Sunteți pe pagina 1din 2

No pierdan el tiempo leyendo un libro

Bienaventurados los que no leen porque de ellos es el reino de la simpleza. Es en


serio. Porque ¿de qué sirve leer en los tiempos que corren?
Por: Álvaro Claro | Enero 27, 2017

Póngase a pensar, querido lector. Por


ejemplo ¿de qué sirve tener un
vocabulario amplio, un discurso
fluido, con el que pueda expresar sus
ideas y argumentar sus actos? ¿De
qué sirve eso ahora que “la imagen”
es la que manda y, según dicen, “vale
más que mil palabras” aunque esta
sea una idea que se manifiesta con
palabras? ¿De qué sirve, repito, aquí
donde “yo hago lo que se me da la
gana y, si no le gusta, de malas”,
puesto que, además, “Colombia es
pasión”, o sea, puro impulso y sentimiento, así que nada de ponerse usted racional
y argumentativo porque cae mal entre la manada? Por eso, mejor, no sepa hablar,
no aprenda a expresar sus ideas ni cultive su habilidad para debatirlas porque,
como se ve, eso fastidia a la mayoría.

Leer también enseña a escribir. Los escritores han repetido lo mismo hasta el
cansancio. Pero ¿para qué aprender a escribir si hoy nos entendemos a partir
de emoticones y consonantes apostrofadas; si se cuenta con el corrector de
ortografía de Word y, además, si usted está estudiando, quédese tranquilo porque
la mayoría de los profesores tampoco saben escribir; en cambio, si usted está
trabajando, ojalá sea un trabajo que no exija escribir tan seguido (que por cierto,
¡bendita sea la tecnificación del trabajo!, ahora abundan los de este tipo), y si da
con un trabajo donde escribir es primordial, pues queda la esperanza de que lo
hayan nombrado por un palancazo y no le pidan la renuncia porque, en el fondo,
ya saben que tampoco podría escribirla.

Además de esos beneficios básicos y hoy día inservibles (saber hablar, saber
escribir), la lectura también fortalece el criterio de quienes la practican, es decir,
aquello de leer vuelve a las personas más capaces de tomar sus propias
decisiones, les ayuda a no tragar entero cuando la comida tiene veneno. Sin
embargo, en nuestros días ¿quién va a pensar por cuenta propia, a nadar contra
la corriente, a esforzarse sin que nada lo obligue, cuando la humanidad marcha a
un solo ritmo: ¿todos pensamos lo mismo, nos vestimos igual, replicamos lo que
hacen los demás y así nos mantenemos con una sonrisa en el rostro, gracias a la
felicidad de no saber qué estamos haciendo? De nada sirve, pues, ser los
diferentes, los que se saltan la normalidad, los que buscan algo más allá de lo
inmediato, porque eso lo vuelve a usted, quizás, un poco más sensato y perspicaz,
sí, pero también lo condena a ser un solitario por no decir que un rechazado, uno
de esos que siempre ve la Historia desde la otra orilla.

No lean, insisto, pues todos los beneficios de la lectura son inservibles, y hasta
ridículos. Como eso de que aumenta su imaginación, que lo vuelve más creativo.
Y bien ¿para qué sirve tener una gran imaginación si ya todo está creado y, en el
peor de los casos, para eso existen los científicos y los artistas, quienes malgastan
todo el día inventando cosas que, a la mayoría, no nos importan ni nos afectan?
Para qué va a perder su tiempo en eso; mejor mire la televisión que no le miente
ni le exige tanto pensamiento.

También está lo de fortalecer la memoria. Ahora bien ¿quién necesita hoy una gran
memoria, si lo que importa es lo nuevo, lo de última generación, como el IPhone?
Lo que pasó ayer ya es Historia, pasado de moda, irrelevante. Es vano saber de
dónde venimos, cuál es el origen de nuestros problemas pues, al parecer, no
tenemos la habilidad de solucionarlos, ya que, como se dijo anteriormente, lo
nuestro tampoco es ser creativos. Entonces de nada sirve que recordemos los
errores del pasado, de todas formas, en el presente y en el futuro, vamos a
cometerlos de nuevo. Al parecer, esto de fortalecer la memoria tampoco es una
razón para que usted gaste su tiempo con la lectura.

Y como si fuera poco, no se ha hablado del poder de ponerse en los zapatos del
otro, de observar las circunstancias desde varios puntos de vista (otro de los
“grandes beneficios” de la lectura). Dicen que leer vuelve a las personas más
tolerantes, más comprensivas, que no solo enseña a hablar, sino también a
escuchar a lo demás. Pero ¿acaso, alguien lo escucha usted? ¿A quién le interesa
lo que usted piensa? ¡A nadie! ¿Acaso tiene muchas cosas que decir? Recuerde
que “saber hablar” es el primer beneficio inservible que desechamos en este texto
(aunque la memoria también se fortalece con la lectura, entonces es posible que,
en este punto, ya no se recuerde nada de lo enunciado). Así mismo, si nadie lo
escucha, no va a ser usted el primero en escuchar al otro, porque “Colombia es
pasión”, nada de raciocinio, mejor dicho, que no se metan con nosotros.

En conclusión, para no perder más tiempo leyendo, querido lector, dígame ¿para
qué sirve leer? Para nada. Por favor, no lo haga. No tire su vida por la borda. Siga
con la televisión, la amnesia, las redes sociales, la pasión, la fiesta, la indiferencia,
el deporte, la falta de personalidad y el trabajo por obligación… Nunca se pare a
pensar cuánto cambiaría su vida si practicara la lectura todos los días, no, por
favor, nunca lo haga.

S-ar putea să vă placă și