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Resumen
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Tabla de Contenidos
Página
Capítulo 1: Introducción ......................................................................................................2
Fenómeno de Interés ................................................................................................6
Capítulo 5: Discusión.........................................................................................................69
Conclusiones y Recomendaciones .........................................................................74
Referencias .........................................................................................................................78
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Capítulo 1: Introducción
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo se conformaron
oficialmente el 14 de mayo de 1964. Sin el Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto
y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, firmado el 24 de noviembre de 2016, en
2018 las FARC habrían cumplido 54 años. Ni hablar de cifras de niños, niñas y
adolescentes que podrían haber sido reclutados, del sufrimiento de nuevas víctimas de
diferentes hechos victimizantes o de los daños económicos y materiales que dejaban sus
atentados. Después de una negociación que requirió cuatro años, y que llevó a La Habana,
Cuba, a víctimas, empresarios, indígenas, afro, mujeres, población LGBTI, académicos,
campesinos y expertos internacionales, Colombia pudo reclamar una victoria frente a su
larga historia de violencia. No obstante, esta victoria no es definitiva, pues el proceso de
implementación del acuerdo tomará tiempo, requerirá una gran cantidad de recursos y se
encontrará con numerosos obstáculos en el camino.
Ahora, aunque esto sea cierto, es igual de importante resaltar que esta experiencia
demuestra que Colombia tiene la capacidad de impulsar transformaciones. En este sentido,
es preciso aprovechar la coyuntura histórica para replicar estos esfuerzos a nivel regional
y local. Superar las condiciones que han permitido la prolongación del conflicto armado es
una tarea compleja que requiere creatividad y asociatividad en los territorios.
El objetivo de esta investigación es facilitar un proceso de reconstrucción de
memorias sobre el tejido empresarial de Cartagena y Bolívar mediante las vivencias de
líderes tabacaleros de El Salado. Lo anterior, con el propósito de fomentar espacios de
reconciliación y construcción de paz, a partir de las necesidades y expectativas de los
actores territoriales. Para este fin es necesario (1) explorar la percepción del pasado,
presente y futuro de los tabacaleros seleccionados en relación con el ejercicio de memoria
en un contexto de conflicto armado y construcción de paz; y (2) examinar las oportunidades
que tiene el tejido empresarial para articularse con la academia y construir paz.
Indagar sobre las posibilidades de construcción de paz desde la articulación
entre la academia y el tejido empresarial en Cartagena y Bolívar es una de las
propuestas para abordar esta responsabilidad. Hacer memoria histórica es una forma de
aproximarse a esta labor, pues todavía hay mucho por aprender sobre el detalle de las
percepciones y memorias de empresarios bolivarenses como víctimas del conflicto armado.
3
Lo anterior, sin olvidar que aún existen reservas sobre las garantías de seguridad tanto para
las personas como para la actividad comercial y empresarial. Sin embargo, estos ejercicios
de memoria son necesarios porque visibilizar estas experiencias es el primer paso para
fomentar conversaciones sobre reconciliación, derechos humanos, pedagogía de la
memoria y construcción de paz al interior del sector privado.
Sobre tejido empresarial y la construcción de paz aún hay mucho por abordar. En
enero del 2000 se publicó el informe The Business of Peace: the private sector as a partner
in conflict prevention and resolution por International Alert, el Council on Economic
Priorities (CEP) y el Prince of Wales Business Leaders Forum. Un informe pionero, cuyo
propósito fue proveer un esquema que permitiera comprender el papel, tanto positivo como
negativo, que el sector privado – desde grandes multinacionales hasta microempresas
informales – podía tener en situaciones de conflicto. Su pronóstico era que a medida que
la economía de mercado se extendiera, y las empresas se convirtieran en actores cada vez
más importantes, el papel del sector privado se haría más significativo.
Por otra parte, en julio del 2000, el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi
Annan determinó las directrices de cooperación entre las Naciones Unidas y el sector
empresarial; aunque en un principio solo hacían alusión a cuán relevante era la labor de la
ONU para este sector, sin que la ONU le involucrara directamente como actor clave en la
prevención y resolución de conflictos (Naciones Unidas, 2000). Fue hasta abril del 2004
que el Consejo de Seguridad se reunió para considerar el papel del sector empresarial en la
prevención de conflictos, el mantenimiento de la paz, y la construcción de paz en escenarios
de postconflicto (United Nations, 2004). En adelante, y con el desarrollo de iniciativas
como Empresas por la Paz (Business for Peace, B4P) desde el marco del Pacto Mundial
de la ONU, el sector privado se ha consolidado como actor clave para el apoyo de la paz.
Sin embargo, entender el papel que tiene el sector privado en la construcción de paz
(peacebuilding) es complejo. En primer lugar, porque existe una gran variedad de actores
que componen el sector privado, y pueden influir de formas diferentes en la construcción
de paz teniendo en cuenta las características específicas de cada actor. En segundo lugar,
porque las mismas actividades empresariales podrían tener impactos distintos porque los
contextos en conflicto difieren entre países y entre regiones de un mismo país. En tercer
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lugar, porque los actores pueden adoptar diferentes estrategias para mitigar los riesgos que
existen al operar en contextos en conflicto (Andersson, Evers y Sjösted, 2011).
Responder a este desafío ha impulsado una gran cantidad de contribuciones desde
diferentes disciplinas, pero el campo (business-based peacebuilding) sigue siendo
relativamente nuevo y aún hay mucho por ser estudiado. Según Evers (2010), para lograr
una mayor compresión del papel del sector privado en la construcción de paz es importante
definir un marco teórico coherente para desarrollar mejores herramientas de análisis y
medición. Asimismo, hace falta investigar sobre las perspectivas locales donde priman las
“pequeñas” empresas, pues la mayor parte de las agendas de investigación e iniciativas
están concentradas en multinacionales y “grandes” empresas1.
Esta tendencia ha marginado el potencial del sector privado en la construcción
de paz pues se ha limitado la capacidad de las “pequeñas” empresas y otros actores
individuales, como los comerciantes informales o los mismos empresarios. En zonas
rurales, estos actores son especialmente relevantes, porque aunque no pueden compararse
con empresas grandes o multinacionales en términos de ganancias o influencia general, son
quienes se enfrentan día a día a las dificultades generadas por un conflicto armado (Killick,
Srikantha, y Gündüz, 2005, p. 14). A partir de esta característica, podría argumentarse que
estos actores están en una posición que impulsaría un mayor compromiso frente a la
necesidad de contribuir a la construcción de paz en el territorio, con menores incentivos
para figurar como “saboteadores” (spoilers)2.
Además, los líderes empresariales locales suelen ser reconocidos y respetados en
sus comunidades, lo que les otorga influencia y una posición social privilegiada en los
contextos a los que pertenecen. Sus capacidades y experiencias son recursos de gran valor
a la hora de pensar en el futuro de los territorios. Sin embargo, es preciso aclarar que hablar
de “empresarios” implica reconocer la heterogeneidad de características que cada quien
puede poseer (Killick, Srikantha, y Gündüz, 2005, p. 15). Si bien sus intereses pueden estar
1
Para los propósitos de este trabajo, la diferencia entre grandes y pequeñas empresas estará determinada por
la cantidad de personas empleadas en la misma. Este criterio responde al requisito mínimo de 10 empleados
que deben tener las empresas para hacer parte del Pacto Global, pues el énfasis son los actores del sector
privado que han quedado al margen de los estudios en el campo (business-based peacebuilding).
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“Saboteadores” (spoilers), entendidos como líderes y agrupaciones que creen que la consecución de la paz
amenaza su poder, su forma de ver el mundo, sus intereses y que emplean la violencia para sabotear los
intentos para llegar a ella (Stedman, 1996).
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alineados con impulsar la economía local, sus estrategias y formas de relacionamiento con
otros actores locales pueden coincidir o diferir. En el marco de un conflicto armado, estas
relaciones adquieren otro nivel de complejidad, pues los actores armados (legales e
ilegales) llegan a insertarse en la dinámica política, económica y social.
Por último, sus vivencias hacen parte de la memoria histórica del territorio,
mediante las cuales se complejizan las narrativas y las verdades de lo sucedido en zonas de
conflicto después de la violencia. En esta medida, construir memoria histórica se convierte
en un mecanismo para respaldar los procesos de reparación simbólica y dignificación de
las víctimas, pero también se convierte en una poderosa herramienta para reconstruir el
tejido social, apoyar la reconciliación y prevenir la violencia (International Association for
Humanitarian Policy and Conflict Research, 2008).
Por lo tanto, si la construcción de paz (peacebuilding) se entiende a grandes rasgos
como una serie de medidas que buscan reducir el riesgo de caer o recaer en una situación
de conflicto (United Nations, 2011), tiene sentido indagar en la intersección que hay entre
memoria histórica, sector privado y construcción de paz. Es probable que puedan surgir
aportes significativos para el fortalecimiento de las capacidades de gestión de conflictos
del país y sus regiones, proporcionando bases para la paz y el desarrollo sostenibles.
Explorar las percepciones y memorias de los actores del tejido empresarial regional
a través del caso emblemático de los Tabacaleros del Salado es una forma de hacer estos
aportes, pues permite establecer un punto de partida para propiciar espacios de
reconciliación y construcción de paz.
En los términos del Grupo de Memoria Histórica, la masacre de El Salado “hace
parte de la más notoria y sangrienta escalada de eventos de violencia masiva perpetrados
por los paramilitares en Colombia entre 1999 y el 2001” (Grupo de Memoria Histórica,
2009, p. 16). Entre el 16 y el 21 de febrero de 2000, un total de 450 paramilitares ejecutaron
a más de 60 personas inocentes en su recorrido del terror por “los municipios de El Carmen
de Bolívar, corregimiento El Salado, sitio Loma de las Vacas, y vereda El Balguero;
Ovejas, corregimientos de Canutal y Canutalito, y veredas Pativaca, El Cielito y Bajo
Grande; y Córdoba, vereda La Sierra” (Grupo de Memoria Histórica, 2009, p. 42). Después
de la masacre, sobrevino el desplazamiento masivo de cuatro mil habitantes de El Salado
y sus veredas. El pueblo desapareció, y con él se fracturaron los proyectos de vida de todos
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Fenómeno de interés.
Este informe no es una narrativa sobre un pasado remoto, sino sobre una realidad anclada
en nuestro presente (…). Lejos de pretender erigirse en un corpus de verdades cerradas,
quiere ser elemento de reflexión para un debate social y político abierto. El país está
pendiente de construir una memoria legítima, que no consensuada, en la cual se
incorporen explícitamente las diferencias, los contradictores, sus posturas y sus
responsabilidades, y, además, se reconozca a las víctimas.
(El informe) es el "¡Basta ya!" de una sociedad agobiada por su pasado, pero esperanzada
en su porvenir. Fragmento del prólogo del Informe general del conflicto armado "¡Basta
ya! Colombia: Memorias de guerra y dignidad (CNMH, 2018).
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Antecedentes
Para principios de siglo, la evidencia señalaba que a medida que las economías de
mercado se hicieran más generalizadas, y las empresas se convirtieran en actores más
importantes para las sociedades, su papel en la prevención y resolución de conflictos se
haría más relevante. Sin embargo, la literatura sobre la relación entre empresas y conflicto
al principio estaba concentrada en la industria armamentista y los impactos de actividades
comerciales ilegales. Por esta razón, se vio la necesidad de profundizar en el análisis de
industrias relacionadas con recursos naturales, infraestructura, turismo, bienes de consumo
y el sector financiero.
Así, la tarea propuesta fue analizar el rol que podrían tener estas industrias en
prevenir, crear, agravar o resolver conflictos; y cómo el accionar de estas industrias se
diferenciaría del rol de los gobiernos y de la sociedad civil (Nelson, 2000). Para esto fue
desarrollado un marco teórico que permitiera comprender el rol, tanto positivo como
negativo, que el sector privado podría tener en situaciones de conflicto. La metodología
empleada involucró empresas legales, particularmente multinacionales, a través de
documentación, casos de estudio y consultorías con empresas, gobiernos y organizaciones
de la sociedad civil en Reino Unido y Azerbaiyán.
Frente a esta situación, resultaba importante responder por qué las empresas
tendrían que involucrarse en la prevención y resolución de conflictos, dada la naturaleza
cambiante de los conflictos y el contexto variable de las empresas (p. 6). De esta forma,
formularon unos principios claves para orientar a las empresas en minimizar sus impactos
negativos, y optimizar sus impactos positivos en la sociedad, siendo particularmente
importante en situaciones de vulnerabilidad o en conflicto. Así como estrategias que podían
adoptar las empresas para gestionar sus impactos en la sociedad (p. 7).
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Otro reto que asumieron fue el ofrecer un marco de referencia para analizar el
involucramiento empresarial frente a los diversos factores y actores de un conflicto, o la
posibilidad de este, y cómo esto se relacionaba con las características de la empresa (p. 8).
También, generaron una matriz con ejemplos prácticos de “compromiso empresarial” en
diferentes etapas de conflicto, que mostraban cómo las empresas podían contribuir a la
prevención de conflictos, gestión de crisis, y reconstrucción y reconciliación en el
postconflicto (p. 8). Finalmente, desarrollaron una guía para lidiar con ciertos desafíos o
dilemas que enfrentan las empresas cuando operan, invierten o comercializan en zonas de
conflicto (p. 9).
Todo este análisis señala que el sector privado tiene muchas razones para
involucrarse en la prevención y resolución de conflictos, pues los conflictos resultan
dispendiosos en términos de costos directos, inversión y reputación. No es de extrañar que
la mayor parte de compañías e industrias tienen mejor desempeño en contextos pacíficos;
además del imperativo moral de contribuir a la sociedad.
Por otra parte, se señala que además de apoyar la construcción de sociedades
prósperas y pacíficas a través de sus operaciones y formas de producción, hay sectores
críticos que deben analizar y asumir su relación directa con el conflicto; ya sea creándolo
o exacerbándolo, y ayudar a abordar situaciones de crisis y escenarios de reconciliación y
postconflicto (p. 142). Asimismo, se plantea que las compañías necesitan trascender hacia
estrategias pro-activas de “creación de valor”, con el apoyo de sistemas para el análisis de
riesgos e impactos en situaciones de conflicto, asumiendo sus desafíos a nivel macro y
micro; en cercana colaboración con el gobierno, y otras compañías.
De esta forma, “The Business of Peace: the private sector as a partner in conflict
prevention and resolution” ayudó a ampliar la perspectiva de la relación entre empresas,
conflicto y construcción de paz. Lo anterior, al plantear un sólido marco teórico donde se
detallaba cómo podían involucrarse las empresas3 como actores clave en la prevención y
resolución de conflictos. Por tal razón, esta experiencia contribuye al planteamiento del
problema y al marco teórico de esta investigación.
No obstante, era imposible quedarse con análisis que solo abordaran empresas
multinacionales y nacionales. También resulta importante analizar el papel de las empresas
3
Pertenecientes a sectores diferentes a la industria armamentista y actividades comerciales ilegales.
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locales, con el fin de demostrar que estas también tienen razones particulares para
contribuir a la construcción de paz, dadas las consecuencias negativas que tienen los
contextos inestables o en conflicto (International Alert, 2006). Siguiendo esta lógica de
plantear recomendaciones, también han surgido ideas y estrategias para empresas locales
que desean contribuir a la paz, a partir de la experiencia de otras empresas en situaciones
similares. Promover el papel constructivo de las empresas en zonas de conflicto, y mejorar
la compresión de los requisitos económicos de la construcción de paz surgen como
prioridades al momento de detallar en el cómo se articulan sector privado y construcción
de paz (p. 1).
Con el apoyo de grupos de expertos, literatura disponible, recursos en la web e
información anecdótica, y a partir de 21 estudios de caso y nueve informes regionales o
nacionales de los siguientes países: Afganistán, Bosnia y Herzegovina, Colombia,
Guatemala, Israel/Palestina, Nepal, Somalia, Sri Lanka y Transcaucasia, International
Alert (2006) provee un amplio contenido que intenta responder cómo el sector privado
puede favorecer a la paz y a la seguridad; dada las preocupaciones que surgen a partir de
ciertas actividades empresariales en zonas de guerra, y su relación con el panorama
económico y político.
Este contenido permitió desarrollar tipologías creadas para facilitar la comprensión
de los patrones que siguen las actividades económicas en contextos de conflicto. Para este
momento, las tipologías que existían se enfocaban en actividades que permitían o tenían
cierta cercanía con el ejercicio de la violencia. Sin embargo, estas tipologías no reflejaban
todas las experiencias demostradas por el sector privado (doméstico) en las investigaciones
desarrolladas. Además, en la literatura de las “economías de guerra” no había suficiente
énfasis en temas estructurales o en las causas de la violencia, dada la cercanía entre algunos
sectores del sector privado y las elites políticas, o los sistemas de gobernanza (p. 22).
Frente a estas limitaciones, llegaron a plantear tipologías que incluían instancias en
las cuales los actores económicos pueden tener un rol positivo o de “reducción del
conflicto”. Así, se configuró un espectro general de respuestas de empresas locales al
conflicto de tres puntos claves: Mantenimiento o sostenimiento del conflicto (conflict
sustaining), asimilación/supervivencia o “lidiar con el conflicto” (coping/survival), y
reducción del conflicto/construcción de paz (conflict reducing/peacebuilding) (p. 23).
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Revisión de Literatura
Dado que el análisis de este trabajo estará centrado en construcción de paz y tejido
empresarial a través de la memoria histórica de los Tabacaleros del Salado, es importante
definir sus ejes conceptuales en relación con la estructura teórica que erige la construcción
de paz. Por tal razón, es necesario empezar por aclarar qué se entiende por construcción de
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paz, aclarar sus sinónimos y diferencias frente a otros términos relevantes, y luego pasar a
sus relaciones con tejido empresarial y memoria histórica.
Siguiendo el estudio de Anderson, Evers y Sjösted (2011), un proceso de paz será
una secuencia de procesos interconectados en el que actores involucrados en el conflicto,
así como algunos actores externos, participan en la prevención, gestión o resolución de un
conflicto violento. Estos “actores externos” podrán ser gobiernos extranjeros,
organizaciones internacionales públicas (OIG), organizaciones no gubernamentales
(ONG), o actores del sector privado, como empresas y asociaciones comerciales (p. 12).
Asimismo, esta secuencia de procesos interconectados estará dividida en tres
amplias categorías analíticas: establecimiento de la paz (peacemaking), mantenimiento de
la paz (peacekeeping) y construcción o consolidación de la paz (peacebuilding). Si bien
pueden sonar como conceptos parecidos, cada una de las categorías presentadas tiene un
propósito diferente. El “establecimiento de la paz” busca acabar con la violencia del
conflicto por medio de acuerdos de cese al fuego o tratados de paz que acaben con las
hostilidades militares. Por su parte, el “mantenimiento de la paz” apunta a tomar medidas
que eviten la recaída en el conflicto violento, a menudo a través de interacciones directas
como el diálogo o la negociación, asegurando el cese de hostilidades.
Finalmente, para estos autores la construcción o consolidación de paz tiene el
propósito de transformar la paz negativa en paz positiva, a través de cambios en la
estructura del gobierno, la sociedad y la economía (Anderson, Evers y Sjösted, 2011, p.
12). Esta definición es una interpretación del trabajo realizado por Johan Galtung hace más
de 40 años, quien desarrolló la aproximación de la construcción de paz.
Para Galtung (1973), el mantenimiento de la paz (peacekeeping) y el
establecimiento de la paz (peacemaking) eran aproximaciones insuficientes para lograr
cimentar la “estructura de la paz”. Lo anterior, al buscar que la estructura de la paz
resultante pudiese resolver las causas del conflicto y ofrecer alternativas en situaciones
cuyo resultado podría ser la guerra, es decir, formas de gestionar los conflictos que no
resultaran en confrontaciones violentas; limitando tanto la violencia directa como la
violencia estructural.
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violencia directa. Así, la construcción de paz surge como una forma holística de pensar
cómo transformar sociedades violentas en sociedades más pacíficas, más que simplemente
acabar con las confrontaciones violentas.
Por supuesto, es el Estado quien tiene la mayor responsabilidad en esta tarea, pero
es imposible imaginar que estas trasformaciones sucedan sin el compromiso de todos los
sectores de la sociedad. Lederach (1997) es uno de los teóricos que aborda esta temática
en detalle al intentar responder a la pregunta de cómo entender y abordar la construcción
de paz dentro de una población. Para esto, desarrolla un marco analítico en forma de
pirámide para describir los “niveles de liderazgo” en una población afectada: El nivel
superior (top level), el rango medio (middle range) y las bases (the grassroots).
En la cúspide de la pirámide están los principales líderes militares y políticos en el
conflicto violento. Son quienes representan y lideran los sectores de la sociedad y las
preocupaciones que generan y resolverán el conflicto. Son pocos, muy visibles y tienen
gran poder e influencia.
En la mitad de la pirámide están las personas que ocupan puestos de liderazgo
dentro de un contexto de conflicto prolongado, pero que no están conectados con las
estructuras de gobierno o, en el caso de Colombia, los grupos insurgentes. Pueden ser
personas muy respetadas en ciertas áreas, líderes de organizaciones religiosas, académicas
o humanitarias o líderes de grupos identitarios (identity groups) como los afrocolombianos
o indígenas. Las características propuestas para este grupo es que sean conocidos por los
que están en el primer nivel y que además tengan conexiones con la base de la pirámide.
Son más numerosos que los del primer nivel, y tienen menores constricciones políticas en
comparación. También, conocen el contexto y la experiencia de las personas que componen
las bases, pero no se encuentran restringidos por las condiciones de supervivencia que
existen a este nivel.
La base de la pirámide representa el grueso de la población, es decir, las personas
que día a día conviven con el conflicto. En este nivel, los líderes son aquellos que están
involucrados con las comunidades locales, que conocen la dinámica política local, y
comprenden el miedo y el sufrimiento de la población afectada.
Si bien estas categorías son generalizaciones que se arriesgan a ser reduccionistas,
su utilidad reside en las dinámicas que permite identificar las ventajas y limitaciones de
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ciertos actores, dándole un sentido global a las interacciones entre estos. Por ejemplo, la
relación inversa que hay entre estar en una parte más alta de la pirámide, y tener un mejor
acceso a información de la situación global y mayor capacidad de toma de decisiones;
decisiones que tendrán menores repercusiones en su vida diaria. Para los que estén en la
parte más baja de la pirámide, lo contrario será cierto: Mayores repercusiones en la vida
diaria, peor acceso a la información y menor capacidad de toma de decisiones. Sin duda,
esto representará desafíos clave para el diseño e implementación de procesos de paz
(Lederach, 1997, p. 43).
Toda esta explicación es relevante para introducir el esquema de análisis que
ayudará a comprender la relación entre la construcción de paz y el tejido empresarial,
concepto que deberá entenderse como sinónimo de “sector privado”, “comunidad
empresarial”, “sector empresarial” o términos relacionados. No obstante, primero será
necesario detallar en otras razones que argumentan el involucramiento del sector privado
en la construcción de paz.
En términos de capacidades, el sector empresarial cuenta con recursos
privilegiados de capital, conocimiento y habilidades administrativas, que le convierten en
un socio estratégico para “apalancar tareas típicamente asociadas con la superación de los
conflictos armados” (Rettberg y Rivas, 2012, p. 4). Por tal razón, y como se ha venido
mencionando desde el principio de este trabajo, se han empleado diferentes tipos de
argumentos para atraer al sector privado a los procesos de paz.
El argumento económico se enfoca en cuantificar y resaltar los costos del conflicto
y sus respectivos beneficios en contextos sin conflicto, es uno de los más empleados.
También conocido como el dividendo de la paz, esta aproximación se concentra en los
impactos del conflicto armado en la actividad empresarial que no se beneficia de las
economías de guerra. Para el caso de Colombia, Rettberg (2008) indagó sobre este tema y
encontró que el sector privado del país estaba pagando “un precio derivado del impacto del
conflicto no sólo en su actividad cotidiana (aunque no sean blancos directos) sino también
en los costos de transacción, en la inversión, en las oportunidades de expansión y en el
comportamiento de los consumidores” (p. 45).
Por otra parte, también existen argumentos que podrían perfilarse como políticos y
hacen referencia a las particularidades de los sectores económicos al identificar cuáles de
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estos actores son más afines a participar en los procesos de paz; y quiénes podrían tener
características que señalarían un potencial “saboteador” (spoilers) para poder reconocerlos,
y en lo posible contrarrestarlos (Nasi, 2010). Los argumentos “morales” están enfocados
en el deber de las empresas, en relación con sus compromisos con la Responsabilidad
Social Empresarial (RSE), pero extendiéndose mucho más allá de sus obligaciones legales
(Rettberg y Rivas, 2012). La construcción de paz se fortalece de la suma de estas
posiciones, pues finalmente todas son válidas y útiles para atraer al sector privado y su
heterogeneidad.
Ahora, dependiendo de las razones que resulten más convincentes y convenientes
para las empresas, estas podrán encontrar el lugar de sus actividades en el espectro de las
respuestas al conflicto de empresas locales desarrollado por International Alert (2006).
Figura 3. Los actores de la construcción de paz en todos sus niveles. (International Alert, 2006, p. 3)
Los señalamientos abarcan desde la vinculación directa por medio de la participación activa
en prácticas criminales y en su promoción, para beneficio de intereses empresariales, o la
complicidad con las acciones de actores armados ilegales, hasta la vinculación indirecta
mediante la omisión a sabiendas de que ciertos hechos delictivos estaban ocurriendo o
incluso el beneficio de acciones criminales previas sin participación explícita ni
conocimiento de actores empresariales (Rettberg y Rivas, 2012, p. 313).
de la coca, el libro ilustra distintos episodios de abandono forzado y formas del despojo
que finalmente generó la configuración territorial del actual departamento de Putumayo.
Incluso, en el llamado proceso de justicia y paz mediante el que se desmovilizaron
las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), no se contemplaba el papel del sector
privado en el conflicto armado. No obstante, las confesiones de los comandantes
paramilitares revelaron nombres de empresas y empresarios, y obligaron a poner el tema
de la complicidad empresarial sobre la mesa y las conversaciones sobre esquemas de
justicia transicional en el país.
Existen varias hipótesis sobre el alcance de esta relación, específicamente hablando
de actores paramilitares por lo antes mencionado. Sánchez, Payne, Pereira, Bernal, Marín
y Barboza (2018), presentan una nueva base de datos llamada “Corporate Accountability
and Transitional Justice - Colombia (CATJ-Colombia)”, en la que encuentran datos para
respaldar que “quienes crearon los grupos paramilitares de Puerto Boyacá eran empresarios
defendiendo sus negocios (Ronderos 2014), por lo cual la lógica y los intereses económicos
moldearon el proyecto paramilitar” (p. 50). Al respecto, para la zona Caribe, encuentran
un bajo nivel de casos registrados. Sin embargo, la zona norte brilla por la cantidad de
homicidios selectivos (sindicalistas y otros líderes sociales) y desplazamiento forzado. Al
respecto, las modalidades revelan que el paramilitarismo no se trató de un simple
mecanismo de seguridad, y no se insertó en los territorios de forma uniforme:
“Encontramos que, en una gran proporción de los casos, la complicidad fue indirecta (82 % de los
casos) (gráfica 9). Esto sugiere que los actores económicos en Colombia actuaron en mayor medida
como una red de poder que facilitó la actuación armada de los paramilitares y se benefició de ella.
La participación indirecta se dio principalmente a través de la financiación de grupos paramilitares
(64 %). Por otro lado, los datos señalan la necesidad de profundizar en una narrativa que distinga
entre unos empresarios que fueron víctimas de extorsión (13 % de los casos) y otros que
voluntariamente financiaron grupos paramilitares para proteger y expandir su actividad económica
(86 % de los casos) (gráfica 8). Hilando más fino debemos entender que en algunos sectores
económicos esta financiación voluntaria fue más notoria que en otros (en el sector agrícola se
encuentran la mitad de los casos y en 30 % de esos casos se trata de ganaderos)” (Sánchez, 2018, p.
58).
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“Por ejemplo, la Federación Nacional de Ganaderos (Fedegán), que representa un sector rural
largamente golpeado por el abigeato, el secuestro y el homicidio, y que ha sido señalada también
por ser promotora y beneficiaria de la actividad paramilitar en zonas ganaderas, publicó en el 2009
un libro para reivindicar la memoria de sus víctimas (Fundagán, 2009)” (Rettberg y Rivas, 2012, p.
316).
Esta dualidad presentada por las autoras representa un caso interesante de víctima y
promotor, pues en los informes de Fundagán nunca se hace referencia al papel del gremio
ganadero en la promoción de la actividad paramilitar. De la forma en la que están
redactados los informes, los testimonios solo hacen referencia a los hechos victimizantes y
las contextualizaciones presentadas no tienen un análisis histórico que incluya todos los
actores involucrados, desde Estado hasta empresarios, en el conflicto armado en los
territorios.
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La lista de actores vinculados actualmente es la siguiente: Programa Paz y Competitividad Universidad
Autónoma de Manizales – Paz y Competitividad, Secretariado Diocesano de Pastoral Social San Gil – Sepas,
Organización Raizal de Jóvenes Youth – Ryouth, Fundación Red Desarrollo y Paz del Caquetá –
RedCaquetáPaz, Fundación Red Desarrollo y paz de los Montes de María, Fundación Prosierra Nevada de
Santa Marta – Prosierra, Fundación Diocesana para la Mojana, Deispaz, Corporación Programa Desarrollo
para la Paz del Oriente Antioqueño y Porce Nus – Prodepaz, Corporación Programa Desarrollo para la Paz
del Magdalena Centro, Corporación Para el Desarrollo y Paz del Sur – Occidente Colombiano – VallenPaz,
Corporación Nueva Sociedad de la región Nororiental de Colombia – Consornoc, Corporación Desarrollo y
Paz del Magdalena Medio, Corporación Desarrollo y Paz del Cesar, Corporación Desarrollo y Paz del Canal
del Dique y Zona Costera, Corporación Desarrollo y Paz del Bajo Magdalena, Corporación Desarrollo y Paz
de Córdoba y Urabá – CORDUPAZ, Corporación Desarrollo y Paz de Casanare – CasadePaz, Corporación
Desarrollo para la Paz del Piedemonte Oriental – Cordepaz, Corporación de Desarrollo y Paz del Huila y el
piedemonte amazónico – Huipaz, Corporación de Desarrollo y Paz del Tolima – Tolipaz, Consejo Regional
Indígena del Cauca – CRIC, ASOPATIA, Agencia de Desarrollo Local – Nariño – Adel Nariño, Universidad
Santo Tomás, Secretariado Nacional de Pastoral Social – SNPS, Lutheran World Relief, Isagen, Interteam,
Interconexión Eléctrica – ISA, Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt,
Fundación Paz y Reconciliación – Pares, Fundación para la Reconciliación, Fundación Mi Sangre, Fundación
Las 2 Orillas, Fundación Avina, Empresa Colombiana de Petróleos – Ecopetrol, Corporación PBA,
Corporación Universitaria Minuto de Dios – Uniminuto, Corporación Nuevo Arco Iris – CNAI, Centro de
Investigación y Educación Popular Programa por la Paz – CINEP, Asociación de Fundaciones Petroleras –
AFP, Asociación Cristiana Menonita para Justicia, Paz y Acción Noviolenta – Justapaz, La Red de
Pobladores es el corazón de la Redprodepaz, Universidad de Caldas, ICCO Cooperation, Consorcio para el
Desarrollo Comunitario, Grupo Enel, E3 Asesorías, Fundación Ideas para la Paz – FIP e Instituto
Interamericano de Responsabilidad Social y Derechos Humanos – IIRESODH.
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dominantes, mientras que las demás versiones quedan en el margen. También, la memoria
representa el espacio mediante el cual se asignan responsabilidades entre las partes de un
conflicto, proceso que hace parte de las legitimidades, amistades y enemistades políticas y
sociales, y desembocan en la evaluación moral de las conductas. Así, construir memoria se
configura como “un acto político y una práctica social” (CNMH, 2013, p. 24).
En contextos de conflicto violento, la memoria y la historia corren el riesgo de
convertirse en instrumentos que legitiman versiones del pasado e intereses particulares de
los actores de la violencia, abriendo espacios que les permiten justificar sus acciones, al
mismo tiempo de antagonizar las versiones que vayan en contravía de sus propósitos.
Asimismo, existe la posibilidad de comunidades que silencian y censuran memorias
incómodas para proteger sus narrativas.
Por tal razón, construir memoria histórica requiere un análisis responsable de los
hechos en conjunto, evitando la censura de los errores cometidos; que se reconozca y
respete “la diversidad de voces y de subjetividades en su interpretación” (CNMH, 2013, p.
25); y que sea ético al documentar, evaluar y reconocer “públicamente todos los hechos
violentos, cometidos por los actores del conflicto, en particular aquellos hechos que
infringen el Derecho Internacional Humanitario o violan los derechos humanos” (CNMH,
2013, p. 25). Lo anterior, con el propósito de diversificar las narrativas, contribuyendo a
crear historias más complejas y plurales que permitan conversaciones sobre el conflicto, y
resulten en “momentos pedagógicos potencialmente sanadores y transformadores”
(CNMH, 2013, p. 25).
Estas aclaraciones teóricas sirven para entender qué es Memoria Histórica, parte de
su propósito y ciertas claves para saber cómo hacer memoria. Al dar cuenta de una variedad
de narrativas y verdades complejas después de la violencia, la memoria histórica surge
como un mecanismo para explorar las legitimidades que se han entretejido en los territorios
en conflicto. Por tanto, articular el tejido empresarial y la construcción de paz implica
examinar cuáles son las narrativas predominantes en las personas que componen los
territorios.
Para el caso específico de esta investigación, las memorias de los empresarios
surgen como un elemento útil para indagar en las verdades complejas de los
territorios, y en los esquemas mentales que las cimientan. Es una forma de tener pistas
29
sobre las responsabilidades que asumen frente al accionar de los actores armados, y con las
comunidades de las que hacen parte. Las críticas a la literatura de construcción de paz son
claras cuando contemplan que las investigaciones suelen hacerse desde una perspectiva
externa, y siguiendo la lógica de priorizar procesos de reconciliación, es preciso visibilizar
las experiencias de los actores del sector privado desde los mismos actores del sector
privado.
Antes de continuar, es preciso aclarar la tipología de los impactos y los daños
causados por el conflicto armado en Colombia. Para hacer esto, se utilizará como guía el
Informe General de Memoria Histórica ¡Basta ya! Memorias de guerra y dignidad (2013),
que identifica cuatro categorías para reflexionar sobre los daños: daños emocionales y
psicológicos, daños morales, daños políticos y daños socioculturales, que agrupan daños
materiales y ambientales; y sus aplicaciones a nivel individual, familiar y colectivo.
Además, ya que la población es El Salado, también habrán de mencionarse los impactos
causados por la masacre, el desplazamiento forzado y el retorno; y aquellos causados por
“la impunidad de los crímenes, la falta de atención integral y oportuna a las víctimas y la
falta de reconocimiento social de los daños que les causaron” (CNMH, 2013b, p. 260).
Ahora, dadas las consideraciones planteadas, indagar en las experiencias de un
empresario que ha sido víctima del conflicto permite acercarse a sus percepciones y
memorias, y así contribuir a la reconstrucción de una memoria histórica integradora de
voces diversas. El tejido empresarial hace parte del tejido social que fue rasgado por el
conflicto, así que en la medida que se busca reconstruir el tejido social, es preciso facilitar
un proceso semejante con el tejido empresarial para avanzar en la construcción de paz.
En su nivel más básico, la construcción de paz busca transformar conductas, la
cultura y la estructura de sociedades violentas. La memoria histórica es una herramienta
que permite retar las narrativas y verdades que sostienen la violencia en todas sus
expresiones, dándole cabida a aquellos excluidos y silenciados, a menudo víctimas del
conflicto armado. Colombia ha avanzado en esta dirección, pero todavía queda mucho por
hacer en lo regional y lo local para seguir nutriendo nuestra memoria histórica con voces
diversas.
30
Contexto Histórico
Esta contextualización sirve como guía para entender las dinámicas de producción
de tabaco actuales. Para la historia económica de Colombia el tabaco es un producto muy
especial porque fue el primer cultivo que se exportó en una cantidad suficiente para afectar
la economía doméstica. No obstante, fue un primer experimento que fracasó al enfrentarse
con problemas de calidad derivados del delicado proceso de producción del tabaco, y la
consecuente erosión de los precios.
Un poco de historia es útil para comprender parte de las limitaciones económicas
que acompañaron a nuestro país desde la época colonial, y que tuvieron consecuencias
específicas en el desarrollo económico del Caribe y la subregión de los Montes de María;
y su estrecha relación con el sector tabacalero. En este punto, es preciso mencionar que la
historiografía del tabaco ha sido estudiada con frecuencia, pero rara vez fuera de la
jurisdicción de Ambalema. Esta observación es planteada en el libro Colombia y la
economía mundial 1830-1910, donde José Antonio Ocampo menciona que “no se ha
escrito una historia de otras regiones tabacaleras de Colombia con el mismo grado de
detalle de la que existe para el Valle del Magdalena” (Ocampo, 2013, p. 204).
Ahora, es importante establecer una periodización concreta que permita observar
las principales dinámicas del mercado tabacalero en el siglo XVIII y XIX, para luego
presentar el estancamiento del producto en el siglo XX y su evolución en la actualidad.
A través de las “rentas estancadas”, instauradas en el marco de una gran reestructuración
del sistema fiscal americano gracias a las reformas borbónicas en la época de Carlos III, el
tabaco se constituye como uno de los productos más rentables para la Corona española. Lo
anterior, porque las “rentas estancadas” consistían en el “establecimiento de monopolios
para generar rentas tendientes al sostenimiento de la corona y como consecuencia de la
disminución de la tributación” (Fajardo-Calderón y Suárez, 2012). En Colombia, y
siguiendo el análisis de Acevedo y Torres (2016):
“La renta del tabaco presentó tres etapas en la administración del estanco de acuerdo con los planes
administrativos y las leyes y decretos que emitió la República de Colombia. De 1744 a 1774 con
una administración bajo arrendamiento, de 1774 a 1810 con una administración directa por parte de
la Real Hacienda y, finalmente, una reanudación y abolición del estanco en la época republicana
desde 1821 hasta 1850” (pp. 283-284).
31
a pesar de que no hubo cambios de fondo, los empleados dejaron de recibir sueldos fijos
para recibir sueldos de acuerdo a sus ventas (Acevedo y Torres, 2016).
Sin embargo, para 1831 ya habían voces que abogaban por la inclusión del sector
privado en el comercio del tabaco, y para 1832 el sector privado ya incursionaba en la
exportación, el financiamiento de la producción y exportación, y el control parcial del
mercado (Sierra, 1971). El Estado hace el intento de exportar el producto en 1832, pero no
resulta debido a las pérdidas producidas por las fluctuaciones del precio internacional de
la hoja. Así, esta actividad pasa a manos particulares, que terminan por asumir el costo del
riesgo y el pago de sueldos y comisiones (Harrison, 1997).
Antes de la derogación del monopolio fiscal del cultivo y comercialización del
tabaco en 1848, se celebraron contratos con compañías como la Montoya Sáenz y Cía., que
suscitaron cambios en el sistema de venta directa de los cosecheros, que fue reemplazado
por un contrato de producción. Es decir, se estableció el sistema de la casa o empresa que
compraba a los productores el tabaco crudo y lo vendía elaborado al gobierno: “El contrato
tenía objetivos claros para los privados: de un lado, la compañía se encontraba interesada
en aumentar la producción y calidad del tabaco cultivado (…) para obtener excedentes para
ser exportados y aumentar la demanda en los mercados extranjeros” (Acevedo y Torres,
2016, p. 298).
Los terratenientes entraron al panorama tabacalero en 1845, pues se les otorgó la
posibilidad de comprar grandes extensiones de tierra para sembrar a gran escala el tabaco
y luego exportarlo. Los grandes lotes fueron parcelados y arrendados a campesinos, que
pasaron de obtener los permisos para sembrar el tabaco en el virreinato a convertirse en
jornaleros de los terratenientes (Harrison, 1997). Finalmente, en el gobierno de José Hilario
López (1849-1853) se expidió la Ley del 23 de mayo de 1848 bajo la cual el cultivo y la
exportación de tabaco quedaron libres. En 1850 se legisló la abolición del monopolio,
aunque nunca se erradicó pues en la práctica pasó a las manos de grandes empresas
dedicadas al negocio del tabaco. Tanto el mercado laboral, como la infraestructura, el
comercio exterior y la producción del tabaco en Colombia fueron absorbidos por los
privados que ya tenían control parcial del monopolio.
Estas aclaraciones son importantes para entender cómo penetró el tabaco en la
“Comarca Montemariana”, y en el Carmen de Bolívar. Por supuesto, en la época de la
33
colonia, por motivos de control fiscal la Corona Española prohibió la producción del tabaco
en la costa Caribe. Por tal razón, la producción de tabaco era ilegal y su economía solo fue
importante en cuanto a mercado interior de consumo. No obstante, según Harrison (1951)
“el cultivo clandestino de tabaco en la jurisdicción de Cartagena (la antigua Provincia) fue
siempre extensivo” (Blanco, 2010, pp. 95), y el Carmen se constituyó como el centro de su
producción. La vocación agrícola de las tierras permitió que el cultivo prosperara sin gran
esfuerzo de los cosecheros.
Ahora, el verdadero hito de la producción del tabaco en la costa inició tras la
abolición del monopolio republicano, en 1847 que se establece la factoría gubernamental
dedicada a la exportación en El Carmen. Según Blanco (2009), esto se dio en parte por la
trayectoria tabacalera de la zona, y en parte por la estratégica posición geográfica cercana
a los puertos más importantes que reducía los costos de sacar el producto a mercados
europeos.
Del paso del siglo XIX al siglo XX, y del XX a principios del siglo XXI, los centros
productores de tabaco que han sobrevivido al paso del tiempo han sido dos: la región de
Santander y El Carmen de Bolívar. Muchos de los otros centros tabacaleros perecieron
frente a crisis de diferentes estilos: baja calidad, bajos precios o competencia del tabaco.
Por encima de las guerras y las crisis tanto internas como externas, El Carmen se consolidó
como una región con capacidad para adaptarse a los bajos precios internacionales. Esto
sucedió, en parte por el incremento de la manufactura de cigarros baratos que encontraron
mercado en Europa. Esta especialización fue uno de los factores contribuyentes para el
establecimiento de la factoría, y la consecuente expansión productiva del tabaco en El
Carmen de Bolívar.
A su vez, este auge atrae grandes negociantes y compañías extranjeras, que en
búsqueda de la compra y exportación del tabaco en rama, aportan capital, iniciativa y
gestión empresarial, y conexiones con el mercado europeo. En 1856, ya había dos
compañías extranjeras en el territorio: “Pouble Gosser y Cía., y la de los señores
Hamburguer y Batis de Barranquilla, apoderados de los señores Caesar y Pauli del
comercio de Nueva York” (Blanco, 2010, p. 116). El “Depósito de las Mercedes”,
propiedad de Hamburguer y Batis, fue de las primeras bodegas adquiridas para ampliar el
proceso productivo del tabaco, pues sirvió para mejorar la capacidad de almacenamiento y
34
Capítulo 3: Metodología
Preguntas de Investigación
La pregunta central de la investigación es qué se puede aprender sobre cómo
articular el tejido empresarial y la construcción de paz, a través del caso de la memoria
histórica de los Tabacaleros de El Salado.
Para responder a esta pregunta, es preciso preguntar por la percepción del pasado,
presente y futuro de los tabacaleros seleccionados en relación con el ejercicio de memoria
en un contexto de conflicto armado, y cuáles son las oportunidades que tiene el tejido
empresarial para construir paz a partir de las percepciones identificadas.
Diseño de la Investigación
La reconstrucción de memoria histórica requiere del análisis sistemático de las
experiencias de los sujetos de estudio, de forma que sea posible explorar la manera en que
las personas se relacionan con su pasado, y cómo esta memoria individual tiene sentido
dentro del extenso tejido de memorias colectivas. Lo anterior, empleando preguntas
35
“generadoras” que permitan indagar sobre el pasado, los eventos violentos y sus impactos.
Según el CNMH (2013), estas preguntas pueden ser agrupadas en cuatro áreas: (1)
Reconstrucción del pasado, (2) evaluación del impacto de la violencia, (3) el presente del
pasado y del futuro, y (4) perspectivas hacia el futuro.
Así, esta investigación complementará su metodología con varias de las estrategias
presentadas en la caja de herramientas Recordar y Narrar el Conflicto, desarrollada por el
Centro Nacional de Memoria Histórica y la Universidad de British Columbia en 2013.
Como se menciona en los objetivos de investigación, una de las tareas críticas es la
reconstrucción de la memoria histórica desde el tejido empresarial. Este tipo de
emprendimientos se encuentran relacionados con una serie de narraciones y riesgos que
esta metodología enfocada en el trabajo de memoria enfatiza, teniendo en cuenta que no se
trata de cualquier tipo de investigación histórica o social.
Además, ofrece una indagación clave de los conflictos que pueden surgir en el
trabajo de investigación en relación a los riesgos de victimización secundaria, la
producción de narrativas victimizantes, los riesgos de revivir o exacerbar conflictos
familiares o comunitarios, los riesgos de re-victimización y los riesgos a la estigmatización
y el aislamiento social.
Para efectos de la entrevista como método principal de recolección de datos, la guía
metodológica Recordar y Narrar el Conflicto ofrece un amplio bastión de preguntas para
recoger testimonios de las víctimas sobre lo sucedido. Sin embargo, ya que las entrevistas
fueron semi-estructuradas, las preguntas también dependieron del contexto del caso, para
profundizar la relación de la persona víctima y su rol como empresario, y sobre los procesos
de construcción de paz a nivel local y regional.
No obstante, para este trabajo de investigación la reconstrucción de memoria
histórica está enmarcada en el estudio de caso como diseño de investigación para explorar
las experiencias de los tabacaleros de El Salado. El planteamiento del problema ilustra la
necesidad de analizar en detalle cómo se relaciona el tejido empresarial con la construcción
de paz, en particular actores regionales y locales en contextos de postconflicto. En otras
palabras, se trata de aportar a la literatura de construcción de paz una visión del sector
privado como “tejido empresarial”, teniendo en cuenta las sutilezas que expresan las
personas que componen este tejido en contextos de conflicto. Es una forma ampliar el
36
la sociología empezó a priorizar el uso del método científico (Tellis, 1997). En este período
de incertidumbre, el uso del estudio de caso fue enmarcado como método en estudios
cuantitativos o como denominación de investigaciones descriptivas para estudiar
fenómenos específicos (Merriam, 2009).
Para los años 60, y a medida que el estudio de métodos de la investigación
cualitativa avanzó, en particular el surgimiento de la metodología de “teoría
fundamentada”, el estudio de caso volvió a tomar relevancia (George y Bennett, 2005).
Robert Yin ha sido uno de los científicos sociales que más ha trabajado en el
fortalecimiento metodológico del estudio de caso, proveyendo procesos estructurados y
cercanos a la teoría (Harrison, Birks, Franklin y Mills, 2017). Para los 80s y 90s, aumentó
el uso del estudio de caso como diseño de investigación en la ciencia política, lo que llevó
a una aproximación metodológica más integrada, con el objeto de desarrollar y probar
teoría (George y Bennett, 2005). En la actualidad hay muchos ejemplos del uso del estudio
de caso como diseño de investigación en ciencias sociales, educación, salud, derecho,
administración, negocios y planificación urbana (Harrison et al., 2017).
Ahora, si bien el estudio de caso puede emplear diversas fuentes y formas para la
recolección de datos a través de la triangulación de la información, el énfasis de esta
investigación será cualitativo. Esto, debido a que al enfocarse en “comprender los
fenómenos, explorándolos desde la perspectiva de los participantes en un ambiente natural
y en relación con su contexto”, permite aproximarse con mayor libertad al objeto de estudio
(Sampieri, Fernández y Baptista, 2014, p. 358).
Asimismo, la metodología cualitativa hace énfasis en los individuos y sus
percepciones a medida que viven ciertos fenómenos, y es particularmente útil cuando existe
un gran vacío sobre el tema de estudio (Sampieri, Fernández y Baptista, 2014). Es posible
observar que estas condiciones se cumplen, pues el tema de conflicto armado y tejido
empresarial en Cartagena y Bolívar no ha sido muy investigado; también, es apropiado
pues le da importancia a los puntos de vista, significados y percepciones de las unidades
de estudio que componen el proyecto.
La unidad de análisis empleada es empresarios víctimas del conflicto armado, en el
caso específico de tabacaleros de El Salado, Bolívar. Al tratarse la experiencia de una de
las actividades económicas más prósperas de El Salado, uno de los municipios
38
emblemáticos del conflicto armado, estos casos son estratégicos para comprender las
interacciones entre memoria, tejido empresarial y construcción de paz.
El trabajo de campo fue realizado en El Salado y en el Carmen de Bolívar a finales
de febrero de 2017, después de hacer una investigación preliminar en Cartagena para
identificar tabacaleros que podrían ser entrevistados. Ya que el énfasis está en el carácter
emblemático de El Salado en el contexto del conflicto armado y su historia con la
producción tabacalera, los criterios más importantes fueron (1) tener una relación con el
comercio del tabaco y (2) trabajar o haber trabajado en El Salado como intermediario de
tabaco. Al tratarse de un caso emblemático, se evidencia la importancia estratégica en
relación al problema general planteado en la investigación.
Sin embargo, también fue un criterio relevante (3) la posibilidad de contactar con
estos líderes tabacaleros a través de personas de confianza, pues el carácter sensible de las
preguntas de la investigación limita la cantidad de información que el entrevistado podría
revelar al tratarse de una persona externa a su círculo de conocidos. De este trabajo de
campo resultaron tres entrevistas: Dos realizadas en El Carmen de Bolívar, y una en El
Salado. Las entrevistas semiestructuradas fueron realizadas en los domicilios de los
individuos después de firmar el consentimiento informado, en el que se definían los
propósitos del estudio y se solicitaba la grabación de lo conversado. Los sucesos
transcurrieron sin ninguna eventualidad notable, pues lo máximo que ocurrió fue una visita
inesperada que obligó a dividir una entrevista en dos partes.
La preparación de las preguntas supuso un reto para la investigación, pues a pesar
de que existe la guía Recordar y Narrar el Conflicto (2013), para los propósitos de esta
investigación funcionaba más bien como una batería de preguntas. Por tal razón, hubo la
necesidad de seleccionar las más relevantes y complementar la información con preguntas
más cercanas a los temas de estudio de esta investigación. Además, los individuos
entrevistados solían extender sus respuestas, lo que representaba un desafío para mantener
un hilo conductor en la conversación.
La codificación de los resultados fue realizada a partir de los tres ejes centrales
presentados en este trabajo de investigación: memoria histórica, tejido empresarial y
construcción de paz. Asimismo, cada uno de estos ejes tiene varias categorías y
subcategorías asociadas.
39
Capítulo 4: Resultados
“Pasión” es la palabra que más se acerca para definir la relación entre los tabacaleros de El
Salado y el tabaco, pues a pesar del paso del tiempo, los entrevistados seguían demostrando
un fuerte apego hacia este cultivo. De la bonanza tabacalera, y todos los beneficios
económicos que le trajo al municipio, al elemento de tradición y familia, estos aspectos
resultan constantes al intentar abordar las percepciones y memorias de los tabacaleros.
Fui muy aficionado al cultivo de tabaco, mis antepasados al cultivo del tabaco. Mi abuelo, mi papá
y yo en sí. (…) Comienzo a cogerle ese amor por el cultivo de tabaco, debido para que el tiempo en
que yo ya pues soy adulto y comienzo a cultivar, era uno de los productos agrícolas que más movían
la economía en la región5.
5
Entrevista 1
41
Mire, el tabaco ha sido la fuente de trabajo del campesino aquí en toda esta zona de los Montes de
María. Principal el corregimiento del Salado. Aquí vivimos del cultivo de tabaco desde hace muchos
años, y por eso no lo hemos dejado porque vemos que es un cultivo que cuando ya viene la cosecha,
cada 8 días vemos los recursos, tenemos la situación ya menos, económicamente vemos ya...
ganancia7.
6
Entrevista 1
7
Entrevista 2
42
“La futura Coltabaco ocupaba en el año de 1917 a más de 300 obreros en su mayoría mujeres y para
el año de 1919 producía más de 10.000.000 de cigarrillos al año con más de 500 obreros en sus
plantas de Medellín, Bogotá, Cali y Barranquilla. Una de las características más importantes de esta
empresa y que la haría grande a través de la historia, fue el haber empleado desde sus inicios
tecnología de punta que le permitió obtener alta productividad y en muy pocos años, establecerse
como el primer monopolio empresarial privado en Colombia” (Arbeláez, 2001).
Dado este estímulo, el tabaco llega a El Salado, y con él aparecen los tabacaleros.
El texto El Legado de los Ausentes (CNMH, 2015a), que tiene el propósito de reconstruir
las biografías de líderes y personas importantes de El Salado, incluye al gremio tabacalero
como sujeto colectivo precisamente porque la historia de El Salado no puede ser disociada
del tabaco: “Sea como empleados de las empresas exportadoras o como sus corredores, su
papel de intermediarios los posiciona con singularidad en la memoria colectiva de los
tabacaleros” (CNMH, 2015a, pp. 126).
Según uno de los entrevistados, El Salado fue escogido por la riqueza de sus tierras,
pues “encuentran una clase de tierra que es la que está alrededor del Salado, que era lo
mejor, decían los mismos agrónomos de esa época. El tabaco tenía mucha fibra (…)”8. Sin
embargo, ya que se trataba de un cultivo que no se había dado en esa zona específica, se
precisó de un proceso paulatino de construcción de capacidades para su cultivo en la zona.
Alejandro Duarte, papá de Vicente Duarte y abuelo de Pedro Duarte, fue uno de los
artífices más importantes de este proceso, pues llegó en representación de la Colombiana
de Tabaco en búsqueda de tierras fértiles para el cultivo de tabaco en la zona. Fue quien se
encargó de reunir a los campesinos de la comunidad y empezar con un proceso de
instrucción sobre el correcto manejo de la hoja de tabaco:
(…) viene dispuesto a cederle algunos insumos a los tabacaleros, más que todo el conocimiento que
debían de tener sobre el manejo de la hoja, (…) No asolear la hoja, sino a su debido tiempo, tener
que usar mucha leña como para calentar el tabaco en la época en que se enfriaba.9
8
Entrevista 1
9
Entrevista 1
43
“(…) y veía al Salado, eso era un pueblo rico, todo el mundo tenía facilidad porque el tabaco era
caro y la plata valía mucho. Mucho valía la plata. Una persona traía, un ejemplo, 100 kilos de tabaco,
llevaba su mercado, llevaba lo que quisiera y llevaba plata”10.
10
Entrevista 3
44
En la memoria de los saladeros, los intermediarios solían estar más cercanos a las
reivindicaciones del pueblo que a las demandas de las empresas exportadoras. Uno de los
casos más interesantes es el de Vicente Duarte, que se une al pueblo frente a la demanda
de una báscula pública, lo que causa su expulsión de la empresa y su veto del gremio. Las
tensiones crecen hasta el punto donde las empresas exportadoras deciden no comprar más
tabaco en El Salado, situación que Vicente Duarte sortea convirtiéndose en el representante
de una nueva empresa recién llegada a la región, y que aprovecha para vender el tabaco de
El Salado a esta (CNMH, 2015a).
No obstante, alrededor de 1990 frente a cambios en el mercado internacional y la
dificultad de seguir compitiendo en el contexto de la apertura económica, el aumento del
contrabando, los altos impuestos, sumado a los cambios sociales, políticos y económicos
consecuencia del conflicto armado, la producción de tabaco en El Salado prácticamente
cesó.
“Las bodegas tabacaleras que llegaron a comprar hasta 2.500.000 de kilos de tabaco en una cosecha
(Armando Torres compró 1.250.000 kilos de tabaco en su mejor cosecha, mientras que Pedro Duarte
y Francisco Tapia no bajaban de 650.000 kilos cada uno por cosecha), además de procesarlo
directamente para su exportación con la contratación directa de mano de obra de más de 320 mujeres
alisadoras y 80 ayudantes en las cuatro bodegas en funcionamiento durante la bonanza de los años
setenta y ochenta; contrastan con la depresión económica que vivió El Salado luego del retorno en
2002 cuando un proyecto de reactivación del cultivo de tabaco promovido por la Gobernación de
Bolívar apenas alcanzó los 100.000 kilos durante una cosecha, seguido de su transporte hacia El
Carmen de Bolívar en medio de una vía en pésimas condiciones durante el invierno que deterioraban
aún más su frágil rentabilidad, y agravado por la ausencia de bodegas en funcionamiento para el
procesamiento del tabaco con contratación de mano de obra” (CNMH, 2015a, p. 145).
Para cifras que correspondan al período comprendido entre 2001 y 2010, es posible
identificar las establecidas por la Encuesta Nacional Agropecuaria 2003 – 2004, que
indican 1200 hectáreas de tabaco negro para el año 2003 en Bolívar (DANE, 2018).
Asimismo, otra de las fuentes de información disponibles es el Incoder, que para su
caracterización ADR de Montes de María (2011), muestra que en Bolívar se sembraron
830 hectáreas de tabaco negro en 2007, cantidad que fluctúa durante los siguientes años a
267 hectáreas en 2008, 368 hectáreas en 200, 615 hectáreas en 2010 y 612 hectáreas en
2011. Para la siguiente Encuesta Nacional Agropecuaria realizada por el DANE en 2011,
Bolívar registró un total de 620 hectáreas de tabaco, si bien no se especifica si se tiene en
cuenta tanto tabaco negro como tabaco, rubio (DANE, 2011). Así, es difícil sacar
conclusiones definitivas a partir de la información cuantitativa disponible, pues viene de
diferentes fuentes. Es decir, la calidad de las comparaciones dependerá del nivel de
consistencia de las metodologías empleadas.
Sin embargo, y apoyado con la información cualitativa, es posible decir que existe
coherencia en la narrativa del tabaco pues las cantidades actuales de hectáreas sembradas
son bajas en comparación con la década de los 90; y también señala que vale la pena mirar
con lupa coyunturas como las de principios de siglo, que apoyarían los efectos de la crudeza
del conflicto sobre el cultivo del tabaco.
A principios del 2006 cerró la última de las tres más grandes tabacaleras que había
en El Carmen, La Tairona, y en 2007 cerró Espinosa Hermanos, compañía ubicada en
Ovejas (Sucre) y la única que compraba la cosecha de Sucre y Bolívar para estos años
(Arcieri, 2006; El Tiempo, 2007). La preocupación frente a esta situación era la
desaparición del cultivo de tabaco negro a causa de la falta de comercialización, lo que
llevaría a aumentar la pobreza en la zona rural.
En esta coyuntura se consolida en el mercado nacional la Philip Morris
International (PMI), comprando a Coltabaco en 2005. Al día de hoy, compra el 51% por
ciento de la producción de tabaco de Colombia, tiene una planta de desvenado en
Barranquilla, presencia en 31 ciudades, y una planta de producción en Medellín (PMI,
2018). Mientras tanto, la British American Tobacco (BAT), llega a establecerse en el
mercado nacional en 1994 gracias a la apertura económica, y en 2011 compra la Productora
Tabacalera de Colombia – Protabaco. Esta compra le permite trascender de solo importar
46
“y nos dijo a los tabacaleros que el tabaco en los Montes de María iba a volver a ser igual que 30
años atrás, y el cuento no los echó, pero que nos dijo “lo que pasa es que las variedades de tabaco
es diferente, ahora es tabaco rubio”11
11
Entrevista 1
47
en tabaco rubio estaban priorizando zonas afectadas por la violencia, que “a partir de la
implementación de políticas de seguridad, (…) se presentaban alternativas de inversión
para la empresa privada y de retorno de los desplazados al campo” (Leyva, 2010). Esta
información es corroborada durante una de las entrevistas, pues se hace la vaga alusión a
esta situación.
Eso el tabaco rubio vino ya después del conflicto. Después de… Eran como 5 años, 6 años que llegó
el tabaco rubio por aquí, como que para generar trabajo también. Porque como no había mercado
para el negro, como rebuscaron… Sí, las empresas, la colombiana de tabaco le vendió esa, a los
empresarios esos, ¿cómo es que se llaman esos? No sé cómo se llama esa empresa ahora. Entonces
ellos financiaron la compra de tabaco rubio, compraron bastante; en vista de eso, no había qué más,
qué otro cultivo fomentar que diera algo de platica que era el tabaco, entonces consiguieron con la
empresa esa que comprara aquí, porque ellos compran en los Santanderes. Se trasladaron hasta acá
también12.
“Por parte de la manipulación del tabaco, porque usted lleva el tabaco rubio a la empresa y nada
más hay dos trabajadores. El pesador y el que electrónicamente está marcando, sacando cuentas,
pero no se la pagan enseguida, sino dentro de ocho días, y acá el tabaco negro no. El tabaco negro,
si usted me vendió el tabaco hoy, enseguida yo se lo cancelo. (…) El tabaco rubio no le presta un
peso a nadie. Y más lo que le embargan en la cosecha con tanto químico, que lo que le prestan. Mire,
usted va todavía a la empresa de Fedetabaco y hay más de 100 mujeres trabajando. ¿Qué quiere
12
Entrevista 3
13
Entrevista 1
14
Entrevista 2
48
decir eso? Que ahí fuente de trabajo. Pero en el rubio, ya se llevaron el tabaco, y qué hacían ahora,
pa’ Barranquilla”15.
Sin embargo, no solo se trató de los temas ya mencionados, sino de las exigencias
específicas que tiene el tabaco rubio para que tenga una calidad aceptable. Frente a la
pregunta de si muchas personas están vinculadas a esta iniciativa:
¿Rubio? Sí, de los agricultores sí, por el bajo precio que tiene el negro, entonces como ellos como
pagan mejor, pero tienen otras condiciones también para el recibo del tabaco. Son más exigentes en
la calidad que los del tabaco negro16.
No hay mercado, (…) la situación a nivel internacional sobre las compras del tabaco negro, y como,
y tiene mucho requisito también ahora sobre todo el medio ambiente está metido en eso, y eso
dificulta también un poco la cuestión. (…) Sí, eso les ha encarecido también a ellos el proceso del
tabaco. Les ha encarecido y por eso es que ellos no pueden hacer un aumento regular al tabaco, a la
compra del tabaco en bruto que llamamos, y que el proceso le sale muy costoso con tanta vigilancia
que hay ahí17.
En la actualidad, las empresas que compran tabaco son CDF Colombia Tabaco
Negro, Fedetabaco y Coltabaco18. Asimismo, el sistema de financiamiento sigue basándose
15
Entrevista 2
16
Entrevista 3
17
Entrevista 3
18
A partir de la información obtenida, Coltabaco se quedó con 20 clientes, cuando tenían más de mil. Según
uno de los entrevistados, es probable que hayan preferido quedarse con la producción de Sucre. La bodega
49
Lo que pasa es que… Un ejemplo ahora, ya ahorita en marzo vienen los agricultores, ¿usted va a
comprar siempre? Sí, bueno, póngame ahí en lista, voy a sembrar tanto, cuánto me va a financiar.
La plata para que se la entregue a los cultivadores, uno les lleva un listado a ellos allá. Un ejemplo,
100 agricultores, cuánto da eso… Da… 30 millones mensuales, eso le presta la empresa a uno para
que uno se los entregue a ellos equitativamente, esa es la financiación, así es cómo se financia, y
después ellos van trayéndola cuando comienza la cosecha, que llamamos. Y empiezan a traer su
tabaco, y uno le hace recorte de lo que coge… Oyó. Le quita 500 pesos por kilo, un ejemplo: son
100 kilos, abonan 50 mil pesos, y ellos uno les prestan casi, casi relativamente un millón de pesos
siempre, por cosecha19.
No obstante, esta ganancia depende de la transacción que haga el intermediario y
el campesino, pues el campesino puede no llegar a pagar con la cantidad de tabaco que fue
financiada en un principio. Además, las empresas pueden rechazar el tabaco porque no
cumple con sus estándares de calidad; y pareciera ser que cada vez es más difícil que el
producto producido por los cultivadores de la zona sea de primera calidad.
de Coltabaco en El Carmen, si bien almacena cierta cantidad de tabaco rubio, parece que su uso principal es
el almacenamiento de productos Coca-Cola.
19
Entrevista 3
50
(…) El Carmen de Bolívar se ha acabado por eso, porque ya no hay ese volumen de tabaco que
había anteriormente y esta es hora, que venía saliendo ese personal de 500, 600 mujeres en el
Carmen de Bolívar, y ahora nada más trabajan algunas doscientas personas 21.
20
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21
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51
Compraban las tierras allí en esa 200s, 500s hectáreas de tierras ponían a producir tabaco, el
campesino lo cultivaba con un compromiso que debía de hacer las cercas de las fincas que
compraban, hacer los pozos, y los campesinos lo hacían, lo hacíamos 22.
Llegamos a algunos acuerdos y los primeros que hicimos en el año 73 ya oficialmente entre la
empresa (…) de acá como era Tirona, Espinosa, tabacos Bolívar y otros, nos pusimos de acuerdo
los líderes de la región, de la región de los Palmitos, Ovejas, San Pedro Sucre, el Carmen de Bolívar,
San Jacinto, San Juan y Magdalena y nos concentramos en el Carmen, hicimos diligencias con los
22
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gerentes de las empresas donde se comprometieron a aumentarnos el tabaco a un precio que fuera
aceptado por los campesinos (…)23.
Nos tomamos las carreteras de la Cordialidad en varias partes de los Montes de María. Fue algo no
visto porque el campesino no estaba acostumbrado a hacer eso, pero ya nosotros estábamos
conscientes de lo que estábamos haciendo, ya sabíamos que salíamos a dar la pelea a vida o muerte
para buscar un mejor vivir de los campesinos, y salimos a las carreteras, se paraban, se paró el tráfico
en San Juan, en San Jacinto, El Carmen de Bolívar, ovejas, Los Palmitos y San Pedro, fue algo no
visto24.
23
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53
2014, p. 14). Hay razones para creer que esto se replicó en la zona del Carmen de Bolívar,
dado que:
Cuando había algún líder que se estructuraba ya políticamente, que se atrevía a hablar, pues empezó
a ser perseguido y últimamente asesinado. En una forma, pues oscura, aparecían muertos en las vías
o los mataban en sus caneyes, no se sabía ni quien. Para esa fecha decían los líderes y algo, “no,
Para apoyar su historia cuenta sobre un compañero de la ANUC que logró viajar a
Holanda con el apoyo de campesinos que costearon el pasaje, para negociar directamente
la venta del tabaco. “Esa comisión que se iban a ganar los empresarios sería distribuida
entre todos los agricultores”25, pero este líder tuvo que salir exiliado a Suiza.
Para exportar a otro país se necesitan unas conexiones ya más grandes. Yo soy consciente y sé que
tengo idea de cómo se puede exportar, pero ya un amigo mío con mis mismas políticas lo había
hecho, apoyado por nosotros los campesinos, mucho tiempo atrás. Allá para la fecha esa que te decía
del año 73, y fue perseguido y fue atacado por los empresarios locales que no querían competencia
de ninguna clase26.
25
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Ya se atrevieron a decir que detrás de esas marchas debían de haber algunas personas infiltradas,
ellos siempre han utilizado la palabra, en ese tiempo decían comunistas, después dijeron
revolucionarios, y después terminaron diciendo guerrilleros 27.
Nosotros comenzamos a notar que la guerra en los Montes de María, más que todo venía
persiguiendo a los tabacaleros porque se concentró la guerra en los tres pueblos más tabacaleros de
los Montes de María, que fue Chalán, Colosó y el Salado 28.
Esta narrativa puede ser complementada por las bondades de los territorios aledaños
a El Carmen de Bolívar, que disponían de ganadería extensiva y agricultura comercial,
actividades económicas que fueron explotadas por la guerrilla a través de la extorsión y el
secuestro. Además del carácter estratégico de ser zonas de tránsito, especialmente en los
años 90 por el desarrollo vial y la apertura económica, que daba fácil acceso a los puertos.
La guerrilla de las FARC y los paramilitares aprovecharon esta situación para facilitar el
contrabando de armas, y los narcotraficantes para el transporte de cocaína. En este
contexto, El Salado se configura como “retaguardia estratégica” de la guerrilla, primero
por la disponibilidad del agua en una región seca y caliente, y segundo porque permitía
acceso a “la totalidad de los puntos cardinales en la región, en Córdoba, Zambrano, Ovejas
y el mismo El Carmen de Bolívar” (CNMH, 2009).
27
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Pero porque este era un corredor, era la ruta, ella era un corredor de todos los actores armados,
porque de aquí se metían para Córdoba, San Andrés, Zambrano, Ovejas, Flor del Monte, El
Carmen29.
Comienzan las FARC a penetrar de una forma muy sencilla con algunos líderes de la guerrilla, pero
de civil, haciendo algunas consultas a la región, a hablar con los campesinos, a preguntarles cuáles
eran sus mayores problemas (…). Les advirtieron, “el que viole estas leyes se convertirá en objetivo
militar” y precisamente hubieron algunas personas que rompieron estas reglas, comenzaron en las
mismas y hubieron algunas ejecuciones, algunos desaparecidos por las FARC. (…), en tomar
represivas contra doce o quince saladeros, allá la comunidad es pequeña, y eso nos causaba
malestar30.
Venía un integrante de los paramilitares a hacer inteligencia y preguntaba en una forma toda…
Quiénes son aquí, comparten con la guerrilla. No, donde fulano toman gua, donde fulano les vendió
una gallina, fulano le vendió yuca. Listo, este es amigo de ellos, lo vamos a ejecutar 31.
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Sí, eso se perdió, porque todo mundo aquí, todo esto quedó solo y, ay, quién iba a venir a hacer
cultivo de tabaco, y sin embargo cuando a uno le gustan la cosa me fui para el Atlántico para un
pueblo que se llama Puerto Giraldo y allá sembramos tabaco. De allá venía yo a traer ese tabaco ahí
al Carmen de Bolívar. Para que se dé cuenta, cuando uno le tiene amor a lo que... A aquella planta,
porque ha sido beneficiada con el campesino. Mire, aquí hay mucha riqueza que se levantaron fue
con el tabaco negro32.
Esto fue posible gracias a que tenía conocidos con tierras, aunque no eran las
propicias para la siembra del tabaco, pues antes de cumplirse toda la época de la cosecha,
el río arrasó el cultivo.
Allá estaban unos primos que tenían tierras en las playas, y entonces ellos "no, primo, vean", ellos
no sabían qué era el tabaco sino aquí puede es sembrar col, decían era col cuando eso el tabaco
estaba así eso era una bendición y ya ahí tuvimos una cosecha, y a lo que ya esa vuelta estaba así
(medio alto, señala con la mano), enseguida vino el río... Acabo con ello33.
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Yo me tuve que venir para acá, no porque me hubieran dicho los grupos “váyase”, no, sino por
temor. Daba temor andar en esa vía por ahí, toda la semana iba y venía. Yo a mi familia la trasladé
temprano para acá, pero yo estaba allá, y después yo ya no voy más allá. Me quedé aquí,
comprando34.
Hice contacto con... Unos pequeños, con los cultivadores cerca de la región, y me quedé comprando
aquí. Aquí compraban mucho más que allá, pero a raíz de tanta matazón, y tanta matazón la gente
fue dejando de ir al campo, de cultivar, y la empresa... Después de haber un poco de empresas,
quedaron dos. Entonces, cuando había dos, dijeron uno “si no da para las dos, entonces que se quede
uno”. Y se quedó uno. Tampoco aguantó después de eso, se fue 35.
Si bien el tabaco aún es cultivado, y al pasar de los años los cambios internacionales
en la industria del tabaco también han afectado los mercados, el conflicto terminó por
reducir mucho más los espacios en los que este cultivo se podía mover.
Llevarlo a las empresas, casas de agencias, a veces aquí las compañías que lo exporten, casas
exportadoras. Eso ha sido la función. Pero ya últimamente, últimamente el tabaco por el problema
de la violencia los mercados se perdieron porque la empresa compraba este año, tenía el proyecto
de comprar 10 mil toneladas y no alcanzaba las 3, tenías que repartirle la poquita a los compradores,
entonces ellos fueron buscando otros mercados, se quedó pequeño. Tuvieron que irse, porque ya no
había forma de, uno era la violencia y otro la poca siembra, los agricultores también salieron de la
región36.
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Además, por el modelo de financiación que era empleado, para esta época fue muy
riesgoso el préstamo de recursos para la siembra del tabaco a los agricultores, pues en
cualquier momento estos podían decidir desplazarse por amenazas a su seguridad.
Eso fueron los años 70, hasta el 92 por ahí, 93, que era que se producía bastante allá, pero comenzó
la guerrilla a molestar, a molestar, a molestar. Todo el mundo tuvo que emigrar, ya nadie arriesgaba
nada allá. ¿Quién iba a financiar? Nadie. Si yo le financiaba usted, y a usted la guerrilla lo echaba
del campo ya eso era una plata que se perdía, entonces eso se fue perdiendo 37.
Yo salí en el 96 ya, y ya en el 97 hicieron la primera incursión ahí los paracos. Mataron un poco de
gente, yo estaba aquí ya. Después en el 2000, ya eso no ha servido más nunca, hasta ese negocio,
por allá por el Salado. Eso no produce casi, si la gente que cultivaba no regresaron, regresaron los
jóvenes que quieren es todos esos trabajos menos ese 38.
Daños e Impactos
Frente a la amplia complejidad de los daños e impactos que genera el conflicto
armado mucho se ha discutido. Uno de los principales referentes es el “¡Basta Ya!
Memorias de Guerra y Dignidad”, el informe que buscó compilar la Memoria Histórica del
conflicto armado en Colombia. Allí, se hace una amplia recolección del impacto en general
que tuvo la violencia prolongada, a partir de un esquema bien definido.
En este punto, se mencionarán los daños e impactos específicos que afectaron a la
persona tabacalera frente a los hechos ocurrido en El Salado, como individuo y como parte
de un colectivo. Sin embargo, cabe anotar que dentro de las variables contempladas, el tipo
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Quedamos pues, duramos dos años y medio huyendo, tanto unos como otros, los que se decían que
eran simpatizantes de los paramilitares, los simpatizantes del ejército y los simpatizantes de la
guerrilla, a todos nos fue igual. Todos huimos, todos nos llegamos a la pobreza extrema, perdimos
lo que habíamos acumulado durante muchos años, pequeñas riquezas como era las crías de ganado,
cerdo, burro, bestia, puercos y otros (…). Hacíamos mucho sacrificio para comprar una vaca con
plata de tabaco. Pero sin embargo la alcanzábamos a comprar39.
Bueno, primero económicamente, porque ya teníamos unos buenos recursos, ya contábamos con
unas diez reses, yo ya estaba para comprar un carro. Del tabaco, y todo lo perdimos, porque eso
quedó aquí tirado. Oyó, entonces nos fuimos con las manos metidas en los bolsillos, pero sin plata 40.
Me llevaron, aquí había gente que venía a quitarle plata a uno y yo no le daba. Yo no le daba, yo
aquí a mi hija tenía que llevarla, porque todos los días me llamaban amenazándome que tienes que
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darme tanto, tienes que darme tanto, que no sé qué. Unos eran a nombre de los paracos, otros de las
guerrillas, yo dije que no daba nada, no, “que te la vamos a secuestrar”. Yo tenía que llegar a
recogerla y en eso duramos como tres años. Esa situación que eso allá, aquí por lo menos ella a
nosotros, ella contestaba el teléfono, ella sí lo contestaba cada vez que me llamaban y le decían “no,
yo no doy, no doy, no doy” y entonces me involucraron, me dijeron como auxiliar, como auxiliador
de los grupos armados41.
Este daño, aunque comprende el ámbito económico, también interactúa con los
daños emocionales, familiares y morales que causó la zozobra en la cotidianidad, frente a
la posibilidad de seguir siendo un comerciante activo en época del conflicto.
Aquí colaboraba todo el mundo, todo el mundo colaboraba con ambos grupos, ahí conforme estaba
eso, que eso usted le pedían 100 mil pesos y no los daba y en la noche le ponían una bomba, aquí
no… Estuvimos aquí por obra de Dios, pero esto no daba ánimos. Yo tenía un hijo que estudiaba en
Barranquilla, no podía venir a pasar vacaciones aquí, que era tanto el peligro de venir de San Jacinto
a aquí. Siempre había retén ahí en esa carretera, siempre había retén de ambos grupos. Entonces uno
no salía, yo le decía a él “no vengas por aquí”...42.
41
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En este punto, es curioso anotar que según el CNMH (2009) esta prosperidad tuvo
mucho que ver con la organización comunitaria (Junta de Acción Comunal), además del
papel de las actividades comerciales; ya que estos fueron los focos principales en los
hechos de la masacre del 97. Así, no sería extraño concluir que la erosión de la
independencia que tenía El Salado fue otro de los daños del conflicto armado. Al respecto
de la situación que viven los pobladores de El Salado, es preciso dibujar los paralelos frente
a las denuncias que tienen hoy en día.
Ahora, dada la interacción entre economía y política, especialmente en lo que se
refiere a la provisión de servicios públicos, tiene lógica pensar que existía cierta asociación
entre los líderes económicos y los líderes políticos del pueblo. De hecho, en una de las
entrevistas mencionan el apellido Faciolince, que corresponde a una de las “casas políticas”
que dominó la política departamental en el siglo XX. En Madero (2010), está consignado
que esta casa política tuvo hasta 1998 sus últimos representantes “relevantes en la política”.
Sin embargo, este detalle llama la atención porque la casa política de los García
tenía una relación más estrecha con el tabaco en El Carmen de Bolívar. Juan José García
Taboada, “el viejo Juan José”, llega a El Carmen desde Ovejas (Sucre) y junto a su hermano
Gabriel se dedica a negocios de tabaco, ganado, maíz y tierras. Con respecto al tabaco, en
El Carmen abren dos empresas familiares: Tabacos Bolívar y Comisagro.
Los inicios del “viejo Juan José” en la política se dieron cuando los departamentos
de Bolívar y Sucre eran un solo territorio, y no logra llegar a la Cámara de Representantes
por el Partido Liberal. Sin embargo, cuando ambos departamentos se separan, logra llegar
a la Asamblea de Sucre.
Por el sistema de aparcería llamado también “tierra por pastos”, había familias
enteras que se dedicaban a la recolección y manufactura del tabaco cosechado, a través del
“sistema del “avance” o compra por anticipado de los cultivos, que consolidaron relaciones
de dependencia entre campesinos y terratenientes basadas en la transacción de favores”
(Madero, 2010, p. 37). Sin embargo, lo que nos dice la experiencia de El Salado frente a la
anécdota de la báscula, en el que el pueblo fue “vetado” por el gremio tabacalero externo,
es que la relación de esta casa política con El Salado pudo haber sido más compleja.
Sobre las responsabilidades frente a la masacre del 97, una de las personas
sindicadas fue el político José Manuel Méndez Romero, quien junto a su familia hacía parte
62
Se rompieron los lazos de amistad, esos son daños que se, la cultura que traíamos nosotros se partió
en dos, porque si éramos amigos, ya usted salió por allá, cuando ya venía ya usted venía con otro,
otro pensar distinto, yo con otro pensar distinto. No había esa relación como la teníamos
anteriormente, sino ahora es que estamos... El tejido social se rompió. ¿Y quién es el culpable? 44
44
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Ya no vemos una rueda de fandango, como se hacía anteriormente, que daban ganas de bailar.
Amanecíamos bailando ahí con los dedos todos chamuscados de la esperma y no habían esas
peloteras, y ahora no. Ya uno ahora se teme de ir a un fandango, porque de pronto ya puede ocurrir
algo, en fin, cualquier proceso, pero se rompió el tejido social 46.
Para otro de los entrevistados esta percepción de inseguridad tiene su origen en los
cambios de mentalidad que generó el conflicto, pues después de tantas muertes
injustificadas, la violencia se instala y la vida pierde importancia. Esto genera pesimismo
frente al futuro, pues no existe una forma de reparar por completo los daños causados.
Usted sabe que… Totalmente porque la gente no pensaba sino en guerra, en guerra, en guerra, en
guerra. Eso era lo que veían, ya no había respeto por nadie, y en lo social, igual. Esos daños son
irreparables, esos que causó cultural y socialmente. Irreparables 47.
Para este mismo entrevistado que ya hizo su vida en El Carmen de Bolívar, volver
a El Salado no hace parte de sus aspiraciones. Incluso, a pesar de que ya no está la presencia
de los actores armados como de antaño, el pensar en volver le causa “temor”.
(…) Yo fui como a los cinco años de retornar la gente, cuando comenzaron los proyectos esos de
Semana, de la Fundación Semana. Yo fui porque allá tenemos unas tierras; yo fui a mirar cómo
estaba eso, eso tenía cerca todavía, pero más nunca. No fui más porque lo vi muy destruido el pueblo,
totalmente destruido. Yo no sé Pedro cómo se le dio por irse para allá. Eso, yo dije, yo aquí de noche
no saldría… Eso da temor48.
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Construcción de Paz
No obstante, la construcción de paz es un proceso que va más allá de un solo sector
productivo. Frente a la conversación establecida con los tabacaleros, fue necesario indagar
en sus percepciones y preocupaciones frente al panorama actual.
Como se mencionó en la sección de metodología, sus preocupaciones y
recomendaciones estuvieron concentradas en tres temas: el futuro del agro, el relevo
generacional y la situación de los segundos ocupantes.
En primer lugar, los entrevistados denuncian un alto nivel de incertidumbre frente
al futuro de la labor agrícola de la región. Ya que trabajan como intermediarios, tienen una
estrecha relación con los cultivadores, que cada día enfrentan condiciones más precarias
que se traducen en precios demasiado bajos para sus productos.
No da, no da. Ya eso no es rentable, y casi toda la agricultura en esta región. Casi, se puede decir
que el total. La gente ha sembrado bastante yuca, y está la yuca que eso no tiene precio. El ñame no
vale nada, aquí un bulto de ñame vale 30 mil pesos, vale a 300 la libra, cuando eso tiene tanto gasto...
(…) La gente dice, entonces ¿qué sembramos?, ¿qué cultivamos? No da los gastos. La gente
siembra, porque necesitan tener algo que coger centavo, pero no les produce49.
Adicional a esto, uno de los entrevistados aludió a la forma en cómo apoya el Estado
al agricultor, en comparación a otros países que se dedican a la exportación de este tipo de
productos; el mecanismo suele ser subsidios entregados por parte del Estado, situación que
49
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Entrevista 3
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Antes, sabe el maíz que se produce en la región, y lo traen mejor de afuera, ¿ah? Frenar esa
importación, y no le paran bola. Imagínese que aquí en, a principio de enero aquí venía una
empresa de, es antioqueña, pero está ahí en Cereté, compradora de maíz. Ella venía a comprar el
maíz aquí, aquí lo recibían y se lo pagan uno aquí enseguida, y este año no vino. Yo llamé allá y
me dijo “nombe, doctorcito, lo que pasa es que esos precios están como... Muy altos en el
Carmen”. Imagine usted, hablando de precios altos con 650, 700 pesos el kilo 51.
Para este entrevistado, la paz empieza con el gobierno tomando medidas a favor de
los pequeños productores, porque el maíz sí puede ser rentable. Para expresar este punto,
pone el ejemplo de Córdoba donde “no hay quien tenga tierra de los pobres”. Es decir,
aquellos que sí tienen tierra siembran 2000 hectáreas, que tecnificadas producen de 7 a 8
toneladas de maíz. En estas cantidades, el maíz es incluso más rentable que la ganadería.
Sin embargo, surge la duda de cómo podrían darse esos procesos en una tierra que “no se
presta para cultivarla técnicamente. No son planas, sino son onduladas. Entonces, cómo la,
cómo la fertilizas, y cómo la riegas, nada, no puedes ponerle reguío porque son lomas”52.
Los proyectos productivos fueron otro punto bastante mencionado, en especial
porque uno de los entrevistados fue beneficiado con 300 hectáreas para una asociación
compuesta por 60 familias, para dedicarse a la agricultura y a la ganadería, donde los
recursos son manejados por la misma asociación en alianza con las entidades financiadoras.
Esta actividad, además de retomar su papel como intermediario gracias a su vínculo con
Fedetabaco o Fondo Nacional de Tabaco, le permitió conseguir recursos suficientes para
conseguir una vivienda en la que habitar con toda su familia después del desplazamiento:
Duramos un tiempo sufriendo porque, ajá, imagínese usted, todos a volver a trabajar, curso que ya
fuimos haciéndonos al pueblo, ya fuimos trabajando y al siguiente año ya se iba cambiando la cosa,
la empresa me llamó, por primera me prestan 15 millones de pesos, me entregan un cheque, así,
tome53.
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Entrevista 2. Sobre Fedetabaco.
66
(…) Ya la gente echa a germinar la semilla para luego sembrarla ya, y todavía no, porque según
ellos van a traer una semilla, y ajá dónde está. Todavía no ha llegado, aunque eso llegue es una gran
cosa, una gran cosa para la región, eso se incrementaría más el cultivo, y hay más fuente de trabajo
y de todas maneras la economía se recupera. Pero, ahí está, todavía no se ha visto ningún funcionario
de esos que venga a hacer una reunión (…) porque ellos lo trajeron de la mesa de víctimas. (…)
Dónde está, dónde van a funcionar, cómo van a… Dónde van a comprar ese tabaco, dónde lo van a
almacenar, cómo lo van a hacer… Todavía no, y eso es con tiempo, eso no es enseguida. Eso es con
tiempo, averiguar las bodegas e instalarse ya, necesitan instalarse, si es una empresa que viene. Ajá,
pero no, a esta hora no han llegado54.
El futuro del agro tiene mucha relación con la ganadería, pues en los Montes de
María siempre ha habido un conflicto por la vocación de la tierra. Además, los procesos de
arraigo de la ganadería y las relaciones con los ganaderos, ha generado conflicto en la zona.
Según lo manifestado, pareciera que la ganadería ha retomado fuerzas:
Están incrementando ganadería, pero la gente de afuera. Son los que vinieron a comprar esas tierras
por ahí, están incremento en la ganadería que eso no beneficia en nada a este pueblo. Hasta los
trabajadores son de ellos, que los traen de afuera. No benefician en nada a la región 55.
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Si, los proyectos productivos son los que van, serían los únicos que harían crecer la economía. ¿Por
qué? Porque ya entonces el gobierno tendría que meterle más seguridad al campo también. La
seguridad que dejó Uribe aquí no es que yo esté dándole el lado a Uribe, no, la seguridad que dejó
Uribe aquí la quitaron, la quitaron. Aquí no se encuentra… Se encontraba soldado por todas la
regiones, ya eso lo quitaron, aquí no hay nada. Por eso es que el delincuente anda a toda hora sin
problema, y es que atracan y es que roban. Todo los días, esperando a, y nadie se atreve a
incrementar un hato ganadero de los pequeños, porque donde uno lo coge eso, nos vamos que allá
hay gente armada y… (…). Aquí en el Carmen no hay paz, nadie(n) puede estar en el campo ahora.
El que tiene las vaquitas llegan y lo amarran, y les pelan dos o tres vacas ahí se las traen en moto56.
Vea, la paz es trabajo. Mientras no haiga mano de obra, mientras no haiga… El gobierno no le de la
mano al campo (…). Y el problema es que hablan de tanto, tanto, y eso lo cogen los políticos, los
políticos se roban eso. Eso se da cuenta uno aquí, que le van a hacer un proyecto a la región del
Salado. Vea, eso… La Semana esa, eso le robó al Salado. Se lo robó. Todo lo que hacía eso le
elevaba los costos, y no hizo fue es nada, tanta plata que llegó, eso y que van tantos miles de
millones, van tantos miles de millones, y dónde está, qué dónde los invirtieron 57
Las viviendas fueron el segundo tema, en relación al uso de los recursos destinados
a la reconstrucción de El Salado: “(…) fueron a hacer un barrio por allá, la gente pedía que
le reconstruyeran sus casas acá donde tenían el lote. No lo hicieron sino entonces el pueblo
quedó con muchos vacíos”58; y (…) yo quiero ver este pueblo… Que sea repoblado porque
ya se cometió un error con las 100 viviendas; esas 100 viviendas era de haber cogido todo
esos solares y haber hecho todo el pueblo como estaba tradicionalmente”59.
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Bueno, el banco ahora veo que por el posconflicto, el banco agrario está tratando de llegar a las
personas. Porque si usted va a hacer un préstamo, se lo prestan de 6, 7, 4 millones, sin fiador y sin
nada. Por ahí comienza la paz, vamos cortando un poco la guerra. ¿Por qué? Porque había la guerra
hasta en las mismas oficinas, que no atendían al campesino. Lo miraban como un… Una persona
ya, pero en cambio yo veía que llegaba el rico con el manojo de escrituras, enseguida le prestaban
mil, dos mil millones de pesos, y el campesino tenía que vender la gallina, la puerca, el burro, todo…
Y al fin, ya en últimas decía “no, ya no le podemos hacer el crédito”60.
Para estas personas que han estado cerca tanto de empresas como de campesinos,
la paz es transversal y viene con responsabilidades relacionadas con proteger al campesino
y sus cosechas, tener acceso a derechos como salud y educación, facilitar la adquisición de
tierras y garantizar recursos financieros para tener formas honestas de generar ingresos. En
los párrafos anteriores ha surgido el tema de la delincuencia, lo que quiere decir que para
todos los entrevistados es una preocupación continúa.
Cuando se trata de jóvenes, también comparten la preocupación del relevo
intergeneracional. Estas personas, que salieron de sus territorios, y después decidieron
volver es una tragedia escuchar jóvenes que no están interesados en volver al campo. La
esperanza que se plantea tiene mucho que ver con tener la posibilidad de tener para mandar
a los hijos a la universidad, y que al final del día “ese joven profesional que trabaje en el
campo no tenga nada que envidiarle al otro joven profesional que trabaja en la ciudad”61.
Por último, el drama de los segundos ocupantes ha generado gran estrés para la
convivencia de las personas en la comunidad, pues sugieren mecanismos alternativos que
buscan evitar los conflictos entre los ocupantes “originales” y los “segundos ocupantes”.
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Lo anterior, sin necesidad de que esto significara alguna denuncia frente a la “buena fe
exenta de culpa”, sino más bien mecanismos de retribución económica y reubicación.
Si yo fuera el que viera sacar esa ley, hubiera puesto otros artículos que dijera, si la persona que
compró a fulano de tal tiene gastos de 30 millones y compró por 20, le devolvieran toda la inversión,
y con mucho gusto yo le entregaba la tierra al otro. Aquí está su tierra, pero el Estado me pagó la
inversión que yo hice, porque ahí lo que van a generar es nuevos conflictos. (…) Porque el otro dice,
no, a mí me quitan la tierra, pero este pendejo no va… Me voy a gastar 200 mil pesos más y lo
mando a matar. ¿Qué está creando ahí? Violencia62.
Sobre el tabaco no hay tanto que decir porque todos aceptan, de alguna forma u
otra, que los mercados no se recuperaran a su favor y las duras medidas para controlar sus
efectos en la salud no van a disminuir. Además, todos son adultos mayores y pareciera que
tienen otros mecanismos para mantener un nivel de vida aceptable.
Capítulo 5: Discusión
Para retomar, la pregunta de investigación es cómo articular el tejido empresarial y la
construcción de paz a través de lo que se puede aprender sobre la memoria histórica de los
Tabacaleros de El Salado.
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Entrevista 2
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64
Esta temática podría ser explorada con mayor detalle en otras investigaciones, empleando un marco
teórico que indague con mayor profundidad el tema del clientelismo.
65
Frente a la incorporación a la ley colombiana de las restricciones del tabaco impulsadas por la OMS,
Asotabol ha sido uno de los grupos que más se ha movilizado en la región para protestar en contra de las
medidas.
72
66
El espectro elaborado por Internacional Alert (2006), que incluye respuestas que sostienen el conflicto,
respuestas de asimilación o supervivencia para lidiar el conflicto, o respuestas que buscan reducir el conflicto
y mejorar las condiciones para la sostenibilidad de la paz.
73
67
Traducción libre de “Business-based peacebuilding”.
74
proceso de reparación simbólica y dignificación de las víctimas, así que es lógico pensar
que los actores empresariales también deberían hacer parte de estos procesos.
Esta investigación sobre la memoria histórica de Los tabacaleros de El Salado y El
Carmen de Bolívar tuvo dificultad para encontrar individuos representativos del tejido
empresarial en Cartagena y Bolívar dispuestos a hablar sobre su condición de víctima. Sin
embargo, fue una gran fortuna que los tabacaleros decidieran compartir su memoria. La
sección de resultados está diseñada para servir como una especie de informe que consigna
un antes, un durante y un después del desplazamiento de El Salado de los entrevistados.
Desde el contexto anterior, pasando por luchas campesinas y desembocando en los daños
e impactos manifestados, y una breve nota sobre sus percepciones acerca de la construcción
de paz.
Entre todos los temas que los tabacaleros llegaron a tocar al momento de hablar de
construcción de paz, quizás lo más importante es qué pasará con el campo frente a lo que
está sucediendo hoy, y en vista de lo que sucedió hace unos años. En lo referente a
actividades productivas, quedan una serie de interrogantes sobre las voluntades necesarias
para reactivar la economía de El Carmen de Bolívar y El Salado, pero también Bolívar y
la zona de los Montes de María; y más importante, frente a campos que quedaron vacíos,
qué tipo de actividades económicas están siendo promovidas, qué efectos tiene esto en el
territorio y quién o quiénes son los mayores interesados en establecer tal actividad.
Lo anterior, teniendo singular cuidado con los consensos alrededor de la palabra
“desarrollo”, pues esta viene cargada con muchos significados; desde una perspectiva
escéptica como la que propone Serje (2010), en ocasiones los proyectos y políticas que
buscan “desarrollo” terminan por producir empobrecimiento y desigualdad, convirtiéndose
en casos factor de conflicto.
Para el caso de los tabacaleros, si bien sus condiciones nunca fueron ideales,
ilustran la resistencia de los cultivadores de la zona a dedicarse al tabaco rubio, o cómo la
zona baja se está proyectando como territorio de teca. Frente al vacío que deja el tabaco,
es importante pensar qué tipo de conflictos y tensiones podrían surgir a partir de la
implementación de programas, proyectos o políticas de desarrollo en la zona.
Especialmente, cuando las opciones son limitadas para las comunidades y grupos locales;
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y pensar en cómo se inscribe el tejido empresarial desde sus diferentes niveles a estas
discusiones.
En un sentido mucho más específico, cabe la posibilidad de plantear
reivindicaciones que busquen reparar el daño moral que causó territorios y comunidades
estigmatizados como “guerrilleros” por tener iniciativas comunitarias. Para sectores del
tejido empresarial con procesos de pedagogía incipientes, la idea es empezar a re-aprender
significados y concepciones sobre los movimientos campesinos, como los que suscitaron
los cultivadores del tabaco negro en su época, y cómo estos se pueden separar del legado
de violencia que intentó cooptar sus luchas. Al mismo tiempo, es que el sector privado
mismo encuentre cómo se inscribe dentro de estas luchas, y cómo puede convertirse en un
aliado del territorio; siguiendo, a grandes rasgos, el espíritu de los Programas de Desarrollo
y Paz.
Frente a situaciones de violencia cultural y estructural, existe mucho aun por
abordar. En primer lugar, para que los empresarios abran espacios dentro de sus empresas
o actividades productivas, y con apoyo de la academia se logre consolidar la necesidad de
empezar procesos de pedagogía de la memoria sobre el mismo tejido empresarial.
Identificar los beneficios que ha traído el acuerdo de paz para su capacidad productiva y
para la sociedad en general es un argumento clásico, pero al observar el clima político
actual para las elecciones presidenciales de 2018, pareciera que este aspecto tuviese una
prioridad bastante baja según las simpatías políticas de “empresas” y “empresarios”.
De esta forma, es extraño pensar que podrían romperse los círculos viciosos que se
transformen en virtuosos, y que sirven para crear sociedades con mayor capacidad para la
gestión de conflictos. El sector empresarial de Colombia tiene la experiencia, pero no se
trata solo de cumplir un requisito o financiar un proyecto, es que la labor de construcción
de paz permee su estructura y permita romper los esquemas mentales antagonistas y
sesgados que exacerban los conflictos.
En lo que respecta la experiencia con los votos del plebiscito donde la sociedad
colombiana rechazó los acuerdos de paz en la Habana, en parte gracias a campañas
electorales cuya bandera se centró en deshacer las negociaciones pactadas, muestra una
sociedad que no se sienta a tener conversaciones sobre lo que significa construir paz.
Todavía hay mucho por investigar para entender la magnitud de las resistencias que
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impiden reconocer los logros de una negociación con una guerrilla que lleva más de 50
años, y que incluyó las voces de tantos sectores, muchos de ellos marginados. Sin duda,
hay un componente de reconciliación que está fallando, pues más de 7 millones de personas
creen en ese discurso, incluso en zonas que han sido tradicionalmente campesinas.
Algo que nos revelan las percepciones y memorias de los tabacaleros es el apego a
la percepción de seguridad. Aun si ya no hay conflicto, la percepción de seguridad es
pésima debido al incremento de la delincuencia común. Esto distorsiona la percepción de
necesidades que tienen las personas en los municipios, pues terminan por priorizar
seguridad a cualquier costo, defendiendo el legado histórico que tiene Colombia en la
materia; lo que representa un riesgo frente a los alcances de la seguridad estatal, a juzgar
por lo que pasó en los territorios.
Este tipo de percepciones fácilmente podría ubicarse en el extremo de
“mantenimiento del conflicto” según el espectro planteado por Internacional Alert (2006),
pues parte de reivindicaciones que en un momento de la historia justificaron masacres en
los Montes de María. Esto es particularmente preocupante en la “base de la pirámide” de
actores de la construcción de paz que parte del análisis de Lederach, porque se trata de
percepciones de personas que componen el tejido más cercano al conflicto; que, si bien no
les convierte en saboteadores, legitiman las acciones de aquellos actores empresariales en
la punta y la mitad de la pirámide, que tienen mayores recursos, notoriedad, influencia y
capacidad de toma de decisiones.
Conclusiones y Recomendaciones
La experiencia de los tabacaleros nos permite una visión muy particular sobre las
dinámicas territoriales que alguna vez se insertaron en el municipio de El Carmen de
Bolívar y en el corregimiento de El Salado. Hoy, que los territorios están en proceso de
reconfiguración del qué tipo de actividades productivas están siendo respaldadas por los
actores económicos y políticos cabe responder si estas transformaciones están incluyendo
un cambio en el cómo.
Lo que enseña la Memoria Histórica es la radiografía de jerarquías de poder que se
ha mantenido en el territorio, a través de acuerdos que han buscado explotar una y otra vez
a aquellos que sostienen los territorios. Para el caso del tabaco, aquellos campesinos
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encargados de la producción agrícola, que sufrieron los rigores del conflicto armado y hoy
en día siguen siendo víctimas de estigmatizaciones sobre su pasado. Para los habitantes de
El Salado, que perdieron cierta autonomía del manejo de sus propios recursos y provisión
de servicios públicos, y que hoy en día no tienen una actividad productiva que pueda
garantizar un nivel de vida como aquella de la prosperidad tabacalera.
Si de algo ha servido esta investigación, es para saber cómo se ha venido
articulando cierto fragmento del tejido empresarial en las dinámicas de construcción de
paz. Lo que nos indica la experiencia tabacalera es que hay muchas contradicciones y
formas de interpretar las relaciones dentro del mismo tejido empresarial de un sector
particular. Sin embargo, esto no debería ser una excusa para excluir la posibilidad de
modificar las formas de operación, gestionando interacciones mucho menos violentas entre
los diferentes actores involucrados.
Las recomendaciones están orientadas en principio hacia la academia, que tiene una
deuda histórica con los territorios al no vincularse a procesos de innovación que permitan
una mayor flexibilidad a la hora de dedicarse a la producción agrícola. Uno de los
entrevistados bien lo mencionada, pues los territorios de esta zona son mucho más difíciles
de tecnificar. No obstante, así como llegaron agrónomos a El Salado, que le apostaron a
sembrar una variedad de tabaco negro, faltan opciones para que las personas puedan tener
acceso a tecnologías o a nuevas opciones productivas.
La inversión en innovación, que tenga ese incentivo de articular generaciones,
apoyar la búsqueda de los mercados y hacer parte de los esfuerzos para que haya acceso a
los servicios públicos y de educación y salud, para que las zonas rurales tengan la
posibilidad de atraer y mantener capital humano.
Asimismo, existen ciertos avances frente a los proyectos productivos y a los
procesos de flexibilización de acceso a créditos, que parecen haber llegado a los territorios
a responder demandas específicas. Al respecto, las empresas y empresarios podrían buscar
vincularse a procesos de integración que ya estén en marcha, más que llegar a ofrecer
opciones que generan altas expectativas y que luego desaparecen del mapa sin mayor
consecuencia.
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