Sunteți pe pagina 1din 2

La partida

Otros
Conéctate
Enviar por correo
Imprimir
MANUEL VICENT
27 ABR 2008

La vida es una partida de tute en la que el cura tiene siempre las diez de últimas. A su debido
tiempo, todo el mundo acaba por sentarse a esa mesa de juego. Unos, de repente; otros, después
de una larga enfermedad; finalmente, cualquier mortal debe enseñar las cartas. Durante el
tránsito, más o menos divertido por este perro mundo, puede que uno haya tenido la suerte de
cantar las cuarenta en oros o las veinte en bastos, pero a la hora de estirar la pata y contar las
bazas, el cura se reserva la última mano, que es el terror a la muerte. Ningún tahúr ha jugado
nunca con tanta ventaja. Para superar la psicosis del más allá todas las culturas han establecido
ritos extraños alrededor del enfermo. Lo nuestro de toda la vida ha sido meter bajo los riñones
del agonizante la estampa de un santo milagroso o dejarse untar el calcañar con los santos óleos
para tener los pies ligeros en el instante de dar el gran salto. El creyente tiene derecho a pedir el
auxilio espiritual de un capellán y también a que éste no le ponga el listón demasiado alto. El
dolor no tiene ningún sentido religioso. Morir en paz sin sufrimiento alguno es nuestra última
conquista. Pero si ahora en los comités de ética de la sanidad pública se sienta preceptivamente
un cura católico, aunque tenga el buen gusto de no opinar sobre los remedios paliativos del
paciente, bastará sólo con su presencia en la reunión para que la sombra de la censura religiosa
infecte hasta el tuétano a los médicos y enfermeros del hospital. Una vez más el Gobierno
socialista ha dado muestras de tener pánico a la Iglesia. Por otra parte, sea usted creyente o ateo,
rece para que en el momento de partir hacia el valle del Edén no revolotee alrededor de su lecho
un médico beato imbuido por un cura partidario del dolor como expiación porque entonces, en
nombre de Dios, le obligarán a beberse el cáliz hasta las últimas heces. A Cristo en la cruz un
centurión le mojó los labios resecos con una estopa empapada con vinagre y otro le pegó una
lanzada en el costado para abreviarle la agonía. Pero un día, sentado en el comité de ética, el cura
comenzará a contar como siempre las bazas del tute y le cantará a usted las diez de últimas en el
momento en que vaya a entregar el alma.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 27 de abril de 2008


Café solo, Manuel Vicent
Lunes, marzo 5, 2012

“Sé perfectamente que el día en que me muera no echaré de menos los grandes acontecimientos
que pude haber vivido, sino el perfume del café con tostadas y algunas pequeñas sensaciones,
por ejemplo, estirar la pierna hacia el lado fresco de la sábana en las madrugadas de primavera
cuando cantaba el mirlo en el jardín. Si me da un poco de pereza morir es porque ya no podré ir
por las mañanas a comprar el periódico ni contemplar de camino en la parada del autobús los
rostros frescos de las adolescentes que tienen aún todo el amor por delante. Mi lucha por la
existencia consiste en que a la hora del desayuno sea mucho más importante el aroma del café
que las catástrofes que leo en el periódico abierto junto a las tostadas.

También es muy placentero llamar por teléfono a algún amigo a media mañana para que te
cuente los últimos rumores. Por un lado está la Crítica de la razón pura, de Kant, y por otro están
los chismes. Supongo que los chismes de las tertulias será lo último que uno recuerde con una
marca más indeleble que cualquier filosofía, y junto a ello estará la suavidad de un paseo
vespertino, algunas puestas de sol, las lecturas de noche en la cama con la amorosa luz de la
mesilla. Quisiera saber qué hace llorar a los moribundos más sabios. Sin duda, sus lágrimas no se
deben a los triunfos que consiguieron ni a las grandes tragedias que soportaron sino a los
sencillos placeres que experimentaron, a la gente buena que conocieron, a los alimentos que
degustaron con parsimonia entre amigos. ¿Qué es la muerte? Tal vez la muerte consiste en no
tomar ya más un cruasán crujiente con el café por las mañanas junto al ventanal ni enterarse ya
nunca jamás de los resultados del Campeonato de Liga cada domingo. Al final de todas las
religiones y filosofías, en medio de tantos dioses, héroes y sueños, resulta que la vida no es sino
un conjunto de chismes y un nudo de aromas, una pequeña costumbre cuyos pilares tan sólidos
son de humo y salen de ciertas tazas frente a las cuales uno ha sido feliz”.

S-ar putea să vă placă și