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Foucault empieza su análisis afirmando que hace 10 o quince años se empieza a desarrollar una crítica a las

prácticas y a los discursos que fundamentan la realidad social. A partir de esta crítica se construye una consciencia
con respecto a la existencia de teorías que se consideran universales y el efecto inhibitorio de las mismas sobre
formas de saber locales. De hecho, la primera característica de la crítica es que es local, es decir, implica una
producción teórica autónoma, no centralizada que no necesita para ser válida de normas globales que la sustenten.
La segunda característica consiste en el hecho de que esta se ha realizado a partir de lo que podríamos llamar los
retornos del saber, produciéndose por lo tanto una insurrección de los saberes sometidos. Estos consisten en
aquellos bloques de saberes históricos que eran calificados como incompetentes o insuficientemente elaborados,
con respecto al carácter del conocimiento exigido por aquello considerado científico. Gracias a la erudición, la
crítica ha hecho reaparecer. En segundo lugar, consiste en ese conjunto de saberes Estos saberes son los saberes
históricos de la lucha, y deben su fuerza a la dureza con que se oponen a lo que los rodea. A partir de ellos ha
operado la crítica.
Mientras que la arqueología consiste en el método para el análisis de las discursividades locales; las genealogías
son el método a partir del cual estas discursividades ponen en movimiento los saberes liberados del sometimiento;
se trata de hacer entrar en juego aquellos saberes locales descalificados en contra de las instancia teórica unitarias
que intentan jerarquizar y ordenar los saberes en nombre del “conocimiento verdadero” y de una ciencia ejercida
por pocos.
Es necesario tomar en cuenta que los procesos de liberación de saberes históricos se ha dado en el marco del
silencio de las teorías unitarias. Aunque esto es un símbolo de la ausencia de miedo de estas teorías con respecto
al resurgir de los saberes, gracias a este silencio se facilita el trabajo de precisar y poner de relieve la apuesta
presentada por los mismos, cuando esta ya es clara y está bien formulada, es necesario no sucumbir ante la
tentación de construir otro discurso unitario o anexar el conocimiento adquirido a una teoría con pretensiones
universalistas, una tentación que se da a causa de aquellos que preguntan, Esto está muy bien, pero en qué
dirección va? Hacía que unidad se dirige?
La insurrección de los saberes no es realizada en contra de los conceptos y métodos de las teorías globalizantes,
sino contra los efectos de este saber centralizador que ha sido legado a nuestra sociedad; después de todo, la
constitución de un saber cómo científico implica descalificar o minorizar otros saberes. Implica adquirir un poder
que es reservado a la ciencia en el mundo occidental.
La apuesta de todas las genealogías gira alrededor del poder, pues es poder lo que está ligado a aquella ciencia
universal y es ese poder el que quiere contrarrestar las genealogías ¿qué es el poder y como funciona en la
sociedad? Y a partir de esta pregunta surge otra: ¿Puede el poder deducirse de la economía? Existe un punto en
común entre la concepción jurídica, liberal del poder y la concepción marxista del poder, este es el economicismo
de estas teoría; en la primera concepción, el poder es algo que todo sujeto puede detentar y transferir para la
constitución de una soberanía, e la segunda concepción el poder está para mantener las relaciones de producción
o dominación. Tanto en el primer como en el segundo caso la economía es fundamental. En el primero la economía
de circulación de bienes es la que permite la definición de las relaciones de poder, y en el segundo caso la
economía le da al poder su razón histórica de ser. Ahora, ¿Es el poder solo un instrumento necesario para el
funcionamiento de la economía? Y en segundo lugar ¿está el poder definido por la mercancía, es algo que se
adquiere y se cede por contrato? Para realizar un análisis del poder distinto al económico se dispone de muy poco;
se dispone de la afirmación de que la apropiación y el poder no se intercambian o se delegan sino que se ejercitan;
existen solo en el acto. Existe también la afirmación de que el poder no se trata del mantenimiento de las
relaciones económicas, sino sobre todo de una relación de fuerzas. La pregunta es entonces ¿en qué consiste este
ejercicio? ¿Y cuál es su funcionamiento? Hay dos respuestas, la primera es que el poder debería ser analizado a
través de los mecanismos de represión y la segunda es que el poder debería ser analizado en términos de guerra;
el poder sería la guerra continuada por otros medios. Esto quiere decir que las relaciones de poder en nuestra
sociedad se establecen en un momento histórico definido en el marco de relaciones bélicas. El poder político
permite la perpetuación de esta relación de fuerza a través de una guerra silenciosa inscrita en las instituciones.
Como conclusión con respecto a este punto podemos afirmar que cuando se abandonan los esquemas
economicistas se formulan dos hipótesis: por una parte, los mecanismos de poder serían la represión, hipótesis de
Reich, y por otra parte la base de las relaciones de poder serían el enfrentamiento belicoso de la fuerza, hipótesis
de Nietzsche. Estas dos hipótesis no son irreconciliables. La represión podría ser la consecuencia política de la
guerra.
Se contraponen entonces dos sistemas de análisis de poder que son el resultado de una síntesis entre las teorías
economicistas y no economicistas: La primera teoría considera al poder un derecho que se cede, y que al cederse
permite la constitución de una soberanía. Siendo la opresión un instrumento que al ser utilizado supera el límite
establecido por el contrato. El otro sistema analiza el poder político a partir de la guerra y la represión, esta última
no sería idéntica a la opresión; sino la simple continuación de una relación de dominación o como se dijo antes,
la expresión de la perpetuación del estado de guerra ya nombrado.
Ahora, esta última noción, la noción de poder como represión es insuficiente a la hora de realizar un análisis del
poder que tiene a la ciencia como discurso unitario en el mundo occidental y que las genealogías confrontan.
Foucault formula la siguiente pregunta: ¿Que reglas de derecho son definidas por las relaciones de poder para la
generación de discursos de verdad? Las relaciones de poder no pueden funcionar ni establecerse sin una
producción del discurso. El poder no cesa de registrar, de indagar, institucionaliza aquello que considera la verdad,
lo profesionaliza. Además, los sujetos están sometidos a la verdad en el sentido de que esta hace ley, elabora el
discurso verdadero a partir del cual es posible decidir y actuar. Los individuos son juzgados y condenados a partir
del discurso.
Un principio general en lo que concierne a las relaciones entre derecho y poder es que en las sociedades
occidentales la construcción del pensamiento jurídico se ha dado esencialmente desde el poder real, alrededor del
rey y de su gobierno. Desde la edad media, la teoría del derecho tiene como papel fundamental el determinar la
legitimidad del poder, es decir, que el principal problema que analiza es el de la soberanía. En el caso de la edad
media, el derecho romano era utilizado como elemento que justificaba la acción real e instaba a los individuos a
obedecer a sus mandatos. Aquí se puede observar como el discurso y la técnica del derecho enmascaran la
dominación y aparecen dos cosas: los derechos legítimos de la soberanía y la obligación de la obediencia. Foucault
desea hacer ver la relación de dominación. Y desea ver El derecho visto no desde el lado de la legitimidad que se
instaura, sino desde el de los procedimientos de sometimiento que pone en marcha. Para seguir esta línea de
análisis son necesarias ciertas precauciones metodológicas:
Primero, no se deben analizar las formas legitimadas del poder en su centro, sino tomar al poder desde sus
extremidades. Se debe observar la expresión del mismo en sus formas más locales, más regionales de aplicación,
donde este va más allá de las reglas de derecho que lo organizan; invistiéndose en instituciones y adoptando, por
lo tanto, la forma de técnicas que pueden ser violentas. Segundo, el análisis no se debe quedar en la intención o
en la decisión, sino en las prácticas reales y efectivas ejercidas desde el poder. Tercero, el poder no se encuentra
localizado en las manos de algunos o ejercido sobre los sujetos como si fueran materia inerte sobre la cual este
golpea. El poder funciona como una red; el individuo es un efecto de poder, este poder circula en cada individuo
y cada individuo puede ser un elemento de conexión en la sociedad. La cuarta precaución es que el poder no se
extiende desde arriba hacia abajo, y se debería realizar, en cambio, un análisis ascendente del mismo, es decir,
partir de los mecanismos más pequeños de control y dominación en las sociedades, y observar como estos
mecanismos son utilizados, colonizados, doblegados pero sobre todo, anexados por formas más globales de
ejercicio de poder. A su vez, es necesario observar como poderes más generales o beneficios económicos pueden
insertarse en la dinámica de estos mecanismos relativamente autónomos y pequeños de poder. Foucault establece
como ejemplos la prohibición de la sexualidad infantil en la sociedad burguesa, según el autor, si realizamos un
análisis descendente podemos concluir que en esta época el cuerpo humano era esencialmente considerada una
fuerza productiva y por lo tanto ambos fenómenos al generar la inutilidad de las fuerzas productivas eran excluidas
o reprimidas en la sociedad. Estas deducciones son al mismo tiempo verdaderas y falsas, pues se podría hacer lo
contrario y afirmar que partiendo del principio de que la burguesía es la clase dominante, los controles de
sexualidad no serían deseables, habría, en cambio la necesidad de un aprendizaje sexual del establecimiento de
una precocidad sexual para la constitución de una fuerza de trabajo creciente. Según el autor se debe hace entonces
lo contrario y ver como en los puntos más pequeños de la sociedad, los fenómenos de represión o exclusión se
han desarrollado como consecuencia de las necesidades de los agentes directamente afectados por los sucesos
(los médicos, los padres etc.) Y como estos mecanismos de poder se volvieron ventajosos y útiles para los poderes
globales, y por lo tanto anexados y colonizados por los mismos. El sistema burgués encuentra su propio interés
no en la prohibición de la sexualidad infantil sino en la técnica y el procedimiento mismo de la exclusión, es toda
esta microfísica del poder la que ha sido del interés de la burguesía, pues significa un provecho económico y
político para la misma por razones que se deben estudiar. Respecto a la quinta precaución, es probable que las
máquinas de poder estuvieran acompañadas por producciones ideológicas, pero en el fondo no se forman
ideologías sino instrumentos efectivos de formación, de acumulación del saber, y de circulación de un saber sin
los cuales sería imposible ejercer dominación a través de mecanismos sutiles. Como resumen de estas cinco
precauciones, se podría afirmar que en vez de realizar un análisis sobre el poder al aspecto jurídico de la
soberanía, sobre los aparatos de estado o sobre las ideologías a las que conlleva, se debe orientar hacia la
dominación, hacia los operadores materiales, las formas de sometimiento, las conexiones y utilizaciones de los
sistemas locales de dicho sometimiento.
Tomando en cuenta estas precauciones, Foucault introduce ahora un hecho histórico compacto a partir del cual
se desarrollaran sus argumentos: la teoría jurídico política de la soberanía. Esta ha jugado cuatro papeles: primero
se ha referido a un mecanismo de poder efectivo que es el de la democracia feudal; segundo, ha servido como
instrumento y justificación para la construcción de las grandes monarquías administrativas. Desde el siglo XVII,
durante la época de las guerras religiosas, esta circula de un campo a otro ya sea para limitar o reforzar el poder
real; y finalmente, en el siglo XVIII, esta teoría de la soberanía fue reactivada por el derecho Romano, y su fin es
construir un modelo que se oponga a las monarquías absolutas: la democracia parlamentaria.
Si seguimos los cuatro papeles, podemos observar como durante la sociedad Feudal, la relación de soberanía
cubre la totalidad del cuerpo social, el poder era ejercido desde la posición más alta a la más baja en términos de
la relación soberano-súbditos. En el siglo XVIII aparece una mecánica de poder con instrumentos nuevos que es
incompatible con las relaciones de soberanía, esta nueva mecánica se fundamenta en los cuerpos y en las
actividades que estos cuerpos llevan a cabo con respecto a la tierra y sus productos, y que permite extraer de los
cuerpos tiempo y trabajo más que riqueza. Este nuevo tipo de poder es ejercido a través de la vigilancia expresada
en sistemas continuos y permanentes de control y no, como en el feudalismo, por medio del dispendio absoluto
de poder expresado en la imposición de un sistema de impuestos y obligaciones. Este nuevo poder es una
invención de la sociedad Burguesa, y por lo tanto ha sido fundamental para la constitución del capitalismo
industrial y la sociedad que le es correlativa. Este no es el poder soberano sino el disciplinario. Sin embargo la
teoría de la soberanía ha continuado existiendo no solo como una ideología del derecho, sino también como
organizadora de las normatividades jurídicas Europeas que son producto de los códigos napoleónicos. ¿Porque
ha persistido la teoría de la soberanía? Según el autor, por dos razones: la primera es que en el siglo XVIII y el
XIX ha sido un instrumento crítico permanente en contra de la monarquía y los obstáculos de la sociedad
disciplinaria; y la segunda es que esta teoría puede ayudar a la constitución de un sistema jurídico que provee un
derecho de soberanía a partir del cual es posible ocultar la dominación ejercida a través de mecanismos
disciplinarios. Un derecho de soberanía y una mecánica de disciplina; entre ambos limites se juega el ejercicio
del poder. Pero ambos límites son distintos y uno no poder ser reducido al otro. Las disciplinas portan un discurso,
son creadoras de saber y de formas de conocer. Este discurso no es el del derecho, el de la regla jurídica, sino el
de la regla natural; se refieren a un horizonte teórico que es el de las ciencias humanas a partir del cual
normalizaran el estado de cosas en la sociedad. Las ciencias humanas no se han construido a partir del proceso
de racionalidad de las ciencias exactas. Aquello que ha hecho posible el discurso de las ciencias humanas es la
yuxtaposición del derecho en torno de la soberanía y la mecánica de las sujeciones ejercidas por las disciplinas.
El hecho de que estas técnicas y discursos invadan el derecho, y el hecho de que los procedimientos de
normalización colonicen cada vez más a la ley, explica el funcionamiento global de lo que se podría llamar la
sociedad de la normalización. Cada día aparece más la incompatibilidad entre los mecanismos de disciplina y los
sistemas jurídicos de soberanía. El discurso científico se vuelve un discurso arbitrador, que se presenta a sí mismo
como neutro porque es natural; un ejemplo de esto es la medicalización general del comportamiento, de la
conducta, de los discursos, de los deseos. Para combatir el abuso de los mecanismos disciplinarios, los individuos
utilizan es el derecho organizado alrededor de la soberanía sin ser conscientes de que tanto las disciplinas como
este drrecho son caras de la misma moneda. Para combatir los mecanismos diciplinarios se debe buscar un derecho
anti disciplinario, alejado de la soberanía

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