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Memoria Histórica y Tejido Empresarial: El caso de los Tabacaleros de El Salado

Por

Adriana Mercedes Puerta Valle

Tutor: Pablo Abitbol Piñeiro

Tesis de pregrado presentada a la


Facultad de Ciencias Sociales y Humanas
Programa de Ciencia Política y Relaciones Internacionales
para obtener el título de Politóloga

Universidad Tecnológica de Bolívar


2018

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iii
Resumen

Esta investigación busca reafirmar el compromiso con la construcción de paz creando


puentes entre los diversos sectores de la sociedad. Para este fin, se investiga un caso
emblemático en el marco del “Proyecto de Memoria Histórica y Construcción de Paz desde
el Tejido Empresarial en Cartagena y Bolívar”. Esta investigación busca profundizar en las
diferentes dimensiones de la memoria, haciendo especial énfasis en las percepciones y
memorias de los actores del tejido empresarial local. Esto, con el fin de desarrollar procesos
pedagógicos sobre la reconciliación y construcción de paz desde las empresas, e intentando
dar una respuesta a qué se puede aprender sobre el cómo articular el tejido empresarial y la
construcción de paz. Para responder a esta pregunta general, esta investigación en particular
indaga por la percepción del pasado, presente y futuro de los tabacaleros de El Salado en
relación con el ejercicio de memoria en un contexto de conflicto armado, y en relación con
las oportunidades que tiene el tejido empresarial para construir paz a partir de las
percepciones identificadas. Los resultados muestran una amplia descripción de los
tabacaleros como víctimas del conflicto armado en un contexto complejo, que suscitó
diferentes interacciones dado su carácter de intermediarios entre empresas y cultivadores.
Estas experiencias apuntan a complejizar la narrativa de la construcción de paz en
articulación al tejido empresarial, y el papel que juega la academia para verificar hechos y
generar agendas que permitan trabajar en el futuro de los territorios.

Palabras Clave: Construcción de Paz, Tabaco, Memoria Histórica, Sector Privado.

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Tabla de Contenidos
Página
Capítulo 1: Introducción ......................................................................................................2
Fenómeno de Interés ................................................................................................6

Capítulo 2: Antecedentes y Revisión de Literatura .............................................................8


Antecedentes ............................................................................................................8
Revisión de Literatura ............................................................................................15
Contexto Histórico .................................................................................................30

Capítulo 3: Metodología ....................................................................................................34


Preguntas de Investigación ....................................................................................34
Objetivo del Estudio ..............................................................................................34
Diseño de Investigación .........................................................................................34

Capítulo 4: Resultados .......................................................................................................40


El Tabaco Negro y la Lucha Campesina................................................................51
El Contexto de los Hechos Victimizantes..............................................................54
Hechos Victimizantes y Tabaco.............................................................................55
Daños e Impactos .................................................................................................. 58
Construcción de Paz ...............................................................................................64

Capítulo 5: Discusión.........................................................................................................69
Conclusiones y Recomendaciones .........................................................................74

Referencias .........................................................................................................................78
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Capítulo 1: Introducción
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo se conformaron
oficialmente el 14 de mayo de 1964. Sin el Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto
y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, firmado el 24 de noviembre de 2016, en
2018 las FARC habrían cumplido 54 años. Ni hablar de cifras de niños, niñas y
adolescentes que podrían haber sido reclutados, del sufrimiento de nuevas víctimas de
diferentes hechos victimizantes o de los daños económicos y materiales que dejaban sus
atentados. Después de una negociación que requirió cuatro años, y que llevó a La Habana,
Cuba, a víctimas, empresarios, indígenas, afro, mujeres, población LGBTI, académicos,
campesinos y expertos internacionales, Colombia pudo reclamar una victoria frente a su
larga historia de violencia. No obstante, esta victoria no es definitiva, pues el proceso de
implementación del acuerdo tomará tiempo, requerirá una gran cantidad de recursos y se
encontrará con numerosos obstáculos en el camino.
Ahora, aunque esto sea cierto, es igual de importante resaltar que esta experiencia
demuestra que Colombia tiene la capacidad de impulsar transformaciones. En este sentido,
es preciso aprovechar la coyuntura histórica para replicar estos esfuerzos a nivel regional
y local. Superar las condiciones que han permitido la prolongación del conflicto armado es
una tarea compleja que requiere creatividad y asociatividad en los territorios.
El objetivo de esta investigación es facilitar un proceso de reconstrucción de
memorias sobre el tejido empresarial de Cartagena y Bolívar mediante las vivencias de
líderes tabacaleros de El Salado. Lo anterior, con el propósito de fomentar espacios de
reconciliación y construcción de paz, a partir de las necesidades y expectativas de los
actores territoriales. Para este fin es necesario (1) explorar la percepción del pasado,
presente y futuro de los tabacaleros seleccionados en relación con el ejercicio de memoria
en un contexto de conflicto armado y construcción de paz; y (2) examinar las oportunidades
que tiene el tejido empresarial para articularse con la academia y construir paz.
Indagar sobre las posibilidades de construcción de paz desde la articulación
entre la academia y el tejido empresarial en Cartagena y Bolívar es una de las
propuestas para abordar esta responsabilidad. Hacer memoria histórica es una forma de
aproximarse a esta labor, pues todavía hay mucho por aprender sobre el detalle de las
percepciones y memorias de empresarios bolivarenses como víctimas del conflicto armado.
3

Lo anterior, sin olvidar que aún existen reservas sobre las garantías de seguridad tanto para
las personas como para la actividad comercial y empresarial. Sin embargo, estos ejercicios
de memoria son necesarios porque visibilizar estas experiencias es el primer paso para
fomentar conversaciones sobre reconciliación, derechos humanos, pedagogía de la
memoria y construcción de paz al interior del sector privado.
Sobre tejido empresarial y la construcción de paz aún hay mucho por abordar. En
enero del 2000 se publicó el informe The Business of Peace: the private sector as a partner
in conflict prevention and resolution por International Alert, el Council on Economic
Priorities (CEP) y el Prince of Wales Business Leaders Forum. Un informe pionero, cuyo
propósito fue proveer un esquema que permitiera comprender el papel, tanto positivo como
negativo, que el sector privado – desde grandes multinacionales hasta microempresas
informales – podía tener en situaciones de conflicto. Su pronóstico era que a medida que
la economía de mercado se extendiera, y las empresas se convirtieran en actores cada vez
más importantes, el papel del sector privado se haría más significativo.
Por otra parte, en julio del 2000, el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi
Annan determinó las directrices de cooperación entre las Naciones Unidas y el sector
empresarial; aunque en un principio solo hacían alusión a cuán relevante era la labor de la
ONU para este sector, sin que la ONU le involucrara directamente como actor clave en la
prevención y resolución de conflictos (Naciones Unidas, 2000). Fue hasta abril del 2004
que el Consejo de Seguridad se reunió para considerar el papel del sector empresarial en la
prevención de conflictos, el mantenimiento de la paz, y la construcción de paz en escenarios
de postconflicto (United Nations, 2004). En adelante, y con el desarrollo de iniciativas
como Empresas por la Paz (Business for Peace, B4P) desde el marco del Pacto Mundial
de la ONU, el sector privado se ha consolidado como actor clave para el apoyo de la paz.
Sin embargo, entender el papel que tiene el sector privado en la construcción de paz
(peacebuilding) es complejo. En primer lugar, porque existe una gran variedad de actores
que componen el sector privado, y pueden influir de formas diferentes en la construcción
de paz teniendo en cuenta las características específicas de cada actor. En segundo lugar,
porque las mismas actividades empresariales podrían tener impactos distintos porque los
contextos en conflicto difieren entre países y entre regiones de un mismo país. En tercer
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lugar, porque los actores pueden adoptar diferentes estrategias para mitigar los riesgos que
existen al operar en contextos en conflicto (Andersson, Evers y Sjösted, 2011).
Responder a este desafío ha impulsado una gran cantidad de contribuciones desde
diferentes disciplinas, pero el campo (business-based peacebuilding) sigue siendo
relativamente nuevo y aún hay mucho por ser estudiado. Según Evers (2010), para lograr
una mayor compresión del papel del sector privado en la construcción de paz es importante
definir un marco teórico coherente para desarrollar mejores herramientas de análisis y
medición. Asimismo, hace falta investigar sobre las perspectivas locales donde priman las
“pequeñas” empresas, pues la mayor parte de las agendas de investigación e iniciativas
están concentradas en multinacionales y “grandes” empresas1.
Esta tendencia ha marginado el potencial del sector privado en la construcción
de paz pues se ha limitado la capacidad de las “pequeñas” empresas y otros actores
individuales, como los comerciantes informales o los mismos empresarios. En zonas
rurales, estos actores son especialmente relevantes, porque aunque no pueden compararse
con empresas grandes o multinacionales en términos de ganancias o influencia general, son
quienes se enfrentan día a día a las dificultades generadas por un conflicto armado (Killick,
Srikantha, y Gündüz, 2005, p. 14). A partir de esta característica, podría argumentarse que
estos actores están en una posición que impulsaría un mayor compromiso frente a la
necesidad de contribuir a la construcción de paz en el territorio, con menores incentivos
para figurar como “saboteadores” (spoilers)2.
Además, los líderes empresariales locales suelen ser reconocidos y respetados en
sus comunidades, lo que les otorga influencia y una posición social privilegiada en los
contextos a los que pertenecen. Sus capacidades y experiencias son recursos de gran valor
a la hora de pensar en el futuro de los territorios. Sin embargo, es preciso aclarar que hablar
de “empresarios” implica reconocer la heterogeneidad de características que cada quien
puede poseer (Killick, Srikantha, y Gündüz, 2005, p. 15). Si bien sus intereses pueden estar

1
Para los propósitos de este trabajo, la diferencia entre grandes y pequeñas empresas estará determinada por
la cantidad de personas empleadas en la misma. Este criterio responde al requisito mínimo de 10 empleados
que deben tener las empresas para hacer parte del Pacto Global, pues el énfasis son los actores del sector
privado que han quedado al margen de los estudios en el campo (business-based peacebuilding).
2
“Saboteadores” (spoilers), entendidos como líderes y agrupaciones que creen que la consecución de la paz
amenaza su poder, su forma de ver el mundo, sus intereses y que emplean la violencia para sabotear los
intentos para llegar a ella (Stedman, 1996).
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alineados con impulsar la economía local, sus estrategias y formas de relacionamiento con
otros actores locales pueden coincidir o diferir. En el marco de un conflicto armado, estas
relaciones adquieren otro nivel de complejidad, pues los actores armados (legales e
ilegales) llegan a insertarse en la dinámica política, económica y social.
Por último, sus vivencias hacen parte de la memoria histórica del territorio,
mediante las cuales se complejizan las narrativas y las verdades de lo sucedido en zonas de
conflicto después de la violencia. En esta medida, construir memoria histórica se convierte
en un mecanismo para respaldar los procesos de reparación simbólica y dignificación de
las víctimas, pero también se convierte en una poderosa herramienta para reconstruir el
tejido social, apoyar la reconciliación y prevenir la violencia (International Association for
Humanitarian Policy and Conflict Research, 2008).
Por lo tanto, si la construcción de paz (peacebuilding) se entiende a grandes rasgos
como una serie de medidas que buscan reducir el riesgo de caer o recaer en una situación
de conflicto (United Nations, 2011), tiene sentido indagar en la intersección que hay entre
memoria histórica, sector privado y construcción de paz. Es probable que puedan surgir
aportes significativos para el fortalecimiento de las capacidades de gestión de conflictos
del país y sus regiones, proporcionando bases para la paz y el desarrollo sostenibles.
Explorar las percepciones y memorias de los actores del tejido empresarial regional
a través del caso emblemático de los Tabacaleros del Salado es una forma de hacer estos
aportes, pues permite establecer un punto de partida para propiciar espacios de
reconciliación y construcción de paz.
En los términos del Grupo de Memoria Histórica, la masacre de El Salado “hace
parte de la más notoria y sangrienta escalada de eventos de violencia masiva perpetrados
por los paramilitares en Colombia entre 1999 y el 2001” (Grupo de Memoria Histórica,
2009, p. 16). Entre el 16 y el 21 de febrero de 2000, un total de 450 paramilitares ejecutaron
a más de 60 personas inocentes en su recorrido del terror por “los municipios de El Carmen
de Bolívar, corregimiento El Salado, sitio Loma de las Vacas, y vereda El Balguero;
Ovejas, corregimientos de Canutal y Canutalito, y veredas Pativaca, El Cielito y Bajo
Grande; y Córdoba, vereda La Sierra” (Grupo de Memoria Histórica, 2009, p. 42). Después
de la masacre, sobrevino el desplazamiento masivo de cuatro mil habitantes de El Salado
y sus veredas. El pueblo desapareció, y con él se fracturaron los proyectos de vida de todos
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los sobrevivientes, llevándose consigo la esperanza de la prosperidad económica que había


traído el tabaco y desgarrando el tejido social de la comunidad.
No obstante, El Salado no es emblemático solo por los hechos trágicos que allí
sucedieron, sino por la fortaleza de sus habitantes que emprendieron el difícil proceso de
retorno, en el olvido y la pobreza. En noviembre de 2001, alrededor de 200 personas
abrieron trocha entre árboles, cercas y grietas para llegar a El Salado después de casi dos
años en el abandono. Al pueblo se lo había tragado la maleza y, aunque se trató de un fuerte
golpe emocional, muchos saladeros trabajaron durante tres días seguidos en labores de
limpieza. Dos meses después volvieron, con el fin de continuar con este trabajo, y el 18 de
febrero de 2002, conmemorando dos años de la masacre, decidieron retornar (Semana,
2010). Así, a pesar de los numerosos obstáculos, en El Salado hoy viven alrededor de mil
ochocientas personas que luchan día a día por sacarlo adelante (El Tiempo, 2017).
En síntesis, hay que profundizar en la relación entre la construcción de paz y el
sector privado, responder al cómo podría articularse, particularmente en lo que respecta a
actores regionales y locales en contextos de postconflicto. Hacer memoria histórica puede
convertirse en una herramienta esencial para indagar en mecanismos que permitan articular
esta relación. Este es el propósito de indagar en el caso emblemático de Los Tabacaleros
del Salado al profundizar en sus memorias y percepciones. Los aprendizajes obtenidos
aportarán a la literatura, pero también permitirán desarrollar procesos pedagógicos sobre
la reconciliación y la construcción de paz en Cartagena y Bolívar, construyendo puentes
entre los diversos sectores, en alianza con la universidad.

Fenómeno de interés.
Este informe no es una narrativa sobre un pasado remoto, sino sobre una realidad anclada
en nuestro presente (…). Lejos de pretender erigirse en un corpus de verdades cerradas,
quiere ser elemento de reflexión para un debate social y político abierto. El país está
pendiente de construir una memoria legítima, que no consensuada, en la cual se
incorporen explícitamente las diferencias, los contradictores, sus posturas y sus
responsabilidades, y, además, se reconozca a las víctimas.
(El informe) es el "¡Basta ya!" de una sociedad agobiada por su pasado, pero esperanzada
en su porvenir. Fragmento del prólogo del Informe general del conflicto armado "¡Basta
ya! Colombia: Memorias de guerra y dignidad (CNMH, 2018).
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En la actualidad se han propuesto diversas herramientas e iniciativas cuyo propósito


es articular el sector privado con la construcción de paz. No obstante, es imprescindible
seguir pensando en mecanismos que faciliten espacios donde puedan converger diversos
sectores de la sociedad. Desde la academia, es posible trabajar en narrativas que reflejen
las diferentes voces que componen el complejo y fragmentado tejido social y económico
que quedó después del conflicto.
Para los propósitos de este trabajo de investigación, el tejido empresarial que se vio
afectado por el conflicto armado, y que hoy en día precisa de acercarse a los procesos de
reconciliación y construcción de paz en los territorios.
La Memoria Histórica es un mecanismo valioso para fomentar estos procesos.
Mediante metodologías participativas y rigurosas se puede convertir en un punto de
inflexión para conversar sobre las implicaciones y responsabilidades que cada actor tuvo,
tiene y tendrá durante los años que se necesiten para consolidar la construcción de paz.
Responder a interrogantes sobre qué pasó y por qué pasó es fundamental para generar
debates que permitan descifrar cómo resarcir los daños y garantizar la no repetición.
Así, el objetivo de esta investigación es facilitar un proceso de reconstrucción de
memorias sobre el tejido empresarial de Cartagena y Bolívar desde la perspectiva de los
actores que le componen; en este caso, mediante las vivencias de tres líderes tabacaleros
de El Salado. Lo anterior, con el propósito de explorar sus percepciones y memorias, y de
esta forma contribuir a la reconstrucción de una memoria histórica integradora de voces
diversas a nivel local y regional, que fomenten espacios de reconciliación y construcción
de paz.
Los objetivos específicos son dos: (1) Explorar la percepción del pasado, presente
y futuro de los tabacaleros seleccionados en relación con el ejercicio de memoria en un
contexto de conflicto armado y construcción de paz; y (2) examinar las oportunidades que
tiene el tejido empresarial para articularse con la academia y construir paz.
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Capítulo 2: Antecedentes y Revisión de Literatura


El propósito de esta sección es presentar un estado del arte que permita entender qué se
ha investigado sobre la relación entre sector privado y construcción de paz, a qué grandes
conclusiones se ha llegado, qué hipótesis, modelos y estrategias han surgido y cómo se
inscribe esta investigación a este campo de estudios en términos teóricos, conceptuales y
metodológicos.

Antecedentes
Para principios de siglo, la evidencia señalaba que a medida que las economías de
mercado se hicieran más generalizadas, y las empresas se convirtieran en actores más
importantes para las sociedades, su papel en la prevención y resolución de conflictos se
haría más relevante. Sin embargo, la literatura sobre la relación entre empresas y conflicto
al principio estaba concentrada en la industria armamentista y los impactos de actividades
comerciales ilegales. Por esta razón, se vio la necesidad de profundizar en el análisis de
industrias relacionadas con recursos naturales, infraestructura, turismo, bienes de consumo
y el sector financiero.
Así, la tarea propuesta fue analizar el rol que podrían tener estas industrias en
prevenir, crear, agravar o resolver conflictos; y cómo el accionar de estas industrias se
diferenciaría del rol de los gobiernos y de la sociedad civil (Nelson, 2000). Para esto fue
desarrollado un marco teórico que permitiera comprender el rol, tanto positivo como
negativo, que el sector privado podría tener en situaciones de conflicto. La metodología
empleada involucró empresas legales, particularmente multinacionales, a través de
documentación, casos de estudio y consultorías con empresas, gobiernos y organizaciones
de la sociedad civil en Reino Unido y Azerbaiyán.
Frente a esta situación, resultaba importante responder por qué las empresas
tendrían que involucrarse en la prevención y resolución de conflictos, dada la naturaleza
cambiante de los conflictos y el contexto variable de las empresas (p. 6). De esta forma,
formularon unos principios claves para orientar a las empresas en minimizar sus impactos
negativos, y optimizar sus impactos positivos en la sociedad, siendo particularmente
importante en situaciones de vulnerabilidad o en conflicto. Así como estrategias que podían
adoptar las empresas para gestionar sus impactos en la sociedad (p. 7).
9

Otro reto que asumieron fue el ofrecer un marco de referencia para analizar el
involucramiento empresarial frente a los diversos factores y actores de un conflicto, o la
posibilidad de este, y cómo esto se relacionaba con las características de la empresa (p. 8).
También, generaron una matriz con ejemplos prácticos de “compromiso empresarial” en
diferentes etapas de conflicto, que mostraban cómo las empresas podían contribuir a la
prevención de conflictos, gestión de crisis, y reconstrucción y reconciliación en el
postconflicto (p. 8). Finalmente, desarrollaron una guía para lidiar con ciertos desafíos o
dilemas que enfrentan las empresas cuando operan, invierten o comercializan en zonas de
conflicto (p. 9).
Todo este análisis señala que el sector privado tiene muchas razones para
involucrarse en la prevención y resolución de conflictos, pues los conflictos resultan
dispendiosos en términos de costos directos, inversión y reputación. No es de extrañar que
la mayor parte de compañías e industrias tienen mejor desempeño en contextos pacíficos;
además del imperativo moral de contribuir a la sociedad.
Por otra parte, se señala que además de apoyar la construcción de sociedades
prósperas y pacíficas a través de sus operaciones y formas de producción, hay sectores
críticos que deben analizar y asumir su relación directa con el conflicto; ya sea creándolo
o exacerbándolo, y ayudar a abordar situaciones de crisis y escenarios de reconciliación y
postconflicto (p. 142). Asimismo, se plantea que las compañías necesitan trascender hacia
estrategias pro-activas de “creación de valor”, con el apoyo de sistemas para el análisis de
riesgos e impactos en situaciones de conflicto, asumiendo sus desafíos a nivel macro y
micro; en cercana colaboración con el gobierno, y otras compañías.
De esta forma, “The Business of Peace: the private sector as a partner in conflict
prevention and resolution” ayudó a ampliar la perspectiva de la relación entre empresas,
conflicto y construcción de paz. Lo anterior, al plantear un sólido marco teórico donde se
detallaba cómo podían involucrarse las empresas3 como actores clave en la prevención y
resolución de conflictos. Por tal razón, esta experiencia contribuye al planteamiento del
problema y al marco teórico de esta investigación.
No obstante, era imposible quedarse con análisis que solo abordaran empresas
multinacionales y nacionales. También resulta importante analizar el papel de las empresas

3
Pertenecientes a sectores diferentes a la industria armamentista y actividades comerciales ilegales.
10

locales, con el fin de demostrar que estas también tienen razones particulares para
contribuir a la construcción de paz, dadas las consecuencias negativas que tienen los
contextos inestables o en conflicto (International Alert, 2006). Siguiendo esta lógica de
plantear recomendaciones, también han surgido ideas y estrategias para empresas locales
que desean contribuir a la paz, a partir de la experiencia de otras empresas en situaciones
similares. Promover el papel constructivo de las empresas en zonas de conflicto, y mejorar
la compresión de los requisitos económicos de la construcción de paz surgen como
prioridades al momento de detallar en el cómo se articulan sector privado y construcción
de paz (p. 1).
Con el apoyo de grupos de expertos, literatura disponible, recursos en la web e
información anecdótica, y a partir de 21 estudios de caso y nueve informes regionales o
nacionales de los siguientes países: Afganistán, Bosnia y Herzegovina, Colombia,
Guatemala, Israel/Palestina, Nepal, Somalia, Sri Lanka y Transcaucasia, International
Alert (2006) provee un amplio contenido que intenta responder cómo el sector privado
puede favorecer a la paz y a la seguridad; dada las preocupaciones que surgen a partir de
ciertas actividades empresariales en zonas de guerra, y su relación con el panorama
económico y político.
Este contenido permitió desarrollar tipologías creadas para facilitar la comprensión
de los patrones que siguen las actividades económicas en contextos de conflicto. Para este
momento, las tipologías que existían se enfocaban en actividades que permitían o tenían
cierta cercanía con el ejercicio de la violencia. Sin embargo, estas tipologías no reflejaban
todas las experiencias demostradas por el sector privado (doméstico) en las investigaciones
desarrolladas. Además, en la literatura de las “economías de guerra” no había suficiente
énfasis en temas estructurales o en las causas de la violencia, dada la cercanía entre algunos
sectores del sector privado y las elites políticas, o los sistemas de gobernanza (p. 22).
Frente a estas limitaciones, llegaron a plantear tipologías que incluían instancias en
las cuales los actores económicos pueden tener un rol positivo o de “reducción del
conflicto”. Así, se configuró un espectro general de respuestas de empresas locales al
conflicto de tres puntos claves: Mantenimiento o sostenimiento del conflicto (conflict
sustaining), asimilación/supervivencia o “lidiar con el conflicto” (coping/survival), y
reducción del conflicto/construcción de paz (conflict reducing/peacebuilding) (p. 23).
11

El énfasis en actores locales involucrados en construcción de paz está dado gracias


al uso de estudios de caso para analizar contextos específicos, que permitieron dilucidar
esfuerzos de actores locales de la sociedad civil para la promoción y la sostenibilidad de la
paz. En específico, actores empresariales de todos los niveles, desde líderes empresariales
hasta comerciantes del sector informal (p. 30).
En Colombia, la Fundación Colombia Ganadera (Fundagán), entidad adscrita a la
Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán), asumió el reto de producir el informe
“Acabar con el Olvido” en 2009. De los avances presentados en esta sección,
probablemente este sea el trabajo más cercano al cómo articular construcción de paz, tejido
empresarial y memoria histórica. Lo anterior, porque su objetivo es visibilizar y
documentar las experiencias de los ganaderos como víctimas del conflicto armado, en
ánimos de hacer memoria desde y para el campo colombiano.
Para Fundagán y su Observatorio de Derechos Humanos y Derecho Internacional
Humanitario había la necesidad de demostrar que la historia de violencia de las últimas
décadas estaba siendo escrita sin los ganaderos (p. 33). En primer lugar, porque
identificaban una tendencia a “calificar” a las víctimas que daba a entender que los
ganaderos eran “menos víctimas”. En segundo lugar, porque los mismos ganaderos habían
decidido mantenerse en silencio. Para hacer visibles a sus víctimas y hacer valer sus
derechos en igualdad de condiciones, esta publicación era un paso necesario.
La base de datos empleada para la realización del trabajo de campo de dicha
investigación fue obtenida “gracias a comités y organizaciones gremiales de ganaderos en
todas las regiones del país” (p.13), bajo la dirección de Fundagán. Para complementar la
información obtenida utilizaron la base de datos del Fondo Nacional para la Defensa de la
Libertad Personal (Fondelibertad), entre otras.
Los dos grandes resultados de este libro son (1) el Consolidado de Víctimas
Ganaderas, y el (2) Testimonial de Víctimas Ganaderas. El primero es un listado preliminar
con los nombres de 3.293 víctimas ganaderas, agrupadas por región y hecho victimizante
desde 1972 hasta el 2008; y el segundo son 443 breves testimonios, el producto de
encuestas con víctimas o familiares, donde se mencionan algunos detalles de los hechos
delictivos, la “actividad judicial”, cuáles serían los delitos frente al Código Penal
12

Colombiano, las infracciones al DIH y la Vulneración a la Convención Americana de


Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA).
A falta de un capítulo de conclusiones, se podría afirmar que este documento
representa un esfuerzo por emplear la memoria histórica como una herramienta para
articular la actividad empresarial colombiana con la construcción de paz. Si bien no
mencionan el término “construcción de paz”, siempre hacen referencia a la visibilización
y reivindicación de los derechos a la verdad, la justicia y la reparación de todas las víctimas
en Colombia.
En cuanto a ilustrar cómo han evolucionado las percepciones y actitudes del sector
privado frente al conflicto y a los beneficios de la paz, a partir de la historia de los procesos
de paz impulsados en el país, hay resultados que vale la pena mencionar.
La problemática planteada surge a partir de las diferentes posiciones expresadas
por sectores del sector privado frente a las negociaciones de paz entre las FARC y el
gobierno colombiano. Este involucramiento en negociaciones de paz y en procesos de
construcción de paz no es nuevo, y por esto resulta importante para académicos y
encargados de política pública ver cómo ha evolucionado esta relación. En vista de
limitaciones presupuestarias en recursos de cooperación internacional, es probable que el
Estado y la sociedad colombiana (principalmente la comunidad empresarial y los grandes
contribuyentes) asuman la mayor parte del costo de la construcción de paz (Rettberg, 2013,
p. 5). Por esta razón, es crucial responder a las preguntas de cuándo, cómo y por qué
participan estos actores en procesos de paz es crucial para analizar la posibilidad de una
paz estable y duradera.
Gracias a la recopilación de datos cuantitativos y fuentes secundarias, es posible
afirmar que aunque la negociación más reciente entre las FARC y el gobierno no dependía
del sector privado, las experiencias pasadas indicaban que el sector empresarial
colombiano no podía ser indiferente frente a la posibilidad de que las negociaciones
fallaran. Lograr la desmovilización de las FARC significaría una reducción en los costos
del conflicto, además del importante historial que tiene el sector privado en la construcción
de paz como fuente crucial de recursos tangibles e intangibles (Rettberg, 2013, p. 17).
13

Según la investigación de Rettberg, desde la presidencia de Belisario Betancur


(1982-1986) hasta el día de hoy, hay una mayor participación del sector empresarial, más
profesional, gracias a la experiencia adquirida sobre los desafíos de la construcción de paz.
El segundo informe de “Acabar con el Olvido” fue publicado en diciembre del 2013
por Fundagán y, como su predecesor, buscaba reivindicar los derechos a la verdad, la
justicia y la reparación de “las víctimas ganaderas de cincuenta años de violencia rural”
(pp. 17). Dado el contexto de las negociaciones en la Habana en el 2013, también parecía
importante que este informe fuera un insumo para “exigir el reconocimiento, el perdón
público y el sometimiento a los mecanismos transicionales de justicia” de parte de las
FARC (p. 19).
Fundagán, desde su Observatorio de Derechos Humanos y Derecho Internacional
Humanitario y el lanzamiento de su Programa de Acompañamiento a la Víctimas
Ganaderas (PAVIC), sirvió como instrumento para recopilar durante dos años información
a través del acompañamiento a víctimas ganaderas.
En esta oportunidad, la gama de delitos de los que fueron víctimas los ganaderos se
amplía, el número de nombres en el listado general de víctimas se duplica y el número de
testimonios pasa de ser 443 a 1.936. Además va un paso más allá de presentar los listados
y los testimonios, al intentar producir una narrativa de “los principales actores,
eventualidades y escenarios de la violencia armada en la región correspondiente” (p. 24) y
dedicar una sección en cada área geográfica a testimonios mucho más detallados.
Si bien presentan algunas estadísticas de cada una de las áreas geográficas
propuestas al principio de cada sección correspondiente, tampoco hay un capítulo dedicado
a las conclusiones. En todo caso, es un resultado importante porque presenta un extenso
trabajo de lo que implica hablar de memoria histórica para los representantes del sector
ganadero, y cómo este sector productivo llega a entender lo que significa construir paz.
Por último, es preciso mencionar el trabajo que ha desarrollado la Fundación Ideas
para la Paz (FIP) junto al Consejo Internacional de Industria Sueca (NIR) y la Asociación
Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI). El documento “¿Cómo construir paz
desde el sector empresarial en Colombia?”, publicado en el 2014, busca presentar los
resultados obtenidos de su iniciativa “Desarrollo de una estrategia de trabajo en
construcción de paz desde el sector empresarial en Colombia”.
14

Gracias a esta investigación y a su extensa experiencia sobre el tema de empresas


y paz, diseñaron estrategias y herramientas prácticas concretas y plausibles desde y para
las empresas, al entender al sector privado como un actor clave en la construcción de paz.
A partir de un detallado diagnóstico y sensibilización, lograron trabajar con empresarios
locales de las regiones del Atlántico, los Santanderes, Valle del Cauca, Cauca y Bogotá
para “identificar problemáticas concretas para el empresariado y el desarrollo de las
actividades empresariales, y luego diseñar estrategias conjuntas de trabajo en temas sobre
derechos humanos y construcción de paz” (p. 31). En esta fase también buscaron identificar
buenas prácticas empresariales, por lo que decidieron tratar seis casos en profundidad.
En la segunda fase tuvieron el propósito de diseñar estrategias y herramientas
prácticas para implementar las recomendaciones obtenidas en la primera fase de
diagnóstico y sensibilización. Estas recomendaciones tomaron forma en los pilotos de
formación vocacional desarrollados por SCANIA y Electrolux, desarrollando un modelo
general de trabajo en formación vocacional; y en la construcción y socialización de la “Guía
práctica para enfrentar el delito de la extorsión desde la empresa privada”. En la tercera
fase, la idea fue tomar las lecciones aprendidas de estos resultados y concebir “modelos de
trabajo y estrategias de intervención para el sector empresarial más generales” (p. 47). En
pocas palabras, esta experiencia dicta que una de las respuestas al cómo tendría que
funcionar esta articulación entre construcción y tejido empresarial está anclada a la
generación de empleo y las formas de contrarrestar la victimización frente a la extorsión.
El último capítulo de este documento contempla responder qué modelo de
intervención puede adoptar el sector empresarial en Colombia para contribuir a la
construcción de una paz sostenible. Su planteamiento sigue el argumento de James
Robinson y Daron Acemoglu en “Por qué fracasan los países” (2012), en el que se afirma
que los problemas del país surgen de las instituciones o reglas de juego que rigen nuestra
sociedad. Según lo consignado, no se trataría del narcotráfico, el conflicto armado o el
crimen organizado, sino de la transformación de la forma en cómo operan las instituciones.
Es decir, transcender de “círculos viciosos cuyas instituciones extractivas conducen a la
creación de un poder ilimitado, una enorme desigualdad en la riqueza y una ausencia de
entes de control contra los abusos de poder” (p. 100) a “círculos virtuosos donde la creación
15

y desarrollo de instituciones inclusivas limiten el ejercicio del poder y permitan una


distribución más pluralista del poder político y de la riqueza en la sociedad” (p. 100).
En pocas palabras, se trataría de mejorar el funcionamiento de las instituciones en
el ámbito local, a través de empresas que trabajen en conjunto y prioricen “la comprensión
del entorno y sus particularidades, así como de la identificación de líneas de trabajo que
efectivamente contribuyan a romper círculos viciosos y generar círculos virtuosos” (p.
100).
Este modelo es útil para el enfoque de esta investigación porque es un precedente
del relacionamiento ideal entre empresas y construcción de paz en el contexto colombiano.
Surge como una alternativa que ve a las empresas locales como actores con capacidad de
generar transformaciones duraderas en las comunidades donde tienen influencia,
superando las “dinámicas y elementos que obstaculizan la existencia de instituciones
orientadas a asegurar el imperio de la ley, el goce de derechos y el ejercicio pleno de la
ciudadanía” (p. 102).
El presente trabajo de investigación intenta figurar como un aporte a la literatura
anteriormente mencionada al procurar fortalecer el lazo que existe entre sector privado y
construcción de paz en términos teóricos y conceptuales, apuntando a ampliar el estudio
de actores locales con cierto grado de informalidad. Dicho aporte, empleando toda la
rigurosidad investigativa, aprovechando las bondades de los métodos cualitativos de
triangulación y la memoria histórica para construir una narrativa que explore testimonios
y experiencias que permitan procesos de reconciliación y construcción de paz en el tejido
empresarial de Cartagena y Bolívar. Lo anterior, con el propósito de impulsar
transformaciones que permitan superar las condiciones que han permitido la prolongación
del conflicto.

Revisión de Literatura
Dado que el análisis de este trabajo estará centrado en construcción de paz y tejido
empresarial a través de la memoria histórica de los Tabacaleros del Salado, es importante
definir sus ejes conceptuales en relación con la estructura teórica que erige la construcción
de paz. Por tal razón, es necesario empezar por aclarar qué se entiende por construcción de
16

paz, aclarar sus sinónimos y diferencias frente a otros términos relevantes, y luego pasar a
sus relaciones con tejido empresarial y memoria histórica.
Siguiendo el estudio de Anderson, Evers y Sjösted (2011), un proceso de paz será
una secuencia de procesos interconectados en el que actores involucrados en el conflicto,
así como algunos actores externos, participan en la prevención, gestión o resolución de un
conflicto violento. Estos “actores externos” podrán ser gobiernos extranjeros,
organizaciones internacionales públicas (OIG), organizaciones no gubernamentales
(ONG), o actores del sector privado, como empresas y asociaciones comerciales (p. 12).
Asimismo, esta secuencia de procesos interconectados estará dividida en tres
amplias categorías analíticas: establecimiento de la paz (peacemaking), mantenimiento de
la paz (peacekeeping) y construcción o consolidación de la paz (peacebuilding). Si bien
pueden sonar como conceptos parecidos, cada una de las categorías presentadas tiene un
propósito diferente. El “establecimiento de la paz” busca acabar con la violencia del
conflicto por medio de acuerdos de cese al fuego o tratados de paz que acaben con las
hostilidades militares. Por su parte, el “mantenimiento de la paz” apunta a tomar medidas
que eviten la recaída en el conflicto violento, a menudo a través de interacciones directas
como el diálogo o la negociación, asegurando el cese de hostilidades.
Finalmente, para estos autores la construcción o consolidación de paz tiene el
propósito de transformar la paz negativa en paz positiva, a través de cambios en la
estructura del gobierno, la sociedad y la economía (Anderson, Evers y Sjösted, 2011, p.
12). Esta definición es una interpretación del trabajo realizado por Johan Galtung hace más
de 40 años, quien desarrolló la aproximación de la construcción de paz.
Para Galtung (1973), el mantenimiento de la paz (peacekeeping) y el
establecimiento de la paz (peacemaking) eran aproximaciones insuficientes para lograr
cimentar la “estructura de la paz”. Lo anterior, al buscar que la estructura de la paz
resultante pudiese resolver las causas del conflicto y ofrecer alternativas en situaciones
cuyo resultado podría ser la guerra, es decir, formas de gestionar los conflictos que no
resultaran en confrontaciones violentas; limitando tanto la violencia directa como la
violencia estructural.
17

Figura 1. Triángulo de Galtung. (Galtung, 1998)

En la teoría de conflictos de Galtung la violencia estructural es “la suma total de


todos los choques incrustados en las estructuras sociales y mundiales, y cementados,
solidificados, de tal forma que los resultados injustos, desiguales, son casi inmutables”
(Galtung, 1998, p. 16). Por tal razón, y en conjunto con la violencia cultural, causan
violencia directa.
La violencia directa, física o verbal, es la única observable porque se expresa a
través de conductas, mientras que la violencia cultural y la violencia estructural figuran
como raíces de la acción humana. Desde esta perspectiva, los actores violentos son
instrumentos que se rebelan contra las estructuras y emplean la cultura para legitimar su
uso de la violencia (Galtung, 1998).
Asimismo, al entender la violencia desde estas tres categorías, surge la necesidad
de construir paz en la conducta, pero también en la cultura y en la estructura. La propuesta
de Galtung gira alrededor de las 3R, el problema de la reconstrucción tras la violencia
directa, el problema de la reconciliación de las partes del conflicto, y el problema de la
resolución del conflicto subyacente, raíz del conflicto (Galtung, 1998, p. 17).
Trabajar en estos tres frentes en conjunto resulta crucial, pues solo así podría existir
la posibilidad de interrumpir los círculos viciosos que refuerzan las violencias, y generar
círculos virtuosos donde domine “la capacidad de manejar los conflictos con empatía, no
violencia y creatividad” o, en pocas palabras, la paz (Galtung, 1998, p. 18).
A grandes rasgos, es a esto que se refieren las construcciones teóricas que apuntan
a la paz positiva, en contraste a paz negativa cuya característica principal es la ausencia de
18

violencia directa. Así, la construcción de paz surge como una forma holística de pensar
cómo transformar sociedades violentas en sociedades más pacíficas, más que simplemente
acabar con las confrontaciones violentas.
Por supuesto, es el Estado quien tiene la mayor responsabilidad en esta tarea, pero
es imposible imaginar que estas trasformaciones sucedan sin el compromiso de todos los
sectores de la sociedad. Lederach (1997) es uno de los teóricos que aborda esta temática
en detalle al intentar responder a la pregunta de cómo entender y abordar la construcción
de paz dentro de una población. Para esto, desarrolla un marco analítico en forma de
pirámide para describir los “niveles de liderazgo” en una población afectada: El nivel
superior (top level), el rango medio (middle range) y las bases (the grassroots).
En la cúspide de la pirámide están los principales líderes militares y políticos en el
conflicto violento. Son quienes representan y lideran los sectores de la sociedad y las
preocupaciones que generan y resolverán el conflicto. Son pocos, muy visibles y tienen
gran poder e influencia.
En la mitad de la pirámide están las personas que ocupan puestos de liderazgo
dentro de un contexto de conflicto prolongado, pero que no están conectados con las
estructuras de gobierno o, en el caso de Colombia, los grupos insurgentes. Pueden ser
personas muy respetadas en ciertas áreas, líderes de organizaciones religiosas, académicas
o humanitarias o líderes de grupos identitarios (identity groups) como los afrocolombianos
o indígenas. Las características propuestas para este grupo es que sean conocidos por los
que están en el primer nivel y que además tengan conexiones con la base de la pirámide.
Son más numerosos que los del primer nivel, y tienen menores constricciones políticas en
comparación. También, conocen el contexto y la experiencia de las personas que componen
las bases, pero no se encuentran restringidos por las condiciones de supervivencia que
existen a este nivel.
La base de la pirámide representa el grueso de la población, es decir, las personas
que día a día conviven con el conflicto. En este nivel, los líderes son aquellos que están
involucrados con las comunidades locales, que conocen la dinámica política local, y
comprenden el miedo y el sufrimiento de la población afectada.
Si bien estas categorías son generalizaciones que se arriesgan a ser reduccionistas,
su utilidad reside en las dinámicas que permite identificar las ventajas y limitaciones de
19

ciertos actores, dándole un sentido global a las interacciones entre estos. Por ejemplo, la
relación inversa que hay entre estar en una parte más alta de la pirámide, y tener un mejor
acceso a información de la situación global y mayor capacidad de toma de decisiones;
decisiones que tendrán menores repercusiones en su vida diaria. Para los que estén en la
parte más baja de la pirámide, lo contrario será cierto: Mayores repercusiones en la vida
diaria, peor acceso a la información y menor capacidad de toma de decisiones. Sin duda,
esto representará desafíos clave para el diseño e implementación de procesos de paz
(Lederach, 1997, p. 43).
Toda esta explicación es relevante para introducir el esquema de análisis que
ayudará a comprender la relación entre la construcción de paz y el tejido empresarial,
concepto que deberá entenderse como sinónimo de “sector privado”, “comunidad
empresarial”, “sector empresarial” o términos relacionados. No obstante, primero será
necesario detallar en otras razones que argumentan el involucramiento del sector privado
en la construcción de paz.
En términos de capacidades, el sector empresarial cuenta con recursos
privilegiados de capital, conocimiento y habilidades administrativas, que le convierten en
un socio estratégico para “apalancar tareas típicamente asociadas con la superación de los
conflictos armados” (Rettberg y Rivas, 2012, p. 4). Por tal razón, y como se ha venido
mencionando desde el principio de este trabajo, se han empleado diferentes tipos de
argumentos para atraer al sector privado a los procesos de paz.
El argumento económico se enfoca en cuantificar y resaltar los costos del conflicto
y sus respectivos beneficios en contextos sin conflicto, es uno de los más empleados.
También conocido como el dividendo de la paz, esta aproximación se concentra en los
impactos del conflicto armado en la actividad empresarial que no se beneficia de las
economías de guerra. Para el caso de Colombia, Rettberg (2008) indagó sobre este tema y
encontró que el sector privado del país estaba pagando “un precio derivado del impacto del
conflicto no sólo en su actividad cotidiana (aunque no sean blancos directos) sino también
en los costos de transacción, en la inversión, en las oportunidades de expansión y en el
comportamiento de los consumidores” (p. 45).
Por otra parte, también existen argumentos que podrían perfilarse como políticos y
hacen referencia a las particularidades de los sectores económicos al identificar cuáles de
20

estos actores son más afines a participar en los procesos de paz; y quiénes podrían tener
características que señalarían un potencial “saboteador” (spoilers) para poder reconocerlos,
y en lo posible contrarrestarlos (Nasi, 2010). Los argumentos “morales” están enfocados
en el deber de las empresas, en relación con sus compromisos con la Responsabilidad
Social Empresarial (RSE), pero extendiéndose mucho más allá de sus obligaciones legales
(Rettberg y Rivas, 2012). La construcción de paz se fortalece de la suma de estas
posiciones, pues finalmente todas son válidas y útiles para atraer al sector privado y su
heterogeneidad.
Ahora, dependiendo de las razones que resulten más convincentes y convenientes
para las empresas, estas podrán encontrar el lugar de sus actividades en el espectro de las
respuestas al conflicto de empresas locales desarrollado por International Alert (2006).

Figura 2. Espectro de respuestas al conflicto de empresas locales. (International Alert, 2006, p. 2)

Emplear un espectro implica la posibilidad de dar cabida a la multiplicidad de


estrategias que surgen como respuesta al conflicto violento, y que pueden adaptarse a través
del tiempo, dependiendo de las dinámicas, circunstancias y oportunidades establecidas.
Dichas respuestas, podrán ir en el lado izquierdo, que involucra actividades que sostienen
el conflicto; el centro, donde están las estrategias de asimilación o supervivencia para lidiar
el conflicto, que pueden tener implicaciones de sostenimiento o reducción del conflicto; o
en el lado derecho, en las actividades que buscan reducir el conflicto y mejorar las
condiciones para la sostenibilidad de la paz, o en un lugar intermedio. La multiplicidad de
actividades que provienen de la diversidad de actores que componen el tejido empresarial,
hacen necesario incluir un esquema que permita organizarlos en sus diferentes niveles. Es
en este punto que la pirámide de Lederach (1997) anteriormente explicada cobra
importancia, pues la siguiente elaboración de International Alert (2006) parte de este
esquema para organizar los actores de su objeto de estudio: las empresas.
21

Figura 3. Los actores de la construcción de paz en todos sus niveles. (International Alert, 2006, p. 3)

En el lado derecho de la figura es posible identificar las “contrapartes


empresariales” en los tres niveles de liderazgo. En el nivel superior (top level)
encontraríamos a los líderes empresariales, las cámaras de comercio nacionales,
organizaciones sectoriales y directores ejecutivos de compañías importantes. En el rango
medio, pequeñas y medianas empresas (pymes), cámaras de comercio regionales y líderes
empresariales regionales. En las bases, encontraríamos dueños de tiendas, comerciantes
(incluso informales), propietarios de puestos de mercado y asociaciones de pequeña escala.
En la cúspide de la pirámide estarán aquellos actores con mayores recursos,
notoriedad, influencia y capacidad de toma de decisiones a nivel nacional, en el rango
medio aquellos al nivel regional y en las bases aquellos en el nivel local. Asimismo, serán
aquellos actores cercanos a lo local quienes tengan mayor cercanía a las consecuencias del
día a día del conflicto. Por último, es preciso aclarar que los actores en estos niveles pueden
estar conectados, dadas sus relaciones e influencias a través de la pirámide.
Al establecer el espectro de respuestas y la pirámide de los actores de la
construcción de paz en todos sus niveles, es posible acercar la lupa a la experiencia
colombiana en empresas y paz, valiosas para pasar al siguiente eje conceptual: memoria
histórica.
Uno de los balances más completos que abordan el tema del sector empresarial y la
construcción de paz en Colombia es Rettberg y Rivas (2012). En este documento, las
autoras señalan la complicidad de empresarios colombianos o extranjeros con operaciones
22

en Colombia en la violación de derechos humanos. La Fiscalía General de la Nación, y el


Grupo de Memoria histórica (parte de la Comisión Nacional de Reparación y
Reconciliación [CNRR]) han generado productos que señalan “diferentes formas de
colaboración entre la actividad empresarial y la actividad criminal de los actores armados
ilegales” (Rettberg y Rivas, 2012, p. 313).

Los señalamientos abarcan desde la vinculación directa por medio de la participación activa
en prácticas criminales y en su promoción, para beneficio de intereses empresariales, o la
complicidad con las acciones de actores armados ilegales, hasta la vinculación indirecta
mediante la omisión a sabiendas de que ciertos hechos delictivos estaban ocurriendo o
incluso el beneficio de acciones criminales previas sin participación explícita ni
conocimiento de actores empresariales (Rettberg y Rivas, 2012, p. 313).

En este sentido, en algunos casos, y en colaboración con élites regionales y


militares, el empresariado colombiano ha sido entendido como una de las causas de la
violencia (Richani, 2003). Otros textos que hacen referencia a el sector privado como actor
que exacerbaba conflictos en los territorios son “La Maldita Tierra: Guerrilla,
paramilitares, mineras y conflicto armado en el departamento de Cesar” (2016) y “Petróleo,
Coca, Despojo Territorial y Organización Social en Putumayo” (2015b).
El primero estudia el período de violencia paramilitar comprendido entre 1995 y
2006 en el Cesar; y parte del proceso judicial que tiene la multinacional carbonera
estadounidense Drummond y varios de sus directivos frente a su posible vinculación en el
asesinato de dos líderes sindicalistas en 2001, “cometidos por el Frente Juan Andrés
Álvarez de las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia)” (CNMH, 2016, p. 12).
El segundo, al hacer referencia a gran parte de la historia de la Texaco y las
compañías subcontratadas por esta en la exploración y explotación petrolera, en
colaboración con el Estado. Asimismo, las intimidaciones generadas al restringir los
derechos a la propiedad sobre la tierra de los nativos y a condiciones laborales básicas;
incluso, utilizando violencia para eliminar a los habitantes “físicamente en forma lenta y
desesperada” (CNMH, 2015b, pp. 114); y la posterior explotación petrolera en general,
fortalecida en 2004 después de la implementación del Plan Colombia, que generó el declive
del cultivo ilegal de coca. Desde la industria del caucho, pasando por industria petrolera y
23

de la coca, el libro ilustra distintos episodios de abandono forzado y formas del despojo
que finalmente generó la configuración territorial del actual departamento de Putumayo.
Incluso, en el llamado proceso de justicia y paz mediante el que se desmovilizaron
las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), no se contemplaba el papel del sector
privado en el conflicto armado. No obstante, las confesiones de los comandantes
paramilitares revelaron nombres de empresas y empresarios, y obligaron a poner el tema
de la complicidad empresarial sobre la mesa y las conversaciones sobre esquemas de
justicia transicional en el país.
Existen varias hipótesis sobre el alcance de esta relación, específicamente hablando
de actores paramilitares por lo antes mencionado. Sánchez, Payne, Pereira, Bernal, Marín
y Barboza (2018), presentan una nueva base de datos llamada “Corporate Accountability
and Transitional Justice - Colombia (CATJ-Colombia)”, en la que encuentran datos para
respaldar que “quienes crearon los grupos paramilitares de Puerto Boyacá eran empresarios
defendiendo sus negocios (Ronderos 2014), por lo cual la lógica y los intereses económicos
moldearon el proyecto paramilitar” (p. 50). Al respecto, para la zona Caribe, encuentran
un bajo nivel de casos registrados. Sin embargo, la zona norte brilla por la cantidad de
homicidios selectivos (sindicalistas y otros líderes sociales) y desplazamiento forzado. Al
respecto, las modalidades revelan que el paramilitarismo no se trató de un simple
mecanismo de seguridad, y no se insertó en los territorios de forma uniforme:

“Encontramos que, en una gran proporción de los casos, la complicidad fue indirecta (82 % de los
casos) (gráfica 9). Esto sugiere que los actores económicos en Colombia actuaron en mayor medida
como una red de poder que facilitó la actuación armada de los paramilitares y se benefició de ella.
La participación indirecta se dio principalmente a través de la financiación de grupos paramilitares
(64 %). Por otro lado, los datos señalan la necesidad de profundizar en una narrativa que distinga
entre unos empresarios que fueron víctimas de extorsión (13 % de los casos) y otros que
voluntariamente financiaron grupos paramilitares para proteger y expandir su actividad económica
(86 % de los casos) (gráfica 8). Hilando más fino debemos entender que en algunos sectores
económicos esta financiación voluntaria fue más notoria que en otros (en el sector agrícola se
encuentran la mitad de los casos y en 30 % de esos casos se trata de ganaderos)” (Sánchez, 2018, p.
58).
24

Además, una observación muy interesante, y que complementa la necesidad de


también ponerle la lupa a los individuos que componen el tejido empresarial, es que el 72%
de los actores empresariales involucrados eran personas naturales, frente a un 2% de
multinacionales y un 26% de persona jurídicas (pequeñas, medianas y grandes empresas)
(Sánchez et al., 2018).
No obstante, las empresas y empresarios también fueron víctimas. Rettberg y Rivas
(2012) entienden el concepto de víctima a partir de todas las acciones que llegaron a afectar
negativamente al empresario o a su compañía. En esta medida, se refieren tanto a costos
directos como el secuestro, la extorsión y los ataques a las instalaciones productivas, como
a la pérdida de oportunidades empresariales varias. Otro tipo de gastos fueron los
impuestos creados por el Estado, para financiar la lucha contrainsurgente.
Frente a estas consecuencias negativas, algunos sectores han impulsado iniciativas
para visibilizar los costos que han asumidos los empresarios. Entre estos, “algunas de estas
manifestaciones también han tenido como propósito llamar la atención acerca de la
desprotección en la que se han visto sumidas regiones y actividades empresariales”
(Rettberg y Rivas, 2012, p. 316). Llama la atención que el ejemplo empleado para
demostrar este punto es Fedegán, gracias al trabajo de Fundagán y su primer informe de
“Acabar con el Olvido”.

“Por ejemplo, la Federación Nacional de Ganaderos (Fedegán), que representa un sector rural
largamente golpeado por el abigeato, el secuestro y el homicidio, y que ha sido señalada también
por ser promotora y beneficiaria de la actividad paramilitar en zonas ganaderas, publicó en el 2009
un libro para reivindicar la memoria de sus víctimas (Fundagán, 2009)” (Rettberg y Rivas, 2012, p.
316).

Esta dualidad presentada por las autoras representa un caso interesante de víctima y
promotor, pues en los informes de Fundagán nunca se hace referencia al papel del gremio
ganadero en la promoción de la actividad paramilitar. De la forma en la que están
redactados los informes, los testimonios solo hacen referencia a los hechos victimizantes y
las contextualizaciones presentadas no tienen un análisis histórico que incluya todos los
actores involucrados, desde Estado hasta empresarios, en el conflicto armado en los
territorios.
25

Ambas posiciones, nos permiten aprender cómo se ha articulado el tejido


empresarial y la construcción de paz a través del trabajo de memoria histórica. Sin
embargo, es obvio que hay otras formas de articulación directas con construcción de paz.
Por ejemplo, las autoras señalan la “incipiente” actividad de empresas que adelantan
“iniciativas sociales adicionales a su actividad productiva y por encima de sus obligaciones
legales” (Rettberg y Rivas, 2012, p. 317). No obstante, de las iniciativas que presentan
sobre experiencias de negociaciones de paz mencionan el retroceso que hubo a partir de lo
sucedido en El Caguán con Andrés Pastrana. Así, afirman que las dificultades que
resultaron de este fallido proceso de negociación impulsaron al empresariado colombiano
a adoptar y apostar por la solución militar propuesta por Álvaro Uribe (2002-2006, 2006-
2010).
Otro de los temas que funcionan para articular construcción de paz y sector
empresarial es la subscripción de acuerdos voluntarios en las que se adoptan estándares de
operación empresarial respetuosos de los derechos humanos: El Pacto Global (ONU) y la
iniciativa B4P (Empresas por la Paz), Los Principios Voluntarios en Seguridad y Derechos
Humanos (PV), y las Guías Colombia en Derechos Humanos y Derecho Internacional
Humanitario. Si bien se presentan algunas directrices importantes para orientar la acción
empresarial en contextos de conflicto, es muy difícil hacer seguimiento y rendición de
cuentas pues los reportes dependen de cada empresa. Además, en cierta medida, excluyen
a los actores del tejido empresarial que están en la base de la pirámide, y a la industria
tabacalera por su antagonismo con la Organización Mundial de la Salud para el caso del
Pacto Global de la ONU, por ejemplo.
Frente a estas opciones globales, a nivel local y regional está la posibilidad de
vincularse a los Programas de Desarrollo y Paz (PDP), que son definidos como
“expresiones de la sociedad civil que, en alianza con actores representativos de las
regiones, promueven procesos incluyentes de amplia participación ciudadana con el fin de
generar condiciones de desarrollo y paz bajo un enfoque de desarrollo humano integral
sostenible” (Redprodepaz, 2015). En otras palabras, los Programas de Desarrollo y Paz son
expresiones de entes articuladores entre las capacidades y objetivos estratégicos de las
empresas, y las necesidades de los contextos que habitan. En conjunto, actores públicos,
privados y comunitarios integran procesos que están orientados a promover una “cultura
26

de la vida, de la integración social y el sentido de pertenencia hacia las regiones, la


generación de riqueza y el mejoramiento de la calidad de vida y la consecución de un orden
democrático participativo” (Redprodepaz, 2015).
El primer PDP, el Programa Desarrollo y Paz del Magdalena Medio nació gracias
a la voluntad de la Unión Sindical Obrera (USO), ECOPETROL el Consorcio CINEP-
SEAP (Centro de Investigación y Educación Popular – Sociedad Económica de Amigos
del País) y la Diócesis de Barrancabermeja y, gracias al modelo implementado, en
articulación con las entidades facilitadoras de los PDP. A partir de un diagnóstico regional
para encontrar las causas estructurales que favorecían la pobreza y la violencia, se buscaba
proponer soluciones para superarlas. Esta experiencia ha sido muy rica, pues ha logrado
articularse exitosamente en la mayoría de regiones del país y le componen una cantidad de
actores con diferentes perfiles, incluido el sector privado aunque no son mayoría4. Así, las
compañías que resaltan como ejemplo clave en los PDP son Ecopetrol, ISA e Isagen, pues
han hecho “aportes importantes al funcionamiento de estos programas tanto en recursos
económicos como en apoyo técnico y participación activa en su gestión y administración
de los recursos” (Rettberg y Rivas, 2012, pp. 329).

4
La lista de actores vinculados actualmente es la siguiente: Programa Paz y Competitividad Universidad
Autónoma de Manizales – Paz y Competitividad, Secretariado Diocesano de Pastoral Social San Gil – Sepas,
Organización Raizal de Jóvenes Youth – Ryouth, Fundación Red Desarrollo y Paz del Caquetá –
RedCaquetáPaz, Fundación Red Desarrollo y paz de los Montes de María, Fundación Prosierra Nevada de
Santa Marta – Prosierra, Fundación Diocesana para la Mojana, Deispaz, Corporación Programa Desarrollo
para la Paz del Oriente Antioqueño y Porce Nus – Prodepaz, Corporación Programa Desarrollo para la Paz
del Magdalena Centro, Corporación Para el Desarrollo y Paz del Sur – Occidente Colombiano – VallenPaz,
Corporación Nueva Sociedad de la región Nororiental de Colombia – Consornoc, Corporación Desarrollo y
Paz del Magdalena Medio, Corporación Desarrollo y Paz del Cesar, Corporación Desarrollo y Paz del Canal
del Dique y Zona Costera, Corporación Desarrollo y Paz del Bajo Magdalena, Corporación Desarrollo y Paz
de Córdoba y Urabá – CORDUPAZ, Corporación Desarrollo y Paz de Casanare – CasadePaz, Corporación
Desarrollo para la Paz del Piedemonte Oriental – Cordepaz, Corporación de Desarrollo y Paz del Huila y el
piedemonte amazónico – Huipaz, Corporación de Desarrollo y Paz del Tolima – Tolipaz, Consejo Regional
Indígena del Cauca – CRIC, ASOPATIA, Agencia de Desarrollo Local – Nariño – Adel Nariño, Universidad
Santo Tomás, Secretariado Nacional de Pastoral Social – SNPS, Lutheran World Relief, Isagen, Interteam,
Interconexión Eléctrica – ISA, Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt,
Fundación Paz y Reconciliación – Pares, Fundación para la Reconciliación, Fundación Mi Sangre, Fundación
Las 2 Orillas, Fundación Avina, Empresa Colombiana de Petróleos – Ecopetrol, Corporación PBA,
Corporación Universitaria Minuto de Dios – Uniminuto, Corporación Nuevo Arco Iris – CNAI, Centro de
Investigación y Educación Popular Programa por la Paz – CINEP, Asociación de Fundaciones Petroleras –
AFP, Asociación Cristiana Menonita para Justicia, Paz y Acción Noviolenta – Justapaz, La Red de
Pobladores es el corazón de la Redprodepaz, Universidad de Caldas, ICCO Cooperation, Consorcio para el
Desarrollo Comunitario, Grupo Enel, E3 Asesorías, Fundación Ideas para la Paz – FIP e Instituto
Interamericano de Responsabilidad Social y Derechos Humanos – IIRESODH.
27

Por supuesto, la articulación entre sector privado y construcción de paz ha tomado


diferentes formas más cercanas a la forma en la que llevan a cabo sus operaciones a nivel
interno. Siguiendo esta lógica de articulación laboral, la reintegración socioeconómica de
excombatientes es uno de los procesos en los que más participa el sector privado. En
escenarios de postconflicto, tener un empleo y reintegrarse a la vida civil es uno de los
puntos más importantes. Sin embargo, aunque hay una cantidad creciente de empresas que
participan en este proceso y existen incentivos de parte del Estado, la vinculación no es
masiva y tiene muchos obstáculos en su implementación. En algunos casos por temor o
aprehensión y en otros por los niveles educativos y empleabilidad de esta población
(Rettberg y Rivas, 2012).
El sector empresarial también puede vincularse a la construcción de paz atendiendo
a la población desplazada y previniendo el desplazamiento forzado interno, pero es incierto
cuánto pueden hacer por la población afectada por este hecho victimizante. En
comparación con la atención a la población reinsertada, la población víctima de
desplazamiento no suele tener el mismo tratamiento. Esto puede deberse a muchos factores,
pero la literatura dicta que la prioridad la tiene la población reinsertada por temas de
seguridad (Walter y Snyder, 1999). No obstante, sí hay empresas que han venido
“trabajando tanto en la prevención del desplazamiento en zonas de expulsión, como en la
mitigación de sus consecuencias en zonas de recepción”, o en procesos de retorno y apoyo
a la productividad e institucionalidad (Rettberg y Rivas, 2012, p. 337).
Ahora, pensando en clave de memoria los conflictos entre actores empresariales
con un perfil orientado a la explotación de recursos naturales y comunidades por los
derechos de propiedad sobre la tierra, y teniendo en cuenta la presencia de actores armados,
el tema de sector empresarial y desplazamiento forzado interno adquiere otra arista. Frente
a estos desafíos, surgen otra serie de iniciativas que priorizan la restitución de derechos y
la mejora de la calidad de vida de la población desplazada.
En esta medida, hablar de memoria es entender que detrás de las narrativas del
pasado existen tensiones que provienen de las interacciones entre jerarquías, desigualdades
y exclusiones sociales. Mientras que grupos privilegiados abogan por consagrar cierto tipo
de historia, otros grupos que son excluidos buscan confrontar estas verdades con relatos
alternos. En otras palabras, lo que se recuerda está ligado a las percepciones de los grupos
28

dominantes, mientras que las demás versiones quedan en el margen. También, la memoria
representa el espacio mediante el cual se asignan responsabilidades entre las partes de un
conflicto, proceso que hace parte de las legitimidades, amistades y enemistades políticas y
sociales, y desembocan en la evaluación moral de las conductas. Así, construir memoria se
configura como “un acto político y una práctica social” (CNMH, 2013, p. 24).
En contextos de conflicto violento, la memoria y la historia corren el riesgo de
convertirse en instrumentos que legitiman versiones del pasado e intereses particulares de
los actores de la violencia, abriendo espacios que les permiten justificar sus acciones, al
mismo tiempo de antagonizar las versiones que vayan en contravía de sus propósitos.
Asimismo, existe la posibilidad de comunidades que silencian y censuran memorias
incómodas para proteger sus narrativas.
Por tal razón, construir memoria histórica requiere un análisis responsable de los
hechos en conjunto, evitando la censura de los errores cometidos; que se reconozca y
respete “la diversidad de voces y de subjetividades en su interpretación” (CNMH, 2013, p.
25); y que sea ético al documentar, evaluar y reconocer “públicamente todos los hechos
violentos, cometidos por los actores del conflicto, en particular aquellos hechos que
infringen el Derecho Internacional Humanitario o violan los derechos humanos” (CNMH,
2013, p. 25). Lo anterior, con el propósito de diversificar las narrativas, contribuyendo a
crear historias más complejas y plurales que permitan conversaciones sobre el conflicto, y
resulten en “momentos pedagógicos potencialmente sanadores y transformadores”
(CNMH, 2013, p. 25).
Estas aclaraciones teóricas sirven para entender qué es Memoria Histórica, parte de
su propósito y ciertas claves para saber cómo hacer memoria. Al dar cuenta de una variedad
de narrativas y verdades complejas después de la violencia, la memoria histórica surge
como un mecanismo para explorar las legitimidades que se han entretejido en los territorios
en conflicto. Por tanto, articular el tejido empresarial y la construcción de paz implica
examinar cuáles son las narrativas predominantes en las personas que componen los
territorios.
Para el caso específico de esta investigación, las memorias de los empresarios
surgen como un elemento útil para indagar en las verdades complejas de los
territorios, y en los esquemas mentales que las cimientan. Es una forma de tener pistas
29

sobre las responsabilidades que asumen frente al accionar de los actores armados, y con las
comunidades de las que hacen parte. Las críticas a la literatura de construcción de paz son
claras cuando contemplan que las investigaciones suelen hacerse desde una perspectiva
externa, y siguiendo la lógica de priorizar procesos de reconciliación, es preciso visibilizar
las experiencias de los actores del sector privado desde los mismos actores del sector
privado.
Antes de continuar, es preciso aclarar la tipología de los impactos y los daños
causados por el conflicto armado en Colombia. Para hacer esto, se utilizará como guía el
Informe General de Memoria Histórica ¡Basta ya! Memorias de guerra y dignidad (2013),
que identifica cuatro categorías para reflexionar sobre los daños: daños emocionales y
psicológicos, daños morales, daños políticos y daños socioculturales, que agrupan daños
materiales y ambientales; y sus aplicaciones a nivel individual, familiar y colectivo.
Además, ya que la población es El Salado, también habrán de mencionarse los impactos
causados por la masacre, el desplazamiento forzado y el retorno; y aquellos causados por
“la impunidad de los crímenes, la falta de atención integral y oportuna a las víctimas y la
falta de reconocimiento social de los daños que les causaron” (CNMH, 2013b, p. 260).
Ahora, dadas las consideraciones planteadas, indagar en las experiencias de un
empresario que ha sido víctima del conflicto permite acercarse a sus percepciones y
memorias, y así contribuir a la reconstrucción de una memoria histórica integradora de
voces diversas. El tejido empresarial hace parte del tejido social que fue rasgado por el
conflicto, así que en la medida que se busca reconstruir el tejido social, es preciso facilitar
un proceso semejante con el tejido empresarial para avanzar en la construcción de paz.
En su nivel más básico, la construcción de paz busca transformar conductas, la
cultura y la estructura de sociedades violentas. La memoria histórica es una herramienta
que permite retar las narrativas y verdades que sostienen la violencia en todas sus
expresiones, dándole cabida a aquellos excluidos y silenciados, a menudo víctimas del
conflicto armado. Colombia ha avanzado en esta dirección, pero todavía queda mucho por
hacer en lo regional y lo local para seguir nutriendo nuestra memoria histórica con voces
diversas.
30

Contexto Histórico
Esta contextualización sirve como guía para entender las dinámicas de producción
de tabaco actuales. Para la historia económica de Colombia el tabaco es un producto muy
especial porque fue el primer cultivo que se exportó en una cantidad suficiente para afectar
la economía doméstica. No obstante, fue un primer experimento que fracasó al enfrentarse
con problemas de calidad derivados del delicado proceso de producción del tabaco, y la
consecuente erosión de los precios.
Un poco de historia es útil para comprender parte de las limitaciones económicas
que acompañaron a nuestro país desde la época colonial, y que tuvieron consecuencias
específicas en el desarrollo económico del Caribe y la subregión de los Montes de María;
y su estrecha relación con el sector tabacalero. En este punto, es preciso mencionar que la
historiografía del tabaco ha sido estudiada con frecuencia, pero rara vez fuera de la
jurisdicción de Ambalema. Esta observación es planteada en el libro Colombia y la
economía mundial 1830-1910, donde José Antonio Ocampo menciona que “no se ha
escrito una historia de otras regiones tabacaleras de Colombia con el mismo grado de
detalle de la que existe para el Valle del Magdalena” (Ocampo, 2013, p. 204).
Ahora, es importante establecer una periodización concreta que permita observar
las principales dinámicas del mercado tabacalero en el siglo XVIII y XIX, para luego
presentar el estancamiento del producto en el siglo XX y su evolución en la actualidad.
A través de las “rentas estancadas”, instauradas en el marco de una gran reestructuración
del sistema fiscal americano gracias a las reformas borbónicas en la época de Carlos III, el
tabaco se constituye como uno de los productos más rentables para la Corona española. Lo
anterior, porque las “rentas estancadas” consistían en el “establecimiento de monopolios
para generar rentas tendientes al sostenimiento de la corona y como consecuencia de la
disminución de la tributación” (Fajardo-Calderón y Suárez, 2012). En Colombia, y
siguiendo el análisis de Acevedo y Torres (2016):

“La renta del tabaco presentó tres etapas en la administración del estanco de acuerdo con los planes
administrativos y las leyes y decretos que emitió la República de Colombia. De 1744 a 1774 con
una administración bajo arrendamiento, de 1774 a 1810 con una administración directa por parte de
la Real Hacienda y, finalmente, una reanudación y abolición del estanco en la época republicana
desde 1821 hasta 1850” (pp. 283-284).
31

En este primer período, comprendido entre 1744 y 1774, seguía la lógica de un


monopolio comercial que podía ser adquirido como una concesión o regalía. De esta forma,
se mantuvo la tradición establecida por la Corona para el comercio de productos
americanos. No es extraño que los comerciantes hayan sido los más interesados en adquirir
el monopolio y mantener su exclusividad, pues la hoja del tabaco gozaba de una situación
privilegiada por sus diversos puntos de venta y rutas comerciales. En general, el
establecimiento de la renta tuvo efectos positivos para los cosecheros y para la Real
Hacienda, pues les aseguraba un ingreso fijo. Los comerciantes fueron los que
sobrellevaron el monopolio, pues su papel fue de intermediarios. Sin embargo, transitar a
la administración directa “era esencial para aumentar los ingresos por concepto de
estancos” (Acevedo y Torres, 2016, pp. 285).
De 1774 a 1810, la renta estancada pasó gradualmente a ser de administración
directa. Después de definir la delimitación de zonas de cultivo, el trasporte de los tabacos
y el pago de la alcabala a quienes vendieran el producto, el virreinato se convirtió en el
comprador y vendedor absoluto. Este proceso suscitó un monopolio más centralizado y
burocratizado, que tenía relación directa con los cosecheros al pagar de contado y sin
necesidad de intermediarios. No obstante, estas medidas solo beneficiaron a los distritos
tabacaleros con sus respectivas administraciones principales de cultivo. El tabaco
producido fuera de dicha jurisdicción era incautado y los cultivos quemados. No obstante,
para este período de la historia ya se veían demandas de abolir el monopolio del tabaco,
pues limitaba las siembras para el consumo interior e impedía la exportación del producto
(Acevedo y Torres, 2016).
Con el nacimiento de la República de Nueva Granada, el país “heredó cuatro
grandes monopolios rentísticos: el tabaco, la sal, los aguardientes y la amonedación”
(Acevedo y Torres, 2016, p. 292). La necesidad de mantener estas rentas provino de las
guerras de independencia en Venezuela y Quito, pues la orientación ideológica de la época
llevó a que la tributación se hiciera a través de cargas impositivas indirectas (Hernández,
2014); y la consecuente desestabilización de la recolección fiscal en época de guerra. El
estanco del tabaco se mantuvo en las zonas de las grandes factorías: Girón, Ambalema,
Candelaria, Zapatoca (San Gil a partir de 1824); y luego Pore, a partir de 1833. Asimismo,
32

a pesar de que no hubo cambios de fondo, los empleados dejaron de recibir sueldos fijos
para recibir sueldos de acuerdo a sus ventas (Acevedo y Torres, 2016).
Sin embargo, para 1831 ya habían voces que abogaban por la inclusión del sector
privado en el comercio del tabaco, y para 1832 el sector privado ya incursionaba en la
exportación, el financiamiento de la producción y exportación, y el control parcial del
mercado (Sierra, 1971). El Estado hace el intento de exportar el producto en 1832, pero no
resulta debido a las pérdidas producidas por las fluctuaciones del precio internacional de
la hoja. Así, esta actividad pasa a manos particulares, que terminan por asumir el costo del
riesgo y el pago de sueldos y comisiones (Harrison, 1997).
Antes de la derogación del monopolio fiscal del cultivo y comercialización del
tabaco en 1848, se celebraron contratos con compañías como la Montoya Sáenz y Cía., que
suscitaron cambios en el sistema de venta directa de los cosecheros, que fue reemplazado
por un contrato de producción. Es decir, se estableció el sistema de la casa o empresa que
compraba a los productores el tabaco crudo y lo vendía elaborado al gobierno: “El contrato
tenía objetivos claros para los privados: de un lado, la compañía se encontraba interesada
en aumentar la producción y calidad del tabaco cultivado (…) para obtener excedentes para
ser exportados y aumentar la demanda en los mercados extranjeros” (Acevedo y Torres,
2016, p. 298).
Los terratenientes entraron al panorama tabacalero en 1845, pues se les otorgó la
posibilidad de comprar grandes extensiones de tierra para sembrar a gran escala el tabaco
y luego exportarlo. Los grandes lotes fueron parcelados y arrendados a campesinos, que
pasaron de obtener los permisos para sembrar el tabaco en el virreinato a convertirse en
jornaleros de los terratenientes (Harrison, 1997). Finalmente, en el gobierno de José Hilario
López (1849-1853) se expidió la Ley del 23 de mayo de 1848 bajo la cual el cultivo y la
exportación de tabaco quedaron libres. En 1850 se legisló la abolición del monopolio,
aunque nunca se erradicó pues en la práctica pasó a las manos de grandes empresas
dedicadas al negocio del tabaco. Tanto el mercado laboral, como la infraestructura, el
comercio exterior y la producción del tabaco en Colombia fueron absorbidos por los
privados que ya tenían control parcial del monopolio.
Estas aclaraciones son importantes para entender cómo penetró el tabaco en la
“Comarca Montemariana”, y en el Carmen de Bolívar. Por supuesto, en la época de la
33

colonia, por motivos de control fiscal la Corona Española prohibió la producción del tabaco
en la costa Caribe. Por tal razón, la producción de tabaco era ilegal y su economía solo fue
importante en cuanto a mercado interior de consumo. No obstante, según Harrison (1951)
“el cultivo clandestino de tabaco en la jurisdicción de Cartagena (la antigua Provincia) fue
siempre extensivo” (Blanco, 2010, pp. 95), y el Carmen se constituyó como el centro de su
producción. La vocación agrícola de las tierras permitió que el cultivo prosperara sin gran
esfuerzo de los cosecheros.
Ahora, el verdadero hito de la producción del tabaco en la costa inició tras la
abolición del monopolio republicano, en 1847 que se establece la factoría gubernamental
dedicada a la exportación en El Carmen. Según Blanco (2009), esto se dio en parte por la
trayectoria tabacalera de la zona, y en parte por la estratégica posición geográfica cercana
a los puertos más importantes que reducía los costos de sacar el producto a mercados
europeos.
Del paso del siglo XIX al siglo XX, y del XX a principios del siglo XXI, los centros
productores de tabaco que han sobrevivido al paso del tiempo han sido dos: la región de
Santander y El Carmen de Bolívar. Muchos de los otros centros tabacaleros perecieron
frente a crisis de diferentes estilos: baja calidad, bajos precios o competencia del tabaco.
Por encima de las guerras y las crisis tanto internas como externas, El Carmen se consolidó
como una región con capacidad para adaptarse a los bajos precios internacionales. Esto
sucedió, en parte por el incremento de la manufactura de cigarros baratos que encontraron
mercado en Europa. Esta especialización fue uno de los factores contribuyentes para el
establecimiento de la factoría, y la consecuente expansión productiva del tabaco en El
Carmen de Bolívar.
A su vez, este auge atrae grandes negociantes y compañías extranjeras, que en
búsqueda de la compra y exportación del tabaco en rama, aportan capital, iniciativa y
gestión empresarial, y conexiones con el mercado europeo. En 1856, ya había dos
compañías extranjeras en el territorio: “Pouble Gosser y Cía., y la de los señores
Hamburguer y Batis de Barranquilla, apoderados de los señores Caesar y Pauli del
comercio de Nueva York” (Blanco, 2010, p. 116). El “Depósito de las Mercedes”,
propiedad de Hamburguer y Batis, fue de las primeras bodegas adquiridas para ampliar el
proceso productivo del tabaco, pues sirvió para mejorar la capacidad de almacenamiento y
34

la eficacia de las operaciones de embarque y despacho de tabaco de exportación. El


crecimiento de la economía del Carmen de Bolívar fue tan notable que dobló su población
entre 1850 y 1870 (Carbó, 1994).

Capítulo 3: Metodología

Preguntas de Investigación
La pregunta central de la investigación es qué se puede aprender sobre cómo
articular el tejido empresarial y la construcción de paz, a través del caso de la memoria
histórica de los Tabacaleros de El Salado.
Para responder a esta pregunta, es preciso preguntar por la percepción del pasado,
presente y futuro de los tabacaleros seleccionados en relación con el ejercicio de memoria
en un contexto de conflicto armado, y cuáles son las oportunidades que tiene el tejido
empresarial para construir paz a partir de las percepciones identificadas.

Objetivo del Estudio


El objetivo de esta investigación es aportar al proceso de reconstrucción de
memorias desde el tejido empresarial de Cartagena y Bolívar mediante la reconstrucción
de las vivencias de líderes tabacaleros de El Salado. Lo anterior, con el propósito de
fomentar espacios de reconciliación y construcción de paz. Para este fin es necesario (1)
explorar la percepción del pasado, presente y futuro de los tabacaleros seleccionados en
relación con el ejercicio de memoria en un contexto de conflicto armado y construcción de
paz; y (2) examinar las oportunidades que tiene el tejido empresarial para articularse con
la academia y construir paz.

Diseño de la Investigación
La reconstrucción de memoria histórica requiere del análisis sistemático de las
experiencias de los sujetos de estudio, de forma que sea posible explorar la manera en que
las personas se relacionan con su pasado, y cómo esta memoria individual tiene sentido
dentro del extenso tejido de memorias colectivas. Lo anterior, empleando preguntas
35

“generadoras” que permitan indagar sobre el pasado, los eventos violentos y sus impactos.
Según el CNMH (2013), estas preguntas pueden ser agrupadas en cuatro áreas: (1)
Reconstrucción del pasado, (2) evaluación del impacto de la violencia, (3) el presente del
pasado y del futuro, y (4) perspectivas hacia el futuro.
Así, esta investigación complementará su metodología con varias de las estrategias
presentadas en la caja de herramientas Recordar y Narrar el Conflicto, desarrollada por el
Centro Nacional de Memoria Histórica y la Universidad de British Columbia en 2013.
Como se menciona en los objetivos de investigación, una de las tareas críticas es la
reconstrucción de la memoria histórica desde el tejido empresarial. Este tipo de
emprendimientos se encuentran relacionados con una serie de narraciones y riesgos que
esta metodología enfocada en el trabajo de memoria enfatiza, teniendo en cuenta que no se
trata de cualquier tipo de investigación histórica o social.
Además, ofrece una indagación clave de los conflictos que pueden surgir en el
trabajo de investigación en relación a los riesgos de victimización secundaria, la
producción de narrativas victimizantes, los riesgos de revivir o exacerbar conflictos
familiares o comunitarios, los riesgos de re-victimización y los riesgos a la estigmatización
y el aislamiento social.
Para efectos de la entrevista como método principal de recolección de datos, la guía
metodológica Recordar y Narrar el Conflicto ofrece un amplio bastión de preguntas para
recoger testimonios de las víctimas sobre lo sucedido. Sin embargo, ya que las entrevistas
fueron semi-estructuradas, las preguntas también dependieron del contexto del caso, para
profundizar la relación de la persona víctima y su rol como empresario, y sobre los procesos
de construcción de paz a nivel local y regional.
No obstante, para este trabajo de investigación la reconstrucción de memoria
histórica está enmarcada en el estudio de caso como diseño de investigación para explorar
las experiencias de los tabacaleros de El Salado. El planteamiento del problema ilustra la
necesidad de analizar en detalle cómo se relaciona el tejido empresarial con la construcción
de paz, en particular actores regionales y locales en contextos de postconflicto. En otras
palabras, se trata de aportar a la literatura de construcción de paz una visión del sector
privado como “tejido empresarial”, teniendo en cuenta las sutilezas que expresan las
personas que componen este tejido en contextos de conflicto. Es una forma ampliar el
36

entendimiento de la heterogeneidad empresarial, buscando un balance fundamentado entre


la complicidad y la victimización, y la posterior construcción de paz.
El caso de los tabacaleros de El Salado se constituye como una oportunidad para
revelar pistas que permitan resolver los numerosos desafíos que emergen en el
postconflicto, y que se relacionan con procesos de pedagogía del conflicto y reconciliación.
El estudio de caso emerge como el diseño adecuado, pues se trata de responder a una
pregunta de cómo o por qué de grupo de eventos contemporáneos sobre los que el
investigador tiene poco o ningún control (Yin, 1994, p.9). En otras palabras, la ventaja de
este diseño radica en su habilidad para emprender una investigación empírica sobre un
fenómeno en su contexto, especialmente cuando los límites entre el fenómeno y el contexto
no son evidentes. Asimismo, se beneficia de múltiples fuentes de información, sean estas
de corte cuantitativo o cualitativo (Crowley, 2002).
El uso de este diseño presenta la posibilidad de analizar en profundidad la
complejidad de las dinámicas que se presentan en casos particulares; y las posibles formas
de articulación que tiene este tipo de metodología con el otro componente del proyecto
“Memoria Histórica y Construcción de Paz Desde el Tejido Empresarial en Cartagena Y
Bolívar”: El estudio sobre las percepciones y las memorias de los individuos que componen
cierto conjunto de empresas cartageneras y bolivarenses en torno al conflicto sufrido en la
región durante las últimas décadas.
El estudio de caso como aproximación a la investigación ha sido empleado a través
de la historia por diversas disciplinas. En específico, se cree que el origen de su relación
con las ciencias sociales contemporáneas se dio en el desarrollo de investigaciones en el
campo de la antropología, la historia, la psicología y la sociología. Según Harrison et al.
(2017), una gran mayoría afirma que esto se dio a principios del siglo XX, pues fue cuando
se realizaron estudios etnográficos extensos y detallados de individuos y culturas utilizando
este diseño (Johansson, 2003; Merriam, 2009; Simons, 2009; Stewart, 2014).
En Estados Unidos, desde principios de los años 1900 hasta 1935, el Departamento
de Sociología de la Universidad de Chicago se destacó como fuente importante de literatura
a raíz de las investigaciones que surgieron por el período de inmigración que vivía esta
ciudad en esa época. No obstante, el estudio de caso entró en “desuso” por críticas sobre
su rigurosidad, en cuanto a su relación con el ámbito cualitativo, en un período en el que
37

la sociología empezó a priorizar el uso del método científico (Tellis, 1997). En este período
de incertidumbre, el uso del estudio de caso fue enmarcado como método en estudios
cuantitativos o como denominación de investigaciones descriptivas para estudiar
fenómenos específicos (Merriam, 2009).
Para los años 60, y a medida que el estudio de métodos de la investigación
cualitativa avanzó, en particular el surgimiento de la metodología de “teoría
fundamentada”, el estudio de caso volvió a tomar relevancia (George y Bennett, 2005).
Robert Yin ha sido uno de los científicos sociales que más ha trabajado en el
fortalecimiento metodológico del estudio de caso, proveyendo procesos estructurados y
cercanos a la teoría (Harrison, Birks, Franklin y Mills, 2017). Para los 80s y 90s, aumentó
el uso del estudio de caso como diseño de investigación en la ciencia política, lo que llevó
a una aproximación metodológica más integrada, con el objeto de desarrollar y probar
teoría (George y Bennett, 2005). En la actualidad hay muchos ejemplos del uso del estudio
de caso como diseño de investigación en ciencias sociales, educación, salud, derecho,
administración, negocios y planificación urbana (Harrison et al., 2017).
Ahora, si bien el estudio de caso puede emplear diversas fuentes y formas para la
recolección de datos a través de la triangulación de la información, el énfasis de esta
investigación será cualitativo. Esto, debido a que al enfocarse en “comprender los
fenómenos, explorándolos desde la perspectiva de los participantes en un ambiente natural
y en relación con su contexto”, permite aproximarse con mayor libertad al objeto de estudio
(Sampieri, Fernández y Baptista, 2014, p. 358).
Asimismo, la metodología cualitativa hace énfasis en los individuos y sus
percepciones a medida que viven ciertos fenómenos, y es particularmente útil cuando existe
un gran vacío sobre el tema de estudio (Sampieri, Fernández y Baptista, 2014). Es posible
observar que estas condiciones se cumplen, pues el tema de conflicto armado y tejido
empresarial en Cartagena y Bolívar no ha sido muy investigado; también, es apropiado
pues le da importancia a los puntos de vista, significados y percepciones de las unidades
de estudio que componen el proyecto.
La unidad de análisis empleada es empresarios víctimas del conflicto armado, en el
caso específico de tabacaleros de El Salado, Bolívar. Al tratarse la experiencia de una de
las actividades económicas más prósperas de El Salado, uno de los municipios
38

emblemáticos del conflicto armado, estos casos son estratégicos para comprender las
interacciones entre memoria, tejido empresarial y construcción de paz.
El trabajo de campo fue realizado en El Salado y en el Carmen de Bolívar a finales
de febrero de 2017, después de hacer una investigación preliminar en Cartagena para
identificar tabacaleros que podrían ser entrevistados. Ya que el énfasis está en el carácter
emblemático de El Salado en el contexto del conflicto armado y su historia con la
producción tabacalera, los criterios más importantes fueron (1) tener una relación con el
comercio del tabaco y (2) trabajar o haber trabajado en El Salado como intermediario de
tabaco. Al tratarse de un caso emblemático, se evidencia la importancia estratégica en
relación al problema general planteado en la investigación.
Sin embargo, también fue un criterio relevante (3) la posibilidad de contactar con
estos líderes tabacaleros a través de personas de confianza, pues el carácter sensible de las
preguntas de la investigación limita la cantidad de información que el entrevistado podría
revelar al tratarse de una persona externa a su círculo de conocidos. De este trabajo de
campo resultaron tres entrevistas: Dos realizadas en El Carmen de Bolívar, y una en El
Salado. Las entrevistas semiestructuradas fueron realizadas en los domicilios de los
individuos después de firmar el consentimiento informado, en el que se definían los
propósitos del estudio y se solicitaba la grabación de lo conversado. Los sucesos
transcurrieron sin ninguna eventualidad notable, pues lo máximo que ocurrió fue una visita
inesperada que obligó a dividir una entrevista en dos partes.
La preparación de las preguntas supuso un reto para la investigación, pues a pesar
de que existe la guía Recordar y Narrar el Conflicto (2013), para los propósitos de esta
investigación funcionaba más bien como una batería de preguntas. Por tal razón, hubo la
necesidad de seleccionar las más relevantes y complementar la información con preguntas
más cercanas a los temas de estudio de esta investigación. Además, los individuos
entrevistados solían extender sus respuestas, lo que representaba un desafío para mantener
un hilo conductor en la conversación.
La codificación de los resultados fue realizada a partir de los tres ejes centrales
presentados en este trabajo de investigación: memoria histórica, tejido empresarial y
construcción de paz. Asimismo, cada uno de estos ejes tiene varias categorías y
subcategorías asociadas.
39

En primer lugar, ya que las preguntas de las entrevistas estaban enfocadas en


períodos de tiempo, las categorías del eje conceptual memoria histórica constituyen “un
antes, un durante y un después” del desplazamiento de El Salado. Para cada caso
particular, el desplazamiento se da en diferentes circunstancias pero el detonante mantiene
relación con el período de recrudecimiento de la violencia en los Montes de María. Lo
anterior, sin perder de vista el desarrollo del tabaco y su producción, que se mantiene como
elemento integrador de este trabajo de investigación.
Asimismo, el eje conceptual de tejido empresarial se constituye en dos categorías
que se subdividen. La primera categoría son los diferentes tipos de actores involucrados en
la producción tabacalera, según la experiencia e historia de vida de los entrevistados:
Empresarios, intermediarios y campesinos. La segunda categoría, el relacionamiento entre
los actores anteriormente mencionados: Empresarios – intermediarios, intermediarios –
campesinos y empresarios – campesinos. No obstante, es preciso aclarar que dentro de este
relacionamiento caben los actores políticos locales, regionales y nacionales, y los actores
armados.
Por último, en el eje de construcción de paz las categorías responderán a las
vivencias, preocupaciones y esperanzas exhibidas por los entrevistados en temas como las
relaciones de producción, el futuro del agro, el relevo generacional y la situación de los
segundos ocupantes. Problemas que a grandes rasgos corresponden a consecuencias del
conflicto y de la gestión estatal al momento de responder interrogantes sobre desarrollo
rural y tenencia de tierra.
La herramienta de análisis cuantitativa empleada fue Atlas.ti. Las etiquetas
empleadas fueron reducidas a las categorías más básicas: Tabaco, Empresarios, Conflicto
Armado y Construcción de Paz. A partir de esta división, la información de los resultados
fue organizada en secciones discernibles para apoyar el proceso de triangulación del
estudio de caso: (1) Una breve introducción, (2) la contextualización del tabaco negro y su
relación con la lucha campesina, (3) el contexto de los hechos victimizantes, (4) el relato
del hecho victimizante con énfasis en el tabaco como elemento articulador, (5) una
aproximación a daños e impactos y (6) una recopilación de percepciones acerca del tema
de construcción de paz.
40

En ningún momento se mencionan los nombres para garantizar la seguridad de los


entrevistados. Todos firmaron el consentimiento informado antes de la realización de las
entrevistas, en el que se consignaban los objetivos de la investigación. Además, quedó el
compromiso de llevar el resultado final de la investigación, pues había cierta desconfianza
frente a la continua presencia de académicos que nunca retornan los productos de las
investigaciones realizadas.
La confiabilidad de la investigación está dada por el instrumento de medición
contemplado en la batería de preguntas, que ha servido como guía de incontables informes
de memoria histórica. Asimismo, al evaluar las inferencias realizadas a través de la
triangulación de la información, ya sea a través de trabajos académicos o periodísticos,
además de las tres entrevistas realizadas. La validez está dada por el detalle metodológico,
la amplia descripción de los resultados y la continua comparación entre las percepciones
de los entrevistados. Por su parte, la limitación más importante es la imposibilidad de
producir generalizaciones ya que se centra en explorar en detalle, y los efectos que pueda
tener la subjetividad del investigador. Para contrarrestar el posible sesgo, las referencias
empleadas serán diversas y rigurosas.

Capítulo 4: Resultados

“Pasión” es la palabra que más se acerca para definir la relación entre los tabacaleros de El
Salado y el tabaco, pues a pesar del paso del tiempo, los entrevistados seguían demostrando
un fuerte apego hacia este cultivo. De la bonanza tabacalera, y todos los beneficios
económicos que le trajo al municipio, al elemento de tradición y familia, estos aspectos
resultan constantes al intentar abordar las percepciones y memorias de los tabacaleros.

Fui muy aficionado al cultivo de tabaco, mis antepasados al cultivo del tabaco. Mi abuelo, mi papá
y yo en sí. (…) Comienzo a cogerle ese amor por el cultivo de tabaco, debido para que el tiempo en
que yo ya pues soy adulto y comienzo a cultivar, era uno de los productos agrícolas que más movían
la economía en la región5.

5
Entrevista 1
41

La concentración de empresas exportadoras de tabaco en El Carmen de Bolívar


(Bolívar) y Ovejas (Sucre), representó un ancla para la economía de la subregión de los
Montes de María. El tabaco, al ser calificado como un “cultivo industrial”, se diferenciaba
de otros productos agrícolas como el maíz o la yuca. Además, la demanda del producto
garantizaba su venta, pues “kilo que se producía, kilo que se vendía”6. Al respecto, otro de
los entrevistados se refirió al tabaco en los mismos términos:

Mire, el tabaco ha sido la fuente de trabajo del campesino aquí en toda esta zona de los Montes de
María. Principal el corregimiento del Salado. Aquí vivimos del cultivo de tabaco desde hace muchos
años, y por eso no lo hemos dejado porque vemos que es un cultivo que cuando ya viene la cosecha,
cada 8 días vemos los recursos, tenemos la situación ya menos, económicamente vemos ya...
ganancia7.

Además de las empresas exportadoras internacionales que existían para la época, la


Colombiana de Tabaco (Coltabaco), fundada en 1919 en Medellín, fue una de las
principales empresas que fomentaron la economía tabacalera. Esta asociación de “pequeñas
fábricas productoras de cigarrillo” tenía el propósito de “fabricar, distribuir y vender
cigarrillos de tabaco negro, acudiendo al fomento del cultivo de la hoja (lo que comprendía
financiación, asistencia técnica y compra de la cosecha a pequeños agricultores)”
(Pielrojapublicidad, 2014). La entrada de Coltabaco en el Carmen de Bolívar representó el
estímulo definitivo para la expansión y comercialización del cultivo de tabaco, frente al fin
del auge exportador en 1880 que llevó a la disminución del flujo de capital, aunque nunca
dejó de ser un negocio rentable (CNMH, 2015a).
Esta expansión respondió a la necesidad que generaba traer el 95% del tabaco negro
de Cuba para la producción de cigarrillos, producto que hasta ese momento era en su
mayoría importado (Pérez, 2013). Coltabaco, con el propósito de convertirse en una
empresa crucial para la producción industrial del país en esa época, buscó alcanzar mayores
niveles de eficiencia al centrarse en la descentralización de la producción y en atender los
mercados regionales de Medellín, Bogotá, Barranquilla y Cali.

6
Entrevista 1
7
Entrevista 2
42

“La futura Coltabaco ocupaba en el año de 1917 a más de 300 obreros en su mayoría mujeres y para
el año de 1919 producía más de 10.000.000 de cigarrillos al año con más de 500 obreros en sus
plantas de Medellín, Bogotá, Cali y Barranquilla. Una de las características más importantes de esta
empresa y que la haría grande a través de la historia, fue el haber empleado desde sus inicios
tecnología de punta que le permitió obtener alta productividad y en muy pocos años, establecerse
como el primer monopolio empresarial privado en Colombia” (Arbeláez, 2001).

Dado este estímulo, el tabaco llega a El Salado, y con él aparecen los tabacaleros.
El texto El Legado de los Ausentes (CNMH, 2015a), que tiene el propósito de reconstruir
las biografías de líderes y personas importantes de El Salado, incluye al gremio tabacalero
como sujeto colectivo precisamente porque la historia de El Salado no puede ser disociada
del tabaco: “Sea como empleados de las empresas exportadoras o como sus corredores, su
papel de intermediarios los posiciona con singularidad en la memoria colectiva de los
tabacaleros” (CNMH, 2015a, pp. 126).
Según uno de los entrevistados, El Salado fue escogido por la riqueza de sus tierras,
pues “encuentran una clase de tierra que es la que está alrededor del Salado, que era lo
mejor, decían los mismos agrónomos de esa época. El tabaco tenía mucha fibra (…)”8. Sin
embargo, ya que se trataba de un cultivo que no se había dado en esa zona específica, se
precisó de un proceso paulatino de construcción de capacidades para su cultivo en la zona.
Alejandro Duarte, papá de Vicente Duarte y abuelo de Pedro Duarte, fue uno de los
artífices más importantes de este proceso, pues llegó en representación de la Colombiana
de Tabaco en búsqueda de tierras fértiles para el cultivo de tabaco en la zona. Fue quien se
encargó de reunir a los campesinos de la comunidad y empezar con un proceso de
instrucción sobre el correcto manejo de la hoja de tabaco:

(…) viene dispuesto a cederle algunos insumos a los tabacaleros, más que todo el conocimiento que
debían de tener sobre el manejo de la hoja, (…) No asolear la hoja, sino a su debido tiempo, tener
que usar mucha leña como para calentar el tabaco en la época en que se enfriaba.9

Para acompañar este proceso, Alejandro Duarte promovió la construcción de una


bodega que sirviera como centro de acopio del tabaco comprado a los cultivadores, para

8
Entrevista 1
9
Entrevista 1
43

luego hacia el Carmen de Bolívar (CNMH, 2015a). Es difícil corroborar el nivel de


crecimiento económico y demográfico que se dio en El Salado en esa época, pero hay
razones para creer que el tabaco influyó en ambos aspectos. Primero, dado que entre 1918
y 1922 la exportación de tabaco de El Carmen permitió el ingreso de un total de
$2'723,385.1 dólares de U.S.A en monedas de oro; y segundo, cuando de 1870 a 1912 El
Carmen pasa de 6.946 habitantes a 16.332 (Blanco, 2009). A continuación, esta bonanza
fue descrita de las siguientes formas:

“(…) y veía al Salado, eso era un pueblo rico, todo el mundo tenía facilidad porque el tabaco era
caro y la plata valía mucho. Mucho valía la plata. Una persona traía, un ejemplo, 100 kilos de tabaco,
llevaba su mercado, llevaba lo que quisiera y llevaba plata”10.

A pesar de que Coltabaco decide abandonar la región, porque su principal interés


era el tabaco de menor calidad para la producción del cigarrillo Pielrroja, entran las
empresas interesadas en exportar. Ahora, si bien la exportación era la fuente de mayores
ganancias, el tabaco también estaba destinado al consumo interno, tanto en Bolívar como
en otros departamentos.
Así, Alejandro Duarte se convirtió en corredor de las empresas exportadoras, al
igual que Gustavo Redondo, que trabajaba para Tabacalera El Carmen, y otros. Una de
estas empresas exportadoras fue Espinosa Hermanos, que luego construyó su propia
bodega. Dada la calidad del tabaco, y las exigencias de los campesinos saladeros, en 1974
las bodegas pasaron a convertirse en espacios de trabajo para mujeres alisadoras y hombres
empacadores (CNMH, 2015a). Además de estas dos bodegas, se sumaron la de Francisco
“Chico” Tapias y la de José de la Cruz Torres. En total, El Salado conserva las cinco
bodegas, aunque en la actualidad ninguna se usa para ese fin.
Los intermediarios, llamados así porque son los que hacen el puente entre la
empresa y el cultivador mediante préstamos, rápidamente se convirtieron en proveedores
de empleo y símbolos de la prosperidad del pueblo. Además, llegaron a afianzar su
reconocimiento local financiando corralejas y fiestas patronales, y mediante la provisión
de bienes públicos (CNMH, 2015a).

10
Entrevista 3
44

En la memoria de los saladeros, los intermediarios solían estar más cercanos a las
reivindicaciones del pueblo que a las demandas de las empresas exportadoras. Uno de los
casos más interesantes es el de Vicente Duarte, que se une al pueblo frente a la demanda
de una báscula pública, lo que causa su expulsión de la empresa y su veto del gremio. Las
tensiones crecen hasta el punto donde las empresas exportadoras deciden no comprar más
tabaco en El Salado, situación que Vicente Duarte sortea convirtiéndose en el representante
de una nueva empresa recién llegada a la región, y que aprovecha para vender el tabaco de
El Salado a esta (CNMH, 2015a).
No obstante, alrededor de 1990 frente a cambios en el mercado internacional y la
dificultad de seguir compitiendo en el contexto de la apertura económica, el aumento del
contrabando, los altos impuestos, sumado a los cambios sociales, políticos y económicos
consecuencia del conflicto armado, la producción de tabaco en El Salado prácticamente
cesó.

“Las bodegas tabacaleras que llegaron a comprar hasta 2.500.000 de kilos de tabaco en una cosecha
(Armando Torres compró 1.250.000 kilos de tabaco en su mejor cosecha, mientras que Pedro Duarte
y Francisco Tapia no bajaban de 650.000 kilos cada uno por cosecha), además de procesarlo
directamente para su exportación con la contratación directa de mano de obra de más de 320 mujeres
alisadoras y 80 ayudantes en las cuatro bodegas en funcionamiento durante la bonanza de los años
setenta y ochenta; contrastan con la depresión económica que vivió El Salado luego del retorno en
2002 cuando un proyecto de reactivación del cultivo de tabaco promovido por la Gobernación de
Bolívar apenas alcanzó los 100.000 kilos durante una cosecha, seguido de su transporte hacia El
Carmen de Bolívar en medio de una vía en pésimas condiciones durante el invierno que deterioraban
aún más su frágil rentabilidad, y agravado por la ausencia de bodegas en funcionamiento para el
procesamiento del tabaco con contratación de mano de obra” (CNMH, 2015a, p. 145).

Según la información cuantitativa proporcionada por el Anuario Estadístico del


Sector Agropecuario 1999-2000 elaborado por el Ministerio de Agricultura y el DPS, y
compilada por el PNUD, la Corporación Territorios y la Universidad de Cartagena (2003),
la cantidad producida de tabaco negro exportador entre 1990 y el 2000 en Bolívar pasó de
2274 a 970 hectáreas. No obstante, este decaimiento no fue lineal, pues la fluctuación de
cifras entre 2 mil y mil hectáreas se mantuvo desde 1990 hasta 1997, llegando a un pico de
3153 hectáreas en 1998 que en solo dos años caería a 970 hectáreas.
45

Para cifras que correspondan al período comprendido entre 2001 y 2010, es posible
identificar las establecidas por la Encuesta Nacional Agropecuaria 2003 – 2004, que
indican 1200 hectáreas de tabaco negro para el año 2003 en Bolívar (DANE, 2018).
Asimismo, otra de las fuentes de información disponibles es el Incoder, que para su
caracterización ADR de Montes de María (2011), muestra que en Bolívar se sembraron
830 hectáreas de tabaco negro en 2007, cantidad que fluctúa durante los siguientes años a
267 hectáreas en 2008, 368 hectáreas en 200, 615 hectáreas en 2010 y 612 hectáreas en
2011. Para la siguiente Encuesta Nacional Agropecuaria realizada por el DANE en 2011,
Bolívar registró un total de 620 hectáreas de tabaco, si bien no se especifica si se tiene en
cuenta tanto tabaco negro como tabaco, rubio (DANE, 2011). Así, es difícil sacar
conclusiones definitivas a partir de la información cuantitativa disponible, pues viene de
diferentes fuentes. Es decir, la calidad de las comparaciones dependerá del nivel de
consistencia de las metodologías empleadas.
Sin embargo, y apoyado con la información cualitativa, es posible decir que existe
coherencia en la narrativa del tabaco pues las cantidades actuales de hectáreas sembradas
son bajas en comparación con la década de los 90; y también señala que vale la pena mirar
con lupa coyunturas como las de principios de siglo, que apoyarían los efectos de la crudeza
del conflicto sobre el cultivo del tabaco.
A principios del 2006 cerró la última de las tres más grandes tabacaleras que había
en El Carmen, La Tairona, y en 2007 cerró Espinosa Hermanos, compañía ubicada en
Ovejas (Sucre) y la única que compraba la cosecha de Sucre y Bolívar para estos años
(Arcieri, 2006; El Tiempo, 2007). La preocupación frente a esta situación era la
desaparición del cultivo de tabaco negro a causa de la falta de comercialización, lo que
llevaría a aumentar la pobreza en la zona rural.
En esta coyuntura se consolida en el mercado nacional la Philip Morris
International (PMI), comprando a Coltabaco en 2005. Al día de hoy, compra el 51% por
ciento de la producción de tabaco de Colombia, tiene una planta de desvenado en
Barranquilla, presencia en 31 ciudades, y una planta de producción en Medellín (PMI,
2018). Mientras tanto, la British American Tobacco (BAT), llega a establecerse en el
mercado nacional en 1994 gracias a la apertura económica, y en 2011 compra la Productora
Tabacalera de Colombia – Protabaco. Esta compra le permite trascender de solo importar
46

y distribuir sus productos, sino también encargarse de la recolección de hoja de tabaco y la


producción de cigarrillos nacionales (BAT, 2014). Sin embargo, esta compra desencadena
en el cierre paulatino de Protabaco, que requirió el despido de sus trabajadores y terminó
con el traslado de su maquinaria a plantas de producción de la BAT en otras partes del
mundo (Sintraprotabaco, 2014).
No obstante, en el momento que deciden volver a El Carmen de Bolívar, el énfasis
ya no está en la producción de tabaco negro. Incluso, Coltabaco empieza a demandar tabaco
rubio con filtro desde 1960, pero parecería que es después de que los Montes de María
recuperan la “seguridad” que se inicia un plan para impulsar el aumento en los cultivos de
tabaco. En 2009, se determinó un acuerdo para que Coltabaco volviera a la región, frente
a las nuevas garantías de seguridad impulsadas por el gobierno.

“memorando de entendimiento que permitiría aumentar el área sembrada de tabaco de 11 mil


hectáreas en los próximos 5 años, en zonas que tuvieron problemas de orden público y que, gracias
a la política de Seguridad Democrática, vuelven a ser atractivas para la inversión” (El Universal,
2009).

Lo anterior, según lo dicho por el Ministro de Agricultura, Andrés Fernández


Acosta y en presencia de Álvaro Uribe Vélez, presidente de la república, en el Consejo
Comunal de Gobierno celebrado en Colosó, Sucre (El Universal, 2009). Frente a esta
situación, uno de los entrevistados recuerda un evento en específico:

“y nos dijo a los tabacaleros que el tabaco en los Montes de María iba a volver a ser igual que 30
años atrás, y el cuento no los echó, pero que nos dijo “lo que pasa es que las variedades de tabaco
es diferente, ahora es tabaco rubio”11

Llegado el 2010, Coltabaco inaugura la agencia de compra de tabaco rubio en El


Carmen. Según la nota de cubrimiento que hace Leyva en El Universal (2010), se afirma
que “para los Montes de María esta iniciativa es muy importante ya que el 50% del
programa se encuentra instalado en la región, el cual cuenta con más de 1.800 personas
vinculadas al cultivo de tabaco rubio”. En la misma nota, se menciona que las inversiones

11
Entrevista 1
47

en tabaco rubio estaban priorizando zonas afectadas por la violencia, que “a partir de la
implementación de políticas de seguridad, (…) se presentaban alternativas de inversión
para la empresa privada y de retorno de los desplazados al campo” (Leyva, 2010). Esta
información es corroborada durante una de las entrevistas, pues se hace la vaga alusión a
esta situación.

Eso el tabaco rubio vino ya después del conflicto. Después de… Eran como 5 años, 6 años que llegó
el tabaco rubio por aquí, como que para generar trabajo también. Porque como no había mercado
para el negro, como rebuscaron… Sí, las empresas, la colombiana de tabaco le vendió esa, a los
empresarios esos, ¿cómo es que se llaman esos? No sé cómo se llama esa empresa ahora. Entonces
ellos financiaron la compra de tabaco rubio, compraron bastante; en vista de eso, no había qué más,
qué otro cultivo fomentar que diera algo de platica que era el tabaco, entonces consiguieron con la
empresa esa que comprara aquí, porque ellos compran en los Santanderes. Se trasladaron hasta acá
también12.

No obstante, en las entrevistas el tabaco rubio no resultó como el producto más


popular entre los intermediarios y cultivadores de la hoja. A diferencia del tabaco negro, el
tabaco rubio “al que lo cultiva no le produce manipulación, ahí no hay ganancia, ahí la
empresa uno tiene que entregárselo ya empacado”13. Asimismo, esta denuncia fue replicada
en las otras entrevistas: “No le doy un voto al tabaco rubio, oyó. Porque eso, el tabaco
rubio, no sé, no genera empleo. La verdad, que no genera empleo”14. En principio, se trata
de la cantidad empleo que produce en comparación al tabaco negro, y en el cambio de la
estructura de financiación entre intermediario y empresa.

“Por parte de la manipulación del tabaco, porque usted lleva el tabaco rubio a la empresa y nada
más hay dos trabajadores. El pesador y el que electrónicamente está marcando, sacando cuentas,
pero no se la pagan enseguida, sino dentro de ocho días, y acá el tabaco negro no. El tabaco negro,
si usted me vendió el tabaco hoy, enseguida yo se lo cancelo. (…) El tabaco rubio no le presta un
peso a nadie. Y más lo que le embargan en la cosecha con tanto químico, que lo que le prestan. Mire,
usted va todavía a la empresa de Fedetabaco y hay más de 100 mujeres trabajando. ¿Qué quiere

12
Entrevista 3
13
Entrevista 1
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Entrevista 2
48

decir eso? Que ahí fuente de trabajo. Pero en el rubio, ya se llevaron el tabaco, y qué hacían ahora,
pa’ Barranquilla”15.

Sin embargo, no solo se trató de los temas ya mencionados, sino de las exigencias
específicas que tiene el tabaco rubio para que tenga una calidad aceptable. Frente a la
pregunta de si muchas personas están vinculadas a esta iniciativa:

¿Rubio? Sí, de los agricultores sí, por el bajo precio que tiene el negro, entonces como ellos como
pagan mejor, pero tienen otras condiciones también para el recibo del tabaco. Son más exigentes en
la calidad que los del tabaco negro16.

También, en el proceso de retorno a El Salado los proyectos propuestos para revivir


la industria del tabaco no funcionaron por lo mismo. A pesar de que hubo contrato de por
medio para sembrar tabaco rubio, “solo sembraron 25 personas y eso no se dio porque el
tabaco rubio lo llevaban directamente a Medellín para tratarlo y para pagarlo no lo hacían
ahí mismo” (CNMH, 2015c).
En el fondo, se trata de una opción que surgió frente al déficit de mercados para el
tabaco negro y el control ejercido por la Organización Mundial de la Salud que se
fundamenta en prohibiciones, aumento de precios y aplicación de tasas impositivas. Estos
datos son conocidos por los intermediarios:

No hay mercado, (…) la situación a nivel internacional sobre las compras del tabaco negro, y como,
y tiene mucho requisito también ahora sobre todo el medio ambiente está metido en eso, y eso
dificulta también un poco la cuestión. (…) Sí, eso les ha encarecido también a ellos el proceso del
tabaco. Les ha encarecido y por eso es que ellos no pueden hacer un aumento regular al tabaco, a la
compra del tabaco en bruto que llamamos, y que el proceso le sale muy costoso con tanta vigilancia
que hay ahí17.

En la actualidad, las empresas que compran tabaco son CDF Colombia Tabaco
Negro, Fedetabaco y Coltabaco18. Asimismo, el sistema de financiamiento sigue basándose

15
Entrevista 2
16
Entrevista 3
17
Entrevista 3
18
A partir de la información obtenida, Coltabaco se quedó con 20 clientes, cuando tenían más de mil. Según
uno de los entrevistados, es probable que hayan preferido quedarse con la producción de Sucre. La bodega
49

en el intermediario como eje de la interacción. Los cultivadores se acercan al intermediario


y comunican la cantidad de tabaco que van a sembrar, y llegan a un consenso de cuánto
puede el intermediario financiar dependiendo de lo que pueda pedir prestado a la empresa.
Así, este dinero prestado se distribuye entre los agricultores, y cuando llega el tiempo de
la cosecha desde agosto hasta noviembre, ellos van llevando la producción hasta la bodega
del intermediario. Después, el intermediario lleva el tabaco a la empresa, y gana una
comisión por kilo.

Lo que pasa es que… Un ejemplo ahora, ya ahorita en marzo vienen los agricultores, ¿usted va a
comprar siempre? Sí, bueno, póngame ahí en lista, voy a sembrar tanto, cuánto me va a financiar.
La plata para que se la entregue a los cultivadores, uno les lleva un listado a ellos allá. Un ejemplo,
100 agricultores, cuánto da eso… Da… 30 millones mensuales, eso le presta la empresa a uno para
que uno se los entregue a ellos equitativamente, esa es la financiación, así es cómo se financia, y
después ellos van trayéndola cuando comienza la cosecha, que llamamos. Y empiezan a traer su
tabaco, y uno le hace recorte de lo que coge… Oyó. Le quita 500 pesos por kilo, un ejemplo: son
100 kilos, abonan 50 mil pesos, y ellos uno les prestan casi, casi relativamente un millón de pesos
siempre, por cosecha19.
No obstante, esta ganancia depende de la transacción que haga el intermediario y
el campesino, pues el campesino puede no llegar a pagar con la cantidad de tabaco que fue
financiada en un principio. Además, las empresas pueden rechazar el tabaco porque no
cumple con sus estándares de calidad; y pareciera ser que cada vez es más difícil que el
producto producido por los cultivadores de la zona sea de primera calidad.

de Coltabaco en El Carmen, si bien almacena cierta cantidad de tabaco rubio, parece que su uso principal es
el almacenamiento de productos Coca-Cola.
19
Entrevista 3
50

Foto 1 y 2. Tabaco para consumo particular. Fotografa: Adriana Puerta


Lo anterior, dificulta el proceso de venta del tabaco, pues el intermediario debe
buscar mercados en otras regiones que acepten el producto, así sea a menor precio: “Yo
puedo un lado este año, tuve de pérdida, por ejemplo, 9500 kilos que saqué de la empresa
porque no me lo recibió, para venderlo a menos precio, ya eso es plata que se pierde”20.
Al final, lo que queda sobre el tabaco negro es el pesimismo de una industria que
nunca volverá a traer el mismo nivel de prosperidad a la zona, y la incertidumbre frente a
las posibilidades productivas que estarán disponibles en adelante.

(…) El Carmen de Bolívar se ha acabado por eso, porque ya no hay ese volumen de tabaco que
había anteriormente y esta es hora, que venía saliendo ese personal de 500, 600 mujeres en el
Carmen de Bolívar, y ahora nada más trabajan algunas doscientas personas 21.

Foto 3, 4 y 5. Bodegas Tabacaleras en El Carmen de Bolívar. Fotografa: Adriana Puerta

20
Entrevista 2
21
Entrevista 1
51

El Tabaco Negro y la Lucha Campesina


No obstante, para uno de los entrevistados, dada su dualidad como campesino e
intermediario, la historia del tabaco está estrechamente ligada a la historia de los
movimientos campesinos suscitados en la zona alrededor de la década de los 60. Durante
esta época, los sindicatos de la Federación Agraria Nacional (Fanal) y la Asociación
Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) surgieron con el objetivo de apoyar la
implementación de la reforma agraria. Con la consigna “Tierra pa’l que trabaja”, empiezan
a desarrollarse una serie de reivindicaciones que impulsaban a los campesinos a defender
sus intereses.
Según lo manifestado, parte de las demandas del movimiento campesino de la zona
estaban orientadas a tener relaciones más equitativas con los empresarios del tabaco, que
habían empezado a adueñarse de tierras para ampliar su producción a través de modelos de
arrendamiento.

Compraban las tierras allí en esa 200s, 500s hectáreas de tierras ponían a producir tabaco, el
campesino lo cultivaba con un compromiso que debía de hacer las cercas de las fincas que
compraban, hacer los pozos, y los campesinos lo hacían, lo hacíamos 22.

Estas reivindicaciones campesinas se tradujeron en el aumento del precio de


compra del tabaco, pues los campesinos veían en las adquisiciones de los empresarios una
oportunidad para cobrar el producto a un mayor precio. Por tal razón, se crearon sindicatos
dedicados a presionar y protestar en diferentes espacios.
En teoría, se trató de buscar un mejor equilibrio de ganancias entre empresarios y
cultivadores, que a menudo sentían la ganancia como insuficiente para sortear sus
necesidades. Para este fin, el movimiento campesino tabacalero llegó un acuerdo con las
empresas exportadoras de tabaco de la región.

Llegamos a algunos acuerdos y los primeros que hicimos en el año 73 ya oficialmente entre la
empresa (…) de acá como era Tirona, Espinosa, tabacos Bolívar y otros, nos pusimos de acuerdo
los líderes de la región, de la región de los Palmitos, Ovejas, San Pedro Sucre, el Carmen de Bolívar,
San Jacinto, San Juan y Magdalena y nos concentramos en el Carmen, hicimos diligencias con los

22
Entrevista 1
52

gerentes de las empresas donde se comprometieron a aumentarnos el tabaco a un precio que fuera
aceptado por los campesinos (…)23.

No obstante, esta victoria fue truncada por cultivadores externos al movimiento


campesino, que vendieron a precios menores a los acordados y cooptaron la demanda del
tabaco, que a pesar de ser de baja calidad, terminó por reducir el precio de compra. Esto
causó mucho descontento entre los cultivadores que habían llegado a los acuerdos con las
empresas exportadoras, lo que suscitó protestas.

Nos tomamos las carreteras de la Cordialidad en varias partes de los Montes de María. Fue algo no
visto porque el campesino no estaba acostumbrado a hacer eso, pero ya nosotros estábamos
conscientes de lo que estábamos haciendo, ya sabíamos que salíamos a dar la pelea a vida o muerte
para buscar un mejor vivir de los campesinos, y salimos a las carreteras, se paraban, se paró el tráfico
en San Juan, en San Jacinto, El Carmen de Bolívar, ovejas, Los Palmitos y San Pedro, fue algo no
visto24.

Este episodio parece corresponder con la coyuntura de la fuerte presión de los


aparceros sobre los latifundistas, sumado al problema del desempleo, que se dio en 1973.
Para plantear una solución, el Incora impulsó amplios créditos que provocaron una
superproducción. Así, los exportadores, aprovecharon el momento para disminuir
drásticamente los precios. Esto causó un fuerte disgusto del campesinado, por lo que “de
vereda en vereda, cultivadores iracundos fueron aunando su inconformidad. En El Carmen
de Bolívar, en Ovejas, en Palmitos, se protagonizaron combativas manifestaciones en las
que, por indignación contra el gobierno, los campesinos quemaron arrumes de pacas de
tabaco” (Tribuna Roja, 1981).
Sin embargo, estas movilizaciones campesinas suscitaron respuestas violentas de
los hacendados y del Estado. En Córdoba y Sucre esto implicó “la eliminación casi
sistemática de muchos dirigentes campesinos, especialmente de afiliados a la ANUC,
adelantada por los aparatos de la violencia privada, se asoció a las medidas represivas del
Estado, con el consiguiente aumento de detenciones arbitrarias y asesinatos” (González,

23
Entrevista 1
24
Entrevista 1
53

2014, p. 14). Hay razones para creer que esto se replicó en la zona del Carmen de Bolívar,
dado que:

Cuando había algún líder que se estructuraba ya políticamente, que se atrevía a hablar, pues empezó
a ser perseguido y últimamente asesinado. En una forma, pues oscura, aparecían muertos en las vías
o los mataban en sus caneyes, no se sabía ni quien. Para esa fecha decían los líderes y algo, “no,

Para apoyar su historia cuenta sobre un compañero de la ANUC que logró viajar a
Holanda con el apoyo de campesinos que costearon el pasaje, para negociar directamente
la venta del tabaco. “Esa comisión que se iban a ganar los empresarios sería distribuida
entre todos los agricultores”25, pero este líder tuvo que salir exiliado a Suiza.

Para exportar a otro país se necesitan unas conexiones ya más grandes. Yo soy consciente y sé que
tengo idea de cómo se puede exportar, pero ya un amigo mío con mis mismas políticas lo había
hecho, apoyado por nosotros los campesinos, mucho tiempo atrás. Allá para la fecha esa que te decía
del año 73, y fue perseguido y fue atacado por los empresarios locales que no querían competencia
de ninguna clase26.

Además, dado el gobierno de Misael Pastrana y los efectos del Acuerdo de


Chicoral, se priorizó un modelo empresarial que antagonizaba al campesinado y le excluía
de la política de desarrollo rural. Con la expansión de las FARC en los años 80, que hasta
el momento no había llegado al Caribe colombiano, y a la reorganización y reactivación
del ELN, ambas organizaciones guerrilleras “buscaron aprovechar las tensiones sociales
producidas por las estructuras socioeconómicas de larga duración para insertarse en las
dinámicas territoriales” (González, 2014, pp. 15). Esto resultó un reto debido a que la
población campesina dependía del hacendado, lo que empujó a estos grupos a las zonas
montañosas como los Montes de María. Este proceso fue paulatino, pero representó el
principio de la estigmatización del campesinado de la zona como “guerrilleros”.

25
Entrevista 1
26
Entrevista 1
54

Ya se atrevieron a decir que detrás de esas marchas debían de haber algunas personas infiltradas,
ellos siempre han utilizado la palabra, en ese tiempo decían comunistas, después dijeron
revolucionarios, y después terminaron diciendo guerrilleros 27.

El Contexto de los Hechos Victimizantes


Mucho se puede decir sobre el contexto previo a los hechos victimizantes, a nivel
regional y local, y al respecto de los hechos victimizantes en específico. Así, en esta sección
se hace referencia a los comentarios que se relacionan con los momentos anteriores a los
hechos violentos que sucedieron en 1997 y luego en el 2000. Para uno de los entrevistados,
ser un pueblo tabacalero fue una de las razones por las cuales la guerra se concentró en el
municipio.

Nosotros comenzamos a notar que la guerra en los Montes de María, más que todo venía
persiguiendo a los tabacaleros porque se concentró la guerra en los tres pueblos más tabacaleros de
los Montes de María, que fue Chalán, Colosó y el Salado 28.

Esta narrativa puede ser complementada por las bondades de los territorios aledaños
a El Carmen de Bolívar, que disponían de ganadería extensiva y agricultura comercial,
actividades económicas que fueron explotadas por la guerrilla a través de la extorsión y el
secuestro. Además del carácter estratégico de ser zonas de tránsito, especialmente en los
años 90 por el desarrollo vial y la apertura económica, que daba fácil acceso a los puertos.
La guerrilla de las FARC y los paramilitares aprovecharon esta situación para facilitar el
contrabando de armas, y los narcotraficantes para el transporte de cocaína. En este
contexto, El Salado se configura como “retaguardia estratégica” de la guerrilla, primero
por la disponibilidad del agua en una región seca y caliente, y segundo porque permitía
acceso a “la totalidad de los puntos cardinales en la región, en Córdoba, Zambrano, Ovejas
y el mismo El Carmen de Bolívar” (CNMH, 2009).

27
Entrevista 1
28
Entrevista 1
55

Pero porque este era un corredor, era la ruta, ella era un corredor de todos los actores armados,
porque de aquí se metían para Córdoba, San Andrés, Zambrano, Ovejas, Flor del Monte, El
Carmen29.

Las FARC llegan a llenar el vacío de la autoridad local, a influenciar en los


territorios y en la percepción de seguridad de los campesinos de la región.

Comienzan las FARC a penetrar de una forma muy sencilla con algunos líderes de la guerrilla, pero
de civil, haciendo algunas consultas a la región, a hablar con los campesinos, a preguntarles cuáles
eran sus mayores problemas (…). Les advirtieron, “el que viole estas leyes se convertirá en objetivo
militar” y precisamente hubieron algunas personas que rompieron estas reglas, comenzaron en las
mismas y hubieron algunas ejecuciones, algunos desaparecidos por las FARC. (…), en tomar
represivas contra doce o quince saladeros, allá la comunidad es pequeña, y eso nos causaba
malestar30.

No obstante, después llegan los paramilitares y empiezan a intimidar a la población


en función a su supuesta relación con la guerrilla, que frecuentaba la zona por las razones
mencionadas en párrafos anteriores.

Venía un integrante de los paramilitares a hacer inteligencia y preguntaba en una forma toda…
Quiénes son aquí, comparten con la guerrilla. No, donde fulano toman gua, donde fulano les vendió
una gallina, fulano le vendió yuca. Listo, este es amigo de ellos, lo vamos a ejecutar 31.

Hecho Victimizante y Tabaco


La Masacre de El Salado es uno de los eventos emblemáticos del conflicto armado
en el Caribe y en Colombia. El trabajo de Memoria Histórica que se ha realizado es muy
amplio, pues comprende desde un informe detallado sobre los hechos victimizantes del
conflicto armado, los daños e impactos causados, hasta una caja de herramientas
pedagógica para explicar lo sucedido. Además, en materia de conmemoraciones y
actividades para visibilizar la memoria de las víctimas, se ha realizado desde un
reencuentro comunitario con personas que viajaron desde Sincelejo, Cartagena,

29
Entrevista 2
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Entrevista 1
31
Entrevista 1
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Barranquilla y El Carmen de Bolívar, hasta el lanzamiento público del video documental


“El Salado. Rostro de una masacre”, y actos de conmemoración de los 10 años de la
masacre.
Sin embargo, y para los propósitos de la investigación, el hecho victimizante será
el desplazamiento forzado. Aunque fue en diferentes coyunturas, para todos los
entrevistados el conflicto representó la necesidad de dejar El Salado y, en cierta medida,
esto provoca cambios en su relación con el tabaco.
En el caso de uno de los tabacaleros el desplazamiento lo llevó a Puerto Giraldo,
Atlántico. Al salir de El Salado y frente al abandono del campo, decide impulsar el cultivo
del tabaco en Puerto Giraldo, para después llevarlo al Carmen de Bolívar

Sí, eso se perdió, porque todo mundo aquí, todo esto quedó solo y, ay, quién iba a venir a hacer
cultivo de tabaco, y sin embargo cuando a uno le gustan la cosa me fui para el Atlántico para un
pueblo que se llama Puerto Giraldo y allá sembramos tabaco. De allá venía yo a traer ese tabaco ahí
al Carmen de Bolívar. Para que se dé cuenta, cuando uno le tiene amor a lo que... A aquella planta,
porque ha sido beneficiada con el campesino. Mire, aquí hay mucha riqueza que se levantaron fue
con el tabaco negro32.

Esto fue posible gracias a que tenía conocidos con tierras, aunque no eran las
propicias para la siembra del tabaco, pues antes de cumplirse toda la época de la cosecha,
el río arrasó el cultivo.

Allá estaban unos primos que tenían tierras en las playas, y entonces ellos "no, primo, vean", ellos
no sabían qué era el tabaco sino aquí puede es sembrar col, decían era col cuando eso el tabaco
estaba así eso era una bendición y ya ahí tuvimos una cosecha, y a lo que ya esa vuelta estaba así
(medio alto, señala con la mano), enseguida vino el río... Acabo con ello33.

Por otra parte, encontramos la experiencia de otro intermediario que salió de El


Salado junto a su familia antes de las masacres. Frente a las dinámicas que empezaron a
darse con los actores armados, este prefirió mudarse a El Carmen de Bolívar y continuar
con sus transacciones allí.

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Entrevista 2
33
Entrevista 2
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Yo me tuve que venir para acá, no porque me hubieran dicho los grupos “váyase”, no, sino por
temor. Daba temor andar en esa vía por ahí, toda la semana iba y venía. Yo a mi familia la trasladé
temprano para acá, pero yo estaba allá, y después yo ya no voy más allá. Me quedé aquí,
comprando34.

No obstante, la situación fue empeorando, y a pesar de que consiguió contactarse


con otros cultivadores de tabaco, el paulatino desplazamiento de los campesinos y la falta
de tabaco fueron erosionando aún más la permanencia de las empresas tabacaleras en la
región.

Hice contacto con... Unos pequeños, con los cultivadores cerca de la región, y me quedé comprando
aquí. Aquí compraban mucho más que allá, pero a raíz de tanta matazón, y tanta matazón la gente
fue dejando de ir al campo, de cultivar, y la empresa... Después de haber un poco de empresas,
quedaron dos. Entonces, cuando había dos, dijeron uno “si no da para las dos, entonces que se quede
uno”. Y se quedó uno. Tampoco aguantó después de eso, se fue 35.

Si bien el tabaco aún es cultivado, y al pasar de los años los cambios internacionales
en la industria del tabaco también han afectado los mercados, el conflicto terminó por
reducir mucho más los espacios en los que este cultivo se podía mover.

Llevarlo a las empresas, casas de agencias, a veces aquí las compañías que lo exporten, casas
exportadoras. Eso ha sido la función. Pero ya últimamente, últimamente el tabaco por el problema
de la violencia los mercados se perdieron porque la empresa compraba este año, tenía el proyecto
de comprar 10 mil toneladas y no alcanzaba las 3, tenías que repartirle la poquita a los compradores,
entonces ellos fueron buscando otros mercados, se quedó pequeño. Tuvieron que irse, porque ya no
había forma de, uno era la violencia y otro la poca siembra, los agricultores también salieron de la
región36.

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Además, por el modelo de financiación que era empleado, para esta época fue muy
riesgoso el préstamo de recursos para la siembra del tabaco a los agricultores, pues en
cualquier momento estos podían decidir desplazarse por amenazas a su seguridad.

Eso fueron los años 70, hasta el 92 por ahí, 93, que era que se producía bastante allá, pero comenzó
la guerrilla a molestar, a molestar, a molestar. Todo el mundo tuvo que emigrar, ya nadie arriesgaba
nada allá. ¿Quién iba a financiar? Nadie. Si yo le financiaba usted, y a usted la guerrilla lo echaba
del campo ya eso era una plata que se perdía, entonces eso se fue perdiendo 37.

Este entrevistado menciona particularmente la masacre del 97, en la cual 50


paramilitares llegaron con una lista a matar a Doris Mariela Torres, profesora y líder
comunitaria que se había resistido a la autoridad paramilitar al negarse cerrar su tienda
después de una orden paramilitar; a “Néstor Arrieta y Álvaro Pérez, presidente de la Junta
de Acción Comunal. También mataron a José Esteban Domínguez y a su hijo por intentar
defender a la docente” (Rutas del Conflicto, 2018). Además, quemaron un supermercado
que quedaba al lado de la plaza central y la tienda que pertenecía a la profesora.

Yo salí en el 96 ya, y ya en el 97 hicieron la primera incursión ahí los paracos. Mataron un poco de
gente, yo estaba aquí ya. Después en el 2000, ya eso no ha servido más nunca, hasta ese negocio,
por allá por el Salado. Eso no produce casi, si la gente que cultivaba no regresaron, regresaron los
jóvenes que quieren es todos esos trabajos menos ese 38.

Daños e Impactos
Frente a la amplia complejidad de los daños e impactos que genera el conflicto
armado mucho se ha discutido. Uno de los principales referentes es el “¡Basta Ya!
Memorias de Guerra y Dignidad”, el informe que buscó compilar la Memoria Histórica del
conflicto armado en Colombia. Allí, se hace una amplia recolección del impacto en general
que tuvo la violencia prolongada, a partir de un esquema bien definido.
En este punto, se mencionarán los daños e impactos específicos que afectaron a la
persona tabacalera frente a los hechos ocurrido en El Salado, como individuo y como parte
de un colectivo. Sin embargo, cabe anotar que dentro de las variables contempladas, el tipo

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Entrevista 3
59

de victimario no necesariamente se cierra a la guerrilla o los paramilitares. Durante las


entrevistas, en muchas ocasiones se mencionaron los efectos de terceros, como factores
previos y posteriores al conflicto en relación al ejercicio del cultivo, y la compra y venta
del tabaco.
Frente a una actividad económica en específico, es preciso empezar por lo
manifestado como daños en el ámbito económico. En primer lugar, el intermediario tuvo
que diversificar el tipo de cultivos que podía financiar, lo que generó cambios a largo plazo
en las ganancias obtenidas por su producción anual. Además, para aquellos que usaron las
ganancias del tabaco para adquirir cría de algún tipo, o propiedades, al ser desplazados de
El Salado “pierden” todo lo que trabajaron para conseguir estos recursos.

Quedamos pues, duramos dos años y medio huyendo, tanto unos como otros, los que se decían que
eran simpatizantes de los paramilitares, los simpatizantes del ejército y los simpatizantes de la
guerrilla, a todos nos fue igual. Todos huimos, todos nos llegamos a la pobreza extrema, perdimos
lo que habíamos acumulado durante muchos años, pequeñas riquezas como era las crías de ganado,
cerdo, burro, bestia, puercos y otros (…). Hacíamos mucho sacrificio para comprar una vaca con
plata de tabaco. Pero sin embargo la alcanzábamos a comprar39.
Bueno, primero económicamente, porque ya teníamos unos buenos recursos, ya contábamos con
unas diez reses, yo ya estaba para comprar un carro. Del tabaco, y todo lo perdimos, porque eso
quedó aquí tirado. Oyó, entonces nos fuimos con las manos metidas en los bolsillos, pero sin plata 40.

De hecho, uno de los intermediarios entrevistados decide dedicarse a esta labor de


compra y venta después de muchos años de ser cultivador. Lo anterior, porque ya que no
disponía de las parcelas al desplazarse a El Carmen de Bolívar, se dedicó a comprar tabaco,
mandarlo a doblar, y comerciarlo en los pueblos de Bolívar y Sucre.
Además de los efectos del desplazamiento, es imposible ignorar uno de los
problemas que más aquejaron a los empresarios de la época: la extorsión y las constantes
amenazas, que incluían la posibilidad de secuestrar a sus seres queridos.

Me llevaron, aquí había gente que venía a quitarle plata a uno y yo no le daba. Yo no le daba, yo
aquí a mi hija tenía que llevarla, porque todos los días me llamaban amenazándome que tienes que

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Entrevista 2
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darme tanto, tienes que darme tanto, que no sé qué. Unos eran a nombre de los paracos, otros de las
guerrillas, yo dije que no daba nada, no, “que te la vamos a secuestrar”. Yo tenía que llegar a
recogerla y en eso duramos como tres años. Esa situación que eso allá, aquí por lo menos ella a
nosotros, ella contestaba el teléfono, ella sí lo contestaba cada vez que me llamaban y le decían “no,
yo no doy, no doy, no doy” y entonces me involucraron, me dijeron como auxiliar, como auxiliador
de los grupos armados41.

Este daño, aunque comprende el ámbito económico, también interactúa con los
daños emocionales, familiares y morales que causó la zozobra en la cotidianidad, frente a
la posibilidad de seguir siendo un comerciante activo en época del conflicto.

Aquí colaboraba todo el mundo, todo el mundo colaboraba con ambos grupos, ahí conforme estaba
eso, que eso usted le pedían 100 mil pesos y no los daba y en la noche le ponían una bomba, aquí
no… Estuvimos aquí por obra de Dios, pero esto no daba ánimos. Yo tenía un hijo que estudiaba en
Barranquilla, no podía venir a pasar vacaciones aquí, que era tanto el peligro de venir de San Jacinto
a aquí. Siempre había retén ahí en esa carretera, siempre había retén de ambos grupos. Entonces uno
no salía, yo le decía a él “no vengas por aquí”...42.

Frente a esta situación, es curioso anotar que la “seguridad democrática” surgió


como una manera de aliviar estas afectaciones; al menos, para el punto de vista del tercer
entrevistado: “Cuando Uribe fue que enseguida se compuso esto. Uribe acabó con todos
esos grupos por aquí. No tardó mucho en acabarlos. Esta era una región muy rica, oyó, toda
esta región, esa ganadería que había y se acabó…”43.
A nivel colectivo los efectos económicos fueron palpables, la prosperidad derivada
del tabaco permitió un nivel de ingreso alto para ser un corregimiento, lo que se tradujo en
cierta calidad de vida. Los saladeros tenían “energía eléctrica y alumbrado público, un
centro de salud con instalaciones adecuadas, equipos óptimos, dotación de medicinas y
personal; una escuela de primaria, un colegio de bachillerato y hogares comunitarios.
Incluso contó con un puesto de policía (…)” (CNMH, 2009, p. 37). En el pueblo la
actividad comercial era activa, lo que generaba empleo productivo y comercial.

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Entrevista 3
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Entrevista 3
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Entrevista 3
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En este punto, es curioso anotar que según el CNMH (2009) esta prosperidad tuvo
mucho que ver con la organización comunitaria (Junta de Acción Comunal), además del
papel de las actividades comerciales; ya que estos fueron los focos principales en los
hechos de la masacre del 97. Así, no sería extraño concluir que la erosión de la
independencia que tenía El Salado fue otro de los daños del conflicto armado. Al respecto
de la situación que viven los pobladores de El Salado, es preciso dibujar los paralelos frente
a las denuncias que tienen hoy en día.
Ahora, dada la interacción entre economía y política, especialmente en lo que se
refiere a la provisión de servicios públicos, tiene lógica pensar que existía cierta asociación
entre los líderes económicos y los líderes políticos del pueblo. De hecho, en una de las
entrevistas mencionan el apellido Faciolince, que corresponde a una de las “casas políticas”
que dominó la política departamental en el siglo XX. En Madero (2010), está consignado
que esta casa política tuvo hasta 1998 sus últimos representantes “relevantes en la política”.
Sin embargo, este detalle llama la atención porque la casa política de los García
tenía una relación más estrecha con el tabaco en El Carmen de Bolívar. Juan José García
Taboada, “el viejo Juan José”, llega a El Carmen desde Ovejas (Sucre) y junto a su hermano
Gabriel se dedica a negocios de tabaco, ganado, maíz y tierras. Con respecto al tabaco, en
El Carmen abren dos empresas familiares: Tabacos Bolívar y Comisagro.
Los inicios del “viejo Juan José” en la política se dieron cuando los departamentos
de Bolívar y Sucre eran un solo territorio, y no logra llegar a la Cámara de Representantes
por el Partido Liberal. Sin embargo, cuando ambos departamentos se separan, logra llegar
a la Asamblea de Sucre.
Por el sistema de aparcería llamado también “tierra por pastos”, había familias
enteras que se dedicaban a la recolección y manufactura del tabaco cosechado, a través del
“sistema del “avance” o compra por anticipado de los cultivos, que consolidaron relaciones
de dependencia entre campesinos y terratenientes basadas en la transacción de favores”
(Madero, 2010, p. 37). Sin embargo, lo que nos dice la experiencia de El Salado frente a la
anécdota de la báscula, en el que el pueblo fue “vetado” por el gremio tabacalero externo,
es que la relación de esta casa política con El Salado pudo haber sido más compleja.
Sobre las responsabilidades frente a la masacre del 97, una de las personas
sindicadas fue el político José Manuel Méndez Romero, quien junto a su familia hacía parte
62

de la élite ganadera de la región, y acudía a la violencia para resolver conflictos y acumular


riqueza (Semana, 2016). Aunque la fiscalía no pudo probar su vinculación a esta masacre,
no fue indemnizado ya que para el Alto Tribunal los informes del CNMH ayudaban a
probar que sí había sido parte de los protagonistas del conflicto en la región.
Frente a la información existente es muy difícil sacar conclusiones definitivas al
respecto, pues mucho del trabajo que se puede hacer es indagar en las memorias de
personas, y no siempre son compatibles con la atención al detalle que se necesita para
indagar en las fuerzas políticas y económicas de la región para esta época.
Sin embargo, es claro que el daño político para las personas de El Salado empezó
por el asesinato de sus líderes comunitarios, y el desplazamiento de aquellos que por algún
motivo u otro sobrevivieron a las masacres. Lo anterior, debilitando la fortaleza
comunitaria y campesina que alguna vez logró que El Salado se convirtiera en un centro
tabacalero, con sus propias bodegas. Además, estos daños se encuentran ligados al daño
moral que sobrevino después de la degradación de la dignidad saladera al vincular sus
reivindicaciones a la violencia guerrillera.
Sumado a lo anterior, se dieron daños de tipo socioculturales pues el conflicto
provocó alteraciones en los vínculos y relaciones sociales. Esto ha sido ampliamente
documentado, pues las víctimas siempre mencionan “la destrucción o pérdida de espacios
y formas de encuentro asociados con las fiestas, celebraciones, conmemoraciones y otras
actividades de la vida cotidiana colectiva” (CNMH, 2013, pp. 274). Uno de los
entrevistados se refiere a la pérdida de amistades, y al debilitamiento de todas las relaciones
que alguna vez tuvo. Frente a esta situación, se exhibe un sentimiento de impotencia al no
existir un “culpable” bien definido.

Se rompieron los lazos de amistad, esos son daños que se, la cultura que traíamos nosotros se partió
en dos, porque si éramos amigos, ya usted salió por allá, cuando ya venía ya usted venía con otro,
otro pensar distinto, yo con otro pensar distinto. No había esa relación como la teníamos
anteriormente, sino ahora es que estamos... El tejido social se rompió. ¿Y quién es el culpable? 44

44
Entrevista 2
63

Adicional a esto, también menciona la pérdida de la costumbre de asistir a los ritos


religiosos, y a las fiestas tradicionales del pueblo: “Todo se rompió, por ejemplo, íbamos a
la iglesia, las costumbres se perdieron. Las fiestas tradicionales que eran de toros, se
perdieron”45. Con los procesos de retorno ya no existen las mismas relaciones de confianza,
lo que ayuda a que incremente la percepción de seguridad a la hora de disfrutar fiestas
tradicionales.

Ya no vemos una rueda de fandango, como se hacía anteriormente, que daban ganas de bailar.
Amanecíamos bailando ahí con los dedos todos chamuscados de la esperma y no habían esas
peloteras, y ahora no. Ya uno ahora se teme de ir a un fandango, porque de pronto ya puede ocurrir
algo, en fin, cualquier proceso, pero se rompió el tejido social 46.

Para otro de los entrevistados esta percepción de inseguridad tiene su origen en los
cambios de mentalidad que generó el conflicto, pues después de tantas muertes
injustificadas, la violencia se instala y la vida pierde importancia. Esto genera pesimismo
frente al futuro, pues no existe una forma de reparar por completo los daños causados.

Usted sabe que… Totalmente porque la gente no pensaba sino en guerra, en guerra, en guerra, en
guerra. Eso era lo que veían, ya no había respeto por nadie, y en lo social, igual. Esos daños son
irreparables, esos que causó cultural y socialmente. Irreparables 47.

Para este mismo entrevistado que ya hizo su vida en El Carmen de Bolívar, volver
a El Salado no hace parte de sus aspiraciones. Incluso, a pesar de que ya no está la presencia
de los actores armados como de antaño, el pensar en volver le causa “temor”.

(…) Yo fui como a los cinco años de retornar la gente, cuando comenzaron los proyectos esos de
Semana, de la Fundación Semana. Yo fui porque allá tenemos unas tierras; yo fui a mirar cómo
estaba eso, eso tenía cerca todavía, pero más nunca. No fui más porque lo vi muy destruido el pueblo,
totalmente destruido. Yo no sé Pedro cómo se le dio por irse para allá. Eso, yo dije, yo aquí de noche
no saldría… Eso da temor48.

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Entrevista 3
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Entrevista 3
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Construcción de Paz
No obstante, la construcción de paz es un proceso que va más allá de un solo sector
productivo. Frente a la conversación establecida con los tabacaleros, fue necesario indagar
en sus percepciones y preocupaciones frente al panorama actual.
Como se mencionó en la sección de metodología, sus preocupaciones y
recomendaciones estuvieron concentradas en tres temas: el futuro del agro, el relevo
generacional y la situación de los segundos ocupantes.
En primer lugar, los entrevistados denuncian un alto nivel de incertidumbre frente
al futuro de la labor agrícola de la región. Ya que trabajan como intermediarios, tienen una
estrecha relación con los cultivadores, que cada día enfrentan condiciones más precarias
que se traducen en precios demasiado bajos para sus productos.

No da, no da. Ya eso no es rentable, y casi toda la agricultura en esta región. Casi, se puede decir
que el total. La gente ha sembrado bastante yuca, y está la yuca que eso no tiene precio. El ñame no
vale nada, aquí un bulto de ñame vale 30 mil pesos, vale a 300 la libra, cuando eso tiene tanto gasto...
(…) La gente dice, entonces ¿qué sembramos?, ¿qué cultivamos? No da los gastos. La gente
siembra, porque necesitan tener algo que coger centavo, pero no les produce49.

Si bien la agricultura no es la única actividad productiva, el problema es que su


falta de poder adquisitivo afecta otras actividades económicas como el comercio. Por
ejemplo, los dueños de las tiendas se ven afectados pues “las tiendas aquí tienen sus clientes
que son agricultores. Si la cosecha es mala ellos quedan aquí, pues qué le abonan, con esos
precios tan malos que yo debo un millón de pesos en la tienda”50. Frente a nuevas
posibilidades de actividades económicas, aparecen propuestas especializadas en ventas
como el Ara o la Olímpica que no suelen ser grandes generadoras de empleo, mientras que
el escalafón de las industrias sigue prácticamente ausente.

Adicional a esto, uno de los entrevistados aludió a la forma en cómo apoya el Estado
al agricultor, en comparación a otros países que se dedican a la exportación de este tipo de
productos; el mecanismo suele ser subsidios entregados por parte del Estado, situación que

49
Entrevista 3
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Entrevista 3
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es diferente al sistema de préstamo establecido. El maíz es un ejemplo de productos


agrícolas que no pueden competir frente a la competencia con productos importados.

Antes, sabe el maíz que se produce en la región, y lo traen mejor de afuera, ¿ah? Frenar esa
importación, y no le paran bola. Imagínese que aquí en, a principio de enero aquí venía una
empresa de, es antioqueña, pero está ahí en Cereté, compradora de maíz. Ella venía a comprar el
maíz aquí, aquí lo recibían y se lo pagan uno aquí enseguida, y este año no vino. Yo llamé allá y
me dijo “nombe, doctorcito, lo que pasa es que esos precios están como... Muy altos en el
Carmen”. Imagine usted, hablando de precios altos con 650, 700 pesos el kilo 51.

Para este entrevistado, la paz empieza con el gobierno tomando medidas a favor de
los pequeños productores, porque el maíz sí puede ser rentable. Para expresar este punto,
pone el ejemplo de Córdoba donde “no hay quien tenga tierra de los pobres”. Es decir,
aquellos que sí tienen tierra siembran 2000 hectáreas, que tecnificadas producen de 7 a 8
toneladas de maíz. En estas cantidades, el maíz es incluso más rentable que la ganadería.
Sin embargo, surge la duda de cómo podrían darse esos procesos en una tierra que “no se
presta para cultivarla técnicamente. No son planas, sino son onduladas. Entonces, cómo la,
cómo la fertilizas, y cómo la riegas, nada, no puedes ponerle reguío porque son lomas”52.
Los proyectos productivos fueron otro punto bastante mencionado, en especial
porque uno de los entrevistados fue beneficiado con 300 hectáreas para una asociación
compuesta por 60 familias, para dedicarse a la agricultura y a la ganadería, donde los
recursos son manejados por la misma asociación en alianza con las entidades financiadoras.
Esta actividad, además de retomar su papel como intermediario gracias a su vínculo con
Fedetabaco o Fondo Nacional de Tabaco, le permitió conseguir recursos suficientes para
conseguir una vivienda en la que habitar con toda su familia después del desplazamiento:

Duramos un tiempo sufriendo porque, ajá, imagínese usted, todos a volver a trabajar, curso que ya
fuimos haciéndonos al pueblo, ya fuimos trabajando y al siguiente año ya se iba cambiando la cosa,
la empresa me llamó, por primera me prestan 15 millones de pesos, me entregan un cheque, así,
tome53.

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Entrevista 3
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Entrevista 2. Sobre Fedetabaco.
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Sin embargo, en el momento de las entrevistas existía mucha incertidumbre sobre


proyectos de este estilo, desde quiénes eran los involucrados hasta en qué consistía.
Tampoco había claridad sobre si los coordinadores de los proyectos tendrían oficinas
locales, o un cronograma específico, mientras que las personas a las que le habían
socializado ya estaban empezando la época de siembra.

(…) Ya la gente echa a germinar la semilla para luego sembrarla ya, y todavía no, porque según
ellos van a traer una semilla, y ajá dónde está. Todavía no ha llegado, aunque eso llegue es una gran
cosa, una gran cosa para la región, eso se incrementaría más el cultivo, y hay más fuente de trabajo
y de todas maneras la economía se recupera. Pero, ahí está, todavía no se ha visto ningún funcionario
de esos que venga a hacer una reunión (…) porque ellos lo trajeron de la mesa de víctimas. (…)
Dónde está, dónde van a funcionar, cómo van a… Dónde van a comprar ese tabaco, dónde lo van a
almacenar, cómo lo van a hacer… Todavía no, y eso es con tiempo, eso no es enseguida. Eso es con
tiempo, averiguar las bodegas e instalarse ya, necesitan instalarse, si es una empresa que viene. Ajá,
pero no, a esta hora no han llegado54.
El futuro del agro tiene mucha relación con la ganadería, pues en los Montes de
María siempre ha habido un conflicto por la vocación de la tierra. Además, los procesos de
arraigo de la ganadería y las relaciones con los ganaderos, ha generado conflicto en la zona.
Según lo manifestado, pareciera que la ganadería ha retomado fuerzas:

Están incrementando ganadería, pero la gente de afuera. Son los que vinieron a comprar esas tierras
por ahí, están incremento en la ganadería que eso no beneficia en nada a este pueblo. Hasta los
trabajadores son de ellos, que los traen de afuera. No benefician en nada a la región 55.

Ahora, retomando el tema de los proyectos productivos, para este mismo


entrevistado una mayor inversión para este fin significaría una mayor provisión de
seguridad; pareciera ser que la percepción de delincuencia común o número de actos
delictivos aumentó en esta coyuntura, y que la presencia militar sería la forma de resolver
este problema.

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Entrevista 3
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Si, los proyectos productivos son los que van, serían los únicos que harían crecer la economía. ¿Por
qué? Porque ya entonces el gobierno tendría que meterle más seguridad al campo también. La
seguridad que dejó Uribe aquí no es que yo esté dándole el lado a Uribe, no, la seguridad que dejó
Uribe aquí la quitaron, la quitaron. Aquí no se encuentra… Se encontraba soldado por todas la
regiones, ya eso lo quitaron, aquí no hay nada. Por eso es que el delincuente anda a toda hora sin
problema, y es que atracan y es que roban. Todo los días, esperando a, y nadie se atreve a
incrementar un hato ganadero de los pequeños, porque donde uno lo coge eso, nos vamos que allá
hay gente armada y… (…). Aquí en el Carmen no hay paz, nadie(n) puede estar en el campo ahora.
El que tiene las vaquitas llegan y lo amarran, y les pelan dos o tres vacas ahí se las traen en moto56.

Un paréntesis sobre el tema de proyectos incluye la gestión de Fundación Semana,


si bien no era uno de los temas centrales de esta investigación. Sin embargo, al consultar
su base de datos de proyectos online, es posible encontrar iniciativas de Coltabaco como
“Alianza Jóvenes en Acción: Coltabaco” y el proyecto de siembra de tabaco en el que
garantizaba la comercialización. Ahora, Fundación Semana fue mencionada en las
entrevistas por dos razones: (1) La incertidumbre de a dónde se fueron “tantos millones”,
y (2) el proyecto de vivienda.

Vea, la paz es trabajo. Mientras no haiga mano de obra, mientras no haiga… El gobierno no le de la
mano al campo (…). Y el problema es que hablan de tanto, tanto, y eso lo cogen los políticos, los
políticos se roban eso. Eso se da cuenta uno aquí, que le van a hacer un proyecto a la región del
Salado. Vea, eso… La Semana esa, eso le robó al Salado. Se lo robó. Todo lo que hacía eso le
elevaba los costos, y no hizo fue es nada, tanta plata que llegó, eso y que van tantos miles de
millones, van tantos miles de millones, y dónde está, qué dónde los invirtieron 57

Las viviendas fueron el segundo tema, en relación al uso de los recursos destinados
a la reconstrucción de El Salado: “(…) fueron a hacer un barrio por allá, la gente pedía que
le reconstruyeran sus casas acá donde tenían el lote. No lo hicieron sino entonces el pueblo
quedó con muchos vacíos”58; y (…) yo quiero ver este pueblo… Que sea repoblado porque
ya se cometió un error con las 100 viviendas; esas 100 viviendas era de haber cogido todo
esos solares y haber hecho todo el pueblo como estaba tradicionalmente”59.

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Al menos, existen ciertos avances en la provisión de préstamos bancarios para los


campesinos. De manos del Banco Agrario, se ha flexibilizado el acceso a este tipo de
recursos, que solía ser precario por las condiciones financieras de los campesinos. Esta
situación, que acrecentaba la exclusión percibida por los campesinos, parece ser que ya no
es tan común.

Bueno, el banco ahora veo que por el posconflicto, el banco agrario está tratando de llegar a las
personas. Porque si usted va a hacer un préstamo, se lo prestan de 6, 7, 4 millones, sin fiador y sin
nada. Por ahí comienza la paz, vamos cortando un poco la guerra. ¿Por qué? Porque había la guerra
hasta en las mismas oficinas, que no atendían al campesino. Lo miraban como un… Una persona
ya, pero en cambio yo veía que llegaba el rico con el manojo de escrituras, enseguida le prestaban
mil, dos mil millones de pesos, y el campesino tenía que vender la gallina, la puerca, el burro, todo…
Y al fin, ya en últimas decía “no, ya no le podemos hacer el crédito”60.

Para estas personas que han estado cerca tanto de empresas como de campesinos,
la paz es transversal y viene con responsabilidades relacionadas con proteger al campesino
y sus cosechas, tener acceso a derechos como salud y educación, facilitar la adquisición de
tierras y garantizar recursos financieros para tener formas honestas de generar ingresos. En
los párrafos anteriores ha surgido el tema de la delincuencia, lo que quiere decir que para
todos los entrevistados es una preocupación continúa.
Cuando se trata de jóvenes, también comparten la preocupación del relevo
intergeneracional. Estas personas, que salieron de sus territorios, y después decidieron
volver es una tragedia escuchar jóvenes que no están interesados en volver al campo. La
esperanza que se plantea tiene mucho que ver con tener la posibilidad de tener para mandar
a los hijos a la universidad, y que al final del día “ese joven profesional que trabaje en el
campo no tenga nada que envidiarle al otro joven profesional que trabaja en la ciudad”61.
Por último, el drama de los segundos ocupantes ha generado gran estrés para la
convivencia de las personas en la comunidad, pues sugieren mecanismos alternativos que
buscan evitar los conflictos entre los ocupantes “originales” y los “segundos ocupantes”.

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Entrevista 2
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Entrevista 1
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Lo anterior, sin necesidad de que esto significara alguna denuncia frente a la “buena fe
exenta de culpa”, sino más bien mecanismos de retribución económica y reubicación.

Si yo fuera el que viera sacar esa ley, hubiera puesto otros artículos que dijera, si la persona que
compró a fulano de tal tiene gastos de 30 millones y compró por 20, le devolvieran toda la inversión,
y con mucho gusto yo le entregaba la tierra al otro. Aquí está su tierra, pero el Estado me pagó la
inversión que yo hice, porque ahí lo que van a generar es nuevos conflictos. (…) Porque el otro dice,
no, a mí me quitan la tierra, pero este pendejo no va… Me voy a gastar 200 mil pesos más y lo
mando a matar. ¿Qué está creando ahí? Violencia62.

Sobre el tabaco no hay tanto que decir porque todos aceptan, de alguna forma u
otra, que los mercados no se recuperaran a su favor y las duras medidas para controlar sus
efectos en la salud no van a disminuir. Además, todos son adultos mayores y pareciera que
tienen otros mecanismos para mantener un nivel de vida aceptable.

Entonces, ya yo ahora pues, a mi edad ya no tengo hijos a mi cargo, ya mi esposa no me acompaña


como me acompañaba con el tabaco, entonces me tocó… Me dedico a cuidar algunas cositas que
adquirí por medio del tabaco, como es la parcela, la... no más hay que cuidarla, a cuidar unos cerdos,
unas gallinas, unas vaquitas, unos burros, y… Animales. Eso, eso es lo que me dedico, a la cría 63.

No obstante, en cierta medida, se dejó en el aire la posibilidad de volver al negocio del


tabaco siempre y cuando hubiese un mejor trato hacia los cultivadores, de parte de los
empresarios. Incluso, surgió la sugerencia de tener una microempresa pequeña compuesta
por personas de municipios tabacaleros, con autonomía para exportar a mercados por
explorar, estableciendo precios justos que beneficien a todos por igual.

Capítulo 5: Discusión
Para retomar, la pregunta de investigación es cómo articular el tejido empresarial y la
construcción de paz a través de lo que se puede aprender sobre la memoria histórica de los
Tabacaleros de El Salado.

62
Entrevista 2
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Entrevista 1
70

La literatura nos señala que el relacionamiento más tradicional entre empresas y


construcción de paz está dado por la capacidad económica y laboral que tienen para
contribuir a la sociedad. La experiencia de los tabacaleros de El Salado lo confirma, pues
una de las características más importantes de la producción de tabaco negro fue la
prosperidad que trajo consigo. En términos de empleo, con las personas que laboraron en
sus bodegas, particularmente las mujeres dobladoras, y el resto de las familias, que se
dedicaron al cultivo. Dichas personas, que poseían cierto nivel adquisitivo, dinamizaban la
economía local a través de la adquisición de bienes y servicios.
No obstante, la prosperidad económica fue un paso más allá, pues atrajo al
corregimiento los servicios públicos más básicos, a pesar de que en esa época se
encontraban incomunicados con la cabecera municipal: El Carmen de Bolívar. Esto, a pesar
de que eran intermediarios, no los dueños directos de las empresas que compraban y
exportaban el tabaco. Sin lugar a dudas, para el caso de El Salado los intermediarios eran
las personas que gestionaban los conflictos entre los cultivadores y los empresarios.
En la mayor parte de los casos, y ya que muchos intermediarios eran oriundos de
El Salado, existía una mayor cercanía a los campesinos cultivadores, si se comparaba con
las empresas exportadoras o los empresarios. No obstante, no está claro si favorecer a los
campesinos era una actitud generalizada entre los diversos intermediarios durante esta
época.
Este análisis se inscribe en el eje conceptual de tejido empresarial, pues aborda los
tres actores principales de la actividad económica contemplada en este estudio de caso. “La
empresa”, que normalmente proveía anticipos para los cultivadores, y que se apoyaba en
la gestión del intermediario para maniobrar las transacciones y asegurar la producción
anual del tabaco negro procesado. El intermediario, cuya trayectoria siempre empezaba en
algún puesto como parte de la empresa, subiendo de jerarquía hasta llegar a la categoría de
intermediario. Los campesinos, entregados a su labor agrícola, dependían de su relación
con el intermediario y la empresa para asegurar la compra de su producción del cultivo de
mayor precio disponible en la zona baja de El Carmen de Bolívar.
Así mismo, los resultados apuntan a que dentro de este relacionamiento caben los
actores políticos locales y regionales en primera medida, y los actores armados. Según
Madero (2010), ciertos actores que se configuraban en el imaginario colectivo como
71

dueños, y que empezaron siendo económicos en actividades no exclusivas al tabaco,


empezaron a usar este capital humano como base para sus aspiraciones políticas a
corporaciones regionales. A nivel de intermediario no está claro hasta qué punto llegaban
sus aspiraciones políticas a nivel local, pues la única mención al respecto tuvo relación con
la Casa Faciolince mientras tenía control sobre la Gobernación de Bolívar64. Por lo menos,
hasta donde llegan los testimonios expresados en El Legado de los Ausentes, la actividad
política estaba orientada a proveer a los tabacaleros con los medios para tener una buena
calidad de vida.
Respecto a los actores armados, ninguno de los entrevistados mencionó algo
diferente a la intimidación ejercida a través de amenazas de secuestro y extorsión, que
finalmente llevó al desplazamiento de El Salado a lugares donde estuvieran más alejados
de las áreas de influencia guerrillera y paramilitar.
Asimismo, dentro del tejido empresarial habría que contemplar los colectivos
sindicalistas y organizaciones como la Asociación de Pequeños y Medianos productores
de Tabaco de Bolívar (Asotabol)65 y la Federación Nacional de Productores de Tabaco
(Fedetabaco), que surgen dentro de las conversaciones y en el seguimiento periodístico
como actores que agrupan y movilizan buena parte del gremio. Lo que sí es posible
identificar, es que en su mayoría, los actores del tejido tabacalero que actuaron en El Salado
como intermediarios y comerciantes corresponden a la base de la jerarquía de los actores
empresariales de la construcción de paz. Asimismo, las empresas exportadoras y sus
directivos, ya que tenían una mayor influencia a nivel regional e internacional, podrían
estar ubicadas en la parte media de la pirámide. Las empresas como la PMI y BAT, y sus
directivos, estarían inscritos en la punta de la pirámide al ser los actores más influyentes a
nivel nacional e internacional.
La heterogeneidad del tejido empresarial es palpable, pues aunque los protagonistas
mencionados pertenezcan a la misma actividad productiva, esto no significa que todos se

64
Esta temática podría ser explorada con mayor detalle en otras investigaciones, empleando un marco
teórico que indague con mayor profundidad el tema del clientelismo.
65
Frente a la incorporación a la ley colombiana de las restricciones del tabaco impulsadas por la OMS,
Asotabol ha sido uno de los grupos que más se ha movilizado en la región para protestar en contra de las
medidas.
72

inscriban en el mismo lugar del espectro de respuestas frente a un conflicto armado66. En


este sentido, valdría la pena analizar es si estas estrategias siguen algún patrón de acuerdo
a los actores empresariales a partir de los niveles a los que pertenecen o al tipo de
estrategias que deciden adoptar (Internacional Alert, 2006).
En esta parte vale la pena analizar el carácter de “spoiler” o “saboteador” que
podrían haber tenido los diferentes actores de este fragmento del tejido empresarial en
particular. Como es explicado en la introducción, un spoiler es todo aquel individuo o
grupo que se opone a la paz mediante la violencia porque su instauración amenaza su status
quo. A nivel de intermediarios del tabaco, no pareciera ser el caso pues el conflicto armado
afectó su capacidad productiva y sus opciones para comercializar el tabaco. No obstante,
la investigación llegó a José Manuel Méndez Romero, que era político y ganadero, y que
sus acciones bien podrían inscribirse en la lógica de un “saboteador”. Esto, sin incluir las
implicaciones que tuvo la “parapolítica” en la región.
Lo cierto es que incluso antes de la llegada del conflicto armado siguiendo la
llegada de las FARC, no es posible decir que todos los empresarios estuvieran
promoviendo sociedades prósperas y pacíficas a través de sus operaciones y formas de
producción; al contrario de lo que plantea Galtung. Mucho se ha dicho sobre los asesinatos
selectivos de líderes sindicalistas, y la amenaza a la vida de grupos de campesinos que
buscaban abrir mercados directos para sus productos. Está claro que ciertas empresas no se
veían como actores con capacidad para prevenir conflictos, pues este tipo de relaciones
desiguales expresadas en algunos casos a través de la violencia, lo que provocaron fue
profundizar las causas del conflicto.
Ahora, como está inscrito en la teoría, los contextos son cambiantes, y esto se
traduce en una bonanza tabacalera que gestionó estos relacionamientos durante más de
cincuenta años; y que para comerciantes y empresas “pequeñas” dedicadas al tabaco, más
que el conflicto armado, los mercados cambiantes y las tendencias globales parecen haber
tenido un efecto mucho mayor en su decaimiento. Incluso para Coltabaco y Protabaco,
empresas nacionales que obtuvieron grandes ganancias con la venta de cigarrillos, que

66
El espectro elaborado por Internacional Alert (2006), que incluye respuestas que sostienen el conflicto,
respuestas de asimilación o supervivencia para lidiar el conflicto, o respuestas que buscan reducir el conflicto
y mejorar las condiciones para la sostenibilidad de la paz.
73

finalmente fueron vendidas a la Philip Morris International y a la British American


Tobacco, respectivamente. Esto es revelador frente a la coyuntura actual, pues a pesar de
que ya no hay guerrillas ni paramilitares, la industria tabacalera ya no se perfila como una
de las favoritas de la región.
El marco temporal para el análisis del tejido empresarial y la construcción de paz
también toma relevancia, pues además de la complejidad ya descrita existe la posibilidad
de que haya coyunturas que muevan el actuar de cierto tipo de actores.
Para el área de construcción de paz en asociación con el sector privado67, la
discusión generada alrededor de los supuestos de la disciplina podría aportar cierta validez
a estos esquemas de análisis. Aún, cuando se trata de actores con cierto grado de
informalidad, vinculados a complejas realidades sociales y cercanos al conflicto. Sin
embargo, también se esperaría que hubiese el interés de abordar otros sectores; o el mismo
sector en comparación a otros contextos como Sucre o Santander, para saber cómo
corresponden las dinámicas de conflicto y paz a través de diferentes territorios.
Mover la investigación en esta dirección contribuye a dar pistas para pensar el
conflicto armado de una forma mucho más compleja que una disputa entre guerrilla y
paramilitares; y esto es precisamente uno de los propósitos de la construcción de paz según
lo que se entiende en los esquemas propuestos por Galtung, que contempla causas a la
violencia tanto culturales como estructurales. Es decir, no se trata solo de empresas y
empresarios cumpliendo labores de Responsabilidad Social Empresarial, sino que estas
acciones provengan del reconocimiento de los lazos que unen el tejido social afectado por
el conflicto.
En Colombia, la Memoria Histórica se ha convertido en un mecanismo que ha
contribuido a visibilizar las causas y los efectos que tuvo el conflicto armado apelando a
las vivencias mismas de las personas. Hablar de la construcción y reconstrucción de
relaciones entre actores de tipo político y social, pasa por tener la capacidad de contar y
escuchar la verdad. Es decir, para construir paz el sector privado territorial no puede
excluirse de estos espacios, como si los procesos de reconciliación y pedagogía no le
correspondieran. Desde su seno también hay memorias que pueden ser visibilizadas, y eso
es esencial para generar transformaciones en conjunto. La reconciliación pasa por un

67
Traducción libre de “Business-based peacebuilding”.
74

proceso de reparación simbólica y dignificación de las víctimas, así que es lógico pensar
que los actores empresariales también deberían hacer parte de estos procesos.
Esta investigación sobre la memoria histórica de Los tabacaleros de El Salado y El
Carmen de Bolívar tuvo dificultad para encontrar individuos representativos del tejido
empresarial en Cartagena y Bolívar dispuestos a hablar sobre su condición de víctima. Sin
embargo, fue una gran fortuna que los tabacaleros decidieran compartir su memoria. La
sección de resultados está diseñada para servir como una especie de informe que consigna
un antes, un durante y un después del desplazamiento de El Salado de los entrevistados.
Desde el contexto anterior, pasando por luchas campesinas y desembocando en los daños
e impactos manifestados, y una breve nota sobre sus percepciones acerca de la construcción
de paz.
Entre todos los temas que los tabacaleros llegaron a tocar al momento de hablar de
construcción de paz, quizás lo más importante es qué pasará con el campo frente a lo que
está sucediendo hoy, y en vista de lo que sucedió hace unos años. En lo referente a
actividades productivas, quedan una serie de interrogantes sobre las voluntades necesarias
para reactivar la economía de El Carmen de Bolívar y El Salado, pero también Bolívar y
la zona de los Montes de María; y más importante, frente a campos que quedaron vacíos,
qué tipo de actividades económicas están siendo promovidas, qué efectos tiene esto en el
territorio y quién o quiénes son los mayores interesados en establecer tal actividad.
Lo anterior, teniendo singular cuidado con los consensos alrededor de la palabra
“desarrollo”, pues esta viene cargada con muchos significados; desde una perspectiva
escéptica como la que propone Serje (2010), en ocasiones los proyectos y políticas que
buscan “desarrollo” terminan por producir empobrecimiento y desigualdad, convirtiéndose
en casos factor de conflicto.
Para el caso de los tabacaleros, si bien sus condiciones nunca fueron ideales,
ilustran la resistencia de los cultivadores de la zona a dedicarse al tabaco rubio, o cómo la
zona baja se está proyectando como territorio de teca. Frente al vacío que deja el tabaco,
es importante pensar qué tipo de conflictos y tensiones podrían surgir a partir de la
implementación de programas, proyectos o políticas de desarrollo en la zona.
Especialmente, cuando las opciones son limitadas para las comunidades y grupos locales;
75

y pensar en cómo se inscribe el tejido empresarial desde sus diferentes niveles a estas
discusiones.
En un sentido mucho más específico, cabe la posibilidad de plantear
reivindicaciones que busquen reparar el daño moral que causó territorios y comunidades
estigmatizados como “guerrilleros” por tener iniciativas comunitarias. Para sectores del
tejido empresarial con procesos de pedagogía incipientes, la idea es empezar a re-aprender
significados y concepciones sobre los movimientos campesinos, como los que suscitaron
los cultivadores del tabaco negro en su época, y cómo estos se pueden separar del legado
de violencia que intentó cooptar sus luchas. Al mismo tiempo, es que el sector privado
mismo encuentre cómo se inscribe dentro de estas luchas, y cómo puede convertirse en un
aliado del territorio; siguiendo, a grandes rasgos, el espíritu de los Programas de Desarrollo
y Paz.
Frente a situaciones de violencia cultural y estructural, existe mucho aun por
abordar. En primer lugar, para que los empresarios abran espacios dentro de sus empresas
o actividades productivas, y con apoyo de la academia se logre consolidar la necesidad de
empezar procesos de pedagogía de la memoria sobre el mismo tejido empresarial.
Identificar los beneficios que ha traído el acuerdo de paz para su capacidad productiva y
para la sociedad en general es un argumento clásico, pero al observar el clima político
actual para las elecciones presidenciales de 2018, pareciera que este aspecto tuviese una
prioridad bastante baja según las simpatías políticas de “empresas” y “empresarios”.
De esta forma, es extraño pensar que podrían romperse los círculos viciosos que se
transformen en virtuosos, y que sirven para crear sociedades con mayor capacidad para la
gestión de conflictos. El sector empresarial de Colombia tiene la experiencia, pero no se
trata solo de cumplir un requisito o financiar un proyecto, es que la labor de construcción
de paz permee su estructura y permita romper los esquemas mentales antagonistas y
sesgados que exacerban los conflictos.
En lo que respecta la experiencia con los votos del plebiscito donde la sociedad
colombiana rechazó los acuerdos de paz en la Habana, en parte gracias a campañas
electorales cuya bandera se centró en deshacer las negociaciones pactadas, muestra una
sociedad que no se sienta a tener conversaciones sobre lo que significa construir paz.
Todavía hay mucho por investigar para entender la magnitud de las resistencias que
76

impiden reconocer los logros de una negociación con una guerrilla que lleva más de 50
años, y que incluyó las voces de tantos sectores, muchos de ellos marginados. Sin duda,
hay un componente de reconciliación que está fallando, pues más de 7 millones de personas
creen en ese discurso, incluso en zonas que han sido tradicionalmente campesinas.
Algo que nos revelan las percepciones y memorias de los tabacaleros es el apego a
la percepción de seguridad. Aun si ya no hay conflicto, la percepción de seguridad es
pésima debido al incremento de la delincuencia común. Esto distorsiona la percepción de
necesidades que tienen las personas en los municipios, pues terminan por priorizar
seguridad a cualquier costo, defendiendo el legado histórico que tiene Colombia en la
materia; lo que representa un riesgo frente a los alcances de la seguridad estatal, a juzgar
por lo que pasó en los territorios.
Este tipo de percepciones fácilmente podría ubicarse en el extremo de
“mantenimiento del conflicto” según el espectro planteado por Internacional Alert (2006),
pues parte de reivindicaciones que en un momento de la historia justificaron masacres en
los Montes de María. Esto es particularmente preocupante en la “base de la pirámide” de
actores de la construcción de paz que parte del análisis de Lederach, porque se trata de
percepciones de personas que componen el tejido más cercano al conflicto; que, si bien no
les convierte en saboteadores, legitiman las acciones de aquellos actores empresariales en
la punta y la mitad de la pirámide, que tienen mayores recursos, notoriedad, influencia y
capacidad de toma de decisiones.

Conclusiones y Recomendaciones
La experiencia de los tabacaleros nos permite una visión muy particular sobre las
dinámicas territoriales que alguna vez se insertaron en el municipio de El Carmen de
Bolívar y en el corregimiento de El Salado. Hoy, que los territorios están en proceso de
reconfiguración del qué tipo de actividades productivas están siendo respaldadas por los
actores económicos y políticos cabe responder si estas transformaciones están incluyendo
un cambio en el cómo.
Lo que enseña la Memoria Histórica es la radiografía de jerarquías de poder que se
ha mantenido en el territorio, a través de acuerdos que han buscado explotar una y otra vez
a aquellos que sostienen los territorios. Para el caso del tabaco, aquellos campesinos
77

encargados de la producción agrícola, que sufrieron los rigores del conflicto armado y hoy
en día siguen siendo víctimas de estigmatizaciones sobre su pasado. Para los habitantes de
El Salado, que perdieron cierta autonomía del manejo de sus propios recursos y provisión
de servicios públicos, y que hoy en día no tienen una actividad productiva que pueda
garantizar un nivel de vida como aquella de la prosperidad tabacalera.
Si de algo ha servido esta investigación, es para saber cómo se ha venido
articulando cierto fragmento del tejido empresarial en las dinámicas de construcción de
paz. Lo que nos indica la experiencia tabacalera es que hay muchas contradicciones y
formas de interpretar las relaciones dentro del mismo tejido empresarial de un sector
particular. Sin embargo, esto no debería ser una excusa para excluir la posibilidad de
modificar las formas de operación, gestionando interacciones mucho menos violentas entre
los diferentes actores involucrados.
Las recomendaciones están orientadas en principio hacia la academia, que tiene una
deuda histórica con los territorios al no vincularse a procesos de innovación que permitan
una mayor flexibilidad a la hora de dedicarse a la producción agrícola. Uno de los
entrevistados bien lo mencionada, pues los territorios de esta zona son mucho más difíciles
de tecnificar. No obstante, así como llegaron agrónomos a El Salado, que le apostaron a
sembrar una variedad de tabaco negro, faltan opciones para que las personas puedan tener
acceso a tecnologías o a nuevas opciones productivas.
La inversión en innovación, que tenga ese incentivo de articular generaciones,
apoyar la búsqueda de los mercados y hacer parte de los esfuerzos para que haya acceso a
los servicios públicos y de educación y salud, para que las zonas rurales tengan la
posibilidad de atraer y mantener capital humano.
Asimismo, existen ciertos avances frente a los proyectos productivos y a los
procesos de flexibilización de acceso a créditos, que parecen haber llegado a los territorios
a responder demandas específicas. Al respecto, las empresas y empresarios podrían buscar
vincularse a procesos de integración que ya estén en marcha, más que llegar a ofrecer
opciones que generan altas expectativas y que luego desaparecen del mapa sin mayor
consecuencia.
78

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