Sunteți pe pagina 1din 2

3.2. PLATÓN (428 – 354 A.

C)
Filósofo griego nacido en Atenas, fue el creador de un sistema filosófico y de un método de exposición de la filosofía
que le convierte, probablemente, en el filósofo más influyente de toda la historia. Descendiente de una acomodada
y aristocrática familia, era hijo de Aristón y Perictíona. Tuvo dos hermanos: Adimanto y Glaucón, y una hermana,
Potone. A la muerte de Aristón, la madre de Platón se casó con Pirilampo, un antiguo amigo de Pericles, con quien
tuvo un hijo, Antifón.

Aunque el verdadero nombre de Platón era Aristocles, era conocido por el apodo de Platón debido a su gran
envergadura y a su ancha frente.

Fue el más célebre discípulo de Sócrates. Era una aristócrata que jamás perdonó a los demócratas atenienses el
haber asesinado a su maestro.

Platón concebía a la democracia como el caos y como el gobierno de una muchedumbre violenta e ignorante,
fácilmente manejable por los políticos corruptos.

Platón escribe su máxima obra “La República”, en donde plantea prácticamente todas las preguntas filosóficas.
Plantea además interrogantes morales y políticas sobre el propio Estado: ¿por qué ser ciudadano es algo tan
inevitable como respirar?, ¿por qué el Estado exige fidelidad?, ¿por qué tenemos que obedecer sus leyes? Y ¿por
qué es algo bueno?

Platón es un hombre de “dos mundos”. Cree en el mundo de lo material y en la existencia de otro mundo mejor y
más puro. Sostiene que hay dos clases de conocimiento: el conocimiento empírico (que obtenemos a través de los
sentidos), y un género muy superior de conocimiento que alcanzamos usando la razón.

En cuanto a la ética Platón dice que “el verdadero bien del hombre, la felicidad, habrá de alcanzarse
mediante la práctica de la virtud”. Pero ¿qué es la virtud? Platón acepta fundamentalmente la identificación socrática
entre virtud y conocimiento.

La falta de virtud no supone una perversión de la naturaleza humana; por su propia naturaleza el hombre busca el
bien para sí, pero si desconoce el bien puede tomar como bueno, erróneamente, cualquier cosa y, en consecuencia,
actuar incorrectamente; la falta de virtud es equivalente, pues, a la ignorancia. Sólo quien conoce la Idea de Bien
puede actuar correctamente, tanto en lo público como en lo privado, nos dice Platón en la República.

Al igual que ocurre con los otros aspectos de su filosofía, la ética no es objeto de un tratado específico en el que se
aborde el tema sistemáticamente. El hecho de que muchos de los diálogos platónicos comiencen con alguna
interrogación acerca de la virtud en general, o de determinadas virtudes en particular, muestra claramente, sin
embargo, que el interés por el análisis del comportamiento humano no es algo accidental en Platón. Como
hemos visto en su concepción de la ciudad ideal, el objetivo de la vida del hombre no puede reducirse a la
satisfacción de sus necesidades materiales; más allá de éstas, el hombre debe ser objeto de un desarrollo completo
de su personalidad, de acuerdo con las partes más elevadas de su alma, la irascible y la racional, con el fin de
alcanzar una felicidad identificada con la armonía de su vida.

Si la justicia en la ciudad reside en que cada clase social haga lo que debe hacer, la justicia en el hombre residirá
también en que cada parte del alma haga lo que debe. Ello implica que la vida buena para el hombre es una vida
en la que se atiendan las necesidades "materiales" y "espirituales". El conocimiento y la satisfacción de las
necesidades intelectuales deben ir acompañados de salud, moderación en el disfrute de los bienes materiales, etc.,
lo que pone de manifiesto hasta qué punto la idea de que Platón rechaza de un modo absoluto lo corporal es
injustificada.

El verdadero bien del hombre, la felicidad, habrá de alcanzarse mediante la práctica de la virtud. Pero ¿qué es la
virtud? Platón acepta fundamentalmente la identificación socrática entre virtud y conocimiento. La falta de virtud no
supone una perversión de la naturaleza humana; por su propia naturaleza el hombre busca el bien para sí, pero si
desconoce el bien puede tomar como bueno, erróneamente, cualquier cosa y, en consecuencia, actuar
incorrectamente; la falta de virtud es equivalente, pues, a la ignorancia. Sólo quien conoce la Idea de Bien puede
actuar correctamente, tanto en lo público como en lo privado, nos dice Platón en la República, al terminar la
exposición y análisis del mito de la caverna. Cuando alguien elige una actuación que es manifiestamente mala lo
hace, según Platón, creyendo que el tipo de conducta elegida es buena, ya que nadie opta por el mal a sabiendas
y adrede. En este sentido la virtud cardinal sería la prudencia, la capacidad de reconocer lo que es
verdaderamente bueno para el hombre y los medios de que dispone para alcanzarlo. La dependencia con respecto
al intelectualismo socrático es clara en la reflexión ética de Platón.

La felicidad sólo se alcanza, pues, encontrando la medida o proporción entre una vida sabia y una vida gozosa. Y
para ello es esencial la práctica de la virtud, equivalente en este contexto a parecerse tanto a Dios como al hombre
le sea posible. La ética platónica abarca cuatro virtudes fundamentales que se derivan del análisis de las partes
anímicas que presenta el ser humano (la racional, la irascible y la concupiscible). Así, al alma concupiscible le
corresponde una moderación, una templanza inteligente, ya que todo aquel que se muestre templado en la
búsqueda de la virtud obrará de forma buena y beneficiosa, de modo que la templanza y la sabiduría no son
completamente dispares. En segundo lugar, al alma irascible le atañe una capacidad de sacrificio, una fortaleza de
ánimo ante las adversidades, el coraje propio de los que van a la batalla, que no se apartan de la primera fila pese
a estar expuestos al peligro. Estas dos virtudes se unifican en la presente o generada por la parte racional del alma,
la prudencia, que representa lo verdaderamente bueno para el hombre y los modos para conseguirlo. A su vez, las
tres virtudes precedentes se suman e integran en una cuarta, la más importante, que produce la armonía perfecta
del alma: es la justicia. Sobre estas cuatro virtudes platónicas gira toda la vida moral de los hombres, ya que abarcan
la determinación práctica del bien (prudencia), su efectiva realización social (justicia), el coraje para alcanzarlo o
defenderlo de agresiones o amenazas (fortaleza) y la moderación necesaria en virtud de la cual podemos controlar
y no confundir dicho bien con el exceso placer corporal (templanza).

Platón creyó siempre que nadie optaría por el mal a sabiendas. Pensaba que si alguien actuaba o elegía hacer algo
malo era debido a que se imaginaba que, en realidad, lo que hacía era bueno, aunque de facto fuese todo lo
contrario; si uno se deja arrastrar por la maldad es porque, sostenía Platón, no conocía el verdadero bien, o porque
cede temporalmente a la pasión, obnubilándose durante un tiempo hasta que reconozca, él mismo, que el bien
aparente le parecía el bien auténtico. Esto, sin embargo, no exculparía al individuo de responsabilidad moral, porque
sería autor de una falta grave, al permitir que la pasión dominara sobre su razón.

En la República nos habla Platón de cuatro virtudes principales: la sabiduría, el coraje o fortaleza de ánimo, la
templanza y la justicia. Como hemos visto, establece una correspondencia entre cada una de las virtudes y las
distintas partes del alma y las clases sociales de la ciudad ideal. La parte más elevada del alma, la parte racional,
posee como virtud propia la sabiduría; pero la justicia, la virtud general que consiste en que cada parte del alma
cumpla su propia la función, estableciendo la correspondiente armonía en el hombre, impone los límites o la
proporción en que cada una de las virtudes ha de desarrollarse en el hombre. El hecho de que Platón tenga una
concepción absoluta del Bien hace que la función de la parte racional del alma siga siendo fundamental en la
organización de la vida práctica del hombre, de su vida moral.

Postura Ética

La ética para Platón es que el alma humana está compuesta por tres elementos.

 Intelecto
 Voluntad
 Emoción

Cada uno de los cuales poseen una virtud específica en la persona buena y juega un papel específico. La
virtud del intelecto es la sabiduría, o el conocimiento de los fines de la vida, la de la voluntad es el valor, la capacidad
de actuar y la de las emociones es la templanza o el autocontrol.

S-ar putea să vă placă și