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UNAS COSITAS DE STYLIANOS

ANALISIS DE 2 DE CORINTIOS CAPITULO 1 VERSICULO 2


A continuación tenemos la paternidad de Dios, es decir, Dios se dirige a nosotros como Padre, y nosotros a él como hijos.
Y sabemos que por naturaleza el hijo es semejante a su padre, en su aspecto natural, tanto entre los animales como entre
los hombres. Así que, de alguna manera, nos debemos parecer a él. ¿Acaso él nos engendró? Por supuesto que sí. En
cuanto a la naturaleza material, como su criatura especial, el hombre fue creado; pero en cuanto a su naturaleza espiritual,
Dios lo engendró. El espíritu que está en su cerebro, la lógica, ese sistema de los pensamientos, ha nacido de Dios. Dios,
pues, es el Padre y la lógica nace en el hombre de él. Por consiguiente debemos ser semejantes a él en nuestro
entendimiento. “Sopló en su nariz aliento de vida” dice en la Biblia, y lo creó “a su imagen y semejanza”.
Nació, pues, el hombre de Dios, y es exactamente como él. Dios colocó un mecanismo mental en su cerebro, de
igual manera que un mecanismo natural se coloca dentro de una maquinaria de metal. En ese mecanismo de nuestra mente
sucede lo mismo que con la maquinaria de metal, la cual necesita combustible y lubricantes para su funcionamiento
normal.
El hombre recibe combustible de la comida, las conocidas calorías, y los lubricantes que, por supuesto son
diferentes a los lubricantes de las maquinarias. Pero también necesita su mantenimiento y un mecánico, el cual mantendrá
a esa máquina en continuo movimiento y en buen funcionamiento. En caso de que no esté en continuo movimiento es
posible que la máquina se oxide y deje de producir, pero también es necesario que trabaje a las revoluciones necesarias.
Una bomba, por ejemplo, no puede sacar bastante agua, si no toma todas las revoluciones necesarias; y si no toma
ninguna revolución, no puede sacar ni una gota.
De la misma manera, el espíritu del hombre, las células del cerebro, nuestro entendimiento, debe trabajar en las
revoluciones necesarias para poder percibir por medio de su antena el mundo exterior; y de igual manera que las máquinas,
dispone también de un filtro que atrapa todo lo que es inútil y lo echa fuera. Así recibe sólo lo que es útil lo cual coloca en
su cerebro para usar. La base, pues, es que debe haber un buen funcionamiento del mecanismo de la mente y que debe
tomar las revoluciones necesarias.
Ese estado en que la humanidad ha llegado, envuelta en el pecado y la perdición, se debe, precisamente, en la falta
del mantenimiento indispensable de nuestro cerebro, y en la ausencia del mecánico, que es el Espíritu Santo, quien da las
revoluciones al cerebro humano, y le hace percibir todo lo útil del mundo exterior, de la vida, y aquellas ideas que
necesita para vivir eternamente.

CAPITULO 1:9 “Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos,
sino en Dios que resucita a los muertos”.
Pregunta: ¿Cómo se adquiere la confianza absoluta en Dios, para tener la seguridad 100% de que nos librará aun
de un inminente peligro de muerte?
Respuesta: La confianza en Dios se adquiere con el sacrificio en las luchas por la gloria de Dios, por nuestra
salvación y la redención de los muchos, en el sentido de la colaboración divina, familiaridad espiritual.
Tomamos, dice, decisión de muerte; no había esperanza de salvación, escribe a los Corintios; tomamos la decisión
de no confiar más en nosotros mismos ni en alguna otra fuerza humana, sino sólo en Dios quien resucita a los muertos.
En este punto nuestro cerebro deber tomar ciertas revoluciones, porque a la verdad es un detalle, pero si lo
perdemos o no lo tomamos en cuenta, eso costará a la humanidad quizás siglos enteros estando bajo los pobres elementos
de la naturaleza.
En cierta oportunidad escuché a un predicador decir que el alma se mueve, piensa, actúa y toma decisiones
después de la muerte de igual manera que cuando está en vida. Es decir, todo lo que un hombre puede hacer aquí teniendo
su cuerpo, sus sentidos, cuando su sangre fluye y la vida emana de la sangre, eso mismo lo puede hacer una vez muerto,
con la única diferencia de que allá no tiene cuerpo, sino que el alma es libre de actuar en sentido espiritual.
Pero aquí notamos un detalle. Pablo ignora por completo esas cosas, no tiene más esperanza. El no nos dice que su
alma después de su muerte estará brincando de alegría porque no tendrá en adelante el peso del cuerpo, ni persecuciones
en el sector espiritual. No nos dice esas cosas, sino que se entrega a la muerte, toma decisión de muerte y no espera más
que la resurrección de los muertos.
Por supuesto, no podemos decir que el alma no existe, porque es aliento de Dios, inmortal y eterna. Existe, pero
ninguno de los hombres nos puede asegurar en qué estado y bajo qué condiciones se encuentra el alma en el Hades, y esa
es precisamente la razón por la cual nuestra iglesia efectúa misas de conmemoración por las almas de los muertos.
El alma, el espíritu del hombre, regresa por supuesto al mundo de los espíritus, y está allí en un estado que sólo
Dios conoce, hasta el día de la resurrección. La vida eterna está basada en la resurrección de los muertos. La palabra
muerte, además, significa desaparición, olvido, inexistencia. En la palabra de Dios se menciona: “...si los muertos no
resucitan, los que durmieron en Cristo perecieron...” Llama la muerte como el dormir, de igual manera que la iglesia en
sus cánticos: “Y los ángeles contemplando a la Virgen dormida, se preguntaban, ¿cómo la virgen fue quitada de la tierra
hacia la muerte?”
El apóstol Pablo nos deja entender aquí este detalle, el cual debemos usar. Si este detalle no se toma en cuenta por
la mayoría de los hombres, y en especial por los cristianos, entonces esta situación seguirá en los siglos; los hombres
seguirán muriendo y el diablo seguirá haciendo su trabajo. No obstante la resurrección está dentro del plan de Dios, y el
diablo es el pedagogo de la humanidad; pero de alguna manera los que no creen, y el diablo también, se jactan de haber
hecho fracasar la obra de nuestro Señor, porque los apóstoles esperaban que en aquellos días Dios fundaría su reino en la
tierra, el reino del amor, la paz y la justicia, y que tendría lugar también la resurrección de los muertos, y como vemos ya
han pasado casi dos mil años desde aquella época

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