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Martí, nómada incontenible, entiende por libertad aquello por lo que vale la pena
luchar, el valor sin el cual todo seria el estatismo de las paradas ferroviarias de un
vagón. ¿Quién mejor que Martí podría entender la dinámica de la existencia si
todo en él fue dinámico?. Basta con echarle una ojeada a su biografía para ver
como desde los dieciséis años, cuando escribe el poema ‘’Abdala” (una
anticipación sorprendente de lo que sería el drama cubano) y hasta su muerte,
abatido a balazos tres décadas después, estuvo siempre en ese ciclo contingente
del cambio. Traslados geográficos de Isla de Pinos a Nueva York y Playitas; y en
el pensamiento: del anciano Platón « que se sienta a ver hervir los mares, desde
las rocas de Egina, y a coloquiar con el espacio vasto, como con natural amigo, y
a vislumbrar en los lejanos siglos, surgiendo como entre colosales brumas tibias,
la Atlántida fragante» al genio de Simón Bolívar cuando « ha llegado para la
América española la hora de declaración de su segunda independencia».
Desplazamientos territoriales en búsqueda de unos topos donde fuera posible
pervivir, mas que sobrevivir, con la conciencia abierta y sensible en la búsqueda de
1 Libro publicado por Editorial Anasazi, Gente Antigua, Bogotá, 1999.
la singularidad esencial del ser humano.
Una vivencia que para Martí implica líneas expansivas de fuga por paisajes
geográficos a través de México, Haití, Guatemala, Santo Domingo, Cayo Hueso;
acción social, desde las canteras de San Lázaro en Isla de Pinos hasta los
tabaquerías de Tampa y psíquicos entre su innatismo o innéismo —como le
gustaba decir— y una pasión mística por el deber.
Fuga que es más que huida porque nunca huye quien se escapa, fuga que
implica una nueva forma de deslindar parajes, cuando ya no hay Arké ni Telos, ni
inicio ni final de la historia. Fugas y desarraigos: a eso podría reducirse la vida de
un hombre si antes y después no hubiera otras maneras de fugarse, si no hubiera
además el más elemental sentido de quietud y conservación. Sólo con el
desarraigo se pueden aprehender las sensaciones más ocultas de una Odisea, las
fronteras, los frontispicios y hasta los pozos sin fondo sobre el «sin fondo infinito
del Universo».
El desarraigo aparece como una ruptura con lo racional, que tiende a ser unívoco,
y con lo irracional que avanza por retrocesos, para evidenciar la banda gris entre
lo blanco y lo negro, lo que rompe con la idea determinista que todo es
convergente y puede medirse. Quien escapa y pierde el arraigo se convierte en
un triple, para no ser nunca nada con claridad; o construye otros imaginarios con
la confianza de no desarraigarse nunca a sí mismo, en la faena de desarraigar sus
prejuicios y ataduras. Aquel que como Martí logra desarraigarse de esa manera
comprende que el nomadismo requiere en su momento analizar el afuera, las
fronteras y los límites para poder volver a ser sedentario y comenzar un ciclo
nuevamente.
Bien conocidas son las razones que motivaron este distanciamiento intempestivo
entre los líderes de la embrionaria revolución cubana (Gómez y Maceo de un lado
y Martí del otro), en un momento clave para aunar esfuerzos por la independencia,
pero no se puede olvidar que, sin esta “traición” martiana, y sin la ruptura de otros
miles de cubanos (desde Heredia, Varela y Saco hasta nuestros días), nunca se
hubiese obtenido una diáfana conciencia del decoro individual en la isla..
Todo nuestro devenir, desde los albores del cerebro más elemental y el dilema de
ser “a” o “b’’—pequeño o grande, hombre o mujer— se ha basado en un
maniqueísmo absurdo de negar al otro, de separar definitivamente el bien del mal,
el mundo de las ideas del mundo material, la “Ciudad de Dios” de la “Ciudad
Terrena”, y contra esa simplificación brutal sólo sabe rebelarse el hombre como
un ser para la diferencia y la radicalidad. Aquí reside con toda su fuerza un
planteamiento martiano implícito en su obra y en su vida que viene a derribar paso
a paso aquella estructura caduca de pensamiento, cuando nuestra identidad no es
otra cosa que nuestra diferencia, pero no se llega a ella a través de la negación y
la propaganda difamatoria sino por medio de la concatenación, de la armonía, de
ensamblar las tradiciones con lo nuevo en vez de suprimirlas.
Desencadenarse es una misión y un deber para Martí, para evitar que el hombre
sea, “por toda su vida en la tierra, un caballo embridado”. La formación humana
como Paideia de acuerdo al aforismo de José de La Luz y Caballero según el cual
todos los sistemas y ningún sistema conforman la plenitud del conocimiento.
Poder articular lo inarticulado. Una articulación dispuesta a sumergirse en un caos
que se multiplica por tallos subterráneos y superficiales para luego brotar en
arborescencia que desentierra.
Aquí el deber suma al interdicto cristiano del “Ama a tu prójimo como a ti mismo” la
advertencia machadiana de ”Ama a tu prójimo como a ti mismo pero no olvides
que es otro” y la realidad de proyección de lo raizal y diferente: Ama a tu prójimo
como a ti mismo pero no olvides que eres otro. Ser otro es ser uno mismo. «Yo
es otro». Mi raigambre como todo lo que tengo, aquello que permitió el primer
acto de interpretación y la primera virtualidad humana cuando en cualquier
intersticio del tiempo alguien pintó unos garabatos en las cuevas de Altamira.
Desde entonces hemos estado peleando por nuestra supervivencia, nuestro
derecho a vivir, pero no siempre lo hemos hecho por nuestro decoro, por una
calidad de vida(s). Es la denotación de la radicalidad como principio ético aquello
que nos permite pasar de los derechos a la participación que se cuida de toda la
lógica equivalencial de la falsa igualdad, que entroniza totalitarismos en nombre de
la sobrevivencia.
La idea de la igualdad
al servicio de la ideología.
Del mito imperial del ”populus romanus” y la doctrina romana del ”populus
christianitus’ nace, como nos lo recuerda Gómez Hurtado, la idea del nuevo mundo
como el gran y portentoso escenario que sirva de base a la expansión territorial
ibérica que es la puesta en práctica de la vocación universal del pueblo español a
participar en la ”Ciudad de Dios”, paradigma antes desarrollado en las guerras de
Reconquista, y reafirmado por Felipe II en las “Ordenanzas de Poblaciones” de
1573. La revolución secularizante del Humanismo y la Reforma contra los
principales dogmas providencialistas, se trocó entonces en la batalla liberadora
contra el despotismo en la Inglaterra de 1688. Y en la Revolución Francesa de
1789 que dió lugar a una resurrección de la falacia con el lema de “Libertad,
Igualdad, Fraternidad”.
Ardiente seguidor de estas ideas, Francois Noel Babeuf organizó por entonces
una conspiración para establecer una sociedad justa en Francia y dió a conocer
sus ideas en una proclama titulada ”Manifiesto de los Iguales”. Babeuf creía
sinceramente en el dogma de la igualdad entre los hombres y a partir de ahí
elaboró todo un plan según el cual habría que tomarse primero violentamente el
poder, para una vez en él ser implacable con los nobles en el afán de crear un
Estado lo suficientemente poderoso que controlase hasta la forma de vestir de las
personas. Afortunadamente el proyecto de Babeuf nunca se puso en práctica, al
menos hasta mucho tiempo después. El malogrado socialista fué condenado a
muerte en 1796 y prefirió suicidarse antes que visitar la famosa guillotina del
Terror.
“ Un pueblo libre, en el trabajo abierto a todos, enclavado a las bocas del universo
rico e industrial, sustituirá sin obstáculo, y con ventaja, después de una guerra
inspirada en la más pura abnegación, y mantenida conforme a ella, al pueblo
avergonzado donde el bienestar sólo se obtiene a cambio de la complicidad
expresa o tácita con la tiranía de los extranjeros menesterosos que los desangran
y corrompen.”
“ Donde encuentro poesía mayor es en los libros de ciencia, en la vida del mundo,
en el orden del mundo, en el fondo del mar, en la verdad y música del árbol, y
su fuerza y amores, en lo alto del cielo, con sus familias de estrellas, y en la
unidad del universo, que encierra tantas cosas diferentes, y todo es uno, y
reposa en la luz de la noche del trabajo productivo del día”.
Aquello que para algunos fué la obra gigantezca de un romántico es sin lugar a
dudas el planteamiento utópico más importante que se haya formulado en Nuestra
América hasta el momento. Martí vislumbró problemas que muchos pensadores
de su época ni siquiera pudieron imaginar, preocupados como estaban por las
causas sociales y económicas de la evolución cuando lo verdaderamente
importante era el ensamblaje de una transformación política desde las
perspectivas socioeconómicas de estos pueblos. Nunca se conformó con la
simple copia y puesta en marcha de las ideas y siempre quiso adecuarlas,
armonizarlas y flexibilizarlas con las realidades de Cuba, el Caribe y América
continental del mismo modo que lograba en su devenir literario ensamblar lo
Simbólico y lo Parnasiano, el Realismo y el Romanticismo en sus vertientes
mutacionales de fuga.
Si hay que dar oportunidad a lo mejor para que se manifieste no se puede perder
nunca de vista esa revelación, como sería un suicidio entregarse de cuerpo
entero a un prójimo que busca trascendencia por encima de cualquier virtud o
valor. Aquel que simplifica a los otros con trascendencias se equivoca si cree
estar creando un hombre nuevo, porque en verdad lo que crea son esclavos. El
culto a un Apóstol surge de la necesidad del ente de ser manada antes que raíz,
de la ingenuidad de querer ser igual en vez de diferente. Siempre será más fácil
manejar a una manada de borregos que a un solo hombre-raíz.
Martí, como Andrés Bello, como Manuel González Prada y Francisco Bilbao,
pertenece a lo Real Maravilloso Americano de igual modo que Juan Dahlmann,
José Cemí o Don Juan Matus. Un territorio de audaces y cuerdas locuras,
contrario a cualquier ley o regla que menosprecie la libertad. Basta con el
llamado Principio del Iceberg: por cada una de las partes que pueden observarse,
el iceberg tiene oculta otras siete que ignoramos. Los lados ocultos del iceberg
nos incitan a trabajar con lo sensible, con la paradoja por lo indefinido de las
alegorías. Y nos demuestra que el hombre no es solo una mirada, como supone
el sedentario, sino todas las miradas. Todas las miradas, y todos los sueños,
porque como cree la poesía cualquier ser humano es un dios cuando sueña, y
casi siempre es un mendigo a la hora de utilizar la razón.
El Mito Martiano
Y Su Aprehensión Cultural.
Modelo: ese sea quizás el termino que más se ajuste a la hora de describir a un
Héroe. Modelo creativo, modelo físico o modelo espiritual el héroe siempre será
algo digno de imitar o al menos se verá con simpatía en la mayoría de los casos.
El héroe como metáfora repetida cumple casi siempre con algunos temas básicos
en todas las culturas, lo que cambia es la manera de verlos, de integrarlos a
nuestro espacio sensorial. Existen mecanismos de identificación, de atracción,
pero la prédica Martiana no es una realidad que podamos sentir en estos tiempos
como se sintió en 1895. Es común que pase con los héroes de las mitologías
Grecorromanas, con los de las Cruzadas y del Griaal y hasta con los de nuestra
inacabada Modernidad. Más aún cuando en muchas sociedades en la actualidad
ya se vive un agudo proceso de personalización donde no hay más padre que uno
mismo, ni más héroe que el que uno mismo se sienta, lo que Walter Benjamin
llamó acertadamente “ mesianismo sin mesías “ y Martí: «la conquista del hombre
moderno: ser mano y no masa, ser jinete y no corcel: ser su rey y su sacerdote.».
Un hombre que ha vencido a su primer enemigo, que es el miedo del que nos
hablan los Budistas y los Yaquis, esta de hecho entrando a una nueva dimensión,
se esta instalando como una figura mitológica ante los ojos de sus semejantes. En
la historia de Cuba hay ejemplos abundantes de aquellos valientes que quedaron
en la memoria en virtud de su coraje: Policarpo Pineda, alias “Rustán”, Manuel
García, Emilio Tro, Gustavo Castellón el “Caballo de Mayaguara”, son algunos
ejemplos. Pero esa no es la única cualidad para ser un héroe. Hay muchos
trayectos que recorrer y muchos desengaños que admitir. Entre otras virtudes;
decoro, generosidad, solidaridad, firmeza y voluntad de carácter.
En ese accidentado devenir, no hay nada que se acerque más al pueblo que Martí,
no solo es su multiplicación; es su transmutación, su alegoría definitiva. Hace
bulbo, transducción, diferencia. Martí es consciente del poder de una nación en
ebullición y es intérprete de esa energeia. Un hombre a la altura de su tiempo,
haciendo revoluciones internas y externas, humanizando por doquier, en busca de
justicia y libertad. Lo que el momento precisaba y exigía.
El lenguaje de los pretextos cree ver las respuestas en el signo desde la verdad,
lo objetivo, lo justo, pero está equivocado porque no se puede reducir a nadie con
elucubraciones ideológicas y mucho menos cuando se sabe que el propio lenguaje
es reductor por naturaleza en su tendencia de abarcar el infinito. Precisamente
en la imaginación, en el valor para afrontar las singularidades, para disoñar el
invisible es en donde hay que buscar la grandeza de los hombres, en donde se
aprecian las raíces fundamentales de cada ser humano. La teoría que ha creado
esas deformaciones del símbolo trae consigo su propio límite, que es una
convergencia pura: en cambio, la ruptura con lo formal es el espacio del abismo,
todo lo que signifique o aspire a la divergencia.
”En tierras en que se habla el castellano- anotaba- como el alma tiene mas de
mariposa que de bestia famélica, y vive de mieles, y el suelo de lo que se
necesita, y lleno el espíritu de generosidad y ternura, del suelo se necesita poco,
han escaseado las ciencias, hijas de las necesidades humanas, que obligan a la
pesquisa y a la observación, y de cierta disposición tranquila de la mente, que
entre ojos negros y palmeras de sombra calurosa, no anda casi nunca
desocupada.“
Esta distinción entre una naturaleza madrastra, engendro de carencias, y una
naturaleza madre que florece en abundancias es la diferencia entre una lógica
europea y un improsulto americano que resultó en el cubrimiento de lo primero por
lo segundo, en el ocultamiento de todo nuestro devenir precolombino y el
holocausto masivo de miles de nativos “desiguales “.
Ocultación que no sólo se vanaglorió de acabar con aquella tradición cultural sino
que además destruyó de paso con increíble torpeza el modo de producción
autóctono basado en una estructura de exuberancia para sustituirlo por un modo
de producción – la Plantación caribeña — con una relación de necesidad /
satisfacción.
Esta maquinaria de la carencia también llega a Norteamérica con los rebeldes del
protestantismo, aquellos puritanos, anglicanos y cuáqueros que traen la idea
sobre la dignidad del trabajo, primera expresión moderna del capitalismo. De
aquella idea calvinista de que el trabajo resulta ser el fin absoluto de la vida, el
verdadero “estado de gracia», junto a una visión funcional y practica de Dios
surge una nueva ética social que busca escapar desesperadamente de la escasez
( el tiempo es dinero ) y una nueva democracia, oxigenada con las concepciones
utópicas de Tomas Moro a Francis Bacon y James Harrington.
Una ojeada a esas ideas quiméricas que forjaron la mayor nación comercial de la
historia en contrapeso con el tradicionalismo contrarreformista y católico que nos
atascó en América Latina basta por si solo para comprender como vinimos a parar
en esta “igualdad “ desunida. Una misma construcción de la privación aplicada de
maneras diferentes en el continente ha creado hoy un mundo altamente
desarrollado en el norte que regresa cada vez más a Aristóteles y un mundo
periférico en el sur muy pobre materialmente pero con una gran abundancia
natural inexplotada y virgen.
El Ser y los Pasos Perdidos donde “ el espíritu eterno adivina lo que la ciencia
humana rastrea “y “la intuición termina lo que el entendimiento empieza “. Pero
quizás Ser no sea la palabra exacta de un rastreo de la existencia humana, como
hemos sostenido, cuando lo que Martí pretende es dejar de Ser Sujeto, superar
el Estar Sujeto. Su ideal para el hombre se manifiesta en el rompimiento de la
estructura de la subjetividad, en el negarse a estar sujeto, y por lo tanto, a
convertirse con algún devenir macabro en un objeto fácil de manipular. Sólo
conociendo a fondo como se ha construido el sujeto mediante el poder y como se
sigue construyendo en el mundo un esqueleto negativo del deber ser es que Martí
puede formular un anti-discurso que pone el énfasis en la posibilidad de la
independencia humana por encima del anquilosamiento y la unidimensionalidad
que representan las ideologías.
No cabe duda que es Martí uno de los más grandes disidentes de nuestra
historia, un disidente que nos demuestra que es posible acabar con la absoluta
homogeneidad de cualquier imperio por poderoso y omnipotente que fuera.
Disidente es el hereje que toda iglesia persigue y estigmatiza porque es un
desertor que se niega a ser igual en la concentración de conciencias sometidas.
La incomprensión de la disidencia martiana provocó el canje de su inigualable
visión revolucionaria por la difusión oportunista de sus ideas éticas en unas
deformaciones ideológicas en la mayoría de los casos dependientes o represoras.
Su vida y su escritura son la expresión de una disidencia. Como su posición digna
el 4 de marzo de 1870 cuando reclama la paternidad de la carta dirigida al traidor
Carlos de Castro, que se ha pasado a las filas de un regimiento español, con el
rechazo a continuar el mal teatro de los responsables y las justificaciones. Martí
dice que la carta esta escrita por él y así se rebela contra todo tipo de
representación, asume su ser con decoro y desecha la indignidad de hablar por
los demás. Nadie es representación de nadie porque cada uno es radicalmente
diferente del otro. En todo caso podemos suceder en otros tiempos,
metamorfosearnos en algo sin pretender enajenarlo.
Pero este dilema no tiene nada que ver con el élan vital de Cuba, el “patria o
muerte “ fue una actitud y un sentimiento general cuando el objetivo era hacer, por
medio de esta decisión terminante e inevitable, la patria y la vida, el ser y el no ser
a un mismo tiempo. Y como para ser hay que estar, entonces hay que estar y no
estar en alguna parte, el viaje.
Ernesto “Ché” Guevara supo prever con lucidez esos errores y advirtió que jamás
se podría llegar a realizar el sueño del socialismo con la ayuda de las armas
melladas de la monovalencia capitalista. Esto para decir que nuestras lógicas, en
América Latina, preceden a las otras lógicas de otras tierras, incluso a la misma
Lógica. Ocultar esto y remachar con “ponderosas herrajerias“ al individuo para
dominarlo solo puede conducir a tendencias microfascistas que defienden la
posición nefasta del ser algo o no ser nada. En Martí el rechazo del mal viene
directamente de su voluntad de reafirmar su raigambre por ser libre
individualmente y por vivir entre libres. Su discusión con Maceo en La Mejorana
fue la cristalización de su prevención a que la nueva Cuba surgiera atada a un
paradigma militar que pudiese justificar en valores trascendentes como Patria y
Revolución; la brutalidad y la tramparencia ocupado ya el poder. Para Martí la
violencia solo es justificable cuando se utiliza para acabar con el estandarte militar
de la dependencia, cuando se lucha contra la ausencia de garantías jurídicas
elementales, libertad de expresión y participación política, hostigamiento o
persecución por motivos de seguridad.
« Un himno siento en mi alma, tan bello que sólo pudiera ser el de la muerte, si no
fuese el que me anuncia, con hermosura inefable y deleitosa, que ya vuelven los
tiempos de sacrificio grato y de dolor fecundo en que al pie de las palmas que
renacen, para dar sombra a los héroes, batallen, luzcan, asombren, expiren, los
que creen, por la verdad del cielo descendida sobre sus cabezas, que en el ser
continuo que puebla en formas varias el Universo, en la serie de existencias y de
edades, asciende antes a la cúspide de la luz, donde el alma plena se embriaga
de dicha, el que da su vida en beneficio de los hombres.”
El poeta nicaragüense Rubén Darío supo ver esta faceta en la genialidad de Martí
y escribió: “el cubano era «un hombre». Más aún: era como debería ser el
verdadero superhombre: grande y viril; poseído del secreto de su excelencia, en
comunión con dios y con la naturaleza. ”Del mismo modo que Martí establece una
ruptura con los vicios mitológicos también lo hace con los religiosos: “no ven la
iglesia portentosa, la iglesia natural, que se esta levantando, como árbol que
tendrá por copa el cielo, del pecho de todos los hombres a la vez. En la iglesia
única inexpugnable y hermosa, pararán como zorras encadenadas, todas estas
iglesias. ” La posición que asume ante lo místico es electiva, tomara aquello que
mejor le parece del hinduismo, el budismo, el catolicismo y hasta la masonería y lo
rosacruz.
Con algunas doctrinas establece relaciones de choque y disidencia pero con casi
todas se mantiene incidente; explora, reverbera, simplifica y construye. Un
Incidente, al contrario del disidente, es capaz de reconocer sin ofuscamiento cada
punto, cada rincón de lo conocido, en una actitud de conservación con aquello
que considera justo y útil para la existencia. El disidente se convierte en incidente
cuando comienza un proceso revitalizador de arraigo y apego. Insidencia es un
poco de nomadismo y de sedentarismo, de ritmo y polirritmo, vida y muerte. Sus
relaciones son problemáticas donde la disyuntiva no es el obstáculo sino su
superación, de nada vale la disidencia si luego no se incide sobre determinados
territorios.
Uno no incide sobre nuevos topos a menos que consienta perder de vista las
costas por un largo tiempo. Si no reconstruye, si se detiene ante los escombros y
no sigue adelante en la continuación de una tarea mitológica que nos viene desde
Nehemías y el templo de Salomón. El incidente es un gran armonizador de
diferencias, conjuga lo blanco y lo negro con lo gris y establece estructuras de
traductibilidad entre los diversos campos del conocimiento y de la naturaleza.
Martí haciendo descripciones geográficas alucinantes en la zona más oriental de
Cuba, a su vez un centro transhistórico de vital importancia en el Caribe: la
temporalidad mágica de Colón, Hatuey, Louvertoure, los Heredia, Maceo,
Esteban Salas, Pepe Sánchez, Máximo Gómez, Jacques Roumain, Henríquez
Ureña, José Soler Puig, etc. Este espacio caótico del Paso de los Vientos entre
Cuba y Haití, muy cerca además de Jamaica, es bastante alejado de La Habana,
donde nació Martí, pero será sin embargo el lugar donde realiza sus últimos
desplazamientos vitales antes de morir, cuando es enterrado cinco veces para
luego descansar definitivamente rodeado de un puñado de tierra de todos y cada
uno de los países de América.
Cuando Raúl Roa decía que la revolución cubana del 30, que no era otra que la
martiana, se había frustrado, constataba que el camino nunca se termina aún
cuando se elija de corazón, que la escisión es sincrónica (con el tiempo),
sintópica (con el espacio) e indeterminada. Ni siquiera los grandes mitos cierran
las puertas que una vez fueron abiertas, todo lo contrario, constantemente
ayudan a re-abrirlas.
Las Travesías
De La Utopía Americana.
De esta tensión fundacional parte Martí para proponer una segunda Revolución
americana que transforme raigalmente la sociedad tradicional de la América –
donde subsiste con todos sus vicios la colonia – por una Sociedad Continental
unida autónomamente en la finalidad de desarrollar formas de autorganización
solidarias y justas (continuidad de la “Carta de Jamaica” a “Nuestra América”, de
1891) y va más allá cuando habla de la “revolución del decoro”, la auto-revolución
individual que hay que hacer en el hombre para poder cambiar la sociedad;
asegurar “ la libertad espiritual ” del hombre que asegure su libertad política
(Prólogo a “El poema del Niágara”, de J.A. Pérez Bonalde, 1882).
La Quimera Martiana es la proyección del esfuerzo para que podamos Ser por
nosotros mismos, de una manera social y de una manera individual; a la vez que
cambiar las estructuras de poder, reconquistar a los seres humanos: “ El primer
trabajo del hombre es reconquistarse. Urge devolver los hombres a si mismos...”
Se abría paso a un proyecto que tuvo sucesivas proyecciones políticas, entre
ellas, de importancia capital, la lucha ideológica del socialismo tercermundista. El
pensamiento radical del Ché Guevara cuya dimensión utópica deseaba realizar “al
hombre del futuro” pero desde los lineamientos directrices del mando
gubernamental, la ideología imperante es la que hace al “hombre nuevo que va
naciendo”, no al contrario,(...)” los hombres del partido deben tomar esa tarea
entre las manos y buscar el logro del objetivo principal: educar al pueblo.(...)
Nuestra aspiración es que el partido sea de masas, pero cuando las masas hayan
alcanzado el nivel de desarrollo de la vanguardia, es decir, cuando estén
educados para el comunismo.”(“El Socialismo y el hombre en Cuba,” 1965).
Estas han sido a grandes rasgos las ideas quiméricas fundamentales de estos tres
momentos de reafirmación de nuestra identidad hacia el mundo; el devenir de
realizar un proyecto socialista de manos de un estatismo revolucionario a partir de
1960 en el continente fue uno de los caminos posibles de la quimera martiana, no
el único que pudo hacerse, ni el único que se hizo (el boom de la novela de los
setenta dice mucho de nuestras potencialidades). Hacer el cambio a través de la
lucha de clases es una vertiente en el objeto de continuar con el sueño Bolívar-
Bello-Martí, quedan otros caminos por agotar. Todos los caminos a la vez y
ninguno por sí sólo son el camino.
Martí abordó ese análisis simbólico que nos compele a revivir la historia – “mi
honda es la de David “- de la misma manera que el método clásico que se basó en
la razón – “nos dirige otro algo que llamamos razón “- y el posterior método
estructural que apela a llenar de sentido una forma – “disponemos de otro algo
que llamamos voluntad “. En sus consideraciones filosóficas estarán siempre
presentes tanto el conocimiento clásico (Descartes, Spinoza, Leibniz) en la
búsqueda de la verdad de la mano de lógicas y ciencias exactas; como la
interpretación simbólica que surge con el romanticismo en la lectura de modelos
míticos concretos que dan el paso de bajar del cielo a la tierra (Apolo, Dionisios,
Hermes) a crearse abajo, en la propia tierra (Don Juan, el pirata, Robinson
Crusoe) y algunos análisis estructuralistas contemporáneos que atienden el
problema de la forma con la cantidad de sentido que pueda tener un arquetipo. O
que pueda dejar de tener en un momento dado.
Galileo Galilei había planteado una visión analítica para Ver lo invisible, Martí,
hablando de Emerson, reconocía en él los ojos tranquilos de un genio “como aquel
que ha visto lo que no se ve “. La Ilustración Iluminista había seguido los pasos
de Galileo y postuló Ver con el corazón racionalizado, que era una forma de
acabar con lo platónico, de ponerle luz a las sombras. Pero con la revolución
francesa y la mentalidad tipo Babeuf-Saint Just se retrocedió considerablemente
en este empeño considerándose el Ver sin ser visto, donde no es posible ver ni
criticar al líder o maestro que se hace cuasidivino. Esta visión degenerada fue la
que produjo luego los Hitler, Stalin y Polt Pots y no vino a modificarse sino hasta
Mayo del 68 en París cuando la «santa juventud» quiso tomarse el poder a través
de la imaginación: el Ver sin ver. En realidad no se trata de ninguna de esas
posiciones porque conviene mirar para ser mirado, y no se debe llevar la
imaginación al poder como ejercicio político– porque terminaría cercenando su
propia audacia creativa – sino destruir lo que en el poder hay de represivo y
esclavizante por intermedio de la imaginación.
Al callejón sin salida de lo que puede ser o no ser la contingencia que permite que
algo que no es hoy, pueda ser mañana. Sanguily se reconfortaba pensando que,
si Cuba no pudiese ser nunca más, al menos ya habría sido entre 1868 y 1878.
Martí, insatisfecho, creía que Cuba nunca había sido, y por lo tanto, podría ser
algún día. Y cuando se dice Cuba se habla de América y del mundo, del Alpha y
el Omega con que Colón nos bautizó en el despertar de la modernidad. Cuba es
humanidad. José Martí con su predica radical es humanidad-es. La quimera
martiana quiere y por tanto puede ser realidad. Es un error creer que ya fué o
que existe actualmente esa realidad. Este proyecto, como reconoció Vargas Vila a
comienzos del siglo XX, no es siquiera un hecho: “el sacrificio de Martí, estéril fué,
y , no tuvo el héroe soñador, otro triunfo, que la suprema derrota de verse
convertido en piedra... y, dicen que en las noches, su estatua llora, sobre la tierra
esclava “...
Bastante cierta pareció ser la apreciación del escritor colombiano en ese entonces,
cuando Cuba no era más que una factoría de los Estados Unidos, y lo siguió
siendo tiempo después de disolverse definitivamente esa relación de dependencia.
Varios de los acontecimientos que ocurrieron a partir de la muerte de Martí en Dos
Ríos en Cuba fueron una continua distribución por etapas de relaciones de orden y
desorden donde nunca se supo que era peor, si una cosa o la otra. Cuando por fin
se llegaba a controlar la situación y se introducían algunos cambios favorables
para el país- que no solucionaban nunca los problemas de fondo- el propio orden
se creía indestructible y se intentaba mantener a cualquier costo. Consecuencias:
las guerritas de 1906, 1917, los procesos revolucionarios de 1923-1933 y 1953-
1959, el éxodo masivo de personas a partir de la década del 60. Claro que no
siempre fue así, pues hubo momentos que no se pueden simplificar con una
relación ni de orden ni de desorden, gobiernos como los de José Miguel Gómez
(1909-1913) y Grau San Martín- Prio Socarrás (1944-1952), absolutamente
corruptos y contradictorios; junto a acontecimientos culturales de gran valor como
el núcleo de la revista “Avance “, la Universidad del Aire,” Nuestro Tiempo, “ los
trabajos investigativos de Fernando Ortiz y Lidia Cabrera, José Lezama Lima y el
grupo Orígenes.
En ese empeño Martí tomó muchas bases del primer Congreso Obrero Regional
que se había celebrado en la isla en 1892, a través de las informaciones que le
envió el anarquista Enrique Messonier («Mi amigo Messonier... Nada me aturde ni
me desvía, fundaremos la casa del Amor») y es notable el apoyo que le brindaron
otros libertarios como Ramón Rivero, José Joaquín Izaguirre, Teodoro Pérez, y
José Dolores Poyo en la actividad propagandística del PRC. A Carlos Baliño, de
sus más eficaces colaboradores, le correspondió uno de los discursos del 10 de
octubre de 1892 en Tampa y la posición que defendió entonces fué enteramente
lúcida y audaz: era necesario, en vista de las nuevas batallas políticas, unir el
pensamiento ácrata -los ideólogos de los obreros en Cuba fueron Bakunin y
Reclús- con el independentismo republicano, que era en lo que creía también la
mayoría. El pronunciamiento de Baliño iba hacia las dos líneas de más radicalidad,
y a la vez más populares, del agenciamiento revolucionario en la Cuba de fin del
siglo XIX: el ideario anarquista y la vanguardia emancipatoria.
Contrato Natural con la Tierra más allá del efímero Contrato Social de una de las
especies vivientes de esta Tierra. El pasado y el presente pertenecen a los
contratos sociales entre las partes de un conjunto, definitivamente el futuro sólo
nos pertenece si se puede elaborar un Contrato Natural donde se recoja todo lo
que se ha visto y sentido, todas las manifestaciones y todos los segmentos del
Universo. Puede parecer un delirio, pero ?Acaso no existe ese Contrato ya
naturalmente en la Tierra mucho antes de que pudiéramos nombrarlo? Lo
sorprendente no es que se quiera abarcar con el conocimiento las realidades
infinitas que nos rodean, sino que sigamos empeñados en cercar desde el
conocimiento cada parte de esa realidad una vez se nos manifiesta. El «hombre
natural», los «elementos naturales», la «política natural», pero para reconocernos
en el mundo es imprescindible que podamos reconocernos nosotros mismos. Yo
soy en el mundo porque puedo ser por mi mismo.
Hay un párrafo de Martí que parece anticipar con increíble lucidez aquello que
ocuparía a este continente y a todo el mundo en el siglo XX; el fin del autoritarismo
como forma de dominio por una relativización del poder, el afianzamiento de las
diversas libertades individuales sobre una libertad de conjuntos, la imposibilidad de
ser de las ideologías si no son capaces de distinguirse globalmente, la importancia
del Ver en sí para poder ver a los otros:
Mas adelante aclara, y de paso le tiende la mano al opresor, como antes había
hecho Andrés Bello, el motivo por el cual la “ revolución emplea sin miedo este
lenguaje, porque el decreto de emancipar de una vez a Cuba de la ineptitud y
corrupción irremediables del gobierno de España, y abrirla franca para todos los
hombres al mundo nuevo, es tan terminante como la voluntad de mirar como a
cubanos, sin tibio corazón ni amargas memorias, a los españoles que por su
pasión de libertad ayuden a conquistarla en Cuba, y a los que con su respeto a la
guerra de hoy rescaten la sangre que en la de ayer manó a sus golpes del pecho
de sus hijos.” (“Manifiesto de Montecristi”, junto a Máximo Gómez, 1895.).
La Quimera Martiana
En La Hora De Los Hornos...
Ya estamos en las puertas del siglo XXI y aun siguen sin resolverse las relaciones
de persona a persona, del semejante al diferente, porque no se ha hecho esa
transformación interior en el hombre que pidiera el cubano y que luego analizaran
otros pensadores como J. Krishnamurti y Cornelio Castoriadis. Eso ha impedido
por ende que exista algún consenso posible en muchos problemas intergrupales
que se desataron producto de la “balcanización “del mundo y que entre otros
factores no han hecho más que agudizar las crisis de carácter global que se
manejan de cultura a cultura y de nación a nación.
“El hombre que quiere ahora que el Estado cuide de si, tendría que trabajar
entonces en la medida, por el tiempo y en la labor que plugiese al Estado
consignarle... De ser siervo de si mismo, pasaría el hombre a ser siervo del
Estado. De ser esclavo de los capitalistas, como se llaman ahora, iría a ser
esclavo de los funcionarios.” 3
Cabe creer, que más que soñar con establecer una organización estatal en Cuba,
con otra bandera y otro amparo constitucional pero con ejércitos, policías y
tribunales semejantes -que fue el devenir republicano posterior a 1902- el
independentismo martiano en realidad tenía como finalidad histórica la
consolidación de maneras de asociación más efectivas que la pirámide estatal;
más solidarias y menos jerárquicas en sus aspectos sociales y más
autoagenciadas por los individuos en su comunidad de intereses. ¿Acaso todo
intento por construir otra nación no es una reelaboración del Contrato Social
Roussoniano?. ¿No es además imprescindible que esto vaya acompañado de una
transformación del propio hombre, de adentro hacia fuera como de afuera hacia
adentro?: « En la tierra no hay más que un goce real,- el de labrarse a sí propio, el
de cavarse en la roca hueco holgado, el de triunfar de la casualidad indiferente, el
de ser criatura de sí mismo.»
La única lucha realmente imperiosa en estos tiempos, por aquello que perdura,
cien años después, del pensamiento martiano con toda su fuerza inicial que es la
decisión de luchar no sólo por transformar la sociedad, los imaginarios y toda la
estructura sedentaria de las sociedades tradicionales, sino también de batallar por
nuestra propia transformación radical desde el abrazo de hermandad de los que se
dan la mano franca.
El reto de su legado, nuestro reto, no es articular una sociedad que tenga como
paradigma mítico la construcción de Capitolios o de Pirámides majestuosas; ni la
adoración de becerros de oro, cualesquiera que estos sean, ni el “insano triunfo
de un partido cubano sobre otro, o la humillación siquiera de un grupo equivocado
de cubanos”, sino crear una sociedad que sea lo más justa posible y a la vez un
Ser Humano integral desatado por completo de sus prisiones individuales y
colectivas.
Citas
1.- Los originales de las cartas están, tomado de Carlos Ripoll, autor de «José
Martí. Letras y Huellas desconocidas,» en la División de Manuscritos de la
Biblioteca del Congreso de Washington. La ruptura se debió a la crítica martiana al
posible carácter autoritario de la dirigencia revolucionaria. «General, un pueblo no
se funda como se manda un campamento...» Gómez contesta: «¿Acaso se puede
citar una revolución en el mundo que no tenga su dictadura?’, Martí replica: «la
tiranía es una misma en sus varias formas, aun cuando se vista en alguna de ellas
de nombres hermosos y de hechos grandes.» Es interesante notar como,
cíclicamente, este ha sido uno de los dilemas fundamentales en la historia de
Cuba y América: entre la libertad y el autoritarismo, entre el miedo y la libertad.
2.- En Enero de 1858 Carlos Marx escribe un articulo biográfico sobre Simón
Bolívar que luego es publicado en «The New American Cyclopedia» basado en las
fuentes documentales más viciadas contra el Libertador, la «Historia de Bolívar»
del general Ducoudray-Holstein y «Jornada por el Orinoco» del coronel Hippisley.
No obstante lo tendencioso de sus opiniones Marx nunca aceptó rectificar esas
ideas y ante una critica del editor Charles Dana le escribió a Engels aceptando que
«ciertamente me he salido algo del tono enciclópedico.» (Londres,14 de Febrero
de 1858). Versión en Español de Emilio Molina: «Carlos Marx, Simón Bolívar.»
,Rev. Dialéctica, año1,n.1,1935,Buenos Aires.
3.- La cita pertenece al artículo ‘La Futura Esclavitud,’ comentarios de José Martí a
las ideas de Herbert Spencer, publicado en ‘La América,’ Nueva York, abril de
1884. Una lectura similar a la martiense hizo tiempo después Jorge Luis Borges,
quien, como su compatriota Leopoldo Lugones, nunca disimuló sus afinidades con
el pensamiento libertario. Para Borges el ‘más urgente de los problemas de
nuestra época, ya denunciado con profética lucidez por el casi olvidado Spencer,
es la gradual intromisión del Estado en los actos del individuo’ en momentos en
que ‘el nacionalismo quiere embelesarnos con la visión de un Estado infinitamente
molesto; esa utopía, una vez lograda en la tierra, tendría la virtud providencial de
hacer que todos anhelaran, y finalmente construyeran, su antítesis.’ Véase
‘Nuestro pobre individualismo,’ Buenos Aires,1946, en ‘Otras Inquisiciones’,
Alianza Emece, Buenos Aires,1960.
Bibliografía
James Trapero, Ariel José: “José Martí, el Ismaelillo y la Edad de Oro. ” Univ.
Surcolombiana, Neiva, 1995
Ripoll, Carlos: “José Martí, letras y huellas desconocidas”. Queens College, N.Y,
Eliseo Torres, 1976.
Vitier, Cintio: “Ese Sol del Mundo Moral“. Ed. Siglo XXI, México. 1975.