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Revista de Ciencias Médicas de Pinar del Río

versión On-line ISSN 1561-3194

Rev Ciencias Médicas v.13 n.1 Pinar del Río ene.-mar. 2009

ADULTO MAYOR

La calidad de vida en los adultos mayores

Quality of life in the Aged

Adalberto Montanet Avendaño1, Carmen María Bravo Cruz,2Esperanza


Heida Hernández Elías3.

1
Profesor Auxiliar. Dr. Especialista I Grado en Psiquiatría. Hospital Psiquiátrico
Docente Provincial "Isidro de Armas". Pinar del Río.
2
Dra. Especialista I Grado en Psiquiatría. Hospital Psiquiátrico Docente Provincial
"Isidro de Armas". Pinar del Río.
3
Profesora Titular y Consultante de Psiquiatría. Dra. Hospital Psiquiátrico Docente
Provincial "Isidro de Armas". Pinar del Río.

RESUMEN

Se realizó un estudio descriptivo transversal evaluando la Calidad de Vida en


adultos mayores, respecto a diferentes variables sociodemográficas, enfatizando en
su vinculación a Casa de Abuelos, durante el período de enero- diciembre 2006. Se
toma una muestra de 42 ancianos incorporados a la Casa de Abuelos y otra de igual
tamaño de ancianos no incorporados. A cada anciano evaluado se le aplica una
entrevista estructurada y la variable Calidad de Vida se mide con la Escala M.G.H.
Se encontró un predominio del sexo masculino, edades de 75-84 años, solteros y
viudos. Sobresalen las categorías alta y media de Calidad de Vida entre los
ancianos; la dimensión salud no daña la calidad de vida de los ancianos pero la
dimensión satisfacción por la vida si la afecta en un grupo de ellos.

Palabras clave: Calidad de vida, adulto mayor, casa de abuelos.

ABSTRACT

A descriptive, cross-sectional study was carried out aimed at assessing the quality
of life in the Aged taking into consideration different socio-demographic variables
emphasizing on the inclusion of this population in the "Casa de Abuelos"
(Grandparents' House), during the period January-December 2006. A sample of 42
aged attending to "Casa de Abuelos" and another one of 42 who did not attend to
this place. A structured interview was applied to each aged assessed and the
variable Quality of Life was measured using the M.G.H scale. Male sex, ages
between 75 -84, single and widowers prevailed. Standing out the high and middle
categories when measuring the Quality of Life among the aged; health variable did
not change the quality of life in the aged, but satisfaction for life affected a group of
them.

Key words: Quality of life, aged, casa de abuelos (grandparents' house)

INTRODUCCIÓN

La población mundial ha envejecido desde su origen, uno de los cambios


demográficos más sorprendentes de los últimos años ha sido el crecimiento
constante en la proporción de personas mayores. En los últimos años es que la
sociedad ha empezado a tomar conciencia del problema que representa el
envejecimiento de la población y la necesidad de dar respuesta a las consecuencias
personales, sociales y políticas derivadas de ello. Se plantea que este proceso debe
ser considerado además en el contexto de sociedades complejas sujetas a grandes
variaciones.1, 2

En la actualidad son muchas las personas en el mundo que dedican su esfuerzo y


estudio a lo que podría denominarse como la nueva cultura de la longevidad. En
realidad es el intento de vivir más y en mejores condiciones físicas, sociales y
mentales, producto de que el avance social está orientado hacia esa dirección,
buscando así un modelo de envejecimiento competente en un sentido útil y
productivo, capaz de fortalecer desde un punto de vista genérico de la salud, su
calidad de vida.3

En Cuba, desde el triunfo de la Revolución, se ha priorizado la tención al adulto


mayor, el cual, al igual que el resto de la población, disfruta de un régimen de
seguridad y asistencia social que le asegura una vida decorosa y digna. También se
implantó el Programa de Atención al Adulto Mayor, 4 que en su subprograma de
atención comunitaria, cuenta con diversas acciones encaminadas a la atención
integral al anciano para mantenerlos en el seno de la comunidad e integrarlos a
esta.

Entre los objetivos de este Programa aparece el garantizar los servicios de


rehabilitación a los ancianos a través de las instituciones e instancias
correspondientes y al respecto las Casas de Abuelos, representan una institución
social que brinda atención integral diurna a los ancianos carentes de amparo filial
en absoluto o familiares que puedan atenderlos durante el día; con la posibilidad
para estos ancianos de recibir una modalidad de atención gerontológico comunitaria
que contribuya a resolver necesidades socioeconómica, psicológicas y biomédicas.

La provincia de Pinar del Río se enfrenta a un problema relacionado con la ausencia


de estudios valorativos que demuestren por una parte la factibilidad de las Casas
de Abuelos como instituciones sociales capaces de brindar al adulto mayor una
mejor atención y satisfacción de sus necesidades; y por otra, poder identificar entre
los ancianos que quedan solos en sus hogares durante el día, factores de riesgo que
menoscaban su funcionalidad y afectan su calidad de vida.

Teniendo en cuenta el progresivo aumento de la población mayor de 60 años y la


necesidad de que estas personas se mantengan activas y útiles la mayor parte de
su existencia con un mejor disfrute, lo que ha constituido uno de los mayores
logros de este proyecto social; motivó al estudio de este grupo poblacional con el
objetivo de determinar características sociodemográficas y evaluar la calidad de
vida de los ancianos incorporados a la Casa de Abuelos y su comparación con otro
grupo no incorporados; lo que permitirá establecer las valoraciones necesarias en
cuanto a las posibilidades de estas instituciones sociales y la preparación en el seno
familiar y comunitario para la atención del adulto mayor y así dirigir acciones
considerando los factores protectores que faciliten una mejor calidad de vida y con
ello el logro de una Longevidad Satisfactoria.

MÉTODO

Se realizó un estudio descriptivo transversal con el objetivo de explicar la posible


asociación o dependencia de la calidad de vida en personas de 60 años o más,
respecto a diferentes variables sociodemográficas, enfatizando en su vinculación a
Casa de Abuelos, durante el periodo de enero- diciembre 2006.

El universo de estudio está constituido por los ancianos que pertenecen a la zona
urbana del municipio Pinar del Río. Se tomó una muestra de los 42 ancianos
incorporados a la Casa de Abuelos y otra muestra de igual tamaño de ancianos no
incorporados, de la misma comunidad, garantizándose homogeneidad entre ambos
grupos desde el punto de vista estructural. Por cada anciano de la Casa de Abuelos
se seleccionó uno no incorporado, considerando variables como edad, sexo,
ocupación y convivencia; constituyendo un total de 84 personas.

A la totalidad de los seleccionados se les explicó el objetivo e importancia social del


estudio, para obtener su disposición voluntaria en colaborar. A cada anciano que
integró la muestra se le aplicó una entrevista estructurada, a través de la cual se
recogen las características sociodemográficas y se explora la Calidad de Vida,
aplicándose para su medición la Escala M.G.H.5 Puede ser aplicada de forma
autoadministrada o como entrevista estructurada, contando con 34 ítems y su
objetivo está dirigido fundamentalmente para el nivel primario de atención de
salud. La técnica estadística empleada fue la Tabla de Contingencia, a través de
esta prueba no paramétrica se persigue demostrar las relaciones de dependencia e
independencia entre las variables y los grupos de estudio, basado en la opinión de
los entrevistados.

RESULTADOS

Al analizar las características sociodemográficas de los ancianos estudiados, se


debe referir que se evalúan un total de 84 ancianos, 42 incorporados a la Casa de
Abuelos y 42 pertenecientes al Grupo Control, seleccionados en la comunidad;
sobre la base de las variables establecidas edad, sexo, convivencia y ocupación.

En la tabla 1, se puede observar que se registran 18 casos del sexo femenino, para
un 42.9%, mientras que el sexo masculino está representado por 24 ancianos para
un 57.1%; estas cifras son coincidentes en ambos grupos.

Al evaluar la edad de los ancianos estudiados, se registra una edad promedio de 76


años, siendo la mínima 60 años y la máxima 95. Entre los rangos más
representativos en ambos grupos aparecen las edades de 75_84 años, en La Casa
de Abuelos, 21 ancianos para un 50.0% y en el Grupo Control 23, para un 54.7%
evaluados.

En la distribución de los ancianos en cuanto al estado civil, entre los incorporados a


la Casa de Abuelos se reporta un predominio evidente de los solteros, 23 ancianos
para un 54.8% y viudos 14 casos (33.3%), apareciendo tan solo 5 de ellos en la
categoría casados con un 11.9%; en tanto ya en el Grupo Control no se aprecian
diferencias notables entre los agrupados en las tres categorías, reportándose
solteros 15 casos.

Un objetivo fundamental en este estudio lo fue el evaluar la Calidad de Vida de los


ancianos seleccionados y en tal sentido, con el apoyo de la escala MGH, se pudo
constatar las diferentes categorías, reflejándose en la tabla 2, que entre los
ancianos de la Casa de Abuelos, 24 de ellos, para un 57.2%, se incluyen en la
categoría Calidad de Vida alta; en media y baja aparecen 8 y 7 casos
respectivamente con 19.0% y 16.6%; en tanto , la categoría muy baja agrupa a 3
ancianos para un 7.2%. En el Grupo Control los resultados no son contrarios, pero
sí con ciertas diferencias; 18 ancianos para un 42.9% se incluyen en la alta, 11 en
la media (26.2%), 7 en la baja (16.6%) y 6 casos para un 14.3% como muy baja
(35.7%), casados 14 (33.3%) y viudos 13 (31.0%).
Al evaluar la calidad de vida de los ancianos seleccionados, se analizan a través de
la escala MGH, las dimensiones salud, condiciones socioeconómicas de vida y
satisfacción por la vida.

En la dimensión salud, tabla 3, considerando los ítems que lo evalúan y valorando


el predominio de respuestas en más de la mitad de las mismas; con un punto para
la respuesta más negativa y 4 para la positiva; se reporta que entre los ancianos de
la Casa de Abuelos los resultados fueron favorables con un 73,8% entre las
respuestas 4 y 3; así mismo fue registrado entre los ancianos del Grupo Control con
un 73,9%.
Al evaluar la dimensión condiciones socioeconómicas, tabla 4, siguiendo la misma
metodología, se encuentra entre los ancianos de Casa de Abuelos un 66,7 %
responden a los valores más positivos, 3 y 4 y un 33,3% a los valores más
negativos, 1 y 2. En el Grupo Control un 61,9% en los valores 3 y 4 y un 38,1% en
los 1 y 2.

Como tercera dimensión se estudia la satisfacción por la vida, Tabla 5, entre los
ancianos de la Casa de Abuelos en un 90,4% respondió entre los valores de 3 y 4
con evidente predominio del segundo. A diferencia de esto los del Grupo Control
registraron un 73,9% entre 3 y 4 y un 26,1% en los 1 y 2.
DISCUSIÓN

Como se evidencia existe un predominio del sexo masculino; contrario estos


resultados a los que con mayor frecuencia se reportan en otras investigaciones,
Guibert,6 Mella,7 Pedroso,8 en los cuales es mayor la presencia de mujeres.

Al respecto se considera que los hombres con más frecuencia terminan solos y
limitados en sus posibilidades de llenar las demandas personales en la vida diaria,
por lo que buscan apoyo en instituciones sociales, pudiendo así incorporarse a la
Casa de Abuelos; lo que justifica su predominio en esta muestra. Contrariamente
las mujeres tienden a permanecer en los hogares asumiendo diversas actividades,
tanto para el beneficio del resto de la familia, como específicamente en la atención
de menores.

Los resultados presentados se aproximan, aunque en hogares de ancianos, a los


reportados por Rodríguez Pérez9 con un 65.8% de hombres y un 34.2% de
mujeres. Así mismo Montenegro Valera 10 reporta en su estudio en el Hogar de
Ancianos de Limonar, predominio del sexo masculino.

En cuanto a los grupos de edades se considera que en edades tempranas los


ancianos conservan mejor su validez en el hogar, tienen su protagonismo y son
más independientes; sin embargo en esta ancianidad intermedia que se registra en
la investigación, comienzan a evidenciarse las discapacidades por las enfermedades
que se presentan, cambios conductuales, agudización de rasgos de la personalidad
y tendencia a la soledad, perdiendo un tanto su protagonismo entre la familia, lo
que puede justificar su incorporación a la Casa de Abuelos, pues en las edades más
avanzadas la discapacidad es muy grande, ya no pueden valerse y la familia los
acoge en el hogar o tienen que acudir a un hogar de ancianos. Estos resultados se
asemejan a los informados por Trinidad y Valenzuela11 en estudio realizados en
Chile, quienes reportan una edad promedio de 77 años entre los ancianos con
rango de 60-92; aunque entre ellos predominaron las mujeres, resultados similares
se informan en España.12

En cuanto al estado civil existen diferencias entre ambos grupos que se explican
pues, con mayor frecuencia a estas edades, es que las personas perdieron su
pareja por divorcio o viudez, o tampoco lograron formar la pareja, aunque sin vivir
solos necesariamente, sienten en sus hogares la falta de una adecuada atención,
soledad, necesidad de ser útiles o deseo de mejorar sus relaciones sociales y
buscan en la Casa de Abuelos la solución a estas situaciones.

En estudios realizados por Inga y Vara en Lima, Perú13 reportan que sorprende el
elevado número de viudos y solteros con 52.5%.

Al evaluar las categorías de Calidad de Vida de forma general se destaca que los
resultados alcanzados son favorables, pues predominan las categorías alta y media;
no obstante se aprecian diferencias entre los grupos estudiados que consideramos
están relacionadas con los factores que de forma objetiva y sujetiva influyen en al
calidad de vida de estos. Estos resultados se aproximan a los estudios realizados en
Cuba por León14 que reporta una calidad de vida con predominio alta en el 58.8% y
media 17.5%, en ancianos incorporados a círculos de abuelos. Martínez y
Pérez15 en su investigación sobre calidad de vida, evalúan a los ancianos en base a
tres categorías, resultando que es considerada como buena en un 48% de la
muestra trabajada.

En general se define que entre los ancianos estudiados la dimensión salud se


comportó de manera favorable, lo que se explica porque como bien se conoce en
Cuba, el Sistema Nacional de Salud garantiza de forma gratuita la atención integral,
escalonada, oportuna y eficaz a este grupo de edad.

Al respecto Schwartzmann16 Gallego17 y Marín18 plantean que para evaluar la salud


en relación con la calidad de vida de las personas mayores, es más racional hacerlo
en términos de función.

Es de destacar el papel que en este sentido de la salud, desempeñan las actividades


que procuren un mejor funcionamiento del organismo y de la mente. Expresa
Zaldivar Pérez19 que el ocio y la recreación en el adulto mayor han de entenderse y
apreciarse como algo más allá de lo simplemente persona.

Al evaluar la dimensión condiciones socioeconómicas de vida estos datos informan


sobre afectaciones entre los ancianos de ambos grupos pero más presentes en el
Grupo Control, los cuales persisten a pesar de los esfuerzos realizados por el
sistema de asistencia social cubano, entre los que pueden destacarse el estudio a
los centenarios en la provincia, dada la atención esmerada que se brinda a las
personas próximas a los cien años ó más; también se conoce la ayuda económica y
material a este grupo de edad, ideado por el Comandante en Jefe Fidel Castro,
después del estudio genético desarrollado. Otra labor es la geriatrización al
personal médico y paramédico que atiende a los ancianos, a las personas que
constituyen líderes de la comunidad, así como a los cuidadores.

En cuanto a las diferencias vinculadas a la satisfacción por la vida entre los


ancianos estudiados es importante señalar que en la familia cubana se presentan
disímiles generaciones sin adiestramiento, con un rápido patrón de envejecimiento
que ha impedido garantizar a la población la preparación necesaria, lo que origina
problemas generacionales con una mayor preocupación por la esfera biomédica y
no psicosocial.
Sin embargo, la Casa de Abuelos se concibe como una institución que agrupa a una
sola generación, que dispone del personal calificado y adiestrado para el manejo
adecuado y propiciar la atención integral que requiere el anciano en sus aspectos
biopsicosocial y espiritual.

Castellón y Romero20 informan que han abordado las diferentes categorías y


variables incorporadas a lo que respectan la satisfacción por la vida pero siempre
de forma aislada por lo cual puede encontrarse que algunos hablen de la familia, el
apoyo social o cualquier otra categoría como buen indicador de calidad de vida pero
refieren que no han localizado literatura valorando este conjunto de variables
actuando sobre la calidad de vida.

Consideramos de forma general, se registra un predominio del sexo masculino,


edades de 75-84 años, solteros y viudos entre los ancianos. Las categorías de
Calidad de Vida alta y media sobresalen entre los ancianos, destacándose en más
de la mitad de los incorporados a la Casa de Abuelos. La dimensión salud, no daña
la Calidad de Vida de los ancianos estudiados y en el grupo control la dimensión
satisfacción por la vida, afecta su Calidad de Vida.

http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1561-31942009000100001
Las personas mayores y su salud: Situación actual

Health status of the elderly. Current situation

Ramos Cordero P.* y Pinto Fontanillo J.A.**

* Médico Especialista en Geriatría. Máster en Gestión y Administración Sanitaria.


Coordinador Médico Asistencial del Servicio Regional de Bienestar Social. Consejería
de Asuntos Sociales. Comunidad de Madrid. Secretario General de la Sociedad
Española de Geriatría y Gerontología.
** Técnico Superior de Salud Pública. Responsable del Programa de Mayores.
Subdirección General de Prevención y Promoción de la Salud. Dirección General de
Atención Primaria. Servicio Madrileño de Salud. Comunidad de Madrid.

Dirección para correspondencia

RESUMEN

El envejecimiento de la población es un fenómeno que se está produciendo en


todos los países desarrollados. España es el país de Europa con una mayor
esperanza de vida y el segundo país a nivel mundial tras Japón. La previsión de
este envejecimiento es que se mantenga una proyección constante y que afecte
ponderalmente tanto al grupo de los mayores de 65 como al grupo de los mayores
de 80, lo que se viene conociendo como el envejecimiento del envejecimiento o
sobreenvejecimiento de la población. Las patologías crónicas como la hipertensión
arterial, diabetes, dislipemias y obesidad presentan una tendencia ascendente. Se
calcula que las enfermedades crónicas consumen el 80% de todas las consultas de
Atención Primaria. Otro dato a tener en consideración es la ingesta de fármacos. El
88,9% de los mayores de 65 años consume algún medicamento, llegando al 93,4%
cuando se consideran a los mayores de 75 años. El 94% de las personas que
padecen enfermedades crónicas están polimedicadas.

Palabras clave: Envejecimiento, salud oral, salud general, personas mayores.

SUMMARY

All developed countries are facing ageing populations. Spain is the European
country with the highest life expectancy; worldwide it is second only to Japan. This
ageing is forecasted to continue, equally affecting people over 65 and those over
80, thus leading to what is known as the ageing of the ageing. Chronic pathologies
such as hypertension, diabetes, dyslipidemia and obesity are steadily growing.
Chronic diseases use up an estimated 80% of all Primay Care services. Medicine
consumption should also be considered. 88,9% of those over 65 are taking some
sort of drug; the percentage reaches 93,4% for those over 75 and 94% for people
suffering from chronic diseases.

Key words: Ageing, oral health, systemic health, older adults.

Introducción

El envejecimiento de la población es un fenómeno que hemos de contemplarlo


como un éxito o logro de la salud en general y de la salud pública en particular. Si
bien, es cierto que, a menudo, su grado de desarrollo y sus efectos se observan con
cierta preocupación por los distintos responsables de su gestión, en la medida que
plantean un reto para el sistema sanitario y para la sociedad en su conjunto (1).

En la actualidad, España es el país de Europa con una mayor esperanza de vida y el


segundo país a nivel mundial tras Japón, un objetivo al que se ha llegado en gran
medida a través de las estrategias sanitarias que se han venido incorporando en las
últimas décadas según queda constancia en el Tercer Informe sobre
Demografíapublicado por la Comisión Europea de Estadísticas (Eurostat) (2).

Para comprender mejor esta situación es conveniente echar una mirada a su


evolución histórica y en tal sentido encontramos que a principios del siglo XX, más
de la mitad de la población se hallaba por debajo de los 24 años y su esperanza
media de vida al nacer se situaba en torno a los 30-35 años de promedio. En la
actualidad, un siglo después, más de la mitad de la población se sitúa en los 39
años, pero con una tendencia verdaderamente progresiva que nos advierte que en
2020 puede ser ya de 43 años y que, si sigue la tendencia, en 2049 la mitad de la
población se situará en el límite de los 47 años. Consiguientemente la población se
configura en una serie de pirámides progresivas que nos dejan esa imagen
estructural de un envejecimiento cada vez más evidente y consolidado (Fig. 1).

Para desarrollar la presente división nos planteamos dividir el problema en varios


apartados:

1. Evolución de la población mayor.

2. Esperanza de vida.

3. Tendencias.

4. Mortalidad: hacia un nuevo patrón.

5. Carga de enfermedad.

6. Uso del sistema sanitario.

7. Algunos indicadores positivos en los mayores de cara al futuro.


1. Evolución de la población mayor

Especial relevancia tiene la proporción e influencia de las personas mayores en el


conjunto global de la población. Según datos del Censo de Población y Viviendas de
Noviembre de 2011 del INE (6), actualmente 8.116.347 personas tienen 65 años o
más, lo que representa al 17,3% de la población, es decir, que tenemos una
población muy envejecida. Dentro de este colectivo, casi la tercera, 2.438.535
personas, es decir un 5,2% del total de la población española, tienen 80 años o
más, con una clara tendencia demográfica hacia la feminización de la población
(59% de mujeres y 41% de hombres). Más significativo aún es el dato de su
evolución demográfica que se halla en torno al 3% en cada una de las últimas
décadas y que puede mantener ese crecimiento ya un poco atenuado del 2% hasta
la mitad del presente siglo (1).

La previsión de este envejecimiento es que se mantenga una proyección constante


y que afecte ponderalmente tanto al grupo de los mayores de 65 como al grupo de
los mayores de 80, lo que se viene conociendo como el envejecimiento del
envejecimiento o sobreenvejecimiento de la población: un fenómeno de impacto
todavía inevaluable (Fig. 2).

En concreto, lo esperable es que, a mediados del siglo, las personas mayores


constituirán algo más del 32% de la población, o en términos absolutos, en torno a
los 15 millones de personas. Se estima que en el año 2052, en España, habrá más
de 15 millones de personas con 65 años o más, lo que representará el 37,2% de su
población (1,3).

Muchos son los factores que han permitido una evolución de esta naturaleza,
singularmente la mejora en los hábitos de vida, el seguimiento y control de las
enfermedades crónicas y la mejora de la atención sociosanitaria en general. De una
forma más directa debe relacionarse con la caída de la mortalidad lo que converge
en el aumento de la esperanza de vida como indicador global.

Paralelamente se producirá otro fenómeno de ajuste y es que España parece que


empieza a estabilizarse demográficamente e incluso a perder población a partir del
2045. Las previsiones en forma de proyección del INE sugieren que habrá un
descenso paulatino, habiendo llegado entonces a los 48 millones de habitantes.
Este descenso desequilibra aun más la estructura de las edades y se espera que ni
la natalidad ni el proceso inmigratorio neutralicen las cifras de mortalidad (1,3).

2. Esperanza de vida

Constituye un dato relacionado con una mejor salud relativa y, de manera más
indirecta, con la propia calidad de vida (2).

En Europa, este indicador ha evolucionado positivamente especialmente en las


últimas décadas y se reconoce a España como uno de los paises más destacados
(2) (Eurostat 2011). La esperanza de vida para la mujer española ha alcanzado los
84,1 años, ocupando el segundo lugar, mientras que para el hombre es de 77,8, lo
que le sitúa en el quinto lugar. Estos mismos datos, recogidos en nuestro país por
el INE (referidos al Movimiento Natural de la Población 2011), ofrecen unas cifras
aún mayores, con una esperanza de vida para las mujeres de 85,21 años y de 79,3
años para los hombres. Esto representaría la mayor expectativa de longevidad
femenina de la UE y la tercera masculina (sólo detrás de Suecia e Italia) (2,3).

Aunque sigue siendo notoria la diferencia por sexos, se constata una progresión
constante sobre estos datos, sea cual sea la fuente, lo cierto es que las
proyecciones vienen también a poner de manifiesto una cierta suavización o
ralentización de esas ganancias. Del mismo modo y de forma paralela se observa
un acortamiento progresivo de la marca diferencial entre hombres y mujeres, lo
que se achaca a una serie de factores comportamentales que convergen en una
evidenciable superior reducción de la mortalidad masculina en comparación con la
femenina, si bien siga siendo aun más alta. Al día de hoy, el trecho de la esperanza
de vida por sexos es de 6,1 años y se espera que vaya suavizándose hasta los 5,6
años en 2049 (1,2).

Más sensible es el indicador que mide la esperanza de vida una vez llegados a la
teórica marca de los 65 años. Actualmente la expectativa para las personas de 65
años es que puedan vivir una media de 20,5 años más. A las mujeres se le atribuye
una esperanza adicional de 22,3 años y al hombre de 18,4 según el INE
(Movimiento Natural de la Población, 2011) (1). Este dato incide aún más en el
encabezamiento de la esperanza de vida de la población mayor española en Europa
y también en el resto del mundo.

Y, más sensible aún, si lo relacionamos con el verdadero estado de salud y de la


llamada calidad de vida, es el índice de esperanza vida libre de incapacidad al
cumplir los 65 años que nos dice que para las mujeres es de 10 años y algo más,
10,3 para los hombres. Por lo tanto, la situación resultante es que las mujeres
tienen un horizonte de vida en condiciones de incapacidad de 11 años y los
hombres de 7 (1,3-5). Es decir, la opción de una vida larga no se corresponde en
nuestro país con la realidad de una vida en buena salud (3-5). Quiere esto decir lo
que ya se ha puesto de manifiesto por diferentes sociedades científicas, en
particular con las relacionadas con la atención a los mayores como la Sociedad
Española de Geriatría y Gerontología, cuando alertan de que en España debe
hacerse hincapié en promover un envejecimiento de más calidad. A este fenómeno
es especialmente sensible la mujer mayor que vive esta etapa con más carga de
enfermedad, dolor y discapacidad las mujeres (1,6).

3. Tendencias

Dando por hecho que el envejecimiento poblacional es la tendencia guía a la que


hay que prestar una atención genérica, no es menos relevante la cuestión de los
desequilibrios demográficos que se constituyen en subtendencias y que tienen una
importancia considerable en futuro de inequidad global. La llamada
"reestructuración de las edades" subsiguiente al proceso de envejecimiento altera
profundamente las relaciones intergeneracionales en lo que se refiere a la
convivencia, la solidaridad y los cuidados y atenciones mutuas. Entre estas
evidencias, cabría destacar, al menos, estos dos:

a) La primera subtendencia observable en España, así como en los países del


entorno y que tiene cierto carácter de emergente es la inversión demográfica. Es el
fenómeno que se da en la actualidad y por primera vez y que se cifra en que la
población de personas de 65 años y más supera en número a la de los niños de 0 a
14 años (Fig. 3). El crecimiento del primer grupo y el decrecimiento del segundo
confluyen en un punto crítico que cuanto más se acentúa más pone en peligro la
sostenibilidad del sistema de protección sociosanitaria (1,3-6).

b) La segunda subtendencia recoge el hecho de la reducción diferencial progresiva


de esperanza de vida entre hombres y mujeres mayores a partir de los 65 años. Si
el índice general disminuía de 6,1 años a 5,6, tomando como referencia la edad de
jubilación se invierte este patrón: pasa de 3,9 años actuales a 4,3 en 2049. Es decir
vuelve a evidenciar un desequilibrio entre sexos entre las personas mayores que
tendrá consecuencias sanitarias, sociales y vitales (1).

4. Mortalidad: hacia un nuevo patrón

Son apreciable cambios evidentes en la conformación del patrón de mortalidad


actual. El más singular es que es asignable en una gran medida a personas
mayores, habiéndose producido en este sentido un cambio de paradigma. Mientras
que a principios del siglo pasado se adscribía preferentemente a niños de corta
edad, a principios de este se adscriben a personas de edad avanzada. En un siglo,
ha pasado del 30% al 85% la proporción de fallecidos mayores en el conjunto de la
población (3-5).

Por otro lado, se ha producido una cierta estandarización de fallecimientos en


edades y procesos desencadenantes; en general se concentra en las edades muy
avanzadas. Esto no es óbice para que, en general, se constate un descenso de la
mortalidad en todas las edades, también en lo que atañe a las personas mayores,
lo que supone longevidad añadida o sobreenvejecimiento; una situación sostenible
previsiblemente en el tiempo. Así, la tasa de mortalidad de la población española
era de 8,4 por mil en el año 2008, mientras que sólo la de 65 y más era de 42,1
por mil, pero habiendo descendido con respecto a una década anterior en 8 puntos
(IMSERSO, Libro Blanco, 2011) y a comienzos de siglo era del 21,9 por mil (4,5).

La mortalidad en relación al sexo se mantiene en la vejez con predominio masculino


(algo que está desapareciendo en el resto de edades), consolidando el diferencial y
la resultante de más mujeres mayores solas a cierta edad, tanto en la casa como
en las instituciones. En cuanto a las causas de muerte, se ve un cambio de
tendencia muy notable desde las últimas décadas (Fig. 4).

En este cambio se observa como hecho más significativo el que las enfermedades
degenerativas toman el relevo y desbancan a otras más tradicionales, de relevancia
histórica, preferentemente agudas y contagiosas (1). En este cambio se ven
inmersos también los mayores (Fig. 5).
El patrón de mortalidad predominante en las personas mayores por grandes grupos
de enfermedades viene definido por las enfermedades del sistema circulatorio
(30,5% del total de defunciones), los tumores (28,2%) y las enfermedades del
sistema respiratorio (10,9%). Manteniendo la tendencia de los últimos años,
ascendente para los tumores (2,0% más de fallecidos) y descendente para las
enfermedades circulatorias (0,7% menos de fallecidos) e irrumpiendo
ascendentemente las muertes por enfermedades respiratorias (4,9% más de
fallecimientos) (1,3).

Dentro de las principales causas de muerte, éstas varían según el sexo; siendo los
tumores la primera causa de muerte en los hombres (2,95‰ ) y la segunda en
mujeres (1,8‰ . Dentro de éstos, el cáncer de bronquios y pulmón es el que más
muertes produce en hombres frente al cáncer de mama en las mujeres. Por el
contrario, en las mujeres, la primera causa de muertes son las enfermedades
circulatorias, las cuales han descendido respecto al año anterior.

En las últimas décadas, se observa un incremento verdaderamente significativo


atribuible a las enfermedades del sistema nervioso (5,0%), hasta convertirse en la
cuarta causa de muerte más frecuente, especialmente las enfermedades
neurodegenerativas cuyo principal protagonista viene definido por la demencia tipo
Alzheimer con 11.907 muertes, (más del doble de fallecimientos que en el año
2000, posiblemente fruto de una mejor codificación de las causas de muerte) (1,3).
La más afectada es la mujer en tanto que es más superviviente en las edades más
avanzadas (Fig. 6).

Los fallecidos por accidentes de tráfico se han reducido respecto al año 2010 a
2.116 personas (un 9,4% menos). Desde comienzos de la década anterior las
muertes por accidente de tráfico se han reducido aproximadamente a la tercera
parte.

Sabemos que las enfermedades crónicas constituyen la principal causa de


mortalidad en el mundo, representando hasta el 63% de las muertes anuales y se
estima que en los próximos años esta proporción se elevará alcanzando casi al
80%. Así, en el año 2008 según la OMS, 36 millones de personas murieron como
consecuencia de una enfermedad crónica y, de éstas, unos 27 millones se
concentraron en los mayores de 60 años. En España, el 84,9% de las muertes
acontecen en personas de 65 años o más (7,8).

Según los últimos datos disponibles sobre mortalidad general en España, se han
producido 387.911 defunciones, que arrojan una tasa bruta de mortalidad del
8,41‰ , 188.057 mujeres y 199.854 hombres. Por sexo, la tasa femenina se situó
en 8‰en mujeres y 8,8‰en hombres (7,8).

5. Carga de enfermedad

El cambio anteriormente referido en el perfil o patrón de mortalidad en los


mayores, viene determinado por el propio cambio en los patrones de morbilidad
(enfermedad). Las enfermedades crónicas de tipo clásico junto con las
enfermedades de carácter degenerativo se van imponiendo, en detrimento de las
enfermedades infecciosas tradicionales y mucho más de las de tipo parasitario en
franca retirada.
El patrón de morbilidad viene definido por las enfermedades de la "civilización" o
del "progreso", fruto de determinados hábitos y estilos de vida como el
sedentarismo, el estrés, la alimentación inadecuada y el consumo de tóxicos:
alcohol, tabaco, drogas y medicamentos. Este patrón viene representado
fundamentalmente por las enfermedades circulatorias (21,4%), respiratorias
(15,5%) y el cáncer (12,4%), seguidas de otras como la diabetes, las
enfermedades neurodegenerativas, enfermedades digestivas, etc. (7,8).

Se trata de enfermedades de carácter degenerativo, con tendencia a la cronicidad y


a la asociación de enfermedades en una misma persona (pluripatología o
comorbilidad), que le imprimen un cierto grado de fragilidad clínica, con deterioro
funcional, pérdida de su autonomía y discapacidad y tendencia a la polimedicación
(9). La carga de enfermedad hoy bascula entre dos tendencias: la relevancia de las
enfermedades degenerativas y la mejora en el abordaje de la discapacidad. De esta
forma, la pluripatología, la comorbilidad y la limitación de las funciones básicas de
la vida diaria, han pasado a constituir la prioridad en el abordaje terapéutico más
que la propia enfermedad aislada en sí misma. En este modelo o patrón de
morbilidad, "la enfermedad aislada" deja de acaparar todo el protagonismo, para
adquirir mayor relieve la comorbilidad y la limitación funcional que estas
enfermedades imprimen al paciente (7-9).

La metodología de los cuidados, la rehabilitación, la propia fortaleza del sistema


sanitario son, junto a la innovación en los tratamientos farmacológicos, los
principales retos para alcanzar o preservar una mayor autonomía del paciente y un
retraso de los fallecimientos.

La cronicidad está muy presente en las cortes de edad avanzada. Según datos de
la Encuesta Nacional de Salud del año 2011-2012(3), existe una tendencia
ascendente de las patologías crónicas como la hipertensión arterial, diabetes,
dislipemias y obesidad, todos ellos factores de riesgo cardiovascular, hasta el punto
que el 73% de los mayores de 65 años declaran presentar al menos una
enfermedad crónica, elevándose al 78,5% en los mayores de 75 años (77,3% de
los hombres y 79,2% de las mujeres). Se estima que realmente, hasta un 95% de
mayores, padece alguna dolencia de carácter crónico pese a que en algunos casos
estos no las perciban como ocurre con la diabetes, dislipemia, cataratas, etc. (3-5).

La obesidad tiene una curva bimodal, siendo más frecuente a medida que avanza la
edad, hasta los 74 años, momento en el que comienza a descender. Entre el 70 al
80% de las personas mayores padecen problemas cardiovasculares. La enfermedad
pulmonar obstructiva crónica está presente entre el 20 y el 30% de los mayores. En
torno al 90% presentan déficits sensoriales de algún tipo (4).

Un 53% de las personas mayores tiene problemas articulares y periarticulares de


tipo artrosis, artritis o problemas reumáticos. Esta proporción aumenta en las
mujeres que además presentan más lesiones y problemas en general que cursan
con dolor (3).

La presencia de dolor, globalmente considerado y de cualquier etiología, es muy


frecuente en las personas mayores, aumenta con la edad y en la mujer,
encontrando que en el hombre lo padecen el 32% de las personas entre los de 65 a
74 años, asciende al 43% entre los de 75 a 84 años y hasta el 60% en los mayores
de 85 años; mientras que en la mujer alcanza al 53% entre las de 65 a 74 años,
asciende al 65% entre las de 75 a 84 años y hasta el 75% en las mayores de 85
años (3).
En cuanto las enfermedades infecciosas y las tumorales, ven agravados sus
pronósticos y, en consecuencia, su prevalencia al ser coadyuvados por otros
procesos convergentes con el propio envejecer.

Por último, los accidentes también aumenta con la edad y en la mujer, encontrando
que entre los 65 a 74 años sufren accidentes el 3,6% de los hombres y el 10% de
las mujeres, entre los 75 y 84 años aumentan al 4,5% en los hombres y al 12,1%
en las mujeres y, en los mayores de 85 años, alcanzan al 10,2% de los hombres y
al 14% de las mujeres (3).

Aún con este perfil de enfermedad descrito, sólo el 15% del conjunto de la
población mayor considera su estado de salud como malo, o muy malo (5). Según
datos de laEncuesta Nacional de Salud del año 2011-2012 (6) solo el 24,7% de la
población total cree padecer problemas en su estado de salud (20,7% en hombres
y 28,7% en mujeres) y esta percepción va aumentando a medida que avanza la
edad, encontrando que entre los 65 a 74 años alcanza 39,5% de los hombres y al
51,7% de las mujeres; entre los 75 a 84 años al 58% de los hombres y al 68,7%
de las mujeres y para los mayores de 85 años llega hasta el 67,9% de los hombres
y el 71% de las mujeres (3).

Del mismo modo la percepción de presentar algún problema de salud o enfermedad


crónica, va aumentando con la edad y siempre con mayor carga de enfermedad en
la mujer, encontrando que entre los 65 a 74 años lo perciben el 65,3% de los
hombres y el 70,8% de las mujeres; entre los 75 a 84 años asciende al 77,6% en
los hombres y al 78% en las mujeres y en los mayores de 85 años alcanza al
76,8% en los hombres y al 82,7% en las mujeres.

Respecto a los hábitos y estilos de vida solo un 59,1% de la población española


reconoce que realiza alguna actividad física en su tiempo libre como caminar,
practicar deporte, gimnasia etc. (64,7% en los hombres y 53,8% en las mujeres).

En relación a los hábitos tóxicos, se observa que el consumo de tabaco va


descendiendo con la edad y siempre es menor en la mujer, encontrando que entre
los 65 y 74 años el 16,2% de los hombres y el 4,6% de las mujeres son fumadores
habituales, mientras que entre los 75 y 84 años baja al 8,9% en los hombres y
0,9% en las mujeres y en los mayores de 85 años desciende hasta el 4,4% en los
hombres y el 0,5% en las mujeres (3).

Del mismo modo el consumo de alcohol, va descendiendo con la edad y el sexo,


aunque aún ha de mejorar, ya que en el último año han consumido alcohol el
67,4% de los hombres y el 34,2% de las mujeres; presentando un consumo
intensivo de al menos una vez al mes, el 3,2% de los hombres y el 0,7% de las
mujeres entre los 65 a 74 años y el 1,4% de los hombres y el 0,2% de las mujeres
en los mayores de 75 años (3-5).

Estas enfermedades crónicas asociadas, tienden a producir diferentes grados de


discapacidad afectando a la autonomía funcional. Así, encontramos que la
autonomía funcional de la población fue descendiendo desde 1993 a 2006, tanto en
hombres como en mujeres, y presenta ahora una ligera mejora. En 1993, el 62,9%
de la población de 65 y más años (70,1% de los hombres y 58,0% de las mujeres)
era capaz de realizar sin ayuda las actividades de la vida diaria. En 2012, este
porcentaje es del 53,5% (61,3% de los hombres y 47,7% de las mujeres), algo
mayor que en 2006 (51,4%) (8,9).

En lo que respecta a la permanencia en situación de autonomía, existen estudios


que ponen en evidencia que se está produciendo un cierto retraso en la entrada en
discapacidad y dependencia (4,5) si bien aun no puedan considerarse del todo
concluyentes por la metodología y muestras utilizadas.

A la luz de los datos de los que disponemos a fecha de 2012, el 46,5% presenta
algún problema de dependencia funcional y el 35% de estos son dependientes para
alguna actividad básica de la vida diaria (tales como vestirse, asearse, etc.),
presentando un Índice de Barthel inferior a 60 puntos, siendo especialmente
frecuente en los mayores de 80 años, en los que más del 50% presenta alguna
discapacidad que le causa problemas para el desarrollo de las ABVD. En todos estos
casos, globalmente considerados, la mujer presenta un mayor grado de
dependencia que el hombre (32,4% de las mujeres mayores reconocen limitaciones
frente al 23,7% de los hombres), pero si se desdoblan por tareas, el hombre
presenta una mayor dependencia para las tareas domésticas, mientras que la
mujer para la movilidad (5).

Se estima que en un futuro la población dependiente alcanzará en 2020 en torno a


2.300.000 personas en todos los grados (5) (Fig. 7).

6. Uso del sistema sanitario

En las últimas décadas, se ha triplicado la asistencia y utilización del sistema


sanitario por paciente, pero con especial significación por parte del paciente mayor.

a) Atención Primaria

Según la Encuesta de Salud 2011-2012 (3) en el último año, han asistido a alguna
consulta médica, el 88,1% de los hombres y el 92,3% de las mujeres entre los 65 y
74 años, sube al 94,9% de los hombres y al 95,9% de las mujeres entre los 75 y
84 años y alcanza al 92,2% de los hombres y al 93,8% de las mujeres en los
mayores de 85 años, siempre con mayor frecuencia en la mujer. Del mismo modo,
cuando se analiza la asistencia a la consulta médica en último mes, este fenómeno
se reproduce, alcanzando en el grupo comprendido entre los 65 y 74 años un
39,25% en hombres y un 44,4% en mujeres; en las personas entre 75 y 84 años
asciende al 49,8% en hombres y al 50,6% en mujeres y, en los mayores de 85
años, desciende al 46,6% en hombres y al 48% en mujeres (3).

En el año 2013, un 91,7% del global de la población madrileña mayor de 64 años


con derecho a asistencia sanitaria pública fue atendida en las consultas de Atención
Primaria (muy similar a otras comunidades autónomas). La patología del aparato
circulatorio, básicamente crónica, constituye el motivo principal de consulta en
Atención Primaria en hombres (hipertensión arterial no complicada especialmente),
mientras que las patologías del aparato locomotor, sobre todo agudas, son la
primera consulta en mujeres (3).

Se calcula que las enfermedades crónicas consumen el 80% de todas las consultas
de Atención Primaria (7,8).

El 88,9% de los mayores de 65 años consume algún medicamento, llegando al


93,4% cuando se consideran a los mayores de 75 años y el 94% de las personas
que padecen enfermedades crónicas están polimedicadas (9). Esto conlleva que las
personas mayores que representan al 17,3% de la población, consuman el 30-40%
de la prescripción y el 70% del gasto farmacéutico del Sistema Nacional de Salud
(9,10).

Además sabemos que están polimedicados (consumo de forma continuada durante


los últimos 6 meses, de 6 o más principios activos), siendo en no pocas ocasiones
responsables en los mayores de la falta de cumplimentación y adherencia
terapéutica, de reacciones adversas, de entre un 7-17% de los ingresos
hospitalarios, e incluso algunos de esos eventos en un 2-3% de los casos se
relacionan con la causa de la muerte (9).

b) Atención especializada

En el nivel de Atención Especializada se observa un incremento de la frecuentación


por causas y asignable en buena medida a las personas mayores. Sabemos que en
España el 41,90% de todas las altas hospitalarias, se producen en personas de 65
años o más, con unas estancias medias hospitalarias globalmente consideradas,
más prolongadas que en los adultos (9).

Las tasas de altas hospitalarias en personas de 65 años o más, han aumentado un


32,3% en el periodo 2003-2013. Parte de ese aumento puede deberse al aumento
de longevidad en ese periodo. La patología del sistema nervioso y de los órganos de
los sentidos y la del aparato circulatorio, son por este orden las dos primeras
causas de alta hospitalaria en ambos sexos.

Actualmente, más del 50% de las estancias hospitalarias corresponden a personas


de 65 y más años (8,9).

Según la Encuesta Nacional de Salud del año 2011-2012 (3) los ingresos
hospitalarios producidos durante el último año, en personas mayores de 65 años,
aumentan con la edad y con el sexo (hombre); así encontramos que entre los 65 y
74 años han ingresado el 11,7% de los hombres y el 9,4 de mujeres; entre los 75 y
84 años han ingresado el 19,9% de los hombres y el 14,8% de las mujeres y
finalmente en los mayores de 85 años han ingresado el 22,5% de los hombres y el
16,1% de las mujeres (Fig. 8).

7. Algunos indicadores positivos en los mayores de cara al futuro

- El 53% de personas mayores inician nuevas actividades después de los 65 años.

- El 43% de los mayores manifiesta querer vivir activamente y de forma autónoma


en la sociedad española (4).

- Las personas mayores expresan una clarísima voluntad de autonomía, como


manifiesta el hecho de que un 87% desea vivir en su casa el mayor tiempo posible.
No obstante, también desean fuertemente mantener relaciones familiares intensas,
de las que ya disfruta el 89 %. Incluso un 70 % contribuyen al cuidado de sus
nietas y nietos.
- Un 28% pertenecen a alguna organización y un 8%, concretamente, a
organizaciones de voluntariado.

- La formación educativa es una actividad emergente entre las personas mayores:


el 86 % de las personas mayores no han superado los estudios primarios, si bien se
están incorporando a alguna actividad educativa de forma progresiva (4).

- La actividad física es una asignatura pendiente entre la población de edad. Si bien


en forma de participación lúdica empieza a paliarse este déficit.

- El 45,5% de las personas mayores destaca que goza de buena salud. Este
porcentaje ha crecido 8 puntos y medio. Paralelamente, el porcentaje de las
personas que afirman tener mala salud se ha reducido significativamente en el
mismo periodo: del 24 % al 14,5%. Este es un indicador muy positivo aunque
puesto en tela de juicio por los expertos (4).

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Dirección para correspondencia:


Primitivo Ramos Cordero
Agustín de Foxá, 31, 11a planta dcha.
28036 Madrid
Email: primitivo.ramos@madrid.org

Fecha de recepción: 2 de mayo 2015.

http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0213-12852015000300001
Ciencia y enfermería
versión On-line ISSN 0717-9553

Cienc. enferm. v.12 n.2 Concepción dic. 2006


http://dx.doi.org/10.4067/S0717-95532006000200007

Ciencia y Enfermeria XII (2): 53-62, 2006

ARTÍCULOS

FUNCIONAMIENTO SOCIAL DEL ADULTO MAYOR

SOCIAL FUNCTIONING OF ELDERLY

MERCEDES ZAVALA G.*, DAISY VIDAL G.**, MANUEL CASTRO S.***,PILAR


QUIROGA**** y GONZALO KLASSEN P.*****

* Enfermera, Mg. en Enfermería, docente Depto. de Enfermería, Facultad de


Medicina, Universidad de Concepción, Concepción, Chile. E-mail:mzavala@udec.cl
** Asistente Social, Mg. en Salud Pública. Docente Depto. de Servicio Social,
Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Concepción, Concepción, Chile. E-
mail: dvidal@udec.cl
*** Enfermero, Mg. en Enfermería, docente Depto. de Enfermería, Facultad de
Medicina, Universidad de Concepción, Concepción, Chile. E-mail: mcastro@udec.cl
**** Médico, especialista en Psiquiatría, docente Depto. Educación Médica,
Facultad de Medicina, Universidad de Concepción, Concepción, Chile. E-
mail: quirogal@vtr.net
***** Médico, especialista en Neurología, docente Depto. de Especialidades,
Facultad de Medicina, Universidad de Concepción, Concepción, Chile. E-
mail: gklaasse@udec.cl

RESUMEN

Estudio descriptivo relacional, destinado a conocer la autoestima y el


funcionamiento social de los ancianos según roles sociales, desde su visión y la de
sus cuidadores y la percepción del funcionamiento familiar. Se incluyó a 300
ancianos y sus cuidadores familiares, de los consultorios de atención primaria de
Concepción. Se aplicó una encuesta en domicilio, con tres escalas: Groningen Social
Disabilities Schedule; Escala de Funcionamiento Familiar de Smilkeinstein y el Test
de Autoestima de Rosenberg. Resultados: el 51% de los ancianos reportan una alta
autoestima. La percepción de funcionamiento familiar de éstos se ubica en un 84%,
lo que corresponde a la más alta categoría de esta variable. No se encontró
diferencia estadísticamente significativa en la evaluación de la percepción de
funcionamiento social, entre la autoevaluación del anciano y la evaluación que hace
el cuidador respecto del anciano. Es importante destacar una alta consistencia entre
ambas mediciones, correlación de un 74%. Respecto a la relación entre las
mediciones del autorreporte de funcionamiento social de los ancianos y la escala de
autoestima, se encontró una correlación positiva, a mejor funcionamiento social
obtenido del autorreporte, mayor autoestima. Lo mismo ocurre entre las variables
autorreporte de Funcionamiento social de los ancianos y la Escala de Percepción de
funcionamiento familiar-Apgar. Los resultados de esta investigación podrán ser
considerados por los profesionales de salud para que en el trabajo con ancianos y
sus familias se fomente la independencia, la funcionalidad y la calidad de vida.

Palabras claves: Anciano, familia, autoestima, funcionamiento social, cuidadores.

ABSTRACT

Relational descriptive study aimed to asses elderly self esteem and social
functioning according to the social roles, through their personal and caregiver
perceptions and the family functional perception. The sample included 300 elders
and the caregivers from Primary Care Centers in the city of Concepción, Chile. It
was applied an inquest at home with 3 scales: the Groningen Social Disabilities
Schedule; the Smilkeinstein Family Functioning scale and the Rosenberg self
esteem test. Results: 51% of elders and 84% report a high self esteem. The
functioning familiar perception of them is at 84%, that corresponds to a high level
of perception. It was not found estatistically significant difference in social
functioning perception between self esteem of elder and the evaluation made by
the caregiver. It is important to say that is a high consistence between both
measures. Correlation of 74%. About the relation between the self social function
report of elders and self esteem scale, it was founded a positive correlation. The
better the social functioning in the self report, the better the self esteem. The same
phenomenon was observed between the elders self reporting social functioning and
the APGAR family functioning perception scale. The results of this study could be
considered by health professionals so that in working with elders and theirs
families, the independence, the functioning and quality of life, could be increased

Keywords: Elders, family, self esteem, caregiver, social functioning.

INTRODUCCIÓN

El envejecimiento concebido como un proceso que experimentan los individuos


puede ser visto desde dos enfoques, uno biológico y otro social. Para el profesor
Thomae (1982), la vejez es un destino social, puesto que son las características de
la sociedad las que condicionan tanto la cantidad, como la calidad de vida. Peter
Thownsend, citado por Barros (1993) plantea algo similar cuando sostiene que la
situación actual de dependencia de los ancianos ha sido creada por la política social.
Una política social en muchas ocasiones no publicada.

Chawla (1988) afirma que los ancianos "no siempre son dependientes a causa de
su decadencia física, sino que lo son frecuentemente debido a la forma cómo son
categorizados socialmente y a las presiones que se ejercen sobre ellos. Si bien es
cierto que el envejecer implica un deterioro biológico, son las condiciones sociales
de carencia de servicios y las ideas contenidas en el modelo médico tradicional las
que restan oportunidades para que el "viejo" se mantenga activo y autovalente. La
carencia de una definición sociocultural del conjunto de actividades que serían
específicas de los ancianos les hace sentirse inútiles y sin reconocimiento social. La
falta de tareas específicas conlleva la dificultad para saber en qué concentrar los
esfuerzos y en qué volcarse de modo de actualizar las propias potencialidades.
Cada individuo que envejece debe crearse un personaje e improvisar su actuación:
la dificultad de esto implica que sólo algunos lo logran y otros deben resignarse al
estrecho mundo de las cuatro paredes del hogar (Barros, 1994; Anzola et
al., 1994).

Chile se encuentra en un proceso de envejecimiento poblacional paulatino, lo que


se traduce en que en el año 2000, el 10,2% del total de la población del país estaba
compuesta por personas de 60 años y más de edad, esto es 1.521.557 personas,
proyectándose a un 18,2% para el año 2025, con una población superior a los 3
millones y medio (CELADE, 2003).

El aumento progresivo de las expectativas de vida en todas las sociedades presenta


para los próximos decenios el importante desafío de definir el significado y los roles
sociales de los adultos mayores. Este desafío implica la necesidad de realizar
arreglos sociales que permitan a las personas mayores el desarrollo de todas sus
potencialidades en busca de un envejecimiento exitoso. Un envejecimiento exitoso
y saludable tiene que ver con la funcionalidad biológica y social que permite la
plena integración social y familiar de los que envejecen, lo que implicará superar las
barreras sociales y culturales que aún persisten e impiden a los adultos mayores
desarrollar sus potencialidades. En las modificaciones que deban realizarse están
involucrados el estado, las organizaciones sociales, la comunidad, la familia y cada
uno de los individuos (Peláez, 2000; Domínguez, 1982).

El principal sistema social del anciano y el apoyo que recibe viene de su familia. Se
trata de una unidad social sujeta a las presiones y condiciones de su entorno
cultural, económico y político de un momento dado. La definición más aceptada del
concepto de familia es la de varias personas relacionadas por los lazos de
parentesco, sanguíneos, de matrimonio o por adopción. Tales personas pueden
compartir un mismo techo o habitar en viviendas separadas.

La familia del anciano brinda apoyo social, funcional, económico o material, afectivo
y asistencia en diversas formas.

Aun cuando la gran mayoría de las personas adultas mayores son relativamente
independientes y físicamente aptas y funcionales, el grupo de los mayores de 80
son más dependientes, más aún si su nivel socioeconómico y estado de salud son
limitados (Sánchez, 1994). La O.M.S. ha definido la salud del anciano por su
capacidad para funcionar, y no por las limitaciones, discapacidad o enfermedad que
presente.

Así, la calidad de vida de las personas mayores está estrechamente relacionada con
la capacidad funcional y el conjunto de condiciones que le permiten mantener su
participación en su propio autocuidado y en la vida familiar y social (CELADE, 2003;
Fernández-Ballesteros et al., 1996).

La interacción de los factores biológicos con la psicología del comportamiento y con


los procesos sociológicos del envejecimiento aparece con frecuencia en los estudios
realizados a la fecha. La posibilidad de controlar una enfermedad está condicionada
por la aptitud social para integrar a la persona enferma a un sistema de vida que le
ayude a resolver sus problemas ambientales y particularmente la aptitud para
desenvolverse en la actualidad. De igual forma, la capacidad social para integrarse
varía según el individuo que envejece. (O.P.S./OMS, 1985)
La tendencia a favor de una vejez activa procura que el anciano conserve su
independencia, su libertad de acción y su iniciativa, de manera que sea capaz de
elegir el mayor número de opciones en su vida, sin desconocer la realidad de que la
gente de mayor edad es menos capaz de ejercer su independencia, tiene menos
eficiencia en su trabajo y es más vulnerable a las enfermedades (Barros, 1994).

La persona mayor ha de tomar una actitud positiva en la vida y la primera de estas


actitudes básicas es aprender a ser uno mismo, aprender a saber vivir consigo
mismo, a conocerse tal y como uno es, con sus dimensiones reales, espaciales,
temporales, corporales, espirituales.

Esta expresión de José M. Cagigal sintetiza todos aquellos puntos necesarios para
una reconceptualización y revalorización de la edad adulta tardía como una etapa
normal de la vida del ser humano, con sus características propias y definidas y que
llevan inmersa la posibilidad de prepararse para la vejez. Esto implica
esencialmente, y a modo de síntesis, asumir y resolver la aceptación de la edad,
una redefinición de roles, la búsqueda e identificación de formas alternativas para
el cese de ingresos y, la revisión de vida y establecimiento de nuevas metas.
Entrega un sello especial, propio del ambiente sociocultural en el cual se inserta.
Así, el "funcionamiento" de una persona en sociedad es factible de medir a través
de su desempeño, en los distintos roles sociales que le corresponde ejecutar
(Parsons, 1999). El concepto de rol social ha sido definido de diferentes maneras.
En este estudio se considera la opción de la integración de los conceptos de rol
social y rol conductual. "Rol social es un conjunto de expectativas que las personas
tienen acerca de la conducta de una persona, quien toma o adopta una posición
determinada" (O.P.S./O.M.S., 1985). Se puede precisar que el papel que una
persona desempeña en sociedad está influido por las nociones propias y
expectativas acerca de cómo debe comportarse; las nociones y expectativas de
otros relevantes, la norma del grupo o de la población; las sanciones positivas o
negativas que imponen otras personas (y posiblemente el mismo individuo),
cuando el rol de conducta relevante se encuentra en discusión. El desempeño de un
rol social determinado adquiere gran relevancia, por cuanto es el mecanismo que
permite la integración de una persona al sistema social en el cual se inserta. Para
medir estas dimensiones se ha considerado la mirada que otorga el Groningen
Social Disabilities (Wiersma et al., 1990).

OBJETIVOS DEL ESTUDIO

Objetivo general 1

- Conocer el funcionamiento social de los adultos mayores de la comuna de


Concepción según algunas dimensiones psicosocioculturales y familiares que lo
caracterizan (roles sociales, autoestima y percepción de funcionamiento familiar).

Objetivo general 2

- Contrastar el autorreporte del funcionamiento social del adulto mayor y la


percepción de funcionamiento que tiene de él, un cuidador, a través de la medición
del Groningen.

MATERIAL Y MÉTODO

El presente trabajo es un estudio descriptivo relacional, cuya técnica usada fue el


survey social.
Las unidades de análisis estuvieron constituidas por:

a) Los ancianos inscritos en el Programa del Adulto Mayor de los consultorios de


atención primaria de la comuna de Concepción y

b) Los cuidadores de estos ancianos.

El universo estuvo constituido por 4.162 adultos mayores inscritos en el Programa


Adulto Mayor de los Consultorios de Atención Primaria de la Comuna de
Concepción. Se utilizó un muestreo por cuotas, seleccionando a los sujetos
conforme cumplían los siguientes criterios: ancianos de ambos sexos mayores de
60 años para mujeres y mayores de 65 para varones; vivir con un cuidador
familiar; no presentar alteraciones mentales, esto fue verificado mediante la
aplicación del minimental test; ser autovalente, de acuerdo a la escala de
funcionalidad de la Cruz Roja española.

La muestra quedó finalmente conformada por 300 ancianos y 300 cuidadores que
cumplían los requisitos anteriormente señalados.

Del instrumento

Para la obtención de los datos se elaboró una encuesta para el anciano y otra para
el cuidador.

La encuesta del anciano incluyó

I. Antecedentes sociodemográficos.

II. Evaluación del funcionamiento familiar a través del test de Apgar familiar de
Smilkstein, adaptado por Horwitz y Florenzano (1985). Este instrumento evalúa la
percepción de funcionamiento familiar según la persona que responde.

III. Test de Autoestima de Rosemberg; Escala utilizada para la medición global de


la autoestima, incluye diez ítemes cuyos contenidos se centran en los sentimientos
de respeto y aceptación de sí mismo/a. La mitad de los itemes están enunciados
positivamente y la otra mitad negativamente (Vázquez et al., 2004).

IV. Evaluación de funcionamiento social de las discapacidades sociales, Groningen


II versión (Wiersma et al., 1990). "Gronin- gen Social Disabilities Schedule", de
ahora en adelante: G.S.D.S. II (Segunda versión) traducido al castellano como
"Registro Groningen de las Discapacidades Sociales". Se basa en la descripción de
ocho roles sociales, los que de acuerdo con la revisión teórica y conceptual
realizada por el equipo creador del instrumento eran los que permitían medir,
adecuadamente, el funcionamiento social de una persona. Los roles contemplados
en esa clasificación son: Rol de cuidado personal; Rol de la familia; Rol del
parentesco; Rol de pareja; Rol de padre; Rol de ciudadano; Rol social y Rol
ocupacional.

La encuesta del cuidador incluyó:

I. Antecedentes básicos de identificación; II. Evaluación de funcionamiento social


de las discapacidades sociales, Groningen II versión (Wiersma et al., 1990), que
consideró la percepción del cuidador respecto del anciano.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Características sociodemográficas de los Ancianos (Tabla I)

La información que se presenta en Tabla I indica que el 68% de la muestra es de


sexo femenino, en la categoría de 70 a 79 años se concentra el mayor porcentaje
(48,3%) de los ancianos encuestados, lo que coincide con el grupo de edad, de este
segmento de la población, que está creciendo con mayor rapidez. En cuanto al
estado civil, un 49,7% son casados y un 37,3% informan ser viudos. La escolaridad
de los ancianos se concentra en las categorías sin escolaridad y escolaridad básica
incompleta, este hecho da cuenta de la realidad sociocultural que esta población
vivió durante su infancia, y responde también al perfil de la población que se
atiende en el sistema público de salud.

Variables Psicosociales Ancianos: Autoestima; Percepción de Funcionamiento


Familiar; Funcionamiento Social; Percepción de Funcionamiento social de los
cuidadores respecto de los ancianos (Tabla II).

De acuerdo a lo que se indica en Tabla Nº 2, un 53% de los ancianos se ubica en el


nivel de alta autoestima, sólo un 2,6% resulta calificado con una baja autoestima.
Respecto a la percepción de funcionamiento familiar, el 84% de los ancianos
reconoce una alta percepción de funcionamiento familiar, sólo el 4,6% percibe el
funcionamiento de su familia como deficiente-bajo. En relación al funcionamiento
social, el 90,7% de los ancianos encuestados reporta un buen funcionamiento
social. Finalmente, y respecto de la percepción que tiene el cuidador acerca del
funcionamiento social del anciano, un 87,6% de ellos ubica a los ancianos en la
categoría de adecuado funcionamiento social.

Puntaje Groningen del anciano según áreas de desempeño (Tabla IV)

De acuerdo con lo que indica la Tabla III, las mayores frecuencias se agrupan
siempre en las categorías "Funcional" (más del 50% de las frecuencias, a excepción
del área Rol de Pareja con sólo un 31% en esta categoría) y en segunda prioridad
en la categoría Disfuncionalidad Leve (sobre el 15% de las frecuencias,
exceptuando nuevamente el Area Rol de Pareja que aglutina sólo un 8% de
respuestas en esta categoría).

Los roles que destacan con un mejor funcionamiento social son: Rol de
Autocuidado, Rol de Familia y Rol Ocupacional.
Sin perjuicio de lo anterior, las áreas que el anciano identifica con mayor dificultad
de desempeño o aquellas en las que él identifica con un menor funcionamiento
social son: Area Rol de Parentesco, Area Rol de Pareja, Area Rol de Ciudadano y
Area Rol Social. En todas ellas, menos de un 50% se califica como "Funcional" (en
las otras áreas sobre el 64% se califica "Funcional", un porcentaje cercano al 9% se
califica en Disfuncionalidad Moderada (en las otras áreas un porcentaje cercano
sólo al 5% se califica con Disfuncionalidad Moderada) y más del 2% en
Disfuncionalidad Severa. Es importante destacar que estas cuatro áreas hacen
alusión a las relaciones interpersonales que mantiene el anciano con sus
significativos cercanos y con el grado de conexión con su entorno.

Puntaje Groningen entregado por el cuidador respecto del anciano


según áreas de desempeño (Tabla V)

De acuerdo con lo que indica la Tabla IV, las mayores frecuencias se agrupan
siempre en las categorías: Funcional (más del 50% de las frecuencias, a excepción
del Area Rol de Pareja con sólo un 31% en esta categoría)y en segunda prioridad
en la categoría Disfuncionalidad Leve (sobre el 12% de las frecuencias,
exceptuando nuevamente el Area Rol de Pareja que aglutina sólo un 11% de
respuestas en esta categoría). Las áreas que destacan con un mejor
funcionamiento son: Autocuidado, Familia y Ocupacional. Sin perjuicio de
loanterior, las áreas que el cuidador identifica con mayor dificultad de desempeño
respecto del anciano, o aquellas en las que lo identifica con un menor
funcionamiento social son: Area rol de Parentesco, Area Rol de Pareja, Area rol de
Ciudadano y Area Rol Social. En todas ellas, menos de un 50% califica al anciano
como "Funcional" (en las otras áreas sobre el 70% lo califica "Funcional"
(exceptuando el Rol de Pareja).
Es importante destacar que aun cuando la distribución de frecuencias por áreas de
desempeño más deterioradas son coincidentes en las mediciones que entrega el
anciano con las que entrega su cuidador, los puntajes entregados por el cuidador se
concentran más en las categorías 1, "Funcional", las mediciones que entrega el
anciano se agrupan de igual forma en categoría 1, pero dispersan también más
puntajes en las categorías Disfuncionalidad Moderada y Disfuncionalidad Severa.

CONCLUSIONES

I. Los ancianos inscritos en el Programa del Adulto Mayor de los Consultorios de


Atención Primaria de la Comuna de Concepción responden al siguiente perfil: 75%
de ellos son del sexo femenino, el 48,3% se distribuyen entre las edades de 70 a
79 años, destacándose un 22,6% de 80 y más años, y un 3% de más de 90 años;
el 50% de ellos son casados, manteniéndose un 10% del grupo en la categoría
solteros; su escolaridad es baja, un 65% no tiene escolaridad o tiene enseñanza
básica incompleta; el 70,6% de ellos se declaran católicos; respecto de las
variables socioeconómicas de los ancianos se puede destacar que: el mayor
porcentaje de los ancianos encuestados se ubica en la categoría de jubilados, con
un 38%. El 61% de los ancianos son cotizantes del Instituto de Normalización
Previsional (INP); respecto de su previsión en salud, el 94% de ellos pertenece al
Fondo Nacional de Salud. En cuanto a la actividad desempeñada por el adulto
mayor, previo a la jubilación, el 33% de ellos se desempeñó como empleado u
"obrero". En la actualidad el 91,3% no desempeña actividad laboral remunerada.

II. Respecto de las variables psicosociales investigadas, es importante destacar:

Autoestima: la mayor frecuencia de los ancianos se ubica en la categoría alta


autoestima con un 52,6%, sólo un 2,6% se ubica en la categoría baja autoestima.
Este resultado tiene correlación con el puntaje Groningen reportado por el anciano,
mientras el anciano se percibe con una alta autoestima, mejor es también su
autorreporte en funcionamiento social.

Respecto de la percepción de funcionamiento familiar, un 84,3% califica en la


categoría "alto", es decir, percibe como altamente positivo el funcionamiento de su
familia. Este resultado es también coincidente con el auto-rreporte en
funcionamiento social, a mejor percepción de funcionamiento familiar social
informado, mejor desempeño en funcionamiento social.

III. Al contrastar el autorreporte del adulto mayor y la percepción que de él tiene su


cuidador, respecto de funcionamiento social, los resultados permiten afirmar que
existe una alta correlación entre ambas mediciones, 74%. Aun cuando el
autorreporte del anciano fue levemente superior a lo informado por su cuidador, no
se obtienen diferencias estadísticamente significativas.

Tanto para el puntaje Groningen del anciano como para el puntaje Groningen del
cuidador, las mayores frecuencias se ubicaron en la categoría "Funcional", 90,7% y
87,6% respectivamente.

IV. Analizando el puntaje Groningen por áreas de desempeño, tanto para el puntaje
Gro-ningen del anciano como para el puntaje Groningen del cuidador, estos
resultados fueron altamente coincidentes. Las áreas identificadas con mayor
dificultad de desempeño para ambos casos son las de Parentesco, de Pareja, de
Ciudadano y Social, todas ellas en conexión con relaciones interpersonales que
mantiene el anciano con sus cercanos significativos y con el grado de conexión que
mantiene con su entorno.

V. El hecho que los ancianos califiquen con alta Autoestima una adecuada
percepción de funcionamiento familiar y sobre todo con un buen funcionamiento
social en las ocho áreas estudiadas, cambia la perspectiva que la sociedad y
principalmente la de los profesionales de la salud que trabajan con ellos, tienen.
Esto debiera permitir trabajar programas de autocuidado, recreación y actividades
grupales, lo que a su vez mantiene a los ancianos con una actividad social, mejora
su salud física y mental y su calidad de vida (Darton-Hill, 1997).

Para la familia, principal cuidadora del anciano, se le facilita la tarea de cuidar, aun
cuando es importante desarrollar programas que los integren fuertemente al
trabajo realizado con el anciano.

Es también importante destacar que en la medida que el anciano mantenga su


autovalencia y un adecuado rol social incidirá en la mantención de una buena salud
física y mental. En la medida que el anciano mantenga un rol social se convierte
cada vez más en un ser útil y de gran valor para sus significativos cercanos y por
ende se facilita también la tarea del cuidador.

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Fecha de recepción: 16/05/06. Fecha aceptación: 09/11/06

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