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ACERCA DEL POST-RACIONALISMO

Al margen de un enfrentamiento entre Cutolo y Mancini

(En curso de publicación en Cuadernos de Psicoterapia)

Traducción: Ornella Oneto R.

In this article is discussed the meaning of the word post-rationalism in


Guidano's post-rationalist theory and in the actual perspective of the Post-
Rationalist Institute (IPRA).
En este artículo se discuten las diferencias del significado del término post-
racionalismo en la teoría post-racionalista de Guidano y en la prospectiva actual
del Instituto Post-Racionalista (IPRA).

Ya desde algunos números de “Cuadernos” venía en desarrollo un intercambio


entre Cutolo y Mancini que tenía como trasfondo la teoría post-racionalista de
Vittorio Guidano. Ya que yo soy el responsable del Instituto Post-Racionalista
fundado con Vittorio Guidano –cuando estaba todavía con vida- me permito
intervenir en esta discusión guiado sobre todo de la necesidad de aclarar a
quien lee, dos términos de fondo que en este intercambio resultan
particularmente confusos.
No entraré, por lo tanto, en los argumento específicos sobre los cuales Cutolo y
Mancini debaten –habiéndolos tratado no obstante en otra oportunidad (Arciero
2006, Arciero & Bondolfi 2009)– justamente porque me interesa lanzar luces
sobre presupuestos que guían las argumentaciones de nuestros dos
interlocutores.
En primer lugar entonces qué significa “Post” y luego, que indica
“Racionalismo” en la expresión “Post-racionalismo”

El POST
Es sabido que en latín el post indica una preposición de lugar –por ejemplo, post
tergum significa a las espaldas del tiempo, y en general significa después. Este
segundo significado genera también mucha ambigüedad, justamente porque lo
temporal puede indicar no sólo el después, sino que también un “más allá”, un
adelanto, una superación de…como por ej. en la frase: después de la crisis
tuvieron un hijo.
Pues bien, de la respuesta de Cutolo pareciera que él entiende (y quizás no sólo
él) este post, como un además, como un más allá del racionalismo. Deduzco
entonces que desde aquello que él escribe estimulado por Mancini sobre la
incapacidad evidente del post-racionalismo de Guidano de producir
investigación científica que rebata primero publicaciones no propiamente
científicas en tanto no sujetas a peer review, para después concluir diciendo
que por “post-racionalismo” se entiende “un modo de pensar”.

1
No comprendo bien a partir de qué fundamentos Cutolo hace estas
afirmaciones, aunque es cierto que si el post-racionalismo hubiera sido
simplemente un modo de pensar no sería posible entender en base a qué cosa
Guidano insistía acerca de su cientificidad, o mejor dicho, sobre la diferencia
entre una psicología y una psicopatología explicativa representada justamente
desde el post-racionalismo versus una psicología y psicopatología descriptiva.
Entonces, si de modo de pensar se trata, es al menos un modo científico-natural
de pensar.
Por otro lado, sorprende un poco que también Mancini capaz de citar a Cicerone
en latín incluso en situaciones visceralmente esforzadas (como nos ha mostrado
algunos años atrás) permita evitar el significado del post temporal. Pero quizás
Mancini ha puesto en práctica aquella parsimonia de las curiosidades que su
amado Cicerone aconseja en De Officiis y en De Finibus
Renunciando así a especular sobre aquel post como cosa superflua.
Sin embargo, cosa superflua no es porque el post signifique después, sin que
eso implique una “superación de”, el término post-racionalismo se pierde en
esa tonalidad del sentido que indica la superación de cierta posición y quiere
simplemente decir: “después del racionalismo”.
En este punto es necesario preguntarse qué se entiende con esto de “después”
respecto a un antes del racionalismo y cómo era este antes, tanto así que se ha
tenido la necesidad de invocar un después. Ciertamente este pasaje no puede
ser comprendido o puede ser malentendido si no nos damos cuenta que la
necesidad de crear una psicopatología científica “post-racionalista” pasa
inevitablemente por un método. Este punto es fundamental.
De hecho, si no fuese así, cada pretensión de cientificidad -que apela
claramente en nuestro caso al punto de vista de las ciencias naturales- se
esfumaría completamente. Entonces el post no puede relacionarse con el
racionalismo en tanto prospectiva natural. El post concierne en cambio al
método.
Cualquiera que ha hecho un experimento –reportándole a la comunidad
científica los resultados- y ha reflexionado sobre las operaciones que ha llevado
a cabo al hacerlo, sabe que el fundamento del método se relaciona con la
designación de criterios (de juicio) en base a los cuales se acogen los
fenómenos, de manera que allí se pueda indicar en el modo más unívoco
posible. O sea, convierte al experimento en controlable y reproducible. El
comportamiento teórico de las ciencias implica de hecho, necesariamente que
las experiencias factuales sean pensadas a partir de categorías normativas y
por lo tanto, a la luz de leyes generales. Por esto la búsqueda científica-natural,
que es siempre guiada por el método, está siempre orientada a la
correspondencia entre el juicio y el objeto (Adequatio rei et intellectus).
Esto significa que cuando Guidano hablaba de una psicología post-racionalista y
la quería científica-natural, el problema no podía ser el ir más allá del
racionalismo. Si hubiese sido así no habría unido jamás sus proposiciones con
aquellas de un biólogo como Maturana. Y al sello de este encuentro fuimos
juntos a Santiago en el1990.

2
Si el post, entonces, se refiere al método –y es evidente que no podría ser de
otro modo- el nuevo método debe indicar nuevos criterios. Y de hecho mientras
una aproximación predictiva, por ej. la física, está metodológicamente fundada
en la anticipación y en la predicción exacta de un fenómeno dado, esta nueva
metodología explica el comportamiento de un organismo a través un
mecanismo que sea en grado de reproducir el fenómeno observado como
resultado de la dinámica interna de sus operaciones. El método entonces, en
vez del de la predicción, es aquel de la reconstrucción y es por esto que es
llamado constructivista (Varela 2001). La reconstrucción debe por lo tanto, dar
cuenta de la conformidad del comportamiento observado con el
comportamiento que emerge como resultado del mecanismo propuesto para
explicarlo (Adequatio rei et intellectus).
El constructivismo así entendido es entonces otra posibilidad del método
racionalista.
No es una casualidad que el método de la reconstrucción haya sido tomado por
uno de los más importantes neokantianos de inicio del ‘900, Pail Natorp de la
escuela neokantiana de Marburgo, que fue la vertebra dorsal de la imponente
Psicología General (1912). El constructivismo era la solución de Nartorp al
problema del estudio científico del significado (por ej. la relación entre realidad
y determinación categorial en la génesis del significado, los elementos
determinantes en el significado de la individualidad histórica, la relación entre
la esfera lógica y psicológica, etc.), un debate estrecho, aquel del significado,
que había involucrado a partir de la segunda mitad del ‘800 a pensadores del
calibre de Lotze, Cohen, Windelband, Rickert, Dilthey, Frege, hasta las
extraordinarias intuiciones de la sexta búsqueda lógica de Husserl (la intuición
categorial) y a la “silenciosa explosión del neo-kantismo” (a través de la
Logosimmanenz-concreción del lo lógico al objeto-) debida a Lask, alumno de
Rickert, fallecido prematuramente en la guerra. Los avances de estos dos
últimos en el ámbito de la lógica serán principalmente los que permitan a
Heidegger fundar una hermenéutica metodológicamente rigurosa (Keisel 1996).
Las investigaciones neo-kantianas entran en la neurofisiología a través de la
prestigiosa escuela de Utrecht, la escuela de “Körpstellung”, que le otorgan a
su fundador, Rudolph Magnus, la nominación al Nobel. Magnus muere antes de
que se lo asignen. Su última gran conferencia se titula: “The phisiology of the
apriori”. Su alumno De Barenne, que luego de la muerte de Magnus abandona
Utrecht por Yale, publicará en 1930 un artículo de una titulación un tanto
eloquente: “The Phisiological apriori”. De Barenne será del ’30 al ’40 el maestro
de neurofisiología de McCulloch, quien en 1943 publicará con Pitts el famoso “A
logical calculus of the Ideas Immanent in Nervous Activity”, considerado uno de
los dos artículos fundamentales de la cibernética. En el laboratorio dirigido por
él a fines de los años ’50, Lettvin con Maturana et al. Desarrollarán el concepto
de auto-organización (Yovits y Cameron, 1960). Y esta es la genealogía de la
epistemología experimental como amaba repetir McCulloch. Este es el “camino
neurofisiológico”, seguido del constructivismo neokantiano antes que el post-
racionalismo se lo haya apropiado como si fuese una novedad. Pero si la teoría

3
post-racionalista de Guidano no se sitúa más allá del racionalismo, más bien
esta misma es racionalista, esto quiere decir que diversas formas de
racionalismo también diferenciadas por el método tienen un fundamento
común: la búsqueda de la veracidad orientada desde la correspondencia entre
la aproximación teorética-cognoscitiva (la idea, el juicio, la teoría, el
mecanismo, etc.) y el objeto (Adequatio rei et intellectus). Pero entonces ¿de
qué psicología racionalista hablamos cuando somos enfrentados al post-
racionalismo de Guidano? Llego así al segundo tema: qué indica “Racionalismo”
en el término “Post-Racionalismo”.

EL RACIONALISMO
A mi me parece que la síntesis de esta aproximación se muestra en un adagio
recurrente según el cual “…el observador a través de sus observaciones
introduce un orden en una red de procesos interconectados y articulados en
múltiples niveles de interacción irreducibles entre ellos, aunque
simultáneamente presentes” (Guidano 1992). Esto se trata del modo de
entender la subjetividad y su relación con el mundo (gnoseología), pero al
mismo tiempo de una definición del operar de un observador de esta
subjetividad (epistemología). Miremos de a uno estos dos puntos.
Primero que todo, la subjetividad o, mejor, la organización biológica del
conocimiento individual: es decir, la subjetividad como objeto. La característica
esencial de este sujeto es el cierre (clausura) respecto a cada suceso real. Las
situaciones, las circunstancias, la vida cotidiana desde esta perspectiva no son
más que perturbaciones de las cuales el sujeto –como organización biológica-
tiene una experiencia inmediata: una experiencia confusa, tan caótica que no le
es posible distinguir una ilusión de una percepción como dice Maturana. A partir
de esta experiencia bruta las categorías del discernimiento, del intelecto,
construirán la explicación a posterior: introducirán el orden. Este orden puede
ser identificado como un cuerpo de explicaciones de la realidad organizado
según “deep syntactic rules” (como dice Guidano en el lenguaje de la gramática
generativa).
No es necesario tener particular competencia filosófica para acoger este modo
de entender la subjetividad, la visión Kantiana. Ahí el famoso Copernicum
Dictum de la introducción a la segunda edición de la Crítica a la Razón Pura,
según el cual de la realidad nosotros conocemos a priori aquello que nosotros
mismos nos introducimos. Es decir, las cosas se adaptan a las leyes del sujeto
que las recibe cognoscitivamente. El conocimiento consiste, por lo tanto, en dar
forma a través de la mediación categorial (lo que se conoce de James) a un
material bruto pre-dado a la sensibilidad y experimentado inmediatamente (Mi
múltiple de James).
Pero ¿cuál es el fundamento de estas categorías que nos permiten ordenar el
caos impreciso del mundo?. En Kant es el “yo pienso”. La egoitad. El sujeto
entonces puede ser comprendido como la base que unifica todas las categorías.
Esto quiere decir que mientras ordeno esta o aquella experiencia de acuerdo a
ciertas determinaciones contemporáneamente soy consiente de mí en cuanto

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sujeto (self consciousness). La subjetividad corresponde así a un continuo
reordenamiento que unifica la variedad de las experiencias singulares en un
sentido de unidad y continuidad personal. Es entonces evidente que el
significado de mi experiencia es relativo a cómo yo conecto la multiplicidad de
la experiencia. Esto pienso yo, es justamente el orden.
Pero mientras este sujeto corresponde al orden de la variedad del
experimentar, eso mismo, se escapa a cada toma cognoscitiva a través de la
generación de un reenvío al infinito: a un metanivel, a un meta-metanivel y así
sucesivamente. Este es uno de los problemas a los cuales Kant no encontrará
solución tampoco en la segunda edición de su Crítica que, como es sabido, vió
la luz después de cerca de 6 años de reflexión y de repensar la primera. La
solución llegará desde la cibernética.
Entredejo los estudios fundamentales sobre la relación entre kantismo, neo-
kantismo y epistemología experimental, la cual en sus inicios resale hasta von
Helmholtz y atraviesa, como habíamos señalado, una cierta neurofisiología de
fines del ‘800 y de todo el ‘900, para dar en vez algunas indicaciones sobre la
solución biológica propuesta por Maturana al problema del a priori kantiano.
Maturana encuentra en el mecanismo biológico el “lugar” en el cual yo pienso
se encarna (embodiement); ahí yo pienso que corresponde a la organización
biológica misma. Maturana resuelve así el problema de qué es el ser de este
“yo pienso” y es esta la solución que autoriza Maturana y entonces a Guidano
de hablar de ontología biológica. El ser es el mecanismo ordenador encargado
como sistema auto-organizado; por eso vivir corresponde a conocer.
Cierto es que aviene preguntarse si efectivamente la experiencia de la vida es
reducible a una toma cognoscitiva (que tiene el mundo entre paréntesis) y si el
ser en su historicidad es comprensible después como un mecanismo! Pero bien,
más allá de estas preguntas retóricas, todavía más fundamental es tener claro
el hecho que la constitución de una ontología regional como aquella que
Maturana propone y a la cual Guidano reduce su psicología, no representa
ningún cambio ontológico. Ya que la pregunta a cuál ontología biológica
responde es aquella de “qué es el ser”, esta se inscribe en la tradición
Platónica-Aristotélica que mira al ser como una cosa a la mano (la palabra
griega es ousia y Aristóteles define sus significados en Metafisica, Delta 5). No
hace ninguna diferencia si esta ousia tomará en el curso de la historia de la
metafísica occidental el nombre de creatura dei, res cogitans, mónada,
consciencia que irradia actos intencionales, sistemas complejos lejanos del
equilibrio o sistemas cerrados auto-organizados. Detrás de todas estas
formulaciones el ser del ente es siempre comprendido a través de las mismas
categorías que sirven para aferrar una cosa al presente1. Esto quiere decir que
1
Señalo sólo para completar, renunciando a cada comentario, la rotación absoluta del sentido
que el término ousia sufrirá a través de la experiencia de la Par-ousia –o mejor, del
comportamiento en el enfrentamiento de la parousia- que impregna los escritos de Paolo (ver
por ej. I Ts 5,1-6) y que será el origen de una época de repensamiento de la temporalidad y de
la historicidad del ser.
A la luz de esta línea interpretativa pueden ser estudiados Agostino, el joven Lutero,
Pascal, Kierkegaard, Heidegger, Ricoeur. El tema de fondo que se entrevé en las obras de estos

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el estudio del ente en cuanto ente –la ontología propiamente- que corresponde
a estudiar las estructuras categoriales comunes a todo aquello que es, entiende
cada ente (por ej. las mariposas, las estrellas, las piedras, las flores, los simios,
los hombres, etc.) como una cosa. O sea, no se da en esta tradición la
diferencia ontológica entre el ser de un hombre y el ser de una cosa o, en el
caso específico, el ser de un sistema! La ontología biológica de Maturana se
inscribe justamente en esta tradición.
Entonces si no cambia la ontología, no sorprende para nada que aquello que
viene anunciado como descubrimiento ontológico no haya producido cambios
en la comprensión del funcionamiento mental normal y patológico!
En el contexto evolutivo de la ontología biológica, la teorización de las
emociones como aquella que se abastece de los estudios del apego (apoyados
en el imprinting de Lorenz) adquiere una relevancia prominente. La
organización biológica que Maturana hace corresponder a la organización del
conocer, se convierte para Guidano en la organización de dominio emotivo y las
distintas formas de dominio emotivo (o sus combinaciones) igualmente forman
la organización del conocimiento. Orientando desde una interpretación de la
teoría del apego, Guidano distinguirá 4 (y sus posibles combinaciones) que
llamará Organizaciones de Significado Personal.
Guidano pone así en el fundamento de la organización del conocimiento, del yo
pienso, una teoría de las emociones. Subrayo: una teoría de las emociones y no
la experiencia emocional. Según ésta teoría no sólo las experiencias precoces,
sino la afectividad adulta, el amor, en absoluta continuidad y unidad con las
experiencias precoces, aseguran la perseverancia en el tiempo de la
organización (la ousia aristotelica) al enfrentar cada cambio. Guidano aquí toma
prestada la concepción del amor como conocimiento de W.I.Thompson, la cual
en sus inicios es la búsqueda de las intuiciones de Max Scheler, y la conjuga con
los estudios sobre el apego adulto de Shaver y Hazan conducidos a través de
los lentes del apego infantil. Por otro lado, la experiencia emocional verdadera y
propia es, en cambio, teorizada asumiendo la prospectiva del padre del
racionalismo moderno, Cartesio, que en las “Pasiones del alma” las
conceptualiza en términos de propensión a actuar (Maturana 1994).
Esta teorización de la persona pone entonces como equivalente del yo pienso a
la organización emotiva que se convierte así en la matriz del significado. Del
mismo modo, del yo pienso, del cual toma postura la organización emotiva, se
forma el sentido de unidad, de continuidad personal y de la permanencia de sí
frente a la multiplicidad de cambios. Esta transformación del yo pienso permite
a Guidano definir al hombre como un objeto estable –la organización- siempre
igual a sí mismo, determinado de una vez por todas en relación al tipo de
apego. Detrás de la vida real y en el desenvolverse de los eventos, hay un
hombre ideal que, guiado del orden emocional dado por el apego, es capaz de

pensadores es que la relación con la existencia no es teorética, de conocedor a conocido, sino


una relación de autodeterminación práctico-decisional por lo cual el ser se reconoce en aquello
que decide ser y hacer de vez en vez (Jeweiligkeit).

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transformar la perturbación en significado, autorefiriéndose los sucesos de
existencia según la coherencia de la organización. Las múltiples formas de los
fenómenos a través de la lógica de la autoreferencia son reducidas a un “core
meaning”, cuya fundación es aislada de cada contexto contingente de
modificación histórica. La experiencia viva es aplastada por formas ideales y
por categorías de ellas recabadas que señalan a priori la posibilidad de acceso a
la experiencia personal.
Esta modalidad de acceso del sujeto a la propia experiencia ordinaria es
duplicada en el dominio científico de las operaciones del observador
(epistemología). Vuelve aquí el viejo adagio, querido por los cognitivistas, del
hombre como científico y de la superposición entre la gnoseología y la
epistemología. También en el dominio de la práctica científica como en la vida
ordinaria, el observador reconstruye en la conciencia los fenómenos observados
a través de las proposiciones de un mecanismo en grado de explicarlas
coherentemente. El observador, es decir (por ej. el terapeuta), ordena según
principios apriori los datos sensoriales que el organismo genera en relación a
las perturbaciones ambientales y reconstruye a la luz de la teoría “las reglas
sintácticas de base que gobernarán los aspectos invariantes del sujeto”
destinado como organización biológica (Adequatio rei et intellectus). De este
modo el análisis de la historia de vida -desvitalizada- queda subordinado a la
idea general de método. Guiados por el antiguo fundamento del pensamiento
racional según el cual el objeto presente se convierte en accesible a través de
la idea (Platón) –la aplicación entonces de un universal teórico a las
contingencias de la vida- el método de la reconstrucción busca la coherencia de
la organización a partir de las situaciones parceladas hasta extenderse a toda la
historia 2. Desde esta perspectiva el significado histórico es sólo y puramente
una tarea de la conciencia. Y es justamente la búsqueda de las estructuras
inmanentes del dominio de la conciencia –las condiciones trascendentales de
posibilidad de nuestro saber propio- que Varela, sobre el camino de Husserl y a
través de una apropiación singular de Merleau Ponty, pondrá el centro en su
neurofenomenología.
Como consecuencia, mientras la historia de la persona es reducida a una
constelación lógica que como un signo zodiacal determina el destino del sujeto,
quitándole la responsabilidad de los actos a partir de las primeras fases del
desarrollo hasta la muerte (Arciero 2006) –ahora tampoco los genetistas se
guían por estos criterios!- a través de la mirada teórica la experiencia vivida es
desvitalizada y la experiencia efectiva de la vida es deshistorisada 3. Este
2
Como escribe Heidegger para comentar el método de la reconstrucción de Nartorp: “El
neokantismo (Nartorp) se limita a volcar el proceso de la objetivización (del conocimiento del
objeto) para incluir así a la “subjetivización” (que constituiría el proceso filosófico-psicológico)”
(Heidegger pág. 39, 1995)

3
Claramente cuando señalo los signos zodiacales lo hago en modo irónico teniendo presente
aquello que los antiguos consideraban el objeto de las ciencias teoréticas: es decir, de aquellas
ciencias, como la teología, que estudiaban los entes que tenían la característica de no poder ser
distintamente de cómo son –por ej. el movimiento de los cuerpos celestes, etc. Pero el todavía

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concepto de método determina qué tipo de unidad y de multiplicidad constituye
la conexión de las vivencias y es así que la psicología post-racionalista de
Guidano, en vez de la persona en carne y hueso, pone el tema del sujeto ideal,
la maquina viviente, sería entonces más adecuado hablar de Organización de
Significado Im-Personal.
En el ámbito de esta perspectiva es difícil entender la utilización a manos llenas
por los seguidores de estas teorías de la visión narrativa desarrollada por
Ricoeur (algunos hablan de los estilos de las organizaciones, otros de narrativas
emocionales, otros de narrativas personales, otros de significado narrativo,
otros incluso de ¿¡abstracciones narrativas!?) justamente porque detrás de la
cuestión de la narrativa se resalta aquello del lenguaje y, como fundamento de
esto, aquello de la temporalidad, de la experiencia pre-reflexiva. Temporalidad
entendida como el acontecer en una sóla vez de modo decisivo de la vida!
La misma suerte le toca a las categorías hermenéuticas de Inwardness e
Outwardness por mi enumeradas y –usadas por algunos sin siquiera citar las
fuentes- desnaturalizadas al rango ontológico de categorías de ordenes de la
objetividad y privadas así de cada sentido4. Cierto, en una psicología que tiene
el rigor de charlatanería (Das Gerede) se puede decir también que el fierro es
leña o que los burros vuelan…!
Es en cambio, mucho más fácil comprender cómo esta misma perspectiva
genera, sobre las huellas de Freud, el tentativo de teorizar todo aquello que
queda fuera del sujeto teórico-racional. Y entonces el inconsciente se convierte
en el lugar de aquella representación cognitiva que, aunque no entran en la
conciencia, opera como metaconsciencia afectiva o como cognición
inconsciente (Balbi 2009). Es verdaderamente difícil ser más racionalista que
esto! Sin embargo, estas acrobacias son perfectamente coherentes con el post-
racionalismo de Guidano. Estas serían también adecuadas si los seres humanos
fuesen machinas vivientes en vez de personas de carne y hueso!
Me parece entonces que el post-racionalismo de Guidano así como la
epistemología experimental de Maturana, comparten la misma perspectiva

joven Kant 2000 años después, en el prefacio de la Naturegeschichte und Theorie des Himmels
escribe: “Yo reconozco todo el valor de aquella prueba que se deduce de la belleza y del orden
perfecto del sistema cósmico a confirmación de un creador sumamente sabio” (pp.138).

4
Estas categorías hermenéuticas toman origen al final de los años ’90 con mis estudios sobre
Scheler y se desarrollan hasta las reflexiones sobre la Befindlichkeit a través de Agostino, la
mística medieval, Scotus, Cartesio, Henry, Merleau Ponty, y la profundización de uno de los
descubrimientos de la lógica hermenéutica más brillantes del ‘900: la indicación formal. Sobre
la vertiente de la psicología de las emociones, estas son puestas en confrontación con las
teorías de las emociones de Sartre a Ekman, de Harré a Prinz y Damasio, de Griffith a Solomon
etc. Todo este complejo aparato conceptual que sostiene mi investigación sobre el emocionarse
–formalmente indicado- es cancelado por un uso deplorable de aquellas categorías de parte de
algunos, justificado de la posesión común de la conceptualización y de los datos de la ciencia,
que no hace diferencias de método entre la determinación de un zapato y el análisis de la
experiencia de una situación. Tal uso es un ejemplo evidente de cómo fundar la psicología sobre
la charlatanería (Das Gerede)

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ontológica que anima el pensamiento moderno, caracterizada de la
determinación anticipada del ser como si fuese una cosa, como si fuese un
producto –el sistema auto-organizado- que permanece procesualmente
inmutado en el tiempo y que inmutablemente está a la base (sub-jectum) de
todas las cualidades variables.
Es inútil decir que este camino que Vittorio Guidano estaba abandonando
cuando la muerte la coge –como se ve en el su último ciclo de lecciones que
añaden algo nuevo a los libros escritos de su puño- es parte ya de muchos años
exclusivamente del patrimonio histórico del Instituto Post-Racionalista que yo
dirijo. El post del post-racionalismo para nosotros significa más allá del
racionalismo y este significado es sostenido por otra ontología, orientada en vez
de la cuestión del qué es uno (¿qué es el alma? -ti esti psychè- se pregunta
Aristóteles al inicio del II libro del De Anima, obra que es el fundamento de toda
la psicología occidental), a la pregunta sobre el quién: “die Werfrage” de la
hermenéutica ontológica. Si miramos la vida humana desde esta perspectiva, la
única cosa que verdaderamente sorprende es cómo es que todavía nos pueda
interesar la normalidad o la psicopatología de los seres humanos teniendo como
principio ontológico fundamental –desde los cuales recabar leyes y modelos
psicológicos y psicopatológicos- el ser de la cosa a la mano!
Para nosotros el intento fundamental de la psicología es el estudio de la vida
efectiva en su historicidad y singularidad, y la vida factual es el terreno de
comienzo de la fenomenología hermenéutica entendida como método puro.
Método quiere decir la búsqueda de un acceso al análisis de la experiencia
vivida conforme a la experiencia misma, de tal manera de poderla coger a
partir del sentido de actuación específico y efectivo; la fenomenología
hermenéutica no impone a la vida los conceptos, más bien, “se los hace donar
desde la cosa misma”. Una psicoterapia orientada en este sentido pone por
primera vez a la persona y su mundo –no la teorización del sujeto- al centro de
la investigación y de la sanación.
Por otro lado, a la redefinición de la psicología como ciencia le corresponde la
estipulación de una nueva regla del juego entre psicología y neurociencias
(Arciero 2006, Arciero & Bondolfi 2009).
Y de esta alianza nacen nuestras investigaciones en las neurociencias (Bertolino
et al. 2005, Rubino et al. 2007, Mazzola et al. 2010, Mazzola et al. (submitted
a), Mazzola et al. (submitted b), Ferri et al 2009, Ferri et al. (in preparation) y en
la psicología del desarrollo (Mazzola, Palla et al. (in preparation)), que no son ni
libros orales, ni clases de training, ni charlatanerías de pasillos universitarios, ni
un modo de pensar, sino papers científicos y en curso de publicar en peer
reviewed journals. Nuestro instituto está entre las raras escuelas de formación
en Italia que invierte en investigación y, seguramente, la una que tiene un team
en grado de elaborar datos de imágenes funcionales que permiten colaborar
con centros de investigación prestigiosos como Parma y Ginebra, además de
Bari.
Desde este modo de entender la psicología y su relación con las neurociencias,
ha nacido una nueva visión de la psicopatología que un jurado de la Asociación

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de la Prensa médica inglesa -presidida por Trevor Jackson, Magazin Editor del
British Medical Journal, y por Danny Rees, medical science librarian at the
Wellcome Foundation- ha querido reconocer premiando el volumen escrito con
Bondolfi sobre este argumento “Selfhood, Identity and Personality Styles” en
tres libros del año 2010 en la Specialist readership section.
Es evidente entonces que el post-racionalismo al que se refiere Mancini no tiene
nada que hacer con aquel del Instituto Post-Racionalista fundado por Guidano y
que representa desde siempre las posiciones científicas oficiales del
constructivismo post-racionalista. Hoy en día estas posiciones no sólo se
terminan con las teorías de Guidano, las que en cambio desde años son
consideradas completamente superadas, sino que delinean una nueva visión
que se refleja factualmente más allá de la práctica terapéutica en la
investigación científica.
Es este modo de entender la psicología, la psicopatología, la psicoterapia y las
neurociencias el que inspiró el último gran congreso internacional del
constructivismo de Bari en el 2003 organizado por el IPRA y que tenía como
título: “Constructivismo, fenomenología y brain imaging”.
Algunos meses después de aquel congreso, una post-racionalista “ortodoxa”
pide hablarme porque dice que yo comento mis críticas públicas a la teoría de
Guidano. Siendo de conocimiento la profunda amistad que me unía con Vittorio
Guidano y sin hacerse tampoco ni por un momento la pregunta sobre qué
pasiones animan mis posiciones, interpretó aquellas críticas aplicando a estas
un significado prefabricado según las directivas de sentido de una Organización
pre-confeccionada. Mis posiciones se convierten entonces en el resultado de un
luto no elaborado: el bloqueo a la fase de protesta por la pérdida del querido
amigo, en una Organización depresiva! Este episodio me parece que muestra
en síntesis y en la práctica en qué se traduce el racionalismo del post-
racionalismo; el análisis del significado impersonal se engulle la persona y la
deja sin palabras, sin historia y trágicamente sin responsabilidad! Quizás si los
costos –y todas las como ella- serán alguna vez marchitos por aquellas luces de
las palabras de Aristóteles cuando al inicio de la Ética Nicomaquea
disponiéndose a criticar la idea del bien de Platón dice: “Se puede ciertamente
retener como más oportunamente, incluso deberistico, para salvaguardia de la
verdad, dejar los sentimientos personales, sobretodo cuando se ama la
sabiduría, de hecho también siendo entre nosotros queridos (la verdad y los
amigos), es algo sagrado dar la preferencia a la verdad ” (I 4,1096a 12-16).
Al final de esta indebida imposición de mi voz entre Cutolo y Mancini dirigida
sólo a aclarar aquello que al lector pudiera resultarle oscuro, me queda una
pregunta o mejor una curiosidad sobre mis interlocutores involuntarios. Yo me
pregunto como es que a ambos, quizás tomados por la pasión del
enfrentamiento, se les haya escapado el poner el tema del presupuesto mismo
de sus argumentaciones que en el fondo los caracteriza a ambos: qué significa
ser racionalistas. Y si no se puede compartir con Mancini la exigencia de la
cientificidad que el reclama como criterio para quien pretende decir cualquier
cosa en psicología, yo digo que eso no basta, como demuestra aquella

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investigación de algunos años atrás de un grupo de italianos, premiada con el
Ignobel, que había descubierto (sic!!!) que desde el punto de vista bioquímico el
enamoramiento es idéntico a los desordenes compulsivos-obsesivos! Hoy,
enfrentar las neurociencias implica confrontarse con un nuevo dominio de
problemas. Mancini es sin dudas consciente –habiendo contribuido a la
realización de un estudio fMRI (Basile et al 2010)- que para conjugar el estudio
de la psicología con aquel de las neurociencias (o también de la genética) es
hoy necesario interrogarse sobre la relación entre los fenómenos psíquicos y su
sustrato neural, pena la transformación de la psicología en una función servil.
Esto le está sucediendo a la psicología cognitiva, tanto que Gazzaniga ya desde
algunos años ha anunciado su muerte (1998). Por lo tanto, a la necesidad de
redefinición de los confines y del ámbito de reflexión de la psicología como
ciencia, yo añado la solicitud de un rigor conceptual que transparente los
principios que guían el acceso a aquellos fenómenos que se quieren indagar y
que con clara evidencia la invocada cientificidad no basta para legitimar.

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