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El Bautismo

Después de introducirnos en lo que son los sacramentos y su importancia,


ahora vamos a estudiar cada uno. Aunque a primera vista parezcan temas “rollo”
y sin interés para los chicos, lo que vamos a hacer es bucear por la riqueza de la
vida cristiana... Dios quiera que de estas catequesis, saquemos todos un mayor
conocimiento del tesoro que tenemos, y por tanto un mayor amor
aprovechamiento... Que el Señor nos ilumine.

El primer consejo que te doy es que leas-medites-reces, la parte del Catecismo


de la Iglesia Católica correspondiente, porque te va a ayudar.

Este tema lo he hecho siguiendo más o menos del Catecismo de la Iglesia


Católica. Aquí te lo voy a poner “traducido” a lenguaje vulgaris-popular pero sería
bueno que te lo miraras en el original para ampliarte y culturizarte... ¡Ánimo!

Empieza el Catecismo dividiendo los sacramentos de la siguiente manera:


- Sacramentos de la iniciación cristiana (Bautismo, Confirmación y
Eucaristía).
- Sacramentos de curación (Penitencia y Unción de Enfermos).
- Sacramentos al servicio de la comunión y misión (Matrimonio y Orden
Sacerdotal).

Así quiere enseñarnos cómo forman un organismo en el que cada sacramento


tiene su función.

El Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía son considerados los


sacramentos de la iniciación cristiana porque con ellos se ponen los
fundamentos; recibimos la vida por el Bautismo, la maduramos y fortalecemos
con la Confirmación y la alimentamos y desarrollamos con la Eucaristía, que es el
sacramento de los sacramentos.

Hoy nos vamos a centrar en el primero y puerta de todos los demás, el


Bautismo.

Decíamos el otro día como los sacramentos son signos sensibles que significan
y producen la gracia. De manera que por estos gestos exteriores “vemos” lo que
ocurre espiritualmente... Y ¿cuáles son estos “signos sensibles” en el Bautismo?

Pues, como todos sabemos el signo principal, y que propiamente produce este
sacramento es el derramamiento del agua sobre el bautizado.

El agua, significa vida y fecundidad, porque sólo es posible vivir donde hay
agua, para beber, lavar, regar... mira si no la cantidad de “vida” que hay en un
desierto; pero también significa destrucción y muerte... cuando un río se
desborda, el agua destruye y ahoga... Por eso quiso el Señor que fuese el agua la
materia del Bautismo, porque en el, nuestra alma recibe una nueva vida, la
sobrenatural y es destruido el pecado... se produce vida y fecundidad, se produce
muerte y destrucción. ¿Lo ves?

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Con el derramamiento de agua, que lava la cabeza, se significa (y se produce) el
lavado del alma... ves con tus ojos el lavado corporal, y se está realizando un
auténtico lavado espiritual.

Antiguamente, y también ahora en algunos ritos, el Bautismo se hacía por


inmersión, es decir, se sumergía a la persona en el agua; esto se hacía así
significando que el pecado quedaba ahogado, sepultado, y que el que salía del
agua era un hombre nuevo, con la vida de Cristo. De hecho, la palabra misma
“bautismo” significa sumergir... porque al bautizar es como si el mismo Cristo a
través de su Iglesia cogiese a la persona y la sumergiese en los méritos de su
Pasión y muerte, sacándola limpia de pecado, y viva con la vida de Dios, con la
gracia.

Para que haya sacramento, a la vez que se derrama el agua tres veces sobre la
cabeza de la persona se deben pronunciar las palabras: “Yo te bautizo, en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.

Aquí tienes la materia (el agua) y la forma (las palabras al derramar el agua)
necesarias para que se de este sacramento.

Todos los gestos y oraciones que se van realizando durante la ceremonia del
Bautismo tienen su significado y sentido.

Así, se empieza haciendo la señal de la cruz, para que quede claro de dónde
nos ha venido el don tan grande que va a recibir ese alma... Luego, se le la
Palabra de Dios, porque por ella es como el Señor nos habla y nos ilumina y
provoca en nosotros el responder con fe a lo que escuchamos, y el acto de fe es
necesario para el Bautismo...

Otro rito son los exorcismos; por ellos se significa la liberación del demonio y
del pecado... la renuncia que esa alma hace de Satanás y de todo su reino... (esto
es impresionante y ojalá que los cristianos recordásemos más a menudo, que por
el Bautismo hemos rechazado el pecado, nos hemos comprometido a apartarnos
de él, a luchar contra él... “¿Renuncias a Satanás...?” Se nos pregunta cuando en
algunas celebraciones se nos invita a renovar las promesas del Bautismo...
Im-pre-sio-nan-te ¿verdad?)

Después viene el derramamiento de agua, lo que es propiamente el Bautismo.


Al nuevo bautizado se le unge con crisma (óleo, aceite perfumado que ha
consagrado el obispo) y esto significa que recibe el Espíritu Santo y que queda
consagrado a Cristo... Se le pone una vestidura blanca que simboliza como se ha
sido revestido de Cristo, ha resucitado con Él, su alma está blanca y así debe
conservarla hasta llegar a Dios... Luego, del cirio Pascual, que representa a
Cristo, se coge luz que se entrega al bautizado (o a los padres o padrinos), con
este gesto se significa como esa alma es iluminada por Cristo y está llamada ella
también a, con su palabra y con su vida, ser “luz del mundo”... Después ya se
reza el Padrenuestro que es la oración de los hijos de Dios, y esta persona ya es
uno de ellos. Finalmente se da una bendición solemne.

Como puedes ver, la misma ceremonia es toda una catequesis sobre lo que
ocurre en el Bautismo.

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¿QUIÉN PUEDE RECIBIR EL BAUTISMO?

Pues dice el Catecismo de la Iglesia Católica que todo ser humano aún no
bautizado.

En los primeros tiempos del cristianismo, lo más corriente era que se bautizase
gente adulta. Para ello tenían un tiempo largo de preparación llamado
catecumenado, para formarse y prepararse para recibir en una misma ceremonia
los tres sacramentos de la iniciación: el Bautismo, la Confirmación y la
Eucaristía.

Hoy en día lo normal es que el Bautismo lo recibamos de niños. Esta


costumbre se introdujo muy rápido en la Iglesia porque se comprendió que era
algo necesario y conveniente... Era necesario que los niños, que nacen con su
naturaleza humana caída y manchada, sean liberados cuanto antes del poder del
demonio y del pecado, y sean hechos hijos de Dios, posean todos los bienes
sobrenaturales, y reciban desde pronto el influjo del Espíritu Santo sobre sus
almas. Este tema del Bautismo de bebés hoy en día es muy “discutido” incluso
por los mismos padres cristianos ¿?... Son típicas frases como estas “mejor será
que elija él cuando sea mayor”... estos argumentos, para cualquier persona con
dos dedillos de fe son ¡absurdos! en sí mismos.

“Es que el Bautismo supone asumir una fe, una forma de vida, unas
obligaciones... que yo no sé si mi niñito luego los va a aceptar”... pero señora...
¿le ha preguntado usted a su niñito si acepta la lengua española como suya, la
cultura europea, el ir a la escuela? Usted carga a su niño de responsabilidades,
toma por él opciones y decisiones, porque sabe que serán un bien para él, si bien
luego, cuando crezcan siempre tendrá la posibilidad de rechazarlas, pero ese bien
“ahí queda”... Legalmente puede un padre o tutor aceptar una herencia en
nombre de su hijo... ¿Y si luego él no la quiere o la desperdicia? Eso ya será “su”
problema, pero el padre como lo quiere, acepta todo lo bueno que haya para su
niñito...

Cuando alguien viene con semejantes argumentos, demuestra ni más ni menos


que no tiene ni una gota de fe... no tiene ni flowers del tesoro que tiene... ¡Qué
Dios lo ampare! Igualmente te digo de los que retrasan meses y meses y meses el
asunto... ¿cómo puede privar a su hijo tanto tiempo de la gracia de Dios? Si
creyésemos de verdad, si supiésemos lo que supone para el alma... ¡ni una
semana!

Fíjate que la legislación de la Iglesia indica así: “Los padres tienen la obligación
de hacer que sus hijos sean bautizados en las primeras semanas... y si hubiese
algún peligro de muerte deben ser bautizados sin ninguna demora... Nuestra
buena Madre Iglesia...

Acabamos de hablar sobre el sujeto de este sacramento, que decíamos que es


cualquier ser humano no bautizado.

Ahora, tiene que haber unas condiciones claro, no vale ponerse a bautizar a
diestro y siniestro a todo no bautizado que haya por el mundo.

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Cuando hay uso de razón, es necesaria la intención de recibir el Bautismo;
de forma que una persona que haga el paripé pero no quiera en absoluto
recibirlo, no lo recibe... sería inválido (es decir no hay sacramento que valga).

Luego también es necesario que el sujeto tenga fe. Por supuesto no se trata de
que tenga una fe ya perfecta y madura, sino un comienzo de fe que luego podrá y
deberá desarrollarse y fortalecerse. Las verdades de fe que, al menos debe creer
son: La existencia de Dios, que Dios es remunerador (búscate la palabra en el
diccionario), en la Encarnación y en la Santísima Trinidad. Por eso es necesario
que la persona sea instruida, por lo menos, sobre esto antes de recibir el
Bautismo, luego ya podrá seguir recibiendo catequesis sobre todo lo demás. Y
otra condición es el arrepentimiento de sus pecados.

De manera que debe creer en Cristo y su salvación, y renunciar a Satanás y


sus obras, el pecado... si no se dan estas condiciones no puede administrarse el
sacramento... ¿entiendes?... Es más, si engañando una persona, recibiese el
Bautismo, y lo hiciese válidamente porque por lo que sea le interesa recibirlo pero
ni tiene fe, ni renuncia al pecado, la gracia del Bautismo no fructificaría en él.

En cuanto a los niños... son sus padres y padrinos quienes hacen el acto de fe
y la renuncia al pecado en nombre del niño, comprometiéndose a formarle en la
fe y enseñarle a vivir de forma cristiana.

¿QUIÉN PUEDE BAUTIZAR?

Aquí entramos en el tema del ministro.

Los ministros “normales” del Bautismo son el obispo, los sacerdotes y los
diáconos. Pero en caso de necesidad puede bautizar cualquier persona, incluso
uno que no sea cristiano, siempre que cumpla los requisitos de querer realizar lo
que la Iglesia hace y que use la materia (agua natural) y la forma (las palabras
“Yo te bautizo...” y el triple derramamiento de agua sobre la cabeza).

Esto se ha permitido que sea así, debido a la importancia y gravedad del


asunto: El Bautismo es totalmente necesario para la salvación.

Esto no es ninguna tontería ni una afirmación hecha a lo loco... lo dijo el


mismo Cristo: “el que crea y se bautice se salvará y el que no crea...” “quien no
renazca del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de los Cielos”... “es
necesario nacer de nuevo”...

Por eso no es algo “indiferente” el bautizar o no... a nuestros propios niños


¡cuanto antes! y a los paganos. Un cristiano con fe viva no se queda indiferente al
pensar en la cantidad de gente que hay en el mundo sin bautizarse, sin conocer a
Cristo y la salvación... Es cierto que aquellos que sin culpa suya, no hayan
conocido el Bautismo y mueren sin el, Dios los juzgará según su conciencia; pero
si se salvan será siempre por los méritos de Cristo, y por mediación de la Iglesia...
a la cual, si la hubiesen conocido, no hubiesen dudado de pertenecer.

“Pues más les vale salvarse así, que conocer el cristianismo y luego tener que
cumplir los mandamientos y todo” ¿¿¡¡...!!?? Sin comentarios, porque esto sólo

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puede decirlo uno que no sea cristiano, o uno que siéndolo porque está
“oficialmente bautizado” ha perdido su fe, no se ha enterado de nada... Mire cada
uno en su corazón, porque si este argumento te parece en algún punto razonable,
ponte delante del Santísimo y dile que te lo explique, porque te hace falta...

Luego la Iglesia también contempla dos formas “extraoficiales” de Bautismos:


el Bautismo de Sangre, que es aquel que se produce cuando una persona no
bautizada da su vida por la fe; y el Bautismo de deseo, que es el de aquellos que
mueren deseando ser bautizados.

Nos queda ya solamente enumerar los efectos que produce el Bautismo.

Lo primero, mata, liquida, borra, lava, limpia, libera el alma del pecado
original, de todo pecado personal y la pena de esos pecados... Así queda el alma
fuera del dominio del diablo, que podrá tentarle, pero siempre de una forma
limitada.

Quedan, eso sí, las consecuencias del pecado, el sufrir, la fragilidad, la muerte,
la concupiscencia (tendencia que tenemos al mal), pero esto será motivo de lucha
y esfuerzo... La vida cristiana es un combate.

Me da la gracia santificante, por la cual me convierto en verdadero hijo de


Dios, heredero de su Reino (soy un habitante del cielo “en potencia”)... Soy un
templo del Espíritu Santo, porque el mismo Dios vive en mí... Se me concede todo
el organismo de la vida sobrenatural, por el cual tengo en semilla la fe, la
esperanza y el amor, que me hacen capaz de creer en Cristo, de confiar en Él y de
quererlo; por los dones del Espíritu Santo ya puedo vivir y obrar según el “estilo
de Dios” bajo sus inspiraciones; por todas las virtudes infusas, recibo a
capacidad de crecer en el bien.

También me hace miembro de la Iglesia, soy piedra viva del templo de Dios,
soy miembro del Cuerpo místico de Cristo, soy de su pueblo elegido... Y eso me da
una capacidad especial para relacionarme con Dios, interceder ante Él por los
demás, puedo ofrecerle cosas que le sean agradables... Ya Cristo es mi Señor, mi
Rey, le pertenezco... y esto me deja marcado para siempre con el sello que no se
podrá borrar nunca... soy rebaño de Cristo, estoy marcado.

El pertenecer a la Iglesia supone que puedo participar de todos los tesoros y


bienes que tiene... tengo la puerta abierta a todos los demás sacramentos.

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