Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
²6RFLHGDGHVXQFRQFHSWRUDFLRQDOLVWDUHODFLRQDGRFRQHOFRQWUDF
WXDOLVPRSROtWLFRGHVLJQDHOFRQMXQWRGHLQGLYLGXRVFX\DVDFWLYLGDGHVTXH
dan fuera de la acción directa del Estado, con relación al cual, todos o
XQDSDUWHGHHOORVVRQFLXGDGDQRVWtWXORSXUDPHQWHKRQRUt¿FRFXDQGRHO
(VWDGRGHJHQHUDHQHVWDWLVPR/D6RFLHGDGHVFRPRGHFtD%HUWUDQGGH-R
uvenel, la otra cara de la estatalidad y también pertenece conceptualmente
al moderno modo mecanicista de pensar, que encontró su primera gran
PDQLIHVWDFLyQ\SXQWRGHDSR\RHQHO(VWDGR+DEODQGRHQJHQHUDOSDUDHO
UDFLRQDOLVPRSROtWLFRHOKRPEUHHQOD6RFLHGDGHVXQLQGLYLGXROLEUHHQHO
Estado además puede ser o es un ciudadano1.
(O(VWDGRHVXQDPiTXLQDRLQVWUXPHQWRGHSRGHUXQDVXHUWHGHDXWR
PDWyQUHQDFHQWLVWDFRQFHELGRRULJLQDULDPHQWHVREUHWRGRSRU+REEHVHQ
cuya teología política, de tendencia protestante calvinista, descansa toda
la teoría del Estado2. El Estado es el ámbito moderno de lo público; la
301
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
3. Cfr. D. NEGRO, M. NOVAK, “El Bien Común en vez del Estado”, Veintiuno, 27 (1995).
4. Para las metáforas mecánica y orgánica W. STARK, The Fundamental Forms of Social
Thought5RXWOHGJH .HJDQ/RQGRQ
6 %UHXHU KD VHxDODGR UHFLHQWHPHQWH VLJXLHQGR D 0 :HEHU TXH OR FDUDFWHUtVWLFR GH OD
estatalidad no radica en la soberanía sino en el nuevo modo de legitimidadHQVXFDUiFWHUUDFLRQDO
302
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
TXHLPSOLFDSRUORPHQRVGRVFRVDVODREHGLHQFLDDXQRUGHQLPSHUVRQDOOHJDOREMHWLYR\TXHHVH
RUGHQHVSRUSULQFLSLRPRGLILFDEOH$PEDVLGHDVVRQQXHYDVPiVD~QVRQWDQLQYHURVtPLOHVTXH
no se puede preguntar con bastante energía por su origen. Der Staat. Entstehung, Typen, Organisa-
tionsstadien5RZRKOW+DPEXUJS
6. Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1974.
7. Vid. D. NEGRO, “Patria, Nación, Estado”, Veintiuno, 37 (1998).
303
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
ron captadas en Alemania quizá mejor que en otros sitios. Allí la libertad
política como expresión de la acción colectiva de la nación, se transformó
en el meollo de la teoría del Estado, en el que, combinando con intención
UHDOLVWD HO PHFDQLFLVPR KREEHVLDQR FRQ HO RUJDQLFLVPR GH 5RXVVHDX VH
SURSHQGLyDYHUHORUJDQLVPRGHODOLEHUWDG/DLGHDGHWRWDOLGDGGHOSHQVD
miento político alemán expresa la síntesis de la multiplicidad mecanicista y
la unidad del organismo. Así, la BürgergesellschaftKHJHOLDQDHVWRGDYtDXQ
WpUPLQRGHODSRODULGDGPHFDQLFLVWDFRQWUDFWXDOLVWD6LQHPEDUJRSDUD+H
gel –polémicamente anticontractualista–, la Familia, concepto organicista
HVWUHFKDPHQWHOLJDGRFRQOD3URSLHGDGFRPRVXDVSHFWRPDWHULDOHUDOD
tesis de la tríada correspondiente a la Eticidad o Civilidad (Sittlichkeit
Familia, Bürgergesellschaft o Sociedad Civil formada por individuos, y
(VWDGR+HJHOGHDFXHUGRFRQ*RHWKHLQWHQWyUHGXFLUDVtHOPHFDQLFLVPR
PRGHUQRFULWLFDQGRPX\GLUHFWDPHQWHHOGH.DQW\)LFKWHSRUHMHPSORGH
modo que la Sociedad era para él sólo un concepto abstracto, no un uni
versal concreto, orgánico, una comunidad como la Familia y el Estado al
que, tras Espinosa, consideraba incluso una cosa, la totalización concreta,
HVGHFLUSDUWLFXODUFRPRFRVD\XQLYHUVDOFRPRLGHDGHODUHDOLGDGKLVWy
ULFD+HJHOFRQ¿QyHOPHFDQLFLVPRKREEHVLDQRHQOD6RFLHGDG±VRFLHGDG
adquisitiva, materialista, egoista, en la que la concurrencia/competencia
SHUPLWHHPSHURPHMRUDU\SHUIHFFLRQDUOD3URSLHGDGIDPLOLDU±KDFLHQGR
HQFDPELRGHO(VWDGRHORUJDQLVPRGHODOLEHUWDGXQDWRWDOLGDGKLVWyULFD
SRUORTXHHVPRUDOPHQWHVXSHULRUORTXHOHFRQ¿HUHHVSHFt¿FRVGHUHFKRV
frente a aquella.
6X GLVFtSXOR / YRQ 6WHLQ LQÀXLGR SRU OD GLDOpFWLFD GXDOLVWD SURSLD
GHOSHQVDPLHQWRIUDQFpVUHLQWURGXMROD)DPLOLDHQOD6RFLHGDGUHL¿FyHVWD
~OWLPD\UHGXMRODWUtDGDKHJHOLDQDDODGLFRWRPtD6RFLHGDG(VWDGRFRPR
IRUPDVRUJiQLFDVHWHUQDVGHOD(WLFLGDG0DU[SURVLJXLyHOUHGXFFLRQLVPR
WRGRVORVSURFHVRVUHDOHVKLVWyULFRVVHGDQHQHOVHQRGHOD6RFLHGDGHO
Estado, en cambio, no es un ente moral, sino una superestructura mecánica
TXHSUHYDOHFHIDOVDPHQWHVREUHOD6RFLHGDG&LYLODODTXHGRPLQD0DU[VH
SURSXVROLEHUDUOD6RFLHGDGGHO(VWDGR\KDFHUGHHOODORPLVPRTXH5RXV
seau, pero sin la Nación, a la que sustituyó por las clases sociales –una
comunidad de individuos– aunque, en la práctica, el marxismo deriva al
estatismo, al emplear el Estado como instrumento idóneo para conseguirlo.
En realidad, la liberación consiste para Marx, conforme al espíritu cienti
¿FLVWDGHODHVWDWDOLGDGHQHOLPLQDUWRGDVODVLQVWLWXFLRQHVTXHFRQVLGHUD
FRHUFLWLYDVDQWLFRPXQLWDULDVHQSULPHUWpUPLQRODSURSLHGDG'HKHFKR
HOPDU[LVPRDSHVDUGHTXH0DU[YLWXSHUDEDHOKREEHVLDQLVPRFRPRMen-
schfeindlich, recuperó el sentido mecanicista de la Sociedad, al verla como
304
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
305
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
VRFLHGDGGHFLXGDGDQRV(OPLVPR(VWDGRVHIXHWUDQV¿JXUDQGRKDVWDOOH
gar al Estado Total de nuestros días, cuya última intención apunta a superar
GH¿QLWLYDPHQWHODGLV\XQFLyQRSRVLFLyQPHFDQLFLVWDHQWUHORSULYDGR\OR
público, la Sociedad Civil y el Estado9. No por cierto, en la práctica, me
GLDQWHODUHDEVRUFLyQGHHVWH~OWLPRSRUDTXHOODVLQRDOUHYpVHO(VWDGRKD
GHDEVRUEHUDOD6RFLHGDG&LYLOSDUDKDFHUGHWRGRVORVLQGLYLGXRV~QLFD
mente ciudadanos, seres plenamente adaptados a las exigencias sociales10.
'HVGHDTXHOODIHFKDDOPLVPRWLHPSRTXHODQXHYD6RFLHGDG,QGXV
trial, regida por el principio del rendimiento, introducía nuevos modos de
SURSLHGDG\QXHYRVSUREOHPDVWRGDODOXFKDSROtWLFDVHFRQFHQWUDFRPR
SUHGLMR7RFTXHYLOOHHQWRUQRDHVWDLQVWLWXFLyQFRQIRUPHDOFOLVpKDELWXDO
entre la burocracia estatal – clase universal guiada por el interés público
VHJ~Q+HJHO±\HOLQGLYLGXDOLVPREXUJXpVTXHVHDIHUUDDODSURSLHGDGDO
interés privado. Es la famosa –y bastante equívoca– “cuestión social”.
²(O(VWDGRKDEtDFRPHQ]DGRVXDYHQWXUDFRQPHGLRVPX\PRGHV
WRV³los primeros gobiernos modernos se veían obligados a vivir precaria-
mente al día”, escribe P. Kennedy resumiendo la cuestión11(IHFWLYDPHQWH
al comienzo y durante bastante tiempo, las posibilidades del Estado depen
dieron de la propiedad particular de los príncipes, pues todo lo concerniente
a la propiedad dependía de la Sociedad; con el tiempo pasó a depender del
Estado. Inicialmente y en la fase intermedia, al no tener los príncipes más
306
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
IXHU]DTXHODVX¿FLHQWHSDUDVRPHWHUDORVSRGHUHVIHXGDOHVODHVWDWDOLGDG
FRPRLQVWUXPHQWRGHDTXHOORVIXHELHQYLVWDSRUPXFKDVJHQWHVHVSHFLDO
mente los burgueses, las clases medias, que se aliaron gustosamente a los
príncipes a cambio de seguridad. Pues, como suele acontecer con los pode
UHVHQGHFDGHQFLDORVIHXGDOHVHQYH]GHGDUSURWHFFLyQVHKDEtDQYXHOWR
opresivos, o eran sentidos así por su inadecuación a las nuevas condiciones.
/RVSUtQFLSHVD¿UPDURQODHVWDWDOLGDGJUDFLDVDODSR\RGHODEXUJXHVtDTXH
OHVD\XGy¿QDQFLHUDPHQWHDFRQVROLGDUOD\DFRQ¿JXUDUHO(VWDGRDFDPELR
de protección frente a los poderes indirectos y otras ventajas. En Inglaterra,
SRUHMHPSORHVELHQVDELGRTXHODPRQDUTXtDD¿UPyVXVXSUHPDFtDJUDFLDV
DOD¿UPHFRODERUDFLyQHQWUHOD&RURQD\HO3DUODPHQWRORVCommoners,
lo que contribuyó allí a la mayor seguridad de la propiedad, puesto que la
VXSHULRULGDGGHO3DUODPHQWRFRQVROLGDGDHQODVUHYROXFLRQHVGH\
LPSLGLyDVXYH]TXHOD&RURQDDGLIHUHQFLDGHORTXHRFXUULyHQ
el Continente, progresase por la vía de la estatalidad. En general, la recipro
cidad de las ventajas de la alianza entre príncipes y clases medias facilitó el
monopolio del dinero –de la acuñación de moneda– y la transformación de
las contribuciones o tasas, de carácter voluntario, contractual, en impuestos
permanentes, con los que, dado el carácter predominantemente agrario de
ODHFRQRPtDSHFKDEDQVREUHWRGRORVFDPSHVLQRVTXHVHGLIHUHQFLDURQDVt
de la bourgeoisie(VWDGLIHUHQFLDGHWUDWR¿VFDOKDWHQLGRVLQGXGDPXFKR
que ver con la transformación de la civilización y la cultura europea, de
UDtFHVKRQGDPHQWHFDPSHVLQDV12, en civilización y cultura urbana, burgue
VD(OFUHFLPLHQWRGHODVFLXGDGHVTXHKR\UHVXOWDH[FHVLYRSHURHQHOTXH
tiene el mayor interés el Estado, se relaciona con la tendencia estatal, unida
a las conveniencias de la burguesía, a concentrar todo para manejarlo más
IiFLOPHQWH&RQVWLWX\HXQLPSRUWDQWHIDFWRUDWHQHUHQFXHQWDHOKHFKRGH
TXHORVSUtQFLSHVH[SURSLDUDQHQPXFKRVVLWLRVODVSURSLHGDGHVHFOHVLiVWL
FDVDSURYHFKDQGROD5HIRUPDDORTXHHVWD~OWLPDGHELyHQEXHQDSDUWHVX
éxito, y que, en otros lugares, por ejemplo Inglaterra, con la famosa Ley
GH)UDXGHVVHWHQGLHUDDODOLTXLGDFLyQGHODSHTXHxDSURSLHGDG6LQHP
bargo, como al mismo tiempo que protegían la propiedad la perturbaban
con los gastos estatales –el Presupuesto, problemente el origen y la causa
del “capitalismo”, es otra idea y realidad moderna ligada al monopolio de
lo público y de la política por el Estado– y las bancarrotas a que daban
OXJDUODVOXFKDVHQWUHORV(VWDGRVODEXUJXHVtD\OD6RFLHGDG&LYLOSURV
SHUDURQPiVDOOtGRQGHODVFODVHVPHGLDVIXHURQVX¿FLHQWHPHQWHIXHUWHVH
12. Vid. L. DÍEZ DEL CORRAL, El rapto de Europa. Una interpretación histórica de nuestro
tiempo, Revista de Occidente, 2ª ed., Madrid, 1962, p. V.
307
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
LQGHSHQGLHQWHVGHOJRELHUQRFRPRHQ,QJODWHUUDGRQGHQRKXER(VWDGR
SDUDKDFHUUHVSHWDUODVHJXULGDGMXUtGLFDGHODSURSLHGDG
³ODHVWUHFKD\GLUHFWDLQWHUGHSHQGHQFLDGHODOLEHUWDGRGHODGLJQLGDG
KXPDQD\GHODLQVWLWXFLyQGHODSURSLHGDGSULYDGDHVPHQWDGDFRPRVLOD
SURSLHGDGIXHVHODVDOYDJXDUGLDGHOFDSULFKR´14.
13. “Para el siglo XVIII, igual que para el XVII anteriormente y después el XIX, la función de
las leyes no consistía primordialmente en garantizar un cierto número de libertades, sino en proteger
la propiedad; era la propiedad y no la ley la que garantizaba la propiedad, escribe Arendt. Con ante
rioridad a nuestro siglo, los individuos nunca estuvieron expuestos directamente y sin alguna protec
ción personal a las presiones del Estado o de la sociedad; únicamente cuando surgieron individuos
que eran libres, pero que carecían de propiedad protectora de sus libertades, se sintió la necesidad
de leyes que protegiesen directamente a las personas y su libertad personal, en vez de limitarse a
proteger sus propiedades...” Sobre la revolución, Revista de Occidente, Madrid, 1967, V, p. 192.
14. La restauración de la propiedad, E. Dictio, Buenos Aires, 1979, I, cap. X, p. 45.
308
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
MXVWL¿FDFLyQGHO*RELHUQR3DUD+XPHODVWUHVLQVWLWXFLRQHVHQWRUQRDODV
que se articulaba la vida social civilizada eran el Gobierno, la propiedad y
el rule of law, teniendo como objeto tanto el Gobierno –Government, no
State±FRPRHO'HUHFKRODSURWHFFLyQGHODSURSLHGDGHQWRUQRDODTXH
VH SRODUL]D OD OLEHUWDG VRFLDO R FLYLO \ HQ GH¿QLWLYD OD RUJDQL]DFLyQ GHO
mercado, concepto jurídico, no económico, pues, sin protección legal, sin
XQDPtQLPDVHJXULGDGQRKD\PHUFDGR+HJHOFRQVLGHUDEDODSURSLHGDG
y el contrato, al que está ligada, proyección de la personalidad. En cual
quier caso, el absolutismo de la soberanía moderna, política y jurídica a la
YH]HVWDEDFRQWUDUUHVWDGRSRUHOGHOGHUHFKRGHSURSLHGDG15. A ello debió
su auge la Civil Society en contraposición al Estado, que consideraba su
misión darle seguridad, debiendo en gran parte su éxito y popularidad a su
FDSDFLGDGGHKDFHUORIDYRUHFLHQGRODIRUPDFLyQGHDPSOLRVPHUFDGRV3RU
WRGRHVROD6RFLHGDG&LYLOIXHGHVFULWDVLJQL¿FDWLYDPHQWHFRPRVRFLHGDG
de clases medias en Inglaterra y como sociedad burguesa en Francia16, dado
que las clases medias eran por su importancia lo nuevo en el seno de la
sociedad tradicional.
$XQTXH\DDQWHVGHODUHYROXFLyQIUDQFHVDVHKDEtDDUURJDGRHO(VWDGR
HOFRQWUROGHOGLQHUR±DSDUWHGHEDQFDUURWDVLQÀDFLRQHVLPSXHVWRVHWF±17
mediante la creación de Bancos estatales además de la prerrogativa de la
soberanía de acuñar moneda, si bien tenía razón Tocqueville al decir que
ODUHYROXFLyQQRKL]RPiVTXHSURVHJXLUODREUDFHQWUDOL]DGRUDGHO(VWDGR
Monárquico, todo empezó a cambiar cualitativamente a partir de este mo
PHQWR8QDLGHDFHQWUDOGHODUHYROXFLyQTXHKHQFKLGDGHVHQWLGRPRUDO
veía con la óptica de la volonté générale y la soberanía popular en el Estado
Nacional la fuente de la moralidad, era la de remover los obstáculos a la ac
FLyQS~EOLFDD¿QGHmoralizar la Sociedad18. Se desamortizaron los bienes
del clero, la nobleza y las comunas eliminándolos como poderes indirectos
15. Anteriormente, en la Edad Media, ser soberano jurídicamente era simplemente ser juez.
16. El ethos de las middle class, enemigas del intervencionismo estatal, es distinto al de la
bourgeosie, ligada a la estatalidad.
6HKDGLFKRFRQPXFKDUD]yQTXHVLQHOSDSHOPRQHGDGHULYDGRGHOPRQRSROLRHVWDWDOGHO
GLQHURODSULPHUDJXHUUDPXQGLDODSHQDVKDEUtDGXUDQGRGRVDxRV\ODVHJXQGDQLVLTXLHUDKXELHVH
SRGLGRHPSH]DU/D$OHPDQLDGH+LWOHUSXGRSHUPLWLUVHOXFKDUFRQWUDJUDQSDUWHGHOPXQGRJUDFLDV
a ese artilugio. Esto contribuyó psicológicamente a difundir la creencia en que la política económica
y social no tiene por qué estar condicionada por el capital disponible. La política dineraria y la infla
FLyQDFDEDQFRQHODKRUUR\ODSURSLHGDGDFRVWXPEUDQGRDODGHSHQGHQFLD
18. Cfr. B. DE-OUVENEL, Los orígenes del Estado Moderno. Historia de las ideas políticas en
el siglo XIX, Magisterio Español, Madrid, 1976. La Moral apareció como rival de la Religión; el
Estado aspiró –y aspira– a sustituir esta última por aquélla.
309
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
310
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
&IU&KLASCH, The Revolt of the Elites and the Betrayal of Democracy::1RUWRQ
&R1HZ<RUN/RQGRQ
24. M. CROZIER y B. TILLIETTE, La crisis de la inteligencia. Ensayo sobre la incapacidad de
las élites para reformarse, INAP/BOE, Madrid, 1996.
311
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
VLTXLHUDGHUHFKRDFRQWURODUORVKR\VRQODVFODVHVWUDEDMDGRUDV±ODVDP
plias clases medias– las que tienen que sostener, además de la sociedad
política, los enormes e irracionales dispendios públicos y los grandes ne
JRFLRV(QHVWHVLJORDWUDYpVGHODSROtWLFD¿VFDOLQTXLVLWLYD\DUELWUDULD
HPLQHQWHPHQWHVXEMHWLYD±FRPRVLVHWUDWDVHGHXQGHUHFKRVXEMHWLYRGHO
(VWDGR±\GHXQVLQ¿QGHUHJXODFLRQHVSDUDOHODVFRQ¿QHVVRFLDOHV25, se las
FRQWUROD\GLVXDGHVXDYHPHQWHSHURQRPHQRVFRDFWLYDPHQWHGL¿FXOWDQGR
\KDFLHQGRLQFOXVRSURKLELWLYRHODFFHVRDODSURSLHGDGHVSHFLDOPHQWHOD
productiva, su conservación y su transmisión intervivos y, quizá lo más
grave de todo por sus consecuencias sociológicas y psicológicas, al mo
rir26/DVRFLHGDGSROtWLFDVHDSURYHFKDLQFOXVRGHOD³JOREDOL]DFLyQ´27 o de
las ayudas a los países pobres, a través del Estado y otras organizaciones
públicas y menos públicas, nacionales e internacionales, subvencionadas
con fondos provenientes de impuestos, de las rentas de las masas trabaja
doras, de las clases medias28. La propiedad pequeña y mediana podría ser
XQDDOWHUQDWLYDPX\H¿FD]VX¿FLHQWHPHQWHSURGXFWLYDHQPXFKRVVHQWLGRV
–sobre todo si los gobiernos no privilegiaran a los grandes negocios– y más
justa, al problema de las pensiones, favoreciendo además el empleo, la es
tabilidad familiar y la demografía sin necesidad de ser protegidos y fomen
tados por el Estado –lo mejor sería que, simplemente, se las dejase en paz–.
Sin embargo, es sancionada –o “protegida”– de diversas maneras, que van
desde impuestos disuasorios o excesivos a complejas normas burocráticas,
SDVDQGRSRUD\XGDV\EHQH¿FLRVGHVLQWHJUDGRUHVGHODIDPLOLDDODTXHVH
WUDWDQRVyORGHKHFKRVLQRIRUPDOPHQWHGHGHUHFKRSHRUTXHDODHP
SUHVDSXHVD¿QGHFXHQWDVDO(VWDGRVyOROHLQWHUHVDODSURGXFFLyQ(Q
FRQWUDVWHHO(VWDGRHQSDUWHSRUODPDQtDGHOJLJDQWLVPRGHQXQFLDGDKDFH
PXFKRDxRVSRU:5|SNHIDYRUHFHODJUDQSURSLHGDG±ORVJUDQGHVQHJR
FLRV\FRQFHQWUDFLRQHV¿QDQFLHUDVHFRQyPLFDVHLQGXVWULDOHV±YLQFXODGDD
la sociedad política por su “interés social”; en parte, conforme a la doctrina
del mecanicismo estatal, porque resulta más fácil manejar la sociedad ente
312
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
29. Por ejemplo las escandalosas “fusiones” de grandes empresas y sociedades a las que el Estado
–o los poderes públicos correspondientes– condonan los impuestos –otras veces las subvencionan–
aduciendo su superior interés social. Es frecuente que como muestra de la “liberalidad” fiscal se infor
PHGHTXHVHKDDFHSWDGRFRPRPHGLRGHSDJRGHLPSXHVWRVFXDGURVXREMHWRVGHDUWHXRWURVELHQHV
(VRSUXHEDHOFDUiFWHUDUELWUDULR\VXEMHWLYRGHORV³GHUHFKRVILVFDOHV´DXWpQWLFDVUHJDOtDVGHO(VWDGR
y la capacidad negociadora de los grandes frente a la administración y evidencia la sumisión de los
demás, incapaces de negociar en defensa de lo suyo. Es una forma de corrupción legal.
30. Vid-)REUND, L’essence de l’économique, Presses Universitaires de Strasbourg, 1993, Cfr.
5+UNTFORD, op. cit.
313
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
314
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
/D FULVLV DFWXDO GH OD GHPRFUDFLD ±HQ GH¿QLWLYD OD IDOWD GH OLEHUWDG
política con la consiguiente incapacidad del ciudadano de controlar al Es
WDGRSXHVDOFRQWUDULRHVWi¿UPHPHQWHFRQWURODGRSRUHODXQTXHVHDGH
315
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
39. La expresión es moderna. Para los romanos proprietas no era el atributo de una persona,
VLQRGHXQDFRVD/DFRQFHSFLyQPRGHUQDHVODGHXQGHUHFKRVXEMHWLYRVid. M. VILLEY, Critique de
la pensée juridique moderne (douze autres essais), Dalloz, París, 1976, IX.
40. Vid. F. MEINECKE, La idea de la razón de Estado en la Edad Moderna, Instituto de Estudios
Políticos, Madrid, 1959.
41. La acusación contra el liberalismo de ser el antecedente del socialismo y del comunismo es
FRUUHFWDHQHVWHVHQWLGR1RREVWDQWHKD\TXHGLVWLQJXLUODWUDGLFLyQOLEHUDOKREEHVLDQDHVWDWLVWD\OD
tradición aristotélica de la política. Del liberalismo estatista proceden, ciertamente, aquellos. Sobre
la tradición liberal estatista y la tradición política de Occidente, que es la propiamente liberal, D.
NEGRO, La tradición liberal y el Estado. Sobre el liberalismo de Aristóteles, p. e., D. B. RASMUSSEN
316
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
<5REHVSLHUUHLQVSLUDGRSRUHOFLXGDGDQRGH*LQHEUDGH¿QLyUHFHOR
samente la propiedad como
³HOGHUHFKRTXHWLHQHWRGRFLXGDGDQRDJR]DU\GLVIUXWDUGHODSDUWHGH
los bienes que le garantiza la ley”44.
DQG'-'EN UYL, Liberty and Nature. An Aristotelian Defense of Liberal Order, Open Court, La
Salle, Illinois, 1991.
-&ARBONNIER, )OH[LEOHGURLW3RXUXQHVRFLRORJLHGXGURLWVDQVULJXHXU, Librairie géné
rale de droit et jurisprudence, París, 1988, XVIII, p. 239.
43. El contrato social o Principios de derecho político , ,; /D OHJLWLPDFLyQ GHO LQWHUYHQ
cionismo estatal descansa en la concepción contractualista mecanicista de la Sociedad y el Estado.
8QHMHPSORPX\FODURHVODREUDGH-5DZOVWDQGLIXQGLGD\HORJLDGDTXL]iSRUVHUWDQDEVWUXVD
44. Discurso de 24 de abril de 1793, “Sobre la propiedad”.
317
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
45. Vid SDUD WRGR HVWR - &ARBONNIER, )OH[LEOH GURLW ;9,,,;,; -0 9ARAUT, Le droit
au droit, 5, pp. 163 ss. El concepto moderno de propiedad proviene al parecer de una oscura que
UHOODWHROyJLFDVREUHODSREUH]DDSRVWyOLFD+/EPAGE, Por qué la propiedad, Instituto de Estudios
Económicos, Madrid, 1986, II, p. 59 ss.
015RWKEDUGUHWUXHFDD3URXGKRQQLHJDTXHHO(VWDGR³SXHGDSRVHHUQLQJ~QGHUHFKR
MXVWR GH SURSLHGDG´ GHVGH HO SXQWR GH YLVWD GH OD MXVWLFLD \ OD PRUDOLGDG 6HJ~Q 5RWKEDUG PiV
anarquista que el anarcosocialista francés, la causa estriba en que el Estado “es una organización
criminal, cuyas rentas e ingresos proceden de impuestos delictivos”, pues el Estado es “la vasta
maquinaria de la delincuencia y de la agresión institucionalizadas”. La ética de la libertad, Unión
(GLWRULDO0DGULG;;,,S(OMXLFLRGH5RWKEDUGSXHGHSDUHFHUPX\GXUR\H[FHVLYR
3HUR¢WLHQHGHUHFKRHO(VWDGRDLPSRQHULPSXHVWRV"(OLPSXHVWR±ORTXHVHLPSRQH±HVXQDFWRGH
soberanía. ¿Se justifica la soberanía estatal? Son cuestiones que no se pueden responder aquí. Baste
recordar la diferencia entre contribuciones e impuestos, que la revolución norteamericana, y casi
WRGDVKDQVLGRFRQWUDORVLPSXHVWRVHWF(OSUREOHPDOOHYDDOGHODUHSUHVHQWDFLyQHQHO(VWDGRGH
Partidos, ¿existe auténtica representación? Etc. El impuesto es un tema central de la teoría política
\GHO(VWDGR6LQHOLPSXHVWRUHFRUGDED6FKXPSHWHUQRH[LVWLUtDHO(VWDGR
318
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
GHUHFKR GH SURSLHGDG VH KD VXERUGLQDGR D OD LGHD GH LQWHUpV JHQHUDO OD
“utilidad pública”), tópico de la ideología estatista puesto en circulación
a mediados del siglo XVII junto a la idea de nación algo más tarde, que
empezó a desplegar toda su fuerza en la revolución francesa. La propiedad
GHMy GH VHU VLPSOHPHQWH XQ GHUHFKR TXH VH FRQ¿UPD ±XQD OLEHUWDG TXH
VH FRQ¿UPD FRPR GHUHFKR SDUD JDUDQWL]DUOD± SDVDQGR D VHU XQ GHUHFKR
dependiente de la ley, o sea, de la voluntad del legislador, igual que tantos
RWURVHV GHFLUVHWUDQV¿ULyPiVRPHQRVVXWLOPHQWHVHJ~QORVFDVRVGH
ODHVIHUDGHOGHUHFKRWUDGLFLRQDORFRP~QGHOGHUHFKR³SULYDGR´DODGHO
GHUHFKRHVWDWDOR³S~EOLFR´
En la práctica, la propiedad, condicionada por la legislación, sobre
WRGROD¿VFDOHVKR\FRPRSHGtD&RPWHXQDIRUPDGHDGPLQLVWUDUSULYD
GDPHQWHXQDIXQFLyQS~EOLFDGHODTXHQDWXUDOPHQWHKD\TXHUHQGLUFXHQ
WDVDO¿VFR\SRUVXSXHVWRDODYLJLODQWH³FRQFLHQFLDVRFLDO´QXWULGDSRUOD
envidia, el resentimiento y la demagogia en nombre de la libertad, de los
innumerables advenedizos, arbitristas, orates y analfabetos políticos liber
WLFLGDVTXHDSURYHFKiQGRVHGHODLJXDOGDGGHPRFUiWLFD\FRQHOSUHWH[WR
de “profundizarla”, inundan la vida pública47.
(OLQWHUpVJHQHUDOVHFXODUL]DFLyQRHVWDWL¿FDFLyQGHODYLHMDLGHDGHO
Bien Común48, concilia en sentido nominalista los intereses colectivos, in
manentes a los intereses particulares, y el interés público. Representado
por el Estado, los trasciende utópicamente49&RPRGHFtD+HJHOHQODFilo-
sofía del Derecho (§ 260 y otros), el Estado es la actualización del interés
JHQHUDO ,QWHUpV FRKHUHQWH FRQ OD PRQRSROL]DFLyQ HVWDWDO GH OD SROtWLFD
que sustituye al Bien Común. Este último no contemplaba la distinción
entre interés público e interés privado, que rompe la visión universalista de
la vida social. Pero desde del punto de vista estatal, sin interés general se
dislocaría la sociedad; y sin intereses particulares carecería de consistencia.
47. El estatismo, para justificar sus actos, alimenta diariamente la envidia y el resentimien
WRTXHFRQVWLWX\HQODFDXVDSULQFLSDOGHODFUHHQFLDHQODVYLUWXGHVGHO(VWDGR&IU+6CHOECK,
La envidia. Una teoría de la sociedad, Club de Lectores, Buenos Aires, 1966. G. FERNÁNDEZ DE
LA MORA, La envidia igualitaria, Planeta, Barcelona, 1984. M. SCHELER, El resentimiento en la
Moral, Caparrós, Madrid, 1993. D. BANDOW, The Politics of Envy. Statism as Theology, Transaction
3XEOLVKHUV1HZ%UXQVZLFN/RQGRQ7RFTXHYLOOHKL]RHQVXVSouvenirs de la revolución de
1848 la interesante observación de la cantidad de dementes que participaron en ella. El talón de
Aquiles de la democracia es, sin duda, que facilita lo que llamaba Ortega la selección a la inversa,
es decir, la preferencia por los peores simplemente por ser más osados.
48. Todo lo que se llama secularización es prácticamente estatalización, si se considera a partir
GHODDQDORJtDPRGHUQDKREEHVLDQDHQWUHHO'LRVLQPRUWDO\HOGLRVPRUWDO
49. Cfr. F. RANGEON, L’idéologie de l’intéret général, Económica, París, 1986.
319
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
50. No son ciudadanos –ciudadano es el que tiene libertad política– los que instituyen, modifi
FDQ\JRELHUQDQDO(VWDGRVLQRTXHHVHO(VWDGRHOTXHKDFHDOFLXGDGDQR(OLQGLYLGXRKREEHVLDQR
que contrata la institución de la Sociedad, sólo es ciudadano si a la vez instituye el Estado, al que
entrega empero en el mismo acto su libertad política, que aquel le devuelve, si procede, en la forma
GHGHUHFKRVHVGHFLUGHOLEHUWDGHVUHJXODGDVSRUQRGHFLUFRQFHGLGDVXRWRUJDGDV/DUHYROXFLyQ
francesa consiguió que el Estado aceptase esa devolución y bajo esa forma. Tal es el citoyen.
51. F. RANGEON, L’idéologie,,, %S
52. F. RANGEON, L’idéologie... Ibidem.
53. B. DE-OUVENEL, El poder. Historia natural de su crecimiento, XIV, Unión Editorial, Madrid,
&IU(+ALÉVY, L’ére des tyrannies. Etudes sur le socialisme et la guerre, Gallimard, París,
1938, reed. 1990.
&IU--ULLIARD, La faute est à Rousseau, Seuil, París, 1985.
3DUDORVDQWHFHGHQWHV\ODKLVWRULDGHODWUDQVIRUPDFLyQ-/7ALMON, Los orígenes de la
democracia totalitaria, Aguilar, Madrid/México,1956. Del mismo autor, Mesianismo político. La
etapa romántica$JXLODU0DGULG0p[LFR.+ORNUNG, Das totalitäre Zeitalter. Bilanz des
20. Jahrhunderts3URS\OlHQ)UDQNIXUWD0
320
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
puede decir que exista libertad política en Europa y, por tanto, que exista
democracia56.
(O (VWDGR TXH QR WLHQH PiV TXH DOJXQDV SURSLHGDGHV VLPEyOLFDV DG
quiere el monopolio de las ajenas en nombre de la Nación, de dos maneras
SULQFLSDOHVHPSOHDQGRPHGLRVYLROHQWRVRPHGLRVOHJDOHV(OSULPHURHVHO
procedimiento de Estados Totalitarios como la Rusia soviética y regímenes
parecidos –la abolición de la propiedad constituye uno de los mandamientos
marxistas–, que incrementan después su propiedad, como únicos propieta
ULRV PHGLDQWH OD SODQL¿FDFLyQ HVWDWDO FRPSXOVLYD GH OD HFRQRPtD7UiWDVH
del monopolio directo de la economía, que incluye el de la propiedad y el del
WUDEDMR(OVHJXQGRHVHOGHO(VWDGR3URYLGHQFLD±H[SUHVLyQLQYHQWDGDD¿
nales del siglo XIX–, que asocia la ideología del interés general con la virtud
³S~EOLFD´GHODVROLGDULGDG$O(VWDGR%LHQKHFKRUVHOHUHFRQRFHHOGHUHFKR
y la obligación de intervenir en la esfera de los intereses privados, para armo
nizarlos mediante la reducción de las desigualdades sociales57&RQHVWH¿Q
RUJDQL]DRSODQL¿FDODHFRQRPtDPHQRVFRPSXOVLYDPHQWHLQGLUHFWDPHQWHD
WUDYpVGHO¿VFR\GHVSOLHJDODSROtWLFDVRFLDOTXHLQFOX\HODVHJXULGDGVRFLDO
es decir, empleando como arma la legislación, etc., respeta cierta autonomía
de la voluntad –el contrato relativamente libre–, en la medida en que la con
VLGHUDPiVSURGXFWLYD\VLHPSUHTXHQRFRQWUDGLJDVX¿QDOLGDGGHFRQWURODU
las actividades económicas y poder disponer de las rentas. Este Estado quizá
VHSDUHFHPiVDXQVHxRUIHXGDOTXHDXQWLUDQR3XHVHVWDIRUPDGH(VWD
do Total monopoliza lentamente la propiedad por medios legales, mediante
intervenciones de diversa índole; sobre todo el control estatal del crédito,
los inquisitivos, serviles, improductivos, paralizadores y obsoletos sistemas
¿VFDOHVODUHJLPHQWDFLyQQRODSURWHFFLyQGHOWUDEDMRHWFKD\TXHDxDGLUHO
empleo directo por el Estado de los recursos que obtiene coactivamente para
montar negocios, o compartiéndolos con inversores privados que engrosan
así la clientela política y fortalecen la sociedad política en detrimento de la
Civil. Sin embargo, es preciso insistir en que este carácter empresario no es
ajeno a la naturaleza de la estatalidad.
6HVXHOHSUHVWDUSRFDDWHQFLyQDOPRQRSROLRTXHWLHQHGHKHFKRGLUHF
WDPHQWHHO(VWDGRVREUHODSURSLHGDG\HOWUDEDMRSRUPHGLRGHOWLSRGH¿V
321
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
FDOLGDGGRPLQDQWHKR\DGHPiVFRPSOHWDPHQWHLQDGHFXDGDDODUHDOLGDG
Apenas se percibe su carácter coactivo y controlador de toda la vida por
ser, en sentido político, indirecto y revestirse de moralidad, aunque es muy
UHDO\H¿FD]SDUDGRPLQDUPHGLDQWHHOPLHGR3ROtWLFDPHQWHHVHOPiVSH
ligroso dado su carácter disimulado e individualizador, constituyendo una
amenaza permanente y de las más destructivas política y moralmente por
ODLQVHJXULGDG\HOWHPRUTXHJHQHUDFRQWUDYLQLHQGROD¿QDOLGDGSULQFLSDO
del Estado de dar seguridad, disipando incertidumbres y objetivando las le
\HVD¿QGHKDFHUHIHFWLYDODOLEHUWDG(OWLSRGHLPSRVLFLyQSUHGRPLQDQWH
personal, progresiva y necesariamente inquisitiva, es la manera en que el
Mortall GodKREEHVLDQRGHYHQLGR(VWDGR0LQRWDXUR-RXYHQHOUHFXHU
da continuamente, con momentos especialmente intensos, a sus súbditos,
TXLHQHVHODPR/RDGYLUWLy\D0RQWHVTXLHX
322
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
PHQFLRQHQVXVFRQVHFXHQFLDVSROtWLFDVHQUHODFLyQFRQODOLEHUWDGORV³SH
OLJURVSROtWLFRVGHO¿VFR´SDUDODVREHUDQtDGHOLQGLYLGXR\ODSURVSHULGDG
de las familias que, sin embargo, se proclaman como un dogma60. El tema
se pasa por alto. Apenas se discuten aspectos técnicos y efectos económi
FRVFRPRVLOD¿VFDOLGDGIXHVHLQGLIHUHQWHSROtWLFD\PRUDOPHQWH6LQHP
EDUJRHQFXDOTXLHUWLHPSR\GHVGHOXHJRKR\HQGtDFRQVWLWX\HXQDGHODV
amenazas más graves –tal vez la mayor–, tanto para la prosperidad como
para la libertad.
5REHVSLHUUHVHUH¿ULyHQHOGLVFXUVRFLWDGRVREUHODSURSLHGDGDO³SULQ
cipio del impuesto progresivo”, nada menos que como “una medida que
UHFODPDHOLQWHUpVGHODKXPDQLGDG´5RXVVHDXQLDQRDFHSWDEDODSURSLHGDG
FRQPXFKDVUHVHUYDVDQXQFLDQGROD¿ORVRItDFROHFWLYLVWDDOGDUXQQXHYR
JLURDODKLVWRULDGHORVLPSXHVWRVTXHGHVHUSXUDPHQWHHFRQyPLFRVSDUD
DWHQGHUQHFHVLGDGHVHFRQyPLFDVMXVWL¿FDGDVRQRVHWUDQVIRUPDURQHQVR
ciales y “políticos”, o, más exactamente, en morales.
60. P. LEMIEUX, La soberanía del individuo. Ensayo sobre los fundamentos y las consecuencias
del nuevo liberalismo, Unión Editorial, Madrid, 1992, 5, pp. 116 ss.
323
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
GHEHLQWHUHVDUOHHOGHO(VWDGRELHQKHFKRUTXHYHODSRUWRGRV(OUHVXOWDGR
es que se empieza a pensar que, al morir, es mejor no tener nada; quizá ni
VLTXLHUD GHVFHQGHQFLD3ULQFLSDO\DPHQD]DGRUFDXVDKDELHQWHHV HO(VWD
GRTXHVHUHVDUFHKRQUDGDPHQWHGHVXVGHVYHORVDXQTXHHVWRVLPSXHVWRV
VRQHFRQyPLFDPHQWHSRFRSURGXFWLYRVVLHQGRPXFKRPD\RUHOGDxRTXH
FDXVDQSHURWLHQHQODYLUWXGGHODHMHPSODULGDG\VREUHWRGRGHD¿UPDU\
recordar la supremacía del Estado.
³3XHGHOOHJDUHOGtDDGYHUWtD6FKXPSHWHUKDFH\DPXFKRWLHPSRFXDQ
GRODVFRVDVQRKDEtDQLGRD~QWDQOHMRVHQTXHODEXUJXHVtDQRVHDRWUDFRVD
VLQRXQPLOORQDULRUHQWLVWDVLQKLMRV´61.
61. “La crisis del Estado Fiscal”, Hacienda Pública Española, 2 (1970), IV, p. 159.
62. Es una transposición de la idea correcta de que todo lo que existe –todos los “bienes”– perte
QHFHD'LRV(O(VWDGR³GLRVPRUWDO´WDPELpQKDXVXUSDGRHQHVWHSXQWRHOOXJDUGHODGLYLQLGDG
63. A. GARCÍA CALVO, Análisis de la Sociedad del Bienestar, Lucina, Zamora, 1993, 9, p. 61.
La ideología y la parafernalia en torno al “fraude fiscal” como delito contra el Estado ve en él una
HVSHFLHGHSHFDGR³VRFLDO´FRQWUDODFROHFWLYLGDGGHVSXpVGHWRGRHOSHFDGRHVXQGHVRUGHQLQWUR
ducido en un orden al ir contra sus reglas; en este caso se trata del orden estatal, el único vigente
RTXHSUHWHQGHVHUHO~QLFR&IU-&0ARTÍNEZ, Le fraude fiscal, Que sais-je?, Puf, París, 1984
(trad. española en Fondo de Cultura). También P. SALIN, L’arbitraire fiscal, Laffont, París, 1986
(trad. española en Ediciones Internacionales Universitarias).
324
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
&RPR GHFtD ( -ÜNGER, “El individuo ya no es indivisible, como sí lo fue en el mundo
OLEHUDODKRUDHO(VWDGRORKDSDUWLGRHQGRVPLWDGHVXQDPLWDGTXHHVFXOSDEOH\RWUDPLWDGTXHVH
autoinculpa” (La emboscadura, Tusquets, Barcelona, 1988. 9, p. 48.
325
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
³+R\VHDEUHODYHGDGHO,53)4XLQFHPLOORQHVGHHVSDxROHVUHGRQ
deando, presentaremos durante los próximos sesenta días, ya cumplimenta
GRVORVGLDEyOLFRVIRUPXODULRVFRQORVTXHDPiVGHOLPSXHVWR+DFLHQGDQRV
castiga cada año. Dos de cada tres declaraciones serán negativas. Es decir, la
seguramente anticonstitucional y ciertamente defectuosa Agencia Tributaria
tendrá que reintegrar la sobreabundancia del impuesto retenido a más de diez
millones de ciudadanos. Se recaudarán setecientos mil millones y el monto
GHODVFDQWLGDGHVDGHYROYHUVHDFHUFDDOELOOyQ¢$OJXLHQKDFDOFXODGRORTXH
cuesta esta ceremonia litúrgica de las declaraciones anuales?”.
3URVLJXH0DUWtQ)HUUDQGVXEUHYHGHVFULSFLyQ
²(O(VWDGRDXWRUL]DGRHLPSXOVDGRSRUHOKXPDQLWDULVPRODHQ
vidia, la ignorancia y los Parlamentos –por los “representantes del pue
326
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
² (O 'HUHFKR FDUHFH GH VHQWLGR VLQ OD SURSLHGDG /D SURSLHGDG
IXHFRQVLGHUDGDHQHOPXQGRPRGHUQRXQGHUHFKRVXEMHWLYRHQFXDQWRSUR
\HFFLyQGHODSHUVRQDOLGDGDXQTXHHQVtPLVPDQLVLTXLHUDHVXQGHUHFKR
327
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
3RUHVRKD\DXWRUHVFRPR)+.QLJKWTXHFRQVLGHUDQTXHODSULQFLSDOH[SUHVLyQGHOD
OLEHUWDGFLYLORVRFLDOQRHVODSURSLHGDGVLQRODDVRFLDFLyQ/DSURSLHGDGFRPRGHUHFKRVyORWLHQH
sentido en relación con otros o frente a otros, erga omnes, es decir, incluyendo el poder público.
Robinson Crusoe en su isla ni es propietario ni deja de serlo. Simplemente la posee.
328
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
²(VPX\LQWHUHVDQWHFRQVLGHUDUHQODVLWXDFLyQSUHVHQWHKDVWDTXp
punto no está relacionada la crisis, que tanto se empieza a lamentar, fami
OLDU\GHPRJUi¿FD\ODGHODVFRVWXPEUHV\WUDGLFLRQHVGHODFRQGXFWDFRQ
la de la propiedad. Predominando el modo de pensar estatal, la propiedad, y
FRQHOODHODKRUUR±ODSUHYLVLyQGHOIXWXUR±HQFXDQWRYLUWXGSRUFLHUWRPiV
europea que norteamericana, está mal vista. La familia de tipo occidental
es –o quizá era– un tipo de familia provertida, que mira al futuro, por in
ÀXHQFLDGHOFULVWLDQLVPR70$HOORKD\TXHDWULEXLUODFRQFHSFLyQRFFLGHQWDO
329
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
²(OIUDFDVRGHOLQWHUYHQFLRQLVPRFRQWHPSRUiQHRKDGDGROXJDU
DOGHO(VWDGRGH%LHQHVWDU3HURFXDQGRVHHFKDODFXOSDDOFDSLWDOLVPR
aunque la tenga, se olvida que capitalismo y Estado son correlativos74. La
acusación puede implicar empero cierta intuición de que el “capitalismo”
parece estar separando su destino del estatal, justamente porque en el punto
DOTXHKDOOHJDGRODHVWDWDOLGDGOHUHVXOWDGLItFLOVREUHYLYLUVDOYRHQODIRU
VLQHVSHUDUGHHVWDPiVUHFRPSHQVDTXHODGHYHUORVWULXQIDUHQODYLGD´-/ECLERCQ, Filosofía e
Historia de la civilización, Gredos, Madrid, 1965, 54, p. 262.
-/ECLERCQ, Filosofía e Historia de la civilización..., 53, p. 254.
72. P. DRUCKER, La sociedad poscapitalista, 6, p. 19.
73. N. MATTEUCCI, Lo Stato Moderno. Lessico e percorsi, Il Mulino, Bologna, 1997, I,2,
p. 31.
&IU-$6CHUMPETER, “La crisis del Estado Fiscal”.
330
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
331
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
VXVVHUYLGRUHV$OUHYpVHO(VWDGRHVKR\HOGXHxRGHOD6RFLHGDG\HODPR
del pueblo o de lo que queda de el en unas sociedades a la fuerza radical
mente individualistas, cada vez más anómicas, estragadas y desintegradas
por la lógica de la dominación que se desprende de la peculiar moralidad
económica de la razón de Estado.
332