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5 PROPUESTAS

PARA GENERAR EMPLEO


Y REACTIVAR LA ECONOMIA

1. Aumentar la inversión pública y


promover créditos más baratos
2. Reforma laboral para garantizar
trabajo digno
3. Reforma tributaria para recuperar lo
que hoy no se cobra a las grandes
empresas
4. Potenciar la agricultura
5. Masificar el gas para abaratar la
energía
Julio 2019
Comisión de Programa
Introducción
Hoy el Estado y la democracia están secuestrados por grupos de
poder económico y mafias que deciden las políticas, leyes y
presupuestos en función de sus intereses. La corrupción está
carcomiendo todas nuestras instituciones por dentro, promovida y
perpetuada por las reglas de juego consagradas en la Constitución
del 93 que reducen al Estado a un rol subsidiario, pretendiendo que
la “mano invisible del mercado” lo resolverá todo, manteniendo el
desorden y la informalidad para que a “río revuelto” pesquen los
poderosos, es decir, se imponga el poder de dinero y no la justicia.
No es un problema solamente nacional. En todo el mundo
observamos un fracaso del neoliberalismo, que ha generado
desigualdades crecientes, concentración cada vez mayor del poder
económico, calentamiento global y destrucción de ecosistemas,
migraciones, surgimiento de grupos populistas y nacionalistas
xenófobos. Como señala Joseph Stiglitz en un reciente artículo, es
necesario “restablecer el equilibrio entre los mercados, el estado y
la sociedad civil… reconocer que la “riqueza de las naciones” es el
resultado de la investigación científica… abordar el creciente
problema del poder de mercado concentrado… [y] disociar el poder
económico de la influencia política.”
Frente a esta realidad, queremos construir un nuevo Estado y una
nueva democracia donde decida el pueblo soberano, donde las
políticas, leyes y presupuestos se definan en función de lo que
necesita la gente. Un Estado que planifique –en diálogo con la
gente- un desarrollo sostenible y diversificado, que ordene y regule
el mercado evitando el abuso del poder económico y de los
monopolios, generando empleo y oportunidades para las mayorías.
Queremos un Estado descentralizado, cercano a la gente, anclado
en los territorios y adaptado a sus diversas realidades. Queremos un
Estado participativo y transparente con mecanismos que permitan
la participación y decisión de la gente y la rendición de cuentas
permanente.
Hoy tenemos una economía altamente dependiente de la
exportación de nuestras materias primas y, por lo tanto, de los
vaivenes en el mercado global. Este esquema puede favorecer
temporalmente algunos enclaves, pero no ha permitido un

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desarrollo más sostenible ni inclusivo. Se han rematado nuestros
recursos a las grandes empresas y transnacionales y se les ha dado
toda clase de facilidades incluso a costa del medio ambiente y de
los derechos de la gente. Mientras tanto, otros sectores productivos
como la agricultura familiar y la industria han estado abandonados y
aunque la gente se esfuerza por sacar adelante pequeñas
iniciativas, lo hace en condiciones muy precarias.
Queremos una economía al servicio de la gente y del país, una
economía con diversificación productiva para superar la
dependencia de la extracción y exportación de materias primas y
generar empleo. Queremos recuperar la soberanía sobre nuestros
recursos y sectores estratégicos como el gas, el petróleo o los
puertos, y proteger nuestra producción nacional frente a las
importaciones y competencia desleal externa. Queremos una
tributación justa para que paguen más los que ganan más y los que
contaminan más. Queremos un mercado interno en expansión con
más y mejor infraestructura.
Nuestro país tiene un enorme potencial que está aún por desarrollar
en sectores como agro, sectores creativos, bionegocios, acuicultura,
industria forestal sostenible, turismo descentralizado, software y
aplicaciones para redes móviles. Esta diversificación productiva
debe tener una dimensión regional y descentralizada, siendo un
elemento clave para su impulso el potenciar las políticas de ciencia
y tecnología, fortalecer las universidades nacionales en las regiones
y los institutos nacionales de investigación.

Hoy: economía estancada y empleo en caída


Hoy la economía del país se está estancando, los ingresos de las
familias están cayendo y hay cada vez menos empleo.
La economía está estancada desde el 2015 si juzgamos por la
evolución del empleo urbano moderno (empresas de 10 y más
trabajadores) según las cifras oficiales del Ministerio de Trabajo
(MINTRA). Nunca ha faltado tanto trabajo en los últimos 20 años;
actualmente según la encuesta de empresas del MINTRA hay
menos empleos que hace dos años, algo que no sucedía en dos
décadas.
Las causas del estancamiento en la creación de empleo desde
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mediados de 2015 son la caída de los precios de los metales y la
negativa de los gobiernos de aplicar políticas monetarias (mas
crédito a menores tasas de interés) y fiscales (más inversión pública)
reactivadoras.
La situación macroeconómica se ha agravado en los últimos meses.
En abril y mayo el crecimiento del PBI fue de solo 0.02% y 0.6%,
cifras que no veíamos desde hace una década. El BCR redujo el
pronóstico de crecimiento del PBI 2019 de 4.0 a 3.4% y bancos
privados a menos de 3%. Hay una nueva caída de precios
internacionales de las materias primas y no se está aplicando una
política reactivadora, pues la inversión pública ha caído en 11% en el
primer trimestre del año y en el último Reporte de Inflación el BCR
estima que solo crecería 1% en todo el año y la inversión privada
tampoco despega, a pesar de lo cual el BCR no rebaja las tasas de
interés ni facilita el crédito.

En este contexto, la falta de empleo se ha agravado con el aumento


de la oferta laboral que representan los más de 800 mil migrantes
venezolanos y que ha contribuido al aumento de la informalidad y
la reducción de salarios.

Necesitamos hacer cambios en la política económica, pero la


CONFIEP insiste con la misma vieja receta que no funciona. Ha
presentado una “Agenda País” al Gobierno que no es más que un
listado de sus lobbies de siempre (recortar derechos laborales,
aumentar sus beneficios tributarios, lucrar con la educación,
imponer proyectos mineros sin licencia social, etc.). Antes de
promover medidas en contra de los trabajadores, la CONFIEP
debería responder por los casos de corrupción en los que sus
asociados han incurrido, como en el Club de la Construcción y
plantear cambios en su manera de hacer negocios con el Estado
para ponerle fin a los contratos corruptos.
El problema no se va a resolver imponiendo Tía María a la fuerza o
dando beneficios tributarios a las grandes agroexportadoras como
pretende la CONFIEP. La mina Tía María afectaría el empleo y
bienestar de los agricultores del vallo de Tambo, con lo que el
efecto neto sobre el empleo puede ser nulo o negativo. Es también
incorrecto pensar que implementar Tía María traerá una ola mayor

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de inversiones mineras, porque además de conflicto social
generado, está el viento en contra de los precios actuales de los
metales y la incertidumbre que genera la guerra económica entre
Estados Unidos y China.
Necesitamos reactivar la industria y la producción nacional y girar
hacia una nueva economía que sea sostenible y genere trabajo,
promoviendo el agro y el turismo con asistencia técnica, acceso a
crédito barato e innovación tecnológica.
También es necesario fortalecer las políticas de competencia, el
antitrust y la regulación de los mercados. La ley de control de
fusiones aprobada por el pleno del congreso aún no se promulga.
En lo inmediato, es urgente tomar medidas concretas para
empezar a reactivar la economía y generar empleo. Para ello,
desde el Nuevo Perú planteamos lo siguiente:

5 propuestas para generar empleo reactivando la


economía
Con estas medidas planteamos generar un crecimiento anual de 7%
y por lo menos 300 mil empleos dignos por año, con aumento de
salarios y recuperación de derechos laborales.

1. Aumentar la inversión pública y promover créditos


más baratos
El objetivo debe ser reactivar la economía urbana para generar
empleo en forma masiva y ampliar las oportunidades de mercado
en especial para las pequeñas y medianas empresas, al mismo
tiempo que se mantiene la inflación controlada.
Para lograr ese fin, hace falta empujar decididamente la demanda
interna, mediante:
a) Aumento de la inversión pública en al menos 12 mil millones
soles anuales, equivalente a 2 por ciento del PBI, ampliando
el presupuesto público para colegios, hospitales y centros

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de salud; carreteras, puertos y aeropuertos; transporte
urbano, parques y otras obras regionales y municipales.
b) Promoción de la inversión privada mediante la reducción de
las tasas de interés y ampliación del crédito, para lo cual el
BCR debe reducir la tasa de interés de referencia en 2
puntos porcentuales.
c) Apoyar mediante créditos, asistencia técnica y facilidades
de comercialización a sectores intensivos en empleo como
el turismo, la pequeña industria, las pymes y el agro.
d) Destinar 10 mil millones de soles de los fondos del Tesoro
que hoy están guardados, a créditos promocionales para el
agro, las pequeñas empresas y la diversificación productiva
(esto es menos de la décima parte de los fondos del Tesoro
guardados en el sistema financiero nacional).
e) Establecer la obligatoriedad de que las ventas de las pymes
sean pagadas por las grandes comercializadoras en un
máximo de 30 días.
f) Facilitar los negocios descentralizados estableciendo en
cada provincia conexiones de telecomunicaciones e
internet de alta velocidad, aprovechando la Red Dorsal de
Fibra Óptica hoy casi sin uso.
g) Fortalecer las políticas de competencia, el antitrust y la
regulación de los mercados. Debe promulgarse la ley de
control de fusiones aprobada por el pleno del Congreso e
iniciarse su aplicación, al mismo tiempo que se mejora y
amplía los ámbitos de la misma y los mecanismos de
fiscalización establecidos.

2. Reforma laboral para garantizar trabajo digno


El Gobierno y la CONFIEP dicen que la regulación laboral es muy
rígida y que eso afecta la generación de empleo. Sin embargo,
desde la reforma fujimorista de los años 90s, existe un uso
mayoritario de la contratación temporal. Así, tenemos que la PEA
ocupada asalariada privada por contrato a plazo fijo se
incrementó de 46.6% (1998) a 73.7% (2017). Cada vez más
peruanos con trabajo formal tienen contratos temporales, es
decir, viven en la inestabilidad.

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Adicionalmente, uno de los sectores con mayor informalidad laboral
es el de la microempresa a pesar de que tiene un régimen laboral
con un costo de apenas 5% lo que demuestra la ineficiencia de los
regímenes laborales especiales para incentivar la formalización,
contrariamente a lo que pregona la Confiep que plantea con
insistencia mantener el régimen laboral de la agroexportación a
pesar de que se trata de un sector con gran rentabilidad.

A la par, existe una caída en la afiliación sindical que ha impactado


en la negoción colectiva y en la consecución de mejoras
remunerativas. Así, en los últimos años, las remuneraciones han
crecido a no más 1%, cuando la economía lo hacía por encima del
4%.

En esa línea, y tras más de 25 años de creación de las AFPs en el


Perú, sus dueños han tenido más de S/ 5 mil millones de
ganancias, mientras que las pensiones públicas y privadas se
mantienen en promedio en montos menores a la remuneración
mínima vital. Se ha promovido por la Ley 30369 un consejo para
evaluar la situación de los sistemas de pensiones, el segundo en lo
que va del gobierno de PPK y Vizcarra, pero sin participación de los
trabajadores ni pensionistas. Mientras tanto, 8 de cada 10 mujeres
no está afiliada a ningún sistema pensionario y 6 de cada 10
hombres.

Por todo ello sostenemos la necesidad de transitar a una reforma


laboral que atienda y promueva la formalización y generación de
empleo con derechos y mecanismos para incrementar
remuneraciones y pensiones dignas:

a) MYPEs: Medidas que apunten a facilitar el acceso a


financiamiento, capacitación, asistencia técnica, nuevos
mercados, compras estatales e innovaciones y nuevas
tecnologías para las MYPEs, acompañadas de medidas
regulatorias dirigidas a la simplificación administrativa y
establecimiento de mecanismos tributarios promocionales.
b) Empleo juvenil: Esquema de incentivo de contratación
laboral estable para jóvenes con derechos, enfocado en
empresas que realmente lo necesiten; mediante
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financiamiento del Estado en seguridad social (salud y
pensiones) siempre que se contrate a plazo indeterminado
o mediante contratación temporal real y sin recorte de
derechos laborales. Deducción de gastos por
capacitaciones para trabajadores jóvenes.
c) Remuneración mínima vital: Implementar una norma de
desarrollo constitucional –en cumplimiento de la Ley
Orgánica del MTPE- que establezca los criterios técnicos
para los incrementos de la RMV, así como la periodicidad de
su aplicación, respetando los criterios aprobados en el
CNTPE en el 2007.
d) Fiscalización laboral planificada para detectar el fraude de
ley en la contratación temporal, que limita la sindicalización
y negociación colectiva.
e) No incluir más en las leyes de Presupuesto del Sector
Público limitaciones para la negociación colectiva sobre
remuneraciones, tomando en cuenta que significa una
violación flagrante a derechos constitucionales, tal y como
queda reflejado en las sentencias del Tribunal
Constitucional. Aprobación inmediata de la regulación de la
negociación colectiva en el sector público.
f) Mejorar pensiones sobre criterios objetivos y mejorar las
pensiones públicas y de Pensión 65; en esta última la
mayoría de beneficiarias son mujeres.
g) Diseñar e implementar un sistema de pensiones
complementario, donde la base de la pensión sea pública y
se complemente con aportes y pensiones privadas;
estableciendo financiamiento solidario
(trabajadores/Estado/empleadores) para promover
afiliación pensionaria.
h) Que el cobro de las comisiones por administración de las
AFP tenga como base la rentabilidad generada para los
afiliados/as.

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3. Reforma tributaria para recuperar lo que hoy no se
cobra a las grandes empresas para permitir
un aumento sostenible de la inversión y el gasto social
Es necesario impulsar una verdadera reforma tributaria, orientada a
reducir la evasión y la injusticia tributaria, elevando la recaudación
de manera sostenida y con ello la capacidad de gasto social e
inversión sostenible del estado.
El objetivo en una primera etapa es alcanzar el nivel promedio de
recaudación tributaria en Latinoamérica (la diferencia es de 6 puntos
porcentuales y el Perú sigue siendo uno de los países con menor
recaudación tributaria en la región) y lograr una tributación que sea
progresiva (que paguen más impuestos los que más tienen).
Para lograr este fin es necesario:
a) Cobrar las deudas tributarias de Telefónica, Yanacocha,
Scotiabank y otras grandes empresas. Cabe señalar que
los 20 mayores litigios tributarios (algunos de los cuales
llevan más de 15 años) suman una deuda de casi 8 mil
millones de soles, lo que equivale al presupuesto de
apertura del programa Juntos, Pensión 65, Prevención y
control del cáncer, Qhali Warma, Salud materno neonatal y
el Programa articulado nutricional.
b) Combatir con firmeza el fraude fiscal, que se expresa en
los altos índices de evasión y elusión tributaria: se estima
que el año 2018, la evasión y la elusión tributaria fue del
orden de los 66 mil millones, monto que cubre largamente
el presupuesto de los sectores salud, educación,
agropecuario, saneamiento y protección social. La propia
OCDE recomienda que el Perú debe corregir de inmediato
las debilidades estructurales de su sistema impositivo que
ha erosionado la progresividad y que facilita el fraude fiscal.
Proponemos desplegar plenamente la implementación
de la norma antielusiva, de acuerdo a los estándares
OCDE y no ceder a las presiones de la Confiep y de los
principales grupos económicos que pretenden que el Perú
siga siendo un país bananero en materia tributaria.
c) Revisar los beneficios tributarios de los cuales gozan las
empresas mineras. Casos como el de Las Bambas muestran
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que las empresas mineras no pagan todos los impuestos
que deberían pagar, debido a beneficios (como la
depreciación acelerada) que les permiten postergar el pago
del Impuesto a la Renta. Las proyecciones muestran que la
empresa dueña de Las Bambas no pagaría al Estado
peruano Impuesto a la Renta durante los primeros cinco
años de operación. Y cuando lo paguen, será menor de los
esperado pues ahora estas empresas descuentan del
Impuesto a la Renta lo que pagan por regalías, que desde el
gobierno de Humala se consideran como costos de
producción. Se debe revisar el esquema de devoluciones
tributarias. Es inaceptable que por este concepto el Estado
peruano le haya devuelto a las empresas mineras más
dinero del que estas aportan por tributación (ha devuelto
alrededor de S/. 15 mil millones en los 3 últimos años). En
ningún caso la recaudación neta puede ser negativa, para
este efecto se tiene que revisar de manera urgente el
calendario de devoluciones.
d) Revisar las exoneraciones y reducciones tributarias al
impuesto a la renta de universidades-negocio y
agroexportadoras. Según la propia Sunat, los beneficios
fiscales le han costado al país cerca de 130 000 millones de
soles durante la última década. Solo los beneficios al sector
agroexportador en el mismo período han representado
alrededor de 20 mil millones de soles y las exoneraciones a
las universidades negocios 2 mil millones de soles por año.

4. Potenciar la agricultura
Hoy en el Perú más de 12 millones de peruanos y peruanas
dependen del sector agrario para su subsistencia, y éste aporta 6%
del PBI nacional y más del 20% del PBI de varias regiones como
Cajamarca, Puno, San Martin, Amazonas, Junín o Huánuco. Se trata
de un sector estratégico para el desarrollo del país, para la soberanía
y seguridad alimentaria, así como la protección de nuestra
biodiversidad. Sin embargo, los sucesivos gobiernos han carecido
de una política integral de desarrollo para este sector, sin reconocer
su gran potencial y al mismo tiempo sus particulares
vulnerabilidades frente a la falta de Estado, las importaciones
baratas y subsidiadas, y a los efectos del cambio climático.
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En la práctica, la política agraria actual le ha otorgado múltiples
privilegios a un sector de grandes capitales mientras ha
abandonado completamente al otro de pequeños productores y
campesinos. Así, la ley de promoción agraria le ha otorgado
importantes subsidios a un pequeño club de agroexportadoras, las
que también han recibido tierras y agua baratas de grandes
proyectos de irrigación, y tratados de libre comercio que les han
abierto mercados a costa de desproteger la agricultura nacional. En
cambio, para los 2,5 millones de pequeños productores
(agricultura familiar y campesina) que requieren agua,
capacitación, asistencia técnica, etc., no ha habido ninguna
política consistente y de impacto en las últimas tres décadas.

Por ello, el 13 de mayo pasado, productores agrarios y campesinos


se movilizaron en más de 15 regiones del país en un hecho histórico
que puso en el centro del debate nacional la producción agraria y
obligó al Estado peruano a asumir la agenda planteada por los
agricultores, instalándose una serie de Mesas de trabajo entre
CONVEAGRO, la Junta nacional de riego, la Confederación
campesina del Perú y la Confederación nacional agraria y el
gobierno, y realizándose también un pleno del Congreso de la
República dedicado exclusivamente al agro, hecho sin precedentes
en nuestra historia reciente.

En este marco, se ha logrado algunos avances importantes como el


reconocimiento de la agricultura familiar como un sector estratégico
para el desarrollo del país y la necesidad de una institucionalidad
específica para atender a este sector con un viceministerio para la
agricultura familiar y otro de servicios rurales que serían parte del
Ministerio que pasaría a ser denominado de Desarrollo agrario.
Además, se ha anunciado un Plan Nacional de Agricultura Familiar
que contaría con un presupuesto multisectorial de S/.15 mil
millones de soles para el periodo 2019 al 2021. Este debería ser un
primer paso para hacer de la agricultura familiar un eje vertebrador
del desarrollo agrario del país.

Sin embargo, otros temas importantes para los productores aún no


han sido atendidos en el último proceso de diálogo y deben ser
resueltos de manera urgente:
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a) Convertir a Agrobanco en un Banco de fomento
agropecuario, con un aporte de capital de 1 500 millones de
soles y un convenio marco con el Banco de la Nación para
utilizar su infraestructura en la captación de ahorros y
colocación de crédito en ámbitos rurales.
b) Incrementar el arancel ad-valoren para productos
agrícolas al 20% vigente en el año 2007 antes de la arbitraria
y unilateral reducción a prácticamente 0% desde el año 2011.
Igualmente, incluir al trigo, soya y derivados en la franja de
precios por ser productos altamente subsidiados y que
compiten deslealmente con los alimentos de producción
nacional (cuya comercialización hay que mejorar para tener
mejores precios para los productores y los consumidores).
Lamentablemente, en pleno proceso de diálogo, el 30 de
junio del presente el MEF publicó el DS N° 199-2019-EF que
mantiene topes anti-técnicos a la franja de precios en lugar
de eliminarlos (o subirlos como se había ofrecido
inicialmente), saboteando en la práctica el diálogo del
gobierno con los productores y mellando la precaria
confianza construida en este proceso.
c) Establecer un fondo de compensación y estabilización para
la agricultura familiar a partir de lo que se recaude con la
franja de precios.
d) Incrementar sustancialmente el presupuesto para el
sector agrario en el presupuesto del 2020 a partir de la
valoración del peso que tiene la agricultura en la formación
del PBI nacional y de las regiones.
e) Revisar el régimen de promoción agraria que hoy se ha
convertido en un régimen de privilegios para un pequeño
club de grandes empresas agroexportadoras.
f) Extender la moratoria a la siembra de productos
transgénicos en nuestro territorio en defensa de la
agrodiversidad y calidad de nuestros alimentos.
g) Garantizar las condiciones necesarias en el Valle de Tambo
para promover la producción de este importante emporio
agrícola para Arequipa y el Sur, dejando de lado la pretensión
de imponer el proyecto minero Tía María que amenaza el
agua y la tierra que hoy da trabajo y genera ingresos para
miles de familias. A partir de esta experiencia fomentar la
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elaboración de planes de ordenamiento territorial para definir
de manera dialogada y panificada, con criterios de
sostenibilidad ambiental y generación de empleo el mejor
uso del territorio.

5. Masificar el gas para abaratar la energía


Actualmente en el Perú solo el 13,6% de la población (873 000
hogares equivalentes a 4 365 000 personas) cuentan con
conexiones domiciliarias a pesar de que la explotación de Camisea
lleva 15 años. Además, la masificación está fuertemente
centralizada: 90% de las conexiones están en Lima.
Esto es sumamente deficiente si lo comparamos con los casos de
Colombia y Bolivia, por ejemplo. En Colombia el 85% de la población
cuenta con conexión de gas domiciliario, mientras que en Bolivia,
donde se empezó más tarde que en el Perú (en el 2006), el 46% de
la población ya está conectada (1 000 000 de hogares, es decir,
cinco millones de personas de una población total de 11 millones).
En el caso del Sur y la Sierra central, Proinversión ha intentado licitar
la masificación desde el 2005. 15 años después y a pesar de que el
gasoducto central pasa a tan solo 20 km de Ayacucho, el gas aún no
llega ni siquiera a la Sierra central.
El problema es que no se cuenta con una Política nacional de
masificación del gas ni una Autoridad nacional que conduzca el
proceso de manera planificada y territorialmente equitativa; por el
contrario, se ha optado por un esquema de asociaciones público
privadas (APP) arbitrario, deficiente e inequitativo con diferentes
tipos de transporte, con algunas concesiones que tienen subsidio
mientras otras no, con costos que varían para el concesionario y
sobre todo para el consumidor final del gas. Se ha aplicado una
lógica de rentabilidad económica pura cuando el gas domiciliario
debería ser considerado un servicio público (al igual que el agua o
la luz) poniendo la rentabilidad social por delante.
Es importante impulsar la masificación del gas porque el Perú
cuenta con reservas abundantes, contamina menos y abarata el
gasto de los hogares en S/.40 mensuales. Por esto, necesitamos

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una red nacional de gasoductos, no se puede seguir transportando
el gas solo a través de camiones cisterna (“gas virtual”), porque el
costo es prácticamente el doble que el del gas transportado por
ductos.
En esta perspectiva planteamos las siguientes medidas urgentes:
a) Relanzar un proyecto integral para llevar el gas natural a
las regiones del Sur. Este proyecto debe contemplar la
oferta, el transporte y la demanda, y no como se licitó
inicialmente, solo como un gasoducto. La oferta de gas en
el Sur existe, hay suficientes reservas, sobre todo las del lote
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energético (centrales de Ilo y Mollendo) y de diferentes
industrias de la zona, el gas natural vehicular y la industria
petroquímica que dinamizaría la economía y generaría miles
de empleos. Hace dos años y medio que el gasoducto del
Sur está paralizado. Es inaceptable que el gobierno siga
meciendo así a los pueblos del Sur. Los indicios de
corrupción deben seguir siendo investigados y los
eventuales responsables sancionados, pero se debe
convocar ya a una nueva licitación para llevar el gas de
Camisea a todo el Sur. Además, si no se hace ya, en el
mediano plazo el costo de la energía va a subir y esta alza
será cargada a las tarifas que pagan las familias. El gas virtual
(traslado en camiones) y el gas boliviano serían avances
importantes pero insuficientes.
b) Diseñar con urgencia un Plan nacional de masificación del
gas bajo el concepto de que el gas domiciliario es un
servicio público que el Estado debe garantizar para que
esta fuente de energía más limpia y más barata llegue a
todas las regiones del país.
c) Recobrar la capacidad del Estado de decidir sobre el destino
de los hidrocarburos derogando el artículo 10 de la Ley de
Hidrocarburos, Ley n° 26221, de 1993, que le otorga la
propiedad de la molécula a los licenciatarios privados. Es
hora de empezar a recuperar la soberanía sobre nuestros
recursos.

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