Sunteți pe pagina 1din 32

/$62&,('$'&,9,/</$3523,('$'

Dalmacio NEGRO PAVÓN

²6RFLHGDGHVXQFRQFHSWRUDFLRQDOLVWDUHODFLRQDGRFRQHOFRQWUDF
WXDOLVPRSROtWLFRGHVLJQDHOFRQMXQWRGHLQGLYLGXRVFX\DVDFWLYLGDGHVTXH
dan fuera de la acción directa del Estado, con relación al cual, todos o
XQDSDUWHGHHOORVVRQFLXGDGDQRVWtWXORSXUDPHQWHKRQRUt¿FRFXDQGRHO
(VWDGRGHJHQHUDHQHVWDWLVPR/D6RFLHGDGHVFRPRGHFtD%HUWUDQGGH-R
uvenel, la otra cara de la estatalidad y también pertenece conceptualmente
al moderno modo mecanicista de pensar, que encontró su primera gran
PDQLIHVWDFLyQ\SXQWRGHDSR\RHQHO(VWDGR+DEODQGRHQJHQHUDOSDUDHO
UDFLRQDOLVPRSROtWLFRHOKRPEUHHQOD6RFLHGDGHVXQLQGLYLGXROLEUHHQHO
Estado además puede ser o es un ciudadano1.
(O(VWDGRHVXQDPiTXLQDRLQVWUXPHQWRGHSRGHUXQDVXHUWHGHDXWR
PDWyQUHQDFHQWLVWDFRQFHELGRRULJLQDULDPHQWHVREUHWRGRSRU+REEHVHQ
cuya teología política, de tendencia protestante calvinista, descansa toda
la teoría del Estado2. El Estado es el ámbito moderno de lo público; la

1. No suele destacarse, pero el contractualismo político moderno constituye una consecuencia,


ciertamente, del nominalismo, debiendo no obstante su carácter al protestantismo. Es el origen de la
secularización, al aplicar al mundo político los principios del libre examen, el sacerdocio universal
GHORVFULVWLDQRV\HOFRQFHSWRGH,JOHVLDHQVXYHUVLyQFDOYLQLVWD1RHVFDVXDOTXHIXHVHQ$OWKXVLR
\+REEHVVXVSULPHURVGRFWULQDULRVTXLHQHVWUDVODGDURQHQWHUDPHQWHORS~EOLFRDO(VWDGR³&RQOD
configuración del Estado moderno se rescató el orden político de la interpretación religiosa del mun
do y se secularizó” (C. ROLSHAUSEN, Macht und Herrschaft:HVWIlOLVFKHV'DPSIERRW0QVWHU
1997, 3, p. 24).
2. Vid. D. NEGRO, La tradición liberal y el Estado, Unión Editorial, Madrid, 1995.

301
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

Sociedad el de lo privado. En el Estado prevalece el interés público; en la


6RFLHGDGHOSDUWLFXODU6HJ~QODWHRUtDGHO(VWDGRHVWH~OWLPRSDFL¿FDDOD
6RFLHGDGGiQGROHVHJXULGDGSHURKLVWyULFDPHQWHDPERVHVSDFLRVVHRSR
QHQDOPLVPRWLHPSR\HQFLHUWDPDQHUDOXFKDQHQWUHVtDOSHUVHJXLUHO
(VWDGRODVHJXULGDGDEVROXWDWRWDO(QFRQWUDVWHODGLIHUHQFLDHQWUHKRPEUH
libre y ciudadano antes de la aparición y consolidación de la estatalidad era
puramente jurídica, y ambas formas de “interés” se combinaban sin opo
QHUVHXQL¿FiQGRVHEDMRHOFRQFHSWRGH%LHQ&RP~Q3, incompatible con el
modo de pensar mecanicista y la concepción estatal decisionista del orden
que monopoliza lo público. El Bien Común corresponde a un modo de pen
samiento natural, organicista4 y a una visión concreta del orden universal,
TXHOHDWULEX\HXQRULJHQH[WUDKXPDQR QDWXUDORFUHDGR %DMRHO(VWDGR
el orden, determinado por el poder político de cada Estado, adquiere un
carácter particularista. El Estado implica la idea de un orden territorial ce
rrado.

2.— Maquiavelo describió las posibilidades técnicas de conservar un


(VWDGRDSOLFDQGROH\HVKLVWyULFDV0DVSDUWLHQGRGHVXSHQVDPLHQWRFX
\RVLGHDOHVHUDQUHSXEOLFDQRVHOSHQVDPLHQWRSROtWLFRVHKL]RHVWDWDO\VXV
trajo casi inmediatamente al pueblo la titularidad de la soberanía jurídica,
uniéndola a la soberanía política. Esto es notorio en la obra de Bodino, pen
sador de transición entre el mundo medieval, universalista, y el moderno,
SDUWLFXODULVWDHQHOTXHHO(VWDGRFRQFHELGRFLHQWt¿FDPHQWHSRU+REEHV
después del pensador francés, tendió a sustituir paulatinamente a la Iglesia,
custodia del orden creado, como titular de lo público. Bodino construyó su
GRFWULQDGHORUGHQSROtWLFRMXUtGLFRVREUHGRVSRORVODVREHUDQtD\ODSUR
piedad. La primera como lo propio del soberano y, a la postre, del Estado;
la segunda, como lo propio del pueblo, de las familias que lo integran. So
berano y familia, soberanía y propiedad, Estado y pueblo como el conjunto
de grupos, familias e individuos, denominado en adelante la Sociedad, son
polaridades básicas del pensamiento moderno que acabaron resumiéndo
VH HQ HO JUDQ GXDOLVPR (VWDGR6RFLHGDG +REEHV SHQVDGRU QRPLQDOLVWD
aplicando ya la lógica de la ciencia natural a su imaginativa construcción
racional del Estado5, disolvió empero la familia en los individuos y, a partir

3. Cfr. D. NEGRO, M. NOVAK, “El Bien Común en vez del Estado”, Veintiuno, 27 (1995).
4. Para las metáforas mecánica y orgánica W. STARK, The Fundamental Forms of Social
Thought5RXWOHGJH .HJDQ/RQGRQ
 6 %UHXHU KD VHxDODGR UHFLHQWHPHQWH VLJXLHQGR D 0 :HEHU TXH OR FDUDFWHUtVWLFR GH OD
estatalidad no radica en la soberanía sino en el nuevo modo de legitimidadHQVXFDUiFWHUUDFLRQDO

302
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD

del siglo XVII, esas polaridades se transformaron paulatinamente en So


berano e individuo, soberanía y propiedad individual, Estado y Sociedad.
(OKREEHVLDQLVPRVHGLIXQGLyHQHOVLJOR;9,,,\DFRPLHQ]RVGHO;,;
coincidiendo con la sustitución de la vieja sociedad por la nueva Sociedad
Industrial.
6LQHPEDUJRSUHVFLQGLHQGRGHRWURVHVFULWRV\SHQVDGRUHV\HVSHFLDO
mente del Ensayo sobre la historia de la sociedad civil de Adam Ferguson6,
el concepto Sociedad Civil tuvo propiamente su origen en Rousseau. Para
5RXVVHDXPX\LQÀXtGRSRUHOSLHWLVPRDOHPiQGHOVLJOR;9,,ODOLEHUWDG
natural individual es un don de Dios, la dimensión ontológica propia del ser
KXPDQR3HURVyORSXHGHVHUHIHFWLYDPHGLDQWHODOLEHUWDGFLYLOHQHOFDVR
GHTXHORVKRPEUHVSXHGDQLQVWLWXLUXQDVRFLHGDGSROtWLFDHQODTXHFRQVHU
ven la soberanía; es decir, si el gobierno es una suerte de autogobierno. O
sea, la libertad ontológica o individual presupone, frente al mecanicismo
KREEHVLDQRTXHORVKRPEUHVFRQVHUYHQODOLEHUWDGGHDFFLyQFROHFWLYDOD
libertad política, como garantía de aquellas libertades, en lugar de entregár
sela a otro soberano; extremismo que conlleva la fusión de la Sociedad y el
Estado, reducido este último al gobierno, y una doctrina de la democracia
como régimen político en el que el gobierno no se transforma en amo o,
por decirlo así, el autogobierno de la nación, titular de la acción colectiva
impulsada por la libertad política; con la decisiva particularidad de que
la nueva idea política de nación de la revolución francesa introdujo en el
mundo político el sentimiento de comunidad que anteriormente se vincu
ODEDDOD,JOHVLDFRPXQLGDGGH¿HOHV\ELHQHVHVSLULWXDOHVFRQVROLGDQGR
HQODSUiFWLFDHOGXDOLVPR(VWDGR6RFLHGDG7. A partir de Rousseau, tendió a
FRQIXQGLUVHGH¿QLWLYDPHQWHODOLEHUWDGRQWROyJLFDFRQODOLEHUWDGSROtWLFD
GHPRGRTXHHOKRPEUHQRHVYHUGDGHUDPHQWHOLEUHVLQRHVFLXGDGDQRFRQ
la consecuencia inesperada de que la ciudadanía como condición absoluta,
puede volverse contra la libertad.

3.— Tales ideas de Rousseau –su concepción totalizante del contra


to en contraste con la concepción mecanicista dominante en la teoría del
(VWDGR 5RXVVHDXQRWXYRXQDWHRUtDGHO(VWDGR ±\GHODUHYROXFLyQIXH

TXHLPSOLFDSRUORPHQRVGRVFRVDVODREHGLHQFLDDXQRUGHQLPSHUVRQDOOHJDOREMHWLYR\TXHHVH
RUGHQHVSRUSULQFLSLRPRGLILFDEOH$PEDVLGHDVVRQQXHYDVPiVD~QVRQWDQLQYHURVtPLOHVTXH
no se puede preguntar con bastante energía por su origen. Der Staat. Entstehung, Typen, Organisa-
tionsstadien5RZRKOW+DPEXUJS
6. Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1974.
7. Vid. D. NEGRO, “Patria, Nación, Estado”, Veintiuno, 37 (1998).

303
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

ron captadas en Alemania quizá mejor que en otros sitios. Allí la libertad
política como expresión de la acción colectiva de la nación, se transformó
en el meollo de la teoría del Estado, en el que, combinando con intención
UHDOLVWD HO PHFDQLFLVPR KREEHVLDQR FRQ HO RUJDQLFLVPR GH 5RXVVHDX VH
SURSHQGLyDYHUHORUJDQLVPRGHODOLEHUWDG/DLGHDGHWRWDOLGDGGHOSHQVD
miento político alemán expresa la síntesis de la multiplicidad mecanicista y
la unidad del organismo. Así, la BürgergesellschaftKHJHOLDQDHVWRGDYtDXQ
WpUPLQRGHODSRODULGDGPHFDQLFLVWDFRQWUDFWXDOLVWD6LQHPEDUJRSDUD+H
gel –polémicamente anticontractualista–, la Familia, concepto organicista
HVWUHFKDPHQWHOLJDGRFRQOD3URSLHGDGFRPRVXDVSHFWRPDWHULDO HUDOD
tesis de la tríada correspondiente a la Eticidad o Civilidad (Sittlichkeit 
Familia, Bürgergesellschaft o Sociedad Civil formada por individuos, y
(VWDGR+HJHOGHDFXHUGRFRQ*RHWKHLQWHQWyUHGXFLUDVtHOPHFDQLFLVPR
PRGHUQRFULWLFDQGRPX\GLUHFWDPHQWHHOGH.DQW\)LFKWHSRUHMHPSORGH
modo que la Sociedad era para él sólo un concepto abstracto, no un uni
versal concreto, orgánico, una comunidad como la Familia y el Estado al
que, tras Espinosa, consideraba incluso una cosa, la totalización concreta,
HVGHFLUSDUWLFXODUFRPRFRVD\XQLYHUVDOFRPRLGHDGHODUHDOLGDGKLVWy
ULFD+HJHOFRQ¿QyHOPHFDQLFLVPRKREEHVLDQRHQOD6RFLHGDG±VRFLHGDG
adquisitiva, materialista, egoista, en la que la concurrencia/competencia
SHUPLWHHPSHURPHMRUDU\SHUIHFFLRQDUOD3URSLHGDGIDPLOLDU±KDFLHQGR
HQFDPELRGHO(VWDGRHORUJDQLVPRGHODOLEHUWDGXQDWRWDOLGDGKLVWyULFD
SRUORTXHHVPRUDOPHQWHVXSHULRUORTXHOHFRQ¿HUHHVSHFt¿FRVGHUHFKRV
frente a aquella.
6X GLVFtSXOR / YRQ 6WHLQ LQÀXLGR SRU OD GLDOpFWLFD GXDOLVWD SURSLD
GHOSHQVDPLHQWRIUDQFpVUHLQWURGXMROD)DPLOLDHQOD6RFLHGDGUHL¿FyHVWD
~OWLPD\UHGXMRODWUtDGDKHJHOLDQDDODGLFRWRPtD6RFLHGDG(VWDGRFRPR
IRUPDVRUJiQLFDVHWHUQDVGHOD(WLFLGDG0DU[SURVLJXLyHOUHGXFFLRQLVPR
WRGRVORVSURFHVRVUHDOHVKLVWyULFRVVHGDQHQHOVHQRGHOD6RFLHGDGHO
Estado, en cambio, no es un ente moral, sino una superestructura mecánica
TXHSUHYDOHFHIDOVDPHQWHVREUHOD6RFLHGDG&LYLODODTXHGRPLQD0DU[VH
SURSXVROLEHUDUOD6RFLHGDGGHO(VWDGR\KDFHUGHHOODORPLVPRTXH5RXV
seau, pero sin la Nación, a la que sustituyó por las clases sociales –una
comunidad de individuos– aunque, en la práctica, el marxismo deriva al
estatismo, al emplear el Estado como instrumento idóneo para conseguirlo.
En realidad, la liberación consiste para Marx, conforme al espíritu cienti
¿FLVWDGHODHVWDWDOLGDGHQHOLPLQDUWRGDVODVLQVWLWXFLRQHVTXHFRQVLGHUD
FRHUFLWLYDVDQWLFRPXQLWDULDVHQSULPHUWpUPLQRODSURSLHGDG'HKHFKR
HOPDU[LVPRDSHVDUGHTXH0DU[YLWXSHUDEDHOKREEHVLDQLVPRFRPRMen-
schfeindlich, recuperó el sentido mecanicista de la Sociedad, al verla como

304
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD

una masa de individuos organizados en clases, confundiendo organización


–concepto mecanicista típico el siglo XIX– y “orgánico”, y aún eso en la
medida en que los individuos que las integran llegan a tener conciencia de
clase.
1RHVFDVXDOSXHVTXHHOFRQFHSWR6RFLHGDG&LYLOKD\DYXHOWRDUH
nacer con fuerza justamente al languidecer el marxismo, cuyas sociedades
GHVLQWHJUDGDVSRUHOHVWDWLVPRDGROHFHQH[DFWDPHQWHGHORTXHFRQ¿JXUD
la Sociedad Civil entendida en un sentido amplio, un conjunto de institu
FLRQHVHQWUHHOODVODSURSLHGDGVLQWHWL]DEOHVHQOD¿JXUDGHODDVRFLDFLyQ
FRPROLEHUWDGGHDVRFLDFLyQ (VWRVHSXVRGHPDQL¿HVWRDORODUJRGHORV
DxRVRFKHQWDFDPLQR\DGHVXGHVLQWHJUDFLyQ

³HOPXQGRPDU[LVWDVHFDUDFWHUL]DEDVHKDGLFKR8, por una pérdida casi


total de la fe en su vieja doctrina central, y también por un fuerte y generali
]DGRDQKHORSRUOD6RFLHGDG&LYLO´

La proliferación reciente del uso de la expresión Sociedad Civil en


contraposición al estatismo es, en cierto modo, un tributo al marxismo.
En Francia, donde el apelativo bourgeois tomó el sentido de aludir
al individuo dedicado íntegramente a su propiedad en un plano de rela
ciones económicas distinto al de las de antiquísima sociedad campesina
tradicional, se dió un proceso intelectual paralelo. Saint Simon –una fuente
FRP~QGH6WHLQ\GH0DU[\VHJXUDPHQWHWDPELpQGHO+HJHOPDGXUR±\
$XJXVWR&RPWHOXHJR'XUNKHLPIXHURQDOOtODV¿JXUDVPiVVLJQL¿FDWLYDV
3HURQRKDEODURQGH6RFLHGDG&LYLO±H[SUHVLyQTXHVXJLHUHFRPRFRQWUD
punto la de sociedad política– sino sencillamente de la Sociedad, con una
YLVLyQRQWRORJL]DGRUDGHODPLVPDHO~QLFROXJDUGHODVDFWLYLGDGHVKXPD
nas, viendo al Estado o gobierno solamente como un instrumento de aque
lla para ajustar funcionalmente las vidas individuales al organismo social.

4.— A partir de la revolución de los intelectuales de 1848, la dicoto


PtD(VWDGR6RFLHGDG&LYLOUHFRQYHUWLGDHQDQWtWHVLVFRQVWLWX\HHOUHVRUWH
de la actividad política ideocrática, transformada empero en acción social
que persigue fortalecer lo público, la ciudadanía, a costa de lo privado en
HOVHQWLGRPRGHUQRGHOKRPEUHOLEUHPHGLDQWHHVHDMXVWHIXQFLRQDOFRQHO
¿QGHUHDOL]DULGHDVDFHUFDGHFyPRGHEHVHUOD6RFLHGDGFRQFHELGDFRPR

8. E. GELLNER, Condiciones de la libertad. La sociedad civil y sus rivales, Paidós, Barcelona,


1996, p. 1.

305
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

VRFLHGDGGHFLXGDGDQRV(OPLVPR(VWDGRVHIXHWUDQV¿JXUDQGRKDVWDOOH
gar al Estado Total de nuestros días, cuya última intención apunta a superar
GH¿QLWLYDPHQWHODGLV\XQFLyQRSRVLFLyQPHFDQLFLVWDHQWUHORSULYDGR\OR
público, la Sociedad Civil y el Estado9. No por cierto, en la práctica, me
GLDQWHODUHDEVRUFLyQGHHVWH~OWLPRSRUDTXHOODVLQRDOUHYpVHO(VWDGRKD
GHDEVRUEHUDOD6RFLHGDG&LYLOSDUDKDFHUGHWRGRVORVLQGLYLGXRV~QLFD
mente ciudadanos, seres plenamente adaptados a las exigencias sociales10.
'HVGHDTXHOODIHFKDDOPLVPRWLHPSRTXHODQXHYD6RFLHGDG,QGXV
trial, regida por el principio del rendimiento, introducía nuevos modos de
SURSLHGDG\QXHYRVSUREOHPDVWRGDODOXFKDSROtWLFDVHFRQFHQWUDFRPR
SUHGLMR7RFTXHYLOOHHQWRUQRDHVWDLQVWLWXFLyQFRQIRUPHDOFOLVpKDELWXDO
entre la burocracia estatal – clase universal guiada por el interés público
VHJ~Q+HJHO±\HOLQGLYLGXDOLVPREXUJXpVTXHVHDIHUUDDODSURSLHGDGDO
interés privado. Es la famosa –y bastante equívoca– “cuestión social”.

²(O(VWDGRKDEtDFRPHQ]DGRVXDYHQWXUDFRQPHGLRVPX\PRGHV
WRV³los primeros gobiernos modernos se veían obligados a vivir precaria-
mente al día”, escribe P. Kennedy resumiendo la cuestión11(IHFWLYDPHQWH
al comienzo y durante bastante tiempo, las posibilidades del Estado depen
dieron de la propiedad particular de los príncipes, pues todo lo concerniente
a la propiedad dependía de la Sociedad; con el tiempo pasó a depender del
Estado. Inicialmente y en la fase intermedia, al no tener los príncipes más

9. Sobre la evolución de la estatalidad, D. NEGRO, La tradición liberal y el Estado.


10. El concepto Estado Total, aparecido en los años veinte, fue cambiado por el de Estado
Totalitario. No reapareció al desaparecer los Estados denominados así, fundados en la violencia,
FRPR VL KXELHUD GHVDSDUHFLGR HO JpQHUR HO (VWDGR7RWDO OD LQWHQFLyQ GH UHFRQFLOLDU HO (VWDGR \
la Sociedad. Sin embargo, esta denominación se ajusta a la realidad de la mayoría de los Estados
DFWXDOHV5+XQWIRUGUHLYLQGLFySDUD6XHFLDHQXQOLEURPX\VXJHUHQWHHOKRQRUGHVHUHOPRGHOR
RHMHPSORGHOYHUGDGHUR(VWDGR7RWDOWRWDOLWDULRUHDOL]DGRRHQFDPLQRGHUHDOL]DUVHVXDYHPHQWH\
mediante la persuasión; un marxismo centrado en la seguridad económica sin ansias escatológicas
de transformar el mundo entero, sino una sociedad concreta. The new totalitarians, Stein and Day,
1HZ<RUN(VWDREUDFRQVHUYDWRGRVXYDORUHQODPHGLGDHQTXHPXHVWUDODVLGHDV\SURFH
dimientos de la concepción del totalitarismo suave, a lo Tocqueville, basado en el conformismo, que
VHKDQGLIXQGLGRSRVWHULRUPHQWHFRQODD\XGDGHOD³UpYROXWLRQLQWURXYDEOH´GHSRUODVGHPiV
sociedades guiadas por el espíritu del “bienestar”. Del mismo autor posteriormente y sobre el mismo
DVXQWR³5HLFK¶VIULHQGO\IDVFLVP´The American Spectator, Sept. 1983. También, a propósito de
Suecia E. BRODIN³6ZHGHQ¶V:HOIDUH6WDWH$3DUDGLVH/RVW´HQ+)6ENHOLZ (ed.), 7D[DWLRQDQG
Confiscation, The Foundation for Economic Education, ,UYLQJWRQRQ+XGVRQ 1HZ <RUN 
6LQHPEDUJRWUDVODFDtGDGHO0XURGH%HUOLQHO(VWDGRVXHFRSDUHFHVHUXQRGHORVSRFRVTXHKDQ
comenzado seriamente su particular perestroika.
11. Auge y caída de las grandes potencias3OD]D -DQpV%DUFHORQD,,S

306
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD

IXHU]DTXHODVX¿FLHQWHSDUDVRPHWHUDORVSRGHUHVIHXGDOHVODHVWDWDOLGDG
FRPRLQVWUXPHQWRGHDTXHOORVIXHELHQYLVWDSRUPXFKDVJHQWHVHVSHFLDO
mente los burgueses, las clases medias, que se aliaron gustosamente a los
príncipes a cambio de seguridad. Pues, como suele acontecer con los pode
UHVHQGHFDGHQFLDORVIHXGDOHVHQYH]GHGDUSURWHFFLyQVHKDEtDQYXHOWR
opresivos, o eran sentidos así por su inadecuación a las nuevas condiciones.
/RVSUtQFLSHVD¿UPDURQODHVWDWDOLGDGJUDFLDVDODSR\RGHODEXUJXHVtDTXH
OHVD\XGy¿QDQFLHUDPHQWHDFRQVROLGDUOD\DFRQ¿JXUDUHO(VWDGRDFDPELR
de protección frente a los poderes indirectos y otras ventajas. En Inglaterra,
SRUHMHPSORHVELHQVDELGRTXHODPRQDUTXtDD¿UPyVXVXSUHPDFtDJUDFLDV
DOD¿UPHFRODERUDFLyQHQWUHOD&RURQD\HO3DUODPHQWRORVCommoners,
lo que contribuyó allí a la mayor seguridad de la propiedad, puesto que la
VXSHULRULGDGGHO3DUODPHQWRFRQVROLGDGDHQODVUHYROXFLRQHVGH\
LPSLGLyDVXYH]TXHOD&RURQDDGLIHUHQFLDGHORTXHRFXUULyHQ
el Continente, progresase por la vía de la estatalidad. En general, la recipro
cidad de las ventajas de la alianza entre príncipes y clases medias facilitó el
monopolio del dinero –de la acuñación de moneda– y la transformación de
las contribuciones o tasas, de carácter voluntario, contractual, en impuestos
permanentes, con los que, dado el carácter predominantemente agrario de
ODHFRQRPtDSHFKDEDQVREUHWRGRORVFDPSHVLQRVTXHVHGLIHUHQFLDURQDVt
de la bourgeoisie(VWDGLIHUHQFLDGHWUDWR¿VFDOKDWHQLGRVLQGXGDPXFKR
que ver con la transformación de la civilización y la cultura europea, de
UDtFHVKRQGDPHQWHFDPSHVLQDV12, en civilización y cultura urbana, burgue
VD(OFUHFLPLHQWRGHODVFLXGDGHVTXHKR\UHVXOWDH[FHVLYRSHURHQHOTXH
tiene el mayor interés el Estado, se relaciona con la tendencia estatal, unida
a las conveniencias de la burguesía, a concentrar todo para manejarlo más
IiFLOPHQWH&RQVWLWX\HXQLPSRUWDQWHIDFWRUDWHQHUHQFXHQWDHOKHFKRGH
TXHORVSUtQFLSHVH[SURSLDUDQHQPXFKRVVLWLRVODVSURSLHGDGHVHFOHVLiVWL
FDVDSURYHFKDQGROD5HIRUPDDORTXHHVWD~OWLPDGHELyHQEXHQDSDUWHVX
éxito, y que, en otros lugares, por ejemplo Inglaterra, con la famosa Ley
GH)UDXGHVVHWHQGLHUDDODOLTXLGDFLyQGHODSHTXHxDSURSLHGDG6LQHP
bargo, como al mismo tiempo que protegían la propiedad la perturbaban
con los gastos estatales –el Presupuesto, problemente el origen y la causa
del “capitalismo”, es otra idea y realidad moderna ligada al monopolio de
lo público y de la política por el Estado– y las bancarrotas a que daban
OXJDUODVOXFKDVHQWUHORV(VWDGRVODEXUJXHVtD\OD6RFLHGDG&LYLOSURV
SHUDURQPiVDOOtGRQGHODVFODVHVPHGLDVIXHURQVX¿FLHQWHPHQWHIXHUWHVH

12. Vid. L. DÍEZ DEL CORRAL, El rapto de Europa. Una interpretación histórica de nuestro
tiempo, Revista de Occidente, 2ª ed., Madrid, 1962, p. V.

307
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

LQGHSHQGLHQWHVGHOJRELHUQRFRPRHQ,QJODWHUUDGRQGHQRKXER(VWDGR
SDUDKDFHUUHVSHWDUODVHJXULGDGMXUtGLFDGHODSURSLHGDG

6.— La propiedad, a pesar de sus variaciones, se siguió considerando


HQODpSRFDPRGHUQDXQGHUHFKRLQGLVFXWLEOHFRQWiQGRVHHQWUHORVGHUH
FKRVQDWXUDOHVWDOFRPRORH[SXVRSRUHMHPSOR/RFNH6HWHQtDXQDFRQ
FLHQFLDPX\YLYDDKRUDFDVLLQFRQFHELEOHDSHVDUGHVXYHUDFLGDGGHTXHOD
propiedad, de la que emana poder social, constituye la mejor barrera contra
los excesos del poder político, a la vez que da independencia y sentimiento
GH ODOLEHUWDGDOLQGLYLGXR\DODIDPLOLD+R\³no tenemos noción de la
tQWLPDFRQH[LyQHQWUHOLEHUWDG\SURSLHGDG´VHODPHQWDED+$UHQGW13. Al
FRQWUDULRGHFtDKDFLD+%HOORF

³ODHVWUHFKD\GLUHFWDLQWHUGHSHQGHQFLDGHODOLEHUWDGRGHODGLJQLGDG
KXPDQD\GHODLQVWLWXFLyQGHODSURSLHGDGSULYDGDHVPHQWDGDFRPRVLOD
SURSLHGDGIXHVHODVDOYDJXDUGLDGHOFDSULFKR´14.

Bodino, el teórico de la soberanía absoluta, pensador político no racio


nalista, consideraba expresamente a la propiedad una limitación natural del
SRGHUSROtWLFRSXHVHQVtPLVPDQRHVVyORXQGHUHFKRfrente a otras per
VRQDV±GHUHFKRSULYDGR±VLQRXQDOLEHUWDG\XQGHUHFKRIUHQWHDO(VWDGR
FRQIRUPHDOGHUHFKRWUDGLFLRQDORCommon-law, de origen social, según la
LGHDGHTXHHO'HUHFKRSHUWHQHFHDOSXHEORVLHQGRSRUWDQWRGLVWLQWRDOHV
WDWDOTXHHQFXDQWRGHUHFKRGHODVREHUDQtDPRGHUQDHVius imperativum.
Su concepción se articulaba sobre aquella polaridad entre la soberanía y la
propiedad, el Estado y la familia –institución inseparable de la propiedad–
como esferas recíprocamente inviolables, teniendo como objeto la primera,
ODVREHUDQtDJDUDQWL]DUODVHJXULGDGGHODVHJXQGD(OPLVPR+REEHVVL
bien pensaba en términos individualistas mecanicistas, imaginó el Estado
para proteger la vida y la seguridad de la propiedad, función esta última
TXHFRQVLGHUyOXHJR/RFNHHQWLHPSRVPiVWUDQTXLORVFRPRODSULQFLSDO

13. “Para el siglo XVIII, igual que para el XVII anteriormente y después el XIX, la función de
las leyes no consistía primordialmente en garantizar un cierto número de libertades, sino en proteger
la propiedad; era la propiedad y no la ley la que garantizaba la propiedad, escribe Arendt. Con ante
rioridad a nuestro siglo, los individuos nunca estuvieron expuestos directamente y sin alguna protec
ción personal a las presiones del Estado o de la sociedad; únicamente cuando surgieron individuos
que eran libres, pero que carecían de propiedad protectora de sus libertades, se sintió la necesidad
de leyes que protegiesen directamente a las personas y su libertad personal, en vez de limitarse a
proteger sus propiedades...” Sobre la revolución, Revista de Occidente, Madrid, 1967, V, p. 192.
14. La restauración de la propiedad, E. Dictio, Buenos Aires, 1979, I, cap. X, p. 45.

308
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD

MXVWL¿FDFLyQGHO*RELHUQR3DUD+XPHODVWUHVLQVWLWXFLRQHVHQWRUQRDODV
que se articulaba la vida social civilizada eran el Gobierno, la propiedad y
el rule of law, teniendo como objeto tanto el Gobierno –Government, no
State±FRPRHO'HUHFKRODSURWHFFLyQGHODSURSLHGDGHQWRUQRDODTXH
VH SRODUL]D OD OLEHUWDG VRFLDO R FLYLO \ HQ GH¿QLWLYD OD RUJDQL]DFLyQ GHO
mercado, concepto jurídico, no económico, pues, sin protección legal, sin
XQDPtQLPDVHJXULGDGQRKD\PHUFDGR+HJHOFRQVLGHUDEDODSURSLHGDG
y el contrato, al que está ligada, proyección de la personalidad. En cual
quier caso, el absolutismo de la soberanía moderna, política y jurídica a la
YH]HVWDEDFRQWUDUUHVWDGRSRUHOGHOGHUHFKRGHSURSLHGDG15. A ello debió
su auge la Civil Society en contraposición al Estado, que consideraba su
misión darle seguridad, debiendo en gran parte su éxito y popularidad a su
FDSDFLGDGGHKDFHUORIDYRUHFLHQGRODIRUPDFLyQGHDPSOLRVPHUFDGRV3RU
WRGRHVROD6RFLHGDG&LYLOIXHGHVFULWDVLJQL¿FDWLYDPHQWHFRPRVRFLHGDG
de clases medias en Inglaterra y como sociedad burguesa en Francia16, dado
que las clases medias eran por su importancia lo nuevo en el seno de la
sociedad tradicional.
$XQTXH\DDQWHVGHODUHYROXFLyQIUDQFHVDVHKDEtDDUURJDGRHO(VWDGR
HOFRQWUROGHOGLQHUR±DSDUWHGHEDQFDUURWDVLQÀDFLRQHVLPSXHVWRVHWF±17
mediante la creación de Bancos estatales además de la prerrogativa de la
soberanía de acuñar moneda, si bien tenía razón Tocqueville al decir que
ODUHYROXFLyQQRKL]RPiVTXHSURVHJXLUODREUDFHQWUDOL]DGRUDGHO(VWDGR
Monárquico, todo empezó a cambiar cualitativamente a partir de este mo
PHQWR8QDLGHDFHQWUDOGHODUHYROXFLyQTXHKHQFKLGDGHVHQWLGRPRUDO
veía con la óptica de la volonté générale y la soberanía popular en el Estado
Nacional la fuente de la moralidad, era la de remover los obstáculos a la ac
FLyQS~EOLFDD¿QGHmoralizar la Sociedad18. Se desamortizaron los bienes
del clero, la nobleza y las comunas eliminándolos como poderes indirectos

15. Anteriormente, en la Edad Media, ser soberano jurídicamente era simplemente ser juez.
16. El ethos de las middle class, enemigas del intervencionismo estatal, es distinto al de la
bourgeosie, ligada a la estatalidad.
 6HKDGLFKRFRQPXFKDUD]yQTXHVLQHOSDSHOPRQHGDGHULYDGRGHOPRQRSROLRHVWDWDOGHO
GLQHURODSULPHUDJXHUUDPXQGLDODSHQDVKDEUtDGXUDQGRGRVDxRV\ODVHJXQGDQLVLTXLHUDKXELHVH
SRGLGRHPSH]DU/D$OHPDQLDGH+LWOHUSXGRSHUPLWLUVHOXFKDUFRQWUDJUDQSDUWHGHOPXQGRJUDFLDV
a ese artilugio. Esto contribuyó psicológicamente a difundir la creencia en que la política económica
y social no tiene por qué estar condicionada por el capital disponible. La política dineraria y la infla
FLyQDFDEDQFRQHODKRUUR\ODSURSLHGDGDFRVWXPEUDQGRDODGHSHQGHQFLD
18. Cfr. B. DE-OUVENEL, Los orígenes del Estado Moderno. Historia de las ideas políticas en
el siglo XIX, Magisterio Español, Madrid, 1976. La Moral apareció como rival de la Religión; el
Estado aspiró –y aspira– a sustituir esta última por aquélla.

309
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

al quitarles los medios económicos de resistir a la vez que se obtenían re


cursos para el Estado y, lo que nunca suele decirse expresamente en estos
casos, se crearon intereses adictos al nuevo régimen, precisamente por su
RULJHQLOHJtWLPRVHFUHyFHUFDGHXQPLOOyQGHQXHYRVSURSLHWDULRV19.

7.— Siguiendo el ejemplo francés, en el siglo XIX se extendieron las


desamortizaciones a todas partes. En el siglo XX, dejando aparte las de tipo
EROFKHYLTXHUHDOL]DGDVmanu militariFRQODMXVWL¿FDFLyQLGHROyJLFDGHOD
necesidad de suprimir la propiedad para instaurar la igualdad, se emplean
PHGLRV PiV VXWLOHV 6H ¿QDQFLDQ ODV nomenklaturas y se crean intereses
DGLFWRVPHGLDQWHXQDVXHUWHGHGHVDPRUWL]DFLRQHVLQGLUHFWDVOD³SROtWLFD
económica” de la redistribución combinada con la “política social” favo
rece, con los inmensos recursos del Estado, sin embargo siempre escasos,
ODLQÀDFLyQORVGp¿FLWVSUHVXSXHVWDULRVOD¿VFDOLGDGFRQWLQXDPHQWHHQDX
mento y las nuevas conexiones sociales que producen, la consolidación y
prosperidad de sociedades políticas advenedizas, que, constituidas en torno
al Estado, ocupan el lugar de las viejas sociedades cortesanas del Ancien
Régime, en detrimento de la llamada Sociedad Civil20.
3XHVGHKHFKRODUHGLVWULEXFLyQHVWDWDOHVPHQRVXQDUHGLVWULEXFLyQ
de las rentas del rico a favor del pobre, “que una redistribución del po-
der del individuo a favor del Estado”21; es una redistribución de la propie
GDGSXHVORVLPSXHVWRVODLQÀDFLyQHWFUHFDHQDO¿QDOVREUHODSURSLH
dad, y el Estado deviene con tal pretexto el único propietario sin acudir
D FRQ¿VFDFLRQHV GLUHFWDV (O FUpGLWR FRQWURODGR \ GLULJLGR SRU HO (VWDGR
contribuye a producir el mismo efecto. Pero son, sobre todo, los vigentes
VLVWHPDV ¿VFDOHV OHJLWLPDGRV FRPR PHGLR GH UHGLVWULEXFLyQ GH OD ULTXH
za22 ORV TXH KDQ UHLQWURGXFLGR HQ OD SUiFWLFD OD VHUYLGXPEUH HVWD YH] D
favor del Estado, un amo impersonal, lo que la disimula. Pues no se trata
ya de retribuir al Estado los costes de su protección, sino de que el Estado

19. Vid, B. DE-OUVENEL, Los orígenes del Estado Moderno, VII.


20. Vid HO OLEUR \ DUW FLW GH 5 +XQWIRUG 5HFLHQWHPHQWH XQ FDVR PX\ OODPDWLYR HV HO GH
España. Vid. por todos, aunque son insuficientes, I. DURÁN \ - 'ÍAZ +ERRERA, El despojo de
España, Madrid, 1996 y Pacto de silencio (El saqueo de España II). La herencia socialista que
Aznar oculta, Madrid, 1996.
21. B. DE -OUVENEL, The Ethics of Redistribution, Liberty Press, Indianapolis, 1990, II, p. 72.
 +DEUtDTXHSUHJXQWDUVHVLHVMXVWRTXLWDUOHDDOJXLHQORVX\RSDUDGiUVHORDRWUR+D\HVWDGRV
GHQHFHVLGDG3HURHO(VWDGRFRQVLGHUDTXHWRGRHQWUDGHQWURGHHVWHVXSXHVWRHVWDQJHQHURVRFRQ
ORDMHQRTXHLQFOXVRORVPX\ULFRVWLHQHQGHUHFKRSRUHMHPSORDODVHJXULGDGVRFLDO(QUHDOLGDGVH
WUDWDGHRWUDFRVDGHTXHHO(VWDGRTXHWLHQGHDFRQFHQWUDUWRGRHOSRGHUGHFXDOTXLHUFODVHTXHVHD
VHKDDSRGHUDGRGHWRGR\HVHO~QLFRDPR\VHxRU\DVSLUDDFRQWURODUWRGR

310
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD

disponga libremente de las rentas –por supuesto, de acuerdo con ciertos


procedimientos legales determinados por el propio Estado– para aplicarlas
DDTXHOORVDVSHFWRVGHODVRFLHGDGTXHFRQVWLWX\HDKRUDVXSDWULPRQLRTXH
OH SDUHFHQ PiV FRQYHQLHQWHV ±R PiV ³MXVWRV´±$Vt HO OODPDGR GHUHFKR
SULYDGRKDTXHGDGRDPHUFHGGHOD+DFLHQGD3~EOLFDTXHFRQORVDFWXDOHV
VLVWHPDV¿VFDOHV\ODD\XGDGHODLQIRUPiWLFDVHKDFRQYHUWLGRHQYLJLODQWH
SHUPDQHQWH H LPSODFDEOHGH WRGDV ODV DFWLYLGDGHVKXPDQDV KDFLHQGR GHO
(VWDGRXQDXWpQWLFR3DQRSWLFRQHQWRGRDFWRMXUtGLFRGHVGHHOPDWULPRQLR
DXQDGRQDFLyQHQFXDOTXLHUFRQWUDWRRWUDQVDFFLyQKDQGHWHQHUVHPX\
HQFXHQWDODVFRQVHFXHQFLDV¿VFDOHVDGHPiVGHPX\RQHURVDVQRVLHPSUH
claras. Es como si un siervo tuviera que pedir permiso a su amo o mirar
GHUHRMRSRUVLOHHVWiYLHQGRFXDQGRKDFHODPHQRUFRVD(QHVWHFDVRHO
DPR HV HO (VWDGR3DQRSWLFRQ TXH FRQFHGH SHUPLVRV \ HVWDEOHFH UHJODV
FRQWUROHV\SURKLELFLRQHVLPSHUVRQDOHVDEVWUDFWRVTXHGHVRULHQWDQDOLQ
dividuo y paralizan la iniciativa y la innovación, pretendiendo incluso que
ORVFLXGDGDQRVVHYLJLOHQ\FRQWUROHQHQWUHVtORTXHJHQHUDODGHVFRQ¿DQ]D
XQLYHUVDO (V OR TXH HVWi VXFHGLHQGR FRQVWLWX\HQGR DGHPiV HO KHFKR GH
TXHHO(VWDGRVHDHO~QLFRSURSLHWDULRXQLYHUVDOGHSOHQRGHUHFKRXQDGH
las principales causas particulares –seguramente la principal– del carácter
endémico de la corrupción en los Estados actuales, de la de las élites23 y de
su incapacidad para reformarse24&RPRVLVHKXELHVHQWUDVODGDGRDO(VWDGR
todos los defectos y la inmoralidad que las ideologías moralizantes y esta
WLVWDVDFKDFDQDOD6RFLHGDG&LYLO
(O(VWDGRDGHPiVGHVHUKR\XQ³GLRVPRUWDO´VHJ~QOHGH¿QLHUD+RE
EHVKDGHYHQLGRHIHFWLYDPHQWHXQDHVSHFLHGHODGUyQOHJDOOHJLWLPDGRSRU
la concepción positivista de la legalidad; y, puesto que se representa como
la institución más respetable en cuanto supremo ente moral, no es extraño
que su ejemplo imprima carácter a toda la vida social. Por otra parte, a pe
sar de lo que se diga o de las intenciones supuestamente “progresivas” de
los impuestos o del ideal de justicia “social” o de solidaridad que se invoca,
DOVHUHO(VWDGRHOSURSLHWDULRXQLYHUVDOGHKHFKRORVSHFKHURVVRQFRPR
VLHPSUHVHJ~QHQVHxDODKLVWRULDVRFLDOODVFODVHVWUDEDMDGRUDV
La revolución francesa tuvo como causa principal desencadenante la
GHVLJXDOGDG GH WUDWR ¿VFDO SXHV OD EXUJXHVtD WHQtD TXH FRVWHDU GLUHFWD R
indirectamente los gastos del Estado y de la sociedad cortesana sin tener

 &IU&KLASCH, The Revolt of the Elites and the Betrayal of Democracy::1RUWRQ 
&R1HZ<RUN/RQGRQ
24. M. CROZIER y B. TILLIETTE, La crisis de la inteligencia. Ensayo sobre la incapacidad de
las élites para reformarse, INAP/BOE, Madrid, 1996.

311
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

VLTXLHUDGHUHFKRDFRQWURODUORVKR\VRQODVFODVHVWUDEDMDGRUDV±ODVDP
plias clases medias– las que tienen que sostener, además de la sociedad
política, los enormes e irracionales dispendios públicos y los grandes ne
JRFLRV(QHVWHVLJORDWUDYpVGHODSROtWLFD¿VFDOLQTXLVLWLYD\DUELWUDULD
HPLQHQWHPHQWHVXEMHWLYD±FRPRVLVHWUDWDVHGHXQGHUHFKRVXEMHWLYRGHO
(VWDGR±\GHXQVLQ¿QGHUHJXODFLRQHVSDUDOHODVFRQ¿QHVVRFLDOHV25, se las
FRQWUROD\GLVXDGHVXDYHPHQWHSHURQRPHQRVFRDFWLYDPHQWHGL¿FXOWDQGR
\KDFLHQGRLQFOXVRSURKLELWLYRHODFFHVRDODSURSLHGDGHVSHFLDOPHQWHOD
productiva, su conservación y su transmisión intervivos y, quizá lo más
grave de todo por sus consecuencias sociológicas y psicológicas, al mo
rir26/DVRFLHGDGSROtWLFDVHDSURYHFKDLQFOXVRGHOD³JOREDOL]DFLyQ´27 o de
las ayudas a los países pobres, a través del Estado y otras organizaciones
públicas y menos públicas, nacionales e internacionales, subvencionadas
con fondos provenientes de impuestos, de las rentas de las masas trabaja
doras, de las clases medias28. La propiedad pequeña y mediana podría ser
XQDDOWHUQDWLYDPX\H¿FD]VX¿FLHQWHPHQWHSURGXFWLYDHQPXFKRVVHQWLGRV
–sobre todo si los gobiernos no privilegiaran a los grandes negocios– y más
justa, al problema de las pensiones, favoreciendo además el empleo, la es
tabilidad familiar y la demografía sin necesidad de ser protegidos y fomen
tados por el Estado –lo mejor sería que, simplemente, se las dejase en paz–.
Sin embargo, es sancionada –o “protegida”– de diversas maneras, que van
desde impuestos disuasorios o excesivos a complejas normas burocráticas,
SDVDQGRSRUD\XGDV\EHQH¿FLRVGHVLQWHJUDGRUHVGHODIDPLOLDDODTXHVH
WUDWDQRVyORGHKHFKRVLQRIRUPDOPHQWHGHGHUHFKRSHRUTXHDODHP
SUHVDSXHVD¿QGHFXHQWDVDO(VWDGRVyOROHLQWHUHVDODSURGXFFLyQ(Q
FRQWUDVWHHO(VWDGRHQSDUWHSRUODPDQtDGHOJLJDQWLVPRGHQXQFLDGDKDFH
PXFKRDxRVSRU:5|SNHIDYRUHFHODJUDQSURSLHGDG±ORVJUDQGHVQHJR
FLRV\FRQFHQWUDFLRQHV¿QDQFLHUDVHFRQyPLFDVHLQGXVWULDOHV±YLQFXODGDD
la sociedad política por su “interés social”; en parte, conforme a la doctrina
del mecanicismo estatal, porque resulta más fácil manejar la sociedad ente

 &IU5+UNTFORD, op. cit., IX.


26. Cfr. B. DE-OUVENEL, The Ethics of Redistribution, II, p. 59.
27. Las nomenclaturas –las sociedades “políticas” estatales– explotan demagógicamente inclu
VROD³VROLGDULGDG´EHQHILFLiQGRVHGHODVVXEYHQFLRQHVD\XGDVKXPDQLWDULDVFUpGLWRVDOGHVDUUROOR
etc. que otorgan generosamente los gobiernos y aplauden los súbditos, inconscientes de ser los que
pagan las dádivas, los dispendios y los beneficios del gobierno.
28. Sobre esto, que ya es un tópico, vid. recientemente, en relación con Estados Unidos, donde el
H[SROLRHVPXFKRPHQRU\PHQRVGHVFDUDGRTXHHQ(XURSD-0F.AY7KH:HOIDUH6WDWHNo Mercy
For The Middle Class/LEHUW\%RRNV/RVÈQJHOHV:+&HAMBERLIN³7KH6TXHH]HRQWKH
0LGGOH&ODVV´+)6ENHOLZ, 7D[DWLRQDQG&RQILVFDWLRQ.

312
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD

ra desde el centro a través de un número limitado de grandes propiedades,


empresas o negocios; en parte, por los efectos de la preferencia otorgada
al crédito –al que lógicamente acceden en mejores condiciones y más fá
FLOPHQWHORVPiVSRGHURVRVHLQÀX\HQWHV±VREUHHODKRUURHQSDUWHSRUOD
mayor facilidad de conexión de aquellos con el poder29; etc.

8.— Al Estado apenas le importa ya la “microeconomía”, la econo


mía de las familias y las empresas naturales, espontáneas. En realidad, la
concepción estatista predominante, consecuente con la lógica radicalmen
te individualista del Estado, no sólo castiga económicamente a la familia
DSHVDUGHSURWHFFLRQHV¿FWLFLDVVLQRTXHHPSLH]DDIDYRUHFHUGHFLGLGD
PHQWHVXGLVROXFLyQSRUHMHPSOROHJDOL]DQGRGHWHUPLQDGDVIRUPDVDQWL
naturales de unión. Al estatismo y a las clases dirigentes únicamente les
LQWHUHVDQORVUHVXOWDGRV³PDFURHFRQyPLFRV´(VIUHFXHQWHTXHOD³PDFUR
HFRQRPtD´YD\DELHQ\OD³PLFURHFRQRPtD´VHDXQGHVDVWUHGHVHPSOHR
IDOWDGHDKRUUR±VyORSXHGHDKRUUDUTXLHQTXLHUDHOJRELHUQR\GHODPDQHUD
TXHHOTXLHUDVLHVTXHORSHUPLWH±FRQWUROHV\¿VFDOL]DFLRQHVTXHDFUHFHQ
ODVQDWXUDOHVLQFHUWLGXPEUHVGHODYLGDGHVPRUDOL]DFLyQHWF$OKDEHUVH
KHFKRQRUPDOTXHGHSHQGDdirectamente de los Estados aproximadamente
el cincuenta por ciento de la renta nacional y que el cincuenta por ciento
o más de los ciudadanos–administrados obtengan sus ingresos del Esta
GR\HQWLGDGHVS~EOLFDVEDMRHVDSUHVLyQODPLVPDFLHQFLDHFRQyPLFDKD
devenido, dando la razón a Saint Simon o Marx, la verdadera ciencia del
Estado –en realidad la ideología estatista que dirige la ratio status–, pues
RULHQWDODSROtWLFDHFRQyPLFD\VRFLDO/DFLHQFLDHFRQyPLFDKDGHMDGRGH
ser ciencia del oikos o siquiera de la empresa para dedicarse al Estado30,
empresa de empresas. Es sobre todo macroeconomía$KRUDELHQVLHO¿Q
de lo Político, una de cuyas formas es el Estado, consiste en dar seguridad y
el de la Política el de combinar la mayor libertad posible con la seguridad,
pero la política económica y social es prácticamente la única política, en
estas circunstancias es lógico que lo que más le preocupe al ciudadano me

29. Por ejemplo las escandalosas “fusiones” de grandes empresas y sociedades a las que el Estado
–o los poderes públicos correspondientes– condonan los impuestos –otras veces las subvencionan–
aduciendo su superior interés social. Es frecuente que como muestra de la “liberalidad” fiscal se infor
PHGHTXHVHKDDFHSWDGRFRPRPHGLRGHSDJRGHLPSXHVWRVFXDGURVXREMHWRVGHDUWHXRWURVELHQHV
(VRSUXHEDHOFDUiFWHUDUELWUDULR\VXEMHWLYRGHORV³GHUHFKRVILVFDOHV´DXWpQWLFDVUHJDOtDVGHO(VWDGR
y la capacidad negociadora de los grandes frente a la administración y evidencia la sumisión de los
demás, incapaces de negociar en defensa de lo suyo. Es una forma de corrupción legal.
30. Vid-)REUND, L’essence de l’économique, Presses Universitaires de Strasbourg, 1993, Cfr.
5+UNTFORD, op. cit.

313
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

dio sean las decisiones económicas públicas, no las libertades. No ve, ni le


LQWHUHVDSXHVWRTXHQRSXHGHKDFHUQDGDSDUDHYLWDUORTXH³la abolición de
la propiedad privada comporta la abolición de la libertad”31 y la muerte de
la Sociedad Civil, entre las que ya no ve la relación, resultando asimismo
más cómodo obtener ingresos de algún amo, por ejemplo del Estado, que
de la propiedad particular.
6LQHPEDUJRFRQVWLWX\HXQKHFKRLQTXLHWDQWHTXHGHVGHHOSXQWRGH
YLVWDHFRQyPLFRHO(VWDGR3DQRSWLFRQGH%LHQHVWDUTXHLJXDODSRUDEDMR
fomentando en todo la mayor mediocridad, está produciendo un enorme
GLVWDQFLDPLHQWRHQWUHXQDFODVHUHGXFLGDFDGDYH]PiVULFDHLQÀX\HQWH
con una amplia clientela en la sociedad política, y las restantes clases32. El
(VWDGRGH%LHQHVWDUKDGHVDUUROODGRVLVWHPDV¿VFDOHVTXHWUDQVIRUPDQOD
OXFKDGHFODVHVHQOXFKDSRUODVUHQWDVGHO(VWDGRHQOXFKDSRUORVLPSXHV
tos, que son las rentas –no ciertamente ganadas sino expropiadas– de la es
tatalidad. La justicia del Estado de Bienestar no consiste en dar a cada uno
lo suyo, sino en repartir lo que le parece al gobierno y a quien le conviene.
<WRGRHVWRGHVWUX\HDODODUJDHOWHMLGRVRFLDOPiVH¿FD]PHQWHHQFXDQWR
FUHDKiELWRVFRVWXPEUHVXVRV\WUDGLFLRQHV33, que las expropiaciones bol
FKHYLTXHVHQODVTXHVRQSDWHQWHVGHLQPHGLDWRODYLROHQFLDODLQH¿FDFLD
\ OD LQMXVWLFLD 1R HV QDGD UDUR RtU D PXFKDV JHQWHV QRUPDOHV UHSHWLU HO
argumento de que el Estado sabe mejor que los súbditos como emplear los
UHFXUVRV6LQODPHQRUGXGDHVWDDFWLWXGFRQIRUPLVWDKHUHGDGDGHLGHROR
gías colectivistas periclitadas, que acepta como natural la dependencia del
(VWDGR\HQGH¿QLWLYDHOFRUSRUDWLYLVPRHVWDWDO34FRQVWLWX\HKR\HOJUDQ
problema de Europa35.
Mas, a pesar de todo, es indiscutible que “la libertad es una propie-
dad y la propiedad una libertad”36, por lo que el grado de sometimiento

 +%ELLOC, La restauración de la propiedad, loc. cit.


32. Vid. un resúmen en L. C. THUROW, El futuro del capitalismo. Cómo la economía de hoy
determina el mundo del mañana-9HUJDUD%XHQRV$LUHV
33. Incluso intencionadamente como parte de la política económica según la descripción de
+XQWIRUGWHQGLHQWHDGLIXQGLUHOFRQIRUPLVPR
 &IU5+UNTFORD, op. cit., IV. VidWDPELpQSDUDWRGRHVWRHOSURQyVWLFRGH+%HOORFHQ
su libro de 1913, centrado en torno a la propiedad, The Servile State, Liberty Classics, Indianapolis,
1977, Introducción de R. Nisbet.
35. Vid. por otros, sobre la decadente situación de Alemania, paradigma del Estado de Bienestar
opulento del que depende el porvenir de la Unión Europea, A. BARING, Scheitert Deutschland?,
Abschied von unseren Wunschwelten.QDXU0QFKHQ
 -09ARAUT, Le droit au droit. Pour un libéralisme institutionnel, Puf, París, 1986, 5,
p. 166.

314
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD

de la propiedad al Estado permite medir en qué medida el citoyen no es


YHUGDGHURFLXGDGDQRVLVHUFLXGDGDQRSUHVXSRQHODFRQGLFLyQGHKRPEUH
libre. El difundido odio al “burgués” es el odio a la propiedad –sobre todo,
en la práctica, a la ajena– y, sin embargo, la burguesía o las clases medias,
KDQVLGRKDVWDDKRUD\VLJXHQVLpQGRORDSHVDUGHVXVGHIHFWRV\GHWRGDV
las trabas ideológicas y estatales, el elemento fundamental del progreso
PDWHULDOHLQFOXVRGHOPRUDO/DGHVWUXFFLyQGHOGHUHFKRGHSURSLHGDG\
ODGHELOLGDGSROtWLFDGHODVFODVHVPHGLDVREOLJDGDVDGHSHQGHUGHODEXUR
cracia, son, dígase lo que se quiera, la mayor amenaza a la libertad y a la
GHPRFUDFLDFX\RSULQFLSLRHVSRUFLHUWRFRPRHQXQFLy3ODWyQKDFHGRV
mil quinientos años, la libertad política, no la igualdad como difunde cons
tantemente la demagógica propaganda estatista.

9.— La propiedad constituye la condición fundamental de la Sociedad


Civil, si es que esta última consiste, de acuerdo, por ejemplo, con E. Ge
llner, en “ODFRQVWLWXFLyQGHYtQFXORVH¿FDFHVSHURÀH[LEOHVHVSHFt¿FRVH
instrumentales”, que presuponen algo así como la transición del status al
contrato37$GHPiVSROtWLFDPHQWH$ULVWyWHOHVKDEtDH[SOLFDGR\DPX\FOD
ramente que si verdaderamente se quiere la democracia, esta forma de régi
men, puesto que su principio es la libertad política, sólo es posible si existe
XQDDPSOLDFODVHPHGLDGHSURSLHWDULRVFDSD]GHHTXLOLEUDUORVH[WUHPRV<
también en el mundo moderno, la existencia de la Sociedad Civil y, desde
luego, de la democracia, dependen del vigor y el grado de independencia
de las clases medias. En contra de ideas muy extendidas, “políticamente
FRUUHFWDV´ODOXFKDSRUODGHPRFUDFLDLQFOX\HGHPRGRSULQFLSDOODOXFKD
SRUHOGHUHFKRXQLYHUVDODODSURSLHGDG \DOWUDEDMR OLEUHHLQGHSHQGLHQWH
GHOSRGHUSROtWLFR'HFtDPX\H[SUHVLYDPHQWH+%HOORFTXH

“regular la producción de la riqueza equivale a controlar la misma vida


KXPDQD1HJDUOHDOKRPEUHODRSRUWXQLGDGGHSURGXFLUULTXH]DHTXLYDOHD
negarle la oportunidad de vivir; de modo que, en general, la forma en que la
producción de riqueza es permitida por la ley constituye la única forma en
que los ciudadanos pueden existir legalmente”38.

/D FULVLV DFWXDO GH OD GHPRFUDFLD ±HQ GH¿QLWLYD OD IDOWD GH OLEHUWDG
política con la consiguiente incapacidad del ciudadano de controlar al Es
WDGRSXHVDOFRQWUDULRHVWi¿UPHPHQWHFRQWURODGRSRUHODXQTXHVHDGH

37. Condiciones de la libertad, 12, p. 99.


38. The Servile State..., I, p. 46.

315
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

manera invisible– y su creciente desprestigio, van unidas, por una parte, a


la decadencia material de la propiedad, ciertamente más condicionada y so
PHWLGDSRUODDUELWUDULDODOHJLVODFLyQ¿VFDOTXHSRUHOPHUFDGR\SRURWUD
a la pérdida de su sentido moral y político y la consiguiente disminución
de los sentimientos de responsabilidad y de libertad, que, en realidad, son
XQRVyOR(VOyJLFRTXHHQODVFRQGLFLRQHVDFWXDOHVODJHQWHSUH¿HUDTXHHO
Estado le asegure su vida a enfrentarse con el.

10.— El origen concreto de la crisis de la propiedad y de la Sociedad


Civil, dejando aparte las tendencias naturales del poder y las ambiciones,
HVWiHQODFRQFHSFLyQGHO(VWDGR\GHO'HUHFKRRPiVELHQGHODOH\TXH
VDOLyGHOD*UDQ5HYROXFLyQFX\RFLFORKLVWyULFRKDVLGRFODXVXUDGRSRUOD
perestroika. Los críticos de la burguesía, del capitalismo, etc., suelen decir
que la revolución radicalizó y consagró la propiedad burguesa. Tal idea,
XQDYHUGDGFLUFXQVWDQFLDOPX\SDUFLDOVHKDKHFKRWySLFDFLWiQGRVHDEXQ
GDQWHPHQWHFRPRSUXHEDHO&yGLJR&LYLOGH1DSROHyQ6HD¿UPDTXHUH
produce el concepto romano de propiedad, el famoso ius utendi, fruendi et
abutendi, que, al parecer, no se encuentra en los textos romanos y, en todo
caso, tendría un sentido bastante distinto39. Sin embargo no es así. Por una
parte, la revolución siguió en esto, como en casi todo, la tendencia regalista
del despotismo ilustrado del ancien régime del siglo XVIII, expresión del
despotismo administrativo según demostró Tocqueville. Aunque los philo-
sophesDPLJRVGHORVGpVSRWDVLOXVWUDGRVKDEODEDQGHODIHOLFLGDGFRPR
¿QLGHDOGHOEXHQJRELHUQRHOGHVSRWLVPRLOXVWUDGRSHQVDEDTXHXQDVRFLH
dad rica fortalecería el poder del Estado40. Por otra, conforme a la lógica de
la estatalidad, cuya naturaleza le impulsa a monopolizar todo, la lógica de
la dominación de la revolución abrió el camino a la monopolización de la
SURSLHGDGSRUHO(VWDGROLPLWiQGRVHORVEROFKHYLTXHV\VXVDGPLUDGRUHV
a sacar la consecuencia más extremada en la forma41'HKHFKRDSDUWLU
GH  OD OXFKD SROtWLFDVRFLDO QR VH SODQWHy HQ HO VHQWLGR GH GLIXQGLU

39. La expresión es moderna. Para los romanos proprietas no era el atributo de una persona,
VLQRGHXQDFRVD/DFRQFHSFLyQPRGHUQDHVODGHXQGHUHFKRVXEMHWLYRVid. M. VILLEY, Critique de
la pensée juridique moderne (douze autres essais), Dalloz, París, 1976, IX.
40. Vid. F. MEINECKE, La idea de la razón de Estado en la Edad Moderna, Instituto de Estudios
Políticos, Madrid, 1959.
41. La acusación contra el liberalismo de ser el antecedente del socialismo y del comunismo es
FRUUHFWDHQHVWHVHQWLGR1RREVWDQWHKD\TXHGLVWLQJXLUODWUDGLFLyQOLEHUDOKREEHVLDQDHVWDWLVWD\OD
tradición aristotélica de la política. Del liberalismo estatista proceden, ciertamente, aquellos. Sobre
la tradición liberal estatista y la tradición política de Occidente, que es la propiamente liberal, D.
NEGRO, La tradición liberal y el Estado. Sobre el liberalismo de Aristóteles, p. e., D. B. RASMUSSEN

316
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD

la propiedad –como pedía aún la muy olvidada encíclica Quadragesimus


annus– sino en cómo podría controlar el Estado la propiedad para devenir
DPR\VHxRUGHWRGDVODVUHQWDVD¿QGHGLVWULEXLUODVDVXDQWRMRQDWXUDO
PHQWHFRQ¿QHVDOWUXtVWDV'HKHFKRHQDGHODQWHVHH[WHQGLy³la gran som-
bra legislativa procedente del Estado” sobre las concepciones vigentes de
la propiedad”42.
En efecto. La Declaración de derechos francesa de 1789 consideraba
ODSURSLHGDGXQGHUHFKRQDWXUDOLQYLRODEOH\VDJUDGRHVGHFLULQKHUHQWHD
ODFRQGLFLyQGHKRPEUH(O¿VLyFUDWD0HUFLHUGHOD5LYLqUHUHFRUGyWRGDYtD
en la Asamblea que “la propiedad es la medida de la libertad” y el abate
Sièyes escribió que la misma libertad es una propiedad sobre uno mismo.
3HUR5RXVVHDXKDEtDGLFKRFRQEDVWDQWHOyJLFDGHVGHHOSXQWRGHYLVWDGH
la ratio status, que como el Estado nace del pacto,

“tratándose de sus miembros, es dueño de sus bienes por el contrato


VRFLDOHOFXDOVLUYHGHEDVHDWRGRVORVGHUHFKRV´43.

<5REHVSLHUUHLQVSLUDGRSRUHOFLXGDGDQRGH*LQHEUDGH¿QLyUHFHOR
samente la propiedad como

³HOGHUHFKRTXHWLHQHWRGRFLXGDGDQRDJR]DU\GLVIUXWDUGHODSDUWHGH
los bienes que le garantiza la ley”44.

Es decir, depende de la ley. La propiedad, institución básica de la So


FLHGDGHQWRUQRDODTXHVHFRQ¿JXUDHVWD~OWLPDHPSH]yDDSDUHFHUFRPR
“propiedad social”, en el sentido de que cumple una función en la sociedad.
La fórmula posterior de L. Duguit (1905) “la función social de la propie
dad”, se repitió en lo sucesivo continuamente a la vez que se divulgaba el
ideal de Comte de que todo ciudadano debe ser una especie de funcionario,
incluso en su actividad privada. En virtud de la doctrina contractualista, la
SURSLHGDGGHSHQGHSXHVFRPRWRGRVORVGHUHFKRVHVGHFLUODVOLEHUWDGHV
que reconoce el Estado, de la voluntad del legislador. Puesto que el mismo

DQG'-'EN UYL, Liberty and Nature. An Aristotelian Defense of Liberal Order, Open Court, La
Salle, Illinois, 1991.
 -&ARBONNIER, )OH[LEOHGURLW3RXUXQHVRFLRORJLHGXGURLWVDQVULJXHXU, Librairie géné
rale de droit et jurisprudence, París, 1988, XVIII, p. 239.
43. El contrato social o Principios de derecho político , ,; /D OHJLWLPDFLyQ GHO LQWHUYHQ
cionismo estatal descansa en la concepción contractualista mecanicista de la Sociedad y el Estado.
8QHMHPSORPX\FODURHVODREUDGH-5DZOVWDQGLIXQGLGD\HORJLDGD TXL]iSRUVHUWDQDEVWUXVD 
44. Discurso de 24 de abril de 1793, “Sobre la propiedad”.

317
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

concepto de Estado según el contractualismo, presupone que las libertades


QRVRQSUHYLDVDO'HUHFKRVLQRTXHQDFHQFRQHOGHUHFKRHVWDWDOHO(VWDGR
SXHGHGHOLPLWDUHOGHUHFKRGHSURSLHGDGFRPROHSDUH]FDLQFOX\HQGROD
posibilidad de poner en cuestión la propiedad adquirida y el modo de acce
der a ella en lo sucesivo45.
El famoso artículo 544 del Code Napoleón, tomado como ejemplo –
FRSLDGR±SRUPXFKDVOHJLVODFLRQHVSUHVHQWDHOGHUHFKRGHSURSLHGDGFRPR
GHUHFKRVXMHWLYRDEVWUDFWRDWULEXWRGHODSHUVRQD3DUHFHSXHVTXHHQ
SULQFLSLRQRWLHQHVXRULJHQHQODOH\\DTXHODGH¿QHFRPR³HOGHUHFKRGH
gozar y disponer de las cosas de la manera más absoluta”. Pero el ejercicio
GHOGHUHFKRTXHGDDPHUFHGGHODOH\DODxDGLU³VLHPSUHTXHQRVHKDJD
GHHOODVXQXVRSURKLELGRSRUODVOH\HV\ORVUHJODPHQWRV´(ODUWtFXOR
del Código Civil español, posterior casi en un siglo al Code, es aún más
FODUR'HVSXpVGHD¿UPDUUXWLQDULDPHQWHTXHODSURSLHGDGHVHO³GHUHFKR
de gozar y disponer de una cosa”, matiza que “sin más limitaciones que las
HVWDEOHFLGDVHQODVOH\HV´\SDUDTXHQRKD\DGXGDHODUWtFXORVLJXLHQWHOL
PLWDHVSHFt¿FDPHQWHHOGHUHFKR³SRUFDXVDMXVWL¿FDGDGHXWLOLGDGS~EOLFD´
Pero, ¿qué es la utilidad pública?

11.— Sensibles los legisladores, con frecuencia demagogos, o aún


SHRUKXPDQLWDULVWDVDODGLYXOJDGtVLPDIUDVHGH3URXGKRQ³ODSURSLHGDG
es un robo”46ODVSURKLELFLRQHVORVUHJODPHQWRV\ODXWLOLGDGS~EOLFDSXH
GHQWHQHUXQDOFDQFHLQGH¿QLGR\XQDH[WHQVLyQLOLPLWDGDKDVWDMXVWL¿FDU
la expropiación por simple iniciativa administrativa, como en la Suecia
socialdemócrata imitada en mayor o menor medida en otros lugares. El

45. Vid SDUD WRGR HVWR - &ARBONNIER, )OH[LEOH GURLW ;9,,,;,; -0 9ARAUT, Le droit
au droit, 5, pp. 163 ss. El concepto moderno de propiedad proviene al parecer de una oscura que
UHOODWHROyJLFDVREUHODSREUH]DDSRVWyOLFD+/EPAGE, Por qué la propiedad, Instituto de Estudios
Económicos, Madrid, 1986, II, p. 59 ss.
 015RWKEDUGUHWUXHFDD3URXGKRQQLHJDTXHHO(VWDGR³SXHGDSRVHHUQLQJ~QGHUHFKR
MXVWR GH SURSLHGDG´ GHVGH HO SXQWR GH YLVWD GH OD MXVWLFLD \ OD PRUDOLGDG 6HJ~Q 5RWKEDUG PiV
anarquista que el anarcosocialista francés, la causa estriba en que el Estado “es una organización
criminal, cuyas rentas e ingresos proceden de impuestos delictivos”, pues el Estado es “la vasta
maquinaria de la delincuencia y de la agresión institucionalizadas”. La ética de la libertad, Unión
(GLWRULDO0DGULG;;,,S(OMXLFLRGH5RWKEDUGSXHGHSDUHFHUPX\GXUR\H[FHVLYR
3HUR¢WLHQHGHUHFKRHO(VWDGRDLPSRQHULPSXHVWRV"(OLPSXHVWR±ORTXHVHLPSRQH±HVXQDFWRGH
soberanía. ¿Se justifica la soberanía estatal? Son cuestiones que no se pueden responder aquí. Baste
recordar la diferencia entre contribuciones e impuestos, que la revolución norteamericana, y casi
WRGDVKDQVLGRFRQWUDORVLPSXHVWRVHWF(OSUREOHPDOOHYDDOGHODUHSUHVHQWDFLyQHQHO(VWDGRGH
Partidos, ¿existe auténtica representación? Etc. El impuesto es un tema central de la teoría política
\GHO(VWDGR6LQHOLPSXHVWRUHFRUGDED6FKXPSHWHUQRH[LVWLUtDHO(VWDGR

318
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD

GHUHFKR GH SURSLHGDG VH KD VXERUGLQDGR D OD LGHD GH LQWHUpV JHQHUDO OD
“utilidad pública”), tópico de la ideología estatista puesto en circulación
a mediados del siglo XVII junto a la idea de nación algo más tarde, que
empezó a desplegar toda su fuerza en la revolución francesa. La propiedad
GHMy GH VHU VLPSOHPHQWH XQ GHUHFKR TXH VH FRQ¿UPD ±XQD OLEHUWDG TXH
VH FRQ¿UPD FRPR GHUHFKR SDUD JDUDQWL]DUOD± SDVDQGR D VHU XQ GHUHFKR
dependiente de la ley, o sea, de la voluntad del legislador, igual que tantos
RWURVHV GHFLUVHWUDQV¿ULyPiVRPHQRVVXWLOPHQWHVHJ~QORVFDVRVGH
ODHVIHUDGHOGHUHFKRWUDGLFLRQDORFRP~QGHOGHUHFKR³SULYDGR´DODGHO
GHUHFKRHVWDWDOR³S~EOLFR´
En la práctica, la propiedad, condicionada por la legislación, sobre
WRGROD¿VFDOHVKR\FRPRSHGtD&RPWHXQDIRUPDGHDGPLQLVWUDUSULYD
GDPHQWHXQDIXQFLyQS~EOLFDGHODTXHQDWXUDOPHQWHKD\TXHUHQGLUFXHQ
WDVDO¿VFR\SRUVXSXHVWRDODYLJLODQWH³FRQFLHQFLDVRFLDO´QXWULGDSRUOD
envidia, el resentimiento y la demagogia en nombre de la libertad, de los
innumerables advenedizos, arbitristas, orates y analfabetos políticos liber
WLFLGDVTXHDSURYHFKiQGRVHGHODLJXDOGDGGHPRFUiWLFD\FRQHOSUHWH[WR
de “profundizarla”, inundan la vida pública47.
(OLQWHUpVJHQHUDOVHFXODUL]DFLyQRHVWDWL¿FDFLyQGHODYLHMDLGHDGHO
Bien Común48, concilia en sentido nominalista los intereses colectivos, in
manentes a los intereses particulares, y el interés público. Representado
por el Estado, los trasciende utópicamente49&RPRGHFtD+HJHOHQODFilo-
sofía del Derecho (§ 260 y otros), el Estado es la actualización del interés
JHQHUDO ,QWHUpV FRKHUHQWH FRQ OD PRQRSROL]DFLyQ HVWDWDO GH OD SROtWLFD
que sustituye al Bien Común. Este último no contemplaba la distinción
entre interés público e interés privado, que rompe la visión universalista de
la vida social. Pero desde del punto de vista estatal, sin interés general se
dislocaría la sociedad; y sin intereses particulares carecería de consistencia.

47. El estatismo, para justificar sus actos, alimenta diariamente la envidia y el resentimien
WRTXHFRQVWLWX\HQODFDXVDSULQFLSDOGHODFUHHQFLDHQODVYLUWXGHVGHO(VWDGR&IU+6CHOECK,
La envidia. Una teoría de la sociedad, Club de Lectores, Buenos Aires, 1966. G. FERNÁNDEZ DE
LA MORA, La envidia igualitaria, Planeta, Barcelona, 1984. M. SCHELER, El resentimiento en la
Moral, Caparrós, Madrid, 1993. D. BANDOW, The Politics of Envy. Statism as Theology, Transaction
3XEOLVKHUV1HZ%UXQVZLFN/RQGRQ7RFTXHYLOOHKL]RHQVXVSouvenirs de la revolución de
1848 la interesante observación de la cantidad de dementes que participaron en ella. El talón de
Aquiles de la democracia es, sin duda, que facilita lo que llamaba Ortega la selección a la inversa,
es decir, la preferencia por los peores simplemente por ser más osados.
48. Todo lo que se llama secularización es prácticamente estatalización, si se considera a partir
GHODDQDORJtDPRGHUQD KREEHVLDQD HQWUHHO'LRVLQPRUWDO\HOGLRVPRUWDO
49. Cfr. F. RANGEON, L’idéologie de l’intéret général, Económica, París, 1986.

319
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

Así pues, el interés general –el interés de la voluntad general– no existe


más que en el Estado, por el Estado y para el Estado, siendo misión propia
de la estatalidad velar porque prevalezca siempre el interés general. El Es
tado es la “verdad” de los intereses particulares, del mismo modo que sólo
se es ciudadano dentro del Estado50. El Estado “sintetiza” la racionalidad y
los intereses parciales de los individuos y los grupos; generaliza los inte
UHVHVLQGLYLGXDOHV\FROHFWLYRVKDFLHQGRSRVLEOHODUHDOL]DFLyQGHOLQWHUpV
JHQHUDO(O(VWDGR3DQRSWLFRQHQTXHKDGHYHQLGRHO(VWDGRGH%LHQHVWDU
VHKDFHDVtHOFHQWURKDFLDHOTXHVHKDFHQFRQYHUJHUPHFiQLFDPHQWHWRGRV
los intereses de la Sociedad51. Eso es, en el fondo, el interés público como
interés propio del Estado, del Poder, que realiza el interés general, interés
TXHVHKDFHSDVDUFRPRHTXLYDOHQWHDOLQWHUpVGHWRGRVHLQFOXVRDO%LHQ
Común.

12.— La aceptación y legalización de la “metafísica” moralista del


LQWHUpVJHQHUDOOHJLWLPyGHKHFKR\GHGHUHFKRODDEVRUFLyQGHODSURSLH
GDG SRU HO (VWDGR \ OD EXURFUDFLD ORV YHUGDGHURV EHQH¿FLDULRV GHO LQWH
rés público, al servicio del mítico interés general52. Mito del despotismo
LOXVWUDGR TXH KD GHVDUPDGR WRGD GHVFRQ¿DQ]D UHVSHFWR DO SRGHU S~EOLFR
HQFDUQDGRHQHO(VWDGR\OHKDDELHUWRHOFUpGLWRLOLPLWDGRTXHSUHSDUyOD
era de las tiranías del siglo XX53DPSDUDGDVSRUODLGHDHVSXULDGHODGHPR
cracia como expresión igualitaria de la voluntad general. La democracia, al
contaminarse la idea de la libertad política del pueblo con la de su supuesta
infalibilidad54VHKDKHFKRWRWDOLWDULD55FRPRWHPtD7RFTXHYLOOH+R\QRVH

50. No son ciudadanos –ciudadano es el que tiene libertad política– los que instituyen, modifi
FDQ\JRELHUQDQDO(VWDGRVLQRTXHHVHO(VWDGRHOTXHKDFHDOFLXGDGDQR(OLQGLYLGXRKREEHVLDQR
que contrata la institución de la Sociedad, sólo es ciudadano si a la vez instituye el Estado, al que
entrega empero en el mismo acto su libertad política, que aquel le devuelve, si procede, en la forma
GHGHUHFKRVHVGHFLUGHOLEHUWDGHVUHJXODGDVSRUQRGHFLUFRQFHGLGDVXRWRUJDGDV/DUHYROXFLyQ
francesa consiguió que el Estado aceptase esa devolución y bajo esa forma. Tal es el citoyen.
51. F. RANGEON, L’idéologie,,, % S
52. F. RANGEON, L’idéologie... Ibidem.
53. B. DE-OUVENEL, El poder. Historia natural de su crecimiento, XIV, Unión Editorial, Madrid,
&IU(+ALÉVY, L’ére des tyrannies. Etudes sur le socialisme et la guerre, Gallimard, París,
1938, reed. 1990.
 &IU--ULLIARD, La faute est à Rousseau, Seuil, París, 1985.
 3DUDORVDQWHFHGHQWHV\ODKLVWRULDGHODWUDQVIRUPDFLyQ-/7ALMON, Los orígenes de la
democracia totalitaria, Aguilar, Madrid/México,1956. Del mismo autor, Mesianismo político. La
etapa romántica$JXLODU0DGULG0p[LFR.+ORNUNG, Das totalitäre Zeitalter. Bilanz des
20. Jahrhunderts3URS\OlHQ)UDQNIXUWD0

320
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD

puede decir que exista libertad política en Europa y, por tanto, que exista
democracia56.
(O (VWDGR TXH QR WLHQH PiV TXH DOJXQDV SURSLHGDGHV VLPEyOLFDV DG
quiere el monopolio de las ajenas en nombre de la Nación, de dos maneras
SULQFLSDOHVHPSOHDQGRPHGLRVYLROHQWRVRPHGLRVOHJDOHV(OSULPHURHVHO
procedimiento de Estados Totalitarios como la Rusia soviética y regímenes
parecidos –la abolición de la propiedad constituye uno de los mandamientos
marxistas–, que incrementan después su propiedad, como únicos propieta
ULRV PHGLDQWH OD SODQL¿FDFLyQ HVWDWDO FRPSXOVLYD GH OD HFRQRPtD7UiWDVH
del monopolio directo de la economía, que incluye el de la propiedad y el del
WUDEDMR(OVHJXQGRHVHOGHO(VWDGR3URYLGHQFLD±H[SUHVLyQLQYHQWDGDD¿
nales del siglo XIX–, que asocia la ideología del interés general con la virtud
³S~EOLFD´GHODVROLGDULGDG$O(VWDGR%LHQKHFKRUVHOHUHFRQRFHHOGHUHFKR
y la obligación de intervenir en la esfera de los intereses privados, para armo
nizarlos mediante la reducción de las desigualdades sociales57&RQHVWH¿Q
RUJDQL]DRSODQL¿FDODHFRQRPtDPHQRVFRPSXOVLYDPHQWHLQGLUHFWDPHQWHD
WUDYpVGHO¿VFR\GHVSOLHJDODSROtWLFDVRFLDOTXHLQFOX\HODVHJXULGDGVRFLDO
es decir, empleando como arma la legislación, etc., respeta cierta autonomía
de la voluntad –el contrato relativamente libre–, en la medida en que la con
VLGHUDPiVSURGXFWLYD\VLHPSUHTXHQRFRQWUDGLJDVX¿QDOLGDGGHFRQWURODU
las actividades económicas y poder disponer de las rentas. Este Estado quizá
VHSDUHFHPiVDXQVHxRUIHXGDOTXHDXQWLUDQR3XHVHVWDIRUPDGH(VWD
do Total monopoliza lentamente la propiedad por medios legales, mediante
intervenciones de diversa índole; sobre todo el control estatal del crédito,
los inquisitivos, serviles, improductivos, paralizadores y obsoletos sistemas
¿VFDOHVODUHJLPHQWDFLyQ QRODSURWHFFLyQ GHOWUDEDMRHWFKD\TXHDxDGLUHO
empleo directo por el Estado de los recursos que obtiene coactivamente para
montar negocios, o compartiéndolos con inversores privados que engrosan
así la clientela política y fortalecen la sociedad política en detrimento de la
Civil. Sin embargo, es preciso insistir en que este carácter empresario no es
ajeno a la naturaleza de la estatalidad.
6HVXHOHSUHVWDUSRFDDWHQFLyQDOPRQRSROLRTXHWLHQHGHKHFKRGLUHF
WDPHQWHHO(VWDGRVREUHODSURSLHGDG\HOWUDEDMRSRUPHGLRGHOWLSRGH¿V

56. La literatura es cada vez más extensa. VidSRUWRGRVVREUHODGHPRFUDFLD-0*UÉHENNO,


El fin de la democracia. La crisis política y las nuevas reglas del juego, Paidós, Barcelona,
 < HVSHFLDOPHQWH VREUH OD IDOWD GH OLEHUWDG SROtWLFD FRQ SDUWLFXODU UHIHUHQFLD D $OHPDQLD
A. GRUNENBERG, Der Schlaf der Freiheit. Politik und Gemeinsinn im 21. Jahrhundert5RZRKOW
)UDQNIXUWD0
57. F. RANGEON, L’idéologie,,,,, SSVV

321
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

FDOLGDGGRPLQDQWHKR\DGHPiVFRPSOHWDPHQWHLQDGHFXDGDDODUHDOLGDG
Apenas se percibe su carácter coactivo y controlador de toda la vida por
ser, en sentido político, indirecto y revestirse de moralidad, aunque es muy
UHDO\H¿FD]SDUDGRPLQDUPHGLDQWHHOPLHGR3ROtWLFDPHQWHHVHOPiVSH
ligroso dado su carácter disimulado e individualizador, constituyendo una
amenaza permanente y de las más destructivas política y moralmente por
ODLQVHJXULGDG\HOWHPRUTXHJHQHUDFRQWUDYLQLHQGROD¿QDOLGDGSULQFLSDO
del Estado de dar seguridad, disipando incertidumbres y objetivando las le
\HVD¿QGHKDFHUHIHFWLYDODOLEHUWDG(OWLSRGHLPSRVLFLyQSUHGRPLQDQWH
personal, progresiva y necesariamente inquisitiva, es la manera en que el
Mortall GodKREEHVLDQRGHYHQLGR(VWDGR0LQRWDXUR -RXYHQHO UHFXHU
da continuamente, con momentos especialmente intensos, a sus súbditos,
TXLHQHVHODPR/RDGYLUWLy\D0RQWHVTXLHX

“El impuesto personal es más natural en la servidumbre; el impuesto


sobre las mercancías es más natural en la libertad, porque se relaciona de una
manera menos directa con la persona”58.

Pero la demagogia es capaz de conseguir una amplia aceptación acrí


WLFD GH HVDV IRUPDV LPSRVLWLYDV FRPR VL QR KXELHUD RWUDV SRVLEOHV \ GH
ODFUHHQFLDHQVXFDUiFWHUEHQp¿FRDGHVSHFKRGHODIRUPD\HOPRGRGH
ejercer la coacción para recaudar, a la larga más decisivo desde el punto de
vista político que su cuantía59.
13.— Las intervenciones del Estado y los impuestos contra OD SUR
piedad, pues en la situación actual quizá sería equívoco decir sobre la pro
SLHGDGHQGH¿QLWLYDFRQWUDODIDPLOLDGHVWUX\HQOD6RFLHGDG&LYLODOVHU
DTXHOODVXLQVWLWXFLyQHVHQFLDO3HURSRUXQDSDUWHVHKDDFHSWDGRKDVWDWDO
punto el derecho natural del Estado (que no se reconoce al individuo y me
nos aún a la familia en relación con la propiedad) a intervenir y controlar
WRGRDHVWDEOHFHULPSXHVWRVFRPRVLIXHUDXQGpVSRWDEXHQR\KXPDQLWDULR
al servicio de sus súbditos menores de edad, a cambio de las contrapres
taciones que se esperan de él, y, por otra, se temen tanto las represalias
SROtWLFREXURFUiWLFDVDODVFUtWLFDVDOD¿VFDOLGDGTXHHVPX\UDURTXHVH

58. L’esprit des lois, XIII, 14.


 6HKDQSHUYHUWLGRGHWDOPDQHUDODVLGHDV\HOVHQWLGRFRP~QTXHHQXQDUWtFXORDQyQLPR
titulado justamente “Pentecostés... y sentido común” de un folleto semanal de la Diócesis de Madrid
se llega a decir entre otras cosas estupefacientes que “el IRPF [impuesto sobre la renta de las perso
nas físicas, uno de los más odiosos por la forma de recaudarlo] y Pentecostés no están tan alejados
como pudiera aparecer a primera vista”, Alfa y Omega, nº 71 (17.V.1997), p. 7. Sorprende la alusión
del título al sentido común.

322
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD

PHQFLRQHQVXVFRQVHFXHQFLDVSROtWLFDVHQUHODFLyQFRQODOLEHUWDGORV³SH
OLJURVSROtWLFRVGHO¿VFR´SDUDODVREHUDQtDGHOLQGLYLGXR\ODSURVSHULGDG
de las familias que, sin embargo, se proclaman como un dogma60. El tema
se pasa por alto. Apenas se discuten aspectos técnicos y efectos económi
FRVFRPRVLOD¿VFDOLGDGIXHVHLQGLIHUHQWHSROtWLFD\PRUDOPHQWH6LQHP
EDUJRHQFXDOTXLHUWLHPSR\GHVGHOXHJRKR\HQGtDFRQVWLWX\HXQDGHODV
amenazas más graves –tal vez la mayor–, tanto para la prosperidad como
para la libertad.
5REHVSLHUUHVHUH¿ULyHQHOGLVFXUVRFLWDGRVREUHODSURSLHGDGDO³SULQ
cipio del impuesto progresivo”, nada menos que como “una medida que
UHFODPDHOLQWHUpVGHODKXPDQLGDG´5RXVVHDXQLDQRDFHSWDEDODSURSLHGDG
FRQPXFKDVUHVHUYDVDQXQFLDQGROD¿ORVRItDFROHFWLYLVWDDOGDUXQQXHYR
JLURDODKLVWRULDGHORVLPSXHVWRVTXHGHVHUSXUDPHQWHHFRQyPLFRVSDUD
DWHQGHUQHFHVLGDGHVHFRQyPLFDVMXVWL¿FDGDVRQRVHWUDQVIRUPDURQHQVR
ciales y “políticos”, o, más exactamente, en morales.

“¿Existe algún principio en materia de contribuciones públicas, decía


Robespierre, que derive más evidentemente de la naturaleza de las cosas y
de la eterna justicia, que aquel que impone a los ciudadanos la obligación de
contribuir de manera progresiva a los gastos públicos según la entidad de su
propia fortuna, es decir, según los beneficios que obtienen de la sociedad?”.

El político jacobino estaba pensando sin duda en las diferencias entre


ODV UHQWDV GH OD SURSLHGDG DO D¿UPDU TXH OD 6RFLHGDG QR VH EHQH¿FLD GH
DTXHOODFRPRVRVWHQtDQ/RFNHR$GDP6PLWK\HOVHQWLGRFRP~QVLQRTXH
SDUDpOVXFHGHDOUHYpVODSURSLHGDGREWLHQH³SOXVYDOtDV´GHOD6RFLHGDG
/RTXHKDGDGROXJDUWDPELpQDORVFXULRVRVLPSXHVWRVDVtOODPDGRV\DTXH
HO(VWDGRFDPSHyQPRUDOGHOELHQHVWDUVRFLDOPLUHDWRGRKRPEUHOLEUHR
FLXGDGDQRSRUHOPHURKHFKRGHVHUORFRPRSRVLEOHJR]DGRUGHSOXVYDOtDV
de todo género; la razón última debe ser el inmenso privilegio de gozar de
ODYLVLyQEHDWt¿FDGHO(VWDGR3DUDHOPRGRGHSHQVDPLHQWRHVWDWLVWDGRPL
nante, la vida bajo el Estado es de por sí una plusvalía que debe ser com
SHQVDGDSRUHMHPSORFRQODKHUHQFLD6LPEyOLFDPHQWH\FRPRHVWtPXORHO
(VWDGR6RFLDOWLHQHVHUUHVDUFLGRDOPRULUHOLQGLYLGXRSRUKDEHUOHDOLYLDGR
ODVYLFLVLWXGHVGHVXYLGD(VGHMXVWLFLDTXHODPXHUWHVHKD\DKHFKRPX\
FRVWRVDHO(VWDGRWLHQHSHUIHFWRGHUHFKRDGHSUHGDUODVKHUHQFLDVSOXVYD
lías sociales. Nadie debe preocuparse por el futuro de otras personas; sólo

60. P. LEMIEUX, La soberanía del individuo. Ensayo sobre los fundamentos y las consecuencias
del nuevo liberalismo, Unión Editorial, Madrid, 1992, 5, pp. 116 ss.

323
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

GHEHLQWHUHVDUOHHOGHO(VWDGRELHQKHFKRUTXHYHODSRUWRGRV(OUHVXOWDGR
es que se empieza a pensar que, al morir, es mejor no tener nada; quizá ni
VLTXLHUD GHVFHQGHQFLD3ULQFLSDO\DPHQD]DGRUFDXVDKDELHQWHHV HO(VWD
GRTXHVHUHVDUFHKRQUDGDPHQWHGHVXVGHVYHORVDXQTXHHVWRVLPSXHVWRV
VRQHFRQyPLFDPHQWHSRFRSURGXFWLYRVVLHQGRPXFKRPD\RUHOGDxRTXH
FDXVDQSHURWLHQHQODYLUWXGGHODHMHPSODULGDG\VREUHWRGRGHD¿UPDU\
recordar la supremacía del Estado.

³3XHGHOOHJDUHOGtDDGYHUWtD6FKXPSHWHUKDFH\DPXFKRWLHPSRFXDQ
GRODVFRVDVQRKDEtDQLGRD~QWDQOHMRVHQTXHODEXUJXHVtDQRVHDRWUDFRVD
VLQRXQPLOORQDULRUHQWLVWDVLQKLMRV´61.

Desde su origen, el Estado es capitalista y aspira a ser el único “capita


lista”. Los Estados de tipo soviético lo son absolutamente desde el primer
momento y, en este aspecto, es su única diferencia con los Estados Provi
dentes.

14.— Lo que se llama corrientemente “capitalismo” es inconcebible


sin el Estado. No es exagerado decir, si se atiende a la naturaleza de la es
WDWDOLGDG\VXGHVSOLHJXHKLVWyULFRTXHVLQ(VWDGRQRKDEUtD³FDSLWDOLVPR´
(O³FDSLWDOLVPR´QRFUHDHO(VWDGRVLQRTXHHVHO(VWDGRHOTXHKDFUHDGRHO
FDSLWDOLVPRDODFXPXODUXQJUDQFDSLWDOHO3UHVXSXHVWRTXHHVHOHVTXHOHWR
GHO(VWDGR6HJXUDPHQWHHO¿QGHO(VWDGRVHUtDHO¿QGHO³FDSLWDOLVPR´<
HO(VWDGR7RWDOGH%LHQHVWDUUHVXOWDGRGHOSURFHVRKLVWyULFR±-RXYHQHOGH
cía Estado Minotauro, más expresivo–, es supercapitalista, puesto que todo
es suyo, en primer lugar el dinero621ROHVIDOWDUD]yQDTXLpQHVD¿UPDQ
TXHGDGDODLGHQWL¿FDFLyQGHO(VWDGRFRQHO&DSLWDOODQRFLyQPLVPDGH
LPSXHVWRKDSHUGLGRWRGRVHQWLGRLQYHQWiQGRVHORGHOIUDXGH¿VFDOSDUD
mantenerla en juego “como mentira sustentadora del dominio”63.

61. “La crisis del Estado Fiscal”, Hacienda Pública Española, 2 (1970), IV, p. 159.
62. Es una transposición de la idea correcta de que todo lo que existe –todos los “bienes”– perte
QHFHD'LRV(O(VWDGR³GLRVPRUWDO´WDPELpQKDXVXUSDGRHQHVWHSXQWRHOOXJDUGHODGLYLQLGDG
63. A. GARCÍA CALVO, Análisis de la Sociedad del Bienestar, Lucina, Zamora, 1993, 9, p. 61.
La ideología y la parafernalia en torno al “fraude fiscal” como delito contra el Estado ve en él una
HVSHFLHGHSHFDGR³VRFLDO´FRQWUDODFROHFWLYLGDGGHVSXpVGHWRGRHOSHFDGRHVXQGHVRUGHQLQWUR
ducido en un orden al ir contra sus reglas; en este caso se trata del orden estatal, el único vigente
RTXHSUHWHQGHVHUHO~QLFR &IU-&0ARTÍNEZ, Le fraude fiscal, Que sais-je?, Puf, París, 1984
(trad. española en Fondo de Cultura). También P. SALIN, L’arbitraire fiscal, Laffont, París, 1986
(trad. española en Ediciones Internacionales Universitarias).

324
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD

El establecimiento de impuestos “morales” o “sociales”, en algunas


de cuyas modalidades (en realidad en todas) el contribuyente está obligado
a inculparse64, en vez de impuestos estrictamente económicos, objetivos,
SROtWLFRVVHKDKHFKRQRUPDOGHDFXHUGRFRQODYLVLyQGHO(VWDGRFRPRVHU
moral en revolución permanente a lo que corresponde la movilización total
de la ciudadanía. Es la vida del Estado, pues su vida es la del Poder y el Po
GHUHVHVHQFLDOPHQWHUHYROXFLRQDULRFRPRKDPRVWUDGR-RXYHQHOHQXQOL
EURIDPRVR/RVDFWXDOHVVLVWHPDV¿VFDOHV³SURJUHVLYRV´FDGDYH]PiVDQ
WLFXDGRVKDVWDSRUVHUPHQRVUHQWDEOHVUHVSRQGHQDHVWDLGHDLPSULPLHQGR
una especie de movimiento continuo a la sociedad, constantemente inter
YHQLGD R PRYLOL]DGD SRU HO ¿VFR TXH YLJLOD \ SHUVLJXH FXDOTXLHU DFWLYL
GDG HFRQyPLFD H LQFOXVR KDFH HQWUDU HQ HO MXHJR HFRQyPLFR DFWLYLGDGHV
y actitudes, por ejemplo la caridad, que no pertenecen a esta esfera de la
vida. Todo adquiere carácter económico bajo la única medida del dinero,
HQ FRKHUHQFLD FRQ OD QDWXUDOH]D HFRQyPLFD GH OD ratio status. Mediante
VHPHMDQWHIRUPDGH¿VFDOLGDGHO(VWDGR3DQRSWLFRQQRVyORUHFDXGDVLQR
que, invocando la igualdad, la justicia “social” o la solidaridad, acaba con
ODLQGHSHQGHQFLDGHOFLXGDGDQRIUHQWHDOSRGHUDOWHQHUGHUHFKRDFRQWUR
larle y expropiarle permanentemente, debilitando su capacidad defensiva
al dirigirse contra él individualmente, puesto que queda indefenso al tener
que vérselas a solas con el Estado, que le persigue y castiga por sus peca
GRV¿VFDOHV\OHHVWLJPDWL]DS~EOLFDPHQWHVLORHQFXHQWUDFXOSDEOH'HPRV
WUyWHQHUEXHQLQVWLQWRSROtWLFR-DFRER%XUFNKDUGWDOVHQWLUVHDWHUUDGRSRU
la visión de l’impot sur le revenue. Pues OD¿VFDOLGDGDFWXDORUJDQL]DGDHQ
WRUQRDHVDIRUPDGHH[DFFLyQFRQVWLWX\HHOPHGLRSULQFLSDOGHVRPHWHUDO
ciudadano. El Estado Total que atemoriza al ciudadano corriente mediante
ese procedimiento, es sentido, empero, como más tolerante que su versión
totalitaria, que difunde el miedo en la sociedad empleando directamente la
violencia. El Estado Total de Bienestar, más sutil, se sirve de los impuestos,
FRPRXQDHVSDGDGH'DPRFOHVSDUDFDVWLJDURSUHPLDUDXQTXHVHKDEODD
YHFHVFODUDPHQWHFRQWRGDUD]yQGHOWHUURURHOWHUURULVPR¿VFDO8QRGH
ORVPiVEULOODQWHVKDOOD]JRVGHOHVWDWLVPRFRQWHPSRUiQHRFRQVLVWHHQKDFHU
posible esa “movilización permanente” del ciudadano, tan bien percibida
SRU -QJHU H LPSRQHU HO PLHGR \ OD GRPLQDFLyQ PHGLDQWH HO ¿VFR (VR
explica la aparente irracionalidad de situaciones como la descrita por el
H[FHOHQWHSHULRGLVWD00DUWtQ)HUUDQG

 &RPR GHFtD ( -ÜNGER, “El individuo ya no es indivisible, como sí lo fue en el mundo
OLEHUDODKRUDHO(VWDGRORKDSDUWLGRHQGRVPLWDGHVXQDPLWDGTXHHVFXOSDEOH\RWUDPLWDGTXHVH
autoinculpa” (La emboscadura, Tusquets, Barcelona, 1988. 9, p. 48.

325
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

³+R\VHDEUHODYHGDGHO,53)4XLQFHPLOORQHVGHHVSDxROHVUHGRQ
deando, presentaremos durante los próximos sesenta días, ya cumplimenta
GRVORVGLDEyOLFRVIRUPXODULRVFRQORVTXHDPiVGHOLPSXHVWR+DFLHQGDQRV
castiga cada año. Dos de cada tres declaraciones serán negativas. Es decir, la
seguramente anticonstitucional y ciertamente defectuosa Agencia Tributaria
tendrá que reintegrar la sobreabundancia del impuesto retenido a más de diez
millones de ciudadanos. Se recaudarán setecientos mil millones y el monto
GHODVFDQWLGDGHVDGHYROYHUVHDFHUFDDOELOOyQ¢$OJXLHQKDFDOFXODGRORTXH
cuesta esta ceremonia litúrgica de las declaraciones anuales?”.

3URVLJXH0DUWtQ)HUUDQGVXEUHYHGHVFULSFLyQ

“Está, de una parte, lo que los contribuyentes debemos satisfacer a


nuestros asesores fiscales. De otra, el número de funcionarios y medios in
formáticos necesarios para cálculos tan complejos y numerosos. No es sólo
que no bajen los impuestos, según la promesa electoral del Partido Popular,
es que se despilfarran en innecesarias operaciones de ida y vuelta. ¿No se
SXHGHQKDFHUFiOFXORVPiVSUHFLVRVVREUHODVFXDQWtDVGHODVUHWHQFLRQHVRHV
que se trata, precisamente, de jugar financieramente con la requisa temporal
de unos impuestos torpemente inflados?...”65.

La razón principal del ese despilfarro y de la aparente irracionalidad


FRQVLVWHHPSHURDSDUWHGHODVPRWLYDFLRQHV¿QDQFLHUDVHQTXHORVJRELHU
nos, todos los gobiernos, tienen así permanentemente movilizados, vigila
dos y amenazados a los ciudadanos –y a los enemigos políticos– a los que
SXHGHQ LQVSHFFLRQDU \ KDFHU VRQURMDU FRQ FXDOTXLHU SUHWH[WR 4XH OD UH
FDXGDFLyQGHLPSXHVWRVFRQFHELGDGHHVDPDQHUDKXPLOODQWHVHDFRVWRVDH
LQH¿FLHQWHHQWpUPLQRVHFRQyPLFRVVHMXVWL¿FDSROtWLFDPHQWHDXQTXHQRVH
diga, como el coste de mantener viva la sensación de temor e impotencia y
recordar subliminalmente periódicamente quien manda. Es costumbre que
al abrirse lo que el distinguido periodista llama exactamente “la veda del
,53)´ODSURSDJDQGDR¿FLDOVHUH¿HUDDOD³FDPSDxD´GHUHFDXGDFLyQGH
tal impuesto. La palabra campaña pertenece al lenguaje militar y el Estado
y su agentes aluden así inconscientemente, al emplearla, a su enemigo, la
6RFLHGDG&LYLO HQGH¿QLWLYDHOSXHEOR DODTXHTXLHUHQWHQHUVRPHWLGD\
a su servicio, invirtiendo el orden natural de las cosas.

²(O(VWDGRDXWRUL]DGRHLPSXOVDGRSRUHOKXPDQLWDULVPRODHQ
vidia, la ignorancia y los Parlamentos –por los “representantes del pue

65. Diario ABC9S

326
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD

blo”– a establecer todo tipo de impuestos, castigos y persecuciones contra


ODSURSLHGDG\HOWUDEDMRFRQVLGHUDGLFH3HWHU'UXFNHU³que un ciudada-
no sólo puede conservar su propiedad a juicio del recaudador”66. Velando
SRUODPRUDOLGDGS~EOLFDHVWLPDTXHHVWRHVSURJUHVLVWD\KDELW~DSHGDJy
gicamente a los políticos, a la burocracia y a propietarios y no propietarios,
WUDEDMDGRUHV\DKRUUDGRUHVDFRPSRUWDUVHFRPRYHUGDGHURVFLXGDGDQRVR
VHDDDFHSWDU\FUHHUTXHHO(VWDGRHVWiOHJLWLPDGRSDUDKDFHUORTXHTXLH
UD,QFOXVRDEHQH¿FLDUFRQODVUHQWDVGHORVTXHWUDEDMDQ\DKRUUDQODYLGD
GHORVTXHQLWUDEDMDQQLDKRUUDQDPXFKRVGHORVFXiOHVHOPLVPR(VWDGR
FRQVXVUHJODPHQWDFLRQHVHLPSXHVWRVGHVDQLPDGHWUDEDMDUDKRUUDULQQR
YDURKDFHUVHSURSLHWDULRV
La política moral es de suyo, políticamente, fuente de inmoralidad –ni
es política ni es moral– por su carácter eminentemente subjetivo, por lo que
es lógico que los impuestos morales constituyan una de las causas principa
les del auge del estatismo, de la decadencia de la libertad y de la democra
FLDGHOVHQWLPLHQWR\HOVHQWLGRGHO'HUHFKR\GHODFUHFLHQWHLQPRUDOLGDG
S~EOLFD&RPRGLMR&DUORV0DU[PXFKRPiVFODULYLGHQWH\VLQFHURTXHOD
LQPHQVDPD\RUtDGHVXVVHJXLGRUHV\DGPLUDGRUHV\PXFKRVGHVXVHQH
migos, al criticar el impuesto único y progresivo sobre la renta propuesto
por el Partido Obrero Alemán, “los impuestos son la base económica de la
máquina de gobierno, y nada más”67. Pero, cuando el Estado tiene que mo
UDOL]DUFRQHOORV\FRQODSURSLHGDGKDGHVDFUDOL]DUORVSDUDMXVWL¿FDUORV\
QRSXHGHWROHUDUSRUFXHVWLyQGHSULQFLSLRTXHVHOHEXUOHHQHVWRVDVXQWRV
en ello le va el prestigio y la vida, pues su sustancia es ser Estado Fiscal.
El Estado actual, débil a pesar de todo, que admite toda clase de objeciones
y disuelve sin darse cuenta la estatalidad con toda clase de concesiones y
DUELWULVPRVSDUDFRQVHJXLUVHUPiVH¿FLHQWH~QLFDPHQWHQRWROHUDODREMH
FLyQ¿VFDO\KDUHLQWURGXFLGRHOGHOLWR¿VFDOHLQFOXVRODSULVLyQSRUGHXGDV
DO¿VFRLQVWLQWLYDPHQWHOHSUHRFXSDPiVTXHORVRWURVGHOLWRVDQWHORVTXH
se muestra no sólo comprensivo e indulgente sino incluso liberador –por
ejemplo, el aborto o la eutanasia que implican la renuncia al monopolio
HVWDWDOGHODYLROHQFLDHQGH¿QLWLYDDODVREHUDQtD±

² (O 'HUHFKR FDUHFH GH VHQWLGR VLQ OD SURSLHGDG /D SURSLHGDG
IXHFRQVLGHUDGDHQHOPXQGRPRGHUQRXQGHUHFKRVXEMHWLYRHQFXDQWRSUR
\HFFLyQGHODSHUVRQDOLGDGDXQTXHHQVtPLVPDQLVLTXLHUDHVXQGHUHFKR

66. La sociedad poscapitalista, Apóstrofe, Barcelona, 1993, 6, p. 125.


67. Crítica del programa de Gotha, Ricardo Aguilera, 4ª ed., Madrid, 1971, IV, p. 40.

327
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

subjetivo sino una consecuencia de la libertad de acción de intercambiar,


adquirir y poseer cosas y, por tanto, de relacionarse con ellas y con los de
PiV6HFRQVWLWX\HFRPRGHUHFKRFXDQGRVHGHFODUDSURWHJLGDSRUHOSRGHU
S~EOLFR(VHOUHFRQRFLPLHQWRFRPRGHUHFKRGHODOLEHUWDGFLYLOGHODTXH
DGROHFHHOKRPEUHPDVDRELHQQRVHOHUHFRQRFHRVLPSOHPHQWHVHOHGLFH
conforme al modo de pensar mecanicista y a la naturaleza del Estado, que
es parte de una masa, para no reconocérsela. Pues si la legitimidad depende
de la ley –¿legitimidad racional?–, la ley depende de la voluntad popular,
es decir, de la opinión pública –de la masa–, y si el Estado, ente moral y
IXHQWHGHODPRUDOLGDGKDFHODOH\HQQRPEUHGHODRSLQLyQGHODPDVD
ODSURSLHGDGGHSHQGHUiGHORVFDSULFKRVGHODOHJLVODFLyQGHODYROXQWDG
GHOOHJLVODGRUQRGHO'HUHFKRTXHHVDQWHULRUDODOH\\REOLJDDUHVSHWDU
la rectitud del contrato, la libertad de relacionarse y contratar68. Produce
RWURHIHFWRQRPHQRVJUDYHODUHYROXFLyQFX\RHVStULWXWULXQIyDSHVDUGH
ODVUHVHUYDVGHO(VWDGRGH'HUHFKRWUDGXFFLyQOHJDOGHO(VWDGR5DFLRQDO
NDQWLDQR /HJLWLPDGD HOOD PLVPD FRPR HMHUFLFLR GHO GHUHFKR QDWXUDO GH
UHVLVWHQFLDQRVyORQHJyOXHJRLQYLUWLHQGRORVWpUPLQRVHOGHUHFKRGHSUR
SLHGDGFRPROtPLWHDODDFFLyQGHOSRGHU\PHGLRSDUDUHVLVWLUH¿FD]PHQWH
sino que se sirvió de él para vigilar al propietario y reducirlo disimulada
mente a una suerte de servidumbre voluntaria. La propiedad, base material
y elemento de integración de la familia, acosada por el Estado, que se con
GXFHFRPRDPR\WXWRUVHKDFRQYHUWLGRHQXQDFDUJDQRSRUFLHUWRFRPR
siempre, para las grandes fortunas. Pues el Estado fomenta en cambio el
nuevo feudalismo “industrial” que tanto temía Tocqueville, quien pensaba
TXHVHUtDPXFKRPiVGXURHLQKXPDQRTXHHODQWLJXRDOVHUPiVDEVWUDF
WR'HIHQGHUODOLEHUWDGGHODSURSLHGDGIUHQWHDO(VWDGR\ODVDVHFKDQ]DV
GHVXVRFLHGDGFRUWHVDQDIRUPDSDUWHGHODVSUHRFXSDFLRQHVKDELWXDOHV\
GHOWUDEDMRFRWLGLDQRGHOKRPEUHFRUULHQWHGHKR\VLQTXHDGHFLUYHUGDG
WDPSRFRVHEHQH¿FLHFRQHOORHO³LQWHUpVJHQHUDO´$QWHVELHQVHSHUMXGLFD
JUDYHPHQWH FRPR SUXHEDQ ORV KHFKRV \ VREUH WRGR OD DFWXDO FULVLV GHO
(VWDGRTXH\DQRHVVyOR¿VFDOVLQRPRUDO(O(VWDGRHVD¿QGHFXHQWDV
XQDLQVWLWXFLyQ3HURODYLGDGHODVLQVWLWXFLRQHVGHSHQGHGHVXXWLOLGDG<
el Estado, enemigo de la propiedad y, por tanto, de la Sociedad “Civil”, está
dejando de ser una institución útil, al contradecir también en este punto uno
GHORV¿QHVSULQFLSDOHVSRUORVTXHVHLQVWLWX\H\MXVWL¿FDHOJRELHUQR

 3RUHVRKD\DXWRUHVFRPR)+.QLJKWTXHFRQVLGHUDQTXHODSULQFLSDOH[SUHVLyQGHOD
OLEHUWDGFLYLORVRFLDOQRHVODSURSLHGDGVLQRODDVRFLDFLyQ/DSURSLHGDGFRPRGHUHFKRVyORWLHQH
sentido en relación con otros o frente a otros, erga omnes, es decir, incluyendo el poder público.
Robinson Crusoe en su isla ni es propietario ni deja de serlo. Simplemente la posee.

328
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD

17.— A la verdad, esto se relaciona con la naturaleza del Estado, cuyo


ideal consiste en que entre él y el individuo no exista nada. Pues, como
D¿UPDODGRFWULQDHVWDWLVWD~QLFDPHQWHGHQWURGHO(VWDGRVHHVFLXGDGDQR
del mismo modo en que dentro de la Iglesia se es cristiano. En puridad,
el celebrado citoyen de Rousseau y la revolución francesa es una versión
VHFXODULVWDGHOFULVWLDQRPLHPEURGHOD,JOHVLD3RUHVRHO(VWDGRTXHKD
sustituido en todo a la Iglesia, o pretende sustituirla, contrapone el ideal del
FLXGDGDQRPRUDODOGHOKRPEUHOLEUHTXHSXHGHVHUFLXGDGDQRRQRHMHU
cer su ciudadanía o no. Bajo el Estado, un artefacto técnico, la ciudadanía
VXSODQWDDOKRPEUHOLEUHDFX\DLGHDOOHJDLQFOXVRDRSRQHUVH6XSULPLU
todo lo que pueda servir de freno al poder, todas las “contradicciones”,
FRQIRUPHDOHVStULWXVLPSOL¿FDGRUGHODFLHQFLDQDWXUDOFRQHOTXHHVWiQWDQ
relacionadas la teoría y la práctica del Estado69, constituye el objeto de la
DFFLyQHVWDWDOGHMDGDDVtPLVPD<XQREMHWLYRDODYH]TXHXQPHGLRGH
GRPLQDFLyQHVKDFHUGHOKRPEUHXQcitoyenPLHPEURGHO(VWDGR3DQRSWL
FRQDFDPELRGHVXFRQGLFLyQGHKRPEUHOLEUH(QHO(VWDGR7RWDOLWDULR
en el de las democracias populares por ejemplo, se sublima el ideal de la
participación de modo que todo individuo es ciudadano pero ninguno es
OLEUH(QODVGHPiVIRUPDVGH(VWDGR7RWDODOKRPEUHOLEUHVHOHDFRUUDOD
SURJUHVLYDPHQWHSDUDKDFHUGHpOXQ³FLXGDGDQR´XQPLHPEURGHO(VWD
do, constituyendo la prueba de la ciudadanía su aceptación voluntaria de
ODVHUYLGXPEUHHVSHFLDOPHQWHODHFRQyPLFD¿VFDOVLQGHMDUOHDSHQDVRWUD
GHIHQVDTXHODDUWL¿FLRVD\SUHFDULDGHOOODPDGRGHUHFKR³DGPLQLVWUDWLYR´
El monopolio de la propiedad conlleva la eliminación de lo que llamaba
0RQWHVTXLHXORVSRGHUHVLQWHUPHGLDULRVGHORVFRQWUDSRGHUHVHQGH¿QLWL
va, de las instituciones sociales libres y del espíritu de independencia, de
libertad, de responsabilidad y de resistencia.

²(VPX\LQWHUHVDQWHFRQVLGHUDUHQODVLWXDFLyQSUHVHQWHKDVWDTXp
punto no está relacionada la crisis, que tanto se empieza a lamentar, fami
OLDU\GHPRJUi¿FD\ODGHODVFRVWXPEUHV\WUDGLFLRQHVGHODFRQGXFWDFRQ
la de la propiedad. Predominando el modo de pensar estatal, la propiedad, y
FRQHOODHODKRUUR±ODSUHYLVLyQGHOIXWXUR±HQFXDQWRYLUWXGSRUFLHUWRPiV
europea que norteamericana, está mal vista. La familia de tipo occidental
es –o quizá era– un tipo de familia provertida, que mira al futuro, por in
ÀXHQFLDGHOFULVWLDQLVPR70$HOORKD\TXHDWULEXLUODFRQFHSFLyQRFFLGHQWDO

69. Cfr. D. NEGRO, La tradición liberal y el Estado.


 ´DORVSDGUHVVHOHVDQLPDDVDFULILFDUVHSRUVXVKLMRV\DHQFRQWUDUVXUHFRPSHQVDHQ
ORVp[LWRVGHVXVKLMRV(OFULVWLDQLVPRLQYLWDDORVSDGUHVDVDFULILFDUVHJUDWXLWDPHQWHSRUVXSUROH

329
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

de la propiedad como riqueza productiva, es decir, no para gozarla sino


para producir nuevas riquezas71, el crecimiento y los cambios económicos
\GHPRJUi¿FRVHWF(VHWLSRGHIDPLOLDFRQVWLWX\HXQHOHPHQWRLQGLVSHQ
VDEOHSDUDHQWHQGHUHOVLQJXODUGLQDPLVPRFUHDGRUGHODKLVWRULDHXURSHD
La propiedad va unida a ese carácter futurizo, de proyección al futuro, de
OD IDPLOLD \ SRU HVR VyOR HQ 2FFLGHQWH VH KD SRGLGR KDEODU GH 6RFLHGDG
Civil. Bajo el estatismo, desposeída o en trance de serlo y sin alicientes
para adquirir y conservar, sin futuro, la familia y el dinamismo europeo
languidecen.
Constituye un aserto incontrovertible que, a través del Presupuesto,
lo que alimenta al Estado, el gobierno se adueña de la Sociedad Civil para
PROGHDUODDVXDQWRMR\GDUOHIRUPDHVWDWL¿FiQGROD72. El Estado es desde
VXRULJHQODPD\RUHPSUHVDFDSLWDOLVWDGHODQDFLyQJHVWLRQDGD±FRPSDUD
tivamente, por lo general bastante mal– como una empresa que absorbe el
DKRUURQDFLRQDOREOLJDGRDVXEYHQFLRQDUOD'HVGHVXVSULPHURVWLHPSRV
el Estado “devino una verdadera empresa y fue gestionado como una em-
presa, con la contabilidad por partida doble y con presupuestos y balan-
ces”73. El espíritu capitalista, en la medida en que existe, es parte del espíritu
HVWDWDO/RVPHUFDGRVLQWHUQDFLRQDOHVGHOGLQHURVRQKR\XQFDPSRGHED
WDOODSDUDFRQTXLVWDUHODKRUURPXQGLDOSXHVHVSHFLDOPHQWHHQODHFRQRPtD
PRGHUQDDKRUURHTXLYDOHDLQYHUVLyQODSURSLHGDGPLVPDHVLQYHUVLyQ\
DKRUURTXL]iGHYDULDVJHQHUDFLRQHVGHOTXHVHDSURYHFKDHO(VWDGRSDUD
DXPHQWDUVXSRGHU<ODHVFDVH]GHDKRUURQRVHGHEHWDQWRDORVSUR\HFWRV
de inversiones productivas, como a los gastos estatales y a la especulación
IRPHQWDGDSRUODSROtWLFDHFRQyPLFD\¿VFDOHQDUDVGHOELHQHVWDUVRFLDO

²(OIUDFDVRGHOLQWHUYHQFLRQLVPRFRQWHPSRUiQHRKDGDGROXJDU
DOGHO(VWDGRGH%LHQHVWDU3HURFXDQGRVHHFKDODFXOSDDOFDSLWDOLVPR
aunque la tenga, se olvida que capitalismo y Estado son correlativos74. La
acusación puede implicar empero cierta intuición de que el “capitalismo”
parece estar separando su destino del estatal, justamente porque en el punto
DOTXHKDOOHJDGRODHVWDWDOLGDGOHUHVXOWDGLItFLOVREUHYLYLUVDOYRHQODIRU

VLQHVSHUDUGHHVWDPiVUHFRPSHQVDTXHODGHYHUORVWULXQIDUHQODYLGD´-/ECLERCQ, Filosofía e
Historia de la civilización, Gredos, Madrid, 1965, 54, p. 262.
 -/ECLERCQ, Filosofía e Historia de la civilización..., 53, p. 254.
72. P. DRUCKER, La sociedad poscapitalista, 6, p. 19.
73. N. MATTEUCCI, Lo Stato Moderno. Lessico e percorsi, Il Mulino, Bologna, 1997, I,2,
p. 31.
 &IU-$6CHUMPETER, “La crisis del Estado Fiscal”.

330
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD

ma paralizadora de capitalismo de Estado, predominantemente consuntivo


por muy bien que se administren las fortunas adquiridas a través de los
impuestos.
En semejante contexto, el auge de lo privado parece imparable y, cier
tamente, es abrumador, revelando la fuerza del espíritu democrático a pesar
GHVHUGDPQL¿FDGR\FDVWLJDGRSHUPDQHQWHPHQWHSRUHOGHUURFKHHVWDWDO
XQDGHODVFDXVDVGHODGHFDGHQFLDGHODGHPRFUDFLD<QRSRUTXHORSULYD
GRVHDSRUQDWXUDOH]DPiVIXHUWHTXHORS~EOLFRSXHVD¿QGHFXHQWDVHVOR
S~EOLFRORTXHGDVHJXULGDGORTXHGH¿QH\GHOLPLWDORSULYDGRVLQRSRU
que el auge de este último se debe a la decadencia o fracaso de aquel, del
espíritu público, prosperando lo privado dentro del mismo Estado en la for
ma de corrupción. Pues, el espíritu de la propiedad –la posesión regulada
SRUHOGHUHFKR±UHYLYHFRPRXQDIRUPDGHapropiación –la posesión como
XQ KHFKR± GH XQD PDQHUD TXH UHFXHUGD VRUSUHQGHQWHPHQWH HO HVWDGR GH
QDWXUDOH]DGH/RFNHODLQWHQVLGDG\H[WHQVLyQGHODFRUUXSFLyQ\ODLPSRVL
bilidad de impedirla, obligan a entenderla como la forma en que lo privado,
DFRVDGR±HQUHDOLGDGQHFHVLWDGRGHODSURWHFFLyQTXHSHGtDKDFHWLHPSR3
'UXFNHU±VHUHYXHOYHFRQWUDORS~EOLFRHQHOVHQRGHODHVWDWDOLGDG
El Estado, y a su través la Sociedad entera, reproducen la situación del
HVWDGRGHQDWXUDOH]DSUHYLRDOFRQWUDWRORFNHDQRHQHOTXHORVLQGROHQWHVVH
DSURYHFKDEDQGHORVIUXWRVGHOWUDEDMRGHORVGHPiV$O(VWDGRQROHTXHGD
más recurso que la inspección, el control y la amenaza permanentes de ca
rácter económico y carcelario –la mencionada vuelta de la abolida prisión
por deudas cuando el acreedor es el Estado–, sobre el ciudadano. Esto le
UHWURWUDHGHVFDUQDGDPHQWHDVXRULJHQ¿VFDODODFRQ¿JXUDFLyQGHODHVWD
talidad como Estado Fiscal, que es lo único que va quedando del Estado,
incapaz de mantener el orden público o de proteger la vida que, por ejem
plo, en el caso citado de la legislación permisiva del aborto y la eutanasia,
DEDQGRQD\DDODYROXQWDGSULYDGDRGHJDUDQWL]DUXQDMXVWLFLDH¿FLHQWHSRU
medio de jueces competentes independientes e imparciales.
'yQGHVHSHUFLEHWDOYH]PHMRUKDVWDTXpSXQWRKDOOHJDGRDVHUHOHV
tatismo un peligroso enemigo de la personalidad, de la libertad, de la igual
dad y de la fraternidad que pregona, es en el monopolio adquirido sobre
el trabajo, correlativo al de la propiedad. Una forma de monopolizar pa
WHUQDOPHQWHDORVKRPEUHVSDUHFLGDDODGHODFRQVFULSFLyQ(VWD~OWLPDHQ
EHQH¿FLRGHO(VWDGR1DFLyQDTXHOODVHGLFHHQHOGHORVPRQRSROL]DGRV
La consecuencia de todo ello es el debilitamiento de la Sociedad Civil.
Quebrantada la propiedad y monopolizado o excesivamente controlado el
trabajo, la Sociedad a secas o el pueblo no son los dueños del Estado sino

331
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

VXVVHUYLGRUHV$OUHYpVHO(VWDGRHVKR\HOGXHxRGHOD6RFLHGDG\HODPR
del pueblo o de lo que queda de el en unas sociedades a la fuerza radical
mente individualistas, cada vez más anómicas, estragadas y desintegradas
por la lógica de la dominación que se desprende de la peculiar moralidad
económica de la razón de Estado.

332

S-ar putea să vă placă și