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Educación silla

Por Colaborador Invitado: Paula Villaseñor 19-nov-2017

Llamo educación silla a todo sistema que se enfoca en mantener sentados a


los estudiantes, y en el mejor de los escenarios en graduarlos, sin ocuparse
del tipo de formación que reciben, privilegiando la cobertura sobre la calidad.
En pocas palabras, este concepto equivale en el campo educativo al de horas
silla en el mercado laboral y se relaciona directamente con la productividad y
la estrategia de desarrollo de un país.

Lamentablemente, la educación obligatoria en México tiende a ser silla,


incluyendo la que se imparte en escuelas privadas. Si bien es cierto que
nuestro país ha registrado avances en términos de años de escolaridad,
indicador medido como el número promedio de grados escolares
completados por individuo entre los 25 y los 64 años de edad, aún enfrenta
el gran reto de mejorar su desempeño académico, concepto que refleja la
eficacia de un sistema educativo así como la importancia que le asigna un
país a la educación. Actualmente, según cifras de la OCDE, los mexicanos
contamos en promedio con 8.8 años de escolaridad, lo que equivale a
segundo de secundaria y unos meses adicionales, mientras que el promedio
registrado en este organismo es de 11.9.

Sin embargo, el verdadero reto no radica en aumentar la escolaridad


promedio en tres años, sino en asegurar que esos ocho honrosos años de
educación formal realmente representen una formación completa en materia
de conocimientos y capacidades así como una plataforma de crecimiento
económico y movilidad social. Es decir, que en términos de contenido y
calidad, ocho años de escolaridad en México realmente equivalgan a ocho
años de educación en Finlandia o Corea del Sur, dos de los países con mejor
desempeño educativo en el mundo. Los resultados más recientes de la
prueba PISA muestran lo contrario: en matemáticas, por ejemplo, cinco de
cada diez estudiantes en México se sitúan en niveles de insuficiencia contra
uno de cada diez en Corea del Sur. Por ende, a pesar de que en nuestro país
la mayoría de los adolescentes concluyen la secundaria, en el ámbito
internacional se encuentran reprobados y probablemente cuentan con la
madurez académica de un estudiante coreano de cuarto de primaria.

Ante este panorama, resulta congruente que los jóvenes abandonen sus
estudios para hacer un mejor uso de su tiempo. Quizá para un niño sea más
estimulante asistir a la escuela que permanecer en casa, pero, para un
adolescente de 15 o 16 años que en la práctica tiene acceso al mercado
laboral formal e informal, permanecer sentado durante la jornada escolar sin
aprender nada útil es literalmente una pérdida de tiempo y hasta una ofensa
a su potencial cognitivo. Por ello, resulta poco sorprendente que en nuestro
país 2.2 millones de jóvenes entre los 15 y 18 años de edad sean =ninis=.

Lo anterior muestra que en el mundo contemporáneo los títulos académicos


ya no son garantía de calidad, mucho menos de capacidad productiva. Al
menos en México la productividad laboral se ha estancado en los últimos 30
años. La sociedad del conocimiento demanda la formación de competencias
para la vida y el trabajo, entendidas como el conjunto de conocimientos,
habilidades, actitudes y valores que le permitan a un individuo desempeñar
efectivamente una actividad específica. De nada sirve, por ejemplo, que un
estudiante aprenda la gramática del español si no podrá redactar un informe
o comunicarse eficazmente en la vida diaria, dentro de un marco de ética y
civismo. Curiosamente, un estudio de Manpower sobre la dinámica laboral en
Latinoamérica señala que es particularmente difícil encontrar en los
trabajadores de nuestra región competencias como el liderazgo o el trabajo
en equipo.

Así pues, la gran pregunta para México es cómo pasar de una educación silla
a una educación útil, o cómo lograr la transición pronta y efectiva del
aprendizaje memorístico a la formación de competencias, con el fin de
aumentar la productividad y empoderar a los ciudadanos. Después de todo,
educar no es sólo instruir sino formar.

La autora es economista por el ITAM. Maestra en Desarrollo Económico por la Escuela de Gobierno de
la Universidad de Harvard.

Profesora de Políticas del Desarrollo Económico en el ITAM. Consultora en temas educativos.


REPORTE DE LECTURA
Título del artículo: ______________________________________________

Nombre alumna(o): ______________________________________________

MENSAJE CENTRAL:

OPINIÓN PERSONAL:

PREGUNTAS:
1.- ¿Su educación a nivel maestría, la sienten o perciben que es EDUCACIÓN SILLA…? ¿Por
qué…?

2.-Desde su muy personal y punto de vista:


¿Cómo podemos aplicar lo poco que van conociendo sobre la materia: =ELEMENTOS DIDÁCTICOS
APLICADOS AL PROCESO DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE, (Desde nuestra primera sesión y otras lecturas,
además de lo poco que han visto sobre su PROYECTO FINAL) y mejorar su quehacer docente,
en su salón de clases, evitando que nuestros alumnos reciban una educación silla…?

CONCLUSIÓN:

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