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esfinges, sirenas
y minotauros
La mar áe cruntos
Mitología griega
LA MA R OE CUENTOS
MitolOj!ia griega
EL LARGO VIAJE DE UUSES
EL LARGO
VIAJE
DE ULISES
Relato de
u. _ Wipwld. ,.., I%no¡".,,,,,,, ./I"")mt> GRAClELA MONTES
NJ¡wuJ*'C_r,¡.-* .......,,~""_""" Dibujos de
JUS/II«u." .....
LILIANA MENÉNDEZ
LS O N 987·'106')·':·9
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Gramón-Colihue I Buenos Aires
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Taller "El mito filosófico y literario" · Primeras Jornadas "Escuelas, Filosofías e Infancias" · Bahía Blanca, 27 al 29 de mayo de 2009
8 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
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ansioso por reencontrarse con Penélope. su
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esposa, y con Telémaco, el hijo al que había
:..J~__- SC ____ besado por última vez cuando era sólo un
= bebé.
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 9
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10 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
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12 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 13
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Así pasaron algunos años, y así estaban
las cosas ~uando Ulises I1 egó por fin a las
costas de haca. Habían pasado veinte años
desde el día de su partida y estaba todo muy
cambiado.
Se encontró con un pastor, que le contó lo Con las ropas en harapos y el rostro muy
que estaba sucediendo en el palac io, cómo barbudo y sucio, a medias cubierto por una
ased iaban los pretendie ntes a Penélope y capucha, Ulises disimuló su presencia e n el
cómo resistía ell a a sus ambiciones. También salón de los banquetes. Para los pretendien-
le contó lo que ya todos sospechaba n: que tes que estaban ahí reunidos era sólo un men-
los pretendientes tenían planeado matar a digo más de los que venían a comer los res-
Telémaco. tos de sus fest ines.
Ulises entonces -¡cuándo n01- preparó Burlones y groseros, se reían de él, lo in-
o~ra de su trampas: iba a entrar aJ palacio su ltaban y le tiraban pedazos de pan y cás-
disfrazado de mendigo y sólo se daría a co- caras de fruta.
nocer a su hijo Telémaco.
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14 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
Teseo , Ariadna
y
el Minotauro
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16 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
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18 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
.'
y pasaron otros nueve años .
~a llegaba la primavera y los atenienses
sablan que en cualquier momento llegarían
d~sde Creta los embajadores a reclamar el
tri~uto. Se ruzo el sorteo para ver quiénes
senan Jos desgraciados que morirían entre
los cuernos del Minotauro.
Siete muchachas fueron sorteadas, todas
fuenes, sanas y hennosas y sus padres
. desconsoladamente'' CO~
llorando . .-
"_'w.a.&un a'
despedrrse de ellas.
Cuando llegó el momento de sortear a
los muchachos hubo algunos atenienses que
y nueve años después otros siete 'mucha- comenzaron a munnurar en contra del rey.
chos y otras siete muchachas partieron en ..-Egeo -:os manda sonear a nuestros
un barco de velas negras. hiJOS -declan-, pero se cuida muy bien
de que el suyo intervenga en el sorteo.
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20 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
-Esta espada matará al Minotauro -le Desde el fondo del Laberinto un largo y
dijo Ariadna. sonoro mugido le respondió.
Teseo entonces sonrió una gran sonrisa. Entraron al Laberinto.
Se sentía seguro y con ganas de iniciar el Cuando apenas habían avanzado unos
combate. metros Teseo les pidió a sus compañeros
Al día siguiente, cuando apenas el sol que se mantuvieran juntos y que avañzaran
empezaba a salir del horizonte, los atenien- detrás de él, que no tu\tieran miedo, que
ses fueron llevados a la entrada del Labe- iban a salvarse. Entonces ató la punta del
rinto. Los muchachos y las muchachas llo- ovillo de Ariadna a una pequeña saliente
raban, abrazándose unos a otros. Teseo, de roca y comenzó a avanzar.
Se movían en tinieblas, casi a tientas,
por corredores muy estrechos, flanqueados
por paredes· altas, húmedas y negras , en las
• que crecían algunos manchones de musgo .
Había cientos, miles de pasillos que se cru-
zaban, se bifurcaban, torcían hacia un lado
y hacia otro y, de pronto, tenninaban en
una pared sin salida.
-. A lo lejos, cada vez más nítido, rítmico
y pausado, se oía el mugido del Minotauro.
que no había querido contarles nada de lo
sucedido durante su entrevista secreta con
Ariadna, escondía el ovillo de hilo y la
espada brillante entre sus ropas.
-¡Minotauro! -gritó el rey Minos desde
la puerta del Laberinto-. Acá te manda-
mos nuestra ofrenda: siete muchachos y
siete muchachas de Atenas, todos fuertes,
sanQS y hennosos.
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 21
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22 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
MONSTRUOS
Relatos de
GRACIELA MONTES
Dibujos de
Lll..IANA MEN~NDEZ
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24 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 25
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añejo.
El gigante quiso más y acabó borracho.
gigante alegre, Ulises le dijo que su
nombre era Nadie.
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DIosEs, H[ROES y HEAOIMo.s
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~ de la miIoIogla ~
DIOSES, HÉROES
de hatr1z " ...... n<l<01 y AIIcIll Stacco
Y HEROINAS
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Un. loGitoriaI del ,,",pO s.ntil'-'- que ediUI en: ESI*\II, ~. BoIiYWo. Bmsi.
COOmbia. Costa Rica. Ct!iIe, EaJador. El SaIvac)or, EE.UU.. Guiolemale. ~.
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TodoI a <Iere<:hos ~. E$l8 ~ no ~ _ re¡¡roducida ni en lodo ni
-.~ fin Pilrto. ni registrada ..... o trane.milida poi, un sisl<lma di reo.>pe<ación de 1n1ormaciOn.
por ÑIIOIJI'I8 Jorma. ni POI" nIngUn medio O ptOCedWnien\o. IN reprogr¡lllco, /oIooopiII,
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~. "*'>I6graIo, O (:U8Iquier QIn) ......... ....a.róco. toIoquimico.-.::trónioo.
In~ maopIIIico. iIIticb J¡ ' OIC.,'" el pent'Qo ~ por escrito de 110 editatiaI.
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t Pero el camino no fue sencillo. La ruta a Atenas estaba
T eseo fue un verdadero campeón, admirado los sembrada de trampas tendidas por bandidos perversos y
l. hombres y respetado por los dioses. crueles gigantes. Teseo decidió ser, como Heracles, un héroe
Era hijo de Egeo, rey de Atenas y de Etra, y en la vencedor de lllonstruos. ASÍ, el joven derrotó con su espada
, ~+ "
- o
¡POR
TODOS
LOS DIOSES ...! Te decía, pues, que el cíclope Polifemo se
habla enamorado de la nereida Galatea, Pero
ella, prendada del joven Acis, no hacía el
RAMON GARClA DOMINGUEZ menor caso al gigante, ¡Y cómo habla de
hacérselo si era el más horrible y salvaje de
todos los cíclopes! Sólo tenia un ojo en me-
dio de la frente y todo su cuerpo estaba
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CAPITULO IX
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MIL Y UN NAUFRAGIOS
ULISES
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razón, muchacho, deben ser los SUS .....'V' ....... yw ... a ....... poder n1"('¡~¡p,O'1!lW
años ... Te prometo que de ahora en adelante el viaje.
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dejaré las filosofías para Platón, Aristóteles ..................... '"' ... ¿Sabes que . ahora que lo
y demás compa.triotas del oficio, y yo me pienso me doy cuenta de que las mayores
ocuparé de lo mío, que es contar historias lo dificultades que tuvo que vencer Ulises para
más llana y amenamente posible. regresar a. Haca fueron de este género? Del
¡Ah, el viaje de Ulises a través de mares y de los deliciosos lotos, quiero decir. Porque,
tierras! ¡Cómo me place volverlo a recordar! sin duda, resulta más difícil vencer la ten~
No salía de un 'peligro para entrar en otro tadón de algo que te atrae irresistiblemente
mayor. que superar un obstáculo que se interpone
Antes de encontrarse con el gigante PoH- en tu camino, ¿no 10 crees tú así? Ulises y los
femo, los malos vientos ya 10 habían a~ras suyos tuvieron que vencer enemigos. y lu-
trado al país de los terribles ciclones y luego char contra vientos y huracanes que desvia-
de los engañosos lotófagos. Logró vencer ban el barco de su ruta; pero sobre todo
a los primeros en encarnizada batalla, aun= tuvieron que desoír no pocas veces las dulces
perdió en la pelea a setenta y dos de sus «voces de sirena» que los invitaban a olvidar
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salido con vida de la isla. Así que echó mano y el héroe, seducido por aquellas voces,
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=¡Un momento! =replicó Eun1oco=. mas en la guerra de lroya y anora regresa-
Ulises~ ¿te has fijado en eso que está junto a . mos a nuestra patria, Haca. Imploramos tu
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tando de disimular su pánico - que lucha= vo? Haremos con él una gran pica, ayu-
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dándonos de nuestras espadas, y se la clava- de su ojo, retiró a tientas la losa que cerraba
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remotamente dónde se ocultaban. Y una vez -vientos adversos encerrados en un gran
todos fuera de la gruta, emprendieron los odre, haciendo que una bonancible y pode-
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veloz carrera hasta el barco, ha- rosa brisa hinchase sus velas rumbo a Haca.
ciéndose de inmediato a la mar. Desde cu- Pero de nuevo se torció su suerte. Varios
Ulises a Polifemo con tanto de la tripulación, curiosos y ambi-
J.uVJ.C.::1
sarcasmo y carcajadas tales, que acercándose dosos, creyeron que la gran tinaja, regalo
el cíclope al acantilado, arranca la cumbre de Eolo, contenía oro y riquezas. Y mientras
de una gran montaña y la arroja con furia a Ulises dormía, la abrieron y dejaron en liber~
las aguas del mar. Olas gigantes se levanta- tad todos los malos vientos de la tierra y el
ron al punto, y todo el océano amenazó con mar.
tragarse la embarcación~ Y más todavía cuan- ¡Otra vez los naufragios! ¡Otra vez el vagar
do Polifemo invocó a su padre, Poseidón, sin rumbo, otra vez los peligros y desventu o
dios de las profundidades marinas, que ras! Sólo al cabo de muchos años, y gracias
desató contra nuestro héroe todas las tem- al tesón, al ingenio y a la esperanza nunca
pestades y huracanes. perdida, logró Ulises con sus hombres arri-
Desde ese punto el viaje de Ulises se con- bar a las costas de Haca, su añorada patria.
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el minotauro ni los jóvenes que en el labe-
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-Yo libraré a Atenas de ese monstruo y que cantaron estª~hazaña, que toda la isla
del vergonzoso tributo. de Creta oyó, conteniendo el aliento, los gri-
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Accede el padre, con harto pesar, y parte tos de triunfo que Teseo lanzó a los cielos al
la expedición para Creta. Son presentados verse libre y con vida.
ante el rey Minos los catorce jóvenes vícti- De toda la mitología clásica, muchacho
mas, pero he aquí que a su vera se encuentra amigo, es ésta, sin duda, la más hermosa
su hija Ariadna, bella mujer entre las muje- historia del triunfo del hombre sobre el inal-
res. Teseo y Ariadna se miran y surge el terable destino que rige la vida de los huma-
amor entre ellos. Se ven en secreto y Teseo nos y hasta la trayectoria de los astros.
promete a su enamorada casarse con ella si Con ella te dejo por hoy; soy ya viejo y
le ayuda a salir triunfante del laberinto. estoy fatigado. Otro día volveré con nuevas
-Toma este ovillo de hilo -le propone leyendas y nuevos nombres de dioses y de
ella- y vete desenrollándolo desde la misma héroes. Homero, el viejo y ciego Homero,
puerta de entrada. Si logras burlar al-mons- no sabe otra cosa que narrar historias. No
truo, el hilo te servirá para regresar sobre tus olvides nunca la del intrépido Teseo. Y no
pasos, encontrar la salida y escapar. olvides, sobre todo, joven amigo mío, que
si logró salir triunfante del laberinto -la vida
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OSEO
y EL MINO'l'JlURO
Lqn,,14 g"cgll
inos, nry de Cma, tenia con 101 m:b "",fon¡dos potbdincs de
varios hijOl: Ariadna, Fe· la HHade, con gran alegria de MirlOl,
on. Glauco y Catrco. pero que apenha que su hijo pm:lil«lo-
.u predIlecto en. Androgeo, un galbr- volvíen con la corona de los vener·
do jOVf!n. vencedor en todas las como dorel.
p!'! ícíones del gimnasio y la palatn. El pr!ncipt Cfftense logró venttr
Cwndn la ciudad dt Atenas orpni. en lodos 101 juegos. y los aten Ienses, en
lIÓ ¡uegtI$ en hooor de Palas Alenca, lugar de honnrlo como mcrecla, M:
los mejores atl~ de Grecia acudíe· volvieron furiOlOl contra él por haber
Androgro paRió d~oo a los campeona de la ciu·
.,
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Los m("nsajnus de Cre~ lIeg;.ban -tQu~ propóilito te llCV30 a sacrifi· bras del prlncipe. Esa noche, 51! aceT· rugido a lo lejos. Corrió h~cia el lu·
pUOIualmeOle cada año pilr. elesi. a aTle~ Como hijo del rc-y vencido. es- có secrelam("llte a ~I y le proporcionó gar y 51" enFrentó ron la bestia. El
1"" jóverRS m¡\¡ gallardO! y a las In¡\¡ IU eximido: la (amil;a real no p:lg:> un puñal y un ovillo de hilo. puñal que le habla proporciot.ado la
agraciadas dQfKella •. us famIlia¡ 'u. tributo. -Con e5l.e puñal m.igico podrás d~r hija del rey Minos ptnctTÓ hondo en
frian la phdida de ,us mejore:s hIJOI. -PoderoIo rt"y: he venido volullta· un golpe certoeTO en el roraron del el pecho del lOTO. Y file 51! desplomó
Al tno:r aiío. Taect. jm'("n hijo del .ialneme porque .engo b espcnn .... mort$t.uo. Sigule",lo el hilo de es.e con el ronzón p:onido. en medIo de
r<"V atenif:'lU<". 51! ofreció V<llumarla. de dar mu~te al MinotauTQ. ~ ese ovillo encontrarás luego el tam",O terribla con\"Ulsiono.
mente p"n integrar d m'"m:To de ba modo hhcnri al mundo de este crud pan AliT del laberinto. Junto COn sus compañeros, Tese.>.
víctimas. En vano su p"dre Eg.-o trató tributo. T<"5I!O agndeció su ayuda a la prin· siS-,iendo el hilo de AriadTU. encono
~~~~.(! ~~~~
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DE UNICORNIOS
Si(mens, Sandra
1)( unicom~ e hipo¡rifOl' ill1$hdo por Bianki
Sudamenc.na, 2006.
_4" ed._ BIl(II05 Aires :
E HIPOGRIFOS
64 p. : i1.; W~ll cm. (pt n f1autl)
ISBN951}.(l7_24!>6-{)
Impreso en la Argentina.
*tp.,
Queda hecho el depósito
que previene la ley 11.723.
O 1995, Editorial Sudameric8na S.A.-
Humberto ro 531, Buenos Aires.
www.eds·.drmelicanll.com.ar
•
ISBN 950-07-2496-0
Sandra Siemens •
•
Todos los derechos reservados.
Ilustraciones: Bianki •
EsI2I publicación no puede ser ~roducida, ni en todo
ni en parte, ni registrada en, o tnlnsmiticUi por, un sistema
di! recuperación de información, en ninguna folTT\Zl ni por
)1
ningOn medio, sea mecAnico, fotoqufmico, electrónico,
magnético, i!lectro6ptioo, por fotocopi.!r. o cualquier otro,
sin el penniso plYllio por escrito de La editorial..
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EL MINOTAURO y
LAS MARIPOSAS
Soy un Minotauro.
El verdadero Minotauro.
El único.
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t¡J
ca arriba, en el mar.
Mi isla, como los gajos de la naranja. era un
gran laberinto.
"*
~
tp
• En el centro vivía yo. •
• Nadie se animaba a entrar a mi isla. •
• •
• Me tenían miedo. •
)' Decían que me comía crudas a las personas.
Tenían razón. De haber venido alguien, me lo
)'
4- hubiera comido porque me molestaba la gente 4-
~
más que las moscas.
ridículas como una flor de plástico. beza y lne paralizaba. Hacía un paso a la iz-
<.p y nunca me las contesté. quierda, después otro a la derecha y terminaba
G
<ll
En cambio, como soy un Minotauro práctico, en el mismo lugar. ¿Qué le digo primero?
e
en lugar de llorar por mi desgracia, hice algo Finalmente decidí peinarme con la raya
mejor: escribí la primera carta de amor de mi n1edio, lavarme los dientes y ponerme desodo-
)1 vida, la metí en una botella y la tiré al mar. rante.
Durante la selnana siguiente, día tras día fui Era la vaca más hermosa que había visto
4 tirando al mar una botella. más. Y avanzaba sobre su-balsa, como un sol
~
Vivía en babia, distraído, bonachón. Me pica- desde el horizonte.
ban los mosquitos, me tragaba las lnoscas, metía Fui a esperarla a la playa con un ramo de
~ las patas en todos los agujeros. res lilas.
~ ¡Qué ridiculez! Ella me agradeció comiéndoselas de un
Por suerte, después de una semana alguien bocado y a mí se me aflojaron las cuatro patas.
respondió a n1i llamado. Cenamos, le n10stré el laberinto y caminamos
Era una vaca amarilla. a la luz de la luna.
a recibirla o dejo que ¡ne encuentre y Mientras caminábamos yo iba juntando cora-
me hago el sorprendido? ¿Me peino para atrás je para pedirle que se casara conmigo.
"*K:,
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40 41 :=.:
'*c..p pedírselo, ella dijo:
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*
manposas.
Por. suerte alguien e!lcontró otro de mis K:,
mensajes. t.p
Cuando vi la vela de un barco que se asomaba
•
en el horizonte, el revoltijo de preguntas volvió •
a desorganizarme la cabeza: ¿voy a recibirla o /'11 . ••
dejo que me encuentre y me hago el sorprendi-
do? ¿Me peino para atrás o con raya al costado?
)1
tI
Finalmente decidí peinarme con la raya al
medio, lavarme los dientes y ponerme deso-
4-
dorante.
~
42
11
43 ~
-----
--- ~
~
se le enredarían las cuatro patas? fornido y apuesto, orgulloso, brioso, vigoroso,
~
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reado latiendo con tristeza, tirado en el tal forma que pensé que iba a quedarse seca
@
e
verde de mi isla redonda como una naranja, nomás.Pero al rato se le pasó. Q)
*c.p
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•
si fuera cierto? Yo vivía encerrado en lui
laberinto donde nadie se atrevía a entrar. No sa-
* 2}
•
•
•
bía nada de lo que sucedía fuera de mi isla re-
donda como una naranja. ¿y si realmente había
~
)1 alguien como yo? o 6
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 63
Llenó la bañera y la metió dentro. Ella rió, chapoteó y movió alegremente la cola.
—Esto no puede ser de ninguna forma —dijo la señora Zapatero encolerizada—. ¿Dónde
nos bañaremos nosotros si la bañera está ocupada?
—Naturalmente no puede quedarse en la bañera —dijo el señor Zapatero—. Esto es sólo
una medida provisional. Una sirena en una bañera... ¡sería maltratar animales!
—¡Pero no es un animal! —gritó Juanita indignada—. ¡Es una persona!
—Tampoco es eso —dijo el señor Zapatero—. Es lo que se llama un ser fabuloso.
De todas formas debe irse —dijo la señora Zapatero—. ¡Tenerla en casa me pone de los
nervios! Y además, me quejaré en el supermercado. ¡Meter algo así en una lata de sardinas!
Durante toda la noche los Zapatero oyeron chapotear en el cuarto de baño. Al día
siguiente, el señor Zapatero pidió permiso en el trabajo hasta el fin de semana, decidido a viajar a
Italia.
—También hubiera servido el Báltico —refunfuñó su mujer—. Hubieras podido ir hoy y
estar de regreso mañana.
—Pero ella es de allí, de donde son las sardinas, de los mares del sur —respondió el
señor Zapatero con vehemencia—. En nuestros mares se congelaría.
—Entonces, ¿por qué hay un monumento de una sirena en Copenhague? —exclamó Max
con aire de superioridad.
—Se pueden hacer monumentos de cualquier cosa y en cualquier sitio —respondió el
señor Zapatero—. Hasta de un pingüino en el desierto.
—¡Quiero ir contigo! —gritó Juanita.
Pero Juanita y Max debían ir al colegio. Por tanto, el señor Zapatero y la sirena
emprendieron juntos el camino hacia el sur. Ella iba en un saco de dormir, para que no pasara
frío, porque ya había entrado el otoño.
Habían partido temprano en dirección a Brenner. Pero al mediodía, para sorpresa de
todos, estaba de regreso en casa, sin la sirena. Lo que había sucedido es que, cuando tuvo que
parar a hacer pis a orillas del lago Constanza, la sirena saltó del coche y se tiró al agua.
Completamente desnuda. Había dejado el saco de dormir. Max lo olfateó: olía a berros.
—El lago Constanza es realmente cálido —opinó el señor Zapatero pensativo—. Pero,
¿cómo le sentará el agua
dulce?
—Uno se acostumbra
a todo —suspiró la señora
Zapatero.
Al verano siguiente
la familia Zapatero pasó las
vacaciones en el lago
Constanza. Pero la sirena no
apareció. Sólo una vez,
cuando estaban de excursión
en la isla Mainau, oyeron
estornudar en una mata de
jazmines que había en la
orilla y, después, algo
chapoteó en el agua. Juanita
afirmó haber visto una cola
de pez grande y brillante
entre las olas. Pero los peces
no estornudan y quien puede
estornudar no tiene cola de
pez. Excepto las sirenas.
Así que debió de ser
ella. ¿Quién si no?
Taller "El mito filosófico y literario" · Primeras Jornadas "Escuelas, Filosofías e Infancias" · Bahía Blanca, 27 al 29 de mayo de 2009
Taller "El mito filosófico y literario" · Primeras Jornadas "Escuelas, Filosofías e Infancias" · Bahía Blanca, 27 al 29 de mayo de 2009
DI: U TA WICJON
5antillana
(12004, Ediciones Santillana S.A.
Av. Leanclro N. A1em 720 (C1oo I AAP) Ciudad de Buenos Aires, Afgentina
Laneman Ink
Rept:Jn, Graciela
Monstruos allealro I Graciela Repún y Patricia SuárllL _ 1". 1Id .. -.
Buenos Aires : Santillana. 2004.
128 p.; 23)(15 an.- (Leer es genial)
ISBN 950-46-1411-6
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f;:~ ~ i1"} ~ I rey Egeo tenía cincuenta primos terribles, Y cada uno de
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,~,,~ ellos quería su trono. Por eso, cuando en un viaje conoció
Q lJ f lArn3 fR~ i' no una mujer que le gustaba y tuvo un hijo con ella -el pequeño Te-
~
muchachas a Creta para los devore el tvhnotauro, un mons-
trua con cuerpo de hombre y cabeza de toro. El Minotauro era
hijo de Pasífae, esposa de Minos, y un toro. El rey se avergonza-
ba del hijo de su mujer y le pidió al arquitecto Dédalo que cons-
truyera un palacio laberíntico para encerrarlo. Dédalo, que era
un gran inventor, pero algo delincuente} obedeció y como pre-
mio, fue encerrado en su propia creación, junto con su hijo Ícaro.
Los dos escaparon construyendo unas alas, pero como Ícaro se
acercó demasiado al sol, la cera que sostenía sus plumas se derritió
y él cayó al mar.
:"or su parte, Teseo, decidido a acabar con los SaCntlClOS, se
ofreció ser uno de los siete jóvenes que servirían de alimento al
Minotauro. Lo logró gracias a Ariadna, la hija de MInos, que se
enamoró del héroe y le entregó un ovillo de hilo para que logra-
~
ra salir del laberinto a cambio de que la llevara junto a él. Teseo
venció all"Huvu.tuL liberó a sus compañeros y escapó de Creta.
El escenario muestra, adelante, a la derecha, la puerta exterior
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(salpicando a Ariadna).
Mucho gusto, mi nombre es Teseo.
sí misma).
Teseo, Teseo, no tienes ni un pelito que sea feo!
¿Cómo
na ... A-riaaaad-na. el nombre como un cantante Yo me he perdido en pasillos rectos. Con mi desmemoria,
Ariaaaaaaaaadnaaaaa ... cualquier casa que tenga más de dos piezas es un laberinto. ¡La de
sí misma, mirando al veces que me quedé sin comer porque no recordaba dónde estaba
también se enamoró a vista! ¡Renite mi nombre el comedor del palacio! (Mirando a Ariadna). ¡Saldré victorioso del
como si nunca quisiera olvidarlo! Teseo, Teseo ... ¡Hombres co- laberinto, aunque sea lo último que haga!
mo él no se ganan en un sorteo!
(mirando al No. Lo último que harás será soltar este hilo. de su túnica
lvíe parece que esta está mal de la cabeza. Se la pasa ha- un Como se dice para lograr lo que te propo-
blándole al aire ... nes necesitas que te tiren una soga ... i Y como que me llamo Ariad-
(a na, yo te la voy a tirar! Ven, que te contaré lo que tienes que hacer...
y dime, Teseo, ¿qué te trae por
(Ariadna se aaeLanra
En realidad princesa Ari... era que se lla-
maba? ¡Va me olvidé su nombre! ¡Mi memoria está cada vez peor! (a (la sigue pero antes saca una y escribe en la de la
Vine porque ustedes tienen un monstruo) el Nfino ...
A... riad ... na.
El Minotauro ...
de
GRAClflA REPÚN Y PATRICIA SUÁREZ TUEO, TESEO, ¡QuÉ LABERINTO MÁS FEO!
ne a leer en voz alta los carteles que cuelgan por todos lados). Por ahí no. Estamos cerca del laberinto de vo-
ces. En esta zona se habla por un lado y la voz aparece por el otro ...
su boca pero su voz se emite por otro sector,. un poco más tarde).
SIGA DERECHO ... SI PUEDE. EL CAMINO QUE USTED CREE CORRECTO, Ya se fue, ¡espero encontrarlo! (Se ·va).
LO ES. USTED YA PASÓ POR AQUÍ. AL MINOTAURO (el cartel tiene flechas ha-
da todos ESTE LABERINro ES UNA ILUSIÓN ÓPTICA, LAS PAREDES (Vuelve Ariadna y se acerca a la puerta del
EXISTEN. FE EN SÍ MISMO Y LAS ATRAVESARÁ!
la boca pero el sonido de su voz sale por otra par- Ariadna a la del Inh~'1'11Ttn
cualquier lado. mente retorcida se le habrá ocurrido? (Se a si todo está bien ... la tensión del hilo). Pa-
a la controla el rece que sí. ¡Mi héroe tiene cuerda para rato! Teseo, Teseo, me
Mis padres dicen que lue hago problema por todo, que hilo voy rápido porque me me ... ! (Se va
demasiado fino, pero no puedo dejar de pensar... j Habré hecho
bien en pedirle a Teseo que me lleve con él? Teseo, Teseo, en el
la otra punta del hilo te entreveo! (Se va).
entrando por donde desapareció Pido que me envíen hombres y ¡y se pierden en los
dicen que apenas entran en el laberinto, yo me
los como. ¡Pero si nunca encuentro a ninguno! Y yo me siento tan
i Por fin salimos del laberinto de voces! ¡Qué horrible! solo ... Desespero por tener un amigo. Es por eso que pido que me
¡Justo a mí lue tocó ser hijo de Dédalo,el famoso inventor que manden ióvenes de mi edad. También me gustaría tener una no-
crea robots porque piensa que en el futuro servirán para algo! via ... Eso sÍ} quisiera una novia que no sea una vaca. Las vacas son
verdad es que no puedo decidir si mi papá es un genio o si está to- hernlosas pero demasiado intelectuales. Todo lo que uno les dice,
el hilo).
¿Dónde estará mi tan rebelde! sólo el camino Falta poco para que se acabe el ovillo ... Debería buscar otro,
GRACIELA REPÚN Y PATRICIA SUÁRfZ TESEO, TESEO, ¡QuÉ LABERINTO MÁS FEO!
vestido ... Teseo, Teseo, recordarte y no verte es lo más feo! (Re- entonces? quieres atacarme?
trocede hasta de la vista del
No sé. dijo por ahí que eras un monstruo ... Y como
(Teseo avanza por el laberinto sosteniendo en las manos la punta yo soy un héroe ...
del hilo. Ariadna reaparece en la puerta, con el vestido mucho más cor-
to. Teseo siente el hilo muy tenso, pega un tirón, y Ariadna se pero si yo nunca de acá! ¿Qué tengo de malo? Mi
cuerpo es diferente al tuyo pero soy tan bueno como cualquiera.
Más monstruoso es que me hayan encerrado en un laberinto,
¡Espero que Teseo no esté enredado con su misión porque ya solo, dando vueltas y vueltas por estos pasillos... ¿Sabes
tengo frío! Cuando me vea con este vestidito, que soy cuánto me lleva encontrar el baño? Y a orouósito ... ¿por aué tra-
una desatada? Teseo, Teseo me muerdo las pestañas de deseo!
J una mascota si te ibas a pelear \..VllHH};V
(Se va).
mascota?
(Teseo y el Minotauro entran por puertas distintas, caminando de
(sacando la espada). No sé de qué estás hablando. (Se mira la mano y lee ahí el nom-
¡Pero ... ! fin te encuentro} Mino ... chancho! ¡Se acabaron hilo de Ariadna! No sé me lo dio.
tus crímenes!
Lo acabas de decir...
¿Qué crímenes? Querer tener una novia... ¿eso es
un crimen? claro!, me lo debe de haber dado (vuelve a leer su ma-
no) Ariadna. que soy tan distraído ... !
laberinto para ver si es cierto? Y si se atreviera, sin el hilo de esta isla, hacia la libertad. ¡Vamos a trepar al techo, a buscar
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este Le diste tantas alas a tu imaginación cuando lo cons- Cada vez hablas más raro, padre. tus ideas y
truiste, que no puedes salir de tu propio invento ... son un laberinto para mí! Imagino que querrás decir que pegare-
mos las plumas con cera. Y la sacaremos de las abejas que están ba-
l-'~tHIIl.G~t. Se lo lJi"nsanao intensamente). jo el techo ... Pero vamos, y que sea lo que Zeus
hijo, vuelal Cuando lleguemos a tierra} seremos hon- i1vH héroe! ¿Acabaste con el1vfinotauro?
rados como inventores del ala delta ...
(voz en Lo hice pomada. Se puede decir que en este laberinto ya no
¿Cómo delta? me qué letra griega había que hacer...! ¡Y nada de aué preocuparse ...
yo usé una omega!
Entonces ... '-''-U'JLlVJ a Grecia!
hijo! ¡Inventaste el paracaídas! ¡Espérame!
¡Vamos!
cOITe y se lanza tras su con el vestido cortí-
sima, aparece a la del laberinto, mirando al saliendo de escena mientras él se revisa la
¡Qué aves grandes y extrañas! 1vfás que pájaros comunes pare- Espero acordarme dónde puse los
cen pajarones ... (Baja la vista, mira hacia la del
¿Qué estará pasando allí adentro? ¡Ay, Teseo, me muero si
no te veo!
(El Minotauro sale del laberinto, pasa por detrás de Ariadna y se es-
~
cabulle sin que ella lo vea, mientras le dice adiós al Detrás sale
con un montón de hilo entre los
~
(consultando con su
Ariadna ... Te traje el hilo ... sO. Si no me confundo, me
TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 75
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76 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 77
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POUFEMO. ",""MO.
SI, voy a hacer una siesta. Ycuando me despierte, ¡Ay! (Quién fue el traidor~ Quiero saber Ji está acá
h:ahd fiesta. Me los voy a comer a lodos. Pero co- el que me ataCÓ con esta esrxa.
mo te dije que re iba a agradecer ru :amistad y ru MlXHACHO , .
bebida, vas a ser el último que devore, el postre de ¡Si lo agarra, lo mata!
mi comida. f'OllHMO.
ws"
Te agradezco tu generosidad, pero ames, bebamos
¿Q-liro lastim6 mi único ojo? ¡Lo voy a I"CVI:fltaI
como a un piojo!
un poco más. "",,s.
PRESENTADOR. Sí, est:l acá el que te clav6 la estaca.
Yde prontO el dclopc Polifemo se desploma y se
pone a dormir la mona.
""""".
¡blo es alfoz! ¡Sos Nadie:. le conozco bien la wz.!
PRESENfAOOAA. Nadie, esruvisre muy rudo.
El asrulO Ulises y sus compafieros se deciden a UlISE$.
acruar cuando lo ven en el sudo. (y qué querlas que hiciera, dejar que nos comie-
""'NTADOIt ras crudos!
UIiscs loma wu. c:scaa y la pone al fuego. POlFEMO.
MUCHACHO 1. ¡Socorro, hermanos ddopes, vengan en mi ayuda!
¡Qué malo este cldopc, qué malo! Se cree que so- ¡Me han ar;:u::ado!
mas comida que cayó de regalo.
MlICHACHO 2.
Sí, qué malo. Quem:alo con ese palo.
PRfSfNTAOOAA ClClOPE 1.
El audu Ulises lleno de furia, le clava el palo al .¿Quién fue el desgraciado!
rojo en su único ojo. POlHMO.
PRESOOADOlt ¡Nadie me ataCÓ!
¡Y Polifemo lam.a un bramido atronador!
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78 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
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UUSES.
$tento una enorme alegria al pensar en la tierra
mía. No veo la hora ..
MUCHACHO 1.
Son las cinco.
UUSES.
No veo la hora de regresar a mi querido y afiorado
h""".
PRESENTADOR.
Ulises anhda volver a ftaca. su hogar. Pero veamos
qué es lo que pasa en es.: momento en su propia
casa. Alll están Telémaco, su hijo, y Penélope, su
esposa, que lo aguardan con actitud ansiosa.
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Al -JiEATRO Santillana
e 2004, Ediciones Santill.na S.A.
Av. Leandro N. A1em 720 (0001 AAP) Ciudad de 8uenos Aires, Argentina
Lancman Ink
Repún , GfaQela
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' a primera vez que tenemos noticias de Palifema es a través
~ del relato que Ulises, gran viajero, hace en un banquete. Se
trata de un cíclope, un gigante con un solo ojo en la frente, que
vive en la isla de Sicilia, en una cueva al pie del monte Etna, en
Italia. Claro que esto suced ió antes de que Italia se llamara Italia.
Pero Ulises no hace quedar nada bien a Polifemo: más bien lo pTe-
sent-a como cruel y espantoso.
Luego muchos escritores, algunos muy famosos como Virgi-
lia, Ovidio o Góngora, escribieron poemas y t ratados sobre él.
l a leyenda cuenta q ue la madre del dclope, llamada Toosa,
ninfa del mar, solía visita rlo e n su caverna. Cierta vez, Toosa fu e
acampanada de la ninfa marina Galaica, y Polifemo las guió h as-
ta el mo nte para que cortaran jacintos. Mie ntras la veía juntar no-
res, Polifemo se enamo ró de Galatea . Pero los amores de l cíclope
no fu eron correspondidos, ya que la ninfa estaba enamorada del
pastor Acis. El gigante descubrió a los e namorados y en un rapto
de rabia le a rrojó una roca al pastor.
Galatea, entonces, recurrió a sus poderes de diosa del mar y
transformó a Acis en río crista lino.
I
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Ah, ¿sí? ¿Es que le gustaron tanto los jacintos? Cuando yo era
más chico, ella los hacía como croquetas de verduras. Uno o dos
de acelga y una plantación entera de iacintos. Le daba
muy buen sabor.
ii:)
Sí.
Me mi tío: "Yo nunca me fío de las ninfas porque son in- Me decía: "Vieras, Galatea} hermoso es mi
las moscas fritas te gustan? "Y con cuánta dedicación cuida las
cara de
"Cómo cuidará él de su esposa cuando la tenga ... /l
Ella dijo que usted sería un marido excelente. Yo, que soy del tamaño de una montaña, ¿qué haré con una
Parecía muy segura de lo que decía. Con qué gusto, señor, una ninfa como yo sus
días con un
Ah, sí. Y tan tranquila. Lo que ella es no prepararme
Un cuenco de mi sopa lleva dos toneladas de rabanitos. Y así era otro tío mío. Yo solamente soy pastor} de la ma-
y todo casi siempre me quedo con hambre. ñana a la noche y de la noche a la mañana tras las ovejas. No ten-
go mucho tiempo de acicalarme ni ponerme dulces perfumes de
Pero luminoso como el sol. yo tengo un solo ojo, yen el medio de la frente! ¿Cómo
Cuando voy por la isla de Sicilia mi isla, a veces es-
l
En el medio de la frente. cucho a los marineros de los barcos que se gritan entre ellos.
ll
allá que vive un monstruo, el gigante Polifemo • Ni qué decir acá
Como el sol. En el centro del cielo. 10 mal varado que me deió Ulises contando todas esas mentiras.
GRACIElA REPÚN Y PATRICIA SUÁREZ
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Mañana vendré a esta misma hora a visitarlo en la roca a ver timiento mucho más picoso que la urticaria y el guiso de morrón. Mi-
si decidió que sea yo su esposa o que no lo sea. Adiós. rando el lado bueno de las cosas, la bella Galatea podrá servir pa-
ra rascarme. Al fin de usar de escarbadientes al pajarraco
Adiós, Galatea. la cigüeña esa que siempre se quejaba de mi mal aliento.
También Dodrá Galatea sacarme las espinas de las ortigas, los
¡yo a cambio saciaré todos sus antojos! Sí, sí y sí. ¿O no,
no y no? Sí. Vaya pedirle casamiento. Le fabricaré una casita tan
que yo pueda llevar colgada siempre de mi cuello, y le
solo en la roca. Es un gigante enorme, de cabello claro y compraré un cornetín para que por ahí me hable sin tener que
medio Es vastor, usa un pino de cayado y observa a lo Idos su andara los Una esposa gritona es algo muy feo; en cam-
rebaño de bio mi Galatea tiene voz de mosquito, y con el cornetín será un
rYlAC",,'-l-n. completo. ¿Era ésta la hora a la que dijo que volvería?
Ya está cayendo el sol detrás de los pinos. Ésta es la hora. Qué
posible que la bella ninfa Galateaesté enamorada de imDaciencia; me pican los dedos de los pies. ¿Me lavé hoy los
Estuve pensando.
¿Yo, ayer? ¿Ayer cuándo?
perdiendo la nnrWMrU1
¿Y?
Yo siempre lo dije. La filosofía ...
¿Acis?
Sí. El esmalte queda ll1ucho mejor en las uñas de las
ninfas, ¿no es verdad?
Un Dastorcito de la costa, cuida cabritas, toca el flautín ...
¿Nuestro
Ya lo sé. Si nunca podemos dormir... Pero cuando Acis toca,
hace bailar a las flores y a los árboles mecerse al compás ...
Nuestra boda.
Un muchacho delgadito que ... Por el amor en que ardías por mí, pensé que ...
Yo lo veo con los ojos del alma. Para los ojos del alma no hay Sí, bueno ...
ayer era otro día! Además yo soy una ninfa, ¿cómo ha- interesada!
ría para volverme giganta? ¿Cómo podríamos hacer juntos un bai-
lecito? En cambio, Acis, Acis ...
GRACIHA REPÚN Y PATRICIA SUÁREZ POLlFEMO
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(Toca la
Una ninfa como yo debe preocuparse por su belleza.
A~
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90 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
"
UUSES
Ah, qué voces encantadoras. iQuiero conocer a esas
señoras!
CIRCE
El que sucumbe al canto de .sirenas es un esqude-
(O que se pudre en la arena.
SIRENAS.
Ulises, Ulises, héroe de Troya, ven! con nOSQuas y
seremos rus jops.
UUSB.
iSuélcenme, no aguanro! iQuiero ir oon las sire-
nas, adoro su canto!
CIRCE
¡El que escucha a las sirenas se conviene in<:vitable-
menee: en prisionero eterno de la muerte!
SIRENAS.
Ulises, Ulises, te prometemOS días fdices, si venís
con nosotras cantaremos rus viaorias y te colma-
remos de gloria.
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 91
69 70
""',
Por favor, ¡!ks:ircnme, quiero ir con las sirenas, su
PRESENTADOR.
Pero los muchachos rentan instrucciones claras, y
canto me hace arder las venas! para no hacer caso a Ulises le dan vuelta la cara.
CIRCE. MUCHACHO 1.
Uliscs, ttné cuidado, el cantO de las sirenas es so- Disculp:!:, Ulises, pero estis diciendo locuras, asl
lamente un engaño. Lo único que buscan es ha- que no te vamos a sacar las ataduras.
certe mucho dalío.
SIRENAS. (\{¡ usando t I canto tÚ las rirttuu. Y Ulist'S rtCU-
lJlist:.;, Uliscs. no te esrupidiccs. Venf con nosotraS, pera ulUlllCJirud Sertna. Los muchachos lo tlÚsata/'l
las sittnas, y terminarán rus penas. y Ii les "tira los tap()/'It'S de ara de los oldos.)
UUSES.
Muchachos, les ordeno qw: mI': suelten, por ese UUSES.
cantO soy capaz de desafiar la muerte. Gracias, muchachos, ¡menos mal que no escucha-
CIIICE. ron mis grilOs! Si no, a esta hora, estábamos fritos.
Uliscs, ttné cuidado, si el cantO de las sirenas te fas... PRESENTADOR.
cina, V3$ a taminar hecho lUla ruina. Ulises respira aliviado; una vez más, se ha salvado.
SIRENAS
Ulises, vc:nJ con nosotras, las sirenas. Vas a ver
que somos chicas buenas. Si venb con nosotras
te daremos un lecho de rosas.
UUSES.
¡Ah( están, las veo y casi no lo creo! ¡Qué incrd-
bit belleza! ¡Son lo único que me interesa! (Ha-
ct ¡efiaI destspmuim a los muchadws.) Vamos,
desaten estas sogas, d deseo de ver a las sin:nas
me enloquece y me ahoga.
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rulE NO F~.N.sE dipO fue criado por el rey de Corinto y su esposa, sin sa-
~ ber que era hijo adoptivo. Había sido abandonado poco
después de nacer, en la cima de un monte, donde lo encontró
un pastor. Como ten ía los pies atados e hinchados y nunca pu-
do camina r bien lo ll ama ron Edipo (pie hinchado).
A lgo raro debió de sospechar cuando sus amigos le hacían
burla, diciéndole que no se parecía en nada ni al rey, ni a la rei-
na. y cuando fue a consultar al oráculo, la pitonisa, que era
quien develaba el futuro, s6lo le dijo que traería la desgracia a sus
padres. (Porque en este mito griego, el problema es que hubo de-
masiados adivinos y todos adelantaban las cosas por la mitad).
I I
vinado el futuro, diciéndole que su hijo acaba ría con su vida!
Por ese entonces, en Tebas estaban aterrados por una criatu-
ra llegada de Etiopía: la Esfinge. Con cabeza de mujer, cuerpo de
GRACIElA REPÚN Y PATRICIA SUÁREZ LA ESFINGE QUé NO FiNGE
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Tengo que practicar mis versos, del derecho y del reve ... rso.
Practicar muy bien mis rimas, como decía mi prima. Cabeza ... sor-
presa.:. simpleza. Soldado ... hado ... alado ... ¡pescado! Pasión ... co-
razón ... ¡flemón ... !
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también pero ,~~ .... ~.. ~>V. se Ssssiiiií, pero ... le estoy componiendo versos a una amiga con
cola de pescado. ¿Verdad que suena bien como canción, o te pare-
ce un poco . . . r>rn
¿Adónde vas, caminante,
con el rostro colorado? ¡Irresistible! pegadiza! Bueno ... Permisito! que tengo prisa.
tanta prisa llevas?
a ver a un ser amado? (Zenón intenta dar unos pasos pero la zarpa de la lo "'I.-u ......... ¡.
hombre se acomoda la
Moooomentito. Primero lo ..r t r n o r r .
rrnrflHnnr:o la Soy la poderosa, la tebana,
Unos parientes de Tebas y de este angosto paso soy
me invitaron a un asado, Sólo pasarás) mortal, si me contestas
Dle desperté un poco tarde una pregunta! rimando la respuesta.
y estoy bastante atrasado. Contesta pronto, viajero,
con rima que me estremezca:
Esfinge comienza a l-vTr'Jhf){"'Tnnflfl la ¿cuál es el colmo de un carpintero
que un día se va de pesca?
"nPl1sandn en voz alta y dándole la espalda al monstnLO).
Nadie sigue este sendero ¡Caramba! Esto se complica. Yo nunca fui bueno para la
de rocas, viento y arena, y mucho menos para las adivinanzas rimadas. Veré si la
sin caer bajo el hechizo convencer con halagos ...
de mi canto de sirena ...
GRACIElA REPÚN Y PATRICIA SUÁREZ LA ESFINGE QUE NO FINGE
por caridadl
Pero, Esfingita, déjame pasar. Me están esperando en Tebas
para almorzar. ¿Por qué no me cobras un peaje o algo así? ¿A
cuánto arreglamosl (Metiendo la mano en el zurrón). Tenía unas mo-
nedas por ¿Cómo a qué? ¡A contestarle a la su nrPITllnt::l
acercarse) .
GRACIELA REPÚN Y PATRICIA SUÁREZ LA ESFINGE QUE NO FINGE
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estás perdido! El camino a Atenas es para allá. (Señala la Viajero ... ligero ... agujero. Flechadora... retadora ... computado-
dirección por donde vino Zenón). ra ... ¿computadora? inventar palabras no vale ... (Se ríe
¡Pero yo quiero ir al asado! ¡Ya sé! (Golpea con el dorso de una (Se escucha alguien que viene silbando por el camino -puede ser
mano sobre la palma de la otra). Busca a Muso. Y si fuiste tú el que l/Pobre mi madre querida/l-. Es otro viajero que se dirige a Tebas. Ve a
se destacaba en 1vfaratón ... ¡de tus piernas haz buen uso! la Esfinge y la saluda
GRAtlElA REPÚN Y PATRICIA SUÁREZ LA ESFINGE QUE NO FINGE
(sonriendo).
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Hola. fin un hombre que sabe rimar! Ahora voy a verlo transpi-
IriJrnuinnníl las rimas que acaba de hacer). rar... (Se aclara la garganta).
Salud, amable viajero ¿Cuál es el animal...
que mi camino transitas.
¿Sabrás contestar mis dichos, vaca!
o eres medio papa frita?
Que tienes que hablar en verso No, no. no terminé! Empiezo de nuevo:
has de saber, lo ¡JUJ.H'-.LV, ¿Cuál es el animal
o te arriesgas a caer que en la mañana clara
más rápido que sobre cuatro patas
se desplaza y para;
mira al abismo sin de al mediodía
sólo dos le ves,
ya la tarde
si ya la dijimosl
El nombre del pez es.:. es ... ¡qué se A mí se me enfría el Cuando al fin del día
asado, ¿no lo ves? y ha tenido mucha acción,
tal vez se tome un descanso
y Muso salen corriendo de escena, rumbo a Tebas. La Es- sentado sobre un tocón.
contrmiada).
a preparar un bolso de
y yo seguiré el camino
que me conduzca hasta Tebas.
Dicen que allí están sin rey,
y yo traigo ideas nuevas.
Edipo, no te
seguir tu marcha hacia Tebas,
pues las Parcas han escrito
que una tragedia te espera ...
~~1~ .~
Arakne
c"l.,~,o,
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Los viajes de los héroes 1.,1 OJI.~~G e~ Ji! segunda gran ohw cl~ Homero higlo 1.\ fl. C,J. fSlr(chamen\t'
{'1I1V<11\'JI!atla (\In la I/jnrl(l, ~ ~upon ..... sin t'mbaf"¡(u, 'lue rm' ("()mpu~l;¡ 011 11\'1111.10
despufs. pon.:¡ue su ("Un~fl'."ion es mas mudcrn~. Nilrr~ ti rTgr<'SO de Odi\tt) -l.Jli~
pnra lu~ h,liul)~- a ~u h]'1 11~1;ll, U!l~ vez Jin~lil.IHj~ 1,1 ¡iu~rr~ Ú~ IrllY¡I. Tal fue
Parte 3 ~u popularidad qut', como ~t'lilH l'n Tt'lIIUS tri Red. sus hazaf¡¡l~ v Si¡Hlen n-Ia¡ando
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hombres. Desembarcaron llevando consigo algunas provi- al suelo y el De contado desvedazó los H1lPl'l1hrnc
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siones y un pellej o de cabra lleno de negro y dulce vino, que se aparejO una cena y se puso a comer como montaraz
un sacerdote de Apolo le había regalado al héroe. no dejó ni los intestinos, ni la carne, ni los medulosos huesos.
Llegaron a la gnlta en la que vivía el cíclope Polifemo, Después, con el estómago lleno. se Quedó dormido en medio
del dios Poseidón. Era un monstruo horrible y no se de sus
asemejaba a los hombres que viven de pan, sino a una sel- El primer impulso de Odisea fue desenvainar su espada y
vosa cima que entre altos rnontes se presentase aislada de matarlo para vengarse. Se contuvo, sin embargo, porque de
las demás cumbres. Un gran estnlendo les anunció que el CÍ- hacerlo no habrían podido mover la piedra que obstruía la
había llegado. Polifemo ingresó en la cueva con una cueva y habrían perecido encerrados. No obstante, el héroe
carga de leña y su rebaño de ovejas. Cerró la entrada con pasó la noche en vela ideando un plan para escapar del
una piedra tan pesada que únicamente él podía mover, y en- monstruo.
cendió una hoguera. Solo entonces descubrió a los Por la mañana, Polifemo desayunó devorando a otros
Odisea se adelantó y le dos griegos, salió con su ganado y volvió a clausurar la en-
-Somos aqueos a quienes extraviaron, al salir de trada. Odiseo mandó entonces a sus compañeros que afilaran
vientos de toda clase que nos llevan por el gran abismo del una fuerte estaca de olivo que allí se encontraba.
mar; deseosos de volver a nuestra patria, llegamos aquí por Cuando regresó el cíclope, el griego esperó que termina-
otra ruta, por otros caminos, porque de tal suerte debió or- ra su salvaje cena y se acercó, llevando un cuenco con aquel
denarlo Zeus. Nos precianws de ser guerreros de Aomnenón vino negro y dulce que había llevado de su barco. Se lo
cuya gloria es inmensa bajo el cielo ofreció al gigante con estas
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-¡Cíclope! Las consecuencias de tus malas acciones ha- Al llegar al palacio de piedra de la diosa, sintieron desfa-
bían de alcanzarte, oh cruel, ya que no temiste devorar a tus llecer su ánimo. A su alrededor se encontraban lobos
huéspedes en tu miSlna morada: por esto Zeus y los demás montaraces y leones, a los que Circe había encantado con
dioses te han castigado. funestas drogas. Los animales se les acercaron, como si fueran
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mascotas domésticas, sin hacerles ningún daño. Los hombres En el palacio de Circe, sus palabras se cumplieron pun-
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llamaron dando voces, y la bella maga se presentó ante ellos tualmente. La diosa lo tocó con su vara y le ordenó:
y los invitó a pasar a su morada. Pero EUlicolo sintió descon- - Ve ahora a la vocilaa y échate con tus compaiien
fianza, de modo que se escondió en la selva para observar el hechizo no tuvo el efecto
qué ocuma. esperado, y Odiseo sacó su espada y la amenazó de muerte. La
Circe ordenó a sus esclavas que les preparasen a sus diosa, aterrorizada, le prometió que ya no le haría ningún
huéspedes un banquete de recepción. Sin embargo, cuando daño. Extremó su amabilidad con él cuando supo que era
se aseguró de que 110 la observaban, echó en el vino sus rey de Ítaca, pues Hermes le había anticipado que
drogas mágicas. Los hombres bebieron y, enseguida, los pasaría por su isla al regresar de la guerra de
tocó con una varita y los encerró en pocilgas. Y tenían la Las esclavas prepararon una excelente comida para él;
cabeza, la voz, las cerdas y el cuerpo como los puercos, pero el héroe se negó a probar bocado. Entonces dijo la
quedaron tan enteras como antes. diosa:
aguardó en su escondite una hora, dos, tres ... y, -¿Por qué, Odisea, permaneces así corno consu-
al comprobar que no volvían, regresó con paso apresurado mes tu ánimn. sin tocar la comida ni la bebida? Sosvechas
a la nave para dar aviso a Odisea. que haga yo algún engaiío y has de desechar todo temor,
El héroe se ató al cinto la espada y paliió hacia el pala- pues ya te presté solemne 11JrrrHHHnf-ro
a pesar de que los restantes compañeros le aconsejaban Circe! -le Odiseo-. ¿Qué h01nbre que
evitar el peligro y continuar el viaje. En e1 camino. el dios la comida y la bebida antes
Hermes se apareció ante él y le dijo: ..'dD"M"""'ar[os con sus pro-
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=- ,-:;;¡o--- - - - - - - - - t:.l vloJe de los héroes PARTE 3
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Cl I t::yl t::::.U ut:: VUI::'CU
C:l Vid]!: ue lOS neroes PARTE.j
JUH'-J(UJ
objeto estando tan lejos de los barcos. En ese lugar clava el Entonces Odisea vio a uno de sus compañeros en la guerra:
remo en la tierra y ofrece un generoso sacrificio al dios el valiente Aquiles, quien inmediatamente se acercó y bebió
Poseidón, que te persigue desde que dejaste ciego a su la sangre.
el ciclope Polifemo. Sólo así te perdonará y alcanzarás la -jOdise0 fecundo en ardides! ¿Cómo te atreves a bajar a
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vejez en paz, rodeado por tu familia. la mansión de Hades, donde residen los muertos, que están
-Sin duda, estas cosas las han decretado los dioses privados de sentido y son imágenes de los hombres que ya
-repuso Odisea, mientras Tiresias se retiraba a lo nrr.f'l1YlrJA fallecieron?
del Hades. El héroe le informó acerca de sus propósitos y añadió en
Odisea distinguió, entre la multitud de espectros que lo un intento por confortarlo:
rodeaban, el de una mujer mayor. Las lágrimas brotaron -Pero tú, oh, Aquiles, eres el más dichoso de todos los
súbitamente de sus oj os, porque reconoció a Anticlea. su hombres que nacieron y han de nacer, puesto que antes,
madre, a quien había dejado viva en Ítaca cuando cuando vivías, los argivos te honraban como una deidad, y
para la guerra. Permitió que bebiera la sangre. estando aquí, imperas poderosamente sobre los difun-
-jAy, madre mía! Cuéntame por qué estás aquí. ¿Qué te tos. Por lo cual, oh, Aquiles, no has de entristecerte porque
ocurrió? estás muerto.
-Hijo mío, no fue una herida, por cierto, ni una enfer- -No intentes consolarrne de la muerte, esclarecido Odisea:
medad la causa por la que estoy aquí, [... ] antes bien la {eriría ser labrador y servir a otro, a un hombre
soledad que de ti sentía y la memoria de tus cuidados y de
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Cl rey' t:;:,u ut::' VUI~t::V
el Viaje de los héroes PARTE 3
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el regreso ce uOIseo El viaje de (os héroes PARTE 3
Viendo que todos aprobaban sus palabras, Odiseo tuvo -Zeus poderoso, castiga a estos hombres que se han
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Llevados por la imprudencia, todos le dieron la razón; Las olas arrastraron a Odiseo hasta el país de los feacios,
aunque rompían el solemne juramento que habían hecho cuyo rey era Alcínoo. Este lo albergó en su palacio, de
delante de Odisea y sabían que faltar a esta clase de juramen- acuerdo con lo que dictaba la ley de la hospitalidad. Para los
to era un acto de impiedad, una deshonra para los dioses por griegos, el cumplimiento de esta norma era sagrado. Reyes,
los cuales se había jurado, que siempre merecía un duro cas- príncipes y nobles tenían la obligación de recibir y brindar
Apenas sacrificaron la primera vaca, el Sol, que todo asilo y alimento a los visitantes y a los extranjeros. La cos-
lo ve, fue a auejarse ante el padre de los dioses: tumbre establecía que ni siquiera se debía preguntar el
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El regreso de Odisea b\ VIO]';; y~ tu;;:, IH::~rUc!::i I"'AKIf:: J
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el VIaje de los héroes PARTE 3
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EL regreso de Udlseo
E:,l Viaje ae Los héroes PARTE 3
y son de dos
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El falso WUHALf>
montón y él subió al divino éter. Yo, aunqu.e entre
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son los pretendientes, y yo que era el aguilón, soy tu esposo ganar su mano triunfando en la prueba de los anillos. Todos
que he llegado y daré a todos los pretendientes ellos aceptaron de buen grado, porque cada uno creía que
muerte». Esto dijo." saldría vencedor.
-No es posible declarar el sueño de otra manera, ya que Telémaco alineó los aros a gran distancia y se arrogó el
el propio Odiseo te manifestó cómo 10 llevará a cabo: apa- privilegio de tener el primer tumo. Con gran esfuerzo
rete clara la perdición de todos los pretendientes y ninauno tensar el arco la primera vez, pero no le fue posible. Probó
escapará de la muerte y de las Parcas. nuevamente con mejor resultado, y aún una tercera. En la
Penélope, que era muy discreta repuso: cuarta lo hubiera logrado; pero su padre le hizo una seña
- Hip nos, el dios del sueño, nos envía muchas veces para que no continuara, y el joven se declaró vencido.
mensajes en un lenguaje oscuro, que a los hombres no les A continuación, uno tras otro, los orgullosos pretendientes
es posible descifrar. Todos saben que hay dos puertas para intentaron sin éxito tensar el arco, e iban aceptando por
sueños. Una de las puertas está hecha de cuerno y la otra turno su derrota a regañadientes. Finalmente, se adelantó
es de fino marfil. Los que vienen por el bruñido marfil nos el mendigo, que los había observado oculto en un rincón,
engañan, trayéndonos palabras sin efecto; y los que salen y les dijo:
por el pulimentado cuerno anuncian, al mortal que lo ve, -Me gustaría probar ({si por ventura hay en mis flexibles
cosas que realmente han de verificarse. ¡Ojalá fuera esta la miembros el mismo vigor que antes, ° ya se lo hicieron
puerta de n1Í terrible sueño! Sin embargo, he pasado tanto perder la vida errante y la carencia de cuidados)}.
tiempo esperando que se hagan realidad mis deseos, que ya Todos sintieron gran indignación por su pedido, y el so-
no creo en ellos. De todos modos, ya no puedo dilatar más berbio Antínoo le enrostró:
la decisión que estos hombres me pide'n, así que he decidido -¡Oh, el más mfserable de los forasteros! No hay en ti ni
proponerles un certamen. Odiseo, mi amado esposo, solía pizca de juicio. ¿No te basta estar sentado tranquilamente
alinear doce anillos y, desde una gran distancia, disparaba en el festín con nosotros, los ilustres, sin que se te prive de
una flecha con su arco y los atravesaba sin dificultad. Ele- ninguna de las cosas del banquete, y escuchar nuestras
giré como marido a aquel de los pretendientes que logre palabras y conversaciones que no oye forastero ni mendigo
vencer en esta pnleba. alguno? Sin duda te trastorna el dulce vino, que suele
-Apruebo tu decisión, y te aconsejo que confíes en que perjudicar a quien lo bebe ávida y descomedidamente.
tu sueño ha pasado por la puerta de cuerno. Odisea Penélope iba a intervenir en la discusión, pero Telémaco
fin a la vida de estos infames pretendientes que no honran la contuvo:
como se debe su noble origen. - Yo decidiré la cuestión, pues soy el que tiene más po-
der en esta casa, madre. Vuelve a tu habitación, ocúvate en
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~l VldJt:: ut:: lU::' IIt::I ut::!:) t-'AHIt. J
las labores que te son propias, el telar y la rueca, y ordena Odiseo disparó, en primer lugar, contra ellos todas sus
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a las esclavas que se ocupen del trabajo, y del arco n05 flechas y, luego, su hijo le alcanzó las lanzas y le ciñó la
cuidaremos los hOH'zbres. espada.
Penélope se retiró asombrada por la firmeza del tono con De este modo arremetieron contra los pretendientes, dan-
que Telémaco le había hablado. «Ya no es un niño}}, pensó do golpes a diestra y siniestra; los que se sentían heridos en
la reina. la cabeza, levantaban horribles suspiros, y el suelo manaba
En el amplio patio, el joven dio la orden de que se per- sangre por todos lados.
mitiera al mendigo probar suerte con el arco de Odisea, y Así se cumplió el sueño de Penélope, que había salido
ninguno de los presentes osó contradecirlo. por la puerta de cuerno pulido. La matanza llegó a su fin.
En silencio, todos observaban cómo el Odisea registraba con los ojos toda la estancia por si hubie-
examinaba el arco desde cada ángulo y lo se auedado vivo alauno de aquellos hmnbres, librándose de
esfuerzo, Odisea lo armó y a tantos como eran, caídos entre la
asiéndola con la diestra, y se dejó oír un hermoso sonido sangre y el pOlVO. Como los peces que los pescadores sacan
muy semejante a la voz de una golondrina. Sintieron entonces del espumoso mar a la corva orilla en una red de
los pretendientes gran pesar y a todos se les 11'ludó el color. de mallas, yacen amontonados en la arena, anhelantes de
El héroe tomó una flecha, apuntó al blanco, y despidió la las olas, y el resplandeciente sol les {[rrebata la vida. de esa
saeta. No erró ninguno de los doce anillos. lnanera estaban tendidos los los unos sobre
-Estos hombres me menospreciaron sin razón, porque ya los otros.
ven todos los presentes que mis fuerzas están intactas
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o:;.,ey,e",v 1.": "'V''''C,,",
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2..05 l-JECl-:TOS DE LOS
Una vez, el rey había estado a punto de envenenar a Teseo sin Teseo emergió del sueño. Ya era de día. A lo lejos ya se divisaban
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~~~ §~;il
TESEO LOS
para liquidar a un buey... ¡pero no lo bastante violento para abrazaron. La hija de Minos echó una mirada enternecida al enor-
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-¡Así es! -dijo al ver la cara llena de reproches de sus compañeros. El nuevo soberano se recogió sobre los restos de Egeo. Solem-
Los dioses no actúan sin motivo. Y Baca tenía buenas razones nemente, decretó:
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Teseo abandonara a Ariadna: seducido por su belleza, -¡Que este mar, a partir ahora, el nombre de mi
convertirla en su esposa! Sí, había decidido que tendría padre adorado!
con ella cuatro hijos y que, pronto, se instalaría con él en el Ya partir de ese día funesto, en que el vencedor del Minotauro
Olimpo. Como señal de alianza divina se había prometido, in- regresó de Creta, el mar que baña las costas de Grecia lleva el nOffi-
cluso, regalarle un diamante que daría nacimiento a una de las de Egeo,
constelaciones más bellas ... Mientras tanto, Ariadna se despertado en la isla desier-
Claro que Teseo ignoraba las intenciones de ese dios ena- ta, En el día naciente, vio a lo lejos velas oscuras de la galera
morado y celoso. Singlando de nuevo hacia Atenas, se acusaba que se alejaba. Incrédula, balbuceó:
de ingratitud. Preocupado, olvidó la recomendación que su -¡Teseo! ¿Es posible que me abandones?
padre le había hecho ... Siguió el navío con los ojos hasta que se lo tragó el horizonte.
Apostado a lo alto del faro que se erigía en la entrada del Pi- Comprendió, entonces, que nunca volvería a ver a Teseo. Sola en
reo, el guardia gritó, con la mano como visera encima de los ojos: la playa de Naxos, dio libre curso a su pena; gimió largamente so-
-¡Una nave a la vista! Sí... es la galera que vuelve de Creta. bre la ingratitud de los hombres.
¡Rápido, vamos a advertir al rey! Luego, Ariadna reencontró sobre la arena su labor abandonada.
Menos de tres kilómetros separan a Atenas de su puerto. Retomó las agujas. Y en espera de que se realizara el prodigioso
Loco de esperanza y de inquietud, el viejo rey Egeo acudió a destino que ella ignoraba, puso nuevamente manos a la obra.
EDIPO
Escucha ...
Escucha la terrible historia de aquel que los dioses, antes
su nacimiento, ¡habían condenado a matar a su padre y a casar-
se con su madre!
es: todo comenzó en Tebas, la ciudad que gobernaba el
rey Layo. Un día, Yocasta, su joven esposa, le comunica que es-
pera un hijo. Entonces, Layo se dirige al santuario de Delfos.
¿Conoces el santuario de Delfos? Imagina un templo rodeado
extrañas fumarolas ... Allí, una vieja mujer sirve de intermediaria
entre los dioses y los hombres. ¡Es la pitonisa! Sí, la pitonisa res-
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~~~i1
esposa. ¡En secreto, se jura a sí mismo hacer todo lo posible para Invadido por la piedad, Forbante libera al niño cuyos pies,
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Pero un malvado rumor circula por la ciudad: ¡el futuro rey de el paso. Ofendido por esa falta de educación, Edipo responde
Corinto no sería el verdadero hijo de sus soberanos! Al principio, con un insulto.
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Edipo no presta atención a esos cuentos. A la larga, fastidiado por -¿Te atreves a oponerte a mí? -dice el anciano, desenvainando
su insistencia, interroga al viejo pólibo. su espada-o No -agrega dirigiéndose a los soldados que quieren
-¡Veamos, Edipo, claro que eres nuestro interponerse-, hagan avanzar el carro. ¡y déjenme darle una
Pero la duda anida desde entonces en el alma de tdlpO, como ción a este mequetrefe!
un gusano que roe lentamente un fruto. Un día, el joven declara: convoy se pone en movimiento; y antes de que Edipo
-¡Voy a interrogar a los óraculos! Quiero saber la verdad ... pueda hacerse a un lado, una rueda le pasa por encima del pie.
Delfos queda tan sólo a una semana de marcha y la distancia es Ahora bien, los pies de Edipo son frágiles.
rápidamente salvada. Admitido en el santuario, Edipo se encuentra -¡Viejo maldito! -grita, esquivando el golpe que le estaba
frente a la pitonisa. Pero sin iluminar a Edipo acerca de su pasado, destinado.
los dioses, por boca de la vieja mujer, le revelan su futuro: Con el canto de la mano, golpea la nuca de su atacante, que
-Estás destinado a un porvenir del que no puedes escapar: se derrumba en el suelo. Los soldados dan un salto., unos para so-
terminarás matando a tu padre y casándote con tu madre ... correr a su amo, otros para lanzarse a perseguir al agresor.
¡Edipo está espantado! ¿Cómo impedir que horrores tales ¡Pero Edipo ya está lejos! Aprovechando la confusión, se escurrió
tengan lugar? por las laderas del desfiladero. Ya está, ha desaparecido ...
'-¡No regresaré nunca a Corinto! -decide-o No volveré a ver a -¡La desgracia se ha abatido sobre nosotros! -exclama uno
mis padres. ¡Pondré entre ellos y yo tal distancia que esas predic- los soldados-o ¡Nuestro rey ha muerto!
ciones jamás podrán realizarse! anciano, en efecto, no volverá a levantarse: Edipo lo
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-¿Y cómo recompensa a quienes resuelven sus enigmas?
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-¡Ese animal es el hombre! El hombre que, en la infancia, an- -He aquí, según la pitonisa, la causa de nuestros males: el
da en cuatro patas; el hombre que, adulto, camina sobre sus dos asesino de Layo jamás ha sido encontrado. ¡Hay que identificar-
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II11straci6n de portada:
MARIANO RAMOS.
HOMERO
VielZlQ love"
LS.B.N.: 956-12-1157-2.
29" edición: Abril del 2004.
LA Obras Escogidas
J.S. B.N.: 956· 12-1296-1.
30" edición: Abril del 2004.
o
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dicionarios encontraron a los habitantes, que les ob- meneas. Llegada la noche nos dormimos muy tranqui-
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sequiaron con lotos y frutas tan dulces que los que los. Al siguiente día, temprano, reuní a mis gentes y
las probaban sentían deseos de quedarse allí. Tuve les dije que se quedaran ahí por un rato mientras yo
que llevármelos a la fuerza, llorando, a los barcos, averiguaba quiénes eran esos hombres. Avanzamos
donde los até, apresurando a los compañeros para a fuerza de remos y llegamos a la costa, donde des-
que se embarcaran inmediatamente. cubrimos una caverna y numerosos ganados y reba-
"Continuamos y llegamos al país de los cíclopes, ños. Estaba todo cercado por un muro de piedra y
gigantes que no trabajan en nada; todo nace allí sin árboles. Vivía allí un gigante, verdadero monstruo
que nadie se preocupe de ello: el trigo, la cebada, que no parecía un hombre sino una de esas cimas
las viñas. Los cíclopes no deliberan; viven en las boscosas que hay en las montañas.
altas montañas y cada uno establece sus normas de "Ordené a los compañeros que se quedaran cerca
vida para su familia, sin preocuparse de los otros. del navío y con una docena dé los mejores fui hacia
"Delante del puerto hay una isla cubierta de ve- aquel lugar. Llevaba un odre de vino muy dulce,
getación, donde viven cabras monte<::es. La isla apa- bueno para mantener las fuerzas cuando hubiese
recía deshabitada, pues los cíclopes, como viven solos, dificultades. Llegamos, pero no estaba 'el gigante; en-
no tienen naves ni artesanos que las construyan. tramos en la cueva y vimos una gran cantidad de
También ofrece la isla un puerto que tiene al fondo quesos colocados en unas bandejas hechas de cañas;
una corriente de agua que sale de una caverna y los establos se veían llenos de corderos y cabritos y
la leche se salía de las vasijas, tan llenas estaban.
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mento. Puse la estaca en el fuego para que se ca~ demás; podía salir bien abrazado al cuerpo, aunque
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MARIANO RAMOS.
HOMERO
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llama. Nos habló, tratándonos de desdichados que rigir el navío: aHí vive Escila, que aúlla noche y
habíamos estado en el dominio de Hades y por eso día con la voz de una perra recién nacida; tiene
íbamos a morir dos veces. doce patas y seis cuellos larguísimos con otras tantas
"-Comed y bebed todo el día -agregó-, pues horribles cabezas de amenazadores dientes. Una par-
tan pronto asome la Aurora volveréis a navegar. Yo te del cuerpo está oculta en la cueva, pero las cabe-
daré las instrucciones esta vez para que. no padezcáis zas las saca fuera, apoderándose de los delfines y
más. perros de mar que se atreven a pasar por ahí. No
"Nos dispusimos a obedecerle, y cuando los com- hay marino que pueda haber cruzado ese lugar sin
pañeros se fueron, Circe, tendiéndose a mi lado, me perecer. Muy cerca hay otro escoBo, menos elevado,
pidió que le contara todo 10 ocurrido. Lo hice y des- y en 10 alto de él crece una higuera silvestre; al pie,
pués de oírme me dio estas recom·endaciones: sin embargo, vive la famosa Caribdis, que traga las
"-Escucha, Ulises, 10 que vaya decirte y que no aguas del mar tres veces por día y otras tres veces
se te olvide: primero llegarás al país de las sirenas. las devuelve con un tremendo ruido. Ahí debes ma-
Viven ·en unas praderas cubiertas de cuerpos huma- niobrar para que tu nave pase rápidamente.
nos en descomposición y, por supuesto, no deberás "Una vez que Circe terminó de hablar le pregunté
detenerte. Puedes escucharlas, aunque sólo después después de librarme de la maldita Caribdis, no
de que te hayan atado al mástil y con lazos muy podría yo atacar a Escila cuando se echara sobre
fuertes. Y si, cuando las oigas, suplicas a tus compa- mis hombres, a 10 que me respondió:
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mucha hambre que sintieran, de tocar a esos anima- to de lo que debía hacer. Entretanto, después de
les en caso que desembarcáramos, 10 que no permi- internarme yo tierra adentro, Euríloco habló a los
tiría hacer, sin embargo. Euríloco, siempre impulsi- hombres y les dij o:
vo, me reconvino: "-Oídme, amigos: todas las muertes son odiosas,
"-No comprendo por qué, Ulises, duro de cora- pero la muerte por hambre es la peor. Apartemos
zón, quieres impedir a la tripulación que baje, mate algunos de los mejores animales de Helios y hagamos
uno o dos de esos animales y pueda recuperar sus un sacrificio a los dioses. Cuando lleguemos a Haca
fuerzas. Viene la noche y ¿qué haremos, agotados levantaremos a este dios un santuario, y si sucede
de cansancio, si viene un temporal contra nuestra que quiere castigarnos por matar sus animales, por
nave? Acerquémonos a la costa, comamos algo ahí 10 menos habremos comido.
y al alba embarcaremos nuevamente. "Los consejos de Euríloco fueron seguidos por Jos
"Los marineros apoyaron a Euríloco y contesté hombres, que apartaron algunos de los animales, los
que aceptaba desembarcar, pero que debían jurarme degollaron y los descuartizaron, haciendo en seguida
que no tocarían los rebaños de Helios, debiendo con- una buena hoguera; en ella pusieron a asar las vísceras
tentarse con los alimentos que nos había dado Circe. y, como no tenían vino para echar sobre las ofren-
Algo terrible vendría contra nosotros si tocábamos das a los dioses, echaron agua. Después de comerse
esos animales. las entrañas pusieron las piernas en asadores sobre el
"1\1e prometieron no acercarse a ellos y di orden fuego. Yo, que me había quedado dormido después
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 147
LA GRECIA CLASICA
EL CICLOPE
HESIODO : lo Teo-;¡on(o. los Trobalos y 10$ oros_ (XI)
El Eteudo do I1croklcs. - t-1fRONOAS . lO$ Mimos.
TEOFRASTOS. los COrclctcrc s. ESCRITORES ERO- Contra el amOl' no hay remedio alguno, Nikias, a
ncos GRIEG OS (po~s(a oIlGm.ónlica) . AI~ o. mi juicio, ni ungüento, ni polvo; tan sólo el comercio
con las Piérides. Este sí es uno, y dulce y agradable.
Safo ( rinna. Ibikos, Kori nna. Anak,eón J. y a la dispos ic ión está de los hombres, bien que el en-
P-UCOllCOS GRIEGOS . Teókritos y Seudo- Teó- contrarle no sea cosa fácil. Tú lo sabes muy bien, si no
krlt05. MOle os y Seudo - M05Ch05. Bión y Seu· me equivoco; tú, que, además de médico, eres, más
do . 816n y otro 5. que ningún otro, querido por las nueve Musas. En todo
caso este remedio era el único que le iba bi en a nues-
tro Cíclope, al antiguo Polifemo, cuando estaba ena-
morado de Galatea en aquel tiempo en que una barba
naciente revestía sus labios y sus mejillas. Su amor no
Tf\A DUCOIO, O'tl ' se manifestaba mediante regalos de manzunas, de ro-
1'/1 W}l1 AIIE8 y , OTA" sas ni de bucles de cabellos, sino mediante verdaderos
OR transportes; todo lo demás le parecía accesorio. Mu-
JUA ' B . BER A chas veces, sus ovejas volvieron solas. luego de pastar,
al establo, mientras él se consum ía cantando para Ga-
latea, sobre la orilla cubierta de algas, y ello desde
el alba, llevando en el fondo del corazón una cruel
herIda que la poderosa KIprls le había hecho, hundién-
dole un dardo en lo más profundo de su ser. Pero en-
contró un remedIo: sentado en una elevada roca y con
los ojos vueltos hacia el mar, cantaba así :
Blanca Gala/.ea, ¿por qué rechazas al que te ama, tú,
más blanca a las miradas que la l eche cuajada, más dul-
ce que el cordero , más fogosa 11 viva que la ternera,
'D'Clon'S~/BtR'CIIS
más lustrosa qu.e la u v a venlef JP01' qué t e 1Jase(!.~ POlO
aquí como haces cuando el dulce sueño me ha v encido,
11 te vas en Cltanto ves que m e abando111l. huyendo com o
una oveja cuando ha visto al lobo de gris pelaje Yo r 'r eunirme contigo. Y besaría tus manos, si no querías
empec~ a amarte, joven incomparable, el día que vi-
que besase tu boca. Y te llevarla blancas azucenas 1I
r<iste can mi madre (353) a coger flores de Jacinto en tiernas amapolas de rojos p~talos, ~stas que crecen en
la montaña, para lo cual os servf de guía. Dejar de ha- verano y las otras en invierno, por lo que, claro, no
cerlo. tras hab erte v;;;to aún otras veces, he aquí lo quc te las Ilevarill todas a un tiempo. Pero tal cual son
me es hoy absolutamente imposible; imposible, ¡ay!, las cosas, palomita, tal cual son las cosas, aprenderé
aesde entonces. Pero tú en modo alguno te preocupas muy pronto, por lo menos, a nadur, de venir por aquí
d e ello, en modo dguno, por Zeus. (tlgún extranjero que navegue en un barco, con objeto
Yo sé, encantadora criatura, por q~L/J m e huyes . Es de saber qu~ placer podéis encontrar en habitar en el
¡,orque una ceja peluda se extiende por toda mi frente, fondo del agua.
úni ca JI larga, de una oreja a la otra, y porque tengo Ujaló salgas del ¡¡quido elemento, Galatea, y una
en la frente un ojo tan s610, lJ porque una nariz chata vez salida, olvidar como yo hago ahora, sentado aquí.
se levanta soore mi labio. Lo que no impide que con el volver a f·u casa. Ojalá consientas en guardar el
todo ello, tal cual sOll, tenga una cabaña de un millar ganado conmigo, en ordeñar la leche, en hacer que cua-
de ove j as, a las que ordeño 11 de las que saco para be- 1en los quesos tras meter en ellos el agriado cuajo.
oer la leche más nutritiva. En cuanto al queso, no me Ha sido mi madre la que me ha perjudicado, y por eso
falta n i en verano ni en otoño, ni en lo más fuerte me vuelvo contra ella. Jamás te ha dicho una palabra
del invierno, sino que mis cañizos están siempre ates- amable en m i favor. Y ello no obstante verme día tras
tados d e ello.~ . Y s~ tocar la siringa como no es capaz dla enflaquecer. Pues bien, me quejaré de latidos en la
d e hacerlo aquí cíclope alguno. sobre todo cuando can- cabeza y en ambos pies, pura que sienta fastidio, puesto
lO para ti, dulce manzanita queri da, e incluso cuando que tan fastidi ado estoy yo .
lo hago par a m í mismo, con fr ecu encia hasta ya bien ¡Clclope, C!clopel ¡Ad6nde ha huido tu raz6n' SI
avanzada la noche. Crío para ti. once ciervas, todas oro fueses a trenzar cestos y a coger ramas tiernas para
naftas de manchas blancas, como lunas, en la trente ; llevárselas a tu s corderas darlas, sin duda, prueba de
11 además cuatr o 1lequeños oseznos. Ven, pues, a bus- mejor sentido . Ordeña a la que se presenta; ¿por que
carme, que nada p erd erás si lo haces. Deja al glauco persigues a la que te huyer y(t encontrarás otra Gala·
ma'r romperse cont1'a la orilla; estanís mejor en m i an- tea, e incluso quizá mds h ermosa. J 6venes no faltan
tro, cerca de mi, pasando a m i lado las noches, Junto que me invitan a jugar con ellas por la noche. Y todas
a el hay laurel es, esbeltos cipl'eses, hi edra negra; hay estallan d.e risa cuando las escucho. Lo que prueba
una v i ña de dul ces frutos, agua fr esca, brebaje divino que en el país, yo, evidentemente. no pa.~o por un cual-
que el Aitna todo cubierto de árboles deja que llegue qui era,
hasta mí tras fundir su blanca n ieve . .í Qui~n preferiría
a todo esto habitar el mar y las olas? Si yo te parezco He aquí el pasto que Pollfemo daba a su amor: can-
excesivamente velludo, tambi~n tengo abundantes tron- ciones. Y con ello se encontraba mejor que si hubiese
cos de encina y, bajo la ceniza, un fuego que no mue- gastado (en remedios Ineficaces) su dinero,
re, y soportaré que con tus manos (si ello te place) m e
(Juemes hasta el alma, incluso mi l1nico ojo, pese a
5erme más querido que todo.
¡ (lué desgracia que m i madre no m e haya traído al
mundo con b'r anquias! Pues podr ía zambullirme para
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 149
Cuando la Aurora que trae la luz alcanzó el extremo del cielo, ya entonces con la caída
del Céfiro veloz los argonautas subieron desde tierra a sus bancos. De lo hondo sacaron las
anclas, gozosos, y enrollaron, cual se debe, todos los demás aparejos; en lo alto izaron la vela,
tensándola con las cuerdas de la verga. Un viento moderado llevaba la nave. Y prontamente
tuvieron a la vista la hermosa isla Antemóesa, donde las armoniosas Sirenas, hijas de Aqueloo,
destruían con el hechizo de sus dulces cánticos a quienquiera que echase allí las amarras. Las
engendró, luego de estar en el lecho de Aqueloo, la bella Terpsícore, una de las Musas. En
tiempos cuidaron de la poderosa hija de Deo, cuando aún era virgen, acompañándola en sus
juegos. Pero en este tiempo en su aspecto se asemejaban a pájaros en parte y en parte a
doncellas. Siempre acechantes desde la atalaya de un puerto excelente, muchas veces ya en
verdad arrebataron a muchos el dulce regreso con mortal consunción. Y sin más miramientos
también a éstos les lanzaron de sus bocas sus voces de lirio. Y ellos ya iban a arrojar las amarras
desde la nave a la orilla, si entonces el Tracio Orfeo, hijo de Eagro, tensando entre sus manos su
lira de Bistonia, no hubiese hecho resonar la presurosa melodía de un ágil canto, para que a la
vez sus oídos se llenaran del son que él tumultuosamente producía con los golpes de su plectro.
La lira derrotó a la voz de las doncellas. Y al mismo tiempo el Céfiro y la ola sonora, que se
alzaba por la popa, empujaron la nave, y aquellas lanzaban su voz, que ya era confusa. Mas aún
así el noble hijo de Teleonte, Butes, entre los camaradas el único había ya saltado al mar desde el
banco pulido, con el alma hechizada por la armoniosa voz de las Sirenas, y nadaba por entre el
revuelto oleaje para llegar a la orilla, el infeliz: ellas al instante le quitaron el retorno, pero
Cipris, la diosa que vela por Érice y que tuvo lástima de él, lo arrebató por lo alto aun en los
propios remolinos y, acudeiendo benévola, lo salvó para que fuera a morar en el cabo Lilibeo.
La sirena
por Ray Bradbury
Editorial Minotauro Las Doradas Manzanas del Sol
Barcelona, 2006 Traducción de Francisco Abelenda
Allá afuera en el agua helada, lejos de la costa, esperábamos todas las noches la llegada
de la niebla, y la niebla llegaba, y aceitábamos la maquinaria de bronce, y encendíamos los faros
de niebla en lo alto de la torre. Como dos pájaros en el cielo gris, McDunn y yo lanzábamos el
rayo de luz, rojo, luego blanco, luego rojo otra vez, que miraba los barcos solitarios. Y si ellos no
veían nuestra luz, oían siempre nuestra voz, el grito alto y profundo de la sirena, que temblaba
entre jirones de neblina y sobresaltaba y alejaba a las gaviotas como mazos de naipes arrojados
al aire, y hacía crecer las olas y las cubría de espuma.
–Es una vida solitaria, pero uno se acostumbra, ¿no es cierto? –preguntó McDunn.
–Sí –dije–. Afortunadamente, es usted un buen conversador.
–Bueno, mañana irás a tierra –agregó McDunn sonriendo– a bailar con las muchachas y
tomar ginebra.
–¿En qué piensa usted, McDunn, cuando lo dejo solo?
–En los misterios del mar.
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150 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
McDunn encendió su pipa. Eran las Subimos con lentitud los ochenta
siete y cuarto de una helada tarde de escalones, hablando. Arriba, McDunn apagó
noviembre. La luz movía su cola en las luces del cuarto para que no hubiese
doscientas direcciones, y la sirena zumbaba reflejos en las paredes de vidrio. El gran ojo
en la alta garganta del faro. En ciento de luz zumbaba y giraba con suavidad sobre
cincuenta kilómetros de costa no había sus cojinetes aceitados. La sirena llamaba
poblaciones; sólo un camino solitario que regularmente cada quince segundos.
atravesaba los campos desiertos hasta el –Es como la voz de un animal, ¿no
mar, un estrecho de tres kilómetros de frías es cierto? –McDunn se asintió a sí mismo
aguas, y unos pocos barcos. con un movimiento de cabeza–. Un
–Los misterios del mar –dijo gigantesco y solitario animal que grita en la
McDunn pensativamente–. ¿Pensaste alguna noche. Echado aquí, al borde de diez
vez que el mar es como un enorme copo de billones de años, y llamando hacia los
nieve? Se mueve y crece con mil formas y abismos. Estoy aquí, estoy aquí, estoy aquí.
colores, siempre distintos. Es raro. Una Y los abismos le responden, sí, le responden.
noche, hace años, todos los peces del mar Ya llevas aquí tres meses, Johnny, y es hora
salieron ahí a la superficie. Algo los hizo que lo sepas. En esta época del año –dijo
subir y quedarse flotando en las aguas, como McDunn estudiando la oscuridad y la
temblando y mirando la luz del faro que caía niebla–, algo viene a visitar el faro.
sobre ellos, roja, blanca, roja, blanca, de –¿Los cardúmenes de peces?
modo que yo podía verles los ojitos. Me –No, otra cosa. No te lo dije antes
quedé helado. Eran como una gran cola de porque me creerías loco, pero no puedo
pavo real, y se quedaron ahí hasta la callar más. Si mi calendario no se equivoca,
medianoche. Luego, casi sin ruido, esta noche es la noche. No diré mucho, lo
desaparecieron. Un millón de peces verás tú mismo. Siéntate aquí. Mañana, si
desapareció. Imaginé que quizás, de algún quieres, empaquetas tus cosas y tomas la
modo, vinieron en peregrinación. Raro, pero lancha y sacas el coche desde el galpón del
piensa qué debe parecerles una torre que se muelle, y escapas hasta algún pueblito del
alza veinte metros sobre las aguas, y el dios– mediterráneo y vives allí sin apagar nunca
luz que sale del faro, y la torre que se las luces de noche. No te acusaré. Ha
anuncia a sí misma con una voz de ocurrido en los últimos tres años y sólo esta
monstruo. Nunca volvieron aquellos peces, vez hay alguien conmigo. Espera y mira.
¿pero no se te ocurre que creyeron ver a Pasó media hora y sólo murmuramos
Dios? unas pocas frases. Cuando nos cansamos de
Me estremecí. Miré las grandes y esperar, McDunn me explicó algunas de sus
grises praderas del mar que se extendían ideas sobre la sirena.
hacia ninguna parte, hacia la nada. –Un día, hace muchos años, vino un
–Oh, hay tantas cosas en el mar. – hombre y escuchó el sonido del océano en la
McDunn chupó su pipa nerviosamente, costa fría y sin sol, y dijo: “Necesitamos una
parpadeando. Estuvo nervioso durante todo voz que llame sobre las aguas, que advierta
el día y nunca dijo la causa–. A pesar de a los barcos; haré esa voz. Haré una voz que
nuestras máquinas y los llamados será como todo el tiempo y toda la niebla;
submarinos, pasarán diez mil siglos antes de una voz como una cama vacía junto a ti toda
que pisemos realmente las tierras la noche, y como una casa vacía cuando
sumergidas, sus fabulosos reinos, y sintamos abres la puerta, y como otoñales árboles
realmente miedo. Piénsalo, allá abajo es desnudos. Un sonido de pájaros que vuelan
todavía el año 300,000 antes de Cristo. hacia el sur, gritando, y un sonido de viento
Cuando nos paseábamos con trompetas de noviembre y el mar en la costa dura y
arrancándonos países y cabezas, ellos vivían fría. Haré un sonido tan desolado que
ya bajo las aguas, a dieciocho kilómetros de alcanzará a todos y al oírlo gemirán las
profundidad, helados en un tiempo tan almas, y los hogares parecerán más tibios, y
antiguo como la cola de un cometa. en las distantes ciudades todos pensarán que
–Sí, es un mundo viejo. es bueno estar en casa. Haré un sonido y un
–Ven. Te reservé algo especial. aparato y lo llamarán la sirena, y quienes lo
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 151
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152 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
abismos, y abres los ojos como los lentes de ellos, los ojos del monstruo eran fuego y
una cámara de cincuenta milímetros, y te hielo.
mueves lentamente, lentamente, pues tienes –Así es la vida –dijo McDunn–.
todo el peso del océano sobre los hombros. Siempre alguien espera que regrese algún
Pero la sirena atraviesa mil kilómetros de otro que nunca vuelve. Siempre alguien que
agua, débil y familiar, y en el horno de tu quiere a algún otro que no lo quiere. Y al fin
vientre arde otra vez el juego, y te uno busca destruir a ese otro, quienquiera
incorporas lentamente, lentamente. Te que sea, para que no nos lastime más.
alimentas de grandes cardúmenes de El monstruo se acercaba al faro.
bacalaos y de ríos de medusas, y subes La sirena llamó.
lentamente por los meses de otoño, y –Veamos qué ocurre –dijo McDunn.
septiembre cuando nacen las nieblas, y Apagó la sirena.
octubre con más niebla, y la sirena todavía El minuto siguiente fue de un
llama, y luego, en los últimos días de silencio tan intenso que podíamos oír
noviembre, luego de ascender día a día, unos nuestros corazones que golpeaban en el
pocos metros por hora, estás cerca de la cuarto de vidrio, y el lento y lubricado girar
superficie, y todavía vivo. Tienes que subir de la luz.
lentamente: si te apresuras; estallas. Así que El monstruo se detuvo. Sus grandes
tardas tres meses en llegar a la superficie, y ojos de linterna parpadearon. Abrió la boca.
luego unos días más para nadar por las frías Emitió una especie de ruido sordo, como un
aguas hasta el faro. Y ahí estás, ahí, en la volcán. Movió la cabeza de un lado a otro
noche, Johnny, el mayor de los monstruos como buscando los sonidos que ahora se
creados. Y aquí está el faro, que te llama, perdían en la niebla. Miró el faro. Algo
con un cuello largo como el tuyo que retumbó otra vez en su interior. Y se le
emerge del mar, y un cuerpo como el tuyo, encendieron los ojos. Se incorporó, azotando
y, sobre todo, con una voz como la tuya. el agua, y se acercó a la torre con ojos
¿Entiendes ahora, Johnny, entiendes? furiosos y atormentados.
La sirena llamó. –¡McDunn! –grité–. ¡La sirena!
El monstruo respondió. McDunn buscó a tientas el obturador.
Lo vi todo…, lo supe todo. En Pero antes de que la sirena sonase otra vez,
solitario un millón de años, esperando a el monstruo ya se había incorporado.
alguien que nunca volvería. El millón de Vislumbré un momento sus garras
años de soledad en el fondo del mar, la gigantescas, con una brillante piel correosa
locura del tiempo allí, mientras los cielos se entre los dedos, que se alzaban contra la
limpiaban de pájaros reptiles, los pantanos torre. El gran ojo derecho de su angustiada
se secaban en los continentes, los perezosos cabeza brilló ante mí como un caldero en el
y dientes de sable se zambullían en pozos de que podía caer, gritando. La torre se sacudió.
alquitrán, y los hombres corrían como La sirena gritó; el monstruo gritó. Abrazó el
hormigas blancas por las lomas. faro y arañó los vidrios, que cayeron hechos
La sirena llamó. trizas sobre nosotros.
–El año pasado –dijo McDunn–, esta McDunn me tomó por el brazo.
criatura nadó alrededor y alrededor, –¡Abajo! –gritó.
alrededor y alrededor, toda la noche. Sin La torre se balanceaba, tambaleaba, y
acercarse mucho, sorprendida, diría yo. comenzaba a ceder. La sirena y el monstruo
Temerosa, quizás. Pero al otro día, rugían. Trastabillamos y casi caímos por la
inesperadamente, se levantó la niebla, brilló escalera.
el sol, y el cielo era tan azul como en un –¡Rápido!
cuadro. Y el monstruo huyó del calor, y el Llegamos abajo cuando la torre ya se
silencio, y no regresó. Imagino que estuvo doblaba sobre nosotros. Nos metimos bajo
pensándolo todo el año, pensándolo de todas las escaleras en el pequeño sótano de piedra.
las formas posibles. Las piedras llovieron en un millar de golpes.
El monstruo estaba ahora a no más La sirena calló bruscamente. El monstruo
de cien metros, y él y la sirena se gritaban en cayó sobre la torre, y la torre se derrumbó.
forma alternada. Cuando la luz caía sobre
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 153
Arrodillados, McDunn y yo nos abrazamos la isla olían a algas. Las moscas zumbaban
mientras el mundo estallaba. alrededor. Las aguas desiertas golpeaban la
Todo terminó de pronto, y no hubo costa.
más que oscuridad y el golpear de las olas Al año siguiente construyeron un
contra los escalones de piedra. nuevo faro, pero en aquel entonces yo había
Eso y el otro sonido. conseguido trabajo en un pueblito, y me
–Escucha –dijo McDunn en voz había casado, y vivía en una acogedora
baja–. Escucha. casita de ventanas amarillas en las noches de
Esperamos un momento. Y entonces otoño, de puertas cerradas y chimenea
comencé a escucharlo. Al principio fue humeante. En cuanto a McDunn, era el
como una gran succión de aire, y luego el encargado del nuevo faro, de cemento y
lamento, el asombro, la soledad del enorme reforzado con acero.
monstruo doblado sobre nosotros, de modo –Por si acaso –dijo McDunn.
que el nauseabundo hedor de su cuerpo Terminaron el nuevo faro en
llenaba el sótano. El monstruo jadeó y gritó. noviembre. Una tarde llegué hasta allí y
La torre había desaparecido. La luz había detuve el coche y miré las aguas grises y
desaparecido. La criatura que llamó a través escuché la nueva sirena que sonaba una, dos,
de un millón de años había desaparecido. Y tres, cuatro veces por minuto, allá en el mar,
el monstruo abría la boca y llamaba. Eran sola.
los llamados de la sirena, una y otra vez. Y ¿El monstruo?
los barcos en alta mar, no descubriendo la No volvió.
luz, no viendo nada, pero oyendo el sonido –Se fue –dijo McDunn–. Se ha ido a
debían de pensar: ahí está, el sonido los abismos. Comprendió que en este mundo
solitario, la sirena de la bahía Solitaria. Todo no se puede amar demasiado. Se fue a los
está bien. Hemos doblado el cabo. más abismales de los abismos a esperar otro
Y así pasamos aquella noche. millón de años. Ah, ¡pobre criatura!
A la tarde siguiente, cuando la Esperando allá, esperando y esperando
patrulla de rescate vino a sacarnos del mientras el hombre viene y va por este
sótano, sepultados bajo los escombros de la lastimoso y mínimo planeta. Esperando y
torre, el sol era tibio y amarillo. esperando.
–Se vino abajo, eso es todo –dijo Sentado en mi coche, no podía ver el
McDunn gravemente–. Nos golpearon con faro o la luz que barría la bahía Solitaria.
violencia las olas y se derrumbó. Sólo oía la sirena, la sirena, la sirena, y
Me pellizcó el brazo. sonaba como el llamado del monstruo.
No había nada que ver. El mar estaba Me quedé así, inmóvil, deseando
sereno, el cielo era azul. La materia verde poder decir algo.
que cubría las piedras caídas y las rocas de
Las Sirenas
por José de La Colina
Aldús
Tren de Historias
México, 1998
Otra versión de la Odisea cuenta que la tripulación se perdió porque Ulises había
ordenado a sus compañeros que se taparan los oídos para no oír el pérfido si bien dulce canto de
las sirenas, pero olvidó indicarles que cerraran los ojos, y como además las sirenas, de formas
generosas, sabían danzar...
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154 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
La Sirena Inconforme
por Augusto Monterroso
Editorial Alfaguara Cuentos, fábulas
México, 1996 y lo demás es silencio
Usó todas sus voces, todos sus Por su parte, más seguro de sí mismo,
registros; en cierta forma se extralimitó, como quién había viajado tanto, esta vez
quedó afónica quién sabe por cuánto tiempo. Ulises se detuvo, desembarcó, le estrechó la
Las otras pronto se dieron cuenta de mano, escuchó el canto solitario durante un
que era poco lo que podían hacer, de que el tiempo según él más o menos discreto, y
aburridor y astuto Ulises había empleado cuando lo creyó oportuno, la poseyó
una vez más su ingenio y, con cierto alivio, ingeniosamente; poco después, de acuerdo
se resignaron a dejarlo pasar. con su costumbre, huyó.
Ésta no; ésta luchó hasta el fin, incluso De esa unión nació el fabuloso
después de que aquel hombre tan amado y Hygrós, o sea, "el Húmedo", en nuestro seco
deseado desapareció definitivamente. español, posteriormente proclamado patrón
Pero el tiempo es terco y pasa y todo de las vírgenes solitarias, las pálidas
vuelve. prostitutas que las compañías navieras
Al regreso del héroe, cuando sus contratan para entretener a los pasajeros
compañeras ni siquiera tratan de repetir sus tímidos que en las noches deambulan por las
vanas insinuaciones, sumisa, con la voz cubiertas de sus vastos trasatlánticos, los
apagada y persuadida de la inutilidad de su pobres, los ricos, y otras causas perdidas.
intento, sigue cantando.
Silencio de Sirenas
por Marco Denevi
Corregidor
Falsificaciones
Buenos Aires, 1984
Cuando las Sirenas vieron pasar el barco de Ulises y advirtieron que aquellos hombres se
habían tapado las orejas para no oírlas cantar (¡a ellas, las mujeres más hermosas y seductoras!),
sonrieron desdeñosamente y se dijeron: ¿Qué clase de hombres son estos que se resisten
voluntariamente a la Sirenas? Permanecieron, pues, calladas, y los dejaron ir en medio de un
silencio que era el peor de los insultos.
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 155
Teseo (frag.)
por André Gide
Nuevas Ediciones de Bolsillo Teseo
Madrid, 2001 Traducción de Ferrán Estevez
Aquellos carretes fueron la causa de la primera disputa entre Ariadna y yo. Quería que se
los entregara y pretendía conservar en su regazo los carretes que me había confiado Dédalo,
aduciendo que era tarea propia de mujeres enrollarlos y desenrollarlos, algo en lo que se
reconocía especialmente ducha, impidiendo así que me ocupara yo de ellos; en verdad, sin
embargo, deseaba ser dueña de mi destino, algo que yo no consentí de ningún modo. Temía
asimismo que, al desenrollarlos a regañadientes para permitirme que me alejara de ella y al
retener el hilo o al tirar de él, me impediría avanzar según mi voluntad. Resistí, a pesar de sus
lágrimas, supremo argumento de las mujeres, sabedor de que cuando uno da el primer paso no
hay vuelta atrás.
El hilo no era ni de lino ni de lana, sino que lo había fabricado Dédalo con un material
desconocido, contra el que ni siquiera mi espada, como lo comprobé, podía hacer nada. Dejé la
espada en manos de Ariadna, resuelto como estaba, después del discurso de Dédalo sobre la
superioridad que confieren al hombre los instrumentos sin los que me habría sido imposible
derrotar a los monstruos, resuelto, decía, a enfrentarme al Minotauro sin más fuerza que la de
mis brazos. En la entrada del laberinto, un porche adornado con la doble hacha que figuraba por
toda Creta, le rogué a Ariadna que no se alejara. Quiso atarme a la muñeca el extremo del hilo
mediante un nudo que se pretendía conyugal; posteriormente me besó en los labios durante un
instante que me pareció interminable. Estaba ansioso por ponerme en marcha.
Me habían precedido mis trece compañeros y compañeras, y entre ellos Pirito; y me
tropecé con ellos, ya en la primera sala, totalmente alelados por los perfumes. He olvidado decir
que, con el hilo, Dédalo me había entregado un retal de tela impregnad con un poderoso antídoto
contra los vapores, instándome a que lo usara a modo de mordaza. Ariadna, en el porche, había
querido apoderarse de él. Gracias a la tela, aun cuando me costara respirar, pude mantenerme
lúcido mientras navegaba por aquel mar embriagador y dominar mi voluntad. No obstante, de
vez en cuando me quedaba sin aliento, pues, ya lo he mencionado, no me siento a gusto más que
al aire libre, y me sentía oprimido por la atmósfera ficticia de aquel lugar.
Mientras desenrollaba el hilo, penetré en una segunda sala, más oscura que la primera;
llegué a otra más oscura aún; y a otra, que sólo pude recorrer a tientas. Mi mano, apoyada contra
el muro, tropezó con el pomo de una puerta que abrí para dejar paso a un haz de luz. Había
llegado a un jardín. Ante mí, en un parterre donde florecían ranúnculos, adonis, tulipanes,
junquillos y claveles, vi al Minotauro, tendido. Por fortuna dormía; habría debido apresurarme y
aprovechar aquel sueño, pero algo me retuvo y detuvo mi brazo: el monstruo era bello. Tal como
sucede con los centauros, cierta armonía aunaba en él a la bestia y al hombre. Era, asimismo,
joven y su juventud añadía un extraño encanto a aquella belleza; me enfrentaba a unas armas
más fuertes que la fuerza y ante las que debería reunir todo mi coraje. No hay mejor modo de
luchar que con la ayuda del odio, pero me resultaba imposible odiarlo. Lo contemplé unos
instantes. Pero abrió un ojo. Y en ese momento vi que era estúpido y comprendí que debía
actuar...
Lo que hice a continuación, lo que sucedió, apenas puedo recordarlo con exactitud.
Aunque conservaba el paño, los vapores de la primera sala habían adormecido mi mente;
afectaban mi memoria y, aunque derroté al Minotauro, no guardo más que un recuerdo confuso,
voluptuoso. Suficiente, pues me niego a librarme a la fantasía. Recuerdo, como en un sueño, el
encanto del jardín, tan embriagador que me era imposible alejar de él mis pensamientos. Y a
regañadientes, por culpa del Minotauro, regresé, rebobinando el carrete, a la primera sala, donde
me uní a mis compañeros.
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156 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
El Minotauro
por Jorge Luis Borges
Emecé
El libro de los seres imaginarios
Buenos Aires, 1998
La idea de una casa hecha para que la gente se pierda es tal vez más rara que la de un
hombre con cabeza de toro, pero las dos se ayudan y la imagen del laberinto conviene a la
imagen del Minotaruo. Queda bien que en el centro de una casa monstruosa haya un habitante
monstruoso.
El minotauro, medio toro y medio hombre, nació de los amores de Pasifae, reina de
Creta, con un toro blanco que Poseidón hizo salir del mar. Dédalo, autor del artificio que
permitió que se realizaran tales amores, construyó el laberinto destinado a encerrar y a ocultar al
hijo monstruoso. Éste comía carne humana; para su alimento, el rey de Creta exigió anualmente
de Atenas un tributo de siete mancebos y de siete doncellas. Teseo decidió salvar a su patria de
aquel gravamen y se ofreció voluntariamente. Ariadna, hija del rey, le dio un hilo para que no se
perdiera en los corredores; el héroe mató al minotauro y pudo salir del laberinto.
Ovidio, en un pentámetro que trata de ser ingenioso, habla del hombre mitad toro y toro
mitad hombre; Dante, que conocía las palabras de los antiguos pero no sus monedas y
monumentos, imaginó al minotauro con cabeza de hombre y cuerpo de toro (Infierno, XII: 1-30).
El culto del toro y de la doble hacha (cuyo nombre era labrys, que luego pudo dar
laberinto) era típico de las religiones prehelénicas, que celebraban tauromaquias sagradas.
Formas humanas con cabeza de toro figuraron, a juzgar por las pinturas murales, de la
demonología cretense. Probablemente, la fábula griega del minotauro es una tardía y torpe
versión de mitos antiquísimos, la sombra de otros sueños aún más horribles.
Asterión
por Jorge Luis Borges
Emecé “Quince Monedas”
Buenos Aires, 1997 La Rosa Profunda
El año me tributa mi pasto de hombres
y en la cisterna hay agua.
En mí se anudan los caminos de piedra.
¿De qué puedo quejarme?
En los atardeceres
me pesa un poco la cabeza de toro.
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 157
La Esfinge Cantora
por Alejandro Dolina
Planeta
Crónicas del Ángel Gris
Buenos Aires, 2003
Rostro de mujer, alas de águila, cuerpo de león, cola de serpiente. Clásica en su estampa, la
Esfinge de Flores se distingue por preferir los enigmas musicales. En las noches oscuras, sale al
paso de los viajeros y les canta fragmentos de tangos, valses, estilos y pasodobles. La víctima
debe identificar cada pieza. Al que no acierta, la Esfinge lo devora. Nadie consigue pasar la
prueba, pues el monstruo elige canciones olvidadas y es capaz de cantar durante horas hasta
provocar el error que justifique su crimen. (NOTA: Manuel Mandeb se jactaba de haber vencido
a la Esfinge. Según su dudoso testimonio, una noche fue capaz de reconocer obras tales como
"Milonga Fina", "La Montonera", "La Canguela", "Llueve" y "Recordar". Después cantó él
mismo. La horrible criatura no conocía el estilo "Palanganeando" y, en consecuencia, se suicidó).
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FONTANARROSA
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Goniti 3695, C1172ACE, Buenos Aires, Argentina
_.edicionesdela/lor.com.ar
Impreso en Argentina
Prinled in Alpentina
EDICIONES DE LA FLOR Queda hecho el depósito que establece la ley 11 .723
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160 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 163
Odisea
por Matt Groening
The Simpsons Historias del Dominio Público
USA, 2002 Temporada 13, episodio 14
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164 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 165
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166 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
Edípo rey
Sófocles
El mito de Edi po señala que el Tey Layo, su pad re, consu lta al oráculo de Delfas ace rca del futuro de su hijo aún
no n¡¡<:ido. La respues ta que envía el dios es que está destinado a matar al padre pa ra luego cilsarse con su propia
madre. Como consecuencia, el rey resuelve que el niño sea asesinado para evitar qtlC se c umpla la profecía. Enton-
ces, no bien nace, se lo e ntrega a un servidor para que lo mate. Pero este, com padecido, e ntrega al ni ño a un p<lstOl.
qu ie n a su vez lo da a [os reyes de Corin to, P61ibo y Méropc. En Cori nto, Edipo crece convencido de ser hijo de 106
reyes, pero un d ía, du ra nte una fiesta, u n habita n te de la ciudad le revela q ue no es así. I'ara saber la verd"d, Edipo
se dirige .,1 orácu lo de Odfos y allí le es revelado su dest ino: "matarás a tu padre y procrearás con tu madre". Para
evitar que [a profecía se cumpla huye de la que conside ra su ciudad na ta l y, rumbo a Tcbas, se cruza con un grupo
de hombres, entre los q ue está Layo, y les da m ue rte. Conti núa Su camino y e ncuentra a la e ntrada de la ciudad
una Esfinge, monst ruo mitológico con ca beza de m u jer, cuerpo de k'Ón, y alas, que ha propagado una peste en la
ciudild. La Esfinge plantea e nigmas a los caminantes, y devora a quienes no pueden resolve rlos; a Edipo le preguma
cuál es a nimal que d u rante el día cam ina en cuat ro patas, dura nte [a tarde en dos, y dura n te 1,1 noch e en tres, a 10
que Ed ipo contesta q ue se t ra ta del hombre. Habie ndo de rro tado a [a Esfinge, Ed ipo la m ata, salva a la ciudad y al
entrar en e lla le es dada en ma t rimonio la reina viuda, por lo que es coronado rey de T ebas. l...'1 obra comienza cuan.
do Edipo rey pregunta a su pueblo q ué está pasando.
Et)I I'O.-¡ J-/i;05 l/I í05, //IICOI'OS JesCtJl(/j¡:lIIc~ dd (lIIlip,IIO S"C EROOT!:.-PIICS biell, ¡ol, Edif'o!, re)' IIe IlIIe S1", 1!i1lri~,
Cm/mo'! ¿Qllé soliClúíis de mí /(11/ .. 'ICllruMIIIIIC/lte, (011 ra - fa ,'es tl" (" somos slll'Jiw",e s 1/1.' todas I"s idmles, agw/1ildos
mos dI' slI/II;((II//es'7 NI/es/m ciru(ad i S/lí sat /lr(/(/a del hilillO CII /l)f/lO dt' la s (/m~ ,Ic /u J',¡/aclo. { .. 1 Te",lS, como /Ii mi,-
del jl,dillSO, as; COI/IOde a)'es y ("II/ell/os. I'or eso, hj;os ",ros, 1110 fo es/li s ",ielldo, 5C /'1111" /Jfoftmdllllll'IIIC (O l/5/I'",tldIlI'M
he crddo (Jrifer;ble il/formarme I'0r mí ",islllo y 110 IJor /l/ell - 1" desgmclll; liD SI' (mell., lew/II/(I r 1" ((/bc::tl del ,,/';SI//O m()r-
sa;l.'ros, y (0 11 iSU fill he querido /JrcSl.'n/arllll', atfl/i mismo, /ifero CII que ¡')ffÍ SIIIIIil/". Los "ro/es fm a ifuos di 1" tirrrtl
1.' /I/JUsO/ur. Yo, e/lltllllado IJOr fodos ilwifre EI/i,JO. (Sr: DIRI- se SC((/ I/ C/I /o~ mili/Jos; ¡Jcrecell lo~ rc¡'mi05 q/lc IJMeII cfllos
GE AL SACERDOTE) Va ll/os, ¡/(IN'I tli, (/I/(ilmo, I'III:SI O 11111' I'or l7(ls liUl/c~; dts/",i M"se (011 1" t>tcrilid,,(/ de SllS //II/jeres. UII
111 edad erl's el más i"di((ldo !,llm ex(,limrte I'or ellos. ¿Por
'filé es" aaj",d? ¿COII 'fut fill os IlfIbiis co'IWl.'gmlo aqllí?
°
¿Qlli temtis 'fUi! desujis? I-Ieme (lililí diWllestos a a)"/Illa -
Cadmo es ~I mítICO fyndad o. de 'eba~.
' Ramos de laurel y de olI VO adornados so n CIntos blonco s que se
ros el/ lodo, )'(/ que 1CI/I/ría qlle ser ¡" sellsibli al dolor si 110 off~nd obo n poro feololOJ un ruego o algun dIOS o a olguno OUlolldad,
me {O lfIllOI·iiSt /tI( (Oll(ltrrelfcltl y VIles/m I/C/illld SII/JI/(IIm e. como en este coso ~I rey Ed lpo
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 167
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k /W",lm', ttl IIIIIIISIOI I dt' Cm/m!), mielllrt/~ (liS $Om{,rt/S llel t"""~1I Ile 1", tfeso'I'IIIII",~ dI' Tel1i/5.
HAde. ' desborr!11I/ de IllIl/IO~ l' !!,(IIIidos. Cicrll/I/lC II/( lIi C5/t1~ EDlI'O. - I'cro, ¿II If llé hombu Si' refiere e5/' 1/OIII;cii/io?
~~'(IIU "i ro, l/'I"í relll'¡l/o~, f'rclclldl'mos if!.lIl1{lIrt/OS (0 1/ lo~ CRI:oNn_-Pril/állt', miles de II"e \'il/icmSll,í!,obcf//(Ir"51t1
J!I»(,; l'eTO le (((OIlOO:IIIOS (01110 cI,,,il/luo de los /IIorlales dTlf/ad, It',/Í(1II10S 1111 ,,')", íefe 1ft- CSIII tierra, q//e sc I/ml/tllm
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l'tltlt Imc .. /m \'irM HV)I, II/Ies, poderoso E,lil'v, tI ti \ '/1"'1"('11 ~~ mi deba, ti !tI \'e~ ti ,'s lll á"d"d r ,,1 dio). Plle, ,,1 ¡"l1l1r de
;~, ujo, /0110< C.;fOS SIII'¡fuwles ,/1It' 1(' rlll:gllll 111111,,' remedio l/is'¡llIr IlIs lillid'/¡IS l/lit' "/II'IIr/I'e/l ese crilllell, /l O lo l/lIgO IN)(
~ ,11, IIwk" ¡'ir" IlQrque 11ff)'(IS oMo 1" 1'0:: dt' l llgllll diu.•, 1IIllllIIi¡!.o 1";11110 SillO '11Ie I,,,,sigo mi 1"011/0 lIiel/ Qlle qui.'II -
hm l'0r'lJl(' le IIIII,tI IIwII5ej mlo I/I.~I¡II mOrltl l, ,,,,es se II //j' lo~ 1¡"U'mllllt' ~eil .'/ lI;5t'sillO lit' LI)'O,
t"",ejos dt' lo.' "Ol/l¡'rt~ dt' ('xl'I'riellál/ efl'fCl'lI 111/11 feli~ m - lllli::á~ 1m ,flll IlQlfri(l Iml/a
PJk'J/CUI t' Jllos llfOlll a imiell/os. l Ea, o" IJi, el mCfor Ile 105 '11' IIItlIIO, :>ObTI' /111 IIÚ(IIIO.
1/I011<lI(~, 5, ,/1'1' 1',111 állllllff! i l'mIlO~! Ralll.'''/'' q//I' 5i ,'51t1 A~I II/Ie" IOdo lo l/l/e
lI(ml {,Ol' Ir !,roc/tlmtl ,// sa/o'ador cs el/ ""'l/ciVil ti 1/1 alo IIII~" el/ ¡''''II de 1.,,-
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I'U('!O' ti {lo/.: f/(lm (I(')¡m¿~ .-olo'ff" ("cr ('11 el ,,1,iSII/O, f .• .1 lil\'or de II/i
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m,/)Uldo co llocido. ~é, 1'1/ (fe(/o, '/IIC rodos SIl{rlS; l' IIIU/qlle /O -
J,.... r'ClIuidQ" l?fIdaél5, ninp,tlllO I(!IIIO como )'o.f ... fl /¡, el/l';(/ -
,"'al/nio dc ICUCCt'o, CrcolI/<.', mi (1I/1"do, (/ 1(/ IIJor"d" ti..
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A,~'lo l'il;O-, 10/1 el (tll de I/Ui' se informe "vbre lo que dc!1(J 111/-
..a (} duidir I'llm Sl/ll'Ilr 111 .-illdlld. De"/( CIIIOII (C5 -(olltal,do
</1./11 "u/ e/lieml'O /ft/ll'(llrrido desde ,JI II/are!trl - 1II(',lft',,!WI -
Iv ('011 "'I,il'dlld l o qtll' (',ltÍ "11 lit/deI/do, I'II" S ~II (I/N' 11el11 St"
rrol~,,¡!a lII,i.' al/á d"/llellll'o req llerido J' I'CroSfllli/. f. .. 1
SAC Ul OOTE. - EII "c,,/ad, [,/f"O, /l O I'0d,ús Iwvlr" WII II/(/~
110"'''', Imt'~ 111,' ót,llI 1/111111';1/1/(101(/ IIc¡'.lIdn Ile C'<,vl/-
I(,/ .. ,/ I/;('//dolo, I"uere IfIIC NI e[alO, 'Ule l!tIe//lIs I/ol/dl/s,
I'u~~ de O/fO IIIOI/(' /10 I'el/dria COI/ 11/ w/te::tr corolladll de o'er-
Jrlllllrd.
EOIl'O.- Vi"'IO~ ti slIberlo, I"'I'S esltÍ )'11 jlls/(ltI/ellle ,,1 Id-
rllI/a lle I'ríll"IJe l/liado l/110, hijo de ,"'ell f(eO, ¿ifllt'
mi 1'0::_
1('llIIeSIII lid Ilios \'ielles a {memos?
(LLECA CRr.oNTF.)
CRrONTF_ - U'I orlÍfIIlo IJel/e(icioso; {ltIt'~ O~ IlIl1l11á{i ' /lIe
Mundo ~u bte"oneo donde, ~egún creenc,o de lo~ g"egos, ,bon lo~
<I",'."ro~ /l/ale s, si I'0r 1111" {d;~ col/lil/gel/eI" 11'_' el/commmos
olma~ de lo~ muerto~_ h tobo p' e ¡'d'do po, el d,os d ~1 m,smo "omb'e,
rtm(t!io, ~c (Ollwrtirall el' {, iel'. f. ../ H '1'1' AI'% l/O, ordcul/ hermano de Zeu s
e.I/',r5111I1ellll' Im'lIr /II/(/ 11/(1II ( 1t,1 q/le hit III1/rido (','le 1"lis )' 'Apolo d,o muelt e, o flccholo s, 01 monstruo P'tón, qu e ero una se l -
110 d,';l/r{" (raer IIfI~f{/ 'lile !l O lel/ga rell/cdio.
p,ent e o dlogón engend rado de lo podledumbre de lo tl ellO en De llo l
Por esto rOlón se lo Monró ,on e l nombre de Apolo p,t'o . En Dellol,
El)lI'o.-¿l'or II/edio dc qllé l'"ri(i(t/i;-foIlC5? ¿Cómo 1/0, {f-
Apolo se e" 8'ó co mo (m ,co sobe lano
l""arcII/O~ d( (',, 111 ,f! llImidf!d? ' Febo es otro nombre de l dIO S Apo lo
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168 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
(Edipo inicia la investigación. Consulta a un adivino mmellle la luz. promo l/O verás más que tinieblas. f. .. ) N~
ciego, Tiresias, a quien maltrata para que le responda elllre los hombres será lalt duramellle maltmlrldo por el ~
sus preguntas sobre el asesino de layo] lillO como IÚ.
Eo!PO.-¿Qlli es lo qlle ,/ices? ¿Sabes y quiues (a/lar? [Ante estas revelaciones Edipo se enfurece y echa M
¿Piensas traicionamos y dejm rcrear la dudad? palacio al adivino. A pesar de la perturbación que las
TIRF.SIAS--No quiuo afligir a I/adie, ni a ti, ni a mi. ¿Por palabras de T iresias han provocado en él, Edipo decide
q'li, plles, interrogarme en \'IIIIO? f. .. / Te adl'iuto entonces seguir con la invest igación. Habla con Yocasla, su es~
que lifenibldole al edicto q.le /ras publicado, a plmir de eSlt sa, quien le dice que el rey Layo fue asesinado por va·
día 110 dirigirás la palabrn ni a estos tli a mí, Imts ues Ilí el rios hombres en un cruce de tres caminos mientras vi¡.
culpable que mlll/cillas eS/a lierra. jaba acompañado por cinco sirvientes. A esto Edipo res.
[ ... [ ponde que cuando iba rumbo a T ebas Uegó al cruce de
EoIl'O.-¿Qué has dicho? Repíulo para que 1111' enttre lIIeior. tres caminos y alli tuvo un ent redicho con unos hom·
[ .. .[ bres a los que terminó matando. Deciden, entonces JI.¡.
T!RES!AS.- Ese asesino que bMílis, ese asesi/lO, eres tlÍ. mar a un pastor que es el único testigo vivo del asesina-
ED!I'O.- Dos veces no me ultrniarás imllllnememe. to. Mientras esperan su llegada, entra a T ebas un sir-
T IRESIAS.- ¿Debo /rabiar más ,mra aUlllenMr tu furor? viente de los reyes de Corinto.]
EOIPO.- Todo lo que quieras; Iodo lo que diglls suán va·
EO!PO.- Mi mrly amada esposa Yocastti, ¿Por qué me ha·
naSllalabras.
béislreclro salir de ,mlacio?
TIRESIAS,- Af7rmo, plles, que vives, sil, sabulo, e/l el más
YOCASTA.-Oye a este hombrt; ts{úchalo y mira a lo que
vergollzoso comercio con el mismo su que le es más quuido, y
111111 \'tn¡do ti ImMr los oráCII/os Ilenuables de los dioses.
qut! ignoras fa in{amin en fa que vives.
EOIPO.-Esle hombre ¿Quién es, y qui viene a dtcirme?
EoII'O.- ¿Crus que vas a seguir lon lu o{etlSils silr recibir
YOCASTA.-Vietle de Corin to para ammciarle qlle P61r"bo,
ca stigo?
111 padre, / IV existe ya; ha muuto.
TlRESIAS.- SJ, si la \'udad liene algún poder.
EDlPO.- (AL MENSAJE.RO) ¿Q/li dices, txtrn lliu07 Riláltl·
EDlPO.- E/la lo tiene, salvo para ti, en IUS labios es débil,
me tlÍ mismo tu mensaje.
ya que IIIS oídos, IU espíritu y tus ojos están ciegos.
MENSAJER.o.-Si ante lodo Itay ql,e amll/tiar daramente III
TIRESIAS.- A1e echas en Ctlra.. desgraciado, de(lclos que
lIolicia, has tle saber que P6libo se ha ido; ha mlltrfO.
I'romo podráll lallzarte ti! el rostro. / .. .] Por mu y rey ql/e
stas, EJipo, /tU corresponde responderte con igllal título, de
°
EDIPo.-¿Fue el! 'lila celadti a cOltsecuellcia de nlg/llla
enfermedad?
igual n ;gunl, ya que yo lambiin soy re y a mi modo. ( ... / Ya
MENsAI ER.O.-EI mellar contrliliempo ablile a /IIr hombre
que tú me ins"l/(15 con mi ceguera, he aqu( lo que tengo que
de edad.
deci rte: tú, que tielles los ojos abiertos a lti 1m, no ves la des -
EO¡po.- ¡EI,les8racilldo ha SrlCllmbido víctima de a/g/llla
grada que se cierlle sobre ti I/i ves ell qui IU8tir !.(¡bitas "i
enfermedadl
con q .. iéne.s ton vives. ¿Sabes de qm·in de.scielldes? Eres, si/l
sabe.rlo, odioso a todos los /l/ros (... / La ateffadOM m"/-
f djción de un padre y Ima madre le acosa y le echa-
rá de este país; y t,¡,
que hoy ves cla-
-
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 169
l'm'S 1II1/11"ro ~O, .,'0// 105 /II0f/{/!t" 1/11<' <'11 ' /fe /IO< ¡/lI U ,O /ll¡J" r- MJ:N 'A Il K.O,- U I',I!O 11 e11" !"'/,'/lI(' J¡(I<liI rIllOI"I'S 11 0 IU/M"
11,/,) c1lalt() II/(//('mo. Q"icn , ' /1 '(' ,it'sllrcc.J(IIJ'(I,lo de I/}{f()~ Il'l/Id,1 Itijl').
("" I,'mores _ollOr'" /tI "Ir/II II/,'~ (o/l/odo. F.. 1.l1!'O. -¿ Y 111(' It(lbllls 101ll1,,,ulo,, 1111' ''''/m/) 1i, /l/lIdo
E[)lro.-J'/}{fo ,,, 'II/f f)ltb "iCloulo nWf/'/ WI/, ' bU'II dicho 51 "1(/1/(/0 /lit (,lI lft',CI/</I' /1 el?
1<1 ,!Uf Hle (' I/gp ldro l/O ,e {¡al/tb/' 1I/!11 (0 1/ "id ll , ¡'('fO (umo ,'i"I', MENS!-J ~IlO. - Te I/ ,tllla /II/I/adl' ,'1/ la s ((/111111,,_ (IrIJo/ada s
I,r,'á,.) (') '1{/,', ,1 l'l'~ilr d,' 111,_ jllSIIIS 1"'/l/"rtI~ '¡'¡'/lltl ICIIIOft·'. del C n cróll .
Yoc" 5fA.-I.il IIIm/", de /l11N/tlrc ,Itllt', ;i/l em/"Ir[!.o, ser ED IPO. - )' i./'Or l/l/e ",oti, 'o~ rf(Orftll, "'1" ..
110_ I".cllrl" "
mi .1:'''" llli\'lo /'(/'" /;. ML\/SIIJl;RO. GIIII"ltl/m 1'11 1111110"111'-;1/ ,rt""'05 Imll,lm -
EnlPo,-I.o n (¡al, l/lI e lll e. I'uo lell,!l,o 1II1(,do I,o r 1(1 ' /11" "i- 11II1II1e5.
\'( 11 11// . [b ll'o. -¿ LmS', I'JIH, l'II~lor er rl/lll C .1' mera l/ llflO?
M"N~AJf:RO, -i. Cllál ¡'), 1'lIe~, 111 IIIUI"" ' /111' //I/SIn Itlll'x- M ~NSA.lLIlO.-¡ Y {l li 111 '1I/l'Ilflor ('IIII'I"ello, tiellll" h, hiio lIIio!
!((IIIO 1<' II)IISIII ? EO/ I'O.· ¿DI' ,/,,1 111/11 J'(/lll'oa \'0, 01,11/1/0 IIIC CI/I'O,lIrIISI('
EOIPO.-¡lI/'r0l'e, l/IlcitlllO, ItI '/lIt ,'/l'/(/ (01/ "vli/fO. 1/1' es,' II/O.lfl ('/1 /tI ,/csf,fiI(Ía?
M ENSAjl!l.O. Y, ¿qul es lo I/ue (011 resl,,'(fo ,1 "'/a tt' (1111- MEN~AIEKO. Tlls lobillo, Imel/nl (I/óll~ulÍl'/do.
,,1 /II/a{o? I:Dll'o.- IA'" ¡ Por qm; ""{I({'" nll IIJllip,lI0 IOr/llm !
EDII'O,-UIl 01'(1(1110, C,\'Ir(/IIltrO,. 1111 orn, 1110 I!'I"/IIIO~O qlll' M[i':SAJ I RO. )'0 te ,Iesflte: tClIIlIS los e.I·lreIllOS dI' los J'¡e~
rrol/{II/<i"f(J1I los ,¡¡asc._. (I/e ll SIIII'/J'.
MiNS"JLIlO. ¿ ¡'/lClle )(/lIu)c, o /10 üla Ilefll/illllo (Iul' 0/f0 EolI'o.- Tl'frl/'/( II/I"rio IIIC ( ,UI<aroll lo, I" " illl,,s.
lo (O l/OU,I ! M lNSJ.jl RO. E/llOm/"" '/111' 111' \'11, te ,,¡('/le d~ t'~1I dt'swa(Ía,
EOlI'o. - P /f1'l/1' ~cr (oIIQii¡/o. LO.\Ía5/Hediío /fl/ tlia '1/11' }'o
,lrI'III III/ /f1ll1' 11 mi 111m/re,. dl'rrt/f/I"r((}I I IIII, 1I/(lfIQS /(/ 5/111- • El vutlo d~ 10i Ovti t{O ,nt~' p.~todo por 105 Od""'Oi, qu,en ~s ",f~
,~,t ,fe mi 1/(/(1,1'. N t' alflli IlOr '111(' dl's,le IIl1ft, 1{(,lI/lfO '''''o Ir- flan de ~u IOfmo d'st,ntos P{~~Og'05
. Ed'po "Cr i ftCQ el de IOi p'ei t¡,nchQdos
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170 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
/es/fI/f.
VOCAHi\. ,Oh, ,lcsgTl/(ii/do! ¡O¡I/Id ¡1I111t1!; IJ//Cillls slIl,</
t¡lIiétl en'sf
Enll'O. -(1I1. LO RO) QIIC 1I1p,1I110 de "OSOlrOS "")"11 l' I",ip'
1111/,' 1111tIl,'tls/or. En (111111/0 11 dltl, dejadl" '/"f 'e ellorgll'
{fc;;((/ ,le '" o//II/e."o IIlIcimlclllo.
EDIPO. - I'or lo~ tlios<'s tliml' ¿mI: (ue ill(lif!.itfu no f'or I/Ii YOCi\STi\.- iAy, dC.<;p.rt/cil/l/o! ¡Es c!li,,;(O 1I01II[,re I/lIe
/mdre o {J0 1" II/i mlltln'! ,I('sde IIlwfII, f'Or/ré 1111/'11' 1'0' IIltlllUl I'CZ )' /1("11 siolll'rd
Mr:NSAJnW. - No lo .~é. Aqlld ,fr ,/"im fI.' raiN rS/llrá.1e (YOCASTA ENl KA Al r AI.A( 10 VIOlLNTAMF.NT E.)
dIo ",rior m(orll/mlo qm' )'0. CORIJ tO. ¿Por 'f"i, E,llJ'o, sr ffll ido eSfllll/litr !,resll dt
Enlro. ¿/lIe rccihHe, 1'111" , de 11/111 /1/(/110 ('xtrm;(/, j' {'or "iole.1I11 de~c 'll/! mciól/? T f! IIIO 'fIle desdc eSI(' ,dcllcio 5l1r/llIt
1(111/0 110 IIIC halfll,t e tlÍ lIIi~1II 0? '11/1''''' 5 dcs.~rtlci(I'.
MFNSAI I.RO.-Se deO(l qm' ('f{! 11110 dI' lo~ !fllr sen 'íml ('1/ mlmrlllo' or,Col/flOSII eOlllo IOdt/ lII11iu, se lII'crf!.lirll~l/, sil/ ,1/1'
1,/ ((/>(1 de 1.(1)'0. da, dI' mi IIt/io l/acimielllO. 1'..,0 )'0 me COl/sidcro (0 1/10 1/1;0 dr
EIJII'o. - ¿I:/1 (<1'11 del q/le ..,1/ CII otro t;"'III'o rer de esltl la Fortul/a, '1111' 1111' 1111 (o lmado ,Ir {JkIlCS, ji I/l/I/W lil e selll id
1;I'rftl~ ,/rsltoll,,,,lo. S" It/ POr/11II1I ('~ II/i II/lIdre, r los I/Ic<es Iflle hml
M ENSAJLRO.-SI CNI 1','SIor ,le {ti (a,a di' n·,' hOIl/{"c. mil/tillo /IIi~ ,I/f/s, /(11/ f'rolllo m t'. 111111 r .. lmit/do COIIIO me /11/11
[D I!'O, -¿ V;.-c' (l/m? ¿I'I/('do ,wlo? c::mlttlllo. }' ~u'l/do /lIf mi ori,f!.('l/, )' /I(/( ; do 1"';0 es/c ~igl/o, 110
M ~NSAJrRO. (UIRIUI.NI)QSI. AL CO RO) Vosotros 'IIIC Ilt/h- !,uedo (I/1II¡'¡ar/o. ¿Por q/lé 1'01' (/ rCIIII//ClII, 11 dr<m[,rif mi
/lÍis r ll el INlÍs, IJodréis sl/b..,lo IIIt"JOr ql/ e l/lidie. Ilfl(imiel/l oi'
EDlro -¿ f JI/)' I¡/glfirll a,/U! Clllrt' ,'owtro~ !fllf mi' rode"i~; CORo.- Si 'O" adi,'jllo, )' /(I'W' rI illgm io IlIiI"l, iuro /JO' el
qllr COllozal 111 /}(ISIOr di' quirll I",MII, /JOr I","rdo "isto IIqll/ O/im/JO IImICIISO, ¡oh Cluró.II, '/111' 110 /fegJ"lI r/ {,f¡."illmio
mis",o o 1'" los (l/ lit/JOs? DuMmrfo, /",'"' I:.~ oal51011 drl/cllI - )111 qllc I'"ed(ls \'Cr (omo /1' e l/~lIho )1 ecft'[,ro m illo a (0 /11/1(1-
rllr ¡,SIC JIIi~/cri(l. IrivI{/, "i"dor l' /J(/drr dc b/il'0' y cómo te (rsle;aré sill CCSI1l
CORIH.O.-J.:SI' hOlllb,l', 110 c~ 01r0, 1I mi ;/I;cio, qm' el qm' (al! mis {!t"nas, !'or los belleficios qlw ,Jisl'OISIIS/e II lI//e51r0
'IIIUS qUCflllS tlrsollmr. f'ero, IIIrjor q lle lI11dic, )'(I«(lSIII 1'0' 'eJ'. iGlorloso I'ro/('(/or, A'JOlo, sémllr grlltlb mis slÍl'/icasl
,Irlll dearle/o. ¿Cllti! e~, 101, "iio /I/{ol. ,le las I"Írgelf/:s ;"I/Iorwles, (uál
EOIl'O.-A1u;"r, ¿(Tres /Ii 1/"1' r/I/O/l/bre C/Iyll lI¡,gllda de· es 111 'lile tr dio el ser? ¿Scm ,,/g.II/UI que, I,t/SII/ufo I'or {o,
sell/Jt1!1I0~ ha(c 1111 mto IJiH'd{1 ~l'I' ellllislIIO de IJI/kl/ hllblll CllIII/'OS, {tI<' (e(l/udada IJor (>1111 '(' ¿SufÍ (/lglIIlII Nill(1I
este al/dI/liD? 1111/'''/'' dc Arolo, )'11 'lile a eS /t' ,Iio~ le 50'1 i!-rf//tlS /Od'IS III S
Yoc.A5TA.· ¿[J¡' ,,//Ir/l {/(/bI,,~? No ti' il/I{/l/rus r I"'ocllrtl ,,/til'/múo/.'s IIp,reSles? PIII" I" ,////.' 1(llIIbiell filcm Humcs',
oln'dtlr ttllI ""litiS 1',lIl1f,ms. qllc rei./(/ o/ el IIIom e dc Ci/(' I/c . ¿O el dios 8(/(0", 'lile 1111-
[[}II'O. - No, //0 tldmi/iré /(/II/as, deslmés de '/(/ber recogido {,i/a ell {liS I/ltll.' II/Olllill/(h, /e ob/lIl'o, t"" ÚOIIUO, dI' IIItlII O
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 171
de una ninfa dtl HtlicÓIJ, il qlu en las IIIOlllmias ;lIega COII PASTOR.-¿ En qllt he faltado, yo, selio" el mf!;or de los
!.!s ninfas? amos?
(SE VE ACERCARSE, ENTRE DOS SERVIDORES DE EoIPO, Al. EOlPO.- E" l/O eOIl/l!s"'r a lo que illt pregllllln acerca de
VIEJO PASTOR DE U.VO.) He lI;'io.
EDlPO.-Si tS /IIenester, (lIIci(llIOS, qlle yo IlIIgII algl/na SII- P,.STOR. - Porqr/e il habfa si" saber y se loma 111/ trabajo
fI1SiciólI sobre /11' hombre. qut he visto, creo qllt estoy viuldo ell \ 'nI/O.
~I pasror 'lile b'lscáball/os desJe hace tiempo. Sil mlldm EOll'O. - PutS si tlí, de buw grado, 110 ql/ieres hablar, ha-
tJnd concuerda con fa del mellstl;ero. Reconouo, desde flle- blt"ás n la filer..a.
go, la gente qlle lo ((lIId/lct; 501/ mis sen,iJores. (Al COR I- PASTOR.- En lIombrc de los dio~s, ItO lile mal/mUs, q//c
fEO) Pero tú, que has v;Sto tl e51e pasror (/lItes, lo reconocerás soy allci(/lIO.
li~ d//da me;or q//e yo. EOll'O.- Que se le IHC/I a{ i"s/(wle fas ma/ros ,/elrás l/e {II
COR lfEO.-Sí, lo recol/ouo frallcameme. Es de los es/mida.
,~s,ores de Layo, 11/1 servidor
Eoll'O.-(Al. MENSAJERO)
"ti
Es tl ,;
como pocos.
11110
rilflo, a qllien imerrogo. ¿Es isu el hombre a qllien te referías? EOlPO.-E/ "i,io esc de qlliel/ habla, ¿se lo elllrtgasfe ,,; ?
MENSNERO.- Es ti; lo lit lles al/le tI/S o;os. rASTOR. -Sí, iY o;alá hllhicr" yo lIIuerlO aquel ,lía!
EOJl'O. - (AL PASTOR) Ttí, al/cianO, mrrame Y rtSl,ollde a EOII'O.- La I/IUtrlt le llegará si l/O dices fa verdlld exaCla .
rodas mis Im:glllflas. ¿Pertcl/edm en aIro fiemflo a I.ayo? r ASTOR.-Si fa digo C510y I"rdido (O" ml/elu, más seguri-
PASTOR. - Era 511 esclavo; no por fruto de II/la (ampra, si/lo dI/d.
I'f'r hnberme criado en el sella de s1l1108m. EOlPO.- fsle hombre, a lo 'lile veo, quiere esctlbllfliru.
EDlPO.- ¿A qui te dedicabas? ¿Cuál era 111 OClllflidón? ('ASTOR. - No, ya q/le te he ,lidIO que se lo había ell/regado.
PASTOR..-Casi toda mi vida In he pasado e/l pos de los re- EOIPO.-¿Dc quibllo rui/lisu? ¿Era h,jo 111)'0, o bie" de
~~ños. olro?
( ... / PASTOR.-No era mto; cm de otro de qlliell fa IIl//Jía recibido.
MENSNERO.-Allora, vllmos ti ver si te tlwerdlls de IItlber- EDlPO.- ¿De quibl, tie el/tre estos cilldadtll/os, y de ql/é
lile entregado /In lIi;;o, IfII,a que /0 criase como lIi;o mío. {,ogflr ?
PASTOR.-¿Qlli q/litres decir? ¿A qlli vie/le esa I'rtg/lllla 7 PASTOR.-¡No, por /05 dioses; /10, scrior, l/O lleves más allá
MENSAjERo.-(MOSTRANDO A EOlPO) Plles aqllí tie/les al 1115 illl'eslÍgacioffesl
que ua en aquelliemlfO I'eque;;;to. E01PO. - Es/ásl'erdido si /t"go que refu/irte /tl/"egllll la.
PASTOR.- ¿Q/lé fos dio~s te cOIIfillldml1 ¿No
vas ti mI/arte?
E01PO.- No te enfades eOI/
tI, allcia no, son lusI111/a -
" as, más bien '1/le las
suyas, las ql/e tlfue-
dall ~er Ulsliga-
das.
Taller "El mito filosófico y literario" · Primeras Jornadas "Escuelas, Filosofías e Infancias" · Bahía Blanca, 27 al 29 de mayo de 2009
172 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
Taller "El mito filosófico y literario" · Primeras Jornadas "Escuelas, Filosofías e Infancias" · Bahía Blanca, 27 al 29 de mayo de 2009
TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 173
SIl mlllá, /fue l/Oem su I/!/jiu, .~ il/o el (¡/ml'O /l/mUlla, doble- (0 /1 lIIales q/le sol"e/msml rI dolor IIII/IIallo? ,AI/I ¡Ah ,Ies-
f/twtr ftn",dlldo dl'l (llll l lmbítll/ slllido I1 mismo y ItIlllbicu graciado! No IlUtdo 1105IIr m; mimdn e/l ti; )10 qut quería ;1/-
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8JIlllllo Iwbiera gllindo, cOlllra Itl doble ¡merla, hizo sllltar 1'0: 11Ol1r1Í llegar? ¡A)'! Des/illo miol ¿dól/de lile Itas I/III/dido?
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Ilorde la Imb;/(/ ciólI. lable.
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I~ n:a"do C51JfWIOSO mgidos, desl/i:o el IIlI do qtu! ,,, //ItIII/e - tIlle I/IIMI/ saNtlo tldivj/Iflr los {t1/l1050S enigm(/s. Era 1111
lIia tll ef ,¡[re J' f,! desgrac,,!dll CtlJlÓ ( /1 Sl/efo. fll/o//(('$ V;II/OS hombre IIIII)l ll()deroso; ,,;lIg,í,/ á/ldadallo I,odra si/J t " vidi",
(OSd S l/Orrib/e5: &filIO le arrt1llCtl de los I'es/idos/os bro(hes 1'0511r los Oj05 el/ 511 I, rosf,cridad. Y ahora, ¡ti/ qll é a¡'¡slIIo el/
dt oro qllt' los tl/lor/1t1I/, los (oge y se los IlIIlIde ell fas órbitas lerr;ltIes desgmcias Ita sido I"" ' pitado! De //Iodo qlle hasta
dt SI/S ojos, gri/(/udo I{lIe 110 serífll/ ya testigos "i dc SIIS des- ewcrar Sil líI,jlllO día, 110 IUl y que I"oclatllar feliz" lIillglíll
gmfÍns lIi de sus delito5: " EII /tI SsOlllbrtl s", deeítl, N,lO \"triis lIIor/(/l alifes de qlle /ta ya llegado, sill sllfrir lIillg/ill II/al, al
)"11 los males que lit sufrido ui los "íme lles ,le I{lIt /re sido l¿rmillOde SI/ vida.
fu /""ble. Eu 1" IIQ(/rt 1'''''' sieml"e, 110 I'uéis mlÍS a 105 l/lit
Sófocl es. Antí,oaal fdipo re}". Buenos Alf es, Co nto ro, 1999.
ffU II((I deberiais "aber I'is/o, lI i r.:cOlloadis (1 los que )Ia 110
Tradu cció n de Agusl¡n Bhinquez.
quitro recOl/our". 1.(/I1~l!Ildo /(I lt$ ;1II/HUt/dolles, lewlI//(I b(/
.us 1/lÍrptldos y se los gol"ea/m (011 goll"s re!,efidos. S II S Im-
I,i/as s""gralll('S IW/l/ ededllll Sil IlIIrll(/ . No eMII 80lll s de
sal/grt las qlle de d ios f1uitwlIIUl s Im s O/ms,. de ellos brota-
ba /lila Jlll vi" som[,,{a, III/a gmlfiu lI/a slII/griell/{1. ESlos /I/ {/ -
Its Irall eSlal1(/(/o 110r cullJfl de! /lila y de ," Olr(/, Y rI " ollll"e
y la /l/lIjer mezdllrQu SI/S dt s8mdas. Ames gozabau, es I'er-
dad, (11' II//a I"rga I/crcucia de scgl/m felicidad; I'ero /roy UD
hll y más qlle gt midos, l/u/Ui"Ollts, //I1I('rlt, igllo//lillia; t ll
U"" Im illbra, dt lodas Ins (alamil/ades 'II/e IIt l'{lII /tIllIom-
bre, lIi 11//(/ 50111 fal/{! .
CO RIFEO. - ¿ Yaltom , e! ,/esgmdado, estlÍ /lllÍ s /rallll"ilo,
I II medio dc SI/S lIIalt s?
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174 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
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Polimodal
Jean Pierre Vernant, Ulises o la aventura humana
(traducción de Daniel Zadunaisky)
Jean Pierre Vernant, Edipo a destiempo
(traducción de Daniel Zadunaisky)
Homero, Odisea, Canto 9, 105-542: Episodio del Cíclope
(traducción de José Luis Calvo)
Homero, Odisea, Canto 12, 1-200: Episodio de las Sirenas
(traducción de José Luis Calvo)
Apolodoro, Biblioteca 3,1,3-4 y Epítome 1,7-11
(traducción de Margarita Rodriguez de Sepúlveda)
Ovidio, Arte de amar 1,269-326
(traducción de Vicente Cristóbal López)
Marco Denevi, Edipo Cambiado u otra vuelta de tornillo
Franz Kafka, El silencio de las sirenas
(traducción de Juan José del Solar)
Jorge Luis Borges, Sirenas
Jorge Luis Borges, Los monóculos
Jorge Luis Borges, La casa de Asterión
Héctor Tizón, El Minotauro
Jorge Luis Borges, El hilo de la fábula
Jorge Luis Borges, Laberinto
Jorge Luis Borges, El laberinto
Jorge Luis Borges, Edipo y el Enigma
Julio Cortázar, Los reyes (fragmento)
Agustín Cuzzani, Complejísima
Eurípides, El Cíclope
(traducción de Alberto Medina González)
Taller "El mito filosófico y literario" · Primeras Jornadas "Escuelas, Filosofías e Infancias" · Bahía Blanca, 27 al 29 de mayo de 2009
ISBN: 950-557-384·7
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164 ÉRASE UNA VEZ... EL UNIVERSO, LOS DIOSES, LOS HOMBRES EDlPO A DESTlEMPO 165
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-Matarás a tu padre y te acostarás con tu madre. tales de Tebas, desde una columna o desde un peñasco, el mons-
está horrorizado: su pregunta inicial acerca de si es truo se complace en fonnular enigmas a los jóvenes de la ciu-
o no el hijo verdadero se desvanece ante esta revelación es- dad. Todos los años, exige que le sean enviados los mejores
pantosa. Debe huir lo antes que pueda, poner toda la distan- jóvenes de Tebas, los varones más bellos, para enfrentarla. A
cia posible entre él y aquellos a los que considera su padre y veces se dice que quiere copular con ellos. Sea como fuere, les
su madre. Irse al exilio, alejarse, marginarse, recorrer el ma- presenta el enigma y cuando no saben responder, los mata. Así,
yor camino posible. Entonces, como Dioniso, se convierte en todos los años Tebas pierde a la flor de su juventud. Cuando
un errante. No tiene tierra bajo las suelas) no tiene patria. En Edipo atraviesa uno de los portales de Tebas, advierte el terror
carro o a pie, va directamente de Delfos a Tebas. en todos los rostros. Se pregunta qué sucede. El regente que
Sucede que en ese momento en Tebas reina la peste y Layo ocupa el lugar de Layo, Creonte, es hermano de Yocasta y tamo
decide ir a Delfos para consultar al oráculo. Parte con una co- bién pertenece a la estirpe de tos Sembrados. Ve a ese joven de
mitiva muy pequeña, apenas un cochero y uno o dos hombres. rostro bello y porte audaz, y piensa en ese momento que el
He aquí entonces al padre y al hijo -aquél convencido de que extranjero tal vez represente la última oportunidad de salvar
éste ha muerto, éste seguro de que su padre es otro- recorrien· a la ciudad. Le dice que si logra vencer al monstruo, desposará
do el mismo camino en sentido inverso. Se encuentran en un a la reina.
cruce de tres caminos, por donde no pueden pasar dos carros
al mismo tiempo; cada uno está en el suyo. Layo considera que
su cortejo real tiene prioridad; le dice al cochero que le haga a Audacia siniestra
del camino, déjanos pasar -exclama el coche· En su viudez, Yocasta encarna la soberanía, pero el verdadero
ro, azota a uno de los caballos de Edipo, o quizá golpea a poder está en manos de Creonte. Por eso está en su derecho al
éste en el hombro. ofrecerle la reina y el trono si vence al monstruo. Edipo va al
Edipo se siente ofendido: a pesar de su exilio voluntario, encuentro de la Esfinge, quien desde su montículo se dice que
como príncipe e hijo de rey no está dispuesto a darle paso a el joven es una presa bella. Le formula el siguiente enigma:
cualquiera. Enfurecido por el azote, mata de un golpe al co- -De todos los seres que pueblan la tierra, las aguas y el
chero y luego al mismo Layo, mientras uno de los hombres aire, ¿cuál es el único que tiene una sola voz, una sola mane-
del séquito real, espantado, huye de vuelta a Tebas. ra de hablar, una sola naturaleza, pero tiene dos, tres y cuatro
considera que ha sido apenas un incidente, que ha actuado tripous, tetrapous!
en legitima defensa) y reanuda su camino. en su nombre, Oi-
Llegará a Tebas mucho más adelante, cuando la desgracia , y responde:
golpea a la ciudad bajo la forma de un monstruo con cabeza y -Es el hombre. Cuando es niño, anda en cuatro patas; ya
senos de mujer, cuerpo y patas de leona: la Esfinge. En los por· mayor, se sostiene erecto sobre sus dos piernas, y en la vejez,
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se apoya en un bastón para ayudarse en su marcha vacilante, acuden al palacio real con ramos de supLicantes. Piden a
oscilante. Edipo que Los salve:
Vencida por este alarde de misterioso saber, la Esfinge se -jEres nuestro salvador! Nos salvaste una vez del desas-
arroja de su peñasco y muere. tre, nos libraste de ese monstruo espantoso, la Esfinge, sálva-
La ciudad de Tebas, alborozada, festeja a Edipo, lo recibe nos ahora de este loimós, esta peste que ataca a seres huma-
con gran pompa. Le presentan a Yocasta, la reina, que en re- nos, plantas y animales por igual. Es como si en Tebas todo el
com pensa será su esposa. Edipo se convierte en rey de la ciu- ciclo de la renovación estuviera cortado.
dad. Lo merece por su sabiduría y audacia. Es digno Edipo declara solemnemente que investigará hasta descu-
diente de Cadmo, a quien los dioses habían honrado al brir las raíces del mal y vencer el azote. En ese momento,
desposarlo con una divinidad, Harmonía, y permitirle fun- vuelve el enviado de Delfos. El oráculo le ha dicho que el
dar Tebas. Durante años, todo marcha bien. La pareja real mal no cesará mientras el asesino de layo permanezca impu-
tiene cuatro hijos: 'los varones Eteocles y PoliniCes, las niñas ne. Por consiguiente, hay que encontrar, castigar, expulsar
Ismene y Antígona. De pronto, una peste se abate brutal- de Tebas, excluir definitivamente de la tierra tebana, sepa-
mente sobre la ciudad. Todo parecía feliz, normal, equilibra- rar para siempre a aquel que tiene las manos manchadas por
de repente, todo flaquea, parece siniestro. Cuando las la sangre de layo. Luego de escucharlo, Edipo hace un nuevo
cosas suceden ordenadamente, como corresponde, juramento solemne:
años crecen los cereales, los árboles dan fruto, las oveJas pa- -Buscaré y descubriré al culpable.
ren corderos y las vacas, becerros. La riqueza d~ la tierra Edipo es un investigador, un hombre que interroga e inda-
tebana se renueva al paso de las estaciones. Las mujeres tam- ga. Desde que partió de Corinto en busca de aventuras, tam-
bién están atrapadas en ese gran ciclo renovador de la fuerza bién se ha entregado a la aventura de reflexionar, de poner
vital. Tienen hijos hermosos, fuertes, sanos. Súbitamente, ese todo en tela de juicio. Nada lo detiene. Iniciará una investi-
curso normal se ve interrumpido, desviado, se vuelve cojo. gación de tipo policial.
Las mujeres paren monstruos o niños muertos, abortan. Se Como primera medida, anuncia que todos LOS que posean
secan las fuentes mismas de la vida. Una enfermedad ataca a información deben revelarla; los que esté"n en contacto con
hombres y mujeres, jóvenes y viejos; todos mueren. El páni- un presunto asesino deben echarlo, el asesino no puede per-
co es generaL Tebas está enloquecida. ¿Qué sucede? manecer en Tebas porque su deshonra pesa sobre la ciudad.
se debe semejante trastorno? Mientras no lo descubran y lo expulsen de las casas, los san-
Creonte decide enviar un representante a Delfos para in- tuarios y las calles, Edipo no dejará de buscarlo. Necesita
terrogar al oráculo acerca del origen de la enfermedad in- saber. Comienza la investigación. Creonte explica al pueblo
fecciosa, la epidemia que azota la ciudad y trastorna todo. que Tebas tiene un adivino profesional, que sabe descifrar el
Los representantes de la vitalidad de Tebas en sus dos ex- vuelo de las aves y acaso por inspiración divina conocerá la
tremos, los niños y los ancianos (los de tres y cuatro pies), verdad: es el viejo Tiresias. Pide que lo convoquen para inte-
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rrogarlo sobre los sucesos, pero el adivino no desea mostrar- No hay una descendencia pura de Cadmo y otra de los
se ni que le hagan preguntas. No obstante, lo llevan a la ~embrados, ambas siempre se han mezclado. Lábdaco,
za pública frente al pueblo, el consejo de ancianos, Creonte y Edipo también son descendientes de los Sembrados. Por su
y parte, Yocasta desciende directamente de Equión, quien re-
Éste lo interroga, pero Tiresias· se niega a responder. Finge presenta algo sumamente perturbador. La ciudad está
no saber nada. Edipo está furioso con ese adivino por el que sus jefes se pelean entre sí, se odian; Edipo continúa su
no siente gran respeto. ¿Quién ha sido el más astuto y sabio: investigación.
el que supo responder al enigma de la Esfinge con su sola Un testigo directo, al que se debería consultar, es el hom-
experiencia y capacidad de juicio de hombre racional, o el bre que presenció el drama de Layo y se salvó. A su regreso,
que no lo supo hacer a pesar de su experiencia y las señales dijo que un grupo de bandidos asaltó el carro real en la ruta
que descifra? Edipo se estrella contra un muro, pero no de a Delfos y mató a Layo y a su cochero. La primera vez que
ignorancia, porque Tiresias sabe la respuesta, y su sabiduría escuchó ese relato de la muerte de Layo, Edipo se sintió per-
divina le indica que no debe revelarla. Sabe quién mató a turbado en su función de juez investigador: le dijeron que
Layo y quién es Edipo porque está en contacto con Apolo, su todo sucedió en un paso estrecho cerca de Delfos donde se
amo. Es Apolo quien ha dicho "matarás a tu padre y te acos- cruzaban tres caminos; recordaba ese lugar a la perfección.
tarás con tu madre". Tiresias comprende lo que representa Pero si bien no sabe a quién mató en ese sitio, lo reconforta
Edipo en las desgracias de Tebas, pero no quiere decir el hecho de que "un gru.po de bandidos atacó a Layo". Su ra-
bra. Está resuelto a mantener esa actitud hasta que Edipo, en zonamiento es sencillo: "Un grupo ... por lo tanto, no fui yo.
sean bípedos o cuadrúpedos, por no hablar de los tencía humana. Ha trastornado el curso regular de las esta-
peces, que no tienen pies, poseen una sola "naturaleza" que ciones, confundido la primavera de la juventud con el vera-
es invariable. Del nacimiento a la muerte, para ellos no no de la madurez y el invierno de La vejez. Al tiempo que
cambio en to que define su particularidad de ser viviente. mataba a su padre, se identificaba con él, ocupaba
Cada especie tiene una sola constitución, una sola manera en el trono y en el lecho de su madre. Al engendrar hijos con
de ser, una sola naturaleza. En cambio, el hombre conoce tres madre, al sembrar el mismo campo que lo había
estados sucesivos, tres naturalezas diferentes. Al principio es como decían los griegos, se identificaba no sólo
un niño, cuya naturaleza es diferente de la del hombre con- con su paure sino también con sus propios hijos e hijas que
sumado. Para pasar de la infancia a la edad adulta es necesa- son a la vez sus hermanos y hermanas. El monstruo del que
rio someterse a ritos iniciáticos que separan las dos edades. hablaba la Esfinge, de dos, tres y cuatro patas, es Edipo.
Uno se convierte en otro, entra en una nueva personalidad a El enigma plantea el problema de la continuidad social, el
partir de que el niño se vuelve adulto. Asimismo, y sobre mantenimiento de las leyes, las funciones, las posiciones en
todo en el caso del rey y del guerrero, cuando uno está para- las culturas a pesar del paso de las generaciones que nacen,
do sobre sus dos piernas es alguien que se impone sobre los reinan y mueren para ceder su lugar a la siguiente. El trono es
demás por su prestigio y su fuerza, pero a partir del momento el mismo, mientras que sus ocupantes cambian constante-
en que ingresa en la vejez deja de ser el hombre de las haza- mente. ¿Cómo puede el poder real subsistir único e intacto
ñas guerreras, se convierte, en el mejor de los casos, en el cuando los reyes que to ejercen son numerosos y diversos? El
hombre de la palabra y el consejo sabios; en el peor, en un problema es saber cómo el hijo del rey puede convertirse en
detenerse. La gente del lugar le ordena que se vaya: ¿qué hace gegenés, nacido armado y dispuesto al combate de la tierra
ese mendigo en un sitio sagrado? Es desplazado como Dioniso de Tebas. Su pasaje es en sentido inverso. Venido como ex-
al llegar a Tebas en su vestido femenino, asiático. Qué auda- tranjero, abandona la luz del sol para arraigarse en el mundo
cia pretender instalarse en un lugar del cual no se lo puede en ese lugar de Atenas que no es suyo y al que
echar porque nadie tiene derecho a pisarlo. Llega Teseo, aporta, a cambio de la hospitalidad que le ofrecen al cabo de
le relata sus desgracias, comprende que su fin está próxlmo y sus sufrimientos y peregrinaciones, la seguridad de la salva-
si Teseo lo acoge se compromete a ser el protector de Atenas ción en la paz y la concordia: como un eco débil de esa pro-
en los conflictos que puedan sobrevenir. Teseo acepta. Este mesa que representaba Harmonía cuando los dioses la entre-
este tebano, que desciende tanto de los Sembrados garon por esposa a en los tiempos remotos de la fun-
como de Cadmo y Harmonía, es un extranjero. Expulsado de dación de Tebas.
su tierra en el momento de nacer, lo es nuevamente y de ma-
nera ignominiosa. Helo aquí al térmÍno de su vida errabunda,
sin lugar, sin parientes, sin raíces, un emigrante. Teseo le brin-
da hospitalidad: no lo convierte en ciudadano de Atenas, pero
le confiere un estado de métoikos, un meteco
Vivirá en esa tierra que no es la suya. Por lo tanto,
realiza un pasaje desde esa Tebas divina y maldita, unida y
desgarrada, hacia Atenas: trayecto horizontal. sobre la su-
ISBN: 950-557-384-7
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dioses disponen otra cosa. Desencadenan vientos, tormen- tria. Ya se siente de vuelta en casa. En el momento en que
tas, huracanes. La flota se dispersa; muchas naves naufragan, imagina que ha finalizado su travesía, se alza el telón sobre
llevando consigo a marineros y soldados. Pocos griegos re- otra parte de los trabajos de Ulises: hasta entonces había rea-
gresan a sus tierras. Y entre aquellos a quienes el mar perdo- lizado la travesía de un navegante de regreso de una expedi-
na la vida, hay algunos que morirán en el umbral del hogar. ción guerrera allende el mar. Pero apenas dobla el cabo Ma-
Así le sucede a Agamenón. Apenas pone pie en tierra, cae en lea, una tormenta imprevista se abate sobre los griegos. El
la trampa que le han tendido su esposa Clitemnestra y Egisto, viento soplará durante siete días y arrojará a la flotilla a un
el amante de esta esposa infiel. El confiado Agamenón lnar muy diferente del que había surcado hasta entonces. En
irrumpe como un toro, feliz de volver al establo familiar. Es lo sucesivo Ulises no sabrá dónde está ni volverá a encontrar
derribado sin piedad y muerto por los cómplices. pueblos como el de los Cicones, guerreros hostiles pero se-
Así, las naves de Ulises se separan de las de Agamenón, mejantes a él. De alguna manera cruza las fronteras del mun-
que conforman el grueso de la flota. Aquél se encuentra ais- do conocido, el oikoumenos humano, para entrar en un espa-
lado en el mar con su flotilla. Sufre las mismas pruebas y ca- do de no humanidad, un mundo del más allá.
pea los mismos temporales que sus compañeros de infortu- A partir de ese momento, Ulises sólo se encontrará con
nio. Cuando llega a Tracia, tierra de los Cicones, la recep- seres de .naturaleza cuasi divina como Circe o Calipsot que
ción es hostil. Ulises toma La ciudad de Ismaros. Frente a los se alimentan de néctar y ambrosía, o monstruos subhumanos
vencidos se conduce como la mayoría de los héroes griegos. como el Cíclope o los Lestrigones, caníbales que se alimen-
Mata a casi todos los habitantes, pero perdona a uno, el sa- tan de carne humana. Para los griegos, lo propio del
cerdote de Apoio, llamado Marón. Éste le obsequi~ varios que lo define como tal, es comer pan y beber vino, tener un
odres de un vino que no es una bebida común, sino una suer- cierto tipo de alimentación y reconocer las leyes de la hospi-
te de ~éctar divino. Ulises los hace cargar en las bodegas de acoger al forastero en lugar de devorarlo. El univer-
sus naves. Los griegos, felices, instalan su campamento en las so donde la terrible tormenta ha arrojado a Ulises y sus ma-
márgenes del río para zarpar al amanecer. Pero los Cicones rinos es precisamente lo contrario del mundo humano nor-
de los campos, advertidos de La presencia enemiga, los ata- mal. Al amainar la tempestad, los griegos divisan una playa
can y matan a tnuchos de ellos. Los sobrevivientes se embar- y desembarcan en tierra ignota. Para conocer un poco a los
can apresuradamente y se hacen a la mar. habitantes y obtener provisiones, Ulises designa a varios hom-
con la misión de explorar la tierra y tomar contacto con
la gente del lugar. Ésta los recibe con gran amabilidad. Los
el pais indígenas, muy sonrientes, ofrecen compartir su aJ.LlW. . W.V
delicada, el loto. Si un ser humano come este alimento deli- za sin que los marinos remen ni puedan ver lo que les aguar-
cioso se olvida de todo. No recuerda su pasado, pierde toda da. Bruscamente llegan a un isiote que no habían avistado y
noción de quién es, de dónde viene y a dónde va. Quien come en el que nada se distingue. El mismo mar, acaso los
el loto deja de vivir como los hombres, con el recuerdo de su ha llevado el navío hacia esa isla invisible en la que desem-
pasado y la conciencia de quiénes son. barcan en medio de la oscuridad totaL Ni siquiera se ve la
Cuando vuelven con sus compañeros, los enviados de Ulises luna. No se distingue nada. Han llegado allí sin saber qué les
se niegan a zarpar, son incapaces de relatar lo sucedido. Están aguarda. Como si, después de la isla del olvido, se entornara
sumidos en una suerte de soporífero bienestar que paraliza to- frente a ellos la puerta de la noche y la oscuridad. Allí cono-
dos los recuerdos. Su único deseo es permanecer donde están, cerán nuevas aventuras. Ponen pie en tierra. La isla está re-
sin lazos, pasado ni proyectos: sin el anhelo de regresar. Ulises matada por una altura, un promontorio donde habitan esos
los toma por el cuello, los obliga a embarcar y zarpa. Así termi- gigantes monstruosos con un solo ojo en medio de la frente a
na la primera etapa; una tierra que es el país del olvido. los que llaman Cíclopes.
A lo largo de todo el periplo, en cada momento, el Ulises deja su nave al abrigo de una caleta y con doce hom-
la pérdida de memoria de la patria y del deseo de regresar a bres asciende a la cima de la colina, donde divisa una cueva en
ella serán el trasfondo de todas las aventuras de Ulises y sus la que espera encontrar algo con lo cuaL reabastecerse. Entran
la fuente del peligro y la desgracia. Estar en el en la enorme gruta excavada, donde descubren canastos con
mundo humano significa vivir bajo la luz del sol, ver al próji- quesos y toda una cultura bucólica. No hay allí cereales, pero
mo y ser visto por éste, vivir en reciprocidad, recor0 ar quién sí majadas de cabras, quesos, acaso algunas viñas silvestres.
la cueva, temblando de pavor. De golpe los descubre y le pre- -El nombre que me dan mis amigos y mis padres es Outis.
gunta a Ulises, que se ha adelantado a los Tenemos allí un juego de palabras, ya que las sílabas ou-tis
-¿Quién eres? se pueden reemplazar por me-riso En griego, ou y me son dos
Ulises responde con mentiras: formas de negación, pero outis significa ¡¡ nadie", en tanto metis
-He perdido mi nave -primera mentira, ya que ésta lo designa la astucia. Desde luego, cuando se habla de metis se
aguarda-o Mi nave naufragó, estoy a tu merced, vengo a piensa inmediatamente en Ulises, héroe de la astucia, la habi-
implorar tu hospitalidad, somos griegos, combatimos valien- lidad para encontrar una salida a lo inextricable, mentir, timar
temente con Agamenón frente a Troya, tomamos la ciudad y a la gente, hacerle creer cualquier patraña y salir bien parado.
henos aquí, desgraciados náufragos. -Outis, Nadie -exclama el Cíclope-, ya que eres Nadie
-Sí, sí, de acuerdo -responde el Cíclope-, pero a mí yo también te haré un regalo. Te comeré el último de todos.
esas historias me importan un bledo. Entonces Ulises le entrega su regalo, un odre de ese vino
Toma a dos compañeros de Ulises por los pies, los arroja que le había obsequiado Marón y que es como un néctar di-
contra la pared de roca, les destroza la cabeza y los devora vino. El Cíclope lo prueba, lo encuentra delicioso, bebe más.
crudos. Los demás quedan paralizados por el terror y Ulises se Ahíto de queso, de los dos marinos que acaba de devorar,
pregunta en qué situación se ha metido. No tiene esperanza de embriagado por el vino, se duerme.
huir, porque durante la noche el Cíclope ha cerrado la entrada Ulises tiene tiempo de templar en el fuego un gran tronco
de la caverna con una roca que ningún griego, ni siquiera mu- de olivo al que ha tallado en punta. Todos los sobrevivientes
chos, podría mover. Al día siguiente se repite la escen~: el Cí- colaboran en el trabajo de carpintería y luego en la tarea de
clope devora a cuatro hombres, dos por la mañana y otros tan- el extremo candente en el ojo único del Cíclope, quien
tos por la noche. Ya son seis, la mitad de la partida. El Cíclope despierta aullando de dolor. Está ciego. Ha quedado librado
está encantado. Ulises ha tratado de engatusarlo con palabras a la noche, a la oscuridad. Naturalmente, dama por ayuda y
melifluas, y entre los dos se ha establecido una suerte de hos- acuden los Cíclopes de los alrededores. Cada uno vive por
pitalidad. Dice Ulises: su cuenta, es amo de su hogar, no reconocen dioses ni amos,
-Te haré un regalo que, creo, te complacerá. pero en todo caso acuden y desde afuera, puesto que la gruta
Así nace un diálogo, una relación personal de está cerrada, exclaman:
lidad. -Polifemo, Polifemo, ¿qué tienes?
El Cíclope se presenta, dice llamarse Polifemo. Es un hom- -¡Es espantoso, me está matando!
bre locuaz que goza de renombre. Pregunta a Ulises -su nom- -¿ Pero quién te hace daño?
bre. Para crear una relación de hospitalidad, es habitual que -¡Nadie, Outis!
cada uno diga al otro quién es, de dónde viene, quiénes son -Pero sí nadie, metis, te hace daño, ¿por qué nos fastidias
sus padres y cuál es su patria. Ulises dice que se llama con tus gritos?
es decir, Nadie. y se van.
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que se ha ocultado} escabullido, desvanecido de- maldición hubiera quedado sin efecto, pero el Cíclope revela
trás del nombre que ha adoptado, se encuentra a salvo. Pero el nombre de Ulises a su padre Poseidón y dama por vengan-
no del todo, porque aún debe salir de ia gran cueva cerrada za: que Ulises no pueda volver a Ítaca sin padecer mil sufri-
por una roca. Comprende que la única manera de salir con- mientos, sin perder a todos sus camaradas y su navío} como un
siste en atar a cada uno de los seis griegos sobrevivientes náufrago solitario y extraviado. Si alguna vez Ulises ha de vol-
mediante un mimbre al bajo vientre de los carneros. Él mis- ver a su patria, que lo haga como un forastero, sobre un navío
mo se aferra a la lana gruesa del carnero preferido del Cíclo- no como el navegante que hace su regreso esperado al
pe. Cuando éste se coloca en la entrada del antro y desplaza hogar en su propia embarcación.
la roca que lo sellaba, hace pasar a cada animal entre sus Poseidón escucha la maldición de su hijo. De este episodio
piernas y le palpa la espalda para que ningún griego aprove- data su voluntad, que domina todas las aventuras posterio-
che para escapar. No advierte que están atados al vientre. reS, de que Ulises llegue al último límite de la muerte y las
Cuando sale el cúnero con Ulises, el Cíclope se dirü::e al tinieblas y sus pruebas sean las más terribles. Como le dirá
que en realidad es su único interlocutor: más adelante Atenea, su gran protectora, Poseidón no pudo
-Mira a qué me ha reducido este espantoso bruto, este aceptar el daño infligido a su hijo el Cíclope; por eso ella no
Nadie. Pagará por ello. pudo intervenir sino al final de su periplo, cuando todo pa-
El camero avanza hacia la salida, y Ulíses con éL recía perdido. ¿Por qué? Porque la consecuencia de haber
El Cíclope coloca la piedra en su lugar, convencido de que arrojado el ojo de Polifemo a la noche, de haberlo cegado, es
los griegos permanecen en el interior, aunque todos han sali- que Ulises debe recorrer la ruta de todo lo que es nocturno,
rutas marinas, el nudo de concentración de todas las direccio- dondo y vuelve por donde de venir. Ulises, burlado, se
nes del espacio acuático. Eolo es el amo de los vientos que, encuentra nuevamente frente a Eolo. Este le pregunta por
según soplen de un lado o de otro, abren o cierran y a veces qué ha regresado.
alteran y confunden los caminos de la mar. Acoge a Ulises con -No es mi culpa, cometí el error de dormir, dejé que me
hospitalidad y gentileza por cuanto es un héroe de la guerra de venciera el sueño y el resultado fue que mis compañeros abrie-
Troya, de esos que canta la Iliada. Ulises Le trae el relato de lo ron el odre.
que sucede en el mundo, el rumor del universo del cual está Esta vez, Eolo no le hace fiestas; Ulises suplica:
totalmente aislado. Es el amo de los vientos, pero no tiene otro -Déjame partir, dame una nueva oportunidad.
poder. Ulises habla, relata, Eolo lo escucha feliz. Al cabo de Eolo, furioso, te dice que es el último de los últímos, que
unos días, le dice: no es nadie ni nada, que los dioses lo
-Te daré aquello que necesitas para partir de mi isla y -Para que te haya ocurrido semejante desgracia es me-
navegar sin problem'as derecho a Ítaca. nester que seas maldito, no quiero volver a escucharte.
Le entrega un odre, no de vino como el de Marón, sino que Ulises y sus marinos vuelven a partir, sin haber encontrado
contiene las fuentes de todos los vientos, las semillas de las en Eolo la ayuda que esperaban.
tempestades. En ese odre cuidadosamente cerrado, Eolo ha A continuación, la flotilla de Ulises llega a la isla de los
el origen, la génesis de todos los vientos Lestrigones. Allí hay puertos bien construidos y una ciudad.
salvo el que conduce directamente a Ítaca. Recomienda a Ulises, siempre el más astuto, en lugar de amarrar su nave en
Ulises que no lo abra. Si los vientos escapan, ya no podrá una especie de puerto natural decide hacerlo en una caleta
controlar lo que sucederá. . algo apartada. Y, con la prudencia adquirida en sus aventu-
-Mira, el único viento que sopla en el universo es el que ras, envía a un grupo de marinos a conocer a los habitantes.
te lleva de mi isla a Ítaca. Los marinos avanzan hacia la ciudad y por el camino se cru-
Por la tarde, desde su navío, Ulises advierte en la distancia zan con una joven alta, robusta, una campesina o matrona
la costa de Ítaca. Con sus propios ojos ve las tierras de su mucho más grande y forzuda que ellos, que los invita a acom-
patria. Feliz, se adormece. Caen sus párpados, sus ojos se cie-
rran, así como él ha cerrado el ojo del Cíclope. Ha -Mi padre, el rey, os recibirá y os dará lo que deseáis.
al mundo nocturno, de Hipno , el Sueño; en lugar de velar, se Los marinos están complacidos, aunque la talla de esa per-
duerme en la nave que lo lleva a Ítaca. Librados a su volun- sona tan amable no deja de impresionarlos. Es demasiado fuer-
tad, los marinos se preguntan qué hay en ese odre que te y robusta. Se presentan al rey de los Lestrigones, quien
entregó a Ulises: seguramente son tesoros. Sólo quieren inmediatamente devora a uno de ellos. Los hombres
una mirada y volver a cerrarlo. Cuando ya están a tiro de la ponen pies en polvorosa y vuelven a las naves gritando: "¡Sál-
costa de Ítaca, abren el odre, los vientos escapan en tropel, vese quien pueda, vámonos de aquí!". Mientras tanto, los
el mar se alza. s~ desencadenan las olas, la nave vira en re- Lestrigones, convocados por su rey, se han lanzado tras
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Ven a los griegos que se afanan en sus naves, tratando de aban- -Una hechicera transformó a tus hombres en cerdos. Se-
donar el lugar lo antes posible. Los pescan como atunes, los guramente te ofrecerá la misma bebida, pero te daré un an-
atrapan corno peces y los comen. Mueren todos los camara- tídoto que te salvará de la metamorfosis para que sigas sien-
das de Ulises, salvo aquellos que se encontraban en la nave do tú mismo. Seguirás siendo el Ulises de siempre, Ulises
en persona.
oculta. Ulises parte con un solo barco.
Este navío solitario llegará a la isla de Eos, en el Mediterrá- Hermes le entrega un trozo de planta. Ulises vuelve con
neo. Ulises y sus compañeros encuentran un lugar donde atra- sus compañeros, quienes tratan de disuadirlo:
car y se aventuran a tierra. Hay peñascos, un bosque, algo de -No vayas. Si los otros no vuelven, es porque han muerto.
vegetación. Pero los marinos, como Ulises, se han vuelto des- -No -dice Ulises-, vaya liberarlos.
confiados. U no de ellos se niega a abandonar el barco. Ulises Bebe el antídoto que le ha dado Hermes y se presenta a la
alienta a los demás a explorar la isla. Una veintena de marinos hechicera. Entra en el palacio, la espada al flanco. Ella se sien-
parten a explorar y descubren una hermosa casa, un palacio ta en una hermosa silla dorada. Él no hace la menor alusión a
rodeado de flores donde parece reinar la calma. Lo único que sus compañeros, y cuando ella va a buscar la bebida con el
los inquieta, que les parece extraño, es que en los alrededores filtro finge seguir su juego. El brebaje no surte efecto: lejos de
un gran número de animales salvajes, corno lobos y leo- transformarse en cerdo, Ulises sonríe amablemente y a conu-
nes, que se aproximan con aire de mansedumbre y se frotan desenvaina su espada y se arroja sobre Circe.
contra sus piernas. En medio de su estupor, los marinos recuer- -Eres Ulises -dice ella-, sabía que mi magia no funcio-
dan que quizás están en un mundo al revés donde \as bestias naría contigo. ¿Qué deseas?
Circe los toca con su vara. Inmediatamente recuperan la for- donde jamás amanece. Es el mundo de la noche, de la bru-
ma humana, e incluso lucen más jóvenes, más apuestos que ma constante, donde se encuentra la entrada al infierno.
antes. El paso por el estado de cerdo ha sido una suerte de Esta vez llegará no sólo al límite de lo humano, con el ries-
iniciación, como si fuera necesario remedar el camino que go de olvidar su pasado y su humanidad, sino a las fronteras
conduce a la muerte para ser más joven, bello y vivaz que nlismas del mundo de los muertos. Circe le explica lo que
antes. Es lo que les sucede al tiempo que vuelven a ser hom- debe hacer:
bres. Si Circe los hubiera matado, hubieran perdido el noús, -Detendrás tu nave en tal lugar, avanzarás a pie hasta lle-
el pensamiento: los muertos están totalmente rodeados de gar a una fosa. Llevarás contigo un poco de harina y un car-
noche; ninguno conserva el noús salvo Tiresias, con quien nero. Lo degollarás, esparcirás su sangre y verás alzarse del
nos cruzaremos más adelante. Pero los compañeros de Ulises suelo la multitud de los eido[a, los dobles, los fantasmas, las
no han sufrido la muerte sino una especie de bestialización almas de los que han partido. Reconocerás y llamarás a la de
que los separa del mundo humano, les hace olvidar el pasa- Tiresias: sólo a él le permitirás beber la sangre de tu carnero
pero que luego les otorga un nuevo florecimiento de su para que recupere cierta vitalidad y te diQ'a aué debes hacer.
juventud.
Ulises y Circe vivirán un auténtico idilio. Tal vez tendrán
hijos, como dicen algunos narradores, pero eso no está can- Los sin nombre, los sin rostro
Se aman, hacen el amor. Circe canta con su bella
voz y, naturalmente, Ulises trae a aquellos de sus compañe- En efecto, Ulises y sus compañeros zarpan y se dirigen a ese
ros que se han quedado en el barco. Aunque desconfían, los lugar. Ulises cumple los ritos indicados. Se encuentra ante la
convence sin gran esfuerzo de que no corren peligro. Perma- fosa, ha esparcido la harina y degollado el carnero, la sangre
necen allí durante mucho tiempo. Circe, la hechicera que está preparada. Ve avanzar hacia él la multitud de los que son
tiene el poder de transfornlar en cerdos u otros animales a nadie, outís, como él fingió serlo, los sin nombre, los nónumnoi,
hombres que pasan por allí, no es cruel ni maligna. Hace sin rostro, que ya no son visibles ni son nada. Los que otro-
todo lo posible para que se sientan felices. Sin embargo, los ra fueron individuos, pero de quienes no se sabe más nada,
compañeros de Ulises, que evidentemente no disfrutan de conforman una masa indiferenciada de la cual surge un rumor
los mismos placeres que su jefe porque no tienen acceso al indistinto y aterrador. No tienen el don de la palabra, no ha-
lecho de Circe, empiezan a aburrirse. Cuando le recuerdan producen un ruido caótico. Ulises queda embargado
que debería pensar en el regreso, ella no protesta ni trata de por el terror frente a ese espectáculo que presenta a sus ojos
detenerlo: y oídos la amenaza de una disolución total en un magma infor-
-Si partir, vete -le dice, y le de me, su palabra tan hábil disuelta en un rumor inaudible, su
para un viaje próspero-o Escucha, la gloria, su renombre, su fama olvidados, en peligro de perderse
etapa de tu travesía te llevará al mundo de los Cimerios, en esa noche. Entonces aparece Tiresias.
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Ulises le da de beber y Tiresias le anuncia que volverá a su atrapa y devora a los hombres. Además de navegar entre esos
hogar, donde lo aguarda Penélope. También le comunica no- peñascos y elegir entre los peligros de Escila y Caribdis, pa-
ticias de todos. Agamenón ha muerto. Ulises ve las sombras sarán cerca del islote de las Sirenas. Quien escucha su canto
de alQUnos héroes, la de su madre, reconoce a Aquiles y lo está perdido, porque los marinos no resisten su embrujo y su
de beber un sorbo de esa sangre que de- nave es destruida por los escollos. Desde su nave, Ulises di-
Aquiles habla_ ¡Qué dice en ese momen- visa el peñasco de las cantantes.
to en que el mundo entero canta su gloria, en que su kleos, su ¿Qué hace el ingenioso rey? Trae consigo cera, y al avistar
brilla en todas partes, en que se lo considera el modelo el islote en el que se agazapan las Sirenas, esas aves-mujeres
a tal punto que su superioridad es reconocida en o mujeres-aves, cantantes de bella voz, tapa las orejas de sus
los mismos infiernos? Escuchémoslo: tripulantes para que no las escuchen, pero él no renuncia a
-Preferiría ser el último campesino miserable, hundido escucharlas. No sólo es el hombre de la lealtad y la memoria
en el estercolero, el más pobre a la luz del sol, que Aauiles en sino también, como en el episodio del Cíclope, aquel que
este mundo de tinieblas que es el Hades. quiere saber incluso lo que no debe conocer. No quiere pasar
Lo que dice Aquiles en la Odisea es lo contrario de lo que cerca de las Sirenas sin escuchar su canto, sin saber qué can-
proclamaba en la Ilfada: cuando se le da a elegir entre una tan y cómo lo hacen. Por consiguiente, conserva destapadas
vida breve, gloriosa, y una larga pero sin gloria, responde sin las orejas, pero se hace sujetar al mástil con ligaduras tan
la menor vacilación ni duda que es preferible la vida firmes que no le permiten moverse. Pasa la nave y al acercar-
sa, la muerte heroíca en plena juventud; la gloria de una vida se a la isla se produce lo que los griegos llaman galene: una
son la seducción misma-, y la muerte. Lo que dicen a Ulises -Llegaremos al lugar donde pastan las vacas del Sol, pero
es lo que se dirá de él cuando ya no exista, cuando haya fran- no podemos rnatadas. Son animales sagrados, intocables. El
queado la frontera entre el 11lundo de la luz y el de las tinie- Sol vela por ellos. Comeremos nuestras provisiones y no nos
cuando sea el Ulises de los relatos que hacen los hom- detendremos en la isla.
bres y cuyas aventuras estamos evocando en estas página~ Pero los marineros están agotados. Han corrido graves pe-
Se lo relatan en vida como si ya estuviera muerto, o perdido a varios compañeros, están fati!:rados. rendi-
como si se encontrara en un tiempo y lugar en el cual la fron- dos, y le dicen a Ulises:
tera entre los vivos y los muertos, la luz de la vida y la noche -¡No quieres detenerte porque eres un hombre de hierro!
del más allá, no fuera rígida e inmutable sino incierta, Euríloco habla en nombre de la tripulación:
franqueable. Lo atraen hacia esa muerte que será la consa- -Desembarcamos.
gración de su gloria, esa muerte que Aquiles no desea más, :-Está bien -dice Ulises-, pero sólo comemos las provi-
aunque la deseaba cuando estaba vivo porque sólo ella pue- siones que nos dio Circe.
de darles a los humanos un renombre imperecedero. La hechicera bebe néctar y ambrosía, pero tes ha dado pan
La nave pasa lentamente y Ulises escucha el canto de las y vino, alimentos humanos. Amarran la nave, bajan a la pla-
Sirenas; pugna por liberarse para ir con ellas, pero los mari- ya, comen sus provisiones. Al día siguiente se levanta un vien-
neros ajustan los lazos. Finalmente, la nave se aleja de to huracanado que soplará durante muchos días. No podrán
para siempre y se acerca a los peñascos que se entrechocan. partir, se agotan las reservas, las provisiones. El hambre los
Ulises prefiere Escila en lugar de Caribdis; consecuencia de tortura, les retuerce el vientre.
eso es que el monstruo de seis cabezas y doce patas atrapa a El hambre es una de las entidades que Hesíodo Incluye entre
varios marinos y los devora vivos. Algunos se salvan, pero los hijos de la Noche. Limos, Hambre, es hermano de Crimen,
no son muchos. Poco después llegan a Triclaria, la isla del Oscuridad, Olvido y Sueño. Olvido, Sueño y Hambre: el trío
SoL En efecto, la isla pertenece al Sol, el ojo que todo lo siniestro de potencias nocturnas está al acecho.
ve. Éste posee allí manadas de vacas inmortales, divinas El primero que ataca es el hambre. Al principio recurren a
que no se reproducen. Su número, fijo, corresponde a los la pesca. Consiguen atrapar algunos peces, pero no es sufi-
días del año. No debe variar ni en más ni en menos. Son ciente; no hay casi nada que comer. Ulises se aleja una vez
unos animales magníficos. Una de las revelaciones de más de sus compañeros, asciende a la cima de la isla para ver
Tiresias a Ulises fue la siguiente: "Cuando pases por la isla lo que se pueda y allí se duerme. Una vez más, nuestro Ulises
del Sol, por ningún motivo debes tocar unó de se ve envuelto por la noche del sueño, enviado por los dio-
tropel sagrado. Si no lo haces, tal vez puedas regresar a ses. Mientras duerme, el hambre tiene el campo libre y se
tu hogar. Si tocas uno solo, estás perdido". Naturalmente, dirige a todos por boca de Euríloco:
antes de desembarcar en Triclaria, Ulises recuerda la orden -No nos dejemos morir de inanición. Ahí están· esas her-
y advierte a la tripulación: mosas vacas, con sólo verlas se hace agua la boca.
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\.provechando la ausencia de Ulises, que está encerrado en que la noche sea iluminada por el sol y que donde éste brille
su mundo nocturno y no los vigila, rodean la tropilla. Persiguen se instale aquélla. Apenas se alejan unos metros de la costa,
a varias vacas, las acorralan, las degüeUan y ponen la carne a Zeus oscurece el cielo. La nave está rodeada por la oscuri-
cocer. Hierven algunos trozos, asan otros. En ese momento, en se agitan las olas, el trueno cae sobre la nave, se
lo alto de la colina, Ulises despierta. le llega el olor de la grasa el mástil y en su caída aplasta la cabeza del timonel, quien se
y la carne asada. Presa de angustia, clama a los dioses: precipita al agua. Vapuleada, sacudida, la nave estalla en pe-
-Me habéis engañado, me habéis enviado la oscuridad del dazos. Los compañeros de Ulises parecen animales, azotados
sueño, que no fue un sueño sereno sino de olvido y de muer- por las olas como cornejas. Ulises, aferrado a un trozo de
te, y ahora me encuentro con este crimen. madera de su nave, flotará a la deriva durante nueve días.
a sus compañeros, pero éstos, olvida- Finalmente las olas lo depositarán, totalmente agotado, en
dos de las órdenes y las promesas, sólo piensan en comer. una olava de la isla de Calioso.
Entonces suceden prodigios. Los animales, cortados en tro-
zos y cocidos, siguen mugiendo como si estuvieran vivos. Es-
tán muertos, pero viven porque son inmortales. El sacrificio La isla
fue consumado de manera desviada y culpable, como en una
cacería de animales salvajes, confundiendo lo salvaje con lo Con la nave destruida y los últimos tripulantes azotados por
civilizado. Los prodigios se multiplican, pero los compañeros las olas como cornejas, sólo Ulises consigue escapar. Se afe-
de Ulises comen hasta hartarse y luego se duermen. Se serenan rra a un mástil, un resto de su nave, e inmediatamente la co-
por fuera del espacio y dd tiempo. Cada día es semejante a tiene relaciones privilegiadas con ella, está recluido en la
otro. Vive en una constante intimidad amorosa con Calipso, isla de Calipso. Ante la insistencia de su hija Atenea y en
sin otto contacto, sin otra presencia, en una soledad total ausencia de Poseidón, Zeus toma su decisión: Ulises debe
dos. En un tiempo en el que nada sucede ni cambia, cada volver. Es fácil decirlo, pero CaHpso debe dejarlo partir. Zeus
es idéntico a los demás. Ulises está fuera del mundo. fuera le encomienda la tarea a Hermes, quien acepta de mala gana:
del tiempo. Para él, Calipso es todo amor y ",....,U.'-H.U.'-L.
ha puesto el pie en la isla de Calipso, que es como una
como indica su nombre, que viene del verbo griego especie de ninguna parte, lejos de los dioses y los hombres.
"ocultar") Calipso está oculta en un espacio fuera de todo, y Para llegar es necesario atravesar una enorme extensión de
allí Ulises también está oculto de todas las miradas. agua salada.
Hermes se calza las sandalias que lo vuelven veloz como el
rayo, como el pensanliento. Refunfuüa, dice que cumple la
en miniatura misión por obediencia y a su pesar, pero desembarca en la isla
de Calipso. Maravillado, descubre que ese islote en ninguna
Así comienza el relato de Homero sobre las aventuras de parte es un pequeüo paraíso. Hay jardines, árboles, fuentes,
Ulises. Desde hace diez años, el héroe está oculto en la isla arroyos, flores, grutas bien provistas donde Calipso canta, hila,
de Calípso. Vive con la ninfa, ha llegado al fin de su viaje, teje, hace el amor con Ulises. Hermes, deslumbrado, aborda a
su odisea. Allí todo se anuda, se juega el todo por el todo. En Calipso. Nunca se han visto, pero se reconocen.
efecto, aprovechando que el dios Poseidón, que persigue a -y bien, mi querido Hermes, ¿por aué has venido? Este
Ulises con tanto rencor y odio, está desprevenido, Atenea se encuentro no es habitual.
decide a intervenir. Poseidón ha partido al país de los Etío- -Efectivamente -dice Hermes-, si fuera por mí, no hu·
pes, como hace con frecuencia, para participar del banquete biera venido, pero traigo una orden de Zeus. Está resuelto,
de esos seres míticos, siempre jóvenes, de los que se despren- debes permitir la partida de Ulises. Zeus piensa que no hay
de un perfume de violetas, que desconocen la podredumbre. razón para que Ulises, entre todos los héroes de Troya, sea el
Ni siquiera deben trabajar, porque todas las mañanas encuen- único que no vuelva a su hogar.
tran alimentos animales y vegetales en un prado, ya cocidos, -No me vengas con cuentos -responde Calipso-. Sé
como en una edad de oro. Viven en los dos extremos del por qué queréis que libere a Ulises. Los dioses sois unos
mundo, el Oriente y el Occidente. Poseidón los visita en miserables, peores que los hunlanos, sois celosos. No sopor-
ambos confines, come y se regocija con ellos. Atenea apro- táis la idea de que una diosa viva con un mortal. Os altera
vecha la ocasión para decirle a su padre Zeus que la situa- que yo viva desde hace años tranquilamente con este hom-
ción no puede continuar: todos los héroes griegos que no mu- bre en mi lecho.
rieron en tierra troyana o en el mar durante el regreso están Sin embargo, la ninfa sabe que no tiene opción, y agrega:
en sus hogares, con sus esposas. Sólo el piadoso Ulises, que -Está bien. lo devolveré.
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Hermes regresa al Olimpo. A partir de entonces, el relato con una sonrisa lromca. El joven Titono arribó al palacio de
mismo empieza a oscilar. La travesía alejaba a Ulises del Aurora en el Olimpo con el privilegio de no morir jamás,
mundo de los hombres, lo conducía al país de los muertos, d pero al cabo de cierto tiempo se había vuelto un anciano. A
de los Cimerios, la última frontera dd mundo de la luz, d los ciento cincuenta o doscientos años, apergaminado como
mundo de los vivos. Actualmente se encuentra fuera de todo un insecto, no podía hablar ni moverse, ni comer. Era un es-
en esa suerte de paréntesis de divinidad, aislado en medio pectro viviente.
del mar. Su peregrinar se había congelado en ese dúo de amor
solitario con Calipso durante casi diez años.
¿Qué hacía Ulises cuando Hermes conversaba con Calipso Olvido
en su gruta? Se hallaba solo sobre un promontorio, frente al
mar inconmensurable que se extendía frente a él, y lloraba. Se que le ofrece Calipso a Ulises es convertirlo en un dios,
disolvía en lágrimas, en·el sentido literal de la palabra. Toda la un inmortal siempre joven. Para evitar la partida de los ma-
vitalidad húmeda que había en él brotaba por sus ojos, su piel, rinos de Ulises, Circe los había transformado en animales, por
hasta más no poder. ¿Por qué? Porque conservaba en su cora- debajo de lo humano. Calipso le propone metamorfosearlo
zón el recuerdo de su vida pasada, de Ítaca y de su esposa no en animal sino en dios, con el mismo fin, que olvide Ítaca
Penélope. Calipso no podía desconocer que Ulises pensaba en y a Penélope. El drama, el nudo, de esta historia es el dile-
el regreso, que era el hombre del regreso. Pero tenía la espe- ma de Ulises. Ha conocido la muerte, la ha visto en la isla
ranza de hacerle "olvidar d regreso", actuar de suerte tal que de los Cimerios; en la boca del infierno y también en tomo
-Tu padre es un hombre muy astuto, lleno de ardides. Es- sin nombre porque han perdido su identidad, o la existencia
toy seguro de que regresará, así que prepárate, porque nece- mortal, por cierto, pero en la que se reencontrará a sí mismo,
sitará tu ayuda. Viaja a las demás ciudades griegas en busca memorable, coronado de gloria. Ulises le dice a Calipso que
de noticias. No permanezcas inactivo, acn.ía. quiere volver.
Telémaco responde que no está seguro de que se trate Ya no siente deseo, Himero ni eros, por esa diosa encerrada
su padre. Penélope, su fi1adre, le ha dicho que es hijo de con la que vive en intimidad desde hace diez años. Si com-
pero él no lo ha visto. En efecto, Ulises partió cuan- parte su lecho es porque ella lo quiere. Él no. Su único deseo
do Telémaco tenía unos meses de vida. es recuperar su vida mortal, incluso morir. Su Hímero se diri-
Telémaco tiene veinte años, y hace veinte años que Ulises ge hacia la vida mortal, que desea consumar.
partió. Le dice a Atenea que su padre es un desconocido, y -¿Estás tan apegado a Penélope que la prefieres a mí?
no sólo para él; por voluntad de los dioses, es un ser que na- ¿Crees que es _más bella que yo? -pregunta Calipso.
die ha visto ni escuchado, invisible e inaudible. Ha desapa- -Pero no, en absoluto -responde Ulises-. Tú eres una
recido como si las Harpías se lo hubiesen llevado del mundo diosa, eres magnífica, más maravillosa que Penélope, lo sé bien.
de los hombres. Nadie sabe qué ha sido de él. Pero Penélope es Penélope, mi vida, mi esposa, mi patria.
-Si al menos hubiera muerto en combate en tierra griega -Está bien, comprendo -dice Calipso.
o cuando regresaba con sus naves, sus camaradas lo hubieran Entonces cumple la orden y lo ayuda a fabricar una balsa.
traído. Entonces le hubiéramos erigido un túmulo con una Juntos talan árboles y los sujetan para construir una balsa sóli-
serna, una lápida con su nombre. Así estaría siempre con no- da con un mástiL Ulíses se despide de Calípso y comienza una
sotros. Hubiera legado a su hijo y a su familia una gl~ria im- nueva serie de aventuras.
perecedera, kleos áphthiton. Pero ha desaparecido del mUil-
borrado, devorado, akleos, sin gloria.
La oferta de Calinso es la inmortalidad y la Juventud eter- Desnudo e invisible
sin que nadie hable de él ni escu-
che su nombre; por cierto, sin que ningún poeta cante su Navega sobre su balsa. Todo marcha bien. Después de mu-
ria. Como dice Píndaro en uno de sus poemas, una gran haza- chos días de navegación, Ulises ve una meseta que se alza
ña no debe permanecer (¡oculta". Es el mismo verbo, sobre el mar: la isla de los Feacios. En ese momento, Poseidón,
donde deriva el nombre de Calípso. Para existir, la hazaña luego del banquete con los Etíopes, vuelve al Olimpo. Desde
requiere el canto de un gran aedo. lo alto del cielo divisa una balsa con una vela atada al mástil
Desde luego, si Ulises permanece con Calipso no habrá y reconoce a Ulises. Monta en una cólera aterradora. Hacía
por lo tanto no habrá Ulises. Éste es el dilema: la in- diez años que nadie hablaba de ese sujeto, pero ahora com-
mortalidad anónima, sin nombre, lo cual significa que Ulises prende que los dioses han resuelto otra cosa y Zeus ha zanja-
será sen1ejante a los muertos del Hades, a los que se llama do la cuestión. No puede soportarlo. Destruye la balsa y he
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aquí que Ulises se encuentra nuevamente a merced de olas pero nadie viene a visitarlos, ningún forastero humano pasa
desencadenadas y se apresta a morir. En ese momento, feliz- por allí. En cambio, los dioses suelen hacerlo y presentarse
mente, lo descubre otra divinidad, lno Leucótea, la diosa como son, sin necesidad de disimular.
blanca, que suele aparecer en medio de las grandes tempes- Oculto en la foresta, Ulises duerme hasta el alba. En el pala-
tades para salvar a los náufragos. Le arroja una cio real, el rey tiene una hija de quince o dieciséis años. Está
rón, y le dice: en edad de casarse, pero en Feacia n0 es fácil hallar a un hom-
-Colócatela y no morirás. Quítatela antes de poner pie bre que responda a lo que pretende su padre de un yerno. Du-
en tierra. rante la noche eUa ha tenido un sueño, sin duda enviado por
Ulises torna la faja, nada con dificultad, se acerca a la cos- Atenea. Ha soñado con un esposo. Por la mañana, llama a sus
ta, pero cada vez que trata de ganarla lo rechaza el reúnen toda la ropa blanca de la casa y la llevan a
Finalmente, un poco más allá, divisa una especie de caleta en las aguas cristalinas de un río. Luego extienden las
donde desemboca un río, un torrente. Allí las olas no se es- bellas telas, los paños y las vestimentas sobre rocas para que se
trellan contra las rocas. Nada hasta ahí y ya es de noche, no sequen. Han cargado toda esa ropa sucia sobre un carro tirado
puede más, está agotado. Arroja de sí el talismán, se tamba- por animales. Lavada la ropa, las niñas juegan con un balón.
Lea sobre la orilla hasta una pendiente, se tapa con unas ho- Una sirvienta torpe deja caer al río el balón que Nausícaa le
jas caídas y se pregunta quién vive ahí, qué nuevo peligro lo ha arrojado. Las niñas lanzan gritos agudos.
acecha. Está resuelto a no dormir, a no pegar un ojo a pesar Ulises despierta, sobresaltado, aparta las hojas y contem-
de su agotamiento. Ha pasado noches sin dormir y su piel la escena. Está desnudo, su aspecto es espantoso. Como
dos, del rey, la reina y Nausícaa, como lo había hecho de ra de que Penélope elija a uno de ellos, aunque ella no lo
Calipso y Circe. La nave vuelve a las aguas humanas. Desde desea. Ha recurrido a mil ardides: en principio ha dicho que
ese mundo de ninguna parte donde ha llegado hasta las fron- no puede volver a casarse sin tener la certeza de que su espo-
teras de lo humano, la nave lo devuelve a las márgenes de la so ha muerto_ Luego ha dicho que no puede casarse antes de
luz y la vida, a su patria, su hogar, tejer una mortaja para su suegro, una tela en la cual lo envol-
verán. Ahora se encuentra en los aposentos de las mujeres,
mientras los pretendientes realizan en la gran sala sus ban.-
Un equívoco quetes, se acuestan con las sirvientas que han traicionado a
sus amos y cometen mil locuras.
Una vez a bordo, Ulises se duerme y el barco navega por sus En su recámara, Penélope teje de día, pero a la noche
medios. Los marinos Feacios llegan a una playa de Ítaca don- deshace toda su labor. Así ha burlado a los pretendientes du-
de se alzan un olivo, una gruta de ninfas y unos acantilados. rante casi dos años con el argumento de que la labor no esta-
Es una suerte de puerto natural entre dos altos muros de roca. ba terminada. Pero una sirvienta ha revelado el engaño a los
Los Feacios dejan a UHses dormido sobre la playa, bajo el pretendientes, que exigen su decisión. Naturalmente, lo que
olivo, y se van por donde han venido. En lo alto del cielo, Atenea quiere evitar es que Ulises repita el error de
Poseidón ha visto todo. Lo han burlado una vez más: Ulises Agamenón, que se presente bajo su verdadera identidad y
ha regresado. El dios decide vengarse de los Feados. Cuando caiga en la trampa tendida por aquellos que lo aguardan. Por
la nave vuelve a Feacia, da un golpe con su tridente y ésta se lo tanto, debe presentarse de incógnito. Para que no lo reco-
uno de esos pordioseros que suplican alimentos, soportar to- aleja rápidamente. El perro muere, Eumeo no advierte nada.
das las injurias mientras evalúa la situación y trata de echar Siguen su camino. En el umbral del palacio se encuentran
mano de su arco. Intentará obtener disimuladamente ese arco con otro mendigo, Ira, de apariencia más joven que Ulises.
que sólo él es capaz de tensar para matar a los pretendientes. Ira es el mendigo titular: desde hace meses recibe las bromas
En los portales del palacio se cruza con el anciano porque- y los golpes durante el banquete de los pretendientes. Incre-
rizo Eumeo. Le pregunta quiénes son esos hombres en su mo- pa a Ulises, tomándolo por mendigo como él:
rada. Él responde: -¿Qué haces aquí? Vete, éste es mi lugar, aquí no conse-
-Mi amo Ulises partió hace veinte años y no se sabe nada guirás nada.
de éL Es una desgracia terrible, todo se hunde. Los preten- -Ya veremos -responde Ulises.
dientes andan por todas partes, la casa está en ruinas, ro- Entran juntos. El festín está en su apogeo, los sirvientes ofre-
ban los alimentos y las manadas. Todos los días me envían a cen comida y bebida a los pretendientes. Ríen al ver dos men-
buscar lechones para comer, es espantoso. digos. Ira provoca a Ulises, para diversión de los pretendien-
Sobre un estercolero cerca de la puerta, donde se echan tes, convencidos de que el más joven vencerá fácilmente al
por la mañana los desperdicios del palacio, está tendido un más vjejo. Al principio, Ulises se niega a pelear, pero <acaba
perro, Argos. Tiene veinte años y se parece a Ulises, es su por aceptar el pugilato. Todos los miran. Ulises recoge un poco
canino, por lo repugnante, pulgoso, débil hasta el pun- su túnica y los pretendientes descubren que ese viejo reblan-
to de que casi no puede moverse. decido tiene los muslos firmes: el desenlace del combate tal
-¿Cómo era ese perro cuando era joven? -pregul).ta Ulises vez no será el previsto. Comienza la pelea y en menos tiempo
a Eumeo. del que se necesita para relatarlo, Utises derriba a Ira, sin usar
-Ah, era extraordinario, un perro de caza que perseguía demasiada fuerza, en medio del clamor jubiloso de los presen-
las liebres y nunca dejaba de atraparlas. tes. Ulises arroja a Ira del palacio, pero a continuación sufre
-Ah, qué bien -dice Ulises, y sigue avanzando. El viejo varias injurias y humillaciones. Uno de los pretendientes no se
Argos levanta un poco el hocico y reconoce a su amo, pero a zaherirlo con palabras: arroja una pata de vaca que lo
sólo tiene fuerzas para agitar un poco el rabo y alzar las orejas. con fuerza en el hombro. Telémaco pone {in a esa di-
advierte que ese perro viejo, decrépito como él, lo versión:
ha reconocido como lo hacen todos los perros: por el olfato. -Ese hombre es mi huésped, que nadie lo injurie ni maltrate~
Los humanos, para reconocer a Ulises después de tantos al10S
y tantos cambios, necesitarán sémata, señales, indicios que
les sirvan de pruebas. Reflexionarán sobre ellos para recons- Una r1r/l~"..", delata a
truir la identidad de Ulises. El perro no necesita nada de eso:
husmea a su amo y lo reconoce al instante. AL ver a su viejo
se cta a conocer a varias personas, cuya ayuda requie-
perro, Ulises está conmovido, al borde de las lágrimas, y se re. En primer lugar a Telémaco, que ha regresado de una ex-
134 ÉAASE UNA VEL EL UNIVERSO, LOS DIOSES, LOS HOMBRES
ULISES ° lA AVENTURA HUMANA
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Taller "El mito filosófico y literario" · Primeras Jornadas "Escuelas, Filosofías e Infancias" · Bahía Blanca, 27 al 29 de mayo de 2009
pedlClon que había emprendido para recoger noticias de su quien no sabía si estaba vivo y ni siquiera si era el suyo a
A su regreso ha burlado una emboscada que le habían pesar de lo que le habían dicho: con esa presencia de carne y
tendido los pretendientes. Éstos querían matarlo para poder hueso, Ulises se siente reconfortado en su identidad de pa-
desposar a Penélope sin otro obstáculo. Desposar a Penélope y Telémaco confirmado en la suya de hijo. Ambos se con-
es meterse en el lecho de Ulises, la cama real, y convertirse vierten en los dos términos de una relación social, humana,
en rey de Ítaca. Advertido por Atenea, Telémaco evita la constitutiva de su identidad.
trampa, desembarca en un lugar donde no lo esperan y va Con ayuda de Eumeo y Hlecio, se dedicarán a tramar la
directamente a la casa de Eumeo. venganza. Mientras tanto, el plan de Ulises ha estado a pun-
Primer encuentro de Telémaco y Ulises. Eumeo parte para to de fracasar. Penélope ha mandado llamar al viejo mendigo
avisar a Penélope que su hijo está vivo. Ulises y Telémaco de cuya presencia está enterada por Telémaco y por la nodri-
están solos en la choza del porquerizo, cuando aparece za Euridea, quien le ha hablado de la grosería de los preten-
Atenea. Ulises la ve; los perros olfatean su presencia, están dientes para con éL Lo recibe como a todos los que pasan por
aterrados, se les erizan los pelos, meten el rabo entre las pa· el reino para pedirle nuevas de Ulises. Naturalmente, él le
tas, se ocultan debajo de la mesa. Telémaco no lo advierte. cuenta una de sus mentiras habituales:
La diosa invita a Ulises a salir. Lo toca con su varita mágica y -Lo vi hace veinte años, cuando partió hacía Troya. Pasó
Ulises recupera su antiguo aspecto. Ya no es horrible de ver por nuestro país y mi hermano Idomeneo fue con él. Yo era
sino semejante a los dioses que pueblan el vasto cielo. Al demasiado joven para ir a la guerra, pero le hice muchos
verlo entrar en la choza, Telémaco no da credito a sus ojos:
-De ninguna manera -responde Penélope-. Tiene las Se sienta en un rincón oscuro para que nadie lo vea. La
manos y los pies que Ulises debe de tener ahora, después de nodriza trae agua tibia en un recipiente, toma el pie de Ulises
veinte años de padecimientos, si es que aún vive. en la oscuridad, pero su mano roza la rodilla, palpa la cica-
La identidad de Ulises es sumamente problemática. No sólo triz, deja caer el recipiente, el agua se derrama. Va a gritar,
está disfrazado de mendigo sino que, habiendo partido cuan- pero Ulises le tapa la boca con una mano y ella comprende.
do tenía veinticinco años, ahora tiene cuarenta y cinco. Aun- Echa una mirada a Penélope para decirle con los ojos que ese
que sus manos sean las mismas, no son idénticas. Es el mismo hombre es Ulises. Atenea se asegura de que las miradas no se
y a la vez muy distinto. No obstante, la nodriza piensa que se crucen y Penélope no se entere de nada.
le parece: -Mi pequeño Ulíses -murmura Euriclea-, ¿cómo no te
-De todos los que han pasado por aquí, viajeros o mendi- reconocí desde el principio?
gos, que hemos Te~ibido como huéspedes, tú me recuerdas a Ulises la obliga a callar. Ella lo ha reconocido, pero
Ulises más que ninguno. Penélope debe ignorar todo. Mostrará su cicatriz al porque-
-Sí, sí, ya me lo habían dicho -responde Ulises. Piensa rizo y al boyero para demostrar quién es él.
que al lavarle los pies, Euriclea verá cierta cicatriz revelado-
ra, y su plan puede fracasar.
Cuando Ulises era un joven de quince o dieciséis años fue Tensar el arco
a la casa de su abuelo materno para realizar su iniciación como
kouros, el paso de la infancia a la edad adulta; el jov~nj arma- Inspirada por Atenea, Penélope decide que debe poner fin al
do con una lanza, acompañado por sus primos, debía enfren- saqueo de su casa. Celebrará un certamen. Desciende de sus
tar y vencer a un gran jabalí. Y lo hizo, pero la bestia le abrió aposentos, embellecida por la diosa, para anunciar a los pre-
una herida profunda a la altura de la rodilla. Había regresa- tendientes y a Ulises, subyugados por la admiración, que ha
do muy orgulloso de esa cicatriz, la había ostentado mientras resuelto abandonar su retiro.
relataba toda la aventura y describía los regalos que había -Aquel que sea capaz de tensar el arco de mi esposo y
recibido. Desde luego, Euriclea había sido una de las prime- enviar una flecha a través de los blancos que colocaremos en
ras en escucharlo porque era la nodriza: anteriormente, cuan- la gran sala será mi marido y la cuestión quedará resuelta.
do el abuelo Autólico fue a conocer a su nieto recién nacido, Por consiguiente, ya podemos disponer la boda, decorar la
ella tomó al niño sobre sus rodillas y le pidió que escogiera casa y preparar la fiesta.
su nombre. De allí venía el nombre de Ulises. Puesto que una Los pretendientes están encantados: cada uno está convenci-
de sus funciones era lavar los pies de los huéspedes, Euridea do de que será capaz de tensar el arco. Penélope envía a Eumeo
debía saber reconocerlos. Ulises pensó: "Si ve la cicatriz, com- con el arco y el carcaj lleno de flechas que ha sacado de su es-
prenderá. Será un serna, un signo de que soy Ulises, mi carac- condite. Se retira inmediatamente a sus aposentos. Se tiende en
terís tic a" . su lecho y Atenea le envía un sueño sereno y reparador.
138 ÉRASE UNA VEZ-.- EL UNIVERSO, LOS DIOSES, LOS HOMBRES UUSES o LA AVENTUR..... HUMANA 139
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Ulíses hace cerrar las puertas de la vasta sala para que nadie La sala está llena de sangre. En sus aposentos, renelope no
salir y los pretendientes no puedan obtener armas. Co- ha visto ni escuchado nada porque Atenea le ha enviado el
mienza la gran ceremonia del arco. Todos tratan vanamente sueño. Retiran los cadáveres de los pretendientes, lavan y
de tensarlo. También fracasa Antínoo, el que estaba más segu- purifican la sala, ponen orden. Ulises averigua cuáles sirvien-
ro de lograrlo. Telémaco anuncia que íntentará la hazaña, lo tas se han acostado con los pretendientes y ordena que las
cual significaría que de alguna manera él es Ulises, que su ma- Las ahorcan como perdices, todas de una misma
dre permanecerá bajo su autoridad y no volverá a casarse. Tra- cuerda. Cae la noche. Al día siguiente, fingen preparar la boda
ta de hacerlo, está a punto de lograrlo~ pero fracasa como los para que los padres de los pretendientes no sospechen que
demás. Ulises toma el arco, y aún con su apariencia de mendi- sus hijos han muerto. Cierran la casa como si la preparasen
go dice que lo intentará. Los pretendientes lo injurian: para una boda. Por toda la casa suena la música, los ruidos de
-¿ Estás loco, has perdido la cabeza, pretendes desposar a la fiesta. Euriclea sube los peldaños de cuatro en cuatro para
la reina? rlpct;Jertar a
Penélope dice que en su caso no es cuestión de casarse con -Desciende, Los pretendientes han muerto, Ulises ha re-
ella sino sólo de demostrar su destreza con el arco. Ulises gresado.
que evidentemente no pretende casarse sino sólo de- t'enelope no le cree:
mostrar sí aún conserva la destreza de antaño. -Si otra me viniera con esos cuentos, la echaría de la casa.
-Te burlas de nosotros -dicen los pretendientes, pero No juegues con mi esperanza V mi dolor.
Penélope insiste: La nodriza insiste:
piensa que ese anciano no tiene nada que ver con su Ulises. permitido superar las pruebas que los pretendientes le hicie-
Su posición es diferente de la de los demás. Con el regreso ron padecer.
de Ulises, ellos recuperan un estado social determinado. -Si este hombre es el único y auténtico ullses, nos reco-
Telémaco necesitaba un padre: cuando aparece Ulises, se noceremos porque existe un signo secreto y seguro, un signo
convierte en su hijo. El padre de Ulises recupera a un hijo. irrefutable que sólo él y yo conocemos.
Los sirvientes despojados de su amo necesitaban la restau- Ulises sonríe, se dice que todo está bien. Ella, astuta, al
ración de la relacióh social en la cual se basaba su estado. llegar la noche pide a los sirvientes que traigan la cama de su
En cuanto a Penélope, no necesita un marido, nó es un es- estancia para Ulises, porque no van a dormir juntos. Al escu-
poso lo que ella busca, desde hace años tiene a un centenar char esas órdenes, Ulises monta en una cólera tremenda:
de hombres pegados a sus faldas, pretendiendo ese título y -¿Cómo, traer esa cama? ¡No deberían poder desplazarla!
tratando de hacerla tropezar. No quiere un marido sino a -¿Por
Ulises. Quiere a ese honlbre. Más precisamente, quiere al -Porque yo mismo construí esa cama -exclama Ulíses-.
"Ulises de su juventud". Ninguno de los signos que con- Una de sus patas es un olivo que conserva sus raíces en la
vencen a los demás, signos conocidos como la cicatriz o el tierra. Yo lo tallé y le corté las ramas, pero le dejé las raíces
tiro con el arco, son para ella prueba suficiente de que se intactas y a partir de él construí la cama. No es posible mo-
trata de su Ulises. Otros hombres podrían presentar esos verla.
signos. Ella quiere a Ulises, un individuo en particular que Al escucharlo, Penélope se arroja a sus brazos:
fue su esposo y desapareció durante veinte años; es necesa- -Tú eres Ulises.
rio colmar ese hueco de veinte años. Ella quiere tina señal Por cierto, la pata de esa cama tiene muchos significados. Es
secreta que sólo ellos dos conocen, y esa señal existe. Debe fija inmutable. La inmutabilidad de esa pata del lecho nup-
t
ser lnás astuta que Ulises. Sabe que él es capaz de mentir, y cial refleja la del secreto que ambos comparten, la virtud de
entonces le tenderá una trampa. ella, la identidad de éL Al mismo tiempo, la cama en la cual se
reconocen es la confirmación y consagración del héroe en su
función de rey de Ítaca. La cama en la que duermen la reina y
secreto compartido el rey hunde sus raíces en lo más profundo de la tierra de Ítaca.
Representa los derechos legítimos de la pareja de reinar sobre
Ese mismo día, un poco más tarde, Atenea devuelve a Ulises esa tierra, de ser un rey y una reina de justicia, en relación con
sus propios rasgos: es él, veinte años mayor. Se presenta fren- la tierra fecunda y las manadas. Aun más, ese signo secreto
te a Penélope en todo su esplendor de héroe, y ni siquiera que sólo ellos conocen y conservan en la memoria a pesar de
entonces ella lo reconoce. Telémaco se enfurece con ella. los años transcurridos evoca aquello que los une y los convier-
Euriclea también. Le reprochan que tiene un corazón de pie- te en pareja, la homofrosune, la comunidad de pensamiento.
dra. Pero es precisamente ese corazón de hierro lo que le ha Cuando Nausícaa le habló de casamiento, Ulises le dijo que
142 ÉRASE UNA VEZ... EL UNIVERSO, LOS DIOSES, LOS HOMBRES UUSES O LA AVENTURA HUMANA 143
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era lo más importante para un hombre y una mu- cómo Laertes le ensefíó a cultivar la tierra para que crezcan
jer al casarse: la concordia del pensamiento y los sentimientos y árboles. El anciano Laertes nuevamente estalla en
de los esposos. Eso representa el lecho esta vez de felicidad, y cae en los brazos de Ulises. El
Podría ser el [in de la historia, pero no es así. Laertes, el que parecía un puerco se siente nuevamente el rey Laertes.
de Ulises, aún no está enterado del regreso de su hijo. Así corno Ulises se presentó frente a Telémaco como un pa-
Ulíses tiene un hijo, una esposa en cuyos ojos lee la fidelidad se sitúa como un niño frente a Laertes. El resultado no se
tiene sirvientes. Antes de terminar la historia, Ulises hace esperar. Laertes entra en la casa y cuando vuelve a salir
se presenta a su padre. Ha dejado de lado el disfraz de mendi- resplandece corno un dios. Atenea ha pasado por allí. Cuando
go y quiere ver si su padre lo reconoce se reintegra a la relación social que 10 une con su hijo vuelve a
años. ¿Es el mismo Ulises veinte años ser como antes, maíestuosamente bello como un dios.
to al que se ha retirado su padre, solita no, desgraCiado, a
la tierra con dos esclavos y una esclava. Laertes se
encuentra en el mismo estado que Argos en su estercolero y presente recuberado
que Ulises mismo cuando mendigaba en su palacio. Cuando
Laertes le pregunta qué quiere, y Ulises empieza con En el palacio y en la ciudad, la pata de olivo está
sus mentiras. en el corazón de la tierra de Ítaca, en el jardín, en el campo,
-Soy un forastero. -Finge tomar a su padre por un escla- en toda esa vegetación cuidadosamente cultivada: he ahí el
vo-. Estás sucio como un cerdo, tu atuendo es lamentable, vínculo entre el pasado y el presente. Los árboles otrora plan-
HOMERO
Odisea
Edición de José Luis Calvo
Traducción de José Luis Calvo
n\I)I::CI\ I \ FDleto'\
es
r_1 No la tierra de los CfcJopcs, sino una isla cercana donde Odisea ama-
rra su escuadra y desde: donde, con una sol.a nave. 5C dirige: a la ticrr:a de Jos 0-
dopes. Cfr. los vv. 54J Yss.
[ , 7' J
cendimos sobre la orilla del mar y esperamos a la divina Eos 150 come trigo, sino a una cima cubierta de bosque de las elevadas
durmiendo allí. montañas que aparece sola, destacada de las otras. Entonces
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»y cuando se mostró Eos, la que nace de la mañana, la de ordené al resto de mis fieles compañeros que se quedaran allí
dedos de rosa, deambulamos llenos de admiración por la isla. a la nave y que la botaran.
»Entonces las ninfas, las hijas de Zeus, portador de égida, )Yo escogí a mis doce mejores compañeros y me puse en
agitaron a las cabras montaraces para que comieran mis com- camino. Llevaba un pellejo qf' cabra con negro, agradable
pañeros. Así que enseguida sacamos de las naves los curvados me había dado lVlarón, el hijo de Evanto, el sacerdote de
arcos y las lanzas de largas puntas, y ordenados en tres grupos protector de Ismaro, porque lo había yo salvado junto
comenzamos a disparar, y pronto un dios nos proporcionó con su hijo y esposa respetando su techo. Habitaba en el bos-
abundante caza. Me seguían doce naves, y a cada una de 'ellas que arbolado de Febo Apolo y me habia donado regalos exce- 200
tocaron en suerte nueve cabras, y p:l:~ iní solo tomé diez. Así 160 lentes: me dio siete talentos de oro bien trabajados y una cráte-
estuvimos todo el día hasta el sumergirse de Helios, comiendo ra toda de plata, y, además, vino en doce ánforas que
innumerables trozos de carne y dulce vino; que todavía no se vino agradable, no mezclado, bebida divina. Ninguna de las
había agotado en las naves el dulce vino, sino que aún queda- esclavas ni de los esclavos de palacio conocian su existencia,
pues cada uno había guardado mucho en las ánforas cuan- sino sólo él y su esposa y solamente la despensera. Siempre
do tomamos la sagrada ciudad de los Cicones. que bebían el rojo, agradable vino llenaba una copa y vertía
»Echamos un vistazo a la tierra de los Ciclopes que estaban veinte medidas de agua, y desde la crátera se esparcía un olor 210
cerca y vimos el humo de sus fogatas y escuchamos el vagido delicioso, admirable; en ese momento no era agradable
de sus ovejas y cabras. Y cuando Helios se sumergió y sobrevi- de allí. De este vino me llevé un gran pellejo lleno y también
no la oscuridad, nos echamos a dormir sobre la ribera del mar. provisiones en un saco de cuero, porque mi noble ánimo ba-
»Cuando se mostró Eos, la que nace de la mañana, la de de- 170 rruntó que marchaba en busca de un hombre dotado de gran
dos de rosa, convoqué asamblea y les dije a todos: fuerza, salvaje, desconocedor de la justicia y de las leyes.
[ 174]
diafragma contiene el hígado y la tenté con mi mano. Pero me Luego que hubo realizado sus trabajos agarró a dos compañe-
contuvo otra decisión, pues allí hubiéramos perecido también ros a la vez y se los preparó como cena. Entonces me acen
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nosotros con muerte cruel: no habríamos sido capaces de reti- le dije al Cíclope sosteniendo entre mis manos una copa
rar de la elevada entrada la piedra que había colocado. Así que negro vino:
llorando esperamos a Eos divina. Y cuando se mostró Eos, la »"iAquí, Cíclope! Bebe vino después que has comido carne
nace de la mañana, la de dedos de rosa, se puso a encender para que veas qué bebida escondía nuestra nave. Te
a ordeñar a sus insignes rebaños, todo por orden, lo- he traído como libación, por 'si te compadecías de mí y me
una colocó un recental. Luego que hubo realizauu enviabas a casa, pues estás enfurecido de forma ya intolerable. 350
sus trabajos, agarró a dos compañeros a la vez y se los preparó 310 ¿cómo va a llegarse a ti en adelante ninguno de los nu-
como desayuno. Y cuando había desayunado, condujo fuera de merosos hombres? Pues no has obrado como te corresponde."
la cueva a sus gordos rebaños retirando con facilidad la gran »Así hablé, y él la tomó, bebió y gozó terriblemente bebien-
piedra de la entrada. Y la volvió a poner como si colocara la do la dulce bebida. Y me pidió por segunda vez:
tapa a una aljaba. Y mientras el Cíclope encaminaba con gran }}"Dame más de buen grado y dime ahora ya tu nombre para
estrépito sus rebaños hacia el monte, yo me quedé meditando que te ofrezca el don de hospitalidad con el que te vas a ale-
males en lo profundo de mi pecho: isi pudiera vengarme y grar. Pues también la donadora de vida, la Tierra, produce
Atenea me concediera esto que la suplico .. .! los Ciclopes vino de grandes uvas y la lluvia de Zeus se
» y ésta fue la decisión que me pareció mejor. Junto al esta- hace crecer. Pero esto es una catarata de ambrosía y
blo vacía la enorme clava del Cíclope, verde, de olivo; la había néctar."
para llevarla cuando estuviera seca. Al mirarla la com- 320 },Así habló, y yo le ofrecí de nuevo rojo vino. Tres veces se 360
parábamos con el mástil de una negra nave de veinte bancos lo llevé y tres veces bebió sin medida. Después, cuando el
remeros, de una nave de transporte amplia, de las que reco- vino había invadido la mente del Ciclope, me dirigí a él con
rren el negro abismo: así era su longitud, así era su anchura al dulces palabras:
[17 6]
aguda estaca de olivo y se la clavaron arriba en el ojo, y yo ha-
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146 La locura. Es el único pasaje donde se la llama así. Sobre los dioses que la
envían y su tipología como fenómeno religioso, cfr. José Luis Calvo Martínez,
«Sobre la manía y el entusiasmo», EméritaJ 1973, 157-82.
Ulíses escapa de Polifemo asido a un carnero
[178 ]
»El Cíclope gemía y se retorcía de dolor, y palpando con las guro-- de la muerte. ¡Ojalá tuvieras sentimientos iguales a los
manos retiró la piedra de la entrada. Y se sentó a la puerta, las míos y estuvieras dotado de voz para decirme dónde se ha es-
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manos extendidas, por si pillaba a alguien saliendo afuera en- condido aquél de mi furia! Entonce sus sesos, cada uno por un
tre las ovejas. iT an estúpido pensaba en su mente que era lado, reventarían contra el suelo por la cueva, herido de muer-
Entonces me puse a deliberar cómo saldrían mejor las cosas 420 te, y mi corazón se repondría de los males que me ha causado 460
-isi encontrara el medio de liberar a mis compañeros y a mí el vil Nadie."
mismo de la muerte ... ! Y me puse a entretejer toda clase de »Así diciendo alejó de sí al camero. Y cuando llegamos un
engaños y planes, ya que se trataba de mi propia vida. Pues un poco lejos de la cueva y del corr~l, yo me desaté el primero de
gran mal estaba cercano. Y me pareció la mejor esta decisión: debajo del carnero y liberé a mis compañeros. Entonces hici-
los carneros estaban bien alimentados, con dens~s vellones, mos volver rápidamente al ganado de finas patas, gordo por la
hermosos y grandes, y tenían una lana color violeta. grasa, abundante ganado, y lo condujimos hasta llegar a la
los até en silencio, juntándolos de tres en tres, con mlmbres nave.
bien trenzadas sobre las que dormía el Cíclope, el monstruo de )Nuestros compañeros dieron la bienvenida a los que había-
el carnero del medio llevaba a un hom- mos escapado de la muerte, y a los otros los lloraron entre ge-
y los otros dos marchaban a cada lado, salvando a mis 430 midos. Pero yo no permití que lloraran, haciéndoles señas ne-
compañeros. Tres carneros llevaban a cada hombre. gativas con mis cejas, antes bien, les di órdenes de embarcar al
»)Entonces yo ... había un carnero, el mejor con mucho de abundante ganado de hermosos vellones y de navegar el sali- 470
todo su rebaño. Me apoderé de éste por el lomo y me coloqué no mar.
bajo su velludo vientre hecho un ovillo, y me mantenía con »Embarcáronlo enseguida y se sentaron sobre los bancos, y,
ánimo paciente agarrado con mis manos a su divino vellón. sentados, batían el canoso mar con los remos.
Así aguardamos gimiendo a Eos divina, y cuando se mostró la »Conque cuando estaba tan lejos como para hacerme oír si
que nace de la mañana, la de dedos de rosa, sacó a pastar a los gritaba, me dirigí al Cíclope con mordaces palabras:
[181]
compañeros intentaban impedírmelo con dulces palabras a su bien edificada morada y a su tierra patria, que regrese de
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Título original de la obra: '08úaalu«
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HOMERO
Odisea
Edición de José Luis Calvo
Traducción de José Luis Calvo
n\I)I::CI\ I \ FDleto'\
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altísimas, contra las que se estrella el oleaje de la oscura Anfi- la mitad para abajo está escondida en la hueca
trite. Los dioses felices las llaman Rocas Errantes 191. No se les sus cabezas sobresaliendo fuera del terrible
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acerca ningún ave, ni siquiera las temblorosas palomas que lle- --explorándolo todo alrededor del escollo--,
van ambrosía al padre Zeus; que, incluso de éstas, siempre apresar delfines o perros marinos, o incluso
arrebata alguna la lisa piedra, aunque el Padre (Zeus) envía de los que cría a miles la gemidora
otra para que el número sea completo. Nunca las ha consegui- los marineros de haberlo pasado de
do evitar nave alguna de hombres que haya llegado allí, sino con la nave, pues arrebata con cada cabeza a un 100
que el oleaje del mar, junto con huracanes de funesto fuego, na ve de oscura proa y se lo lleva.
arrastran maderos de na ves y cuerpos de hombres. Sólo consi- >~"También verás, Odiseo, otro escollo más llano --cerca
guió pasar de largo por allí una nave surcadora del ponto, la uno de otro--. Harías bien en pasar por él como una flecha.
célebre Argo, cuando navegaba desde el país de Eetes. Incluso 70 En éste hay un gran cabrahigo cubierto de follaje y debajo de
entonces la habría arrojado el oleaje contra las gigantescas él la divina Caribdis 193 sorbe ruidosamente la negra agua. Tres
dras, pero la hizo pasar de largo Hera, pues ]asón le era que- veces durante el día la suelta y otras tres vuelve !l soberla que
rido. da miedo. iOjalá no te encuentres allí cuando la está sorbien-
»"En cuanto a los dos escollos, uno al vasto cielo con pues no te libraría de la muerte ni el que sacude la tierra!
su aQUda cresta y le rodea oscura nube. nunca le abando- Conque acércate, más bien, con rapidez al escollo de Escila
ni en invierno ni en verano, rodea su cresta un haz pasar de largo la nave, porque mejor es echar en falta a 110
despejado. No podría escalarlo mortal alguno, ni ponerse compañeros que no a todos juntos."
sobre él, aunque tuviera veinte manos y veinte pies, pues es »Así dijo, y yo le contesté y
lisa, igual que la pulimentada. En medio del escollo hay 80 »"Diosa, vamos, dime con verdad si podré escapar de la fu-
una oscura gruta vuelta hacia Poniente, que llega hasta el Ere- nesta Caribdis y rechazar también a Escila cuando trate de da-
bo, por donde vosotros podéis hacer pasar la cóncava nave, ñar a mis compañeros."
[222} [ 223J
muchas vacas y pingües rebaños de ovejas de Helios: siete re-
baños de vacas y otros tantos hermosos apriscos de ovejas con
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226 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
Bilioteca (3,1,3-4)
por Apolodoro
Biblioteca
Planeta DeAgostini
Traducción de Margarita
Buenos Aires, 2008
Rodríguez de Sepúlveda
Muerto Asterio sin descendencia, Minos quiso reinar en Creta, pero se lo impidieron. Él
alegaba que había recibido de los diose el reino; como prueba de ello afirmó que le otorgarían lo
que pidiese. Mientras ofrecía un sacrificio a Poseidón suplicó que saliera del fondo del mar un
toro, prometiendo inmolarlo. Poseidón hizo surgir un toro magnífico y Minos obtuvo el reino,
pero entonces envió el toro a su vacada y sacrificó otro en su lugar. Minos fue el primero que
ostentó el dominio del mar y sometió casi todas las islas. Poseidón, irritado con él por no haber
sacrificado el toro, embraveció a éste y lo hizo objeto del amor de Pasifae. Ella, en su pasión por
el toro, tuvo como cómplice a Dédalo, un arquitecto que había huido de Atenas por asesinato.
Dédalo construyó una vaca de madera sobre ruedas, la vació, le cosió alrededor la piel de una
vaca deshollada y, llevándola al prado donde el toro solía pacer, metió dentro a Pasifae; el toro
llegó y copuló con ella como si se tratar realmente de una vaca. Pasifae dio a luz a Asterio, el
llamado Minotauro, que tenía rostro de toro y lo demás de hombre; Minos, advertido por ciertos
oráculos, lo encerró y mantuvo custodiado en el laberinto. Éste, construido por Dédalo, era un
recinto de complicados ambajes que confundían la salida.
Epítome (1,7-11)
por Apolodoro
Biblioteca
Planeta DeAgostini
Traducción de Margarita
Buenos Aires, 2008
Rodríguez de Sepúlveda
Teseo fue designado para el tercer tributo al Minotauro, o según algunos se ofreció
voluntario. La nave llevaba velamen negro y Egeo encargó a su hijo que, si regresaba vivo,
desplegara en ella velas blancas. Cuando llegó a Creta, Ariadna, hija de Minos, enamorada de él,
prometió ayudarle a condición de que la llevar a Atenas y la tomase por esposa. Una vez que
Teseo lo hubo jurado, Ariadna pidió a Dédalo que le indicara la salida del laberinto; y por su
consejo dio un hilo a Teseo al entrar. Éste ató el hilo a la puerta y entró soltándolo tras de sí;
encontró al Minotauro al final del laberinto y lo mató a puñetazos; luego, recogiendo el hilo,
salió.
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 227
Antes que nada, penetre en tu mente la confianza de que a todas se las puede conquistar:
las conquistarás; tú sólo tienes que tender las redes. Antes se callarán los pájaros en primavera,
antes las cigarras en verano, antes dará su espalda a la liebre el perro del Ménalo, que una mujer
rechace al hombre que la pretende lisonjeramente; accederá incluso aquella de la que podría
pensarse que no accedería. El amor furtivo es tan agradable para una mujer como para un varón:
el varón no sabe disimularlo, pero ella lo desea más escondidamente. Pongámonos de acuerdo el
sexo viril en no ser nosotros los primeros en suplicar a la mujer; enseguida ella asumirá, vencida,
el papel de suplicante. En los gramíneos prados es la hembra la que dirige al toro sus mugidos, y
es la hembra la que siempre llama con sus relinchos al caballo de córneos pies. Más mitigada es
entre nosotros la pasión y no tan violenta. El ardor viril tiene un límite fijado por las leyes. ¿Para
qué recordar a Biblis que se abrasó por su hermano con amor no permitido y vengó
valientemente su crimen ahorcándose? Mirra amó a su padre, más no como una hija debía, y
ahora se esconde oprimida bajo una corteza que la recubre. Con el llanto que derrama de aquel
oloroso árbol nos perfumamos y la lágrima conserva el nombre de quien la produjo.
Había casualmente bajo los umbrosos valles del frondoso Ida un toro de blancura
deslumbrante, gloria de la grey, que tenía entre los cuernos una leve mancha negra. Sólo esa
mancha tenía, el resto de su cuerpo era blanco como la leche. Las terneras de Cnoso y Cidón
deseaban sostenerlo sobre sus lomos. Pasifae anhelaba convertirse en amante del toro y odiaba
celosa a las hermosas vacas. Canto hechos ya famosos: eso no lo puede negar Creta, en cuyo
suelo se alzan cien ciudades, aunque sea mentirosa. Dícese que ella misma cortaba para el toro
ramas nuevas y la hierba más tierna del prado con su mano que no estaba acostumbrada a eso.
Va siguiendo a la manada, y no la detiene, antes de emprender su marcha, el amor por su esposo;
un toro había vencido a Minos. ¿De qué te sirve, Pasifae, ponerte vestidos lujosos? Ese amante
tuyo no hace aprecio de las riquezas. ¿Qué tienes que ver con el espejo, tú que persigues a los
montaraces rebaños? ¿Para qué compones tantas veces, necia, tu bien peinada cabellera? Da
crédito, por el contrario, a tu espejo que testimonia que no eres una ternera. ¡Cómo desearías que
te hubieran crecido cuernos en la frente! Si Minos te gusta, no busques ningún amante; y si
prefieres engañar a tu hombre, engáñalo con un hombre. Hacia el bosque y los sotos, lejos del
tálamo, se ve arrastrada la reina, como una bacante excitada por el dios de Aonia. ¡Ah!, ¡cuántas
veces miró a una vaca con ojos enemigos y dijo: “¿por qué es ésta la que gusta a mi dueño?
Mírala cómo retoza ante él sobre el tierno césped. ¡No dudo de que la tonta se cree que así
resulta hermosa!” Acabó de hablar y al punto mandó que la sacaran del gran rebaño y sometieran
a la inocente al corvo yugo, o bien obligó a que le dieran muerte ante el altar pretextando
sacrificios; y tuvo entre sus manos gozosas las entrañas de su rival. ¡Cuántas veces aplacó a los
dioses matando a sus rivales y dijo agarrando sus entrañas: “id y gustad al que es mío”! Y unas
veces pide convertirse en Europa, otras veces en Ío: ésta, porque es una vaca; aquélla, porque
viajó montada sobre un toro. A pesar de todo, el guía de la grey la dejó grávida, engañado por
una vaca de madera, y al dar a luz se descubrió quién había sido el padre.
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228 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 229
***
Largos años transcurrieron, disparados por la perezosa ballesta del tiempo. Polidoro
creció y se hizo mozo, siervo en el palacio real de sus padres, bajo el nombre de Philón, falso
hijo de la sierva Hécuba.
No desmentía su vidueño. Era de agradable apostura, aunque tan atrevido e indócil que
más de una vez debieron azotarlo. Aguantaba los azotes con una sonrisa desdeñosa, pero la
mirada se le ponía negra de ira. Yo no perdía ocasión de zaherirlo y de vejarlo, complaciéndome
en irritar su genio díscolo.
–Sierva –me decía Yocasta– ¿por qué aborreces a tu hijo? Es un joven hermoso.
Y las miradas de la reina se demoraban en su hijo. También Polidoro espiaba a la reina.
Creo que nadie, salvo yo, sorprendió el juego incesante y pertinaz de esas miradas. Y nadie, ni
ellos mismos, nadie excepto yo, supo de qué manantial se nutría esa corriente subterránea que los
arrastraba al uno hacia el otro. Porque la sangre se llamaba a sí misma desde las venas de la
madre a las venas del hijo y desde los pulsos del hijo a los pulsos de la madre, pero ellos no
sabían descifrar ese llamado. La sangre tejía entre los dos su hebra poderosa, pero ellos no
podían adivinar de qué estaba tejida. Había una, una sola para quien aquella trama destrenzaba
sus secretos hilos, una sola que sabía leer la escritura invisible del mensaje, pero ésa no habló. Y,
no satisfecha con callar, prestó su mano encubridora para que el horror apretase su nudo
ignominioso.
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230 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
***
El río del tiempo corrió unos meses más. Yocasta languidecía en su palacio. Creonte
gobernaba con mano despótica. Pero nada podía su rigor contra las depredaciones de la Esfinge.
Era ésta una mujer crudelísima que capitaneaba una tropa de bandidos. Ella y sus secuaces
robaban y asesinaban con tanta temeridad en sus tropelías, con tanta saña en sus delitos que
ningún viajero se atrevía a cruzar la Beocia por el lado de Tebas. En vano Creonte prometió que
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 231
quien librase al país de aquel azote compartiría con él el gobierno de Tebas y obtendría la mano
de Yocasta. Nadie se sintió capaz de llevar a buen término tamaña empresa.
Hasta que se supo que un corintio, sin más armas que un bastón y sus fuertes brazos,
había matado a la Esfinge y diezmado a su pandilla. El extranjero entró en Tebas entre las
bendiciones del pueblo y vino directamente al palacio real a reclamar por la promesa de Creonte.
Apenas lo vi, el corazón me atronó en el pecho. Aquel hombre era el vivo retrato de
Philón, mi difunto marido. Era Philón, mi hijo.
Sentado frente a Creonte y a Yocasta, que lo miraban complacidos, echada la clámide a la
espalda, el bastón con el que había vencido a la Esfinge apoyado en los muslos estupendos,
hermoso y apacible el semblante, dijo llamarse Edipo y ser hijo de Pólibo y Mérope, reyes de
Corinto. Como repetidas veces oyera que no había sido engendrado por aquellos a quienes tenía
por padres, determinó ir a consultar el oráculo de Apolo en Delfos. Por la crispada boca de la
pitonisa el dios le reveló que su estirpe era real, que él mismo sería rey, pero que reinaría donde
su madre fuese una sierva. Espantado, no volvió a Corintio sino que emprendió un camino en
dirección opuesta, y así había llegado, después de mucho andar, a la tierra de los cadmeos y
vencido a la Esfinge.
"Que reinaría donde su madre fuese una sierva". Ya no tuve ninguna duda: Edipo era mi
hijo. Y tan grande júbilo me hizo romper en un llanto incontenible. Todos me miraron. Creonte
frunció el ceño severo y Yocasta, irritada, mandó que me retirase. Sólo Edipo me sonrió y,
cuando pasé a su lado, me dijo con voz afable:
–No olvidaré, sierva, las lágrimas que te arrancó mi triste suerte.
Nada supe responderle. Apenas si supe sonreírle y bendecirlo desde el fondo de mi
corazón, que por él se me ahondó como un pozo de agua fresca.
Y Edipo casó con Yocasta y reinó, junto con Creonte, sobre Tebas.
***
Pocos días después de las nupcias uno de los más antiguos servidores de palacio, un
troyano a quien por eso mismo aquí llaman Teucro, vino a decirme, zalamero:
–Oh tú, Hécuba, de raza ilíaca como yo. Tú que ves diariamente a la reina y puedes
hablarle cuando te place, pídele que me envíe al campo a pastorear los rebaños. Por los dioses te
lo ruego.
Adiviné que algún grave secreto atormentaba al troyano. Y súbitamente supe que la
sombra que había creído ver rondando en torno de las cunas de Philón y Polidoro, la noche en
que robaron a mi hijo, era la de este Teucro, perro fiel de Layo.
Le prometí complacerlo a condición de que me confiase el motivo de una petición tan
poco razonable, pues era extraño que a su edad prefiriese la vida ruda del pastor. En un principio
intentó resistirse, pero tan firme me mantuve, tantos juramentos de no divulgar sus palabras
proferí, tantas amenazas agregué a tantas promesas, que Teucro terminó por acceder, no sin antes
gimotear, y llorar, y retorcerse las manos, y obligarme a renovar mis juramentos de que no lo
delataría.
Esto fue lo que me refirió:
–Recordarás, tú que lo amamantaste como a un hijo tuyo, recordarás que, al segundo día
de nacido, Polidoro desapareció de su cuna y nadie supo qué fue de él. Pues bien, yo te confiaré
lo que ocurrió. Por orden de Layo (jamás me atreví a indagar la razón de un acto tan
abominable), por orden de Layo, digo, aquella noche llevé al niño a lo más fragoso del monte
Citerón y allí lo abandoné, sus tiernos pies atravesados por un hierro, para que las fieras o la sed
y el hambre lo privaran pronto de la luz. Pero la piedad me hizo volver sobre mis pasos, recogí a
Polidoro y lo entregué, sin descubrir quién era, a unos pastores corintios, quienes se ofrecieron a
cuidarlo y a llevarlo con ellos a Corinto. Y un mancebo, alzando a Polidoro, lo llamó Edipo a
causa de que el pobre niño tenía los pies hinchados por los grillos con que yo, no por mi
voluntad sino por orden de Layo, se los había atravesado.
–¿Y tú crees –dije, aparentando indiferencia– que nuestro rey Edipo es aquel Polidoro
que confiaste a los pastores?
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232 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
–¿Cómo no creerlo? Todos los detalles coinciden y encajan unos con otros: el nombre,
Edipo; el país donde se ha criado, Corinto; la sospecha de que no es hijo de Pólibo. Y hay algo
más. Fíjate en sus tobillos. Conservan las cicatrices, empalidecidas por el tiempo, de las heridas
que les infligieron los hierros. Es él, es Polidoro. ¡Y ha desposado a su propia madre! Espantosas
desgracias se ciernen sobre Tebas. Por eso quiero irme lejos. Vete tú también con cualquier
excusa. Pero ¿Por qué te sonríes?
Yo me sonreía porque, sí, Edipo era el niño abandonado en el monte Citerón y llevado a
Corinto por los pastores, pero ese niño no era Polidoro, como creía Teucro, sino Philón, mi hijo,
y ahora Philón reinaba sobre Tebas la de las siete puertas, y así todos mis muertos triunfaban de
la maldecida ralea de Layo.
***
La sombra de Hades enturbia mis ojos. Un rumor como de caracolas marinas resuena en
mi pecho. Veo, a través de la niebla, a Edipo, a Creonte y a Yocasta, los tres con la faz
demudada, veo a Teucro, a quien un guardia arrastra hasta los pies de Edipo, y a éste que lo
amenaza con un ademán desaforado, y al siervo que llora y balbucea, y a los dos reyes que se
agitan convulsos, y a Yocasta que se lleva las manos al rostro, y ahora sí, ahora me parece oír a
Edipo, a Edipo que dice con una voz como trueno:
–Yo maté a un anciano en la encrucijada de los caminos de Delfos y Daulia. ¿Y ese
anciano era Layo? ¿Y era Layo mi padre? Y desposando a Yocasta ¿he cometido el crimen más
nefando?
Quiero hablar pero no puedo. Mi boca es una piedra muda, mi lengua es como una hoja
seca desprendida del tallo. Ya no veo a Edipo, a Philón, mi hijo. Ya no oigo su voz. Las sombras
se cierran sobre mis ojos. No distingo nada, sino la caracola marina que retumba en mi pecho
hasta desgarrarlo.
Existen métodos insuficientes, casi pueriles, que también pueden servir para la salvación.
He aquí la prueba:
Para guardarse del canto de las sirenas, Ulises tapó sus oídos con cera y se hizo encadenar
al mástil de la nave. Aunque todo el mundo sabía que este recurso era ineficaz, muchos
navegantes podían haber hecho lo mismo, excepto aquellos que eran atraídos por las sirenas ya
desde lejos.
El canto de las sirenas lo traspasaba todo, la pasión de los seducidos habría hecho saltar
prisiones más fuertes que mástiles y cadenas. Ulises no pensó en eso, si bien quizá alguna vez,
algo había llegado a sus oídos. Se confió por completo en aquel puñado de cera y en el manojo
de cadenas.
Contento con sus pequeñas estratagemas, navegó en pos de las sirenas con inocente
alegría.
Sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto: su silencio. No
sucedió en realidad, pero es probable que alguien se hubiera salvado alguna vez de sus cantos,
aunque nunca de su silencio. Ningún sentimiento terreno puede equipararse a la vanidad de
haberlas vencido mediante las propias fuerzas.
En efecto, las terribles seductoras no cantaron cuando pasó Ulises; tal vez porque
creyeron que a aquel enemigo sólo podía herirlo el silencio, tal vez porque el espectáculo de
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 233
felicidad en el rostro de Ulises, quien sólo pensaba en ceras y cadenas, les hizo olvidar toda
canción.
Ulises, (para expresarlo de alguna manera) no oyó el silencio. Estaba convencido de que
ellas cantaban y que sólo él se hallaba a salvo. Fugazmente, vio primero las curvas de sus
cuellos, la respiración profunda, los ojos llenos de lágrimas, los labios entreabiertos. Creía que
todo era parte de la melodía que fluía sorda en torno de él. El espectáculo comenzó a
desvanecerse pronto; las sirenas se esfumaron de su horizonte personal, y precisamente cuando
se hallaba más próximo, ya no supo más acerca de ellas.
Y ellas, más hermosas que nunca, se estiraban, se contorneaban. Desplegaban sus
húmedas cabelleras al viento, abrían sus garras acariciando la roca. Ya no pretendían seducir, tan
sólo querían atrapar por un momento más el fulgor de los grandes ojos de Ulises.
Si las sirenas hubieran tenido conciencia, habrían desaparecido aquel día. Pero ellas
permanecieron y Ulises escapó.
La tradición añade un comentario a la historia. Se dice que Ulises era tan astuto, tan
ladino, que incluso los dioses del destino eran incapaces de penetrar en su fuero interno. Por más
que esto sea inconcebible para la mente humana, tal vez Ulises supo del silencio de las sirenas y
tan sólo representó tamaña farsa para ellas y para los dioses, en cierta manera, a modo de escudo.
Sirenas
por Jorge Luis Borges
Emecé
El libro de los seres imaginarios
Buenos Aires, 1998
A lo largo del tiempo, las sirenas cambian de forma. Su primer historiador, el rapsoda del
duodécimo libro de la Odisea, no nos dice cómo eran; para Ovidio, son aves de plumaje rojizo y
cara de virgen; para Apolonio de Rodas, de medio cuerpo arriba son mujeres y, abajo, aves
marinas; para el maestro Tirso de Molina (y para la heráldica), “la mitad mujeres, peces la
mitad”. No menos discutible es su género; el diccionario clásico de Lempriere entiende que son
ninfas, el de Quicherat que son monstruos y el de Grimal que son demonios. Moran en una isla
del poniente, cerca de la isla de Circe, pero el cadáver de una de ellas, Parténope, fue encontrado
en Campania, y dio su nombre a la famosa ciudad que ahora lleva el de Nápoles, y el geógrafo
Estrabón vio su tumba y presenció los juegos gimnásticos que periódicamente se celebraban para
honrar su memoria.
La Odisea refiere que las sirenas atraían y perdían a los navegantes y que Ulises, para oir
su canto y no perecer, tapó con cera los oídos de los remeros y ordenó que lo sujetaran al mástil.
Para tentarlo, las sirenas le ofrecieron el conocimiento de todas las cosas del mundo:
Nadie ha pasado por aquí en su negro bajel, sin haber escuchado de nuestra boca la voz
dulce como el panal, y haberse regocijado con ella y haber proseguido más sabio… Porque
sabemos todas las cosas: cuántos afanes padecieron los argivos y troyanos en la ancha Tróada
por determinación de los dioses, y sabemos cuanto sucederá en la tierra fecunda (Odisea, XII)
Una tradición recogida por el mitólogo Apolodoro, en su Biblioteca, narra que Orfeo,
desde la nave de los argonautas, cantó con más dulzura que las sirenas y que éstas se precipitaron
por el mar y quedaron convertidas en rocas, porque su ley era morir cuando alguien no sintiera
su hechizo. También la esfinge se precipitó desde lo alto cuando adivinaron su enigma.
En el siglo VI, una sirena fue capturada y bautizada en el norte de Gales, y figuró como
una santa en ciertos almanaques antiguos, bajo el nombre de Murgen. Otra, en 1403, pasó por
una brecha en un dique, y habitó en Haarlem hasta el día de su muerte. Nadie la comprendía,
pero le enseñaron a hilar y veneraba como por instinto la cruz. Un cronista del siglo xvi razonó
que no era un pescado porque sabía hilar, y que no era mujer porque podía vivir en el agua.
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234 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
El idioma inglés distingue la sirena clásica (siren) de las que tienen cola de pez
(mermaids). En la formación de esta última imagen habrían influido por analogía los tritones,
divinidades del cortejo de Poseidón.
Los Monóculos
por Jorge Luis Borges
Emecé
El libro de los seres imaginarios
Buenos Aires, 1998
Estos versos exageran y debilitan a otros del tercer libro de la Eneida (alabados por
Quintiliano) que a su vez exageran y debilitan a otros del noveno libro de la Odisea. Esta
declinación literaria corresponde a una declinación de la fe poética; Virgilio quiere
impresionar con su Polifemo, pero apenas cree en él, y Góngora sólo cree en lo verbal o en los
artificios verbales.
La nación de los Cíclopes no era la única que tenía un solo ojo; Plinio (VII 2) también
hace mención de los Arimaspos, hombres notables por tener sólo un ojo, y éste en la mitad de la
frente. Viven en perpetua guerra con los Grifos, especie de monstruos alados, para arrebatarles el
oro que éstos extraen de las entrañas de la tierra y que defienden con no menos codicia que la
que ponen los Arimaspos en despojarlos.
Quinientos años antes, el primer enciclopedista, Heródoto de Halicarnaso, había escrito:
Por el lado del norte, parece que hay en Europa copiosísima abundancia de oro, pero no
sabré decir dónde se halla ni de dónde se extrae. Cuéntase que lo roban a los Grifos los
monóculos Arimaspos; pero es harto grosera la fábula para que pueda creerse que existan en el
mundo hombres que tienen un solo ojo en la cara y son en lo restante como los demás (III, 116).
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 235
La Casa de Asterión
por Jorge Luis Borges
Emecé
El Aleph
Buenos Aires, 1999
Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales
acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi
casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas día y noche
a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles
aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una
casa como no hay otra en la faz de la tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una
parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie
ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré
que ho hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche
volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y
aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el sol, pero el desvalido llanto de un niño y
las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se
prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras.
Alguno, cro, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madra; no puedo confundirme
con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.
El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros
hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Loas
enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande;
jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha
consentido que yo aprndiera a leer. A veces lo deploro, porque las noches y los días son largos.
Claro que no me faltan distacciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las
galerías de piedra hasta rodar al suel, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta
de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta
ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la
respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día
cuando he abierto los ojos.) Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo
que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora
volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te
gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya verás cómo el sótano
se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.
No sólo he imaginado eso juegos, también he meditado sobre la casa. Todas las partes de
la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un
abrevadero, un pesebre; son catorce [son infinitos] los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes, la
casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios
con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris, he alcanzado la calle y he visto el templo de
las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también
son catorce [son infinitos] los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero
dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo,
Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.
Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal.
Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La
ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensantgriente las manos. Donde
cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son,
pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor,
Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redeentor y al fin se levantará
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236 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
sobre el polvo. Si mi oído alcanzara los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me
lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto.
¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?
El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de
sangre.
–¿Lo creerás, Ariadna? –dijo Teseo–. El minotauro apenas se defendió.
El Minotauro
por Héctor Tizón
Alfaguara
Cuentos Completos
Buenos Aires, 2006
Cuando los hombres llegaron, hacía muchos años que estaba solo en el lóbrego recoveco
del meandro más oscuro de su cueva. El acceso al laberinto había sido descubierto y divulgado
en leyendas relatadas por todo el mundo con infinitas variantes, y entonces el Minotauro decidió
abandonar su antigua morada en la caverna porque allí ya ni siquiera anidaba el pasado, y probar
suerte afuera.
Los comarcanos, al verlo andar por la pradera, evitaban mirarlo a la cara. Nadie le habló.
Durante mucho tiempo deambuló por los caminos, de noche, porque prefería dormir las horas del
día entre los pajonales. A veces, los perros, nerviosos o excitados, que sin embargo se mantenían
a distancia, alborotaban un poco; los muchachos frecuentemente se burlaban llegando algunos a
arrojarle piedras, y le preguntaban: “¿Pero qué eres, hombre o toro?” Sólo los niños pequeños se
animaban a acercarse a él y lo observaban como a un prójimo, sin escándalo aunque con
curiosidad. Tampoco las muchachas le temían y, al contrario, comenzaron a acercarse a él, en
vísperas de sus bodas para posar un dedo en sus cuernos, porque se había propagado que eso
daba suerte en el matrimonio.
Buscó trabajo sin cesar, pero sin hallarlo. Sólo una vez lo contrataron, en un circo, para
desempeñarse como una especie de gladiador, pero allí duró poco y lo echaron porque el público
se burlaba de él ruidosamente.
Desde entonces pudo malvivir únicamente de la caridad de los frailes y de algunos hurtos
famélicos.
Hasta que una mañana, en que había quedado dormido junto a un matorral de hortensias,
exhausto y ya quizás abandonado a su suerte, una anciana, dándole pequeños golpes en la
espalda con su bastón, lo despertó. Cuando él comenzó a levantarse con esfuerzo, le dijo: “No te
vayas, espera. ¿De dónde has salido?”. Después lo invitó a entrar a la casa y le dio un plato de
sopa caliente.
La vieja, que tenía y regenteaba una casa de mala fama, y que ella misma había sido una
de las mayores pecadoras de este país, lo aceptó, al enterarse que era mudo y eunuco, para que
oficiara de menestral. Allí envejeció y el mundo se olvidó de su leyenda.
Una tarde, antes de que llegaran los clientes, la vieja, que se calentaba las manos cubierta
de sabañones a la lumbre del brasero, le dijo: “Sabrás que en mi vida he conocido muchos
hombres, demasiados, pero juro que nunca había visto uno con cabeza de vaca”.
El minotauro envejecía, aunque no como todos y andando el tiempo fue ascendido a
portero de noche; usaba una chaqueta escarlata con alamares. El prostíbulo pasó a ser conocido
con su nombre y todos los ciudadanos terminaron por aceptarlo como uno más e incluso a tenerle
cierto afecto. Pero a él, a solas con la propietaria, en las tardes, se le notaban por momentos los
ojos humedecidos, como con cierta tristeza, hasta que un día la anciana, cuyos pecados la habían
hecho sabia, le advirtió: “No te apenes, ni quieras ser como los otros. En realidad, Dios hizo al
mundo como pudo; no debe pedírsele más”.
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 237
El Hilo de la Fábula
por Jorge Luis Borges
Emecé
Los Conjurados
Buenos Aires, 1996
El hilo que la mano de Ariadna dejó en la mano de Teseo (en la otra estaba la espada)
para que éste se ahondara en el laberinto y descubriera el centro, el hombre con cabeza de toro,
o, como quiere Dante, el toro con cabeza de hombre, y le diera muerte y pudiera, ya ejecutada la
proeza, destejer las redes de piedra y volver a ella, a su amor.
Las cosas ocurrieron así. Teseo no podía saber que del otro lado del laberinto estaba el
otro laberinto, el del tiempo, y que en algún lugar prefijado estaba Medea.
El hilo se ha perdido; el laberinto se ha perdido también. Ahora ni siquiera sabemos si
nos rodea un laberinto, un secreto cosmos, o un caos azaroso. Nuestro hermoso deber es
imaginar que hay un laberinto y un hilo. Nunca daremos con el hilo; acaso lo encontramos y lo
perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueño, en las palabras que se llaman filosofía o
en la mera y sencilla felicidad.
El Laberinto
por Jorge Luis Borges
Emecé
Elogio de la Sombra
Buenos Aires, 1999
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238 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
Laberinto
por Jorge Luis Borges
Emecé
Elogio de la Sombra
Buenos Aires, 1999
Edipo y el Enigma
por Jorge Luis Borges
Emecé
El Otro, el Mismo
Buenos Aires, 1997
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TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS · 239
TESEO: –Preguntas vanamente. No sé nada pies como un primer arroyo, una viborilla de
de ti: eso da fuerza a mi mano. agua que señala hacia el mar.
MINOTAURO: –¿Cómo podrías golpear? Sin TESEO: –Ariana es el mar.
saber a quién, a qué. MINOTAURO: –¿Ariana es el mar?
TESEO: –Si esperara a oír, acaso no pudiera TESEO: –Me dio este hilo, para recobrarme
matarte luego. He visto jueces que cuando te haya matado.
humillaban la cabeza al condenar. Uno MINOTAURO: –¡Ariana!
notaba que sobre el reo se cernía en ese TESEO: –Después de todo es de tu sangre.
instante como una grandeza, una inmensidad Después de todo es al toro a quien mato en
sin nombre. Pero yo te miro de frente porque ti. Si pudiera salvar el resto, tu cuerpo
no te juzgo. No te mato a ti sino a tus actos, todavía adolescente.
al eco de tus actos, su resonar lejano en las MINOTAURO: –Para qué. Ariana mezcló sus
costas griegas. Se habla ya tanto de ti que dedos con los tuyos para darte el hilo. Ya
eres como una vasta nube de palabras, un ves, el hilo de agua se seca como todos.
juego de espejos, una reiteración de fábula Ahora veo un mar sin agua, una ola verde y
inasible. Tal es al menos el lenguaje de mis curva enteramente vacía de agua. Ahora veo
retóricos. solamente el laberinto, otra vez solamente el
MINOTAURO: –Parece que miraras a través laberinto.
de mí. No me ves con tus ojos, no es con los TESEO: –Ocurre que tienes miedo de morir.
ojos que se enfrenta a los mitos. Ni siquiera Créeme, no duele mucho. Yo podría herirte
tu espada me está justamente destinada. de un modo– Pero te acabaré prontamente,
Deberías golpear con una fórmula, un siempre que no luches y bajes la cabeza.
ensalmo: con otra fábula. MINOTAURO: –Siempre que no luche. Oh
TESEO: –Todavía somos iguales. Aquí no vanidoso cachorro, qué cerca estás tú mismo
llega el rumorear de los puertos. Seré yo de la muerte. ¿No sospechas que me bastaría
quien retorne, arrollando el hilo sutil, para una cornada para hacer de tu filo un
aventar con mi nombre el montón de ceniza estrépito de bronce roto? Tu cintura es un
en que se habrá calcinado el tuyo. junco entre mis dedos, tu cuello la vaina
MINOTAURO: –¡Un hilo! Entonces puedes delicada de la alubia. Ahora el odio rojo
salir de aquí. monta por mi frente, sé que debería matarte,
TESEO: –Con mi espada roja. seguir la senda que el hilo me propone,
MINOTAURO: –Entonces el que mate al otro alzarme hasta las puertas como un sol de
puede salir de aquí. espuma negra... ¿Para qué?
TESEO: –Ya lo ves. TESEO: –Si eres tan fuerte, pruébalo.
MINOTAURO: –Habrá tanto sol en los patios MINOTAURO: –¿Para quién? Salir a la otra
del palacio. Aquí el sol parece plegarse a la cárcel, ya definitiva, ya poblada
forma de mi encierro, volverse sinuoso y horriblemente con su rostro y su peplo. Aquí
furtivo. ¡Y el agua! Extraño tanto al agua, era especie e individuo, cesaba mi
era la única que aceptaba el beso de mi monstruosa discrepancia. Sólo vuelvo a la
belfo. Se llevaba mis sueños como una mano doble condición animal cuando me miras. A
tibia. Mira qué seco es esto, qué blanco y solas soy un ser de armonioso trazado; si me
duro, qué cantar de estatua. El hilo está a tus decidiera a negarte mi muerte, libraríamos
una extraña batalla, tú contra el monstruo,
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240 · TEXTOS CON CÍCLOPES, ESFINGES, SIRENAS Y MINOTAUROS
yo mirándote combatir con una imagen que pesadilla. ¿No comprendes que te estoy
no reconozco mía. pidiendo que me mates, que te estoy
TESEO: –No sé lo que dices. ¿Por qué no pidiendo la vida?
luchas?, TESEO: –Vine a eso. A matarte y callar. Sólo
MINOTAURO: –Ya ves, me cuesta decidir. Si mientras Ariana esté en peligro. Apenas la
en el extremo del hilo se cerrara la mano de alce a mi nave, todo yo seré voz gritando tu
Piritoo, de cualquiera de tus camaradas, ya muerte, para que el aire caiga como una
estarías mezclándote con ese polvo que plaga en la cara de Minos.
pisas. Pero dijiste: "Ariana es el mar." MINOTAURO: –Iré delante de ti, trepado en el
TESEO: –Un modo de decir. Y luego que viento.
nada tiene ella que ver con nuestra lucha. No TESEO: –No serás más que un recuerdo que
es culpa suya si eres cobarde. morirá con el caer del primer sol.
MINOTAURO: –Si te ofrezco el cuello, ¿seré MINOTAURO: –Llegaré a Ariana antes que tú.
cobarde? Estaré entre ella y tu deseo. Alzado como
TESEO: –No, Minotauro. Algo me dice que una luna roja iré en la proa de tu nave. Te
podrías combatir y no quieres. Te prometo aclamarán los hombres del puerto. Yo bajaré
herir bien, como se hiere a los amigos. a habitar los sueños de sus noches, de sus
MINOTAURO: –No hay malicia en tus ojos, hijos, del tiempo inevitable de la estirpe.
joven rey. Tan claros que la realidad pasa Desde allí cornearé tu trono, el cetro
por ellos y no deja más que apariencias, su inseguro de tu raza... Desde mi libertad final
arena en el cedazo. Aún no me has y ubicua, mi laberinto diminuto y terrible en
domeñado. Y no sabes que muerto seré cada corazón de hombre.
distinto. Pesaré, Teseo, como una inmensa TESEO: –Haré que arrastren tu cadáver por
estatua. Cuernos de mármol se afilarán un las calles, para que el pueblo abomine de tu
día contra tu pecho. imagen.
TESEO : –Deja de hablar y decídete. MINOTAURO: –Cuando el último hueso se
MINOTAURO: –Muerto seré más yo —¡Oh haya separado de la carne, y esté mi figura
decisión, necesidad última! Pero tú te vuelta olvido, naceré de verdad en mi reino
disminuirás, al conocerme serás menos, te incontable. Allí habitaré por siempre, como
irás cayendo en ti mismo como se van un hermano ausente y magnífico. ¡Oh
desmoronando los acantilados y los muertos. residencia diáfana del aire! ¡Mar de los
TESEO: –Al menos estarás callado. cantos, árbol de murmullo!
MINOTAURO: –Sí, para dejarte oír. Te TESEO: –Así. Deja quieta la cabeza y todo
quedarás aquí, solo en los muros, y allá será bien simple.
adentro el mar. MINOTAURO: –Ariana, en tu profundidad
TESEO: –¡Cuánto arguyes! inviolada iré surgiendo como un delfín
MINOTAURO: –Espera el día en que la tierra azulísimo. Como la ráfaga libre que soñabas
de los hombres guarde mi argumento en el vanamente. ¡Yo soy tu esperanza! ¡Tu
secreto río de la sangre. No me has oído aún. volverás a mí porque estaré instaurado,
Mátame antes. incitante y urgido, en tu desconcertada
TESEO: –Ahora me urges, como si tramaras doncellez de sueño!
un ardid. TESEO: –¡Inclínate más!
MINOTAURO: –Estoy decidido. Desde un MINOTAURO: –¡Ah, qué torpemente heriste!
repentino separarse de aguas en lo hondo, la TESEO: –Te desangrarás con suavidad y sin
libertad final se adelanta en el filo que nace sentirlo.
de tu puño. Qué sabes, tu de muerte, dador MINOTAURO: –Mi sangre sabe a adelfas, se
de la vida profunda. Mira, sólo hay un me va entre los dedos llena de pequeños
medio para matar los monstruos; aceptarlos. soles movientes.
TESEO: –Sí, y que ellos te corneen el trono. TESEO: –¡Calla! ¡Muere al menos callado!
MINOTAURO: –Es que no tendrían cuernos. ¡Estoy harto de palabras, perras sedientas!
TESEO: –O borren tus hazañas con el peso de ¡Los héroes odian las palabras!
su horrible imagen. MINOTAURO: –Salvo las del canto de
MINOTAURO: –Andarían inadvertidos, como alabanza.
los gallos espantosos o los halcones de
Taller "El mito filosófico y literario" · Primeras Jornadas "Escuelas, Filosofías e Infancias" · Bahía Blanca, 27 al 29 de mayo de 2009
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Agustín Cuzuní
OBRAS COMPLETAS
TEATRO
© Agustin Cuzzani
© Editorial Almagesto. C.C. 208. Cód.' 1120, Buenos Aira
Fococomposjci6n: Comp.3 S.R.L .• MlUpú 864, 7 0 piso. buenos Aires
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.
EDITORIAL ALMAGESTO Impreso en la Argentina - LS.B.N. 9SO-99002.()..6
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ra? Anatomía. Fisiol ogía . Higiene. Anlitoxinas, ¡que sé yo! tupida. Trae un receptor electrónico modelo walkie-taJkie unido
Ah ... oime ... casi me o lvidaba . No me vuelvas a cachar con el al cinturón. Un poco aturdido. al principio. sentado en el piso.
rubio flaco delante de mam á. Vos sabés cómo es mamá . A p ro- mira extranado a todas partes. Luego loma el micr% M .
pósito . ¿cómo te fu e con ... (m isteriosa) lo otro? ¿ Y? ¿Cómo es? Habla .)
¡Andá, contame! Yo no me anime . ¡Comá, dale! (Oye.) GaTo, [DY . _ ¡Generall ¡Eh. General! l.Quédiablos pasa? ¿Qué ma-
en el bano ... sí... ¿pero qué tal es? ¿Asqueroso? Sin embargo nera es ba de bajarme? ¡Hola!
cuando Teddy fuma r ubios tienen un aroma di vino. Rubios, sí. VOZ OFF GENERAL (/lena de sonidos de descarga. ciencia fic--
Cuando yo sea grande y me case vaya fumar cigarrillos. A una ci6n, piú-piú, etc.) - ¿Edy? ¡Perdoná! Los frenos del mecanis·
senara en su casa, en deshabiUee con una boquilla larga larga le mo estén un poco flojos. Quedare alll un par de horas mientras
queda regio. Bueno, mai'lana te lo llevo al colegio . Ahora ... (mi- mandamos el transportador b-alfa 334 al service. Edy ... ¿estás
ra su reloj) No, ahora largo la anatomía y ... Estoy harta de anti- ah\?
toxinas y ... esperá ... (cierra los ojos. recuerda) y del "Clostri - IDY (malhumorado). - Si, estoy aqui. ¿Pero qué es esto?
dium tetan i" (ríe.) ¡Lo dije! ¿Que será eso? parece una mala pa- ¿Dónde me mandaron esta vez?
labra del diccio nario. Me lOCÓ el Clostridium tetani ... me duele VOZ OFF. - Nada . A ninguna parte . Es s610 una escala técni-
el elos .. . (rle.) ¡Me pica! (Oye .. . ríe picara. ) ¡Me pica el pequei'lo ca mientras arreglamos los freno s. Dame las coordenadas. Creo
elostridium!. .. Chau , estoy loca , ¿sabés? Los boleros me ponen que estás muy cerca .
así. y ahora ... al diablo con la anatomía . Me vaya banar )' EDY (soca uno cinta métrica, mide algo en el aire/ormando án-
chau . Nos veremos mai'lana . Si, chau ... (cuelga. rueda por el pi- gulo con lo sombra de un dedo en el piso. Lee. Mira el lecho y el
so, se incorpora ágilmente, loma el oso peluche enorme y baila reloj pulsera enorme). - Setenta y dos, cuatro M. vectorial 5,
con él. Lo beso.) Así. .. así. .. vos sos mi ru bio flaco de la fila coeficiente menos cinco. ¿Dónde creen que estoy?
393 394
CUZZAN l EL BREVE AGLlSTl N CUZZANl
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EDY . - Yo (tngo veintiuno, y soy ingenit ro, no vagabundo ni EDY . _ ¿ y en qué vas a trabajar?
ladrón . O más bitn si. . . soy un vagabundo del tiempo. ¿En qué JOCKY . _ ¿Trabajar? No ... yo me vaya casar. ¿Qué ot ra cosa
afio estamos? puede hacer una jovencita de familia como yo?
JOCKY . - loNa sabe en que año estamos? EDY . - ¿Y no salis?
EnY. - Bueno, me dijeron que en 1950. Eso quiere decir que JOCKY. _ Si . con mis padres o mis amigas . ¡Oaro Que salgo!
vos no tenés televisión ni transistores y que ni si quiera soñás con EDY. _ No ... yo digo salir ... con un chico, de noche, solos .. .
la cuarta dimensión, ni con los viajes por d tiempo. Qime bien . ¿entendes?
En 1950 no se ha inventado todavía una máquina que neinla JOCKY . - ¿Por Quién me (oma? ¡Yo soy una seí'\orita!
alias después estará en pleno funcionamiento. Garo que muy en EDY. _ ¿Dieciseis afias y no saliste nunca con un chico?
secreto militar ... Se llama .. La máquina del tiempo" y se basa en JOCKY . - iNO!
un concretador de imágenes en un campo magnético mullidi· EDY . _ ¡Oia! ¡En 1979 te habrían levantado un monumento a
mensional sobre la base de un conti nuo Plank·Mach-Einstein· la estupidez! ¡Virgen int acta!
Birome. Es una máquina grande y cilíndrica . Vos te metés JOCKY . - ¡No diga palabrotas, grosero!
adentro y viajás por los siglos. Te envía a la Edad Media o a [a EDY (se sienta j unto a ella) (Ella da un respingo). - No lengas
antigua Grecia o a la Revolución Francesa , como en las novelas miedo ... pero .. . en serio ... . ¿nunca? (Ella lo miro desafiante .)
de Aamarión o de Julio Verne ... ¿entendés? ¿ Y no sentís curiosidad? ¿No imaginas? ¿No soñás? ¿No te gus·
JOCKY. -:.. Si. .. mas o menos. taria saber cómo es? Porque yo ... no soy como los demás. Yo
EDY . - Quiere decir que yo no soy de 1950. Que vengo de los casi no existo ... En 1950 no existo de ninguna manera Ypodría ...
últimos años de la década del 70 y que me depositaron en esta JOCKY . _ ¡Qué quiere insin uar , salvaje! ¡Váyase inmediata-
pieza mientras arreglan un desperfecto de la maquina del liem ·
39l 396
CUZZAN I EL BREVE
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h
EDITORIAL GREDOS
ISBN 84--249·3484-9.
Impreso en Espana. Printed in Spain.
GnUicu CÓ ndor, S. A., Sám::hez Pachero, 81, Madrid. 1991. _ 6376.
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ARGUMENTO
PERSONAJES
nieos S paTa que fueras vend ido lejos, me eché a la Aparece en escena un coro de sátiros,
mar con mis hijos en tu búsqueda. y en el extremo de precedidos por un flautista y conduciendo
1.5 la popa, tomando yo mismo el bien ajustado timón, lo un rebaño.
dirigía derecho, y mis hijos. sentados a los remos,
blanqueando el glauco mar con el batir de los mismos, CORO
iban en tu busca, señor. Pero c uando navegábamos ya Estrofa 1.-
cerca de Malea 6, el viento solano, soplando sobre el
(A un macho cabrio que se escapa.) ¿Por dónde,
20 casco de la nave, nos arrojó sobre esta roca del Etna,
nacido de un padre y de una madre de buena raza,
donde los Cíclopes homicidas, de un solo ojo, hijos
por dónde intentas llegar a las rocas? ¿Es que no tie-
del dios del mar, habitan en cuevas solitarias. Apresa-
nes aqui suave brisa al abrigo del viento y pasto her- 045
dos por uno de ellos, vivimos como esclavos en su
boso yagua impetuosa de los ríos, que reposa en los
:15 casa. Al que servimos le llaman Polifemo y. en lugar
abrevaderos, cerca de la cueva? ¿No oyes los balidos
de entonar los gritos báquicos, apacentamos los reba-
de los corderillos?
ños del impío Cíclope. Por ello, mis hijos, en las cimas
de las colinas, guardan los rebaños, pues son jóvenes, Efimnio
mientras que yo, permaneciendo en casa, tengo la Psitt ... 7 • ¿No quieres venir aquE? ¿No quieres pacer
30 orden de llenar los abrevaderos y de barrer estas pa- aquí en la colina húmeda por el rocio ? Ohé, en seguida .$O
redes y de servir al impío Clclope sus comidas implas. te arrojaré una piedra. Adelante, adelante, el de los
y ahora, es lo que se me ha ordenado, tengo que
9 Las Bacantes o Ménades celebraban, en compañia de Sáti- 11 Con este nombre, desi8n~ la /liada (Ir, 631 Y sigs.) e l con-
ros y Silenos, las danzas orgiásticas en honor de Baco, en mono junto de pueblOS bajo el dominio de Odisco: Itaca y las islas
tes y bosques solitarios. El tirso, que era un asta cubierta de alrededor.
de hiedra, era el arma de Baco. l' Con la expresión _cró talo penetrante_, se hace rererencia
SILENO. - El Etna, la altura más elevada de $icilia. ODISEO. _ ¿Sabes tú qué vas a hacer para ayudar-
11' ODISEO. - ¿Dónde están los muros y las torres de nos a salir de esta tierra?
la ciudad? SILENO. - No lo sé, Odisea, pero por ti hadamos
SILENO. - En ninguna parte. Estos promontorios ca- todo.
recen de hombres. extranjero. OOISOO. - Véndenos pan, carecemos de él.
ODIsEa. - ¿Y quiénes ocupan el país? ¿Acaso sólo SlLENO. - No hay, como te dije, otra cosa que no
las fieras? sea carne.
SILENQ. - Los Cíclopes , que habitan cuevas en lugar 001500. - Ella también es un dulce remedio contra 13.5
de casas. el hambre.
ODISEO. - ¿A quién obedecen? ¿O tienen un estado SILENO. _ También hay queso cuajado y leche de
democrático? vaca.
120 SILENO. - Son nómadas. Nadie obedece a nadie en OOISoo. - Traedlo, pues para las compras se neceo
nada. sita luz.
ODlSEO. - ¿Siembran -¿o de qué viven?- la espiga SILENO. - ¿Y cuánto oro darás a cambio? Dime.
de Deméter? 15. OOISEO. - Oro no, s ino la bebida de Dioniso que
SILENO. - De la leche. del queso y de la carne de llevo conmigo.
los rebaños. SILENO. _ ¡Qué palabra queridísima acabas de pe" 1.0
ODI5EO. - ¿Beben la bebida de Bramio, hecha con nunciar! ¡Con el tiempo que hace que carecfamos de
los jugos de la vid?
SILENO. - Aludes a una fuente be lla y agradable y dis tendido mis párpados. Bien loco está q uien no
para mi. se alegra bebiendo, c uando entonces es posible que
ODISEO. - ¿Ouieres que te haga degusta r primero ésta (haC iendo un gesto obsceno) se empine y acari- 170
el vino puro? ¡I, ciar un pecho y un prado dispuesto a ser palpado con
150 SILENO. - Está bien , pues la degustación invita a la ambas manos, y es posible la danza y el olvido de los
compra. males. Pues, ¡qué! ¿No me voy a comprar yo seme-
ODISEO. - Por ello traigo también una copa con el jante bebida, mandando al diablo a este Cíclope est ú-
odre. pido y a su ojo en el centro de la rrente ? (Entra en fa
SILENO. - ¡Vamos. déjalo caer con ruido, para que, gruta a por las provisiones.)
al beber, recuerde s u rumor! CORIFEO. - Escucha, Odisea, queremos charlar un 17.5
ODISEO. -(Llena la co pa .) Ah! tienes. rato contigo.
SJLENO. - ¡Ah, ah, qué hermoso olor tiene! ODISEa. - Claro, hombre, dirigíos a mí como am i-
ODISEQ. - ¿Es que ves el olor? gos a un amigo.
SILENO. - No, por Zeus. pero lo olfateo. CoRIFEO. - ¿ Habéis tomado en vuestras manos Tro-
1.5.5 ODISEO. - Pruébalo ya, para que no lo elogies sólo ya y Helena?
de palabra. ODISEO. - SI, Y saqueamos toda la casa de Prlam o.
SILENO. - (Apurando la copa.) ¡Oh, o h . Baco me in- CoRIFEO. - Y después de haberos apode rado de la
vita a bailar, Jalará, lalará! muchacha, ¿no la habéis agujereado todos, uno a uno, 180
ODISEO. - ¿Ha atravesado bien tu gargant a hacien- ya q ue le gusta andar cambiando de esposo? A esa
do gluglú? traidora que, al ver el par de calzones variopintos
SILENO. - Sí, hasta el extremo de que me llegó hasta alrededor de sus piernas y el co llar de oro que ll evaba
la punta de las uñas. en medio del cuello Jl, perdió la cabeza, abandonando 18.5
160 ODISEO. - Además de esto, te daremos también mo- a Menelao, ese hombrecito excelente. ¡Nunca deberla
nedas. haber nacido en lugar alguno la raza de las mujeres
SU.ENO. - Basta con que deshinches el odre. Deja -s i no son para mi solo, daro-!
el oro. SILENO. - (Saliendo de la cu eva con fas provisio-
ODISEO. - Traed, pues, los quesos o Jos corderos. nes.) Aqui tenéis vosotros el alimento de los pastores,
SILENO. - Lo haré, s in preocuparme mucho de mis señor Odiseo, s ustento formado por corde ros que bala n
1M amos, pues me volveria loco de conte nto con apurar y abundantes q uesos de leche cuajada. LJe\'áoslo y ale- 190
una sola copa, dándote a cambio los rebaños de todos jaos lo más rápido posible de la cueva, después de
los Cíclopes, y poder lanzarme al mar desde la roca darme a cambio el jugo del racimo báquico. (Mirando
de Léucade 19, una vez q ue me hubiese emborrachado
fama que se lan2.llsen al mar los enamorados infelices. En esta
elC preslÓn ha y que sobreentender [para olvidar mis pr oblemas].
11 NOi'malmentc los griegos to maban siempre el vi no mezo Jl Se alude a Paris, raptor de Helena, y al colorista y lujoso
clado con agua. modo de ves tir de los orientales, Que solla ser muy censurado
~ Léucade es una bella isla de JOnia, desde la cual era por los ¡riegos.
120 TRAGEDIAS EL CICLOPE 121
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hacia la entrada de la cueva.) ¡Ay de mí, he aquí que CtCLOPE. - ¿También están repletas de leche las crá-
viene el Cíclopel ¿ Qué hacemos? teras?
ODISEO. - Estarnos perdidos, anciano. ¿Dónde debe- CoRIFEO. - Hasta el punto de que puedes apurar,
mos huir? si quieres, una jarra entera.
195 SILBNO.-Al interior de esta cueva, en la que po- CtClOPE. - ¿De cordero, de vaca, o una mezcla de
dréis ocultaros. ambos?
ODISEO. - Lo que aconsejas es terrible: es caer en CoRIFEO. - De lo que quieras, con tal que no me
sus redes. engullas a mí.
SILENO. - No lo es. En la cueva hay muchos escon· CíCLOPE. - Pierde cuidado, puesto que, si saltarais 220
dites. vosotros en medio de mi estómago, perecería a causa
ODISEO. - No nos esconderemos. pues Troya tendría de vuestras danzas. ¡Eh!, ¿quién es esa multitud que
que gemir mucho, si huyésemos ante un solo hombre. veo junto a los establos? ¿Han ocupado el pais piratas
¡Yo. que he afrontado muchas veces a una innumera- o ladrones? Sean lo que sean, veo a mis corderos fuera
200 rabie multitud de frigios con mi escudo! Si hay que de la cueva, atados sus cuerpos con juncos retorcidos, 22.5
morir. moriremos con nobleza o, vivos. conservaremos y, entremedias, cestos de quesos, y al viejo, con su
nuestra gloria pasada. cabeza calva, completamente hinchada a golpes 21.
Aparece el Cíclope que sorprende a los SIlENO. - ¡Ay de mí. siento fiebre, roto como estoy
Sdtiros saltando en torno al odre. por los golpes, desdichado!
CíCLOPE. - (A los Sdtiros.) ¡Alto. apartaos! ¿Qué es CíCLOPE. - ¿Por causa de quién? ¿Quién se entrenó
2-40 cargándote en ella, le venderían a alguno, para levan- peces, te lo juro, oh Ciclopito, el más hermoso, amito
tar piedras con una palanca o arrojarle a un molino. mío, te juro que yo no pretendía vender tus bienes;
CíCLOPE. - ¿De veras? ¿Quieres ir lo más rápido si no, ¡que mueran de mala manera mis hijos, a los
que puedas a afilar los cuchillos de carnicero y. apio que quiero tanto!
lando un gran haz de leña. prenderla fuego? Pues CORIFEO. - ¡Aplicate a ti esa súplica! Yo te he 270
ellos, degollados al instante, me proporcionarán a mí, visto con mis propios ojos vendiéndoles las provisio-
2.,5 separando las carnes de las brasas, una comida ca- nes. ¡Que muera mi padre si miento en lo que digo!
liente. El resto lo haré cocer en un caldero y se que- Pero no eches la culpa a los extranjeros.
dará muy tierno, pues ya estoy harto de comida de los CICLOPE. - ¡Mentís! Yo tengo más confianza en éste
montes; bastantes banquetes me he dado ya de leones que en Radamantis u, y digo que es más justo. Sin 275
y de ciervos, y hace mucho tiempo que no pruebo embargo, deseo interrogarles. ¿De dónde venís nave..
carne humana. gando, extranjeros? ¿De qué pafs sois? ¿Qué ciudad
2"0 SILENO. - Las novedades. después de las cosas ha- os crió?
bituales. señor, causan mayor agrado. Es evidente que, ODISEa. - Somos naturales de (taca y venimos de
desde hace mucho tiempo. no habían llegado a tus llión, después de haber destruido la ciudad, impulsa-
cuevas otros extranjeros. dos hasta tu tierra por los vientos del mar, Cíclope.
OOISEO. - Cfclope, escucha también, a tu vez, a los CICLOPE. - ¿ Sois vosotros los que os encaminasteis 280
255 extranjeros. Nosotros, necesitando comprar comida, a la ciudad de llión, cercana al Escamandro~, para
nos hemos acercado a tu cueva, después de haber castigarla por el rapto de la malvadísima Helena?
abandonado la nave. Los corderos que ves nos los ODISEO. - Precisamente esos que han apurado ese
estaba vendiendo ése por un vaso de vino y, después esfuerzo terrible.
de haber probado la bebida, nos los entregaba, conror- CfCLOPE.. - ¡Expedición vergonzosa! ¡Mira que haber
mes ambas partes y sin mediar violencia alguna. Nada zarpado vosotros por causa de una sola mujer hasta
260 de lo que ése afirma tiene sentido, pues que fue sor- la tierra de los frigios!
prendido vendiendo, a escondidas tuyas, 10 que te ODISEO. - Fue obra de un dios, no hay que echar 2M
pertenece. la culpa a ningún mortal. (En actitud suplicante.) Nos-
SILENO. - ¿Yo? ¡As! te murieras de mala manera! otros, oh noble hijo del dios del mar, te suplicamos
ODISEO. - Si miento. y te hablamos con franqueza, ¡no oses matar a quienes
SIl.ENO. - (Lanzdndose a las rodillas del Cíclope .) han venido a tu cueva como amigos ni hacer de ellos
¡Por Posidón que te engendró, Cíclope, por el gran impia comida para tus mandíbulas! Nosotros, que 290
Tritón y por Nereo, por Calipso y por las hijas de hemos defendido las sedes de los templos en las pro-
2M Nereo 12 , por las olas sagradas y por toda la raza de los fundidades de Grecia, señor, para que tu padre los
II El Cíclope era hijo de Posidón, soberano dI:! mar, y de
la Ninfa TOO5a. Tritón y Nereo son también hijos de Posidón. u Radamantis es uno de los jueces infernales. En realidad,
Las Nereidas, hijas de Nereo, y Calipso son, igualmente. clh'¡· es un héroe cretense, hijo de Zeus y de Europa.
nidades marinas. :M RJo que corre por la llanura de IliÓD, es decir, de Troya.
124 TRAGEDIAS EL CfCLOPE 125
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conserve 15. Intacto permanece el puerto santo de Té- ganancias vergonzosas responden con castigo a la ma-
naro» y los promontorios ocultos del cabo Malea, yoría de los hombres.
y salva está la roca de las minas de plata de la divina SILENO. -(Al Cíclope.) Deseo darte un consejo: no
29" Atenea en Sunio y Jos refugios de Geresto n . No hemos dejes ni una brizna de la carne de éste (señalando a
entregado la Hélade a los frigios - ¡vergüenza absur- Odisea) y, sí pegas un mordisco a su lengua, te con· 31.5
da! -. Tú también participas de estos beneficios. pues vertirás en el más picara y charlatán, Ciclope.
habitas en las profundidades de la tierra griega, al pie CfCLOPl!. - (A Odiseo.) La riqueza, hombrecito, es
del Etna 21, la roca que destila fuego. (Ante un gesto dios para los sabios. 1.0 demás es rumor y bellas pala-
del Cíclope rechazando estos argumentos.) Existe la bras. 1..0 mando a paseo a los promontorios marinos
costumbre entre los mortales, si no admites mis razo.. que habita mi padre. ¿A qué vienes tú con estos argu-
300 nes, de acoger como suplicantes a los que sufren los mentos? Yo no tiemblo ante el rayo de Zeus, extran· 320
embates del mar, entregarles dones de hospitalidad y jero, yo no sé en qué Zeus es un dios superior a mi.
socorrerlos con vestidos. pero no la de clavarlos alre- Lo demás no me interesa y, como me trae sin cui·
dedor de asadores que se usan para ensartar a los dado, escucha: cuando desde arriba se derrama la
bueyes y llenar as! tu estómago y tu mandfbula. Bas· lluvia, en esta casa tengo refugio cubierto y me engullo 32-'
tante viuda dejó la tierra de Príamo a la Hélade. un ternero asado o bien algún animal salvaje y, em-
30.5 bebiendo la sangre de muchos cadáveres derramada a papado bien mi estómago horizontal, después de apu-
golpes de lanza, y perjudiCÓ a esposas sin maridos, rar un ánfora de leche, hago resonar con pedos mi
a ancianas sin hijos y a canosos padres. Y si tú que- túnica, haciendo un ruido que puede competir con los
dos a dentelladas de las hachas. Y cuando tuvo todo habitar la morada de Baca, en compañía de las Ninfas
dispuesto el cocinero de Hades, odiado de los dioses, Náyades l4 • Tu padre que está dentro aprueba esta de-
aferrando a dos de mis compañeros, degollaba a uno cisión, pero está sin fuerzas y gozando de la bebida;
de ellos y con una cierta cadencia lo arrojaba a la prendido de sus alas a la copa como un ave a la liga
400 panza del caldero de bronce, y al otro, asiéndolo por de muérdago, las bate en vano. Pero tú, pues eres
el talón del pie, después de golpearlo contra la aguda joven, sálvate conmigo y vuel ve al encuentro de tu 43$
punta de una roca, hizo que su cerebro saltase fuera viejo amigo Dioniso, que no se parece al Cíclope.
salpicando y, desgarrando a continuación las carnes CORIFEO. - ¡Oh amigo queridísimo. si pudiésemos
con su voraz cuchillo, las ponía a asar al fuego. mien- ver ese día en el que hubiéramos logrado escapar de
tras que el resto de los miembros los arrojaba al la impía cabeza del Cíclope! (Señalando a su falo.)
40-' caldero para que cocieran. Y yo, desdichado de mí. iA este amigo hace mucho que lo tenemos viudo! 440
con los ojos derramando lágrimas. estaba al lado del (...):15.
Cíclope y le servía. Los demás estaban acurrucados, OOISEO. - Escucha 10 que he pensado para castigar
como pájaros, en las oquedades de la roca, sin sangre a esta bestia malvada y liberarte de tu esclavitud.
en sus venas. Pero, una vez que se hartó de comer a CoRIFEO. - Habla, pues el sonido de la citara asiá-
41 0 mis compañeros, se tumbó boca abajo, exhalando por tica no nos causaría más placer que oír la muerte del
su garganta un aliento pesado; entonces se me ocurrió Cíclope.
una idea divina: llenando la copa de Marón l3 le doy OOISEO. - el quiere ir a celebrarlo con sus herma- 44$
a beber de ella, diciéndole: .. Oh Cíclope, hijo del dios nos los Cíclopes, pues esta bebida de Baca le ha puesto
en su morada una rama de olivo, cuya punta, afilán- (Un cantor viene del interior.)
dola yo con mi espada, pondré al fuego y luego. cuan- Silencio, silencio. (Aparece el Cíclope entre Odisea,
do la vea ya en ascuas, levantándola hecha una brasa. que lleva un odre, y Sileno con una crátera de vino.)
la clavaré en el ojo central del Cíclope y fundiré s u ¡Ahí lo tielles, borracho, modulando un grito sin gra- 490
460 vista con el fuego. Como UD hombre q ue, para ajustar cia, saliendo fuera de su pétrea morada! ¡Vamos, edu-
la madera en la construcción de un navío, con dos quemos al ignorante en nuestras danzas festivas! Sea
correas hace girar el trépano. así haré yo dar vueltas como sea, va a quedarse ciego.
al tizón en el ojo del Cíclope, portador de la luz, y le
PRIMER SEMICORO:l6.
desecaré la pupila.
465 CORIFEO. - ¡Viva, viva, qué contento estoy! ¡Estoy Estrofa l.".
loco de alegría por tus ardides! ¡Feliz quien lanza el grito báquico por causa de las 49"'
ODISEa. - Y luego a ti, a mis amigos y al anciano dulces fuentes de los racimos, tomándose un respiro
os haré embarcar en el casco curvo de mi negra nave, tumbado para dirigirse a la danza, abrazando a un
y con los dobles remos os sacaré de esta tierra. amigo e intentando, sobre los cojines, aferrar la flor 500
CoRI FEO. - ¿Será posible que yo, como en una liba- de una suave cortesana, con los bucles ungidos de
ción ofrecida a la divinidad, pueda tocar el tizón que aceite perfumado, y dice: _¿Quién me abrirá la puer-
470 ciega los ojos? Pues deseo participar en este crimen. ta?.
ODISEO. - Debes hacerlo, pues el tizón es grande CtCLOPE.
y debes ayudar a sostenerlo. Estrofa 2.".
CORIFEO. - Como si tuviese que levantar el peso de
Sa, sa, sa, saciado estoy de vino y gozo con el des-
475 cien carros, con tal de que consigamos ahumar el ojo
enfreno del banquete; lleno como una nave de carga .505
del Cíclope, que mala muerte tenga, como a una abeja.
hasta el puente del extremo del vientre, la hierba
ODISEO. - ¡Silencio ahora! Conoces perfectamente
dulce me impulsa a la fiesta en la estación de la
el engaño. Cuando yo dé la orden, obedeced a quien
primavera junto a mis hermanos los Cíclopes. ¡Vamos, S10
ha tramado todo. No tengo la intención de salvarme
extranjero, vamos, dame el odre!
480 yo solo, abandonando dentro a mis amigos, yeso que
podría huir, pues ya estoy fuera de las profundidades SEGUNDO SEMICORO.
de la cueva. Pero no es justo que me salve solo aban· Estrofa 3.".
donando a mis amigos, con los q ue vine aquí. Con una dulce mirada en sus ojos, hermoso, sale
de su casa. [ ... ] Alguien vela por nosotros. Una antor-
CORO.
clla enemiga aguarda a tu cuerpo, como una tierna S I ",
Vamos, ¿quién es el primero, quién, colocándose esposa, dentro de la cueva fresca por el rocío. En
en orden de batalla después del primero, manteniendo
485 firme la empuñadura del tizón e impulsándolo dentro
de los párpados del CJclope, hará saltar su brillante l6 Hemos adoptado la distribución en dos Semicoros con
vista hecha astillas ? Méridicr.
132 TRAGEDIAS EL CfCLOPE 133
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seguida, corOna5 de muchos colores hardn compal1ía CfCLOPE. - Necio es quien, después de haber bebido,
a tu cabeza 31. no ama la orgía festiva.
OOISEO. - Cíclope, escucha. pues yo soy el experto ODISEO. - Quien estando ebrio permanece en casa,
.520 en ese Baco que te he dado a beber. es sensato.
CíCLOPE. - ¿ y a ese Baco se le considera un dios? CtCLOPE. - ¿Qué hacemos, Sileno? ¿Te pare<:e bien
ODISEO. - El más poderoso para alegrar la vida a que me quede?
los hombres. SILENO. - Si. ¿Qué necesidad tienes de otros com- .5-40
CíCLOPE. - En verdad que yo lo eructo con placer. pañeros de bebida, Cíclope?
ODISEO. - Tal es esta divinidad, a ninguno de los CfCLaPE. - En verdad que este suelo suave de hiero
mortales perjudica. ba norida ...
S2S CíCLOPE. - ¿Cómo se goza un dios teniendo su casa SllENO. - Y. además, es bello beber al calor del sol.
en un odre? Recuéstate. pues, y ponte de costado sobre la tierra.
OOISEO. - Se encuentra a gusto en cua lquier sitio CfCLOPE. - Ya está. ¿Por qué colocas la crátera de- .5-4.5
que se le ponga. trás de mi?
CíCLOPE. - Los dioses no deben tener su cuerpo SILENO. - Para que ninguno pueda apoderarse de
entre pieles. ella al pasar.
ODISEO. - ¿Qué importa. si él te a legra? ¿Es que la CfCLOPE. - Lo que tú quieres es beber a escondidas.
piel te molesta? Ponla en medio. (SUeno la sitúa en el centro.) Y tú.
CfCLOPE. - Odio el odre. pero amo la bebida que extranjero, dime el nombre con el que hay que lla-
(Obedece y lleva fa copa a sus labios.) Limítate a servir. vueltas confundido con la tierra y veo el trono de
SU.ENO. - ¿Cómo está hecha la mezcla? Deja que lo Zeus y la santa majestad de todos los dioses. (Diri- .580
examine. giéndose a los Sdtiros.) No. nunca os besaré, las Gra-
CICLOPE. - 1.0 echarás a perder. Sírvelo tal cual. cias son las que me tientan. (Se vuelve hacia Sileno
SILENQ. - Sí, por Zeus, pero mientras veo que tú y lo abraza.) Me basta con este Ganimedes :l8, con él
coges la corona, aún tendré tiempo de probarlo. (Le reposaré a las mil maravillas, por las Gracias. Gozo
ofrece la corona y se bebe la copa de un trago.) más con los muchachitos que con las muchachas.
CfCLOPE. - ¡Copero bribónl SILENO. - ¿Soy yo el Ganimedes de Zeus, Cíclope? .58.5
.560 SILfNO. - No, por Zeus, di más bien, ¡oh vino dul· CíCLOPE. - Sí, por Zeus, yo lo rapto del promonto-
ce! Tienes que lavarte la boca para poder tomar la rio de Dárdano JIJ.
bebida. (Llena de nuevo la copa.) SILENO. - Estoy perdido, hijos. Sufriré males terri-
CtCLOPE. -(Se enjuaga la boca y la barba.) Mira qué bles.
limpias están mi boca y mi barba. CíCLOPE. - ¿ Censuras y zahieres a tu enamorado
SILENQ. - Bien, coloca tu codo con salero y luego porque está bebido?
apura la copa, como me ves a mi beberla (apura la SILENO. - ¡Ay de mí, pronto veré qué amarguísimo
copa), visto y no visto. es el vino! (Desaparece con Polifemo en la gruta.)
!I~ CICLOPE. - Eh. eh, ¿ qué haces? ODISEO. - (A los Sdtiros.) Vamos, hijos de Dioniso, .590
SILENO. - Bebénnela de un trago con placer. nobles retoños, el hombre está dentro. Vencido por el
CfCLOPE. - (Le arrebata la copa y se la da a Odisea.) sueño, vomitará muy pronto la carne por su desver-
Tómala tú, extranjero y sé mi copero. gonzada garganta. El tizón, dentro de la cueva, exhala
ODISEO. - La viña conoce perfectamente mi mano. humo. Nuestro único propósito debe ser quemar el .59.5
CfCLOPE. - Vamos, vierte ya. ojo del Cíclope. (Al Corifeo.) ¡Pórtate como un hom-
ODISEO. - Te vierto, cállate de una vez. bre!
CfCLOPE. - Difícil es estar callado para quien bebe CORIFEO. - Tendremos una voluntad de roca y de
mucho. acero. Pero entra en la casa, antes de que a mi padre
.570 ODISEO. - Toma, cógela, apúrala y no dejes nada. le suceda algo irreparable. Estamos aquí a tu entera
Hay que tragar hasta morir sobre la bebida. disposición.
CfCLOPE. - (Bebe.) ¡Ay, ay, qué inteligente es la ma- ODISEQ. - ¡Hefesto, señor del Etna, incendia el ojo
dera de la viña! brillante de tu malvado vecino y libérate de él de una 600
ODISEO. - Y si tragas en abundancia, después de vezl ¡Y tú, alumno de la negra Noche, Sueño, lánzate
un banquete copioso, humedeciendo tu panza hasta con toda tu fuerza sobre esta fiera odiosa a los dio-
.57.5 quitarte la sed, caerás en brazos del sueño, pero, si sesl Después de las brillantes fatigas de Troya, no
dejas un poco, Baca te secará. (Le sirve otra copa y él
se la bebe.) 38 Joven héroe troyano de la estirpe de Dárdano. Zeus se
enamoró de él y lo rapt ó, llevándolo después al Olimpo para
CtCLOPE. - ¡Uf, uf, con apuros escapé de las olas! que fuera su copero.
¡Qué placer tan puro! El cielo me parece que da B Cerca de la ciudad de Dárdano, en el Helcsponto.
136 TRAGEDIAS EL dCLOPc 137
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hagáis perecer a l propio Odiseo y a s us marineros SeCUNDO SEMICORO. - Y nosotros hace un momento
605 a manos de un hombre que ni de los dioses ni de los que nos hemos Quedado cojos.
hombres se preocupa. De no ser así, habrá que con- TERCER SEMICORO. - A mi me ha ocurrido lo mis-
siderar al Azar una divinidad y a la fuerza de los mo, pues, a fuerza de estar de pie, nos ha dado un
dioses inferior al Azar. calambre en los pies no sé por qué causa.
ODISEO. - ¿Os ha dado un calambre estando de pie? 640
CORO.
SeCUNDO SEMICORO. - Y nuestros ojos están llenos
610 La tenaza aferrará con fuerza el cuello del devora· de polvo o de ceniza, s in saber de dónde ha venido.
dar de huéspedes. En seguida el fuego destruirá sus OOISEO. - Estos que t engo aquí son unos cobardes
61.5 mejillas brillantes. Ya el tiz6n carbonizado se oculta y unos aliados de tres al cuarto.
entre las brasas, retoño vigoroso del drbol. ¡,Adelante, CORIFEO. - Porque sen timos compasión de nuestra
Mar6n, actúa, arranca el pdrpado del Cíclope enloque. espalda y espinazo y no deseo echar fuera mis dientes
cido, de modo que haya bebido para su mal! En cuan- por causa de los golpes, ¿eso lo llamas cobardía? 64.5
620 lo a mi, ardo en deseos de ver a Bramio, que gusta Sin embargo, yo conozco un encanto mágico de Orfea
de llevar el tirso de hiedra y de abandonar la soledad verdaderamente estupendo para que el tizón, pene-
del Clclope. ¿llegaré a conseguir tanta dicha? trando en el cráneo sin Que nadie 10 impulse, pueda
OmsEO. - (Saliendo de la gruta.) ¡Callad, por los q uemar al hijo de la Tierra, el de un solo ojo.
62.5 dioses, animales, estad tranquilos! ¡Cerrad las articu- OOISEO. - Hace tiempo que sabía que eras de una
laciones de la boca! ¡No se os ocurra ni soplar, ni ralea semejante, pero ahora lo sé mejor. No tengo
¡Cuidado, no sea que, presa del dolor, te haga algo es el que me perdió, infame é l, que, dándome la bebida,
a la desesperada! me ahogó en el sueño.
Un grito terrible sale de la cueva. CORIFEO. - Terrible es el vino y duro de vencer.
CíCLOPE. - ¡Ay de mí, el resplandor del ojo se me CíCLOPE. - Por los dioses, ¿ han huido o están den·
ha carbonizado! tro de la cueva?
CoRIFEO. - ¡Qué hennoso es este peán! tI, ¡Entó- CORIFEO. - Están ahí de pie, en silencio, amparados 680
nalo de nuevo, Cíclope! en la roca.
66.S CíCLOPE. - ¡Ay desgraciadísimo de mi, cómo he sido CíCLOPE. - ¿A qué mano?
ultrajado, cómo perezco! ¡Pero no conseguiréis huir CoRIFEO. - A tu derecha.
alegres de esta cueva, seres viles! Colocándome en CíCLOPE. - ¿Dónde?
el umbral de la caverna, adaptaré a él mis manos 41, CoRIFEO. - Junto a la roca misma. ¿Los tienes?
Aparece en el umbral de la gruta, con CíCLOPE. - (Chocando contra la roca.) ¡Desgracia
sus brazos extendidos y el ojo sangrando. tras desgracia! iMe he golpeado el cráneo y me lo he
CORIFEO. - ¿Por qué gritas. Cíclope? partido!
CfCLOPE. - Estoy muerto. CORIFEO. - Se le están escapando.
670 CORIFEO. - ¡Qué aspecto tan horrible! CíCLOPE. - (Andando a tientas, corno en toda esta
CfCLOPE, - Y, además, triste. escena.) ¿Por aquí? ¿Decías por aquí?
CORIFEO. - ¿Caíste embriagado en medio de las CORIFEO. - No, digo por allí. 68.5
brasas? CíCLOPE. - ¿ Por dónde, pues?
CfCLOPE. - Nadie 4) me destruyó. CoRIFEO. - Da la vuelta. Por aquí a tu izquierda.
CoRIFEO. - Luego nadie te ha causado mal. CíCLOPE. - ¡Ay de mí, estoy burlado! Me zaherís
CíCLOPE. - Nadie me cegó el párpado. en mi desgracia.
CORIFEO. - Luego tú no estás ciego. CoRIFEO. - Ya no, él está delante de ti.
CíCLOPE. - ¡Así lo estuvieses tú! CíCLOPE. - ¡Oh canalla! ¿Dónde estás?
CORIFEO. - ¿ y cómo nadie habría podido cegarte? ODISEO. - Lejos de ti, tengo a buen recaudo el cuero 690
CíCLOPE. - Te burlas. Pero, ¿dónde está ese Nadie? po de Odiseo.
67.5 CORIFEO. - En ninguna parle, Cíclope. CtCLOPE. - ¿Cómo dices? Has cambiado de nombre
C{CLOPE. - El extranjero, dale cuenta de una vez, y pronuncias uno nuevo.
ODISEO. - El que me puso el que me engendró:
Odiseo. Tú debías pagar el castigo por tu impío ban-
4\ El peán es un canto de triunfo. La frase es tá impregnada quete, pues en vano habría incendiado Troya, si no te 69.5
de una amarga ironía. hubiera hecho pagar el asesinato de mis compañeros.
42 A modo de puerta, por donde nadie pueda P:lS:lr.
CfCLOPE. - ¡Ay, ay! Se ha cumplido el antiguo
4l Odiseo se había presentadO al Cíclope con d nombre dc
_Nadie., lo cual es aprovechado por Eurípides para causar la oráculo, según el cual yo quedaría ciego por tu mano,
hilaridad con fra ses d e doble sentido. al regreso de Troya, pero también predijo que tú
140 TRAGEOIAS
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