Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Artillería Inmanente
Este texto es parte de una conferencia de Giorgio Agamben que tuvo lugar en la Facultad de
Arquitectura de la Universidad de Roma La Sapienza el 7 de diciembre de 2018. Fue publicado
en la rúbrica periódica «Una voce» de Agamben en el sitio web de la editorial italiana
Quodlibet (9 de julio de 2019).
Me gustaría que las reflexiones que hoy intentaré comunicarles sean consideradas por ustedes sin
separarlas del contexto en el que nacieron, que es aquel de las indagaciones arqueológicas en las
que me he involucrado desde hace casi treinta años. Como saben, la arqueología que está aquí en
cuestión, si bien está estrechamente vinculada a la historia, es decir, a la reconstrucción paciente y
minuciosa de hechos y acontecimientos en una cronología, no coincide con ella, porque se mantiene
siempre en relación con aquello que Foucault llamaba, con una expresión ciertamente paradójica, a
priori histórico, es decir, con un principio, un arché que, a pesar de no ser metahistórico, no puede
To comply
situarse enwith
unathecronología.
EU Privacy Laws we'reno
Se trata bound
tantoto de
inform
un you that cuanto
origen some third
másparty services
bien de unaused on some
brecha of ✖el
entre
our blogs (like Youtube) could use cookies Learn more
https://artilleriainmanente.noblogs.org 1/6
24/7/2019 Artillería Inmanente
punto de surgimiento de un fenómeno y la tradición de las fuentes que nos lo transmiten. La apuesta
de la arqueología es que justamente esta brecha, esta excedencia del fenómeno con respecto a su
tradición histórica lo vuelve comprensible para nosotros más allá del contexto de las causas y de los
efectos sobre los cuales se centra la indagación historiográfica. Es desde esta perspectiva no
simplemente historiográfica sino arqueológica que me gustaría que acogieran las breves y
ciertamente demasiado sumarias conjeturas sobre el a priori de la arquitectura que les presentaré.
También el diagnóstico ciertamente crítico sobre la situación de la arquitectura en nuestro tiempo que
de ello resultará debe ser visto en este contexto arqueológico. Y esto es tanto más necesario al
tratarse de un encuentro en que está en cuestión la identidad de la arquitectura, que en su mismo
nombre parece implicar una referencia esencial al arché.
Intentaré por lo tanto reflexionar sobre cuál podría ser el a priori histórico de la arquitectura
moderna (digamos, a partir de la mitad del siglo XIX, es decir, desde que existen las facultades de
arquitectura). Para responder a esta pregunta, convendrá antes preguntarse si existe algo como un a
priori histórico de la arquitectura en general. Pienso que podemos estar de acuerdo con el hecho de
que algo como la arquitectura es posible ya que el hombre es un ser habitante. La habitación —o,
más bien, el nexo entre construcción y habitación— es, por lo tanto, el a priori, la condición de
posibilidad de la arquitectura. La arquitectura es arte de la construcción, en la medida en que es,
también, arte de la habitación.
Émile Benveniste, el autor del Vocabulario de las instituciones indoeuropeas, sin el cual quizá es
imposible comprender la historia de la cultura occidental, observó una vez que los términos
indoeuropeos que designan la casa parecen superponer una sobre otra dos nociones distintas: por
un lado la casa-habitación, que expresa una pertenencia social (que en latín se dice domus, el lugar
de la familia y de la gens) y por el otro la casa-edificio (que en latín se dice aedes). Según
Benveniste, estas nociones, que se tiende a confundir en la raíz indoeuropea *dem, deben por el
contrario mantenerse distintas: la casa-habitación y la casa-edificio, incluso si, al menos en parte,
pueden coincidir en el espacio, expresan dos realidades que tienen muy poco que ver
respectivamente. Domi, el estar-en-casa, no significa «encontrarse en cierto edificio», sino
pertenecer a un determinado contexto jurídico y social (la domus–familia) en la cual se está y uno se
siente en casa, no sólo porque se está entre los familiares propios, sino también porque, como
muestra la contraposición domi bellique, «en paz y en guerra», en la casa son posibles ciertas
relaciones y otras son excluidas, como aquellas que se tienen con un hostis, un enemigo público.
Si las consideraciones de Benveniste son exactas, esto significa que la relación entre construcción
y habitación, lejos de ser obvia como se podría creer, es como mínimo problemática y es sobre esta
relación que me gustaría invitarles a reflexionar.
El Vocabulario de Benveniste, que contiene este análisis de la raíz *dem, es de 1969. En 1951,
To comply with
Heidegger the EU
sostuvo enPrivacy Laws we're
Darmstadt bound to inform
una conferencia you
con el that some
título third party
Construir services
habitar used on
pensar, ensome ✖
of se
la cual
our blogs (like Youtube) could use cookies Learn more
https://artilleriainmanente.noblogs.org 2/6
24/7/2019 Artillería Inmanente
sostenía la tesis contraria: construir (bauen) significa originalmente «habitar» (buan, wohnen) y es
sólo el habitar el que da su sentido al construir. El hombre es un ser que construye porque habita,
pero este ser unitario del hombre está amenazado por un desconcierto esencial, que pone siempre
en peligro la unidad de construir y de habitar.
Desde esta perspectiva, la arquitectura podría ser definida como el intento de mantener juntos los
dos significados de la raíz indoeuropea *dem, construir y habitar. Construir significa verificar o
realizar una pertenencia social, un ser-en-casa o estar-en-casa, y, viceversa, pertenecer a un
contexto social, ser-en-casa o estar-en-casa, habitar significa construir. Pero ¿es en verdad así?
To comply with the EU Privacy Laws we're bound to inform you that some third party services used on some of ✖
our blogs (like Youtube) could use cookies Learn more
https://artilleriainmanente.noblogs.org 3/6
24/7/2019 Artillería Inmanente
Algunas palabras sobre el modo en que me gustaría que fuera entendida la hipótesis entera que
apenas he formulado. Esta hipótesis no debe ser vista de ningún modo como un diagnóstico
apocalíptico con pretensión de validez histórica, en el sentido en que en cierto momento
cronológicamente datable los hombres habrían perdido el nexo entre construcción y habitación. El
hecho de que Alberti, Filarete y Vasari el joven refirieran al problema de la arquitectura de las
cárceles muestra cómo se debe ser cuidadoso al formular hipótesis como la aquí propuesta, según la
cual la arquitectura se encontraría hoy por primera vez de frente al problema de la construcción de lo
inhabitable. Se trata más bien, al menos en mi caso, de hipótesis y de paradigmas cuyo propósito es
volver comprensible una determinada situación histórica y no de un diagnóstico apocalíptico
travestido de indagación histórica. Hace muchos años, cuando, al inicio de mi indagación sobre el
homo sacer, escribí que el campo y no la ciudad es hoy el paradigma político de Occidente, esta
afirmación suscitó escándalo y reacciones polémicas. Hoy esta tesis, restituida a su naturaleza de
paradigma filosófico y no de tesis historiográfica dirigida a generalizar, es aceptada por casi todos los
estudiosos de la política que no sean apologistas biempensantes del sistema.
Queda el hecho de que también un paradigma arqueológico-filosófico puede tener sobre el plano
histórico implicaciones éticas, en el sentido de que, si el problema de la habitación no puede ser
separado de aquel de la construcción, afirmaciones como la que se puede leer en una historia de la
arquitectura carcelaria, según la cual la cárcel no ha encontrado aún a su poeta, es como mínimo
incauta, porque quizá no puede ni debe encontrarlo (a menos que, cosa improbable en la actual
coyuntura política, el arquitecto no desee cumplir un gesto revolucionario, en el sentido estrecho del
término, contra el aparato estatal).
Sin embargo, lo que sucede es que hoy tenemos que escuchar en este ámbito discursos como
mínimo irresponsables. Hace pocos días un exalcalde de Venecia, que ha enseñado por decenios en
una facultad de arquitectura, declaró que creer hoy en día que se puede devolver a los habitantes en
vez de a los turistas su ciudad es un discurso de almas bellas. Es probable que el autor de esta
afirmación busque simplemente cubrir sus responsabilidades en la degradación de la ciudad que
tuvo que administrar, pero que el concepto mismo de habitación sea de este modo considerado
obsoleto es ciertamente significativo.
en ego habeo pecuniam: la cosa que era sujeto en la primera expresión se transforma en la segunda
en objeto.
La conclusión de Benveniste es que tanto ser como tener son verbos de estado. Pero, aun siendo
cercanos, ellos difieren, porque ser es el estado del ente, de quien es algo; tener es el estado del
teniente, de quien tiene o posee algo. Ser establece entre los dos términos una relación intrínseca de
identidad, tener una relación extrínseca de posesión.
Pero ¿es en verdad así? Algunos de los ejemplos que Benveniste cita hacen pensar que el
significado de los dos verbos es todavía más cercano de lo que al lingüista le gustaría sugerir.
De habeo derivan habilis («fácil de tener o manejar, que se presta bien al uso» luego «hábil, capaz
de algo»); habitus («modo de ser, comportamiento, propiedad», por tanto «capacidad, disposición,
hábito», por ejemplo, el arquitecto tiene el hábito de la técnica de construir); habitudo («modo de
tenerse o comportarse establemente», «constitución corpórea» y, más tarde, «costumbre»); habena
(correa, arnés, aquello con lo cual algo es mantenido junto). También es instructiva la fórmula común
bene habet, está bien, o se bene habere, estar bien. Y, por último, nuestro verbo intensivo habitare,
que no significa solamente «estar habitualmente, morar», sino en primer lugar «tener establemente o
a menudo, tener el habitus o la costumbre de algo»: cabe señalar la curiosa expresión, atestiguada
por ejemplo en Gregorio Magno y en el vocabulario monástico, secum habitare, habitar consigo, es
decir: tener un cierto hábito de sí, un cierto modo de ser y de vivir con respecto a sí mismos, un
cierto uso de sí.
Como estos vocabularios sugieren, los significados de tener y de ser parecen casi indeterminarse,
como si tener significara en primer lugar «tener un cierto modo de ser», estar dispuesto de cierto
modo. La habitación se vuelve en este sentido una categoría ontológica. Habitar —ésta es la
definición que me gustaría provisionalmente proponerles— significa crear, conservar e intensificar
hábitos y costumbres, es decir, modos de ser. El hombre es un ser «habitante», porque existe en el
modo del tener — es decir, en el sentido que se ha visto, de la habilidad, del hábito y de la
costumbre. El hombre es, por lo tanto, un viviente que transforma el ser en un tener: en habilidades,
técnicas, hábitos y costumbres. Existe una reciprocidad y un continuo intercambio entre ser y tener.
Y esta reciprocidad es también una buena definición de la ética, si no se olvida que el vocablo griego
ethos tiene que ver con el modo de ser y vivir con los otros y en primer lugar consigo, si no se olvida,
por lo tanto, que la ética es en primer lugar un secum habitare. Por esto el hombre necesita no sólo
una madriguera o un nido, sino una casa, es decir, un lugar en el cual «habitar», en el cual construir,
conocer y ejercer intensamente sus «hábitos». Construir, que es el objeto de la arquitectura,
presupone o tiene constitutivamente que ver con la habitación, la facultad de habitar. La ruptura del
nexo entre construcción y habitación implica entonces para la arquitectura una crisis radical, con la
cual quien practica seriamente este arte no puede prescindir de medirse.
GIORGIO AGAMBEN
To comply with the EU Privacy Laws we're bound to inform you that some third party services used on some of ✖
our blogs (like Youtube) could use cookies Learn more
https://artilleriainmanente.noblogs.org 5/6
24/7/2019 Artillería Inmanente
To comply with the EU Privacy Laws we're bound to inform you that some third party services used on some of ✖
our blogs (like Youtube) could use cookies Learn more
https://artilleriainmanente.noblogs.org 6/6