ENSAYO DE CRÍTICA TEÓRICA: Beguiristain, María Teresa. Hume y Su Influencia en Las Difíciles Relaciones Entre La Norma y El Gusto. Constanza Chiorino C.
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ENSAYO DE CRÍTICA TEÓRICA
Lectura: Beguiristain, María Teresa. Hume y su influencia en las difíciles relaciones entre la norma y el gusto.
Constanza Chiorino C.
Titlu original
ENSAYO DE CRÍTICA TEÓRICA: Beguiristain, María Teresa. Hume y su influencia en las difíciles relaciones entre la norma y el gusto. Constanza Chiorino C.
ENSAYO DE CRÍTICA TEÓRICA
Lectura: Beguiristain, María Teresa. Hume y su influencia en las difíciles relaciones entre la norma y el gusto.
Constanza Chiorino C.
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ENSAYO DE CRÍTICA TEÓRICA: Beguiristain, María Teresa. Hume y Su Influencia en Las Difíciles Relaciones Entre La Norma y El Gusto. Constanza Chiorino C.
ENSAYO DE CRÍTICA TEÓRICA
Lectura: Beguiristain, María Teresa. Hume y su influencia en las difíciles relaciones entre la norma y el gusto.
Constanza Chiorino C.
Profesor Ángel Álvarez Solis Mg. Estéticas Americanas
ENSAYO DE CRÍTICA TEÓRICA Nº 02
Lectura: Beguiristain, María Teresa. Hume y su influencia
en las difíciles relaciones entre la norma y el gusto.
Constanza Chiorino C.
Esta obra de María Teresa Beguiristain nos presenta una postura
insubordinada y crítica respecto de la instalada necesidad de encontrar cierta normatividad que dote de “objetividad” al juicio estético, en el juicio crítico de asignación de valor artístico, y por lo tanto lo valide frente a las disciplinas y/o áreas de conocimiento ajenas al campo estético-artístico. Con el fin de dilucidar las cuestiones de norma y juicio, Beguiristain analiza las bases de la norma estética a través de la relación entre norma y gusto propuesta por David Hume y sus influencias en el debate contemporáneo.
La autora reflexiona inicialmente sobre el contexto de Hume, momento en
el que se instaura hegemónicamente una nueva forma de pensamiento: el método analítico. No es extraño entonces el intento por normalizar de manera análoga el campo de la filosofía y de la apreciación de las artes. “La ilustración descubre y defiende apasionadamente la autonomía de la razón y la establece con firmeza en el campo del conocimiento, tan profundamente que, tan sólo en nuestros días, comenzamos a considerar que, quizá, tal autonomía no se un axioma, un a priori” (Beguiristain, 21). Hume establece una “Norma del Gusto” con estos fines, así como la norma de la razón ampara su verdad en los hechos, para Hume, existiría un método de traducir los juicios de valor a juicios factuales. Si bien constata la gran variedad de gustos y opiniones, los cuales residen en el individuo, para Hume existe “el buen gusto”, que residiría en el refinamiento de la observación y la comparación práctica entre obras de arte evitando prejuicios. Esta afirmación implica que existirían individuos “conocedores” cuyos juicios serían de mayor validez. Así también, las obras serían analizadas por sus características concretas, siendo estas la evidencia fáctica, los hechos. Este tipo de juicio, al ser objetivos, no daría cabida a desacuerdos, por otra parte, los desacuerdos irreconciliables serían los basados en las preferencias, no en la razón, los cuales se deberían al temperamento, edad y/o cultura, que a su vez se basan en modas, hábitos o costumbres. Tendríamos entonces dos tipos de juicios, uno crítico valorativo y otro de gusto que muestra las preferencias del observador. Al criterio se le podrían asignar así dos usos; apreciación y designación.
Exponiendo cómo se relacionan norma y juicio en tres teorías actuales: (1)
la teoría institucional, (2) las teorías de la expresión artística y (3) las ideas Kantianas sobre la unidad orgánica y el carácter cognitivo de la percepción, además de otros pensadores, Beguiristain expone las problemáticas al momento de pensar en un juicio crítico cuando aún no se solucionan los problemas metodológicos planteados inicialmente por Hume hace más de doscientos años respecto a la relación entre norma y juicio, que aún hoy nos siguen remitiendo al individuo y su gusto-criterio. La autora desenmascara una suerte de método científico de la moral explicitando que el juicio crítico implica un juicio de valor, pero no así el juicio de gusto, lo que podría rescatar algunas consideraciones respecto a éste. Consecutivamente, abre una dimensión del juicio incorporando un nuevo factor: la actitud del individuo frente a la obra, incitando a centrar el interés en la “capacidad de la obra de arte de extender y profundizar nuestra habilidad apreciadora” (Beguiristain, 32) y por tanto en la experiencia del arte.
“La evaluación estética afirma una calidad intrínseca a la propia experiencia
y aquí reside la característica definitoria de la distinción entre la evaluación estética y la valoración por medio de criterios objetivos” (Beguiristain, 33-34).
El alcance de su manifiesto respecto a que la única diferenciación
relevante del “juicio estético” en relación otros juicios es que se basa en la percepción discriminativa y que esta capacidad perceptiva o apreciativa es una habilidad cognitiva, es probablemente una posibilidad democratizadora de la experiencia estética. Al eliminar la idea de valor en los juicios críticos y por tanto la búsqueda y necesidad de una norma, se abren las posibilidades emancipadoras de la apreciación estética y de las artes. A mi juicio, aquí aparecen dos implicancias de interés, por un lado, al no primar una racionalización que pertenece al plano puramente mental se abre la posibilidad de validación del conocimiento sensible, y por otra parte, al prescindir de la norma, se rompe con la omnipotencia del “conocedor” que disfraza un juicio ético-moral. Además, yendo un poco más lejos al evitar catalogar la producción como “obra de arte” vuelven a ser válidas apreciaciones de función y significado que imposibilitarían las lógicas transaccionales del mercado del arte y la supremacía de las opiniones de sus “comentaristas” más populares.