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lajiribilla@cubarte.cult.cu
En cierto lugar del mundo hay un país tan pequeño que en los mapas no aparece ni siquiera
seña-lado con un punto. Allí los árboles son enanos, los animales parecen de juguete y, por eso, las
vacas no dan más que tres dedales de leche. Otra cosa intere-sante es que los niños de ese país no
saben llo-rar porque nunca se enferman ni les duelen las muelas.
Durante un día del año, que no se anuncia para que la sorpresa resulte mayor, llega el Rey de los
Caramelos entre ruido de música y seguido por bandadas de zunzunes y tomeguines. El rey, en
lugar de corona, luce un raro sombrerete de cristal y viste uniforme de raso verde con botones
dorados y un manto salpicado de estrellas de papel de chocolate.
¡Qué alegre es el cortejo! El rey saca el pecho, haciendo sonar su trompeta: ¡Tararirarí-Tararirarí!,
y mientras se escucha el toque los juguetes se mueven solos y las gallinas ponen huevos rosados.
Hubo una vez en que las flores, al pasar el rey, salieron volando como mariposas. En otra ocasión
que todos recuerdan muy bien, la mata de mandarinas de doña Moña —la única persona adulta
del país y que está dedicada a contar cuentos— en lugar de llenarse de frutas se cu-brió de
cascabeles.
Muchas otras cosas sorprendentes ocurren en ese pueblo tan le-jano y escondido pero son tantas
que habría que escribir un libro para contarlas.
Nosotros, desde los territorios cercanos al minúsculo estado, y cada doce meses, hemos podido
escuchar el alegre aviso de la trom-peta del rey: ¡Tararirarí-Tararirarí!
Si ustedes logran escucharla, en ese mismo momento se les lle-narán los bolsillos de caramelos.
Adivina Quién Será
Liuba Maria Hevia
sale de paseo
por el platanal
a tomar rocío
con su delantal.
Guardado en su casa
no deja de andar
este Señor serio
tac tic tac tic tac.
A que no adivinas
quién es la real
Señora del campo
delgada sin par.