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Análisis de las posiciones de Lammeranta en “The pyrrhonian problematic”

Por Víctor Alejandro Benavente Vázquez.

Lammenrata afirma (2008, 9) que las actuales discusiones sobre escepticismo se concentran en
una variante particular del mismo, a saber, el Cartesiano, y hace hincapié sobre la existencia de
un escepticismo “más básico” del que podría argumentarse que era al que el propio Descartes y
la epistemología moderna quisieron enfrentar: El escepticismo Pirrónico. Lammenrata (2008,
10) afirma que este tipo de escepticismo es el responsable de haber creado una crisis escéptica
por el redescubrimiento de los trabajos de Sexto Empírico durante el Renacimiento y, pese a su
importancia derivada de este hecho, afirma Lammenrata que aún no disponemos ni de una
formulación adecuada del problema ni, mucho menos, de una respuesta satisfactoria para el
mismo. Con estos hechos como antecedentes, Lammenrata se propone una doble tarea: i)
vindicar el escepticismo pirrónico en la escena epistemológica actual ofreciendo una formulación
adecuada de la problemática que plantea y ii) mostrar su vigencia contrastándolo con ciertas
posturas en la epistemología contemporánea y mostrando la incapacidad de éstas últimas para
hacerle frente.

Según Lammenranta, tres son las interpretaciones disponibles del problema pirrónico:
a) una interpretación teórica; b) una interpretación psicológica; y c) una interpretación dialéctica.
De acuerdo a Lammenrata, la única interpretación que convierte al escepticismo pirrónico en un
problema genuino para la teoría de la justificación epistémica y para la justificación de nuestras
creencias en general es la interpretación dialéctica.

a) Interpretación teórica:

En la epistemología contemporánea, dice Lammenratna (2008, 10) los problemas escépticos son
tomados como teóricos, es decir como problemas que argumentan a favor de la imposibilidad del
conocimiento o de que tengamos creencias justificadas, pero cuya conclusión es inaceptable. Así,
en lugar de aceptar la conclusión de los argumentos escépticos, nuestras teorías de la
justificación epistémica deben explicar estos argumentos como “casos patológicos, señalando
aquello que anda mal en ellos y mostrar cómo el conocimiento y la creencia verdadera son
posibles después de todo. Afirma Lammenranta que el supuesto error en los argumentos
escépticos es normalmente detectado en las premisas epistémicas. De esta forma, desde una
postura teórica, el argumento pirrónico es interpretado como la imposibilidad de que los seres
finitos puedan tener creencias justificadas. La tarea de la teoría epistemológica se reduce,
entonces, a explicar cómo, en efecto, es posible tener conocimiento y creencias justificadas para
los seres finitos.

Según Lammenranta, la interpretación teórica contiene la forma standard de entender el


argumento pirrónico; a saber, como una especie regreso al infinito. La estructura del argumento
pirrónico de acuerdo a tal interpretación sería la siguiente:

1) Para estar justificado en creer algo, uno debe creerlo sobre la base de buenas razones.
2) Las buenas razones deben ser ellas mismas creencias justificadas.
3) Por tanto, para estar justificado en creer algo, uno debe creerlo sobre la base de un
numero infinito de buenas razones.
4) Ningún ser humano puede tener un número infinito de buenas razones.
5) Por tanto, es humanamente imposible tener creencias justificadas.

Lammenranta considera que esta lectura del argumento escéptico está equivocada debido a que
el escéptico tendría que comprar premisas epistemológicas puesto que este argumento pone en
jaque a nuestras creencias sólo si el infinitismo configura una visión intuitivamente plausible de
la justificación. En todo caso, el escéptico tendría la responsabilidad de persuadirnos de la
plausibilidad del infinitismo y por tanto, estaría aceptando una cierta postura epistemológica.
Lammenranta rechaza esta lectura, entonces, debido a que supone una interpretación, digamos,
poco económica del argumento pirrónico.

Ahora bien, el argumento pirrónico aceptado y expuesto por Lammenranta tiene la siguiente
estructura:

1) S cree que P.
2) S* cree que p no es el caso.
3) A lo más uno de ellos está en lo correcto.
4) El desacuerdo entre S y S* es irresoluble.
5) Por tanto S y S* deben suspender el juicio acerca de p.

Según entiendo a Lammenrata, el argumento transita desde el desacuerdo a la suspensión del


juicio y tanto la interpretación psicológica como la interpretación dialéctica, aceptan esta forma
del argumento escéptico, pero ambas difieren en la interpretación de 4).

b) Interpretación psicológica:

La interpretación psicológica del argumento pirrónico consiste en entender el problema que


plantea sobre la base de la capacidad del pirrónico para argumentar a favor y en contra de una
proposición, de forma tal que se le confiera a la proposición y su negación la misma fuerza
argumentativa. Esto nos colocaría ante la incapacidad de un agente cognoscente (que puede ser
el pirrónico mismo) para decidir cuál, si una proposición o su negación, es verdadera. Según esta
interpretación, es la habilidad del escéptico para conferirles la misma plausibilidad a posiciones
contrarias lo que nos lleva a suspender el juicio. Creo que Lammenrata le llama psicológica a
esta interpretación debido a que la inhabilidad de decidir si una creencia o su negación es
verdadera se reduce a dificultades psicológicas, subjetivas y a que en ella no se asume la
existencia de dificultades objetivas. Además, en esta lectura el “deben” de la conclusión debe ser
leído causalmente, no normativamente, es decir, no se asume que es correcto suspender el juicio,
sino sólo que uno le suspenderá como consecuencia de las dificultades psicológicas para decidir
la verdad o la falsedad de una proposición. La principal inconformidad de Lammenrata con esta
interpretación es que rara vez ocurre que los pros y contra de una proposición sean igualmente
convincentes (2008, 14) y que por ello tengamos dificultades subjetivas para decidir. Así, según
Lammenranta, la interpretación psicológica convierte al escepticismo pirrónico en un asunto
completamente trivial, pues rara vez habría instancias plausibles del argumento pirrónico (2008,
15).

c) Interpretación dialéctica:

Según Lammenranta, disponemos de una tercera alternativa para reconstruir e interpretar el


problema pirrónico de forma plausible y lo más deslindado posible de presuposiciones
epistemológicas. Esta alternativa se realiza con la interpretación dialéctica. En esta lectura, el
desacuerdo planteado en 4) se debe a dificultades objetivas y no psicológicas, por ende, la
suspensión del juicio es normativa: sería correcto suspender el juicio si se cumplen ciertas
condiciones. Así, la conclusión del argumento pirrónico establece un estándar correcto de
conducta epistémica a la luz de circunstancias objetivas. Pero, ¿Cómo explica Lammenranta que
las dificultades que convierten al desacuerdo en irresoluble son de orden objetivo? Según
Lammenranta (2008, 18), para negar que los desacuerdos son irresolubles, el objetor del
argumento pirrónico tendría que negar 4). Sin embargo es aquí en donde el escéptico puede
recurrir a los modos de Agripa para defender su argumento: si alguien quiere negar 4) entonces
tiene que explicar cómo los desacuerdos se pueden resolver, pero para ello el objetor de 4)
tendría que recurrir a una razón r para negarle que, a su vez, sería objeto de disputa. Así, para
defender r, el objetor de 4) tendría que recurrir a una razón r* para defender r que, a su vez, sería
también objeto de disputa y así sucesivamente en una cadena lineal de justificación que termina
por ser víctima del trilema de Agripa. Creo que, según Lammenranta, la finalidad de los modos
de Agripa es, entonces, la de reforzar el argumento procedente de la diafonía y se encuentran,
por tanto, subordinados al modo de la diafonía. Por otro lado, Lammenranta considera que el
pirrónico puede dar cuenta satisfactoriamente de que toda razón puede ser objeto de disputa
debido a dificultades objetivas apoyándose en a) los diez modos de Arcesilao que plantean
dificultades objetivas para validar las apariencias debido a b) la distinción (presupuesta por el
pirronismo) entre las apariencias y la realidad que, según Lammenranta, aplica a todas nuestras
representaciones sobre el mundo, incluyendo a las doxásticas y no sólo a las sensibles de tal
suerte que la diafonía se presenta no sólo al nivel de las apariencias sensibles, sino al nivel de
nuestras representaciones doxásticas.

En esta lectura, el problema pirrónico es dialéctico, no teórico o práctico: somos


incapaces de resolver desacuerdos acerca de la realidad de las cosas sin ofrecer razones
indisputadas. Lo único que asume es que para resolver adecuadamente o de forma racional un
desacuerdo debemos hacerlo sobre la base de razones indisputadas (2008, 10). Esta lectura,
además de ser la más económica, sugiere una versión mucho más robusta del mismo que las
lecturas anteriores, convirtiéndolo en un verdadero desafío para la justificación de nuestras
creencias. Así, Lammenrata concluye que la interpretación dialéctica es la forma más adecuada
de interpretar al problema pirrónico y explicar la crisis escéptica que éste causó durante el
renacimiento. Observamos, además, que en la lectura sugerida por Lammenranta la diafonía
constituye el principal tropo de los modos de Agripa, los demás tropos están subordinados a este.
Por tanto, se aparta de la interpretación tradicional que sugiere que los tropos principales son
aquellos que configuran el trilema de Agripa y que usualmente ignora los tropos de la diafonía y
la relatividad. De acuerdo a lo dicho, podemos enfatizar particularmente dos puntos sobre la
lectura de Lammenranta: a) Privilegia la diafonía como el tropo escéptico principal y b) tal
parece que la finalidad primaria del escéptico es llevarnos a la suspensión del juicio, no a aceptar
que no hay posibilidad alguna de tener creencias epistémicamente justificadas.

Lammeranta pretende ofrecer una lectura que podemos llamar deflacionista o que busca
interpretar el problema pirrónico con la menor cantidad de supuestos posibles. Según él, su
interpretación indica que el escéptico sólo supone que, para resolver un desacuerdo de forma
racional, es necesario hacerlo con base en razones indisputadas, es decir, sobre las que no exista
desacuerdo alguno. Pero me parece que Lammenranta pasa por alto que el escéptico podría estar
comprometido con más supuestos epistemológicos de los que prima facie parece. Considero que,
si de acuerdo a la lectura normativa sería correcto suspender el juicio a la luz de la diafonía,
entonces el escéptico tendría que aceptar que es correcto adoptar una creencia siempre y cuando
la evidencia que respalda su verdad sea indisputada. Me parece que esto es correcto ya que el
escéptico acepta que debemos suspender el juicio con base en un balance de consideraciones
evidenciales que nos conducen a una equipolencia de juicios. Estas consideraciones hablan a
favor de la verdad de una creencia o de su negación (que implicaría la falsedad de esa creencia),
de acuerdo a esto, parece ser que, de acuerdo al escéptico, la cuestión de qué actitud doxástica
respecto de una proposición es correcto tener depende de responder a la pregunta de sobre si la
creencia en cuestión es verdadera. Esto implica que el escéptico se compromete con una cierta
visión de la normatividad doxástica. Particularmente, me pare que el escéptico pirrónico acepta
lo que se conoce como la norma de la creencia: responder a la pregunta si es correcto creer que
p, depende de responder primero a la pregunta si p es verdadera (Shah y Velleman, 2005). Con
esto en mente, considero que la posición del pirrónico de Lammenranta se acerca mucho a una
variante del internismo evidencialista, particularmente a aquel expuesto por Earl Conee y
Richard Feldman para el cual la adopción correcta de una actitud doxástica respecto de una
proposición depende de un balance de la evidencia relevante para la verdad de esa proposición,
así, la evidencia disponible nos indica tres posibles actitudes doxásticas: creer una proposición,
negar una proposición o suspender el juicio sobre la verdad de esta proposición.
De acuerdo a lo anterior parece ser que la suspensión del juicio para el escéptico está
motivada por razones exclusivamente epistémicas. Empero, esto no me parecería especialmente
problemático sino fuese a que el propio Sexto Empírico parece insinuar que la suspensión del
juicio está motivada por razones prácticas, en particular, por el objetivo de obtener la
tranquilidad del alma (Esbozos del pirronismo, I:XII 25-29). De esta forma, el escéptico
pirrónico parece aceptar dos tipos de normatividad distintas para determinar la adopción de una
determinada actitud doxástica: una epistémica y una práctica. Lammenranta no considera la
posibilidad de la existencia de una tensión debido a esto y parece ignorar, casi explícitamente,
los pasajes en los que Sexto considera a la suspensión del juicio como una finalidad más bien
práctica que epistémica como producto, considero, de su tendencia por buscar una lectura lo más
económica posible del problema pirrónico. Empero, creo que lo dicho hasta aquí muestra un
punto importante para reconsiderar la lectura de Lammenranta: el escéptico pirrónico parece
comprar más supuestos epistemológicos y normativos de los que, prima facie, parece.

Ahora bien, de acuerdo a Lammenranta si aceptamos las premisas 1) y 2) del argumento


escéptico como no problemáticas nos quedan tres opciones para frenar el argumento pirrónico:
rechazar 3), 4) o 5). Según Lammenranta, 3) puede ser rechazada apelando al relativismo o al
antirrealismo; 4) puede rechazarse apelando al fundacionismo cartesiano; y el paso inferencial de
1)- 4) a 5) puede ser rechazada apelando al internismo o al externismo. Según Lammenranta
ninguna de estas alternativas es exitosa para frenar el argumento pirrónico y, por tanto, la
diafonía no tendría solución alguna. Las críticas realizadas por Lammenranta a las estrategias de
rechazar 3) apelando al relativismo o rechazar 4) apelando al fundacionismo cartesiano, no me
parecen especialmente problemáticas y coincido con Lammenranta en la mayor de los puntos
que sugiere. Es la crítica escéptica que Lammenranta realiza a la estrategia restante que sugiere
bloquear el paso inferencial de 1)- 4) a 5) apelando al internismo o al externismo, la que me
parece un poco problemática. Consideremos tales críticas.

Para elaborar su crítica escéptica al internismo Lammenranta ofrece un argumento en el


que nos pide imaginar dos agentes cognoscentes, ambos sostienen posiciones opuestas, p y no p,
ambos tienen buenas razones, esto es, evidencia para sostener su creencia. Desde el punto de
vista del internismo, como ambos agentes están justificados en adoptar su creencia, no hay razón
para suspender el juicio y ambos tienen permitido apegarse a su particular punto de vista. Según
Lammenranta, el punto de vista internista asegura justificación para ambos agentes. A esto,
Lammenrata objeta que, si ambos agentes se apegan a su particular punto de vista, entonces en
vista de que ambos agentes están justificados, lo único que hacen es posponer arbitrariamente el
problema cuando lo que un agente interesado en descubrir la verdad debería hacer es suspender
el juicio. Según Lammenranta, al apegarse a su particular punto de vista, los agentes
manifestarían una conducta epistémicamente incorrecta pues, según concluye la argumentación
pirrónica, cuando la balanza evidencial no se inclina a favor de una posición u otra, lo
epistémicamente correcto por hacer es suspender el juicio.

La principal objeción que Lammenrata realiza contra el externismo se expresa en un


tenor similar a aquella que lanza contra el internismo. Según Lammenranta, el externismo
garantiza justificación para creer la verdad de una proposición sin que los agentes tengan acceso
a los factores que hacen posible tal justificación: supongamos nuevamente que hay dos agentes
que a través de un proceso confiable de producción de creencias (confiabilismo) han llegado a
creencias opuestas. En este caso, como en el del internismo, el externismo garantiza justificación
para ambos agentes, pero sin que estos tengan acceso a lo que convierte en verdaderas a sus
creencias. Suponiendo que ambos agentes sostienen posiciones contrarias para sostener la verdad
de su creencia y ambas posturas están epistémicamente justificadas, entonces no tenemos manera
de discernir cuál de ellas es la que, con total certeza, es verdadera. Por tanto, si ambos agentes
están interesados en descubrir la verdad, ambos tendrían que suspender el juicio sobre su
creencia a la luz de la imposibilidad de decidir cuál de ellos está verdaderamente en lo correcto.

En ambos casos, el argumento de Lammenranta funciona si se presupone que los agentes


cognoscentes tienen un interés en la verdad, sin embargo, Lammenranta no explica por qué desde
el punto de vista del internismo y el externismo los agentes cognoscentes deben tener tal interés.
Finalmente, lo que a ambas posturas interesa es definir una serie de condiciones que predigan
justificación para nuestras creencias, de tal forma que aun cuando los agentes tengan que
suspender el juicio debido a la argumentación escéptica, posiciones epistémicamente justificadas
siguen siendo posibles. Recordemos que Conee y Feldman, por ejemplo, aceptan explícitamente
que la suspensión del juicio es una actitud doxástica epistémicamente justificada.

Lo anterior nos conduce a otro punto que me gustaría considerar: Lammenranta interpreta
el problema pirrónico de tal suerte que el escéptico tiene por objetivo conducirnos a la
suspensión del juicio. Esto es, el argumento escéptico no tiende a demostrar la incapacidad
humana para encontrar creencias justificadas o conocimiento, sino que para que el escéptico se
salga con la suya basta con que suspendamos el juicio. Lo que en todo caso no explica
Lammenrata es, suponiendo que el argumento escéptico configura un verdadero problema para
nuestras creencias, porqué, efectivamente, la suspensión del juicio resulta tan problemática; o
bien, cuál es la relevancia epistemológica o práctica de la suspensión del juicio. Lammenranta
asume que la suspensión del juicio es problemática toda vez que estamos interesados en conocer
la verdad de una proposición. Sin embargo, creo que no podemos meramente asumir esto como
un interés epistémico en general. Considero que la suspensión del juicio se vuelve problemática
toda vez que consideramos que la verdad o el conocimiento deben ser fines asequibles, empero
esta es una posición que no es compatible con toda doctrina epistemológica (como el falibilismo,
por ejemplo). ¿Y lo anterior no significa acaso que la relevancia del argumento pirrónico estaría
determinada en función de que creemos que podemos alcanzar el conocimiento y la verdad? Si
esto es verdad, ¿por qué desechar, entonces, una lectura teórica del argumento pirrónico siendo
que aún en su interpretación dialéctica su relevancia epistemológica dependería de que creemos
que podemos alcanzar la verdad?

Considerando que la suspensión del juicio puede no ser tan problemática después de todo,
se me ocurre que Lammenranta podría pecar de reduccionista cuando considera que sólo
disponemos de tres estrategias para frenar el argumento pirrónico. Después de todo, podemos
considerar una salida al problema pirrónico por medios falibilistas, debilitando el supuesto
interés que los agentes cognoscentes tienen en la verdad. Además, es claro que Lammenranta no
considera una, y quizás la más importante y eficaz, salida al problema pirrónico propuesta ya en
algunos trabajos (de Teresa, 2014, por ejemplo) que consistiría en argumentar a partir de los
propios presupuestos del escéptico. Finalmente, si el pirrónico mismo acepta las reglas de la
dialéctica para sustentar sus alegatos, entonces en ellas mismas se encuentra la clave para
refutarle en su propio juego, pues nadie puede razonablemente rechazar aquello que el mismo ha
propuesto.
Bibliografía:

Conee, Earl y Feldman, Richard (1985), “Evidentialism” Philosophical Studies 48 (1):15 – 34.
De Teresa, José 2014. Conocimiento reflexivo, fundamentos y ultrascepticismo, en Dudas
Filosóficas, ed Ornelas J. Y Cintora, UAM-Gedisa: México, 351-382.

Empírico, Sexto 1993, Esbozos pirrónicos, Gredos: Madrid, España.


Lammenranta, Marcus 2008. “The Pyrrhonian problematic” en The Oxford Handbook of
Skepticism, ed. John Greco, Oxford University Press, 9—33.

Shah, Nishi y Velleman, David 2005. “Doxastic deliberation” Philosophical Review 14 (4):497-
534.

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