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Lammenrata afirma (2008, 9) que las actuales discusiones sobre escepticismo se concentran en
una variante particular del mismo, a saber, el Cartesiano, y hace hincapié sobre la existencia de
un escepticismo “más básico” del que podría argumentarse que era al que el propio Descartes y
la epistemología moderna quisieron enfrentar: El escepticismo Pirrónico. Lammenrata (2008,
10) afirma que este tipo de escepticismo es el responsable de haber creado una crisis escéptica
por el redescubrimiento de los trabajos de Sexto Empírico durante el Renacimiento y, pese a su
importancia derivada de este hecho, afirma Lammenrata que aún no disponemos ni de una
formulación adecuada del problema ni, mucho menos, de una respuesta satisfactoria para el
mismo. Con estos hechos como antecedentes, Lammenrata se propone una doble tarea: i)
vindicar el escepticismo pirrónico en la escena epistemológica actual ofreciendo una formulación
adecuada de la problemática que plantea y ii) mostrar su vigencia contrastándolo con ciertas
posturas en la epistemología contemporánea y mostrando la incapacidad de éstas últimas para
hacerle frente.
Según Lammenranta, tres son las interpretaciones disponibles del problema pirrónico:
a) una interpretación teórica; b) una interpretación psicológica; y c) una interpretación dialéctica.
De acuerdo a Lammenrata, la única interpretación que convierte al escepticismo pirrónico en un
problema genuino para la teoría de la justificación epistémica y para la justificación de nuestras
creencias en general es la interpretación dialéctica.
a) Interpretación teórica:
En la epistemología contemporánea, dice Lammenratna (2008, 10) los problemas escépticos son
tomados como teóricos, es decir como problemas que argumentan a favor de la imposibilidad del
conocimiento o de que tengamos creencias justificadas, pero cuya conclusión es inaceptable. Así,
en lugar de aceptar la conclusión de los argumentos escépticos, nuestras teorías de la
justificación epistémica deben explicar estos argumentos como “casos patológicos, señalando
aquello que anda mal en ellos y mostrar cómo el conocimiento y la creencia verdadera son
posibles después de todo. Afirma Lammenranta que el supuesto error en los argumentos
escépticos es normalmente detectado en las premisas epistémicas. De esta forma, desde una
postura teórica, el argumento pirrónico es interpretado como la imposibilidad de que los seres
finitos puedan tener creencias justificadas. La tarea de la teoría epistemológica se reduce,
entonces, a explicar cómo, en efecto, es posible tener conocimiento y creencias justificadas para
los seres finitos.
1) Para estar justificado en creer algo, uno debe creerlo sobre la base de buenas razones.
2) Las buenas razones deben ser ellas mismas creencias justificadas.
3) Por tanto, para estar justificado en creer algo, uno debe creerlo sobre la base de un
numero infinito de buenas razones.
4) Ningún ser humano puede tener un número infinito de buenas razones.
5) Por tanto, es humanamente imposible tener creencias justificadas.
Lammenranta considera que esta lectura del argumento escéptico está equivocada debido a que
el escéptico tendría que comprar premisas epistemológicas puesto que este argumento pone en
jaque a nuestras creencias sólo si el infinitismo configura una visión intuitivamente plausible de
la justificación. En todo caso, el escéptico tendría la responsabilidad de persuadirnos de la
plausibilidad del infinitismo y por tanto, estaría aceptando una cierta postura epistemológica.
Lammenranta rechaza esta lectura, entonces, debido a que supone una interpretación, digamos,
poco económica del argumento pirrónico.
Ahora bien, el argumento pirrónico aceptado y expuesto por Lammenranta tiene la siguiente
estructura:
1) S cree que P.
2) S* cree que p no es el caso.
3) A lo más uno de ellos está en lo correcto.
4) El desacuerdo entre S y S* es irresoluble.
5) Por tanto S y S* deben suspender el juicio acerca de p.
b) Interpretación psicológica:
c) Interpretación dialéctica:
Lammeranta pretende ofrecer una lectura que podemos llamar deflacionista o que busca
interpretar el problema pirrónico con la menor cantidad de supuestos posibles. Según él, su
interpretación indica que el escéptico sólo supone que, para resolver un desacuerdo de forma
racional, es necesario hacerlo con base en razones indisputadas, es decir, sobre las que no exista
desacuerdo alguno. Pero me parece que Lammenranta pasa por alto que el escéptico podría estar
comprometido con más supuestos epistemológicos de los que prima facie parece. Considero que,
si de acuerdo a la lectura normativa sería correcto suspender el juicio a la luz de la diafonía,
entonces el escéptico tendría que aceptar que es correcto adoptar una creencia siempre y cuando
la evidencia que respalda su verdad sea indisputada. Me parece que esto es correcto ya que el
escéptico acepta que debemos suspender el juicio con base en un balance de consideraciones
evidenciales que nos conducen a una equipolencia de juicios. Estas consideraciones hablan a
favor de la verdad de una creencia o de su negación (que implicaría la falsedad de esa creencia),
de acuerdo a esto, parece ser que, de acuerdo al escéptico, la cuestión de qué actitud doxástica
respecto de una proposición es correcto tener depende de responder a la pregunta de sobre si la
creencia en cuestión es verdadera. Esto implica que el escéptico se compromete con una cierta
visión de la normatividad doxástica. Particularmente, me pare que el escéptico pirrónico acepta
lo que se conoce como la norma de la creencia: responder a la pregunta si es correcto creer que
p, depende de responder primero a la pregunta si p es verdadera (Shah y Velleman, 2005). Con
esto en mente, considero que la posición del pirrónico de Lammenranta se acerca mucho a una
variante del internismo evidencialista, particularmente a aquel expuesto por Earl Conee y
Richard Feldman para el cual la adopción correcta de una actitud doxástica respecto de una
proposición depende de un balance de la evidencia relevante para la verdad de esa proposición,
así, la evidencia disponible nos indica tres posibles actitudes doxásticas: creer una proposición,
negar una proposición o suspender el juicio sobre la verdad de esta proposición.
De acuerdo a lo anterior parece ser que la suspensión del juicio para el escéptico está
motivada por razones exclusivamente epistémicas. Empero, esto no me parecería especialmente
problemático sino fuese a que el propio Sexto Empírico parece insinuar que la suspensión del
juicio está motivada por razones prácticas, en particular, por el objetivo de obtener la
tranquilidad del alma (Esbozos del pirronismo, I:XII 25-29). De esta forma, el escéptico
pirrónico parece aceptar dos tipos de normatividad distintas para determinar la adopción de una
determinada actitud doxástica: una epistémica y una práctica. Lammenranta no considera la
posibilidad de la existencia de una tensión debido a esto y parece ignorar, casi explícitamente,
los pasajes en los que Sexto considera a la suspensión del juicio como una finalidad más bien
práctica que epistémica como producto, considero, de su tendencia por buscar una lectura lo más
económica posible del problema pirrónico. Empero, creo que lo dicho hasta aquí muestra un
punto importante para reconsiderar la lectura de Lammenranta: el escéptico pirrónico parece
comprar más supuestos epistemológicos y normativos de los que, prima facie, parece.
Lo anterior nos conduce a otro punto que me gustaría considerar: Lammenranta interpreta
el problema pirrónico de tal suerte que el escéptico tiene por objetivo conducirnos a la
suspensión del juicio. Esto es, el argumento escéptico no tiende a demostrar la incapacidad
humana para encontrar creencias justificadas o conocimiento, sino que para que el escéptico se
salga con la suya basta con que suspendamos el juicio. Lo que en todo caso no explica
Lammenrata es, suponiendo que el argumento escéptico configura un verdadero problema para
nuestras creencias, porqué, efectivamente, la suspensión del juicio resulta tan problemática; o
bien, cuál es la relevancia epistemológica o práctica de la suspensión del juicio. Lammenranta
asume que la suspensión del juicio es problemática toda vez que estamos interesados en conocer
la verdad de una proposición. Sin embargo, creo que no podemos meramente asumir esto como
un interés epistémico en general. Considero que la suspensión del juicio se vuelve problemática
toda vez que consideramos que la verdad o el conocimiento deben ser fines asequibles, empero
esta es una posición que no es compatible con toda doctrina epistemológica (como el falibilismo,
por ejemplo). ¿Y lo anterior no significa acaso que la relevancia del argumento pirrónico estaría
determinada en función de que creemos que podemos alcanzar el conocimiento y la verdad? Si
esto es verdad, ¿por qué desechar, entonces, una lectura teórica del argumento pirrónico siendo
que aún en su interpretación dialéctica su relevancia epistemológica dependería de que creemos
que podemos alcanzar la verdad?
Considerando que la suspensión del juicio puede no ser tan problemática después de todo,
se me ocurre que Lammenranta podría pecar de reduccionista cuando considera que sólo
disponemos de tres estrategias para frenar el argumento pirrónico. Después de todo, podemos
considerar una salida al problema pirrónico por medios falibilistas, debilitando el supuesto
interés que los agentes cognoscentes tienen en la verdad. Además, es claro que Lammenranta no
considera una, y quizás la más importante y eficaz, salida al problema pirrónico propuesta ya en
algunos trabajos (de Teresa, 2014, por ejemplo) que consistiría en argumentar a partir de los
propios presupuestos del escéptico. Finalmente, si el pirrónico mismo acepta las reglas de la
dialéctica para sustentar sus alegatos, entonces en ellas mismas se encuentra la clave para
refutarle en su propio juego, pues nadie puede razonablemente rechazar aquello que el mismo ha
propuesto.
Bibliografía:
Conee, Earl y Feldman, Richard (1985), “Evidentialism” Philosophical Studies 48 (1):15 – 34.
De Teresa, José 2014. Conocimiento reflexivo, fundamentos y ultrascepticismo, en Dudas
Filosóficas, ed Ornelas J. Y Cintora, UAM-Gedisa: México, 351-382.
Shah, Nishi y Velleman, David 2005. “Doxastic deliberation” Philosophical Review 14 (4):497-
534.