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Unidos
Introducción
En casi todos los países que antes tenían una economía centralmente planificada,
también el crecimiento económico positivo se ha recuperado recientemente sólo
después de que la inflación se estabilizó a tasas relativamente bajas.
Desarrollo
El 6 junio del 2014, por onceava ocasión consecutiva el Banco de México determinó
bajar la tasa de referencia en cincuenta puntos bases, al reducir la tasa interbancaria
objetivo de un día de 3.5 a 3%. Ello se realizó en el contexto de la revisión hacia la
baja, por parte del banco central, de la tasa de crecimiento de la economía
mexicana.
Con base en las previsiones ofrecidas por el Banco de México, los miembros de su
Junta de Gobierno, deciden reducir la tasa de interés, con base en que: primero, la
economía presenta una mayor holgura porque, por un lado se reducen la demanda
externa (exportaciones mexicanas) por la previsión de una menor tasa de
crecimiento a la esperado por parte del principal social comercial (principalmente
porque no se recupera el sector inmobiliario que vía efecto riqueza expande el
consumo), continuara fragilidad de la zona euro, y no se esperan grandes
variaciones de los países emergentes exitosos (China) y, por otro, hay consenso
que el gasto interno continuara deprimido. Incluso se menciona que el mercado
laboral sigue mostrando gran holgura y que no se perciben presiones de demanda
en el mercado crediticio.
A partir del 21 de enero de 2008 el Banco de México inició una nueva etapa en la
política monetaria, consistente en relajar las condiciones monetarias internas
mediante la disminución del piso en la tasa de fondeo, sustituyendo el régimen de
saldos diarios “el corto”. Banxico aplica su política monetaria de objetivos de
inflación y utiliza la tasa de interés interbancaria a un día (tasa de fondeo bancario)
para alcanzar la estabilidad de precios. El objetivo de inflación anual del INPC del
Banxico es de 3.0 por ciento y toma en cuenta un intervalo de variabilidad de
más/menos un punto porcentual alrededor de la meta, esto último para acomodar
cambios en los precios relativos debido a las perturbaciones a las que está sujeta
la economía y a que la relación entre las acciones de política monetaria y los
resultados en la inflación es en ocasiones imprecisa o tardía.
De esta forma se observa que en los últimos treinta años, la política monetaria
mexicana pasó de ser un componente subordinado a una estrategia de desarrollo,
basado en incentivos del Estado a la actividad productiva, a constituirse en una
política autónoma con objetivos propios a partir de los cuales la estrategia sobre el
crecimiento ha sido desplazada totalmente autonomizada de los objetivos de la
producción.
Es necesario señalar, que a partir de aquella crisis de finales de 1994, la estrategia
gubernamental se orientó a sustituir la deuda externa por interna y a partir de 2006,
por primera vez esta fue superada por aquella. Es así como, mientras en 1995 la
deuda interna del sector público representaba apenas el 1.7 por ciento del PIB, para
el 2008 era equivalente al 15 por ciento (Banco de México, 1995-2008).
Sin embargo, a raíz de esto concentró los activos financieros y, por consecuencia,
la cartera de crédito. Así, el sistema de crédito bancario aún se encontró muy
segmentado, debido a la existencia de algunos mercados muy competitivos, como
el destinado a las grandes empresas donde existen buenas condiciones de mercado
y mucha certidumbre y, por el otro, donde las pequeñas y medianas empresas han
logrado recibir poca atención y las condiciones de mercado han sido poco
favorables, manteniendo alta la aversión al riesgo.
Cabe destacar que en los últimos meses de 2005 el crédito bancario inició un
proceso de recuperación como resultado del entorno favorable que presentaban los
niveles de las tasas de interés. La incipiente recuperación del crédito bancario se
ha reflejado en un aumento de la demanda del crédito al consumo; principalmente.
La crisis financiera de las hipotecarias de alto riesgo que estalló en 2007 llevó a una
crisis crediticia que ha sacudido fuertemente a las instituciones financieras de
Estados Unidos y Europa. La preocupación por la falta de solvencia de algunas de
las principales instituciones financieras europeas y norteamericanas ha empujado
al sistema financiero mundial al borde de un colapso sistémico.
El Gobierno de Estados Unidos, así como los de las economías europeas, han
adoptado medidas excepcionales, como el suministro de liquidez en gran escala, la
intervención para resolver dificultades de instituciones debilitadas por la crisis, la
implantación de la garantía de depósitos y la adopción en Estados Unidos de una
legislación para utilizar recursos públicos para comprar los activos problemáticos de
los bancos. No obstante los esfuerzos, aún no está claro si estas medidas serán
suficientes para estabilizar los mercados y reforzar la confianza, por lo que la
situación sigue incierta.
Para evitar que la recesión actual se convierta en una depresión mundial, el FMI
recomienda actuar en tres frentes:
Pese a que el análisis conductual tiene vital importancia en lo que a las causas y
estallido de la crisis se refiere, a la hora de llevar a cabo el objetivo de este trabajo,
creo que no puedo pasar por alto las consecuencias que se derivan de todo ello,
con el objetivo de reafirmar la importancia que esta crisis ha supuesto para todos y
el interés que supone su estudio debido al impacto que ha tenido en la historia
moderna.
El desplome del índice Dow Jones, nos da una idea de la magnitud de la situación
que estaba viviendo la economía norteamericana. Según datos de invertia.com, el
histórico de cotizaciones de dicho índice que mide las 30 acciones más significativas
del país, el índice se situaba en 14.066 puntos el 05/10/2007 casi un año antes del
estallido de la crisis, superando los 14.000 puntos. El 06/03/2009 con la crisis en
pleno auge se situaba en 6.626 puntos, es decir, menos de la mitad de la cotización
antes de que estallara la burbuja.
La consecuencia en los mercados fue devastadora y rápidamente se asimiló la
magnitud de la crisis que se estaba viviendo. A pesar de ser una crisis cuya génesis
se encuentra en el sistema financiero, el contagio a la economía en todos sus
ámbitos no tardaría en llegar y por consiguiente afectando a la vida de todos los
norteamericanos.
La crisis financiera que tuvo lugar en 2008 en Estados Unidos sigue siendo un
fenómeno de estudio hoy en día debido a la afección que tuvo en nuestro sistema
financiero y económico. La influencia en todo el mundo es innegable y ha hecho que
nos planteemos numerosas cuestiones sobre el mundo de las finanzas.
Estados Unidos fue el centro originario del nuevo sistema financiero de titularización
del crédito, de la globalización financiera, también el país que contó con los mayores
índices de profundización financiera (relación entre activos financieros y el PIB,
mayor peso de los instrumentos derivados y, en particular, a partir de la crisis de
2001-2002, de sus formas más peligrosas de contagio características del Shadow
Banking System que incorporaron letales mecanismos de diversificación y
transmisión de riesgo sistémico en gran escala en el conjunto del sistema financiero
y la economía, conforme veremos en el apartado Colateralización y "estructuración"
del crédito, sistema bancario oculto y dinámica de la crisis de esta primera parte).
En síntesis, parece claro que Estados Unidos y el mundo han entrado en otra gran
crisis, que afectará sobre todo a EU tanto en el corto plazo (por sus grandes
consecuencias sobre el empleo y el quebranto empresarial), como el largo plazo,
por el enorme endeudamiento público y privado que deberá asumir el país. También
es claro que estamos ante una costosísima crisis terminal del sistema titularizado-
especulativo de crédito, como parte de una reorientación de la economía mundial
hacia una economía mucho más regulada (Nourimi, 2008).
Ello puede resumirse en la respuesta que Blinder (1998) ofreció, ante el reclamo de
teóricos monetarista, que los banqueros centrales abandonaron los agregados
monetarios. Señaló: “nosotros no abandonamos los agregados monetarios, ellos
nos abandonaron a nosotros” (Ibid, p. 28), aclarando que en periodos de grandes
movimientos de capital sólo es posible controlar la tasa de interés que puede
resumirse de la siguiente manera: cuando las perturbaciones de la IS (ahorro-
inversión, aclaración nuestra) son grandes, es mejor elegir la oferta monetaria.
Obviamente, el gran disenso se centró sobre las formas en qué el dinero afecta al
sector productivo y financiero. Pareciera que la teoría dominante está sustentada
en la idea que el dinero únicamente puede modificar los precios. Este mito fue
derribado por Toporowski, 2005, Toporowski quien al revisar los planteamientos
teóricos de varios economistas influyentes de finales del siglo xix e inicios del siglo
xx (que agrupo en la categoría de teorías criticas del financiamiento, los cuales, en
algunos casos sirvieron como base del monetarismo, las expectativas racionales, el
neokeynesianismo y el nuevo consenso clásico) muestra que diferenciaron entre la
masa monetaria y los créditos, con diferentes impactos sobre la economía real y
que el dinero podía ser inestable y generar ciclos de negocios.
Estas variaciones se ven reflejadas en la reducción de las reservas del banco central
y ello se convierte en una señal para que aumente la tasa de interés de mercado,
generándose un ciclo económico acotado en torno a la tasa “natural”, que iguala la
inversión y el ahorro, garantizado mediante el supuesto de equilibrio entre la tasa
de interés de mercado (que determina la banca central) y la tasa ‘natural’ (tasa de
ganancia del capital productivo). Resaltamos que el canal de transmisión tiene lugar
a través de procesos acumulativos de inflación (deflación) que modifican las
reservas del banco central e indican la necesidad de modificar la tasa de interés de
mercado.
Este planteamiento fue revivido por Taylor (1993), dando origen a la famosa ‘regla
de Taylor’ (Véase Levy, 2010a) y una amplia literatura que contiene innumerables
modelos que el banco central debe adoptar para determinar la tasa de interés de
mercado, donde se incluyen otras objetivos intermedios, como el tipo de cambio
(V.G., Hüfner, 2004).
La visión original, propuesta por Taylor supone que la decisión del banco central en
torno a la tasa de interés de mercado está en función de la brechas del producto, la
brecha de la inflación, dada una tasa de interés ‘natural’. Los supuestos de este
planteamiento son, primero, existe un nivel de ingreso potencial o ‘natural’ (distinto
del pleno empleo) que no genera presiones inflacionarios, que se diferencian del
producto observado, cuya brecha indica la presencia de capacidad instalada no
utilizada, la cual puede cerrarse vía menores tasas de interés de mercado. Segundo,
existe un nivel de precios de mercado que si se iguala a los precios “correctos”
puede garantizar la igualdad entre la tasa de interés de mercado y la ‘natural’.
Conclusiones
Referencias Bibliográficas
1. Banco de México, 2014 Banco de México, 2014, “Minuta número 28” Reunión
de la Junta de Gobierno del Banco de México, con motivo de la decisión de
política monetaria anunciada el 6 de junio de 2011, Véase en:
http://www.banxico.org.mx/informacion-para-laprensa/comunicados/politica-
monetaria/minutas-de-las-decisiones-de-politica-monetaria/index.html.
5. Chick, 2005. V. Chick. Lost and found: some history of endogenous money in
the twentieth century.
11. Lavoie, 2004., M. Lavoie. The new consensus on monetary Policy seen from
a Post-Keynesian perspective
14. G. Mántey, T. López (Eds.), Políticas Monetaria con elevado traspaso del tipo
de cambio, la experiencia mexicana con metas de inflación, Plaza y Valdez,
México (2010).
19. Toporowski., Toporowski J, (2014) Credit and Crisis: From Marx to Minsky
(en prensa).