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1. Para qué sirve el chismorreo. (https://www.milenio.

com/opinion/oscar-
hernandez/vademecum/el-chisme-para-que-sirve)

Aunque el chisme por sí solo, tiene una connotación negativa en la sociedad, las
investigaciones psicológicas han puesto de manifiesto que sirve para afianzar los
lazos y vínculos sociales entre los grupos. Es ahí, con el chisme, en donde se
comparten valores y creencias. Los antropólogos, biólogos y sociólogos suponen
que el lenguaje fue lo que nos separó de nuestros ancestros los primates. El
lenguaje, utilizado como una herramienta. Está claro que a través del lenguaje se
puede alcanzar conversaciones profundas y reflexivas. Pero también diariamente,
y a cada momento, surgen las pláticas sin importancia, llenas de rumores y
chismes. Robin Dunbar en sus escritos sobre el chisme, cree que el rumor o
chisme es el equivalente a las caricias y acicalamiento entre nuestros antecesores
los changos o primates. Pero el Homo Sapiens cambió el acicalamiento por el
lenguaje, con la finalidad de poder hablar y chismear y simultáneamente poder
hacer otras cosas. Los estudios científicos apoyan esta teoría socializadora del
chisme. De hecho, diariamente las personas ocupan el 70% de sus
conversaciones en chismes. No hay que avergonzarse; el chisme se da desde
tiempos muy lejanos; es una forma de decir las cosas, de inventar, de agregar
palabras propias, de distorsionar y contar historias. El chisme atrapa la
imaginación de los participantes; espacios parlanchines y de silencio; en donde el
receptor permanece estático y mudo, ante el poder narrativo del chismoso. El
chisme va cargado y pintado de nuestros temores y esperanzas o angustias de
nuestro tiempo. Las formas y destinatarios del chisme han cambiado y se
perfeccionan. No hay la menor duda, el chisme nació y propagó con el lenguaje
mismo; y seguirá existiendo hasta que la especie humana desaparezca.

Teorías sobre el rumor(https://lamenteesmaravillosa.com/la-


fascinante-teoria-del-rumor/)

La teoría del rumor fue propuesta por Allport y Postman, dos investigadores que trabajaron el
tema en profundidad. Descubrieron, primero que todo, que la mayoría de nuestras conversaciones
cotidianas están plagadas de rumores. De supuestas verdades, no probadas, que circulan sin
control.

En la definición de rumor entra cualquier afirmación o proposición que tenga un contenido


específico no verificado. Esto quiere decir que no hay evidencias que respalden su veracidad. Aun
así, circulan de boca en boca, o en redes sociales, de pantalla en pantalla.
La teoría del rumor dice que no toda información sin sustento se convierte en rumor como tal.
Para que esto suceda, deben cumplirse un conjunto de características. Solo algunos contenidos
tienen ese potencial para propagarse y convertirse en “verdad” sin que lo sean

2. Características .
El rumor debe tratar sobre algo relevante
La teoría del rumor señala que para que una información se convierta en rumor, debe tratar sobre
algo que la gente considere importante. Lo que es relevante o no, depende de los valores que
estén presentes en una comunidad determinada.

El rumor no necesariamente trata sobre personas conocidas o famosas. Por ejemplo, a veces se
vuelve relevante el caso de una compañera de trabajo que aparentemente está
siendo maltratada por su pareja o de un compañero de trabajo al que se alguien le vio de la mano
de otro chico a altas horas de la madrugada. Y su caso puede volverse viral, sin más prueba que
unas sospechas sin demasiado argumento.

Según la teoría del rumor, esta información se valida y se difunde porque tiene importancia en una
comunidad. En el primer caso, además entronca con valores que actualmente se consideran muy
relevantes, como la lucha contra la violencia de género. En el segundo caso, chocaría con los
valores más tradicionales que todavía sobreviven, especialmente en las personas con más edad.

La ambigüedad y la teoría del rumor


La segunda característica que debe tener una información para convertirse en rumor es que sea
restringida. No se presentan muchos detalles acerca de la misma ni, por supuesto, mayores
evidencias. En últimas, no hay suficientes elementos para llegar a una conclusión confiable.

Lo que se presenta a los demás son unos cuantos elementos que estimulan la imaginación. Todos
los receptores saben que “hay algo oculto” y esto es precisamente uno de los elementos que más
atrae su atención. Se trata de dilucidar un misterio, de completar lo que hace falta.

En últimas, la teoría del rumor habla acerca de informaciones que invitan a participar. La
ambigüedad permite que prácticamente cualquier persona pueda construir su propia versión de
los hechos. Eso es precisamente el rumor: una construcción imaginaria que adquiere visos de
verdad, sin sustento.

El funcionamiento de los rumores


La teoría del rumor plantea también que los rumores se forman para explicar aquello que nos
genera intriga o para ratificar prejuicios fundados en el miedo. En el primer caso, se parte del
hecho de que no hay suficiente información sobre un asunto determinado. O de que las fuentes
de información que hay no son confiables. Se conocen algunos datos, pero se intuye que hay algo
detrás de estos. Los rumores, entonces, cumplen con la función de llenar ese vacío de
información.
Así mismo, los rumores, especialmente los que tienen un tinte calumnioso, contribuyen a
sustentar prejuicios, principalmente de odio. Lo usual es que ese odio también sea una manera de
disfrazar temores. A falta de evidencias que permitan justificar el rechazo, se acude al rumor para
que cumpla esas veces.

Los rumores no son estáticos. La información, generalmente falsa, que contienen, muta y se va
modificando. Tienden a deformarse, siempre con el propósito de hacerlos más creíbles o
espectaculares.

El destino de los rumores


El ser humano tiene una especial debilidad por las explicaciones fantásticas. Sin darnos cuenta de
ello, solemos preferir las situaciones espectaculares, que enciendan nuestra imaginación, en lugar
de esas frías verdades racionales que le ponen límite a las fantasías.

La mayoría de los rumores tienden a desaparecer, a medida que las conjeturas comienzan a
volverse repetitivas o el asunto pierde importancia. Las fantasías asociadas a ese rumor se tornan
rutinarias y la información pierde su carácter de extraordinaria. También mueren cuando aparecen
las explicaciones reales y contundentes que acaban con la información falsa.

Sin embargo, no siempre ocurre esto. Hay rumores que se mantienen a lo largo del tiempo. Esto
ocurre cuando la base de todo contiene información real que por alguna razón nunca llega a darse
a conocer suficientemente. Es lo que ha ocurrido, por ejemplo, con la muerte de Hitler y las
ambigüedades que hay a su alrededor. Estos rumores dan origen a teorías, e incluso a corrientes
ideológicas. Así somos los seres humanos: curiosos, imaginativos y dados a creer de más.

4.Beneficios del chismorreo para la


humanidad
(https://www.fabulasdecomunicacion.es/20
19/06/05/la-perversion-del-chismorreo/)
El escritor e historiador israelí Yuval Noah Harari atribuye al chismorreo un papel fundamental en
la revolución cognitiva que protagonizó el homo sapiens hace entre 70.000 y 30.000 años. En su
obra «Sapiens. De animales a dioses» sostiene que «nuestro lenguaje evolucionó como un medio
de compartir información sobre el mundo«. Su riqueza permitió al ser humano primitivo separarse
de los primates, que miles de años después siguen manifestando el mismo nivel de evolución.

«Nuestro lenguaje evolucionó como una variante del chismorreo. Homo sapiens es ante todo un
animal social. La cooperación social es nuestra clave para la supervivencia y la reproducción. No
basta con que algunos hombres y mujeres sepan el paradero de los leones y los bisontes. Para
ellos es mucho más importante saber quién de su tropilla odia a quién, quién duerme con quién,
quién es honesto y quién es tramposo«, escribe Harari.

Y añade: «La información fiable acerca de en quién se puede confiar significaba que las cuadrillas
pequeñas podían expandirse en cuadrillas mayores, y los sapiens pudieron desarrollar tipos de
cooperación más estrecha y refinada«. Así las nuevas capacidades lingüísticas permitieron a los
sapiens desplazar a los neandertales y comenzar una línea evolutiva que está a punto de
experimentar una nueva transformación por la disrupción que protagoniza la inteligencia artificial
(que otros piensen por nosotros).

El sapiens se volvió más inteligente (sapiens sapiens) gracias a que el lenguaje no solo le permitía
describir e interpretar la realidad, sino imaginar futuros distintos. «Hasta donde sabemos, solo los
sapiens pueden hablar acerca de tipos enteros de entidades que nunca han visto, ni tocado, ni
olido«, subraya el pensador israelí. De hecho, «leyendas, mitos, dioses y religiones aparecieron por
primera vez con la revolución cognitiva«. La capacidad de crear y contar historias (storytelling) se
convirtió en una herramienta de cohesión social y también de poder.

Miles de años después el chismorreo ha alcanzado un nivel de sofisticación (en la acepción de la


Real Academia Española) muy elevado. Incluso ha nacido una industria que crea, alienta y
distribuye chismorreos. La realidad creada en torno al cotilleo ha sido empaquetada y es ofrecida
en forma de show. Se habla de reality show, pero de realidad solo tiene la señal física que llega
hasta nuestros televisores, por cierto, la pantalla más tonta de que las que nos rodean, incluso
cuando son catalogadas como «inteligentes» («smart tv»).

Según una investigación realizada por la Universidad de California publicada por la revista Social
Psychological and Personality Science , los humanos nos dedicamos a cotillear una media de 52
minutos al día. Los chismes ocupan el 14% de las conversaciones que mantenemos diariamente y
los jóvenes son más propensos a comentarios negativos que los mayores.

No obstante, entre el chismorreo que practicaban los primeros sapiens y el que tiñe de rosa los
medios de comunicación hay diferencias muy sustanciales.

La primera es que en la prehistoria los cotilleos tenían una utilidad que iba mucho más allá del
entretenimiento. Era una forma de señalar a los buenos y a los malos; entre los primeros, los más
aptos para proteger o alimentar a la tribu; entre los segundos, las personalidades peligrosas para
la convivencia. El chismorreo que se practica hoy en los medios carece de utilidad (hay alternativas
más entretenidas, aunque requieren un mayor consumo de energía intelectual).

La segunda diferencia es que para los primeros sapiens el chismorreo era algo más que un juego.
Se jugaban la vida si elegían mal al mejor guerrero o cazador. Las habladurías les permitían
imaginar cosas y escenarios. Estimulaba su creatividad, imprescindible para progresar. Los
chismosos de hoy son editores de la vida de otros, quienes, a su vez, exponen episodios de una
existencia recortada y a menudo impostada.

El tercer factor de diferenciación es que los sapiens eran mucho más sinceros. La fiabilidad de la
información era clave para la supervivencia. Actualmente tal vez lo siga siendo, pero no somos
suficientemente conscientes de ello. No ponemos en duda que el rigor de la información es
esencial para el piloto de un avión, y, sin embargo, no nos escandaliza que las fake
newscontaminen nuestro menú informativo. Prueba de ello es que el humano más poderoso de la
Tierra, Donald Trump, ha emitido más de 10.000 mentiras en 800 días de presidencia, según The
Washington Post. Para los hombres y mujeres de aquel otro tiempo la mentira era tan dañina
como las fauces de un tigre de dientes de sable.

Y la cuarta gran diferencia es que el cotilleo estaba al servicio de la cohesión social, incluso cuando
se concentraba en los tramposos. En las parrillas de la actualidad solo se destaca el conflicto. Por
cada historia de amor o amistad que se registra en Superviventes, el show que, salvando todas las
distancias imaginables, se aproxima más a la realidad que vivieron los sapiens del pasado, se
emiten no menos de diez que ponen el foco en el conflicto. Muy probablemente si los
‘supervivientes’ fuesen realmente abandonados a su suerte cooperarían mucho más que cuando
son grabados por las cámaras. Es decir, la televisión explota el principio de indeterminación de
Heisenberg, según el cual «la propia observación provoca cambios en el objeto observado«.

3. Estadísticas sobre el chismorreo


(http://psicopediahoy.com/chisme-rumor/)
La variable sexo, o diferencias por género, también ha sido estudiada en el chisme. Un estudio del
Dr. Jeffrey Parker encontró que entre preadolescentes se chismea un promedio de 18 veces cada
hora, invirtiéndose hasta el 50% del tiempo en chismes, en los cuales es tres veces más probable
chismear sobre personas del propio sexo que de personas del sexo contrario. Las diferencias por
género reflejan que las niñas hablan más de todo el mundo, incluyendo hablar sobre los varones
populares o los que les gustan, en tanto que los varones son más parcos entre sí. También
encontró que las parejas de amigas (femeninas) chismeaban más entre sí que las parejas de
amigos varones entre ellos.

Otro estudio, realizado con 106 menores participando en un campamento de verano, encontró
que el chisme fue definido de dos formas: como comentario positivo y admirativo o como el
clásico chisme negativo y difamatorio. Lo que une a ambos tipos de chisme es la característica de
que el comentario se hace a espaldas, o en ausencia, de la persona referida en el chisme. En este
caso y considerando las dos formas de chisme, el autor concluye que los varones practican el
chisme tanto como las mujeres.

La variable edad también ha sido estudiada. En un estudio con 384 preadolescentes se identificó el
chisme como la actividad que ocurre sin la presencia del/la referido/a y fue considerado como algo
inapropiado, pero el escepticismo sobre la credibilidad fue mayor en jóvenes que en personas
mayores, sugiriendo que el criterio de dudar sobre el contenido disminuye con la edad; esto es, a
mayor edad mayor credibilidad sobre el chisme. Este estudio sugiere, por ende, que los
preadolescentes parecen tener una comprensión mayor sobre las limitaciones de credibilidad del
chisme que las personas mayores (Swanbrow, 1995).
Durante la Segunda Guerra Mundial, Allport y Postman (1947) realizaron estudios sobre los
efectos negativos del chisme, temiendo que rumores alarmistas sobre amenazas militares
lesionaran la moral nacional en Estados Unidos. Sus conclusiones fueron publicadas en el libro
titulado La Psicología del Rumor, que contiene la definición psicológica del rumor como «una
proposición de creencia específica, pasada de persona a persona, usualmente de boca a boca, sin
los estándares de seguridad de evidencia presente. La implicación de cualquier rumor es que tiene
algo de cierto. Esta implicación se sostiene aún cuando el relator previene su comentario con el
aviso: Es solo un rumor, pero lo que he escuchado es...». Allport y Postman sostienen que el rumor
surge ante la falta de noticias. Desarrollaron un pronunciado matemático que intentaban fuera
considerado como la ley básica del rumor, a seguir: » rumor strength (R) will vary with the
importance of the subject to the individual concerned (i) times the ambiguity of the evidence
pertaining to the topic at hand (a), or R ˜ i × a» (Kuttler & Parker, 2002). En esta teoría se trata de
cuantificar la conducta del chisme, obviamente desde la presión e influencia positivista de su
época, y también se simplifica el motivo de la conducta estableciendo el déficit de información
veraz como su única causa.

Rosnow & Forter (2005) organizan los períodos de interés por la investigación sobre el chisme y los
rumores en E.U. en varios períodos. El primero ocurre en la década del 40, siglo XX, iniciado con
los estudios de Allport y Postman, y seguidos por otros realizados por Back, Festinger, Kelley,
Schachter, & Thibaut, 1950; Hachter & Burdick, 1955. Luego de un período de indiferencia, el tema
resurge para la década de los 60, con personas como Tamotsu Shibutani (1966), los estudios de
Milgram y Toch (1969)

6.El chismorreo en diferentes ámbitos

Con la Familia

Al pensar en lugares cotidianos indudablemente pensamos en la casa, la familia y todo lo que este
ámbito nos ofrece, es así porque todos los seres humanos aprendemos a ‘ser’ en este espacio, en
compañía de nuestra familia como sea que esté conformada. En el hogar es donde aprendemos
nuestra primeras lecciónes de socialización y comunicación, pues experimentamos desde muy
pequeños estar rodeados de personas, crecemos formándonos como seres sociales, aprendemos
una lengua, costumbres particulares, formas de entender el mundo y entendernos en él.

Es en el ámbito familiar, donde nos enseñan a comportarnos de una adecuada manera, según las
costumbres que se tengan en la familia. Así, este proceso nos moldea todo el día en todos los
ámbitos de nuestra vida. Cuando se es un niño, la figura del hogar es determinante para él, porque
allí adquiere formas de comportamiento que lo introducen en un sistema de socialización. Del
mismo modo que va aprendiendo una forma particular de comunicarse; no estoy hablando
solamente de adquirir un idioma, sino una forma particular de darse a entender, de llevar el
cuerpo que connota diferentes experiencias. De esta manera, la comunicación y el proceso de
socialización de una persona están de la mano desde el principio de su vida, y dudosamente creo
que se desliguen. Resultan siendo, estos dos factores los ejes fundadores de la sociedad en las
personas, pues con estas herramientas no solamente nos formamos en el presente y dibujamos el
futuro. También, aprendemos lo que pasó antes de nuestro nacimiento, las historias familiares
antes de él, percepciones de acontecimientos pasados y además, la historia formal que
encontramos en los libros y en las aulas de clase.

En este sentido, al hacerme la pregunta de ¿cómo mi familia se relaciona entre sí?


indudablemente tengo que remitirme a la forma como hablamos y nos comunicamos entre
nosotros. En la cotidianidad, desde que tengo memoria, las conversaciones con mis padres, por
ejemplo, son particulares, ya que ellos y sobre todo mi padre, evoca en las conversaciones
comunes los dichos, además de acontecimientos de familiares o amigos –en su mayoría fallecidos–
en forma de moraleja. Esta manera particular de contar, de dar su opinión, nos remite, a mis
hermanos y a mí, a un tiempo ‘que ya pasó’ y que de alguna forma, mi padre evoca cada vez que
puede. Imagino que es una forma de estar rememorando consejos, formas de vivir que pueden
servirnos para mirar las situaciones desde varios puntos de vista. Esta forma particular de recordar
lo que ha sido mi familia y en general las diferentes actividades, amistades que ella ha cultivado
hace dos o quizá tres generaciones atrás, es lo que me hace pensar en nuestra forma actual de
comunicarnos y de cómo a través de ésta entablamos una forma particular de socializarnos no
solo con nuestro hoy cotidiano, sino las diferentes cotidianidades que están presentes en las
enseñanzas de mi padre.

El hecho de traer a nuestra vida cotidiana los dichos de nuestros abuelos o tíos hace que nosotros
como hijos adquiramos, de cierta forma, la manera particular de entablar conversación con los
nuevos integrantes de la familia, en este caso: con los sobrinos. En cierto modo, es difícil para mí
pensar la forma como socializo y verbalizo con mi familia la cotidianidad, porque hasta ahora me
doy cuenta de las implicaciones que acarrea. Para hablar de mi cotidianidad actual, debo
remitirme a los dichos de mi padre, que a su vez es legado de mis abuelos, sumado además, a las
experiencias de mi padre con diferentes personas que de alguna forma marcaron su existencia y la
forma de ver la vida; para luego desembocar en la forma como él nos la cuenta y por qué. Es un
camino raro, porque lo evoco ahora, a propósito de la monografía. Al mismo tiempo rememoro a
mi padre, y a través de él a mis abuelos, bisabuelos, tíos, tíos abuelos y diferentes personas vivas y
muertas que dejan en mí, su marca, su experiencia. Es una mezcla de vivencias y sentimientos que
han llegado a mis hermanos y a mí en forma de historias, de anécdotas que vuelven a tener
sentido en algún momento de mi cotidianidad.

Cabe decir que este tipo de comunicación no se da todos los días, pero sí surge en diferentes
situaciones conflictivas, en el que algún integrante de la familia está pasando por algún
inconveniente o situación difícil, bien sea en las relaciones interpersonales de familia, estudio o
trabajo. En ese momento salen con mayor fuerza todas las moralejas y dichos alusivos que puedan
ayudar de alguna forma confrontar la situación particular de conflicto. En lo observado y vivido
tengo la certeza que es en los momentos de apuro o en las reuniones familiares en donde este
tipo de moralejas surgen. No obstante, en las reuniones familiares estas situaciones, los
inconvenientes o las felicidades de casi todos los integrantes de la familia se dicen en voz baja. A
veces estas situaciones son tratadas, casualmente, por los mayores de la familia, que en este
momento son mis padres y los hermanos de mi madre. De ahí, surgen todos los comentarios y
reflexiones sobre los casos más fuertes o graves. Estos casos van desde el desempleo, un posible
divorcio, la demora de un grado, hasta las actitudes de sus nietos en diferentes momentos de sus
vidas.

En alguna ocasión, estando reunida la familia, le pregunté a mi madre sobre el por qué esa forma
particular de tocar un tema y seguir hablando de manera específica sobre éste, rememorando
acontecimientos en donde, por alguna razón sabemos que ciertos apuntes son para algunos
integrantes de la familia y no para otros; ella me dijo que esa era la forma como había aprendido a
decir las cosas que no andan tan bien, “a nadie le gusta que le digan las verdades, ¡crudas y de
sopetón!”, para mí, es una forma amable de inmiscuirse en asuntos íntimos. Por otro lado, al
preguntarle a mi padre sobre esta forma particular de hablar, él se quedó pensando un momento
y me dijo: “así hablo siempre, así me hablaron sus abuelos”, pero cuando le pregunte
específicamente sobre el por qué remitirse a todas esas anécdotas, historias para terminar en
moraleja, él se quedó callado, me sonrió y me hizo señas con las manos, haciéndome entender
que no sabía la verdadera razón. 3

En el ámbito Estudiantil.

Otro lugar habitual, es sin duda, el ámbito estudiantil. Éste ámbito se puede encontrar en los
lugares particulares a donde la gente va a instruirse como colegios, institutos, universidades, etc.
Para este trabajo en concordancia con mi experiencia, además de las de algunos compañeros, la
Universidad Javeriana, y particularmente, la Facultad de Ciencias Sociales, es un gran campo de
estudio en relación con la socialización, comunicación y conflicto que pretendo disgregar en las
siguientes líneas.

Es preciso dejar claro que, aparte del análisis de Eloísa, el resto de lo que emergió está basado en
experiencias mías, complementada con las opiniones y experiencias de algunos amigos –de los
cuales fui compañera de estudio–, esto quiere decir que la gran mayoría de análisis está basado en
las experiencias vividas como estudiantes.

Al pensar en el tipo de socialización que se da entre los estudiantes de una carrera específica,
tenemos que tener en cuenta que este acto de socialización implica la toma de conciencia de los
valores y las normas a las cuales estamos sujetos. Además, del entramado social que nos permea,
a través de las instituciones que tienen el poder de generar un tipo de conocimiento. Estos
espacios institucionales –universidad, colegio, iglesia, Estado, ciudad, etc.– definen, el
comportamiento de las personas que participamos como estudiantes específicamente, ya que por
el mismo hecho de compartir un espacio universitario implica una forma particular de
comportamiento, en donde la socialización y la comunicación se tejen como resultado de ser el
reflejo de las lógicas internas que marcan el día a día, la cotidianidad de los estudiantes.

La socialización particular que se da entre compañeros, por ejemplo, es el reflejo de la forma cómo
nos comunicamos, como hablamos con y de los demás. Esta forma de socializar a través de la
interacción comunicativa llevó en más de una ocasión a generar diferentes tipos de narrativas que
desembocaron en conflicto. Sin embargo, como es de esperarse, los diferentes tipos de conflicto,
roces que se generaron en una determinada situación, no tenían la misma importancia para todos
los integrantes de un grupo de compañeros. Por esta misma razón, me centro en ejemplos
particulares, los cuales tienen el matiz que yo, como estudiante y desde mi experiencia, como tal,
percibí.

En este sentido, es importante decir que la socialización que se daba entre compañeros de estudio
estaba ligada no solo por las clases y actividades curriculares, sino también por las diferentes
actividades que como compañeros y amigos se hacían fuera de los ámbitos de estudio. En todos
estos espacios se dibujaba la imagen de cada persona según la forma particular de hablar, de
comunicarse. Por tanto, esta forma específica de comunicarnos y socializar entre compañeros de
aula, se tornó en más de una ocasión, conflictiva, en donde por ejemplo, el incumplimiento de un
compañero con su grupo de trabajo ocasionó más de un comentario o chisme, que lo tildaba de
incumplido, desinteresado, en últimas se buscaba que todos los compañeros supieran su
comportamiento y lo pensaran dos veces antes de trabajar en grupo con él/ella.

Se me viene a la mente varias ocasiones en que iniciando semestre, por ejemplo, esperábamos
alguna clase con la expectativa del profesor(a), siempre al final de la primera clase o después de la
tercera o cuarta se daba el dictamen final, “¡Huy! ¡Sí, es buen profesor, miren cómo habla!, ¡es de
Los Andes, es de la Nacional, acabó de llegar del doctorado!” O por el contrario, “!No, a esa
señor(a) no se le entiende nada! ¡Nos tiene con el método escuelero, además miren cómo se viste
cómo es, cómo habla, hum! ¡No parece profesor(a)!”. Bueno, al final todos estos comentarios
¿qué eran? sin temor a equivocarme, y claro, desde mi experiencia todos estos juicios eran
narraciones sin fundamento, porque simplemente se juzgaba a la ligera. En este sentido, nuestra
forma de socializar con nuestro entorno y de comunicarnos, eran en sí mismos, un gran detonante
para malas interpretaciones, que en últimas generaban conflictos en nuestra cotidianidad como
estudiantes.

En medio del permanente conflicto interno (aceptación) y externo (lucha por el conocimiento),
que viví en mi cotidianidad como estudiante, el tipo de socialización que se fue tejiendo en las
jerarquías de este ámbito estudiantil que no eran pocas, se definían por la persona que más
tuviera conocimiento, poder y autoridad para hablar.

El ejemplo de Eloísa -que expongo en detalle más adelante- muestra cómo puede cambiar de
rápido el ambiente académico debido al despliegue de un comentario mal entendido, sin medir, si
lo que comentó Eloísa en la red social fue percibido positiva o negativamente. El hecho
importante, radica en la difusión que tuvo tal comentario. Todavía 37

me parece de película la movilización que se generó alrededor del comentario en el Facebook,


además de cómo llego a permear su vida cotidiana como persona y estudiante.

Indudablemente, la red de socialización con la cual contaba Eloísa, para ese momento, era muy
amplia e interconectada, en tanto que sus contactos en Santa Marta y Bogotá, sus familiares y los
amigos de su novio estaban todos ‘en línea’, a través de su Facebook. Sin embargo, no es nada
diferente a las cuentas de Facebook que cada uno de nosotros tenemos, pero lo particular de este
caso y en concreto, es que dicha red virtual tuvo consecuencias reales en la vida de Eloísa. Tales
como, el hecho de sentirse rechazada, juzgada y burlada por los amigos de su novio en los
diferentes espacios de la universidad donde estudiaba, hasta que tuvo que cancelar el semestre
por causa de dicha dinámica que ocasionó quebrantos en su vida.

En este sentido, es de total pertinencia analizar los actos comunicativos que analizan Soler y
Flecha (2010), en tanto que estos se componen no solo de actos de habla, sino también de signos
comunicativos como el lenguaje del cuerpo, la entonación y los gestos, los cuales son una
herramienta importante para dilucidar las relaciones de poder. Al escuchar a Eloísa describir la
forma cómo aquellos estudiantes la juzgaban sin saber, sin siquiera haber compartido un saludo
con ella; me hizo pensar que en verdad las narraciones cotidianas con matices negativos son sin
duda una forma de ejercer relaciones de poder, teniendo en cuenta que el tipo de socialización
que Eloísa tenía, hizo que la comunicación alcanzara diferentes ámbitos de su cotidianidad hasta el
punto de tornarse conflictivos.

De este modo, las formas de socialización y comunicación están íntimamente relacionadas, ya que
al comunicar, al hablar con los demás, los hablantes, estamos entablando una forma particular de
socializar, conocernos y de comprender lo que hablamos en relación con lo que dicen los demás.
Igualmente, al darnos la oportunidad de conocer y entender al ‘otro’ tanto por su contexto como
por las realidades cotidianas, estamos acercándonos a entender medianamente una forma
particular de socialización, la cual nos comunica no sólo con palabras sino con experiencias sus
alegrías y conflictos cotidianos. 38

En el ámbito laboral.

El contexto laboral es otro ámbito fundamental de la cotidianidad. En los espacios laborales


podemos identificar la forma de socialización y comunicación que existe entre los compañeros de
trabajo, al mismo tiempo que los tipos de conflicto que se presentan en estos espacios. En el
ámbito laboral se dan relaciones de poder y jerarquización visiblemente impuestas; la forma como
se piensa y funciona una empresa se basa en las jerarquías de cómo se distribuye el poder; dicho
poder se alimenta no sólo del conocimiento de quien pone a funcionar la empresa, es decir, el
talento humano; sino también de quien pone el capital social y monetario.

En esta lógica de funcionamiento de las empresas, en donde el conocimiento se compra y se


vende, es un producto más que está en la ‘vitrina de exhibición’, es totalmente comprensible que
las personas que laboran en ellas tengan claro que están allí para rendir, producir y funcionar en
las jerarquías que distribuyen el poder en dicha entidad. Un indicador de rendimiento son las
metas u objetivos, que debe cumplir cada persona según sus conocimientos y/o habilidades,
además de respetar la distribución del poder que jerarquiza el funcionamiento de la misma.

Teniendo en mente lo anterior, la comunicación y el tipo de socialización que se dan en los


contextos laborales son de tipo específico, ya que el funcionamiento de la empresa, media de
algún modo la forma como los trabajadores de la misma se relacionan entre sí. En este sentido,
aunque en el ámbito laboral se construyan muy buenas amistades y relaciones de pareja, no es un
secreto que se debe mantener un límite entre éstas, para que el ámbito personal no se afecte por
las dinámicas laborales. Incluso, muchas empresas tienen en el reglamento la prohibición de
mantener relación de pareja entre compañeros de trabajo.

El chisme, como forma de socialización y comunicación, está presente en las relaciones laborales
cotidianas, a través de este se refleja el funcionamiento de las personas en las lógicas
empresariales, sus inconformidades, propósitos, anhelos, etc., igualmente las relaciones
individuales con la empresa y las personas que la representan.

En estas dinámicas sociales que se construyen en el día a día laboral, es comprensible que surjan
inconvenientes, tanto de tipo laboral como personal, que alteran la cotidianidad de este entorno,
el adecuado funcionamiento de las personas con respecto a sus labores diarias. Así, un retraso en
el horario, la entrega de informes, la no coordinación con los compañeros de trabajo, etc. y
sumándole el estrés emocional de cada individuo: son factores que cambian el ambiente laboral,
además detonan una serie de comentarios que pueden convertirse en llamadas de atención,
reproches, peleas, chismes, entre otros.

El relato de la experiencia de Laura, si bien, ocurrió fuera del ámbito propiamente laboral, se
desarrolló en torno a dicho espacio. Lo interesante es que nuestra conversación se dio de forma
casual, ni siquiera yo (la investigadora) me di cuenta de lo que pasaba hasta que estaba
terminando toda la trama; por esta razón lo que quiero dejar claro, es que hay situaciones tan
comunes que las palabras y los juicios fluyen como el viento y es difícil pronosticar a partir de ellos
una simple nubosidad o una terrible tormenta.

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