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Definición y Carácteres de Vicios del Consentimiento en

Derecho Mexicano
Concepto de Vicios del Consentimiento que proporciona el Diccionario Jurídico
Mexicano (1994), de la Suprema Corte de Justicia de la Nación: (escrito por Ignacio Galindo
Garfias) Dos elementos síquicos son básicos en la teoría del negocio jurídico: el entendimiento
y la libertad de decisión. Ambos deben concurrir en la formación de la voluntad negocial. Cuando
la voluntad se ha formado sin que el declarante tenga conciencia de la realidad o no manifieste
libremente su decisión, se dice que las causas que perturban a la voluntad en ese sentido se
denominan vicios de la voluntad. Esas causas son tres: el error, el dolo y la violencia o
intimidación. Cualquiera de ellas impide que surja una voluntad negocial idónea y aunque no
impiden que nazca el negocio jurídico, lo hacen anulable.

Error de Hecho o de Derecho


(Nota: véase más sobre el Error de Hecho aquí y sobre el Error de Derecho aquí.)
El error consiste en el conocimiento falso de la realidad (ya se trate de un hecho o de una norma
jurídica). El error puede ser de tal naturaleza que vicie la determinación volitiva y la desvíe en
sentido diverso del que hubiera querido el sujeto si no hubiera ocurrido en error. El artículo 1813
Código Civil para Distrito Federal, dispone: “El error de derecho o de hecho invalida el contrato
cuando recae sobre el motivo determinante de la voluntad de cualquiera de los que contratan,
si en el acto de la celebración se declara ese motivo o si se prueba por las circunstancias del
mismo contrato, que se celebró éste en el falso supuesto que lo motivó y no por otra causa”. Allí
hay una falsa representación mental, conforme a la cual se ha determinado la voluntad. Esa
voluntad se habría formado en manera distinta si a el sujeto hubiera conocido la realidad, de no
existir el error.
Hay acaso discrepancia entre una voluntad que no llegó a formarse y otra que se formó
erróneamente, por desconocimiento de los hechos que habrían servido para formar otra
determinación. Pero no todo falso consentimiento o total desconocimiento de la realidad vicia la
voluntad; es necesario que el error sea determinante, que recaiga sobre la causa o motivo que
impulsa a declarar. Se requiere además que se declare en el acto la celebración que el error
fue el motivo por el que se celebró el acto, o que por las circunstancias del mismo se pruebe
que éste se celebró en el falso supuesto que lo motivó y no por otra causa (artículo 18l3 del
Código Civil para Distrito Federal).

Error Esencial y Error Accidental


Debe entonces distinguirse el error esencial o error vicio, del error accidental o error indiferente.
Esencial es el que recae sobre los motivos determinantes que tuvo en cuenta el autor del acto
para celebrarlo, o lo que es lo mismo sobre la causa que motivó su decisión de celebrar el acto.
Es indiferente que el error haya sido de hecho o de derecho. Error accidental o error indiferente
por lo contrario, es el que recae en un elemento secundario o no esencial del negocio.
El error esencial puede recaer:
 sobre la naturaleza del negocio; b) la identidad del objeto;
 la esencia o cualidades propias de la cosa que es materia del acto, o
 sobre la identidad de la persona con quien se celebra el acto.
El error de cantidad o error de cálculo, no constituye un vicio de la voluntad, no es propiamente
un error esencial. El error de cálculo llamado también error aritmético, “sólo da lugar a que se
rectifique” (artículo 1814 Código Civil para Distrito Federal). El error ha de ser excusable; con
ello se quiere decir que ha de tratarse de un error en que podría incurrir una persona
ordinariamente prudente. El error burdo es inexcusable. Debe hacerse sin embargo una
pertinente distinción para juzgar el error como vicio de la voluntad, puesto que no todas las
especies de error constituyen en todos los actos jurídicos vicios de la voluntad. El error sobre la
persona enerva la voluntad de los actos en que la individualidad de las partes es esencial
cuando sus cualidades personales, son determinantes para la celebración del acto; así ocurre
en los contratos que tienen por objeto la ejecución de una obra de arte, en la donación, en la
institución de heredero, en general en los contratos de beneficencia y en aquellos en que la
relación jurídica se basa en la confianza que inspiraba la persona (negocios de fiducia). No es
vicio de la voluntad, el error en la persona, en los contratos onerosos de prestaciones
económicas.

Dolo y Mala Fe
El dolo es todo artificio o maquinación engañosa para inducir en el error o mantener en él a la
otra parte que interviene en el acto, procurándose por este medio, un provecho. El artículo 1815
Código Civil para Distrito Federal, establece: “Se entiende por dolo en los contratos cualquiera
sugestión o artificio que se emplee para inducir a error o mantener en él a uno de los
contratantes; y por mala fe la disimulación del error de uno de los contratantes, una vez
conocido”. El siguiente precepto legal (artículo 1816 Código Civil para Distrito Federal) dispone:
“El dolo o mala fe de una de las partes y el dolo que proviene de un tercero, sabiéndolo aquélla,
anulan el contrato si ha sido la causa determinante de este acto jurídico”. Son pues el dolo y la
mala fe conductas indebidas, reprobables y por ello tendientes a sorprender la voluntad de uno
de los otorgantes, apartándola de una consciente determinación; en tal caso, existe una
voluntad que ha nacido de un error, pero un error provocado por medio de maniobras engañosas
para desviar la voluntad de la víctima, en un determinado sentido.
Es la licitud de la conducta positiva (dolo) o negativa (mala fe) lo que da lugar al error que vicia
la voluntad. Y lo que la norma toma en cuenta para invalidar el acto, es la causa que ha dado
origen al error, la maldad del propósito, el dolus malus de las fuentes romanas. El dolo
determinante de la voluntad, actúa en el ánimo de la víctima, de modo que sin él la voluntad no
se hubiera formado en la manera en que se formó (dolus causam dans) o aparece influyendo
no en los motivos determinantes, sino sobre ciertas particularidades del negocio, de modo que
de no haber existido el dolo, se habría celebrado éste ciertamente, pero bajo otras
estipulaciones (dolus incidens).
El dolo incidental no invalida el negocio; recae sobre la voluntad e influye en ella en menor grado
sin llegar a influir sobre el motivo determinante; por ello sólo dará lugar a la obligación de reparar
los daños e indemnización que resienta la víctima. Cuando las maquinaciones o artificios son
empleados por ambas partes para engañarse recíprocamente, ninguna podrá invocar la
invalidez. Tiene lugar entonces la compensación del dolo, y por esta razón se neutralizan los
efectos viciosos. “Si ambas partes proceden con dolo, ninguna de ellas puede alegar la nulidad
del acto o reclamarse indemnizaciones” (artículo 1817 Código Civil para Distrito Federal).

Violencia
La violencia puede revestir dos formas: la vis absoluta (fuerza física) y la vis compulsiva
(amenazas). En la vis absoluta se ejerce coacción material sobre el cuerpo de la persona. La
vis compulsiva está encaminada a forzar una declaración creando en el ánimo de la víctima, el
temor (metus) de sufrir un mal grave con el que se le amenaza para arrancarle una declaración
que no es la que hubiese producido libremente, si no se le forzara a declarar amagándola.
La vis compulsiva consiste en la violencia moral que se ejerce sobre el ánimo de una de las
partes, por medio de “amenazas” que importen peligro de perder la vida, la honra, la libertad, la
salud o una parte considerable de los bienes del contratante, de su cónyuge, de sus
ascendientes, de sus descendientes o de sus parientes colaterales dentro del segundo grado
(artículo 1819 del Código Civil para Distrito Federal). La amenaza debe ser seria en el sentido
de que pueda impresionar el ánimo de una persona sensata despertando en ella un temor
racionalmente fundado de acuerdo con las circunstancias. El mal en que consiste la amenaza
ha de ponerse en relación con el que producirá la declaración que se pretende obtener por la
violencia. El daño con el que se amenaza ha de ser grave y lo es aquel que resulte mayor
comparado con la consecuencia de la declaración que pretende obtener el que amenaza, de
modo que entre los dos males la víctima elige el menor: declarar en un sentido no querido por
él.

Lesión
Se discute si la lesión debe ser considerada como vicio de la voluntad y por lo tanto como causa
de invalidez del negocio jurídico. Quienes se inclinan por la afirmación sostienen que, cuando
en los contratos conmutativos uno de los otorgantes por “suma ignorancia, notoria inexperiencia
o extrema miseria”, recibe una prestación notoriamente desproporcionada a lo que él por su
parte se obliga, hay una voluntad viciada por error o por violencia (estado de miseria) que
invalida el acto y causa su nulidad (Josserand). Quienes sostienen que la desproporción de las
prestaciones es la razón por, la que el negocio debe ser privado total o parcialmente de efectos,
defienden la validez del acto, pero afirman que se le debe privar total o parcialmente de efectos,
en la medida de la desproporción que existe entre las prestaciones.
El acto no es anulable sino que es rescindible por los efectos dañosos que produce. Pero
cualquiera que sea la teoría, dice Ortiz Urquidi, lo cierto es que ella gira en torno al básico
concepto de la desproporción evidente de las prestaciones, y bien podemos concebir a la lesión
como “el perjuicio que sufre una de las partes en un contrato conmutativo por recibir prestación
evidentemente desproporcionada a la que ella por su parte se obliga”. El artículo 17 Código Civil
para Distrito Federal, siguiendo la tradición española, declara rescindible el contrato, por causa
de lesión, en tanto que los artículos 2228 y 2230, en evidente contradicción con aquel precepto,
incluyen a la lesión entre las causas que dan origen a la nulidad relativa.
Aun cuando el artículo 17 del Código Civil para Distrito Federal se inspira en los códigos civil
suizo de las obligaciones y en el civil alemán y en éstos cuerpos de leyes la lesión es causa de
nulidad, parece claro que el legislador mexicano al disponer que el acto es rescindible cuando
hay lesión se aparto del sistema que siguen los códigos extranjeros que inspiraron ese precepto
que es él de la nulidad, lo cual autoriza a pensar que los autores del Código Civil para Distrito
Federal decidieron mantener la tradición romana que inspiró en esta materia a los códigos de
1870 y 1884 y no acoger en este respecto el sistema germánico. Por ello estimamos que la
lesión en nuestro derecho no es vicio de la voluntad y por lo tanto no da lugar a la nulidad, sino
a la rescisión del acto jurídico como lo dispone el primero de los preceptos legales citados.

Vicios del Consentimiento en los Contratos


Los artículos 1157 y 1158 del Código Civil aluden a “vicios del consentimiento”, y este último
considera tales al “dolo, violencia, simulación o fraude”.
No hay tal. La teoría general del acto jurídico con relación a los vicios de la voluntad, esto es el
error, el dolo y la violencia, así como respecto de los vicios propios del acto jurídico, o sea la
simulación, el fraude y la lesión, es enteramente aplicable a los contratos (art. 1157, Código
Civil).
Yerra el Codigo Civil, en consecuencia, cuando considera vicios del consentimiento a vicios de
la voluntad, que derivan de una equivocada apreciación, espontánea (error), o provocada (dolo),
o de un avasallamiento de la libertad (violencia); o cuando también involucra como vicios del
consentimiento a fallas propias del acto jurídico, que son las derivadas del ocultamiento de la
realidad (simulación), de un acto hecho a espaldas del acreedor pero en su perjuicio (fraude), o
del aprovechamiento indebido por una parte a expensas de la otra (lesión).
Además, la previsión del art. 1158 del Código Civil, que niega acción al autor de la simulación,
es inexacta, en atención a las reglas que el mismo Código establece en los artículos 959 y 960
del mismo cuerpo legal.
Definición y Carácteres de Estabilidad en el Empleo en
Derecho Mexicano
Concepto de Estabilidad en el Empleo que proporciona el Diccionario Jurídico Mexicano (1994),
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación: (escrito por Héctor Santos Azuela) Es un principio
que otorga carácter permanente a la relación de trabajo y hace depender su disolución
únicamente de la voluntad del trabajador y sólo excepcionalmente de la del patrono, del
incumplimiento grave de las obligaciones del trabajador y de circunstancias ajenas a la voluntad
de los sujetos de la relación que hagan imposible su continuación (De la Cueva).
Más sobre el Significado de Estabilidad en el Empleo
El principio de estabilidad en el empleo se recoge en el artículo 35 de la Ley Federal de
Responsabilidades de los Servidores Públicos, al establecer que las relaciones de trabajo
“pueden ser para obra o tiempo determinado o por tiempo indeterminado”, con la salvedad
(párrafo final) de que “a falta de estipulación expresa la relación será por tiempo indeterminado”.
La permanencia en el trabajo se confirma en los artículos 36 a 38 de la ley que limitativamente
indican las hipótesis en que pueden celebrarse relaciones por obra o tiempo determinado. En
el artículo 39 se establece claramente que “si vencido el término que se hubiese señalado
subsiste la materia del trabajo, la relación quedará prorrogada por el tiempo que perdure dicha
circunstancia”. En consecuencia, como garantía de la permanencia en el empleo, las relaciones
laborales tienen duración indefinida, en tanto subsista la materia del trabajo. Durante los años
que siguieron a la promulgación de la Constitución del 17, frente a los casos cada vez más
frecuentes de los despidos injustificados, el principio de la estabilidad en el trabajo se vio
afectado por la ostensible contradicción entre las fracciones XXI y XXII del artículo 123 del
apartado “A” que de origen atribuyó carácter potestativo al arbitraje. Es decir, la fracción XXII
garantiza, en principio, la estabilidad en el trabajo, al permitir que el trabajador elija entre su
indemnización o su reinstalación en el empleo, ante los supuestos de despido sin justificación o
por haber ingresado a determinada asociación o sindicato, o por haber participado en una
huelga lícita. Sin embargo, la fracción. XXI reconoce que es potestativo para el patrón, someter
sus diferencias al arbitraje o negarse a aceptar el laudo pronunciado por las juntas,
substituyéndose la obligación de cumplir con el contrato de trabajo, mediante el pago al obrero,
de tres meses de indemnización, independietemente de la responsabilidad que resulte del
conflicto. Ante tal contradicción se reformó, en 1962, el texto de la C, estableciéndose que la
fracción XXI del artículo 123 no sería aplicable a las acciones consignadas en la fracción XXDe
esta suerte, ante la pretendida injustificación de su despido, correspondería efectivamente al
trabajador decidir entre su reinstalación o su indemnización.
Desarrollo
Para algún sector de la doctrina, si existe la posibilidad de utilizar el trabajo por tiempo u obra
determinados, la estabilidad en el empleo debe entenderse como el derecho a conservarlo de
acuerdo a la duración que reclame la propia naturaleza de las relaciones laborales; en tal virtud,
la estabilidad no es por fuerza, indefinida. Desde esta perspectiva. la permanencia en el empleo
deberá substituir hasta la terminación natural, en cada caso, de las relaciones laborales. En
alguna ocasión se ha afirmado también que la vinculación indisoluble entre trabajadores y
patrones dentro del marco de un sistema democrático, no es sólo incompatible, sino utópica e
innecesaria. Que es prácticamente imposible obligar al patrón a proporcionar trabajo a los
obreros, salvo que se trate de un régimen totalitario y abiertamente violatorio de las libertades
de industria y trabajo. Para De la Cueva, si bien es cierto que la estabilidad en el trabajo no tiene
carácter absoluto, debe entenderse, sin embargo, como el derecho del trabajador a la
permanencia en su trabajo mientras cumpla con sus obligaciones laborales y no motive su
separación justificada. Por otra parte, la estabilidad representa también la fuente y la garantía
de otros derechos como la antigüedad, la preferencia, la jubilación, etcétera, consecuencia de
una situación objetiva que rebasa la voluntad unilateral de quien contrata y utiliza el trabajo.
Más Detalles
El carácter absoluto del derecho a la estabilidad en el empleo, se flexiona únicamente, en las
excepciones taxativamente contempladas en el artículo 49 de la ley: “I. Trabajadores con
antigüedad menor de un año. II. Trabajadores que laboren en contacto directo e inmediato con
el patrón, cuando a juicio de la Junta, de acuerdo a las circunstancias del caso, no sea posible
el desarrollo normal de las relaciones de trabajo. III. Trabajadores de confianza. IV.
Trabajadores domésticos. V. Trabajadores eventuales.” Según el artículo 50 de la ley, en estos
supuestos, los patrones deberán pagar a los trabajadores las siguientes indemnizaciones: “I. Si
la relación de trabajo fuere por tiempo determinado menor de un año, en una cantidad igual al
importe de los salarios de la mitad del tiempo de servicios prestados; si excediera de un año,
en una cantidad igual al importe de los salarios de seis meses por el primer año y de veinte días
por cada uno de los años siguientes en que hubiese prestado sus servicios; II. Si la relación de
trabajo fuere por tiempo indeterminado, la indemnización consistirá en veinte días de salario por
cada uno de los años de servicios prestados, y III. Además de las indemnizaciones a que se
refieren las fracciones anteriores, en el importe de tres meses de salario y en el de los salarios
vencidos desde la fecha del despido hasta que se paguen las indemnizaciones.” El derecho a
la estabilidad en el. empleo se garantiza por otra parte, mediante el reconocimiento de que la
substitución del patrono no destruye ni afecta las relaciones laborales en la empresa (artículo
41, Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos)

¿Qué es la reinstalación
laboral?
Cuando se despide al trabajador injustificadamente este tiene
derecho a reclamar por medio de una demanda por despido
injustificado ante conciliación y arbitraje, para solicitar su reinstalación o
bien que se le indemnice conforme a lo que establece la ley, en este
proceso la autoridad laboral buscará alternativas para para alentará a las
partes (empleador y empleado) a resolver el conflicto mediante un arreglo
conciliatorio y si en este caso no se tiene arreglo, podrá en este caso
el trabajador interponer su demanda.

La cual consiste en que el trabajador plasme las prestaciones que reclama y


explica los hechos por los que se originen dicha demanda en la cual
se anexa el domicilio y el giro de la empresa además de la petición de que
se le asigne al trabajador nuevamente sus actividades en la empresa para
que las siga desempeñando brindándole el servicio al patrón, a cambio de un
salario y demás prestaciones que establece la ley.

El trabajador contara con dos meses para demandar a su patrón por


el despido laboral injustificado, considerándose a partir del día siguiente en
que ocurrió esto.

Al solicitar este proceso es importante que nuestra demanda contenga lo


siguiente;

 Indicar las condiciones en las que se dio la relación de trabajo,


marcando fecha de inicio, horario, salario, puesto desempeñado,
días de descanso.
 Mencionar el modo, el tiempo y lugar en que se haya dado el
despido.
 Especificar las prestaciones económicas que reclama y de acuerdo
a que tiempos los reclama.
 Cuáles son los fundamentos legales con los que respalda dicha
demanda.

Al brindarle la re instalación el trabajador podrá tener


los siguientes beneficios; la re instalación de acuerdo a los términos
con los que se laboraba antes del despido, el pago de los
salarios vencidos los cuales son generados durante la tramitación del juicio
hasta su término, vacaciones, prima vacacional, aguinaldo y prima de
antigüedad.

Indemnización laboral
Indemnización laboral es una compensación generalmente de carácter
económico de la cual es acreedor una persona con motivo de haber recibido
un perjuicio en sus derechos laborales. Dicha indemnización comúnmente es
emitida a partir de un dictamen judicial, que impone al patrón la obligación de
abonar un determinado monto a una persona, con el objetivo de corregir una
situación de injusticia.

La indemnización laboral tiene lugar cuando el trabajador es despedido sin


existir una de las causas de rescisión sin responsabilidad para el patrón. Dentro
del margen jurídico, la ley establece que se pague al trabajador un monto de
dinero dependiendo de los años de trabajo en la empresa y el sueldo que
percibía por sus servicios.

El articulo 50 de la Ley Federal del Trabajo establece en que consistirán las


indemnizaciones laborales en caso de un despido injustificado:
En caso de que la relación laboral se halla pactado por tiempo determinado
menor de un año, la indemnización consistirá en una cantidad igual al importe
de los salarios de la mitad del tiempo de servicios prestados y si excediera de
un año, en una cantidad igual al importe de los salarios de seis meses por el
primer año y de veinte días por cada uno de los años siguientes en que hubiese
prestado sus servicios.

Cuando la relación de trabajo fuere por tiempo indeterminado, la


indemnización consistirá en veinte días de salario por cada uno de los años
laborados.

Además se deberá cubrir el importe de tres meses de salario y en el de los


salarios caídos desde la fecha del despido hasta que se paguen las
indemnizaciones.
Definición y Carácteres de Indemnización Laboral en
Derecho Mexicano
Concepto de Indemnización Laboral que proporciona el Diccionario Jurídico Mexicano (1994),
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación: (escrito por Santiago Barajas Montes de Oca)
Ajustada a un término genérico, la indemnización laboral podría definírsele como la obligación
patronal de otorgar un pago extraordinario al trabajador, en algunos casos, o a sus familiares
en otros, en calidad de reparación económica por un daño sufrido, ya sea en su persona o en
su actividad. La indemnización es, en el lenguaje corriente, la entrega de una suma de dinero
equivalente a una parte del salario que ha devengado el trabajador, para resarcirlo de la falta
de ocupación en que se encuentre en un momento dado, debida a causas ajenas a su voluntad;
o para atemperar esta circunstancias; por analogía han sido extendidos sus efectos al pago de
una compensación por incapacidad o muerte del trabajador, a consecuencia de un riesgo de
trabajo. El derecho a la indemnización es el resarcimiento en beneficio del trabajador, por la
terminación de la relación de trabajo por causas ajenas a él.

Más sobre el Significado de Indemnización Laboral


Siete características definen a la indemnización laboral, según los autores Rouast y Durand: a)
la indemnización debe ser exclusiva de una relación de trabajo; b) es obligatoria para el patrón,
ya sea que tenga su origen en la ley, en el contrato o en una sentencia arbitral; c) el derecho
del trabajador a percibir cualquier indemnización ha de estar subordinado al hecho de la
prestación del servicio durante un determinado tiempo, en cualquier empresa; d) la relación de
trabajo debe quedar disuelta una vez hecha efectiva la indemnización; e) la disolución del
contrato de trabajo ha de provenir del empresario, sea o no el despido injustificado; para estos
autores no es factible como ocurre en la legislación mexicana, que el trabajador pueda por sí
mismo, aun cuando sea por causas imputables al patrón, quien rescinda su contrato de trabajo;
f) el empresario siempre será liberado de cualquier obligación si la disolución es consecuencia
de una falta grave en que haya incurrido el trabajador, y g) está reservada a favor del personal
para la cual ha sido instituida, no se extienda a otra persona o grupo; para ellos la indemnización
a los familiares del trabajador obedece a otro principio, pero no el que norma el pago de
indemnizaciones. Otras características que podríamos distinguir son las siguientes: en algunas
legislaciones no quedan comprendidos dentro de sus beneficios y efectos legales los
trabajadores temporales; en otras es preciso el haber cumplido determinado mínimo de
antigüedad de servicios para tener derecho a ella, y en la mayor parte su procedencia se
restringe a los casos de despido arbitrario. El pago de toda indemnización laboral responde, por
lo tanto, al principio de estabilidad y permanencia en el trabajo, atributo actual del llamado
derecho al trabajo, elevado en varias constituciones a garantía constitucional. La estabilidad ha
venido a ser una institución jurídica por virtud de la cual el despido injustificado importa la
obligación de cubrir una indemnización. No puede hablarse de indemnización sino cuando existe
culpa o dolo: la indemnización presupone, por ello, el carácter ilícito del despido y tal ilicitud,
presupone a su vez, el derecho del trabajador a la conservación del empleo hasta que
intervenga una causa que justifique la disolución de un vínculo contractual de cualquier
naturaleza. Con esto no pretendemos que la indemnización tenga carácter de una sanción, sino
más bien el de una compensación por la falta de retribución económica cuando sobreviene una
separación injusta.

Desarrollo
El fundamento de toda indemnización laboral surgió cuando tuvo lugar el despido sin
justificación. Para Unsain la indemnización por despido constituyó una especie de salario
diferido, esto es, la entrega de una parte adicional del sueldo que en cierta forma es descontada
durante la existencia de la relación de trabajo y pagada después en el momento de su extinción;
para este autor se encuentra comprendida “en la noción de la retribución de una prestación, en
un contrato sinalagmático por excelencia, como es la relación de trabajo”. En la legislación
peruana o boliviana, por ejemplo, el trabajador, después de un periodo de servicio (7 u 8 años)
tiene derecho a una indemnización aun cuando se retire voluntariamente. Pero tal situación,
para Unsain, no es congruente con la doctrina, porque en esta forma “se desvirtúa el concepto
de indemnización, que no es un premio al buen comportamiento del empleado o al hecho de
haber permanecido durante un determinado periodo en sus labores, sino un resarcimiento por
razón del desgaste orgánico y del perjuicio sufrido”. En rigor, la indemnización es una especie
de resarcimiento de daños a que el patrón se encuentra obligado, como ya se ha expresado, en
el caso de que interrumpa la relación de trabajo sin justa causa. El pago por antigüedad obedece
a criterio distinto; puede verse este pago, según expresa Barassi, como “una especie de premio
por los méritos genéricos que un trabajador pudo adquirir con su permanencia no interrumpida
en una misma empresa; se le puede conceptuar como una gratificación especial por la
laboriosidad o permanencia en un empleo, pero no constituirá legalmente una indemnización”.
Examinemos este pensamiento, en forma somera, a la luz de la legislación positiva, antes de
analizar el contenido de la legislación mexicana. La ley francesa establece que quien pone fin,
unilateralmente, a la relación de trabajo, tiene la obligación de indicar las razones que le
indujeron a la adopción de tal determinación cuyo fundamento debe ser discutido ante los
tribunales. Si éstos estiman que hubo un abuso de derecho por parte del empresario o patrón,
el trabajador tiene derecho a su vez al resarcimiento de daños. Según la ley alemana el
empleador tiene la facultad de elegir, en el caso de revocación del despido, pronunciada por un
tribunal del trabajo por falta de motivos justos, entre la reincorporación del empleado despedido
y el pago de una indemnización determinada. En la legislación italiana el tribunal puede ordenar
el pago de una indemnización, en lugar de la reincorporación del empleado despedido
injustificadamente. Y en los países nórdicos (Suecia, Noruega y Dinamarca) toda separación,
justificada o injustificada, obliga al pago de una indemnización, cuyo monto varia según se
tengan o no motivos justificados para proceder a ella; solamente en los casos de faltas graves
se carece de todo derecho a percibirla. En casi todo la legislación latinoamericana el pago de
indemnización procede frente a un despido injusto; sería prolijo hacer una referencia a cada una
de las leyes respectivas.

Más Detalles
En la ley mexicana desde el Constituyente de 1917 quedó como garantía del trabajador el pago
de una indemnización bajo determinadas circunstancias. Se dijo que si un patrono se negaba a
someter sus deferencias al arbitraje o a aceptar el laudo pronunciado por una junta de
conciliación y arbitraje, independientemente de darse por terminado el contrato de trabajo,
quedaba obligado a indemnizar el obrero con el importe de tres meses de salario, además de
la responsabilidad que le resultase del conflicto. Y otra disposición agregó: “El patrono que
despida a un obrero sin causa justificada o por haber ingresado a una asociación o sindicato, o
por haber tomado parte en una huelga lícita, estará obligado, a elección del trabajador, a cumplir
el contrato o a indemnizarlo con el importe de tres meses de salario. La ley determinará los
casos en que el patrono podrá ser eximido de la obligación de cumplir el contrato, mediante el
pago de una indemnización. Igualmente tendrá la obligación de indemnizar al trabajador con el
importe de tres meses de salario, cuando se retire del servicio por falta de probidad del patrono,
o por recibir de él malos tratamientos, ya sea en su persona o en la de su cónyuge, padres, hijos
o hermanos. El patrono no podrá eximirse de esta responsabilidad cuando los malos
tratamientos provengan de dependientes o familiares que obren con el consentimiento o
tolerancia de él” (artículo 123 de la fracciones XXI XXII). Tres consideraciones en torno a la
indemnización laboral surgen de estas normas constitucionales. Primera, independientemente
de la característica que la doctrina ha impuesto al pago de una indemnización, encontramos
otras que ya no derivan, por así decirlo, de la relación laboral, sino de circunstancias diferentes.
Tal es el caso de la rescisión del contrato de trabajo, hecha unilateralmente por el trabajador,
cuando se retira del servicio por falta de probidad del patrono, por recibir malos tratamientos de
éste, en lo personal o en la persona de su cónyuge, padres, hijos o hermanos. Resulta tan
subjetiva esta causal rescisoria, que sólo los tribunales del trabajo estarán en posibilidad,
pensando las condiciones de cada caso particular, de una determinación justa y como
consecuencia, de una condena al pago de cualquier indemnización por estos conceptos.

Más Detalles
Segunda, la Ley Federal del Trabajo faculta al patrono en caso de un despido injustificado, a no
reinstalar al trabajador, siempre que sea resarcido mediante el pago de una indemnización,
cuando se trate de trabajadores que tengan una antigüedad menor de un año; cuando no sea
posible el desarrollo normal de la relación de trabajo; en los casos de los trabajadores de
confianza; en el servicio doméstico y cuando se trate de trabajadores eventuales. La justificación
doctrinaria que se ha dado, ha sido en el sentido de que se trata de medidas procesales no
afectan el fondo de la institución, necesarias para que sea adecuada la relación de trabajo
(artículos 49 y 50 Ley Federal del Trabajo). Tercera, existen otras causales de rescisión del
contrato de trabajo por parte del trabajador que quizás encuentre mejor justificación, que dan
origen asimismo al pago de una indemnización: el reducir el patrono el salario del trabajador o
el no cubrirlo en el lugar y fecha convenidos; la existencia de un peligro grave para la seguridad
o la salud del trabajador o de su familia, por carecer el establecimiento de las condiciones
higiénicas señaladas por la ley o cuando no se cumplan las medidas preventivas; cuando el
patrono comprometa, con su imprudencia o descuido inexcusables, la seguridad del
establecimiento o de las personas que se encuentren en él (aa 51 y 52 Ley Federal del Trabajo).
La extensión de dicho pago a situaciones de índole reglamentaria propiamente dichas, ha sido
motivo de duras críticas, pues por otra parte ha quedado a cargo de las autoridades
administrativas del trabajo determinar el cumplimiento de las normas de seguridad e higiene,
siendo inclusive consecuentes los tribunales, en liberar a los patronos de tales
responsabilidades, de contar éstos con las licencias y autorizaciones legales para el correcto
funcionamiento de sus actividades, cualquiera que sea la índole del establecimiento. En
resumen, es quizás la legislación mexicana la más liberal en materia de cumplimiento de
indemnizaciones laborales, pero al mismo tiempo la que permite mayor subjetividad en la
apreciación jurídica de la obligación patronal. Por esta razón adoptamos como principio
justificante el que expresara, en alguna ocasión, Mario de la Cueva; la norma de una
indemnización laboral, no debe buscarse en las causales que puedan darle origen, sino en el
principio rector de toda relación de trabajo: el derecho del trabajador a permanecer en él
mientras no se presenten circunstancias extremas que obliguen a su ruptura. En este sentido
reiteramos nuestra idea inicial: la indemnización es sólo una forma de resarcir al trabajador
cuando por causas ajenas a él se ve obligado a desempeñar su actividad ordinaria. Y en este
sentido tenemos también el pago de cualquier incapacidad o la indemnización por muerte o
consecuencia de un riesgo profesional (artículos 483 a 503 de la Ley Federal del Trabajo)

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