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LA RESPONSABILIDAD DE LOS CIUDADANOS EN

LA CONSTRUCCIÓN DE LA SOCIEDAD CIVIL

Enrique MARTÍN LÓPEZ

1. LA SOCIEDAD CIVIL, REALIDAD ORIGINARIA

1RGHMDGHVRUSUHQGHUQRVHOHVFXFKDUDOJXQDVYRFHVSUHVXQWDPHQWH
bien documentadas, repitiendo insistentemente que es preciso construir la
sociedad civil. Tengo para mí que la sociedad civil es, genéticamente, ante
ULRUDO(VWDGRHOFXDOQRHVD¿QGHFXHQWDVVLQRXQDIRUPDSHFXOLDUHKLV
WyULFDPHQWHGHWHUPLQDGDGHVXRUJDQL]DFLyQSROtWLFD3HURHVHOKHFKRTXH
HOIHQyPHQRGHOSRGHU±DWRGDVOXFHVLQYDVLYR±KDUHVWDGRSURWDJRQLVPR
GXUDQWHVLJORVDODVRFLHGDGFLYLOKDVWDFRQYHUWLUODHQXQVXESURGXFWRGH
interés secundario, frente a la entidad desbordante y avasalladora de la au
toridad y de quienes la ejercen y usufructúan.
Los motivos para la sorpresa son aún mayores cuando uno cae en la
FXHQWDGHTXHHQODKLVWRULDGHODKXPDQLGDGVLHPSUHTXHHOSRGHUVHLQV
titucionaliza como un fenómeno permanente, dando lugar a la aparición
GHOD¿JXUDGHOHVSHFLDOLVWDHQHOPDQGR\HQODGLUHFFLyQGHODVJHQWHVHO
acontecimiento es tan anómalo y difícil de digerir, que todos los pueblos y
FXOWXUDVHQODVTXHWDOFRVDVXFHGHVHVLHQWHQLPSHOLGRVDEXVFDUXQDMXVWL
¿FDFLyQWUDQVFHQGHQWHTXHH[SOLTXH\OHJLWLPHODDSDULFLyQGHHVDQXHYD
FRQGLFLyQ\GHVXVFRQVHFXHQFLDV<HVTXHUHVXOWDPX\iUGXRFRPSUHQGHU
que, de modo permanente, alguien ejerza sobre los demás un poder, que no
se apoye sobre los principios naturales de la edad o de la genealogía o de

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SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

XQDVXSHULRUFDSDFLGDG±ItVLFDRHVSLULWXDO±LQGLVFXWLEOH+D\TXHUHFXUULU
para legitimarlo, a un respaldo teológico, ya se trate de la delegación de
las divinidades en el rey permanente –Creciente Fértil–, de la encarnación
SHUVRQDOGHODSURSLDGLYLQLGDGHQODWHRORJtDPHQ¿WD±(JLSWR±GHOKRP
EUHFRQTXLHQ<DKYpVXVFULELyXQDberith –Israel–, del nomos inserto en la
QDWXUDOH]DKXPDQD±+pODGH±GHO'LRVGHORVFULVWLDQRVRUDGHOHJXHGLUHF
WDPHQWHHQORVUH\HV±GRFWULQDGHOGHUHFKRGLYLQRGHORVUH\HV±RSULPHUR
en los pueblos para que estos deleguen en los reyes, o se trate, por últi
mo, de la delegación de los individuos en una presunta soberanía popular,
dios inmanente de las mayorías rousseaunianas. En todos estos casos, los
KRPEUHVWLHQHQTXHKDFHUXQQRWDEOHHVIXHU]RSDUDFRPSUHQGHU\MXVWL¿FDU
–justum facere±TXHXQKRPEUHRXQDHVWLUSHHMHU]DQHOPDQGRGHPRGR
SHUPDQHQWH VREUH RWURV KRPEUHV (V GHFLU WHQJDQ OD FDSDFLGDG OHJtWLPD
de condicionar la vida de los otros y de orientar sus acciones, regulando y
OLPLWDQGRVXVFRQGXFWDV$¿QGHFXHQWDVORTXHUHVXOWDGLItFLOGHH[SOLFDU
es el poder político, en tanto que la sociedad en la que las gentes nacen,
viven, conviven y mueren, es un fenómeno originario, con el que cada uno
de nosotros se encuentra desde su nacimiento y que no parece necesitar de
QLQJXQD MXVWL¿FDFLyQ DXQTXH VHD SUHFLVR FRPSUHQGHU FyPR VH DUWLFXODQ
sus miembros y explicar los procesos a través de los cuales la sociedad
SURORQJDVXH[LVWHQFLDELROyJLFDKLVWyULFD\FXOWXUDO
3XHVWDVDVtODVFRVDV¢TXpVHQWLGRWLHQHD¿UPDUTXHHVQHFHVDULRcons-
truir la sociedad civil? Probablemente, ninguno, si no fuera porque, pre
YLDPHQWHHVDPLVPDVRFLHGDGFLYLOKXELHUDVLGRGHVWUXLGDRPHQRVFDEDGD
SRUDOJXLHQ1RSDUHFHTXHDQLQJXQRGHVXVFRQWHPSRUiQHRVVHOHVKD\D
ocurrido, alguna vez, la conveniencia –y menos la necesidad– de construir
la sociedad de castas, o la sociedad feudal de la Edad Media, o la sociedad
estamental de los siglos XVI al XVIII, porque tales modelos de sociedad
FLYLOWHQtDQVXSURSLD\ELHQGH¿QLGDWUDPD\HVWDEDFODUDPHQWHGHOLPLWDGR
el papel desempeñado por cada parte en el todo, por muy menguado y cons
treñido que éste pudiera ser.
$FRQWHFLPLHQWRVPX\JUDYHVKDQWHQLGRTXHRFXUULUHQODKLVWRULDGHOD
KXPDQLGDGSDUDTXHORSULPHURHQHORUGHQGHODJpQHVLVKD\DSDVDGRDVHU
lo ulterior en el grado de importancia y desarrollo, y para que lo derivado
±ODRUJDQL]DFLyQSROtWLFDRPiVHQFRQFUHWRHO(VWDGR±VHKD\DFRQYHUWLGR
en la realidad invasiva, en el mayor peligro para la vida y plenitud de los
VHUHVKXPDQRV
Parece fuera de toda duda que el fenómeno originario es la sociedad
–sociedad civil– y que sólo los excesos en el desarrollo de su organización

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LA RESPONSABILIDAD DE LOS CIUDADANOS EN LA SOCIEDAD CIVIL

SROtWLFDKDQYHQLGRDUHGXFLUDDTXpOODDXQDFRQGLFLyQH[LJXD\PHQHVWH
URVDFDSD]GHKDFHUTXHVXVSURSLRVMLEDUL]DGRUHVUHFODPHQODQHFHVLGDG
de su construcción. Esto es lo verdaderamente sorprendente, aunque deba
TXHGDUSDUDRWUDRFDVLyQVXGHVDUUROORGHVGHOD,OXVWUDFLyQKDVWDORVFR
PLHQ]RVGHO~OWLPRFXDUWRGHOVLJOR;;ORVSRGHUHVS~EOLFRVKDQDVXPLGR
con notable desparpajo mesiánico, gobernar para el pueblo, pero sin el
pueblo. Pues aunque éste sea el emblema paradigmático del despotismo
ilustrado, está en la base de todos los nacionalismos e internacionalismos
WRWDOLWDULRV\FRQVWLWX\HHODOPD\ODVDQJUHGHO(VWDGREHQHIDFWRUGHPR
crático y social.
El verdadero problema no está tanto en que la sociedad pierda el pro
tagonismo, en favor de sus salvadores –sean éstos Reyes, partidos, parla
PHQWRVRIXQFLRQDULRV±VLQRTXHDOKRPEUHFRPRLQGLYLGXR\DWRGRVORV
JUXSRVHLQVWLWXFLRQHVTXHLQWHJUDQODVRFLHGDGVHOHVKD\DHVFLQGLGRGH
sus propios problemas, de los que sólo son sujetos pasivos, atribuyendo a
otras instancias, supererogadas, la competencia de pensar sobre el modo de
resolverlos y de decidir el tiempo y la ocasión y de realizar las actividades
HMHFXWLYD \ GLVWULEXWLYD GH ORV ORJURV 7DQWD IRU]DGD SDVLYLGDG FRQ¿JXUD
ODVLWXDFLyQGHFDGDKRPEUHFRPRPHQRUGHHGDG\KDFHTXHODVRFLHGDG
civil recuerde, muy de cerca, a esos nidos repletos de pajarillos, sin plumas
QLGHIHQVDVTXHStDQQHUYLRVRV\GHVYDOLGRVVXGHELOLGDG\VXKDPEUH
esperando que la madre pájara les proporcione el trozo de lombriz que les
FRUUHVSRQGDHQHOIHVWtQGHFDGDGtD+DFH\DWLHPSRDOJXLHQFDUDFWHUL]y
HVWHWLSRGHYLGDTXHOHFDEHHQJUDFLDDOKRPEUHGHQXHVWUDpSRFDFRPR
vida de segunda mano.1. Puesto que los salvadores por la inmanencia no se
proponen la liberación por la elevación de las personas, sino por su ensi
mismamiento, su “pedid y se os dará” lleva consigo la exigencia de renun
ciar al entendimiento y a la participación. El mundo de la sociedad civil es
un mundo fenoménico, interpretado libremente y sin error por las fuerzas
SROtWLFDVDUWt¿FHV\UHVSRQVDEOHVGHWRGRORTXHVXFHGD\HQ~OWLPRWpUPL
QR~QLFDVTXHWLHQHQODFDSDFLGDGGHGH¿QLUHLQWHUSUHWDUHOVHUHQVtGHODV
cosas sociales y políticas2.

1. +FREYER, “Vida de segunda mano”, en Revista de Estudios PolíticosQQ  


2. <DOJRGHUD]yQQROHVIDOWDUtDDORVSROtWLFRVVLLGHQWLILFDUDQVXVDEHUFRQHOVHUHQVLGHODV
cosas sociales y políticas, ya que si, de lo que mejor podemos llegar a conocer es de aquello que
QRVRWURVPLVPRVKDFHPRVVHUiQORVSROtWLFRVTXLHQHVDOFDQFHQHOFRQRFLPLHQWRPiVSURSLRGHOD
SROtWLFD±SXHVWRTXHHOORVODKDFHQ±HQWDQWRTXHODVRFLHGDGFLYLOVyORVDEUiDOJRGHWDOHVDVXQWRVD
través de las sombras que los medios de comunicación proyecten sobre las paredes de sus cavernas
cotidianas.

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SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

< DTXt UHVLGH SUHFLVDPHQWH HO JUDQ SUREOHPD ORV PLHPEURV GH OD
VRFLHGDGFLYLOQLVLTXLHUDWLHQHQTXHSHGLUVRODPHQWHHVSHUDU<VLDFDVR
como los pajarillos, piar. Con escasas y transitorias excepciones, durante
ORV~OWLPRVWUHVFLHQWRVDxRVORVKRPEUHV\PXMHUHVGH2FFLGHQWHKDQVLGR
HGXFDGRVHQODREHGLHQFLDTXHHVFDUDFWHUtVWLFDGHODPLQRUtDGHHGDGHQ
nombre del progreso, de la grandeza, de la verdad, de la igualdad, de la
solidaridad o del bienestar. El problema surge cuando los administradores
de la salvación, tienen que reconocer –se ven obligados a reconocer– por
ODIXHU]DGHORVKHFKRVTXHVXVPHGLRVVRQOLPLWDGRV\TXHVXVSUHVXQWRV
SRGHUHVWDXPDW~UJLFRVVyORIXQFLRQDQFRUUHFWDPHQWHHQFR\XQWXUDVIDYR
rables. La voz de alerta de que el Estado benefactor ya no da más de sí,
DEUHDXQDELVPRGHUHÀH[LyQHQHOTXHODDGRUPHFLGDVRFLHGDGFLYLOWLH
QH TXH HQIUHQWDUVH DO KHFKR LQVXSHUDEOH GH TXH VH KD TXHGDGR KXpUIDQD
Sólo entonces, los políticos de la crisis, albaceas testamentarios del Estado
benefactor, comunican a la sociedad civil que es dueña de sus destinos y
que debe asumir las responsabilidades y los riesgos que de los mismos se
deriven.
8QDVRFLHGDGFLYLORURQGD\VDWLVIHFKDSHURFDUHQWHGHFRQRFLPLHQWR
de voluntad, de organización y de recursos psicológicos, se ve así abocada
a quemar en poco tiempo las largas etapas que, por comodidad, se negó
a transitar a lo largo de sucesivas generaciones. Pero no es fácil que una
sociedad y sus miembros asuman de repente la dirección de sus propios
destinos y sean capaces de responder a los problemas que se les planteen.
Precisamente, ese tema de la capacidad de respuesta, de la capacidad de
responder, es, en último término, lo que mide y expresa la responsabilidad
social de los ciudadanos. De tal cuestión nos vamos a ocupar en adelante.
<HVWiFODURTXHHVDUHVSRQVDELOLGDGHVXQSXQWRHVWUDWpJLFRIXQGDPHQWDO
SDUDFRPSUHQGHUORTXHORVFLXGDGDQRVSXHGHQKDFHUSDUDFRODERUDUHQOD
construcción de la sociedad civil.

2. EN TORNO AL CONCEPTO DE RESPONSABILIDAD

/D GH¿QLFLyQ DFXxDGD HQ HO XVR GHO OHQJXDMH HQWLHQGH SRU respon-
sabilidadHQXQDSULPHUDDFHSFLyQ³GHXGDREOLJDFLyQGHUHSDUDU\VDWLV
facer, por sí o por otro, a consecuencia de delito, de una culpa o de otra
causa legal”, y en una segunda acepción, ciertamente más descargada de

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LA RESPONSABILIDAD DE LOS CIUDADANOS EN LA SOCIEDAD CIVIL

intensidad, entiende el “cargo u obligación moral que resulta para uno del
posible yerro en cosa o asunto determinado”3.
$PEDVDFHSFLRQHVTXHVRQUHFRJLGDVSRUHO'HUHFKR±VREUHWRGRSRU
HO'HUHFKR3HQDO±\SRUOD0RUDOGHVWDFDQFRPRIXQGDPHQWRGHODUHVSRQ
sabilidad, la existencia previa de un acto u omisión, por parte de un actor,
cuyos efectos son nocivos o lesivos para otro u otros. En este sentido, todo
hombre es responsable de las consecuencias, negativas para otros, deriva-
das de su conducta, activa u omisiva .
3HURHQWUHODFXOSD\HOGHOLWRGHXQODGR\HO\HUURGHRWURODGLV
tancia viene determinada por la existencia de la voluntad de causar un mal,
en el primer caso, frente a la carencia de la atención debida ante la posibi
lidad de causarlo, en el segundo.
Sin embargo, nosotros nos vamos a referir aquí a la responsabilidad
social, como un modo de entender la responsabilidad que no lleva consigo
la existencia de delito, de culpa o de yerro, y que, por el contrario, destaca
la idea de la implicación personal de los miembros de una sociedad en la
integración, en la conservación y en el desarrollo de esa sociedad.
Lo que, en todo caso, permanece inalterable en esta acepción de la
responsabilidad a la que vamos a referirnos, en relación con las otras
acepciones antes mencionadas, es el sentido de alteridadTXHWRGDUHVSRQ
VDELOLGDGFRPSRUWD(VDDOWHULGDGVHPDQL¿HVWDDTXtFRPRODH[LJHQFLDGH
UHVWDXUDUHOHTXLOLEULRHQWUHORTXHXQRKDUHFLELGRGHODVRFLHGDG\ORTXH
se espera que aporte a la misma. Pero el equilibrio implica igualdad de peso
y contrapeso; esto es, implica que la acción restitutoria contrapese lo que
la sociedad inicialmente aportó. Lo cual pone de relieve la relación que la
responsabilidad tiene con la justicia, entendida ésta, simplemente, como
la acción y el efecto de dar a cada uno lo suyo (suum cuique tribuere), sin
entrar, por el momento, en cómo pueda determinarse qué sea lo suyo de
cada uno4.
Es más, la alteridad queda reforzada, en el caso de la responsabilidad
social, porque, como veremos, implica siempre co-responsabilidad o, más
aún, responsabilidad generalizada de todos hacia todos.

3. REAL ACADEMIA DE LA LENGUA, Diccionario de la lengua española .


4. Para la recta comprensión de lo que antecede es interesante consultar la obra de R. FOLGER,
The Sense of Injustice. Social Psychological Perspectives 3OHQXP 3UHVV 1HZ<RUN  /RQGRQ
1984.

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SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

3. CONSTRUCCIÓN DEL CONTENIDO DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL

Como acabamos de decir, la responsabilidad social es la implicación


personal de todos y cada uno de los miembros de una sociedad en la inte
gración, el desarrollo y la conservación de la misma.
6HKDFHSXHVQHFHVDULRDFODUDUTXpHVORTXHYDPRVDHQWHQGHUSRU
implicación personal, y adelantaremos que puede y debe ser objeto de dos
FRQVLGHUDFLRQHVQRWDEOHPHQWHGLVWLQWDV
1. La consideración objetiva, en la que la implicación personal viene
GHWHUPLQDGDSRUODVLWXDFLyQTXHGHKHFKRWLHQHXQDSHUVRQDGHQWURGHOD
sociedad, y por sus posibilidades objetivas de contribuir a la conservación
y desarrollo de la sociedad y a la satisfacción de las necesidades ajenas.
A contrario sensu, forma parte también de la consideración objetiva, el po
der que efectivamente se tenga para alterar el orden social y evitar, o favo
recer, en mayor o menor medida, el que todos o una parte de los individuos,
satisfagan sus necesidades, y
2. La consideración subjetiva, que viene dada por el nivel de actitudes
sociales en que esa persona se sitúa respecto de las necesidades de la propia
sociedad y de sus miembros. Esto es, por su mayor o menor disposición a
considerar como propias las necesidades de los demás y las necesidades
colectivas.
Es evidente que la posición diferencial que los distintos individuos
RFXSDQ GHQWUR GH OD VRFLHGDG KDFH TXH ODV SRVLELOLGDGHV GH FRQWULEXLU R
evitar el orden y el desarrollo de la sociedad sean muy diferentes5, de modo
que, estableciendo una elemental relación de proporcionalidad, podríamos
GHFLUTXH
• cuando más alta sea la posición social,
• y cuanto mayores sean los medios materiales y espirituales disponi-
bles,
• WDQWRPD\RUVHUiODFDSDFLGDGHIHFWLYDGHLQÀXLUHQODVRFLHGDG±HQ
XQVHQWLGRRHQRWUR±\
• tanto mayor será la responsabilidad social objetiva.

5. 6REUHXQWHPDSDUDOHORDpVWHHQUHODFLyQFRQHOGHVDUUROORGHOFRQRFLPLHQWR\GHODVHQVL
ELOLGDG KDFLD ORV SUREOHPDV GH OD KXPDQLGDG FRPR iPELWR Pi[LPR GH FRQYLYHQFLD QRV KHPRV
ocupado en otro lugar. Véase, E. MARTÍN LÓPEZ ³/D KXPDQLGDG FRPR iPELWR Pi[LPR GH FRQ
vivencia”, en AAVV., Estudios sobre la encíclica “Sollicitudo rei socialis”8QLyQ(GLWRULDO$HGRV
Madrid, 1990.

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LA RESPONSABILIDAD DE LOS CIUDADANOS EN LA SOCIEDAD CIVIL

3RUHOFRQWUDULRODFRQVLGHUDFLyQVXEMHWLYDVHUH¿HUHDOJUDGRGHVHQVL
bilidad poseída, que no es necesariamente correlativa de la responsabilidad
objetiva.
Resulta claro que lo que aquí se apunta es la diferencia entre tener
responsabilidad y sentirse responsable. Para una más correcta comprensión
GHGLFKDGLIHUHQFLDSDUHFHQHFHVDULROOHYDUDFDERHODQiOLVLVGHODIXQGD
mentación de ambos tipos de responsabilidad.

4. LA RESPONSABILIDAD SOCIAL OBJETIVA


Veamos, en primer término, de qué modo puede fundamentarse la res
ponsabilidad social objetiva de cada individuo y de todos los individuos.
Nuestro punto de partida consiste en considerar la sociedad como algo que
es dado a cada uno de sus miembros y que cada cual recibe, en distinta
medida y de distinto modo.
/D VRFLHGDG KXPDQD HQ JHQHUDO \ FDGD XQD GH ODV VRFLHGDGHV FRQ
cretas, de manera particular, no es, enteramente, un fenómeno natural, sino
TXHHVVREUHWRGRXQDFRQVWUXFFLyQFXOWXUDOKXPDQDREUDGHKRPEUHV\
de generaciones. Resultado de un proceso acumulativo en el que, lo que fue
proyecto en el pasado, es realidad consolidada en el presente; en ese mismo
presente en el que se incoan, bajo la forma de proyectos, lo que, para bien
RSDUDPDOVHUiQORVSHU¿OHVGHODVRFLHGDGGHOIXWXUR
Decimos que la sociedad es algo dadoSRUTXHTXLHQHVQDFHQHQFXDO
TXLHUVRFLHGDGUHFLEHQHVDVRFLHGDGFRQXQGHWHUPLQDGRJUDGRGHGHVD
UUROORKXPDQR\WpFQLFRFRPRXQOHJDGRJUDWXLWR3HURDOPLVPRWLHPSR
les incorpora a su propio tejido, por medio del proceso de socialización,
integrándoles en una compleja red de actividades y de posiciones sociales.
Lo cual quiere decir que, al tiempo que les concede posibilidades de parti
FLSDFLyQHQORVORJURVVRFLDOHVOHVFRQ¿HUHGHEHUHVGHUHVSXHVWD9LYLUHQ
sociedad lleva consigo participación en los logros sociales, pero también
supone la participación en los esfuerzos y en las cargas.
En nuestro libro La sociedad global6 QRV KHPRV RFXSDGR \D KDFH
DxRVGHSHU¿ODUHOFRQWHQLGRGHHVHOHJDGRTXHUHFLEHWRGRQDFLGRSRUHO
KHFKRGHVHUPLHPEURGHXQDGHWHUPLQDGDVRFLHGDG
1) Oportunidades o posibilidades biopsíquicas/DVSRVLELOLGDGHVELR
lógicas y psíquicas no se encuentran igualmente repartidas a lo largo de

6. E. MARTÍN LÓPEZ, La sociedad global, Materiales de Trabajo, 2ª edic., Madrid, 1997,


pp. 154 y ss.

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SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

WRGDODHVFDODVRFLDOQLHQWRGRVORVOXJDUHVJHRJUi¿FRVRFXSDGRVSRUXQD
sociedad (medidas antropométricas, estatura, morbilidad probable, formas
de muerte a las que se está expuesto, inmunidad, resistencia a la enferme
dad, esperanza de vida al nacer, etc.).
2) Oportunidades o posibilidades culturales /RV LQGLYLGXRV SDUWL
cipan de forma variable, según su posición social, de los ideales, metas,
valores, formas de pensar, sentir, valorar y obrar, propios de su sistema
sociocultural.
3) Oportunidades o posibilidades de actuación$FFHVRGLIHUHQFLDOD
ODVIRUPDVGHDFWXDFLyQLQVWLWXFLRQDOL]DGDVRQRTXHFRPSRUWDWRGDVRFLH
GDG (Q HVSHFLDO DFFHVR GLIHUHQFLDO D ODV DFWLYLGDGHV TXH FRQ¿JXUDQ ODV
distintas profesiones y los diferentes puestos de trabajo.
4) Oportunidades o posibilidades de sentir necesidades y de satisfa-
cerlas/RFXDODVXYH]LPSOLFDGRVDVSHFWRVGLVWLQWRV
1. Las distintas posiciones sociales se diferencian entre sí por las ne
cesidades de las que participan, en función de sus formas de vida, de su
conocimiento y de su sensibilidad y
2. Se diferencian también en el grado de participación en las posibili
dades de satisfacer las necesidades sentidas.
6LELHQHVSRVLEOHGHWHUPLQDU±FRPRORKHPRVKHFKR±ORVFRQWHQLGRV
de ese legado recibido por cada individuo, y resulta evidente que las diferen
cias entre las distintas posiciones sociales se concretan y están constituidas
SRUHVRVFRQWHQLGRVHVPXFKRPiVGLItFLOLQVWUXPHQWDUORVPpWRGRVSDUD
HVWDEOHFHU\FXDQWL¿FDUODVGLIHUHQFLDVHIHFWLYDVHQXQDVRFLHGDGGDGD
3HURTXHGDIXHUDGHWRGDGXGDTXHODVRFLHGDGQRHVSDUDFDGDLQGL
YLGXR~QLFDPHQWHXQOHJDGRRXQDKHUHQFLDTXHUHFLEHOLEUHGHFDUJDVVLQR
que en esa recepción está implícita una cierta responsabilidad de conser
YDUOD\WUDQVPLWLUODDODVJHQHUDFLRQHVIXWXUDV6LVHSUH¿HUHHOXGDPRVODV
UHIHUHQFLDVTXHLPSOLTXHQREOLJDFLRQHVPRUDOHVHQWRGRFDVRHVXQKHFKR
que los miembros de la inmensa mayoría de las sociedades existentes en
ODKLVWRULDKDQSXHVWRORVPHGLRVSDUDFRQVHUYDUODVELROyJLFDHFRQyPLFD
cultural e institucionalmente.
(ODQiOLVLVGHHVRVPHGLRVTXHIDYRUHFHQODFRQVHUYDFLyQ\HOGHVD
rrollo de la sociedad, pone al descubierto tres tipos de conducta que, cuan
GR VH GDQ KDFHQ SRVLEOH OD SHUYLYHQFLD R LQFOXVR OD PHMRUD GHO RUGHQ
VRFLDO\FXDQGRQRVHGDQRULJLQDQDOWHUDFLRQHV\FRQÀLFWRVHQHOPLVPR
Su naturaleza es fácilmente comprensible si se pone en referencia con el
tiempo, distinguiendo las conductas según que se relacionen con el pasa-

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LA RESPONSABILIDAD DE LOS CIUDADANOS EN LA SOCIEDAD CIVIL

doYLQFXODFLyQKDFLDODVRFLHGDG\VXVLVWHPDFXOWXUDOFRPRKHUHQFLDGHO
SDVDGR\JDUDQWtDGHODFRQWLQXLGDGGHVXVHQWLGRHQODKLVWRULDFDUJDVTXH
VHUH¿HUHQDOpresenteLPSOLFDFLyQDFWLYDVHJ~QVXVFDSDFLGDGHV\RSRU
tunidades de actuación, en la resolución de los problemas actuales y, por
~OWLPRFDUJDVTXHOOHYDQFRQVLJRRULHQWDFLyQKDFLDHOfuturoWUDQVPLVLyQ
de los valores e instituciones, orientados al desarrollo de las posibilidades
de esa sociedad7.
6yORHOFRQWUDSHVRHQWUHORKHUHGDGR\ORWUDQVPLWLGRSXHGHHQWHQGHUVH
como la realización de la responsabilidad objetiva por parte de los miem
bros de una sociedad. Cuando el peso se inclina del lado de lo recibido,
con disminución cuantitativa y cualitativa de lo que se transmite, las so
ciedades se enfrentan –cualesquiera que sean las razones–, a procesos de
decadencia. Por el contrario, cuando lo legado excede, en variable medida,
DORUHFLELGRSRGHPRVKDEODUGHODH[LVWHQFLDGHXQDDOWDFRQFLHQFLDGH
UHVSRQVDELOLGDGVRFLDOHKLVWyULFDELHQVHGHEDDWRGDODVRFLHGDGRWDQVyOR
a una minoría dirigente.

5. FUNDAMENTACIÓN SUBJETIVA DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL

Considerada desde la perspectiva del sistema cultural, toda sociedad


establece, a través de sus valores y de sus normas, lo que cada individuo
HVWiREOLJDGRDDSRUWDUDODVRFLHGDGHQIXQFLyQGHORTXHKDUHFLELGR±HVWR
es, en función de su posición social y de los papeles adscritos y/o adquiri
GRVTXHGHVHPSHxD3HURHVWRQRVLJQL¿FDTXHFDGDLQGLYLGXRHQSDUWLFXODU
se sienta obligadoDDFWXDUHQFRQVHFXHQFLD/RTXHDKRUDVHSODQWHDHVOD
YLYHQFLDGHODREOLJDFLyQRGLFKRHQRWURVWpUPLQRVODLPSOLFDFLyQSHUVR
nal en la responsabilidad social.
$QWHWRGRKD\TXHDGYHUWLUDXQTXHUHVXOWHREYLRTXHQRH[LVWHFR
rrelación positiva necesaria entre la mayor o menor responsabilidad social
objetiva y el mayor o menor grado de implicación personal en esa respon
sabilidad.
Para que alguien se sienta obligado por una responsabilidad social –
FRQLQGHSHQGHQFLDGHOQLYHOGHVXUHVSRQVDELOLGDGREMHWLYD±VHUiSUHFLVR

7. 9pDVHVXSXHVWRVKLVWyULFRVRSUR\HFWLYRV\WHQGHQFLDVVRFLDOHVSURIXQGDVFRUUHVSRQGLHQWHV
en Ibidem, pp. 48 y ss.

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SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

1. Que perciba la necesidad que la sociedad tiene de que sus miembros


se responsabilicen de su conservación y desarrollo;
2. Que se sienta positiva y personalmente motivado y;
3. Que tenga la capacidad de pasar a la acción8.
En primer término, la percepción plantea un problema de conocimiento.
No se trata –o, al menos, no se trata sólo– de que unos individuos tengan
más información que otros sobre los problemas de su sociedad, sino de que
posean la capacidad de prestar atenciónDORVGDWRVVLJQL¿FDWLYRVDODfre-
cuencia más o menos relevante de esos datos, y de que posean la capacidad
de UHÀH[LRQDU sobre el sentido de los mismos y sobre la trascendencia que
puedan alcanzar a través de la cadena de causas y efectos que sean capaces
GHSRQHUHQPDUFKDLQFLGLHQGRVREUHORVGLVWLQWRViPELWRVVRFLDOHVHQORV
que discurre la vida cotidiana. Resulta claro que estas capacidades cognos
citivas no están necesariamente ligadas a una mayor o menor cultura.
3HURHQVHJXQGROXJDUFXDQGRVHSRVHHXQFRQRFLPLHQWRVX¿FLHQWH
GHTXHODVRFLHGDGQHFHVLWDGHODSDUWLFLSDFLyQGHVXVPLHPEURVHQODUHVR
OXFLyQGHORVSUREOHPDVTXHWLHQHSODQWHDGRVD¿QGHFRQVHJXLUVXSURSLD
conservación y desarrollo, es preciso que surja una orientación motivacional
positivaSDUDTXHVHSRQJDHQPDUFKDHOPHFDQLVPRGHODUHVSRQVDELOLGDG
VXEMHWLYD(QHVWHSXQWRFRQYLHQHGLVWLQJXLUGRVSDUiPHWURVTXHVHGH¿QHQ
SRUODRVFLODFLyQHQWUHORLQGLYLGXDOHJRtVWD\ORFROHFWLYRVROLGDULR
(OSULPHUSDUiPHWURVHUH¿HUHDOJUDGRGHUHVRQDQFLDTXHORVSUREOH
mas comunes y globales tienen sobre el individuo y, en consecuencia, per
PLWHPHGLUODGLPHQVLyQHJRtVWDDOWUXtVWDGHORVPLHPEURVGHXQDVRFLHGDG
No cabe ninguna duda de que
• cuanto mayor sea la proporción de los individuos movidos prefe-
rentemente por motivaciones egoístas,
• tanto menor será el resorte motivacional-psicológico en una socie-
dad dada
• y tanto menor será la probabilidad de que se desarrolle la respon-
sabilidad social subjetiva.
(OVHJXQGRSDUiPHWURVHUH¿HUHDODGLPHQVLyQLGHROyJLFDGHODVRULHQ
WDFLRQHVPRWLYDFLRQDOHVTXHSODQWHDHOSUREOHPDGHODHYHQWXDOLGHQWL¿
FDFLyQ ±R QR LGHQWL¿FDFLyQ± GH ORV LQGLYLGXRV FRQ HO VLVWHPD GH YDORUHV

8. (VWHSUREOHPDORKHPRVSODQWHDGRDQWHVGHDKRUDHQUHODFLyQDODVDOWHUDFLRQHVGHOHTXL
librio psicosocial, en E. MARTÍN LÓPEZ, “Defensa nacional y espíritu de defensa”, en Cuadernos de
Trabajo Social  

52
LA RESPONSABILIDAD DE LOS CIUDADANOS EN LA SOCIEDAD CIVIL

asumido e incorporado a la organización social y a la vida cotidiana de la


sociedad de la que se trate. Desde este punto de vista se plantea una con
traposición más trascendental aún que la anterior, ya que, en principio, es
posible movilizar el sentimiento de responsabilidad social de los indivi
duos egoístas, cuando descubren o se les muestra que su propio interés, o
el de los suyos, está en peligro, pero es prácticamente imposible invertir las
orientaciones motivacionales de quienes, por convicción, se enfrentan al
sistema de valores y al orden institucional de su propia sociedad y ven en la
destrucción de ambos el cumplimiento de sus aspiraciones. A este respecto,
SRGHPRVD¿UPDUTXH
• cuanto mayor sea la proporción de individuos contrarios al sistema
de instituciones y de valores vigente,
• tanto menor será el resorte motivacional ideológico de una socie-
dad dada
• y tanto menor será la probabilidad de que se desarrolle en ella la
responsabiliad en sentido subjetivo.
El tercer requisito, mencionado más arriba, para que en un individuo
se sienta subjetivamente responsable de la conservación y desarrollo de su
propia sociedad, consiste en que tenga capacidad de pasar a la acción. Es
decir, que la orientación motivacional positiva sea capaz de desencadenar
en él una respuesta operativa/RFXDOSODQWHDQHFHVDULDPHQWHODLPSRU
tancia de la respuesta organizada frente a las acciones inorganizadas y, en
consecuencia, forzosamente esporádicas. Este segundo tipo de respuestas
solidariasWLHQHQSHVHDWRGRSOHQRVHQWLGRDQWHXQSHOLJURJUDYHHLQPL
nente, contra la propia sociedad global. Por ejemplo, la invasión de un ejér
cito enemigo, la intromisión extranjera en los asuntos internos del propio
SDtVODLQKLELFLyQGHODVLQVWLWXFLRQHVS~EOLFDVIUHQWHDODGHVWUXFFLyQGH
los valores e instituciones nacionales, las acciones terroristas llevadas a
FDERSRUDVHVLQRV\XQiQLPHPHQWHUHFKD]DGDVSRUODVRFLHGDGHWF7DOHV
respuestas sociales solidarias pueden llegar a revestir la forma de auténti
cos movimientos populares, que tenderán a organizarse en la medida en
que la causa que motive la respuesta se prolongue en el tiempo y aparezcan
líderes capaces de orientar las conductas. Pero, desde el punto de vista de la
YLGDVRFLDOFRWLGLDQDWLHQHPXFKDPD\RULPSRUWDQFLDODLQFRUSRUDFLyQGH
los individuos –de aquéllos que se sientan socialmente responsables– a las
tareas colectivas, a través de los cauces institucionales existentes9.

9. Un planteamiento paralelo a éste, pero referido específicamente a las alteraciones del equi
librio social, puede verse en E. MARTÍN LÓPEZ, Fundamentos sociales de la felicidad individual,

53
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

En buena lógica, la desigualdad en la participación en los logros so


FLDOHV WHQGUtD TXH FRPSHQVDUVH FRQ XQD GHVLJXDOGDG SDUDOHOD HQ ODV UHV
ponsabilidades sociales objetivas. De modo que, quienes más reciben por
parte de la sociedad, son también aquéllos a quienes más se les exige. Así
OR KDQ GH¿QLGR OD LQPHQVD PD\RUtD GH ORV sistemas culturales, cargando
ODUHVSRQVDELOLGDGVREUHORVPLHPEURVGHOHVWUDWRGLULJHQWHGHOFXDOVHHV
peraba que asumiera la conducción política, económica y moral de la so
ciedad, velando, especialmente, por la causa de los desvalidos. Esto es,
DOPHQRVORTXHVHGLFHHQORVFyGLJRVMXUtGLFRPRUDOHVGHODDQWLJHGDG
–Egipto y Babilonia–, en las constituciones griegas, en las leyes romanas, y
desde luego, en las normas, escritas y no escritas, de la nobleza medieval.
6H WUDWD PXFKDV YHFHV GH XQD LPDJHQ LGHDOL]DGD TXH QR VH FRUUHV
ponde con la verdadera realidad, pero esa es una de las funciones de los sis
WHPDVFXOWXUDOHVFUHDULPiJHQHVLGHDOHVTXHVHFRQVLGHUDQQHFHVDULDVSDUD
que el proyecto social que todo sistema cultural implica, sea viable en la
SUiFWLFD'HPRGRTXHODVJUDQGHVpSRFDVKLVWyULFDVVHFDUDFWHUL]DQ±HQWUH
RWUDVPXFKDVFRVDVGHODVTXHQRSUHWHQGHPRVKDEODUDKRUD±SRUODH[LV
tencia de un gran respeto a los modelos ideales y por una efectiva vigencia
GHORVPLVPRVDOPHQRVHQWUHHOVHFWRUPiVH¿FLHQWH\FRPSURPHWLGRGH
la sociedad. En los períodos de decadencia, por el contrario, aumenta ex
ponencialmente la distancia entre los modelos culturales y las prácticas de
los grupos dirigentes, de modo que el poder, ejercido sin las trabas de la
responsabilidad moral, conduce al imperio del abuso y de la corrupción.
Así sucedió en las tiranías de la antigüedad, en los excesos de los empera
dores romanos, en los malos usos de ciertos señores feudales y en todas las
pSRFDVFRPRODDFWXDOHQODVTXHODGHJHQHUDFLyQPRUDOVHKDFRQYHUWLGR
en la práctica común de la sociedad y de sus rectores.
La previsión de los males que pueden derivarse de las desviaciones de
XQDFODVHGLULJHQWHUHVSHFWRGHOPRGHORLGHDOKDOOHYDGRSRUORFRP~QD
intentar obviarlos por medio de un VLVWHPDHGXFDWLYRHVSHFt¿FR, orientado
DLQWHULRUL]DUODUHVSRQVDELOLGDGREMHWLYDHQORVLQGLYLGXRVKDFLHQGRTXH
la convirtieran en responsabilidad subjetiva. Es decir, que la exigencia del
deber, establecida en los códigos morales, fuera reforzada por la educación,
convirtiéndola en un ideal, interiorizado y libremente asumido. Da lo mis
PRTXHKDEOHPRVGHODpaideia ateniense, de la educación espartana, de la
dura disciplina militar de los ciudadanos romanos de los períodos clásicos,

Universidad de Piura, 1986, pp. 102 ss. Lo que sucede en el Estado de bienestar es que los cauces
institucionales no existen, y precisamente por esa razón se ve como necesaria la construcción de la
sociedad civil.

54
LA RESPONSABILIDAD DE LOS CIUDADANOS EN LA SOCIEDAD CIVIL

o de la estricta crianza de los caballeros cristianos, según el modelo de


Bernardo de Claraval.
En todos esos casos, contamos con abundantes testimonios según los
cuales, quienes no pertenecían a los niveles de la nobleza, se sentían muy
felices de no verse obligados a tanto esfuerzo y a tanta responsabilidad,
DXQTXHHOORVXSXVLHUDSRURWUDSDUWHYHUVHSULYDGRVGHKRQRUHV\SULYL
OHJLRV<QRTXLHUHGHFLUHVWRTXHORVTXHRFXSDEDQSRVLFLRQHVVRFLDOHVPiV
bajas –los agricultores, los artesanos, los comerciantes, etc.– no se sintieran
implicados personalmente en su propia sociedad; esto es, no tuvieran debe
res, ni se sintieran responsables de su cumplimiento. Lo que quiere decir es
TXHFRQVLGHUDEDQTXHVXREOLJDFLyQVRFLDOTXHGDEDVDOGDGDKDFLHQGRGHO
mejor modo posible su trabajo –este es, precisamente, el fundamento del
KRQRUHVWDPHQWDO±SHURGDEDQJUDFLDVD'LRVSRUTXHVXWUDEDMRQROOHYDUD
consigo las exigencias derivadas de ocuparse de la conservación y defensa
de la sociedad en su conjunto.
Pero la educación y crianza de la nobleza pierde su sentido y razón de
VHUHVSHFt¿FRVFXDQGRDOWpUPLQRGHODVJXHUUDVGHUHOLJLyQORVLQWHUHVHV
GHORV(VWDGRVHXURSHRVKDQGHMDGRGHVHUSULRULWDULDPHQWHSROtWLFRHVWUD
WpJLFRV\PLOLWDUHVGHVSOD]iQGRVHHOFHQWURGHDWHQFLyQKDFLDORVLQWHUHVHV
económicos y mercantiles –que proceden mayoritariamente de la actividad
SULYDGD±\ORVLQWHUHVHVDGPLQLVWUDWLYRV\¿VFDOHV±FRQVHFXHQFLD\UHSHU
cusión de la actividad privada sobre el orden público–. Tal desplazamiento
dará lugar, en primer témino, a la aparición de una nueva nobleza, de origen
burgués –la nobleza de la toga– que reducirá a un plano brillantemente
simbólico, pero subalterno, a la nobleza de la espada10. De tal cambio, lo
que a nuestro tema atañe, es la aparición de nuevos criterios en la forma
FLyQGHORVUHVSRQVDEOHVS~EOLFRVGHHVWDHWDSDKLVWyULFD\DQRVHWUDWDGH
una dura crianza, basada en ascesis, ejercicios físicos y prácticas militares,
FRQ¿JXUDGRUHVGHXQDIRUPDGHHQWHQGHUODYLGD\TXHVHRULHQWDEDQSUH
VXQWDPHQWHDFRQVHJXLUXQWLSRKXPDQRGRWDGRVLHPSUHGHODVPLVPDV\
comunes virtudes. La nobleza de la toga será, por el contrario, de origen
burgués, experta en asuntos económicos y en la administración ordenada
de los mismos. Sus conocimientos se basarán en estudios universitarios,
QRUPDOPHQWHGHOH\HV\KDVWDODVUHYROXFLRQHVEXUJXHVDVGHO;O;LUiQFUH
FLHQGRHQYROXPHQHLQÀXHQFLDRFXOWRVWUDVHOIDVWRRVWHQWRVRGHODV¿HVWDV
FRUWHVDQDV/DKRMDUDVFDKLVWRULRJUi¿FDDWHQWDPXFKDVYHFHVDORVDVSHFWRV

10. 3XHGHYHUVH1+AMPSON, Historia social de la Revolución Francesa, Alianza Ed., Madrid,


1974, especialmente, cap. 1.

55
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

más abiertamente criticables de este período, no nos permite valorar en su


conjunto, para bien o para mal, pero, en todo caso, con objetividad, la di
mensión ética de la conducta pública de tales administradores de los bienes
del Estado, punto de partida de las modernas burocracias.
3HURUHWRUQDQGRDOKLORFRQGXFWRUGHQXHVWUDH[SRVLFLyQUHFRUGHPRV
TXH KHPRV IXQGDPHQWDGR OD UHSRQVDELOLGDG VRFLDO GH WRGRV \ FDGD XQR
de los ciudadanos como su capacidad y su posibilidad de participar en la
FRQVHUYDFLyQGHODVRFLHGDGFRPRFRQVHFXHQFLDGHVXSDUWLFLSDFLyQGLIH
rencial en los bienes o logros sociales (responsabilidad social objetiva),
\TXHSRURWUDSDUWHKHPRVWLSL¿FDGRODUHVSRQVDELOLGDGVRFLDOVXEMHWLYD
como el grado de implicación personal de cada ciudadano en los asuntos
generales de la sociedad, en función de su grado de conocimiento, interés
\YLQFXODFLyQDORVPLVPRV&HQWUpPRQRVDKRUDVREUHXQWHPDTXHHVFUX
FLDOSDUDODVVRFLHGDGHV\ORV(VWDGRVPRGHUQRVHVWRHVHOGHVDUUROORGHOD
responsabilidad social subjetiva en relación a los intereses generales de la
sociedad y del Estado, por parte de los ciudadanos, miembros privados que
componen la sociedad.
(VGHVREUDFRQRFLGRHOKHFKRGHTXHODPD\RUSDUWHGHODVSHUVRQDV
son más conscientes de los problemas que les afectan a título individual,
TXH GH ODV FXHVWLRQHVFRQ IUHFXHQFLDPXFKR PiV JUDYHV TXH DIHFWDQD
las instituciones, a la sociedad en su conjunto y al propio Estado. Simmel
se ocupó de este tema a propósito de la conservación de la comunidad na
cional, analizando las razones por las que la mayoría de los individuos no
llegan a ser conscientes de los problemas que afectan a la conservación de
ODVQDFLRQHV\PXFKRPHQRVGHODQHFHVLGDGGHTXHHOORVDFW~HQFRDG\X
vando a esa conservación11.
/DSULPHUDUD]yQDGXFLGDSRU6LPPHOHVTXH³HOLQGLYLGXRQRH[SH
rimenta la inestabilidad de la vida, la incesante sucesión de ofensiva y de
fensiva nada más que en sí mismo, ya que los procesos correspondientes
HQODVFROHFWLYLGDGHVVHGLVWULEX\HQHQWUHPXFKRVLQGLYLGXRVHQWUHPXFKRV
puntos separados en el espacio, por el contenido y por el interés, y no llegan
todos a la conciencia del individuo fácilmente, aunque el individuo perciba
su resultado, que es la permanencia del todo”.
6LODSULPHUDUD]yQVHUH¿HUHDODGLVWULEXFLyQGHORVSURFHVRVHQDP
SOLRV HVSDFLRV \ HQWUH PXFKRV LQGLYLGXRV OD VHJXQGD VH FHQWUD VREUH VX
GLPHQVLyQWHPSRUDO³WDOHVSURFHVRVVHYHUL¿FDQIUHFXHQWHPHQWHHQRUJD

11. -6IMMEL, Sociología, VIII, “La autoconservación de los grupos”, Revista de Occidente,
0DGULG  

56
LA RESPONSABILIDAD DE LOS CIUDADANOS EN LA SOCIEDAD CIVIL

nismos de grandes dimensiones y por lo tanto, son lentos y transcurren en


períodos tan prolongados, que las transiciones de sus diversos estadios se
perciben difícilmente”.
La tercera razón es la que Simmel considera como “el punto más di
ItFLO SHUR DFDVR HO PiV H¿FD]´ YLYLPRV HQ HVDV FRPXQLGDGHV HVSHFLDO
PHQWHHQODVGHPiVDPSOLDHQYHUJDGXUDFRPRVLVHWUDWDUDGHUHDOLGDGHV
LQWHPSRUDOHVHWHUQDVTXHQXQFDKXELHUDQGHWHUPLQDUFX\DSHUPDQHQFLD
estuviera al margen de toda duda. Pero, prescindiendo de estas ideas, tales
comunidades están sujetas al nacimiento y a la muerte.
Vistas así las cosas, tal como Simmel con criterio realista las presenta,
resulta claro por qué la inmensa mayoría de los individuos que integran
una sociedad no suelen enterarse de los problemas de tipo colectivo que
DIHFWDQDHVDVRFLHGDG<FXDQGRSHVHDWRGROOHJDQDHQWHUDUVHQRVLHQWHQ
gran interés por esos problemas, ni consideran que, de algún modo, puedan
afectar a su responsabilidad.
(QUHDOLGDGHOGHVSHUWDUGHODUHVSRQVDELOLGDGS~EOLFDGHORVFLXGD
GDQRVQRFRPRHOKHFKRDLVODGRGHWDORFXDOFLXGDGDQRTXHSXHGDOOHJDUD
sentirse responsable a título personal y por motivos personales, sino como
XQKHFKRFROHFWLYRTXHDIHFWHDODFLXGDGDQtDHQJHQHUDOVyORVHUiSRVLEOH
en la medida en que se diseñe y aplique un vasto proceso de socialización
política GHVGHODLQIDQFLD<pVWHHVDQXHVWURMXLFLRHOSXQWRHQHOTXHORV
UHJtPHQHVGHPRFUiWLFRVKDQVLGRVLHPSUHPHQRVFXLGDGRVRVTXHORVUHJt
menes autoritarios.
Es evidente que el siglo XVIII puso las bases para la formación de las
opiniones públicas modernas, al llevar a cabo grandes campañas de alfabe
tización, rompiendo con el secular y tradicional analfabetismo de las socie
dades europeas12$ODODUJDHVWRKDUtDSRVLEOHDWUDYpVGHODLQIRUPDFLyQ
sobre los asuntos políticos, económicos y sociales, el lento desarrollo de los
S~EOLFRV\HQFRQVHFXHQFLDODLQFRUSRUDFLyQGHVHFWRUHVVLJQL¿FDWLYRVGH
ODSREODFLyQVREUHWRGRGHODSREODFLyQXUEDQDDORVQ~FOHRVSRWHQFLDOHV
de participación política y de comportamiento cívico responsable13.
Pero, de suyo, el despotismo ilustrado nunca consideró al pueblo
como sujeto activo de la política, sino como sujeto pasivo de ella. Tampoco
el Estado liberal supuso un cambio importante en este terreno, porque si
ELHQHVWDEOHFLyGHUHFKRVIXQGDPHQWDOHV\HOHYyHQHOSODQRIRUPDODORV

12. /DSUHRFXSDFLyQSRUODHGXFDFLyQHVXQDFRQVWDQWHHQWUHORVLOXVWUDGRV9pDVH3+$=$5'
El pensamiento europeo del s. XVIII, Alianza, Madrid, 1984, “La educación”, pp. 171 ss.
13. G. TARDE, L’Opinion et la foule, Librairie Felix Alcan, París, 1922.

57
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

individuos desde el nivel de súbditos al de ciudadanos, no se educó a estos


para que realmente lo fueran y se implicaran de modo efectivo en los asun
WRV S~EOLFRV$OJ~Q DXWRU IUDQFpV KD GHVWDFDGR TXH GHVGH OD UHYROXFLyQ
KDVWD OD OHJLVODFLyQ QDSROHyQLFD HQ PDWHULD HGXFDWLYD WUDQVFXUUHQ YHLQWH
años en los que se produce un enorme deterioro de la educación en Fran
cia, incrementándose el analfabetismo y disminuyendo la escolarización,
VLHQGRLQFRKHUHQWHHOTXHODHOHYDFLyQDODFRQVLGHUDFLyQGHFLXGDGDQRQR
fuera acompañada por un interés creciente, por parte de los políticos, en
ODHGXFDFLyQGHOSXHEORD¿QGHFRQVHJXLUTXHGHKHFKRDFWXDUDQFRPR
ciudadanos14.
Pero la minoría de edad de los ciudadanos, y, en consecuencia, el sub
desarrollo de su responsabilidad social subjetiva, alcanza las cotas más al
WDVHQODVRFLHGDGTXHFUHDHO(VWDGRGHELHQHVWDUKHUHGHURGLUHFWRGHOGHV
potismo ilustrado, DXQTXHGLFKRVHDGHSDVRFRQPXFKDPHQRVLOXVWUDFLyQ
que aquél15. El Estado recauda, a través de la vía de los impuestos y de las
FXRWDVGHOD6HJXULGDG6RFLDOFLIUDVTXHHQPXFKRVFDVRVVXSHUDQHOSRU
100 del Producto Nacional Bruto y lo redistribuye transformado en bienes
\VHUYLFLRV'HMHPRVDXQODGRHOKHFKRFLHUWRGHTXHORV(VWDGRVGHELHQ
estar logran elevar los niveles de bienestar de la población, más allá de lo
que cabría esperar y, probablemente, en proporciones superiores a las que
VHSRGUtDQKDEHUDOFDQ]DGRSRURWUDVYtDV(OSUREOHPDQRHVHVH(OSUR
blema radica en que se lleva a cabo un proceso de entronización del Estado,
FRQVLGHUiQGROHFRPRRPQLSUHVHQWHWRGRSRGHURVR\SURYLGHQWH\WUDQV¿
ULpQGROH±MXQWRFRQPXFKDVFRPSHWHQFLDVGHRULJHQSULYDGRODH[SHFWDWLYD
HYDQJpOLFD³SHGLG\VHRVGDUi´6HKDQGHVFULWRWDOHVSURFHVRVFRQGHWDOOH\
reiteración, y no queremos insistir en algo que es de sobra conocido.
Lo que nos interesa destacar es la medida y el sentido en que el Esta
GRGHOELHQHVWDUKDFRQWULEXLGRDLPSHGLUHOGHVDUUROORGHODFRQFLHQFLDGH
responsabilidad social y pública de los ciudadanos.
+HPRV GLFKR PiV DUULED TXH OD UHVSRQVDELOLGDG REMHWLYD VH EDVD HQ
HOKHFKRGHTXHWRGRPLHPEURGHODVRFLHGDGDOQDFHUUHFLEHXQDSDUWLFL
pación en los logros de la misma, ya que esa participación obliga a respon
der, en la medida en que uno sea capaz de ello y en proporción a lo recibido.

14. L. BODIN, Los intelectuales, Eudeba, Buenos Aires, 1965.


15. La crítica al modo de considerar a los ciudadanos como menores de edad y, por tanto, evitar
el desarrollo de su libertad, invadiendo ámbitos que debieran estar reservados a la iniciativa indivi
GXDOKDVLGRHMHUFLGDSRUHFRQRPLVWDVFRPR)$+AYEK, Camino de servidumbre (1944), Alianza,
Madrid, 1985; M. FRIEDMAN, Capitalismo y libertad, Rialp, Madrid, 1966, y por sociólogos como
+)REYER, La época industrial, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1961.

58
LA RESPONSABILIDAD DE LOS CIUDADANOS EN LA SOCIEDAD CIVIL

El problema se complica cuando se da entrada a la multiplicidad de bienes


y servicios que cada ciudadano recibe a lo largo de su vida, del Estado
EHQHIDFWRU(VWHKHFKRQRVLQGXFHDSHQVDUTXHVHHVWiSURGXFLHQGRXQLQ
cremento de la responsabilidad objetiva de los ciudadanos, no sólo porque
se incrementa exponencialmente el monto de lo que recibe, sino que, ade
más, no se trata del legado de generaciones pasadas, sino que lo que recibe
es consecuencia de la política redistributiva, de modo que lo que a él se le
aumenta, se le está detrayendo a otro u otros de sus conciudadanos.
Esto quiere decir que se produce un incremento de la responsabilidad
objetiva, al mismo tiempo que se eleva el bienestar de las personas y que,
DGHPiVHVDUHVSRQVDELOLGDGREMHWLYDQRVHUH¿HUHVyORDODVRFLHGDGHQJH-
neral, sino de modo más concreto a todos aquellos que con sus aportacio-
nes -no siempre voluntarias, ni hechas de buen grado, pero, en todo caso,
detraídas de lo que era suyo-, han hecho posible la elevación de los niveles
de satisfacción de necesidades de los demás. Por el contrario, el gran pe
FDGRSROtWLFR\pWLFRGHO(VWDGRGHELHQHVWDUFRQVLVWHHQKDEHUSHUPLWLGR
TXHORVEHQH¿FLDULRVGHOVLVWHPDFUH\HUDQTXHWRGRORTXHUHFLEtDQOHVHUD
debido y que no estaban obligados, como contraprestación, a responder
socialmente. Porque, esa creencia, abundantemente desarrollada entre los
EHQH¿FLDULRVGHO(VWDGREHQHIDFWRUOOHYDFRQVLJRODHOLPLQDFLyQGUiVWLFD
de la responsabilidad subjetiva de los mismos.

6. EL NECESARIO DESPERTAR DE LA RESPONSABILIDAD SUBJETIVA

En el fondo, éste es el problema que preocupa a Almond y a Verba,


cuando en 1962, presentan los resultados de su investigación sobre el de
sarrollo y la vigencia de la cultura cívica16 No se trata de determinar qué
requisitos tienen que darse en una sociedad para que a ella pueda llegar la
democracia17, sino qué requisitos tienen que cumplirse para que la demo
cracia tenga futuro en los países en los que, en mayor o menor medida, ya
H[LVWH1RKDFHIDOWDDYDQ]DUPXFKRHQODOHFWXUDGHODREUDSDUDGHVFXEULU
en los comienzos del Capítulo I, los temores de los autores de que la demo

16. G.A. ALMOND, y S. VERBA, La cultura cívica, Euramérica, Madrid, 1963.


17. Como algunos, entre nosotros, erróneamente interpretaron.

59
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO

FUDFLDQRHVWpWRGDYtDVX¿FLHQWHPHQWHDVHQWDGDHQ(XURSD(QXQDIHFKD
WDQDYDQ]DGDFRPRHVFULEHQ

“El desarrollo del Fascismo y del Comunismo después de la Primera


Guerra Mundial suscitó serias dudas sobre la inevitabilidad de la democracia
en Occidente; y aún no podemos estar seguros de que las naciones del conti
nente europeo lleguen a descubrir una forma estable de proceso democrático
que se acomode a sus instituciones sociales y a su cultura particular, ni pode
PRVKDFHURWUDFRVDPiVTXHFRQILDUHQTXHFRQMXQWDPHQWHGHVFXEULUiQXQD
democracia europea”.

<DxDGH

³6LQ KDEHU UHVXHOWR SULPHUR HVWDV GXGDV ORV VXFHVRV D SDUWLU GH OD
6HJXQGD*XHUUD0XQGLDOKDQKHFKRVXUJLUSUREOHPDVDHVFDODPXQGLDODFHU
ca del futuro de la democracia”18.

En una disposición, por otra parte muy norteamericana, de intentar


HQVHxDUDORVHXURSHRVHQTXpFRQVLVWHODGHPRFUDFLDHVWRVDXWRUHVD¿UPDQ
que

“lo que debe aprenderse de una democracia es cuestión de actitudes y


sentimientos, y esto es más difícil de aprender”.

0iVGLItFLOGHDSUHQGHUTXHODVPHUDVGRFWULQDVRODVSUiFWLFDVEXUR
cráticas de la dominación racional.
En el fondo, el futuro de la democracia depende de

“lo que los griegos denominaban virtudes cívicas y sus consecuencias


para la efectividad y estabilidad de un gobierno democrático”19.

<DODQiOLVLVGHODVvirtudes cívicas de los miembros de la sociedad es,


D¿QGHFXHQWDVDORTXH$OPRQG\9HUEDYDQDGHGLFDUVXLQYHVWLJDFLyQ
y su libro, porque no otra cosa se pretende poner de relieve a través de su
tipología, que establece la gradación entre parroquianos, súbditos y ciuda-
danos. La creciente implicación personal de los individuos en los asuntos
FROHFWLYRVSRQHGHPDQL¿HVWRLJXDOPHQWHel diferente grado de responsa-

18. ALMOND y VERBA, op. cit., p. 19.


19. ALMOND y VERBA, op. cit., Prólogo.

60
LA RESPONSABILIDAD DE LOS CIUDADANOS EN LA SOCIEDAD CIVIL

bilidad subjetiva de unos y de otros, que alcanza en los ciudadanos el nivel


más alto.
Lo que a Almond y Verba les preocupa, en relación sobre todo a los
países europeos que estudian –Alemania e Italia–, y a las democracias poco
SURIXQGDV GH +LVSDQRDPpULFD 0p[LFR HV OD JUDQ GLVWDQFLD TXH PHGLD
entre los gobernantes y los gobernados, entre la organización política y la
sociedad civil. Obvio es decir que el problema no está aún planteado en
los nítidos términos de la necesidad de construcción de la sociedad civil,
SHURVHPDQL¿HVWDFRPRXQDQHFHVLGDGGHTXHORVPLHPEURVGHODVRFLHGDG
se impliquen en los asuntos públicos y participen en ellos, al menos en el
mundo de las administraciones locales, que siempre les serán más próxi
mas y asequibles.
3HURORTXHHVWiFODURFRQLQGHSHQGHQFLDGHTXHVHKDEOHPXFKRGHOD
cultura cívica, es que ésta no se desarrolla espontáneamente por sí sola y
TXHHOWUDQVFXUVRGHOWLHPSRQRKDLQFUHPHQWDGRHQQLQJ~QSDtVGHOPXQGR
occidental, el número de los ciudadanos participantes.
(OSUREOHPDUDGLFDHQTXHHVHFDPELRH[LJHTXHVHGLVHxH\VHDSOL
que un programa de socialización política, a medio y largo plazo, a toda
la población y desde la infancia, como única política gubernamental para
GHVDUUROODUODUHVSRQVDELOLGDGVXEMHWLYDGHORVLQGLYLGXRV<HVGLItFLOTXH
WDOFRVDVHUHDOLFHSRUTXHORVUHJtPHQHVGHPRFUiWLFRVQRVHKDQGHFLGLGR
KDVWDDKRUDDGH¿QLUVXVSURSLRVVLVWHPDVSRVLWLYRVGHYDORUHVDDUWLFXODU
ORV\DWUDQVPLWLUORV(QUHDOLGDGSDUHFHMXVWL¿FDGDODGHVFRQ¿DQ]DVREUHOD
VLQFHULGDGGHTXLHQHVKDEODQGHODQHFHVLGDGGHFRQVWUXLUODVRFLHGDGFLYLO
ya que tal propuesta parece más un slogan que una meta política real. Sobre
este tema convendría meditar pausadamente en otro momento.

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