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Daniel Goleman
• En efecto, una de las señales de que los sentimientos han dado un viraje
hacia lo patológico es que son tan inoportunos que aplastan cualquier otro
pensamiento y sabotean continuamente los esfuerzos por prestar atención a
cualquier otra tarea posible.
• Por otra parte, consideremos el papel que ejerce la motivación positiva –el
ordenamiento d los sentimientos de entusiasmo, celo y confianza– en los logros.
• Imagínese que tiene cuatro años de edad y alguien le hace la siguiente proposición:
si espera a que esta persona termine la tarea que está haciendo, podrá recibir dos
bombones de obsequio.
• Este es un desafío que sin duda pone a prueba el alma de cualquier criatura
de cuatro años, un microcosmos de la eterna batalla que existe entre el
impulso y la restricción, el yo y el ego, el deseo y el autocontrol, la
gratificación y la postergación.
• La elección que hace el niño constituye una prueba reveladora; ofrece una
rápida interpretación no sólo del carácter, sino también de la trayectoria que
probablemente seguirá a lo largo de su vida.
• La diferencia emocional y social entre los niños que se apoderaron del bombón y sus
compañeros que demoraron la gratificación fue notable.
• Los que habían resistido la tentación a los cuatro años, como adolescentes
eran más competentes en el plano social: personalmente eficaces, seguros de
sí mismos, y más capaces de enfrentarse a las frustraciones de la vida.
• Y más de una década después (del experimento del bombón) aún eran
capaces de postergar la gratificación para lograr sus objetivos.
• Sin embargo, aproximadamente la tercera parte de los chicos, los que se quedaron
con el bombón, mostraron estas cualidades en menor medida y, en cambio,
compartían rasgos psicológicos relativamente más conflictivos.
• Y aún después de todos esos años (desde los 4 a los 15) seguían siendo
incapaces de postergar la gratificación.
• Lo más sorprendente es que cuando los niños participantes del experimento fueron
evaluados nuevamente al terminar la escuela secundaria, aquellos que a los cuatro
años habían esperado pacientemente eran alumnos superiores a aquellos que habían
actuado según su capricho.
• La tercera parte que a los cuatro años había tomado el bombón más
ansiosamente tenía una puntuación promedio de 524 en el campo verbal y
una puntuación de 528 en el campo cuantitativo (o en matemáticas); el tercio
que había esperado más tiempo para tomar el bombón tenía una puntuación
• La narradora del anterior texto sigue una terapia para la ansiedad; se da cuenta de
que su preocupación no le permite llevar el tipo de vida que le gustaría.
• Pero cuando llega el momento de tomar una simple decisión, por ejemplo i
irá a ver a su hijo jugar al futbol, su mente se ve invadida por pensamientos
catastróficos.
• Como hemos visto, la preocupación es el núcleo del efecto dañino que la ansiedad
ejerce sobre cualquier clase de desempeño mental.
• Cuando las personas propensas a la preocupación se les pide que lleven a cabo una
tarea cognitiva como separar objetos ambiguos en dos categorías, y que digan lo que
surge en su mente mientras lo hacen, son los pensamientos negativos –“no podré
hacerlo”, “no soy bueno para este tipo de pruebas” y frases por el estilo– los que
parecen interrumpir más directamente su toma de decisión.
• Por otra parte, las personas expertas en aprovechar sus emociones pueden utilizar la
ansiedad anticipada –por ejemplo la que surge ante un discurso o una prueba
inminentes– para motivarse y prepararse bien, con lo que consiguen un buen
desempeño.
• La risa, en tanto euforia, parece ayudar a las personas a pensar con mayor
amplitud y a asociar más libremente, notando las relaciones que de otro
modo podrían habérseles escapado: una habilidad mental importante no sólo
para la creatividad, sino para reconocer relaciones complejas y para prever
las consecuencias de una decisión determinada.
• Los beneficios intelectuales de una buena carcajada son más sorprendentes cuando
se trata de resolver un problema que requiere una solución creativa.
• Un estudio descubrió que las personas que acababan de ver por televisión un
video de bloopers resolvieron mejor un rompecabezas que los psicólogos
utilizan hace tiempo para evaluar el pensamiento creativo.
• La mayor parte de las personas a las que se plantea este problema incurren
en una “rigidez funcional”, y piensan en utilizar los objetos de la forma más
convencional.
• Pero aquellos que acaban de ver el video de los bloopers –comparados con
otros que habían visto una película sobre un tema de matemáticas, o que
habían trabajado en ellas– tuvieron más probabilidades de encontrar un uso
alternativo para la caja de las chinches y así alcanzaron una solución creativa:
con las chinches sujetaron la caja a la pared y la utilizaron como candelabro.
• Al hacer planes o tomar decisiones las personas que están de buen humor
tienen una inclinación perceptiva que las lleva a ser más comunicativas y
positivas en su forma de pensar.
• Pero un dios compasivo le permitió cerrar la caja justo a tiempo para atrapar
el único antídoto que hace soportables las desdichas de la vida: la esperanza.
• La esperanza, según están descubriendo los modernos investigadores, hace algo más
que ofrecer un poco de solas en medio de la aflicción; juega un papel increíblemente
poderoso en la vida al ofrecer una ventaja en ámbitos tan diversos como los logros
académicos y la aceptación de trabajos pesados.
• Las personas optimistas consideran que el fracaso se debe a algo que puede
ser modificado de manera tal que logren el éxito en la siguiente oportunidad,
mientras los pesimistas asumen la culpa del fracaso, adjudicándolo a alguna
característica perdurable que son incapaces de cambiar.
• Seligman, que fue quien los estudió, dijo: “Los exámenes de ingreso a la
facultad evalúan el talento, mientras el estilo explicativo revela quién
abandona.
• Los optimistas, por otra parte, se dicen: “estoy utilizando el planteo incorrecto” o “la
última persona con la que hablé estaba de mal humor”.
• “Uno mismo se encuentra en un estado extático hasta el punto de que siente que casi
no existe. He experimentado esto una y otra vez. Mi mano parece desprovista de mi
propio ser, y yo no tengo nada que ver con lo que está sucediendo. Simplemente me
quedo sentado, en un estado de admiración y desconcierto. Y todo fluye por sí
mismo”.
• Los atletas conocen este estado de gracia como “la zona”, en la que la
excelencia no requiere ningún esfuerzo, la multitud y los competidores,
felizmente absorbidos por ese momento.
• Esa es una experiencia magnífica: el sello del flujo es una sensación de deleite
espontáneo, incluso de embeleso.
• La entrada en esta zona también puede producirse cuando la persona encuentra una
tarea para la que tiene habilidades y se compromete en ella a un nivel que en cierto
modo pone a prueba su capacidad.
• Pero la zona del estado de flujo y del desempeño óptimo parece ser un oasis
de la eficiencia cortical, con un gasto mínimo de energía mental.
• Pero para los de bajo rendimiento, el estudio les permitía acceder al estado
de flujo sólo el 16% de las veces; en la mayor parte de los casos, provocaba
ansiedad y las exigencias superaban sus capacidades.
• “El estado de flujo es un estado interno que significa que un niño está
ocupado en una tarea adecuada.
• Pero uno aprende de forma óptima cuando tiene algo que le interesa y
obtiene placar ocupándose de ello”.
• Un niño que posee talento natural para la música o el movimiento, por ejemplo,
entrará en el estado de flujo más fácilmente en esa esfera que en aquellas para las
que es menos capaz.
• “Lo que se espera es que cuando los chicos alcancen el estado de flujo gracias
al aprendizaje se sentirán estimulados a aceptar desafíos en nuevas áreas”,
afirma Gardner.