguiente: retomando la idea platónica de que el mal proviene de la ignorancia y no hay
que castigar sino esclarecer al que anda errado, porque “nuestro deber no es pegar sino
predicar. Nuestro derecho, y lo que conviene al desarrollo moral de la humanidad, no es
castigar al que anda errado, sino esclarecerle. Puesto que su yerro viene de la ignorancia,
lo que procede es iluminarle para que vea su yerro, y enderece su camino.”605
Pero no debe olvidarse que la ausencia o presencia de la justicia se mide desde sus
concreciones más particulares, físicas y materiales como es “ese pan, que ingerido por
nuestro organismo se convierte en fuerza, alegría y pensamiento; ese pan, que es la vida
y que siendo naturalmente el premio del trabajo debería sobrar a los trabajadores; ese
pan rueda abundantemente de la mesa de los ricos ociosos y falta enteramente a veces, o
escasea casi siempre, en casa de los que riegan la tierra con el sudor de su frente.”606
604
Ibídem, p. 180. Asimismo, Masferrer propone que en todos los municipios salvadoreños se organicen
bibliotecas municipales para las que ofrece al menos cien títulos que a su consideración son los que
generarían la elevación de la cultura del pueblo. Ver Anexo 2: Lista de cien libros cuya lectura mejorarán la
cultura salvadoreña, pp. 294-297.
605
Ibídem, p. 184.
606
Ibídem, p. 158.
607
Ibídem.
608
Ibídem.
225
Entendiendo bien el Minimum Vital se cae en la cuenta que no se trata de un mínimo sino
de máximos. De ahí que concretar este sistema Minimumvitalista es concretar la justicia y
hacer que ella sea el verdadero camino de la paz individual y social. Y en términos
sociales exige una reforma radical en el modo de producir las riquezas que distribuidas de
manera equitativa vendrán a superar la pobreza social “porque las riquezas humanas
están producidas por todos y es justo que todo se divida. Es más: para que un
pensamiento abstracto se produzca, es necesaria la vida social, porque el mejor
pensador, abandonado a sí mismo, se convierte en pocas semanas, en un hambriento
idiota, sin razón. Sin otra cosa que una avidez famélica. Sí pues, todo está hecho por
todos, ¿no es justo que todos reciban parte del producto, y que como mínimun, reciban
los elementos para su vida?”610
En este sentido Masferrer hace un llamado a reflexionar sobre este hecho y se verá “con
cuánta razón y justicia el Vitalismo proclama la necesidad de sustituir nuestras leyes
bárbaras y retrasadas, por otras más cristianas, más humanas, más científicas, y más
acordes con las ideas reinantes y con la voluntad universal de hacer de la vida un bien
común, en vez de ser como ahora, el privilegio de los afortunados.”611 En esta
perspectiva, siendo radical consigo mismo y por ello, con la sociedad en general afirma
609
Ibídem, p. 294. Como afirma Masferrer en este contexto: “Antes, la tierra era del mayor número de
salvadoreños –hace de esto unos cuarenta y cinco años-; ahora es de muy pocos, y va siendo cada día de un
número más restringido de propietarios. Dicho en otros términos, El Salvador se está latifundizando
precisamente en la hora misma en que países de más extensión territorial y de menor población relativa, hacen
todo esfuerzo para deslatifundizarse.” Ibídem, Op. Cit., p. 317.
610
Ibídem, p. 309.
611
Ibídem, p. 311.
226
612
Ibídem, p. 318. Masferrer continúa su reflexión afirmando que “Por muchas causas se están volviendo
periódicas y agudas las crisis del maíz en El Salvador: por la codicia de los terratenientes, que exigen a los
sembradores un terraje imposible; porque el chapulín se ha enseñoreado del país, y no hay fuerza que lo
extermine o lo destierre; porque el café y otros cultivos le sustraen, cada día más a los cereales, el terreno
que necesitan; porque cien mil borrachos, ocupados en beber sin descanso, le restan a la agricultura por lo
menos cincuenta mil trabajadores; porque millares de campesinos, que tenían y cultivaban sus parcelas, así
que las perdieron se vinieron a San Salvador, a limpiar zapatos, a vender billetes de lotería, a servir de
rufianes, a mendigar y a robar; porque la población aumenta en treinta mil habitantes cada año, por lo
menos, mientras que el terreno no aumenta nada; porque la milicia acapara al bracero que no se fue a la
Costa Norte, o no se vino a San Salvador, o no se dedica a la embriaguez; en fin, por mil causas que
preocuparían y alarmarían a los dirigentes, en cualquier nación que los tuviera, pero que aquí, donde ser
intelectual es hacer cada uno su negocio, o decirle piropos a la Luna, no preocupan ni alarman a nadie. Ello
es que nuestro infortunado país sufre ya con harta frecuencia la crisis del hambre, por carestía de maíz,
arroz, frijoles, azúcar, sal y legumbres. No hablamos de los huevos, de la fruta, de la carne ni de la leche,
porque éstos, hace tiempo que son manjares casi exclusivos de la mesa del rico; pero sí del plátano, del
güisayote, del aguacate, que antes fueron comida del pobre, y hoy van entrando a la jerarquía de la viandas
aristocráticas.” Ibídem, pp. 383-384.
227
afirma que “al margen de nuestra Carta fundamental, –comenzamos a tomarla en serio–;
no pasando por encima de ella, sino simplemente a su margen, queremos crear un nuevo
derecho, no político sino Vital, que garantice al pueblo su mínimun de pan, de techo de
escuela de vestido, de terreno, de agua, de todo lo que es elemental, primordial,
irreductible, y que si no se le asegura, acabará por embrutecérsele, degradarle y
arruinarle.”613 Para que eso no suceda y que por otra parte se respete el orden
constitucional, Masferrer con una sutil ironía afirma que dado que no conviene irrumpir el
orden constitucional en momentos de crisis social se debe caminar respetuosamente al
margen de nuestra Constitución, pero ejecutar lo que haya que hacer. De esa forma todos
estaremos bien y además protegidos por nuestra Carta magna:
Por ejemplo, cuando haya crisis de maíz, y el pueblo esté sufriendo
hambre, y sepa que los señores tienen el maíz entrojado, y que no hay
autoridad que les obligue a ponerlo en circulación, entonces, en virtud de
su derecho al pan, vaya el pueblo muy serenamente, les quite el maíz a los
señores vampiros, y les extienda el correspondiente recibo, cobrable ante
Nuestra Carta Fundamental. Algo así por el estilo es lo que deseamos crear
y hacer vivir al margen de la Carta Magna, sin tocarle a ésta ni una sola
cana. Y entonces sí: el pueblo, la gente que trabaja, asegurándose su vida
con su propia mano, y los jurisconsultos y los economistas darwinianos
rindiendo culto a la letra y al espíritu de su Diosa, todos viviremos en paz y
contentos, doliéndonos, únicamente de no haber encontrado antes
solución tan sencilla y tan eficaz.614
Para Masferrer es necesario garantizar legalmente la vida y el acceso a la tierra para las
familias salvadoreñas. Por ello, la necesidad urgente de reformar la constitución
salvadoreña era fundamental, pero también había que trabajar en acciones colaterales
que garantizaran la calidad de vida de todos los salvadoreños. Es en ese marco donde se
articulan la ejecución de acciones medioambientales que garantizaran la sostenibilidad de
la tierra y sus productos. Como también donde se ubican la concreción de un ejército
613
Ibídem, pp. 417-418.
614
Ibídem, p. 419.
228
Masferrer afirma que es triste reconocer el hecho, porque la realidad es sumamente dura,
“pero en el conflicto entre la vida y la propiedad, las leyes han optado por ésta, por su
símbolo que es el dinero.”617 En el sistema capitalista, la vida ha fracasado frente al
dinero. En este sistema, la propiedad privada ha salido victoriosa. Ante esta realidad
“nosotros alzamos y proclamamos, con la Doctrina del Mínimun Vital, frente a esa
deificación del dinero, la deificación de la Vida. Frente al dios de la propiedad erigimos el
altar de la Vida.”618 Porque “ese sistema capitalista, que convierte en paria al trabajador
manual y en vampiro al rico, ese sistema capitalista, sin corazón, sin patria, sin
humanidad, sin poesía, sin más ley ni ocupación ni anhelo que acumular, atesorar,
amontonar riqueza (…) eso es lo odioso; eso es lo que odio yo con odio intenso.619
615
Ibídem, pp. 568-570. Es interesante que para Masferrer, el Ejército debe tener como primordial defensa el
hábitat para garantizar la vida. En este marco, las funciones que debe tener el ejército nacional son: “1ª
Defensa contra la agresión exterior, o función guerrera propiamente dicha; 2ª Defensa contra la
incomunicación, o sea apertura y mantenimiento de las carreteras; 3ª Defensa contra la suciedad, o sea
introducción del agua en cantidad bastante a todas las poblaciones y aldeas del país; 4ª Defensa contra la
enfermedad y aniquilamiento de la raza, o sea desecación de los pantanos; 5ª Defensa contra la esterilidad de
la tierra, o sea resiembra y mantenimiento de los bosques y vigilancia sobre la regulación de la tala. 6ª
Defensa contra incendios, inundaciones, terremotos, plagas, ciclones, etc.”
616
Ibídem, p. 223.
617
Ibídem, p. 223. Masferrer es fecundo en su crítica acérrima contra el capitalismo. En esta línea hace una
síntesis de hechos concretos de los que él tiene noticias; que “si el propietario exige, hay que abandonar tierra,
casa, muebles, y con ellos, posición social manera de ganarse el pan, y caer en no se sabe qué abismos donde
Shylock, que no pude cercenar el muslo, destruye y pulveriza, a veces, la vida de una familia entera. La vida
ha fracasado, pero la propiedad salió victoriosa.” Ibídem, p. 224.
618
Ibídem, p. 225.
619
Ibídem, pp. 237-238. Masferrer, continúa afirmando que “en el sistema capitalista florecen los ricos
anatematizados por Jesús, los que extraen su riqueza de la miseria ajena. Y es que el sistema ese, es
naturalmente vampiresco, a causa de que no pone límites a la adquisición ni a la posesión, ni fija condición a
los procedimientos que la producen. Ese sistema fomenta y alienta la ruin pasión de la codicia, diciéndole al
229
hombre: “coge cuanto puedas”, y le despierta y azuza la crueldad, la mezquindad y la mentira, diciéndole:
“cógelo como puedas”. Para ese sistema lo mismo son rosas que estiércol, y aún mejor estiércol porque éste
es más abundante que las rosas. Pero no es así en el sistema del Mínimun Vital, porque éste traza
profundamente un foso que detiene a la codicia no permitiéndole que acapare las cosas vitales, ni
permitiéndole la explotación de los vicios; no permitiéndole que haga dinero con el hambre, con el frío, con la
ignorancia, con el desamparo, con el dolor; no permitiéndole que retenga indefinidamente lo que están
necesitando para no morir ni degenerarse los demás.” Ibidem, p. 241.
620
Ibídem, pp. 446-447.
621
Es importante reconocer que en este aspecto, Masferrer sigue a Aristóteles, quien en su Política, afirma
que… “No hay diferencia alguna entre la gran casa y una pequeña ciudad (…) La primera comunidad a su vez
que resulta de muchas familias, y cuyo fin es servir a la satisfacción de necesidades que no son meramente las
de cada día, es el municipio.” Cfr. Aristóteles, Política, Editorial Porrua, México, 1989, pp. 157-158.
622
Ibídem, p. 275.
230
Con la iniciativa de crear este Poder Económico, que a su juicio debe comenzar por la
instauración de un Consejo Económico, Masferrer nos presenta una idea clave por la cual
hay la necesidad de organizar dicho consejo. El afirma que:
Disponer de las armas, significa ser dueño de la libertad de los demás.
Disponer del dinero significa ser dueño del pan de los demás. Quien
dispone de ambas cosas, es, en la realidad innegable e inevitable, dueño
de la vida de los demás, puesto que, esencialmente, la libertad y el pan
constituyen la vida.(…) ¿Siendo esto así, dónde radica la única y eficaz
barrera que atenúa o detiene los avances ilegales del Poder Ejecutivo?
Radica en la cultura moral de quienes lo ejercen y en la influencia o en el
temor que en ellos ejerce la opinión pública. Con una Constitución como la
nuestra y la de casi todas nuestras democracias tropicales, es enteramente
hacedero y fácil gobernar despóticamente, dentro de la ley. Y tan fácil, que
623
Ibídem, p. 286.
624
Ibídem, p. 575.
231
Ante el carácter de absolutez que ha cobrado propiedad privada, como máxima expresión
y concreción del sistema capitalista, Masferrer contrapone la economía vitalista, que en
términos más concretos significa “que ningún artículo de uso perenne, universal y
necesario, debe ser objeto de proteccionismos de ningún género.626 De modo que afirme
que “el ideal del Estado, consistirá, según ese principio, en esforzarse cada vez más para
que esos artículos se abaraten, hasta llegar, si fuera posible, a la gratuidad absoluta. Este
es el caso de la leche, del maíz, de la harina y singularmente del azúcar.” 627 En cuanto a
estos productos y especialmente al último, afirma que:
Ya hicimos ver en otra ocasión, que el azúcar no admite sucedáneo: que
mientras el maíz puede reemplazarse con otros cereales y aun con
tubérculos, nada puede reemplazar el azúcar, ni por su naturaleza ni por su
extensión. En este concepto, no vacilamos en colocarle después del agua,
y nos parece evidente que gravarlo, es carecer demasiado del sentido de
las realidades. El proteccionismo, lícito y conveniente para levantar y aun
para mantener una industria de uso limitado, no lo es, en ninguna manera,
para dificultar y encarecer aquello de que todos necesitamos y que llena
fines primordiales.628
625
Ibídem, pp. 575-577.
626
Ibídem, p. 353.
627
Ibídem.
628
Ibídem.
232
629
Ibídem, p. 324.
630
Ibídem.
631
Masferrer A., Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 380. Para Masferrer, las sociedades propiamente
animal han superado sin tener la ciencia humana, lo que los humanos no han superado: “Dígase cuanto quiera
decirse para disculpar la inepcia del hombre como ser social, el hecho es que el castor, la abeja, la hormiga y
otros animales, han resuelto sencilla y plenamente el problema de la Vida y del Trabajo. Y el hombre no lo ha
resuelto. Sin libros, sin universidades, sin economistas, ni sociólogos, ni biologistas (sic), aquellos realizan y
viven este régimen sencillo y justo que obliga a todos al trabajo, y asegura a todos la vida y un mínimum de
bienestar y de seguridad. Y los hombres con montañas de libros, y mares de teorías, no lo han podido
resolver; antes, al contrario, se han apartado cada día más del camino que podía llevarles a su resolución,
buscando en los submarinos y los zepelines, en la conquista y el despojo, lo que sólo se encuentra en el
camino de la paz y de la bondad.” Ibídem, p. 383.
233
Conclusión
La vida es una y constituye un bien supremo cuya superioridad respecto de todo lo demás
comporta su carácter de absolutez. La vida así comprendida no es simplemente abstracta,
sino fundamentalmente material, animal, visible y tangible, determinada de la forma más
concreta y práctica. De ahí que defenderla en todas sus manifestaciones supone una
praxis orientada a la construcción de un nuevo orden social.
En realidad, el término Mínimum Vital apunta, por una parte, al número mínimo de
necesidades por solventar que a la generosidad con que se saldan dichas necesidades.
234
Ahora bien, la primera aproximación que nosotros tenemos del Minimum Vital se refiere a
la satisfacción plena de un mínimo de necesidades: Trabajo, Alimentación, Habitación,
Agua, Vestido, Asistencia Médica, Justicia, Educación y Descanso. De ahí que se afirme
que el Minimum Vital tiene que ver con la fundamentalidad con que hay que afrontar y
resolver la vida. En este sentido, el Minimum Vital es una conquista lograda en una
situación social caótica, que no asegura ni siquiera un mínimo para vivir dignamente.
Visto el vitalismo masferreriano desde esta nueva perspectiva, se abren también nuevos
campos de investigación en el ámbito de las ideas filosóficas en Centroamérica y
particularmente en El Salvador. Los campos de investigación en este terreno tienen que ir
en el proceso de instalar el pensamiento filosófico de Masferrer como un pensamiento
filosófico, es decir, una reflexión crítica que dé cada vez más de sí en su quehacer
iluminador en la construcción de una sociedad más humanizada y humanizante. Esto es
lo que se hace en el Cuarto Capítulo.
235
CAPÍTULO CUARTO
Las ideas, como afirma Sajid Herrera, sean éstas filosóficas o de cualquier carácter y
contenido “no deben presentarse ni concebirse desvinculadas de los procesos
económico-sociales en los cuales ellas se originan. Visto de esa manera, las ideas
filosóficas tienen sus orígenes en individuos en comunidades de investigadores e
ideólogos quienes son deudores de los condicionamientos materiales existentes en cada
época histórica.”632 En el caso de Masferrer, como ya se ha visto, estas ideas van en la
perspectiva de ofrecer una solución estructural y viable a los problemas acuciantes de su
tiempo. En esta línea, el interés particular de este capítulo es articular las concreciones
particulares del Minimumvitalismo y sus principios fundamentales con las formas de
expresión de la justicia social cuya vinculación más concreta se puede observar en la
conceptualización de los derechos humanos, en el modo como se concibe en las
sociedades occidentales, específicamente para Latinoamérica.
Ahora bien, como se ha dejado claro a lo largo de este trabajo, los aportes de Masferrer
van en la línea del Minimumvitalismo y éste se concreta en la satisfacción plena de las
necesidades primordiales que posibilitan el desarrollo completo de la vida de los seres
humanos. En esta perspectiva, existe un vínculo importante entre los principios
fundamentales del Minimumvitalismo masferreriano y los principios de justicia, bien común
y derechos humanos, que en condiciones normales defienden las sociedades y estados
nacionales en la actualidad mundial.
632
S. Herrera, “Las ideas filosóficas en El Salvador: El caso de los criollos”, Revista Cultura, n° 84; Enero-
Abril, Dirección de Publicaciones e Impresos, San Salvador, 1999; p. 63.
236
Por esto en este capítulo se da importancia crucial a la reflexión filosófica que Ellacuría
hiciera, sobre todo al final de su vida, respecto de los derechos humanos. De ahí que su
análisis de las diferentes conceptualizaciones sobre derechos humanos permite afirmar
que en su filosofía expresada sobre todo en su libro Filosofía de la realidad histórica,633
asume las distintas dimensiones que los derechos humanos tienen como parte de la
praxis humana. Como afirma Alejandro Rosillo en esta línea de estudio, Ellacuría
“comprendió su aspecto histórico, social, jurídico-positivo y ético, sobre la fundamentación
de la producción y reproducción de la vida del pueblo, es decir, desde la satisfacción de
sus diversas necesidades que hacen viable al phylum humano, sea como persona o
como sociedad y especie.”634
635
A. Masferrer, “Vino nuevo en odres nuevas”, en Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 243.
636
A. Masferrer, Obras Escogidas, Tomo II, Op. Cit., p. 59.
637
Ibidem, p. 274.
638
Ibidem, p. 72.
639
Ibidem, p. 75.
239
11. El vitalismo como pensamiento filosófico implica una ética y una política.
12. El Minimumvitalismo tiene unos elementos básicos como clave de interpretación
social y política: la tenencia de la tierra; la justicia social como praxis concreta y
camino para una mayor humanización de la sociedad; una estructura política y una
economía vitalista: vida versus propiedad privada.
13. El Minimumvitalismo implica una crítica al sistema capitalista y denuncia la
deificación de la propiedad privada.640
640
Ibidem, p.224, 246-247.
240
De acuerdo a la perspectiva que nos presenta este autor, dentro de los precursores o
coetáneos de la Declaración francesa se cita el Bill of Rigths, consecuencia de la
641
Cfr. José Antonio Gimbernat, Los derechos humanos a los cincuenta años de la Declaración de 1948,
Editorial Sal Terrae, Madrid, 1998, p. 7.
642
Ibídem.
643
Cfr. Ibídem.
644
Ibídem.
241
revolución de 1688 en Inglaterra, que crea una forma de gobierno parlamentaria e inicia el
arraigo de los principios liberales en la organización de la vida pública.
En esta misma línea, hay que traer a cuenta el caso de los Estados Unidos de Norte
América, donde hay que resaltar el Acta de Tolerancia (Maryland) de 1649, y ya en el
siglo XVIII la Declaración de los Derechos del Buen Pueblo de Virginia de 1776, la
Declaración de Independencia de 1776 y el Bill of Rigth de 1791, que forman parte de la
Constitución de los Estados Unidos llamada particularmente como Declaración de los
Derechos de la Constitución Federal de los Estados Unidos.
Ahora bien, en cuanto a los antecedentes filosóficos de los derechos humanos, puede
decirse que culminan en los Enciclopedistas y en Rousseau y Kant quienes llevan a cabo
una ruptura importante con el iusnaturalismo medieval, representado fundamentalmente
por santo Tomás de Aquino.645
De ahí que autores como Grocio, Hobbes o Locke son los precursores de la modernidad
en el pensamiento ético, jurídico y político en donde las nociones básicas de ley natural y
naturaleza adquieren un sentido específico importante.646
645
Cfr. Mauricio Beuchot Puente, Los derechos humanos y su fundamentación filosófica, Universidad
Iberoamericana, México, 1997, pp. 16-25.
646
Remito al excelente estudio que tienen al respecto John Humphrey y Richard Tuck, denominado “La
Declaración internacional de derechos, Estudio crítico” en Los fundamentos filosóficos de los derechos
humanos, Ediciones Serbal, UNESCO, Barcelona, 1985, pp. 64-90.
647
Cfr. Ibídem, p. 67.
242
Dieciocho años más tarde de firmada la Declaración universal de los derechos humanos,
en 1966, la Asamblea General de la ONU aprobó los textos que componen El Pacto
internacional de derechos económicos, sociales y culturales y el Pacto de derechos civiles
y políticos que vienen a consolidar más los derechos humanos proclamados en 1948.648
Para enero de 1932, Masferrer publica en Guatemala una serie de artículos compilados
en un documento que le tituló El libro de la vida y que Matilde E. López publica en la
edición de 1971,649 en uno de esos artículos, Masferrer afirma que:
Además de mis artículos vitalistas, numerosos, he publicado algunos
folletos insinuadores de la doctrina, por ejemplo: “Cartas a un Obrero”,
“Las Ideas”, “El Dinero Maldito”, “Helios” y “La Religión Universal”. Desde
diversos puntos de vista, lo que se afirma en todos ellos es la misma idea:
que la Vida es Una, y sus corolarios consiguientes, a saber: que para toda
criatura –planta, animal u hombre,– el valor supremo es la propia vida; que
todos aspiran a la vida íntegra; que la Naturaleza ha provisto a la
satisfacción de esos anhelos; que la esencia de todas religiones civilizadas
es reconocer y vivir la afirmación de que la Vida es Una; que la filosofía
eficaz y trascendente, demuestra y confirma la misma verdad; que la moral,
si no se encamina a procurar, o por lo menos a no estorbar la vida íntegra
para toda criatura, es vacía o perniciosa; que el Arte y la Ciencia no deben
nunca negar o contradecir esa Verdad Suprema, y que culminan cuando la
sirven.650
Por tanto, para Masferrer la defensa de la vida es el elemento fundamental que motiva y
reproduce la actividad fundamental del hombre en toda sociedad. Por esto es que para
Luis Aparicio, Masferrer es un precursor de los derechos humanos con su doctrina del
Minimumvitalismo, según este autor “para Masferrer, la doctrina del Mínimum Vital debía
llevarnos a una vida de paz y concordia, en donde la envidia no eche raíces que
obstaculicen el bien común fundado en el respeto recíproco, de suerte que cada quien se
648
Cfr. Ibídem, pp. 68-69.
649
A. Masferrer, “El Libro de la vida”, en Obras Escogidas, Op. Cit., pp. 187-230.
650
A. Masferrer, “Pórtico”, en Obras Escogidas, Op. Cit., p. 189. Las negrillas son del original.
243
Puede inferirse entonces, que desde la perspectiva de Masferrer los derechos humanos
existen independientemente de que no se les reconozca o cumplan, porque para él los
derechos se asientan en la biología, en la vida misma, no sólo la humana sino la del
mundo en general. Por tanto, se deduce que los derechos humanos los poseen los
hombres por el mero hecho de ser hombres. De ahí que éstos no dependen ni de su
positivización en leyes particulares que los exijan ni de la voluntad del legislador, ya sea
éste individual o colectivo, sino que los derechos humanos están más allá de la
positivización y tienen autonomía propia. Por ello es que pueden traducirse en leyes y
normas. Puede decirse entonces que para Masferrer los derechos humanos son
inherentes al ser humano por su misma esencia o naturaleza. De ahí que su labor se
centre, sobre todo, en la defensa de la dignidad humana; dignidad que no sólo ha sido
difícil de descubrir en la realidad salvadoreña de principios del siglo XX, sino dignidad que
no se ha hecho respetar en esa época turbulenta que le vino en suerte vivir.
En esta línea de pensamiento, J.A. Gimbernat afirma que los derechos humanos
proclamados por las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, han permitido resaltar
el relieve que éstos han adquirido en la conciencia colectiva de la humanidad; en
contraste con otras ideologías y religiones más localistas, que no han logrado el mismo
nivel e incluso que con el pasar de los años han llegado incluso a fenecer.652 Para este
especialista, los derechos humanos:
Deben ser entendidos dentro del gran movimiento de ciudadanos y
pensadores que han procurado en la historia reivindicar los derechos de las
personas y resaltar la dignidad de la igual condición humana en cada
individuo. En su génesis son el resultado de una larga y ardua
confrontación, a través de múltiples vicisitudes frente a los modelos que
imperaban e imperan de formas estatales absolutistas, que subordinan a
las personas mediante la coacción del poder y los instrumentalizan como
súbditos.653
651
L.A. Aparicio, Alberto Masferrer, Pedagogo-político, Op. Cit., p. 52. Las negrillas son del original.
652
Cfr. J.A. Gimbernat, Op. Cit., p. 5.
653
Ibidem, p. 7.
244
Por otra parte, Antonio Cassese (1947-2011), teórico de los derechos humanos citado por
Gimbernat, hace una síntesis del contenido de la Declaración de 1948 en cinco puntos
principales: 1) Los derechos de la persona (derecho a la igualdad, a la vida, a la libertad, a
la seguridad, etc.); 2) los derechos que corresponden al individuo en sus relaciones con
los grupos sociales de los que forma parte (derecho a la intimidad en la vida familiar, a la
libertad de movimientos de las personas en el mundo, a poseer una nacionalidad, a la
propiedad y a la libertad religiosa); 3) derechos políticos (libertad de pensamiento y
reunión, derecho electoral activo y pasivo, derecho a tener acceso al gobierno y a la
administración de la cosa pública); 4) derechos económicos y sociales, relacionados con
el trabajo y la producción y referidos también a la educación (derecho al trabajo y a una
justa retribución, derecho al descanso, derecho a la asistencia sanitaria, etc.); 5) derecho
a un orden social e internacional justo.654
A nuestro juicio, la postura de Masferrer está en plena sintonía con el sentido de los
derechos humanos y en muchos puntos es aún más radical que la que expresa la
Declaración Universal de los Derechos Humanos defendida por la ONU, porque desde el
Minimumvitalismo propuesto por Masferrer se puede apreciar una confrontación entre el
ideal de la realización plena de los derechos humanos y la verdad real vivida por los
pueblos del mundo actual. Y, esto por dos razones importantes: la primera, porque los
derechos de pretensión social no son susceptibles de reclamación individual en las leyes
particulares de los Estados nacionales, los centroamericanos inclusive, por ejemplo el
derecho al trabajo, a una vivienda digna, a la alimentación, a la salud, etc.; su ausencia no
puede ser reclamada ante ningún tribunal, cosa que no ocurre con las conculcaciones de
los derechos civiles y políticos. La segunda razón es que se encuentra la incapacidad real
y actual de los Estados nacionales para garantizar tales derechos a miles de ciudadanos
de nuestro mundo. Su consecución resulta todavía más difícil por ser bienes dejados al
libre juego de mercados, a los que todas esas personas carecen de acceso real. En esta
línea, como afirma Gimbernat:
En la práctica de la política de los Estados occidentales, tanto en su interior
como, sobre todo, con respecto a los países no desarrollados, los
Derechos Humanos –en contra de las tesis sostenidas– son divisibles y, en
consecuencia, tampoco son vistos como universales, a no ser en el
reconocimiento benevolente de que son justas y humanas las aspiraciones
654
Cfr. Ibidem, p. 11.
245
El tema de los derechos humanos tiene una importancia crucial en la reflexión filosófica y
en toda la vida intelectual de Ignacio Ellacuría. Articulada la reflexión crítica de este
filósofo hispano-salvadoreño en lo que comprende a su teoría de los derechos humanos
con la línea de reflexión y los postulados fundamentales que tiene el Minimumvitalismo
masferreriano, puede afirmarse que Ellacuría con su reflexión crítica y su fundamentación
de la teoría de los derechos humanos, otorga al planteamiento de Masferrer una validez
radical en el orden de la principialidad. Por esto resulta de gran importancia estudiar a
fondo la propuesta intelectual ellacuriana respecto del tema de los derechos humanos y
cómo se articula con la teoría Minimumvitalista masferreriana.
Ahora bien, Ellacuría hace una fundamentación filosófica del bien común, la justicia y los
derechos humanos desde la filosofía de santo Tomás de Aquino. El itinerario que sigue es
fundamentar el bien común luego la justicia y posteriormente los derechos humanos;
primero desde el ámbito de la polis como un todo, la ciudad como un ámbito de totalidad
pero enmarcado desde el sujeto que soporta dicha polis y este sujeto es la humanidad, la
comunidad.656
Para Ellacuría los derechos humanos tienen que articularse desde el carácter de la
humanidad como un todo. Es decir, desde el carácter de mundialización. Para él los
derechos humanos son necesarios para la subsistencia humana y para su viabilidad real.
655
Ibidem, p. 22.
656
Ellacuría publica una serie de artículos sobre los derechos humanos en los que expresa su visión respecto
de ellos; estos artículos son: “Historización del bien común y de los derechos humanos en una sociedad
dividida”, en Escritos filosóficos III, UCA Editores, San Salvador, 2001, pp. 207-225; “Historización de los
derechos humanos desde los pueblos oprimidos y las mayorías populares”, en Escritos Filosóficos III, UCA
Editores, San Salvador, 2001, pp. 433-445; “Los derechos humanos fundamentales y su limitación legal y
política”, en Veinte años de historia en El Salvador (1969-1989), Escritos Políticos I, UCA Editores, San
Salvador, 1991, pp. 501-520; El Mal común y los derechos humanos, en Escritos Filosóficos III, UCA
Editores, 2001, pp. 447-450. Asimismo, en su artículo teológico “Utopía y Profetismo”, publicado en
Mysterium Liberationis, Conceptos fundamentales de la teología de la liberación, UCA Editores, San
Salvador, 1993, pp. 493-542, fundamenta desde la teología la teoría de los derechos humanos.
246
Ahí radica la necesariedad de los derechos humanos. Por ello, éstos en algún sentido,
pueden estimarse como la prolongación y la actualización histórica del bien común:
Tiene una larga trayectoria filosófica y teológica. No se trata, por tanto, de
temas nuevos, ni se trata tampoco de problemas accidentales en la
estructuración de la sociedad y de la historia. Pero, ¿por qué estos temas
tan graves en un correcto planteamiento de la ética personal y de la ética
política han tenido tan poca incidencia en la configuración ética de la
persona y la sociedad? ¿Por qué, al contrario, han servido y están sirviendo
para una tan permanente negación real del bien común y de los derechos
humanos?657
La idea de bien común que tiene Ellacuría se afirma en dos ideas claves, la primera es
que la sociedad en el sentido de polis, civitas, esto es, como sociedad política, es una
realidad necesaria para el individuo. La otra idea clave es que la sociedad no puede ser lo
que es, ni hacer lo que debe hacer si no cuenta con suficientes recursos materiales que
estén a disposición de todos y cada uno de los individuos dentro de la polis que
habitan.658 Ellacuría fundamenta su reflexión basado en santo Tomás de Aquino quien es
explícito en sus afirmaciones respecto de lo que concibe como bondad. “La bondad,
[expresa Ellacuría siguiendo al Aquinate], de una parte se considera en relación con lo
que es su todo, y como el hombre es parte de la ciudad, es imposible que ningún hombre
sea bueno sino por su relación al bien común”659 De ahí se concluya que:
Nadie es bueno sino en relación con el bien común; más aún, el que
prefiere su bien propio al bien común, más exactamente, su bien “privado”
al bien “comunicado”, no es una persona ética. Ni se excluyen de esto los
bienes de la persona, porque el bien común prevalece sobre el bien
singular de cada persona (“inquantum bonum commune praeeminet bono
singulari unius personae”). Y así sostiene santo Tomás que no hay voluntad
recta en ningún hombre que busca un bien particular si no lo refiere al bien
común como a su fin (“non est [autem] recta voluntas alicuius hominis
657
I. Ellacuría, “Historización del bien común y de los derechos humanos en una sociedad dividida”, en
Escritos filosóficos III, UCA Editores, San Salvador, 2001, pp. 207-208.
658
Cfr. Ibidem, p. 208.
659
Ellacuría retoma al Tomás de Aquino de la Summa Theologica 1-2. q. 92, a. 1, ad 3, en donde se afirma
que “Siendo, pues, el hombre parte de la ciudad, es imposible que un individuo sea bueno si no guarda la
debida proporción con el bien común”. [Esta cita y las dos siguientes corresponden a la paráfrasis previa, En
la primera y la tercera, las palabras entre corchetes han sido omitidas por Ellacuría. Nota del Editor.]
247
En eso se funda, de acuerdo a la opinión que sostiene Ellacuría, que los actos de
cualquier virtud pertenezcan a la justicia y que la justicia tenga prioridad sobre cualquier
otra virtud moral.661 Ahora bien, Ellacuría concluye que esa justicia prioritaria en la vida del
individuo y de la sociedad no es la justicia de los jueces, ni la justicia de los individuos:
Sino la llamada justicia legal, la justicia de la ciudad, la justicia que busca la
promoción y la defensa del bien común. Paralelamente, es promoviendo
esta justicia ciudadana, esta recta estructuración de la sociedad civil, como
se prevé de la mejor manera al bien de las personas: el mejor modo de
alcanzar al bien de las personas y el alcanzar justamente a todas, para que
ellas desarrollen su vida personal, es dirigiendo el esfuerzo a la promoción
estructural del bien común; más aún, la forma justa de buscar el bien
propio es buscando el bien común.662
Esto por dos razones que como bien define Ellacuría, en primer lugar porque tanto el bien
común como el bien particular son bienes personales, bienes vistos desde la persona y
para la persona. De ahí que sólo quien identificara la persona con la privacidad particular
puede ver disminución de lo personal por la acentuación del bien común y en segundo
lugar, porque la discusión se plantea respecto de bienes de índole más interna y lo que
aquí importa no es la consideración de esos bienes, sino más bien de aquellos bienes que
competen a la persona como ciudadana, como integrante de una sociedad política. En el
caso de estos bienes, sobre todo de los bienes económicos, que son los fundamentales
en la estructuración de la sociedad, la discusión está zanjada y no cabe duda sobre la
prioridad del bien común sobre la de los bienes particulares.663 De ahí que para Ellacuría,
los derechos humanos puedan considerarse como:
Despliegue del bien común de la humanidad como un todo (...) Una vez
cumplida la condición real de una única historia de la humanidad es ya
urgente la consideración mundial de los derechos humanos; no puede
660
Ibidem, pp. 209-210.
661
Cfr. Ibidem, p. 210.
662
Ibidem.
663
Cfr. Ibidem, p. 211.
248
olvidarse que el bien común daba paso a una estricta justicia, anterior a la
voluntad de los individuos y generadora de derechos irrestrictamente tales,
que deben ser reconocidos y promovidos por las leyes de la sociedad.664
En este sentido, es la humanidad la comunidad fundante del bien común. Por ello, “el
situar los derechos humanos en relación con el bien común da a aquellos su fundamento
y su marco de referencia, mientras que proporciona al bien común un principio de
concreción y obligatoriedad. Si los derechos humanos se derivan del bien común, se
presentarán como obligación para todos los integrantes de la humanidad, pues todos
tendrían un derecho fundamental a participar del bien común como tienen obligación de
contribuir a su realización.”665 De ahí que para él la apropiación privada de algo que es por
su naturaleza social y, por consiguiente, común, es una injusticia fundamental, que hace
injustos todos sus efectos:
No hay, por lo tanto, posibilidad ética de apropiación privada del bien
común con menoscabo de la comunidad de ese bien. Cuando predomina lo
privado y los intereses privados o de grupo en la distribución del bien
común y, antes, en la producción explotada de lo que es el bien común,
cuando unos pocos se apropian de aquello que no puede ser suyo más que
haciendo que no sea de los otros e impidiendo que los otros puedan
servirse de lo que tienen derecho, estamos ante la negación misma del
bien común y ante la ruptura del orden social justo.666
orientador del ciudadano y del político. El garante del bien común, el gobernante, debe
contar con la posibilidad real no sólo de castigar a quien viola las exigencias del bien
común, sino que ha de tener en sus manos la posibilidad radical de que no se pueda
llevar a cabo cualquier tipo de violación a los derechos humanos. Sería absurdo, de
acuerdo a la postura de Ellacuría, que quien detentara el poder político fuera al mismo
tiempo representante de intereses o de algún grupo de individuos, sobre todo si ese grupo
fuera de quienes se han apropiado indebidamente de lo que es el fundamento del bien
común.667
667
Cfr. Ibidem, p. 214.
668
Cfr. Ibidem, pp. 214-215.
250
Por esto según Ellacuría la afirmación de algunos derechos humanos puede ser la
máscara para tapar la violación fundamental de los derechos humanos más básicos. Él lo
afirma en la línea de que no se puede dar por derecho humano fundamental la existencia
de un determinado orden económico y la subsistencia de un orden político, que refuerce
la permanencia y la vigorización de ese orden económico, sin que caiga por su
basamento ético toda posible defensa de los derechos humanos. No es que se deba
desdeñar, de acuerdo a su punto de vista, sobre todo en casos de regímenes
frontalmente dictatoriales, la protección contra abusos individuales o la promoción de
marcos formalmente democráticos, pero tal protección y promoción no pueden hacer
olvidar lo que son los derechos fundamentales de la existencia humana y lo que son las
condiciones indispensables y mínimas para que tenga un sentido real hablar de derechos
humanos. Por tanto, defender unos derechos humanos que no sean los fundamentales o
defender los fundamentales sin preocuparse de las condiciones reales que los posibilitan,
es mistificar todo el problema de los derechos humanos y del bien común. Sólo en la
afirmación consecuente de lo que es el derecho a la vida, incluido el derecho a la libertad
de la vida, puede verse la prueba de fuego de lo que es la aceptación real de los derechos
humanos frente a lo que es su mistificación interesada.670
Ahora bien, ofreciendo una postura sumamente sugerente, Ellacuría afirma que tanto el
bien común como los derechos humanos para que lleguen a ser un principio de
verificación, tienen necesariamente que historizarse. Para él:
Sin historización del bien común y de los derechos humanos ni se
sobrepasa su formalidad abstracta y mistificadora, ni se verifica su verdad o
falsedad. Dar por supuesto que hay un bien común para todos los pueblos
y épocas reduce su realidad a un contenido mínimo, que, además, ignora
las condiciones de su realización. La historización consiste en ver cómo se
está realizando, en una circunstancia dada, lo que se afirma
abstractamente como un “deber ser” del bien común o de los derechos
humanos, y consiste, en segundo lugar, en la posición de aquellas
669
Ibidem, p. 216.
670
Cfr. Ibidem, p. 216-217.
251
condiciones reales sin las cuales no se puede dar la realización efectiva del
bien común y de los derechos humanos. Si, por ejemplo, se considera que
el derecho al trabajo es un derecho fundamental y una parte indispensable
del bien común y se verifica que la mitad de la población activa no tiene
ocupación permanente y que un determinado tipo de orientación económica
no va a poder resolver ese problema, habrá que decir que esa ordenación
económica y de la sociedad que la propugna están negando realmente la
preeminencia del bien común y están anulando un derecho humano
fundamental. En tal caso, el bien común exige, en principio la
reestructuración de esa sociedad por el cambio radical de su ordenamiento
económico.671
Para este autor, sólo mediante esta historización es posible comprobar si un bien
supuestamente general es común, si está siendo comunicado a todos los miembros de la
sociedad. El bien común sólo es realmente común si propicia un tipo de vida común.672
671
Ibidem, pp. 217-218.
672
Más adelante Ellacuría afirma que “Lo importante en el proceso de historización no es el logro alcanzado
en un momento determinado, sino la orientación del proceso. Pero no su orientación ideal, sino su orientación
real.” p. 219. En este sentido demerita el fin al cual impulsa la utopía del logro de la justicia social como
modelo de sociedad al que pretende llegar toda comunidad.
252
de la parte menor sobre la parte mayor; cuando esto ocurre se está negando el bien
común en beneficio del bien particular, que ya no puede llamarse bien, sino tan sólo
utilidad egoísta.673 Ellacuría es claro en su propuesta de lo que deben ser los derechos
humanos. En sus palabras, se expresa de la siguiente manera:
Los derechos humanos deben ser primariamente derechos de los
oprimidos, pues los opresores no pueden tener derecho alguno, en tanto
que opresores, y a lo sumo tendrán el derecho a que se les saque de su
opresión. Sólo haciendo justicia a los pueblos y a las clases oprimidas se
propiciará su auténtico bien común y unos derechos humanos realmente
universales. Este “hacer justicia”, dada la actual situación histórica, tendrá
que tomar la forma de un “hacerse justicia”. La legitimación de este
“hacerse justicia” estriba, precisamente, en la primariedad del bien común y
en la negación que del bien común hacen los acaparadores de los bienes
comunes y los representantes legalizados de esos acaparadores. El bien
común y los derechos humanos deben ser un activo hacer derecho y hacer
justicia, hacerse derecho y hacerse justicia.674
Ahora bien, este principio ellacuriano de que los derechos humanos deben ser
primordialmente derechos de las mayorías populares oprimidas por un contexto social,
político y económico estructurado en una sociedad que se encuentra en constante
dialéctica; orienta la reflexión de este pensador a que el supuesto fundamental respecto
de los derechos humanos es que éstos deben alcanzar una perspectiva y validez
universal, pero que esto no se logrará si no se tiene en cuenta el “desde” dónde se
consideran y el “para” quién y “para” qué se proclaman. Consecuentemente, hay que
tener claro y explícito ese “desde” y ese “para”, es desde los pueblos oprimidos y desde
las mayorías populares para o en busca de su liberación.675
El problema de los derechos humanos es un problema no sólo complejo
sino ambiguo, pues en él no sólo confluye la dimensión universal del
hombre con la situación realmente distinta en la que desarrollan su vida los
hombres, sino que propende a ser utilizado ideológicamente al servicio no
del hombre y sus derechos sino de los intereses de unos u otros grupos.
673
Cfr. Ibidem, p. 220.
674
Ibidem, p. 223.
675
Cfr. I. Ellacuría, “Historización de los derechos humanos desde los pueblos oprimidos y las mayorías
populares”, en Escritos filosóficos III, UCA Editores, San Salvador, 2001, p. 433.
253
Por ello hay que plantearlo en un triple plano: en lo que tiene de verdadero
y falso -problema epistemológico-, en lo que tiene de justo e injusto –
problema ético-, y en lo que tiene de ajustado o desajustado –problema
práxico o político–.676
Para Ellacuría, la forma cómo se ha enfocado la teoría de los derechos humanos es una
forma impersonal que ha permitido que éstos hayan sido utilizados por intereses de grupo
en una sociedad polarizada, donde los que detentan el poder son quienes deciden qué es
derecho y qué no lo es. En este sentido afirma este autor “en vez de esa concepción
abstracta, ideologizada y ahistórica del derecho, en este caso de los derechos humanos,
se propone enfocar el problema general del derecho y en particular de los derechos
humanos, no sólo desde la perspectiva del triunfo de la razón sobre la fuerza sino, más en
concreto, desde la defensa del débil contra el fuerte.”677
Ahí es donde la teoría de los derechos humanos desde la perspectiva ellacuriana, cobra
un nuevo matiz no visto hasta ese momento, en su propuesta de historizar los derechos
humanos desde la perspectiva clara que ofrece la opción por las mayorías populares, es
decir, una opción por la defensa de la vida de aquellos que ante la omnipotencia de unas
minorías de la sociedad que articulan a su favor la administración de los recursos de la
tierra, no pueden defenderse, por ello este filósofo hispano-salvadoreño afirma que:
La aplicación de la historización a los pueblos oprimidos y a las mayorías
populares muestra que el problema radical de los derechos humanos es el
de la lucha de la vida contra la muerte, es la busca de lo que da vida frente
a lo que la quita o da muerte. La lucha de la vida contra la muerte se
plantea en muy diversos planos, tanto si se atiende al orden personal,
como al orden social y al orden institucional. No se refiere sólo a la vida
biológica, aunque la vida biológica humana es, no sólo más que biológica
en su unidad estructural.678
Por ello, para Ellacuría, “la mera vida biológica -aquel mínimo que se convierte, cuando
falta, en lo máximo- se constituye en el derecho primario.”679 Esto puede parecer algo
676
Ibidem, pp. 433-434.
677
Ibidem, p. 435.
678
Ibidem, p. 439.
679
Ibidem, p. 440.
254
En este sentido para Ellacuría, la “lucha por la vida contra la muerte, que es, en concreto
la lucha de la víctima contra su verdugo, puede darse en otros planos: el de la libertad, el
de la justicia, el de la dignidad, el de la solidaridad; en definitiva, en el plano de la plenitud
de la vida, que sin dejar nunca de ser biológica, transciende los límites de lo biológico.”681
Ahora bien, -continúa Ellacuría– en un mundo dividido y conflictivo, no radicalmente por
las guerras, aunque se viva y padezca una guerra cruel durante esta época que vive este
filósofo, sino dividido sobre todo por “la injusta distribución de los bienes comunes, esa
comunidad y esa humanidad no son estáticas ni unívocas, por lo cual debe ponerse en
vigor el principio de la prioridad de lo común y de lo humano sobre lo particular. Esto se
logra dando prioridad teórica y práctica a las mayorías populares y a los pueblos
oprimidos a la hora de plantear con verdad, con justicia y con justeza el problema de los
derechos humanos.”682
De ahí que pueda hablarse con entera propiedad, que en el mundo también existe lo que
Ellacuría denomina como el mal común; para él, el mal común no es el mal que padece
una persona que sumado al que sufre otra y otra se convierte en un mal generalizado.
Esto más bien debe caracterizarse como un mal de muchos.683 La diferencia entre el mal
680
Cfr. Ibidem, p. 440.
681
Ibidem.
682
Ibidem, p. 445.
683
Cfr. I. Ellacuría, “El Mal común y los derechos humanos”, en Escritos filosóficos III, UCA Editores, San
Salvador, 2001, pp. 447-450.
255
común y el mal de muchos es que el mal común es tal, cuando afecta más o menos
profundamente a la mayor cantidad de individuos de una sociedad de modo que queda
resaltada su capacidad de propagarse y comunicarse. Pero más radicalmente el mal
común, desde la perspectiva de Ellacuría, es aquel mal estructural que distorsiona
ineludiblemente al individuo. Por ello, el mal común no sólo impone sus efectos sobre la
sociedad y la mayoría o totalidad de la misma, sino que trastorna la individualidad
personal de los seres humanos que afecta. En sus palabras, el mal común es “aquel mal
estructural y dinámico que, por su propio dinamismo estructural, tiene la capacidad de
hacer malos a la mayor parte de los que constituyen una unidad social”. 684 De ahí que el
mal común apunta al trastorno vital humano para convertir al individuo en un reproductor
maligno que conduce a la inviabilidad de la especie y, por tanto, induzca a la destrucción
del individuo y de la sociedad. Para Ellacuría:
Nuestra situación está configurada por el mal común. La sociedad, el país,
están de tal forma estructurados y dominan en él tales dinamismos, que la
mayor parte de la población queda afectada malamente, de suerte que para
no estarlo hay que luchar contra corriente y no dejarse determinar por ese
mal común. Ciertamente algunos sacan provecho de este mal común, pero
esto mismo les hace malos en un sentido más profundo. Las condiciones
económicas, sociales, políticas y culturales son tales que la mayor parte de
los ciudadanos salvadoreños viven en pobreza crítica con insatisfacción de
sus necesidades básicas en salud, vivienda, educación y trabajo.685
Ellacuría constata que existe una relación dialéctica entre lo que es el mal común y lo que
es el bien común. Para él, vistas las cosas desde el mal común real; es decir, desde el
mal que afecta a las mayorías, sobre todo cuando este mal cobra las características de
injusticia estructural que apenas posibilita la existencia de la vida humana y que
deshumaniza a la mayor parte de los seres humanos que viven sometidos a dichas
estructuras injustas como son la injusticia institucionalizada en leyes, costumbres,
ideologías, etc., surge el problema del bien común como una exigencia negadora de esa
injusticia estructural e institucional. En ese contexto el bien común es negación
superadora del mal común. Éste debe ser contrapuesto como bien al mal pero debe tener
las mismas características que hacían del mal común algo realmente común.
684
Ibidem, p. 448.
685
Ibidem, p. 448.
256
En esta perspectiva es que habrá que articular una ortopraxis de los derechos humanos y
que a partir de ella es que habrá que construir una nueva institucionalidad estatal, en
donde la defensa de la justicia y la concreción de la misma garantice que los distintos
Estados no sean violadores de los derechos humanos, sino los garantes del derecho y la
justicia. Ellacuría lo dice de la siguiente manera:
Una consideración de los derechos humanos desde esta perspectiva del
mal común dominante los mostraría como el bien común concreto, que
debe ser buscado en la negación superadora del mal común, que
realmente se presenta como una situación en el que son violados
permanentemente y masivamente los derechos humanos. La situación de
los derechos humanos, como expresión fundamental del estado de justicia
o de injusticia en que vive la mayor parte de la población, se convierte así
en una medida tanto de la gravedad del mal común como de la necesidad
de alcanzar el bien común. Donde es de capital importancia hablar
primariamente de Estado de justicia y, sólo después, de Estado de
derecho, porque tras el Estado de derecho puede ocultarse el mal común,
la injusticia estructural e institucional. Un Estado de derecho que oculte el
Estado de injusticia no es parte del bien común sino del mal común. Al
686
Ibidem, p. 449.
257
Ahora bien, estos aportes de Ellacuría a la teorización de los derechos humanos muestran
su interés principal, que como afirma Antonio González en la presentación que hace al
libro de J.A. Senent de Frutos denominado Ellacuría y los derechos humanos, consiste en
mostrar la prioridad de los derechos humanos más directamente relacionados con la
supervivencia de la especie humana, y cuya amenaza define precisamente la situación de
los pobres. Dicho en términos “praxeológicos”688: toda moral concreta de un grupo social y
toda fundamentación racional de obligaciones universales hunde sus raíces en todos
aquellos bienes elementales sin los cuales no es posible la praxis humana y por ende la
ética. Si la insistencia en los fundamentos biológicos de la moral permite a Ellacuría
atender especialmente a los derechos más urgentes para los pobres, la perspectiva
universal le posibilita pensar los derechos humanos a la altura de la situación histórica de
nuestro planeta.689
En esta perspectiva, como ratifica González, “la realización histórica de los derechos
humanos no se puede medir desde los estrechos márgenes de un Estado nacional. Una
filosofía de los derechos humanos a la altura de nuestro tiempo requiere necesariamente
un punto de vista planetario.”690
Un aporte que Senent tiene en su libro es rescatar el método que Ellacuría propone para
abordar una teoría de los derechos humanos. Senent ubica dicho estudio en una
perspectiva totalizadora del pensamiento ellacuriano. Es decir, aborda el estudio y análisis
de los derechos humanos no sólo desde su filosofía sino también desde su teología, su
687
Ibidem, pp. 449-450.
688
Antonio González teoriza respecto de la praxeología y para él este término se refiere al carácter que los
actos, actuaciones y actividades tienen respecto de la praxis humana. Como González dice, “El término praxis
puede ser utilizado como concepto general que abarca los distintos tipos de configuración funcional de
nuestros actos. De este modo, podemos afirmar que las acciones, las actuaciones y las actividades constituyen
los tres modos fundamentales de la praxis”. Para mayor desarrollo, ver A. González, Estructuras de la praxis.
Ensayo de una filosofía primera, Editorial Trotta, S.A., Madrid, 1997, pp. 187-190.
689
Cfr. José A. Senent de Frutos, Ellacuría y los derechos humanos, Desclée de Brouwer, Bilbao, 1998, pp.
II-III.
690
Ibidem, p. III.
258
política y su historia.691 Para Senent, el estudio de los derechos humanos desde esta
perspectiva puede constituir un pensamiento relevante y necesario para la elaboración de
una teoría de los derechos humanos a la altura del presente histórico y teórico-
doctrinal.692 En este sentido, como afirma este autor, no basta con preguntarse por el
posible fundamento de los derechos, sino que es preciso además llevar la búsqueda
teórica hasta la pregunta por su realidad y realización en el mundo. Ello exigirá una
metodología que tenga en cuenta la historicidad constitutiva de estos conceptos, y que
por ello, busque la verdad histórica de la institución que se pretende conocer.693
Ellacuría describe también la función que da ultimidad a la labor filosófica que, dicho sea
de paso, él también vive en su quehacer cotidiano y que se puede leer desde este
concreto talante filosófico que expresó en diversas facetas y es que:
Si la búsqueda de la verdad es una de las dimensiones principales en la
ética de la filosofía, no es la única, ni es suficiente para caracterizar como
691
Cfr. Ibidem, p. 11.
692
Cfr. Ibidem.
693
Cfr. Ibidem, pp. 13-14.
694
I. Ellacuría, “Función liberadora de la filosofía”, en Veinte años de historia en El Salvador, Escritos
Políticos I, UCA Editores, San Salvador, p. 105.
695
I. Ellacuría, “Análisis ético-político del proceso de diálogo en El Salvador” en Veinte años de historia en
El Salvador, Escritos Políticos III, UCA Editores, San Salvador, 1991, p. 1408.
259
Así pues, podemos afirmar que la unidad del pensamiento y la obra de Ellacuría proviene
de la fidelidad a su clara vocación humana de justicia y libertad que “le forzó a hacerse
cargo de la realidad donde quiso vivir (…) a encargarse responsablemente de la
transformación real de lo inhumano de tal realidad y a cargar con las consecuencias
positivas y negativas de ese comprometedor encargarse”697 En esta misma línea, Senent
afirma que:
Lo que se intenta apuntar, conforme a la propia concepción ellacuriana, es
la idea de que la primera clave para acercarnos a la adecuada comprensión
de los derechos humanos, no haya de ir meramente en la vía de la
discusión, argumentación o diálogo sobre conceptos. Esa aproximación
desconocería que el ser humano no se reduce ni se define primordialmente
ni por lo que “piensa” ni por lo que “dice” sino que se define por lo que “va
haciendo”, incluso más propiamente, por el contexto histórico-social desde
donde se está posibilitando lo que puede o no puede hacer, y es desde ahí
donde habría que empezar a plantear la búsqueda de la verdad sobre los
derechos como instrumentos o medios para la realización humana.698
Se trata de que no podemos preguntarnos qué son los derechos humanos, o cuáles son
éstos, al margen de la realidad humana existente. Más aun, no se trata sólo de poner en
relación ambos planos, sino de que se adopta una perspectiva crítica y dialéctica que
atiende a lo que está definiendo más negativamente la realidad y que busca una
respuesta adecuada teórica y práctica para esta situación inquirente que es donde
Ellacuría plantea el problema de los derechos humanos. En este contexto, los planos de
reflexión que hay que dilucidar en este problema, y a los cuales habría de referir el resto
de las cuestiones son como ya se ha anunciado: lo que tienen de verdadero y de falso,
cuestión epistemológica; lo que tienen de justo e injusto, cuestión ética y lo que tienen de
696
I. Ellacuría, “Función Liberadora de la filosofía”, Op. Cit., p. 113.
697
Alvaro Pisani, J.L. “Vida y obra de Igancio Ellacuría (1930-1989)” en Voluntad de vida. Ensayos
filosóficos, Seminario Zubiri-Ellacuría, UCA Editores, Managua, 1993, p. 140.
698
J.A. Senent, Op. Cit., p. 44.
260
ajustado o desajustado, cuestión práxica. Como método implica que no se pueden dar por
supuesto estos planos, sino que hay que “verificar” esas dimensiones.
Como se ha dicho ya, Ellacuría defiende que el problema de los derechos humanos hay
que plantearlo desde su historización desde las mayorías populares y los pueblos
oprimidos. Con esta historización se pretende que el problema de los derechos humanos
se eleva al ámbito de la racionalidad e irracionalidad, esto es, no sólo desde la
perspectiva del triunfo de la razón sobre la fuerza sino, más en concreto, desde la defensa
del débil contra el fuerte. Nos movemos aquí no en la perspectiva del derecho romano
que para que éste se realice, deba dársele a cada cual lo que le corresponde; sino en los
umbrales de un derecho más superior que exige la defensa de aquellos que no pueden
defenderse por sí mismo. En este sentido, como afirma Senent:
No se elige por tanto un planteamiento meramente abstracto de los
derechos humanos que se quede en la “esencia universal” de los derechos,
sino que busca historizar esa esencia, yendo más allá de planteamientos
ahistóricos que pueden incurrir no sólo en inoperancia real, sino en
justificación ideologizada e interesada, mediante la defensa de los
derechos conquistados sin reconocer el proceso real de esas
700
conquistas”.
699
Cfr. Ibidem, pp. 50-51.
700
Ibidem, 52.
261
núcleo de legitimidad acordado que debería ser respetado y desarrollado por los
sucesivos instrumentos internacionales sobre derechos humanos. Desde este punto de
vista, el reconocimiento de esta institución a nivel internacional sería la expresión de que
los derechos humanos constituyen un punto de referencia unívoco y universal.701
Para Ellacuría la situación principal que dimensiona el problema de los derechos humanos
no es principalmente la crisis de legitimación de un ideal normativo que se pretende
imponer sin historizar y particularizar desde cada tradición, y no precisamente porque tal
proceso sea irrelevante, sino porque esta violación no agota el problema real de los
derechos humanos. Por ello, como sostiene Senent, la cuestión primera, no es una
ideología extraña que se impone sin diálogo, no es una crisis cultural, sino que es una
crisis de realidad o una realidad crítica la cual consiste primordialmente en un orden
histórico que es el creado y mantenido por la civilización del capital que produce
relaciones opresoras en todos los subsistemas sociales porque impide el mantenimiento y
la expansión de la propia vida libre de la mayoría de los pueblos.703 Como nos lo recuerda
Senent, utilizando las palabras del filósofo hispano-salvadoreño:
Ellacuría plantea la necesidad de historizar la idea de la universalidad de
los derechos, precisamente porque con esa historización “se aprecia mejor
el peligro [de] que su teoría y praxis propendan a tomar la forma de una
normatividad absoluta y abstracta, independiente de toda circunstancia
701
Cr. Ibidem, pp. 63-64.
702
Senent fundamenta esta opinión en J. De Lucas, El desafío de las fronteras. Derechos humanos y
xenofobia frente a una sociedad plural, Ed. Temas de Hoy, Madrid, 1994, pp. 17-113. Cfr. Ibidem.
703
Cfr. Ibidem, pp. 73-74.
262
histórica”. Lo cual puede dar lugar, y de hecho lo da, a que tras la apelación
a una titularidad universal de los derechos desde un punto de vista
conceptual e intrínseco a la propia institución como algo que está más allá
de su proceso histórico.704
Ahora bien, para Ellacuría, lo que define más radicalmente la universalidad de los
derechos, es que éstos responden a un dinamismo humano radical el cual es observable
cuando se historiza el proceso real de su surgimiento, y desde donde, aparece que este
universalismo abstracto y nivelador “es la cobertura jurídica y formal de quienes ya han
sido liberados de ciertas opresiones y dominaciones y procuran, a su vez, que no lo
consigan otros, respecto de ellos, mediante sucesivos y más complejos procesos de
liberación.705
Por eso, si el problema real de los derechos humanos es que existe un orden histórico
mundial que produce la violación masiva de los derechos fundamentales, de la vida, de la
libertad económica, de la libertad, social de la libertad cultural y de la libertad política de
las personas y de los pueblos, entonces la tarea de la universalización de los derechos
humanos debe ir en la línea de un proceso histórico de liberación de las mayorías
populares y los pueblos oprimidos de las opresiones particulares que padecen desde la
actual ordenación de la forma de vida humana, y no sólo ni principalmente de una
adaptación o descubrimiento desde las propias raíces culturales de la idea de los
derechos humanos.706
La perspectiva ellacuriana parte no sólo de los excluidos de los beneficios reales sino
también del hecho de que los pueblos empobrecidos representan la mayoría de la
humanidad en los momentos actuales y es desde esta realidad humana más universal
desde donde han de buscarse no sólo las preguntas éticas fundamentales sino el lugar
desde el cual historizar las justificaciones teóricas en orden a su esclarecimiento último.707
704
Ibidem, pp. 77-78.
705
I. Ellacuría, “Utopía y Profetismo” en Mysterium Liberationis, Conceptos fundamentales de la teología de
la liberación, UCA Editores, San Salvador, 1992, p. 416.
706
Cfr. Senent, Op. Cit., pp. 84-85.
707
Cfr. Ibidem, p. 98.
263
Ahora bien, la lucha por la defensa de los derechos humanos en Ellacuría es preciso
articularla en el marco de la construcción de una nueva civilización, una civilización que
Ellacuría ve como una utopía posible. Él define esta idea de la manera siguiente:
La civilización de la pobreza,709 en cambio, fundada en un humanismo
materialista, transformado por la luz y la inspiración cristiana, rechaza la
acumulación del capital como motor de la historia y la posesión-disfrute de
la riqueza como principio de humanización, y hace de la satisfacción
universal de las necesidades básicas el principio del desarrollo y del
acrecentamiento de la solidaridad compartida el fundamento de la
humanización.710
Para él, “esto se logra por lo pronto, mediante un ordenamiento económico apoyado en y
dirigido directa e inmediatamente a la satisfacción de las necesidades básicas de todos
los hombres. Sólo esta orientación responde a un derecho fundamental del hombre, sin
cuyo cumplimiento se irrespeta su dignidad, se violenta su realidad y se pone en peligro la
paz mundial.”711
Ahora bien, ¿cuáles son las necesidades básicas que hay que solventar de acuerdo a la
perspectiva de Ellacuría? Para él no hay mayor discusión, aun contando con diferencias
culturales e individuales, propiciantes de distintas subjetivizaciones de esa necesidad,
708
Cfr. I. Ellacuría, “Historización de los derechos humanos desde los pueblos oprimidos y las mayorías
populares”, Op. Cit., pp. 443-444.
709
Para Ellacuría, “la civilización de la pobreza se denomina así por contraposición a la civilización de la
riqueza y no porque pretenda la pauperización universal como ideal de vida.” Utopía y Profetismo, Op. Cit.,
p. 426
710
I. Ellacuría, “Utopía y Profetismo”, Op. Cit., p.426.
711
Ibidem, p. 427.
264
porque hay que contar con que se trata de atender a la situación de pobreza extrema o de
miseria de más de la mitad del género humano:
Como tales deben considerarse, ante todo, la alimentación apropiada, la
vivienda mínima, el cuidado básico de la salud, la educación primaria,
suficiente ocupación laboral, etc. No se trata de proponer que esto agote el
horizonte del desarrollo económico, sino que esto se constituya en punto de
partida y en referencia fundamental, en condición sine qua non de cualquier
tipo de desarrollo. La gran tarea pendiente es que todos los hombres
puedan acceder dignamente a la satisfacción de esas necesidades, no
como migajas caídas de la mesa de los ricos, sino como parte principal de
la mesa de la humanidad. Asegurada institucionalmente la satisfacción de
las necesidades básicas como fase primaria de un proceso de liberación, el
hombre quedaría libre para aquello que deseara ser, siempre que lo
deseado no se convierta en nuevo mecanismo de dominación.712
Ellacuría continúa su análisis dando realce al papel fundamental que desarrolla el trabajo
digno, como actividad práctica en el desarrollo económico de toda sociedad; pero es
importante reconocer que el trabajo no sólo desempeña ese aspecto sino que además,
desempeña una labor de perfeccionamiento del ser humano como ser social porque es
mediante la práctica laboral que se asegura la satisfacción de las necesidades básicas
humanas y la realización personal:
La civilización de la pobreza propone, como principio dinamizador, frente a
la acumulación del capital, la dignificación por el trabajo, un trabajo que no
tenga por objetivo principal la producción del capital, sino el
perfeccionamiento del hombre. El trabajo, visto a la par como medio
personal y colectivo para asegurar la satisfacción de las necesidades
básicas y como forma de autorrealización, superaría distintas formas de
auto y de hétero-explotación y superaría asimismo desigualdades no sólo
hirientes, sino causantes de dominaciones y antagonismos. No se trata sólo
de que el hombre nuevo deje de hacer de la riqueza su ídolo fundamental,
al cual ofrece todo lo que tiene: capacidad de trabajo, principios morales,
salud, ocio, relaciones familiares, etc. Se trata, sobre todo, de hacer una
712
Ibidem.
265
En esta perspectiva es que Ellacuría afirma que la cultura debe ser liberadora de
ignorancias, de temores, de presiones internas y externas, en busca de una apropiación
de una verdad cada vez más plena y de una realidad cada vez más plenificante.717 En
este proceso de liberación la cultura irá siendo generadora de libertad real, no reducida a
713
Ibidem, pp. 427-428.
714
Ibidem, p. 430.
715
Ibidem, p. 431.
716
Ibidem, p. 433.
717
Cfr. Ibidem, p. 438.
266
Para Ellacuría lo que debería ser favorecedor de una unidad plural se convierte en
uniformidad empobrecedora. La facilidad de los medios de comunicación, por otra parte,
lleva a saltar alienadamente desde un estado primitivo, a veces muy rico y sano, de
cultura a estadios sofisticados de decadentes de una cultura impuesta más por el medio y
envoltorio con que se presenta que por el fondo en qué consiste.719 En este contexto es
que para él de lo que se trata es de:
Buscar una cultura para la mayoría y no una cultura elitista con mucha
forma y poca vida. El que tengan vida y la tengan en abundancia no unos
pocos, sino a ser posible todos, debería ser el lema de la nueva cultura en
la tierra nueva. Tarea realmente utópica pero a la que impulsa -y el impulso
se ve en muchas partes- el profetismo real, que repudia y supera las lacras
de una cultura alienante y en el fondo deshumanizante.720
718
Ibidem.
719
Cfr. Ibidem.
720
Ibidem, pp. 438-439.
721
Alejandro Rosillo Martínez, Los derechos humanos desde el pensamiento de Ignacio Ellacuría, Editorial
Dykinson, S.L. Madrid, 2009.
267
contextual y en cierta medida heterodoxa, no acorde con los cánones occidentales de los
derechos humanos,”722 que fundamenta con tres ideas principales sobre los derechos
humanos: la primera es que Ellacuría hace una fundamentación de los derechos humanos
desde el ámbito biológico; la segunda es que para él es preciso historizar los derechos
humanos para evitar toda ideologización de los mismos y tercera es la articulación que
hace de los derechos humanos con el ámbito de la estructura de la sociedad.723 Esta
opinión coincide con lo que se ha analizado en el ítem anterior. En este sentido, Ellacuría
parte de la constatación que la mayoría de los seres humanos no son sujeto de derechos
humanos en la práctica. Peor aún: esa mayoría ve conculcados, negados, atropellados
sus derechos. Se apreciará enseguida la diferencia importante en el punto de partida si lo
comparamos con la mayoría de las declaraciones de los derechos humanos, que parten
de la base de que todos los seres humanos son iguales en dignidad y derechos; es decir,
son sujetos de derechos, cuando los hechos lo desmienten: sólo unos pocos seres
humanos son sujetos de derechos, cada vez menos, por razón del neoliberalismo, que
vacía los derechos humanos de su fundamentación antropológica y moral y los reduce a
uno solo: el derecho de propiedad. En esta perspectiva, Ellacuría se plantea el
fundamento biológico de los derechos humanos. Pero para ello él plantea que la práctica
de los derechos humanos es inseparable de la supervivencia de la humanidad. Solo ese
planteamiento da una perspectiva universalista a los derechos humanos. Según esto hay
que conceder prioridad a los derechos humanos que tienen que ver con la supervivencia
de los seres humanos, que son los más amenazados, sobre todo en el Tercer Mundo: la
vida, la salud, la educación, el vestido, la vivienda, el trabajo, etc. Sin satisfacción de las
necesidades básicas no hay vida humana, ni dignidad humana, ni derechos humanos.724
quién son las mayorías populares; el para qué es la búsqueda de su liberación. El nuevo
horizonte de intelección de los derechos humanos es el reverso de la historia, la praxis
histórica de liberación.725 En este sentido Rosillo afirma que:
El pensamiento de Ellacuría tiene gran actualidad para aquellos países
donde los discursos acerca de los derechos humanos, el estado de
derecho, la democracia, la institucionalidad, entre otros, se utilizan de forma
ideologizada para ocultar fines ilegítimos e injustos; y donde la legalidad de
la injusticia es una realidad frecuente que atenta contra la producción y
reproducción de la vida de los pueblos. Además, sus postulados e ideas
son una parte destacada de un pensamiento que sigue acompañando los
procesos de emancipación de los pueblos latinoamericanos y que ha sido
uno de los pocos movimientos intelectuales que ha logrado seguir
sosteniendo un horizonte utópico aun en tiempos de posmodernismo
celebratorios que condenan todo relato de construcción de un mundo otro.
Me refiero al pensamiento latinoamericano de la liberación.726
Uno de los aportes más destacados de Rosillo respecto del modo cómo Ellacuría aborda
el tema de los derechos humanos, es que para él, la conceptualización de los derechos
humanos:
No se inscribe en ninguna tradición liberal y moderna que centre su
atención en la discusión sobre la distinción entre el orden jurídico y la
moral, es decir, en la tradicional disputa entre iuspositivismo y
iusnatuaralismo. Tampoco se desarrolla bajo el presupuesto de que todo
derecho es creación estatal, y por tanto, para Ellacuría un “derecho” es algo
más que el mandato de la autoridad que genera un derecho subjetivo pues
no pretendía, así suponemos, realizar una teoría jurídica de los derechos
humanos, sino comprenderlos como momentos ideológicos de la praxis
histórica por la liberación. Momentos ideológicos que, corren el riesgo de
ideologización y, en consecuencia, de ser utilizados para fines distintos a la
liberación.727
725
Cfr. Ibidem, p. 14.
726
Ibidem, p. 23. Las cursivas pertenecen al original.
727
Ibidem, pp. 135-136.
269
Como bien afirma Rosillo, “Ellacuría piensa los derechos humanos desde América latina,
donde el principal derecho -y también la mayor preocupación y la más urgente necesidad
a satisfacer- de la mayor parte de las mujeres y los hombres es salir del estado de
pobreza y explotación ocasionada por un capitalismo periférico y neocolonialista.”730 De
acuerdo a este autor:
Desde la filosofía de la realidad histórica, el discurso de derechos humanos
es pensado desde un paradigma de pensamiento complejo, no idealista,
donde la materialidad de la historia tiene preferencia ante cualquier intento
de simplificación de estos derechos; es decir, de encerrarlos en el
pensamiento de lo claro y distinto. En este sentido, para Ellacuría la
expresión “derechos humanos”, dentro de su complejidad, es algo que de
alguna forma es “derecho”, es decir, “algo que es debido y exigible, y que a
la vez afecta radicalmente al hombre por ser hombre, aunque también a
728
Ellacuría opta por hablar de “realidad histórica” y no simplemente de “historia” porque aquélla abarca
todas las demás formas de realidad (realidad material y biológica, realidad personal y social), sobre las que
está subtendida dinámicamente, a la vez que en la realidad histórica es donde los otros tipos de realidad dan
más de sí y donde alcanzan su mayor grado de apertura: en la realidad histórica se nos da no sólo la forma
más alta de realidad sino también el campo abierto de las máximas posibilidad de lo real. Es decir, la realidad
histórica es la realidad entera asumida en el reino social de la libertad: “...la realidad histórica, ante todo,
engloba todo otro tipo de realidad: no hay realidad histórica sin realidad puramente material, sin realidad
biológica, sin realidad personal, sin realidad social; en segundo lugar, toda otra forma de realidad donde da
más de sí y donde recibe su para qué fáctico -no necesariamente finalístico- es en la realidad histórica; en
tercer lugar, esa forma de realidad que es la realidad histórica es donde la realidad es más y donde es más
suya, donde también es más abierta. Cfr. I. Ellacuría, El objeto de la filosofía, en Veinte años de Historia, Op.
Cit. p. 86.
729
Cfr. Ibidem, pp. 136-137.
730
Ibidem, p. 137.
270
Con mucha razón Rosillo sostinene que Ellacuría habla de derechos humanos como una
necesidad socio-política y político-biológica, porque está comprendiendo su fundamento
desde las necesidades humanas, no sólo de las llamadas necesidades básicas, o en el
caso de Masferrer que llama a éstas como necesidades primordiales a solventar de
manera plena y en esa situación permiten al hombre desarrollarse como persona en
comunidad. Se trata de la satisfacción de las necesidades que hacen viable la especie
humana, al phylum, como tal, es decir como animal de realidades. Esta viabilidad sólo
puede darse con una presencia de los otros dentro de la vida del individuo; en este
sentido y en propiedad zubiriana, en respectividad de los que habilitan en el modo
humano de habérselas con la realidad:
En este sentido es como deben comprenderse los derechos humanos:
como la exigencia de satisfacción de las necesidades que hacer viables a
la especie humana y a sus modos de convivencia social y política. Un
conglomerado humano que imposibilita el acceso a los bienes a parte de
sus pobladores, que en su propia estructura se genera la violencia que
destruye vidas humanas, o cuyo concepto de bienestar pone en riesgo la
viabilidad de la especie por razones ecológicas o por acciones bélicas, no
se le puede considerar una comunidad humana donde se busque el
cumplimiento de derechos humanos; su forma de “convivencia” no es
capaz de satisfacer las necesidades socio-político-biológicas de sus
miembros.732
Cabe aclarar que en esta perspectiva, asumir las necesidades del animal de realidades
como fundamento de derechos humanos, no conlleva a realizar una declaración
específica y absoluta de ellas y mucho menos de sus medios de satisfacción, lo que sería,
por ejemplo, una positivización concreta de derechos fundamentales, sino que abre el
espacio de la vida y de la praxis a la realidad, a su contingencia y a la apropiación de
posibilidades y capacidades en cada momento histórico. Se trata de insertarlos en el
dinamismo de posibilitación, es decir, en la entrega de formas de vida real, que se
731
Ibidem, p. 138.
732
Ibidem, p. 139.
271
Por eso conceptualizar los derechos humanos como aspiraciones naturales es decir,
aspiraciones con un fundamento biológico-ético, parte de un humanismo histórico,
dinámico, pero a la vez estructural, materialmente metafísico, intramundano, donde el
733
Cfr. Ibidem, pp. 139-140.
734
Cfr. Ibidem, p. 141.
735
Cfr. Ibidem.
736
Cfr. Ibidem, p. 142.
737
Cfr. Ibidem, p. 144.
272
acento por la lucha por la justicia se vincula con las necesidades de vida del pueblo y no
con las reivindicaciones; con esto se busca subrayar la materialidad de las prescripciones
éticas en las necesidades vitales de la comunidad.738
Para Ellacuría, los derechos humanos en tanto prescripciones éticas son “obligantes en
conciencia y que humanizan o deshumanizan a individuos, grupos o pueblos, según sea
la habitud y la actitud, así como de su cumplimiento o incumplimiento actuales.”739
Ahora bien, en cuanto al tema del consenso comunitario y mundial por los derechos
humanos es considerado como un dinamismo positivo por Ellacuría; no obstante, este
consenso debe ser historizado para asumir críticamente el desde dónde se va instaurando
el consenso mundial. Para Ellacuría no es lo mismo un consenso por los derechos
humanos realizado desde las grandes mayorías populares o desde los grupos sociales
anticapitalistas que el consenso elaborado por las grandes potencias del planeta; su para
qué y su por qué son muy distintos en la realidad por más que formalmente se predique lo
mismo.740
Es así que pensar los derechos humanos desde la realidad histórica nos posibilita
abordarlos como valores no sólo de una colectividad o nación, sino desde la humanidad
en su totalidad. La realidad histórica es para Ellacuría una realidad procesual y dinámica,
y en ella se nos da el campo abierto de las máximas posibilidades de lo real.741 Al ser los
derechos humanos ideales utópicos tiene como presupuesto que nacen en y desde la
praxis humana, esto es, “son esbozados desde las mismas acciones humanas y se
dirigen a ellas mismas como motores de procesos de liberación.”742
738
Cfr. Ibidem, p. 145.
739
Ibidem, p. 146.
740
Cfr. Ibidem, p. 148.
741
Cfr. Ibidem, p. 149-150.
742
Ibidem, p. 150.
273
Para Ellacuría la utopía siempre deberá ser el motor que impulse la permanente
humanización pues de lo contrario es fácil caer en una ilusión que oculte lo que en
realidad se hace: establecer un orden que una vez instituido buscará la perpetuación, y es
cuando los derechos humanos se convierten en un discurso de legitimación y ya no de
utopía. De ahí que las concepciones de derechos humanos que dan prioridad al
formalismo institucional y sistemático, por encima de la realidad histórica y las
necesidades de los seres humanos, sean estáticas y cierren la puerta a cualquier
dimensión utópica y transformadora que puedan tener.744
Las mayorías populares y las minorías excluidas son quienes principalmente sufren el mal
común, en especial cuando se constituye como injusticia estructural e institucionalizada,
es decir, que se sostiene sobre estructuras e instituciones sociales que no posibilitan la
vida humana. De ahí que el bien común debe entenderse en su historización como la
negación superadora del mal común. Esto buscaría también que la injusticia estructural e
institucionalizada se vea sustituida por una serie de estructuras e instituciones justas, que
posibiliten que la mayoría de individuos y no sólo unas minorías privilegiadas tengan la
capacidad de satisfacer sus necesidades y constituirse como personas.746 Cabe entonces
el cuestionamiento siguiente:
743
I. Ellacuría, “Historización de los derechos humanos desde los pueblos oprimidos”, Op. Cit. Pp. 438-439.
744
Cfr. Ibidem, p. 151.
745
Cfr. Ibidem, pp. 151-152.
746
Cfr. Ibidem, pp. 159-160.
274
Superar esta situación es posible desde el respeto a los derechos humanos y sobre todo,
desde la defensa de los mismos bajo la óptica de la promoción de las mayorías populares
para que sean estas mayorías el sujeto histórico que promueva y defienda sus derechos.
747
I. Ellacuría, “Comentario a la carta pastoral”, en Veinte años de historia en El Salvador, Escritos políticos
II, UCA Editores, San Salvador, p. 725.
748
Cfr. I. Ellacuría, “Utopía y Profetismo” en Mysterium Liberationis, Op. Cit. P. 426. Asimismo, Ellacuría
en su Comentario a la Carta Pastoral en sus Escritos Políticos, Op Cit., p. 725, afirma que “la gran tarea
275
En primer lugar que existe una deuda pendiente con el cumplimiento fáctico de los
principios minimumvitalistas y por tanto no puede haber una sociedad integrada en
ninguna parte donde se viole constante y sistemáticamente los derechos humanos. Es
más, no puede haber estabilidad social y política que pueda garantizar un desarrollo
humano a ningún pueblo y sociedad donde no se respeten las necesidades básicas de
sus ciudadanos.
En segundo lugar que así como para Masferrer el Minimumvitalismo tiene fundamento
biológico, así en Ellacuría, para que la especie humana siga siendo viable como phylum
genético es preciso que se cumplan los derechos humanos concretados en trabajo,
vivienda, salud, educación, descanso, etc. Por tanto, si éstos no se cumplen, la especie
humana se pone en riesgo porque se presentan las condiciones necesarias para su
autodestrucción. Cuando no se cumplen los derechos humanos, se condena la vida
humana al fracaso.
En tercer lugar, que el camino está ya señalado tanto por Masferrer como por Ellacuría.
Masferrer señalando que concretar el Minimumvitalismo es la tabla de salvación en la
situación social que vivía El Salvador de principios del siglo veinte. Mientras que para
Ellacuría, el proceso que puede salvar a la humanidad en la actualidad es la construcción
de una civilización de la pobreza, en donde el hombre no sea esclavo de la producción y
del capital, sino el agente dinamizador de la justicia, el respeto y la promoción de los
derechos humanos.
pendiente es que todos los hombres puedan acceder dignamente a la satisfacción de esas
necesidades, no como migajas caídas de la mesa de los ricos, sino como parte principal de la mesa
de la humanidad.”
276
En quinto lugar, puedo notar que Ellacuría logra sistematizar filosóficamente el mismo
presupuesto vitalista que Masferrer apuntó como horizonte de su praxis.
277
Conclusión
Tanto para Masferrer como para Ellacuría, ascender a una sociedad más justa en El
Salvador y en Centro América es alcanzable únicamente por la labor ingente de un
Hombre Nuevo cuya labor individual no se termina en una reflexión intimista y solipsista,
sino en una actividad política en el puro sentido del término, una actividad que tiene que
ver con la polis, porque conlleva la concreción práxica de los principios del
Minimumvitalismo. Esto es lo que jalona la nueva realidad constituida por la justicia
concretada en la realidad que permite en definitiva la vida buena para todos.
En El Salvador las relaciones sociales se han caracterizado por contener alto índice de
conflictividad. Sin embargo, por muy autoritario y represivo que sea un sistema de
gobierno no puede mantenerse apoyándose únicamente en la fuerza. Las clases
dominantes salvadoreñas gracias a su control del Estado, impusieron drásticas
transformaciones sociales, como la reforma al sistema de tenencia de la tierra que fue
rechazada por la mayor parte de los campesinos, cuyo malestar llegó a niveles de
provocar convulsión social y manifestaciones populares violentas con resultados de
destrucción y muerte.
Aquí es donde entra la reflexión filosófica de los derechos humanos que Ellacuría
actualiza. Para él los derechos humanos pueden considerarse como el despliegue del
bien común en la humanidad como un todo. No es que en la consideración clásica se
olvide del bien de toda la humanidad y aun el bien de todo el mundo, pero dadas las
circunstancias históricas, apenas se podía hablar con verdad histórica de una única
humanidad que se pudiera ver envuelta en la realización del bien común. Una vez
cumplida la condición real de una única historia de la humanidad es urgente la
consideración mundial de los derechos humanos.
278
Se debe ser consciente de que los derechos humanos son momentos ideologizados de la
praxis humana y por eso necesitan de su historización. De lo contrario son sólo una
abstracción sobre la cual se predican principios que nada tienen que ver con la realidad y
aunque esos principios sean parte de su deber ser, el darlos por asentados sin realizar su
verificación histórica conlleva a un uso ideologizado. Tal es el caso de la universalidad
que se predica sobre estos derechos.
El interés de Masferrer giró en torno a que no sólo se visibilice a los sectores más
desfavorecidos de la sociedad, sino también a reestructurar a la sociedad de tal manera
que los sectores desfavorecidos económicamente tuvieran una palabra qué decir ante la
urgente necesidad de combatir su pobreza estructural. Para ello fue necesario comenzar
un proceso de cambio social en la realidad misma, haciendo en ella concreta la
construcción de una nueva nación centroamericana y latinoamericana. Cosa que la
historia ha definido como tarea imposible de construir, por lo menos hasta el presente
momento.
279
Para finalizar hay que reconocer que con Masferrer y Ellacuría se ratifica que los
derechos humanos son una necesidad de la convivencia social y política, son una
necesidad socio-biológica y político-biológica, sin la que se hace inviable la especie
humana y el modo social y político en que ésta debe desenvolverse. Los derechos
humanos son una exigencia, física antes que moral, no tanto de una naturaleza humana,
abstracta e individual, sino de una esencia física, individual y específica, y del conjunto
real de toda la humanidad y no del concepto de una humanidad abstracta.
280
CONCLUSIÓN GENERAL
El Minimumvitalismo impulsado por Masferrer, que como bien lo dice éste, aunque no es
un pensamiento original sí es un proyecto innovador y aglutinador de ideas en torno a la
justicia social, la tierra, los Derechos Humanos y la superación de la pobreza en un
espacio y tiempo determinados como fue la Centroamérica de principios del siglo veinte.
De ahí que una de las orientaciones fundamentales que debe seguir el Minimumvitalismo
sea convertirse en una filosofía política radical, es decir, que tenga como pretensión
282
intelectual el alcance de los fundamentos de las cuestiones políticas, por tanto, debe tener
siempre como tarea insoslayable el determinar qué es en verdad lo realmente posible en
la praxis política. En este sentido, el Minimumvitalismo debe apuntar desde su perspectiva
filosófica, a estructurar lo social y lo político desde la absolutez de la vida como principio
dinamizador de la realidad. Hay que reconocer, en esta perspectiva, que es la capacidad
de compartir criterios de justicia, lo que capacita al hombre para una vida no sólo social,
sino auténticamente política.
Ahora bien, para alcanzar una vida justa en la sociedad, como es su interés, sea
necesario una serie de condiciones materiales que la aseguren y sin las cuales nadie se
consideraría propiamente humano. Por tanto, el vivir bien en Masferrer significa la
supervivencia biológica, el bienestar social, moral y justo. Esto es lo que se ha buscado
articular en este trabajo.
En 1881 se decretó la abolición legal de las tierras ejidales y comunales. Entre líneas se
puede ver que esta abolición se encaminó a la erradicación de las comunidades
indígenas, aunque la resistencia activa y pasiva de estos pueblos prolongaría el proceso
hasta bien entrado el siglo veinte. Este hecho debe enmarcarse en la perspectiva de la
consolidación del sistema liberal en Centroamérica y concretamente en El Salvador. Para
283
los liberales, el orden era la razón de ser del progreso, de ahí la necesidad de legislar en
torno a la propiedad de la tierra y del suministro de mano de obra. Este reordenamiento
implicó, primero el debilitamiento de la Iglesia como factor de poder económico y político,
lo que no produjo de ninguna manera el fin de la intervención de aquélla en los asuntos
públicos. Segundo, el sometimiento de los centros de poder regionales al poder central
con miras a sentar las bases para construcción de un Estado nacional. Y tercero, la
desestructuración de las comunidades indígenas, con el resultado a un nuevo impulso a
su cultura de resistencia expresada en forma de marginación y de rebeliones.
Masferrer cifró sus expectativas en la construcción de una patria donde la vida de los
salvadoreños fuera viable de manera concreta y no idealista. Ello implicó para él la
elaboración de una reflexión política que tuviera que ver con la realidad concreta que le
tocó vivir a las mayorías populares, específicamente a indígenas y campesinos. Un
pensamiento filosófico político al que le corresponde una ética, cuyo punto de inflexión fue
la búsqueda de la transformación de la realidad de su tiempo, en una realidad más justa.
Por ello estructuró su propuesta Minimumvitalista. Pensamiento que mejor expresa el
contenido ético y político de una reflexión intelectual al servicio de la construcción de una
sociedad más humana. Y como lo decía él, los seres humanos no podemos vivir si no es
en la tierra y ésta es un recurso limitado. De ahí que una justa distribución de la tierra sea
el elemento clave del pensamiento filosófico masferreriano, es decir, el Minimumvitalista.
No obstante, el Minimum Vital se ha interpretado mal, no sólo por parte de sus detractores
sino también por algunos de sus seguidores. Se piensa erróneamente que ante la
necesidad humana del hambre, el Minimum Vital recomienda, por lo menos, solventarla
mínimamente para ir sobreviviendo poco a poco y no morir de hambre violentamente. Por
el contrario, la primera aproximación que nosotros tenemos del Minimum Vital se refiere a
la satisfacción plena de un mínimo de necesidades: Trabajo, Alimentación, Habitación,
Agua, Vestido, Asistencia Médica, Justicia, Educación y Descanso. De ahí que se afirme
que el Minimum Vital tiene que ver con la fundamentalidad con que hay que afrontar y
resolver la vida. En este sentido, el Minimum Vital es una conquista lograda en una
situación social caótica, que no asegura ni siquiera un mínimo para vivir dignamente.
Con la concreción del Minimumvitalismo Masferrer busca un equilibrio social que implique,
por un lado, que grandes sectores de la sociedad salvadoreña dejen de ser miserables y
que nadie pueda comprar su fuerza de trabajo mediante un salario de hambre. Y por otro
lado frene y ponga límites a la codicia infinita de los ricos, que conducen a aquellos al
desmedro y deterioro físico y moral. En este marco se ubica el llamado de Masferrer a
285
que El Salvador retome una visión más equitativa del sistema de tenencia de la tierra
orientada a una visión más comunitaria y a que los gobernantes de su época organicen un
Consejo Económico, ya que la economía es en realidad un cuarto poder en El Salvador.
Para Masferrer, ascender a una sociedad más justa en El Salvador y en Centro América
es alcanzable únicamente por la labor ingente de un Hombre Nuevo cuya labor individual
no se termina en una reflexión intimista y solipsista sino en una actividad política en el
puro sentido del término. Esto es lo que jalona la nueva realidad constituida por la justicia
concretada en la realidad que permite en definitiva la vida buena para todos.
Son muy interesantes los temas que Masferrer aporta a la reflexión intelectual y a la
historia de las ideas y del pensamiento centroamericano, éstos son la formulación de la
nación étnico-cultural y social, el unionismo y el panhispanismo, el debate entre raza y la
cultura, el feminismo masferreriano, etc. En este marco, Masferrer junto con otros
pensadores centroamericanos disputaron espacios culturales y políticos a las dos
corrientes ideológicas dominantes del momento: el positivismo y el marxismo.749 Masferrer
negaba aquellos rasgos simbólicos del liberalismo como referentes para la construcción
de la nación, porque consideraba que no beneficiaban a los grupos más excluidos en su
acceso a los derechos mínimos, como eran la tierra, el trabajo, la salud, etc. Es más,
cuestionaba la construcción simbólica de la nación y de la identidad salvadoreña como
749
Cfr. Casaús, Op. Cit., p. 87.
286
ANEXOS
Por esto ha de ser el programa de tal manera concreto, claro, sencillo y práctico, que
nadie pueda luego excusarse de su incuria, infidencia o inepcia, alegando que no había
interpretado de otra manera, o que las circunstancias han cambiado.
torno a eso, y según la conexión más o menos estrecha que guarden con esta viga
maestra del edificio, se dispondrán los otros puntos del programa que sean de utilidad y
transcendencia evidentes.
Estos propósitos esenciales, que pudieran muy bien incluirse en la Economía del
Mínimum Vital, son los que detallo en seguida, y su lectura detenida, atenta y meditada,
servirá para que cada uno de mis simpatizantes vea dentro de su conciencia, cuál es su
verdadera y firme actitud respecto de mi:
Yo quiero,
2°.- Que no haya presupuestos con déficit. Ni partidas globales mayores de diez mil
colones cada una. Ni eventuales que pasen, en todo, de cien mil colones.
3°.- Que no se otorgue concesión ni se celebre contrato por más de veinticinco años. Y
que toda contrata o concesión que afecte a todo el país, sea sometida al examen y
aprobación de los concejos Municipales.
291
4°.- Que se funde el Banco del Pueblo, con préstamos de cinco a cincuenta colones; sin
más garantía que la calificación moral de la persona, y con intereses no mayores del 15
por ciento al año.
5°.- Que se graven los solares sin edificar con un 5 por ciento anual de su valor en venta,
y que ese impuesto se aplique exclusivamente, a la construcción de casas municipales de
alquiler, de precio ínfimo y medio.
6°.- Que se graven las tierras incultas con un cinco por ciento anual de su valor en venta,
y que el impuesto se aplique exclusivamente a la compra de tierras comunales.
7°.- Que se grave toda tierra rural, cultivada, que exceda de cien manzanas, con el uno
por ciento anual de su valor actual, y que su producto se aplique, exclusivamente, a la
compra de tierras para construir los bosques del Estado.
8°.- Que toda herencia mayor a cien mil colones se reparta así: 70 por ciento a la familia
legítima, natural o adoptiva; 20 por ciento para el municipio, y 10 por ciento para la
Nación.
9°.- Que toda herencia mayor de 500,000 colones se divida así: 60 por ciento para la
familia, 25 por ciento para el municipio, y 15 por ciento para el Estado.
11°.- Que en ningún caso puedan comprometerse las rentas municipales por más de diez
años, ni las nacionales por más de veinticinco.
12°.- Que no se comprometan nunca las rentas del municipio por más del valor de un
tercio de la renta anual, ni las de la Nación por más del valor de la mitad de la renta anual.
13°. Que ningún capital hecho en el país se extraiga definitivamente de él, sin dejar a
favor del Fisco un 20 por ciento de su importe.
292
14°. Que a nadie pueda ejecutarse por deudas, sin dejarle un 20 por ciento de su haber, si
la deuda no excede de 100,000 colones, y un 10 por ciento si fuere mayor.
15°.- Que la casa familiar, única y de precio medio o ínfimo, sea inembargable.
16°. Que la posesión rural, familiar, única y de precio ínfimo, sea inembargable.
17°.- Que se graven las casas no familiares, que excedan de 30,000 colones, con un uno
por ciento de su valor actual.
18°.- Que se fije un salario vital o mínimo a los jornaleros del campo, y que este salario
ascienda o descienda por encima de mínimun, según el precio de las cosechas y el
precio de los productos.
19°.- Que las municipalidades adquieran los actuales mercados de víveres, o construyan
otros, donde las vivanderas no paguen impuesto de ninguna clase.
21°.- Que no se haga ningún trabajo de edificación ni de mobiliario y otro cualquiera que
sea posible hacerlo nosotros, sino por obreros del país; acudiendo únicamente a técnicos
extranjeros, para que enseñen o dirijan, cuando no los hubiere aquí.
22°.- Que a ningún empleado privado o público que hubiere prestado servicios continuos
por más de cinco años, se le pueda despedir sin aviso previo de seis meses; y sin
indemnizarle, -caso de no comprobársele culpabilidad–, con un quince por ciento del total
de sus sueldos devengados, si éstos no pasasen de treinta mil colones, y con un diez por
ciento, si excedieron de esa cantidad. El mismo régimen deberá aplicarse a los obreros,
después de tres años de servicios continuos; salvo para todos, el caso fortuito o de fuerza
mayor.
293
23°.- Que el Ejército abra y mantenga las carreteras nacionales, y plante y conserve los
bosques del Estado.
25°. Que la Escuela primaria prolongue su tiempo hasta los diez y siete años, con horarios
decrecientes; y que se organice de tal manera, en cuanto a enseñanza y tendencia que se
encamine directamente a formar trabajadores eficientes y perfectamente capacitados para
subvenir a sus necesidades.
Doy, pues, cumplidas gracias a quienes me favorecen con simpatías, y a todos saludo,
recordando aquella frase popular tan gráfica: Ya saben donde vivo.
Agosto de 1930.
A. Masferrer.
Masferrer, en su artículo La cultura por medio del libro propone la fundación de Bibliotecas
Públicas en los municipios, que contengan al menos cien libros que sirvan para la
formación cultural de los salvadoreños y afirma que “si fundáramos las bibliotecas
municipales sobre la base de lectura amena, habríamos hecho algo muy importante en
este ramo de crear diversiones para el pueblo.”750 Concluye asimismo que “en nuestra
lista no han de figurar sino libros que, por ser divertidos no sean mentirosos, y que no
sean obscenos y que no dejen un concepto demasiado estrecho de la vida y que no exijan
demasiada técnica como algunos del encantador de Julio Verne. ¿Bastaría con eso?
amenidad, inteligencia, decencia, verdad, amplitud y sencillez, paree casi todo lo que
deberíamos exigir en los libros que vamos a poner en manos de nuestro pueblo.”751
En este sentido para Masferrer, “todo lo que han creado de hermosura, de arte, de
verdad, de bondad, los grandes escritores que son, por ello, los mejores y más grandes
maestros de la humanidad.”752
Cien libros de primer orden que sean obras de arte, obras amenas, sanas, discretas,
optimistas, instructivas y sugestivas. Como si dijéramos, cien diamantes o cien rubíes
extraídos de las minas de la literatura, de la historia, de la ciencia, de la religión, de la
moral.753 Para él, “no es perfecta la lista que hemos formado, hay en ella una veintena de
obras que podrían substituirse ventajosamente con otras; pero ello no es posible por el
momento. En todo caso, estamos seguros de no haber incluido en nuestra lista ningún
libro tonto ni perverso.”754
He aquí la lista755:
1. Fábulas, de Samaniego.
2. Cuentos, de Charles Perrault
3. Cuentos, de Hans Christian Andersen
4. Cuentos y Fábulas, de León Tolstoi.
5. La Tierra, de Vidal de la Blache.
750
Masferrer, A., Obras Escogidas, Op. Cit., p. 104.
751
Ibidem, p. 111.
752
Ibidem, p. 112.
753
Ibidem, p. 112.
754
Ibidem, p. 112.
755
Para comodidad del lector, los títulos los pongo en cursiva. El original los pone en letra normal.
295
DECRETO N° 152
CONSIDERANDO:
Que la labor desarrollada durante toda su vida por el ilustre salvadoreño don Alberto
Masferrer como publicista, es de aquéllas cuyo mérito cada día se patentiza más y se
hace más digna de aprecio;
Que esa labor, por su belleza y por sus nobilísimas tendencias, merece conservarse como
un Tesoro de la Nación para que en ella, como un ejemplo, se inspire la juventud y sirva
de estímulo para la forja del porvenir;
Que la obra filosófica y literaria de este Grande Hombre corre riesgo de perderse si no se
edita convenientemente, hoy que aún es fácil su compilación;
Que esta labor debe realizarse por cuenta del Estado por ser obligación de éste la
conservación de esta clase de tesoros para afirmar las características intelectuales que
den personalidad moral y sello propio a la Patria;
DECRETA:
Art. 1°- Compílese y edítese en los Talleres de la Imprenta Nacional por cuenta del
Estado, la obra literaria del maestro Alberto Masferrer.
Art. 2°- El Poder Ejecutivo se encargará de dar cumplimiento a esta disposición a la mayor
brevedad posible.
Dado en el Salón de Sesiones del Poder Legislativo. Palacio Nacional, San Salvador, a
los once días del mes de agosto de mil novecientos treinta y tres.
DECRETO 269
299
II.- Que es un deber del Estado honrar la memoria de quienes supieron dar nombre y
prestigio a la Patria, ya que el culto hacia los ilustres desaparecidos, al mismo tiempo que
elevada expresión de una clara conciencia nacional, es estímulo eficaz en el desarrollo de
las más altas virtudes cívicas en las generaciones futuras del país.
POR TANTO,
DECRETA:
Art. 3°- Autorízase al Director del Cementerio General de esta ciudad, para que, libre de
derechos permita el depósito de los restos mortales del Maestro Alberto Masferrer, en el
puesto de mausoleo N° 5, interior del cuadro “R” del expresado Cementerio.
Art. 4°- Este decreto entrará en vigor desde el día de su publicación en el Diario Oficial.
Dr. Humberto Costa, Mayor Oscar Osorio, Mayor Oscar A. Bolaños, Doctor Inf. Reynaldo
Galindo Pohl, Rubén H. Dimas, Ministro de Cultura; Dr. Eduardo Barrientos, Ministro de
Asistencia Social. (Publicado en el Diario Oficial N° 190, Tomo 147 de fecha 31 de agosto
de 1949).
DECRETO N° 543
CONSIDERANDO:
II.- Que el artículo 196 de nuestra Constitución Política declara: que es obligación del
Estado la conservación, el fomento y la difusión de la cultura;
III.- Que tributar homenaje de respeto y reconocimiento a los grandes hombres que en su
trayectoria por la vida se han consagrado en el campo de la cultura, constituye un deber
ciudadano de alto significado, ya que contribuye en la orientación positiva de las nuevas
generaciones;
IV.- Que el Maestro Alberto Masferrer con su pensamiento ético, social y político que
satura sus numerosas obras literarias y con su actitud digna en toda la extensión de la
palabra, se perfila como uno de los más altos valores de nuestra Patria;
POR TANTO,
DECRETA:
Art. 2.- El presente Decreto entra en vigencia desde el día de su publicación en el Diario
Oficial.
CASA PRESIDENCIAL: San Salvador, a los veintiún días del mes de diciembre de mil
novecientos sesenta y siete.
PUBLÍQUESE:
301
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